Rut Cap 1
Rut Cap 1
Rut Cap 1
El libro de Rut comienza con una historia familiar. Una de esas que
comienza mal y termina peor.
Durante la época de los jueces, la Biblia dice que “cada uno hacía lo que
bien le parecía” (Jueces 21:25). No había rey en Israel. El caos moral,
político, social y espiritual en el que el pueblo estaba sumido era
consecuencia directa de que no hubiera un rey reconocido sobre Israel. Y,
sobre todo, de que el pueblo se hubiera olvidado de que Dios era su Rey.
“Los esfuerzos que hacemos por escapar de nuestro destino solo sirven
para llevarnos de cabeza a él.” – Ralph Waldo Emerson
Y es que, al final de cuentas, no hay lugar más peligroso para estar que
fuera de la voluntad de Dios.
Esta semana, mientras leía con tranquilidad este capítulo 1 de Rut, sentía al
Señor hablando directamente a mi vida. No te puedo decir cuántas veces ha
pasado por mi mente la idea de salir de Venezuela. Han sido muchas.
Comprendo perfectamente a Elimelec y Noemí. Vivir tiempos de
hambruna, de escasez, de dificultad, no es fácil. Nuestra mente humana a
veces se desespera y busca la salida más fácil: huir.
Ahora bien, una cosa es salir de un lugar, dejar un trabajo, tomar una
decisión porque Dios te guía a ello y otra cosa muy distinta es tomar
decisiones porque sentimos que es lo correcto.
Por muy difíciles que se pongan las cosas, el Señor siempre te va a sostener
allí donde Él te tiene.
Por si eso fuera poco, después de la muerte de Elimelec, sus hijos, Mahlón
y Quelión, también desobedecieron a Dios al tomar como esposas a
mujeres moabitas: Rut y Orfa (1:4), algo que también iba en contra de las
leyes de Dios. Los judíos tenían prohibido casarse con mujeres gentiles,
especialmente aquellas de Amón y Moab (Deuteronomio 7:1-11; 23:3-6).
Rut 1:5
“Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer
desamparada de sus dos hijos y de su marido.”
Estas tres mujeres quedaron viudas y sin hijos. Ser una viuda sin hijos en el
mundo antiguo era pertenecer a la clase más baja de la sociedad. No había
nadie para sostenerlas y debían vivir de la generosidad de extraños. Estas
eran las viudas de las que Pablo hablaba en 1 Timoteo 5:3-10, las viudas
“que en verdad lo son” a las que la comunidad cristiana debía sostener y
apoyar por no contar con nadie que proveyera para ellas.
Rut 1:16-17
¿Estás viviendo una vida que hace decir a otros “tu Dios será mi Dios”?
Rut 1:20-21
“Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque
en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.
Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué
me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el
Todopoderoso me ha afligido?”
Ah Dios tenía una gran obra que hacer aún en el corazón endurecido de
esta mujer. Noemí rebosa amargura y dolor por todas partes. Ya no me
llamen Noemí, que significa “placentera”, sino llámenme Mara, que
significa “amarga” (Éxodo 15:23).