Restaurar Lo Corrompido
Restaurar Lo Corrompido
Restaurar Lo Corrompido
El camino para que se nos restauren las pérdidas o que se nos compense
el quebranto de alguna otra manera es rendirse de buen ánimo a Dios.
«Por su gracia Dios reconoció y favoreció en particular a ese hijo y
ordenó que fuera llamado Jedidías, “Amado del Señor”». Dios lo bendijo
con un nuevo hijo, Salomón, y la esperanza renació. El nombre de aquel
niño recordaría al rey la mejor definición de lo que el Padre celestial
entiende por un creyente: un amado del Señor.
Aquí es donde la misericordia divina no tiene límite, pues a pesar de los
graves errores de David, el perdón de Dios fue tan completo que no
eliminó su nombre de la descendencia santa: «Libro de la genealogía de
Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mateo 1: 1).
Sí, el rey David fue restaurado. Pero no se debió ni a su capacidad ni a
sus grandes destrezas ni a sus hazañas del pasado. Más bien, fue el
resultado de la gracia divina obrando en su corazón.
Este lo proceso lo explica muy bien E. G. White:
_Es imposible que escapemos por nosotros mismos del foso del pecado
en que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo y no lo podemos
cambiar_ *«Mas ¿quién podrá sacar lo puro de lo impuro? ¡Ninguno!»
(Job 14: 4)* _«Ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios:
no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden»_ *(Romanos 8: 7)*.
La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano,
tienen su propia esfera, pero no tienen poder para salvarnos.
Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden
cambiar el corazón ni purificar las fuentes de la vida. Es necesario que
haya un poder que obre desde el interior, una vida nueva de lo alto,
antes que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese
poder es Cristo.
Lo interesante es que la misericordia divina también alcanzó a la propia
Betsabé, madre de Salomón. Es posible que a ciertas personas les
incomodara que Betsabé y David aparecieran en la lista de la genealogía
de Jesús, pero lo cierto es que están allí como testigos inmutables de la
gracia soberana de Dios. Por eso Jesucristo es experto en componer lo
descompuesto, en corregir lo incorregible, de enderezar lo torcido, en
agraciar lo antiestético, en convertir la maldición en bendición y en
brindar un perdón absoluto. *¿No crees que vale la pena tener un amigo
como él?* Jesús no tenía mucho de qué vanagloriarse en cuanto a su
árbol genealógico. *Incluso algunos de ellos parecían una especie de
«parientes incómodos».*