Conclusion Es
Conclusion Es
Conclusion Es
Es obvio que los modelos presentados no pueden ser todos correctos, pero podrían relacionarse
mutuamente. Hay un elemento del modelo de la inversión en el modelo del hundimiento, en vista
de lo que sucedió a los mares prediluvianos ubicados encima de la corteza granítico (Fig. 3). Una
moderada expansión y contracción de la tierra podrían haber estado implicadas en cualquiera de
esos modelos. Lo que sucedió realmente podría coincidir en parte con cada uno de los modelos
aquí tratados y de otros todavía no propuestos. Con frecuencia la verdad no es tan simple como
nuestros intelectos limitados tienden a hacerla.
Los tipos de seres vivientes encontrados en la columna geológica (Fig. 1) indican que los que ahora
se consideran como las formas más completas de vida no aparecen en las partes inferiores. La
configuración general de la distribución de los fósiles en los sedimentos es explicada por muchos
creacionistas sobre la base de una secuencia natural, ecológica, cuando fueron sepultados por el
diluvio. Se postula que antes del diluvio la distribución de las plantas y de los animales variaba de
un lugar a otro como varia ahora. Esto se advierte fácilmente en las zonas montañosas donde las
plantas y los animales de un nivel más bajo con frecuencia son muy diferentes de los animales de
un nivel más alto de la misma región.
Al considerar cómo el diluvio puede haber causado la secuencia que se encuentra en el registro de
los fósiles, es necesario hacer la diferencia entre las pequeñas inundaciones locales con las cuales
estamos familiarizados y un suceso de alcances mundiales insólito como el que se describe en el
Génesis. Con frecuencia pensamos en una inundación que arrastra sedimentos de una zona más
alta hasta una más baja y los mezcla más o menos desordenadamente. Dentro de los alcances de
una inundación mundial, el proceso no sería tan desordenado. Como resultado habría una
secuencia a medida que se elevaran gradualmente las aguas de la inundación y destruyeran los
diversos paisajes prediluvianos con sus seres vivientes peculiares. Se esperaría que hubiera
grandes olas durante una catástrofe tal. E. G. de White se refiere a que el arca era arrojada de una
ola a otra (White 1890, pág. 88) y añade que "árboles, edificios, rocas y tierra eran lanzados en
todas direcciones" (Id., pág. 87). Una ola de 3 m puede producir una presión de 70 gramos por
cm². Con frecuencia las corrientes de turbidez (Sección V-B) llevarían sedimentos a las zonas más
bajas depositando una capa encima de la otra de una manera más o menos ordenada, tal como se
observa en muchas de las secuencias sedimentarias de la corteza terrestre. El orden de los fósiles
en estas secuencias en cierta medida reflejaría el orden de las tierras erosionadas, destruidas por
la elevación gradual de las aguas. Esta idea, a la que se hace referencia como a la "teoría de la
zonificación ecológica", fue desarrollada por H. W. Clark. La figura 4, tomada de su libro (Clark
1946), ilustra un supuesto paisaje prediluviano. Si un paisaje tal hubiera sido destruido por el
diluvio tal como ya fue descrito, se obtendría la secuencia que ahora encontramos en el registro
de los fósiles. (Véase el diagrama de las págs. 96 y 97.)
A la izquierda están los períodos geológicos. El diagrama muestra típicas formas de vida de cada
división, dispuestas en orden, tal como aparecerían en un panorama antiguo. Puede verse cómo
las zonas de vida (o biológicas) reemplazan a las divisiones del tiempo.
La sugerencia de una secuencia evolutiva progresiva en la columna geológica igualmente podría
indicar que en la superficie prediluviana del planeta diversas clases de seres vivientes eran
característicos de diversas alturas. Esto es algo similar a lo que ocurre ahora. Por ejemplo, no
encontramos águilas y vacas en el fondo de los océanos.
Como se ha indicado en la Sección VI-A, por lo general los creacionistas incluyen en el diluvio la
mayor parte de aquella porción de la columna geológica que contiene fósiles (fanerozoico). Sería
deseable poder afirmar dónde comenzó y terminó el diluvio en la columna geológica. Sin embargo,
una afirmación tan sencilla no debería esperarse para un acontecimiento tan complejo como el
diluvio. En una parte del mundo los últimos depósitos efectuados por el diluvio pueden haber sido
del tipo jurásico sin tener ningún depósito encima, mientras en otros lugares pueden haber sido
del tipo del mioceno. El mioceno quizá represente el último período del diluvio, puesto que hay
significativos cambios climáticos y de fósiles en este punto de la columna geológica. El comienzo
del diluvio también podría ser difícil de definir, puesto que podrían haber existido algunas
fosilizaciones antes del diluvio. Ciertamente, éste sería el caso si hubiera arrecifes de coral. Estas
estructuras consisten principalmente en fósiles. Se habrían destrozado en el diluvio, habrían sido
transportadas y vueltas a depositar formando fósiles que fueron nuevamente depositados. El
cámbrico podría representar el comienzo de la actividad del diluvio en muchas zonas, al paso que
en otras partes el comienzo puede haber sido a un nivel superior o inferior.
Puesto que el diluvio, tal como se lo describe en las Escrituras, fue un acontecimiento singular, es
difícil establecer un modelo hipotético de su desarrollo. Debido a que lo mismo puede decirse de
algo que nunca ocurrió, ésta no es una razón válida para negar que ocurriera el diluvio. Un sistema
lógico de investigación debiera admitir acontecimientos singulares. Al paso que no es posible
obtener evidencias directas del diluvio, una catástrofe inmensa de tales proporciones debiera
dejar evidencias circunstanciales abundantes en apoyo de su existencia.
Una característica singular de las capas de sedimento que están sobre la tierra es que la cubierta
sedimentaria de los continentes tiene un espesor cuyo promedio es unas cinco veces mayor (1,5
km.) que el grosor de la cubierta que se encuentra en el lecho de los océanos (Fig. 1). Algunos de
los sedimentos originalmente llevados al océano por los ríos pueden haber sido absorbidos por un
proceso de inmersión que hace penetrar la litosfera dentro del manto (Sección V-A). Sólo se puede
conjeturar cuánto fue lo que podría haber sido inmerso. Para la cuestión de un diluvio de alcances
mundiales, es más importante el hecho de que más o menos un tercio de los sedimentos que
están sobre los continentes contienen fósiles marinos, y por lo tanto se originaron en el mar. Esto
concuerda bien con la idea del levantamiento de sedimentos marinos dada por E. G. de White
(Sección III). Una inferencia interesante es que en la actualidad los sedimentos del océano son
escasos porque se han acumulado tan sólo a partir de las últimas etapas del diluvio y después de
él. Los sedimentos marinos de los continentes representan lo que había en los océanos antes del
diluvio. Los geólogos que no creen en una catástrofe de alcance mundial, como el diluvio, por lo
general explican la presencia de abundantes depósitos marinos en los continentes suponiendo que
extensas zonas de los continentes acumularon depósitos marinos mientras estaban debajo del
nivel del mar durante largos períodos (por ejemplo, Brooks 1949, pág. 206; Sloss y Speed 1947).
Esta idea no se ha librado completamente de desafíos (Wise 1972). La idea de continentes
ubicados a un nivel inferior en lo pasado es similar al primer modelo que ya presentamos (Sección
VI-B-1), según el cual los continentes se hundieron durante el diluvio. Si esto no se toma en
cuenta, la gran abundancia y amplia distribución de depósitos marinos en los continentes resulta
insólita, a menos que se acepte un diluvio como el del Génesis.
La naturaleza amplia, continua y singular de muchas formaciones también indica una extensa
deposición en una escala que sugiere un diluvio mundial. Por ejemplo, la formación Morrison,
jurásica, multicolor y con fósiles de dinosaurios, en el oeste de los Estados Unidos, se extiende
desde Kansas hasta Utah y desde el Canadá hasta Nuevo México (Hintze 1973). Sin embargo su
espesor por término medio es sólo de unos 150 m. Estas amplias formaciones, de las cuales podría
presentarse una extensa lista, reflejan una continuidad de deposición lateral en una escala
desconocida en la actualidad. Muchos geólogos las explican como un conjunto de características
sedimentarias locales. De nuevo es sumamente difícil imaginar fenómenos de sedimentación local
que produjeran esas formaciones relativamente delgadas pero amplias y continuas. Uno también
se pregunta cómo pudo haber sido tan uniforme una actividad local durante los largos períodos
supuestos para la deposición de las formaciones. Los datos concuerdan mejor con la idea de un
diluvio catastrófico como el que se describe en el Génesis.
4. Turbiditas.-
El nuevo concepto de rápida sedimentación por agua, provocada por corrientes de turbidez,
tratado en la Sección V-B, concuerda bien con una catástrofe tal como el diluvio del Génesis. Sólo
el tiempo dirá qué proporciones de los sedimentos se identificarán finalmente como depósitos de
turbiditas. Las turbiditas con frecuencia son complejas, no siempre se sedimentan
granulométricamente, y a veces no se pueden identificar. Dott (1963) identifica "algo menos del 50
por ciento" de turbiditas en algunos sedimentos de la cuenca de Ventura, en California. En una
sección que abarca desde el devónico hasta el eoceno, del noroeste de los Estados Unidos, él
estima que el 30 por ciento son turbiditas sedimentadas granulométricamente, 15 por ciento son
rocas calcáreas, 15 por ciento volcánicas, y 40 por ciento son de origen incierto.
Las discordancias que representan "hiatos" provocados por el tiempo en el registro geológico son
frecuentes en muchas secuencias sedimentarias. Esos hiatos de tiempo extenso debieran mostrar
los efectos del tiempo. La erosión durante esos largos hiatos debiera ser evidente, y a veces
debiera haberse preservado, al quedar sepultadas esas características debajo de un nuevo ciclo de
sedimentación. La falta casi completa en las discordancias de las características principales de la
erosión, tales como los 100 numerosos cañones que ahora vemos en la superficie de la tierra,
sugiere poco tiempo entre los ciclos de sedimentación, tal como podría esperarse en un diluvio.
Existen pocos cañones fósiles N. del T. * (por ejemplo, Cohen 1976), pero su casi completa
ausencia en todos los sedimentos antiguos comparada con su actual abundancia en la superficie
de la tierra apoya el concepto de que la deposición de los sedimentos en el pasado fue rápido y
dio poco tiempo para la erosión. (Nota: "Hiatos", es decir "solución de continuidad [brecha] en los
depósitos sucesivos de un país", según la Enciclopedia del idioma, de Martín Alonso.- N. del T.
*Cañones antiguos que han quedado cubiertos por sedimentos más recientes en los cuales
quedan impresos sus moldes.-)
Algunos geólogos han usado el concepto de las penillanuras en un esfuerzo por explicar la
ausencia de características grandes de erosión en las discordancias. Las penillanuras son
consideradas como superficies amplias erosionadas de bajo relieve. La secuencia singular de
acontecimientos requeridos para producir penillanuras (Thornbury 1969, págs. 185-188) ha
inducido a muchos a poner en duda este concepto (por ejemplo, Holmes 1965, pág. 575; Foster
1971, pág. 65). Si las penillanuras son una característica común del registro de los fósiles, debería
haber ejemplos modernos. Sin embargo, Bloom (1969, pág. 98) pone en duda la existencia de
penillanuras modernas.
Parece evidente que las características de las discordancias en el registro geológico apoyan la
acumulación relativamente continua requerida por un modelo del diluvio.