Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
0% encontró este documento útil (0 votos)
123 vistas37 páginas

Venezuela Políticas Públicas y Relaciones de Trabajo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 37

Venezuela: políticas públicas y relaciones de trabajo

Héctor Lucena*

* PH.D Universidad de Glasgow. Estudios Doctorales en Ciencias Sociales, Maestría en


Administración y Relaciones Laborales. Profesor del Doctorado en Estudios del Trabajo
y en Maestría de Derecho del Trabajo, Universidad de Carabobo. Correo-
e: hector.lucena@gmail.com www.hectorlucena.blogspot.com

Resumen

Este trabajo tiene como objetivo abordar las políticas públicas laborales en Venezuela
relacionadas directamente con las diferentes organizaciones de los trabajadores; en
primer lugar identificarlas y describirlas, conocer las motivaciones que llevaron al
Gobierno a plantearlas y ponerlas en ejecución, y lo más importante, cuáles han sido
sus consecuencias en los actores laborales, las empresas y los trabajadores,
privilegiando a estos últimos, particularmente sus organizaciones colectivas y,
concretamente, las sindicales. El autor ha hecho un seguimiento durante el lapso del
1999 en adelante, que corresponde a lo que el propio gobierno auto definió como la
revolución bolivariana, durante la cual ha mantenido el control pleno, no sólo del
ejecutivo, sino de todas las instituciones estatales. Los materiales revisados para hacer
los análisis son de procedencia gubernamental y de las organizaciones de los
trabajadores, especialmente de su propio accionar.

Palabras clave: Revolución bolivariana / Relaciones laborales / Sindicatos / Políticas


Pública

Abstract

This paper has the objective of addressing the public labor policies in Venezuela,
directly related with the different workers organizations: In the first place, identify and
describe them, explaining the reasons that led the government to conceive and create
them and more importantly, what the consequences have been to the labor
stakeholders, the enterprises and the work force, privileging the latter, specially their
collective organizations and labor unions in particular. The author has monitored from
1999 onwards, a lapse which corresponds to what the government itself has defined as
the Bolivarian revolution, period during which it has maintained full control not only of
the executive branch, but of all the government institutions. The materials revised for
the elaboration of the analysis are from government sources and from the workers
organizations, especially from their own.

Key words: Bolivarian Revolution / Labor Relations / Unions and Labor Policies

Recibido: MARZO 2015 Aceptado: JUNIO 2015

Introducción

Se espera que las políticas laborales promovidas por el Estado para el funcionamiento
de las relaciones de trabajo en una sociedad determinada tengan como propósito
contribuir a que las actividades productivas se desenvuelvan normalmente, para que
éstas brinden a la sociedad los productos y servicios necesarios para su
funcionamiento y el bienestar general. Asimismo, promover condiciones de
funcionamiento equitativo y justo en las relaciones entre empresas y trabajadores,
cuya retribución tanto al capital como al trabajo permita satisfacer a ambos,
favoreciendo por un lado, el mejoramiento de sus capacidades, el rendimiento del
capital, la reinversión en la capacidad y mejoramiento productivo, y por otro lado, el
bienestar integral del trabajador y su familia, a partir de una remuneración y
beneficios suficientes. En este artículo se pretende evaluar esos asuntos de acuerdo a
los rasgos de las políticas laborales y de sus impactos en las organizaciones de los
trabajadores, en el lapso que cubre la revolución bolivariana.

A partir de los años sesenta del pasado siglo en nuestro país se hicieron presentes y se
logró la difusión de tres elementos de políticas públicas en el orden laboral,
fundamentales para los propósitos enunciados en el párrafo anterior. Primero, el
fomento y garantías para el accionar de las organizaciones representativas de los
actores productivos, especialmente de los trabajadores: la llamada libertad sindical. En
segundo lugar, el fomento de la negociación colectiva como mecanismo para participar
en las definiciones de reglas internas en los centros productivos y como institución que
contribuye a la redistribución. Y tercero, intervenir en la solución de los conflictos entre
trabajadores y empleadores, sea por la vía de las instituciones administrativas o
judiciales.

Estas instituciones habían sido objeto de un debate universal en los años inmediatos a
la conclusión de la II guerra mundial, con la aprobación de los convenios 87 (Convenio
sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, aprobado en 1948,
que entró en vigor en 1950) y 98 (Convenio relativo a la aplicación de los principios del
derecho de sindicación y de negociación colectiva, aprobado en 1949, que entró en
vigor en 1951) por la Organización Internacional del Trabajo (2015), ratificados por
Venezuela en 1982 y 1968, respectivamente.

Aunque el primero fue ratificado en 1982, para entonces, el fomento sindical en


Venezuela había sido ya masivo desde 1959 en adelante, solo la no existencia de una
legislación que facilitara la sindicación de los funcionarios públicos había retardado la
ratificación.1 A estos convenios se agregan recomendaciones sobre la consulta
tripartita (ramas de actividad económica y ámbito nacional) en 1960, que afirman el
derecho de los empleadores y de los trabajadores a establecer organizaciones libres e
independientes y piden que se adopten medidas para promover consultas efectivas en
el ámbito nacional entre las autoridades públicas y dichas organizaciones. Esta
recomendación luego pasó a ser convenio en 1976 (el número 144) y ratificado por
Venezuela en 1983.

Este enfoque de análisis de políticas públicas privilegia el ámbito colectivo ya que, en


paralelo, existen, además de las instituciones mencionadas, las vías individuales, como
es la contratación del trabajador, así como la existencia de mecanismos de resolución
de conflictos individuales. Pero, se considera que no son estas las vías más efectivas
para reducir las brechas de la desigualdad existente entre trabajadores y empleadores,
y realmente no se consideran políticas de relaciones de trabajo, sino políticas de
defensa del trabajador por su carácter individual.

Las políticas objeto de análisis en el presente documento se insertan en un ámbito más


general desde el punto de vista de la formulación y puesta en acción de políticas desde
el Estado, como son las políticas de desarrollo económico y social, donde existen
espacios que van más allá del quehacer productivo, tales como el propio consumo, los
servicios públicos y sociales, las políticas para mejorar las capacidades productivas que
van desde: los incentivos; la educación y la salud; el mejoramiento y mantenimiento
de la infraestructura necesaria para la actividad productiva; el desarrollo de las
capacidades de la ciencia y la tecnología al servicio de la producción y de las personas;
o, desde el funcionamiento eficiente y fluido de la institucionalidad estatal en temas
indelegables del papel del Estado, como los asuntos de gobierno, seguridad, justicia,
ambiente, atender a los sectores más frágiles y orientar acciones a una mejor
redistribución, como los más resaltantes.

Esto determina que los espacios en donde empresas y trabajadores conviven para
producir no funcionan de manera aislada, sino que están rodeados de otras políticas
públicas que han de tenerse en cuenta, algunas con una relación más clara y definida
que otras, pero todas presentes. De modo que, analizar lo laboral en particular, tiene
sentido porque privilegia el conocimiento y análisis de las relaciones y los actos que
llevan a cabo empresas y trabajadores organizados en los espacios productivos y
permite responder cuáles son sus logros y limitaciones, en primer lugar, explicables
por lo que ocurre en su propio espacio y, aquellos explicables por fenómenos y factores
externos al espacio productivo.

Contexto

Previo al período que se inicia en 1999, el país venía de cuarenta años de gobiernos
electos democráticamente y con alternabilidad entre corrientes social demócratas y
social cristianas, que gobernaron cinco y dos quinquenios presidenciales
respectivamente, y que estas mismas fuerzas controlaban a los otros poderes públicos.
Al final de estas cuatro décadas de civilidad,2 la falta de renovación política se tradujo
en desgaste del modelo bi partidista; una constelación de nuevos partidos
desprendidos de los social cristianos en alianza con algunas fuerzas de la izquierda,
conquista una victoria electoral presidencial, aunque sin llegar a controlar el
parlamento. Esta misma situación precipitó un desgaste institucional que venía desde
el levantamiento popular contra la escasez y aumento de precios de 1989, hasta el
surgimiento de los alzamientos militares a principios de la década del noventa y la
destitución de un presidente constitucional, por un juicio llevado hasta la máxima
instancia judicial.

Sin embargo, esta evolución apunta a destacar que en esos siete lapsos
gubernamentales de alianzas entre fuerzas que aglutinaban ampliamente las mayorías
electorales, además de reconocer la permanente alta participación electoral, permitió
una construcción de políticas públicas en diversas áreas de la vida nacional, y muy
especialmente en la laboral, que son justamente las que serán cuestionadas y
eventualmente modificadas por el nuevo régimen.

En la mayor parte de estos ocho lapsos de gobiernos (1958-1998) en Venezuela se


mantuvo una política económica con predominio del capitalismo de Estado y de
orientación neodesarrollista, hasta el segundo gobierno de Carlos A. Pérez (1989-
1993), que empezó con un programa neoliberal, resistido por el levantamiento popular
de febrero de 1989 y por acciones de protesta posteriores. De ahí es que se señala que
como política de ajuste fue un fracaso, dada la «imposibilidad de instrumentar a partir
de ella programas de reestructuración económica relativamente exitosos …» (López y
Lander 2001:233). Este mismo gobierno no pudo completar su quinquenio por la
acción concertada de factores políticos que lo llevaron a su destitución (Rivero, 2010).
En este largo período (1958-1998) las políticas laborales fomentaron la organización
de sindicatos y la firma de convenios colectivos; así mismo, se difundieron mecanismos
estatales para la solución de los conflictos entre trabajadores y empleadores. El
mejoramiento de condiciones de trabajo y del nivel de bienestar es más visible en la
primeras dos décadas de este lapso, pero en las décadas del ochenta y noventa se
produjo una situación de estancamiento en ambos aspectos. De aquí que el ascenso al
poder de nuevas fuerzas políticas, que se autodefinieron como la revolución bolivariana
a partir de 1999 estuvo acompañado de un discurso cuestionador a quienes
gobernaron durante esos cuarenta años previos, otorgando una especial
preponderancia al combate de las políticas neoliberales de estos regímenes, a pesar de
tratarse de gobiernos no exitosos en la implantación de tales políticas ya que, más
bien crearon y privilegiaron un capitalismo estatista promotor de políticas
neodesarrollistas, administrador de una alta renta petrolera a la cual accedían de
manera ventajosa los sectores empresariales.

Sin embargo, no es mucho lo que en concreto se destaca, ya que más bien los cambios
de políticas laborales en la revolución bolivariana, en algunos pocos casos, han
confirmado algunas de las regulaciones encontradas, pero en cambio, aquellas
realmente diferentes, más bien contra el desarrollo de las organizaciones de los
trabajadores, como más adelante se explica y demuestra. Es importante tener
presente a lo largo del presente documento que, si bien se observan regulaciones y
políticas favorables a los trabajadores en el plano individual, ocurre lo contrario en lo
colectivo, que es donde juegan un papel central las organizaciones de los trabajadores.
El discurso de la revolución bolivariana es radical contra las instituciones sindicales
dominantes al momento de irrumpir en la vida electoral para participar en las
elecciones de 1998, lo que se materializa con varias regulaciones al construirse la
nueva constitución nacional, en condiciones de amplia ventaja de su control de la
Asamblea Constituyente (Iranzo, 2011).

Nuevas institucionalidades y la participación popular

Desde la primera campaña electoral que lo llevó al poder, Hugo Chávez se propuso
emprender un gobierno que plantearía nuevas institucionalidades y por ello su principal
oferta fue promover la elección de una Asamblea Constituyente y redactar una nueva
carta constitucional que tendría como objetivo una mayor democracia, que fue
recogida en su carácter de democracia participativa y protagónica. En ese orden se
promueven políticas, leyes e innovaciones participativas que activan la inclusión social
y el empoderamiento popular. Se aprecia una convergencia de ciudadanos,
comunidades y funcionarios públicos en la búsqueda de soluciones a viejos problemas
de los sectores populares, especialmente de los más pobres. Emergen entonces
experiencias de cogestión en empresas estatales, procesos participativos en las
llamadas mesas técnicas –de agua, energía, de gas, entre otras–, los comités de
tierras, de salud y otras experiencias comunitarias y autogestionarias, las misiones,
etc. (López 2011; Harnecker 2005; Parker 2007; Salamanca 2011).

En estos primeros años de la democracia participativa y protagónica se fomentaron


elecciones en todos los ámbitos, las fuerzas gobernantes afirmaban la necesidad de
relegitimar todos los poderes, empezando por la misma Presidencia de la República,
pasando por gobernadores y alcaldes. Ello se extendió a entidades como las sindicales,
no siendo organismos estatales que tenían sus propios estatutos para los procesos
electorales, las cuales tuvieron que someterse a nuevas reglas provenientes del texto
constitucional, que invadían la autonomía sindical; más que participación popular se
trataba de intervenir en esta desde el Estado.

En política laboral se fomentaron desde el Ministerio del Trabajo las elecciones


sindicales, con la novedad que el control de éstas fueron trasladadas a un ente ajeno
al movimiento sindical, como es el Consejo Nacional Electoral. De aquí que si bien el
fomento de elecciones es un hecho positivo, no lo es su subordinación a un ente ajeno.
Importante destacar que las elecciones que se promueven son las de las bases, y no
tanto las de nivel sectorial y las centrales de tercer grado. Es por lo que entre el 2011
y el 2014 se han llevado a cabo 1766 elecciones de base, según registros y gacetas
oficiales del Consejo Nacional Electoral.3

Estado regulador y empleador

Las políticas públicas que como Estado regulador han de construirse en el marco de la
nueva constitución continúan con la misma tendencia interventora propia a la
caracterización de capitalismo de Estado cuestionada en el modelo anterior,
especialmente con el control de las actividades más generadoras de riqueza como es la
industria petrolera, las empresas básicas y los servicios públicos. Todo esto se
exacerba y profundiza, incluso con un discurso que destaca el combate a políticas
neoliberales, pero que no eran, como ya se dijo, notables en la dinámica económica del
país, ni por tanto se materializaron de manera pronunciada en el ámbito del trabajo
mediante la flexibilidad laboral.4

El Estado que encuentra el gobierno chavista tenía control de las principales


actividades generadoras de riqueza en el país y funcionaba en su conjunto con una
población laboral en el orden del 9 por ciento del empleo total, pero quince años más
tarde este porcentaje se ha duplicado a más de un 18 por ciento, resultado de las
estatizaciones y de la creación de nuevas instituciones y programas públicos, con
pretensiones de hacer funcionar la economía de mercado con base en un esquema de
planificación centralizada.

De las estatizaciones se observan diferentes motivaciones. Por un lado, el Estado


asumió empresas que, luego de la paralización y debacle económica por la alta
conflictividad del 2002 (que incluyó un paro5 de buena parte del aparato productivo por
cerca de dos meses), no se reactivaron y fueron tomadas inicialmente por los
trabajadores. Por otro lado, el interés de hacerse de aquellas empresas que
consideraba estratégicas, como comunicaciones, alimentación, servicios de
electricidad, servicios asociados a los puertos y aeropuertos. En algunas de este
segundo caso supuso la re estatización de empresas que habían sido privatizadas en
los dos gobiernos anteriores al régimen de Chávez, como Cantv, Sidor y algunos
bancos. En ambos procesos estatizadores la nómina al servicio del Estado se
incrementó, ya que trabajadores del servicio privado pasaron al servicio estatal.
Además en casi todos los casos se incrementó la plantilla sin que necesariamente se
incrementara la producción; por el contrario en general ocurrió lo inverso (Lucena,
2012; Obuchi et al., 2011; Iranzo, 2011).

Al hacerse el Estado de una nómina de trabajadores cubiertos por la misma legislación


laboral que cubre al sector privado, ya que no se trataba de funcionarios públicos, se
empezaron a manifestar distintos tratamientos a los mismos problemas laborales,
fueran estos en empresas privadas o en empresas del Estado.
Funcionamiento económico

La revolución bolivariana desde el primer momento dio prioridad a los temas políticos,
y en ellos los electorales. Al principio se consideraba que al estar el gobierno centrado
en el proceso constituyente y luego en la implementación de las nuevas instituciones,
el tema económico sería soslayado. Por tanto, en el primer año del nuevo gobierno
1999el resultado económico fue de -6 por ciento del PIB. Recordemos que tres
elecciones se dieron en ese año, referéndum para convocar a la Asamblea
Constituyente, elección de los constituyentistas y referéndum para someter el texto
constitucional.

El sector económico privado se mantuvo en una postura de expectativa, a la espera de


los resultados del proceso constituyente y luego de la implementación de las nuevas
institucionalidades en los años inmediatos (2002-1), cuyos resultados fueron de 3.7 y
3.4 por ciento del PIB. Pero la debacle económica ocurre en los años 2002 y 2003,
como se observa en la gráfica.

Con la implementación de las nuevas institucionalidades y sus efectos directos en el


aparato productivo, se estimuló la confrontación abierta entre empresarios y gobierno,
a la que se sumaron los sectores sindicales opositores que para entonces eran
mayoritarios en el mundo sindical y que ya se habían confrontado en el ámbito del
sector estatal por discusiones de convenios colectivos (huelga petrolera en 2000), y el
gobierno promovió la obligatoriedad de elecciones sindicales a todos los niveles. Entre
diciembre del 2001 y 2002 se convocan cuatro paros nacionales, con distintas
extensiones: desde un día, el primero de ellos, el 6 de diciembre del 2001, hasta de
cerca de dos meses, el más largo, diciembre 2002 y todo enero de 2003 (Iranzo y
Ritcher, 2005).

Luego, en el 2004-5, vino el efecto rebote por el esfuerzo de normalización de las


actividades económicas que estuvieron casi paralizadas a lo largo del 2002-3. El gasto
público fue generoso a lo largo del 2004 en adelante. El gobierno ante los procesos
electorales que se realizaban casi todos los años, promovía, como parte de su
campaña de vinculación con la población, programas sociales y actividades económicas
desde el propio Estado, el cual gradualmente estatizaba actividades productivas y que,
en casi todos los casos, experimentaban reducción en sus volúmenes de producción y
ventas. La fuente de apoyo y sustentación de todo el gasto público era la actividad
petrolera y los compromisos financieros que adquiría el Estado venezolano tanto en el
propio país como en el exterior. Por ello la caída de la economía mundial en el 2008-9,
se tradujo directamente en decrecimiento por dos años consecutivos, 2009-10.

La recuperación económica se observa en los años 2011-12, gracias especialmente al


impulso de los programas de construcción de la «Gran Misión Vivienda de Venezuela»
(GMVV)6. Sobre el sector construcción hay que mencionar que representa el 10 por
ciento del PIB no petrolero del país y emplea a un 8 por ciento de los trabajadores; es
un motor de la economía y en estos años aporta un incremento de 4.8 y 16.6 (Abadí
2015). El comercio se incrementó 9,2 por ciento, y la producción de servicios del
gobierno central (inversión en salud, educación y pensiones) ascendió a 5,2 por ciento.
También avanzó el PIB del sector de las comunicaciones, que en 2012 se mantuvo
creciendo a una tasa de 7,2 por ciento (BCV, 2012). Sin embargo, el crecimiento
indicado no se sustenta en el desarrollo de la actividad productiva de bienes; es decir,
que la producción en los sectores primario y secundario no son los que ofrecen la
plataforma de este crecimiento, muy por el contrario, hay un estancamiento en casi
todas estas ramas productivas (Lucena y Carmona, 2011).

El dinamismo aportado por el sector de la construcción no pudo sostenerse en los dos


años que siguen a 2013 (-2.3 por ciento) y 2014 (-10.9 por ciento), por trabas
asociadas a la actividad sectorial, resaltando la escasez de insumos; se ha consumido
un importante porcentaje de divisas, importando elementos necesarios para la
construcción, que otrora se producían internamente y hoy son importados, como
cemento, cabillas y acero.7 Ello ocurre incluso con la ingeniería y gestión de la
construcción que provienen de las más diversas fuentes, como China, Rusia,
Bielorrusia e Irán entre otros, desplazando a factores productivos nacionales que
habían sido el puntal de la actividad de la construcción de viviendas en el país. En el
empleo, el primer semestre de 2014, el desempleo del sector alcanza el 17.2 por
ciento, más del doble del desempleo general de la economía, 7.8 por ciento.

El otro sector que contribuye a este crecimiento del PIB es el comercio, que se
incrementó un 9.2 por ciento. Ciertamente, los consumidores han dispuesto de
recursos que al gastarlos en las tiendas, abastos y centros comerciales es en buena
medida para adquirir bienes importados o nacionales con materiales importados. Hasta
cuando se compran papas o un kilo de harina de maíz, hay que tener presente que las
semillas, en el primer caso y buena parte del maíz en el segundo, provienen del
exterior, además, claro está, de los materiales de trabajo empleados tanto en la
agricultura como en la industria.

El crecimiento en el sector de las comunicaciones ha sido una constante en las últimas


décadas, lo que es un fenómeno universal. Esto se explica por el vertiginoso avance
tecnológico que varios países del primer mundo mantienen y que han dado lugar al
establecimiento de un nuevo paradigma tanto productivo como de consumo, en el cual
Venezuela cumple sólo el papel de comprador y usuario.

Otro sector puntal en el crecimiento de 2011-12, son las erogaciones del gobierno
central en salud, educación y pensiones. La inversión en estos conceptos –salud y
educación- responde a actividades que tienen como principal componente los pagos al
personal, lo que es la principal erogación; faltaría considerar los impactos en la calidad
de este esfuerzo. El otro componente de esta inversión son las instalaciones –
hospitales, ambulatorios, centros de salud, laboratorios, escuelas, liceos,
universidades, como se observa, su estado general es crítico, se valora más construir
que mantener y asegurar el funcionamiento óptimo.8 En cuanto a pensiones, no es una
actividad productiva, ya que sólo conlleva entregar una cantidad de dinero –un salario
mínimo– para que sobrevivan personas de la población pasiva, que destinan casi todo
este ingreso en alimentación y salud.

Los dos últimos años 2013-14 corresponden a un desempeño económico de


estancamiento y recesión. Técnicamente, con al menos tres trimestres sin crecimiento,
un país está en recesión, que es justamente la situación de Venezuela en la segunda
mitad del 2013, todo el 2014 y lo que va del 2015. En cuanto a la inflación a lo largo
de todos los años que van del siglo ha sido la más alta del continente, al tiempo que
no ha habido manera de detener la pérdida de la capacidad adquisitiva de los salarios,
desmejorando los niveles de vida de la población trabajadora.

Conflictos en el sector petrolero y consecuencias


El manejo económico ha sido la mayor debilidad del régimen, lo que contrasta con la
habilidad política mostrada en las relaciones con la oposición y con los aliados. Ha
podido tapar desaciertos por la bonanza económica que disfrutó, producto de los altos
precios petroleros a lo largo de casi todos los diez y seis años de administración.
Téngase en cuenta que en el último año del gobierno precedente, el precio del petróleo
alcanzaba los ocho dólares el barril. En el primer año del nuevo gobierno se duplicó y
en los años sucesivos fue incrementándose hasta alcanzar niveles de cien o más
dólares el precio del barril, años 2008, 20011, 2012 y 2013. La producción petrolera
experimentó una baja sustancial por conflictos políticos y laborales en el 2002 y 2003,
pero en los años siguientes recuperó la producción, sin alcanzar su nivel más alto pre
conflicto de 3.5 millones de barriles diarios año 1998, pero continuó funcionando con
dificultades ya que, fue despedida más de la mitad de sus trabajadores, especialmente
los de mayor experiencia y calificación.9

Para aproximarse al análisis de este incidente político y laboral de nuestra historia


reciente, un primer elemento a considerar fue la alta conflictividad abierta suscitada en
el último año previo a la convocatoria del paro indefinido de actividades. Este, iniciado
el 2 de diciembre del 2002, venía precedido de la realización de tres paros nacionales,
el primero de una jornada laboral 12 horas el 10 de diciembre del 2001, convocado por
Fedecámaras, al cual la CTV se adhirió. Se protestaba la acción inconsulta al aprobar
un paquete de 49 leyes con contenido económico la mayoría de ellas, en el marco de la
primera Ley Habilitante otorgada al Presidente H Chávez. Los empresarios estaban
acostumbrados a ser consultados en estos temas.

El segundo paro nacional ocurre por el nombramiento de directivos de Pdvsa sin tener
presente la meritocracia que los empleados de la institución reclamaban como una
condición laboral por usos y costumbres en la empresa. El paro fue durante tres días a
partir del 9 de abril del 2002; finalmente el conflicto se convirtió en una protesta
nacional y más aún, en una situación contradictoria, en la que el militar del más alto
rango en las Fuerzas Armadas, el General Lucas Rincón, acompañado de los jefes de
las cuatro fuerzas, anunció al país la renuncia del Presidente de la República. En ese
momento el paro de origen laboral pasó a ser un incidente secundario al lado de una
supuesta renuncia presidencial. Hay quienes sugieren que lo laboral fue premeditado
para hacer emerger una situación de violencia de calle. Interrogantes y respuestas
siguen latentes. Por su parte el Presidente Chávez admitió que los despidos de los
dirigentes gremiales de los empleados petroleros fue una provocación premeditada de
su parte «las crisis, a veces, hay que provocarlas» «...Yo me declaro responsable de la
crisis de Pdvsa» «...cuando en un Aló Presidente saqué un pito y empecé a botarlos, yo
provoqué la crisis».10

El tercer paro de actividades de ese año tuvo una duración de un día, el 21 de octubre
del 2002, fue igualmente convocado por Fedecámaras, CTV y los partidos de oposición
organizados en la Coordinadora Democrática. Tres paros nacionales y la crisis política
de abril, estimularon a las mismas organizaciones convocantes de los anteriores, a
plantearse un cuarto paro que empezó por la parálisis de la actividad petrolera y se
extendió a otras actividades económicas y de servicios en general. Recién se había
iniciado un proceso de negociación (8 de noviembre del 2002) facilitado por la OEA, el
PNUD y el Centro Carter, pero pasadas las primeras semanas con un mínimo de
avance, estimuló a acciones más radicales, estimándose que un paro nacional
aceleraría estas negociaciones. Originalmente el paro fue por 24 horas, luego se
agregaron otras 24 horas, luego 48 horas hasta que se declaró con carácter indefinido,
redimensionando la confrontación con el gobierno (Lucena, 2003a).
Igual hay que destacar en el análisis del conflicto la negativa del gobierno a establecer
puente alguno con los convocantes del paro, tal como había ocurrido con los paros
anteriores. No había institución de peso que promoviera con efectividad un dialogo
entre gobierno y el liderazgo del conflicto. El Presidente Chávez tenía una postura
definida con este conflicto:«Cuando amenazaron con parar la industria yo los dejé, no
quise que nadie interviniera»11; dejar que se tornara indefinido, una prueba de
resistencia entre las dos partes.

Téngase en cuenta que en la calle se movilizaban grandes contingentes de personas


opositoras que realmente aspiraban una salida más allá de lo laboral, por tanto, esta
dimensión finalmente quedó minimizada como objetivo central del paro.

A las semanas de haberse iniciado, el gobierno decidió tomar medidas e ir levantando


expedientes para el despido de personal, llegando hasta el punto de desprenderse de
más de la mitad de la fuerza y el talento laboral, con los veinte mil despidos de una
nómina que para entonces alcanzaba a treinta y ocho mil trabajadores. Importante
destacar que las primeras semanas del paro coincidieron con el período de vacaciones
en todo el sistema educativo y en buena parte de la actividad manufacturera por sus
vacaciones colectivas de fin de año.

Estos paros del 2002 aún tienen preguntas sin respuestas, especialmente el de abril y
el de diciembre por las dimensiones políticas y conspirativas presentes en sus
sustratos. Es una tarea de extrema complejidad que aún no se ha emprendido. Del
paro de abril, Nelson (2012: 319) apunta: «las evidencias señalan que se trató de una
situación confusa y compleja…Este no fue un golpe en el sentido clásico del término...
hubo una marcha contra el gobierno cuya intención era la de precipitar algún tipo de
cambio, pero no necesariamente un golpe».

Sobre la huelga de diciembre 2002 a enero 2003, todavía son insuficientes los
testimonios de quienes lo promovieron (Ramírez, 2010) y de quienes lo enfrentaron
(Pdvsa, 2004), sea ocupando los puestos y funciones de los despedidos de sus centros
de trabajo, o en acciones de confrontación directa y abierta. Están aún por publicarse
las respuestas y explicaciones de estos hechos.

El funcionamiento operativo de Pdvsa en los años posteriores ha resentido la pérdida


del talento despedido, además de los vetos con aquella amplia mayoría de los
proveedores y contratistas que también asumieron el paro de aquel año. Como
reacción, el gobierno promovió precipitadamente organizaciones cooperativas cuya
mayor parte no alcanzó los niveles de competencia y habilidades requeridas en esta
actividad productiva. En general, la política de estimular la organización de
cooperativas desde el mismo gobierno se extendió más allá de la actividad petrolera;
se sugería en un primer momento que el cooperativismo se entendía como la
alternativa de desarrollo productivo a la empresa capitalista tradicional, pero al poco
tiempo el mismo gobierno rectificó y dejó de brindarles el apoyo inicial (Lucena, 2007).

También la empresa multiplicó su nómina hasta llevarla a más de ciento diez mil
personas, sin que con ello lograse superar los indicadores de producción y
productividad previos. También es importante reconocer que en estos años la empresa
amplió el abanico de actividades productivas y no productivas distintas a las
petroleras, todo en consonancia con el proyecto político del gobierno. El país depende
más del petróleo hoy que hace doce años, no porque se haya fortalecido la empresa
estatal, sino más bien porque se han debilitado otros sectores productivos públicos y
privados.

El análisis del crecimiento no estaría completo si no se destaca el hecho de la alta


conflictividad en empresas que han sido estatizadas, sea por incumplimiento de los
compromisos contractuales o por autoritarismo en la toma de decisiones (Iranzo y
Richter, 1999).

Revolución Bolivariana y Sindicalismo

El gobierno bolivariano se plantea en un principio despojar al movimiento sindical de


las prebendas que fueron acumuladas en el régimen anterior. Críticas hacia las cúpulas
sindicales eran corrientes tanto desde las bases sindicales como desde otros sectores
de la sociedad venezolana. Algunos autores caracterizaron al movimiento sindical
mayoritario organizado en la CTV de neocorporativo, visto los vínculos y compromisos
con el Estado (Ellner 1993; Salamanca 1998; Iturraspe 2001; Arenas et al., 2014).
Realmente estos vínculos se generalizaron en la región al adquirir el movimiento
sindical funciones políticas y económicas-productivas que subordinan las relaciones
laborales a nivel de empresas, a las políticas estatales (Lucena 2009:54).

Las nuevas fuerzas en el poder adoptaron medidas para desmontar esta relación, que
incluían: eliminar subsidios otorgados por el Ministerio del Trabajo y otros entes
estatales; pedir la desincorporación de todos los directores laborales propuestos por la
CTV en los directorios de las empresas estatales, organismos de desarrollo económico
e institutos autónomos (esta medida fue más extrema porque incluso se extendió a
directores laborales electos por las bases); la suspensión de las directivas sindicales en
toda la estructura; la convocatoria y realización de un referéndum sindical; el
sometimiento de las elecciones sindicales al Consejo Nacional Electoral, ente ajeno al
movimiento sindical (Lucena 2008). Estas medidas mostraban desconfianza en el
movimiento sindical que calificaban de reaccionario y al servicio de la derecha, por lo
que igualmente desde un principio se promovió y alentó a otras corrientes sindicales
(Iranzo, 2011).

La revolución bolivariana nace con poca fuerza sindical. Sin embargo acumula un
historial de triunfos electorales nacionales. Hay que tener presente que la población
trabajadora no sindicalizada es mayoritaria, especialmente por el predominio de las
pequeñas empresas, la informalidad y el desempleo. El sindicalismo ha venido
disminuyendo desde sus momentos de más alta afiliación, a mediados de la década de
1970, cuando alcanzó 30 por ciento, hasta llegar a sólo 14 por ciento con ocasión de la
conformación del registro y de las elecciones sindicales de 2001, bajo control del
Consejo Nacional Electoral (Lucena 2008a:188). Año tras año aumenta el número de
sindicatos, como lo muestra el cuadro más adelante, elaborado con la información de
las Memorias del despacho laboral, pero no aumenta la población sindicalizada sino
que más bien lo que ha venido ocurriendo es un continuado proceso de fragmentación;
el denominado paralelismo sindical, que se refiere a la legalización de sindicatos en
donde ya los hay, generando tensiones y fricciones entre los propios trabajadores. En
fecha reciente, la encuesta Encovi dio a conocer la existencia de un 20 por ciento de
tasa de sindicalización, pero, con respecto a la población ocupada, es obviamente
menor que la población económicamente activa (Encovi, 2014).12  
La intervención estatal tradicional y que se preserva y acentúa en el período
bolivariano, se apoya en la estructura sindical por empresa prevaleciente en el
sindicalismo venezolano. Se trata de una estructura atomizada, por tanto más frágil a
la influencia estatal y patronal, por tratarse de predominio de sindicatos pequeños y
con poca visión de lo sectorial y nacional; es decir, dominados por el micro espacio
empresarial (Lucena 2003b). Desde hace largos años se ha cuestionado que sea esta
estructura la que predomine en el sindicalismo venezolano (Iturraspe 1991). Esto
contrasta con el sindicalismo de los países de mayor desarrollo sindical en la región,
que basan su organización en los sindicatos nacionales sectoriales como los casos de
Brasil, Argentina y Uruguay (Ermida, 1995).
El gobierno tuvo en un primer momento dos alternativas en cuanto a su vinculación
con el movimiento sindical: fortalecer al sindicalismo ubicado fuera de la CTV o
integrarse a esta central tomando en cuenta que internamente había segmentos
críticos de las cúpulas de AD y Copei. Se intentaron las dos vías. La primera, dando
relevancia a otras centrales ya existentes y de menor tamaño (CUTV, Codesa, CGT),
por ejemplo, a ser parte de las consultas de la determinación del salario mínimo y de
cualquier otro tema que promoviera el gobierno. La segunda vía, fomentando
elecciones al interior de la CTV, primero en los sindicatos de base y luego imponiendo
un referéndum sindical que obligara a elecciones en todas las instancias, incluyendo el
mismo comité ejecutivo de la central. Sin embargo los resultados sindicales no fueron
similares a los logrados en las elecciones nacionales presidenciales o de gobernadores.
De hecho, las elecciones generales sindicales de 2001 no las ganó la plancha
promovida por el gobierno, sino la principal plancha opositora encabezada por Carlos
Ortega, de Acción Democrática. Al final, el gobierno no reconoció los resultados
electorales.

Por otro lado, se promovió una central alternativa con la fundación de la Unión
Nacional de Trabajadores -UNT-, luego de la crisis que comprometió a la CTV en las
acciones del 2002, con consecuencias que acentuaron dificultades para la convivencia
de fuerzas tan opuestas en las posiciones políticas, que llevó a la creación de esta
nueva central. Nace con amplio apoyo oficial sin celebrar un congreso fundacional y sin
estatutos, en condiciones apresuradas, beneficiándose del apoyo y facilidades del
Ministerio del Trabajo, tras un acuerdo de las principales corrientes y dirigentes que
venían enfrentando al liderazgo de la CTV, ya sea en su seno o desde afuera. Este
nacimiento se caracteriza por ser un acuerdo de dirigentes, sin asambleas ni congresos
constitutivos. Sus dirigentes lo justifican por la crisis política reinante para entonces.

Los golpes dados a la estructura burocrática sindical cetevista, permitieron que fuerzas
sindicales de izquierda, reprimidas en los periodos anteriores, alcanzaran mayores
espacios de acción, así como el haberse producido un traslado de dirigentes que
militaban en los partidos tradicionales socialdemócratas y socialcristianos hacia la
nueva opción de la UNT, dejando a la tradicional central en situación menguada
(Lucena 2008a). Pero al poco tiempo se evidencian contratiempos para satisfacer los
elementos mínimos de una organización sindical, como es la elaboración de sus
estatutos y las reglas de funcionamiento, así como la elección directa de manera
democrática de sus autoridades. Sus dirigentes se fijaron un año para hacer un
congreso y unas elecciones por la base. Sólo es al cabo del tercer año (mayo 2006)
cuando se convoca el II congreso, pero en un ambiente de pugnacidad que no permite
su realización ni la aprobación de los estatutos en discusión. Posterior a este evento, la
crisis interna en la UNT persiste, cinco corrientes se disputan las posiciones de
poder.13 No ha sido posible realizar las elecciones por la base de la dirigencia de la
UNT.

Sobre el tema de la autonomía sindical en el seno de los sindicalistas bolivarianos se


mantenía un debate. Ellner aprecia que: «Una tendencia radical era partidaria de
aprovechar la coyuntura favorable, con el control del Ejecutivo y de la Asamblea
Nacional y el debilitamiento de su adversario, para asestar un golpe contundente a
la mafia sindical» (2003:157). Esta tendencia era la que contaba con menor presencia
en los sindicatos de base (Pedro Eusse dirigente de la CUTV); diferente al caso de las
corrientes que reclamaban la autonomía como principio fundamental del movimiento,
las que a la larga tuvieron que abandonar esta alianza.14
Finalmente, a principios de 2007, el Frente Bolivariano de los Trabajadores (FBT)
órgano sindical del principal partido en el ejercicio de gobierno, el MVR, hace pública su
posición de que la UNT ya cumplió su papel y debe desaparecer.15 Con la pérdida de la
confianza del gobierno adopta posiciones críticas y para el 2014 forma parte del bloque
de centrales y corrientes sindicales opositoras, denominada la Unidad Sindical en
Acción.

Lo anterior conduce a la promoción de una nueva confederación, la Central Bolivariana


Socialista de Trabajadores (CBST), en acto celebrado en noviembre del 2011, que
desde entonces asume posiciones de apoyo y coincidencias con la política oficial. Han
pasado varios años desde su creación y aún no ha celebrado elecciones para legitimar
su liderazgo.

La política laboral oficial se ha inclinado por restringir el diálogo con las organizaciones
sindicales no seguidoras de sus políticas. Las pocas instituciones creadas últimamente
para consultas sólo incorporan a la CBST, e ignoran a todas las demás. Así ha sido con
la comisión creada para elaborar la reforma de la ley orgánica del trabajo, puesta en
vigencia en mayo del 2012, luego como el Decreto con rango y fuerza de ley orgánica
del trabajo, los trabajadores y las trabajadoras (Dlottt), que dio nacimiento al
«Consejo Superior del Trabajo, que tendrá un Reglamento de funcionamiento y se
encargará de manera directa de coordinar todas las acciones para el desarrollo pleno
de la Ley Orgánica del Trabajo, los trabajadores y trabajadoras …» (Disposición
transitoria séptima) en donde igualmente sólo se incluye a representantes de la CBST
por los trabajadores del país.

Se ha mencionado la multiplicación de sindicatos del 2000 al 2011. El paralelismo en lo


sindical ha sido un proceso efectivo para debilitarlo, ya que aportó desde el lado de sus
promotores un exitoso plan de fragmentación que multiplicó las organizaciones
sindicales en todos los ámbitos, sea tanto en el de empresas como sectorial y nacional.
Si bien desde el oficialismo se empieza a observar recientemente, 2012-2013, un
proceso de agregación a nivel de organizaciones de base, lo que tiene relación con
procesos de estatización que colocan a todo un sector productivo extendido en todo el
país bajo el patrón Estado, como ha ocurrido en electricidad, petrolero y en cemento.

La fragmentación sindical resultante del paralelismo ha desarticulado el movimiento


sindical; especialmente ha roto mecanismos de vinculación orgánica y efectiva. Por ello
a pesar de la muy alta conflictividad laboral como se aprecia en los informes del OVCS
varios años, «Los estudios del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social revelan
que en los 5 años recientes se han registrado al menos 27.832 protestas en todo el
país». El Informe agrega que «Históricamente cerca del 40 por ciento de las protestas
en Venezuela ha sido por motivos laborales, uno de los índices más altos de toda
Latinoamérica» (OVCS, 2015:5).  
Pero a pesar de la magnitud de las luchas y de los esfuerzos que demandan esas
acciones, no se traducen en impactos y logros equivalentes. Apenas desde hace poco
menos de un año se observan algunas incipientes manifestaciones de acciones
coordinadas entre tendencias que andaban cada una por su lado, incluso enfrentadas
entre sí. Luego de varios años de desencuentros, todas las corrientes sindicales
opositoras promovieron dos acciones suscritas formalmente: una junto a Provea, 16 de
acción de nulidad ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), consignada en Diciembre
del 2013 y que, por tanto, tienen más de un año sin recibir respuesta sobre el recurso
de nulidad que introdujeron contra 15 artículos de la Ley Orgánica del Trabajo, los
Trabajadores y Trabajadoras (DLOTTT), por considerar que violan la libertad sindical; y
poco después, el encuentro con la misión de OIT que visitó el país en enero de 2014,
del cual derivó un informe que nuevamente solicita al gobierno nacional, establecer
diálogos con las organizaciones de los trabajadores y empresarios. Pero está aún
distante alcanzar el grado de articulación necesario para contrarrestar políticas
laborales perjudiciales para sus representados.

A pesar de que las confrontaciones abiertas del empresariado con el gobierno en las
acciones del 2001-2002 eran de un alto riesgo, ya que apelaron a estrategias extremas
como convocatorias a paros nacionales y poner en práctica lockout, es decir, cierres
empresariales, trayendo consigo que sus organizaciones y dirigentes fueran sometidos
a juicios y otros hostilizados ante la OIT, los empresarios documentaron
oportunamente denuncias que referían a secuestros, asaltos de sedes y negación de
diálogos, entre otros. Denuncias que el gobierno venezolano no ha respondido
satisfactoriamente, lo que mantiene latente esos casos.

Por el lado sindical han ocurrido una mayor diversidad y cantidad de hostigamientos,
sin embargo han repercutido menos en los ámbitos externos, como es la OIT, e incluso
en las propias instancias internacionales sindicales. En las memorias e informes de la
Central Sindical de las Américas (CSA) y de la Central Sindical Internacional (CSI) no
se ven agresiones al movimiento sindical venezolano, lo que en buena medida es
resultante de la fragmentación existente y la dificultad de presentar una voz unitaria y
efectiva. Recientemente pudo verse al fin un caso, como es la manifestación de
preocupación de la CSA por la situación de hostigamiento y agresión al sindicalismo
mayoritario en el Inces.17

En la etapa avanzada del lapso de análisis se destaca una tendencia complicada para el
funcionamiento del movimiento sindical, como es el fomento de otras organizaciones y
alternativas de representación de los trabajadores que compiten con el sindicato, como
ha sido el fomento de los consejos de trabajadores, de las milicias obreras, entre las
más frecuentes. Sobre el primero, en el siguiente subtítulo se aborda en el marco de la
representación de los trabajadores en la gestión.

Con anterioridad se había fomentado la figura de los Delegados de Prevención y de los


Comités de Salud y Seguridad Laboral (CSSL) o Comités de Higiene y Seguridad
Industrial. La reforma de 2005 dio impulso a esta nueva forma de representación de
los trabajadores. El art. 49 del Reglamento de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones, y Medio Ambiente del Trabajo (Lopcymat) reza: «Los Delegados y
Delegadas de Prevención son representantes de los trabajadores y las trabajadoras en
la promoción y defensa de la seguridad y salud en el trabajo...».

Un primer elemento a destacar es que su fomento proviene de la política laboral y no


del desarrollo autónomo del movimiento de los trabajadores. Cierto que desde la
primera se pueden fomentar políticas que contribuyan al desarrollo del segundo. No se
juzga que por ser una política promovida desde el Estado, ella tenga efectos negativos
en el movimiento de los trabajadores; el problema que se destaca es el carácter
fragmentador de políticas disociadas de este movimiento. Interesante sería si desde el
movimiento se produce una articulación con las políticas públicas para el fomento de
determinado propósito.

Los Delegados de Prevención han sido objeto de una privilegiada atención por parte del
Instituto Nacional de Prevención y Seguridad Laboral (Inpsasel), dependiente del
Minpptss, el cual se encarga de sus procesos de formación, capacitación y
coordinación. La Memoria del Minpptss (2009) reporta que en los primeros cuatro años
post reforma del 2005 se habían organizado 35.621 CSSL y que 111.584 delegados
recibieron formación y acreditación.

Las diversas alternativas de representación promovidas por la política laboral estatal y


que se superpone sobre la del paralelismo contribuyen a una mayor fragmentación del
movimiento de los trabajadores (Lucena 2008b).

La representación de los trabajadores en la gestión

La gestión de las empresas se considera un ámbito de la política laboral fundamental y


por tanto susceptible de alteración en procesos de cambio político como el anunciado
por la revolución bolivariana. Los procesos de nacionalizaciones, estatizaciones y re-
estatizaciones, ofrecieron la oportunidad de que la representación de los trabajadores
en la gestión jugara un papel activo, estimulando su esfuerzo productivo y su
profesionalización.

¿Qué había en esta materia al llegar la revolución bolivariana al poder? Lo


predominante era la figura de los Directores Laborales ¿De qué se trata esta figura? Se
trata de la representación del trabajo en los directorios de las Empresas del Estado,
Institutos Autónomos y Organismos de Desarrollo Económico o Social del sector
público. En estos directorios se observa la representación mayoritaria del Ejecutivo, en
algunos casos del Legislativo, también de otros estamentos de la sociedad, capital
privado, usuarios, comunidades. Se trata de una representación del colectivo laboral,
con su diversidad de categorías y calificaciones, pero en todo caso de asalariados al
servicio de la entidad pública correspondiente.

Desde el punto de vista normativo la figura del Director Laboral había pasado por
varias etapas.

– La de su nacimiento en 1966. Se entiende que nace como una manifestación del
acuerdo entre las élites políticas y el liderazgo sindical de fortalecer el papel
institucional del movimiento sindical, que ya había mostrado su identificación con el
proceso político en desarrollo. La central más representativa, léase en esta etapa
histórica, la CTV, tenía el monopolio de esta representación; ella nombraba y destituía.

– La segunda etapa fue la que se expresa en la Ley Orgánica del Trabajo -1991 en
adelante- en donde se agrega un segundo Director Laboral, pero esta vez electo por
los trabajadores y, además, se exigía la condición de trabajador del ente
correspondiente. Indudablemente un avance participativo.

– La tercera etapa es la que nace con el proceso constituyente de 1999-2000, por lo
tanto en el período bolivariano, que plantea la elección por los trabajadores de los dos
Directores Laborales. Un avance indudable. La Asamblea Constituyente, ya al final de
su ejercicio en el año 2000, decidió la suspensión de los Directores Laborales en todos
los entes estatales; se entendía que era parte de la retaliación hacia el sindicalismo
existente, pero ello conllevó suspender también a los electos de manera directa por la
bases, con el agravante posterior de que en la mayoría de los entes existentes para
ese momento no se restituyeron. Luego se fueron creando organismos y estatizando
empresas en donde se eludió su restablecimiento, sin el reclamo del sindicalismo
oficialista que, en algunos contados casos, recibía sin elección directa el acceso a
directorios de empresas del Estado, caso de Pdvsa.

Ahora veamos desde el punto de vista de los resultados el funcionamiento de la


representación de los trabajadores por parte de los Directores. En la primera etapa, las
cúpulas del movimiento sindical brindaron una suerte de premio o reconocimiento a
sus líderes y aliados al nombrarlos para que ejercieran la representación laboral. Se
careció de un plan estratégico en el cual se enmarcara el ejercicio de esta
representación. Por otro lado, al estar desvinculado de las bases, tanto el
nombramiento como su ejercicio, obviamente los trabajadores no lo sintieron como
una representación propia; se puede más bien decir que contribuyó a la
burocratización del sindicalismo en sus más altas esferas.
La segunda etapa remozó esta figura con la elección directa de al menos uno de los
dos Directores Laborales. De todos modos, una representación elegida por las bases
resulta más comprometida, así como generadora de mayores resistencias por parte de
otros factores de poder.

En cuanto a la tercera etapa, ha sido sin duda la que levantó mayores expectativas, ya
que nace enmarcada en un ambiente discursivo favorable a la participación y al
protagonismo democrático. Además en esta tercera etapa, del 2000 en adelante, se
han multiplicado los entes estatales, teóricamente sujetos de esta representación
laboral.

Las entidades públicas sujetas a la representación laboral pueden perfectamente


superar el millar de instituciones. Se trata de tener presente a los Institutos
Autónomos, Bancos o entidades financieras y de desarrollo, Empresas del Estado con
al menos la propiedad de un 50 por ciento del capital, los organismos de desarrollo
económico y social; tener presente a las entidades nacionales, las regionales, las
municipales.

No obstante lo auspicioso que el discurso, acompañante de las medidas vinculadas con


el ejercicio de la democracia protagónica y participativa en un primer momento y luego
del socialismo, podía parecer a los trabajadores en la gestión y participación, la figura
de la representación laboral más bien se ha venido a menos. La casi inexistencia de los
Directores Laborales en el universo de las instituciones en las cuales ha de ejercerse,
lo muestra. Por otro lado en casos emblemáticos por la importancia de estas
instituciones, se ha sustituido la elección directa por las bases por el nombramiento de
estos representantes directamente por el Ejecutivo, casos Pdvsa y Cadafe (luego
Corpoelec).

Las reestatizaciones en teléfonos, siderurgia y las estatizaciones en electricidad,


alimentación, banca, así como el fomento de cientos de nuevos entes estatales,
ofrecieron una oportunidad para el ejercicio de la participación en la gestión. La nueva
CRBV había abierto un camino con la elección directa por las bases de los Directores
Laborales; para el mundo de los trabajadores fue una oportunidad recuperar esta
representación y ejercerla de manera trascendente.

Esta representación finalmente recibió un puntillazo con el Decreto con rango y fuerza
de Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras (DLOTTT) –vigente
desde el 2012– que incluyó los Consejos de Trabajadores como figura que sustituye a
los Directores Laborales. Sobre estos consejos aún no existe legislación y muy poco se
conoce de ellos, aunque dos borradores circularon en el año 2007 y sus textos se
asomaban como un instrumento limitante de la vida sindical y de la propia gestión de
las empresas (Iranzo, 2011).18

La negociación colectiva es otro elemento importante para abordar el tema de la


participación en la gestión, que se analiza en un subtítulo más adelante.

Formas de propiedad, organización productiva y gestión

El primer experimento que se implantó, de importancia masiva, para estimular una


forma de propiedad y organización productiva, fue el cooperativismo, que como se
conoce es una forma de organización asociativa y empresarial que coexiste con las
empresas privadas y estatales, e implica la participación en la propiedad y, obviamente
con ello, la participación de los trabajadores –en este caso socios– en su gestión
global.

Su fomento desde el Estado fue masivo y apresurado, privilegiando el cooperativismo


de trabajo asociado y de producción en el sector servicios, y es este último el más
crítico y expuesto a caer en el terreno del fraude (Lucena et al., 2007). Hay que
destacar que el movimiento cooperativo existente para el momento de la construcción
de nuevas institucionalidades en la etapa de la Revolución Bolivariana presentó
importantes sugerencias que fueron acogidas en el texto de la nueva Constitución
Bolivariana, las que lo flexibilizaron (Freitez, 2007:291-2). La segunda razón es que
algunas experiencias de empresas con dificultades económicas han sido
reestructuradas por la vía de la cooperativización, y ello ha traído consigo una mezcla
compleja de organización del trabajo, partiendo del hecho de que se trata de empresas
con problemas y cuyo rescate implica esfuerzos mayores.

Una de las medidas iniciales post crisis 2002-3 fue un enérgico fomento estatal de
organizaciones cooperativas (VVAA, 2004). No obstante, en su constitución se observa
que la mayoría de las iniciativas respondían a aspiraciones familiares, de socios y de la
comunidad, especialmente como una opción para encontrar salida al desempleo, según
lo indica un 74 por ciento en el estudio de Machado, del Centro Gumilla (2008:13). En
menor proporción se observa la sustitución o conversión de empresas privadas
convencionales (sociedades o compañías anónimas, empresas familiares o personales)
en cooperativas.

Esto fue significativo en los sectores en donde empresas públicas o instituciones del
Estado son contratantes estratégicos, ya que se emitió una normativa que privilegia la
contratación de cooperativas. En general, dado las facilidades para el registro y los
incentivos brindados a las organizaciones cooperativas, inmediatamente se produjo
una explosión o boom cooperativo.

Para el año 2008, los registros de creación de cooperativas alcanzaban a 264.845


cooperativas legalizadas, lo cual representa un crecimiento exponencial del 25.344 por
ciento pues, en el año 2001, apenas existían en el país 1.045. Sin embargo apenas un
23 por ciento de las registradas permanecían activas (ACI y Cooperativa Gestión
Participativa, 2010).

La mayor parte de la promoción o fomento cooperativo procedía de la acción


gubernamental directa en las propias empresas y en otros entes estatales, pero en
este boom también levantó el interés en grupos privados de todo tamaño, a objeto de
poder participar en el acceso a ventajas crediticias y en las contrataciones o
licitaciones con los entes públicos. Sin embargo, en el estudio de Machado (2008:18)
se destaca, al indagar sobre los problemas que enfrentan las cooperativas, en primer
lugar la falta de dinero y créditos.

El fomento del cooperativismo de trabajo asociado ha dado lugar a que tanto empresas
estatales como privadas hayan visto en esta figura la posibilidad de cooperativizar
actividades que venían ejecutando por medio de otras formas productivas, entre ellas
las mismas del convencional trabajo asalariado, y tomando con ello ventajas de doble
tipo: una la de evasión de la tutela laboral y otra, la del acceso a beneficios de las
políticas financieras públicas. En el primer caso, la práctica es que se trata de una
imposición de los empleadores, ante la cual no le queda otra opción a los trabajadores
sino de acogerse o irse. Muy pocos casos se conocieron de procesos de discusión,
intercambio y consenso entre empresas y trabajadores. La empresa Venequip es uno
de esos casos, y además se trata de un proceso no asociado con la búsqueda de las
ventajas financieras públicas (Hernández, 2008). En cuanto a la cooperativización
impuesta por los empleadores, esta trajo consigo en los años siguientes que frecuentes
juicios laborales emprendidos por trabajadores obtuvieran sentencias favorables, lo
que ha dado lugar a una mayor reserva empresarial en la promoción de la
cooperativización de sus trabajadores, menos aún cuando el DLOTTT incluyó una
disposición transitoria que condena la tercerización con fines fraudulentos. 19

Se ha llamado la atención de que este desarrollo estatal del cooperativismo respondió


más a una política de asistencia social que a una de desarrollo laboral, económico y
productivo (Freitez 2007). Los resultados en el fomento de la asociatividad han sido
mucho mayores que en la producción. Aunque hay que destacar que el cooperativismo
pasó de estar mayoritariamente presente en ahorro y crédito, y transporte,
representando para 1997 el 32 y el 22 por ciento respectivamente de las cooperativas
existentes, a estar dominado por las productoras de servicios y las agropecuarias, que
representan el 53 por ciento y el 30 por ciento respectivamente (Colina, 2006). En este
nuevo perfil cooperativo destaca que se multiplicaron las cooperativas de producción y
en ellas las de trabajo asociado.

El tradicional sector cooperativo ya establecido vio con reservas y escepticismo este


abierto fomento estatal. Si bien contaba inicialmente con la satisfacción de su
participación en la redacción de los planteamientos de principios en el marco de la
Asamblea Constituyente -1999-, posteriormente se fue desencantando al redactarse el
Decreto Ley y observar la conformación de cooperativas al margen de los principios
propios de este movimiento, ya que entendía que no se estaba constituyendo un
desarrollo autentico del cooperativismo. Al poco tiempo se pudo constatar que sus
reservas fueron ciertas, ya que muchas de estas organizaciones apenas creadas
empezaron a morir. Por ello en el Censo Cooperativo, apenas un 25 por ciento de las
155.000 registradas hasta el año 2006 pudo evidenciar y cumplir con los requisitos del
censo, que eran tan sólo mostrar sus libros de actas y su nómina de socios.
Obviamente muchas se crearon para propósitos circunstanciales, sin la debida
formación cooperativa. Junto con ello el mismo entusiasmo gubernamental empezó a
decaer en el fomento de esta organización productiva (El Troudi 2006; El Troudi y
Monedero 2006). La emergencia de diversos tipos de problemas y contratiempos dejó
en evidencia que no es nada fácil construir un movimiento cooperativo sin mantener
principios y procesos formativos propios de estas instituciones. Lo que reclama
conducir estos procesos en períodos más detenidos de tiempo.

Con el decantamiento de las cooperativas emerge la figura de las Empresas de


Producción Social. Si bien aquellas tienen una conceptualización universal y nacional,
esta nueva figura responde a la manera como sus propulsores la definen; es una
construcción eminentemente local. «La novedad de las Empresas de Producción Social,
bandera económica de la capacidad inventiva venezolana». Sus propulsores reconocen
que existe confusión sobre su conceptualización:

Pocos en el gobierno, o dentro de las empresas, o en los grupos productivos de base,


saben con certeza lo que son, su propósito y utilidad. Es obvio que ha hecho falta una
campaña comunicacional,- educativa-, pero no menos cierto es que se ha requerido
homologar el discurso oficial. Sectores empresariales cercanos se quejan por la
disparidad de criterios empleados por Pdvsa, Milco, Minep, Mibam para la contratación
y el otorgamiento de créditos o garantías a sus EPS. Por ejemplo, Pdvsa exige a sus
contratistas otorguen un 10 por ciento del monto a contratar al Fondo de Producción
Social de Pdvsa. Este fondo es destinado por la industria petrolera para sus planes
sociales; Milco exige participación accionaria a los trabajadores para otorgar créditos;
MINEP financia proyectos productivos que estén acompañados de responsabilidad
social; Mibam cambió la denominación de las cooperativas, llamándolas ahora, EPS (El
Troudi, 2006:9).

Los propulsores de la EPS indican que estas nacen orientadas al socialismo, pero
dentro de una economía que tiene sus anclajes en el sistema capitalista; por ello la
diversidad de expresiones en organización, propiedad o cualesquiera otros aspectos (El
Troudi y Monedero, 2006:94). En cuanto a la evolución y la construcción de un
concepto, un material del Ministerio de Energía y Petróleo-Pdvsa expresa:

Son Empresas de Producción Social` las entidades económicas dedicadas a la


producción de bienes o servicios en las cuales el trabajo tiene significado propio, no
alienado y auténtico, no existe discriminación social en el trabajo y de ningún tipo de
trabajo, no existen privilegios en el trabajo asociados a la posición jerárquica, con
igualdad sustantiva entre sus integrantes, basadas en una planificación participativa y
protagónica y bajo régimen de propiedad estatal, propiedad colectiva o la combinación
de ambas (Ministerio de Energía y Petróleo-PDVSA, 2006:1).

Está por promulgarse una ley que defina y precise esta figura. «La Ley deberá ser
desarrollada a la luz de las vivencias sistematizadas, y en virtud a los aportes que las
propias comunidades y los integrantes de las EPS ofrezcan. Debe ejemplarizar la idea
señalada: premiar lo social, castigar lo antisocial, desechar lo socialmente ineficiente»
(El Troudi, 2006:9).

Con lo expuesto, seguirá predominando que el modelo de EPS «Variará de acuerdo a


las especificidades de cada caso, si bien siempre su condición esencial es la
participación» (El Troudi y Monedero, 2006:23). Por ahora, con las experiencias
acumuladas, los autores reconocen que en las EPS se encuentran distorsiones,

…como instrumento para la flexibilización y precarización laboral a través de la


externalización de la producción. Estas EPS -que no tienen posibilidades de encontrar
otros proveedores o compradores-, deben someterse a las reglas del juego que le fija
la empresa madre, repitiéndose errores que ya se cometieron en el capitalismo de
Estado de corte soviético (Ídem, 2006:24).

A pesar de que se señala que «las EPS son empresas que ayudan a dejar atrás el
capitalismo», por otro lado se destaca que «No son empresas capitalistas de Estado» y
que «La revolución bolivariana… requiere crear un nuevo inversionista privado, un
nuevo contingente de empresarios, referenciados en el ámbito comunitario,
independientes del Estado y del mercado, consustanciados y comprometidos con la
emancipación» (Ídem, 2006: 97).

En cuanto a la participación de los trabajadores en la gestión de la empresa, la


propuesta de las EPS aún no cuenta con hechos que evidencien sus virtudes. Por ello,
en el capítulo referido a la cogestión del libro indicado, se mencionan como
experiencias referentes a Alcasa, Invepal e Invetex (Ídem, 2006: 140 y 142), y todas
ellas desde el punto de vista de la participación de los trabajadores en la gestión de
empresas, cuando en realidad todas fueron un fracaso, ya que si bien iniciaron ensayos
participativos, al poco tiempo fueron dejados de lado (Lucena 2009). Además que,
desde la perspectiva productiva convencional, en cualquiera de las opciones
organizacionales que se quiera ver, tampoco han dado una respuesta satisfactoria en
función de los recursos recibidos y los activos disponibles para la actividad productiva.

Regulaciones laborales

Desde la entrada en vigencia de la Constitución Bolivariana en 2000, el tema de la


reforma laboral ha estado latente, las disposiciones transitorias lo planteaban. Antes
del nuevo instrumento regulatorio, el DLOTTT de 2012, se habían producido
regulaciones sobre las relaciones de trabajo en determinados aspectos. Incluso un
nuevo Reglamento de la Ley Orgánica del Trabajo entro en vigencia en el 2006,
modificando una importante cantidad de conceptos y reglas, siendo la de mayor
impacto en las relaciones de trabajo la eliminación de las empresas de trabajo
temporal como mecanismo para desmejorar las condiciones de trabajo.

De las diversas reformas y regulaciones adoptadas algunas han sido bien percibidas
por los trabajadores; vistos los resultados y opiniones de los actores laborales, aquí se
incluye la reforma procesal del trabajo, implantada a partir del 2002, que aligeró los
juicios laborales al introducir la oralidad y la mediación obligatoria; la reducción de la
jornada de trabajo y la ampliación del descanso semanal; una mayor estabilidad e
inamovilidad en el trabajo; las medidas sobre trabajadores discapacitados fijando
cuotas porcentuales en los centros de trabajo; el trabajo doméstico incorporándolo a la
tutela de legislación laboral; permitir que el trabajador sea quién decida sobre el
régimen de liquidación de las indemnizaciones al término de la relación laboral; 20 una
mayor protección de la maternidad y la familia garantizando el empleo y prolongando
los lapsos de permisos; el permiso parental; y los bonos de alimentación,
estableciéndolos obligatoriamente. Es nítido que en materia de relación individual de
trabajo hay avances y progresividad. Esto determina que la inspección del trabajo se
ha fortalecido para ver de cerca el cumplimiento de estas nuevas regulaciones. Los
empleadores resienten que estas disposiciones han sido establecidas sin dialogo social
y que algunas de ellas han traído problemas al funcionamiento productivo, en
particular la inamovilidad y los cambios en la jornada laboral.

Otras regulaciones han sido polémicas por su contenido y la manera de aplicarlas, y


han dado lugar a tensas relaciones entre los actores laborales, como es el caso de
algunas reformas vinculadas con el área de prevención y medio ambiente de trabajo.
Destacable, el fomento estatal de los delegados de prevención que forman parte de los
comités de higiene y seguridad en el trabajo, obligatorios en todo centro de trabajo.
Hoy se estiman más de 120 mil delegados de prevención en acciones cotidianas en la
inspección y denuncia de las condiciones de trabajo, que han sustituido a los sindicatos
en este campo vital de la vigilancia de la representación de los trabajadores, como es
asegurar condiciones de trabajo seguras.

El principal órgano productor y ejecutor de la gran mayoría de las políticas laborales es


el actual Ministerio del Poder Popular del Proceso Social del Trabajo (MPPPST), hasta
fecha reciente se le denominaba el Ministerio del Poder Popular del Trabajo y la
Seguridad Social (MPPTSS). En sus acciones se destaca un doble comportamiento ante
su papel regulador y sancionador, por un lado riguroso con el sector privado, y por el
otro, es indiferente de las anomalías e incumplimiento que ocurren en el sector público
gestionado por la corriente gobernante. Otras regulaciones han estado sesgadas hacia
el sector privado y han obviado a tan importante empleador como es el Estado, tal es
el caso de lo relativo a la inamovilidad laboral y al cumplimiento de la legislación sobre
prevención y condiciones de trabajo.

En el área de la libertad sindical y las negociaciones colectivas, las regulaciones han


sido problemáticas. Por ello son notorias las dificultades que experimenta el
movimiento sindical para su desenvolvimiento, incluso ya no se explica el asunto por el
hecho de ser un movimiento de orientación oposicionista u oficialista, pues las
dificultades en su accionar en el caso de las empresas y entes estatales abarcan y
afectan la acción sindical en general, cualquiera sea el signo y orientación política
ideológica de la dirigencia.

Esta situación ha llevado al extremo de la criminalización de la acción sindical cuando


de lo que se trata es de reclamar al patrono el cumplimiento de sus obligaciones. El
asunto se agudiza por la muy frecuente desobediencia de patronos públicos a las
decisiones de los entes administrativos del trabajo.

El resumen anterior lleva a la necesidad de plantearse un balance entre los avances en


las regulaciones laborales, así como los retrocesos y las situaciones de estancamiento
que se observan. Este balance no es sólo de textos y discursos. Cierto que Venezuela
es una sociedad, aparentemente, muy legalista y reglamentista, que privilegia los
textos legales, antes y por encima de las instituciones y su funcionamiento.
Destacamos lo de aparentemente porque, apenas puesto el ejecútese a una nueva ley
o reglamento, se reduce el interés de los promotores y de la opinión pública en general
en la instrumentación y aplicación debida. Esto acentúa situaciones de
discrecionalidad, así como problemas de interpretación en la aplicación de lo aprobado.

Sobre lo relativo a la valoración de las instituciones y la transparencia en el


funcionamiento de los contenidos en las regulaciones laborales hay una gran tarea por
delante. Se trata de una acción permanente de monitoreo y vigilancia que interesa a
toda la sociedad, ya que refiere al tema del trabajo y la producción de bienes y
servicios. El ministerio del ramo es opaco en la divulgación de la información y limitado
en los análisis requeridos; de hecho, las reformas de fondo en materia laboral han sido
por leyes habilitantes sin debate parlamentario y no se conocen de los estudios e
investigaciones que sirven de sustento a los cambios aprobados e implementados.

El principal esfuerzo de construcción reguladora en materia laboral es el que trajo


consigo el Decreto con rango y fuerza de la LOTTT, un texto que contiene
modificaciones que exceden lo que venía siendo identificado como reforma puntual. Es
decir que, fue más allá de la modificación requerida por la disposición transitoria de la
nueva Constitución, que refería a tres asuntos concretos: al régimen de prestaciones
sociales, a la reducción de la jornada y al aumento del tiempo para las prescripciones.
También fue más allá de la reforma que llamamos adecuación, que incorporaría
normas que adaptaban la nueva ley laboral a modificaciones que estaban en el cuerpo
de la Constitución Bolivariana de la República de Venezuela.

El propósito de dicha ley, más que la relación entre trabajadores y empleadores, sus
redactores la presentan como el proceso social del trabajo, es decir, representa un
cambio desde la protección del trabajo como hecho social, hacia la inclusión del trabajo
como un elemento central pero no único en una configuración mayor, que podría estar
intentando justamente transformar la relación de trabajo hacia otras formas de
organizar la producción de carácter marcadamente estatal, aunque se conserve la
propiedad privada de los medios de producción.21
Ya con el marco regulatorio anterior y el conjunto de las políticas económicas, el
empleo se venía resintiendo. Sólo crecía a nivel formal el empleo público, pero con las
reservas de que la mayor parte era simplemente empleos que pasaban del sector
privado al público, consecuencia de las estatizaciones. En tanto el empleo informal
mantiene su espacio en el conjunto de la población económicamente activa.

¿A cuántas personas beneficiará esta ley? A la población trabajando en el sector formal


sin duda. A la informalidad no dejará de beneficiarla pero en una proporción menor.
Las unidades productivas en este sector no son fácilmente controlables e
inspeccionables por las instituciones de la Administración del Trabajo. Hay que
recordar que entre los siete millones que laboran en el sector formal hay importantes
contingentes de informales22 que, si bien laboran para empresas formales, lo hacen en
un estatus de precariedad tal que incluso no están cubiertos por la legislación y la
seguridad social (Lucena, 2012).

Una legislación del trabajo es una regulación para la relación entre las partes; sin
embargo, en el discurso oficial se repite que ésta es una ley para los trabajadores. La
construcción de auténticas leyes e instituciones para estos tiene dos campos
esperando ser atendidos, uno el de la seguridad social y el otro el del empleo. Parece
que en ese orden se inscribía la reciente medida de plantear desde el Ejecutivo que los
trabajadores informales pasarían a la Seguridad Social. Hay que recordar que ya desde
hace largos años existe en la Seguridad Social el régimen de inscripción de los
informales, pero que ha tenido muy poco éxito. Una razón importante es porque les
exige cotizar tanto el aporte de trabajador como el aporte patronal, sumando todo el
13 por ciento de su salario, mucho más que lo cotizado por los trabajadores
dependientes del sector formal; este aspecto se mantiene en lo anunciado por el
gobierno.

El régimen prestacional de empleo, vigente desde el 2005, al no contar con la


institucionalidad necesaria deja sin ejecutar todo el potencial apoyo que el Ejecutivo
debe a los trabajadores en cuento a empleo, orientación, inserción, capacitación y
formación.

La construcción de la reforma de la más importante legislación laboral se hizo en el


marco de una ley habilitante concedida a la Presidencia a raíz de la tragedia ocurrida
en una zona del país con motivos de torrenciales lluvias. Inexplicablemente se incluyó
entre las leyes para atender esa contingencia la construcción de la nueva legislación
laboral. De ahí que el parlamento no intervino, no hubo debate, no hubo diálogo con
empresarios y sectores sindicales; tan solo una Comisión Presidencial integrada por
Ministros, Parlamentarios oficialistas, Magistrados, Profesores de Legislación Laboral,
sindicalistas y un empresario, todos identificados con el gobierno.

El descenso de la Convención Colectiva

Las convenciones colectivas son expresión de la libertad sindical. En tanto esta


experimente restricciones, ellas se reflejan en el desenvolvimiento de las primeras. Al
plantearse su análisis es necesario tener presente el contexto que permite su
evolución. Lo anterior se afirma por el marcado descenso que experimenta la
negociación colectiva en los últimos años. Salvo los años 2002 y 2003, con descensos
pronunciados en los indicadores económicos, el resto de estos años que corren del
siglo XXI no darían razones económicas al pronunciado descenso de las negociaciones
colectivas.
Las negociaciones colectivas han venido paulatinamente reduciéndose, como puede
verse en la gráfica siguiente. Veamos el contraste de los cerca de dos mil convenios
colectivos negociados anualmente en varios años de la década del ochenta. En
contraste, en los años que corren desde 1999 al presente, apenas en los dos primeros
se superaron las setecientas negociaciones: 753 en 1999 y 741 en 2000. En la década
de los noventa, no obstante las dificultades financieras de la economía venezolana,
cuando el barril del petróleo llego a bajar hasta ocho dólares, no hubo menos de un mil
convenios negociados en cada año. En lo que va del presente siglo, el número de
convenios negociados ha oscilado entre un mínimo de 360 –año 2011– y un tope de
680 –año 2005– anualmente (Memorias del MPPTSS).  

En las relaciones de trabajo primero surgen las organizaciones de trabajadores y luego


las convenciones colectivas. Para ambas instituciones un marco favorable para la
libertad sindical es imprescindible. El marco comprende varias dimensiones, pero es
esencialmente político. Es decir, que las fuerzas dominantes en una determinada etapa
histórica accedan a facilitar el desarrollo de estas instituciones. Por supuesto que esto
sólo resultaría si las fuerzas en el poder sienten el peso de las presiones y demandas
de los diversos sectores laborales.

En las relaciones de trabajo venezolanas, la negociación y la convención colectiva se


instalaron positivamente en la práctica de los actores laborales directos. En los
antecedentes de las negociaciones colectivas se cuenta que es una institución que
recibió su mayor impulso en los años sesenta del siglo pasado en adelante, al tiempo
que se extendía la sindicalización en el marco del fomento de la industrialización por
sustitución de importaciones, y de la instalación de las empresas básicas por parte del
Estado. Luego en los años setenta la institución experimenta otro salto en su desarrollo
al extenderse el mecanismo en al ámbito de las entidades estatales. Luego de varias
décadas de crecimiento sostenido la institución se resiente en los primeros años de la
década del ochenta, consecuencia de las primeras manifestaciones de dificultad
económica.

La negociación colectiva está descentralizada, predomina la negociación por empresas;


sin embargo, existe un régimen legal que permite la negociación por rama de
industria, la cual se ha desarrollado discretamente. El escaso desarrollo de la
negociación por rama de industria va asociado al hecho de predominar el sindicato de
empresa como unidad de organización de los trabajadores. Además, los empleadores
privilegian negociar por empresa, incluso en aquellos grupos que están conformados
por varias empresas vinculadas entre sí.

Se mantiene como negociación más importante de rama productiva a nivel nacional la


del sector de la construcción. Otros sectores practican este tipo de negociación, pero
no a nivel nacional, sino regional; tales son los casos de gráficos, lavanderías,
estaciones de expendio de gasolina; por cierto, se trata de unidades productivas en
donde predominan pequeñas y medianas industrias.

En las más importantes negociaciones colectivas, como en la industria petrolera,


siderúrgica, hierro, empresas estatales en general, existe una notable intervención
política orientada a impedir la ocurrencia de conflictos como consecuencia de las
negociaciones colectivas. Estos contratos, tradicionalmente ejercían una notable
influencia en el resto, pero hoy son innumerables los centros de trabajo del ámbito
privado que cuentan con mejores beneficios salariales y económicos que aquellos.
Además gozan de un mayor cumplimiento pues en el sector público es traumático el
desarrollo de las relaciones de trabajo por el no cumplimiento de lo negociado.

¿Qué factores contribuyeron al decaimiento de las negociaciones colectivas? En líneas


generales las políticas públicas no han sido favorecedoras del desarrollo sindical. En un
principio el gobierno entendió que el sindicalismo era una base de sustentación del
antiguo régimen y que, por tanto, debía mantenerlo a distancia. Agréguese que el
liderazgo sindical hizo causa común con el empresariado en acciones de confrontación
abierta con el régimen, de las cuales salió derrotado. Ante el vacío dejado por el
sindicalismo opositor, el gobierno fomentó un sindicalismo propio, pero con limitada
autonomía, que no ha facilitado el fomento de negociaciones colectivas como práctica
reivindicativa propia del movimiento, dando lugar a prolongados lapsos de vencimiento
de convenios sin su negociación.

Violencia Sindical

En Venezuela ser sindicalista de la industria de la construcción es una actividad


altamente peligrosa. El Informe anual del Observatorio Venezolano de Conflictividad
Social nos informa del número de sindicalistas o trabajadores asociados con sindicatos
de diferentes actividades, que fueron asesinados en el transcurso de cada año. El
gráfico nos informa desde 1997 hasta el primer semestre del 2014. El lapso
correspondiente al gobierno bolivariano suma 538 personas asesinadas por sus
actividades sindicales, de ellos el 90 por ciento vinculado con el sector de la
construcción. Importante destacar que en el Anexo Laboral del Informe de Provea
pueden verse los nombres y apellidos, fecha y circunstancias del asesinato
ver: http://www.derechos.org.ve/pw/wp-content/uploads/27AnexosLaborales.pdf  
Hay que destacar que la violencia en los medios sindicales y laborales se expresa en su
forma más extrema en el homicidio, pero abundan situaciones menos noticiosas, de
intimidación, tortura, hostigamientos, amenazas, despidos, desplazamientos forzados,
atentados con o sin lesiones, allanamientos, criminalización, campañas de desprestigio,
daños psicosociales, absolutamente todas violadoras de derechos humanos
fundamentales. En estos casos, ya no son patrimonio del sector de la construcción,
sino que son visibles en muchos otros sectores productivos, tendiendo a su
generalización.

De las fuentes oficiales, la sociedad espera y demanda que el Ministerio Público y el


Ministerio del área laboral, se hagan eco, registren y actúen ante una situación tan
alarmante como esta. Pero en una u otra Memoria o Informe anual presentados a la
Asamblea Nacional por parte de esos organismos, por medio de los cuales reporta sus
actividades institucionales, no hay una frase referida al tema. Se puede concluir, que
para el Estado venezolano el problema no existe. Se ha destacado que una
característica de la divulgación oficial de los temas del mundo laboral es la opacidad,
pero en este caso la situación es extrema, ya que más que eso es la ignorancia total
del asunto.

Situación similar se observa en instancias sindicales internacionales. Tal es el caso de


la Confederación Sindical Internacional (CSI) organismo al cual están afiliadas algunas
organizaciones sindicales venezolanas. Pues bien, en su Informe de lo acontecido en el
2011 (CSI, 2012), no informa sobre el tema, más bien reporta con justificada alarma
el asesinato de 29 sindicalistas en Colombia y 10 en Guatemala, cuando para ese año
en Venezuela hubo 36 asesinatos. En esos dos países hay una manifiesta y abierta
sensibilidad por corregir este problema por parte de densos sectores de la sociedad,
incluido entes estatales. La imagen de la situación laboral venezolana es percibida
generosamente por esta entidad sindical internacional.
La baja percepción de la extrema violencia en los ámbitos sindicales venezolanos es
semejante a lo violencia general en la sociedad. Véase que el Observatorio Venezolano
de la Violencia informa que en el 2012 ocurrieron 21.692 homicidios, lo que equivale a
73 por cada cien mil habitantes; sin embargo en los medios internacionales es más
visible este problema en México, en donde la tasa para este mismo año es de 23, más
de tres veces menos. Luego en el 2013, se registran 24.763 muertes violentas en el
país y una tasa igualmente conservadora de 79 fallecidos por cada cien mil habitantes.

La opacidad venezolana la señala M. Tarre,23 estudioso del tema de la seguridad:

El gobierno no informa, no revela cifras oficiales; cerró tiempo atrás las oficinas de
prensa en los cuerpos policiales nacionales, mantiene una conveniente opacidad que le
permite acusar a los medios de comunicación nacionales de generar campañas de
desinformación o de desestabilización cuando publican las inocultables efectos de la
violencia y criminalidad.

Se han destacado los datos numéricos y la insensibilidad oficial ante el problema,


dejando impune una alta proporción de los casos. Si la impunidad general de los
homicidios es alarmante, la de los sindicalistas es aún mayor. «...en el 2009, por cada
cien homicidios se realizan 9 detenciones. Por ello se habla de 91 por ciento de
impunidad, con la concesión de que una detención no es sinónimo de juicio, sino de
una averiguación que si no arroja resultados, el sospechoso o testigo queda
libre» (Briceño, 2010: 9).

El tratamiento noticioso que ha venido adquiriendo el asesinato de sindicalistas y


trabajadores asociados con sindicatos corre el riesgo de convertirse en una rutina,
dando lugar a la banalización de estos hechos, pasando a convertirse en problemas y
manifestaciones de la violencia común, cuando en el ámbito laboral hay instituciones y
responsables, de aquí que hay a quienes habría que interpelar, pedir explicaciones y
exigir acciones.

Seguridad Social

El nuevo régimen consiguió al llegar al poder un paquete de propuestas de leyes de


Seguridad Social que promovían su reforma, producto del acuerdo tripartito celebrado
al momento de realizar reforma de la ley orgánica del trabajo en 1997.

La institución que maneja la seguridad social, el Instituto Venezolano de los Seguros


Sociales, es al mismo tiempo organismo rector, administrador, financiero y prestador
de los servicios médicos. En todos sus frentes presentaba déficit de funcionamiento y
de calidad de servicios. Dos factores eran determinantes para mantener esta
institución postrada, primero la extrema bonificación salarial, que daba lugar a que los
trabajadores cotizaban con base en una mínima porción de sus ingresos y, en segundo
lugar, la masiva evasión de la seguridad social, en desmedro todo ello de la
sustentación económica de tan importante institución.

Desde el mismo momento que se redactó la Constitución Bolivariana de la República


de Venezuela se le dio debida jerarquía a la Seguridad Social. Se mencionaron las
protecciones que debían brindarse a la población trabajadora. Un abanico amplio y
avanzado con relación a la trayectoria del país en este campo, avanzado incluso
respecto a los otros países de la región. Se fijaron plazos, pero no se han cumplido. A
quince años de vigencia de la constitución, aún persisten los retrasos en esta materia.
Los temas jubilaciones y salud son los postergados. Otros campos de la seguridad
social han logrado que sus regulaciones se hayan aprobado, aunque también algunos
aún tienen la mora por no haberse avanzado en la creación de sus instituciones y
mecanismos de funcionamiento.

Pero el caso concreto de las jubilaciones ha sido amortiguado con un incremento


importante del número de ellos. Haber pasado de menos de quinientos mil jubilados
cobrando su pensión a dos millones y medio en quince años es un hecho relevante. Sin
embargo, el esquema del sistema no tiene el sustento ni la institucionalidad que
amerita y exige la estabilidad financiera para un colectivo tan importante. Por ello
inquieta que para pagar las pensiones de los últimos años se recurre a la emisión de
bonos de deuda pública, con vencimientos entre el 2015 y el 2027. ¿Qué futuro se
construye para las generaciones venideras si les dejan deudas adquiridas para pagar
pensiones, así como también para prestaciones y salarios? Teóricamente las deudas se
adquieren para aumentar la capacidad productiva y la infraestructura de un país.

Tras el anuncio de la devaluación del 8 de febrero 2013, el Ministro de Planificación


Jorge Giordani, llegó a expresar que: «¿De dónde se van a sacar los reales para
mantener los 2 millones y medio de pensionados? Eso es justo, nadie discute la
justicia, pero eso cuesta».24 Para ese año, cómputos realizados en el primer semestre
preveían que el monto del gasto para la cancelación de las pensiones había aumentado
32 por ciento. Para el final del año, era una cifra conservadora si tomamos en cuenta
dos consideraciones: que en septiembre se produjo un incremento de un 10 por ciento
en las pensiones y que en el 2012 el incremento del gasto social por pensiones
aumentó en un 87 por ciento. De 31.5 millardos se saltó a 59.

Los receptores de esas pensiones de jubilación y la sociedad toda requieren que un


pago que es vital para la sobrevivencia no tenga tal fragilidad. Se destaca esto último
porque la pensión es una contribución al sostenimiento del jubilado, pero
evidentemente no le cubre todas sus necesidades; incluso la cesta alimentaria está por
encima de su monto y más aún la cesta normativa.

Recientemente, ha llamado la atención que personas de 70 o más años continúan


trabajando en empleos dependientes. Subrayamos esto último porque para los
trabajadores por cuenta propia de nuestro país, pocos beneficios derivan de la
seguridad social y por tanto pasan de largo la edad de la jubilación y forzosamente
tienen que atender cotidianamente sus tareas.25

En torno a estos casos, cabe destacar que la expectativa de vida del venezolano se ha
venido incrementando. Si bien la edad mínima para la jubilación por legislación de la
seguridad social es de 55 años para la mujer y 60 para los hombres, es baja al
comparar con países de equivalente desarrollo que el nuestro. Lo otro es que en estos
tiempos de alta inflación y luego de haberse restituido el pago de las prestaciones
sociales multiplicando el último salario por el número de años de servicio, se agrega
una cantidad importante de recursos a cobrar en el cheque de liquidación de las
prestaciones sociales. De aquí que, en aquellos casos de una prolongada prestación de
servicios a un mismo empleador tenga sentido prolongar la edad de dejar la vida
activa. Aparte del hecho que un porcentaje importante de trabajadores han retirado
sus prestaciones con el régimen que inició su vigencia con la reforma de la LOT en
1997, el sistema que persiste no favorece a los trabajadores de alta antigüedad y aún
menos en tiempos de alta inflación como los que vivimos; aunque si favorece en los
casos opuestos, es decir trabajadores con poca antigüedad.
El segundo factor a destacar es que, al dejar la condición de activo, la generalidad de
los trabajadores pasan a recibir sólo la pensión del Seguro Social, que invariablemente
equivale en nuestro caso al salario mínimo, cualquiera haya sido el nivel salarial con el
cual cotizaran en su vida laboral. Esto representa para quien devengue ingresos que
estén por encima del salario mínimo un desmejoramiento de sus ingresos y de calidad
de vida. Este es el caso que explica la situación de trabajadores que alcanzan la edad
de jubilación y prefieren quedarse trabajando porque la pensión es insuficiente para
mantener su calidad de vida.26

Sin duda hay que prestarle atención a la organización social y gremial de los jubilados,
entendida como una conquista laboral pero que la débil institucionalidad que hoy
muestra la coloca en delicada situación de fragilidad.

Sobre el tema de la evasión se reconoce que el establecimiento de la solvencia laboral


ha contribuido a su disminución. Se trata de un requisito establecido por el despacho
laboral el cual es requerido a las empresas para poder hacer diversos trámites ante el
Estado y que exige entre otros requisitos estar solvente con los aportes al IVSS. Uno
de los trámites fundamentales para las empresas es el acceso a las divisas
preferenciales en el marco del control gubernamental establecido a principios del 2003,
vigente desde entonces. Importante llamar la atención que la solvencia laboral sólo se
exige al sector privado.

Conclusiones

Este documento se planteó analizar las políticas laborales hacia los sindicatos y cuáles
han sido sus impactos. En tal sentido, si bien el discurso oficial destaca que la
revolución bolivariana tiene en los trabajadores su principal apoyo y destinatario para
lograr sus propósitos de transformación de la sociedad venezolana a estadios
superiores de bienestar y de felicidad, se observan decisiones y acciones que no han
permitido el fortalecimiento del movimiento de los trabajadores. Más bien, además de
enfrentar los problemas propios de la relación de los sindicatos con los patronos, se
agrega el tener que responder a políticas gubernamentales que limitan los espacios de
la acción sindical.

La revolución bolivariana ha sido promotora de las consultas electorales en los diversos


ámbitos del quehacer político y efectivamente en sus inicios fue muy entusiasta en
promover las elecciones hasta más allá incluso de los cargos públicos. Tal fue el caso
del referéndum para obligar al movimiento sindical (ente privado) a hacer elecciones
supervisadas por un ente externo estatal (CNE) pero fueron las únicas de carácter
general y nacional en el 2001llevadas a cabo hasta ahora, y con un resultado favorable
a las fuerzas opositoras. Entonces, el gobierno optó por desconocer los resultados
violando la regla básica del que compite en una contienda, aún más cuando el órgano
que administró este proceso era del total control gubernamental, como sigue siéndolo.
Han pasado quince años y el oficialismo es reticente para llevar a cabo elecciones en
los entes sindicales de segundo y tercer grado. En cuanto a las organizaciones de base,
es ineludible llevar a cabo sus elecciones, porque de lo contrario entran en un estatus
creado por el gobierno, la llamada mora electoral, que inhabilita al sindicato para
ejercer sus funciones más importantes de representación.

Es interesante tener presente que la inestabilidad de la economía y la producción


venezolana han evolucionado en dirección contraria a ofrecer un contexto favorable al
desarrollo sindical. Empecemos por tener claro que como condición primaria para este
desarrollo es necesaria la existencia de empresas y de sectores productivos con
estabilidad en su funcionamiento.

En general los sistemas económicos mundiales han evolucionado en una dirección que
no facilita las condiciones para el desarrollo sindical. En algunos casos es el desempleo,
pero en otros, es más por el deterioro del mercado del trabajo, sea por la vía de la
informalidad o la precarización. Igual complejidad le plantean a los trabajadores para
organizar los procesos de reestructuración productiva para reemprender el
crecimiento.

En el medio oficial predomina un discurso que menciona la centralidad del trabajo y el


apoyo a los trabajadores; sin embargo, predomina una política que gradualmente ha
venido minando y erosionando al movimiento de los trabajadores y sus organizaciones
sindicales. Se privilegia ofrecer beneficios a los trabajadores en tanto individuos, pero
no a ellos mismos en tanto afiliados a organizaciones colectivas. Por eso la muy
frecuente dificultad para la negociación de convenios colectivos y la represión a la
protesta laboral. Esta muy justificadamente se ha multiplicado y ha alcanzado desde
hace varios años la razón de protesta más frecuente en el país, incluso por encima de
aquellas motivadas por necesidades y problemas de aguda repercusión en la vida
familiar y social, sea por la inflación, el desabastecimiento, la inseguridad, el deterioro
de los servicios públicos, o la violación de los derechos humanos.

Predomina igualmente un discurso anti empresa, que ha dado lugar a la existencia de


casos en los que los propios trabajadores han hecho causa común con muchos
empresarios que se ven acosados y en dificultades, derivado del funcionamiento del
modelo económico. Este fenómeno se ve complementado con el hecho de que la
mayoría de las empresas que han pasado a manos del gobierno no logran mantener
sus niveles de producción y suelen caer en dificultades para cumplir con los
compromisos contractuales. Quienes en ellas continúan trabajando pasan a
experimentar diversas situaciones de incertidumbre, que se agregan a las ya
existentes de prestar servicios en una empresas que venía mostrando señalas críticas
en la producción y funcionamiento en general.

Notas:

1
 La Ley de Carrera Administrativa, con vigencia desde 1970 hasta 2002, cuando fue
derogada por la Ley del Estatuto de la Función Pública, reconoció a los funcionarios
públicos el derecho a organizarse sindicalmente (Art. 23), y en ese sentido fue dictada
una reglamentación (Reglamento sobre Sindicatos de Funcionarios Públicos, 1971). No
obstante desde la década del sesenta venía funcionando la Unión Nacional de
Empleados Públicos que los organizaba y representaba.

2
 En toda la historia republicana de Venezuela ese fue el lapso de civilidad más
prolongado. Desde que se creó la república lo predominante fueron los gobiernos
militares: de 1830 hasta el año 1998, menos de un tercio de los gobiernos fueron
civiles.

3
 Gacetas Oficiales 576, 578-81,586-8, 590-99, 602, 607-9, 611, 619, 621, 623-26,
632-3, 636, 638, 640, 643, 647, 649, 651, 653, 659-65, 668-80, 682, 684, 688, 690-
1, 694-5, 698-703, 708-709, 713, 718-19, 721, 724, 726, 728, 729-732, 734.
4
 Las manifestaciones más notables de flexibilidad laboral se observan en el cambio del
régimen de prestaciones sociales en 1997 y el establecimiento de las empresas de
trabajo temporal -ETT- en 1999, otorgándoles una amplia facultad de contratación. En
cambio, al salario que venía bonificándose desde mediados de los setenta hasta que
éstas alcanzaron más del 80 por ciento del salario, con la reforma de las prestaciones
en 1997 se le fijó un límite de no más de un 20 por ciento, optando más bien por
convertir múltiples bonificaciones por encima de ese por ciento en salarios, con sus
correspondientes repercusiones en seguridad social y en otros beneficios.

5
 Término que se utiliza para referirse a la paralización de actividades por razones
laborales o políticas.

6
 Este programa fue lanzado por el gobierno en el 2011, y se propone alcanzar la
construcción de tres millones de viviendas para el 2019; hasta el primer trimestre del
2015 había entregado 700.000, Marco T. Díaz, Vicepresidente de la Central Bolivariana
Socialista de Trabajadores (El Mundo, Economía y Negocios, 7/4/15, pag. 8.

7
 El coordinador de la Alianza Nacional de Trabajadores Cementeros (Antracem),
Orlando Chirinos, aseguró que en el primer trimestre de 2015 registraron «una
paralización de obras que está alrededor del 80 por ciento en todo el país», producto
de la escasez de insumos. En el caso particular del cemento, precisó que la capacidad
instalada en Venezuela es de 9 millones de toneladas métricas anuales, pero que el
nivel de producción ronda el 50 por ciento. En cuanto a acero y canillas, la Siderúrgica
del Orinoco reestatizada en el 2008, cuando producía 4.3 millones de toneladas en
manos de Ternium, en el 2014 apenas produjo un 25 por ciento.

8
 Más de seiscientos registros de conflictos en el sector salud por problemas de su
funcionamiento pueden verse en http://www.conflictove.org.ve/category/salud a lo
largo del último quinquenio. En cuanto a educación se pueden ver una importante
cantidad de protestas por las condiciones de los centros educativos,
en http://www.conflictove.org.ve/category/educacion/

9
 «Se despidió al 67 por ciento del personal ejecutivo y gerencial; 67 por ciento del
personal técnico y supervisorio; 29 por ciento de operadores y artesanos; 27 por
ciento de obreros calificados. Entre ellos promediaban una edad de 41 años y 15 años
de servicio en la empresa. Asimismo, se desmantelaron las operaciones de apoyo
(Finanzas 98 por ciento, recursos Humanos 88 por ciento, planificación 80 por ciento y
Auditoria 61 por ciento); adicionalmente, se dejó al Intevep (Instituto de
Investigación) sin 60 por ciento de su personal”. En cuanto actividades básicas estos
despidos disminuyeron el personal en: “Exploración 79 por ciento; comercio y
suministro 68 por ciento; mantenimiento 59 por ciento y operaciones 45 por ciento. En
efecto, el personal despedido incluyó a 212 ingenieros geólogos de yacimientos; 120
ingenieros de procesos; 216 operadores de planta; 147 ingenieros de seguridad,
higiene y ambiente; 377 profesionales de procesos de planificación y 156 expertos en
presupuesto. En total se perdieron 282 mil años de experiencia» (Quiroz
Corradi, http://quiroscorradi.blogspot.com/2008/04/la-nueva-operacion-petrolera-
iv.html. (consultado el 8-01-2015).

10
 Frases del Presidente en su discurso del 15-01-2004 ante la Asamblea
Nacional http://www.soberania.org/Artículos/artículo_686.htm  Artículo El Mago de
Andrei Tarkovski, 16-01-2004 (consultado el 13-01-2015).
11
 Programa «Aló Presidente
No.130» file:///Users/hectorlucena/Downloads/alo_presidente_130_palacio_de_miraflo
res__caracas_domingo_8_de_diciembre_de_2002.pdf

12
 Encovi refiere a la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, emprendida por la
UCV, USB y UCAB en el 2014, cuyos resultados se han dado conocer en diversos
eventos. Los temas de trabajo y empleo muestran resultados sorprendentes: quienes
trabajan para el Estado representan el 36 por ciento de los ocupados, en cambio los
del sector privado son tan sólo el 26 por ciento. Los datos se pueden consultar
en: http://www.rectorado.usb.ve/vida/sites/default/files/empleo.pdf

13
 Las cinco fracciones se dividen en dos partes, cuatro de ellas con las mismas
posiciones y propósitos, unidas por su relación de dependencia con el aparato de
Estado y el gobierno. La otra posición, identificada con las siglas C-CURA (Corriente
Clasista Unitaria, Revolucionaria y Autónoma) expresa en sus cuatro adjetivos el
programa que la sostiene frente a las otras,
en http://www.visionesalternativas.com/index.php?
option=com_content&view=article&id=18579:el-desafio-del-socialismo-a- traves-del-
psuv-parte-ii-final&catid=2:uncategorised  5-1-2007 y consultado el 10-4-2015.

14
 Se trata de la corriente que se identifica con las siglas C-CURA (Corriente Clasista
Unitaria, Revolucionaria y Autónoma). En los primeros años de creación de UNT jugó
un papel protagónico.

15
 El FBT realizó su congreso interno el 27 y 28 de enero y en el mismo se debatió la
tesis de que la Unión Nacional de Trabajadores debe «desaparecer», propuesta que
han hecho pública algunos de los voceros del FBT como Oswaldo Vera y Jacobo Torres
(en declaraciones de prensa y TV)
[ http://www.aporrea.org/trabajadores/n90292.html ]  consulta del 8 de febrero de
2007.

16
 Provea es una organización no gubernamental, independiente y autónoma de
partidos políticos instituciones religiosas, organizaciones internacionales o gobierno
alguno, que tiene como fin la promoción y defensa de los derechos humanos, en
particular los derechos económicos, sociales y
culturales. http://www.derechos.org.ve/provea/misionvision-y-objetivos-generales/ 

17
 Comunicación de la CSA http://www.derechos.org.ve/pw/wp-
content/uploads/CSA.MPST_.SINTRAINCES.pdf Consultado el (5-4-15)

18
 Uno de los proyectos, que venía con logotipo del Partido Comunista de Venezuela,
tenía 17 artículos y el otro, con el encabezado de la Asamblea Nacional de la República
Bolivariana de Venezuela, 34 artículos. Ninguno fue discutidos por la Asamblea, pero sí
circularon y dieron lugar a discusiones académicas, empresariales y sindicales.

19
  Para su cumplimiento fijó un plazo de tres años (abril 2015) para incorporar a la
nómina a aquellos que desempeñen funciones del giro propio de la empresa.

20
 Existen dos regímenes prestacionales y en la reforma se decidió eclécticamente
mantener vigentes los dos –el pre 1997 y el que nació en la reforma de ese año– y que
fuera el trabajador quién escogiera el que le diera mayor cantidad de bolívares, ya que
según escenarios de antigüedad, inflación y ritmos de incrementos salariales, puede
ser más beneficios uno u otro. Por cierto que esto derrumbó la tesis del «despojo»,
como en algunos medios se le señalaba a la reforma de 1997.

21
  Héctor Jaime (2012:261) lo expresa de la siguiente forma «este control del Estado
nos lleva a concluir que la función perseguida por la Lottt no es la de brindar
protección a los trabajadores, sino la de implantar un sistema en el cual todo se
encuentre en función de lograr los fines del Estado. Lo que nos recuerda cierta frase:
´Todo dentro del Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado´».

22
 Según el concepto de informalidad de la OIT desde 2003, el cual aún no ha sido
adoptado por la entidad de recolección y procesamiento estadístico nacional, INE.

23
 «Visible en México, invisible en Venezuela» El Nacional, 20-01-13.

24
 Mayela Armas en El Universal, 20-7-2013.

25
 Los casos en cuestión son trabajadores que prestan servicios en Sidor. Otros casos
están en la empresa Domínguez y Compañía.

26
 Para pagar jubilaciones en algunas pocas empresas se han creado fondos con
aportes patronales y de los trabajadores. El más robusto de ellos experimentó un
desfalco descomunal, lo ocurrido con el Fondo de Jubilaciones de los Petroleros. Un
fondo creado con los aportes de los trabajadores que hace dos años fue objeto de un
multimillonario desfalco -540 millones de US $- descubierto en los EEUU cuya justicia
ha tomado medidas, pero que lamentablemente las instituciones públicas venezolanas
aún no han cumplido con sus obligaciones y con los trabajadores afectados, todo ello
causando un perjuicio a los contribuyentes del fondo 
(http://hectorlucena.blogspot.com/2011/03/seguridad-social-insegura.html). En los
dos últimos años los miembros del fondo han dejado de percibir un noventa por ciento
de los dividendos que corresponderían para el capital del fondo.

Referencias bibliográficas

1. Abadí, Anabella (2015). «Todo lo que debe saber sobre la actualidad del sector
Construcción en Venezuela» en https://saladeinfo.wordpress.com/2015/04/03/todo-lo-
que-debe-saber-sobre-la-actualidad-del-sector-construccion-en-venezuela/ 
(consultado el 6/4/2015).         [ Links ]

2. Arenas, Nelly, Consuelo Iranzo y Jacqueline Richter (2014). «Neoautoritarismo y


neocorporativismo bajo el gobierno de Hugo Chávez (1999-2012)» en Juan Carlos
Celis, coord., Reconfiguración de las relaciones entre Estado, sindicatos y partidos en
América Latina, Bogotá, Clacso-Escuela Nacional Sindical.         [ Links ]

3. BCV Datos económicos (2012). http://www.bcv.org.ve/c4/notasprensa.asp?


Codigo=10326&Operacion=2&Sec=False (consultado 08/01/15).         [ Links ]

4. Briceño León, Roberto (2014). http://informe21.com/observatorio-venezolano-


violencia-0 (consultado el 09/01/15).         [ Links ]

5. Briceño León, Roberto (2010). «La delincuencia en Venezuela es un asunto de salud


pública», en ABC de la Semana, Valencia, 2 de septiembre, pp. 8-9.         [ Links ]
6. Canova Antonio, Luis Herrera, Rosa Rodríguez y Giuseppe Graterol (2014). El TSJ al
servicio de la revolución. La toma, los números y los criterios del TSJ venezolano
(2004-2013), Edit. Galipán. Caracas.         [ Links ]

7. Colina Rojas, Alí (2006). «El nuevo cooperativismo venezolano: Una caracterización


basada en estadísticas recientes» Revista Cayapa, Revista Venezolana de Economía
Social, año 6, nº 12, pp. 227-248 Universidad de Los Andes, ULA NURR, Trujillo,
Ciriec.         [ Links ]

8. Confederación Sindical Internacional -CSI- (2012). «Informe sobre las violaciones


de los derechos sindicales 2012», en web http://survey.ituc-csi.org/Americas-
Global.html?lang=en) (consultado: 15/10/2014).         [ Links ]

9. El Troudi, Haiman (2006). «Nos invitaron a debatir sobre el socialismo del siglo


XXI», disponible: http://www.innovaven.org/quepasa/polpub2.pdf (consultado:
12/09/2013).         [ Links ]

10. El Troudi, Haiman y Monedero (2006). Empresas de Producción Social.


Instrumento para el Socialismo del Siglo XXI, 2ª. ed., Caracas, Ed. Centro
Internacional Miranda.         [ Links ]

11. Ellner, Steve (1993). Organizad labor in Venezuela, 1958-199. Behavior and


concerns in a democratic setting, USA, Edit. Scholarly Resources Books.         [ Links ]

12. ENCOVI (2014). Encuesta Nacional de Condiciones de Vida,


UCV/USB/UCAB. http://www.rectorado.usb.ve/vida/sites/default/files/empleo.pdf (con
sultado 26/04/2015).         [ Links ]

13. Ermida, Oscar (1995). «El futuro del Derecho del Trabajo y las Relaciones
Laborales» en Sindicalismo Latinoamericano: entre la renovación y la resignación,
Brasil, Edit. Nueva Sociedad.         [ Links ]

14. Freitez, Nelson (2007). «Avances y limitaciones de la política de promoción


cooperativa sobre la participación de las cooperativas en la gestión pública», en
Lucena, H, coord., Cooperativas, empresas, estado y sindicatos. Una vinculación
necesaria, Valencia, Edit UC-UCLA, pp. 291-302.         [ Links ]

15. Instituto Nacional de Estadística -INE- (2015) Datos de


pobreza http://www.ine.gov.ve/index.php?
option=com_content&view=category&id=104:pobreza&Itemid=45# (consultado
07/01/15).         [ Links ]

16. Harnecker, Marta (2005). Los desafíos de la cogestión. Las experiencias de Cadafe


y Cadela. 1ª. ed., Colección Testimonios, nº 2, Biblioteca Popular, La Burbuja Editorial,
Alcaldía de Caracas.         [ Links ]

17. Hernández, Aymara (2008). «Externalización, vinculaciones interempresariales y


redes de cooperación. Caso de estudio de organizaciones pertenecientes al ramo de
equipos, repuestos y servicios de maquinaria pesada en Venezuela, período 1995-
2004», Tesis Doctoral en Estudios del Desarrollo, Cendes, UCV.         [ Links ]
18. Iranzo, Consuelo (2011). «Chávez y la política laboral en Venezuela» en Trabajo,
año 5, nº 8, julio-diciembre, tercera época. México.         [ Links ]

19. Iranzo, Consuelo y Jaqueline Ritcher (2005). «La relación Estado-sindicatos en


Venezuela (1999-2005)» en Venezuela visión plural. Una mirada desde el
Cendes (tomo II), Caracas, Cendes-Bid & Co.         [ Links ]

20. Iranzo, Consuelo y Jaqueline Ritcher (1999). La Privatización: ¿ruptura en las


relaciones laborales? Caracas, Ed. Cendes-Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas,
UCV.         [ Links ]

21. Iturraspe, Francisco (2001). «El movimiento sindical venezolano en la época de la


mundialización, la transición del  `puntofijismo` al `bolivarianismo`» en De la Garza,
Enrique, comp., Los sindicatos frente a los procesos de transición política, México, Edit.
Clacso-UAM- CILAS, pp. 109-134.         [ Links ]

22. Iturraspe, Francisco. (1991). Materiales para el estudio de la organización sindical


y la negociación colectiva por rama de industria en Venezuela, Caracas, Fundación
Friedrich Ebert.         [ Links ]

23. Jaime, Héctor (2012) «El trabajo como proceso social», Revista Sic, Centro


Gumilla, nº 746, julio, pp. 259-262.         [ Links ]

24. López, Margarita (2011). Democracia participativa en Venezuela. Temas de


Formación Socio Política, nº 11. Caracas, Edit. Centro Gumilla.         [ Links ]

25. López Maya, Margarita y Luis E. Lander (2001). «Ajustes, costos sociales y la


agenda de los pobres en Venezuela: 1984-1998» en Emir Sader, comp., El ajuste
estructural en América Latina. Costos sociales y alternativas, Buenos Aires, Edit Clacso,
pp.231-254.         [ Links ]

26. Lucena, Héctor www.hectorlucena.blogspot.com (consultado entre el 2014-


2015).         [ Links ]

27. Lucena, Héctor (2012). «Apuntes para políticas de fomento del empleo» en Revista
Derecho del Trabajo, nº 13 -Extraordinaria-, pp. 75-85. Edit. Fundación
Universitas.         [ Links ]

28. Lucena, Héctor (2009). Lo laboral en tiempos de transición. 1ª reimpresión,


Valencia, Edit. UC.         [ Links ]

29. Lucena, Héctor (2008a). Relaciones de Trabajo en el nuevo siglo, Caracas, Edit


Tropykos, 3ª.ed.         [ Links ]

30. Lucena Héctor (2008b). «Revolución Bolivariana y sindicalismo» en Revista


Veredas, Universidad Autónoma Metropolitana, UAM-Unidad Xochimilco «Instituciones
Laborales para el Siglo XXI», nº 16, 1er. semestre, México, pp. 85-106.         [ Links ]

31. Lucena, Héctor, coord. (2007). Cooperativas, empresas, estado y sindicatos. Una


vinculación necesaria, Ed. Universidad de Carabobo-Fondo Editorial
UCLA.         [ Links ]
32. Lucena, Héctor (2003a). «Confrontación y paros nacionales en Venezuela.
Exploración preliminar» en Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, año 8, nº
15, Buenos Aires, pp. 173-192.         [ Links ]

33. Lucena, Héctor (2003b) «Sindicalización y nuevas formas organizacionales


empresariales» en J. Ritcher y Y. Delgado, comp., El trabajo desde diversas miradas,
Valencia, Ed. UCV-UC, pp. 35-59.         [ Links ]

34. Lucena, Héctor y Hermes Carmona (2011). «La industria venezolana, auge y ocaso


a través de tres modelos productivos» en Ensayos de Economía, nº 39, julio-
diciembre, Medellín.         [ Links ]

35. Machado, Jesús, coord. (2008). Estudio sobre cooperativas en cuatro estados de


Venezuela, Caracas, Ed. Fundación Centro Gumilla.         [ Links ]

36. Ministerio de Energía y Petróleo-PDVSA (2006). «Empresas de Producción Social.


Preguntas y respuestas», Caracas, Gerencia Corporativa de Empresas de Producción
Social.         [ Links ]

37. Ministerio del Poder Popular del Trabajo y la Seguridad Social, Memorias e
Informes de varios años.         [ Links ]

38. Navarro, Sandra (2007). «En qué consiste el Proyecto Bolívar 2000 de Hugo
Chávez», noviembre; http://snavarro.wordpress.com/2007/11/28/en-que-consiste-el-
proyecto-bolivar-2000-de-hugo-chavez/ (consultado el 06/01/15).         [ Links ]

39. Nelson, Brian (2012). El silencio y el escorpión. Crónicas de un golpe de


estado. Caracas, Editorial Alfa.         [ Links ]

40. Obuchi, Richard, Bárbara Lira y Anabella Abadí (2011). Gestión en Rojo,Caracas,


Ediciones IESA.         [ Links ]

41. Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social. Informes de varios


años. http://www.observatoriodeconflictos.org.ve/category/violencia-sindical-2.          
[ Links ]

42. Observatorio Venezolano de la


Violencia http://observatoriodeviolencia.org.ve/ws/informe-del-ovv-diciembre-2013-2/ 
(consultado 09/01/15).         [ Links ]

43. Organización Internacional del Trabajo (2015). «Informe de la Comisión de


Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones» Ginebra, en
web http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_norm/---
relconf/documents/meetingdocument/wcms_343026.pdf  (consultado
6/7/15).         [ Links ]

44. Parker, Dick (2007). «El desarrollo endógeno: ¿camino al socialismo del siglo
XXI», Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 13, nº 2,
Caracas.         [ Links ]
45. PDVSA (2004). Caballos de Abril. Los que hicieron la historia. Sucesos en la
Refinería El Palito 2002-2003, Ediciones El Cayapo, Superintendencia de Asuntos
Públicos, Refinería El Palito.         [ Links ]

46. Quiroz, A.
(2008). http://quiroscorradi.blogspot.com/2008_04_01_archive.html,/         [ Links ]

47. Ramírez Serfaty, Eddie (2010). La indoblegable sociedad venezolana. Relatos de


un petrolero. Caracas, Edit. Los libros de El Nacional, Colección Actualidad y
Política.         [ Links ]

48. Rivero, Mirtha (2010). La Rebelión de los Náufragos, Caracas, Edit.


Alfadil.         [ Links ]

49. Romero, Juan Eduardo, Yessica Quiñonez, Carlos Pinto y Eduvio Ferrer (2010). «El
discurso político sobre la reforma constitucional y la enmienda: Hugo Chávez y la
oposición (2007-2009)» Politeia, vol. 33, nº 45, Caracas.         [ Links ]

50. Salamanca, Luis (2011). «Necesidades, esperanzas y satisfacciones. La valoración


social de la democracia desde la óptica de los sectores populares», Caracas,
mimeo.         [ Links ]

51. Salamanca, Luis (1998). Obreros, movimiento social y democracia en Venezuela,


Caracas, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Edit. UCV.         [ Links ]

52. Tarre, Marcos (2013). «Visible en México, invisible en Venezuela», El


Nacional 20/01/13. Caracas.         [ Links ]
Av. Neverí, Edificio FUNDAVAC, Colinas de Bello Monte. Caracas

cupublicaciones@gmail.com

También podría gustarte