Fallo Ekmekdjian Miguel A
Fallo Ekmekdjian Miguel A
Fallo Ekmekdjian Miguel A
OM
11 de junio de 1988. Que, como la carta no fue leída, debió iniciar juicio de amparo, fundado
en el derecho de réplica que, según su criterio, le concede el art. 33 de la Constitución
Nacional y el art. 14.1 del Pacto de San José de Costa Rica aprobado por ley 23.054 y vigente
para la República Argentina desde el depósito del instrumento de ratificación el 5 de setiembre
de 1984. 3) Que el fundamento central utilizado por el a quo para rechazar las pretensiones
del actor consiste en considerar que el art. 14.1 del Pacto de San José de Costa Rica consagra el
.C
derecho de respuesta "en las condiciones que establezca la ley", razón por la cual el propio
tratado inhibe la autofuncionalidad de la respuesta normada en él mientras no se reglamenten
sus requisitos sustanciales y se regule procesalmente su ejercicio. Considera, en consecuencia,
DD
que el derecho de respuesta no tiene carácter operativo, como lo resolviera esta Corte en el
caso E. 60. XXII "Ekmekdjian, Miguel A. c. Neustadt Bernardo y otros s/amparo", el 1 de
diciembre de 1988 (LA LEY, 1989-C, 18). A este fundamento el a quo agrega que el propio actor
reconoció no ser titular de un derecho subjetivo a la respuesta que reclama sino que tiene un
interés de carácter difuso, lo que obsta a su legitimación, pues conforme a la índole del
LA
Constitución Nacional y del Pacto de San José de Costa Rica y la decisión impugnada resulta
contraria al derecho que el recurrente pretende sustentar en aquéllas (arts. 31 y 33,
Constitución Nacional y 14, Pacto de San José de Costa Rica). 5) Que, por otra parte, al
encontrarse en discusión el alcance que cabe asignar a normas de derecho federal, la Corte
Suprema no se encuentra limitada en su decisión por los argumentos de las partes o del a quo,
sino que le incumbe realizar una declaratoria sobre el punto disputado (Fallos 308:647, consid.
5° y sus citas --La Ley, 1987-A, 160--). 6) Que, de manera preliminar, cabe dejar claramente
sentado que en esta causa no se encuentra en tela de juicio que la libertad de prensa, en su
acepción constitucional, es condición necesaria para la existencia de un gobierno libre y el
medio idóneo para orientar y aun formar una opinión pública vigorosa, atenta a la actividad de
los poderes públicos. En tal carácter es un adecuado instrumento de ordenación política y
moral en la Nación. Este pensamiento responde en última instancia al fundamento republicano
de la libertad de imprenta, ya que no basta que un gobierno dé cuenta al pueblo de sus actos;
sólo por medio de la más amplia libertad de prensa puede conocerse la verdad e importancia
de ellos y determinarse el mérito o responsabilidad de las autoridades intervinientes. Dentro
de ese marco, las empresas periodísticas configuran el ejercicio privado de funciones de
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libremente las ideas ejercido por medio de la prensa, la radio y la televisión. Es decir, se trata
del equilibrio y armonía entre derechos de jerarquía constitucional, y en definitiva, de la tutela
de la dignidad humana, en tanto se vea afectada por el ejercicio abusivo de la información. En
particular, corresponde decidir si el denominado "derecho de réplica o respuesta" integra
nuestro ordenamiento jurídico como un remedio legal inmediato a la situación de indefensión
en que se encuentra el común de los hombres frente a las agresiones a su dignidad, honor e
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intimidad cuando son llevadas a cabo a través de los medios de comunicación social. 8) Que a
lo largo de los siglos XVII y XVIII y hasta fines del siglo XIX la cuestión de pensar y expresar el
pensamiento se resolvía en la lucha de los individuos frente al Estado por la conquista de la
DD
libertad de expresión y la consagración del derecho de prensa. Estas reivindicaciones
individuales, verdaderas conquistas del liberalismo, se encuentran consagradas en el art. 11 de
la Declaración de los Derechos del Hombre: "la libre comunicación de pensamientos y
expresiones es uno de los derechos más preciosos del hombre; todo individuo puede escribir,
hablar, imprimir libremente". Pero en nuestro tiempo --se aduce-- por obra y gracia de la
LA
revolución técnica, los contendientes en la lucha por el dominio y control de los medios de
comunicación han cambiado. El individuo como sujeto activo está virtualmente eliminado.
Quienes se enfrentan son el Estado y los grupos; y los grupos entre sí. No siempre se movilizan
las pasiones por la reivindicación de un derecho. Se lucha por los más eficaces y poderosos
medios técnicos de formación del pensamiento, las actitudes y comportamientos humanos.
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Las nuevas técnicas suponen financiamiento, gastos y costos que están fuera de las
posibilidades del común de los hombres. A éstos les queda la posibilidad de elegir el diario, la
estación de radio, o el canal de televisión cuyas palabras e imágenes habrán de incorporarse al
mundo de sus representaciones, condicionarán sus opiniones, formarán sus hábitos y
comportamientos. Del derecho activo de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa, es
decir, del derecho de información, poco le queda al hombre de nuestro tiempo; le resta el
derecho pasivo a saber, a conocer, a que le digan lo más verazmente posible lo que ocurre, es
decir, el derecho social a la información. En consecuencia ¿qué derecho tiene el común de los
hombres cuando es ofendido y difamado por el ejercicio abusivo, inexacto o agraviante de la
información periodística, radial o televisiva? Ya no están a su alcance --se afirma-- los medios
con que contaba en los siglos XVIII y XIX. Las salas de los directores de las empresas
periodísticas, de radio o televisión están fuera de su acceso; y en ellas se reúnen los que tienen
en su mano irrumpir en su destino individual, difamarlo o ridiculizarlo o exponer su intimidad a
la mirada de todo el mundo. Son seres distantes, que manejan un poder inconmensurable en
una civilización audiovisual que tiene como accesorio a la letra impresa (Rivero, J., "Le statut
des techniques le formation de l'opinion, l'opinion publique", ps. 1134 y sigts., Presses
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televisión. La prensa impresa, se dice, no ha escapado a los efectos de esta revolución. Los
periódicos se han transformado en grandes empresas y son ahora muchos menos para servir a
una mucho más grande población alfabeta. Cadenas de periódicos, periódicos nacionales,
cables nacionales, servicios de noticias y periódicos únicos en un pueblo, son las características
dominantes de una prensa que se ha transformado en no competitiva y enormemente
poderosa; influye en su capacidad para manipular la opinión popular y cambiar el curso de los
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acontecimientos". "La eliminación de la competencia entre periódicos es mayor en las grandes
ciudades, y la concentración del control de los medios que resulta de que el único periódico
pertenece a los mismos intereses que también posee una estación de radio y televisión, son
DD
componentes en este camino hacia la concentración de la información. El resultado de estos
grandes cambios ha sido el colocar en pocas manos el poder de informar a la población
americana y de formar la opinión pública. Muchas de las opiniones vertidas en editoriales y
comentarios que se imprimen, provienen de estas redes nacionales de información, y como
resultado, en temas nacionales y mundiales tiende a haber una homogeneidad de estas
LA
opiniones. Los abusos de estos reportajes manipulados, se dice que son el resultado de la gran
acumulación de poder irrevisable de estos modernos imperios de comunicación". "En efecto,
se aduce, el público ha perdido la capacidad de responder o contribuir de una manera
significativa en el debate de los distintos temas. El monopolio de los medios de comunicación
permite poco o casi ningún análisis crítico, excepto en las publicaciones de profesionales, que
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ingresar al negocio de la publicación era relativamente barato, hoy en día sería la de tener
periódicos adicionales. Pero los mismos factores económicos que han provocado la
desaparición de un vasto número de periódicos metropolitanos, han hecho que el ingreso a
ese mercado de ideas que se sirve de la prensa, resulte algo casi imposible. Se dice que el
reclamo de los diarios de ser 'subrogantes del público' acarrea con ello una obligación
fiduciaria concomitante de estar a la altura de dicho mandato. Desde esta premisa se razona
que el único modo efectivo de asegurar justicia, certeza y de otorgar responsabilidad, es que el
gobierno intervenga positivamente. El fin de la Primera Enmienda de que el público sea
informado, está hoy en peligro porque 'ese mercado de ideas' es ahora un monopolio
controlado por los dueños del mercado". 10) Que, como ya se señalara, en el análisis
valorativo del denominado "derecho de respuesta", no sólo se encuentra en juego la tutela de
la libertad de expresión o el derecho de imprimir sin censura previa, sino también la adecuada
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, ejercen influencia sobre la opinión pública y que el extraordinario poder de sugestión de
estas técnicas en la elaboración de estructuras mentales, condiciona la vida humana. Por otra
parte, nadie puede negar ni desconocer la influencia enorme de signo positivo que han
ejercido y ejercen los medios de información y la comunicación colectiva. La humanidad ha
entrado en una nueva era iluminada, precisamente, por los progresos técnicos y científicos. La
información colectiva pone el mundo a disposición de todo el mundo. La universalidad e
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instantaneidad de la noticia, de lo que sucede a los hombres en el mundo entero y en el orden
nacional o local, ese flujo diario ininterrumpido de cuanto acontecimiento ha ocurrido y pueda
interesar a la vida humana, amplía el horizonte social y cultural poniendo a disposición de
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todos, sin distinción objetiva de ninguna especie, el conocimiento del ritmo del acontecer
humano. Ha creado lazos de solidaridad esencial en escala mundial. El hombre se ha habituado
a ver el mundo como cosa propia, pues la comunicación colectiva lo ha reducido a los términos
de una comarca. Los límites geográficos han perdido significación y sentido. Una nueva
dimensión tiene su soporte en este hecho incontrastable: lo universal tiene cabida en la mente
LA
humana como un dominio propio. 12) Que todo lo expuesto permite una mayor comprensión
del derecho de prensa. El acrecentamiento de influencia que detentan los medios de
información tiene como contrapartida una mayor responsabilidad por parte de los diarios,
empresas editoriales, estaciones y cadenas de radio y televisión, las que se han convertido en
colosales empresas comerciales frente al individuo, pues "si grande la libertad, grande también
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debe ser la responsabilidad" (Fallos 310:508 --La Ley, 1987-C, 289--). La prensa de nuestro país
debe ser objeto de la máxima protección jurisdiccional en todo cuanto se relacione con su
finalidad de servir leal y honradamente a la información y a la formación de la opinión pública,
es decir, a la función que le compete en servicio de la comunidad. No obstante, ese especial
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alteración de documentos, la deformación de los hechos". La Carta de Chile (1969) amplía el
contenido de la réplica, bastando con que la persona afectada crea necesario dar una
respuesta o aclarar una situación como para que nazca el derecho y pueda ser ejercido. La
Unión Europea de Radiodifusión (1969) recomendó a sus asociados que transmitieran
rectificaciones. La Sociedad Suiza de Radiodifusión (1981) dio directivas sobre las condiciones y
formas de las respuestas. Asimismo, además del agraviado, también gozan de este derecho los
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parientes en Bélgica (ley de 1961), Dinamarca (ley 330 de 1976), Francia (le droit de reponse
de 1881), Uruguay (art. 7°, ley 16.099). Otras legislaciones lo otorgan a las personas morales:
Austria (1981), Suiza (ley 1937), Chile (ley 15.479), Uruguay y Francia. La Convención sobre
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Derecho de Rectificación de las Naciones Unidas de 1952, lo instituye para los Estados. Pero
hay coincidencia universal, de que el mismo no puede ser reconocido a partidos o ideologías
políticas, para evitar que paralice la función esencial que cabe a la prensa, en un país que
comulga con ideales democráticos. 14) Que, en ese orden de ideas, el derecho de respuesta o
rectificación se encuentra incorporado en varias Constituciones provinciales; así en la de
LA
Catamarca, art. 15; en la de Formosa, art. 12; en la de Jujuy, art. 23; en la de La Pampa, art. 8°;
en la de Neuquén, art. 22; en la de Salta, art. 23; en la de San Juan, art. 25; en la de San Luis,
art. 21; en la de Santa Cruz, art. 15; en la de Santa Fe, art. 11; en la de Santiago del Estero, art.
20 y en la de Tierra del Fuego, art. 47. Actualmente ha sido reconocido, con excepción de
Cuba, en la mayor parte de los países de América Latina y también en Europa Occidental. En el
FI
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19, Constitución Nacional) y el Poder Ejecutivo nacional ratifica los tratados aprobados por ley,
emitiendo un acto federal de autoridad nacional. La derogación de un tratado internacional
por una ley del Congreso violenta la distribución de competencias impuesta por la misma
Constitución Nacional, porque mediante una ley se podría derogar el acto complejo federal de
la celebración de un tratado. Constituiría un avance inconstitucional del Poder Legislativo
nacional sobre atribuciones del Poder Ejecutivo nacional, que es quien conduce, exclusiva y
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excluyentemente, las relaciones exteriores de la Nación (art. 86, inc. 14, Constitución
Nacional). 18) Que la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados --aprobada por ley
19.865, ratificada por el Poder Ejecutivo nacional el 5 de diciembre de 1972 y en vigor desde el
DD
27 de enero de 1980-- confiere primacía al derecho internacional convencional sobre el
derecho interno. Ahora esta prioridad de rango integra el ordenamiento jurídico argentino. La
convención es un tratado internacional, constitucionalmente válido, que asigna prioridad a los
tratados internacionales frente a la ley interna en el ámbito del derecho interno, esto es, un
reconocimiento de la primacía del derecho internacional por el propio derecho interno. Esta
LA
justificación del incumplimiento de un tratado". 19) Que la necesaria aplicación del art. 27 de
la Convención de Viena impone a los órganos del Estado argentino asignar primacía al tratado
ante un eventual conflicto con cualquier norma interna contraria o con la omisión de dictar
disposiciones que, en sus efectos, equivalgan al incumplimiento del tratado internacional en
los términos del citado art. 27. Lo expuesto en los considerandos precedentes resulta acorde
con las exigencias de cooperación, armonización e integración internacionales que la República
Argentina reconoce, y previene la eventual responsabilidad del Estado por los actos de sus
órganos internos, cuestión a la que no es ajena la jurisdicción de esta Corte en cuanto pueda
constitucionalmente evitarla. En este sentido, el tribunal debe velar porque las relaciones
exteriores de la Nación no resulten afectadas a causa de actos u omisiones oriundas del
derecho argentino que, de producir aquel efecto, hacen cuestión federal trascendente. 20)
Que en el mismo orden de ideas, debe tenerse presente que cuando la Nación ratifica un
tratado que firmó con otro Estado, se obliga internacionalmente a que sus órganos
administrativos y jurisdiccionales lo apliquen a los supuestos que ese tratado contemple,
siempre que contenga descripciones lo suficientemente concretas de tales supuestos de
hechos que hagan posible su aplicación inmediata. Una norma es operativa cuando está
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publicación o empresa periodística, cinematográfica, de radio o televisión tendrá una persona
responsable que no esté protegida por inmunidades ni disponga de fuero especial". La
interpretación textual según la cual toda persona "tiene derecho a ..." despeja la duda sobre la
existencia de la alegada operatividad. No sucede lo mismo en otros artículos en los que se
establece que "la ley debe reconocer" (art. 17) o "estará prohibido por la ley" (art. 13, 5). 21)
Que la interpretación del Pacto debe, además, guiarse por la jurisprudencia de la Corte
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Interamericana de Derechos Humanos, uno de cuyos objetivos es la interpretación del Pacto
de San José (Estatuto, art. 1°). Ante la consulta hecha a dicho tribunal acerca de si cuando el
art. 14.1 dispone que el derecho de rectificación o respuesta se ejercerá "en las condiciones
DD
que establezca la ley", quiere decir que dicho derecho sólo es exigible una vez que se emita
una ley formal que establezca las condiciones en que el mismo puede ser concretamente
ejercido, contestó rechazando este argumento y afirmando que allí se consagra un derecho de
rectificación o respuesta en favor de toda persona, ya que "el sistema mismo de la Convención
está dirigido a reconocer derechos y libertades a las personas y no a facultar a los Estados para
LA
mayor, cuándo debe publicarse la respuesta una vez recibida, en qué lapso puede ejercerse el
derecho, qué terminología es admisible, etc." (Ibídem, p. 14, par. 27), pero que "el hecho de
que los Estados partes puedan fijar las condiciones del ejercicio del derecho de rectificación o
respuesta, no impide la exigibilidad conforme al derecho internacional de las obligaciones que
aquéllos han contraído conforme el art. 1.1 ... En consecuencia, si por cualquier circunstancia,
el derecho de rectificación o respuesta no pudiera ser ejercido por 'toda persona' sujeta a la
jurisdicción de un Estado parte, ello constituiría una violación de la Convención" (p. 15, par.
28). 22) Que en dicha opinión consultiva la Corte Interamericana sostuvo que "todo Estado
parte que no haya ya garantizado el libre y pleno ejercicio del derecho de rectificación o
respuesta, está en la obligación de lograr ese resultado, sea por medio de legislación o
cualesquiera otras medidas que fueren necesarias según su ordenamiento jurídico interno
para cumplir ese fin". Que las palabras "en las condiciones que establezca la ley" se refieren a
los diversos sistemas jurídicos internos, integrados también por las sentencias de sus órganos
jurisdiccionales, pues tanto la tarea judicial como legislativa persiguen el fin común de las
soluciones valiosas (confr. Fallos: 302:1284 --La Ley, 1981-A, 401--, entre otros). Esta Corte
considera que entre las medidas necesarias en el orden jurídico interno para cumplir el fin del
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con inmediatez y eficacia. Se trata de una garantía para la efectiva protección de la dignidad
humana, de la que forman parte la honra, la reputación y la privacidad afectadas por
informaciones inexactas o agraviantes emitidas a través de una publicación o empresa
periodística, cinematográfica, de radio o televisión (arts. 14, 1° y 3°, Pacto de San José de Costa
Rica). Este también es el carácter que le asigna la Comisión Lüchinger, en Suiza, para la que "el
derecho de respuesta es la expresión y la consecuencia de los derechos de la personalidad en
.C
general. Toda persona debe poder justificarse a los ojos de la opinión pública, cuando los
medios han divulgado, a su respecto, alegaciones que atentan contra sus intereses personales"
("Commission d'expert pour l'examen de la protection de la personalité en droit civil", Rapport
DD
final, p. 21, Berna, 1974). Es decir, que así como todos los habitantes tienen el derecho de
expresar y difundir, sin censura previa, su pensamiento --ideas, opiniones, críticas-- por
cualquier medio de comunicación; así también todo habitante --que por causa de una
información inexacta o agraviante sufra un daño en su personalidad-- tiene derecho a obtener
mediante trámite sumarísimo una sentencia que le permita defenderse del agravio moral
LA
mediante la respuesta o rectificación, sin perjuicio del ejercicio de las restantes acciones civiles
y penales que le pudieren corresponder. 24) Que corresponde ahora tratar el tema de la
legitimación del actor. Parece obvio señalar que una respuesta afirmativa a la cuestión
constituye condición esencial para que el Tribunal pudiera haber afrontado la trascendente
temática desarrollada en este pronunciamiento. Efectivamente, en un orden lógico de la
FI
OM
en la persona que la invoca. Nótese que esta admisión (si bien por vía de excepción) del
"interés ideológico" como habilitante de la tutela judicial lo es, en el derecho comentado, para
accionar en orden a revisar la acción u omisión de las agencias administrativas. Cuanto más
entonces cuando, como en el caso, se trata simplemente de admitir la "réplica" en reparación
de un fuerte sentimiento religioso ofendido, sentimiento que encuentra en nuestra sociedad
sustanciales raíces culturales e institucionales. Debe advertirse --con relación al caso
.C
planteado-- que se trata de un derecho subjetivo de carácter especial y reconocimiento
excepcional, que requiere --para habilitar el ejercicio del derecho de rectificación o respuesta--
una ofensa de gravedad sustancial, es decir, no una mera opinión disidente con la sostenida
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por el afectado, sino una verdadera ofensa generada en una superficial afirmación sin siquiera
razonable apariencia de sustento argumental. En estas condiciones, la afirmación que provoca
la rectificación o respuesta invade, como ya se dijo, los sentimientos más íntimos del afectado,
conviertiéndose así --y tratándose de un sentimiento o creencia de sustancial valoración para
el derecho-- en un agravio al derecho subjetivo de sostener tales valores trascendentales
LA
frente a quienes, sin razón alguna, los difaman hasta llegar al nivel del insulto soez, con grave
perjuicio para la libertad religiosa. Estos extremos quedarán sujetos a la severa valoración del
juez de la causa, aunque no cabe duda de que, en tales condiciones, la ofensa afecta la honra
personal, por tanto a uno de los derechos subjetivos que mayor protección debe recibir por
parte del ordenamiento jurídico. Ejercido este derecho de responder a los dichos del ofensor,
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su efecto reparador alcanza, sin duda, al conjunto de quienes pudieron sentirse con igual
intensidad ofendidos por el mismo agravio, en las condiciones que el legislador establezca --o
el juez, frente a la omisión del legislador, estime prudente considerar-- a los efectos de evitar
que el derecho que aquí se reconoce se convierta en un multiplicador de respuestas
OM
opiniones emitidas por el ex Presidente doctor Arturo Frondizi. En cambio, en el sub examine,
el recurrente en su carácter de católico militante, se sintió agraviado en lo profundo de su
personalidad y de sus convicciones por las expresiones vertidas sobre Jesucristo y la Virgen
María, por Dalmiro Sáenz, en la audición del demandado y remitió la carta que obra a fs. 61/67
solicitando su lectura en ejercicio del derecho de respuesta. No se trata pues de una cuestión
vinculada con juicios públicos sobre materias controvertibles propias de las opiniones, sino de
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la ofensa a los sentimientos religiosos de una persona que afectan lo más profundo de su
personalidad por su conexión con su sistema de creencias. 27) Que la defensa de los
sentimientos religiosos, en el caso a través del ejercicio del derecho de respuesta, forma parte
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del sistema pluralista que en materia de cultos adoptó nuestra Constitución en su art. 14. Es
fácil advertir que, ante la injuria, burla o ridícula presentación --a través de los medios de
difusión-- de las personas, símbolos o dogmas que nutren la fe de las personas, éstas pueden
sentirse moralmente coaccionadas en la libre y pública profesión de su religión, por un
razonable temor de sentirse también objeto de aquel ridículo, difundido en extraordinaria
LA
multiplicación por el poder actual de los medios de comunicación masiva. Por ello las
sociedades que más se destacan en la protección del pluralismo religioso, no han dejado de
atender a esta delicada cuestión, estableciendo regulaciones apropiadas a aquella finalidad.
Así en el Código de la Televisión, de los Estados Unidos, en el capítulo referido a "Normas
generales para los programas" punto 5 se expresó que "no están permitidos los ataques contra
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la religión y las creencias religiosas...El oficio de pastor, sacerdote o rabino no debe ser
presentado de tal suerte que ridiculice o menoscabe su dignidad". También el código de la
Radio de la Asociación Nacional de Radiodifusoras señaló, en su capítulo referido a Religión y
Programas Religiosos, punto 2 que "deben evitarse los ataques contra las confesiones
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consideró delito de blasfemia a una publicación de contenido "desdeñoso, vituperante,
grosero o ridiculizante en materias relativas a Dios, Jesucristo, la Biblia, o la Iglesia de
Inglaterra...". Sin embargo se aclaró que "no es blasfemar hablar o publicar opiniones hostiles
a la religión cristiana, o negar la existencia de Dios, si la publicación es expresada en un
lenguaje decente y temperado. El test a ser aplicado se vincula a la manera en la cual la
doctrina es sostenida y no a la sustancia de la doctrina en sí misma. Todo aquél que publique
.C
un documento blasfemo es culpable del delito de publicar un libelo Blasfemo. Todo aquél que
se expresa en un lenguaje blasfemo es culpable del delito de blasfemia" (Lord Denning,
"Landmarks in the law", ps. 298 y sigts., esp. p. 304). 28) Que resta, por fin, formular algunas
DD
precisiones sobre la forma de ejercicio del derecho de respuesta. En tal sentido, se reitera que
la importancia que los medios de comunicación social tienen en la sociedad contemporánea, y
la situación estratégica que se reconoce a la prensa escrita dentro del sistema constitucional
argentino, los obliga moral y materialmente a cumplir con responsabilidad sus funciones, para
beneficio de los mismos y de la comunidad; y evitar, corregir y reparar los abusos y excesos
LA
dispuestas por sentencias inocuas por tardías. "La cruda noción anglosajona de vindicar el
honor 'by getting cash' ha llegado a ser insatisfactoria para mucha gente decente. Esta quiere
un proceso menos sórdido y más conveniente, que enfoque su atención en lo que más
importa: los errores de las declaraciones de los demandados" (Chafee Jr., Zacharie,
"Gobernment and Mass Communications", Chicago, The University of Chicago Press, 1947, I-
145). 29) Que, asimismo, la respuesta o rectificación tutela bienes de naturaleza civil, no
política ni electoral. La mayoría de las noticias contestables no son ilícitas y la respuesta es sólo
un modo de ejercicio de la misma libertad de prensa, que presupone la aclaración
razonablemente inmediata y gratuita en el mismo medio que publicó la información
considerada ofensiva, en trámite simple y expeditivo, sin perjuicio del ejercicio de las acciones
civiles o penales que pudieran corresponder al afectado. 30) Que, en efecto, no cabe confundir
las consecuencias de una condena criminal sustentada en el art. 114 del Cód. Penal -- que
presupone la tramitación de todo un proceso judicial ordinario con amplitud de debate y
prueba-- con el ejercicio del derecho de rectificación o respuesta. Aquella disposición tiende a
que se repare el honor en la misma forma, modo o semejanza que la conferida por el ofensor
en los casos en que la ofensa hubiere sido propalada por la prensa. Es así que, en tal supuesto,
OM
espacio que ocupará la respuesta no debe exceder del adecuado a su finalidad, y en modo
alguno debe ser necesariamente de igual extensión y ubicación que el que tuvo la publicación
inicial; ello, desde luego, en un contexto de razonabilidad y buena fe, pero evitando una
interpretación extensiva del instituto que lo torne jurídicamente indefendible y ponga en
peligro el regular ejercicio del derecho de información, pilar básico de las instituciones
republicanas (Fallos 311:2553 --La Ley, 1989-B, 551--). En el caso, resulta suficiente con la
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lectura de la primera hoja de la carta del actor obrante a fs. 61. Por ello, se hace lugar a la
queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada. Se
condena al demandado, Gerardo Sofovich, a dar lectura únicamente a la primera hoja de la
DD
carta del actor obrante a fs. 61, en la primera de las audiciones que con ese nombre u otro
similar actualmente conduzca el demandado (art. 16, segunda parte, ley 48). Costas por su
orden en razón de la complejidad de la causa. Agréguese la queja al principal y remítase. --
Ricardo Levene (h.) (en disidencia). -- Mariano A. Cavagna Martínez. -- Carlos S. Fayt. --
Augusto C. Belluscio (en disidencia). -- Enrique S. Petracchi (en disidencia). -- Rodolfo C. Barra. -
LA
- Julio S. Nazareno. -- Eduardo Moliné O'Connor (en disidencia). -- Antonio Boggiano. Voto en
disidencia de los doctores Petracchi y Moliné O'Connor. 1) Que el actor promovió demanda
contra Gerardo Sofovich y "Canal 2 de Televisión", con el objeto de que se los condenara a la
lectura de una carta documento en el programa "La noche del sábado", que emitía el
mencionado canal bajo la producción y dirección de Sofovich. Señaló que el 11 de junio de
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1988 Dalmiro Sáenz, en el aludido programa, "se expresó con una serie de frases agraviantes
que el respeto y el buen gusto me impiden repetir, en relación a Nuestro Señor Jesucristo y a
su Santísima Madre" (fs. 84/84 vta., de los autos principales). Destacó, además, que el 4 de
julio de 1988 había remitido a los codemandados la citada carta documento, solicitando su
lectura en "La noche del sábado". Al no obtener respuesta alguna de aquéllos, el actor dedujo
la presente demanda. Fundó su petición en que lo dicho por Dalmiro Sáenz lesionaba
profundamente su "sentimiento de católico y cristiano" y en el "derecho de réplica" que, a su
entender, le asistía. 2) Que Gerardo Sofovich contestó la demanda (fs. 102/106 vta., de
acuerdo a la nueva foliatura ordenada a fs. 180) y a fs. 108/114 hizo lo propio "Rafiodifusora El
Carmen S.A.", en su carácter de licenciataria de LS 86 TV Canal 2 de La Plata, quienes pidieron
el rechazo de aquélla. El juez de primera instancia desestimó la demanda, decisión que fue
confirmada por la sala H de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Contra este último
pronunciamiento el actor interpuso recurso extraordinario, cuya denegación dio motivo a la
presente queja. 3) Que si bien es cierto que este recurso de hecho no cumple con el requisito
de fundamentación autónoma, las particularidades del caso autorizan a prescindir de dicho
recaudo. La ley 23.774 ha introducido una importante modificación en el ámbito del recurso
OM
orienta a las funciones de este tribunal, al hacerle posible ahondar en los graves problemas
constitucionales y federales que se encuentran entrañablemente ligados a su naturaleza
institucional. Ello, a su vez, tributa a la vertiente jurisprudencial según la cual el recurso
extraordinario ha sido instituido como el instrumento genérico para el ejercicio de la función
jurisdiccional más alta de la Corte, la que se satisface cabalmente cuando están en juego
problemas de singular gravedad. Esto es así en razón de que el fallo del tribunal es
.C
precisamente el fin de la jurisdicción eminente que le ha sido conferida, aun cuando su
ejercicio puede promoverse en cuestiones entre particulares (Fallos: 248:61, consid. 4°;
248:189, consid. 3° --La Ley, 101-689, 835--). Por su propósito y su índole, traducidos en su
DD
nombre, dicha apelación es un medio excepcional cuyo alcance debe delimitarse de un modo
severo, para no desnaturalizar su función y convertirlo en una nueva instancia ordinaria de
todos los pleitos que se tramitan ante los tribunales del país (Fallos: 48:71; 97:285;179:5, entre
otros). 4) Que, consecuentemente, más que una inteligencia pormenorizada de cada uno de
los términos expresados en la norma (falta de agravio federal suficiente, cuestiones
LA
de un detenido estudio e investigación sobre diversos altos tribunales del mundo, y al tratar la
"corte suprema ideal", sostiene André Tunc que, para dichos órganos, la selección de los
asuntos que examinarán atentamente y sobre los que pronunciarán una decisión motivada,
parece imponerse necesariamente. "Si uno se esfuerza en despojarse de sus hábitos para
OM
resolver un problema que va más allá de lo académico o episódico --Justice Frankfurter, en
"Rice vs. Sioux City Cemetery", 349 U.S. 70, 74 (1954)--. Es asimismo reveladora la reforma al
United States Code, aprobada el 27 de junio de 1988, tendiente a conferir a la mencionada
Suprema Corte un mayor grado de discrecionalidad en la selección de los litigios ("Public Law",
100-352). 7) Que, en esta tesitura, corresponde precisar que el art. 280 cit., no debe ser
entendido como un medio que sólo consienta la desestimación de los recursos que no superen
.C
sus estándares. Si, como ha quedado asentado, aquél constituye una herramienta de selección
dirigida a que la Corte posea un marco adjetivo que le haga posible un acabado y concentrado
desarrollo de su papel institucional, deberá reconocerse, al unísono, que esa disposición
DD
también habilita a considerar admisibles las apelaciones que entrañen claramente cuestiones
de trascendencia, no obstante la inobservancia de determinados recaudos formales, a efectos
de que el rito de los procedimientos no se vuelva un elemento frustratorio de la eficiencia con
que dicho rol debe desenvolverse. Este aserto, por lo demás, se entronca con una consolidada
tradición jurisprudencial tendiente a no impedir el esclarecimiento de relevantes temas
LA
constitucionales y federales por los eventuales "ápices procesales" que puedan obstaculizarlos
(Fallos: 167:423; 182:293; 185:188; 188:286; 194:284; 197:426; --La Ley, 14-120; 16-756; 20-
865; 29-17; 33-146--; 243:496; 247:601; 248:612 y 664; 250:699; 251:218; 253:344; --La Ley,
105-568; 106-256; 108-680; 111-268; 765; 112-8; 256; 118-919--; 256:62, 94, 491 y 517;
257:132; 260:204; 261:36; 262:168; 264:415; 265:155; 266:81; 286:257; 295:95 y 296:747 --La
FI
Ley, 126-166; 151-516; 1977-B, 450--). 8) Que, desde luego, fórmulas como las escogidas por el
Congreso no son susceptibles de resumirse en definiciones exhaustivas que, por lo demás, son
propias de la doctrina y ajenas a la función judicial. Sin perjuicio de ello, es innegable que el
tribunal tiene hoy la grave autoridad de seleccionar por imperio de la ya citada norma, los
asuntos que tratará sustancialmente. Ello deberá ser cumplido antes que con una ilimitada
discrecionalidad, con arreglo a la "sana"discreción que la norma le impone y que la
razonabilidad le exige, sin olvidar los arts. 14 y 15 de la ley 48, y 6° de la ley 4055, y las pautas o
estándares del art. 280 citado. 9) Que, por consiguiente, así como la Corte se encuentra
habilitada para desestimar los asuntos que carezcan de trascendencia, así también lo está para
intervenir cuando de un modo claro aparezca dicha trascendencia, aunque, como ocurre en el
sub lite, el recaudo de fundamentación no se encuentre suficientemente cumplido. 10) Que lo
trascendente del caso resulta manifiesto por hallarse en debate la interpretación de la
Constitución Nacional y del Pacto de San José de Costa Rica (en adelante, "el Pacto" o "la
Convención"), en lo que atañe al derecho de réplica, rectificación o respuesta. De tal manera,
la solución de este caso repercutirá, por un lado, en la comunidad nacional y por el otro, en la
comunidad internacional puesto que se encuentra en juego el cumplimiento de buena fe de
OM
1989-C, 18--). 13) Que, en segundo término, cabe señalar que el Pacto de San José de Costa
Rica integra el ordenamiento jurídico argentino (art. 31, Constitución Nacional), puesto que se
trata de una convención vigente de la que Argentina se ha hecho parte mediante el oportuno
depósito del instrumento de ratificación el 5 de setiembre de 1984 (art. 74.2 de la
Convención). Ello es así, independientemente del carácter operativo o programático de las
normas que integran el Pacto. Lo expuesto en el párrafo precedente modifica el criterio
.C
expresado por este tribunal en los casos "Costa, Héctor R. c. Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires y otros", registrado en Fallos: 310:508, consid. 16, primera parte, "Eusebio, Felipe
Enrique", publicado en Fallos 310:1080, en particular la doctrina que surge de páginas
DD
1087/1088 y en las sentencias "in re": "Sánchez Abelenda, Raúl c. Ediciones de la Urraca S.A. y
otro", cit., consid. 7° y "Ekmekdjian, Miguel Angel c. Neustadt, Bernardo y otros s/amparo",
cit., consid. 3°. 14) Que, en consecuencia, descartados los aspectos aludidos, debe ahora
examinarse si la norma que prevé el derecho de rectificación o respuesta (art. 14 del Pacto)
exhibe naturaleza operativa o programática. La Corte considera que esta cuestión se esclarece
LA
contrario, buscan establecer un orden público común cuyos destinatarios no son los Estados,
sino los seres humanos que pueblan sus territorios. Esta posición jurídica es compartida en
Europa y América. Efectivamente, la Comisión Europea de Derechos Humanos ha expresado en
el caso "Austria vs. Italia" "que las obligaciones asumidas por las altas partes contratantes en la
OM
otros Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción (confr. opinión consultiva --en
adelante, "OC"-- N° 2/82, "El efecto de las reservas sobre la entrada en vigencia de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos --arts. 74 y 75--" serie A y B, N° 2, del 24 de
setiembre de 1982, párr. 29 y, en similar sentido, OC-1/81. "Otros tratados, objeto de la
función consultiva de la Corte --art. 64 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos--
", serie A y B, N° 1, párr. 24). La particularidad de esos derechos y su indudable jerarquía,
.C
determinan que los Estados puedan ser objeto de reproche ante instancias internacionales de
protección, aun por iniciativa de sus propios nacionales. A mayor abundamiento, es ilustrativo
señalar que el carácter especial de los aludidos tratados, también ha sido reconocido por las
DD
Constituciones de Perú del 18 de julio de 1979 (art. 105) y de Guatemala del 31 de mayo de
1985 (art. 46). 15) Que, sentada la diferencia entre las dos categorías de tratados citados,
corresponde señalar que es consecuencia de esta distinción la presunción de operatividad de
las normas contenidas en los tratados internacionales sobre derechos humanos. En otros
términos, el tribunal considera que las normas aludidas establecen derechos que --se
LA
Derechos Humanos", San José de Costa Rica, t. I, p. 458 in fine, Ed. Juricentro, 1ª ed., 1986);
carácter éste que, a título de ejemplo, tienen los derechos económicos, sociales y culturales, a
cuyo desarrollo progresivo se comprometen los Estados, entre otras circunstancias, "en la
medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados" (art. 26 de la
Convención). 16) Que, toda vez que el Pacto de San José de Costa Rica es un tratado
internacional sobre derechos humanos, le resulta aplicable la citada presunción de
operatividad. Cabe agregar a las razones enunciadas en tal sentido, el pronunciamiento de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos en el que se sostuvo que "el sistema mismo de la
Convención está dirigido a reconocer derechos y libertades a las personas y no a facultar a los
Estados para hacerlo" (confr. OC-7/86, "Exigibilidad del derecho de rectificación o respuesta --
arts. 14.1, 1.1 y 2--", del 29 de agosto de 1986, serie A, número 7, párr. 24.; OC-2/82, cit., párr.
33; y, con similar alcance, ver el preámbulo del Pacto, 2° párrafo). 17) Que el aludido marco
conceptual es útil para esclarecer el interrogante planteado en el consid. 14 sobre la
modalidad con la que ha sido incorporado a nuestro ordenamiento el derecho previsto en el
art. 14 del Pacto. En efecto, esta Corte entiende que la norma que regula el derecho de
rectificación o respuesta es operativa puesto que a la presunción en tal sentido debe sumarse
OM
cuanto a la segunda parte transcripta --"(...) en las condiciones que establezca la ley"--, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha dicho que tal expresión comprende a "(...) todas las
disposiciones internas que sean adecuadas, según el sistema jurídico de que se trate, para
garantizar el libre y pleno ejercicio del derecho" de rectificación o respuesta (OC-7-86, cit.,
opinión vertida en el punto C; el subrayado no es del original). Asimismo sostuvo que "la tesis
de que la frase 'en las condiciones que establezca la ley' utilizada en el art. 14.1 solamente
.C
facultaría a los Estados parte a crear por ley el derecho de rectificación o respuesta, sin
obligarlos a garantizarlo mientras su ordenamiento jurídico interno no lo regule, no se
compadece ni con el 'sentido corriente' de los términos empleados ni con el 'contexto' de la
DD
Convención" (OC-7/86, cit., párr. 23). En consecuencia, la expresión "ley" es utilizada en
sentido amplio y tiene por finalidad establecer las condiciones de menor entidad relacionadas
con el ejercicio del derecho en cuestión. Ello se debe a que los requisitos de mayor entidad, se
encuentran ya previstos en el art. 14 del Pacto (confr. infra consid. 19). 18) Que esta Corte no
ignora los argumentos --algunos, muy atendibles-- en sustento de la programaticidad de la
LA
norma que establece el derecho de réplica. Sin embargo, dicha posición es ya insostenible. Se
ha tornado injusta. Efectivamente, si por hipótesis se afirmara que el art. 14 del Pacto es
programático y que sólo el Congreso Nacional puede reglamentarlo, parece evidente que dicha
reglamentación debe ser hecha en un plazo razonable, pues de lo contrario no se habría
incorporado a nuestro ordenamiento un derecho, sino su perdurable sombra. Desde este
FI
enfoque, no es dudoso sostener que el aludido plazo razonable ha sido largamente excedido,
pues desde que el Pacto integra el ordenamiento jurídico han transcurrido más de siete años
sin que el Congreso Nacional haya reglamentado el derecho de réplica. Al examinar el
problema desde esta perspectiva, el Tribunal entiende que corresponde aplicar el citado
derecho, siempre que concurran los precisos requisitos previstos en el art. 14 del Pacto. Ello se
funda en las razones aludidas y en que esta Corte, como poder del Estado --en su rol de
supremo custodio de los derechos individuales--, no puede permanecer inmóvil ante la
demora del Congreso Nacional en otorgar eficacia a un derecho internacionalmente exigible,
contenido en un tratado sobre derechos humanos (confr. doctrina de la resolución de la sala I
del Tribunal Federal de Constitucionalidad de la República Federal de Alemania --1 BVR 26/66--
, del 29 de enero de 1969, registrada en "BVerfGE", t. 25, entrega 2ª, p. 167 y sigts. Ver,
asimismo, Zeidler, Wolfgang, "Cour Constitutionnelle Fédérale Allemande", publicada en el
"Annuaire International de Justice Constitutionnelle", III, 1987, en especial, ps. 44 y sigts.
Presses Universitaires d'Aix - Marseille, 1989). 19) Que, como ya fuera indicado, es posible
derivar en forma directa del art. 14 del Pacto el derecho de rectificación o respuesta, puesto
que se trata de una norma que establece con nitidez sus perfiles principales. En efecto, el art.
OM
o, al menos, lo alude de modo tal que resulte fácil su individualización. El fundamento de esta
posición reside en que si --por vía de hipótesis-- se reconociera este derecho sin el mencionado
"requisito de individualización", se abriría la posibilidad de infinitos cuestionamientos a
expresiones ideológicas o conceptuales que, en definitiva, afectarían a la libertad de prensa.
Libertad cuyo especial resguardo ha asumido la Corte al grado tal de efectuar cuidadosas
precisiones --entre ellas-- la establecida en el caso "Costa", cit., consid. 12. Con base en todo lo
.C
dicho, los precisos términos del Pacto en modo alguno sustentan la posición del recurrente.
Ello es así en razón de que éste en ningún momento fue aludido en el programa "La noche del
sábado", de modo tal que pudiera ser individualizado por los telespectadores (confr. infra,
DD
consid. 24). 20) Que, asimismo, cabe puntualizar que el apelante no ha comprendido lo que es
derecho de réplica, pues le asigna un alcance que no encuentra apoyo, ni en la Convención
(como se ha visto), ni en el derecho comparado ni en las Constituciones de varios Estados
provinciales (confr. infra, consids. 21, 22 y 23). Efectivamente, su institución no ha tenido el
propósito de crear un foro al que pueda abordar todo aquel que crea ver atacados valores,
LA
figuras o convicciones a los que adhiera. Aunque sea muy comprensible el disgusto (o aun la
conmoción) que tales ataques --a veces desaprensivos-- puedan producir, lo cierto es que lo
que este derecho procura instituir es un modo de proteger ámbitos concernientes al honor,
identidad e intimidad de personas que han sido aludidas en algún medio de comunicación,
permitiéndoles acceder gratuitamente a ellos para dar su propia versión de los hechos. 21)
FI
Que, sin que ello implique agotar el tema, pueden reseñarse algunos casos de regulaciones de
la mencionada naturaleza. Así, por ejemplo, el droit de réponse consagrado por el art. 13 de la
ley francesa del 29 de julio de 1881, permite a toda persona, nombrada o designada en un
periódico, reclamar al responsable de éste, la inserción de su respuesta (gratuita, en ciertas
condiciones), en el mismo lugar y caracteres que tenía el artículo que la provocó (Barbier,
Georges, "Code expliqué de la presse", t. I, p. 117 y sigts., Paris, 1887). Es considerado como
uno de los modos de protección de las personas contra la alteración pública de su
personalidad. Si bien es cierto que también se lo otorga a los herederos, esposos o legatarios
universales de quien ha fallecido, lo es a condición de que este último haya sido difamado o
injuriado, no resultando suficiente que sólo se lo haya cuestionado. El legislador no ha querido
trabar la libertad del historiador por la amenaza del derecho de respuesta (confr. Kayser,
Pierre, "La protection de la vie privée", t. I, p. 85, Paris, 1984). Las personas morales pueden
invocar este derecho, pero a condición de haber sido nombradas o designadas. No sería
suficiente que sea designada una categoría de personas entre las cuales una asociación recluta
sus miembros (Pinto, Roger, "La liberté d'opinion et d'information", p. 167, París, 1955). El
derecho de respuesta, en la radio y en la televisión, ha sido reglado en Francia tratando de
OM
protection de la personnalité", cit. en Kayser, Pierre, op. cit., p. 85). La República Federal de
Alemania había reglado el punto en el tratado interestatal que creó el segundo canal de
televisión; cabe señalar que la obligación de difundir la respuesta del afectado por una
emisión, existe sólo en tanto aquél tenga un "interés legítimo" (Debbasch, Charles, "Le droit de
la radio et de la télévision", p. 103). Es oportuno subrayar que el tema del "interés legítimo"
también aparece en la res. 74-26 por la cual el Comité de Ministros del Consejo de Europa
.C
recomienda la adopción de reglas mínimas relativas al derecho de respuesta. Esas reglas
apuntan a proteger al individuo contra las injerencias en su vida privada y los atentados a su
dignidad, honor o reputación y, desde esa óptica, autorizan a las leyes nacionales a prever que
DD
los medios de comunicación podrán negarse a publicar la respuesta en seis supuestos, el
último de los cuales es, justamente, el caso en el que el individuo aludido no justifique la
existencia de un "interés legítimo" (Pinto, Roger, "La liberté d'information et d'opinion en droit
international", p. 183, París, 1984. La resolución mencionada es "On the right of reply -
Position of the individual in relation to the press", 1974, registrada en European Convention on
LA
Human Rights, vol. II, 1982). Italia legisló sobre las risposte e rettifiche en el art. 8° de la ley 47
sobre stampa (8 de febrero de 1948), texto sustituido por el art. 42 de la ley 416 (5 de agosto
de 1981). Según dicha norma, el director o responsable está obligado a insertar gratuitamente
en el periódico las declaraciones o las rectificaciones de los sujetos de los cuales se hubieran
publicado imágenes o atribuido actos o pensamientos o afirmaciones que ellos estiman lesivos
FI
OM
derogó el mencionado decreto-ley e instituyó un nuevo régimen. El art. 7° de la actual ley
dispone: "Toda persona física o jurídica de derecho público o privado puede ejercer ante el
juzgado competente el derecho de responder a una publicación o cualesquiera otros medios
de comunicación pública que la haya afectado por informaciones inexactas o agraviantes ...".
Es interesante destacar que el informe de la Comisión de Constitución, Códigos, Legislación
General y Administración, que elevó a la Cámara de Representantes el proyecto de ley,
.C
manifestó: "el nuevo texto del art. 7° ajusta la normativa actualmente vigente en materia de
derecho de respuesta en una forma que a todos los integrantes de la Comisión nos ha parecido
sumamente positiva. En efecto, mientras la normativa vigente establece que la sola mención o
DD
referencia a una persona genera un derecho a que se publique una respuesta en un medio de
prensa, en el nuevo texto que ahora se pone a consideración de la Cámara se establece que
solamente se generará el derecho de respuesta cuando la mención a una persona se haga en
perjuicio de la misma o a través de la mención de hechos falsos. Quiere decir que, sin
eliminarse el derecho de respuesta, éste se ha restringido" (Preza Restuccia, Dardo,
LA
"Comentarios a la nueva ley de prensa", República Oriental del Uruguay, p. 118, Ed.
Universidad, 1990). 23) Que las normas que en varias provincias regulan el tema --sin que esto
importe abrir juicio sobre la competencia con que han sido dictadas-- traslucen un enfoque
que no difiere sustancialmente del que resulta de compulsar la legislación extranjera. Así, por
ejemplo, otorgan la acción cuando una persona fuere afectada en su reputación, las
FI
Constituciones de 1986 de Santiago del Estero (art. 20), de 1957 de Neuquén (art. 22), de 1960
de La Pampa (art. 8), de 1991 de Formosa (art. 12), de 1957 de Chubut (art. 15) y de 1987 de
San Luis (art. 21). La Constitución de 1986 de Jujuy la consagra cuando exista afección en la
intimidad, honra y dignidad, por informaciones "inexactas o agraviantes" (art. 23, apart. 4°).
OM
no ha sido puesto en juego, el interesado deberá obtener satisfacción por otros medios. En el
sub lite el actor expresa que se ha sentido dolido como consecuencia de expresiones vertidas
en un programa de televisión que habrían sido lesivas para la fe católica. Esta sería, en verdad,
la eventual atacada. No lo ha sido, en cambio, el recurrente: éste no alega que se lo haya
mencionado o aludido en el mencionado programa. En consecuencia, es palmaria la ausencia
de legitimación del actor para ejercer el derecho de rectificación o respuesta en el presente
.C
caso. Resultan aplicables, mutatis mutandis, las afirmaciones del Tribunal Supremo de España
en la causa en la cual una superviviente de un campo de concentración reclamó daños y
perjuicios contra un ex-oficial nazi, a raíz de las manifestaciones realizadas por éste en la
DD
revista "Tiempo" y la Televisión Española. El tribunal negó legitimación a la demandante "aun
comprendiendo el impacto moral, la indignación e incluso irritación que hayan podido producir
a quienes como la actora padeció personalmente los desatinos de una época como a la que se
refiere la demanda". En efecto, el demandado se había pronunciado "sobre unos hechos que
hoy son historia", en ejercicio "del derecho fundamental a la libre expresión de pensamientos,
LA
ideas y opiniones que consagra el art. 20.1, a) de la Constitución", por lo cual sus
manifestaciones "desafortunadas como se ha dicho mas no ofensivas para el honor de ninguna
persona" no podían dar origen a condena alguna (STS 5 de diciembre de 1989 en "Anuario de
Derecho Civil", Ed. Centro de Publicaciones, Madrid, t. XLIII, fascículo IV, año 1990, p. 1337).
25) Que el olvido de los señalados principios en materia de legitimación para rectificar o
FI
OM
Civil rechazó la demanda interpuesta por Miguel A. Ekmekdjian, en ejercicio del derecho de
réplica, contra Gerardo Sofovich y Canal 2 de Televisión, respecto del cual posteriormente
desistió. Contra ese pronunciamiento el actor dedujo el recurso extraordinario cuya
denegación dio origen a la presente queja. 2) Que el demandante solicitó que se condenara a
los codemandados a la lectura de una carta documento en el programa "La noche del sábado"
que emitía el mencionado canal bajo la producción y dirección de Sofovich. Señaló que el 11 de
.C
junio de 1988 Dalmiro Sáenz, en el aludido programa, "se expresó con una serie de frases
agraviantes que el respeto y el buen gusto impiden repetir, con relación a Nuestro Señor
Jesucristo y a su Santísima Madre" (fs. 84/84 vta. de los autos principales). Destacó, además,
DD
que el 4 de julio de 1988 remitió a los codemandados la citada carta documento, solicitando su
lectura en "La noche del sábado" y al no obtener respuesta de aquéllos, dedujo la presente
demanda. Fundó su pretensión en que lo dicho por Dalmiro Sáenz demostraba su intención de
agraviar los sentimientos de quienes - -como el presentante-- pertenecían a la Iglesia Católica e
incluso a los de los cristianos no católicos y en el derecho a réplica que, a su entender, le
LA
reglamentado por ley del Congreso, con cita del precedente de este Tribunal recaído en los
autos E.60.XXII "Ekmekdjian, Miguel A. c. Neustadt, Bernardo y otros", con fecha 1 de
diciembre de 1988. Por último, sostuvo que el actor no está legitimado para intentar la acción
iniciada pues, como él mismo lo advirtió no poseía un derecho subjetivo a la respuesta y sólo
tenía un interés de carácter difuso; lo cual era insuficiente para obrar como lo hizo, ya que de
acuerdo con la naturaleza del derecho de respuesta o rectificación, de carácter personalísimo,
éste involucra en su titularidad a un determinado sujeto persona física y excluye a los intereses
de carácter difuso o colectivo. 4) Que en estos autos existe cuestión federal que habilita la
instancia extraordinaria del tribunal, pues ha sido cuestionada la inteligencia del art. 33 de la
Constitución Nacional y art. 14.1 del Pacto de San José de Costa Rica, ratificado por ley 23.054,
y la decisión impugnada resulta contraria al derecho que el apelante pretende fundar en esas
normas (Fallos: 256:424; 257:99 y 127; entre otros). 5) Que esta Corte en su actual integración
mantiene el criterio sostenido en sus sentencias del 1 de diciembre de 1988, in re: S.454.XXI
"Sánchez Abelenda, Raúl c. Ediciones de la Urraca S. A. y otro" y E. 60.XXII. "Ekmekdjian,
Miguel A. c. Neustadt, Bernardo y otros s/ amparo", según el cual el derecho a réplica,
rectificación o respuesta, no se encuentra comprendido entre los implícitos que reconoce el
OM
condiciones de ser tutelado por esta Corte pese a la ausencia de reglamentación legislativa,
para lo cual han de tenerse en cuenta los distintos elementos de juicio que, valorados
armónicamente en su conjunto, permitan llegar a una solución justa y compatible con la
naturaleza del derecho invocado. 8) Que, en ese sentido, corresponde destacar que la primera
de las pautas a tener en cuenta es si la norma en cuestión contiene una descripción
suficientemente concreta de los supuestos de hecho en ella contemplados, como para que
.C
este tribunal pueda reconocer, dentro de límites precisos, el derecho en que el demandante ha
fundado su pretensión. Al respecto cabe señalar que la redacción del art. 14.1 es clara y
sencilla, en cuanto otorga a quienes se encuentren en las situaciones allí previstas, el derecho
DD
de rectificación o respuesta, aunque sujetándolo a la ley que establezca la reglamentación. En
efecto, la norma aludida expresa "Toda persona afectada por informaciones inexactas o
agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión, legalmente reglamentados
y que se dirijan al público en general, tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de
difusión su rectificación o respuesta, en las condiciones que establezca la ley". No hay duda
LA
pues que tanto el tiempo verbal utilizado por la cláusula del tratado, hoy convertido en ley de
la Nación, así como la descripción de las perrogativas concedidas a las personas que allí se
indican, importan una determinación del derecho reconocido en forma suficientemente
definida. 9) Que dicha conclusión se concilia con lo establecido en el Preámbulo de la
Convención, en cuanto allí se afirma "su propósito de consolidar en este continente, dentro del
FI
OM
quiere decir que dicho derecho sólo es exigible una vez que se emita una ley formal que
establezca las condiciones en que el mismo puede ser concretamente ejercido, contestó
rechazando este argumento y afirmando que allí se consagra un derecho de rectificación o
respuesta en favor de toda persona, ya que "el sistema mismo de la Convención está dirigido a
reconocer derechos y libertades a las personas y no a facultar a los Estados para hacerlo"
(Opinión Consultiva OC 7/86, exigibilidad del derecho de rectificación o respuesta --arts. 14.1
.C
1.1 y 1.2-- , serie A, N° 7, p. 13, párr. 14). Asimismo, llegó a la conclusión de que el art. 14.1
reconoce un "derecho exigible internacionalmente" (ibídem, p. 19, letra A) y que la frase "en
las condiciones que establece la ley" se refiere a cuestiones tales como "si los afectados tienen
DD
derecho a responder en espacio igual o mayor, cuándo debe publicarse la respuesta una vez
recibida, en qué lapso puede ejercerse el derecho, qué terminología es admisible, etc."
(ibídem, p. 14, párr. 27), pero que "el hecho de que los Estados partes puedan fijar las
condiciones del ejercicio del derecho de rectificación o respuesta, no impide la exigibilidad
conforme al derecho internacional de las obligaciones que aquéllos han contraído conforme
LA
con el art. 1.1.". 11) Que de todo lo expuesto se desprende que el derecho de réplica,
rectificación o respuesta contenido en el art. 14.1 de la Convención Americana de los Derechos
Humanos, como parte integrante de la ley 23.054 que la incorporó al ordenamiento jurídico
vigente de nuestro país, constituye un derecho suficientemente definido como para merecer la
tutela de este tribunal a quien la Constitución ha constituido en custodio final de ese
FI
ordenamiento. A ello cabe agregar que por la esencia de derecho inherente a la persona que el
propio legislador le ha otorgado al ratificar en su totalidad el Pacto y por los antecedentes
jurisprudenciales de los organismos internacionales antes transcriptos, que refuerzan la
convicción de este tribunal acerca de su vigencia, no cabe otra solución que reconocer y
amparar el citado derecho, aun a falta de reglamentación legal sobre aspectos vinculados a su
ejercicio, pues como ya lo decía Von Ihering "el verdadero valor del derecho descansa por
completo en el conocimiento de sus funciones, es decir, en la posibilidad de su realización
práctica... La función del derecho, en general, es la de realizarse: lo que no es realizable, nunca
podrá ser derecho". 12) Que para lograr la vigencia efectiva de ese derecho reconocido, única
solución valiosa que resulta compatible con el bien común cuya realización concierne al órgano
judicial como integrante del Estado, este Tribunal se ve en la obligación de ejercer su
competencia implícita que emana de la Constitución Nacional, mediante la cual no sólo se le
ha conferido la facultad de reconocer la existencia de los derechos fundamentales del hombre
sino que también se le ha otorgado la prerrogativa de, actuando con suma prudencia,
establecer los medios por los cuales aquéllos han de cobrar efectiva vigencia. 13) Que ya en el
precedente de Fallos: 239:459, esta Corte sostuvo que la sola circunstancia de la
OM
de cada hombre, ciudadano o no, un ser libre e independiente dentro de la Nación Argentina"
("Manual de la Constitución Argentina", en Obras Completas, vol. III, N° 82, Buenos Aires,
1935; confr., además, Nos 89 y 90). 14) Que a su vez en el recordado caso "Kot" (Fallos:
241:291 --LA LEY, 92-632--) se sostuvo que "nada hay, en la letra ni en el espíritu de la
Constitución, que permita afirmar que la protección de los llamados 'derechos humanos' --
porque son esenciales del hombre-- esté circunscripta a los ataques que provengan sólo de la
.C
autoridad... Intentar construcciones excesivamente técnicas para justificar este distingo,
importa interpretar la Constitución de modo que aparezca ella amparando realmente, no los
derechos esenciales, sino las violaciones manifiestas de esos derechos". 15) Que si bien en los
DD
casos citados se trató de reconocer una garantía a los efectos de tutelar de manera efectiva
derechos reconocidos en la Constitución Nacional, tal doctrina resulta aplicable al sub lite
porque aquí, como en esos precedentes estaban en juego derechos humanos provenientes de
la propia naturaleza de la persona y el Poder Judicial como órgano máximo de protección de
esos derechos posee la inclaudicable misión de tutelarlos en forma concreta y efectiva,
LA
supliendo si fuere necesario la omisión legislativa reglamentaria. Y ello es así pues el control
del órgano jurisdiccional no sólo atiende a la protección de los derechos individuales sino al
proceso jurídico político en sí, que forma parte integrante del bien jurídico tutelado por dicho
control. Los ideales básicos de la Constitución son la libertad y la dignidad del hombre y el
sistema democrático el mejor medio para hacer efectivos principios, propósito este último
FI
OM
constitucional de prensa tiene sentido más amplio que la mera exclusión de la censura previa y
que, por tanto, la protección constitucional debe imponer un manejo especialmente cuidadoso
de las normas y circunstancias relevantes para impedir la obstrucción o entorpecimiento de la
prensa libre y sus funciones esenciales "(Fallos 257:313; consids. 8° y 10). 19) Que sobre la
base de ese criterio restrictivo, impuesto por nuestra Carta Magna, cabe señalar que el art.
14.1 de la Convención, cuando establece "Toda persona afectada por informaciones inexactas
.C
o agraviantes emitidas en su perjuicio ...tiene derecho a efectuar... su rectificación o
respuesta...", ha fijado los límites del ejercicio de ese derecho mediante la enumeración de dos
condiciones indispensables: a) la afectación debe provenir de informaciones inexactas o
DD
agraviantes, y b) esa afectación debe causar al afectado un perjuicio. 20) Que de acuerdo a los
antecedentes obrantes en autos y que fueran expuestos en el consid. 2°) de la presente, en el
caso no se han vertido informaciones sino expresiones que más allá de la intencionalidad con
que las mismas fueron expuestas en modo alguno pueden caracterizarse como informaciones
y, menos aún, respecto del recurrente, quien ni siquiera fue aludido durante la emisión del
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citado programa. 21) Que, por lo demás, en la medida en que el instituto del derecho de
réplica o rectificación ha sido concebido como un medio para la protección del honor, la
dignidad y la intimidad de las personas, el perjuicio que autorice a demandar con fundamento
en él, debe provenir de un ataque directo a esos derechos personalísimos, sin que las
aflicciones o sentimientos que produzcan las expresiones ideológicas, políticas o religiosas
FI
vertidas públicamente, puedan considerarse como tales cuando no están dirigidas a persona
determinada sino contra el patrimonio común de un grupo que, por más respetable que sea,
escapa a la tutela del derecho de respuesta. 22) Que a la luz de lo expuesto ha de concluirse
que la falta de legitimación del actor para interponer la presente demanda, pues extender el
derecho de réplica al campo de las opiniones, críticas o ideas, importaría una interpretación
extensiva del mismo que lo haría jurídicamente indefinible y colisionaría con los principios
sobre libertad de prensa consagrados en nuestra Constitución Nacional. Por todo lo expuesto,
se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se confirma la
sentencia apelada. Costas en el orden causado en atención a la naturaleza y complejidad del
tema debatido. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y devuélvase. -- Ricardo Levene
(h.). Voto en disidencia del doctor Belluscio. 1) Que el actor promovió demanda contra
Gerardo Sofovich y "Canal 2 de Televisión", en la cual solicitó que se los condenara a leer --en
el programa "La Noche del Sábado" que emitía el mencionado canal y dirigía el otro
codemandado-- la carta documento que acompañó. A tal efecto, señaló que el 11 de junio de
1988 el señor Dalmiro Sáenz, durante el programa dirigido por Sofovich, se había expresado
con una serie de frases agraviantes "en relación a Nuestro Señor Jesucristo y a su Santísima
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Contra este último pronunciamiento, el actor interpuso recurso extraordinario, cuya
denegación dio motivo a la presente queja. 3) Que existe en autos cuestión federal que
habilita la instancia extraordinaria, pues se ha cuestionado la inteligencia del art. 33 de la
Constitución Nacional y del art. 14 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos
(Pacto de San José de Costa Rica) y la decisión impugnada resulta contraria al derecho que el
apelante pretende fundar en esas normas (art. 14, inc. 3°, ley 48). 4) Que en las causas S.
.C
454.XXI "Sánchez Abelenda, Raúl c. Ediciones de la Urraca S. A. y otro" y E. 60.XXII
"Ekmekdjian, Miguel A. c. Neustadt, Bernardo y otros s/ amparo", del 1 de diciembre de 1988,
cuyos fundamentos comparte esta Corte en su actual composición, se ha dejado establecido
DD
que el derecho de réplica, rectificación o respuesta no tiene consagración expresa en la
Constitución ni se encuentra entre los implícitos que reconoce su art. 33. 5) Que, descartado
que el mencionado derecho pueda ser considerado como una de las garantías comprendidas
en el art. 33 de la Constitución, no puede encontrársele operatividad directa en el marco de la
citada convención --que integra el derecho argentino-- pues ella lo remite a "las condiciones
LA
que establezca la ley, (art. 14.1), de manera que mientras tal ley no sea dictada no podrá
adquirir operatividad. En tanto ello no ocurra --cuestión ésta de política legislativa, ajena a los
órganos jurisdiccionales--, rige el principio de reserva consagrado por el art. 19 de la
Constitución, según el cual nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda" (voto del juez
Belluscio en la causa: E. 60 citada, consid. 4°). 6) Que, por otra parte, en el caso lo que se
FI
pretende va mucho más allá que el derecho, reconocido por la Convención internacional. en
efecto, su ya mencionado art. 14.1 reconoce el derecho de rectificación o respuesta a "toda
persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio", y es
evidente que no es tal el caso de autos, pues el actor no ha sido aludido, agraviado ni
directamente afectado por las expresiones impugnadas, requisito de aplicación del derecho
invocado que no sólo resulta del Pacto sino que también ha sido establecido en las
constituciones provinciales argentinas que regulan la institución. La circunstancia de que todo
cristiano haya podido sentirse molesto o agraviado por expresiones hirientes para los valores
que alienta su fe religiosa no significa que pueda abrirse una acción ejercitable indistintamente
por cualquier persona que profese el cristianismo, pues de lo que se trata es de permitir la
respuesta o rectificación al directamente aludido y no de abrir un debate en el cual cada
habitante de la Nación pueda rebatir las ideas expuestas por otro en un medio de difusión.
Una comprensión diferente del derecho de réplica no sólo se apartaría inequívocamente de los
términos en que lo reconoce la Convención internacional sino que lesionaría gravemente --
además de la reserva consagrada por el art. 19-- la libertad de expresión y el derecho de
propiedad consagrados por los arts. 14 y 17 de la Constitución, pues obligaría a todo
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Fallo: Ekmekdjian vs Sofovich (1992)
Temas:
§ Derecho de réplica
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§ Acción de amparo
§ Queja por denegación de recurso extraordinario
§ Tratados y convenios internacionales (Convención Americana sobre Derechos Humanos de
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San José de Costa Rica)
Hechos:
Este fallo adquirió gran importancia debido a que la Corte resolvió de manera contraria a como
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dichas frases dedujo una acción de amparo dirigida al conductor del ciclo –Gerardo Sofovich-
para que en el mismo programa diera lectura a una carta documento que contestaba a los
supuestos agravios vertidos por Dalmiro Sáenz.
Ante la negativa del conductor del programa de leer la carta documento, el accionante inició un
juicio de amparo fundado en el derecho de réplica basándose para ello en el artículo 33 de la CN
y en el 14 del Pacto de San José de Costa Rica.
Art. 33 CN (derechos y garantías implícitos): “Las declaraciones, derechos y garantías que
enumera la Constitución, no serán entendidas como negación de otros derechos y garantías no
enunciados...”
Art. 14 P SJ de CR (derecho de rectificación o respuesta): “Toda persona afectada por
informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión
legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general, tiene derecho a efectuar por el
mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que establezca la ley”.
OM
argumentos.
Como consecuencia el actor dedujo recurso extraordinario ante la Cámara pero no le fue
concedido. Esto motivó que Ekmekdjian presentara una queja por denegación de Recurso
Extraordinario ante la CSJN.
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Corte Suprema de Justicia de la Nación:
1. Hace lugar a la queja declarando procedente el recurso extraordinario:
DD
Debido a que la Cámara de Apelaciones rechazó el recurso deducido por el actor, el primer tema
que debía resolver la Corte era: ¿le compete a la CSJN pronunciarse sobre esta cuestión?
Ante este interrogante la Corte resolvió que debía pronunciarse por tratarse de una cuestión
Federal en cuanto se cuestionan cláusulas de la Constitución (art. 33) y del Pacto de San José de
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La Corte interpretó que al expresar el Pacto de San José (art. 14): “en las condiciones que
establece la ley” se refiere a cuestiones tales como el espacio en que se debe responder o en que
lapso de tiempo puede ejercerse el derecho; y no como se consideró en el caso antes
mencionado, en que el a quo interpretó que esa frase se refería a la necesidad de que se dictara
una ley que estableciera que el derecho de réplica fuera considerado derecho positivo interno.
“Por lo tanto, el derecho de réplica existe e integra nuestro ordenamiento jurídico sin necesidad
de que se dicte ninguna ley”.
Para ello la Corte se basó en el art. 31 de la CN y en lo establecido por la Convención de Viena
sobre el derecho de los tratados –donde se confiere primacía al derecho internacional sobre el
derecho interno-.
Art. 31 CN (supremacía de la Constitución, leyes nacionales y tratados internacionales): “Esta
Constitución, las leyes de la NAción que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los
tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación...”
3. El actor está legitimado para actuar por verse afectado profundamente en sus sentimientos
religiosos
“El Sr. DAlmiro Sáenz interfirió en el ámbito privado del Sr. Ekmkdjian conmoviendo sus
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convicciones más profundas, lo que implica un verdadero agravio a un derecho subjetivo”.
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primera de las audiciones que conduzca el demandado”
DD
Disidencia: Petracchi; Moline O’ Connor; Levene; Belluscio
Hacen lugar a la queja, declaran admisible el recurso extraordinario y confirman la sentencia
apelada.
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Consecuencias:
w queda implementado el derecho de réplica sin necesidad de una ley que lo autorice
w se evitan abusos de la libertad de expresión
w se reconoce prioridad al derecho internacional sobre el derecho interno
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w se establece que “las garantías individuales existen y protegen a los individuos” (protección de
las garantías constitucionales)