Semántica 3
Semántica 3
Semántica 3
Y LINGÜÍSTICA GENERAL
Este tercer documento para saber más del curso 2019/2020 de Semántica de la
lengua española tiene por objetivo principal presentar el contenido del glosario
terminológico mediante la definición y ejemplificación de los conceptos básicos para la
comprensión de los materiales de estudio obligatorio en la asignatura (Presentación de
la semántica). Se trata de la terminología esencial que nos permitirá leer los principales
textos sobre semántica de la lengua española aparecidos en el siglo pasado y en lo que
llevamos de este, así como para enfrentarse a los problemas de investigación
relacionados con el significado lingüístico a los que pueden asomarse en la actualidad
los lectores interesados por el conocimiento, estudio, enseñanza y aprendizaje del léxico
y vocabulario de la lengua española en sus distintos aspectos. Repasamos, en primer
lugar, los conceptos básicos (1. significado, sentido y referente; correferencialidad,
hiperextensión e hipoextensión; connotación y denotación), para adentrarnos después en
las relaciones entre los significados lingüísticos (1.1): de identidad (1.2. sinonimia,
homonimia y polisemia) y de oposición (1.3. antonimia y complementariedad), en los
agrupamientos del léxico y en las jerarquías léxicas (1.4. solidaridad léxica, campo
léxico, campo semántico y ontología; co-hiponimia, hiperonimia, hiponimia, holonimia,
meronimia, meronimía, taxonomía, partonomía). En la segunda parte del capítulo (2),
se repasan las relaciones del léxico en el nivel idiomático, mostrando cómo afecta el
contexto a la construcción del significado (2.1), las relaciones en el eje sintagmático
(2.2) y las configuraciones léxicas (2.3. ciclo, escala, fase, rango).
1. CONCEPTOS BÁSICOS
El concepto central de toda teoría semántica es el de significado. De hecho,
nuestro manual de estudio define la semántica como el «estudio de los procedimientos
regulares de construcción del significado de las expresiones complejas» (Presentación
de la semántica, página 23). Victoria Escandell (2007) distingue entre semántica
composicional («Parte de la Semántica que estudia la contribución que la estructura y
las relaciones sintácticas aportan a la construcción de las expresiones complejas») y
semántica léxica: «Parte de la Semántica que estudia el significado de las palabras»; y el
significado de las palabras es, precisamente, el objeto de estudio de la semántica léxica.
Según Paz Battaner y Carmen López (2019), el significado es la
Propiedad caracterizadora de las unidades léxicas por las que formalizan lingüísticamente un
concepto (del mundo físico o mental). El significado de las unidades léxicas tiene dos caras:
indica la intensión (propiedades semánticas) de la palabra y su extensión (referencia). A pesar de
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que el significado es una característica que permite delimitar unas palabras de otras, con
frecuencia presenta límites difusos (Battaner y López 2019: 438).
El significado se relaciona, por tanto, con los conceptos (que son formalizados
mediante las expresiones) y con las unidades léxicas: con su intensión o definición
(descripción de sus propiedades semánticas o significativas) y con su extensión o
referentes (aquellas realidades a las que identifican, señalan, aluden, denominan y
designan). Esta variedad de componentes abstractos (mentales) y concretos (formales) y
su doble cara (conceptual y expresiva), explica que frecuentemente presente límites
difusos. Además, «la asignación del significado es convencional, pero no puede ser
totalmente arbitraria, puesto que entre las unidades léxicas se establecen diversas
relaciones semánticas» (García Murga 2014: 113).
§ significado, sentido y referente
El significado lingüístico así entendido debe distinguirse, por un lado, del
referente identificado, señalado, aludido, denominado y designado por una expresión
idiomática como resultado de la referencia o «relación semántica que se establece entre
una expresión lingüística y aquello a lo que alude»; y, por otra parte, del sentido o
«faceta de significado de una palabra que se muestra en un contexto» (Battaner y López
2019: 437). En las unidades léxicas tal como se presentan en los textos, la referencia
puede ser intratextual (diáfora o referencia endofórica) o extratextual (deixis o
referencia exofórica) y contribuye a la construcción de los sentidos, que siempre son
contextuales. En las unidades léxicas aisladas, por ejemplo en el diccionario, el objeto
designado se identifica con el referente extralingüístico etiquetado o nombrado
mediante la unidad léxica y los posibles sentidos contextuales de la unidad léxica
corresponden a las distintas acepciones o usos descritos en la entrada lexicográfica.
El estudio de la capacidad de las expresiones lingüísticas para desarrollar
significados (véase significación en el Glosario) hace necesario distinguir entre distintos
tipos de modos de significación o de significados. Escandell (2007) enumera nueve;
composicional, connotativo, convencional, denotativo, descriptivo, figurado, gramatical,
léxico y literal. El significado composicional o componencial es el «que se extrae de la
suma de los distintos componentes que forman una expresión» (Battaner y López 2019:
438). El significado léxico es el «conjunto de sus rasgos semánticos que remiten a
conceptos; a partir de ellos es posible identificar entidades», frente al gramatical:
«conjunto de rasgos de significado que remiten a operaciones abstractas sobre el modo
de combinar las unidades o los conceptos» (Escandell 2007). El significado literal es
aquel que asociamos con una palabra aislada y encontramos en los diccionarios de
lengua, mientras que el sentido figurado es resultado de una trasposición semántica
(metáfora, metonimia). En algunos casos, la trasposición metafórica puede hacerse
convencional y pasar a formar parte de la invariante de significado asociada con una
determinada forma; entonces, el sentido figurado o significado metafórico se generaliza
en la comunidad de hablantes y suele recogerse en los diccionarios generales.
§ connotación y denotación
Para todas las teorías semánticas, la connotación y la denotación resultan
fenómenos caracterizadores de los significados lingüísticos que tienen en cuenta tanto el
contexto comunicativo, las experiencias de los hablantes y la historia y cultura de las
comunidades de habla, como el sentido y la referencia. Así, la connotación es el
«sentido de una unidad léxica relacionada con las experiencias de un hablante o de un
grupo de hablantes exclusivamente, contrapuesto a la denotación. Los diccionarios solo
recogen matices connotativos cuando se han generalizado» (Battaner y López 2019:
425), mientras que la denotación designa el «significado de una unidad léxica con
referente evidente para todos los hablantes, contrapuesto a la connotación. El
significado denotativo de las palabras es el que recogen los diccionarios» (Battaner y
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López 2019: 425). En virtud de estos dos modos de significación de las expresiones
lingüísticas, se distingue su significado denotativo o descriptivo, el «que permite
identificar la realidad extralingüística a la que dicha expresión se refiere; conjunto de
rasgos semánticos que imponen restricciones sobre la clase de entidades denotadas», del
significado connotativo, aquel «que recoge las asociaciones y los valores afectivos
(individuales o colectivos) que se añaden al significado denotativo de un término»
(Escandell 2007: 215-216). El significado denotativo o descriptivo incluye la referencia
como la extensión de la unidad léxica (el conjunto de individuos de la realidad que
pueden ser referidos mediante la lexía) y como su intensión (rasgos semánticos que
restringen la clase de entidades denotadas), mientras el significado connotativo incluye
los valores asociativos y afectivos que permiten al hablante y a la comunidad
multiplicar los sentidos de la unidad léxica en el discurso.
§ correferencia, hiperextensión e hipoextensión
En el análisis del significado deben tenerse en cuenta, por tanto, las cuestiones
relacionadas con la referencia y el sentido, que se manifiestan en los textos de distintas
maneras. Las relaciones entre los significados léxicos de unidades léxicas distintas se
basan en las posibilidades de referirse a las mismas realidades o de emplearse para
construir sentidos próximos en el discurso. Así, pueden darse distintos tipos de
correferencia («Relación que mantienen dos unidades léxicas que remiten al mismo
referente en el discurso», Battaner y López 2019: 425): en el nivel idiomático o
sistemático, dando lugar a términos o voces correferenciales («expresiones que designan
el mismo referente», Escandell 2007: 210), en el pragmático o discursivo (deixis:
«forma de dependencia contextual en la que los valores semánticos de las expresiones
deícticas solo pueden ser determinadas por un acto indicativo», García Murga 2014:
1401) y en el nivel textual (diáfora: «relación de correferencia por la que una unidad
lingüística remite al mismo referente que otra palabra o expresión mencionada antes o
después en el discurso», Battaner y López 2019: 425).
En el uso idiomático, al aplicar restricciones o ampliaciones del sentido de las
unidades léxicas, los hablantes pueden ajustar la referencia a sus necesidades
comunicativas. Una expresión puede utilizarse para hacer referencia a una clase más
restringida que la denotada por esta expresión en la lengua común (hipoextensión) o
bien para referirse a una clase más amplia que la denotada por esta expresión en la
lengua común (hiperextensión). Como veremos más adelante en este mismo capítulo,
las posibilidades semánticas de la correferencia, la hiperextensión y la hipoextensión
tienen que ver con las relaciones entre los significados (de identidad y de oposición),
con los agrupamientos y con las jerarquías léxicas.
§ Otros tipos de significados
entidad «Significado de las unidades léxicas cuyas características y funciones se muestran como
animadas o inanimadas, se mantienen constantes en el tiempo y responden en general a los
sustantivos como objetos, materias, sustancias, personas, animales, lugares» (Battaner y López
2019: 427).
estado «Significado durativo o atélico de aquellos verbos que incluyen propiedades de las
personas o de las cosas cuya duración depende de otros factores» (Battaner y López 2019: 428).
estereotipo «Convención fijada tácitamente en cada sociedad y cultura para los significados de
cada unidad léxica reconocible» (Battaner y López 2019: 428).
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«Son expresiones deícticas los pronombres personales, adverbios de tiempo (como ayer o mañana),
adverbios de lugar (como aquí, allí, etc.), los demostrativos y las expresiones demostrativas (por ejemplo
esta o esta película) y también podemos encontrar marcas deíctivas en verbos (como, por ejemplo, venir
o traer). Junto a ello, el tiempo verbal contiene un elemento deíctico, ya que el pasado y el futuro se
identifican respecto a un ahora deíctico» (García Murga 2014: 140-141).
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evento «Significado de una unidad léxica que implica tiempo, cuya percepción muestra
diferentes matices, como estados, procesos, repeticiones, etc. Por excelencia corresponde a los
verbos y algunos sustantivos y adjetivos» (Battaner y López 2019: 428).
logro «Significado puntual o télico de aquellos verbos que expresan consecuciones o sucesos
puntuales que requieren tiempo momentáneo, la sola realización» (Battaner y López 2019: 432).
propiedad «Significado de las unidades léxicas cuyas características y funciones se muestran sin
tiempo, atribuidas a las entidades por excelencia, se manifiesta en los adjetivos calificativos»
(Battaner y López 2019: 436).
realización «Significado puntual o télico de aquellos verbos que presentan un desarrollo
temporal y requieren un límite que se expresa en uno de los argumentos verbales en que se
manifiesta lo que se ha realizado o no» (Battaner y López 2019: 436).
télico «Significado léxico de finalizacion o término de las situaciones o sucesos que implican
determinados eventos» (Battaner y López 2019: 439).
verbo durativo o atélico «Verbo cuyo modo de significar no señala un final» (Battaner y López
2019: 441).
verbo puntual o télico «Verbo en cuyo significado se señala un final» (Battaner y López 2019:
441).
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plano del significado, y por eso resultan tan peligrosos para la interpretación,
aprendizaje, enseñanza y traducción.
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Josep Quer (2014: 174), la sinonimia es la «relación de significado entre dos o más
palabras o lexemas caracterizada por hiponimia simétrica». Como veremos más abajo
(2.1.4), la hiponimia es la relación semántica de inclusión según la cual un término
(hipónimo) contiene entre sus valores semánticos el significado de otra unidad léxica
por la que puede ser reemplazada en el discurso (hiperónimo). Si la relación de
inclusión es simétrica, esto es, si la hiponimia es recíproca y el significado del hipónimo
incluye al del hiperónimo y viceversa, serán sustituibles en todos los contextos sin
perder intensión semántica ni alterar la extensión del término, y serán por tanto
correferenciales e intercambiables en todos los contextos con el mismo sentido; es decir,
serán sinónimos absolutos. Esta equivalencia o identidad absoluta entre expresiones
correferenciales con las mismas posibilidades en cuanto a los sentidos adquiridos en el
discurso suele darse entre los términos singulares (los nombres propios, las
descripciones definidas singulares, los pronombres singulares y las expresiones
demostrativas singulares; la referencia de estas expresiones o términos singulares «es el
individuo al que el término singular se refiere», María Teresa Espinal (coord.), Josep
Macià, Jaume Mateu y Josep Quer 2014: 175), pero es poco frecuente en las
expresiones del lenguaje natural, donde lo que solemos encontrar son sinónimos
parciales, de modo que la sustitución de una forma por otra suele alterar el significado,
normalmente introduciendo algunos matices o valores semánticos en la construcción del
sentido.
§ homonimia y polisemia
En el caso de la homonimia, la relación de identidad entre dos o más unidades
léxicas se observa en el plano de la expresión, pues consiste en la identificación formal
de sus significantes que lleva a relacionar, de distintos modos, sus significados, a veces
muy alejados entre sí. La identidad o ecuación formal de las expresiones puede ocurrir
solo en la escritura pero no en la pronunciación (son homónimos pero no homógrafos) o
en ambos modos de expresión (homónimos y homógrafos). Desde un punto de vista
formal, María Teresa Espinal (coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y Josep Quer (2014:
175) definen la homonimia como la «relación de significado entre dos o más palabras
cuando sus significantes coinciden pero tienen significados marcadamente distintos» y
solo se distinguiría de la polisemia por la conexión entre los significados («una palabra
es polisémica cuando a un significante corresponden varios significados relacionados
entre sí»). Si adoptamos un enfoque histórico, entonces hablaríamos de significantes
coincidentes por su evolución diacrónica; esta perspectiva explica que en los
diccionarios se les consagren entradas lexicográficas independientes, mientras que las
voces polisémicas suelen describirse en una misma entrada con diferentes valores de
uso o sentidos relacionados semánticamente y definidos en las diferentes acepciones y
subacepciones del lema (generalmente con numeración independiente y ordenados de
acuerdo con criterios históricos, de derivación semántica a partir del sentido etimológico
u originario, o bien sincrónicos, relacionados con la frecuencia de uso observada en los
corpus lingüísticos).
Victoria Escandell (2007: 212) afirma que la hominimia «se produce cuando hay
confluencia en una misma forma de dos (o más) palabras con significados diferentes y
no relacionados entre sí» (Escandell 2007: 212), mientras que la polisemia ocurre
«cuando una palabra expresa significados diferentes, aunque relacionados» (íbidem,
214). Francisco Abad (2011: 53) define la polisemia como una «pluralidad de
significados», mientras que Paz Battaner y Carmen López (2019: 435) se refieren a ella
como el «múltiple valor semántico de una unidad léxica bajo una misma forma». Estas
dos autoras distinguen, a su vez, entre polisemia regular, cuando una «voz presenta dos
o más significados que mantienen relación entre ellos. Por ejemplo, geografía ‘materia
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de estudio’ y geografía ‘manual en el que se estudia’» (Battaner y López 2019: 435), y
polisemia contrastiva, la que se da si la «voz presenta dos o más significados no
relacionados entre sí. Por ejemplo, orden como ‘colocación bien dispuesta’ y orden
como ‘nivel o categoría’» (Battaner y López 2019: 435). También discriminan estas
últimas semantistas entre homónimos («Unidades léxicas que coinciden en la misma
pronunciación, pero no en la escritura», Battaner y López 2019: 430) y homógrafos
(«Unidades léxicas de diferente significado y a veces de diferente categoría gramatical,
que se pronuncian y escriben exactamente igual», Battaner y López 2019: 430). Como
se puede comprobar, tanto en la polisemia como en la hominimia se da una pluralidad
de significados agrupados en torno a una misma forma o expresión lingüística, y en
ambos casos se puede hablar de términos ambiguos, lo que lleva a algunos autores a
definir la homonimia como ambigüedad léxica:
A los ojos de los hablantes, la ambigüedad léxica aparece como una coincidencia, ya que los
diferentes significados lingüísticos parecen ser completamente independientes. Estas ideas de
coincidencia y de independencia entre los múltiples significados de las palabras homónimas se
traducen en los siguiente. Por un lado, no se encuentra justificación teórica para que una lengua
lexicalice conjuntamente los diferentes significados de una palabra homónima. Por otro lado,
otras lenguas (no necesariamente alejadas) no lexicalizan esos significados en una única palabra.
Es decir, es difícil, aunque no imposible, que una palabra homónima en español también lo sea
en otras lenguas, como se muestra en el siguiente cuadro:
(2) La homonimia a través de diferentes lenguas
Español Lengua vasca Catalán Francés
Homonimia estación estació
No homonimia urtaroa saison
geltokia gare
(García Murga 2014: 134-135)
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que los antónimos se refieren a la misma sección de la realidad escalar de la cual, cada
uno de ellos, representa «los extremos de una escala graduable» (Escandell 2007: 209).
El hecho de que se refieren siempre a una realidad escalar graduable explica que estas
unidades relacionadas semánticamente (se oponen entre sí en cuanto a su significado)
presentan sistemáticamente «matices posibles intermedios» (Battaner y López 2019:
422). Se puede decir, en conclusión, que «dos lexemas son antónimos o contrarios si
mantienen una relación semántica de oposición graduable» (María Teresa Espinal
(coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y Josep Quer 2014: 174).
Si nos fijamos en las palabras bueno y malo, podemos observar que podría suceder que, por
ejemplo, un objeto no fuera ni bueno ni malo. Es decir, la oposición bueno/malo no inunda
completamente el campo de aplicación de estos términos. Seguramente por ello, estas palabras
son «graduables» de tal modo que podemos decir que algo es muy bueno o muy malo. La
graduabilidad se refleja también en la posibilidad de representar estas palabras en una escala.
Otras palabras que se comportan igual son triste y alegre, alto y bajo, etc. Las palabras que
muestran estas características son antónimas.
(García Murga 2014: 123)
La semántica distingue distintos tipos de antonimia: la equipolente o biescalar es
la de los opuestos «que atribuyen siempre cualidades en grado positivo, como si
funcionaran en dos escalas independientes; típicamente se refieren a sensaciones
perceptivas y a emociones» (Escandell 2007: 209); y la polar o biescalar, la de aquellos
antónimos «que indican propiedades que se sitúan en los dos extremos de una escala;
son graduables y típicamente corresponden a magnitudes que pueden medirse de
manera objetiva» (Escandell 2007: 209). Los opuestos recíprocos son aquellos
«antónimos que se implican mutuamente, pues la existencia de uno de ellos supone la
del otro» (Battaner y López 2019: 436).
§ complementariedad
Otra relación de oposición que no debemos confundir con la antonimia es la
complementariedad, definida como la «relación semántica que se establece entre
unidades léxicas de significado opuesto que no admite gradación ni unidades
intemedias» (Battaner y López 2019: 424), de modo que «dos lexemas son
complementarios o contradictorios si mantienen una relación semántica de oposición no
graduable» (María Teresa Espinal (coord.), Josep Macià, Jaume Mateu y Josep Quer
2014: 174). Como relación de oposición, ambas unidades léxicas se refieren también al
mismo sector de la realidad de los hablantes aunque desde perspectivas enfrentadas y
excluyentes, pero se diferencian de los antónimos por el rasgo de exclusión, que no
admite gradación ni unidades intermedias; son «opuestos cuyos significados son
mutuamente excluyentes» (Escandell 2007: 210).
Podemos observar que las palabras vivo y muerto inundan completamente el espacio de
aplicación de las mismas. Es decir, para cada ser vivo, por muy quisquillosos que queramos ser
desde el punto de vista médico, podemos decir que está vivo o está muerto. En otras palabras, no
podemos decir de un ser vivo que no está ni vivo ni muerto. Las palabras vivo y muerto no
forman ninguna escala y, por tanto, no son graduables. […] la oposición entre las palabras vivo y
muerto es de complementariedad. Es decir, decimos que vivo y muerto son palabras
complementarias, al igual que hombre y mujer, o abierto y cerrado.
(García Murga 2014: 124)
§ inversos y reversos
En algunos opuestos, la correferencialidad no tiene que ver con dimensiones
escalares o grabuables o con realidades mutuamente excluyentes, sino que se relaciona
con un movimiento en direcciones contrarias. Escandell (2007: 215) define los reversos
como «opuestos direccionales, es decir, basados en un movimiento (real o figurado) en
direcciones opuestas a partir de un punto dado». Otro tipo de relación de antonimia u
oposición es la de las unidades léxicas «que expresan una misma relación vista desde
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perspectivas contrarias; a veces reciben también la denominación de opuestos (o
antónimos) relacionales» (Escandell 2007: 213).
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que el significado de una palabra corresponde a una parte respecto del todo
conceptualizado en la otra unidad léxica» (Battaner y López 2019: 433) y la jerarquía
meronímica recibe el nombre de meronimía o partonomía, este último sobre todo en el
ámbito de la antropología lingüística. La principal diferencia entre las taxonomías y las
meronimías o partonomías es que estas carecen de transitividad:
A menudo se ha afirmado que dicha propiedad distingue la relación taxonómica de la
partonómica: mientras que las taxonomías son transitivas (si una margarita es una flor y una flor
es una planta, entonces una margarita es una planta), las partonomías no lo serían, o no tan
claramente: la lengua es parte de la boca y la boca es parte de la cara, pero la lengua no parece
una parte de la cara.
(Junyent Figueras y Comellas Casanova 2019: 60)
Taxonomías y meronimías comparten, no obstante, la relación semántica de
inclusión («Relación en la que el significado de un término está contenido en el
significado de otro», Escandell 2007: 213) y permiten la sustitución de los hipónimos
por el hiperónimo sin alterar el valor de verdad de los enunciados, del mismo modo que
el merónimo (la designación de la parte) puede ser sustituido por el holónimo (la
designación del todo): Se me rompió el pedal > Se me rompio la bicicleta. Lo besó en la
frente > Lo besó en la cara. En ambos casos, tanto en las relaciones de hiperonimia
como en las de meronimia, se pierde información semántica pero no se altera el valor de
verdad de los enunciados.
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misma expresión con más de un significado», Escandell 2007: 209). Puede ocurrir que
el emisor haya buscado conscientemente esa ambigüedad construyendo una dialogía
(«Figura retórica que consiste en utilizar una expresión en un contexto en el que se
activan a la vez dos significados diferentes de una misma expresión», Escandell 2007:
210). En otros casos, lo que se registra es una indefinición, inadecuación o falta de
precisión en un sentido o en los límites designativos de una expresión; se habla entonces
de vaguedad («Falta de precisión en los límites designativos de una expresión»,
Escandell 2007: 217).
La multiplicidad de significados de las expresiones responde a distintos
fenómenos lingüístico que hemos repasado en la primera parte de este capítulo. En el
nivel léxico, los diferentes significados son, en algunos casos, independientes entre sí;
se habla entonces de ambigüedad léxica u homonimia. En muchos otros casos, si bien
los múltiples significados son claramente diferentes, existe cierta relación entre ellos;
hablamos entonces de polisemia.
Al margen de la ambigüedad y la polisemia, encontramos otros casos de multiplicidad de
significados que pueden deberse bien a la generalidad del significado lingüístico de un término
(generalidad que permite que sea aplicado a muy diferentes individualidades o eventualidades) o
bien puede deberse a que no haya límites definidos en su denotación. En el primer caso
hablaremos de indeterminación semántica y, en el segundo, de vaguedad. Finalmente, la deixis
conlleva una multiplicidad de significado por su carácter de mera indicación.
(García Murga 2014: 133)
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2.3. Configuraciones léxicas: ciclo, escala, fase, rango
Nos quedan, para terminar el capítulo, las configuraciones léxicas idiomáticas no
ramificantes. Como las taxonomías, son configuraciones léxicas, pero carecen de
jerarquía. Se consideran idiomáticas porque, a diferencia de algunas taxonomías y
meronimías, cambian de lengua a lengua, e incluso entre las variedades de una misma
lengua histórica. Un ciclo es una «configuración léxica no ramificante formada por una
serie que indica una secuencia cronológica que se repite» (Escandell 2007: 210); una
escala, una «configuración léxica no ramificante formada por una serie ordenada de
términos entre dos extremos graduales» (Escandell 2007: 211); una fase, «configuración
léxica no ramificante, formada por términos que indican una secuencia direccional
ordenada cronológicamente» (Escandell 2007: 211); y un rango es una «configuración
léxica no ramificante que forma una serie ordenada y no graduable» (Escandell 2007:
215). Tanto las configuraciones ramificantes o jerarquías (taxonomías y partonomías),
como las configuraciones léxicas no ramificantes o idiomáticas, forman parte de las
ontologías conceptuales recogidas en los diccionarios onomasiológicos como planta
para la ordenación ideológica de las información léxico-semántica de las lenguas. En
una estructura no ramificante, por ejemplo en el ciclo ‘primavera, verano, otoño,
invierno’ se establecen relaciones semánticas de exclusión entre los miembros, de
manera que las unidades léxicas se encuentran en relación de oposición y forman un
conjunto de contraste [contrast set] (García Murga 2014: 123).
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