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Ensayo Sobre El Clientelismo en Colombia

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MILEIDYS RODRIGUEZ HERNANDEZ

El sistema político del clientelismo en Colombia

Introducción

¿Qué es el clientelismo, cómo funciona y como afecta el desarrollo en


Colombia?; El clientelismo ha estado generalmente relacionado con la actividad
política, sin embargo, se entrelaza con otras formas como las relaciones socio-
laborales, donde lo económico o la posibilidad de lograr mayor jerarquía, poder, o
reconocimiento también está presente. Por ello, desde la óptica antropológica,
Sabina Frederick (en Frederick, Sabina y Masson, Laura, 2007),considera que al
hacer alusión al “clientelismo” no se aprecia que existen otros aspectos
importantes como “la formación de identidades, fundamentales para las personas
que hacen que ellas busquen ingresar al mundo de la política,” para lograr una
identidad socialmente reconocida al estar cerca de los candidatos; al poder
participar públicamente de eventos y situaciones, que fuera de esa trama social no
podrían, siendo una vía de inclusión”.

En el caso colombiano, los últimos estudios sobre clientelismo se hacen en el


marco de los procesos de descentralización política, de la apertura de nuevos
espacios de participación generados por la Constitución de 1991 y de las reformas
políticas posteriores a esta; cuando empiezan a hacerse visibles cambios en las
prácticas políticas, aun en las llamadas prácticas clientelistas, comúnmente
desarrolladas durante las contiendas electorales en las que surgen líderes e
intermediarios que conforman grupos, trabajan en red y usan estrategias para
conseguir el poder político local. Así, en la tradición de la Ciencia Política
Colombiana se producen trabajos que, bajo miradas teóricas y empíricas, abordan
el fenómeno del clientelismo político, lo caracterizan según periodos y describen
cómo se tejen las redes clientelares para conseguir el poder político, lo cual ayuda
a comprender mejor el fenómeno.

Desarrollo del tema

En este sentido el clientelismo puede ser definido como una relación de


intercambio por la cual se entregan bienes o se otorga trabajo a cambio de apoyo
político, y cuya duración variará de las necesidades y posibilidades de quien
ostente mayor poder.

Sobre el concepto de clientelismo existen diferentes interpretaciones: ''se ha


tornado multifacético en su dimensión analítica, dadas las diversas maneras de
pensarlo'' (Combes, 2011, p. 14), tanto que en el conjunto de alternativas
analíticas se lo vincula con juicios de valor, características, bienes intercambiados
y hasta se incluyen las miradas de los actores que intervienen en dicha relación.
Se lo ve como un término polisémico al que se le ha dado estiramiento conceptual
y en otras partes se lo califica como radical y difuso, por eso es necesario evaluar
el concepto bajo una perspectiva comparativa y ser riguroso con los marcos
conceptuales (Gutiérrez, 2002).

A pesar de esto, y a partir de la idea generalizada en la literatura sobre la


intermediación de intereses como dimensión de la representación política y sobre
el clientelismo como mecanismo de intermediación (Dávila, 1999), este fenómeno
se reconoce como una forma en que se entretejen vínculos entre el personal
político y su electorado. En esas concepciones hay asuntos comunes que no se
alejan de las reflexiones de otros autores, para quienes el clientelismo político es:

La consecuencia de una relación personal de intercambio, en el ámbito de la


política, que se establece de forma voluntaria y legítima, dentro de la legalidad,
entre los que pueden ocupar u ocupan cualquier cargo público y los que desean
acceder a unos servicios o recursos públicos, por medio de este vínculo o relación
(Corzo, 2002).

En la misma línea, se resalta que no hay límites para introducirse en la relación,


pues el incremento de los clientes supone un incremento de apoyos y votos
(Corzo, 2002). Para algunos, el clientelismo se recrea como factor recurrente de
expectativa, por el sentimiento del individuo de ser protegido por un ''patrón''. Lo
unánime en dichos estudios es que las definiciones están construidas a partir de la
indicación de las características, de la estructura básica y de los tipos de
intercambio en sus relaciones con el entorno, pero conserva un ''elemento
fundamental'': es una relación asimétrica de intercambio entre alguien que da
beneficios y favores, recibiendo a cambio votos y apoyo político que le permiten
mantenerse en el poder.

En consecuencia, el clientelismo ha hecho referencia a una compleja cadena de


uniones personales entre patrones, políticos o jefes, y sus clientes o seguidores.
Dichas uniones están basadas en una mutua ventaja material en la que el patrón
tiene la ventaja de los recursos que distribuye a sus clientes, según la cooperación
o ayuda que estos le hayan brindado. En la política moderna, los patrones no son
actores independientes porque están ligados a una larga red de contactos,
usualmente obrando como eslabones intermedios que entablan intercambios entre
los ámbitos local y central. El papel que desempeñan los intermediarios depende
del lugar y del contexto que se elija como objeto de estudio.

Lo que se ha dicho sobre clientelismo en Colombia

Dávila (1999) advierte que los mecanismos y las formas en que opera el
clientelismo es lo que ha cambiado:

El clientelismo no es una relación exclusiva de Colombia, es un fenómeno político


que existe en muchos sistemas políticos. Por tanto, hay que tener en cuenta que
incide en diferentes grados, dimensiones y direcciones en los distintos sistemas
políticos de América Latina. El clientelismo en cada sistema político, asume
formas específicas y rasgos particulares. A partir de estos rasgos se puede hacer
una caracterización para el caso colombiano en el que históricamente se
identifican por lo menos tres tipos, que tendrían un rasgo común: detrás de cada
uno de ellos hay una relación básica de intercambio e intermediación

En la literatura colombiana este objeto de investigación ha tenido ajustes, antes y


después de la Constitución de 1991. El aporte de Dávila (1999) es importante para
el caso colombiano, porque sintetiza las tres formas de este fenómeno según
temporalidades: tradicional, moderno y de mercado

Conclusión

Este análisis permite entender el clientelismo político como un mecanismo de


intermediación que se desarrolla a través de redes clientelares. Hablar de
clientelismo y de red de intermediación obliga a referirse a su estructura, a su
conformación, a sus dinámicas y estrategias de trabajo internas y con su entorno,
en cuyas relaciones se visualiza su mecanismo principal, el intercambio de
recursos. Esto facilita entender la forma como se ha ejercido la política en
Colombia y la lógica que hoy predomina en el sistema político colombiano,
respecto a la competencia por el poder en escenarios electorales locales.

Cuando se habla de las características del clientelismo es notorio que casi todas
las lealtades permanecen, porque el clientelismo como sistema no se limita al
momento electoral. La competencia por los puestos burocráticos impulsa a
establecer relaciones en el escenario electoral entre partidos, en términos de
alianzas y coaliciones.

Como se puede observar hoy en día las prácticas políticas han cambiado, se
vinculan más con cierta lógica clientelar que se desarrolla a través de redes de
intermediación que permanecen, se expanden y, en general, son funcionales para
conseguir el poder político. El clientelismo continuará siendo un fenómeno
cambiante de acuerdo con las condiciones de la sociedad, del sistema político, y
se irá configurando como elemento que está ahí, siempre presente. Las
transformaciones del clientelismo político son, en parte, consecuencia de la
utilización de las relaciones de clientela en el marco de la política, un mecanismo
de intermediación para conseguir el poder y permanecer en él.

Referencias

1. Audelo Cruz, Jorge. (2004)¿Qué es clientelismo? Algunas claves para


comprender la política en los países en vías de consolidación
democrática. Estudios Sociales, 12 (24), pp. 124–142.

2. Caciagli, Mario. (1996). Clientelismo, corrupción y criminalidad organizada:


evidencias empíricas y propuestas. Madrid: Centro de Estudios
Constitucionales.
3. Colombia. Senado de la República. Ley 130. (23 de marzo de 1994). Por la
cual se dicta el Estatuto Básico de los partidos y movimientos políticos, se
dictan normas sobre su financiación y la de las campañas electorales y se
dictan otras disposiciones. Diario Oficial. Bogotá, D. C. N.° 41280.
Recuperado
de http://www.senado.gov.co/images/stories/pdfs/LEY1301994CONGRESO
DELAREPUBLICA.pdf

4. Combes, Helen. (2011). ¿Dónde estamos con el estudio del


clientelismo? Desacatos, 36, pp. 13–32.

5. Corzo, Susana. (2002). El Clientelismo Político como Intercambio.


Barcelona: Institut de Ciéncies Politiques i Socials.

6. Dávila, Andrés. (1999). Clientelismo, intermediación y representación


política en Colombia: ¿Qué ha pasado en los noventa? Estudios
Políticos, 15, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, pp.
61–78.

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