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12 Lefort-La Cuestión de La Democracia

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LEFORT, Claude (1986): La incertidumbre democrática. Ensayos sobre lo político. Madrid, Anthropos, 2004, pp. 36-51.

La cuestión de la democracia

-Propósito = restauración de la filosofía política. Totalitarismo = nuevo tipo de despotismo = de vocación global.
Hundimiento del socialismo soviético = no liberó al pensamiento, no abrió nuevo camino de la filosofía política.
- “Repensar lo político requiere una ruptura con el punto de vista de la ciencia en general, y en especial, con el punto de
vista que ha venido a imponerse en aquello que se denomina ciencias políticas y sociología política” (Lefort, 2004: 38).
Objeto de estudio = construido a partir de la delimitación del hecho político como hecho particular distinto de otros hechos
sociales particulares = ficción; consecuencias = sociedades democráticas modernas caracterizadas por la delimitación de
esferas de instituciones = separación entre diversos sectores de la realidad. Según Lefort, lo político tiene un significado
general y no particular: la esencia de lo político es la constitución del espacio social o la forma de sociedad; “Lo político se
revela así no en aquello que llamamos actividad política, sino en ese doble movimiento de aparición y ocultamiento del modo
de institución de la sociedad” (Lefort, 2004: 39): Aparición = emergencia de lo visible (proceso de ordenación y unificación
de la sociedad mediante sus divisiones); Ocultamiento = una parte de la política (competencia entre partidos para acceder al
poder) de designa como particular disimulando el principio generador de la configuración del conjunto.
-Pregunta filosófico-política: ¿en qué consiste la diferencia de formas de sociedad? Pensar lo político = ruptura con la
ciencia política. Origen de la ciencia política = voluntad de objetivación; corolario = operaciones de conocimiento que no
deban nada a su implicación en la vida social = neutralidad. “(…) si pretendemos reducir el conocimiento a los límites de la
ciencia objetiva, rompemos con la tradición filosófica. Por no correr el riesgo de juzgar, perdemos el sentido de la diferencia
entre las formas de la sociedad” (Lefort, 2004: 40).

-Repensar lo político en nuestra época. El surgimiento del totalitarismo (fascista o socialista) invita a volver a analizar la
democracia. Origen del totalitarismo1 = mutación política, de orden simbólico = cambio de estatuto del poder =
surgimiento de un partido poseedor de una naturaleza diferente a la de los partidos tradicionales; portador de las aspiraciones
del pueblo entero y dueño de legitimidad superior a las leyes; apropiación del poder destruyendo oposiciones; sustracción al
control legal = nueva forma de sociedad. Sociedad totalitaria = condensación entre el poder, la ley y el saber = Estado y
sociedad civil considerados como uno mismo = representación de sociedad homogénea = negación de la división social y
cultural. Totalitarismo = despotismo moderno: “poder que reina como si no hubiera nada fuera de él, como si no tuviera
límites (…); que se relaciona con una sociedad que de ese modo semejante no parece tener nada fuera de sí misma y que es
vista como producción de los hombres que la habitan” (Lefort, 2004: 42) = combinación de ideal artificialista e ideal
organicista.
-Según Lefort, la democracia no es un mero sistema de instituciones, sino una forma de sociedad; por lo que se requiere la
comprensión de su singularidad. Por ello, Lefort vuelve al análisis de Tocqueville en La democracia en América, para quien
la democracia es ya una forma de sociedad derivada y emergente de otra forma de sociedad (aristocrática). Lefort recupera
las ideas de gran mutación histórica y dinámica irreversible del pensamiento tocquevilleano, y considera la importancia
de entender a la democracia como una forma de sociedad “enfrentada a la contradicción general que libera la desaparición de
un fundamento del orden social” (Lefort, 2004: 44). La democracia, para Lefort, es indeterminada: “en tanto la aventura
democrática prosiga y los términos de la contradicción se desplacen, el sentido de lo que acontece permanece en suspenso”
(2004: 45); es la sociedad histórica por excelencia, en contraposición a la sociedad totalitaria en la cual todo se encuentra
organizado en función de su ley de organización y desarrollo; “el nacimiento de la democracia señala una mutación de
orden simbólico, cuya mejor manifestación es la nueva posición del poder” (Lefort, 2004: 46).
-A diferencia del régimen monárquico2, la singularidad de la democracia es que el poder representa un lugar vacío: los
gobernantes no pueden apropiarse del poder sino que el ejercicio del mismo se somete al procedimiento de revisión
periódica, lo cual implica una institucionalización del conflicto: “el lugar del poder se muestra como aquel al que no puede
darse una determinada figura” (Lefort, 2004: 47). El poder, en efecto, deja de ser el principio de generación y organización
del orden social, dado el fenómeno de la desincorporación. Asimismo, entre otras consecuencias 3, la división es constitutiva

1
Lefort rechaza la tesis de que el totalitarismo resulta de la transformación del modo de producción.
2
El poder se incorporaba a la persona del príncipe, un mediador entre el hombre y Dios o entre el hombre y la justicia soberana
y la razón soberana. El príncipe estaba sometido, pero a la vez, por encima de las leyes: condensaba en su cuerpo el principio de
autoridad política.
3
Lefort menciona la separación de las esferas del poder, de la ley y del conocimiento. (p. 48).
de la unidad misma de la sociedad, dada la apertura de la competencia por el acceso al poder: “la legitimación del
conflicto puramente político contiene el principio de una legitimidad del conflicto social en todas sus formas” (Lefort, 2004:
49).

Si tenemos en mente el modelo monárquico del Antiguo Régimen, el sentido de esas transformaciones se
resume así: la sociedad democrática se instituye como sociedad sin cuerpo, como sociedad que pone en
jaque a la representación de una totalidad orgánica. No entendamos, sin embargo, que carece de unidad, de
identidad definida; por el contrario, la desaparición de la determinación natural, antaño unida a la persona del
príncipe y a la existencia de una nobleza, hace emerger a la sociedad como puramente social, de forma tal
que el pueblo, la nación, y el Estado se erigen en entidades universales, y todo individuo, todo grupo, está
igualmente referido a ellas. Pero ni el Estado, ni el pueblo, ni la nación figuran como realidades sustanciales.
Su representación depende de un discurso político y de una elaboración sociológica e histórica siempre
ligada al debate ideológico. (Lefort, 2004: 49).

- “Por lo demás, nada hace más sensible a la paradoja de la democracia que la institución del sufragio universal” (Lefort,
2004: 49) = manifestación de la soberanía popular = quebrantamiento de solidaridades sociales: el ciudadano es extraído
de sus lazos sociales y se convierte en un número que sustituye la sustancia.
-Institución y mantenimiento de la democracia = disolución de referentes de la certeza = indeterminación respecto de
fundamentos del poder, la ley y el saber y de la relación del uno con el otro. El totalitarismo se origina a partir de la
posibilidad de desregulación de la lógica democrática basada en la indeterminación.

Cuando crece la inseguridad de los individuos, como consecuencia de una crisis económica, o de los
destrozos de una guerra; cuando el conflicto entre las clases y los grupos se agudiza y no encuentra ya una
resolución simbólica en la esfera política; cuando el poder parece caer en el plano de los real y aparece como
alguna cosa particular al servicio de los intereses y de los apetitos de vulgares ambiciosos, para decirlo
brevemente cuando se muestra dentro de la sociedad, y al mismo tiempo ésta aparece fragmentada, entonces
se desarrolla el fantasma del pueblo-uno, la búsqueda de una identidad sustancial, de un cuerpo social
soldado a su cabeza, de un poder encarnador, de un Estado libre de división. (Lefort, 2004: 50).

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