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Restaurar Lo Corrompido

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Restaurar lo corrompido

ERA EL ORGULLO de su familia. Desde muy pequeño demostró una


gran habilidad para leer y escribir. Su padre se sentía satisfecho de su
aprendizaje, así que invirtió mucho dinero en maestros para su vástago,
quienes lo convirtieron en un verdadero erudito al dominio de una
diversidad de lenguas, derecho, arte, filosofía y, por supuesto, literatura
hebrea. Su capacidad de razonamiento llegó a ser sobresaliente. Varios
eruditos hablaban de este joven como alguien muy promisorio en el
liderazgo espiritual de Judea. A muy corta edad, fue invitado a ser parte
de uno de los gremios más prestigiosos de su tiempo: el Sanedrín.

Saulo de Tarso era un joven sincero en su fe. No obstante, no se daba


cuenta de que estaba «sinceramente equivocado», puesto que *sinceridad
no es sinónimo de verdad.* En el fondo, era un individuo orgulloso,
violento e intransigente hacia los que no pensaban como él.
Pero el joven no era consciente de que semejantes rasgos de carácter
gobernaban su vida. Al contrario, se consideraba un tipo irreprochable en
cuestiones de la obediencia a la normatividad de la religión judía.
Tendría
que pasar por dolorosos procesos de asimilación de su verdadero estado,
incluyendo un encuentro con el propio Jesucristo en el camino a
Damasco, una ceguera temporal y un periodo de instrucción en Arabia,
así como un buen número de adversidades y persecuciones, para que un
día reconociera sus verdaderos instintos ante el Padre celestial. Fue así
como un día llego a declarar que él era el primero entre los pecadores (1
Timoteo 1: 15). En ese momento, se dio cuenta de cuánto daño había
causado con la forma en la que había ejercido su fe. Incluso, había
destruido hogares y llevado a cientos de inocentes a prisión. Además,
había confundido a otros tantos con sus rígidas enseñanzas de la fe
hebrea. Probablemente, varios de los que ahora lo perseguían habían sido
enseñados por él mismo en los fundamentos de la doctrina israelita.
El brillante erudito percibió lo lejos que estaba de la verdad de Dios.
Ciertamente, no tenía un expediente lleno de inmoralidades sexuales o
corruptelas financieras, no obstante, había algo mucho peor que eso: su
naturaleza pecaminosa. Al ser consciente de la magnitud de su
paupérrima condición espiritual, se consideró el primero entre los
pecadores.
Es posible que, luego de leer los relatos presentados en este libro, te
digas a ti mismo: «Bueno, yo no he cometido los vergonzosos actos que
el autor de esta obra menciona, así que no estoy tan mal». Eso sucede
porque no eres consciente de tu verdadera condición espiritual. *¿A
cuántas personas has dañado con la forma en la que ejerces tu fe?*
*¿Cuántas veces buscamos servir a Dios, pero en realidad lo que
buscamos solo son los aplausos y la aprobación humana?* *¿A cuánta
gente has confundido con tus enseñanzas equivocadas?* *¿Puedes contar
a los que han dejado la iglesia debido a tu mala influencia?* Es muy
probable que ni siquiera te hayas dado cuenta de eso. De ahí tu profunda
necesidad de que tengas un encuentro
directo con Jesucristo, tal como sucedió con el apóstol Pablo. Ese día te
darás cuenta de que, tanto tú como yo, somos los primeros entre los
pecadores, y de no ser por la gracia de Jesús, nos habríamos convertido
en verdaderos lastres para esta sociedad. Pero cuando ocurre una
condición de esta naturaleza, el Espíritu Santo tiene oportunidad de
influir en nuestras
vidas como nunca antes, para así otorgarnos la victoria sobre el mal. Este
es el momento de restaurar lo corrompido.

El dolor nunca es para siempre


David inició otra faceta de su vida con esperanza. Él había entendido esta
gran verdad: solo Dios tiene el poder de cambiar y componer lo
descompuesto. Fue así como el rey se sometió pacientemente a la
voluntad de Dios con relación a la muerte de su hijo, y Dios compensó la
pérdida para ventaja suya con el nacimiento de otro: «Luego David fue a
consolar a su esposa y se unió a ella. Betsabé le dio un hijo, al que David
llamó Salomón. El Señor amó al niño y mandó a decir por medio del
profeta
Natán que le pusieran por nombre Jedidías, por disposición del Señor» (2
Samuel 12: 24-25).

El camino para que se nos restauren las pérdidas o que se nos compense
el quebranto de alguna otra manera es rendirse de buen ánimo a Dios.
«Por su gracia Dios reconoció y favoreció en particular a ese hijo y
ordenó que fuera llamado Jedidías, “Amado del Señor”». Dios lo bendijo
con un nuevo hijo, Salomón, y la esperanza renació. El nombre de aquel
niño recordaría al rey la mejor definición de lo que el Padre celestial
entiende por un creyente: un amado del Señor.
Aquí es donde la misericordia divina no tiene límite, pues a pesar de los
graves errores de David, el perdón de Dios fue tan completo que no
eliminó su nombre de la descendencia santa: «Libro de la genealogía de
Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mateo 1: 1).
Sí, el rey David fue restaurado. Pero no se debió ni a su capacidad ni a
sus grandes destrezas ni a sus hazañas del pasado. Más bien, fue el
resultado de la gracia divina obrando en su corazón.
Este lo proceso lo explica muy bien E. G. White:
_Es imposible que escapemos por nosotros mismos del foso del pecado
en que estamos sumidos. Nuestro corazón es malo y no lo podemos
cambiar_ *«Mas ¿quién podrá sacar lo puro de lo impuro? ¡Ninguno!»
(Job 14: 4)* _«Ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios:
no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden»_ *(Romanos 8: 7)*.
La educación, la cultura, el ejercicio de la voluntad, el esfuerzo humano,
tienen su propia esfera, pero no tienen poder para salvarnos.
Pueden producir una corrección externa de la conducta, pero no pueden
cambiar el corazón ni purificar las fuentes de la vida. Es necesario que
haya un poder que obre desde el interior, una vida nueva de lo alto,
antes que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese
poder es Cristo.
Lo interesante es que la misericordia divina también alcanzó a la propia
Betsabé, madre de Salomón. Es posible que a ciertas personas les
incomodara que Betsabé y David aparecieran en la lista de la genealogía
de Jesús, pero lo cierto es que están allí como testigos inmutables de la
gracia soberana de Dios. Por eso Jesucristo es experto en componer lo
descompuesto, en corregir lo incorregible, de enderezar lo torcido, en
agraciar lo antiestético, en convertir la maldición en bendición y en
brindar un perdón absoluto. *¿No crees que vale la pena tener un amigo
como él?* Jesús no tenía mucho de qué vanagloriarse en cuanto a su
árbol genealógico. *Incluso algunos de ellos parecían una especie de
«parientes incómodos».*

_Veamos algunos ejemplos de los ascendientes de Jesucristo:_

*Jacob* el nieto de Abraham, era más tramposo que una máquina


tragamonedas de Las Vegas. Engañó a su hermano, le mintió a su padre
y luego burló a su tío (Génesis 27-29).
*Judá* el hijo de Jacob, estaba tan cegado por la libido, que alquiló los
servicios de una ramera, ¡sin saber que era su nuera! Cuando se enteró de
su identidad, amenazó con quemarla bajo el cargo de prostitución
(Génesis 38).
*Betsabé y David* quienes cometieron adulterio. Luego el rey
David,cayó en una serie de mentiras para ocultar su falta hasta culminar
en el asesinato de Urías, el esposo de Betsabé (2 Samuel 11: 17).
*Rajab* era una prostituta de Jericó (Josué 2: 1).
*Rut* una extranjera que pertenecía a un pueblo enemigo de Israel (Rut
1: 4).
*Manasés* uno de los peores monarcas de la historia hebrea, quien
practicó la brujería e hizo pasar a sus hijos por fuego, aberrante rito
cananeo (2 Reyes 21: 6).
*Su hijo Amón* está en la lista también, aun cuando rechazó a Dios (2
Reyes 21: 22).
Más de la mitad de los reyes mencionados en la genealogía eran
verdaderos pillos, estafadores y promotores de la idolatría.
*¿Qué te parece?* Así se compone la lista de los poco condecorados
bisabuelos de *Jesús* Al parecer el único lazo común entre este grupo
era
una promesa. Una promesa celestial que afirmaba que Dios los usaría
para enviar a su Hijo. El Señor es especialista para hacer que los
pecadores despiadados sean valiosos instrumentos para su gloria. Él obra
a pesar de nuestros errores. Recuerda que es el Soberano, el que tiene el
control de nuestra vida. Al referirse a la clase de familiares que
conformaba la genealogía de Jesucristo, _Max Lucado dice lo siguiente:_
*¿Por qué usó Dios a esta gente?* No era necesario que lo hiciese.
Podría haber colocado simplemente al Salvador ante alguna puerta.
Habría sido más sencillo de esa manera. *¿Y por qué nos cuenta Dios sus
historias?* *¿Por qué nos da Dios un testamento completo de faltas y
tropiezos de su pueblo?* Simple. Sabía lo que tú y yo veríamos en las
noticias anoche. Sabía que te agitarías. Sabía que yo me preocuparía.
Y quiere que sepamos que cuando el mundo se enloquece, él permanece
en calma. *¿Quieres pruebas?* Lee el último nombre de la lista. A pesar
de todos lo torcido y los saltos de mal gusto de su pueblo, el último
nombre de la lista es el primero que fue prometido: Jesús.
La gracia no se puede explicar, solo se acepta
no sé en qué condición te encuentres o si tienes un pasado oscuro, lo
cierto es que: *«No importa cuál haya sido la experiencia del pasado ni
cuán desalentadoras sean las circunstancias del presente, si acudimos a
Cristo en nuestra condición actual, débiles, sin fuerza, desesperados,
nuestro compasivo Salvador compasivo saldrá a recibirnos mucho antes
de que lleguemos, y nos rodeará con sus brazos amantes y con la capa de
su propia justicia».*
Recuerda, está en nuestras manos elegir y evitar caminar al borde del
abismo, porque si lo haces corres el peligro de caer y, entonces, tu vida
cambiará completamente.
*¿Anhelas recibir el perdón divino?* *¿Deseas fervientemente que Dios
te dé la facultad de abandonar cualquier pecado acariciado?*
No es fácil levantarse. Eso es algo para personas muy valientes. David lo
entendió un día. Tú también puedes hacerlo……asi que amigo….deja tus
cargas en el Señor y caminemos con el diariamente.
*El poder de la restauración*
Me encontraba tomando un poco de sol en medio del frío invernal del
norte de México, durante un congreso de laicos, cuando de pronto se me
acercó. Era bajita, morena y de cabellos crespos. Sin embargo, su rostro
reflejaba una paz muy especial. Sí, es esa quietud que se puede percibir
sin mucho esfuerzo. Además, era una mujer que amaba la testificación y
tenía mucho éxito proclamando el evangelio del Señor.

—Hola, pastor. ¿Es usted quien escribe para la revista de la iglesia?


—preguntó con cierta inseguridad.
—Sí, hermana, ¿en qué puedo servirle?
Entonces me contó que ella había llevado una vida muy complicada en
sus años mozos. Un día, lamentablemente, había caído en drogas, alcohol
y prostitución. Yo escuchaba con atención su relato. Su voz comenzaba a
quebrarse en la medida que contaba algunas tragedias por las que había
pasado. De pronto, dijo:
—Pero en Cristo encontré el perdón. Mi vida cambió totalmente. Hoy
soy una nueva persona.
Yo no sabía qué responderle. Su historia me había conmovido casi al
punto de las lágrimas. Incluso me preguntaba por qué esta mujer me
contaba
ciertos detalles que ni siquiera debieran mencionarse para no abrir
heridas de la conciencia. Así que apenas atiné a responderle:
—Dios es poderoso, hermana. Por supuesto que lo es.
Entonces, la mujer me miró a los ojos y me dijo con firmeza algo como
lo siguiente:
—Quiero que escriba sobre el poder que Dios tiene para restaurar a la
gente que ha caído en lo más bajo. ¡Yo soy una prueba de que sí es
posible cambiar!
No pude resistir que algunas lágrimas rodaran por mis mejillas. Me
sentía profundamente emocionado. Así que después de aquel incidente,
me atrevo a escribir estas líneas en memoria de aquella bondadosa mujer.
Es
probable que no sea la única. Ninguno de nosotros tiene por qué sentirse
orgulloso de un pasado indecente, sino de cómo el poder de Dios nos
transformó en personas distintas.
*El Dios que toma la iniciativa*
Philip Yancey, autor de El Jesús que nunca conocí, al hablar de la gracia
divina, expresó un pensamiento muy profundo para toda alma
quebrantada:
«La gracia de Dios no se explica, solo se acepta». Esta es una buena
noticia para aquellos que han vivido la tragedia del divorcio, del hijo
sumido en las drogas, del niño víctima de abuso, de la infidelidad
conyugal y de otras tantas desgracias. No hemos de olvidar que somos
seres redimidos por la gracia de Dios, pero al mismo tiempo, somos
frágiles y vulnerables a caer en las garras de la tentación.
Ahora, las preguntas más importantes son: ¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentar
los errores? Si he desfallecido, si he cedido a la tentación, ¿cómo
enfrentar la vida?
Es importante entender que para Dios no hay pecado imposible de
perdonar. Lo que es imposible para Dios es forzar al ser humano a
aceptar su amor, su perdón y confesar su pecado. Sin embargo, Dios
siempre es el que toma la iniciativa en el proceso de restauración de sus
hijos. No somos nosotros los que lo hacemos. De hecho, muchos de
nosotros huimos o buscamos mil maneras para no enfrentar la realidad.
Es muy común oír estas palabras de una esposa cuyo matrimonio pende
de un hilo: «Todo está
bien, pastor, somos una familia muy feliz». o también: «Pastor, estoy
muy bien espiritualmente y todo marcha de maravilla».
Tarde o temprano la bomba explotará. A menudo Dios necesita tomar el
cincel y el martillo para trabajar en sus hijos y eso es doloroso. A nadie
le gusta conocer esa realidad porque tenemos miedo al que dirán, a lo
que
piense la iglesia, la familia o los amigos. Pero cuando Dios te busca, hace
todo lo que está a su alcance para que sientas el deseo de regresar a él, y
si lo tiene que hacer por el valle de la sombra o de la muerte, de la
tragedia o del dolor, seguro que valdrá la pena. C. S. Lewis dijo que «el
dolor es el
altavoz de Dios». El proceso puede ser doloroso y tenso, pero solo así
podrás darte cuenta que ese hijo tuyo, que llega a tu casa todas las
noches, se está drogando con sus amigos y tú lo ignorabas; solo así
percibirás que tus amigos y las malas amistades te están corrompiendo;
solo así aceptarás que eres adicto a la pornografía y necesitas ayuda
profesional; solo así buscarás orientación para salvar un matrimonio
frustrante. Pero quitarse la máscara de líder inquebrantable, de pastor
perfecto que nunca se equivoca, la de un incorruptible lleno de méritos
para ir al cielo, es sumamente saludable para la vida espiritual, ya que
plantea una gran verdad: necesitamos la gracia del Dios todopoderoso
aquí y ahora. Recuerda que cuando el pecado sale a la luz pierde su
completo poder sobre nosotros.
Ese fue el caso del rey David. El máximo líder espiritual estaba
esclavizado bajo la sombra del pecado y su desmoronamiento fue
progresivo y degradante. Su conciencia estaba cauterizada y no percibía
su
condición. Esa es la peor tragedia del creyente, ya que puede predicar,
enseñar, y dirigir a la iglesia, ignorando que su vida espiritual va directo
al precipicio.
Dios se compadece de nuestra situación y nos busca con profundo
interés. Desea confrontarnos con la realidad para hacernos sentir la
necesidad del perdón, de la sanidad del alma y de la restauración. La
Biblia dice, en el caso de David: «El Señor envió a Natán para que
hablara con
David» (2 Samuel 12: 1). Dios usó un instrumento humano para iniciar el
proceso de la reconciliación porque sabía que el primer paso era la
confrontación. ¡Cuán importante es esto en la vida de los que ocupamos
responsabilidades de liderazgo!
Una de las razones por las cuales hay tantos escándalos en la iglesia es
que se idealiza a los líderes, se piensa que son seres celestiales
inmaculados que no pueden o no deben fallar, y si lo hacen el costo es
imperdonable. Pero nos encanta fabricar «estrellas» del evangelio.
olvidamos que ellos, si bien son hijos de Dios, son también humanos
frágiles y vulnerables que necesitan ayuda y mucho apoyo. ¿Los estamos
ayudando? ¿Valoramos el esfuerzo de nuestros líderes espirituales?
¿oramos por ellos? Aunque ser un líder puede ser un gran privilegio y
puede tener muchos beneficios, también significa muchas veces vivir una
vida de soledad que es difícil de soportar.
El líder es el que auxilia, aconseja, orienta, pero a él, ¿quién lo ayuda?
¿Quién lo asesora? ¿Quién lo comprende? ¿La esposa o el esposo? Tal
vez, pero hay ocasiones que las presiones son demasiado fuertes como
para compartir esa carga sobre sus seres queridos, que lejos de ayudar
pueden
afectar la relación, por eso es importante que todos los que somos líderes
espirituales tengamos un espacio de fortalecimiento, ya sea en el hogar o
con un amigo cercano que esté dispuesto a escucharnos y ayudarnos, o
incluso a hacernos ver nuestros errores los cuales muchas veces no
vemos nosotros, para enfrentar mejor nuestros desafíos.
Pero muchos creyentes, en especial quienes gozan de cierto
reconocimiento eclesiástico, piensan que buscar ayuda es señal de
debilidad espiritual. ¿Qué va a decir la iglesia si se entera de esto? Por
supuesto que no es fácil encontrar buenos amigos, pero Dios siempre nos
pone a uno en el camino a fin de que encontremos fortaleza y apoyo, así
como Dios envió a Natán para David (2 Samuel 12: 1). El Señor puede
enviar a alguien con el fin de ayudarnos. *Recuerda que, mientras el
problema no se confronte, tendrá poder especial sobre el individuo que lo
comete y lo hará esclavo del mismo. Por eso Dios envía sus mensajeros:
un buen amigo, un pastor, a veces hasta un niño, o incluso permite que
suceda una tragedia, un momento de dolor para llamar nuestra atención y
hacernos
reaccionar.* Dios desea nuestra salvación y restauración, y a veces en su
agenda eso está por encima de la comodidad e incluso la felicidad.
*Un ministerio de restauración*
¿Quién debe encargarse de la restauración de un pecador? Es común
pensar que eso le corresponde al pastor o a los ancianos de la iglesia,
pero la Palabra de Dios enseña que este deber es de todos: *«Hermanos
míos, si
alguno de ustedes se extravía de la verdad, y otro lo hace volver a ella,
recuerden que quien hace volver a un pecador de su extravío, lo salvará
de la muerte y cubrirá muchísimos pecados»* *(Santiago 5: 19-20)*. Eso
significa
que cada uno de los creyentes debiera participar en el proceso de
restauración siguiendo las recomendaciones que Jesucristo estipula al
respecto en Mateo 18. En este pasaje Jesús establece sus normas para
aplicar la disciplina en el marco contextual del amor y preocupación
paternos que se encuentra a lo largo de todo el capítulo. Su enfoque no
solo se dirige al que peca y se le cuestiona, sino cómo restaurar a nuestro
hermano descarriado en el contexto de la familia del Padre (léase todo el
capítulo 18).

*Nunca es tarde para Dios*


Por muy depravado que esté nuestro corazón en el pecado, nunca es tarde
para Dios reconstruir nuestra vida. *«”¡He pecado contra el Señor!”*
_reconoció David ante Natán._ *“El Señor ha perdonado ya tu pecado, y
no
morirás”*, _contestó Natán»_ *(2 Samuel 12: 13)*
Cuando Dios te busca y te confronta con la realidad de tu vida, solo
tienes dos opciones, refugiarte con tus propios recursos endureciendo tu
corazón o aceptar la reprensión de Dios, confesar tu pecado y regresar a
él.
La grandeza del rey David consistió en que tuvo la humildad de decir:
*«¡He pecado contra el Señor!»* Es lamentable, pero muchas veces
queremos disculpar nuestro pecado. *El esposo infiel asegura:*
_«¡Tengo derecho a buscar mi felicidad!»_ *El farmacodependiente
afirma:* _«No me estoy
drogando, solo estoy tomando unos medicamentos»_ *El adicto a la
pornografía dice:* _«Solo estoy viendo una película divertida»_ *La
joven que llega de madrugada a su casa argumenta:* _«Mis padres son
unos mal pensados»_ Mientras sigamos engañándonos será muy difícil
que Dios
pueda obrar. Hemos de comprender que nunca es tarde para volver a
Dios, si tenemos una actitud de arrepentimiento delante de él.
La buena noticia en la historia de David es que se arrepintió delante del
Padre celestial. Así como fue un mal ejemplo hacia el pecado, su actitud
ha conducido a muchos creyentes a la senda de la redención. «De
generación en generación, miles han sido así inducidos a darse cuenta de
su propio peligro frente al poder tentador del enemigo común. La caída
de David [...] despertó en ellos la desconfianza de sí mismos». Durante
sus momentos más críticos, David escribió uno de los más hermosos
Salmos de
la Biblia, el cual es una atinada descripción del creyente arrepentido.
Hasta el día de hoy es un consuelo para todos aquellos cuyas vidas Dios
ha reconstruido. Uno de esos salmos de restauración, esperanza y
consuelo es
el Salmo 51:
_Ten compasión de mí, oh Dios,conforme a tu gran amor;
conforme a tu inmensa bondad,borra mis transgresiones.
Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.
Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado._
_Contra ti he pecado, solo contra ti,y he hecho lo que es malo ante tus
ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable.Yo sé que
soy malo de nacimiento;
pecador me concibió mi madre.Yo sé que tú amas la verdad en lo
íntimo;en lo secreto me has enseñado sabiduría.Purifícame con hisopo,
y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has
quebrantado.Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad._
*Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,y renueva la firmeza de mi
espíritu.No me alejes de tu presencia ni me quites
tu santo Espíritu.Devuélveme la alegría de tu salvación;
que un espíritu obediente me sostenga.Así enseñaré a los transgresores
tus caminos,y los pecadores se volverán a ti.
Dios mío, Dios de mi salvación,líbrame de derramar sangre,
y mi lengua alabará tu justicia Abre, Señor, mis labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.Tú no te deleitas en los sacrificios ni
te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería.El
sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado;tú, oh Dios, no
desprecias al corazón
quebrantado y arrepentido.En tu buena voluntad, haz que prospere
Sión;levanta los muros de Jerusalén.*
_Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,los holocaustos del
todo quemados,y sobre tu altar se ofrecerán becerros._ En esta oración,
se presentan cuatro elementos esenciales en la vida de David en el
proceso de su restauración:
*1.- Una oración de reconocimiento*. En su confesión, David testifica
lo que Dios es, «conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa
bondad». El rey conoce al Padre celestial. Sabe que su relación con su
amoroso Salvador ha
sido quebrantada y ha lastimado el corazón de quien tanto le ha dado. Tal
vez, eso es lo que más le duele: haber pisoteado el nombre de Dios,
arruinado sus planes, tergiversado su imagen delante de los demás. Por
encima de todo, le ha hecho daño a su gran Protector. Es que el
verdadero arrepentimiento no se concentra primero en las acciones, las
cuales son la consecuencia y no por eso son irrelevantes, sino en haber
quebrantado el corazón de Dios.
*2. Una oración de confesión.* David ya no tiene nada que esconder y
sabe que su conducta no es justificable. Haber pensado que podía
engañar al propio Dios con sus artimañas políticas ha devenido en un
desastre. Por eso
se aferra a la misericordia divina. Cree que es mejor reconocer sus
errores sin pretender disculparlos. Más bien, admite ser un pecador,
como aquel publicano que un día se presentó al templo a orar: «¡oh Dios,
ten compasión
de mí, que soy pecador!» (Lucas 18: 13).
*3. Una oración de purificación.* El monarca empieza a ser consciente
de la magnitud de sus pecados. Ha mentido, ha tomado la mujer de su
prójimo y ha asesinado a uno de sus mejores hombres. Lo peor de todo
es que ha vivido lejos de Dios tanto tiempo que el pecado ya le parece
algo natural.
Necesita purificar su mente. Sus valores necesitan colocarse donde
estaban.
*4. Una oración de conversión.* El siervo de Dios necesita un cambio
de actitud hacia Dios. Sí, ese proceso que describiría años más tarde el
profeta Ezequiel de la siguiente manera: «Los rociaré con agua pura, y
quedarán purificados. Los limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías.
Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré
ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne.
Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y
obedezcan mis leyes» (Ezequiel 36: 25-27).
*5. Una oración de santificación.* El monarca suplica por la presencia
del Espíritu Santo. ¡No soporta la idea de vivir sin él! Sabe muy bien que
es él quien le brinda la alegría de vivir y la inspiración para cantar y
adorar al Padre celestial. Sabe que el Espíritu Santo es quien transforma
su carácter
cada día con el fin de hacerlo idóneo para morar en la patria celestial. La
santificación conlleva la facultad que Dios da al pecador para no ser
vencido por el mal y derrotar el pecado a través de su poder.
*6. Una oración de compromiso.* Un verdadero creyente está
dispuesto a comprometerse con Dios y su obra. David se compromete a
proclamar su Palabra y darle lo mejor de su existencia. Está dispuesto a
honrar al Señor
a cualquier precio. Entiende que Dios lo ha traído a este mundo para
cumplir una misión de servicio.
Estos componentes no son el resultado de una lamentación por el pecado,
sino del trabajo del Espíritu Santo obrando en nuestra vida: «Les
conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a
ustedes; en
cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. Y cuando él venga,
convencerá al mundo de su erroren cuanto al pecado, a la justicia y al
juicio» (Juan 16: 7-8).

*En este momento te invito a seguir los siguientes pasos:*

*1. Busca a Dios.*


*2. Confiesa tu pecado.*
*3. Busca las promesas divinas de perdón en la Biblia y aférrate a ellas.*
*4. Cree que él te ha perdonado.*
*5. Aprende a perdonarte a ti mismo.*
*6. En caso de que se requiera, solicita la asesoría de un especialista (de
preferencia cristiano o que respete tus creencias) para darle seguimiento
a la restauración.*

Mi amigo echale para adelante……Toma en cuenta todos lo que Dios te


habla a tu vida y apliquémoslo….los resultados tu los veras y tu fe
aumentara….Dios te bendiga loquillo

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