Actores Sociales PDF
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Sindicatos
Hacia fines del siglo XIX ya había cuarenta organizaciones sindicales, integradas
mayoritariamente por inmigrantes anarquistas, cuya influencia en el sindicalismo uruguayo
persistiría más allá de su predominancia en la conducción. Entre las características más
destacadas del sindicalismo uruguayo heredadas de la influencia anarquista en sus orígenes,
se destacan la autonomía total frente al Estado, la resistencia a toda legislación sindical,
antiburocratismo y carácter voluntario de las dirigencias y fuerte influencia ideológica, que
se manifiesta en una concepción clasista.
Si bien el movimiento obrero registrará una importante actividad en los primeros años
del siglo XX, llegándose a registrar noventa y una huelgas durante 1911, los conflictos
ideológicos y de estrategia entre las distintas corrientes llevarían a un debilitamiento de la
FORU.
Es en esta época que surgen una serie de normas laborales que marcan el inicio de la
regulación uruguaya en el mercado laboral, con las leyes de 21 de julio de 1914 (sobre
prevención de accidentes de trabajo) y de 17 de noviembre de 1915 (sobre limitación de la
jornada laboral). También se promulgan normas sobre trabajo de mujeres, descanso
semanal, sistemas de retiro y administración del trabajo.
En 1923 se constituye una segunda central sindical, la Unión Sindical Uruguaya (USU),
de origen anarquista y que coexiste con la FORU. Las luchas internas con dirigentes y
sindicatos comunistas dieron lugar a exclusiones de la USU de militantes y sindicatos con
esa orientación, propiciando la fundación de una tercera central sindical, la Confederación
General de Trabajadores del Uruguay (CGTU), en el año 1929, con mayoría comunista.
Durante varios años coexistirán las tres centrales (FORU, USU y CGTU), de diferente
tendencia ideológica aunque todas ellas alineadas con la izquierda. Se consolidará así una
característica del movimiento obrero uruguayo, que fue si alineamiento con la izquierda
política, al mismo tiempo que los partidos tradicionales focalizaron su actividad en aspectos
estrictamente políticos, relacionados con el sistema electoral, dejando el espacio sindical
libre para la influencia de la izquierda.
En 1942, luego de un Congreso Sindical, surge una nueva central sindical, la Unión
General de Trabajadores (UGT) con una representación de 65 sindicatos. En la UGT
estaban todos los sectores representados, pero era mayoritariamente de tendencia
comunista.
La Ley de 1943 estableció que las negociaciones debían realizarse por rama de
actividad y no a nivel de empresas y que los trabajadores y los patrones debían estar
representados por sus delegados. Las resoluciones de los Consejos de Salarios resultaban
obligatorias para todas las empresas y trabajadores de la rama de actividad.
La crisis económica que comenzó a vivir Uruguay en la segunda mitad de los cincuenta
también tuvo sus consecuencias en la estrategia sindical. Hasta fines de los cincuenta la
acción sindical se limitó básicamente al reclamo de mejoras vinculadas con el trabajo, y
esto se reflejaba en que la negociación colectiva se centraba estrictamente en los aspectos
vinculados al trabajo (tema salarial, condiciones del trabajo, tiempos de trabajo y licencias,
etc.). Luego, con el estancamiento de la actividad económica, aumentan los reclamos
reivindicativos, no vinculados directamente con el trabajo, y con ello se incrementa la
conflictividad en general.
Los intentos de cambio en la política económica por parte del gobierno a partir de 1959
contribuyeron a la politización del movimiento obrero, ya que los dirigentes sostenían que
no era posible defender el salario sin cuestionar la política gubernamental. El estancamiento
económico contribuía a alimentar esa percepción, ya que no era posible aumentar las
retribuciones de un factor de producción sin reducir las de los restantes (o los ingresos del
propio gobierno), quedando entonces el gobierno como el centro de una intensa lucha
redistributiva.
En primer lugar, si bien el régimen legal de Consejos de Salarios sigue vigente, el Poder
Ejecutivo ha dejado de homologar los convenios celebrados por acuerdos de representantes
de empresas y sindicatos desde el año 1993. El efecto jurídico de la no homologación es
que tal acuerdo sólo obliga a las partes intervinientes, pero no incluye a las empresas y
trabajadores que no firman el acuerdo, como ocurría cuando el Poder Ejecutivo
homologaba ese acuerdo.
En tercer lugar, la importante reducción de las tasas de inflación a lo largo de los años
noventa (de niveles superiores al 100% anual en 1991 hasta menos del 10% en los últimos
años de la década) hizo que en la negociación salarial tuvieran mayor importancia las
realidades específicas de la empresa y el sector de actividad al que pertenece que las
condiciones económicas generales de la economía. Esto también quitó homogeneidad a la
acción de los trabajadores, haciendo menos relevante la participación de la central sindical.
Esta pérdida de poder de los sindicatos se manifiesta en una continua caída de las tasas
de afiliación a los sindicatos. Según los datos disponibles y con la excepción del sector
público, las tasas de afiliación a los sindicatos han experimentado una caída importante en
los primeros años de funcionamiento democrático (1987-1993). Mientras la tasa de
afiliación del sector privado en general caía del 17% al 10% en el caso del sector público
esta participación aumentó del 42 al 49%.
Organizaciones empresariales
• Segunda mitad del siglo XIX: período de creación de las principales organizaciones
empresariales
• 1900-1930: se crean y consolidan las organizaciones rurales con vocación agro -
exportadora (Federación Rural).
• 1930-1950: conformación de cámaras empresariales o asociaciones gremiales del
sector industrial, que adhieren a la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU)
• 1950-1980: creación de grupos representativos del Comercio y los Servicios
facilitado por el funcionamiento de los Consejos de Salarios
En Uruguay existen dos tipos de organizaciones empresariales: las cámaras,
representativas de las grandes ramas de actividad y las asociaciones gremiales (integrantes
de esas cámaras) que representan sectores específicos.
En el año 1898 se crea la Unión Industrial Uruguaya (luego Cámara de Industrias del
Uruguay, CIU) que representaba a los diversos sectores de la industria nacional, en ese
período en pleno desarrollo.
Hacia el año 1946 se funda la Confederación Empresarial del Uruguay conformada por
empresas con intereses comerciales en el interior del país
Por último el Consejo Superior Empresarial (COSUPEM) aglutina a todas las cámaras
empresariales las cuales se reúnen para tratar temas comunes. Ejemplos de ello son los
informes de propuestas económicas para el Uruguay presentados por el COSUPEM en
1989 y 1994 a los candidatos para las elecciones nacionales de esos años.
Cuando el problema es común a todas las ramas de actividad, las cámaras pueden actuar
en conjunto, como ha ocurrido en las negociaciones comerciales entre Uruguay y los demás
países del Mercosur. En este mismo sentido el COSUPEM ha propuesto al gobierno
políticas generales que favorezcan la inversión, el crecimiento y el empleo.
Bibliografía consultada
Lecturas recomendadas