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Antonio Piñero Saenz PDF

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948- La autenticidad de las parábolas de Jesús a examen (I) (17-12-2017)

La autenticidad de las parábolas de Jesús a examen (I) (948)

Escribe Antonio Piñero

El título de esta postal corresponde al volumen V de la magna obra de John Paul Meier, Un judío
marginal. Nueva visión del Jesús histórico, que vio la luz hace pocos meses en la editorial Verbo
Divino, Estella, 2017, 462 pp. Tela, 24 x 16 cms. ISBN: 978-84-9073-309-7. El libro tiene abundante
bibliografía sobre las parábolas, y mucha discusión sobre autores antiguos y modernos en el
notable número de notas que acompaña cada capítulo, al final. Hay mapas de Israel y Galilea en
tiempos de Jesús; Tabla sinóptica de la familia de Herodes el Grande; Año de reinado de los
emperadores romanos; Índice de la Escritura y otros autores antiguos; Índice de autores modernos,
y un generoso (pp. 441-463) Índice de materias, que es muy de agradecer.

Respecto a la bibliografía diría que más del 99% está en inglés. Da la impresión que lo que no se
escribe en esa lengua no existe. Ni siquiera en alemán, lengua en la que el autor no cita más de tres
obras con asiduidad. Y otra nota sobre la disposición de la bibliografía, aparece al final pro bloques
y décadas, es molestísimo, engorroso diría, encontrar la cita exacta de un libro. La traducción, como
es usual, es de Serafín Fernández Martínez y me ha parecido muy buena en líneas generales. Diría
que ha afinado mucho con la práctica de traducir a Meier y cada vez lo hace mejor.

Buscando por el índice de mi Blog, el lector verá enseguida que ya he comentado otros volúmenes
de esta obra monumental (El ISBN de la obra completa es 978-84-8169-204-4), y algunas de sus
tesis como una cierta singularidad de Jesús (del 07 febrero hasta 9 de marzo del 2012) y un
comentario al volumen IV de la obra, ”Un judío marginal” el 8 y 9 de junio del 2010 y el 30 de
noviembre del 2015. He leído con sumo interés toda la obra porque creo que marca un antes y un
después en la investigación seria del Nuevo Testamento. Y este volumen V no defrauda en
949- La autenticidad de las parábolas de Jesús a examen (II) (20-12-17)
La autenticidad de las parábolas de Jesús a examen. Vol. V de “Un judío marginal” (II) (949)

Escribe Antonio Piñero

Escribía en la postal anterior que quería examinar las tesis básicas sobre las que se fundamenta
el libro de J. P. Meier, “Un judío marginal. Una nueva visión del Jesús histórico”, volumen
dedicado al estudio de las parábolas de Jesús solo desde el punto de vista de la autenticidad.
Esta última frase es importante. El lector que vaya buscando una explicación, o aclaración, al
tipo de un “Comentario”, de las parábolas de Jesús se habría equivocado de libro. El autor
afirma que sobre ello se ha escrito tanto y tan bien que él no puede añadir nada que pudiera
ser novedoso. Humilde es Meier y probablemente diría algo nuevo. Pero no es ese su interés.
Sin embargo, sí puede decir de cierto algo nuevo desde el punto de vista del método empleado
para resolver la cuestión de la historicidad de la Parábolas.

La Tesis Nº 1 dice así: “Que los eruditos discrepen entre sí amplia y firmemente sobre cuántas
parábolas de Jesús hay en los evangelios sinópticos revela un hecho embarazoso: en general ni
siquiera se ponen de acuerdo respecto a qué constituye una parábola de Jesús”.

Mi comentario: Como es la constatación de un hecho evidente no hay apenas nada que decir.
Solo observar lo siguiente: dado que, sin duda alguna, las parábolas de Jesús constituyen una
continuación del género literario de lo que en la Biblia hebrea se llama el “mashal”, y como este
tiene unas formas tan variadas, no es extraño que en Jesús se dé el mismo fenómeno: sus
parábolas no son reducibles a un modelo único. En la Biblia hebrea un mashal lo mismo es un
proverbio, una comparación, un aforismo, una semejanza, un dicho de sabiduría, e incluso una
canción irónica o burlesca. Lo mismo pasa con las parábolas de Jesús.

En la tesis Nº 2 comienza lo sorprendente: “El mashal sapiencial (es decir lo que encontramos
en los escritos “sapienciales” de la Biblia hebrea como Proverbios, Salmos, Eclesiástico) no es el
principal paralelo a las parábolas de Jesús”. Por el contrario –y dado que las parábolas de Jesús
son narrativas–, “los paralelos de verdad se hallan en los libros históricos de Samuel-Reyes y en
las narraciones de los profetas”. Como ejemplo, pone Meier el apólogo de Jotán de Jueces 9,8-
15; el relato de ficción que la mujer de Tecoa cuenta al rey David en 2 Samuel 14,5-8 y, sobre,
todo el relato de Natán a David (2 Sam 12,1-12) por medio del cual hace visible ante los ojos del
monarca el gran pecado cometido por éste al ordenar la muerte del marido de Betsabé y
quedarse luego con su esposa.

Mi comentario: esta tesis me parece totalmente cierta. Ruego al lector que lea los textos
señalados y observará que se parecen mucho a las parábolas narrativas de Jesús.
La Tesis 3ª reza: “En los «profetas posteriores» (como suelen decir los judíos), o «profetas
escritores» es donde se encuentran los mejores ejemplos del relato breve comparativo (como
las parábolas de Jesús) utilizado por los profetas para argumentar sobre los acontecimientos
esenciales de la historia se Israel”. Además, estos relatos son denominados por la Biblia hebrea
“mashal”. Ejemplos: la alegoría de la Viña de Is 5,1-7; o la similitud del “Leño de la vid” de
Ezequiel 15,1-8; o la alegoría de la Olla de Ez 24,1-4.

Mi comentario: Totalmente cierto también y queda uno convencido si se leen esos pasajes. Me
parece del todo justificado que Meier sitúe a Jesús precisamente como continuador de esta
tradición profética. Creo que es también cierto que si hay algún rasgo que puede caracterizar
todo el ministerio público de Jesús (y no solo su final, como el «mesianismo» o la «pretensión
regia», manifestada por Jesús quizás al impulso de sus seguidores más entusiastas: Lc 19,38) es
el de profeta.

Jesús se creyó el profeta final de Israel, puesto que detrás de él vendría la instauración del reino
de Dios (Jesús descrito como profeta se halla en pasajes como Mc 6,4.15; Lc 7,16.39; 13,34;
24,17-19; Hch 33-23 y la alusión a Dt 18,13-15). Pienso que no es una hipótesis descabellada –
puesto que Jesús se consideraba a la altura de Jeremías, Ezequiel o Isaías– que la expresión
aramea “bar nashá” = “hijo de hombre”, que Jesús utilizaba a menudo para designarse a sí
mismo, y que es relativamente rara en arameo, sea un calco voluntario por parte de Jesús de la
expresión “ben adam” = hijo de hombre”, que aparece frecuentísimamente en Ezequiel. Al
pasar al griego, y por necesidades internas de la lengua, la expresión se tradujo como Hijo del
Hombre y solo después –y en algunos pasajes– se le añadió un contenido estrictamente
mesiánico.

Tesis 4º: “El Jesús comunicador por parábolas no se inserta en la tradición sapiencial de Israel
sino en la tradición profética”.

Mi comentario: esta tesis, como señala Meier mismo, no es más que una consecuencia de la
anterior. Pero tiene una importancia enorme, ya que hace unos años, a finales de los 90 del
siglo pasado, estuvo de cierta moda la presentación de Jesús como un predicador puramente
“sapiencial”, como un mero maestro de sabiduría, un Jesús en nada escatológico ni
apocalíptico, más parecido a un predicador de la escuela cínica de la filosofía griega, como
Diógenes, el cínico, que a cualquier profeta de Israel.

Opino que esta tesis –promovida sobre todo por el “Jesus Seminar” californiano, con Jean
Dominic Crossan a la cabeza (con su “Historia de Jesús, un campesino judío”, cito de memoria;
F. G. Downing; Burton L. Mack, y otros de menor importancia)– del Jesús sapiencial y cínico, ha
quedado ya totalmente desacreditada, y tildada de sesgada y unilateral.

Igualmente la insistencia en el Jesús sapiencial de un reino de Dios nada judío, sino interior,
íntimo, etc., queda también fuera de juego cuando se extraen las consecuencias de la tesis 4ª
de Meier, desarrollada a lo largo del libro. Esa tesis se basaba en gran parte en la idea de que el
Evangelio de Tomas gnóstico era una fuente independiente de los dichos de Jesús recogiso en
los evangelio sinópticos y anterior a ellos, tesis defendida por Helmut Koester, James M.
Robinson, Elaine Pagls, Karen King y otros menos famosos.

Opino igualmente que el salto de Jesús como profeta escatológico a mesías de Israel, al menos
al final de su vida fue relativamente fácil de dar –por parte de Jesús o de sus discípulos– a partir
de una consideración del pasaje del Deuteronomio citado arriba: 18,15, “Yahvé tu Dios
suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis”, en
donde habla Moisés anunciando al mesías futuro que es también un profeta.

Tesis 5ª: “Cualquier intento de definir detalladamente las parábolas de Jesús a base de
componer una lista de características supuestamente esenciales está condenado al fracaso”.

En este caso, el comentario a Lucas tesis lo hace el propio Meier, quien critica como inexactas
las afirmaciones generales siguientes: A. “Las parábolas de Jesús se basan en sucesos de la vida
cotidiana campesina de Israel o en los ciclos de la naturaleza”. B. “Las parábolas de Jesús son
siempre relatos ficticios”. C. “Las parábolas de Jesús son siempre relatos subversivos; exponen
historias desconcertantes que se resisten a una interpretación fácil”. Meier argumenta que
quienes defienden etas tesis no tienen en cuenta el conjunto de dichos parabólicos jesuánicos,
y fuerzan el sentido de muchas parábolas.

Tesis 6ª: “La afirmación de que las parábolas de Jesús en el Evangelio gnóstico de Tomás copto
representan una tradición independiente, realmente anterior y más fiable que las parábolas del
Jesús sinóptico es muy discutible”.

Mi comentario: me alegra muchísimo que un capítulo entero del libro que comentamos esté
dedicado exclusivamente a este tema. Desde hace muchos años he defendido la misma tesis
que Meier, y no creo que Francisco García Bazán y José Montserrat, los coeditores conmigo de
la edición de la “Biblioteca copta de Nag Hammadi” en español (Trotta), estén en absoluto en
contra. En el capítulo 38 del presente libro Meier hace –en primer lugar– unas observaciones
generales sobre el Evangelio de Tomás gnóstico y los Sinópticos, es decir, notas de tono general
y abarcante, y luego hace un doble estudio: a) Comparación de dichos de Jesús no parabólicos,
sino generales con el material del Evangelio de Tomás; y b). Comparación de los paralelos entre
el Evangelio de Tomás y el material sinóptico exclusivamente en las parábolas.

Examinaré más adelante el método comparativo de Meier, pero adelanto su conclusión: tanto
en los dichos en general como en el material parabólico, y tras un análisis muy detenido, “Se
perciben señales bastante probables de algún tipo de dependencia del Evangelio de Tomás de
los Sinópticos”. El Evangelio de Tomás es importante en lo referente a la recepción de los
Evangelios Sinópticos a mediados del siglo II, lo cual es sin duda importantísimo. Pero parece
que al autor del Evangelio de Tomás tiende a utilizar pasajes combinados de los Evangelios, y
muestra igualmente la tendencia a primar a Lucas sobre los otros dos, pues se notan en él
expresiones lucanas incluso de pasajes puramente redaccionales, es decir, no de material
antiguo, sino propio del evangelista. Y afirma contundentemente Meier: “Aún no he podido
encontrar ni un solo comentarista que haya probado convincentemente que un determinado
logion tomasino con un paralelo sinóptico sea realmente independiente de la tradición
sinóptica” (p. 180). ¡Afirmación rotunda!

Y la última tesis, la 7ª, del libro de Meier reza así: “Muy pocas parábolas jesuánicas de los
evangelios sinópticos pueden atribuirse al Jesús histórico con un buen grado de probabilidad de
acierto”.

Mi comentario: en verdad, aparentemente decepcionante o entristecedor para muchos. Pero


Meier ha llevado a cabo un análisis riguroso, lento, desapasionado, minucioso, difícil de rebatir,
que le lleva a la conclusión de que las tres primeras parábolas (Cizaña: Mt 13,25ss; El gran
banquete: Mt 22,2ss; Los talentos/minas: Mt 25,3ss / Lc 19,13ss) pueden ser defendidas como
auténticas por el criterio de múltiple atestiguación; y la última, Los viñadores homicidas (Mc
12,1-8), solo por el criterio de dificultad y quizás por el de discontinuidad.

Pero se debe insistir, con Meier mismo, en que esta cosecha, aparentemente escasa, no
significa negar que “Jesús habló muchas veces en parábolas”; ni que “Probablemente las repitió
en múltiples ocasiones y que de ahí surgieron cierta variantes en la tradición”; ni que lo único
que no se pude saber con cierta exactitud es “Si Jesús pronunció tal o cual parábola”; ni que,
salvo algunas parábolas concretas, que parecen ciertamente composiciones de la Iglesia
primitiva, o en varios casos obra del propio evangelista (como en Lucas el “Buen samaritano” o
“El hijo pródigo”), hay bastantes otras sobre las que solo se puede decir “No queda claro, no es
posible probar que Jesús dijera esta o esta otra parábola”, pero no se puede negar que quizás
sea auténtica”.

Por tanto, la conclusión no es tan dramática como parece a primera vista.

Seguiremos un poco más con el comentario a esta importante obra de J. P. Meier.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

Http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
absoluto. Adelanto ya aquí mi visión de conjunto: la investigación de las parábolas de Jesús como
medio preferente para acceder al Jesús histórico es cuestionado serísimamente por Meier y con
razones irrefutables para aquel que cree que los criterios para acceder al Jesús histórico son
herramientas definitivamente adquiridas por la ciencia histórica.

Y para aquel que no lo crea (que piense que están “superados”; o que no hay que fiarse mucho de
ellos” o que existen otros igual de válidos, pero diferentes”) encuentran en esta obra a lo largo de
la discusión de cada uno de los textos la rectificación conveniente. Creo que la discusión sobre los
criterios es impecable por parte de Meier porque tiene en cuenta todas las dificultades que se han
acumulado contra ellos en estos últimos años. Meier es muy crítico con el criterio de “verosimilitud
histórica”, propugnado por Gerd Theissen, porque le parece subjetivo, demasiado amplio, poco
aplicable con rigor, y porque cuando se aplican se vuélvela mente del investigador aun sin querer a
los criterios tradicionales, sobre todo de dificultad, atestiguación múltiple y coherencia… Entonces
¿para qué inventar nueva terminología que en realidad ayuda bien poco?

Meier acepta más o menos el criterio de los “patrones de recurrencia”, puesto en circulación por
Dale C. Allison (Constructing Jesus: Memory, Imagination, and History: Baker Academic, Grand
Rapids 2013) y propalado en España por F. Bermejo en sus análisis sobre el “Jesús sedicioso” a los
ojos del Imperio romano”, que hemos comentado largamente en este Blog. Pero con toda razón
argumenta Meier en contra lo siguiente: afirman sus propulsores que para que ese criterio de
patrones de recurrencia sea árido no es necesario que puedan probarse todos y cada uno de los
textos/prueba que se aportan en la argumentación. Basta con el armazón y solidez del conjunto del
conjunto.

Replica Meier: tiene poca lógica que se mantenga esta idea, porque tanto Allison (como Bermejo, al
que no cita ya que no traga estrictamente de la Parábolas) aceptan que dentro de la investigación
se ha planteado la no validez para acceder al Jesús histórico de cada uno de los elementos que
contiene el patrón o de casi todos (por ejemplo, en el susodicho patrón, es difícil negar que sea
histórica la muerte en cruz y el títulus crucis). Y si todos, o casi todos, los elementos del patrón son
discutidos...., ¿cómo el conjunto de puede sostenerse como argumento válido para probar la
historicidad? Si los elementos o eslabones de la cadena son débiles, no vale el conjunto de la
cadena. Hay que buscar otro sistema. Y Meier aboga por volar a los criterios “tradicionales”
archiprobados en su eficacia por la investigación.

Por tanto, como soy de los que estiman –al igual que Meier– que no hay mejor herramienta
heurística que esos criterios (los principales son 1. Dificultad; 2. Discontinuidad. 3 Atestiguación
Múltiple; 4. Coherencia; 5. Criterio de) y que el uso parsimoniosos de otros criterios secundarios
(facilidad de retroversión al arameo) puede ayudar aunque no sea absolutamente básicos, pienso
que esta volumen sobre las Parábolas de Jesús marca un antes y un después en la historia de la
investigación. Así que enhorabuena a J. P. Meier, aunque en algunos puntos concretos puedo
discrepar de él, como es natural.
Resulta que hasta la aparición de las siete tesis de Meier al principio del libro que comentamos
(ampliada a quince en la Conclusión), toda la investigación ha seguidos las huellas de tres
investigadores principales, ya difuntos y dos modernos. Paso a enumerarlos y luego transcribo la
central de Meier en el presente volumen. Son los siguientes

1. Adolf Jülicher, Die Gleichnisfreden Jesu (2 vols.) Mohr-Siebeck, Tubinga 1910;edición definitiva de
Darmstad (Wissenschaftliche Buchgesellschaft de 1963 en un solo volumen);

2. C. H. Dodd, The Parables of the Kingdom, Scribner’s, Nueva York 1936;

3. Joachim Jeremias, Las Parábolas de Jesús, Verbo Divino, Estella, 2006

4. Y entre los modernos dos obras (que también para Meier) son básicas: Arland Hultgren (The
Parables of Jesus. A Commentary, Eerdmans, Grand Rrapids, Michigan 2000 ) y Klyne
Snodgrass (Stories with Intent: A Comprehensive Guide to the Parables of Jesus, Eerdmans,
Grand Rrapids, Michigan 2008).

Ahora bien, todos estos investigadores –que han determinado la investigación actual sobre las
Parábolas– coinciden ampliamente en que no hay medio más seguro para acceder al Jesús histórico
que entender bien sus parábolas, similitudes, comparaciones o metáforas. Pero resulta que tal
afirmación no es verdad, ni mucho menos, según Meier. La tesis es exactamente la contraria: si
queremos ser serios, tenemos que convenir que de las aproximadamente treinta y tantas parábolas
de Jesús (ni siquiera sabemos con exactitud cuál es su número ya que hay muchas dudas sobre si
algunas comparaciones o símiles breves son o no verdaderas parábolas) solo cuatro proceden con
toda seguridad del Jesús histórico (La cizaña; El gran banquete; Los talentos/minas y Los viñadores
homicidas, que concluye en Mc 12,8). Luego la conclusión parece evidente: para acceder al
pensamiento de Jesús –ético; legal profético apocalíptico, etc.) hay que buscar otras vías… ¡Las
Parábolas no valen! Esta tesis es revolucionaria.

Seguiré el próximo día enumerando las siete tesis básicas que enuncia Meier al principio de su libro
y haré un breve comentario.

Saludos cordiales de Antonio Piñero


Http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
950- La autenticidad de las parábolas de Jesús a examen (y III) (22-12-17)

La autenticidad de las parábolas de Jesús a examen (III) (950)

Escribe Antonio Piñero

Seguimos comentando el vol. V de la magna obra de John Paul Meier “Un judío marginal. Nueva
visión del Jesús histórico”, vol. V. Voy a detenerme en el cap. 38. Dilucidación si el Evangelio de
Tomás gnóstico es una fuente independiente de los Sinópticos o no.

Como hemos dicho muchas veces, el argumento de la “múltiple atestiguación” (es decir, el que un
dicho / parábola de Jesús, por ejemplo, esté documentado en varias fuentes independientes, o
dentro de una misma fuente, en géneros literarios verdaderamente independientes) es crucial para
plantear seriamente la cuestión de la credibilidad histórica de las parábolas jesuánicas. Por ello,
dijimos también que era importante aquilatar si el Evangelio de Tomás gnóstico es de verdad una
fuente independiente de los evangelios sinópticos o no. Está mucho en juego. Y en esta ocasión
ocurre que el interés de Meier sería teóricamente poder afirmar que el Evangelio de Tomás es
independiente, ya que en muchos casos se tendría atestiguación múltiple para diversas parábolas
jesuánicas. Por tanto, cuando Meier –investigador católico– pone todo sus esfuerzo un rechazar un
argumento que se le ofrece en bandeja para su interés como creyente (a saber el número de
parábolas que pueden atribuirse históricamente a Jesús si se cuenta con el Evangelio de Tomás
gnóstico [EvTom] como fuente independiente), es claro que obra con una sinceridad científica
plena y absolutamente encomiable. No transige con trampas metodológicas.

El sistema que emplea para investigar el caso es el comparativo usual dentro de la filología. Primero
estudiar el conjunto del EvTom allí donde haya paralelos con los Evangelios canónicos. Aquí se
encuentra con la dificultad de que casi necesitaría un libro entero para desarrollar las pruebas
minuciosas si se estudian todos los casos. Por ello, en esta primera parte solo, escoge una serie de
textos muestra y acepta que luego se hace una inducción, extrapolando los resultados a todos los
casos.

En primer lugar, Meier examina algunos fragmentos griegos del EvTom que se encontraron en
Oxirrinco (probablemente del siglo II, mientras que la versión copta es del siglo IV). Al estar en esa
lengua (la original del EvTom) se compara muy fácilmente con los Sinópticos. Elegimos como
ejemplo el pasaje múltiple siguiente:

· Mt 13,57: “No hay profeta sin honra sino en [su] pueblo”

· Mc 6,4: “No hay profeta sin honra sino en su pueblo”


· Lc 4,24: “Ningún profeta es bien acogido en su pueblo”

· Jn 4,44: “Un profeta en su pueblo no tiene honra”

· EvTom 31: “No hay profeta sin honra sino en su casa”

Primero compara Meier entre sí los textos canónicos. Y observa que Mt copia de Marcos, porque
son prácticamente iguales, y porque Mateo utiliza también el vocablo “sin honra”, griego átimos,
que es muy raro en el Nuevo Testamento.

Lucas modifica a Marcos, porque no emplea la expresión “no hay… / sino”, y la suple con un único
vocablo “ninguno”. Tampoco utiliza Lucas átimos porque no le debía parecer bien (jamás lo emplea
en su doble obra). Emplea, por el contrario, el griego dektós, “bien acogido”, que también es raro
en el Nuevo Testamento y no aparece nunca en los cuatro evangelios canónicos (más que aquí;
Lucas utiliza también dektós en 4,19, que es una mera variante del breve relato de Marcos. Por
tanto, se puede concluir que este adjetivo es privativo de Lucas; es, pues, propio de su redacción
(“redaccional”).

En Jn 4,44 el autor del Cuarto Evangelio pone en primer lugar el vocablo “profeta”; luego no dice,
como Marcos “no hay profeta”, sino un “profeta no tiene”, y coloca el sintagma “en su pueblo” no
al final, sino en medio de la oración. Meier piensa en líneas generales que es posible que Juan sea
independiente de Marcos, Mateo y de Lucas (esta teoría es muy discutible; pero ahora no viene al
caso en sí misma), por lo que refleja otra posible línea de tradición oral.

De esa comparación se deduce que tanto la versión de Mateo como la de Lucas proceden de la de
Marcos, a la que siguen. Y Lucas se caracteriza ante todo por cambiar átimos por dektós, lo cual es
un rasgo peculiar y privativo suyo, como hemos indicado

Una vez hecha estas deducciones, Meier compara el EvTom con esos tres primeros evangelios, ya
que Juan va por libre, según su opinión. Y deduce lo siguiente:

Entre las posibles líneas de tradición oral, el EvTom escoge la de Marcos al que sigue casi al pie de la
letra: el texto griego es casi idéntico. Las diferencias entre el EvTom y Marcos coinciden con las
diferencias entre Lucas y Marcos: a) el EvTom utiliza una oración simple con una sola partícula
negativa; b) sólo el EvTom y Lucas entre las cinco versiones del dicho comparten el vocablo dektós,
privativo del segundo.

Conclusión: es altamente probable que el EvTom, escrito unos 75 años más tarde que el Evangelio
de Marcos, y unos 60 después del de Lucas, dependa esencialmente de Marcos pero mezclándolo
con Lucas. Y añade Meier que se observa cómo en otros casos el EvTom procede de la misma
manera. Utiliza todos los sinópticos y se desvía de Marcos utilizando a Lucas.
Y así sigue Meier analizando minuciosamente otros ocho pasajes significativos más. La deducción
general es: el EvTom no constituye una fuente independiente de los Sinópticos, sino que depende
de ellos.

Luego, en la segunda parte del capítulo, estudia nuestro autor los paralelos del EvTom con las
parábolas de la tradición sinóptica. Son las parábolas siguientes:

· Grano de mostaza (Mc 4,30-32 // Mt 13,31-32 // Lc 13, 18-19 y el EvTom 20);

· Viñadores perversos (Mc 12.1-11 // Mt 21,33-43 // Lc 20,9-18 y EvTom 65-66);

· Trigo y la cizaña (Mt 13,24-30 y EvTom 57)

· El rico insensato (Lc 12,13-15 + 16-21 y EvTom 72 + 63)


.

En la elección de las parábolas a examinar y sus paralelos en el EvTom, Meier ha tenido en cuenta
la mayor variedad posible de géneros literarios y contenidos, y que cada presunta fuente del EvTom
pueda estar representada en el análisis: una parábola marcana copiada por Mateo y Lucas; un caso
de la Fuente Q; otro caso de solapamiento de Q con material de Marcos; y otro perteneciente al
material exclusivo de Lucas (L).

La técnica de análisis sigue siendo la comparación y escrutinio filológico usual, con todo detalle,
para observar parecidos, diferencias, orden de palabras, vocabulario elegido, técnicas literarias de
introducción de las parábolas en sí, y cualquier cosa que pueda llamar la atención y pueda ser
significativa.

La conclusión obtenida por Meier es que hay muchísimas señales de dependencia del EvTom del
material sinóptico, aunque la naturaleza de la dependencia varía de un dicho parabólico a otro. Se
percibe en el autor del EvTom exhibe la tenencia a combinar textos evangélicos, muy propia del
siglo II –manifestada igualmente en otras obras cristianas de esta época como la Didaché, Policarpo
de Esmirna y Justino Mártir– y muy explicable ya que todavía no hay un canon fijo de Escrituras
cristianas y los textos no tienen aún un carácter de intocable. Y al combinarlos, el autor del EvTom
muestra igualmente la tendencia a abreviarlos y tomar de ellos lo esencial. Por consiguiente, el que
los relatos del EvTom sean más breves no quiere decir que sean más antiguos. Y para colmo, se
repite también el hecho de que rasgos redaccionales de Lucas ¡¡se encuentran en el EvTom!! Luego
ha tenido que tenerlo ante sus ojos.

Por ello se llega a esta concusión: no se puede sostener con honestidad y seguridad que todo el
material del EvTom sea anterior a los Sinópticos. Y segundo, si se supone que algún dicho, o
parábola concreta, es anterior hay que demostrarlo caso por caso, no presuponerlo. En algunas
ocasiones se puede llegar al juicio dubitativo de que “No está claro” (en latín, Non liquet), pero
nada más.

En síntesis, no se puede utilizar el EvTom como material independiente con fines de autenticidad y
antigüedad, fines que responden muchas veces a un programa previo teológico. Hay que
contentarse con este resultado negativo. El Evangelio de Tomas es muy probablemente
dependiente de los evangelios canónicos. El investigador honesto ha de aceptar que se queda sin
una presunta herramienta para montar un argumento de intensidad por medio del criterio de
“atestiguación múltiple”, y aumentar así considerablemente el número de parábolas atribuibles al
Jesús histórico. No es posible.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html

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