El Soldadito de Plomo Danna
El Soldadito de Plomo Danna
El Soldadito de Plomo Danna
– ¡Dios mío! ¿A dónde iré a parar? ¿Qué será de mí? Nada de esto
me importaría si estuviera conmigo la hermosa bailarina – pensó
abatido el soldadito.
La buena suerte quiso que la madre del niño decidiera que ese día
iba a cocinar pescado fresco, así que marchó al mercado y compró
aquel pez. Cuando llegó a casa y se puso a limpiar el pescado,
descubrió que en su interior había un soldadito de plomo muy
parecido al que había perdido su hijo. Inmediatamente llamó al
niño para darle la buena noticia.