Otra Ciencia
Otra Ciencia
Otra Ciencia
La tierra es un ser vivo, palpitante; cada región tiene su magnetismo y vibración propios, con los
que
influye en los seres que la habitan, modificándolos, transformándolos. En la región del Malabar, en
India, pude ver que los judíos" que llegaron allí poco después de la Dispersión, no se diferenciaban
de
los dravidas, naturales de esa parte del mundo.
En cambio, los judíos llegados en los siglos XVI y XVII eran blancos. Aun sin mezclarse con
germanos y checos, es muy posible que los judíos venidos a Europa desde el Medio Oriente, tras
algunos siglos adquieran las características somáticas de las razas allí establecidas desde antiguo,
por
osmosis y mimetismo, favorecidos por las fuerzas sutiles de la tierra. China deberá convertir en
chino
aún más rápidamente. Los blancos ainos del Japón ya casi no existen. Los chachapoyas del Brasil
no
alcanzaron a irse con los Dioses Blancos
Los hiperbóreos no se quedaban en otras regiones del planeta por períodos largos, para no cambiar.
Eran, de este modo, los miembros de un Colegio de Iniciación, magos poderosos, sabios, guías de
pueblos, creadores de civilizaciones.
Cuando la Atlántida desaparece, son grupos de misioneros distribuidos por el mundo los que
enseñan
a los humanos sobrevivientes. Primero los instruyen en el modo de calmar las aguas embravecidas
del
período postdiluviano. Usan la piedra. Ya hemos visto que Noé entregó la Piedra de la Lluvia a su
hijo Jafet. Habría detenido también las aguas. Después del hundimiento de la Atlántida, extrañas
construcciones de piedra evitan nuevas catástrofes, estableciendo equilibrios mágicos en las
corrientes
secretas del planeta. Son los menhires.
Su ciencia misteriosa actúa sobre corrientes de la tierra, que no son magnéticas ni eléctricas. Se
"clavan" allí donde hay mayor peligro de hundimiento por inundación. Es una suerte de acupuntura
aplicada a la tierra, .estableciendo el equilibrio entre esas corrientes. A esta ciencia mágica, perdida,
ha correspondido una tecnología diferente nacida del dominio y conocimiento de otras fuerzas más
sutiles.
Restos trashumantes de esa sabiduría, que nos empujan a imaginar lo que habrá sido una
civilización
edificada sobre el grandioso fundamento de una ciencia y técnica distintas, son los zahoris, quienes
descubren el agua subterránea por las vibraciones de sus báculos. Los he visto actuar en la Viena
moderna y socialista.
También los antepasados de los chilotes, en el sur de Chile, detuvieron las aguas gracias a un
conocimiento ahora perdido, el de la serpiente Tentén. Salvan así esas pocas islas, restos de la
Gondwana sumergida. En la Era de Piscis, los templarios, primero, y luego los SS hitlerianos,
tratarán
de resucitar la vieja ciencia y la técnica legendarias, sin que se les haya hecho el regalo del tiempo
necesario para lograrlo plenamente.
Pero en la Era de Aries, la del Vellocino de Oro, los druidas lo consiguen. Aquella ciencia permite
el
conocimiento verdadero de la tierra interna y su tecnología mágica entrega el dominio que autoriza
a
"transfigurarla", siendo el Mago el colaborador que da término a todo aquello que la naturaleza por
sí
misma es incapaz de completar y que sin él dejaría inconcluso. Únicamente así se podrá sobrepasar
el
punto crítico de la involución del Kaliyuga, "inventándose" la Nueva Tierra, "haciéndola primero
invisible dentro de nosotros", como diría Rilke.
De lo contrario, será realmente el Crepúsculo de los Dioses, cumpliéndose la profecía de la Maga
Vola, de los Edda. Porque la ciencia mecanicista y la tecnología racionalista y burda de nuestros
días,
que no pretenden transfigurar la tierra, sino dominarla y constreñirla, la destruirán iunto con el
hombre. LILITH Y LAS "CÍTARAS DE PIEDRA"
Si los chilenos conociéramos esa ciencia antigua de la Atlántida, si los hiperbóreos, o los druidas
nos
la enseñaran, podríamos, con seguridad, evitar los terremotos, las grandes catástrofes, impedir ser
sumergidos por el Océano. Podríamos, tal vez, hacer resurgir junto a nuestras costas el antiguo
Continente del Espíritu, el de los Gigantes, el de ELELLA; la Ciudad de los Césares, la Hiperbórea
del Antartico.
La ciencia de los menhires es enseñada en Europa a los ligures por los antes o gigantes; también la
de
los dólmenes. Estos últimos son verdaderas cítaras de piedra, que vibran en señalados centros
terrestres, al ser mojados por el rocío, o "agua de la luna". Permiten así la mutación del elegido,
iniciado en su cercanía, pudiendo "saltar" de una raza a otra, mutándose primero en druida, luego en
atlante y, al final, en hiperbóreo. Es la "música de piedra", la que encanta a la naturaleza toda. Fue
esta misma cítara la que pulsara Orfeo y la que encontró Jasón, mi amigo, junto con el Vellocino de
Oro.
Hay todo un libro de piedra abierto al iniciado en los monumentos megalíticos. Está escrita allí la
más
antigua alquimia, la de la Atlántida, y con ella la historia esotérica del hombre. El menhir representa
la
Montaña polar primera, el Eje Polar; también, la columna vertebral del hombre. Luego, toda estupa
búdica, todo templo señala igualmente la Montaña de la Revelación, en la más lejana Medianoche.
Todo promontorio primitivamente levantado, toda "piedra central", u onphalo. Se han descubierto
onphalos con svástikas talladas, el signo del Polo Central. Claramente, el Eje de la tierra polar. Toda
Montaña y Templo significa también el cuerpo del hombre. Por lo mismo, el Árbol de la Vida, el
Eje,
el Menhir, el Lingan, es la Columna Vertebral.
Hay onphalos con una serpiente grabada. En el Árbol del Paraíso se encontraba enrollada la
serpiente
de Lucifer, la del conocimiento, la de la Ciencia del Bien y del Mal, la de la Gnosis, que haría del
hombre un dios. Es kundalini reposando en la base del Árbol de la Columna Vertebral del iniciado.
Se
nos ha dicho que la mujer entregó al hombre una Manzana del Árbol del Conocimiento. En este
caso,
el hombre no es el héroe que va a conquistarla luchando. La mujer se la entrega. Es la iniciación
femenina, lunar, la que descubre la muerte. Al aceptarla, el hombre vio a la mujer desnuda, por
primera vez afuera. Antes estaba dentro del hombre El héroe, como Parsifal, la lleva siempre
dentro.
Un hecho fundamental ha sucedido ya antes de esta historia del Jardín, de la Manzana y el Árbol.
Cuenta la leyenda esotérica que Lucifer tenía una compañera llamada Lilith. Fue la primera mujer
de
Adán, antes de Eva. ¿Acaso le visitaba por dentro y es la misma Lilith quien, al proyectarse fuera,
cambia su nombre? La prueba, o el fatal juego, ha consistido en proyectarla, verla allí fuera y
olvidarse cómo reincorporarla, en la contemplación de la Eva desnuda.
Después el hombre la desea fuera, perpetuando así la muerte Advienen las generaciones, la
involución, la prolongación del drama para poder mantener la esperanza del retorno. Aparece el
Tiempo y la imagen se hace más consistente y dura, más difícil de reincorporar a través del
"costado
del hombre". Pero la Ciencia está aún ahí, en el Eje del Polo, donde se ha encadenado a Lucifer, en
la
raíz del Árbol de la Vida y se llama Kundalini, la Serpiente ígnea. El hombre podría invocarla para
intentar repetir los pasos ya dados, remontando la involución. Entonces, el menhir se
transformaría en dolmen y éste en cromlech, es decir, en Templo.
Es la Alquimia de la Piedra, el Lapsit Excilis, el Gral, caído de la Corona rota de Lucifer. El hombre
es su propio templo y deberá reconstruirlo, partiendo del menhir de su columna vertebral invisible,
por medio de la Serpiente Kundalini enrollada en esa Piedra Negra caída del cielo, en un aerolito
extraterrestre. Entonces, le crecerá un techo, un dolmen, arriba, en el Chakra Coronario, en el Polo.
De ahí saltará al vacío, a la Hiperbórea de la Otra Tierra, y será ya un cromlech, un Templo
Circular,
como Stonehenge. Pero el Templo estuvo siempre allí, desde los comienzos, virtualmente, en la
primera de todas las
Piedras. Y es sobre esa Piedra que se edificará la Gleisa. Arquetipo planetario de toda Alquimia, de
toda mutación y transmutación.
Los herederos de la ciencia de los gigantes de Hiperbórea son los druidas. Los bardos, sus cantores
y
poetas, saben pulsar las "cítaras de piedra" que entonan esa música cósmica de las esferas, que una
vez se escuchara en el anfiteatro o cromlech mágico de Stonehenge. Los bardos son los antecesores
de los trovadores del Languedoc y, de los minnesänger germanos. Cantan el recuerdo. Jasón fue
también un bardo.
LA FLOR DEL DRUIDA Y EL NÚMERO HIPERBÓREO
Druida quiere decir sabio, vidente, mago. Es palabra céltica. Pero los druidas no son celtas. La
llegada
de los celtas a Europa se produce en oleadas sucesivas. Tal vez vengan del Irán, donde dos mil
quinientos años antes de nuestra Era entran los arios. Puede que también vengan de Asgard, en el
Cáucaso, de donde partieron los germanos, guiados por Wotan u Odín. Las tribus arias se reparten,
unas van a la India, otras a Irán y a Europa, descendiendo hasta el Báltico y a la Península Ibérica.
El
centro común habrá sido la legendaria civilización del Gobi, tras la desaparición de Hiperbórea.
En los Himalaya se ocultan ya las míticas ciudades de Agarthi y Shamballah, habitadas por los
Guías
hiperbóreos sobrevivientes, guardando las grandes líneas del saber oculto y tradicional de los extra
terrestres Desde Agarthi viene la ciencia del Amor mágico. Desde Shamballah, la de la "acupuntura
planetaria". En verdad, ambas están en la Tierra Hueca, interior.
Los druidas serían los magos portadores de la sabiduría y tradición hiperbórea y atlante. Se hallaban
en Occidente a la llegada de los celtas. Custodiaban el Gral ayudando a producir el número preciso
de
transmutaciones en la Época de Aries, la del Carnero, la de Rama, la del Vellocino de Oro, la del
Cordero, que sería sacrificado al final de esa época y al comienzo de la de Piscis. Dios en Aries es
Belén; la Diosa es Belicena, la misma que seguirán adorando en Piscis cátaros y trovadores. El
Árbol
es la encina y el haya; el arbusto es el laurel. También para los araucanos el canelo es sagrado. La
bebida es el hidromiel y el haoma. En la época de Piscis será el vino, sangre de la tierra misteriosa,
que se produce en ciertos puntos geográficos de magnetismo especial, donde circulan fuerzas
arteriales profundas; en el Mediodía de Francia y en Chile, por ejemplo. En la época de Acuario, el
vino desaparecerá, posiblemente con los que lo beban
Los druidas son magos con poderes. César habla de los druidas en su Bello Gallico. Dícese que eran
blancos, altos y rubios. Podían modificar si clima, produciendo a voluntad fenómenos atmosféricos.
Movilizaban pesadas masas, levitando objetos. Conocían la ciencia de curar. Se cuenta de una
batalla
en que los druidas se quedaron todos inmóviles como estatuas en profunda concentración, dejando
que las flechas les traspasaran. Daban, sin embargo, gran importancia a la formación de los ejércitos
y
fueron los inventores de la caballería sacra y guerrera céltica, donde tiene su origen la Caballería del
Gral, la Caballería Errante, la del Rey Arturo y de los templarios. Mas, al igual que los "puros"
cátaros, los druidas no combaten ni usan armas, no matan ser viviente, sea hombre o animal.
También
creen en la reencarnación. Volveremos a preguntarnos, ¿en qué reencarnación? El aprendizaje o
iniciación del druida dura veinte años, cumpliéndose en cuatro etapas o grados.
El número cuatro es número druídico y céltico. Los druidas dan a los celtas su organización social,
dividida en cuatro castas u oficios: agricultor, comerciante, constructor y guerrero. Los instruyen y
dirigen. El símbolo druida es el trébol de cuatro hojas, considerado hasta el presente como signo de
buena suerte y de felicidad. Es una flor inexistente ya. El trébol de cuatro hojas es una svástika que
gira, formando un doble ocho, signo de la eternidad, de los nacidos dos veces, de la inmortalidad
conquistada en el duro combate. Es también un carbúnculo caído del cielo. Es el Gral. Simboliza,
además, la división en cuatro de la sociedad y la armoniosa organización del mundo de esos
tiempos.
El druida estaba sentado en el centro de esa flor. Es importante, sin embargo, dar a conocer que el
cuatro no es el número polar de Hiperbórea. Es el
cinco. Tule se ubicaba en el centro, sobre la Montaña del Polo. Los hiperbóreos son la quinta casta,
o
casta única, llamada Hamsa. Eran, así, los "sin casta", estaban más allá de todas las castas, eran
Ativarna: sin color, más allá de todo color.
El cinco está representado en la organización céltica por el druida, quien se sienta en el centro del
trébol de cuatro hojas, de la Flor. En la svástika, el cinco es el centro de confluencia de los cuatro
brazos que señalan los puntos cardinales. Los brazos giran, pero el centro no, manteniéndose
inmóvil
como el Eje Polar, director inmóvil del movimiento terrestre. Self intocado. El número cinco
simboliza así el hombre interior, también el hombre total, divino, perfecto.
En la organización druídica el cinco se representaba, además, por la Ciudad Sagrada, imagen de la
Tule Hiperbórea polar. Allí se efectuaba el Cónclave, siguiendo la tradición atlante. La ciudad era el
Centro. Siempre había allí una Piedra que significaba el Eje del Polo, "Ombligo del Mundo", Puente
de Comando de las corrientes telúricas, imagen de la Montaña Primordial y también de la Columba
Vertebral del iniciado. Asimismo, en la ciudad griega de Delfos se llevaba a cabo la reunión de los
anfitriones, dos veces por año, para interpretar el Oráculo de la Pitia, junto a la Piedra Central,
onphfllos, como ya hemos visto.
La Ciudad céltica, a Su vez central, llamóse Medio Lanon —medio, centro—. Milán, ubicada en la
región de la antigua céltica cisalpina, toma de allí su nombre, según el escritor René Guenón. Y no
deja de ser significativo que el dialecto que hoy se habla en el Ticino, en la Suiza italiana, sea de
origen céltico. En toda esta región, comprendida la Italia del norte, se encuentra el tipo rubio y de
ojos
claros. Para Otto Rahn, Verona fue la antigua Berna del rey visigodo, Dietrich von Bern. No sería
aventurado pensar que el espíritu federativo céltico aún prima en Suiza. Pero la Confederación
Helvética se halla edificada en principos y fines puramente materiales, careciendo de lo que
llamaremos el número céltico por excelencia, del cuatro, o sea del druida, del Espíritu. Digamos de
paso que también Ginebra quiere decir "Dama Blanca".
Sin embargo, cuando uno se refiere a iniciación hiperbórea no puede hacer mención del cuatro sin
el
cinco. La misma cruz, como veremos más adelante, tiene su "centro polar", representado por la
Rosa,
en la simbología de los rosacruces. Se sitúa en el centro de confluencia de los cuatro brazos. La
Rosa
transformará de este modo la cruz en svástika, haciéndola girar, rompiendo su inercia de Kaliyuga,
convirtiéndola también en símbolo hiperbóreo.
La Piedra caída del cielo, Lapis ex coelis, debe tener como número el cinco. Es la Quinta Essentia,
el
Lapsit Excilis. La Piedra Filosofal. Representa ahora el Centro del Polo Cósmico.
En la tradición china antigua, el número cinco es trascendental. El nombre que los viejos chinos
daban
a la Isla Hiperbórea, a Tule, la más lejana, la inalcanzable, a la Creen Land, a la mítica Erin de los
irlandeses, fue Kouchee. Para los selman de Tierra del Fuego, del punto más austral del mundo, el
Paraíso central era la "Isla Blanca" que está en el ciclo. En sánscrito se llamó Svetadvipa, la Isla
Blanca donde residía Visnú.
EL SISTEMA FEDERAL DE LOS DRUIDAS Y SS
Los romanos destruyen el mundo céltico, así como los hunos y los mongoles destruirán después el
mundo védico de la India y el mundo parsi del Irán arios.
Los reyes celtas gobernaban federaciones al estilo de los atlantes, reuniéndose cada cierto tiempo en
Cónclave en sus Ciudades Sagradas, centrales, donde hacían un balance de l os negocios de sus
respectivos estados. El druida hablaba al comienzo y al final del Cónclave. Todo se cumplía más o
menos al estilo en que Platón nos cuenta de la Atlántida..