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Diagnóstico Soc. I

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UNIVERSIDAD CATOLICA DE SANTA MARIA

FACULTAD DE CIENCIAS Y TECNOLOGÍAS SOCIALES Y HUMANIDADES


ESCUELA PROFESIONAL DE TRABAJO SOCIAL

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA MARÍA


FACULTAD DE CIENCIAS Y TECNOLOGÍAS SOCIALES Y HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE TRABAJO SOCIAL

ASIGNATURA

III Semestre

Arequipa – Perú
2020
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INTRODUCCIÓN

La investigación se construyó a partir de antecedentes que indican


diversidad de acercamientos y desarrollos sobre Metodologías y Métodos;
la profesión de Trabajo Social a través de su historia, ha sido influenciada
por el contexto económico, social y cultural en que se ha desarrollado. En
el proceso histórico, diferentes autoras y autores (Trabajadores Sociales o
no) y de diversas corrientes, han realizado escritos dirigidos a clarificar,
conceptuar y orientar la profesión; desde su visión han aportado
conocimientos importantes para el avance en la construcción profesional
y disciplinar; el desarrollo teórico metodológico ha sido heterogéneo, a
partir de la adopción de teorías y conceptos de otras profesiones y
disciplinas relacionadas con las ciencias sociales.

El desarrollo de ésta guía, pretende brindar a los estudiantes de trabajo


social, los conocimientos del proceso metodológico del Trabajador Social.
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Primera Unidad

Meto dologia del Trabajo Social

1. Concepto del Método del Trabajo Social

2. El Método del Trabajo Social como estructura y proceso.

3. El Proceso Metodológico del Trabajo Social

4. Características de la Metodología del Trabajo Social


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I. LOS CONCEPTOS DE METODOLOGÍA Y MÉTODO

El concepto (Sánchez Roldan, 2001), entendido como un constructo


lógico que tiene un sentido completo y unívoco en el marco de un campo
científico o de una teoría determinada, se conforma desde abstracciones
que constituyen la base del pensamiento humano.

Diferentes disciplinas conceptualizan sobre Metodología y Método: desde


la Filosofía y Psicología se hace explícita la relación con procesos de
conocimiento; para la Sociología la Metodología es un concepto más
general que el Método y lo incluye.

La Metodología es entendida como un concepto global referido al estudio


del Método (o de los métodos) desde un proceso sistemático en el cual se
adquieren modos y formas de conocimiento; el Método es considerado
como el camino para obtener un fin de manera ordenada, desde un
conjunto de reglas. La sociología y psicología hacen referencia a lo plural;
a diferentes métodos; se infiere que en filosofía se refiere el método al
pensar, mientras que la sociología y la psicología lo diversifican en los
métodos para pensar y para actuar.

Desde Trabajo Social autores y autoras se han referido, luego de la


reconceptualización, a los dos términos, desde los procesos de
conocimiento, de acción y transformación social. El espectro de análisis
trasciende el nivel cognoscitivo que ha caracterizado los conceptos, en
otras disciplinas. En el siguiente cuadro, autoras y autores que han escrito
desde y para Trabajo Social, evidencian similitudes y diferencias en las
formas como han concebido los conceptos de Metodología y Método. La
información se organiza de forma cronológica, para evidenciar avances
en la reflexión.
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Se identifican puntos de encuentro en cuanto a Metodología, como ciencia o teoría


que permite el estudio de los métodos y desde ellos, la transformación de la
realidad; Ezequiel Ander Egg incluye la participación de las y los sujetos sociales
como uno de los componentes de la intervención. En el libro Metodología del
Trabajo Social, la define como conjunto de operaciones para conocer y actuar; una
técnica social con cuatro componentes o fases; a los que corresponden métodos y
técnicas de: investigación, programación, ejecución y evaluación; retoma aportes
de la administración. Destaca el carácter participativo y procesual. El concepto de
método, según Ander Egg, tiene fuerte inclinación a lo preestablecido.

Para Boris Lima la metodología ordena operaciones cognoscitivas y prácticas en la


acción racional profesional (racionalidad, concepto de la modernidad). Reconoce
que los métodos caracterizan una profesión y su relación con propósitos y
estrategias sociales.

María del Carmen Mendoza, más recientemente, relaciona la metodología con


opciones teóricas, visiones ideológicas y proyecciones al futuro, tiene en cuenta las
condiciones de posibilidad (el análisis de contexto), situación que le da un nuevo
matiz, ya no centrado exclusivamente en la racionalidad. Para ella el método no
consiste en una aplicación mecánica, sino también en un descubrimiento de “lo
social”, en lo que se interviene.

Para Teresa Zamanillo, el método es una concepción intelectual que lleva una serie
de operaciones; distingue entre métodos de actuar; de pensar y método aplicado,
desde el cual se sigue la secuencia tradicional de conocer, indagar, investigar, para
transformar.

Concibe el método como un instrumento para alcanzar un fin inscrito


necesariamente en lo teórico, lo ideológico, el objeto de estudio y el procedimiento,
que le dan soporte y dirección.

Juan Barreix habla de las implicaciones lógicas y epistemológicas de la


metodología; destaca que además de disciplina, se puede entender como un
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proceso en el cual se encuentran “los métodos intervinientes”, específicos del


Trabajo Social; dentro de ellos los que permiten actuar y sistematizar.

Natalio Kisnerman retoma el concepto de metodología desde la psicología


construccionista: lo teórico y lo técnico como componentes articuladores de una
disciplina; en la definición de método introduce el concepto de proceso, referido a
la transformación y construcción del objeto, como resultado de la experiencia,
expresada en la interacción entre teoría y práctica. Evidencia, al igual que en
Teresa Zamanillo, la necesidad de sustentar el método en lo teórico.

De otra parte, señala en la historia de Trabajo Social, la confusión de métodos


(caso, grupo y comunidad) con procesos (investigación, planificación, supervisión y
administración).
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II. METODOLOGÍA DE TRABAJO SOCIAL

Una de las preocupaciones centrales de Trabajo Social, fue la búsqueda de una


renovada propuesta de un método único y distintivo para la profesión – entendido
como un conjunto de normas que dirigen un proceso o al conjunto de
conocimientos que explican su contenido científico (Umaña, 1956:5) – que
permitiera superar las miradas parciales de la realidad social, generadas desde la
intervención clásica. Como respuesta a dicho requerimiento, las escuelas
universitarias realizaron importantes esfuerzos en la búsqueda de alternativas
viables para enfrentar esta preocupación profesional.

Efectivamente, al revisar los antecedentes históricos de la génesis del ciclo


tecnológico, es posible identificar los principales fundamentos que planteó la
generación académica que la propuso. En este marco, la programación y la
administración de proyectos son consideradas instrumentos técnicos que buscan la
racionalidad en el pensamiento y en la acción y se considera que deberían estar
presentes en el abordaje profesional de las necesidades sociales.

Dados los avances obtenidos con su modelo exploratorio de ciclo tecnológico


iniciado en forma experimental en 1970 y monitoreado rigurosamente a contar de
1971, el equipo académico de la Universidad de Chile propone un esquema de
trabajo “que podría describirse como el Trabajo Social Como Transdisciplina.

La concepción de Trabajo Social como un enfoque científico de problemas


prácticos, asume que el tratamiento de los problemas sociales se realiza con el
respaldo del conocimiento científico y con la ayuda del método científico. El
proceso metodológico es definido como un proceso teórico práctico de
aproximaciones sucesivas que se da de lo general o lo particular y de lo particular o
lo general, de lo simple a lo complejo, de lo abstracto a lo concreto y de lo
superficial a lo profundo. Las etapas o pasos metodológicos básicos que otorgan
estructura al método corresponden a diagnóstico, programación, ejecución y
evaluación. (Aylwin, Jiménez y Quezada, 1976: 23-24).
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III. CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DEL MÉTODO EN


TRABAJO SOCIAL

Antes de analizar el posible esquema metodológico de intervención en trabajo


social (sus momentos o componentes lógicos, las acciones que implica realizar, y
los procedimientos técnicos que conviene emplear), creo oportuno realizar algunas
consideraciones previas, acerca de lo que entiendo deben ser las características
más relevantes de ese método de intervención, desde la perspectiva de los
valores, fines y trayectoria de nuestra disciplina y profesión.

a. Unitariedad: globalidad e integración metódica.

Atención central y permanente a la persona en su globalidad.

La direccionalidad de la intervención, siempre ha de estar orientada a mejorar


las relaciones entre la persona y su contexto ambiental.

Con este fin hay que crear y utilizar todo tipo de recursos.

El trabajador social interviene profesionalmente en el proceso, aplicando un


procedimiento metodológico análogo, articulado en momentos que se suceden
lógicamente.

La intervención siempre es pluridimensional, ya que conlleva una simultaneidad


de acciones con la persona, sus diferentes contextos, el territorio (comunidad) y
la propia organización.

Tiene una gran relevancia “la relación profesional que media entre la definición
y realización de un plan, la valoración de la persona, el uso y el hallazgo de los
recursos” (Ferrario, 1994).
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b. Enfoque y perspectiva ecológico-sistémica: trabajo social de red y en


red

Una segunda característica del proceso metodológico de intervención en trabajo


social, es su naturaleza ecológico-sistémica. Hemos situado el objeto del
trabajo social en la relación individuo-entorno, por lo que la perspectiva más
coherente de abordaje de la intervención considero que es la ecológica-
sistémica, que nos proporciona la hipótesis de una circularidad de la influencia
entre los elementos del complejo sistema en el cual el individuo o el grupo se
sitúan como “uno” de los elementos. El trabajador social no entra en relación
con un individuo, sino con un sistema más o menos complejo, más o menos
articulado en subsistemas, y se convierte en uno de los elementos que
interactúan con los demás (Dal Pra, 1993).

En esta óptica ecológico-sistémica, el proceso de ayuda activado por el


trabajador social se caracteriza por (Ferrario, 1994):– Orientar la intervención
del servicio, teniendo en cuenta las características y las cultu-ras del área,
además de los sistemas de recursos naturales e informales donde valorarlos,
evitando anular sus potencialidades.– Estimular, apoyar y contribuir a un
proceso de respuesta (que no se pretende cubrir) y, al mismo tiempo, a la
promoción de los derechos de los usuarios y a la defensa de los suje-tos más
débiles tanto hacia/en la organización como dentro de las áreas de
convivencia.– Dar la posibilidad a los diferentes sujetos representativos en el
territorio de influir sobre las características y la calidad de la oferta del servicio,
garantizando, dentro de lo posible, que no cree dependencia del usuario, por un
lado, y no se produzcan, por el otro, ofertas alejadas de la cultura y del espíritu
del grupo social interesado.
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c. Métodos combinados: exigencia de una mirada compleja

Muchas veces se ha definido el trabajo social como un arte, pero este término
debe entenderse en el campo profesional como el “arte de la práctica”, o como
“arte de la reflexión en la acción”, según la acertada expresión de Shon. Por
ello, considero un elemento importan-te del método en trabajo social la
necesaria combinación de estrategias metodológicas, el uso de métodos
combinados, la articulación de procesos científicos con la maestría en el arte de
la práctica. Cuestión que, por otra parte, no implica que debamos renunciar al
uso o empleo de métodos basados en la evidencia.

la opción metodológica a emplear en la realización de éstos y otros ti-pos de


estudios en trabajo social, es ya un lugar común afirmar la idoneidad de utilizar
diseños mixtos, que permitan obtener una adecuada combinación de datos
cuantitativos y cualitativos. No se trata de “optar entre” sino de “integrar con”. La
opción por el paradigma cuantitativo o el paradigma cualitativo ya no es hoy
relevante en las ciencias sociales, tal y como ha sido reconocido por numerosos
expertos. El mismo Campbell (a quien se le ha considerado uno de los
defensores de los métodos cuantitativos) objeta el enfoque exclusivamente
cuantitativo y lamenta que el enfoque cuantitativo haya privado a la ciencia de
obtener en lo cualitativo un “refuerzo de validación en el buen sentido”
(Campbell, 1978). También Cronbach se expresa en este sentido al defender el
método histórico (Cronbach, 1979) y otro tanto ocurre con Stake. Es decir, la
posición actual más extendida, aún entre aquellos que fueron los máximos
defensores de los métodos cuantitativos, es la de reconocer que ningún método
tiene patente de exclusividad científica. Por otra parte, la síntesis
multimetodológica parece ser una de las aspiraciones de mayor consenso entre
los investigadores de las ciencias sociales, sin que ello signifique una mezcla
sin sentido (Álvarez, 1986). El empleo combinado de métodos cuantitativos y
cualitativos tiene grandes ventajas ya que vigoriza mutuamente los
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procedimientos, permite conseguir objetivos múltiples, facilita la triangulación,


se interesa por proceso y resultado (Cook y Reichardt, 1986).

d. Centralidad del sujeto, empatía y enfoque participativo

El sujeto regresa como persona social e histórica que se sobrepone a las


estructuras y se construye como agente, actor y autor. La intervención social
vive la transición hacia otras lógicas que recuperan los caminos humildes, las
estrategias cooperantes, el encuentro personal, el valor de lo relacional, el
poder de la participación y la existencia constante de la paradoja ante la
complejidad creciente del sujeto intervenido” (García-Roca, 2007). Esta
necesaria reivindicación del sujeto debe tener, en mi opinión, una centralidad
indiscutible en el trabajo social.

e. Interdisciplinariedad y trabajo en equipo

Un equipo de trabajo, en el ámbito de la intervención social, casi siempre está


constituido por personas de distintos campos profesionales o disciplinarios que
trabajan, bien sea con un mismo sujeto, o en una misma situación de
intervención, o con un mismo problema. Pero no por ello realizan un trabajo
interdisciplinario. Esta labor interprofesional, no implica necesariamente que
haya interdisciplinariedad, aunque cada uno aporte sus propias perspectivas y
puntos de vista, y se tenga el propósito de establecer un puente entre varias
disciplinas. Esta confusión proviene de considerar como equivalente el trabajo
“interdisciplinario” y el “interprofesional”. Para que haya interdisciplinariedad es
preciso que todos asuman como propios los resultados del trabajo conjunto y
que exista un conocimiento previo de las disciplinas “ajenas”, pues la simple
suma o agregación de perspectivas sobre un caso o intervención puede
considerarse resultado de una acción multiprofesional, pero nunca inter-
disciplinar. “La interdisciplinariedad –alcanzar una conjunción teórica nueva,
más allá de las particularidades de las disciplinas que intervienen– solo puede
conseguirse a través de equipos compuestos por representantes de diferentes
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disciplinas reunido en una tarea a largo plazo que posibilite la conceptualización


y la creación de un lenguaje común”. Y para que ello sea posible, “juntarse, las
distintas profesiones no es suficiente pero es condición necesaria para iniciar el
trabajo interdisciplinario. No es tampoco la suma de conocimientos diversos,
sino que la interdisciplinariedad supone una conformación conceptual nueva”
(Ander-Egg y Follari, 1988).

f. Las actitudes básicas en la aplicación del método: flexibilidad y


sensibilidad

La flexibilidad y la sensibilidad. La primera de ellas nos permitirá adecuar a


cada coyuntura concreta los contenidos y formas de nuestras actuaciones, de
modo tal que las variaciones ad hoc que realicemos sobre lo previs-to, no nos
desvíen de la direccionalidad estratégica establecida. Es, en definitiva, la que
nos permitirá una adecuada articulación entre los niveles táctico y estratégico
de la intervención social. En cuanto a la segunda, es imprescindible en un
trabajador social que pretenda ser un “buen” profesional (y no solo un
profesional correcto), que tenga capacidad para empatizar con las personas y
sepa traducir en sus procedimientos metodológicos de actuación esa
sensibilidad para captar, percibir y comprender al “otro”. Solo de este modo
podemos asegurar que nuestra intervención esté siempre “centrada en la
persona”.
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REFERENCAI BIBLIOGRÁFICA:

Aguilar Idañez, María Jose (2013). Trabajo Social concepto y Metodología.


SBN: 978-84-283-3485-3. Recuperado de:
https://www.academia.edu/37453070/TRABAJO_SOCIAL._CONCE
PTO_Y_METODOLOG%C3%8DA

Gordillo Forero, Natty. (2007). Metodología, método y propuestas


metodológicas en Trabajo Social. Revista Tendencia & Retos Nº 12:
119-135. Recuperado de: https://www.Dialnet-
MetodologiaMetodoYPropuestasMetodologicasEnTrabajo-
4929312.pdf
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Segunda Unidad

Qué es un diagnóstico social

Diagnóstico social – Mary Richmond


1. Algunas cuestiones preliminares para comprender

mejor la naturaleza del diagnóstico social


2. Naturaleza del diagnóstico social
3. Finalidad del diagnóstico social

4. Definición operativa del diagnóstico social


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MARY RICHMOND: UNA SEMBLANZA PERSONAL E INTELECTUAL

(1861-1928)

Brigitte Bouquet
Conservatoire National des Arts et Métiers, Parí

Mary E. Richmond nació el


5 de agosto de1861 en
Belleville, Illinois, durante la
guerra de Secesión, en la que
su padre se convirtió en
artillero para poder disponer
de un buen sueldo. Dos años
más tarde sus padres se
volvieron al antiguo barrio
obrero de su ciudad natal,
Baltimore, donde Mary
Richmond creció. Segunda
de cuatro hijos, fue la única
que sobrevivió. Su madre
falleció muy joven a causa
de la tuberculosis, cuando
ella apenas tenía cuatro
años. La educación corrió a
cargo de su abuela materna y dos tías. Ambas pertenecían a una clase social
poco acomodada, pero muy abierta. Su abuela alquilaba habitaciones a
buen precio en su casa, lo que les permitía relacionarse con personas muy
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diversas. Su abuela era sufragista radical y se interesaba por el espiritualismo.


Mary E. Richmond escuchaba en ese ambiente animadas discusiones obre el
sufragio femenino, los problemas raciales, el sacrificio de los animales, las
creencias políticas y sociales y la espiritualidad.

Profesora e investigadora de Trabajo Social

Mary Richmond continuó infatigable con el proceso de elaboración del Case


Work, enseñaba también de los trabajadores sociales, jóvenes y mayores, así
como a los asistentes de los secretarios generales de las asociaciones.
Participó activamente, desde 1905, en diferentes conferencias nacionales de
caridad y rehabilitación (Havane, Portland, Filadelfia), convirtiéndose en una
figura internacional. Creó una conferencia anual, daba cursos en la Escuela
de Filantropía Aplicada de Nueva York e influyó indirectamente en la
creación de la Escuela de Servicio Social y de la Salud de la Universidad de
Pennsylvania.

Creó la supervisión en 1911, a la que le atribuía tres funciones principales:


educativas, administrativas y de apoyo, y creó la conferencia de supervisión.
De 1910 a 1922 desarrolló y dirigió varios institutos de verano, con la
asistencia de las secretarias de las asociaciones y dirigió también cursos
de verano. Desde su estancia en Baltimore, en 1902, tenía en mente escribir
una obra para lo que había comenzado a recopilar material e informes sobre las
familias que recibían ayuda, elaborados por los trabajadores sociales y cincuenta
y siete agencias. A finales de 1902, había recogido tres cuartas partes de las
«situaciones sociales» y las empezaba a analizar. En 1913, comenzó la
redacción de este voluminoso estudio basado en 2.800 casos. La concepción
del libro iba evolucionan-do y realizaba una constante revisión del plan de
trabajo proyectado (Mary Richmond, descubrió la importancia de la revisión
histórica y recurrió a los consejos de Miss Lucy Salomon, profesora de historia
del Colegio Vassar). Diagnóstico social, y el libro salió a la venta en 1917.
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Esta obra se considera un clásico ineludible de técnica profesional y se convirtió


en la biblia de todo trabajador social. «Es cierto que ningún otro trabajo
sobre servicio social había suscitado el respeto de otras profesiones como
SocialDiagnosis»15. Más que un libro es el punto de anclaje del
reconocimiento profesional del Trabajo Social.

Sin embargo Mary Richmond lo consideraba sólo el comienzo y quería que


le siguiese otra obra. Después de la publicación de Diagnóstico social
comenzó otro libro destina-do a los voluntarios, en el que les trasmitía un
acercamiento al social case work16. Esta obra avanzaba muy lentamente y
modificaba su proyecto en 1919, debido a los cambios socia-les que se estaban
produciendo. Por una parte, el estatuto de los voluntarios se estaba deteriorando
y, por la otra, se profundizaba en la teoría del desarrollo de la personalidad. Este
fenómeno iba a modificar su enfoque y decidió mostrar situaciones y
métodos más complejos, tomando como apoyo los puntos fuertes del
«cliente» y aplicándolos a todas las personas en situación de dificultad.
Defendía la idea de que el de la asistencia material y el del case work eran
dos enfoques diferentes, y que no tienen porqué ir asociados
necesariamente. También establecía una distinción entre el trabajador social, al
que consideraba portador de una serie de competencias preciosas y una
formación en el desarrollo de las relaciones humanas, y el individuo común,
útil o persona-recurso, preocupado por el Otro, pero sin competencias
especiales ni una formación en este campo. Su enfoque promueve el
desarrollo dela persona, de la familia y de su comunidad y, según la autora, se
caracterizaba por: «los procesos que se desarrollan gracias a los ajustes
aplicados a la personalidad consciente, individuo por individuo, entre los
Hombres y su entorno social». Como lectora y autora estaba muy preocupada
por encontrar el término exacto y luchaba contra la jerga profesional del
Trabajo Social, tratando de sustituirla por un vocabulario común, y modificaba
continuamente los términos que creía obsoletos. Por ejemplo, hizo una elocuente
defensa de la «National Conferenceof Social Workers», al rechazar
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denominaciones como «Social Welfare» o «Social Service» y también


«Betterment Social». En 1918, creó un grupo de trabajadores sociales que
representaban los diferentes campos del Trabajo Social, que constituiría el
comité de la organización profesional, con dos objetivos:

- Desarrollar una terminología y


- Establecer un código ético.

Su salud comenzaba a deteriorarse y tenía que pasar los veranos en New


Hampshire, donde el clima era más favorable y en donde, a partir de 1920,
residirá regularmente. Aquí formaba parte de un grupo compuesto por
universitarios y algunos amigos, era feliz de participar de esta nueva vida
comunitaria, le encantaban los picnic, pero sobre todo los domingos por la
tarde, cuando se organizaban debates espontáneos. En 1921 tuvo la alegría
de recibir, a título honorífico, el diploma del Master of Arts del Smith
College: «por la elaboración de la base científica de una nueva profesión».
Al año siguiente publicaba su obra What is Social Work? y abandonaba la
Charity Russell Foundation de Nueva York. A partir de 1924 su estado de salud
empeoró, cada vez trabajaba más en casa, redujo sus contactos profesionales
a algunos encuentros con jóvenes trabajadores sociales, que la
consideraban una leyenda. Organizó su vida entorno a las reuniones con
sus viejos amigos, «The Talkers», en las que se trataban diversos temas como:
métodos, historia, la nueva biología, la vida y los trabajos de Faraday y Pupin, la
teoría electrodinámica, etc. y se apasionaba por las biografías...Su última tarea
fue proponer y trabajar para que se celebrara el quincuagésimo aniversario de la
Charity Organisation de Estados Unidos, y aunque ya estaba casi impedida,
pronunció una conferencia y recibió una calurosa ovación, en agradecimiento
al esfuerzo realizado. Fue su último reencuentro con los trabajadores sociales.
Al año siguiente se le diagnosticaba un tumor maligno, sin posibilidad de
operación. Se internó en una residencia en Brighton, Massachusetts, y se
dispuso a morir en paz. Allí corrigió las pruebas de un libro que no viola luz
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(Marriage and the State, que fue publicado en 1929 tras una revisión del último
capítulo). Murió en su casa de Nueva York, el 12 de Septiembre de 1928.A modo
de conclusión, se puede decir que la filantropía científica de Mary Richmond, la
práctica de sus intervenciones cuyo resultado es el Case Work, su talento
administrativo, su pasión por la investigación y su tenacidad en la formación del
Trabajo Social han sido reconocidas de manera unánime.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Agnew, Elisabeth (1924). From Charity to Social Work: Mary E. Richmond the
creation of a newprofession. Illinois: Universidad de Illinois.

Bouquet, Brigitte (2002). Prefacio para la reedición francesa del libro Les
méhtodes nouvellesd a ́ ssitance. Le service sociale des cas individuels.
Mary Richmond. Paris: Escuela de AltosEstudios de Salud Pública
(EHESP)

Byington, Margaret Frances (1912). What socials workers should Know abaut their
communititesan outline. Nueva York: Russell Sage Foundation, 2ª ed.
revisada y aumentada.

Kellogg, Marjorie (1951). The long journey: a biography of Mary Richmond,


memorie.Northampton: Smith College School for Social Work.

Kirks-Adams, Karem (2009). Introduction to Social Work & Social Welfare:


Critical Thinking Perspectives., Belmont: Wadsworth Publishing Co. 3ª ed.

Mizrahi Terry, David Larry (2010). The enciclopedia social work.(4). Oxford: Oxford
University Press.

Murdoch D’Alison, D. (1961). Mary Richmond, la professional. En Review social


casework.

Specht, Harry y Courntney, Mark (1995). Unfaithful Angels: How Social Work Has
Abonded IstsMission.Engmand: The Free Press.

El propósito central de este primer capítulo es precisar el con¬


cepto de diagnóstico social. Ésta es una tarea que se impone
dentro del trabajo social y de otras form¿is de intervención so-
cial. A título indicativo de esta situación, cabe recordar que, de
ordiruirio, cuando se trata del proceso general metodológicot lo
referente al diagnóstico social no suele ser objeto de especial
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tratamiento. Lo más frecuente es que se lo incluya comcf una par¬


te de otra fase o momento. De ahí, "la madre de las confusio¬
nes en algurws casos incluyéndolo como si se tratase de urui
misma cosa que ta investigación. En otras circunstancias, el
diagnóstico es considerado como parte de la planificación. Otros
hablan de diagnóstico participativo, como si hacer un diagnósti¬
co se redujese a conversar con la gente acerca de sus problemas,
prescindiendo de técnicas o procedimientos más o menos forma¬
lizados,., La cortclusión más importante o, por lo fnenos, la más
significativa que extraemos de esta nebulosa, es la necesidad de
precisar el significado y alcance del diagnóstico social.

Hace más de veinte años, una trabajadora social uruguaya, Teresa


Scarón de Quintero, en uno de los pocos libros publicados sobre el

diagnóstico social, llama la atención "sobre el inmenso vacío" que exis¬


te en el tratamiento de este tema. Según esta autora, **no sólo escasea la

bibliografía específica, sino que, aun en los textos y manuales que tra¬
tan de ía metodología, los enunciados sobre el diagnóstico como etapa
del proceso ocupan un volumen de páginas sensiblemente inferior al

resto". A pesar del tiempo transcurrido desde que el libro fue escrito,
esta afirmación mantiene su validez. Poco se ha escrito y poco se ha
elaborado sobre el diagnóstico social, tanto en sus aspectos teóricos, co¬
mo en los prácticos que hacen a la forma de llevarlo a cabo. 'Todo es¬
to pone de manifiesto —volvemos a Scarón de Quintero— que el diag¬
nóstico es una etapa apenas abordada, apenas estudiada, frente a la cual
los distintos autores mantienen, o bien una actitud prescindente, o bien
una postura equivocada, al confundir su verdadero significado”

1. ALGUNAS CUESTIONES PRELIMINARES PARA COMPRENDER


MEJOR LA NATURALEZA DEL DIAGNÓSTICO SOCIAL

Antes de introducimos en el tratamiento de la cuestión propuesta en


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este capítulo, nos parece oportuno plantear algunas consideraciones

previas que pueden ayudamos a la comprensión de la naturaleza de un


diagnóstico:

a. Etimología del término.

b. El uso del concepto de diagnóstico en el campo de la medicina y su

"traspaso" a las ciencias sociales y a las metodologías de interven¬


ción social.
c. El uso del término "diagnóstico" en uno de los textos fundaciona¬
les del trabajo social.

d. "Conocer para actuar"» como principio fundamental en que se basa


la necesidad de realizar un diagnóstico.
e. El diagnóstico social como nexo o bisagra entre la investigación y
la programación.

a. Etimología del término

El término "diagnóstico" proviene del griego diagnostikósf forma¬


do por el prefijo día, "a través", y gnosis, "conocimiento", "apto para
conocer". Se trata, pues, de un "conocer a través", de un "conocer por

medio de". Esta breve referencia a la estructura verbal del término nos
sirve como primera aproximación para precisar el concepto que quere¬

mos dilucidar.
Con este alcance y significado que surge de la misma etimología del

término, la palabra "diagnóstico" es utilizada en diferentes circunstan¬


cias, para hacer referencia a la caracterización de una situación, median¬
te el análisis de algunos síntomas. Como término técnico-profeeional, ha
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sido ampliamente empleado en la medicina, desde hace muchas déca¬


das. Esto, naturalmente, ha dado su impronta al uso que luego se le dio

en otros campos, particularmente en las ciencias sociales. Veremos ese

**traspaso" del término de la medicina a las ciencias sociales para cons¬


tituir uno de los elementos clave de los métodos de intervención social.
Diagnóstico,
Del Griego diagnostikos, formado por el prefijo día, “a través”, y gnosis,
“conocimiento” o “apto para conocer”. En general, el termino indica el
análisis que se realiza para determinar cuál es una situación y cuáles
son las tendencias de la misma. Esta determinación se realiza sobre la
base de informaciones, datos y hechos, recogidos y ordenados
sistemáticamente que permiten juzgar mejor que es lo que está pasando.
(Ander-Egg, 1995, p.94)
El diagnóstico es un instrumento de investigación que permitirá la
identificación de los fenómenos que afecten a una situación, persona o
cosa, el cual efectivamente requiere del análisis e interpretación lógica
para establecer cual es este fenómeno y el contexto que influye en él,
dicho análisis se lograra únicamente con la selección de datos
debidamente ordenados, este es el inicio de una serie de pasos para
plantear alternativas de salida al fenómeno en estudio.

b. El uso del concepto de diagnóstico en el campo de la medicina

y su traspaso a las ciencias sociales y a las metodologías de


intervención social

Otra forma de aproximamos al concepto de diagnóstico social con¬

siste en analizar el "traspaso" de este concepto desde la medicina a las

ciencias sociales y a las diferentes metodologías de intervención social


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(trabajo social, educación de adultos, animación sociocultural, desa¬


rrollo de la comunidad, etc.). Estas consideraciones nos parecen rele¬

vantes, en cuanto que el concepto de diagnóstico social —mutatis mu-


tañáis— es similar en ciertos aspectos al de diagnóstico clínico, tal y

como lo conciben y realizan los médicos.


Teniendo en cuenta esta circunstancia, es interesante hacer referen¬
cia a lo que en medicina se entiende por diagnóstico clínico y al pro¬

cedimiento utilizado por los médicos para su realización. En este cam¬

po de actuación profesional, la palabra designa los procedimientos uti¬


lizados para averiguar el estado de salud de una persona, o el carácter

de su enfermedad, mediante el examen de su sintomatología, a fin de

prescribir el tratamiento más adecuado.


Por lo que se refiere a la forma de hacer un diagnóstico clínico, las

líneas generales de la actuación profesional del médico pueden resu¬

mirse en lo siguiente:
• El médico, cuando va a atender a un paciente, lleva consigo:

— todo su bagaje de conocimientos teóricos que comporta su

formación profesional;

— toda su experiencia personal (que incluye tanto lo profesio¬

nal como el modo de relacionarse con la gente).


• Cuando está con el paciente:

— lo examina h'sicameme, haciendo especialmente una auscul¬

tación de aquellos sistemas orgánicos que más relación pu¬

dieran tener con lo que le está pasando;


— le hace preguntas para informarse acerca de lo que siente:

— recurre a su historia clínica (antecedentes).

• Detectada la enfermedad (el problema), procede a:


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— determinar los factores que la han producido;

— de algún modo, establecer también qué le pasaría al paciente

en el caso de que no realizase ningún tratamiento a su mal.


• En algunos casos, encarga el análisis sobre cuestiones puntuales

a otros especialistas (bioquímico, radiólogo, etc.).

• Con estas informaciones y teniendo en cuenta las observaciones

realizadas de manera directa, el médico procede a:


— evaluar la situación del paciente;

— calificar la enfermedad según los síntomas que advierte;

— considerar los medios o formas de lograr la curación.

• Para esto último tiene en cuenta:

— los recursos y medios disponibles, incluyendo en ello desde

el potencial genético de la persona hasta su situación socioe¬

conómica, pasando por todo lo que implica su medio am¬

biente, o la tecnología sanitaria disponible.

Esta simple enumeración, aun lejos de ser exhaustiva {en cuanto a

explicación de cómo se hace un diagnóstico clínico), nos revela unas


líneas y aspectos sustantivos en el modo de realizarlo. Cuando nos ocu¬

pemos específicamente del diagnóstico social, importará recordar este


modo proced imental.

Las cuestiones que hemos planteado hasta aquí pueden considerar¬

se como los aspectos metódicos en lo que concierne a la realización de

un diagnóstico médico. Sin embaído, hay otros dos aspectos que nos

parecen particularmente significativos para hacer un buen diagnóstico,


ya sea clínico o social.

• Si bien el médico (lo mismo que un trabajador social, educador,

animador, etc.), al hacer un diagnóstico, se apoya en un conjunto


variado y complejo de conocimientos científicos y de carácter
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profesional (mayores o menores según sea su nivel de prepara¬

ción), tiene también una experiencia profesional acumulada, en la

que habrá incorporado elementos positivos (en el sentido de que

ayudan a un quehacer profesional más eficaz), pero habrá incor¬

porado también otros que no ayudan mucho, y puede asimismo


haber adquirido hábitos que no ayudan a su quehacer específico.

• AI segundo aspecto extra-metodológico, lo consideramos más im¬

portante aún: hace referencia al proceso de comunicación en el


marco de la relación médico-enfermo. Se trata de un proceso dia¬

léctico/interactivo y retroalimentado entre dos personas, que va

mucho más allá del intercambio de información. Ahora bien, si es¬


ta interrelación se da en un ambiente de respeto, de empatia y de

calidez humana, no sólo se da una mayor satisfacción al usuario y

es en sí misma una forma de terapia, sino que crea también las

condiciones para que el paciente se manifieste más libre y profun¬

damente, lo que facilitará la tarea de realización del diagnóstico.

Mejorar las habilidades y cualidades del médico (como de cual¬

quier profesional de la acción social) para relacionarse mejor con el pa¬


ciente es también mejorar la capacidad para hacer diagnósticos. Afir¬

mamos esto porque, para hacer un buen diagnóstico, no basta saber

cuál es la información necesaria, hay que saber también cómo conse¬

guirla. Una buena relación humana médico-paciente permite obtener


más y mejor información para elaborar el diagnóstico. Para que esto

sea posible, tenemos que:

• establecer buenas relaciones;

• desatar un proceso de retroalimentación en la interacción médico-

paciente;
• tener
capacidad de escucha activa y empatia;
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• excluir todo
prejuicio respecto aJ paciente, ya sea por su clase
social, raza, religión, sexo, edad, etc.;
• estimular su participación a fin de que esté predispuesto a iden¬

tificar sus problemas y encontrar vías de solución.

El uso y alcance del término, y la práctica médica consiguiente,

pueden ayudamos a comprender la naturaleza del diagnóstico social,


habida cuenta de que en las metodologías de intervención social y en

las ciencias sociales se utiliza con un alcance similar.


Sin embargo, y aunque el símil entre diagnóstico clínico (paciente/

médico) y diagnóstico social (usuario/trabajador social) se encuentra


relativamente extendido y presenta muchas semejanzas por tratarse de

un diagnóstico personal individualizado, al trasladar la comparación

clínico'social al terreno grupal y comunitario, conviene aclarar ciertos

extremos que eviten equívocos que a veces son frecuentes, y que se

producen fundamentalmente desde el ámbito de la medicina comunita¬


ria, cuyas aportaciones han tenido y tienen influencia en los diversos

campos de intervención social, no sólo en el de la salud. "En primer lu¬

gar, la medicina comunitaria y la medicina clínica presentan un pano¬


rama muy distinto en lo que se refiere al diagnóstico de los problemas.

Así, en esta última existe un procedimiento bien delimitado y adapta¬


do a la taxonomía clínica, que permite identificar y clasificar los pro¬

blemas de salud: la anamnesis y la exploración física complementaria.

En cambio, la medicina comunitaria debe recurrir a un conjunto de mé¬

todos y técnicas diversos, cuyas condiciones presentan numerosos pro¬

blemas de operatividad y que, además, no se encuentran en correspon¬

dencia con ninguna taxonomía de 'síndromes comunitarios' legitima¬

da o al menos ampliamente consensuada."� Otra diferencia radica en el

hecho de que, en la medicina, suele aceptarse que el diagnóstico debe

preceder siempre a la intervención. En el caso de las diferentes formas


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y metodologías de intervención social, esto no siempre es así: muchas


veces el diagnóstico se realiza a la vez que se desarrollan ciertas acti-

vidades e intervenciones con la población

c. El uso del término “diagnóstico*' en uno de los textos


fundacionales del trabajo social

Quisiéramos recordar que el primer libro en el que se hizo una sis¬


tematización de los métodos de intervención social, publicado en 1917

y escrito por Mary Richmond, se tituló Social Diagnosis. Respecto a


este libro, que es un hito fundamental en la historia del trabajo social,

quisiéramos hacer dos observaciones:

• El diagnóstico social (en el que se incluye también el tratamien¬

to) está concebido de acuerdo con el modelo de actuación profe¬


sional de la medicina; ello no es de extrañar, ya que Mary Rich¬
mond realizó buena parte de su trabajo junto a un médico. En
otras palabras: lo primero que se planteó sobre el diagnóstico so¬
cial se elaboró sobre el modelo médico-clínico y tiene que ver
con lo que hemos hablado sobre el traspaso de este concepto del

campo de la medicina al de las ciencias y tecnologías sociales.


• Otro aspecto que quisiéramos señalar es el proceso que propone

Mary Richmond para realizar un diagnóstico social, aunque ella


incluye en el libro todas las fases del proceso de intervención so¬
cial. Comienza con lo que ella llama la "evidencia social" (los
hechos que, tomados en su conjunto, indican la naturaleza de las
dificultades sociales de un determinado cliente y los instrumen¬
tos para su solución). Sigue luego con las "inferencias", que pa¬
ra Richmond son el "proceso racional por el cual pasamos de he¬
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chos conocidos a hechos desconocidos". A partir de "evidencias


e inferencias", se inicia el proceso hacia el diagnóstico, que ex¬

plica a través de los procedimientos que se utilizan y que com¬


porta cuatro fases:
1. Entrevista con el cliente.
2. Primeros contactos con la familia inmediata del cliente.
3. Búsqueda de otras fuentes y uso de la intuición.
4, Cuidadosa ponderación de cada uno de los ítems estudiados

y la interpretación de todos los datos recopilados.

La importancia otorgada al diagnóstico social por parte de Mary

Richmond, unido a la vigencia de muchos de sus planteamientos a pe¬

sar del tiempo transcurrido desde la aparición de su obra, justifica que

nos detengamos a examinar algunas de sus aportaciones.* Ella descri¬

be el diagnóstico social como "el intento de efectuar con la mayor pre¬

cisión posible una definición de la situación y personalidad de un ser

humano con alguna carencia social: es decir, de su situación y perso¬

nalidad en relación con los demás seres humanos de los que dependa

en alguna medida o que dependan de él, y en relación también con las

instituciones sociales de la comunidad".

d. "Conocer para actuar*', principio fundahiental en el que se

basa la necesidad de realizar un diagnóstico

Este principio está en contradicción con buena parte de la práctica

de las ciencias sociales. Frente al cúmulo de estudios y diagnósticos


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realizados y los pocos problemas resueltos con los estudios sociales,

un observador extemo podría pensar que los diagnósticos se hacen con

el propósito de "conocer por conocer", como si se tratase tan sólo de

"saber qué pasa". Buena parte de los "diagnosticadores" son una suer¬

te de investigadores académicos no comprometidos. Poco les importa

lo que se vaya a hacer con sus estudios y diagnósticos. Lo que les im¬

porta es cobrar su trabajo. Como dice Pedro Demo, tan acertadamen¬


te, "montón de investigaciones para ninguna solución, mero estudio

sin aplicación práctica, simple ejercicio académico, por cuestión de

método, no de realidad",
La necesidad de realizar un diagnóstico (y la investigación que le

sirve de sustento) está basada en el principio de que es necesario co¬

nocer para actuar con eñcacia. Dicho más brevemente y utilizando

la conocida frase de Augusto Comte (que él aplicaba a la sociología),

diremos que es un conocer para actúan

En este sentido, todo diagnóstico social representa una de las fases


iniciales y fundamentales del proceso de intervención social. Constitu¬

ye uno de los elementos clave de toda práctica social, en la medida en

que procura un conocimiento real y concreto de una situación sobre la

que se va a realizar una intervención social y de los diferentes aspectos

que es necesario tener en cuenta para resolver la situación-problema

diagnosticada. El hacer esto (el diagnóstico) ofrece una mayor garan¬


tía de eficacia en la programación y ejecución de actividades. Utilizan¬

do una expresión de Kurt Lewin, podemos decir que el diagnóstico de¬

be servir para "esclarecer el quehacer profesional en el manejo de los


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problemas sociales específicos".


Un diagnóstico no se hace sólo para saber qué pasa. Se elabora

—como examinaremos más detenidamente en el parágrafo 3— con


dos propósitos bien definidos, orientados ambos a la acción:

• En primer lugar, ofreciendo una información básica que sirva

para programar acciones concretas. Esta información será más o


menos amplia, según se trate de elaborar un plan, un programa,

un proyecto, o simplemente realizar determinadas actividades.


• En segundo lugar, se trata de proporcionar un cuadro de situa¬

ción que sirva para seleccionar las estrategias de actuación más


adecuadas.

e. El diagnóstico social como nexo o bisagra entre la investigación


y la programación

Ya hemos hecho referencia al comienzo de este capítulo a la confu¬

sión existente en algunos autores, que incluyen el diagnóstico en la

planificación. No es un error grave, pero se presta a cierta confusión

conceptual y operativa. Otros consideran el diagnóstico como una par¬


te de la investigación; aquí la confusión es mayor y más grave, entre

otras cosas, porque las habilidades para diagnosticar no son las mismas

que las capacidades que se necesitan para investigar.

El diagnóstico social es un nexo entre la investigación y la progra¬

mación; tiene una función "bisagra" entre una y otra fase del proceso
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metodológico. Sin investigación previa, no puede haber diagnóstico (al


menos, un diagnóstico medianamente serio) y, sin apoyarse en un diag¬
nóstico, no se puede hacer una buena programación.
Veamos algo más sobre la confusión entre investigación y diagnós¬
tico: se pueden hacer estudios sobre problemas sociales, sin que ellos
sean un diagnóstico, en el sentido estricto del término. El diagnóstico

comporta algo más que una investigación. En un estudio sobre proble¬


mas sociales, se recogen y sistematizan, se relacionan, se analizan y se

interpretan datos e informaciones sobre estos problemas. En un diag¬


nóstico, además, hay que comprender los problemas de cara a la ac¬
ción. Esto supone conocer:

• Cuáles son los problemas (en un análisis sincrónico y diacróni-

co de los mismos), el porqué de esos problemas en una situación


determinada.
• Cuál es el contexto que condiciona la situación-problema estu¬

diada.
(Hasta aquí, todo esto podría ser
parte del estudio/investigación.)

• Cuáles son los recursos y medios disponibles (o a los que se

puede acceder a medio plazo) para resolver estos problemas.


• Cuáles son los factores más significativos que influyen, condi¬

cionan o determinan la situación, y los actores sociales implica¬


dos en la misma.
• Cuáles son las tendencias previsibles en el futuro, cómo se pre¬

vé que puede ir evolucionando la situación, según las diversas


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opciones de intervención y no intervención en ella.


• Qué decisiones hay que adoptar acerca de las prioridades y es¬

trategias de intervención.
• Cuáles son los factores contingentes que condicionan la viabili¬

dad y factibilidad de una intervención social,


En lo referente a los diagnósticos sociales, en cuanto nexos entre la

investigación y la planificación, suelen darse dos insuficiencias:

— En ciertas circunstancias, en la realización del estudio/investiga¬

ción se estudian fenómenos o hechos, o bien se recoge informa¬

ción, que luego no se utiliza en el diagnóstico.


— En la fase posterior (programación o elaboración del programa

o proyecto, según los casos), se dan "rupturas" o "saltos" entre

los resultados del diagnóstico y la elaboración del proyecto. Es¬

to significa que se decide hacer o proyectar actividades sin rela¬

ción con lo diagnosticado o, al menos, sin fundamentarlas en los


datos recogidos y sistematizados.

2. NATURALEZA DEL DIAGNÓSTICO SOCIAL

Ya hemos hecho una aproximación preliminar al concepto de diag¬

nóstico social. Si queremos ahondar en la naturaleza del mismo, hemos

de tener en cuenta algunas cuestiones que nos parecen sustantivas:

a. El diagnóstico como una fase o momento de los métodos de inter¬


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vención social.
b. El diagnóstico como forma de utilizar los resultados de una inves¬

tigación aplicada de cara a la acción.


c. El diagnóstico como unidad de análisis y síntesis de una situación-
problema.
d. El diagnóstico nunca es algo totalmente terminado, es un "instru¬

mento abierto", siempre está haciéndose.

e. Un diagnóstico adquiere su significado más pleno en la medida en

que se hace una adecuada contextualización de la situación-problema


diagnosticada.

a. E l diagnóstico es una fase o momento de los métodos de intervención social

Ésta es la primera cuestión que parece importante dilucidar. Se tra¬

ta de situar el diagnóstico dentro del proceso global de los métodos de

intervención social. Como es harto conocido, todas las formas o moda¬


lidades de intervención social están configuradas por la integración y

fusión de diferentes fases o momentos lógicos de una estrategia de ac-

tuación. Estos momentos se dan dentro de un proceso encabalgado y

retroactivo (no fásico, como puede inducir a pensar su formulación).

Por otra parte, el proceso puede tener inicio en cualquiera de estos mo¬

mentos, Esta estructura metódica subyacente (o estructura básica de

procedimiento) comporta cuatro aspectos principales y es indepen¬


diente del campo de intervención; todos ellos se relacionan con el diag¬

nóstico, tal como expresamos en el siguiente esquema:


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Estudio-investigación,
que culmina en un diagnóstico de la simación-problema, que
sistematiza los datos para su comprensión.

Programación,
que se apoya en los resultados del diagnóstico, para formular

propuestas de intervención con garantías de éxito y eficacia.


Ejecución,
que tiene en cuenta el diagnóstico para establecer la estrategia
operativa y la implementación de las acciones.
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Evaluación,
que se puede hacer sobre y en diferentes momentos del proceso,
entre ellos el diagnóstico, en cuanto expresé una situación ini¬

cial que sirve como punto de referencia de la situación objetivo

a la que se quiere llegar, o como elemento de comparación para

valorar los cambios producidos.

b. El diagnóstico, como forma de utilizar los resultados de una

investigación aplicada de cara a la acción


Cuando se habla de investigación, se suele establecer una diferen¬

cia entre la investigación básica y la investigación aplicada. El crite¬

rio con que se hace esta distinción tiene en cuenta el propósito princi¬

pal con que se aborda el estudio de algún problema en la investigación:

• La investigación básica, pura o fundamental tiene como

propósito principal acrecentar los conocimientos teóricos pa¬


ra el progreso de una determinada ciencia, sin interesarse di¬

rectamente en sus posibles aplicaciones o consecuencias prác¬

ticas. Es más formal y persigue propósitos teóricos en el sen¬

tido de aumentar el acervo de conocimientos de una determi¬


nada teoría.
• Por su parte, la investigación aplicada guarda íntima relación

con la anterior, pues depende (en ciertos aspectos) de los descu¬


brimientos y avances de la investigación básica, enriqueciéndo¬

se de ellos. Se trata de investigaciones que se caracterizan por su

interés en la aplicación, utilización y consecuencias prácticas de


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los conocimientos que se adquieren. Se puede decir, asimismo,

que la investigación aplicada busca el "conocer para hacer", pa¬


ra actuar, ya sea con el propósito de modificar, mantener, refor¬
mar o cambiar radicalmente algún aspecto de la realidad social.

Le preocupa la aplicación más o menos inmediata de los cono¬

cimientos adquiridos acerca de una realidad circunstancial. No

está.orientada al acrecentamiento del acervo científico, ni al de¬


sarrollo del discurso teórico.
Todo diagnóstico se apoya siempre en una investigación aplicada.

Se trata de realizar un estudio con la finalidad de tener conocimientos

para producir cambios inducidos y/o planificados. O bien con el obje¬


to de resolver problemas, satisfacer necesidades, desarrollar potencia¬

lidades, o para actuar sobre algún aspecto de la realidad social.

c. El diagnóstico como unidad de análisis y síntesis de la situación

problema

El diagnóstico debe ser una unidad de análisis y síntesis de la

situación-problema que sirve de referencia para la elaboración de un

programa de acción. Consecuentemente, en el diagnóstico se debe ha¬


cer una descripción de los elementos y aspectos integrantes de una rea¬

lidad que es motivo de estudio. Pero, al mismo tiempo, hay que esta¬

blecer la interconexión e interdependencia de los mismos, de modo

que las panes queden estudiadas como constituyendo un todo estruc¬


turado e indi.solubIe.
Lo que en un momento es separado a los efectos del análisis (éste

consiste precisamente en examinar las partes de un todo), luego hay


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que integrarlo para mostrar el lugar y papel de cada parte en el sistema


de una totalidad, en la que existe una unidad dialéctica indisoluble de

cada uno de los elementos. En otras palabras, de lo que se trata es de

aplicar simuítánearnente dos métodos lógicos: el análisis y la síntesis.


De este modo, el diagnóstico es un cuerpo de conocimientos analíti¬

cos/sintéticos, pertenecientes a una realidad concreta y delimitada so¬


bre la que se quieren realizar determinadas acciones, planificadas y

con un propósito concreto.

d. Un diagnóstico nunca es algo terminado, es un

'instrumento abierto" que siempre está haciéndose

Un diagnóstico debe estar abierto a incorporar nuevos datos e infor¬

mación, nuevos ajustes derivados de nuevas relaciones e interdepen¬

dencias que se establecen a partir de los datos disponibles o de nuevos

datos que se van obteniendo.

Desde esta perspectiva, el diagnóstico constituye una fase o mo¬

mento del proceso metodológico — y a la vez un instrumento operati¬

vo— que se va completando y enriqueciendo de manera permanente.

Toda intervención en la realidad genera una dinámica que va plantean¬

do nuevos interrogantes, va reformulando problemas y va haciendo luz.

sobre cuestiones que no se habían considerado suficientemente» o sim¬

plemente eran lagunas del diagnóstico.

Y, en la medida en que el proceso de trabajo es verdaderamente par-

ticipativo, la misma gente va a abrir nuevos horizontes de problemas


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que permitirán descubrir áreas o aspectos no explorados, señalar defi¬


ciencias e ir rectificando y aportando nuevos elementos que enriquecen

y mejoran el diagnóstico.

Este carácter de ''instrumento abierto" o de "herramienta de trabajo

no terminada", que tiene lodo diagnóstico, conduce a una reelaboración

permanente del mismo, enriquecido a su vez por la relación entre el tra¬

bajador social y las personas con las que y para las que trabaja; más aún
si se emplean métodos y técnicas de intervención social participativas.

Para resumirlo brevemente, hacemos nuestras las palabras de Mary

Richmond cuando afirmar "El diagnóstico completo —de hecho, el

diagnóstico correcto— no siempre es posible, ni siquiera cuando se

dispone del tiempo suficiente... Ningún diagnóstico es definitivo."


Pues los descubrimientos tardíos de un caso o situación pueden contri¬
buir a aclarar y comprender mejor las causas del mismo y sus factores

condicionantes, por lo que "no es ningún disparate afirmar que la in¬

vestigación continúa a medida que lo hace el tratamiento" y durante to¬


do el proceso de intervención.
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e. Un diagnóstico adquiere su significado más pleno en la medida

en que se hace una adecuada contextualización de la

situación-problema diagnosticada

En otras palabras: el problema en sí (que ha sido estudiado e inves¬

tigado) debe ser contextual izado como un aspecto de la totalidad social


del que forma parte. Para esta contextualización, propinemos un abor¬

daje sistémico/ecológico/dialéctico. Veamos en qué consiste.


Entendemos por "sistema" a un todo unitario y organizado com¬

puesto de dos o más partes (elementos, componentes o subsistemas)

que, por su misma naturaleza, constituyen una complejidad organiza¬


da. Todo sistema puede considerarse, a la vez, como un todo o como
parte de un todo mayor. No se puede cerrar un sisitema como totalidad
sino que hay que considerarlo entre los sistemas de sistemas de que

forma parte.

Decimos, en primer lugar, que el modo de abordaje debe ser sisté-

mico. La realidad es sistémica, los problemas son sistémicos: conse¬

cuentemente. el modo de abordaje debe ser sistémico. Cada hecho, fe¬

nómeno o proceso que se analiza y cada acción o intervención que se

propone, debe ser considerada como un aspecto de la totalidad social


de la que forma parte. Sólo dentro del sistema que lo incluye, se en¬

tiende la significación última de algún aspecto de la realidad.

Afirmamos una segunda dimensión de este modo de abordaje, di¬

ciendo que es ecológico, porque un enfoque que considere los proble¬

mas sociales ha de tener en cuenta que nada ocurre de modo aislado.

Nada ni nadie actúa en completa independencia. En la realidad social


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existe una complicada red de intercambios y retroacciones, a la que

puede aplicarse una de las leyes de la ecología que dice: "todo está re¬
lacionado con todo" o "todo está relacionado con lo demás".
Este enfoque o perspectiva es válido para los modelos de interven¬

ción social. El tratamiento de los problemas (individuales, grupales o

colectivos) que no tenga en cuenta los efectos, interacciones y retroa-


limentaciones que existen entre los diferentes subsistemas, es un mo¬
do de abordaje de la realidad que se considera inadecuado para la in¬

terpretación y comprensión de los fenómenos y procesos sociales, y

para actuar sobre ellos.


Todo esto puede formularse de una manera mucho más precisa, te¬

niendo en cuenta la distinción de los diversos niveles ecológicos que

propuso Une Bronfenbrenner. Siguiendo a este autor, se pueden dis¬

tinguir cuatro niveles:

— El macrosistema que, a veces, se llama la escala macrosocial.

Constituye el marco general más englobante.


— El exosistema: se trata de un marco más inmediato, donde el in¬

dividuo o grupo desarrolla su vida, pero en el que no interactúa

"cara a cara". Sin embargo, en ese marco "pasan cosas que Ies

afectan" o que inciden en sus vidas. En este ámbito se da una

multiplicidad de planos y niveles de intercambios, interacciones

y retroacciones en las que están inmersos aquellos que son los

destinatarios de los programas, actividades o servicios sociales.


— El mesosistema, constituido por el conjunto de microsistemas
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que configuran redes de interacciones y que supone que el indi¬


viduo o grupo actúa en una multiplicidad de marcos.

— El microsistema. donde los individuos y grupos actúan "cara a

cara". Es un ámbito de cercanía vital, como es la tarea en el aula

dentro de una escuela, la relación en el seno de una familia, etc.

Estos cuatro niveles pueden expresarse gráficamente del siguiente modo:

3. FINALIDAD DEL DIAGNÓSTICO SOCIAL

Un diagnóstico no se hace sólo para saber "qué pasa". Se realiza

también para saber "qué hacer". De ahí que sean dos los propósitos, o

las finalidades últimas del diagnóstico:

• servir de base para programar acciones concretas;

• proporcionar un cuadro de situación que sirva para seleccionar y

establecer las estrategias de actuación.


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De ordinario, siempre se ha mencionado la primera de las finalida¬

des indicadas, pero muy pocas veces se piensa en el diagnóstico como

un elemento importante y significativo que puede ayudar a sortear los

obstáculos y dificultades que obstruyen la realización de un determina¬

do proyecto, o un conjunto de actividades.

Cuando hablamos de servir de base para programar acciones

concretas, estas "acciones" pueden ser parte de un plan, de un progra-

ma, de un proyecto, un servicio simplemente, de un conjunto de

actividades más o menos articuladas entre sí. En otras palabras: a partir

de los datos sistematizados del diagnóstico» se diseñan las operaciones

y acciones que permiten enfrentar de manera permanente (con la ma¬

yor organización y racionaJidad posible) los problemas y necesidades


detectados en el mismo.
Pero el diagnóstico ha de ser también fundamento de las estrate¬

gias que han de servir a la práctica concreta, conforme con las necesi¬
dades y aspiraciones manifestadas por los propios interesados (familia,

grupo, organización, comunidad» pueblo, etc.) y la influencia de los di¬


ferentes factores que inciden y actúan de manera positiva, negativa o

neutra, en el logro de los objetivos propuestos y en la realización y

puesta en marcha de las acciones que se van a realizan


La planificación debe ser flexible para poder adaptar los procesos a

las decisiones que reclama cada coyuntura, pero para ello el diagnósti¬

co (siempre realizándose o actualizándose) debe orientar la toma de


decisiones con el fm de mantener o corregir el conjunto de las activi¬
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dades en la dirección de la situación-objetivo deseada.

Todo diagnóstico debe servir, en consecuencia, para asegurar que se

mantenga el rumbo del arco direccíonaJ, entendiéndose por tal el ca¬


mino o trayectoria que se debe seguir desde la situación-inicial para al¬

canzar la situación-objetivo.

Pero, como una cosa es la lógica de la formulación y otra la lógica

de la realizaci6n (influida ésta por las condiciones coyunturales), el arco

direccional es sólo el camino propuesto que, de antemano, sabemos

que no será el camino real. De ahí que, entre la situación-inicial y cada

situación- intermedia que va produciéndose, se establece un arco de coyuntura.

que es el camino efectivo que se recorre entre cada situación.

Aquí, la cuestión sustancial es que el arco de coyuntura, aun cuando

sea un rodeo (y hasta podría ser en un momento un andar en direc-

ción contraria, si con eso se tienen más posibilidades de avanzar en un

futuro mediato en la dirección deseada), no pierda el rumbo o, lo que

es lo mismo, pierda de vista la situación-objetivo y, en lo inmediato,

quede sin referente direccional.

Para este control direccional de los arcos de coyuntura (camino entre

dos situaciones), los datos del diagnóstico son vitales y deben servir

de base para establecer la acción táctica (adecuación de lo progra·

mado a cada situación coyuntural o a los hechos no previstos) y como

reaseguro de la propuesta estratégica.


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4. DEFINICIÓN OPERATIVA DE DIAGNÓSTICO SOCIAL

A partir de todo lo expuesto hasta el momento, y considerando los elementos


metodológicos y prácticos que comprende la elaboración de un diagn6stico, nos
atrevemos a proponer una definición operativa del concepto de diagnóstico social,
a partir de las que consideramos sus características o componentes más relevantes
y que lo diferencian de otro tipo de sistematizaciones de infonnación y datos.

El diagnóstico social es un proceso de elaboración y sistematización de


información que implica conocer y comprender los problemas y necesidades
dentro de un contexto determinado, sus causas y evolución a lo largo del tiempo,
así como los factores condicionantes y de riesgo y sus tendencias pre-visibles;
permitiendo una discriminaci6n de los mismos según su importancia, de cara al
establecimiento de prioridades y estrategias de intervención, de manera que pueda
determinarse de antemano su grado de viabilidad y factibilidad, considerando
tanto Jos medios disponibles como las fuerzas y actores sociales involucrados en
las mismas.

Por último, no queremos terminar estas reflexiones en tomo a los

aspectos teóricos y conceptuales del diagnóstico soc ial sin antes advertir

acerca de algunas falsas creencias o apreciaciones en las que, con

más frecuencia de lo deseable, puede caer con facilidad un diagnosticador

poco avezado.

Una de ellas es creer que en el diagnóstico hay que utilizar toda la

información disponible. "Ésta es una visión enciclopédica e indiscriminada

que solo conduce a elaborar gruesos volúmenes, en cuyos índices


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destacan las referencias al clima o a la historia y en los cuáles los escasos

dalos de significación quedan enmascarados. Otras veces, lamentablemente,

"la experiencia práctica demuestra que, en la mayoría

de los casos, los diagnósticos sociales incluyen infonnación bibliográfica,

indicadores del nivel y calidad de vida, inventarios de equipamientos.

etc.; pero no captan el significado e importancia de los problemas

con que se enfrenta la población. De ahí, que sus resultados no puedan

convertirse en un insumo útil para la fonnulación de programas y proyectos

( ... ). Incluso, algunas veces, el análisis se dispersa en el examen

de sucesos históricos que bien podrían ser obviados". I J Nada más lejos

del pragmatismo que debe tener todo diagnóstico: hay que utilizar sólo

aquella información que se considere relevante y significativa. y que

efectivamente- esté relacionada con los hechos y problemas que interese

conocer y comprender para poder intervenir con eficacia.

Si un diagnóstico es demasiado general y demasiado detallado, está

condenado a confundir, en lugar de aclarar. Al igual que un diagnóstico

en el que se dé poca importancia a los factores relevantes, aun

cuando se describa claramente el problema principal. Como aconseja

M. Richmond, un buen diagnóstico debe incluir todos los factores significativos

que estén presentes en la realidad y que se interpongan, dificulten

u obstruyan las posibilidades de desarrollo personal o social.


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y especialmente significativos son aquellos que permiten intuir, ima-

ginar y vislumbrar el camino que se ha de recorrer, la estrategia que se

ha de desarrollar o el tratamiento que se ha de seguir.

Pero tampoco debemos caer en el extremo opuesto: un diagnóstico

tan escueto y esquemático que -además de poco preciso- se limite

a describir y clasificar problemas. Las descripciones y clasificaciones

Son útiles, pero no agotan el diagnóstico. Más aún, un diagnóstico que

sólo se quede en eso no servirá prácticamente para nada. Pues lo importante

no es sólo identificar y conocer los problemas: el verdadero

sentido del diagnóstico es comprender a fondo dichos problemas para

poder actuar con eficacia sobre los mismos. Y para tener esta "comprensión

profunda" es imprescindible detenninar los factores más relevantes

(positivos y negativos) que afectan en cada situación concreta.

identificar los medios y posibilidades de intervención, y establecer

prioridades y estrategias que sirvan para programar las acciones futuras

con un mínimo de garantías de éxito.

En definitiva. un buen diagnóstico -para ser verdaderamente debe ser:

• completo: incluyendo toda la información verdaderamente relevante

y significativa;

• claro: excluyendo detalles innecesarios y evitando barroquismos

y excesos de información, empleando un lenguaje objetivo


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y sencillo que sea fácilmente comprensible. utilizando cuadros y

esquemas cuando sea conveniente, etc.;

• preciso, es decir, que establezca y distinga cada una de las dimensiones

y factores del problema, discrimine y brinde información

útil para orientar la acción, de manera concreta y específica, incluyendo todos


los aspectos necesarios y suficientes; y

• oportuno, esto es, realizarse ---o actualizarse- en un momento

en que pueda ser utilizado para tomar decisiones que afecten

a la actuación presente y futura, pues de lo contrario los datos

podrían perder actualidad. -

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
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