Sombras y Prision Verde - Ensayos
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amoroso.
Refiriéndose a los cuentos de Sombra, Marcos Carías Reyes afirmó que en
casi todos ellos es la carne, realzada con especiales aderezos, el leit-motiv El ansia de encontrar a la mujer ideal gobierna el planteamiento de “Sombra”.
esencial. Sin embargo, la poética narrativa de Arturo Martínez Galindo no es El narrador cuenta de sus vanos y desesperados esfuerzos por localizar a una
hedonista. No hay exultación gozosa en el encuentro de los cuerpos que, mujer desconocida cuya presencia lo deslumbró en una fiesta. La ve sobre el
según la visión que se desprende de la mayor parte de los textos, está muelle ya cuando el barco en el cual parte ha iniciado su marcha. Un poco, la
preñado de su propio infierno. La relación de pareja es un muestrario de idea de que se atisba la felicidad, pero no se alcanza. También, tema
desviaciones y prácticas sexuales heterodoxas asumidas desde una dominante en “Aurelia San Martín”, historia de una joven que, anhelando ser
perspectiva fría y objetiva, exenta de cualquier didactismo. Son los especiales cantante, emigra a Estados Unidos pero la muerte prematura frustra su
aderezos a que alude Carías Reyes y los cuales –entre otros– incluyen temas deseo.
de homosexualismo, lesbianismo, paidofilia, incesto...
La muerte constituye otro tema clave en Arturo Martínez Galindo. Es
En “El Padre Ortega”, vemos al viejo cura que esconde su deseo por la joven fundamental en “Borrachera”, “La Nati”, “La amenaza invisible” y “La sonrisa
tras el celo moralizante. En “El incesto”, con el trasfondo magnífico y de la fábrica”. En los dos primeros, se fusiona con la idea del destino como
simbólico del ayuntamiento de dos bestias equinas, se consuma la relación factor imponderable en la vida humana. En “La borrachera”, frente a varios
padre-hija, de atormentadoras consecuencias para el hombre: vasos en donde se ha escanciado licor, el borrachín consuetudinario –piltrafa
a quien el narrador acaba de proporcionar un despectivo puntapié– toma,
Salió de casa cuando todavía parpadeaban los últimos luceros; cejijunto, equivocadamente, el que contiene veneno. En “La Nati”, después de larga
enfebrecido y desolado, llevaba aun la boca envenenada por el beso que no ausencia, un hombre retorna a la vieja taberna de sus horas juveniles y, en
se debe dar y en sus dedos hormigueaba la caricia del incesto. (...) Bernarda duelo estúpido –repudiado inclusive por la prostituta cuya defensa emprende,
lo había tentado; Bernarda lo había lanzado al vórtice del pecado es herido de muerte por el sádico y explotador amante de la mujer. En “La
imperdonable. Ante los hechizos de su propia hija, en vano había clamado al amenaza invisible”, la exprostituta, que engaña a un viejo rico atribuyéndole
Dios escondido de su corazón. Ese Dios de los desesperados y de los débiles la paternidad de su hija, recuerda, con dolor, al padre de ésta, un artista
no vió su desesperación ni su flaqueza; ese Dios que todo lo puede no pudo muerto prematuramente. En “La sonrisa de la fábrica” –único cuento de
nada cuando en sus noches interminables de insomnio y de deseo, pugnó por denuncia social– se expresa inconformidad por la despiadada explotación en
amordazar la rebeldía ignominiosa de su carne y de su sangre que le la fábrica de textiles que acaba con la vida de la obrera tuberculosa.
gritaban: ¡tómala, aunque sea tu hija, tómala! ¡Ah, su carne y su sangre que
le hicieron, durante infinitas noches, arrastrarse y babear como un perro
rabioso, ante la puerta que guardaba el pudor y la inocencia prohibidos a su
anhelar!