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Turay Alan

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Una de las tareas de la Universidad,

el análisis crítico de las prácticas


sociales*

A lain T ouraine

nte todo, quiero, en nombre de los nuevos doctores Honoris


A Causa de la Universidad Nacional Autónoma de México, ex­
presarle a usted señor rector, y a nuestros colegas de la Universidad,
nuestra más honda gratitud por el honor que ustedes acaban de otor­
garnos, asociándonos a la vida intelectual, científica y cultural de
esta respetada Universidad y también a su voluntad de defender, en
un periodo difícil, sus responsabilidades profesionales, cívicas y hu­
manas, su vocación de descubrimiento, análisis crítico y de libera­
ción. Es el deseo de cada una y de cada uno de nosotros manifestar
nuestro agradecimiento participando activamente en el trabajo de la
Universidad, trabajo de investigación y docencia y también en los
debates y en la formación de proyectos para los mexicanos, para el
conjunto del continente latinoamericano y para todos los seres
humanos que son cada día más interdependientes.
¿Cuál es la educación actual, Max Weber decía el beruf, de las uni­
versidades? Muchos defensores de las universidades modernas, em­
pezando por sus fundadores en Berlín, a comienzos del siglo pasa­
do, han considerado como su tarea principal y como la meta de toda
la educación el encuentro libre y directo de maestros y estudiantes
con los valores universales de la verdad, del arte y también del bien
moral y social que permiten a los individuos y a las sociedades salir
de la noche de la ignorancia y de la violencia para acercarse a la
luz del progreso.

* Versión original presentada por el autor con motivo de la investidura con el doctorado
Honoris Causa conferido por la unam, en ceremonia celebrada el día 5 de junio de 1996,
tomada de la Gaceta unam, núm. 3,020 del 6 de junio de 1996.

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Así renacieron o se transformaron durante los dos últimos siglos
las universidades, que habian conocido en muchos países europeos
una crisis profunda en el siglo x v i i i , crisis que, en el caso francés,
había llegado hasta la supresión total de las universidades por la Re­
volución y la reconstrucción de un sistema tan nuevo como lo fueron
primero la creación de la Universidad de Berlín y después la reforma
de Oxford y Cambridge en los años cincuenta, y la introducción del
modelo alemán en Estados Unidos, primero en John Hopkins, des­
pués en Harvard y en todas las grandes universidades.

Los valores

La idea central de este modelo de universidad fue la liberación ma­


terial, social, económica y moral por la razón. No solamente el des­
cubrimiento de las leyes del mundo y la comprensión del espíritu
humano, sino también la confianza en la capacidad de acción libe­
radora de los individuos y de las naciones educadas.
Este concepto de la universidad todavía tiene vigencia, porque no
hay universidad que no tenga confianza en el conocimiento como
factor de liberación, pero no podemos aceptarlo sin análisis críti­
co. Porque las universidades no actúan más en sociedades domina­
das por la tradición sino, en la inmensa mayoría de los casos, por
una intensa modernización, una fuerte movilización de toda clase de
recursos y la rápida formación de un universo técnico, económico
y militar, en el cual el conocimiento ha adquirido un poder tan in­
menso, casi ilimitado, que el problema central de nuestra época no
es más de dominar la naturaleza, sino de dominar el dominio que
hemos adquirido sobre el mundo entero y sobre nosotros mismos,
porque si en el árbol del conocimiento han madurado muchas frutas
que dan fuerza y placer, también han crecido otras que envenenan.
No conviene en este recinto prestar atención a las pocas voces que
condenan el conocimiento y satanizan a la ciencia. El irracionalismo
sólo tiene consecuencias negativas, las universidades deben defen­
der sin vacilación alguna el valor positivo y la necesidad de la in­
vestigación científica y del pensamiento racional. Pero es imprescin­
dible para nosotros defender el conocimiento, no solamente contra

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Documentos
la ignorancia, sino también contra su propia transformación en po­
deres burocráticos o tecnocráticos, en los casos menos peligrosos, en
dominación autoritaria o totalitaria en los más desastrosos. Si hoy
en día el rechazo de la modernización es escaso es, por el contrario,
poderosa la movilización del conocimiento y de los instrumentos de
la modernidad al servicio de una u otra forma de dominación social.

Acerca de la razón

Son dos, opuesta una a la otra, las principales formas de uso de la


razón científica y tecnológica como herramientas de poder. La pri­
mera es la subordinación de la ciencia y de la cultura a metas pura­
mente económicas. En la sociedad industrial, la palabra racionalización
no sólo significó principios científicos en la organización de la pro­
ducción, sino más concretamente la subordinación de los trabajado­
res a las metas y a los criterios económicos de los dueños de las
empresas. En nuestros días, cuando se vuelve más eficiente la cien­
cia y se estrechan las relaciones entre ciencia y técnica, diagnóstico
y terapia, también aparece la relevancia para todos, y en primer lugar
para los académicos, de la tarea de analizar el conjunto de las prác­
ticas sociales que son inspiradas por el conocimiento científico o téc­
nico, pero que también son influencias por valores culturales y re­
laciones de poder y que acarrean efectos psicológicos, sociales y
culturales de importancia creciente.
Uno de los procesos más importantes de transformación del mun­
do actual es la desocialización del mundo técnico-científico, la se­
paración creciente entre los flujos y las redes de los sistemas de
producción, por un lado, y de la experiencia del Lebenswelt como
dicen los alemanes, individual y colectivo, por el otro. El tratamiento
de la enfermedad se aleja del enfermo; como dicen los ingleses cure
y cá v ese separan. De la misma manera, la formación profesional en
las escuelas o universidades se separa de la cultura de la juventud,
y los espectáculos de los mass media, cuyo impacto siempre es más
amplio, participan sin embargo cada vez menos en la construcción
de actitudes y proyectos personales. El universo técnico-económico
y el universo cultural y psicológico se separan cada vez más.

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Una consecuencia posible de esta separación en la vida acadé­
mica es que la idea central de la Universidad — unir en el mismo
espacio, en las mismas instituciones, producción, transmisión y apli­
cación del conocimiento, es decir, investigación, docencia y profe-
sionalización— está en peligro. Los investigadores pueden reunirse
en instituciones no universitarias, públicas o privadas; los docentes
pueden alejarse de la investigación y mantener categorías tradicio­
nales y por eso disfuncionales; la organización del trabajo académi­
co, las empresas y los Estados pueden controlar cada vez más di­
rectamente la formación técnica e ideológica de los managers.
No se puede, entonces, defender la existencia misma de las uni­
versidades sin darles una función central de análisis crítico de las
condiciones, formas y efectos del saber. Los físicos fueron los primeros
que tuvieron que incorporar a su trabajo un análisis crítico de los
efectos políticos y sociales de la física nuclear; los biólogos, de ma­
nera más directa y cotidiana, se encuentran con problemas de bioéti­
ca, y los economistas no pueden estar satisfechos de una separación
completa entre las leyes del mercado y las realidades sociales y
políticas. Es, entonces, una necesidad urgente para las universidades
ampliar sus programas de docencia para incluir en ellos todos los
aspectos de las relaciones entre teoría y práctica, ciencia y acción.
Quisiera dar un ejemplo bien conocido: la formación de los médicos
fue durante mucho tiempo, sobre todo, profesional y clínica. Con­
viene dar, al contrario, la misma importancia a la educación cientí­
fica, a la educación profesional y al conocimiento de los problemas
individuales y colectivos de la salud y la enfermedad, del concepto
que tenemos de la vida y de la muerte, de la sexualidad y de la vida
psíquica. Recientemente, una escuela de ingenieros me invitó a pre­
sidir la ceremonia que acompaña la entrada de los nuevos alumnos,
y el director explicó que había invitado a un sociólogo y no, como
de costumbre, a un jefe de empresa o a un ministro, porque se había
convencido que los problemas humanos y sociales tenían la misma
importancia que las matemáticas o el estudio de los materiales en
la formación de los ingenieros. Es decisivo para el futuro de la Uni­
versidad que ella reconozca el análisis crítico de las prácticas socia­
les como una de sus tareas de mayor trascendencia. Ante todo, para
separar la ciencia de la opinión, del poder o del interés particular que,
cada vez más a menudo, se presentan como científicos o positivos.

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Documentos
La segunda forma de dominación que amenaza el desarrollo del
pensamiento racional y científico, es bien distinta de la autonomiza-
ción excesiva del mundo técnico-económico que acabo de mencio­
nar; es, directamente opuesta, la instrumentalización de la ciencia y
de la técnica al servicio de un poder movilizador, nacionalista, co­
munitario o, en el peor de los casos, totalitario. Pero tal dependencia
también puede ser impuesta por el Estado benefactor, por un Wel-
fare State o por un Estado apoyado sobre un proyecto libertador. El
proceso de modernización es tan acelerado y tan general que los
atributos de la modernidad, y en particular la autonomía de la pro­
ducción intelectual, ya sea científica, artística o hermenéutica, puede
ser destruida por la movilización integradora que acompañan todos
los procesos de modernización voluntarista.
El pasaje de la modernización, que implica esta integración volunta­
rista a la modernidad, que se define de manera opuesta por la auto­
nomía creciente de varios sectores de la vida social, política y eco­
nómica; religión, arte, familia, educación, etcétera, es tan difícil que
el mundo contemporáneo parece a veces dividirse entre regímenes
desarrollistas autoritarios y países liberados pero estancados, por lo
menos fuera de los pocos nodos centrales de los networks mundiales.
Las universidades tienen que mantener la libertad de la vida cien­
tífica, cultural e intelectual contra todas las formas de movilización
heterónoma. Logra así que esta movilización, que tiene aspectos
positivos y tal vez indispensables, no se transforme en una obsesión
comunitaria o ideológica paralizante y que se lleve a cabo el difícil,
pero necesario, pasaje de la integración de todas las fuerzas de cam­
bio a la autonomización de cada una de ellas en una modernidad
que de esta manera se vuelve endógena.
Estos dos temas, opuestos o complementarios, que acabo de ana­
lizar rápidamente no son más que un comentario breve acerca del
nombre de esta Universidad. Es nacional porque, como todas las
grandes universidades, participa en la formación de un sujeto colec­
tivo, de una nación no como etnia ni como puro sistema institucio­
nal, sino como comunidad de ciudadanos que convienen memoria
y cálculo, razón y afectos, ciencia y poesía, lenguajes formalizados
e idiomas creadores de identidad y comunicación. Es entonces na­
cional porque analiza los problemas, las decisiones, las esperanzas
y los sufrimientos, los éxitos y los fracasos de la nación.

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Este papel nacional de las universidades y de la UNAM, en par­
ticular, tiene una relevancia muy especial en el periodo actual cuan­
do aumenta la influencia de procesos financieros y de decisiones
económicas que pueden ser contradictorias, con metas democráti­
cas de igualdad y participación social, es de la responsabilidad de
las universidades elaborar conceptos de desarrollo que combinen la
apertura económica con la integración social y la creatividad cultural
de cada nación. La Universidad debe ser autónoma no solamente en
un sentido administrativo, sino más bien porque su libertad sola le
permite ser útil al progreso material y moral de la nación. Una uni­
versidad ideologizada, encarcelada en un pensamiento oficial o do­
minante, no puede cumplir su misión de creación científica y técnica
y aun menos su trabajo de análisis crítico de la experiencia histórica
colectiva e individual.

Identificación con la unam y con México

Permitan ahora a alguien que no es ciudadano mexicano agregar


que es un honor para nosotros identificarnos en este momento no
solamente con la Universidad Nacional Autónoma, sino también con
México. El mundo actual puede estar desgarrado cada vez más pro­
fundamente entre una economía globalizada y culturas o poderes
fragmentados. Los esfuerzos de varios países por combinar partici­
pación en el progreso de las ciencias y de las técnicas modernas con
la defensa o reinterpretación de su identidad cultural parece estar en
peligro, como si todos los países tuvieran que escoger entre dos
orientaciones contradictorias.
El continente latinoamericano, y de manera central México, ha
luchado, sufrido y estudiado para superar esta separación creciente
entre el universo de la economía y el universo de las culturas, para
combinar ciencia y conciencia, universalismo e identidad. México
atraviesa por un periodo difícil en el cual requiere movilizar su capa­
cidad de análisis, critica, debate, propuesta, imaginación, para salir
de la crisis, para reconstruir las mediaciones institucionales, políticas
y sociales, que puedan unir una economía incorporada al mundo
internacional con los actores sociales que se sienten amenazados.

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Es de gran importancia para el mundo entero que México logre
elaborar una solución propia a esta desvinculación amenazante de
la economía y de las culturas, que pueda reconstruir proyectos a la
vez nacionales y abiertos al cambio, y combinar en todo su territorio
el respeto de las identidades culturales con una mayor participación
de todos en la vida económica y política del país. La tradición cen­
tral de este país fue la búsqueda de una síntesis entre pasado y
porvenir, entre memoria e imaginación por medio de luchas sociales
y de proyectos políticos. Ojalá la Universidad Nacional Autónoma
pueda participar en la primera línea a la reconstrucción de México
y nosotros, doctores de esta Universidad, queremos no solamente
dar nuestra gratitud, sino además nuestra solidaridad y nuestro de­
seo de participar en este trabajo al servicio de un país que admiramos
y en el cual confiamos.

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