Libro Negro Del Capitalismo (Complete) PDF
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NEGRO DEL
CAPITALISMO
¿Por qué entonces un libro negro del capitalismo? ¿No es una locura afrontar una
empresa de tal magnitud? Es el mayor genocida de la historia, de acuerdo, pero un
asesino sin rostro ni código genético, que opera impunemente en los cinco continentes
desde hace siglos... Le deseo suerte en el empeño. ¿Servirá para algo? ¿No ha
escuchado la campana que anuncia simultáneamente el fin del combate y el fin de la
historia? El capitalismo ha ganado. Acapara en su actual y sólida versión mafiosa los
despojos de sus enemigos. ¿Se le vislumbra algún adversario creíble?
¿Qué enemigo? El inmenso pueblo que es parte civil en el proceso. Los muertos y los
vivos. La innumerable muchedumbre de los que fueron deportados de África hacia
América, descuartizados en las trincheras de cualquier guerra sin sentido, los quemados
vivos por el napalm, los torturados hasta la muerte en las mazmorras de los perros
guardianes del capitalismo, los fusilados en el Mur des Féderés, en Fourmies, en Sétif,
masacrados por cientos de miles en Indonesia, los prácticamente exterminados indios de
América, los asesinados en masa en China para asegurar el libre comercio del opio...
Las manos de los vivos han recibido de todos ellos la antorcha de la rebelión del hombre
a quien se niega su dignidad. Manos en poco tiempo inertes de esos niños del Tercer
Mundo a los que la desnutrición mata diariamente por decenas de miles, manos
descarnadas de los pueblos condenados a reembolsar los intereses de una deuda cuyo
monto ha sido robado por sus dirigentes-títeres, manos temblorosas de los cada día más
numerosos marginados de los centros de opulencia...
Manos trágicamente débiles, y por ahora desunidas. Pero que un día se unirán
inexorablemente. Y ese día, la antorcha que portan incendiará el mundo.
2. El liberalismo totalitario
Maurice Cury
Éste es el canto unánime que entonan no sólo los responsables económicos y la mayor
parte de los políticos, sino también los intelectuales y periodistas con acceso a los
principales medios de comunicación: audiovisuales, prensa, grandes editoriales,
generalmente en manos de grupos industriales o financieros. El pensamiento disidente
no está prohibido (¡Liberalismo obliga!), pero sí canalizado en una semiclandestinidad.
Esa es la libertad de expresión de que se ufanan los defensores de nuestro sistema
liberal.
La virtud del capitalismo está en su eficacia económica. ¿Pero para beneficio de quién y
a qué precio? Examinemos los hechos en los países occidentales, que son la vitrina del
capitalismo, siendo el resto del mundo más bien su trastienda.
Los dirigentes capitalistas podrían temer que la desaparición del pequeño campesino,
del artesanado y de la pequeña burguesía industrial y comercial engrosara las filas del
proletariado. Pero el modernismo les ha procurado la solución con la automatización, la
miniaturización y la informática. Tras el despoblamiento del campo, asistimos al de las
fábricas y oficinas. Como el capitalismo ni sabe ni quiere repartir los beneficios y el
trabajo (se evidencia con las reacciones indecentes e histéricas de la patronal ante las 35
horas, medida sin embargo muy moderada), nos conduce ineludiblemente al desempleo
y a sus desastrosas consecuencias sociales.
Cuantos más parados hay, menos se les indemniza y por menos tiempo. Cuantos menos
trabajadores, más se prevé reducir las jubilaciones. Ello parece lógico e inevitable. Sí, si
se repartió la solidaridad a cuenta de los salarios. Pero si tomamos en cuenta que el
producto nacional bruto ha crecido más del 40% en menos de veinte años mientras la
masa salarial no ha cesado de disminuir, se ve de modo muy diferente. ¡Aunque no en la
lógica capitalista!
Y lo peor está por llegar. Las grandes compañías europeas y americanas, cuyos
beneficios nunca han sido tan abultados, anuncian cientos de miles de despidos. ¡Hay
que "racionalizar" la producción para poder competir! Se valora positivamente el
aumento de las inversiones extranjeras. Además de los peligros para la independencia
nacional, podemos preguntarnos si no es el descenso de los salarios lo que atrae a los
inversores.
Los apologistas del liberalismo nos presentan a los Estados Unidos y a Inglaterra como
los líderes de la prosperidad económica y de la lucha contra el paro. En los Estados
Unidos, paraíso del capitalismo, 30 millones de habitantes (más del 10% de la
población) viven bajo el umbral de pobreza, siendo la mayoría de ellos negros [1].
Así hasta que el mundo entero esté en manos de unas pocas transnacionales,
mayoritariamente norteamericanas, y ya no haya prácticamente necesidad de
trabajadores, a excepción de una elite de técnicos. El problema del capitalismo será
entonces encontrar consumidores más allá de esa elite y de sus accionistas y contener la
delincuencia fruto de la miseria. La acumulación de dinero –que no es más que una
abstracción–impide la producción de bienes de equipo y de bienes básicos de utilidad
general. Ya tenemos descrito el libro negro del capitalismo en su "paraíso". ¿Qué hay de
su infierno, el Tercer Mundo?
Los estragos, durante un siglo y medio, del colonialismo y del neocolonialismo son
incalculables, como tampoco se pueden contar los millones de muertos que le son
imputables. Todos los grandes países europeos y los Estados Unidos son culpables.
Esclavitud, represiones despiadadas, torturas, expropiaciones, robos de tierras y de
recursos naturales por las grandes compañías occidentales, americanas o
transnacionales, o por potentados locales a sueldo de las mismas, creación o
desmembramientos artificiales de países, imposición de dictaduras, monocultivos que
reemplazan a los cultivos alimenticios tradicionales, destrucción de modos de vida y de
culturas ancestrales, deforestación y desertificación, desastres ecológicos, hambrunas,
exilio de poblaciones hacia las metrópolis, donde les esperan el paro y la miseria.
Víctimas del hambre y la falta de asistencia sanitaria en Afganistán y Pakistán.
La guerra no se hace únicamente con las armas, sino que puede adquirir formas inéditas:
por ejemplo, para luchar contra el comunismo los Estados Unidos no han dudado en
ayudar a la secta Moon en Corea, como lo hicieron con los fascistas en la Italia de
posguerra, o en armar y subvencionar a los integristas islámicos, como los Hermanos
Musulmanes o los talibanes en Afganistán. La guerra puede adoptar también la forma de
embargos contra los estados rebeldes (Cuba, Libia, Irak), tan mortíferos para las
poblaciones (varios cientos de miles, quizás millones de muertos en Irak).
La usura es otro procedimiento mafioso: al igual que la mafia presta al comerciante que
no puede nunca satisfacer la deuda y acaba por perder su negocio (o la vida), se incita a
los países a invertir, a menudo artificialmente, se les venden armas para ayudarles a
luchar contra los estados rebeldes, y deben reembolsar eternamente los intereses
acumulados de la deuda, convirtiéndose entonces en dueños de su economía.
Represión y explotación van de la mano: represión antisindical (en otra época legal),
ahora no confesada pero continuamente ejercida en las empresas, vigilancia represiva,
criminales milicias patronales, sindicatos auspiciados por la patronal (CFT) y represión
contra toda contestación obrera radical. La posibilidad de explotar tiene ese precio. Y
sabemos, por Marx, que la explotación del trabajo es el motor del capitalismo. Las
economías occidentales se benefician, en el Tercer Mundo, del peor modo de
explotación, la esclavitud, y en sus propios países de la servidumbre de los inmigrantes
clandestinos.
Partidarios del liberalismo, aduladores de los Estados Unidos, no he oído vuestra voz
alzarse contra la destrucción de Vietnam, el genocidio indonesio, las atrocidades
perpetradas en nombre del liberalismo en América Latina, contra la ayuda americana al
golpe de estado de Pinochet, uno de los más sangrientos de la historia, las muertes de
sindicalistas turcos; vuestra indignación era un poco selectiva: Solidaridad pero no Disk,
Budapest pero no Argelia, Praga pero no Santiago, Afganistán pero no Timor. No os he
visto indignaros cuando se mataba comunistas o simplemente a aquéllos que querían dar
el poder al pueblo o defender a los pobres. No os oigo pedir perdón por vuestra
complicidad o por vuestro silencio.
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[1] En el Diccionario del siglo XX (Ediciones Fayard), Jacques Attali nos da la cifra de
una persona de cada cuatro viviendo en EEUU bajo el umbral de pobreza. En el mundo,
cerca de tres mil millones de personas disponen de menos de 2 dólares diarios, 13
millones mueren de hambre anualmente y dos tercios de la humanidad no cuentan con
ninguna protección social.
Su génesis ocupa esencialmente los tres siglos precedentes (siglos XVI, XVII y XVIII).
Es, para emplear la terminología de Adam Smith, retomada por Marx, la época de la
"acumulación primitiva" (o mejor, para traducir más exactamente el término empleado
por Adam Smith, previous accumulation, la acumulación previa).
Pero hasta el fin del siglo XVIII, el capital se presenta esencialmente bajo formas que
Marx llama "ante-diluvianas", capital comercial o capital financiero (usurario), formas
ya aparecidas desde la Antigüedad. Bajo estas formas existe también acumulación, pero
no por la creación de riquezas: el capital se contenta aquí con descontar su diezmo sobre
la producción existente. El advenimiento del capitalismo productivo, esencial-mente
industrial, además de las condiciones técnicas ya evocadas, presuponen ciertas
condiciones económicas y sociales.
"La creación del proletariado sin casa ni hogar —licenciados por los señores feudales y
cultivadores víctimas de violentas y repetidas expropiaciones—, iba necesariamente
más deprisa que su absorción por las nacientes manufacturas. Apareció entonces una
masa de mendigos, de ladrones, de vagabundos". [6] De aquí surge, a partir de finales
del siglo XV, una feroz legislación contra los pobres.
Una ley de Enrique VIII preveía que los vagabundos robustos fueran condenados al
azote; atados detrás de una carreta serían azotados hasta que la sangre chorrease por sus
cuerpos, tras lo cual serían encarcelados. Una ley ulterior del mismo rey agrava las
penas con dos cláusulas adicionales: en caso de reincidencia, el vagabundo debía ser
azotado de nuevo y se le cortaba media oreja; a la segunda reincidencia, sería colgado.
En 1572, la reina Elizabeth renueva esta legislación: "Bajo el reinado casi maternal de
Queen Bess se colgó a los vagabundos por hornadas, ordenados en largas filas. No
pasaba un año en que no hubiera tres o cuatrocientos colgados en la horca en uno u otro
lugar, dijo Strype en sus Annales; según él, sólo el Somersetshire contó en un año
cuarenta ejecutados, treinta y cinco marcados al rojo vivo, treinta y siete azotados y
ciento ochenta y tres golfos incorregibles liberados". Gracias a la indolencia de los
jueces de paz y a la absurda compasión del pueblo", añade el cronista.
La Ley sobre los pobres, de la misma reina (1597), pone a los indigentes a cargo de las
parroquias. La "asistencia" de las parroquias consistió en encerrar a los indigentes en
hospicios o workhouses (casas de trabajo), verdaderos presidios donde serían sometidos
a un trabajo extenuante y mal alimentados. La Ley sobre los pobres sólo será abolida en
1834. Y porque la burguesía inglesa encontraba intolerable tener que pagar una tasa
para mantener vagos. ¡Los indigentes continuaban siendo enviados a hospicios donde
trabajaban un mínimo de 18 horas diarias y en donde se les otorgaba vestimenta y
alimentación a un nivel inferior al del obrero peor pagado!
La colonización esclavista y mercantil
Pero pronto los españoles descubrieron y explotaron muy ricos yacimientos de plata, en
México (Nueva España) y en el Perú (actuales Perú y Bolivia). El comercio con
América era un monopolio real. Y fue subcontratado a una privilegiada compañía de
comerciantes instalada en Sevilla. Se realizaba por una flota de galeones, agrupados por
razones de seguridad (eran frecuentemente atacados y saqueados por corsarios, ingleses
particularmente); flota que partía cada año de Sevilla, y después de Cádiz hacia La
Habana, plaza fortificada que servía de primera escala; y luego a Veracruz (para
comunicar la Nueva España) o para el istmo de Panamá, donde hombres y productos
eran transbordados en la orilla del Pacífico; allí una flota los conducía al Callao, medio
de comunicación con Perú y demás países andinos. Algunos navíos iban al puerto de
Cartagena, para comunicar la Nueva Granada (actuales Colombia y Venezuela). Esta
flota aportaba a España productos fabricados y avituallamiento. Cualquier importación
por otros interventores era tildada de contrabando (comercio interlope). Fue a través de
América que España se comunicó con su única posesión asiática, las islas Filipinas:
cada año, un galeón salía de Acapulco, en la costa pacífica de México hacia Manila
llevando plata e importaba, al regreso, productos de China. América exportaba bien
poco aparte de la plata.
Explotación de los amerindios por los españoles (grabado del s. XVI)
Los colonos españoles, preocupados por hacer rápidamente fortuna, eso sí, viviendo
noblemente (sin trabajar), sometieron a la población amerindia a una feroz explotación,
acompañada de tratos bárbaros (suplicios, mutilaciones), para hacer reinar el terror. La
población de las Antillas, primeras tierras golpeadas por los descubridores, que no pudo
soportar la esclavitud y el trabajo forzado, fue diezmada por los malos tratos, que
desembocaron a veces en suicidios colectivos, y por las enfermedades introducidas por
los europeos y contra las cuales no estaba inmunizada. La población de la Española
(Haití), estimada en medio millón en 1492, fue reducida a 30.000 en 1514, y
prácticamente aniquilada en el transcurso del siglo XVI. De manera general, la
población de las Antillas será objeto de un genocidio casi integral: en el siglo XIX, los
últimos caribes (algunas decenas) serán deportados a la isla de Dominica donde
perderán sus tradiciones y su lengua.
El obispo Bartolomé de las Casas, indignado por el trato a que eran sometidos los
amerindios, lo que denunció principalmente en su Brevísima relación de la destrucción
de las Indias, obtuvo en 1542 la prohibición de la esclavitud de los indios (lo que no
cambió gran cosa su suerte) y propuso sustituirlos, para el trabajo, por esclavos
africanos. Debió arrepentirse enseguida. De hecho, el empleo de esclavos negros
importados de África ya había comenzado.
En el transcurso del siglo XV, los portugueses habían explorado progresivamente las
costas del oeste del continente africano. Encontraron un poco de oro (que anteriormente
era exportado, por la vía sahariana, en dirección al mundo árabe). También se llevaron
esclavos. Esta exportación alcanzará su verdadera dimensión cuando sea dirigida hacia
América.
En realidad, los negros no van a reemplazar a los indios más que en las regiones en las
que éstos han sido prácticamente exterminados: las planicies costeras del golfo de
México, las Antillas, y sobre todo el noreste brasileño, colonizado por los portugueses.
El desarrollo de la esclavitud africana estará estrecha-mente asociado al de las
plantaciones azucareras.
Eran los esclavos los empleados en las plantaciones mediterráneas. A comienzos del
siglo XVI, la caña fue introducida en las Antillas españolas. Su desarrollo fue limitado
por falta de mano de obra. Es el Brasil portugués quien primero importa esclavos
africanos a gran escala: se convierte en 1580 en el primer productor de azúcar de caña.
En las pequeñas Antillas, en parte abandonadas por los españoles y colonizadas por los
ingleses, franceses y holandeses, la colonización fue obra principal-mente de europeos
que emplean mano de obra de contratados: pagan la travesía con un contrato de trabajo
de 3 a 7 años en beneficio de quienes les han reclutado. Este sistema funciona mal; la
servidumbre, incluso temporal, había desaparecido de las costumbres europeas.
Reclutados entre los marginales, los contratados tenían pocas aptitudes para la
agricultura y, menos aún, para la agricultura tropical. En el curso del siglo XVII, fueron
reemplazados por esclavos negros, y los cultivos existentes (tabaco, índigo) serán
marginados en beneficio de la plantación azucarera. Durante la ocupación temporal de
Brasil por los holandeses, éstos se habían iniciado en la agroindustria azucarera:
expulsados tras la reconquista portuguesa, introducirán la caña de azúcar en las
pequeñas Antillas. En el transcurso de la segunda mitad del siglo XVII, la población
esclava se convierte en mayoritaria: así, en Barbados (británica) los blancos son todavía
mayoritarios en 1645 (tres cuartos de la población); en 1667, la proporción se ha
revertido: los blancos no constituyen más que una décima parte de la población.
¿Cuántos africanos fueron transportados al otro lado del Atlántico, desde el comienzo
del siglo XVI hasta mitad del siglo XIX? (La trata prosiguió durante varios decenios
más tras su prohibición, en 1815 al norte del Ecuador, en 1842 para el Atlántico Sur.)
La caza de esclavos se había convertido, para las capas dirigentes de los estados
africanos, en la actividad más lucrativa. Por un cautivo hecho prisionero, ¿cuántos
morían durante las razias en las aldeas? ¿Cuántos muertos a continuación durante la
ruta, en los convoyes que conducían los prisioneros hacia la costa, a veces a cientos de
kilómetros? ¿Cuántos muertos en los depósitos de la costa? ¿Cuántos muertos en el
transporte por mar? (Eran a menudo numerosos, sobre todo cuando se desataba una
epidemia a bordo, producto del hacinamiento, de las condiciones de higiene y de la
alimentación, luego de una travesía de varias semanas.) Habría que añadir, en el mismo
África, las consecuencias de la inseguridad permanente resultante de la caza de
esclavos: poblaciones reducidas a la hambruna por la destrucción de sus aldeas y de sus
cosechas, obligadas a refugiarse en zonas de difícil acceso pero privadas de recursos.
Para mantener la disciplina de sus esclavos, les era necesario a los propietarios la
imposición de un régimen de discriminación y de terror. El "Código negro", edicto de
1685, bajo el reinado de Luis XIV, recopilación de reglamentos concernientes al
gobierno, la administración de justicia, la policía, la disciplina y el comercio de negros
en las colonias francesas, en vigor hasta 1848 (con excepción de las colonias donde fue
aplicada, de 1794 a 1802, la abolición de la esclavitud decretada por la Convención),
fija las normas oficiales. Castiga con la muerte toda vía de hecho de un esclavo contra
su dueño o contra personas libres, así como los robos de caballos o de bueyes; al
esclavo fugitivo durante más de un mes se le cortarán las dos orejas y será marcado al
hierro al rojo vivo con una flor de lis en el hombro; si reincide, le será cortado el jarrete
y será marcado con una flor de lis en el otro hombro; la tercera vez, será condenado a
muerte. Los suplicios (marcas y mutilaciones) no serán abolidos hasta 1833.
Los dueños tienen el derecho de encadenar y azotar a sus esclavos "cuando crean que
los esclavos lo han merecido". Fuera de los casos previstos, está en principio prohibido
a los dueños torturar, mutilar o matar a sus esclavos. Pero de hecho, hagan lo que hagan
los dueños, jamás son sancionados: los tribunales, en manos de los colonos, tienen por
principio que nunca un propietario pueda ser condenado por denuncia de un esclavo, por
miedo a poner en peligro la autoridad del régimen esclavista.
Abusos físicos contra esclavos negros en una plantación del Sur estadounidense
(litografía del s. XIX)
La boda y las relaciones sexuales entre colonos y esclavos están en principio prohibidas:
en realidad, los colonos toman esclavas como concubinas y rápidamente se forma una
capa de mestizos, jerarquizados en función de su proporción de sangre "blanca". En
1789, se cuentan en la parte francesa de Santo Domingo (hoy República de Haití)
35.440 blancos, 509.642 esclavos y 26.666 libertos y gentes de color. Libertos y
hombres libres de color pueden ser propietarios de plantaciones y de esclavos pero están
sometidos a una estricta discriminación: en 1789, los colonos les rehusarán los derechos
políticos.
No hay ni que decir que el ejemplo aquí expuesto de las colonias francesas, sobre el
tratamiento de los esclavos, puede ser extendido al conjunto de las colonias.
La trata y la esclavitud en el siglo XIX
Esta trata "árabe" ha sido a veces la disculpa para intentar "justificar" la trata europea,
bajo el lema "no éramos los únicos". El problema es que esta trata "árabe" tuvo como
motor la demanda del mercado capitalista europeo.
Mientras los españoles, tras haber creído alcanzar las Indias por el oeste, colonizaban
América, los portugueses exploraban y abrían, aproximadamente en el mismo periodo,
la ruta del este, bordeando por el sur el continente africano. Vasco de Gama alcanza la
India (la verdadera) en 1498. La colonización oriental será realizada primero por los
portugueses, siguiendo el principio del monopolio real, y posteriormente, siguiendo sus
huellas, por holandeses, ingleses y franceses.
Salvo excepciones, y por lo menos hasta la segunda mitad del siglo XVIII, las
posesiones territoriales de los colonizadores se limitan a factorías costeras. Los
europeos buscaron en la India, y accesoriamente en Indonesia, China y Japón, productos
de lujo: especias (pimienta, canela, nuez moscada, etc.) y los productos del artesanado
oriental (tejidos de lujo: muselinas, cachemires, e indianas, telas de algodón pintadas,
sederías, lacas y porcelanas de China).
Sin embargo, desde el siglo XVII, los holandeses, para asegurar el monopolio de las
especias toman el control, directamente o haciendo intervenir a soberanos locales, de las
Molucas, y más tarde de lava, donde establecen la capital de su imperio comercial,
Batavia (hoy Yakarta).
En China, es más tardíamente todavía, al comienzo del siglo XIX, cuando se efectúa el
vuelco: para saldar las compras de productos chinos (sederías, té) la plata es
progresivamente reemplazada por opio importado en China por la Compañía de Indias.
Es aproximadamente hacia 1820 cuando la balanza se revierte en detrimento de China.
La "guerra del opio" (1839-1842) impondrá a China la apertura de cinco puertos, la
cesión de Hong-Kong, y sobre todo la importación de opio que el Gobierno chino había
tratado de prohibir. Para retomar las palabras de Braudel: "¡He aquí a China pagada en
humo, y qué humo!".
En la India, los ingleses van a encontrar el apoyo de ciertas capas sociales, en particular
comerciantes y banqueros, que harán de intermediarios del comercio británico. En 1793,
por una simple ordenanza, la administración de la Compañía de Indias hizo de los
zamindars, que eran en el Imperio mongol los recaudadores de impuestos, grandes
hacendados, landlords a la moda británica. En los territorios donde estaban encargados
de cobrar el impuesto, los campesinos se encontraban reducidos a la condición de
arrendatarios precarios.
En China, la primera guerra del opio será seguida de otras intervenciones militares
europeas destinadas a imponer la ley de las grandes potencias capitalinas, que se
atribuirán "concesiones" portuarias. Desde 1882, imponen a China limitar al 5% las
tasas aduaneras sobre las mercancías extranjeras importadas. Se asistirá a una
dislocación de los circuitos económicos tradicionales, a una agravación de la miseria
que conducirá a insurrecciones campesinas, siendo la más importante la de los Tai-
Pings (1851-1864).
Podemos resumir por boca de Marx: "El descubrimiento de los yacimientos de oro y
plata de América, la reducción de los indígenas a la esclavitud, su reclusión en las minas
o su exterminio, el comienzo de la conquista y saqueo en las Indias Orientales, la
conversión de Africa en una especie de coto comercial para la caza de negros, éstos son
los procedimientos idílicos de acumulación primitiva que señalan la aurora de la era
capitalista".
En Europa del Este (grosso modo, al este del Elba) la aristocracia local, para procurarse
productos de lujo de Europa occidental (ropas, mobiliario, vinos, etc.), hizo más pesada
la explotación del campesinado atribuyéndose la propiedad de la tierra y generalizando
la servidumbre.
Del siglo XVI al XVIII, el comercio colonial alimentó el capital financiero (usurario):
en efecto, la banca en esta época no practica las inversiones productivas, sino que presta
a los estados, a los soberanos, y los que pagan son los sujetos sometidos a obligaciones
fiscales, es decir, analizándolo bien, principalmente los campesinos.
Los centros financieros son sucesivamente Génova, que cambia al rey de España la
plata en piezas de oro necesarias para pagar los sueldos de sus mercenarios, pero que
será finalmente víctima de la bancarrota del Estado español; después el comercio de los
productos coloniales se concentra en Anvers, que es hasta 1575 la primera plaza
financiera de Europa; la insurrección de los holandeses contra el rey de España la
arruinará y conferirá a Amsterdam el centro del gran comercio y las finanzas; en el
curso del siglo XVIII, esta función pasa a Londres.
Los soberanos, para obtener de inmediato el dinero que necesitaban y ahorrarse las
cargas y las demoras de la percepción de las tasas, arriendan a los financieros el cobro
de ciertos impuestos, siguiendo una práctica que se remonta a la antigüedad. Esto lo
practicarán en Francia los "recaudadores de impuestos", que suministrarán al rey de
forma inmediata el dinero que necesite, y se remunerarán cobrando ciertas tasas por su
cuenta, con un margen de beneficios que llega a veces al 100% y que nunca es inferior
al 30% (margen notoriamente usurero). Además, los estados piden dinero prestado,
primero a los banqueros, y después públicamente.
Francisco I lanza en 1522 el primer empréstito público del Estado pidiendo a los
burgueses de París que le presten 200.000 libras, mediante interés. Son las primeras
"rentas a cargo del Ayuntamiento", garantizadas por los ingresos de ciertos impuestos
municipales. "La deuda pública opera como uno de los agentes más enérgicos de la
acumulación primitiva".[13] Este método de pillaje de los recursos del Estado florece
hoy más que nunca.
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[2] Son varias las traducciones del alemán al castellano de la versión íntegra de El
Capital de Karl Marx, concluida por Fiedrich Engels. Entre las más recientes, la de
Pedro Scaron (Siglo XXI) y Vicente Romano (Akal).
[3] Dr. Alexis Carrel, L'Homme, cet inconnu, París, Plon, 1935. La versión en
castellano es conocida con el título de La incógnita del hombre, Editorial Iberia, 1987.
[4] Suret-Canale, "Braudel vu par Pierre Daix", La Pensée n° 307, 1996.
[5] Karl Polanyi, Primitif, Archatc and Modern Economies, Boston, Beacon Press,
1968. 21
[7] Serge Daget, La traite des Noirs, Editions Ouest-France Université, 1990. Para
detalles: De la Traite á l'esclavage (Actas del coloquio internacional de Nantes, 1985),
París, 1988, 2 volúmenes.
[8] Gaston-Martin, Histoire de I'ésclavage dans les colonies françaises, París, P.U.F.,
1949.
[10] Ver Abdul Sheriff, Slaves, Spices and Ivory in Zanzibar, Integration of an East
African commercial Empire luto the World Economy (1710-1873), Ohio University
Press, 1987, y G. Clarence-Smith (Ed.), The Economies of the Indian Ocean. Slave
Trade in the Nineteenth Century, Londres, F. Cass, 1989.
[11] Francois Renault, " Problémes de recherche sur la traite transsaharienne et orientale
en Afrique" en De la Traite á l'esclavage, colección citada, tomo 1.
[12] J. Chesneaux, L'Asie orientale au XIXe siècle, París, P.U.F., 1966. El consumo
medio de arroz por habitante y día habría disminuido a cerca de la mitad entre 1866 y
1936-1942, pasando de 800 a 400-480 gramos. Greenough, Prosperity and Misery in
modern Bengal, New York, Oxford University Press, 1982.
[14] John Fielden, The Curse of the Factory System, Londres, 1836. Citado por Karl
Marx.
En su Carta persa 118, en 1721 Montesquieu subrayó que las costas de África "deben
de estar terriblemente despobladas desde hace doscientos años en que los reyezuelos y
jefes de aldea venden sus súbditos a los príncipes de Europa para llevarlos a sus
colonias en América". En una obra posterior, El espíritu de las leyes (1748), ironiza
sobre la pereza de los pueblos de Europa que "habiendo exterminado a los de América,
han debido esclavizar a los de África, para utilizarlos en roturar tantas tierras". En el
mismo lugar llama la atención sobre la dimensión económica del problema: "El azúcar
sería demasiado caro, si no se hiciera trabajar a esclavos la planta que la produce". Once
años más tarde, Voltaire explica en Cándido, por boca de un esclavo mutilado: "Es a
este precio que ustedes consumen azúcar en Europa".
Queda todo dicho en pocas palabras: la riqueza de Europa, cuna del capitalismo, está
construida sobre la explotación y exterminio de los amerindios, cuya población
descendió en tres siglos de 40 a 20 millones de personas (en ciertos casos con una
extinción total, como en las Bahamas y en las grandes Antillas, así como en la costa este
de América del Norte) y sobre la de los pueblos costeros de África occidental, que han
debido padecer una pérdida de 20 millones de personas (diez millones de muertos y
otros diez de deporta-dos) en tres siglos de trata, es decir aproximadamente de 1510 a
1850. Los ingresos de la economía servil, que representaban para las grandes potencias
europeas más de la mitad de los beneficios de exportación en 1800, han costado la vida
a más de treinta millones de seres humanos.
Uno queda estupefacto ante los censos más recientes: ¡los Estados Unidos censan menos
de dos millones de indios! Si la demografía natural hubiera seguido su curso (como por
ejemplo en Europa durante los tres últimos siglos), los amerindios de los Estados
Unidos deberían ser por lo menos una treintena de millones. ¿Qué pasó en Perú y en
Colombia, en Chile o en Argentina, donde los indios, como también en México, son
únicamente mayoritarios, mientras que deberían constituir si no hubiera existido
genocidio, el 90% de la población total? Y esto independientemente de los mestizajes y
otras "asimilaciones" que algunos creen poder utilizar para alterar las cifras.
El caso de los amerindios se resume pues en una siniestra contabilidad, al menos veinte
millones de personas han sido sacrificadas al Dios Beneficio de manera directa, por
medio de la masacre, la miseria, las deportaciones y las expoliaciones. Faltan los
detalles. Sin embargo, el cuadro general es terriblemente edificante: reacios, testarudos,
diabólicamente alérgicos al trabajo forzado que los colonos les imponían, los
amerindios, declarados extranjeros en su propia tierra, fueron arroja-dos a la nulidad por
los emigrantes europeos. Para des-gracia suya, África fue a su turno sacrificada en aras
de la "misión civilizadora" del capitalismo europeo para "roturar tantas tierras".
El desmoronamiento de África
Por esto mismo, durante este mismo periodo, es imposible apuntar ninguna progresión
de la población general de África (mientras que en el mismo periodo la demografía
europea exporta su exceso de población hacia el Nuevo Mundo y se dispone a poblar el
mundo entero).
El impacto económico es de una violencia inaudita: reinos que acuñaban moneda son
devueltos al estado tribal, federaciones de tribus se dislocan en comunidades errantes,
imperios constituidos se desmoronan, las aldeas son abandonadas, los campos dejados
en erial faltos de agricultores. La inseguridad general bloquea el comercio, los
intercambios intercontinentales se retraen al plano regional. Un largo estancamiento
económico acompaña la caída demográfica.
Una economía de bandidaje y de razia hacen perder el gusto por el trabajo. Se vuelve
más fácil enriquecerse, o simplemente sobrevivir, secuestrando a los hijos del vecino
que cultivando su campo. Paralelamente, las consecuencias ideológicas y políticas
agravan el estancamiento del continente: los reyes negreros imponen por la violencia
dictaduras personales contrarias a la democracia lugareña tradicional. La palabrería
toma el lugar del juramento de fidelidad, el pago de un tributo en cautivos reemplaza la
diplomacia. En medio de esta decadencia colectiva, la situación de las mujeres (que se
convierten en demasiado numerosas por la deportación de los hombres) se deteriora
notablemente: se ven constituirse gigantescos harenes, formados por mujeres
compradas, por viudas y por chiquillas vendidas, incasables e inútiles. Con los cautivos
demasiado enclenques para ser comprados por los europeos y con los ancianos en
excedente, se nutre un abundante rebaño destinado a los sacrificios humanos, cuya
práctica conoce en África un siniestro y vertiginoso incremento a partir del siglo XVII.
Ahora bien, súbitamente, la construcción de las factorías por las potencias europeas
volvió del revés hacia el exterior como a un simple calcetín la economía africana. En
menos de un siglo, los prósperos pueblos de las sabanas arbóreas se convirtieron en un
granero de esclavos y los belicosos reinos de los bosques litorales tomaron ventaja,
creando verdaderos imperios "de economía negrera", cuya única actividad era la
penetración en zonas apacibles, las razias, las capturas, la conducción y venta de los
prisioneros.
Parece inconcebible que veinte millones de hombres, de mujeres y niños hayan sido
arrancados de su hogar y de su tierra para responder a un problema de productividad:
teniendo en cuenta los riesgos del comercio trasatlántico, había que reducir la masa
salarial a cero para obtener un beneficio satisfactorio. Así, el cálculo del costo de
producción de café, de cacao, de azúcar y de algodón no podía ser favorable sino
anulando los salarios, con el fin de arrancar el máximo de plusvalía; el trabajador
esclavo, cuyo costo total se limitaba a su precio de compra y a la alimentación
estrictamente necesaria, constituía así una especie de mina viviente: produciendo entre
cinco y diez veces la plusvalía de un asalariado de Europa, el esclavo contribuía al
enriquecimiento de los colonos blancos, de los negreros y de los comerciantes de la
metrópoli.
A finales del siglo XVII, mientras la población servil en los Estados Unidos era
numéricamente igual a la de los inmigrantes blancos, producía el 80% del producto
nacional bruto de la colonia americana. Vemos así que ella ha contribuido a la riqueza
colectiva (ya que no cobraba ningún beneficio) de una manera tan abrumadora que
cuando alcanzó, hacia 1800, los dos tercios de la población total, los blancos americanos
habían prácticamente abandonado todo rol productivo limitándose a las muy
remuneradoras tareas del comercio hacia Europa. No es más que al final de siglo cuando
los inmigrantes blancos europeos inundarán por oleadas sucesivas a la población
originaria de África y asegurarán por primera vez una parte significativa primero y
después mayoritaria de la producción interior bruta (no obstante sin participar
mayoritariamente en el reparto de la renta interior bruta, a causa de la explotación
salarial de que eran víctimas los nuevos recién llegados alemanes, polacos, rusos,
italianos e irlandeses).
Los negreros, simples hidalgos y aventureros sin escrúpulos al principio del siglo XVI,
no fueron capaces de transportar más de una decena de millar de cautivos por año, con
destino a la colonia británica del Norte, a las Antillas francesas y españolas, y al Brasil
ocupado por los portugueses. Mantenido marginal hasta 1650, este comercio de rapiña,
aunque lucrativo, no constituía todavía una fuente de ganancias significativa. Fáciles de
comprar, con un precio de venta más bien bajo (entre 5 y 10 libras de 1650 para un
hombre con buena salud entre 15 y 30 años), los esclavos morían rápido y eran
reemplazados con la misma rapidez; un año de esperanza de vida en Brasil y las
Antillas, apenas dos en la Louisiana francesa. Cinco libras representaban en 1650 un
cuarto del ingreso mensual de un artesano de la costa este americana. Como ejemplo, un
siglo más tarde, el mismo esclavo se cambiaba por un fusil usado y cuatro barriles de
pólvora. Nada para hacer fortuna...
Estos elementos necesarios para una máxima extorsión de la plusvalía producida por los
trabajadores esclavos del Nuevo Mundo no fueron totalmente reunidos sino hacia 1800.
El boom económico que siguió fue tal que se puede afirmar sin dudar que el capitalismo
europeo no habría conocido su extraordinario crecimiento en el siglo XIX sin el aporte
decisivo del trabajo de la mano de obra servil del Nuevo Mundo.
Aparecida bajo Luis XIV, la moda del desayuno a la francesa (café con leche, o cacao
con azúcar de caña) se convirtió en un fenómeno universal en toda Europa a partir de
1750. Se abandonaron súbitamente las tisanas azucaradas con miel por el nuevo
desayuno, y esto hasta por las capas más bajas del pueblo, incluso en el campo.
La demanda era tal que el Nuevo Mundo multiplicó por diez la importación de esclavos
y se reconvirtió a los nuevos cultivos destinados a suministrar a Europa las bebidas
exóticas de moda: por ejemplo las Antillas francesas abandonaron el cultivo de especias
y se lanzaron hacia 1700 a la producción azucarera, mientras que Brasil se convertía al
café y que en todos lados se intentaba aclimatar el cacao, e incluso el tabaco, también
puesto de moda por la corte de Francia. Creado este primer mercado, fue sucedido por
otro cuando poco después de 1800 un ingeniero americano encontró el medio de cardar,
hilar y tejer el algodón. De un solo golpe, todo el sur de los Estados Unidos adoptó este
cultivo. La demanda de esclavos conoció una fuerte subida en todas las zonas de
producción: Cuba importó entre 1800 y 1850 más de 700.000 esclavos suplementarios,
vinculados al cultivo de la caña. El sur de los Estados Unidos hizo venir más de 150.000
esclavos por año entre 1810 y 1830 en la Cotton belt. Lejos de la chapucería de los
comienzos, nacía una verdadera "economía capitalista servil". La reventa de la
producción de café y de azúcar venidos de América representaba el 50% de los ingresos
de exportación de Francia en 1750.
Mercado de esclavos de Richmond, Virginia
Si bien es cierto que sólo Inglaterra ha transportado la mitad de los deportados (cesó la
trata en 1812) y los portugueses la cuarta parte, pequeños países como Holanda y Suecia
deben su despegue económico a la mano negrera (el ingreso por cabeza de los
beneficios de la trata fue diez veces más elevado en los países nórdicos que, por
ejemplo, en Francia). Los holandeses, como los daneses y los suecos, habían hecho del
transporte de los cautivos una especialidad rentable: la adaptación de los tejadillos de
aireación, el lavado de las bodegas, la ducha sistemática de los prisioneros, mejores
raciones alimenticias y buques más rápidos habían hecho bajar la mortalidad a menos
del 10% de los cautivos, mientras en ese mismo momento, en los sórdidos navíos de los
aventureros franceses, portugueses e ingleses, podía llegar al 50%, estableciéndose
generalmente en torno del 30% de decesos.
El rey de España dio luz verde a los barcos negreros con un decreto del 12 de enero de
1510. Los primeros cautivos africanos fueron desembarcados en la Española un año más
tarde, en 1511. Tras un siglo de chapucería, durante el cual fueron instalados los
elementos del capitalismo servil, las cotizaciones bursátiles oficiales concernientes a los
productos exóticos importados en Europa traslucen el reflejo de los mercados; más de
cien factorías de compra en las riberas africanas convenidas sobre un precio base de la
madera de ébano. La apuesta de adquisición quedaba limitada a cubrir los gastos de
transporte. Habiéndose puesto también de acuerdo la quincena de puertos que entre el
Río de la Plata y la bahía de Nueva York aseguraban en lo esencial la recepción de los
cautivos, el precio medio de venta de un esclavo adulto de buena salud fluctuó (en libra
constante) entre cinco y veinte unidades de cuenta de 1800, es decir entre una y dos
veces el precio de un animal de tiro, buey o caballo. Quedaba por regular el precio de
los géneros.
Teniendo en cuenta los servicios prestados por el esclavo, durante tres siglos esto fue un
excelente negocio para la rentabilidad de las inversiones en las dos Américas. Por una
parte, la importancia de los beneficios del trabajo servil puede medirse en el
rendimiento particular de productividad que le caracteriza: siendo la masa salarial
cercana a cero, la relación entre la producción (cualquiera) y esta masa da un valor
ínfimo, imagen matemática del máximo posible de extorsión de la plusvalía producida.
Por la otra, la situación de monopolio asociado a un mercado cautivo aseguró beneficios
que permitieron a Europa asentar un sólido capitalismo preindustrial que le permitió
acceder a un estadio superior en el curso del siglo XIX, siglo de la conquista del mundo.
Tras haber impuesto desayuno a la francesa, la economía servil (constituida por el
sistema bancos-armadores de Europa-reyes negreros de África-transportistas-
plantadores y exportadores de América-importadores de Europa) puso de moda el
algodón. Habiendo creado la necesidad (después de haber conseguido hacer pasar de
moda la miel, las tisanas, el lino y la seda) respondió primero de manera puramente
mercantil con tasas y barreras proteccionistas, y luego de forma más capitalista en el
sentido moderno, con franquicias, alianzas, sociedades de acciones y por la
concurrencia. Al cabo de un siglo, el equilibrio de los precios, alcanzado por la
regulación oferta-demanda, hizo despegar literalmente el capitalismo europeo.
Para África, todo esto ocasionó una regresión histórica y cultural sin precedentes, un
colapso demográfico suficiente para hacer estancar la población africana, odios
definitivos, desestructuración económica, la anulación del crecimiento y un atraso que
la invasión colonial agravará aún más.
Hay dos municipios franceses muy singulares. Uno de ellos es el único que no tiene
erigido en su plaza principal un monumento a los muertos de la guerra de 1914-1918,
por haber regresado vivos del frente sus 15 movilizados. El otro, Gentioux, en Creuse,
posee un monumento a los muertos que nunca fue inaugurado oficialmente. En efecto,
representa a un escolar señalando con el dedo la inscripción ¡Maldita sea la guerra!
Todos los demás poseen un monumento a sus muertos, lo que revela mejor que la
frialdad de las cifras la amplitud de la masacre. En este mismo ámbito, añadamos que la
placa dedicada a los muertos de la guerra del 14 en el hall del ayuntamiento de Bezons,
lleva la inscripción Guerra a la guerra, odio al odio. Ningún municipio francés, con una
única excepción, escapó pues a la gigantesca carnicería, que de 7'8 millones de
movilizados durante más de cuatro años, cerca del 30% de la población francesa activa,
dejó en los campos de batalla 1'4 millones de muertos y envió a sus hogares a más de un
millón de inválidos.
Alemania ejerció sobre Francia una acción brutal de cariz belicoso, oponiendo
prácticamente un veto a su política marroquí: el discurso del káiser en Tánger, y la
posterior dimisión de Delcassé tuvieron sobre la opinión pública francesa el efecto de
un nuevo Fachoda, de una humillación nacional. Guillermo II prodigaba por el contrario
palabras amigables al zar, dolorido por la derrota y por la revolución; de esta manera lo
condujo a la entrevista de Bjórkoe, donde fue firmado un pacto secreto de alianza
germano-rusa, preludio de una gran liga continental de la que Alemania sería líder.
Esta política no produjo los resultados previstos. El pacto de Bjórkoe, incompatible con
la alianza francesa, quedó en letra muerta. La conferencia de Algeciras (1906),
convocada a petición de Alemania para zanjar el problema marroquí, rechazó la mayor
parte de las pro-posiciones alemanas, y confió a Francia y a España la vigilancia de los
puertos marroquíes. La entente cordial, lejos de ser quebrada, se hizo más estrecha; es
más, se convirtió en triple entente, después de que Rusia e Inglaterra, mediante el
acuerdo de 1907, hubieran arreglado todos sus litigios asiáticos. En Alemania aumentó
la obsesión del cerco. La atmósfera europea se tornó tormentosa. Una segunda
conferencia de paz en La Haya (1907) no consiguió frenar la carrera de armamentos,
navales y terrestres.
De estas cuestiones, las más graves eran la de Macedonia, región que seguía en manos
turcas pero de población mezclada y codiciada por Bulgaria, Grecia y Serbia; la
cuestión de Bosnia, provincia turca gobernada por los austriacos, pero poblada por
serbios, donde el nacionalismo serbio comenzaba a pro-pagarse; la de los estrechos -del
Bósforo y de los Dardanelos- que Rusia, encerrada en el mar Negro, quería abrir a su
flota de guerra. Después de los fracasos en Extremo Oriente, la política rusa, bajo la
dirección del ministro Isvolski, retornaba a sus objetivos tradicionales en los Balcanes.
Ahora bien, en 1908 estalló una crisis balcánica, provocada por la Revolución turca: el
Partido Nacional Joven (PNJ) turco se adueñó del poder y obligó a Abdul Hamid a
aceptar una constitución (el sultán, tras haber intentado reconquistar el poder, fue
depuesto al año siguiente). Para poner término a la agitación yugoslava, Austria,
dirigida por un ministro audaz, Aerenthal, decretó la anexión de Bosnia-Herzegovina.
Bulgaria aprovechó igualmente la crisis para proclamarse independiente. En cuanto a
Isvolski, a pesar de todos sus esfuerzos, no pudo obtener de las potencias la apertura de
los estrechos.
La anexión de Bosnia --era una violación del estatuto establecido en Berlín en 1878--
trajo como consecuencia una crisis europea. Estuvo a punto de estallar la guerra entre
Austria y Serbia, cuyas aspiraciones nacionales tenían la mira puesta en las provincias
anexionadas. Rusia, descontenta con su fracaso, apoyó a los serbios, hasta el día en que
la amenazante intervención de Alemania la obligó a ceder, lo mismo que a Serbia, y a
reconocer el hecho consumado (1909). Nada parecía poder resistirse al poderío
alemán.
Para establecerse en Marruecos, Francia debe ceder una parte del Congo (1911)
En lugar de producir un apaciguamiento, este acuerdo no hizo más que exacerbar las
pasiones y el antagonismo franco-alemán. Alemania, para intimidar a sus adversarios,
aumentó su armamento. En Francia, después de tantas alertas, no se querían sufrir más
intimidaciones: el ministro Poincaré, partidario de una política de firmeza, estrechó, con
nuevos acuerdos, los vínculos de Francia con Rusia e Inglaterra (1912).
Entre 1911 y 1914, se suceden las crisis en Europa, que como atrapada en un engranaje
fatal, se encamina ciegamente hacia la catástrofe. El establecimiento de Francia y de
España en Marruecos tuvo como contra-partida inmediata el de Italia en Tripolitania
(1911). Pero la expedición de Trípoli engendró una guerra italo-turca (1911-1912), en el
curso de la cual los italianos ocuparon Rodas y las islas del Dodecaneso.
Por su parte la guerra italo-turca engendró una guerra en los Balcanes. Se había formado
una liga balcánica --Serbia, Bulgaria, Grecia y Montenegro-- bajo la égida de Rusia. La
debilitada Turquía fue atacada por la coalición y vencida en todas partes; los búlgaros
sólo fueron detenidos ante las líneas de Chataldja, a tan sólo 30 kilómetros de
Constantinopla (1912).
Austria, impaciente desde hacía mucho tiempo por atacar a Serbia, había estado hasta
entonces retenida por Alemania. Esta vez obtuvo su apoyo. En entrevistas secretas en
Postdam (el 5 y 6 de julio), y en un consejo en Viena (el 7 de julio), fue sopesado y
aceptado el riesgo de una guerra europea. Guillermo U, es cierto, juzgaba la guerra
como poco probable (el zar no sostendría a los regicidas) y daba por descontada la
neutralidad de Inglaterra, con la que estaba a punto de concluir un acuerdo colonial.
Bruscamente, el 23 de julio, Austria presentó un ultimátum a Serbia, cuyas exigencias
eran deliberadamente inaceptables. Pese a una respuesta muy conciliadora (y un
llamado al arbitraje), el 25 de julio se produjo la ruptura austro-serbia, y el 28 la
declaración de guerra a Serbia.
2. La industria siderúrgica:
-United Harvey Steel Company (sociedad siderúrgica multinacional)
-Vickers & Armstrong (Gran Bretaña)
-Krupp & Stumm (Alemania)
-Schneider-Le Creusot (Francia)
-Societa degli alti forni Fondiere Acciane di Terni (Italia)
-Participaciones por intermedio de Krupp y Schneider:
-Skoda & Plisen (Austria)
-Poutilov (Rusia) (participación complementaria de Voss)
Acuerdos parciales de limitación de competencia:
-Le Creusot-Krupp-Armstrong-Krupp
Filiales :
Alemania
- Mauser: 1.985.000 M
Düren (metalurgia): 1.000.000 M
Bélgica
-Fábrica Nacional de Armas de Guerra de Herstal: 3.000.000 de acciones
Francia
-Sociedad Francesa para la Fabricación de Rodamientos: totalidad del capital
Gracias a estas dos internacionales, que sólo son el ejemplo más evidente, pues fueron
imitadas por los suministradores de intendencias, los constructores de vehículos, los
fabricantes de ropa, etc., la guerra se iba a revelar como un excelente negocio para la
gran industria internacional, que se servirá de su influencia para que dure el mayor
tiempo posible, atizando las pasiones nacionalistas gracias a una prensa financiada por
ellos, ya sea abiertamente o de manera oculta.
La gran carnicería
La guerra europea tomó las proporciones de un inmenso cataclismo. Se extendió por el
mundo entero, pero fue en Francia donde alcanzó su máxima intensidad y causó los
mayores estragos; y fue en Francia donde la potencia alemana debió finalmente
capitular.
El plan de Alemania era lanzarse sobre Francia con casi todas sus fuerzas, y ponerla
rápidamente fuera de combate, para virarse después contra Rusia. Sin duda no disponía,
como en 1870, de una gran superioridad numérica, pero sí contaba con la superioridad
de su preparación técnica, de sus formaciones de reserva, de su artillería pesada de
campaña, de su artillería de asedio (cañones de 420), y finalmente del efecto sorpresa
que debía producir su maniobra por Bélgica. El Ejército francés poseía un material
superior de artillería ligera, la 75; pero carecía casi por completo de artillería pesada;
sus infantes en pantalón rojo constituían un blanco fácil; se les había instruido en una
táctica temeraria de ofensiva a ultranza a la bayoneta.
La primera gran batalla, llamada de las fronteras, tuvo lugar del 20 al 23 de agosto. Los
dos adversarios habían pasado a la ofensiva. El estado mayor alemán, comandado por
Moltke, quería rodear las fortificaciones del este y desbordar al ala izquierda del
Ejército francés: a este efecto forzó el campo fortificado de Lieja y lanzó cinco de los
siete ejércitos en Bélgica. El estado mayor francés, comandado por Joffre, quería
paralizar la maniobra enemiga con un ataque fulminante en Lorena y en las Ardenas.
Pero la ofensiva francesa, aventurada en terrenos difíciles, fue quebrantada en
Morhange (20 de agosto), y en las Ardenas (22 de agosto). El ala derecha anglo-
francesa, atacada en Charleroi et Mons y amenazada de cerco, consiguió librarse del
mismo y batirse en retirada (23 de agosto).
Intentando desbordarse mutuamente por el oeste, los dos adversarios acabaron por
extender sus líneas hasta el mar. Tras la toma de Anvers (9 de octubre), los alemanes
intentaron nuevamente dar un golpe decisivo apoderándose de Calais; pero todos sus
asaltos fueron rechazados delante de Ypres y del Isar por las fuerzas aliadas, puestas
bajo la dirección de Foch (octubre-noviembre). De este modo, y contrariamente a todas
las previsiones, la campaña de 1914 terminaba en el oeste sin resultados decisivos.
Lo mismo ocurría en los demás frentes. En el este los rusos, que habían invadido Prusia
oriental para aliviar a Francia, sufrieron un desastre en Tannenberg (29 de agosto), pero
derrotaron a los austriacos en Lemberg, en Galitzia (septiembre). En Polonia, alrededor
de Varsovia tuvieron lugar sangrientas batallas sin resultado (noviembre-diciembre). En
el mar, los alemanes no se atrevieron a arriesgarse en grandes batallas navales; se
limitaron a una guerra de corso, y posteriormente a la guerra submarina. Finalmente, si
bien no pudieron impedir que los aliados conquistaran sus colonias, la alianza turca les
permitió emboscarse en los estrechos y amenazar Egipto.
Año tras año, la guerra se prolongó, se extendió, se intensificó, sin conducir a resultados
más decisivos que en 1914. Los aliados tenían superioridad en población, pero faltos de
preparación, de método, y sobre todo faltos de una dirección única, no supieron
aprovecharla desde un principio (Inglaterra no estableció el servicio militar obligatorio
hasta 1916).
El año 1915 estuvo marcado por la entrada en guerra de Italia contra Austria, y de
Bulgaria contra Serbia y los aliados. Fue en primer término el año de los reveses
orientales: mientras los anglo-franceses fracasaban en sus intentos por forzar los
Dardanelos por mar o por tierra, los austro-alemanes consiguieron perforar el frente
ruso de Galitzia, rechazar a los ejércitos rusos, ocupar toda Polonia, Lituania y
Curlandia; después, reforzados por los búlgaros, aplastaron al Ejército serbio y
conquistaron Serbia (octubre-diciembre); una expedición aliada de socorro desembarcó
demasiado tarde en Salónica, pero se quedó a pesar de la oposición del rey Constantino
y reunió los restos del Ejército serbio. En el frente occidental, las múltiples ofensivas
francesas (Vauquois, los Eparges, batallas de Champagne y de Artois) sólo consiguieron
diezmar los efectivos (400.000 hombres muertos o prisioneros). El Ejército italiano se
inmovilizó en las líneas de Trisonzo, sobre la carretera a Trieste.
En el mar, las flotas inglesa y alemana se enfrenta-ron en la gran batalla de Jutland, sin
resultados decisivos (el 31 de mayo de 1916).
A pesar de sus conquistas, Alemania estaba agotada por el bloqueo. Para imponer la paz
a los aliados, recurrió a medios desesperados, como la guerra sub-marina a ultranza
(enero de 1917). La nueva guerra submarina, que privaba a los neutrales del derecho a
la libre navegación, tuvo un efecto casi inmediato: la entrada en guerra de los Estados
Unidos contra Alemania, a llamamiento del presidente Wilson (6 de abril de 1917). Pero
los Estados Unidos no tenían más que un pequeño ejército y su intervención en Europa
parecía difícil, si no imposible.
Por otra parte, Alemania se creyó salvada por la Revolución rusa. La mala conducción
de la guerra había terminado de desacreditar al zarismo. La revolución estalló
bruscamente el 11 de marzo de 1917, y Nicolás II debió abdicar (15 de marzo). La
Revolución rusa tomó pronto el carácter de revolución social; apoyados por los soviets,
comités de delegados de obreros y soldados, los bolcheviques, Lenin y Trotski, se
apoderaron del poder (7 de noviembre). Tras haber propuesto en vano un armisticio
general, los bolcheviques concluyeron con Alemania el armisticio de Brest-Litovsk
(diciembre) y entablaron negociaciones de paz. Alemania pareció haber ganado la
partida en el este.
En el oeste, el Ejército alemán, prudentemente mantenido en un principio a la defensiva,
había sido reconducido por Hindenburg a sólidas posiciones contra las cuales se estrelló
una nueva ofensiva francesa, más temeraria todavía que las precedentes (batalla del
Aisne, 16 de abril). Con las tropas traídas del este, los austro-alemanes pudieron romper
el frente italiano en Caporeto (octubre) e invadir Venecia hasta el Piava.
La situación para los aliados era crítica. Finalmente se decidieron a confiar el mando
único al general francés Foch (26 de marzo). Los Estados Unidos apresura-ron el envío
de tropas (cerca de 10.000 hombres diarios en junio). Pétain puso a punto nuevos
métodos ofensivos y defensivos (ataque sin preparación artillera, empleo masivo de
carros de asalto ligeros y de aviones). Una cuarta ofensiva alemana sobre Compiegne
fue rápidamente detenida a partir de junio.
El vuelco de la batalla se operó del 15 al 18 de julio. Fue la segunda victoria del Marne,
peripecia decisiva de la guerra. Completamente detenidos en su ofensiva en
Champagne, y luego bruscamente atacados de flanco, los alemanes, como en 1914,
debieron replegarse del Marne hasta el Aisne. La victoria del Marne señaló el comienzo
de una gran ofensiva aliada. Foch no dio al desconcertado enemigo tiempo de rehacerse
y de reorganizar sus reservas. Con un metódico alarga-miento del campo de batalla,
multiplicó sus ataques sobre toda la línea del frente; los alemanes se vieron
constantemente obligados a replegarse ante la amenaza de quedar cercados.
Sucesivamente, fueron forza-das todas sus posiciones defensivas, incluida la formidable
línea Hindenburg, (septiembre-octubre). Los aliados entraron en San Quintín, en Laon,
en Lille.
Simultáneamente, en Macedonia (15 de septiembre) yen Palestina (18 de septiembre),
decisivas victorias obligaron a Bulgaria (29 de septiembre) y a Turquía (30 de octubre)
a deponer las armas. Austria-Hungría se desmembraba y, vencida por los italianos en
Vittorio-Veneto (27-30 de octubre), abandonaba la lucha (3 de noviembre). Para evitar
un desastre total, Alemania, en plena revolución, aceptó todas las condiciones impuestas
en el armisticio del 11 de noviembre; desde el 9, Guillermo II había huido a Holanda.
Ésta es sólo la parte visible de las operaciones, cuyas características han sido el apetito
de conquista, la sed de beneficio, los objetivos de guerra secretos y los manejos entre
bastidores. Pero bajo los arrebatos patrióticos se esconde una realidad más sórdida, la de
la encarnizada defensa de los intereses particulares.
Un solo ejemplo entre otros muchos permite ilustrar la sórdida realidad: las vicisitudes
de la cuenca de Briey-Thionville.
Los fabricantes de armas, entre los que destacaban Schneider en Francia y Krupp en
Alemania, estaban estrechamente unidos en una especie de trust internacional cuyo
secreto objetivo era acrecentar la inmensa fortuna de sus miembros, aumentando la
producción de guerra, de una parte y otra de la frontera. Con estos fines, disponían de
potentes medios para sembrar el pánico entre la población de los dos países, con el fin
de persuadirlas de que la otra parte sólo tenía un objetivo, atacarles. Gran número de
periodistas, de parlamentarios, eran generosamente retribuidos para desempeñar ese
papel. Por otra parte, un importante proveedor francés, De Wendel, por añadidura
diputado, tenía como primo a otro proveedor alemán, Von Wendel, que ocupaba un
escaño en el Reichstag. Se encontraban en primera fila, cada cual en su país, para
comprar las conciencias y hacer escuchar sus gritos de alarma patrióticos.
Para profundizar más en la causa de esta inmensa engañifa y en que esta defensa del
territorio no fue más que palabras huecas que sólo sirvieron para encubrir los más
abominables chanchullos, conviene contar la historia de la cuenca de Briey, pues resulta
característica, sintomática.
Las minas de hierro de Briey-Thionville están a caballo entre las fronteras de
Luxemburgo, Francia y Alemania. Sus propietarios eran la familia franco-alemana De
Wendel. Esta cuenca era de una importancia capital en el desarrollo de la guerra. M.
Engerand, en un discurso pronunciado en la Cámara de diputados después del conflicto,
el 31 de enero de 1919, dirá: "En 1914, la región de Briey suministraba ella sola el 90%
de toda nuestra producción de mineral de hierro".
El propio Poincaré escribió en otra ocasión: "La ocupación por los alemanes de la
cuenca de Briey supuso un auténtico desastre, puesto que puso en sus manos
incomparables riquezas metalúrgicas y mineras de una utilidad inmensa para el
beligerante que las detentara". Ahora bien, ocurrió un hecho extraordinario: el 6 de
agosto, la cuenca fue ocupada por los alemanes sin encontrar ninguna resistencia. Más
extraordinario toda-vía. El general de división encargado de la defensa de esta región, el
general Verraux, reveló posteriormente que su consigna (contenida en un sobre que
debía abrirse en caso de movilización) le prescribía formal-mente abandonar Briey sin
combate.
¡Que viva la legítima defensa en cuyo nombre se destripaba a lo largo y ancho de los
campos de batalla! Pero esta historia --¡verdaderamente edificante!-- no termina aquí.
Durante todo el conflicto, ¡no hubo una sola ofensiva francesa contra Briey! No fue sin
embargo por falta de advertencias.
En efecto, en plena guerra, el director de las minas envió el siguiente mensaje al senador
Bérenger: "Si la región de Thionville (Briey) fuera ocupada por nuestras tropas,
Alemania vería reducida (su producción) a los aproximadamente siete millones de
toneladas de minerales pobres que extrae en Prusia oriental y en varios estados más.
Todas sus producciones quedarían paralizadas. Nos parece entonces que es posible
afirmar que la ocupación de la región de Thionville pondría fin de forma inmediata a la
guerra, porque privaría a Alemania de la casi totalidad del metal que necesita para sus
armamentos".
¿Por medio de quién fueron enviadas las prohibiciones de bombardear? Por medio de un
cierto teniente Lejeune –muy poderoso, a pesar de ser un simple teniente– que en la vida
civil era ingeniero agregado en las minas de Joeuf y empleado de M. De Wendel.
Movilizados Muertos
Rusia 12.000.000 1.700.000
Francia 8.400.000 1.350.000
Imperio británico 8.900.000 900.000
Italia 5.600.000 650.000
EEUU 4.350.000 115.000
A la vista de estas cifras sobran los comentarios. Esto representa más de 5.000 muertos
diarios en todos los frentes durante toda la duración de la guerra.
Imágenes de la carnicería imperialista
El Tratado de Versalles fue completado con los tratados de Saint Germain con Austria,
de Neuilly con Bulgaria, de Trianon con Hungría, y de Sevres con Turquía. Estos
tratados consagraban el desmembramiento de los imperios austro-húngaro y turco y
modificaban considerablemente el estatuto territorial de Europa central y del este.
Todos estos tratados eran de difícil aplicación, sobre todo en cuanto al trazado de las
nuevas fronteras. Podía preverse que la pacificación sería larga, penosa, entrecortada
por nuevas crisis. Pero el mundo depositaba su esperanza en la Sociedad de Naciones.
Ya sabemos lo que fue de ella.
6. Contrarrevolución e intervenciones extranjeras
en Rusia (1917-1921)
Pierre Durand
El 31 de mayo de 1920, Marcel Cachin, acompañado por Frossars, parte para Rusia.
Permanecerá setenta y un días, recorriendo miles de kilómetros a través de ciudades y
campos. Quedó espantado por los recuerdos del año II. Escribirá: "Desde hacía tres
años, los obreros y campesinos eran los dueños del país. Al día siguiente de la toma del
poder, se habían hecho el propósito de consagrarse a la obra de la reconstrucción; pero
estuvieron impedidos de hacerlo por la contrarrevolución y las guerras civiles y
extranjeras que las potencias aliadas sustentaron en la tierra rusa desde finales de 1917.
La ruina de tres años de guerra civil impuesta a la nación revolucionaria se añadía a la
de la propia guerra imperialista. Era fácil de imaginar en qué estado se encontraba la
economía de la nación tras seis años de combates". [16]
Marcel Cachin habla en otro pasaje de los soldados voluntarios que él ha visto y con los
cuales ha conversado: "Eran ciertamente los hijos y hermanos de aquéllos del año II, de
Valmy y de la Marsellesa". Sin duda es siempre arbitrario comparar situaciones muy
alejadas una de la otra por la geografía y por la historia, pero no lo es menos que los
revolucionarios rusos han conocido Coblences y Vendées, que han debido enfrentar, si
no reyes coaligados, sí estados alzados contra el nuevo orden que ellos querían
establecer. Al terror blanco desencadenado contra ellos, respondieron con el terror rojo.
Y lo hicieron en un país del que Lenin decía que tenía un atraso cultural
incomparablemente mayor que cualquier otro lugar europeo. Este atraso cultural debe
evidentemente ser tenido en cuenta.
La Primera Guerra Mundial costó a Rusia dos millones y medio de muertos. La guerra
civil y la intervención extranjera causaron un millón y medio de víctimas
suplementarias. Nueve millones de personas resultaron muertas, heridas o desaparecidas
a causa de la hambruna y de las epidemias. La producción industrial equivalía en 1921
al 15% de la de 1913. Se producía la mitad de trigo que en vísperas de la guerra.
La toma del Palacio de Invierno sólo causará seis muertos y las salvas del crucero
Aurora serán disparadas con munición de fogueo. Ya el 26 de octubre (8 de noviembre)
el II Congreso de los Soviets abolió la pena de muerte. Los cadetes comprometidos en la
toma de la central telefónica de Petrogrado, que que-rían sustraer a los revolucionarios,
fueron puestos en libertad bajo promesa de no intervenir. No la cumplieron y fueron a
reunirse con los blancos sublevados en el sur del país. El general Krasnov juró que no
combatiría más contra los bolcheviques. Se puso posterior-mente al mando de un
Ejército contrarrevolucionario cosaco. A finales del mes de noviembre, el nuevo poder
revolucionario estaba establecido y generalmente aceptado en casi todos los lugares.
Hacia la mitad de febrero de 1918, la Revolución emprendía lo que Marcel Cachin
llamará "la tarea de reconstitución". Pero era no contar con la obstinación de las clases
despojadas y con el apoyo que éstas iban a recibir del extranjero.
John Reed, en Los diez días que estremecieron al mundo, nos narra lo que le dijo el
Rockefeller ruso Rodzianko: "La revolución es una enfermedad. Más tarde o más
temprano las potencias extranjeras deberán intervenir, como se intervendría para curar a
un niño enfermo y enseñarle a andar". Otro multimillonario ruso, Riabushinski,
afirmaba que la única solución era "apoderarse de los falsos amigos del pueblo, los
soviets y los comités democráticos, y colgarlos". El jefe del Servicio de Inteligencia
británico, sir Samuel Hoare, que había vuelto a Londres antes incluso de la toma del
Palacio de Invierno, preconizó el establecimiento de una dictadura militar en Rusia, ya
sea bajo el mando del almirante Kolchak, ya bajo el general Kornilov. La opción de
Londres se decantó por este último y París la secundó. El 8 de septiembre, Kornilov
avanzaba hacia Petrogrado, pero fue derrotado; y los bolcheviques lo lograron porque el
pueblo, en términos generales, los apoyaba.
1918
El 11 de marzo, el Gobierno soviético se instala en Moscú. Al mismo tiempo, tropas
anglo-franco-americanas son desembarcadas en el norte. El 4 de abril, tropas japonesas
desembarcan en Vladivostok mientras el atamán Semionov dirige un levantamiento en
Transbaikalia. El 29 de abril, los alemanes instalan en Ucrania la dictadura de
Skoropanski. En mayo, es el cuerpo del Ejército checoslovaco el que se subleva a lo
largo del transiberiano. En el Volga, en los Urales, en Siberia y en la región del Don,
Denikin, Kornilov, Alexeiev se desencadenan insurrecciones terroristas mientras los
ingleses se preparan en Irán para atacar Bakú con tropas de cosacos blancos. Turquía
amenaza en esta misma región. A fines de mayo, tres cuartas partes del territorio
soviético están en manos de la contrarrevolución y de los intervencionistas.
1919
Entre enero y marzo, las tropas soviéticas consiguen triunfos en todos los frentes.
Kolchak es derrotado en Siberia, huye, es arrestado en Irkusk y fusilado. Denikin está
obligado a evacuar Odessa, donde cesa la intervención francesa. Son liberados los
puertos de Murmansk y de Arjangelsk.
El poder de los soviets, que acaba de organizar el plan Goelro para la electrificación de
Rusia, cree poder por fin respirar. Pero el 25 de abril, los polacos, ayudados por los
ejércitos blancos del general Wrangel, al que sostiene especialmente Francia, arremeten
contra el Ejército Rojo. El primer ejército de caballería del general Budioni pasa el 5 de
junio a la contraofensiva y se lleva el triunfo en noviembre. Wrangel, acorralado en
Crimea, es vencido definitivamente. Georgia, Armenia y Azerbaiján pasan al poder de
los revolucionarios. La lucha prosiguió únicamente en el Extremo Oriente, contra las
bandas de Semionov y del barón Von Ungern, sostenidas por los japoneses. Sin
embargo, habrá que esperar hasta octubre de 1922 para que no haya más
intervencionistas extranjeros en el territorio que se convirtió, el 30 de diciembre, en la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
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[16] Marcel Cachin, Écrits et portraits, recopilados por Marcelle Herzog-Cachin, E.ER.,
1964.
[17] La obra completa de Lenin en castellano fue traducida por Femando Claudín y
editada por Siglo XXI.
7. Un inmenso Gernika
Iñaki Egaña
En el Estado español, la guerra de 1936 fue una tragedia de efectos incalculables, cuyas
consecuencias políticas han llegado hasta nuestros días. Se podrían extraer numerosos
ejemplos de la barbarie, así como lecciones de sus secuelas. Por cercanía y sentimiento
me remito a los del País Vasco, conocidos internacionalmente por su crueldad. El 31 de
marzo y el 26 de abril de 1937 la aviación fascista bombardeó Durango y Gernika. El
cielo se abrió y escupió sangre. Fue el campo de pruebas de alemanes e italianos para la
Segunda Guerra Mundial. Durango y Gernika condensa-ron la tragedia y el dolor y
también la impotencia de contemplar al monstruo militar del fascismo, encarnado en los
ejércitos de Franco, Hitler y Mussolini.
Para el diputado socialista vasco Miguel Amilibia, la Guerra Civil española no fue sino
el preludio de la Segunda Guerra Mundial. [18] Sin la ayuda de sus aliados más
perceptibles, Portugal, Alemania e Italia, Franco no hubiera triunfado en la guerra,
concluyendo la aventura del verano de 1936 en un golpe de estado, de los que tan
acostumbrados estaban los militares españoles, más cruento eso sí que los anteriores.
Cuando el golpe de estado fracasó, la asonada se convirtió en una guerra civil cuyo
único responsable fue el fascismo que logró romper con todas los logros progresistas
que la República había consolidado en los años anteriores. La victoria de los sublevados
en 1939 trajo, en el Estado, un retroceso político y social del que la sociedad española
aún no ha logrado recobrarse.
En el conjunto del Estado, la guerra tuvo unas 600.000 víctimas mortales de las cuales
más de 100.000 correspondieron a los muertos en el campo de batalla. [19] El Ejército
vasco, que apenas pudo ofrecer resistencia a las tropas de Hitler, Franco y Mussolini en
la ofensiva aéreo-terrestre de la primavera de 1937, tuvo 7.000 muertos.
Entre el 31 de marzo de 1937 y el final de junio del mismo año, prácticamente todas las
poblaciones vascas republicanas fueron bombardeadas. Jamás el franquismo aceptó ser
artífice de las atrocidades que cometió desde el aire. Ni en Durango, ni en Gernika, ni
en Barakaldo, ni en Eibar... Arnold Lunn hizo célebre la frase de los muertos
inoportunos al referirse a las víctimas de la aviación fascista. Según el franquismo, no
hubo bombardeos sobre la población civil, sino autodestrucciones de los vascos. En el
fragor de la guerra, Radio Sala-manca, portavoz del bando rebelde, llegó a decir
atrocidades del tipo: "No queremos bombardear población civil; sufrimos del dolor que
causamos a los españoles. Pero hay deberes más elevados que nuestras inclinaciones
sentimentales". Luego fue la negación sistemática de la responsabilidad y la calumnia
como recurso. En total, mil civiles murieron en el País Vasco a causa de los bombardeos
y unos diez mil en el conjunto del Estado.
Los motivos de los verdugos para llevar adelante las ejecuciones fueron muy diversos,
desde las responsabilidades culturales o sociales en época republicana hacia el acusado,
hasta las más estrictas consideraciones políticas. En Arrasate, Isidoro Iturbe
Elcorobarrutia fue detenido y torturado por la Guardia Civil en plena calle por hablar en
euskara a su esposa. Fue fusilado en Hernani el 22 de octubre de 1936.
La magnitud e implicación del fascismo en todos los recodos de la vida social vasca y
española tuvo su más significativa expresión en las cárceles. En 1940, tres años después
de terminar la contienda en suelo vasco y un año más tarde de la capitulación de las
últimas bolsas de resistentes en Madrid, Alicante y Cataluña, un cuarto de millón de
personas permanecían encarceladas, lo cual equivalía al 8% de la población activa del
Estado español. Siete años más tarde, en 1947, el régimen franquista reconocía, según
estadísticas propias, que el número de presos políticos ascendía a 106.249, de los que
18.000 eran mujeres. Excepto un número cercano a los 5.000, los demás eran todavía
prisioneros de guerra.
No sólo hubo cárceles sino también campos de concentración y hasta un total de 110
batallones de trabajadores en los que los prisioneros construyeron obras estratégicas
para el nuevo régimen político, entre ellas el Valle de los Caídos, la que sería tumba de
Franco nada menos que cuarenta años más tarde.
Izda.: trabajo forzado en un campo de concentración de Franco; Dcha.: republicanos
españoles exiliados en Francia.
El exilio fue otra de las consecuencias que sufrieron decenas de miles de vascos, como
corolario a la Guerra Civil. La expatriación marcó también el país y las futuras
generaciones, tanto o más que la cárcel o la guerra, volviendo a abrir los viejos caminos
de siglos anteriores. Fue el mayor éxodo vasco jamás conocido hasta el punto que el
Gobierno vasco, ya en el exilio, llegó a señalar que "el éxodo del pueblo vasco, después
de la pérdida de su territorio, alcanza caracteres difícilmente igualables en otras
ocasiones de la historia y con referencia a otros pueblos".
La caída de Bilbao en junio de 1937 estuvo precedida de una huida organizada de niños
hacia la URSS, Bélgica e Inglaterra. La Segunda Guerra Mundial originó que el
contacto familiar con muchos de estos niños se perdiera, principalmente con los niños
ubicados en la URSS, algunos de los cuales se sumaron, entonces ya con 14, 15 ó 16
años, a las milicias soviéticas contra las tropas de Hitler.
El Gobierno vasco diría que 150.000 vascos se refugiaron en el Estado francés entre la
primera quincena de mayo de 1937 y el 25 de octubre del mismo año, lo que suponía un
12% de la población total de entonces. Esta cifra marcó una gran diferencia con el exilio
total español, en el que estaba incluido el vasco, que ascendió a 500.000 personas. A los
vascos refugiados en el Estado francés, habría que sumar una pequeña cantidad que, en
pequeños barcos, llegaron hasta las costas del norte de África. De estos 150.000 huidos,
30.000 eran niños.
Con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los cargos políticos tuvo
que emigrar junto a sus familias a América, ante el temor a la persecución nazi. Hasta
entonces, el Estado francés había sido el centro del exilio, a pesar de que la recepción de
las autoridades francesas de semejante éxodo fue mezquina.
En esa época Europa vivía el auge del fascismo; la mayoría de los gobiernos del Viejo
Continente centraban sus declaraciones y movimientos en una estrategia anticomunista.
El rearme de Alemania tenía como uno de sus objetivos la expansión hacia el este, es
decir hacia la URSS y, bajo esa constatación, todos los sectores conservadores europeos
aplaudían las amenazas de Hitler. La guerra española les atrapó de lleno en esa línea de
intervención política, lo que sirvió para condenar al infierno al Gobierno republicano
español.
El avance del fascismo en Europa, con todos los sectores de derechas tras de sí y la
inhibición de la socialdemocracia, se vio apoyado en 1935 con la invasión de Etiopía
por la Italia de Mussolini. La Sociedad de Naciones decretó el embargo de mercancías
estratégicas contra Italia, pero ni la URSS ni los EEUU lo respetaron y, además, Francia
e Inglaterra reconocieron a Mussolini el derecho de ocupar dos tercios del territorio
etíope. Para completar el escenario, la URSS comenzó entonces las negociaciones para
lograr un acuerdo económico con Alemania, lo que condicionaría la política de Stalin en
Europa en los años siguientes.
En las elecciones celebradas en Gran Bretaña en 1931, poco después de las que habían
llevado a la coalición republicano-socialista a la victoria electoral en el Estado español,
los conservadores aplastaron a los laboristas, consiguiendo 472 escaños contra 46. Este
triunfo de la derecha, que se apropiaría de todos y cada uno de los resortes del poder en
los años siguientes, tendría una importancia capital a la hora del seguimiento por parte
de Londres de los futuros acontecimientos en el Estado español. La posición de la
derecha se vio reforzada con la consecución, en la consulta electoral del 15 de
noviembre de 1935, de 431 de los 615 escaños de la Cámara de los Comunes. En Gran
Bretaña, el grueso de la clase política tradicional inglesa era claramente conservadora,
con algunas particulares inclinaciones hacia la política de Hitler. Los periódicos más
influyentes, como The Times o The Observer, alababan a Hitler y a Mussolini e iniciada
la guerra no tuvieron reparo en repetir sus halagos con Mola y Franco, los dirigentes de
la rebelión.
Más cerca, en el Estado francés, el conflicto español también fue tratado con
vehemencia. El 5 de junio de 1936 quedó constituido en París el Gobierno
frentepopulista producto de consulta electoral y cuya presidencia quedó en manos del
socialista Léon Blum. El también socialista Robert Salengro sería el ministro del
Interior mientras que el radical Yvon Delbos lo sería de Exteriores. Este gabinete
persistiría precisamente hasta dos días después de la caída de Bilbao en poder de las
tropas fascistas en el verano de 1937.
Como en el caso inglés, uno de los orígenes de esta elección estuvo en las inversiones
francesas en el Estado español, un 34,6% del total de capital extranjero. En el País
Vasco peninsular, los franceses tenían intereses en la Sociedad Maderera de Bilbao,
General Eléctrica Española de Bilbao y diversas compañías de seguros y bancos
ubicados en la capital vizcaína, entre ellos el Urquijo y el Bilbao. Si estas inversiones
tuvieron un peso específico en el desarrollo de la estrategia de París, la situación
realmente determinante vino dada por las conexiones de las mismas y los consiguientes
intereses comunes. El paradigma de esta convergencia se produjo en los bancos Urquijo
y Vizcaya, así como en Babcok & Wilcox, en donde coincidieron capitales alemanes,
franceses, ingleses y españoles ligados, todos ellos, a los golpistas.
Los países con sistema parlamentario de partidos políticos prohibieron a sus súbditos
viajar al Estado español mientras se prolongó la guerra, en especial a los
internacionalistas que tuvieron que hacerlo de manera clandestina. Algunos de los que
apostaron por la neutralidad, como EEUU y Gran Bretaña, mejoraron su economía a
costa del petróleo que sus empresas vendieron al bando rebelde. La compañía
petrolífera americana Texaco libró a Franco la mayoría del combustible que su ejército
usó durante la guerra. Incluso su presidente Thorkield Rieber se entrevistó con Mola,
director del golpe de estado que propició la guerra, para sugerirle iniciativas
relacionadas con las hostilidades. Otros, como la URSS, aliada del bando republicano,
vendieron también armas a ejércitos que como el italiano tuvieron una implicación
directa y decisiva en la contienda.
Sólo el presidente mexicano Lázaro Cárdenas rompió con esta dinámica impuesta por
las potencias mundiales. El 4 de septiembre de 1936, México anunció su apoyo al
Gobierno republicano español, con el envío de 20.000 fusiles y 20 millones de
cartuchos. Ese mismo día, el Gobierno francés del Frente Popular prohibía en París una
manifestación en favor de la República española. Asimismo, el 5 de diciembre el
Ejecutivo francés prohibía la entrada en su país a Lluís Companys, presidente de la
Generalitat catalana, que debía dar una conferencia en París. Sin embargo, cuando
Hitler invadió Francia en 1940, Companys, refugiado en París, fue detenido por la
Gestapo y entregado a la policía española. El presidente catalán fue fusilado en
Barcelona el 15 de octubre de 1940.
Para el Ejecutivo republicano, la Guerra Civil no lo fue tal en su sentido estricto, sino
que se trató de una agresión exterior sobre un Gobierno, como el español, de contenido
republicano. Así lo denunció el Gobierno español ante la Sociedad de Naciones: "Sin
intervención extranjera, la rebelión habría sido liquidada en varias semanas. La
intervención comenzó inmediata-mente después del fracaso de la táctica de la sorpresa.
Ante la incapacidad de los rebeldes para vencer de un solo golpe la resistencia
republicana, que nadie esperaba, Alemania e Italia pasaron de un apoyo político a la
rebelión a una ayuda por las armas". [22]
Ya iniciada la guerra, esta percepción de las simpatías de los estados europeos por los
sublevados fueron notorias. De hecho, los consulados ubicados tanto en San Sebastián
como en Bilbao acogieron a numerosos fascistas que, en la mayoría de los casos,
pudieron pasar a territorio controlado por los facciosos sin ningún tipo de problemas.
Incluso, las autoridades republicanas llegaron a permitir que las embajadas alquilasen
edificios, a los que se les concedía el estatus de extraterritorialidad, para albergar a los
numerosos huidos. No ocurrió lo mismo a partir del verano de 1937, cuando la totalidad
del País Vasco peninsular fue ocupada militar-mente, ya que en todos los casos en que
republicanos o nacionalistas vascos solicitaron asilo en estos consulados, sus peticiones
fueron denegadas. [23]
Por otro lado, el bombardeo de la industria de Bilbao en los meses que se prolongó la
ofensiva fascista fue un elemento de discordia entre Franco y Mola. Para el ex
gobernador militar de Pamplona, las fábricas estratégicas vascas debían ser arrasadas y
así lo hizo saber a Sperrle, jefe de la temida Legión Cóndor. Este, dudando de la
efectividad de esta medida, consultó con Franco quien dio largas al asunto. La muerte
de Mola, en un supuesto accidente de aviación a comienzos de junio, quitó de en medio
al protagonista más notorio de la disidencia, lo que provocó que las tesis de Franco,
compartidas por los alemanes, resultasen hegemónicas. Así la industria vasca fue
respetada por los facciosos en beneficio de Hitler.
En marzo de 1939, concluyó la guerra tras la toma por las tropas fascistas de las últimas
posiciones republicanas. Sin embargo, el 3 de septiembre del mismo año se produjo la
declaración de guerra de Francia y Gran Bretaña a Alemania, tras la invasión de las
tropas nazis de Polonia.
Para entonces, sin embargo, la guerra llevaba tres años encendida. El 20 de noviembre
de 1945, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, Geoffrey Lawrence, presidente
de un tribunal militar internacional, proclamó la apertura de un juicio contra dirigentes
del III Reich alemán, para castigar los crímenes de guerra. Fueron en total veintiuno los
inculpados por crímenes contra la humanidad. Entre los encausados había ausencias
notables: unas por muerte previa (Hitler, Himmler o Goebbels), otras porque los
acusados habían logrado huir y, finalmente, un tercer grupo formado por quienes, a
pesar de sus responsabilidades al frente del Ejército alemán, no fueron perseguidos.
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[18] Ver el libro De Versalles a Hiroshima, escrito por el citado Miguel Amilibia y
publicado por la editorial Txalaparta en el año 1987.
Siguiendo los usos y costumbres del siglo XIX, dos potencias deberían haberse
beneficiado de la victoria de 1918: Francia e Inglaterra. Habían apostado su fortuna en
la eliminación del competidor alemán de la escena mundial y, con toda lógica, se
repartían sus despojos coloniales. Pero el siglo XX aportaba una novedad: el divorcio
entre potencia política y potencia económica. Las tesorerías inglesa y francesa no
habrían bastado para vencer a Alemania, y la joven América, hasta entonces marginal
en la escena mundial, había hecho recaer todo su peso en el financiamiento del esfuerzo
de guerra convirtiéndose en acreedora de las dos potencias eurooccidentales. Ella quedó
entonces muy pesarosa de su comportamiento rapaz en la conferencia de paz, sabiendo
que la ampliación de los imperios coloniales, ya bastos, a expensas de Alemania y de su
aliado turco, añadía nuevos obstáculos al comercio de los Estados Unidos. El resto,
Alemania, quien el 11 de noviembre de 1918 había firmado el armisticio sobre la base
de los Catorce puntos del presidente Wilson, lo había comprendido bien: estos puntos,
invocando la libertad de intercambio y el derecho de los pueblos, parecían un manifiesto
de los débiles ante las exigencias de los ogros franco-británicos. Alemania estaba
obligada a adherirse, como último recurso, y así se dibujaba ya una colisión entre ella y
los Estados Unidos. Estos limitaron las amputaciones territoriales del vencido y le
permitieron concretamente conservar Renania, cuya ablación reclamaba Francia por
razones de seguridad.
No es evidente que la crisis actual ayude a comprender la llamada "del 29" que hizo
estragos a principios de los años treinta. El principal punto en común es el paro. Pero
hoy, los intercambios comerciales no cesan de crecer, mientras que en 1933, habían
caído en dos tercios con relación a 1929. Los países que disponían de imperios
coloniales aparecían excesivamente favorecidos, pues podían conservar sus mercados
más fácilmente que los otros. Alemania y los Estados Unidos tuvieron, entre las grandes
potencias, las tasas de paro más importantes. Quizás no era principalmente debido a su
falta de colonias, pero en todo caso su población lo creyó. De aquí un resentimiento
creciente, del otro lado del Atlántico, contra Francia e Inglaterra. Franklin Roosevelt,
elegido para intentar poner fin a la crisis, no fue la excepción. Antiguo sub-secretario de
Marina durante la presidencia de Wilson, no hizo nunca nada por combatir la idea,
martilleada por sus predecesores republicanos, de que la participación del país en la
Gran Guerra había sido un error. Los Estados Unidos, solicitados por Londres y París
para comprometerse en una política económica y financiera común frente a la crisis,
opondrán un seco final de "no recibido" en la conferencia de Londres, en julio de 1933.
Este juego está lejos de haber sido correctamente percibido. Todavía hoy, el historiador
Hans Mommsen, cuando habla de un "dictador débil", no alcanza ciertamente la
unanimidad, pero consigue ser tomado en serio. Sin embargo, la verdad progresa y nos
trae una pregunta: ¿por qué, en esa época, casi nadie se planteó la hipótesis de que
Hitler fuera un fino estratega?
La respuesta nos trae al tema de este libro: porque nadie tenía interés, por lo menos
desde el ángulo bajo el cual Hitler les hacía ver su interés. Muchos pensaban
manipularlo (mientras que ellos mismos eran manipulados por él); tenían entonces
necesidad de creer que el hombre era frágil y una vez que les hubiera ayudado a
alcanzar un objetivo podrían, si se volvía embarazoso, eliminarlo.
Izda.: Hitler informa a los diputados nazis del Reichstag que Checoslovaquia ha sido
anexionada (1938). Dcha.: el líder británico Neville Chamberlain (segundo por la dcha.)
entrega Checoslovaquia en manos de la Alemania Nazi.
Si a los ojos de la opinión mundial, hasta hoy día, un país salió bien del paso de su papel
en los años 30, ése es Inglaterra. Sin embargo su papel fue de los más nefastos para la
paz y la democracia. Neville Chamberlain, desde 1933 uno de los principales
inspiradores y a partir de 1937 el primer responsable de la política de apaciguamiento
frente a Hitler, pasa por un hombre valeroso desbordado por la crueldad del universo
político, mientras que sabía lo que quería y no tenía nada de angelical. Quería ante todo
impedir a Francia tomar iniciativas inspiradas por su atavismo antialemán, y lo ha
alcanzado admirablemente. No tenía con Hitler más que relaciones correctas, pero
cultivaba, a través del Foreign Office, una cierta intimidad con los conservadores
alemanes. Lo que pretendía entonces no era el reparto trazado en Mein Kampf, para
Inglaterra los mares, para Alemania Europa del Este, Ucrania incluida, sino algún Fair
deal con el capital alemán, satisfaciendo las más razonables de sus aspiraciones hacia el
este. Por eso su sentimiento de triunfo en el momento de Munich, sacrificando los
Sudetes, cree haber canalizado las ambiciones orientales de Alemania, con el concurso
de sus generales que no habían escondido el temor de una guerra contra Inglaterra. Por
eso, también, su grito sincero al día siguiente de la invasión alemana de
Checoslovaquia, el 15 de marzo de 1939, violando los acuerdos de Munich: "El señor
Hitler no es un caballero" no quiere decir que lo había tomado por tal, sino que lo creía
tener encorsetado en el tratado bávaro. [27]
Puede que Chamberlain no haya nunca matado una mosca. Su crimen es intelectual:
cree haber engañado a Hitler y colmado las ambiciones de Alemania, y actúa como si
fuera una certeza, mientras este objetivo no cesa de escurrirse. Mientras tanto, las
ocasiones de frenar al nazismo se pierden y aliados potenciales se encuentran
absorbidos por el Reich.
Resulta extraño leer a veces que Stalin esperaba entenderse con Hitler antes de 1939. Es
cierto, como lo sugiere el resultado, que los escrúpulos ideológicos no le sofocaban en
este capítulo más que en otros. Pero para casarse hacen falta dos, y la actitud de Hitler
no permitía apenas tener esperanzas. No es que fuera agresivo: hasta fines de 1938
cultiva la imagen de hombre pacífico, que únicamente busca la grandeza de Alemania
dentro de sus fronteras del momento, a reservas de incorporar algún día algunas tierras
contiguas de población germánica. Pero si dejaba tranquila a Rusia, por un lado no
perdía ocasión para mancillar al comunismo, y por otro se trazaba con pequeños toques
un camino hacia el este que habría inquietado a cualquier heredero de los zares.
Todo comienza pues en enero de 1939, cuando recibiendo los saludos del cuerpo
diplomático, Hitler estrecha la mano del embajador de los soviets con un calor
ostensible. Le siguen discretas negociaciones comerciales. Sin embargo Stalin, que en
ausencia de otra opción ha cultivado concienzudamente la amistad con Occidente, no
acepta el pájaro en mano. Ha quedado ciertamente escaldado por los acuerdos de
Munich. Pero desde que la invasión de Checoslovaquia ha dado al traste con ellos,
retorna la situación y propone una "gran alianza" defensiva contra Alemania a los países
que la rodean. Una vez más, Inglaterra va a reaccionar con frialdad, y va a impedir a
Francia avanzar más que ella.
Un factor geográfico complica las negociaciones. Alemania no tiene frontera común con
la URSS y ésta, para participar en la guerra, debería pasar por Lituania, Polonia o
Rumanía, y de preferencia por las tres a la vez. Litvinov, comisario del pueblo de
Asuntos Exteriores, y Molotov, que le sucede el 3 de mayo, esperan que el tratado
comporte a este respecto disposiciones precisas. Para la diplomacia británica es un
juego eternizar las discusiones, como lo será más tarde para la propaganda franco-
inglesa, decir que después de cada punto de acuerdo los soviéticos presentaban "nuevas
exigencias", lo que viene a decir que habían escogido desde hacía mucho tiempo
concertarse con Hitler. Se llega así al mes de agosto. Molotov, para obligar a cada uno a
enseñar su juego, ha exigido y finalmente obtenido que se discuta sobre una convención
militar, diciéndose qué haría cada cual, dónde y con qué tropas. Militares occidentales
vienen entonces a Moscú... y chocan, sin instrucciones de sus gobiernos en esta materia,
con la exigencia preconcebida del jefe militar soviético, Vorochilov: puesto que Polonia
está amenazada con un ataque alemán, los rusos piden tomar posición de forma
preventiva sobre una parte de la frontera con Alemania.
Stalin da tiempo a las delegaciones militares francesas y británicas para contactar con
sus gobiernos, y a éstos para entenderse con el de Varsovia. Pero sólo Francia
aprovecha el plazo, y aún así ni su presidente del consejo Daladier, ni su embajador en
Varsovia Léon Noél hacen nada para contradecir a los polacos, que no querrían llamar
al Ejército Rojo más que después de haber sido invadidos, sin tomar en cuenta las
necesidades estratégicas. Únicamente el negociador francés en Moscú, general
Doumenc, toma iniciativas para desbloquear la situación: va incluso a delegar un
miembro de su misión en Varsovia. Por su parte, Daladier llegará incluso a corregir sus
propios archivos, en 1946, para hacer creer que, recibiendo el 21 de agosto al embajador
polaco, le amenazó con una "revisión de la alianza", si su país no aceptaba la demanda
soviética: en realidad se trataba del 23, e incluso entonces no fue emitida amenaza
alguna. [28]
Los documentos hoy conocidos parecen indicar que Alemania se inquietó fuertemente
por estas negociaciones militares en Moscú, y apresuró a la parte soviética a firmar un
acuerdo, multiplicando las concesiones. La opción de Stalin no se operó, o al menos no
se puso de manifiesto, más que unos días antes de la firma. Sin un acuerdo con
Alemania, la URSS habría sufrido el choque de sus divisiones blindadas en el percance
de su conquista de Polonia, y la inmovilidad de la Guerra boba permite augurar que
poco habrían hecho Occidente para dirigir de su lado las fuerzas alemanas. ¿Quién
sostendría de buena fe que Stalin no tenía nada que temer de los gobiernos
antisoviéticos de París y Londres, sin cambios desde Munich, y que era pura paranoia de
su parte temer una paz negociada a sus espaldas tras un simulacro de guerra?
Pero al mismo tiempo, extraños emisarios surcan Europa. Joseph Kennedy, padre de
John Fitzgerald, que de hecho le acompaña, es embajador en Londres, y visita de buen
grado el continente; es un admirador declarado de la eficacia nazi. Sumner Welles,
subsecretario de Estado y próximo del presidente, pasa varias semanas yendo y viniendo
entre París, Roma, Londres y Berlín. Se mencionan también los contactos establecidos
por empresarios, de la General Motors especialmente. [29]
Esto nos lleva a la masacre, perpetrada por los soviéticos, de las elites polacas caídas en
su poder, la mayoría de las veces designada por el nombre del osario donde fueron
encontradas, en 1943, una parte de las víctimas, de Katyn. La orden de Stalin de matar
20.000 polacos, en su mayoría oficiales, revelada por Boris Eltsin en 1992, está fechada
el 5 de marzo de 1940, mientras que estas personas habían sido internadas en
septiembre precedente. No habiendo nadie puesto de relieve la fecha e intentado
explicarlo, yo he creído mi deber hacerlo de pasada, en un libro de 1993, y que yo sepa
todavía nadie ha dicho otra cosa distinta. [30] El 5 de marzo, Finlandia acaba de pedir la
paz, y Stalin se apresta para recibir a sus negociadores. Conviene entonces preguntarse
si él no teme que esta paz tenga tales efectos que sus prisioneros polacos, y
especialmente los oficiales, se vuelvan peligrosos. Esto podría ocurrir si la paz
soviético-finlandesa trajera consigo una reconciliación de las potencias capitalistas, esto
es, una paz entre Alemania y sus vecinos. Para salvar la cara, Hitler debería tolerar la
resurrección de una parte del Estado polaco, repartido en septiembre de 1939 entre él
mismo y Stalin. Uno de los primeros gestos de este Estado-títere sería probablemente
reclamar sus prisioneros de guerra. Sería difícil matarlos entonces, y peligroso
liberarlos, pues habiendo la nueva Polonia recuperado las tierras ocupadas por
Alemania, estaría tentada de hacer lo mismo del lado soviético, incluso por medio de la
guerra si fuese necesario.
Añadamos que Welles está en Berlín del 1 al 6 de marzo: es pues el momento en que
Stalin firma la fatal orden, y la retrasa, de una manera probablemente muy angustiosa
para el Gobierno soviético.
Hoy, tras nuevas investigaciones tratando particularmente sobre las premisas del choque
germano-soviético en 1941 planteo una nueva cuestión: esta masacre, suponiendo que le
haya sido revelada a Hitler o que se propondría hacerlo, ¿no estaba destinada a
convencerle de que los soviéticos estaban definitiva-mente a su lado y que habían roto
todos los puentes con los occidentales, y de esta manera disuadirle de reconciliarse con
ellos? En ese caso, el gesto mortífero pretendía menos reforzar la defensa del país en
previsión de una eventual guerra soviético-polaca, inducida por una paz polaco-
alemana, que escapar a cualquier coste de esta peligrosa situación, ligando definitiva-
mente su suerte a la del nazismo. [31] Queda, incluso si estas consideraciones se
verificaran como inexactas, una doble constatación: por una parte, Stalin se descompuso
(habría podido desplazar los prisioneros hacia el este, para esperar el viraje de los
acontecimientos; creyó equivocadamente que no tenía tiempo); por otra, se trata
claramente de un crimen contra la humanidad. Ciertamente perdonó a las mujeres y los
niños, incluso a los pobres. Pero esta masacre de una nación a través de sus elites tiene
claro el carácter de un genocidio.
Oficialmente, los contactos tomados en Europa por los emisarios americanos durante la
"guerra extraña" son exploratorios. Los Estados Unidos no desempeñan ninguna
comisión, únicamente se informan sobre las intenciones de unos y otros. ¿No es esto lo
que se dice cuando el cortejo fracasa? En este caso, es en Berlín donde la acogida a
Welles es más fría. Hitler ha escogido: no quiere ya la paz, se prepara para desatar su
ofensiva al oeste, para dar un golpe decisivo a la moral de sus adversarios, así como al
Ejército francés y a su prestigio.
Así, en esta seudoguerra, sobre todo extraña porque rebosa de gestos pacifistas de todo
género, la subestimación de las capacidades de Hitler se vuelve particularmente
criminal. Se vuelve ciega a la fuerza fulminante que acumula lentamente, calculando sus
efectos al milímetro, y desencadena bruscamente, el 10 de mayo. [32]
Ahora bien, tres días después, el eje principal de la ofensiva se reveló no en los mapas
belgas sino en Francia, en el sector de Sedan, donde la defensa fue pulverizada por el
grueso de las divisiones blindadas. Se vio muy rápido que el territorio francés estaba
abierto a la invasión; luego se vio que París estaba provisionalmente a salvo y que el
ataque quedaba limitado al norte de Somme. Se puso de manifiesto finalmente que
Calais estaba verdaderamente en el punto de mira pero por el sur y no por el norte, y
cercada en la travesía todo el ejército profesional francés y británico.
Bastante rápido lord Gort, que mandaba el cuerpo expedicionario de Su Majestad, optó
por un repliegue hacia los puertos, seguido de un embarque, y encontró en Londres la
complacencia en Halifax. Pero el primer ministro había cambiado, desde el día 10, y se
llamaba Churchill. Este no tuvo más que un pensamiento: mantener el estado de guerra.
Para comenzar, impidió a Gort el repliegue, que se habría parecido demasiado al
preludio de un armisticio y que los franceses desaprobaban. Ellos querían batirse o
firmar el armisticio, pero en ningún caso embarcarse. Se vivió entonces con la ilusión y
las ambigüedades de un Plan Weygand, quien había retomado la jefatura del ejército a
Gamelin destituido, consistente en intentar perforar por el norte y el sur la columna
blindada alemana consistente, sobre todo, en no decidir nada.
Cierto, los comunistas se oponen desde un principio a Pétain, lo que les permitirá,
seleccionando los archivos, desenterrar tempranas citaciones combativas. Pero,
estigmatizando de preferencia el esclavo francés al dueño alemán, semejan proponerle a
éste sus servicios. Además de que se rebajan así al mismo nivel moral, no dan prueba de
ninguna superioridad intelectual. Entran igualmente en el juego de Hitler, que no quiere
ninguna de las colaboraciones propuestas o sugeridas: no busca más que dividir a los
franceses en fracciones rivales y tener a cada una en vilo mediante promesas.
Conviene precisar, a la luz de las últimas investigaciones [36] que, del lado de los
comunistas franceses, si la política de espera persistió durante varios meses, las
veleidades de entendimiento no duraron más que algunas semanas y que provenían,
hasta donde se puede juzgar, de iniciativas de Jacques Duclos. Su jefe Maurice Thorez
había hecho conocer desde Moscú, tan pronto como pudo, su desaprobación y la del
Komintern. Por otra parte, los comunistas presentes en Francia estaban lejos de ser
unánimes y nadie contesta los actos inmediatos de resistencia llevados a cabo, en
nombre del partido, por Charles Tillon. Pero era Duclos el que mandaba y, si cesó desde
el mes de agosto toda negociación con el ocupante, es forzoso ver en los contactos
precedentes el efecto de un oportunismo estalinista alejado de todo rigor antifascista o
nacional, engendrado en un dirigente de primer orden, cuya biografía rebosa rasgos de
patriotismo, por las directivas venidas de Moscú en septiembre de 1939: considerar la
guerra, a semejanza de la precedente, como una "guerra imperialista" en la que los
comunistas no deben tomar partido.
El gran año de Hitler es, si se reflexiona, el que va del 22 de junio de 1940, armisticio
con Francia, al 22 de junio de 1941, invasión de la URSS. Mientras estorbaba sus
planes, la obstinación de Churchill, que ganó al mismo tiempo la apuesta de mantener a
su país solo, entre las grandes potencias, en guerra, contra una Alemania que ha
neutralizado a las otras, da la ocasión al campeón alemán de desplegar todo su talento.
Había embaucado mezquinamente a Francia, haciendo creer que únicamente quería
invadir Bélgica. Ahora engaña suntuosamente al planeta, simulando atacar Inglaterra,
después de buscarle camorra en el Mediterráneo y en los Balcanes, mientras que no es
más que un movimiento envolvente, que le permite presentarse, armado hasta los
dientes sobre los tres mil kilómetros de la frontera soviética.
Aquí, hay que examinar la responsabilidad de Stalin, pues la defensa de su país va a ser
completamente cogida a contragolpe; los muertos en combate que un poco de vigilancia
hubiera evitado y, sobre todo, los millones de prisioneros condenados a muerte por
desnutrición: como Hitler era racista, entre otras cosas antieslavo, la mortalidad
infinitamente superior de sus prisioneros rusos, serbios o polacos, con relación a los
franceses o a los ingleses, no tenía nada de imprevisible. Se ha visto prosperar
recientemente una tesis curiosa: Stalin habría desguarnecido su defensa como un
jugador de futbolín, para atacar mejor. Sus planes eran únicamente ofensivos, y Hitler se
le habría adelantado. Dejemos este renacer de las justificaciones nazis de la época, y
vayamos a los hechos.
Propone a la URSS una alianza contra Inglaterra, y una zona de expansión en India.
Molotov lo rechaza. Los procesos verbales de las conversaciones son crueles para los
dictadores capitalistas: el comisario del pueblo se muestra infinitamente más digno que
Pétain y Franco. Sin embargo, la dignidad no es un seguro contra los homicidios
engendrados por la majadería. ¿Comprendió Molotov mejor que los demás? ¡No! Lo
prueban las confidencias hechas en su vejez a Félix Tchouev. Creyó que Hitler quería
verdaderamente invadir Inglaterra y que, rechazando la alianza, la URSS ganaba
tiempo, cuando daba bazas incluso a su propio conquistador; para justificar la agresión,
podría siempre decir que le había propuesto un tratado y que se lo había rechazado. Pero
de todas formas la trampa era perfecta: si hubiera aceptado un tratado, Stalin habría
reactivado el descrédito por el pacto germano-soviético hacia su país e incomodado a
cualquiera que hubiera querido ayudarlo, luego del ineluctable ataque. [37]
El juego americano
Después de haber subrayado el peso del anticomunismo en las decisiones que han
conducido a dejar tanto tiempo campo libre a Hitler, querría ahora mostrar que los
vencedores occidentales cambiaron radicalmente haciendo abstracción, no sin mérito,
de su repulsión hacia la URSS.
Queda, aparte de los Estados Unidos, una sola gran potencia fuera de la guerra: Japón.
Ni el más malicioso podría decir si iba a entrar... pues ella misma no lo sabe.
Y sobre todo, no sabe contra quién. Más que un fascismo, el régimen japonés es un
imperialismo con gran protagonismo del ejército. Tuvo su florecimiento en los años
1890, un poco después del de Estados Unidos, ha llegado a todos lados con retraso
sobre éste, sea en Filipinas o en las islas Hawai. Con rabia ha debido ceder ante él en
varias ocasiones. Sin embargo, sus jefes están demasiado bien informados para pensar
que el momento del choque frontal ha llegado. Prefieren apuntar a enemigos más
pequeños y concretamente a las potencias europeas, ya vencidas por Alemania, como
Francia, vulnerable en Indochina, o Holanda, con grandes dificultades para defender las
Indias holandesas. Vislumbra también atacar a Gran Bretaña, que desguarneció sus
defensas en Hong-Kong y Singapur para concentrar sus fuerzas contra el Reich.
Es posible otra opción: extenderse por Siberia, a expensas de la URSS. Esta era muy
favorable en los años treinta, permitiendo dar una coherencia a las empresas japonesas
contra las provincias orientales de China, oficialmente para detener la expansión del
comunismo. La ducha fría vino del pacto germano-soviético, concluido en el preciso
momento en que los ejércitos nipones y soviéticos se probaban en combates frontales.
Decepcionado por Berlín, Tokio firmó por su lado un pacto de no agresión con Moscú,
en abril de 1941. Hitler, que preparaba esta vez su agresión contra la URSS, había hecho
todo para disuadir a los japoneses de realizar este gesto: con él, Japón, además de que
venga el desprecio de los nazis por sus intereses en 1939, espera hacerles virarse hacia
el oeste e incitar a Berlín a liquidar su guerra contra Inglaterra antes de entablar una
nueva. Es probable que Matsuoka, el ministro nipón de Asuntos Exteriores que visita a
la vez, en marzo-abril de 1941, Moscú, Berlín y Roma, se haya creído bastante
malicioso para empujar a Hitler a invadir Gran Bretaña, lo que habría permitido a Japón
ocupar sin demasiados problemas sus colonias asiáticas.
Quedaba convencer a los Estados Unidos de permitirlo, apostando sobre el poco gusto
por los imperios coloniales europeos. El éxito era aleatorio, y Matsuoka lo sabía.
También, desde que el 22 de junio de 1941 constató el fracaso de sus esfuerzos y la
opción irreversible, por parte de Hitler, de una expansión a expensas de la URSS, [40]
cambió de chaqueta y abogó, en el seno de su gabinete, por un ataque contra Siberia.
Aquí intervino Roosevelt. Hizo saber al Gobierno japonés, el 4 de julio, que los Estados
Unidos se enfadarían en extremo si Japón atacaba a la URSS. Ahora bien, ellos
disponían de amplios medios de presión. Se habían lanzado desde hacía dos años, en
una política de sanciones económicas graduales contra las invasiones asiáticas del
Japón, que no atañía todavía al petróleo. ¿El primer ministro Konoye temió un embargo
sobre este estratégico renglón? Es entonces cuando sacrificó a Matsuoka y toda idea de
agresión antisoviética, el 16 de julio. La calma en la frontera siberiana, que los mensajes
de Sorge permiten confiar duradera, permitió a Stalin llamar a escena a Zhukov, el
general revelado durante los combates fronterizos de 1939, con sus mejores
regimientos. Estuvieron sobre el terreno en la región de Moscú al mismo tiempo que los
alemanes, para disputarles victoriosamente el terreno, el diciembre siguiente. Roosevelt
había contribuido enérgicamente a salvar a Stalin y al hacerlo, atrajo sobre él el rayo.
Pues, para complacer a los duros de su gabinete, Konoye debió tomar una iniciativa y
ésta fue la invasión, a fines de julio, del sur de Indochina, lo que acarreó el embargo
petrolero y como consecuencia la obligación, para Japón, de reaccionar rápidamente, si
es que quería reaccionar. Y llegó Pearl Harbor.
Un análisis más riguroso del fenómeno obliga, como anotábamos antes, a volver al
nacimiento, en el siglo XIX, del imperialismo japonés, y sobre su tardía inserción en el
juego de las potencias. El alumno dotado no solamente ha asimilado las lecciones
técnicas del capitalismo sino también, y bastante rápido, sus lecciones geopolíticas. Ha
intentado construirse un dominio colonial, en primer lugar a expensas de China,
aprovechando la lejanía de las potencias europeas y jugando con sus rivalidades.
Sus círculos dirigentes están, desde un principio, divididos sobre la dosis que hay que
observar entre modernidad y tradición. Pero la divergencia está también en las cabezas.
Como todos los dirigentes no europeos que no son puras criaturas de Occidente, las
elites niponas se preguntan constante y ansiosamente por donde hacer pasar el límite,
entre la importación de los valores occidentales, necesario tanto para el desarrollo como
para la simple existencia, y la preservación de las particularidades nacionales. De aquí
surge una divergencia, de contornos poco nítidos, entre los burgueses modernistas,
ansiosos de preservar la paz con las grandes potencias y sobre todo con los Estados
Unidos, y otros burgueses, que desarrollan un nacionalismo xenófobo.
En 1941, el primer ministro Konoye, más bien agresivo hacia 1937, se tranquiliza, e
intenta mantener el país fuera de la guerra mundial. Como Japón está ya sumido en una
guerra local, en China, debe liquidar ésta lo más rápido posible, con un compromiso que
avalaría Washington. Konoye se enfrenta, en el seno mismo de su gabinete, a una
tendencia belicista que se inclina por una solución militar que prive a China de sus
apoyos externos, que provienen al mismo tiempo de la Siberia soviética y de la
Birmania inglesa. De ahí, piensan los belicistas, la necesidad de una guerra con al
menos una de las dos potencias. Esperando, es el deseo general, que los Estados Unidos
no se mezclen. La divergencia política confirma una división entre los jefes militares: el
ejército pone mala cara a evacuar los territorios chinos, mientras que la marina, más al
corriente del estado de ánimo y de los recursos de Norteamérica, permanece escéptica
ante la posibilidad de una guerra contra Inglaterra o Rusia, sin intervención de los
Estados Unidos.
Pero una partida de póquer poco banal se ha empeñado a comienzos de este año 1941.
El más prestigioso de los almirantes, Yamamoto, ha dejado sentado que era imposible
mantener a los Estados Unidos fuera de una guerra y que, si los intereses de Japón
exigían una, debía comenzar por un ataque por sorpresa contra la flota de Pearl Harbor,
cuya destrucción podía únicamente dejar el campo libre a una ofensiva nipona.
El Almirante Yamamoto
Con probable extrañeza, recibió la orden de estudiar el plan para un ataque de esas
características. Esto se sabe desde hace mucho. Pero se presenta a Yamamoto como un
hombre desgarrado entre sus convicciones pacifistas y su pasión por el combate. Ahora
bien, documentos japoneses recientemente publicados sugieren que sólo aceptó la
misión de comandar la operación para sabotearla. Están de testigos las últimas órdenes
transmitidas a la flota atacante: esta escuadra, la más fuerte de toda la historia naval,
debía dar media vuelta, sin consultar siquiera con el estado mayor, si era localizada,
durante su viaje de once días entre las Kuriles y Hawai, más de 24 horas antes del
ataque, y librar batalla en caso contrario. Como también era difícil imaginar que ningún
reconocimiento aéreo señalaría en diez días una armada así, sin hablar de los encuentros
fortuitos con navíos o aviones. Los belicistas han aceptado un mal negocio, y los
pacifistas un juego aparentemente sin riesgo.
La base de Pearl Harbor, como todas las de Estados Unidos en el Pacífico, fue puesta en
estado de alerta por el jefe supremo de los ejércitos, el general Marshall, pero a
destiempo: en octubre, al día siguiente de la dimisión de Konoye y su sustitución por el
general Tojo, presunto belicista; después del 27 de noviembre, el día siguiente de una
ruptura, que parecía definitiva, de los negociadores con Nomura.
Ahora bien, en estas dos ocasiones, no pasó nada. La primera vez, los japoneses
volvieron a la mesa de negociaciones con nuevas propuestas. Roosevelt ha retomado la
esperanza, después de superar el temor a un ataque a fines de noviembre, y renovado él
mismo ciertos contactos. Lo que ignoraba era, precisamente, que la segunda vez Japón,
bien decidido a atacar o más bien a jugar, en la ruta marítima de Hawai, el juego de azar
ya expuesto, necesitaba de un plazo de once días para encaminar sus fuerzas. Por otro
lado, en un período de tan fuerte tensión internacional, nadie imaginaba un ataque
sorpresa contra un objetivo tan alejado de Japón como Hawai, al menos con medios
importantes. Se esperaba esto, más bien, en Filipinas. Y precisamente, el Ejército
americano estaba transfiriendo material de un archipiélago al otro... lo que explica la
concentración entre los dos, de los medios de reconocimiento aéreo con base en Hawai.
Conclusión
Sin embargo Hitler ha sabido, jugando con el odio de los burgueses hacia ese país, y
acercándosele después temporalmente, impedir la conjunción de sus enemigos
potenciales, para atacarles por separado. En el momento crítico de mayo-junio de 1940,
todo ha descansado en las manos de un individuo, Churchill. Llegado hacía poco al
poder sacando partido de las rivalidades en la dirección del Partido Conservador, pudo,
con una mezcla de voluntad y de astucia, contrariar la lógica del capitalismo británico,
que conducía a resignarse al triunfo de Hitler y a reconvertir en función de él las
actividades de la City. Churchill supo dar poco a poco con-fianza a Roosevelt y llevarlo
a poner al servicio del combate antinazi los recursos de un continente convaleciente de
la crisis de 1929, y excitado por los beneficios que engendraría el enfrentamiento.
Se capta ahí cuan atrevido es imputar a uno de los sistemas presentes las víctimas de un
conflicto, y que algunas muertes son preferibles a vidas de sumisión. Sin Churchill,
habría habido muchos menos muertos entre 1940 y 1945 pues Hitler habría consolidado
por largo tiempo su poder y, sin duda, destruido el comunismo, en su versión estalinista,
mucho antes de 1991 (y quizás incluso sin guerra, pues Stalin hubiera podido resignarse
a ceder Ucrania en virtud de la relación de fuerzas, como Lenin lo había hecho en Brest-
Litovsk). Incluso no habría matado, en ese momento, tantos judíos puesto que, como
estudios recientes han demostrado, [43] no decide la "solución final" más que en razón
de la lentitud de su avance en la URSS en 1941, que le hace entrever la posibilidad de
su derrota. Una Alemania triunfante, obteniendo la resignación de las otras potencias
ante una confortable extensión de sus fronteras hacia el este, habría dejado vivir sus
eslavos reducidos a la servidumbre y acabado de expulsar los judíos de su "espacio" con
una brutalidad sin duda fatal para más de uno, pero sin genocidio sistemático.
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[26] Ver lacones Bariéty, Les relations franco-allemandes aprés le Premiére Guerre
Mondiale, París, Pedone, 1977.
[27] Ver E. Delpla, Churchill et les Français (1939-1940), París, Plon, 1993.
[28] Ibíd. (con las referencias de archivos corregidas por Daladier), y, del mismo autor,
Les papiers secrets du général Doumenc, París, Orban, 1992.
[29] La misión de Welles es mal conocida y las memorias del viajero, publicadas en
Nueva York en 1944 bajo el título The Time for Decision, se aprovechan del estado de
guerra para contar los encuentros de forma selectiva. Sin embargo, en 1959, el
departamento de Estado americano ha publicado, de una manera que se presenta como
exhaustiva, los informes dirigidos por Welles a su gobierno: Diplomatic Papers, 1940.
Hay una utilización muy parcial de estos textos en Churchill et les franlais, op. cit.
Sobre las otras conversaciones de los emisarios americanos, ver John Costello, Les dix
jours qui ont sauvé l'Occident, París, Oliver Orban, 1991.
[30] Churchill et les français, op. cit. en Le Livre noir du communisme (París, Laffont,
1997), Nicolas Werth cita, fechado el mismo 5 de marzo, otro texto, más detallado,
firmado por Beria, en medio de un pasaje muy general sobre las exacciones cometidas
en los territorios ocupados por la URSS en 1939-1940. Nunca ninguna reflexión sobre
la fecha, y ninguna discusión sobre mi intento de explicación de 1993. Lo que viene a
confirmar el reproche hecho frecuentemente a este libro, de ser más rico en balances
que en reflexiones.
[31] En la parte de Polonia que ocupaba, Alemania había prohibido toda instrucción
fuera de la primaria, y hostigado a las elites, especialmente las religiosas, de todas las
maneras posibles.
[33] Periodo estudiado por John Costello, op. cit. Un sorprendente silencio persiste ocho
días después de la efímera revelación, por Le Figaro del 13 de julio de 1990, de los
trabajos de un pequeño equipo de eruditos seguidores de Sartre, reforzados por Philippe
Cusin y jean-Christophe Averty, sobre las variaciones del texto del llamamiento
pronunciado el 18 de junio por el general De Gaulle. Se refieren, muy probablemente, a
la disputa entre Churchill y Halifax sobre la continuación de la guerra: cf. Churchill et
les français, op. cit. Del mismo autor, sobre el papel de Jean Monnet, conferencia de
prensa del 16 de junio de 1994, en su domicilio.
[34] Y no el 3, como se imprime en casi todas las partes: cf. F. Delpla, Montoire, París,
Albin Michel, 1996.
[36] Bien resumidas en el libro Eugen Fried de Annie Kriegel y Stéphane Courtois.
París, Seuil, 1997.
[37] Victor Suvorov, Le brise-glace, París, Orban, 1989. Apelando a un estudio preciso,
hasta entonces inexistente, de la orden de batalla soviética, permite barruntar en Stalin,
no una voluntad suicida de atacar a Hitler en la cima de su pujanza, sino ciertos
proyectos de futuro: cf. Paul Gaujac, Barbarossa: I'Armée Rouge agresseur ou
agressée?, conferencia en el Institut d'Histoire des conflits contemporains, 26.2.1998.
[38] Tiene una excepción expresa. El 5 de mayo, sin duda para demostrar a Hitler que él
puede también reaccionar si se le agrede, y puede que para no dejar ir a pique la
combatividad de su tropas, dice diplomáticamente que "conviene pasar de la defensa al
ataque": cf. Gaél Moullec, "1941: comment Hitler a manipulé Staline", L'Histoire,marzo
1998.
[41] P. Delpla, Les nouveaux mystéres de Pearl Harbor, ined. Extractos en Internet:
http://www.amgot.org/fr.hist.htm.
[42] Añadamos, para uso exclusivo de los espíritus menos sectarios, que la pasividad
americana, en los días anteriores al ataque e incluso tras su comienzo, tanto en Filipinas
como en Hawai, semeja al de Stalin en junio precedente y podría muy bien tener el
mismo objetivo: el de favorecer las tendencias pacifistas en el agresor.
En nuestros días, se olvida conscientemente citar a Jean Jaurés cuando afirmaba que el
capitalismo trae dentro de sí la guerra como la nube trae la tormenta. Y se podría añadir
que esta verdad es todavía más flagrante cuando el capitalismo toma la forma política
del fascismo. Para ceñirnos a la Segunda Guerra Mundial y a sus prolegómenos, es
incontestable que el capitalismo fascista estuvo en su origen. Mussolini atacó Etiopía y
Albania; Hitler se apoderó de Austria y de Checoslovaquia; el Japón militarista atacó
China y la Unión Soviética; Franco, ayudado por Alemania e Italia, instauró su poder
contra la República. Como última etapa, Hitler desencadenó la guerra mundial
agrediendo a Polonia.
Es en el cuadro general de esta guerra mundial donde apareció la expresión más cruda y
la más exterminadora de la explotación capitalista: aquélla de que ha sido objeto la
mano de obra de los campos de concentración nazis. Los KZ hitlerianos tenían,
originalmente, como objetivo separar del resto de la población alemana a los opositores
políticos a quienes se trataba tan duramente que un gran número de ellos murió entre
1933 y 1940. Más tarde, los SS, que eran los guardianes de los campos, se sirvieron de
sus prisioneros para ganar algún dinero haciéndoles trabajar en empresas de su
propiedad, canteras principalmente.
Imágenes de la esclavitud de la población judía en la Alemania Nazi
Desde 1942, los grandes trusts alemanes de la industria de guerra exigieron que fuera
compensada la movilización a ultranza de las fuerzas de trabajo tradicionales por una
utilización intensiva de la mano de obra de los campos de concentración. Se vio
aparecer, en el interior mismo de los campos, fábricas de armamentos diversos; y en el
exterior, en los kommandos, donde el modo de vida y de muerte no difería en nada al de
los KZ, de los que dependían, a veces eran todavía peores, empresas dependientes de
todas las ramas de la gran industria: aviación, productos químicos, metalurgia,
extracción minera, etc. Los prisioneros trabajaban día y noche. Eran esclavos que
trabajaban a voluntad. Su vida pertenecía a los SS, sin restricción ni límite.
Sin embargo, como escribió un historiador: "No hay que caer en la trampa. Los KZ
nazis y sus kommandos no han resucitado la economía antigua. Los fabricantes de V2,
de fusiles y de aviones, que empleaban presos por cientos de miles, no pertenecían a un
mundo extraño a los movimientos de capitales, a la bolsa de valores y a los balances
consolidados". [44]
No perderemos el tiempo en el tema del oro nazi robado a los judíos de Europa y que
transitó principalmente por Suiza para ser "blanqueado" y servir para la compra de
material bélico para la Wehrmacht. Aquí también, se trata de un tráfico efectuado según
las reglas capitalistas más estrictas.
Hay que remarcar que un cierto número de súbditos de estas clases fue igualmente
utilizado como mano de obra en Auschwitz y en otros campos de este género desde
finales de 1942.
Los bancos suecos, en ese mismo periodo, habrían "blanqueado" hasta 26 millones de
dólares de oro saqueado por los nazis. El banco Enskilda habría comprado a Alemania
entre el 5 y el 10% de un total de 350 a 500 millones de guilden en títulos robados a
judíos holandeses. Esta colaboración con la Alemania hitleriana salió a la luz
inmediatamente después de la guerra, y los Wallenberg vieron sus bienes congelados en
los Estados Unidos. SKF, todavía ligada a los Wallenberg, se volvió entonces hacia la
URSS, que tenía gran necesidad de cojinetes de bolas, y le acordó importantes créditos.
Al desarrollarse la Guerra Fría, los Estados Unidos hicieron suspender cualquier ayuda
a los soviéticos y amenazaron con hacer pública la colaboración de los bancos y de la
industria sueca con los nazis. Cesarani concluyó que Raoul Wallenberg fue sin duda
víctima de estas oscuras intrigas que, suministrando a Hitler material estratégico,
hicieron derramar sangre entre 1939 y 1945.
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[46] El exterminio de judíos y de gitanos en las cámaras de gas revela otra lógica.
10. Imperialismo, sionismo y Palestina
Maurice Buttin
Entre julio de 1915 y comienzos de 1916, Inglaterra mantiene con el jerife Hussein,
gobernador de los lugares sagrados musulmanes, conversaciones secretas, conocidas
posteriormente bajo el nombre de Correspondencia Husseín-Mac Mahon, el nuevo
ministro residente británico en El Cairo. A cambio de la promesa de un reino árabe
libre, el jerife propone el levantamiento de las tribus árabes contra el ocupante turco.
Este deseo de independencia de la Media Luna fértil, que no era entonces más que una
provincia turca, Siria, no es nuevo. El nacionalismo árabe apareció en la primera mitad
del siglo XIX, primero con un renacimiento de la lengua y de la cultura árabe, el Nanda,
obra de personalidades musulmanas y cristianas de Egipto, Siria, Líbano, Palestina, que
luchan contra el imperialismo cultural, además de político de la Turquía otomana.
Pero Inglaterra no es la única en guerra contra Turquía, aliada con las potencias
centrales. Francia y la Rusia zarista también lo están. Estos dos países van a solicitar su
parte del pastel; Francia en primer lugar. ¿Su influencia no es preponderante en la Tierra
Santa desde hace lustros? ¿No ha sido reconocida por el Sultán como protectora de
todos los cristianos del Imperio otomano en 1673? ¿No había intervenido para salvar de
la masacre a los maronitas libaneses en 1860?
Para Francia fue el territorio del Líbano y de la disminuida Siria. Para Inglaterra,
Mesopotamia (Irak), el sudeste de Siria y una parte de Palestina (San Juan de Acre). Se
trata para esta última de seguir aprovechándose de la "ruta de las Indias", del canal de
Suez al golfo Pérsico. Una gran parte de Palestina es reservada a una "administración
internacional cuya forma deberá ser decidida tras consultar con Rusia". Anotemos que
esta decisión, destinada a conciliar las enfrentadas aspiraciones anglo-franco-rusas,
sacando argumento de los Santos Lugares cristianos, no guarda ninguna relación con las
aspiraciones de los sionistas que, mientras tanto, mueven sus peones...
El año 1917, dramático en el frente occidental, va a cambiar algo los planes anglo-
franceses en Oriente Próximo. Hay que poner de relieve tres acontecimientos capitales
en este momento crucial del siglo:
-La entrada en abril de los Estados Unidos en la guerra, con una influencia en lo
sucesivo determinante de este país tanto en el resultado del conflicto como en el
desarrollo de las doctrinas capitalistas liberales a escala mundial.
-La Revolución rusa, seguida en octubre por la toma del poder por los
bolcheviques, triunfo de la ideología marxista-leninista.
-La Declaración Balfour, en noviembre, donde son reconocidas oficialmente por el
Gobierno inglés las ambiciones sionistas.
Theodor Herzl
Hay que subrayar que entre el congreso de Basilea y el de Biltmore en Nueva York, en
1942, los sionistas y sus amigos no mencionaron nunca el término Estado. Simple
eufemismo para evitar una oposición demasiado fuerte en ciertos medios occidentales,
incluyendo a los judíos asimilados, que eran entonces los más hostiles.
¿No había escrito Herzl en 1896 una obra que iba a dejar huellas en la historia, Der
ludenstaat-El Estado judío? Por lo demás él mismo remarcaba en su periódico, al
finalizar el congreso de Basilea: "Allí he fundado el Estado judío. Si se me hubiera
ocurrido proclamarlo hoy todo el mundo se burlaría de mí. Puede que en cinco años, en
cincuenta sin ninguna duda, eso no se le escapará a nadie".
¡Qué premonición!
Chaüm Weizmann
Los ingleses van a retener todavía más esta idea por temor a ser aventajados por los
judíos alemanes favorables a la causa de este país por odio hacia los rusos, y a que debe
permitir también evitar la internacionalización de Palestina.
La entrada en guerra de los Estados Unidos, la Revolución rusa, el pago que hay que dar
a los judíos americanos para que participen en el esfuerzo de guerra y el gran número de
judíos revolucionarios rusos, disipan las dudas. Balfour pide a Weizmann y a lord
Rothschild –raro aristócrata judío en seguir la vía sionista– que le propongan un
proyecto de declaración concerniente a Palestina. Esta, modificada, será la base de la
carta dirigida por el ministro de Asuntos Exteriores británico a lord W. Rothschild, el 2
de noviembre de 1917, en estos términos: "El Gobierno de Su Majestad ve
favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo
judío y empleará todas sus energías en facilitar la realización de este objetivo".
Desde fines de 1917, los dirigentes árabes conocen por el gobierno bolchevique de los
Acuerdos Sykes-Picot. Se enteran unos meses después de la Declaración Balfour, ¡es
decir la instalación en el terreno, más allá de las colonias creadas desde hace treinta
años, de un nuevo imperialismo aliado al imperialismo británico!
Para calmar sus inquietudes, los gobiernos inglés y francés –que al igual que el
Gobierno americano ha aprobado la Declaración– renuevan sus promesas. La víspera
misma del armisticio del 11 de noviembre de 1918, reconocen a los pueblos liberados
del poder otomano el derecho de autodeterminación tan grato al presidente americano
Wilson.
La Revuelta del desierto ha sido, de hecho, muy útil a los aliados. Tras haber liberado el
Heiaz, las tribus beduinas bajo la conducción del emir Faisal, hijo del jerife Hussein,
han tomado Aqaba, remontado por el este de Amman y se han unido todas las tribus
hasta el Eúfrates. Si bien el Ejército británico de Allenby ocupó Jerusalén el 9 de
diciembre de 1917, Faisal —el amigo del famoso coronel Lawrence— y Allenby
entraron juntos en Damasco, el 1 de octubre de 1918.
La gran Siria es dividida en cuatro partes: para Inglaterra, Palestina y el territorio al este
del Jordán —convertido en Transjordania en 1921—; para Francia, Líbano y Siria. Y el
colmo para los árabes, ¡la Declaración Balfour es incorporada en los términos del
mandato británico!
¡Las promesas hechas a los árabes están totalmente "olvidadas", los principios mismos
de la carta de la SDN violados! Desde entonces, el año 1920 quedará para siempre
grabado en los textos árabes como Am Al Naqba (El año de la catástrofe).
Pero la guerra se acerca, y los ingleses tienen ahora miedo de un entendimiento entre
Alemania y los países árabes. Por eso publican en primavera de 1939 un Libro Blanco
que afirma que de ninguna manera es intención suya crear un Estado judío. Palestina
debe obtener su independencia en diez años y convertirse en un estado binacional. La
inmigración judía se limita.
En los Estados Unidos, el presidente Roosevelt se inclina más bien por los dirigentes
árabes. Pero su brutal desaparición sitúa en primer plano al vicepresidente Truman,
quien para su elección en 1948 necesita del electorado judío. Pide al Gobierno inglés
que deje entrar inmediatamente 10.000 refugiados judíos, rescatados de la Shoah, en
Palestina. Su petición es rechazada.
En marzo de 1947, el presidente Truman anuncia que los Estados Unidos asumen las
obligaciones de Inglaterra en el Mediterráneo oriental y en Oriente Próximo. Ya no las
soltarán. Por su parte, en mayo de 1947, el representante de la URSS en la ONU, Andrei
A. Gromyko, ¡admite la necesidad de la "Repartición de Palestina en dos estados
independientes"! Decepción de los nacionalistas árabes. Se la menciona entonces como
la Declaración Balfour soviética.
Después del episodio del relevo de Westmoreland por Abrams, se abre la conferencia de
París en enero de 1969. Con una fuerte oposición interna, Nixon introduce su política de
vietnamización que consiste en retirar las fuerzas terrestres americanas intensificando
las operaciones aéreas y reforzando en material y en ayuda logística y policial las
unidades sudvietnamitas, a fin de transferirles las operaciones más peligrosas. El
Ejército del Sur pasa así, en 1972, a 120.000 regulares y 600.000 milicianos reclutados,
a menudo, bajo presión. En cuanto a las fuerzas aéreas, éstas han pasado a tener más de
2.000 aviones.
La represión interna
Un balance oficial americano, con estimaciones muy moderadas, constata unos 500.000
civiles y 200.000 milita-res sudvietnamitas muertos entre 1964 y 1973, y 55.000
muertos americanos. Estas cifras, que se refieren a operaciones de guerra sobre el
terreno, no tienen en cuenta un número mucho más considerable de heridos y de lisia-
dos de por vida en los dos bandos y por supuesto en Vietnam del Norte. El número de
muertos en las filas del Vietcong y en Vietnam del Norte es de al menos 725.000 entre
1964 y 1973. Además, las estimaciones americanas no dicen nada de las víctimas de la
represión interna y de las ejecuciones sumarias en el Sur. Bajo la férula de Thieu,
apoyado por la logística americana, esta represión fue particularmente feroz y
sanguinaria. A las bombas, al napalm, al fósforo, hay que añadir toda la armadura
mortífera de las prisiones, las torturas, los malos tratos y las medidas de presión
psicológica.
Vamos a describir más detalladamente este aparato represivo y los métodos que utiliza.
En 1969, Nixon renuncia a reconquistar las zonas rurales y montañosas liberadas.
Ordena el bombardeo sistemático e ininterrumpido de estas regiones, obligando a
millones de campesinos a retroceder hacia las ciudades. Sobre esta población
concentrada a la fuerza, Nixon y Thieu hacen reinar un régimen de terror, con el
objetivo prioritario de acelerar el reclutamiento de mercenarios.
Con este fin, se instala un completo aparato represivo. Se crea, toda una red
"modernizada" con la asistencia de expertos y con ayuda financiera y técnica masiva de
Washington, de prisiones, de campos de trabajo, de detención; todo un sistema de
torturas físicas y morales. La experiencia colonial francesa e inglesa, especialmente con
Robert Thompson promovido como sumo consejero de Nixon, ha sido puesta a su
servicio y "mejorada" por los servicios americanos especializados.
Una red de policía represiva y asfixiante opera en todos los niveles de la sociedad
vietnamita. Más de una docena de servicios militares y civiles están autorizados a
efectuar detenciones. En 1971, la policía es apartada de los servicios civiles para
constituir un mando militar separado. Su jefe, un oficial del ejército, depende
directamente del presidente Thieu. Esta combinación de policía civil y de funciones
militares refleja los proyectos de Robert Thompson, alto consejero del presidente Nixon
para la represión antiinsurreccional.
Los efectivos de la policía nacional pasan de 16.000 hombres en 1963 a 120.000 a fines
de 1972. Sus funciones van desde la confección de dossiers a los habitantes mayores de
15 años al interrogatorio de las personas arrestadas. Dispone de una rama paramilitar
antivietcong (con tanques y artillería) de 25.000 hombres. La policía especial, rama de
la anterior, está encargada de la eliminación de los cuadros del FNL y de la represión de
los movimientos pacifistas y neutralistas. La práctica de la tortura a los detenidos es
habitual. Tiene en su activo una ola de detenciones masivas en 1972.
Una sección de la seguridad militar está implantada en cada unidad del ejército y su
esfera de intervención se extiende a los alrededores de las instalaciones militares. Los
servicios secretos dependen directamente del presidente Thieu. Realizan detenciones y
sobre todo ejecuciones sumarias de figuras notorias de oposición, utilizando
frecuentemente los servicios de asesinos a sueldo.
La policía no es la única que lleva a cabo una tarea de vigilancia y de represión; todas
las autoridades des-centralizadas están llamadas a cooperar, por las buenas o por las
malas. Así ocurre con las autoridades locales, pues toda la administración, hasta el nivel
de comuna, es designada por Saigón. Una milicia popular es reclutada en las ciudades,
principalmente entre los niños desocupados de 12 a 16 años, a los que se distribuyen
armas automáticas. Están encargados de reprimir las manifestaciones de estudiantes y
las concentraciones.
En cuanto al ejército, tiene todos los derechos, especialmente fuera de las ciudades.
Cualquier soldado puede detener e interrogar a quien quiera. Todo tipo de presiones son
válidas para hacer confesar a los campesinos que pertenecen al FNL o que colectan
fondos para el mismo. Un número enorme de ciudadanos corrientes es encarcelado en
los Centros de alojamiento durante las operaciones Research and Destroy llevadas
conjuntamente por el Ejército americano y el gubernamental. Otros han caído en
redadas durante las campañas de pacificación denominadas Fénix o Cisne, como
sospechosos de simpatizar con el FNL.
Los guardias civiles (Van De) son voluntarios todavía más temibles que los soldados.
Mal pagados (la mitad del sueldo de un soldado), viven de la explotación y del pillaje de
los habitantes rurales. Trabajan bajo las órdenes de un jefe de provincia (un militar) y
disponen de sus propias prisiones y salas de tortura.
El marco legal
Las leyes destinadas a reglamentar los procedimientos represivos sólo aspiran a dar un
semblante de cobertura legal a las arbitrariedades. Para la población prima el terror
cotidiano. Así, según el artículo primero del nuevo código penal "queda fuera de la ley
todo individuo, partido, liga o asociación culpable de cualquier acto bajo la forma que
sea, tendente directa o indirectamente a promover el neutralismo comunista o pro
comunista". O también (artículo 17 de la Ley sobre la Reclusión Administrativa): "Está
castigado a trabajos forzados todo individuo que cometa cualquier acto tendente a minar
el espíritu anticomunista de la nación o a perjudicar la lucha del pueblo y de las fuerzas
armadas".
Para suplir la falta de pruebas, un decreto ley conocido con el nombre de An tri
(reclusión administrativa) permite el encarcelamiento sin juicio y sin apelación. El
artículo 19 de este decreto ley (004/66) estipula que toda persona "considerada como
peligrosa para la defensa nacional y la seguridad pública" pueda ser internada por un
período de hasta dos años. Esta sentencia es renovable. Hoang Due Nha, consejero
personal del presidente Thieu, alababa orgullosamente, el 9 de noviembre de 1972, la
eficacia de una policía provista de estas leyes de excepción, capaz de detener en dos
semanas a más de 40.000 personas.
En junio de 1972, varios miles de personas son detenidas y enviadas a la isla de Con
Son --nuevo nombre de Poulo Condor, presidio de siniestra memoria--. En la mayor
parte de los casos se trata de padres, mujeres e hijos de políticos sospechosos, como lo
han reportado varios periódicos americanos. [47]
La justicia
Los juicios no son más imparciales que los procedimientos que les preceden. El
inculpado de un delito político está indefenso (y además sin abogado) ante todo el poder
gubernamental y su condena es casi segura. Según el resultado de los interrogatorios y
el contenido de los informes del servicio de información, el preso puede ser presentado
ante un tribunal militar o enviado ante un comité provincial de seguridad.
Las condenas a trabajos forzados, la cadena perpetua y la pena capital son las más
frecuentes. Las decisiones son rápidas y sin recurso. Los CPS (Comités Provinciales de
Seguridad) se basan en la arbitrariedad. Si le parece "evidente" que "el sospechoso
constituye una amenaza para la seguridad nacional", en función de su percepción de la
situación y de las relaciones de fuerza, pueden dictar su detención administrativa sin
tener que justificarlo legalmente.
Como escribían dos expertos americanos: "La forma legal, raramente observada en el
transcurso del período reciente en Vietnam del Sur, ha sido completamente abandonada
desde el comienzo de la ofensiva enemiga. Aunque el gobierno no lo haya proclamado,
las leyes normales que regían los derechos del acusado están virtualmente suspendidas".
[50]
Los prisioneros Fénix son enviados a los PIC (Centros de Interrogatorio Provinciales).
En estos centros la tortura es tan "administrativamente" aplicada como en otra época lo
era el "tormento" en las prisiones reales francesas. Algunos relatos se han filtrado
incluso en la prensa americana, como éstos, lacónicos: "Nguyen Thi Yen fue golpeada
con un leño hasta desmayarse. Cuando recobró el conocimiento fue obligada a
permanecer de pie, desnuda, delante de diez torturadores que le quemaron los senos con
cigarrillos". "Vo Thi Bach Tuyet fue golpeada y colgada por los pies bajo una luz
deslumbrante. Después fue encerrada en una exigua celda medio inundada, con los
ratones y los insectos trepando sobre su cuerpo". [51] Según el Dispatch News Service
International del 6 de julio de 1972 "Más del 90% de las personas detenidas han sufrido
interrogatorios violentos que incluyen apaleamientos, descargas eléctricas, uñas
arrancadas, ingestión de agua jabonosa".
Las prisiones
Existen más de mil centros de detención entre oficiales y secretos en Vietnam del Sur.
Se encuentran en todas las ciudades, en todas las provincias, en todos los distritos. Las
más grandes y conocidas son las prisiones de Con Son o Con Dao (ex Poulo Condor),
de Chi Hoa, en las afueras de Saigón, de Thu Duc, de Tan Hiep y de Cay Dua (en la isla
de Phu Quoc, cerca de la frontera con Camboya).
El modo en que son tratados los prisioneros, conocido por los americanos —tanto más
que oficiales del ejército trabajan en las prisiones en estrecha colaboración con los
sudvietnamitas—, recuerda los procedimientos nazis. Los prisioneros conocen la
desnutrición, la promiscuidad y una degradación física y moral sistemática.
"El Centro nacional de corrección de Con Son", como honorablemente lo presentan las
autoridades sudvietnamitas, está situado en una isla paradisíaca del mar de China
meridional a unos 220 kilometros de Saigón. Fue construido por los franceses en 1862
para utilizarse como prisión colonial. Es conocido desde antiguo bajo el nombre de Isla
del diablo. Las jaulas de tigre del Campo 4 son uno de sus atavíos. Su existencia ha sido
por largo tiempo negada por las autoridades tanto americanas como vietnamitas, pero le
debemos una descripción edificante al ya citado periodista americano Don Luce, que
hizo aparecer su reportaje en varios periódicos americanos.
En un sector aislado del campo, oculto a los visitantes oficiales, existían pequeñas
celdas sin techo que los guardianes vigilaban desde arriba, a través de una abertura
protegida por una reja. En cada uno de estos pequeños compartimentos de piedra de
aproximadamente 2,50 metros por apenas 1'50, se apilaban tres o cuatro prisioneros. Un
cubo higiénico de madera era vaciado una vez al día. Los detenidos tenían marcas de
golpes, heridas, habían perdido dedos, estaban en un estado de agotamiento que les
impedía tenerse de pie.
Un cubo de cal, encima de cada celda, permitía al guardián "calmar" las protestas de los
prisioneros que pedían comida; se les rociaba con cal viva que cubría además el suelo.
Con tal tratamiento, los prisioneros esputan sangre y son atacados de tuberculosis, de
enfermedades de los ojos y de la piel.
Un edificio adyacente abrigaba jaulas de tigre idénticas, para las mujeres. Había cinco
en cada compartimento. La detenida más joven tiene quince años, la más vieja, ciega,
setenta. Los capos hacían reinar el terror, ensañándose con los más débiles a la menor
queja. Salvo durante las visitas oficiales, los prisioneros eran encadenados a barras que
atravesaban los muros, veinticuatro horas sobre veinticuatro, incluso durante las
comidas, el sueño y el baño, con prohibición de sentarse. El vetusto techo de tejas
dejaba pasar el agua cuando llovía, el irregular suelo estaba cubierto de basuras.
Los grilletes utilizados en Con Son eran fabricados por la sociedad Smith and Wesson
de Springfield, Massachussetts. No eran moldeados y lisos (como los del colonialismo
francés), estaban hechos con hierro F.8, material de construcción. Presentaban nervios
afilados que cortan la carne de los pies y causan un verdadero suplicio.
Aproximadamente 500 presos y presas se pudren durante largos meses, largos años, en
las jaulas de tigre. En todo el campo son más de 10.000.
Con respecto a los carceleros —más de 100 en Poulo Condor—, una dirección
complaciente deja desarrollarse la opiomanía, las orgías (la administración trae
regularmente de la costa convoyes de prostitutas), y las apuestas. La violación y el
asesinato son perpetrados libremente. Ni que decir tiene que los prisioneros son
despojados también de su dinero al mismo tiempo que de su ropa en el momento de su
llegada. Algunos capos realizan ajustes de cuentas en el recinto del campo para
apropiarse de los ahorros acumulados de esta forma, algunos amasan peculios de
400.000 a 500.000 piastras. Como en los campos nazis, los presos comunes son de
buena gana utilizados como torturado-res complementarios.
En Thu Duc, una prisión para mujeres, éstas son torturadas, electrocutadas,
atormentadas con agua, golpeadas hasta la muerte por brutos borrachos. Se cuelga a la
víctima por las muñecas a un potro, siendo enseguida molida a porrazos por seis o siete
policías hasta que se desmayan (se le llama el viaje en avión). Algunas quedan inválidas
de sus piernas después de este tratamiento. Se ensañan particularmente con las
estudiantes y las jóvenes, que son objeto de violaciones colectivas (Escuela Superior de
Pedagogía de Saigón, 4 de julio de 1970).
En Tan Hiep están reagrupados unos 1.500 presos permanentes a los cuales... no hay
nada que reprochar, salvo que han sido llevados por las tropas americanas en el curso de
una operación. Se trata esencialmente de campesinos, que se pudren a veces durante
años sin ser juzgados, pasando de una prisión a otra, ignorando absolutamente las
razones de su encarcelamiento. Los policías cortan frecuentemente a machetazos los
dedos y las orejas de los presos.
En Cay Dua el doctor Tran Trong Chau es torturado con electrodos hasta perder el
conocimiento. "Estaba encerrado en un calabozo oscuro de apenas tres metros
cuadrados donde comía y hacía mis necesidades. Cuando llovía a cántaros, el agua
entraba a raudales y mis excrementos flotaban por doquier. Debía tenerme de pie con la
espalda pegada a la pared sin poder acostarme" (1971).
Como es usual, el colonialismo delega los trabajos sucios a los elementos más corruptos
del país ocupado, prefiriendo quedar en la sombra para manejar los hilos sin atraerse
una condena demasiado directa de los defensores de los derechos humanos.
Aún así abundan las pruebas de la intervención americana en las más siniestras
campañas de tortura, de detención y de exterminio. No contento con haber machacado
durante años Vietnam del Norte, con haber sometido la mayoría de Vietnam del Sur a
sangre y fuego, con haber quemado con nápalm a decenas de miles de inocentes, con
haber destruido los cultivos del país y reducido a la hambruna a millones de campesinos
durante la guerra de superficie, el neocolonialismo americano ha llevado otra guerra
solapada y sanguinaria contra la resistencia nacional y política de todo un pueblo
acosado.
Entre 1968 y 1971, se gastan más de 100 millones de dólares, repartidos entre la CIA, el
DOD (Departamento de Defensa) y la AID. El sistema policial sudvietnamita ha sido
renovado totalmente en unos pocos años. De los 300.000 vietnamitas encargados del
"mantenimiento del orden" en 1972 sólo 122.000 cobran del presupuesto de Saigón. Los
otros son pagados por el Tío Sam. Existe igualmente un gran número de agentes
secretos de la policía política que dependen directamente de la CIA. [54]
Al solicitar un crédito de 33 millones de dólares para el año fiscal 1972 en favor de la
policía nacional (comprendidos los 22 millones de dólares de los fondos del Pentágono),
la AID declaraba en 1971: "La policía nacional vietnamita, una de las caras de la
vietnamización, está llamada a asumir progresivamente una carga más dura: compartir
con las fuerzas armadas sudvietnamitas el peso de la lucha contrarrevolucionaria y velar
por la paz y el orden cotidianos en las ciudades y en los campos. Su efectivo actual
(100.000) será subido a 124.000 hombres en el curso del año fiscal para permitirla
asumir una responsabilidad de más peso en el futuro. Está prevista una ayuda
proporcional de EEUU". [55]
Hay que reconocer también que los americanos son los maestros en el arte del
interrogatorio y de la tortura. "Los centros de interrogatorio dirigidos por los americanos
son famosos por su manera 'refinada' de torturar". [56]
Tras los acuerdos de París, los americanos continua-ron financiando la policía de Thieu.
La AID pidió al Congreso 18 millones de dólares y el Ministerio de Defensa
aproximadamente el doble. "Únicamente la ayuda americana en hombres y en dólares
permite a Thieu continuar las detenciones, las torturas y la masacre de los prisioneros
políticos". [57] La prensa americana reconocía la existencia del mantenimiento de
20.000 consejeros civiles después de la retirada de las tropas uniformadas tras la firma
de los acuerdos, y que la Operación Fénix —enseguida reemplazada por el Programa F6
que persigue los mismos objetivos–, un programa apadrinado por la CIA para eliminar a
los adversarios de Thieu y a los sospechosos, estaba todavía en su apogeo.
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La isla de Timor forma parte del archipiélago de las islas de la Sonda. Su parte
oriental se sitúa a 350 kilómetros de Indonesia y a 500 kilómetros al norte de
Australia. La población autóctona, aproximadamente 600.000 habitantes en 1975,
campesina en un 90%, quedó fuertemente marcada por la colonización portuguesa
que duró un poco más de cuatro siglos y medio. Así, contrariamente a las
poblaciones que habitan en la parte occidental que practican el Islam, los
timorenses del este han pasado de prácticas animistas al cristianismo. El clero
cristiano conserva todavía una influencia popular antigua.
De suerte que, en 1945, tras la derrota de los japoneses, Timor Oriental apareció
más que nunca como una apuesta estratégica en que tenían puesta su mirada
desde hacía tiempo la lejana Gran Bretaña y la cercana Australia.
Por otro lado, los gobiernos indonesios, liberados del colonialismo holandés,
consideraban este país como parte integrante del suyo e, incluso en la época
misma en que Sukarno gobernaba todavía sin oposición muy fuerte, fueron
desarrolladas maniobras hostiles a los colonialistas portugueses por algunos
militantes de extrema derecha. En junio de 1959, en la región de Viqueque, se
produjo una revuelta manipulada muy probablemente por estos elementos contra
colonos portugueses que vivían y trabajaban en granjas. La represión colonial fue
inmediata y de una violencia extrema. Causó aproximadamente 1.000 muertos
entre los timorenses del este, y otros centenares más fueron a prisión en
condiciones inhumanas.
A comienzos del año 1975, este partido, convertido en el más popular, dominaba a
todas las demás formaciones. Declaró que la única vía posible para que el pueblo
sea liberado de la explotación y de la opresión bajo todas sus formas "no era otra
que la de la independencia".
Desde hacía varios años, la Indonesia dirigida por el general fascista Suharto,
preparaba, no sin dudas, la aplicación de su proyecto de apoderarse de Timor
Oriental. Actúa de manera hábil y apoyado a través de los procedimientos de una
organización ligada al ejército, el Bakin, (Agencia para la Coordinación de los Ser-
vicios de Información Nacionales), que se puede comparar a los servicios secretos
de todos los países capitalistas, así como, más singularmente, a la Gestapo nazi.
Nuevas falacias fueron difundidas por la radio nacional de Indonesia, afirmando que
consejeros militares y armamentos soviéticos, chinos y vietnamitas habían sido
enviados al Timor Oriental para apoyar a "un grupo minoritario de intelectuales
comunistas".
Los agentes de este servicio bien especial consiguieron provocar una ruptura entre
los dirigentes de la UDT y del Fretilin. No se anduvieron con rodeos y proclamaron
que Indonesia no aceptaría nunca a un gobierno compuesto por comunistas en
Timor Oriental. El 14 de abril de 1975, el dirigente de la UDT Domingo de Oliveira,
impresionado por esta advertencia, anuló un viaje en compañía de Nicolau Lobato,
dirigente del Fretilin, destinado a visitar el África antaño ocupada por el
colonialismo portugués, así como Europa, muy probablemente Portugal, donde
militaban numerosos portugueses anticolonialistas, incluso en los medios
gubernamentales.
El Abri se verá también obligado a despachar nuevos refuerzos para conquistar las
principales ciudades. 10.000 fusileros de marina desembarcaron para reforzar los
10.000 soldados ya presentes, pero mantenidos a raya. Consiguieron ocupar las
grandes aglomeraciones, pero en ningún modo eliminaron las fuerzas de la
resistencia. El comité central del Fretilin se replegó al sudo-este de la isla, a Ainaro.
Finalmente las tropas indonesias, incapaces de aplastar la guerrilla timorense,
alcanzaron la cifra de 32.000 hombres en Timor Oriental, mientras otra reserva de
otros 10.000 soldados se estacionaba en Timor occidental.
Por su parte, las Falintil contaban con 2.500 timorenses provenientes del ejército de
ocupación portugués, 7.000 infantes que habían efectuado en las filas de este
último su servicio militar y 10.000 voluntarios sin formación militar efectiva.
Milicias Falintil
En todos sus comunicados de los años 1975 a 1977, el Fretilin aseguró conservar
bajo su autoridad el 90% del territorio, y, si se puede considerar un poco
exagerada esta afirmación, conviene apuntar que los pocos periodistas que
pudieron personarse en el lugar gracias a las autoridades indonesias indicaron sin
excepción que el Abri no controlaba más que el 30% del país. Esta situación de
relativo fracaso no impidió al Gobierno de Yakarta proclamar el 17 de julio de 1976
que en adelante el Timor Oriental constituía la 27 provincia de Indonesia.
Las pérdidas sufridas por el Fretilin y por la población civil timorense son difíciles de
evaluar si se reducen únicamente a este periodo, pero es evidente que fueron
largamente superiores a las de los agresores. En efecto, éstos disponían de
armamentos sofisticados, que comprendían artillería pesada y ligera, y un dominio
absoluto del aire que permitía bombardeos terroríficos.
El clero católico no abandonó a los patriotas. Veamos lo que escribió un cura de Dili
a dos monjas dominicanas: "Desde fines de septiembre, la guerra se ha
intensificado todavía más. Los bombardeos duran de la mañana a la noche. Cientos
de seres humanos mueren todos los días y sus cuerpos son dejados de pasto para
los carroñeros (si no te matan las balas, lo hacen las epidemias). Algunos poblados
han sido completamente destruidos y ciertas tribus diezmadas. La barbarie, la
crueldad, las destrucciones incalificables, las ejecuciones sin razón, en una palabra
El infierno organizado ha enraizado profundamente en Timor. No se ven más que
soldados indonesios en las calles de Dili. Quedan muy pocos timorenses, están
refugiados en los bosques, muertos o en prisión". [60]
Esta medida tuvo como resultado sobre todo el que innumerables civiles timorenses
murieran de frío, de hambre, de agotamiento, de paludismo, mientras que todos
aquéllos o aquéllas que intentaban escapar eran abatidos sin piedad.
Simultáneamente los ocupantes fascistas incendiaban todas las extensiones de
hierba donde se podían esconder resistentes, y de hecho, numerosos de entre ellos
fueron quemados vivos de este modo. No obstante cierto número de combatientes
de las Falintil consiguieron pasar a través de la barrera humana gracias a
complicidades espontáneas de sus compatriotas. Dándose cuenta de esta realidad,
los oficiales del Abri se volvieron más y más criminales, si ello era aún posible.
Durante el otoño de 1981, se proponen masacrar de manera cada vez más
sistemática. Tras la sublevación d e una unidad de cipayos organizada por ellos, el
7 de septiembre de 1981, aniquilan a toda la población del campo de Craras, cerca
de Viqueque, primero 200 personas, luego otras 800 que habían conseguido
atravesar un río, abatiéndolos a tiros de ametralladora. Sólo hubo un sobreviviente.
Más tarde soldados fascistas que habían participado en esta operación se jactaban
y explicaron cómo hicieron cavar su tumba a los timorenses, y después los
fusilaban a quemarropa haciéndoles caer en el agujero.
Como lo pedían los patriotas de Timor Oriental, una visita sobre el terreno de los
delegados de la ONU, había sido decidida desde 1982 y el secretario general Pérez
de Cuéllar fue el encargado de organizarla. Existía también la decisión de convocar
un escrutinio de referéndum de autodeterminación bajo los auspicios de la antigua
potencia colonial, Portugal, considerada siempre por las Naciones Unidas como
detentadora del poder, al menos administrativo en Timor Oriental. Los fascistas
indonesios se oponían a estas decisiones.
Por otro lado, en 1993 fue firmado un acuerdo entre Australia y Yakarta para
explotar un yacimiento de petróleo descubierto en el mar de Timor. Con este
acontecimiento empezaba a revelarse la motivación económica de esta anexión
fascista. Según un artículo de Cecilia Gabizon, en Libération del 12 de noviembre de
1994, los portugueses han podido volver a ver en la televisión a los soldados
indonesios tirando a quemarropa sobre una muchedumbre de jóvenes timorenses.
Entre los 100 muertos oficiales y los 500 anunciados por los comités de apoyo a la
causa de los mauberes (etnia mayoritaria en Timor), los portugueses optan más
bien por la segunda versión y añaden que los soldados habrían ultimado a los
heridos con veneno.
Pero estos datos estadísticos no se refieren más que al periodo de los años 1975 a
diciembre de 1981. Ahora bien, después de este periodo han sido perpetradas
nuevas matanzas contra la población autóctona timorense. Existen todas las
razones para poder estimar en 1998 que dos terceras partes del pueblo de Timor
Oriental han sido diezmadas. Que se juzgue, con toda objetividad, comparando lo
que representa este porcentaje aplicado por ejemplo a Europa. Si estos crímenes
hubieran sido cometidos en Francia, habrían hecho 40 millones de muertos, lo que
es evidentemente inimaginable, fuera de una guerra atómica.
El ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Dili, José Ramos Horta, había
salido el 4 de diciembre de 1975, para efectuar una gira internacional con vistas a
obtener apoyos diplomáticos en el caso en que los fascistas indonesios lanzaran
contra su país una agresión militar con vistas a anexionarlo.
Pidió "que todos los miembros de la CEE se reúnan en Portugal para exigir una
nueva reunión del Consejo de Seguridad", y para "que los países que venden armas
a Indonesia [Gran Bretaña particularmente) decidan un embargo inmediato". Sus
últimas palabras fueron "¡Ayúdennos!".
Hay pues dos pesos y dos medidas. Para países que no se someten a la voluntad
hegemónica de la superpotencia americana y de sus cómplices, para los pueblos
pequeños, para los pobres, el capitalismo, como el colonialismo, se ha convertido
desde hace mucho en el infierno en la tierra. En conclusión, las entre 350.000 y
400.000 víctimas exterminadas en Timor Oriental desde 1975 testimonian sin
ningún equívoco que el Libro del capitalismo es efectivamente un libro negro.
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[59] Gabriel Defert, Timor-est génocide oublié - Droits d'un peuple et raisons d'Etats,
L'harmattan, 1992.
[60] Ibíd.
[61] Ibíd.
13. El África negra bajo colonización francesa.
Jean Suret-Canale
En el curso del siglo XIX, el antiguo sistema colonial esclavista y mercantil desapareció
poco a poco para dar paso a la colonización moderna, la que reinó desde el último
cuarto del siglo XIX hasta mediado el siglo XX.
Francia, que a partir de 1830 se implica en la conquista de Argelia, completa sus "viejas
colonias" heredadas del Antiguo Régimen y restituidas en 1815, con nuevas
adquisiciones, bajo la Monarquía de julio y bajo el Segundo Imperio.
Pero era la Tercera República quien debía realizar, entre 1876 y 1903, la constitución de
un vasto imperio, cuyas piezas maestras, económicamente hablando, fueron el norte de
África e Indochina, pero cuya parte más extensa se situó en África tropical, con el
África occidental francesa, el África ecuatorial francesa, a las que se añadieron en 1918
la mayor parte de las antiguas colonias alemanas de Camerún y Togo. Conjunto que
enlazaba, por el Sáhara, con las posesiones francesas de África Norte, completado en el
océano Indico con Madagascar y el territorio de Djibuti.
La conquista colonial
Las resistencias de los jefes de Estado africanos, Lat Dior en Senegal, Ahmadou en
Sudán (actual Malí), Samory en Alta Guinea, Béhanzin en Dahomey (actual Benin),
etc., serán vencidas a causa de la superioridad de los conquistadores en armamento
(fusiles de tiro rápido, artillería); las resistencias de las poblaciones "sin Estado", que
vivían en comunidades tribales o en poblados autónomos, requerirán más tiempo para
ser vencidas, y se prolongarán hasta muy avanzado el siglo XX ("pacificación" de la
Costa de Marfil forestal de 1908 a 1916; insurrección de los Gbayas en África
ecuatorial, de 1928 a 1931). Los confines saharianos de Mauritania y Marruecos no
serán sometidos hasta 1936.
Los "tratados" concertados con los soberanos africanos, que fundamentaban los
"derechos" de Francia sobre sus competidores coloniales, serán sangrantemente con-
vertidos en papel mojado cuando a las autoridades coloniales les interese: así, en África
occidental francesa, un simple decreto del 23 de octubre de 1904 anexiona pura y
simplemente los territorios bajo protectorado.
Métodos de guerra
Los métodos de guerra son expeditivos e implacables. Como los efectivos europeos eran
forzosamente reducidos, se recurrirá al reclutamiento local, y son esencialmente
soldados africanos los que conquistarán África a cuenta de Francia.
Faidherbe, gobernador de Senegal bajo el Segundo Imperio, había creado las primeras
unidades de "tiradores senegaleses", que conservaron este nombre, aunque después
fueran reclutados principalmente fuera de Senegal.
Primas y salarios pueden atraer a los futuros soldados: pero, en la conquista de Sudán,
se procedía a menudo de otra manera. Cuando se hacía sentir la necesidad de efectivos
se abrían en los puestos (guarniciones) registros de "alistamiento voluntario".
Prevenidos, los mercaderes de esclavos llevaban sus "mercancías": el cautivo apto para
el servicio era comprado generalmente (en los años 1895-1900) por menos de 300
francos. Vendido contra recibo y firma de un "acta de liberación", el cautivo era
censado, y tras haber sido "liberado", era alistado "voluntariamente".
Otro autor precisa: "Las escenas que han seguido, el año pasado, a la toma de Sikasso,
no han sido más que la reproducción de las que siguieron al saqueo de Segou, de Nioro,
y de todas las ciudades conquistadas por nuestras armas. Nuestras columnas aumentan
de este modo incesantemente por cientos, por miles, el número de esclavos". [63]
Cuando, en la sesión de la Cámara de Diputados del 30 de noviembre de 1900, Vigné
d'Octon denuncia los horrores de la conquista de Sudán, Le Myre de Vilers, colono
convencido, le responde: "Nuestro honorable colega echa la culpa a los agentes
ejecutivos; yo por mi parte acuso a los gobiernos; ellos no pueden ignorar que enviando
tropas a varios miles de kilómetros de su base de operaciones, sin medios de transporte,
sin víveres, sin mercancías para intercambio, las t ropas están obligadas a vivir de los
vecinos, a militarizar innumerables porteadores, que siembran los caminos con sus
cadáveres". [64]
Las guerras africanas del siglo XIX estaban limitadas en sus efectos por la mediocridad
del armamento; no devastaron más que algunas regiones. Las guerras de conquista
colonial por el contrario hicieron estragos por doquier, no salvándose ni los pueblos
amigos, sustraídos a la destrucción pero arruinados casi por igual por las requisas de
granos, de ganado y de porteadores.
La cumbre del horror fue alcanzada en 1899 por la Misión Voulet-Chanoine (nombre de
los dos capitanes que la comandaban). Estos dos oficiales se habían hecho "célebres" ya
en el país Mossi (actual Burkina Faso) por sus métodos "prusianos".
Iniciado su periplo desde Sudán, deben juntarse en el lago Chad con las Misiones
Foureau-Lamy, que partieron de Argelia, y Gentil, del Congo, para asegurar la toma de
posesión francesa de la ribera norte del Chad, y realizar la continuidad de las posesiones
francesas en el continente africano. Demasiado pesada, teniendo que atravesar una
región sin recursos en víveres ni agua, la misión multiplicará las atrocidades, que
revelará en Francia un miembro de la misión, expulsado por disensiones. No citaremos
aquí más que un ejemplo: "Las patrullas deben aproximarse a los poblados, tomarlos al
arma blanca, matar a todo el que se resista, conducir los habitantes en cautividad,
apoderarse de los rebaños. El 9 por la mañana la exploración vuelve al campo con 250
bueyes, 500 ovejas, 28 caballos, 80 prisioneros. Algunos tiradores han resultado
heridos. Para 'dar un ejemplo', el capitán Voulet hace prender veinte madres, con niños
de baja edad y lactantes, y las mata con lanzas, a algunos cientos de metros del campo.
Los cuerpos fueron posteriormente encontrados por el comandante del puesto de Say".
[65]
Inquietos, menos por los procedimientos empleados y revelados por la prensa, que por
el retraso de la misión sobre el calendario previsto, las autoridades de Sudán envían al
teniente-coronel Klobb y al teniente Meynier en búsqueda de la misión para reanudarla.
Cincuenta años después, convertido Meynier en general, describe así los rastros de la
misión: "Amplias huellas en la hierba y en los senderos, objetos diversos abandonados,
etc. y, sobre todo, poblados incendiados y esqueletos humanos dispersos. En Birni
Nkoni pudimos leer en el suelo y entre las ruinas de la pequeña ciudad las diversas fases
del asalto, del incendio y de la masacre. Las zanjas habían sido rellenadas en algunas
partes para servir de fosas comunes y se veía surgir, aquí y allá, restos humanos sobre
los que se manifestaba el hambre de grandes perros enflaquecidos. Cuanto más
avanzaba la columna, más frecuentes y horribles se volvían estos espectáculos
macabros. Alrededor del gran poblado de Tibery, aparecieron los cadáveres de decenas
de mujeres ahorcadas en los bosques circundantes. O bien, en el cruce de dos pistas, se
descubría el cadáver de algún guía, sospechoso de haber querido extraviar la misión. La
impresión más penosa fue causada por el encuentro de dos cadáveres de chiquillas
(nueve y diez años) ahorcadas en una gruesa rama de árbol en el lindero del pequeño
poblado de Koran-Kalgo. En los poblados encontrados, los pozos están en casi todas
partes cegados o contaminados por montones de cadáveres que cuesta distinguir si son
de animales o de humanos". [67]
Cuando los dos oficiales alcanzan a Voulet y a Chanoine, éstos, furiosos por ser
desposeídos de su misión, mandan disparar sobre ellos: Klobb resulta muerto, Meynier
herido. Pero cuando Voulet y Chanoine informan a los tiradores que van a crear con
ellos un imperio independiente en los enclaves de sus conquistas, y que no volverán a su
casa con su botín, éstos se amotinan. Voulet y Chanoine son asesinados. El "incidente"
Será atribuido a una crisis de locura, y una vigilante censura velará durante medio siglo
para que no se hable más de este enojoso asunto.
El sistema colonial
Los colonizados son súbditos franceses, pero no ciudadanos; no votan; están sometidos
a la autoridad discrecional de los gobernadores generales, gobernadores,
administradores europeos. Decretos locales reglamentan el estatuto de estos súbditos,
conocido con el término de indigenismo. La administración local europea, puede, con
estos textos, infligir a los súbditos penas de prisión y multas, por simple decisión
administrativa, sin juicio, por motivos tan variados como la "negligencia en el pago de
impuestos", la "desobediencia a los jefes del poblado o del cantón", las denuncias
"infundadas", o incluso la "afrenta al respeto debido a la autoridad francesa". Los
gobernadores y gobernadores generales podrán por este concepto infligir penas de
deportación. El gobernador de Costa de Marfil, Angoulvant, en 1916, lamenta que la
pena capital no esté prevista, pero observa que a la vista de las estadísticas, la
deportación conducía a los mismos resultados. [68] En efecto, el envío de los
deportados de las regiones forestales a Port Etienne, en Mauritania, en pleno Sáhara, no
deja a los interesados más que una esperanza de vida reducida, e incluso se aconseja a
los notables alcanzados con esta medida que hagan su testamento antes de partir.
"La afrenta al respeto debido a la autoridad francesa" es, por ejemplo, por parte de un
nativo, el olvido de descubrirse o de hacer el saludo militar al paso de un jefe blanco (y
todos los blancos son, más o menos, ¡efes). Cuando el jefe es magnánimo, se contenta
con confiscar el sombrero del delincuente por un guardia de circunscripción, con orden
de venir a buscarlo a la oficina, donde le será restituido con algunos golpes de
manigolo, el látigo de cuero de hipopótamo, atributo obligado, aunque no previsto por
la legislación, del guardia.
Y lo es con mayor motivo, claro está, toda crítica, toda reclamación contra la autoridad.
Los súbditos están sometidos al impuesto llamado personal o de capitación, pagable por
todos, hombres y mujeres, de 16 a 60 años. La suma es global, la misma para el rico
(¡hay tan pocos!) que para el pobre, con una tarifa que varía según las regiones. En
revancha, los colonos (que hay que atraer con "ventajas") están dispensados de la mayor
parte de los impuestos exigidos en la metrópoli.
En 1929, Albert Londres evalúa el número de muertos (cuando quedaban todavía 300
kilómetros por construir) en 17.000. Observa no obstante una "mejoría", pues, según las
estadísticas oficiales, la mortalidad, de 45,20% en 1927, ¡se ha reducido a 17,34% en
1929! [70]
Otra gran obra responsable de hecatombes fue la Oficina del Níger. En su parte central,
en el actual Malí, el Níger ralentiza su curso y se extiende en múltiples brazos y lagos:
es el delta central del Níger. Se concibió la idea de habilitar esta zona en perímetros
irrigados, con el fin de crear un nuevo Egipto, dando a Francia un aprovisionamiento
nacional de algodón. La operación fue confiada a administradores y a ingenieros de
trabajos públicos, completamente ignorantes sobre suelos, sobre su reacción a la
irrigación, sobre los métodos de cultivo. En la práctica se percibió que la irrigación, tras
haber dado rendimientos inferiores a la media, acababa por esterilizar los suelos por
salinización. Se sustituyó el algodón por arroz.
Los cultivos de exportación son incentivados por diversos medios, siendo el más simple
la obligación de pagar impuestos. En regiones donde el uso de la moneda no está
generalizado, el único medio de conseguir el dinero del impuesto es el de producir y
vender productos demandados por las sociedades de comercio; productos de cultivo
como el cacahuete, el algodón, el café, o de recolección como el caucho de hierbas
(suministrado por una liana de las sabanas), muy solicitado a comienzos de siglo, el
aceite de palma, el miraguano. Los cultivadores están obligados a aprovisionar los
mercados, instalados bajo el control de la administración, y donde los comerciantes
europeos o sus agentes compran a los precios de la "cotización administrativa", precios
fijados muy frecuentemente muy por debajo del valor comercial real. Por lo demás, los
cultivadores son estafados a menudo (balances falsificados, mercancías no pagadas bajo
pretexto de mala calidad y, sin embargo, comercializadas a continuación). La exacción
es todavía más flagrante en las regiones (sobre todo en las del África ecuatorial) donde
el régimen es de "cultivos obligatorios". Es el caso del Ubangui-Chari (actual República
Centroafricana) y del Chad con el cultivo de algodón, a partir de 1929.
En las zonas algodoneras, cada contribuyente está obligado a cultivar una parcela de
algodón, de dimensión determinada y a librar los productos a compañías concesionarias
que han recibido el monopolio de la compra y del tratamiento del algodón. Bajo la
vigilancia de la administración y de los agentes de las compañías, y bajo pena de
sanciones, el campesino debe, llegado el momento, librar a los "compradores" de la
compañía el algodón requerido. El precio fijado es irrisorio. Permite, todo lo más, pagar
el impuesto. [71]
Pero este régimen no es nada en comparación al que estas mismas poblaciones fueron
sometidas a comienzos de siglo. El "Congo francés", convertido en 1910 en África
ecuatorial francesa fue, en 1899, repartido casi enteramente entre 40 compañías
concesionarias. Estas tienen, en su territorio, el monopolio de la explotación de los
recursos locales y, de facto, el del comercio. [72]
No harán casi ninguna inversión y buen número de ellas quebrarán rápidamente, tras
haber desplumado a algunos primos en Bolsa. Las que tienen alguna actividad explotan
el caucho de recolección, siendo el trabajo forzado retribuido únicamente como trabajo
de cosecha, al hacer valer las compañías que el caucho recolectado, producto de la
tierra, como concesionarios les pertenece.
El misionero explica que, los dos primeros años, las poblaciones pudieron subsistir
gracias a sus antiguas plantaciones de mandioca. Pero, poco a poco, los recursos se
agotan. Los recolectores deben trabajar cada vez más lejos de sus poblados, al escasear
las lianas de caucho en las cercanías de los poblados. "Hacia el fin de mes, se les
concedía dos o tres días para ir a abastecerse al poblado, pero las más de las veces,
volvían con las manos vacías, al no renovarse más las plantaciones... Los enfermos y los
niños pequeños (que se quedan en el poblado) morían de hambre. Yo he visitado varias
veces una región en la que los menos enfermos ultimaban a los más afectados para
comerlos; he visto tumbas abiertas donde los cadáveres habían sido sacados para ser
comidos. Niños esqueléticos rebuscaban en pilas de detritus para buscar hormigas y
otros insectos que comían crudos. Cráneos, tibias, rodaban en los accesos de los
pueblos". [73]
Las tareas del comandante de circunscripción son: el cobro del impuesto, el suministro y
la comercialización de los productos exigidos por las compañías de comercio, el
reclutamiento de los militarizados para el trabajo forzoso, y, a partir de la Primera
Guerra Mundial, el reclutamiento militar (leva de un contingente de reclutas para un
servicio militar de tres años).
El jefe de cantón, y con más razón los jefes de poblado que le están subordinados, no
goza de ninguna legitimidad, de ninguna estabilidad: "El jefe de cantón —escribe el
gobernador general Van Vollenhoven en una circular—, aunque fuera el descendiente
del rey con el cual habíamos tratado, no detenta ningún poder propio; nombrado por
nosotros, tras una elección en principio discrecional, es solamente un instrumento
nuestro". [74]
Para cobrar el impuesto, el jefe mantiene a cargo suyo un pequeño grupo de matones. Al
administrador y etnólogo Gilbert Vieillard, que reprochaba a sus notables por rodearse
de verdaderos canallas, éstos le respondían: "¿Quiere usted, responda sí o no, que
cobremos el impuesto, que suministremos individuos sujetos a prestaciones personales y
reclutas? Eso no lo conseguiremos nunca con dulzura y persuasión: si las gentes no
temen ser atacados y batidos, se burlan de nosotros". [75]
Vamos a mencionar aquí las otras dos obligaciones que tiene el jefe: suministrar los
reclutas para el trabajo forzoso; y, desde la guerra de 1914-1918, también para la quinta
(contingente fijado para cada cantón, servicio militar de tres años). La elección es
arbitraria: naturalmente, los parientes, amigos y protegidos de los ¡efes quedan exentos
en la medida de lo posible; el peso de las requisiciones y de los reclutamientos descansa
prioritariamente sobre los humildes, y en primer lugar en los antiguos esclavos.
Si los secuaces del jefe no consiguen cumplir estos objetivos, se recurre a la fuerza
armada de los guardias de circunscripción, y tanto el cobro del impuesto como el
reclutamiento de los sujetos a prestaciones como de los quintos se asemeja a la razia:
poblados cercados por sorpresa, bienes confiscados y vendidos a subasta, quintos atados
con cuerdas para ser llevados a los lugares de incorporación.
No hay más relaciones entre blancos y negros que las de patrón a subordinado.
Cualquier familiaridad, incluso con aquéllos denominados con una condescendencia
despreciativa los evolucionados, aquéllos que han ido a la escuela y se han convertido
en funcionarios, maestros, médicos, está mal vista, eventualmente sancionada.
Testimonia esta mención en el dossier de un funcionario europeo: "Frecuenta indígenas;
los recibe incluso a la mesa. No está hecho para la vida colonial".
A comienzos de siglo, la colonización había montado una red de vías férreas, quedando
inconclusa: la unión de algunas vías de penetración de la costa hacia el interior nunca
fue realizada. Estas vías férreas, de vía estrecha (separación de 1 metro en lugar del 1'44
de las vías férreas normales) eran de poca capacidad. En un principio se habían
concebido para el transporte de tropas, envío rápido de las fuerzas armadas allí donde su
necesidad se hiciera sentir. Con posterioridad, sir-vieron para enviar hacia los puertos
los productos de la tierra, y, en sentido inverso, llevar las mercancías importadas. Estas
vías férreas, como después las pistas transitables, fueron esencialmente realizadas y
luego mantenidas, mediante el trabajo forzado.
De esta forma, las tasas de mortalidad, la infantil especialmente, son muy elevadas. Es
únicamente a partir de los años veinte cuando las campañas de vacunación van a aportar
una contribución eficaz al retroceso de la mortalidad. Entre las enfermedades más
temibles, objeto de una profilaxis en masa, hay que mencionar la tripanosomiasis
(enfermedad del sueño).
Una última palabra sobre uno de los "objetivos" invocados por la colonización: la lucha
contra la esclavitud. Hemos visto como en un primer tiempo, el de la conquista, la
esclavitud, lejos de recular, conoció un nítido desarrollo. Más tarde, la prohibición del
comercio de esclavos (promulgada en África occidental francesa únicamente en 1905),
y luego la abolición de la esclavitud, no se hará realidad más que muy progresivamente.
Datos demográficos
La trata de esclavos, entre los siglos XVI al XIX, ya había debilitado demográficamente
el África. El traumatismo de la conquista le asestó un nuevo golpe, tal vez más brutal,
aunque más limitado en el tiempo. Los combates, más los excesos del transporte y de
las requisas de hombres, víveres, de rebaños, aumentan la mortalidad. Dejan
poblaciones debilitadas, más sensibles a las epidemias y a otros accidentes, sequías por
ejemplo. "El menor accidente (sequía excepcional, invasión de langosta) cobraba
dramatismo por la deducción colonial simultánea de víveres y de trabajo, sin que la
administración hubiera previsto los medios para la necesaria intervención".[79]
Ya despobladas, en las regiones del África ecuatorial francesa asoladas por los abusos
del sistema concesionario (Centro África) o por la explotación de los bosques (Gabón:
hombres adultos "militarizados" por contratos de dos años para trabajar en las
explotaciones forestales; poblados —donde no subsisten más que las mujeres, los
ancianos y los niños— "gravados" en mandioca para alimentar las explotaciones), la
caída fue todavía más masiva (del 30 al 50%). [82]
En las regiones del Sahel y Sudán, las grandes sequías de 1913-1914 y de 1930-1933,
cuyas consecuencias fueron agravadas por el contexto político-económico (guerra de
1914-1918, crisis y depresión de los años treinta) y por último la sequía de los años
1972 y siguientes, engendraron escasez y hambruna. No es hasta los años treinta cuando
se hicieron sentir los primeros efectos de la medicina de masas. El África de las
independencias ha pasado de la regresión demográfica a la explosión, pero las
consecuencias de un régimen económico heredado de la colonización ha mantenido
hasta hoy día la miseria y la desnutrición, agravadas por los conflictos internos. Pero
esto último es ya otra historia.
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[62] Citado por P. Vigné d'Octon, La gloire du sabre, París, Flammarion, 1900.
[63] Jean Rodes, "Un regard sur le Soudan", La revue blanche, 1.11.1899.
[64] Cámara de Diputados, sesión del 30.11.1900 (Annales de la Chambre des Deputés,
1900).
[70] R. Susset, La vérité sur le Cameroun et l'A.E.F., París, Éd. de la Nouvelle Revue
Critique, 1934.
[71] Ver lean Cabot, "La culture du coton au Tchad", Annales de Géographie, 1957.
[74] Citado por R. Cornevin, L'evolution des chefferies dans l'Afrique noire
d'éxpression française, Recueil Penent, n° 687, junio-agosto 1961. 200
[75] Gilbert Vieillard, "Notes sur les Peuls du Fouta-Djalon", Bulletin de l'Institut
Français d'Afrique Noire, Dakar, n° 1.
[77] Médico-coronel Farinaud: "Rapport médica 1945". Citado en Afrique noire: l'eres
coloniales, op. cit.
[80] Ibíd.
Vivimos en este inicio de siglo una etapa de extraños arrepentimientos. Los fracasos, los
dramas, los crímenes de las tres generaciones anteriores nos saltan a la cara como gatos
furiosos. ¿Hay que perder por ello todo el sentido común, toda honestidad en el análisis,
convertir los sueños de felicidad de nuestros padres y los nuestros propios, en matriz del
crimen? ¿Hay que abandonar por ello toda lucidez, todo ideal de progreso, e integrar la
cohorte de los penitentes que se flagelan en su culpa a ritmo de trompa por los pecados
de otros?
Es molestamente real que ciertos curas de Ruanda, el país más católico de Africa, han
aprobado, e incluso participado en las masacres racistas: esto no autoriza a nadie a
hablar en esta ocasión de crimen del catolicismo. Es público y notorio que la dictadura
integrista y militarista que impone su ley en Sudán desde hace diez años, ha mantenido
relaciones muy cordiales con las redes francesas de Charles Pasqua y Marchiani: esto no
puede autorizar para imputar al gaullismo la responsabilidad de la feroz guerra
conducida por el poder integrista contra los pueblos del sur de Sudán, que ha provocado
en doce años millones de muertos y de refugiados.
Por el contrario, hay una realidad innegable: el África contemporánea, de norte a sur y
de este a oeste, está insertada en los mecanismos mundiales del capitalismo. Los
dirigentes de las grandes potencias occidentales, especialmente por medio de las
organizaciones internacionales que controlan (FMI, Banco Mundial, Consejo de
Seguridad de la ONU, etc.), ejercen una vigilancia cotidiana sobre los estados de Africa.
Los precios de los productos básicos que constituyen lo esencial de las exportaciones
africanas es competencia exclusiva de los mercados financieros de Occidente, y no han
cesado de bajar a largo plazo; los productos industriales o alimentarios que el Africa
subdesarrollada debe comprar son por el contrario cada vez más caros.
Los recientes diagnósticos del Banco Mundial son incontestables en lo que concierne a
Africa: cada vez más, las economías y los estados africanos están aplastados por la
deuda, hasta el punto de sólo poder soñar con una práctica independiente. A pesar de
una tímida progresión de las exportaciones de materias primas y de los acuerdos de
reducción de la deuda, la situación de los países del Africa subsahariana continúa
deteriorándose. Su deuda representa como media un 170% de sus exportaciones
(1.000% en Mozambique, 600% en Costa de Marfil).
Según las Listas de la deuda publicadas por el Banco Mundial, de los 40 países
excesivamente endeudados, 33 están en el Africa subsahariana. El Magreb no es más
agraciado: en Argelia, la relación deuda-ingresos de exportación es del 308%, en
Marruecos del 247%, en Egipto del 214%. Numerosos expertos del Banco Mundial, del
Fondo Monetario Internacional, pueden incluso darse el lujo de reconocer que muchas
de estas deudas no podrán ser reembolsadas jamás: el continente africano y sus pueblos
deben continuar aplastados por el peso de la deuda. Esta es para las grandes potencias
financieras y políticas más un arma política que fuente de beneficios: el monto total de
las deudas del Africa subsahariana (223.000 millones de dólares) apenas supera el 10%
del total mundial. Pero permite imponer a los gobiernos africanos los planes de ajuste
estructural, es decir, controlar sus orientaciones políticas, económicas y socia-les
(austeridad para los servicios públicos y privatización de riquezas). Mejor todavía, el
dominio del capitalismo mundial es en el Africa de 1998 más fuerte que en la era
colonial. La mayoría de los poblados del Africa occidental francesa vivían en 1930 en
una quasi autarquía comunitaria, y no sentían el peso de la autoridad colonial más que
por el trabajo forzado y el impuesto. A finales del siglo XX, ¡el campesino de Costa de
Marfil o senegalés sabe que el precio de su cosecha de cacao o de cacahuetes depende
de las Bolsas occidentales!
En este mundo regulado por las leyes del mercado mundial, donde sólo se invierte en
función del beneficio esperado (en Africa útil, según la terminología de los financieros),
la red de intereses capitalistas tiene sus relevos locales, impregnados con el credo
"liberal", aptos para propagarlo y hacerlo respetar por los pueblos que los sufren, que
cobran de los beneficios que derivan del sistema: éstos fueron tiempos (de 1960 a 1990)
de feroces y brutos militares, como Bokassa en la República Centroafricana, o Amín
Dadá en Uganda, de tiranos corruptos como Mobutu en Zaire, y muchos otros. Ellos
deben las riquezas que acumularon y su longevidad política únicamente al multiforme
apoyo de las potencias de Occidente, en nombre del anticomunismo. Algunos de ellos
sobreviven todavía, como Eyadema en Togo, mantenido con el apoyo francés a una
política de represión despiadada.
Los nuevos dirigentes del capitalismo mundial, que sienten como el suelo africano se
mueve bajo sus pies, están por demás dispuestos a no reparar en medios, a sostener
relevándose a dirigentes adscritos a ideologías muy variadas, con tal de que aseguren lo
esencial, la estabilidad política, la obediencia a las leyes de mercado... y los planes de
ajuste estructural. Aquí, un antiguo marxista convertido; allá, un ex miembro de las
guerrillas de los años sesenta; en otro sitio un integrista confesado: el FMI es muy
"plural", sólo espera de ellos la capacidad de hacer respetar a sus pueblos la necesidad
del beneficio capitalista. Desde el alba de las independencias africanas, el capitalismo
ha sido el contexto de algunas de las peores masacres colectivas del siglo XX.
En 1966, comienza en Nigeria la guerra de Biafra. Esta antigua colonia británica, la más
poblada del Africa subsahariana, había rechazado federarse en un único país de variados
pueblos: su unidad, tanto como su petróleo, podían hacerle esperar la salida del
subdesarrollo. Era no contar con los apetitos de las grandes sociedades capitalistas y su
capacidad para manejar el separatismo. El etnicismo que oponía a los ibos del este con
los yorubas, mayoritarios en Lagos, desemboca en la proclamación por los primeros de
la República de Biafra, deseosa de guardar para ella solamente los beneficios de los
campos petrolíferos. Si las petroleras británicas (BP, Shell) sostienen el Estado federal,
el Biafra de Ojukwu es ayudado, e incluso alentado en su obstinación militar, por sus
concurrentes, que ven la ocasión de extender su zona de influencia. La Francia de De
Gaulle y Foccart, sus aliados africanos, Houphouet-Boigny de Costa de Marfil y Bongo
de Gabón, toman partido por los separatistas, organizan los aprovisionamientos de
armas y mercenarios: el SDECE y Bob Denard forman parte de la aventura.
Imágenes de la guerra de Biafra
En este palmarés del crimen contra los pueblos africanos, retengamos en la memoria lo
anteriormente expuesto sobre Sudán y Ruanda. Sudán, vasto país punto de encuentro
entre el Africa musulmana arabizada y el Africa negra animista o cristiana, sufre desde
hace 30 años los odios étnicos, el autoritarismo militar y el integrismo. Hay que tener
bien en cuenta que estos males han sido suscitados, alimentados por el anticomunismo.
El régimen integrista al que Francia ayudó tanto tiempo (en virtud de lo cual entregó a
Carlos, terrorista jubilado) nada en sangre en el sur del país desde su nacimiento; las
cifras avanzadas por la ONU y ONGs como Amnistía Internacional son espantosas:
1.300.000 muertos en diez años, 3 millones de desplazados, millones de desnutridos,
etc.
Exiliados huyendo del régimen integrista y genocida de Jartum
Mientras se impone al pueblo de Jartum, cada vez más reticente, su ley en nombre del
Islam, el poder militar-integrista suministra armas y municiones a la guerrilla de los
integristas cristianos (Ejército de Resistencia del Señor) que asola el norte de Uganda
aterrorizando a los lugareños; demostración implacable, si todavía fuera necesaria, de
que los integrismos no son movimientos religiosos, sino manipulaciones políticas de lo
religioso. ¿Pero habrá que esperar al previsible desplome del actual régimen de Sudán
para que desaparezcan los hipócritas apoyos que le tributan ciertas redes francesas que
se creen todavía en la era de Fachoda? El dossier elaborado sobre el tema por Pax-
Christi France en junio de 1995 era aplastante y sigue estando parcialmente de
actualidad.
¿Cómo olvidar finalmente el largo martirio del pueblo de Africa del Sur bajo el régimen
racista del apartheid a partir de los años 1960? El apartheid es ya en sí mismo un
crimen, pues reposa en el racismo legalizado, en la desigualdad "genética" erigida en
ley, y en el rechazo de la democracia teorizado en principio político. Es necesario
todavía recordar que la República Sudafricana del apartheid era el ejemplo perfecto del
capitalismo en Africa, dirigido por una burguesía cuyo nivel de vida superaba el de sus
homólogos franceses, gracias a la sobreexplotación de la mano de obra negra en minas y
campos. Capitalismo local, pues, regulando la economía de la única potencia industrial
al sur del Sáhara, pero sostenido durante toda la Guerra Fría por los EEUU y las demás
potencias occidentales, en nombre de la lucha contra la influencia soviética. Incluso
después de 1977 y de las múltiples decisiones de embargo contra el apartheid de la
Asamblea General de la ONU, las sociedades multinacionales (Shell), los estados
occidentales, entre ellos Francia, suministraron al poder racista de Pretoria las armas, la
tecnología nuclear, el petróleo que le faltaban. Todavía peor, si ello es posible: el 29 de
marzo de 1988, Dulcie September, representante de los comba-tientes de la ANC
sudafricana en Francia, era asesinada en París. La justicia francesa dio carpetazo no
recurrible al dossier en 1992. Seis años más tarde, en el Africa del Sur liberada, la
Comisión Verdad y Reconciliación se interrogaba sobre la ayuda que habrían podido
aportar algunos miembros de los servicios secretos franceses a los asesinos, mientras
Dulcie se disponía a denunciar los proyectos de suministro por parte de Francia al
Gobierno de Pretoria de misiles tierra-aire Mistral.
Así hasta la rendición del poder blanco en 1990, asfixiado por el levantamiento popular
y el debilitamiento del apoyo americano, y la victoria electoral de la ANC en 1994. No
hay nada definitivamente cerrado en África del Sur, enfrentada con la pesada herencia
de un apartheid todavía inscrito en las desigualdades sociales; y la burguesía liberal,
blanca o negra, sueña más con servir de relevo al capitalismo estadounidense en África
que con progresos sociales. El futuro del continente está en juego.
Por último, más allá de estas periódicas masacres colectivas, el capitalismo es todavía
más directamente responsable en África de las consecuencias dramáticas que competen
al crimen cotidiano: pobreza masiva, decadencia de los servicios públicos más
elementales, analfabetismo en aumento desde hace diez años, paro mayoritario en los
centros urbanos, que se llenan de vagabundos, son patrimonio común de la mayoría de
los estados sometidos a la ley de hierro del endeudamiento y de los planes de ajuste
estructural que les impiden cualquier desarrollo industrial endógeno. Algunas de las
heridas del Africa que a menudo pasan como sus atributos exclusivos en las simplistas
imágenes ofrecidas por las televisiones occidentales son el fruto directo de las
relaciones Norte-Sur en el marco del capitalismo mundial y africano.
Ahora bien, estos conflictos armados están ligados, intrínsecamente, a las armas
vendidas por toda Africa a los diversos beligerantes, gobiernos o grupos armados por
los traficantes de todo pelaje, en cuya primera fila figuran los estados, como Francia o
los Estados Unidos, grandes productores de ingenios de muerte de todo género. La
producción y la venta de armas de fuego, desde los misiles tierra-aire a la metralleta
cuyo precio permite comprarla a los más pobres, es una exclusividad de las firmas
industriales de Occidente, que obtienen miles de millones de dólares de beneficio
anualmente. En Africa, las únicas armas producidas lo son por Africa del Sur y Egipto;
incluso este último sólo sirve a menudo como parada comercial. Y el Gobierno de
Mandela continúa este negocio mortífero con sólo un poco de pudor, atrapado como
está entre su necesidad de divisas y sus objetivos de moral internacional.
La constatación, en cualquier caso, es clara: las guerras, y las hambrunas por ellas
ocasionadas, atenazan a Africa únicamente a causa del comercio de armas, sustancioso
tráfico en provecho de los productores occidentales, mecanismo capitalista inherente a
las relaciones Norte-Sur contemporáneas. ¿Se ha remarcado suficiente-mente que,
curiosamente, los planes de ajuste estructural impuestos a los estados africanos por el
FMI exigían siempre una drástica reducción de los gastos de salud y educación, pero no
de los pertrechos militares? Elf supo muy bien financiar en 1997 a las milicias que
tomaron el poder en Brazzaville, al precio de unos 10.000 muertos.
No se puede poner de relieve toda la cuantía de esta lógica del mercado mundial
capitalista en el dolor africano actual. Pongamos fin a este recorrido con un ejemplo
ilustrativo, recalcado en el informe de la OMS y de la ONU sobre el sida publicado el
26 de noviembre de 1997. En el Africa subsahariana, el 7'4% de los hombres y mujeres
entre 15 y 49 años están infectados por el virus. Son 2'4 millones en África del Sur, del
25 al 30% de los adultos en Bostwana. Por todos lados, la esperanza de vida, que había
aumentado en casi 15 años entre 1960 y 1990, disminuye nuevamente.
Inglaterra pudo imponerse en América Latina durante la primera mitad del siglo XIX, a
pesar de las pretensiones de otros candidatos deseosos de obtener su parte de influencia
en la región: Francia y los Estados Unidos.
Los Estados Unidos, por su parte, intentarán en vano, durante la primera mitad del siglo
XIX, disputar la hegemonía inglesa. Se contentarán, a falta en esos momentos de los
medios para una política más ambiciosa, con la absorción de territorios adyacentes a la
costa Este. No había llegado todavía la hora de los Anschluss y de las intervenciones
militares.
Ello tuvo lugar a partir de 1835, cuando la ola expansionista norteamericana engulló la
mitad de los territorios pertenecientes a México. Texas se escindió en 1835 y formó
parte de la Unión desde 1848. El mismo año, California y Nuevo México eran anexados
por los Estados Unidos. Estos se harán ceder Oregón, en el noroeste, en 1846, por
Inglaterra, y comprarán Alaska a Rusia en 1867.
Hacia el final del siglo XIX, esta política de expansión permitió la formación de un
vasto territorio, y, tras la Guerra de Secesión --que desvió la atención y los esfuerzos de
los norteamericanos en los problemas internos--, los Estados Unidos van a dedicarse a
establecer su dominio político y económico en América Latina, sustituyendo la
hegemonía inglesa y compro-metiéndose en un proceso de desarrollo y de
industrialización que les colocará en el siglo XX a la cabeza de los países capitalistas.
El proceso de expansión territorial de los Estados Unidos comenzó a fines del siglo
XVIII. Siendo elástica la frontera hacia el Oeste, adquirieron diversos territorios entre
1792 y 1821. [84] El proceso todavía se prosiguió hacia el oeste y el sur, donde la
voracidad de la Unión engulló grandes extensiones del Medio Oeste obtenidos por la vía
de la cesión o de la compra de territorios a las potencias europeas. Compra y cesión
hechos a espaldas de las poblaciones autóctonas, los pieles rojas, que fueron expulsados
y/o exterminados. Es así como los Estados Unidos consiguieron acrecentar de manera
significativa su territorio inicial.
Un vasallo del rey de España, Pedro Menéndez de Avilés, fundó la villa de San Agustín
en septiembre de 1565. Esta península fue ocupada a su vez por los ingleses entre 1763
y 1783. En cuanto a los Estados Unidos, afirmaban que la frontera sur llegaba hasta el
paralelo 31°, pero España ocupaba hasta el paralelo 33°, y había una seria disputa sobre
el Mississippi, cuya navegación estaba cerrada por el monopolio que España ejercía
sobre el tráfico del río.
En 1811, aprovechando la presencia de las tropas de Napoleón en España, el Congreso
norteamericano votaba una resolución en la que declaraba su intención de ocupar
Florida para quedarse en ella.
Algunas semanas más tarde, el presidente Monroe, en su mensaje anual a la nación, iba
a fijar las directivas que debía adoptar la diplomacia de los Estados Unidos frente a las
ambiciones manifestadas por las potencias europeas con respecto a las naciones
hispanoamericanas. Se trataba de lo que fue llamado después la Doctrina Monroe.
Por otra parte, en los textos que aparecerán durante el decenio de los cuarenta, comienza
a manifestarse la idea justificadora del expansionismo yanqui, que los publicistas de la
época, escritores y parlamentarios, llamaron el Manifest Destinity.
Los partidarios del Manifest Destinity, por supuesto no decían ni pío sobre la suerte
reservada a los miles de negros que vivían en el territorio de la Unión, para los que el
destino manifiesto se manifestaba justamente bajo la forma de una esclavitud
vergonzosa.
Las instrucciones de Adams y Clay tendían a actuar en razón del mantenimiento del
status quo. Con respecto a Cuba, las directivas a los delegados norteamericanos decían:
"Ninguna potencia, ni siquiera España, tiene tanto interés como los Estados Unidos en
la suerte futura de esta isla. Nosotros no deseamos ningún cambio sobre su posesión ni
sobre su situación política. No veremos con indiferencia su traspaso a otra potencia
europea. No queremos tampoco que sea cedida o agregada a un nuevo Estado
americano". [90]
La desmembración de México
Texas, un territorio más extenso que Francia, había pertenecido siempre, desde la
llegada de los conquistadores, a la Corona de España, y después al México
independiente. Las autoridades coloniales mantenían un control relativo, gracias a la
acción combinada de las guarniciones militares y los misioneros católicos en lo que
fueron los presidios. Desde el siglo XVIII se habían instalado familias españolas en
Texas. Pero, hacia 1817, comenzó a aparecer un proceso de infiltración (hoy se llamaría
"inmigración clandestina"): yanquis, alemanes, polacos, incluso oficiales y soldados del
Ejército de Napoleón fueron expulsados por las autoridades tras encontronazos con la
católica población española.
En 1835, en el momento en que fue aprobada en México una nueva constitución —que
iba a ser el origen de un conflicto interno entre federalistas y centralistas—, el colono
yanqui Stephan Austin proclamó la independencia de Texas. Los Estados Unidos
aprovecharon esta ocasión que favorecía sus objetivos expansionistas. Enviaron barcos
con armas y municiones desde Nueva Orleans.
Por su parte México se propuso hacer respetar su soberanía y envió al célebre general
Santa Ana. Tras algunos éxitos de los ejércitos mejicanos en San Patricio, Encinal del
Perdido y El Alamo, que los periódicos presentaron a la opinión pública de los Estados
Unidos como la derrota de una causa sublime, Santa Ana fue vencido el 21 de abril en
San Jacinto. Hecho prisionero, fue obligado a firmar un acuerdo leonino (Convenio
Público) en Puerto Velasco, el 14 de mayo de 1836, donde se convino que los mejicanos
se retiraban de Texas hasta la orilla sur del Río Bravo. El acuerdo preveía que "todas las
propiedades particulares, incluyendo caballos, esclavos negros, propiedad del Ejército
mejicano o puestos al servicio de este ejército serían conducidas al comandante de las
fuerzas tejanas". [91]
Las tropas tejanas, mejor equipadas, impusieron un acuerdo que, doce años más tarde,
iba a jugar un papel importante en la desmembración de más de la mitad de los
territorios mejicanos. El apoyo norteamericano a los aventureros tejanos será
confirmado en los años cuarenta por el presidente John Tyler, que declaró a propósito
de la separación de Texas de México: "La sola posibilidad de que la esclavitud pueda
ser abolida en los territorios vecinos, debe ser un motivo suficiente para anexionarlos".
En 1845, Texas entró en la Unión como Estado esclavista. La campaña electoral llevada
a cabo por el sucesor de Tyler, James Polk, presidente de los Estados Unidos entre 1846
y 1850, había sido: "Anexión de Texas. 54°/40' o muerte". (Aludía a la frontera yanqui
y a los territorios arrancados a México.)
Una vez engullida Texas, el Anschluss siguiente fue practicado sobre otras dos grandes
provincias mejicanas: Nuevo México y California. Texas, ex provincia mejicana,
comenzó a reclamar a Nuevo México algunos territorios que desde siempre habían
pertenecido a México, siendo apoyado en su demanda por los Estados Unidos. Más
tarde, una vez anexado Texas por la Unión (1845), fue el propio Gobierno
norteamericano el que impulsó la guerra de conquista.
California —la presencia en ella de un subsuelo rico en minerales auríferos iba a ser
pronto descubierta—tenía una débil población (unos mil norteamericanos solamente), y
sufrió varios ultrajes: una "expedición científica" armada, enviada por el presidente
Polk, y en enero de 1843 el desembarco de tropas bajo el mando de un oficial de la
marina que ocupó "por error" el puerto mejicano de Monterrey en California, que debió
reembarcar ante la firmeza de las autoridades mejicanas.
El pretexto buscado por los Estados Unidos fue facilitado por una escaramuza entre dos
patrullas fronterizas de los ejércitos respectivos, el 24 de abril de 1846, en el caserío de
Carricitos, en territorio mejicano. Polk anunció algunos días después, en el Congreso,
que México había invadido el territorio de los Estados Unidos y derramado sangre
norteamericana.
La guerra iba a ser pronto declarada y sólo algunas voces eminentes se elevaron para
condenar el Anschluss proyectado. Entre ellas, Abraham Lincoln, representante de
Illinois: "Creo que el presidente está profundamente convencido de encontrarse en una
posición incorrecta, que sabe que la sangre de esta guerra, como la de Abel, le acusa".
[92]
Las hostilidades duraron hasta 1848, fecha en la que México debió firmar el Tratado de
Guadalupe Hidalgo. En diez años México había sido amputado de la mitad de su
territorio. En los años siguientes, apareció el oro en California, y posteriormente
comenzó la explotación del petróleo y el gas de Texas. Esto contribuyó de modo
importante al desarrollo de los Estados Unidos.
Pero una de las consecuencias más importantes será el secular resentimiento y rencor de
los mejicanos frente a esta expoliación que marcará, de manera indeleble, la relación
entre estos dos países. Por otra parte, el sentimiento antiyanqui, latente entre los
latinoamericanos, nació de estas tierras mejicanas usurpadas. A un presidente mejicano
le gustaba utilizar un viejo dicho impregnado de fatalismo, cuando quería hacer
comprender la particular situación geográfica de su país, fuente de desgracia para su
pueblo: "Tan lejos de Dios, y tan cerca de los Estados Unidos".
Las preocupaciones de los Estados Unidos durante una gran parte del siglo XIX fueron
dirigidas hacia la resolución de los problemas internos; ocupación y colonización del
Oeste, controversia sobre el esclavismo, destrucción de los enclaves precapitalistas a
causa de la Guerra de Secesión, desarrollo de la agricultura. Se abstuvieron de participar
en conflictos directos con las grandes potencias. Esto es cierto para sus relaciones con
Europa. Pero en lo concerniente a los países de América Latina, los Estados Unidos han
practicado, desde el comienzo, una política intervencionista. Estas intervenciones e
injerencias no se limitaron a los países vecinos, sino que también se dieron, por medio
de intervenciones militares o el envío de expediciones armadas, en la lejana América del
Sur. La expedición naval al Paraguay en 1858-1859 es un ejemplo de ello.
La expedición a Paraguay
Paraguay presentó sus excusas, culpable de haber hecho respetar su soberanía sobre su
propio territorio. Indemnizó a la familia del marinero yanqui muerto durante el
enfrentamiento de Itapiru y debió aceptar, bajo la amenaza de la fuerza, el tratado
propuesto por los Estados Unidos.
Los filibusteros
Hacia la mitad del siglo XIX, el conflicto de intereses por el control del Caribe que
oponía a Gran Bretaña con los Estados Unidos se agravó. Los dos países fueron
inducidos a firmar el Tratado Clayton-Bulwer por el que las partes contratantes
declaraban trabajar por la construcción de un canal interoceánico en territorio
nicaragüense, sin tener en cuenta a Nicaragua. Se reconocían mutuamente prerrogativas
en su futura utilización y afirmaban no tener ninguna intención de construir
fortificaciones ni "de ocupar Nicaragua... ni de ejercer dominación sobre ningún
territorio de América Central".
Nicaragua vivía, en los años cincuenta del siglo XIX, como muchos estados de la
región, en medio de continuas guerras civiles. En 1854, un conflicto entre liberales y
conservadores degeneró en conflicto internacional: los liberales llamaron a mercenarios
yanquis en su ayuda. Había llegado la hora de los filibusteros. Entre ellos, William
Walker, encarnizado partidario de la esclavitud y de su extensión en América Central,
intentó apoderarse de Nicaragua, proclamándose presidente en 1856. Pese a la
neutralidad oficial anunciada por los Estados Unidos, un emisario de Walker fue
recibido por el presidente Franklin Pierce, pero los países de América Central pusieron
fin a la aventura.
Sin embargo el fin de siglo marcó el ascenso del poder de los Estados Unidos en el
mundo. Enzarzados en su Guerra de Secesión en los años sesenta, exigieron poco
después la salida de las tropas francesas de México. Querían ser los únicos dueños en
América Central y conseguir hacer del Caribe un nuevo Mare Nostrum. Se suele datar
en el final del siglo XIX la voluntad de expansión norteamericana que se traduciría en
una política exterior activa. Sin embargo, esta voluntad de expansión, como hemos
visto, existía desde mucho antes a expensas de las naciones latinoamericanas. Lo que sí
es cierto, es que es a fines del siglo XIX, cuando los Estados Unidos invirtieron el
escenario internacional, reemplazando en América Latina el papel hegemónico
desempeñado hasta entonces por los ingleses. Estos se habían convertido en una gran
potencia industrial y habían arribado a una fase imperialista que en adelante disputaría
su parte en los asuntos mundiales a las otras potencias.
Algunos autores señalan el papel jugado en la nueva política exterior de los sucesivos
gobiernos de la época por Alfred Mahan, autor de La influencia del poderío marítimo
en la historia. Mahan, en este libro, recordaba la superioridad de los imperios marítimos
sobre las potencias terrestres a lo largo de la historia. Desde esta perspectiva, se
revelaba indispensable la constitución de una potente marina de guerra, ligada a la
posesión de bases y de vías marítimas y fluviales. Anticipando esta teoría que iba a estar
en boga a lo largo del siglo, el presidente Ulysses Grant presentaba, en mayo de 1870,
un proyecto al Senado para la compra de Santo Domingo, considerado como un punto
estratégico en el Mare Nostrum yanqui. El proyecto deja aparecer un interés que se
remonta bien lejos y que será una obsesión permanente de los gobiernos
norteamericanos: apoderarse de Cuba.
En su proyecto, Grant afirmaba que Santo Domingo era una nación débil, mientras que
sus territorios eran ricos, "los más ricos existentes bajo el sol, capaces de albergar en el
lujo a diez millones de seres humanos. La adquisición de Santo Domingo nos conviene
por su posición, nos daría el control sobre todas las islas de que os he hablado. La
adquisición de Santo Domingo es una medida de seguridad nacional; se trata de
asegurar el control del tráfico comercial de Darién (Panamá) y de resolver la
desgraciada situación en que se encuentra Cuba". [94]
Desde las entrañas del monstruo, y ante los proyectos de anexión de Santo Domingo y
de Cuba, se alzaba en Nueva York la pluma del apóstol de la independencia cubana,
José Martí, el 21 de marzo de 1889. Martí enviaba una explicación periodística al The
Manufacturer en la que estigmatizaba a los cubanos sin dignidad que llamaban a la
anexión pura y simple de la isla por los Estados Unidos: "Ningún cubano digno puede
desear ver a su país unido a otro. Los que han hecho la guerra y han estado exiliados.
Los que han edificado con su trabajo, un hogar, los ingenieros, profesores, periodistas,
abogados y poetas, no desean la anexión por los Estados Unidos y desconfían de los
elementos funestos que, como gusanos en la sangre, han comenzado su obra de
destrucción". [95]
Los Estados Unidos, imbuidos de un sentimiento nacionalista muy fuerte, era la época
del jingoísmo, [96] llegaron incluso a considerar una intervención en el lejano Chile. En
efecto, en 1891 tuvo lugar el incidente del Baltimore en Valparaíso. El Baltimore era un
navío de guerra yanqui de 4.600 toneladas que acababa de ser construido en Inglaterra.
Tenía la reputación de ser "el barco más rápido del mundo". Se encontraba frente a las
costas chilenas desde abril de 1891, durante la guerra civil que había estallado contra el
presidente Balmaceda, siendo su misión proteger a los súbditos norteamericanos.
El 16 de octubre de 1891, estalló una riña de borrachos en un barrio de Valparaíso, entre
marineros yanquis y trabajadores portuarios. Como resultado de la pelea general, varios
marineros resultaron heridos a puñaladas. Se contabilizaron dos norteamericanos
muertos. Pues bien, de una riña completamente banal, los Estados Unidos hicieron un
conflicto internacional, culpabilizando al nuevo Gobierno chileno que, sostenido por
Londres acababa de ganar la guerra civil contra el presidente Balmaceda, y adoptaron
una actitud arrogante que el Gobierno chileno juzgó inaceptable.
Así, tres años después, en 1895, se produjo un conflicto fronterizo entre Venezuela y el
Gobierno colonial de Georgetown, en la Guyana británica. Ante los preparativos
bélicos británicos, los Estados Unidos advirtieron a Gran Bretaña que no tolerarían una
intervención. Y el secretario de Estado del presidente Cleveland instruyó en ese sentido
a su embajador en Londres, afirmando que los derechos de los Estados Unidos nacían
de "sus infinitos recursos".
Desde 1868, los patriotas cubanos habían tomado las armas contra el poder colonial
español. Vencidos tras diez años de combates, recomenzaron la guerra en 1895. Habían
cosechado éxitos en la guerra. La victoria y la independencia estaban a su alcance. Es
cuando los Estados Unidos se apresuraron a intervenir.
Las inversiones yanquis en las plantaciones de azúcar y en las minas de la isla eran
importantes, y los dirigentes de los Estados Unidos no tenían reparo en decir
públicamente que, para ellos, el azúcar cubano era de una importancia vital, como el
trigo y el algodón de la India y de Egipto para Gran Bretaña.
El pretexto encontrado esta vez, fue la explosión del Maine en La Habana, que provocó
la muerte de más de 250 miembros de la tripulación. Nada probaba la implicación de
España (posteriormente se ha sabido que se trató de una explosión accidental), pero el
presidente Mc Kinley, empujado por la histeria jingoísta, declaró la guerra a España el
21 de abril de 1898.
Izda.: el acorazado Maine poco antes de su hundimiento; Dcha.: el ejército americano
en Cuba.
La misma fue de corta duración. La flota española fue aniquilada en Santiago de Cuba y
las tropas yanquis desembarcaron en Cuba. Entre los rough riders que ocuparon la isla,
se encontraba Theodore Roosevelt, futuro presidente de los Estados Unidos que llegaría
a convertirse en paladín de la política de intervención y del Big Stick.
Por el Tratado de París (10 de diciembre de 1898), España cedía Puerto Rico y Filipinas
a los Estados Unidos. La guerra entre España y los Estados Unidos marcó la violenta
irrupción de estos últimos como uno de los principales actores en el escenario
internacional. En contrapartida, para España, fue el último episodio del progresivo
eclipsamiento internacional, que la conduciría a replegarse en sí misma. Cuba,
convertida teóricamente en independiente, fue sometida a la autoridad del gobernador
militar yanqui, Leonard Wood, jefe de las fuerzas de ocupación, que se quedarán por
tres años. El propio Wood convocó a una asamblea constituyente. Fue entonces
introducida una enmienda redactada por el senador de Connecticut, Orville Platt, a pesar
de la oposición de varios constituyentes que consideraban que se trataba de una
intromisión inaceptable que violaba la soberanía y la independencia de Cuba.
La Enmienda Platt era la demostración flagrante del grado de vasallaje en que había
sido sumida Cuba. El 23 de mayo de 1903, fue incorporada a la Constitución. Será
solamente en 1934 cuando sean modificadas algunas cláusulas. Veamos algunas perlas:
artículo 1: "El Gobierno de Cuba no firmará ningún acuerdo que permita a un gobierno
extranjero obtener, para objetivos navales o militares, una parte de la isla". El artículo
1II era particularmente humillante: "El Gobierno de Cuba consiente en que los Estados
Unidos puedan ejercer el derecho de intervenir para preservar la independencia de Cuba
(¡sic!) y la salvaguarda de un gobierno adecuado para la protección de la vida, la
propiedad". El artículo VII le otorgaba el derecho para instalar bases militares en
territorio cubano. Guantánamo es, en la actualidad, la prueba viviente de una época
supuesta-mente caduca.
El ministro de Asuntos Exteriores argentino, Luis María Drago, dirigió entonces una
nota al Departamento de Estado, que más tarde hizo jurisprudencia y fue adoptada por
la Conferencia de La Haya en 1907, en la que solicitaba prohibir el recurso a la fuerza
como medio de cobro de los créditos contraídos por un Estado. Había nacido la
Doctrina Drago.
Un año después, Roosevelt, que había sido jefe de la policía de Nueva York, advertía en
su mensaje anual a las naciones latinoamericanas que tenía pensado no aplicar la
Doctrina Monroe, es decir, no impedir las acciones punitivas de las potencias
extranjeras en el continente: "Si alguna República del Sur comete un error contra una
nación cualquiera. La Doctrina Monroe no nos obligaría a intervenir para impedir el
castigo de la falta, salvo para impedir que el castigo se transforme en ocupación del
territorio".
La secesión de Panamá
Pero, a pesar de los esfuerzos norteamericanos, fue Luciano Bonaparte Wyse, nieto de
Luciano Bonaparte, quien, entre 1878 y 1880 obtuvo para los franceses de la Sociedad
Civil Internacional, el privilegio exclusivo para la ejecución y la explotación a través de
su territorio de un canal marítimo entre el Atlántico y el Pacífico. El presidente de los
Estados Unidos, Rutherford Hayes, amenazó y declaró querer abrir otro canal en
Nicaragua. Advertía a la comunidad internacional reclamando "el derecho a ejercer un
protectorado exclusivo sobre el canal que los franceses proyectan abrir en territorio
colombiano". Wyse convencerá a Fernando de Lesseps, el constructor del canal de Suez
en 1869, de encargarse de los trabajos, financiados por un empréstito lanzado por la
Compañía Universal del Canal Interoceánico.
Pero, en los años siguientes, estalló un gran escándalo financiero que, unido a algunos
errores técnicos cometidos en la perforación del canal, provocaron en febrero de 1889 la
quiebra de la compañía. Fue entonces cuando intervino un aventurero francés,
liquidador de la compañía, Philippe Bunau-Varilla, que intentó vender a los Estados
Unidos los derechos de la concesión del canal. Al mismo tiempo, Gran Bretaña liberaba
a estos últimos de los compromisos adquiridos en el Tratado Clayton-Bulwer, que de
este modo pudieron redactar un proyecto de tratado con Colombia (Tratado Herrán-
Clay), que debía ser ratificado por el Congreso de Bogotá.
Tres años más tarde, Theodore Roosevelt recibía el premio Nobel de la Paz. En 1936,
Roosevelt (Franklin) hizo algunos retoques al tratado. El jefe de la Guardia Nacional, el
coronel losé Antonio Remón, consiguió obtener de Eisenhower algunas modificaciones
en 1955. Después, Kennedy aceptó que la bandera panameña fuera izada al lado de la
bandera yanqui, lo que no impidió en 1964 que tuvieran lugar enfrentamientos entre
tropas yanquis y estudiantes panameños, provocando más de veinte muertos y un
centenar de heridos. El coronel Omar Torrijos negociará en 1977 con Carter el fin del
dominio yanqui sobre el canal y la recuperación de la soberanía del mismo por Panamá
para el año 2000. Remón y Torrijos murieron en dos misteriosos accidentes de aviación.
Intervencionismo en el Caribe
La zona del Caribe fue un lugar privilegiado donde concentraron las intervenciones
armadas norteamericanas. En 1901, fue realizada la primera intervención del siglo en
Nicaragua, y en 1903, como se ha visto, en Panamá. El canal abrió una nueva vía al
Manifest Destinity.
En Nicaragua, el presidente José Santos Zelaya, del Partido Liberal, estaba en el poder
desde 1893. Había conseguido desembarazarse de los ingleses en la costa atlántica e
intentó interesar a los japoneses en la construcción de un canal interoceánico. Los
Estados Unidos juzgaron esta actitud como un desafío y armaron a los conservadores
que se habían sublevado contra Zelaya y desembarcado en Bluefields. Este dimitirá, al
igual que su sucesor, José Madriz. La presidencia recayó entonces en Adolfo Díaz, un
ex empleado de la compañía minera yanqui Fletcher. Sin embargo, en 1912 estalló una
revuelta —dirigida por los liberales— y el presidente Taft envió 1.700 marines para
proteger al presidente conservador, Adolfo Díaz. Se quedarán hasta 1925.
El Salvador fue ocupado en 1921 y Honduras en 1924. La injerencia yanqui llegó a tal
punto que la designación de un presidente hondureño se hizo, en aquellos años, a bordo
del acorazado norteamericano Tacoma. ¿Precedente del futuro juramento prestado en
1989 en Panamá, en una base naval yanqui, por el "presidente" Endara?
Desde fines de los años veinte, los capitales norteamericanos ejercieron un predominio
incontestable en la región. La presencia de capitales yanquis tenía su corolario en una
política imperialista que, como hemos visto, se manifestó en varias ocasiones a lo largo
de esos años. Las nuevas intervenciones en México fueron un ejemplo de ello.
Entretanto, Wilson había sucedido a Taft e hizo desplegar navíos de guerra sobre las
costas mejicanas. Es así como el 16 de abril de 1914 se produjo un incidente entre
soldados mejicanos y marinos yanquis, descendidos ilegalmente a tierra. Fueron
dirigidas a los mejicanos exigencias de reparación inaceptables y, al expirar el
ultimátum, 50 navíos de guerra que llevaban 23.000 hombres se presentaron en
Tampico. El 20 tuvo lugar el desembarco en Veracruz. Pese a una resistencia
encarnizada, las tropas yanquis consiguieron apoderarse de la ciudad y echar mano a
ocho millones de dólares que se encontraban en las arcas de las aduanas. El mismo día,
el presidente Wilson se dirigía al Congreso para pedir su aprobación "para que las
fuerzas armadas de los Estados Unidos puedan ser empleadas contra el general Huerta y
obtener del mismo el reconocimiento de nuestros derechos".
Cinco años más tarde, en 1919, Woodrow Wilson recibía, también él, el premio Nobel
de la Paz. Y cuando en 1924, el general Obregón designó a su sucesor, Elías Calles, una
parte del ejército no aceptó esta decisión y se sublevó. Calles ejerció una dura represión
y contó con el apoyo de las tropas yanquis para aplastar esta rebelión, así como la de los
"cristeros", que eran sublevados contra las medidas tomadas por Calles contra la Iglesia,
y que durante tres años (1926-1929) hicieron frente al ejército.
La intervención en Haití
Uno de los hombres de negocios más importantes era Roger Farharm. Vicepresidente
del Banco Nacional, de la Railroad de Haití, era también funcionario del National City
Bank. Jugó un papel de primera plana en el conflicto que enfrentó al Gobierno de
Davilmar Theodore (después, en 1915, al de Vilbrun Guillaume Sam) con los banqueros
yanquis y dirigió la campaña que provocó la intervención militar norteamericana.
Fue Capperton en persona quien dio luz verde para la designación de Sudre
Dartiguenave. El 11 de agosto se convertía en presidente por un periodo de siete años.
Tres días después, el proyecto de acuerdo con los Estados Unidos era sometido a los
diputados y senadores. Las condiciones eran en tal modo humillantes para Haití que en
el seno de esta sumisa asamblea surgieron voces de protesta: "Según las declaraciones le
sus agentes, el Gobierno de los Estados Unidos –en nombre de la humanidad– ha
efectuado una intervenión humanitaria en nuestro país y, con sus bayonetas, sus cañones
y sus acorazados, nos ha presentado un proyecto. Pero ¿qué es este proyecto? Un
protectorado impuesto a Haití por mister Wilson". [103]
Los campesinos haitianos fueron las primeras víctimas de la llegada de los propietarios
que compraban y desarrollaban nuevas plantaciones. Esto, añadido a la represión
sistemática en los campos realizadas por las fuerzas de ocupación, provocó un
verdadero éxodo de campesinos hacia Cuba: de 23.490 en 1915, el número pasó en
1930 a más de 30.000. Otro flujo migratorio se dirigió hacia Santo Domingo.
En agosto de 1925, los marines abandonaron el país después de trece años de ocupación.
Dos meses después, Emiliano Chamorro despojaba al presidente Carlos Solorzano, pero
debió entregar el poder al antiguo presidente Adolfo Díaz, el ex empleado de una
compañía minera yanqui y hombre de confianza del Departamento de Estado, que
volvió así a la presidencia.
Uno de los jefes liberales, Augusto César Sandino, se opuso y ganó las montañas del
norte. El 10 de enero de 1927, el presidente de los Estados Unidos Calvin Coolidge, en
su mensaje anual, explicaba que la intervención yanqui se había hecho necesaria porque
"tenemos en la actualidad grandes inversiones en las serrerías, las minas, las
plantaciones de café y de bananos. Si la revolución continuaba, las inversiones
norteamericanas se verían seriamente afectadas".
Entre 1932 y 1935 tuvo lugar la sangrienta Guerra del Chaco. Un viejo conflicto sobre
el trazado de las fronteras entre Paraguay y Bolivia se enconó cuando la compañía
yanqui Standard Oil creyó descubrir, en territorio boliviano, lo que parecía ser un rico
yacimiento de petróleo. Por su parte, la compañía anglo-holandesa Royal Dutch hacía
un descubrimiento parecido en el Chaco paraguayo.
Los dos países se entregaron a una campaña chauvinista, alentada en ambos lados por
las compañías petroleras. La guerra estalló en 1932 y fue particular-mente cruel. El
armisticio concluido en junio de 1935 obligó a Bolivia a hacer recular sus fronteras 300
kilómetros y la existencia de petróleo en el Chaco para-guayo se reveló ilusoria. Más de
130.000 paraguayos y bolivianos se mataron entre sí, empujados por la histeria
chauvinista y el apetito voraz de las compañías petroleras.
Imágenes de la Guerra del Chaco
Únicamente Chile y Argentina rechazaron plegarse. Hubo que esperar a 1944 para que
el Gobierno argentino rompiera con Alemania y Japón, lo que provocó un golpe de
estado, organizado por militares inconformes ton esta decisión.
La de Perón era una política nacionalista que chocaba con los intereses norteamericanos
y los Estados unidos se encarnizaron en hacerle la vida imposible. El embajador yanqui
en Buenos Aires, Sprulle Braden, un hombre de la compañía petrolera Esso, dirigió una
campaña abiertamente antiperonista. Sostenido por comunistas, intervino en la campaña
presidencial en curso, publicando un Libro Azul en el que acusaba a Perón de nazi.
Perón respondió en un Libro Azul y Blanco, donde afirmó que los Estados Unidos
querían "instalar un gobierno de ellos, un gobierno títere, y para ello han comenzado por
asegurarse el concurso de todos los colaboracionistas disponibles".
Por su parte, por medio del embajador Braden, la Casa Blanca no se mordía la lengua:
"La mayoría del pueblo argentino ha sido siempre demócrata y contrario a las ideas
totalitarias, el Gobierno sigue el modelo alemán de 1933". El resultado de las elecciones
dio una larga mayoría a Perón, y el diario Saturday Evening Post, comentando la
política de intervención en los asuntos internos argentinos llevada a cabo por el
Departamento de Estado, escribió: "Es una prueba de la esquizofrenia política que mina
el prestigio y la influencia norteamericana. El pueblo argentino ha respondido como
habría respondido cualquier pueblo cuando algunos extranjeros se sienten autorizados a
indicarle qué política debe seguir".
El guatemalazo
La Guerra Fría acrecentó la paranoia de los Estados Unidos, que veían la mano de los
comunistas detrás de cada huelga o manifestación. La política de "contención" había
sido enunciada por Truman y la Casa Blanca se desvelaba en enfrentar la expansión
comunista por el mundo. En 1944 en Guatemala, una revuelta de estudiantes,
campesinos y oficiales, deponía a los hombres de Washington vinculados a la poderosa
United Fruit (Mamita Yunai, como la llamaban los guatemaltecos).
Era no contar con la reacción de la poderosa Mamita Yunai, de Foster Dulles, secretario
de Estado y de su hermano menor, Allen, jefe de la CIA. En plena Guerra Iría, agitaron
el fantasma del comunismo, y en la Conferencia Panamericana de Caracas (marzo de
1954), Foster Dulles intentó asimilar la presencia de los comunistas en cualquier
gobierno del hemisferio con una 'agresión extracontinental".
Pero los Estados Unidos sólo veían la mano del comunismo detrás del Gobierno de
Arbenz, y la conferencia aprobó una declaración que iba en la dirección deseada por
Dulles. Desde el mes de mayo, comenzaon los vuelos yanquis sobre Guatemala.
Después ocurrieron los bombardeos de Puerto Barrios y Puerto San José.
Izda.: el presidente Arbenz y su esposa; Dcha.: Castillo Armas (en el centro) realizando
los preparativos del golpe.
Se produjo el desembarco de los mercenarios de Castillo Armas y poco después Ciudad
de Guatemala cayó en manos de los "libertadores", mientras un joven médico argentino
de veintiséis años, Ernesto Guevara, intentaba desesperadamente organizar la defensa
del gobierno legal de Arbenz. La primavera guatemalteca había concluido. Desde su
llegada al poder, Castillo Armas abrogó la reforma agraria y demás medidas tomadas
por Jacobo Arbenz.
Bahía de Cochinos
Las últimas intervenciones tendentes a volver todavía más difícil la situación económica
en Cuba (Ley Torricelli, 1992) prevén sanciones económicas contra los países que la
presten asistencia: prohibición de comerciar con Cuba a las filiales de compañías
norteamericanas en terceros países, y prohibición de recalar en un puerto yanqui para
los barcos que hayan tocado puertos cubanos en los seis últimos meses.
El golpe de estado contra el presidente Joao Goulart, inauguró una serie de golpes de
estado en los que los Estados Unidos aparecían directamente implicados. El Gobierno
de Goulart había manifestado su voluntad de luchar contra las miserables condiciones
en que se encontraban miles de sus compatriotas. Anunció el derecho al voto para los
analfabetos y su intención de favorecer una ley de reforma agraria.
Los Estados Unidos habían intervenido y ocupado Santo Domingo de 1916 a 1924.
Rafael Leónidas Trujillo, hombre de confianza de los norteamericanos, se había
adueñado del poder en 1930. Comenzó así la Era Trujillo, con sus secuelas de muertes,
torturas y exacciones.
El Bienhechor, dictador megalómano, únicamente comparable por su desmesura en este
siglo, con otro protegido de Washington, Anastasio Somoza, permaneció en el poder
más de treinta años con el beneplácito de los Estados Unidos.
El dictador resultó muerto en un atentado en 1961 y uno de sus fieles, Joaquín Balaguer,
reconvertido en demócrata de toda la vida, fue promulgado entonces presidente. Una
sucesión de golpes y contragolpes de Estado se terminó con un llamado a las primeras
elecciones verdaderamente democráticas en diciembre de 1962. Fue Juan Bosch, un
demócrata exiliado durante veinticinco años quién consiguió el triunfo fácilmente.
No se produciría ni un solo desorden, ni un solo incidente, ni un solo vidrio fue roto esa
noche y el pueblo chileno festejó, con sobriedad, su victoria. Pero en los barrios altos,
en las casas acomodadas y a la sombra de los espesos muros de la embajada de los
Estados Unidos, los que habían acusado desde siempre a la izquierda de ser portadora
de barbarie, afilaban ya sus cuchillos.
Las instrucciones de Nixon eran, como ya se ha dicho, precisas: debía hacerse todo lo
posible para impedir llegar al poder a Allende, incluida una acción orno la que se había
emprendido en Santo Domingo. Nathaniel Davis, embajador de los Estados Unidos en
Chile ante el Gobierno Allende, dejó planear la duda sobre el proyecto de asesinato de
éste por la CIA.
Sin embargo, Allende fue designado por el Congreso y gobernó durante tres años.
Aplicó el programa prometido: nacionalización del cobre, de la banca, del nitrato, de los
teléfonos, de los seguros, reforma agraria, etc. Pero Chile hacía frente a un complot
invisible, un "Vietnam silencioso", afirmó el poeta Pablo Neruda que, esgrimiendo su
arma, la pluma, escribió Incitación al Nixonicidio.
El plan, apoyado desde el exterior, desestabilizó el país y condujo al golpe de estado del
11 de septiembre de 1973. Navíos de la marina yanqui, el Richard Turner, el Tattersall,
el Vesol y el submarino Clamagore, se encontraban ese día oportunamente delante de
las costas chilenas para participar en las maniobras navales Unitas. En unas horas, los
militares franquearon el estrecho tabique que separa la civilización de la barbarie.
Allende se inmolaba en su palacio en llamas.
La contrarrevolución victoriosa pudo entonces restaurar el capitalismo sobre bases
nuevas, hundiendo el país durante diecisiete años en una sangrienta dictadura que se
propuso "extirpar para siempre el cáncer marxista". De este modo, millares de
opositores fueron arrestados, torturados, asesinados y/o considerados desaparecidos.
Desde 1989 se inició una transición democrática, cuando el dictador Pinochet fue
obligado a convocar un plebiscito. Vencido, debió ceder su puesto, en 1990, a un civil
elegido democráticamente, aunque quedándose como comandante en jefe del ejército
hasta 1998, cuando aceptó su pase a retiro en el Senado, ese mismo Senado que
clausuró en 1973.
La intervención en Nicaragua
El 19 de julio de 1979, las tropas del FSLN entraron en la liberada Managua. Dos días
antes, Anastasio Somoza Debayle, heredero de una dinastía fundada por su padre en
1936, se daba a la fuga. El Gobierno sandinista se encontró entonces ante la inmensa
tarea de tener que reconstruir un país devastado.
Aplicó una reforma agraria, redistribuyó las tierras, desarrolló una vasta campaña de
alfabetización, todo ello luchando, desde los primeros meses, contra los ex guardias de
Somoza que se concentraban en la frontera hondureña.
En esta Pequeña cintura de América Latina, como la llamó Pablo Neruda, se jugó en los
años ochenta, una parte de la dignidad de América Latina. Carlos Fuentes, el célebre
escritor mejicano, lo decía a su manera en México, en una manifestación de apoyo a
Nicaragua: "La guerra del tiempo... la guerra que nos concierne a todos, es librada por
los nicaragüenses en nombre de todos... La guerra que se hace a Nicaragua se encubre
con pretextos ideológicos... Pero ellos quieren restaurar o crear la democracia, ellos que
durante siglo y medio sólo se han preocupado de sus privilegios... Se exige de
Nicaragua que se convierta en lo que ninguna nación de América Latina puede ser: una
democracia como los Estados Unidos, algo que jamás se le había pedido a Somoza, o
que nunca se les pediría a los contras en el poder".
La invasión de Granada
Sin miedo al ridículo, el presidente Reagan llegó a contar, muy seriamente, que la
intervención había sido decidida "tras una petición urgente", procedente de cinco países
del Caribe, cuyo peso en el escenario internacional se podía calcular: Antigua,
Barbados, Dominica, Santa Lucía, San Vicente.
La enmienda del senador De Concini añadía una cláusula que tendía a garantizar a los
Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente en el canal: "Si el canal fuera
cerrado o sus operaciones impedidas los Estados Unidos tendrán el derecho de tomar
medidas incluyendo la utilización de la fuerza militar". [107]
Torrijos entonces escribió a Carter y éste se comprometió a "no utilizar esta enmienda
como justificación legal para una eventual nueva intervención en Panamá". Torrijos
murió en 1981 en un misterioso y nunca dilucidado accidente de aviación. Los
panameños le reconocen el mérito de haber conseguido arrancar nuevos acuerdos sobre
el canal, en condiciones extremadamente difíciles.
Una orden de detención fue lanzada contra él. Al mismo tiempo, las tropas yanquis
estacionadas en la zona del canal se entregaron a provocaciones y a acciones de
intimidación contra la población que, en gran parte, sostenía a Noriega. El 20 de
diciembre de 1989, Bush --algunos días después de Malta, donde había brindado con
Gorbachov, celebrando el final de la Guerra Fría-- lanzaba la operación Causa justa.
Izda.: destrucción causada por los bombardeos estadounidenses en Panamá; Dcha.:
imagen de civiles muertos por la intervención norteamericana.
Y las tropas yanquis, sin preocuparse de justificaciones legales, invadieron una vez más
Panamá, utilizando miles de soldados, la aviación y helicópteros. Pero la Guardia
resistió, al igual que los barrios populares donde habían sido distribuidas armas. Fueron
bombardeados por los soldados de la Causa justa, única manera de terminar con la
resistencia que encontraba la invasión. Se contabilizaron más de 2.000 muertos en los
escombros de los barrios bombardeados.
En 1971, Jean Claude Duvalier, Baby Doc, había sucedido a su padre, Francois
Duvalier, Papa Doc, en el poder desde 1957. Baby Doc fue derrocado en 1986, y se
instaló en Francia, una vez que el gobierno del primer ministro Laurent Fabius le hubo
acordado una autorización de residencia. Encontró un refugio muy confortable en la
Costa Azul, donde pasa desde entonces sus días de jubilación forzosa. El general Raul
Cendrás, jefe de la junta que derribó al padre Aristide en septiembre le 1991, había
perpetrado el golpe de estado número 172 desde que Haití accedió a la independencia en
1804, hace casi dos siglos.
Christophe Wargny escribió, en 1996, con Pierre Mouterde, un libro que lleva el
sugestivo título de Apre bal tambou lou: cinq ans de duplicité americaine en Haiti,
1991-1996, donde demuestra la acción combinada contra Aristide, no exenta de
contradicciones, por los Estados Unidos, los militares, la oligarquía haitiana y el
Vaticano. Este último, estaba opuesto al padre Aristide, a causa de su compromiso con
la teoría de la liberación.
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[85] Carlos Machado, Documentos, Estados Unidos y América Latina, Editorial Patria
Grande, Montevideo, 1968.
[86] Ibíd.
[87] Ibíd.
[88] Ibíd.
[89] Ibíd.
[90] Ibíd.
[95] Ibíd.
[96] Término inglés sinónimo de "chauvinismo patriótico".
[103] Ibíd.
[104] "Somoza puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta."
[105] Davis Nathaniel, Los dos últimos años de Salvador Allende, Plaza y Janés,
Barcelona,1986
[106] Ibíd.
[107] Conte Porras Jorge, Del Tratado Hay-Bunau Varilla, al Tratado Torrijos-Carter,
Impresora Panamá, 1982.
¿Qué ha sido del sueño del que Martín Luther King hablaba en 1963, en Washington,
ante 250.000 personas negras y blancas entremezcladas? El sueño de una América
multicolor a1 fin desembarazada del racismo, de la pobreza y de la explotación. Hoy, 35
años más tarde, su sueño no ha sido todavía realizado, y los afroamericanos se
encuentran en una situación todavía peor que en 1963, peor que antes de la aprobación
de 1a Ley sobre los Derechos Cívicos arrancada en 1964.
Las luchas de los afroamericanos por 1a recuperación de sus derechos cívicos duraron
más de 40 años para concluir con una victoria, al menos en los textos, hacia 1970,
gracias a la acción, desgraciadamente muy a menudo desordenada de Malcom X, de
Martín Luther King, de los Panteras Negras, de los juristas del NAACP, de los liberales
blancos y negros, y de los radicales del Partido Demócrata.
Tras los asesinatos de Malcom X en 1965 y de Martin Luther King en 1968, sobre los
cuales planea la sombra del FBI, una represión despiadada ha aniquilado casi por
completo la revuelta de los años setenta de los afroamericanos y de otras minorías. Fue
una verdadera guerra secreta contra 1a disidencia interna conducida por el FBI y 1a
CIA, en el marco del Programa COINTELPRO (Counter Intelligence Program), una
ofensiva disimulada pero masiva contra las organizaciones y grupos de izquierda, el
Partido Comunista, los movimientos pacifistas, los negros, los estudiantes, y otras
fuerzas democráticas. Este programa tenía como objetivo "desenmascarar, desmembrar,
desestabilizar, desacreditar o neutralizar", matándolos sí era necesario, a los dirigentes,
los miembros o los simpatizantes de estos grupos. La aplicación de este plan, dirigido
por el director del FBI, Hoover, que declaró que los Panteras Negras eran "la mayor
amenaza que pesaba sobre 1a seguridad nacional", se saldó, entre septiembre de 1968 y
diciembre de 1969, con el asesinato por la policía de catorce dirigentes de los Panteras y
el encarcelamiento de cientos de militantes, algunos de los cuales todavía están en
prisión, amenazados con acabar allí sus días.
Desde los años setenta el beneficio de una legislación duramente conseguida, destinada
oficialmente a poner término a la exclusión racial, ha quedado anulada por una
estrategia gubernamental de cerco físico y de enclavamiento económico que acarrea una
verdadera decadencia de la vida social en los guetos.
Esta estrategia, inaugurada en 1980 por Ronald Reagan, y proseguida por sus sucesores
Bush y Clinton, ha reducido significativamente los presupuestos de ayuda social, de
educación, de salud, de construcción de viviendas y de renovación urbana. Los
afroamericanos han pagado masivamente los costes de este desmantelamiento. Un 35%
de las familias negras se sitúan hoy por debajo del umbral de pobreza (contra el 6% de
las familias blancas). Como medía, los ingresos de una familia negra representan el 58%
de los de una familia blanca, ¡cifra inferior a 1a de 1967!
La tasa oficial de paro entre los afroamericanos se estableció en dos veces la tasa medía
nacional, cuyo modo de cálculo está puesto en entredicho (¡5'5%!). En realidad, la tasa
de los negros debe situarse alrededor del 25%. Para los jóvenes negros entre 16 y 19
años, esta tasa se eleva al 57%. ¡En 1967, era del 26'5%! En 1a actualidad, en Harlem,
el 75% de los jóvenes está sin empleo. Acentuando todavía más 1a guerra contra los
pobres, Reagan redujo a la mitad 1a duración de las prestaciones de desempleo, a 13
semanas en lugar de 26. La esperanza de vida para un hombre negro es de 69 años,
contra 76 para un blanco. La tasa de mortalidad infantil entre los negros es de 16'5 por
cada mil contra 8'1 entre los blancos.
Afroamericanos pobres en Nueva York
Los más desposeídos, cientos de miles de familias, se ven privados poco a poco de las
ayudas sociales sin las cuales —como los subsidios de welfare o los food stamps
creados por Kennedy en 1961 y que todavía subsisten—no pueden sobrevivir. De este
modo, se estima que 12 millones de niños en los Estados Unidos no consumen la
cantidad mínima de calorías necesarias. Al privar al Gobierno federal de los fondos
necesarios, la administración Reagan-Bush ha retirado a la autoridad central la gestión
del welfare. Así, es extraordinario constatar como hoy día en los Estados Unidos, la
salud, las jubilaciones, las guarderías, la educación, la renovación de los centros urbanos
y la vivienda social son negocios privados en manos de los trusts (Corporate welfare).
Finalmente, hemos asistido en el curso de los últimos años a una ofensiva puramente
racista. Así, los negros, súper explotados desde siempre, que han constituido un
subproletariado sobre el que se cimentó la riqueza de las finanzas blancas, son hoy
designados como la causa de las dificultades de América. Los raquíticos subsidios que
algunos perciben para sobrevivir son expuestos como primas a la pereza, que se deleitan
presentándola como congénita entre los negros. El gobierno se apoya en esta
propaganda racista para justificar los programas tendentes a eliminar poco a poco las
conquistas de los derechos cívicos. Es así como prácticamente han terminado con el
busing y con la integración escolar, o con la acción afirmativa, que estaba destinada a
asegurar la igualdad de oportunidades en la educación y en el empleo a las víctimas de
las discriminaciones de ayer y de hoy.
El confinamiento de los afroamericanos en los guetos entra bajo el ámbito del Artículo
II-C de la Convención Internacional para la Prevención y la Represión del Crimen de
Genocidio, ratificada por los Estados Unidos, que estipula: "En la presente Convención,
el genocidio se entiende como cualquiera de los actos siguientes, cometidos con la
intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso
como tal. Artículo II-C: Sumisión intencional del grupo en condiciones de existencia
que vayan a acarrear su destrucción física total o parcial".
Casi todas las familias negras del gueto sólo subsisten gracias al welfare, la ayuda
pública, que es un factor esencial en el desmembramiento de las familias negras, al
mismo tiempo que un instrumento de opresión. Con el welfare, "se llega a ser esclavo
de la peor especie, el esclavo que reclama cadenas".
Y el hambre reina a menudo en estos hogares desprotegidos. ¿Cómo vivir con tres
dólares diarios cuando una hamburguesa cuesta dos? No existe cobertura social en los
Estados Unidos. Los presupuestos sociales, ya recortados por la administración Reagan,
han sido todavía disminuidos más por sus sucesores, Bush y Clinton. Harlem, por
ejemplo, es el lugar del mundo con la criminalidad más elevada. La delincuencia se
expande, porque la supervivencia en el gueto es una lucha cotidiana. Se mata seis veces
más que en el resto de Nueva York o de Chicago. Y en la mayor parte de los crímenes,
no se conocerán nunca los móviles ni los autores. Los hombres negros se arriesgan siete
veces más que un blanco a ser víctimas de un crimen. Un hombre negro que viva en
Harlem tiene menos posibilidades de alcanzar los 65 años que un habitante de
Bangladesh. "Según los estudios, usted duerme menos, tiene más posibilidades de ser
obeso y de sufrir de hipertensión. Esto no es debido solamente a la pobreza. Su vida
más corta y penosa es debida en gran medida a las ansiedades causadas por el hecho de
ser negro en América". [109]
A propósito de las revueltas de Los Ángeles en abril de 1992, la editorial del New York
Times del 7 de mayo de 1992 afirma que "los incendios de Los Ángeles iluminan con
una luz cruda y nueva la manera en que América dispara sobre ciertos enclaves. Peor
todavía, América dispara sobre personas: sobre una generación de jóvenes negros".
La droga
La droga ha sido siempre en las manos del hombre blanco un instrumento de opresión
de las demás razas. El ejemplo más conocido es la importación en China del opio de la
India, que provocó la famosa Guerra del Opio (1839-1842) entre Inglaterra y China,
cuyo gobierno quería prohibir el tráfico de opio. Una vez vencida China, el dominio de
Inglaterra fue facilitado por un régimen corrupto y, sobre todo, por el envenenamiento
organizado de todo un pueblo por medio de la droga.
En nuestros días, Harlem, por ejemplo, posee ocho veces más drogadictos que el resto
de la aglomeración de Nueva York. En 1a actualidad, el 40% de los crímenes tienen
relación con la droga. Los afroamericanos de Harlem han sustituido a la cocaína y 1a
heroína por el crack, ese derivado barato de la cocaína de efectos vio-lentos e
inmediatos.
Esta droga, que actúa sobre el cerebro, produce una euforia seguida de un estado
depresivo, de irritabilidad, de ansiedad y de psicosis paranoica. Siguen luego enfisemas
pulmonares y una sobredosis puede provocar un infarto, un aumento del ritmo cardiaco
y de la presión sanguínea; el toxicómano sufre alucinaciones, tiene la impresión de que
su cuerpo es recorrido por un ejército de insectos. Sufre también anorexia y pérdida de
peso. Finalmente sobreviene la muerte.
Heroína
En los guetos la droga está en todas partes. El rápido aumento del suministro de crack
ha provocado la caída del precio del sobre, de 40 dólares en 1988 a un precio que oscila
entre los 3 y los 10 dólares en la actualidad. Esta baja ha provocado una afluencia de
consumidores de débiles recursos económicos. Además, esta cocaína traficada, que se
consume sin jeringa, aleja el miedo al sida. En el Estado de Nueva York, más de un
tercio de los consumidores de crack son afroamericanos, aunque sólo constituyen el 14'6
de la población total del Estado.
Los afroamericanos representan el 50% de los adeptos a las drogas absorbidas por
inyección intravenosa, estimados en 1'2 millones, de los que aproximadamente 300.000
sufren del sida. En el Estado de Georgia, los afroamericanos de sexo masculino
constituyen 8 de cada 10 (79%) de los casos atribuibles únicamente al uso de drogas por
inyección intravenosa, mientras representan el 43% de todos los casos de sida en
Detroit, en abril de 1987 suman el 76% de todos los casos de sida debidos al uso de
drogas intravenosas.
Los afroamericanos constituyen un porcentaje desproporcionado (27%) de todos los
casos de sida revelados por el Center for Disease Control de Atlanta. Los niños
afroamericanos e hispanos representan aproximada-mente el 80% de todos los niños
afectados por esta enfermedad en los Estados Unidos. Dos tercios de todos los casos de
negros infectados están concentra-dos en Nueva York, Nueva Jersey y Florida. Éstos
tienen tres veces más riesgo de contraer el sida que los blancos. Las miserables
condiciones de vida y también 1a falta de defensas inmunológicas de los negros afecta-
dos por el sida, explican la rápida propagación actual de la tuberculosis en los guetos.
Los bebés-cocaína
Uno de cada cinco niños negros que nacen hoy en el gueto es un drogadicto. Lo es
incluso antes de nacer. Le ocurre durante el embarazo, en el vientre de su madre que se
droga, consumiendo crack lo más frecuentemente. La toxicomanía tiene efectos directos
y múltiples en el embarazo. Un niño de cada diez que nacen en Harlem tiene un peso
inferior a la media. En la maternidad del Gran Hospital de Harlem, de cada 3.000
nacimientos, la tasa de niños de pecho drogadictos es del 15%. Se les llama los bebés-
cocaína. Prematuros en dos meses, pesan 600 gramos menos que los otros niños de su
edad y tienen tres veces más posibilidades de morir en el transcurso de sus primeros
años. En este mismo establecimiento, 1a tasa de abortos naturales es dos veces más
elevada que la media". [111] "El crack daña el feto que se está desarrollando mucho
más que 1a heroína o que las demás drogas duras". [112]
El bebé-cocaína que escapa a 1a mortalidad infantil sufrirá durante toda su corta vida
los efectos directos y múltiples de la toxicomanía sobre el embarazo: epilepsia, parálisis,
malformaciones, retardos motores y mentales, agitación febril, incapacidad para
comunicarse...
"Los bebés-cocaína corren el riesgo de ser víctimas de la muerte súbita quince veces
más que los demás niños. Pero para ellos la muerte es quizás la mejor opción. Para
muchos de los bebés-cocaína que sobreviven, la primera experiencia de su vida es 1a
agonía causada por 1a falta de cocaína. Sufren horriblemente. Son tan sensibles que no
se les puede manipular ni alimentar normalmente. Mueven sin cesar sus miembros,
buscando un alivio. Ni siquiera los más endurecidos médicos especialistas pueden
soportar los aullidos insoportables de estos bebés. "Nunca en mi carrera médica he visto
un sufrimiento como el causado por la cocaína", declaró el director de 1a maternidad del
Hospital General del Distrito de Columbia al Wall Street Journal". [113]
El genocidio
La droga se ha extendido como una epidemia en los guetos negros americanos. ¿Esta
banalización es fruto del azar? A esta pregunta planteada a tres miembros del Consejo
de la Ciudad de Detroit, tristemente célebre por sus guetos, se obtuvieron las siguientes
respuestas: "Es una industria capitalista y un medio de acción sicológica". "La droga es
en primer lugar una fuente de ingresos. Pero ha sido introducida en la comunidad negra
para luchar contra el movimiento a favor de los Derechos Cívicos. Es una nueva forma
de esclavitud, como lo fue el siglo pasado el alcohol entre los indios. Es necesario
constatar que, sí bien también hace estragos entre los blancos, entre ellos permanece
más controlada". Tras haber evocado las causas sociales de la toxicomanía. Un tercer
electo local añade: "Pero no se puede olvidar que la droga permite mantener tranquilo al
pueblo". [114]
Palabras de Leonard McNeil, del American Friends Service Committee, obtenidas luego
de una conferencia sobre el crack en el Distrito Tenderloin de San Francisco, el 27 de
abril de 1990 y referidas por Recovering Issue el 18 de junio de 1990: "Pero el crack,
sumado a la corta esperanza de vida entre los hombres negros, 1a elevada tasa de
mortalidad infantil, el desproporcionado porcentaje de negros encarcelados o muertos
por 1a policía, los homeless, los desempleados, 1a vida en medio de desechos tóxicos, el
sida y la falta de estructuras de salud, muestran la evidencia de una ofensiva deliberada
contra las minorías".
El Gobierno federal estima que en el año 2000, podría haber de uno a cuatro millones de
niños expuestos al crack en los Estados Unidos. Y que al menos 100.000 vivirían en los
cinco barrios de Nueva York.[116] Un artículo aparecido el 21 de abril de 1990 en el
Oakland Tribune muestra sin ambigüedad que la guerra contra 1a droga se ha
convertido en una guerra contra la comunidad afroamericana. [117]
Guerra del gobierno estadounidense contra la comunidad afroamericana
En agosto de 1996, el periódico californiano San Jose Mercury News publicó una
resonante investigación efectuada por el reportero del diario, Gary Webb, acusando a la
CIA de estar en el origen, durante los años ochenta, de la introducción del crack, la
cocaína del pobre, en los guetos negros de las ciudades americanas. Titulado Oscura
alianza, y rápidamente difundido en el sitio web del diario, la investigación acusaba a
traficantes de droga nicaragüenses de haber introducido en el mercado, en Los Angeles,
grandes cantidades de crack para financiar, en connivencia con 1a CIA, la resistencia de
los contras al régimen sandinista. La misma provocó una emoción considerable en la
comunidad negra que ocasionó la apertura de una investigación interna de la CIA.
A pesar de esta voltereta (¿espontánea?) del San José Mercury News, se ve claro que,
como piensan numerosos sociólogos y militantes afroamericanos, el comercio de crack,
de la cocaína y de la heroína, así como el SIDA, son otros tantos elementos de una
conspiración secreta e inconfesable por parte del gobierno y de la CIA para exterminar a
una gran parte de la población negra.
Brutalidades policiales
Esto ocurre en un país en que la opinión general considera que el hecho de ser de origen
africano es ya en sí un crimen, donde la comunidad negra en su con-junto es
considerada como predispuesta al crimen, y el sistema de justicia criminal se dedica no
a reducir la criminalidad sino a detener y condenar a un número cada vez mayor de
"criminales".
Desde 1968 hasta hoy, el sistema judicial ha sido utilizado sistemáticamente para
justificar los asesina-tos cometidos por las fuerzas de la ley y el orden contra los
miembros de las minorías. Recordemos solamente algunos ejemplos: más de treinta
militantes del partido de los Panteras Negras han sido asesinados por la policía o por
individuos que han actuado instigados por ella, como se ha probado posteriormente.
Todos estos asesinatos, que necesitaban una coartada legal, fueron clasificados como
"homicidio justificado" (incluido el asesinato de Fred Hampton, que resultó muerto de
un balazo en la cabeza disparado a bocajarro mientras dormía).
"Éstos son vuestros inventos, tío: las cadenas y los palos. Vosotros los habéis inventado
hace cuatrocientos años y los seguís utilizando hasta el día de hoy. Vosotros los habéis
inventado. Pero sólo representan una fracción de vuestra barbarie, tío. Vosotros habéis
utilizado el árbol y la soga para ahorcar al negro. Vosotros habéis utilizado el cuchillo
para castrarlo mientras luchaba con la cuerda para encontrar su hálito. Vosotros habéis
utilizado el fuego para que se retorciera todavía más, porque el ahorcamiento y la
castración no eran diversiones suficientes para vosotros. Después, habéis utilizado otra
cosa —otro de vuestros inventos—, esa cosa que llamáis la ley. Ésta estaba escrita por
vosotros y para vosotros y los de vuestra ralea, y cualquier hombre que no sea de
vuestra ralea debía transgredirla tarde o temprano". [121]
Consecuencia de esta justicia racista, es que cerca de 1a mitad (48%) de las 1.630.940
personas que pueblan las penitenciarías, las prisiones del Estado y las municipales, son
negros afroamericanos, mientras que no representan más que el 12% de 1a población.
Existe la misma proporción de negros entre los 3.350 condenados a muerte que están
actualmente en el corredor de la muerte. Se encarcela mucho más a los negros en los
Estados Unidos que en África del Sur en tiempos del apartheid: 3.109 cada 100.000
contra 729 en África del Sur. [123]
La policía detiene siete veces más a menudo a los negros y once veces más a menudo a
las negras. Los acusa respectivamente siete y doce veces más a menudo. Los hace
condenar ocho y catorce veces más a menudo. Obtiene condenas de privación de
libertad ocho y dieciocho veces más a menudo. Y les condena a prisión diez y catorce
veces más a menudo que a los blancos y a las blancas. Un afroamericano es interpelado
mientras un blanco no 10 sería en las mismas circunstancias; se pide al negro una fianza
que se sabe bien que no podrá pagar. Se encuentra entonces en prisión, alejado de los
suyos, sin medios para pagarse un abogado; no puede preparar su defensa y está
obligado a aceptar un abogado de oficio que ni siquiera tiene tiempo para estudiar su
dossier, suponiendo que tenga intención de hacerlo. En el caso más frecuente, es
presentado a un juez blanco, un fiscal blanco y a un jurado blanco, y va a parar a
prisión. La justicia racista le condenará a una muy larga pena por un delito real o
inventado, por el que muchos blancos habrían sido absueltos o condenados a una pena
de cárcel mucho más liviana.
Un estudio gubernamental de 1979 revelaba que un negro de cada cinco iría a la cárcel
en el curso de su vida. Esto se ha agravado después y, hoy, esta proporción está próxima
a uno de cada cuatro. El número total de afroamericanos en los Estados Unidos que han
ido a la cárcel es de cerca de tres millones, casi la población de Chicago.
En febrero de 1990, un estudio llevado a cabo por el Sentencing Projet, una asociación
de abogados de Washington D.C. demostró que la delincuencia negra, aliada al racismo
del sistema judicial americano, tenía como consecuencia que un joven negro entre 20 y
29 años sobre cuatro estaba entre rejas, en libertad bajo palabra o en libertad vigilada.
Este estudio concluía que una generación entera de negros corría el riesgo de ser
excluida para siempre de la vida activa. Una generación sacrificada. ¿Cómo no ver en
esta política de segregación de la sociedad de los afroamericanos un aspecto de la
aplicación del genocidio limitado?
Más de la mitad de las muertes de prisioneros en los estados del nordeste de los Estados
Unidos en 1991 eran causados por el sida, según la Oficina de Estadísticas Judiciales.
En el ámbito nacional, el 28% de los 1.863 presos muertos en prisión eran víctimas del
sida. En Nueva Jersey, el 69% de las muertes de detenidos estaban ligadas al sida, así
como el 66% en Nueva York, el 44% en Florida, el 33% en Maryland y el 30% en
Carolina del Norte y en Massachusetts.[124]
El Center for Disease Control and Prevention de Atlanta, en Georgia, índica que los
casos de sida están aumentando en las prisiones americanas. 5.279 presos estaban
afectados de sida en 1994, es decir, 5'2 casos por cada 1.000 presos, casi seis veces el
porcentaje de la población general adulta, que es de 0'9 por 1.000. [125]
El Crimen Bill
"Este Crimen Bill, que comprende igualmente una disposición llamada Three stricks
and you're out ("tres golpes y estás eliminado", una regla del béisbol) y miles de
millones de dólares para las prisiones y la administración penitenciaria, es tan
draconiano que ni Reagan ni Bush habrían podido adoptarlo. En su esencia, el proyecto
es un programa de empleo público que moviliza para los trabajadores blancos más de
30.000 millones de dólares. Vemos aquí un programa social sin parangón que refleja
claramente la evolución socio-política y económica de los Estados Unidos". [126]
En el curso del debate sobre este proyecto, los senadores se han pronunciado por 52
votos a favor contra 41 por el aplazamiento del examen de una enmienda presentada,
dirigida a prohibir la ejecución de menores delincuentes. Por 314 votos contra 111, 1a
Cámara de representantes ha pisado los talones a las posiciones del Senado sobre la
pena capital.
Béisbol y justicia
En marzo de 1995, Jerry D. Williams, de 25 años, con dos hijos, californiano y negro,
robó un pedazo de pizza llamada pepperoni a unos chiquillos en un fast food de
Redondo Beach y fue condenado por ello a 25 años de prisión, en aplicación de la ley
Three strikes, firmada por el presidente Clinton en 1994.
Inspirada en una regla del juego de béisbol, Three strikes and you're out, esta ley
estipula que los reincidentes condenados en dos ocasiones, son merecedores, después de
una tercera comparecencia ante un juez, a una condena que va de 25 años de prisión
hasta cadena perpetua, sin posibilidad de liberación bajo palabra. Éste es el caso de
Williams.
Un pedazo de pizza vale 25 años de cárcel, 10 mismo que un atraco, que una violación,
que un asesinato. Como ponía de relieve un periodista de L'Humanité: "El béisbol
determina la jurisprudencia americana, se puede temer que en los próximos años los
condenados sean simple y llanamente echados a los leones del circo".
Condiciones carcelarias
A pesar de los discursos de los responsables del sistema carcelario de los Estados
Unidos, que se vanaglorian de 1a humanidad de las prisiones americanas, los presos y
sus visitas afirman que las brutalidades en las prisiones no han desaparecido nunca e
incluso que han adquirido una nueva forma, a menudo disimulada.
Más del 70% de los presos que respondieron a este sondeo declararon que las
brutalidades severas, físicas y sicológicas, eran moneda corriente en las prisiones de
máxima seguridad de los Estados Unidos. Confinamiento en aislamiento, supresión de
los privilegios y brutalidades físicas eran las prácticas habituales en 1a mayor parte de
las prisiones de alta seguridad. "Los abusos físicos tienen un comienzo y un final,
mientras que los abusos psicológicos abarcan la totalidad del tiempo. Incluso los más
endurecidos están afectados por cada pequeño detalle de estos abusos: un guiño, un
nuevo horario de actividades, un cambio de alimentación, una carta enviada con retraso,
una visita rechazada, una observación sobre el contenido del correo. Detalles que
pueden tener múltiples razones y provocar serias medidas disciplinarias."
Cerca del 40% de los presos interrogados han visto reclusos que recibían tratamiento
psiquiátrico o medicación contra su voluntad. El 32% informaron sobre incidentes
causados por brutalidades verbales e insultos racistas, el deterioro de ła alimentación,
extorsiones de dinero, cacheos "personales" y amenazas de muerte, incluidas las
perpetradas por guardianes de la prisión del condado de Los Ángeles que eran
miembros del Ku Klux Klan.
El 90% de los presos encuestados confirmaron las brutalidades físicas. El 70% de entre
ellos afirmaron sufrirlas a1 menos una vez por mes. El personal de prisiones se sirve de
sus puños, de sus píes, de cachiporras eléctricas, de gases lacrimógenos, de mangas de
incendio, de sus porras eléctricas, de mangos de escoba, de tubos de caucho y de fusiles
que lanzan balas de madera.
Sólo el 10% de los detenidos declararon no haber sido testigos de tales brutalidades. Las
principales motivaciones que empujan al personal de prisiones a cometerlas son sus
prejuicios raciales y políticos.
Los prejuicios políticos son los más frecuentes. Se ensañan contra los presos que luchan
contra las injusticias y que animan y ayudan a los otros reclusos a hacer 10 mismo. Los
jailhouse lawyers ("abogados de prisiones") son el objetivo más frecuente del personal
penitenciario. Los abogados de prisiones ayudan a los otros presos, muchos de ellos
analfabetos, a redactar sus denuncias y sus recursos contra las prisiones y las Cortes.
Como el régimen interno es arbitrario, discriminatorio e incoherente en todas las
prisiones, la mayor parte de los presos tienen constantemente conflictos con la
administración y 1a justicia. A causa de ello, los guardianes y los administradores
mantienen habitualmente una política de aislar a los abogados de prisiones. Finalmente,
el 30% designa-ron como objetivo de la administración penitenciaria a los presos
políticos.
El grupo afectado más usual después de los abogados de prisiones es el constituido por
los afroamericanos. Había frecuentes denuncias de "disciplina selectiva basada en
prejuicios raciales". Se denunciaba 1a naturaleza racista del sistema de justicia criminal
que encarcelaba a un número desproporcionado de personas no blancas con condenas
más largas y más severas (como ocurre, por ejemplo, con la pena de muerte).
Después estaban los presos afectados por problemas mentales. Ubicados en un ambiente
inapropiado y sin tratamiento adecuado, los retrasados mentales plantean problemas a
los guardianes, que, habitualmente, no encuentran más solución que la brutalidad.
Odiados por el personal de prisiones, son alojados a menudo a modo de castigo con los
inestables y los perturbados.
El 3 de mayo de 1995, los periodistas, los fotógrafos, las televisiones, eran convocados
por el gobernador republicano de Alabama para asistir al acontecimiento: el regreso de
los forzados, con grilletes, encadenados de a cinco, para trabajar en las cunetas. Un
espectáculo que no se había visto desde hacía treinta años. El jefe de la administración
penitenciaria del Estado, Ron Jones, explicó que esta medida había sido tomada para
economizar personal de guardia y con el fin de convertir la prisión en algo tan
desagradable que los delincuentes no tuvieran ningún deseo de volver a ellas. "Sin
grilletes ni cadenas, necesito un guardián para vigilar a 28 reclusos. Con las cadenas, es
suficiente con uno para 40." Los presos tienen derecho a un mínimo de treinta días de
este régimen especial: doce horas de trabajo diario encadenados, sin radio, sin
televisión, sin visitas, sin cantina. Florida y Arizona tienen previsto seguir el ejemplo de
Alabama.
Este método de volver las prisiones inhumanas se extiende: el sheriff de Phoenix, en
Arizona, ha instalado a los reclusos en un campamento rudimentario, en pleno desierto,
sin la más mínima comodidad. En otros estados, se retira a los presos las salas de
ejercicio físico y la televisión, se abandonan los programas de reinserción o de
tratamiento para los delincuentes sexuales. Los grupos de defensa de los derechos
humanos denuncian esta tendencia nacional denominándolos castigos crueles e
inhumanos, prohibidos por la Constitución.
La pena de muerte
Entre 1967 y 1977, no hubo ejecuciones en los Estados Unidos, si bien no se dejaron de
producir condenas a muerte durante ese periodo. En 1972, la Corte Suprema declaró
anticonstitucional y nula la ley vigente sobre la pena de muerte, basándose en el hecho
de que la mayor parte de las leyes aplicadas hasta esa fecha constituían un castigo "cruel
e inhabitual", en violación de las 8ª y 14ª enmiendas de la Constitución de los Estados
Unidos. En 1976, una decisión de la Corte Suprema según la cual la pena de muerte era
constitucional si era pronunciada bajo ciertas condiciones, puso fin a una moratoria que
suspendía las ejecuciones durante 10 años. Posteriormente, 38 estados han revisado sus
leyes en esta materia y restablecido 1a pena de muerte. Al día de hoy, 433 presos han
sido ejecutados desde 1976 hasta fines de 1997; de ellos 38 en 1993, 31 en 1994, 56 en
1995, 45 en 1996 y 74 en 1997. Es decir que el ritmo de ejecuciones se acelera. Y esto
va a tono con la opinión pública, que se adhiere a las teorías de la seguridad.
La pena de muerte en los Estados Unidos es racista, como lo es todo el sistema judicial
americano. En su informe sobre 1a misma en los Estados Unidos aparecido en 1987,
Amnistía Internacional constataba que: "Tal parece que los negros reconocidos
culpables del asesinato de blancos son condenados a la pena de muerte más a menudo
que cualquier otra categoría de personas; por el contrario, los blancos son raras veces
condenados a 1a pena capital por haber matado negros". (Un antiguo miembro del Ku
Klux Klan, Henry Francis Hays, que fue ejecutado el 6 de junio de 1997, es el primer
blanco ejecutado por el asesinato de un negro desde 1944.) Se observa que, como para
las otras condenas, la justicia americana establece un orden de gravedad en el que los
delitos considerados como los más graves son aquéllos en que los agresores son negros
y las víctimas blancas, seguido por los de agresores blancos y víctimas blancas, y,
finalmente, los de agresores blancos y víctimas negras. Esto es lo que constata Amnistía
Internacional en su informe: "Resulta notable que en Florida y en Texas, los negros
culpables de asesinato de blancos arriesgaban respectivamente cinco y seis veces más
ser condenados a muerte que los blancos que habían matado a otros blancos. En Florida,
para los negros responsables del asesinato de blancos el riesgo de ser condenados a
muerte era 40 veces mayor que para los que habían matado negros".
La mayoría de los negros que están en el corredor de la muerte están acusados del
asesinato de un blanco. "Ningún blanco ha sido nunca ejecutado por la violación de una
mujer negra mientras que el 54% de los negros que violaron a mujeres blancas entre
1930 y 1967 fueron ejecutados y el 89% de los hombres ejecutados por violación eran
negros." [127]
Añadamos que en los Estados Unidos, generalmente, la pena de muerte golpea muy
particularmente a los pobres, el 60% de los condenados están desempleados en el
momento de su detención; el 65% no tienen especialidad; el 50% no ha terminado el
primer ciclo de estudios; el 90% son demasiado pobres para pagarse un abogado. En
California, durante un periodo de ocho años, el 42% de los obreros convictos de
asesinato en primer grado fueron condenados a muerte, mientras que para los cuellos
blancos, la proporción era del 5%.
Es necesario saber que la pena capital no tiene ningún poder de disuasión: Canadá
abolió la pena de muerte y el porcentaje de asesinatos ha descendido en ese país; en
Florida y en Texas la han restablecido y el porcentaje de asesinatos no ha cesado de
crecer. Cierto número de sicólogos ha expuesto incluso la teoría de que la pena de
muerte en realidad alienta un comportamiento sicopático en el que una persona busca su
propia muerte en una especie de suicidio autoprogramado.
El colmo del horror, es que en caso de error (o error entre comillas), ¡es irreversible! En
noviembre de 1985, 1a Asociación Americana de Derechos Cívicos (ACLU) revelaba
que 25 personas habían sido ejecutadas por error en los Estados Unidos desde
comienzos de siglo por crímenes que no habían cometido o que incluso no habían
existido. Conocemos bien a Sacco y Vanzetti, los Rosenberg o a Willie McGee. ¿Pero
cuántos otros que ignoramos se han encontrado en su caso? No se puede guardar
silencio sobre estas afrentas a los derechos humanoos.
Ejecución de menores
En octubre de 1991, Amnistía Internacional declaraba que los Estados Unidos ejecutaba
más menores que cualquier otro país del mundo, exceptuando a Irak e Irán. Entre 1989
y 1994, únicamente otros cinco países han ejecutado menores que tenían menos de 18
años en el momento de los hechos: Irak, Irán, Nigeria, Pakistán y Arabia Saudita. En el
mismo periodo, ocho menores delincuentes fueron ejecutados en los Estados Unidos,
cinco de ellos en Texas. Esta escandalosa práctica de los Estados Unidos se lleva a cabo
en violación de las normas y tratados internacionales relativos a los derechos humanos.
En efecto, según el artículo 6, apartado 5 del Pacto internacional relativo a los derechos
cívicos y políticos: "Ninguna sentencia de muerte puede ser impuesta por crímenes
cometidos por personas menores de 18 años de edad y no puede ser ejecutada sobre
mujeres embarazadas". Lo mismo que, según el artículo 4, apartado 5 de la Convención
americana sobre derechos humanos: "La pena de muerte no puede ser aplicada a las
personas que, en el momento en que el crimen fue cometido, tenían menos de 18 o más
de 70 años..." El Gobierno americano suscribió estos dos tratados en 1997, pero no los
ha ratificado todavía.
A despecho de estos textos, sólo 9 estados americanos que mantienen la pena de muerte
prohíben su aplicación a personas menores de 18 años. En 17 estados, la legislación
autoriza la condena a muerte a menores de 18 años. Este límite es fijado, ya sea por
textos legislativos relativos a la pena capital, ya por leyes que especifican 1a edad a la
que los menores pueden, al igual que los adultos, ser juzgados por las jurisdicciones
penales. Este límite de edad es de 10 años en Indiana y Vermont, de 12 años en
Montana, de 13 años en Mississippi, de 14 años en Alabama, Idaho, Kentucky,
Missouri, Carolina del Norte y Utah, de 15 años en Arkansas, Louisiana y Virginia, de
16 años en Nevada y de 17 años en Texas, Georgia y Nuevo Hampshire. Otros once
estados no han especificado ningún límite de edad". [128]
Como ocurre con los adultos, la condición racial influye en las condenas a muerte en
numerosos esta-dos. En Texas, ocho menores de los nueve condenados a muerte de que
da constancia Amnistía Internacional en un informe de enero de 1994, eran negros o
hispanos, como lo eran también Curtis Harris y Rubén Cantu, los dos menores
ejecutados en este Estado durante el año 1993.
Como con los negros adultos, estos acusados no están bien representados y son
defendidos, en 1a mayoría de los casos, por abogados de oficio sin experiencia ni
motivación. No hacen valer 1a influencia del ambiente y no mencionan circunstancias
atenuantes, entre las que debiera figurar en primer término justamente su juventud, que
les hace influenciables, tanto para bien como para mal.
En un estudio sobre los jóvenes condenados a la pena capital en los Estados Unidos,
publicado en 1991, Amnistía Internacional constataba que estos últimos provenían, en
su mayor parte, de familias particularmente desfavorecidas. La mayoría de ellos habían
padecido violencias físicas o sexuales graves y tenían una inteligencia inferior a la
media, e incluso sufrían enfermedades mentales o lesiones cerebrales. Finalmente,
muchos de ellos no habían dispuesto de una defensa conveniente durante su proceso.
[129]
"Se ha constatado que, en algunos estados, los meno-res con peticiones de pena de
muerte eran automática-mente juzgados por las jurisdicciones de derecho común en
ausencia de cualquier evaluación individual de la capacidad del acusado para ser
juzgado como un adulto. En otros casos, ocurría que el sistema de justicia de menores
no disponía de establecimientos que pudieran acoger a los condenados a condenas
largas, la que parece, más que 1a madurez del acusado, haber sido la razón principal
para el envío ante una jurisdicción de derecho común". [130]
En los Estados Unidos, un elevado número de presos que sufren trastornos mentales o
retraso mental están bajo el peso de una condena a muerte y otros muchos han sido
ejecutados. Las garantías internacionales, al igual que un informe presentado por la
comisión presidencial en 1991, plantean la eliminación de la pena de muerte para los
acusados con retrasos mentales. La resolución 1989/64 adoptada por el ECOSOC en
mayo de 1988, y concerniente a la aplicación de garantías para la protección de los
derechos de las personas sancionables con la pena capital recomienda "suprimir la pena
de muerte, tanto en el estadio de condena como en el de ejecución, para los retrasados
mentales o para las personas cuyas capacidades mentales sean extremadamente
limitadas". El comité presidencial sobre el retraso mental subraya particularmente la
necesidad de identificar a los acusados con retraso. "Las personas acusadas que sufren
retraso mental y que no están identificadas como tales están en gran desventaja en la
organización de su defensa... Sus derechos corren el riesgo de estar menos protegidos y
puede darse e1 caso de que disposiciones útiles para su causa no sean tenidas en
consideración. Es poco probable que estas personas sean conscientes de su derecho a
guardar silencio o de rechazar responder a las preguntas concernientes a su
culpabilidad." Amnistía Internacional ha reunido informaciones sobre más de 50 presos
que sufrían problemas mentales graves ejecutados en los Estados Unidos desde 1982.
Penitenciaría de Marion
Desde entonces, los presos son encerrados en su celda 23 horas diarias, completamente
aislados de los otros presos, en una celda de 2'40 por 1'80 metros, equipada solamente
con una "cama" de cemento, un lavabo y un espejo de aseo. Comen, duermen y hacen
sus necesidades dentro de esta celda. Padecen brutalidades físicas y sicológicas: palizas,
cacheos anales y otras medidas degradantes. Los presos permanecen a menudo echados,
encadenados a su cama, a veces durante varios días. Las visitas son muy limitadas, lo
mismo que el derecho para recibir cartas o materiales para escribir. La alimentación es
insuficiente, e1 acceso a cuidados médicos mínimo. La penitenciaría es vigilada por
guardianes renombrados por su brutalidad. Los efectos suicidas del aislamiento
sensorial y de algunos de los programas de "modificación del comportamiento" que se
practican son alarmantes. La Unidad de Control de Marion tiene un porcentaje de
suicidios cinco veces superior al nacional.
En 1993, una nueva unidad de control fue abierta en Florence, en Colorado, donde los
pocos contactos humanos de Marion fueron todavía disminuidos. Marion y Florence no
son casos aislados. Las unidades de control se multiplican por todo el país.
California posee una segunda unidad de control, en Folsom Prison, en la que las camas
han sido sustituidas por capas de cemento. En Stateville Prison, en Illinois, los presos
"incontrolables" son aislados en pequeñas celdas sin ventana, con solamente una
pequeña ranura en la puerta para pasar los platos de comida. Otras unidades del mismo
tipo existen en Coxsachie, en el Estado de Nueva York, o en Lebanon, en Ohio, y la
lista se alarga de año en año. Según un estudio realizado en 1990 por la dirección de
Marion, 36 estados han adoptado unidades de control inspiradas en la de Marion.
Los responsables de prisiones vociferan que las unidades de control están destinadas a
presos juzgados demasiado violentos para permanecer en las demás prisiones. Pero un
informe del Congreso de 1983 afirmaba ya entonces que el 80% de los presos de
Marion no justificaban ese nivel de seguridad. En realidad, éstos son enviados a Marion
por otras razones: organizar paros en el trabajo, practicar su religión o entablar
demasiadas actuaciones ante la justicia. Además, muchos prisioneros políticos son
enviados a Marion. El líder del American Indian Movement, Leonard Peltier, y el
miembro del Ejército de Liberación Negro, Sekou Odinga, fueron enviados
directamente del tribunal que los condenó a Marion, lo que desmiente el mito de que los
presos de Marion han sido violentos en otras cárceles. Por otra parte, Ralph Arons,
director de Marion, declaraba en 1975: "El objetivo de la unidad de control de Marion
es dominar los comportamientos revolucionarios en el sistema penitenciario y en 1a
sociedad exterior".
Estos prisioneros políticos sufren condiciones de prisión muy duras. La mayor parte de
ellos están encarcelados en unidades de control destinadas a "someter a los cabecillas".
El subapartado anterior está dedicado a estas siniestras prisiones.
Los prisioneros políticos más conocidos han sido el pastor negro Ben Chavis y los Diez
de Wilmington, Johnny Imani Harris, liberado bajo palabra en 1991, después de una
primera condena a muerte y de doce años de prisión, Terrence Johnson, encarcelado en
1978, a la edad de quince años y liberado en 1994 después de dieciséis años de prisión.
Dhoruba Bin Wahad, condenado en 1973 a perpetuidad y que obtuvo un sobreseimiento
en 1990, tras 17 años de prisión, Elmer Gerónimo Pratt, antiguo dirigente de los
Panteras Negras de California, encarcelado desde 1968 y que fue liberado sin fianza el
10 de junio de 1997, ante la presión de un potente movimiento de solidaridad
internacional. Están todavía entre rejas el líder del American Indian Movement,
Leonard Peltier, en prisión desde 1976, David Rice y Ed Poindexter, los dos de los
Panteras Negras, en prisión desde 1971, y Mumia Abu Jamal, antiguo dirigente de los
Panteras Negras y presidente del sindicato de periodistas negros de Filadelfia,
condenado a muerte en 1982 y todavía hoy en el corredor de la muerte. Todos ellos han
sido víctimas de montajes ideados por el FBI.
Tras pasar veintiséis años en prisión, catorce peticiones de puesta en libertad bajo
palabra rechazadas y cuatro recursos infructuosos, Elmer Gerónimo Pratt ha sido
liberado bajo fianza el 10 de junio de 1997, a la espera de un nuevo juicio que se
pretende sea imparcial. Purgaba una pena de prisión a perpetuidad por un asesinato que
todo el mundo sabe que no cometió.
Mientras estaba en prisión, fue acusado del robo y asesinato de una mujer blanca
cometido el 8 de diciembre de 1968 en Santa Mónica (California). Declarado culpable
el 28 de julio de 1972, fue condenado a reclusión criminal a perpetuidad. Ha
manifestado siempre su inocencia y afirmado que el asunto había sido en su totalidad un
montaje del FBI en el marco de la operación COINTELPRO, y que el día del asesinato
en cuestión, se encontraba a 600 kilómetros del lugar del crimen, en una concentración
de los Panteras Negras en Oakland. Además, el FBI, que le vigilaba permanentemente,
tenía la prueba en sus ficheros. Sin embargo, cuando Gerónimo pidió, en virtud del
Freedom of Information Act, [132] que el FBI entregara este documento, éste se negó a
hacerlo.
Fue declarado culpable por el testimonio del marido de la víctima. Este último admitió
no haber visto al agresor más que una sola vez, cuatro años antes, y ello sólo durante
unos instantes. Sin embargo, identificó a Gerónimo como el asesino, si bien había
descrito a éste, algunas semanas después del asesinato, como un hombre muy grande y
de piel muy negra, mientras que el acusado es más bien pequeño y su piel es parecida a
la de un indio (de ahí su apodo).
Pero el principal testigo de la acusación fue Julius Butler, antiguo miembro del BPP,
que declaró que Gerónimo le había enviado una carta en la que se reconocía culpable
del crimen. Ahora bien, ha sido revelado que Butler era un chivato de FBI, lo que negó
en el momento del juicio. Después de la condena de Gerónimo, fueron reveladas otras
pruebas de las irregularidades cometidas por el FBI en el transcurso del juicio: tres
chivatos fueron introducidos en el equipo encargado de la defensa de Gerónimo y
habían entregado documentos sobre la estrategia y la táctica previstas por ésta, así como
las deposiciones de al menos dos testigos de la defensa. Un testigo ocular del crimen
había identificado a otra persona como posible asesino, y sin embargo este dato no le
fue entregado al abogado de Gerónimo. El FBI y la policía de Los Ángeles habían
trabajado conjuntamente e intercambiado informaciones concernientes a la instrucción,
la detención y el juicio en el asunto Pratt.
Leonard Peltier
Leonard Peltier, indio anishinabe-lakota (sioux), es uno de los líderes del American
Indian Movement (AIM) desde 1970. Purga actualmente su vigesimosegundo año de
prisión por un crimen que no cometió, víctima de la colusión entre el FBI y la justicia
americana para neutralizar al American Indian Movement después de la ocupación de
Wounded Knee, en la reserva Sioux de Pine Ridge, en 1973.
Leonard Peltier
Leonard fue condenado a dos penas de prisión de por vida consecutivas por el presunto
asesinato de dos agentes del FBI en esta misma reserva, en Dakota del Sur. Los cargos
por los que fue encarcelado, así como las "pruebas" que acarrearon su ingreso en prisión
fueron fabricadas de arriba abajo por el FBI, que presentó pruebas falsas, informes
balísticos falsificados, y amenazó e intimidó a testigos con el fin de hacerles firmar
falsedades. Sin embargo, hoy es el día en que ninguna corte está en condiciones de
probar su culpabilidad. Por el contrarío, durante sus recursos y apelaciones, se han
reunido numerosos elementos que prueban la mala conducta del FBI. En un teletipo del
31 de octubre de 1975, los expertos en balística del FBI reportaron que ninguna de las
balas encontradas en el lugar del tiroteo podía corresponder al fusil perteneciente a
Leonard Peltier. Esta prueba fue apartada del dossier y no ha vuelto a aparecer, junto a
otros documentos, más que gracias a la Freedom of Information Act. Además, el FBI
utilizó falsas deposiciones para obtener la extradición de Leonard Peltier de Canadá
hacía los Estados Unidos, lo que constituye una grave violación del derecho
internacional y del tratado de extradición existente entre los dos países. A la luz de
nuevos elementos que prueban la actitud condenable y las tácticas inapropiadas
empleadas por la acusación de Leonard Peltier, el fiscal general Lynn Crooks admitió el
9 de noviembre de 1992, ante la octava Corte de apelación de Saint Paul (Minnesota):
"Nosotros no podemos probar quién mató a estos agentes". Sin embargo, esta misma
Corte rechazó, en 1993, acordar la revisión del proceso que habría permitido demostrar
la inocencia de Peltier y probar las malversaciones del FBI y del Gobierno americano en
este asunto.
Mumia Abu Jamal se crió en Filadelfia. Fue miembro fundador (con 15 años) del
comité de los Panteras Negras de Filadelfia. Es allí donde debutó en su carrera como
periodista. Escribía en el periódico del partido en calidad de delegado de información
del comité local.
El policía Faulkner murió, una hora después del tiroteo, en el hospital universitario
donde Mumia debió sufrir una intervención quirúrgica. En efecto, una bala proveniente
del arma de Faulkner le había alcanzado en el pecho y se había alojado cerca de la
columna vertebral. Reclamando su inocencia, Mumia Abu Jamal fue acusado del
asesinato del policía, a pesar del testimonio de cuatro personas que afirmaron haber
visto a un tercer hombre disparar y huir corriendo. Fue citado ante la justicia en 1982.
El asunto fue confiado al juez Sabo, apodado El rey del corredor de la muerte, que
detentaba el récord de condenas a muerte en los Estados Unidos: 31, de ellas 29
inflingidas a negros. Además era miembro del mismo sindicato de policías que
Faulkner: la Fraternidad de la Policía (FOP), lo que ponía en duda su imparcialidad.
El proceso fue el clásico tratándose de un negro. Mumia Abu Jamal se vio privado de
escoger su abogado y de los medíos financieros necesarios para su defensa. Se le
prohibió asegurar él mismo su defensa. Se le impuso un abogado de oficio conocido por
su incompetencia. Todos los jurados negros, salvo uno, fueron excluidos del jurado. La
lista de irregularidades que salpicó este juicio es larga: soborno e intimidación de
testigos; encubrimiento de pruebas favorables para la defensa; politización a ultranza de
la fase penal del proceso con la utilización de dossiers del FBI relativos a sus
actividades en el seno del partido de los Panteras Negras como pruebas definitivas
"justificando la pena de muerte"; negativa a tener en cuenta en apelación las
revelaciones de testigos arrepentidos de haber tenido en cuenta intimidaciones policiales
durante el juicio de 1982 y que afirmaban haber visto ellos también a otro hombre huir
corriendo del lugar del tiroteo. Por último, el mantenimiento en apelación del juez Sabo,
a pesar de encontrarse entonces jubilado.
Dentro de su celda, desde hace 18 años, Mumia no ha cesado nunca de escribir artículos
ni de militar por la justicia y contra el racismo. [133]
-------------------------------------------------
[109] Andrew Hacker en Two Nations, Charles Scribnerś Son. Macmillan Publishing
Company, Nueva York, 1992.
[120] Center for Research on Criminal Justice, Berkeley, California, The Iron Fist and
the Velvet Glove.
[121] En Parla petite porte, por Ernest 1. Gaines, Liana Levi Editor, 1996.
[130] Greenwald Helene B., "Capital Punishment for Minors: An Height Amendment
Analysis", en Journal of Criminal Law and Cńminology, volumen 74, n°74, 1983.
[133] Sus obras han sido publicadas en castellano por la Editorial Txalaparta.
17. Centenario de un genocidio en Cuba. La
reconcentración de Weyler
Jean Laille
Un libro negro del capitalismo en América Latina, si pretende ser exhaustivo, debería
ser un trabajo documentalista que reuniera las obras históricas sobre la penetración a
sangre y fuego del indudablemente victorioso capitalismo, desde Río Grande hasta la
Tierra del Fuego. Otro método consistiría en apuntar el proyector sobre algún episodio
concreto, más conocido por los historiadores que por el público en general, pero
significativo de los irreparables estragos imputables a los feroces apetitos imperialistas
británicos, franceses, y posteriormente yanquis, que impusieran la ley del capital
colonial sometiendo a los pueblos que apenas acababan de sacudirse el yugo del
inmenso imperio feudal hispano-portugués. Pensamos entonces en las innumerables
víctimas en torno a las islas Malvinas desde que Inglaterra encontró intereses balleneros
en detrimento de la República Argentina; en torno del opulento Paraguay con la Triple
Alianza argentina, Brasil y Uruguay, que en 1870, tras cinco años sangrientos,
exterminó a toda la población masculina de esta encrucijada de grandes ríos navegables.
Pensamos en los sinsabores del Perú, de Bolivia y del Chile recién independizados,
porque el guano, destronado por el nitrato chileno, provocó durante cinco años, entre
1879 y 1884, la llamada guerra del Pacífico, que en nombre de intereses capitalistas, y
bajo el arbitrio de los Estados Unidos, despedazó a los tres países, privando a Bolivia de
su acceso al mar. Morir por fertilizantes tan bien pagados no impidió a bolivianos y
paraguayos matarse entre sí en los combates fraticidas de la Guerra del Chaco (se
estiman unas 60.000 víctimas), para único beneficio de dos "grandes" del petróleo
(materia que luego no sería explotada). ¿Cómo escoger entre el cono sur y los confines
del istmo central, donde las compañías fruteras penetraron por la vía férrea de la
moderna filibustería ferroviaria, que desde Colombia hasta Guatemala servía los
intereses de la United Fruit?
¿Cómo hablar del Papa verde mejor que Miguel Ángel Asturias, o de las huelgas
bananeras mejor que Gabriel García Márquez? ¿Cómo tratar de la explotación de la
tierra brasileña tan intensamente como Jorge Amado en sus novelas? ¿O apreciar mejor
la consigna Tierra y Libertad que con los frescos mejicanos de Siqueiros?
Una vez escrito, este libro negro tendrá los detractores de la eterna coalición entre
liberales y conservadores, que tomarán la defensa de las virtudes civilizadoras, como ya
lo han hecho antes que ellos los españoles, que rechazan bajo el nombre de Leyenda
negra, la más mínima crítica a su imperio, evangelizado con el fuego y con la espada.
Este debate resurgió en 1992, cuando la celebración del V Centenario del
Descubrimiento de América suscitó en el momento de la Exposición Universal de
Sevilla las conocidas polémicas: la tesis del encuentro entre dos mundos, la del choque
y la de la destrucción pura y simple. El escándalo llegó en 1552, a causa de esta palabra
destrucción, bajo la pluma de ese obispo de Chiapas (¡ya entonces!) llamado fray
Bartolomé de las Casas, quien creó la noción tan controvertida de leyenda negra. Su
tratado, titulado Brevísima relación de la destrucción de las Indias, tuvo una difusión
inmediata, tanto en España como en América, y fue una fuente de infinitas querellas con
la autoridad colonial. Como después de finalizados sus estudios en Salamanca
desembarcó en primer lugar en Cuba, su obra ulterior constató necesariamente la
funesta suerte de los pacíficos indios de la isla, y enlaza siglos después con el discurso
de bienvenida del presidente Fidel Castro al papa Juan Pablo II, el 21 de enero de 1998:
"Usted no encontrará aquí a los pacíficos y dulces nativos que poblaban esta isla cuando
llegaron los primeros europeos. Los hombres fueron casi completamente exterminados
por la explotación y la esclavitud que no pudieron soportar; las mujeres convertidas en
objetos de placer o en esclavas domésticas. Hubo también quienes murieron bajo el filo
de espadas homicidas, o víctimas de enfermedades des-conocidas importadas por los
conquistadores. Algunos curas han dejado desgarrantes testimonios de protesta contra
tales crímenes. En condiciones extremadamente difíciles, Cuba terminó por constituir
una nación. Ella ha luchado sola con un insuperable heroísmo a favor de su
independencia. Y por ello sufrió hace cien años un verdadero holocausto en los campos
de concentración donde pereció una parte considerable de su población, principalmente
mujeres, ancianos y niños; crimen de los colonialistas que no por olvidado en la
conciencia de la humanidad es menos monstruoso".
Encontramos entonces en Cuba los dos extremos de un libro negro que se abre en 1492
y que no se ha cerrado todavía, pues este pueblo rechaza desde hace cuarenta años
"someterse a los chantajes y al imperio de la mayor potencia económica, política y
militar de la historia". ¿Por qué no hojear entonces una de las páginas negras del
capitalismo en América Latina, escrita por el propio capitalismo hace exactamente cien
años, cuando levantaba el vuelo azucarero en Cuba, último jirón de ese imperio que la
Corona española explotó durante quinientos años? Mientras el poderoso vecino del
norte se dispone a recoger este fruto maduro, la humillada España se agarra al mismo
vergonzosamente, y se da entre 1896 y 1898, bajo las órdenes del capitán general don
Valeriano Weyler la reconcentración, deportación de un pueblo en su propia tierra.
Fue así como el capitalismo azucarero tuvo necesidad del ferrocarril para desarrollarse.
Ya no era posible, al ser las zafras cada vez más abundantes, transportar hacia los
puertos las pesadas cargas por caminos rocosos y polvorientos en tiempo seco, e
impracticables en la estación húmeda, al atascarse bestias y carretas. Los propietarios de
los molinos de azúcar (ingenios) perdían dinero en conservar carreteras y caminos.
Entretanto, la alimentación de un negro a razón de dos comidas diarias costaba un real y
medio, mientras que hacían falta tres reales para alimentar a un buey. Fue así como
hubo que dirigir la mirada hacia el ferrocarril, para el que los primeros capitales fueron
reunidos desde 1830, pero que no prosperó hasta 1837, cuando, once años antes que en
la metrópoli española, fueron inauguradas el 19 de noviembre, día del aniversario de la
reina Isabel II, las seis leguas y media existentes entre La Habana y Bejucal. Esta línea
lanzaba al paro a 1.200 carreteros y a otros tantos esclavos negros a su servicio, sin
contar a unos 300 o 400 arrieros. Para ello se crearon sociedades anónimas, donde no
faltaron accionistas cubanos, con riesgo de ser puestas en manos de toda clase de
estafadores para quienes era un juego ventajoso fijar sus ambiciones en un terreno en el
que los propios europeos daban sus primeros pasos. Era necesario en primer lugar tener
relaciones en Londres, pues una locomotora sólo podía ser inglesa; y para ello tener
intermediarios norteamericanos que, poseyendo ya plantaciones en Cuba, ofrecieran sus
relaciones y sus capitales. Los capitalistas de la isla desconfiaban del Gobierno colonial,
arbitrario y corrupto. Por su parte, los banqueros de Londres no tenían ninguna
confianza en las finanzas de Madrid. Fue necesario por ello que el banquero inglés
Roberston prestara dos millones de pesos, garantizados por las entradas fiscales de los
puertos cubanos, empezando por el de La Habana. Es así como el primer ferrocarril
hispanoamericano fue cubano. Un hombre de paja, don Claudio Martínez de Pinillos,
bien introducido en la corte de Madrid, administrador del fisco colonial, garantizaba en
La Habana el préstamo inglés. Habiendo cada cual deducido su comisión, las
locomotoras y los raíles llegaron finalmente de Londres y los trabajos ferroviarios
pudieron comenzar, no sin que el cónsul de España en Nueva York hubiera contratado
ingenieros americanos provistos de miríficos contratos.
El último episodio
Desde el fracaso de la Guerra Chica en 1878, cuando los Estados Unidos cerraron (ya)
su mercado al azúcar cubano, los cubanos comprendieron que la Independencia no era
una simple cuestión de sentimientos. Necesitaban de ella para negociar tratados de
reciprocidad o para figurar de pleno derecho en el sistema norteamericano.
"Cientos de miles de personas fueron agrupadas de este modo. En cosa de unos pocos
días, las localidades que tenían guarniciones se convirtieron en inmensas prisiones para
ancianos, mujeres y niños sin ningún medio de subsistencia. Después de haber sido
concentrados, las tropas españolas tuvieron carta blanca para arrasar con todo, quemar
las viviendas, destruir los campos y sacrificar los animales que no pudieron sustraerse
para las necesidades de avituallamiento del ejército de liberación", explicaba el coronel
Raúl Izquierdo Canoso, en su libro La reconcentración, aparecido recientemente.
Un verdadero genocidio
Esta medida fue aplicada durante los dos años que duró la misión de Weyler en Cuba,
1896 y 1897. Se encuentran rastros de ella incluso en los archivos del ferrocarril
cubano: "Es cierto que la tercera clase es la que transporta un mayor número de
pasajeros de la compañía. Y como la mayoría de ellos son jornaleros que han sido
'reconcentrados' en los pueblos y ciudades sin ni siquiera lo indispensable para
alimentarse, mucho más desprovistos están aún de medios para desplazarse. Como las
autoridades de la ciudad [de Matanzas] han expresado su deseo de que retornen a sus
antiguos poblados, de donde habían venido por miles, la compañía les ha concedido
billetes gratuitos durante los meses de abril y mayo de 1897, ya sea para que puedan
volver a las zonas de cultivos, ya para obligarles a abandonar esta ciudad donde sólo
pueden vivir de la mendicidad. Fueron transportadas de esta manera 2.325 personas,
pero fue necesario repetir la operación en diciembre para que todos los campesinos
'reconcentrados' que vivían aquí fueran a buscar trabajo en los centrales azucareros para
preparar los trabajos de la zafra. Se transportaron así 2.781 personas más". Este
documento fija bien la duración de este reagrupamiento inhumano iniciado a mitad de
1896, impuesto militarmente en octubre, pero que fue insostenible desde finales de
1897, pues a pesar de todo era imprescindible hacer remontar la producción azucarera,
que estaba en caída libre. Sin contar con que el Estado no retribuyó convenientemente el
transporte de las unidades militares de refuerzo que desembarcaron masivamente
durante todo el año 1897. El ferrocarril de Matanzas facturó en 1 mes un total de
117.398 pesos en transportes militares, sólo cobró 77.816, considerándose la diferencia
como servicios gratuitos en beneficio del Estado. Sin embargo, esta compañía llegó a
distribuir entre sus accionistas un dividendo del 2%, a pesar de haber acogido, alojado y
transportado en Regla, entrada del puerto de La Habana, y sólo en el año 1896, a 4.322
soldados llegados de España.
¿Cuál era entonces el precio pagado por el pueblo cubano? Es difícil y al mismo tiempo
fácil establecer las cifras, puesto que su fuente es de origen yanqui, pero éstas fueron
cínicamente abultadas para justificar su intervención militar de 1898 que, entre otras
buenas razones, pretendían responder a una preocupación humanitaria contra el horrible
colonizador español. Nosotros tenemos las cifras del censo de 1887: 1.631.676 (de ellos
1.102.887 blancos, comprendiendo el resto a negros, mestizos y asiáticos). Y el censo
de 1899, realizado por el Gobierno intervencionista de los EEUU, suma 1.570.000. La
disminución constatada no es significativa porque Cuba ya les pertenece y se han
instalado en ella en cantidades muy importantes. El registro de defunciones de 1898
suma 109.272, imputables en gran medida al hambre y a las enfermedades consecutivas
al bloqueo naval establecido desde la declaración de guerra de Estados Unidos a
España, que hicieron todavía más crítica la supervivencia de las víctimas de la
reconcentración. Un informe de la Cruz Roja estadounidense, fechado en La Habana,
describía en octubre de 1898 a decenas de miles de personas que deambulaban por las
calles, incluyendo a gentes acomodadas que no habían tenido nada que ver con la
reconcentración y conservaban gracias a las basuras una, miserable subsistencia. Clara
Barton, presidente de la Cruz Roja americana, había enviado alimentos, medicamentos y
ropas recolectados antes incluso de desencadenarse la guerra contra España. Sin
embargo, ele bloqueo de las costas cubanas impidió (¡ya entonces!) la llegada de estas
ayudas que fueron parcialmente utilizadas en beneficio de las tropas yanquis, lo que
motivó una denuncia de Clara Barton al presidente de los Estados Unidos, William
McKinley. Cien años después de los hechos, Raúl Izquierdo Canosa se queda on
300.000 víctimas como cifra aproximada, sabiendo que no puede ser rigurosamente
exacta, pero otros historiadores avanzan 400 ó 500.000 sin poder demostrarlo. Para una
población de sólo un poco más de un millón y medio de habitantes, la cifra de 300.000,
incluso corregida a la baja, es ya espeluznante.
Pues no nos faltan testimonios, a un siglo de distancia, sobre la amplitud del exterminio.
Tenemos a Lola María, seudónimo literario de Dolores María de Ximeno y Cruz, rica
heredera de una familia criolla de la ciudad de Matanzas, que escribió sus memorias.
Narró el mundo de opulencia en el que vivía, sin despertar los testimonios de los
episodios más dramáticos de la reconcentración vividos en directo. "La isla entera se
había convertido en una inmensa ratonera, se nos perseguía por todas partes. Más bien
una ciudad de dementes que un inmenso asilo de enajenados. Niños ,en proporciones
alarmantes, hombres y mujeres en la plenitud de su vida, ancianos decrépitos con
apenas veinticinco años. Un día nuestra casa se llenó con una numerosa familia de
'reconcentrados' —no querían pan sino un techo— y ella, mi madre, conocía una casita
aislada en los parajes de la vía del ferrocarril, fuera de la ciudad la emigración era
espantosa, únicamente quedaban los que no tenían posibilidades de huir. En nuestra
casa, el hogar más opulento y la despensa mejor guarnecida de Matanzas, tuvimos que
recurrir a sopa de esas verdolagas que crecen hasta en las aceras, que mi madre
preparaba excelentemente orno si fueran raviolis. Diariamente los periódicos publicaban
los éxitos militares de los españoles que, en cada encuentro con los rebeldes, los
pulverizaban inequívocamente. En conclusión, ninguna novedad por nuestra parte. Viví
jornadas que parecían siglos. Adelgacé enormemente”.
Cualquiera que sea la cifra exacta de estos verdaderos rehenes del Ejército español, hay
que añadirle un número insospechado de extranjeros que revelaron recientes
investigaciones en los archivos nacionales de Cuba. Siempre en Matanzas, las actas de
defunciones muestran un porcentaje elevado de víctimas de origen español peninsular o
de las islas Canarias. Se encontraron, sin sorpresa, más de 3.000 chinos, puesto que su
inmigración para la agricultura es consignada desde la segunda mitad de siglo. No hay o
son muy pocos franceses, quizás por gratitud de las autoridades españolas, satisfechas
por las verdaderas fortalezas en que convirtieron sus plantaciones de café en la región
de Santiago de Cuba, prueba de su hostilidad hacia los insurgentes. Más extraña es la
cifra de 1.758 norteamericanos señalada en diciembre de 1897 entre las actas de
defunción que también identificaban a alemanes, mejicanos, y de varias nacionalidades
europeas o americanas más, además de otras con la mención "africanos", sin más
precisión.
Sólo faltaba preparar a la opinión pública con el generoso pretexto del derecho de los
cubanos a la libertad. Para eso era necesario desmontar la contradicción entre la
condena de la falta de humanidad de la reconcentración y las circunstancias agravantes
del bloqueo naval de la isla, primera medida militar de la intervención armada fechada
oficialmente el 1 de enero de 1899. En los famosos memorandos del secretario de
1stado de la guerra no se andaba con rodeos: "Cuba, can un territorio más grande, tiene
también una población mayor que Puerto Rico, entre blancos, negros, asiáticos y sus
mezclas. Sus habitantes son general-mente indolentes y apáticos. Es evidente que su
anexión inmediata a nuestra federación sería una locura y, antes de proceder a ella,
debemos limpiar el país, incluso si para ello es necesario recurrir a los mismos métodos
que la Divina Providencia aplicó a las ciudades de Sodoma y Gomorra".
En su obra Caminos para el azúcar, Oscar Zanetti y Alejandro García añaden a esto que
precede: "La pérfida táctica del mando militar norteamericano de la isla fue negar la
beligerancia a las fuerzas cubanas, apoyándose separadamente en sus diferentes jefes
locales y, una vez conseguida la derrota española, prohibir la entrada de los
combatientes cubanos en las principales ciudades con el objetivo de evitar que el
Ejército español capitulara ante los patriotas que fueron excluidos de la firma del
protocolo que ratificaba la rendición española. De este modo la soberanía de las islas
pasó de las manos del colonialismo español a las del imperialismo norteamericano. El
Tratado de París, inspirado formalmente en 'principios humanitarios y altos deberes
sociales y mora-les', en realidad disimulaba la ocupación militar norteamericana de
Cuba por tiempo indefinido y la adquisición de las colonias españolas del Caribe y del
Pacífico en calidad de botín de guerra". [136]
José Martí, muerto en combate antes de haber conocido ni las tribulaciones de su pueblo
con motivo de la reconcentración, ni la humillación de la victoria confiscada y de la
independencia traicionada, escribía lo siguiente desde Nueva York, el 29 de octubre de
1889: Para que la isla sea norteamericana no tenemos que hacer ningún esfuerzo, porque
si no aprovechamos el poco tiempo que nos queda para impedir que eso sea así, ocurrirá
por su propia descomposición. Es esto lo que espera este país, y a lo que nosotros
debemos oponernos pues una vez los Estados Unidos en Cuba, Quién los va a sacar?" Si
la actual voluntad del pueblo cubano tiende desde hará bien pronto 40 años a responder
a este desafío revolucionario de José Martí, nada tiene de extraño que el actual jefe de
Estado cubano tuviese a bien asistir a la presentación del libro 'obre la reconcentración
sobre el que hemos citado aquí algunos extractos. En ella tuvo ocasión de recordar que
los Estados Unidos recurrieron en Vietnam al mismo método en lo que ellos llamaban
poblados estratégicos, copia de lo que no dudó en comparar a estos "campos (le
concentración de Cuba". De ahí considerar que dos de los mayores genocidios de
nuestra era tienen un precedente cubano. Al menos constituyó una escuela para el
nazismo y para el imperialismo.
Por su parte, el coronel Raúl Izquierdo Canosa, autor del citado libro, declaraba a
Granma el primero de enero de 1998: "Mantener un número tan elevado de personas en
lugares fortificados o en zonas bajo control militar implicaba un aumento de las
medidas de seguridad, en medios y en hombres, aunque quede claro que las autoridades
coloniales tampoco se hayan preocupado por cualquier otra medida de acogida de los
'reconcentrados'. A mi modo de ver, el error inicial de Weyler, al aplicar una medida tan
amplia y tan compleja, fue el no haber creado anteriormente las condiciones
indispensables para su realización. Cuando tomaron conciencia del problema que habían
creado, los españoles adoptaron algunas medidas como la creación de zonas de cultivo
en los terrenos exteriores de las áreas fortificadas el primero de enero de 1897. Era ya
demasiado tarde para Weyler, que no pudo impedir la concatenación de derrotas que se
sucedieron ese año.
Weyler conoció a su regreso a España la triste gloria de ser comparado con el duque de
Alba, al que Felipe II había encargado extirpar el protestantismo de los Países Bajos, sin
éxito a pesar de la ejecución de 8.000 personas. Murió en su lecho en 1930, con 92
años, no sin haber conocido un último avatar: fue condenado por participación en un
complot contra el dictador Primo de Rivera, desmintiendo de este modo una celosa
biografía que también le había acordado "la elegancia de no haberse nunca levantado en
armas contra el Gobierno". Se estaba entonces en plena guerra del Rif, y España había
desembarcado en Marruecos tantos soldados como en Cuba 30 años antes. Weyler era
demasiado viejo para ofrecer sus servicios.
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Los indios de América han sido víctimas del mayor genocidio en la historia de la
humanidad. Para satisfacer las ansias de riqueza de los europeos, los pueblos indígenas
de América fueron exterminados en las Antillas, en México, en América del Sur, en
Brasil y en América del Norte por los españoles, los portugueses y los anglosajones.
Este genocidio se prosigue todavía en la actualidad bajo formas a menudo muy
diferentes.
"Otras poblaciones indígenas más agresivas se organizaron para el combate, pero iban a
sufrir la misma suerte: como los caniba (Martinica, Guadalupe), los puelches,
picunches, tehuelches de la Pampa y la Patagonia; como los araucanos (Chile), cuya
resistencia y coraje dejaron estupefactos a los conquistadores capitaneados por Valdivia,
que pagó con su vida su obstinación; como los chibchas (Colombia), que se opusieron a
la penetración de las columnas militares de Jiménez de Quesada a la búsqueda de
Eldorado".[138]
Brasil
Cada avance de la civilización industrial ha empujado a los indios hacia zonas más y
más inhóspitas. Esto es así desde que en la segunda mitad del siglo XIX estalló el boom
del caucho industrial. En 1910 se creó el SPI (Servicio de Protección a los Indios), cuya
función era, en principio, asistir a los indios en el ejercicio de sus "derechos" y
promover para los mismos mejores condiciones de vida. En 1968, estalla el escándalo
estruendosamente. Las autoridades reconocieron que los funcionarios del SPI se dejaban
sobornar fácilmente por los colonos, los aventureros y los funcionarios del gobierno
corruptos, y procedían ellos mismos a la venta de indígenas que maltrataban hasta la
tortura, así como a la venta de tierras indias, y que cerraban los ojos sobre los métodos
más atroces a los que recurrían los compradores, cuando no les ayudaban: masacres con
ametralladoras, destrucción de poblados y de sus habitantes con dinamita,
envenenamiento con arsénico y con pesticidas. Así desaparecieron tribus enteras como
los Cintas Largas o los Tapalunas, sobre los cuales el ejército experimentó nuevos
métodos de ametrallamiento. También perecieron los Parintintinos, acusados de haber
matado a un militar, los Bocas Negras, declarados rebeldes, los Pacas Novos, a los que
se "pacificó" por medio de dulces envenenados.
La FUNAI (Fundación Nacional del Indio) sucedió al SPI. Pero se reveló muy pronto
impotente para cumplir su misión. Aún más, se la acusó de subordinar las necesidades
del pueblo indio a los objetivos de expansión nacional y del desarrollo capitalista. La
colusión de la FUNAI con compañías privadas fue denunciada muy frecuentemente por
voces dignas de crédito. Además, el presupuesto de la FUNAI es insuficiente.
Este Estatuto del Indio no le reconoce la propiedad de la tierra (que permanece como
un bien del Estado federal). Los artículos 34, 35 y 36 del título 3 permiten la
deportación de poblaciones indígenas completas por simple decreto del presidente de la
República por diferentes motivos, como la "seguridad nacional" y el "desarrollo de la
región por máximo interés nacional".
México y Guatemala
Según los trabajos de la Escuela de Berkeley, en México había doce millones de indios
a la llegada de Cortés en 1519; 120 años más tarde, a mitad del siglo XVII, no quedaban
más que 1.270.000, según Eric Wolf.
Como en toda la llamada América latina, el contacto entre los dos pueblos, español e
indio, se tradujo en una vertiginosa caída de la población indígena. Hambre, represión,
masacres, trabajos forzados y las enfermedades traídas por los europeos (principalmente
la viruela), contra las cuales los habitantes del Nuevo mundo no poseían ninguna
inmunidad biológica, al haber vivido en un círculo cerrado desde el paleolítico, hicieron
perecer al 90% de la población indígena de México en el transcurso del siglo XVI.
Después, ocurre la conquista del Imperio maya por Alvarado en 1523 y del Imperio inca
por el sanguinario Francisco Pizarro entre 1532 y 1537. "De este modo, en el espacio de
veinte años, imperios construidos durante varios siglos son aniquilados, comunidades
autóctonas desmanteladas y subyugadas, socavados los cimientos de asombrosas
civilizaciones". [139]
La población de América Central y del Sur, estimada por el doctor River y la Escuela de
Berkeley en 70 millones antes de la llegada de los españoles, cae a unos 20 millones. El
Imperio azteca, constituido por una población de 25 millones de indios en 1519, sólo
contará, treinta años más tarde, con seis millones, para alcanzar apenas un millón a
finales del siglo XVI. En esa fecha, en América Central y del Sur, la población india es
de sólo siete millones de personas, es decir ¡diez veces menos que ochenta años antes!
Las masacres de indios se prosiguen en nuestros días en estas regiones, como lo han
recordado los recientes acontecimientos de Chiapas. Amnistía Internacional, en un
informe de 1985, daba cuenta de masacres en el mismo Chiapas, en Tzacacum, el 24 de
marzo de 1983 y en la región de Comitán en 1985. En Guatemala, ocurre la masacre de
108 campesinos indios en Panzos, en mayo de 1978. El 31 de enero de 1980, veintiún
indios Quiché son quemados vivos con lanzallamas en la embajada de España, en
Ciudad de Guatemala, por elementos del Ejército guatemalteco. Las masacres de indios
por el Ejército guatemalteco y las milicias antimotines se han multiplicado en estos
últimos años, porque son sistemática-mente sospechosos de ser cómplices de los grupos
guerrilleros.
Estados Unidos
El genocidio fue una larga serie trágica y sangrienta de masacres, de tratados violados
por los europeos, de epidemias de enfermedades importadas contra las que los indios no
poseían ninguna inmunidad. Todo ello acompañado por robos de territorio y de una
empresa de destrucción de las ancestrales culturas de los amerindios.
Por ejemplo, las malas condiciones de vida en las reservas hacen que uno de cada tres
niños muera en los seis meses posteriores a su nacimiento. En algunas de ellas, se
lamentan 100 muertos por cada 1.000 nacidos, contra 8'1 para los blancos. La esperanza
media de vida para un indio es de 63 años contra 76 para los blancos, pero existen
reservas donde desciende a 46 años.
Los suicidios entre los indios doblan el de los blancos: 21'8 contra 11'3 por cada
100.000 habitantes. Golpean especialmente a los jóvenes. Un indio de entre 14 y 24
años es cuatro veces más susceptible de suicidarse que una persona blanca. Un 75%
sufre de desnutrición. El alcoholismo golpea a un hombre de cada cuatro y a una mujer
sobre ocho. Los indios de las ciudades sufren más este azote que los de las reservas,
pero el 80% de los indios son víctimas por diversos conceptos de esta forma de
alineación causada por la ociosidad y la conciencia de su pérdida de identidad. La
droga, sobre todo el crack, hace hoy estragos importantes entre los indios.
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[138] Feliz Reichlen, en Les Amérindiens et leur extermination délibérée, Éd. Pierre-
Marcel Fabre, Lausanne, 1987.
A comienzos del segundo milenio de nuestra era, juncos chinos, barcos de un tamaño
desconocido en Europa, viajaban habitualmente hasta la India e Indonesia. En la
segunda mitad del mismo, son naves europeas de una potencia continuamente
acrecentada las que abordan las costas de Asia, naves mercantes y también navíos de
guerra. Vasco de Gama llegó a Calicut en 1498, hace cinco siglos, y el monopolio
portugués a expensas del comercio árabe-veneciano es definitivamente establecido en
1507. Dos años más tarde, los portugueses llegan a Malaca, en 1511 a Ambón, en 1514
a China. Los intereses rivales europeos se enfrentan en Asia, como por ejemplo los
portugueses y los españoles en las Molucas, en 1526. Los primeros abordan Japón en
1542, año en que los segundos se instalan en las Filipinas.
Ya antes del siglo XIX habían sido cercenadas en Asia un cierto número de vidas
humanas a causa de la irrupción de los europeos, de su voluntad de conquista a expensas
de los asiáticos y de los conflictos entre ellos mismos, a los cuales les habían arrastrado.
Cierto número de riquezas de estos pueblos fueron absorbidas hacia Occidente,
aportando su contribución a la acumulación primitiva necesaria para el arranque en gran
escala del capitalismo liberal.
Las potencias coloniales administran estos territorios en beneficio de los intereses de sus
clases dirigentes. Inglaterra ha renovado el privilegio de la Compañía de Indias
Orientales en 1813, con sede en Londres y gobernador general en Calcuta; ocupa la
mitad del territorio indio y cobra el impuesto por la metrópoli. India exportaba hasta ese
momento cotonadas; a partir de ahora se la obliga a exportar su algodón en bruto y es en
Manchester donde se fabrica el tejido para mayor beneficio de sus capitalistas, lo que
permite, entre otras cosas, financiar los trabajos de los economistas partidarios del
liberalismo y del libre cambio, la escuela de Manchester precisamente. El artesanado
textil hindú es arruinado, la miseria se instala entre los campesinos, acarreando
enfermedades y muertos que hay que inscribir sin reservas en el libro negro del
capitalismo británico.
Mientras tanto, utilizan la primera mitad del siglo XIX para extender sus posesiones.
Inglaterra conquista en la India el Sindh, Beluchistán y hace la guerra a los sikhs del
Punjab en 1845 y 1848. Se instala en Singapur en 1819 y en Malasia se agarra donde
puede. Ocupa en 1825 la costa de Birmania, antes de conquistar la Baja I irmania en
1852. Los Países Bajos reducen los últimos sultanatos independientes vecinos a sus
territorios, siendo el último el de Atjeh, en Sumatra, en 1869. España termina la
conquista del sur de las Filipinas en 1840. Por todas partes se derrama la sangre
indígena pero qué importa! La teca, el estaño, el carbón, el arroz avituallan Europa y se
abren nuevos mercados. ¿No es eso lo esencial?
En cuanto a Francia, ha puesto el pie en los territorios que rodean Annam. Entre 1862 y
1867 se apodera por el sur de Conchinchina, imponiendo sin demasiada dificultad su
protectorado a Camboya en 1863. Un cuarto de siglo más tarde le toca el turno a Tonkín
(1883-1885), al precio de sangrientos combates, al tomar la Tercera República el relevo
del Segundo Imperio. Los intereses son los mismos. Con los protectorados de Annam y
de Laos existirá durante setenta años una Indochina francesa. Siam le debe a su posición
intermedia entre los territorios británicos y franceses la posibilidad de conservar una
independencia política limitada: en realidad es una semicolonia.
Pero la obra maestra del dominio del capitalismo occidental dejando salvas las
apariencias de soberanía, se encuentra seguramente en China. El Gobierno chino,
cerrado a las bondades del libre cambio, rechazó siempre abrir sus puertos al comercio
extranjero; en sus puertos se practicaba un fuerte contrabando por los comerciantes
ingleses, que intercambiaban el opio cultivado en Bengala por la Compañía de Indias
por té y lino. La decomisación de un cargamento de opio por el vicerrey de Cantón
sirvió de pretexto para la primera Guerra del Opio, concluida en 1842 con el Tratado de
Nankín, que abría cinco puertos del sureste de China al comercio extranjero y cedía
Hong Kong a los ingleses. La segunda (1856) y la tercera (1858) guerras del Opio, con
la participación de Francia, concluyeron con la cesión, por los dos tratados de Tien Tsin
(1858 y 1860), le otros once puertos. Las potencias capitalistas se habían comportado
como gángsters traficantes de droga y miles de vidas chinas se habían sacrificado
(aparte de los muertos en combate, la hambruna de 1857 costó ocho millones de
muertos). Pero el mercado chino estaba abierto y así iba a continuar.
Tropas británicas y francesas masacran a los rebeldes chinos en la Guerra del Opio
El capitalismo europeo está este momento instalado para un largo periodo de tiempo en
Asia. La Compañía Inglesa de Indias vio renovado su privilegio de comercio y su
derecho a administrar el vasto conjunto indio en 1833, y posteriormente en 1853. Sin
embargo, el movimiento de liberación contra la dominación inglesa está ya
incubándose. En 1857, estalla la revuelta de los cipayos, una parte de sus tropas,
sublevación que hizo temblar a Londres. Fue ahogada en sangre: 320.000 hindúes
fueron ejecutados, entre ellos 200.000 civiles. La Compañía de Indias, de estructuras tan
alejadas del liberalismo, es disuelta en 1858. El advenimiento del liberalismo está
marcado por la apertura del acceso a las tierras a los colonos británicos y a los intereses
capitalistas de Gran Bretaña que actúa en el propio terreno por intermedio de sus
representantes (managing agencies). Los campesinos cuyas tierras escapan a la avaricia
de los colonizadores vieron su economía rural monetarizada con la finalidad de que
pudieran pagar el impuesto, primero a la compañía, y más tarde a la administración de
la Corona. Tuvieron lugar terribles hambrunas en 1860, 1866, 1873 y 1877, donde los
muertos se contaron por millones. La última de estas hambrunas coincidió con las
festividades que hicieron a la reina Victoria, emperatriz de las Indias.
Para pasar de un régimen económico y social a otro los caminos son diversos: esto no es
cierto, por lo demás, únicamente para el sistema capitalista.
El contacto con los occidentales provocó en Japón un alza de precios, pérdida de sus
reservas en oro y rebeliones campesinas. Una nueva expedición de éstos en 1863 probó
una vez más su superioridad material. El acceso al trono del nuevo emperador Mutso-
Hito en 1867 entrañó la abolición de las funciones del shogun y el comienzo de la era
Meiji, la del Gobierno ilustrado. El feudalismo es abolido en sus diversos aspectos, pero
la nueva clase dominante japonesa no está compuesta solamente por la burguesía
mercantil sino por muchos señores feudales que se adaptan rápidamente al capitalismo,
como hicieron numerosos señores ingleses en el siglo precedente. Pero en lapón es el
Estado el que permite el arranque de una economía moderna, sin cuyo concurso la
acumulación primitiva hubiera sido insuficiente para instaurarlo. Las empresas fundadas
por el Estado japonés son entregadas al sector privado a partir de 1881 a precios muy
bajos. Existen empresas de diversos tamaños, pero algunas dominan a las otras y se
organizan en zaibatsu (cárteles) desde 1893, siendo los más célebres Mitsui, Mitsubishi
y Sumitomo. El Japón capitalista avanza rápida, muy rápidamente.
En otros lugares de Asia la dominación colonial actúa como freno. Son raras las grandes
empresas creadas en estas condiciones, como las de la familia Birla o las de la familia
Tata en la India, cuyas minas y acerías (le Jamshedpur se ponen en marcha a gran escala
a finales del siglo XIX. La burguesía hindú se ha dotado también de algunas estructuras,
como la Madras Trade Association, creada en 1856 y transformada en 1910 en South
India Chamber of Commerce. En los países coloniales, la burguesía, y sobre todo una
burguesía "importada" al servicio del capitalismo extranjero y aquélla que trabaja por la
instauración de empresas nacionales permanece restringida.
"Hay sitio en Asia para todos", proclamaba Lord Salisbury en 1880. Incluso si todos
designaba a los esta-dos capitalistas occidentales, era ya una visión optimista, como lo
demostrarían las rivalidades en el sudeste Asiático en la misma época. Además existía el
expansionismo japonés con el que iba a ser necesario contar. Las nociones de imperio y
de imperialismo fueron difundidas de forma encomiástica por autores que iban desde
Disraelí hasta Kipling antes de que fuera precisado por Hobson, Hilferding y Lenin que
el imperialismo era la unión del capital industrial y del capital bancario, para formar un
capital financiero que se pro-ponía dominar el mundo.
A comienzos de la era Meiji, la clase dominante japonesa, no sintiéndose preparada,
había renunciado a atacar Corea en 1873. Aseguró sin embargo su dominio sobre las
islas Bonin, Kuriles y Ryukyu. Después, en 1891, Japón propuso a China establecer un
condominio sobre Corea, proyecto que no se materializó. Por el contrario, la voluntad
de expansión llevó al Japón de las grandes sociedades integradas, al Japón imperialista a
abalanzarse sobre China en 1894. Por medio del Tratado de Shimonoseki (1895) obtuvo
no solamente Taiwan y las islas Pescadores, sino también una importante
indemnización, que sirvió para desarrollar todavía más rápidamente el capitalismo
japonés, y se le concedió el derecho para constituir empresas en el nordeste de China
(Manchuria). Pero Rusia la obligó a abandonar Port-Arthur.
En Asia, ésta benefició sobre todo al imperialismo japonés. El Japón, que había
impuesto su protectorado en Corea en 1905, a la que anexa con brutalidad en 1910,
entró en la guerra en el bando de los aliados desde 1914, mientras China esperó hasta
1917 para hacerlo. Japón aprovechó para exigir de ésta que aceptara sus veintiún
demandas, instalarse en Shandong y penetrar más que nunca el mercado chino. Después
de la Revolución rusa de 1917, los aliados se ponen de acuerdo con Japón para
intervenir en el Extremo Oriente contra las fuerzas de los soviets. En el Tratado de
Versalles (1919), Japón obtiene sustituir a Alemania en Shandong, pero los occidentales
la obligan en la Conferencia de Washington (1921-1922) a restituírsela a China, al
mismo tiempo que a renunciar a su proyecto de anexionarse una parte de Siberia
oriental y de Mongolia. El furor de los imperialistas japoneses impidió en ese momento
la realización de un Segundo Consorcio. Decididamente, el súper imperialismo era
difícil de poner en práctica!
Los imperios coloniales salidos del siglo XIX, prosiguen su carrera en los cuarenta
primeros años del siglo XX. En la India, el capitalismo colonial británico continúa
dominando, pero el capitalismo indio toma amplitud, conducido especialmente por los
parsis de Itombay y los marwaris, prestamistas de dinero salidos de Rajputana. En su
conjunto, los hombres de negocios hindúes permanecen acantonados en la industria
ligera, pero hay excepciones: el grupo Tata prosigue su carrera en la industria pesada.
Los capitalistas hindúes se agrupan a partir de 1927 en la Federation of Indian
chambers of Commerce and Industry, se quejan del drain of wealth (drenaje de
riquezas) ejercido en detrimento suyo por Gran Bretaña e inspiran de manera importante
el Partido del Congreso, fundado en 1920. Ni la concesión de algunos poderes
regionales a los hindúes por las reformas Montaigu-Chelmsford en 1919, ni las
Conferencias de la Mesa Redonda de 1930-1931 les satisficieron.
En las colonias del Sudeste Asiático (Indias holandesas, Filipinas, Indochina francesa,
Malasia), la burguesía importada vinculada al capitalismo extranjero es, ya lo hemos
visto, generalmente más fuerte que la burguesía nacional. Tanto para los trabajadores de
las plantaciones como para los de las minas y puertos, las condiciones de vida son muy
duras. Se forman movimientos sociales contra la explotación de que son víctimas, a
semejanza de las huelgas obreras de Saigón en 1927-1929. Un movimiento
insurreccional en las Indias holandesas fracasa en 1926-1927. En todos estos países la
crisis del capitalismo mundial de 1929 golpea también a los pueblos. El descenso de la
demanda de materias primas y de sus precios golpea a un tiempo a las sociedades
coloniales, que deben efectuar despidos, y a los pequeños productores autóctonos
privados de mercados. Los campesinos del norte de Luzón, en las Filipinas, se sublevan
en 1931; en Manila estallan huelgas, otras en Malasia, otras en Rangún. En Indo-china,
la sublevación de Nghe-An en 1931 es reprimida militarmente, provocando centenares
de muertos y miles de condenados al presidio de Poulo Condore. El poder colonial
queda intacto hasta la guerra, al igual que en las Indias holandesas. Por el contrario, los
americanos juzgan más sabio para sus capitales acordar la autonomía interna a las
Filipinas y los ingleses hacen lo mismo en Birmania, desgajada de la India en 1935.
El periodo que abarca desde 1917 hasta 1923 ha sido calificado por algunos autores
británicos como la Edad de Oro del capitalismo chino. En efecto, éste se benefició de
los pedidos de un mundo en guerra. Fueron creados numerosos bancos tras el oficial
Bank of China en 1918. El boom duró hasta 1923. Pero los señores de la guerra poseían
una parte importante de las provincias, apoyados frecuente-mente por las potencias
occidentales que se beneficiaban de los contratos desiguales (aduanas,
extraterritorialidad, concesiones, privilegios fiscales). 1ntre 1924 y 1927, las tropas del
Guo-min-dang (Kuornintang), dirigidas por Jiang Jie-si (Chang Kai-chek), expulsan a
los señores de la guerra. El mismo, que tiene por uñados a los financieros Kong y Song,
no tiene nada en contra de la burguesía. Bajo su presión rompe en 1927 con los
comunistas, que crearán en 1931 la República de los Soviets Chinos, antes de conducir
en 1934 la Larga Marcha hasta Shenxi. El Guo-min-dang recibe a su vez el apoyo de los
imperialistas occidentales, que ceden ventajas aduaneras y jurídicas para ponerlo en
posición de tuerza con respecto al pueblo chino. El Plan de cuatro años tiene como
objetivo el reforzamiento de la industria china, en la que los bancos invierten enormes
capitales.
La tasa de crecimiento anual se eleva al 8 y 9%. Pero la crisis mundial alcanzó a China
en 1932, de modo que rana cuarta parte de sus industrias estaban paralizadas en 1935.
La recuperación tomaba forma, los comunistas habían propuesto a Jiang negociaciones
y un acuerdo estaba en ciernes cuando Japón desencadenó una guerra general contra
China en julio de 1937.
La Segunda Guerra Mundial comenzó en el suelo de Asia en 1937. Las tropas japonesas
avanzaron en 1937-1938 por el norte de China, en la cuenca del Yang-tsé-kiang
(Yangzi) y alrededor de Cantón. Esta guerra fue de una crueldad extrema, con
carnicerías, masivas y utilización de gases de combate (que no serán empleados en otros
lugares hasta 1945). La toma de Nankín y las masacres que la rodean causando 300.000
muertos permanecen en la memoria de todos los chinos. El Gobierno nacionalista,
refugiado en Chungking, no conserva más que el sur y el oeste de China, mientras los
japoneses instalan en 1940 en Nankm un gobierno fantoche dirigido por Wang Jing-wei.
Sin embargo las guerrillas nacionalistas, y sobre todo las comunistas se organizan para
resistir a las tropas japonesas.
Desarrollo del imperialismo japonés. Izda.: tropas japonesas invaden Cantón (1938);
Dcha.: el emperador Hirohito pasa revista a sus tropas (1940).
Pero los demás capitalismos asiáticos también se aprovechan de la guerra. Por el lado
del Gobierno de Chungking, las Cuatro grandes familias (Chen, Jiang, Kong, Song) se
enriquecen lo mismo controlando la producción que especulando con el dólar. Una
inflación galopante asola la China nacionalista. La misma es elevada en Japón y muy
elevada en la India. Los salarios no la siguen. Campesinos, obreros y clases medias
sufren peores condiciones de vida que nunca. Además de las víctimas directas de los
combates, la hambruna de Henen causa cuatro millones de muertos en 1942, la de
Bengala al menos tres millones en 1942-1943 y la de Tonkín dos millones en 1944.
Innumerables víctimas que no tuvieron nunca un lugar en ningún monumento a los
muertos, pero que sin duda merecen figurar en este Libro negro.
Cuando las fuerzas japonesas se ven obligadas a recular en todos los frentes, se lanzan
las bombas ató-micas americanas sobre Hirosima y Nagasaki, y Japón es conducido a la
capitulación en agosto de 1945; la fisonomía de Asia ha cambiado para siempre. Los
japoneses habían instalado gobiernos afines, además de en China, en Birmania, en
Vietnam, en las Filipinas y en Indonesia, y algunos nacionalistas de estos países habían
aceptado secundarles. Pero los pueblos com. prendieron enseguida que la Esfera de
coprosperidad asiática funcionaba únicamente en interés de Japón Movimientos como el
Malayan People's Anti-Japanese Army en Malasia, el Anti-Fascist People Freedom
League en Birmania, el Viet-Minh en Vietnam, los Hukbalahap en Filipinas, que
añadían a las reivindicaciones de independencia nacional las de progreso social gozaban
del apoyo popular. Tras la capitulación japonesa, el poder fue tomado por nacionalistas
en Birma nia y en Indonesia, aunque en este último país no tardó en serles disputado.
Los estados capitalistas y colonialistas occidentales podían escoger entre dos actitudes:
reconocer lo movimientos de liberación nacional, acordándoles la independencia por la
que luchaban, u oponérseles por medio de la fuerza. Los Estados Unidos admitieron la
independencia de las Filipinas en 1946, Gran Bretaña las de Birmania y Ceilán en 1948.
La lucha armada fue el sino de Indonesia en 1947-1948 y de Vietnam de 1946 a 1954.
Los Países Bajos y Francia, al escoger la opción equivocada, perdieron todas sus
posiciones económicas, y por un tiempo cesó todo su protagonismo en el Sudeste
Asiático. Además la no aplicación de los acuerdos de Ginebra de 1954 conllevó la
entrada en guerra americana en Vietnam de 1959 a 1975 y la reunificación del país con
un régimen socialista que ningún capitalista deseaba. En Malasia, Gran Bretaña
combatió el movimiento progresista de liberación de 1948 a 1953, fecha en la que
entregó el poder a los elementos prooccidentales, con lo que el capitalismo británico
continuó jugando un papel dominante en la península malaya. Japón, por supuesto,
perdió todas sus colonias, Corea logró ser independiente, pero quedó dividida entre el
Norte socialista y un Sur capitalista, y Taiwan fue devuelto a la China nacionalista.
La Gran Bretaña laborista reconoció desde 1945 el principio de independencia para los
habitantes de la península india, lo que disgustaba enormemente a Churchill. Pero el
colonialismo inglés había sembrado los gérmenes de la división entre el Partido del
Congreso, de tendencia laica, y la Liga musulmana. Y entonces, cuando fue acordada la
independencia en agosto de 1947, lo fue para la India por una parte y para Pakistán por
la otra. Londres consiguió crear dos dominios en el seno de la Commonwealth, aunque
costó al menos 300.000 muertos por masacres y ejecuciones, 500.000 por hambruna y
siete millones de refugiados que habían perdido todos sus bienes por los caminos.
Al haberse convertido Japón en el segundo socio comercial de los Estados Unidos, cuyo
mercado ha penetrado gracias a precios inferiores a los suyos, los motivos de fricciones
entre las dos potencias imperialistas no faltan. La balanza comercial americana es
deficitaria (mil millones de dólares anuales como media), mientras que los capitalistas
japoneses rechazan rebajar sus propios derechos de aduana. La inconvertibilidad del
dólar en oro anunciada por Nixon en 1971 es acompañada de una sobretasa comercial
que penaliza los productos japoneses. El primer conflicto petrolero (1973) ocasiona un
déficit en la balanza de pagos corrientes de Japón. El yen se ha convertido en moneda
fuerte demandada en los mercados de cambio, y los exportadores padecen las
consecuencias de ello a partir de 1976. Sin embargo este período comenzó con el boom
económico Izanagi (1965-1970). De 1963 a 1972, la tasa de crecimiento fue como
media de un 10'5 anual. Fue más baja de 1973 a 1985, del arden del 4'1% anual. La
remontada del yen en 1985-1986, debida a la depreciación deseada del dólar, amenaza
nuevamente las exportaciones. Japón responde economizando energía, desarrollando la
investigación en las grandes sociedades (Fujitsu, Hitachi, fonda, Nippon Electric,
Nissan, Toshiba, Toyota), descentralizando las industrias de mano de obra en el Sudeste
Asiático, invirtiendo también en los países desarrollados. El capitalismo japonés
dispone de un ahorro elevado (4'5% del PIB), de una gestión y de una información sin
igual, las deducciones obligatorias son las más bajas de los países desarrollados y los
gastos militares solamente del orden del 1% del PNB. Sin embargo, después del boom
Heisei (1986-1990), menos fuerte que los precedentes, Japón entró en 1992 en un
período de crecimiento débil (1'4% de crecimiento medio). Conoció en 1997-1998 la
más clásica de las crisis de sobreproducción, la de bajo consumo, crisis con la que todo
capitalismo está amenazado.
Las economías de los países del Sudeste Asiático salieron de la Segunda Guerra
Mundial extremadamente debilitadas por las destrucciones (Birmania, Filipinas) y otras
consecuencias de la guerra. Sean las que sean las diferencias entre un país y otro, todos
los movimientos de liberación tenían en su programa el desarrollo económico. Los
nuevos estados independientes se dotaron de bancos centrales, cuya creación era
recomendada por el Banco Mundial en los años cincuenta y sesenta, lo mismo que... la
planificación centralizada, lo que basta para mostrar que se trata de una época lejana.
Así nacieron el plan quinquenal (Repelita 1) en Indonesia en 1969, el primer plan
malayo en 1970, el plan de veinte años en Birmania en 1972 y tres planes quinquenales
en Tailandia, que se sucedieron después de esta fecha. La participación del Estado en la
economía era fuerte en Indonesia, en Singapur, en Malasia, en Tailandia y en las
Filipinas, proporcionando del 10 al 40% del PNB. Estos estados recurrieron al
proteccionismo para favorecer el crecimiento de sus nacientes industrias. Algunos de
ellos pretendían situarse en ese momento entre el capitalismo y el socialismo. En
general se trataba de un capitalismo donde el Estado jugaba un rol importante, y donde
el neocolonialismo de las antiguas potencias coloniales guardaba todavía posiciones
fuertes (Birmania, Malasia). Con el fin de mantener a estos países en su campo, los
Estados Unidos suministraron una ayuda (por ejemplo 2.600 millones de dólares a
Tailandia entre 1950 y 1975) evidentemente bien acogida por las clases dirigentes
prooccidentales.
Tras la derrota americana en Vietnam (1975), los capitalistas del Sudeste Asiático se
lanzaron a políticas de crecimiento de su industria, de su comercio y de sus actividades
financieras. En Indonesia, después del golpe de estado de 1965, que provocó 500.000
muertos y 700.000 detenciones, Suharto ya había dado a partir de 1967 a este país un
impulso a la vez nacionalista y favorable a los grandes intereses, desarrollando un
verdadero colonialismo (Nueva Guinea occidental, Célebes, Molucas, Timor). Tanto en
Tailandia, con los golpes de estado militares (1975, 1977, 1988), como en Filipinas,
bajo las presidencias de Marcos (1965-1086), de Cory Aquino (1986-1992) y de Fidel
Ramos (a partir de 1992), el capitalismo se consolidó. Los nuevos países
industrializados abren sus puertas al capitalismo extranjero, obedeciendo las reglas del
neoliberalismo promulgadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Las tasas de crecimiento en el curso de los años noventa se establecen alrededor del 8%
anual. En todas partes se ponen como modelo a los nuevos tigres, que supieron de este
modo encontrar las vías para el despegue económico.
A estos nuevos tigres hay que añadir los nuevos dragones, no menos capitalistas que
ellos. Taiwan tuvo entre 1977 y 1996 una tasa de crecimiento medio anual del 6'7%, con
puntas que se elevaron hasta el 13%. Hong Kong estableció el suyo desde hace diez
años en el 5% y Corea del Sur en el 8'4%. Esta última se ha convertido en la onceava
potencia industrial del mundo. El capitalismo surcoreano se distingue por la actividad
de sus conglomerados o chaebol (Samsung, Daewoo, Kia, Halla, Hyundai, LG,
Sangyong), que no pueden ser mejor comparados que con los zaibatsu japoneses. Está
también caracterizado por los numerosos escándalos le su clase dirigente, que nunca ha
dudado en ejercer urna cruel represión contra los obreros, los estudiantes v los
opositores. Dos antiguos presidentes de la República fueron condenados en 1996, uno
Chun Doo-Hwan a cadena perpetua, y el otro Roh Tae-woo a 17 años de prisión por el
golpe de estado militar de 1979 y la masacre de al menos 2.000 personas que
participaban en las manifestaciones populares de Hamhung en 1980, su acto represivo
más conocido. Todos los dirigentes de los principales chaebol han sido sancionados por
la justicia por corrupción.
Tanto los éxitos económicos de los nuevos dragones, como los de los nuevos tigres, han
atraído los capitales extranjeros a países cuyas monedas estaban alienadas con el dólar,
pero donde los beneficios se revelaban superiores a los realizados en el mundo
occidental. Cuando en 1997 aparecieron dificultades, estos capitales, que representaban
inversiones especulativas, comenzaron a huir de los países capitalistas del este de Asia.
La crisis comenzó en julio en Tailandia, y se extendió después a Filipinas, Malasia e
Indonesia. Las monedas debieron ser devaluadas (del 15 al 55%) y fue solicitada ayuda
al FMI y a lapón. La catástrofe se propagó de una plaza bursátil a otra. Hong Kong, que
se reintegró en julio a China, aunque formando una región administrativa especial
todavía plenamente capitalista, fue golpeada en octubre, y Corea del Sur en diciembre.
En este último país en ese mismo mes, el descontento trajo la elección a la presidencia
del opositor Kim Dae-jung, que aceptó el plan del FMI, indultó a sus predecesores y a
los dirigentes de los chaebol, aunque exigiendo a estos últimos un gran rigor de gestión.
En marzo de 1998 la crisis financiera no había terminado. Las quiebras y la interrupción
de las inversiones extranjeras han traído los despidos, el paro y movimientos de protesta
reprimidos violentamente, como en Indonesia. El capitalismo asiático aliado al
neoliberalismo ya no aparece como el modelo que bastaba imitar para que el Tercer
Mundo accediera a un verdadero desarrollo.
La vía del capitalismo no era pues fatal. Si fue seguida en numerosos países de Asia,
como acabamos de ver, fue en interés de las clases dirigentes locales, fuertemente
apoyadas por la mayor potencia capitalista mundial, los Estados Unidos de América.
Además encontraron dificultades desde el comienzo: cuando en 1954 quisieron,
siguiendo el modelo de la OTAN, crear la FASE (Organización del Tratado del Sudeste
Asiático), sólo encontraron tres estados para adherirse (Filipinas, Tailandia y Pakistán).
Es cierto que los americanos siguieron ocupando Corea del Sur y ejerciendo una fuerte
influencia en los años del despegue de su capitalismo. Es también cierto que protegieron
a los nacionalistas chinos, haciéndolo más tarde en Taiwan, incluso después de que los
Estados Unidos reconocieran a la República Popular China en 1979, en función de sus
intereses. El papel jugado por ellos en Tailandia, en Indonesia, en Vietnam del Sur hasta
1975, y en las Filipinas, no podría ser subestimado.
Corea del Norte a partir de 1946, China continental desde 1949, Vietnam del Norte
desde 1954 y después Vietnam entero desde 1975, y finalmente Laos, escogieron una
vía diferente a la del capitalismo. Sin embargo en China fueron autorizadas empresas
privadas desde 1978. Se crearon sociedades mixtas con capitales extranjeros y zonas
económicas especiales francas a partir de 1980. La consigna de economía socialista de
mercado fue lanzada en 1992. Han visto la luz 3.200 sociedades por acciones cotizadas
en Bolsa (Shenzen y Shanghai). Las inversiones extranjeras han ido creciendo. Vietnam
ha seguido una vía análoga, aunque hasta ahora no existe Bolsa en este país y sus
dirigentes dan prueba de una gran prudencia. El FMI y el Banco Mundial insisten para
que las reformas sean llevadas hasta el final en los dos estados, lo que en el espíritu de
estas dos instituciones financieras significa un retorno pleno al capitalismo. Sin
embargo, los responsables de los dos países han defendido siempre que estas reformas
no ponen en cuestión el carácter socialista de sus regímenes.
En todas las épocas, los hombres han emigrado, y nos podemos plantear legítimamente
la cuestión de saber por qué tendría el capitalismo una responsabilidad particular en las
migraciones de los siglos XIX y XX. ¿No sería un prejuicio, una postura preconcebida
contra un sistema que en resumidas cuentas no hace más que sacar partido de un
fenómeno natural testificado desde la prehistoria, las migraciones humanas?
Las migraciones son por esencia la consecuencia de situaciones extremas en las que el
individuo no tiene más escapatoria que la salida hacia un lugar y un destino
desconocidos. Podemos entonces sin ninguna duda hacer la distinción entre itinerarios
de promoción social y migraciones de supervivencia. El itinerario de promoción social
es planificado por individuos que abandonan su lugar de residencia con una estrategia
de ascenso social a medio y a largo plazo, para ellos o para la siguiente generación. Las
migraciones de supervivencia son la respuesta inmediata a situaciones intolerables: las
personas huyen para asegurar su supervivencia. Este tipo de migraciones toma a
menudo un carácter de larga duración con que los interesados no habían contado en un
principio.
En el período que nos interesa, yo propondría una clasificación —con los límites que
implica cualquier clasificación— que distinga: las migraciones de carácter colonial, las
de carácter económico, y las migraciones de carácter político. Por otra parte pueden
combinarse unas con otras.
Migraciones de carácter colonial
Los flujos de población hacia estos continentes fueron menos importantes que hacia las
Américas. A pesar de un fuerte estímulo de carácter ideológico, manuales escolares,
exposiciones coloniales, relatos de viajes de las sociedades geográficas, propaganda
religiosa que magnificaba la empresa colonial, los millones de europeos candidatos a la
emigración prefirieron mayoritariamente otros destinos.
Los políticos y los teóricos del siglo XIX preconizaron las colonias de asentamiento.
Esta apuesta fue ganada en Oceanía: Australia, Nueva Zelanda, Tasmania se
convirtieron, a semejanza de América del Norte, en colonias de asentamiento pobladas
casi exclusivamente por europeos. La colonización inglesa no dejó prácticamente
ninguna posibilidad de supervivencia a los pueblos de Oceanía. Los tasmanos fueron
completamente exterminados.[142] Aborígenes de Australia y maoríes de Nueva
Zelanda fueron masacrados, expulsados a las tierras menos productivas, encerrados en
reservas. [143] En la actualidad siguen muriéndose a fuego lento: desempleo,
delincuencia y alcoholismo son su fatalidad cotidiana.
La colonización de Australia comenzó al final del siglo XVIII. Los británicos velaron
para impedir la implantación de poblaciones no europeas, especialmente las de chinos y
japoneses. Poblada primeramente por forzados (eran 150.000 a mitad del siglo XIX),
Australia atrajo a continuación a ganaderos, y luego a buscadores de oro desde 1851 con
el descubrimiento de los recursos auríferos. Esta colonización se prosiguió tardíamente,
puesto que desde 1946 el Gobierno australiano favoreció la implantación de 1.500.000
emigrantes, esencialmente británicos. Este movimiento migratorio se prosigue todavía
hoy: desde el fin del apartheid, numerosos blanquitos de África del Sur se han instalado
en Australia.
Otros intentos se saldaron con fracasos. Desde 1870, Francia quiso transformar Argelia
en colonia de asentamiento. Con una política de naturalización automática de los
argelinos judíos (1870) y de los europeos (1896), consiguió aumentar artificialmente la
población europea. Francia buscó atraer a los candidatos a la emigración ofertándoles
tierras. [l45] Estos colonos campesinos fueron rápidamente atrapados por las
reestructuraciones hipotecarias, víctimas de los colonos ricos y de las sociedades
financieras, que los despojaron. La población europea quedó acantonada en las ciudades
y finalmente aumentó débilmente: no alcanzará el millón de personas en 1954. [146] La
guerra y el apoyo de la mayoría de la población europea a la represión del movimiento
nacional argelino, además de la política de la OAS, empujaron a los europeos a
abandonar Argelia en 1962, tras la independencia.
Éste, en una carta al ministro de los DOM-TOM, escribía en esos momentos: "Nueva
Caledonia, colonia de asentamiento, aunque consagrada al abigarramiento racial, es
probablemente el último territorio tropical no independiente en el mundo al que un país
desarrollado pueda enviar a sus súbditos. A corto y medio plazo, la inmigración masiva
de ciudadanos franceses metropolitanos u originarios de los departamentos de ultramar
(Reunión), debería permitir evitar este peligro (una reivindicación nacionalista, NDLR),
manteniendo y mejorando la relación numérica de las comunidades. El éxito de esta
empresa indispensable para el mantenimiento de las posiciones francesas al este de
Suez, depende, entre otras condiciones, de nuestra aptitud para conseguir finalmente,
después de tantos fracasos en nuestra Historia, una operación de asentamiento
conducida de otro modo". Apostamos que la situación actual en Nueva Caledonia, como
consecuencia de la aplicación de esta política, proseguida por todos los gobiernos que
han sucedido al de Pierre Messmer, le reconforta en sus análisis.
Los campesinos ingleses estuvieron entre los primeros en pagar las consecuencias de la
Revolución industrial. Desde el comienzo del siglo XIX, Inglaterra entró en un proceso
global de transformación económica, reformó su producción agrícola. La agricultura,
que sufría la competencia en el mercado interno inglés de las agriculturas europeas y
coloniales, fue reemplazada por la ganadería. Los campesinos ingleses, improductivos,
fueron expulsados de sus tierras. La incapacidad de las incipientes industrias para
absorber la totalidad de esta mano de obra obligó a un buen número a expatriarse en
América del Norte, en las Indias, en África y en Oceanía. Entre 1825 y 1920, 17
millones de ingleses abandonaron su país. [147]
Alemania conoció un fenómeno análogo: entre 1820 y 1933, seis millones de alemanes
se expatriaron hacia los Estados Unidos, Brasil y Argentina. La mayoría de los países
europeos, incluidos los de Europa oriental, [148] aunque con un desfase temporal con
relación a Europa occidental, conocieron fenómenos de emigración. Los Estados Unidos
y América Latina absorbieron a la mayor parte de los emigrantes europeos.
Francia fue un caso aparte. Su falta de dinamismo demográfico --Francia era un país
poco poblado en el siglo XIX--, combinado al hecho de que su agricultura resistió mejor
que la inglesa las consecuencias de la Revolución industrial, hizo de este país un polo de
inmigración.
El caso de Irlanda en el siglo XIX es ejemplar. Irlanda era en ese momento un país rural
cuyos habitantes eran en su inmensa mayoría pequeños campesinos que vivían de
minúsculas explotaciones. Entre 1814 y 1841, la población irlandesa pasó de seis a ocho
millones de habitantes. Las malas cosechas de 1846 a 1851 como consecuencia de la
enfermedad de la patata provocaron hambrunas. Combinadas con epidemias de cólera,
fueron las responsables de la desaparición de un millón de personas. En ese mismo
período, un millón de irlandeses abandonaron su país hacia Inglaterra, Australia, Canadá
o los Estados Unidos. Este flujo migratorio ya no cesó más.
En 1890, los irlandeses eran más numerosos fuera de su país que en la misma Irlanda.
Durante todo el siglo XIX, desarrollaron una cultura de emigración. El precio del pasaje
para la travesía hacia los Estados Unidos era recolectado en el ámbito del círculo
familiar y de vecindario. También podía ser enviado por los miembros de la familia ya
instalados en el extranjero. Una vez desembarcado en los Estados Unidos, en Canadá,
en Australia, el emigrante irlandés no quedaba aislado porque encontraba redes de
ayuda mutua. En el país de acogida, se reunía con los emigrantes que le habían
precedido, instalándose en la misma ciudad y en el mismo barrio. La red de ayuda le
acogía, le alojaba y le procuraba un empleo.
Sin extrapolar demasiado, nos damos cuenta de cómo las solidaridades comunitarias
[150] –solidaridad en la salida, en la llegada o en el proceso de inserción– todavía
funcionan del mismo modo en la actualidad.
Vacunaciones en un campo de inmigrantes de California, EEUU (1936)
Francia, país de inmigración desde el siglo XIX, acogió desde 1850 a belgas, polacos,
italianos, españoles, atraídos por las posibilidades de empleo que les ofrecía el país. Al
mismo tiempo, esta demanda era satisfecha parcialmente por las migraciones internas.
Los campesinos franceses abandonaron tempranamente sus tierras para emigrar hacia
las ciudades buscando ingresos complementarios [151] o un trabajo mejor remunerado.
El siglo XIX y la primera mitad del XX vieron a hombres y mujeres de las regiones más
pobres abandonar su país para trabajar en la ciudad. Esta puede ser tanto la capital del
cantón como la capital regional o París. Sus itinerarios son a menudo comparables con
las migraciones intercontinentales. Bretones, corsos, auverneses, por citar a los más
numerosos, llegaron a las ciudades, donde fueron acogidos por redes de solidaridad
parecidas a las de los emigrantes extranjeros.
Por otra parte, las actitudes hacia ellos no son nada cariñosas. Cuántos textos, artículos
de periódico para denunciar a estos provincianos como sucios, frustrados,
inasimilables... Cuántos más para explicar que los polacos no practican el mismo
cristianismo que los franceses y que son incapaces de integrarse en la sociedad francesa.
Este tipo de violencia colectiva parece desterrado en la actualidad. Aunque las crónicas
de sucesos sean ricas en agresiones y asesinatos de carácter racista. El joven lanzado al
Sena en París por un grupo de cabezas rapadas, el 1 de mayo de 1995, tras una
manifestación del Frente Nacional, demuestra hasta qué punto las tentaciones y los
riesgos están presentes.
Las migraciones de carácter político salpican la historia. Podríamos citar gran número
de ellas. Se traducen en migraciones masivas de poblaciones, algunas de las cuales
desaparecen casi totalmente de los lugares en que tradicionalmente vivían.
Entre las más importantes, si se puede establecer una jerarquización, hay que hablar de
las migraciones de judíos de la Europa del Este, ahuyentados por las persecuciones
durante todo el siglo XIX. Este fenómeno clásico de exacerbación de los odios y de la
utilización del racismo en un contexto general de transformación de las sociedades
europeas encontró su paroxismo con la Segunda Guerra Mundial y la tentativa de
exterminio sis-temático de judíos llevada a cabo por los nazis. Los judíos de Europa del
Este que escaparon al exterminio escogieron en su inmensa mayoría expatriarse, en
Israel, en los Estados Unidos, en Europa occidental. En algunos países, como por
ejemplo en Polonia, los judíos han desaparecido prácticamente.
El genocidio perpetrado por los turcos y los kurdos con los armenios entre 1915 y 1923
tuvo consecuencias similares. Masacres y desplazamientos de población orquestados
por las autoridades turcas de la época no dejaron otra opción a los armenios que huir de
Cilicia, región de Asia Menor en la que vivían desde hacía siglos. Si bien una parte de
ellos ganaron la Armenia soviética, muchos otros se refugiaron en Europa y en los
Estados Unidos. Junto con el genocidio de judíos durante la Segunda Guerra Mundial,
el genocidio armenio es uno de los traumas mayores del siglo XX.
La miseria en la que son mantenidos estos países, orquestada por el sistema capitalista,
es más propicia que nunca para el desarrollo de ideologías de carácter fascista, que van
del integrismo islámico hasta el etnicismo. Actualmente, los pueblos, junto a sus
dirigentes, expresan cada vez menos reivindicaciones en términos de revoluciones y de
resistencia al orden establecido, y cada día más en términos de oposición entre pueblos,
etnias, comunidades, etc. Numerosos países conocen situaciones de implosión, que se
saldan con conflictos internos y la salida de grupos de población: es el caso de
Mauritania, de Ruanda, de Burundi...
Situación actual
Este cambio no era en realidad tan nuevo. Desde el primer conflicto mundial, los países
europeos solicitaron a sus colonias que enviaran hombres para combatir, y también para
paliar la falta de mano de obra. La industria francesa solicitó por este motivo
indochinos, argelinos, marroquíes, algunos de los cuales se quedaron en la metrópoli
una vez terminado el conflicto. Por este mismo motivo, hubo reclutadores que desde la
década de 1910 hicieron venir varios centenares de chinos por un tiempo limitado,
empleados como peones, obreros, enfermeros, etc.
El viraje tiene lugar a partir de 1970. Ante la crisis económica que se agudiza, ante las
reestructuraciones industriales, el Gobierno francés anuncia su voluntad de inmigración
cero. Francia, como el resto de Europa occidental, ya no necesita inmigrantes. Ellos no
pueden, según una expresión que se pondrá de moda más tarde "acoger toda la miseria
del mundo".
Desde entonces, los países ricos han implementado barreras jurídicas y un arsenal
policial para restringir la entrada en su territorio de estos emigrantes, provenientes de
países cualificados lo mismo como países del Tercer Mundo, países subdesarrollados,
países en vías de desarrollo, países del Sur...
Inmigrantes desalojados por las autoridades francesas de la Iglesia de San Bernardo de
París (1996)
Esta política es acompañada por una práctica de una gran hipocresía, que consiste en
emplear en las empresas a los emigrantes, preferentemente en situación irregular, a
precios inferiores a los nacionales. Imponiendo salarios inferiores a los aplicados
corrientemente, las empresas saben que en un plazo más o menos largo, bajarán los
salarios de todo el mundo.
Esto es lo que ocurre, por ejemplo, en las grandes explotaciones agrícolas californianas,
que emplean trabajadores mejicanos ilegales a la vista de todo el mundo. Estos son los
trabajadores mejicanos que acosa la policía americana en el paso de frontera, mientras
las empresas que les explotan nunca son molestadas. La misma hipocresía ha
prevalecido y prevalece todavía en Francia, donde en nombre de la competencia los
administradores imponen precios que no permiten a los subcontratistas ganarse la vida,
si no es utilizando trabajo clandestino.
Pero la visión más deformada nos viene del debate político francés. En efecto, al
escuchar los discursos de unos y otros, se podría pensar que las hordas hambrientas
están a las puertas de nuestras fronteras, dispuestas a acudir en tropel sobre Francia y
Europa. Esto es no evaluar justamente la realidad actual. En efecto, los flujos
migratorios con destino a los países ricos son muy minoritarios. Apenas representan una
quinta parte de los flujos migratorios a escala mundial, lo que da una suma ridícula.
Existen varias razones para ello. En primer lugar, la mayor parte de los candidatos para
emigrar poseen muy pocos fondos en el momento de la salida. Están inscritos en un
proceso de migración de supervivencia más que otra cosa. Este es el caso, por ejemplo,
de ese millón y medio de mujeres asiáticas censadas hoy día como emigrantes, que
proceden a proponer sus servicios en oficios muy poco calificados (asistentas,
empleadas del hogar) o a prostituirse. Algunas sufren situaciones que apuntan
prácticamente a la esclavitud. Los emigrantes pakistaníes o filipinos por ejemplo,
obligados a exiliarse en los estados del Golfo –grandes demandantes de mano de obra
proveniente del Tercer Mundo–, ven confiscados sus pasaportes desde su llegada y son
obligados a trabajar en condiciones inhumanas.
En segundo lugar están las restricciones a la emigración hacia los países ricos, que
implementan medidas cada vez más represivas hacia los emigrantes. Mientras los países
ricos se han beneficiado directamente del empobrecimiento de los países del Tercer
Mundo, proviniendo en gran parte su riqueza del pillaje de sus recursos, alimentándose
de su subdesarrollo y de su endeudamiento, ahora rechazan asumir las consecuencias
lógicas de esta situación.
En todas las épocas, el capitalismo ha sabido impulsar grandes flujos migratorios para
cubrir sus necesidades. Cuando no los ha impulsado directamente, ha sabido
aprovecharse de ellos. Actualmente vivimos un período de transición en que las
migraciones ya no constituyen forzosamente como antes un beneficio para el
capitalismo.
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[140] Las cifras sobre la trata son controvertidas, algunos avanzan la estimación
altamente improbable de 100 millones de africanos deportados. Esto no resiste al
análisis, sobre todo si se tiene en cuenta la densidad de población de África y la
capacidad de transporte de los barcos que efectuaban la travesía del Atlántico.
[143] A fines del siglo XVIII, los aborígenes eran entre 300.000 y 400.000, repartidos
sobre el conjunto del territorio. En 1989, se censaron 40.000, así como 30.000 mestizos.
Recientemente, el Gobierno australiano ha sido interpelado sobre la política llevada a
cabo desde 1950, consistente en retirar los niños aborígenes a sus familias, confiándolos
a instituciones del Estado. Cientos de niños han sido víctimas de estas prácticas.
[146] Los europeos eran 109.000 en 1847, 272.000 en 1872, 578.000 en 1896, 829.000
en 1921 y 984.000 en 1954.
[147] El 80% de entre ellos se instalaron en los Estados Unidos yen Canadá, el 11%
en Australia y el 5% en África del Sur.
[148] Entre 1875 y 1913, cuatro millones de súbditos del Imperio austro-húngaro
emigraron. Entre 1900 y 1914, Rusia sólo contaba con 2'5 millones de emigrantes, buen
número de ellos polacos y judíos perseguidos por la intensificación de las persecuciones
religiosas.
[149] Entre 1876 y 1926, el 84% de los emigrantes irlandeses salieron rumbo a los
Estados Unidos.
[150] El término comunitario es, como el término etnia, de un uso delicado. Supone que
los emigrantes de un mismo país se constituyen en un grupo coherente, con relaciones
colectivas e identitarias. Nada es tan incierto como esto. Existen redes de sociabilidad,
más o menos bien organizadas. En el caso presente, a falta de un término más preciso,
éste designa la red de acogida alrededor del emigrante, su familia, sus vecinos,
relaciones...
Los progresos de la ciencia y de la técnica, acelerados a partir del siglo XVIII, juegan su
papel, pero las relaciones de producción son todavía más importantes. El general y
filósofo prusiano Karl von Clausewitz escribió en su obra maestra, De la guerra, en
1827, durante el período de desarrollo del capitalismo en Europa, que la guerra "es un
conflicto de grandes intereses que sólo se puede resolver con derramamiento de sangre,
y que difiere precisamente sólo en esto de todos los demás conflictos que surgen entre
los hombres. Tiene muchas menos relaciones con las artes y las ciencias que con el
comercio, que constituye también un conflicto de gran-des intereses, pero se acerca
todavía mucho más a la política, que es una especie de comercio de dimensiones
acrecentadas, en la cual ella se desarrolla como el niño en el vientre de su madre". En
otro pasaje añadía, al estudiar las guerras de la Revolución: "Debemos atribuir los
nuevos acontecimientos que se manifiestan en el ámbito militar mucho más que a los
inventos y a las nuevas ideas militares al cambio en la situación (social) y en las
relaciones sociales". El término capitalismo era evidentemente ignorado por Clausewitz,
pero había presentido el vínculo esencial entre la actividad de la guerra y este régimen.
El capitalismo está en el origen de las carreras de armamentos, en las que acompañaron
a las guerras de la Revolución y del Imperio o a la guerra civil americana, en el siglo
XIX; en las que prepararon y señalaron las dos guerras mundiales del siglo XX; en la
que, por último, habría podido desembocar en una Tercera Guerra Mundial y que
todavía dura, aunque muchos pretendan que el peligro de que ello ocurra esté
descartado. Las empresas capitalistas han practicado siempre el comercio de armas,
armas destinadas a servir aquí o allá por el mundo.
Los progresos del capitalismo industrial en Europa occidental, en la segunda parte del
siglo XVIII y en la primera mitad del XIX, se aplican también en la fabricación de
armamentos. Hasta entonces las armas salían esencialmente de los arsenales reales de la
época del mercantilismo. Con el desarrollo del liberalismo, van a ser producidas cada
vez más por empresas privadas, incluso si el Estado es el principal o único destinatario.
El litigio entre arsenales y productores privados data de esta época. Y todavía no ha
terminado.
Inglaterra es imitada por Francia y posteriormente por otros reyes de Europa en esta
evolución. Como escribió el inglés Hobsbawn, "En el transcurso del siglo XVIII, las
fundiciones de hierro se identificaron casi por completo con el moldeado de cañones".
Es verdad que sus compatriotas llevaban ventaja en el pudelaje que permitía transformar
el hierro colado en hierro y acero y que la máquina para horadar y alisar metales
inventada en 1774 por Wilkinson iba a servir para la fabricación de armas. Pero en
Francia también se produjeron avances. El general Jean-Florent de Valliére estandarizó
el calibre de los cañones y su longitud (25 veces el del calibre). El ingeniero militar
Cugnot puso a punto en 1771 su narria, un vehículo de vapor destinado a transportar las
piezas de artillería. Estos cañones fueron modernizados en 1776 por el inspector general
de artillería Jean-Baptiste de Gribeauval: los cañones que él modeló equiparon a todos
los ejércitos de la Revolución y del Imperio.
Las guerras que se sucedieron de 1792 a 1815 trajeron consigo una carrera de
armamentos que alcanzó volúmenes sin comparación posible con las ocurridas bajo el
Antiguo Régimen. Estando Francia asediada por todas las monarquías europeas, la
República jacobina crea la Comisión de avituallamientos, que prioriza a los ejércitos. El
país se convierte en un gigantesco almacén militar destinado a abastecerlos. A
comienzos de la guerra, los contratos con el Estado se efectuaban por adjudicaciones, y
únicamente las sociedades financieras poseían los capitales necesarios. El capitalismo se
alimentaba de la carrera de armamentos. Pero Barére exclamó en agosto de 1793: "No
basta con tener hombres... ¡Armas, armas y vituallas! Eso es lo que necesitamos". El
Comité de Salud Pública no pudo conformarse con el capitalismo liberal para
suministrarlas. El Estado tomó el control de algunas empresas y creó manufacturas
nacionales, siguiendo el modelo de las del Antiguo Régimen. En febrero de 1794, la
Comisión Extraordinaria de Armas y Pólvoras era en realidad un ministerio del
Armamento, del que dependían las minas y la siderurgia, la fabricación de cañones,
fusiles y municiones. Se colaron cañones macizos y nuevos aceros. De este modo se
consiguió fabricar 240.000 fusiles y 7.000 cañones anualmente, cifras considerables
para la época.
En el campo adverso, "la guerra coincidía con el surgimiento de Gran Bretaña como
potencia industrial dominante en el mundo", como lo remarcó A. D, Harvey (Collision
of Empires). Surgieron invenciones militares como la nueva munición de artillería
creada en 1803 por Henry Shrapnel; los Shrapnels fueron utilizados con éxito en el
bombardeo de Copenhague en 1807 y de Vimeiro en 1808. Los buques ingleses se
reforzaron con piezas de hierro. En 1806, de 305.000 toneladas de hierro producidas en
las fábricas británicas, 56.000 eran para las necesidades bélicas del gobierno. Entre
1803 y 1815 los británicos fabricaron 2.700.000 armas de fuego y compraron 293.000
en el extranjero. Durante ese mismo tiempo, los franceses fabricaron la misma cantidad
y capturaron 700.000 a sus enemigos. Tanto unos como otros abastecieron a sus aliados:
se suministraron, por ejemplo, 220.000 armas de fuego inglesas a España entre 1808 y
1811.
La dualidad entre industria capitalista privada y arsenales del Estado existía en Gran
Bretaña durante esta carrera de armamentos de comienzos del siglo XIX, pero no sin
relación entre ambas. Así nuevos métodos de fabricación de armas implementadas en
Escocia por la compañía Carron fueron adoptados en 1809 por la manufactura de
Woolwich, la iluminación con gas utilizada por Boulton's Soho Works en Birmingham
en 1802 fue empleada para iluminar veinticuatro horas sobre veinticuatro la producción
de equipos de cobre para la Royal Navy en los diques de Portsmouth a partir de 1807,
etc. Pero la superioridad del capitalismo británico sobre el francés aparece
principalmente en el apartado financiero. En 1805, el presupuesto francés era el
equivalente a 27'6 millones de libras esterlinas, y el británico ascendía a 76'5 millones;
en 1813 eran de 46'5 y de 109 millones respectivamente. La campaña de Waterloo en
1815 costó al Gobierno británico 21'3 millones de libras para su ejército, 12'9 para
servicios extraordinarios y 11 para préstamos y avances a sus aliados. La Caballería de
San Jorge, de la que el capitalismo ha hecho siempre buen uso, sobre todo si estaba
acompañada de entregas de armas, permitió ganar las guerras.
El capitalismo triunfante de los años 1850-1890 avanza a pesar de las crisis, tales como
las financieras británicas de 1857 y 1866, y sobre todo la primera crisis verdaderamente
mundial de 1873. Las guerras de Crimea (1845-1856), de Italia (1859), la guerra de
Secesión (1861-1865), la de México (1864-1867), la guerra austro-prusiana de 1866, la
guerra franco-alemana de 1870-1871, la guerra ruso-turca de 1877-1878 nos vienen a
recordar que el Imperio, el capitalismo, no es la paz. Por otra parte, durante este período
los armamentos hacen grandes progresos, ligados a los de la química, los de la
siderurgia y los de la mecánica. En 1846, el sabio alemán Schónbein inventó la
piroxilina, mucho más potente que la pólvora de cañón; en 1847, el químico italiano
Sobrero la nitroglicerina. En 1862, el sueco Nobel emprendió la fabricación de esta
nitroglicerina a escala industrial; en 1867 la de la dinamita (75% de nitroglicerina más
25% de tierra porosa), que explotaba con un detonador con fulminante de mercurio, y
posteriormente, en 1888 la dinamita-pólvora Nobel. Propietario de fabricas en Suecia,
Alemania, Francia y otros países, es el prototipo mismo del capitalista de armamentos,
aunque él prefiriera que-dar en las memorias por la creación del premio Nobel de la Paz.
Otras mezclas químicas con fulminante vieron la luz: la trilita, la lidita, la melinita, etc.
Las propiedades del ácido pícrico, detonado por el calor, son cada vez más utilizadas
hasta la Primera Guerra Mundial. Las fábricas químicas pueden elaborar, además de los
explosivos, armas propiamente químicas. Así Gran Bretaña disponía en 1855 de
proyectiles capaces de esparcir gases amoniacales, que nunca fueron utilizados. El
almirante británico Dundonald propuso reducir ese mismo año la guarnición de
Sebastopol con vapores de azufre, y el americano Doughty utilizar vapores de cloro en
1862, durante la Guerra de Secesión, pero se les rechazó la autorización para ello. Pero
la idea de la guerra química, que los progresos industriales posibilitaban, estaba en el
ambiente.
El poder industrial de las grandes potencias permitió más que nunca el desarrollo de las
técnicas de armamento. Se recurrió a aceros de alta calidad, a las máquinas
especializadas, a los descubrimientos de la química, a la industria del transporte. La
artillería especialmente hizo progresos considerables. Los cañones prusianos cargados
por la culata eran superiores en 1870 a los franceses. Pero industriales y militares
franceses pusieron a punto en 1893 un cañón de campaña de tiro rápido, que absorbía el
retroceso y permitía un fuego graneado, de alcance eficaz a ocho kilómetros, el famoso
75. Los ingleses adoptaron, después de la guerra de Crimea, la bala de fusil cilíndrica
del coronel francés Minié, gracias a la cual el cañón estriado de los fusiles permitió un
tiro preciso a 650 metros, y bastante preciso hasta 1.300. El fusil de tiro automático fue
inventado entre 1870 y 1880. Primero la artillería y más tarde los fusiles se beneficiaron
de la pólvora sin humo, puesta a punto en Francia en 1884, progreso imitado en otros
lugares, de modo que Gran Bretaña, Alemania, Rusia y los Estados Unidos disponían de
ella a comienzos del siglo XX. Pero el arma de infantería nueva es la ametralladora.
Durante la Guerra de Secesión, en 1862, Richard J. Gatling presentó un modelo de diez
cañones rotativos movidos por una manivela. En Francia, algunos años más tarde, se
pasa a veinte cañones y 125 disparos por minuto. La verdadera ametralladora moderna
es obra de Hiram S. Maxim en 1884; la ametralladora Maxim fue adoptada o imitada en
todas partes. El arma es tan mortífera que algunos creyeron poder afirmar que haría
imposible la guerra. Desgraciadamente...
El arma aérea es tan vieja como el acceso al poder del capitalismo, puesto que ya hubo
globos sobrevolando la batalla de Fleurus, y existió un cuerpo de aeróstatos de la
República entre 1793 y 1798. Posteriormente se pasó de los globos libres a los
dirigibles, como el de Henri Giffard en 1852. El ruso Tsialkowski dotó a un dirigible
con un armazón metálico en 1887 y el alemán Ferdinand von Zeppelin experimentó en
1900 uno que iba a ser desarrollado con fines militares hasta 1914. Pero, en este campo,
algo más pesado que el aire apareció cargado de promesas. El primer aeroplano
moderno fue aquél por el que el ruso Mojaiski obtuvo una patente en 1881. Después
vinieron el alemán Otto Lilienthal, el francés Clément Ader (1897), los hermanos
ingleses Wright (1900). Los motores fueron perfeccionados entre 1903 y 1908, y las
hélices entre 1906 y 1912, de manera que los aviones estaban listos para misiones de
reconocimiento, de bombardeo y de combate (¡aún tan modestamente!) en el momento
que estalló la guerra.
La carrera de armamentos apeló a los arsenales de los estados capitalistas, pero el
capitalismo privado ocupó un lugar preponderante. Las grandes sociedades productoras
de armamento en estos comienzos del imperialismo se llamaban Krupp en Alemania,
Vickers-Armstrong en Gran Bretaña (que fabrica la ametralladora Maxim), Schneider-
Le Creusot en Francia, Skoda en la Bohemia austriaca, Putilov en Rusia. Su
especialidad como fabricantes de armas es una prolongación de su actividad industrial
general, especialmente en la siderurgia. Así, Krupp presentó en el Crystal Palace de
Londres un cilindro de dos toneladas y cuarto de acero, prototipo de sus cañones
gigantes. Las armas se beneficiaban incluso de procedimientos juzgados demasiado
onerosos para los usos corrientes. Así los grandes lingotes de aceros especiales al crisol
son destinados por Krupp, al igual que por sus competidores, para cañones cuya
siguiente etapa es el calibrado. En todas partes, las grandes sociedades juegan un rol
esencial en la carrera armamentista. "El trust que conduce al exterminio, ése es el último
invento del capitalismo moderno", gritó Jaurés en la Cámara de Diputados en 1909.
Si bien son las grandes sociedades capitalistas las que producen los armamentos, son los
estados los que los pagan. En 1920, el economista Charles Gide calculó los gastos
militares anuales que necesitaron sus principales protagonistas para preparar la guerra:
1883 1913
Francia 120 224
Gran Bretaña 107 296
Rusia 136 403
Italia 47 114
Alemania 77 351
Austria-Hungría 49 125
(las cifras son en millones de euros)
Izda.: Obús austriaco de 30,5 cm. en posición de tiro. Dcha.: cañón Krupp de 38 kms.
de alcance.
A pesar de un control estatal reforzado en todos los países en guerra, que en Francia
encarnó el ministro de armamento Albert Thomas, ésta fue una guerra capitalista no
solamente por sus suministros de armamento, sino también por sus objetivos y
resultados. Utilizó ampliamente el arma económica del bloqueo. La carrera
armamentista estuvo acompañada de suministros de armas por parte de los estados
imperialistas a sus futuros socios (por ejemplo de Alemania a Turquía, de Gran Bretaña
a Japón). Estos se intensificaron durante la guerra hacia los nuevos beligerantes (Italia)
y hacia los árabes, en guerra contra los turcos, así como hacia las tropas coloniales, para
apoderarse de los territorios alemanes (Camerún, Tanganica). El comercio de armas, por
razones económicas e ideológicas, ha ido acompañado toda la vida del capitalismo, con
momentos álgidos (guerras de la Revolución y del Imperio, Guerra de Secesión,
Primera Guerra Mundial). Le es consustancial, como la producción de armamentos.
Entre las dos guerras creció el calibre de los morteros (de 82 a 120 milímetros), así
como su alcance (cuatro kilómetros). Alemania se dotó de cañones de 88 y los Estados
Unidos de 90, que serán las armas de la Segunda Guerra Mundial. Los teóricos de las
guerras futuras preveían un uso masivo de tanques y de la aviación, lo que exigía
progresos en los mismos, pero los primeros se quedan a menudo pequeños y mal
acorazados, como los Bren ingleses, y los segundos progresan lentamente hasta que la
Alemania nazi se dota de la Luftwaffe en 1935. En el ámbito naval, los debates entre los
países imperialistas enfrentados condujeron a una limitación del tonelaje de los cruceros
y acorazados a 525.000 toneladas para Gran Bretaña y los Estados Unidos, 315.000 para
Japón y 175.000 para Francia e Italia en la Conferencia de Washington en 1922; los que
quisieron ver un preludio de un desarme general debieron reconocer su error.
Mientras la crisis económica de 1920-1921 fue seguida por una recuperación bastante
rápida, a pesar de las dificultades financieras y monetarias de los países capitalistas, la
crisis de 1929 hizo temblar los propios cimientos del capitalismo. La llegada de Hitler al
poder en enero de 1933 lanzó a Alemania por la vía del rearme a ultranza, con el
restablecimiento del servicio militar obligatorio en 1935, la reintegración de Renania en
1936 y el lugar prominente del armamento en el Plan de cuatro años de Goering. Fue
evidentemente el capitalismo alemán, los Krupp, los Thyssen, los Hugenberg, los
Schachat, los que instalaron a Hitler en el poder y se beneficiaron del rearme. La guerra
de España (1936-1939) sirvió de banco de pruebas a los armamentos, especialmente en
el campo de los tanques y de los aviones. En Extremo Oriente, el militarismo japonés
jugó el mismo papel que el nazismo en Europa, e invadió China en 1937. La carrera
armamentista fue relanzada en todas partes, y los gastos militares mundiales se
triplicaron entre 1933 y 1938. Alemania estaba lista para la declaración de guerra en
1939. En mayo de 1940, alinea 136 divisiones, de ellas diez de Panzers, y 2.700 aviones
militares frente a un número igual de divisiones aliadas, pero con solamente 1.330
aviones. Su superioridad estratégica le permitió la victoria en aquel momento y hacer de
Europa el suministrador de materias primas, de mano de obra y de capitales de un
capital alemán más imperialista que nunca. Desgraciadamente para él, Hitler invadió la
URSS en junio de 1941, y su aliado Japón atacó Pearl Harbor en diciembre, lo que
colocó a los americanos en el mismo bando que los británicos y los soviéticos, y
aseguró la victoria de los aliados en 1945.
El capitalismo americano ya era el más potente del mundo, y se reforzará todavía más
en el curso de la Segunda Guerra Mundial. Los Estados Unidos se convertirán en una
gigantesca fábrica de armamentos de todo el mundo aliado, de la que sacarán beneficio
las sociedades gigantes: Boeing, Lockheed, Hughes, Mc Donnell, Raytheon, Martin,
General Motors, etc. El fusil de asalto, arma intermedia entre el fusil y la metralleta, es
puesto a punto en los Estados Unidos (y mejorado en 1944 en Alemania). Es inventado
el bazoka (2'36 pulgadas M-9), el lanzacohetes US-4'5 pulgadas es capaz de lanzar 24 al
mismo tiempo. El carro M-4 Sherman entró en servicio en 1942, principalmente en el
Norte de África (El Alamo), y fue el principal blindado de los ejércitos británicos y
americanos hasta el final de la guerra. Para hacer frente a los Panzers alemanes, fue
complementado con el US-M26 Pershing, carro pesado, en los últimos meses del
conflicto. Las fuerzas americanas disponían de gran profusión de vehículos, desde el
Jeep (pronunciación de GP, general purpose o 'todo terreno') hasta los hall tracks de
orugas y las excavadoras gigantes.
En el dominio aéreo, la guerra opuso en sus comienzos a los cazas Spitfire III a los
Messerschmitt 109, la campaña de Francia reveló los Stuka (Junkers 87). La iniciativa
pasó seguidamente a la industria americana, especialmente a la Boeing, que puso a
punto principalmente el B-17 (fortaleza volante), con un radio de acción de mil
kilómetros, y después el B-29 (superfortaleza volante), que superaba las 45 toneladas.
Un raid de los primeros que llevaban bombas de fósforo causó 42.000 muertos en julio
de 1943 en Hamburgo y otro, también por medio de bombas incendiarias, causó en
marzo de 1945 en Tokio 185.000 víctimas. Fueron B-29 los que asumieron el
bombardeo atómico de Hirosima y de Nagasaki en agosto de 1945, con bombas
equivalentes cada una a 20.000 toneladas de TNT (20 kilotones), que causaron en el
acto 72.000 muertos y 80.000 heridos y 40.000 muertos y 40.000 heridos
respectivamente, a los que hay que añadir las ulteriores víctimas a causa de la radiación.
El fin de la Segunda Guerra Mundial señaló de este modo el comienzo de la era nuclear.
Los aliados vencieron, pero sólo los occidentales se reconocían como capitalistas. La
URSS, cuyo Ejército Rojo soportó el peso principal de la guerra terrestre en Europa, y
que avanzó hasta Berlín, apareció ante sus ojos como un cuerpo extraño al que hay que
tratar de debilitar y de eliminar. Los Estados Unidos disponían del monopolio atómico.
Frente al Telón de Acero reunieron a los países capitalistas de Europa en el Tratado del
Atlántico Norte concluido en abril de 1949, y la organización resultante (OTAN)
dominará los años de la Guerra Fría. Se esforzaron por completar su dispositivo creando
el ANZUS (Australia-Nueva Zelanda-Estados Unidos) en 1951, la SEATO (South-East
Asian Treaty Organization) nacido del Pacto de Manila de 1954 y la CENTO (Central
Treaty Organization) creada por el Pacto de Bagdag de 1955. La creación de la
República Popular China en 1949 y la guerra de Corea (1950-1953) explican esta
pactomanía con objetivos militares, que la URSS resintió como una voluntad de
cercarla.
Se entabla entonces en los dos bandos una nueva carrera armamentista. Los gastos
militares mundiales superan en moneda constante desde 1948 los de 1938. La guerra de
Corea les da un empujón: práctica mente se duplican de 1950 a 1953 (ver cuadro),
disminuyen un poco a partir de 1954 pero siguen en un nivel muy alto. La escalada
recomienza en los años sesenta: los gastos militares anuales mundiales aumentan un
60% entre 1960 y 1970, y todavía un 20% entre 1970 y 1980. En 1975 el mundo
consagró a fines militares recursos superiores a la totalidad de la producción mundial de
1900. Un tercio de los gastos mundiales de investigación y desarrollo tenían como
objetivo la guerra a finales de los años setenta; 500.000 científicos, investigadores e
ingenieros trabajaban en ella, de los que aproximadamente 350.000 lo hacían en los
países capitalistas.
Sus trabajos condujeron a nuevos armamentos, puestos a punto con un ritmo muy
rápido. En la esfera terrestre, los Estados Unidos pidieron a su industria automotriz
vehículos militares pesados, Gran Bretaña y Francia principalmente vehículos ligeros
todo terreno, empleados por esta última en la guerra de Argelia (1954-1962), por los
portugueses en sus colonias en Africa hasta 1974 y por los marroquíes en el Sáhara
occidental a partir de 1976. En cuanto a los carros, los Estados Unidos crearon versiones
derivadas del M-4 Sherman y Francia el AMX-30. Se volvieron algo corriente los
cañones de calibre 120 mm montados sobre vehículos de gran velocidad. En los años
setenta, los Estados Unidos lanzaron una nueva clase de portaaviones de 78.000
toneladas, la clase Forrestal, que transportaban 76 aviones de combate; entre ellos entró
en 1970 en servicio el caza birreactor americano Grumman F-14 Tomcat. Fue también
la época del monorreactor Dassault F-1 (1966) y del monorreactor de apoyo táctico
británico V-STOL Hawher-Siddeley Harrier (1969), de despegue vertical. Los aparatos
a reacción pasan de ser subsónicos a supersónicos. El Strategic Air Command de los
Estados Unidos fue dotado por la Boeing con bombarderos B-36 y B-47, que pueden
llevar armas nucleares, y con el B-52, cuyas bombas pesadas causaron tantas víctimas
en Vietnam entre 1965 y 1973.
Los Estados Unidos hicieron entrar al mundo en la era de las armas nucleares. Estas,
fueron primeramente de fisión (bomba atómica), y luego de fusión (bomba de hidrógeno
o termonuclear), encontraron sus correspondientes en el campo enemigo (esta última
desde 1953). Dentro mismo de la carrera armamentista hubo otra entre los Estados
Unidos y la URSS por el megatonaje. Gran Bretaña posee el arma atómica desde 1954,
y Francia desde 1958. El progreso consistió en reducir el peso y el tamaño de los
ingenios. Principalmente, y aunque habían visto la luz gran número de bombarderos
estratégicos, como el B-47, serán los misiles los que ocupen un lugar preponderante. La
NASA desarrolló en los años sesenta los sucesores a los V-2 alemanes, del tipo
Minuteman o Titán. A los misiles balísticos intercontinentales (ICBM) con base en
tierra y un alcance superior a los 5.500 kilómetros, vinieron a unírseles los de los
submarinos (SLBM) del tipo Polaris de tres cabezas (1960) y posteriormente del tipo
Poseidón con diez cabezas programadas de manera independiente (1970). La creación
de estos MIRV y la acrecentada precisión de los ingenios puso fin a la carrera del
megatonaje. Vinieron a sumárseles los misiles de alcance medio (entre 1.100 y 2.775
kilómetros) e intermedio (de 2.775 a 5.500 kilómetros.), como los Pershing II. Los
misiles de crucero lanzados desde aviones o desde submarinos se volvieron operativos
desde comienzos de los años ochenta, como el ALCM de la Boeing. Se multiplicaron
las armas nucleares tácticas, cargadas sobre transportes móviles, como el Plutón francés,
puesto en servicio en 1974.
La Guerra Fría entre países capitalistas y socialistas dio una amplitud creciente a la
carrera de armamentos, lo que se tradujo en la evolución de los gastos militares
mundiales. Los Treinta gloriosos, de 1945 a 1975 permitieron al campo capitalista
financiar la inmensa masa de armamentos cada vez más sofisticados que opuso a sus
adversarios, llevados a su vez a seguir el mismo camino. Para relanzar la carrera de
armamentos, sus partidarios en los Estados Unidos sacan a relucir periódicamente
pretendidas insuficiencias en los mismos (por ejemplo el misil gap que justifica la
creación de nuevos tipos de misiles).
La carrera de armamentos en los tiempos de la Guerra Fría abrió una nueva etapa en la
evolución del capitalismo. El presidente Dwight D. Eisenhower no se equivocó cuando
habló en 1954 de "complejo militar-industrial". La estrecha imbricación del capital
financiero y de las grandes estructuras militares caracteriza al imperialismo de la
segunda mitad del siglo XX. Los mismos nombres de las sociedades que lo dominan
expresan la tendencia a la concentración y a la integración inherente al régimen
capitalista. Así en los Estados Unidos, McDonell Douglas, firma ella misma el resultado
de una fusión, trabaja en la aviación, la electrónica y los misiles; General Dynamics
incide en las mismas ramas, más los vehículos militares y los misiles; General Motors
fabrica por supuesto todo tipo de ingenios terrestres, pero extiende sus actividades a los
misiles, a la electrónica y a los aviones. Estos últimos años esta concentración se ha
acelerado, a pesar del final de la Guerra Fría. Entre 1990 y 1995, Northrop y Grumman
fusionaron su producción de aviones y de electrónica. El fabricante de misiles Martin
Marietta fue absorbido en 1995 por Lockheed, para formar un grupo gigante de aviación
y de misiles. Pero Lockheed Martin no se ha quedado en tan buen camino y el año 1996
adquirió todas las actividades militares de Loral. Ese mismo año 1996 vio a la Boeing
comprar McDonell Douglas y las actividades aeroespaciales de Rockwell con la
finalidad de desempeñar un papel dirigente en este sector; Raytheon adquirió las
actividades de misiles y de radar de Texas Instrumens y las de electrónica militar de
Chrysler; después, en 1997, rescató Hughes Electronics. El movimiento de
concentración está llamado a continuar.
Pero estas concentraciones conciernen, cada vez más, a sociedades de diferentes países
europeos. Siemens se reparte con GEC los despojos de Plessey, Thomson compra el
gran especialista de la electrónica militar holandesa HSA, la industria de armamento
belga desaparece absorbida principalmente por la francesa. Matra y British crearon en
1996 una sociedad común, Matra Bae Dynamics, que está justo detrás de la Raython
Hughes en la fabricación de misiles. Empresas no europeas toman parte en esta
tendencia: la sociedad canadiense Bombardier recupera Shorts, la mayor empresa de
armamento de Irlanda del Norte y la fábrica de blindados de la región de Brujas, en
Bélgica, la americana United Technologies se hace con el 40% del capital de la
británica Westland. La Unión Europea ambiciona dotarse con empresas de tamaño
comparable a las de los Estados Unidos con la creación de la Agencia Europea de
Armamento. Por otra parte, existe desde 1976 una Agrupación Europea de Programa
Independiente (GEIP). Además las industrias de armamentos, sobre todo británicas,
pero también las alemanas, tienen fuertes vínculos del otro lado del Atlántico, y los
pedidos de aviones de los estados europeos pasan a menudo a los Estados Unidos.
Eternas contradicciones del imperialismo.
Entre las contradicciones que oponen a europeos con los Estados Unidos, la que
concierne a la UEO (Unión de Europa Occidental) no es de las menores. Creada
mediante los acuerdos de París de 1954 para sustituir a la difunta Comunidad Europea
de Defensa, esta UEO fue escogida en el Tratado de Maastricht de 1991 como
estructura militar de la Unión Europea. Pero al mismo tiempo está considerada como
"pilar europeo de la Alianza Atlántica", bajo dirección americana. Lo que resulta de
contorsiones muy alegres del texto de Maastricht. ¿Triunfará la sumisión al
imperialismo americano o el deseo de los estados capitalistas europeos de guardar una
independencia militar suficiente, aún a riesgo de una confrontación militar con éste?
Los gastos militares de la OTAN disminuyeron un 31% entre 1989 y 1996, pero siguen
siendo gigantescos. Los gastos de investigación y desarrollo militar de los Estados
Unidos han disminuido un 25% entre esas dos fechas, los de Alemania un 21%, los de
Francia un 19%, y los de Gran Bretaña un 15%.
Evolución de los gastos militares de la OTAN (en miles de millones de dólares EEUU
en precios constantes de 1990)
EEUU Canadá OTAN Europa OTAN total
1987 331,2 11,5 186,6 529,3
1988 323,9 11,6 184,7 520,2
1989 320,4 11,5 186,2 518,1
1990 306,2 11,5 186,4 504,1
1991 269 10,4 184,6 464
1992 284,1 10,5 176,3 470,9
1993 269,1 10,4 171,6 451,1
1994 254 10,2 166,5 430,7
1995 238,2 9,6 159 406,8
1996 226,4 8,8 159,7 394,9
El tratado START-I entre los Estados Unidos y Rusia, firmado en 1991 y que limitaba a
6.000 el número de cabezas nucleares estratégicas poseídas por cada uno de ellos, entró
en vigor en 1994. El tratado START-II, firmado por los mismos países en enero de
1993, prevé reducir el número de cabezas a 3.000-3.500 para cada país para el 1 de
enero del 2003. Pese a las dificultades de las negociaciones y ratificaciones, son en
realidad tratados que restringen los armamentos nucleares entre dos potencias que se
reclaman tanto una como la otra como capitalistas. Pero, sobre todo si se les añade los
restantes poseedores oficiales (Francia, Gran Bretaña, China) u oficiosos (Israel,
Pakistán) de estas armas, que-dan en este principio de siglo XXI armas nucleares
suficientes para destruir la integridad del planeta.
Por otra parte han sido concluidos diversos acuerdos internacionales: la convención que
prohíbe las armas químicas fue firmada en París en enero de 1993, el tratado de no
proliferación de armas nucleares (TNP) fue prorrogado indefinidamente en mayo de
1995 y el tratado de prohibición total de ensayos nucleares (CTBT) fue adoptado en
septiembre de 1996. Estos tratados tienen el doble carácter de tomar medidas deseables
sobre desarme que los hombres de paz no pueden sino aprobar, y de constituir
limitaciones impuestas por los países capitalistas que poseen armas nucleares a los del
Tercer Mundo que están desprovistos de ellas, mientras estas potencias no aplican el
artículo VI del TNP, en virtud del cual deben tender hacia el desarme nuclear. Por
añadidura, siete países capitalistas (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania
Federal, Italia, Canadá, Japón) llegaron a un acuerdo al crear en 1987 el MTCR (Missile
Technology Control Regime), para impedir a otros países acceder a tecnologías que les
permitan dotarse de misiles estratégicos (en la actualidad hay 25 estados adheridos al
MTCR). Los países del sur resienten estas discriminaciones, que han conducido a la
India y a Pakistán a no firmar el TNP prorrogado ilimitadamente. La guerra del Golfo,
en enero-febrero de 1991, y las medidas de control impuestas a Irak, que estuvieron a
punto de desembocar en un nuevo conflicto bélico en febrero de 1998, proceden del
mismo espíritu, que quiere imponer la sumisión del resto del mundo a los grandes
imperialismos. Los Estados Unidos esperan jugar el papel dirigente en este mundo
unipolar. La carrera armamentista se perpetúa con la búsqueda, especialmente en los
Estados Unidos y en Francia, de medios de encubrimiento de armas nucleares cada vez
más sofisticadas para el siglo XXI. En esta etapa de la globalización, ¿continuarán los
imperialismos entendiéndose entre sí frente a los pueblos, o bien predominarán sus
incompatibilidades, volviendo sus contradicciones más fácil la lucha de los pueblos,
pero multiplicando también el peligro de guerra?
En el régimen capitalista las armas son mercancías, pero no mercancías como las otras.
En efecto, cualquier otra mercancía necesita un mercado que abarque un número más o
menos amplio de consumidores. Los productores de armas no tienen más que un solo
cliente: el Estado. Que salgan de los arsenales de éste o, como ocurre cada vez más a
menudo, de empresas privadas, sus destinatarios son en primer término las fuerzas
armadas del país. En lugar de esforzarse en encontrar clientes en un mercado extenso,
basta con convencer a estas fuerzas armadas, que mantienen una estrecha simbiosis con
los fabricantes (éste es el significado completo del término "complejo militar-
industrial"). Claro está que puede existir alguna competencia entre empresas (por
ejemplo, en los Estados Unidos entre diferentes modelos de misiles), pero desde que se
da el visto bueno de las fuerzas armadas, la mercancía está colocada. Mejor todavía, el
contrato firmado con el Estado puede sufrir aumentos de precios, por ejemplo para
perfeccionamientos durante el curso de fabricación: la experiencia prueba que este caso
ocurre muy a menudo. Las armas son una mercancía maravillosa también desde este
punto de vista.
Izda.: cabezas de misiles en Croacia; Dcha.: página del catálogo de ventas de Interarms.
Al uso en el plano nacional, conviene añadir las ventas de armas por parte de un estado
a otro estado, bien porque sea su aliado o porque esto convenga a sus intereses
geoestratégicos, o todavía más simplemente, porque eso favorezca el equilibrio de su
balanza comercial. Todos los estados capitalistas productores de armas las
comercializan. Las exportaciones de armas están sometidas sin embargo a autorización,
con diversas modalidades de control: en Alemania es suficiente con la autorización del
Bundestag; en Francia es concedida por el Gobierno a partir de la opinión de la
Comisión interministerial para el estudio de las exportaciones de material de guerra, y el
control a posteriori del Parlamento es cada vez más teórico; en Gran Bretaña el
departamento de Ventas de Armas se encarga de todo y el Head of Defense Sales es
generalmente el dirigente de un gran grupo capitalista de armamento, es más franco.
Las potencias coloniales las suministran a veces a los adversarios de los países
competidores, en el marco de las rivalidades que les oponen. Los estados capitalistas las
entregan a los países que toman parte en las guerras balcánicas o a sus futuros aliados en
la guerra de 1914-1918 (a veces son los mismos). Los años 1920 y 1930 constituyen el
gran período de los mercaderes de cañones. Las dos guerras del Chaco de 1928-1929 y
1932-1935 entre Bolivia y Paraguay, que en realidad fue la guerra entre intereses
petroleros capitalistas para explotar este territorio, permiten a estos comerciantes
abastecer ampliamente a los dos bandos: estas guerras fueron particularmente
sangrientas. El papel de estos mercaderes de cañones era tal que en los Estados Unidos
fue creado, en 1934, por el senador George Norris un comité especial con Gerald P. Nye
con el fin de investigar el papel de los fabricantes de municiones americanos, mientras
aparecía el célebre número especial de Fortune, Arms and the men (Las armas y los
hombres) y el libro Merchants of Death, Iron, Blood and Profits (Mercaderes de
muerte, de hierro, de sangre y de ganancias), un título sobre el comercio de armas,
escogido en el mayor país capitalista mundial, que merece ampliamente ser recordado
en este Libro negro.
La Guerra Fría propició un desarrollo sin precedentes al comercio de armas por parte de
los dos bandos. Los americanos abastecieron a los países capitalistas europeos en el
marco de su política de contención del peligro representado por el Este. Abastecieron a
sus aliados en la guerra de Corea de 1950 a 1953, enviando a todas las partes del mundo
flujos de armas bautiza-dos como ayuda militar. Por su parte, las otras potencias
capitalistas no utilizaban solamente sus armas en sus propias guerras coloniales
(Indonesia, Vietnam, Malasia, Kenia, Argelia), sino que las libraban para las de otros
estados: Portugal hizo con material francés las guerras en Angola, Guinea Bissau y
Mozambique entre 1961 y 1974. La guerra americana a Vietnam acarreó fuertes flujos
de armas hacia Vietnam del Sur y los países limítrofes hasta 1975. Las exportaciones de
armas de los Estados Unidos se multiplicaron por seis de 1961 a 1975. Lo que es
extraordinario, es que continuaron creciendo rápidamente después de la guerra de
Vietnam, con un pico excepcional en 1978 (trece veces las de 1961), bajo la influencia
de la exacerbación de la Guerra Fría.
Las exportaciones de armas de los países capitalistas, como las del mundo entero, tras
haber retrocedido ligeramente a finales de los años setenta, volvieron a crecer para
alcanzar sus máximos volúmenes de 1982 a 1984 y en 1987. Los años ochenta
estuvieron marcados no solamente por el mantenimiento a un alto nivel del comercio de
armas de los Estados Unidos, sino por un despegue extraordinario de las ventas de
armas de Francia, con destino a los países del Sur, cuyo monto ha superado a veces el
40% de las ventas americanas, y alcanzado incluso el 70%. Esto hacía de Francia el
primer exportador de armas por habitante a escala mundial. Los destinatarios se
situaban en un amplio porcentaje en el Medio Oriente, de manera que en el momento de
la guerra del Golfo, a comienzos de 1991, la opinión francesa podía temer que soldados
franceses resultaran muertos con armas francesas entregadas a Irak durante los años
precedentes. La distensión mundial a partir de 1988 explica claramente el declive
bastante rápido, tanto del comercio capitalista de armas como el de su rival, en los
últimos años de la Guerra Fría.
El fin de la Guerra Fría no estuvo marcado más que por una cierta disminución del
comercio de armas. La guerra del Golfo se tradujo al mismo tiempo en nuevas
exportaciones de armas a Oriente Medio y en la voluntad de moralizar el comercio de
armas, lo que acarreó la creación de un registro de la ONU sobre armas convencionales
(1991), en el que no todos los estados aportan sus contribuciones y que es por ello
mismo muy incompleto. El Consejo Europeo adoptó un código de conducta para las
transferencias de armamentos en sus sesiones de Luxemburgo en 1991 y de Lisboa en
1992. Por otra parte, un código de conducta internacional fue presentado por titulares
del Premio Nobel en 1997. Estos intentos de moralización en la época de la
globalización y del neoliberalismo pueden enfrentar un cierto escepticismo, cualquiera
que sea la buena voluntad de los autores de estas propuestas. El capitalismo continuará
vendiendo armas cuando y donde le parezca beneficioso, si no se le enfrenta un amplio
movimiento de opinión pública.
Las ventas de armas de los países capitalistas representaban en 1996 todavía el 92% de
las de 1991. Los Estados Unidos están con mucho a la cabeza, seguidos por Rusia y por
los tres grandes de Europa occidental (Francia, Alemania y Reino Unido). El comercio
alemán de armas se ha disparado durante estos años debido a la venta por parte de la
RFA del material del Ejército de la RDA a diversos países del mundo. El Reino Unido
ha conseguido a veces sobrepasar a Francia. La guerra del Golfo fue seguida por un
fuerte aumento de los pedidos del Medio Oriente. Tras el Tratado de 1990 sobre las
fuerzas armadas convencionales en Europa (CFE), asistimos a ventas en cascada, al
ceder los países desarrollados su material menos sofisticado a los que lo estaban
medianamente, y éstos enviar a su vez todo su material anticuado al Tercer Mundo. En
la actualidad el destinatario principal de las ventas de los países capitalistas, que se
enfrentan en una competencia desenfrenada, ya no es Oriente Medio (que todavía acoge
una cuarta parte) sino Asia (que recibe la mitad). ¿Qué conflictos van a presidir estas
armas? India-Pakistán, Mar de China, Corea, las zonas susceptibles de inflamarse no
escasean en ese continente.
Los industriales franceses del armamento están inquietos con la actual evolución del
comercio de armas, a pesar del remonte de las exportaciones en 1996 que colocan a
Francia en el tercer puesto mundial. Entre las entregas más importantes figuran la de
Taiwan de sesenta Mirage 2000-5 por Dassault-Aviation en 1996 y seis fragatas La
Fayette por DCN, efectuada muy discretamente a finales de enero de 1998, con pago
adelantado, a fin de evitar cualquier bloqueo de China continental. El armamento de una
zona de conflicto potencial se ha visto así reforzado. Otro se dibuja cada vez más en el
subcontinente indio: Pakistán se ha asegurado la modernización de cuarenta Mirage, tres
Dassault, la entrega de tres aviones Atlántico-1, y sobre todo la entrega de tres
submarinos Agosta por la Direction des Constructions Navales. Este último mercado
plantea el problema de las compensaciones, puesto que el tercer submarino debe ser
construido en Karachi gracias a la transferencia de tecnología francesa. Existen otros
casos, como el de los treinta helicópteros AS-532 Cougar para Turquía, destinados,
como los otros veinte comprados en 1993, a la represión contra los kurdos, que
Eurocopter se ha comprometido a dejar producir en Ankara. Estas compensaciones, que
les privan de una parte del beneficio con que se contaba, son una de las preocupaciones
de los capitalistas del armamento. Temen además que los pedidos recibidos en 1996-
1997 (por ejemplo cuarenta Mirage-2000 por Abu Dhabi a Dassault Aviation, doce
helicópteros por Arabia Saudita y cinco por Israel a Eurocopter, misiles Mistral a Matra
por Indonesia y misiles Exocet a Aérospatiale por Omán y Qatar) sean insuficientes
para asegurar la actividad en los años venideros. La reducción, aunque limitada, de los
créditos de equipamiento y de investigación ligada a un cierto escalonamiento en el
tiempo de los programas de la Ley de Programación Militar 1997-2002 contribuye a su
pesimismo. La diversificación de las actividades y la reconversión que proteja el empleo
son salidas deseables que sólo el movimiento popular puede imponer a los que temen
que las mismas no generen tantos beneficios como los ingenios de muerte.
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[152] Según Sipri Yearbook 1997: the trade in major conventional Weapons.
22. Los muertos-vivientes de la mundialización
Philippe Paraire
En efecto, la misma crisis ecológica se analiza claramente como una crisis social y
producto de un sistema donde la abundancia no puede ser repartida. Para asegurar el
confort del 20% de la humanidad, es ya hoy necesario desviar las producciones de
cereales del mundo pobre, derribar sus bosques, destruir sus modos de vida
tradicionales, deportar a los campesinos expropiados o arruinados hacia las favelas y
barrios de América Latina, a los barrios prohibidos del sur de Asia, a los extrarradios de
Manila, a los bidonvilles de Dakar; es necesario organizar bajo la forma de rapiña un
mercado de materias primas que ha lanzado a la extrema pobreza a mil millones de
seres humanos. ¡En efecto, en lo más bajo de la escala, uno de cada seis habitantes de
nuestro planeta no tiene más que un dólar diario para sobrevivir!
Cruzado ya el umbral del año 2000, la ley del beneficio mantiene dos mil millones de
hombres, de mujeres y niños en el año 1000. La mitad de entre ellos no sabe siquiera si
podrá comer decentemente al día siguiente.
Esta crisis tuvo lugar en 1982, marcando una tercera fase en la historia de las
instituciones salidas de Bretton Woods. Se puso en práctica el minado de las bases de
retaguardia de la Unión Soviética con el ajuste estructural forzoso (obtenido por el
chantaje) de los países del Tercer Mundo: entre 1982 y 1987, estos programas
macroeconómicos concordados por el grupo G-7, el Banco Mundial y el FMI
conducirán, en el marco de una condicionalidad estricta definida por contrato, a los
países pobres a la economía de mercado, lo que les hizo salir de facto de la órbita
soviética.
Hoy, en 1998, las 200 empresas transnacionales más grandes controlan ya el 80% de la
producción agrícola e industrial mundial así como el 70% de los servicios y de los
intercambios comerciales del planeta, o sea, más de dos tercios de los 25 billones de
dólares que representa el producto bruto planetario (apenas un billón hace cien años).
Asociados en los debates y en las decisiones de las cumbres del G-8, los ejecutivos de
los trusts (agroalimentarias, petroleros o de armamento) intervienen directamente en los
asuntos mundiales. En colaboración con los gigantes financieros del capital global (los
fondos de pensión, los grandes bancos transnacionales y los especuladores
institucionalizados), las agencias del FMI y del Banco Mundial elaboran sus
imposiciones, quebrantan economías, meten en cintura a los estados recolonizados.
Todos esos gerentes y todos estos presidentes, para beneficio del top one (el 1% más
rico del mundo) organizan el sufrimiento de los sixty bottom (los 60% más pobres).
La ideología neoliberal, radicalizada por sus éxitos estratégicos, globaliza también sus
blancos: lanzada a la reconquista de la totalidad del mercado mundial, aspira al
establecimiento de un ajuste estructural universal, que debe meter en cintura a las
potencias rivales emergentes (NPI y lapón especialmente), y sobre todo obtener la
destrucción de los estados de bienestar de los países desarrollados, con el
desmembramiento de las políticas sociales y contractuales obtenidas en un siglo y
medio de luchas encarnizadas. Desreglamentación y privatización, incluso en los países
ricos, son los objetivos más decisivos de la ofensiva liberal. Un retroceso generalizado
de los derechos de los trabajadores de los países desarrollados que siga a la
pauperización de los del Este y al avasalla-miento de los del mundo pobre: éste es el
objetivo programado del capitalismo victorioso. Desindustrialización de los países más
pobres, estancamiento duradero para los otros, desruralización del Sur, subempleo
concertado por todos lados, asalarización de la pequeña producción y de la pequeña
distribución por todo el planeta, reorientación de las inversiones hacia un crecimiento
no generador de empleos donde los mayores beneficios se basan en mercados amañados
para el intercambio desigual y la especulación. Los efectos mortíferos de este sistema de
rapiña son tan destructivos, tan profundos e importantes que llegan por añadidura a
repercutir sobre los grandes equilibrios vitales de nuestro medio ambiente global.
Con diferencia, con gran diferencia incluso, la sustancia más contaminante del planeta
es la desigualdad: mucho más que las emanaciones tóxicas de las industrias desbocadas
del Norte y del Sur, en cuyo origen está; mucho más que los incendios forestales, las
guerras, la hambruna que produce, la desigualdad destruye el planeta a base de
bidonvilles, saqueando el capital vigoroso de los países pobres que no pueden hacer otra
cosa, faltos de capitales, que pagar su deuda en especie.
Después de todo, ¿cuál es pues el balance de cerca de medio siglo de enfoque liberal de
la pretendida "ayuda al desarrollo"? Es forzoso reconocer que es negativo en todos los
aspectos: no solamente ninguna de las economías del mundo pobre es viable ni
independiente, sino que además la dependencia económica y las destrucciones
ecológicas están redobladas por un agravamiento de las diferencias sociales: las "elites"
colaboracionistas de los países del Sur someten brutalmente las revueltas del hambre,
los funcionarios mal pagados y corruptos malversan el dinero público, los ejecutivos
van a recibir sus órdenes en los gabinetes de sus homólogos occidentales o en los
consejos de administración de las firmas transnacionales. Aplastados por una deuda
externa insoportable, los países pobres financian literalmente a los países ricos (a la
altura de más de un punto de crecimiento).
Así el éxodo rural forzoso llena los bidonvilles y los barrios calientes mientras la
miseria alimenta guerrillas que derivan en simple bandidismo como en Liberia y en
Somalia, o en barbarie como en Argelia. El desarrollo del mercado libre ha sido
únicamente la ocasión para un pillaje racionalizado de los países pobres bajo la
cobertura de asistencia técnica: las agencias de la ONU no han sido más que el vector de
implantaciones parasitarias, las de los trusts agroalimentarios que agotan los suelos del
mundo pobre para exportar hacia los países ricos, las de los fabricantes de armas que
fabrican la política exterior de todos los países, tanto los grandes como los pequeños, los
de los financieros ávidos de inversiones rentables, que manipulan las instituciones
internacionales.
Tras cincuenta años de asistencia, el Sur está arruinado: cerca de la mitad de los
habitantes viven por debajo del umbral de pobreza definido por las Naciones Unidas.
Estos países están ecológicamente devastados, las poblaciones tanto de las ciudades
como las de los campos llevan existencias indignas. El famoso despegue de Rostov no
se ha producido: el avión del Tercer Mundo, atestado y maloliente, se oxida en el final
de pista, sin piloto ni carburante. En cuanto al célebre efecto de carambola, el trickle
down, que debía según los economistas liberales enriquecer a los pobres después de
haber enriquecido a los ricos, nos muestra los límites del cinismo: trasplantadas
artificialmente en economías y sociedades mutiladas por la colonización, las recetas del
desarrollo a la occidental únicamente han organizado más racionalmente,
modernizándolas, las formas antiguas de la transferencia colonial de capita-les y de
productos brutos.
A pesar de los cracks en serie (Tailandia, Corea, Hong Kong e incluso Tokio), nuestros
economistas liberales persisten en manipular nociones que ocultan la realidad de los
países del Sur: la China agotada y contaminada vende una de sus provincias, Guang
Dong, a los inversores privados, para preparar el terreno a reformas económicas
destinadas a restaurar la economía de mercado y anticipar la apertura a las grandes
empresas japonesas y americanas. La India está dando tirones por el gigantismo y la
corrupción, por las intolerables diferencias sociales, con sus legiones de mendigos, sus
racimos de niños miserables agarrados a los brazos de los turistas, la mano extendida, la
mirada implorante.
México, tan contaminado, tan devastado, está tan colonizado que hace sus compras en
dólares, con los billetes verdes del gran vecino del Norte. Corea imita a Hong Kong y
Singapur, donde en los sweat shops, los talleres del sudor, obreros de trece años son
privados, trece horas por día, de las bellezas de la vida, de las alegrías de la
adolescencia. Tailandia, primer exportador mundial de arroz, es un país donde por ello
se podría creer que todo el mundo come hasta hartarse; pero se puede comprar una
pequeña esclava por quinientos dólares y el alquiler de una amiga no cuesta más de
trescientos dólares por semana. ¿Indonesia, Filipinas, Brasil? Bosques incendiados y
destrozados, industrias destructivas; por todas partes y todo el tiempo, con la nueva
industrialización, el cortejo de los beneficios de la sociedad capitalista: barrios calientes,
alquiler de hijas, chabolismo, drogas, humos, Coca-Cola, automóviles, comidas rápidas,
neón, delincuencia y... teléfonos móviles. Esto permite a todos los expertos liberales
explicar que, por ejemplo, en la India hay una nueva clase media, que alcanza los 200
millones de consumidores. Se olvidan, como al azar, los 700 millones restantes, de los
cuales dos tercios deben sobrevivir con menos de un dólar por persona y día. ¡Es éste,
sin duda, el milagro hindú!
Es olvidar asimismo a todos aquéllos a los que el "desarrollo", tal como lo conciben los
agentes del Banco Mundial y del FMI (que sirven de puntas de lanza a los grandes
bancos privados y a los trusts gigantes de equipos pesados de la construcción y de las
grandes obras) ha deportado oficialmente: las presas de Singrauli, en la India,
comenzadas en 1962, han desplazado a la fuerza más de 300.000 personas en una
primera etapa. La construcción de centrales de carbón (11 en total) expulsará a otras
150.000. Desde 1970, el programa energético hindú, financiado en dos tercios por el
Banco Mundial, ha deportado, además de a las víctimas del proyecto Singrauli, a más de
200.000 indígenas, que vivían en régimen de autosubsistencia en bosques todavía
intactos. Los 2.000 megavatios de la nueva central de Dahanu han hecho huir a más de
100.000 adivasis [153] secando los pantanos y los manglares donde vivían. Los
pescadores de la costa han sido arruinados por los vertidos de agua caliente y los
sulfuros. Oficialmente, los programas de compensación conciernen a más de 10.000
pescadores artesanales. A pesar de estos repetidos desastres, los préstamos continúan
literal-mente regando este saqueo concertado: 250.000 personas desplazadas por la
presa de Upper Krishna en 1978 no impiden el financiamiento de la segunda serie de
trabajos diez años más tarde. Los 120.000 deportados de Subernarekha no han hecho
pestañear a los expertos del Banco Mundial, no más que la resistencia de los deportados
del Srisailam, que a pesar de todo han obtenido gracias a su lucha, la reinstalación de
64.000 personas sobre 150.000.
En China, la faraónica presa de los Tres Ríos, que constituirá el embalse más
voluminoso del mundo (¡en una zona sísmica, no lo olvidemos!) será realizado gracias a
los apoyos financieros ofrecidos por el Banco Mundial y el FMI. En la situación de no
transparencia absoluta que caracteriza al régimen procapitalista de los dirigentes
actuales de la China Popular, se estima en más de dos millones el número de personas
que se han de desplazar. Por otro lado, el peligro potencial obligará al Estado chino a
deshabitar por lo menos hasta doscientos kilómetros río abajo de la presa. En total, se
llega a los tres millones de deportados. Los trabajos ya han comenzado. ¡Las revueltas
que han tenido lugar han sido sometidas y camufladas como incidentes interétnicos!
La lista completa de los desplazamientos forzosos de población a causa de los proyectos
es imposible de contabilizar. Un gran número de organizaciones internacionales y de
grupos de resistentes locales han buscado alertar a la opinión mundial sobre la suerte de
las poblaciones rurales o de las etnias que en el mundo entero han ido a engrosar las
filas de los excluidos de las grandes ciudades para único beneficio de los macro
organismos de crédito y de los trusts que financian y realizan todas las grandes obras en
el mundo.
Lo más asombroso en este asunto está en el hecho de que este enorme despilfarro
humano, acompañado de verdaderas catástrofes ecológicas, no ha servido para nada, en
términos de resultados, incluso en el sentido técnico del término: dos informes internos
sucesivos del Banco Mundial, redactados por grupos de expertos dirigidos por
especialistas nombrados por el mismo banco, han establecido a comienzos de los años
noventa que solamente el 43% de las obras emprendidas y financiadas con el concurso
del banco funcionaban. Presas cubiertas de arena, carreteras inacabadas, pozos secos.
¡Vaya cuadro!
Este éxodo rural forzoso ha golpeado en medio siglo al menos a 500 millones de
hombres y mujeres. En el espacio de dos generaciones, el saqueo de los entornos rurales
o salvajes y la destrucción de los modos de producción tradicionales ha generado una
polarización invertida de la relación ciudad-campo. En adelante los campesinos no son
ya mayoritarios en el mundo pobre: algunos países se dirigen rápidamente hacia
proporciones que definen la situación en Europa o en América del Norte. Un mundo sin
campesinos, una agricultura de muy alto rendimiento sobre tierras vacías de hombres y
en poder de los trusts es el modelo social y económico impuesto por la agricultura
capitalista moderna.
En China, desde su puesta en marcha en 1990, la nueva política económica empuja cada
año a 20 millones de campesinos hacia las ciudades. El Estado abandona la vigilancia
del sistema autárquico de las comunas populares, deja al beneficio privado reinstalarse
hasta en lo más recóndito de los campos, desorganizando así los intercambios locales
basados en el trueque de géneros y de servicios. Ahora bien, este proceso de
intercambio, regulado por los establecimientos del Estado, funcionó bastante bien
durante más de treinta años, preservando a China de su hambruna anual, vieja plaga del
antiguo régimen feudal. Pero la llegada de los expertos del Banco Mundial y del FMI, y
la invasión del Sur por los especuladores extranjeros está produciendo los mismos
efectos que en la India. Los campesinos refugiados en las ciudades trabajan por menos
de medio dólar por hora y los que no tienen empleo viven en la calle: con un millón de
sin hogar en las ciudades, la China ex comunista se desliza lentamente hacia una
situación "a la hindú". El subcontinente, fuertemente desruralizado en una generación,
ha visto fluir hacia sus grandes ciudades a más de diez millones de campesinos
arruinados cada año durante todos los años setenta, y cerca de veinte millones en el
curso de los años ochenta y noventa. Brasil, que no cuenta más que con un 35% de
campesinos, y México, que privatiza los "ejidos", esas granjas colectivas de la época
zapatista, están muy lejos de poder administrar la masa de refugiados del desarrollo.
Desde 1950, ¿cuántos campesinos han sido arruinados por las expropiaciones, la
polución de sus aguas y la imposición de precios impuestos por las Bolsas de Londres y
de Chicago, que fijan los precios agrícolas del mundo entero? El esquema colonial
capitalista clásico está simplemente en fase de reinstalación.
Entre 1965 y 1980, el ingreso medio anual por habitante ha crecido, en los países del
Norte (países del Este excluidos) en más de 900 dólares; en ese mismo periodo, el
enriquecimiento anual por habitante de los países del Sur (excluida la OPEP) ¡no ha
pasado los tres dólares! Los países ricos, cuya demografía está controlada y los
instrumentos económicos afilados a pesar de las crisis, han conocido una formidable
alza del nivel de vida entre 1950 y 1980. Los países del Sur, durante los Treinta
gloriosos, han conocido sucesivamente un decenio de desórdenes políticos
económicamente paralizantes, un decenio de invasión financiera y técnica con motivo
de la Revolución verde, y un decenio de hundimiento en la deuda externa, con una
suspensión brutal de todo equipamiento técnico y de cualquier progreso social. Los años
noventa han terminado de someter a los recalcitrantes, anulando por medio del chantaje
de la deuda independencias algunas veces duramente adquiridas. Así la injerencia
destructora en materia de equipamiento y de agricultura ha hecho del egoísmo
alimentario de los países ricos una moral aceptada y de la dominación por el hambre un
sistema de gobierno a escala mundial. Después el ajuste estructural ha dado el golpe de
gracia a economías gangrenadas por la dependencia técnica y financiera organizada por
la primera fase de la recolonización. Su costo humano es enorme, imposible de calcular
con precisión; para satisfacer la sed de beneficio de un puñado de ejecutivos ganados a
la filosofía del ultraliberalismo, millones de hombres mueren prematura-mente de
desnutrición o de enfermedades contraídas a causa del debilitamiento debido a la falta
de alimentación. Mil millones de muertos vivientes, cuya existencia cuasianimal es
directamente imputable a las opciones estratégicas del capitalismo contemporáneo,
vienen a agravar el catastrófico balance de la globalización del capitalismo.
El primer principio del ajuste estructural es la limitación del gasto público. Con el fin de
hacer recaer en el sector competitivo los servicios públicos rentables, el Estado debe
licenciar funcionarios, limitar sus gastos sociales, de salud y educación, para provocar la
aparición de nuevos usuarios de pago de estos servicios. Paralelamente, el Estado debe
abandonar cualquier forma de control directo en la producción agrícola e industrial, así
como en los servicios de alta tecnología (las telecomunicaciones, la televisión y la
radio). Todo debe ser privatizado.
Más de 110 países que están hoy en situación de ajuste estructural han puesto en
práctica el primer principio, al cual el Banco Mundial y el FMI añaden un segundo: la
desreglamentación general de los precios y de los salarios. La abolición del precio
máximo de algunos productos alimenticios de primera necesidad arroja a la desnutrición
a millones de familias pobres. El salario mínimo desaparece también, agravando el
fenómeno. El control de lós precios y de los salarios es presentado por el Banco
Mundial y el FMI como un instrumento antieconómico, que perjudica la dinámica
competitiva. En realidad el ajuste no tiene más objetivo que el llamamiento a las
deslocalizaciones.
Es inútil precisar que este tratamiento de choque (es la expresión oficial empleada por
los redactores del Plan Baker) aplicado a economías poscoloniales fragilizadas es en
realidad una forma disfrazada de guerra contra los pobres.
Los primeros préstamos de adaptación aprobados por el Banco Mundial y el FMI datan
de mediados de los años setenta. Se trataba de financiar primas de compensación en los
países donde las privatizaciones de los servicios públicos amenazaban ser demasiado
impopulares. Después se comenzó a hablar de préstamos de ajuste estructural para
describir sistemas de financiamiento más duros destinados a acelerar el paso al mercado
libre. El primer programa de ajuste estructural, constituido por un verdadero aparato de
medidas sucesivas, cada una acompañada de préstamos adecuados, golpeó a Turquía en
1980 y fue completado por un derecho de desembolso especial de los fondos del FMI en
1981, y luego en 1985, por el monto de mil quinientos millones de dólares.
Posteriormente el Banco Mundial añadió en 1985 otro crédito a largo plazo, en vista del
avance de las medidas de ajuste tomadas por el Gobierno turco.
¿Qué es de Turquía, casi 20 años más tarde? El éxodo rural ha destruido la agricultura
de huerta, Estambul ha crecido un 600%, en condiciones insostenibles en todos los
aspectos. El Estado turco ha quebrado en su tarea de apoyo económico (dando la
espalda al hernalismo), y operado bajo la dictadura militar su viraje liberal. Las
sucesivas devaluaciones han provocado catastróficas alzas de precios mientras era
abolido el salario mínimo, así como el control de precios. Lanzado a la miseria,
aplastado por la dictadura, el pueblo turco se ha dejado poco a poco llevar por la
propaganda integrista, que fustiga sin cesar el mercantilismo, la polarización social y la
decadencia de las costumbres. Es más o menos el escenario catastrófico de Irán, donde
los mullahs suceden a la Revolución blanca del Sha, que había aplicado en su país el
tratamiento de choque de la modernización de los campos y de la urbanización
desenfrenada.
Es, sin embargo, después de este grave fracaso iraní cuando los pensadores del Banco
Mundial y del FMI comprendieron la necesidad de acompañar financieramente en los
países pobres la ruptura de la protección social, el retroceso de los derechos del trabajo
y la destrucción de los servicios públicos, al mismo tiempo que la concentración de
tierras y los desplazamientos de poblaciones.
Durante todos los años noventa, el mismo escenario de las revueltas del hambre
reprimidas en sangre se ha repetido cien veces, de Kinshasa a Yakarta, de Chiapas a
Pakistán y a la India, con el mismo epílogo siempre. Generalmente, no se sale a la calle
delante de las metralletas de las fuerzas del orden sin motivo. Es verdaderamente
necesario haber sido forzado a fondo por una situación intolerable.
Dos mil millones de hombres están hoy oficialmente desnutridos, y otros mil millones
sufren hambruna de vez en cuando. Todos los expertos (incluso los del Banco Mundial,
que insisten en el aspecto provisional del fenómeno) admiten que la pobreza ha
progresado gravemente, proporcionalmente y en cifras absolutas, desde 1985. Uno de
los índices claros del salvajismo del ajuste es la suerte reservada a los niños de los
países pobres, comprendidos los países del Este. En Argentina por ejemplo, la
mortalidad perinatal llega a 50 niños sobre mil, o sea 1'5 veces más que en 1980. En
Zambia, la desnutrición mataba al 13 % de los niños de menos de tres años en 1980. En
1998 se llegaba a la tasa del 42%, es decir, aproximadamente la cifra del siglo XII
francés. En los países ajustados de África, seis mujeres sobre mil mueren de parto. En
Asia, cuatro; en América Latina 2'5. En los países del G-8, la tasa es sesenta veces
menor, pero dos veces más alta que a comienzos de los años ochenta,
¡Dos mil millones de hombres, mujeres y niños viviendo por debajo del umbral de esa
pobreza que el capitalismo ultraliberal nos promete erradicar! En medio de estos
desposeídos, mil millones de desnutridos y veinte millones de muertos de hambre,
después de cincuenta años de ayuda al desarrollo.
El hambre en Somalia (Izda.) y en Calcuta (Dcha.)
Un número desconocido de muertos entre los resistentes al ajuste forzoso. Desde 1980,
al menos diez mil personas abatidas en todo el mundo en el curso de las revueltas del
hambre. Contaminación de las tierras y de las aguas continentales y marinas para
producir siempre más, para reembolsar siempre más, para enriquecer siempre a los
mismos. Incalculable.
La globalización del capitalismo es ante todo una quiebra ética que rebaja a la
humanidad a la categoría de bestias devorándose alrededor de su presa. Es también el
triunfo de las construcciones filosóficas funda-das en la legitimación del egoísmo
enfermizo y del ansia de poder. Intentando incluso deshacer la idea misma de una
comunidad humana unida por un interés compartido, la ideología criminal que subyace
en el capitalismo se coloca ahora fuera de la ley natural poniendo en peligro a la
humanidad entera. Y por ello se condena. El capitalismo ultraliberal no crea sus propios
sepultureros. El mismo cava su tumba.
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[153] Nombre dado en la India a los pueblos indígenas de las zonas poco exploradas.
23. Los banqueros suizos matan sin metralletas
Jean Ziegler
Izda.: fachada del Banco de Crédito Suizo. Dcha.: cámara acorazada de la Unión de
Bancos Suizos.
Los adolescentes drogadictos de las calles de Nueva York, Milán y Londres agonizan
por obra de los señores del crimen; éstos hacen reciclar, lavar sus beneficios en Suiza.
En Filipinas, Brasil, en Congo, los niños, por millares, mueren de desnutrición, se
prostituyen, perecen de abandono y enfermedad. Importantes riquezas autóctonas, en
lugar de contribuir a crear en su país hospitales, escuelas, empleos, se refugian en Suiza;
allí son recicladas y reinvertidas en la especulación inmobiliaria en París, Roma y
Tokio, o alimentan las bolsas de Nueva York, Londres y Zurich.
El saqueo financiero del Tercer Mundo y el tráfico de drogas son dos obras mortíferas,
que provocan desastres sociales, síquicos y fisiológicos análogos. Ambos se benefician
de la competencia reconocida, de la asistencia experta, de la complicidad eficaz de los
banqueros suizos.
Veamos ejemplos que se refieren al análisis de un periodo de un poco más de diez años.
Los filipinos
En 1986, Ferdinand Edralin Marcos amaña una vez más las elecciones nacionales. El
vaso se desborda... La insurrección popular barre Manila. Al alba del 25 de febrero, el
protector americano ordena la huida: helicópteros de las fuerzas aéreas de los Estados
Unidos se posan en el césped del palacio de Malacanang. Evacuan a Imelda, Ferdinand
y ochenta y tres parientes y socios hacia la base americana de Subic Bay. Ferdinand
Marcos morirá el jueves 28 de septiembre de 1989 en un hospital militar americano en
Hawai.
El déspota asiático ha sido, en vida, un cliente casi ideal para los jeques helvéticos: es
inmensamente rico, está imbuido por una verdadera manía de acumulación de riquezas.
La evacuación del tesoro no plantea ningún problema: el cleptócrata está en el poder.
Además, el hombre practica permanentemente un doble juego con sus protectores
americanos y japoneses. Como es, además, de una extraordinaria complejidad síquica,,
es vulnerable. Los jeques pueden desplumarlo a voluntad, imponerle condiciones de
inversión y de reciclaje draconianas.
El joven Ferdinand y aquél a quien tomará largo tiempo por su padre pertenecen casi a
la misma generación: una solidaridad intensa les une. 1935: Mariano es candidato a la
diputación. No resulta elegido. El candidato adverso, comerciante y contrabandista
acomodado de la localidad, humilla a su familia: se atreve incluso a pasear un féretro
bajo sus ventanas. Algunos días más tarde, se encontrará al recién estrenado diputado de
Ilocos Norte al borde de una carretera, con un tiro en la cabeza.
Imelda y Ferdinand forman una pareja temible: ducho orador, incendiario y demagogo,
Marcos es adorado por las masas. Los pobres aman a Imelda, que distribuye arroz y
ropa en los bidonvilles. Hasta 1972, Marcos es reelegido sin problemas. Después las
cosas se deterioran: el odio a la oligarquía ciega a la pareja. Su pasión por palacios,
joyas, dinero es ilimitada, y la pareja saquea literalmente el país. Marcos, lentamente, se
transforma en déspota asiático; Imelda, en lady Macbeth. A Marcos le gustan las
mujeres; y es generoso: Carmen Ortega y sus tres hijos —una de las numerosas familias
paralelas de Marcos— se encuentran en la actualidad entre los clanes más ricos de
Manila.
Volvamos a esa mañana del 25 de febrero de 1986, cuando el protector americano deja
caer al cleptócrata e instala en el palacio de Malacanang a una mujer de la oligarquía,
Cory Aquino, viuda de un opositor asesinado por Marcos el 21 de agosto de 1983.
Evacuados a la fuerza a Subic Bay, Marcos, su hermana y su familia son conducidos el
mismo día a Hawai, en los Estados Unidos. Desde su descenso del avión, en Honolulu,
agentes del FBI se acercan hacia Marcos y sus allegados, les confiscan maletas y bolsos
que contienen los nombres codificados, los números, la localización de las cuentas
bancarias distribuidas a través del vasto mundo. El FBI devuelve estos documentos a la
nueva presidente de Filipinas, Cory Aquino.
El razonamiento del presidente Reagan es tan simple como convincente: tres ejércitos
de guerrilla, de los que dos hacen rápidos progresos, amenazan al frágil poder pro-
americano de la señora Aquino. El éxito de esta guerrilla autóctona, sin vínculos
notables con ninguna potencia extranjera, se basa esencialmente en la abismal miseria
de las familias en los campos semifeudales y en las ciudades proletarizadas. Si Cory
Aquino quiere sobrevivir, necesita efectuar rápidamente inversiones sociales masivas en
las ciudades, una reforma agraria consecuente, una reconversión de las plantaciones
azucareras en el campo. Todo esto costará centenares de millones de dólares. Para el
presidente Reagan, no hay ninguna razón para que el contribuyente americano pague
estos nuevos y extraordinarios créditos mientras miles de millones de dólares, robados
por Marcos y los suyos, descansan tranquilamente en los bancos suizos.
La presión del presidente Reagan, del FBI, del secretario americano del Tesoro se hace
cada vez más fuerte. El Consejo Federal intenta tergiversar, explicar su singular
impotencia: desde hace algunos años, las autoridades americanas muestran una gran
brutalidad hacia Suiza... La Administración Reagan no se deja embaucar y exige de
manera imperativa, apoyada con amenazas de sanciones comerciales, el bloqueo y
posterior restitución de los miles de millones robados por el cleptócrata de Manila.
Drama corneliano en el palacio de Berna: ¿Hay que violar la ley suiza, atraer contra sí a
los jeques, agradar a los americanos y por lo tanto bloquear las cuentas? ¿O es mejor
afrontar las sanciones americanas, proteger el secreto bancario y dejar al Crédit Suisse,
a la Unión de bancos suizos, etc., devolver tranquilamente sus ahorros a Marcos y a sus
cortesanos?
La noche del lunes 24 de marzo de 1986, la solución aparece durante la cena de gala
ofrecida por el Gobierno al presidente de la República de Finlandia, Koivisto, en el gran
hall medieval del Ayutamiento de Berna. La atmósfera, entre los ministros federales, es
siniestra: las presiones americanas —telefonazos, gestiones diplomáticas, amenazas más
y más precisas sobre las exportaciones suizas hacia los Estados Unidos— se han
acrecentado más todavía durante el fin de semana. Los comensales se sientan para
comer. El profesor Mathias Krafft, consejero jurídico de Asuntos Exteriores obtiene de
los servicios de seguridad el permiso para entrar en el gran hall. Se dirige derecho hacia
Pierre Aubert, ministro de Asuntos Exteriores, y le tiende un papel. Aubert, radiante, se
inclina hacia el presidente de la Confederación, Alphonse Egli. Apenas pronunciados
los últimos discursos, terminados los postres, Egli reunió a sus colegas en el salón del
Ayuntamiento, donde había tenido lugar la cena. El Consejo Federal decide bloquear
provisionalmente, con efecto inmediato, todos los haberes del cleptócrata, de su familia
y de sus allegados en todos los bancos que operen en territorio suizo. Terremoto: es la
primera vez, en la historia multisecular del país, que una decisión de este tipo es tomada
en contra de los jeques. Funcionarios les comunican por teléfono esa misma noche la
mala noticia. En cuanto al público estupefacto, será oficialmente informado por medio
de un comunicado, el miércoles 26 de marzo.
El camuflaje del botín de Marcos y de los suyos obedecía a una estrategia compleja. El
jeque que había sido destacado en Manila y su estado mayor se ocupaban prácticamente
a tiempo completo (desde 1968) de la evaluación y del reciclaje del dinero.
Consiguieron mantener un contacto cotidiano con el cleptócrata, incluso cuando fue (a
partir de marzo de 1986) internado en la base aérea americana de Hickham, en
Honolulu. En un primer tiempo, estos ríos de dinero sucio eran dirigidos hacia múltiples
cuentas numeradas en el Crédit Suisse de Zurich. Primer lavado. Después el botín era
transferido a la sociedad fiduciaria Fides, donde el tesoro cambiaba una segunda vez de
identidad. La sociedad Fides pertenece al imperio del Crédit Suisse. Y finalmente el
tercer lavado: Fides abría sus esclusas, los ríos lodosos volvían a salir, hacia
Liechtenstein esta vez. Allí, se sumían en estructuras preparadas con cuidado, las
famosas anstalten.[154] En el estado actual de los procesos, se han descubierto once.
Todas llevan nombres poéticos: Aurora, Charis, Avertina, Wintrop, etc.
Detalle pintoresco: desde 1978, con el fin de racionalizar las transferencias de capitales,
¡Marcos nombró cónsul general de Filipinas en Zurich a un director del Crédit Suisse!
Cory Aquino, excelentemente aconsejada por el tutor americano, envía a tres hombres
políticos y abogados para recuperar el botín: Guy Fontanet, de Ginebra, antiguo
consejero de Estado y consejero nacional del Partido Democratacristiano; Moritz
Leuenberger, de Zurich, consejero nacional del Partido Socialista; y el consejero
nacional Sergio Salvioni de Locarno, miembro del Partido Radical. Estos hombres
honestos y experimentados están hoy en día agotados, debido a que los consejeros
fiscales, las redes de convoyantes del consorcio bancario helvético han hecho un
admirable trabajo de camuflaje.
En la primavera de 1998, solamente una pequeña fracción del botín había retornado a
Filipinas.
Los haitianos
Primavera de 1986: otro dictador cae. Baby Doc Duvalier es desalojado como un
indecente de su palacio de Puerto Príncipe. El mismo escenario se repite: el tutor
norteamericano de Haití embarga gran cantidad de documentos en las maletas del
fugitivo y las transfiere a los nuevos sátrapas de Haití. Duvalier, su familia y la de su
mujer habían bebido en las reservas de divisas del Banco Nacional, saqueado las
empresas del Estado, vendido para su beneficio licencias de importación, etc.
Izda.: el pueblo haitiano celebra la caída del dictador Baby Doc Duvalier ante el palacio
presidencial. Dcha.: Baby Doc Duvalier en su exilio de Niza.
Esta vez, lo esencial del botín se encuentra en Ginebra. Los imperios bancarios
multinacionales --Union de Banques Suisses, Société de Banque Suisse, Crédit Suisse,
etc.-- practican en efecto una juiciosa división del trabajo entre sus filiales. Zurich
absorbe los fondos provenientes de Asia y Medio Oriente; Ginebra, los de los países de
África, del Caribe y de América Latina.
El pueblo miserable de la isla de Haití tiene, como el pueblo filipino, muy pocas
posibilidades de recuperar sus bienes. Gracias a la feroz resistencia de los bancos (a esto
se llama "defender al cliente por todos los medios"), ninguno de los múltiples procesos
emprendidos contra Duvalier y los suyos está en vías de concluir. Durante este tiempo,
Baby Doc y su clan llevan una vida suntuosa en las clementes alturas de Grasse. En
1998 se mudan al Jura. En 1998, la fortuna de los Duvalier, fruto de un pillaje feroz de
varios decenios, reposa todavía en cuentas numeradas de grandes bancos suizos.
La pobreza en Haití
Mobutu, antiguo chivato de la policía colonial belga, era uno de los jefes de Estado más
complejos, más astutos que la tumultuosa historia de la descolonización haya producido.
Gozaba de protecciones extranjeras sólidas, y estaba dispuesto a pagar el precio. Era un
negociador sin par. Como ejemplo: luego de una de sus numerosas visitas "privadas" a
Washington (febrero de 1987), Mobutu concluyó con el Pentágono un acuerdo por el
cual cedía a los Estados Unidos, por un contrato a largo plazo, la base militar y aérea de
Kamina, en Shaba; en adelante los americanos organizan su apoyo logístico a la UNITA
angoleña desde Kamina. En contrapartida (además de los pagos en divisas en concepto
de alquiler), el régimen zaireño obtiene, en mayo del mismo año, una nueva
renegociación de su deuda externa. Mientras el laxismo de su política económica es
universalmente reconocido, el régimen arranca al FMI, en 1987, un crédito de 370
millones de dólares.
Mobutu, su hermana, sus guardias, sus mujeres están en visita privada. Dos de sus hijos
estudian en la universidad de Ginebra. El mariscal va a alojarse algunas noches en el
Noga-Hilton, en casa de su amigo, el promotor inmobiliario, corredor en petróleo y en
algodón africanos, Nessim Gaon. Más tarde se dirigirá, para una estancia de reposo, a su
propiedad de Savigny, inmensa residencia señorial en las alturas de Lausana. Pero, por
el momento, Mobutu recibe a sus banqueros ginebrinos. Durante este tiempo, sus
ministros, amigos, oficiales y mujeres desvalijan las tiendas de lujo de la calle Rhóne,
las joyerías de la avenida Bergues, pagando los ríos de perlas, broches de diamantes,
relojes Rolex y sortijas de oro con fajos de billetes de 1.000 francos suizos que los
dependientes de la banca acaban de deslizar a sus guardaespaldas.
Mobutu es en esa época uno de los hombres más ricos de la tierra: su inmenso país
encierra yacimientos considerables de diamantes, manganeso, cobalto, uranio y cobre.
Encontrándose una buena parte de su fortuna en los sótanos de los bancos suizos, los
jeques locales cobran anualmente jugosas comisiones sobre el tesoro del jefe de Estado
zaireño. En resumen, las autoridades federales no le han rechazado nada al respetado
cliente de los grandes bancos. Unos días más tarde, algunos de estos opositores serán
cargados en un avión de la Swissair, esposados durante todo el vuelo, en dirección al
aeropuerto de Ndjili, Kinshasa. La policía secreta zaireña recogerá a los exiliados a su
descenso del avión. Las vacaciones de Mobutu han comenzado verdaderamente en ese
mismo momento.
Tras su salida de Suiza, tres semanas más tarde, los periódicos, en tono admirativo, me
mostraron que el mariscal hubo de alquilar un camión de gran tonelaje para desplazar
hasta su Boeing privado la montaña de regalos, de compras de todas clases, que sus
acompañantes habían acumulado durante su estancia al borde del Leman.
Conclusión
El capítulo XVIII del Libro de los Levitas de la Biblia menciona la extraña y terrorífica
historia de esa divinidad de Medio Oriente que se llamaba Moloc. Los cananeos le
sacrificaban regularmente niños arrancados a las tribus prisioneras, a las familias de los
más pobres. Ante la inmensa e impasible estatua de bronce levantada sobre una montaña
en pleno desierto, un fuego ardía día y noche. Cada treceava luna, columnas de niños
temblando de miedo, miserables, hambrientos, eran conducidos ante el monstruo; eran
degollados, y luego sus cuerpos despedazados lanzados en su gran boca abierta. Como
Moloc, la oligarquía bancaria multinacional helvética se alimenta de la carne, de la
sangre de los pueblos cautivos, sujetos a tributo, de los tres continentes más pobres de
nuestro planeta.
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Durante mucho tiempo hemos creído que el mundo de la mercancía, ese donde todo se
compra y todo se vende, quedaría confinado en los límites del mundo comercial. Que la
parte de nuestra vida que escapaba a la lógica mercantil y financiera lo haría
eternamente. Que la educación, la información, la salud, las redes de transporte, el
abastecimiento de energía, la justicia, la seguridad, las telecomunicaciones quedarían en
manos de la colectividad. Habíamos incluso pensado que la calidad del medio ambiente,
del agua o del aire, la cultura, se añadirían de manera natural.
La publicidad en Tokyo
Ha invadido en primer lugar los países que casi no lo estaban, pero también, en los
países de Occidente, los sectores que hasta ahora escapaban a esta influencia.
Educación, salud, información, todo ha sido entregado a la rentabilidad, a los lotes de
mercado, al éxito comercial, a la inmediatez. El brazo armado de esta conquista
colonial, es la publicidad, que prepara los espíritus con su martilleo incesante y mata
más masiva-mente que un lanzamiento de bombas.
Uno de sus principales actores, Oliviero Toscani, al que sus escandalosas campañas para
Benetton han hecho célebre, redacta él mismo la lista en su libro La pub est une
charogne qui nous sourit (1995), donde escupe gustoso en la sopa con la que ha hecho
fortuna: "¡La publicidad cubre en la actualidad cada rincón de calle, cada plaza
histórica, cada plazoleta, las paradas de autobús, el metro, los aeropuertos, las
estaciones de tren, los diarios, los cafés, las farmacias, los estancos, los mecheros, las
tarjetas de teléfono, corta las películas en la televisión, invade las radios, las tiendas, las
playas, los deportes, las vestimentas, hasta los relieves de las suelas de nuestros zapatos,
todo nuestro universo, todo el planeta! ¡Es Gran Hermano, siempre sonriente!
Encuentro espantoso que todo este inmenso espacio de expresión, de exposición y de
visualización, el mayor museo viviente de arte moderno, cien mil veces Beaubourg y el
Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York reunidos, esos millares de kilómetros
cuadrados de carteles fijos en el mundo entero, esos paneles gigantes, esos lemas
publicitarios pintados, esos cientos de miles de páginas de periódicos impresas, esos
cientos de horas de televisión, de mensajes radiales, queden reservados a esta imagen
paradisíaca imbécil, irreal y engañosa". Y todo esto financiado por el consumidor,
siendo su costo integrado al precio del producto ("La publicidad es el primer impuesto
directo").
La enseñanza
En EEUU, la instalación del cable en las escuelas primarias no ha sido efectuado por las
autoridades públicas sino por empresas privadas. Han equipado gratuitamente pero, a
cambio, los programas educativos de Canal Uno difundidos por este sistema contienen,
cada diez minutos de programa, dos minutos de publicidad de estas empresas. Durante
todo el año, los alumnos son acosados intelectualmente de este modo con la promoción
de productos comerciales.
Francia está a su vez afectada por este fenómeno y la presión para que traspase los
muros de las escuelas es fuerte. Por ejemplo, deslizándose en el vacío de la educación
sexual, nunca dispensado realmente por los docentes, la firma Tampax ofrece un
programa educativo en los colegios, para las niñas de 3° y 4°. Unas 60.000 adolescentes
ya reciben de este modo información sobre el cuerpo, la salud, la higiene... y claro está
sobre los productos de la empresa Tampax. Estos programas son ofrecidos en el marco
y horario de las clases de biología, que no atienden ya más los docentes. En efecto, estos
cursos son sutilmente impartidos por enfermeras, transformadas en comerciales, que
distribuyen muestras a fin de curso. Demasiado felices por desembarazarse de una
educación que generalmente no desean tratar, los docentes no se han prácticamente
opuesto, y los padres tampoco. Un representante de Tampax afirmaba recientemente en
la prensa: "Los profesores nos acogen con agrado, incluso nos solicitan". La educación
nacional ha bendecido la operación: ¡Todo es gratuito!, en lo sucesivo argumento
supremo de cualquier reflexión por parte del Estado!
Un reciente acuerdo entre la educación nacional, las sociedades de autores y los
productores audiovisuales ha autorizado la difusión de emisiones televisadas en las
escuelas: basta introducir anuncios en estas emisiones para que la publicidad entre
fácilmente en un universo que le estaba vedado.
Ocurre lo mismo con las empresas que ofrecen las camisetas de fútbol a los niños de las
escuelas, naturalmente con su publicidad encima; pero es gratuito, y desde ese momento
el servicio público olvida que es servicio público...
Con respecto a las universidades, en EEUU es frecuente que las cátedras sean, sobre
todo en economía, financiadas directamente por empresas que nombran los profesores.
Como ha demostrado Susan George en un rotundo artículo del mismo Le Monde
Diplomatique, prestigiosos intelectuales franceses ya han sido beneficiados (en primer
lugar, uno de los catedráticos franceses de la revisión histórica del movimiento obrero,
Francois Furet). La operación Fukuyama, nombre de un funcionario de Estado
americano autor de El fin de la historia, puesta artificialmente de relieve con una genial
campaña publicitaria, estuvo completamente organizada por la empresa química Olin;
como la del Manifiesto de Heidelberg fue fabricada de arriba abajo por los lobbys de
farmacia y del amianto para desacreditar a los ecologistas. Universitarios faltos de
recursos se han prestado en los dos casos, con mucha complacencia, a estas
manipulaciones.
El patrocinio alcanza al 75% de las emisiones de televisión en Francia (el 20% para los
estúpidos juegos que ocupan los mayores segmentos de audiencia). Ha reemplazado
poco a poco, a los ojos de los anunciantes, la publicidad stricto sensu: es una respuesta
al zapping de los telespectadores acosados por la publicidad, que cambian de cadena
cuando llega. A partir de ahora, es imposible escapar, ¡la publicidad está en el
programa! Y lo peor, cerca del 50% del presupuesto de la televisión francesa viene de
los ingresos comerciales cuando en principio éstos debieran ser del 0%.
Estos patrocinadores quieren salir cada vez más de la clandestinidad y algunos errores
son revelado-res. El nombre del patrocinador es a menudo más importante que el del
artista en los carteles, desfigurados por los logos. ¿Para un escritor, qué vale una
recompensa en la que el nombre de la empresa figura en el encabezamiento, como en el
Premio Strega o en el AKO-Literatuurprijs? ¿Resulta prestigioso presentarse en el Belga
Jazz Festival?
La firma Cointreau había patrocinado en el Zénith de París una velada de Danza Joven.
Pero su logo en letras de fuego, situado en el fondo de la escena durante la presentación
de un coreógrafo muy conocido, no fue muy bien percibida por el público, que abucheó
al patrocinador.
Todo esto influencia los contenidos. En las ficciones, por ejemplo, las historias deben
ser obligatoriamente familiares (en la casa, se pueden insinuar muchos productos); los
finales son felices; la política, la religión, la reflexión están desterradas; cualquiera debe
poder encariñarse con los héroes, los malos están bien identificados. Las canciones son
alegres. Los animadores son principalmente animadoras, preferentemente con grandes
senos. Las obras ambiciosas o de investigación no tienen ninguna posibilidad y el
principio de More of the same ("Siempre más de lo mismo") reina como dueño y señor.
A los fanáticos del zapping, que cambian de cadena desde que la publicidad interrumpe
su película, les han encontrado la parada: la publicidad ya no está en el corte
publicitario, sino dentro mismo de la película. El último grito es efectivamente comprar
algunos segundos de una película de una Major Company y deslizar su propaganda. De
esta manera éxitos internacionales (Total recall, Regreso al futuro 2, Día de tormenta,
todos los James Bond) están atiborrados de productos en primeros planos con el nombre
de la marca, inserciones concebidas por las empresas y no por el autor, el realizador o el
productor; los escenógrafos deben adaptar su historia a esta presencia que queda a veces
como un pelo en la sopa.
El deporte
Numerosas competiciones deportivas, que habrían debido ser prohibidas por ejemplo
por malas condiciones meteorológicas, han sido mantenidas a causa de los horarios de
las televisiones y de los contratos con las empresas que esperaban su emisión en estos
momentos de gran audiencia. El elevado número de competencias multiplica las
ocasiones de promocionar las marcas, por lo que están en plena inflación. Los atletas se
agotan, y aún más porque los patrocinadores exigen récords permanentemente. Esto ha
hecho explotar el mercado de anabolizantes y de otras drogas, que han matado a más de
un deportista y adulteran el espíritu deportivo.
Falsos conflictos han multiplicado las autoridades mundiales de cada disciplina, lo que
multiplica los campeonatos (en boxeo: cuatro diferentes). Los horarios y las reglas son
modificados a conveniencia de las cámaras. Se ha visto a corredores de maratón hacerlo
a pleno sol por estas razones. Sin duda, estas prácticas han aumentado las presiones a
favor de todo tipo de trampas. El asunto Tapie sale a la luz únicamente para cubrir
mejor métodos ampliamente generalizados.
Berlusconi, dueño de club, exigía en una época a los futbolistas del Milán un loop que
les permitiera aparecer a menudo en televisión. Escogía rubios, más bien bellos
chavales, incluso no tan buenos jugadores, pero más mediáticos. Por otro lado se pide a
las jugadoras de tenis recortar sus faldas, para excitar al consumidor, evidentemente
varón.
Pero lo peor está por llegar, el padrinazgo electrónico. Una primera tentativa ha tenido
lugar recientemente. Consiste en añadir a la imagen real elementos virtuales. Por
ejemplo, en un partido de fútbol retransmitido, un jugador 23, totalmente electrónico,
patea un balón, también electrónico, recubierto con la publicidad de una marca (Axe,
concretamente). La experiencia ha sido rechazada, pero por motivos cuanto menos
ligeros y provisionales, si se cree al director de la Federación Francesa de Fútbol:
"Hemos pedido la anulación, pues no había sido negociado nada con nosotros. Los
derechos de la publicidad virtual pertenecen a la FFF". (Libération, 11 de febrero de
1998). A estos cínicos propósitos responde la actitud del CSA que había aceptado sin
remordimientos.
Cómo sorprenderse cuando se sabe que todos los grandes patrones del olimpismo o de
federaciones internacionales han estado o están ligados a las gran-des empresas
interesadas, y continúan siendo paga-dos por ellas durante su mandato. Que los jugosos
mercados sean acordados a estas firmas, mientras que las que no sueltan son eliminadas
sin piedad. Si se hiciera una investigación seria en esta materia, se percibiría que en
comparación la política está menos corrupta que el deporte. Nos sorprendemos entonces
menos de ver como los grandes capitanes de la industria, los reyes de la corrupción de
todo tipo (Tapie, Berlusconi, para citar sólo los más conocidos y condenados) han
invertido a fondo en los equipos de que se hacen dirigentes. "El patrocinio es una
manera legal de blanquear dinero sucio", ha declarado un electo europeo, recordando
los estrechos vínculos entre deporte y mafias.
Igualmente las ONGs humanitarias son gangrenadas por seudo ONGs creadas
totalmente por las empresas agroalimentarias o farmacéuticas, que sirven de puntas de
lanza para sus productos. Se da salida así, por ejemplo, a productos farmacéuticos
prohibidos en Europa o con fechas de caducidad vencidas, o se toman jugosos contactos
en algunos países devastados cuyas elites son fácilmente corrompibles. Las mismas,
rindiendo preciosos servicios a oficinas más secretas, reciben de diversos gobiernos
apoyos irremplazables.
La política
La ideología
El paralelismo con la propaganda de los regímenes totalitarios, por ejemplo con el ideal
nazi, es patente. Los personajes mostrados están conformes con los modelos
dominantes, tanto hoy como entonces. Los hombres están bien proporcionados, las
muchachas son rubias con generosos senos, todos sonríen y son unánimes pase lo que
pase. Los lugares son siempre los mismos: ciudades limpias y bellas, campos
fascinantes y soleados, la mar o cualquier otro lugar de turismo encantador, el Tercer
Mundo es exótico y campechano, como en el Club Méditerranée. El cuerpo es soberano;
la decoración naturalmente futurista, pero un futuro agradable, al que se aspira; la
competencia parece ser el único motor de la gente; la potencia y la fuerza son exaltadas;
la proeza constantemente evocada. Este ideal de felicidad de exploradores que denuncia
Toscani en su libro, evoca irresistiblemente las imágenes de las tiendas nazis o sus
edificantes películas (Toscani muestra cómo la imagen de Claudia Schiffer realiza el
sueño de la Hitlerjugend). Sobre todo, en la imagen de los campos, la alegría es
obligatoria y la naturalidad tan forzada que haría reír en el cine.
Claudia Schiffer (dcha.) como sueño realizado de la Hitlerjugend (izda.)
Refuerza siempre el discurso contra el medio ambiente, los derechos sociales, el Tercer
Mundo real, la pobreza, la ciudadanía, salvo cuando es necesario imitarles... Es el reino
del liberalismo absoluto, que refuerza la unanimidad de los editorialistas económicos de
los medios de comunicación en que es difundido. Y claro, el pequeño toque de rebeldía,
que tanto incita a la compra, y a la falsa innovación.
Como en el régimen nazi, los que se desvían de ese modelo son eliminados del mundo
que transmite la publicidad: aquéllos que no parecen arios, no son heterosexuales, ni
tienen buena salud, no tienen la holgura que da el dinero, no son agresivos frente al
mundo, no tienen el físico conforme, los no productivos, los contestatarios, los
pacifistas, los enfermos, los pobres, los perdedores... Como en toda propaganda
totalitaria, fuerza y potencia se desprenden de los músculos de los bebedores de cerveza
o de los pilotos de automóviles. La victoria es omnipresente, ya el héroe corra o ligue,
conduzca o enfrente a un patrón.
Por último, no juega más que con los estereotipos y siempre para reforzarlos más en las
mentes: estereotipos masculino y femenino, nacionales, rurales, jóvenes, habitantes de
extrarradio, etc.
Cifras
A semejanza de esas bombas modernas que matan todo ser viviente preservando los
edificios y las máquinas, la publicidad mata toda actividad intelectual y ciudadana
dejando vivir en el individuo únicamente los reflejos de consumo, como perros
condicionados de Pavlov. Duda, pensamiento, ideas, desinterés, desarrollo espiritual y
personal, interés público, sentimiento colectivo y solidaridad, todo es barrido como un
obstáculo al pensamiento único: comprar. La cultura mercantil ya no se distingue de la
cultura a secas, como un anuncio publicitario no se distingue de un cortometraje o de un
clip musical: los mismos personajes, las mismas referencias, misma puesta en escena,
mismo montaje, mismos clichés, misma estética, misma situación de tipo cómico y, con
razón, los realizadores son los mismos.
El mundo de la publicidad, organizado como una mafia, funciona como ella, al servicio
de la ideología más autoritaria que exista. El acoso comercial que desencadena hasta en
los lugares más alejados del mundo no deja a sus opositores espacio para sobrevivir.
Hay pues que saludar a los nuevos combatientes de este anticapitalismo del siglo XXI:
Resistencia a la Agresión Publicitaria en Francia; London-Greenpeace, que ha
conducido el proceso contra McDonald, que les acusaba de mentira perjudicial para su
imagen de marca. Y por supuesto el Subcomandante Marcos de la antipublicidad, Kalle
Lasn, de la Media Foundation, que realiza contra-anuncios, antieslóganes, desmonta
publicidades revelando sus mentiras, y ha creado los Días sin compras.
Hay que desmantelar el universo de la publicidad como se hace con las armas de
destrucción masiva, puesto que es una de ellas. Inútil o nefasta socialmente,
medioambientalmente, artísticamente, culturalmente, e incluso comercialmente (los
productos de calidad se venden a menudo sin publicidad), este "crimen contra la
inteligencia, la creatividad, el lenguaje" (Toscani una vez más), que nos propone una
visión machista, racista, colonialista, totalitaria, occidental y excluyente, sólo sirve a los
que nos conducen al abismo.
Para comenzar un aforismo: "¡No me diga! Todavía hay guerras y las seguirá
habiendo". Y ahora su consolidación: "Vea lo que ha ocurrido en los países socialistas".
Es verdad, siempre han existido guerras, guerras entre tribus o etnias, entre principados,
entre estados, los poderosos imponiendo por la fuerza su dominio sobre poblaciones
para conquistar sus tierras, apoderarse de sus riquezas y reducir a la esclavitud a sus
hombres y mujeres. La guerra es siempre uno de los medios de dominación de los
débiles por los poderosos.
Con el capitalismo la guerra toma otras dimensiones, otro sentido. Deja de ser local para
ser mundial, planetaria... ¿y mañana? ¿Cósmica? Toma un carácter permanente. Todo
comienza con la guerra económica, la guerra ideológica, acompañadas de medidas de
bloqueo; y asimismo se originan como conflictos de baja intensidad y serios conflictos
locales susceptibles de generalizarse a escala mundial. Una vez terminada, la guerra se
perpetúa como se ha visto y se ve con la guerra del Golfo; los Estados Unidos
victoriosos imponiendo a la población iraquí un bloqueo más mortífero que la guerra
misma. La guerra afecta permanentemente al mundo de modo que, como la temperatura
para la enfermedad, la guerra ahora se mide en grados: guerra caliente o Guerra Fría;
una nueva Guerra Fría entre países del Norte y países del Sur ha tomado el relevo de la
antigua Guerra Fría entre el Este y el Oeste.
Imágenes de la Guerra del Golfo.
Finalmente la guerra (como las guerras locales) no perdona a nadie: sus víctimas se
cuentan por millones, militares y población civil, incluidos los niños (ver informe de la
UNICEF). La utilización de armas de destrucción masiva cada vez más sofisticadas, no
afecta únicamente a las fuerzas militares, y lo mismo el bloqueo, el viejo método de
asedio que preconizaban los Estados Unidos ya el siglo anterior para Cuba, cuando
querían sustituir su dominación a la de los españoles. La orden del día dirigida en 1898
por el secretario de Estado para la Guerra Bekenbridge al general Miles, que mandaba el
cuerpo expedicionario americano en Cuba merece ser citado de nuevo por cuanto es
revelador de los métodos utilizados para asentar un dominio sobre los pueblos:
"Debemos limpiar el país, y ello, incluso si es necesario recurrir a los métodos con que
la Divina Providencia se sirvió en Sodoma y Gomorra. Debemos destruir todo lo que se
encuentre a tiro de nuestros cañones. Debemos imponer el bloqueo para que el hambre y
la peste reduzcan el número de civiles y diezmen el ejército".
Hay que ir más lejos todavía. La guerra responde a las necesidades del capitalismo. Un
floreciente comercio de armas genera inmensos beneficios, beneficios ilícitos,
criminales, que Fidel Castro, a propósito de la carrera de armamentos, denunciaba en su
discurso en la séptima cumbre de los no alineados: "Este genocidio por omisión que la
humanidad comete diariamente condenando a muerte a miles de seres humanos por el
único hecho de dedicar tantos recursos al desarrollo de medios para matarlos de otra
manera".
Para numerosos partidarios del capitalismo para quienes "es mejor la guerra que el
paro", la misma constituye un medio ideal de reabsorción del paro: sacrifica
trabajadores inútiles, y, una vez recobrada la paz, constituye la fuente de nuevos
beneficios en la reconstrucción.
Pero la guerra está también, y quizás sobre todo, en la naturaleza intrínseca del
capitalismo en la medida en que es un instrumento casi insoslayable para la solución de
las competencias conflictivas en el control de mercados, o en que la reducción constante
del poder de compra que genera la ley del beneficio reduce otro tanto las salidas
disponibles.
De esto tampoco puede ser disculpado el capitalismo. Hay que remarcar en primer lugar
el papel perverso jugado por la situación de guerra con que permanentemente se ha visto
confrontada la Unión Soviética: la intervención de los antiguos enemigos de la Primera
Guerra Mundial aliándose contra el joven Estado soviético considerado como un
ejemplo peligroso (no existía la revolución espartaquista, los motines en el Ejército
francés); después el apoyo a Hitler y a los regímenes fascistas considerados como
murallas contra el comunismo; a continuación, tras la derrota de los regímenes fascistas,
gracias en gran medida a los sacrificios de la URSS, la Guerra Fría con amenazas
subversivas contra la URSS y sus aliados, la de utilizar el arma atómica de la que
Estados Unidos tenía el monopolio hasta septiembre de 1949; finalmente el loco
engranaje de la carrera armamentista.
Es cierto, les será difícil a los historiadores arbitrar, incluso en el incontestable papel
jugado por la Unión Soviética a favor de la paz mundial, que motivó en gran medida la
solidaridad de que se benefició, lo que pertenece a la coherencia de los ideales
socialistas o a la preocupación por su seguridad.
Esto no impide tener que reconocer toda la parte positiva del balance, especialmente el
papel jugado por la URSS en la elaboración de nuevos principios del derecho
internacional, consagrados por la Carta de las Naciones Unidas, concediendo el derecho
a los pueblos a disponer de sí mismos, el de no injerencia en sus asuntos y el de la
solución negociada de los conflictos, reglas de las relaciones mundiales. Las potencias
capitalistas, comenzando por los Estados Unidos, no han aceptado estas reglas más que
cuando les convenía, y no han cesado de violarlas y de trabajar para eliminarlas para
volver al buen viejo derecho precedente, fundado exclusivamente en las relaciones de
poder.
El drama es que la URSS se haya dejado llevar a este terreno poniendo la paz en
dependencia de las negociaciones de las cancillerías y de los compromisos entre
superpotencias. A esto se añaden las dañinas consecuencias de la ideología de la
fortaleza que, al igual que la ideología de la seguridad producía en el plano interno
fenómenos de nacionalización desmesurada, debía engendrar una psicosis defensiva en
cuya responsabilidad no se puede hacer confortablemente abstracción del papel que han
podido jugar el estado de sitio y las incesantes provocaciones del capitalismo.
Desfile en la Plaza Roja de Moscú (1985)
Queda añadir que la historia ha demostrado que puede haber conflictos armados entre
países socialistas cuya explicación por el contexto de un entorno capitalista no es
necesariamente convincente. No estuvo lejos entre la URSS y China, y ha sido necesaria
la toma de dolorosas decisiones de conciencia tras la agresión china contra Vietnam. Se
descubrió, con desgarro, que podían darse guerras entre países socialistas. Había que
revisarlo todo, y también aprender a no idealizar: el socialismo también podía traer la
guerra dentro de sí. ¿Era esto un desmentido a la antítesis fundamental?
¿El que hubiera Chernobil, accidentes de trabajo, alcoholismo, ladrones en los países
socialistas, disculpa al capitalismo de su culpabilidad intrínseca en el carácter masivo de
los vertidos que segrega?
Uno de los errores principales de los ideólogos de los países socialistas, y más
concretamente de los aduladores del Estado, será sin duda omitir el carácter transitorio
del sistema que regían, perder de vista la distinción clásica entre una etapa de la
sociedad regida por una rivalidad conflictiva en el reparto de lo disponible y otra etapa
en que sea liberada de la misma.
El socialismo no pone fin de la noche a la mañana a la insatisfacción de todas las
necesidades de los hombres, y es forzoso deducir que mientras exista rivalidad
conflictiva en el reparto de lo disponible, no podrá existir rivalidad de maestría sino de
dominación.
¿Por qué no volver entonces a la bien simple idea de que la guerra es el último medio de
dominación?
Es en esto en lo que se puede decir horno homini lupus, pero en esto solamente, y
puesto que la guerra no queda eliminada ipso facto con la abolición del capitalismo,
sino que lo será cuando esta abolición haya permitido al hombre despojar al lobo para
alcanzar su plenitud como hombre.
Sí, intrínseco al capitalismo, porque su irremisible tara original es que en su mismo seno
se enfrenten las competencias de dominación y los dominios de mercado, los dominios
de espacios, y de bienes humanos, en un proceso agudizado por la reducción creciente
de las capacidades de consumo.
26. Capitalismo y barbarie: cuadro negro de las
masacres y guerras del siglo XX
Guerra Muertos
Últimas represiones contra los indios en EE UU, que pusieron término
100.00
al genocidio iniciado en el siglo XIX
Guerra anglo-boer (por el control de África del Sur) 1902 100.000
Víctimas de las conquistas coloniales de finales del siglo XIX y comienzos
500.000
del XX (como la conquista de Corea por Japón) 1908
Guerra ruso-japonesa (1904-1905).
300.000
Solamente en la batalla de Moukden hubo más de 100.000 muertos
Represión de la Revolución de 1905 en Rusia 100.000
Guerra italo-turca por Tripolitania (1911) 50.000
200.000
+ 1.000.000
Guerras y masacres étnicas en la antigua Yugoslavia, provocadas por de
la desintegración del país, alentada por Alemania y otras potencias refugiados
occidentales expulsados
de sus
regiones
Solamente entre 1990 y 1995, las guerras han provocado cinco millones y medio de
muertos en todo el mundo, tres cuartos de ellos civiles. (Europa: 250.000, Asia: 1'S
millones, Oriente Próximo y Medio: 200.000, África: 3'5 millones).
A este cuadro incompleto, hay que añadir la muerte por desnutrición de seis millones de
niños sólo en 1997.
No están citadas entre las víctimas del capitalismo, las víctimas de las represiones
masivas en los países que se han reclamado socialistas, la URSS y China especialmente,
ni las del genocidio de Camboya. Las evaluaciones concernientes al número de estas
víctimas, que pueden encontrarse en varias obras, son también aproximativas y objeto
de discusión.
Philippe Paraere, autor de Les Noirs américains, généalogie d'une exclusion, Hachette,
1993.
Robert Pac es periodista, comprometido desde hace más de 25 años en la lucha junto a
los negros, los indios y miembros de otras minorías étnicas de las tres Américas. Es
autor de Les guerres indiennes aujourd'hui en Ediciones Messidor.
Jean Laïlle es periodista en L'Humanité y especialista en los problemas del transporte
ferroviario en América Latina y España.
Yves Frémion es escritor y periodista, autor de más de 80 títulos en todas las esferas.
Participa en los talle-res del Tayrac, edición asociativa. Vicepresidente de la red
Voltaire y del consejo permanente de escritores. Dirige la serie La Planète verte
Hachette Jeunesse. Ecologista, ha sido diputado europeo y encargado de relaciones
internacionales de los Verdes. Es actualmente consejero regional de Ille-de-France.