BARAHONA de SOTO Las Lágrimas de Angélica
BARAHONA de SOTO Las Lágrimas de Angélica
BARAHONA de SOTO Las Lágrimas de Angélica
ÍNDICE:
PRELIMINARES
PREÁMBULO
PRIMERA PARTE
CANTO PRIMERO
CANTO SEGUNDO
CANTO TERCERO
CANTO CUARTO
CANTO QUINTO
CANTO SEXTO
CANTO SÉPTIMO
CANTO OCTAVO
CANTO NOVENO
CANTO DÉCIMO
CANTO UNDÉCIMO
CANTO DUODÉCIMO
PRELIMINARES
Con advertimientos a los fines de los cantos y breves sumarios a los principios, por el
Presentado Fray Pedro Verdugo de Sarria.
Impreso en Granada en casa de Hugo de Mena, a costa de Joan Diaz, mercader de libros.
Año de 1586.
PRIVILEGIO REAL
EL REY
Por cuanto por parte de vos, el licenciado Luís Barahona de Soto, vecino de la villa de
Archidona, nos fue fecha relación que vos habíades compuesto un libro intitulado la
Primera parte de las lágrimas de Angélica, en octava rima, en el cual habíades trabajado
mucho, y era muy útil y provechoso, y nos pedistes y suplicastes os mandásemos dar
licencia para lo imprimir, y privilegio por el tiempo que fuésemos servido, a lo menos por
treinta años o como la nuestra merced fuese, lo cual visto por los del nuestro consejo, y
como por su mandato se hicieron las diligencias que la pregmática por nos hecha sobre la
impresión de los libros dispone, fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra
cédula para vos en la dicha razón, y nos tuvímoslo por bien. Y por la presente, por os
hacer bien y merced, os damos licencia y facultad para que por tiempo de diez años
primeros siguientes, que se cuenten desde el día de la data desta nuestra cédula, vos, o la
persona que vuestro poder hubiere, podais hacer imprimir e vender el dicho libro que
desuso se hace mención, y por la presente damos licencia e facultad a cualquier impresor
destos nuestros reinos, que vos nombráredes, para que por esta vez lo pueda imprimir,
con que después de impreso, antes que se venda, lo traigáis al nuestro Consejo
juntamente con el original que en él se vio, que va rubricado y firmado al cabo de Pedro
Zapata del Mármol, escribano de Cámara de los que en el nuestro Consejo residen, para
que se vea si la dicha impresión está conforme a él, y traigáis fe en pública forma en
cómo, por corrector nombrado por nuestro mandado, se vio y corrigió la dicha impresión
por el dicho original, y se imprimió conforme a él, y que quedan asimismo impresas las
erratas por él apuntadas para cada un libro de los que ansí fueren impresos, y se os tase el
precio que por cada volumen habiéredes de haber. Y mandamos que durante el dicho
tiempo persona alguna, sin vuestra licencia, no lo pueda imprimir ni vender, so pena que
el que lo imprimiere haya perdido e pierda todos e cualesquier libros, moldes y aparejos
que del dicho libro tuviere, y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís por cada
vez que lo contrario hiciere, la cual dicha pena sea la tercia parte para el juez que lo
sentenciare, y la otra tercia parte para la persona que lo denunciare, y la otra tercia parte
para nuestra cámara. Y mandamos a los del nuestro consejo, presidentes e oidores de las
nuestras audiencias, alcaldes, alguaciles de la nuestra casa, corte y chancillerias, y a todos
los corregidores, asistentes, gobernadores, alcaldes mayores y ordinarios, y otros jueces e
justicias cualesquier, de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros reinos y
señorios, ansí a los que agora son como a los que serán de aquí adelante, que vos guarden
e cumplan esta nuestra cédula y merced que ansí os hacemos, y contra el tenor e forma
della, ni de lo en ella contenido, no vayan, ni pasen, ni consientan ir ni pasar por alguna
manera, so pena de la nuestra merced y de diez mil maravedís para la nuestra cámara.
Fecha en Tous, a XXI días del mes de Junio de mil y quinientos e ochenta e cinco años.
Yo el Rey.
Antonio de Eraso.
Al excelentísimo señor Don Pedro Girón,
Duque de Osuna, Conde de Ureña y Virrey de Nápoles.
Excelentísimo señor:
Estos doce cantos, aunque de piedra tosca y rudamente labrados, me he atrevido a ofrecer
en manos de vuestra Excelencia para que, si de todo punto no parecieren sin provecho,
sirvan de cimientos al suntuoso edificio que debo levantar a la venerable memoria de sus
antecesores y a la honrosa antigüedad de sus blasones y armas. Mucho es lo que prometo;
suplico a V.ª excelencia vea y examine si la cantera, en lo que descubre, parece suficiente
para tanto, que yo quisiera que se aventajara no sólo a los mármores de Paro y jaspes de
Etiopía, mas a las esmeraldas y diamantes de la India, y si no, a lo menos, permita que
permanezcan estos bajos fundamentos como padrones hincados en tierra, para testimonio
de mi buen deseo, que no faltará en los siglos venideros quien, estimándolos por el sitio,
levante sobre ellos alguna máquina soberbia y famosa, como César sobre las columnas de
Hércules.
Excelentísimo señor.
PREÁMBULO
SONETOS
Artificioso sumario de cada uno destos doce cantos, y de todos juntos recogidos en una
estancia, por el presentado fray Pedro Verdugo de Sarriá, prior del convento de los
predicadores en Archidona.
PRIMERA PARTE
CANTO PRIMERO
Consejos ciegos
Cuéntase originalmente las causas que movieron a los tártaros para venir primera y
segunda vez sobre la China, y el largo cerco del Catayo en ausencia de Angélica, sobre
cuya libertad va Libocleo en compañía de Organda a consultar a Demogorgón, príncipe
de las hadas, el cual, habiendo respondido a ciertas cuestiones que le han propuesto,
predice lo que ha de suceder casi en todo el mundo en aquellos tiempos.
ADVERTIMIENTO
En este primero canto se entabla todo el artificio de la obra, y aunque hay mucho que
poder decir sobre él, solamente diré lo que la mayor parte de los hombres curiosos no
habían advertido en los Orlandos (aunque a otros más doctos les habrá sido más fácil),
que por las fadas quisieron estos escritores entender los afectos del ánimo sensitivo, y así
ninguna fada hay que no signifique uno dellos, a veces antes que llegue a ser vicio o
virtud por elección de la voluntad, y a veces después de serlo y estar confirmada en ello.
Alcina significa el apetito carnal, la cual, como se vio en el Furioso, tuvo presos a Rugero
y a Astolfo y a otros muchos, que convirtió en mirtos, árbores dedicados a Venus.
Morgana es el apetito de riquezas, las cuales despreciaron Orlando y los demás paladines,
y por esto la maltrató, como se cuenta en el Enamorado, y sacó de su poder a Zilante
hermano de Brandimarte, por lo cual ella los perseguía. Por Febosila, se entendió el deseo
de fama, y ésta hadó el caballo a Brandimarte, como lo cuenta el Boyardo. Por la
Osofana, el coraje y valor juvenil. Por Lematuria, la soberbia. Por Falerina, las astucias y
engaños, o la disposición natural que hay para dañar con ellos. Por Filtrorana, el apetito
amoroso. Solamente una vez salió el Ariosto desta cuenta, y metió a la fada Logistila, que
significa la razón, que no es afecto, ni de los afectos que he dicho. Por la gruta de cristal
debajo del norte (donde vivía Filtrorana) se entiende la imaginación. Por el monte donde
hizo el concilio entre la India y Citia, (que es lado diestro y siniestro del cuerpo, o
cerebro y hígado) se entiende el corazón, donde (según Platón) tienen estos afectos su
asiento. Por Demogorgón, (que significa, según Boccaccio, dios de la tierra) se entiende
la fuerza del mismo corazón, el cual adivina muchas veces lo que ha de suceder. Por
Libocleo, enviado a buscar a Angélica, se entiende el pensamiento. Por Organda, la
estrechura, o necesidad, o el afecto, que se sigue della, y suele turbar el seso para no
acertar en lo que le conviene.
CANTO SEGUNDO
Afectos lícitos
Y si dificultad se le ofreciera,
que pocas veces la hay en su destreza,
el médico letrado le acudiera,
ministro cuerdo de naturaleza,
la vana competencia no impidiera,
ni el punto de la honrilla su certeza
de la salud, que en vano se pretende
si tiempo, o modo, o calidad se ofende.
ADVERTIMIENTO
En este segundo canto se debe advertir cuánto importa que los vasallos estén satisfechos
del agradecimiento de sus príncipes para servilles bien, y cuán fácilmente recibe el primer
consejo que se le da el que se halla puesto en estrecheza y necesidad; por lo cual todos los
hombres prudentes están obligados a consultar lo que les puede suceder antes que les
suceda, pues entonces cualquier parecer no carece de vicio por falta de la elección del que
lo recibe. En Angélica, que menospreciando tantos príncipes y caballeros excelentes elige
a Medoro, se advierta lo que puede la belleza corporal para mover los afectos del alma
racional. Por el anillo han entendido muchos la prudencia, con la cual se ocultan de
muchos peligros. Por el Orco se podrían entender muchas cosas a que se puede aplicar;
yo solamente advertiré que si por él se entiende lo que su nombre significa, y por
Angélica lo que hemos declarado, y por Arsace nuestra miseria, y por Agricano el sumo
poder, y por Zenagrio lo que supone, se puede levantar una alegoría artificiosísima, que
por ventura pase al entendimiento de su autor. Adviértase que este nombre victoria, en el
fin de la estancia treinta y cinco, se toma por la consecución de las esperanzas, y púsose
porque en nuestra lengua no hay vocablo que lo signifique propiamente ni otro que más
cercano le sea.
CANTO TERCERO
Astucias cuerdas
Por intercesión de Libocleo, Arsace reprime su ira y cesa la destruición del Catayo. La
ciudad la recibe por reina pensando ser muerta Angélica, la cual por la admirable
contienda de Neptuno, y Cupido, y Marte, hace enamorar al Orco de sí y le induce a
varios sentimientos amorosos. Después le menosprecia, y él viéndose menospreciado se
lamenta y la amenaza.
En la imaginación se le presenta
con rostro fiel de Angélica, y ensueña
el Orco que sus cabras apacienta
por la fertilidad de aquella breña,
y que sobre el cayado se sustenta
por descansar, y vio que de su peña...
(vio, digo, aunque de vista nada sabe,
mas con la imagen que en su seso cabe;
ADVERTIMIENTO
Por Libocleo, que, obligado de que Arsace por su ruego revoque la determinación que
tiene de quemar el Catayo, hace en recompensa que se le rinda y la recibe por señora, se
podrá entender la hidalguía del pensamiento humano, que pretende pagar en breve el
beneficio que recibe. Por Astrefilo, su padre, que por no obligarse a servir a Arsace, visto
que todo le ha rendido, se finge loco, el entendimiento discreto, que no pudiendo más se
deja sepultar en los vicios, y duerme en ellos hasta que ve ocasión para sacar de
captiverio su alma. Por el Orco, que se enamora de Angélica, la fuerza del Amor, que aun
se mete en las cosas imposibles y se sirve de sus enemigos. Ha habido algunos que les ha
parecido exceso hacer que el Orco hablase y se hiciese tan discreto con el trato de
Angélica, y no consideran que el Boyardo, que lo fingió, también le dio razón y lengua,
pues dijo que tenía mujer con quien vivía, y que contaba su ganado, y reñía con las
mujeres que acometían a írsele, y les daba crueles castigos, como se verá en aquel autor y
después en el Ariosto, que refiere el mismo cuento a imitación del Polifemo de Teócrito y
Homero, y después de Virgilio y Ovidio, que hacen lo mismo.
CANTO CUARTO
Osadías dichosas
Angélica reconcilia a Medoro con el Orco, y Arsace, que viene por libralle a la isla, les
cuenta un fingido suceso de su vida, y sintiéndola Angélica enamorada de Medoro se
alborota; ella huye, y yendo el Orco en su seguimiento muere a manos de Zenagrio, el
cual también libra a Medoro de las de Balisarte, que pretendía vengar con muerte de
Angélica la de Menadarbo, soldán de Egipto.
ADVERTIMIENTO
Por la muerte del Orco a manos de Zenagrio se debe considerar la industria humana, a la
cual están sujetas todas las cosas del suelo, y que Dios quiso que nada alcanzasen los
hombres sin trabajo, y que para vencer los peligros corporales que entrasen en ellos y los
rindiesen por fuerza, y aun para las dificultades de las ciencias que se metiesen por ellas y
no hurtándoles el cuerpo y estándose en ocio, como algunos holgazanes que piensan que
todo se les ha de venir a la mano sin que les cueste sudor y trabajo. Por Angélica, que en
medio de su prosperidad halla quien la ponga en tanto estrecho, se puede entender la poca
firmeza del bien humano. Por la fada Antandra, aposentadora de Filtrorana que habemos
entendido por el apetito amoroso, se podrá entender la ociosidad, y por el peligro en que
Arsace se puso, el que ésta suele causar a los hombres, y más a los príncipes, y
especialmente a las mujeres. Por Zenagrio, que sale de las entrañas del Orco a favorecer a
Angélica estando tan fuera d'esperanza, se puede entender cómo a veces de los males
proceden los bienes y buena fortuna. Algunos dudarán cómo pudo Zenagrio estar tanto
tiempo dentro del Orco sin qu'el calor le ahogase; a esto se responde que siempre anduvo
ocupado en el tiempo que se detuvo, y que con el aire que dentro del Orco respiraba se
pudo sustentar. Podráse advertir la maravillosa anatomía del cuerpo humano interior, y la
mayor parte de las potencias y obras que en él se ejercitan.
CANTO QUINTO
Socorros tuertos
ADVERTIMIENTO
CANTO SEXTO
Castigos rectos
Reducido Sacripante a la vida, por beneficio de Canidia, cuéntase quien ella sea, y la
mucha pericia que tenía en las artes adivinatorias y principalmente en la mágica, y los
varios modos por donde pretendió afligir al miserable caballero, hasta que, enamorada
dél por orden de Cupido, muda de condición, y por astucia y arte le vence, y cómo él, por
esto desesperado, se arroja al mar no hallando ocasión de otro género de muerte.
El entretenimiento de la caza,
el de la guerra, y justa, y los amigos,
el juego que las almas embaraza,
los bandos y el cuidado de enemigos,
la música y los libros, mas de traza
que no sean de dolencia igual testigos,
ni el ánimo enternezcan de manera
que en él se asienten como el sello en cera.
ADVERTIMIENTO
Por la orden que tuvo Canidia para inducir a Sacripante a lo que pretendía, se puede
advertir que aun los malos, para hacer el mal que pretenden, se aprovechan de la virtud
fingida, que es lo que llaman hipocresía, y con ésta consiguen los fines viciosos; tal es la
virtud que los buenos la aman por sí misma, como dice Horacio, y los malos o por el
temor del castigo, o por engañar con su sombra. Del razonamiento de Canidia se puede
colegir cuánto importa que los reyes sean recatados en sus obras, de que puede resultar a
los súbditos mal ejemplo, lo uno por cumplir con la obligación que tienen de darlo
siempre bueno, por el cuidado que todos ponen en imitarles, lo otro porque en ellos,
como dice Juvenal, parecen muy graves aun las faltas que en otros de menor estado se
juzgarían por ligeras. Por Sacripante, que visto el yerro en que ha caído, confesando su
pecado disculpa con él a Angélica, juzgando el suyo por mayor que el desagradecimiento
della para con él, se verá la obligación que los hombres tienen, según dice Solón, de
conocerse a sí mismos, y regular las vidas ajenas por las suyas y no condenallas sin
mirarse primero a sí mismos. Por el arrepentimiento excesivo en que viene, pareciéndole
indigno de perdón aunque nadie sino él sabía su pecado, se entiende cuánto puede el
aborrecimiento de los vicios en quien los conoce, que por aborrecerlos aun aborrecen los
sujetos do están y aun a sí mismos, y así caen de un yerro en otro, como Sacripante en
arrojarse al mar con tan súbita desesperación.
CANTO SÉPTIMO
Premios varios
En este canto, por beneficio de Venus, Sacripante sale del peligro en que estuvo de
ahogarse, y en compañía de Damasirio, rey de Ponto, y de Zenagrio, conquista el
sepulcro de Aquiles sobre ganar sus armas, y partiéndose de allí todos, Zenagrio
desembarca en la isla de la fada Gleoricia.
ADVERTIMIENTO
Por el delfín, que saca a Sacripante de los profundos del mar estando a punto de ahogarse,
inspirado por la diosa Venus, se puede entender la lumbre que Dios suele enviar a los
hombres desde el cielo en medio de sus desesperaciones y miserias, donde no consiente
que se ahoguen cuando están predestinados para la vida eterna, habiendo puesto de su
parte el arrepentimiento que es lo que Dios quiere; la cual lumbre los saca de varios
peligros entendidos por los que a Sacripante se le ofrecen en el mar. Por el encantamiento
artificioso de las armas de Aquiles, que no pudieron ser ganadas por un hombre solo, sino
por tantos juntos, se puede entender que la fragilidad humana no es suficiente, sin ayuda
de muchos, para acabar alguna obra famosa, y que Dios reparte los dones gratuitamente,
como lo dice el apóstol San Pablo, no queriéndoselos dar todos a uno porque no se
ensoberbezca, y cada uno entienda, por fuerte y poderoso que sea, que tiene necesidad de
sus vecinos. Por Zenagrio, que aunque conoce a Sacripante, viéndole puesto en peligro,
entre los toros encantados y Aquiles, le socorre, sin acordarse del odio antiguo que entre
los dos había, se entenderá la nobleza de los ánimos generosos, que por seguir la vía de la
virtud no reparan en las cosas de su particular interés. Y últimamente por la salida de
Zenagrio tan gloriosa del encantamento, y llegar a la casa de Gleoricia, entendida por la
vanagloria, se entiende que pocas veces los espíritus altos y reales dejan de gloriarse en lo
bueno que han hecho, quiriendo ellos mismos tomar el premio que Dios les había de dar
por ello.
CANTO OCTAVO
Principios vanos
La fada Gleoricia convida a Zenagrio y levántale el ánimo a grandes empresas, dignas
de la casta de do desciende. Enséñale todos los misterios de su casa, liberta a Canidia, la
cual va a hallarse en las bodas de Angélica, y túrbalas con varias supersticiones y
agüeros, y últimamente viene a Angélica nueva de la destruición del Catayo, y de cómo
la China está en poder de Arsace, y pártese para la isla Taprobana.
No sé si ya mi esposo de enfadado,
o de afligido, triste y temeroso,
por verse de mí en todo desechado,
o por restituirse a su reposo,
divorcio me pidió, y de mí apartado
halló entretenimiento más gustoso
en los desiertos montes, do no sabe
alguno cuánto bien en ellos cabe.
A do se celebraron nuevamente
las bodas, con más pompa que primero,
de los hermosos reyes del Oriente,
aunque con triste y desdichado agüero,
porque Canidia, que se vio presente,
vio que en la mesa se vertió el salero,
y dijo, con su cara abierta y rasa:
muy poco habrá concordia en esta casa.
ADVERTIMIENTO
Por la generosidad con que la fada Gleoricia sale a recebir y convida a Zenagrio,
mostrándole todos los tesoros y bellezas de su casa, se parece cuán disimulado tenga el
veneno el vicio de la vanagloria, pues casi nunca hacen sino obras de virtud, y dignas de
loa y engrandecimiento, y que los que caen en él no tienen cosa suya: ni tesoro
ascondido, ni ciencia oculta, porque lo que profesan es manifestar todo lo que tienen y
saben al mundo. Por el razonamiento que la fada hace a Zenagrio, deben entender los
hombres de buena casta cuánto deben levantar los pensamientos y buenas obras sobre los
otros hombres que tienen por inferiores, y a quien piensan hacer ventaja. Es razonamiento
digno de estar en boca de una de las virtudes muy claras, y no desta, que tanta duda hay si
sea virtud o vicio, como se parece en los varios géneros de castigos que se dan a los que
la pretenden por mal medio. Por Canidia, que habiendo engañado a Sacripante se gloria
en sus vicios, y viene de su voluntad a meterse en las prisiones de la fada Gleoricia, se
pueden notar muchas gentes que, con vanidad, no les basta haber caído en los vicios y
deleitarse en ellos, mas tenellos por virtud; y por la misma, que persigue a Angélica y
turba sus bodas con varias supersticiones y agüeros, se entenderá la envidia y odio que
los malos tienen a los buenos en su prosperidad. Por el ofrecimiento que los reyes de
Asiria hacen acompañando a Angélica, en la empresa de ir a ganar la tierra que había
perdido, se podrá entender cuándo la razón pretende volver sobre sí los muchos discursos
que se le arriman y le van ayudando. Por la mujer perdida, que cuenta [a] Zenagrio el
discurso de su historia con tanto artificio y tan lleno de sentencias y doctrinas de sabios,
sin guardar constancia en su intento, porque a veces parece que se arrepiente de su mala
vida, a veces que se gloria y huelga della, se muestra el modo con que los vanagloriosos
aprenden lo que saben para hacer ostentación y aparato, y cuán presto si les miran con
atención se descubre su falta, y que todo es postizo, como la corneja que pinta Horacio,
que se vistió de las plumas de las otras aves sin tener algo suyo.
CANTO NONO
Medios discretos
Prosíguese la navegación de Lidaramo y Angélica, con los muchos reyes que iban en su
servicio, a la China, y llegados cerca della dáse la batalla naval entre esta armada y la
de Arsace, en donde, volviéndose los engaños que Arsace tiene urdidos contra sí misma,
llevara lo peor de la batalla si Damasirio con su valor no las volviera a igualdad.
ADVERTIMIENTO
En este nono canto, por la galera preciosísima en que van Angélica y Lidaramo y
Medoro, se podrá entender la capacidad del cerebro humano, el cual no se mueve si las
otras galeras no la llevan remolcando, entendidas por los sentidos exteriores y miembros
corporales. Por Angélica, que va sentada en la popa, se entiende la razón, gobernadora de
toda la máquina. Por Lidaramo, el consejo, que entonces tiene más perfeción cuando es
más anciano y maduro. Por Medoro, el deleite espiritual y contemplación que levanta la
imaginación a cosas celestiales. Por la batalla naval dada entre las armadas de Arsace y
Angélica, se podrá entender la lucha de los pensamientos, de parte de la sensualidad y la
razón, sobre ganar la voluntad, que es el apetito del entendimiento. Por las astucias que
Arsace tiene puestas en la mar por la entrada del río Comaro, se entiende las que la
sensualidad pone al hombre cada día para apartarlo de la razón y que siga sus intereses,
las cuales astucias se desbarataron por Lidaramo y se volvieron en daño de la misma que
las había puesto. Y últimamente, por Damasirio, capitán de Arsace, que vuelve a recobrar
con su esfuerzo lo que se había perdido en la batalla, y va destruyendo la armada de
Angélica, se entienden varias tentaciones, que contaminando las fuerzas del buen consejo
tornan a su ser y fuerza la sensualidad, y ponen al hombre en duda de quedar vencido de
ella.
La apóstrofe hecha en la estancia sesenta y una, donde dice: ¡oh gran Lasarte de hombres
doctos gloria!, habla con el Doctor Don Diego Mesía de Lasarte, Presidente del Consejo
de Inquisición en la ciudad y Reino de Granada, varón doctísimo en toda suerte de letras,
y admirable entre los de su tiempo por la singular memoria, y juicio, y erudición, en que
iguala a todo lo que se pudo decir de los antiguos, digno justamente de suma honra y
aventajado premio entre los modernos, con el cual parece que el autor debió comunicar
en ratos ociosos parte desta obra, y como hombre tan recatado debió ponerle aquella
objeción, porque parece exorbitancia decir qu'el mar consintiese aquella parte de aceite
sobre sí donde se pudiesen hundir las naos y galeras. Susumán es una planta como el
zumaque, que lleva una flor como el linueso; majada toda sale aceite finísimo, de que
usan en Asiria o Soria, como lo dice Fray Juan de Aranda en la descripción de la tierra
Santa.
CANTO DÉCIMO
Alegres fines
En este canto, Damasirio, aficionado de Angélica y persuadido por sus razones a que
ella tenía más justicia que Arsace, finge ser vencido en la batalla y vuelve huyendo, por
lo cual Polidamante, que está en batalla igual con Firanteo, hace lo mismo, y así,
mezclándose la una armada con la otra, entran juntas hasta llegar al Catayo, en el cual
Astrefilo, que por astucia se había hecho señor dél, ofrece las llaves a Angélica y no
recibe a Arsace.
ADVERTIMIENTO
En este canto, por Damasirio, que llevando la batalla vencida, aficionado de la belleza de
Angélica, y inducido por su razonamiento le deja la victoria en las manos y vuelve
huyendo, se entenderá la fuerza del Amor, y lo que puede aun en sus principios, o la
variedad de los pensamientos de los hombres, que por razones fáciles se dejan llevar a su
gusto. Es de advertir la batalla de Marte y Cupido en el pecho de Damasirio, y la astucia
con que el niño le vence, y cuán bien se describe la lucha de pensamientos y
consideraciones que el caballero tuvo en su pecho antes que se determinase. Después, por
el parabién quel río Comaro le da a su antigua señora Angélica de su venida, y el
ofrecimiento que le hace, se considera el contento que todos tienen con su rey natural,
pues hasta las cosas inanimadas parece que se huelgan y regocijan con su presencia.
Aunque esto de fingir que los ríos tengan figura humana y hablen es antiguo de los
poetas, y no carece de misterio y moralidad, y fíngenle con aquella pintura quel autor
describe, y así el río Inaco, y el Peneo, y Eridano, dice Ovidio que lloraron sus hijos y
aun no contentos con esto quieren que tengan deidades, de la suerte que la gentilidad las
adoraba en ellos, y que pronostique[n] lo venidero, y así lo hace Comaro al presente, que
casi pronostica lo que les ha de suceder a sus reyes en breves palabras. Por Astrefilo, que
después de haber permanecido en su fingida locura tanto tiempo, en viendo la ocasión
descubierta muestra su voluntad, y quita el señorío a Arsace y lo da a Angélica, se
entiende el entendimiento, que al fin después de mucho tiempo que ha vivido en sus
errores vuelve a reducirse a la razón que debe, fortificando las demás potencias que le
acompañan, entendidas por los castillos de la ciudad del Catayo.
CANTO UNDÉCIMO
Pruebas peligrosas
ADVERTIMIENTO
Por el suntuoso triunfo, que Libocleo ofrece a Arsace de todas las provincias de la China
y de la India, se puede advertir cómo el pensamiento rinde a la sensualidad todas las
fuerzas de la alma; y por las riquezas y diversidad de monstros, que escriben Plinio y
Solino y otros autores, que se crían en la India, los muchos y diversos vicios, que nacen
de varias suertes de estar rendida la alma a la sensualidad. Por las tres damas privadas de
Arsace, las tres gracias que componen la hermosura humana, según dice Platón de la
lengua, y del cuerpo, y de la alma, que los poetas entendieron por Suadela, y Aglaya, y
Eufrosine, las cuales también son siervas de la sensualidad, cuando l'alma lo es por el
ministerio del pensamiento. Por el mercader, criado de una dellas, que da noticia de la
belleza de Medoro a Arsace, se puede entender uno de los sentidos exteriores, que entran
en el dominio de las gracias y dan noticia a la sensualidad del deleite que apetece,
entendido por Medoro. Después, por la caza de Medoro en compañía de Angélica, el
deleite espiritual, asido a la razón que todo lo vence, y rinde a la sensualidad, entendida
por la prisión de Arsace hecha por el conocimiento de Angélica, que es la razón. Al fin,
este canto está lleno de misterios, que el discreto contemplativo podrá ir sacando y
conociendo, con poco que quiera ir advertido en el artificio desta máquina, la cual no
querría que se entendiese ir atada a esta interpretación que yo le doy, porque puede
recebir otras muchas, de las cuales, por ventura, la mía es la menos buena.
CANTO DUODÉCIMO
Suspensos casos
Libocleo da la libertad a Arsace, habiendo dejado de hacerlo Damasirio y Clarión, y ella
enojada por esto determina enviar ejército contra Persia; impídese este designio por la
batalla campal que le presenta otro día Astrefilo, capitán elegido por Lidaramo contra
los citas; en ella pasan varios recuentros, y mátase Libocleo, capitán de Arsace, por no
ir contra su padre, y el viejo, con sus ardides y astucias, lleva lo mejor de la batalla.
Y habiéndosele ya sacrificado,
con breves cerimonias, miró al cielo,
y un vaso de la sangre asió colmado
del toro, aun antes que cayese al suelo,
y hasta ver el suyo ancho y dorado
lo bebió todo, sin mostrar recelo,
y a un tiempo fue la víctima caída,
y el matador cayó sin alma y vida.
Cayendo, alzóse un general ruido,
que todo el medio mundo, que se mira
del monte Emodio allá al Rifeo ascondido,
y por la Tana al norte helado gira,
quedó asombrado y como sin sentido;
también lo que hay de Imabo al mar suspira,
y lo que al sol primero adora en vano,
que al fin perdió su hijo y ciudadano.
ADVERTIMIENTO
En este último canto se pueden advertir muchas cosas, las cuales podría bien sacar de por
sí quien tuviese en la memoria los advertimientos pasados. Lo primero, la duda en que
Arsace y Angélica ponen a Damasirio sin saber a qué parte determinarse, siendo a la una
obligado por deudo y vasallaje y a la otra por amor, por lo cual se pueden entender los
hombres, que aunque de su naturaleza, como dice el Eclesiástico y después lo refiere
Terencio, son inclinados a mal y criados muchas veces en él, aficionados a la virtud están
en duda de seguir tras ella y dejar la vida pasada. Después desto, por la duda de Clarión
en el mismo socorro, estando obligado a Arsace por amistad antigua y a Angélica por la
nueva, los hombres que habiendo dejado ya los vicios han comenzado a seguir la virtud,
y volviendo a ser llamados de ellos, con las memorias de los deleites pasados, se ponen
en duda para volver a seguillos. Últimamente, en las dudas de Libocleo, que siempre
habemos entendido por el pensamiento, se entiende la determinación en que vienen los
hombres que se ponen en lucha con sus mismos deseos, atreviéndose a venir en pelea con
las tentaciones, que al fin quedan vencidos dellas. Después, por la determinación de
Arsace para conquistar la Persia, se podrá entender la determinación de la sensualidad
para cualquier nueva empresa, y por el consejo de los viejos, las buenas inspiraciones,
que procuran apartarnos de las determinaciones que no son a nuestro provecho. Por la
muerte de Libocleo, por no ir contra Astrefilo, su padre, y Angélica, su señora, se
entiende la de los pensamientos cuando se conocen a sí mismos, que por no ir contra el
entendimiento y razón se desvanecen y deshacen, y consienten de voluntad en su muerte.
LAUS DEO