Fogwill Gamerro
Fogwill Gamerro
Fogwill Gamerro
Fogwill, la termina antes de que vuelvan los soldados y empiecen a hablar, antes de que
comenzara el tiempo de los testimonios.
Sabemos que el fin de la guerra permitió romper ese hechizo de silencio que había impuesto
la dictadura, y que entre aquél y el final formal de ésta, en diciembre de 1983, se desencadenó una
catarata de revelaciones, muchas desordenadas y confusas, que continuarían y continúan durante los
gobiernos democráticos que se sucedieron. En Los pichiciegos,
esto ya ha sucedido: la dictadura ya ha terminado, o al menos se
ha quebrado. Es una novela que en junio de 1982 se atreve a
hablar de las monjas francesas –que pasan de desaparecidas a
aparecidas-, de Firmenich que asaltó el penal de Rawson y
liberó a mil guerrilleros, de los quince mil “fusilados” de
Videla, de un Santucho peronista que desfila en Tucumán todos
los 17 de octubre “con trescientos Peugeot 504 negros, cada
uno con cinco monos adentro”. Todo más o menos errado, más
o menos distorsionado, hecho de rumores y retazos de rumores,
según la lógica del teléfono descompuesto.
Los pichiciegos no es una ficción que anticipa los
hechos, sino algo mucho más raro, es una ficción simultánea a
la ficción informativa de la dictadura.
Así lo explica el autor:
Rodolfo Enrique Fogwill nació en Quilmes, provincia de Buenos Aires, en 1941, y murió en
la ciudad de Buenos Aires en 2010. Estudió sociología y se dedicó al marketing y a la publicidad.
Publicó, entre otros, los libros Muchacha punk (cuentos, 1992), Restos diurnos (cuentos, 1993), En
otro orden de cosas (novela, 2002) y Runa (novela, 2003). En 2003 ganó la beca Guggenheim. La
novela seleccionada por Martín Kohan, Los pichiciegos, fue editada originalmente por sudamericana
en 1983 y reeditada por Interzona en 2006 y El ateneo en 2010.