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Sombras y Prision Verde - Ensayos

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Sombra margen de cualquier remordimiento o vacilación, empieza el doble juego

amoroso.
Refiriéndose a los cuentos de Sombra, Marcos Carías Reyes afirmó que en
casi todos ellos es la carne, realzada con especiales aderezos, el leit-motiv El ansia de encontrar a la mujer ideal gobierna el planteamiento de “Sombra”.
esencial. Sin embargo, la poética narrativa de Arturo Martínez Galindo no es El narrador cuenta de sus vanos y desesperados esfuerzos por localizar a una
hedonista. No hay exultación gozosa en el encuentro de los cuerpos que, mujer desconocida cuya presencia lo deslumbró en una fiesta. La ve sobre el
según la visión que se desprende de la mayor parte de los textos, está muelle ya cuando el barco en el cual parte ha iniciado su marcha. Un poco, la
preñado de su propio infierno. La relación de pareja es un muestrario de idea de que se atisba la felicidad, pero no se alcanza. También, tema
desviaciones y prácticas sexuales heterodoxas asumidas desde una dominante en “Aurelia San Martín”, historia de una joven que, anhelando ser
perspectiva fría y objetiva, exenta de cualquier didactismo. Son los especiales cantante, emigra a Estados Unidos pero la muerte prematura frustra su
aderezos a que alude Carías Reyes y los cuales –entre otros– incluyen temas deseo.
de homosexualismo, lesbianismo, paidofilia, incesto...
La muerte constituye otro tema clave en Arturo Martínez Galindo. Es
En “El Padre Ortega”, vemos al viejo cura que esconde su deseo por la joven fundamental en “Borrachera”, “La Nati”, “La amenaza invisible” y “La sonrisa
tras el celo moralizante. En “El incesto”, con el trasfondo magnífico y de la fábrica”. En los dos primeros, se fusiona con la idea del destino como
simbólico del ayuntamiento de dos bestias equinas, se consuma la relación factor imponderable en la vida humana. En “La borrachera”, frente a varios
padre-hija, de atormentadoras consecuencias para el hombre: vasos en donde se ha escanciado licor, el borrachín consuetudinario –piltrafa
a quien el narrador acaba de proporcionar un despectivo puntapié– toma,
Salió de casa cuando todavía parpadeaban los últimos luceros; cejijunto, equivocadamente, el que contiene veneno. En “La Nati”, después de larga
enfebrecido y desolado, llevaba aun la boca envenenada por el beso que no ausencia, un hombre retorna a la vieja taberna de sus horas juveniles y, en
se debe dar y en sus dedos hormigueaba la caricia del incesto. (...) Bernarda duelo estúpido –repudiado inclusive por la prostituta cuya defensa emprende,
lo había tentado; Bernarda lo había lanzado al vórtice del pecado es herido de muerte por el sádico y explotador amante de la mujer. En “La
imperdonable. Ante los hechizos de su propia hija, en vano había clamado al amenaza invisible”, la exprostituta, que engaña a un viejo rico atribuyéndole
Dios escondido de su corazón. Ese Dios de los desesperados y de los débiles la paternidad de su hija, recuerda, con dolor, al padre de ésta, un artista
no vió su desesperación ni su flaqueza; ese Dios que todo lo puede no pudo muerto prematuramente. En “La sonrisa de la fábrica” –único cuento de
nada cuando en sus noches interminables de insomnio y de deseo, pugnó por denuncia social– se expresa inconformidad por la despiadada explotación en
amordazar la rebeldía ignominiosa de su carne y de su sangre que le la fábrica de textiles que acaba con la vida de la obrera tuberculosa.
gritaban: ¡tómala, aunque sea tu hija, tómala! ¡Ah, su carne y su sangre que
le hicieron, durante infinitas noches, arrastrarse y babear como un perro
rabioso, ante la puerta que guardaba el pudor y la inocencia prohibidos a su
anhelar!

Es la irresistible atracción sexual a la cual Martínez Galindo vuelve en “La


Tentación”. Frente al sofisticado narrador citadino, los campesinos califican Prólogo a la 2ª Edición
como malévola dicha fuerza. Los perros aúllan porque sienten la diabólica por LONGINO BECERRA
presencia la cual, para el narrador, ha sido desatada por la rotundidad (1974)
exuberante de los senos de una moza. Interpretando el imaginario colectivo, La mejor obra de Ramón Amaya Amador es, sin duda alguna, Prisión Verde,
el autor expresa: escrita inicialmente en verso, pero después vaciada al sobrio lenguaje de la
prosa, aunque con rastros indudables de la primera versión. Este libro recoge
la experiencia, dolorosa y brutal, del novelista como trabajador bananero. Es,
– Sí, la Tentación –confirmó el anciano–. Primero se siente un gran viento frío
en cierto sentido, una obra-testimonio, pues, como en todos los trabajos de
y luego baja de la montaña una bola de fuego... Cuando esto pasa, aúllan los
Amaya Amador, en ella se cuenta fielmente la historia cotidiana de nuestro
perros y caen las flores de los árboles que están en flor y a las mujeres
pueblo. Por eso pudo también decir, siguiendo el hilo de Balzac: "la sociedad
embarazadas las prende la calentura... Cuando pasa la Tentación es que el
hondureña es el historiador y yo no tengo más que ser su secretario". Esta
Enemigo Malo anda suelto…
circunstancia, la de ser Prisión Verde un libro escrito sobre la base de una
de las experiencias más vívidas y probablemente la que más golpeó la
El deseo también gobierna la vida de los personajes de “La pareja y uno sensibilidad humana del novelista, determina el hecho de que Amaya Amador
más”. Un estudiante vive en unión libre con una mujer pero su machismo –la no haya podido superar, ni en fuerza ni en calidad literaria, esta primera
manera despectiva de tratarla– provoca la infidelidad de aquélla, quien, al creación. Por supuesto él nunca lo creyó así, y como hubo de decirle muchas
veces al autor de estas líneas, su opinión era que ese libro estaba por debajo los trabajadores de la ciudad y el esfuerzo combativo de todos los
de otros, entre ellos el Ciclo Morazánico. "campeños". De lo contrario, si la organización es débil y si son pocos los
Prisión Verde se escribió en la década del cuarenta. Entonces los sectores trabajadores dispuestos al combate, las compañías y sus servidores
democráticos y populares de Honduras vivían un proceso de acumulación de nacionales aprovecharán la coyuntura para aplastar el movimiento y atrasar
fuerzas muy importante, destinado a cambiar el clima de brutalidad, de el proceso de cambio. Luján predica esta doctrina y trabaja por concretarla,
negación de todo derecho, mantenido bajo la dictadura terrateniente- pero llega un instante en que el reducido grupo que ha logrado estructurar se
burguesa de Tiburcio Carías Andino. Ese proceso culminó con la gran huelga lanza a la huelga prematuramente y el choque resulta desfavorable en toda la
bananera de 1954, la que, si bien no logró todos los propósitos de los línea: los huelguistas son dispersados a balazos y su jefe -Máximo Luján- es
trabajadores, produjo cambios sustanciales en la historia de nuestro país. Los asesinado por la soldadesca, la cual entierra su cadáver en medio del bananal
antecedentes preparatorios de este hecho extraordinario fueron los esfuerzos y, para ironizar su fechoría, el jefe de la patrulla hace sembrar una mata
organizativos de los obreros del banano en distintos puntos del vasto imperio, joven de banano sobre la sepultura, la que jamás fue encontrada por los
así como los conatos insurreccionales llevados a cabo durante la década del amigos del héroe.
cuarenta, e incluso antes. Amaya Amador, sufriendo en carne propia la Esta es la historia que describe Prisión Verde. Pero Amaya Amador no la
inhumana explotación de los monopolios yanquis y protagonista él mismo de concluye abrúptamente, para dejar en el corazón de sus lectores "campeños"
los esfuerzos reivindicativos de los "campeños", creyó útil escribir la historia la sensación única de la derrota. No. El autor, que escribe, como lo hemos
de una de las tantas luchas frustradas que por entonces tuvieron lugar y que, dicho ya, en función de su militancia revolucionaria, aprovecha la oportunidad
como lo hemos dicho ya, no fueron otra cosa que los elementos acumulativos para insistir en una doctrina fundamental. Así, uno de sus personajes, el viejo
de la gran explosión de 1954. Esa historia es Prisión Verde. Lucio Pardo, hombre que ha predicado siempre la violencia -una violencia
Pero el autor no se lanzó a esta tarea como un simple cronista. La obra es ciega- como la única forma de resolver los problemas del pueblo, reflexiona,
algo más que el relato frío de hechos sociales, tomados por un corresponsal casi al final de la obra: "¡Ah, Tivicho, hoy hemos sabido lo que es la realidad
de guerra de las luchas de clases. En realidad, los fenómenos de una y ya no podremos volver a engañarnos! Debemos prepararnos para la
correlación de fuerzas en ascenso, fueron tomados por Amaya Amador para próxima vez. ¡Soldaditos... Mandadores... Capitanes... la próxima vez será
armar con los mismos un alegato en defensa de los trabajadores bananeros, distinta! ¡Mientras no estemos fuertes y unidos, seguiremos aguantándoles;
no sólo contra la explotación de que son víctimas por las dos empresas pero el día que nos resolvamos otra vez, no será para contestar con
yanquis, la United y la Standard Fruit Company, sino también contra la «sopapos» y gritos a los tiros de fusil y a los culatazos!" Las palabras de este
"leyenda negra" urdida por esos monopolios contra los "campeños", en el personaje de novela, expresados en la década del cuarenta, se cumplieron,
sentido de atribuirles una barbarie que sólo podía y puede ser producto de las en parte, durante la gran huelga de 1954. Desde entonces para acá falta
brutales condiciones de vida y de trabajo impuestas en los campos camino por andar, aunque todo indica que nuevas acciones están en marcha
bananeros. Por supuesto, este escamoteo de la verdad era y sigue siendo una contra la opresión y la explotación, ya no sólo entre los trabajadores
simple argucia para mantener dichas condiciones y lograr así más altos bananeros, sino también entre los nuevos sectores del proletariado
beneficios en el negocio del banano. El razonamiento es éste: si los hondureño surgidos a lo largo de los últimos años.
"campeños" son bandidos, delincuentes, borrachos, bestias e ignorantes ¿qué
sentido tiene tratarlos de otra manera?
Pero Amaya Amador no cayó en la trampa, como ha ocurrido, consciente o
inconscientemente, con muchos hondureños. Al escribir su libro no se refirió a Prisión Verde
los campos bananeros como si éstos fueran el paraíso de los altos salarios, la 1
electricidad y las viviendas para los trabajadores. Habló de ellos como de una En la oficina de la Superintendencia, tras un escritorio de caoba, sobre el cual
Prisión Verde, es decir, lugares a donde, por múltiples razones, concurren estaban esparcidos numerosos documentos y croquis, míster Still observaba
hombres y mujeres de todas partes, pero de los que ya no pueden salir, si no con su mirada azul profundo, ora a uno, ora a otro de los hombres que, frente
es al cementerio, convertidos en "matas muertas, a las que se debe a él, ocupando sillones grises, sostenían entre sí una acalorada discusión.
despedazar a machetazos para que se pudran"; o, como expresa Máximo Diríase que el rostro de míster Still era de cedro y su cabello, oro puro del
Luján, el personaje central de la novela, frente a los restos de don Braulio, Guayape; inmediatamente se reconocía en él, al hombre de energía ilimitada,
tronchado en plena faena por la tuberculosis: "Este hombre fue uno de tantos severo y autoritario, habituado a ordenar y dirigir.
engañados y explotados. Puso su fuerza vital en las plantaciones, primero con De los otros hombres, tres eran de piel trigueña y tostada, cabellos negros y
el anhelo de hacer fortuna y, después, por la necesidad de ganar un manos duras que revelaban su condición de hombres del campo; y el otro,
mendrugo. ¡Se lo comió el bananal! Murió de pie, con la "escopeta" en la muy robusto, casi obeso, pálido, de manos cerámicas, parecía necesitar del
mano, sirviendo a los amos extranjeros". latigazo del sol vallero; la pulcra presencia de este hombre denunciaba su
Luego, la clave del problema está en ponerle fin a la Prisión Verde mediante origen de la ciudad y su profesión liberal.
la lucha decidida de quienes la padecen. Pero esta lucha -como enseña La discusión se acaloraba al hablar los tres terratenientes al unísono. Las
Máximo Luján- debe hacerse en forma organizada, contando con el apoyo de enronquecidas voces golpeaban con rudeza, apagando el eco metálico de las
máquinas de escribir en que trabajaban varios empleados en las oficinas personal, sino que das un aporte patriótico para el progreso de nuestro país.
contiguas. Mira cuánta prosperidad está dando ya la Compañía a este valle. Hay que
- ¡Eres un terco, López! ¿Qué te cuesta vender? colaborar con ella por patriotismo.
- ¡Bah, mis tierras son mis tierras! -afirmó el de más edad. El semblante de Luncho López, terrateniente del valle del Aguán, reflejaba las
- Tu finca no vale ni cinco mil pesos... dudas del hombre y diríase que su obstinación en no vender, iba cediendo
- ¡Cho, carajo! ¡Vos no sabés ni valorar, Cantillano! ante las argumentaciones del míster y del abogado. El nada tenía en contra
- No se producen en ellas los bananos... del progreso, pero no veía clara la vinculación entre la venta de su propiedad
- ¡Mentís, Lupe Sierra! a la empresa extranjera y su patriotismo. Se veía como esos venados a los
- Vendé, López; es un bien para vos. que acosan los perros en los montes, sin darles lugar para huir del cazador;
- No vendo mi finca, ¿entienden? estaba acorralado. López parecía ya dispuesto a ceder ante la insistencia de
Míster Still intervino. Se podía comprender que su paciencia se agotaba, tal aquellos hombres que lo inducían a deshacerse de su antigua heredad.
su gesto severo; mas su voz era pausada y serena. - Hay que ser razonable, querido -prosiguió el abogado, levantándose, y,
- Oiga usted, amigo López -dijo con pronunciado acento inglés y poniéndose tomando un legajo de papeles del escritorio y una pluma fuente, le dijo:-
de pie.- Nosotros conocemos perfectamente que su hacienda tiene buenas ¡Firma y vamos adelante!
tierras, aunque para cultivar banano son medianamente estériles, pero la Pero Luncho no se movió; en su interior se libraba una batalla tremenda.
Compañía está dispuesta a pagar por ella ochenta mil lempiras. Oigalo bien: Miraba allí el documento de venta ya escrito, la pluma, los ojos
¡Ochenta mil lempiras, que son, nada más ni nada menos, cuarenta mil profundamente azules del gringo, los rostros de sus amigos; pero no se
dólares! Además, como ya le expresó el abogado Párraga, también le puede atrevía a dar aquel paso definitivo, como si una resistente pialera le atase las
comprar sus vacadas a buen precio. Podemos hacer un negocio redondo, manos y el espíritu.
amigo López. - ¡Firmá, así como lo hicimos nosotros! -le invitó Sierra.
- Y, ¿por qué he de vender mis propiedades? Ellas son el producto de las - ¡Y acordate, hombre de Dios, que lo hacés pal'pogreso! -recordóle, con su
luchas y sacrificios de muchas vidas. Mis abuelos las comenzaron; las peculiar vozarrón, el terrateniente Cantillano.
continuaron mis padres; las he fortalecido yo desde mi infancia; y en ellas Entonces levantó la cabeza con un gesto soberbio, como cuando a un potro se
continuaran mis hijos, Dios primero. ¿No comprenden ustedes que esa es mi le da un zurriagazo. Ya no refleja indecisión en su rostro avejentado; ya no se
heredad, que estoy ligado a ella con todas las fuerzas de mi vida? debatía entre las dos fuerzas intrínsecas en lucha. Se había decidido y
El viejo Luncho López se había puesto de pie, visiblemente emocionado. exclamó, retador:
Volvió a sentarse y, con tono pausado, continuó: - ¡Al diablo con los dólares! ¡Qué carajo! ¡No vendo mis tierras! ¡Es mi última
- Soy como un árbol: tengo mis raíces muy adentro de esa tierra. Su dinero determinación, míster! ¡No vendo! ¡No venderé ni por todo el oro del mundo!
no me sirve, míster; yo lo tengo, lo saco de esa buena tierra en que he ¡Palabra!
nacido. Si mis amigos, Cantillano y Sierra, aquí presentes, quieren vender sus Estas frases de rebeldía, pletóricas de llana firmeza, abrieron el hueco de un
propiedades, está bien, es lo suyo, es su regalada gana; pero yo, ¡qué carajo! silencio largo. La cara redonda de míster Still se puso más roja que el cedro y
no venderé por ningún dinero, aunque le pongan flores y tonadas de palabras se mordió los labios. El abogado dejó caer la pluma sobre el escritorio, con
bonitas. desaliento y fatiga. En los otros terratenientes predominaba la sorpresa con
- ¡Ah, Luncho López! -intervino el abogado Párraga, dándole golpecitos cierto disgusto, como si se tratara de un negocio de ellos. Todo estaba como
cariñosos en la espalda.- Déjate de sentimentalismos y tonterías; ya no eres al principio y las dos horas de derroche verbal habían resultado infructuosas.
un niño. Comprende que se trata de un negocio ventajoso para ti. Sabes bien - Bien -habló míster Still, poniéndose de pie y demostrando que suspendía la
que he sido tu amigo desde hace mucho tiempo y que siempre te he sabido reunión-, otro día continuaremos tratando, señor López. Y, ustedes, amigos,
aconsejar. Vende tus propiedades por lo que la Compañía te ofrece; es un míster Lupe Sierra y míster Pancho Cantillano, muchas gracias por su valiosa
buen precio. Con ese dinero te puedes ir a la ciudad tranquilamente a pasar colaboración. Mañana les espero aquí para que tomen un motocarro especial,
tus últimos días, o bien, si es que no quieres separarte de los montes, si es el mío, y los conduzca al puerto donde podrán cobrar sus dineros en el banco.
que los amas tanto como para languidecer por su separación, entonces, El motocarro y su permanencia allá, corren por cuenta de la Compañía. Un
compra otra propiedad agraria en otro lugar del valle y, ¡todo arreglado! Ya empleado nuestro se pondrá a sus órdenes para lo que deseen. Nosotros
ves, el problema es muy sencillo. somos sus verdaderos amigos. Pueden contar hoy y siempre con nuestra
Luncho callaba con la mirada fija en una pata del escritorio. Su frente oscura deferencia y nuestro apoyo. ¡Hasta mañana, amigazos!
se había cubierto de sudor. El primero en salir fue Luncho López; sus pasos fuertes parecían coces en la
- Además, querido amigo Luncho -intervino el extranjero, queriendo ser sala de la Oficina. Tras él marcharon los otros terratenientes, a quienes
convincente- con la venta de La Dolora usted contribuye de manera especial a acompañaron míster Still y el abogado Párraga hasta el portón enrejado de la
impulsar el progreso de su país. "yarda".
- Claro, Luncho -prosiguió el abogado, elevando el tono de sus palabras-, La Central era un grupo de oficinas y bungalows diseminados en un amplio
cuando tú vendes tu propiedad a la Compañía, no sólo te beneficias en lo espacio de terreno sembrado de grama, laureles y palmeras; su intenso
verdor contrastaba con el gris de las paredes y el rojo vivo de los tejados de En cuanto al dinero, allí tenía en su cofre antiguo el producto de los trabajos
zinc. Todos los edificios, limpios, higiénicos y hermosos, tenían un aspecto de la hacienda, y no poco por cierto; y para su felicidad, le bastaba la
elegante y atractivo que daba impresión de vida, de juventud, de holgura, de certidumbre de saberse dueño de su heredad. De ahí que ahora, al ir de
placidez y de belleza. Las emparradas, las flores en las escalinatas, las regreso a su finca, situada al otro lado del río Aguán, se molestara consigo
persianas de colores, los pisos encerados y relucientes, todo en estas casas mismo al recordar que, por un momento estuvo a punto de flaquear ante las
demostraba buen gusto, lujo y comodidad. Allí estaban las oficinas centrales propuestas del gringo. Luncho iba rencoroso también con sus amigos,
de las plantaciones de banano que la Compañía Frutera usufructuaba en el Cantillano, Sierra y Párraga, porque casi lograron hacerle firmar el contrato.
extenso, soleado y fértil valle del Aguán, y, también, las cómodas - "Son empujadores -pensaba Luncho-, con cuentos y palmaditas son capaces
habitaciones de los jefes gringos y altos empleados nacionales. La Central de de tirar a un cristiano a cualquier precipicio".
Coyoles tenía un paisaje maravilloso; estaba ubicada entre las fincas en la En el portón de la "yarda", míster Still y el abogado se quedaron dialogando a
parte alta del valle pródigo y su perspectiva era cortada por la franja azul de la sombra de una palmera. Comentaban el asunto de la compra de las tierras
un cielo claro como conciencia de niña. Las paralelas de hierro pasaban por el en el Valle y al referirse a López lo hacían despectivamente y con enconado
centro formando como una calle muy ancha para luego dividirse en ramales desprecio. Para el gringo ya era demasiado que el viejo terrateniente se
que proseguían hacia occidente. opusiera al deseo de la Compañía; no era esa la costumbre en las relaciones
Iban a ser las once de la mañana. Los dos terratenientes que habían llegado con los hacendados.
de la otra ribera del río a rematar las transacciones con la Compañía Frutera, - No se preocupe, Míster, ya verá usted; dentro de poco él será quien venga a
regresaban gozosos. Habían vendido sus propiedades agrarias por varios proponer la venta. Estos valleros así son siempre: cerrados como topos.
miles de dólares. En sus espíritus rurales sentían ahora la altitud que da el - Ese viejo quizá resista; parece desequilibrado.
plinto de la riqueza dineraria. En sus pensamientos y conversaciones decían - No se preocupe, para todo hay solución. ¿No me tienen para arreglar sus
que ellos no habían sido ni tontos ni tercos para desperdiciar la oportunidad asuntos? ¡Estanio Párraga, abogado y notario, lo soluciona todo!
de vender sus haciendas; semejante estupidez sólo la cometían hombres sin - Es verdad y le estamos reconocidos; pero nosotros deseáramos arreglar
seso, gente chapada a la antigua, de la talla de Luncho López; pero a ellos no estas cuestiones de las tierras, sin llegar a los métodos que ya usted conoce,
les importaba que su colega careciera de buen razonamiento; allá él y su pues, por ahora -y acentuó significativamente la palabra- no convienen a la
vacua terquedad. Lo importante, lo trascendente, estaba en que ellos, Pancho Compañía. ¿Comprende usted?
Cantillano y Lupe Sierra, ya habían vendido sus propiedades; en que ahora ya - Perfectamente, Míster, y ya verá que Estanio Párraga no tiene aserrín en la
eran dueños de capitales efectivos, de dinero contante y sonante, por lo cual cabeza. No se preocupe.
serían catalogados en la ciudad, en el valle y quizá en todo el país, ya no Al retornar a la oficina, donde los empleados continuaban trabajando, un
como ganaderos y agricultores vulgares, sino como grandes señores. Habían hombre les salió al paso. Era un jornalero, o parecía serlo, pues portaba un
logrado el sueño de toda su vida con el simple hecho de vender sus tierras. machete y, por valija, una bolsa grande de mezcal.
Ellos habían ganado. La propia Compañía Frutera lo reconocía así; los jefes - Buenos días, míster Still -saludó con cierta timidez.
gringos y el abogado, Estanio Párraga, no lo ocultaban. Y, ¡qué amables y - Buenos días, Martín. ¿Deseabas algo?
corteses eran esos hombres extranjeros, sin pizca de orgullo! Para ellos, - Como usted recordará, míster... cuando convinimos, hablamos... usted
terratenientes del Valle, la Compañía no negaba nada en absoluto: carros recordará... yo vengo ahora a verlo... porque necesito que me ayude... quiero
expresos, pases de cortesía en los trenes, almuerzos, finos licores, atenciones que...
a granel. Cantillano y su amigo Sierra abandonaron la Central de Coyoles con - ¿Qué? -el gesto del gringo demostraba claramente que no le era grata la
la alegría hecha un florecimiento en sus espíritus y llevando aún en sus oídos presencia del hombre ni su conversación.- Habla pronto que no tengo tiempo
la grata impresión de la palabra "míster"; con que el jefe gringo les había disponible.
llamado. - Pues, como me prometió un día que cuando necesitara su ayuda, viniera
No se marchó así Luncho López. Reacio a tratar la venta de sus propiedades y con toda confianza...
con el ánimo enardecido, salió del poblado, jinete en su brioso corcel, - ¿Qué es lo que quieres?
lanzando denuestos contra aquellos hombres extraños que venían a turbar la - Necesito que me enganche como Capitán en alguna finca de la Compañía.
paz del valle y se esforzaban por hacerlo abandonar sus tierras. Ochenta mil Yo quiero trabajar...
lempiras era un capital estimable, pero ¿cómo podría vivir él alejado de su - Anda allá, a las plantaciones; aquí no hay trabajo para peones, que es para
hacienda, de su hato La Dolora, de sus vacadas, de sus pastizales, de su lo que puedes... servir.
molienda de caña, de sus bosques? ¿Cómo dejar aquella bendita tierra que Y el gringo, precedido del gordo abogado, entró en el edificio dando un
tantos dolores de cabeza y esfuerzos le costaba, sólo para dar satisfacción a violento portazo
los extranjeros? El no era enemigo del progreso, pero ¿cómo compaginar su
tragedia de quedarse sin tierras con el llamado desarrollo del progreso del Prisión verde, 1950
país? ¿Acaso ese amor suyo para La Dolora no era en gran parte amor para
su patria?
13ª Edición, 1999 en conjunto, conforman un entramado humano a través del cual se
Editorial Ramón Amaya Amador manifiestan los intereses económicos de las clases sociales antagónicas.
Apartado 242, El Progreso, Yoro, Honduras, C.A. Máximo Luján, el maduro y ecuánime irrigador de veneno, lo expresa con
claridad:
"Prisión Verde, la más brillante de sus obras, es una novela-drama y a la vez (...) ya tú sabes, en el mundo hay dos clases sociales: la de los que
una novela-poema. Describe la angustia que sufren los bananeros de la Costa trabajamos como bestias, y la de los otros para quienes trabajamos. Somos
Norte. Debe comprenderse que Prisión Verde puede situarse en el mismo la masa, ellos el pináculo; nosotros la necesidad, ellos la holgura. [ R. Amaya
anaquel de las mejores novelas americanas..." Amador. Prisión verde, México: Editorial Latina, 1950, p.40.]
Medardo Mejía Ese enunciado teórico se proyecta en forma concreta en las peripecias de la
"Los campos bananeros no aparecen como simples espacios geográficos, sino historia. Por un lado, la todopoderosa compañía extranjera y las fuerzas
como escenarios sociales, donde sus protagonistas actúan de acuerdo a los políticas y sociales puestas a su servicio. La insaciable sed del dólar, la
roles que derivan de la naturaleza misma de las relaciones productivo- corrupción política, la degradación moral, el servilismo criollo, la violencia y la
capitalistas en las que están inmersos... La vida espiritual y material de explotación extrema constituyen sus rasgos definidores. Aquí se ubican los
aquella seudovida en los bananales, la pauperización, los dramas de la altos empleados de la Compañía: Mr. Still, Mr. Foxter y Mr. Jones. Sus rasgos
subcultura, el empobrecimiento del alma popular, la ferocidad explotadora, el destacados: la actuación dolosa para asegurar intereses personales o de la
monosprecio por los valores humanos y nacionales que conformaban el empresa; la persecución y el asesinato para suprimir al trabajador -el
cuadro social cotidiano, es reconstruido con sorprendente realismo..." campeño- de alta peligrosidad ideológica y la indiferencia ante el dolor y el
Roger Isaula hambre de miles de seres humanos. A la sombra del dólar, medran criollos
"Su obra más realista e incisiva, en la que... explora, entra en el submundo como el abogado Estanio Párraga, profesional que allana el camino con
de la explotación del enclave bananero hondureño y extrae de él un corte manejos sucios que benefician a la Compañía (vr. gr. el despojo de sus tierras
visceral tan fluidamente relatado, tan hábilmente manejado, que construye a Luncho López); autoridades civiles y militares (el capitán Benítez, asesino
sobre sus disímiles mosaicos un mural mezcla de experiencia personal e de Máximo Luján) y campeños arribistas que traicionan a sus compañeros
imaginación, de fracasos y esperanza, de ilusión y realismo, como podría (Marcos Ramos, instigador del conato de huelga en Culuco que, asegurando
hacerlo un verdadero profesional novelista." con ello su ascenso a capataz, denuncia a sus compañeros y provoca la
Julio Escoto muerte de Luján). Todos, operando como factores que consolidan al imperio
capitalista, han hecho, de la feraz tierra hondureña, un infierno verde, la
Hoy, este año, su novela, Prisión Verde, cumple cincuenta años, medio siglo terrible prisión verde aniquiladora de lo humano (pp. 26, 31, 58, 139, 131).
de batalla frontal contra la ignominia... Ha sido el libro más perseguido del En el otro extremo, el conjunto de personajes que sufre las consecuencias del
país. Por mucho tiempo fue prueba de convicción para el encarcelamiento. sistema económico injusto. La miseria y sus secuelas negativas (violencia,
Sus primeras ediciones fueron traídas, desde México, por puntos ciegos (vive ignorancia, alcoholismo, enfermedad, relaciones sexuales infamantes para la
la memoria de Julio Andrade Yacamán para contarlo). Varios cristianos de los mujer...) y positivas (sensibilización ante el dolor ajeno, solidaridad,
Campos Bananeros perdieron su vida o fueron a dar a la cárcel por la osadía heroísmo, anhelos de justicia y esperanza en el porvenir...) campean en este
de guardarla, prestarla, leerla, regalarla o venderla. Los Comandantes del sector. Como corolario aparecen las consabidas escenas que nos dio la
Cariato calentaron la frialdad de alguna de sus noches con la llama de sus narrativa de la tierra: riñas salvajes entre hombres embrutecidos por el
páginas quemantes. Los viejos de mi pueblo aún bajan la voz al sólo alcohol que corre a torrentes el día de pago; la mujer que, por salvar del
mencionar su nombre. Muchas veces fue enterrada viva en la soledad de los desempleo a los seres queridos, acepta los requerimientos sexuales del
patios después del Golpe de Estado. capitán o del mandamás de turno; el esbirro que, por unos cuantos billetes,
mata al esposo de la mujer con la cual se ha encaprichado el gringo lascivo;
el hacinamiento y la insalubridad de los inmundos barracones; los estragos
Prisión verde producidos por el paludismo, la tuberculosis o el veneno utilizado en la
La interrelación social que se genera en la inmensa plantación bananera plantación, etc. En ejemplares páginas de atmósfera desolada, leemos:
constituye el eje central de Prisión verde, texto publicado cuando el Los días transcurrían y la vida de los campeños empeoraba. Crudo, como
sindicalismo pasaba por un punto culminante que desembocaría en la huelga pocos años, llegó el invierno. Sobre el valle, continua e impertinente, caía la
bananera de 1954. Ramón Amaya Amador perfila un espacio geográfico lluvia. El cielo, antes hecho una expectación de luz, ahora estaba gris y
ubérrimo y un ámbito humano signado por profundas injusticias y, a la vez, embotado. El 'viento abajo' azotaba los bananales y al rozar la piel de los
por una cotidianidad en la que sobresalen la solidaridad y el heroísmo. En hombres, producían escozor. Las aguas del Aguán se tornaron barrosas y
cada página, se perfila la tierra costeña demandando un ingente trabajo para coléricas y se desparramaron por las anchas playas amenazando inundar las
dar su generoso fruto y se denuncia un sistema económico esencialmente plantaciones de 'el bajo'. Las carreteras y los caminos, (sic) se hicieron
injusto que, en forma indefectible, lleva las semillas de su propia destrucción fangales y atascaderos, por donde tenían que cruzar tractores, bestias y
y transformación. Dentro de ese ámbito cargado de tensiones, los personajes, hombres. Se paralizaron muchas labores dejando centenares de hombres sin
enganche. Sólo prosiguieron los chapiadores, los 'veneneros' en los ratos que clave- que lo importante de él -su pensamiento y sus ideales- no ha muerto.
levantaba la lluvia, los corteros para abastecer de 'oro verde' a los trenes que Por esta razón, se le mitifica. Algunos dicen que lo han visto o han escuchado
iban al puerto donde atracaban los barcos de la Compañía. (p.131) su voz perdiéndose bajo la sombra inmensa de los platanares.
El invierno se estiraba con pereza de abandono. (...) las fincas eran para los Prisión verde desenmascara aspectos muy sensibles de la realidad
regadores [de veneno] como un gran monstruo verde cuyo corazón era la hondureña. Además, está bien diseñada y bien escrita. El autor encontró el
bomba, aquella máquina de potencia superhumana a manera de bestia ritmo exacto por el adecuado balance entre la narración, la descripción y el
domada por la técnica de un viejo mecánico.` diálogo. Mesurada en el aspecto ideológico, nunca abruma al lector con
(...) Los hombres eran unos apéndices humanos del inhumano engranaje del parrafadas doctrinarias. Inclusive hay una escasa utilización del connotativo
sistema circulatorio del Spred. Se fundía la vida de los peones con la vida de término de camarada. Morales Padrón apunta que Prisión verde conjuga la
los bananeros y la fuerza de las máquinas, sobre aquella tierra que pedía denuncia con los valores literarios. [ F. Morales Padrón. América en sus
dolor para su fecundación. Sangre, rojinegra sangre de hombres con los novelas, Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1983, p.160.] En ella -continúa-
bacilos de Koch en impulsión de muerte. Bananos; máquinas, hombres. Los la agonía del hombre americano, así como la naturaleza y la explotación en
amos acumulando oro. Los campeños persiguiendo un pan. ¿Y qué? Era el los bananales, es dibujada mediante una vibrante prosa. La vida de los
poder imperialista. (pp.136-137. Lo subrayado, en cursiva en el original.) campeños centroamericanos -de Honduras- luchando contra la avidez y el
Pero así como es de sombrío el panorama, también son luminosas las egoísmo, en un titánico esfuerzo, queda dramáticamente vista en sus páginas
respuestas. El callado heroísmo de las mujeres: Catuca y Juana sacrifican la (...) [ Ibid., pp.166-167.]. Para Julio Escoto, la obra entra en el submundo de
intimidad de su cuerpo para proteger a los seres amados. La honestidad de la explotación del enclave bananero hondureño y extrae de él un corte
Lucio Pardo: aunque media una sentencia de muerte, se entrega a la visceral tan fluidamente relatado, tan habilidosamente manejado, que
autoridad para salvar a dos hombres inocentes acusados del sabotaje al construye sobre sus disímiles mosaicos un mural mezcla de experiencia
motocarro cuyo descarrilamiento provocó la muerte de los asesinos de personal e imaginación, de ilusión y realismo, como podría hacerlo un
Máximo Luján. Tivicho y su sentido canto como instrumento de lucha y de verdadero y profesional novelista. (...) Lo cierto es que con Prisión Verde (...)
modesta felicidad en la oscura vida de los barracones. Y, dentro de ese la vida penetra en la novela por derecho propio y surge el primer texto de la
conjunto, destaca la ecuanimidad y comprensión de Máximo, el personaje modernidad narrativa nacional de Honduras. [ J. Escoto. "La narrativa
cuyo nombre alude al desarrollo de una calidad humana en grado sumo: para hondureña"... p.18.]
no defraudar a sus compañeros, dirige el movimiento huelguístico aunque Prisión verde se conoce a través de ediciones muy alteradas con relación a
sabe que, por la falta de organización, está destinado al fracaso: la editio princeps. Las modificaciones -generalmente desafortunadas- opacan
Lanzaba [Máximo] su mirada escrutadora sobre los horizontes sombríos de la y desfiguran su fuerza expresiva. [ J. R. Martínez, al referirse a las dos
prisión verde de la Costa Norte y sólo veía en ellos la gran bóveda tangible de versiones de la obra dice: Una de ellas, la primera, fresca, afectiva y la otra:
los bananales como una gran caverna donde se iba desarrollando en un solo amanerada, forzada, rígida y abiertamente artificiosa. Op. Cit., p. 58. Lo
acto inmisericorde la tragedia bárbara de un pueblo pegado a la tierra subrayado, en cursiva por el autor.] Por esta razón, mientras no se realice
fogueada, con un machete en la mano y una venda en los ojos, abriéndose una edición crítica, la obra, entre los lectores rigurosos, seguirá siendo objeto
paso en las densas tinieblas de una noche larga. de más juicios negativos que positivos.
(...) ¿Para qué esta vida como perros hambrientos, mordiéndonos,
despedazándonos, asesinándonos? ¿Es que nunca llegaremos a hermanarnos,
a juntar nuestros músculos y espíritus en un solo haz de armonía? ¿Seremos
unos idiotas, los que creemos en un día de redención proletaria?
(...) ¡Pero no! No es posible que nos dejemos vencer; no es posible que los
campeños vivamos perpetuamente encadenados por los eslabones de la
ignorancia y la injusticia; no es posible que permanezcamos con los ojos
vendados y los instintos libres. ¡Venceremos! ¿Cuándo? El tiempo de espera
no importa (...). El mundo va en marcha. (...) Seremos hombres con un ideal
y una esperanza, con una meta y un camino. Yo los veo en mis sueños
luchando en los bananales pero ya no como esclavos en esta hoy prisión
verde; (...). Será un mundo distinto en el que no caerá el azote de los
capataces sobre las espaldas trabajadoras. Habrá armonía, comprensión y
luz. Ese es el mundo que yo atisbo en mis sueños, ese es el campeño que
presienten mis anhelos en esta hora turbulenta. (pp.119-120)
La vida y la muerte de Máximo Luján calan en el corazón de los campeños.
Calmando con ello el dolor ocasionado por su desaparición (nunca encuentran
el cadáver), comprenden - y no es gratuito que el cantor popular dé con la

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