Cuerpos Minorizados
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Texto Original
Wong, K (2017). Minor bodies: How disability is figured in children´s yoga classes.
Continuum, Journal of Media and Cultural Studies, 31 (1), 93-103.
Resumen
En este artículo, argumento que las clases de yoga de niños pueden reforzar entendimientos
normativos de la discapacidad, minorizando a niños discapacitados, pero también teniendo
el potencial de reconfigurar el cuerpo de niños discapacitados de nuevas formas. La
pedagogía del yoga es lo suficientemente variada y maleable para adaptarse a las distintas
culturas en las salas de clases, producidas por los profesores y estudiantes. Me enfoco en
datos de entrevistas con tres profesores de yoga para niños, para discutir las diferentes
formas de entender a los niños con discapacidades en sus clases. Este análisis me lleva a
razonar que los profesores de yoga para niños mueven varias narrativas sobre discapacidad
en sus clases, tales como la necesidad de inclusión, separación, diagnóstico, tratamiento
y/o corrección. Es crucial que estudiantes, padres y profesores sean conscientes de cómo
estas narrativas y enfoques pedagógicos pueden producir efectos minorizadores o
alternativamente ofrecer resistencia o intervención a la minorización de los niños
discapacitados.
“Estamos creando humanos jóvenes mentalmente discapacitados en forma epidémica - quizás incluso
dominante. TDA, Asperger, bipolaridad, depresión y ansiedad, y sus consecuentes comportamientos
adictivos como el consumo de alcohol o uso de drogas, afectan hoy en día entre el 10 y 20 por ciento de
todos los jóvenes. La repentina epidemia de misteriosas anomalías cerebrales es casi seguramente el
resultado de esta interacción alterada entre padre e hijos. Podemos bombardear al niño con
medicamentos, pero el éxito es parcial, temporal y algunas veces dañino. Podemos atenuar las deficiencias
con amor y cuidado, pero son difíciles de deshacer. (Biddulph 2008, 113)”
Utilizo el término “discapacidad” por falta de un término mejor, ya que hay mucho debate
sobre si las condiciones discutidas en este informe realmente constituyen discapacidades o
diferencias (y, de hecho, toda “discapacidad” podría interpretarse como tal). Uso el término
“discapacidad” para denotar las formas en las que los cuerpos están socialmente
codificados como menos capaces que otros cuerpos. Al reunir términos que se incluyen bajo
el paraguas de “discapacidad”, no quiero sugerir que todos son sinónimos o iguales, ya que
hay marcadas diferencias en cómo cada forma de discapacidad esta socialmente codificada
en los cuerpos de cada individuo. Sin embargo, estoy sugiriendo que al menos en la forma
en que los maestros como Lisa y Carinda los entienden, hay similitudes en cómo estas
condiciones son vistas como diagnosticables y potencial o parcialmente tratables. En cada
uno de estos enfoques, las discapacidades de los niños también presentan una carga puesto
que su diagnóstico a menudo agobia a los niños, profesores y padres con la responsabilidad
de “superar” y minimizar la desviación del niño del desarrollo “estándar.” Petra Kuppers nos
recuerda que la forma dominante de ver la discapacidad es “culturalmente negativa:
defectuosa, en necesidad de acomodación, más que un todo” (2016,93). Más que en los
adultos, en los niños la discapacidad tiene la presión de la temporalidad, ya que los adultos
a menudo esperan que los niños se “corrijan” lo más pronto posible, regresando a una
trayectoria de crecimiento infantil estandarizada.
A pesar de las solicitudes de los padres sobre clases a la medida de los niños con
“necesidades especiales”, Lisa ha decidido no adaptar su enfoque pedagógico para
satisfacer esas necesidades. La visión de Lisa sobre los niños con “TDAH”, “Síndrome de
Down” o “Autismo” es muy singular. Los niños con síndrome de Down son universalmente
“hermosos” y los niños “autistas” universalmente “no pueden involucrarse”. Hay poco
espacio para comprender la diferencia más allá de estas categorías de diagnósticos. La
suposición de Lisa es que una clase “normal” es estructurada y adaptada para un niño
uniformemente “normal”, revela que su concepto de normalidad es tan estático y singular
como su concepto de discapacidad. En el sentido de Deleuze y Guattari, Lisa concibe a los
niños discapacitados como “personas que viven hoy en un idioma que no es el suyo
(1983,16)”- ellos intentan y fallan al hacer los mismos tipos de gestos, movimientos y
discursos que niños “normales” pueden hacer. Para Lisa, los niños con discapacidad “no
saben” como hacer o no son capaces de tener infancias “normales” (16). En la narrativa de
Lisa “no se dan condiciones para una expresión individual” (17) en un niño con discapacidad;
“aquí no hay sujeto, sólo hay arreglos colectivos de expresión” (18). Hay diferenciaciones
entre algunos tipos de discapacidades, pero se compara a los niños discapacitados entre si
según su diagnóstico: algunos son “hermosos” mientras que otros no pueden
“involucrarse”. La opinión de Lisa contrasta con la sugerencia de Alan Prout sobre que
etiquetas como TDAH, usan el comportamiento para diagnosticar como parte de un
continuo, sin punto de disyunción entre el TDAH y otros comportamientos infantiles
(2005,138). De esta forma, La percepción de Lisa sobre los niños con TDAH, autismo o
retrasos en el desarrollo de las habilidades motoras es un juicio calificativo- visto en
comparación con otros niños. La habilidad de prestar atención, controlar los impulsos y
sentarse varía entre los niños y los clasifica de acuerdo con las demandas de escolarización
masiva obligatoria (139). El hecho que Lisa tenga “solicitudes” para clases para niños con
“necesidades especiales” habla sobre el hecho que esos padres que sientes que sus hijos
están fallando el cumplir con las demandas, están también buscando remedios. El yoga es
uno de los muchos tratamientos que potencialmente podrían corregir a los niños que no
parecen “normales”.
En respuesta a sus experiencias con Conor y otros niños, Carinda desarrollo un programa de
poses de yoga que indica a niños con condiciones diagnosticadas o no diagnosticadas. Al
igual que Lisa, Carinda al ser madre y maestra, se involucra activamente en el trabajo
corporal de los niños. De manera similar o imitando a un trabajador de la salud, Carinda usa
criterios de diagnóstico, como la capacidad de filtrar el ruido de fondo o el “pasearse” para
caracterizar a un niño como “desordenado” o no y para prescribir un tratamiento de
posturas yoga adecuado. De esta forma, su práctica intenta medicalizar el yoga en sí mismo,
participando en el proceso de etiquetar y tratar los síntomas de los niños. Sin embargo,
Carinda también entiende las etiquetas de diagnóstico, como sugiere Prout, como un
conjunto biológico, fisiológico, social, cultural y material (2005). La comprensión de Carinda
del diagnóstico como un proceso contextual y social le permite empatizar con los niños en
sus clases. Ella atribuyó más que sólo “malos” comportamientos a los niños, ya que dijo que
ellos “disfrutan” de ciertas posturas y probablemente son capaces de “sostenerlas por más
tiempo que otros niños”. Ella explicó que el “pasearse” es una forma de los niños para
obtener información. Carinda no solo ve la discapacidad dentro del modelo medico de
déficit o como un problema que debe ser tratado, sino como algo que tienen
potencialidades. Carinda ilustró el tipo de potencial que vio cuando explicó cómo leía las
condiciones biomédicas en los cuerpos de los niños, aunque visualizando a cada individuo
como único:
“Sí… los niños con los que trabajo tienen una gran variedad de otros problemas (risas)… Trabajo con
muchos niños con necesidades especiales… sin tratar de encasillar a los niños. No son cortados por la
misma tijera. Por supuesto, que no lo son, pero uno de cierta manera se incrementa tu radar para buscar
ciertas cosas como una explicación de los compartimientos que ves”.
Carinda está buscando términos diagnósticos que la ayuden a entender lo que está
escuchando sobre María. Ella parece estar intentándolo con diferentes etiquetas, tales
como “memoria de trabajo” y “procesamiento sensorial”. Cuando no encontró suficiente
evidencia para apoyar su hipótesis sobre el procesamiento sensorial fue por más. Carinda
me pregunto, “¿Ella es muy inquieta o se inquieta mucho?, ¿Se balancea en objetos un
poco?, ¿empuja y se apoya sobre las cosas? ¿Se recuesta mucho de espaldas, se desliza
hacia un lado o se apoya en lo demás? ¿Es una niña activa?” Cuando contesté
afirmativamente a todas estas preguntas, Carinda tuvo la evidencia que necesitaba para
poder afirmar lo siguiente:
“Yo tendería a buscar algo como Trastorno de procesamiento sensorial. Voy a decir esto de la siguiente
manera porque obviamente no conozco su historial ni a sus padres. Sería interesante porque es algo muy
relacionado con la genética. Todos los niños nacen para moverse. Algunos niños necesitan moverse. Son
inquietos. Hay algunos que hacen tira las cosas. Ellos usualmente son demasiado rudos con los objetos.
Las cosas simplemente se rompen en sus manos.”
“La primera clase que tuvo con nosotros, puse almohadillas en sus ojos. Nunca lo haré nuevamente
porque hay semillas dentro de las almohadillas. Ella hizo swoosh y las semillas de lino volaron por todas
partes. Yo estaba como…(risas)”
En este punto, Carinda comenzó a tratar de replantear cuales podrían ser las condiciones
sociales en torno al “Trastorno de procesamiento sensorial” Ella dijo:
“Si, ellos serán etiquetados como torpes, pero en realidad se trata del procesamiento sensorial, en el cual
ellos simplemente no pueden procesar la sensación de sostener algo. Su agarre es demasiado fuerte o
demasiado flojo. Las cosas se caerán y romperán… El sistema sensorial propioceptivo tiene que ver con
entender donde tu cuerpo está en el espacio y gravedad y el efecto que tienes sobre objetos y su
capacidad de mantenerse intactos cuando actúas sobre ellos. Así que las semillas de lino volaron por
todas partes…”
Una vez establecido su diagnóstico provisional, Carinda sugirió lo que podría entenderse
como una “receta” de yoga para tratar a María:
“Una de las actividades más relajantes desde una perspectiva del yoga es colocarla en una inversión y
colocarla en una postura que soporte peso, como la postura del perro mirando hacia abajo. Eso es algo
que a menudo los niños disfrutan. En realidad, ellos instintivamente hacen esas posturas y podrán
sostenerlas probablemente por más tiempo que otros niños. No sé si es el caso de ella. Cualquier cosa
que soporte peso a través de las muñecas, los tobillos significan que están recibiendo esa estimulación
adicional. Ya sea si su cuerpo está sobre estimulado o hipo estimulado. Muy a menudo, en estos casos en
los que se golpean contra cosas, ellos buscan esa información que sus cuerpos no podrían obtener de su
entorno de otra forma”.
Carinda relacionó estos tratamientos de yoga con otras formas de tratamiento como
“chalecos con peso”, “mantas de peso” y “trajes de lycra”, que podrían ser recomendados
por un terapeuta ocupacional o fisioterapeuta (quien a menudo recomienda yoga a niños y
padres). La interacción con el medio a través de posturas que soportan peso o insumos
especializados, “no se opone a modelos existentes” de educación especial, pero cuando se
usan dentro de la sala de clases de yoga para niños “normales” pues “ofrecen algo más, algo
diferente, que alcanzaría los mismos fines y también afectaría a las pedagogías post-
humanistas” en colaboración con objetos (Hickey- Moody y Kipling en Hickey-Moody y Page
2016, 65). Para Carinda, esto permitió a los niños comprender la conexión entre ellos y su
entorno:
“No saben dónde están los límites. Ese es el problema. No saben dónde termina su cuerpo y donde hay
un espacio vacío. Tienen que explorar eso tocando las cosas todo el tiempo.”
En muchos sentidos, esta discusión sobre las conexiones entre impulsos psicológicos,
posibles discapacidades y desobediencia, centrada en un niño no es inusual. Muchos
profesionales de la salud, psicólogos, psiquiatras, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas,
maestros y padres tendrán conversaciones similares a diario sobre niños a su cargo. En el
nivel más superficial, la única diferencia en esta conversación es que el tratamiento y los
planes de prescripción son peculiares a las prácticas de yoga. Sin embargo, en un nivel más
significativo, esta conversación puede tener una mayor tendencia a tratar de ver el potencial
en la diferencia de María: ella es más que un déficit, es un devenir incomprendido que
requiere diferentes formas de interactuar con las personas y el entorno que la rodea. El
potencial de María está limitado por los parámetros de diagnóstico, pero al tratar de
empatizar con María y descubrir sus motivaciones, Carinda enmarca a María no como
fallando al cumplir con las normas de desarrollo de la infancia, sino como un actor social
activo que negocia los mundos que la rodean. Carinda se ve impulsada a diagnosticar, pero
también trata de evitar entender esos diagnósticos como simplemente evidencia del fracaso
de los niños "para cumplir con los objetivos de desarrollo estandarizados" (Davis 2012, 415).
Los profesores de yoga que adoptan un enfoque similar a Carinda pueden estar
preocupados "por medir los cuerpos y las mentes de los niños", pero tienen un propósito
estratégico para ello: "facilitar su inclusión en la sociedad" (415). El fin de este medio es
completamente lo opuesto a la perspectiva de Lisa: donde Lisa quería separar a los niños
discapacitados de los niños "normales", Carinda quiere que la pedagogía pueda satisfacer
las necesidades de todos los niños, ya sean discapacitados, desordenados, disruptivos,
angustiados o 'normales'.
Mi entrevista con Bess demostró cómo este tercer enfoque para el yoga de los niños tenía
el potencial de concebir a las personas discapacitadas como diferentes en la misma medida
en que todas las personas son diferentes. Bess también era dueña de un negocio de yoga,
pero a diferencia de Lisa y Carinda, Bess no operaba bajo una franquicia. Bess tiene dos hijas
adolescentes y enseñaba yoga a tiempo completo, principalmente a adultos. Cuando Bess
enseñó a niños, lo hizo en salas alquiladas, hogares y al aire libre, nunca en el entorno escolar
o preescolar. Bess explicó su enfoque hacia los niños con discapacidades:
Realmente depende del niño y de lo disruptivos que sean, porque [otros] niños pequeños [en la clase]
simplemente se adaptarán. Debido a que los niños pequeños no se distraen muy fácilmente, simplemente
se llevan bien con las cosas, casi no les importa... puedes tener un niño normal totalmente saludable que
solo busca mucha atención y es más disruptivo que un niño con necesidades especiales.
Bess vio grandes ventajas al incorporar "niños con necesidades especiales" en "clases con
niños normales" porque comunicaba que:
Eres diferente, y también lo son todos los demás. ¿De eso se trata el yoga y a quién le importa si son
diferentes a los demás? Así somos todos.
Para Bess, todos los niños dentro de sus clases se están convirtiendo individualmente en
minoría (y dado que todos lo son, por definición, también se están convirtiendo en mayoría).
A diferencia de Lisa, cuyos hijos “normales” siempre fueron “el estándar abstracto”, “nunca
nadie” en particular, los hijos de Bess siempre “se están potencialmente convirtiendo en el
que se desvía del modelo” (Deleuze, Guattari y Massumi 2004, 117) Bess estaba más
preocupada por la interrupción de su clase que cualquier necesidad o habilidad específica
que un niño tuviera; "si fueran increíblemente perjudiciales porque sus comportamientos
son disruptivos, tomaría la misma posición que con un niño normal". Para Bess, los niños
discapacitados o con "necesidades especiales" eran diferentes, pero eso no importaba
porque todos los demás también eran diferentes. Este enfoque particular también puede
conceptualizarse como una extensión y apropiación de un impulso posiblemente romántico
de apreciar lo que los niños son en el presente, en lugar de lo que podrían llegar a ser. Sin
embargo, a diferencia del niño Rousseauniano, como se observa en Emile, que se desarrolla
en los márgenes de la sociedad, este niño es un agente activo que contribuye "a dar forma
y cambiar la cultura", "no simplemente restringido por las estructuras que encuentran, sino
también modelándolas” (Davis 2012, 418). Los niños discapacitados interactúan con
múltiples grupos sociales, toman decisiones e influyen en la cultura de los adultos:
“Sus impedimentos tendrán diferentes significados en diferentes contextos sociales y habrá ocasiones en
que no deseen ser definidos como discapacitados en el sentido del modelo social porque (la discapacidad
es una construcción social) ellos no encuentran barreras en ese momento en específico (421)”
Podemos esperar que las clases de yoga de Bess fueran un lugar donde los niños no se
identificaran con las etiquetas de diagnóstico porque en ese ambiente no parecían
relevantes. De esta manera, "no podemos entender la vida de los niños discapacitados
aislados de los adultos con los que interactúan" (421) ya que ambos generan los entornos
en los que se forman y mantienen las identidades. La conceptualización de Bess de la
diferencia pretende mover la discapacidad fuera de la minoría y hacia la mayoría, para
"asumir un estado de poder y dominación" que hasta ahora ha sido negado (Deleuze,
Guattari y Massumi 2004, 116). Sin embargo, también sería tonto e ingenuo afirmar que
algunos maestros de yoga, como Bess, están completamente libres del impulso de separar,
diagnosticar y tratar las diferencias de los niños. A pesar de esto, tal vez exista potencial para
un cambio alejándose de los paradigmas de discapacidad que están limitados por los
parámetros de diagnóstico, para conceptualizar la discapacidad como una de las muchas
formas de diferencia. Al hacerlo, "nos preguntamos sobre la definición de la humanidad,
sobre las prácticas relacionales, sobre la naturaleza de la comunicación y la interacción,
sobre la intimidad y la interdependencia" (Kuppers 2016, 97). Permite "prácticas del
movimiento inclusivo" como el yoga para "rehacer los conocimientos corporales: los
cuerpos que se han constituido como divididos, rotos, que necesitan reparación, pueden
rehacerse o reescribirse" (Hickey-Moody en Hickey-Moody y Página 2016, 187). Reunir
diferentes cuerpos y unir “diferentes afectos a los cuerpos” produce multiplicidad “para
expresar la presencia de la política, la política de los espacios íntimos”, como las aulas de
yoga, así como la “política del cuerpo” y “la política de las ideas” (187, 182). Reconocer la
diferencia es un proyecto político que afecta a todos los niños, no solo a los niños
discapacitados.
En este artículo, he argumentado que las clases de yoga para niños abordan la discapacidad
de múltiples maneras. A veces, refuerzan la comprensión normativa de la discapacidad,
minorizando a los niños discapacitados, mientras que otras veces tienen el potencial de
conceptualizar la discapacidad como una forma productiva de diferencia. Al presenciar la
pluralidad de prácticas de yoga, he sugerido que la pedagogía del yoga es lo suficientemente
variada y maleable como para adaptarse a las necesidades individuales de los profesores y
sus enfoques hacia los estudiantes. El análisis de los datos de entrevistas de tres maestros
de yoga para niños me ha llevado a argumentar que los maestros de yoga para niños
movilizan varias narrativas sobre discapacidad en sus clases, como la necesidad de inclusión,
separación, diagnóstico, tratamiento y / o corrección. A medida que el yoga para niños sigue
creciendo en popularidad y afecta la vida de más niños discapacitados, espero que los
estudiantes, padres y maestros seguirán siendo conscientes de cómo los enfoques
pedagógicos específicos pueden producir efectos minorizantes, o alternativamente, ofrecer
medios para la resistencia o la intervención a la minorización.
Autora
Karen-Anne Wong es una candidata a doctorado en el departamento de Estudios de Género y
Cultura en la Universidad de Sydney. La tesis de doctorado de Karen es un recuento
etnográfico de prácticas de yoga para la infancia, incorporando entrevistas con niños, padres
y profesores de yoga para niños, además de una extensa observación participante en su rol
como profesora de yoga para niños. La investigación de Karen incluye infancia, adolescencia,
pedagogía, sexualidad, género, dis – capacitismo, postcolonialismo y etnografía.
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