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ISSN: 1131-5598
ais@ucm.es
Universidad Complutense de Madrid
España
M. Martha Gama-Castro
Universidad Militar Nueva Granada. Colombia
maria.gama@unimilitar.edu.co
Freddy León-Reyes
Universidad Militar Nueva Granada. Colombia
freddy.leon@unimilitar.edu.co
Resumen
La investigación sobre el graffiti relacionado con el arte urbano, el diseño y la comunicación
visual, la cultura social y política en la ciudad de Bogotá, son temas que concentran esta investigación.
Opiniones y entrevistas fueron revelando la influencia sobre la comunidad, la sociedad civil, la política,
y el enfrentamiento radical con la leyes, su clasificación y su exigencia según el estrato social han hecho
de los espacios públicos de Bogotá una ciudad con paredes hablantes. Aunque no es tomado como algo
malo, -para algunos- vandalismo para otros, despierta en muchos, opiniones diversas y sobre todo una
subestimada valoración de los artistas hacia una expresión liberal y democrática de un sistema que los
aleja de cualquier exhibición del arte tradicional.
Palabras clave: graffitti, expresión, ilegalidad, sociedad, arte callejero.
Gama-Castro, M.M., León-Reyes, F. (2016): Bogotá arte urbano o graffiti. Entre la ilegalidad y la forma
artística de expresión. Arte, Individuo y Sociedad, 28(2) 355-369
Abstract
The research related to urban graffiti art, design and visual communication, social culture
and politics in the city of Bogota, are issues that this research focus. Reviews and interviews were
revealing the influence on the community, civil society, politics and the radical confrontation with the
law, their classification and their demand different social strata have made public spaces in Bogota
a city with walls speakers. Although it is not taken as a bad thing, -for some- vandalism to others,
awakens in many different opinions and above all understated assessment of the artists towards a
liberal and democratic expression of a system that moves away from any display of traditional art.
Keywords: graffitti, expression, society, illegality, street art.
Sumario: 1. Introducción, 2. La crítica al aire, 3. Arte y cultura o Ilegalidad y vandalismo, 3.1. Pers-
pectiva social, 3.2. Análisis antropológico, 3.3. Arte callejero-graffiti, 4. El ordenamiento territorial,
4.1. Aspectos generales de la ley, 5. Conclusiones. Referencias.
Este artículo recoge resultados de la investigación “Resignificación del Street art o (in) cultura ciudadana.
Bogotá un gran lienzo para la anamorfosis”. INV. ING 1813, financiada por la Universidad Militar
Nueva Granada.
1. Introducción
Sobre el graffiti en Bogotá Castro, S (2012), dice:
Es un hecho social que está asociado con la acción directa de generar una marca en la
calle, esta acción puede ser una huella particular que representan una o varias personas,
es una subcultura y un estilo de vida para quienes se dedican a él, que ven en esto un
medio para buscar emociones y rebelarse de manera sutil pero a la vez contundente ante
una autoridad impuesta. Desde el 2007, en Bogotá, se empieza a presentar un incremento
en el interés por el tema del graffiti, desde entonces muchos graffiteros o artistas callejeros
han vinculado sus oficios con formas comerciales de producción transformándolo en un
medio para diferentes propósitos. (p. 25).
Figura 1. La posición frente al conflicto armado que por más de 50 años ha vivido el país es frecuente
tema para los artistas callejeros. La imagen revela el nivel de población que se ha visto forzada a aban-
donar sus tierras y desplazarse a la ciudad (fotografía del autor).
En esta ciudad son varias las inconformidades que expresan las personas que la
habitan; muchos son movimientos obreros-sindicatos y juveniles-estudiantiles que
con marchas y sus arengas reclaman un estado más equitativo y por otro lado y
aunque están en el aire rondando, son pocos los que deciden hacerlas visibles. Dentro
de ese reducido grupo están los artistas urbanos, que narran en las paredes de los altos
edificios historias de amor, sucesos del conflicto armado, costumbres, crítica social,
posturas políticas; que decidieron, a través del arte, hacer memoria y ahora son pocas
las calles que no tienen un dibujo, una historia, un pensamiento, una postura, una
idea. Sí, Bogotá ahora es la ciudad del graffiti. Hasta 2011, esta actividad era ilegal,
pero después de la muerte del joven graffitero Diego Felipe Becerra por el disparo
de un policía cuando se encontraba pintando en la localidad de Suba, las autoridades
decidieron apostar por una nueva norma que no prohibiera la actividad, pero que
la regulara. En 2013 se firmó el decreto 75 “Por el cual se promueve la práctica
artística y responsable del grafiti en la ciudad y se dictan otras disposiciones”. (http://
www.elespectador.com/noticias/bogota/un-museo-de-arte-urbano-cielo-abierto-
articulo-553089).
La Fundación Arteria, en convenio con la Gerencia de Artes Plásticas y Visuales
contrató un diagnóstico sobre el estado del sector graffiti en Bogotá y en junio de
2012, se creó la Mesa Distrital de Graffiti, para discutir sobre reglamentos, temas
y tipos de graffitis, y proponer políticas que establezcan el buen uso del espacio
público, cuyo objeto es identificar de manera diversa y amplía agentes productores,
formas de representación y organización, y los agentes directos que hacen parte del
desarrollo en la ciudad para indagar sobre sus necesidades y proponer estrategias para
el fortalecimiento y entendimiento de esta práctica. (Castro, S., Vásquez, R., Fajardo,
E., Mojica, S., Arbeláez, V., García, S. (2012). Diagnóstico Graffiti Bogotá 2012.
Graffiti Bogotá 2012.)
De acuerdo con lo anterior, sigue la comunidad de la ciudad de Bogotá, viendo ésta
práctica como un acto vandálico y a quienes los hacen como verdaderos criminales
y canallas.
2. La crítica al aire
Las grandes ciudades pasaron de la letra a la imagen, ya no es simplemente la
descripción apológica hacia algo, o la crítica, o la sátira que refleja el descontento
de una sociedad que se resigna a un sistema pero que encuentra en los medios de
expresión clandestinos la forma de gritar al mundo su posición.
El arte callejero, ha viabilizado una nueva forma de comunicación convirtiendo
las paredes de las calles en verdaderos lienzos, para artistas en su mayoría empíricos.
Dice Louis Bou (2010) sobre el Street art.
El street art convierte las calles de las grandes ciudades en exposiciones de arte
al aire libre, produciendo un impacto socio-cultural que permite una comunicación
más universal, pues las personas que nunca antes habían pisado un museo quedan
absorbidas por esta macro-producción artística. (p.11).
El contacto con una ciudad que cambia su aspecto cotidiano produce emociones,
ya no es una visión de concreto que aturde sino una exposición de arte que embellece
y adorna su recorrido (fig 2). Se ha pasado del graffiti a la imagen, al color y a las
formas.
Figura 2. Calle 26. Centro de Bogotá. Invadido en su recorrido que atraviesa la ciudad de oriente a
occidente por llamativos graffitis y pinturas de artistas callejeros. (fotografía del autor).
Figura 3. Grupo de jóvenes que dedican su tiempo a representar con sus imágenes “lo ambiental, lo
ancestral, lo cultural y la diversidad ante todo” palabras del líder alias: Emigrante. Cerros orientales.
(fotografía del autor).
El arte urbano procura una expresión artística, que a diferencia del graffiti, se
considera como un acto vandálico y sin ningún fin. Como lo menciona el Docente
Armando Silva, Ph.D, (Silva, 2014) “el graffiti, es una marca urbana relacionada
con lo prohibido”. A su vez plantea unos valores que determinan qué es y qué no un
graffiti, características como la marginalidad, el anonimato y la espontaneidad, son
las que definen el concepto en general.
Añade el profesor (Silva, 2014), “Para ser considerado graffiti, debe violentar un
orden lingüístico, estético o político. Irrumpir en contra de lo que está establecido”.
Esto nos indica que el graffiti como tal no pide permiso, solo surge y se toma los
muros y las calles (fig 4).
Al faltar alguna de estas características propias del graffiti, se entra en otro tipo de
valoraciones que apartan por mucho su base ideológica. Por ejemplo, si un graffitero
pide permiso a la ciudad para ejecutar su obra, excede la marginalidad, por tanto,
carece de la condición intrínseca del graffiti, y pasaría a ser otro tipo de producción
urbana que se cataloga como “Arte Urbano”.
Figura 4. La particularidad del graffiti y su clandestinidad. Desbordan la ciudad con sus frases llenas
de ironía y sátira. (fotografía del autor).
Por otra parte, se puede relacionar la importancia del graffiti con la necesidad
de sus ciudadanos de expresar ideologías propias, que pueden caracterizarse dentro
del ámbito social, político o simplemente, un pensamiento de opinión o emoción
cotidiana. Por tanto es válido decir que el graffiti es parte de la identidad urbana, pues
es considerado como un acontecimiento cultural que expresa lo concerniente a la
misma sociedad, siguiendo una estructura artística.
Armando Silva afirma (Silva, 2014) “así como hay una necesidad de que existan
canales de expresión en los medios de comunicación, también hay necesidad del
graffiti”. Los medios de comunicación procuran divulgar o comunicar aspectos
de la sociedad, situaciones y acontecimientos dentro de la misma, pero ligados a
una “restricción comunicativa” que impide en muchas ocasiones se exprese lo que
realmente acontece.
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La información y mensajes que allí se presentan, por ende debe aprobarse previo a
su divulgación, sin embargo, la necesidad no se satisface porque se le dé permiso, y ese
es finalmente el papel del graffiti dentro de una comunidad, expresar y/o comunicar
lo que no se dice; se satisface si y solo si hay personas, colectivos y/o grupos que
utilizan esta opción para dar a conocer una postura, una opinión, o simplemente una
crítica a lo que perciben de la sociedad a la que pertenecen.
Sin embargo, aunque el graffiti sea necesario para satisfacer dicha carencia
de opinión no atendida; no significa que tenga que ser permitido. Como cita el
profesor Armando Silva (Silva, 2014) “el graffiti es necesario precisamente en la
no permisividad que tiene”, a diferencia del arte urbano que, como se mencionó
anteriormente, es permitido por su contenido más artístico que crítico, en pro de
no ofender o deslegitimizar un movimiento, una campaña, o simplemente una
problemática social a la cual no se preste mucha atención.
(Rodríguez, C. 2011). “La ciudad se ha convertido en el espacio por excelencia de
representación y expresión de las nuevas tensiones sociales, culturales, y políticas”.
calle y puede estar echándose a perder el aspecto de su ciudad, pero aun así disfruta
de la imagen que ve directamente en la obra; mientras que al individuo de clase social
más baja, le gusta en su totalidad la obra, su apreciación ante ella es porque hay una
identificación con ella y ve que su calle se adorna con tan llamativos colores; esto
demuestra la subjetividad en cuanto a su aprobación social. Va en el gusto de cada
uno y cualquiera de las dos observaciones tiene total validez.
A veces no es la imagen lo que desagrada al público, sino la ubicación de estos en
la ciudad, por lo que se inunda la mente con un inmediato pensamiento de rechazo,
pudiendo ser una representación legitima de arte.
Figura 5. Obra de colectivo Vertigo Graffiti. Costado de edificio Clle 26 con avenida Caracas. Gusto o
no, adorna la ciudad y le da un aire especial a esta zona deprimente de la ciudad. (fotografía del autor).
4. El ordenamiento territorial
En su Carta Política el gobierno establece que “es deber del Estado velar por la
protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el
cual prevalece sobre el interés particular” (artículo 71 de la Constitución Política de
1991). De acuerdo con este decreto, se diría que lo que los artistas callejeros hacen en
las paredes va en contra de todo principio y derecho de la comunidad, pero realmente
quien dice que ¿lo que hacen estos jóvenes artistas o colectivos está violentando ese
espacio?. El recurso visual al que se le ha abierto la oportunidad de cambiar la ciudad
por una simple pared a una obra de arte ha sido la opción de quienes prefieren darle
un toque estético a lo cotidiano de la calle. En este contexto Olivares, R. (1997) dice:
La relación entre arte y ciudad es muy difícil de definir, porque el artista, quiere
invadir un espacio público que nos pertenece a todos. Yo creo que quien tiene
que intervenir en la ciudad es el arquitecto y el urbanista. El trabajo del artista no
es solamente crear objetos bellos, eso es lo que hace un artesano, su trabajo es
problematizar ciertos aspectos e ideas de su tiempo, crear un sentido y crear duda.
El espacio público nos pertenece a todos, es cierto, por eso es público. Pero
también es justo decir que por ser público es deber de todo ciudadano cuidarlo, ¿a
quién no le gusta cuidar su casa?. Es asumir ese espacio público como una propiedad,
pertenece a la comunidad y como tal su cuidado es de todos, por eso viabilizar de
manera discreta el uso de ese espacio para darle un aspecto más amable lo hace parte
de un interés particular.
Por su parte el gobierno local ha establecido en su Plan de Ordenamiento
Territorial (POT), lugares autorizados y no autorizados para la práctica del graffiti,
con estrategias pedagógicas para la producción que promuevan y respeten principios
y valores de la sociedad. Así dice la carta (2013):
a) Grafiti: Toda forma de expresión artística y cultural temporal urbana, entre
las que se encuentran las inscripciones, dibujos, manchas, ilustraciones, rayados o
técnicas similares que se realicen en el espacio público de la ciudad, siempre que no
contenga mensajes comerciales, ni alusión alguna a marca, logo, producto o servicio.
b) Autor: Persona, natural o jurídica, o colectivo que concibe y realiza un graffiti.
c) Espacio público: Conjunto de inmuebles públicos y los elementos
arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza,
por su uso o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que
transcienden, por tanto, los límites de los intereses individuales de los habitantes.
d) Bien de Interés Cultural: Son bienes de interés cultural aquellos declarados
como tales por las autoridades competentes, en razón del interés especial que el bien
reviste para la comunidad. (POT, Plan de Ordenamiento Territorial, Alcadía Mayor
de Bogotá. 2013, p 48).
El gran problema con las autoridades y el POT, ha sido que la practica del graffiti
y obras de arte han invadido espacios no autorizados. Algunos de ellos, como el
pavimento permitido solo para el tránsito de carros y peatones, espacios del sistema
de transporte masivo y los mismos carros, ciclo-rutas, hasta el punto de utilizar las
señales de tránsito y cubrirlas, semáforos, canecas de basura, servicios sanitarios
públicos, bancas de los parques, kioscos de vendedores ambulantes, paredes de
servicios de salud, escuelas y cementerios. Y lo que más le duele a los ciudadanos; en
los elementos que estructuran la ciudad de forma ecológica como son los santuarios
de flora y fauna, árboles de la ciudad, sedes culturales y monumentos históricos. El
artículo 8 del POT dice al respecto:
Autorización de la Práctica del Graffiti en un inmueble Privado. Para el caso
en que se pretenda realizar un graffiti en elemento arquitectónico o natural de un
inmueble privado que haga parte del espacio público, se deberá contar con permiso
previo y escrito del propietario del inmueble. (www.sdp.gov.co).
Asunto que no sucede, pues en conclusión el uso del espacio público para los
graffiteros sí ha sido un acto vandálico de abuso permanente, al que no se puede ser
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ajeno. No se puede negar el gran valor artístico y visual que la ciudad ha ganado
en la última década pero tampoco se puede negar el gran valor histórico con el que
cuenta la ciudad y cómo se ve vulnerado por este tipo de actos, que a lo único que han
llevado es a un enfrentamiento entre artistas, sociedad y autoridad. Y lo que es peor,
hasta llegar a actos criminales que se evidencian en casos de homicidios y abusos
en su mayoría por parte de las autoridades. Es el caso del joven graffitero muerto
a manos de un policía que argumentó que el joven estaba implicado en un caso de
atraco a un bus de servicio público y que en la huida debió dispararle. El caso cumple
ya tres años y las autoridades no han aclarado lo sucedido. El policía está detenido,
pero el proceso no ha prescrito.
Sin duda, Bogotá es una de las ciudades más multiculturales de Colombia. Allí
se concentran personas de diversas culturas, razas, religiones, condiciones sociales,
etc.; y esto se expresa a través de diversas manifestaciones. Es así, que para muchas
personas, los graffitis y obras callejeras son considerados “como una manifestación
cultural, social y comunicativa que está presente y se involucra de manera activa en
el ambiente metropolitano. Por eso, es una necesidad de indagar sobre su presencia
y su función como elemento que expone una idea, una imagen y una concepción
de mundo”. Es por esto que actualmente Bogotá es centro de estudio y creación
de diversos espacios artísticos urbanos a nivel nacional e internacional. De hecho,
artistas, editores, curadores y realizadores audiovisuales se han acercado a ésta ciudad
con un interés particular en la riqueza cultural y artística. No obstante, también para
muchos, los graffitis son vistos como expresión que contribuye a la contaminación
visual, convirtiéndose en un problema social que genera molestia a un sector de la
población, pues además de incidir en la imagen urbana, genera gastos a los dueños
para el mantenimiento de sus inmuebles, quienes más se demoran en sustituir estas
imágenes por fachadas planas y con un color adecuado a la ciudad que estos artistas
en volverlas a convertir en su lienzo callejero.
En algunos países, como es el caso de Argentina, Chile, México, e Inglaterra, los
graffitis constituyen un problema grave para los gobiernos municipales, pues deben
invertir grandes recursos para mantener y limpiar las paredes de la ciudad.
Figura 6. Obra de arte representada por un colectivo de artistas callejeros con el aval de las
autoridades municipales. (fotografía del autor).
5. Conclusiones
Es importante destacar la labor de los jóvenes colectivos de artistas callejeros que
han aportado a la ciudad un cambio en su estética. La paredes que hablan, los retratos
de una ciudad en conflicto y su necesidad de salir de lo convencional develan la
necesidad de cambios sustanciales.
Los graffiteros desde la década de los 80 comenzaron a condicionar la ciudad de
Bogotá en su recorrido, los ciudadanos comenzaron a ver con buenos ojos este tipo
de estética, pero con el paso de los años estos mismos graffiteros fueron vulnerando
los espacios públicos obligando a la gente a ver en sus anuncios declaraciones que no
todos compartían.
Se abren entonces espacios de participación para artistas callejeros que llevados
por una especie de sublevación y queriendo salir de la marginalidad, comienzan
a proyectar sus imágenes en las calles de la ciudad. Son espacios que las mismas
autoridades han destinado para este trabajo, pero lamentablemente se sigue vulnerando
el bien privado y público, la casa, la tienda, el almacén, la escuela. No se puede negar
que algunas calles de la ciudad en su gran flujo vehicular se han convertido en un
paso mucho más amable y confortable por lo adornada que se ve, pero también se
debe tener conciencia de esos espacios, y respetar el bien privado. En una sociedad
donde por más de medio siglo se ha vivido bajo el caos, el abuso, la violencia, el
conflicto, la agresión y hasta el desplazamiento, no se puede abusar más de esto. La
tolerancia hasta estos espacios se ha colapsado y entones se enfrentan autoridades,
civiles y artistas en un interminable proceso que no encuentra salida.
El artista callejero, el graffitero, debe seguir en su marginalidad, en la invasión
del espacio sin permiso, porque finalmente esto es lo que lo hace real, esto es lo
verdadero; el temor de la noche, el camuflaje, correr, huir es lo que hace de este tipo
de expresión artística un verdadero manifiesto. “Yo creo que todavía no es demasiado
tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra.” (García M. G.
1962).
Agradecimientos
A la Universidad Militar Nueva Granada, por su financiación en el proyecto de
investigación INV. ING-1813, titulado “Resignificación de Street art o (in) cultura
ciudadana. Bogotá un gran lienzo para la anamorfosis.”
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