Caso Individual - Goya
Caso Individual - Goya
Caso Individual - Goya
Hace ochenta años, Prudencio Unanue, un inmigrante latino, y su esposa sentían gran
añoranza por la comida de su tierra natal, Así que iniciaron un negocio de importaciones para
satisfacer la necesidad. No obstante, pocos años después, estalló la Guerra Civil en España y
ya no pudieron conseguir los alimentos que querían para su negocio. Así, empezaron a
importar sardinas de una empacadora de Marruecos. Joseph A. Unanue, su hijo que ahora
tiene más de 70 años recuerda: “debía hacer algo. Tenía cuatro hijos y teníamos que comer”.
Unanue padre compró el nombre de Goya, al mismo tiempo que las sardinas. El nombre costó
un dólar más. Al paso de los años, Unanue agregó aceite de oliva, aceitunas y otros productos
que pedía la comunidad latina de Estados Unidos. En los años sesenta, Goya empezó a enlatar
de todo, desde frijoles hasta agua de coco. Hoy en día, Goya sirve menús completos de frijoles,
arroz, pasta, salsa, bebidas y toda una serie de especialidades.
Los consumidores latinos no son los únicos que prefieren la autenticidad de Goya, también la
prefieren, los que no son latinos. Por tanto, tras fallidos intentos por introducir sus propias
líneas de alimentos latinos, gigantes como sopas Cambell están tratando de competir
comprando negocios auténticos de comida latina. Goya está vigilando sus movimientos
cuidadosamente.
Goya sigue siendo una empresa privada, imbuida de la fuerte tradición familiar y no piensa
cambiar su forma de operar. Si bien los productos Goya en general representan decisiones de
compra con poca participación, los consumidores se relacionan fuertemente con las tradiciones
que representan estos productos. Cuando llenan sus carritos de compra con arroz, aceitunas y
salsa de Goya sienten que son miembros de una comunidad.