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CNlL
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Sub-Tema 11: ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
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Jorge Bustamante Alsina. "Teoría General de la Responsabilidad
Civil". Capítulo: Sectores de Aplicación del Factor Garantía.
l. RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
927. En el ámbito de la responsabilidad extracontractual funciona
este factor objetivo en el supuesto de la responsabilidad indirecta del
principal por el daño causado por sus dependientes (art. 1113. C.C.)'.
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Esta teoría cree encontrar apoyo suficiente en el sistema general
del Código Civil en el que no hay responsabilidad sin culpa probada o
presumida, es decir el principio subjetivo de imputación que atribuye el
deber de reparar el daño causado, solamente a quien se le puede
reprochar la conducta que determinó el perjuicio.
Además, las fuentes del Código Civil citadas en la nota cuando se
alude al Código de Lusiana y al Proyecto de Goyena, son acordes con
este criterio pues se permite en ellos demostrar al principal que le fue
imposible impedir el hecho.
Finalmente, si la responsabilidad fuera inexcusable en el precepto
genérico del art. 1113, estarían demás los arts. 1118 y 1119 que
establecen la inexculpabilidad en los casos particulares allí
mencionados.
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..
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938. Desde luego que cuando el Código Civil sienta el principio
de la responsabilidad indirecta del principal por los hechos ilícitos de
sus dependientes , no hace salvedad alguna acerca de la posibilidad de
demostrar que le ha sido imposible a aquel impedir el daño.
Esto sólo basta para considerar que esta responsabilidad es
inexcusable, independientemente del argumento de las fuentes que,
precisamente en este caso, resulta contradictorio por las diversas
referencias de sentido opuesto que menciona la nota del artículo. Una
interpretación de la norma ajustada a los resultados prácticos de la
preceptiva en cuestión, conduce a aceptar la tesis de la inexcusabilidad
como la más adecuada.
939. Tal vez sería preciso admitir históricamente que dentro del
sistema de responsabilidad del Código, el fundamento del artículo está
dado por una presunción juris et dejure de culpa del principal in eligendo
e N1 vigilando.
Sin embargo, desde una óptica moderna y aun a costa de romper
el esquema dogmático del Código en esta materia, carece de sentido
sostener la existencia de una presunción juris et de jure de culpa. En
primer lugar, porque no se podría afirmar que se establece una
presunción allí donde se prohíbe probar en contra de la misma. Las
presunciones funcionan en el régimen de las pruebas procesales, dando
por establecido eo quod plerumque fít al invertir el cargo de la prueba,
incumbirá al demandado la demostración de que en el caso "sub especie"
no ha ocurrido lo que acostumbra suceder.
Si no se puede probar en contra de la presunción, no hay tal
presunción: La norma en cuestión contiene una disposición legal
atributiva de responsabilidad y, según ella, el principal responde por el
hecho de su dependiente, exista o no culpa de aquél en la elección y
vigilancia de éste.
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como si fueses el principal mismo, la prolongación de su persoría a su
longa manu , como dice alguna doctrina usando esa expresiva imagen 7.
941. Algunos creen ver en esta responsabilidad una aplicación
de la teoría del riesgo creado8. Sin embargo el riesgo supone que la
actividad ejercida a la cosa empleada tienen en sí mismo un riesgo o
sea la eventualidad de un daño, y, además supone que quien ejecuta el
hecho o emplea la cosa obtiene con ello un lucro (ubi emolumentum ibi
omus).
Sin duda, no es este el supuesto de la responsabilidaddel principal.
El empleo de otra persona en la ejecución de un acto o el cumplimiento
de una función, no es de por si un riesgo aunque pueda ocasionarse un
daño y además, no siempre comporta un lucro (beneficio económico)
aunque reporte una utilidad para el principal (caso del servicio
doméstico).
942. Es por ello que parece más ajustado llamar a este factor de
responsabilidad "deber de garantía". Como expresa ORGAZQla ley
por razones prácticas y de justicia constituye al principal en garante
ante la víctima de la culpa de sus subordinados en el ejercicio de sus
funciones.
1) Relación de dependencia.
2) Ejercicio de la función.
3) Acto ilícito del subordinado.
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entre el principal y el autor del acto ilícito. Los términos de la ley no
admiten duda sobre la existencia de este requisito y, por lo demás, el
fundamento mismo de esta responsabilidad carecería de justificación
si fuese a imponerse a una persona responsabilidad por el daño que
cause quien no se halla en modo alguno vinculado con aquélla.
'O
IMLLIOT de la MORANDIERE op. Cit. T 11. p. 661. N-161.
" BORDAop. Cit., T I I . p . 2 6 2 . N Q 1373.
I2
Cám. Nac. Civ., Sala "D", 16-X-1963, LL. T: 113. p. 4 1.
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948. 2) EJERCICIO DE LA FUNCIÓN. Desde luego que el
principal no responderá de cualquier daño que cause su subordinado,
sino solamente de aquellos que tengan relación con la función
encomendada. El deber de garantía no puede extenderse sino a aquellos
daños que pudieran ocasionarse cuando el dependiente está cumpliendo
una actividad en el interés del principal.
Sin embargo de lo expuesto, no es fácil determinar cuáles son los
límites de la función encomendada por el principal o sea hasta donde
llega el razonable interés de éste de modo de atribuirle responsabilidad
por los actos que ejecuta el dependiente.
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951. Dice el mismo autor que también resultaría inadecuado el
concepto demasiado amplio y vago del daño realizado con ocasión del
trabajo. Así, por ejemplo, si el guarda del ómnibus que ha jurado matar
a su enemigo, lo encuentra en el vehículo y cumple su amenaza, parece
justo eximir de responsabilidad al principal, no obstante que el daño
ocurrió con ocasión del trabajo. En conclusión considera Borda que la
responsabilidad del principal debe admitirse siempre que haya una
razonable relación entre la función y el daño.
'6 La reforma del art. 43 (Ley 17.71l), ha introducido el concepto que criticamos en el texto,
cuando establece: 'Las personasjurídicas responden por los danos que causen quienes
las dirijan o administren, en ejercicio o con ocasión de sus funciones': Es una
desafortunada disposición que amplía la órbftade la responsabilidad de los que dirigen o
administran una persona jurídica más allá de lo que razonablemente puede justificarse.
Tal vez ha querido puntualizarse una diferencia entre los actos de los dependientes y de
aquellos que son los órganos mismos de la persona jurídica; pero aunque pueda
considerarse a éstos como expresión visible de la persona ideal, la separación de los
patrimonios de ésta con relación a sus miembros no justifica de ninguna manera que los
daños que causen los directores o administradores aun ajenos al fin de sus funciones
deban reflejarse en el matrimonio común (Ver infra NQ1273).
" SALVAT; op. Cit., T: 11.p. 156. NV806: DE GASPERI op. Cit. 1 IV F! 372 N" 1846 el.
involuntario conforme con el art. 907 (agregado de la ley 17711) pero
que nada autoriza a reflejarla en el patrimonio del principal.
954. Una posición aislada en la doctrina adopta BORDA l 8 quien
considera que no es un requisito sine qua non de la responsabilidad el
cuasidelito. Sin dar fundamento alguno afirma que si el dueño de un
automóvil lo presta a un demente y éste en un verdadero acto de locura,
embiste o mata a uno o varios transeúntes, es indudable que responde
el principal a pesar de que no pueda imputarse dolo ni culpa al demente
que carece de discernimiento Ig.
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demente, pero el daño ya no será la consecuencia del hecho del
conductor por lo que resulta indiferente su falta de discernimiento, sino
del riesgo de la cosa misma.
957. LEGITIMACIÓN PASIVA.- El damnificado a consecuencia del
acto ilícito del dependiente puede ejercer la acción resarcitoria contra el
autor del daño (art. 1109) y contra el principal indistintamente, o,
solamente contra éste (art. 1113) 20. Aunque ambos son responsables
por el total del daño causado, esa responsabilidad no es solidaria pues
aunque el hecho que ocasionó el daño es el mismo, la responsabilidad
se origina en fuentes distintas; la del dependiente: en el hecho propio;
la del principal, en el deber de garantía2'.
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está obligado a garantizar su seguridad personal. Por una presunción
obtenida de la estipulación por otro, la jurisprudencia ha extendido
también el beneficio de esta promesa contractual a los parientes del
pasajero que resultase víctima de un accidente mortal.
961. Esta iniciativa ha conducido a los tribunales a admitir igualmente
en otros contratos la existencia de un crédito a la seguridad. La cuestión se
ha considerado particularmente en relación a los contratos de ensenanza,
de espectáculo, de juegos de feria, de organización de deportes.
23 Ch. Civil 20.-V- 1936, S. 1937. 1. 321, nota de BRETON; d. 1936. 1. 88.
24
MAZEAUD y TUNE, op. Cit. 7: 11, 1-1, p. 213, No 150-151; SAVATIER, RENÉ, La
théirie des obligations, vision juridique et económique, Paris, 1957. P. 194 N 9 3 2 .
Bis.
MAZEAUD y TUNE, op. Cit.,T: 1-1, p. 214, N" 151.
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966. Ahora bien, la jurisprudencia de los tribunales franceses
que hemos citado y donde el principio ha tenido un extraordinario
desarrollo y una frecuente aplicación, distingue aún según el contenido
de esa obligación de seguridad. A veces constituye una obligación
"determinada" o de "resultado"; en tal caso el deudor se compromete a
que no ocurra ningún accidente. No puede liberarse sino probando la
"causa ajenanz6.
3'
Ch. Rcq. 13-V-1947,D. 1947. J. 348: 1. C. F! 1948-11- 4032. C. Grenoble 27.11.1928.
D. 2-928. 343: C. Layon, 7-Xll-1928, D. 1929-2.17.
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969. En nuestro país el tema no ha sido mayormente considerado
por la doctrina ni por la jurisprudencia, aunque en algunos fallos se ha
hecho aplicación del principio.
970. La Cámara Civil 2 Q e la Capital se pronunció en un caso de
lesiones sufridas por un espectador en una tribuna de fútbol 32 y declaró
que la responsabilidad del empresario de espectáculos públicos, con
relación al espectador lesionado a consecuencia de la rotura de un tablón
de la tribuna destinada al público, emerge del contrato innominado que
vincula al empresario con el espectador y entre cuyas cláusulas implícitas
por razón de su misma naturaleza, debe considerarse comprendida la
que atañe a la seguridad personal de los concurrentes por la que está
obligado a velar el e m p r e ~ a r i o ~ ~ .
Esta doctrina de fallo merece aprobación, pero inexplicablemente
se invoca a continuación el art. 1133 como fundamento de aquella
responsabilidad y haciendo caso omiso del art. 1107, pasa del terreno
contractual al extracontractual, lo que ha motivado las críticas de la
doctrina34.
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exhibición o espectáculo, que le impone una responsabilidad objetiva la
cual impide invocar y demostrar su falta de culpa en la organización.
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expresa, ya sea tácitamente, o en virtud de la ley o un uso imperativo.
En el caso, concluye el fallo, la empresa deportiva no se obligó a que no
sucediera ningún accidente por causa del contrato, y ninguna medida
de seguridad aparece incumplida.
978. Es así que puede entenderse como verosímil que cada parte
ha confiado en que el cuidado y la previsión de la otra, la pondría al
resguardo de daños que pudiera causarle a su persona o.a sus bienes
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la ejecución del contrato en lo que concierne a la actividad de sus
dependientes o la intervención de cosas de su propiedad o de su guarda.
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dependiente puede comprometer su responsabilidad personal por el
hecho propio en la órbita extracontractual, pero desde que ese hecho
ha sido ejecutado en el cumplimiento del contrato del deudor a quien el
dependiente representa, ese deudor es también responsable
contractualmente por una obligación de garantías.
La obligación de garantía a cargo del deudor está implícita por el
solo hecho de haber implicado a otro en la ejecución de la obligación.
Trataremos el principio general de la responsabilidad de garantía
por el hecho ajeno, como obligación tácita y accesoria, y separadamente
los casos legales de obligación de garantía impuestos específicamente
en algunos contratos.
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contractual por el hecho ajeno, según la intervención que el tercero ha
tenido en la ejecución del contrato40.
40 Dado que esta responsabilidadse funda en el deber de garantía que tiene el deudor
por los hechos de las personas que emplea lícitamente en el cumplimiento de la
obligación no puede liberarse probando que no hubo culpa de su parte en la elección
o vigilancia del tercero encargado de la ejecución. Tiene sí una acción recursoria
contra éste que incurrió en culpa o dolo.
4'
MAZEAUD y TUNE, op. cit T: 1-11. FI 689 1\1-95.
42 Cam. Nac. Civ. Sala "C"26-11- 1970, L.L. 14 1, p. 78.
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Sub-Tema 11: ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
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Fernando De Trazegnies. "La Responsabilidad Extracontractual".
Capítulo: El Principio Objetivo de Responsabilidad.
LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
CAPITULO II
EL PRINCIPIO OBJETIVO DE RESPONSABILIDAD
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subjetivista, no se cierra rígidamente en sus convicciones sino que
incorpora un principio diferente cuando le parece que existen
argumentos sólidos en la posición contraria. Evidentemente, esta
apertura puede tener un precio: la posibilidad de incurrir en
contradicciones. Pero el legislador, con una honestidad intelectual
que lo honra, ha preferido el riesgo de la contradicción a la seguridad
ciega del dogmatismo.
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Es obvio que en el artículo 1970 el legislador quiso decir algo
más o menos distinto, que no estaba en el artículo 1969; y lo hace
eliminando las palabras dolo y culpa. Así, los casos de daños
comprendidos en el artículo 1970 diferencia de los comprendidos en
el artículo 1969 en el hecho de que para obligar a indemnizar a aquéllos
no se exige dolo ni culpa. Por eso es también que el artículo 1970 ya
no se refiere a la inversión de la carga de la prueba de la culpa; ya no
hay culpa que probar.
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Sin embargo, el artículo 1970 no es el único que aplica el principio
objetivo. Más adelante veremos que otros artículos de la misma Seccibn
del Código utilizantambién el principio objetivo para regular ciertos casos
especiales de responsabili.dad.
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absurdas como criar un elefante hindú en el patio de la casa, trabajar
una cantera con TNT, fumigar los edificios con gas de cianuro para matar
hormigas o cucarachas, pilotear aviones a velocidades supersónicas,
etc. Todas estas actividades no se encuentran necesariamente
prohibidas e incluso algunas de ellas pueden ser consideradas hasta
beneficiosas y necesarias. En consecuencia, las Cortes dicen a través
de su jurisprudencia "Usted quiere llevar a cabo alguna de esas
actividades, muy bien, hágalo. Pero esa actividad tendrá que pagar los
daños que causen(')
Gary T. SCHWARTZ señala que el principio de responsabilidad
objetiva fue acogido como doctrina del commom law para las actividades
"anormalmente peligrosas" o "ultrarriesgosas" y que el primer
Restatement lo sintetiza a partir de varios casos que incluyen en la
famosa sentencia inglesa en Rylands v. Fletcher(')*".Sin embargo,
agrega, los casos en que ha sido aplicado no han sido muchos y en los
últimos años los Tribunales han agregado muy pocas actividades a esta
categoría de "ultrarriesgo". Hay incluso Ejecutorias que no consideran
ultrarriesgosas -y, por tanto, gobernadas por el principio de
responsabilidad objetiva- actividades tales como los fuegos artificiales
o el uso de armas de fuego. El segundo Restatement le ha quitado a
este principio objetivo mucho de su carácter absoluto al condicionar su
aplicación a que la actividad no ha sido realizada en el lugar adecuado
y que tal actividad no sea particularmente valiosa para la comunidad (2).
En cambio, nuestro legislador no ha restringido la responsabilidad
objetiva a sólo los casos "ultrapeligrosos" sino que amplía el concepto
de riesgo por la vía de la reiteración enfática -repetición de adjetivos
similares- a fin de comprender no solamente a las actividades
excepcionalmente peligrosas sino a todas las que sean riesgosas de
cualquier manera. Hablar no sólo de riesgo o de peligro (por separado)
sino de "riesgo o peligro" (conjuntamente) equivale a decir "todo lo que
en cualquier forma pueda engendrar peligro".
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Sin embargo, esto tampoco significa que la palabra "riesgo" deba
entenderse prácticamente como sinónimo de actividad. En un cierto
sentido, todo es riesgo. El simple hecho de salir a caminar por la calle
crea un riesgo para sí y para otros. Pero no es a ese riesgo que se
refiere el artículo 1970. Para estos efectos debe entenderse como riesgo
aquella circunstancia que coloca un peligro adicional al simple riesqo
de vivir en común. Pero, como la frontera entre el riesgo común y el
riesgo adicional es muy difícil de trazar, la reiteración enfática de adjetivos
es una invitación al juez peruano para que realice una interpretación
extensiva del concepto; a diferencia de lo que sucede con el juez
norteamericano a quien se le exige hacer una interpretación restrictiva
en razón del uso de la expresión "riesgo anormal".
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situaciones de gran proximidad al daño? Si la respuesta es afirmativa y
eso lo decidirá la jurisprudencia- todos los accidentes de automóvil
estarían sujetos al principio de la responsabilidad objetiva.
Esto significaría que, dado que los accidentes automovilísticos
constituyen la mayor parte de los accidentes rutinarios y en general de
los casos de responsabilidad extracontractual, el nuevo Código tendrá
en la práctica una aplicación principalmente objetivista; aunque se
proclame teóricamente subjetivista y considere a la responsabilidad
objetiva sólo como un caso de excepción: el riesgo se ha hecho la regla
de la vida moderna.
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el derecho de las víctimas a una indemnización- será tratado
posteriormente (3).
La primera sentencia (publicada) objetivista en materia de
transporte aéreo es la recaída en el juicio seguido por doña Rosa Clotilde
Rojas viuda de Podestá con la Compañía de Aviación Faucett S.A. por
la muerte de su marido, que falleció en un accidente aéreo en Paracas.
La Ejecutoria de 14 de Enero de 1955 afirma que se trata de "un hecho
emanado de contrato de transporte aéreo"; pero esto es inexacto debido
a que no había existido contrato porque se trataba de un transporte
benévolo o gratuito. Pero lo importante estriba en que la Corte Suprema
considera que "el transporte aéreo lleva invívita la respon~abilidad"(~),
en otras palabras, volar es peligroso y lo peligroso está sujeto a
responsabilidad objetiva.
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Otro caso similar es el relativo al juicio seguido por Don Nicolás
Miñán Hito contra la Compañía Nacional de Tranvías S.A., en el que el
Fiscal FEBRES -cuyo dictamen hace suyo la Corte Suprema por
Ejecutoria de 24 de Mayo de 1969- declara que "lo único que existe al
respecto es que, el accidente se produjo (por causa) imputable a la
imprudencia del mismo menor, que bajó y subió del tranvía sin tomar
las precauciones del caso. Sin embargo, es procedente la indemnización
por la teoría del riesgo.. .
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general, se atribuyó responsabilidad a la empresa propietaria del
ómnibus sobre la base del artículo 1144 (responsabilidad del principal
por lo actos del servidor); en consecuencia, aun cuando se menciona la
posibilidad de una responsabilidad contractual, la obligación de pagar
una indemnización se hace efectiva a través de las normas sobre
responsabilidad extracontractual
El 25 de Febrero de 1945 se produjo en el centro de Lima una
colisión entre un tranvía de la Iínea Lima-La Punta y un ómnibus de la
Empresa San Miguel. Como consecuencia de este accidente, un
pasajero murió y 27 resultaron heridos. Uno de los heridos, doña Violeta
Anaya, que viajaba en el ómnibus, demandó tanto a la Compañía
Nacional de Tranvías S.A. como a la Empresa de Omnibus San Miguel
para que le pagaran los daños y perjuicios sufridos. El Fiscal PALACIOS
opina que procede la indemnización solicitada porque lo que se encuentra
acreditado fehacientemente es que "el hecho se produjo" y que "la
demandante fue una de las víctimas", sin perjuicio de agregar, a fin de
rendirle homenaje verbal a la teoría de la culpa, que quizá existió un
cierto descuido en ambos choferes. Por todo ello, llega a la conclusión
de que debe aplicarse la regla del artículo 1144. La Ejecutoria de 9 de
Mayo de 1947, de conformidad con lo dictaminado por el Fiscal, atribuye
responsabilidad a ambas empresas(9).
En el juicio seguido por José Santos Ardiles con don Abraham
Batievski, el pronunciamiento del Fiscal PALACIOS sobre el transporte
de pasajeros como actividad riesgosa es aún mas claro. Un ómnibus
de la Empresa Breña Limoncillo, de propiedad del señor Batievski, en
el que viajaba el demandante, chocó con un ómnibus de la Iínea Lima-
San Miguel. En este accidente, el señor Ardiles sufrió lesiones de
gravedad. El Fiscal, sin dejar de mencionar (como es habitual en estos
casos) la imprudencia del chofer, declara que "el dueño de un ómnibus,
que especula con el mismo, lleva sobre sí la responsabilidad de
garantizar a los pasajeros que pagan el pasaje y ocupan el vehículo en
la confianza que les inspira la seguridad que tienen derecho de exigir
para sus personas", lo que "constituye elementos bastantes justificativos
de la acción interpuesta". No hace cita alguna para soportar esta tesis.
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La Corte Suprema, de acuerdo a lo opinado por el Fiscal, concede la
indemnización por Ejecutoria de 2 de Mayo de 1945 ( ' O ) .
Un razonamiento similar es adoptado por el Fiscal GARCIA
ARRESE en el juicio seguido por Sara Reyes de Cortés y sus hijos
contra la Empresa de Transportes San Juan, por la muerte de don
Eleodoro Maximiliano Cortés. En la tarde del 13 de diciembre de 1950,
el señor Cortés viajaba en un ómnibus de la Empresa demandada. Al
advertir que otra pasajera, doña Isabel Quispe de Velásquez se
encontraba de pie de y cargada de paquetes, haciendo honor a su
apellido le cedió el asiento. El señor Cortés quedó de pie al lado de la
puerta. Pero el señor Cortés llevaba también un paquete de diez kilos
de azúcar, lo que dificultaba que pudiera cogerse adecuadamente del
pasamano. Cuando el ómnibus ingresó a la Avenida Cuba, hizo un
virage violento que determinó que el señor Cortés perdiera el equilibrio
y fuera despedido al exterior. Al caer al suelo, sufrió una fractura del
cráneo y falleció poco después. El Fiscal sostiene que " Existe obligación
de la Empresa demandada de dejar al pasajero, sano y salvo, en el
lugar de destino" sumando a este razonamiento objetivista, como era
usual, otros elementos de tipo subjetivista. No se hace mención de la
norma legal en la que ampara su dictamen. La Corte Suprema declara
que existe responsabilidad de la Empresa, de acuerdo a lo opinado por
el Fiscal (ll).
Los servicios de transportes más informales también han sido
incluidos en el marco de la teoría del riesgo. El señor Juan Callegari
Machin era propietario de un camión con el que hacía viajes entre Trujillo
y Sayapullo llevando pasajeros y carga. El 15 de Diciembre de 1940,
cuando venía de Sayapullo a Trujillo, cayó en un bache del camino, lo
que originó la volcadura del camión. Varios de los pasajeros resultaron
heridos; entre ellos, la demandante, doña Lorenza Ventura. En el proceso
penal que se instauró en contra del chofer y propietario del camión, se
comprobó que no había actuado con negligencia. En el juicio civil sobre
indemnización, el Fiscal PALACIOS sostiene que el artículo 1136 del
Código Civil atribuye responsabilidad a todo aquél que por sus hechos
causa un daño a otro; particularmente cuando se trata de una persona
que se dedica a la actividad del transporte con fines de lucro. Es así
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como declara que "basta que el daño exista y se sepa quien lo causó
para que el último esté obligado a repararlo". La Ejecutoria Suprema de
17 de Mayo de 1945 hace suyo el dictamen fiscal (12).
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Robles Rázuri. El 30 de julio de 1955, este último viajaba en su
automóvil de Ancón a Lima cuando, a la altura del kilómetro 17, atropelló
al demandante. Los daños sufridos por el Guardia Ticona fueron muy
graves pues quedó inválido de por vida, no pudiendo caminar sino
con suma dificultad y con ayuda. El fiscal GARCIA ARRESE dice
dramáticamente en su dictamen: "Lima cuenta con un inválido más".
Las circunstancias del accidente no quedan establecidas en el
dictamen, pero el motivo en el que el Fiscal funda su opinión en el
sentido de que el demandado debe pagar indemnización es Únicamente
porque "viajaba a razón de 40 millas por hora, es decir, a más de 60
kilómetros horarios"; y la Corte Suprema por Resolución del 27 de
agosto de 1957, hace suya la opinión del Fiscal [16). Sin embargo,
parecería que no constituye falta alguna al conducir a 60 Km. por hora
en carretera sino que, por el contrario, esta velocidad es bastante
prudente. Por consiguiente, exigir una prudencia más allá de lo que
cualquier persona consideraría perfectamente razonable, es ingresar
al campo de la mera causalidad.
Parecería también que los magistrados tuvieran en mente la
responsabilidad objetiva cuando, para exonerar de culpa a un chofer,
exigen que detengan la marcha del vehículo ante el partido de fútbol
que se juega en la calzada y que espere con paciencia a que los
muchachos hayan abandonado definitivamente el lugar. E1 31 de
julio de 1959, un grupo de menores de edad jugaban fútbol en la
calle Garibaldi. Un camión conducido por el demandado, don Miguel
Rendón Cáceres, penetró en la calle, haciendo "su recorrido a
velocidad moderada" y, al encontrar el grupo de jóvenes, tomó todas
las precauciones. Los jugadores callejeros detuvieron el juego, con
lo que el camión pasó. Pero estos jóvenes volvieron a patear la
pelota antes de que el camión hubiera tenido tiempo de alejarse, "en
la creencia de que el peligro había pasado". La pelota fue lanzada
cerca del camión y, con motivo de "cabriolas que hacían los
jugadores", uno de ellos cayó bajo las ruedas. El chico falleció más
tarde a causa del atropello. El fiscal FEBRES dice que "El menor
accidentado constituyó al accidente", reconoce que "el chofer procuró
salvar el peligro", pero le atribuye "culpa" por "haber reiniciado su
marcha sin aguardar que el grupo de muchachos desocupara la
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calzada". La Corte por Resolución de 27 de agosto de 1962, otorga
indemnización al padre del menor fallecido(17>.
Casos similares han sido ya citados antes en este libro ( l e ) . Y otros
serían citados posteriormente para ilustrar diferentes aspectos de la
responsabilidad objetiva. Interesa, sin embargo, señalan que en los años
que precedieron a la dación del nuevo Código de 1984, el enfoque
objetivo de los daños causados por la circulación automotriz ha sido
más definido y expreso. Así, por ejemplo, en el juicio seguido por los
herederos de don Francisco Ugaz Mera y de don Ernesto Zacarías
Fernández contra don Eusebio Cachay Capuñay, los primeros persiguen
indemnización por el hecho de que el segundo causó la muerte por
atropello de sus causahabientes. La Corte Suprema en resolución de
22 de diciembre de 1975 considera que, "no obstante de haberse
producido el accidente principalmente por imprudencia de los
agraviados", el chofer del automóvil debe indemnizar a los herederos
de éstos "por encontrarse en movimiento el automóvil, el que por su
naturaleza significa un intenso peligro" (Ig).
Queda así claro que en la mente de nuestros juzgadores, el automóvil
y, en general, los medios de locomoción impulsados por máquinas, son
cosas peligrosas: y que la circulación automotriz es una actividad riesgosa.
Por consiguiente los daños que resulten del uso de estas cosas peligrosas
o por el ejercicio de estas actividades riesgosas, están sujetos al principio
de la responsabilidad objetiva que consagra el art. 1970.
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de sus actos. De otro lado, la utilización de máquinas y técnicas de
producción que suponen riesgo (bienes y actividades riesgosos o
peligrosos). Pero, además, en razón de su carácter de actividad
organizada y de su papel protagonista en el mercado, la empresa es la
que mejor está en aptitud de diluir dentro del todo social las
consecuencias económ~casdel riesgo que crea, a través de los precios
y del seguro; la incidencia de los riesgos es calculable (como se calculan
las malas deudas) y puede ser incorporada al costo de producción: los
riesgos son asegurables; y las primas del seguro son un costo
tributariamente deductible y comercialmente incorporable también al
precio de los bienes o servicios que son resultado de la actividad
productiva (20).
En realidad, es sólo desde, esta perspectiva de difusión social del
riesgo que resultan intelegibles o interesantes algunas propuestas, como
las de TRIMARCHI, en el sentido de distinguir entre los daños producidos
por la "actividad biológica" (es decir, la actividad personal y doméstica)
y los daños producidos por la "actividad de empresa" (es decir, una
actividad que es el fruto de una decisión económica y que presenta un
mínimo de continuidad y10 de organiza~iÓn)(~l). Claro está que la
propuesta pierde su capacidad sugestiva si se la reduce a una forma de
distinguir entre la responsabilidad por culpa y la responsabilidad objetiva:
la primera correspondería a los daños resultantes de la actividad biológica
y la segunda a los daños resultantes de la actividad organizada o de
empresa. Este maniqueísmo extracontractual limitaría innecesariamente
la aplicación de la teoría del riesgo y, en vez de estimular la producción
de nuevas formas de encarar los daños extracontractuales, ataría el
pensamiento a un esquema rígido. Por ello, podríamos estar de acuerdo
con la idea de que todo acto de empresa conlleva una responsabilidad
objetiva, pero no que la actividad objetiva se agota en los actos de las
empresas.
Es cierto que la posibilidad de incorporar esos riesgos al costo de
producción tiene a su vez un costo para la empresa: es probable que no
todos los costos de los daños causados con motivos de la actividad de
la empresa sean íntegramente trasladables al precio particularmente
Guido CALABBRESI: The Cost of Accidents A. Legal and Econornic Analysis. Yale
Universily Press. New Haven y London, 1970, pp. 50-54.
"'1 Pietro TRIMARCHI: Rischio e Responsabilite Oggetiva. Dott. A. Giuffre, Editore,
Milano, 1961, p. 44 el passim.
536
en ciertos sectores económicos- debido a la rigidez del mercado que
no permite un aumento de precios. Sin embargo, mientras esta rigidez
no sea de tal naturaleza que distorsione totalmente el sistema (como en
el caso de precios controlados), el "riesgo de empresa" sigue siendo
sano cuando menos por dos razones. De un lado, coloca una
incomodidad económica en quien mejor puede evitar la producción de
daños ya que la actividad bajo su control es generadora de un gran
número de riesgos sociales; por lo que tal incomodidad cumple con
promover un efecto deterrence que es un objetivo social. De otro lado,
para que el mercado funcione de acuerdo a su propia racionalidad, toda
empresa y todo producto deben soportar sus propios costos, sin
trasladarlos al público por mecanismos externos al mercado. Si un
producto tiene costos tales que resulta insostenible dentro del mercado
(porque la incidencia de los riesgos que asume la empresa como
consecuencia de ese producto es demasiado alta para incorporarla al
costo comercial de éste y que todavía el producto resulte vendible),
quiere decir que, dentro de la lógica del mercado, ese producto no debe
ser producido.
En ese orden de ideas, por ejemplo, la empresa constructora
responde objetivamente por los daños que cause con un ladrillo que cae
del edificio en construcción sobre un transeúnte; la empresa que se
encuentra abriendo una carretera responde objetivamente por los daños
a las propiedades vecinas por el uso de explosivos para atravesar un
cerro; la empresa industrial cuyo caldero ha explotado responde
objetivamente por los daños causados a las personas y a las propiedades
vecinas; la empresa agrícola responde objetivamente por los daños que
cauce a terceros la aplicación de insecticidas en su campo, etc. Y, en
todos estos casos, esta responsabilidad es independiente de que exista
una relación de subordinación entre el autor directo del estropicio y la
empresa en cuestión o el agente del daño puede haber sido un sub
contratista o un invitado a visitar ¡as instalaciones; lo que cuenta no es la
naturaleza de la relación entre el agente y la empresa sino el riesgo de
empresa mismo. La investigación de la relación de dependencia -que
sería esencial para la aplicación del artículo 1981- es irrelevante para la
aplicación del artículo 1970 sobre la base del riesgo genérico de empresa.
Dicho de otra manera, como se verá a continuación, la responsabilidad
vicaria del artículo 1981 puede ser a su vez una manifestación particular
de una responsabilidad más general, llamada "de empresa", pero las
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condiciones para la aplicación de uno de los casos posibles de la
responsabilidad de empresa no son necesariamente válidas para los otros
casos o manifestaciones de esta responsabilidad genérica.
En consecuencia, este riesgo genérico de empresa tiene varias
manifestaciones, algunas de las cuales han sido legislativamente
particularizadas. Estas se encuentran reconocidas por un gran número
de legislaciones, incluyendo la nuestra, como soluciones prácticas frente
a situaciones concretas. En muchos de estos casos se han aceptado
las aplicaciones del "riesgo de empresas" sin haber asumido todas sus
consecuencias teóricas en el sentido que antes hemos reseñado. Unas
de estas manifestaciones que ya nadie discute es la constituida por el
"riesgo laboral" al que hacemos referencia a continuación ("). Otra que
ya forma parte "natural" del acervo de la responsabilidad extracontractual
es la relativa a la responsabilidad del principal por los actos del servidor
que aparece contenida en el artículo 1981 del Código (").
Más adelante mencionaremos algunas responsabilidades objetivas
-derivadas de este riego de empresa- que aún no gozan de tanta
popularidad (cuando menos en nuestro medio), como la que resulta de
la fabricación o comercialización de productos defectuosos(24) y la que
resulta de la contaminación ambiental (25).
Infra, N Q 3 ,
Infra, Nos. 285-309.
(24' Infra, Nos. 533-566.
Infra, Nos. 576 y SS.
538
en la idea de que no se trata de ubicar un responsable -ya sea el culpable
o el causante- sino simplemente de diluir los efectos económicos a través
de un seguro obligatorio; teniendo en cuenta además que las primas de
este seguro, aun cuando son pagadas por el ernpleador, pasan a formar
partes de sus costos y, consecuentemente, a través del sistema de
precios, se traslada a la sociedad toda.
Este seguro obligatorio debía ser originalmente contratado con
aseguradores privados. La Ley 1378 establecía que el seguro
comprendía la asistencia médica del accidentado y las indemnizaciones
por inhabilitación y muerte del trabajador. El empleador que había
cumplido con tal obligación quedaba libre de responsabilidad por esos
conceptos; por lo que debe entenderse que sólo quedaba afecto a la
responsabilidad extracontractual común en los casos en que no hubiera
contratado el seguro o por los tipos de daños no resarcidos por el seguro
(por ejemplo, el daño moral). Excepcionalmente el artículo 30 de la ley
prescribía que la víctima tenía derecho a exigir al empresario el
resarcimiento de todos los daños y perjuicios conforme al derecho común,
cuando el daño se había producido por delito del empleador
Por otra parte, la ley de creación del Seguro Social del Empleador
incluyó entres sus prestaciones tanto la asistencia médica como las
compensaciones especiales en caso de inhabilitación o de muerte de los
empleados, ya sea que estos daños se produzcan como consecuencia
de sus actos de servicios (accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales) como también si se producen independientemente de la
relación laboral (accidente y enfermedad común).
Sin embargo, algunos casos de accidentes de trabajo han
llegado al conocimiento de la Corte Suprema; y en todos ellos -
siguiendo el principio de prima en este campo- la Corte ha atribuido
responsabilidad objetiva al principal, sin preocuparse mayormente
de declarar si estaba aplicando el artículo 1323 (responsabilidad
contractual) o el artículo 1136 (responsabilidad extracontractual) del
Código Civil de 1936.
Este es el caso, por ejemplo de Zósimo Alanya Villar, joven de 23
años que trabajaba como b r e q ~ e r o ( ~en
~ ) los
~ ' " trenes de carga de la
empresa del Ferrocarril Central. El día 17 de octubre de 1946, siendo
539
las cinco de la mañana, en el lugar denominado "Tunel de Galera", Alanya
cayó del tren sobre la Iínea y las ruedas le amputaron las dos piernas a
la altura del muslo. A pesar de que se le dio la mejor atención y se le
condujo al hospital más próximo para que fuera intervenido
quirúrgicamente, falleció poco después a causa de la pérdida de sangre.
Aun cuando no existía culpa de la empresa, la Corte por Ejecutoria de
14 de junio de 1957 otorgó a los herederos una indemnización por daños
y perjuicios considerando que se trataba de un accidente en acto de
servicio y que, consecuentemente, estaba sujeto a responsabilidad
objetiva (26).
Dentro de la misma línea de reconocimiento, la Ejecutoria Suprema
de 4 de mayo de 1967 ordena que la empresa de los Ferrocarriles del
Sur otorgue indemnización a la cónyuge é hijos de don Víctor López
Delgado en razón de la muerte de este último ocurrida el 13 de mayo de
1961, con motivo de las lesiones graves sufridas al caerse cuatro meses
antes del andamio donde trabajaba como soldador(27).El Fiscal PONCE
SOBRE VILLA considera que procede la indemnización "estando
establecido el daño y el hecho de haberse originado con ocasión y como
consecuencia directa del trabajo". Pero, con los escrúpulos propios de
los juristas que tenían que aplicar el subjetivista Código Civil de 1936,
mezcla este razonamiento objetivista con otro de naturaleza subjetivista,
a fin de sentirse más seguro en su opinión. Así, hace suyo el argumento
de la Corte.Superior en el sentido de que hubo negligencia de la empresa
al no colocar barandas en tales andamios, para evitar accidentes. Sin
embargo, este argumento parece débil si se tiene en cuenta que se
acreditó que, a pesar de que nunca habían existido barandas, ésta era
la primera vez después de muchos años que se producía un accidente
semejante.
En 1971 se promulgó la Ley 18846 por la que el Seguro Social
asume de modo exclusivo el seguro de accidentes de trabajo. Esto
significa que, en adelante, no sólo los accidentes de los obreros se
encuentran comprendidos en la seguridad social. A su vez, la Primera
Disposición general del Decreto Supremo 002-72-TR de 24 de febrero
de 1972, que reglamentó esa norma legal, estableció que los
empleadores quedaban exonerados de toda responsabilidad por
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accidentes de trabajo en la medida en que cumplieran con pagar sus
cotizaciones al Seguro Social. Sin embargo, esa norma admite la
excepción correspondiente al caso de acto intencional y de culpa
inexcusable del empleador: en esa hipótesis, el Seguro Social puede
exigir al empleador que reembolse el monto de lo abonado por concepto
de prestaciones a la víctima o a sus causahabientes; y a su vez la víctima
o sus causahabientes pueden exigir por la vía civil las indemnizaciones
del Derecho común.
En realidad, la situación actual es bastante confusa y sería
iinportante un reordenamiento legislativo de las normas y principios sobre
este tipo de accidentes.
Con relación a los obreros, hemos señalado que el Decreto
Supremo 002 excluye de responsabilidad común al empleador, salvo
casos especiales. Pero podría sostenerse que esta exoneración es ilegal
por cuanto se encuentra establecida en un mero Decreto Supremo que
no puede derogar o modificar los derechos que crea y las acciones que
posibilita el Código Civil. Con relación a los empleados, no existe
disposición legal alguna que exonere al empleador; por lo que podría
plantearse que el empleado accidentado en razón de su trabajo puede
recibir las prestaciones del Seguro Social (que son evidentemente muy
limitadas) y luego exigir al empleador por la vía civil una indemnización
por el monto de daños en exceso a lo percibido de la seguridad social.
Además, en uno y otro caso, el trabajador podría exigir civilmente una
indemnización por el daño moral (y, dentro del nuevo Código, por los
llamados "daños a la persona").
En contra de ello podría argüirse que la responsabilidad por
accidentes de trabajo es de carácter contractual; y que, en materia
contractual, las partes se encuentran limitadas por sus respectivos
compromisos recíprocos. Por consiguiente, de acuerdo al contrato de
trabajo (en el que participa el Estado a través de las normas imperativas
que rigen toda relación laboral), el empleador no tiene más obligación
que la de pagar las cotizaciones del Seguro Social.
Sin embargo, este argumento resulta especioso porque, de un
lado, se basa en el principio de la autonomía de la voluntad, a pesar
de que este principio se encuentra muy afectado en el área del
derecho laboral. De otro lado -y quizá esto es lo más importante- los
contratos sólo obligan en lo que estuviere pactado en ellos; pero no
implican tampoco una renuncia implícita a todo lo previsto en el
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ordenamiento jurídico, sólo por el hecho de que no ha sido incorporado
expresamente al contrato. Por consiguiente, no habiéndose incluido
en el contrato un convenio de irresponsabilidad por daños y perjuicios
-dentro de los límites del artículo 1986- aquellos daños cuyo remedio
no se encuentra previsto en el contrato ni tampoco se encuentran
excluidos de indemnización en virtud de una ley, siguen sujetos a la
responsabilidad civil.
Todo ello ha dado lugar a sentencias contradictorias. Así, en el
juicio seguido por doña Alejandrina Ojaite viuda de Olaya con Graf
Automóviles Seleccionados S.A. y Alex Piller y Compañía S.A., la Corte
Suprema en su Resolución de 14 de enero de 1976 declara que "la
acción indemnizatoria por los daños y perjuicios derivados de un
accidente de trabajo, es susceptible de interponerse conforme al derecho
común"(28). En cambio, en el juicio interpuesto por doña Brenilda Salazar
viuda de Tejada contra don Mario Cabrera Rubio por la muerte de su
esposo cuando prestaba servicios de copiloto en el camión del
demandado, la Corte dispuso por Resolución de 5 de diciembre de 1978
que "los herederos de la víctima sólo tendrán derecho a las prestaciones
(del Seguro Social)" y que ese derecho "debe hacerse valer en la vía
administrativa correspondiente"(29).
Existe, pues, incertidumbre en esta materia. No es claro si el
trabajador puede acudir a la vía civil contra el empleador para los efectos
de obtener una indemnización por accidentes de trabajo. Parecería que
esta opción definitivamente existe si el obrero es extranjero y percibe
una remuneración superior a la máxima que perciben los obreros
peruanos; porque en este caso no está comprendido en los alcances
del seguro obligatorio (art. 10 del D.S. 002-72-TR).También los obreros
peruanos pueden siempre acudir a la responsabilidad civil común cuando
se trata de daños por acto intencional o por culpa inexcusable del
empleador (Primera Disposición General del D.S. 002-72-TR).
Igualmente, parece posible la acción civil para los trabajadores, peruanos
o extranjeros, en materia de daño moral; porque este tipo de año no se
encuentra cubierto por el seguro. Asimismo, de acuerdo a la línea de
razonamiento antes planteada, parecería también que todo trabajador
puede demandar civilmente a su empleador por los daños sufridos por
lz8' Revista de Jurisprudencia Peruana, No. 388, Mayo de 1976, pp. 569-571.
(2gl Revista de Jurisprudencia Peruana, No. 421, Febrero de 1979,pp. 170.
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encima de lo percibido del seguro; sin embargo, es posible a este
respecto un razonamiento en contrario.
Si comparamos el seguro obligatorio de accidentes de trabajo con
el seguro obligatorio de automóviles que existe en otros países y que
tiene una naturaleza similar, encontramos que no existe uniformidad de
soluciones a este punto. Así! por ejemplo, la Ley costarricense de
seguro obligatorio de automóviles (Ley 5930 de 13 de setiembre de
1976) prescribe en su artículo 51 que "Si la indemnización que
corresponde fuere superior a la cubierta por este seguro, la víctima o
sus causahabiente tendrían derecho a cobrar el faltante, por la vía
correspondiente, a quien tenga la obligación de pagar" (es decir, al
responsable civilmente, por la vía civil prevista en el Código). En cambio,
la Ley neozelandesa (que comprende tanto accidentes automovilísticos
como de trabajos y otros), así como las leyes de algunos Estados de los
Estados Unidos, exoneran al asegurado de toda responsabilidad por
derecho común. Otros países han optado por exonerar de
responsabilidad respecto de los daños emergentes (que están cubiertos
por el seguro) pero mantienen la posibilidad de la vía civil para reclamar
el lucro cesante y el daño moral.
Por otra parte, no hay tampoco solución legislativa o jurisprudencia1
al problema planteado por la intervención de terceros en la producción
del daño: si en el accidente sufrido por el trabajador en el acto de trabajo
participó un tercero ajeno a la empresa, 'puede ese trabajador demandar
al tercero en la vía civil? Algunos podrían razonar que el seguro de
accidentes de trabajo tiene por objeto compensar los daños del trabajador
y, por consiguiente, clausurar cualquier tentativa de la víctima de solicitar
una indemnización adicional ya sea a su empleador o a terceros, debido
a que teóricamente todos sus daños se encuentran resarcidos. Sin
embargo, también podría sostenerse que el seguro de accidentes de
trabajo es manifiestamente limitado en sus alcances: no cubre como se
ha indicado en el párrafo precedente, sino una parte del daño emergente
y nada del daño moral. Por otra parte, la ley otorga inmunidad al
empleador frente a lo: daños de sus trabajadores, pero no se refiere a
terceros. Por tanto, el trabajador podría intentar contra tal tercero una
acción civil por aquella parte de los daños que no está cubierta por el
seguro.
Mientras establezca una solución legislativa a este problema, será
la jurisprudencia la que tendrá que definir de manera coherente las
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delicadas relaciones entre el sistema de seguros por accidentes de
trabajo y el sistema civil de la responsabilidad extracontractual prevista
por el Código Civil.
i3')Dictamen fiscal recaído en el juicio seguido por Clotilde vda. de Sojo contra Jorge
Kieffer, Revista de Jurisprudencia Peruana, N" 3, Diciembre de 1943,pp. 22-24.
@''lnfra Nos. 249-265.
@alnfra Nos. 267-279.
Infra Nos. 285-309.
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