Clase 4 Cristo Nuestro Mediador
Clase 4 Cristo Nuestro Mediador
Clase 4 Cristo Nuestro Mediador
LA EXPIACIÓN ES LA OBRA QUE CRISTO HIZO EN SU VIDA Y MUERTE PARA GANAR NUESTRA SALVACIÓN
El amor de Dios como una causa para la expiación la vemos en el pasaje más conocido de la Biblia: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio
a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16).
La justicia de Dios también requería que encontrara una forma de que se pagara el castigo que nosotros debíamos por nuestros pecados (porque
no podía aceptamos para tener comunión con él si no se pagaba ese castigo).
No era necesario en absoluto que Dios salvara a los seres humanos. Pero decidió hacerlo para su propia gloria «Dios no perdonó a los ángeles
cuando pecaron, sino que los arrojó al abismo, metiéndolos en tenebrosas cavernas y reservándolos para el juicio» (2 Pedro 2:4),
La obediencia activa de Cristo la vida perfecta, santa y completamente virtuosa que el vivió para acreditarla a nosotros
La obediencia pasiva de Cristo los sufrimientos que el padeció para pagar por nuestros pecados y ganar nuestra salvación
Dios el padre impuso el castigo Dios el hijo voluntariamente tomo el lugar de aquellos que creerían en el.
Cristo pago por todos los pecados en su tiempo en la cruz. No un castigo eterno sino temporal
-La expiación de Cristo potencialmente puede salvar a todos los hombres pero específicamente solo fue hecha por aquellos que
tienen fe en Cristo para salvación. Es decir tiene el valor suficiente para salvar a todos los hombres pero fue hecha solo por aquellos
que serian salvados por él-
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La resurrección de Cristo
La naturaleza de la resurrección de Cristo. Cristo no resucito como resucitaron otras personas en la antigüedad , el resucito para
nunca más morir él fue el primero que resucito para vida eterna (como sucederá con todos los salvados), el comienzo de una nueva
clase de vida humana (perfecta y no sujeta a debilidad) 1Co 15:20-21 (NTV) Pero lo cierto es que Cristo sí resucitó de los muertos. Él es el
primer fruto de una gran cosecha, el primero de todos los que murieron.21 Así que, ya ven, tal como la muerte entró en el mundo por medio de un
hombre, ahora la resurrección de los muertos ha comenzado por medio de otro hombre.22 Así como todos mueren porque todos pertenecemos a Adán,
todos los que pertenecen a Cristo recibirán vida nueva.
Había un grado considerable de continuidad entre la apariencia física de Jesús antes de su muerte y después de la resurrección .
Algunos de sus discípulos lo reconocieron rápidamente mientras que otros no (sus ojos estaban velados)
Aunque el cuerpo de Jesús era todavía un cuerpo físico, era un cuerpo resucitado y transformado, que nunca más estaría sujeto al
sufrimiento, a la debilidad ni a la muerte, revestido de «inmortalidad» 1Co 15:53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
La resurrección de Jesús no consistió en su transformación en un cuerpo inmaterial sino en la adquisición de un «cuerpo espiritual»
el cual podía materializarse o desmaterializarse a voluntad. En su estado de resucitado transcendía las leyes normales de la existencia
física. Ya no estaba sujeto a limitaciones materiales ni espaciales
El significado doctrinal de la resurrección.
La resurrección de Cristo asegura nuestra regeneración. Se relaciona explícitamente la resurrección de Jesús con nuestra
regeneración o nuevo nacimiento. «Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que
tengamos una esperanza viva» (1 Ped. 1:3).
Resurrección: Recibir un cuerpo apropiado para vivir una vida de comunión, obediencia y compañerismo con Dios (apto, apropiado)
Regeneración: Recibir un espíritu apropiado para vivir una vida de comunión, obediencia y compañerismo con Dios (apto, apropiado)
La resurrección de Cristo asegura nuestra justificación. Justificación es la declaración de que ya no somos culpables sino justos
delante de Dios. Jesús «fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación» (Rom. 4:25).
La resurrección de Cristo fue la declaración divina de aprobación de la obra de redención que Cristo hizo. Porque Cristo «se humilló a
sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz!« (Fil 2:8) y «por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo» (Fil2:9). Al resucitar a Cristo, Dios
el Padre estaba en efecto diciendo que aprobaba la obra de Cristo de sufrimiento y de muerte por nuestros pecados, de que su tarea
estaba consumada, y que ya no había ninguna necesidad de que Cristo permaneciera muerto.
La resurrección de Cristo asegura que nosotros también recibiremos cuerpos perfectos de resurrección : Cristo abrió el camino, gano
el derecho para que nosotros seamos como él. 1Co 15:20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
La ascensión de Cristo
La ascensión de Cristo (su entrada en gloria en cuerpo y espíritu) Señala el momento cumbre de la exaltación de Cristo antes de su
segunda venida. y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos
puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones
galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo (Hechos
1:9-11).
Jesús se dirige al cielo para su coronación, su confirmación como el Rey de Reyes. Jesús también ascendió para entrar al Lugar
Santísimo celestial, para continuar su obra como nuestro Sumo Sacerdote. En el cielo Jesús reina como el Rey e intercede por nosotros
como nuestro Sumo Sacerdote
La diestra de Dios es la sede de la autoridad. Desde esta posición Jesús gobierna, administra su reino, y preside como el juez del
cielo y de la tierra. A la diestra del Padre, Jesús ocupa la posición como Cabeza de su cuerpo, la iglesia. Pero en esta posición, la
autoridad, y la jurisdicción y administración de su gobierno se extienden más allá de la esfera de su iglesia y alcanzan a todo el mundo.
Es el juez sobre todas las naciones y sobre todos los pueblos. Aunque Jesús es nuestro juez, el Padre también lo ha nombrado
nuestro abogado. Es nuestro defensor. En el juicio final nuestro defensor de oficio será el mismo juez que presida. Podemos atisbar la
intercesión de Jesús por sus santos en el martirio de Esteban: Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de
Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios (Hechos 7:55-56).
1. Cristo como profeta La función principal de un profeta era transmitir la palabra de Dios. Jesús transmitió la Palabra de Dios, pero
además, El mismo es la Palabra de Dios.
Jesús fue el Profeta de Dios supremo, siendo la Palabra de Dios en la carne. Como el profeta de Dios por excelencia, Jesús fue el
objeto y el sujeto de la profecía. Su persona y su obra son el punto focal de las profecías del Antiguo Testamento, pero Él mismo
también fue un profeta.
• Jesús no fue simplemente un mensajero de revelación de Dios (como lo fueron todos los otros profetas), sino que él mismo era la
fuente de la revelación de Dios. La palabra del Señor venía a los profetas del Antiguo Testamento, pero Jesús habló en base a su
propia autoridad como el Verbo eterno de Dios (Juan 1: 1) que nos revelaba perfectamente al Padre.
2. Cristo como sacerdote El sacerdote hablaba a Dios como representante del pueblo. Jesús también cumplió el papel del Sumo
Sacerdote. Los sacerdotes del Antiguo Testamento ofrecían sacrificios regularmente, pero Jesús ofreció un sacrificio de valor eterno,
una vez y para siempre.
Jesús ofreció un sacrificio perfecto por el pecado: «Ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados»
(Heb. 10:4). «Si así fuera, Cristo habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Al contrario, ahora, al final de los tiempos, se ha
presentado una sola vez y para siempre a fin de acabar con el pecado mediante el sacrificio de sí mismo» (Heb. 9:26).
Jesús continuamente nos lleva cerca de Dios . Los sacerdotes del Antiguo Testamento no solo ofrecían sacrificios, sino que también
en una forma representativa entraban a la presencia de Dios en fechas determinadas a favor del pueblo. Pero Jesús hace mucho más
que eso. Como nuestro perfecto sumo sacerdote, nos lleva continuamente a la presencia de Dios de forma que ya no tenemos
necesidad de un templo como el de Jerusalén, ni de un sacerdocio especial que esté entre Dios y nosotros. «Tenemos como firme y
segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando
a ser sumo sacerdote para siempre» (Heb. 6:19-20).
Como sumo sacerdote, Jesús ora continuamente por nosotros . Otra de las funciones sacerdotales en el Antiguo Testamento era la
de orar a favor del pueblo. El autor de Hebreos nos dice que Jesús también cumple con esta función: «Por esto también puede salvar por
completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos» (Heb. 7:25).
Jesús vive continuamente en la presencia de Dios para hacer peticiones específicas y para llevar a Dios peticiones específicas a nuestro
favor.
-Aunque Dios cuida de todas nuestras necesidades como parte de su voluntad (Mt 6:8), no obstante, a Dios le ha placido en sus
relaciones con la raza humana, actuar más bien en respuesta a la oración, porque, al parecer, él es glorificado mediante la fe que se
muestra por medio de la oración. Son especialmente agradables para él las oraciones de hombres y mujeres creados a su imagen y
semejanza. En Cristo, a un hombre verdadero y perfecto, que ora por nosotros y de ese modo Dios es glorificado continuamente
mediante la oración. Así nuestra condición humana se eleva a una posición exaltada-: «Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre» (1 Tim. 2:5).
3. Cristo como rey. Después de su resurrección, Jesús recibió del Padre mucha más autoridad sobre la iglesia y el universo. Dios lo
resucitó de entre los muertos y «lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y
de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio
como cabeza de todo a la iglesia» (Ef 1:20-22). Esa autoridad sobre la iglesia y sobre el universo quedará completamente reconocida por las
personas cuando Jesús regrese a la tierra en poder y gran gloria para reinar. En aquel día será reconocido como «Rey de reyes y Señor
de señores» (Apoc 19:16) y toda rodilla se doblará ante él (fil. 2:1O).
ANUNCIOS:
GUIA PARA DENTRO DE DOS SEMANAS. Próximo sábado. Reunión de mujeres 6:00 pm.
Grupos se aseo ¿Quién colabora? Un sábado al mes
Mercado. Mañana detalle a padres.