Nebulosas Planetarias PDF
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PLANETARIAS
OBJETOS AUN POR
DESCUBRIR
Estrellas moribundadas brillando como
mil soles
Nebulosas planetarias más conocidas por sus siglas en inglés (PNe o PN)
quizás son los objetos más hermosos conocidos cósmicamente. Para la
existencia de una PNe se requiere una estrella central (CS. por sus siglas en
inglés) con núcleo y una temperatura lo suficientemente como para ionizar
la componente gaseosa que la envuelve.
Al final de la vida de las estrellas que alcanzan la fase de gigante roja, las
capas exteriores de la estrella son expelidas debido a pulsaciones y a
intensos vientos estelares. Tras la expulsión de estas capas, subsiste un
pequeño núcleo de la estrella, el cual se encuentra a una
gran temperatura y brilla de manera intensa. La
radiación ultravioleta emitida por este núcleo ioniza las capas externas que
la estrella había expulsado [1]
Figura 1: Imagen de la nebulosa planetaria NGC 6720, en donde se puede apreciar la estructura
eyectada por la estrella. Imagen compuesta de las observaciones ópticas del telescopio espacial
Hubble, con observaciones infrarrojas del Large Binocular Telescope Observatory. En la imagen, el
color azul representa el helio; el verde, el oxıgeno; y el rojo, el hidrogeno. Crédito de la imagen: NASA,
ESA, C.R. O’Dell (Vanderbilt University), and D. Thompson (Large Binocular Telescope Observatory).
LA COMPLEJA HISTORIA DE LA PÉRDIDA DE MASA
Una vez iniciada la fase de una nebulosa planetaria, los gases expulsados
viajan a velocidades de varios kilómetros por segundo respecto de la estrella
central. Esta se convierte en el remanente (enana blanca) de la
estrella gigante roja anterior, y está formada por carbono y oxígeno con
sus electrones degenerados, con escaso hidrógeno, ya que la mayor parte
fue expulsada en la fase anterior de rama asintótica gigante.
El gas se expande a medida en la estrella central experimenta una evolución
en dos etapas: primero, contrayéndose a la par que se calienta,
quemándose el hidrógeno de la capa exterior al núcleo. En esta etapa la
estrella central mantiene una luminosidad constante, alcanzando
finalmente temperaturas de en torno a 100 000 K.
En segundo lugar, la estrella sufre un proceso de enfriamiento cuando la
capa de hidrógeno exterior se ha consumido, perdiendo además algo de
masa. En un remanente se irradia su energía pero las reacciones
de fusión dejan de producirse, ya que ha perdido mucha masa y la que le
queda no es suficiente para alcanzar las temperaturas necesarias para
desencadenar este tipo de procesos. La estrella se enfría de tal modo que
la radiación ultravioleta irradiada no es lo suficientemente intensa como
para ionizar el gas distante.
La fase de nebulosa planetaria finaliza cuando la nube de gas se
recombina, abandonando el estado de plasma y volviéndose invisible. Para
una nebulosa planetaria típica, la duración de esta fase es de
aproximadamente 10 000 años. [2] (Kwok, 2000,)
El remanente estelar, una enana blanca, permanecerá sin sufrir apenas
cambios en su evolución, enfriándose muy lentamente.[2] (Kwok, Sun (2005))
MORFOLOGÍA
REGIONES H II
Las regiones H II son nubes del medio interestelar que están siendo ionizadas
por estrellas masivas (unas decenas de veces la masa del Sol) recién
formadas (hace unos pocos millones de años). Orión es la región H II más
conocida, es tan brillante que se puede ver a simple vista en el cielo oscuro,
cerca del cinturón de Orión.
Aunque las nebulosas planetarias y las regiones H II son muy distintas, ambas
son nubes de gas y polvo que están siendo ionizadas por una o varias
estrellas y los procesos físicos que ocurren en ellas son muy parecidos. Esto
nos permite analizarlas de forma similar y obtener información
complementaria. Ya vimos que las nebulosas planetarias corresponden a la
fase final de estrellas de baja masa mientras que las regiones H II se forman
alrededor de estrellas casi recién formadas. Las primeras nos informan de
cómo era el medio interestelar hace cientos o miles de millones de años,
cuando nació la estrella que ahora calienta la nebulosa planetaria. Las
segundas nos informan sobre el medio interestelar más reciente. Estudiando
la composición química de nebulosas planetarias y regiones H II podemos
entender cómo las galaxias se van enriqueciendo con el tiempo. Esto es
particularmente interesante en galaxias lejanas donde es difícil ver las
estrellas, pero sí podemos ver la emisión de estas nebulosas.
Figura 3. Nebulosa Carina. Crédito: NASA, ESA, and the Hubble SM4 ERO
Team.
Radio Morfologías de Nebulosas Planetarias