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Ansiedad 1

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Informe psicológico

Datos personales.

Nombre: Y.M.

Edad: 5 años y 1 meses

Fecha de nacimiento: 8 de mayo del 12015

Sexo: F

Escolaridad: 1er grado de básica.

Técnicas aplicadas:

Entrevista clínica

Instrumentos de observación de la conducta

Pruebas estandarizadas.

Con los padres se utilizaron instrumentos de observación en sesión y registros


conductuales en relación a sus respuestas ante las conductas problemáticas de la
niña

Evaluador: Y.E.E

Antecedentes:

La niña tratada es una pequeña de 5 años de edad, la cual fue adoptada cuando
tenía solo 8 meses de edad. Tiene un hermano, también adoptado, de 6 años y
ambos padres de 40 años. El nivel sociocultural de la familia es medio-alto y los
padres muestran una relación positiva entre ellos, siendo una familia bien
organizada y unida. Esta pequeña cursa el primer grado en un colegio privado,
en el que constantemente suele no asistir.

Motivo de consulta:

Los padres acuden a consulta derivados por su pediatra por los problemas de
ansiedad de separación y de conducta especialmente durante el último año.
Estas dificultades interfieren negativamente en la dinámica familiar.

Fue escolarizada en guardería a los 17 meses con problemas de adaptación,


estableciendo con su profesora un vínculo especial, no separándose de ella
mientras permanecía en la escuela. Con el inicio de Educación Infantil también,
tardó en adaptarse, llorando de forma persistente durante los dos primeros
meses. Se mostraba inhibida y rehusaba hablar con los profesores y los niños.

Se observó la capacidad para separarse de la madre en distintas situaciones


dentro de la sesión, con el fin de establecer la línea base para iniciar el
tratamiento. M. no aceptó distancia de separación con su madre, manifestando
llanto persistente y no fue capaz de separarse físicamente de ella, requiriendo
mantener contacto físico.

Historial clínico:

Al mes de nacer esta pequeña ingresa en una institución donde convivía junto
con otros 30 niños. A los 3 meses, estuvo con una familia de acogida hasta el
momento de la adopción. Los padres indican que no parecía haber establecido
vínculo con una figura de referencia, ni en el orfanato ni con la familia de
acogida. Al llegara su nuevo hogar, la exploración médica realizada refleja un
buen estado de salud. No ha sufrido enfermedades relevantes.

En los hitos evolutivos, el desarrollo motor fue lento, anduvo a los 18 meses,
actualmente, es ágil tanto en la motricidad fina como en la gruesa. Respecto a
los hábitos de autonomía, fueron adquiridos con normalidad (esfínteres,
alimentación, sueño y vestido). En el área de la comunicación y el lenguaje, en
el momento de la adopción los padres no apreciaban problemas en la
comprensión y, a nivel expresivo, producía vocalizaciones y su evolución fue
lenta. A lo largo del proceso de adaptación a la familia presentó problemas de
conducta, y actualmente, continúa manifestándolos, aunque en menor medida:
es retadora, se frustra con facilidad y utiliza el silencio como forma de llamar la
atención. A nivel social, la describen como una niña tímida, retraída, miedosa,
meticulosa y ordenada. Los cambios le cuestan, mostrándose poco flexible.
Además, informan de la dificultad para separarse de la madre limitando la vida
social de la niña y de la familia. Ante estas situaciones la madre se angustia y la
atiende y coge en brazos porque atribuye que su hija "se siente poco
querida" tiene "falta de afecto" y "tiene miedo de que la abandonen".

La valoración se lleva a cabo tanto con los padres como con la niña. El análisis
de las características familiares (ansiedad, manejo del estrés, estilo educativo,
atribuciones y expectativas parentales, etc.) permite establecer un tratamiento
ajustado e individualizado a la familia y descartar otras patologías que puedan
acentuar el problema inicial o interferir en el tratamiento.

Asimismo se evalúo a la niña; se recogieron datos sobre las respuestas de


ansiedad, su conducta, así como su nivel de desarrollo general (cognitivo,
lenguaje y comunicación, motricidad, percepción), con el fin de establecer una
línea base del problema.
Los padres cumplimentaron cuestionarios y registros sobre la conducta y los
problemas de ansiedad que su hija manifestaba ante la separación de la madre.
También, se contactó con el colegio para obtener información.

En las sesiones de evaluación estuvo presente la madre M. habló escasamente,


se mostró inhibida y poco colaboradora. No mostró interés por explorar el
ambiente ni por los juegos presentados. Sin embargo, su colaboración fue
mejorando a lo largo de los 3 días de evaluación, siendo capaz de ejecutar las
tareas, aunque solicitando siempre el contacto físico de su madre.

Los padres describieron a la niña conductualmente, como inhibida, tímida y


precavida ante situaciones nuevas, especialmente en contextos desconocidos,
respondiendo con evitación social y emocional.

Por otro lado al considerar a su hija como frágil y vulnerable se genera un estilo
de protección, limitando su conducta de manera inapropiada y dificultando la
adquisición de habilidades autónomas que debía adquirir durante su desarrollo.

Diagnostico:

Luego de analizar las características descriptas en el DSM-V, y ser comparadas


con las características presentada por la niña, esta fue diagnosticad con un
Trastorno de Ansiedad por Separación.

Para obtener información de la conducta de la niña en el contexto familiar, en


relación con la de los padres, se realizaron registros de Conducta. Se les entrenó
para que registraran las respuestas de ansiedad de la niña y las consecuencias
que recibía por parte de ellos. Asimismo, debían anotar las situaciones
antecedentes y la respuesta emocional que ellos sentían ante la conducta
problema de su hija.
Los registros indicaban que las situaciones que generaban ansiedad en la niña
estaban relacionadas con la ausencia de la madre, ir al colegio, quedarse con el
padre en casa, ir a casa de sus abuelos y quedarse sola jugando con otros niños
en fiestas familiares o de amigos, incluso estando la madre presente. Los
comportamientos de la niña eran sistemáticos y similares en todas las
situaciones, como llorar, no hablar, buscar contacto físico, no separarse, aunque
variaban en intensidad, frecuencia y duración en función de la familiaridad del
contexto.

Objetivos:

- Disminución de la respuesta de ansiedad de la niña por aproximaciones


sucesivas.

-Entrenamiento de los padres en sesión en el refuerzo discriminativo de las


conductas positivas y en la extinción de los comportamientos inadecuados.-

-Proporcionar normas de conducta adecuadas en casa y en el colegio.

Tratamiento Y Evolución:

Luego de realizar el diagnostico de las dificultades de la niña por medio de una


entrevista clínica, instrumentos de observación de la conducta y pruebas
estandarizadas. Y utilizando con los padres instrumentos de observación en
sesión y registros conductuales en relación a sus respuestas ante las conductas
problemáticas de la niña. Se llevó a cabo una intervención basada en el
entrenamiento cognitivo conductual de los padres con la niña, con técnicas
operantes y desde una perspectiva del desarrollo emocional y del
establecimiento de vínculo. La cual se llevo a cabo con el fin de disminuir la
ansiedad por separación, los problemas de conducta y favorecer el
establecimiento del vínculo.

También Se utilizó la técnica de modelado de conductas apropiadas y se


proporcionó habilidades de afrontamiento ante las experiencias estresantes de la
niña.

La intervención se llevó a cabo de forma paralela con los padres en sesión con
su hija y de forma independiente en sesiones de padres.

En la primera sesión se informó a los padres sobre la frecuencia, características,


repercusiones negativas y posibles causas o factores de predisposición a la
ansiedad por separación. Se les explicó que la ansiedad por separación forma
parte de una etapa del desarrollo y que aproximadamente un 40 por 100 de la
población infantil lo experimenta En general, los problemas que su hija
presentaba no eran debidos solo a una causa sino a la interacción de diferentes
factores, genéticos, psicológicos y sociales. Por un lado, la niña mostraba un
temperamento difícil e inhibido y las conductas negativas o inadecuadas no eran
intencionadas, sino que eran el reflejo de factores temperamentales,
emocionales, de interacción y de falta de estrategias para poder afrontar con
éxito la ansiedad.

Por otro lado, se les expuso que los comportamientos problemáticos de la menor
se estaban manteniendo en el tiempo por las consecuencias que obtenía. Estas
consecuencias son las respuestas y actitudes que los padres emitían, sin ánimo
de que provocaran este efecto. De esta forma, involuntariamente podían
favorecer que la niña volviera a reiterarlos en situaciones similares.

Por otro lado las actitudes de protección permitían a la niña evadir las
exigencias cuando no se la considera capaz de afrontar estas peticiones. Las
respuestas de ansiedad eran acogidas y atendidas con preocupación (reforzadas)
y en ocasiones de mayor intensidad, reiteración o aumento de la exigencia, eran
rechazados o sancionados por ellos. Este era un claro paradigma del estilo
protector que los progenitores mostraban favoreciendo conductas dependientes,
reduciendo posibilidad de resolver problemas de forma autónoma y reforzando
la ansiedad de la niña. Además la propia ansiedad que ellos manifestaban
dificultaba el manejo adecuado del problema. Por tanto, se proporcionaron
recursos para manejar su ansiedad, con base en la información recogida por los
propios padres en los registro de conducta, que realizaban semanalmente desde
el comienzo de la intervención.

Igualmente, se enfocó la conducta de la niña desde la perspectiva del desarrollo


para que comprendieran que la adaptación a las situaciones estresantes dependía
de un proceso en el que intervenían tanto la niña como ellos mismos. Sus
expectativas hacia la conducta de la niña debían ser ajustadas a la capacidad de
respuesta emocional que era capaz de manifestar ante situaciones nuevas, no
esperadas o frustrantes. Con los padres se trató la necesidad de desarrollar
expectativas apropiadas sobre lo que la niña era capaz de conseguir y favorecer
el establecimiento de límites, demostrándoles en sesión la capacidad que la niña
poseía para resolver estas situaciones con éxito.

Se programó aumentar el grado de independencia de la niña ya que los padres


interferían en su actuación, reducían sus elecciones y restringían su conducta de
manera inapropiada, lo cual limitaba la adquisición de habilidades autónomas
que debía adquirir durante su desarrollo. La consecución de conductas
autónomas y el aumento de la capacidad de la niña de tolerar la separación, sin
mostrar ansiedad, favoreció el establecimiento de una relación emocionalmente
más adecuada y la evolución de su capacidad de autorregulación emocional.
Se enseñó a los padres a reforzar positivamente las conductas adecuadas de la
niña con los reforzadores específicos. Asimismo, ante el comportamiento
inadecuado se les indicó cómo seleccionar otra conducta apropiada
incompatible. Igualmente se les mostró el uso de la extinción para disminuir o
eliminar las conductas inadecuadas, indicando cuándo utilizarla. También se les
hizo reflexionar sobre la necesidad de poner límites a la niña, ya que de esa
forma tendría claro qué podía hacer en cada situación.

Se les informó que el vínculo es una relación afectiva que se establece entre
padres e hijos y que se va construyendo en la medida en que los padres van
proporcionando los cuidados, el afecto y el cariño necesarios de forma estable e
invariable. El niño tiende a establecer un apego seguro en sus primeros años,
entre los dos y tres años de edad . En los niños adoptados el vínculo también
depende, entre otros, de estos factores y los estudios indican que generalmente
los padres establecen vínculos fuertes con sus hijos adoptivos.

A lo largo del tratamiento se favorecieron actitudes y conductas en los padres


que además de reducir las respuestas de ansiedad y los problemas de conducta,
facilitaron un apego seguro de la niña. Se explicó que las características de los
padres, identificados como favorecedores de un apego seguro, son aquellos que
ofrecen respuestas cálidas cuando el niño se encuentra en una situación
estresante y proporcionan apoyo y modelo adecuado de cómo actuar; mantienen
expectativas apropiadas a las capacidades del niño y un ambiente familiar
estructurado con normas claras y adecuadas en la .

Se realizaron sesiones semanales de 1 hora de duración y, en la medida que se


evaluaron avances en los recursos de los padres y en la niña, se redujeron a
quincenales.
Conclusión o resultados:

Desde el tercer mes de tratamiento, los padres reconocieron como las y pautas
acordada en terapias habían mejorado la percepción de la dificultad de la niña,
que disminuyó progresivamente de una media de 8 hasta alcanzar una media de
2 (en la escala de 0 a 10). Esta reducción les permitió controlar su preocupación
e inseguridad ante los comportamientos de su hija. La frecuencia de las
conductas de ansiedad e inhibición de la niña disminuyeron quedando recogidas
en los registros.

La colaboración de los padres fue constante. Aprendieron a usar de forma


adecuada tanto el refuerzo como la extinción, así como las pautas de conducta
que se les iban dando durante las distintas sesiones. El uso de los registros de
conducta les sirvió para comprender qué determinados comportamientos de la
niña estaban relacionados con sus reacciones y también para observar qué el
cambio en su forma de actuar favorecía la aparición de conductas nuevas y
ajustadas en la niña.

Paralelamente los padres fueron cambiando gradualmente su forma de


reaccionar sobreprotectora y el grado de autonomía de la menor mejoró siendo
más independiente. La conducta de la niña fue variando, mostrándose más
comunicativa y consiguiendo ampliar los tiempos de separación tanto en el
contexto familiar como en otras situaciones sociales.

Recomendaciones:

Se recomienda que la paciente, continuar con el tratamiento, ya que la


frecuencia de las conductas de ansiedad e inhibición de la niña disminuyeron,
pero no en han sido erradicada.

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