Novia A La Fuerza
Novia A La Fuerza
Novia A La Fuerza
- Eres el más guapo y más fuerte y más elegante y más inteligente de todos los
caballeros del santuario.
+ Anda, no digas tontadas. ¿Te crees que así consigues algo?
- Vamos viciosete, cásate conmigo. Será divertido.
+ ¿Te parece mejor engañar a toda tu familia que desilusionarles?
- ¡Que pregunta! Claro que me parece mejor. Tú no te preocupes por nada que ya está
todo preparado. Yo te voy a buscar el vestido, ya estoy en trámites para conseguirle. Y
Shion ha dicho que nos deja hacer la boda.
+ Que no, que no, que no me caso.
- Te daré lo que quieras. Te daré esa cazadora de cuero que tanto te gusta.
+ Lo que hay que oír. Vete de aquí que me estoy empezando a poner muy nervioso y va
a empezar a hacer mucho frío, frío siberiano.
- Piénsalo, viciosete. Ahora tengo que bajar otra vez al pueblo.
La técnica de Milo para conseguir que Camus cediera era ir todo el día detrás pidiéndole
una y otra vez que se casara con él. Así, forzaría al caballero a decir que sí sólo por no
seguir oyéndole.
- Kamil, por favor, se mi mujer.
+ Tú andas mal de la cabeza. Te chutas con tu propio veneno ¿no? Seguro que te afecta
pero de otra forma diferente.
- Por favor, por favor, por favor….
+ ¡Cállate ya!
- Por favor, por favor…
- Viciosete, tienes que casarte conmigo. ¿No ves que a mí me hace mucha ilusión?
Hazlo por mí, por nuestro amor.
+ ¿Por qué te ha dado ahora por llamarme viciosete? Eres tú el vicioso y además estás
mal de la cabeza, lo que es mucho peor.
- Si te casas conmigo dejaré de llamarte viciosete.
+ Pero Milo, abre los ojos, yo no voy a pasar por una mujer ¿Quién se lo iba a creer?
- Entonces ¿es que sí que te casas?
+ Dame fuerzas, Atenea, diosa de la sabiduría.
Siguió insistiendo pero, en algún momento, Camus había empezado a hablar en francés
de una forma casi frenética.
“Es mejor dejarlo por un momento. Cuando Kamil se pone a hablar en francés a esas
velocidades es que se avecina una buena tormenta.”
Además tenía otro asuntillo que solucionar: no había cura.
Mientras volvía de regreso del pueblo Mü le había felicitado por la boda y también
Aldebarán. Al parecer todos los caballeros se habían enterado y se habían autoinvitado.
Porque ¿como no iban a ir a la boda de Milo y su novia…? Eran compañeros y también
amigos. Había tenido la intención de que no se enteraran pero alguien se había ido de la
lengua: alguno de los guardias que hablaron con su familia o Camus o el mismo Shion.
Ya que estaban enterados iría ahora mismo a resolver ese otro asuntillo que le quedaba.
- Tú tienes que ser el cura porque como eres medio monje ya tienes experiencia.
Shaka estaba con la boca abierta ante tal razonamiento.
+ Pero yo no soy católico.
- Eso es igual, no creo que sea algo tan diferente. Te aprendes lo que tienes que decir y
ya está. Mira, traigo un video de una boda que echaron por la tele. Te le aprendes y…
+ ¿Y mentir a toda esa gente? Eso es pecado. No lo hago.
Milo se fue murmurando entre dientes: “Eso es pecado, eso es pecado. ¡Ñoño, que eres
un ñoño!”
No contento con pensarlo le gritó desde la puerta del templo de virgo:
- ¡Ñoño!!!
Como respuesta recibió la total indiferencia del otro caballero.
- Afrodita, tú lo harás muy bien. Siempre he pensado que serías un buen actor. Esto es
como una actuación.
+ Oh, ¡Cállate Milo! + Afrodita se puso a llorar. + ¿Por qué te casas con él? Sabes que
yo te quiero mucho más que Camus. ¿Por qué no me has elegido a mí? Cásate conmigo.
Milo salió corriendo de allí.
“Tauro es un cacho pan. Él lo hará.”
+ Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. Yo cura, Ja, ja, ja, ja, ja, ja. Me
imagino allí… Y con el ropaje de los curas… No creo que haya de mi talla. Ja, ja, ja, ja,
ja, ja. Si es por ayudaros… pero tengo unas ideillas. Me gustaría que cantara un coro
gospel. Sería muy bonito. No os preocupéis que yo os lo busco. Y tendré un par de
monaguillos y un órgano para el himno nupcial, electrónico aunque sea…, y…
- Uy, me he dado cuenta de que Aioros me había pedido hacer de cura y si no le dejo se
enfadará. No te importa ¿verdad Aldebarán?
+ ¡Que pena! Pero si él te lo pidió primero…
“Sólo me faltaría organizar la boda del siglo… Y ponemos unas bailarinas exóticas
también…”
- Aioros, ten mucho cuidado con lo que respondes por que podrías morir si te equivocas.
Estoy muy susceptible.
Por fin llegó la hora de descansar. Milo estaba agotado de tanta actividad pero no podía
dormir por la emoción y porque le faltaba un asunto que resolver:
- Kamil, ¿estás dormido?
+ Ay, ya no.
- ¿Te casaras conmigo?
Camus empezó a respirar fuerte y alto, como una locomotora arrancando. Milo se
acurrucó a un lado y decidió dejar el tema por hoy.
- ¿Qué pasa Milo? ¿Es que no vamos a conocer a tu novia hasta el día de la boda?
+ Lo siento tía pero es que tiene mucho trabajo. No tiene tiempo de venir.
- Te casas y no nos invitas… Somos tus amigas, eso que has hecho está muy
mal. – Le comentó Shina.
+ ¿Quién os lo ha dicho? + Preguntó Milo.
- Lo sabe todo el santuario.
+ Pero no todo el santuario está invitado, ¿Por qué os iba a invitar a vosotras, en
especial después de cómo os pasasteis conmigo y con Kamil?
* Os lo buscasteis vosotros. A mí nadie me la juega. * Aclaró Shina furiosa.
Milo se quedó un momento pensándolo. Marin agarró del brazo a su amante y
tiró de ella con disimulo hacia atrás, alejándola del escorpión.
+ ¡Habéis sido vosotras!!!! Ahora lo veo claro. Todo esto no acababa de tener
sentido. Por muy decidida que sea mi tía Sabina ella nunca montaría algo así sin
avisarme antes. Yo no envié aquella foto, fuisteis vosotras.
Milo se movió con mucha rapidez y trató de agarrar a Shina que pudo esquivarle
y retroceder, pero al hacerlo chocó con Marin y el escorpión las agarró a las dos.
* ¡Suéltanos!
+ ¡Confesad!
* ¿Qué? Ya lo sabes.
+ Quiero oírlo.
Marin se soltó con un movimiento brusco y trató de liberar a su compañera pero
Milo la agarró con fuerza e intentó volver a coger a Marin que esta vez sí que le
esquivó.
- ¡Suéltala! Nosotras enviamos una carta a tu nombre diciendo que querías
casarte con Camila y pidiendo a tu familia que se ocupara de mandar las
invitaciones y prepararlo todo. No pensábamos que las cosas iban a llegar a este
punto. Creímos que antes se pondrían en contacto contigo y tú se lo aclararías
todo.
Milo ya se esperaba esta explicación pero igualmente le desconcertó y soltó su
presa. Esta aprovechó para alejarse de él con un salto. Marin y Shina corrieron y
Milo echó a correr detrás. Ellas se separaron, podría sólo cazar a una pero ¿para
que? Dejó de seguirlas.
“Esto es demasiado. Debería hablar con Shion, las caería un buen castigo.
Demasiado alboroto cerca del santuario. Probablemente, si no hablo, me caerá a
mí el castigo aunque el patriarca haya permitido la boda. Pero… voy a casarme
con mi precioso caballero de los hielos. Eso nunca habría pasado si no fuera por
las chicas. No puedo decírselo a Kamil, si sabe que la culpa es de ellas, y no un
accidente que he causado yo, entonces nunca cederá a ser mi novia.”
Pero seguía sin aparecer. Le esperó hasta que ya era tarde. No lo sentía por los
alrededores, se estaba ocultando. Finalmente se durmió, agotado, en el sofá de la
casa de Acuario.
Camus le contempló, de rodillas frente a él. Esa piel morena, esa nariz
respingona que le resultaba tan graciosa. Dormido parecía un niño. Estuvo un
rato así hasta que no pudo evitar alargar la mano para acariciarle la piel. Milo se
despertó inmediatamente.
- Por fin has vuelto, viciosete. Tenía miedo, temía que te hubieras fugado.
+ Sí, ya veo lo asustado que estabas, durmiendo como un bebe.
- Vamos a la cama. Te voy a convencer de que te cases conmigo.
+ Se te ve cansado. Vamos a dormir.
- No viciosete, tengo que saciar tus deseos de vicio.
+ Te aseguro que no tengo otro deseo que no sea echarme contigo y que te
duermas en mis brazos, calladito.
- Vamos, arriba. El vestido ya está casi acabado pero quiero que te lo pruebes
una vez por si acaso.
Milo ya se había vestido.
+ Es muy pronto. Anoche nos acostamos muy tarde. Déjame un ratito más.
- Ya has dormido cuatro horas. Esta noche te vas más temprano a dormir.
+ Cuatro horas… Vete a probarte el vestido tú porque te le pondrás tú o no hay
boda.
- No seas irracional.
+ ¿Yo?
- Oye. No hay nadie invitado por tu parte. Parece un poco raro. ¿Por qué no
invitas a tu familia? Todavía pueden llegar a tiempo.
+ Esto te ha trastornado.
- Al menos a tus padres.
+ Sí, que acompañen a su hijita al altar. + Se burló.
- No les invites pero no me parece que eso esté bien.
Milo saltó de la cama y empezó a tirar del brazo de Camus.
- Vamos, dormilón, arriba ya.
+ Si te digo que me caso ¿me dejas dormir otro rato?
- Si te casas con el vestido.
+ Pues me caso pero lárgate de aquí.
- ¡Bien!!!! Por fin. No sabes lo feliz que me haces.
Le besó en la cara y salió corriendo. Tenía aún cosas que hacer. Camus le gritó
mientras se alejaba.
+ ¡Pero Milo, que no lo estaba diciendo en serio! No te ilusiones. Es igual, no
pienso ir a esa boda ridícula.
El escorpión ya no le oía. Había corrido como un galgo.
Milo, más tranquilo ya, pasó la mañana en el pueblo con sus familiares. Comió
con ellos. Aunque allí también estaban aquellas dos arpías, se encontraba de
buen humor y no sintió tantos deseos de estrangularlas como los que había
sentido el día anterior.
- ¿Cómo que era una broma? Tu ya has dicho que sí, no te puedes echar atrás.
+ Pero lo dije para que te callaras y me dejaras dormir.
- Has dicho que sí. Lo siento pero tendrás que casarte. Haber vigilado mejor tus
palabras.
+ Esa treta no te vale. No voy a ir y nadie me va a hacer salir del santuario
mañana.
- ¿Pero por qué me tienes que pedir a mí siempre los favores? Yo ya iba a hacer
de escolta. – Protestó Shaka. – ¿No hay más caballeros en el santuario?
Milo le miraba la espalda sin hacerle ni caso. Cuando el caballero se giraba, el
escorpión le rodeaba para volver a colocarse a su espalda. Le agarró del pelo y
se lo levantó y el otro respondió soltándose con habilidad y empujándole
suavemente hacia atrás.
+ Habrá que cortarle un poco y modificar el flequillo.
- Oye, mi pelo no lo vas a tocar.
+ Bueno, diremos que la foto es antigua y te ha crecido, pero hay que teñirlo.
- ¿No será más fácil si te busques a una mujer?
+ Pero ¿Qué mujer se parece a Kamil de espaldas? Tienes que ser tú. A ver, si
llevarás el pelo recogido no se notaría que es diferente. No haría falta ni cortar.
Milo le miraba y ya le visualizaba perfectamente con el vestido y el peinado.
- Sólo diré una cosa. Mejor que salgas de aquí en menos de diez segundos.
“Ha sido una tontería buscar un sustituto. Yo quiero casarme con Kamil y no
con otro y lo conseguiré como soy el escorpión.”
- Era muy tarde ya. Le había regalado las cosas de las chicas y eso no le había
puesto más favorable. Estaban sentados en el saloncito de la casa de Acuario y
Milo hacia un último intento desesperado.
- Conseguiré lo que quieras para ti pero, por favor, cásate conmigo. Está ya todo
preparado.
+ Pues mañana dices a tus familiares que tu novia ha muerto en un accidente
laboral.
- ¡Pero Kamil! Como voy a decir algo así. Querrán ir al funeral y seguro que tú
no quieres hacer de muerta.
+ ¿Cómo lo sabes? Que listo eres. + Se burló.
- Por favor, por favor, por favor…
“Siempre ha acabado cediendo a todo lo que he querido con esta técnica. ¿Por
qué ahora no funciona? ¿Es qué la habré utilizado demasiado y ha perdido
efectividad?”
- Conseguiré lo que quieras para ti, lo más imposible. Te lo prometo. Aunque
con el poco tiempo que queda…
+ Mira, voy a ser flexible. Lo haré si tú a cambio me consigues algo antes de la
boda.
Milo sonrió ampliamente y juntó las manos dando gracias.
- Sí, sí, sí, sí, sí. Lo que sea.
+ Quiero acostarme con Mü y que me haga lo del anillo.
- ¡Nooooo! Eso es imposible. Yo le perseguí durante meses y no lo conseguí.
Le acosó mucho tiempo. A veces conseguía acostarse con él pero nunca lo del
anillo. Afrodita empezó a molestarse con el asunto y acabó enfadándose con el
escorpión y obligándole a dejar de insistir con Mü. En venganza contra Mü, le
dijo que él también quería lo del anillo y algún día bromeó insistiéndole y
poniendo nervioso al caballero, hasta que consiguió que el escorpión le dejara en
paz y entonces Afrodita hizo lo mismo. En esa época Milo no salía con Camus si
no con el caballero de las rosas.
Veía imposible la misión encomendada pero no podía rendirse.
- ¿Y lo quieres para esta noche? Te lo conseguiré pero tardaré un tiempo.
Además, va siendo tarde. Habrá que dormir un poco. No quiero que mañana
tengas ojeras y estás cansado, cariñito.
+ No estás en posición de bromear. Esta noche o nada, es mi última palabra.
- Bien, el tiempo es oro.
Y salió corriendo de allí en dirección al templo de Aries.
“Aunque, pensándolo bien, si lo consigo Kamil me pone cuernos con Mü… pero
lo que sea porque se case conmigo.”
- Tengo mis motivos para no querer salir con Mü. Tú no te inmiscuyas en lo que
no entiendes ni te incumbe.
+ No te pido que salgas con Mü sólo que le hagas el amor.
Al oír aquellas frase “hacer el amor a Mü” el caballero de estremeció y
acudieron lágrimas a sus ojos cerrados que no llegaron a caer.
Milo pudo notar aumento de calor en el cuerpo de Shaka.
- Si quieres hacerlo ¿por qué no lo haces? Esto es un momento ideal para
cumplir tu deseo y que no tenga mayor trascendencia. Dirás que lo has hecho
por ayudarme a mí.
+ ¿Quien se va a creer algo así?
- Nadie, la verdad. Pues hazlo porque quieres. Si deseas a Mü seguro que él ya
lo sabe, hasta yo lo he notado. ¿Crees que le engañas con tus palabras? Seguro
que alguna vez le has mirado con deseo y él lo habrá descubierto
inevitablemente.
+ Te he dicho que no quiero. Si quisiera acostarme con Mü, ¿crees que te
necesito a ti para que me convenzas?
- ¡Pero si que quieres hacerlo!
+ No domino todas mis pasiones, no las domino a nivel de pensamiento o de
sentimiento, pero no me ayudará a controlarlas el perder el dominio que tengo
sobre ellas a nivel de actos.
- Sabes lo que te digo. El día que mueras no te arrepentirás de las cosas que has
hecho si no de las cosas que deseaste y estaban a tu alcance y te negaste. ¿Me
dices que te vas a castigar a no tener nunca a Mü, sabiendo que él está dispuesto,
renunciarás a la persona a la que más amas en el mundo, y eres capaz de
acostarte conmigo o con cualquier otro? No lo entiendo, explícamelo.
Shaka no quería continuar con la conversación. No tenía porque explicar nada a
nadie. Él había tomado su decisión y la mantendría.
- Vale, cederé si consigues que Mü haga lo del anillo a Camus mientras yo me
tiro a tu novio y él mira.
El escorpión fue consciente de que Shaka se sentía incomodo y quería que se
fuera.
+ No podías buscar algo más difícil ¿verdad?
Milo salió de allí con la firme idea de que todos se estaban riendo de él y que
jugaban como si fuera un muñeco tonto.
“Entiendo que Shaka pueda tener secretos motivos por causa de sus creencias
pero la trampa final se la podía haber saltado, con decir que no habría valido.”
No se daba cuenta de que le había dicho ya muchas veces que no y realmente no
había valido para nada.
“No me gusta que se armen conflictos a mi alrededor y quizás también soy
demasiado confiado pero él día que me canse y me enfade se van a enterar todos
de lo que es la venganza y el dolor.”
Estaba agotado, vencido. Tanto esfuerzo, tanto trabajar e ilusionarse para nada.
La tristeza le dejó sin fuerzas y se sentó junto a Camus, que estaba leyendo en el
sofá. Allí coló su cabeza entre los brazos de su amante y la apoyó contra su
pecho. Este tuvo que dejar el libro a un lado y le acarició el pelo.
- No lo has conseguido. No estés triste pequeño, mañana te acompaño a hablar
con tu familia y entre los dos les explicamos todo.
Milo empezó a llorar desconsolado.
- No hace falta que contemos toda la verdad. Diremos que todo fue una broma
de unas amigas y que nosotros somos sólo amigos. Que no tienes novia y no
querías desilusionarlos. Se puede celebrar la fiesta igual, ya que está todo
montado. Nos inventaremos una nueva festividad: San Milo, el cabezón, patrón
de los imposibles.
Camus empezó a reírse y Milo se levantó todo enfadado y se fue a la habitación,
donde se tiró sobre la cama y se tapó la cabeza con la almohada. El otro se
acercó a consolarle.
- Perdona. No debí hacer esa broma, no tuvo gracia.
Se echó a su lado y le abrazó la cintura. Trató de girarle pero no se dejó. Le
acarició la espalda.
- Vamos a dormir. Si quieres voy yo mañana solo y hablo con tus padres. No te
enfrentes a ellos aún si no quieres. Cuando pase un tiempo y se les olvide ya se
lo explicaras con más calma.
Milo volvió a llorar. Sus gemidos llenaban la habitación y cuando Camus le
decía algo sólo conseguía que llorara más fuerte.
El caballero de los hielos no soportaba esa clase de escenas y solía cortarlas de
una forma violenta pero en este caso se contuvo, conmovido por los sollozos
inconsolables del escorpión.
- No quiero verte así. Por favor, tranquilízate.
Consiguió girarle para ver su cara brillante por las lágrimas. Milo le miró sin
parar de sollozar y volvió a esconder su rostro, revolviéndose cuando el otro le
tocó.
Camus se empezó a sentir muy triste por verle así. Esto no lo iba a olvidar su
amante y sería tan fácil pararlo, sólo tenía que hacer aquella tontería, un mal
trago de un día. No era tanto sacrificio realmente. Milo tenía razón, ahora no era
ya momento para tratar de explicar todo a su familia, había que haberlo hecho
hace tres días.
- Milo, te quiero. No estés así.
“Es ridículo. Es un capricho de Milo y no tengo porque cumplir todos sus
caprichos. Pero las cosas no se han hecho en su tiempo. Tenía que haber visitado
a su familia el primer día y haber aclarado todo se pusiera Milo como se
pusiera”
- Basta ya. Vete a tu templo.
A Camus se le había acabado la paciencia. Milo dejó de llorar y estuvo un
momento inmóvil hasta que se levantó, mirándole con inmensa tristeza y
respirando con dificultad, y se dirigió hacia la puerta sin decir nada.
“Sólo es un mal trago de un día. Se pasará enseguida y él estará contento. Quiero
volverle a ver sonreír, ahora, necesito su sonrisa esta noche. Le hago daño y él
no se lo merece, aunque esté tan loco y sea tan cabezón.”
- Milo, vuelve.
El escorpión no hizo caso y salió dejando la puerta entreabierta. Camus le dejó
alejarse pero se arrepintió y corrió tras él. Le pilló antes de pasar la casa de
capricornio. Le abrazó con fuerza.
- Cabezón, cabezón. No me dejas otro remedio, tendré que hacer el tonto
mañana y ponerme ese estúpido vestido.
+ No lo dices en serio. + Milo volvió a llorar + Te burlas de mí.
- Lo digo enserio. No quiero verte más así.
+ Júralo.
- ¿Que lo jure?
+ No te creo. Júralo por lo más sagrado.
- Milo.
+ Ah, déjame.
Milo se soltó y volvió a tratar de dirigirse hacia su casa pero Camus le agarró del
brazo y le giró.
- Lo juro cabezón, lo juro por mi vida, por la de Atenea y por la tuya, que es la
más sagrada para mí.
- ¡Estupendo! Por fin. Oh, que contento estoy.
Milo empezó a saltar y reírse y se dio una vuelta en el aire.
+ Estabas fingiendo.
- Has jurado. Ahora no puedes romper el juramento.
+ Pero esto no vale, has hecho juego sucio.
- Ah, ah, He utilizado mi arma secreta.
+ Pues va ser la única vez que te va a funcionar porque no puedes utilizar una
técnica dos veces con un mismo caballero.
“Kamil aún bromea. Sorprendente.”
- Bueno, eso me da igual ahora. Y… ya se verá.
Milo abrazó a Camus con fuerza pero ahora era este el que estaba enfadado por
la jugada de su amante. Cuando fue a besarle le apartó, empujándole sin nada de
tacto. El escorpión siguió riéndose y le siguió cuando se encaminó de vuelta
hacia el templo de acuario. Sin mirarle el caballero le sugirió.
+ Mejor que duermas hoy en tu casa porque estoy enfadado y va a ser preferible
que se me pase solo, si no lo pagaré contigo, el culpable de todo.
“No, no esta de muy buen humor. “
Cuando Shaka entró, sin llamar, en las habitaciones del templo de acuario, su
correspondiente guardián estaba vestido con ropa de calle y preparado para salir
hacia un lugar cualquiera, uno que le alejara del pueblo y del santuario.
- ¿Dónde te crees que vas?
+ Es muy pronto. ¿Qué haces aquí?
- Vengo a ayudarte. Milo me ha nombrado algo así como padrino o madrina, en
esta boda nunca se sabe, y te tengo que acompañar hasta el altar. Ahora hay que
arreglarte.
+ ¿Arreglar qué? Para ponerme este ridículo vestido con un minuto me vale y no
necesito ayuda. + Concluyó Camus con una vana esperanza de que el caballero
se fuera y poder llevar a cabo su huída.
- Pero… hay que maquillarte y peinarte…
+ ¿Y que sabes tú de peinados y vestidos?
- ¿Yo? Yo sé de todo lo que quiera. Pero ahora vienen Shina y Marin.
Camus le observó. Sí que tenía que saber de esas cosas porque venía
perfectamente maquillado y arreglado. Llevaba unos tatuajes blancos dibujados
en varios sitios de su piel, los labios resultaban muy tentadores pintados de un
vibrante color rosado y el resto del maquillaje era más sutil pero efectivo. Vestía
muchas joyas, algunas sobre el pelo y un velo rojo transparente también cubría
su melena. Él si que hubiera estado guapo vestido de mujer y no le hubiera
costado nada hacerlo porque la ropa que se ponía ya se parecía a la de una
mujer. Vestía una falda larga y sin vuelo y una camiseta, o como se llamara, que
tenía un gran escote adornado con joyas, todo en rojo y oro. Uno de los tatuajes
blancos le rodeaba el cuello y tenía otros dos en las muñecas y las manos. Los
tobillos también estaban adornados así y la cintura y el ombligo, que a veces se
mostraba cuando se movía, tenían similares dibujos. Era recargado pero le
quedaba muy bien.
Había traído un ramo de flores para Camus, hecho con flores de loto rojas. En la
cintura, enganchado en una cadena, llevaba una pluma de la cola de un pavo
real, que desentonaba con el resto del atuendo.
+ Te habrás levantado muy pronto para arreglarte.
- Estos han sido mis ejercicios de meditación de hoy.
Sus parpados tenían dibujados dos letras doradas en sánscrito, más brillantes que
sus joyas. Estaba claro que hoy Shaka no pensaba abrir los ojos para nada.
Camus estaba impresionado por el aspecto del caballero y, sin más, le dijo lo
que estaba pensando.
+ Estás precioso. Pareces una mujer.
- Los bodhisattvas son seres andróginos, han conseguido la unión de los
opuestos. He recibido varias iniciaciones tántricas, tengo permiso para
imaginarme ser un bodhisattva.
+ Rojo de pasión.
- Una pasión excesiva pero purificada. Y también amor, un amor de bodhisattva,
un calor, aquel al que tú debieras aspirar.
+ ¿Me darás tu calor, tú amor de bodhisattva?
Aquel calor, que sólo consiguió probar después de mucho conflicto con el
caballero que se atrevió a decirle a la cara, con crueldad, aquello que pensaba
sobre él y su dificultad para el sentimiento.
Shaka sólo sonrió.
+ ¿Puedo besarte también?
El caballero siguió sonriendo pero sin hablar.
+ Me siento tan mal con esto de la boda. Déjame olvidarlo tan sólo por este
momento.
- Si un beso te hace sentirte mejor…
Camus coló con cuidado la mano bajo su pelo para ponerla sobre la nuca y se
acercó lentamente a sus labios. Shaka colocó su mano sobre el hombro del
caballero. Un aura dorada se extendió desde su pecho, envolviéndoles. Causaba
una agradable sensación ese “calor”.
Sintió el aliento suave del francés y un delicioso aroma de licor y se dejó llevar
por un suave escalofrío que le recorrió le columna.
Cuando apenas se rozaron, Camus notó una embriagadora sensación en sus
labios, agradable, diferente, causada por influencia de ese aura, pero no sexual,
para eso Shaka utilizaba otras “auras”.
Podía ser consciente de cada roce en su cuerpo, su mano en la nuca del
caballero, la de él en su hombro, el pecho que le tocaba ligeramente y sus
muslos, la ropa sobre su piel, el peso de su pelo sobre su espalda, la tensión de
sus músculos…
Todo desapareció cuando alguien entró por la puerta como un huracán.
* Pero ¡¿Qué pasa aquí?!
Camus se apartó rápidamente. Eran Shina y Marin. Venían también
perfectamente arregladas. Marin con un traje negro y rojo, estilo japonés, y
Shina con uno azul brillante, de falda larga. Habían decorado sus mascaras con
dibujos de purpurina.
* Camus, por favor, que te casas hoy.
^ Veo que no os habéis aburrido esperando.
Shaka se fue a buscar cosas para maquillarle, pues las chicas no habían traído
nada de eso, sólo el vestido y el velo. Le ayudaron a ponerse parte de él mientras
Shaka volvía. Él tul iba separado y lo dejaron para después del maquillaje y el
peinado
+ Esto es cosa vuestra ¿Verdad? Os habéis pasado. Esta broma es muy pesada y
de mal gusto.
* ¡¿Nosotras?!
+ No te hagas la tonta. Las explicaciones de Milo se caen por su propio peso.
Vosotras hablasteis con la familia en nombre nuestro y les pedisteis que
prepararan ellos la boda.
^ Bueno, mandamos una carta…
Camus pegó una colleja a Shina.
* Ay, que daño. Como te has pasado.
+ Mataros es lo que tenía que hacer.
Shaka le quiso hacer un complicado recogido y estaba en ello con los ojos
cerrados. Shina sacó algo que había traído en una bolsa.
* Te faltan tetas. No puedes ir así a la boda. Te he traído un relleno.
+ ¿Unas naranjas? Primero: no me pienso poner un relleno, y segundo: eso se
me va a caer.
^ Shina, ¿Por qué no has traído las protecciones de mi armadura? Eso quedará
mucho mejor.
* Ahora voy a por ellas.
+ No, déjalo, no me pienso poner nada. Ya voy haciendo mucho el tonto con
este vestido para meterme relleno. Además, apenas tiene espacio para meter
nada. Nadie me va a respetar después de esto.
^ ¿Sí? Ahora entiendes lo que es que te pierdan el respeto, pues multiplícalo por
veinte. Me he tenido que pegar con más de un payaso para ponerle en su sitio y
todo por culpa de la bromita tonta, que ni siquiera era graciosa, de tu “futuro
marido” y tú. A una mujer aquí le cuesta mucho hacerse un sitio y hacer que le
respeten y todo nuestro trabajo lo tirasteis por la borda en unos minutos.
+ Vosotras os lo buscasteis porque…
Shaka paró la discusión:
- Vale ya. Se acabó el asunto. Nunca hay que culpar a los otros de las cosas, así
no se llega a ninguna solución. Mirad cada uno vuestra parte de culpa y
arrepentiros. Cada uno sabe lo que ha hecho mal y sólo él puede arrepentirse, no
se le puede forzar.
* Pero lo que nos hicieron…
- ¡Vale ya! He dicho que esto se acaba aquí. Y como me entere de que continúan
las venganzas vais a tener un problema conmigo. Sois peor que los niños, menos
mal que estoy aquí para cuidar de la guardería.
Shina mordió una de las naranjas y empezó a mondarla. Le dio la otra a Marin.
- ¡Y ahora te comes las tetas de Camus!
* Lo siento, creía que no se las iba a poner.
Shaka metió las manos por el escote del vestido de novia y le acarició el pecho.
- Algo te tendrás que poner. Ya te pareces demasiado a un hombre para que
encima estés plano. Aunque cuando acabe contigo vas a parecer una linda
muchachita.
+ Te digo lo mismo que has dicho tú antes: Vale ya. Como continúen las burlas
o las referencias a algo sobre mi feminidad o mi vestido voy a empezar a partir
caras a diestro y siniestro.
Shina volvió con la máscara. Le explicó como esta máscara era diferente,
pensada para este tipo de acontecimientos. Era más fina y más fácil de romper
pero era doble, dos máscaras encajadas una en otra. La de abajo no tapaba la
boca y así podían comer y beber sin tener que estar solas y descubrirse la cara.
La boda era al aire libre, se habían puesto sillas y un altar y había flores y
diversos adornos por todos los sitios.
Se supone que era la novia la que llegaba tarde en estas ocasiones pero estando
Milo involucrado era siempre él el que llegaba el último, no había manera de
que fuera puntual para nada. Había bajado al lugar de la ceremonia dos horas
antes pero se había ido con sus primos al mesón a tomar unos vinos y se les hizo
tarde.
Cuando volvieron corriendo, Camus y Shaka estaban rodeados por toda la
familia que se morían de curiosidad por una novia que no habían visto hasta ese
momento. El cura, aburrido de esperar, se había sentado sobre el altar en una
actitud muy poco apropiada para un cura, quizás hasta un poco sacrílega.
Cuando vio llegar a Milo gritó:
- Ahí viene el novio. Acércate aquí Milo que te voy a explicar unas cositas sobre
lo que es tener cabeza.
+ ¡Dejármele a mí!
Era la voz de Camus, amenazadora, muy enfadado. Todos los familiares se
apartaron y empezaron a tomar sus asientos sin dejar de mirar a los dos
miembros de la pareja. Shaka agarró fuertemente el brazo de la novia:
- Tranquilo, Camus, ya sabes como es. Ya hablaréis luego en privado, ahora
contrólate.
+ ¡¿Qué me controle?! ¡Una mier…!
- Pssss, Camus.
Milo se acercó sonriente y no le dio tiempo a reaccionar cuando su novia se
soltó de Shaka, le agarró fuertemente del cuello y empezó a apretar, haciendo
que el irresponsable novio se arrodillara a sus pies.
Las reacciones de la gente que les miraba fueron variadas: algunos se
sorprendieron y asustaron, otros se rieron pensando que aquello era una especie
de broma, los caballeros del santuario miraban alerta, tratando de esperar hasta
el último momento para intervenir, intentando confiar en no tener que hacerlo.
El tío Vania comentó en voz alta.
- Esta mujer me gusta, con carácter. Alguien tiene que poner a Milo en su sitio.
El escorpión trataba de soltarse pero quería hacerlo con suavidad, no acabar
tirando a la novia al suelo para conseguirlo.
- Kamil, no puedo respirar, suéltame.
+ Esa es mi intención: que dejes de respirar.
Finalmente fue Shaka quien intervino, ya que era el que estaba más cerca, pero
le resultó difícil conseguir que el caballero de acuario liberara a su presa.
Milo respiró ansioso, frotándose el dolorido cuello. Finalmente se acercaron al
altar.
+ ¿Dónde estabas? ¿Sabes lo mal que lo he pasado con todos tus familiares
encima acribillándome con preguntas y comentarios?
No podía decirle la verdad, si lo hacia entonces ni todos los dorados juntos
podrían apartar las manos del caballero de los hielos de su cuello.
- Surgió un problema con el banquete y tuve que ir a ver.
+ Siempre haces lo mismo. Sabes lo malo que me pone tu impuntualidad.
Además, yo no quiero estar aquí. Tenía que haberme ido cuando llegamos y tú
no estabas, hace más de media hora.
- Seguro que trataste de irte.
+ Shaka es insobornable. ¿Qué le has dado para que haga este trabajo?
- Nada, viciosote.
+ Disfruta de este día porque como me hagas otra no vas a ver salir el sol de
mañana.
- No te enfurruñes. Y… no puedes poner esa voz, tienes que poner una voz
femenina.
+ Lo que me faltaba por oír.
- Mira, así, más aguda. La la la.
Camus no puedo evitar reírse al oír aquella voz que Milo aseguraba que era la de
una mujer.
+ ¡Que idiota eres!
- Lo harás ¿Verdad? Luego yo estaré agradecido, visiosete.
+ Que remedio me queda.
* Bueno, basta de cháchara * Interrumpió Aioros. * que estamos en la casa del
señor. Vamos a empezar.
Las primas de Milo estaban asombradas de que todos los caballeros fueran tan
guapos y habían decidido quedarse allí a vivir. Durante la ceremonia se
susurraban unas a otras.
- Mira, mira, mira ése, ¡es guapíiiiiiiiiisimo!
+ Anda que ése de ahí.
- Y ése, y ése otro. No voy a poder aguantar, me va a dar algo.
Al irse acercando la hora del sí quiero se veía claramente como Camus miraba
hacia atrás y retrocedía ligeramente. Milo le intentó agarrar del brazo pero el
otro le esquivó con una llave.
- Vamos. – Le dijo Shaka a Afrodita.
+ Ni lo sueñes. – Y siguió con sus llantos inconsolables.
Saga les echó a todos una mirada asesina y tampoco les siguió.
El resto de los dorados rodearon a la pareja con un semicírculo y Camus, viendo
esto, desistió de su idea de huir.
- ¿Por qué hacen eso? – Preguntó la madre de Milo.
+ Es una tradición entre los caballeros. –Aclaró Shina. – Para proteger y apoyar
el matrimonio. Dicen que así durará para siempre.
- Oh, es muy bonito.
La familia de Milo había montado una especie de carpa cerca del lugar que les
iba a servir la comida, a las afueras del pueblo: sobre un armazón de madera el
techo estaba cubierto con una lona y las paredes también eran del mismo
material, pero varias de ellas se habían recogido para que corriera el aire ya que
hacía bastante calor. En el suelo habían montado una tarima de madera.
Todos los dorados, excepto los novios, estaban sentados en la misma mesa,
grande y redonda.
- Afrodita, para de llorar ya. Menudo espectáculo. – Le reprendió Aioros.
+ Si ya estoy mucho mejor.
- Sí, ya se ve. – Ironizó.
- ¿Y a ti que te pasa? – Preguntó mirando a Shaka que llevaba todo el rato
mirando al plato pero sin comer nada. Mü, también miraba al caballero
preocupado.
+ Esto tiene carne, el caldo.
- Avisaré al camarero.
+ No, a lo mejor no pensaron en esto. No quiero molestar. Comeré el postre,
tampoco tengo mucha hambre.
Aioros llamó.
- Tengo aquí un problema con mis feligreses. El rubio es vegetariano. ¿Podrías
traerle una ensalada?
+ Pero eso no tiene carne.
- Hijo mío, él ha dicho que sí y es que sí, es muy cabezón.
+ Ya nos avisó el novio pero creímos que era el otro, el de al lado.
- ¿Por qué? ¿Por que tiene dos puntitos en la frente? ¿Y éste no es raro que lleva
todo el día con los ojos cerrados y va vestido como una mujer?
+ No es ropa de mujer. + Aclaró Mü.
- Y mira a ver si traes algo para que la niña deje de llorar.
Afrodita le soltó una colleja demasiado fuerte.
- Ay, bueno, trae sólo la ensalada.
Cuando el camarero se fue Aioria dijo a su hermano.
+ Cuando vuelva le pides que se intercambie con el camarero de la mesa siete.
No es que tenga nada contra éste pero es que el otro está mucho más bueno.
- Cuanto vicio en la viña del Señor.
Afrodita jugaba quemando la punta de un corcho. Aioros dormía con la cabeza sobre la
mesa y a veces roncaba un poco. Afrodita le escribió con el concho en la frente “Soy
bobo” y después le dibujo unos bigotes rizados. No contento con aquello se quitó un
imperdible que llevaba en la camisa y cogiendo una servilleta con él se lo enganchó en
las faldas de cura, en la zona del trasero. Todo esto lo hizo con mucha seriedad.
- Con colita y todo.
Saga empezó a reírse, poniendo la mano sobre la cara, de una forma que casi parecía
que llorara. “Que niñerías.”
Se habían apartado las mesas a un lado para dejar sitio para que la gente bailara. Los
novios estaban de pie a un lado y conversaban en privado.
Camus, ya durante la comida, se había cansado de fingir un tono de voz “femenino” y
hablaba con su propia voz. Milo había tratado de explicar a su perpleja familia que su
novia tenía la garganta algo cogida y por eso tenía un poco de ronquera, que había
empeorado con la bebida fría.
- ¿Por qué has hecho eso viciosete? Lo estabas haciendo muy bien, te faltaba un poco
pero ya lo tenías casi dominado. Quizás se te ha olvidado como era. Te lo volveré a
explicar, es algo así: hola, hola, soy Camila.
Milo forzaba un ridículo timbre agudo.
+ Hola, hola, soy el idiota de Milo haciendo el payaso. + Le imitó Camus.
- Sólo quería ayudarte a recordar.
+ ¿Ayudar a quien? Mira, yo no aguanto más, me voy.
Milo le abrazó.
- No, no. Vale, pon tu voz si quieres. Vamos, la fiesta no durará mucho. Aguanta un
poco, mi amor, luego nos espera otra fiesta privada a ti y a mí.
Camus se alejó con cara de pocos amigos pero enseguida fue rodeado por su nueva
familia que querían saber cosas de él.
Milo le había mentido: ¿que la fiesta no iba a durar mucho? Eso era impensable
tratándose de su familia, ellos pretenderían prolongarla hasta el amanecer.
Las veces que trató de acercarse a su “mujer” éste dejaba salir su mal humor y le soltaba
frases muy poco apropiadas para una recién casada. Milo optó por no acercarse o
hacerlo únicamente si le veía solo, no quería que nadie notara que se llevaban tan mal y
el enfado de Camus duraría todo lo que durara la fiesta.
- Pues sí, es muy guapa y además… no se lo digas a nadie pero también es muy
facilona.
Aioria sonreía divertido mientras le hacia está confesión a uno de los primos de Milo.
+ ¿De verdad? Pues me gusta mucho. ¿Tú crees que si me acerco tengo posibilidades?
- Claro que sí, con Afrodita todo el mundo tiene posibilidades.
Cuando el primo se alejó en dirección a donde estaba sentado el caballero de Piscis,
Aldebarán empezó a reírse.
+ Como eres Aioria. Afrodita va a partir la cara a ese pobre chico.
- Sí, sí, tengo el mismo nombre que la diosa del amor. ¿Sabes cuanta gente me ha
recordado esa “información”?
+ También eres tan bella como la diosa del amor.
- ¿Bella?
Afrodita le miró por primera vez, tratando de contenerse las ganas de mandarle a cierto
lugar. El chico, que no sabía del peligro que estaba corriendo, siguió tratando de ligarse
a aquella chica tan fácil.
Piscis se enfadaba con facilidad por muchas cosas pero una de las cosas que más le
molestaban era que le dijeran que era una mujer. Pese a eso trató de contenerse todo lo
que pudo por temor a que Shion pudiera tomar alguna medida si armaba jaleo.
Después de diez minutos, todo un record para el caballero, finalmente no pudo evitar
sacar bruscamente a aquel chico de su error de apreciación.
Afrodita cogió la muñeca del chico con brusquedad y le colocó la mano en su
entrepierna, sujetándola y no dejándole apartarla.
- Sí lo que quieres es probar esto bien dentro te lo daré. Necesito relajarme un poco y
esto me calmará.
El chico abría los ojos como platos ante aquel descubrimiento y trató de soltarse pero el
caballero se levantó y tiró de él con fuerza, arrastrándole fuera de la carpa. No podía
liberarse por mucha fuerza que tratará de hacer y estaba aterrado ante la idea de lo que
aquel hombre, que tenía rostro y voz de mujer, pensaba hacerle. Desesperado, no
encontró otra solución que ponerse a gritar como un histérico. Todo el mundo los miró
y Afrodita, descubierto, soltó al chico empujándole de nuevo hacia dentro. El caballero
se quedó allí, dando la espalda a todos y respirando hondo tratando de tranquilizarse.
El chico había ido extendiendo la noticia del sexo de Afrodita entre todos sus familiares
y le miraban curiosos, con “disimulo”.
El centro de atención de aquella curiosidad había vuelto a la fiesta y se había sentado en
su rincón mirando a todos desafiante, alerta, esperando que alguien le dijera algo
inapropiado para tener la excusa para saltarle al cuello.
Shaka salió por uno de los lados de la carpa, cuyas paredes estaban abiertas, y se dirigió
hacia el santuario. Pero antes de que pudiera alejarse Mü le interceptó.
- ¿Dónde vas?
+ He bebido mucho y me encuentro algo mareado. Voy a meditar y estudiar este estado
mental.
- ¡Pero si sólo has bebido un vaso de vino y un traguito de anís!
+ No suelo beber y ese vino afrutado sube enseguida a la cabeza.
Shaka volvió a intentar alejarse pero su compañero le agarró del brazo.
- ¡Que mentiroso eres!
+ Los rituales no cuentan.
- La fiesta acaba de empezar. No está bien que te vayas tan pronto.
+ Pero no puedo desaprovechar este estado mental. Tengo que estudiarle.
- Mañana te tomas otro vasito de vino y lo estudias pero ahora no es el momento.
+ Pero hay que aprovechar las situaciones cuando se presentan y aho…
- Que no te vas. Vuelve un ratito conmigo. Me tienes que enseñar ese baile indio con
mudras y…
+ No, no pienso bailar y menos esa música.
- Vale pero vamos de vuelta.
Shaka le siguió resignado. Se sentaría en alguna esquina y trataría de meditar allí.
Mü, sin entrar en la carpa, le empujó contra una de las lonas, de las paredes, recogidas
en un poste. Allí, ocultos de las miradas, le rodeó con sus brazos.
- Tienes razón, hay que aprovechar las situaciones. ¿Dices que estás un poco mareado?
Además estás totalmente irresistible hoy.
Le abrazó con fuerza mientras le besaba apasionado
Aioros, después de la siesta que se había echado junto a la mesa, se sentía mucho mejor.
Había conseguido recuperarse del bajón y volver a la fiesta. Había estado moviéndose
por el salón, tratando de conocer a los familiares de Milo, sobre todo a los del sexo
femenino y un par de primos que también estaban bastante buenos. Todos le habían
recibido con amabilidad, todo sonrisas.
Se acercó a Afrodita que estaba con tres de las primas que se le habían pegado. Las
hacía mucha gracia y les daba un poco de morbo el hecho de que, siendo un hombre, se
pareciera tanto a una mujer. Pero el caballero de piscis llevaba toda la boda alternando
entre el mal humor y el desconsuelo y estaba a punto de soltarlas alguna barbaridad
cuando Aioros llegó y le apartó de ellas antes de que pasara nada.
El arquero, consciente de que había sido un poco pesado durante la comida, trataba de
reconciliarse con el caballero.
- Hijo mío, ¿estás bien? Yo soy cura. Cuéntame lo que te pasa. Será secreto de
confesión.
Aioros se rió. Parecía que se estaba tomando muy en serio su papel de sacerdote.
+ No sé como estás tan tranquilo.
- Hay que aceptar las cosas tal y como son. Camus me dejó a mí por Milo y Milo te dejó
a ti por Camus. Ya está, tomaron una decisión y hay que aceptarla. Yo lo acepto.
Afrodita se rió un momento ante la seriedad y la madurez con la que pretendía hablar
ahora el caballero de sagitario. Era difícil concentrarse en esas palabras y tomarlas en
serio cuando la persona que las decía tenía pintados en la cara unos bigotes rizados y en
la frente llevaba una mancha negra de unas letras emborronadas ahora por el sudor.
“Que mala es la gente. Todos se ríen de él y nadie tiene el corazón para decirle que se
borre eso de la cara. Yo tampoco se lo diré, él se lo ha buscado por pasarse toda la
comida metiéndose conmigo y con Shaka.”
Miró un momento a Milo. Aunque parecía que pasaba de Camus y se divertía entre sus
familiares, Afrodita, que no dejaba de observarle, veía como miraba con frecuencia al
caballero de Acuario y de vez en cuando se acercaba para ser recibido con frases
cortantes y mal humor. Aunque Milo trataba de aceptar estos desplantes con
tranquilidad y sonreía a las frases irónicas de Camus, Afrodita lo veía y le daban ganas
de acercarse y regalar a la novia una rosa blanca en el corazón. Y se prometió que lo
haría… si veía una lágrima en el rostro de Milo, una lágrima que provocara esa
asquerosa sanguijuela.
Su Milo no merecía el castigo de estar con aquel caballero tan antipático.
+ Tú no conoces a Milo como yo. Él no sabe lo que quiere, se deja llevar por cualquiera.
Necesita alguien que le guíe y le proteja y Camus no lo hace. Es un ingenuo, siempre
lleno de buenos deseos, no es capaz de vez la maldad en el corazón de las personas.
- Camus ve que Milo es una persona adulta y es posible que se equivoque pero de sus
errores aprenderá. No se puede pretender tratar de sobreprotegerle y tratarle siempre
como un niño, hijo mío. Reza a Dios para que te dé entendimiento…
“Otra vez haciendo de cura este payaso de bigotes… me pone malo. Vaya, no puedo
dejar de mirar los ridículos bigotes, se va a dar cuenta.”
+ ¡Mira! Tú no eres cura. Que Dios te dé el entendimiento para enterarte. Como vuelvas
a decirme hijo mío o hables algo de Dios te voy a colgar los hábitos, pero contigo
dentro, del reloj del santuario. Más aún, como hables te parto la cara. Esta conversación
ya me está cabreando suficiente. No vengas a jactarte de que tú has aceptado mejor que
yo que Camus te dejara porque nuestros casos no tienen comparación. Camus no tiene
sentimientos…, sentimientos buenos, ¿Cuánto tiempo se puede aguantar saliendo con
alguien como él?, viendo en su mirada que no siente nada por ti, que está contigo por
pasar el rato. Yo estaría encantado de que me dejara si saliera con él. Milo esta
aguantando tanto porque está… no sé, obsesionado. Pero mi dulce escorpión… es una
cosa aparte. Es un encanto, sabe hacerse querer y nunca…, escúchalo bien, nunca
pienso olvidarle, nunca podré. Además, tú estuviste con Camus unos meses y la mitad
de ellos no se te veía muy contento. Yo he estado con Milo desde que nos conocimos.
No, no tiene nada que ver lo tuyo y lo mío.
- Pero…
+ ¡Cállate!, no quiero oír ni una palabra más.
Aioros de alejó de allí sin decir más.
“Que brusco es. Yo sólo venía a ayudar. Está claro que Afrodita tiene muy mal
concepto de Camus y nadie le hará cambiar de opinión. Estaba raro, aunque se ha
enfadado no ha gritado con esa voz tan aguda que pone cuando se enfurruña, quizás le
inhiba la presencia de Shion en la fiesta. Además, no dejaba de mirarme a la boca, ¿es
que querría besarme? ¡Este Afrodita!, siempre pensando en lo único”
“No debí dejarme besar pero cuando noté a Mü acercándose a mis labios no puede
evitar desearlo. Y ese beso… tan dulce como embriagadoramente excitante.”
Shaka estaba solo. Había espantado a un par de primas que se habían acercado a
hablarle permaneciendo callado e indiferente.
“Tampoco debí reaccionar así después del beso. Ahora Mü está triste y no se acercará a
mí. Y yo no quiero pedirle perdón, no quiero tener que reconocer que esa acción no ha
estado bien y no quiero tener que explicar porque lo he hecho.”
Le había empujado con brusquedad para apartarle y Mü había bajado la cabeza,
avergonzado, y le había dejado solo.
“Mü, acércate tú, por favor.” Pero no había proyectado ese pensamiento para que le
llegara.
Al caballero de Aries no le había falta que le proyectaran un pensamiento para poder
leerle, sólo necesitaban que lo pensaran sintiendo algún tipo de emoción, a más intensa
le llegaría con más claridad, o que pensaran en el caballero de una forma más o menos
clara.
Pero Mü no se acercó.
Camus estaba ya más que harto de la fiesta y aquella apenas acababa de empezar. Los
familiares de Milo le agobiaban con su amabilidad y con preguntas que no sabía como
contestar. El caballero no quería acercarse a hablar con sus compañeros, vestido de
aquella forma ridícula, y tener que soportar sus burlas, así que esquivaba su compañía.
Finalmente decidió irse sin decir nada, ya que si avisaba llamarían a Milo y éste no le
dejaría escapar. El escorpión estaba muy ocupado. Se lo pasaba muy bien con sus
familiares, yendo de un lugar a otro sin parar, hablando con todos. Si se iba él no se
enteraría.
El tio Vania estaba ya un poco borracho. Al ver pasar a Camus cerca le llamó para que
se sentara a su lado. El caballero tuvo que retrasar un poco más su huída.
- ¿Qué bebes? – Preguntó “la novia”.
+ Vodka ¿quieres?
- No me gusta, sólo me sabe a alcohol.
+ Éste es bueno, el mejor de toda Rusia. Pruébale. No te dejo que te levantes sin que le
pruebes, ya verás como cambias de idea.
Afrodita se acercó a la barra a pedirse algo para beber. Pero cuando iba a llegar vio a
dos primas que, sonrientes, se dirigían indudablemente hacia él.
- ¡Otra vez las primas! ¡Menuda noche!
Y se dio la vuelta, esquivando, con elegancia y precisión, a la gente que bailaba.
A Aioros no le pudo esquivar pues éste se tiró intencionadamente contra él.
Ya se había borrado los bigotes ¿Quién se lo habría dicho? Pero seguía llevando la
colita que se movía con más estilo que él al son de la música.
+ Vamos a bailar, tú lo haces muy bien, muy sexy. + Dijo el arquero alargando las
manos hacía el caballero de piscis.
- ¿Te digo lo que pienso de eso o nos ahorramos un disgusto?
Las primas ya estaban cerca y Afrodita lo vio y dijo, antes de alejarse.
- Mira Aioros, esas te buscan.
+ Venid aquí chicas, vamos a bailar.
Mü se había sentado a su lado sin hablar. Pasado un rato Shaka deslizó la mano hasta
ponerla sobre la suya y dijo:
- Eres mi amigo, no quiero que nada estropee eso. A veces siento que eres el único que
me comprende aunque seas el que más se oponga a mis ideas, las discutes porque las
entiendes.
+ No se perderá nuestra amistad porque me rechaces.
Pero Mü utilizó el gesto de Shaka de tomarle la mano y deslizó sus dedos sobre ella,
acariciándola con suavidad.
Esperaba la reacción del caballero de virgo: esté se levantó y salió fuera. Estaba confuso
ante la actitud del tibetano que esa noche estaba siendo particularmente agresivo en su
conquista.
Desde que Shaka le comunicó que no quería salir con él Mü había tomado una actitud
contemplativa: nunca se insinuaba y no hacía ningún gesto, a ese respecto, que pudiera
molestarle. No fingía que su deseo no existía ni tampoco insistía sobre él.
Mü esperó unos minutos antes de seguirle.
Afrodita estaba aburrido de ver lo bien que se lo estaba pasando Milo y ya no podía
divertirse mirando a Camus enfadado, de un lado para otro, intentando quedarse solo
para poder escapar; le había atrapado el tío ruso.
Llevaba ya un rato observando a Saga, sentado en una mesa con un vaso al que no hacia
mucho caso. A veces miraba a las personas de alrededor y otras les daba la espalda y
deshacía el centro de mesa. Parecía que asustaba a la gente y nadie se atrevía a acercarse
a él, salvo alguno de los compañeros del santuario.
“¿Cómo lo habrá conseguido? A mí las primitas no me dejan en paz.”
Estaba tan atractivo con ese aire melancólico… Afrodita decidió acercarse a él con un
pensamiento en su mente:
“Si consiguiera a Saga podría olvidar a Milo.”
Pero bien sabía que éste era mucho más difícil de conseguir que su escorpión, aunque
géminis no saliera con nadie.
Una vez a su lado le sonrió pero no le dijo nada. Estaba un poco cortado porque lo había
intentado varias veces ya y siempre había sido rechazado. Al final decidió hablar con él
de forma amigable, sin intentar nada, y de seducirlo ya se vería. El caballero de géminis
enseguida se dio cuenta de lo que pasa.
- Estabas tan desconsolado y de pronto ahora te has animado mucho. Eso es porque
tienes en mente una nueva conquista.
Saga sonreía de una forma extraña. El caballero de piscis rió sabiendo que ya había sido
descubierto, así que ya no disimuló.
+ Un largo intento de conquista que no he conseguido aún llevar a buen fin.
- Ni lo conseguirás.
+ Aunque no quieras salir conmigo podías caer en mis manos alguna vez. Te gustaría,
no te arrepentirás.
- Eres un presuntuoso.
+ Prepararé un baño con pétalos de rosas de Alejandría para ti y mimaré tu cuerpo como
si fuera un delicado objeto precioso. Le lavaré, peinaré tu pelo, te perfumaré, te daré un
masaje, sé dar muchos tipos de masaje no sólo masaje sueco. También te cubriré de
caricias y besos y si quieres podemos dejarlo ahí, puedo esperar. Te abrazaré y
dormiremos juntos.
- No, tú no lo dejarás ahí.
+ No me conoces. Muchas veces lo he hecho así.
Afrodita se dio cuenta de su error al decir esa frase, ya que a Saga, una de las cosas que
le hacia rechazarle era saber que había estado con muchos. Intentó hablar más para
arreglar esa metedura de pata.
+ Saga, creo que eres el más hermoso de todos los caballeros, para mi gusto. Tus ojos
son tan precisos como dos joyas entre tantos cristales sin valor… ¿No te parece tentador
lo que te he propuesto?: el baño, el masaje con aceites tibios, las caricias…
Saga sonreía mirando a la mesa.
El tío Vania se creía que sólo sabía él sobre las mujeres rusas. Camus había realizado su
entrenamiento en Siberia y le podía decir unas cuantas cosas sobre las mujeres de allí,
además se lo diría en ruso.
El tío se asustó un poco cuando oyó hablar de esa forma a la novia sobre las mujeres,
parecía que le entusiasmaba mucho su propio sexo. Repuesto de la sorpresa inicial,
Vania continuó la conversación animadamente, como si hablara con un amigo.
El susto fue mayor cuando vio como la novia se metía la mano por el escote y sacaba
unos grandes trozos de algodón que le servían de relleno. Shaka finalmente le había
obligado a llevarlo.
- Ah, ¡que calor me estaban dando!
Vanía empezó a reírse.
+ Bueno, no ibas a ser perfecta. Las atletas que hacen muchas pesas pierden pecho.
- Sí, sí, yo he hecho muchísimas pesas.
- Milo, ese cura que has traído está tratando de ligarse a la prima Electra.
“Será cabrón” Pensó Milo.
+ Lo habrás interpretado mal tía Sabina. Voy a ver.
- Milo, guapo – Le dijo su tía Sabina. – Mira a ver a tu mujer que la ha cogido el primo
Vania y la está emborrachando. Muy típico de él.
- Yo me voy, Milo, tú tío me ha hecho beber mucho vodka y estoy que me caigo.
El escorpión le examinó con atención. Un poco borracho sí que parecía pero no tanto
como para no poder recuperarse y mantener el tipo. Ahora debería tenerle alejado del
alcohol ya que Camus, cuando se encontraba nervioso o mal por algún motivo, no sabía
parar cuando empezaba a beber y ahora seguro que estaba muy nervioso con todo
aquello.
Trató que quitar importancia al asunto.
+ No mientas, no se te ve tan borracho. Aún puedes aguantar un rato más.
- He dicho que me voy. Además estoy muy cansado, anoche apenas pude pegar ojo
pensando en el ridículo que iba a hacer y la noche anterior tampoco quisiste dejarme
dormir bien.
+ Estás guapísimo, viciosete, no estás nada ridículo.
- Me estás enfadando.
+ Bueno, no te digo nada. Vamos a pedir un café griego, eso te despertará.
- No, no, eso es muy fuerte, no quiero estar tres días sin poder dormir.
Milo no le hizo caso y le arrastró tras él llevándole de la mano.
Milo volvía con una plato lleno de aperitivos variados para aquellas chantajistas.
“¿Será muy grave matar a otro caballero? Ellas sólo son caballero de plata, yo tengo
mayor rango, quizás esté permitido. Tendré que repasarse el reglamente a ver que dice
al respecto.”
Camus estaba con Shura y tenía un vaso en la mano. Milo lo vio y, dejando el plato en
la mesa de al lado, le quitó el vaso para probar su contenido.
- No, no, no. Esto no lo puedes beber tú.
+ Pero ¡¿Qué dices?!
- ¿No decías que estabas tan borracho? Pues no debes beber más.
+ Viendo que me tengo que quedar se me ha pasado un poco.
- Bebe algo sin alcohol ¿no?, o una cerveza pero esto… es whisky con hielo… ¡Que te
vamos a tener que llevar al santuario en brazos!
+ Mejor, con tal de irme aquí como si me lleváis en coma etílico.
* Tranquilo, Milo, Camus aguanta mucho el alcohol. *Intervino Shura.
- ¡¿Pero sabes lo que está bebiendo?! Ha bebido un montón de vino en la comida, una
absenta después, que esa bebida no tiene más grados porque no lo permite la ley, y una
crema de whisky y luego se ha hinchado a vodka con mi tío y ahora esto. ¡Que no es
humano aguantar tanto! Le conozco, éste parece que está bien y de pronto se cae sin
sentido en el suelo y si le tocan se pone violento. Así que cállate y no hables de lo que
no sabes.
Milo se dio la vuelta furioso y con el vaso en la mano. Cuando fue a coger el plato para
llevárselo a las chantajistas descubrió, con estupor, que estaba rodeado de gente y
apenas quedaban un par de cosas ya en él.
- ¡Ay, Dios mío! con lo que me ha costado convencer a los que estaban acabando de
limpiar para que buscaran alguna sobra para darme…
Resignado, volvió otra vez hacia la cocina a molestar de nuevo para ver si le daban
algo… parecía un pobre pidiendo. ¡Que vergüenza!
“Con eso de que va de simpático en vez de ligón tiene aquí a todas las primas y primos
que quiere alrededor, preguntándole sobre la vida en el santuario.”
Aioria estaba junto a Aldebarán y varios de los primos y observaba, asombrado, el éxito
que estaban teniendo entre ellos.
“Tengo que estar cerca de él cuando acabe la fiesta porque así tendré posibilidades de
pillar esta noche. Aunque, quien más me gusta es Electra y ella aún no se ha acercado
aquí.”
La observó, hablando con Camus.
“Aldebarán es muy hábil, menudo pillo, ha dejado caer, como sin querer y en broma,
que tiene… un tamaño interesante de conocer.”
Aioria sonreía divertido pero torció la boca cuando pensó.
“Pero podía haberlo insinuado de otra forma y no compararse conmigo. Algún
malintencionado podría pensar que yo la tengo pequeña en vez de que él la tiene
grande.”
Mü vio a Shaka hablando animado con la prima más famosa de las muchas que tenía
Milo. Se acercó a ellos y oyó de que hablaban: del tantra rojo. Esto le preocupó.
Antes de que pudiera unirse a la conversación Kannon se acercó y le agarró de la mano,
apartándole de ellos. Aioria, que había venido siguiendo a Mü, se quedó de pie, al lado
de Electra, y después de oír de que hablaban, decidió irse a buscar otro lugar donde
quedarse y dejar para más tarde el acercamiento a la prima.
- No te queda del todo mal el pelo recogido y engrasado pero lo prefiero limpio.
+ Sólo lo he hecho para hoy.
- Parece que Shaka ha ligado con la prima. Hoy no podrás intentar nada con él. ¿Por qué
no nos escabullimos a tu templo y nos metemos juntitos en la ducha?
+ Kannon, ya estás con lo de siempre. Sabes mi respuesta. ¿Por qué insistes?
“Por que de vez en cuando cedes, tonto.”
Kannon se dio cuenta de su error, haber pensado esas palabras delante de Mü. Seguro
que las había “oído”.
+ Sabes que me gustas mucho, muchísimo. ¿Para que persigues a alguien que nunca te
va a corresponder? Elígeme a mí. Yo tengo mucho placer que ofrecerte.
- No insistas. Voy a ver que hace Afrodita.
+ ¿Vas a consolarle? ¿Y a mí no quieres consolarme? Dame un beso aunque sólo sea
eso.
Mü se alejó de allí y se acercó a Afrodita quien, sentado en un rincón, se disponía a
beberse un whisky solo. Se lo quitó de la mano y lo dejó a un lado. Se quedó hablando
con él.
Cuando Mü dejó a Afrodita, después de estar un rato con él, éste volvió a sentirse
desolado y se tapaba los ojos con una mano intentando no llorar.
Milo se acercó para animarle. Se había propuesto que todos se lo pasaran bien en su
boda. Enseguida Afrodita se puso a hablar.
- No sé porque has hecho esta tontería de la boda. Podías haber explicado a tu familia
que todo era un error. Y ¿por que no has querido decirles que Camus es un hombre?
Toda esta parafernalia me esta poniendo malo. Ahora voy y le cuento a tus padres todo.
Les cuento que su hijo es un encanto pero se ha enamorado de un monstruo y ha
rechazado a la persona que más le quiere y le querrá en toda su vida.
+ ¿No se te ocurrirá hacer eso?
- No te preocupes, mi amor, se lo diré con tacto. Ellos te perdonaran cuando les
explique que has hecho esto por no decepcionarlos.
Cuando piscis se levantó Milo le agarró de la camisa y tiró de él hasta que le sacó del
improvisado salón y le llevó a una zona de matorrales altos.
+ Por favor. Si es verdad que me quieres no me hagas eso. Me vas a buscar un gran
problema.
- Claro que te quiero, mi amor, mi escorpión mediterráneo.
Afrodita enseguida cambió de actitud y trató de aprovechar la ocasión. Estaban
escondidos de todas las miradas y tenía en sus manos un escorpión asustado y dispuesto
a lo que fuera por que todo saliera bien.
Le acarició con suavidad la cara, con la yema de los dedos, los labios. Milo le sujetó la
mano y no pudo evitar mirar su pecho, insinuado por la camisa blanca, ligeramente
transparente y con varios botones desabrochados. Afrodita sabía lo mucho que le
gustaba a su escorpión ese tipo de ropa y por eso lo había elegido.
+ Afrodita, no juegues conmigo.
- Siempre te encantaron todos mis juegos, hasta los más violentos.
+ Pero ya pasó todo aquello.
- No es verdad. Lo sé porque ahora te besaré y tú te entregarás a mis labios.
Le besó y Milo trató de echarse hacia atrás pero Afrodita le clavó las uñas fuertemente
en la nuca. El escorpión soltó el doloroso agarre con un golpe de su brazo pero no se
apartó inmediatamente del beso, por lo cual, su agresivo ex amante tuvo tiempo de
volver a clavarle las uñas y sujetarle.
Entre los labios del caballero de piscis sólo podía balbucear palabras que malamente se
entendían.
+ Ay, no, Afrodita. No, Afrodita. No, Afrod…
Pero ya era tarde, Milo se había dejado capturar por el apasionado beso de Afrodita, por
aquella lengua que jugaba intensa y profundamente. Ya no se resistió. Tampoco se
resistió a pasar sus dedos entre ese pelo tan suave, que siempre le había gustado tocar. Y
Afrodita no se resistió a llevarle al suelo y echarle allí sin soltar su boca. Y Milo no se
resistió a enredarle con sus piernas y apretarse contra su sexo. Y Afrodita no se resistió
a liberarle de la corbata, que Milo ya había aguantado demasiado tiempo y, soltándole
unos botones, recorrerle el cuello con aquellos intensos mordiscos que al escorpión
tanto le gustaban.
+ Ay, sí, Afrodita. Así, muérdeme. Afrodita, sí…
Y Milo no pudo evitar arquearse sensualmente y ofrecerle más parcelas de su piel. Y
Afrodita no pudo evitar tomar lo que se le ofrecía. Y Milo no pudo evitar darse cuenta,
durante un segundo, de que se estaba dejando llevar por un momento inapropiado, en un
lugar inapropiado.
+ No, Afrodita. No.
Una situación muy inapropiada. Apartó al caballero de encima de él, levantándose con
rapidez y alejándose. Afrodita se quedó echado, tratando de recordar esas últimas
caricias y buscar en su piel los restos de ellas.
Menuda capacidad de persuasión tengo: No, Afrodita, sí, Afrodita. ¡Que patético! No
me extraña que me haga lo que le place.”
¿Por qué lo hacía? ¿Por qué Afrodita seguía consiguiéndole siempre que quería? Claro
que quería al caballero de Piscis, ¿Por qué iba a dejar de quererle? Pero quería más a
Camus y por eso había decidido estar con él. ¿Por qué el sentido común desaparecía
cuando él le acariciaba?: Era el deseo. Su relación había sido muy apasionada, lujuriosa,
divertida, siempre reinventándose a si misma, inagotable e inacabada por eso. Entre la
dulzura y la brutalidad, entre el placer y el dolor, habían hecho todas las cosas que se les
habían ocurrido a unas mentes demasiado imaginativas, habían pasado todos los límites,
hasta los más peligrosos. Sin ningún tipo de miedo, sin propósitos salvo divertirse y
sentir.
Cuando quisiera podría volver a aquellas noches que tan bien recordaba, a sentir
aquellas cosas que Camus le negaba por parecerle excesivas. El caballero de acuario se
apartaba de aquellas pasiones que le perturbaban, de un fuego que le molestaba, y
buscaba siempre lo que consideraba más cómodo: observar desde su frío.
Pero elegía a Camus y seguiría eligiéndole, aunque no podía explicarse porque.
- Pues me pareces la más guapa de todos los primos. Contigo me perdería un ratito entre
esos matorrales.
Electra, molesta por la frase, le miró arrugando la nariz.
+ ¿Para qué? Seguro que no me enteraría de nada. Por ahí dicen que la tienes como un
dedo meñique. No merece la pena.
- ¡¿Qué?! - Aioria se apresuró a defenderse. – No es verdad que la tenga pequeña. Lo
que Aldebarán quiso decir es que él es muy grande y que todo lo suyo está en
proporción a su cuerpo y que como yo soy más pequeño pues… comparado con él…
+ Ya, ya + Respondió Electra mirándole descaradamente al pantalón. + Por algo lo
diría.
- Pero… Estoy dispuesto a que lo compruebes tú misma. Vamos allí aparte y te lo
enseño.
Aioria lo decía sólo por aclarar la situación pero Electra se rió y respondió con gestos
exagerados.
+ ¡No, por Dios! ¡Ni se te ocurra! ¡¿Qué te has creído?!
Aioria se quedó un momento pensativo:
“Menos mal que ha dicho que no porque si se la enseño así, relajada, va a pensar que
realmente es pequeña.”
+ Bueno, bueno, me voy a conocer a Aldebarán.
- Pero Electra ¡Qué yo no la tengo pequeña!
Para desgracia de Aioria había un cambio de música en ese mismo momento y gritó
aquella frase justo en los dos segundos de silencio que hubo entre canción y canción.
Todos le miraban. Para colmo, Aioros, desconcertado, preguntó en gritos:
- ¡¿Quién la tiene pequeña?!
Y los que no se habían enterado del asunto se enteraron ahora.
Todos se reían. Saga, que estaba tan serio la mayor parte del tiempo, se empezó a reír de
forma descontrolada y acabó resbalándose de la silla y cayendo bajo la mesa.
Aioria no sabía donde meterse y se acercó a Afrodita para no sentirse solo en medio de
todos. Pero Afrodita no le recibió como él esperaba:
+ A mí no te me acerques, pequeñín, que no quiero ser el centro de atención. Además,
no quiero que nadie sepa que soy amigo de alguien tan poco bien dotado
Afrodita se unió a las risas generales. Aioria no encontró otra solución que huir hacia
los baños hasta que se pasara el cachondeo.
“¡Qué vergüenza! Creía que esto sólo pasaba en las películas. Se para la música y…
¡qué ridículo!”
De Saga sólo se veían las piernas salir bajo la mesa. Mü, siempre atento y preocupado
por el bienestar de los demás, se arrodilló allí y levantó el mantel para preguntarle si
estaba bien y ayudarle. Hablaba con él y soltó el mantel que le ocultó la mitad superior
del cuerpo bajo la mesa. De pronto, las piernas de Saga desaparecieron y, tras ellas, lo
que se veía del cuerpo de Mü.
Shaka, que lo había visto, se empezó a poner nervioso.
“Será cabrón ese Saga. Bueno… a mí que me importa. Además… quizás sólo se hayan
metido ahí para hablar en privado tranquilamente.”
Pero no podía quitar la vista de las faldas de la mesa.
Creía que había perdido su corbata por el suelo pero Afrodita la había cogido y ahora la
llevaba puesta. Cuando lo vio se sobresaltó. A Milo le pareció inapropiado que llevara
su corbata porque alguien podría deducir lo que había pasado. Pero su familia no se
imaginaría nada de eso, que era lo importante.
El caballero de piscis estaba más animado y hasta se había acercado a hablar con
algunos invitados. Algunos caballeros se habían dado cuenta del detalle de la corbata y
habían sonreído. Camus también lo vio y miró a Milo pero este no pudo ver su
expresión bajo la máscara. Se acercó a él tratando de disculparse pero Acuario no le
dejó hablar.
- No me gusta que me mientas, así que no hables. No pasa nada, Milo. Olvidado.
+ Viciosete eres… + Milo siempre se ilusionaba con su perdón.
- ¡Cállate!
El escorpión fue hacia Afrodita. A su “novia” no le dio tiempo a advertirle de que no
intentara quitar la corbata al provocador caballero.
- Mü, cariño…
El caballero cambio de dirección y no se acercó donde estaba Kannon.
“¡Pero si no le he dicho nada! ¿Es que ya no me quiere ni como amigo? Debe haber sido
por haberle llamado cariño. La próxima vez tendré más cuidado, no debe desconfiar.
Creía que, con la excusa de la fiesta y las copas que siempre se beben de más, sería más
fácil convencerle pero va ser al revés. Tengo que pensar algún plan.”
A Aioros se le había olvidado la bronca que le había echado Milo y de nuevo trataba de
acercarse a la prima Electra.
- Shaka, ¿me haces un favor?
+ Claro Milo, ¿Qué quieres?
- Llévate a mi prima Electra a algún lugar apartado y te la tiras. Con lo dedicado que
eres tú a tus amantes y el tiempo que aguantas, así me quitas el problema durante tres o
cuatro horas y me la calmas también a ella. No sé porque no te has aprovechado de ella
ya. Está embobada contigo, no deja de mirarte, y más desde que habéis estado hablando
hace un rato.
- ¡Pero Milo! – Se escandalizó el caballero.
Shura había conseguido que Camus no bebiera más alcohol y había salvado una posible
futura situación vergonzosa protagonizada por la novia.
Llevaba bastante rato haciéndole de niñera y sólo se había separado en contadas
ocasiones para volver enseguida a su lado. Una de esas veces fue para apartar a Afrodita
de Milo cuando el caballero de las rosas le agarró dispuesto a armarla. Le había
reprendido por su actitud y había vuelto con él a la fiesta porque éste así lo quiso. En
cuando volvió vio a Camus de nuevo con un vaso en la mano y tuvo que volver a su
odiosa ocupación.
Empezaba a cansarse ya, Acuario estaba de muy mal humor. El caballero de capricornio
deseaba acercarse de nuevo al otro malhumorado, Piscis.
- ¿Pero quien será el idiota que elegirá la música? – Comentó Camus a Shura.
Sonaba un animado can-can y todo el mundo se reía y bailaba. Entre la gente apareció
Milo corriendo en dirección a los caballeros y cogió a su novio de la cintura.
+ Vamos a bailar, he pedido esta canción para ti.
- Quien iba a ser, quien iba a ser.
Camus se ponía rígido, no dejándose llevar, pero Milo tiraba de él con mucha fuerza y
le llevó de un lado a otro de la sala agarrándole de la cintura con un brazo y
enganchando a más gente cuando pasaba a su lado.
Por fin el caballero de acuario pudo soltarse pero fue peor porque todos le rodearon
dando palmas, esperando que la novia hiciera una demostración de cómo se bailaba esa
música de su tierra.
Intentó salir del círculo pero Milo le agarró y se puso a saltar a su alrededor y a
empujarle hacia el centro. Para colmo, el cura loco también se unió al escorpión y
agarraron cada uno de un brazo a la novia para hacerla girar como una hélice.
- ¡Soltarme, payasos!
Camus hizo un par de movimientos muy bruscos y se soltó de los dos que le miraron
sorprendidos y decidieron que lo mejor era dejarle escapar. Ellos siguieron bailando en
medio mientras la novia apartaba a la gente y salía de allí.
- Así se mueve la falda, señor cura. – Gritó uno de los primos.
Aioros, animado, agarrando los faldones con las manos les movía al ritmo de la música
y se los pasó por la cara a Milo quien les cazó y empezó a tirar de ellos, sin parar de
reír.
- Que par de payasos se han juntado. –Gruñía Camus el solo. – Menuda vergüenza estoy
pasando.
- Otra vez. Ya habéis saciado vuestras necesidades primarias. ¿Ahora que queréis?
+ No hemos saciado todas, nos falta el sexo. Marin y yo siempre hemos fantaseado con
compartir un hombre para las dos. Como Shaka va a decir que no tú nos valdrás.
- ¡Ni hablar! ¡Sólo me faltaba eso!
+ Voy a ver a mamá… ¿Sabes que yo llamo mamá a tu madre y a ella le gusta? Creo
que siempre ha querido tener una niñita, no tanto chico.
Milo quería estrangularla pero estaba atado.
- Pero… ¿Qué queréis hacer? No puedo irme con vosotras a hacer nada aunque quisiera.
* Sólo será un momento. Iremos por aquí cerca y nos lo comerás a las dos. En veinte
minutos estaremos de vuelta. Otro día ya haremos más cositas.
Milo pensó seriamente en la proposición. Con todo lo que había luchado no quería que
todo se estropeara al final porque aquellas brujas se fueran de la lengua, y para que eso
no pasara el escorpión tenía que poner la suya a trabajar al servicio de aquellas viciosas.
- ¿Sabéis las veces que me he contenido de mataros durante estos últimos días? Pero
toda resistencia tiene un límite.
+ Nos arriesgaremos.
Ellas se reían, con ganas, de la perturbación de Milo.
Alguien abrazó a Shina, desde atrás, por los hombros. Era Shaka.
^ Vamos, chicas, dejad en paz a Milo. ¿No os da pena? Le va a dar un infarto.
El caballero deslizó su mano hasta ponerla sobre el sexo de Shina. Ésta se asustó y se
puso en tensión, no sabía que interpretar con aquel gesto. Cuando intentó escapar Shaka
le apretó con fuerza con sus dedos.
^ Tienes que tranquilizarte un poco.
Milo, viendo que cualquiera podía ver aquel indecente gesto del caballero, se pegó al
cuerpo de Shina, por delante, ocultándolo.
Shina, atrapada entre los dos, empezó a ponerse aún más nerviosa pero si se movía
Shaka le apretaba con los dedos más fuertemente.
- No hagas eso Shaka. ¿Qué va a pensar mi familia?
* Soltarla, soltarla.
Ahora era Marin la que se estaba poniendo nerviosa, el asunto tomaba mal cariz.
Shaka, retrocedió un paso, llevando consigo a su presa sujeta por la cintura. Se alejó de
allí con ella y con Marin siguiéndoles.
“¡Que vergüenza! Espero que no lo haya visto mucha gente. Shaka tiene unos prontos
muy raros. Con esas historias que cuenta de la verdadera moral y de salirse de los
convencionalismos, a veces hace unas amoralidades que da miedo.”
Shaka decía que hacia lo que consideraba adecuado para cada ocasión sin pensar en lo
que pudiera decir la gente al respecto y las cosas que él consideraba “adecuadas” en
algunas ocasiones resultaban un poco escandalosas.
Milo no tenía muy claro que había pretendido el caballero con eso pero las chicas se
habían quedado sorprendidas y asustadas y se habían dejado llevar por él a donde había
querido. Pero su cargo y su poder ejercían autoridad, ¿no habría conseguido lo mismo
simplemente con unas palabras?
“Bueno, es mejor no pensar mucho en lo que hace Shaka.”
+ Muy efectivo lo del bofetón, se han quedado todos tan alucinados que nadie ha dicho
nada más. Pero… ¿Por qué me le has dado tan fuerte? Me has hecho daño. Se me ha
quedado la cara calentita.
- No te le he pegado para escapar de la situación si no por tener una familia tan pesada y
entrometida… y por obligarme a estar haciendo el tonto vestido así.
+ ¿No lo dirás en serio?
Camus no dijo nada y se quitó la máscara para limpiarse el sudor. Por primera vez,
durante todo aquel día, Milo se compadeció de su amante. Esté había hecho todo esto
por él y le estaba costando mucho hacerle aquel favor, lo cual le daba más valor. Se
sacrificaba por su escorpión, aunque lo hiciera a regañadientes.
+ Bueno, está bien, volveremos sólo un ratito más a la fiesta, me iré despidiendo de
todos y nos vamos a casa. Ya es tarde, creo que nos dejarán escaparnos. ¿Podrás
aguantar media hora más?
- Media hora son treinta minutos, ¿eh Milo? ¡Que conozco muy bien que significa para
ti un ratito más!
+ Sí, viciosete, + sonrió el escorpión + media hora de tu reloj.
- No me llames…
Pero Milo le tapó la boca con un beso.
Aioria trataba de levantar al “cura” del suelo. Éste tenía el pelo enredado y lleno de
trocitos de hierbas secas, parecía un duende. Se soltaba una y otra vez de las manos de
su hermano retorciendo los brazos.
- Pero si estoy bien. Déjame que me levantó yo solo.
Consiguió levantarse pero solo para caer de nuevo en un par de segundos, tratando de
arrastrar a su hermano en la caída pero éste le esquivó con facilidad.
Aioria lo intentó de nuevo, agarrándole de improviso de la ropa y tirando con fuerza le
consiguió poner en pie, pero Aioros, con ganas de jugar aún, saltó sobre él, rodeándole
con las piernas, y echándose mucho hacía atrás consiguió que cayeran los dos.
- Ay, que daño. – Aioros había caído de espaldas y atrapaba a su hermano con las
piernas, encima. Éste ya trataba de liberarse.
+ Si yo soy el pequeño, ¿no tendrías que cuidarme tú a mí? Al menos colabora. Vaya,
parece que esto va a durar para largo. + Miró hacia la fiesta. + No te muevas de aquí,
voy a buscar ayuda.
Cuando se había alejado unos cuantos metros giró la cabeza para ver al arquero
gateando por el suelo en dirección contraría.
+ ¡Pero ¿donde vas?!!!
Camus había hecho ponerse el vestido a Milo y éste cantaba algo mientras bailaba
haciendo el tonto. Acuario reía sin parar, echado desnudo sobre la cama.
El caballero de Acuario se enfadaba con facilidad, era un gruñón de mucho cuidado,
pero tan pronto como se enfadaba se le pasaba el enfado y ahora parecía haber olvidado
todas las promesas que se hizo así mismo a lo largo de todo el día, promesas de futuras
venganzas para consolarse por la vergonzosa situación que estaba viviendo.
- Tú también eres toda una mujerona. Tendría que verte tu madre vestido así.
Milo, tomando carrerilla desde donde estaba, saltó sobre su amante, dejándole entre sus
piernas. Se soltó el fajín y trató de bajarse la cremallera.
- No, no. No te quites el vestido.
Camus metió las manos bajo la falda buscando la ropa interior femenina que el perverso
Shaka le había hecho ponerse a él. Clavó sus dedos hasta que consiguió romperla.
- Si no fuera porque me haces reír… - Dijo recordando de nuevo lo mal que lo había
pasado las últimas horas.
Milo se frotaba contra él, excitándole, le miraba sonriente y lascivo. No le había dejado
ducharse cuando llegaron y Camus no se había acordado de que tenía la cara
maquillada. Aunque la pintura de los ojos se había corrido un poco y la de los labios ya
había desaparecido, seguía estando muy guapo así.
Se desplazó por la piel de su amado, brillante por el sudor ya que tampoco le había
dejado que bajara la temperatura de su cuerpo para no sudar. Camus, siempre solía
ceder a las peticiones de Milo, sólo tenía que insistir el tiempo suficiente, más o menos,
dependiendo de la petición en cuestión.
El caballero de acuario sujetó al escorpión por la cintura y le echó sobre la cama.
Empezó a pelearse con la falda y todas las enaguas almidonadas que ésta llevaba
debajo.
- Siempre quise meterme entre las piernas de una novia.
Y buceo, de cabeza, entre ese mar de ropas, tapándose la mitad superior del cuerpo con
ellas. Milo sonreía.
+ Eso… lo haces tan bien.
El caballero de cáncer volvía solo hacia su templo. Al pasar por la casa de Aries, vio la
puerta a las habitaciones de Mü entreabierta. ¿Sería una invitación del tibetano? Entró,
esperando encontrar allí alguna razón para prolongar más la noche. Quizás se habían
reunido varios caballeros allí, o quizás… Mü esperaba a alguien, quizás a cualquiera…
Sobre la cama una persona estaba echada bocabajo pero no era el caballero de la casa,
por el pelo parecía Saga. Éste dijo, sin girarse a mirarle:
- ¿Mü, eres tú?
+ Mü no vendrá, se fue detrás de Shaka.
Estaba desnudo y apenas tapado con la sábana, dejando brazos y piernas y parte de la
espalda al descubierto, el pelo, apartado hacia un lado, se extendía sobre la almohada. El
caballero mostraba un cuerpo precioso y adoptaba una bonita pose, probablemente
esperando que Mü le descubriera así y eso despertara su deseo. Pero fue Alex quien le
descubrió y al verle le deseó.
Por la voz había descubierto que era Kannon, el segundo caballero de la casa de
géminis. Se alegró de que así fuera, Kannon era mucho más fácil que su hermano.
Milo estaba sentado sobre Camus, dejándole entre sus piernas, moviéndose. Apoyado
sobre sus rodillas y sus manos sobre los hombros del caballero de Acuario, inclinado
sobre él. Éste colaba las manos bajo el vestido, ahora desabrochado, para acariciarle y
apretar el pecho, recorrer con el pulgar sus pezones con movimientos circulares e
insistentes, sujetar su cintura, aferrar sus caderas, marcarle una velocidad.
Milo se liberó un poco más del vestido, desnudando su torso. Camus pasó las manos por
su espalda, acariciándola, presionando para acercarse aún más a aquel escorpión,
abrazándole y echándosele encima, haciendo que los dos pechos se juntaran, se
mezclara el sudor.
Ahora se movía más rápido y superficial y Camus se dejó llevar, cerrando los ojos y
entreabriendo la boca, respirando más fuerte. Milo había sacado su uña escarlata y le
acarició con suavidad el cuello produciéndole un corte poco profundo pero que sangraba
suficiente como para que un reguero resbalara hasta empezar a manchar el pelo. El
escorpión apretó su boca allí y empezó a lamer la sangre y a succionar. Puso sus ojos en
blanco al dejarse llevar por aquella extraña pasión vampírica. Algún juego perverso de
su mente le hacía caer casi en éxtasis con aquel acto, como si la sangre fuera ambrosía.
Su movimiento se hizo más lento hasta que paró. Camus abrió sus ojos para darse
cuenta de lo que pasaba. Empezó a tirar del vestido, quitándoselo. Milo despertó un
poco de su hechizo pero aún parecía como adormilado.
- Ah, Kamil.
Acuario giró, dejando a su amante echado sobre la espalda y se alejó de él, buscando
por el suelo el largo y trasparente velo. Le soltó de la tiara, le extendió sobre Milo y se
dedicó a besarle y acariciarle a través de él, a ceñirle contra su cuerpo o a resbalarle
sobre él. El escorpión le aprisionó, enlazándole con las piernas.
+ ¿Empezamos de nuevo?
- Las veces que sean, perverso escorpión.
Podía haber vuelto el juego contra él. ¿Y si hubiera dicho que sí y se hubiera unido a
aquella extraña orgía?
Entonces se hubiera muerto de celos y Shaka… ¿Quién sabe? Quizás no sentía celos.
Pero… sí, podría habérselo vuelto contra él. Shina y Marin habrían acabado dedicando
sus caricias una a otra y él se hubiera dedicado a Shaka, poco a poco, sin que lo notara
acercarse, le habría enredado con sus roces hasta que estuviera tan enmarañado en ellos
que no pudiera ya escapar.
Pero el caballero de virgo le había hecho daño intencionadamente. Realmente no
deseaba aquellos juegos sólo deseaba que no se acercara, librarse de él, y sabía que si le
hería se alejaría, se escondería para lamerse solo las heridas.
Aquella mirada… resultó tan cruel… y causo el efecto que aquel maligno ser quería.
¿Era eso lógico: Que la búsqueda de la suprema sabiduría y compasión le exigieran esas
actuaciones tan impías?
¿Y que haría ahora? Eso mismo que quería su anhelado amante cruel, le obedecería: Se
retiraría a esconderse y lamerse solo las heridas con las que él le había obsequiado.
Milo se nuevo se movía encima, pero ahora daba la espalda a Camus. Tenía el velo
enlazado en torno a su cuello y él otro sujetaba los extremos con las manos. Su cabeza
echada hacia atrás.
- Tira. – Pidió Milo
+ No.
- Apreta hasta el principio de la asfixia.
+ No, escorpión perverso.
Pero Camus obedeció y Milo se fue dejando caer hacía atrás hasta estar echado sobre su
amante, con la espalda muy arqueada.
Acuario ayudó en el movimiento, doblando las rodillas para apoyarse mejor y moverse
son más facilidad dentro de él.
- Apreta más fuerte.
+ No.
Pero apretó un poco más fuerte.
+ Te tiene que doler. Dime que pare.
No decía nada y Camus, perturbado por el juego, soltó el velo y sujetándole la cara con
una mano le hizo girarla para poder besarle.
- No hay nada… mejor que… tus besos. – Le confesó Milo entre ellos.
Muy excitado por el beso, deslizo la mano hasta su sexo sin casi ser consciente de ello.
Una vez allí empezó a acariciarse sin demasiada dedicación, distraído.
Al poco de salir Mü del merendero, cuando notó que se había alejado ya bastante, Shaka
había dejado de acariciar a Marin.
- ¿Por qué has hecho eso a Mü? – Insistió Shina.
+ Me voy.
- No, ahora tendrás que acabar lo que has empezado.
Shina cerró la puerta con la llave y se la metió en el escote.
+ ¿Crees que tengo algún reparo en meter la mano ahí? Además, no me hace falta llave
para salir de aquí.
Marin volvió a tratar de acariciar al caballero pero éste sujeto sus manos. Se levantó
quitándosela de encima.
+ No digas que te entristeces por Mü, tú estabas dispuesta a entrar en el juego.
- No tiene nada que ver. Mü no se siente herido por lo que yo haga si no por lo que
haces tú.
* Tiene razón Shina* Intervino Marin.* Eres un cabrón.
Se abrazó a su cintura, desde la espalda.
* Pero siempre me has parecido un cabrón muy atractivo y hoy… hoy te sales por todos
los sitios.
Lo había intentado con Aioria, con Afrodita, con Misty y ahora, cuando ya parecía todo
perdido, con Kannon pero todos le habían dado calabazas. Realmente, no es que
pareciera todo perdido sino que esa noche estaba todo perdido.
Lo mejor que podía hacer era irse a descansar y olvidar aquel asunto. Aunque le tocaba
dormir sólo realmente la noche no había estado tan mal, se lo había pasado bastante bien
la mayor parte del tiempo.
El caballero de cáncer entró en su oscuro templo pensando que era lo que hacia que
tuviera tan poco éxito con los hombres. Hasta Mü, que se alejaba de todos sus aspirantes
a amantes, siempre tenía a alguien detrás, arrastrándose tras él de una forma vergonzosa.
“Quizás debería tomar el ejemplo del caballero de Aries y extender por ahí una especie
de leyenda “urbana” sobre mis habilidades en el sexo. Porque eso del anillo seguro que
es una mentira que se había inventado él para hacerse desear. ¿Dónde se ha oído algo
así? Tiene que ser un farol.”
Buscó algo para comer.
“Ahora tiene a Kannon en su templo esperándole, dispuesto a hacer cualquier cosa para
conseguir que Mü ceda a sus deseos. ¡Que suerte tiene ese tipo!”
Aioria continuaba luchando con su hermano, tratando de llevarle a su casa para meterle
en la cama. Ninguno de sus compañeros había querido ayudarle, se habían burlado
diciendo que esa misión la podía llevar a cabo un solo dorado, no hacían falta más
caballeros.
- Yo tenía un plan B si me fallaba lo de Electra. Aldebarán está con tres primas. No va a
poder con las tres. Tengo que ir a ayudarle.
+ Tranquilo, + Aioros empezó a reírse como loco + es un toro, puede con todo lo que le
echen.
- ¿Serás bobo? Al final te dejo aquí tirado y me voy.
Kannon estaba dormido en su cama. Desnudo y sólo escasamente tapado con la sábana,
exhibía su perfecto cuerpo. Mü tiene que reconocer el gran atractivo que tiene, ese
cuerpo… Sabía que podía tener todo lo que quisiera de él… ahora…, despertarle y
conseguir todo, hasta su alma. Pero sus ojos se nublaban por las lágrimas y sus manos le
temblaban. Lloraba en silencio, triste por la crueldad de Shaka.
Se sentó en un rincón, en el suelo, no quería despertar a Kannon pero tampoco tenía
fuerzas para ir a buscar otro sitio donde dormir, ni siquiera para salir al salón y hacerlo
sobre la alfombra.
Kannon realmente estaba despierto ya, la presencia del caballero lo había hecho.
Callaba intentando escuchar algún sonido, había creído oírle sollozar un momento pero
ahora no se oía nada. Después de un rato así decidió acercarse a él y descubrir que
estaba pasando.
Mü le miraba, se había secado las lágrimas, en algún momento había notado que
Kannon en realidad no dormía. Éste se arrodilló a su lado, había tapado su desnudez con
la sábana por si al caballero le molestaba que se acercara así.
- No, bichito de los puntitos, no estés triste.
+ Estoy bien, sólo quiero dormir un poco.
Kannon le abrazó contra el pecho.
+ ¿Por qué me hace esto?
- Ya sabes como es. Se podía esperar algo así de él.
+ No es tan cruel con nadie como conmigo.
- Eso no es verdad, Mü.
El tibetano de deshogaba contándole sobre su tristeza y Kannon trataba de consolarle.
En algún momento ya no había más que decir realmente y entonces Kannon había
empezado a desnudar a Mü con delicadeza y éste se había dejado. Mientras lo hacía
decidió que lo mejor era hacerle reír para hacer desaparecer por fin esa tristeza.
Kannon le llevó a la cama y él se dejaba llevar, estaba muy pasivo. Sonreía sin dejar de
mirarle a los ojos y se dejaba acariciar por el caballero.
En esta ocasión el caballero de Aries no actuó como solía ser habitual en él: observar en
un principio a su amante para, en algún momento concreto, quitarle todo el control,
primero sobre sus actos y su cuerpo y después sobre su mente y sus pensamientos. En su
lugar, en esta ocasión, permaneció todo el tiempo pasivo; hoy no le daría todo de él, no
estaba dispuesto a conseguir ni a dar una total entrega.
Kannon se conformaba con eso, ya que Mü, incluso sin usar sus habilidades, no tenía
desperdicio.
Siempre le había ayudado a relajarse el sonido de aquel salto de agua, pero hoy parecía
no funcionar.
Había decidido que lo mejor era meditar sobre la vacuidad y hacer que las cosas se
pusieran en su justo lugar, pero no conseguía nada. Realmente aquello podía convertirse
en algo muy difícil así que eligió otros ejercicios. Todo…, todo parecía imposible de
lograr ese día.
Mü le había sometido a una prueba, para hacerle comprobar con tristeza lo superficial
que era el control que tenía realmente sobre sus sentimientos. Parecían controlados,
parecía que él podía vivir en un estado de ecuanimidad, hasta que la vida le mostraba lo
lejos que estaba verdaderamente de conseguir sus metas.
Él, el hechicero. Sólo él ahora. Sólo él en un universo tan inmenso, haciendo a todo lo
demás desaparecer.
Su mente le guardaba también otras imágenes menos dulces. Cuando Saga arrastró a
Mü bajo la mesa, ver aquello le desazonó de tal forma que hasta respondió con
brusquedad cuando Shion le preguntó que era lo que le pasaba. ¡Al mismo Shion le
había respondido con una falta de respeto por el tono de su voz! Pero éste sabía lo que
provocaba y únicamente le sonrió alejándose y dejándole solo con su perturbación. Él
estaba en el secreto de lo que pasaba.
Y aquel beso, que consiguió que la pasión le golpeara de una forma como nunca antes
lo había hecho, alejándole de la percepción de todo lo demás. Sólo sentirle a él, cada
roce al apretarse contra su cuerpo, su calor, la escasa humedad del sudor de su cara, la
presión de sus dedos en la espalda, el olor de su exótico perfume, el aceite perfumado en
su cabello recogido, el sutil aroma de su piel, la más que insinuante excitación
apretándose contra la suya, los labios, su movimiento, su lengua impúdica que con tal
suavidad lo era que habría podido perder al más virtuoso de los santos, sin que éste
hubiera descubierto en ningún momento que aquello era un pecado.
Evocar la imagen de Mü una y otra vez, su mente se la mostraba con incansable
insistencia y él la visualizaba de una forma perfecta, apreciando hasta el más mínimo
detalle. Y aquella imagen era lo más hermoso que podía recordar que en el mundo
existiera.
- ¡Basta ya! ¡Basta!!!
Pero ¿a quien se lo gritaba?
Estaban echados desnudos, sin taparse con la sábana que había caído al suelo, con la
cabeza en los pies de la cama. Mü quiso hacerse una promesa en voz alta:
+ No volveré a hacer una tontería así y menos a lamentarme por mi fracaso. Shaka me
rechazó, está bien entonces yo dejaré de intentarlo. Lo olvidaré, me conformaré con la
relación de amistad que me ofrece.
- Entonces ¿por fin estás libre?
+ ¿Libre? Sí, lo estoy.
- Y ¿saldrás conmigo? Salir en serio, no lo que hemos hecho hasta ahora.
+ Pero era muy divertido. + Mü empezó a reírse.
- Lo sería para ti porque para mí era desesperante: conquistarte mil veces.
+ Así has practicado la conquista.
- Después de las primeras ya no sabía que inventar para ser original. Si fueran para
distintas personas me repetiría pero siendo sólo para ti tenía que idear siempre algo
nuevo. Y además, pensar que ya deberías estar conquistado y que tú estabas jugando
conmigo… me ponía un poco… furioso.
+ Nunca he notado que estuvieras furioso… seductor.
- ¿Saldrás conmigo?
+ Ah, no quiero salir con nadie. Lo prefiero como hasta ahora.
- Para ti esto es muy gracioso, seguro que en la intimidad te estás riendo de todos, sobre
todo de mí. Mü, ¿no crees que me lo he ganado ya?
+ Nadie dijo que hubiera premio que ganar.
- Ay, Mü. – Suspiró resignado.
+ Bueno, ya veremos. De momento no digas nada a nadie.
Kannon sonrió y trató de besarle.
+ Y a tu hermano tampoco.
- ¿A él tampoco?
+ A él menos que a cualquiera.
“No me fío nada de este tío malo. Tendré que esperar a ver que actitud tiene mañana, es
capaz de hacer como que esta conversación no ha tenido lugar.”
+ ¿Tío malo?
- Pero estoy contento, Mü. Ojalá no cambies de opinión.
“No sé si ha dado cuenta de que no le he llegado a prometer nada.” Pensó Mü. “Pero
quizás ya es la hora de cambiar de actitud.”
El caballero de virgo les veía, veía como Kannon besaba el cuello de Mü y abrazándole,
resbalaba las manos sobre su cuerpo tapado por aquella fina sábana traslucida. Mü no se
movía e incluso, en un momento, pareció que quería detener las manos de su amante,
pero finalmente echó su cabeza hacia atrás para dejarse besar en la boca.
No estaba bien tener aquel sentimiento que la escena le provocaba, aquel sentimiento
era un pecado, sentía celos lo cual era peor aún que estar enamorado porque implicaba
ese mismo veneno mental y también el de la envidia.
Mü le veía allí, quería imaginar que estaba arrepentido y venía a pedirle perdón, pero no
podía saber si era así, él no quería confiarle sus sentimientos y pensamientos. Quería
correr hacia él, golpearle, obligarle a hablar, obligarle a confesar que le amaba y a
reconocer que no tenía otro remedio que entregarse a ese sentimiento.
Kannon le había abrazado, tratando de mantenerse tranquilo pero sintiéndose triste al
ver a su eterno rival por el amor de Mü, aquel que, sin hacer nada por merecer al
caballero e hiriéndole una y otra vez con su actitud egoísta, le había robado el corazón.
Sólo le había susurrado: “Recuerda tus propias palabras de hace un rato.” Y tenía razón,
si Shaka no venía a él no debía volver a intentarlo. Todo estaba hablado entre ellos, Mü
no podía hacer más, el próximo paso lo debía dar él y… no lo haría. Entonces entregó
sus labios a aquel que sí que le correspondía.
Si no les miraba quizás los celos desaparecerían pero sus ojos estaban cerrados y era
peor. Notaba como sus energías se enlazaban, como Kannon estaba totalmente poseído
por su deseo hacia Mü, como Mü se deleitaba en ello y retiraba parte de la energía que
acariciaba al caballero de virgo para dirigirla hacia aquel que le abrazaba. Entonces
Kannon le había tomado en brazos y Mü le había echado una última mirada a él para
apoyar la cabeza contra su amante y disfrutar con aquel calor, sintiéndole con los ojos
cerrados.
Si se alejaba de allí quizás aquel veneno desaparecería de su mente. Justificaba de mil
maneras que aquella era la decisión correcta, era lógico, era real… pero el sentimiento
no entiende de razones o de lógicas.
Llamaban en la puerta del templo de acuario muy de mañana y su guardián se puso unos
pantalones y salió, con pereza, a ver quien era. Cuando abrió, medio adormilado aún,
descubrió a la prima Electra mirándole con sus enormes ojos oscuros. Camus le cerró la
puerta bruscamente y tranquilamente volvió hacia la cama. Se desvistió y se metió de
nuevo en ella.
- Milo, ¡Milo despierta!
+ ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Quién llamaba?
Milo no quería abrir los ojos y se había vuelto a dormir en lo que su amante había ido y
vuelto a la puerta.
- La prima Electra está ahí fuera. Me ha visto, se te estropeó tu mentira.
Milo pegó un salto y se puso de rodillas sobre la cama.
+ ¿Será una broma?
- No, está ahí. No sé que hará en el santuario, como la pillen…
+ ¡Y tú tan tranquilo!
El escorpión se vistió rápidamente.
+ No tiene porque haberse estropeado nada. Ella no habrá pensado que tú eres Camila.
- Por algo habrá venido a este templo en vez de al de escorpión…
Milo no escuchó más y salió a abrirla. Ella entró en el salón.
+ Que nadie te vea, rápido. ¿Qué haces aquí? Sabes que no puedes entrar en el
santuario.
- ¿Me sacas fuera? – Le pidió.
+ Claro pero como se entere Shion…
- Shion ha sido el que me ha traído.
+ ¡Electra!
- Me ha dicho que te buscara aquí para que me saques con discreción del santuario.
¿Dirás a mi madre que he estado contigo?
+ ¡No! Entonces sí que me matan.
- ¡Pero Milo!, quiero decir que estuvimos continuando la fiesta con tus amigos, no eso.
+ Ah claro, entonces sí. Espera, voy a ponerme unos zapatos.
- Vale, saluda a tu novio de mi parte. Es un mal educado.
Milo entró en la habitación sin mirarla.
+ Lo sabe. Sal a saludarla.
- Que entre ella.
+ Tiene razón mi prima: eres un mal educado.
- Lárgate ya.
El escorpión volvió con Electra y la trajo una capa con capucha para que se la pusiera.
+ No dirás nada ¿verdad?
- Tranquilo. Oye, está buenísimo.
Milo sonrió.
+ No hace falta que me lo jures, buenisisísimo.
Milo volvía al templo de acuario a dormir un ratito más y a tratar de convencer a Camus
para que se pusiera un vestido y le acompañara a despedir a su familia.
“Ah, es imposible, porque me voy a molestar en tratar de convencerle. Inventaré una
excusa… que tiene una resaca tan grande que se marea y no ha podido bajar.”
Resuelto ese asunto empezó a pensar en otro que ahora llenaba su mente: Una nueva
esperanza de conseguir un antiguo deseo al que había tenido que renunciar
anteriormente.
Electra estaba muy emocionada de su noche con Shion. Aseguraba que nunca había
sentido algo así, que él era el mejor amante que había tenido. Le había contado a Milo,
ciertos detalles que le habían abierto los ojos: Como Shion podía tocarla sin ni siquiera
acercarse a ella. Con su telequinesis la acariciaba con una presión justa, ni muy fuerte ni
muy flojo, como si utilizara la lubricación de ella, en movimientos circulares sobre
aquel punto, y la hacia llegar una y otra vez al éxtasis. Y Shion llegaba con ella, o solo,
pero podía continuar y no llegaba a eyacular.
Electra se asombraba de lo generoso que él había sido, preocupándose tanto de su
placer, pero Milo sabía bien que no era exactamente generosidad desinteresada ya que
Shion haría como Mü: se uniría a la mente de su amante para sentir lo que él otro sentía
y también sus orgasmos.
“Claro, ¿cómo no lo había pensado antes?: Shion también conoce la técnica del anillo
de Mü, por algo es su maestro, seguro que fue quien se la enseñó. ¿Será más fácil
convencerle a él que a Mü? Supongo que sí porque a Mü no hay ninguna manera de
convencerle.”
Pero, aunque Milo veía ahí una esperanza para conseguir su capricho, le daba corte
tratar de seducir a Shion, él era el jefe y su autoridad le inhibía. Además, ¿Qué pensaría
Camus de aquello? Siempre le perdonaba sus deslices con Afrodita pero no estaba
seguro que le perdonara otros deslices con otros caballeros.