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Rest Epica

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Conceptos de literatura moderna

Jaime Rest

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la forma en que es utilizado el lenguaje, la tersura expositiva que logra
capturar al lector mediante una suerte de efecto hipnótico. La difusión
del ensayo, al igual que el notorio predominio del cuento moderno, se
halla íntimamente ligada a la amplitud que la producción periodística
fue adquiriendo en los últimos siglos; al respecto, cabe recordar que la
producción más memorable de multitud de autores tuvo en su origen
un propósito efímero, como material destinado a revistas o diarios de
su tiempo. Ello ha sucedido con los ingleses Steele, Addison, Samuel
Johnson, Charles Lamb, Thomas de Quincey, Chesterton, Max
Beerbohm; con el norteamericano Emerson; con los españoles Larra,
Azo- rín, Ortega y Gasset. En la América hispana el ensayo ha sido uno
de los campos más fecundos de la literatura por el volumen
comparativo de la producción y la importancia que ha exhibido, espe-
cialmente como instrumento de polémicas artísticas y políticas.

Épica

En sentido estricto, el poema épico es una narración en verso de


dimensiones indeterminadas pero generalmente amplias que refiere las
acciones de uno o varios personajes que pueden ser históricos pero que
en la imaginación del pueblo que los celebra han adquirido cualidades
fabulosas, en virtud del significado que poseen sus empresas de
conquista, de liberación o de reivindicación. Por lo tanto, con facilidad
el poema épico incorpora elementos sobrenaturales y acaba por con-
vertir a su protagonista en lo que los antropólogos llaman un héroe
cultural, es decir, un individuo mortal que ha alcanzado una estatura
mítica en virtud de las proezas sobrehumanas que cumplió en beneficio
de su pueblo. En tal aspecto, es posible señalar que en un extremo
hallamos la Odisea, cuyo protagonista es un hombre de múltiples
habilidades que afronta en una travesía marítima toda suerte de
aventuras maravillosas o amenazadoras, con intervención de
hechiceras, cíclopes y dioses; en tanto que en el extremo opuesto cabe
mencionar el Poema del Cid, con su fidelidad histórica casi absoluta y
su inquebrantable realismo. Entre estos dos límites la épica puede
admitir el más variado margen de proporciones relativas de
historicidad y de ficción, y cuanto más tiempo ha transcurrido entre la
existencia del personaje verdadero y la aparición de cantos épicos
celebratorios —acaso porque los sucesos reales se han vuelto borrosos e
imprecisos —pareciera que es mayor -la tendencia a introducir cir-
cunstancias insólitas y prodigiosas o hechos excepcionales. En
definitiva, podría afirmarse que la épica vacila entre el mito y el logos,
entre una visión en que se mezclan lo real y lo ficticio para crear una
interpretación poética del pasado, por un lado, y una visión casi fiel de
ese pasado comparable a una crónica en verso, por el otro, Pero un dato
fundamental que parece confirmado en casi todos los poemas de esta
índole es la existencia de un acontecimiento o personaje histórico en
torno del cual se ha constituido a través del tiempo un arquetipo de la
comunidad que los integrantes de ella cantan y celebran como forma de
exaltar las virtudes de la nacionalidad, del grupo o del clan. Puesto que
es la narración de una gesta, en el poema épico debe prevalecer la obje-
tividad de las acciones por encima de la subjetividad de las emociones;
la psicología de los héroes debe derivarse de los hechos en que inter-
vienen, no de la intensidad afectiva con que se expresen; en rigor, si
bien un poema épico puede incluir episodios contados por sus
protagonistas, la naturaleza del género exige que a lo largo del relato
predomine un narrador impersonal y omnisciente que exponga los
acontecimientos no como partícipe de ellos sino exclusivamente como
una voz anónima y exterior a los sucesos. Aunque en ciertas ocasiones
dichos poemas son atribuidos a un determinado autor —tal es el caso de
Homero—, por lo general la épica es obra de un artista desconocido, y
se ha discutido largamente si cabe atribuirla a poetas individuales o es
resultado de una elaboración colectiva. El sentido común parece
aconsejar el criterio que postula una creación individua!, luego
modificada por sucesivos cantores, poetas o escribas que transmitieron
el texto original. Por cierto, el problema que plantea la épica consiste en
que suele aparecer en la alborada de la historia literaria de las distintas
lenguas y, por lo tanto, se halla circundada por una suerte de penumbra
que resulta muy difícil de iluminar. La épica es la poesía de un pueblo
que está alcanzando o que acaba de alcanzar conciencia de sí mismo
como grupo diferenciado que busca a través del ejercicio poético
confirmar o robustecer su sentido de comunidad homogénea. Por ello
el fenómeno se suele presentar en períodos muy tempranos de la
historia nacional, tal como lo prueban en el mundo antiguo Gilgamesh
y los poemas homéricos (Illíada y Odisea) y durante el período de las
invasiones germánicas y de consolidación nacional, a comienzos de la
Edad Media, los textos épicos de las distintas comarcas de la Europa
moderna: Nibelungos, Beowulf, Canción de Roland, Poema del Cid,
Cantar de las huestes de Igor. Por añadidura, corresponde anotar que,
a partir de los modelos proporcionados por la poesía épica, se han
desarrollado composiciones narrativas que han tenido gran difusión.
En Francia durante la Edad Media, por ejemplo, fue incesante la
producción de cantares de gesta que se consagraron a referir hechos
hazañosos casi siempre legendarios que, gradualmente, tendieron a
confundirse con los orígenes de la novela, cuando el roman 41 se dedicó a
narrar las aventuras extraordinarias de caballeros andantes que tenían
una existencia puramente ficticia (los ciclos concebidos en torno de
Carlomagno y del rey Arturo, por ejemplo). También se suele dar el
nombre de épica a poemas narrativos de autores conocidos o no que
imitan en forma deliberada los procedimientos de los primitivos textos
de esta especie; hay multitud de tales composiciones, pero cabe
ilustrarlas con la Eneida de Virgilio, Los Lusiadas de Camoens y el
anónimo bizantino Digenes Akritas; también aquí se refieren hechos
notables de personajes históricos o míticos vinculados al advenimiento
o supervivencia de una nación. El término épica asimismo se utiliza, en
sentido más amplio, para designar poemas narrativos que relatan
hechos históricos, religiosos o ficticios de variada índole, desde la
Divina Comedia de Dante hasta El paraíso perdido de Milton; este tipo
de producción fue muy abundante en el período renacentista, en que
florecieron Tasso, Boiardo, Ercilla y otros autores de nombre conocido
o ignorado; por su parte, Pulci y Ariosto desarrollaron un
procedimiento épico-cómico —llamado así para diferenciarlo de la
habitual seriedad épica— que ilustran El Morgante y el Orlando
furioso. Finalmente, los estudiosos de la ficción suelen hablar de una
novela épica, cuyo rasgo es la sucesión indefinida de episodios
protagonizados, en narración continua, por un mismo héroe o grupo de
héroes, a la manera del Quijote de Cervantes o del Tom Jones de Henry
Fielding.

Estilística

Como método de indagación literaria, la estilística es una temprana y


directa consecuencia de las nociones lingüísticas asociadas al
pensamiento de Ferdinand de Saussure y tendió a configurarse en las
primeras décadas del siglo XX en torno de los discípulos y
continuadores de este investigador: Bally, Marouzeau y otros.
Gradualmente la crítica estilística fue adquiriendo autonomía, como
procedimiento destinado a estudiar la ‘lengua individual de los autores,
sus formas peculiares de expresión, y a catalogar los principios
idiomáticos que hacen posible la instauración de esas idiosincracias
poéticas. En tal sentido, Leo Spitzer ha dicho que la tarea de la crítica es
explorar, en el campo expresivo, los factores que determinan en la obra
literaria el desvío del uso lingüístico normal; lo cual significa que el
estilo, en su más amplia acepción, es el conjunto de peculiaridades
idiomáticas de un texto, de un autor o de una época, en tanto que la
función de la crítica es verificar tales peculiaridades y determinar en la
medida de lo posible las circunstancias que las motivaron. Entre las
figuras más representativas del método estilístico deben citarse los
nombres de Giacomo Devoto, de Karl Vossler, de Amado Alonso, de
Dámaso Alonso. La estilística tuvo considerable gravitación en la
lengua española, área en la que recibió el influjo de las concepciones
poéticas de Benedetto Croce. Por su interés en la expresión personal del
poeta y por su especial preferencia en volcarse hacia el análisis de la
oración, la estilística es muy eficaz en el estudio cíe la poesía lírica y del
cuento; no lo es tanto en el examen de formas complejas como la novela
o en la indagación de discursos que están exclusivamente reservados a

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