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Resumen

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Resumen: En el presente ensayo nos proponemos reflexionar sobre la relación entre filosofía y

derecho e indagar sobre qué puede aportar la filosofía al quehacer jurídico y de qué manera
puede ayudar al operador del derecho: el abogado. Palabras clave: filosofía, derecho,
reflexión.

“La Filosofía […] no es una disciplina de segundo orden que tenga por objeto el razonamiento
jurídico ordinario, sino que ella misma es el nervio de la reflexión sobre el derecho” Ronald
Dworkin.

Filosofía del derecho2. Filosofía y derecho El derecho como objeto de reflexión filosófica tiene
su origen en los inicios del quehacer filosófico. El experto en filología clásica, Werner Jaeger
dio cuenta de ello en un vigoroso opúsculo: “fueron los griegos, creadores de la filosofía, los
que por vez primera se enfrentaron con los fenómenos jurídicos y las instituciones legales con
espíritu filosófico”.1 Sin duda, fueron los filósofos griegos quienes emprendieron intensas
indagaciones respecto de la naturaleza del derecho y la justicia mucho antes de que se
estableciese una filosofía jurídica en el sentido moderno de la expresión. Más tarde, la filosofía
cumplió un papel fundamental en la consolidación de los Estados republicanos y sobre todo en
establecer las bases a partir del cual se elaboraron luego las Constituciones, en virtud del cual
hoy se piensa y opera el derecho, me refiero a la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano. Todo ello fue gracias al arduo e infatigable trabajo de filósofos tales como Voltaire,
Diderot, Rousseau, entre otros. No cabe duda pues para decirlo con Carlos Cossio2 que la
relación entre la filosofía y derecho no es una relación de continuidad rectilínea. Pero, no
obstante esto, el verdadero jurista no puede perder el contacto con la filosofía porque esta
resulta indispensable para poder hacer verdadera ciencia y para poder situarse frente a los
problemas no científicos del derecho en razón de la plenitud humana que es inmanente a este
y que la ciencia no puede descubrir sin desvalorarse.

3. Qué le aporta la filosofía al derecho La misión de la filosofía respecto al derecho es de


permanente enjuiciamiento, de puesta en cuestión de su naturaleza y legitimidad; a fin de
indagar, de provocar aquello que mejor conviene para la convivencia social. En este sentido, la
filosofía señala Battaglia: “Es precisamente la disciplina que indaga el principio espiritual y
ético en que se constituye la experiencia jurídica: el derecho como experiencia. Así excluimos
tanto el que pueda agotarse en una simple teoría o gnoseología jurídica como el que pueda
perderse en una práctica no iluminada por la reflexión”3. De lo expuesto debemos colegir que
la filosofía es un saber de mucha utilidad para el derecho, porque permite acicatear,
cuestionar verdades jurídicas allí donde estas se dan por supuestas: ¿qué es el derecho? ¿Qué
es la justicia? ¿Qué es persona? ¿Qué es la dignidad? ¿Qué es la pena? ¿Qué es el delito?, o de
otro modo ¿Qué hace que nos consideremos más dignos de derecho que un chimpancé?
¿Debemos obedecer una ley por mas injusta que esta nos parezca? ¿Cuándo una ley es
legítima y cuando no? Los abogados en general dan por sentado todo lo que saben respecto
del derecho, viven considerando que las cosas están bien como están, porque eso les dijeron:
que la ley es la justicia y, que la justicia es lo que está contenida en los códigos en forma de
leyes. O como atinadamente precisa Dworkin:

1. Los abogados confían mucho en los conceptos relacionados de derecho jurídico y


obligación jurídica. Decimos que alguien tiene un derecho y un deber jurídico y
tomamos ese enunciado como base firme para presentar demandas e intimaciones
[…]. Pero la comprensión que tenemos de tales conceptos es notablemente frágil, y
nos vemos en dificultades cuando intentamos decir qué son los derechos y las
obligaciones jurídicos. Con sospechosa facilidad, decimos que el hecho de que alguien
tenga o no una obligación jurídica se determina aplicando “el derecho” a los hechos
particulares de su caso, pero no es una respuesta útil, porque con el concepto de
derecho tenemos las mismas dificultades.4 Ahora bien, visto desde la filosofía, lo que
sabemos respecto de algo es muy quebrantable a la hora de dar razones de ello,
vayamos por ejemplo imaginariamente por un momento a la antigua Grecia,
específicamente a Atenas. Vemos que Sócrates se acerca a un juez prominente,
alguien considerado instruido e inteligente por muchas personas, y especialmente por
sí mismo. Consigue entablar con él un interrogatorio filosófico sobre susupuesta
pericia y habilidad, preguntándole, tal como Sócrates acostumbra, que dé cuenta
coherente y libre de contradicciones de ciertos conceptos jurídicos, tales como justicia,
derecho, y ley, persona, etc. El experto en derecho prueba ser incapaz de contestar las
preguntas de Sócrates satisfactoriamente. Sócrates confiesa sorpresa y se aleja,
concluyendo que después de todo él mismo es un poco mas instruido que este
supuesto perito en derecho, pues él sabe al menos cuán complejos son estos
conceptos, y cuan insuficiente es su propio entendimiento sobre ellos, en tanto que el
experto no sólo carece de una comprensión adecuada de los conceptos, sino que
también de su propia incompetencia.5 Así que por una parte, es por el modo de
entender objetivo, claro y no atientas ni en la oscuridad el derecho, por lo cual el
pensamiento filosófico se muestra como una herramienta que debe acompañar al
derecho y por consiguiente al operador del derecho. Pues este potencia y desarrolla la
capacidad de reflexión crítica del abogado, lo cual, permite desempeñar un papel de
especial relevancia en el ámbito de la epistemología jurídica y en la formación ética,
jurídica y política de los abogados.6 Y por otra,
2. interpretar un texto, qué métodos son conducentes al conocimiento y cuáles no. Una
vez más, este rigor - sostiene Nussbaum - tiene mucho que ofrecer al derecho, el cual
inevitablemente habla sobre evidencia y conocimiento, sobre interpretación,
objetividad, y sobre la naturaleza de la racionalidad. Entonces, hay al menos alguna
chance de que las indagaciones más sistemáticas y detalladas de los filósofos del
derecho ofrezcan algo a los profesionales del derecho.7 Que les sirva por un lado para
tratar de pensar correctamente, evitando confusiones, detectando ambigüedades,
diferenciando las distintas cuestiones relacionadas con un problema, explicitando las
distintas alternativas, y construyendo argumentos sólidos para defender las opciones
que finalmente se elijan. O bien cómo reza el sabido comentario que realiza Isaiah
Berlin al referirse a la labor de la filosofía: La tarea perenne de los filósofos es
examinar lo que no parezca poco susceptible a los métodos de la ciencia o a la
observación diaria, por ejemplo, categorías, conceptos, modelos, formas de pensar o
actuar, y particularmente la forma en lascuales ellos colisionan unos con otros, con la
idea de construir otros, menos contradictorios internamente y (aunque esto nunca
puede conseguirse completamente) metáforas, imágenes, símbolos y sistemas de
categorías menos pervertibles. […] Esta actividad socialmente peligrosa,
intelectualmente difícil y a menudo agonizante y desagradecida, pero siempre
importante es el trabajo de los filósofos si tratan con las ciencias naturales o los
asuntos morales, políticos o puramente personales. El papel de la filosofía es siempre
el mismo, ayudar a los seres humanos a entenderse a sí mismo y así operar en una
forma abierta, y no salvajemente en la oscuridad.8 Y por otro, la filosofía facilitará al
abogado una práctica del derecho reflexionada y vivenciada, pues el objetivo de la
filosofía es la construcción de un mundo (naturaleza y sociedad) que de hostil y
extraño al hombre, pase en forma progresiva a ser un mundo humano, habitable,
comprensible y orientado por el hombre para la superación de su propio
extrañamiento, para su liberación real, para su plenaria autorrealización, es decir, para
la liberación y autorrealización de todos los hombres.9 4. Conclusión Tal como lo
hemos insinuado al iniciar el ensayo, los historiadores de la filosofía y del derecho
reconocen que es bajo la influencia de la filosofía en la antigua Grecia que evolucionó
el derecho. A grandes rasgos podemos decir que la historia de la filosofía corresponde
a la evolución del pensamiento jurídico, es decir, a la historia de la filosofía en lo que
concierne a la reflexión sobre el fenómeno del derecho. Por tanto, somos de la opinión
de que la filosofía podrá ayudar a los abogados en general a entenderse a sí mismos, a
comprender y desarrollar el derecho y a operarla de manera justificada, creativa y
honesta, y no salvajemente en la oscuridad a fin de posibilitar la justicia.

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