JIMENO - Conflicto Social y Violencia
JIMENO - Conflicto Social y Violencia
JIMENO - Conflicto Social y Violencia
DOI: 10.4000/books.ifea.6996
Editor: Institut français d’études andines
Año de edición: 1993
Publicación en OpenEdition Books: 4 junio 2015
Colección: Travaux de l'IFEA
ISBN electrónico: 9782821844940
http://books.openedition.org
Edición impresa
Número de páginas: 78
Referencia electrónica
JIMENO SANTOYO, Miriam (dir.). Conflicto social y violencia: Notas para una discusión. Nueva edición [en
línea]. Lima: Institut français d’études andines, 1993 (generado el 12 août 2019). Disponible en
Internet: <http://books.openedition.org/ifea/6996>. ISBN: 9782821844940. DOI: 10.4000/
books.ifea.6996.
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ÍNDICE
Presentación
Myriam Jimeno Santoyo y Gloria Isabel Ocampo
Prólogo
Alfredo Molano
Agradecimientos
Presentación
Myriam Jimeno Santoyo y Gloria Isabel Ocampo
1 El análisis del conflicto social realizado en las décadas pasadas por la antropología, abrió
paso a una concepción de los sistemas sociales más acorde con su complejidad, mostró el
carácter precario y aproximativo de todo orden social y rompió la identificación del
conflicto con anomia o desintegración de la sociedad.
2 Los estudios se han orientado hacia la observación de conflictos de amplia extensión -
como la lucha de clases o los movimientos sociales-sin descuidar los menos visibles,
cotidianos y no por ello menos importantes, que afectan a los sistemas sociales. Los
procesos de modernización efectuados en muchas de las sociedades estudiadas por los
antropólogos, impusieron la ampliación del campo de análisis e introdujeron la
consideración del factor internacional.
3 La interpretación de los procesos y fenómenos relacionados con el conflicto ha sido
marcada por dos grandes énfasis. Uno subraya su función en el ajuste, adaptación y
mantenimiento de las relaciones y las estructuras sociales, como válvula de escape, factor
de equilibrio, o ritualizado, como “reparador” de la cohesión perdida. Otro enfoque
acentúa su papel como productor de fisuras y rupturas y por consiguiente, como agente
del cambio social.
4 En relación con el tema del conflicto, pero formando un campo separado de análisis,
surgen los estudios sobre la violencia cuya aprensión etnológica no deja de presentar
enormes dificultades. Entre ellas la heterogeneidad de los fenómenos abarcados por el
término. No obstante -y a pesar del carácter heteróclito y desigual de sus resultados-,
dichos estudios han permitido, como logros generales, afirmar el carácter cultural de la
violencia, frente a las teorías meramente etológicas o biológicas de ésta, y distinguir -
relacionándolas-la violencia asociada a los procedimientos de instauración y
mantenimiento de todo orden social -que se afirma en la autoridad y en el poder-y la
violencia surgida de la oposición a éstos.
5 En el caso de Colombia, los científicos sociales han reconocido la existencia de múltiples
violencias y sus análisis han acentuado el estudio de los factores estructurales. Sin
embargo, es importante desarrollar estudios de tipo etnográfico que permitan explicar
aspectos tales como la recurrencia del dispositivo violento en el tratamiento de los
4
AUTORES
MYRIAM JIMENO SANTOYO
Profesora Asociada
Universidad Nacional de Colombia
Asociación Latinoamericana de Antropología-Región Andina
Prólogo
Alfredo Molano
1 Uno de los méritos del trabajo de Fernán González es sin duda haber penetrado en el
conjunto de trabajos sobre los que desarrolla su análisis para encontrar un hilo común
que no suelta hasta rematar con una coda magistral. No es fácil encontrar en los trabajos
presentados al Simposio un elemento que los atraviese a todos. Cada aporte está hecho
desde una perspectiva, discurre con una lógica específica -muchas veces especial, como
en el caso de Alvaro Camacho- y llega a conclusiones que se disparan hacia muchos lados.
En este punto se siente con claridad que el Simposio atinó: se habla del país, de nuestra
tragedia y de nuestra fuerza: la violencia. Es la preocupación que a todos los autores
estremece y sobre la cual giran, muchas veces sin salida, los discursos. No hay salidas
fáciles. Quizás esta sea la más firme verdad que los colombianos debemos afrontar. Nos
llevamos sin sacrificar, en primer lugar, la pretensión de derrotar al adversario hiriendo y
matando tan hondo que no lograremos construir la paz. Tal vez el orden.
2 No hablo de la paz política. Esta solución está tocando a la puerta y antes de que la
derriben se abrirá. No hay un camino distinto. La guerra que el gobierno de Gaviria
declaró al movimiento guerrillero no parece conducira nada distinto que al mejoramiento
de la imagen régimen y, sin duda, a llenar el hueco presupuestal que Belisario abrió. Es
decir, a reparar la injusticia. Pero el país se cansó de la guerra como se cansó de la
violencia, y la paz -la anhelada- se abre el camino hora a hora. Será una paz duradera
porque en el fondo los dos enemigos acérrimos buscan lo mismo: el orden. Claudia Steiner
lo dice con todas las palabras: La antioqueñización busca es el orden de los blancos, del
Estado. El mismo que trata de imponer la guerrilla y, para sorpresa de muchos, el que
también quiere un sector de la población nativa.
3 Cuando uno se mete a mirar qué hay detrás del movimiento guerrillero -aún en los
tiempos en que peleaba por la construcción de la “Patria Socialista”-no encuentra más
que la aspiración, muy justa y muy legítima por lo demás al orden. La guerrilla impone a
las buenas o a las malas un orden y la población local suele acompañarla en el empeño.
Nos dirán que se trata de un orden “subversivo”, un orden basado en la fuerza, en la
dictadura del proletariado, un orden stalinista, etc., etc. Pues no. Desencantémonos y
aterricemos. El orden que la guerrilla impone es un orden conservador, que busca
defender la vida de sus seguidores -como todo orden, como todo Estado-, la propiedad
6
privaday la familia. Más una, una moral que muchos califican de pacata. La subversión,
para llamarla de otra manera, desarrolla su actividad con la población civil basada en
normas. María Victoria Uribe escribe que inclusive en algunas regiones las leyes se
conocen como “normas de convivencia ciudadana”. ¿Pero qué son esas normas? No son
otra cosa que un Decálogo de verdades de a puño: no matarás, no robarás, no desearás la
mujer del prójimo y pondrás por encima de los demás la autoridad. En este caso de la
guerrilla. Más aún, cuando hay disputas muy sutiles entre las partes, se apela al arbitraje
de los códigos vigentes: de policía, el penal, el civil, en una palabra, a la Ley. Ahora bien,
esa ley que se trata de imponer tiene un ámbito físico, un territorio. Es una noción a la
que se refieren todos los trabajos y que es, sin duda, uno de los secretos de la guerra y por
tanto de la paz. Si se vuelve a hablar de paz se hablará necesariamente de territorio.
4 La paz debe comenzar y se debe sostener como una aceptación del otro, un
reconocimiento del poder del otro, poder que ocupa un espacio físico. Si no se puede y no
se ha podido doblegar el otro poder, la paz implica su reconocimiento y eso equivale a
convalidar el territorio que ocupan. Aceptemos que existen repúblicas independientes,
pero también que pueden y deben disolverse por medio de acuerdos progresivos,
pacíficos, conversados. Reconocer el territorio es el principio de la paz, como lo señalan
los textos de Clara Inés García, de Peter Waldmann. Que la guerrilla corno el Estado
defiendan el orden social no se quiere ver ni de una parte ni de la otra, porque se vendría
abajotodo el andamiaje de la lucha. Peroes así. La cosa no va más allá. No hay ni siquiera
interpretaciones distintas de las mismas normas. El robo es el robo, la familia es la
familia. Por lo tanto es dudable pensar que todo el andamiaje argumental, las banderas de
lucha, la justificación de la guerra pueden estar expresando sólo el dolor de las heridas.
Sobre todo del honor militar herido, que en el fondo es puro honor que se disuelve como
la sal en una mano húmeda.
5 ¡Qué la guerrilla tras esto sólo tiene aspiraciones económicas! ¡Qué la guerra es un oficio!
¡Qué lo que buscan es vivir bien! Pues si. Cierto. ¿Acaso se diferencian en este sentido de
sus enemigos? ¿Así lo criticamos? Para bailar se necesita, como para pelear, dos ¿Acaso
que quiere decir ejército profesional? ¿Acaso para qué se aumentó el presupuesto militar?
Para que los soldados vivan bien. Lo que es muy justo, por lo demás. Demasiado justo
dirían los colonos. Si ambos bandos, como bandos, buscan lo mismo, la diferencia radica
en los medios para lograrlo. En este sentido la paz -llamémoslo, el acuerdo- está más o
menos cerca. Si la reinserción lograra demostrar las virtudes que proclama, el conflicto
tendría salida. Pero aquí hay un punto oscuro, por no decir muerto. Cuando se trata de
sacrificar entonces se grita: que se sacrifiquen, que entreguen las armas que son las
ilegales, porque lo nuestro, el sistema de empleo y salarios es legal. La guerrilla -
desencantémonos- quiere entrar al sistema, quiere hacer parte de él, el problema es que
no quieren dejarla entrar. Quizás, con razón, porque es un contingente de fuerza de
trabajo que llega a competir, que deja de hacer parte del ejército subversivo para entrar a
engrosar las filas del ejército de reserva.
6 Si ideológicamente la subversión no representa un peligro, porque en el fondo acata la
misma ley; si un soldado del ejército y un guerrillero no difieren en la aspiración a una
vida mejor desde el punto de vista económico, entonces, ¿sobre qué versa la sangre que se
derrama? ¿La inercia de la guerra? ¿Es ya inercia bélica por las heridas causadas? ¿O es el
prurito que tenemos todos los seres humanos de necesitar un enemigo para justificar la
necesidad de estigmatizar, de satanizar al otro, de señalarlo como el mal mismo. Cuando
un guerrillero habla del ejército dice exactamente lo mismo que dice un saldado sobre un
7
guerrillero: que es malo. No dice ni una palabra más. Es malo porque asesina, roba,
miente, viola. Y uno se pregunta, así suene muy raro, ¿de quién hablarán o de quién
hablamos cuando nos referimos al otro sino es de nosotros mismos? No hay mejor
radiografía de uno que la que hago de mi enemigo. Pero entonces, ¿Qué tremenda soledad
se está peleando a través de la violencia?
7 Sé que este lenguaje no es grato a la Academia. Tampoco lo son los sueños, ni la poesía.
Sin embargo, detrás de los análisis más fríos, objetivos y distantes, lo que se encuentra es
una pura lloradera, una añoranza de orden, de un orden de laboratorio por lo demás. Tan
ideal como el orden que se quiere encontrar cuando se haya alcanzado la paz política. La
paz política, el orden, es lo de menos, porque estos son problemas que se arreglan
conversando. El le dice venga conversemos, entonces todo comienza a arreglarse y todo
se arregla. A pesar de nuestra violencia y de sus formas, conversar es nuestro rasgo más
íntimo. Aquí todo se conversa y por eso quizás esa adoración por la palabra, por la poesía,
por la gramática.
8 Es cierto. Hay que conversar. Una vez que nos pongamos de acuerdo habrá que afrontar
una violencia mucho más cruda y más sangrienta: la llamada delincuencia común. Porque
ésta no nace sólo en las clases populares sino que es también una característica, y
generalizada. Tan delincuentes son los Pablo Escobar como los Michelsen Uribe; tan
delincuentes son los ladrones del Guavio como los boleteadores, tan asesinos son los de la
niña de la estación como los del ingeniero de Barranca; los del crimen de Fusagasugá
como los del crimen de Tacueyó.
9 Fernán González pone de relieve con su trabajo esta dimensión. La violencia tiene que ver
con la usurpación de lo público. Desde las funciones de ley hasta el espacio en la calle.
Aquí hay algo muy serio en el análisis. El Estado colombiano hasidoy es un Estado
patrimonial donde los Intereses privados siempre han manejado los Intereses públicos.
No es al contrario, como hoy nos quieren hacer creer: lo privado no ha podido ser
manejado por lo público. El estado siempre ha sido un instrumento de los intereses
privados, una herramienta de apropiación, una mampara para la defensa de los intereses
creados.
10 No es sólo que una minoría selecta, bien formada, bien educada, que responde a sus
propios patrones estéticos y éticos se haya tomado el Estado y fundado una oligarquía
más o menos sólida, por no decir hereditaria. Lo más grave es que todos vemos en el
Estado un instrumento para potenciar nuestros intereses. Si no nos los dan, nos los
tomamos. La delincuencia común parece ser la delincuencia individual, la que no se hace
socialmente que es la política. Pero en el fondo es la misma la que desconoce lo público,
llámese derecho o fuerza, porque debe ser un monopolio de lo público. Hoy la fuerza no
puede ser monopolizada por lo público porque siempre ha sido utilizada por lo privado.
De ahí su falta de legitimidad, que no se compensa con más armas, con más hombres, con
más presupuesto.
11 El problema no se resuelve con el autoritarismo. No es falta del principio de autoridad
sino de la autoridad de un principio que es la verdadera esencia del Estado construido
colectivamente, como esfuerzo público. Puede ser, además, el principio de la paz. El
estado no será fuerte por defender los intereses privados sino los públicos, los colectivos.
8
AUTOR
ALFREDO MOLANO
Santafé de Bogotá, D.C. Abril 6 de 1.993
9
Agradecimientos
Introducción
1 En la situación mundial actual, los estados en los que conviven varios grupos étnicos
representan más bien la regla que la excepción. De acuerdo a un cálculo del año de 1971,
tan sólo 12 de los 132 estados existentes, o sea un 10%, eran étnicamente homogéneos.
Todos los demás albergaban dos o más grupos étnicos, aunque éstos formaban en parte
sólo un sector relativamente pequeño del total de la población.
2 Esta relación no ha cambiado notablemente después de la disolución del Imperio
Soviético. De la misma forma en que del derrumbamiento de los imperios coloniales
occidentales en el Africa y en Asia en los años 50 y posteriores surgieron formas de
estados multi-étnicos, entre las repúblicas sucesoras de la Unión Soviética no existe casi
ninguna, que no tenga una considerable minoría étnica.
3 Si además tenemos en cuenta el aumento de la discrepancia de prosperidad entre Norte y
Sur, entre Occidente y Oriente, así como la consiguiente migración trasnacional, es fácil
predecir que el número y la extensión de las tensiones y los conflictos étnicos en futuro
no disminuirán, sino que aumentarán considerablemente.
4 ¿Qué podemos hacer en vista de este pronóstico? ¿Tenemos posibilidades de evitar, o por
lo menos aminorar la amenaza de conflictos? Naturalmente no hay una respuesta general
válidaaestas interrogantes, asícomo tampoco hay remedio que pueda aplicarse a cada
conflicto étnico. Las posibilidades para la pacificación o solución de tales conflictos
depende decididamente de dos condiciones:
a. De qué tipo de minoría étnica se trate, y
11
9 Este cuadro demuestra que las colonias de migrantes persiguen fines más moderados que
los movimientos étnicos regionales. Al mismo tiempo debemos notar, sin embargo, que
las exigencias de ambos grupos en los últimos tiempos han aumentado conside-
rablemente, desplazándose de un polo modesto al polo opuesto pretencioso: dentro de las
colonias de migrantes desde la asimilación e integración individual hacia la percepción de
derechos colectivos a nivel comunal; y en las minorías regionales, de una estrategia de
retiro aislacionista hacia la exigencia de múltiples derechos culturales y políticos,
inclusive de soberanía total.
12
10 En lo que sigue, han de tratarse ambas versiones del problema de las minorías por
separado. Antes, sin embargo, hemos de adelantar algunas observaciones sobre los
chances y los límites de la solución a los problemas de las minorías.
que la minoría envíe sus representantes no sólo al parlamento, donde fácilmente pueden
ser vencidas, sino que sean igualmente representadas proporcionalmente en los
diferentes niveles de la ejecutiva y la administración. Como ejemplos de consenso de
élites vigentes pueden citarse Bélgica, el Canadá (anterior al movimiento de autonomía de
Quebec), y el Líbano antes de la guerra civil. Creo que se puede decir que también el
sistema colonial español debió por mucho tiempo su estabilidad sobretodo a la co-
optación de la administración colonial española de la élite dirigente de los indígenas.
25 Fueron sobre todo los peritos constitucionales quienes deliberaron ampliamente sobre los
mecanismos de regulación institucional para evitar la escalada de conflictos. Entre éstos
pueden citarse: la inclusión de leyes de descentralización en la constitución; la creación
de zonas de seguridad entre las etnias rivalizantes; la instalación de tribunales y de
juzgados especiales para asuntos de minorías; la introducción de una administra-ción
bilingüe en las zonas de las minorías, gran variedad de concesiones de autonomía política
y cultural hasta la inclusión de un orden estatal federal. Aunque no puede negarse el
efecto apaciguante de estas medidas, ellas presuponen generalmente ya aquello que en
realidad han de crear: la voluntad de los individuos de todas las nacionalidades y de todos
los grupos étnicos de convivir con el prójimo bajo el techo del mismo edificio estatal de
manera pacífica y tolerante.
26 En dondeesta imagen de un estado multiétnico aún no se haapoderado del pensamiento
humano, de poco sirven las más refinadas y perfectas reglas para la omisión de conflictos.
Como ejemplo menciono el del principio federalista que hasta ahora ha funcionado tan
sólo en donde hay de hecho una población relativamente homogénea: los Estados Unidos
y la República Federal de Alemania.
27 De todas maneras, los dos métodos de neutralización arriba mencionados son efectivos
tan sólo mientras las tensiones étnicas no hayan brotado abiertamente. Una vez
alcanzado este nivel de escalada del conflicto, de nada sirven los llamados de paz por
parte de las élites dirigentes, ya que la dinámica del conflicto los arrastra y ni siquiera las
instituciones legales pueden evitar el derrame de sangre, ya que la ley no vale nada.
28 Los sentimientos de odio se desbandan y se origina así una estructura de interacción de
violencia y contra-violencia que, como cada sistema, no puede ser rota desde afuera. El
nivel de conflicto puede ser reducido a largo plazo tan sólo si se llega a aislar el foco de
violencia de su base de reclutamiento, que le proporciona el personal de renuevo. El éxito
en cada caso depende de la situación dada. Ya que los brotes de violencia son casi siempre
la expresión de una situación de estrechez y defensa, es necesario aliviar la opresión de la
minoría por medio de recursos de todo tipo, para que así las fuerzas moderadas puedan
imponerse de nuevo y se pueda tratar de lograr una mejoría de la propia situación en
forma pacífica.
dos manera diferentes, ya sea por medidas estatales dirigidas contra cualquier tipo de
discriminación y/o por medio de movimientos de protesta de los involucrados.
30 No todos los tipos de aclaración oficial ni de iniciativas bienintencionadas se prestan para
tirar abajo las barreras discriminatorias. Se comprobó que los contactos, la organización
de un encuentro entre los miembros de los diferentes grupos étnicos, sólo bajo ciertas
circunstancias específicas llevan a laeliminac ón de estereotipos negativos mutuos; por
ejemplo, en el caso en que individuos de una misma o similar clase social se unan en un
encuentro con fines constructivos y positivos (i.e.: proyecto conjunto del barrio). Como
nos muestra el ejemplo de los Estados Unidos, no debemos subestimar el efecto de
formación de conciencia que emana de las leyes y los juicios de tribunales en el esfuerzo
por reducir las barreras de discriminación.
31 Un movimiento de protesta de los mismos discriminados puede ser más indicado para
llamar la atención pública hacia las anomalías de la situación y el mal trato de un grupo
de inmigrantes, que las medidas de protección del estado, sobre todo enfrente de un caso
escandaloso de desventaja. Una acción de protesta de este tipo presupone que los
involucrados no entiendan su destino como un caso individual, sino que estén dispuestos
a obrar conjuntamente. Como en todos los movimientos de protesta, también en este caso
hay que guardar el equilibrio entre dos polos opuestos: por un lado deben estar
suficientemente enojados para atraer la atención pública y para que sus acciones
antidiscriminatorias sean tomadas en serio; por el otro lado, los miembros de las minorías
demostrantes no deben actuar en forma demasiado amenazante, provocando más bien
sentimientos de temor en vez de comprensión, de manera que en lugar de la voluntad,
suscitan el grito por medidas de protección y seguridad contra los “extranjeros
peligrosos”.
AUTOR
PETER WALDMANN
Profesor titular Universidad de Augsburg, trabaja en los campos de sociología política,
criminalidad y comportamiento disidente y violencia política.
17
Introducción
1 EI Partido Comunista del Perú, “SENDERO LUMINOSO” (PCP-SL) surgió del encuentro, que
tuvo lugar en las décadas de 1960 y 1970 en Ayacucho, entre una élite intelectual
provinciana mestiza y una juventud universitaria también provinciana, andina y mestiza
(véase: Degregori 1985). ¿Por qué el partido político que nace como producto de ese
encuentro es capaz de desarrollar tal grado de violencia? ¿Qué factores en la historia
peruana y en la cultura de los dos núcleos sociales constitutivos de SL lo posibilitan? ¿Por
qué cuando se “comunican” con otros actores políticos y sociales es sólo en términos de
confrontación absoluta?
2 En tanto la vieja guardia intelectual senderista marcó decisivamente a SL; y en tanto
jóvenes provincianos mestizos con una educación superior al promedio siguen
constituyendo la columna vertebral de dicha organización (véase: Chávez de Paz 1989),
expondré a continuación algunas reflexiones sobre ambos sectores, intentando responder
esas preguntas. Antes es necesario precisar que hablaremos de una minoría de jóvenes e
intelectuales provincianos, que son los que adhieren a SL. Hasta hoy, a pesar de la crisis
del país y la ausencia de alternativas políticas, la Inmensa mayoría ha canalizado su
radicalismo por caminos más flexibles y constructivos.
18
monopolio del castellano, la lectura y la escritura a los mistis que se comportaban como
dioses en tanto ejercían la “dominación total”.
8 Conforme avanza el siglo, el ímpetu con que las poblaciones andinas se lanzan a la
conquista de la educación resulta excepcional. Según cifras de la CEPAL (1985) sobre
cobertura educativa, entre los países de América Latina el Perú pasa del puesto décimo
cuarto en 1960 al puesto cuarto en 1980. Y entre los que las Naciones Unidas llama “países
de nivel medio de desarrollo”, que son alrededor de setenta, la evolución del porcentaje
de jóvenes de 18 a 25 años que siguen educación secundaria o superior es la siguiente: en
el conjunto de esos setenta países el porcentaje pasa del 17% en 1960 a 52% en 1980. En
ese mismo período, el porcentaje de jóvenes de 18 a 25 años que estudia secundaria o
superior en el Perú pasa de 19% a 76%. Este empuje por la educación sobrepasa
ampliamente los esfuerzos del Estado y avanza más bien a contracorriente del repliegue
estatal, pues a partir de mediados de la década de 1960 comienza a disminuir la inversión
relativa del Estado en educación (Degregori 1989). Planteamos como hipótesis que el
impulso por la educación sería más fuerte entre las poblaciones andinas que entre las
criollo-populares.
9 Pero, ¿qué buscan esas poblaciones andinas en la educación?2. Buscan, por cierto,
instrumentos muy pragmáticos para su lucha democrática contra los mistis y los poderes
locales, y para hacerse un lugar en la “sociedad nacional”. Buscan aprender a leer,
escribir y las cuatro operaciones. Pero, además, buscan la verdad. Varios testimonios
recogidos precisamente en Ayacucho, lugar de origen de Sendero Luminoso, durante una
coyuntura muy relevante para nuestro argumento, pueden ¡lustrar esta afirmación. En
1969 se produjo un importante movimiento en Ayacucho y Huanta, exigiendo la
restitución de la gratuidad de la enseñanza, que había sido suprimida por el gobierno del
Gral. Velasco. Los jóvenes secundarios fueron el detonante, pero en los momentos
culminantes los campesinos tomaron la ciudad de Huanta y los sectores urbano populares
se levantaron masivamente en Ayacucho. Poco después, recolectando materiales para
redactar sus tesis sobre dicho movimiento, Aracelio Castillo le preguntó a un dirigente
campesino de Huanta como veía la situación del campesinado. El dirigente respondió:
10 “En comparación con los atropellos de otros tiempos, claro que ahora está un poquito mejor. Pero
necesita que se le instruya, que alguien le dé orientación, que haya cursillos... para ver si de esa
manera puede progresar, puede salir de la esclavitud, del engaño, sino, seguirá siendo pobre y
explotado” (Castillo, 1972:272).
11 Educarse equivaldría entoncesa “salir del engaño”, a partir de lo cual laeducación puede
adquirir un carácter explosivo. Un dirigente barrial de Ayacucho le dice al mismo Castillo
(op. cit.: 280) poco después del movimiento de 1969:
12 “Ha habido movilizaciones cuando quisieron cerrar nuestra Universidad San Cristóbal de
Huamanga, a la cual la tildan otros, que está malogrando a los buenos cristianos... en vez de decir
que la Universidad nos está despertando, estamos aprendiendo algo nuevo, algo objetivo, lo cual no
les gusta, no les cuadra en absoluto a los otros porque quieren que sigamos engañados...”
13 Aese engaño, que se remonta al momento mismo de laconquista, se opondría la “verdad
objetiva” a la cual se accedería a través de la educación. En pleno movimiento por la
gratuidad de la enseñanza, un comunicado del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho
se expresa en estos términos:
20
14 “La Junta Militar ha abolido la gratuidad de la enseñanza porque saben perfectamente que cuando
los hijos de los obreros y campesinos abran los ojos peligra su poder y su riqueza” (Castillo op. cit:
205).
15 El poder tradicional, basado no sólo en el monopolio de los medios de producción sino,
además, en el monopolio del conocimiento y su manipulación engañosa, se desmorona
conforme los dominados rompen ambos monopolios. Por eso la educación escolar aparece
como superación del engaño y, consecuentemente, de rebeldía y “peligro” para los
dominantes.
16 Pero si bien la lucha por la educación tiene efectos democratizadores evidentes a nivel
social, no implica necesariamente un avance democrático cualitativo en todos los ámbitos
políticos y culturales. Si regresamos al testimonio del dirigente huantino, por ejemplo,
veremos que según él, el campesinado “necesita que se le instruya”, “que alguien
implícitamente externo le de orientación”. El viejo orden jerárquico es trasladado así a la
relación maestro (mestizo/urbano) - alumno (campesino/indígena). La masificación
educativa puede producirse, pues, sin romper sustancialmente las concepciones de la
sociedad tradicional. No estaríamos frente a una educación liberadora sino autoritaria,
además de etnocida.
17 Cuando Castillo (op. cit.: 272) le pregunta al mismo dirigente: “¿Qué aspiraciones le
desearía al campesinado de Huanta?”, la complejidad de la propuesta campesina aparece
todavía más transparente:
18 “La máxima aspiración es el progreso de la gente del campo, sería, pues, de que sus colaboradores,
mejor dicho sus guías, den orientación para conseguir el progreso, a mi concepto, evitando los
vicios que tienen los campesinos, los vicios del trago, de la coca, del cigarro. Si siguen con estos
vicios nunca conseguiremos una vida mejor”.
19 La asociación entre ignorancia y vicio la creíamos patrimonio de la ideología oligárquica,
pero vemos que puede formar parte también del horizonte campesino3, donde se
mezclarían las ansias vehementes de progreso con el reclamo de un orden moral
conservador (rechazo al trago, lacoca, el cigarro) y la necesidad de un guía que conduzca a
la consecución de los objetivos deseados. ¿En qué medida es por estar frente a un
catedrático como Castillo, que el campesino recalca la necesidad de orientación externa?
No lo sabemos pero, en todo caso, sus aspiraciones parecen posibles de ser satisfechas
tanto por las propuestas de algunas denominaciones evangélicas, como también por
Sendero Luminoso.
20 En efecto, a partir de la necesidad de un guía externo no es de extrañar la aparición de un
caudillo-maestro como el que lidera Sendero Luminoso. A partir del testimonio resulta
también más comprensible el carácter moralizante de SL, sus castigos a adulteros o
bebedores. Y no resulta extraño, tampoco, el auge que en los 70 van a tener en las
universidades nacionales los manuales de marxismo4. Porque son los hijos de los
engañados –jóvenes provincianos de origen andino– los que por entonces acceden
masivamente a la universidad y se encuentran con la versión simplificada y por tanto más
asequible de una teoría, el marxismo-leninismo, que se define como la única “verdad
científica”, legitimada por su referencia a los clásicos (maestros) del marxismo, como
principio de autoridad. Esa ciencia propone un orden nuevo pero estrictamente
jerarquizado donde ellos, al acceder al partido y su verdad, pueden pasar de la base al
vértice de la pirámide social (y de la pirámi de del conocimiento, recordemos que son
estudiantes universitarios).
21
29 Imaginemos un hijo perdido de los Aragón de Peralta, que no hubiera aparecido en Todas
las sangres por que tal vez era hijo natural, en todo caso pobre, no rubio como sus
hermanos sino algo más moreno. Pero también él quiere modernizar a los indios a los
cuales cree tener tanto o más derecho que los otros humanos. Después de todo, está más
cerca de ellos por origen y posiblemente por experiencia vivida. Al tercer hijo, además, no
le importa tanto la riqueza material, es un intelectual. Me estoy refiriendo a la pequeña
burguesía intelectual provinciana mestiza, que constituye el núcleo original de Sendero
Luminoso. Si Fermín confiaba en la economía y en el capital, este tercer hermano confía
en un arma que considera mucho más poderosa: una nueva ideología, el marxismo-
leninismo-maoísmo. Discrepo de algunas interpretaciones que ven a SL como un
movimiento mesiánico o milenarista, enraizado en la tradición andina prehispánica. Creo
que SL llega al mesianismo o a una suerte de concepción religiosa, pero por lo que
podríamos llamar un “exceso de razón”. Son los últimos hijos del Siglo de las Luces que
doscientos años más tarde, perdidos en los Andes, llegan a convertir la ciencia en religión.
Los extremos se tocan. Hay un verso de González Prada, que dice: “guerra al mezquino
sentimiento/culto divino a la razón”. La propuesta de los intelectuales provincianos que
conforman el núcleo inicial de SL sintoniza más con ese registro. Asumen el marxismo-
leninismo de tal forma que lo convierten en un “culto divino a la razón”. Por el grado de
pasión que desarrolla y desata Sendero Luminoso, parece extraño definirlo como un
movimiento hiperracionalista. Pero habrá que invertir la frase de Pascal: “el corazón
tiene razones que la razón no conoce” y decir sobre el núcleo dirigente de SL que: “la
razón tiene pasiones que el corazón no conoce”. Cito sólo una frase como ejemplo.
Cuando a Laura Zambrano (1988:9), camarada “Meche”, dirigente senderista le preguntan
sobre el amor, ella responde: “el amor tiene carácter de clase y está al servicio de la guerra
popular”.
30 Habría que precisar entonces que la élite provinciana que constituye el núcleo dirigente
inicial de SL no es la primera ni la única, sino que forma parte de una larga tradición de
élites provincianas confrontadas con el centralismo oligárquico, que en la primera mitad
del siglo tendieron a adoptar posiciones indigenistas. Desde los años 20, pero
especialmente a partir de mediados de siglo, en muchas partes dichas élites adoptan el
marxismo. En la mayor parte de casos combinándolos con una revaloración de lo andino
que los entronca con el anterior indigenismo. José Mariátegui es el precursor de esa
revaloración. No es el caso de SL, cuyos documentos oficiales ignoran absolutamente la
dimensión étnica y/o tienden a desechar de plano la revaloración cultural andina como
“folclor” o manipulación burguesa7.
31 En el núcleo inicial de SL encontramos, pues, continuidades con una tradición intelectual,
pero también rupturas. En ese sentido, la senderista resulta la más “fría” de las
propuestas marxistas que surgen en el Perú durante los años 60 y 70. Sin embargo, una
visión que se pretende absolutamente científica se convierte en tremendamente afectiva
y termina ofreciendo a sus miembros una tortísima identidad cuasi religiosa,
fundamentalista. Cito una frase decisiva de uno de los documentos mas importantes de SL
donde se define al comunismo como:
32 “La sociedad de la ‘gran armonía’, la radical y definitiva nueva sociedad hacia la cual 15
mil millones de años de materia en movimiento, de esta parte que conocemos de la
materia eterna, se enrumba necesaria e inconteniblemente...
24
Túpac Amaru sea el muy amplio y múltiple proceso de organización que, a pesar de sus
limitaciones, hacían del Perú, al menos a principios de la década de 1980, un país con una
de las redes más tupidas de organización popular independiente en América Latina. En
ese contexto, si la “dominación total” (Portocarrero 1984) o el “triángulo sin base”
(Cotler 1968) definen la relación tradicional o “semifeudal” entre mistis e indios, entonces,
por su práctica, SL constituye una nueva forma de ser misti. Porque, un rasgo fundamental
de su accionar es el desconocimiento de la organización popular (comunidades
campesinas, sindicatos obreros, asociaciones vecinales, etc.) y su reemplazo por los
denominados “organismos generados”: los “movimientos propios como organizaciones
generadas en los diferentes frentes de trabajo por el proletariado” (PCP 1988b:VII,
subrayado nuestro) es decir, por ellos, por el partido que “lo decide todo” como antes lo
decidían todo los señores y los poderes locales; por el partido que ha reemplazado al
proletariado, y al pueblo en general, expropiándole su ser y su capacidad de decisión 10.
39 Por eso, al hablar de las zonas rurales me refiero a SL y sus indios, por la forma vertical
como se vinculan con el campesinado andino. Dioses de una religión beligerantemente
monoteísta, no admiten a nadie más en su Olimpo: deben ser los únicos ordenadores del
mundo rural. Pero en este país, a diferencia de la China de los años 30 y a pesar de la
debilidad creciente del Estado y de la sociedad civil en medio de la crisis actual, esos
espacios donde ellos quisieran ser solitarios demiurgos, se encuentran relativamente
poblados por organizaciones campesinas, sindicales, partidos de izquierda, iglesia
progresista, organizaciones no-gubernamentales de desarrollo, etc. y por eso la violencia
senderista se abate no sólo contra el Estado, sino también contra esos otros actores,
porque el PCP-SL tiene que ser el único en relación con esas masas para entonces,
finalmente, “educarlas en la guerra popular” (PCP 1988b:VI).
40 Así es como plantean la relación partido-masas los principales documentos de SL:“... la
guerra popular es un hecho político que va machacando con acciones contundentes las ideas en la
mente de los hombres...” (PCP 1988b:IV). Cito a continuación al propio Abimael Guzmán
(1988:36), llamado presidente Gonzalo por sus seguidores:
41 “...a las masas hay que enseñarles con hechos contundentes para con ellos remacharles las ideas...
las masas en el país necesitan la dirección de un Partido Comunista, esperamos, con más teoría y
práctica revolucionaria, con más acciones armadas, con más guerra popular, con más poder, llegar
al corazón mismo de la clase y del pueblo y realmente ganarlo. ¿Para qué? Para servirlo, eso es lo
que queremos”, (subrayados nuestros).
42 El lenguaje es de una violencia impresionante contra las masas, que en el mismo párrafo
se dice amar y servir. Se trata de una relación ambigua, tan peruana además. Por eso SL
parece un hermano más de los Aragón de Peralta, la síntesis de don Fermín
(modernización) y don Bruno (amor autoritario, tortuoso, violento, del superior por el
inferior, del maestro por el alumno bueno pero algo torpe al cual hay que enseñarle que
“la letra entra con sangre”).
43 Cuando el marxismo clásico dice que “la práctica es el criterio de verdad”, se supone que
se trata fundamentalmente de la práctica de las amplias masas. En la cita anterior es
básicamente la práctica de la vanguardia la que constituye el criterio de verdad, que debe
ser machacado desde fuera. Es que para SL: “salvo el poder, todo es ilusión”. Si eso es así,
si el poder es lo único real, entonces el partido, que es el instrumento central para
conquistar ese poder, es lo único real. Salvo el partido todo es ilusión. La sociedad, por
ejemplo, que sólo adquiere realidad cuando la toca el partido.
26
44 Señalo un ejemplo: la actitud de SL frente a los paros nacionales. Entre 1977 y 1988
tuvieron lugar en el Perú nueve paros nacionales. En los más contundentes (julio 1977 y
mayo 1978), millones de personas participaron en todo el país, configurando
posiblemente las movilizaciones más importantes en la historia del Perú contemporáneo.
La actitud de SL frente a los ocho primeros paros varió entre la absoluta indiferencia y la
oposición frontal pues, según ellos, los paros estaban dirigidos por el “revisionismo” y
servían al “socialimperialismo”. Por primera vez, en enero de 1988 SL decidió apoyar el
noveno paro nacional, que resultó apenas regular. La participación de SL, a su vez, se
limitó a acciones menores y muy puntuales, siendo la principal la disrupción del mitin
convocado por la Conferencia General de Trabajadores del Perú (CGTP) en el centro de
Lima donde hicieron estallar petardos11. Al día siguiente, sin embargo, el titular de El
Diario, vocero oficioso de SL, decía: “Día histórico para el proletariado peruano” (veáse: El
Diario, 28/29/30 1.88). Evidentemente, no era “día histórico” por la dimensión de la
medida de lucha sino por que el partido había decidido apoyarla, produciendo una suerte
de Pentecostés proletario que marcaba “un nuevo rumbo para la clase obrera: (El Diario,
30.1.88.:7), que “por primera vez se nutría de una experiencia más elevada de lucha” (El
Diario. 1.2.88:10).
45 Para SL somos, pues, una especie de arcilla, de barro que ha de ser modelado por el
partido y su ideología todopoderosa a su imagen y semejanza.
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NOTAS
1. El presente trabajo forma parte de una investigación que el autor desarrolla en el Instituto de
Estudios Peruanos (IEP). Fue expuesto en un seminario sobre “Propuestas culturales y
comunicación política en el Perú”, que tuvo lugar en Lima en junio de 1989, organizado por
Calandria, IDS, Illa y Tarea. Esta versión es tomada de la impresión realizada por El Zorro de
Abajo Ediciones, Perú, 1990.
El Título es prestado de la novela de ciencia ficción soviética de A. y B, Strugatski: Qué difícil es ser
Dios, Ed. MIR, Moscú, 1974.
2. Nos limitamos a señalar apenas algunas de las características que adquiere la educación en los
Andes. No nos explayamos, por ejemplo, en sus evidentes aspectos etnocidas ni en su utilización
como instrumento de dominación de nuevas clases burguesas. Al respecto véase: Montoya (1980,
pp. 310 y sgts.).
3. Fue Rodrigo Montoya (1980: 309 y sgts.) quien primero llamó la atención sobre lo que
significaba la educación para el campesinado andino: pasó de la noche al día, de la ceguera a la
visión. Esas mismas asociaciones aparecen en estos testimonios, y otras más:
Ausencia de Educación..................Educación
Atraso............................................Progreso
Esclavitud......................................Libertad
Engaño...........................................Verdad
Pobreza..........................................Bienestar
Explotación....................................Igualdad
Ausencia de guía............................Guía
Vicios (coca, trago, etc.)................Virtud
Pero advertimos una diferencia. Para Montoya, la educación cumple un rol liberador sólo frente a
la dominación ideológica feudal; pero no sería sino un medio para implantar una dominación
ideológica capitalista más vasta. En otros artículos hemos cuestionado esta generalización
(Degregori 1986,1989a), Añadamos que, según los testimonios aquí citados, la educación no es
necesariamente un “aparato ideológico de Estado” sin fisuras. La expansión del marxismo en las
universidades, por ejemplo, difunde elementos ideológicos anticapitalistas entre franjas
juveniles. También en las escuelas se difunde lo que Portocarrero y Oliart (1989) denominan la
“idea crítica del Perú”. Aunque es necesario precisar que el marxismo comparte la misma fe en el
progreso que el capitalismo y que, al menos las versiones marxistas - leninistas “duras” que se
imponen en nuestras Universidades, comparten también el autoritarismo y la vocación
“liquidadora de la cultura andina” que Montoya advierte en la escuela.
4. En la década de 1970 los manuales de marxismo de Politzer, Martha Harnecker y en especial los
de la Academia de Ciencias de la URSS, adquieren enorme difusión en las universidades
nacionales y luego entre los estudiantes secundarios y de institutos superiores, llegando a crear
un cierto “sentido común” que favorece la posterior expansión de una propuesta como la de SL,
entre ciertas franjas juveniles universitarias. Al respecto, véase Degregori (1989b).
5. No discutamos aquí el concepto de “modernidad”. Bástenos decir que para los habitantes de
Nueva Guinea ésta aparecía como un conjunto de bienes finales manufacturados, desligados de su
contexto global, sin indicio alguno de cómo y dónde se producían. En el caso de las poblaciones
andinas, vinculadas durante cuatro siglos a Europa, la situación es diferente. Pero luego de la
derrota de Tupac Amaru II y a lo largo de la República, cuando la categoría “indio” se confunde
con “campesino pobre”, los mistis se convierten en intermediarios/tapones que tienden a
monopolizar la comunicación entre ambos mundos. En las últimas décadas, la expansión del
mercado y del Estado hacia zonas rurales (ferias, carreteras, burocracia), abren la posibilidad de
29
NOTAS FINALES
1. Antropólogo Director del Instituto de Estudios Peruanos IEP.
30
Introducción
1 Esta ponencia intenta hacer una síntesis inicial de los resultados generales de la
investigación realizada desde el CINEP sobre los orígenes estructurales y coyunturales de
las violencias que vienen aquejando al país en las últimas décadas. Esta investigación, de
carácter interdisciplinario, fue financiada con aportes de las agencias francesas CCFD
(Comité Católico contra el hambre y a favor del desarrollo) y FPH (Fundación para el
progreso del hombre), junto con una ayuda de COLCIENCIAS. Nuestra investigación
pretendía combinar el enfoque histórico-estructural de larga duración, con un
acercamiento coyuntural de corto plazo y énfasis regional: el primer enfoque se
concretiza en un estudio de los trasfondos de la violencia, en lo económico, lo
sociopolítico y lo cultural, mientras que en el segundo se lleva a cabo mediante estudios
de caso de varias regiones particularmente violentas, como la zona esmeraldífera, el
Magdalena medio santandereano, Córdoba, el Sumapaz, y las zonas de colonización de la
Orinoquia y Amazonia. Estos estudios de caso fueron complementados con estudios
realizados por otras instituciones e investigadores particulares de las universidades
Nacional de Bogotá, de Antioquia y del Valle, y de la Corporación Región de Medellín,
sobre la violencia urbana de Medellín y Cali, sobre los conflictos del Urabá y del Bajo
Cauca Antioqueño. En nuestra investigación queremos resaltar el apoyo y la colaboración
de todas estas entidades, con las que hemos tenido un fructífero intercambio.
2 La combinación de las dimensiones estructural y coyuntural resultaba inicialmente
problemática porque las tensiones estructurales eran de vieja data, dándose de manera
31
10 Hablar de la precariedad del Estado nación nos obliga a no quedarnos en la pregunta por
el Estado en sí mismo, como realidad aparte, autónoma e independiente, sino a
plantearnos también la pregunta sobre la sociedad donde nace ese Estado, sobre esa
sociedad que lo conforma de determinada manera y, luego, se niega a verse reflejada y
expresada por él; una sociedad que se niega a aceptar su regulación en los ámbitos
económico, social y cultural.
11 Aunque conviene precisar que lo público no coincide meramente con lo estatal, ya que la
resistencia a los abusos posibles o efectivos del Estado a lo largo de la historia fue creando
el concepto de sociedad civil, que representaría una dimensión no estatal de lo público.
Pero esta dimensión de lo público societario aparece igualmente fragmentada e
inorgánica en nuestro país, y cruzada por innumerables conflictos. En el siglo pasado, se
presentaron muchos enfrentamientos religioso-políticos porque la Iglesia católica
competía con el Estado liberal por la representación de lo público general. Más
modernamente, otras instituciones como gremios, sindicatos, partidos políticos también
se reivindican como portadores de lo público para los sectores que representan y gestores
y símbolos de esos intereses parciales frente a lo público en general, tanto en la
dimensión estatal como en la societaria. Por eso, se dan tensiones y colisiones en tomo de
lo público: también a veces las asociaciones gremiales y comunitarias tienden a reclamar
para sí la representación de lo público y compiten con el Estado, al menos en algunos
niveles. El problema se presenta cuando, en momentos de crisis de legitimidad del Estado
nacional, los grupos políticos, sociales o comunales intentan suplir las supuestas o reales
carencias del Estado arrogándose el derecho a recurrir a la fuerza. Ello dificulta la
consolidación de un Estado moderno, caracterizado por el monopolio de la fuerza
legítima y por la existencia de un ámbito público general para la resolución de los
conflictos de la sociedad. En eso reside básicamente la llamada precariedad del Estado.
característica de épocas donde las funciones de protección y control sobre los individuos,
ejercidas antes por grupos endógenos (clanes familiares, comunidades rurales,
latifundios, gremios, grupos étnicos), pasan a ser ejecutadas por agrupaciones estatales,
de carácter urbano y centralizado. En esta transición, los individuos adultos salen de
grupos protectores más reducidos y locales, lo que afecta su seguridad básica y relaja la
cohesión interna de estos grupos. Por esto, los individuos dependen cada vez más de sí
mismos y se aumenta su movilidad tanto en el sentido local como en el social. Esta
individualización creciente implica una separación progresiva de los ámbitos público y
privado, lo mismo que una diferenciación del individuo frente a sus grupos de control:
familia, clan, vecindario, grupo étnico, etc. Por otra parte, la resistencia al poder absoluto
del Estado va configurando gradualmente un ámbito público no estatal sino societario,
que se expresa con el concepto de sociedad civil, que implica a la vez una diferenciación y
una interacción entre los individuos. Esta sociedad tampoco es anarquista, pues acepta las
funciones normales del Estado: protección contra el enemigo externo, el control interno
sobre la delincuencia y la subversión interior, ciertas formas de coordinación y
planeación, etc.
14 Para Elías, el proceso civilizatorio se da como aspecto subjetivo del proceso global de
diferenciación e integración, en el que la sociedad va perfeccionando su control sobre las
condiciones necesarias para su supervivencia y organización interna. En ese proceso
subjetivo, van surgiendo modelos de autorregulación y autocontrol cada vez más
estrictos, que cubren cada vez a un mayor número de personas y penetran cada vez más
en la estructura psíquica de los individuos. Esta autorregulación se expresa, entre otras
cosas, en el uso generalizado del reloj, que permite sincronizar y coordinar las actividades
de individuos y grupos. El individuo debe pagar el precio del condicionamiento
permanente, de la represión y moderación de sus pulsiones, que puede conducir a la
formación de ansiedades y posibles neurosis. Pero este precio está compensado por la
creciente capacidad de objetividad y control tanto en el individuo como en la sociedad.
15 Esta tendencia a la integración, al autocontrol y a la aceptación de un control externo por
parte de la sociedad y del Estado queda bloqueada en nuestra patria porque no se
consolida plenamente un Estado-Nación, quedando a medio camino entre formas
endógenas de control e instituciones modernas. Este proceso de formación incompleto es
reforzado por la tendencia reciente del mundo moderno a la privatización y
retribalización de la vida social. El resultado combinado de ambos procesos es una
sociedad fragmentada, abandonada a sus propias fuerzas, y un Estado débil, de
legitimidad precaria, que se manifiestan en la vida cotidiana, donde asistimos cada vez
más a una privatización del espacio público, que se refleja incluso físicamente:
16 Los conjuntos cerrados no se reducen ya a un apartamento o varios, sino que se
comprenden barrios enteros, de estratos sociales relativamente homogéneos, cuyas calles
están cerradas al paso del transeúnte común y corriente. Lo mismo ocurre en barrios
populares, con otros mecanismos, como pandillas juveniles, grupos de autodefensa
barrial, que reaccionan agresivamente frente al extraño. La seguridad pública es tan
insegura, que todos tenemos guardia privada, que se expresa en la proliferación de
compañías privadas de vigilancia y seguridad. Las milicias populares asumen funciones
parecidas en la comuna nororiental de Medellín: en otras ciudades del país se producen
manifestaciones similares. Muchas agrupaciones barriales de “vigilantes” parecen
apoyadas por la policía local. Este ambiente retribalizado es muy proclive a las llamadas
“limpiezas sociales”.
35
17 Esta privatización y tribalización del espacio se refuerza por el hecho de que la mayoría
de los barrios de nuestras ciudades se originaron como “urbanizaciones piratas”, al
margen de toda regulación o presencia estatales. Estos barrios, ya más o menos
consolidados, recurren al Estado para legalizar su situación y obtener los adecuados
servicios públicos e infraestructura física, pero la organización del tejido social se deja
totalmente a la iniciativa de grupos privados o semipúblicos. En ese sentido, las
asociaciones de vecinos, las organizaciones parroquiales y las acciones comunales en el
nivel local se constituyen como un primer paso hacia el ámbito de lo público, pero pueden
a veces tender a encerrarse en su nivel, sin relacionarse con la sociedad mayor y el
Estado. Este encerramiento o retribalización de las comunidades “cara a cara” acentúa las
identidades comunales por medio de la exacerbación de las diferencias como “los otros”,
que son excluidos de una comunidad mayor, como la clase o nación, que serían
Comunidades Imaginadas, según el término de Benedict Anderson7.
18 Ni siquiera aceptamos la regulación del tráfico por los semáforos, lo que es un síntoma
bien visible de la no-aceptación del espacio de lo público: el semáforo y las regulaciones
de tráfico se perciben como un obstáculo para la libertad de movimiento de los carros
particulares y la calle no es un lugar de encuentro sino una vía instrumental para la
movilización sin obstáculos8. Lo mismo sucede con la impuntualidad generalizada, que
muestra una dificultad para integrar el “tiempo personal” con el tiempo “general”,
uniforme y homogéneo.
19 Otro síntoma de la misma actitud frente al ámbito público es la permisividad frente al
contrabando y la evasión fiscal, que no nos impide criticar la escasez de recursos que el
gobierno dedica al gasto en infraestructura, servicios y gasto social. Es obvio que la
escasez de recursos fiscales es parte fundamental de la precariedad del Estado, porque ahí
reside la incapacidad para financiar un aparato burocrático moderno e independiente de
los poderes privados y semiprivados. de alguna manera agrupados en el bipartidismo.
20 En muchos casos, la abstención electoral no es índice de descontento o crítica sino
desinterés por la dimensión de lo público: significa que no se espera mayor cosa del
Estado, no sólo en materia de servicios eficientes e infraestructura, sino tampoco en
materia de regulación de conflictos privados y de la convivencia ciudadana, o en materia
de coordinación de la actividad económica.
21 Lo mismo se manifiesta en la actitud frente a la justicia del Estado: la mayoría de las
violaciones a la ley ni siquiera se denuncian y el anuncio de “investigaciones exhaustivas”
produce risa, pues no se confía para nada en el aparato de justicia. Esto no hace sino
aumentar la impunidad y reforzar la crisis de legitimidad de las instituciones, que se
expresa en la búsqueda de soluciones de justicia privada o grupal.
22 La creciente corrupción administrativa implica la apropiación privada de los recursos y
ventajas del Estado, lo que refleja un irrespeto al ámbito de lo público.
34 Esta mediación lograba que los partidos expresaran y canalizaran toda suerte de
solidaridades y conflictos entre grupos familiares, localidades, regiones, etnias, grupos
generacionales, sectores económicos, etc., que se ocultaban bajo el “paraguas” del
enfrentamiento bipartidista, en los innumerables enfrenamientos armados del Siglo XIX y
primera mitad del XX13. Pero también expresaban solidaridades de corte más moderno,
basadas en las asociaciones voluntarias de los individuos, tales como la masonería y las
asociaciones de artesanos.
La crisis actual
35 La anterior caracterización del desarrollo histórico colombiano nos permite acercarnos a
la realidad de la crisis presente. En pocas palabras, se podría decir que los marcos
Institucionales del manejo de los conflictos se vieron superados por los rápidos cambios
de la sociedad colombiana en las últimas tres décadas, que afectaron igualmente los
elementos de cohesión interna que se daban en las comunidades locales. La acelerada
urbanización de la sociedad, la mayor integración del territorio nacional por el
crecimiento de las vías de comunicación y por los medios masivos de comunicación, el
aumento de la cobertura educativa, la rápida secularización de las capas altas y medias, el
crecimiento de las capas medias, el nuevo rol de la mujer, hacen inadecuados los canales
tradicionales de expresión y de control de los conflictos sociales.
36 Los partidos tradicionales eran muy funcionales para una vida política esencialmente
restringida, realizada en torno a las élites regionales y sus respectivas clientelas,
agrupadas bajo el rótulo bipartidista. Pero la creciente irrupción de las masas populares y
la actitud cada vez más crítica de las nuevas clases medias, de profesionales e
intelectuales frente al estilo tradicional de actividad política, hacen entrar en crisis los
marcos de los partidos tradicionales.
37 Los cambios rápidos y profundos de la sociedad colombiana hicieron entrar en crisis tanto
el modelo de relación de la Iglesia con la sociedad y el Estado como el modelo de
mediación política que el bipartidismo establecía entre la sociedad y el Estado. Frente a
esos cambios, los partidos políticos se fueron haciendo obsoletos al irse aislando de las
nuevas fuerzas que emergían en la sociedad. La expulsión de los sindicatos comunistas de
la CTC, tradicionalmente ligada al partido liberal, señaló una ruptura entre política
bipartidista y movimientos sociales. Esta ruptura se había iniciado en los años veinte,
cuando aparecen movimientos de protesta social, tanto en lo urbano como en lo rural,
más o menos desvinculados del bipartidismo.
38 Pero las reformas de la república liberal en los años treinta hicieron que el partido liberal
recuperara su papel tradicional de expresión y canal de la protesta social. Sin embargo, la
modernización a medias intentada por esas reformas produjo una intensa polarización
social y política, por la reacción de grupos fundamentalistas del partido conservador y de
la Iglesia católica y de las masas urbanas y rurales frustradas en sus expectativas. Este
clima de enfrentamientos va a desembocar en la violencia de los años cincuenta, que
ocultaba bajo el disfraz del enfrentamiento político numerosos conflictos de índole
diversa: problemas agrarios tradicionales, modernización del campo, enfrentamientos
locales y veredales, “venganzas de sangre”, resistencia de la sociedad tradicional frente a
los intentos modernizantes del grupo liberal en el poder. El resultado fue la ruptura de la
articulación que el bipartidismo establecía entre los niveles locales, regionales y
39
44 Por otra parte, los problemas sociales, tanto en la ciudad como en el campo, fueron
produciendo un “caldo de cultivo” para las opciones violentas. En ese sentido, las
limitaciones de la reforma agraria oficial y la criminalización de la protesta campesina
mostraron el creciente divorcio entre movimientos sociales y partidos políticos
tradicionales. En este divorcio influyó también la presencia notoria de variados
movimientos de izquierda, interesados en la radicalización del movimiento campesino. En
este sentido, la instrumentalización de los movimientos sociales (sindicalismo,
movimiento estudiantil, movimientos barriales, cívicos y populares) al servicio de la
opción armada de algunos grupos de izquierda, influyó tanto en la criminalización de la
protesta social como en el divorcio entre la dimensión social y la política.
45 En parte debido a esa instrumentalización, pero también por otras múltiples causas,
tampoco la izquierda legal y democrática logró consolidarse como una alternativa que
liderara el creciente descontento de las masas populares de la ciudad y del campo y de las
clases medias urbanas. Estas clases medias urbanas fueron la base social del movimiento
estudiantil radicalizado y de una nueva intelligentsia, muy influida por las varias líneas
del marxismo y de las ciencias sociales, que evidenciaban la pérdida del monopolio de los
partidos tradicionales y de la Iglesia Católica sobre la vida intelectual y cultural.
46 La macartización y represión de estos grupos estudiantiles, influenciados por la
introducción masiva de varias corrientes del marxismo internacional y otras corrientes
de las ciencias sociales y humanas lo mismo que por el ejemplo de la revolución cubana,
empujó a muchos dirigentes estudiantiles a la lucha armada.
47 Esta se veía favorecida por la precaria presencia estatal en vastas zonas del territorio
nacional y por la existencia de una tradición de lucha guerrillera, visible en numerosos
grupos sociales y antiguos jefes guerrilleros de los años cincuenta, no plenamente
insertos en el sistema de gobierno bipartidista instaurado por el Frente Nacional. La
situación de estas personas y grupos se vio empeorada cuando se integra en el sistema
bipartidista el MRL, Movimiento Revolucionario Liberal. Este grupo servía, de alguna
manera, como cobertura y canal de integración de numerosos movimientos sociales, de
muy diversa índole y ámbito, que agrupaban a grupos y poblaciones integradas a medias
en el sistema y en la sociedad mayor.
48 Lo mismo ocurrió con la desaparición de la ANAPO, Alianza Nacional Popular, que de
alguna manera articulaba las poblaciones marginales urbanas con la sociedad y el Estado.
Las elecciones de 1970, interpretadas como fraudulentas por las masas anapistas,
sirvieron como argumento justificatorio de la opción armada, pues se aducían como
prueba irrefutable del cierre de la vía electoral como medio de acceso al poder.
49 Estos cambios de la sociedad colombiana se reflejaron en el nivel microsocial a través de
los cambios operados en el llamado tejido social, que se refleja en la evolución de los
movimientos urbanos de las grandes ciudades. Inicialmente, los grupos urbanos de los
barrios subnormales se organizaban para la consecución de los servicios públicos
combinando las prácticas de acción familiar y colectiva con la negociación clientelista con
los jefes políticos urbanos y la administración local, reeditando los lazos de cohesión
social propios de la sociedad rural o semirrural de donde procedían (o de pequeñas y
medianas poblaciones). La segunda generación ya es más urbana, con mayor contacto con
la educación y la vida de la ciudad y sus lazos de cohesión e integración internos son más
débiles. Por ello, se constituyen en la base social de los movimientos cívicos de protesta
urbana y están más disponibles a la penetración de los grupos de izquierda y de las
41
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3. Pecaut, Daniel., 1988
4. Para el estudio de estas tendencias, se puede acudir a los libros de Richard Sennet, 1978 y de
Helena Béjar, 1983.
43
NOTAS FINALES
1. Historiador, investigador del CINEP.
44
1 En este documento querría lanzar algunas hipótesis de trabajo sobre el tema del
narcotráfico en la cultura colombiana.
mismo tiempo, empezó a verse la corrupción en altas esferas oficiales estimulada por el
tráfico.
5 Pero la verdadera intolerancia se dio a partir de la respuesta de algunos traficantes a los
obstáculos interpuestos por la clase política a su participación en esta actividad. La
intolerancia, expresada en la “guerra”, se tradujo en formas extremas de confrontación:
terrorismo, paramilitarismo, violaciones de derechos humanos.
BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía
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1988. El Impacto del Narcotráfico en Antioquia. Ed. J.M. Arango? Medellin.
Anόnimo
1989. Un Narco se Confiesa y Acusa. Ed. Colombia Nuestra, Bogotá
Kalmanovtiz, Salomόn
1989. La Encrucijada de la sin Razόn y otros Ensayos. Ed. Tercer Mundo, Bogotá.
NOTAS
1. “Las implicaciones que tiene este nuevo sector económico tan grande, dinámico y rentable
para la sociedad colombiana son inmensas: se han afianzado firmemente viejos valores que
adjudicaban el éxito en la vida a la temeridad y a la suerte. El machismo se salió de madre. El
crimen corporativo terminó de abatir la ya maltrecha institución de la justicia civil: la mafia
compró políticos, policias, militares, agentes de aduana y guardianes de prisiones. Se unió con las
fuerzas de la ultraderecha nacional, que siempre han sido temerarias, para liquidiar a cientos de
activistas, sindicalistas, maestros y profesores universitarios, periodistas, jueces y ministros.
Sobreimpuesto a una álgida lucha entre los movimientos político-militares, los partidos legales
de izquierda y los movimientos cívicos, por un lado, y un régimen político que cada vez hace
menos negociación con sus opositores, recurriendo a la violencia para derrotarlos, por el otro
lado, el narcotráfico toma partido por la derecha, aunque tenga sus específicas reivindicaciones
nacionalistas y antinorteamericanas, lo cual conduce a que de vez en vez haga alianzas tácticas
con algunos movimientos político-militares”. Salomón Kalmanovitz, 1989, pp. 23-24.
NOTAS FINALES
1. Sociólogo, Investigador del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Colombia.
49
1 La región que trataré como caso de análisis –el Bajo Cauca Antioqueño– tiene un
particular interés desde el punto de vista de la temática que nos reúne aquí: conflicto
social en América Latina.
2 La comprensión del conflicto social en la región jugó un doble papel en la investigación
que adelanto:
• De una parte, era el objeto mismo de mi investigación, por cuanto esta pretendía dar cuenta
de los movimientos sociales en su interior y, quien dice movimiento social, dice conflicto.
• De otra parte, los conflictos sociales se convirtieron en la clave metodológica para
comprender la configuración de la región misma, cuya lógica y dinámica eran a su vez
condición sine qua non para desentrañar la lógica de la acción colectiva a su interior.
3 En esta ponencia me referiré exclusivamente al segundo de los aspectos mencionados.
4 Para comenzar, haré una breve ubicación de la región:
5 Los ríos Magdalena y Cauca son los dos principales afluentes que atraviesan el país de sur
a norte y cuyos valles separan dos de los tres ramales de la cordillera de los Andes. El Bajo
Cauca es la llanura formada por el río Cauca, una vez éste sale de la zona andina y se
dirige hacia su desembocadura en el río Magdalena.
6 Se trata de una de las varias regiones de reciente colonización en Colombia,
específicamente, de aquellas ubicadas en las llanuras tropicales del centro del país.
Comparte con todas ellas una de las problemáticas asociadas a los procesos de reciente
colonización, a saber, el conflicto planteado entre guerrilleros, ejército y empresarios de
50
distinta índole que, desde sus respectivos intereses, penetran estas zonas tras de los
recursos y/o tras del dominio territorial y político. Los colonos, pobladores rasos que
llegan también a ellas, vacíos los bolsillos pero llenos de ilusiones, se ven atrapados entre
dos fuegos, y enfrentados a las dificultades que todo proceso colonizador de por sí
conlleva: construir sociedad partiendo de cero.
▲Poblaciones
7 La lucha por la supervivencia y el conflicto son pues los rasgos predominantes del proceso
de poblamiento, de explotación económica y de constitución de la primigenia estructura
social a partir de la cual se comienza a organizar y a integrar este territorio.
8 Trataré en seguida algunos aspectos de esa singular relación que encontré entre la
dinámica del conflicto y la configuración de la región:
partir de la cual se arma este territorio: los cauces de los dos ríos que la atraviesan –Cauca
y Nechí– se convierten en los dos ejes a lo largo de los cuales se asientan los migrantes,
invierten ganaderos y compañías mineras, se levantan o consolidan los poblados, se
construyen carreteras (la troncal que unirá el occidente colombiano con la Costa
Atlántica) y caminos, se titulan tierras y se trenzan los conflictos entre las distintas partes
interesadas en sentar allí sus reales, como lo fueron la invasión de tierras para levantar
caseríos, bandas de delincuentes que acosan a ganaderos y comerciantes, chusmas y
contrachusmas que reciben a los nuevos colonos con el terror y pleitos constantes por la
tierra entre empresa minera y colonos.
11 Sin embargo, y ésta es nuestra primera tesis respecto de la configuración regional y su
relación con el conflicto social, esta osatura sólo adquiere “sentido” y comienza a
configurar “región” a partir del momento en que los actores sociales irrumpen en la
escena confrontando sus fuerzas tras el logro de intereses específicos e imprimiéndole
con ello significado y contornos más precisos al espacio sobre el cual viven, se relacionan
y luchan.
12 Tal proceso se desata a partir de los años setenta cuando las guerrillas se asientan en la
zona y adquieren identidad a través de la lucha por su dominio, cuando el ejército
colombiano se plantea una estrategia de control sobre este mismo territorio, cuando el
auge de los precios del oro impulsa definitivamente la migración constante e intensa
sobre la zona disparando su crecimiento poblacional y creando las condiciones para el
estallido y desarrollo de dos macroconflictos sociales que de ahí en adelante cargarán con
la principal responsabilidad de la definición de los contornos regionales: delimitando un
espacio de conflictos y consolidando a través de ellos unos referentes espaciales, sociales
y políticos comunes.
13 El primero de los conflictos a los que hice mención es el entablado entre guerrillas,
ejército y empresarios mineros o ganaderos.
14 Su primera fase –en los setenta– se desarrolla entre guerrillas y militares. Es cuando el
Ejército de Colombia intenta exterminar al ELN que, para ese entonces, tenía como su
principal foco a las estribaciones nororientales de la cordillera central y a las llanuras del
bajo Cauca hasta la población de Nechí.
15 Su segunda fase –en los ochenta– se desarrolla entre esos mismos actores, y un tercero
que entra en la contienda: los empresarios, mineros o ganaderos, principalmente los
primeros, quienes se convierten en el blanco predilecto de los ataques guerrilleros en
tanto potenciales fuentes de ingresos económicos, al igual que en otros lugares lo son
bananeros o petroleros...
16 La guerra se generaliza y se intensifica cada vez más. Las riberas de los ríos Nechí y Cauca,
ejes estructurantes de la región, reciben el mayor impacto de la misma: a lo largo del
Nechí se dinamitan las torres de energía de la Compañía Mineros de Antioquia, se realizan
tomas guerrilleras de los principales asentamientos urbanos y se enfrenta continuamente
a los batallones del ejército; a lo largo del Cauca corre la troncal del Norte y se asientan
varios batallones: la primera se convierte en punto estratégico de control para los dos
bandos militares enfrentados.
17 Entre tanto se fragua el segundo gran conflicto social: entre los pobladores y el Estado.
Los primeros, carentes de carreteras, puentes, salud, educación, agua potable, luz...
deciden lanzarse a la movilización social. Entre 1984 y 1988 se suceden paros cívicos
acompañados generalmente de “éxodos” campesinos que reúnen en diversos cascos
52
urbanos entre 4.000 y 20.000 personas (la región tenía en total 102.428 habitantes en
1985).
18 Pero si “las condiciones de vida” de estos pobladores son más que precarias, no son ellas
directamente las que los lanzan a la movilización. La confrontación armada generalizada
sobre el territorio, ésto es, sobre sus caceríos, parcelas, ranchos y solares, pone en juego
la “vida” misma.
19 Así, jalonados por diversas organizaciones sociales-campesinas (ANUC), cívicas
(Movimiento Cívico 27 de Febrero) y políticas (Unión Patriótica) comienzan a
manifestarse miles de pobladores campesinos, mineros y urbanos en contra de los efectos
negativos de la guerra.
20 Si a la guerrilla le conviene que a través del movimiento social masivo y desarmado se
presione por la desmilitarización del territorio, por la abolición de los controles a la
circulación de personas y mercados, por la salvaguarda de los derechos humanos, a la
mayoría de los pobladores también y, por eso se movilizan.
21 De ahí que el territorio de guerra demarca también el territorio del movimiento social en
el Bajo Cauca.
22 Si bien las movilizaciones sociales tuvieron sus primeras manifestaciones en puntos muy
localizados en la década del setenta (Caucasia y Zaragoza) y se dinamizaron en torno de
aspectos puramente “materiales” y de diversa índole (obras públicas y servicios), pronto
la confrontación armada homogeniza los términos de la lucha, la generaliza a través de
todo el territorio (cinco de los seis municipios que lo conforman) e impulsa a la
coordinación de sus acciones y a la formación de un movimiento de carácter regional.
23 Así, la guerra entre las guerrillas y el ejército catalizó la formación y articulación de un
gran movimiento social que durante cinco años consecutivos promovió en la conciencia
de los pobladores no sólo la idea de ser portadores de un cúmulo de necesidades
insatisfechas sino de pertenecer a un mismo territorio, de compartir una misma
problemática y de poder actuar mancomunadamente con objetivos y reivindicaciones
que, aunque con limitaciones, comenzaron a satisfacerse. Es más; las movilizaciones se
construyeron sobre la base de la reunión en un mismo punto de masas provenientes de
diversas zonas de la región. Esto es: se recorría el territorio y se confluía unas veces en
unas cabeceras urbanas, otras en otra.
24 Las masas se apropiaron material y subjetivamente del territorio que habitaban y
compartían. El movimiento social catalizado por la guerra y desarrollado a lo ancho de
ese territorio de guerra, cumplió con un papel principal en la articulación de la región.
Región y Nación
25 La segunda tesis que quiero desarrollar aquí con respecto a la relación que se presenta
entre los conflictos sociales y los procesos de configuración de las regiones hace
referencia a la articulación de estas realidades socio-espaciales llamadas regiones con el
conjunto social global al que llamamos nación. En concreto veremos cómo los lazos que
articulan una región a una nación pasan paradójicamente por la lucha y el conflicto.
26 No existe una región sin referencia a una nación. Me explico: la dimensión política –que
es la que menos se nombra y analiza en los estudios regionales– está presente en el meollo
de la definición de las coordenadas socio-espaciales que delimitan cualquier región.
53
La política pública
32 Es mediante la aplicación de una política de guerra seguida, y muchas veces combinada,
con una política de apaciguamiento de la guerra como el Estado hace su penetración en
estas tierras de nueva colonización.
33 El Estado, hasta finales de los sesentas, sólo estuvo presente en el Bajo Cauca a través de
los diversos organismos de seguridad con que cuenta (DAS, F-2,....) para controlar el
abigeato, la delincuencia y las bandas de chusmeros que azotaban esa zona y de algunas
avanzadas del Instituto de Reforma Agraria titulando tierras y abriendo un camino
(Tarazá-Uré). Con el asentamiento de los nacientes grupos guerrilleros del ELN y el EPL, el
poder público refuerza allí su faz coercitiva y envía sus guarniciones y batallones para
hacerle frente a la guerrilla. De ahí en adelante observamos el transcurrir de una guerra
sin fin.
34 Pero es en la década de los ochenta cuando, ante la envergadura de los conflictos, el
Estado asume una posición más comprometida con relación a su presencia y acción en la
región. Este cambio se enmarca dentro de una coyuntura nacional en la que, ante la
violencia generalizada y polifacética, el Estado se replantea su política: de una política de
“guerra” pasamos a una política de “paz”. La rehabilitación de las zonas periféricas y
rojas se convierte en la consigna principal, poniéndose así a la orden del día en estas
zonas, la inversión pública en carreteras, puentes y servicios públicos.
54
El movimiento social
37 Pero hay un segundo nivel a través del cual los conflictos de la región la articulan a la
nación. Se trata de aquel planteado entre los pobladores y el Estado a través de la
movilización social.
38 Ya vimos cómo los pobladores del Bajo Cauca se lanzaron a una movilización de
envergadura regional durante cinco años consecutivos de la década del ochenta. Lo
interesante ahora es observar cómo su enfrentamiento con el Estado se enmarca dentro
del juego de fuerzas sociales y políticas de carácter nacional que se han ido asentando en
la región: La Asociación de Usuarios Campesinos –ANUC–, la Unión Patriótica –UP–,
partido surgido de las entrañas mismas del proceso de paz y el Movimiento Cívico 27 de
Febrero –fuerza social regional que se fue construyendo al calor de los conflictos.
39 Son estas fuerzas organizadas las que impulsan la movilización social en busca de dar
solución a las necesidades más sentidas de la población –necesidades que son las mismas
que en otros territorios de la nación movilizan a otros pobladores y que sumados unos a
otros configuran el cuadro complejo de los grandes conflictos que conmocionan hoy las
bases sobre las cuales han venido funcionando nuestros modelos de desarrollo
desequilibrado y de recortada democracia.
40 Así, con base en la lucha solidaria por la consecución de la satisfacción de las necesidades
básicas, los pobladores se articulan a las fuerzas sociales y políticas que plantean y
dinamizan los conflictos de envergadura nacional. O en otras palabras, así comienzan los
pobladores del Bajo Cauca a formar parte de los ciudadanos de Colombia que, al insertarse
en el juego de fuerzas a nivel nacional, le imprimen un significado político específico a su
región y se vuelven partícipes de los procesos de su articulación a la nación.
41 En conclusión, el estudio de caso realizado sobre una región, sus conflictos y su
movilización social, además de aportar un conocimiento sobre los procesos a partir de los
cuales se han ido construyendo unos contornos regionales y sus características, y de
allegar elementos empíricos y teóricos sobre la lógica de uno de los principales conflictos
que atraviesan a nuestra colectividad, sirvió también de ocasión para implementar una
propuesta metodológica en la que la relación entre los conflictos sociales y la
55
configuración regional aparece como una de las claves para abordar el estudio de las
regiones de nueva colonización en Colombia. Espero que sea de utilidad la discusión sobre
la misma.
NOTAS
1. Las ideas aquí expuestas forman parte de la investigación “Movimientos Cívicos y
Regiones” financiada por COLCIENCIAS. Universidad de Antioquia e Instituto de Estudios
Regionales y que se encuentra actualmente en proceso. En ella se analizan los
movimientos cívicos que durante las tres últimas décadas se desarrollaron en cuatro
regiones de Antioquia.
NOTAS FINALES
1. Socióloga, Investigadora del Instituto de Estudios Regionales Universidad de Antioquia.
56
Introducción
1 En 1905, el gobierno nacional le anexó al departamento de Antioquia la banda oriental del
Golfo de Urabá en compensación por la segregación del antiguo Caldas. Desde aquellos
años, dos fueron las preocupaciones de los gobiernos departamentales: incentivar la
colonización de la región con campesinos antioqueños y, por otra parte, encontrar una
salida al mar que venciera las barreras geográficas que separaban al interior del Golfo.
Comenzó entonces una intensa campaña sobre el futuro promisorio de Urabá al mismo
tiempo que se estimaban las propuestas para la construcción de un ferrocarril o de una
carretera. Esta última se consideró como el proyecto técnico más viable. Las obras de
ingeniería se iniciaron en 1930 y su inauguración, a medio hacer, se realizó
pomposamente en 1956.
2 Sobre el por qué no se dio la colonización antioqueña durante la primera mitad del
presente siglo, la más factible explicación, ya planteada por James Parsons en su libro
Urabá, salida de Antioquia al mar, se relaciona con las difíciles condiciones que la
región presentaba para los habitantes del interior del departamento. Sin embargo, no
eran solamente las condiciones físicas como el climay la topografía las que diferenciaban
a Urabá, sino también la existencia de una cultura distinta ligada a la forma de vida de los
habitantes ya establecidos o que se establecieron durante esos años en la región. En este
sentido es claro que la colonización antioqueña no se iba a dar en un territorio vacío y
que la lucha por la apropiación de éste, que no se manifestaría necesariamente en una
lucha física, se daría en otros niveles. La “civilización” o “antioqueñización” de Urabá
57
Construcción de la frontera
3 Las percepciones antioqueñas de la región de Urabá, llevan a formular una serie de
preguntas sobre los conflictos culturales o regionales y étnicos que representó la llegada
tardía de un grupo particular que como el antioqueño, se define a sí mismo en términos
de “raza”. En este sentido, es posible observar en el discurso de la colonización
antioqueña durante el presente siglo, que conceptos tales como la “homogenización de la
raza” o la “antioqueñización” de Urabá se convirtieron en aspectos centrales de la
campaña colonizadora. La ocupación del espacio regional por los antioqueños, visto como
laconquistade la periferia, permite inferir que laconstitución de lafrontera interna
implicó la exclusión social y económica de los habitantes de ésta, caracterizados desde el
interior como racialmente inferiores.
4 La antioqueñización de Urabá implicaba, además, que los nuevos habitantes llegados del
interior contribuirían a la difícil tarea de consolidar el gobierno departamental en la
región. En este sentido, la imposición de una base organizacional por parte de un grupo
regional y demográficamente minoritario debió influir en el escaso éxito en el
establecimiento de las instituciones consideradas como portadoras de valores típicamente
antioqueños.
5 Es frecuente encontrar quejas de los representantes de la Iglesia, de profesores o de
funcionarios públicos referidas a la dificultad de realizar un buen trabajo en una región
en donde la gente muestra tan poco interés en las labores por ellos realizadas 2. La
institucionalización del orden, percibido como la llegada del poder público central se
mantendrá hasta nuestros días, como una preocupación constante en la región3.
6 En este artículo quisiera hacer referencia a la forma cómo los conflictos étnicos-culturales
que se evidencian en la historia de Urabá así como la “ausencia del estado”, están
relacionados a través de la percepción de “frontera interna”. La construcción de esta
percepción puede verse a partir de las imágenes que sobre Urabá presenta el discurso de
la colonización antioqueña en Urabá desde comienzos del presente siglo.
7 En este trabajo se considera que la existencia de la “frontera interna”, a través de las
imágenes antioqueñas se vio fortalecida en la medida en que en la región se desarrollaron
ciertas formas de resistencia a la expansión antioqueña. De otro lado, la construcción de
la imagen de frontera interna ha sido importante para justificar la existencia de poderes
locales excluyentes. Estos planteamientos se desarrollarán a través de una rápida mirada
al discurso de la colonización antioqueña y a través de la influencia en la región de un
gamonal liberal durante los años treinta.
9 “...Urabá será un campo donde no tendrán cabida las ideas exóticas, opuestas al espíritu
altamente comprensivo de la raza antioqueña, que no acepta el tutelaje intelectual de los
que pretenden transformarla teniendo como base los problemas psicológicos de otras
razas y otras latitudes” (1931:43).
10 Según los datos de Fray Severino de Santa Teresa, prefecto apostólico de Urabá (1939), la
población total de Urabá era en 1939, de 50.000 personas. Entre estas, la raza negra
representaba el 65%; los blancos y mestizos el 25% y los indígenas el 10%. O sea que en
términos estrictos (ya que para Santa Teresa los blancos y los mestizos ocupan el mismo
lugar), las “otras razas” a las cuales se refería el visitador Muñoz en 1931, constituían el
75% de la población4.
11 Dieciséis años después, en la correspondencia del alcalde de Frontino del año de 1947,
aparece una carta dirigida por éste al gobernador del departamento defendiendo al
corregidor de Policía en el manejo de una situación de orden público. El problema
narrado por el funcionario hacia referencla al hijo de Don Ricardo Arango, administrador
de rentas departamentales, a quien habían metido a la cárcel por “repicar las campanas
de la Iglesia en momentos en que se practicaba el rosario de costumbre”. La policía fue
avisada y cuando fueron a coger al muchacho éste corrió por toda la Iglesia y según el
informe, irrespetó el altar, burló a la policía y de nuevo hizo repicar las campanas.
Finalmente la policía encarceló al muchacho. Cuenta el alcalde que el padre del niño llegó
“hecho una furia” gritando al corregidor:
12 “Inmediatamente me larga mi hijo por que esta cárcel es para los indios y no para los
hijos míos, o le prometo que lo hago caer del puesto donde está” (Folder No.439. Oficio
2411).
13 En cuestión de días y dependiendo de la fuente de información consultada, para los
antioqueños la región pasaba de ser el lugar a donde se enviarían los malos, los ociosos y
los perros que sobraban en Medellín, a un paraíso listo para ser explotado. Pero
claramente un paraíso que aún no existía... porque Urabá aún no era real para Antioquia y
debía construirse. Era un sueño a realizar; y para su invención se necesitaban los
soñadores. Estos serían personajes generalmente pertenecientes a la élite progresista del
departamento, que el gobierno local y la prensa incorporarían a la campaña colonizadora
de la región. Se constituirían en los impulsores de Urabá: en los “quijotes” de la
colonización del occidente, comparables a los “fundadores” de la colonización del sur del
departamento. Generalmente ingenieros o visionarios de las posibilidades económicas
que les ofrecía un país que apenas salía del marasmo de sus guerras civiles, más que
inventores de sueños eran personas bien conectadas con el momento económico que vivía
el país y Latinoamérica en general. Si no eran quijotes, al menos si tenían una visión del
camino que tomaría el desarrollo del país.
14 Las imágenes de Urabá que presentaban tanto la prensa antioqueña como los informes
oficiales, más que reforzar la frontera geográfica fueron fortaleciendo una frontera
cultural. En éste sentido, amedida queavanzaba laarticulación de la región con Medellín
através de la Carretera al Mar, la frontera geográfica disminuía en la misma proporción
en que se acrecentaba la frontera cultural5. El caso más notorio se puede observar en las
opiniones que sobre la región emitirían los “impulsores del desarrollo”. Estas tenderían,
por un lado a desconocer la existencia de grupos organizados social o económicamente en
la región y por el otro, a proclamarse como los únicos redentores de una zona donde
imperaba el “salvajismo” y la “barbarie”. (Steiner, 1991). Este convencimiento convertiría
59
la labor colonizadora en algo más que la ocupación física del territorio, en donde los
elementos religiosos, patrióticos y civilizadores jugarían un papel importante. La máxima
expresión de esta actitud se encuentra en el discurso que convertiría la construcción de la
carretera al mar en una “magna” labor y a la figura del empresario don Gonzalo Mejía, en
el patriota por excelencia.
15 Si el hacha ha representado el símbolo de la colonización antioqueña del sur del
departamento, la carretera al mar es el símbolo indiscutible de la colonización del
occidente. Al respecto conviene destacar dos aspectos. El primero, es la forma como esta
empresa a través de una serie de símbolos y de propaganda logró convertirse en “el
proyecto de los antioqueños” por llegar al mar. Los mismos elementos utilizados para
promover la colonización, como el patriotismo, la religión, y “la raza” estuvieron
presentes en el desarrollo de la obra. Cualquier negativa del gobierno nacional para la
continuación de la carretera, sería presentada como una negativaal pueblo de Antioquia.
16 El segundo aspecto importante de destacar es el hecho de que lacarretera nuncafue vista
como importante para Urabá, sino solamente para Antioquia. Esta debía ser vista no como
arteria de salida sino como vía de penetración. En efecto, este fue un proyecto del interior
que pocas veces consultó con las necesidades o intereses del Golfo. De hecho, las
comunicaciones de los habitantes de Urabá siempre se daban con Cartagena o con
Montería, sus relaciones no eran con el interior.
22 Las maneras fuertes y déspotas de Campillo si bien podían causar reticencia en algunas
personas, en general eran vistas como las de una persona “que hablaba claro”.
Indudablemente producía algo de miedo, aunque cómo dijo don Célimo Romaña en Turbo,
“la gente no le tenía exactamente miedo, era como un respeto de cariño no un respeto de
miedo. Lo que pasa es que don Eusebio Campillo hablaba con mucha seriedad”. Era, como
es obvio, el prototipo del hombre valiente y mujeriego. Don Manuel, quien en la
actualidad tiene 90 años y es de los más viejos habitantes de Turbo menciona que,
23 “La gente aquí quería a don Eusebio, yo no le tenía miedo porque yo era igual que él y
peleaba a machete. Vea estas cicatrices, esto han sido paisas que me han mochado”.
24 Queriéndolo o no sin embargo, cualquier orden suya debería ser cumplida.
25 ¿Por qué una persona como Eusebio Campillo llegó a tener tanto poder en la región?
Aparte de su evidente poderío económico a través del comercio de la tagua, que le
permitió vivir como rico hasta el día de su muerte, según los entrevistados, sería
interesante intentar ver otras características de este personaje. Era un furibundo y
convencido liberal en una región en la cual sus habitantes más viejos se proclaman como
los más auténticos y radicales. Ser liberal en Urabá era mucho más que la pertenencia a
un partido, era algo con lo que se nacía. “El Ronco” Jaramillo lo explica: “porque esto es
liberal por tradición y porque la tierra caliente siempre ha sido liberal, toda esta región
de Urabá era, digamos como una República independiente liberal, aquí no podía entrar la
policía”. En este mismo sentido se expresó don Célimo Romaña al decir que,
26 “Esta región es netamente liberal, usted sabe que la tierra caliente como ésta es de fervor
liberal. Precisamente porque a la gente le gusta mucho el aguardiente y porque la gente
nace con ese espíritu de libertad que lo lleva a ser liberal, a ser libre”.
27 Al respecto conviene destacar un punto: la relación de identidad entre ser liberal y vivir
libre en la tierra caliente es enunciada frecuentemente por los viejos militantes
entrevistados en Urabá y Córdoba, que en su mayor parte provienen del Chocó. Se
denominan como liberales o sea libres pero en la tierra caliente. Es fácil ver la
contraparte: la tierra fria, el interior, lo antioqueño, lo conservador.
28 La región se consolidó como liberal en un país con gobierno conservador y muy
seguramente fue para sus habitantes la posibilidad de supervivencia, lo cual ciertamente
les representó cierta libertad6. Sus pobladores además, vivieron de la recolección y de la
pesca, actividades de alta movilidad en contraste con la economía cafetera centrada en la
familia. Todo esto haría que este Urabá liberal fuera, sobre todo distinto a Antioquia.
29 El poder de Campillo era el resultado de una serie de factores no solamente relacionados
con su apabullante personalidad y su dinero sino también por una serie de valores que él
representaba y que lo identificaban con los habitantes de la región.
30 Eusebio Campillo, el señor que, según Célimo Romaña, “aunque iba mucho a Cartagena su
vida era aquí porque cualquier cosa que le hiciera falta al pueblo él siempre estaba al
frente para conseguirla”, no solamente era identificado como benefactor sino como
representante de lo liberal o sea del ser libre. Y es en esa imagen de libertad donde se
puede ubicar el poder de Campillo, porque es allí donde surge la identificación de la
población con él. Este personaje vivió en la época en que el comercio y los negocios
comenzaban lentamente a ser manejados por los antioqueños y era desde Medellín desde
donde se decidía el futuro de la región. La carretera al mar se planeaba como la llegada
triunfal del interior al Golfo. En ese contexto, Campillo era un “hombre de pueblo”, un
negro más poderoso y más valiente que la población blanca que comenzaba allegar. Por
61
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NOTAS
1. Agradezco a Aura María Puyana y a Boris Esguerra la lectura y los comentarios al presente
artículo.
2. Respecto a la labor de la Iglesia en Urabá, es de anotar que la primera orden religiosa que se
instaló allí en el presente siglo fue la de los Padres Carmelitas a los cuales les fue encargada la
Prefectura en el año de 1918. En 1942 la Prefectura apostólica de Urabá pasó a formar parte de la
Diócesis de Antioquia. La salida de la comunidad de los Padres Carmelitas causó una serie de
protestas de los habitantes de la región quienes enviaron varias peticiones al obispo de
Antioquia. (Hernández, 1956:370 y Santa Teresa, 1957).
3. Recientemente, lo anterior pudo observarse en las conversaciones sostenidas en 1990 con
algunos representantes del gremio bananero y con en ese entonces aún, guerrilleros del EPL. Para
los bananeros el principal problema de la región era la poca presencia del Estado. Cuando a los
guerrilleros se les hacía esta misma pregunta, la respuesta era también la misma: el problema de
Urabá era la falta de presencia del Estado. El hecho de que dos grupos, considerados como polos
opuestos en el conflicto de la región consideraran la “taita de presencia del Estado”, como el
principal problema de la región, sugería preguntas acerca de quién o quiénes se beneficiaban de
esta “ausencia”.
4. La entrada masiva del inmigrante del interior del país a Urabá se dió a partir de los años
cincuenta. Tres aspectos estimularon dicha entrada: la violencia partidista, la construcción de la
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NOTAS FINALES
1. Profesora Departamento de Historia e investigadora Centro de Estudios Sociales. Universidad
Nacional de Colombia.
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3 Uno de los ejes analíticos fue la relación entre lo público y lo privado a nivel local. Cuando
se aplican dichas categorías al análisis de sociedades que están a mitad de camino entre la
premodernidad y la modernidad, como es el caso de los esmeralderos, es inevitable que se
presenten dislocaciones y haya que apelar a términos intermedios como lo semi-público y
lo semi-privado. A pesar de las dificultades señaladas, la utilización de estas categorías en
el contexto de la investigación permitió delimitar ámbitos y considerar la doble vía en la
constitución de lo público, desde la perspectiva estatal y desde la óptica de los poderes
locales, poniendo un énfasis muy especial en los mecanismos de legitimación de lo
público local.
4 Las guerras entre esmeralderos se han llevado a cabo en el seno de una comunidad local a
la que se suma una considerable población flotante pobre y desarraigada procedente de
varios departamentos del país, dando lugar a una situación social extremadamente
conflictiva. La utilización de un enfoque transaccional facilitó reconstruir el entramado
social de las relaciones cara a cara que caracterizan a las comunidades mineras y permitió
apreciar mejor la naturaleza de los conflictos interpersonales que son los que dan lugar a
la guerra entre familias enemigas2. Tal enfoque coloca en primer plano las diferencias de
status que surgen a partir de la interrelación misma entre los individuos y no solamente
el status previo de los actores y la jerarquización que se establece a partir del control
efectivo sobre el recurso natural.
entre 1960 y 1990, sucesivas contiendas por el usufructo de las minas de esmeraldas. La
población del occidente de Boyacá está integrada por las pequeñas comunidades locales
de los diferentes pueblos y caseríos y por la fluctuante población flotante de guaqueros y
aventureros. Los raizales son por un lado los campesinos y por el otro los pueblerinos, es
decir los comerciantes, los tenderos, los empleados municipales y los maestros con sus
respectivas familias. El sector pueblerino más tradicional está integrado por los dueños de
las tiendas de abarrotes, los empleados municipales y los profesores, un sector cuyos
valores están en franca contraposición a los de aquellos que gravitan alrededor de las
minas y que eventualmente y con un poco de suerte, podrían estar sujetos a procesos de
acumulación rápida lo que los lleva a asumir una posición crítica con respecto a los
valores y el modo de vida de los guaqueros y comerciantes en esmeraldas.
16 Las facciones en que se dividen los esmeralderos son grupos conflictivos que subordinan
el bien público local asus intereses particulares; son coaliciones integradas por las
familias extensas de los antagonistas y por gente que ha sido reclutada por o en nombre
de los antagonistas; el mando de cada una de estas facciones recae en el jefe militar quien
mantiene vínculos personales con cada uno de sus seguidores y se ve obligado a emplear
buena parte de sus energías en cultivarlos para garantizar la lealtad de sus allegados. Las
alianzas son frágiles y la definición del enemigo es un asunto de los patronos, definición a
la que se acogen los demás familiares y el resto de la organización militar. En términos
generales el enemigo es aquel que ofende el honor, asesina a un familiar, roba o incumple
la palabra.
BIBLIOGRAFÍA
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Bibliografía
Boissevain, Jeremy
1974. Friends of Friends Network, manipulators and coalitions. Saint Martin’s Press, New York.
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1977. The dyadic basis of clientelism. Friends, followers and factions. Ed. Schmidt, Scott et al,
University of California Press.
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1977. “Factions: A comparative analysis”. En: Friends, followers and factions. Ed Schmidt, Scott, et
al., University of California Press.
Schmitt, Carl
1991. El concepto de lo político. Ed Alianza Universidad, Madrid.
NOTAS
1. Los resultados de dicha Investigación se encuentran publicados. M. Victoria Uribe. 1992.
2. La caracterización de los grupos de esmeralderos como facciones se hizo a partir de la lectura
de los siguientes artículos: Landé. Carl, 1977: Nicholas Ralph, 1977.
3. El concepto de lo político como contraposición de las categorias de amigo-enemigo resulta de
gran utilidad en el análisis de grupos sociales enfrascados en contiendas motivadas por pasiones
como son la venganza de la sangre y la defensa del honor; en tal sentido ver: Carl Schmitt. 1991
NOTAS FINALES
1. Antropóloga, investigadora de CINEP y Profesora de la Universidad de los Andes, Bogotá.