Una Fe Sin Concesiones en El Horno Ardiente, 1 Parte Jul. 23 2020
Una Fe Sin Concesiones en El Horno Ardiente, 1 Parte Jul. 23 2020
Una Fe Sin Concesiones en El Horno Ardiente, 1 Parte Jul. 23 2020
Padre, te damos gracias porque podemos venir a Ti en los momentos de la vida que son difíciles
para nosotros y te agradecemos por Tu gran gracia para sostenernos en nuestros tiempos de
necesidad. Oramos por Rodney y su familia ante la pérdida de su abuelo; para que Tú estés
especialmente cerca de ellos y que ellos disciernan en esto el significado de la vida y la eternidad, el
significado de Cristo y Su resurrección; que ellos puedan llegar a conocer la vida eterna que viene
sólo a través de la fe en Él. Te agradecemos por Rodney y oramos para que Tú le bendigas también
en este momento. Y, Señor, a medida que nos acercamos a estudiar Tu palabra esta noche, oramos
con nuestros corazones y nuestras mentes abiertas para que nos enseñes con Tu Espíritu y para
que no estemos escuchando a una voz humana sino escuchándote hablar a Ti. Para Tu alabanza y
gloria oramos, amén.
Esta noche estamos estudiando Daniel capítulo tres. Y nos llevará un par de semanas terminar con
este tremendo capítulo, un capítulo emocionante con muchas verdades y muchos principios que
tratar. Confío que el Espíritu de Dios les haga conocer estas verdades a medida que avanzamos.
Reitera algunos de los principios de los que hemos hablado especialmente en el capítulo 1.
En el capítulo 1 de Daniel hemos visto una situación tensa, la cual Daniel y sus amigos han podido
enfrentar con gran fe en Dios. Lo mismo veremos en el capítulo 3. Esta noche queremos comenzar
a ver al capítulo y veremos cuánto avanzamos a medida que lo hacemos.
El otro día, leí una historia acerca de un hombre muy religioso que decidió comprar una estatua de
Jesucristo para su hogar. La compró, la llevó a su casa y la ubicó sobre una mesa en la sala. A su
esposa no le agradó cómo se veía con el resto de la decoración; y la puso en el comedor. Más
tarde, el marido la cambió nuevamente a otra parte de la casa. Un niño de dos años preguntó: “¿No
pueden decidir qué hacer con Dios?”. Una pregunta muy profunda.
Hay muchas personas en este mundo que no pueden decidir qué hacer con Dios. Qué haremos con
Dios es realmente la pregunta del capítulo 3 de Daniel. Algunas personas no saben dónde colocar a
Dios. Y otras sí. Veremos acerca de un hombre que no sabía y tres hombres que sí. Y establece el
tema que es una constante a través de la Escritura y la historia de la humanidad. El conflicto entre
aquellos que le dan a Dios el lugar que Le corresponde y aquellos que se niegan a hacerlo.
El capítulo 1 de Romanos nos lo cuenta. Dice que cuando el hombre conoció a Dios lo glorificó no
como Dios; y dándole la espalda al verdadero Dios, comenzó a adorar a la criatura más que al
Creador. Y creó dioses de madera y piedra; y comenzó a adorar al hombre y a las bestias. En otras
palabras, lo que Romanos nos dice desde el versículo 18 al 23 es que el hombre es incurablemente
religioso; y si le da la espalda al verdadero Dios, creará otros dioses a partir de serpientes, pájaros,
bestias y hombres. Y si no adora al Creador, adorará a la criatura. Y cuando un hombre hace esto, e
inventa y define a su propio dios, lo forma del modo que él quiere que sea. Un ciclo interesante, en
el que usualmente él se transforma como su dios. Y entonces, el hombre fabrica un dios que quiere
que exista.
El Antiguo Testamento nos dice mucho de la naturaleza religiosa del hombre y cómo lo hace. Es
característico del hombre crearse un dios como sí mismo; y ser luego más y más como él. De esta
manera, acomoda su pecado. Adorar al verdadero Dios es difícil porque usted debe enfrentar la
realidad de su ineptitud y de su pecado. Si usted rechaza esto, entonces inventa un dios como
usted; y de ese modo es mucho más fácil vivir con ese tipo de dios.
En el Salmo 115 tenemos una descripción de cómo el hombre lo hace. Dice: “No a nosotros, oh
Jehová, no a nosotros, sino a Tu nombre da gloria, por Tu misericordia, por Tu verdad.” El Salmo
comienza con la afirmación de que Dios debe ser glorificado.
“Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios? Nuestro Dios está en los cielos; todo
lo que quiso ha hecho. Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca,
mas no hablan;
Tienen ojos, mas no ven; Orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; Manos tienen,
mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los
que los hacen, y cualquiera que confía en ellos”. Los hombres inventan sus propios dioses y son
como ellos. La Biblia dice: “Y creó Dios al hombre a Su imagen”. Pero el hombre crea dioses en su
propia imagen…la rebelión máxima…el hombre inventando sus propios dioses.
Existe un conflicto constante en el mundo entre la adoración al Dios verdadero y la adoración a los
falsos dioses -creados por la imaginación y la mente del hombre. Y las deidades creadas por el
hombre siempre expresan su pecado. No tenemos tiempo ahora para hacer un estudio sobre la
idolatría y ver esto en detalle. Pero a modo de ilustración, cuando esos hombres inventan dioses, los
mismos reflejan las deficiencias y los pecados del hombre. Leyendo el Antiguo Testamento, por
ejemplo, usted encontrará reiteradamente a un dios conocido como Baal. Ese no es realmente un
nombre propio. Es una palabra que significa simplemente “señor”. Y hay muchos dioses paganos,
muchos señores, muchos “baales”. Estudiando a los “baales” de la historia antigua, encontraremos
que ellos inevitablemente consumaban los pecados del hombre en su carácter.
Un ejemplo: los cananeos y los pueblos alrededor de Israel creían que Baal era la fuerza detrás del
poder sexual en el hombre y la mujer. Baal era la fuerza sexual detrás de la naturaleza humana. Y
por lo tanto, cualquier acto sexual era un despliegue del poder de Baal. De acuerdo a aquellos que
adoraban a Baal, todas las relaciones sexuales eran actos sagrados, ya que eran demostraciones
de la gran fuerza del dios Baal.
Los templos de Baal estaban ocupados por sacerdotisas conocidas como prostitutas sagradas.
Oseas 4:14 las llama en hebreo “mujeres santas”. Eran consideradas de esa manera porque se
pensaba que Baal mismo estaba activo en el acto sexual. Y entonces se adoraba a ese dios con un
acto sexual con una prostituta del templo.
Ese es el modo mediante el cual el hombre inventa sus dioses. Los acomoda a su propio pecado.
Cuando el hombre los crea, inevitablemente lo llevarán a la inmoralidad, ya que esos dioses
reflejarán el pecado del hombre que los inventó. Es por eso que Romanos 1 cita el hecho que
cuando conocían a Dios, no Le glorificaban como tal; cambiaron la Gloria de Dios por una imagen;
construyeron sus propios ídolos e inmediatamente leemos en el versículo 24: “Por lo cual también
Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que
deshonraron entre sí sus propios cuerpos”.
En otras palabras, está el rechazo al verdadero Dios en el versículo 21, el establecimiento de falsos
dioses en los versículos 22 y 23. Y la consecuente inmoralidad en el versículo 24. Continúa hasta el
versículo 32. Habla que Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Habla de la homosexualidad.
Habla de “injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios,
contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos,
soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto
natural, implacables, sin misericordia…”, etc. Y esas son simples representaciones de un tipo de
adoración que el hombre mismo construye. Y dice que cuando el hombre lo hace, también le place
hacerlo.
Se preguntarán cómo lo sé. Lo dice en Éxodo 20. El primer mandamiento se relaciona con la
idolatría. Éxodo 20:3-4: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí. No te harás imagen, ni ninguna
semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la
maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que Me aborrecen,
y hago misericordia a millares, a los que Me aman y guardan Mis mandamientos.”
Aquí tenemos al primer y segundo mandamiento. El primero, no tener otros dioses delante de Él. El
segundo, no hacer ninguna imagen. El problema principal en los diez mandamientos y el comienzo
de todo es la afirmación de que ningún dios sustituirá al verdadero Dios. Esa es la preocupación
básica de Dios con el hombre. Y Romanos 1 nos traza el curso; el atroz naufragio que resulta
cuando tiramos a Dios por la borda. Cuando el hombre deja a Dios y se voltea, inventa sus propios
dioses porque que es incurablemente religioso. Y al crear sus propios dioses, los hace como él,
condenando a su alma en el proceso.
Éxodo 20 dice que “no tendréis otros dioses delante de Mí”. Isaías nos lo dice una y otra vez en el
capítulo 43. En Deuteronomio, el Señor nuestro Dios es un único Señor. La Biblia dice
explícitamente que no hay otros dioses más que el Verdadero Dios. Aplasta literalmente a todos los
ídolos ya sean de piedra, madera, metal, de la mente o del corazón, de las emociones, tangibles o
no, externos o internos. Todos los ídolos son aplastados en la afirmación de Dios: “No tendrás
dioses ajenos delante de Mí. No te harás imagen”. Y a pesar de que es el primer y básico
mandamiento de las Escrituras, es una amenazante realidad de la historia de la humanidad -el
hombre continúa inevitablemente yendo a la idolatría.
Leslie Flynn lo expone claramente cuando dice: “Como la corriente de un río que no puede ser
detenida, pero puede ser desviada, el anhelo del alma del hombre por un objeto de adoración puede
ser desviado con facilidad del verdadero Dios a otro dios”, fin de la cita.
La Escritura prohíbe la idolatría una y otra y otra vez. Permítanme darles una muestra de lo que la
Escritura enseña y así comprenderán un poco por qué Ananías, Misael y Azarías -los tres hebreos
que ustedes conocen como Shadrach, Meshach y Abdenego, sus nombres babilónicos- tomaron
esta posición. Sabían que la idolatría era inaceptable para Dios. Sabían que no podían complacer a
Dios y reverenciar a la imagen de oro erigida en el capítulo 3. ¿Cómo lo sabían? Porque la Palabra
de Dios es muy explícita. Y a pesar de que no tenían toda la revelación de Dios como la tenemos
nosotros, tenían lo suficiente para saberlo.
Les diré algunas de las cosas que la Escritura dice acerca de la idolatría. Consiste en: hacer una
reverencia ante imágenes, adorar imágenes, hacer sacrificios a imágenes, adorar otros dioses, jurar
por otros dioses, seguir a otros dioses, hablar en el nombre de otros dioses, mirar a otros dioses,
servir a otros dioses, temer a otros dioses, adorar al verdadero Dios a través de una imagen, adorar
a ángeles, demonios, hombre muertos, establecer ídolos en el corazón, la codicia,
sensualidad…porque todas estas cosas cambian la gloria de Dios por una imagen. En la Biblia, la
idolatría es descripta en estos términos. Una abominación a Dios, Deuteronomio 7:25; Dios la
aborrece, Deuteronomio 16:22; es vana e insensata, Salmo 115; es sanguinaria, Ezequiel 23;
abominable, Primera Pedro 4; inútil, Jueces 10:14; irracional, Romanos 1; contamina, Ezequiel 20:7.
Se dan una idea de cuán mala es, ¿no es así?
Cuando los hombres idolatran, las consecuencias son: se olvidan de Dios, se alejan de Él,
contaminan el nombre de Dios, profanan el santuario de Dios, renuncian a Dios, odian a Dios y Le
provocan. Y la Biblia dice que la idolatría será castigada con una muerte judicial, un juicio terrible
que termina en muerte, destierro, exclusión del cielo, tormento eterno.
Eso es muy serio. Dios dijo mucho acerca de la idolatría. Podemos resumir las advertencias de la
Biblia en tres simples oraciones. Cuando se trata de idolatría, usted debe hacer tres cosas. Lo
primero es huir. Primera Corintios 10:14, huir de los ídolos. Segundo, es evitarlos. Primera Corintios
10:19-20: “Y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.” Tercero, alejarse.
Primera de Juan 5:21: “Hijitos, guardaos de los ídolos”. La Biblia dice huir, evitar, alejarse
–básicamente significan lo mismo. El tema de la idolatría es muy serio para Dios.
Aun en nuestra sofisticada sociedad, la presencia de la idolatría es muy grande. Aun en una
sociedad que se supone cristiana, con orígenes bíblicos, presencia de iglesias y toda la influencia
cristiana, somos literalmente una sociedad llena de ídolos. En algunas sociedades puede ser
externa y en otras interna. Hay millones de personas en nuestra sociedad que nunca pensarían en
inclinarse ante una piedra o madera o metal. Pero pasan toda su vida inclinados ante un dios vacío
o inútil establecido en sus mentes o corazones. Y un ídolo es cualquier cosa que usted pone antes
que Dios. Puede ser un automóvil, su pasatiempo, su casa, su esposa o alguien más, o su
chequera. Hace algunos años, unos estudiantes cristianos respondieron cuáles eran los dioses más
frecuentes en nuestro tiempo. Mencionaron la ciencia, el comunismo, la democracia política, el
nacionalismo, el ajuste social, el humanismo, el secularismo, el conductismo y el culto al progreso.
El doctor Andrew Blackwood, profesor emérito de Princeton, enumeró más ídolos personales:
“Estados Unidos tiene los siguientes dioses: el ego, el dinero, el placer, el sexo, el romance, las
diversiones, los deportes, la educación.” Y agregó: “Necesitamos retornar al primer mandamiento a
la luz de la cruz”.
Si resumiéramos a los ídolos del siglo 20, obtendríamos una lista como esta. Primero que nada,
adoramos al dios de las posesiones, ¿no es cierto? Las posesiones usurpan el lugar de Dios. ¿Pasa
usted más tiempo pensando acerca de sus posesiones que en Dios? ¿Gasta más energía, recursos,
en sus posesiones que en Dios? Es un buen indicador que usted tiene un problema en esa área. “El
dios principal en nuestro tiempo es nuestro estándar de vida. Estamos tan preocupados por las
posesiones materiales que nos olvidamos que son un regalo de Dios”, dice el doctor W. Stanford
Reed de la Universidad McGill.
Entonces, uno de los ídolos del siglo XX son las posesiones. Otro: mucho, mucho amor al dinero.
Colosenses 3 dice: “Avaricia, que es idolatría” Cuando usted codicia algo, lo adora. Otro es el
orgullo. Y la avaricia, por cierto, o la abundancia, me hace pensar acerca del hombre rico y sus
graneros más grandes, ¿a usted no? “Derribaré mis graneros y los edificaré mayores; y allí
guardares todos mis frutos y mis bienes. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu
alma”” y no puedes vivir comiendo, bebiendo y regocijándote. Entonces, las posesiones y la
abundancia. Y luego el orgullo. Creo que el dios principal de nuestra sociedad es el amor a uno
mismo. Y podemos decir que las personas son un dios en nuestra sociedad. Algunos idolatran
literalmente a un hijo. Se convierte en una actitud perversa. Algunos adoran a su pareja. Su amado.
Un amigo.
En contraste con eso, vemos a Ana, quien por mucho tiempo oró y suplicó a Dios por un hijo. Y Dios
se lo dio. Y ella no lo idolatró, se lo dio a Dios y dijo que así debía ser ya que era el mejor lugar para
el niño.
Y pienso en Abraham, quien esperó y esperó hasta que tuvo 100 años para tener un hijo. Y luego
Dios le dijo que quería a ese hijo en un altar y muerto. Y Abraham Le dijo a Dios que él quería a ese
hijo, pero no le adoraba más que a Él. Y si Tú le quieres matar y me dices que lo mate, lo mataré.
Pero nosotros hacemos dioses de las personas. Del orgullo, de la abundancia, de las posesiones.
No digo con esto que usted no debería amar a las personas; que no debería comprometerse con su
familia, hijos y esposa.
Una historia interesante. Antes que Charles Spurgeon se casara, llevó a su prometida al lugar donde
predicaría. La multitud los empujaba; y los separaron. Miles de personas empujaban para oírlo
predicar. Llegó a la plataforma; y luego de la reunión no la pudo encontrar. Fue a su casa. Y la
encontró enfadada. Ella le dijo que la había dejado en esa multitud sin preocuparse por dónde
estaba. A lo que él le contestó que lo lamentaba, pero que quizás lo que había sucedido era
providencial. No quería ser descortés, pero al ver una multitud como esa esperándole para predicar,
le abrumaba la responsabilidad de hacerlo y se olvidó de ella. “Pero debemos establecer la
siguiente regla en nuestro matrimonio. La orden de Mi Maestro viene en primer lugar. Tú, en
segundo lugar. ¿Deseas tomar el segundo lugar como mi esposa, mientras que yo le doy el primer
lugar a Cristo?”
Ella así lo quiso y se convirtió en una fiel esposa. Comprendo algo de eso. Ante la expectativa del
púlpito, la emoción del corazón, la mente comienza a funcionar y muchas cosas no pasan por el
pensamiento. Él amaba a su esposa, la amaba hasta morir, pero nunca la idolatró. Su Dios era el
verdadero Dios.
Otro de los dioses de nuestra sociedad son los proyectos. No solo posesiones, abundancia, orgullo,
personas, placer; también los proyectos. La asociación cooperadora, la paz mundial, los hobbies, los
programas religiosos…proyectos.
Y luego está la prominencia. Algunos quieren el asiento principal en el banquete. Les gusta ver sus
nombres impresos, quieren ser jefes. Y todos estos dioses terminan en una vida vacía.
El hombre es increíblemente religioso; adorará cualquier cosa. Una parábola nos dice acerca de una
ceremonia en el fondo de una iglesia con el fin de quemar ídolos. Cada persona había arrancado de
su corazón su posesión más preciada…ambición, su logro más querido. Y los tomaron y los
pusieron en una pila; y dijeron que quemarían a sus ídolos. Algunos pusieron sus cabellos largos,
otros sus títulos, otros sus antigüedades favoritas. Algunos pusieron su tapado de visón. Pero
ninguno pudo encontrar una cerilla. ¡Qué problema! Dice la parábola que todos estuvieron de
acuerdo en que el no haberlos podido quemar no significaba que no querían renunciar a ellos. De a
poco, fueron regresando a sus hogares. Uno o dos voltearon a mirar mientras se alejaban.
Una señora no durmió bien esa noche y se convenció a si misma que lo que había entregado no era
un ídolo. A la mañana siguiente, regresó a la pila esperando no ser vista. Allí encontró a su ídolo.
Era el único que quedaba. ¡Cómo nos aferramos a nuestros ídolos!
Según la Escritura, no solo está mal adorar algo que no sea Dios, sino también está mal adorar a
Dios con el método erróneo. Recuerden cuando Dios le dijo a Saúl que no tomara nada, que solo
matara al rey y al ejército, pero que no tomara nada. Él regresó con todas esas ovejas y animales; y
cuando Samuel le preguntó qué sucedía, que no debía traer nada, le contestó que las había traído
para adorar a Dios. Samuel le dijo que el trono no estaba más en su familia. Dios quiere que Le
adoren del modo que Él dice y no del modo que uno elige adorarlo.
La idolatría es adorar al dios equivocado y adorar al Dios correcto de la manera errónea. Tenemos
que tener cuidado. Creo que adorar símbolos que puedan pasar por dios también es idolatría. Todos
sabemos de lo que es conocido como la controversia iconoclasta, de la palabra eikon que significa
“imagen.” A lo largo de la historia de la iglesia, en sus primeras manifestaciones de romanismo,
quisieron poner todo en estatuas. La iglesia romana aún lo hace. Y las estatuas están en todas
partes; y siempre ha existido una controversia. La iglesia ortodoxa oriental finalmente destruyó todas
las imágenes porque sintieron que era idolatría. Aún hay crucifijos, otras imágenes y santos que
representan un cierto tipo de idolatría. Y usted podrá decir que no adora realmente a los ídolos, es
solo la representación. Pero la transición es tan sutil… Tan sutil.
Permítanme darles una ilustración. Miren en sus Biblias en Números capítulo 21… Números capítulo
21. Les dije que ésta sería una larga introducción. De hecho, tendré el sermón para la próxima vez.
Números 21:6. ¿Recuerdan que el Señor envió serpientes ardientes? “Y Jehová envío entre el
pueblo serpientes ardientes, que mordían el pueblo; y murió mucho pueblo de Israel.” Esto fue
cuando ellos estaban como Moisés. Y el pueblo estaba siendo desobediente a Dios. El Señor envía
serpientes ardientes, muerden. Y el versículo 7: “Entonces, el pueblo vino a Moisés y dijo: “Hemos
pecado por haber hablado contra Jehová y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas
serpientes.”
Y Moisés lo hizo. Él oró y el Señor contestó y dijo en el versículo 8: “Y Jehová dijo a Moisés: “Hazte
una serpiente ardiente y ponla sobre una casa; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella,
vivirá.”
Ahora, observen lo que sucedió. El pueblo de Israel había pecado. Dios dijo que habría un castigo.
Las serpientes les morderían. Si miraban al asta, vivirían.
Creo que el asta era un símbolo del poder de Dios. No había poder en él. El poder estaba con Dios.
Mirar al asta era simplemente una identificación con su fe. Vean lo que sucedió. Segunda de Reyes
18. Más tarde en la historia de Israel, llega Ezequías. Y vemos que en Judea reina Ezequías y con
él, llega un gran renacimiento. Una de las cosas está en el versículo 4: “Él quitó los lugares altos, y
quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera” detengámonos aquí. Disipó la idolatría.
Continúa después: “E hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta
entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.” Que quiere decir “pequeña
cosa de bronce”. Él la trató con desdén. En otras palabras, algo que había comenzado como un
símbolo, se convirtió en un ídolo. Y eso es siempre el peligro de un ícono. Que el hombre convierta
al símbolo en un ídolo. Por lo tanto, en la Escritura está prohibido tanto el adorar a un dios falso
como adorar al Dios verdadero de una manera errónea y adorar a Dios con una imagen errónea.
Habiendo comprendido que la idolatría está prohibida, miremos juntos Daniel 3. Recuerden que
estos jóvenes estaban bien educados en la doctrina y teología hebrea; y sabían exactamente cómo
Dios se sentía con respecto a los ídolos.
En el comienzo del texto encontramos cinco puntos principales. Comenzaré con el primero. La
ceremonia, versículos 1 al 3. “El rey Nabucodonosor…”. El rey del Imperio Babilónico, un increíble
imperio con poder que abarcaba desde el mundo conocido en el Medio Oriente y no sabemos cuán
lejos llegaba. “…hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis
codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.”
Nabucodonosor construye esta enorme imagen. Un acto idólatra. Algo muy extraño luego del
capítulo 2:47. ¿Recuerdan que en el capítulo 2 Daniel le dijo a Nabucodonosor su sueño? Él tuvo
este sueño acerca de una imagen que tenía una cabeza de oro y bronce, luego plata, y luego hierro
y arcilla mezclados. Él le dijo el significado de estas cosas y cómo los imperios del mundo pasarían
y serían destruidos. Y serían cortados por una piedra cortada no por manos, en la fase de su
confederación de diez reyes. Y continúa con la maravillosa interpretación del sueño. Y
Nabucodonosor sabe que Daniel le dice cosas que sus propios magos y caldeos no sabían. Y en
repuesta a eso, en el versículo 47, Nabucodonosor cae sobre su rostro, versículo 46, lo adora a
Daniel, etc. Y en el versículo 47 dijo: “Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los
reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio”.
Una gran afirmación. Tu Dios es el Dios de dioses. Tu Dios es la máxima deidad. Eso estaba en el
versículo 47. Dos versículos más tarde, él está construyendo un ídolo de sí mismo. Inconstante. La
demostración del poder de Dios no pudo anular su increíble ego. El hombre es un egocéntrico. Creo
que cuando Daniel comenzó a contarle su sueño, él dijo: “La cima es la cabeza de oro –yo soy el
oro, todo lo demás es inferior a mí.” Y ahí mismo Nabucodonosor no prestó más atención y pensó
“yo soy el oro”. Y por eso construyó una imagen de oro. Nabucodonosor hizo una imagen de oro.
Creo que era de forma humana hecha de oro, tan grande, tan alta. Un alto pedestal sobre el cual
estaba parado un hombre, una imagen de 60 codos de altura y 6 codos de ancho.
No creo que era de oro sólido. Eso hubiera sido prohibitivo en términos económicos; y un problema
para construir y mover. Es común encontrar información de cómo construían en aquellos tiempos –
construían una imagen de madera y la revestían con oro. Me parece que es la mejor manera de
considerar a esta imagen. En Isaías 40 y 41 encontrarán un par de referencias a esa imagen de
madera revestida en oro. Era la manera usual de construcción.
El costo sería igualmente increíble. Conseguir y extraer el oro era muy difícil en esa época. Era
increíblemente costoso.
Y 60 codos y 6 codos es una indicación interesante para nosotros, ya que los babilónicos utilizaban
un sistema sexagesimal. Nosotros usamos un sistema decimal. Ellos tenían un sistema basado en
los números 6. Y este es un indicador muy importante de la autenticidad de Daniel como verdadero
representante de los tiempos de Babilonia. Los críticos más agudos quieren correrlo al tiempo de
Cristo, para que las profecías sean del pasado. No quieren que la Biblia haga predicciones, de otra
manera sería un libro divino. Pero es indicativa de los tiempos babilónicos al utilizar lo que se
conoce como sistema sexagesimal en vez del decimal.
Me resulta fascinante que sea de 60 codos por 6. Veo dos 6. El primer rey hizo una imagen de sí
mismo con 6; y si leen Apocalipsis 13 verán que el último gobernador del tiempo de los gentiles
también establecerá una imagen de sí mismo. Nabucodonosor fue el primero. Apocalipsis 13:14-15:
“…le hagan imagen…dar muerte a todos los que no adoran la imagen…su número es seiscientos
sesenta y seis.” Es como si comenzara con dos 6 y terminara con 3. Seis es el número del hombre.
El hombre intenta seis, seis, seis, pero no llega a siete. Ese es el número de la perfección reservado
para Dios. Y Nabucodonosor es como la imagen preliminar del anticristo.
¿Qué estaba tratando de hacer y probar Nabucodonosor? Era un hombre muy inteligente, uno de
los mejores arquitectos, soldado, estatista del mundo. Traba de unificar a su nación a través de un
objetivo en común. Quería que todos se inclinaran ante él. Los Césares hicieron lo mismo. Trataron
de que todo el Imperio los adorara. Quería también la lealtad de todos sus líderes. Quería
asegurarse que ellos le eran fieles. Quería una sola religión; ya que temía que una división en la
religión –algo tan profundo en el corazón del hombre- causara una división y fracturara al Imperio.
Hay algo más. Políticamente, considero que quería la unidad del Imperio; personalmente, quería
que le alabaran y la lealtad de sus líderes. Deseaba una única religión para mantener a todos
unidos. Pero más allá de eso, este hombre tenía un ego increíble y buscaba su propia gloria. Se vio
a sí mismo como la cabeza de oro; y perdió el control. Construyó la imagen para que todo el mundo
pudiera adorarle. Es un poco distinto de Herodes en Hechos 12. Él dio un gran discurso. Se vistió
con sus ropas elegantes y en Cesárea, dio un gran discurso y el pueblo pensó que era la voz de un
dios y no de un hombre. Les encantó, le creyeron. La Biblia dice que inmediatamente después fue
comido por gusanos y murió, ya que no le dio la gloria a Dios.
Nabucodonosor no fue comido por gusanos. Su merecido llega -como veremos más tarde- en el
capítulo cuatro. Pero buscó la gloria. Y todo esto plantea un conflicto para nosotros a lo largo de
capítulo, entre adorar al verdadero Dios y adorar a este maníaco humanista egocéntrico.
Ahora, quiero que ustedes vean claramente la opción; porque esta es la opción que todos tienen. O
adoran a Dios o a falsos dioses. Aún como cristiano, nosotros podemos sentirnos atraídos a adorar
a falsos dioses. Esto es lo que dice este capítulo. Como el pequeño que preguntó “¿Papá, dónde
pondrás a Dios?” Es la pregunta que se nos hace a nosotros – ¿dónde pondremos a Dios?
Luego vienen los magistrados y capitanes. Gobernantes secundarios. “…los sátrapas, los
magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces…” y luego de todas estas personas
dice: “… y todos los gobernadores de las provincias…” todos los que eran alguien importante,
vendrían a la dedicación de la imagen que Nabucodonosor había levantado. El quiere la lealtad de
todos, que todos ellos estén allí; y todos van.
Luego el versículo 3: “Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores,
tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la
estatua que el rey Nabucodonosor había levantado”. ¿Por qué repite todo? Cuando llegaron los
griegos y estaban escribiendo la versión griega conocida como la Septuaginta, saltearon el versículo
3 porque dijeron que era ridículo, que repetía todo. ¿No podían abreviarlo? ¿Podían decir que todos
los llamados vinieron? Creo que es muy sutil. La repetición del versículo 3 es una mirada sutil
humorística a la falta de integridad personal de todos los líderes del Imperio. Reitera que todos ellos
eran personas importantes, pero ninguno de ellos tenía el coraje de decir no. Vinieron todos.
Débilmente, siguieron al liderazgo de Nabucodonosor. Todos los grandes. Fueron humillados; y
todos permanecieron frente a la imagen que Nabucodonosor había levantado.
Ahí están todos. Los grandes sátrapas, gobernadores, capitanes, como títeres, sin integridad, sin
carácter, sin nada. Respondieron a lo que se les había dicho. Si Nabucodonosor dice que debemos
adorar al ídolo, todos lo hacemos, debemos mantener nuestros trabajos.
Pero con algunos no era así. Veremos quiénes eran y por qué hicieron lo que hicieron y qué sucedió
la próxima semana. Oremos juntos.
Mientras que sus cabezas están inclinadas por un momento, permítanme compartir un pensamiento
o dos con ustedes. Es un capítulo conmovedor; recién comenzamos a verlo. Pero éste es el
momento de esta noche que comenzamos a examinar nuestros corazones. ¿Qué es lo que usted
adora? ¿Hay algún ídolo en su vida? ¿En qué piensa usted? ¿Qué es lo primero que le viene a la
mente? Probablemente sea eso. ¿Qué ha colocado usted antes que Dios? ¿Dónde ha colocado
usted a Dios? Si usted no es cristiano, probablemente tenga todo tipo de ídolos y esté viviendo una
vida que niega la gloria de Dios. ¿Por qué no viene a Jesucristo y lo hace su Salvador, confesándole
como Señor? Luego, hay muchos de ustedes cristianos que tienen a Cristo como Señor de su vida y
sin embargo, se encuentran muchas veces desviados como ese río impetuoso. Y se dan cuenta que
están yendo en la dirección equivocada, hacia los ídolos de este mundo. Este sería un tiempo
maravilloso para abrir su corazón y confesar al Señor que usted tiene algunos ídolos. Hemos
hablado mucho acerca de ellos, ¿no es así? En algunas categorías generales. ¿Ha examinado
usted su corazón? ¿Qué hay acerca de las posesiones o la abundancia o el orgullo o el placer, los
proyectos, la prominencia? ¿Es la educación, el prestigio, el sexo, el dinero? ¿Qué es? ¿Un
pasatiempo, los deportes, el entretenimiento? ¿Alguna cosa? ¡Oh, Cristo y sólo Cristo debe ser Rey!
Padre, habla a nuestros corazones esta noche. Que pongamos de lado a los dioses de este mundo,
el vacío, las deidades que no pueden responder y tan sólo nos roban de la virtud de Tu genuino,
puro y eterno amor por nosotros. Que pongamos de lado los ídolos y Te adoremos. Sin importar
cuáles son los Nabucodonosores que existen en nuestras vidas que en su dominio y soberanía nos
piden que nos inclinemos, que nunca lo hagamos. Que nunca nos inclinemos con el resto de la elite
y permanezcamos donde debemos ante el Dios todopoderoso, tomando una postura genuina y que
nunca inclinemos nuestras rodillas a un ídolo. Danos el carácter que vemos manifiesto en estos tres
jóvenes. Nosotros, quienes nombramos el nombre de Cristo y poseemos el poder del Espíritu que
mora en nosotros, que tenemos todos los recursos que ellos tienen y quizás aún más, que
permanezcamos fieles; ayúdanos a no hacer concesiones, no sólo a no comer la comida del rey y a
no beber el vino del rey sino a no adorar a los dioses del rey. Ayúdanos a mantenernos genuinos,
inflexibles en nuestro lugar de adoración y gloria a Ti. Te agradecemos en el nombre de Cristo,
Amén.
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