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Semántica 3

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Grado en Lengua y Literatura Españolas DEPARTAMENTO DE LENGUA ESPAÑOLA

Y LINGÜÍSTICA GENERAL

SEMÁNTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA


2019-2020
Profesores José Ramón Carriazo Ruiz y Carolina Julià Luna
Tutorías: martes, miércoles y jueves de 10:00 a 14:00; despacho 703.
Teléfono (+34) 913988344Correo-e: carriazo@flog.uned.es

Este tercer documento para saber más del curso 2019/2020 de Semántica de la
lengua española tiene por objetivo principal presentar el contenido del glosario
terminológico mediante la definición y ejemplificación de los conceptos básicos para la
comprensión de los materiales de estudio obligatorio en la asignatura (Presentación de
la semántica). Se trata de la terminología esencial que nos permitirá leer los principales
textos sobre semántica de la lengua española aparecidos en el siglo pasado y en lo que
llevamos de este, así como para enfrentarse a los problemas de investigación
relacionados con el significado lingüístico a los que pueden asomarse en la actualidad
los lectores interesados por el conocimiento, estudio, enseñanza y aprendizaje del léxico
y vocabulario de la lengua española en sus distintos aspectos. Repasamos, en primer
lugar, los conceptos básicos (1. significado, sentido y referente; correferencialidad,
hiperextensión e hipoextensión; connotación y denotación), para adentrarnos después en
las relaciones entre los significados lingüísticos (1.1): de identidad (1.2. sinonimia,
homonimia y polisemia) y de oposición (1.3. antonimia y complementariedad), en los
agrupamientos del léxico y en las jerarquías léxicas (1.4. solidaridad léxica, campo
léxico, campo semántico y ontología; co-hiponimia, hiperonimia, hiponimia, holonimia,
meronimia, meronimía, taxonomía, partonomía). En la segunda parte del capítulo (2),
se repasan las relaciones del léxico en el nivel idiomático, mostrando cómo afecta el
contexto a la construcción del significado (2.1), las relaciones en el eje sintagmático
(2.2) y las configuraciones léxicas (2.3. ciclo, escala, fase, rango).

1. CONCEPTOS BÁSICOS
El concepto central de toda teoría semántica es el de significado. De hecho,
nuestro manual de estudio define la semántica como el «estudio de los procedimientos
regulares de construcción del significado de las expresiones complejas» (Presentación
de la semántica, página 23). Victoria Escandell (2007) distingue entre semántica
composicional («Parte de la Semántica que estudia la contribución que la estructura y
las relaciones sintácticas aportan a la construcción de las expresiones complejas») y
semántica léxica: «Parte de la Semántica que estudia el significado de las palabras»; y el
significado de las palabras es, precisamente, el objeto de estudio de la semántica léxica.
Según Paz Battaner y Carmen López (2019), el significado es la
Propiedad caracterizadora de las unidades léxicas por las que formalizan lingüísticamente un
concepto (del mundo físico o mental). El significado de las unidades léxicas tiene dos caras:
indica la intensión (propiedades semánticas) de la palabra y su extensión (referencia). A pesar de

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que el significado es una característica que permite delimitar unas palabras de otras, con
frecuencia presenta límites difusos (Battaner y López 2019: 438).
El significado se relaciona, por tanto, con los conceptos (que son formalizados
mediante las expresiones) y con las unidades léxicas: con su intensión o definición
(descripción de sus propiedades semánticas o significativas) y con su extensión o
referentes (aquellas realidades a las que identifican, señalan, aluden, denominan y
designan). Esta variedad de componentes abstractos (mentales) y concretos (formales) y
su doble cara (conceptual y expresiva), explica que frecuentemente presente límites
difusos. Además, «la asignación del significado es convencional, pero no puede ser
totalmente arbitraria, puesto que entre las unidades léxicas se establecen diversas
relaciones semánticas» (García Murga 2014: 113).
§ significado, sentido y referente
El significado lingüístico así entendido debe distinguirse, por un lado, del
referente identificado, señalado, aludido, denominado y designado por una expresión
idiomática como resultado de la referencia o «relación semántica que se establece entre
una expresión lingüística y aquello a lo que alude»; y, por otra parte, del sentido o
«faceta de significado de una palabra que se muestra en un contexto» (Battaner y López
2019: 437). En las unidades léxicas tal como se presentan en los textos, la referencia
puede ser intratextual (diáfora o referencia endofórica) o extratextual (deixis o
referencia exofórica) y contribuye a la construcción de los sentidos, que siempre son
contextuales. En las unidades léxicas aisladas, por ejemplo en el diccionario, el objeto
designado se identifica con el referente extralingüístico etiquetado o nombrado
mediante la unidad léxica y los posibles sentidos contextuales de la unidad léxica
corresponden a las distintas acepciones o usos descritos en la entrada lexicográfica.
El estudio de la capacidad de las expresiones lingüísticas para desarrollar
significados (véase significación en el Glosario) hace necesario distinguir entre distintos
tipos de modos de significación o de significados. Escandell (2007) enumera nueve;
composicional, connotativo, convencional, denotativo, descriptivo, figurado, gramatical,
léxico y literal. El significado composicional o componencial es el «que se extrae de la
suma de los distintos componentes que forman una expresión» (Battaner y López 2019:
438). El significado léxico es el «conjunto de sus rasgos semánticos que remiten a
conceptos; a partir de ellos es posible identificar entidades», frente al gramatical:
«conjunto de rasgos de significado que remiten a operaciones abstractas sobre el modo
de combinar las unidades o los conceptos» (Escandell 2007). El significado literal es
aquel que asociamos con una palabra aislada y encontramos en los diccionarios de
lengua, mientras que el sentido figurado es resultado de una trasposición semántica
(metáfora, metonimia). En algunos casos, la trasposición metafórica puede hacerse
convencional y pasar a formar parte de la invariante de significado asociada con una
determinada forma; entonces, el sentido figurado o significado metafórico se generaliza
en la comunidad de hablantes y suele recogerse en los diccionarios generales.
§ connotación y denotación
Para todas las teorías semánticas, la connotación y la denotación resultan
fenómenos caracterizadores de los significados lingüísticos que tienen en cuenta tanto el
contexto comunicativo, las experiencias de los hablantes y la historia y cultura de las
comunidades de habla, como el sentido y la referencia. Así, la connotación es el
«sentido de una unidad léxica relacionada con las experiencias de un hablante o de un
grupo de hablantes exclusivamente, contrapuesto a la denotación. Los diccionarios solo
recogen matices connotativos cuando se han generalizado» (Battaner y López 2019:
425), mientras que la denotación designa el «significado de una unidad léxica con
referente evidente para todos los hablantes, contrapuesto a la connotación. El
significado denotativo de las palabras es el que recogen los diccionarios» (Battaner y

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López 2019: 425). En virtud de estos dos modos de significación de las expresiones
lingüísticas, se distingue su significado denotativo o descriptivo, el «que permite
identificar la realidad extralingüística a la que dicha expresión se refiere; conjunto de
rasgos semánticos que imponen restricciones sobre la clase de entidades denotadas», del
significado connotativo, aquel «que recoge las asociaciones y los valores afectivos
(individuales o colectivos) que se añaden al significado denotativo de un término»
(Escandell 2007: 215-216). El significado denotativo o descriptivo incluye la referencia
como la extensión de la unidad léxica (el conjunto de individuos de la realidad que
pueden ser referidos mediante la lexía) y como su intensión (rasgos semánticos que
restringen la clase de entidades denotadas), mientras el significado connotativo incluye
los valores asociativos y afectivos que permiten al hablante y a la comunidad
multiplicar los sentidos de la unidad léxica en el discurso.
§ correferencia, hiperextensión e hipoextensión
En el análisis del significado deben tenerse en cuenta, por tanto, las cuestiones
relacionadas con la referencia y el sentido, que se manifiestan en los textos de distintas
maneras. Las relaciones entre los significados léxicos de unidades léxicas distintas se
basan en las posibilidades de referirse a las mismas realidades o de emplearse para
construir sentidos próximos en el discurso. Así, pueden darse distintos tipos de
correferencia («Relación que mantienen dos unidades léxicas que remiten al mismo
referente en el discurso», Battaner y López 2019: 425): en el nivel idiomático o
sistemático, dando lugar a términos o voces correferenciales («expresiones que designan
el mismo referente», Escandell 2007: 210), en el pragmático o discursivo (deixis:
«forma de dependencia contextual en la que los valores semánticos de las expresiones
deícticas solo pueden ser determinadas por un acto indicativo», García Murga 2014:
1401) y en el nivel textual (diáfora: «relación de correferencia por la que una unidad
lingüística remite al mismo referente que otra palabra o expresión mencionada antes o
después en el discurso», Battaner y López 2019: 425).
En el uso idiomático, al aplicar restricciones o ampliaciones del sentido de las
unidades léxicas, los hablantes pueden ajustar la referencia a sus necesidades
comunicativas. Una expresión puede utilizarse para hacer referencia a una clase más
restringida que la denotada por esta expresión en la lengua común (hipoextensión) o
bien para referirse a una clase más amplia que la denotada por esta expresión en la
lengua común (hiperextensión). Como veremos más adelante en este mismo capítulo,
las posibilidades semánticas de la correferencia, la hiperextensión y la hipoextensión
tienen que ver con las relaciones entre los significados (de identidad y de oposición),
con los agrupamientos y con las jerarquías léxicas.
§ Otros tipos de significados
entidad «Significado de las unidades léxicas cuyas características y funciones se muestran como
animadas o inanimadas, se mantienen constantes en el tiempo y responden en general a los
sustantivos como objetos, materias, sustancias, personas, animales, lugares» (Battaner y López
2019: 427).
estado «Significado durativo o atélico de aquellos verbos que incluyen propiedades de las
personas o de las cosas cuya duración depende de otros factores» (Battaner y López 2019: 428).
estereotipo «Convención fijada tácitamente en cada sociedad y cultura para los significados de
cada unidad léxica reconocible» (Battaner y López 2019: 428).

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«Son expresiones deícticas los pronombres personales, adverbios de tiempo (como ayer o mañana),
adverbios de lugar (como aquí, allí, etc.), los demostrativos y las expresiones demostrativas (por ejemplo
esta o esta película) y también podemos encontrar marcas deíctivas en verbos (como, por ejemplo, venir
o traer). Junto a ello, el tiempo verbal contiene un elemento deíctico, ya que el pasado y el futuro se
identifican respecto a un ahora deíctico» (García Murga 2014: 140-141).

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evento «Significado de una unidad léxica que implica tiempo, cuya percepción muestra
diferentes matices, como estados, procesos, repeticiones, etc. Por excelencia corresponde a los
verbos y algunos sustantivos y adjetivos» (Battaner y López 2019: 428).
logro «Significado puntual o télico de aquellos verbos que expresan consecuciones o sucesos
puntuales que requieren tiempo momentáneo, la sola realización» (Battaner y López 2019: 432).
propiedad «Significado de las unidades léxicas cuyas características y funciones se muestran sin
tiempo, atribuidas a las entidades por excelencia, se manifiesta en los adjetivos calificativos»
(Battaner y López 2019: 436).
realización «Significado puntual o télico de aquellos verbos que presentan un desarrollo
temporal y requieren un límite que se expresa en uno de los argumentos verbales en que se
manifiesta lo que se ha realizado o no» (Battaner y López 2019: 436).
télico «Significado léxico de finalizacion o término de las situaciones o sucesos que implican
determinados eventos» (Battaner y López 2019: 439).
verbo durativo o atélico «Verbo cuyo modo de significar no señala un final» (Battaner y López
2019: 441).
verbo puntual o télico «Verbo en cuyo significado se señala un final» (Battaner y López 2019:
441).

1.1. Las relaciones entre los significados


En el primer capítulo hemos repasado las relaciones de la semántica con otras
disciplinas que se ocupan del significado (la filosofía, la antropología y los otros niveles
de análisis lingüístico: fonética, morfología, sintaxis y pragmática). Después de revisar
algunos conceptos básicos y generales (el significado y sus tipos, los modos de
significación, la referecia y el sentido), en este apartado explicaremos la conexión entre
los significados en las lenguas. Generalmente, se pueden distinguir relaciones de cuatro
tipos: las caracterizadas por la identidad en los significados (sinonimia) o en las
expresiones (homonimia, polisemia), las marcadas por la oposición semántica
(antonimia), los agrupamientos de unidades léxicas y las jerarquías. Existen otras
relaciones entre las palabras, como las que se establecen entre unidades léxicas con
afinidades morfológicas (familia léxica o «conjunto de palabras que comparten la
misma base léxica», Battaner y López 2019: 429, cognados o unidades léxicas que
comparten la misma raíz o la misma base morfológica), aquellas emparentadas
etimológicamente (o dobletes: cadera/cátedra, cálido/caldo, fuego/foco, lácteo/lechoso,
nocturno/noche, obra/ópera, plúmbeo/plomo, sello/sigilo) o semánticamente (como la
subacepción o sentido de la voz relacionado y subordinado a una acepción que se
considera más explicativa y de la que es derivación o mantiene con ella cierta relación
semántica», Battaner y López 2019: 438).
También hemos visto cómo se relacionan los vocablos al compartir un mismo
referente (correferencia) o bien al adquirir sentidos semejantes en algún aspecto, así
como las relaciones de significado entre las proposiciones y enunciados (entrañamiento,
equivalencia, contradicción, implicación, oposición, presuposición). La correferencia y
la capacidad para expresar sentidos equivalentes en el discurso son las relaciones de
significado interlingüístico que permiten la traducción y dan lugar, por la semejanza
entre los significantes de la lengua de partida y de la lengua meta, a fallos recurrentes en
la traducción (son los falsos amigos, también denominados falsos cognados, que suelen
ser mal interpretados «por su semejanza con otra voz de la lengua de llegada», Battaner
y López 2019: 428). La tarea del traductor consiste en la versión de un texto en otra
lengua mediante la utilización de expresiones de la lengua meta con el mismo
significado que presentan las de la lengua de partida. Una buena traducción busca, por
tanto, relaciones de identidad semántica entre las expresiones de una lengua (origen) y
las de otra (meta). En este sentido, los falsos amigos serían algo así como parónimos,
semejantes en el plano formal de la expresión pero sin equivalencia o identidad en el

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plano del significado, y por eso resultan tan peligrosos para la interpretación,
aprendizaje, enseñanza y traducción.

1.2. Identidad: sinonimia, homonimia y polisemia


En este epígrafe, nos centraremos en las relaciones de identidad o equivalencia
que se dan entre unidades léxicas de la misma lengua, bien por afinidades o similitudes
en el plano conceptual o del significado (sinonimia) o bien en el formal o de la
expresión (homonimia y polisemia). Se trata de asuntos que no faltan en ningún manual
de semántica y que todas las teorías del significado abordan como temas centrales para
explicar cómo se construyen y funcionan los valores semánticos de las unidades léxicas.
En la traducción, como hemos visto, se buscan relaciones de identidad entre expresiones
de distintas lenguas y, en cierto sentido, podríamos afirmar ahora que las unidades
léxicas y construcciones de la lengua de llegada o lengua meta deben ser sinónimas de
las expresiones de la lengua de partida (con significados idénticos o equivalentes en una
y otra lenguas). Los casos de homonimia y polisemia, a su vez, dificultan las tareas del
traductor, pues la repartición semántica de la realidad no suele coincidir en una lengua y
en la otra, de modo que estos fenómenos, como el de la paronimia, pueden dar lugar
también a errores de interpretación y de traducción, similares a los provocados por los
falsos amigos o cognados interlingüísticos.
§ sinonimia
Centrándonos ya en las relaciones intralingüísticas de identidad semántica,
llamamos propiamente sinónimos a las «unidades léxicas con distintos significantes que
expresan un significado y una función sintáctica semejante» (Battaner y López 2019:
438). García Murga (2014: 125) plantea la siguiente dificultad relacionada con los
sinónimos: «junto al significado denotativo y al significado intensional, hay otros
aspectos lingüísticos que modulan el significado de una palabra: las variedades
dialectales y las variedades sociolectales, la expresividad, la prototipicidad y las
connotaciones que se pueden asociar a una palabra». A pesar de esa complejidad del
significado, afirma que se consideran sinónimas palabras como:
a) maravilloso, fantástico
b) morir, palmar
c) saber, conocer
Victoria Escandell (2007: 216), por su parte, distingue entre sinónimos absolutos
(los «que poseen el mismo contenido descriptivo, y que pueden intercambiarse entre sí
en todos los contextos») y parciales («que poseen el mismo contenido descriptivo,
aunque no puedan intercambiarse entre sí en todos los contextos»). La discusión sobre
la distinción y la existencia de sinónimos absolutos es muy antigua y fue especialmente
intensa durante el siglo XIX; los sinónimos absolutos serían términos correferenciales y
con las mismas capacidades para adquirir sentidos equivalentes en todo contexto
comunicativo. Si existen, son muy raros, pues lo habitual es que las voces y expresiones
equivalentes, aunque sean correferenciales, muestren distinta versatilidad a la hora de
adquirir sentidos en los textos, muchas veces debido a sus distintos valores
connotativos. En palabras de Fernando García Murga (2014: 126), «es muy difícil
encontrar dos palabras en una lengua que sean sinónimas en todos los niveles de análisis
[…]. Por ello, se puede pensar que la sinonimia es un fenómeno contextual; es decir, el
contexto de uso permite aceptar o rechazar la sinonimia de dos palabras».
La sinonimia es para Victoria Escandell la relación de identidad entre
significados, sin más, mientras que para otros autores implica también la equivalencia,
no solo en cuanto a su significado, sino «en cuanto a su función sintáctica» (Battaner y
López 2019: 438). Para María Teresa Espinal (coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y

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Josep Quer (2014: 174), la sinonimia es la «relación de significado entre dos o más
palabras o lexemas caracterizada por hiponimia simétrica». Como veremos más abajo
(2.1.4), la hiponimia es la relación semántica de inclusión según la cual un término
(hipónimo) contiene entre sus valores semánticos el significado de otra unidad léxica
por la que puede ser reemplazada en el discurso (hiperónimo). Si la relación de
inclusión es simétrica, esto es, si la hiponimia es recíproca y el significado del hipónimo
incluye al del hiperónimo y viceversa, serán sustituibles en todos los contextos sin
perder intensión semántica ni alterar la extensión del término, y serán por tanto
correferenciales e intercambiables en todos los contextos con el mismo sentido; es decir,
serán sinónimos absolutos. Esta equivalencia o identidad absoluta entre expresiones
correferenciales con las mismas posibilidades en cuanto a los sentidos adquiridos en el
discurso suele darse entre los términos singulares (los nombres propios, las
descripciones definidas singulares, los pronombres singulares y las expresiones
demostrativas singulares; la referencia de estas expresiones o términos singulares «es el
individuo al que el término singular se refiere», María Teresa Espinal (coord.), Josep
Macià, Jaume Mateu y Josep Quer 2014: 175), pero es poco frecuente en las
expresiones del lenguaje natural, donde lo que solemos encontrar son sinónimos
parciales, de modo que la sustitución de una forma por otra suele alterar el significado,
normalmente introduciendo algunos matices o valores semánticos en la construcción del
sentido.
§ homonimia y polisemia
En el caso de la homonimia, la relación de identidad entre dos o más unidades
léxicas se observa en el plano de la expresión, pues consiste en la identificación formal
de sus significantes que lleva a relacionar, de distintos modos, sus significados, a veces
muy alejados entre sí. La identidad o ecuación formal de las expresiones puede ocurrir
solo en la escritura pero no en la pronunciación (son homónimos pero no homógrafos) o
en ambos modos de expresión (homónimos y homógrafos). Desde un punto de vista
formal, María Teresa Espinal (coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y Josep Quer (2014:
175) definen la homonimia como la «relación de significado entre dos o más palabras
cuando sus significantes coinciden pero tienen significados marcadamente distintos» y
solo se distinguiría de la polisemia por la conexión entre los significados («una palabra
es polisémica cuando a un significante corresponden varios significados relacionados
entre sí»). Si adoptamos un enfoque histórico, entonces hablaríamos de significantes
coincidentes por su evolución diacrónica; esta perspectiva explica que en los
diccionarios se les consagren entradas lexicográficas independientes, mientras que las
voces polisémicas suelen describirse en una misma entrada con diferentes valores de
uso o sentidos relacionados semánticamente y definidos en las diferentes acepciones y
subacepciones del lema (generalmente con numeración independiente y ordenados de
acuerdo con criterios históricos, de derivación semántica a partir del sentido etimológico
u originario, o bien sincrónicos, relacionados con la frecuencia de uso observada en los
corpus lingüísticos).
Victoria Escandell (2007: 212) afirma que la hominimia «se produce cuando hay
confluencia en una misma forma de dos (o más) palabras con significados diferentes y
no relacionados entre sí» (Escandell 2007: 212), mientras que la polisemia ocurre
«cuando una palabra expresa significados diferentes, aunque relacionados» (íbidem,
214). Francisco Abad (2011: 53) define la polisemia como una «pluralidad de
significados», mientras que Paz Battaner y Carmen López (2019: 435) se refieren a ella
como el «múltiple valor semántico de una unidad léxica bajo una misma forma». Estas
dos autoras distinguen, a su vez, entre polisemia regular, cuando una «voz presenta dos
o más significados que mantienen relación entre ellos. Por ejemplo, geografía ‘materia

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de estudio’ y geografía ‘manual en el que se estudia’» (Battaner y López 2019: 435), y
polisemia contrastiva, la que se da si la «voz presenta dos o más significados no
relacionados entre sí. Por ejemplo, orden como ‘colocación bien dispuesta’ y orden
como ‘nivel o categoría’» (Battaner y López 2019: 435). También discriminan estas
últimas semantistas entre homónimos («Unidades léxicas que coinciden en la misma
pronunciación, pero no en la escritura», Battaner y López 2019: 430) y homógrafos
(«Unidades léxicas de diferente significado y a veces de diferente categoría gramatical,
que se pronuncian y escriben exactamente igual», Battaner y López 2019: 430). Como
se puede comprobar, tanto en la polisemia como en la hominimia se da una pluralidad
de significados agrupados en torno a una misma forma o expresión lingüística, y en
ambos casos se puede hablar de términos ambiguos, lo que lleva a algunos autores a
definir la homonimia como ambigüedad léxica:
A los ojos de los hablantes, la ambigüedad léxica aparece como una coincidencia, ya que los
diferentes significados lingüísticos parecen ser completamente independientes. Estas ideas de
coincidencia y de independencia entre los múltiples significados de las palabras homónimas se
traducen en los siguiente. Por un lado, no se encuentra justificación teórica para que una lengua
lexicalice conjuntamente los diferentes significados de una palabra homónima. Por otro lado,
otras lenguas (no necesariamente alejadas) no lexicalizan esos significados en una única palabra.
Es decir, es difícil, aunque no imposible, que una palabra homónima en español también lo sea
en otras lenguas, como se muestra en el siguiente cuadro:
(2) La homonimia a través de diferentes lenguas
Español Lengua vasca Catalán Francés
Homonimia estación estació
No homonimia urtaroa saison
geltokia gare
(García Murga 2014: 134-135)

1.3. Oposición: antonimia, complementariedad, inversos y reversos


Hemos visto que las relaciones de identidad (en el significante o en el
significado) se explican como relaciones de inclusión semántica: una misma expresión
contiene distintos significados virtuales, o sentidos actualizables en el discurso, o el
significado de una unidad léxica puede incluir, total o parcialmente, los sentidos o
significados virtuales de otra unidad léxica diferente formalmente en la expresión pero
correferencial y equivalente semánticamente. Frente a estas relaciones de equivalencia,
la semántica ha estudiado tradicionalmente las relaciones de oposición, que son aquellas
entabladas entre significantes, unidades léxicas o expresiones, «cuyos significados son
mutuamente excluyentes» (Escandell 2007: 210). En la lógica proposicional, también
puede darse oposición entre dos oraciones o enunciados declarativos, cuando «es
suficiente con nuestro conocimiento lingüístico para saber que no es posible que las dos
oraciones sean ambas verdaderas» (María Teresa Espinal (coord.), Josep Macià, Jaume
Mateu y Josep Quer 2014: 175), aunque aquí nos interesan más precisamente las
relaciones de oposición entre unidades léxicas o términos, entendidas como
«incompatibilidad entre los significados de dos (o más) términos» (Escandell 2007:
214). No obstante, además de la incompatibilidad de sus significados denotativos o
denotaciones, la oposición entre un conjunto de palabras «requiere cierta similaridad
entre ellas» (García Murga 2014: 123), por ello preferimos la siguiente definición de la
relación de oposición: «Un conjunto de palabras están en relación de oposición si
comparten un conjunto de características semánticas D y difieren en una característica d
que convierte sus denotaciones en incompatibles» (García Murga 2014: 123).
§ antonimia
La antonimia, la relación semántica de oposición por excelencia, se define como
aquella «que se establece entre unidades léxicas de significado opuesto que admiten
gradación, esto es, unidades intermedias» (Battaner y López 2019: 422). Esto implica

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que los antónimos se refieren a la misma sección de la realidad escalar de la cual, cada
uno de ellos, representa «los extremos de una escala graduable» (Escandell 2007: 209).
El hecho de que se refieren siempre a una realidad escalar graduable explica que estas
unidades relacionadas semánticamente (se oponen entre sí en cuanto a su significado)
presentan sistemáticamente «matices posibles intermedios» (Battaner y López 2019:
422). Se puede decir, en conclusión, que «dos lexemas son antónimos o contrarios si
mantienen una relación semántica de oposición graduable» (María Teresa Espinal
(coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y Josep Quer 2014: 174).
Si nos fijamos en las palabras bueno y malo, podemos observar que podría suceder que, por
ejemplo, un objeto no fuera ni bueno ni malo. Es decir, la oposición bueno/malo no inunda
completamente el campo de aplicación de estos términos. Seguramente por ello, estas palabras
son «graduables» de tal modo que podemos decir que algo es muy bueno o muy malo. La
graduabilidad se refleja también en la posibilidad de representar estas palabras en una escala.
Otras palabras que se comportan igual son triste y alegre, alto y bajo, etc. Las palabras que
muestran estas características son antónimas.
(García Murga 2014: 123)
La semántica distingue distintos tipos de antonimia: la equipolente o biescalar es
la de los opuestos «que atribuyen siempre cualidades en grado positivo, como si
funcionaran en dos escalas independientes; típicamente se refieren a sensaciones
perceptivas y a emociones» (Escandell 2007: 209); y la polar o biescalar, la de aquellos
antónimos «que indican propiedades que se sitúan en los dos extremos de una escala;
son graduables y típicamente corresponden a magnitudes que pueden medirse de
manera objetiva» (Escandell 2007: 209). Los opuestos recíprocos son aquellos
«antónimos que se implican mutuamente, pues la existencia de uno de ellos supone la
del otro» (Battaner y López 2019: 436).
§ complementariedad
Otra relación de oposición que no debemos confundir con la antonimia es la
complementariedad, definida como la «relación semántica que se establece entre
unidades léxicas de significado opuesto que no admite gradación ni unidades
intemedias» (Battaner y López 2019: 424), de modo que «dos lexemas son
complementarios o contradictorios si mantienen una relación semántica de oposición no
graduable» (María Teresa Espinal (coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y Josep Quer
2014: 174). Como relación de oposición, ambas unidades léxicas se refieren también al
mismo sector de la realidad de los hablantes aunque desde perspectivas enfrentadas y
excluyentes, pero se diferencian de los antónimos por el rasgo de exclusión, que no
admite gradación ni unidades intermedias; son «opuestos cuyos significados son
mutuamente excluyentes» (Escandell 2007: 210).
Podemos observar que las palabras vivo y muerto inundan completamente el espacio de
aplicación de las mismas. Es decir, para cada ser vivo, por muy quisquillosos que queramos ser
desde el punto de vista médico, podemos decir que está vivo o está muerto. En otras palabras, no
podemos decir de un ser vivo que no está ni vivo ni muerto. Las palabras vivo y muerto no
forman ninguna escala y, por tanto, no son graduables. […] la oposición entre las palabras vivo y
muerto es de complementariedad. Es decir, decimos que vivo y muerto son palabras
complementarias, al igual que hombre y mujer, o abierto y cerrado.
(García Murga 2014: 124)
§ inversos y reversos
En algunos opuestos, la correferencialidad no tiene que ver con dimensiones
escalares o grabuables o con realidades mutuamente excluyentes, sino que se relaciona
con un movimiento en direcciones contrarias. Escandell (2007: 215) define los reversos
como «opuestos direccionales, es decir, basados en un movimiento (real o figurado) en
direcciones opuestas a partir de un punto dado». Otro tipo de relación de antonimia u
oposición es la de las unidades léxicas «que expresan una misma relación vista desde

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perspectivas contrarias; a veces reciben también la denominación de opuestos (o
antónimos) relacionales» (Escandell 2007: 213).

1.4. Agrupamientos y jerarquías


Otra categoría de relaciones semánticas agrupa las que entablan aquellas
unidades léxicas que se refieren al mismo ámbito de la realidad y comparten,
parcialmente, algunos sentidos y valores semánticos actualizables en el discurso. Estos
agrupamientos pueden ser sintagmáticos, como en las solidaridades léxicas y
colocaciones, o paradigmáticos, como en los campos léxicos o semánticos. Se denomina
solidaridad léxica al «tipo de relación sintagmática entre dos unidades cuando una de
ellas incluye semánticamente a la otra» (Escandell 2007: 216). Un campo léxico es, por
su parte, el «conjunto de unidades léxicas que cubre una determinada área conceptual en
un sistema lingüístico» (María Teresa Espinal (coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y
Josep Quer 2014: 174), mientras que el campo semántico se define como el «segmento
de realidad caracterizado por una propiedad semántica o rasgo conceptual común»
(María Teresa Espinal (coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y Josep Quer 2014: 174).
Los agrupamientos de conceptos por su afinidad semántica (correferencialidad y
proximidad en algunos sentidos) permiten construir ontologías o conceptualizaciones,
esto es descripciones formales «de un conjunto de conceptos, sus propiedades y sus
relaciones dentro de un dominio concreto» (Escandell 2007: 214). Una ontología se
identifica con una «clasificación razonada, por su significado, de los tipos de conceptos
o unidades léxicas en taxonomías de grandes conjuntos como entidades, propiedades y
eventos, y sus diferentes modalidades, lo que puede llegar a una gran complejidad»
(Battaner y López 2019: 434).
Entre los agrupamientos, se suele distinguir aquellos que establecen relaciones
jerárquicas entre sus miembros y los conjuntos de estos, generalmente de inclusión, que
conforman las taxonomías, meronimías y partonomías. Estos agrupamientos se
denominan jerarquías y son descritos como configuraciones léxicas ramificantes
caracterizadas «por la unicidad de dominio y la existencia de diferencias entre sus
miembros» (Escandell 2007: 213). Una taxonomía es una «jerarquía basada en
relaciones de hiponimia/hiperonimia» (Escandell 2007: 217); es decir, en relaciones de
inclusión por las que una unidad léxica (hiperónimo) incluye en su significado el de otra
unidad (hipónimo) y puede sustituirla en el discurso adquiriendo su sentido sin variar la
verdad del enunciado: He visto un perro > He visto un animal. La hiponimia es la
relación semántica «que se establece entre el significado de un término más reducido y
otro [de] significado más amplio que queda incluido en él» (Escandell 2007: 212). Es
una relación de inclusión y transitiva: un hipónimo puede a su vez funcionar como
hiperónimo de otro conjunto de unidades léxicas que contengan su significado, las
cuales serían a su vez sus hipónimos e hipónimos del hiperónimo del nivel superior:
Vimos un alsaciano precioso > Vimos un perro precioso > Vimos un animal precioso.
En cada ascenso de nivel en la jerarquía, se pierde información pero se mantiene intacto
el valor de verdad de los enunciados. Los hipónimos de un mismo hiperónimo, que
comparten entre sí una parte del significado que identificamos con el del clasificador de
nivel superior, están vinculados por una relación semántica de co-hiponimia («Relación
semántica que se establece entre un conjunto de unidades léxicas cuyo significado
queda incuido en el de otra unidad (el hiperónimo que comparten)», Battaner y López
2019: 424).
Por su parte, una jerarquía meronímica es aquella «basada en relaciones
parte/todo» (Escandell 2007: 213). Esta relación semántica se denomina también
meronimia («relación se significado que se establece entre dos unidades léxicas en las

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que el significado de una palabra corresponde a una parte respecto del todo
conceptualizado en la otra unidad léxica» (Battaner y López 2019: 433) y la jerarquía
meronímica recibe el nombre de meronimía o partonomía, este último sobre todo en el
ámbito de la antropología lingüística. La principal diferencia entre las taxonomías y las
meronimías o partonomías es que estas carecen de transitividad:
A menudo se ha afirmado que dicha propiedad distingue la relación taxonómica de la
partonómica: mientras que las taxonomías son transitivas (si una margarita es una flor y una flor
es una planta, entonces una margarita es una planta), las partonomías no lo serían, o no tan
claramente: la lengua es parte de la boca y la boca es parte de la cara, pero la lengua no parece
una parte de la cara.
(Junyent Figueras y Comellas Casanova 2019: 60)
Taxonomías y meronimías comparten, no obstante, la relación semántica de
inclusión («Relación en la que el significado de un término está contenido en el
significado de otro», Escandell 2007: 213) y permiten la sustitución de los hipónimos
por el hiperónimo sin alterar el valor de verdad de los enunciados, del mismo modo que
el merónimo (la designación de la parte) puede ser sustituido por el holónimo (la
designación del todo): Se me rompió el pedal > Se me rompio la bicicleta. Lo besó en la
frente > Lo besó en la cara. En ambos casos, tanto en las relaciones de hiperonimia
como en las de meronimia, se pierde información semántica pero no se altera el valor de
verdad de los enunciados.

2. LAS RELACIONES DE SIGNIFICADO EN EL NIVEL IDIOMÁTICO


En el nivel idiomático, las relaciones de significado suponen una posibilidad de
ordenación e investigación de los significados de las expresiones a partir de los sentidos
que estas adquieren en el discurso, examinando las relaciones de referencia que los
hablantes establecen entre las unidades léxicas y las entidades, eventos y propiedades
reconocidas en la realidad. El significado abstracto de cada unidad depende del
consenso de los hablantes, manifestado en el uso, sobre sus valores semánticos y sus
posibilidades referenciales. La polisemia o pluralidad de significados de una expresión
es siempre virtual, pues al insertarse en el discurso el hablante selecciona solo los
valores requeridos por el sentido y la referencia propios del contexto comunicativo, de
modo que sentido y referencia en el discurso son siempre concretos. El contexto
determina en la mayoría de las ocasiones el valor semántico de las expresiones, que
aparecen relacionadas linealmente con otras en la cadena hablada o en el texto escrito.
Las unidades léxicas, asimismo, se reparten el espectro de la realidad que cubren como
posibilidades referenciales que determinan su sentido, dando lugar a configuraciones
léxicas que son idiomáticas: propias y diferentes en cada una de las lenguas y
variedades lingüísticas empleadas en el habla natural.

2.1. El significado lingüístico en contexto


Al insertarse en un texto o en el discurso, las unidades léxicas entablan
relaciones lineales en el eje sintagmático y, al tiempo, relaciones con todas aquellas
formas que podrían sustituirla en la cadena hablada, las relaciones paradigmáticas. En el
caso de las voces polisémicas, la mayoría de las más frecuentes en el habla cotidiana, se
entabla una relación paradigmática entre los distintos significados virtuales que pueden
convertirse en sentidos al insertarse la voz en el discurso; lo mismo ocurre con los
homónimos desde esta perspectiva del significado en contexto. Al interpretar un
enunciado, se elige entre los varios sentidos vituales incluidos en el significado
abstracto a partir del contexto comunicativo, que aporta la referencia, y de los principios
de ordenación informativa de los textos. Cuando no es posible seleccionar un único
sentido sino que son posibles varios, se produce ambigüedad («Correspondencia de una

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misma expresión con más de un significado», Escandell 2007: 209). Puede ocurrir que
el emisor haya buscado conscientemente esa ambigüedad construyendo una dialogía
(«Figura retórica que consiste en utilizar una expresión en un contexto en el que se
activan a la vez dos significados diferentes de una misma expresión», Escandell 2007:
210). En otros casos, lo que se registra es una indefinición, inadecuación o falta de
precisión en un sentido o en los límites designativos de una expresión; se habla entonces
de vaguedad («Falta de precisión en los límites designativos de una expresión»,
Escandell 2007: 217).
La multiplicidad de significados de las expresiones responde a distintos
fenómenos lingüístico que hemos repasado en la primera parte de este capítulo. En el
nivel léxico, los diferentes significados son, en algunos casos, independientes entre sí;
se habla entonces de ambigüedad léxica u homonimia. En muchos otros casos, si bien
los múltiples significados son claramente diferentes, existe cierta relación entre ellos;
hablamos entonces de polisemia.
Al margen de la ambigüedad y la polisemia, encontramos otros casos de multiplicidad de
significados que pueden deberse bien a la generalidad del significado lingüístico de un término
(generalidad que permite que sea aplicado a muy diferentes individualidades o eventualidades) o
bien puede deberse a que no haya límites definidos en su denotación. En el primer caso
hablaremos de indeterminación semántica y, en el segundo, de vaguedad. Finalmente, la deixis
conlleva una multiplicidad de significado por su carácter de mera indicación.
(García Murga 2014: 133)

2.2. Relaciones en el eje sintagmático: argumento, colocación, enunciado


fraseológico
Las relaciones lineales entre unidades en el eje sintagmático pueden asimismo
determinar el significado de una expresión compleja asignándole sentidos distintos a los
que se deducen de la adición de los significados de cada una de sus partes (enunciado
fraseológico). Algunas unidades léxicas determinan los rasgos semánticos de las lexías
que pueden acompañarlas o exigen la presencia de determinadas clases semánticas para
completar su significado; es lo que Victoria Escandell (2007: 210) denomina
colocación: «Restricción sintagmática que se produce como resultado de la selección
léxica por parte de un predicado, que limita la clase semántica de los argumentos con
los que se combina».
Fijémonos en las siguientes expresiones propuestas por Fernando García Murga:
a) dato revelador
b) sonrisa reveladora
c) escena reveladora
d) # lechuga reveladora
En estas expresiones, el adjetivo revelador se predica de nombres como dato, sonrisa o escena
de una forma sistemática, estable, casi como se las expresiones a, be y ce fueran expresiones
lingüísticas prefabricadas. Estas expresiones reciben el nombre de colocaciones.
(García Murga 2014: 127-128)

En otros casos, una unidad léxica predicativa necesita la presencia de argumentos


o complementos «para completar su significado, esto es, para llegar a ser
semánticamente satisfactorio» (Battaner y López 2019: 422). Al tiempo, el predicado no
solo necesita de los argumentos o complementos para llegar a ser semánticamente
satisfactorio, sino que también precisa los rasgos semánticos de los complementos y
determina las clases semánticas que pueden acompañarlo como argumentos. Es lo que
se llama restricción selectiva:
Se denomina restricción selectiva [selectional restriction] a la limitación que el significado
léxico de un predicado impone sobre el argumento que selecciona.
(García Murga 2014: 127)

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2.3. Configuraciones léxicas: ciclo, escala, fase, rango
Nos quedan, para terminar el capítulo, las configuraciones léxicas idiomáticas no
ramificantes. Como las taxonomías, son configuraciones léxicas, pero carecen de
jerarquía. Se consideran idiomáticas porque, a diferencia de algunas taxonomías y
meronimías, cambian de lengua a lengua, e incluso entre las variedades de una misma
lengua histórica. Un ciclo es una «configuración léxica no ramificante formada por una
serie que indica una secuencia cronológica que se repite» (Escandell 2007: 210); una
escala, una «configuración léxica no ramificante formada por una serie ordenada de
términos entre dos extremos graduales» (Escandell 2007: 211); una fase, «configuración
léxica no ramificante, formada por términos que indican una secuencia direccional
ordenada cronológicamente» (Escandell 2007: 211); y un rango es una «configuración
léxica no ramificante que forma una serie ordenada y no graduable» (Escandell 2007:
215). Tanto las configuraciones ramificantes o jerarquías (taxonomías y partonomías),
como las configuraciones léxicas no ramificantes o idiomáticas, forman parte de las
ontologías conceptuales recogidas en los diccionarios onomasiológicos como planta
para la ordenación ideológica de las información léxico-semántica de las lenguas. En
una estructura no ramificante, por ejemplo en el ciclo ‘primavera, verano, otoño,
invierno’ se establecen relaciones semánticas de exclusión entre los miembros, de
manera que las unidades léxicas se encuentran en relación de oposición y forman un
conjunto de contraste [contrast set] (García Murga 2014: 123).

LECTURAS COMENTADAS EN ESTE CAPÍTULO


Abad Nebot, Francisco (2011): Presentación de la semántica. Madrid:
Ramón Areces.
Battaner Arias, Paz y Carmen López Ferrero (2019): Introducción al
léxico, componente transversal de la lengua. Madrid: Cátedra.
Escandell Vidal, M.ª Victoria (2007): Apuntes de Semántica Léxica,
Madrid: UNED.
Espinal (coord.), María Teresa, Josep Macià, Jaume Mateu y Josep Quer
(2014): Semántica. Madrid: Akal.
García Murga, Fernando (2014): Semántica, Madrid: Síntesis.
Junyent Figueras, M. Carme, y Pere Comellas Casanova (2019):
Antropología lingüística. Madrid: Síntesis.

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