Cuestiones de Infancia 2007 Vol11 PDF
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TALLER CLINICO
Y la “epidemia” no tardó en llegar también a los niños. Esta vez, bajo la forma
de los cuadros de ADD/ADHD (Trastorno por Déficit de Atención con o sin
Hiperactividad) y TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo).
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Gabriel Donzino
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Diagnosticar no es catalogar
Algunos ejemplos:
Consultan por un niño de nueve años. Muy buen alumno en cuanto al ren-
dimiento, tiene dificultades para tolerar normas, es contestador y suele mo-
lestar en clase, sobre todo por sus actitudes de oposición y cuestionamiento
a la autoridad. Se lo deriva al neurólogo, diagnosticándole ADD. El padre
se opone a que lo mediquen. Después de varias entrevistas, en las que me
encuentro con un niño inteligentísimo, que argumenta con una lógica im-
pecable por qué se opone a ciertas actitudes del padre, de la madre y de
la maestra (explica por qué pelea con cada uno, en tanto le prohíben el
despliegue de su independencia o de su agresión), el padre dice: “Prefiero
que sea así, que no se deje llevar por los otros. Un varón tiene que poder de-
fenderse”. ¿Es signo de algún trastorno neurológico la actitud desafiante de
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¿Para qué escucharlo? ¿Para qué otorgarle un lugar? ¿Para qué tenerlo en
cuenta como sujeto deseante?
Considero que una de las dificultades que tenemos hoy día para la com-
prensión de la psicopatología infantil es la invasión de diagnósticos que no
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Me parece que la pasión por denominar, por clasificar, por ubicar todo en
cuadros, lleva a una contradicción fundamental: ¿cómo “encuadrar” el bu-
llicio de la vida, esas exigencias que insisten, las diferencias entre los niños?
Las dudas, las preguntas, el devenir mismo tienen que ser obturados lo más
rápido posible. Lo que se pretende es que todos los niños respondan del
mismo modo a lo mismo, sin tener en cuenta las situaciones particulares por
las que está atravesando la vida de cada uno.
Así, se ubican en una misma bolsa a niños con problemáticas muy dife-
rentes, anulando particularidades. Por ejemplo, son catalogados como TGD
(Trastorno Generalizado del Desarrollo) niños autistas, niños que se están
estructurando de un modo psicótico, niños con perturbaciones en su desa-
rrollo que no podrían ser encuadrados en ninguno de estos dos tipos, niños
que vienen armando una psicosis simbiótica, niños que están atravesando
situaciones límites, etc.
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Todo esto nos lleva a cuestionarnos acerca de las causas de las dificultades
infantiles y también a preguntarnos acerca de las consecuencias del modo
en que los adultos y, sobre todo, los profesionales podemos incidir en la evo-
lución de esas dificultades. Ya desde la primera entrevista el que ubiquemos
tanto al niño como a los padres como sujetos pasibles de ser escuchados
puede modificar la situación.
El privilegiar la “conducta”, (y muchos niños dicen “me porto mal, por eso
me traen”), nos remite a la idea de que hay alguien que se “porta bien” y que
hay quienes saben lo que es “una buena conducta”.
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Y esto me parece que es crucial: si alguien fue así desde siempre (es decir,
sus padeceres no se constituyeron en una historia) y será así toda la vida...
solo queda paliar un déficit.
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Todo tiene que ser normatizado, reglado, en una sociedad que exige, discri-
mina y excluye.
Para desarmar esto, tenemos que afinar nuestros instrumentos y poder fun-
damentar nuestro abordaje. Tenemos que poder explicar que nosotros conta-
mos con otras herramientas para el tratamiento de estos trastornos.
Todo niño requerirá un abordaje terapéutico acorde a cuáles son las determi-
naciones de su sufrimiento. E intervenciones específicas, de acuerdo con lo
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Esto es muy claro en el caso del llamado ADHD: hay que tener en cuenta el
estado psíquico de los adultos que a la vez que promueven el movimiento
y la dispersión (excitando a un niño, idealizando la infancia, ofreciéndole
estímulos fuertes desde bebé), después no pueden tolerar el movimiento ha-
bitual de un niño.
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Muchas veces, el que un niño pase a ser un interlocutor válido para los adul-
tos que lo rodean, el que los padres lo incluyan en el circuito simbólico, es
fundamental para modificar el modo en que el niño se ve a sí mismo. Y es
que cuando el adulto ubica a un niño como ser humano, se producen modi-
ficaciones, se abren caminos.
Tomando las palabras de Roger Misès, “este trastorno está fundado sobre el
rejunte de síntomas superficiales, invoca una etiopatogenia reductora que
apoya un modelo psicofisiológico, lleva a la utilización dominante o exclu-
siva de la Ritalina, la presencia de una comorbilidad es reconocida en casi
los dos tercios de casos, pero no se examina la influencia que los problemas
asociados pueden ejercer sobre el determinismo y las expresiones clínicas
del síndrome. Finalmente, los modos de implicación del entorno familiar,
escolar y social no son ubicados más que como respuestas a las manifesta-
ciones del niño (nunca como implicados en su producción)”.
También hay que reconocer que son muy pocos los desarrollos psicoanalí-
ticos acerca del tema, mientras que abundan los escritos cognitivo-conduc-
tuales, que ponen el acento en la conducta, en lo que aparece y desconocen
la estructuración psíquica y la dimensión subjetiva.
Quizá ocurra con la hiperactividad como con tantas otras patologías infan-
tiles en las cuales, para trabajar psicoanalíticamente, tenemos que crear ins-
trumentos.
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1 A lo largo de este texto, citaré entre comillas extractos de entrevistas para ilustrar mis
afirmaciones. A título informativo, las entrevistas están íntegramente reproducidas en el
anexo de mi tesina de DEA (Daumerie, 1999).
2 “Un enorme asunto de paciencia y de perseverancia”, “penoso”, “de suma exigencia”,
“cansador”, “horroroso”, “inaguantable”, “infernal”, “en el límite de lo soportable”, etc.
3 Directos o indirectos, estos son “efectuados” ya sea por el niño, ya sea por su entorno
próximo (familia, partícipes docentes...), ya sea por ambos.
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¿Cómo se construye aquello que nos protege, los filtros que nos posibilitan
no quedar inmersos en un cúmulo de excitaciones e incitaciones impara-
bles?
Pero en los niños que se mueven sin rumbo suele haber una dominancia de
una relación dual, madre-hijo, marcada por la persistencia de un vínculo
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Son niños que viven los estímulos externos como si fueran internos y hacen
movimientos de fuga frente a los mismos.
Por ejemplo, cuando tienen hambre, frío o sueño pueden no registrarlo como
una urgencia interna y moverse como si tuvieran que huir de un estímulo
que los amenaza desde el afuera.
Así, la agitación pasa a ser en algunos casos una defensa frente al desborde
pulsional. Intentan huir de sus propias exigencias pulsionales a través del
movimiento. Y como lo pulsional insiste, se mueven cada vez más sin lograr
arribar a la meta buscada.
Son golpes dados a los cimientos mismos del autoerotismo, en su lazo con
la sexualidad infantil y con el lugar que toma el objeto, lo que lleva a un
intento siempre fallido de dominar el mundo.
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Un niño que no puede satisfacer sus deseos, que está en un “más allá” de la
satisfacción, realizará un intento fallido de aplacar sus pulsiones a través de mo-
vimientos que le traerían una calma anhelada, pero que lo dejan insatisfecho.
Más que de un deseo a cumplir, hay una excitación a calmar. Esto pasa con
algunos videojuegos, que exigen acciones repetitivas y vacías de sentido, sin
intervención creativa por parte del que lo “juega”.
Es habitual que el movimiento del niño capture la atención del adulto, que
está pendiente, mirándolo como potencialmente peligroso. El otro intenta
controlarlo con su mirada y este control, al ser vivido como encerrante, sus-
cita mayor movimiento, en un intento de volver a ejercer un dominio que
siente perdido. La angustia se manifiesta como descontrol de su propio cuer-
po y supone que es la madre la que se ha adueñado de sus movimientos. Y
lo que es cierto es que el adulto intenta muchas veces manejarlo a “control
remoto”.
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Pero para esto tuvo que haberse instaurado una red de representaciones pre-
conscientes, como caminos alternativos, modulando el devenir pulsional.
Si en otros textos (Janin, 2004) afirmamos que, para que el mundo sea in-
vestido, tuvo que haber alguien que invistiera al mundo, también podemos
decir que para que un niño sostenga pensamientos, tuvo que haber sido
pensado por otros, tuvo que haber sido sostenido no solo por los brazos de
otros sino también por pensamientos de otros. Ser pensado implica recibir
un baño de pensamientos y es posibilitador del armado de pensamientos
propios (D. Anzieu, 1998).
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Pero, además, es habitual que los niños que se mueven sin rumbo no hayan
podido estructurar representaciones preconscientes ya en el nivel del pen-
samiento cinético. O sea que sus movimientos no sean modos de relatar
con acciones. También esto explica la bibliografía sobre el tema en la que
se afirma que la hiperactividad del niño no tiene “sentido” y que, por eso,
los adultos nos angustiamos e intentamos ponerle nombre o explicar aquello
que no “dice” claramente (a diferencia de un niño que cuenta con sus accio-
nes y sus gestos lo que le pasa). Esto no quiere decir que el niño no “diga”
con lo que le pasa, sino que sus actos no son acciones sino manifestaciones
de angustia, de desesperación, de estallido interno.
He planteado en otros artículos que estos niños actúan sus fantasmas, que-
dando atrapados por ellos. Sus juegos, entonces, tienen un carácter muy
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El tema de la muerte
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En otros casos, no soportan sus propios deseos de muerte hacia sus proge-
nitores. Así, un niño de cinco años pasaba sesiones arrojando objetos por
el aire, sin poder parar en una especie de carrera desenfrenada. Un día, en
que jugaba conmigo a una especie de lucha entre dos muñecos (cada uno
de nosotros sostenía a uno pero él dirigía los movimientos de ambos), tira mi
muñeco y dice que se cayó al agua y que se va a ahogar. Yo grito: “Papá, so-
corro”, y él me contesta: “No tenés papá, se murió”. Entonces digo: “Mamá,
salvame” y él responde: “También se murió. No tenés ni mamá ni papá”. Y,
muy angustiado y casi llorando, susurra: “Yo no juego más”. A partir de esa
sesión fue posible hablar de sus temores a la muerte de sus padres y nombrar
los objetos que tiraba, poniéndoles nombres, ligándolos con sus deseos de
tirar lejos a padres y hermanos. En la medida en que fuimos trabajando estos
temores, su actividad se tornó mucho más organizada.
Como no es casual que este síntoma se dé sobre todo en varones, a tal punto
que se habla de un Trastorno de Déficit Atencional sin Hiperactividad, pro-
pio de las niñas, es imprescindible hacerse la pregunta acerca del por qué
esta preferencia de los varones por este tipo de manifestaciones.
Que los varones sean los que molestan en clase, es cosa sabida desde hace
tiempo. Qué es lo que molesta de los varones, parece no quedar tan claro.
Por los avatares del Edipo masculino, el varón supone que obedecer a otro
y, sobre todo, quedarse pasivo frente a otro es un equivalente de la feminiza-
ción. Quedaría “castrado” frente a otro poderoso, activo. Es en gran medida
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Cuando un niño supone que los otros lo quieren ver feminizado, puede re-
belarse frente a lo que supone la intrusión femenina, el control de su cuerpo
por parte de mujeres y el sometimiento al padre. Revertir esto puede pasar
también por revalorizar la actividad y los deseos de investigación que suelen
aparecer en estos niños.
Volviendo al diagnóstico
Si se los escucha, de diferentes modos, si no se habla por ellos sino con ellos,
nuevas posibilidades se abren.
Lo que debe ser diagnosticado son los conflictos que están en juego, el modo
en que el niño se defiende y de qué, si los conflictos son del orden de la fan-
tasía o si hay una realidad perturbadora, cuáles son los elementos en conflic-
to, si este es intra o intersubjetivo, si se trata en ese sentido de un síntoma o de
un trastorno en la estructuración subjetiva, si viene variando y cómo, cuál es
la movilidad de las defensas, cómo está operando la repetición y en quién.
En principio, hay un niño que necesita ayuda, que está sufriendo, que dice
como puede lo que le pasa.
Considero que ningún sujeto puede ser reducido a un “sello”, sin desapare-
cer como sujeto humano, complejo, contradictorio, en conflicto permanen-
te, en relación con un entorno significativo y, por ende, con un cierto grado
de impredictibilidad, esa libertad posible... a la que intentamos acceder.
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Bibliografía
Bergès, Jean: (1990), “Los trastornos psicomotores del niño” en Lebovici, S.;
Diatkine, M. y Soulé, M., Tratado de psiquiatría del niño y del adolescente,
Tomo IV, Madrid, Biblioteca Nueva, pág. 66-69.
Breggin, P.: (1998), Talking back to Ritalin: What doctors aren’t telling you
about stimulants for children, Monroe, Maine: Common Courage Press.
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Nissen, Steven E., MD: (2006), “ADHD Drugs and Cardiovascular Risk”, en
New England Journal, Nº 14, vol. 354:1445-1448.
Resumen
34 CUESTIONES DE INFANCIA
Résumé
Beatriz Janin
Av. Córdoba 3431 Piso 10º “A”
(1188) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4963-2777/4729
beatrizjanin@yahoo.com
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Simone de Beauvoir
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En lo personal, Freud concitó mis simpatías con otra referencia a los niños, que
mis profesores incluían en sus clases, pero de modo mucho menos apasionado.
Decía Freud que los niños eran “pequeños investigadores” y con esta descrip-
ción habilitaba para ellos la dimensión de seres pensantes, los reconocía inte-
ractuando con el universo todo y permitía entrever que allí radica (por si alguien
lo solicita) el fundamento científico a la obligatoriedad de constituirlos como
sujetos de pleno derecho (y no como meros destinatarios de la gentileza de los
adultos que se dignaran a designarlos como humanos). Como afirma Dolto:
“Para el adulto es un escándalo que el ser humano en estado de infancia sea
su igual” pero “La inteligencia simbólica es la misma desde la concepción a la
muerte”.
Por mi parte, concluí, que del mismo modo que en lo que atañe a la infancia,
la adolescencia puede ser leída tomando como eje la problemática de la
apropiación reflexiva de la realidad y sus consecuencias afectivas. Winnicott
sostenía que “el adolescente no acepta nunca una solución falsa o que le
parezca falsa”. Yo agregaría que, a veces, están dispuestos a matar o morir
(literalmente) para denunciar esa falsedad.
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Sabemos que los que empiezan siendo mecanismos vitales para la estructu-
ración del aparato como “negación” y “renegación” pasan a ser luego indica-
dores de patología.
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Y voy al libro y leo atentamente todos los ítems y la mamá (que lo buscó en
Internet) rubrica: “¡Es tal cual!”. Pero yo sigo leyendo y dice “no asociado a
un duelo” y pienso: “Qué raro, ¿no?, en una adolescente, pero bueno, será
que no se le murió el abuelo en el lapso de estos últimos seis meses”. Y dice
“No asociado a causas tóxicas” y pienso, “¿Serán causas tóxicas, las hormo-
nas enturbiando el entramado pulsional?”. Y sigo adelante porque esas son
cosas a discutir, en todo caso, pero lo otro no. Y resulta que llego al final y no
hay un ítem que diga: “Haber nacido tras una amenaza de aborto consecuen-
te con una patada que su padre le propinara al vientre que la contenía.”
Y estoy a punto de decirle a la madre: “Mire, me parece que hay algo que
valdría la pena pensar quizá si usted tomara unas entrevistas...”, pero me
interrumpe y me dice: “Disculpe, es que estoy apurada porque me cierra
la Obra Social y tengo que ir a buscar la receta de mis remedios porque yo
tengo ataque de pánico”. Mire lo que son las cosas, las desgracias se dan
todas juntas.
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En los casos acerca de los que estamos reflexionando, los tres resultan abolidos
o pervertidos y el operador conceptual que hoy propongo para analizar las
consecuencias de este hecho es el par Fatalismo-Alienación de la conciencia.
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Por eso, yo estoy de acuerdo con el DSM4 cuando define que “Ni el com-
portamiento desviado, ni los conflictos entre el individuo y la sociedad son
tastornos mentales”, creo que el problema se da cuando continúa con eso
de: “a no ser que la desviación o el conflicto sean síntomas de una disfun-
ción...” ¿genética?
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Porque como dice Sami Fair, “Pueden establecer el orden, pero el orden no
significa la aceptación del orden y mucho menos su legitimidad”.
Bibliografía
Dolto, Françoise: (1986), La causa de los niños, Buenos Aires, Paidós, 1986.
Freud, Sigmund: (1905), “Tres ensayos para una teoría sexual”, Obras
completas, vol. 7, Buenos Aires, Amorrortu, 1976.
Resumen
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Summary
The authoress proposes to analyze critically the effects that the implementation
of certain professional practices have on the population.
She thinks that some scientific proposals involve secret strategies of social
control.
Résumé
Alicia Gamondi
Gascón 526 Piso 6º “C”
(1181) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4865-9623
agamondi@netizen.com.ar
CUESTIONES DE INFANCIA 43
Para ello tendré en cuenta autores clásicos del psicoanálisis que desde su
cuerpo teórico propio han abordado la cuestión de las psicosis infantiles
y que, si bien no se han ocupado directamente de la problemática de la
desatención en niños, me permiten sostener y fundamentar la idea de este
artículo.
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Esto también dio lugar a que para ambos cuadros se pensaran como etiolo-
gía hipótesis que suponen organicidad, lo que llevó a sostener la medicación
como una de las soluciones posibles.
CUESTIONES DE INFANCIA 45
Si tenemos en cuenta cómo el DSM IV describe el cuadro, nada nos dice acerca
de sus causas, lo que en verdad sería de utilidad a la hora de realizar diagnósticos
diferenciales más acertados para cada problemática en cada niño en particular.
Tomemos un ejemplo sobre los criterios que el DSM IV establece para diagnos-
ticar la presencia de estos dos cuadros clínicos en la infancia a los que refiere
este trabajo.
Más aún, el DSM IV no menciona lo que es esperable para cada edad del niño.
Es decir, no hace referencia a patrones evolutivos, como que sea esperable que
un niño de tres años interrumpa sus juegos y el de los demás si se le plantearan
actividades en un conjunto numeroso de niños, con lo cual, hoy en día hasta la
normalidad podría ser encuadrada dentro de la categoría diagnóstica de ADD/
ADHD.
46 CUESTIONES DE INFANCIA
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Aprender es un acto psíquico que se realiza en un vínculo con los otros hu-
manos. Estos procesos mencionados anteriormente dependen, en buena me-
dida, de un aparato psíquico que pueda investir representaciones del mundo
(atender), inscribirlas (memorizar) y complejizar la trama representacional
(elaborar).
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Para él, la psicosis infantil puede considerarse una enfermedad que tiene que
ver con las experiencias del niño en las fases más tempranas.
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“[…] La mala salud mental de naturaleza psicótica tiene su origen en los re-
trasos y las deformaciones, las regresiones y confusiones de las primeras fases
del crecimiento de la organización medio-individuo. La mala salud mental
surge imperceptiblemente de las dificultades ordinarias inherentes a la natura-
leza humana y que dan relieve a la tarea del cuidado infantil, esté a cargo de
los padres, de una niñera o del maestro” (Winnicott, D., 1952, pág. 306).
También hay que tener en cuenta su teoría sobre los procesos de ilusión-des-
ilusión que le permitan al niño acceder, descubrir poco a poco el exterior.
Otros conceptos claves son: la importancia del rostro materno como espejo
y el concepto de gesto espontáneo.
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Es necesario recordar que existe una etapa anterior al repudio del no-yo por el
individuo. En esa muy temprana etapa no hay factores externos, la madre forma
parte del niño y la pauta de este incluye la experiencia que tiene de la madre,
tal como ella es en su realidad personal” (Winnicott, D., 1962, pág. 79).
En sesión, una mamá comenta en relación con su hijo de siete años: “A Juan no
le gusta leer ni escribir. En preescolar también le empezaron a notar que no ha-
cía caso. En primer grado a mi hijo le empezaron a agarrar ataques de nervios,
grita, patalea y le pega a los demás. En mi casa yo vivo gritando y mi marido se
suma. Hace años que tengo mi mamá enferma y cuando cae internada yo me
ausento de mi casa por semanas. Mi marido trabaja todo el día y no puede es-
tar en casa. El embarazo de Juan fue el que peor pasé, muy mal. Los hermanos
mayores eran chicos y yo me la pasaba gritando con él en brazos”.
Frances Tustin, psicoanalista inglesa, también plantea para las psicosis infanti-
les la existencia de fracasos en un estadio muy arcaico del desarrollo del niño.
Admite que en el desarrollo del autismo intervienen factores constitucionales
CUESTIONES DE INFANCIA 51
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En su texto Estados Autísticos en los niños dice: “He llegado a ver el autismo
como un trastorno severo del desarrollo, que aparece como una defensa
contra la confusión de la psicosis, más que como una psicosis en sí misma:
el término autismo se reserva para estados encapsulados” (Tustin, 1981, pág.
17).
Tustin denomina a estos niños encapsulados como “niño del tipo con capa-
razón”.
En el mismo texto la autora sugerirá que hay dos tipos principales de reacción
autista patológica por medio de la cual el niño psicótico evita la realidad no/
sí mismo, estas son: reacciones de encapsulamiento que bloquean el mundo
externo, “no/sí mismo” y reacciones de confusión que hacen borroso, pero
que no bloquean por completo, el mundo exterior “no/sí mismo”.
En cuanto a las características de los niños con caparazón, dice que el niño
parece estar metido en una caparazón en la cual yace inactivo, en un estado
global de no integración y de indiferenciación esperando condiciones pro-
picias para su desarrollo.
CUESTIONES DE INFANCIA 53
54 CUESTIONES DE INFANCIA
Bion (1962) postula una función que permitiría que un organismo biológico
devenga una psiquis viviente. A esta función la llama “función alfa”.
“La función alfa opera sobre las impresiones sensoriales, cualquiera sean, o las
emociones […] Mientras la función alfa opere con éxito se producirán elemen-
tos-alfa y estos elementos resultarán adecuados para ser almacenados y satis-
facer requisitos de los pensamientos oníricos. Si la función alfa es perturbada
y por lo tanto resulta inoperante, las impresiones sensoriales que el paciente
capta y las emociones que a la vez está experimentando permanecen inmo-
dificadas. Los llamaré elementos-beta. En contraste con los elementos-alfa, los
elementos-beta no son sentidos como si se tratara de fenómenos, sino como la
cosa en sí misma. Asimismo, las emociones son objeto de los sentidos. Por lo
tanto estamos frente a un estado anímico precisamente contrastante con el del
científico que sabe que se ocupa de fenómenos, pero que no tiene la misma
certeza de si los fenómenos tienen una contraparte de cosas en sí mismas.
Los elementos-beta no son propensos para ser usados por los pensamientos
oníricos, pero sí son apropiados para ser usados en la identificación proyectiva
[…] Son objetos que pueden ser evacuados o empleados para una forma de
pensar que depende de la manipulación por palabras e ideas […] Los elemen-
tos-beta se almacenan, pero difieren de los elementos-alfa en que no son tanto
recuerdo como hechos no digeridos, mientras que los elementos-alfa han sido
digeridos por la función alfa y por lo tanto se convierten en disponibles para el
pensamiento”.
CUESTIONES DE INFANCIA 55
En carácter de elementos de la función alfa, Bion postula que tiene que ha-
ber una pre-concepción, un estado de expectativa innato, algo que puede
ser pensado pero no conocido, que tiene que encontrar una realización, un
suceso de la realidad efectiva que calce justo con esa pre-concepción, esta
unión produce una concepción susceptible de empleo mental para un pensar
posterior. Esta concepción se vuelve preconcepción y, si encuentra su rea-
lización, se da una concepción nueva. Así se pueden ir armando teorías o
desprender pensamientos de otros ya pensados.
Es decir, existe una expectativa innata de unión de dos objetos para formar un
tercero que sea más que una suma de las dos partes. Bion considera que esta
relación está en la base de la construcción de pensamientos y que su prototi-
po es la relación entre la boca y el pezón, entre el pene y la vagina.
56 CUESTIONES DE INFANCIA
Bion nos lleva a pensar que el psiquismo, para poder constituirse, tiene que
hacer algo con los datos objetivos de la realidad. El nacimiento coincide con
el encuentro del niño con el mundo sensible, pero que de entrada también
se acompaña de una carga afectiva que, según su intensidad, puede hacer
fracasar la posibilidad de soportarla, de contenerla. Este fracaso provoca in-
mediatamente la búsqueda de un objeto continente, capaz de transformar los
elementos-beta en elementos-alfa. Da cuenta con su teoría cómo el yo se arma
o se fragiliza según el tipo de vínculo con los otros.
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Para esta autora la actividad del pensar es condición de la existencia del yo.
Plantea una teoría del armado del aparato psíquico en la cual le da impor-
tancia al yo. Un yo que adviene a un espacio familiar cuyos organizadores
esenciales son el discurso y el deseo de la pareja parental.
58 CUESTIONES DE INFANCIA
La autora expresa que el orden que gobierna los enunciados de la voz mater-
na no tiene nada de aleatorio y se limita a dar testimonio de la sujeción del Yo
que habla a tres condiciones previas: el sistema de parentesco, la estructura
lingüística, las consecuencias que tienen sobre el discurso los afectos que in-
tervienen en la otra escena. Piera Aulagnier reconoce esta primera violencia
como necesaria dado que permite el acceso del infans al mundo humano. A
este preexistente lo llama “sombra hablada” y es el que se ofrece para que el
yo del infans inicie un proceso identificatorio indispensable para las exigen-
cias estructurales del Yo.
El Yo no es más que el saber que el Yo puede tener acerca del Yo. Esto supone
que el Yo está formado por el conjunto de enunciados que hacen decible la
relación de la psiquis con los objetos del mundo por ella catectizados y que
asumen el valor de referencias identificatorias, de emblemas reconocibles
por los otros Yo que rodean al sujeto.
Reconoce que, más allá de esa primera violencia necesaria, hay ocasiones
en las que se da un exceso de violencia. A esta violencia la llama “secunda-
ria” y se abre camino apoyándose en su predecesora, de la que representa
un exceso por lo perjudicial e innecesario para el funcionamiento del Yo.
Se asienta sobre su predecesora dado que en la madre permanece negado
e ignorado el deseo de mantener el status quo de la primera relación con
el infans que en un momento fue necesaria y legítima... deseo de que nada
cambie. Cuando en el niño aparece la actividad del pensar, la meta del
CUESTIONES DE INFANCIA 59
Aulagnier plantea que, para evitar el riesgo que implicaría conceder al hijo
el derecho a pensar, la madre puede emplear distintos caminos.
Una madre expresa respecto de su hijo: “Yo sé todo de él por el hecho que
soy su madre y, aunque me digan lo contrario o él me diga otra cosa, yo sé lo
que en realidad está pensando. Por ello, leí todas las revistas referentes a la
maternidad y el neurólogo me dijo que esto es así porque le falta la atención.
Mi hijo tiene que comportarse como los nenes de su edad y es así como yo
lo trato. No voy a hacer nada distinto de lo que se haría con un nene de esa
edad”; cabe destacar que el niño no puede realizar sus tareas escolares. No
comprende las consignas. Atribuye vida a objetos inanimados. Está todo el
tiempo moviéndose sin establecer una finalidad al mismo. No distingue el
peligro, entre otras cosas. Su padre comenta que con su hijo son uno para
el otro, que él sabe lo que es bueno para su educación porque él es padre y
madre a la vez, y su hijo es una parte de su cuerpo.
60 CUESTIONES DE INFANCIA
CUESTIONES DE INFANCIA 61
Desde esta mirada analiza los efectos y daños psíquicos de la psicosis de los
padres sobre sus hijos.
Analiza qué ocurre cuando el niño queda incluido en el delirio del proge-
nitor.
Por otro lado, cuando habla de un encuentro precoz del niño con un delirio
de persecución por parte de algún progenitor, expresa que no puede no
comprender que el peligro, la persecución que amenaza a uno de sus padres
le amenaza también a él, por ser hijo o hija.
La atención se logra también por identificación con otro que inviste el mun-
do y le da sentido. Esto se ve perturbado cuando en ese proceso sumamente
complejo de identificación, el niño queda atrapado en identificaciones ma-
sivas que le dirigen los padres, donde se borran las diferencias entre el yo y
62 CUESTIONES DE INFANCIA
Siguiendo las ideas de Aulagnier, para que el niño pueda investir el pensa-
miento propio es necesario que el otro lo reconozca en su alteridad, en su
diferencia.
Cuando Enriquez habla del delirio en herencia, dice que la pulsión de in-
vestigación solo será el corolario intelectualizado de la pulsión de domi-
nio, pero se verá en peligro de encontrar su satisfacción únicamente en su
aspecto sádico destructor del pensamiento. Puede perfectamente, además,
ser objeto de una represión masiva que mate toda curiosidad y creatividad a
trasmutarse en su contrario, o sea: desear activamente sobre todo no saber.
Conclusión
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64 CUESTIONES DE INFANCIA
Kaës, R.; Faimberg, H.; Enriquez, M.; Baranes, J-J.: (1993), Trasmisión de la
vida psíquica entre generaciones, Buenos Aires, Amorrortu, 1996.
Tustin, F.: (1981), Estados autísticos en los niños, Barcelona, Paidós, 1992.
Winnicott, D.: (1938, 1963, 1966), “Tres reseñas de libros sobre el autismo”,
en (1996) Acerca de los niños, Buenos Aires, Paidós, 1998.
CUESTIONES DE INFANCIA 65
Resumen
Las descripciones propuestas por el DSM IV para los llamados Trastornos Ge-
neralizados del Desarrollo (TGD) y Trastornos por Déficit de Atención con
o sin Hiperactividad engloban múltiples conflictivas psíquicas, entre ellas,
diferentes trastornos por fallas en la constitución psíquica.
Para ello, se rescatan valiosas teorías psicoanalíticas que son las que permi-
ten pensar las condiciones de base de cada cuadro clínico.
Summary
This article shows how these nosographies, PDD and ADD/ADHD assume
descriptions of the same thing or are included in one another, since they do
not make reference to the different etiologies.
To that end, valuable psychoanalytic theories are rescued, which allow the
analysis of the basic conditions of each medical profile.
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Cet article montre la mesure dans laquelle ces nosographies, TGD et TDA/
TDAH, supposent des descriptions de la même chose ou qu´elles sont incluses
l‘une dans l´autre, en ne faisant pas référence aux différences étiologiques.
Laura Llanos
Cangallo 156
Ramos Mejía, Pcia. de Buenos Aires
Tel.: 4464-1037; 1554241037
lauraellanos@hotmail.com
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Geneviève Haag•
° Publicado en Topique 87, 2004, París. Agradecemos a la autora su autorización para esta
publicación.
• Psiquiatra, Psicoanalista. Miembro de la Sociedad Psicoanalítica de París. Se ha dedicado
especialmente al estudio de las fases precoces del desarrollo infantil y el tratamiento de
niños autistas y psicóticos, siendo autora de numerosos libros y artículos sobre estos temas.
1 Una gran parte de este texto fue extraída de una conferencia dada en el marco de las
conferencias de los miércoles de la Sociedad Psicoanalítica de París, abiertas a todo público,
Ciclo: “El modelo freudiano de la sexualidad infantil, hoy”, 30 de mayo de 2001, y fue
retomada someramente el 15 de marzo de 2004 en el marco del ciclo de las conferencias
de la escuela doctoral París VII, organizado por la Prof. S. de Mijolla; le agradezco por ese
encuentro que me reintrodujo en los trabajos de P. Aulagnier.
2 Debo el relato de este ritual a un colega marroquí, el Dr. Ziou-Ziou, a quien mucho
agradezco esta valiosa comunicación y su autorización para publicarla.
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3 Subrayado mío.
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En efecto, en los niños autistas, además de los miedos de “caer del otro lado”
de la pupila en la no recepción/rebote, hay, claramente expresado por algu-
nos, el miedo a un ojo que sea un pico predador, como F. Tustin y yo misma
lo hemos demostrado: así, una nena, después de haber recobrado en gran
parte la mirada, podía imitar una mano halcón cuyo índice se clavaba como
un pico en los ojos de la imagen de un niño bonito; otros nos muestran,
viniendo a rozar nuestra cara con un lápiz inclinado hacia delante en cada
mano, que el ojo puede ser realmente una púa muy mala que entra en el ojo
del otro. ¿Será una no-transformación de un aspecto instintivo filogenética-
mente predador? La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿no será que la
cría del hombre habitualmente logra simplemente humanizar esa herencia
genética, ya que el ojo es realmente predador en los animales, en particular
en los animales salvajes?; podría decirse que en determinados niños au-
tistas, como la primera relación a menudo no se estableció normalmente,
sigue siendo animal. La otra hipótesis sería que el ojo se volvería punzante,
arrancador en el juego del no retorno del envío. En efecto, es el retorno del
envío lo que hace que las formas se funden, que la envoltura se funde y si
no vuelve, las zonas erógenas del contacto táctil (boca, manos) son “partes”
“arrancadas” en la imagen del cuerpo. ¿No se pierde la esperanza, entonces,
de un retorno que funde las bases introyectantes, una suerte de desencade-
namiento rabioso de un fantasma de hiperpenetración sádica por la mirada,
la raíz quizá más arcaica de la voluntad destructiva descrita por M. Klein?;
pero allí tal vez estemos más en el registro de la psicosis, ya que ello supone
una organización tridimensional del yo.
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Otro vínculo que podemos establecer con la teorización freudiana más clá-
sica, frente a esa imagen de aros de retorno, es que estos podrían representar
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Hemos visto con alguna profundidad -podemos decir que la hemos visto
bajo todos los ángulos- esta primera formación esférica, y ahora paso a la
continuación de la formación del yo-corporal, que también plantea proble-
mas de teorización importantes. Antes de abordar la etapa siguiente, tengo
que precisar que esa primera esfera, en el desarrollo, solo interesa primera-
mente la cabeza y las manos, y permite esa intensa comunicación frente a
frente de interior a interior que es realmente una buena representación de
los intercambios llamados simbióticos, en los que circula principalmente
la identificación proyectiva en su versión normal. Si la identificación pro-
yectiva es patológica, evidentemente ello hace explotar a esa formación, y
se obtienen esas destrucciones de la contención, que hacen que los niños
pequeños psicóticos se encuentren con un espacio aniquilado y estén obli-
gados a hacer maniobras autistas, exactamente como los autistas que no han
construido ese espacio. Pero en el desarrollo normal, por el contrario, esto
circula reforzando esta formación, y ello se produce principalmente en el
segundo y tercer trimestres de vida.
CUESTIONES DE INFANCIA 81
Incluiré aquí un pasaje muy bonito de Esther Bick del final de su artículo
“Notas sobre la observación del lactante” (E. Bick, 1964), donde hace obser-
vaciones muy hermosas acerca de los juegos de manos, muy tempranamente
a la edad de cuatro días4 y luego un poco más tarde, alrededor de los dos o
tres meses, donde coincide con nuestro pensamiento. Ella dice: “Cualquiera
sea la manera en que podemos intentar explicarlo, la importancia vital de
esas actividades tan sutiles (habla de los juegos entre las manos) es innega-
ble. Charles está en relación de manera manifiestamente muy diferente con
cada uno de los dos senos. Su mano tiende a conducirse como una boca,
usa las manos para tocar el segundo seno, las mantiene a distancia del pri-
mero, trata la mano de su madre con la suya como su boca trata al seno. Sus
manos, por momentos, están en relación una con otra como su boca con el
seno, del mismo modo que su boca está en relación con su mano en tanto
seno. ¿Demuestra esto que la relación con el seno en tanto objeto parcial5
es la unidad básica de relación, sobre la cual se construyen las relaciones
más complejas? Hundir los dedos en, y los unos a través de los otros, ¿será la
prueba de una modalidad proyectiva de lograr la identificación? El hecho de
mantener las manos separadas y apretarlas fuertemente en forma alternada,
con succiones potentes, ¿no serán intentos primitivos de proteger el seno?
Surgen infinitas y apasionantes preguntas que muestran a los estudiantes qué
vasta extensión del inconsciente queda por explorar por el psicoanálisis”.
La frase siguiente podría servir de epígrafe para todas esas profundizacio-
nes sobre el yo-cuerpo: “tengo la impresión de que los estudiantes están
fascinados por las pruebas aportadas por la observación de que muy pre-
cozmente se ponen en funcionamiento procesos de clivaje al igual que la
identificación de las partes del cuerpo con los objetos6. Por lo tanto, pienso
que esta cuestión de identificación de las partes del cuerpo con los objetos,
4 A propósito de esa observación tan precoz de esos fenómenos, en los que lo adhesivo
está sin duda en juego, ver la discusión tratada en el libro de M. Haag. A propósito y a
partir de la obra de E. Bick, 2002, auto-edición.
5 Esther Bick emplea aquí el término objeto parcial en su acepción corriente, de tipo ana-
tómico y no relacional (v. Abraham). Ver también la discusión sobre la ambigüedad del
término objeto parcial en M. Haag, op. cit.
6 Destacado por mí.
82 CUESTIONES DE INFANCIA
La propuesta que yo creo poder hacer -es, pues, una hipótesis en el plano
metapsicológico- es que esa identificación lateral es primeramente adhesiva
y luego teatraliza lazos que por su lado son de naturaleza tridimensional y
proyectiva; toma, en ese momento fusional, capacidades imitativas, lo que
sería uno de los aspectos de la adhesividad normal, retomando el término
propuesto por E. Gaddini (1969) de “fusión imitativa”, sin duda en funcio-
namiento en las imitaciones precoces. Actualmente, importantes trabajos no
psicoanalíticos referidos a la imitación precoz, apoyándose en la observación,
la experimentación y la neurofisiología, confirmarían la importancia de los
juegos de imitación recíproca en el primer desarrollo como colaborador en
fundar y desarrollar el sentimiento de sí, a la vez que la alteridad. Esos juegos
de imitación implican, como ya sabemos, la mímica y la motricidad de la
lengua, de la boca, de la mano y del brazo (seguimos conectados entonces
principalmente con las zonas erógenas), bien estudiados por Nadel y Decety
(2002), pero también los aros sonoros, cuya precocidad e importancia en los
intercambios emocionales están tan bien puestos en evidencia por C. Trévar-
then (1989), y muy estudiados actualmente en la corriente psicoanalítica por
M. C. Laznik (1995). Una de las confirmaciones que comienzan a esclarecer
el misterio de esos procesos identificatorios de base, bien descritos por el
psicoanálisis (Freud, “la sustancia común”, (1921); Winnicott, “el mirroring
de la madre”; Aulagnier, “los fragmentos de superficie especular”; Green, el
concepto de mutualidad (1995)), sería, por ejemplo para la imitación motriz,
que “las zonas cerebrales activadas en la preparación, la simulación y la ob-
servación de la acción se superponen en parte con aquellas que se activan
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84 CUESTIONES DE INFANCIA
Hemos llegado al final de esa construcción del cuerpo que se realiza, pues,
en gran parte en el desarrollo de la sexualidad oral, y ese acabado del cuerpo
va a terminarse con la esfinterización anal y el desarrollo del erotismo anal.
Podríamos decir que la calidad de esa esfinterización y del erotismo que la
acompaña está estrechamente ligada a la calidad de las formaciones previas:
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7 Esa exposición sobre el teatro de las manos fue dada en el 6º Congreso de observación
del lactante según el método de E. Bick, en Cracovia, para publicación en las actas de
dicho congreso.
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Espero que esta exposición los deje convencidos de que ese gran interés
puesto actualmente en el desarrollo del yo corporal y en las primeras repre-
sentaciones de las contenciones psíquicas de los conflictos pulsionales y
emocionales, base de los objetos internos, no se sitúa en sí mismo fuera de
la teoría de las pulsiones.
CUESTIONES DE INFANCIA 89
Bibliografía
Delion, P.; Beucher, A.; Bullinger, A.; Carel, A.; Charlery, M.; Golse, B.; Kotras,
F.; Lechertrier, F.; Livoir-Petersen, M.-F.; Pouplard, F.: (1998), Les bébés a
risque autistique, Toulouse, Eres.
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Gaddini, E.: (1969), “On imitation”, Int. J. Psychoanal, Nº 50, pp. 475-484.
CUESTIONES DE INFANCIA 91
Haag, G.; Tordjman, S.; Duprat, A.; Cukierman, A.; Druon, C.; Jardin, F.;
Maufras Du Chátellier, A.; Tricaud, J.; Urwand, S.: (1995), “Présentation
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Maldavsky, D.: (1999), Lenguajes del erotismo, Buenos Aires, Nueva Visión.
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Diatkine G. y coll., Les États Psychotiques, París, P.U.F., 1976.
Tustin, F.: (1986), Autistic Barriers in neurotic patients, Kamac Books, London,
trad. fr. P. Chernla, Le trou noir de la psyché, París, Seuil, 1989.
Resumen
Este texto propone, en una ida y vuelta incesante entre la clínica de los tras-
tornos autísticos y la observación natural del desarrollo, exponer las princi-
pales investigaciones respecto de la génesis del Yo corporal, mostrando que
esas investigaciones, si bien han explicado en términos de identificaciones y
de las representaciones más primitivas del self y de los objetos (contención
esférica, piel, ejes del cuerpo), son plenamente integrables con la teoría freu-
diana de las pulsiones principalmente de la sexualidad oral, tanto como a
la del comienzo de la organización anal. Se establecen contactos entre los
aportes de autores post kleinianos (principal referencia de este texto), con
autores franceses -en especial A. Green- y el aporte de P. Aulagnier respecto
del pictograma, la especularización precoz y los primeros estados del Yo.
CUESTIONES DE INFANCIA 93
Summary
This text calls on examples taken from both the clinical practice of autism and
naturalist observation of development to present the principal stages in the
genesis of the bodily ego, by showing how these stages, be they expressed
in terms of identification and the most primitive representations of the self
and of objects (spherical containers, skin, the body’s different axes) are fully
part and parcel of the Freudian theory of drives and more particularly that of
oral sexuality, where as they are also at the origin of anal organisation. Links
are established between the contributions to this debate from post-Kleinian
authors, to which this article refers principally and French authors among
whom A. Green, along with the ideas of P. Aulagnier on the pictogram,
precocious speculative conceptualisation and the initial states of the ego.
Key words: bodily Ego; oral and anal sexuality; spherical containers/skin;
bodily axes; adhesive identity; projective identification.
Résumé
Geneviève Haag
18 rue Émile-Duclaux
(75015) París, Francia
94 CUESTIONES DE INFANCIA
Introducción
Hemos podido observar que esta categoría nosológica engloba las más diver-
sas problemáticas que quedan acalladas, ocultas bajo este amplio rótulo. A los
efectos de dar cuenta de esta situación, señalamos que entre los años 2000
y 2004 en el Centro Interdisciplinario de Servicios de la Facultad de Ciencias
Humanas -Universidad Nacional de San Luis-, centro de atención pública en el
que trabajamos, consultaron 139 niños (entre cinco y doce años de edad) con
diagnóstico neurológico de Déficit Atencional, de los cuales 118 eran varones.
CUESTIONES DE INFANCIA 95
Lo descrito se torna aún más preocupante considerando que, frente a este rótulo,
la implementación de medicación como modo de tratamiento es cada vez más
habitual. En la actualidad han trascendido las posibilidades económicas para ad-
quirirla, dado que algunos planes de salud pública la han incorporado, tornán-
dose cada vez más accesible su adquisición y, además, se ha extendido su indi-
cación de niños hiperactivos a aquellos que presentan inhibiciones, olvidándose
que frente a cualquier preocupación, perturbación o trastorno la primera función
que sufre alteración es la atención.
Frente a esta realidad nos preguntamos: ¿por qué el Déficit Atencional ha toma-
do tal dimensión de popularidad en el ámbito de la educación y de la salud?; ¿to-
dos los niños que reciben el diagnóstico de Déficit Atencional lo padecen, o solo
se trata de niños que no atienden a lo que el adulto requiere?; ¿qué esconden y
qué develan los problemas de aprendizaje?; ¿son problemas de aprendizaje o de
fracaso en el rendimiento escolar?; ¿las perturbaciones están en el niño, en las
instituciones o en el encuentro entre lo individual, lo dual y lo grupal?
Guiados por estas preguntas, nos abocamos a realizar un primer estudio des-
criptivo de historiales clínicos de niños de sexo masculino de seis a once años
de edad, de escasos recursos económicos, no mutualizados, que consultaron
en el Centro Interdisciplinario de Servicios de la Universidad Nacional de San
Luis, con un diagnóstico neurológico, previo a la consulta psicológica, de Déficit
Atencional. A partir de esa descripción señalaremos algunas de las características
de la modalidad vincular que pudo registrarse como recurrente en los historiales
analizados.
96 CUESTIONES DE INFANCIA
CUESTIONES DE INFANCIA 97
Coincidimos con Pereyra (1991), quien expresa que: “En el hombre en los dis-
tintos grados de su desarrollo evolutivo e individual, la atención -a través de sus
formas espontánea y voluntaria- trasunta la prevalencia de los factores afectivos
e intelectuales, sin que jamás se pretenda desconectar lo uno de lo otro”. Con
ello queremos enfatizar que es la interrelación dinámica entre lo afectivo y lo
intelectual lo que hace posible el desarrollo, el conocimiento de sí y de los
otros.
98 CUESTIONES DE INFANCIA
CUESTIONES DE INFANCIA 99
Desde este paradigma teórico, se requiere no solo que el medio sea facili-
tador, sino también proveedor: que aporte lo que sin él no existiría. El ello,
como núcleo inicial innato, requiere ser desarrollado; su energía no está li-
mitada a la que tuvo en sus orígenes, sus formas de manifestación no están
preformadas para luego simplemente desplegarse o reprimirse. Lo que está
en el otro adquiere existencia en el sujeto a partir de dos procesos básicos: la
identificación y los efectos estimulantes/estructurantes que su actividad gene-
ra en el psiquismo. Tales efectos quedan registrados no solo como recuerdo
sino como función, como capacidad de poner en acto, de ejecutar una cierta
actividad.
Es por ello que, abocados a brindar otra lectura hemos descrito tres grandes
grupos que denotan una singular dinámica relacional que estimula una es-
tructuración subjetiva distintiva. Como denominador común de los tres gru-
pos que caracterizamos, podemos referir la presencia de duelos familiares
vividos a corta edad del niño.
Recordemos que ya Freud señaló que solo la conciencia primaria, o sea las
sensaciones, son investidas automáticamente, pero para que haya registro de
cualidades, de matices, se debe diferenciar estímulo y pulsión (Chiozza, L.,
La Conciencia, 2003), función poco probable con una madre sobreprotecto-
ra que no permite la discriminación de estímulos y la conducción autónoma
de sí mismo.
Quizá sea ilustrativo mencionar cómo lo dice un niño. Para contar su motivo
de consulta dibujó un auto y dijo: “Este soy yo, el motor y el chofer es mi
mamá”.
Hemos podido observar que los niños de este grupo tienen una tendencia
tanto a la desinvestidura, como a un estado de alerta permanente; la fantasía
de detención del tiempo los lleva a que reaccionen demasiado tarde, a des-
tiempo. Corporalmente están muy tensos y la quietud, la pasividad, es una
manera de lucha. Se puede observar un repliegue narcisista con la construc-
ción de una coraza antiestímulo omniabarcativa, donde el aburrimiento es
la manera privilegiada de manifestar la angustia.
La imagen del sujeto como débil, en peligro, y del mundo como amena-
zante, frente al cual tiene que estar siempre en guardia, crea un sentimiento
También hemos podido observar que los secretos familiares con relación al
origen marcan la vida de muchos de los niños que presentan esta modali-
dad. Con frecuencia, hemos registrado este síntoma cuando el ocultamiento
se refiere al desconocimiento de quién es el progenitor masculino y/o a la
presentación de otro hombre como padre biológico. La madre manifiesta un
gran temor de que este niño sea como su progenitor y el vínculo materno
tiene como trasfondo la identificación proyectiva con el hijo a partir de una
sobreinvestidura patológica con el padre del mismo. Esto lleva a la madre
a desconocer su historia y quebrar los soportes identificatorios, la libido no
puede ser ligada, no hay mundo representacional a construir. La prohibición
de inscribir determinadas representaciones porque son “similares a” no da
lugar a que se respeten como posibilidades propias del niño, quien se pierde
en la nebulosa de no saber quién es ni de dónde viene. Se lo impulsa a la
anestesia, parece que tuviera una parte muerta y que necesita ser sacudido.
Suele buscar el peligro, jugar con la posibilidad de un accidente, golpear-
se contra el mundo y las emociones “fuertes”. La sensación de estar vivos-
muertos promueve la alternancia de inhibición-impulsividad, predominando
un estado de sopor, sin conciencia, de autoconsuelo, en el que no se pueden
anticipar situaciones posteriores.
Lo mismo sucede con las madres con un fondo obsesivo, que cuidan muy
bien del niño en cuanto a su higiene y alimentación, pero emocionalmente
se vinculan muy poco con él y apenas se comunican. Este cuadro suele
conjugarse, las más de las veces, con un modo de comunicación familiar
muy pobre. El lenguaje es utilizado como forma de acción, para dar órde-
nes, “lávate las manos”, “junta los juguetes”; para pedir algo, “pásame el
dulce”, “despiértame a las ocho”; para dar aviso, “llegaré tarde”, “no tengo
gimnasia”. El resultado de esta situación es una pobreza del proceso de sim-
bolización, con un fuerte empobrecimiento de las funciones fundamentales
y un lenguaje de acción y frialdad.
El niño inmerso en este ambiente nunca sabe qué sucederá, no puede an-
ticipar ni organizar sus puntos de referencia; la falta de un espacio mental
para apaciguar la angustia se traslada al cuerpo. La dificultad para recono-
cer los límites “yo-no yo” se transforma en un lenguaje corporal de acción
como modo de descarga y vehículo de comunicación. No es raro encontrar
una figura paterna que se angustia con la angustia del niño. Esto genera un
círculo vicioso de respuesta de acción, por lo general maltrato, conductas
violentas ante el movimiento constante e impulsivo del niño que irrumpe en
el espacio físico.
Es importante mencionar que hemos registrado, en casi todos los casos, mo-
dalidades relacionales signadas por la violencia ejercida sobre el cuerpo de
Shengold (1979) destaca que, al ser el padre o la madre quien abusa y mal-
trata física y/o psicológicamente, y al mismo tiempo la figura a la cual el
niño debe volver a buscar alivio cada vez que experimenta angustia, este
no tiene más remedio que “delirantemente” captar a su progenitor como
bueno, imprescindible y captarse a sí mismo como el que genera la situación
de agresión. Solamente la imagen mental de un progenitor bueno puede
ayudar al niño a enfrentar la intensidad del temor y la rabia de ser atormen-
tado. Además, el atribuirse la capacidad de generar la ira en el otro permite
mantener la fantasía de poder controlarlo: “Si fuera mejor... si no hago más
tal o cual cosa..., él no se enojará”. A su vez, tal como lo señala Ferenczi, el
repetir esta historia con los hijos es un modo de buscar sentirse amada/o y
admirada/o a partir de identificarse con el agresor.
Para el tratamiento del niño se fija como condición necesaria que al menos
uno de los padres asista al grupo paralelo en el que se trabaja, focalizando
la labor terapéutica en el rol de padre. No obstante, es posible ser integrante
del grupo de padres y no tener hijos en tratamiento.
El trabajo con grupos paralelos, tal como lo señala Torras de Bèa (1996),
implica el funcionamiento simultáneo de ambos grupos en la misma insti-
tución, cada uno con su propio coordinador. Si bien el grupo está pensado
como acogedor de ambos miembros de la pareja, la mayoría de las veces
asiste solo la madre, convirtiéndose el grupo en un apoyo que suele repre-
sentar a la figura ausente, o sea la pareja y, por ende, el padre. Es importante,
entonces, tomar como material y trabajar cómo cada miembro presenta a la
Con esto, hacemos referencia a la importancia que tienen para la madre sus
propias imagos maternas y paternas, las cuales delinearán la relación con la
pareja y, como consecuencia, la aceptación de este hijo que encarna tam-
bién un padre y una madre en el centro de su identidad.
En síntesis
Tener en cuenta los diversos aspectos y las controversias, que aún persisten
alrededor del mencionado trastorno, permitirá implementar abordajes inter-
disciplinarios -cuando es necesario- que puedan ayudar al alivio de su proble-
mática, posibilitando el potencial desarrollo saludable de toda su persona.
Bibliografía
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rating scales with a brief review of the Conners Teacher Rating Scale” (1998).
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vel mundial del trastorno por déficit de atención/hiperactividad: ¿es este un
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Jacobitz D., Sroufe L., Stewart M. & Leffert N.: (1990), “Treatment of
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drugs: A comprehensive review”, Journal of the American Academy of Child
and Adolescent Psychiatry, Nº 29, 677-688.
Resumen
Summary
Résumé
I. Introducción
Por tanto, el término “defectuoso”, parece designar la manera en que los niños
hiperactivos abandonan sus pensamientos o los objetos, como consecuencia
de no haber podido interiorizar la función de soporte de los cuidados materno-
paternales.
II. Algunas ideas acerca del funcionamiento psíquico en este trastorno. Re-
ferencias teóricas
Es necesario tener en cuenta que E. Pichon Rivière entiende que esas con-
ductas “explosivas” de hipermotilidad corresponderían a una manifestación
de la agresión y según los cánones de su época, interpreta el sentido de
este síntoma como deseos inconscientes de asesinar al padre. El síntoma se
aproxima más a un cuadro histérico, y se desliga de lo meramente orgánico, tal
como lo entendería en la actualidad la escuela de Pierre Marty.
“En síntesis, fuera de las melodías cinestéticas, posturales y tónicas, no hay acción
y, con toda evidencia, tampoco hay pensamiento coherente.”
En ese sentido, son sugerentes los aportes de P. Marty y M. Fain (1954) que
remarcaron la importancia del papel de la motricidad en la vinculación con
el objeto. Digo remarcaron, porque esto se encuentra sustentado en todo el
edificio teórico freudiano, tanto en su metapsicología como en las vertientes
de sus hipótesis psicogenéticas, que se apoyan en la importancia de aquella
vinculación con el objeto (A. Green, 1996), y nos da pie para enlazar así que,
en los primeros años, las necesidades y deseos están en efecto intrincados alre-
dedor de las zonas erógenas y donde lo que se va inscribiendo en el psiquismo
está anclado en un objeto que señala las diferencias como “otro,” que no solo
posibilita la construcción del psiquismo sino que forma parte de la propia cons-
titución, y que sin ese “otro” podrían encontrarse encerrados en las trampas
de satisfacciones repetitivas de la necesidad. En otros términos, en el caso de
los niños hiperkinéticos, estos están encerrados en una imagen repetitiva de
cuerpo arcaico, donde la agitación externa tiene una función autoexcitante en
su búsqueda paraexcitadora. El niño produce una envoltura, pero corresponde
a una envoltura de excitación porque la construye a partir de aquello de lo que
dispone, un objeto intrusivo y demasiado excitante con el que no tiene más
salida que identificarse (F. Bertte y R. Rousillon, 1987). Las fallas en la constitu-
ción de los procesos primarios introducen estas distorsiones.
1. Presentación
Manuel un niño que tiene siete años cuando llega a mi consulta. Es traído por
su madre, quien lo “deposita” en una silla de la sala de espera mientras ella
permanece de pie militarmente, inmovilizando sus movimientos con la mirada.
Cuando llego a ellos, su madre le advierte quién soy, lo saludo pronunciando
su nombre, invitándole a cruzar un largo y angosto pasillo, Manuel se lanza en
una desenfrenada carrera aterrizando en la larga alfombra de la consulta.
Previamente había tenido varios encuentros con sus padres, pero el primer
contacto que me dio conocimiento del niño fue su profesora, que con una
llamada telefónica me pidió que me hiciera cargo de este “diablito vestido
Tuve con sus padres numerosas entrevistas, observando que era difícil el
“contacto” con ellos. La madre, con una libreta en la mano, desplegaba ante
mí la historia “nefasta” de Manuel, quien estaba en un colegio bilingüe que
resultaba excesivo “en normas” para su hijo, ya que su hijo “es hiperkinético”
y “estamos asistiendo a la Asociación de Padres de Niños Hiperkinéticos y
además Manuel está medicado, venimos por esta profesora y por este nuevo
colegio, pero creemos que usted no podrá hacer nada como psicoanalista, ya
que es cuestión de educación y medicamentos”.
A partir de esta catarata de palabras pensé muchas cosas, que iré desarro-
llando poco a poco. En un hilo casi asociativo, la madre en un momento
comentó que este hijo era esperado, pero que ella hubiese querido que fuese
una niña, ya que tiene otro hijo varón de una anterior pareja, que ahora está
en un país extranjero como militar en servicio. Además, aún peor, su anterior
pareja era drogadicto y ella fue víctima de maltratos, así que resultaba ser o
sentirse una mujer maltratada.
A pesar de todo, María dice que fueron los dos años más felices de su vida, y
que hasta que Manuel comenzó a andar, seguía dándole el pecho.
“Desde el año y medio creo que no ha parado, siempre recuerdo mis gritos:
Manuel, Manuel... mirá bien...; es impulsivo, se pone furioso y hay coches
por todos lados, y como va solo se tira a cruzar la calle, me dan ganas de
sacudirle, abriendo cajones, cajas, puertas, de todo” y agrega: “Tarda mu-
cho para comer, entonces yo le doy en la boca. Además, se hace pis por las
noches y a veces hasta se mancha los pantalones, no controlo y le pego, me
pongo furiosa, pero esto es porque siempre tiene prisa”. Comenzó el control
de esfínteres antes de empezar a caminar: “Lo sentaba en el orinal”.
Debo admitir que en las entrevistas con los padres me solía ser difícil el man-
tenimiento de una posición neutra y acogedora. Así, me sentía confrontada de
manera bastante brusca con soluciones de compromiso. La violencia de los
afectos suscitados coloca al analista en el peligro de oposición, de erigirnos
como un superyó arcaico comparable al que determinó la falla de la represión,
produciendo situaciones de atosigamiento.
Le digo que quizá se esté preguntando qué hace aquí en este lugar, con ju-
guetes, pizarra... ¿será como en el colegio? ¿o en casa? ¿o dónde?...
A los dos meses y luego de agotadoras sesiones de juegos con sillas y al-
fombras, un día pone en círculo los juguetes y él se coloca adentro. Le digo
que pareciera que necesitara estar en los brazos de alguien, a lo mejor de
mamá...
Manuel ha recreado así, con ese juego de luces y sombras, un estado emo-
cional intenso que ha logrado proyectar en las paredes.
Hasta que llegó a una sesión en la cual me dice: “¿por qué solo las señoras
tienen día de la mujer?, ¿por qué los papás no?”, se pregunta, intrigado, apa-
reciendo con esto otros escenarios, con temas menos repetitivos y “explosi-
vos”.
Siento una conmoción intensa al escuchar que “me pide” algo; ha comenza-
do a instalarse una transferencia materna que no solo lo contiene, sino que lo
sostiene con la constancia de sesión a sesión.
4. Algunos comentarios
Ha creado una situación fóbica proyectada: el juego de las luces y las som-
bras como animales furiosos que funciona como estructurante debido a que
se ha transformado la angustia automática en una angustia que juega como
señal de alarma, que indica un progreso en el vínculo con el objeto y el yo.
Es esta la función de separación-diferenciación indispensable que introduce
un tercero (en este momento el papel que juega el encuadre analítico), sepa-
ración-diferenciación que evolucionará en la angustia de castración.
Aún siento que mis palabras, presencia, gestos pueden parecerle extraños a
Manuel, ¿como un objeto amenazador? ¿o excitantes? Y por ello ¿es que su
agitación tiene una intención defensiva de autotranquilizarse?...
5 “Los padres con plastilina” sugiere una nueva diferenciación psíquica, revestida con los colores
celeste y rosa (¿masculino y femenino?). El indicar las conexiones entre este hecho y la función
paterna es un tema que queda pendiente de desplegarse en el proceso analítico de este niño.
Bibliografía
Aulagnier, P.: (1992), “¿Qué deseo, de qué hijo?”, Psicoanálisis con niños y
adolescentes, Nº 3.
Pichon Rivière, E.: (1983), La psiquiatría, una nueva problemática. Del psi-
coanálisis a la psicología social, Buenos Aires, Nueva Visión. Tomo II.
Resumen
Summary
We make a description, through the analytic process of a seven year old boy,
with the intention of showing the role of the primary object’s faults and its
Résumé
Alicia Monserrat
Alcalá 175, Tercero Izquierda
(28009) Madrid, España
amonserrat@cop.es
Mercedes Lugones•
1 Trabajo publicado en Quaderni di Psicoterapia Infantile, Nº 50, “Paura del futuro”, Borla,
Roma, 2005. Agradecemos al editor su autorización para esta publicación (N. de R.).
• Miembro ordinario y past president de la Sociedad Italiana de Psicoterapia Psicoanalítica
de la Infancia y de la Adolescencia. Docente del Curso de Psicoterapia Psicoanalítica
del Niño, del Adolescente y de la Pareja. Miembro del Comité Directivo de la revista
Quaderni di Psicoterapia Infantile, Borla.
Aceleración generalizada
Los hechos más recientes se vuelven rápidamente antiguos y aquello que ter-
mina se vuelve remoto no bien se presenta su fin. Es como si cada persona o
situación que termina, que deja de estar activa, padeciera instantáneamente
el efecto del abismo temporal. Lo que pertenece al pasado se borra, como un
magma que no permite las distinciones y gradaciones entre pasado próximo,
lejano, remoto. Como si lo que acaba, o caduca, o se detiene fuera inmedia-
tamente transportado hacia una región uniforme y distante llamada pasado.
El escritor español Javier Marías sostiene en una entrevista reciente: “Se está
llegando a una identificación loca entre presente y pasado: aquello que su-
cede ya es viejo, por lo tanto solo es nuevo aquello que aún no sucedió:
asistimos a la fascinación por lo inexistente”.
Una joven paciente, que consulta por estados de pánico que la paralizan,
se encuentra en un momento de cambios y elecciones importantes. Habla
del tiempo subjetivo y social usando una expresión que le da una forma a la
aceleración temporal: “¡Siento que la preocupación por el futuro nos inun-
da, nos infla!”. Alude a una modalidad subjetiva y al ritmo que el contexto le
imprime al tiempo indicando, a través de la expresión “nos infla”3, el sentido
de soplar adentro, aumentar el volumen, exagerar las consecuencias, lleno,
desbordante; como un torrente que rebalsa por la crecida y arrasa con todo
aquello que se encuentra en su camino. “Es como si no me diera cuenta
de que estoy en el tiempo, no es el presente lo que me angustia, me siento
angustiada por lo que vendrá”. El trabajo analítico tiende a traer hacia el
presente de la transferencia, desde el pasado, aquello que ella teme en el
futuro, produce una apertura hacia el futuro.
Sobreexposición mediática
Una primera respuesta nos lleva hacia un postulado fundamental del trabajo
analítico: abstenerse de traer sobre la escena de la fantasía la escena de la
historia (R. Kaës, 1998).
Los niveles de lectura del sueño son múltiples y complejos. Propongo la hi-
pótesis de que la escucha de sus opiniones acerca de la guerra pueda haber
movilizado una situación transferencial que lo posicionaba como un sujeto ca-
paz de asociar, ser autónomo, portador de pensamientos propios. Haber dado
un espacio y un tiempo a los acontecimientos tanto de la realidad como a sus
legítimas preocupaciones ha activado la posibilidad de discriminar y, por lo
tanto, pensar y juzgar los hechos de la realidad, preservando un espacio para
las trasformaciones subjetivas que Marco propone en el sueño.
Enrico fue adoptado en un país extranjero a los dos años de edad. Desde su
nacimiento vivió en un hogar para niños abandonados, un día los padres adop-
tivos lo llevaron y no volvieron nunca más a visitar el hogar. Los padres recuer-
dan el ambiente caótico debido, en parte, a la presencia de muchos chicos
y pocos adultos que se hacían cargo de ellos. Algunos meses después de la
llegada de Enrico a Italia, la madre adoptiva queda embarazada.
Las imágenes del estallido y del derrumbe del 11 de septiembre parecen casi
sobrepuestas a las angustias del niño. En la historieta del título “Las sombras
de las torres”5 dibujada por Art Spiegelman: un hombre cae desde la torre, en
4 En este caso el término bioniano “the past presented”, “el pasado presentado”, da cuenta
de la paradoja temporal (pasado- presente) y enfatiza una vasta gama de operaciones con
respecto al pasado.
5 El título en inglés “In the Shadow of No Towers”, “En la sombra de ninguna torre”, parece
indicar el último punto de representabilidad en el que lo visible precipita en las sombras.
Enrico usa el avión para derrumbar las torres construidas con los bloques, pero
lo usa también para transportar a los cuatro personajes de la familia de los ani-
males: desde Italia hacia su ciudad de origen; un lugar ausente de su memoria,
quedan huellas sensoriales que intentamos recuperar y significar. El viaje hacia
la ciudad de origen activa el contacto entre los padres naturales y los padres
adoptivos.
Cuando llegan a la sesión siguiente, la madre refiere que Enrico quería saber
desde cuándo nos conocemos. Surge el recuerdo común de cuando él era
más pequeño y nos veíamos en otro consultorio. Enrico pone en escena otro
juego, antes de iniciar distribuye, entre él y la madre, las partes y las primeras
líneas del guión en el que está pensando: él es el muñeco Hulk6 -traído desde
su casa- al que le falta una pierna. Le asigna a la madre el manejo de los per-
sonajes de la familia. Hulk es grande y va a buscar a su familia, los suyos no
lo reconocen, la madre pregunta “¿Dónde estuviste durante todo este tiempo,
La sesión siguiente retoma el juego de Hulk, que vuelve con los suyos des-
pués de una larga ausencia: mientras Hulk se está acercando a la casa de
los padres en avión, la madre le pregunta donde aterrizará. Enrico responde:
“Vamos a morir -la madre queda shockeada- vamos a morir a Nueva York”.
Habla con la madre del hecho realmente acontecido, comentando: “¡El que
manejaba el avión lo hizo chocar!”. Escucho los comentarios de ambos sin
intervenir.
El dibujante newyorkino Art Spiegelman crea una imagen verbal para expre-
sar el impacto que el derrumbe tuvo sobre él: “Porque el cielo ha caído y me
ha dejado sobre esa línea de falla donde la historia del mundo y mi historia
personal se encuentran”. En la línea de falla, línea de quiebre, las dos partes
pueden alejarse o sobreponerse por efecto de una excesiva compresión.
Cuando Enrico acusa el golpe de las imágenes del estallido y del derrumbe a
Nueva York, se encuentra sumergido en sensaciones psicosomáticas de haber
caído y continuar cayendo: sentirse venir a menos, porque está saturado por
estímulos internos y externos que no puede metabolizar. El trabajo analítico
atribuye a las sensaciones -que de por sí no brindan un conocimiento directo-
el estatuto de recuerdos. Tal operación devuelve una forma, un modelo cono-
cible para el yo: el ruido ensordecedor que llega desde lejos se transforma en
un “bebé-dinosaurio” voraz y destructivo. La sensación de un cuerpo que se
transforma hasta explotar en “Hulk-hijo grande” herido y faltante, que intenta
afrontar la disociación creando un contacto entre estados mentales que se
sitúan a distintos niveles de funcionamiento psíquico.
“Para el organismo vivo, la defensa contra las excitaciones es una labor casi más
importante que la recepción de las mismas [...] Aquello que en cambio nosotros
nos esforzamos por comprender son los efectos producidos sobre el organismo
psíquico por la apertura de una brecha en la barrera de protección contra los estí-
mulos, y de los problemas que derivan de este hecho” (Freud, 1920, p. 2.519).
Nadia, a la edad de doce años, veía su futuro amenazado -“¡Sí, todavía exis-
tirá el mundo!”- por los efectos de los “desastres” que se cumplen en el
presente, se refería al comienzo de la invasión de Irak: “¡Te das cuenta de
lo que están haciendo, en las manos de quién estamos! Estos podrían tirar
una bomba atómica de un momento a otro y hacernos desaparecer a todos,
¿cómo no voy a tener miedo?”. Tenía necesidad de comunicarme su punto de
vista. Sus ideas se fueron aclarando a través de una toma de posición, se sen-
tía identificada con las “garrapatas”9; “las garrapatas son de izquierda, contra
el consumismo y la guerra”. El grupo le dio un sentido de pertenencia y la
9 En italiano “zecche”, palabra usada por los adolescentes romanos para marcar la
pertenencia a un grupo, caracterizado por su ideología política, forma de vestir, música
que escucha, lugares donde se reúnen, etc.
“¿Qué futuro podemos darle a nuestro hijo? ¿Podremos responder por él, si
nos quedamos en un país sin futuro?”
“¡Cómo han hecho para atravesar el gran desierto de las aguas!”. Enrico, a la
edad de seis años, acompaña el juego con estas palabras, en el momento del
desembarque de los animales del arca sobre tierra firme. A través de esta ex-
presión poética las palabras se acercan unas a otras, hasta hacer casi coincidir
distintos significados del recorrido analítico.
Ahora Enrico juega solo, su madre no participa más en las sesiones: “¡Prime-
ro jugaba con mi mamá, después con vos, y ahora... yo juego solo!”.
Las secuencias de sesiones que ahora presento nos remiten al comienzo del
segundo grado, durante el cuarto año de terapia. En pocos meses la terapia
concluirá gradualmente.
La sesión siguiente intenta construir dos casas unidas entre sí, mientras co-
menta:
T: “¿Esta casa?”
Para Enrico es una conquista poder ir más allá de la condición de niño depri-
vado de un tiempo, condición que se perpetuaba a través de provocaciones
y reivindicaciones para llamar la atención, obteniendo un resultado opues-
to. Es importante que él haya alcanzado ciertos niveles de funcionamiento
psíquico, aunque junto a ellos coexistan niveles menos articulados y, por lo
tanto, problemáticos.
Los niños responden: “Murió ayer, justamente ayer. Nos llevaron al circo, nues-
tros padres empezaron una lucha...”
El anuncio del recreo parece una reafirmación del hecho -psíquico- de que Enri-
co puede apartar su mirada de la “línea de falla”10, no caerse en el quiebre, en el
“vacío que tiene en la cabeza”. Enrico puede representar las vivencias precoces
de pérdida y traerlas hacia el aquí y ahora de la transferencia en el juego, ope-
rando una transformación: un niño muere atropellado, mientras contemporánea-
mente se reencuentra un niño que estaba perdido.
Después del anuncio del recreo los padres van a buscar a sus chicos para llevár-
selos a casa. La maestra los llama uno por uno y los entrega a sus padres. Le llega
el turno al pequeño dinosaurio..., sus padres pasan a retirarlo. Recuerdo cuando,
10 “Porque el cielo ha caído y me ha dejado sobre esa línea de falla donde la historia del
mundo y mi historia personal se encuentran”.
Finalizada la sesión, en la puerta, Enrico le pide al padre que lo lleve a dar una
vuelta “por todo el jardín de abajo”. Mientras bajan a las corridas las escaleras, lo
escucho a él y a su hermano:
- “Vamos a jugar a la mancha”,
- “¡Sí, vamos a jugar!”
El tiempo del análisis viene representado por Winnicott en el uso que él hace de
la palabra “playing”. “Jugando” señala una acción que se está desarrollando y,
por lo tanto, un espacio y un tiempo de transición -en el presente- que incluye
potencialmente el pasado y el futuro.
Bibliografía
Blumenberg, citado segun Baier, L., (2000), No c’è tempo. Diciotto tesi
sull’accelerazione, Milán, Bollati-Boringhieri, 2004.
Freud, S.: (1920), Más allá del principio del placer, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973.
Milner, M.: (1952), “Il ruolo dell’illusione nella formazione del simbolo”, en La
follia rimossa delle persone sane, Roma, Borla, 1992.
Resumen
Este trabajo parte de una realidad muy difundida en nuestro tiempo: el miedo
al futuro, e intenta un análisis que se sitúa entre las dimensiones sociocultural
y subjetiva. Considera la superposición entre el sentido de catástrofe externa e
interna, como un factor que potencia los estados de vacío y fragilidad, tan fre-
cuentes en la clínica actual. Focaliza dos fenómenos que caracterizan nuestra
época, la aceleración temporal y la sobreexposición mediática, no para exten-
derse hacia ámbitos de otras disciplinas sino para interrogarse sobre la posición
del analista cuando surgen en la clínica.
The starting point of this paper is a pervasive reality of our times: fear of the
future. It attempts to make an analysis that takes into account both the socio-
cultural and subjective dimensions. It maintains that the superimposition of
feelings both of internal as well as external catastrophe potentiates the states
of emptiness and fragility which are so frequent in current clinical practice.
It draws attention on two phenomena that characterize our times: temporal
acceleration and overexposure to the media, not to encroach on other
disciplines, but rather to discuss what the position of the psychoanalyst should
be when these phenomena arise in clinical practice.
Résumé
Ce travail part d’une réalité très répandue en notre temps: la peur de l’avenir,
et il tente une analyse qui se situe entre les dimensions socio-culturelle et
subjective. Il considère la superposition entre les sentiments de catastrophe
externe et de catastrophe interne, comme un facteur qui potentialise les états
de vide et de fragilité, si fréquents dans la pratique actuelle. Il se concentre sur
deux phénomènes qui caractérisent notre époque: l’accélération temporelle
et la surexposition médiatique; non pas pour s’étendre dans les domaines de
disciplines voisines, mais pour s’interroger sur la position de l’analyste quand
elles surgissent dans la pratique.
Mercedes Lugones
Vía Donatello 50
(00196) Roma, Italia
Tel.: 0039-06-3614339
lugones.m@mclink.it
sta experiencia2 se refiere a cinco adultos con autismo que han “desarro-
llado las capacidades del habla” y a ocho sujetos normales a quienes se
les hace escuchar una grabación que alterna la voz humana y sonidos de
otros orígenes. La activación de diferentes áreas de todo el córtex cerebral es
registrada por una RMI (Resonancia Magnética por Imágenes) funcional. Los
sujetos normales tienen una activación bilateral de la cisura temporal supe-
rior que es mayor ante la audición de la voz que ante los sonidos no vocales.
Uno de los cinco sujetos con autismo tiene una activación unilateral derecha
de esta cisura. Otro tiene una pequeña activación justo por fuera de ella. Los
otros tres no tienen una activación mayor al escuchar la voz. Después de
la RMI, se les solicitó a todos los sujetos enumerar los sonidos escuchados:
los sujetos normales indican que el 51% del total de los sonidos tienen un
origen vocal (siendo 50 la respuesta exacta), los sujetos con autismo solo
indican el 8,5%, es decir que -aun así- 17% de los sonidos de origen vocal
son reconocidos como tales.
¿No sería interesante analizar paralelamente la historia del desarrollo del es-
tado clínico actual de cada uno de estos sujetos, y los resultados de distintos
tests capaces de apreciar la gravedad del síndrome y más particularmente de
los problemas de la comunicación? Tal vez es lo que estos investigadores en
neurofisiología ya han hecho, pero que nos interesaría conocer, para poder
colocar sus resultados en relación con numerosos materiales que nosotros ya
hemos reunido en nuestras investigaciones clínicas acerca de las relaciones,
fluctuantes, de los sujetos con autismo sobre todo niños y adolescentes con
lo sonoro en general y con la voz humana en particular.
En los niños que no hablan, pero que utilizan el lenguaje preverbal de los
gestos para intentar comunicar sus angustias corporales y espaciales, hemos
constatado muchas veces que ellos estaban muy dispuestos a escuchar nues-
tro reconocimiento y nuestra verbalización de sus manifestaciones, que re-
petían con insistencia hasta que nosotros hubiéramos traducido en palabras
Para la primera serie de estos hechos clínicos, coincidimos con las observa-
ciones de muchos sobre la hipersensibilidad de los niños con autismo ante
los ruidos de las máquinas, ante los ambientes muy ruidosos, para la cual, se-
gún nuestro conocimiento, no hemos encontrado aún una explicación. ¿Puede
pensarse, para algunos al menos, en un desorden coclear? Pero planteamos
más bien la hipótesis de un desorden en la aferencia en relación con la retirada
emocional y el desmantelamiento de las sensorialidades evocadas más arri-
ba, que nos hacen dirigirnos hacia la existencia de desórdenes de la atención
(Houzel, 2002): se han referido frecuentemente anomalías de la función de la
atención en relación con los sujetos con autismo, ¿pero se trata de la causa o
de la consecuencia de la desregulación emocional? ¿No se han encontrado,
en ciertos estudios neurofisiológicos, anomalías de los circuitos frontales-pa-
rietales? (Zilbovicius, 2002). N. Bodaert y M. Zilbovicius señalan, en el dossier
de prensa “Autismo 2005-2006”, las conexiones entre las áreas estudiadas y el
sistema límbico considerado como el cerebro de las emociones.
Podemos señalar también que, para cada sensorialidad, los niños establecen
lo que nosotros llamamos “clivajes”, bien estudiados por F. Tustin (1981): en lo
sonoro, el clivaje entre lo duro y lo blando se manifiesta entre los sonidos de las
vocales -la parte musical de la voz-, y el ruido de las consonantes -relegadas al
lado de lo “duro”. Pero nos repreguntamos: ¿por qué una intolerancia tal a los
ruidos? Estuvimos muy interesados en las experiencias que ponen en evidencia
que, ante la escucha de sonidos puros, los sujetos con autismo activan la región
temporal posterior del cerebro derecho, el cerebro emocional, mientras que
en los sujetos sin autismo esta escucha es recibida en la región simétrica del
cerebro izquierdo, la del lenguaje en un diestro (Zilbovicius, ibíd.) que integra
así a la vez la musicalidad de la voz, el ruido de la palabra, dicho de otro modo
la articulación consonante, y la significación de las palabras.
Para la segunda serie de hechos, una hipótesis aparece desde hace una quin-
cena de años a partir de trabajos psicoanalíticos acerca del nacimiento de
una percepción existencial muy primitiva en lo sonoro prenatal (Maiello,
1991, 1998). Esta raíz prenatal del problema de lo sonoro nos resultó muy
importante. Los tratamientos nos han ayudado a circunscribirla de la manera
siguiente que nos sigue pareciendo en relación con el problema de la des-
regulación emocional. Siempre en contrapunto con los puntos de referencia
del desarrollo, parece que cierto nacimiento del sentimiento de existencia se
produciría a partir del cuarto mes de la vida prenatal, en la percepción dife-
rencial de los ritmos regulares de los ruidos del corazón y el surgimiento de
lo aleatorio de la voz materna (Maiello, ibíd.).
Los niños autistas nos han mostrado que habían establecido una analogía
entre la voz humana y los ruidos de los tubos, entonces probablemente los
borborigmus intestinales, otro ruido aleatorio percibido en el útero. Parece
que estos dos elementos aleatorios habrían sido rechazados al mismo tiempo
Estamos por cierto bien seguros, sea cual fuere la descalificación frecuente
en los medios contra los psicoanalistas que habrían ignorado el cerebro,
de que ninguna de nuestras operaciones mentales, aun las más complejas,
existe sin el substrato de un funcionamiento neurofisiológico cerebral, y mu-
chos de nosotros estamos muy atentos a las investigaciones de laboratorio
6 Subrayado por nosotros ya que esto acompañaría nuestras hipótesis planteadas más
arribas.
Bibliografía
Gervais, H.; Belin, P., Boddaert, N.; Leboyer, M.; Coez, A.; Sfaello, I.;
Barthelemy, C.; Brunelle, F.; Samson, Y.; Zilbovicius, M. :(août 2004)
“Abnormal cortical voice processing in autism”, Nature Neuroscience, vol. 7,
Nº 8, julio, pág. 801-802.
(1995), Tordjman S., Duprat A., Cukierman A., Druon C., Jardin F., Maufras
du Chatellier A., Tricaud J., Urwand S. (1995 f): “Présentation d’une grille
de repérage clinique des étapes évolutives de l’autisme infantile traité”,
Psychiatrie de l’enfant, Nº 38, 2, pág. 495-527.
Meltzer, D.: (1975), Explorations in Autism, Roland Harris Trust, Clunie Press,
trad. fr. G. et M. Haag et coll. Explorations dans le monde de l’Autisme, París,
Payot, 1980.
Tustin, F.: (1981), Autistic States in children, London, Routledge and Keagan
Paul, trad. fr. Les états autistiques chez l’enfant, París, Seuil, 1986.
Vidal, C.: (2003), “Des gènes de la morale?” en L’Empire des gènes, Sciences
et Avenir, hors série.
Resumen
Summary
Résumé
Geneviève Haag
18 rue Emile-Duclaux
(75015) París, Francia
jubín.g@wanadoo.fr
En este punto me surgieron preguntas tales como: ¿dónde está el sujeto entre
tantas letras y números?, desde esta perspectiva ¿hay sufrimiento, crisis, conflicto
o defensas? Siete años después las respuestas parecían claras. También es claro
cómo el funcionamiento de mutuales cristaliza a pacientes con rótulos, eludién-
dose así las determinaciones intersubjetivas e intrasubjetivas.
Estructura familiar
Gastón de doce años, hijo mayor de María de treinta y siete años y de Pedro
de treinta y ocho. Tiene un hermano menor de nueve años: Los padres están
separados hace siete años.
La encopresis apareció a los cinco años de Gastón, cuando se dieron una serie
de hechos en el grupo familiar: violencia física y verbal, y mentiras que rodea-
ban un hecho central: la infidelidad del padre de Gastón, ante una madre que
se mantenía como no sabiendo: “...Todos en el pueblo sabían menos yo...”.
Ante esta serie de datos significativos, ante un sujeto preocupado que buscó
desde el principio un lugar, la pregunta que surgía una y otra vez: ¿por qué
siete años? Una serie de estudios con los que se descartaron enfermedades
médicas, y la no-remisión de los “síntomas” llevaron a la búsqueda de otro
espacio, otro saber, el psíquico, pero luego de siete años. ¿Esto marcaba la
existencia de la desmentida en este grupo familiar?, de ser así ¿qué se des-
mentía?
Es difícil pensar que esta mamá haya podido generar el juego de presencia-
ausencia, que haya frustrado. Por lo pronto, también es difícil pensar que
A esta concurre con una serie de dibujos que había hecho en Plástica, y los
fue mostrando, sin tener en cuenta la fecha en las que los había realizado.
El primero que mostró era un colage hecho con figuras de revista: torsos de
mujeres superpuestos. El segundo estaba titulado: “La mujer en el 2010”;
era otro collage que consistía en un cuerpo humano en el cual las piernas
y brazos eran de mujer, el torso de un hombre, y la cara del actor Johnny
Deep. Al preguntarle acerca del colage dice: “Parece un travesti... es un gay,
un hombre que elige a una mujer... no sé de esto, en casa no se habla...”. El
tercero que mostró era un rostro grande, que abarcaba toda la hoja, igual a
uno que había realizado en una sesión anterior y le había puesto el nombre
de Evelyn, de este dibujo dice: “...Es un hombre...”. En el cuarto dibujo la
consigna era dibujar algo acerca de un compañero del aula. El dibujo era
una boca grande, con una gran lengua que salía de esta (similar al logo de
los Rolling Stone) al lado decía el nombre del compañero, y otro logo pe-
queño del grupo V8. El quinto dibujo era una noche y desde un auto estaba
iluminada la ruta en la cual yacía el cuerpo de un hombre cubierto con san-
gre, la consigna era dibujar algo que no le gustaría que le pasara.
Durante el transcurso de esta sesión no quiso hablar nada más, ¡ya había mos-
trado mucho! Es una sesión plena de cuestiones que dejan la impronta de lo
que le está preocupando, de los movimientos libidinales por los que está pa-
sando. En el primer collage los pechos, primeras manifestaciones de cambios
pulsionales en la mujer, en tanto que en el hombre serían los músculos y el
vello. En el segundo, un hombre que se feminiza, los brazos y las piernas ha-
blan de una transformación. Relacionándolo con el título “La mujer del 2010”
se podría pensar que se estaría jugando una pregunta como por ejemplo ¿qué
será de mí a los dieciocho? Hay desmentida: una cara de mujer de la cual
dice que es un varón (¿lugar de identificación?), un travesti “es un gay al que
Elijo terminar esta presentación con algo que dijo Gastón en sesión, es el su-
jeto en cuestión el que habla, sujeto deseante, sujeto que sufre: “...¡Pero viste
lo que es no hablar! Yo antes me ponía mal, me enojaba, o peleaba (largo
silencio) o mandaba a cagar y no me entendían ¡Yo ahora digo las cosas!...
Yo digo las cosas de frente, si no, no sirve de nada...”. La queja de la madre
ahora es que está muy rebelde.
Creo que Gastón dice lo que había perdido en esa regresión en la frase fi-
nal... “...Pero ¡viste lo que es no hablar! ¡Yo ahora digo las cosas!... Yo digo
las cosas de frente, si no, no sirve de nada...”.
Lo que Gastón está mostrando es que lo que había quedado interdicto tiene
que ver con el decir, con la palabra. El momento de la analidad correlativo al
control del esfínter es aquel en que la ilusión de omnipotencia cinética deja
lugar a la ilusión de omnipotencia nominativa, es decir que el cerramiento
esfinteriano, el dominio muscular del esfínter, está estrechamente ligado al
¿Qué pasa con Gastón, transitando supuestamente todo lo que atañe la con-
flictiva edípica, con una madre desbordada y un padre que trasgrede todas las
normas? Si suponemos que la aceptación de la castración materna se sostiene
desde la palabra paterna, si suponemos que la identificación al padre como
sostén del pensar inconsciente, vía palabra, adquiere fundamental importancia
en el esfuerzo por conquistar nuevas lógicas, parecería que Gastón -en lugar de
poder acceder a nuevas lógicas que permitan el enlace entre pensar y palabra-
produce un síntoma donde quizá podamos leer una expresión del desborde y
la parálisis materna.
La madre dice: El fue el que se dio cuenta de que el papá andaba con otra, “a
la media cuadra... con alguien que era mi amiga”.
Gastón deja la puerta abierta del baño y su mamá no le cree cuando dice que
hizo caca, entonces no tira la cadena... ¿Qué es lo que su mamá no cree? ¿Qué
es lo que no puede procesar? ¿Tendrá que ver con las cosas de las que se tiene
que enterar a través de Gastón con respecto al padre? “Andá y fijate” le dice
Gastón, pero la mamá solo puede fijarse si es verdad... que hizo caca.
Los dibujos que Gastón trae a sesión están relacionados con figuras donde apa-
rece una indiferenciación, una superposición, o una confusión hombre-mujer y
un hombre cubierto de sangre en el medio de la ruta.
Después de siete años quizá se esté preguntando quién es él, cuál es su identi-
dad sexual con quién quiere identificarse ahora cuando no tiene que sostener a
su madre, a través del síntoma, y cuando tampoco le gustaría que un hombre,
¿quizá su padre? quedara cubierto de sangre.
Alicia Hasson
Billinghurst 1171 Piso 4º “C”
(1174) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4964-3263
ahasson@fibertel.com.ar
Lo primero que nos ofrece este material es la palabra de un tío que, lue-
go de siete años de insistencia de un síntoma tan poco soslayable como la
encopresis, pide una consulta psicológica para su sobrino de doce años. El
primer cuestionamiento que se hace la analista es en relación con el tiempo
transcurrido -siete años-, durante el cual este problema ha sido considerado
solo desde el punto de vista orgánico para luego ser encuadrado dentro de
un diagnóstico: “trastorno de eliminación F98.1”. Al respecto, la analista re-
flexiona: “Gastón se encontraba sujetado a una trama donde era examinado
y no pensado, mirado clínicamente y no escuchado”.
Por otra parte, el niño durante siete años se hace caca encima, sobre todo en
las reuniones familiares, sin que nadie pudiera escuchar en este oloroso sín-
toma una manifestación de sufrimiento o de denuncia. Es en este intersticio
clínico que propongo que las heces tienen el valor de un objeto expuesto a
la mirada del otro, objeto a ser mirado-olido que intenta no pasar desaper-
cibido.
Gastón hace caca con la puerta abierta y como su madre “no le cree”, las
heces quedan a la vista. Gastón convoca a su madre a que se convenza a
través de ver: “Andá y fijate”.
Tan así será que en los párrafos siguientes Ana Osmer nos anoticia de que
nuevamente el tío se presenta para contar que “ha pasado algo”... y se de-
vela la existencia de otra hermanita. Encuentro en el texto algo que califico
de equívoco (pero que mostraría otra desmentida) en el modo de relatar
quién es la madre de esta hermana. Inicialmente, parece hija de la mujer
de la infidelidad de hace siete años; dice el tío: “Tiene una hermanita por
parte del padre con esa señora con quien engañaba a mi hermana; esta en
el último viaje que hizo le dijo que era hora de que supiera que tenía otra
hermana”. La señora -madre de la niña- a la que hace referencia, si seguimos
el hilo de la idea “en el último viaje que hizo” Gastón, sería la actual mujer
del padre. Pero luego aclara que la tuvo con la niñera de Gastón y que tiene
un año y pico menos de edad que aquel. Este “equívoco” creo que muestra
1 “Emboscada: ocultación de una o varias personas en parte retirada para atacar por
sorpresa. Fig.: asechanza; maquinación en daño de alguno”. Diccionario de la Lengua
Española, Barcelona, Océano, 1990.
Gabriel Donzino
Sánchez de Bustamante 2010 Piso 1º “C”
(1425) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 5787-8803
gabdonzi@fibertel.com.ar
El segundo comentario (de Gabriel Donzino) objeta que, desde una mirada
solo clasificatoria del sujeto, se desarticulan los tres elementos que son parte
de un mismo acto terapéutico: el diagnóstico, la teoría que explica su etiolo-
gía y las estrategias e intervenciones terapéuticas específicas que cada caso
requiera. En el diagnóstico clasificatorio queda desterrada la pregunta por la
singularidad y la condición histórica del devenir subjetivo.
The workshop deals with these issues taking the reflections on the clinical
material as a starting point.
Stated below there are two comments on the case being discussed. Alicia
Hasson points to the diagnosis question and to the risk of producing
stereotyping categorizations that jeopardize the subject’s singularity.
Starting from the presented clinical material, she puts forward some concepts
about anality, and links them with this specific case. She points out the
characteristics of the mother-son relationship, together with its transgressions
and paternal violence.
From the observations highlighted by the child’s therapist in the clinical material,
there are some issues which are underlined -such as the existing scopic instinct
and the disavowal-, and finally there is a question mark over how the Oedipus
complex, the anal eroticism, the sadism and the law are connected.
Key words of the Clinical Case: clinical case; encopresis; intrasubjective and
intersubjective determinations.
On travaille sur ces questions à travers la rèflexion sur le cas clinique presenté.
Nos hemos encontrado con niños en los que se diagnostica ADD (o ADHD)
cuando presentan cuadros psicóticos, otros que están en proceso de duelo
o han sufrido cambios sucesivos (adopciones, migraciones, etc.) o es habi-
tual también este diagnóstico en niños que han sido víctimas de episodios
de violencia, abuso sexual incluido (Bleichmar, S., 1998; Touati, B., 2003;
Janin, B., 2004).
Hay escuelas primarias en las que una cantidad alarmante de alumnos están
medicados por ADD sin que se formulen preguntas acerca de las dificulta-
des que presentan los adultos de la escuela para contener, transmitir, educar y
acerca del tipo de estimulación a la que están sujetos esos niños dentro y fuera
de la escuela. Es decir, se supone que el niño es único actor en el proceso de
aprender (Frizzera, O., Heuser, C., 2004; Untoiglich, G., 2004; Kremenchuzky,
J., 2004).
Pensamos que los niños que no pueden sostener la atención en relación con los
contenidos escolares, que no permanecen sentados en clase o que están abs-
traídos, como “en otro planeta”, expresan a través de estas conductas diferentes
conflictivas (Bergés, J., 1990; Janin, B., 2004).
En una época en que los adultos están en crisis, este tipo de tratamiento pasa
por alto la incidencia del contexto, a pesar de las investigaciones que demues-
tran la importancia del ámbito en el que el niño se desenvuelve (Armstrong,
Th., 2000; Duché, D., 1996; Berger, M., 2005; Jensen et al., 1997; Harrison,
Ch., 2002).
Así, en las escuelas hay niños desatentos que se quedan quietos y desconec-
tados, otros que se mueven permanentemente, algunos que juegan en clase,
otros que reaccionan inmediatamente a cada estímulo sin darse tiempo a
pensar... Un niño que no atiende, que se mueve desordenadamente, general-
mente atiende de otro modo y a otras cuestiones diferentes de lo esperable. Y
no puede ser englobado en una entidad nosográfica única (Janin, B., 2000a,
2002, Berger, M., 2005; Flavigny, Ch., 2004; Duché, D., 2001; Tustin, F.,
1981; Bleichmar, S., 1998).
También, hay oposición entre la idea de que el diagnóstico puede ser hecho
por padres y/o maestros, a partir de cuestionarios (como si fueran observado-
res no implicados) y el sostener que todo observador está comprometido en
lo que observa, forma parte de la observación y que tanto los padres como
los maestros están absolutamente implicados en la problemática del niño,
por lo que no pueden ser nunca “objetivos”. (Ya a comienzos del siglo XX el
físico Heisenberg planteó que el observador forma parte del sistema). A la
vez, el cuestionario utilizado habitualmente está cargado de términos vagos
e imprecisos (por ejemplo, lo que es “inquieto” para alguien puede no serlo
para otro). Esto último lleva a pensar que es imposible realizar un diagnós-
tico de un modo rápido y sin tener en cuenta la producción del niño en las
entrevistas (Cramond, 1995; Duché, 1996; Calmels, D., 2003; Tallis, J., 2004;
Farré Riba, 2000).
Desde nuestra perspectiva, nos encontramos con un niño que sufre, que pre-
senta dificultades, que estas obstaculizan el aprendizaje y que debemos in-
vestigar lo que le ocurre para poder ayudarlo.
Aun cuando los medios científicos hablan de las contraindicaciones de las di-
ferentes medicaciones que se utilizan en estos casos (Carey, W., 1998, 1999,
2000, 2001; Diller, L., 2003), llama la atención la insistencia con la que los
medios propagandizan el consumo de medicación como indicación terapéu-
tica privilegiada frente a la aparición de estas manifestaciones (Clarín, 2004;
La Nación, 2004; Safer, D., 1996).
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clases”, traducción y adaptación: sinapsis.
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Kremenchuzky, José: (2004), “El fracaso escolar y los rótulos”, trabajo inédito.
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y Psicoterapia del Niño y del Adolescente, Bilbao, Sociedad Española de
Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente, pág. 83-89.
Rodulfo, Ricardo: (1992), Estudios Clínicos, Cap. 17: “La vivencia de satis-
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Neurobiology of Emotional Development, Gran Bretaña, Lawrence Erlbaum
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Tustin, Frances: (1981), Estados autistas en los niños, Buenos Aires, Paidós.
INDICE
• La infancia, la constitución de la subjetividad y la crisis ética.
Beatriz Janin
• Anorexia infantil y desvalimiento temprano. Eduardo M. Romano
• Niños en crisis. Gabriel Donzino
• El amigo invisible. Mario Ostera
• Algunas reflexiones sobre el material clínico. Mabel Maffezzoli
• El autoerotismo tóxico. Diego Moreira
• Subjetividad, juego y conciencia. José Cernadas
• La crisis del contexto. María Cristina Rojas
• Secuencias clínicas del análisis de un niño de cinco años.
Su lugar en la estructura y modos de intervención del analista.
Aurora Sabina Favre
• La memoria y los recuerdos en la tópica winnicottiana.
María Lucila Pelento
CUESTIONES DE INFANCIA N° 2
“INFANCIA Y VIOLENCIA”
INDICE
• Violencia y subjetividad. Beatriz Janin
• Los unos y los otros. Alicia Gamondi
• Violencia y alcohol. Diego Moreira
• Violencia en la infancia: del temor a la impulsión. Silvia Morici
• Abuso sexual infantil: caso Jimena. Gabriela Torregrosa
• Comentario del caso Jimena. Nilda Neves
• Abuso sexual infantil. Rubén Mario Dimarco
• Nueva estrategia en la prevención de la violencia. Aída Saks
• Violencia e infancia. Beatriz Zambianchi
• El trabajo hospitalario y la clínica de la violencia.
Panel: Renée Tula; Irene Levy; Liliana Pierini
• Sobre el ser violentado, los estados apáticos, los componentes
paranoicos y la desconstitución de la espacialidad visual.
David Maldavsky
• Palabras de un psicoanalista trágicamente esperanzado.
Marcelo Bianchedi
INDICE
• Los trastornos tempranos en la estructuración del psiquismo:
La historia vivencial. Beatriz Janin
• La escucha del bebé ciego y sus padres. Ana Lía Ruiz
• Reflexiones en torno a la problemática del recién nacido
de alto riesgo y sus padres. Paula Fernández
• La problemática autista. Diego Moreira
• Autismo y dirección de la cura. Aurora Favre
• “De saberes, olvidos y prohibiciones”. Una aproximación al
fracaso en el aprendizaje. Karin Sarudiansky
• ¿Trauma y/o teoría traumática de las neurosis? Caso Bárbara.
Emilce Dio Bleichmar
• Desde el grito a la melodía. La estructuración de un sujeto.
Osvaldo Frizzera - Carmen Heuser
• Problemáticas sexuales en la infancia. De la clínica a
la mitología. Marité Cena y otros
• Trastornos tempranos: una lectura familiar. María Cristina Rojas
CUESTIONES DE INFANCIA N° 4
“EL QUEHACER DEL PSICOANALISTA”
INDICE
• Obstáculos en la cura “en el psicoanálisis con niños”.
Ana R. de Schvartzman
• El quehacer del psicoanalista de niños. Caso Marina. Cecilia Castro
• Invención en la clínica con niños. (Comentartios sobre el caso
Marina). Rubén Dimarco
• Caso Daniel. Darío Ch. Sanguineto
• Comentarios sobre el “caso Daniel”. Alicia Hasson
• Comentarios sobre el caso Daniel. Silvia Morici
• La angustia: esa “vieja” desconocida. José A. Cernadas
• Las intervenciones del psicoanalista en psicoanálisis con niños.
Beatriz Janin
• Sobre la dialéctica del curar y del sanar. Diego Moreira
• Obstáculos (del analista) en la clínica con niños. Gabriel Donzino
• Final de análisis en el psicoanálisis de niños Osvaldo T. Frizzera
• Obstáculos en psicoanálisis con niños. Mario Waserman
INDICE
• El DSM IV desde la clínica de la subjetividad. Caso Jonathan.
Máximo Mantilaro
• Comentarios sobre el “caso Jonathan”. Gabriel Donzino
• Comentarios sobre el “caso Jonathan”. Lidia T. Scaluzub
• Poner en juego el saber. Alicia Fernández
• Más allá de la frontera. Juan José Calzetta
• Fronteras entre lo biológico y psicológico. Pedro Kestelman
• Fronteras entre lo psíquico y lo neurológico ¿Niños o síndromes?
María Cristina Rojas
• Niños o síndromes. Osvlado Frizzera – Carmen Heuser
• ¿Síndrome de ADD? Beatriz Janin
• El lenguaje lúdico y la clínica. Diego Moreira
• Teoría de la conciencia y aportes al desorden de atención
e impulsión. Isabel Lucioni
CUESTIONES DE INFANCIA N° 6
“EL APRENDIZAJE Y SUS VICISITUDES”
INDICE
• Reflexiones sobre el aprendizaje y algunas de sus perturbaciones.
Juan José Calzetta
• Vicisitudes del proceso de aprender. Beatriz Janin
• Trastornos de aprendizaje. Osvaldo Frizzera
• Operaciones conjuntas sobre el fracaso escolar. Mario Waserman
• Caso “Federico”. Silvia Diumenjo
• Comentarios sobre el “caso Federico”. Alicia Hasson
• Las escenas de Federico. Alicia Gamondi
• Inteligencia, pensamiento, simbolización. Silvia Bleichmar
• Constitución psíquica, dificultades de simbolización y
problemas de aprendizaje. Patricia Alvarez
• El déficit atencional y su sustrato: enfoque teórico-clínico.
Clara Rosa Roitman
• La educación como efecto visible de las vicisitudes,
contradicciones y malestares de la cultura. María Lucila Pelento
• El Pelouro: Centro Educativo de Integración. Sobre marginación e
integración. Teresa Ubeira Santoro – Juan Rodríguez de Llauder
INDICE
• El psicoanalista ante las patologías “graves” en niños. Entre la
urgencia y la cronicidad. Beatriz Janin
• Duelos en la infancia. Características, estructura y condiciones de
posibilidad. Gabriel Donzino
• Determinaciones endógenas y exógenas en las psicosis infantiles.
Silvia Gomel
• Consideraciones sobre el autismo. Juan José Calzetta
• Que pueda abrir la puerta para ir a jugar. Mariana Cervellini
• Comentarios acerca de “Que pueda abrir la puerta para ir a jugar”.
Silvia Morici
• Un sujeto en soledad: puntuaciones de un texto clínico.
Diego Moreira
• El ataque de pánico. Un estudio psicoanalítico. José Cernadas
• Inhibición a la impulsión en el marco de las patologías
del desvalimiento. Jorge Cantis
• Expresividad y sueños de niños y adolescentes con patologías graves.
María Rita Pousa Camba
CUESTIONES DE INFANCIA N° 8
“CRISIS SOCIAL Y SUBJETIVIDAD”
INDICE
• Duelo, trauma e identidad. María Cristina Rojas
• La crisis actual en la Argentina y sus efectos en los niños. Memoria y
futuro. Beatriz Janin
• Clínica psicoanalítica infantil en tiempos de crisis social. Silvia Morici
• El analisis con niños en el contexto de crisis. Nilda Neves
• Todo bien y me borro. Un caso clínico. María Eugenia Schierloh
• La transmisión generacional en la consulta por un niño.
Mabel Maffezzoli
• El caso Luis. Entre el síntoma y los fantasmas parentales.
Gabriel Donzino
• Exorcizar al destino. Reflexiones en torno al concepto de resiliencia.
Alicia Gamondi
• La deprivación simbólica. Juan José Calzetta
• Con la resistencia en la lengua. Diego Moreira
• Las familias y la crisis. Alicia Stolkiner
• Creación de un espacio psíquico durante el embarazo
en tiempos de crisis. Mabel Rodriguez Ponte; Ana Lía Ruiz
INDICE
• Los padres, el niño y el analista: encuentros y desencuentros. Beatriz Janin
• La consulta de los padres por su hijo. Aurora Favre
• El trabajo psicoanalítico con padres. María Cristina Rojas
• Trabajo con padres en el psicoanálisis con niños. Elsa Kahansky; Mabel
Rodríguez Ponte; Rosa Noemí Silver
• Los padres: encuentros y desencuentros en psicoanálisis de niños.
Osvaldo Tulio Frizzera
• La intermediación parental en la elaboración de la separación del niño
en el jardín maternal. Graziela Fava Viziello y otros
• Abordaje clínico con el bebé y sus padres. Ana Lía Ruiz
Taller clínico
• Maxi. Un caso clínico. Gisela Ambrosino
• Comentarios sobre el caso Maxi. Silvia Morici
• Estigma. La identidad abortada. Alicia Gamondi
CUESTIONES DE INFANCIA Nº 10
“JUEGO, DIBUJO E INTERPRETACION”
INDICE
• Interpretar dibujos. Gabriel Donzino
• El juego posible en la clínica con niños. Mabel Maffezzoli
• Intervenciones psicoanalíticas en la infancia: entre duendes y fantasmas.
Juan Vasen
• Creatividad y juego. Marité Cena
• El aporte de David Liberman a la teoría y la clínica del análisis con niños.
Jorge Goldberg
• Algunas observaciones sobre el juego, el dibujo y las intervenciones
del analista con los niños. Beatriz Janin
• Algunas consideraciones acerca del juego. Osvaldo Frizzera; Carmen Heuser
• Dibujando. Norma Manavella
• Juego y fort-da. un niño en ecolalia. Silvia Bajraj; Liliana Zaslavsky de Blumenfeld
Taller clínico
• La vida de los locos, el juego de Micaela. Leandra Zrycki
• Algunas puntuaciones sobre el caso: “la vida de los locos, el juego de
Micaela”. José Cernadas
• Comentarios acerca del trabajo “la vida de locos o el juego de
Micaela”. María Rita Pousa Camba
CARRERA DE ESPECIALIZACION EN
PSICOANALISIS CON ADOLESCENTES
Comité Académico: Dra. Silvia Bleichmar, Lic. Beatriz Janin, Dr. David
Maldavsky, Lic. Nilda Neves, Dra. Marilú Pelento y Lic. Mario Waserman
La formación específica que los psicólogos y médicos deben tener para trabajar
con niños y con adolescentes emerge de la especificidad de los problemas y de
las técnicas necesarias para escucharlos y para incluir en el tratamiento a los que
los rodean.
Plan de estudios
Ambas Carreras se dictan en tres años (seis cuatrimestres). El primero y
segundo año son comunes a las Carreras de Niños y a la de Adolescentes.
1er Año
• Fundamentos Teóricos para una Psicopatología Infanto-juvenil
• Teoría y Clínica de la Constitución Subjetiva
• Taller Clínico de Análisis de Casos
• Psicopatología Infanto-juvenil I
• Cuestiones Técnicas I
• Supervisión de Tratamientos Psicoanalíticos (de niños y de adolescentes) I
• Metodología de Trabajo Final
• Pasantías
2º Año
• Psicopatología Infanto-juvenil II
• Desarrollos Post-freudianos I (los aportes de M. Klein y Anna Freud)
• Supervisión de Tratamientos Psicoanalíticos (de niños y de adolescentes) II
• Cuestiones Técnicas II
• Desarrollos Post-freudianos II (los aportes de J. Lacan y Maud Mannoni).
• Supervisión de Tratamientos Psicoanalíticos (de niños y de adolescentes) III
• Metodología de Trabajo Final
• Pasantías
Modalidad Mensual
Desde 1997 funciona la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con
Niños para profesionales residentes fuera de la Ciudad de Buenos Aires. A
partir de 2006, se incluye la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con
Adolescentes con igual modalidad de cursada que la de Niños.