Algunas Visiones de Orfeo
Algunas Visiones de Orfeo
Algunas Visiones de Orfeo
1. Preludio.
El de Orfeo es uno de los mitos más apasionantes y llenos de
simbolismo de todos los que aparecen en el florilegio de la mito-
logía greco-latina. Es también uno de los que más influencias ha
generado a lo largo de la historia del arte, pues literariamente lo
trataron, entre otros, Eurípides, Píndaro, Esquilo y Apolonio
Rodio por parte griega y, por el lado latino, Virgilio y Ovidio;
pervivió durante la Edad Media y el Renacimiento gracias a las
numerosas traducciones que de Las Metamorfosis se realizaron,
extendiéndose su influencia hasta nuestros días. Pero esta impor-
tancia del mito no ha afectado únicamente a la literatura, sino
que también es patente su influjo en artes tales como la pintura,
la música e incluso el cine.
Es por todo ello por lo que se ha propuesto este pasaje para su
traducción y comentario en la asignatura de latín de C.O.U. y
nos ha parecido conveniente trazar unas líneas, aun someras, so-
bre la transcendencia que este mito tuvo y su pervivencia a lo lar-
go de los siglos. Para tal fin hemos comparado la versión que nos
dio Ovidio en sus Metamorfosis, obra fundamental para el desa-
rrollo de las artes posteriores, con la que su antecesor inmediato,
Virgilio, nos proporcionó en las G e ó r - S ; hemos seguido su
rastro a lo largo de la literatura espailola medieval y del Siglo de
Oro y nos hemos detenido en algunos pasajes de la poesía del
XVIII y XIX inglés, con el fin de que el alumno perciba que una
leyenda de tradición clásica ha sido cultivada también en ámbitos
diferentes a los que estudian las tradicionales asignaturas de La-
tín y Griego, como son la Literatura Española y la Inglesa, ha-
ciendo hincapié así en la tan manida interdisciplinariedad, que
fitudios Cldsicos 107, 1995
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Se refiere a las Parcas, tres hermanas que eran las encargadas de urdir la trama
del fatm o destino de cada hombre. De ahí el epíteto «fatal».
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el can Cerbero, a la derecha del lago; son visibles también los res-
plandores de los infiernos y las figurillas de los condenados, que
recuerdan al Bosco.
Tenemos también en el Prado la famosa pintura atribuida a
Rubens (1577-1640), con el no 1667 y llamada «Orfeo y Eurídi-
m).Se nos representa a los dos esposos en el momento de salir de
las moradas infernales, ella siempre detrás y él sin volverse, con
la lira pendiendo. La ninfa, desnuda de cintura para arriba, se
vuelve hacia los soberanos del Hades temiendo que se arrepien-
tan de su decisión de dejarla partir. Proserpina parece dudosa pe-
ro Plutón la mira con seriedad para confirmar su decisión. De-
trás de ellos, las ruinas de su mansión.
Por último nos gustaría mencionar la obra «Orpheus» de Odi-
lon Redon, que en la actualidad se encuentra en el Museo de Ar-
tes de Cleveland. En ella aparecen al fondo las cumbres del He-
mo y en el centro, casi difuminándose, la cabeza del músico yerta
sobre su amada lira, mientras que a su alrededor brotan las mar-
garitas. Nos gustaría detectar en esta pieza influencia bien del
poema de Pope antes mencionado bien de los versos de Virgilio
(Georg. IV 523-527).
Signor, quell'infelice;
Qual onor di te (en el que Apolo consuela a su vástago y le
anima a ganarse el cielo).
Acto V:
Vanne Orfeo;
(Moresca-toccata, donde todo acaba en medio casi de una
fanfarria, con final feliz).
Otro grande entre los grandes, el compositor alemán afincado
en París, Cristoph W. Gluck (1714-1787) compuso la excelente
Orfeo ed EzznXce. El libretista fue Rainiero de Calzabigi, quien.
también adoptó un final feliz a la obra basándose en los versos
ovidianos del libro XI.
Cuando se abre el telón, aparece la tumba de Eurídice llorada
por su esposo y por un coro de pastores y ninfas. Sigue una con-
movedora aria entonada por Orfeo (tChiamo il ben cosí))), algu-
nos de cuyos versos ofrecemos aquí por su bella factura:
Cerco il mio ben cosi,
in queste, ove mori,
funeste-tiponde.
Ma sola al mio dolor
perché conobbe amor,
I'eco risponde.
Euridice! Euridice!
Ah! questo nome sanno le spiaggie,
e le selve l'apressero da me!
A continuación aparece Amor, que anuncia al poeta que el
gran Zeus le permite bajar al Averno para intentar conmover con
su lira a Plutón y liberar a Eurídice con la condición de todos co-
nocida. Ya en el Acto 11, Orfeo, que se halla en los infiernos aho-
ra, es perseguido por las furias («Chi mai dell'Erebo»), las har-
pías y el propio Cerbero, pero a todos consigue suavizar con su
lira. Entonces por fin Eurídice, que era feliz en los Elisios, es con-
ducida por un alegre coro de sombras hasta su esposo.
Comienza el Acto 111 presentándonos a la ninfa, quien no lo-
gra comprender por qué su amado, que a tanto se ha arriesgado
por ella, no la quiere mirar y entona una apasionada aria («Che
fiero momento))) en la que canta que ya no tiene ninguna razón
para seguir viviendo, pues a su parecer Orfeo ya no la ama. Él,
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BAROS
2. Textos y traducciones.
P. Verdi Maronic Opea, R. A. B. Mynors, Oxford, Oxford University Press,
1985.
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b) Obras literarias:
Manuel Otero et alii, Antologiá de h Lúi'ca amorosa, Barcelona, Vicens Vives, 1992.
Robert Graves, H veIrocho de oro, Ba~~elona, Círculo de Lectores, 1991.
Lope Félix de Vega Carpio, ObrasSelectas,II, México, Aguilar, 1991.
c) Manuales de pintura:
Rosa López Torrijos, La mitología en la pintura española delS&o de Oro, Ma-
drid, Cátedra, 1985.
Consuelo Luca de Tena y Manuela Mena, Gruá delPmdo, Madrid, Silex, 1989.
Antonio J. Onieva, La mtologk en el Museo delprado, Madrid, Offo, 1972.