VICHAMA
VICHAMA
VICHAMA
redacción :
Plataforma_glr
Yojhan Lindo
Revista Rumbos
Cuenta el mito que una mujer solitaria y hambrienta –creada y abandonada por
Pachacamac- desató su furia contra el Sol. El astro, conmovido, la fecundaría con sus
rayos. Cuatro días después, ella alumbraría un varón. Su nacimiento generó una serie de
sucesos relacionados al surgimiento de una civilización costera.
Y es que ese niño despertaría la cólera de Pachacamac, quien lo raptó para matarlo y
despedazarlo. Al ver el desconsuelo de la madre, el Dios enterró los restos del pequeño.
Ese fue el origen de diversos frutos y alimentos. De esa manera, pensaba el asesino, ella
no volvería a pasar hambre, lo que aliviaría su dolor.
Se equivocó. Ella quería venganza y el Sol acudió en su ayuda, entonces, con el ombligo
y el cordón umbilical de su hijo, crearía a otro ser: Vichama. Después de andar por el
mundo, él volvería en busca de su madre. No la encontró. Pachacamac la había
asesinado y, al enterarse del retorno del viajero, decidió sumergirse en el mar para
siempre.
Los ecos del mito de Vichama aún se escuchan en Végueta (Huaura, Lima), donde se
encuentra la ciudad agropesquera que lleva el nombre de ese personaje. Erigida en el
periodo del Arcaico Tardío (3000-1800 a.C.), las investigaciones han demostrado que sus
pobladores mantuvieron una relación estrecha y fructífera con Caral, la primera
civilización andina.
Durante el recorrido por los 17 edificios ceremoniales de gran tamaño y las unidades
residenciales del complejo, el arqueólogo Pedro Vargas explica que la ciudad albergó a
una élite gobernante que era parte de un sistema administrativo, político y social de
características regionales. De pronto esas interpretaciones se convierten en
contemplación en el edificio de las Cornisas.
Aquí hay 24 personajes antropomorfos en alto relieve que participan en un baile ritual
para evitar la hambruna. En el mural resalta un sapo con manos humanas (este animal
simboliza la fertilidad), y un rayo (signo de la lluvia y la bonanza). Imágenes perdurables,
al igual que el relato milenario del mito de Vichama.
La ficha
Vichama plasmó su ciencia milenaria en cada escalón y muro que elaboraron, respetaron
a la naturaleza y se esmeraron para que su centro urbano no contamine el valle que les
proveía de alimentos.
EXTRAORDINARIO DESCUBRIMIENTO
Hace diez años, el entonces alcalde de Végueta, José Li Nonato, invitó a la arqueóloga
Ruth Shady, para analizar unas construcciones que presumía formaban parte de Caral
(3000-1800 a.C.). Casi sin presupuesto, Shady junto a un pequeño equipo inició las
investigaciones de aquella infraestructura y fue así como descubrió que las edificaciones
eran mucho más que muros de Caral. La historia que allí se había escrito indicaba que se
trataba de Vichama, una civilización que en realidad había surgido sobre la fase final de
Caral, en el 1800 a.C.
La zona se encontraba urbanizada, decenas de familias habían instalado allí sus hogares
y eso complicaba los trabajos de investigación del equipo de Shady, quien, al percatarse
de la trascendencia de lo que había hallado, se empeñó en cuidar las milenarias
edificaciones.
La arqueóloga comentó que los edificios, que aún se investigan y recuperan, poseen un
diseño piramidal, además de plazas circulares hundidas que son un rasgo distintivo de
Caral, la más antigua de las civilizaciones de la América preshipánica, que supera en
1500 años a la civilización Olmeca desarrollada en México.
Caral, que se desarrolló en el período Arcaico Tardío y Formativo Inferior, es
contemporánea con civilizaciones de la altura de Egipto, India, Sumeria y China, con la
gran diferencia de que mientras estas lograron compartir sus avances, la nuestra se
desarrolló en completo aislamiento.
No obstante, Vichama presenta elementos propios, como la arquitectura con cornisas y
sobre ellos, relieves o figurines de arcilla no cocida que se vienen recuperando.
El trabajo de investigación y conservación efectuado en Vichama ha permitido descubrir
en la parte superior del edificio de las cornisas una plaza ceremonial donde predomina un
muro en bajo y alto relieve que representa la imagen de un sapo con manos humanas
debajo de una línea de forma geométrica muy parecida a un rayo.
EL PODERÍO FEMENINO
Las investigaciones han dejado claro que Vichama es una civilización superior. Además
de ser pacifistas –cabe señalar que no se han encontrado armas en toda la zona
arqueológica– e integradores, tuvieron a la mujer como eje principal de su estructura
sociopolítica.
La mujer tuvo un rol primordial en todas las actividades, desde la civilización Caral hasta
la cultura Moche e Inca, pero todo aquello cambió con la llegada de los españoles y el
posterior intercambio cultural.
Ya era algo que Ruth Shady había dejado bastante claro en el 2015, cuando en una
entrevista para National Geographic aseguró que “a su llegada al Perú, los españoles
dijeron que los nativos eran débiles porque dejaban gobernar a las mujeres”. Ese rasgo
distintivo terminó por cambiar el rumbo de una historia que aún hoy no encuentra un
rumbo definitivo.
“Nosotros en el sitio arqueológico, todos los sábados, dictamos un taller de tejido vegetal,
modelado en arcilla y música, totalmente gratuito, donde se les explica y experimentan la
importancia del sitio arqueológico”, indicó.
ESTATUILLAS MUNDIALES
Las ofrendas de tres esculturas antropomorfas de alto status halladas en el Edificio Las
Hornacinas (como parte de los rituales que solían realizar al renovar las arquitecturas de
los edificios), del sitio arqueológico de Vichama, Ciudad Agropesquera de la Civilización
Caral fueron consideradas por la revista especializada National Geographic como uno de
los 10 hallazgos inolvidables en el año 2015.
Las esculturas polícromas de barro no cocido, halladas entre la arena, ceniza y material
orgánico evidencian un profundo significado simbólico; por la posición de las esculturas se
trataría de una pareja de autoridades políticas vinculadas a la sacerdotisa. La ofrenda
estaba formada por una cesta de junco amarrada con hilos de algodón castaño, que
envolvía a otra cesta. Considerando que este asentamiento está ocupado hace 3,800
años las ofrendas tendrían el mismo tiempo.
El sitio arqueológico Vichama se ubica a la altura del km. 159 de la Panamericana Norte,
en el distrito de Végueta, provincia de Huaura, región Lima. Todos los sábados y
domingos se realizan visitas a través del programa de Viajes Educativos de Caral, que
cuenta con buses que salen desde la explanada del Ministerio de Cultura. Los peruanos y
extranjeros que deseen conocer algo más de esta imponente cultura pueden reservar sus
boletos comunicándose al número 205-2517 o escribiendo a
viajeseducativos@zonacaral.gob.pe.
https://www.expreso.com.pe/especiales/vichama-arte-y-misterio-de-la-ciudad-
agropesquera/
PACHAKAMAQ Y VICHAMA, UNA HISTORIA DE VENGANZA
Mar 2018
Pachakamaq (Dios inca del fuego) decidió un día quizás ocioso crear al hombre y a la
mujer, pero pronto se cansó de ellos y los abandonó a su suerte. Los dos pobres
humanos comenzaron a pasar penurias hasta que finalmente el hombre sin fuerzas y sin
nada en el estómago falleció. La mujer se vio sola y desesperada alimentándose de
raíces para sobrevivir, ante tan desoladora situación dirigió su furia hacia el Sol. El astro
conmovido por los sollozos de la mujer bajó a la tierra bajo un manto centelleante y con
sus rayos la fecundó. Tan sólo cuatro días después la mujer dio a luz un bebé.
Pachakamaq envuelto en celos al ver que el Sol se había entrometido en su obra decidió
vengarse. Espero a que el astro se marchara y en cuanto ocurrió secuestró al pobre
semidios recién nacido y lo mató para despedezarlo después. La mujer imploró al Sol y
Pachakamaq para evitar que le pillaran con los restos del bebé hizo un profundo hoyo y
los enterró. Curiosamente comenzó a tener remordimientos y para apiadarse de la mujer
hizo que de los restos enterrados empezaran a brotar alimentos; de los dientes del infante
apareció el maiz, de las costillas y los huesos la yuca y así las demás frutas de la tierra.
La desdichada mujer cada vez que veía los alimentos le recordaban más y más a su hijo
asesinado y su ira iba en aumento, todos los días pedía venganza al Sol y finamente le
ayudó, volvió a bajar a la tierra para castigar a Pachakamaq pero consiguió esconderse
en un lugar donde no llegaran los rayos de sol. El Sol apiadándose de la pobre mujer le
pidió el ombligo y el cordón umbilical del infante muerto, con ello creó un nuevo niño.
Toma y envuelve en mantillas a este niño que llora y se llamará Vichama. Esta vez nadie
te lo arrebatará porque yo velaré por él durante el día, y de noche lo pondré bajo custodia
de la luna
La mujer crió al niño hasta que siendo ya un joven adulto decidió recorrer el mundo como
su padre el Sol. Vichama estuvo mucho tiempo alejado de su madre hasta que un buen
día decidió volver, para su sorpresa en su tierra natal encontró un pequeño poblado de
chozas. Entró a su choza pero no había nadie, sólo encontró desconocidos en aquel
extraño, para él, poblado.
Pachakamaq aprovechando la marcha del joven mató a la ya anciana mujer
descuartizándola para dar de comer a cóndores y gallinazos. Sus cabellos y huesos los
escondió a orillas del mar y acto seguido se puso a crear más hombres y mujeres para
poblar la tierra. En cuanto se enteró Vichama del asesinato buscó lleno de ira a
Pachakamaq para vengarse, éste viendo lo que se le venía encima se encondió en el
fondo del mar donde levantó su templo y permaneció para siempre.
Vichama al no encontrarlo dirigió su ira a los hombres y mujeres que Pachakamaq había
creado y con la ayuda de su padre el Sol, lanzó una maldición que los convirtió en piedra.
Una vez calmó sus ansias de venganza se dedicó a buscar los restos de su madre, al
tercer día los encontró, los juntó, les echó un poco de arena por encima e invocó al Sol
que al instante la devolvió a la vida.
Vichama pidió a su padre que convirtiera las piedras en huacas, las distribuyó en la costa
para que fueran objeto de culto y otras en el mar que formarian los peñones y escollos
que existen en el litoral. Cada año les ofrecía láminas de plata, chicha y espiga. Más tarde
le pidió otro favor a su padre, al no haber hombres le pidió que hiciera una nueva
creación, éste dejó caer tres huevos: uno de oro, otro de plata y el último de cobre. Del
primero salieron los kurakas y los nobles, del segundo las mujeres y del tercero los
plebeyos.
Como curiosidad en Végueta (Huaura, Lima) se encuentran los restos arqueológicos de la
ciudad que lleva el nombre de Vichama que data de 2800 años a.C.
https://unrinconenlahistoria.wordpress.com/2018/03/27/pachakamaq-y-vichama-
una-historia-de-venganza/
MAR BENDITO
A diferencia de Caral, Vichama supo sobreponerse a los tiempos difíciles. El arqueólogo Pedro
Vargas, responsable de las excavaciones, afirma que, según los estudios, este pueblo siguió
siendo ocupado después de que Caral quedara deshabitada. Lo lograron gracias a los recursos del
mar. En las excavaciones se hallaron restos de peces y moluscos que los ayudaron a aplacar el
hambre. Para Vargas, la otra evidencia la encontraron en el último templo levantado sobre el
edificio principal de Vichama. Se trata de un sapo con manos humanas y sobre este aparece un
rayo. “En la ideología andina, el sapo simboliza la fertilidad, el agua, la humedad. Su presencia
indica que llegó el tiempo de bonanza y que las lluvias volvieron”, sostiene Vargas. Hay otros
indicios de que se intentaba aplacar la furia de la naturaleza. Con el tiempo, los templos nuevos
que eran construidos sobre los antiguos cambiaron de dirección. Antes los hacían con sus
fachadas mirando hacia el norte, es decir, hacia la capital de Caral. Después, los construyeron
mirando hacia el este, o sea, hacia el valle, hacia sus chacras. No está claro por qué, pero parece
ser una respuesta de los pobladores de Vichama para menguar los días más difíciles que les tocó
vivir.
En el siglo XVII, Antonio Fray de la Calancha, un padre español de la orden de los agustinos, llegó
hasta las tierras de Vichama y antes de predicar el catolicismo –según se narra en sus crónicas–
preguntó a los pobladores del valle en qué deidades creían. La respuesta fue que en el mito de
Vichama y el dios Pachacámac. La historia narra coincidentemente la crisis de hambre y sequía
por la que atravesaron todas las poblaciones de la zona y que, de la pareja real, solo la mujer logró
sobrevivir. Ella, luego de tantas súplicas al dios Sol para que los rescatara de la crisis, tuvo un hijo
al que llamó Vichama. Pachacámac, otro de los más importantes gobernantes de la costa central
del antiguo Perú, se opuso a que naciera y maldijo al pueblo. Luego de que Vichama llegó al
mundo, los días fueron aún más difíciles. Debido a la escasez, el joven Vichama decidió viajar por
el mundo y a su regreso supo que, durante su ausencia, el dios Pachacámac había matado a su
madre. Vichama intentó vengar la muerte de su madre, pero el gobernante ya se había sumergido
en las profundidades del mar. Este mito fue representado el viernes por un grupo de actores
locales en el sitio arqueológico a propósito de cumplirse ocho años del inicio de las excavaciones.
Arqueólogos, autoridades y pobladores de Végueta –la localidad más cercana a la zona
arqueológica– participaron en las actividades por este aniversario.