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Rey David

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Carácter de Un Adorador: Rey David


¿Qué significa tener un carácter de adorador? Las características
de un verdadero adorador las iremos encontrando en la medida que
analicemos la persona del Rey David.

Carácter de un adorador: El Rey David

Según contenidos de algunos de los títulos de los Salmos, se hace


referencia a su autoría y a diferentes acontecimientos de la vida de
David, y sus valores son la prueba más tangible de que era un
hombre con una íntima y profunda relación con Dios.

Descubrir el corazón de David, con sus errores y virtudes, nos


ayudará a entender y contextualizar la lectura de sus salmos. Entre
alabanzas y lamentos, descubriremos una poesía llena de
experiencias, pasiones y valores que inspirarán grandemente
nuestras vidas.
1. Carácter de adorador: adora con el corazón
Primero queremos destacar la figura de David desde su identidad
como enamorado y apasionado por Dios. Un hombre que desde su
sencillez, sus actitudes y su música, se deleitaba en una relación
estrecha con su Creador. Analicemos algunas de
estas características que hacían de David un ejemplo, aún en
nuestros días, de adorador:

 Un músico inspirador.
“David cantaba con frecuencia para el rey loco. La música era un
gran alivio para el anciano, según parece. Cuando David cantaba,
todos se detenían en los pasillos del castillo, y escuchaban
maravillados las canciones que provenían de la cámara real.” [1]
David fue un gran músico. El profeta Amos hace refiere a su gran
habilidad para la música (Amos 6:5), e incluso este hecho le permitió
tocar para el Rey Saúl (1 Samuel 16:23).
David no sólo tocaba el arpa, sino que se caracterizó para hacer una
música con alto valor artístico que inspiraba a las más profundas
emociones entre su público. Siendo esta expresión artística un
reflejo de su comunión e intimidad con Dios.
 Un hombre agradecido
Son muchos los salmos que estimulan al ejercicio de un corazón
agradecido que alaba a su Creador, como:
“Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre,
oh Altísimo; anunciar por la mañana tu misericordia, y tu
fidelidad cada noche”             Salmo 92:1 – 2
“Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; y su
grandeza es inescrutable Generación a generación celebrará tus
obras, y anunciará tus poderosos hechos. En la hermosura de la
gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos
meditaré” Salmo 145:3-5
“Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado” Salmo 18:
3a
Y otros muchos más.

La alabanza es fruto de un corazón agradecido como el corazón de


María hermana de Moisés que después de haber visto la salvación
de Dios al abrir un camino en medio del mar, la lleva a entonar un
cántico,
Así David “Alaba” exalta a Dios por sus atributos “Misericordia”,
“Fidelidad”, “Por su grandeza”, “Por sus hechos maravillosos” y
le llevan a concluir que Jehová es digno de ser alabado.

 Una relación íntima con Dios, refleja un carácter


adorador
“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; Mi alma
tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde
no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he
mirado en el santuario.” Salmo 63.1-2
En este salmo, David muestra una necesidad urgente por buscar de
Dios con gran diligencia para ver y contemplar las perfecciones de
Dios, así tan fuerte como la sed es su  anhelo por el Señor.
Este profundo vínculo de David con Dios, tal y como nos dice el
versículo 2, le permitía una clara sensibilidad en la percepción de
la gloria de Dios manifestada en su atributos divinos.

 No importa el menosprecio, ¡¡¡¡¡Adora!!!!!.


“Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y
estaba David vestido con un efod de lino.Así David y toda la
casa de Israel conducían el arca de Jehová con júbilo y sonido
de trompeta.
Cuando el arca de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció
que Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey
David que saltaba y danzaba delante de Jehová; y le
menospreció en su corazón.” 2 Samuel 6,14-23
En este caso, Mical su esposa, se burló de la expresión de alabanza
de David. Tal vez no entendía las formas en que su marido adoraba
a Dios
Incluso, le molesto su relación tan cercana con Dios, y por eso,
despreció aDavid y como consecuencia quedó estéril.
Podemos ser menospreciados, y aún, se pensara que nos rebajamos
de categoría al expresar nuestra adoración por medio de un acto
corporal, pero si nace de la adoración genuina a Dios nuestras
manos pueden levantarse hacia el cielo como señal de reverencia,
Eso si, es importante mantener siempre el orden, ya que hoy en día
es frecuente la expresión externa sin una impresión interna de la
Gloria de Dios, llevando en muchos casos al desorden. El carácter
de adorador nace en el corazón.

2. Carácter de un adorador: hombre de principios.


Según el Diccionario Español, “principio” se define como: “Idea en
la que se apoya un razonamiento o una doctrina”. “Idea o norma que
orienta la manera de pensar o de obrar de una persona.”

David, con un auto-concepto definido sobre su propia personalidad,


sabía quién era y sabía lo que quería. Se conocía a sí mismo,
conocía a su prójimo y conocía a Dios.

“La disposición de David como ungido lo llevó a manifestar


principios como: franqueza, determinación, temeridad y
realización”[2]. Analicemos cada uno de estos principios que hacen
de David un hombre con carácter de adorador:

 Franqueza.
“Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto porque
nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas” 1
Samuel 17:39.
David, hace uso de su estrategia comunicativa, para expresar
acertivamente ante el rey Saúl lo que le ocurría, como se sentía y
que deseaba hacer en ese momento y ante las circunstancias
presentes.
 Determinación.
“Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del
arroyo, y las puso en el saco pastoril,en el zurrón que traía, y
tomó su honda en su mano y se fue hacia el filisteo” 1 Samuel
17:40
El cayado era su instrumento pastoril, símbolo de su autoridad.
David toma parte de lo que es conocido para él y usa sus recursos,
habilidades y destrezas para darle resolución a la situación que
aquejaba al pueblo.

Nuestra determinación tiene su origen y causa en Dios, nuestro


conocimiento de quien es Él y de Su presencia obrando Sus
propósito por medio de su iglesia.

 Temeridad.
“Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su
escudero delante de él” 1 Samuel 17:41.
Se define temeridad como “atrevimiento imprudente” y temerario
como “demasiado atrevido.”

El conocimiento que David tenía acerca de Dios y hacia él mismo,


hacía que su conducta se enfocara hacia la meta que perseguía.
David depositaba toda su confianza, valor, decisiones y éxitos a
Dios.
 Realización.
“Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque
era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer” 1 Samuel 17:42 
David, una persona con pensamientos positivos de aceptación y
tolerancia. Con una estima fundamentada en Dios, hizo que la
valoración de Saúl a cerca de él no afectara la imagen respecto de sí
mismo.
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros,
que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de
sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”
Romanos 12:3

3. Carácter de un adorador:un hombre responsable.


A pesar de su posición como músico en la corte del rey Saúl, y de
su prestigiosa promoción como paje de armas, David nunca se
olvidó de su humilde posición como pastor de ovejas en los campos
de Belén.

“Entre sus nuevas responsabilidades sabía intercalar su


responsabilidad primera, que era la pastoril.David tenía corazón de
pastor y en cada oportunidad que podía lo manifestaba. El llamado
original deDios a nuestra vida nunca debe olvidarse por las
posiciones y las promociones.”[3]
“Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar
las ovejas de su padre en Belén” 1 Samuel 17:15.
David nos presenta tres maneras de mostrar responsabilidad con sus
acciones:

 Reconoce:
Reconoce quien es él en Jesús.

 Conserva su identidad:
David conservó su identidad y temple en sus actividades rutinarias,
aun a sabiendas de haber sido ungido rey. “David había ido y
vuelto” (1 Samuel 17:15). Permanecía igual, sin ningún cambio, sin
variación. El ir al palacio no afectaba su identidad.

 No se contamina:
Reacción positiva frente al negativismo de sus adversarios

 Es obediente  y humilde:
Mostraba obediencia y humildad. Su padre era específico con
David, de igual forma ocurría con Saúl. “para apacentar las ovejas
de su padre en Belén” (1 Samuel 17: 15, 29).
El pastoreo del rebaño de su padre, le condujo a ser un buen
administrador de su carácter, a ser un buen administrador de los
bienes puestos bajo su cuidado.

 Es paciente:
Sabe cuánto tiempo debe permanecer para cuidar su corazón
pastoral.

 Tiene discernimiento:
David reconoce los momentos de permanecer o retirarse del
ambiente. Muestra su corazón para ayudar al rey, comunicarse a
través de la música, mostrar sus valores
Valores que lo caracterizaban sin perder su equilibrio armónico con
su ser. “dejando a Saúl” (1 Samuel 17:15b). Su llamado pastoral le
permitía cuidar de otros y auto cuidarse.

4. El carácter de un adorador: es probado y desarrollado.


Durante casi los trece años que David sirvió con fidelidad a Saúl,
fue un tiempo de preparación para el desarrollo de sus capacidades,
habilidades, destrezas que le serían de gran valor en su reinado.

Saúl fue un medio para que David mostrara su corazón y cualidades


de sumisión, servicio, sabiduría y fidelidad (1Samuel 18:5).
Analicemos brevemente estas cualidades que reflejaban el carácter
maduro de David:

 Sumisión.
David mostraba lealtad a Saúl como en primera instancia lo había
estado con su padre. Podemos comparar la actitud de David con la
del centurión que al hablar con Jesús le dijo: “Yo también soy un
hombre sujeto a autoridad” (Mateo 8:9).
“Te contaré de mi rey y su grandeza. Mi rey nunca me amenazó
como amenaza el tuyo. Tu nuevo rey ha comenzado reinado con
leyes, preceptos, regulaciones y miedo.

El más vivido recuerdo que tengo de mi rey, cuando vivíamos en las


cavernas, es que su vida fue una vida de sumisión. Sí, David me
mostró la sumisión, no la autoridad. Me enseñó no los métodos
inconsecuentes de los preceptos y las leyes, sino el arte de la
paciencia.” [4]

 Servicio.
David fue probado por Saúl y decidió dejarlo con él. Leemos:

“Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que este David conmigo, pues ha
hallado gracia en mis ojos” 1 Samuel 16:22
Los que son servidores de Dios, los pone en “gracia” delante de los
demás. David fue levantado en gracia porque sabía ser un servidor.
Este ánimo pronto al servicio le forman lo que se considera
un carácter de adorador.
El servicio es una cualidad muy enfocada en el mensaje de
Jesús. “Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino
para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo
20:28).

 Sabiduría.
David fue siempre sabio en guardar respeto a la vida de Saúl,
aunque él tuvo oportunidad de hacerle daño, no procedió.

A través de los múltiples intentos de Saúl por atentar contra la vida


de David, este respondía con estrategias de respeto por la vida,
evitaba el conflicto cuando así lo ameritaba y un comportamiento de
reconocimiento de autoridad.

 Transparencia.
David muestra un profundo estado de conciencia cuando es
exhortado por Natán. Fue capaz de verse a sí mismo, visualizar el
origen de sus ansiedades. Mantuvo una postura de escucha ( 2 Samuel
12:1-13).

 Discernimiento responsable.
Después que David escuchó las palabras de Natán, se dio cuenta
que estaba tratando con un problema.Dios por medio de Natán
estaba presentando a David una forma de llegar al discernimiento y
asumir responsabilidad (2 Samuel 12:1-6, 13).
“El discernimiento de David se hace aparente a todo lo largo de su
vida. Sin duda, esto se debía al hecho de que en sus decisiones
consultaba a Dios.” y este es un aspecto más que le da su carácter
adorador

4. El carácter de un adorador se acompaña de una profunda fidelidad


Se denota en David la obediencia y reconocimiento sobre el valor
que representaba Saúl para él y la nación.

David manifestó fidelidad ante el ungido de Dios (1 Samuel 24:10-22,


26:9). Esta actitud de profunda fidelidad marco un liderazgo muy
diferente en David que reflejaba proféticamente el modelo de Jesús.

 La fidelidad en lo poco.
Podemos rescatar la devoción y dedicación de David en sus
actividades pastorales, pues el primer trabajo de David fue de pastor
de ovejas (1 Samuel 17).

 La fidelidad y la compasión.
“Lo trajo de cuidar las ovejas con sus corderitos, para pastorear
a Jacob, su pueblo, y a Israel, su heredad” Salmo 78:71.
Es a través de un cuidado continuo que David podía identificar las
necesidades que poseía cada oveja, y de esta forma, podía
atenderlas y guiarlas.

Es a través de ese acompañamiento continuo que se desarrolla la


compasión y se visualizan las necesidades de cada individuo, sus
fortalezas y límites, se desarrollan estrategias de cuidado, tolerancia,
sentido de pertenencia, que propicie un estado saludable en las
personas.

“No se olviden de hacer bien ni de la ayuda mutua, porque éstos


son los sacrificios que agradan a Dios” Hebreos 13:16
 Conclusión:

David fue un hombre marcado por una vida con grandes subidas y
bajadas, donde el sufrimiento aparecía continuamente y se convertía
en el ejercicio para su vulnerabilidad.

Su relación estrecha con Dios, sus valores y buenos principios


determinaron el carácter fuerte y fiel que caracterizó su vida.
Sus poemas bañados en alabanzas, profundas oraciones y lamentos,
son el más claro reflejo de un líder enfocado a la adoración y el
temor de Dios.
 

Este estudio es un extracto de “Introducción a los Salmos, Cap.3. 


Miguel Angel Cano, MintsOnLine.
En cursivas exegesis y énfasis añadidos por Ps. Pedro Alfaro.
 

Fuente: MintsOnLine. “Introducción a los Salmos”, Miguel Angel


Cano.
 

[1]Gene E. Perfil de tres monarcas. p 54.


[2]Silva K. David el ungido. p 20.
 

[3]Silva K. David el ungido. p 11.


[4]Gene E. Perfil de tres monarcas. p 38.
PedroAlfaro

Pastor general de la Iglesia Pacto de Gracia Maranatha, Licenciado en Teología graduado del
Seminario Teológico Internacional de Miami, Ingeniero Eléctrico de profesión, y dedicado al
ministerio por más de dieciseis años. La obra es de carácter misionera.
Archivo del Autor

13/10/2017

Portal Jóvenes, Sermones

vida cristiana
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15 Comentarios
1. Noemi
08/01/2019 a las 5:04 am
RECIBAN MUCHAS BENDICIONES
Mi blog http://www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
RESPONDER
o PedroAlfaro
11/01/2019 a las 8:56 am
El Señor le bendiga y prospere todo cuanto emprenda para la expansión
de su reino!!
RESPONDER
2. Florinda Alarcón Veloso.
04/02/2019 a las 8:44 am
Me parece un muy buen reflejo, para entender cómo debe ser la vida de un
adorador.
Transparente, pura, limpia, honesta, humilde, con dominio propio, con un
espíritu de servidor, obediente. Y muchas características de santidad.
Qué nosotros debemos apreciar y practicarlas en nuestro diario vivir.
Ya que nuestra alabanza, es para el Rey de reyes. El dueño y amo de
nuestras vidas. Entendiendo que cuando cantamos nuestra voz se oye en
sus oídos y queda reservada para el momento que Jesús habra el libro con
los siete sellos.
Alabar a Dios es maravilloso.
RESPONDER
o PedroAlfaro
05/02/2019 a las 3:42 am
Que bueno que podamos reflexionar sobre la necesidad de la santidad en
nuestras vidas, solamente así podremos reflejar el carácter de Cristo y
tener vidas transformadas. El Señor le bendiga!!
RESPONDER
3. Pris morita
29/08/2019 a las 9:37 am
Gracias por compartir….me enseño mucho u con esto enriqueci un tema
que voy a dar……muchas gracias Dios les siga bendiciendo y llenando de
sabiduría gra ias por su tiempo dedicación y esfuerzo sin fines de lucro sino
para bendecir a otras ovejas
RESPONDER
o PedroAlfaro
04/09/2019 a las 10:33 pm
Cuanta bendición con el solo hecho de saber, que la gran comisión se
está llevando a cabo! Que el Señor le bendiga mucho y prospere su
ministerio
RESPONDER
4. Astrid Escobar
21/11/2019 a las 7:59 am
Gloria a Dios, excelente enseñanza… Dios le continúe usando, q el Espíritu
Santo de Dios le guíe a toda verdad.. Milll graaaacias
RESPONDER
o PedroAlfaro
22/11/2019 a las 3:18 am
Gracias amada hermana!! que toda la Gloria sea para nuestro buen
Señor!!
RESPONDER
5. diosmar
17/12/2019 a las 3:02 am
guao,apredin mucho gracias bendiciones y saludos desde de venezuela
RESPONDER
o PedroAlfaro
19/12/2019 a las 11:25 pm
Cuánta alegría!! Nos gozamos al saber que cada uno de estos estudios, es
de bendición para muchos!! Saludos hasta ese hermoso país de
Venezuela!! que el Señor les de la fortaleza para avanzar en medio de
tanta adversidad!! Un abrazo fraterno
RESPONDER
6. Abril
11/01/2020 a las 11:16 am
Un articulo muy interesante. Muchas gracias por la ilustración. Reciba un
cordial saludo.
RESPONDER
7. Edinson Andres Zabala Sierra
17/02/2020 a las 4:50 am
Que gran bendicion. Se que no fue por casualidad que leyera acerca de esta
enseñanza tan valiosa de la palabra de Dios. Creo que es muy necesaria
para nuestra congregación. Esto me hace pensar en lo que Jesús dijo acerca
de que el Padre busca adoradores que le adoren en espiritu y en verdad. Un
gran saludo hermanos y muchas bendiciones.
RESPONDER
o PedroAlfaro
17/02/2020 a las 9:52 pm
Bendiciones hermano! y cuánto nos alegra saber que la Palabra siempre
llega oportunamente.
RESPONDER
8. Pablo Castro
05/05/2020 a las 4:45 am
Sus bosquejos son excelentes.
muchas gracias hnos. Maranatha
RESPONDER
o PedroAlfaro
08/05/2020 a las 3:09 am
Bendiciones hermano!! Que toda Palabra expuesta, sea de bendición!!
RESPONDER
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David, un hombre conforme al Corazón de Dios
  10 Comments


En este articulo les hablare sobre un hombre que vivió en busca del Corazón de Dios. No era
perfecto, pero su corazón es descrito como uno “conforme al corazón de Dios”. Creo que esta
aseveración tiene una profunda connotación para aquellos que estamos en búsqueda de ser
verdaderos adoradores.
La Biblia le asigna un valor impresionante al corazón.  No nos referimos en este caso al corazón
como al músculo cardíaco que bombea sangre, sino a la actitud interna que nos refleja desde lo más
profundo. Corazón, en este sentido, como el centro del ser. Jeremías 17:9 dice “Engañoso es el
corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”. En Proverbios 4:23 afirma
que: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.”
Muchas personas tienen una relación a nivel emocional con Dios. Conocen las Escrituras, la
doctrina, e incluso son arduos defensores del evangelio, pero solo están convencidos. Cuando eres
convencido, corres el riesgo que llegue otra cosa y conquiste tu corazón. A veces, por desilusiones
en la fe, pierdes el corazón para con Dios, y Él se fija en los corazones. Ante Dios, debes ser íntegro,
con motivaciones puras, porque Él bendice las correctas motivaciones del corazón. David fue
elegido por Dios por su corazón, de quien se dice que su corazón era “conforme al de Dios”. 1
Samuel 16:7 dice “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su
estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira
lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”
Samuel debe escoger a un nuevo rey porque Saúl había perdido su integridad (ver 1 Samuel 13:14; 1
Reyes 11:4). En la Biblia, el parámetro de un corazón perfecto, es el de David.
¿Qué vio Dios en lo profundo del corazón de David? ¿Que características Dios vio de Su propio
corazón en David?
Características de David:
1- Humildad: A pesar de que David había sido ungido como rey, siguió con la misma tarea que
tenía. Mantuvo su actitud humilde. (ver 1 Samuel 17:28; 1 Samuel 18:23)
Sigue caminando en humildad hasta el día en que Dios determine que seas el rey definitivamente,
porque hay un proceso entre ser ungido y ser rey efectivamente. Permite que Dios sea Dios en tu
vida. Espera Su tiempo y no pierdas las oportunidades a causa de la soberbia.
 2- Honra: más allá de justicias o injusticias, David se sometió bajo la autoridad (ver 1 Samuel
18:11). Saúl le dio lugar a la envidia y se volvió loco. La envidia es perjudicial. Pero David fue leal a
pesar de todo, y aunque tuvo la oportunidad de armar una revolución o matar a Saúl, no lo hizo (ver
1 Samuel 24:6-9). David supo honrar al ungido del Señor. No levanto su mano en deshonra sino que
premanecio bajo el principio de honra y lealtad.
La actitud de David, de no rebelarse a Saúl, lo transformó en un hombre altamente creíble. Había un
designio divino sobre David, y él entendió que todo lo que pasaba era para forjar su carácter para
que resplandeciera cuando reinara. Dios quiere tratar con nuestra vida, formar nuestro carácter.
3-Pureza: David no tomó venganza contra sus hermanos ni contra el rey. No permitió que crezca en
él raíz de amargura, ni bronca ni rencores. El corazón de David estaba libre de rencor y envidia.
 4- Arrepentimiento: David mostró arrepentimiento genuino ante su pecado (ver Salmo 51:1-12)
El corazón de David se dolió cuando pecó. Debemos odiar el pecado y luchar contra él. Si no
tenemos arrepentimiento genuino, nunca seremos restaurados en el nivel de autoridad. Nunca habrá
gracia si hay pecado oculto. No te rindas, lucha por vivir en integridad.
5- Obediencia: David supo actuar en el momento indicado por Dios (ver 1 Samuel 17:33-36).
Reflexion Final
El deseo del Padre es que caminemos en esta tierra representando Su Corazon, Sus Diseños, Su
Cultura! Todo adorador debe procurar tener un corazón humilde, lleno de honra y pureza, libre del
pecado y obediente ante el Señor. Estos son cinco principios esenciales para poder ofrecer ante Dios
una adoración aceptable. Te invito a pedirle al Espíritu Santo que te ayude diariamente a seguir cada
uno de ellos. El mayor titulo que un hijo de Dios puede escuchar de los labios de Dios es: “conforme
a mi Corazón”.
por Edwin Santini, Ph.D.
Director General Imaginare! Arts
West Palm Beach, FL

El Dr. Edwin Santini junto a su esposa Vilmarie Degro


son los Fundadores y Directores Generales de Imaginare! Arts Inc. Actualmente viven junto a sus
hijas Emery Liane y Eliana Sofia en la cuidad de West Palm Beach en Florida. La familia Santini se
congrega en el Centro Internacional de Restauracion y Alabanza (C.I.D.R.A. Church) donde reciben
cobertura de los Apostoles Ruben y Gloria Arroyo.
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Un llamado a lo Sobrenatural

Un llamado a lo Sobrenatural

AutorImaginare! Arts

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Únete a la discusión10 Comentarios


 Ayli Ramirez
28/06/2015 a las 3:45 pm

Realmente Dios siga usando grandemente sus Vidas, practique Ballet por 15 años de
mi vida, pero por cosas que pasaron lo deje, me aparte de Dios y vivi una vida muy
desordenada que se vio en soledad y vacia hasta que Dios me encontro y su
Misericordia y Gracia me alcanzaron, El tenia planes maravillozos para mi vidas, no
me lo imaginaba, leo cada uno de sus mensajes y realmente cada dia me convenzo
mas de lo que Dios esta haciendo, Dios siga usando sus vidas, veo la presencia y el
amor de Dios en cada uno de ustedes, Gloria a Dios por eso …. Animo su Hermana
en Cristo Ayli
Responder
o Imaginare! Arts
06/07/2015 a las 4:04 pm

Amen!!! Adelante también Ayli, Dios no ha terminado contigo! Viene mas del
Señor para tu vida!
Responder
 Kerwin Gomez
04/07/2015 a las 2:11 am

Esto esta tremendooo… ¡Que Sabiduría del cielo!, cada vez que leo estos post siento
como mi espíritu se alimenta y se fortalece en el Señor… gloria a Dios por sus
vidas… les honro y les amo por todo lo que hacen! bendiciones
Responder
o Imaginare! Arts
06/07/2015 a las 4:03 pm

Gloria a Dios hermano. De igual forma te honramos y seguimos declarando


grandes cosas Dios hará a través de tu vida.
Responder
 sergio baltazar
12/04/2017 a las 3:11 pm

un saludo cordial desde Bolivia, excelente articulo Gloria Dios .Bendiciones


Responder
 Manuel arriaza
09/01/2018 a las 3:23 am

Exelente refleccion Dios les bendiga desde guatemala.


Responder
 carlos
15/05/2018 a las 10:49 pm

es de mucha hutilidad
gracias, Dios Los bendiga mas
Responder
 liliana
03/05/2020 a las 3:03 am

Cada día el SEÑOR nos enseña en su palabra, el camino para llegar a tener el corazón
de David.
Gran enseñanza!!!! BENDICIONES desde La Rioja, Argentina.
Responder
 Everaidy
12/05/2020 a las 2:28 am

Saludos
Muestran la palabra d Dios de una forma más fácil de entender. Gracias, los felicito
por tan bonita gestión de llevarnos el mensaje de Dios
Responder
 Paola
08/06/2020 a las 6:57 am

Me encanto.!! saber más de el Rey David tengo su estrella la traje de Jerusalén, y me


acompaña siempre,
Muy linda reflexión…
Saludos desde chile
Responder
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tradicionales, más que nada los miembros de más edad de la congregación,
frecuentemente se confunden y sienten incómodos con la letra y los ritmos
contemporáneos que prefieren sus hermanos en Cristo más jóvenes. Casi
siempre es difícil para los creyentes más jóvenes, que han crecido en un
intenso y variado ambiente cultural, comprender la música y los himnos que
para ellos son arcaicos. Tales diferencias en gustos musicales muchas
veces son generacionales, pero no siempre. Algunos hermanos mayores
prefieren la música contemporánea; de vez en cuando, los jóvenes buscan
una iglesia con música más tradicional.
Cuando una iglesia trata de resolver estas preferencias adoptando
exclusivamente uno u otro estilo, o al tratar de mezclar ambos, surgen
conflictos. El término popular “worship wars” [tensión por los estilos de
adoración] sin duda es muy fuerte, pero los problemas que hay en muchas
congregaciones a veces lo hace aparecer acertado. Con demasiada
frecuencia, las iglesias se dividen debido a este asunto, o muchos se van a
una iglesia que tenga un estilo de adoración que sea más de su agrado.
Como resultado, el cuerpo de Cristo se debilita y pierde su sentido de
misión.

El propósito de este documento no es abogar por cierto estilo en particular.


Más bien, es un esfuerzo de presentar para todos los sinceros adoradores lo
que las Escrituras dicen acerca de la adoración. ¿Cómo se define
bíblicamente la adoración? ¿Cuáles son las implicaciones para la  salud y la
estabilidad de las congregaciones locales?

TÉRMINOS QUE DEFINEN LA ADORACIÓN

La adoración es el acto de expresar reverencia y respeto a Dios. Comprende


la actitud del corazón como también prácticas rituales privadas y públicas,
individuales y corporativas. No se limita a ciertos componentes de una
reunión religiosa, como oraciones, cantos, números especiales, predicación,
y otros. Tampoco se limita a las reuniones religiosas.

La teología bíblica siempre se debe establecer por medio de palabras y


conceptos propios del hebreo, arameo, y griego, que se hallan en el Antiguo
Testamento y en el Nuevo Testamento. En este caso, la palabra en español
“adoración” parece propia para describir la debida relación de los seres
humanos con su Dios Creador como enseña la Escritura. No obstante, el
entendimiento y la práctica de la adoración cristiana se debe formar primero
por el estudio del texto bíblico.

TÉRMINOS PARA “ADORACIÓN” EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Aunque en el Antiguo Testamento hay varias palabras hebreas para


“adoración”, tres son particularmente significativas. 1

Hāwâ. El más significativo es el verbo  hāwâ, que aparece 173 veces y que


principalmente significa “inclinarse” voluntariamente ante seres humanos,
ídolos, o Dios. En la descripción de un acto religioso específico, el término
aparece 110 veces. Por ejemplo, cuando Abraham corrió al encuentro de los
visitantes en Génesis 18:2, “se postró en tierra”. 2
En referencia a los dioses paganos, Jehová había mandado: “No te
inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte,
celoso…” (Éxodo 20:5). No obstante, los desobedientes israelitas a igual que
los paganos adoraban ídolos. De modo que más de la mitad de los
incidentes de adoración religiosa en el Antiguo Testamento son, en realidad,
a deidades paganas. Cuando el rey Amasías de Judá derrotó a los edomitas,
confiscó sus dioses y “los puso ante sí por dioses, y los adoró, y les quemó
incienso” (2 Crónicas 25:14).

La debida adoración del Dios de Israel se halla en amonestaciones como el


Salmo 29:2: “Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad (hāwâ) a
Jehová en la hermosura de la santidad”, y el Salmo 95:6: “Venid,
adoremos (hāwâ) y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro
Hacedor”. La verdadera adoración también incluye alabanza. “Después dijo
David a toda la congregación: Bendecid ahora a Jehová vuestro Dios.
Entonces toda la congregación bendijo a Jehová Dios de sus padres, e
inclinándose adoraron (hāwâ)  delante de Jehová y del rey” (1 Crónicas
29:20).

Yārē’. El verbo yārē’, que aparece 317 veces, puede denotar terror hacia los
humanos o los dioses pero también respeto reverencial y adoración del Dios
de Israel. Por consiguiente, Jehová dice a Moisés que no tenga
“temor (yārē’)” de Og, rey de Basán (Deuteronomio 3:2). Sin embargo, a
Israel se le ordena: “A Jehová tu Dios temerás (yārē’), y a él solo servirás”
(Deuteronomio 6:13).

‘Ābad. El verbo ‘ābad, que aparece 290 veces, significa esencialmente


“servir” y se usa en la vida pública y religiosa. El concepto de servir a Dios y
de adorarlo tiende a tener el mismo significado. Por consiguiente, en Éxodo
3:12, Dios dice: “Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de
que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo,
serviréis (‘ābad) a Dios sobre este monte.” En Malaquías 3:18 dice:
“Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo,
entre el que sirve (‘ābad) a Dios y el que no le sirve.”

TÉRMINOS PARA “ALABANZA” EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Las palabras asociadas con “alabanza” se usan tan frecuentemente en el


Antiguo Testamento como las palabras por “adoración” que hemos visto
arriba.

Bārak. El verbo bārak se halla 327 veces y generalmente se traduce


“bendecir”. Tiene que ver con la bendición que se da a otra persona, la
bendición de Dios sobre su pueblo, y el pueblo que bendice a Dios. Por
ejemplo: “Así te bendeciré (bārak) en mi vida; en tu nombre alzaré mis
manos” (Salmo 63:4).

Halāl. El verbo halāl se usa 146 veces, mayormente en los Salmos, y


significa “alabar, gloriar, [o] exaltar”, y generalmente se refiere a la alabanza
a Dios, muchas veces en conjunción con música y cantos. “Alabaré (halāl) a
Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva” (Salmo 146:2;
cf. 149:1; 150).

Yādâ. El verbo yādâ, usado 111 veces, significa “alabar, (dar) gracias, [o]
confesar” en reconocimiento de su persona y obra. La mayoría de las
referencias se hallan en los Salmos. Por ejemplo, el Salmo 106:1:
“Alabad (yādâ) a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su
misericordia” (cf. Salmos 107:1; 136:1-3,26).

TÉRMINOS PARA “ADORACIÓN” EN EL NUEVO TESTAMENTO

El Nuevo Testamento en griego cuenta con una palabra básica para


“adoración” pero hay varias otras que se usan de vez en cuando.

Proskyneō. Usado 60 veces, proskyneō es el verbo clave en griego para


“adorar”. Significa “postrarse en adoración de alguien o algo” y parece que
originalmente significaba “besar” a una deidad (lo cual requeriría postrarse
o inclinarse ante el ídolo). 3 Tal adoración propiamente debe ser dirigida solo
a Dios o Jesús. Por consiguiente, el hombre ciego de nacimiento, sanado
por Jesucristo, respondió: “Creo, Señor” y “le adoró (proskyneō)” (Juan
9:38).

Por cierto, proskyneō a veces se usa para denotar reverencia a seres


humanos, ídolos, demonios, o Satanás. Pero al solicitarse dicha adoración
(Apocalipsis 9:20; 13:4,8,12), se usurpa aquello que justamente le pertenece
a Dios. 4

Latreuō. El verbo latreuō se usa 21 veces para denotar servicio orientado a


lo religioso, sea a Dios o a ídolos. En el sermón de Esteban, Dios dice de la
cautiva nación de Israel: “Después de esto saldrán [de Egipto] y me
servirán (latreuō) en este lugar [Sinaí]” (Hechos 7:7; véase también Hebreos
9:14; 12:22-28). Más tarde, debido a la desobediencia de ellos, Dios “los
entregó a que rindiesen culto (latreuō) al ejército del cielo” (Hechos 7:42).

Sebō. El verbo sebō, que también significa “adorar”, se halla 10 veces en el


Nuevo Testamento; incluye los conceptos de reverencia y respeto. Un
ejemplo es Mateo 15:9: “Pues en vano me honran (sebō), enseñando como
doctrinas, mandamientos de hombres.” La observación de Pablo en
Romanos 1:25 utiliza éste y el término anterior: “Cambiaron la verdad de
Dios por la mentira, honrando (sebō) y dando culto (latreuō) a las criaturas
antes que al Creador.”

LA ADORACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO

En la enseñanza del Nuevo Testamento, es claro que la adoración debe


dirigirse solo a Dios, es decir al Dios Trino. Al ser tentado por el diablo,
Jesús enfáticamente declara la exclusividad de la adoración cristiana: “Al
Señor tu Dios adorarás (proskyneō), y a él sólo servirás (latreuō)” (Mateo
4:10). Jesús es adorado como Dios.

La naturaleza de la adoración tal vez mejor se describe en las palabras de


Jesús dirigidas a la mujer samaritana: “Mas la hora viene, y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores adorarán (proskyneō) al Padre en espíritu
y en verdad (en pneumati kai aletheią); porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad (en pneumati kai aletheią) es necesario que adoren”
(Juan 4:23,24). Los traductores frecuentemente han traducido “espíritu” con
una “e” minúscula. Esta interpretación identifica al “espíritu” como espíritu
humano y por tanto hace un llamado a los adoradores humanos a adorar
con sinceridad y una debida actitud.

Sin embargo, parece que Juan deliberadamente unió los términos “espíritu”
y “verdad” para que signifiquen, en efecto, “Espíritu de verdad”. Los
exégetas afirman que tal entendimiento coincide mejor con la gramática y el
flujo inmediato de pensamiento, como también el más amplio contexto de
las enseñanzas de Juan acerca del Espíritu (1:32s.; 3:5-8,34; 6:63; 7:39;
11:33; 13:21; 14:17,26; 15:26; 16:13; 20:22; y el Paracleto, 14:16,26; 15:26;
16:7). 5 Por consiguiente, Jesús dice que los creyentes pueden de veras
adorar solo con la ayuda del Espíritu de verdad que los santifica e ilumina
por medio de la verdad de la Palabra de Dios; la verdad acerca de Dios y la
verdad acerca del hombre, su pecado y salvación. “En la verdadera
adoración hay un encuentro con Dios para el cual Dios por medio de su
gracia tiene que capacitar al hombre.” 6

En vista de lo dicho arriba, el comentario de Pablo parece muy apropiado:


“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu
servimos (latreuō) a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo
confianza en la carne” (Filipenses 3:3).

Tómese en cuanta, sin embargo, que Satanás muchas veces usurpa la


adoración, como en la tentación de Jesús. “Todo esto te daré, si postrado
me adorares (proskyneō)” (Mateo 4:9). Hablando del Anticristo y de la Gran
Tribulación, Pablo escribe: “El cual se opone y se levanta contra todo lo que
se llama Dios o es objeto de culto (sebasma); tanto que se sienta en el
templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses
2:4). Acerca de este mismo tiempo, en el Apocalipsis Juan observa: “Y
adoraron (proskyneō) al dragón que había dado autoridad a la bestia, y
adoraron (proskyneō)  a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién
podrá luchar contra ella?” (13:4; cf. vv. 8,12). Aun después de los juicios de
los sellos y de las trompetas de la Gran Tribulación, los sobrevivientes no
“dejaron de adorar (proskyneō)  a los demonios, y a las imágenes de oro, de
plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni
andar” (Apocalipsis 9:20).

LA ADORACIÓN COMO ESTILO DE VIDA

Aunque el enfoque de este documento está en la naturaleza de la adoración


en los cultos de las iglesias cristianas, la adoración debe implicar mucho
más. La mujer samaritana con quien habló Jesús tenía una fijación en
lugares de adoración. Jesús le dijo que llegaría el tiempo en que no sería
importante el lugar santo de los samaritanos, el monte Gerizim, ni el templo
judío en Jerusalén. Lo que es importante, dijo Él, es que los “verdaderos
adoradores” adoren al Padre “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23,24), sin
requerir de edificios ni de ritos. Pablo exhortó a los romanos: “Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo (thysia), santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional (latreia; del verbo latreuo)” (Romanos 12:1). Pablo usó el
lenguaje de los sacrificios y servicios del tabernáculo y del templo para
comunicar que la adoración de Dios es propiamente una constante y viva
realidad en cada dimensión de la vida del creyente. La adoración tiene que
llenar el corazón de una persona en su vida cotidiana antes de que pueda
ser debidamente expresada en público.

LA MÚSICA Y LOS CANTOS EN LA ADORACIÓN

La música y los instrumentos musicales aparecen desde los comienzos del


relato bíblico. Por primera vez en Génesis 4:21, donde se menciona a Jubal
como “padre de todos los que tocan arpa y flauta”. El Antiguo Testamento
menciona dieciséis o más instrumentos musicales relacionados con la
adoración, pero también en otros contextos. El Nuevo Testamento
menciona cuatro (o cinco si se incluye el “címbalo” de 1 Corintios 13:1).

El Creador mismo declara, acerca de los albores de la creación: “Cuando


alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de
Dios” (Job 38:7). David, “el dulce cantor de Israel” (2 Samuel 23:1), dice:
“Puso [el Señor] luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios”
(Salmo 40:3). Isaías profetizó: “Porque con alegría saldréis, y con paz seréis
vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y
todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso” (Isaías 55:12).

En tiempos del rey David hubo un amplio desarrollo de músicos y cantores,


debido al talento musical de David y la reverencia que él sentía por el arca y
el tabernáculo/templo como morada de Dios. David asignó levitas como
“cantores con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos,
que resonasen y alzasen la voz con alegría” (1 Crónicas 15:16-22; cf. 2
Crónicas 29:25,26; 35:15). “Además, cuatro mil porteros, y cuatro mil para
alabar a Jehová, dijo David, con los instrumentos que he hecho para tributar
alabanzas” (1 Crónicas 23:5; cf. 2 Crónicas 5:12,13). En realidad, la palabra
“salmo” (psalmos, de psallō, originalmente “puntear” o “tocar”) implica el
uso de instrumentos musicales. Interrumpida por el Exilio, la tradición
musical de Israel se reanudó cuando volvieron de la cautividad, reedificaron
la ciudad de Jerusalén, y completaron el segundo templo (cf. Nehemías 7:1;
12:27).

Aunque hay poca información en los Evangelios y en Hechos, Jesús, los


apóstols, y los creyentes de la iglesia primitiva seguramente se beneficiaron
de los ministerios musicales de los cantantes y los músicos del templo.
Aunque el Nuevo Testamento nada dice acerca de instrumentos musicales
en sí, en las casa-iglesias de los primeros cristianos, la música y los cantos
eran parte de la adoración llena del Espíritu (Hechos 16:25; 1 Corintios
14:14,15,26; Efesios 5:19; Colosenses 3:16). Aparentemente había una
variedad de estilos y contenidos en los cantos congregacionales, aunque no
hay evidencia de que las iglesias tenían coros o que se presentara números
especiales. Aunque en ciertas denominaciones no permiten instrumentos
musicales, el Nuevo Testamento no prohíbe ninguna clase de instrumento
musical.

En realidad, Apocalipsis describe varias escenas de adoración celestial con


cantos e instrumentos musicales, como también celebración verbal de la
gloria y el poder de Dios. Los seres vivientes y los ancianos de Apocalipsis
5, todos con arpas, culminan sus cantos expresando que a Dios y el Cordero
“sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos”
(Apocalipsis 5:13). Los 144,000 cantan al Cordero “un cántico nuevo delante
del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos”
(Apocalipsis 14:3). Los que ganan victoria sobre la bestia “cantan el cántico
de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y
maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos
son tus caminos, Rey de los santos” (Apocalipsis 15:3). La visión de Juan
del Señor que desciende en poder y gloria también es precedida por
aclamaciones de adoración y alabanza (Apocalipsis 19:1-8). Las palabras
finales del ángel en esta ocasión son: “Adora a Dios; porque el testimonio de
Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:10).

Aunque ciertas aptitudes en el arte de la música no se mencionan


específicamente en las listas de dones espirituales del Nuevo Testamento
(cf. Romans 12:6-8; 1 Corintios 12:8- 10,28; Efesios 4:11; 1 Pedro 4:10,11),
recuerde que estas listas probablemente son a propósito para el caso y no
exhaustivas. Tal como Dios por su Espíritu dotó específicamente a Bezaleel
y Aholiab para los diseños y el mobiliario del tabernáculo (Éxodo 35:30-35)
--otro don que no se menciona en el Nuevo Testamento--, parece evidente
que Dios dotó a David (2 Samuel 23:1; Salmos 40:3) para la música y los
salmos y que sigue dotando de manera similar a creyentes consagrados.

LUGARES Y EDIFICIOS EN LA ADORACIÓN

A través de los siglos el pueblo de Dios ha usado en la adoración ciertos


lugares y edificios, muchas veces designados por Dios mismo. Abraham
edificó altares e invocó el nombre de Dios en su peregrinaje por Canaán
(Génesis 12:8; 26:25). Dios se reveló a sí mismo a Jacob en Betel; entonces
Jacob alzó una piedra por señal y derramó aceite encima de ella (Génesis
28:10-22). Jacob más tarde volvió a Betel y edificó allí un altar (Génesis
35:1). En el encuentro que Moisés tuvo con Dios en Sinaí, el Señor le dio una
señal, de que cuando los israelitas salieran de Egipto, servirían a Dios sobre
ese monte (Éxodo 3:12). Dios tenía un lugar en particular, escogido de
antemano, donde Él establecería el pacto con su pueblo escogido.

Dios mismo dio a Moisés el plan para el tabernáculo y su mobiliario (Éxodo


39:42). Los israelitas proveyeron los materiales mediante ofrendas
voluntarias (Éxodo 35:1-29). Dios dotó por medio de su Espíritu a Bezaleel y
Aholiab para que llevaran a cabo la construcción (Éxodo 35:30-35). Cuando
el tabernáculo estuvo listo y fue dedicado, Dios honró los esfuerzos de
Moisés y del pueblo al descender sobre el mismo con su gloria (Éxodo
40:34). El tabernáculo estaba estratégicamente localizado en medio del
campamento, como símbolo de la morada de Dios con su pueblo, pero
cuidadosamente salvaguardado para significar su santidad (Números 3:38).

Aunque el primer templo en Jerusalén fue construido bajo la dirección de


Salomón, el complejo fue diseñado por David, quien dijo: “Asimismo el plano
de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová,
para todas las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y
para las tesorerías de las cosas santificadas… fueron trazadas por la mano
de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño” (1 Crónicas
28:12-19). El diseño interior del templo básicamente permaneció como Dios
lo había revelado a Moisés para el tabernáculo original.
La adoración centrada en el tabernáculo y el templo utilizaba mobiliario y
utensilios diseñados por Dios, incluido el arca del testimonio, la mesa para
el pan, el candelero de oro, el altar del incienso, la fuente de bronce, y el
altar del holocausto (Éxodo 37-40). Aun los utensilios para los sacrificios y
otros rituales del tabernáculo fueron determinados por el Señor y dedicados
especialmente a su servicio. El uso irreverente que hiciera Belsasar de estos
utensilios del templo, que fueron confiscados en disoluta e idólatra
parranda, fue seguido del inmediato anuncio de parte de Dios del castigo
que vendría al imperio babilonio (Daniel 5).

Las muchas ceremonias de sacrificios del tabernáculo y del templo fueron


instituidas por el Señor mismo, como se registran en amplio detalle en el
libro de Levítico. Por medio de equipo físico y de ritos observables, Dios
visualmente instruyó a su pueblo sobre la realidad y gravedad de sus
pecados y los medios para la expiación. Como se nos recuerda en el libro de
Hebreos, los sacrificios de sangre y otras prácticas eran figuras de la
muerte expiatoria del Señor Jesucristo.

No obstante, cuando se corrompe la adoración, Dios no está


permanentemente sujeto a lugares y mobiliarios que Él anteriormente haya
bendecido, ni siquiera al templo en Jerusalén y su mobiliario. El abandono
de la gloria de Dios del templo y de Jerusalén (Ezequiel 10), para luego
volver al tiempo de la purificación y restauración escatológica (Ezequiel
43:1-5), es una vívida figura del rechazo divino de las corruptas instituciones
religiosas.

Los primeros cristianos se reunían en el templo que había sido bellamente


restaurado por Herodes el Grande. Al parecer también utilizaban las
sinagogas locales. Pero de inmediato también comenzaron a usar varias
casas como lugares de reunión (Hechos 2:46; 5:42; Lucas 24:53). El
Aposento Alto (Hechos 1:13), tal vez la misma habitación en que celebraron
la Última Cena –que bien puede haber sido la casa de la madre de Juan
Marcos (Hechos 12:12) –, puede haber sido uno de esos lugares. Aquila y
Priscila tenían una iglesia en su casa, en Éfeso y en Roma (1 Corintios
16:19; Romanos 16:5), y probablemente también en Corinto, lo mismo que
Justo (Hechos 18:7). Ninfas tenía una iglesia en su casa en Laodicea
(Colosenses 4:15); Filemón tenía una iglesia en su casa en Colosas
(Filipenses 2). Lidia parece haber tenido una iglesia en su casa en Filipos
(Hechos 16:15,40). Sin duda había muchísimas de esas casa-iglesias.

El templo en tiempos de Jesús no era más sacrosanto que el templo de


Salomón que fue destruido al tiempo del Exilio. Jesús proclamó que Él era
mayor que el templo (Mateo 12:5,6); parece haberlo purificado tanto al
principio como al final de su ministerio (Juan 2:12-22; Marcos 11:15-28;
paralelos Mateo 21:12-16; Lucas 19:45-47), y predijo la inminente
destrucción del mismo debido al rechazo de Israel (Mateo 24:1,2; cf.
23:37,38). Jesús, en su propia persona y ministerio redentor, desplazó el
templo y lo hizo obsoleto (Hechos 7:48; Hebreos 9:23-26; 8:1,2).

RITUALES EN LA ADORACIÓN

El hombre siempre ha usado ciertos objetos y rituales, o ceremonias, para


facilitar la adoración. Las iglesias tradicionales muchas veces usan la
palabra “liturgia” para sus prácticas de adoración. “Liturgia” deriva del grupo
de palabras en griego leitourgeō/leitourgia que tiene que ver con servicio
público, y a menudo, religioso (Hechos 13:2). Una buena definición es
“forma prescrita de ritual para adoración pública en cualquiera de diversas
iglesias cristianas”. Aunque más se usa en rituales de la iglesia anglicana, el
término “liturgia” se puede aplicar a cualquier rito religioso, sea sencillo o de
estilo anglicano.

Caín y Abel decidieron ciertas maneras de presentar sus respectivas


ofrendas a Dios; siendo solo una de ellas aceptada (Génesis 4:2-5). Las
particulares formas de acercamiento a Dios de Abraham fueron aceptadas,
lo mismo que las de Isaac y de Jacob. En el tabernáculo se utilizaba una
serie de rituales ordenados por Dios, los cuales llegaron a ser aun más
extensivos en el primer templo y en el segundo.

Las primeras congregaciones cristianas tenían sus propios rituales. “Sin


duda había ciertos elementos fijos en la adoración de la congregación
paulina. Pero generalmente, ‘la liturgia en las primeras congregaciones es
algo extraordinariamente vivo, y las fórmulas litúrgicas no dan señas de
estar paralizadas (sic). Todos los miembros participan en la liturgia’.“ 8 Sin
embargo, esas liturgias, o rituales, que se observan en el Nuevo
Testamento, tales como las enseñanzas del bautismo en agua y de la Santa
Cena, son relativamente sencillas (pero profundas), y se pueden adaptar
fácilmente en diversas culturas. Presentan las verdades esenciales del
evangelio sin la intención de prescribir cierto perfecto ritual para celebrar
los distintos acontecimientos fijos en el calendario cristiano. Lo importante
es una fiel y habitual representación del evangelio en la adoración unida. La
admonición de Pablo a la iglesia en Corinto por su falta de respeto en la
Santa Cena es un modelo instructivo de una saludable práctica ritual (1
Corintios 11:17-34).

ADORACIÓN INACEPTABLE

Mucha de la adoración registrada en la Biblia es adoración de ídolos o un


equivocado esfuerzo de adoración de Dios en términos humanos. La
advertencia de Samuel al joven y desobediente rey Saúl enfatiza la
necesidad de preparar nuestro corazón. “¿Se complace Jehová tanto en los
holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de
Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar
atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22). El predicador
librepensador de Eclesiastés advierte: “Cuando fueres a la casa de Dios,
guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los
necios; porque no saben que hacen mal” (Eclesiastés 5:1).

El profeta Isaías censuró la vacía e hipócrita adoración de su día. “¿Para qué


me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de
holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de
bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de
vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis
atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación;
luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son
iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras
fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado
estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de
vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré;
llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la
iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo
malo…” (Isaías 1:11-16).

La invasiva carnalidad humana que tantas veces afectó la adoración de la


comunidad del Antiguo Testamento de vez en cuando se hace notar
también en el Nuevo Testamento. Ananías y Safira mintieron al Espíritu
Santo (Hechos 5:1-11). La avaricia de Simón y su codicia de poder resultó
en una fuerte reprimenda de graves consecuencias (Hechos 8:20). Entre los
corintios había divisiones y espíritu partidario (1 Corintios 1:10-12), celos y
contiendas (capítulo 5), aceptación de grave inmoralidad (capítulo 5), como
también orgullo, glotonería, embriaguez, y abuso de los pobres en la
observancia de la Santa Cena (11:17-34). El clamor de David por pureza de
corazón en la adoración suena como algo del Nuevo Testamento: “¿Quién
subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de
manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni
jurado con engaño” (Salmo 24:3,4).

DIMENSIONES PENTECOSTALES DE LA ADORACIÓN

Muchas prácticas de adoración en el Nuevo Testamento son


definitivamente pentecostales. El muchas veces citado recordatorio de
Pablo a los filipenses es fundamental: “Porque nosotros somos la
circuncisión, los que en espíritu  servimos (latreuō) a Dios y nos gloriamos
en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (3:3). “Lo que es más
notable en toda la evidencia disponible es la libre y espontánea naturaleza
de la adoración en las iglesias paulinas, aparentemente dirigida por el
Espíritu mismo.” 8

El libro de Hechos muestra que una y otra vez el Espíritu descendió


poderosamente sobre los adoradores (2:4; 4:31; 10:44), con frecuentes y
visibles bautismos en el Espíritu, en muchas ocasiones acompañados del
hablar en otras lenguas (señalado o implicado) (2:4; 8:17; 10:44; 19:6). Los
mensajes proféticos eran comunes, muchas veces con impartición
sobrenatural de información y sabiduría (11:28; 13:1,2; 20:23; 21:9,10). Las
señales, maravillas, y milagros no se limitaban a los cultos de adoración
pero a veces ocurrían en esas reuniones (5:1-11; 20:7-12).

Las epístolas del Nuevo Testamento dan a entender la naturaleza


pentecostal de la adoración en la iglesia primitiva. En la que probablemente
es su primera epístola, Pablo amonesta: “No apaguéis al Espíritu. No
menospreciéis las profecías. Examinadlo todo” (1 Tesalonicenses 5:19-21).

Pablo exhorta a los creyentes a “[ser] llenos del Espíritu”. Al ser llenos,
debían expresarlo “hablando entre [ellos] con salmos, con himnos y cánticos
espirituales (ǭdais pneumatikais), cantando y alabando al Señor en [sus]
corazones” (Efesios 5:18,19). Pablo expresó esto de forma similar a los
colosenses: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con
gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales (ǭdais pneumatikais)” (Colosenses 3:16). No es fácil para los
eruditos distinguir con precisión entre salmos, himnos, y cánticos
espirituales. Algunos piensan que los tres son himnología carismática. 9 Por
lo menos, el ǭdais pneumatikais pudiera ser algo como “cantar en el
Espíritu” (cf. 1 Corintios 14:15). 10 Aquí pneumatikais (“espiritual”)
ciertamente implica una obra especial del Espíritu Santo como en “don
espiritual [carisma…pneumatikon]” (Romanos 1:11). Se debe notar que los
únicos lugares en que aparece la palabra canto (ǭdē), aparte de los dos
pasajes mencionados, es en Apocalipsis cuando los redimidos cantan en el
cielo (Apocalipsis 5:9; 14:3; 15:3).

Lo que muchas veces no se comprende es el hecho de que “los salmos,


himnos, y cánticos espirituales son parte de la manera en que los creyentes
se dirigían unos a otros en las reuniones, y servían como medio de
edificación, instrucción, y exhortación” (cf. también Colosenses 3:16,
“enseñándoos y exhortándoos unos a otros”). 11
En vista del ejercicio indisciplinado en Corinto de los dones espirituales,
Pablo dedica 1 Corintios 14 a instruir en este asunto. Él enfatiza el valor de
las lenguas en adoración privada (14:2,4,5), y de la interpretación de lenguas
en la adoración pública (14:26-28). Como las profecías eran algo que todos
podían comprender, se debía valorarlas y darles prioridad (14:1,3,5,24,25,29-
31), algo que muchas veces se descuida en la práctica contemporánea en
que más se prioritiza las lenguas y la interpretación de lenguas. Pablo dio
normas muy prudentes respecto a la frecuencia de las profecías y los
“mensajes” en lenguas y también para “juzgar” la veracidad de éstos (14:27-
31). Además alentó a la congregación a participar activamente en el
ejercicio de una amplia gama de dones: “Cuando os reunís, cada uno de
vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene
interpretación” (14:1,5,12,13,26,31). Todo ello debía hacerse para
edificación de la iglesia (14:5,11,26).

También hay evidencia de adoración pentecostal en otros libros del Nuevo


Testamento. El escritor del libro de Hebreos dice de la salvación del Señor:
“Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos
milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” (Hebreos
2:4). El verbo que expresa el testimonio de Dios es synepimartyreō,
“testificar al mismo tiempo”, y es un participio activo que indica que Dios
sigue testificando acerca de la gran salvación en Cristo. “Este participio…
implica que la evidencia corroborativa no quedó confinada al acto inicial de
predicación, sino que siguió manifestándose en la vida
comunitaria.” 12 Además, “la concesión de los dones
carismáticos (merismos) del Espíritu Santo también sirvió para confirmar el
mensaje proclamado. Se supone que es la perpetuación del carisma en la
vida comunitaria (cf. 6:4,5) que provee indisputable evidencia del sello de
Dios en la palabra recibida por la congregación”. 13

El apóstol Pedro también hace mención de la dimensión pentecostal de la


adoración. Al escribir acerca del uso de los dones espirituales —note el uso
de charisma— exhorta: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de
Dios” (1 Pedro 4:11).

ELEMENTOS EN LOS CULTOS DE ADORACIÓN DE LA IGLESIA PRIMITIVA

Según lo que vemos en el Nuevo Testamento, es posible que los primeros


creyentes integraran en su adoración muchas de las prácticas de la
sinagoga. Los principales elementos y el orden de los servicios en la
sinagoga están bien atestiguados: el Shema [recitación de Deuteronomio
6:4], las oraciones, la lectura de las Escrituras, una bendición sacramental, y
un sermón. 15 En efecto, por un tiempo, los creyentes tanto judíos como
prosélitos continuaron con la adoración en la sinagoga antes de que fueran
excomulgados, o antes de ir a lugares más espaciosos. El estudio del Nuevo
Testamento fácilmente entrega por los menos los siguientes elementos que
hubo en los cultos de los primeros cristianos:

La Palabra de Dios. La lectura de las Escrituras era el elemento básico de


los servicios de adoración en la sinagoga (véanse Nehemías 8:8,18; 13:1;
Lucas 4:16; Hechos 13:27; 15:21). Esta práctica también fue adoptada por
las iglesias del Nuevo Testamento en sus cultos de adoración. La obra
misionera de Pablo en Tesalónica lo ilustra: “Como acostumbraba, fue a
ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo
por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos” (Hechos 17:2,3). En sus dos años de predicación
en Éfeso, “todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la
palabra del Señor Jesús” (Hechos 19:10). Pablo ordenó que sus cartas se
leyeran “a todos los santos hermanos” (1 Tesalonicenses 5:27; cf.
Colosenses 4:16), y a Timoteo exhortó: “Ocúpate en la lectura, la
exhortación y la enseñanza” (1 Timoteo 4:13).

Predicación y enseñanza. No sólo se leía la Palabra de Dios, sino que era


regularmente predicada y enseñada. El mensaje principal de esa temprana
predicación (kerygma) era la historia de Jesús y el cumplimiento de las
profecías del Antiguo Testamento por medio de su encarnación, ministerio,
muerte, y resurrección. La predicación del mensaje de la Cruz era lo céntrico
(1 Corintios 2:2). Aunque no podemos distinguir fácilmente la enseñanza de
la predicación, los sermones en Hechos y el contenido de las epístolas del
Nuevo Testamento indican que la temprana enseñanza (didaskalia) en gran
parte trataba con doctrina, e incluía extensa instrucción ética.

Llamados al arrepentimiento. En el Nuevo Testamento no hay ciertas


formas de llamados al altar, pero hay muchos llamados al arrepentimiento
que no se deben pasar por alto. Pedro concluyó su sermón profético en el
Día de Pentecostés con: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo” (Hechos 2:38). Esteban confrontó fuertemente a sus oyentes
(Hechos 7:51-53). En su predicación misionera Pablo y Bernabé mostraron a
sus oyentes la necesitad de arrepentirse (Hechos 13:38-41). Las epístolas
del Nuevo Testamento están llenas de llamados a creer el evangelio y a
cambiar de conducta. Aun en la observancia de la Santa Cena se hace un
llamado a examinar su vida antes de participar (1 Corintios 11:27- 32).

El bautismo en el Espíritu. Tan importante es el bautismo en el Espíritu


Santo que la profecía de Juan el Bautista acerca de Jesús como el futuro
Bautizador está incluida en los cuatro Evangelios, y Jesús la repite (Hechos
1:5). Los bautismos en el Espíritu efectuados en la iglesia primitiva fueron
acontecimientos visibles, poderosos, y transformadores, con la evidencia
inicial de hablar en otras lenguas. El reduccionismo racionalista o el
emocionalismo sensacionalista no pueden replicar la vitalidad y el poder de
la obra del Espíritu en la iglesia primitiva. Pedro marca la pauta:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros… y recibiréis el don del
Espíritu Santo” (Hechos 2:38). En todo el libro de Hechos y en las epístolas
del Nuevo Testamento, se enseña y se da por sentado la dinámica
experiencia inicial y la continua plenitud del Espíritu.

Credos y declaraciones de fe. Muchos de los pasajes concisos y rítmicos


del Nuevo Testamento parecen ser declaraciones de fe que se usaban en
las primeras iglesias para instrucción y adoración. Uno de los “credos” más
conocidos es Filipenses 2:6-11, que comienza así: “El cual, siendo en forma
de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres.” Otros pasajes a menudo incluidos son: Lucas 1:46-55; Juan 1:1-
18; Romans 10:9; 1 Corintios 15:3-5; Efesios 5:14; Colosenses 1:15-20; 1
Timoteo 3:16; 1 Pedro 3:18-22; Apocalipsis 4:8; 5:12. 16

Himnos. Al parecer se incluyeron en los cantos de alabanza de los primeros


cristianos algunos de los pasajes mencionados arriba, juntamente con
salmos, otros himnos compuestos por creyentes, y cantos “en el Espíritu” (1
Corintios 14:15). Jesús y sus discípulos cantaron himnos (Marcos 14:26,
par. Mateo 26:30), como también Pablo y Silas cuando estuvieron
encarcelados en Filipos (Hechos 16:25). Pablo escribió a “sus iglesias” en la
provincia de Asia que se espera de un pueblo lleno del Espíritu que unos a
otros se edifiquen y exhorten con “salmos, himnos, y cánticos espirituales”
(1 Corintios 14:26; Efesios 5:19; Colosenses 3:16; cf. Romans 15:9).
Aparentemente algunos de los himnos fueron compuestos de antemano
mientras que muchos eran espontáneos e inspirados por el Espíritu.

Oración. Hay cerca de 175 referencias a la oración en el Nuevo Testamento.


En Hechos vemos a la comunidad cristiana reunida en oración bajo diversas
circunstancias: en el Aposento Alto (1:14); en las reuniones de los nuevos
creyentes después del Pentecostés (2:42); en el templo (3:1); bajo amenaza
de persecución (4:24); por los apóstoles (6:4); al buscar y apartar líderes
(6:6); por el bautismo en el Espíritu (8:15); por sanidad (9:40); y en muchas
otras circunstancias. Pablo anima a los tesalonicenses: “Estad siempre
gozosos. Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:16-18). A los efesios exhorta:
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios
6:18). A veces combinaban la oración con el ayuno (Hechos 13:2). “No
sabemos si en las iglesias paulinas hubo oraciones ya establecidas; en todo
caso, las oraciones espontáneas por el Espíritu eran la norma.”
Dones espirituales. Las amplias instrucciones de Pablo a los corintios
acerca de los dones espirituales y su debida función en la vida de la iglesia
indican que estos dones eran parte regular de los cultos de adoración en la
iglesia primitiva (1 Corintios 12-14). A él le preocupó comunicar dones
espirituales a la ya bien establecida iglesia en Roma (Romanos 1:11) y ya
había indicado a los tesalonicenses que no “[menosprecien] las profecías”
(1 Tesalonicenses 5:20). El escritor de Hebreos recuerda a sus lectores
cuán importantes habían sido los dones espirituales en su historia (Hebreos
2:4). Pedro exhortó a sus lectores que cuando alguien hablara mediante un
don espiritual, “hable conforme a las palabras de Dios (logia theou)” (1
Pedro 4:10,11). En Hechos, por supuesto, vemos frecuentemente la
operación de los dones espirituales en muchos distintos casos dentro de la
iglesia y fuera de ella.

Sanidad. Santiago escribió en su epístola que cuando un creyente estuviera


enfermo, “llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con
aceite en el nombre del Señor” (Santiago 5:14). Los dones de sanidades (1
Corintios 12:9) se pueden incluir entre los dones espirituales ya
mencionados y se ve evidencia de ellos a través del relato de Hechos.
Parece que la iglesia acostumbraba orar por la sanidad de sus miembros,
aunque no tuvieran la seguridad de la manifestación de un don espiritual. A
pesar de que fue grandemente usado por Dios en milagros de sanidades,
Pablo en una ocasión tuvo que dejar a Trófimo “en Mileto enfermo” (2
Timoteo 4:20).

Ofrendas. Los hermanos de la iglesia primitiva entregaban regularmente


ofrendas, probablemente en las reuniones programadas, para suplir así las
necesidades de la comunidad (Hechos 4:34-37; 5:1,2). La iglesia en
Antioquía reunió una ofrenda, supuestamente monetaria, para enviar a los
hermanos en Jerusalén durante un tiempo de hambruna (Hechos 11:29,30).
Pablo, que muchas veces recibía ofrendas de las iglesias que había fundado
(Filipenses 4:18), instruyó a los corintios: “Cada primer día de la semana
cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado,
guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”
(1 Corintios 16:2).

La Santa Cena. Aunque no se estipula en el Nuevo Testamento la


regularidad con que se debe celebrar la Santa Cena, ciertamente fue parte
común e importante de la adoración en la iglesia primitiva (cf. Marcos
14:22-25; paralelos, Mateo 26:17-30; Lucas 22:7-23; 1 Corintios 11:17-34).
Los primeros creyentes “perseveraban… en la comunión unos con otros, en
el partimiento del pan” (Hechos 2:46); aparentemente la cena se incluía en
casi todas sus reuniones. La instrucción correctiva de Pablo en 1 Corintios
11 muestra que la Santa Cena era parte regular de los cultos de adoración y
que muchas veces incluían una cena de comunión, el Ágape (Amor). Las
instrucciones de Pablo en 1 Corintios 11:17-34 son las más tempranas
indicaciones y explicaciones acerca de la Santa Cena. Pablo, seguido
después por Lucas, documenta el mandato: “Haced esto en memoria de mí”
(1 Corintios 11:24,25; cf. Lucas 22:19). Pablo explica el significado del pan y
de la copa como el cuerpo y la sangre del Señor (11:24,25) y enseña que es
un anuncio de “la muerte del Señor… hasta que él venga” (11:26). Él exhorta
a todos los creyentes a que participen en la Cena con reverencia y
regularidad, después de examinarse a sí mismos (11:27-32).

HACIA UNA DEFINICIÓN DE LA ADORACIÓN

La adoración bíblica tiene muchas facetas, y no todas se pueden captar en


una breve definición. Sin embargo, el resumen del estudio sobre la
adoración de David Peterson expresa bien los hallazgos de este documento.

A través de la Biblia, la adoración aceptable significa acercarse o dirigirse a


Dios en los términos que Él propone y en la manera que Él hace posible.
Comprende honrarlo (sic), servirlo y respetarlo, abandonar cualquier
devoción o lealtad que impida una exclusiva relación con Él. Aunque
algunos términos bíblicos para la adoración pueden referirse a específicos
gestos de homenaje, rituales o ministerio sacerdotal, la adoración es
fundamentalmente la expresión de fe en obediencia y adoración. Por
consiguiente, en ambos Testamentos muchas veces se indica como
comunión con Dios, personal y moral, en cada esfera de la vida [énfasis
nuestro]. 18

Y, captando la dinámica esencial del Espíritu en la adoración, Peterson


añade: “Entonces, fundamentalmente, la adoración en el Nuevo Testamento
significa creer el evangelio y responder con todo el ser y toda la vida a la
persona y obra del Hijo de Dios, en el poder del Espíritu Santo.” 19

ORIENTACIÓN PARA LA PRÁCTICA CONTEMPORÁNEA

Varios importantes fundamentos y conclusiones para orientación de la


iglesia se pueden sacar de este estudio. Lo siguiente de ningún modo es
exhaustivo:

1. La verdadera adoración se centra en el Dios Trino —Padre, Hijo, y Espíritu


Santo— cuando su pueblo lo alaba y glorifica. En primer lugar la adoración
tiene que ver con el reconocimiento de Dios por quién Él es y por lo que Él
hace. En segundo término, comprende los adoradores.
2. La verdadera adoración de Dios produce una dinámica participación del
Espíritu Santo que resulta en la edificación del creyente como individuo y de
la iglesia en su totalidad.
3. La verdadera adoración tiene que ver con el corazón, en que cada creyente
desarrolla un estilo de vida que confiesa y honra a Dios en palabra y obra en
dondequiera que vaya.
4. La verdadera adoración conecta dinámicamente a los creyentes por medio
del Espíritu unos con otros y con la misión de Dios de redimir a la
humanidad.
5. Se debe dar la debida atención y libertad a la obra del Espíritu en todos los
aspectos de la adoración: oraciones, música y cantos, ofrendas,
predicación y enseñanza, llamados al arrepentimiento, operación de los
dones espirituales, y otros.
6. Al planear la adoración se debe tener presente la naturaleza espontánea de
la operación de los dones espirituales. Es necesario dar a la congregación
la debida enseñanza bíblica, con instrucción firme y amorosa, y con claras
explicaciones. Las estrategias de crecimiento que impiden la operación de
ciertos dones espirituales en la adoración y la vida misionera de la iglesia
no concuerdan con la esencial dinámica del Espíritu en la fe cristiana.
7. La adoración incluye cada parte del culto, desde la invocación hasta la
bendición final. Las gozosas alabanzas de música y cantos son poderosos
dones que facilitan la adoración del pueblo de Dios, como es muy aparente
en los Salmos. Sin embargo, no deben ser considerados “la adoración” al
punto de excluir otros elementos del culto. Además, la música y los cantos,
y otros puntos del programa antes de la predicación, no son “preámbulos”.
Cada parte del programa debe ofrecer alabanza y gloria a Dios.
8. Aunque la persona que dirige la música y los cantos puede haber sido
designada como “director de adoración”, el título podría ser engañoso. Un
mejor título sería “ministro de música” o algo similar. Cada persona que
participa en la dirección pública de las varias partes del culto es, en
términos estrictos, un director de adoración.
9. Como cada parte del culto de adoración debe centrarse en glorificar a Dios
y presentar su Palabra para edificación de la iglesia, todo el servicio debe
ser planeado e integrado, para que en teoría y práctica dé lugar a la obra
espontánea del Espíritu.
10. De igual manera, para ofrecer diligente instrucción en la Palabra de Dios,
los planes para la adoración deben hacerse a largo plazo y de manera
integral, de modo que cada elemento sea de edificación para el creyente, y
para que se celebren y expliquen las fechas conmemorativas y las
principales doctrinas de la iglesia cristiana.
11. Aunque la iglesia primitiva tuvo poderosos predicadores tales como Pablo
que, en ocasiones, cautivaba por horas a la congregación (Hechos 20:7),
como regla general la congregación participaba mediante la operación de
dones espirituales, oraciones, cantos, ofrendas, y otros.
12. En la adoración cristiana se debe aprovechar lo mejor en conocimientos
técnicos, ofrecidos por personas dotadas por el Espíritu, siempre con el fin
de glorificar a Dios. La búsqueda de excelencia debe también estar
arraigada en humilde oración y dependencia del Espíritu, cuyo propósito es
fortalecer y guiar a todo el cuerpo en adoración.
13. Es obvio que los directores de adoración deben tomar en cuenta las formas
de adoración y las preferencias musicales de quienes al presente sirven.
Pero deben también considerar en oración los gustos de aquellos a quienes
tratan de alcanzar. No hay norma musical, sea tradicional, contemporánea,
o una combinación de ambas, que por orden divina alcance a todas las
personas, todas las veces, y en todo lugar. La adoración dirigida por el
Espíritu será creativa en su misión, pero respetará el imperativo de “guardar
la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3).

En todas las cosas, ¡a Dios sea la gloria!

NOTAS

1. Webster’s Third New International Dictionary of the English Language,


Unabridged, Philip Babcock Gove, ed. (Springfield, MA: Merriam-Webster,
2002).
2. Para simplicidad y coherencia, los siguientes términos en hebreo y griego,
sus raíces, transliteraciones, definiciones, y estadísticas en gran parte se
han tomado de los artículos “Praise” [Alabanza] y “Worship” [Adoración]
en Mounce’s Complete Expository Dictionary of Old & New Testament
Words, William D. Mounce, ed. gen. (Grand Rapids: Zondervan, 2006).
3. El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera Ó1960
Sociedades Bíblicas en América Latina; Ó renovado 1988 Sociedades
Bíblicas Unidas.  Utilizado con permiso.
4. Proskyneō, en The New International Dictionary of New Testament
Theology, Vol. 2, Colin Brown, ed. gen. (Grand Rapids: Zondervan, 1976),
876.
5. Ibid., 877.
6. Véase Raymond E. Brown, The Gospel According to John (i-xii); The Anchor
Bible (Garden City, NY: Doubleday & Company, 1966), 180; también C.
Brown, New International Dictionary, 2:878.
7. C. Brown, Ibid. La cita es de R. Schnackenburg, The Gospel According to St.
John, I (New York: Herder & Herder, 1968), 437.
8. Anthony D. Palma, The Holy Spirit in the Corporate Life of the Pauline
Congregation, Disertación teológica, Seminario Concordia (1974), 82,
citando a Oscar Cullmann, Early Christian Worship, trans. A. Stewart Todd y
James B. Torrance (London: SCM, 1953), 25.
9. Gordon D. Fee, Empowering Presence: The Holy Spirit in the Letters of
Paul (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1994), 884.
10. James D. G. Dunn, Jesus and the Spirit: A Study of the Religious and
Charismatic Experience of Jesus and the First Christians as Reflected in the
New Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1975), 238- 239.
11. F. F. Bruce, The Epistles to the Colossians, to Philemon, and to the
Ephesians, The New International Commentary on the New Testament (Grand
Rapids: Eerdmans, 1984), 158-159, 380-381.
12. Andrew T. Lincoln, Word Biblical Commentary, Ephesians, Vol. 42 (Dallas:
Word Books, 1990), 345.
13. William L. Lane, Word Biblical Commentary, Hebrews 1-8, Vol. 47a (Dallas:
Word Books, 1991), 39.
14. Ibid., 40.
15. ”Synagoga”, en The New International Standard Bible Encyclopedia, vol. 4,
ed. rev., Geoffrey W. Bromiley, ed. gen. (Grand Rapids: Eerdmans, 1988).
16. Para la lista y el estudio de estos pasajes, vea W. J. Porter, “Creeds and
Hymns,” en Dictionary of New Testament Background, ed. Craig A. Evans,
Stanley E. Porter (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2000), 231-238.
17. Fee, God’s Empowering Presence, 866.
18. David Peterson, Engaging With God: A Biblical Theology of
Worship (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1992), 283.
19. Ibid., 286.

Descargar: Worship in the Bible (PDF)


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Estudio bíblico: La adoración


que agrada a Dios - Juan 4:20-
24
Serie:    El Evangelio de Juan    
Autor: Luis de Miguel

Email: estudios@escuelabiblica.com

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La adoración que agrada a Dios -
Juan 4:20-24
(Jn 4:20-24) "Le dijo la mujer: Nuestros padres
adoraron en este monte, y vosotros decís que en
Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le
dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en
este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos
lo que sabemos; porque la salvación viene de los
judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu
y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y
los que le adoran, en espíritu y en verdad es
necesario que adoren."

Introducción
Durante su conversación con la samaritana, el Señor
abordó el tema de la adoración con una amplitud y
profundidad completamente nuevas. De esta manera
contestó a las inquietudes de la mujer, dejándonos
también a nosotros una información muy valiosa que
necesitamos para poder ofrecer a Dios una adoración
que sea de su agrado. Porque no debemos olvidar que
adorar a Dios es un asunto muy serio que no podemos
tomar a la ligera. Y el pasaje que vamos a estudiar
nos advierte de la posibilidad de creer que estamos
adorando a Dios, cuando en realidad lo que hacemos
puede ser otra cosa muy distinta. Por ejemplo, el
Señor descalificó la adoración de los samaritanos
cuando le dijo a la mujer: "vosotros adoráis lo que no
sabéis". Por lo tanto, es importante que aprendamos
por su Palabra cómo debemos hacerlo para no
cometer errores similares.
A continuación haremos algunas aclaraciones sobre lo
que es la adoración, cuáles son sus características a
la luz de la Biblia, y consideraremos también la
enseñanza que Jesús dio sobre el tema a la mujer
samaritana.

1. ¿Qué es la adoración?

Adorar a Dios es la actividad más noble, elevada e


importante que el ser humano puede realizar. Fuimos
creados para eso, y cuando el hombre pecó
rompiendo así su relación con Dios, él envió a su
propio Hijo con el fin de redimirnos para que
pudiéramos ser nuevamente verdaderos adoradores.
Esto es lo que Jesús quería dar a entender a la mujer
cuando le dijo: "el Padre tales adoradores busca que
le adoren". Tan importante es el tema, que la
adoración será nuestra actividad principal durante
toda la eternidad. Lo podemos comprobar con
frecuencia en el libro de Apocalipsis, donde todos los
seres celestiales adoran a Dios sin cesar.

(Ap 4:8-11) "Y los cuatro seres vivientes tenían cada


uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos
de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo,
santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que
era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que
aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción
de gracias al que está sentado en el trono, al que vive
por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos
se postran delante del que está sentado en el trono, y
adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan
sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno
eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque
tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y
fueron creadas."
Ahora bien, cuando nos preguntamos qué es la
adoración, encontramos que, como es habitual en la
Biblia, ésta no nos ofrece ninguna definición, sino que
su forma de enseñarnos es mostrándonos numerosos
ejemplos de personas que adoraban a Dios con el fin
de que a través de ellos podamos aprender cómo
debemos hacerlo nosotros.

Así pues, lo primero que observamos en las Escrituras


es que un adorador es alguien que tiene una relación
personal con Dios al que ama intensamente. Notemos
por ejemplo cómo el rey David comenzaba el Salmo
18 expresando su amor a Dios: "Te amo, oh Jehová",
para inmediatamente después invocarle porque
reconocía que "es digno de ser alabado" (Sal 18:1-3).
Como no puede ser de otra manera, es nuestro amor
a Dios lo que nos lleva a adorarle. Aunque, por
supuesto, este amor es una pobre respuesta al gran
amor que hemos recibido de él (1 Jn 4:10). Por lo
tanto, si la adoración no surge como una respuesta
genuina de nuestro amor a Dios, todo lo que hagamos
no pasará de ser simples ritos religiosos fríos y secos,
carentes de significado, y que de ninguna manera
agradarán a Dios.
Ahora bien, todos sabemos que el verdadero amor a
Dios implica entrega absoluta. El Señor nos enseñó
que para amarle hay que hacerlo con todo el corazón,
con toda el alma y con toda la mente (Mt 22:37). Así
pues, la adoración genuina implica la entrega de todo
lo que somos como una ofrenda de amor. Podemos
encontrar una buena ilustración de esto en el
sacrificio de los holocaustos que se realizaban en el
Antiguo Testamento. La particularidad que tenía este
tipo de ofrenda era que el animal se ofrecía
completamente al Señor en olor grato, a diferencia de
los otros sacrificios en los que se reservaban
diferentes partes para los sacerdotes o el oferente (Lv
3:1-9). Así que, podríamos decir que la adoración es
una "ofrenda del todo quemada", donde el adorador
no se queda nada para sí mismo, sino que se entrega
sin reservas a Dios, consagrándole su vida entera a
él. Parece que el apóstol Pablo tenía este tipo de
sacrificio en mente cuando exhortaba a los cristianos
en Roma:

(Ro 12:1) "Así que, hermanos, os ruego por las


misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional."

Y si meditamos un poco más en esto, rápidamente


nos daremos cuenta de que la expresión plena de este
tipo de devoción la encontramos en Cristo cuando
entregó su vida al Padre en la Cruz:

(Ef 5:2) "Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por


nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante."
Por lo tanto, adorar a Dios implica también sumisión y
obediencia. No podemos adorarle sin haber rendido
previamente nuestra voluntad ante él para servirle en
todo cuanto nos manda. Ya hemos visto un buen
ejemplo de esto en el pasaje de Apocalipsis antes
citado, en el que en una escena celestial "los ancianos
se postran delante del que está sentado en el trono, y
adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan
sus coronas delante del trono" (Ap 4:10). El hecho de
colocar sus coronas a los pies del Señor es una forma
de expresar su sumisión, reconocimiento y entrega
absoluta.

La conclusión de todo esto es que no podemos reducir


nuestra adoración a unas bonitas expresiones de
nuestros labios, porque antes de que Dios escuche lo
que decimos, primeramente mira nuestros corazones.
Esta fue la razón por la que tanto Jesús como los
profetas del Antiguo Testamento tuvieron que
reprender reiteradamente al pueblo de Israel:

(Mr 7:6) "Respondiendo él, les dijo: Hipócritas bien


profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este
pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos
de mí."

Su problema consistía en que cuando ofrecían su


adoración a Dios, lo que decían sus labios no se
correspondía con la actitud interior de sus corazones.
No había obediencia a su Palabra, lo que era una
triste evidencia de su falta de amor por él (Jn 14:15).

Ahora bien, una vez que hemos señalado que la


adoración surge de un corazón que ama y se entrega
completamente a la voluntad de Dios, hay que decir
también que le adoramos cuando nos dirigimos a él
para expresarle la admiración que le profesamos. Esto
lo podemos hacer principalmente por medio de la
oración y también del canto.
(He 13:15) "Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por
medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de
labios que confiesen su nombre."

Por supuesto, esta admiración surge y crece en


nosotros al considerar por medio de su Palabra cómo
es él; su naturaleza, sus atributos, su carácter y
también sus obras. Es entonces cuando nos rendimos
a él mientras nos deleitamos en contemplar de forma
reverente su gloria.

También es importante aclarar que la adoración va


más allá de nuestras acciones de gracias por sus
bendiciones recibidas. Debemos notar la diferencia
entre adoración y acción de gracias. Porque mientras
que en la acción de gracias el foco de nuestra
atención está en las cosas que hemos recibido de
Dios, en la adoración la atención se centra en lo que
Dios mismo es.

Podemos pensar en una sencilla ilustración que nos


puede ayudar a entenderlo mejor: Imaginemos unos
novios que han quedado para verse. En un momento
el chico saca un precioso anillo que le regala a su
novia. Inmediatamente la muchacha mira el regalo
fascinada mientras se lo pone en el dedo y le da las
gracias a su novio. Pero según va pasando el tiempo,
el anillo pasa a un segundo plano y toda la atención
de la chica vuelve a estar puesta nuevamente en su
amado, en quien no ve más que virtudes.
Y de la misma manera, nosotros también estamos
maravillados de la gracia de Dios sobre nosotros y de
sus muchas bendiciones, pero más importante que
cualquiera de ellas, es Dios mismo, a quien
admiramos y adoramos por quién es él. En este
sentido el apóstol Pedro hizo un breve resumen de
nuestra nueva posición en Cristo, pero no se detuvo
ahí, sino que expresó que todo esto que hemos
recibido por gracia nos debe llevar a "anunciar sus
virtudes" en un espíritu de auténtica adoración.

(1 P 2:9) "Mas vosotros sois linaje escogido, real


sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios
para que anunciaseis las virtudes de aquel que os
llamo de las tinieblas a su luz admirable."

Tenemos que tener mucho cuidado con esto, porque


con facilidad nos detenemos pensando en lo que
ahora somos en Cristo y en cuántas bendiciones
hemos recibido de él, y no llegamos a adorarle por lo
que Dios mismo es. Si queremos ser verdaderos
adoradores tenemos que dejar de pensar en nosotros
mismos para concentrar toda nuestra atención en
quién es Dios.

2. El papel de la música en la adoración

Ya hemos dicho que en la Biblia encontramos dos


maneras principales de adorar a Dios: por medio de la
oración y también con el canto. En el libro de los
Salmos, que podríamos decir que servía de
"himnario" para los creyentes del Antiguo
Testamento, encontramos la letra de muchos cánticos
de adoración. Por cierto, este es el libro más largo de
la Biblia, lo que nos da una idea de la importancia que
Dios da a la música.
Sin embargo, habiendo dicho esto, hay que decir
también que es un error limitar la adoración
exclusivamente al canto, porque también
encontramos otras muchas ocasiones a lo largo de la
revelación bíblica en las que diferentes personas
adoraron a Dios por medio de sus oraciones.

Y por otro lado, no todas las canciones que cantamos


son de adoración y alabanza a Dios. Y aunque en
muchos círculos se asocia "la alabanza" con el
periodo dedicado a la música, esto no es exacto. Hay
himnos en los que el tema es la confesión, o la
petición de protección, o la acción de gracias por
algún don recibido... pero no la adoración. Así que, si
buscamos adorar a Dios con nuestra música, será
necesario elegir bien las canciones, prestando
especial atención a su letra.

Además, la música, como todas las cosas buenas que


Dios ha creado, se pueden usar de una forma
inapropiada. Y no cabe duda de que el uso de la
música en la adoración a Dios conlleva varios peligros
de los que ninguno estamos libres. Reflexionemos
sobre algunos de ellos:
En primer lugar, en algunas culturas es muy fácil
dejarse llevar por el ritmo de la música sin pensar en
nada de lo que dice su letra. En otros casos podemos
tararear canciones cristianas "pegadizas" sin
reflexionar en ningún momento en su contenido. Otras
veces la música tiene ritmos tan "fuertes", que es casi
imposible entender su letra. En todos estos casos, no
es posible tener una experiencia de intimidad con el
Señor que nos lleve a una auténtica adoración.
Debemos recordar la exhortación del salmista: "Cantad
con inteligencia" (Sal 47:7). Porque cantar o escuchar
música cristiana sin prestar atención a lo que se dice,
no es algo que debamos identificar con la adoración.
En segundo lugar, y es muy triste decirlo, parece que
muchas veces los cristianos se fijan más en los
cantantes que en Dios mismo. Parecen sentir por ellos
una fascinación similar a la que los del mundo tienen
por sus ídolos musicales. Pero el tiempo de adoración
no es para exhibirnos a nosotros mismos, o los dones
que Dios nos ha dado, sino para dirigir nuestras
miradas hacia Dios. Siempre existe la tentación de
convertir esos dones y talentos en el centro de la
adoración, usurpando así el lugar que legítimamente
sólo le corresponde al Señor. Los cantantes cristianos
tienen una gran responsabilidad en este punto.
En tercer lugar, algunos cantantes cristianos, conocidos
actualmente como "los grandes adoradores", son
responsables del tremendo empobrecimiento de mucha
de la adoración que hoy se ofrece a Dios por medio de
la música. Sólo hay que ver la pobreza de sus letras,
que en muchos casos sólo consiste en unas sencillas
frases que se repiten indefinidamente. Esta escasez de
términos y conceptos en la adoración no tiene nada que
ver con la riqueza que brota de las Sagradas Escrituras.
En cuarto lugar, también existe el peligro de pensar
que Dios está más presente en nuestra adoración
cuando contamos con buenos medios técnicos, bien sea
de sonido, iluminación, coros, cantantes famosos...
Pero eso no es cierto. De hecho, esto nos puede llevar
fácilmente a la arrogancia. El profeta Isaías nos ha
dejado un hermoso versículo que conviene recordar en
relación a esto: "Así dijo el Alto y Sublime, el que
habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo
habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y
humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los
humildes, y para vivificar el corazón de los
quebrantados" (Is 57:15). A Dios no le impresiona
nuestra super organización, porque él es el Alto y
Sublime, el que habita la eternidad. Y su presencia en
nuestras vidas sólo está garantizada por un corazón
quebrantado y humilde ante él.
En quinto lugar, en muchas ocasiones se han sustituido
los himnos congragacionales que todos los creyentes
podían cantar juntos, por otro tipo de canciones que
sólo pueden ser cantadas por un interprete sobre un
escenario. Esto priva a la iglesia de identificarse
adecuadamente con la adoración, dejándola en manos
de los "profesionales", mientras que el resto de la
congregación sólo puede dar palmas y aguantar de pie
por largos periodos de tiempo sin poder hacer otra
cosa.
En sexto lugar, a nadie se le escapa el hecho de que en
el día de hoy la música cristiana se ha convertido para
algunos cantantes en un importante negocio que no
sólo les reporta grandes beneficios económicos, sino
también fama y popularidad similares a las de los
cantantes del mundo. Y con el fin de ampliar su
mercado, no dudan en imitar los ritmos mundanos o de
alternar canciones dedicadas al Señor con otras de
carácter totalmente profano.

Ahora bien, habiendo considerado algunos de los


peligros que puede haber cuando se utiliza la música
en la adoración, debemos volver a enfatizar que su
uso correcto no debe ser nunca despreciado. Por el
contrario, aunque no necesitamos la música para
adorar a Dios, sin embargo, la Biblia nos enseña que
es un aspecto importante de nuestra relación con él.
Como ya hemos dicho, todo el libro de los Salmos es
un buen ejemplo de esto. Y en nuestro tiempo es muy
importante que el Señor siga levantando a hermanos
con dones que sean capaces de crear nuevas
composiciones musicales que nos ayuden en nuestra
alabanza a Dios por medio del canto.

3. Dios y la obra de la Cruz deben estar en el centro


de nuestra adoración
Aunque esto es obvio, siempre debemos recordar que
sólo podemos dirigir nuestra adoración a Dios. Es
importante que tengamos cuidado con esto. No
olvidemos que Dios es celoso y no comporte la
adoración de su pueblo con nadie más.

(Is 42:8) "Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no


daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas."

(Ex 34:14) "Porque no te has de inclinar a ningún


otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios
celoso es."

Dios tiene que ser el centro de nuestra adoración, y


todo lo demás debe quedar en un plano secundario.
Es más, en último término, no necesitamos ninguna
otra cosa para adorar a Dios.

Ahora bien, ¿por qué decimos esto que parece tan


evidente? Bueno, porque siempre que queremos
hacer algo para el Señor, el camino está lleno de
tentaciones. Por ejemplo, como ya hemos señalado,
es relativamente fácil que el líder de alabanza se
convierta en el centro de la adoración, o que nuestra
adoración esté enfocada más en el hombre que en
Dios, gloriándonos de nuestra nueva posición ante
Dios en lugar de mirar a Cristo y su obra en la cruz
por medio de la cual hemos recibido todo lo que
somos y tenemos.

En este punto es importante decir también que la cruz


de Cristo debería tener un lugar central no sólo en
nuestra vida y servicio, sino también en nuestra
adoración. Sin la obra de la cruz, nosotros todavía
estaríamos bajo la ira de Dios, expuestos al juicio y a
la condenación. Es por la cruz que hemos encontrado
la reconciliación con Dios y es allí donde podemos
apreciar de forma totalmente nítida cómo es Dios. El
apóstol Pablo expresó con claridad el lugar central
que la cruz ocupaba en su ministerio y adoración:
(Ga 6:14) "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la
cruz de nuestro Señor Jesucristo"

Así pues, la adoración debe estar centrada en Dios y


en la obra suprema de Cristo en la cruz. Sin embargo,
debemos decir aquí que lamentamos cómo la cruz ha
ido desapareciendo de muchas de las canciones de
adoración cristiana. Se habla mucho del triunfo de
Cristo, de su exaltación en gloria, de su majestad... y
aunque todo es completamente cierto y lo
suscribimos sin reservas, nunca deberíamos olvidar
que Jesús fue "coronado de gloria y de honra, a causa
del padecimiento de la muerte" (He 2:9). Los profetas
del Antiguo Testamento anunciaron "los sufrimientos
de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos" (1 P
1:11). Y las huestes celestiales adoran al Cordero que
fue inmolado (Ap 5:12). Toda adoración que no tome
en cuenta la obra de la cruz siempre será pobre e
incompleta.

Por otro lado, tampoco debemos olvidar que es


imposible honrar al Padre sin honrar al Hijo.

(Jn 5:23) "Para que todos honren al Hijo como honran


al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre
que le envió."

Nunca está de más hacer énfasis en esta gran verdad,


máxime cuando hay grupos llamados cristianos que
niegan la naturaleza divina del Hijo y que por lo tanto
no le adoran como Dios. Pero como vemos, la Palabra
nos enseña lo contrario: "que todos honren al Hijo
como honran al Padre". Encontramos numerosos
ejemplos de esto en personas que durante el
ministerio terrenal de Jesús le adoraron, lo que era
especialmente significativo si tenemos en cuenta que
la mayoría de ellos eran judíos monoteístas que de
ninguna manera habrían hecho algo parecido con
nadie que no fuera Dios. Veamos algunos ejemplos:
(Mt 2:11) Los magos venidos de oriente adoraron a
Jesús cuando lo encontraron en Belén.
(Mt 14:33) Los discípulos le adoraron cuando subió a la
barca después de haber calmado la tempestad.
(Mt 28:8) Las mujeres que habían ido a la tumba le
adoraron después de su resurrección.
(Mt 28:17) También los once discípulos le adoraron
cuando le vieron resucitado.
(Jn 9:38) Un ciego sanado por el Señor también le
adoró.

Y por último, quizá debemos añadir una reflexión


acerca de la adoración que la Iglesia Católica ofrece a
la virgen María. En cuanto a esto, ya hemos dicho que
Dios es celoso y no comparte su gloria con nadie más.
Quien se atreva a hacerlo tendrá que darle cuentas
por ello. Además, no encontramos ni un solo ejemplo
en la Biblia en la que los cristianos dieran culto a
María, ni que tampoco le atribuyeran ninguno de los
títulos con los que el catolicismo pretende honrarle,
dándole a veces más importancia a ella que al mismo
Hijo de Dios.

4. La adoración no es una actividad opcional

Debemos decir también que este reconocimiento de la


dignidad absoluta de Dios que hacemos por medio de
la adoración no es una actividad optativa. Dios está
buscando que su pueblo sea un pueblo de adoradores,
que anuncian las virtudes de aquel que los llamó de
las tinieblas a su luz admirable (1 P 2:9). Tan
importante es el tema, que aparece una y otra vez a
lo largo de toda la Biblia.
Todo comenzó en el huerto del Edén cuando el hombre
decidió que iba a dejar de adorar a Dios.
Posteriormente Dios llamó a Abraham de Ur de los
caldeos para formar a partir de él un pueblo que
dejando los dioses paganos que había en su entorno,
adoraran al único Dios verdadero. De esta manera,
tanto Abraham, como su hijo Isaac o Jacob, se
caracterizaron por ser hombres de tienda y altar, es
decir, peregrinos y adoradores.
En el libro de Éxodo vemos que Dios envió a Moisés
para liberar a Israel de la esclavitud de Egipto y que de
esta manera pudieran adorarle. En este sentido es
interesante notar la lucha que Faraón sostuvo con
Moisés con el propósito de impedir que el pueblo fuera
adorar a Dios. Primero se negó a ello con total
rotundidad, pero después de que las diversas plagas
fueron haciendo mella en él, fue cediendo, pero
siempre poniendo condiciones: en principio
obligándoles a ofrecer sus sacrificios a Dios dentro de
la tierra de Egipto (Ex 8:25-27), luego dejando que sólo
fueran los varones del pueblo (Ex 10:8-11), más tarde
impidiéndoles que llevaran animales para el
sacrificio (Ex 10:24-26), hasta que finalmente, como no
podía ser de otra manera, Dios ganó el pulso a Faraón y
éste les dejó salir sin condiciones para que adoraran a
su Dios fuera de Egipto con todo lo que eran y tenían.
En su viaje por el desierto Dios les dio la Ley junto con
diversas instrucciones acerca de cómo debían adorarle.
Además les mandó construir un tabernáculo donde Dios
manifestaba su gloria en medio de su pueblo.
Más adelante, vemos a lo largo de todos los libros
históricos y proféticos del Antiguo Testamento el
énfasis y la importancia que la adoración tenía en la
vida del pueblo de Israel. En relación a esto, el rey
David jugó un papel muy importante, porque tuvo en su
corazón edificar una casa permanente a Dios donde su
pueblo pudiera adorarle. Y aunque él no pudo
materializar el proyecto, dejó todo preparado para que
su hijo Salomón lo llevara a cabo. Este ejemplo fue
seguido también por algunos de los reyes que les
sucedieron en el trono, pero en contraste con esto,
debemos subrayar el pecado de Jeroboam, el rey que
hizo pecar a Israel al levantar dos lugares de adoración
idolátrica, lo que sirvió para que el pueblo abandonara
el culto a Jehová. Muchos fueron los profetas que
denunciaron su pecado y que hicieron un llamamiento a
la nación para que se volvieran a la adoración al único
Dios verdadero. Desgraciadamente no tuvieron éxito, y
por su insistencia en seguir a los dioses paganos, la
nación fue llevada en cautiverio; Israel a Asiria y Judá a
Babilonia.
El Señor Jesucristo continuó en la misma línea que los
profetas del Antiguo Testamento, denunciando en el
mismo templo la falsa adoración que Dios estaba
recibiendo. Él llegó a decir que los religiosos de su
tiempo habían convertido la casa de Dios en una cueva
de ladrones (Mt 21:13), lo que le acarreó el odio
homicida de los líderes religiosos de Israel.
Los apóstoles que predicaron el evangelio en medio de
culturas paganas, tuvieron como objetivo reconciliar a
los hombres con el único Dios verdadero, a fin de que
se volvieran adoradores suyos. Pablo exhortaba a los
idólatras de Listra de esta manera: "Os anunciamos
que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que
hizo cielo y la tierra, y todo lo que en ellos hay" (Hch
14:15). Y en otro lugar, el mismo apóstol denunció a
los paganos en Roma porque "habiendo conocido a Dios
no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias",
sino que "cambiaron la verdad de Dios por la mentira,
honrando y dando culto a las criaturas antes que al
Creador" (Ro 1:21-25). Y esta actitud del hombre
siempre atrae sobre él la ira de Dios.
En el libro de Apocalipsis vemos que la actividad
constante en el cielo es la adoración. De hecho, este
libro nos enseña que el acto que determina nuestro
destino final es la adoración: ¿Adoraremos a Dios o a la
bestia y a su imagen? Todos adoramos algo, aunque no
nos demos cuenta de ello. Si no adoramos a Dios,
adoraremos a algo o alguien más. Y en Apocalipsis
vemos que el final de nuestra historia se decide por la
cuestión de a quién adoramos.

Queda claro a lo largo de toda la revelación bíblica,


que el propósito por el que hemos sido creados y
redimidos es para que seamos adoradores de Dios. Y
como decíamos, esta no es una actividad opcional,
sino que como hacía el rey David, debemos
exhortarnos continuamente a nosotros mismos para
adorarle:

(Sal 103:1-2) "Bendice, alma mía, a Jehová, y


bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma
mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus
beneficios."

5. Adoración pública y privada


Muchos cristianos asumen que determinadas
reuniones de la iglesia guardan una relación especial
con la adoración, y sin duda, esto es totalmente
correcto. Pero cabe la posibilidad de caer en la
equivocación de pensar que sólo en esas reuniones
podemos adorar a Dios. Pensar así sería un grave
error, porque Dios espera que en cada momento de
nuestras vidas le adoremos. Por eso, junto con
nuestro tiempo de oración diario debemos dedicar
tiempo también a la adoración.

En realidad, los cultos que dedicamos en la iglesia


para alabar a Dios son un reflejo de lo que
diariamente hacemos en la intimidad con el Señor. Si
no pasamos tiempo cada día adorando a Dios,
nuestros cultos serán fríos. Y no se puede hacer
responsable de esto exclusivamente al pastor o al
líder de alabanza. Cada creyente debe ir preparado
para adorar a Dios. Recordemos la ordenanza en el
Antiguo Testamento que prohibía que ningún israelita
se presentase delante del Señor con las manos
vacías (Ex 23:15) (Ex 34:20). El tipo de ofrendas
podían variar; había becerros, ovejas, cabras o
incluso palominos. Una persona podía traer desde un
animal tan grande como un becerro, hasta uno tan
pequeño como un palomino, pero de ninguna manera
podía ir con las manos vacías. Y ahora en nuestro
tiempo, no podemos llegar a la iglesia para ver que
han preparado los líderes, descargando sobre ellos
toda nuestra responsabilidad de adorar a Dios. Cada
uno de nosotros debemos implicarnos en ello, y para
esto es imprescindible llegar preparados desde
nuestros hogares, habiendo pasado tiempo cada día
de la semana en la presencia del Señor.

6. Adoración y servicio
A veces la adoración puede parecer algo muy teórico
y abstracto, pero de ninguna manera podemos
entenderlo así. El Señor Jesús nos enseñó que
adoración y servicio tienen que ir íntimamente
ligadas.

(Mt 4:10) "Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás,


porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él
solo servirás."

La adoración que no involucra nuestro servicio a Dios


no es verdadera. Hacerlo bien implica la entrega a
Dios de nuestras energías, tiempo, trabajo, lealtad,
amor, todo cuanto somos y tenemos.

Y también implica el servicio a nuestros semejantes.

(He 13:16) "Y de hacer bien y de la ayuda mutua no


os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada
Dios."

(Fil 4:18) "Pero todo lo he recibido, y tengo


abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de
Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio
acepto, agradable a Dios."

Estos dos pasajes emplean los sacrificios del Antiguo


Testamento para ilustrar que la ayuda mutua entre
los creyentes debe formar parte de la adoración que
Dios desea recibir. Por lo tanto, la adoración es algo
muy práctico.

7. A Dios no le agrada cualquier tipo de "adoración"

Los profetas de la antigüedad advirtieron al pueblo de


Israel que mucha de la adoración que ofrecían a Dios,
él la aborrecía. Veamos los fuertes términos en los
que Dios expresó esto:
(Is 1:12-14) "¿Quién demanda esto de vuestras
manos, cuando venís a presentaros delante de mí
para hollar mis atrios? No me traigáis más vana
ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y
día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo
sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes.
Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las
tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado
estoy de soportarlas."

(Am 5:21-24) "Aborrecí, abominé vuestras


solemnidades, y no me complaceré en vuestras
asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y
vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las
ofrendas de paz de vuestros animales engordados.
Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no
escucharé las salmodias de tus instrumentos. Pero
corra el juicio como las aguas, y la justicia como
impetuoso arroyo."

La idea de que "todo vale" en la adoración no sólo es


falsa, sino que además es sumamente peligrosa.

8. Adorar incorrectamente puede ser peligroso

Debemos tener presente que el verdadero adorador


siempre se acerca a Dios consciente de su propia
indignidad. Recordemos las palabras del profeta
Isaías cuando vio al Señor en su trono alto y sublime:

(Is 6:5) "¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo


hombre inmundo de labios, y habitando en medio de
pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos
al Rey, Jehová de los ejércitos."

O las de Job:

(Job 42:5-6) "De oídas te había oído; mas ahora mis


ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento
en polvo y ceniza."

O las del apóstol Pedro:


(Lc 5:8) "Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas
ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque
soy hombre pecador."

Nosotros también debemos recuperar este santo


temor y reverencia ante el Señor, no olvidando que
Dios es fuego consumidor (He 12:28-28). Tomemos
buena nota del caso Nadab y Abiú, los hijos del sumo
sacerdote Aarón, los cuales ofrecieron fuego extraño
que Dios no les había pedido y fueron consumidos por
él dentro del mismo tabernáculo (Lv 10:2).

9. Beneficios de la adoración

No adoramos a Dios para ser bendecidos, pero


indudablemente lo somos en la medida en que lo
hacemos. No cabe duda de que a través de la
adoración encontramos gozo, bendición, satisfacción
y propósito para nuestras vidas.

Además, la adoración nos transforma y nos prepara


para la vida eterna. Porque ya sabemos que ésta será
nuestra ocupación primordial en el cielo, cuando nos
unamos al coro de millones de seres que ya le están
adorando. Así que, la adoración nos acerca más a lo
que seremos eternamente.

Y también, en la medida que vamos creciendo en


nuestra adoración a Dios, nuestra visión de quién es
él se irá ampliando y ensanchando, llegando a
conocerle mucho mejor y de forma más personal.

"El Padre tales adoradores busca que le


adoren"
Después de estas consideraciones preliminares sobre
lo que es la adoración, comenzamos ahora a
considerar lo que el Señor Jesucristo le enseñó a la
mujer samaritana acerca del tema. En primer lugar
tenemos que detenernos en la sorprendente
afirmación que el Señor hizo: "El Padre tales
adoradores busca que le adoren".
Es probable que muchas personas piensen que Cristo
llevó a cabo la obra de la cruz con el fin de librarnos
de la condenación eterna en el infierno, y sin duda
este es uno de los beneficios que recibimos todos
aquellos que creemos en él, pero sin duda no es la
meta final de nuestra salvación. En nuestro pasaje el
Señor le explicó a la mujer samaritana que lo que
Dios estaba buscando en último término eran
auténticos adoradores. Este era el objetivo final de su
misión. Para entenderlo correctamente tenemos que
remontarnos al comienzo de la historia del hombre,
cuando haciendo uso de la libertad que Dios le había
dado, decidió creer a la serpiente que le incitaba a
comer del árbol prohibido con la falsa promesa de que
serían como Dios (Gn 3:5). Al hacerlo, el hombre y la
mujer dejaron de tener a Dios como el centro de sus
vidas, usurpando ellos mismos esta posición. En su
nueva condición, dejaron de rendir su adoración a
Dios, alejándose así de la razón por la que habían sido
creados. Esta actitud trajo graves consecuencias para
toda la raza, la más evidente fue la muerte, pero
también dejó al hombre sin una verdadera razón para
vivir, algo que desde entonces produce una constante
sensación de vacío en el hombre. Ahora bien, la obra
de Cristo en la cruz tiene el propósito de restaurar la
relación del hombre con Dios, no sólo perdonando sus
pecados, sino también volviendo a colocar a Dios en
el centro de su vida, creando una correcta relación
donde el hombre nuevamente vuelva a adorarle como
el único Dios verdadero. Así pues, tenemos que
deducir que el propósito de la conversación que Jesús
tuvo con la samaritana tenía como finalidad llevarle a
ser una verdadera adoradora de Dios. Y por supuesto,
esta debe ser también nuestra meta cuando
predicamos el evangelio a las personas inconversas.
Este es el propósito por el que el hombre fue creado,
y no puede haber nada más noble y que llene su vida
de una forma tan plena como adorar a Dios. Sin
embargo, el pecado ha trastornado gravemente
nuestros sentidos, de tal manera que incluso después
de convertirnos seguimos experimentando dentro de
nosotros mismos la tensión que nos produce muchas
veces el querer seguir siendo el centro de nuestras
propias vidas. Esto se refleja incluso hasta en la
forma en la que oramos, donde manifestamos que en
la mayoría de las ocasiones nuestras preocupaciones
y anhelos giran en torno a nosotros mismos.
Acudimos a Dios cargados con inmensas listas de
peticiones que en la mayoría de los casos tienen como
fin librarnos de enfermedades, angustias y
problemas. Queremos recibir sus bendiciones y que
nos prospere en todo lo que hacemos. Y aunque todas
estas cosas pueden ser legítimas, cuando el Señor nos
enseñaba a orar, puso en primer lugar la gloria de
Dios. En (Mt 6:9-15) podemos notar que antes de que
el Señor dijera que debemos pedir por el pan nuestro
de cada día, o por el perdón de nuestros pecados, o el
ser librados de tentación, primero nos enseñó a
buscar la gloria del Padre y el cumplimiento de su
voluntad:

(Mt 6:9-10) "Vosotros, pues, oraréis así: Padre


nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu
nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en
el cielo, así también en la tierra."
Con esto que decimos queremos mostrar que la
adoración no es algo que surge de forma natural del
corazón humano, ni siquiera del creyente. De hecho,
mucho de lo que llamamos adoración no es más que
una expresión de lo contentos que estamos con la
nueva condición que ahora tenemos como creyentes.
Pero nos cuesta mucho colocarnos a un lado para
centrar toda nuestra atención en Dios y en su gloria.
Para hacerlo es imprescindible la obra regeneradora y
santificadora del Espíritu Santo en nuestras vidas, de
otra manera nunca llegaremos a ser los adoradores
que el Padre espera que seamos.

De todo lo anterior se deduce que los adoradores que


Dios está buscando son aquellos que han entrado en
una nueva relación con él por medio de la fe en su
Hijo. Estos son los adoradores que el Padre está
buscando. Porque mientras que no arreglemos
nuestra relación con Dios por medio de la conversión
y seamos regenerados por su Espíritu Santo, nuestro
corazón seguirá estando en rebeldía, buscando una y
otra vez el volver a ser el centro de toda la atención.
Y en esa condición es imposible adorar a Dios.

"La hora viene cuando ni en este monte


ni en Jerusalén adoraréis al Padre"
La mujer había preguntado sobre la adoración
verdadera, y el Señor le estaba dando las claves para
saber cuáles eran sus características fundamentales.
Ahora es interesante notar que aunque el lugar
designado por Dios para que su pueblo le adorara era
Jerusalén, sin embargo, Jesús le anuncia un cambio
que abriría los horizontes para una adoración
universal. Estaba llegando "la hora" para este cambio.
Como veremos a lo largo de todo el evangelio de
Juan, "la hora" se refiere a la culminación de la obra
de Cristo en la cruz y su posterior glorificación. Y fue
el rechazo de los mismos judíos, quienes lo llevaron a
la cruz, lo que abrió las puertas para esta nueva
adoración universal, sin diferencias entre judíos y
gentiles. Y uno de los aspectos más importante de
esta nueva adoración es que ya no sería en un lugar
concreto. A partir de ese momento todos los lugares
sagrados han dejado de tener importancia. En este
sentido es importante no olvidar que fue en el mismo
momento en el que Jesús entregaba su vida en la
cruz, que el velo del templo fue rasgado
milagrosamente de arriba a abajo (Mr 15:38). De esta
manera Dios estaba diciendo que se habían terminado
las limitaciones para entrar a la presencia de Dios,
quedando el camino abierto para que todas las
personas pudieran entrar, y no sólo el sumo
sacerdote judío una vez al año (He 9:6-8).

A partir de ahí Dios no está ligado a edificios, sino a


su pueblo, que forma un templo santo en el Señor:

(Ef 2:19-22) "Así que ya no sois extranjeros ni


advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios, edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la
principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en
quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo
para ser un templo santo en el Señor; en quien
vosotros también sois juntamente edificados para
morada de Dios en el Espíritu."
Dios no sustituyó el templo en Jerusalén por otro
templo o iglesia en otra parte del mundo. Ahora los
verdaderos adoradores no se reúnen en un punto
geográfico concreto, o en un edificio, sino en torno a
una persona: el Señor Jesucristo.

(Mt 18:20) "Porque donde están dos o tres


congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos."

La verdadera adoración es moral


Es significativo que antes de que Jesús le describiera
a la mujer samaritana la clase de adoradores que el
Padre buscaba, le mandó que llamara a su marido (Jn
4:16-18). Esto puso al descubierto la vida inmoral que
la mujer estaba viviendo. Y fue necesario hacerlo así,
porque antes que de pudiera ofrecer un tipo de
adoración que agrada a Dios, su pecado debía ser
expuesto, confesado y perdonado.

Con esto coincide el salmista.

(Sal 24:3-4) "¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y


quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y
puro de corazón; el que no ha elevado su alma a
cosas vanas, ni jurado con engaño."

Vez tras vez los autores bíblicos insisten en que la


adoración sin moralidad es totalmente desagradable a
Dios:

(Pr 15:8) "El sacrificio de los impíos es abominación a


Jehová"

(1 S 15:22) "¿Se complace Jehová tanto en los


holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a
las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es
mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la
grosura de los carneros"
(Am 5:21,24) "Aborrecí, abominé vuestras
solemnidades, y no me complaceré en vuestras
asambleas? Pero corra el juicio como las aguas, y la
justicia como impetuoso arroyo"

(Is 1:11-17) "¿Para qué me sirve, dice Jehová, la


multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de
holocaustos de carneros y de sebo de animales
gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni
de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras
manos, cuando venís a presentaros delante de mí
para hollar mis atrios? No me traigáis más vana
ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y
día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo
sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes.
Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las
tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado
estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras
manos yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo
cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas
están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos;
quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de
mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el
bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced
justicia al huérfano, amparad a la viuda."

Y esto mismo es lo que Jesús denunció tantas veces


en el comportamiento de los fariseos. Asistían a la
sinagoga y al templo, escudriñaban las Escrituras,
ayunaban, oraban y daban diezmos. Su vestimenta,
su manera de hablar y de comportarse eran
exageradamente religiosa. Sin embargo, sus
corazones estaban llenos de pecado, de codicia y de
orgullo. Jesús los describió como los que "devoran las
casas de las viudas y por pretexto hacen largas
oraciones" (Mr 12:40). Su corazón no se correspondía
con su religiosidad externa, por lo que el Señor los
denunció con mucha seriedad:
(Mt 23:27) "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros
blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran
hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de
muertos y de toda inmundicia."

Todos nosotros debemos examinarnos bien antes de


adorar a Dios. Porque nuestra adoración no será
agradable si por ejemplo estamos haciendo negocios
de una forma deshonesta, si estamos manteniendo
una relación inmoral o abrigando resentimiento y
venganza contra alguien que nos ha hecho daño.

Esto tiene que ver con la misma naturaleza de Dios.


Veamos lo que que dijo el apóstol Juan:

(1 Jn 1:5-6) "... Dios es luz, y no hay ningunas


tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con
él, y andamos en tinieblas, mentimos y no
practicamos la verdad."

(1 Jn 2:4,9) "? El que dice: Yo le conozco, y no guarda


sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no
está en él? El que dice que está en la luz y aborrece a
su hermano, está todavía en tinieblas."

Dios contrasta nuestras profesiones verbales con la


realidad moral de lo que vivimos. Y para que la
adoración sea agradable a Dios debe haber una unión
indisoluble entre ellas.

De hecho, cuando el pecado está presente en


nuestras vidas nos resulta imposible adorarle de
forma genuina. El rey David experimentó esto cuando
pecó con Betsabé, la mujer de Urías heteo (2 S 11). Y
aunque él ocultó el pecado y actuó como si no hubiera
pasado nada, sin embargo, su comunión con el Señor
se vio afectada inmediatamente y se dio cuenta de
que no podía adorar a Dios. El mismo David escribió
un Salmo en el que relata su angustia:
(Sal 32:3-4) "Mientras callé, se envejecieron mis
huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de
noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi
verdor en sequedades de verano."

Pero todo cambió cuando David confesó su pecado. A


partir de ahí la comunión con Dios fue restaurada y
nuevamente brotaron la adoración y la alabanza.

(Sal 32:5,11) "Mi pecado te declaré, y no encubrí mi


iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a
Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado...
Alegraos en Jehová y gozaos, justos; y cantad con
júbilo todos vosotros los rectos de corazón."

"Los verdaderos adoradores adorarán al


Padre en Espíritu"
Como hemos visto, el Señor le explicó a la mujer que
la adoración aceptable a Dios no dependía del lugar
en el que se ofrece, sino del estado del corazón del
que lo rinde. Ahora vamos a ver también que la
verdadera adoración se basa sobre dos hechos
primordiales: debe ser "en espíritu y en verdad".

¿Qué significa esto de adorar a Dios "en espíritu"?

En primer lugar, con estas palabras Jesús nos estaba


enseñando que la naturaleza de nuestra adoración
debe estar de acuerdo con la naturaleza del Dios a
quien adoramos, y "Dios es Espíritu". Esto quiere
decir que no tiene partes corporales ni limitaciones
materiales. Esta es una de las razones por las que
Dios prohibió siempre en su palabra que los hombres
hicieran ninguna representación de él. El profeta
Isaías lo expresó de la siguiente manera:

(Is 40:18) "¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o


qué imagen le compondréis?"
Si leemos toda la porción de este capítulo, nos
daremos cuenta que Dios estaba indignado con su
pueblo porque hacían representaciones de él que
intentaban embellecer de todas las formas posibles.
Pero esto, además de ser absurdo, era algo que Dios
mismo había prohibido en la ley:

(Ex 20:4-5) "No te harás imagen, ni ninguna


semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo
en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te
inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy
Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de
los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta
generación de los que me aborrecen"

Por lo tanto, en nuestra adoración a Dios no debemos


usar imágenes porque no se corresponden con su
naturaleza espiritual, ni tampoco le agradan.

En segundo lugar, la adoración "en espíritu" tiene que


ver con el nuevo nacimiento o la conversión, que
como recordaremos debía ser por el Espíritu (Jn 3:5-
8). De esta manera llegamos a ser "hijos de Dios" (Jn
1:12) y así adquirimos el derecho de tratar a Dios
como nuestro Padre. Este es un detalle importante.
Notemos que no dice que "Dios busca adoradores",
sino que el "Padre busca adoradores". Para la
verdadera adoración tiene que haber una relación
íntima con Dios, debe ser nuestro Padre, y esto sólo
es posible por la conversión.
En tercer lugar, se trata de una adoración en la que el
espíritu tiene un papel primordial. Esto quiere decir
que lo más importante es que la adoración surja del
corazón. Eso es lo que Dios mira principalmente
cuando escucha nuestras oraciones. No se fija tanto
en el lugar donde lo hacemos, ni tampoco en la
postura corporal que adoptamos al hacerlo. Los
samaritanos discutían sobre el lugar correcto para
adorar, y los fariseos se gloriaban en sus ritos
exteriores. En nuestros días algunos cristianos
parecen creer que la adoración está íntimamente
ligada con el movimiento de nuestro cuerpo y por eso
elaboran elegantes coreografías. Otros aplauden con
las manos, se balancean y gritan constantemente sus
aleluyas. En contraste los hay que prefieren adorar de
rodillas, sentados o de pie. Frente a todo esto
debemos volver a repetir que la verdadera adoración
es "en espíritu". Nuestros movimientos corporales no
pueden añadir nada a la adoración. Aunque siempre
tendremos que tener cuidado para que nuestra
actitud al adorar sea compatible con la seriedad y
reverencia que nuestro Dios merece (He 12:28-29).
Porque no sería digno de él que adoptáramos bailes
sensuales al estilo del mundo para adorar a nuestro
Dios. Y de la misma manera, tampoco sería apropiado
un grado de seriedad extremo, que pareciera que el
adorador se encuentra asistiendo a un funeral. En
cualquier caso, insistimos en que Dios escudriña
nuestros corazones antes de escuchar lo que nuestros
labios dicen (Is 29:13). Y también sabemos que es
posible doblar la rodilla físicamente sin doblegar
nuestro corazón y voluntad ante sus mandamientos.
Ninguno estamos libres de poner el énfasis en los
aspectos externos de la adoración, y en este sentido
debemos recordar las frecuentes advertencias del
Señor Jesucristo sobre los peligros de una religión
externa. Por esta misma razón, no debemos hacer
depender nuestra adoración de nada externo. Y quizá
en este punto podamos preguntarnos, por ejemplo,
qué ocurriría en muchas iglesias si eliminasen la
música de los cultos de adoración.

En cuarto lugar, la adoración verdadera es la


respuesta de nuestro espíritu al Espíritu de Dios. Esto
significa que es el Espíritu Santo el que nos permite y
nos insta a adorar. Veamos cómo lo expresaba Pablo:

(Ef 2:18) "Porque por medio de él los unos y los otros


tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre."

(Ro 8:15) "Pues no habéis recibido el espíritu de


esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba Padre!"

(Ro 8:26) "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en


nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles."

En realidad, necesitamos que el Espíritu Santo venza


la resistencia que hay en cada uno de nosotros para
adorar a Dios. Porque todos sabemos que la
naturaleza humana es egocéntrica, mientras que la
adoración está centrada en Dios. Es por eso que
necesitamos que el Espíritu Santo nos pueda elevar
de nosotros mismos, pueda cambiarnos y enfocar
nuestra devoción en Dios.

"Los verdaderos adoradores adorarán al


Padre en verdad"
Por otro lado, debemos adorar al Padre "en verdad".
Esto nos recuerda que Dios es racional y que la
verdadera adoración debe involucrar nuestra mente.
Esto implica en primer lugar que si no pensamos lo
que hacemos cuando adoramos, Dios no recibe
nuestra adoración. Cantar bellos himnos, orar de
forma mecánica y repetitiva sin pensar en lo que
decimos, esto no le agrada a Dios. Como Jesús dijo,
esto no es más que "vanas repeticiones" y
"palabrería" (Mt 6:7). ¿Qué sentido puede tener
incluso que expresemos hermosos términos bíblicos
en frases gastadas de las que hemos olvidado su
verdadero significado?

En la verdadera adoración debe estar involucrada


nuestra mente. Sin lugar a dudas, estos conceptos
son extraños en gran parte del cristianismo moderno,
donde lo que importa en la adoración son los
sentimientos y el estado de ánimo. Pero el Señor
repitió varias veces que nuestro amor por él debe
incluir también nuestra mente:

(Mt 22:37) "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con


todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente."

Debemos cuidarnos de cualquier forma de adoración


emocional que no utiliza cabalmente el intelecto. Es
cierto que en ocasiones parece que una adoración así
está en un nivel superior, pero eso es falso. Nuestra
mente debe tomar parte activa en nuestra adoración.
Es necesario que prestemos atención y entendamos lo
que cantamos y oramos.

(1 Co 14:15-16) "¿Qué, pues? Oraré con el espíritu,


pero oraré también con el entendimiento; cantaré con
el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento. Porque si bendices sólo con el
espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo
dirá el Amén a tu acción de gracias? pues no sabe lo
que has dicho..."
Dios insiste en que nuestros cultos de adoración
tienen que ser comprensibles para todos. Por esta
razón el apóstol Pablo escribiendo a los Corintios
dedicó un capítulo entero para poner orden en el culto
público (1 Co 14), y su finalidad era que las personas
pudieran entender lo que se decía. Con esta finalidad
impidió que todos hablaran a la vez (1 Co 14:31),
también prohibió hablar en lenguas en la iglesia si no
había intérprete, porque de otra manera las personas
no entenderían lo que se decía (1 Co 14:28). El jaleo,
el griterío incomprensible, el bullicio no tiene nada
que ver con la verdadera adoración, más bien, puede
dar la justa impresión de que estamos locos (1 Co
14:23).

Tampoco podemos convertir la adoración en una


repetición ciega de frases como si se tratara de un
mantra que los budistas repiten una y otra vez sin
pensar en lo que dicen, o como el rosario que los
católicos rezan a toda velocidad sin reflexionar sobre
lo que dicen, únicamente concentrados en llevar bien
sus cuentas.

En segundo lugar, no existe tal cosa como una


adoración verdadera basada en la ignorancia. Jesús
mismo tuvo que decir a la mujer samaritana que
"vosotros adoráis lo que no sabéis", lo que
descalificaba su adoración. Y de la misma manera, el
apóstol Pablo predicó el evangelio a los atenienses
para que dejaran de adorar "al Dios no
conocido" (Hch 17:23). Es imposible adorar a un Dios
a quien no se conoce.
Por esta razón, Dios se ha revelado para que sus
criaturas le conozcan y puedan adorarlo tal como él
es. Porque si ignoramos su Palabra, lo más probable
es que estemos adorando a un dios que es producto
de nuestra propia imaginación y además lo estaremos
haciendo de una forma que le desagrada. Así pues, la
verdadera adoración debe estar arraiga en su Palabra
revelada. Debemos conocer a Dios antes de poder
adorarle correctamente.

La lectura y exposición de las Escrituras deben ocupar


un lugar muy importante en nuestros cultos de
adoración. De esta manera conoceremos a Dios y
podremos adorarle correctamente. Además, el
considerar en la Biblia cómo los santos de la
antigüedad adoraban a Dios, también servirá para
enriquecer nuestra propia adoración. Dios no puede
ser adorado por un pueblo que no conoce su Palabra.
En este sentido, podemos considerar el terrible daño
que la Iglesia Católica hizo por siglos cuando prohibió
al pueblo llano tener y leer la Biblia en su propia
lengua. Pero el mismo daño nos hacemos a nosotros
mismos, si teniendo ahora la libertad de disponer de
la Palabra, no la leemos ni la estudiamos.

En tercer lugar, los verdaderos adoradores se ajustan


a lo enseñado por Dios en toda su Palabra. Este era el
gran problema de los samaritanos, que sólo admitían
los cinco primeros libros de la Biblia, rechazando el
resto. Pero como el Señor mismo enseñó, tan grave
era quitar de la Palabra como añadir, y esto era lo que
hacían por su parte los judíos. Ellos habían añadido
sus propias tradiciones, al punto de que no dejaban
ver la Palabra, y por esta razón Jesús les dijo que "en
vano me honran, enseñando como doctrinas,
mandamientos de hombres" (Mt 15:9). Nada
importaba que su adoración estuviera dirigida al Dios
verdadero si no tenían en cuenta lo que él había
dicho.
La historia bíblica nos ha dejado abundantes
testimonios del hecho de que cuando el hombre no
basa su adoración en la Palabra, fácilmente su
adoración se vuelve supersticiosa, absurda y en
muchos casos cruel.

Por lo tanto, la verdadera adoración debe consistir en


la respuesta espontánea del hombre a algún
concepto, a alguna percepción de carácter de Dios
que aprendemos por su Palabra y que enciende
nuestro corazón.

Y esto debe ser así también cuando nuestra alabanza


la expresamos a través de la música. El apóstol Pablo
exhortó sobre esto a los colosenses:

(Col 3:16) "La palabra de Cristo more en abundancia


en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a
otros en toda sabiduría, cantando con gracia en
vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y
cánticos espirituales."

Notemos que para poder enseñar, exhortar o cantar al


Señor, primeramente debemos estar llenos de la
Palabra de Dios.

No obstante, el conocimiento de la Palabra, no


garantiza por sí mismo que vaya a haber una
verdadera adoración. Siempre es posible tener
muchísimo conocimiento acerca de la Biblia y nunca
arrodillarse ante Dios en adoración. Pero tampoco el
extremo opuesto es mejor, es decir, el de aquellos
que que tienen mucho "celo de Dios, pero no
conforme a ciencia" (Ro 10:2). Debemos cuidarnos de
no caer en ninguno de los dos extremos.

Preguntas
1. ¿Cómo definiría la adoración? ¿Cuáles son las
características de la verdadera adoración? Explíquelas
brevemente.
2. Busque tres ejemplos en el Antiguo Testamento de
oraciones en las que su tema central sea la adoración.
Analícelas brevemente resaltando las razones por las
que Dios era adorado. Busque también algunos
ejemplos en los Evangelios en los que el Señor Jesús
fue adorado. Explique las razones por las que lo
hicieron.

3. En la lección se ha subrayado la importancia que el


tema de la adoración ha tenido a lo largo de toda la
historia de la revelación bíblica. Haga un resumen de
esto, buscando las citas bíblicas apropiadas,
analizando su desarrollo e importancia desde Génesis
hasta Apocalipsis.

4. Explique brevemente qué quiere decir que la


adoración que agrada a Dios debe ser "en espíritu y
verdad".

5. Dé algunas de las razones por las que usted adora


a Dios.
Comentarios

  Laureana Batistoni  (Argentina)  (16/07/2020)

Me encantó y me fue de mucha bendición!! Gracias


por ser sensible a Dios y compartir su revelación con
nosotros!!!

  Ly Reyes  (República Dominicana)  (31/05/2020)

Muy buen desarrollo a la luz de la palabra, un tema


que merece ser estudiado seriamente por cada
creyente y también no creyente, así sabremos cómo
cumplir con el propósito que fuimos destinado.
Gracias !!
  Luis Alonso Angel  (El Salvador)  (13/05/2020)

Qué bendición y qué aprendizaje recibí en esta lección


Dios le bendiga, hermano.

  Edilberto Rojas Paz  (Colombia)  (29/03/2020)

Dios te bendiga, soy nuevo en el camino del señor. Lo


que me ha dicho este documento, me confirma que
voy bien. Llegué aquí, por que estoy buscando música
para alabar a Dios. Y me confirma que no estoy
equivocado, cuando debo revisar toda mi música y
eliminar toda aquella que ofenda al Señor. Y
comprometerme con actuar, paralelo a alabar, para
ser coherente con el amor de DIOS, amando a mi
prójimo. Quiero volver mis ojos hacia el más
necesitado, sirviendo mejor, cada día.

  Magaly Panzarelli  (Venezuela)  (29/03/2020)

Excelente el estudio sobre este tema tan importante.


Bendiciones .

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LA LLAVE DE DAVID
Feb 19, 2017 | 0  |     
 

El rey David ha sido uno de los hombres más valientes y fieles a Dios que se hayan conocido a todo
lo largo de la humanidad. Fue famoso por sus grandes batallas y proezas. Hombre que fue ungido
por Dios, para ser rey de Israel en sustitución del rey Saúl. En 1 de Samuel se narra cómo a partir de
ese momento David vivió en constante  persecución por el rey Saúl para darle muerte. Sin embargo,
tal fue  la  obediencia y fidelidad de David hacia Dios; que por más de una oportunidad, pudo haber
matado al rey Saúl, pero no lo hizo,  por  haberlo Dios escogido como rey.

En la Biblia se habla de la llave de la casa de David. ¿Cuál es la llave de la casa de David? ¿Por qué
la llave de David es tan importante y qué significado tiene para nosotros?

La Biblia dice: “Pondré sobre su hombro la llave de la casa de David; Lo que él abre, nadie lo
puede cerrar, y lo que él cierra nadie lo puede abrir.” [Isaías 22:22]
Dios prometió dar una casa a David, la promesa conocida como la Alianza Davídica de que la
simiente de David gobernaría para siempre y que el Mesías de Israel sería “Hijo de David” (1
Crónicas 17: 4-15).
La Biblia también nos dice que hay algo llamado el Tabernáculo de David, la morada de Dios en la
Tierra, la cual fue construida mediante ciertos principios, pero había caído.

Cuando los principios del Tabernáculo de David sean redescubiertos y Dios los reconstruya, ocurrirá
algo grande: “Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;  Y
repararé sus ruinas,  Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y
todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,  Dice el Señor, que hace conocer todo
esto desde tiempos antiguos.“(Hechos 15: 16-18)
¿En qué se basan esos principios?
1. EL TABERNÁCULO ES CONSTRUIDO SOBRE LA ADORACIÓN –
ADORACIÓN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
“Sin embargo, un tiempo viene y ahora ha llegado cuando los verdaderos adoradores adorarán al
Padre en espíritu y en verdad, porque son la clase de adoradores que el Padre busca. Dios es
Espíritu, y sus fieles deben adorar en espíritu y en verdad. “[Juan 4: 23-24]
¿Qué significa adorar en espíritu y en verdad? ¿Es suficiente la oración?

La oración es la puerta por la cual viene el Señor, pero cuando Él viene, también necesita un lugar
para morar. Tu corazón debe estar en presencia del Rey de Reyes para que Él pueda morar en ti, en
tu casa, en tu iglesia y en tu ciudad.

¿Cómo ofrecemos la verdadera adoración a nuestro Señor?


El rey David sabía la respuesta: Él tenía reverencia por Dios. ¡Adoró a Dios con todo su corazón y
con todas sus fuerzas! Danzaba para el Señor y lo adoraba porque sabía la grandeza que Dios
llevaba. Sabía cómo tocar el corazón de Dios.

Hoy nos falta el gran poder de la iglesia del Nuevo Testamento, simplemente porque no entendemos
el verdadero valor de la adoración. En el Nuevo Testamento, oraban y adoraban todos los días.

Para vivir en los principios del Tabernáculo de David, cuando adoras, olvídate de tu entorno; olvida
a la gente que te rodea, tus problemas, olvídate de quién eres, y sólo adóralo. Ven a la presencia de
Dios y arrodíllate. Este es el tipo de adoración que levantará al Señor.
Cuando el Señor sea levantado, atraerá a todos a Él. Él atraerá a todas las naciones hacia Él. Los
gentiles llegarán al conocimiento de Jesús. Algo será liberado en la atmósfera, mientras los
remanentes buscan al Señor.

El Señor está buscando un remanente, que entienda la verdadera adoración, de una manera similar a
la de los primeros cristianos. Convierta su hogar en un lugar donde se elogie al Rey de Reyes, donde
usted y su familia sirvan al Señor.

¡Cuando la alabanza sube, la sangre se derrumba!


“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días
de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. “[Salmos 27:
4] Tenemos que ir a la iglesia, su casa, con el deseo de adorar a Dios por lo que es.
Cuando la verdadera adoración es descubierta en la casa de Dios, el Señor baja. Ese es tu día de
revelación. ¿Estás listo para adorar a Dios como nunca antes?

2. EL TABERNÁCULO ESTÁ CONSTRUIDO SOBRE EL


CONOCIMIENTO DE QUIÉN ES DIOS
La esposa de David, Mical, despreciaba la manera en que el rey adoraba, porque ella no tenía la
revelación de quién era Dios. Estaba avergonzada porque no sabía lo que significaba adorar a Dios
por lo que Él es (2 Samuel 6:16). El Señor la castigó por tener en poco a su siervo, el rey David: “Y
Mical, hija de Saúl, no tuvo hijos hasta el día de su muerte. “[2 Samuel 6:23]
El Salmo 145 nos revela el conocimiento de la grandeza de quién es Dios: “Yo te exaltaré, mi Dios,
mi Rey; Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré, y alabaré tu
nombre eternamente y para siempre. Grande es el Señor y digno de suprema alabanza; Y su
grandeza es inescrutable… Mi boca hablará en alabanza del Señor. Que toda criatura alabe su
santo nombre eternamente y para siempre. “[Salmos 145: 1-21]
Pero, ¿qué sucede cuando no tienes una revelación de quién es Dios?
“El Señor dice:” Estas personas se acercan a mí con su boca y me honran con sus labios, pero sus
corazones están lejos de mí. Su adoración a mí se basa en reglas meramente humanas que han sido
enseñadas. “[Isaías 29:13]
Dios no puede recompensar a una iglesia mediocre. Debemos venir a Su presencia con temor y
temblor. Demasiado tiempo hemos jugado a la iglesia, es hora de que vengamos a Él con reverencia
y adoración, con anticipación y expectativa de ver al Rey de Reyes. Sólo entonces el cielo se abrirá y
veremos al Señor descender y morar en medio de nosotros.
A medida que comprendemos lo frágil que somos sin Dios, cambiará nuestra manera de adorar. El
conocimiento de la grandeza de Dios conlleva a una profunda revelación, la cual se revierte en la
necesidad de una adoración más profunda.

En el Salmo 16:5-11 David llora y clama a Dios: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.”
3. PERSIGA EL CORAZÓN DE DIOS MÁS QUE LA MANO DE DIOS
A medida que te das cuenta cuán grandioso es Dios, más desearás obtener su corazón. Y Jesús le
respondió: “El primer mandamiento de todos es, Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas
tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.” [Marcos 12:29-30]
Y Dios bendijo al rey David con la llave de su corazón. Generación tras generación han usado la
llave de David para obtener sus bendiciones. Y Dios está deseoso de entregar su llave a todo aquel
que desee morar en su casa, aún hoy.  “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo
en la casa de Jehová todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.” [Salmo 27:4]
La herencia de David consiste en su llave para entrar al corazón de Dios, hay favor de Dios en esta
herencia. Y nosotros podemos obtener ese favor si oramos por un avivamiento. “Antes bien, como
está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido a corazón de hombre,  Son las que
Dios ha preparado para los que le aman. [1 Corintios 2:9]”
Pero el avivamiento solo tendrá lugar cuando el Tabernáculo de David  se reconstruya, tanto
interiormente en la casa de Dios, como en los corazones de sus adoradores.

Este año, muévete a un nuevo nivel de humildad, de obediencia, de dedicación apasionada de tu vida
para Cristo y su Reino. “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y
buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” [2 Crónicas 7:14]
El Señor está a punto de revelar su Gloria sobre tu vida.  “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto
delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has
guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.” [Apocalipsis 3: 8]
¿Estás listo para recibir la llave del Tabernáculo de David?

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