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Novia A La Fuerza

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Novia a la fuerza

- ¿Qué mi madre esta aquí? Pero que demonios…


+ Quería pasar pero está prohibido.
- Si claro. Ya voy yo a ver que pasa.
Milo no podía imaginarse que razón podría haber traído a su madre a buscarle al
santuario. Sólo podía imaginar que fueran malas noticias.
Antes de llegar ya empezó a oírles, como siempre haciendo demasiado ruido. No estaba
sólo su madre, también dos tías suyas y varios de sus primos.
- ¿Qué pasa aquí, mama?
+ Ay mi Milosín, que guapo es él y que apuesto y simpaticón que es mi niño.
Su madre le hizo un gesto, que pretendía ser cariñoso, y le tiró de la nariz demasiado
fuerte.
- Que burra. Sabes que no me gusta nada que hagas eso, me vas a estirar la nariz.
+ Hola primo. + Un niño saltaba y revoloteaba alrededor.
- Explícame que estáis haciendo aquí. Sabes que no podéis venir al santuario de visita.
+ Pues que vamos a hacer. Hemos venido ya casi todos. Están en el pueblo y los que
quedan vendrán en estos días. Están todos muy contentos e ilusionados por ti. No te
preocupes que ya lo tenemos casi todo preparado pero quedan tres días y todavía hay
tiempo. Mañana llega el tío Vania desde Rusia.
Aunque en realidad era el primo de su padre todos le llamaban tío Vania.
* Déjame hablar un poco, hermana. * Era su tía Sabina * Ya sabía yo que mi sobrinito
nos daría una alegría algún día. Con lo simpático y lo conquistador que es… y tan
guapo… si no fuera tu tía…
La tía Sabina le cogió de la cara y le dio un par de sonoros besos.
- Pero ¿Cómo que estáis todos aquí? ¿Quiénes estáis?
* Ya te veo venir. En realidad eres un timidín para estas cosas pero no te preocupes,
sólo hemos venido los familiares más cercanos. Los tíos, tus primos, bueno también
nuestros primos y… algunos amigos del pueblo y los vecinos de tu madre… pero esos
son amigos y…
- Para, ya me imagino quienes son los íntimos. Parece que estáis diciendo que vais de
boda o de bautizo…
Milo empezó a reírse. Seguro que querían armar una fiesta y habían buscado cualquier
motivo para hacerla. También querían acercarse al santuario y ver como era aquello,
siempre habían tenido curiosidad, y más aún cuando Milo les recordaba que no podían
entrar allí.
La tía Sabina puso gesto serio y amenazó:
- Más te vale que esta no sea una broma de las tuyas porque han venido todos y también
el tío Vania y ya sabes como se las gasta ese…
+ ¿Una broma mía? Será vuestra.
- Tranquila Sabina, no seas desconfiada. Mi hijo no nos gastaría una broma tan pesada,
la broma te la está gastando ahora.
Y la madre de Milo se rió y enseguida sus tías la acompañaron.
* Que susto. Y tu novia ¿está trabajando?
+ Sí, está trabajando. + “Espero que no me pidan que se la presente”
- Hemos pensado que se ponga el velo de mi madre, con el que yo también me casé, por
seguir la tradición. Os dará suerte porque…
Bla, bla, bla. Milo no pudo concentrarse en el resto de palabras, se sentía confundido.
¿Qué decían, que se tenía que casar? Ni hablar.
Para colmo, el primito no hacía más que saltar alrededor pidiéndole que le diera una
vuelta en el aire.
- … la boda será perfecta. Hemos traído al cura del pueblo para que te case. Él es como
de la familia y es el más indicado para casaros. Fue quien te bautizo y…
Bla, bla, bla. ¿Cómo podía haber pasado algo así? ¿De donde habían sacado que se
casaba? Tenía que reconocer que había escrito cartas a su familia y, ante la insistencia
de las preguntas, había confesado que tenía pareja, un compañero del santuario. Pero no
había especificado su sexo. Las había escrito con mucho cuidado para que por ninguna
palabra se pudiera saber si era chico o chica, así no les mentía ni les decía que era un
chico, por si les molestaba.
Y su familia era muy amante de las bodas, Milo pensaba que más de la fiesta que de la
boda en sí, y le insistían sobre cuando se casaría, pero les había dado siempre largas,
diciéndoles que, por cuestiones del trabajo, no podía preocuparse de esas cosas.
Seguro que la tía Sabina los había liado a todos para organizar la boda, viendo, en quien
sabe que frase, que Milo lo estaba pidiendo. Querría ayudarle ya que él no tenía tiempo
para organizar una cosa así. Ella habría elegido esa fecha, poniéndose de acuerdo con
los demás. Una frase muy habitual de su tía era “Cuanto antes mejor, no sea que me
arrepienta.” Seguro que lo había querido organizar antes de que Milo se arrepintiera o se
quedara sin “novia”. Pero ¡organizar esto sin consultarle a él!
- ¿Y cuando conoceremos a mi futura nuera?
+ ¿A mi novia? Pues…
Les presentaría a alguna de las chicas del santuario. Esta tarde se la llevaría al pueblo y
les explicaría que todo era un error. Tenía que pensar bien como se lo iba a decir porque
se iba a armar gorda. Había que tratar de minimizar los daños.
- Estoy deseando conocerla, es tan alta y tan fuerte… una mujerona de verdad y no esas
niñas de ahora que son todo huesos.
* Tiene un pelo precioso. Pero cariño, nos tenías que haber enviado una foto mejor.
¡Mira que enviar una en la que está de espaldas! Muy típico de ti hacer estas tonterías.
“¿Les he enviado una foto? Pero si… a ver si ese día que Camus me emborracho y tenía
que ir a echar una carta me dio la tontada de meter una foto.”
- Primo, primo, dame la vuelta, por fa.
Milo le ignoró, no tenía ganas de juegos en ese momento.
+ A ver tía. Enséñame la foto.
No sabía que foto les había enviado, no sabía con quien estaría en ella.
- La tengo yo.
La miró. Inconfundiblemente era Camus pero ¿Cómo podían haber imaginado que esas
espaldas eran las de una mujer? El pelo quizás les despistó.
- Pues mira. Preferíamos la ceremonia en una iglesia pero estos jóvenes… Lo vamos a
montar al aire libre porque somos muchísimos…, - Al ver la cara de su hijo corrigió. -
… prácticamente sólo la familia pero ya sabes que somos muchos de familia. Hemos
traído todo lo necesario y ya hemos empezado. Allí está tu padre haciendo de maestro
de obras. Y…
Bla, bla, bla. Sí, sí, lo tenían todo ya planeado y medio hecho. ¿Cómo les iba a decir
ahora que no? No lo iban a entender. ¡Hasta venía el tío Vania desde Rusia! Y ese era
un tipo peligroso porque era muy amable y divertido pero cuando se enfadaba… y
seguro que con esto se enfadaba. Se rumoreaba que tenía tratos con mafias rusas. A
todos les caía muy bien pero también les acojonaba. También venían los primos turcos,
¡que también eran buenos…! ¡Demasiados delincuentes en la familia!
* Cariño, ¿estás bien? Te has puesto muy pálido.
- No sabes la ilusión que me hace esta boda porque con tus hermanos estábamos
tranquilos pero contigo…, no te veía mucho por la labor, la verdad.
* Ya te dije yo que cualquier día nos daría la alegría.
“Están tan ilusionados. ¿Cómo les voy a decir que no? Pero Camus me va a matar.”
No había otra solución: tenía que casarse. No podía desilusionar a su familia, ni cabrear
al tío Vania, ni a los turcos. Nunca había pensado en lo de casarse pero si era con
Camus no le importaba. ¡Que bonito!
Una sonrisilla se dibujo en sus labios. Su tía lo vio:
* ¡Así estás más guapo, sonriendo! Te habías quedado alelado.
+ Bueno, tengo que volver al santuario. Sabéis que no podéis entrar. Si hay algo urgente
me mandáis un mensaje, se lo entregáis a alguno de los guardias. Yo bajaré al pueblo
esta tarde a ver a todos.
- No se te olvide traer a Camila.
“¿Camila?, Camus me mata, seguro.”
Como Milo llamaba a Camus Kamil seguro que le habían añadido una a: Kamila.

- Así que creen que te casas y han venido.


Camus se reía con ganas pero Milo apenas sonreía, un poco forzado.
+ Mi familia… son muy pesados. Estaban todo el día con que si tenía novia ya y todo
eso. Y no les gustaban mis explicaciones de que el trabajo no me lo permite. Así que al
final les conté que salía con alguien del trabajo.
- ¿Les dijiste que salías con otro tío?
+ Bueno, no especifiqué tanto sobre con quien salía. Ellos han malinterpretado mis
cartas. Creen que me caso con una tal Camila, es decir tú.
- ¡¿Camila?! ¡¿Qué ridiculeces dices?!
No le gustó ese nuevo nombre y paró un momento de reírse para enseguida retomarlo al
rememorar la situación.
- ¿Y con quien te vas a casar? ¿Qué tal con Afrodita? Le ponemos unas coletas y estará
muy guapa.
+ Les envié una foto, una foto tuya.
- ¡Pero eres tonto! Bueno, pues se lo van a tomar muy mal cuando les digas que se
tienen que ir como han venido.
+ No puedo hacer eso. Tengo que casarme. A mis padres las daría algo si no.
- ¡Estás loco!, pero allá tú.
+ Entonces ¿sí que te casas conmigo?
Camus se atragantó con su propia saliva, por la impresión, y se puso a toser.
- Milo… estás como… una cabra.
Le explicó que tenía que ser él por lo de la foto y, sobre todo y más importante, porque
no quería casarse con otro que no fuera él. Y que Camus tenía que hacer el papel de
novia porque su familia creía que se casaba con una mujer. Camus pasaba de burlarse a
enfadarse mientras el escorpión trataba de explicar sus razones y convencerle.
- Pero ¿estás tonto? Yo no me visto de mujer.
+ Por favor. No puedo desilusionar a mi familia. Están todos aquí y hasta han traído al
cura.
- Pero ¿Cómo me voy a casar contigo? ¿Y los papeles, la fe de bautismo y lo que sea?
+ Todo eso estará en francés. El cura no sabe francés y creerá que eres una chica. Luego
lo explicamos todo al obispado, o a donde se tenga que hacer, y nos lo anulan
inmediatamente.
- Sí, te anulan de la iglesia católica… también te excomulgarán ¿No te importa? Creí
que tu familia era muy católica.
+ No tienen porque enterarse.
- Claro, y luego pasamos las vacaciones con tu familia en la playa y yo me pongo mi
bikini rosa…

Camus se había negado rotundamente a ponerse un vestido e ir a conocer a su “futura


familia” al pueblo así que Milo se fue solo. Les explicó que su novia tenía mucho
trabajo. No se preocupó mucho del detalle de que el caballero de acuario le había dicho
cien veces, y de diferentes formas, que ni borracho se casaba, y menos vestido de mujer.
Había saludado a todos y había ayudado en algunos detalles de los preparativos pero
enseguida volvió al santuario. Tenía otras cosas que solucionar allí: pedir permiso a
Shion para que dejara celebrar la boda tan cerca del santuario, conseguir un vestido de
novia para Camus y… tenía que convencer a la novia de que se casara con él. Y sólo le
quedaban tres días.
Antes de irse hizo una visita privada a uno de los invitados.

- Eres el más guapo y más fuerte y más elegante y más inteligente de todos los
caballeros del santuario.
+ Anda, no digas tontadas. ¿Te crees que así consigues algo?
- Vamos viciosete, cásate conmigo. Será divertido.
+ ¿Te parece mejor engañar a toda tu familia que desilusionarles?
- ¡Que pregunta! Claro que me parece mejor. Tú no te preocupes por nada que ya está
todo preparado. Yo te voy a buscar el vestido, ya estoy en trámites para conseguirle. Y
Shion ha dicho que nos deja hacer la boda.
+ Que no, que no, que no me caso.
- Te daré lo que quieras. Te daré esa cazadora de cuero que tanto te gusta.
+ Lo que hay que oír. Vete de aquí que me estoy empezando a poner muy nervioso y va
a empezar a hacer mucho frío, frío siberiano.
- Piénsalo, viciosete. Ahora tengo que bajar otra vez al pueblo.

Nada más llegar su padre dijo:


- Que raro: el cura ha tenido que irse de repente por unos asuntos. Nos había asegurado
que tenía estos días libres.
+ No me extraña que se vaya… quiero decir que tendrá cosas que hacer. No os
preocupéis, en el santuario tenemos un cura.
“Y si no lo hay me lo invento”
Milo lo había pensado un poco y se había dado cuenta de que no podía ser una boda
verdadera así que había hecho una visita al cura, cuando bajo al pueblo antes, y de
pronto este había recordado que tenía muchísimas cosas que hacer lejos del santuario.

La técnica de Milo para conseguir que Camus cediera era ir todo el día detrás pidiéndole
una y otra vez que se casara con él. Así, forzaría al caballero a decir que sí sólo por no
seguir oyéndole.
- Kamil, por favor, se mi mujer.
+ Tú andas mal de la cabeza. Te chutas con tu propio veneno ¿no? Seguro que te afecta
pero de otra forma diferente.
- Por favor, por favor, por favor….
+ ¡Cállate ya!
- Por favor, por favor…

- Viciosete, tienes que casarte conmigo. ¿No ves que a mí me hace mucha ilusión?
Hazlo por mí, por nuestro amor.
+ ¿Por qué te ha dado ahora por llamarme viciosete? Eres tú el vicioso y además estás
mal de la cabeza, lo que es mucho peor.
- Si te casas conmigo dejaré de llamarte viciosete.
+ Pero Milo, abre los ojos, yo no voy a pasar por una mujer ¿Quién se lo iba a creer?
- Entonces ¿es que sí que te casas?
+ Dame fuerzas, Atenea, diosa de la sabiduría.
Siguió insistiendo pero, en algún momento, Camus había empezado a hablar en francés
de una forma casi frenética.
“Es mejor dejarlo por un momento. Cuando Kamil se pone a hablar en francés a esas
velocidades es que se avecina una buena tormenta.”
Además tenía otro asuntillo que solucionar: no había cura.
Mientras volvía de regreso del pueblo Mü le había felicitado por la boda y también
Aldebarán. Al parecer todos los caballeros se habían enterado y se habían autoinvitado.
Porque ¿como no iban a ir a la boda de Milo y su novia…? Eran compañeros y también
amigos. Había tenido la intención de que no se enteraran pero alguien se había ido de la
lengua: alguno de los guardias que hablaron con su familia o Camus o el mismo Shion.
Ya que estaban enterados iría ahora mismo a resolver ese otro asuntillo que le quedaba.

- Tú tienes que ser el cura porque como eres medio monje ya tienes experiencia.
Shaka estaba con la boca abierta ante tal razonamiento.
+ Pero yo no soy católico.
- Eso es igual, no creo que sea algo tan diferente. Te aprendes lo que tienes que decir y
ya está. Mira, traigo un video de una boda que echaron por la tele. Te le aprendes y…
+ ¿Y mentir a toda esa gente? Eso es pecado. No lo hago.
Milo se fue murmurando entre dientes: “Eso es pecado, eso es pecado. ¡Ñoño, que eres
un ñoño!”
No contento con pensarlo le gritó desde la puerta del templo de virgo:
- ¡Ñoño!!!
Como respuesta recibió la total indiferencia del otro caballero.

- Vamos Saga, tú lo harás muy bien.


+ Búscate a otro. Yo no quiero.
- Pero te necesito a ti. Tú eres católico ortodoxo, te sonara como va esto.
+ Yo no soy eso. ¿Quién te lo ha dicho? Mis creencias son las de la mística esc…
- Bueno, bueno, es igual. Mira, aquí tengo un video donde…
+ ¡Que te digo que no! Vete ya.
“Te crees que te voy a casar con mi querido Camus. ¡Sólo me faltaría eso! Bastante que
me contengo de partirte la cara cuando te veo sobándole.”

- Mü, Tú tienes aspecto de cura. Eres perfecto.


+ Vaya, que piropo más bonito + Respondió con ironía. + ¿Y en que me parezco a un
cura? ¿En los puntos de la frente? ¿No les va a parecer raro a tu familia que alguien con
este peculiar “aspecto de cura” sea cura?
- Con un poco de maquillaje no se notará.
+ Eso no. De ninguna manera. Mis puntos no se pueden tapar, no te lo permito.
- Da lo mismo. Tengo aquí…
+ Además yo no soy católico.
- Otro igual que Shaka… Eso no tiene ninguna importancia, te aprendes la ceremonia.
Tengo aquí un video de una boda…
+ Va contra mis principios, no puedo.
- Mü, no seas así.
“Pues sí que es así. Casi me da con la puerta en las narices con su prisa de que me
fuera.”

- Afrodita, tú lo harás muy bien. Siempre he pensado que serías un buen actor. Esto es
como una actuación.
+ Oh, ¡Cállate Milo! + Afrodita se puso a llorar. + ¿Por qué te casas con él? Sabes que
yo te quiero mucho más que Camus. ¿Por qué no me has elegido a mí? Cásate conmigo.
Milo salió corriendo de allí.
“Tauro es un cacho pan. Él lo hará.”

+ Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. Yo cura, Ja, ja, ja, ja, ja, ja. Me
imagino allí… Y con el ropaje de los curas… No creo que haya de mi talla. Ja, ja, ja, ja,
ja, ja. Si es por ayudaros… pero tengo unas ideillas. Me gustaría que cantara un coro
gospel. Sería muy bonito. No os preocupéis que yo os lo busco. Y tendré un par de
monaguillos y un órgano para el himno nupcial, electrónico aunque sea…, y…
- Uy, me he dado cuenta de que Aioros me había pedido hacer de cura y si no le dejo se
enfadará. No te importa ¿verdad Aldebarán?
+ ¡Que pena! Pero si él te lo pidió primero…
“Sólo me faltaría organizar la boda del siglo… Y ponemos unas bailarinas exóticas
también…”

- Aioros, ten mucho cuidado con lo que respondes por que podrías morir si te equivocas.
Estoy muy susceptible.

Por fin llegó la hora de descansar. Milo estaba agotado de tanta actividad pero no podía
dormir por la emoción y porque le faltaba un asunto que resolver:
- Kamil, ¿estás dormido?
+ Ay, ya no.
- ¿Te casaras conmigo?
Camus empezó a respirar fuerte y alto, como una locomotora arrancando. Milo se
acurrucó a un lado y decidió dejar el tema por hoy.

- ¿Qué pasa Milo? ¿Es que no vamos a conocer a tu novia hasta el día de la boda?
+ Lo siento tía pero es que tiene mucho trabajo. No tiene tiempo de venir.

- No Camus, no tengo ninguna misión para ti fuera del santuario.


+ Lo que sea, aunque no lo creas apropiado para mí. Me dedicaré a fondo y lo
haré perfecto.
- Entiéndelo, no hay nada para estos días.
+ Aunque sea algo para un guardia del santuario… lo haré yo.
- No insistas. Tendrás que enfrentarte a Milo o ceder. No puedes evadirte.
+ Pero es que Milo es un cabezón, no atiende a razones. Se le ha puesto esa idea
fija en la cabeza y no oye nada de lo que le digo.
- Lo siento caballero. Ese es un problema privado vuestro y tenéis que resolverlo
entre vosotros.

- Yo me caso contigo. Si para ti es tan importante hacer una ceremonia estoy


dispuesto a hacerlo, pero no estoy dispuesto a hacer el ridículo. Si uno tiene que
vestirse de novia te vistes tú, yo seré el novio.
+ ¡Pero eso no puede ser! ¡Mis padres creen que eres una mujer!
- Diles que soy una mujer pero que soy quien lleva los pantalones. Cuando me
vean que juzguen por si mismos sobre lo que soy.
+ No te burles. Di que no quieres.
- Pero si me da igual casarme si es de mentira. Si te hace ilusión lo hacemos
pero no me voy a poner un vestido.
+ Es un vestido precioso. Tiene pedrería, aunque sea falsa, y tul y unas
florecillas bordadas, y… bueno…, tiene de todo, y una tiara de brillantes, o de
cristales pero es muy bonita.
- Veo que te gusta mucho así que no te voy a quitar el placer de que seas tú
quien le lleve.
+ Si quieres me le pongo en la intimidad. Ya sé que te gustará, viciosete.
- ¿En la intimidad? No, eso no tiene gracia, póntelo delante de quinientas
personas. ¡Pero ¿Cómo podéis ser tantos de familia?!
+ Pero Kamil, no vas a hacer el ridículo porque nadie sabe que eres un hombre.
Sólo van a ver a una preciosa mujer con un precioso vestido.
- Nadie sabe que yo soy un hombre. No lo sabe ninguno de los caballeros del
santuario. Seguro que por mi aspecto han tenido dudas y siempre han
sospechado que era una mujer disfrazada. Te estás confundiendo de caballero,
ese es Afrodita que ha tenido que tirarse a todo el santuario, incluido tú, para
demostrar que no era verdad que era una mujer.
+ Vamos Kamil, ellos lo entenderán. Además yo no quise invitarles pero alguien
se chivó. ¿No habrás sido tú?
- Sí, he sido yo, estaba deseando que todos se enteraran de que querías vestirme
de novia. – Se burló.
“No voy a ningún sitio por aquí. Me voy y vuelvo cuando a Kamil se le pase la
idea de que yo tengo que ser la novia.”

- Te casas y no nos invitas… Somos tus amigas, eso que has hecho está muy
mal. – Le comentó Shina.
+ ¿Quién os lo ha dicho? + Preguntó Milo.
- Lo sabe todo el santuario.
+ Pero no todo el santuario está invitado, ¿Por qué os iba a invitar a vosotras, en
especial después de cómo os pasasteis conmigo y con Kamil?
* Os lo buscasteis vosotros. A mí nadie me la juega. * Aclaró Shina furiosa.
Milo se quedó un momento pensándolo. Marin agarró del brazo a su amante y
tiró de ella con disimulo hacia atrás, alejándola del escorpión.
+ ¡Habéis sido vosotras!!!! Ahora lo veo claro. Todo esto no acababa de tener
sentido. Por muy decidida que sea mi tía Sabina ella nunca montaría algo así sin
avisarme antes. Yo no envié aquella foto, fuisteis vosotras.
Milo se movió con mucha rapidez y trató de agarrar a Shina que pudo esquivarle
y retroceder, pero al hacerlo chocó con Marin y el escorpión las agarró a las dos.
* ¡Suéltanos!
+ ¡Confesad!
* ¿Qué? Ya lo sabes.
+ Quiero oírlo.
Marin se soltó con un movimiento brusco y trató de liberar a su compañera pero
Milo la agarró con fuerza e intentó volver a coger a Marin que esta vez sí que le
esquivó.
- ¡Suéltala! Nosotras enviamos una carta a tu nombre diciendo que querías
casarte con Camila y pidiendo a tu familia que se ocupara de mandar las
invitaciones y prepararlo todo. No pensábamos que las cosas iban a llegar a este
punto. Creímos que antes se pondrían en contacto contigo y tú se lo aclararías
todo.
Milo ya se esperaba esta explicación pero igualmente le desconcertó y soltó su
presa. Esta aprovechó para alejarse de él con un salto. Marin y Shina corrieron y
Milo echó a correr detrás. Ellas se separaron, podría sólo cazar a una pero ¿para
que? Dejó de seguirlas.
“Esto es demasiado. Debería hablar con Shion, las caería un buen castigo.
Demasiado alboroto cerca del santuario. Probablemente, si no hablo, me caerá a
mí el castigo aunque el patriarca haya permitido la boda. Pero… voy a casarme
con mi precioso caballero de los hielos. Eso nunca habría pasado si no fuera por
las chicas. No puedo decírselo a Kamil, si sabe que la culpa es de ellas, y no un
accidente que he causado yo, entonces nunca cederá a ser mi novia.”

- Viciosete, ya he vuelto. ¿Has entrado en razón ya? ¿Viciosete? ¿Dónde te has


metido?
No estaba en su templo. Buscó hasta debajo de la cama por si se había
escondido.
“Donde habrá ido. No hay tiempo para paseitos. Tengo que convencerle y hacer
que se pruebe el vestido, si no le queda bien no habrá tiempo para ajustarle. He
quedado para dentro de media hora para la prueba y este no va a aparecer tan
pronto. Seguro que se ha ido por no aguantarme. No hay otro remedio, tendré
que ir a probármelo yo en su lugar, aunque no tengamos la misma talla.”

- El vestido no es nuevo. No hay tiempo de hacer un vestido de novia en tres


días. Además la novia no ha venido ni el primer día a que le cogiéramos
medidas.
+ Os traje ropa suya para que os hicierais una idea.
- Pero no es igual. Además, ya nos hemos enterado de quien es la novia y va a
ser muy difícil ajustarle el talle.
Las dos mujeres del pueblo empezaron a reírse como locas.
“Menos mal que no ha venido Kamil. Si llega a venir y ve a éstas partiéndose de
risa entonces me despido de mi novia definitivamente.”
Un temor asaltó a Milo. ¿Cómo se habían enterado de quien era la novia? Él
había dejado muy claro que nadie del pueblo debía saber la verdad no fuera a ser
que la noticia llegara a oídos de algún miembro de la familia.
+ ¿Y vosotras como sabéis quien es mi novia?
- Pues… ya se rumoreaba que vosotros dos estabais juntos. Os hemos visto en el
mesón muy cariñosos. Lo que no sabíamos es que al otro le gustara travestirse.
+ ¡Pues a mí también! ¿Hay algún problema con eso?
Las cortó, furioso de que se estuvieran burlando de Camus.
- No, no, si a nosotras nos da igual, con tal de que nos paguéis el trabajo…
+ Pues vamos. Probadme a mí el vestido.
Ellas trataban de contener la risa mientras le iban colocando todas las prendas.
No era tan gracioso que un hombre se vistiera de mujer como que lo hiciera uno
de los imponentes guerreros del santuario sagrado.
Le pusieron alfileres para ajustarle. Las costó mucho dejar la cintura de una
forma en que quedara bien pues estaba muy entallada, aunque era un vestido
para una mujer enorme. La siguiente odisea fue arreglar el pecho.
- ¿Se pondrá relleno?- Se le escaparon una risas. – Perdón, no he podido
evitarlo.
“¿Se pondrá relleno Kamil? No me atrevo a proponérselo.”
+ No, no se podrá relleno.
- Entonces es mucho más difícil. Nosotras tenemos copas que con un poco de
algodón quedaran muy naturales. Las podemos coser al vestido.
+ No, no, de ninguna manera.
Milo tenía esperanza de poder convencer a Camus para la boda pero no era
cuestión de tentar a la suerte llevándole un vestido con esos accesorios.
Cuando las mujeres consiguieron ajustar el vestido Milo las comentó.
+ Pero él no tiene mi misma talla. Creo que tiene más cintura o quizás es que sus
caderas son más estrechas y el pecho…
- ¿Y nos lo dices ahora? Así no acabamos en todo el día.
Ellas empezaron a quitar parte de los alfileres. Milo se miraba al espejo, curioso
por lo que veía.
“No sé porque los hombres no podemos llevar vestidos. Yo creo que me queda
bastante bien. ¿No llevaban mis antepasados falda? Y Shaka se pone muchas
veces falda o algún tipo de túnica o habito largo, y yo creo que una vez se puso
un sari de mujer, y nadie se mete con él por ello. Hasta a Afrodita le dio un
tiempo por ponerse un kilt escocés, y él no es escocés. Aunque eso fue por unos
motivos muy concretos: no sé ponía nada debajo y eso le ponía muy cachondo.”
Milo se rió en voz alta al recordarlo y las mujeres le miraron extrañadas.
Con las indicaciones de cómo era el cuerpo de Camus las mujeres se volvieron
locas porque Milo le recordaba muy bien pero no sabía decir si era más ancho
que él o más estilizado o si el brazo era más grueso o no…
- ¿Y no puede venir él?
+ No, eso es del todo imposible.
Finalmente, medio desquiciadas, a una se le ocurrió una idea y trajo una especie
de fajín que iba a juego con el vestido.
- Esto se ajusta al tamaño de la cintura que sea y el vestido queda muy bien. Lo
hacemos un poco grande y que él se lo ajuste. Supongo que vuestra forma de
pechos es similar, ¿o los suyos son un poco más anchos por aquí y más estrechos
por allá? – Se burló. Milo la hizo una mueca.
- Y la espalda. Confiemos en que sea verdad que esa chaqueta que has traído se
le ajusta perfectamente y es su talla…
+ Bueno, bueno, a trabajar que se hace tarde.
Una suspiró aburrida.
Cuando acabaron la jefa de las costureras comentó:
- Y finalmente vendrán las chicas a recogerlo.
+ ¿Qué chicas?
- Pues las que enviaste después de comer para ver como iba el vestido. Dijeron
que probablemente mañana por la noche vendrían a recogerle.
+ Pues no sé si vendrán ellas porque es muy probable que no vivan hasta
mañana por la noche, pero alguien vendrá a recogerle.
“Han venido a reírse, seguro. Y seguro que también han sido ellas las que han
insinuado a las costureras quien era la novia.”
- Mama ¿Ya habéis acabado con lo de esta tarde?
+ Oh sí. Esta todo preparado. Han venido esas dos amigas tuyas y nos han
ayudado. Son un encanto. Han traído unas fotos tuyas y de tu novia que eran
muy divertidas. Tienes una novia muy fuerte, mira que poder levantarte por
encima de su cabeza. Nos han contado muchas cosas de vosotros y de cómo os
conocisteis. Me ha gustado mucho la anécdota del merendero y los espías.
Milo se quedó pálido del susto. No podía ser que ellas le hubieran contado eso y
que, además, a su madre le pareciera muy divertido.
- Me voy, me voy.
No quería saber nada más. Esas pérfidas se estaban infiltrando en su familia.
+ Di a tus amigas que las esperamos mañana para comer.
- Descuida que ahora mismo voy a decírselo.
Como podía ser que ellas tuvieran tantas fotos de ellos, ¿es que se las habían
robado de su templo.

Las fotos estaban en su sitio y Camus no estaba en su sitio, seguía desaparecido.


Decidió hacer una visita a dos “encantadoras” mujeres.

Aquellas mujeres no estaban tampoco en su sitio. Seguro que habían hecho lo


mismo que Camus, se habían escondido. Pero había más chicas a las que
interrogar que le miraban conteniendo risillas y murmurando entre ellas.
- ¿Cuáles son las cosas de Marin y Shina?
+ Tú no puedes estar aquí dentro, no está permitido. + Le dijo la más valiente
interponiéndose en su camino.
- Sólo quiero las fotos y me iré. ¿Donde están?
El murmullo se hizo general. Milo retrocedió un par de pasos pero fue para
coger a la más joven de las aprendices, una niña de unos ocho años, y levantarla
en alto para poner su carita a la altura de sus ojos.
- ¡¿Dónde cojones están las fotos?!
La niña apuntó tímidamente hacia una zona del suelo. Milo la soltó y se acercó
allí para comprobar que había una trampilla que apenas se podía apreciar. La
abrió y allí había muchas cosas prohibidas en el santuario, otros caprichos tontos
de las niñas y una cajita con fotos. Las fotos eran todas de Camus pero en
algunas salía junto a otros caballeros, sobre todo junto a Milo.
- Así que tenéis un club de fans de Camus. Muy bonito, ¿esto es lo que hacéis
todas juntitas? Que me traiga alguna una bolsa, queda todo confiscado.
+ No es justo, vosotros…
- ¡A callar! ¡Tú, niña! Tráeme una bolsa.
La niña de ocho años agarró lo primero que encontró y se lo acercó.
- Y esto debéis agradecérselo a vuestras compañeras Marin y Shina.
Milo volvió hacia los templos sonriendo.
“Hay varias cosas que a Kamil podrían interesarle. Se las regalaré a ver si puedo
ablandarle un poco.”

Pero seguía sin aparecer. Le esperó hasta que ya era tarde. No lo sentía por los
alrededores, se estaba ocultando. Finalmente se durmió, agotado, en el sofá de la
casa de Acuario.

Camus le contempló, de rodillas frente a él. Esa piel morena, esa nariz
respingona que le resultaba tan graciosa. Dormido parecía un niño. Estuvo un
rato así hasta que no pudo evitar alargar la mano para acariciarle la piel. Milo se
despertó inmediatamente.
- Por fin has vuelto, viciosete. Tenía miedo, temía que te hubieras fugado.
+ Sí, ya veo lo asustado que estabas, durmiendo como un bebe.
- Vamos a la cama. Te voy a convencer de que te cases conmigo.
+ Se te ve cansado. Vamos a dormir.
- No viciosete, tengo que saciar tus deseos de vicio.
+ Te aseguro que no tengo otro deseo que no sea echarme contigo y que te
duermas en mis brazos, calladito.

Camus se había acoplado a su espalda, de costado, y le abrazaba.


- Sólo queda un día ya. Casi no hay tiempo. Tienes que decirme ya si vas a
casarte conmigo.
+ ¿Cómo que tengo que decírtelo ya? Pero si te lo he dicho diez mil veces.
- Pero tienes que decirme tu decisión final.
+ Eres imposible. Me vas a volver loco.
Milo fue a girarse pero Camus le sujetó impidiéndoselo.
+ Estate quieto y calladito cinco minutos. Voy a pensar unas cosillas.
- Bueno, esperaré cinco minutos.
Pero se durmió antes de que pasara ese tiempo, como Camus pretendía.
“Igual que un niño.”

- Vamos, arriba. El vestido ya está casi acabado pero quiero que te lo pruebes
una vez por si acaso.
Milo ya se había vestido.
+ Es muy pronto. Anoche nos acostamos muy tarde. Déjame un ratito más.
- Ya has dormido cuatro horas. Esta noche te vas más temprano a dormir.
+ Cuatro horas… Vete a probarte el vestido tú porque te le pondrás tú o no hay
boda.
- No seas irracional.
+ ¿Yo?
- Oye. No hay nadie invitado por tu parte. Parece un poco raro. ¿Por qué no
invitas a tu familia? Todavía pueden llegar a tiempo.
+ Esto te ha trastornado.
- Al menos a tus padres.
+ Sí, que acompañen a su hijita al altar. + Se burló.
- No les invites pero no me parece que eso esté bien.
Milo saltó de la cama y empezó a tirar del brazo de Camus.
- Vamos, dormilón, arriba ya.
+ Si te digo que me caso ¿me dejas dormir otro rato?
- Si te casas con el vestido.
+ Pues me caso pero lárgate de aquí.
- ¡Bien!!!! Por fin. No sabes lo feliz que me haces.
Le besó en la cara y salió corriendo. Tenía aún cosas que hacer. Camus le gritó
mientras se alejaba.
+ ¡Pero Milo, que no lo estaba diciendo en serio! No te ilusiones. Es igual, no
pienso ir a esa boda ridícula.
El escorpión ya no le oía. Había corrido como un galgo.

Milo, más tranquilo ya, pasó la mañana en el pueblo con sus familiares. Comió
con ellos. Aunque allí también estaban aquellas dos arpías, se encontraba de
buen humor y no sintió tantos deseos de estrangularlas como los que había
sentido el día anterior.

Saga y Shaka estaban juntos y Milo se acercó a ellos.


- Saga, tienes que hacerme un favor. Estoy seguro que Kamil no va a aparecer en
la boda. Tratará de escaparse. ¿Por qué no le acompañas tú hasta el lugar de la
ceremonia? Y luego le acercas hasta el altar por si acaso.
+ ¿Qué le lleve arrestado?
- Se podría ver así también.
* Déjalo, ya lo haré yo. * Propuso Shaka.
- Pero Saga le asustará más.
* ¿Por qué? ¿Yo no asusto? Le llevo yo, no se hable más. No quise hacer de cura
pero eso no quiere decir que no quiera participar.
- Está bien. Me voy, tengo que preparar más cosas.
Cuando Milo se alejó Saga dijo:
+ ¿Para que te has metido?
* No te creas que no sé que por ti le prepararías la huida.

- ¿Cómo que era una broma? Tu ya has dicho que sí, no te puedes echar atrás.
+ Pero lo dije para que te callaras y me dejaras dormir.
- Has dicho que sí. Lo siento pero tendrás que casarte. Haber vigilado mejor tus
palabras.
+ Esa treta no te vale. No voy a ir y nadie me va a hacer salir del santuario
mañana.

El sol ya se había metido. Mañana era la boda y el último detalle se había


convertido en una misión imposible. Camus era inflexible. Había que empezar a
poner en marcha el plan B.

- ¿Pero por qué me tienes que pedir a mí siempre los favores? Yo ya iba a hacer
de escolta. – Protestó Shaka. – ¿No hay más caballeros en el santuario?
Milo le miraba la espalda sin hacerle ni caso. Cuando el caballero se giraba, el
escorpión le rodeaba para volver a colocarse a su espalda. Le agarró del pelo y
se lo levantó y el otro respondió soltándose con habilidad y empujándole
suavemente hacia atrás.
+ Habrá que cortarle un poco y modificar el flequillo.
- Oye, mi pelo no lo vas a tocar.
+ Bueno, diremos que la foto es antigua y te ha crecido, pero hay que teñirlo.
- ¿No será más fácil si te busques a una mujer?
+ Pero ¿Qué mujer se parece a Kamil de espaldas? Tienes que ser tú. A ver, si
llevarás el pelo recogido no se notaría que es diferente. No haría falta ni cortar.
Milo le miraba y ya le visualizaba perfectamente con el vestido y el peinado.
- Sólo diré una cosa. Mejor que salgas de aquí en menos de diez segundos.

“Tanta meditación ¿para qué? No sabe controlar su furia.”

“Ha sido una tontería buscar un sustituto. Yo quiero casarme con Kamil y no
con otro y lo conseguiré como soy el escorpión.”

- Era muy tarde ya. Le había regalado las cosas de las chicas y eso no le había
puesto más favorable. Estaban sentados en el saloncito de la casa de Acuario y
Milo hacia un último intento desesperado.
- Conseguiré lo que quieras para ti pero, por favor, cásate conmigo. Está ya todo
preparado.
+ Pues mañana dices a tus familiares que tu novia ha muerto en un accidente
laboral.
- ¡Pero Kamil! Como voy a decir algo así. Querrán ir al funeral y seguro que tú
no quieres hacer de muerta.
+ ¿Cómo lo sabes? Que listo eres. + Se burló.
- Por favor, por favor, por favor…
“Siempre ha acabado cediendo a todo lo que he querido con esta técnica. ¿Por
qué ahora no funciona? ¿Es qué la habré utilizado demasiado y ha perdido
efectividad?”
- Conseguiré lo que quieras para ti, lo más imposible. Te lo prometo. Aunque
con el poco tiempo que queda…
+ Mira, voy a ser flexible. Lo haré si tú a cambio me consigues algo antes de la
boda.
Milo sonrió ampliamente y juntó las manos dando gracias.
- Sí, sí, sí, sí, sí. Lo que sea.
+ Quiero acostarme con Mü y que me haga lo del anillo.
- ¡Nooooo! Eso es imposible. Yo le perseguí durante meses y no lo conseguí.
Le acosó mucho tiempo. A veces conseguía acostarse con él pero nunca lo del
anillo. Afrodita empezó a molestarse con el asunto y acabó enfadándose con el
escorpión y obligándole a dejar de insistir con Mü. En venganza contra Mü, le
dijo que él también quería lo del anillo y algún día bromeó insistiéndole y
poniendo nervioso al caballero, hasta que consiguió que el escorpión le dejara en
paz y entonces Afrodita hizo lo mismo. En esa época Milo no salía con Camus si
no con el caballero de las rosas.
Veía imposible la misión encomendada pero no podía rendirse.
- ¿Y lo quieres para esta noche? Te lo conseguiré pero tardaré un tiempo.
Además, va siendo tarde. Habrá que dormir un poco. No quiero que mañana
tengas ojeras y estás cansado, cariñito.
+ No estás en posición de bromear. Esta noche o nada, es mi última palabra.
- Bien, el tiempo es oro.
Y salió corriendo de allí en dirección al templo de Aries.
“Aunque, pensándolo bien, si lo consigo Kamil me pone cuernos con Mü… pero
lo que sea porque se case conmigo.”

- Mü, por favor, Mü, por favor.


+ Pero ¿Por qué tengo que ceder yo? Que ceda Camus y se case sin pedir nada a
cambio.
- Pero él no cederá. Le he perseguido como una mosca mañanera, pesado y
pesado, pero no ha conseguido que aceptara.
+ ¿Y te crees que a mí es más fácil convencerme? Vete que quiero dormir.
Mañana estoy invitado a una boda y será un día largo y agotador. Si la boda no
se suspende…
- Mü, ¿Cómo eres? No seas así.
+ Milo, entra en razón. Respira hondo…, relájate… Me estás pidiendo que me
tire a tu novio.
- Pero él está muy bueno, seguro que te gusta. Y… y besa muy bien y también la
chupa muy bien…
Mü se tapó la cara con las manos. Sentía vergüenza ajena.
+ Ay Milo, escúchate. Todo esto es ridículo. Además, no te hice lo del anillo a ti
ni se lo voy a hacer a nadie.
- Egoísta.
+ Di lo que quieras. Bueno, ya está todo hablado. Sal por esa puerta.
- Mü, te conseguiré todo lo que quieras pero, por favor, haz lo del anillo a
Kamil.
+ No quiero nada, sólo que te vayas.
- ¿Si me voy le haces lo del anillo?
El tibetano se puso la mano sobre la frente y suspiró.
+ Milo, me voy a enfadar y yo nunca me enfado, pero cuando lo hago no estoy
acostumbrado y pierdo el control.
- Por favor. Algo habrá que quieras.
+ No.
- ¡Ah, claro! Shaka. Si te consigo a Shaka para esta noche ¿harás lo del anillo a
Kamil?
+ Si consigues eso…, está bien, si lo consigues digo que sí.
“Lo sabía, sabía que era mentira que no podía hacérselo a otra persona porque
era peligroso. Lo que pasa es que no quiere. Cuando pase lo de la boda le voy a
perseguir hasta que me lo haga. Y está vez cederá.”
+ Milo, te estoy oyendo. No pienses esas cosas en mi presencia y menos si te
emocionas al pensarlo.
- Era broma, no lo pensaba en serio.
+ Ya.
- Voy a ver a Shaka. Dentro de un ratito te le traigo. No te duermas.
Cuando el insistente escorpión salió de allí el guardián de la casa cerró la puerta
de sus habitaciones privadas con cerrojo y se preparó para dormir. No tenía
ninguna confianza en que Milo consiguiera traerle a Shaka.

- Tengo mis motivos para no querer salir con Mü. Tú no te inmiscuyas en lo que
no entiendes ni te incumbe.
+ No te pido que salgas con Mü sólo que le hagas el amor.
Al oír aquellas frase “hacer el amor a Mü” el caballero de estremeció y
acudieron lágrimas a sus ojos cerrados que no llegaron a caer.
Milo pudo notar aumento de calor en el cuerpo de Shaka.
- Si quieres hacerlo ¿por qué no lo haces? Esto es un momento ideal para
cumplir tu deseo y que no tenga mayor trascendencia. Dirás que lo has hecho
por ayudarme a mí.
+ ¿Quien se va a creer algo así?
- Nadie, la verdad. Pues hazlo porque quieres. Si deseas a Mü seguro que él ya
lo sabe, hasta yo lo he notado. ¿Crees que le engañas con tus palabras? Seguro
que alguna vez le has mirado con deseo y él lo habrá descubierto
inevitablemente.
+ Te he dicho que no quiero. Si quisiera acostarme con Mü, ¿crees que te
necesito a ti para que me convenzas?
- ¡Pero si que quieres hacerlo!
+ No domino todas mis pasiones, no las domino a nivel de pensamiento o de
sentimiento, pero no me ayudará a controlarlas el perder el dominio que tengo
sobre ellas a nivel de actos.
- Sabes lo que te digo. El día que mueras no te arrepentirás de las cosas que has
hecho si no de las cosas que deseaste y estaban a tu alcance y te negaste. ¿Me
dices que te vas a castigar a no tener nunca a Mü, sabiendo que él está dispuesto,
renunciarás a la persona a la que más amas en el mundo, y eres capaz de
acostarte conmigo o con cualquier otro? No lo entiendo, explícamelo.
Shaka no quería continuar con la conversación. No tenía porque explicar nada a
nadie. Él había tomado su decisión y la mantendría.
- Vale, cederé si consigues que Mü haga lo del anillo a Camus mientras yo me
tiro a tu novio y él mira.
El escorpión fue consciente de que Shaka se sentía incomodo y quería que se
fuera.
+ No podías buscar algo más difícil ¿verdad?
Milo salió de allí con la firme idea de que todos se estaban riendo de él y que
jugaban como si fuera un muñeco tonto.
“Entiendo que Shaka pueda tener secretos motivos por causa de sus creencias
pero la trampa final se la podía haber saltado, con decir que no habría valido.”
No se daba cuenta de que le había dicho ya muchas veces que no y realmente no
había valido para nada.
“No me gusta que se armen conflictos a mi alrededor y quizás también soy
demasiado confiado pero él día que me canse y me enfade se van a enterar todos
de lo que es la venganza y el dolor.”

“Que tontería. ¿Cómo va a ceder Mü a hacer algo así estando enamorado de


Shaka y siendo rechazado? Me da vergüenza proponérselo. Me parece que Virgo
se ha pasado. Ese caballero es tonto. Rechazar a Mü, hay que ser muy tonto, con
lo bien que se mueve en la cama.”

El caballero de Aries no había querido abrirle la puerta, si siquiera se había


levantado de la cama, y Milo había tenido que hablarle a gritos desde fuera.
- ¿Cómo eres capaz de venir a proponerme algo así sabiendo lo que siento por
Shaka? Como no te vayas voy a salir y te vas a enterar de lo que es Mü colérico.
“Sé que me oyes, pues que sepas que ha sido Shaka el que lo ha propuesto, no
quieras matar al mensajero.”
Milo notó algo que le empujó y casi le derriba. Se giró para comprobar que allí
no había nadie y continuó su triste camino de vuelta a la casa de Acuario.

Estaba agotado, vencido. Tanto esfuerzo, tanto trabajar e ilusionarse para nada.
La tristeza le dejó sin fuerzas y se sentó junto a Camus, que estaba leyendo en el
sofá. Allí coló su cabeza entre los brazos de su amante y la apoyó contra su
pecho. Este tuvo que dejar el libro a un lado y le acarició el pelo.
- No lo has conseguido. No estés triste pequeño, mañana te acompaño a hablar
con tu familia y entre los dos les explicamos todo.
Milo empezó a llorar desconsolado.
- No hace falta que contemos toda la verdad. Diremos que todo fue una broma
de unas amigas y que nosotros somos sólo amigos. Que no tienes novia y no
querías desilusionarlos. Se puede celebrar la fiesta igual, ya que está todo
montado. Nos inventaremos una nueva festividad: San Milo, el cabezón, patrón
de los imposibles.
Camus empezó a reírse y Milo se levantó todo enfadado y se fue a la habitación,
donde se tiró sobre la cama y se tapó la cabeza con la almohada. El otro se
acercó a consolarle.
- Perdona. No debí hacer esa broma, no tuvo gracia.
Se echó a su lado y le abrazó la cintura. Trató de girarle pero no se dejó. Le
acarició la espalda.
- Vamos a dormir. Si quieres voy yo mañana solo y hablo con tus padres. No te
enfrentes a ellos aún si no quieres. Cuando pase un tiempo y se les olvide ya se
lo explicaras con más calma.
Milo volvió a llorar. Sus gemidos llenaban la habitación y cuando Camus le
decía algo sólo conseguía que llorara más fuerte.
El caballero de los hielos no soportaba esa clase de escenas y solía cortarlas de
una forma violenta pero en este caso se contuvo, conmovido por los sollozos
inconsolables del escorpión.
- No quiero verte así. Por favor, tranquilízate.
Consiguió girarle para ver su cara brillante por las lágrimas. Milo le miró sin
parar de sollozar y volvió a esconder su rostro, revolviéndose cuando el otro le
tocó.
Camus se empezó a sentir muy triste por verle así. Esto no lo iba a olvidar su
amante y sería tan fácil pararlo, sólo tenía que hacer aquella tontería, un mal
trago de un día. No era tanto sacrificio realmente. Milo tenía razón, ahora no era
ya momento para tratar de explicar todo a su familia, había que haberlo hecho
hace tres días.
- Milo, te quiero. No estés así.
“Es ridículo. Es un capricho de Milo y no tengo porque cumplir todos sus
caprichos. Pero las cosas no se han hecho en su tiempo. Tenía que haber visitado
a su familia el primer día y haber aclarado todo se pusiera Milo como se
pusiera”
- Basta ya. Vete a tu templo.
A Camus se le había acabado la paciencia. Milo dejó de llorar y estuvo un
momento inmóvil hasta que se levantó, mirándole con inmensa tristeza y
respirando con dificultad, y se dirigió hacia la puerta sin decir nada.
“Sólo es un mal trago de un día. Se pasará enseguida y él estará contento. Quiero
volverle a ver sonreír, ahora, necesito su sonrisa esta noche. Le hago daño y él
no se lo merece, aunque esté tan loco y sea tan cabezón.”
- Milo, vuelve.
El escorpión no hizo caso y salió dejando la puerta entreabierta. Camus le dejó
alejarse pero se arrepintió y corrió tras él. Le pilló antes de pasar la casa de
capricornio. Le abrazó con fuerza.
- Cabezón, cabezón. No me dejas otro remedio, tendré que hacer el tonto
mañana y ponerme ese estúpido vestido.
+ No lo dices en serio. + Milo volvió a llorar + Te burlas de mí.
- Lo digo enserio. No quiero verte más así.
+ Júralo.
- ¿Que lo jure?
+ No te creo. Júralo por lo más sagrado.
- Milo.
+ Ah, déjame.
Milo se soltó y volvió a tratar de dirigirse hacia su casa pero Camus le agarró del
brazo y le giró.
- Lo juro cabezón, lo juro por mi vida, por la de Atenea y por la tuya, que es la
más sagrada para mí.
- ¡Estupendo! Por fin. Oh, que contento estoy.
Milo empezó a saltar y reírse y se dio una vuelta en el aire.
+ Estabas fingiendo.
- Has jurado. Ahora no puedes romper el juramento.
+ Pero esto no vale, has hecho juego sucio.
- Ah, ah, He utilizado mi arma secreta.
+ Pues va ser la única vez que te va a funcionar porque no puedes utilizar una
técnica dos veces con un mismo caballero.
“Kamil aún bromea. Sorprendente.”
- Bueno, eso me da igual ahora. Y… ya se verá.
Milo abrazó a Camus con fuerza pero ahora era este el que estaba enfadado por
la jugada de su amante. Cuando fue a besarle le apartó, empujándole sin nada de
tacto. El escorpión siguió riéndose y le siguió cuando se encaminó de vuelta
hacia el templo de acuario. Sin mirarle el caballero le sugirió.
+ Mejor que duermas hoy en tu casa porque estoy enfadado y va a ser preferible
que se me pase solo, si no lo pagaré contigo, el culpable de todo.
“No, no esta de muy buen humor. “

Cuando Shaka entró, sin llamar, en las habitaciones del templo de acuario, su
correspondiente guardián estaba vestido con ropa de calle y preparado para salir
hacia un lugar cualquiera, uno que le alejara del pueblo y del santuario.
- ¿Dónde te crees que vas?
+ Es muy pronto. ¿Qué haces aquí?
- Vengo a ayudarte. Milo me ha nombrado algo así como padrino o madrina, en
esta boda nunca se sabe, y te tengo que acompañar hasta el altar. Ahora hay que
arreglarte.
+ ¿Arreglar qué? Para ponerme este ridículo vestido con un minuto me vale y no
necesito ayuda. + Concluyó Camus con una vana esperanza de que el caballero
se fuera y poder llevar a cabo su huída.
- Pero… hay que maquillarte y peinarte…
+ ¿Y que sabes tú de peinados y vestidos?
- ¿Yo? Yo sé de todo lo que quiera. Pero ahora vienen Shina y Marin.
Camus le observó. Sí que tenía que saber de esas cosas porque venía
perfectamente maquillado y arreglado. Llevaba unos tatuajes blancos dibujados
en varios sitios de su piel, los labios resultaban muy tentadores pintados de un
vibrante color rosado y el resto del maquillaje era más sutil pero efectivo. Vestía
muchas joyas, algunas sobre el pelo y un velo rojo transparente también cubría
su melena. Él si que hubiera estado guapo vestido de mujer y no le hubiera
costado nada hacerlo porque la ropa que se ponía ya se parecía a la de una
mujer. Vestía una falda larga y sin vuelo y una camiseta, o como se llamara, que
tenía un gran escote adornado con joyas, todo en rojo y oro. Uno de los tatuajes
blancos le rodeaba el cuello y tenía otros dos en las muñecas y las manos. Los
tobillos también estaban adornados así y la cintura y el ombligo, que a veces se
mostraba cuando se movía, tenían similares dibujos. Era recargado pero le
quedaba muy bien.
Había traído un ramo de flores para Camus, hecho con flores de loto rojas. En la
cintura, enganchado en una cadena, llevaba una pluma de la cola de un pavo
real, que desentonaba con el resto del atuendo.
+ Te habrás levantado muy pronto para arreglarte.
- Estos han sido mis ejercicios de meditación de hoy.
Sus parpados tenían dibujados dos letras doradas en sánscrito, más brillantes que
sus joyas. Estaba claro que hoy Shaka no pensaba abrir los ojos para nada.
Camus estaba impresionado por el aspecto del caballero y, sin más, le dijo lo
que estaba pensando.
+ Estás precioso. Pareces una mujer.
- Los bodhisattvas son seres andróginos, han conseguido la unión de los
opuestos. He recibido varias iniciaciones tántricas, tengo permiso para
imaginarme ser un bodhisattva.
+ Rojo de pasión.
- Una pasión excesiva pero purificada. Y también amor, un amor de bodhisattva,
un calor, aquel al que tú debieras aspirar.
+ ¿Me darás tu calor, tú amor de bodhisattva?
Aquel calor, que sólo consiguió probar después de mucho conflicto con el
caballero que se atrevió a decirle a la cara, con crueldad, aquello que pensaba
sobre él y su dificultad para el sentimiento.
Shaka sólo sonrió.
+ ¿Puedo besarte también?
El caballero siguió sonriendo pero sin hablar.
+ Me siento tan mal con esto de la boda. Déjame olvidarlo tan sólo por este
momento.
- Si un beso te hace sentirte mejor…
Camus coló con cuidado la mano bajo su pelo para ponerla sobre la nuca y se
acercó lentamente a sus labios. Shaka colocó su mano sobre el hombro del
caballero. Un aura dorada se extendió desde su pecho, envolviéndoles. Causaba
una agradable sensación ese “calor”.
Sintió el aliento suave del francés y un delicioso aroma de licor y se dejó llevar
por un suave escalofrío que le recorrió le columna.
Cuando apenas se rozaron, Camus notó una embriagadora sensación en sus
labios, agradable, diferente, causada por influencia de ese aura, pero no sexual,
para eso Shaka utilizaba otras “auras”.
Podía ser consciente de cada roce en su cuerpo, su mano en la nuca del
caballero, la de él en su hombro, el pecho que le tocaba ligeramente y sus
muslos, la ropa sobre su piel, el peso de su pelo sobre su espalda, la tensión de
sus músculos…
Todo desapareció cuando alguien entró por la puerta como un huracán.
* Pero ¡¿Qué pasa aquí?!
Camus se apartó rápidamente. Eran Shina y Marin. Venían también
perfectamente arregladas. Marin con un traje negro y rojo, estilo japonés, y
Shina con uno azul brillante, de falda larga. Habían decorado sus mascaras con
dibujos de purpurina.
* Camus, por favor, que te casas hoy.
^ Veo que no os habéis aburrido esperando.

^ Pero nosotras no sabemos nada de maquillaje ni de peinados de fiesta. ^


Protestó Marin ^ Con la mascara no se ve y nunca nos pintamos.
+ Entonces ¿A que habéis venido?
A canchondearse, estaba claro.
* Shaka sabrá * Insinuó Shina * Mira como ha venido. Va a llamar más la
atención que la novia. Eso está muy mal Shaka. Eres un vanidoso.
- No era esa mi intención.
^ Pero ¿te has maquillado tú? ¿Sabrás preparar a Camus?
- Es una de las sesenta y cinco artes que un tántrico debe aspirar a dominar… o
debía… Casualmente ésta si que la he practicado.
* Ay, que buenísimo que está.
^ ¡Shina!
+ Sería perfecto que llamara la atención más que yo, que todos la llamarais más.
Lo que yo desearía es ser invisible. Estás muy guapo Shaka pero quítate esa
pluma de la cintura, no te queda bien.
- Ya te he dado los lotos rojos, la pluma me la quedo.
+ Pero ¿por qué?
- Son símbolos del buda de la luz infinita.
Ya estaba con sus prácticas y sus rituales, ¿no los dejaba nunca en casa?

Shaka se fue a buscar cosas para maquillarle, pues las chicas no habían traído
nada de eso, sólo el vestido y el velo. Le ayudaron a ponerse parte de él mientras
Shaka volvía. Él tul iba separado y lo dejaron para después del maquillaje y el
peinado
+ Esto es cosa vuestra ¿Verdad? Os habéis pasado. Esta broma es muy pesada y
de mal gusto.
* ¡¿Nosotras?!
+ No te hagas la tonta. Las explicaciones de Milo se caen por su propio peso.
Vosotras hablasteis con la familia en nombre nuestro y les pedisteis que
prepararan ellos la boda.
^ Bueno, mandamos una carta…
Camus pegó una colleja a Shina.
* Ay, que daño. Como te has pasado.
+ Mataros es lo que tenía que hacer.

- Habrá que depilarte las cejas. No son femeninas.


+ Qu’est-ce que tu fais? Aparta esa pinza de mí, Satanás. Son perfectas, ni se te
ocurra tocarlas.

Shaka le quiso hacer un complicado recogido y estaba en ello con los ojos
cerrados. Shina sacó algo que había traído en una bolsa.
* Te faltan tetas. No puedes ir así a la boda. Te he traído un relleno.
+ ¿Unas naranjas? Primero: no me pienso poner un relleno, y segundo: eso se
me va a caer.
^ Shina, ¿Por qué no has traído las protecciones de mi armadura? Eso quedará
mucho mejor.
* Ahora voy a por ellas.
+ No, déjalo, no me pienso poner nada. Ya voy haciendo mucho el tonto con
este vestido para meterme relleno. Además, apenas tiene espacio para meter
nada. Nadie me va a respetar después de esto.
^ ¿Sí? Ahora entiendes lo que es que te pierdan el respeto, pues multiplícalo por
veinte. Me he tenido que pegar con más de un payaso para ponerle en su sitio y
todo por culpa de la bromita tonta, que ni siquiera era graciosa, de tu “futuro
marido” y tú. A una mujer aquí le cuesta mucho hacerse un sitio y hacer que le
respeten y todo nuestro trabajo lo tirasteis por la borda en unos minutos.
+ Vosotras os lo buscasteis porque…
Shaka paró la discusión:
- Vale ya. Se acabó el asunto. Nunca hay que culpar a los otros de las cosas, así
no se llega a ninguna solución. Mirad cada uno vuestra parte de culpa y
arrepentiros. Cada uno sabe lo que ha hecho mal y sólo él puede arrepentirse, no
se le puede forzar.
* Pero lo que nos hicieron…
- ¡Vale ya! He dicho que esto se acaba aquí. Y como me entere de que continúan
las venganzas vais a tener un problema conmigo. Sois peor que los niños, menos
mal que estoy aquí para cuidar de la guardería.
Shina mordió una de las naranjas y empezó a mondarla. Le dio la otra a Marin.
- ¡Y ahora te comes las tetas de Camus!
* Lo siento, creía que no se las iba a poner.
Shaka metió las manos por el escote del vestido de novia y le acarició el pecho.
- Algo te tendrás que poner. Ya te pareces demasiado a un hombre para que
encima estés plano. Aunque cuando acabe contigo vas a parecer una linda
muchachita.
+ Te digo lo mismo que has dicho tú antes: Vale ya. Como continúen las burlas
o las referencias a algo sobre mi feminidad o mi vestido voy a empezar a partir
caras a diestro y siniestro.

^ Yo te he traído una liga con un lazo azul


Marin se la acercó pero Camus lo miró y no lo cogió. Ella se arrodilló a sus pies
y trató de levantarle uno para ponérsela pero el caballero no se dejó:
+ Pero ¿Qué te crees que haces?
^ Dicen que da buena suerte llevar algo azul el día de la boda.
* Yo te he comprado unos pendientes de pinza. * Dijo Shina
^ Ahora sólo falta encontrar algo viejo.
- Te dejaré un anillo. Este tiene siglos de antigüedad.
Las chicas no estaban haciendo nada. Se habían sentado y les miraban a ellos
mientras hacían algún que otro comentario. Habían dejado de burlarse cuando
Camus se enfadó y las hizo correr hasta la puerta. Volvieron y trataron de
contenerse. Finalmente Marin, que miraba al caballero de acuario embelesada,
observó:
^ Es muy guapo, casi parece una mujer. Una mujer…, claro. ¡Que tontos! Camus
hace de mujer así que no puede ir con la cara al descubierto, debería llevar
máscara.
+ Ah, ¿Cómo no os habéis dado cuenta antes? Estabais tan ocupadas en reíros de
mí que no lo pensasteis.
^ ¿Y tú? ¿Y el listillo de Shaka?
- Yo sí que me di cuenta pero no dije nada. Quiero que vaya maquillado. Mirad
que bien me ha quedado.
* Pero Shaka, ese maquillaje es muy bonito pero no es apropiado para una
novia. A una novia le queda mejor un maquillaje más sutil, suave, que le dé
aspecto de virginal, no algo tan festivo.
- Pero Camus no es una novia virgen. No vamos a estar tratando de engañar a la
gente… y menos con algo que nadie se va a creer.
* ¡Le estás tratando de hacer pasar por una mujer!
Shaka sonreía. La estúpida conversación le resultaba divertida. Camus se cansó
de estar oyendo como hablaban sobre él.
- ¡Callaos! Shina, vete a buscar una máscara para mí.
* ¿Por qué yo?
- ¡Ahora!

Shina volvió con la máscara. Le explicó como esta máscara era diferente,
pensada para este tipo de acontecimientos. Era más fina y más fácil de romper
pero era doble, dos máscaras encajadas una en otra. La de abajo no tapaba la
boca y así podían comer y beber sin tener que estar solas y descubrirse la cara.

La boda era al aire libre, se habían puesto sillas y un altar y había flores y
diversos adornos por todos los sitios.
Se supone que era la novia la que llegaba tarde en estas ocasiones pero estando
Milo involucrado era siempre él el que llegaba el último, no había manera de
que fuera puntual para nada. Había bajado al lugar de la ceremonia dos horas
antes pero se había ido con sus primos al mesón a tomar unos vinos y se les hizo
tarde.
Cuando volvieron corriendo, Camus y Shaka estaban rodeados por toda la
familia que se morían de curiosidad por una novia que no habían visto hasta ese
momento. El cura, aburrido de esperar, se había sentado sobre el altar en una
actitud muy poco apropiada para un cura, quizás hasta un poco sacrílega.
Cuando vio llegar a Milo gritó:
- Ahí viene el novio. Acércate aquí Milo que te voy a explicar unas cositas sobre
lo que es tener cabeza.
+ ¡Dejármele a mí!
Era la voz de Camus, amenazadora, muy enfadado. Todos los familiares se
apartaron y empezaron a tomar sus asientos sin dejar de mirar a los dos
miembros de la pareja. Shaka agarró fuertemente el brazo de la novia:
- Tranquilo, Camus, ya sabes como es. Ya hablaréis luego en privado, ahora
contrólate.
+ ¡¿Qué me controle?! ¡Una mier…!
- Pssss, Camus.
Milo se acercó sonriente y no le dio tiempo a reaccionar cuando su novia se
soltó de Shaka, le agarró fuertemente del cuello y empezó a apretar, haciendo
que el irresponsable novio se arrodillara a sus pies.
Las reacciones de la gente que les miraba fueron variadas: algunos se
sorprendieron y asustaron, otros se rieron pensando que aquello era una especie
de broma, los caballeros del santuario miraban alerta, tratando de esperar hasta
el último momento para intervenir, intentando confiar en no tener que hacerlo.
El tío Vania comentó en voz alta.
- Esta mujer me gusta, con carácter. Alguien tiene que poner a Milo en su sitio.
El escorpión trataba de soltarse pero quería hacerlo con suavidad, no acabar
tirando a la novia al suelo para conseguirlo.
- Kamil, no puedo respirar, suéltame.
+ Esa es mi intención: que dejes de respirar.
Finalmente fue Shaka quien intervino, ya que era el que estaba más cerca, pero
le resultó difícil conseguir que el caballero de acuario liberara a su presa.
Milo respiró ansioso, frotándose el dolorido cuello. Finalmente se acercaron al
altar.
+ ¿Dónde estabas? ¿Sabes lo mal que lo he pasado con todos tus familiares
encima acribillándome con preguntas y comentarios?
No podía decirle la verdad, si lo hacia entonces ni todos los dorados juntos
podrían apartar las manos del caballero de los hielos de su cuello.
- Surgió un problema con el banquete y tuve que ir a ver.
+ Siempre haces lo mismo. Sabes lo malo que me pone tu impuntualidad.
Además, yo no quiero estar aquí. Tenía que haberme ido cuando llegamos y tú
no estabas, hace más de media hora.
- Seguro que trataste de irte.
+ Shaka es insobornable. ¿Qué le has dado para que haga este trabajo?
- Nada, viciosote.
+ Disfruta de este día porque como me hagas otra no vas a ver salir el sol de
mañana.
- No te enfurruñes. Y… no puedes poner esa voz, tienes que poner una voz
femenina.
+ Lo que me faltaba por oír.
- Mira, así, más aguda. La la la.
Camus no puedo evitar reírse al oír aquella voz que Milo aseguraba que era la de
una mujer.
+ ¡Que idiota eres!
- Lo harás ¿Verdad? Luego yo estaré agradecido, visiosete.
+ Que remedio me queda.
* Bueno, basta de cháchara * Interrumpió Aioros. * que estamos en la casa del
señor. Vamos a empezar.

Afrodita lloraba sin parar durante la ceremonia. La madre de Milo preguntó a


Shina, pues se habían hecho buenas amigas, sobre “ella”.
- ¿Quién es esa?
+ Es un compañero de Milo. Es un chico. Quiere mucho a su hijo y siempre
había soñado que entrara en su familia, casándose con una hermana suya con la
que estuvo saliendo.
- Pues parece una mujer. Parece más una mujer que la novia de mi hijo, ese
cuerpo tan musculado… casi parece un chico. No es por insultarla pero…
“Oh sí, ese cuerpo y ese culillo que tiene” Pensaba Shina mientras observaba al
caballero con su bonito vestido y le recordaba semidesnudo cuando habían ido a
ayudarle a vestirse. “Ha merecido la pena todo esto sólo por poder sobarle bien
mientras le vestíamos.”
+ Sí, sí. El duro entrenamiento y el exceso de ejercicio nos hace tomar un
aspecto un poco masculino. Ah, hace un poco de calor. ¡Que calor, que calor!
Shina no podía contener su sonrisa traviesa mientras volvía a evocar aquel
cuerpo en su memoria.

Las primas de Milo estaban asombradas de que todos los caballeros fueran tan
guapos y habían decidido quedarse allí a vivir. Durante la ceremonia se
susurraban unas a otras.
- Mira, mira, mira ése, ¡es guapíiiiiiiiiisimo!
+ Anda que ése de ahí.
- Y ése, y ése otro. No voy a poder aguantar, me va a dar algo.

Al irse acercando la hora del sí quiero se veía claramente como Camus miraba
hacia atrás y retrocedía ligeramente. Milo le intentó agarrar del brazo pero el
otro le esquivó con una llave.
- Vamos. – Le dijo Shaka a Afrodita.
+ Ni lo sueñes. – Y siguió con sus llantos inconsolables.
Saga les echó a todos una mirada asesina y tampoco les siguió.
El resto de los dorados rodearon a la pareja con un semicírculo y Camus, viendo
esto, desistió de su idea de huir.
- ¿Por qué hacen eso? – Preguntó la madre de Milo.
+ Es una tradición entre los caballeros. –Aclaró Shina. – Para proteger y apoyar
el matrimonio. Dicen que así durará para siempre.
- Oh, es muy bonito.

- Camila, quieres casarte con […, bla bla bla]


* No, no quiero.
- Pero…
+ Aioros + Le susurró Milo. + Haz como que ha dicho que sí.
+ Sí, sí quiero. + Contestó Milo en voz alta, fingiendo una voz aguda, que se
parecía tan poco a la de una mujer como la que intentaba fingir Camus.
- Ha dicho que si que se casa. ¿Eh? Ha dicho que sí quiere, sí quiere…
+ ¡Pero Aioros! +Volvió a susurrar un Milo a punto de tirarse al cuello de las
dos personas que iban a conseguir que le diera un infarto: el estúpido cura y la
poco colaboradora novia. + No hace falta que se lo expliques a la gente, que no
es una conferencia. Continua con la ceremonia.
- Encima te enfadas. Me he puesto nervioso y no me acuerdo que viene ahora.
No me ha dado tiempo a aprendérmelo bien.
+ Lo que se te ocurra pero continúa.

Afrodita se acercó a felicitar a Milo al acabar la boda. No a Camus, al que


miraba de reojo y le ardía la sangre. Se abrazó al novio llorando.
- Ay Milo. ¿Por qué te has casado con él? Si hubiera sabido que querías
casarte…, yo hubiera aceptado. Había estado mucho más guapo que Camus
vestido de novia.

Aioria se acercó a felicitar a la novia, a la que ninguno de sus compañeros de


había atrevido a decir nada.
- Felicidades, Camus.
+ Tócame los huevos.
“Que genio. Encima me ha golpeado la cara con un aire frío”.

- Shaka, ¿es obligatorio que la novia asista al banquete?


+ Yo que sé, Camus, nunca había estado en una boda cristiana, pero me supongo
que si que será obligatorio, el banquete es en vuestro honor.
- Lo que quería decir es que si me vais a obligar a ir.
+ ¡Pero Camus!, no te obligamos, te acompañamos como buenos amigos.
Shaka sonreía divertido, llevaba todo el día con aquella sonrisa burlona y Camus
estaba empezando a cansarse ya.
+ Mira, ahí viene tu marido. Oh, no, no viene, se ha ido a hablar con la tía
Sabina.
Milo estaba eufórico entre todos sus familiares, iba de un lugar a otro hablando
con todos.
+ Ahora parece que viene. No, ahora se ha ido con aquellas primas. Creo que
mejor te acompañaré yo al banquete.
- Shaka, ayuda, habla tú, a mí me da cosa.
+ ¿Qué pasa ahora?
- Se acerca a nosotros la madre de Milo de nuevo.
+ Pues me voy, no estoy dispuesto a decir ni una mentira más.
El caballero le dejó solo ante el peligro y se pedió entre la gente. Camus miró
aterrado a aquella mujer que venía dispuesta a conocerlo todo sobre su nuera.

La familia de Milo había montado una especie de carpa cerca del lugar que les
iba a servir la comida, a las afueras del pueblo: sobre un armazón de madera el
techo estaba cubierto con una lona y las paredes también eran del mismo
material, pero varias de ellas se habían recogido para que corriera el aire ya que
hacía bastante calor. En el suelo habían montado una tarima de madera.
Todos los dorados, excepto los novios, estaban sentados en la misma mesa,
grande y redonda.
- Afrodita, para de llorar ya. Menudo espectáculo. – Le reprendió Aioros.
+ Si ya estoy mucho mejor.
- Sí, ya se ve. – Ironizó.
- ¿Y a ti que te pasa? – Preguntó mirando a Shaka que llevaba todo el rato
mirando al plato pero sin comer nada. Mü, también miraba al caballero
preocupado.
+ Esto tiene carne, el caldo.
- Avisaré al camarero.
+ No, a lo mejor no pensaron en esto. No quiero molestar. Comeré el postre,
tampoco tengo mucha hambre.
Aioros llamó.
- Tengo aquí un problema con mis feligreses. El rubio es vegetariano. ¿Podrías
traerle una ensalada?
+ Pero eso no tiene carne.
- Hijo mío, él ha dicho que sí y es que sí, es muy cabezón.
+ Ya nos avisó el novio pero creímos que era el otro, el de al lado.
- ¿Por qué? ¿Por que tiene dos puntitos en la frente? ¿Y éste no es raro que lleva
todo el día con los ojos cerrados y va vestido como una mujer?
+ No es ropa de mujer. + Aclaró Mü.
- Y mira a ver si traes algo para que la niña deje de llorar.
Afrodita le soltó una colleja demasiado fuerte.
- Ay, bueno, trae sólo la ensalada.
Cuando el camarero se fue Aioria dijo a su hermano.
+ Cuando vuelva le pides que se intercambie con el camarero de la mesa siete.
No es que tenga nada contra éste pero es que el otro está mucho más bueno.
- Cuanto vicio en la viña del Señor.

- Afrodita se te ha corrido el rimel. – observó Aioros.


+ ¿Sí? + Se tocó un momento la cara. + Idiota, si yo no llevó rimel.
Sagitario empezó a reírse.
De todas formas el caballero de piscis empezó a preocuparse por su aspecto y
sacó un pequeño espejo de un bolsillo para mirarse.
+ Sólo me he pintado la raya y los labios y un poquito de maquillaje pero sólo
era… ¿Y a ti por qué tengo que explicarte nada?
- Creo que en esta mesa hay muchas candidatas a novias. – Dijo mirando a
Shaka. – Yo me ofrezco a casarlas a todas.
* ¿Te crees muy gracioso? Además Shaka no va vestido de mujer. * Le defendió
Mü. * Llevas toda la noche diciendo tonterías, ¿Qué es lo que te ha hecho
Shaka?
^ Ratnasambhava, dame la ecuanimidad suficiente para no dejarme dominar por
la mente reactiva. ^ Pidió el aludido.
- ¿Que demonios estás diciendo? ¿He dicho demonios…? Eso está mal, soy un
cura.
* Ha dicho que está intentando contenerse de partirte la cara. * Tradujo Mü,
como siempre hacia.
+ Éste, por ser el cura, se cree que ha ganado estatus entre nosotros. + Observó
Afrodita.
_ Pero si se ha bebido un montón de vino durante la ceremonia. ¿Donde se ha
visto que un cura esté todo el rato bebiendo del cáliz?, y además, cuando se le ha
vaciado la copa, la ha rellenado con una botella que tenía junto al altar. _ Aclaró
Aldebarán.
- Es que tenía mucha sed.
Todos se rieron.

- Que se besen, que se besen… - Cantaban los invitados.


Afrodita se tapó la cara con las manos.
Milo, agarrando del brazo a su novia, que parecía reticente a satisfacer la
petición, le hizo ponerse de pie. Pidió calma y besó a Camus pero éste se apartó
enseguida y le empujó un poco hacia atrás.
- Uy, la novia está enfadada.
+ Sí, habrá que celebrar el divorcio mañana… con otra fiesta.
Ja ja ja.
- Que se reconcilien, que se reconcilien.
- Vamos, Kamil – Le dijo en bajo. – Bésame como tú sabes. No vas a estar
siempre enfadado.
Camus le agarró con fuerza y le besó.
- Que os vais a ahogar, respirar.
+ Pero bueno Milo, que me ponéis cachondo. + Dijo uno de los primos.
Milo se soltó y se sentó enseguida. Camus también, sonriendo malicioso.
- Eres muy malo, sabes que me gustan mucho esos besos. Ahora tendré que estar
un rato aquí quietecito. No sé porque he hecho la tontada de no ponerme ropa
interior, se nota demasiado la tienda de campaña.

La última tontería de Aioros se la dijo al oído a Afrodita, que se sentaba a su


lado. El caballero de piscis había aguantado más de lo que era habitual en él y se
le acabó la paciencia. Golpeó la mesa con el puño y toda la vajilla saltó
ligeramente.
- ¡Se acabó! No consiento que hables así de Milo. Vamos fuera.
+ Afrodita, no sabes aguantar una broma. + Se asombró el arquero.
* Callaros y comportaros, todo el mundo nos está mirando.* Dijo Saga.
^ No, déjale que le pegue, a ver si se le pasa un poco la tontería.
* ¡Pero Shaka!
_ Bueno, parecéis niños y os voy a tener que tratar así. _ Era Shion que se había
acercado a la mesa. _ Shura, vete a mi mesa, yo me sentaré en tu sitio, al lado
del sacerdote.
La comida casi había terminado. Estaban tomando los licores. Aioria había empezado a
fumarse un puro pero le dio un ataque de tos y tuvo que dejarlo. Mü consiguió que
Shaka probara un anís suave.
Los primos cantaban una canción muy repetitiva, de fiesta. Tauro y Aioria trataban de
aprendérsela y cantarla.
La gente se iba intercambiando de mesas para hablar con otra gente. Shion había vuelto
a su anterior mesa y Shura había regresado con los dorados. Aioria, viendo el
movimiento, anunció.
- Sois todos unos aburridos. Voy a divertirme donde está la fiesta. Ahí os quedáis,
¿Vienes Aldebarán?
+ Vamos.
- ¿Aioros?
Pero el cura estaba algo mareado y dejó caer la cabeza sobre la mesa. Los dos caballeros
se fueron a mezclarse con los primos y tíos.
Milo se había subido sobre la mesa y cantaba un trozo de la canción con voz de tenor,
haciendo gestos exagerados.
- Hey, Pavarotti, haznos un movimiento sexy.
Era alguna broma que todos los primos entendían y empezaron a reírse. Milo hizo el
movimiento y luego saludó, haciendo una reverencia. Salto de nuevo a su silla. Camus
le recibió con un pellizco en la pierna. Pero se estaba riendo.
+ Creo que en mi vida pasaré más vergüenza de la que estoy pasando hoy.
- Tranquilo, Kamil, lo estás haciendo muy bien.
No era lo que pensaba Milo, realmente su amante estaba siendo muy poco colaborador
pero no podía arriesgarse a enfadarle de nuevo diciéndole lo que estaba pensando.

Afrodita jugaba quemando la punta de un corcho. Aioros dormía con la cabeza sobre la
mesa y a veces roncaba un poco. Afrodita le escribió con el concho en la frente “Soy
bobo” y después le dibujo unos bigotes rizados. No contento con aquello se quitó un
imperdible que llevaba en la camisa y cogiendo una servilleta con él se lo enganchó en
las faldas de cura, en la zona del trasero. Todo esto lo hizo con mucha seriedad.
- Con colita y todo.
Saga empezó a reírse, poniendo la mano sobre la cara, de una forma que casi parecía
que llorara. “Que niñerías.”

Se habían apartado las mesas a un lado para dejar sitio para que la gente bailara. Los
novios estaban de pie a un lado y conversaban en privado.
Camus, ya durante la comida, se había cansado de fingir un tono de voz “femenino” y
hablaba con su propia voz. Milo había tratado de explicar a su perpleja familia que su
novia tenía la garganta algo cogida y por eso tenía un poco de ronquera, que había
empeorado con la bebida fría.
- ¿Por qué has hecho eso viciosete? Lo estabas haciendo muy bien, te faltaba un poco
pero ya lo tenías casi dominado. Quizás se te ha olvidado como era. Te lo volveré a
explicar, es algo así: hola, hola, soy Camila.
Milo forzaba un ridículo timbre agudo.
+ Hola, hola, soy el idiota de Milo haciendo el payaso. + Le imitó Camus.
- Sólo quería ayudarte a recordar.
+ ¿Ayudar a quien? Mira, yo no aguanto más, me voy.
Milo le abrazó.
- No, no. Vale, pon tu voz si quieres. Vamos, la fiesta no durará mucho. Aguanta un
poco, mi amor, luego nos espera otra fiesta privada a ti y a mí.
Camus se alejó con cara de pocos amigos pero enseguida fue rodeado por su nueva
familia que querían saber cosas de él.
Milo le había mentido: ¿que la fiesta no iba a durar mucho? Eso era impensable
tratándose de su familia, ellos pretenderían prolongarla hasta el amanecer.
Las veces que trató de acercarse a su “mujer” éste dejaba salir su mal humor y le soltaba
frases muy poco apropiadas para una recién casada. Milo optó por no acercarse o
hacerlo únicamente si le veía solo, no quería que nadie notara que se llevaban tan mal y
el enfado de Camus duraría todo lo que durara la fiesta.

- Pues sí, es muy guapa y además… no se lo digas a nadie pero también es muy
facilona.
Aioria sonreía divertido mientras le hacia está confesión a uno de los primos de Milo.
+ ¿De verdad? Pues me gusta mucho. ¿Tú crees que si me acerco tengo posibilidades?
- Claro que sí, con Afrodita todo el mundo tiene posibilidades.
Cuando el primo se alejó en dirección a donde estaba sentado el caballero de Piscis,
Aldebarán empezó a reírse.
+ Como eres Aioria. Afrodita va a partir la cara a ese pobre chico.

- Sí, sí, tengo el mismo nombre que la diosa del amor. ¿Sabes cuanta gente me ha
recordado esa “información”?
+ También eres tan bella como la diosa del amor.
- ¿Bella?
Afrodita le miró por primera vez, tratando de contenerse las ganas de mandarle a cierto
lugar. El chico, que no sabía del peligro que estaba corriendo, siguió tratando de ligarse
a aquella chica tan fácil.
Piscis se enfadaba con facilidad por muchas cosas pero una de las cosas que más le
molestaban era que le dijeran que era una mujer. Pese a eso trató de contenerse todo lo
que pudo por temor a que Shion pudiera tomar alguna medida si armaba jaleo.
Después de diez minutos, todo un record para el caballero, finalmente no pudo evitar
sacar bruscamente a aquel chico de su error de apreciación.
Afrodita cogió la muñeca del chico con brusquedad y le colocó la mano en su
entrepierna, sujetándola y no dejándole apartarla.
- Sí lo que quieres es probar esto bien dentro te lo daré. Necesito relajarme un poco y
esto me calmará.
El chico abría los ojos como platos ante aquel descubrimiento y trató de soltarse pero el
caballero se levantó y tiró de él con fuerza, arrastrándole fuera de la carpa. No podía
liberarse por mucha fuerza que tratará de hacer y estaba aterrado ante la idea de lo que
aquel hombre, que tenía rostro y voz de mujer, pensaba hacerle. Desesperado, no
encontró otra solución que ponerse a gritar como un histérico. Todo el mundo los miró
y Afrodita, descubierto, soltó al chico empujándole de nuevo hacia dentro. El caballero
se quedó allí, dando la espalda a todos y respirando hondo tratando de tranquilizarse.

El chico había ido extendiendo la noticia del sexo de Afrodita entre todos sus familiares
y le miraban curiosos, con “disimulo”.
El centro de atención de aquella curiosidad había vuelto a la fiesta y se había sentado en
su rincón mirando a todos desafiante, alerta, esperando que alguien le dijera algo
inapropiado para tener la excusa para saltarle al cuello.

Shaka salió por uno de los lados de la carpa, cuyas paredes estaban abiertas, y se dirigió
hacia el santuario. Pero antes de que pudiera alejarse Mü le interceptó.
- ¿Dónde vas?
+ He bebido mucho y me encuentro algo mareado. Voy a meditar y estudiar este estado
mental.
- ¡Pero si sólo has bebido un vaso de vino y un traguito de anís!
+ No suelo beber y ese vino afrutado sube enseguida a la cabeza.
Shaka volvió a intentar alejarse pero su compañero le agarró del brazo.
- ¡Que mentiroso eres!
+ Los rituales no cuentan.
- La fiesta acaba de empezar. No está bien que te vayas tan pronto.
+ Pero no puedo desaprovechar este estado mental. Tengo que estudiarle.
- Mañana te tomas otro vasito de vino y lo estudias pero ahora no es el momento.
+ Pero hay que aprovechar las situaciones cuando se presentan y aho…
- Que no te vas. Vuelve un ratito conmigo. Me tienes que enseñar ese baile indio con
mudras y…
+ No, no pienso bailar y menos esa música.
- Vale pero vamos de vuelta.
Shaka le siguió resignado. Se sentaría en alguna esquina y trataría de meditar allí.
Mü, sin entrar en la carpa, le empujó contra una de las lonas, de las paredes, recogidas
en un poste. Allí, ocultos de las miradas, le rodeó con sus brazos.
- Tienes razón, hay que aprovechar las situaciones. ¿Dices que estás un poco mareado?
Además estás totalmente irresistible hoy.
Le abrazó con fuerza mientras le besaba apasionado

Aioros, después de la siesta que se había echado junto a la mesa, se sentía mucho mejor.
Había conseguido recuperarse del bajón y volver a la fiesta. Había estado moviéndose
por el salón, tratando de conocer a los familiares de Milo, sobre todo a los del sexo
femenino y un par de primos que también estaban bastante buenos. Todos le habían
recibido con amabilidad, todo sonrisas.
Se acercó a Afrodita que estaba con tres de las primas que se le habían pegado. Las
hacía mucha gracia y les daba un poco de morbo el hecho de que, siendo un hombre, se
pareciera tanto a una mujer. Pero el caballero de piscis llevaba toda la boda alternando
entre el mal humor y el desconsuelo y estaba a punto de soltarlas alguna barbaridad
cuando Aioros llegó y le apartó de ellas antes de que pasara nada.
El arquero, consciente de que había sido un poco pesado durante la comida, trataba de
reconciliarse con el caballero.
- Hijo mío, ¿estás bien? Yo soy cura. Cuéntame lo que te pasa. Será secreto de
confesión.
Aioros se rió. Parecía que se estaba tomando muy en serio su papel de sacerdote.
+ No sé como estás tan tranquilo.
- Hay que aceptar las cosas tal y como son. Camus me dejó a mí por Milo y Milo te dejó
a ti por Camus. Ya está, tomaron una decisión y hay que aceptarla. Yo lo acepto.
Afrodita se rió un momento ante la seriedad y la madurez con la que pretendía hablar
ahora el caballero de sagitario. Era difícil concentrarse en esas palabras y tomarlas en
serio cuando la persona que las decía tenía pintados en la cara unos bigotes rizados y en
la frente llevaba una mancha negra de unas letras emborronadas ahora por el sudor.
“Que mala es la gente. Todos se ríen de él y nadie tiene el corazón para decirle que se
borre eso de la cara. Yo tampoco se lo diré, él se lo ha buscado por pasarse toda la
comida metiéndose conmigo y con Shaka.”
Miró un momento a Milo. Aunque parecía que pasaba de Camus y se divertía entre sus
familiares, Afrodita, que no dejaba de observarle, veía como miraba con frecuencia al
caballero de Acuario y de vez en cuando se acercaba para ser recibido con frases
cortantes y mal humor. Aunque Milo trataba de aceptar estos desplantes con
tranquilidad y sonreía a las frases irónicas de Camus, Afrodita lo veía y le daban ganas
de acercarse y regalar a la novia una rosa blanca en el corazón. Y se prometió que lo
haría… si veía una lágrima en el rostro de Milo, una lágrima que provocara esa
asquerosa sanguijuela.
Su Milo no merecía el castigo de estar con aquel caballero tan antipático.
+ Tú no conoces a Milo como yo. Él no sabe lo que quiere, se deja llevar por cualquiera.
Necesita alguien que le guíe y le proteja y Camus no lo hace. Es un ingenuo, siempre
lleno de buenos deseos, no es capaz de vez la maldad en el corazón de las personas.
- Camus ve que Milo es una persona adulta y es posible que se equivoque pero de sus
errores aprenderá. No se puede pretender tratar de sobreprotegerle y tratarle siempre
como un niño, hijo mío. Reza a Dios para que te dé entendimiento…
“Otra vez haciendo de cura este payaso de bigotes… me pone malo. Vaya, no puedo
dejar de mirar los ridículos bigotes, se va a dar cuenta.”
+ ¡Mira! Tú no eres cura. Que Dios te dé el entendimiento para enterarte. Como vuelvas
a decirme hijo mío o hables algo de Dios te voy a colgar los hábitos, pero contigo
dentro, del reloj del santuario. Más aún, como hables te parto la cara. Esta conversación
ya me está cabreando suficiente. No vengas a jactarte de que tú has aceptado mejor que
yo que Camus te dejara porque nuestros casos no tienen comparación. Camus no tiene
sentimientos…, sentimientos buenos, ¿Cuánto tiempo se puede aguantar saliendo con
alguien como él?, viendo en su mirada que no siente nada por ti, que está contigo por
pasar el rato. Yo estaría encantado de que me dejara si saliera con él. Milo esta
aguantando tanto porque está… no sé, obsesionado. Pero mi dulce escorpión… es una
cosa aparte. Es un encanto, sabe hacerse querer y nunca…, escúchalo bien, nunca
pienso olvidarle, nunca podré. Además, tú estuviste con Camus unos meses y la mitad
de ellos no se te veía muy contento. Yo he estado con Milo desde que nos conocimos.
No, no tiene nada que ver lo tuyo y lo mío.
- Pero…
+ ¡Cállate!, no quiero oír ni una palabra más.
Aioros de alejó de allí sin decir más.
“Que brusco es. Yo sólo venía a ayudar. Está claro que Afrodita tiene muy mal
concepto de Camus y nadie le hará cambiar de opinión. Estaba raro, aunque se ha
enfadado no ha gritado con esa voz tan aguda que pone cuando se enfurruña, quizás le
inhiba la presencia de Shion en la fiesta. Además, no dejaba de mirarme a la boca, ¿es
que querría besarme? ¡Este Afrodita!, siempre pensando en lo único”

“No debí dejarme besar pero cuando noté a Mü acercándose a mis labios no puede
evitar desearlo. Y ese beso… tan dulce como embriagadoramente excitante.”
Shaka estaba solo. Había espantado a un par de primas que se habían acercado a
hablarle permaneciendo callado e indiferente.
“Tampoco debí reaccionar así después del beso. Ahora Mü está triste y no se acercará a
mí. Y yo no quiero pedirle perdón, no quiero tener que reconocer que esa acción no ha
estado bien y no quiero tener que explicar porque lo he hecho.”
Le había empujado con brusquedad para apartarle y Mü había bajado la cabeza,
avergonzado, y le había dejado solo.
“Mü, acércate tú, por favor.” Pero no había proyectado ese pensamiento para que le
llegara.
Al caballero de Aries no le había falta que le proyectaran un pensamiento para poder
leerle, sólo necesitaban que lo pensaran sintiendo algún tipo de emoción, a más intensa
le llegaría con más claridad, o que pensaran en el caballero de una forma más o menos
clara.
Pero Mü no se acercó.

Camus estaba ya más que harto de la fiesta y aquella apenas acababa de empezar. Los
familiares de Milo le agobiaban con su amabilidad y con preguntas que no sabía como
contestar. El caballero no quería acercarse a hablar con sus compañeros, vestido de
aquella forma ridícula, y tener que soportar sus burlas, así que esquivaba su compañía.
Finalmente decidió irse sin decir nada, ya que si avisaba llamarían a Milo y éste no le
dejaría escapar. El escorpión estaba muy ocupado. Se lo pasaba muy bien con sus
familiares, yendo de un lugar a otro sin parar, hablando con todos. Si se iba él no se
enteraría.
El tio Vania estaba ya un poco borracho. Al ver pasar a Camus cerca le llamó para que
se sentara a su lado. El caballero tuvo que retrasar un poco más su huída.
- ¿Qué bebes? – Preguntó “la novia”.
+ Vodka ¿quieres?
- No me gusta, sólo me sabe a alcohol.
+ Éste es bueno, el mejor de toda Rusia. Pruébale. No te dejo que te levantes sin que le
pruebes, ya verás como cambias de idea.

Afrodita se acercó a la barra a pedirse algo para beber. Pero cuando iba a llegar vio a
dos primas que, sonrientes, se dirigían indudablemente hacia él.
- ¡Otra vez las primas! ¡Menuda noche!
Y se dio la vuelta, esquivando, con elegancia y precisión, a la gente que bailaba.
A Aioros no le pudo esquivar pues éste se tiró intencionadamente contra él.
Ya se había borrado los bigotes ¿Quién se lo habría dicho? Pero seguía llevando la
colita que se movía con más estilo que él al son de la música.
+ Vamos a bailar, tú lo haces muy bien, muy sexy. + Dijo el arquero alargando las
manos hacía el caballero de piscis.
- ¿Te digo lo que pienso de eso o nos ahorramos un disgusto?
Las primas ya estaban cerca y Afrodita lo vio y dijo, antes de alejarse.
- Mira Aioros, esas te buscan.
+ Venid aquí chicas, vamos a bailar.

Mü se había sentado a su lado sin hablar. Pasado un rato Shaka deslizó la mano hasta
ponerla sobre la suya y dijo:
- Eres mi amigo, no quiero que nada estropee eso. A veces siento que eres el único que
me comprende aunque seas el que más se oponga a mis ideas, las discutes porque las
entiendes.
+ No se perderá nuestra amistad porque me rechaces.
Pero Mü utilizó el gesto de Shaka de tomarle la mano y deslizó sus dedos sobre ella,
acariciándola con suavidad.
Esperaba la reacción del caballero de virgo: esté se levantó y salió fuera. Estaba confuso
ante la actitud del tibetano que esa noche estaba siendo particularmente agresivo en su
conquista.
Desde que Shaka le comunicó que no quería salir con él Mü había tomado una actitud
contemplativa: nunca se insinuaba y no hacía ningún gesto, a ese respecto, que pudiera
molestarle. No fingía que su deseo no existía ni tampoco insistía sobre él.
Mü esperó unos minutos antes de seguirle.

Hola, Milo. – Shina le saludó con un soniquete burlón.


+ ¿Te diviertes, guapo?
* ¿Qué pasa ahora con vosotras? * Respondió el escorpión desconfiado.
+ Queremos que nos traigas un par de cócteles dulcitos y suavecitos de alcohol.
* ¿Os habéis creído que soy el camarero? Id vosotras.
- Uy, uy, ¡que mal educado! Creo que me voy a acercar a tu madre y le voy a contar un
chismecito del santuario.
* ¿Sí? ¿Cual? * Preguntó agresivo.
- Le voy a explicar lo que Camus tiene entre las piernas y que a veces está entre las
tuyas.
Milo se fue sumiso en busca del encargo.

Afrodita se miraba de nuevo en su pequeño espejo y se repasaba el carmín de los labios.


Estaba distraído y no las vio llegar hasta que estaban sentadas las tres alrededor de él.
- Te he traído algo de beber. He preguntado al camarero y me ha dicho que habías
bebido esto.
El caballero de piscis guardó el espejo y el pintalabios y tomó el vaso mientras pensaba
como iba a escapar esta vez cuando le habían rodeado sus enemigos, acorralándole
contra una esquina.

El tío Vania hablaba sin parar:


+ Siempre había imaginado que Milo se casaría con una muchacha griega o, si no, con
una rusa. Porque las mujeres rusas no tienes desperdicio… [bla bla bla] …pero estoy
contento con la mujer que ha elegido, aunque sea francesa, porque se le ve muy
enamorado.
- ¿Qué mujer? – Camus estaba desconcertado. El vodka le estaba subiendo a la cabeza.
+ Ja, ja, ja, ¡Que bromista!

- El enamoramiento es uno de los venenos mentales.


Shaka apretaba con dos dedos sobre su marca en la frente, esa tensión y su esfuerzo por
volver a la calma hacia que le doliera.
+ Pero rechazarme no te ayudará a vencerle pues es más fuerte el sentimiento idealizado
que el real. Imaginas que estar conmigo te envenenará pero tú ya estás envenenado.
Mü sabía rebatirle sus creencias budistas. Quizás no tuviera razón, quizás sí, pero a
veces le hacía dudar y se sumergía con él en largos debates sobre el tema. Llevaba la
contraría a aquellas filosofías o utilizaba los conocimientos que tenía sobre el tema para,
con ellos, expresar su duda acerca de la corrección en la actuación del caballero
seguidor del Buda.
Se quedaron allí un largo rato: Shaka explicándole que debía evitar por todos sus
medios caer en el “pecado” y Mü aclarándole que, en su caso particular, era más
pecaminoso no caer que hacerlo.

Afrodita estaba aburrido de ver lo bien que se lo estaba pasando Milo y ya no podía
divertirse mirando a Camus enfadado, de un lado para otro, intentando quedarse solo
para poder escapar; le había atrapado el tío ruso.
Llevaba ya un rato observando a Saga, sentado en una mesa con un vaso al que no hacia
mucho caso. A veces miraba a las personas de alrededor y otras les daba la espalda y
deshacía el centro de mesa. Parecía que asustaba a la gente y nadie se atrevía a acercarse
a él, salvo alguno de los compañeros del santuario.
“¿Cómo lo habrá conseguido? A mí las primitas no me dejan en paz.”
Estaba tan atractivo con ese aire melancólico… Afrodita decidió acercarse a él con un
pensamiento en su mente:
“Si consiguiera a Saga podría olvidar a Milo.”
Pero bien sabía que éste era mucho más difícil de conseguir que su escorpión, aunque
géminis no saliera con nadie.
Una vez a su lado le sonrió pero no le dijo nada. Estaba un poco cortado porque lo había
intentado varias veces ya y siempre había sido rechazado. Al final decidió hablar con él
de forma amigable, sin intentar nada, y de seducirlo ya se vería. El caballero de géminis
enseguida se dio cuenta de lo que pasa.
- Estabas tan desconsolado y de pronto ahora te has animado mucho. Eso es porque
tienes en mente una nueva conquista.
Saga sonreía de una forma extraña. El caballero de piscis rió sabiendo que ya había sido
descubierto, así que ya no disimuló.
+ Un largo intento de conquista que no he conseguido aún llevar a buen fin.
- Ni lo conseguirás.
+ Aunque no quieras salir conmigo podías caer en mis manos alguna vez. Te gustaría,
no te arrepentirás.
- Eres un presuntuoso.
+ Prepararé un baño con pétalos de rosas de Alejandría para ti y mimaré tu cuerpo como
si fuera un delicado objeto precioso. Le lavaré, peinaré tu pelo, te perfumaré, te daré un
masaje, sé dar muchos tipos de masaje no sólo masaje sueco. También te cubriré de
caricias y besos y si quieres podemos dejarlo ahí, puedo esperar. Te abrazaré y
dormiremos juntos.
- No, tú no lo dejarás ahí.
+ No me conoces. Muchas veces lo he hecho así.
Afrodita se dio cuenta de su error al decir esa frase, ya que a Saga, una de las cosas que
le hacia rechazarle era saber que había estado con muchos. Intentó hablar más para
arreglar esa metedura de pata.
+ Saga, creo que eres el más hermoso de todos los caballeros, para mi gusto. Tus ojos
son tan precisos como dos joyas entre tantos cristales sin valor… ¿No te parece tentador
lo que te he propuesto?: el baño, el masaje con aceites tibios, las caricias…
Saga sonreía mirando a la mesa.

El tío Vania se creía que sólo sabía él sobre las mujeres rusas. Camus había realizado su
entrenamiento en Siberia y le podía decir unas cuantas cosas sobre las mujeres de allí,
además se lo diría en ruso.
El tío se asustó un poco cuando oyó hablar de esa forma a la novia sobre las mujeres,
parecía que le entusiasmaba mucho su propio sexo. Repuesto de la sorpresa inicial,
Vania continuó la conversación animadamente, como si hablara con un amigo.
El susto fue mayor cuando vio como la novia se metía la mano por el escote y sacaba
unos grandes trozos de algodón que le servían de relleno. Shaka finalmente le había
obligado a llevarlo.
- Ah, ¡que calor me estaban dando!
Vanía empezó a reírse.
+ Bueno, no ibas a ser perfecta. Las atletas que hacen muchas pesas pierden pecho.
- Sí, sí, yo he hecho muchísimas pesas.

- Milo, ese cura que has traído está tratando de ligarse a la prima Electra.
“Será cabrón” Pensó Milo.
+ Lo habrás interpretado mal tía Sabina. Voy a ver.

Afrodita estaba de nuevo solo y su mente no dejaba de rabiar.


“Nunca se me había resistido una conquista tanto. Con lo facilotes que son siempre los
hombres…, con lo fácil que es mi Milo aunque salga con Camus y diga que está
enamorado de él. Ay, mi Milo, mi precioso escorpión mediterráneo. Ay Milo, ¡Milo!”
De nuevo se puso a llorar, girándose contra la pared para que nadie lo viera.

- Milo, guapo – Le dijo su tía Sabina. – Mira a ver a tu mujer que la ha cogido el primo
Vania y la está emborrachando. Muy típico de él.
- Yo me voy, Milo, tú tío me ha hecho beber mucho vodka y estoy que me caigo.
El escorpión le examinó con atención. Un poco borracho sí que parecía pero no tanto
como para no poder recuperarse y mantener el tipo. Ahora debería tenerle alejado del
alcohol ya que Camus, cuando se encontraba nervioso o mal por algún motivo, no sabía
parar cuando empezaba a beber y ahora seguro que estaba muy nervioso con todo
aquello.
Trató que quitar importancia al asunto.
+ No mientas, no se te ve tan borracho. Aún puedes aguantar un rato más.
- He dicho que me voy. Además estoy muy cansado, anoche apenas pude pegar ojo
pensando en el ridículo que iba a hacer y la noche anterior tampoco quisiste dejarme
dormir bien.
+ Estás guapísimo, viciosete, no estás nada ridículo.
- Me estás enfadando.
+ Bueno, no te digo nada. Vamos a pedir un café griego, eso te despertará.
- No, no, eso es muy fuerte, no quiero estar tres días sin poder dormir.
Milo no le hizo caso y le arrastró tras él llevándole de la mano.

- Que ropa más extraña llevas. Pero estás muy guapo.


+ Gracias. + Le contestó Shaka sin girar ni siquiera la cabeza hacia ella.
- Soy Electra. Una de las muchas primas de Milo.
+ Yo Shaka, uno de sus muchos compañeros.
Ella se rió de la broma.
- ¿Por qué nunca abres los ojos?
+ Me hace daño la luz, es muy intensa.
- ¿Quieres que vayamos a un sitio más oscuro?
+ ¿Qué dices?
- No, no lo interpretes mal. Quería decir aquí a la puerta, que no nos de la luz directa de
los focos.
Shaka no dijo nada ni abrió sus ojos.
- Es una pena. Tus ojos… seguro que son preciosos. ¿Te traigo algo de beber?
+ Lo siento, no bebo.
- ¿Un refresco?
+ Tranquila, Electra. ¿Qué es lo que quieres?
- Si molesto me voy.
+ No, no quería decir eso.
Ella se alejó de allí.
“Bueno, pues me quedo más tranquilo aquí solo.”
Mü estaba con Saga. Parecía que se divertía. Aunque el caballero de géminis había
estado toda la noche amargado ahora había olvidado, por un momento, su tristeza.
A Shaka no le había quedado muy claro quien había ganado en su discusión,
probablemente nadie como les solía pasar siempre.

- Eh, Milo ¿Dónde vas? Ven un momento.


+ Que queréis ahora.
- Queremos algo de comer. + Explicó Shina.
+ Pero… no hay.
* Vete a la cocina, seguro que hay algo, unas aceitunas o algo para picar… unos
canapés.

Milo volvía con una plato lleno de aperitivos variados para aquellas chantajistas.
“¿Será muy grave matar a otro caballero? Ellas sólo son caballero de plata, yo tengo
mayor rango, quizás esté permitido. Tendré que repasarse el reglamente a ver que dice
al respecto.”
Camus estaba con Shura y tenía un vaso en la mano. Milo lo vio y, dejando el plato en
la mesa de al lado, le quitó el vaso para probar su contenido.
- No, no, no. Esto no lo puedes beber tú.
+ Pero ¡¿Qué dices?!
- ¿No decías que estabas tan borracho? Pues no debes beber más.
+ Viendo que me tengo que quedar se me ha pasado un poco.
- Bebe algo sin alcohol ¿no?, o una cerveza pero esto… es whisky con hielo… ¡Que te
vamos a tener que llevar al santuario en brazos!
+ Mejor, con tal de irme aquí como si me lleváis en coma etílico.
* Tranquilo, Milo, Camus aguanta mucho el alcohol. *Intervino Shura.
- ¡¿Pero sabes lo que está bebiendo?! Ha bebido un montón de vino en la comida, una
absenta después, que esa bebida no tiene más grados porque no lo permite la ley, y una
crema de whisky y luego se ha hinchado a vodka con mi tío y ahora esto. ¡Que no es
humano aguantar tanto! Le conozco, éste parece que está bien y de pronto se cae sin
sentido en el suelo y si le tocan se pone violento. Así que cállate y no hables de lo que
no sabes.
Milo se dio la vuelta furioso y con el vaso en la mano. Cuando fue a coger el plato para
llevárselo a las chantajistas descubrió, con estupor, que estaba rodeado de gente y
apenas quedaban un par de cosas ya en él.
- ¡Ay, Dios mío! con lo que me ha costado convencer a los que estaban acabando de
limpiar para que buscaran alguna sobra para darme…
Resignado, volvió otra vez hacia la cocina a molestar de nuevo para ver si le daban
algo… parecía un pobre pidiendo. ¡Que vergüenza!

* ¿Dónde vas, Camus?


+ Acompáñame. Voy a pedirme algo.
* Pero Milo se va a enfadar.
+ Pues que se contente. Yo también me enfadado y mira de que me sirve: Aquí estoy
porque se le ha encaprichado y ¡encima sin beber! Si es que siempre se sale con la suya.
Shura le acompañó intentado convencerle de que al menos se pidiera algo un poco más
suave que lo que había bebido hasta ahora.

“Con eso de que va de simpático en vez de ligón tiene aquí a todas las primas y primos
que quiere alrededor, preguntándole sobre la vida en el santuario.”
Aioria estaba junto a Aldebarán y varios de los primos y observaba, asombrado, el éxito
que estaban teniendo entre ellos.
“Tengo que estar cerca de él cuando acabe la fiesta porque así tendré posibilidades de
pillar esta noche. Aunque, quien más me gusta es Electra y ella aún no se ha acercado
aquí.”
La observó, hablando con Camus.
“Aldebarán es muy hábil, menudo pillo, ha dejado caer, como sin querer y en broma,
que tiene… un tamaño interesante de conocer.”
Aioria sonreía divertido pero torció la boca cuando pensó.
“Pero podía haberlo insinuado de otra forma y no compararse conmigo. Algún
malintencionado podría pensar que yo la tengo pequeña en vez de que él la tiene
grande.”

- Milo, cariño, tu mujer está tratando de ligarse a la prima Electra.


“Ay Dios mío. ¿Por qué me pasa esto a mí?”

He sido una mal educada. Quería disculparme.


Electra le trajo una botellita de agua y Shaka la tomó.
+ ¿Tú? Supongo que he sido yo el mal educado.
- Es igual. Milo me ha dicho que eres monje.
+ Milo… no le hagas caso. ¿Cómo voy a ser monje?
- Pero eres budista, serás monje.
+ No sabía que fueran sinónimos.
- Entonces ¿que haces?
+ Practico tantra.
- ¿Tantra? Eso es lo del sexo.
+ ¡Que tontería! No tiene nada que ver.
- Yo no entiendo de eso. Me lo tendrás que explicar, si no te importa, tengo curiosidad.
Electra sonreía contenta. Había conseguido quedarse junto a aquel caballero tan guapo y
misterioso. Escuchaba atenta las explicaciones del compañero de su primo mientras se
deleitaba contemplando aquel hermoso y sereno rostro y ese cuerpo… tan provocador,
insinuándose con aquella extraña ropa y joyas.

Mü vio a Shaka hablando animado con la prima más famosa de las muchas que tenía
Milo. Se acercó a ellos y oyó de que hablaban: del tantra rojo. Esto le preocupó.
Antes de que pudiera unirse a la conversación Kannon se acercó y le agarró de la mano,
apartándole de ellos. Aioria, que había venido siguiendo a Mü, se quedó de pie, al lado
de Electra, y después de oír de que hablaban, decidió irse a buscar otro lugar donde
quedarse y dejar para más tarde el acercamiento a la prima.

- No te queda del todo mal el pelo recogido y engrasado pero lo prefiero limpio.
+ Sólo lo he hecho para hoy.
- Parece que Shaka ha ligado con la prima. Hoy no podrás intentar nada con él. ¿Por qué
no nos escabullimos a tu templo y nos metemos juntitos en la ducha?
+ Kannon, ya estás con lo de siempre. Sabes mi respuesta. ¿Por qué insistes?
“Por que de vez en cuando cedes, tonto.”
Kannon se dio cuenta de su error, haber pensado esas palabras delante de Mü. Seguro
que las había “oído”.
+ Sabes que me gustas mucho, muchísimo. ¿Para que persigues a alguien que nunca te
va a corresponder? Elígeme a mí. Yo tengo mucho placer que ofrecerte.
- No insistas. Voy a ver que hace Afrodita.
+ ¿Vas a consolarle? ¿Y a mí no quieres consolarme? Dame un beso aunque sólo sea
eso.
Mü se alejó de allí y se acercó a Afrodita quien, sentado en un rincón, se disponía a
beberse un whisky solo. Se lo quitó de la mano y lo dejó a un lado. Se quedó hablando
con él.

Cuando Mü dejó a Afrodita, después de estar un rato con él, éste volvió a sentirse
desolado y se tapaba los ojos con una mano intentando no llorar.
Milo se acercó para animarle. Se había propuesto que todos se lo pasaran bien en su
boda. Enseguida Afrodita se puso a hablar.
- No sé porque has hecho esta tontería de la boda. Podías haber explicado a tu familia
que todo era un error. Y ¿por que no has querido decirles que Camus es un hombre?
Toda esta parafernalia me esta poniendo malo. Ahora voy y le cuento a tus padres todo.
Les cuento que su hijo es un encanto pero se ha enamorado de un monstruo y ha
rechazado a la persona que más le quiere y le querrá en toda su vida.
+ ¿No se te ocurrirá hacer eso?
- No te preocupes, mi amor, se lo diré con tacto. Ellos te perdonaran cuando les
explique que has hecho esto por no decepcionarlos.
Cuando piscis se levantó Milo le agarró de la camisa y tiró de él hasta que le sacó del
improvisado salón y le llevó a una zona de matorrales altos.
+ Por favor. Si es verdad que me quieres no me hagas eso. Me vas a buscar un gran
problema.
- Claro que te quiero, mi amor, mi escorpión mediterráneo.
Afrodita enseguida cambió de actitud y trató de aprovechar la ocasión. Estaban
escondidos de todas las miradas y tenía en sus manos un escorpión asustado y dispuesto
a lo que fuera por que todo saliera bien.
Le acarició con suavidad la cara, con la yema de los dedos, los labios. Milo le sujetó la
mano y no pudo evitar mirar su pecho, insinuado por la camisa blanca, ligeramente
transparente y con varios botones desabrochados. Afrodita sabía lo mucho que le
gustaba a su escorpión ese tipo de ropa y por eso lo había elegido.
+ Afrodita, no juegues conmigo.
- Siempre te encantaron todos mis juegos, hasta los más violentos.
+ Pero ya pasó todo aquello.
- No es verdad. Lo sé porque ahora te besaré y tú te entregarás a mis labios.
Le besó y Milo trató de echarse hacia atrás pero Afrodita le clavó las uñas fuertemente
en la nuca. El escorpión soltó el doloroso agarre con un golpe de su brazo pero no se
apartó inmediatamente del beso, por lo cual, su agresivo ex amante tuvo tiempo de
volver a clavarle las uñas y sujetarle.
Entre los labios del caballero de piscis sólo podía balbucear palabras que malamente se
entendían.
+ Ay, no, Afrodita. No, Afrodita. No, Afrod…
Pero ya era tarde, Milo se había dejado capturar por el apasionado beso de Afrodita, por
aquella lengua que jugaba intensa y profundamente. Ya no se resistió. Tampoco se
resistió a pasar sus dedos entre ese pelo tan suave, que siempre le había gustado tocar. Y
Afrodita no se resistió a llevarle al suelo y echarle allí sin soltar su boca. Y Milo no se
resistió a enredarle con sus piernas y apretarse contra su sexo. Y Afrodita no se resistió
a liberarle de la corbata, que Milo ya había aguantado demasiado tiempo y, soltándole
unos botones, recorrerle el cuello con aquellos intensos mordiscos que al escorpión
tanto le gustaban.
+ Ay, sí, Afrodita. Así, muérdeme. Afrodita, sí…
Y Milo no pudo evitar arquearse sensualmente y ofrecerle más parcelas de su piel. Y
Afrodita no pudo evitar tomar lo que se le ofrecía. Y Milo no pudo evitar darse cuenta,
durante un segundo, de que se estaba dejando llevar por un momento inapropiado, en un
lugar inapropiado.
+ No, Afrodita. No.
Una situación muy inapropiada. Apartó al caballero de encima de él, levantándose con
rapidez y alejándose. Afrodita se quedó echado, tratando de recordar esas últimas
caricias y buscar en su piel los restos de ellas.
Menuda capacidad de persuasión tengo: No, Afrodita, sí, Afrodita. ¡Que patético! No
me extraña que me haga lo que le place.”
¿Por qué lo hacía? ¿Por qué Afrodita seguía consiguiéndole siempre que quería? Claro
que quería al caballero de Piscis, ¿Por qué iba a dejar de quererle? Pero quería más a
Camus y por eso había decidido estar con él. ¿Por qué el sentido común desaparecía
cuando él le acariciaba?: Era el deseo. Su relación había sido muy apasionada, lujuriosa,
divertida, siempre reinventándose a si misma, inagotable e inacabada por eso. Entre la
dulzura y la brutalidad, entre el placer y el dolor, habían hecho todas las cosas que se les
habían ocurrido a unas mentes demasiado imaginativas, habían pasado todos los límites,
hasta los más peligrosos. Sin ningún tipo de miedo, sin propósitos salvo divertirse y
sentir.
Cuando quisiera podría volver a aquellas noches que tan bien recordaba, a sentir
aquellas cosas que Camus le negaba por parecerle excesivas. El caballero de acuario se
apartaba de aquellas pasiones que le perturbaban, de un fuego que le molestaba, y
buscaba siempre lo que consideraba más cómodo: observar desde su frío.
Pero elegía a Camus y seguiría eligiéndole, aunque no podía explicarse porque.

- Pues me pareces la más guapa de todos los primos. Contigo me perdería un ratito entre
esos matorrales.
Electra, molesta por la frase, le miró arrugando la nariz.
+ ¿Para qué? Seguro que no me enteraría de nada. Por ahí dicen que la tienes como un
dedo meñique. No merece la pena.
- ¡¿Qué?! - Aioria se apresuró a defenderse. – No es verdad que la tenga pequeña. Lo
que Aldebarán quiso decir es que él es muy grande y que todo lo suyo está en
proporción a su cuerpo y que como yo soy más pequeño pues… comparado con él…
+ Ya, ya + Respondió Electra mirándole descaradamente al pantalón. + Por algo lo
diría.
- Pero… Estoy dispuesto a que lo compruebes tú misma. Vamos allí aparte y te lo
enseño.
Aioria lo decía sólo por aclarar la situación pero Electra se rió y respondió con gestos
exagerados.
+ ¡No, por Dios! ¡Ni se te ocurra! ¡¿Qué te has creído?!
Aioria se quedó un momento pensativo:
“Menos mal que ha dicho que no porque si se la enseño así, relajada, va a pensar que
realmente es pequeña.”
+ Bueno, bueno, me voy a conocer a Aldebarán.
- Pero Electra ¡Qué yo no la tengo pequeña!
Para desgracia de Aioria había un cambio de música en ese mismo momento y gritó
aquella frase justo en los dos segundos de silencio que hubo entre canción y canción.
Todos le miraban. Para colmo, Aioros, desconcertado, preguntó en gritos:
- ¡¿Quién la tiene pequeña?!
Y los que no se habían enterado del asunto se enteraron ahora.
Todos se reían. Saga, que estaba tan serio la mayor parte del tiempo, se empezó a reír de
forma descontrolada y acabó resbalándose de la silla y cayendo bajo la mesa.
Aioria no sabía donde meterse y se acercó a Afrodita para no sentirse solo en medio de
todos. Pero Afrodita no le recibió como él esperaba:
+ A mí no te me acerques, pequeñín, que no quiero ser el centro de atención. Además,
no quiero que nadie sepa que soy amigo de alguien tan poco bien dotado
Afrodita se unió a las risas generales. Aioria no encontró otra solución que huir hacia
los baños hasta que se pasara el cachondeo.
“¡Qué vergüenza! Creía que esto sólo pasaba en las películas. Se para la música y…
¡qué ridículo!”

De Saga sólo se veían las piernas salir bajo la mesa. Mü, siempre atento y preocupado
por el bienestar de los demás, se arrodilló allí y levantó el mantel para preguntarle si
estaba bien y ayudarle. Hablaba con él y soltó el mantel que le ocultó la mitad superior
del cuerpo bajo la mesa. De pronto, las piernas de Saga desaparecieron y, tras ellas, lo
que se veía del cuerpo de Mü.
Shaka, que lo había visto, se empezó a poner nervioso.
“Será cabrón ese Saga. Bueno… a mí que me importa. Además… quizás sólo se hayan
metido ahí para hablar en privado tranquilamente.”
Pero no podía quitar la vista de las faldas de la mesa.

- Saga, por favor.


+ Pssss
Agarró con fuerza a Mü para girar con él y colocarse encima. Sujetó sus muñecas contra
él suelo y le besó. El tibetano apartó la cara hacia un lado.
- Hay más de quinientas personas a nuestro alrededor.
+ ¿Y eso no te excita?
Saga le miraba con los ojos semicerrados, de una forma tan agresiva como seductora.
- Cualquiera puede levantar la falda de la mesa y nos verán…
+ ¿Y eso no te excita? + Repitió.
Apoyando todo su peso sobre él, volvió a besarle.
- ¡Saga!
+ ¿Sabes lo que pienso?: Que a ti no te gusta hacer demostraciones de cariño en público,
no por pudor, si no porque te excita demasiado que te vean y no quieres que nadie lo
note, te gusta exhibirte y te da vergüenza reconocerlo.
- Eso no es verdad.
+ ¿Si? Pues ahora estás muy excitado. + Dijo poniéndole la mano en la entrepierna. +
Me gustas mucho, fácil chico difícil.
Y, sin liberar las manos de Mü, volvió a besarle.

Aioria, escondido en el servicio, observaba con interés su miembro.


- Pues no es tan pequeña… bueno, así un poquito pero si la tocó enseguida la cosa
cambia.
Empezó a tocarse para comprobar su teoría pero rápidamente se aficionó y siguió… y
siguió… y…
- Ah…, ahora mucho mejor. Estaba muy… tenso…
Y empezó a reunir el valor para volver a la fiesta.

Creía que había perdido su corbata por el suelo pero Afrodita la había cogido y ahora la
llevaba puesta. Cuando lo vio se sobresaltó. A Milo le pareció inapropiado que llevara
su corbata porque alguien podría deducir lo que había pasado. Pero su familia no se
imaginaría nada de eso, que era lo importante.
El caballero de piscis estaba más animado y hasta se había acercado a hablar con
algunos invitados. Algunos caballeros se habían dado cuenta del detalle de la corbata y
habían sonreído. Camus también lo vio y miró a Milo pero este no pudo ver su
expresión bajo la máscara. Se acercó a él tratando de disculparse pero Acuario no le
dejó hablar.
- No me gusta que me mientas, así que no hables. No pasa nada, Milo. Olvidado.
+ Viciosete eres… + Milo siempre se ilusionaba con su perdón.
- ¡Cállate!
El escorpión fue hacia Afrodita. A su “novia” no le dio tiempo a advertirle de que no
intentara quitar la corbata al provocador caballero.

+ Afrodita, devuélveme la corbata. ¿Por qué has hecho esto?


Le había llevado a un lado para hablar con él.
- No me da la gana.
+ No te pongas tonto.
- No sé porque te preocupas. Nadie va a pensar nada, sólo que me la has dejado.
+ Vamos, dámela.
Afrodita le sujetó del cuello de la camisa e iba a soltar alguna frasecita poco cordial
cuando Shura le agarró por detrás, de la cintura, y les separó.
- ¿Quién?
* No hagas eso. Ven conmigo.
Shura se le llevó fuera y Milo suspiró aliviado.
El novio vio que Saga estaba solo y se sentó junto a él. Parecía, al menos, un poquito
más animado de lo que había estado durante toda la noche, pero seguía marginándose en
aquel rincón y con el rostro serio.
Por un rato había estado desaparecido y Milo había pensado que quizás habría vuelto al
santuario sin decir nada a nadie, pero ahora estaba de nuevo sentado en el mismo sitio,
en la mesa en que habían comido los dorados.
+ Entiendo que Afrodita este así ¿pero tú? ¿A ti que te pasa?
- Déjame, no me molestes.
+ Dime que te pasa.
- No es asunto tuyo.
+ Bueno, hijo, ¿Cómo te pones?
Se calló un momento para pensar “Que mala leche tienen todos mis compañeros”
+ Cuéntame. Quizás pueda ayudarte.
“¿Sí? ¿Vas a dejar a Camus?”
- No te preocupes, no es nada. Es que yo no soy mucho de fiestas.
+ ¡Que no eres de fiestas! Y la vez que…
- No me lo recuerdes, bebí demasiado.
+ Te empezaste a desnudar y… + Milo se reía al evocarlo.
- Cállate, por favor. – Saga se tapó la cara y también se rió.
El escorpión se alejó de allí.
“Milo no sabe de mi amor por Camus. Ni siquiera lo sabe él. Su mente sin sentimientos
no ve lo que a otro le resultaría evidente”.
Pero el novio volvió. Traía un par de vasos con bebida. Saga tomó uno y observó y olió
su contenido. Sonrió.
- Así que tu solución es tratar de emborracharme.
+ Yo creo que también me voy a emborrachar. Estoy agotado de estar pendiente de
todo. Menos mal que Shura se ha llevado a Afrodita.
Saga le revolvió el flequillo:
- Tranquilo. Todo saldrá bien. Ya vigilamos todos, sobre todo a ése. Estando Shion
nadie se atreverá a armar jaleo, salvo ese loco de piscis. Tanto mirarse al espejo le ha
trastornado.
A Saga le caía bien Milo, lástima que fuera su rival.

- Mü, cariño…
El caballero cambio de dirección y no se acercó donde estaba Kannon.
“¡Pero si no le he dicho nada! ¿Es que ya no me quiere ni como amigo? Debe haber sido
por haberle llamado cariño. La próxima vez tendré más cuidado, no debe desconfiar.
Creía que, con la excusa de la fiesta y las copas que siempre se beben de más, sería más
fácil convencerle pero va ser al revés. Tengo que pensar algún plan.”
A Aioros se le había olvidado la bronca que le había echado Milo y de nuevo trataba de
acercarse a la prima Electra.
- Shaka, ¿me haces un favor?
+ Claro Milo, ¿Qué quieres?
- Llévate a mi prima Electra a algún lugar apartado y te la tiras. Con lo dedicado que
eres tú a tus amantes y el tiempo que aguantas, así me quitas el problema durante tres o
cuatro horas y me la calmas también a ella. No sé porque no te has aprovechado de ella
ya. Está embobada contigo, no deja de mirarte, y más desde que habéis estado hablando
hace un rato.
- ¡Pero Milo! – Se escandalizó el caballero.

Milo se acercó a Shion y le dijo:


- Bueno, ¡menuda fiesta ha montado mi familia!
+ Son muy divertidos; frescos y naturales como tú. La prima Electra es muy simpática.
Se ha presentado a todos los caballeros, están todos encantados con ella. La llamo la
prima Electra… creo que hemos adoptado a tu familia.
- Sí, sí, siempre tiene mucho éxito. Es muy guapa también. Y… bueno… habrá que
hablar de la luna de miel. ¿Cuántos días vamos a tener, una semanita?
+ Pero ¿Qué dices? + Se escandalizó el patriarca. + De eso nada. Bastante que he
permitido esta fiesta. No es nada aconsejable tanta gente cerca del santuario, podría ser
peligroso, demasiado difícil de de vigilar entre tanto movimiento. Aunque la verdad es
que me lo estoy pasando bien y no quiero que digas que soy demasiado duro así que
tendrás una luna de miel para esta falsa boda.
- ¿De verdad? – Preguntó ilusionado.
+ Sí. Mira, empieza ahora y acaba mañana a las once de la mañana. A esa hora bajas al
pueblo y empiezas a meter prisa a tus familiares para que se vayan yendo de aquí.
Quiero que después de la hora de comer no quede ni uno solo de ellos en varios
kilómetros a la redonda. Comes con ellos, les despides y te presentas ante mí…, y que
se presente también tu querida esposa.
- Pero…
+ ¿Vas a discutir mi decisión?
Milo se fue un poco desilusionado. No había pensado que Shion les dejara, de hecho se
lo dijo en bromas, pero en ese momento en que él le dijo que sí, aunque fuera mentira,
se había ilusionado y se había imaginado, aunque sólo fuera, visitando las islas Jónicas.
Mü había salido de la fiesta, con cuidado para que nadie se diera cuenta, e iba de
camino al santuario
“Saga y Kannon detrás de mí. ¡Vaya lío! Y con Shaka no tengo ninguna oportunidad.
Mejor me voy. Está fiesta ha dejado de ser divertida. Aunque… lo que ha pasado bajo la
mesa…”
Sonrió al recordarlo. Sintió un golpe de excitación en el estómago.
“Pero Saga querrá completar la noche en mi habitación, no lo dejará ahí. Y después de
está noche querrá otra… y otra… y no me dejará en paz.”
El bullicio de la gente y la música empezaba a oírse lejano. Empezó a tararear una de las
canciones que había oído en la fiesta, de la que no se sabía la letra, y entonces su camisa
se enganchó con un matorral.
No era un matorral, era la mano de Shaka quien le miraba sonriendo. Mü se sobresaltó,
entre otras cosas porque le avergonzaba que le hubiera oído cantando, y estuvo a punto
de gritar.
- ¡Shaka! No te puedes acercar así a la gente. Con el sobresalto podría haberte atacado
de manera instintiva.
+ ¿Te vas a casa ya? No, Mü, no puedes irte, si todavía queda lo mejor de la fiesta.
Le hablaba con tono de burla. Estaba claro que era una venganza por no haberle dejado
irse antes, cuando él quería.
- Bueno, tengo mis motivos para irme.
+ Y yo para que te quedes.
- Sí, ya les imagino pero no puedo quedarme, en serio yo…
+ Te quedas, ahora te quedas.
Y, sujetándole de la muñeca con fuerza, le llevó de vuelta a la fiesta.

Shura había conseguido que Camus no bebiera más alcohol y había salvado una posible
futura situación vergonzosa protagonizada por la novia.
Llevaba bastante rato haciéndole de niñera y sólo se había separado en contadas
ocasiones para volver enseguida a su lado. Una de esas veces fue para apartar a Afrodita
de Milo cuando el caballero de las rosas le agarró dispuesto a armarla. Le había
reprendido por su actitud y había vuelto con él a la fiesta porque éste así lo quiso. En
cuando volvió vio a Camus de nuevo con un vaso en la mano y tuvo que volver a su
odiosa ocupación.
Empezaba a cansarse ya, Acuario estaba de muy mal humor. El caballero de capricornio
deseaba acercarse de nuevo al otro malhumorado, Piscis.
- ¿Pero quien será el idiota que elegirá la música? – Comentó Camus a Shura.
Sonaba un animado can-can y todo el mundo se reía y bailaba. Entre la gente apareció
Milo corriendo en dirección a los caballeros y cogió a su novio de la cintura.
+ Vamos a bailar, he pedido esta canción para ti.
- Quien iba a ser, quien iba a ser.
Camus se ponía rígido, no dejándose llevar, pero Milo tiraba de él con mucha fuerza y
le llevó de un lado a otro de la sala agarrándole de la cintura con un brazo y
enganchando a más gente cuando pasaba a su lado.
Por fin el caballero de acuario pudo soltarse pero fue peor porque todos le rodearon
dando palmas, esperando que la novia hiciera una demostración de cómo se bailaba esa
música de su tierra.
Intentó salir del círculo pero Milo le agarró y se puso a saltar a su alrededor y a
empujarle hacia el centro. Para colmo, el cura loco también se unió al escorpión y
agarraron cada uno de un brazo a la novia para hacerla girar como una hélice.
- ¡Soltarme, payasos!
Camus hizo un par de movimientos muy bruscos y se soltó de los dos que le miraron
sorprendidos y decidieron que lo mejor era dejarle escapar. Ellos siguieron bailando en
medio mientras la novia apartaba a la gente y salía de allí.
- Así se mueve la falda, señor cura. – Gritó uno de los primos.
Aioros, animado, agarrando los faldones con las manos les movía al ritmo de la música
y se los pasó por la cara a Milo quien les cazó y empezó a tirar de ellos, sin parar de
reír.
- Que par de payasos se han juntado. –Gruñía Camus el solo. – Menuda vergüenza estoy
pasando.

Había conseguido secuestrar un ratito a Mü enredándole en una conversación.


El caballero de Aries había estado parte de lo que llevaban de noche cerca de Shaka
pero con frecuencia se separaba y hablaba con unos y con otros. En un momento había
estado hablando con Shion y los dos le habían mirado muy descaradamente. Se había
sentido un poco incómodo por eso, ¿es que Mü le estaría confesando a su maestro que
Kannon trataba de conquistarle por enésima vez? Esa idea le hizo avergonzarse.
Conquistarle una y otra vez porque, aunque a veces lo consiguiera, aquello no tenía
permanencia en el tiempo ya que Mü “olvidaba” a propósito que ya había sido seducido
por Kannon y le obligaba a que su relación, en ese aspecto, se iniciara desde la nada
cada vez.
Aunque el tibetano no perdía detalle de la conversación, pues contestaba mostrando que
así era, parecía distraído ya que apenas miraba a su compañero y recorría con la mirada
a todos los demás, sobre todo a Shaka.
Le había traído algo de beber con la esperanza de que, si conseguía emborracharle un
poco, esto le facilitaría el trabajo, pero Mü siempre bebía en traguitos muy cortos y,
aunque llevaba un rato con el vaso en la mano, apenas había disminuido la cantidad de
bebida.
Llevó la conversación a otro terreno con la esperanza de hacerle reír, ya que sabía que el
caballero apreciaba mucho eso.
Esa risa comedida… era encantadora. Kannon sintió la necesidad de besarle en aquel
mismo momento pero se contuvo porque sabía que Mü no le dejaría hacerlo delante de
tanta gente. Aun así se atrevió a deslizar la mano con suavidad por su brazo. Éste le
miró con gesto serio y se alejó sin decir nada, olvidando el vaso allí.
“Vale, se ha enfadado y se va detrás de Shaka. Pero ahora ya sé cual será mi táctica:
cuando Mü se dé cuenta de que no tiene ninguna posibilidad con él esta noche y esté
desconsolado yo estaré allí para animarle…, animarle y calentarle.”
Observó al caballero en su huída, quien, sin girarse, le hizo un gesto obsceno con la
mano. Le había oído pensar su plan pero a Kannon le daba igual, bien sabía que aunque
Mü supiera lo que él iba a hacer eso no significaba que dejara de ser efectivo.

- Otra vez. Ya habéis saciado vuestras necesidades primarias. ¿Ahora que queréis?
+ No hemos saciado todas, nos falta el sexo. Marin y yo siempre hemos fantaseado con
compartir un hombre para las dos. Como Shaka va a decir que no tú nos valdrás.
- ¡Ni hablar! ¡Sólo me faltaba eso!
+ Voy a ver a mamá… ¿Sabes que yo llamo mamá a tu madre y a ella le gusta? Creo
que siempre ha querido tener una niñita, no tanto chico.
Milo quería estrangularla pero estaba atado.
- Pero… ¿Qué queréis hacer? No puedo irme con vosotras a hacer nada aunque quisiera.
* Sólo será un momento. Iremos por aquí cerca y nos lo comerás a las dos. En veinte
minutos estaremos de vuelta. Otro día ya haremos más cositas.
Milo pensó seriamente en la proposición. Con todo lo que había luchado no quería que
todo se estropeara al final porque aquellas brujas se fueran de la lengua, y para que eso
no pasara el escorpión tenía que poner la suya a trabajar al servicio de aquellas viciosas.
- ¿Sabéis las veces que me he contenido de mataros durante estos últimos días? Pero
toda resistencia tiene un límite.
+ Nos arriesgaremos.
Ellas se reían, con ganas, de la perturbación de Milo.
Alguien abrazó a Shina, desde atrás, por los hombros. Era Shaka.
^ Vamos, chicas, dejad en paz a Milo. ¿No os da pena? Le va a dar un infarto.
El caballero deslizó su mano hasta ponerla sobre el sexo de Shina. Ésta se asustó y se
puso en tensión, no sabía que interpretar con aquel gesto. Cuando intentó escapar Shaka
le apretó con fuerza con sus dedos.
^ Tienes que tranquilizarte un poco.
Milo, viendo que cualquiera podía ver aquel indecente gesto del caballero, se pegó al
cuerpo de Shina, por delante, ocultándolo.
Shina, atrapada entre los dos, empezó a ponerse aún más nerviosa pero si se movía
Shaka le apretaba con los dedos más fuertemente.
- No hagas eso Shaka. ¿Qué va a pensar mi familia?
* Soltarla, soltarla.
Ahora era Marin la que se estaba poniendo nerviosa, el asunto tomaba mal cariz.
Shaka, retrocedió un paso, llevando consigo a su presa sujeta por la cintura. Se alejó de
allí con ella y con Marin siguiéndoles.
“¡Que vergüenza! Espero que no lo haya visto mucha gente. Shaka tiene unos prontos
muy raros. Con esas historias que cuenta de la verdadera moral y de salirse de los
convencionalismos, a veces hace unas amoralidades que da miedo.”
Shaka decía que hacia lo que consideraba adecuado para cada ocasión sin pensar en lo
que pudiera decir la gente al respecto y las cosas que él consideraba “adecuadas” en
algunas ocasiones resultaban un poco escandalosas.
Milo no tenía muy claro que había pretendido el caballero con eso pero las chicas se
habían quedado sorprendidas y asustadas y se habían dejado llevar por él a donde había
querido. Pero su cargo y su poder ejercían autoridad, ¿no habría conseguido lo mismo
simplemente con unas palabras?
“Bueno, es mejor no pensar mucho en lo que hace Shaka.”

Milo, ven conmigo.


+ Camila, mi amor, ahora estábamos hablando de ti. Tienes que explicar a mi tío Con…
Camus le agarró del brazo con brusquedad alejándole de sus familiares. Milo rió
nervioso y les dijo:
+ Enseguida vuelvo, me tenéis que contar lo de Mikonos.
Camus le sacó fuera de la carpa.
+ ¡Que mal educado! ¿Cómo me sacas así? Eres malo.
- ¡¿Qué yo soy malo, viciosete?!
+ Oye, que ese apelativo es para ti, yo lo usé antes.
- No empieces con niñerías. Acompáñame al servicio, quiero mojarme la cabeza un
poco.
+ ¡Pero te estropearás el peinado!
Camus le gruñó y Milo no insistió con el tema. Cuando estaban en los servicios, algo
apartados del lugar de la fiesta, no se mojó la cabeza como había dicho, si no que,
observando que por allí no había nadie, le empujó dentro de uno de los escusados y
cerró la puerta.
Milo le sonrió con picardía.
+ Ahora no, guapísima, espera a que volvamos a casa.
Camus le giró y le hizo inclinarse, desabrochándole los pantalones con rapidez y
dejándoles caer hasta los tobillos. Levantó su vestido, cubriendo con él la espalda del
escorpión, y se frotó contra su trasero.
+ Eres un vicioso. El vestidito te pone cachondo ¿verdad Kamil?
Le penetró sin ningún miramiento y empezó moverse. Milo apoyó sus manos en la taza.
- ¿Quién es el vicioso?
+ Tú.
Milo se empezó a reír. Camus comenzó a moverse un poco más rápido y más brusco.
- ¿Quién es el vicioso?
+ Ay…, tú, eres tú. Para, puede venir alguien.
- No, di: soy Milo el viciosete.
Milo se reía como loco entre suaves quejidos.
+ Soy Camus, el viciosete. Ay, ay, ay, así…, muérdeme el cuello.
El escorpión se intentó levantar para que lo hiciera pero el otro se lo impidió,
empujándole de la nuca de nuevo hacia abajo. Puso la mano sobre su sexo, apretándole
pero sin moverla.
+ Eres tú, eres tú, vicioso. + Insistió el novio sin parar de reír.
* Milo, ¿eres tú? ¿Qué haces ahí?
+ ¡El tío Vania! + Susurró asustado y trató de apartarse pero Camus le sujetó. + Para,
nos va a descubrir.
* Sí, soy el tío Vania. ¿Con quien estás Milo?, abre ahora mismo esa puerta.
+ Tío, estoy yo solo.
* He oído otra voz. Abre o echo la puerta abajo.
+ No tío, estoy con Camila.
Milo se intentaba liberar pero Camus le empujó y aprisionó contra la pared sin dejar de
moverse. Vania oyó el golpe y se puso más nervioso.
* No estás con Camila, era la voz de otro hombre. ¡Serás cabrón! Ya me extrañaba a mí
que te casaras. Sabíamos que te gustaban los chicos por los líos que has tenido en el
pueblo, ¡que todo se sabe Milo! Pero ¡Que hagas esto el día de tu boda!
+ Para ya, Camila.
Al oír ese nombre Camus se puso más cabezón y le empujó con más fuerza.
* ¡Se acabó! Voy a tirar la puerta.
+ Suéltame, por favor. + Le susurró, pero el caballero de acuario le sujetaba con más
fuerza si se resistía, clavándole los dedos.
+ Tío, que es Camila. Déjanos.
^ ¿Qué pasa Vania?
Otra persona había llegado.
* El cabrón de Milo, que tiene una fiesta ahí montada con otro chico, mientras su
inocente novia está por ahí fuera. Ayudadme que voy a tirar la puerta.
No había llegado sólo otra persona, había por lo menos otras dos.
+ Por lo que más quieras, Kamil, que si mi tío dice que tira la puerta es que la tira.
Camus se reía pero no cedía. Al final cedió un poco pero sólo para empeorar las cosas.
Dijo:
- Soy yo, tío Vania, soy Camila.
El tío ruso, al oír aquella voz, si antes había tenido alguna duda ahora lo tenía claro: Era
otro hombre el que estaba con Milo.
* ¿Quién eres tú? Uy ahora. Aparta Milo que voy a tirar la puerta. No tienes ninguna
vergüenza. Cuando te agarre te voy a romper todos los huesos.
+ Kamil, por favor. + Se revolvió violento pero el otro le hizo una dolorosa llave en el
brazo.
- Dime quien es el vicioso.
+ Suelta. Soy yo pero suelta.
- No es convincente. Esfuérzate.
^ ¿Qué pasa aquí?
Más personas llegaban y se unían al tío Vania.
+ ¡Yo soy un vicioso!!! + Gritó el escorpión.
* Te voy a matar. ¡Encima lo pregonas con orgullo!
El tío Vania no se pudo contener más y se tiró contra la puerta. El pequeño cerrojo cedió
con facilidad.
Milo estaba sentado sobre la taza y Camila sobre él, perfectamente vestidos, les miraban
con gesto inocente. Cinco hombres les miraban callados, sin saber que decir. Fue
Camus quien rompió aquel silencio.
- Que barbaridad. Me voy de aquí. Que vergüenza.
* Perdona. Habíamos creído que… * El tío Vania intentó explicarse pero no supo como
acabar.
Milo le levantó detrás de “ella” y la siguió hasta la puerta. Pero Camus paró de golpe,
dándose la vuelta, y le dijo:
- Y tú, cerdo, – le abofeteó – no me habías dicho que te gustaban los hombres, ¡serás
maricón!
Y salió por fin, con Milo aún detrás.
El tío Vania se tapaba la boca y les miraba alejarse.
* Menuda metedura de pata. No sé como he podido equivocarme.

+ Muy efectivo lo del bofetón, se han quedado todos tan alucinados que nadie ha dicho
nada más. Pero… ¿Por qué me le has dado tan fuerte? Me has hecho daño. Se me ha
quedado la cara calentita.
- No te le he pegado para escapar de la situación si no por tener una familia tan pesada y
entrometida… y por obligarme a estar haciendo el tonto vestido así.
+ ¿No lo dirás en serio?
Camus no dijo nada y se quitó la máscara para limpiarse el sudor. Por primera vez,
durante todo aquel día, Milo se compadeció de su amante. Esté había hecho todo esto
por él y le estaba costando mucho hacerle aquel favor, lo cual le daba más valor. Se
sacrificaba por su escorpión, aunque lo hiciera a regañadientes.
+ Bueno, está bien, volveremos sólo un ratito más a la fiesta, me iré despidiendo de
todos y nos vamos a casa. Ya es tarde, creo que nos dejarán escaparnos. ¿Podrás
aguantar media hora más?
- Media hora son treinta minutos, ¿eh Milo? ¡Que conozco muy bien que significa para
ti un ratito más!
+ Sí, viciosete, + sonrió el escorpión + media hora de tu reloj.
- No me llames…
Pero Milo le tapó la boca con un beso.

- Prometemos no acercarnos a Milo. No haremos nada malo pero déjanos levantarnos.


Las fiestas contigo son un rollo. – Suplicaba Marin.
Shaka estaba sentado entre las dos y parecía ensimismado. Quizás no se daría cuenta si
se alejaban sin decir nada. Pero cuando la japonesa trató de levantarse el caballero le
agarró con fuerza y rapidez de la muñeca. Se resignaron a permanecer allí, aburridas,
mirando todo sentadas desde ese lugar.
- ¿Dónde está la prima Electra? Voy a ver si ahora que se va acabando la fiesta decide
darse un paseito conmigo. Creo que en el fondo le he caído bien. – Comentó Aioria a
DeathMask.
+ Creo que ha desaparecido.
- Uy, uy, uy, se me han adelantado. A ver quien más falta. – Miró un momento
alrededor. – Shaka, ¿será…? Le he visto hablando con ella del tantra y esas historias.
Esa es su forma de ligar, les explica el gran placer que se puede conseguir con “esas
técnicas milenarias” y lo de los orgasmos no sé que… sí, ya le he visto otras veces...
Ellas se quedan embobadas con esas historias.
+ Te equivocas, Shaka se ha ido con Shina y Marin.
- Entonces Mü. Va siempre diciendo que pasa de eso pero…
+ Mü se ha ido dos minutos después detrás de ellos.
- Te enteras de todo.
+ Llevó un rato aquí aburrido. No sé porque no me he marchado ya.
- ¿Quién más falta? Ah, mi hermano. Será…
+ Mira allí, junto a aquellos matorrales. ¿No ves un bulto? Creo que se pasó con la
bebida.
- Afrodita. Estaba teniendo mucho éxito con las niñas.
+ Se ha ido solo y murmurando maldiciones. Creo que no le ha gustado nada esta boda.
- ¿Y Saga?
+ Está allí.+ Señaló a una esquina. + Tampoco le ha gustado la boda.
- Aldebarán está ahí, ¡es mi ídolo! – Dijo mirándole hablar y reírse con tres de las
primas.
DeathMask continuó enumerándole lo que sabía de otros caballeros y concluyó
diciéndole:
+ Milo y Camus se han ido juntos hace un rato. Misty se ha ido con uno de los primos,
¡que sorpresa! Shura se fue detrás de Afrodita, creo que quiere consolarle. Kannon esta
por ahí, dando vueltas, después de que Mü le ha dado calabazas. Yo estoy aquí contigo
haciendo recuento. ¿Adivina quien falta?
- Nadie. ¿Entonces será que se ha ido a dormir?
+ ¿Por qué no nos vamos tú y yo a…?
- Shion, pero… él es muy viejo, no debería perseguir a jovencillas, eso es inmoral. Con
eso de que es el que manda se las lleva a todas…
+ No te inventes explicaciones. Esa chica ha pasado de ti y punto. Creo que no le gustan
los tipos que la tienen pequeña.
El caballero empezó a reírse hasta que Aioria le clavó una mirada asesina.
+ No te enfades, era una broma fácil. Bueno… he pensado que… ahora que te has
quedado sin plan ¿Por qué no vienes conmigo? Yo tampoco tengo plan.
Aioria ignoró ese comentario.
- Voy a ver que tal está mi hermano.

Aioria trataba de levantar al “cura” del suelo. Éste tenía el pelo enredado y lleno de
trocitos de hierbas secas, parecía un duende. Se soltaba una y otra vez de las manos de
su hermano retorciendo los brazos.
- Pero si estoy bien. Déjame que me levantó yo solo.
Consiguió levantarse pero solo para caer de nuevo en un par de segundos, tratando de
arrastrar a su hermano en la caída pero éste le esquivó con facilidad.
Aioria lo intentó de nuevo, agarrándole de improviso de la ropa y tirando con fuerza le
consiguió poner en pie, pero Aioros, con ganas de jugar aún, saltó sobre él, rodeándole
con las piernas, y echándose mucho hacía atrás consiguió que cayeran los dos.
- Ay, que daño. – Aioros había caído de espaldas y atrapaba a su hermano con las
piernas, encima. Éste ya trataba de liberarse.
+ Si yo soy el pequeño, ¿no tendrías que cuidarme tú a mí? Al menos colabora. Vaya,
parece que esto va a durar para largo. + Miró hacia la fiesta. + No te muevas de aquí,
voy a buscar ayuda.
Cuando se había alejado unos cuantos metros giró la cabeza para ver al arquero
gateando por el suelo en dirección contraría.
+ ¡Pero ¿donde vas?!!!

Camus había hecho ponerse el vestido a Milo y éste cantaba algo mientras bailaba
haciendo el tonto. Acuario reía sin parar, echado desnudo sobre la cama.
El caballero de Acuario se enfadaba con facilidad, era un gruñón de mucho cuidado,
pero tan pronto como se enfadaba se le pasaba el enfado y ahora parecía haber olvidado
todas las promesas que se hizo así mismo a lo largo de todo el día, promesas de futuras
venganzas para consolarse por la vergonzosa situación que estaba viviendo.
- Tú también eres toda una mujerona. Tendría que verte tu madre vestido así.
Milo, tomando carrerilla desde donde estaba, saltó sobre su amante, dejándole entre sus
piernas. Se soltó el fajín y trató de bajarse la cremallera.
- No, no. No te quites el vestido.
Camus metió las manos bajo la falda buscando la ropa interior femenina que el perverso
Shaka le había hecho ponerse a él. Clavó sus dedos hasta que consiguió romperla.
- Si no fuera porque me haces reír… - Dijo recordando de nuevo lo mal que lo había
pasado las últimas horas.
Milo se frotaba contra él, excitándole, le miraba sonriente y lascivo. No le había dejado
ducharse cuando llegaron y Camus no se había acordado de que tenía la cara
maquillada. Aunque la pintura de los ojos se había corrido un poco y la de los labios ya
había desaparecido, seguía estando muy guapo así.
Se desplazó por la piel de su amado, brillante por el sudor ya que tampoco le había
dejado que bajara la temperatura de su cuerpo para no sudar. Camus, siempre solía
ceder a las peticiones de Milo, sólo tenía que insistir el tiempo suficiente, más o menos,
dependiendo de la petición en cuestión.
El caballero de acuario sujetó al escorpión por la cintura y le echó sobre la cama.
Empezó a pelearse con la falda y todas las enaguas almidonadas que ésta llevaba
debajo.
- Siempre quise meterme entre las piernas de una novia.
Y buceo, de cabeza, entre ese mar de ropas, tapándose la mitad superior del cuerpo con
ellas. Milo sonreía.
+ Eso… lo haces tan bien.

El caballero de cáncer volvía solo hacia su templo. Al pasar por la casa de Aries, vio la
puerta a las habitaciones de Mü entreabierta. ¿Sería una invitación del tibetano? Entró,
esperando encontrar allí alguna razón para prolongar más la noche. Quizás se habían
reunido varios caballeros allí, o quizás… Mü esperaba a alguien, quizás a cualquiera…
Sobre la cama una persona estaba echada bocabajo pero no era el caballero de la casa,
por el pelo parecía Saga. Éste dijo, sin girarse a mirarle:
- ¿Mü, eres tú?
+ Mü no vendrá, se fue detrás de Shaka.
Estaba desnudo y apenas tapado con la sábana, dejando brazos y piernas y parte de la
espalda al descubierto, el pelo, apartado hacia un lado, se extendía sobre la almohada. El
caballero mostraba un cuerpo precioso y adoptaba una bonita pose, probablemente
esperando que Mü le descubriera así y eso despertara su deseo. Pero fue Alex quien le
descubrió y al verle le deseó.
Por la voz había descubierto que era Kannon, el segundo caballero de la casa de
géminis. Se alegró de que así fuera, Kannon era mucho más fácil que su hermano.

- ¿Habéis estado alguna vez aquí? Nosotras nunca os habíamos traído.


Shina y Marin habían conseguido llevar a Shaka a la cabaña donde solían organizar
meriendas y fiestas privadas las chicas.
Aunque el caballero se había resistido diciendo que quería irse ya a recogerse en su
templo, cambió de opinión al ver que, al intentar dejarlas solas, ellas habían decidido
volver a la fiesta. Ante su pregunta sobre si pensaban contar algo a la madre de Milo,
éstas sonrieron maliciosas y el caballero de virgo no quiso arriesgarse a dejarlas ir.
Mü había llegado cinco minutos después y había entrado sin decir nada. Se había
sentado un poco apartado de ellos y les miraba con atención.
Las dos chicas se sentaban muy cerca del caballero de virgo, Marin en una silla y la otra
sobre la mesa.
+ Yo si que he estado un par de veces. + Aclaró Mü. + Una de ella me trajo nuestro
querido amigo Milo.
Ellas rieron. Marin aclaró.
- Si le queremos mucho, sólo queríamos jugar un poco con él. – Acarició la cara del
caballero de virgo. – Ahora queremos jugar contigo. Lo de Mü no estaba previsto pero
él siempre es bienvenido.
Shaka entreabrió los ojos pero mirando hacía abajo. Giró la cabeza hacia Mü. Éste sabía
que el caballero rechazaría la proposición de las chicas y querría volver a practicar sus
ejercicios, ya había tenido demasiada vida social para ese día. Por eso fue mucho más
perturbador ver como cogía de la cintura a Marin y la hacia sentarse sobre su regazo.
Peor aún fue ver como la besaba el cuello y le miraba a él con sus ojos completamente
abiertos, desafiándole, con un tinte de violencia en ellos.
Shina le observó y, al ver a Mü levantarse con brusquedad y salir hacia fuera, corrió tras
él.
- Perdona, Mü. No queríamos herirte. No pensamos…
+ Ha sido él. Que haga lo que quiera, yo me voy.
- Te acompaño.
+ No. Comprueba tú hasta donde es capaz de llegar. Es algo muy curioso de ver.
Y Mü se alejó solo. Shina volvió dentro.
- Shaka, ¿Por qué has hecho eso a Mü?
Pero éste no respondió.

Milo estaba sentado sobre Camus, dejándole entre sus piernas, moviéndose. Apoyado
sobre sus rodillas y sus manos sobre los hombros del caballero de Acuario, inclinado
sobre él. Éste colaba las manos bajo el vestido, ahora desabrochado, para acariciarle y
apretar el pecho, recorrer con el pulgar sus pezones con movimientos circulares e
insistentes, sujetar su cintura, aferrar sus caderas, marcarle una velocidad.
Milo se liberó un poco más del vestido, desnudando su torso. Camus pasó las manos por
su espalda, acariciándola, presionando para acercarse aún más a aquel escorpión,
abrazándole y echándosele encima, haciendo que los dos pechos se juntaran, se
mezclara el sudor.
Ahora se movía más rápido y superficial y Camus se dejó llevar, cerrando los ojos y
entreabriendo la boca, respirando más fuerte. Milo había sacado su uña escarlata y le
acarició con suavidad el cuello produciéndole un corte poco profundo pero que sangraba
suficiente como para que un reguero resbalara hasta empezar a manchar el pelo. El
escorpión apretó su boca allí y empezó a lamer la sangre y a succionar. Puso sus ojos en
blanco al dejarse llevar por aquella extraña pasión vampírica. Algún juego perverso de
su mente le hacía caer casi en éxtasis con aquel acto, como si la sangre fuera ambrosía.
Su movimiento se hizo más lento hasta que paró. Camus abrió sus ojos para darse
cuenta de lo que pasaba. Empezó a tirar del vestido, quitándoselo. Milo despertó un
poco de su hechizo pero aún parecía como adormilado.
- Ah, Kamil.
Acuario giró, dejando a su amante echado sobre la espalda y se alejó de él, buscando
por el suelo el largo y trasparente velo. Le soltó de la tiara, le extendió sobre Milo y se
dedicó a besarle y acariciarle a través de él, a ceñirle contra su cuerpo o a resbalarle
sobre él. El escorpión le aprisionó, enlazándole con las piernas.
+ ¿Empezamos de nuevo?
- Las veces que sean, perverso escorpión.

Podía haber vuelto el juego contra él. ¿Y si hubiera dicho que sí y se hubiera unido a
aquella extraña orgía?
Entonces se hubiera muerto de celos y Shaka… ¿Quién sabe? Quizás no sentía celos.
Pero… sí, podría habérselo vuelto contra él. Shina y Marin habrían acabado dedicando
sus caricias una a otra y él se hubiera dedicado a Shaka, poco a poco, sin que lo notara
acercarse, le habría enredado con sus roces hasta que estuviera tan enmarañado en ellos
que no pudiera ya escapar.
Pero el caballero de virgo le había hecho daño intencionadamente. Realmente no
deseaba aquellos juegos sólo deseaba que no se acercara, librarse de él, y sabía que si le
hería se alejaría, se escondería para lamerse solo las heridas.
Aquella mirada… resultó tan cruel… y causo el efecto que aquel maligno ser quería.
¿Era eso lógico: Que la búsqueda de la suprema sabiduría y compasión le exigieran esas
actuaciones tan impías?
¿Y que haría ahora? Eso mismo que quería su anhelado amante cruel, le obedecería: Se
retiraría a esconderse y lamerse solo las heridas con las que él le había obsequiado.

Milo se nuevo se movía encima, pero ahora daba la espalda a Camus. Tenía el velo
enlazado en torno a su cuello y él otro sujetaba los extremos con las manos. Su cabeza
echada hacia atrás.
- Tira. – Pidió Milo
+ No.
- Apreta hasta el principio de la asfixia.
+ No, escorpión perverso.
Pero Camus obedeció y Milo se fue dejando caer hacía atrás hasta estar echado sobre su
amante, con la espalda muy arqueada.
Acuario ayudó en el movimiento, doblando las rodillas para apoyarse mejor y moverse
son más facilidad dentro de él.
- Apreta más fuerte.
+ No.
Pero apretó un poco más fuerte.
+ Te tiene que doler. Dime que pare.
No decía nada y Camus, perturbado por el juego, soltó el velo y sujetándole la cara con
una mano le hizo girarla para poder besarle.
- No hay nada… mejor que… tus besos. – Le confesó Milo entre ellos.
Muy excitado por el beso, deslizo la mano hasta su sexo sin casi ser consciente de ello.
Una vez allí empezó a acariciarse sin demasiada dedicación, distraído.

Al poco de salir Mü del merendero, cuando notó que se había alejado ya bastante, Shaka
había dejado de acariciar a Marin.
- ¿Por qué has hecho eso a Mü? – Insistió Shina.
+ Me voy.
- No, ahora tendrás que acabar lo que has empezado.
Shina cerró la puerta con la llave y se la metió en el escote.
+ ¿Crees que tengo algún reparo en meter la mano ahí? Además, no me hace falta llave
para salir de aquí.
Marin volvió a tratar de acariciar al caballero pero éste sujeto sus manos. Se levantó
quitándosela de encima.
+ No digas que te entristeces por Mü, tú estabas dispuesta a entrar en el juego.
- No tiene nada que ver. Mü no se siente herido por lo que yo haga si no por lo que
haces tú.
* Tiene razón Shina* Intervino Marin.* Eres un cabrón.
Se abrazó a su cintura, desde la espalda.
* Pero siempre me has parecido un cabrón muy atractivo y hoy… hoy te sales por todos
los sitios.

Lo había intentado con Aioria, con Afrodita, con Misty y ahora, cuando ya parecía todo
perdido, con Kannon pero todos le habían dado calabazas. Realmente, no es que
pareciera todo perdido sino que esa noche estaba todo perdido.
Lo mejor que podía hacer era irse a descansar y olvidar aquel asunto. Aunque le tocaba
dormir sólo realmente la noche no había estado tan mal, se lo había pasado bastante bien
la mayor parte del tiempo.
El caballero de cáncer entró en su oscuro templo pensando que era lo que hacia que
tuviera tan poco éxito con los hombres. Hasta Mü, que se alejaba de todos sus aspirantes
a amantes, siempre tenía a alguien detrás, arrastrándose tras él de una forma vergonzosa.
“Quizás debería tomar el ejemplo del caballero de Aries y extender por ahí una especie
de leyenda “urbana” sobre mis habilidades en el sexo. Porque eso del anillo seguro que
es una mentira que se había inventado él para hacerse desear. ¿Dónde se ha oído algo
así? Tiene que ser un farol.”
Buscó algo para comer.
“Ahora tiene a Kannon en su templo esperándole, dispuesto a hacer cualquier cosa para
conseguir que Mü ceda a sus deseos. ¡Que suerte tiene ese tipo!”

Aioria continuaba luchando con su hermano, tratando de llevarle a su casa para meterle
en la cama. Ninguno de sus compañeros había querido ayudarle, se habían burlado
diciendo que esa misión la podía llevar a cabo un solo dorado, no hacían falta más
caballeros.
- Yo tenía un plan B si me fallaba lo de Electra. Aldebarán está con tres primas. No va a
poder con las tres. Tengo que ir a ayudarle.
+ Tranquilo, + Aioros empezó a reírse como loco + es un toro, puede con todo lo que le
echen.
- ¿Serás bobo? Al final te dejo aquí tirado y me voy.

- Milo, despierta. ¡Milo!


Camus le acariciaba con insistencia, les había tapado a los dos completamente con la
sábana, hasta la cabeza, y a cuatro patas sobre Milo se desplazaba por ese cuerpo
siempre deseado.
+ ¿Pasa algo? ¿Qué hora es? Tengo que ir al pueblo.
- Es muy pronto aún. No has dormido ni diez minutos.
+ Ah, bueno. Pues buenas noches, mi amor.
Y trató de girarse para colocarse de costado pero el otro no le dejó.
- Vamos a hacer el amor.
+ Pero si… ¡acabamos de hacerlo! Estoy muy cansado, mañana otro poquito.
- No tengo sueño. Ese café que he tomado aún me hace efecto.
Milo le agarró con fuerza y le apartó de encima. Le indicó con sus manos que se echara
de lado, dándole la espalda. Se acomodó contra él.
+ Te abrazaré y ya verás como enseguida te duermes.
Pero Milo se durmió y no él, que se dio la vuelta, sin soltarse del abrazó, y volvió a
acariciar y besar a su escorpión dormido.
- Milo, no me duermo. Vamos a hacerlo otra vez.
+ ¡¿Ya es la hora?! + Preguntó desconcertado. + Ah, otra vez tú tocando los huevos.
Ten compasión, llevó estos últimos días sin parar, estoy muy cansado.
- Tú te lo has buscado por obligarme a tomar ese café. Ahora me vas a entretener hasta
que me venga el sueño. Duérmete si puedes mientras me aprovecho de tu cuerpo.
+ Está bien, me dormiré.
Esta vez Camus se saltó caricias y besos para alguien que había deseado ser tan sólo una
especie de muñeco. Separó sus piernas y, acariciándose un poco para prepararse, le
penetró. Milo se quejó pero no abrió los ojos.
Siguió sin abrirles pero sus gemidos aumentaron.
+ Así… no se puede…
Agarró con sus manos la sábana de debajo para tirar de ella.
+ Más rápido… más…
Camus le empezó a morder el cuello con la intensidad que a su amante le gustaba. Milo
se arqueó y apretó los dientes. Le aferró fuerte por la nuca.
+ Levántame… las piernas.
- Para estar dormido das más guerra que un crió pequeño.

Kannon estaba dormido en su cama. Desnudo y sólo escasamente tapado con la sábana,
exhibía su perfecto cuerpo. Mü tiene que reconocer el gran atractivo que tiene, ese
cuerpo… Sabía que podía tener todo lo que quisiera de él… ahora…, despertarle y
conseguir todo, hasta su alma. Pero sus ojos se nublaban por las lágrimas y sus manos le
temblaban. Lloraba en silencio, triste por la crueldad de Shaka.
Se sentó en un rincón, en el suelo, no quería despertar a Kannon pero tampoco tenía
fuerzas para ir a buscar otro sitio donde dormir, ni siquiera para salir al salón y hacerlo
sobre la alfombra.

Kannon realmente estaba despierto ya, la presencia del caballero lo había hecho.
Callaba intentando escuchar algún sonido, había creído oírle sollozar un momento pero
ahora no se oía nada. Después de un rato así decidió acercarse a él y descubrir que
estaba pasando.

Mü le miraba, se había secado las lágrimas, en algún momento había notado que
Kannon en realidad no dormía. Éste se arrodilló a su lado, había tapado su desnudez con
la sábana por si al caballero le molestaba que se acercara así.
- No, bichito de los puntitos, no estés triste.
+ Estoy bien, sólo quiero dormir un poco.
Kannon le abrazó contra el pecho.
+ ¿Por qué me hace esto?
- Ya sabes como es. Se podía esperar algo así de él.
+ No es tan cruel con nadie como conmigo.
- Eso no es verdad, Mü.
El tibetano de deshogaba contándole sobre su tristeza y Kannon trataba de consolarle.
En algún momento ya no había más que decir realmente y entonces Kannon había
empezado a desnudar a Mü con delicadeza y éste se había dejado. Mientras lo hacía
decidió que lo mejor era hacerle reír para hacer desaparecer por fin esa tristeza.

Mü se reía de aquella encantadora forma comedida, a veces tapándose la boca al


hacerlo. Se reía como tanto le gustaba a Kannon.
- Era una tontería pero ha sido muy gracioso ver a Aioros con ese bigote dibujado en la
cara, hablando tan serio, diciendo que ya se le había pasado el mareo y que estaba
perfectamente y que no nos preocupáramos por él, pero ¿Quién se preocupaba? Todos
nos reíamos y él no entendía que pasaba. Y se hubiera estado toda la noche con la colita
puesta si ese niño no se hubiera agarrado a ella y hubiera empezado a tirar.
+ Y cuando bailaba el can-can con Milo…

Kannon le llevó a la cama y él se dejaba llevar, estaba muy pasivo. Sonreía sin dejar de
mirarle a los ojos y se dejaba acariciar por el caballero.
En esta ocasión el caballero de Aries no actuó como solía ser habitual en él: observar en
un principio a su amante para, en algún momento concreto, quitarle todo el control,
primero sobre sus actos y su cuerpo y después sobre su mente y sus pensamientos. En su
lugar, en esta ocasión, permaneció todo el tiempo pasivo; hoy no le daría todo de él, no
estaba dispuesto a conseguir ni a dar una total entrega.
Kannon se conformaba con eso, ya que Mü, incluso sin usar sus habilidades, no tenía
desperdicio.

Siempre le había ayudado a relajarse el sonido de aquel salto de agua, pero hoy parecía
no funcionar.
Había decidido que lo mejor era meditar sobre la vacuidad y hacer que las cosas se
pusieran en su justo lugar, pero no conseguía nada. Realmente aquello podía convertirse
en algo muy difícil así que eligió otros ejercicios. Todo…, todo parecía imposible de
lograr ese día.
Mü le había sometido a una prueba, para hacerle comprobar con tristeza lo superficial
que era el control que tenía realmente sobre sus sentimientos. Parecían controlados,
parecía que él podía vivir en un estado de ecuanimidad, hasta que la vida le mostraba lo
lejos que estaba verdaderamente de conseguir sus metas.

Su mente le obsequiaba, de forma traicionera, con la divina imagen de Mü, distrayendo


una y otra vez su atención.
Él, sonriendo de forma encantadora cuando hablaba con los invitados de la boda.
Amable con todos, aquella delicadeza en su voz cuando hacía complicados juegos de
palabras y bromas que no siempre eran del todo entendidas. El modo de esquivar al
insistente Kanon, sin atreverse a ser muy brusco por temor a herirle. Aquella forma en
que le había sonreído a él, cuando trataba de explicarle al lemuriano sobre cual era y
cual no era pecado. Esa sonrisa se burlaba pero lo hacía tan suavemente que no podía
ser agresiva.

Él, el hechicero. Sólo él ahora. Sólo él en un universo tan inmenso, haciendo a todo lo
demás desaparecer.

Su mente le guardaba también otras imágenes menos dulces. Cuando Saga arrastró a
Mü bajo la mesa, ver aquello le desazonó de tal forma que hasta respondió con
brusquedad cuando Shion le preguntó que era lo que le pasaba. ¡Al mismo Shion le
había respondido con una falta de respeto por el tono de su voz! Pero éste sabía lo que
provocaba y únicamente le sonrió alejándose y dejándole solo con su perturbación. Él
estaba en el secreto de lo que pasaba.

Y aquel beso, que consiguió que la pasión le golpeara de una forma como nunca antes
lo había hecho, alejándole de la percepción de todo lo demás. Sólo sentirle a él, cada
roce al apretarse contra su cuerpo, su calor, la escasa humedad del sudor de su cara, la
presión de sus dedos en la espalda, el olor de su exótico perfume, el aceite perfumado en
su cabello recogido, el sutil aroma de su piel, la más que insinuante excitación
apretándose contra la suya, los labios, su movimiento, su lengua impúdica que con tal
suavidad lo era que habría podido perder al más virtuoso de los santos, sin que éste
hubiera descubierto en ningún momento que aquello era un pecado.
Evocar la imagen de Mü una y otra vez, su mente se la mostraba con incansable
insistencia y él la visualizaba de una forma perfecta, apreciando hasta el más mínimo
detalle. Y aquella imagen era lo más hermoso que podía recordar que en el mundo
existiera.
- ¡Basta ya! ¡Basta!!!
Pero ¿a quien se lo gritaba?

Estaban echados desnudos, sin taparse con la sábana que había caído al suelo, con la
cabeza en los pies de la cama. Mü quiso hacerse una promesa en voz alta:
+ No volveré a hacer una tontería así y menos a lamentarme por mi fracaso. Shaka me
rechazó, está bien entonces yo dejaré de intentarlo. Lo olvidaré, me conformaré con la
relación de amistad que me ofrece.
- Entonces ¿por fin estás libre?
+ ¿Libre? Sí, lo estoy.
- Y ¿saldrás conmigo? Salir en serio, no lo que hemos hecho hasta ahora.
+ Pero era muy divertido. + Mü empezó a reírse.
- Lo sería para ti porque para mí era desesperante: conquistarte mil veces.
+ Así has practicado la conquista.
- Después de las primeras ya no sabía que inventar para ser original. Si fueran para
distintas personas me repetiría pero siendo sólo para ti tenía que idear siempre algo
nuevo. Y además, pensar que ya deberías estar conquistado y que tú estabas jugando
conmigo… me ponía un poco… furioso.
+ Nunca he notado que estuvieras furioso… seductor.
- ¿Saldrás conmigo?
+ Ah, no quiero salir con nadie. Lo prefiero como hasta ahora.
- Para ti esto es muy gracioso, seguro que en la intimidad te estás riendo de todos, sobre
todo de mí. Mü, ¿no crees que me lo he ganado ya?
+ Nadie dijo que hubiera premio que ganar.
- Ay, Mü. – Suspiró resignado.
+ Bueno, ya veremos. De momento no digas nada a nadie.
Kannon sonrió y trató de besarle.
+ Y a tu hermano tampoco.
- ¿A él tampoco?
+ A él menos que a cualquiera.
“No me fío nada de este tío malo. Tendré que esperar a ver que actitud tiene mañana, es
capaz de hacer como que esta conversación no ha tenido lugar.”
+ ¿Tío malo?
- Pero estoy contento, Mü. Ojalá no cambies de opinión.
“No sé si ha dado cuenta de que no le he llegado a prometer nada.” Pensó Mü. “Pero
quizás ya es la hora de cambiar de actitud.”

Shura abrazaba a Afrodita en el templo de piscis. Le besaba y le acariciaba con


suavidad. El otro caballero estaba quieto, pensando en otras cosas mientras miraba hacia
el techo. Finalmente dijo:
- Basta de lágrimas por Milo. Él se lo estará pasando bien con Camus y yo aquí como
un idiota, pudiendo estar también pasándomelo bien.
Agarró a Shura de los hombros y se colocó sobre él, atrapándole entre las piernas.
- No te asustes, caballero – Le dijo mientras sacaba una cadena con un grillete de bajo él
colchón, enganchada a una de las esquinas de la cama. – Esto te gustará.
Cerró la pulsera en torno a la muñeca del caballero de capricornio.

Kannon dormía y se había abrazado a su espalda. Mü, pensativo miraba la habitación en


penumbra.
Le había notado, ya hace un rato, acercarse a los templos. Deliberadamente trataba de
no pensar en nada al llegar al templo de Aries.
Shaka paró frente a la puerta que daba a las habitaciones privadas, al saloncito. Levantó
su mano para llamar pero la detuvo antes de tocar la madera. Había notado una
presencia con Mü, no sabía quien era y no quería intentar averiguarlo, no era asunto
suyo. Pero supuso quien podía ser: Kannon.
El caballero permaneció de pie al otro lado de la puerta con su mente en blanco,
tratando de no sentir nada tampoco.
Mü no quería hablar con él pero viendo que no se iba finalmente le dijo: “No deseo
saber lo que quieres ni lo que sientes. Ahora vete. Ya he visto suficiente de ti hoy.”
Shaka comprendió que no había sido apropiada esa forma de acercarse a Mü, con un
escudo, y tampoco hacer lo que había hecho en la cabaña de las chicas. Empezó a andar
hacia su templo sin decir nada.

Mü se arrepintió. Tiró de la sábana y se la enroscó a su cuerpo para salir corriendo al


pasillo del templo.
- ¿Qué pasa, Mü?
Kannon le siguió, desnudo. Le vio en la salida que conducía hacía el templo de Tauro,
allí de pie, mirando hacia fuera. Llegó hasta él para abrazarle desde la espalda y ver que
Shaka, ya muy cerca de la siguiente casa, les miraba.

El caballero de virgo les veía, veía como Kannon besaba el cuello de Mü y abrazándole,
resbalaba las manos sobre su cuerpo tapado por aquella fina sábana traslucida. Mü no se
movía e incluso, en un momento, pareció que quería detener las manos de su amante,
pero finalmente echó su cabeza hacia atrás para dejarse besar en la boca.
No estaba bien tener aquel sentimiento que la escena le provocaba, aquel sentimiento
era un pecado, sentía celos lo cual era peor aún que estar enamorado porque implicaba
ese mismo veneno mental y también el de la envidia.

Mü le veía allí, quería imaginar que estaba arrepentido y venía a pedirle perdón, pero no
podía saber si era así, él no quería confiarle sus sentimientos y pensamientos. Quería
correr hacia él, golpearle, obligarle a hablar, obligarle a confesar que le amaba y a
reconocer que no tenía otro remedio que entregarse a ese sentimiento.
Kannon le había abrazado, tratando de mantenerse tranquilo pero sintiéndose triste al
ver a su eterno rival por el amor de Mü, aquel que, sin hacer nada por merecer al
caballero e hiriéndole una y otra vez con su actitud egoísta, le había robado el corazón.
Sólo le había susurrado: “Recuerda tus propias palabras de hace un rato.” Y tenía razón,
si Shaka no venía a él no debía volver a intentarlo. Todo estaba hablado entre ellos, Mü
no podía hacer más, el próximo paso lo debía dar él y… no lo haría. Entonces entregó
sus labios a aquel que sí que le correspondía.

Si no les miraba quizás los celos desaparecerían pero sus ojos estaban cerrados y era
peor. Notaba como sus energías se enlazaban, como Kannon estaba totalmente poseído
por su deseo hacia Mü, como Mü se deleitaba en ello y retiraba parte de la energía que
acariciaba al caballero de virgo para dirigirla hacia aquel que le abrazaba. Entonces
Kannon le había tomado en brazos y Mü le había echado una última mirada a él para
apoyar la cabeza contra su amante y disfrutar con aquel calor, sintiéndole con los ojos
cerrados.
Si se alejaba de allí quizás aquel veneno desaparecería de su mente. Justificaba de mil
maneras que aquella era la decisión correcta, era lógico, era real… pero el sentimiento
no entiende de razones o de lógicas.
Llamaban en la puerta del templo de acuario muy de mañana y su guardián se puso unos
pantalones y salió, con pereza, a ver quien era. Cuando abrió, medio adormilado aún,
descubrió a la prima Electra mirándole con sus enormes ojos oscuros. Camus le cerró la
puerta bruscamente y tranquilamente volvió hacia la cama. Se desvistió y se metió de
nuevo en ella.
- Milo, ¡Milo despierta!
+ ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Quién llamaba?
Milo no quería abrir los ojos y se había vuelto a dormir en lo que su amante había ido y
vuelto a la puerta.
- La prima Electra está ahí fuera. Me ha visto, se te estropeó tu mentira.
Milo pegó un salto y se puso de rodillas sobre la cama.
+ ¿Será una broma?
- No, está ahí. No sé que hará en el santuario, como la pillen…
+ ¡Y tú tan tranquilo!
El escorpión se vistió rápidamente.
+ No tiene porque haberse estropeado nada. Ella no habrá pensado que tú eres Camila.
- Por algo habrá venido a este templo en vez de al de escorpión…
Milo no escuchó más y salió a abrirla. Ella entró en el salón.
+ Que nadie te vea, rápido. ¿Qué haces aquí? Sabes que no puedes entrar en el
santuario.
- ¿Me sacas fuera? – Le pidió.
+ Claro pero como se entere Shion…
- Shion ha sido el que me ha traído.
+ ¡Electra!
- Me ha dicho que te buscara aquí para que me saques con discreción del santuario.
¿Dirás a mi madre que he estado contigo?
+ ¡No! Entonces sí que me matan.
- ¡Pero Milo!, quiero decir que estuvimos continuando la fiesta con tus amigos, no eso.
+ Ah claro, entonces sí. Espera, voy a ponerme unos zapatos.
- Vale, saluda a tu novio de mi parte. Es un mal educado.
Milo entró en la habitación sin mirarla.
+ Lo sabe. Sal a saludarla.
- Que entre ella.
+ Tiene razón mi prima: eres un mal educado.
- Lárgate ya.
El escorpión volvió con Electra y la trajo una capa con capucha para que se la pusiera.
+ No dirás nada ¿verdad?
- Tranquilo. Oye, está buenísimo.
Milo sonrió.
+ No hace falta que me lo jures, buenisisísimo.

Milo volvía al templo de acuario a dormir un ratito más y a tratar de convencer a Camus
para que se pusiera un vestido y le acompañara a despedir a su familia.
“Ah, es imposible, porque me voy a molestar en tratar de convencerle. Inventaré una
excusa… que tiene una resaca tan grande que se marea y no ha podido bajar.”
Resuelto ese asunto empezó a pensar en otro que ahora llenaba su mente: Una nueva
esperanza de conseguir un antiguo deseo al que había tenido que renunciar
anteriormente.
Electra estaba muy emocionada de su noche con Shion. Aseguraba que nunca había
sentido algo así, que él era el mejor amante que había tenido. Le había contado a Milo,
ciertos detalles que le habían abierto los ojos: Como Shion podía tocarla sin ni siquiera
acercarse a ella. Con su telequinesis la acariciaba con una presión justa, ni muy fuerte ni
muy flojo, como si utilizara la lubricación de ella, en movimientos circulares sobre
aquel punto, y la hacia llegar una y otra vez al éxtasis. Y Shion llegaba con ella, o solo,
pero podía continuar y no llegaba a eyacular.
Electra se asombraba de lo generoso que él había sido, preocupándose tanto de su
placer, pero Milo sabía bien que no era exactamente generosidad desinteresada ya que
Shion haría como Mü: se uniría a la mente de su amante para sentir lo que él otro sentía
y también sus orgasmos.
“Claro, ¿cómo no lo había pensado antes?: Shion también conoce la técnica del anillo
de Mü, por algo es su maestro, seguro que fue quien se la enseñó. ¿Será más fácil
convencerle a él que a Mü? Supongo que sí porque a Mü no hay ninguna manera de
convencerle.”
Pero, aunque Milo veía ahí una esperanza para conseguir su capricho, le daba corte
tratar de seducir a Shion, él era el jefe y su autoridad le inhibía. Además, ¿Qué pensaría
Camus de aquello? Siempre le perdonaba sus deslices con Afrodita pero no estaba
seguro que le perdonara otros deslices con otros caballeros.

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