Estres y Su Control
Estres y Su Control
Estres y Su Control
(Material de autoayuda para los Talleres de Educación para la Salud con el uso de la metodología del
Proceso de Adopción de Precauciones, en el marco de un proyecto de investigación financiado por el
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y desarrollado en el Policlínico “Plaza” de la
Ciudad de La Habana y la Escuela Latinoamericana de Medicina, entre 1999-2001)
INTRODUCCION
El documento que Ud. tiene en sus manos ha sido elaborado pensando en contar con
una buena herramienta para ayudarle a evaluar y controlar el estrés. Está basado en
los datos de investigaciones serias, desarrolladas en nuestro país y en el extranjero.
Su objetivo es promover el bienestar físico y psicológico, generando o fortaleciendo
habilidades básicas para el autocontrol emocional, como pueden ser la relajación, la
comunicación adecuada y asertiva, la canalización y expresión positiva de sus
pensamientos y emociones, la jerarquización de sus actividades, y otras.
QUE ES EL ESTRES?
“No es el estrés por sí mismo -una parte inevitable de la vida- lo que nos preocupa. Lo que
nos más bien es cómo afrontar el estrés, si podemos aprender a relajarnos y verlo como un
reto y no como una catástrofe, y hasta donde podemos inculcarnos la esperanza de que
podremos afrontar este reto positiva y eficazmente...”
(J. Borynsenko, M. Borynsenko, 1983)
El estrés es el proceso de interacción entre el individuo y su entorno, que se produce cuando una
persona evalúa determinadas situaciones ambientales como amenazantes o desbordantes de sus
recursos, poniendo en peligro su bienestar. Este proceso se fija en determinadas emociones en función
de determinados factores personales y, especialmente, del carácter de las demandas o situaciones
estresantes que se presentan en la vida, de los motivos centrales del individuo, de su autovaloración y
autoestima y de sus recursos y estrategias para enfrentar estas demandas, que se desarrollan a lo largo
de la vida. Por tanto, estos factores se forman y modifican, es decir, son controlables.
El estrés se produce, entonces, como una respuesta a las situaciones estresantes a nuestro alrededor,
manifestada en un conjunto de manifestaciones corporales y cognitivo-emocionales, que se sienten
como resultado de la manera en que se perciben las dificultades y de nuestra forma particular de
enfrentarlas. Por tanto, cuando hablamos de estrés, no debemos confundir:
El estrés es parte de la vida, no siempre es dañino para la salud, ni se le puede confundir con las
enfermedades. Ayuda, en muchas ocasiones, a movilizarnos para obtener las metas que deseamos.
Este es el estrés positivo, conocido como eutrés, que nos permite experimentar emociones gratificantes,
enriquecedoras de nuestra vida espiritual y promotoras de calidad de vida y bienestar.
Sin embargo, el estrés perjudicial o distrés, que se fija en emociones negativas, como el miedo, la
ansiedad, la ira o la depresión, puede obstaculizar nuestro funcionamiento personal, familiar, laboral
y/o social e impactar en el sistema neuroendocrino e inmunológico, provocando con el tiempo
disturbios y enfermedades. Este tipo de estrés es el que debemos aprender a controlar.
Cuando ignoramos el estrés, el cuerpo y la mente se encargan de recordárnoslo, con diferentes señales
iniciales de alarma: palmas sudorosas, manos y pies fríos, músculos endurecidos, estómago y
funcionamiento digestivo perturbado, respiración rápida, latidos cardíacos acelerados, etc.
Las creencias de las personas, formadas individualmente a lo largo de la vida o compartidas por
influencias sociales y culturales, tienen mucha importancia a la hora de explicar y controlar el estrés.
Así, las expectativas acerca de las situaciones que pueden ocurrir en la vida (“mente positiva o
negativa”), la percepción de controlabilidad que tenga cada persona de esas situaciones (si puede o no
controlarlas, y en dependencia de qué) y determinados estereotipos o prejuicios socialmente acuñados
(por ej., la creencia de que “del cáncer no hay quien se salve”), pueden generar distrés, con sus
emociones resultantes, y afectar el sistema inmunitario y neuroendocrino.
Además, estas creencias y emociones se relacionan con otros factores causales de enfermedad o
conductas de riesgo (tendencia a beber alcohol, incremento del consumo de cigarrillos o
medicamentos, aumento de la ingesta, abandono de conductas protectoras, etc.), potenciando su poder
patógeno o incrementando, incluso, el poder cancerígeno de algunos productos.
De todo lo expuesto se deduce que el estrés no es, directamente, un factor productor de cáncer y otras
enfermedades, pero constituye un factor que facilita la instalación y desarrollo de estas enfermedades,
además de afectar nuestro bienestar y satisfacción con la vida. Las emociones resultantes del estrés
funcionan, de hecho, como moduladoras del proceso salud-enfermedad, inclinando la balanza hacia
uno u otro polo de este proceso (Ver gráfico en página siguiente).
EL ESTRES, LAS EMOCIONES Y EL PROCESO SALUD-ENFERMEDAD
ESTRES
Personalidad ----------------------------------- Ambiente
EMOCIONES
Positivas Negativas
(protectoras) (patógenas)
FUENTES DE ESTRES
Para controlar el estrés, tenemos que considerar las principales fuentes de las situaciones estresantes.
Corrientemente, se considera que las fuentes fundamentales de estrés de una persona se encuentran en
su trabajo y en su hogar, y debe aprender a identificarlas y manejarlas consecuentemente.
Además de estos estresores generales, en la literatura se enumera una serie de causas específicas de
estrés en el trabajo, relacionados no tanto con el trabajo en sí, sino con la manera en que es manejado
por cada persona, en particular:
Con relativa independencia de los estresores generales y específicos relacionados con el trabajo mismo,
existen estresores que surgen en las tareas cotidianas en él incluídas:
En muchos estudios, el estrés en casa compite con el estrés en el trabajo, y hace que la vida de las
personas sea más difícil. Una vida no estresada y con apoyo dentro del hogar es un auxiliar poderoso
para enfrentar el estrés fuera de él. Los estudios demuestran que las principales fuentes pueden ser
resumidas como:
1. Estrés causado por las relaciones con el cónyuge, muchas veces producido por
diferencias temperamentales, de intereses y de motivos; por actitudes estereotipadas,
en relación a los roles a desempeñar; por enfermedad de uno de ellos, etc.
2. Estrés causado por los hijos (similar en sus causas al anterior).
3. Estrés causado por deberes o arreglos domésticos, por confusión de roles y falta de
tiempo real para realizarlos.
4. Estrés causado por presiones ambientales sobre el hogar (vecinos ruidosos o
impertinentes, trabajos de construcción o modificación ambiental que afectan el valor
o disfrute del hogar, preocupaciones financieras para hacer frente a los gastos de casa,
etc.)
Si intentáramos ofrecer una respuesta sencilla y definitiva a esta pregunta, provocaríamos más estrés
del que deseamos controlar. El asunto es complejo y no existen soluciones categóricas. Pero podemos
aprender a controlar el estrés si identificamos sus principales fuentes y nos involucramos en un
programa de medidas, individualmente orientado, que nos permitan avanzar en el control de sus efectos
dañinos.
Hay tres pasos esenciales en el control del estrés:
1) Movilización: se trata de asumir la decisión de que algo habrá de hacerse, de que no podemos
continuar donde estamos. Sin este paso no puede haber ningún programa de control del estrés. Los
estudios demuestran que el 60 % de las personas estresadas no han considerado que debe de haber
una mejor manera para lograrlo...El compromiso hacia el cambio, asumiendo que mucho del estrés
que sufrimos está en nosotros mismos, es básico para el cambio.
3) Entrar en acción: no siempre pueden eliminarse las causas de estrés o emprender acciones contra
los estresores. Debe valorarse con precisión cuándo y cómo actuar. Es posible que en determinadas
condiciones, tengamos que “ignorar” al estresor, o adaptarnos a el, en lugar de emprender una
acción contra él, sea inmediata o futura.
En un programa de reducción del estrés hay que precisar y ser específico en la fuente y acción ante el
agente estresante. Decir que el trabajo o la vida familiar es estresante es poner una etiqueta que no
conduce a nada. Lo que puede ser estresante es algo que se relaciona con el trabajo o con la vida en el
hogar. No es sólo el “jefe” o “la pareja”, sino determinados estilos que el jefe tiene (ponerlo a hacer
cosas por debajo de su nivel de incompetencia, no reconocerle sus méritos o no especificarle las tareas)
o ciertas actitudes y comportamientos del cónyuge (criticarlo constantemente, riñas frecuentes por los
hijos, celos injustificados). Y aunque no podamos -ni queramos- deshacernos del jefe o de la pareja,
pueden adoptarse ciertas estrategias dirigidas a disminuir el efecto irritante de estos estilos o actitudes.
Las variaciones de persona a persona son enormes, pero siempre se podrá hacer algo para reducir el
nivel de estrés perjudicial para el bienestar y la salud. No hay recetas universales, cada uno deberá
identificar y experimentar la eficacia de unas u otras estrategias. Pero sí se dispone de algunas
recomendaciones generales que pueden ser adaptadas a circunstancias concretas, particulares.
Estás en la sala de tu casa con tu media naranja, junto con tus hijos y nietos. Algunos
otros parientes también se han reunido. Tus antiguos compañeros de trabajo también
han venido y están también los compañeros más cercanos del curso de inglés que estás
pasando. Todos disfrutan de ricos saladitos y de una copita de ron bueno. Brindan
por ti, porque sigas avanzando en tus clases de computación. Aprovechan la ocasión
para felicitarte también por tus éxitos en el círculo de abuelos. Después del trago te
levantas y les das las gracias por el regalo: una reservación en la playa para dos.
Entonces recuerdas con alegría tu vida profesional. Por suerte, durante todo ese
tiempo disfrutaste con tu trabajo, procuraste sentirte siempre relajada y ocupabas
productivamente tu escaso tiempo libre, fortaleciendo los vínculos que te ataban a tu
familia, amigos y compañeros. Te sientes feliz y satisfecha...qué más puedes pedir?
Vas a esperar a 75 años o comienzas desde ahora a hacer algo para ello?
Si vas a comenzar un plan de control del estrés, aquí tienes 18 consejos útiles:
Escucha las señales del cuerpo y dedícale algún tiempo (masajes, baños agradables, yoga, gimnasia,
ejercicios físicos deseados, etc.)
Relájate con regularidad, disfrutando del trabajo. Practica el juego de “30 cosas que me gustaría
hacer” (elige las 5 del listado que deseas hacer más a menudo y practícalas con alguien
Práctica aseveraciones positivas, en lenguaje silencioso, para tí mismo: disfruta de las cosas de la
vida, las buenas y las malas, las grandes y las pequeñas o detalles.
Ajusta tus exigencias. Clarifica, jerarquiza y reagrupa tus problemas, identificando bien aquellos
que tú mismo te proporcionas (juego de las “cajas”)
Identifica siempre el objetivo global de tu quehacer y encauza los objetivos parciales en función del
primero. Considéralos de forma realista y flexible, evalúa constantemente su cumplimiento. Deja
espacio en tu agenda para cosas imprevisibles.
No temas excesivamente a las decisiones equivocadas, siempre podrás cambiarlas...
Mide tu noción de tiempo (ejercicios de estimación), planifícate el tiempo de forma realista, registra
lo que has logrado hacer y date ánimos
Identifica tus inseguridades, tus “puntos débiles o vulnerables”. Y pide ayuda...
Asume sólo las responsabilidades que puedas cumplir y aprende a delegar, evita llevarte trabajo
para la casa, pide apoyo y devuelve las pelotas que te pasen.
Experimenta nuevas ideas, de forma creativa, desarrolla tu seguridad interior para vivir en cambio
permanente. No pongas freno a tus ideas ni se los pongas a los demás.
Pon límite moderado a tu accesibilidad, aprende a disponer de tiempo para tus cosas.
Precisa el precio que tienes que pagar por hacer algo concreto, te guste o no. Repasa y reflexiona lo
bueno y lo malo de cualquier cosa (lista de “10 ventajas y 10 desventajas”)
Aprende a decir “no” cuando sea imprescindible, decide sobre ti mismo. Mantén tu derecho a
cambiar de opinión y hazlo ver a los demás. Aprende a decir “no sé”...
Establece contacto con la naturaleza, bebe mucha agua y ponla accesible. Evita los estimulantes sin
despreciarte cuando alguna vez los consumes.
Intenta sacar un tiempo de vez en cuando en el que puedas estar solo, descansar y hacer lo que tú
quieras
Pídele a alguien que te ayude a ver cómo tú trabajas o haces algo, y que se entrometa para luego
aconsejarte.
Utiliza técnicas cognitivas y de control mental (visualizaciones e imágenes interiores, técnicas de la
“escoba”, la “goma de borrar”, o de “limpieza por olas de la playa”, “paisaje interior” de seguridad
y satisfacción).
Ayuda a los demás a controlar su estrés...