De Los Antiguos Pesos y Medidas
De Los Antiguos Pesos y Medidas
De Los Antiguos Pesos y Medidas
guipuzcoanos
(The old weights and measures of Gipuzkoa)
Se analizan las distintas unidades métricas antiguas de Gipuzkoa precisando las zonas en que se utilizaban, sus
variaciones, su evolución desde el siglo XVI hasta el XlX y su equivalencia con el Sistema Métrico Decimal. Se com-
prueba que mientras las medidas de longitud son las oficiales de Castilla, otras unidades se adaptan a las condicio-
nes locales de la actividad económica o reflejan la influencia de otros ámbitos metrológicos.
Gipuzkoako neurri-unitate zaharrak aztertzen dira, baita unitate bakoitza zein eskualdeetan erabiltzen zen, izan
dituen aldaketak, bere bilakaera XVI. mendetik XIX. mendearte eta bere baliokidetasuna Sistema Metriko
Derimalarekin zehazten da. Nahiz eta zenbait unitate Gaztelako neurri berdinak izan, luzerakoak adibidez, beste
batzuk inguruko iharduera ekonomikoaren baldintzei egokituak direla edo beste eskualdetako metrologiaren menpe
daudela baieztatzen da.
On analyse les différentes unités métriques anciennes de Gipuzkoa en précisant les zones où on les employait,
ses variations, son évolution depuis le XVIe siècle jusqu’au XIXe et ses équivalences avec le Système Métrique
Décimale. On s’apergoit que les mesures de longueur son les mêmes qu’en Castille, mais des sufres unités s’adaptent
aux conditions locales de l’activité économique ou elles reflètent i’influence des autres régions métrologiques.
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Carrión Arregui, Ignacio
INTRODUCCIÓN
A mediados del siglo XIX se intentó establecer en España el Sistema Métrico Decimal
(SMD) pero su instauración definitiva no se logró hasta finales de siglo 1 ya que, como en
otros paises, no fue un proceso sencillo2. Los antiguos pesos y medidas, pues, se mantuvie-
ron vigentes hasta muy avanzado el siglo XIX y su huella pervive aún en nuestros días. Esto
se debe a que los antiguos sistemas utilizaban unidades profundamente arraigadas que
hacían referencia al hombre, a su trabajo, a su cuerpo, mientras que el SMD utiliza unidades
abstractas, sin olvidar la dificultad que planteaba el uso de Ios decimales, tal como nos lo
explica magistralmente Witold Kula3.
El conocimiento de las equivalencias de las antiguas unidades con las del SMD nos
permite actualizar y comparar las magnitudes que aparecen en la documentación histórica.
Afortunadamente en nuestro ámbito, tanto en España como en Francia, la instauración del
SMD fue precedida de una recogida sistemática de información sobre el valor de las anti-
guas unidades para establecer su equivalencia. En el caso de España este esfuerzo culminó
en las Tablas de 18524, aún vigentes, las cuales se completaron con manuales que explica-
ban el nuevo sistema en general y con otras obras que precisaban a nivel provincial las par-
ticularidades métricas5.
Sin embargo hemos de ser cautos y no podemos utilizar esta equivalencias de manera
indiscriminada. Las Tablas recogen los valores en un momento, casi en el último, pero qui-
zás variaron anteriormente ya que hay fuerzas que tienen uniformar las medidas y otras que
les hacen ampliar o disminuir su valor. Recordemos que antiguas leyes establecieron y reite-
raron la unidad de pesos y medidas en casi todos los territorios, pero no se cumplieron. En
Castilla, por ejemplo, hay normas en este sentido desde el siglo XIII6, sin embargo las equi-
valencias del XIX manifiesten que hay una diversidad de medidas, variable según el tipo de
unidades que se trate.
Como señala Kula, hay unas fuerzas que tienden a diversificarlas y otras que impulsan
la uniformización. Las tendencias uniformizadoras responden a las necesidades de Ios flujos
comerciales, de la autoridad y administración real..., incluso podríamos hablar del progreso
científico y tecnológico.
1. Véase M. MARTINEZ ALCUBILLA, Diccionario de la administración española. Madrid, 1914-1930, voz “Pesas
y Medidas”.
3. Witold KULA, Las medidas y los hombres, Madrid, Siglo XXI, 1980.
5. Ana Mª ROMAN GARCIA, “Notas para una bibliografía metrológica española”, Boletín de Metrología, I (1954),
pp. 78-97; II (1955), pp.59.76, III (1956), pp.49.70. Para Francia, Paul BURGUBURU, Essai de bibliographie métrolo-
gique universelle, Paris, Auguste Picard, 1932.
6. J. COBO AVILA “Estudio preliminar” en A.M. BURRIEL, Informe de la Ciudad de Toledo al Consejo de Castilla
sobre igualación de pesos y medidas [1758], Toledo, Diputación, 1991, p.10. Véanse las Ordenanzas reales de
Castilla, lib.V, tit. VII y la Novísima recopilación de las leyes de España (Nov. rec. España,), Madrid, Rivadeneyra,
1850, lib. IX, tit. IX.
8. Lerma, 1753, Según las Respuestas generales del Catrasto de Ensenada, Madrid, Tabapress, 1993, p.70.
Están siendo publicadas por Tabapress en la colección “La Alcabala del Viento”
9. J.-Cl. HOCQUET, “Mesurer, peser, compter. Le pain et la sel”, en B.GARNIER y otros, introduction a la metro-
logie historique, Paris, Economica, 1989, p. 240-246.
10. Tablas de correspondencia de todas las pesas y medidas de Guipúzcoa (1853), San Sebastián, Imprenta
de la Provincia, 1917.
Medidas lineales
La vara se dividía en codos (2/3), pies (1/3), palmos (1/4 ó 1/12), pulgadas (1/36),
dedos (1/48). Una pulgada tenía 12 líneas y la línea 12 puntos. En euskara la vara es kana, el
pie oina, el codo besoa, el palmo arra y la pulgada hatza o ontza El múltiplo de la vara es el
estado de 7 pies (1,95 m), cuya longitud coincide casi con la toesa francesa (6 pies de
Paris)12. A veces se identifica estado con braza, aunque parece que la braza que utilizan los
marineros “no puede tener medida cierta, porque es lo que ay de mano a mano, ensanchan-
do los brazos, y ay hombres que hacen mayor braza que otros” 1 3. Para largas distancias se
utiliza la legua “que es el camino que regularmente se anda en un hora” y que se hace equi-
valer a 20.000 pies de Burgos, es decir, unos 5,5 km 14.
Las medidas lineales que se encuentran en la documentación son habitualmente varas,
codos y pies comunes o de Castilla. También pulgadas (u onzas, que son sinónimos), lineas
y puntos, o leguas. Su paso al SMD no plantea ningún problema.
11. Unicamente hay una vara menor de 835,9 mm, la de Almería, de 833, un 0,4 % menor que la de Castilla. Son
un milímetro mayores ( 837 mm, un 0,12 %) las de Toledo, Segovia, Albacete, Logroño y Gipuzkoa. Las de Ciudad
Real y Jaén tienen 3 mm de más (0.36 %), siete las de Madrid y La Coruña (0,8 %) y 19 mm la de Lugo (un 2,3%), la
única cuya diferencia con el patrón general puede ser apreciable
12. A.M. BURRIEL, Informe..., p.199, indica que la toesa francesa (6 pies de Rey de Paris) equivalía oficialmen-
te desde 1750 a 7 pies castellanos. Roslyn FRANK da gran importancia a esta equivalencia en su estudio del antiguo
sistema métrico en base siete. En Francia, además, se utilizaba también la aune para medir telas y tenía unos 4,25
pies castellanos, 3,67 pies franceses y 4,5 pies navarros. Es la verga que se recoge en Los Fors ef Costumas deu
Royaume de Navarre Deca-Ports avec LEstil et Aranzel deudit Royaume, Pamplona, Principe de Viana, 1968.
13. P.B. de VILLARREAL DE BERRIZ, Máquinas hidráulicas de molinos y herrerías y govierno de los árboles y
montes de Vizcaya [1736], San Sebastián, SGPE, 1973,p. 118. Tiene una precisa descripción de las unidades métri-
cas que concuerda con las guipuzcoanas (pp. 112-125).
15. P. BALZOLA, Tablas..., pp. 14 y 24. El estado es, pues, un estado en cuadro con un codo de profundidad.
Son las unidades utilizadas habitualmente en el siglo XVIII
Para medir el maderamen, Balzola dice en 1853 que se utilizaba el codo reducido, idén-
tico a lo que Villarreal, hacia 1736, denomina el codo de madera en Gipuzkoa “una medida
de 8 onzas en cuadro, y un codo de largo” (64 pul2 x 24 pul)1 6. Villarreal menciona también
un un codo de tabla de 2 pies por 14 onzas sin grosor determinado y el estado de tabla de 7
pies en cuadro (49 pies2)1 7. En la documentación que he manejado el maderamen se mide
por codos, que, en principio, supongo que coinciden con el codo de madera guipuzcoano.
Sin embargo, hay que tener cuidado cuando se trata de temas relacionados con la
construcción naval, pues hay otras medidas lineales (el pie y el codo del Rey) y otro codo
para medir madera, el codo de ribera, de astilleros o del Rey. Veamos de donde sale.
Ay otro, que se llama pie del Rey, y es el que se estila en los Astilleros Reales de
las Costas de Cantabria, y usan de él todos los Fabricadores de su Magestad: es un
treinta y dos avo mayor que el pie de Castilla: esto es, dividido el pie de Castilla en
treinta y dos partes, una de estas es mayor el pie del Rey 18.
Se trata pues de una medida lineal prolongada. Parece que en el siglo XVI los construc-
tores empezaron a medir “generosamente” a favor del Monarca el maderamen que le entre-
gaban y esto se convirtió en norma, imponiendo el monarca una medida mayor que la
habitual para la adquisición de madera labrada, que se convirtió en la oficial desde las
Ordenanzas de la Armada de 16071 9. Esa “propina” debió ser de un dedo por codo lineal,
con lo que este pasaba a tener 33 en vez de 32 dedos comunes, es decir, un 3% más. El
codo del rey de tabla, según Villarreal, tiene un codo real de largo, 16 onzas de ancho y tres
de grueso, era mayor que el codo común de tabla, pero menor que el de Gipuzkoa que con-
tenía mayor volumen de madera al ser más grueso20. Los Astilleros reales usaron el codo del
rey o de ribera hasta fines del siglo XVlll2 1, por lo que debemos suponer que todos los
asientos de tablonería del XVIII de Gipuzkoa y Navarra se midieron con este patrón.
Medidas de tierras
Las unidades que miden la superficie agraria son las que presentan mayores variacio-
nes, y aunque en las tablas de 1852 se indica sólo una por provincia, la diversidad de unida-
des era muchísimo mayor2 2. La razón fundamental sería que las medidas agrarias se
17. P.BALZOLA, Tablas..., pp. 25-26, habla también de un estado de 7 pies lineales para medición de maderas
19. Véase FERNANDEZ DURO, Cesáreo: Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón
(1895), Madrid, Museo Naval, 1972-73, t. 3, p. 429.
20. El codo del rey tenía 1.152 pulgadas del rey (1.263 puI3 comunes) mientras el codo de Gipuzkoa era de
1.536 puI3 comunes.
21. Se utilizó hasta 1787, en que se estableció que la tablonería se midiera en los Astilleros reales únicamente
con el pie y codo común o de Burgos (Archivo General de Simancas (AGS), Marina, 637). Sabemos también que la
introducción de la construcción naval a la inglesa a medidos del XVIII hizo que las medidas empezaran a darse en los
Astilleros reales también en pies ingleses lo que hizo que se utilizara también un pie mayor que el pie real en Asturias
para la madera destinada al Ferrol.
22. Véase, por ejemplo, Sinfoniano GARRAN GONZALEZ, Tablas de reducción y equivalencia de las medidas
agrarias que se usan en la provincia de Santander al sistema métrico decimal, Sàntander, Imp. de Solinis y Cimiano,
1886.
23. Véase la “Introducción” de Juan PLAZA PRIERO al Censo de frutos y manufacturas [...] de 1799, Madrid,
1960, p.VI-VII.
24. P. BALZOLA, Tablas..., pp.14.15. La postura de 400 pies2 con la fanega de 70 posturas (0,218 Ha) se
usaba en “Abalcisqueta, Albiztur, Alquiza, Beizama, Cerain, Fuenterrabía, Hernialde, Ichaso, Idiazábal, Irún, Legorreta,
Mondragón, Motrico, Olabarría, Oreja, Ormaíztegui, los dos Pasajes, Régil y Vidania, y con fanega de 100 posturas
(0,311 Ha) en Astigarraga, Orio, Rentería, San Sebastián con Alza, Zubieta, Usúrbil y Urnieta. La postura de 441 pies 2
con la fanega de 70 posturas (0,24 Ha) en Anzuola, y con fanega de 100 posturas (0,343 Ha) en Andoain, Arama,
Ataun, Aya, Azcoitia, Azpeitia, Deva, Oñate, Villabona, Villafranca, Zaldivia y Zarauz La postura de 576 pies 2 con la
fanega de 70 posturas (0,314 Ha) en Oiartzun. Alzo, Berrobi, Elgueta, Escoriaza, Guetaria, Ibarra, Leaburu, Lizarza,
Tolosa y Salinas empleaban solamente la postura de 441 pies 2, y los restantes pueblos no debieron remitir informa-
ción según Balzola. Ignoro cómo era el término postura en euskara
27. “Que los ganados [...] puedan pacer y beber de sol a sol las hierbas y aguas en qualesquier términos y
montes [...] aunque los tales términos y montes sean seles u otros términos amojonados”, Nueva recopilación de los
fueros, privilegios, buenos usos y costumbres, leyes y órdenes de la M.N. y M.L. Provincia de Guipúzcoa (Fueros de
Guipúzcoa), San Sebastián, Imprenta de la Provincia, 1919, tit. 40, ley 1.. Sobre los seles véase José L. LASA,
“Luchas en torno a los seles y caserío de Albitxuri”, Homenaje a don José Miguel de Barandiarán, t. I, Bilbao,
Diputación, 1964, pp. 157-188, y Félix Mª UGARTE, “Los seles en el Valle de Oñate”, BRSBAP, XXXII, 1976, pp. 447.
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lando que tenían en el centro un mojón “la piedra cenizal” o “auts-arria” 2 8, que en Oiartzun
en 1514 se llamaba austerrjza29 El fuero de Gipuzkoa nos precisa las dimensiones del sel,
aunque da la impresión de que fueron bastante variables:
“El sel común haya de tener y tenga en el remate y circunferencia setenta y dos
gorabiles de a siete estados o brazadas cada gorabil, midiéndolo con un cordel de
doce gorabiles tirada desde el mojón como de centro al derredor” 3 0.
MEDIDAS DE ÁRIDOS
Se entiende por áridos los granos, legumbres y otras cosas sólidas que se medían por
volumen. La unidad empleada era una medida que contenía la cantidad de grano que un
hombre adulto puede manejar sin problemas (algo más de 50 litros) 3 1, la cual en Castilla se
llamará fanega, en Francia será el boisseau y en Cataluña la cuartera. Oficialmente en
Castilla tenía 55,5 litros, prácticamente la misma capacidad que se atribuye en 1852 a la
fanega de Gipuzkoa (55,3 litros) y Alava (55,62 litros), y ligeramente menor que la de Bizkaia
(56,92 litros) y que el doble del robo de Navarra (28,13 litros)32. La fanega (anega) se dividía
en Gipuzkoa en medias y cuartas fanegas por mitades, y el celemín (lakari), quizás por
influencia navarra, era la dieciseisava parte de la fanega en vez de ser una doceava.
29. Manuel de LECUONA, Del Oyarzun antiguo, San Sebastián, Diputación, 1959, p. 300
30. Fueros de Guipúzcoa, tit. 20, ley 3. Doce gorabiles de a siete estados son 84 estados de radio, el que
Villarreal atribuye a los seles de verano. Los de Oyarrun (LECUONA) tenían 42 y 84 brazas de radio. Mientras que los
de Oñate (LASA) en 1761 debían tener de radio 60 pérticas de 9 pies
32. Para Navarra, véase José YANGUAS Y MIRANDA, Diccionario de antigüedades del Reino de Navarra
(1840), Pamplona, Príncipe de Viana, 1964 y S. MERINO Y VERGARA, El sistema métrico decimal aplicado a Navarra,
Pamplona, Imp. de T.lriarte, 1868.
34. Juan ll, presionado por las Cortes, emprendió una ambiciosa reforma de las pesas y medidas castellanas en
1435, sustituyendo la fanega de Toledo por la de Avila, que quedará como la unidad de áridos definitiva. Véase E.J.
HAMILTON, El tesoro americano y la revolución de /os precios en España, 1501-1650 Barcelona, Ariel, 1975.p.166-
167, y Nov. rec. España, ley II, tít. IX, lib. IX.
35. AGS, CMC 3ª, leg. 1766-2, Cuentas de las alcabalas de Gipuzkoa desde 1510. En las cuentas del situado en
grano se citan fanegas viejas o toledanas (Zumaya,1547) y su equivalencia en nuevas. Esta, la de Avila, era mayor
que la Toledana aproximadamente en un 25%. La carga antigua era de 4 fanegas de Toledo, unas 3.2 fanegas de
Avila. En las cuentas de Zumaya de 1595 vemos que era “de a diez y seis celemines de aquella tierra la fanega”.
36. Véase J.A. AZPIAZU, Sociedad y vida social vasca en el siglo XVI. Mercaderes guipuzcoanos, S a n
Sebastián, Fundación Caja de Guipúzcoa, 1990, t.I, pp.170-71.
de Avila, el patrón castellano. También, cuando en el siglo XVI y XVII se tengan que afielar
las medidas, se recurrirá a las de Vitoria o Avila3 7, y finalmente un acuerdo de Juntas de la
Provincia de Gipuzkoa de 1727 estableció definitivamente que la medida de granos era la
fanega de Avila, tal como quedó incorporado a la recopilación foral guipuzcoana38.
La medida de áridos era un instrumento que se deterioraba periódicamente y debía ser
remendado, lo que facilitaba que se pudiera alterar su capacidad. Eran unos recipientes de
madera que tenían en la parte superior un refuerzo de hierro para evitar su desgaste3 9. Las
villas en las que había “acarreto de trigo” debían tener a disposición del público en la alhón-
diga municipal medidas de media fanega, cuarta y celemín4 0. Solían tenerlas enganchadas
a la pared con una cadena y cuando necesitaban ser reparadas se recurría a un maestro
carpintero4 1. En alguna localidad, por ejemplo en Bergara, se llegaron a tallar en la fachada
de la casa concejil sus dimensiones para evitar alteraciones.
Todas estas circunstancias ponen de manifiesto que es razonable considerar que la
fanega utilizada en Gipuzkoa era la oficial de Castilla de aproximadamente unos 55,5 litros,
salvo en los casos que a continuación veremos.
37. DIEZ DE SALAZAR FERNANDEZ, Luis Miguel, y AYERBE IRIBAR, Mª Rosa: Juntas y Diputaciones de
Gipuzkoa San Sebastián, Fort. Aldundia, 1990-93 (en adelante JDG), t. 1, p. 121. Archivo General de Gipuzkoa (AGG),
11-22-40 (año 1673) y 54 (1695). En Bizkaia ocurre lo mismo (Véase M.A. LARREA y R. MIEZA (dirs.) Legislación foral
del Señorío de Vizcaya (1528-1877), Bilbao, Diputación, 1992, núms. 510, 584, 598, 670 y 703 (1567-1570)
38. Acuerdo del 10-VII-1727, confirmado en la R.Provisión de 19-I-1728, que se incorpora al Suplemento (tit. XX,
Cap. único) de los Fueros de Guipúzcoa
39. Azkoitia denunció en 1551 que las medidas de Bergara se hallaban “faltosas”, las debían arreglar y poner-
les “rasuras de fierro”, JDG, t.l, p. 121)
41. AGG, II-22-40, año 1673. Se refiere a las medidas de la alhóndiga de Tolosa (dos medias y dos cuartas fane-
gas). Desde comienzos del XVIII se guardan patrones de las pesas y medidas en el archivo provincial (AGG, II-22-77).
Sebastián y Hondarribia disponían en 1561 de una medida de capacidad de granos que era
sensiblemente mayor que la de Navarra y que la de Castilla, ya que el tenedor de bastimen-
tos de San Sebastián y Fuenterrabía consideraba ventajoso traer el trigo de Bretaña debido
a que el trigo de Navarra salía muy caro “ansí por el coste del carreta como por la mesura
que es arto más pequeña que la de las dichas villas” 4 4. Hay noticias de diferencias en el
número de fanegas cargadas en Andalucía y descargadas en San Sebastián en 157045. Los
datos contables concretos que hemos manejado no indican siempre una diferencia de volu-
men idéntica, como ocurre con los pesos, sino que la diferencia varía entre un 4 y un 8% en
el siglo XVI4 6.
En 1695 tuvo lugar un intento de obligar a San Sebastián a emplear la medida de Avila
en la alhóndiga de la puerta de tierra de San Sebastián. Los promotores de la iniciativa no
se oponían a que se utilizaran dos medidas distintas y que los granos llegados por mar se
siguieran midiendo con una medida que era, al menos, un celemín mayor, y que justificaban
con el “crece que da dicha umedad”, a todas luces excesivo, sino que intentaban obligar a
la Ciudad a que los granos que llegaran por tierra se midieran con la unidad castellana, la
oficial en la Provincia. Se estaba dispuesto a tolerar dos medidas diferentes dentro de la
ciudad, no importaba la medida empleada para los granos que llegaran por mar proceden-
tes de Francia o del Norte, lo que se pretendía era uniformizar el patrón que medía los gra-
nos traídos de Castilla, Alava o Navarra. De todas formas, la Provincia no pudo obligar a
San Sebastián a cambiar sus medidas4 7. También se desprende del interrogatorio del pleito
que las medidas de granos de Irun y Hondarribia eran mayores aún que las de San
Sebastián 4 8.
Esta zona tenía un alto grado de urbanización, una importante producción industrial y
una gran actividad marinera centrada en Pasajes, que le hacían especialmente deficitaria de
granos, en una medida mucho mayor que el resto del territorio de la Provincia. La oposición
a seguir la norma general y emplear la fanega castellana, o el robo navarro, que equipara-
mos a media fanega, pone de manifiesto la importancia del abastecimiento de grano traídos
por mar desde fines de la Edad Media. Podemos pensar, pues, que quizás esta fanega
mayor se correspondiera con alguna medida de algún territorio exportador de granos de la
costa francesa, probablemente del sur de Bretaña, bajo Loira o de la Vendée. No encontra-
mos ninguna correspondencia clara entre la medida donostiarra y la de Bayona y San Juan
de Luz (la conque de unos 44 litros)4 9, que era el doble de la medida de Dax, ni con las
45. J.A. AZPIAZU, Sociedad..., t.ll, p.25. Se habla de más un celemín de diferencia
46. Por ejemplo, el administrador de los presidios de San Sebastián y Hondarribia de 1693-94, tenía muy pre-
sente esta diferencias de capacidad en sus cuentas, indicando claramente que la fanega de San Sebastián era un 8%
mayor que la de Castilla (AGS, CMC,3e, leg. 1796, nº1.)
47. AGG, II-22-54. San Sebastián apeló al Consejo de Castilla el auto de la Provincia del 25 de septiembre de
1696, amparándose en las confirmaciones reales de sus usos y costumbres. No hemos podido seguir este pleito en el
Consejo de Castilla, pero la pervivencia de las medidas particulares son indicio claro de que la Ciudad obtuvo senten-
cia favorable
48. Véase I.CARRION, “Notas sobre pesos y medidas guipuzcoanos del siglo XVIII”, Boletín Estudios Históricos
sobre San Sebastián, 22, 1988,
49. Paul BURGUBURU, “Metrologie des Basses-Pyrénees (Anciennes dénominations)“, Bulletin de la Société des
Sciencies, Lettres, Arts et d’Etudes Régionales de Bayonne, 1923, pp. 276-277.
medidas de la Charente y de la Gironde, ni tampoco con las oficiales de Paris 50. Pudiera ser
también que la mayor capacidad de la fanega donostiarra tendiera a compensar el menor
peso de los granos importados por mar, fundamentalmente del noroeste francés, respecto
de los castellanos5 1.
Tenemos, pues, que podría haber una diferencia en el nivel medio de los precios entre
la costa y el interior debido a diferencias en las unidades métricas, aunque este hecho
puede también uniformar los precios al absorber la diferencia los costes de transporte y/o de
calidad del grano. De todos modos, estas cuestiones métricas dificultan muy seriamente la
tentadora posibilidad de empalmar series de una y otra zona.
La medida castellana se fue imponiendo y desplazando a la de la costa, con lo que esta
dualidad de medidas irá perdiendo importancia, aunque no llegó nunca a desaparecer.
Desde comienzos del siglo XVIII su uso se había limitado a San Sebastián, que conservó sus
medidas de granos mayores hasta mediados del siglo XIX52.
La carga y el carro
La carga (zama) y el carro (gurbia) son unidades tanto de capacidad como de peso, ya
que hacen referencia a la capacidad de transporte de un animal o de un vehículo, indepen-
dientemente del tipo de unidad utilizada. De ellas, la más importante es la carga ya que el
transporte con el interior peninsular se hacía en cabalgaduras hasta la construcción del
camino de coches en la segunda mitad del siglo XVIII.
Así, la carga, era la cantidad de grano que podía acarrear una caballería, que contenía
primitivamente cuatro fanegas toledanas que luego serán tres fanegas y pico (3,2) de Avila,
no alterándose de este modo su volumen, que se adecuaba a la capacidad de transporte de
la acémila. Diversas referencias señalan que la carga eran entre tres y tres fanegas y
media5 3. La resistencia del animal le permitiría llevar cargas mayores o menores de grano,
pero como luego se median en un recipiente la posible variación del tamaño de la carga no
plantea problemas.
Sin embargo, surgen estos cuando la carga es además la unidad métrica, como ocurre
en el caso del carbón. Aquí el patrón de medida es la media carga, el costal de carbón, un
saco de tela con una capacidad de 3,3 fanegas (182,3 litros) 5 4. El tamaño de estos sacos
planteó múltiples problemas durante todo el Antiguo Régimen, tal como se aprecia en dispo-
siciones de la Provincia, por los intereses contrapuestos de ferrones y carboneros, debido a
50. P. LACAZE, Département des Landes. Tables de comparaison entre les mesures anciennes et celles que les
remplaçent dans le nouveau système mètrique. Mont-de-Marsan, Delaroy, 1823, pp.136.156. Véase también J.F.G.
PALAISEAU, Métrologíe universelle ancienne et moderne..., Bordeaux, Lavigne jeune, 1816.
51. Véase J.-CI. HOCQUET, “Mesurer...“, pp. 217-218. En M. DELAFOSSE y C. LEVEAU, Le commerce du sel de
Brouage aux XVIIe et XVIIIe siècles, Paris, A.Colin, 1960, p. 41, se identifica la fanega de San Sebastián con el boisse-
au de Brouage, pero las medidas de sal son muy poco precisas
52. En 1852 la fanega donostiarra era un 10% mayor que la guipuzcoana (BALZOLA, Tablas...)
53. Sobre las cargas, AGG, II-22-54 (1695). También hay noticias sueltas de cargas concretas de tres fanegas y
media (Véase J.A. AZPIAZU, Sociedad ... t.ll, p. 44).
que se hacían de lana, de marraga, y su capacidad podía variar según estuvieran más o
menos húmedos y por otros motivos55.
La Bascongada efectuó un encuesta para precisar la capacidad de la carga de carbón,
cuyos datos se recogen en los Extractos de 1776. Se encontraron con cargas de entre seis y
siete fanegas de Avila en 22 localidades, predominando las de seis y media, aproximada-
mente la que ofrece Balzola. En el alto Deba (Mondragón y Eskoriatza) usaban la carga ala-
vesa de cuatro fanegas, en el alto Oria (Segura, Zegama e Idiazabal) y en la zona de
Rentería, Oiartzun e Irun empleaban también una carga de 3,5 fanegas, posiblemente nava-
r r a5 6
El carro de carbón tenía en Gipuzkoa tres cargas o seis costales. El carro o carga de
manzana tenía también seis sacos pero de 2,2 fanegas, de modo que el carro de manzana,
tenía el volumen de dos cargas de carbón5 7.
56. Los altos precios de venta de la carga de carbón el leña en esa época en la zona de Oiartzun y Rentería
sugieren que se usaba la carga habitual de la Provincia, o que el costal guipuzcoano se identifica con la carga nava-
rra de seis robos. Los bajos precios del alto Deba y alto Oria se explicarían por el uso de una carga menor. Véase I.
CARRION, “Notas...” y La siderurgia guipuzcoana en el siglo XVIII, Bilbao, UPV-EHU, 1991.
58. P. BALZOLA, rabias..., p. 41. La R.O. de 1852 sólo da el valor del azumbre de 5 libras.
59. AGS, CMC, 1ª, leg. 1.248 (Año 1544). De una arroba salían “dos picherres y medio y un cuartillo y medio,
que es tres picherres menos un Chopin y medio cuartillo”, o según otro testigo, “dos picherres y medio y medio cho-
pín y cuarto de chopín, que son tres picherres, menos un chopín y cuarto de chopín”, es decir 2,6875 picherres
más de uno, y el cuartillo sería medio litro largo. El término “picher” (jarro) se ha conservado
en euskara, y podemos relacionarlo con el “pot” francés de dos pintas o cuatro chopines 60.
Una arroba de vino, pues, contenía 5,375 medios picher o azumbres hacia 1544 en
Hondarribia. Intuimos que se utilizaba una unidad de medida que no podemos precisar,
pero que podemos llamar jarro, “pot” o “piche?, para calcular la cantidad de vino que pesa
una arroba. Salen cinco con tres octavos o cinco y medio mitades de aquella unidad, y a
estas medias unidades se les identificaba con el azumbre. De todos modos, todos los indi-
cios sugieren que el vino al por mayor se pesaba y que sólo al por menor se utilizaba la
medida local de capacidad61. Desde comienzos del XVII este medio picher, se había rebaja-
do un 2% pasando atener la arroba 5,5 azumbres de vino 6 2, por lo que el azumbre sería de
unos dos litros y cuarto.
Ese azumbre de 5,5 en arroba, de 4,5454 libras de peso, posiblemente resultara incó-
modo, y una pérdida de importancia de las razones que motivaron su utilización debió ser la
causa de que en unos lugares se tendiera a reducirlo al volumen del azumbre castellano,
aproximadamente el peso de 4 libras, mientras que en otros lugares se amplió hasta ser el
peso cinco libras de vino. Esta debe ser la causa por la que a lo largo del siglo XVII se redu-
jera el azumbre donostiarra, que ya era del volumen de cuatro libras de vino en 1694, por lo
que un cuartillo era una libra de vino63. Este azumbre se asemeja al azumbre oficial castella-
no, de octavo de cántara o arroba de Toledo de 16,13 litros. El otro, de cinco libras, un quin-
to de arroba, se mantendrá en casi toda Gipuzkoa menos en San Sebastián y en el sur-oeste
de la provincia, y es el que aparece en las tablas de mediados del XIX.
Los vinos locales, el “vino chacolín”, y la sidra se contabilizaban con el azumbre, la
medida de capacidad. Incluso cuando se compraban en grandes partidas. En estos casos,
a comienzos del siglo XVII, el número de azumbres de vino es múltiplo de 196 6 4, por lo que
resulta sensato pensar que hay una unidad de 196 azumbres que se denominará pipa y en
la que se estibaban vinos tanto locales como los gallegos, andaluces o canarios.
60. R.Mª de AZKUE, Diccionario vasco-español-francés, Bilbao, GEB, 1969, traduce picher como jarro, jarra o
azumbre y Chopin como litro. En la zona de Bayona el “pot” era un jarro de 2 pintas, o de 4 chopines. 10 pots hacían
una herrada y 16 herradas una barrica (Paul BURGUBURU, “Metrologie...“. pp. 271.282), pero como en el XIX la
diversidad de la unidades de capacidad era muy grande, no podemos identificar este “pot” con ninguno concreto.
Burguburu indica que en los Bajos Pirineos había 25 pintas distintas, con una capacidad que iba de 1,582 a 0,771
litros. En los Departamento de las Landas y de Charente también encontramos una gran diversidad de unidades de
capacidad para líquidos (P. LACAZE, Tables y PALAISEAU, Metrologie...).
61. Esta yuxtaposición de medidas de capacidad en el nivel inferior y de peso en el superior es muy frecuente
en los antiguos sistemas métricos. Véase J.-C HOCQUET, “La métrologie, voi nouvelle...“, p.69.
62. AGS, CMC, 3ª, leg 741 (Año 1608). Suponiendo una densidad de en torno a 1, la arroba ( 25 libras de 0,492
kg) de vino darían un volumen de 12,3, aproximadamente los 12,6 litros que señala BALZOLA en las Tablas
64. Por ejemplo, en AGS, CMC, 3ª, leg 741 (Año 1609)
de su peso como estimando el volumen, problema en el que no vamos a entrar pero al que
al menos había que hacer una referencia. La capacidad de estos recipientes se indicaba
generalmente en azumbres.
Lo primero que advertimos es que se utilizaban dos tipos de unidades hasta comienzos
del siglo XVII. Por un lado estaba el tonel bordelés de cuatro barricas, su mitad era la pipa y
su cuarta parte la barrica6 5, siendo esta última de 80 azumbres de San Sebastián a comien-
zos del siglo XVII aunque posteriormente tendrá 100 azumbres 66, y por otro una pipa de 196
azumbres, que desde el primer tercio del XVII se tiende a ampliar a 200 azumbres6 7. Esta
pipa es la unidad más utilizada y en ella se adquirían los vinos andaluces, canarios y galle-
gos , o a veces en barricas de la mitad de capacidad 68 Esta pipa coincide también aproxi-
madamente con la pipa sevillana de 27 arrobas (cántaras) y media , es decir, de unos 430
litros, quizás algo menor, que fue la unidad empleada en el tráfico con América69.
A veces el vino andaluz venía en unas botas pequeñas, menores que la pipa, que tení-
an a fines del XVI la capacidad de 29 arrobas castellanas de peso en vino, “la estiba de la
Andaluzía”, como se señala en el margen de unas cuentas, y que se contabilizaban sólo
como de 27,5 arrobas de San Sebastián, de un peso un 7% mayor 70 Esta bota tenía, pues,
unos 150 azumbres donostiarras, unos 345 litros, aproximadamente el de 2/3 de las de la
bota de Sevilla7 1.
Hay que recalcar que, como hemos visto, a principios del XVII, la pipa contenía 196
azumbres, pero ya hacia 1627 se estaba imponiendo una medida de 200 azumbres. Puede
que se debiera a que la pipa hubiera aumentado su tamaño, o bien a que se hubiera reduci-
do el azumbre, como parece más razonable. Hemos detectado algún caso en que se des-
cuenta una cierta cantidad del importe porque las pipas de vino de Andalucía contenían 196
azumbres en vez de 2007 2. Conviene que recordemos que 196 es un múltiplo de siete, lo
que trae a colación los estudios de Roslyn M. Frank sobre la tradición metrológica preindo-
europea asociada con un sistema de medición septenario en el País Vasco.
65. AGS, CMC, 3ª, leg. 1029 (1591), 741 (1608 ) y 653 (1626). A-M. COCULA, “Du tonneau à la bouteille: métro-
logie et commerce. L’exemple des vins du Bordelais et des régions voisines”, en B.GARNIER y otros, Introductión... p.
265. La barrica bordelesa tenía unos 225-228 litros hacia 1772.
66. AGS, CMC, 3ª, leg. 1381 (1608). E. GOYHENECHE, Bayonne et la région bayonnaise du Xlle. au XVe. siècle,
Bilbao, UPV, 1990, p. 135, indica que el tonel de Bayona eran también de 2 pipas, o 4 barricas; la barrica contenía 16
herradas o 160 pot, o 320 pintas. Según esto, parece que el azumbre equivaldría a 4 pintas bayonesas.
67. AGS, CMC, 3ª, leg 1381 (1608), 653 y 672 y (años 1618-1627). Hay también algún caso de pipa de 210
azumbres de vino de Ribadavia (año 1625) y otro de pipa de 209,5 azumbres de vino portugués (año 1627)
68. AGS, CMC, 3ª, leg 653 y 672 (años 1618 y 1627).
69. Debía tener unos 430 litros. José de VEITIA LINAGE, Norte de la contratación de las Indias Occidentales
[1672], Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1981, libro 2, cap. 16, p. 191, indica que “este género de pipas se
entienden de los tamaños que está ordenado por las ordenanças de Sevilla [...], que son de cabida veinte y siete arro-
bas y media”, precisando también que la bota era de 1,2 pipas, es decir, 33 arrobas y el tonel de 2 pipas o 55 arro-
bas. Se trata siempre de cántaras o arrobas de vino, medida de capacidad que en Sevilla era de 1566 litros según las
tablas de 1852.
70.AGS, CMC, 2ª, leg. 410 (1591-92). Las 29 @ divididas entre 1,07, debido al exceso de peso de la libra de
San Sebastián dan 27,5.
MEDIDAS DE PESO
La unidad básica de Castilla era la libra (libera) que equivale a 0,4601 kg. Sus múltiplos
son la la arroba (arma) de 25 libras y el quintal de 100 libras. La libra se dividía en diez y seis
73. Véase J.A. AZPIAZU, Sociedad t.I, pp. 221, 267, 336, y t.ll, p.44.
74. AGS, CMC, l-, leg. 1.248 (Año 1544). La carga de vino navarro era de 12 gurbilles, 10,5 arrobas de
Fuenterrabía. En José Miguel de BARANDIARAN y Ander MANTEROLA (dirs.), Atlas etnográfico de Vasconia La ali--
mentación doméstica en Vasconia Bilbao, Etniker, 1990, p.353, se considera que el pellejo contenía habitualmente
unos 80 litros.
75. AGS, CMC, 1ª, leg. 1.248 (Año 1544). Un testigo dice que “por que el peso de los cueros se saca quatro
libras y no ay cuero que no pese más de seis y algunos diez libras”.
76. R.Mª de AZKUE, Diccionario, traduce gurbil como “barrilito como de media cántara” o como “cántaro de
ocho azumbres”
77. E.J. HAMILTON, Money, prices, and wages in Valencia, Aragon and Navarre, 1351-1500 [ 1 9 3 6 ] ,
Philadelphia, Porcupine Press, 1977, p. 151, y J. YANGUAS, Diccionario,... t.ll, p. 416.
onzas (ontza), siendo el marco equivalente a media libra80. Hay una gran uniformidad en las
pesas de la Corona de Castilla y se usa en casi todas partes la unidad oficial salvo dos excep-
ciones: por un lado Galicia, con libras de 20 onzas, y por otro Gipuzkoa y Bizkaia con libras de
0,492 y 0,488 kg respectivamente81. Vamos a aclarar el origen de estas dos libras vascas.
80. Véase Nov. rec. España, lib. IX, tit. IX. Para pesas medicinales y monetarias, véase P. de BALZOLA,
Tablas.. pp. 70-71.
81. La libra de La Coruña tiene justo 20 onzas (0,575 kg), la de Orense un gramo menos, 2 manos ta de Lugo y
4 más la de Pontevedra, diferencias despreciables Una arroba de estas libras es aproximadamente la arroba de 32
libras portuguesa (de 16 onzas), y en Bretaña y en Irlanda encontramos también libras de 530-540 gramos de peso
(Véase Mª Isabel FERNANDEZ JUSTO, La Metrología tradicional gallega. Aportación a los estudios sobre el medio
rural, Madrid, Centro Español de Metrología, 1986). Hay también otras dos provincias cuyas libras dan también valores
distintos (Cáceres y Albacete), pero no merecen tenerse en consideración ya que la divergencia con la libra oficial no
llega al 1 y al 0,5 % respectivamente
82. Fueros de Guipúzcoa, Suplemento, título XX, capítulo único: “La variedad que en los pueblos de la Provincia
se observa en los pesos y medidas, y la confusión que nacía de ella, motivó el encargo hecho por la Junta General de
Villafranca de mil setecientos veinte y siete a la Diputación de Tolosa [...]: Ordenamos y mandamos, que en adelante
sean iguales todas las pesas y medidas de que se haya de usar en el distrito de esta Provincia; y que la libra haya de
componerse de diez y siete onzas, y el quintal de mil setecientas onzas y que la medida sea conforme a la de la ciu-
dad de Avila...”
83. AGG, II-22-71. Francisco Ignacio de Aldaco, contraste de la Provincia, afieló los pesos de 62 localidades, a
los que añadió una media de 131 onzas de hierro a cada juego. A. AGUIRRE SORONDO, Tratado de molinología (Los
molinos de Guipúzcoa), San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 1988, p. 170-1, recoge varios inventarios de pesas
pesos, no obstante las protestas de San Sebastián, las Juntas Generales de 1729 reunidas
en Zumaya decretaron que la variación del peso de la libra no afectaba al peso del quintal
establecido en el fuero84. Gracias a este acuerdo ambiguo se sancionaba de hecho la diver-
sidad de pesos en el territorio, sobre todo en el ámbito de la producción siderúrgica 8 5, lo
que se mantendrá hasta 178186.
Oficialmente el nuevo patrón, la libra guipuzcoana, tenía 17 onzas, pero esto no era
efectivo mas que donde se resistían a utilizar las nuevas pesas. En realidad, la libra seguía
teniendo 16 onzas, que valían aproximadamente 17 onzas castellanas. Quizás en algún
lugar o en algún momento en que se tuviera que utilizar la libra castellana se equiparara la
libra de Gipuzkoa a 17 libras, pero en los juegos de pesas donostiarras siempre encontra-
mos medias libras, cuartas, a veces la onza doble y la onza, sumando este juego completo
casi otra libra. La libra, ni antes ni después de 1728 tiene 17 onzas, siempre tiene 16 y se
subdivide por mitades hasta llegar a la onza. Los juegos de pesas utilizados en las naves
armadas por la Corona en Gipuzkoa a comienzos del siglo XVII eran también similares, y nos
consta que usaban libras de San Sebastián, de 1,07 libras castellanas 8 7. En consecuencia,
podemos decir que en vez de libras de 16 ó 17 onzas, lo que en realidad había eran dos
libras de compuestas de onzas distintas.
Una onza tenía 1/16-avo de libra castellana, es decir, de 28,8 gramos, y la otra, la onza
donostiarra, era de unos 30,8 gramos. Esta última tiene aproximadamente un peso similar al
de la onza navarra, que tenía 31 gramos8 8, o al de la onza de Bayona y al de la de la libra
francesa “poids de marc” que era de 30,6 gramos8 9. Es decir, que en la zona de San
Sebastián, a corta distancia de los reinos de Francia y de Navarra, con quienes tenía fuertes
relaciones, se había utilizado como base de la unidad de peso una onza que en vez de ser
la castellana era la navarra o francesa 9 0, aproximadamente la misma, unidad que a comien-
zos del siglo XVIII San San Sebastián fue capaz de imponer al resto del territorio provincial.
La siguiente pregunta que nos debemos plantear es desde cuándo se usaba esta libra
particular, y en qué lugares. San Sebastián afirmará siempre que “desde su origen” había
utilizado una libra de 17 onzas9 1. Puede que sea cierto, que esta villa creada en el siglo XII
85. El malestar provocado por el cambio de las pesas será recogido por Pablo GOROSABEL, Noticia de las
cosas memorables de Guipúzcoa..., Tolosa, Imp. E. López, 1899-1901, t.lV, p.36
87. AGS, CMC, 3ª, leg 653 (año 1618), 672 (año 1625). Se mencionan juegos de pesas de hierro desde media
onza hasta cuatro libras que pesan 12 libras y debían tener 10 piezas. Los hay también de 11 piezas y 22 libras y los
que incluyen pesa de 10 libras alcanzan las 32 libras. El juego completo, pues, sería de piezas 12 piezas, de 10 libras,
6, 5, 4, 3, 2, 1, media, cuarto, octavo, onza, y media onza, y pesaría 32 libras.
88. Según las tablas de 1852 la libra navarra (12 onzas) tenía 0,372 kg, por lo que la onza tenía 31 gramos.
89. Véase M.C. CHABALIAN y otros, “Balances et poids”, en B. GARNIER y otros, Introduction..., p.159, y Paul
BURGUBURU, “Metrologie...“, pp. 279-282.
90. Así, por ejemplo, en unas cuentas de 1608 se nos precisa que 20 quintales de plomo de La Rochelle eran 19
quintales y 65 libras de San Sebastián, una diferencia que no llega al 2% (AGS, CMC 3ª, 1381). La libra holandesa es
también de unos 0,494 (J.F.G. PALAISEAU, Métrologie... p. 419)
91. LAZCANO, Samuel, Creación y Ordenanzas del Consulado de San Sebastián, San Sebastián, Cámara de
Comercio,1986. pp, 47-48. En las Juntas Generales de Villafranca (1727), Registro, p.20, el corregidor propuso que
las pesas “sean todas iguales y arregladas al Marco de Avila y Burgos, menos en la Ciudad de San Sebastián, a
donde por Privilegio y Cédula Real de S.M., se permitió el aumento y uso de 17 onzas Castellanas a la libra”
por el rey de Navarra hubiera seguido utilizando sus pesas particulares, no obstante su
incorporación a Castilla a comienzos del siglo XIII. Nos consta con seguridad que, al menos
desde 1594, la libra de San Sebastián era un 7% mayor que la de Castilla 9 2, pero también
tenemos certeza de que en 1542 la onza empleada en Hondarribia era de un peso similar a
la de Pamplona, y que la libra era de 16 onzas9 3. Podemos afirmar, pues, que al menos
desde la primera mitad del XVI se empleaba esta libra y no hay razón para pensar que no se
usaran anteriormente.
El estudio de las pesas específicas para el hierro nos ofrece también alguna luz sobre
la existencia de las distintas libras. Por lo menos desde el Ordenamiento de Alcalá (1348), la
norma general que establecía la uniformidad oficial de las pesas en Castilla tenía dos excep-
ciones: “el quintal de fierro, que se usa y pesa en las ferrerías y puertos de mar” era distinto,
y también el quintal de aceite “en Sevilla y en la frontera“ 9 4. Una real provisión de 1530 con-
firmó la ordenanza de Gipuzkoa por la que se establecía que el quintal de hierro fuera de
150 libras, tal como se recoge en la recopilación de los fueros95. En la exposición de moti-
vos se indica que en unas partes de la Provincia se usaba un quintal de 140 libras, en otras
de 144, 150, 155 y 160 libras 9 6. Esta gran diversidad de pesas no sería tan grande si consi-
deramos que las pesas mayores son de libras castellanas y las menores de libras de San
Sebastián. En realidad no había más que dos quintales de unas 150 libras, uno de libras
castellanas y otro de libras donostiarras9 7. Además, esta diversidad de pesas se mantuvo,
ya que el quintal de hierro donostiarra era de 150 libras de San Sebastián, en los lugares
que exportaban el hierro hacia Castilla era de 150 libras castellanas y en otros lugares había
también quintales intermedios. Podemos considerar, pues, probado que las pesas donostia-
rras no varían al menos desde comienzos del siglo XVI hasta la implantación del sistema
métrico decimal, pesando la libra de San Sebastián unos 0,492 kg.
En cuanto al ámbito de uso de la libra donostiarra, hemos visto que se utilizaba en
Hondarribia a mediados del XVI y en 1723, ya que el uso de esta libra fue lo que planteó el
problema de la diversidad de pesas en la Provincia. El motivo inmediato fue la negativa del
proveedor de carne de Hondarribia a utilizar una libra de 17 onzas castellanas, lo que origi-
nó que la ciudad pleiteara contra él en el Corregimiento y luego en el Consejo de Castilla.
Hondarribia argumentaba que siempre había utilizado aquella ciudad la libra de San
Sebastián, al igual que ocurría en Oiartzun, Rentería, Pasaia, Lezo y Hernani, es decir, en la
zona nororiental de la Provincia9 8, que coincide con el área de influencia gascona99 y que
93. AGS, CMC 1, 1248 (año 1542). Se trata de aceite que se compró en Pamplona en libras de 12 onzas, y se
contabilizó en Hondarribia en libras de 16 onzas. La onza es la misma.
94. Ordenanzas reales de Castilla, Lib. V, Tit. VII, Ley I, Véase Nov. rec. España,, lib. IX, Tit IX, Ley I
97. 160 de 16 son 2.560 onzas y 150 de 17, 2.550 onzas, mientras que 150 de 16 son 2.400 onzas y 140 de 17
son 2.380 onzas
98. Véase la exposición de motivos en el ejemplar impreso de la real provisión de 19 de enero de 1728
(Archivo Municipal de Hernani, E-2-l-4)
99. H. GAVEL”Notes sur d’anciennes colonies gasconnes en pays basque”, RIEV, 12 (1918), pp.78.79, precisa
que las colonias gasconas “étaient probablement au nombre de trois: I’une à Saint Sébastien, I’autre à Pasajes et I’au-
tre à Fontarabie”.
incluye también toda la parte de Gipuzkoa en la que se habla el dialecto vasco alto navarro
en vez del guipuzcoano100. Este sería, pues, el ámbito de uso de la libra donostiarra: el bajo
Bidasoa, la cuenca del Urumea, y quizás el bajo Oria ya que Lasarte pertenecía a Hernani y
Zubieta a San Sebastián, aunque si las pesas donostiarras se hubieran utilizado en Orio y
Usurbil hubiera constado en la exposición de motivos de la provisión de 1728.
El quintal de la lonja de Bedua, puerto fluvial situado a poca distancia de Zumaia, era
menor que el de San Sebastián. Por este puerto llegaba el mineral vizcaíno a las ferrerías de
Azkoitia, Azpeitia y Zestoa y salía gran parte de la producción siderúrgica del valle medio
del Urola101. Este peso era menor de lo que le correspondía ser después de la ampliación
de la libra en 1728, pero la documentación que los interesados alegaron para mantener las
diferencias no ofrece ninguna luz para aclararlas 102. Datos concretos contables señalan que
era un dos por ciento menor que el de San Sebastián a mediados del XVllll103 Parece tam-
bién que el peso de Getaria coincidía con el de Bedua en el XVII, pues el peso de San
Sebastián era un 2,5% mayor del empleado en aquella localidad en 1625 1 0 4. Hay, pues,
alguna libra intermedia, con la que se obtenía un quintal macho de 150 libras algo menor
que el donostiarra. Este quintal intermedio era algo mayor que el de uso generalizado en
Bizkaia, que tenía 155 libras castellanas, y que influyó en los pesos de la zona oeste de la
provincia haciendo aparecer un quintal de 150 libras de 16,5 onzas1 0 5. Esto nos obliga a
hacer alguna referencia a las pesas vizcaínas.
100. Véase Koldo MITXELENA, La lengua vasca, Durango, L. Zugaza, 1977, p.52.
102. En el Registro de J.G.G. de Zarauz (1780) hay un amplio informe s (pp.76.96) donde se aparecen diver-
sos testimonios desde siglo XVI en adelante.
103. Archivo Familia Zavala (San Sebastián), caja núm. 56. La ferrería de Jausoro (Azkoitia) en 1755 utilizaba el
quintal de Bedua (AGG, Corregimiento, Lecuona, Civiles, 3.014). Véase I. CARRION “Notas...“, p. 460.
105. Son 2.480 onzas, mientras que 150 por 16,5 da 2.475 onzas. Véase Registro de J.G.G. de Zarauz (1780),
p. 90 (Informe de Ondarroa) y p. 93-94 (Informe de Azpeitia)
106. Véase Gumersindo L. de PARRIZA, La Estreila Métrica. Colección completa de tablas de reducción y ajus-
tes de precios entre las pesas y medidas antiguas de Vizcaya y Castilla y los métrico-decimales, Bilbao, Imp.El
Noticiero, 1833
107. Fuero nuevo de Vizcaya, Durango, L. Zugaza 1976, Tit. XXVIII, ley III
108. Antonio TORRENTS Y MONNER, Tratado de monedas, pesas y medidas antiguas y modernas de todos los
países .. Barcelona, Bayer Hnos., 1915
vena o de hierro de 155 libras castellanas109. Es decir, que nos aparece también el mismo
problema de Gipuzkoa de una diversidad de pesos del hierro, y que tras él se enmascara el
uso de libras formadas por onzas diversas.
Algunos datos de Sagarminaga110 y de Guiar1 1 1 sugieren que la libra utilizada en
Bizkaia a comienzos de la edad moderna era la castellana. Así, en octubre de 1579, el
Regimiento del Señorío acordó “pedir que el peso sea igual en todas partes para evitar que
en Guipúzcoa se mantenga la diferencia de que se quejan los de Durango”112 Es decir, que
las pesas de Gipuzkoa (mejor dicho, de San Sebastián), eran distintas a fines del XVI, tal
como ya hemos visto.
Esta diferencia de peso parece que preocupaba principalmente en relación con el hie-
rro y se pretendía que Gipuzkoa unificara sus pesas con las del Señorío 113, que abandonara
su pesas especiales y se atuviera a las de Castilla. Pero finalmente se acordó en las Juntas
de Gernika, de mayo de 1629, igualar los pesos con los de Gipuzkoa “por cuanto han resul-
tado infructuosas todas las diligencias que se hicieron para conseguir que Guipúzcoa unifor-
mase sus pesos con los de Vizcaya”, ya que con esos pesos diferentes “aquella Provincia
procura atraer a los extranjeros causando graves perjuicios al Señorío” 1 1 4. Los intereses
comerciales se consideraban dañados por el hecho de que en Gipuzkoa se utilizaran unos
pesos mayores para recibir las mercancías que venían de fuera y para vender el hierro al
extranjero. Sin embargo, esta mutación perjudicaba a los productores vizcaínos, a los intere-
ses siderúrgicos fundamentalmente, por lo que unos meses después, aquel mismo año, las
Juntas del Señorío decretaron “que se uniforme los pesos de todas las renterías con arreglo
al patrón antiguo, sin embargo de lo que antes se hubiera acordado”115. Es decir, se echó
marcha atrás.
116
Bilbao se opuso argumentando lo siguiente : En la Junta, por conveniencia general,
“por que no se perdiese el trato de este Señorío y que el fierro de él tuviese mejor espedien-
te se mando crecer los dichos pesos en todas las mercadurías pesables asta la igualdad del
de la Provincia [de Guipúzcoa]“. Pero, más adelante se rectificó por los intereses ferreteros
“sin acordarse de las demás mercadurías en que no son interesados, y Bilbao con justa
causa salió a contradecir esto porque las mercadurías de más valor que vienen a este puer-
to están con diez y siete onças en libra como son cera, cobre, sebo, estaño, pescado, y
hilos, azúcares, pimienta, canela y otras cosas que son de mucho valor y más que el fierro”.
109. Teófilo GUIARD Y LARRAURI, Historia del Consulado y Casa de Contratación de la Villa de Bilbao, Bilbao,
La Gran Enciclopedia Vasca, 1972, t.ll, pp. 615
110. Fidel de SAGARMINAGA El gobierno y régimen foral del Señorío de Vizcaya desde el reinado de Felipe II
hasta la mayor edad de Isabel Segunda, Bilbao, Tipografía Católica de José de Astuy, 1892
111. GUIARD Y LARRAURI, Teófilo, Historia del Consulado...,t.ll, p. 616, y Historia de la Noble Villa de Bilbao,
Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1971,
113. En 1620 acordó el regimiento pedir al Consejo de Castilla “que se iguales los pesos del hierro en
Guipúzcoa y en Vizcaya” (F. SAGARMINAGA, El gobierno .., t l, p.356), sobre lo que se insiste en la Junta de febrero
de 1628 (p.432). Véase M.A. LARREA y R. MIEZA (dirs.) Legislación..., núms. 3150 (1617) y 3195 (1620).
117. Subrayaremos de nuevo la coincidencia de la libra donostiarra (492 gr) con la libra “poids de marc” (490
gr), usada en los puertos franceses del Atlántico y Normandía, y con las libras de Holanda (494 gr), Bremen (495 gr) y
Hamburgo (485 gr) Véase J.F.G. PALAISEAU, Métrologie.... Véase J.-Cl. HOCQUET, “Mesurer...“, pp. 258.
118. Véase Luis Mª BILBAO, “Crisis y reconstrucción de la economía vascongada en el siglo XVII”, en Saioak, 1
(1977), pp.175176.
La carga consistía en dos o tres fardos y pesaban en total unas 300 libras, es decir
unos 150 kg. Igual que con los granos, la carga concreta transportada por un animal deter-
minado podía variar, pero cuando se utiliza el término como unidad métrica contiene siem-
pre lo mismo: seis arrobas, tres quintales centenales o dos quintales machos 121.
Hay una excepción, la carga de bacalao, que tiene 315 libras, al menos desde comien-
zos del siglo XVll122, aunque a mediados del siglo XVI fuera posiblemente también de 300
libras 123. No creo que este incremento de la unidad de peso tenga lugar con el fin de que
los costes de transporte repercutieran en menor medida en el precio de la unidad, sino que
debe de estar relacionado con la disminución de peso que experimentaría el pescado seco
y la sal al perder humedad cuando el bacalao completaba su curación adentrándose en una
zona de clima más seco. Al adquirir importancia las pesquerías de Terranova en el XVI, y
con ello la exportación de pescado salado desde los puertos vascos, se ocasionaría ese
incremento de capacidad de la carga, que también vemos en Bizkaia, para compensar las
mermas de peso causadas por la pérdida de humedad124.
Otra unidad de peso es la barrica de grasa, que según el acuerdo de las Juntas de
Zumaya de 1575, recogido en la recopilación foral, debía tener 400 libras de peso1 2 5. Se
legisló porque había diversidad de barricas y con intención de uniformizar el recipiente de
este producto, fruto de una actividad que también estaba entonces en expansión Sin
embargo, San Sebastián utilizaba barricas de mayor capacidad a comienzos del XVII, de 4,5
quintales o 18 arrobas, que unas veces se indican como barricas de la estiba de San
Sebastián y otras de Bayona126. No estoy en condiciones de explicar estas diferencias, pero
conviene que subrayemos también en este caso el uso del mismo patrón por Bayona y San
Sebastián. Algo parecido ocurre con el carro de brea de Capbreton (de las Landes) que
contiene 10 quintales de 100 libras de San Sebastián.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Espero haber puesto de manifiesto que la diversidad de los pesos y medidas del
Antiguo Régimen es algo mucho más complicado que lo que sugieren las tablas de equiva-
lencias publicadas en el siglo XIX, pero no es algo ininteligible. Esa diversidad no es fruto
simplemente del azar, sino que es el resultado de diversos procesos que debemos intentar
reconstruir para entender mejor como funcionaba la sociedad del pasado. Las Tablas de
Balzola son un magnífico punto de partida para entender la metrología antigua de Gipuzkoa,
pero debemos ser muy cuidadosos recogiendo las equivalencias que la documentación nos
ofrece con el fin de completarlas.
121. J.A. AZPIAZU, Sociedad..., t.l, p.267, señala que en 1513, la carga de hierro de Oñati era de 12 arrobas.
La carga de cal (AGS, CMC, 3ª, leg. 653 (1622)) o la de cáñamo de Calatayud (AGS, CMC, 3ª, leg. 653 (1625)), por
ejemplo, son siempre de tres quintales o 300 libras.
123. AGS, CMC, 1a, leg. 1.248 (Año 1544). La carga de pescada, pescado seco, era en Hondarribia de 300
libras.
124. Sobre los problemas de la medida de la sal, véase J.C. HOCQUET, “Métrologie du sel et histoire comparée
en Méditerranée”, Annales E.S.C., (1974).
125. Título XX, capitulo ll de los Fueros de Guipúzcoa. Véase J.A. AZPIAZU, Sociedad t.I, p.362.