Uba Ffyl T 2010 866245 v1 PDF
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Román, Claudia
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TESIS DOCTORAL
Diciembre de 2010
• (2 VOLS.)
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Indice
Tomo!
La prensa satírica. Una introducción. 5
Notas a lalntroducción 16
Notas al Capítulo 1 57
Tomo II
Capítulo5: Dos escritores argentinos frente a -la -prensa satírica 423
Epílogo 488
Notas al Epílogo 494
Apéndices 495
Textos 496
Imágenes 573
Fichas técnicas 615
Índice de nombres y noticia biográfica de algunos personajes vinculados
con la prensa satírica 640
Listado operativo 654
Bibliografia 663
Agradecimientos 700
5
La prensa satírica es una "cápsula cultural" del siglo XIX. No importa cuán
familiar nos parezca, no importa cuánto nos hagan reír sus juegos de palabras o cuánto
nos enternezcan u horroricen sus ingenuas caricaturas, ni cuán evidentes nos parezcan
los sentidos de sus burlas. Poco importa, incluso, que su extrañeza nos toque con la
sospecha de que pertenecieron a un universo "casi culterano" del que recibiríamos una
adelgazada herencia de sentido: el suyo es, como gusta escribir Robert Darnton, -un-
verdadero "mundo perdido". Esta tesis tiene como objetivo central hacer visible ese
mundo, proponer su genealogía, reconstruir su funcionamiento específico y, en la
medida de lo posible, sugerir sus intercambios con otros discursos y prácticas culturales
de su época, en la certidumbre de que sólo así es posible comprender hasta qué punto
esas palabras y esas imágenes burlonas, corrosivas y, a menudo, exaltatorias articularon
modos específicos de imaginar la vida pública y, muy particularmente, la vida política
argentina. Comprender esas imágenes y palabras como parte de una tradición, definida
con Raymond Williams como "una versión intencionalmente selectiva de un pasado
configurativo y de un presente preconfigurado, que resulta entonces poderosamente
operativo dentro del proceso de definición e identificación cultural y social" (Williams
21
1977: XX), permite entender, así, en qué punto exacto la prensa satírica resulta un
mundo a la vez remoto e íntimamente imbricado con nuestras propias y activas,
selectivas, configuradoras prácticas imaginarias.
Este mundo, un mundo impreso, se abrió en el Río de la Plata con los primeros
periódicos que hicieron un uso sistemático de la cancatura y política hacia la quinta
década del siglo XIX, durante el segundo gobierno de Rosas, y se agota hacia fines de
siglo, con la publicación del semanario satírico Don Quijote, límite y preámbulo del
magazine Caras y Caretas.' Si la prensa periódica argentina fue durante el siglo XIX
escenario de batallas políticas, foro de opiniones facciosas, espacio para el surgimiento
y la circulación de ensayos literarios y de divulgación científica, la prensa satírica tuvo
una función mucho más específica: se constituyó en espacio de representación de la
vida política y de la "prensa seria". Esta función especializada y puntual le permitió
convertirse en el gran modelador de un relato de la política. Al mismo tiempo, esta
misma función representativa promovió el que la prensa satírica se convirtiera en matriz
que acuñó imágenes de personajes y de acontecimientos que pasaron a formar parte,
indudablemente, de nuestro imaginario nacional sobre el siglo XIX.
En el largo medio siglo que corre entre esos dos bordes temporales (1839-1893),
los lectores rioplatenses vieron surgir y desaparecer un enorme número de publicaciones
periódicas: hojas sueltas, prospectos, diarios, publicaciones bi y trisemanales,
semanarios dominicales, revistas ilustradas y periódicos de todo tipo, surgidos de y/o
dirigidos a diversas comunidades de lectores, agrupados por afinidades políticas, por
edad (los periódicos infantiles comenzaron a publicarse hacia el final del siglo), por
género, por la pertenencia a diferentes asociaciones cornunitarias, gremiales, religiosas
y étnicas. La imagen tuvo una presencia creciente en ese cúmulo de publicaciones y,
con la efervescencia impresa que sucedió a la caída de Juan Manuel de Rosas en
Caseros (1852), se convirtió en protagonista de un nuevo tipo de publicación: los
periódicos con ilustraciones, de circulación mayoritariamente semanal, que
evidenciaban el creciente placer por su apropiación y consumo. Los periódicos
ilustrados eran producto de ese deseo de poseer imágenes, hecho posible a partir de una
serie de adelantos técnicos que lo hacían entonces posible por primera vez (Szir 2009).
Así como desde el surgimiento de las primeras noticias, y sobre todo a lo largo del siglo
XVTII, existía la práctica de encuadernar los periódicos para constituir con ellos
bibliotecas que antologaban el saber contemporáneo (de ahí la idea de los "espíritus",
nombre habitual de muchas publicaciones periódicas hasta entrado el siglo XIX), la
7
La hipótesis central que recorre toda la tesis es que la prensa satírica constituye
un objeto cultural con características formales, retóricas, de circulación y de producción
diferenciadas. Este objeto surgió y se agotó en el siglo XIX, y tuvo una función
específica, contribuyendo a modernizar las prácticas políticas y culturales de su época.
La articulación entre palabra e imagen es tan central a este objeto como su voluntad de
ej ercer la sátira. Los diferentes modos en que cada publicación ensayó tal articulación
dan forma diversa a cada publicación. Esto fue así dado que, a lo largo del siglo, la
prensa satírica se configura como un corpus paralelo al de los "grandes diarios", capaz
no solo de generar relatos "alternativos" —aunque no siempre contradictorios— o, en todo
caso, "complementarios" con los que ellos construyen, sino además de constituirse en
espacio de representación de esos "grandes diarios", de sus escritores y de sus discursos
"serios". Y esto, al menos, en un doble sentido: en primer lugar, porque la prensa
satírica "edita" la información y las opiniones que transmiten esos "grandes diarios"
'o
polémicas que dos de los grandes escritores argentinos del siglo, Mansilla y Sarmiento,
mantienen con ella prueba esta potencia y esta capacidad a la vez crítica y creativa. En
la última década del siglo la prensa periódica transformó sus condiciones de posibilidad
y adquirió y desarrolló nuevas funciones. Tras la revolución del 90, se transformaron
también y definitivamente las prácticas políticas y los sectores a los que interpelaban.
La prensa comenzó a mostrar signos de modernización en su alcance masivo y en la
creciente distancia entre público y redactores. Estos cambios alcanzaron muy
particularmente a la prensa satírica, cuyas páginas comenzaron a verse habitadas por
representaciones cada vez más dificilmente consagratorias, pero también más
dificilmente identificables como blancos de sátira. Las prácticas políticas
revolucionarias y las nuevas ideologías, así como las nuevas alianzas y reformulaciones
de las viejas facciones demandaban nuevos discursos y nuevos formatos para
vehiculizarlos. La emergencia de nuevos públicos políticos y culturales hacia fines de
siglo (Prieto), así como las nuevas demandas y nuevas prácticas que estos públicos
postularon fueron parte crucial de este proceso. Los avances técnicos y tecnológicos,
como el fotograbado, que abrieron espacio a otro tipo de publicaciones, los magazine
modernos, terminaron de agotar el ciclo de la prensa satírica
Sin eludir ni el desconcierto, ni el equívoco, ni la posibilidad casi ineludible de
la interpretación errada, esta tesis propone un recorrido posible por un objeto hasta
ahora poco abordado como tal. Su organización formal, que comprende cinco capítulos
y un apéndice, se organiza según detallo a continuación:
estrategias retóricas verbales y visuales. La hipótesis que sostiene esta sección afirma
que El Mosquito logra esta "forma estable y eficaz" por el modo moderno en que
propone su vínculo con los diferentes sectores y facciones, participando de la vida
política desde su "puesta en disposición" profesionalizada. Vale decir, privilegiando su
especificidad y su ideología estético-cultural por sobre cualquier pertenencia partidaria
o facciosa..
El capítulo 4 analiza la evolución de la prensa satírica entre 1870 y fines de
siglo, y está preponderantemente dedicado a El Mosquito, y se propone mostrar los
modos en que Stein logra consolidar el discurso visual del periódico en todas sus
formas, de la caricatura al retrato consagratorio, pasando por el uso de los avisos
comerciales ilustrados en el periódico. Entre 1874 y 1877 se producirá un cambio
fundamental en el campo de la prensa satírica argentina: por diversos motivos, aparecen
una serie de periódicos cuyos animadores culturales tienen antecedentes, experiencias y
concepciones de los usos de la prensa satírica muy diferentes a los de Stein, Choquet y
El Mosquito. Las inflexiones satíricas de estas publicaciones son, por tanto, muy
diferentes (y mucho más agresivas) que las de El Mosquito. Se reseñarán brevemente las
novedades que promueven estas publicaciones y los modos en que El Mosquito
responde a ellas. Se estudiarán en este punto los semanarios La Presidencia, El
Petróleo, La Farsa Política, El Sombrero de Don Adolfo, El Fraile y Antón Perulero.
La pérdida de su posición como iinico representante de la prensa satírica convertirá a El
Mosquito a la vez en referente y en blanco de ataque satírico de las demás
publicaciones.
Con posterioridad a este "quiebre" de la hegemonía en -elcampo de -la. prensa
satírica, El Mosquito afianzará su posición a partir de un movimiento paradójico:
profesionalizará su discurso interviniendo cada vez más parcialmente en la lucha
facciosa. En este proceso El Mosquito experimentará los únicos conflictos con la
censura de su existencia (en 1882 y 1883).
El capítulo se cierra con el contrapunto entre El Mosquito y Don Qu/ote, el
semanario satírico dirigido por Eduardo Sojo que cierra el ciclo de la prensa satírica.
Las transformaciones técnicas de los últimos años del siglo XIX, pero sobre todo las
transformaciones en la sociabilidad y la emergencia de nuevos públicos políticos y
culturales hacen de la prensa satírica un objeto residual (en el sentido que asigna al
término Raymond Williams) y, después de 1890 convierten a la sátira exacerbada de
Sojo en un discurso fuera de lugar. El cierre de El Mosquito, así como la discusión entre
14
el Don Quijote de Sojo y el nuevo magazine Caras y Caretas (1899) son síntoma del
agotamiento de ese objeto; así como de la emergencia de nuevas o renovadas prácticas
políticas y culturales.
El capítulo 5 y último propone un recorrido transversal de sus publicaciones y
recorre diacrónicamente los cuatro anteriores. El interrogante que orienta este recorrido
es la pregunta acerca de la propiedad de la imagen en la prensa satírica: ¿a quién
pertenece una caricatura? ¿Cómo se apropian de ella dibujantes, lectores y esos lectores
especialmente involucrados, aquellos que son objeto de la misma? Se trata sobre los
modos en que se presenta la tensión entre palabra e imagen cuando los objetos de la
sátira son, a su vez, creadores de representaciones: escritores. Este problema se
analizará a partir de un recorrido sobre las producciones satíricas de las que son objeto y
sujeto quienes probablemente son los dos grandes escritores argentinos del siglo XIX.
Estos dos escritores, además, reclaman para sí el papel de los grandes "autores" de la
vida pública, Domingo F. Sarmiento y Lucio V. Mansilla.
El Apéndice, por último, reúne y sistematiza materiales surgidos de la búsqueda
en archivos y bibliotecas, así como material obtenido en repositorios virtuales. Está
compuesto de cinco secciones.
La primera de ellas es un "diccionario de nombres" de editores y dibujantes de
periódicos satíricos. Este "Diccionario" incluye información biográfica y bio-cultural
que, por su especificidad, se encuentra dispersa y fragmentada en los diccionarios y
obras especializadas; así como en el corpus consultado. Su reunión no sólo
complementa y contribuye a sostener las hipótesis que propone la tesis, sino que
permite trazar un -perfil -más: preciso -de los perfiles profesionales y de las prácticas
culturales vinculadas con la prensa satírica.
Una segunda sección consiste en un "listado operativo" de publicaciones
periódicas pertenecientes al corpus de la prensa satírica. De algunas de estas
publicaciones solo se conservan referencias muy acotadas o fragmentarias. La nómina
de estos periódicos no se encuentra completa ni en las historias de la prensa hasta ahora
existentes, ni en otro tipo de publicaciones especializadas. La reunión del conjunto de
estos datos permite advertir el peso de este tipo de publicaciones en su época.
La tercera sección reúne las "fichas técnicas" de los periódicos que constituyen
el corpus central de la tesis. En ella se sintetiza información vinculada con las
características formales, circulación y estructura -editorial de cada uno.
11
15
Notas a la Introducción
Caras y caretas, de hecho, lo considera así desde el momento en que, en sus primeros años, repasa a
partir de una serie de artículos la historia de la prensa ilustrada previa (y. Cuello: 1904a y 1904b; Barreda:
1905). Al reconstruir esta "historia", Caras y caretas se ubica cualitativamente fuera de esa trayectoria,
como una publicación "moderna".
17
Capítulo 1
Un problema antes que un objeto. La prensa satírica como constelación
Hacia mediados del siglo XIX, más precisamente, en 1846, William Wordsworth
dedica un soneto a un objeto nuevo que amenaza con pervertir no solo la jerarquía de
los sentidos. No se trata únicamente de que la lengua y el oído queden acorralados por
un ojo totalizador, del que se vuelven súbditos. Está en juego, además, la evolución del
ser humano, retrotraído a la vida de las cavernas y a la niñez de la humanidad merced al
vile abuse of pictured page. Más de dos décadas atrás; en 1822, un sudamericano, el
póeta Juan Cruz Varela, había podido estampar su "Oda a la invención y la libertad de
imprenta" y dar su "loor a Gutemberg" sin más preocupaciones que la denuncia de los
abusos que "el hombre" venía ejerciendo sobre este "invento feliz".' La Oda de Varela
ve en la imprenta un poder que permite la multiplicación universal de "cuanto precepto
la razón prescribe" y el diálogo con "los sabios del tiempo que ha pasado". El soneto de
Wordsworth, que comparte el reconocimiento de la capacidad de la palabra impresa -
spreading truth, and-making ¡ove expand- denuncia, en cambio, el riesgo de la caída en
ese dumb Art. Exceso, primitivismo, seducción de lo irracional: en poco más de dos
décadas, la imagen impresa ha hecho irrupción y convoca pasiones y riesgos que la
forma del soneto puede a la vez contener, estilizar y denunciar. 2
Desde los últimos años del siglo XVIII y durante la primera mitad del siglo XIX,
en las, Américas y en Europa, la imprenta, y la palabra y la imagen impresas suscitaron
reacciones que transformaron los modos de conocer, percibir y representar. La prensa
18
política ilustrada fue uno de los dispositivos que participó de esa transformación. Entre
este conjunto de publicaciones se recorta un objeto cultural y discursivo particular,
producto específico del siglo XIX: la prensa satírica.
Entiendo por "prensa satírica" un conjunto de publicaciones con rasgos formales
propios, cuya elección se orienta hacia la búsqueda de determinados efectos y que se
relaciona fluida y explícitamente, a través de diversas formas de mtertextualidad
(alusión, cita, parodia) con otros discursos. Así, la prensa satírica supone la articulación
de palabras e imágenes impresas en una publicación cuya finalidad se quiere inmediata
y eficaz en su capacidad de actuar sobre la realidad. Ya se trate de una burla evidente o
solapada de un personaje, de un suceso o de la introducción de un nuevo objeto, uso o
costumbre, el efecto mordaz —hiriente, censurador- busca en su discurso reemplazar o,
al menos, aplazar, cualquier argumento o explicación. 3 Articulación en un soporte
impreso de palabra e imagen, uso de la caricatura y retórica satírica son tres elementos
definitorios de un objeto que elude la definición generalizadora y ha sido descripto
habitualmente por definición extensiva (es decir, mediante la acumulación de estudios
"de caso"). 4
Como en otras repúblicas americanas, en la Argentina y en especial, en la región
del Río de la Plata, la prensa satírica cumplió a lo largo del siglo XIX una función
central en la vida política. Durante ese período, como lo han demostrado numerosos
estudios, predominó la llamada "prensa de opinión" por sobre la "informativa". La
prensa fue una institución clave para difundir y poner a prueba ideologías y
representaciones individuales y colectivas; así como para exponer y, a veces, resolver
conflictos entre facciones o entre grupos sociales con diversos intereses que, al mismo
tiempo, se articulaban muchas veces en y a través de los periódicos (Alonso: 1997 y
2004; Roman: 2003a y 2003b; Sábato: 1998 y 2008). Y esto porque durante buena
parte del siglo —al menos, hasta las dos últimas décadas— eran al mismo tiempo su
público más fiel. Por eso los periódicos —y, en menor medida quizá, las revistas y
semanarios- podían erigirse en foro de discusión al interior de su propio circuito
(quienes escribían en ellos o comprometían su imprenta en la edición, y el círculo
estrecho de sus lectores). Esto explica también que, a diferencia de lo que ha ocurrido
en otros contextos socio históricos, su papel en la construcción de identidades colectivas
fuera, con frecuencia, antes que disruptivo o contestatario, fuertemente ratificatorio de
las identidades, representaciones e ideologías de aquellos sujetos y aquellos grupos
(Alonso 1997, Roman 2003a).5
19
1
2
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1
Sarmiento según Antón Perulero (marzo de Sarmiento según La Presidencia, HI, 101,
1876, dibujo de Carlos Clérice - detalle) 13-11-1875; p. 2-3.
Caricatura sin firma (H. Stein?).
20
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discursos" pueden ser o no verbales: la sátira puede apuntar tanto al corpus que
constituyen las intervenciones públicas de un político (las de Juan Manuel de Rosas en
El Grito Arjentino y en Muera Rosas!), como a otro texto impreso y muy específico (los
Viajes de Sarmiento en el Sarmenticidio de Martínez Villergas, profusamente difundido
a través de la prensa); a la puesta en palabras de un acontecimiento puntual (la versión
de la construcción de la ciudad de La Plata o de las sesiones de las cámaras legislativas
en El Mosquito, por ejemplo); o a una serie de prácticas (de la inauguración de sesiones
en la cámara de diputados a la lectura femenina, nuevamente en El Mosquito; el uso o la
omisión del uso de la divisa punzó en El látigo federal o el risueño). Mucho más
habitualmente, se trata del cruce de varias de estas posibilidades. En todas ellas, y más
allá de los adjetivos, la "voluntad satírica" de estas publicaciones deja sus marcas en el
tipo de anclaje que las palabras ejercen sobre la imagen, y en la sintaxis del periódico,
que orienta la lectura en tal sentido.
por sus propios medios. Ambos descubrimientos constituyeron las bases materiales para
el desarrollo de la prensa ilustrada y abarataron progresivamente sus costos.
Desde aquellas primeras imágenes impresas para acompañar las noticias a fines
del siglo XVIII, las nuevas formas de reproducción y difusión de las imágenes, y
particularmente de las imágenes impresas, así como las mejoras en el transporte y los
nuevos modos de articulación económica y política mundial hicieron que el deseo de
ver más, y la avidez por poseer imágenes (Szir: 2009) crecieran también, con matices
que van de la curiosidad más o menos pragmática o instrumental (la necesidad de
consultar un manual o un almanaque para obtener un dato concreto) a una pasión y
hasta una manía (basta pensar en el coleccionismo de arte y la bibliofilia fin-de- sicle).
Pero más allá de la nueva escala en que estas curiosidades, pasiones y manías pudieran
y quisieran satisfacerse, un tipo particular de imagen impresa ganó rápidamente
protagonismo: hacia la cuarta década del siglo, en Europa, "la ilustración seria había
sido ya rebasada por la caricatura", señala Georges Weill (1994: 139). Desde entonces y
hasta fin de siglo, la prensa satírica habrá encontrado la fórmula de su éxito: caricaturas
o ilustraciones caricaturescas que organizaban un mundo paralelo y en diálogo con el de
los textos periodísticos, con el que no pueden —por motivos técnicos- compartir una
misma página. Dominada por la "voluntad satírica", la oposición escrito/dibujado y sus
múltiples figuras (lo ilustrado como comentario de lo escrito, como ilustración, como
ampliación, como discusión, como variación, como traducción, como discurso
autónomo o en paralelo ... ) organizará así el estilo y el discurso de cada uno de los
periódicos satíricos. Hacia 1890, la difusión local de los avances fotomecánicos que
posibilitaron la inclusión y reproducción mecánica de imágenes en la misma página que
el texto verbal, transformarían radicalmente esas condiciones, y también esas prácticas y
modos de experimentación, renovando, una vez más, objetos y prácticas (entre estos
objetos se destaca el magazine, que supone un nuevo tipo de vínculo entre palabra e
imagen, unas nuevas prácticas de lectura y de consumo de ambas, y cuyo modelo local
• por excelencia es Caras y Caretas) (Szir: 2009b; Tell: 2009).
primeras décadas del siglo siguiente, impulsaron y fueron acompañadas por esta
"agitación gráfica".' ° Los estudios de fisonomías, y acerca de la belleza y la fealdad
llevados a cabo por el grabador, ilustrador y pintor satírico británico William Hogarth,
así como la popularidad que alcanzó la suscripción para las reproducciones de sus
dibujos satíricos, indican ya la renovación de la búsqueda reflexiva en tomo a
representación y producción estética, y la emergencia de una nueva sensibilidad del
público ante este tipo de ilustraciones." Más tarde, el éxito de los periódicos ilustrados
y la consiguiente demanda de caricaturas, lograron que en un tiempo relativamente
breve periodistas, impresores y dibujantes se entrenaran en el ejercicio cotidiano de
encontrar el trazado de una imagen eficaz para acompañar a un texto, y
complementariamente, en la búsqueda de las palabras que mejor resaltaran la agudeza
del hallazgo de un caricaturista. La prensa satírica, que tuvo un desarrollo
particularmente importante en Francia y en Inglaterra, fue «la premiare famille de
journaux á avoir intégré le dessin comme un composante de la fabrication de son
discours », que se articuló en « une forme de discours original et cohérent, fondé sur une
mécanique discursive élaborée á partir de procédés textuels ». Los periódicos se
convirtieron así en "máquinas de guerra": «machines á produire de la satire en flux
tendu» (Erre, 2009: 1).
La fluida circulación de este nuevo objeto que es la prensa satírica no puede
naturalizarse, desde ya, como determinada únicamente por ciertos progresos técnicos, y
para comprenderla es necesario detenerse en lo que Ernst Gombrich ha defmido como
"That all-important moment of transition when myth fades into metaphor" (Gombrich,
1999: 188). Gombrich ha advertido que no existen caricaturas en el sentido moderno del
término antes de principios del siglo XVII. Como la sátira, en el núcleo primigenio de la
caricatura anida la magia simpática, y por tanto, para hacerse visible como ilustración
debe desaparecer, justamente, el "juego con el poder mágico de la imagen" (Kris, 1964:
52). Como la sátira, la caricatura moderna requiere de un horizonte desacralizado: "para
que tal juego sea lícito o se institucionalice es preciso que la creencia en la eficacia real
del hechizo esté fuertemente dominada" (ibíd.). Alrededor del 1600 —explica
Gombrich— Annibale Carracci, dibujante, pintor y grabador que defendió la pintura
clásica frente al manierismo, comenzó a retratar a sus amigos y conocidos como
animales. Carracci, quien habría sido el inventor de la palabra "caricatura", reclamaba
para este arte la misma dignidad que para los pintores clásicos. Gombrich subraya el por
qué: su verdadero descubrimiento habría sido que la distorsión deliberada de un
25
individuo —el tropo que defme al género— puede producir tanto un efecto estético como
un efecto de identificación mayor que el suscitado por el parecido mimético: "similarity
is not essential to likeness" (...) "The real aim of the true caricaturist is to transform the
whole man into a completely new and ridiculous figure which nevertheless resembles
the original in a striking and surprising way" (Gombrich, 1940: 12).
A partir de entonces la caricatura se desarrolló desde diferentes miradas y
mediante distintos soportes (dibujos, pinturas, esculturas). Al trasluz de este recorrido
pueden leerse las historias de los patrones de belleza y fealdad, de los conceptos de
"humano" y "no humano", así como, con una altísima concentración semiótica, los
vaivenes más inmediatos y más minuciosos —a veces, los más superficiales; otras, los
más ínfimos— de los conflictos políticos, sociales, económicos y culturales que suponen
cada una de sus irrupciones. La "revelación" de un nuevo rostro, una nueva imagen y un
nuevo sentido producidos por la caricatura supone una de las "invenciones artísticas"
más complejas: la que permite captar la expresión fisiognómica y suscitar su
reconocimiento (Gombrich: 1960). Las variaciones de este arte hacen jugar
proporciones complementarias (pero nunca equivalentes) de esquematización y
experimentación (Steimberg: 2001).
El continuo estético que va de los romanticismos al realismo no pudo sino
constituir una conjunción favorable al desarrollo de la cancatura en sus múltiples
formas e inflexiones, como lo prueba la obra de artistas tan diversos como William
Hogarth, Paul Gavarni, Edward Lear, John Tenniel, Honoré Daumier, J. J. Grandville,
Adolf Oberlander o José Guadalupe Posada, por citar solo algunos. Lo prueba también
la curiosidad y la avidez contemporáneas por de este tipo de imágenes, en las que la
representación mimética y el concepto de identidad subjetiva y de identidad colectiva
son expuestos y desafiados.
Al combinar palabra e imagen, la circulación de la prensa satírica dibuja un
rastro previsible o convencional, en tanto se ciñe a un discurso de altísima codificación
determinada por su tradición estética y por su voluntad moralizante, el de la sátira. Pero
este rastro resulta interferido, con cierta frecuencia, por la necesidad o la decisión de
provocar un efecto novedoso, de sorprender al lector. En esas interferencias pueden
leerse percepciones de la "norma" y de la deformidad estética y moral de una
comunidad. En la historia de esas disrupciones, en las fugas de experimentación de la
prensa satírica está condensado un modo social de imaginar y de reír que ya no nos
pertenece, y que deja inferir la cultura de una época.
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adelantos tecnológicos que disparan su carrera hacia la segunda mitad del siglo) se
vuelven caricaturizables. Esta novedad suscitó el que, a lo largo del siglo XIX y en los
inicios del XX, la caricatura impresa no solo fue uno de los modos en que vastos
sectores de público tomaron parte de esa experiencia moderna, sino también un foco de
interés -de curiosidad estética- de espectadores y lectores especializados. Esto se
evidencia ya bajo la forma de textos que se centran en las relaciones entre caricatura y
risa, de sus principales artistas; o bien de otros que conjugan las pasiones
decimonónicas del coleccionismo y la bibliofilia (como aquellos en que Champfleury
organiza una historia de la caricatura desde la Edad Media, o los de Eduard Fuchs, sobre
los que ha llamado la atención Walter Benjamin (1937)13); o también de otros, más
cercanos al ensayo, que trazan las primeras hipótesis para reflexionar sobre la caricatura
en su especificidad formal y como texto productor de sentidos sociales.' 4
La concentración del trazo caricaturesco, que resuelve en pocas líneas
concentradas el efecto semiótico que quiere provocar, se resignifica en el siglo XIX en
su capacidad para captar la fugacidad; en el carácter efimero del arte que, no importa
cuán prolijo sea su diseño, produce lo que se percibe como acelerada modernización.
Como el de Constantine Guys en la interpretación que le da Baudelaire, el arte del
caricaturista es el del pintor de la vida moderna. La relación entre caricatura y
modernidad en este sentido acotado —la que partiría de la "doble revolución", y mucho
más concretamente, se vincula con los procesos políticos, económicos y culturales, y
con las transformaciones técnicas y tecnológicas de efectos modernizadores que se
aceleran en la segunda mitad del siglo XIX— ha dejado su impronta también en la
historia de la palabra que da nombre a este arte. Pese a las precisiones -de Gombrich y
otros estudiosos, entre fines del siglo XVIII y del siguiente, su extensión abarca una
serie más amplia de imágenes. A principios del siglo XIX, es un término "de moda",
que abarca tanto a las caricaturas estrictamente dichas (los portrait charge, en los que la
deformación de la fisonomía de un individuo en particular es el rasgo distintivo), 15 de
otros dibujos satíricos (cuyo objeto puede ser un individuo o un "tipo", un evento o una
"moda" o "costumbre") o incluso, meramente humorísticos sin intención satírica e
incluso, a imágenes que no tienen ningmí rasgo caricatural (Vaisse, 2007: 33-34). Lo
que liga a este conjunto de piezas dispersas, en cambio, es su intención pragmática: en
un momento en que la prensa periódica es instrumento y motor de la lucha política y
centro de configuración de la opinión pública, dibujar caricaturas es ubicarse en un
espacio de lucha. Las caricaturas son "armas" que dibujantes, impresores, periodistas y
28
todo el conjunto de los enunciadores del periódico comparten con los lectores, en su
búsqueda, de defender valores modernos: libertad, justicia, progreso (Vaisse, 2007:
36).16 Aun cuando muchas veces el blanco de la cancatura (como, por su parte, suele
suceder también con la sátira) se orente un sentido diverso, y más bien retardatarió, al
atacar lo novédoso, la moda, lo efimero, lo excéntrico.
Baudelaire, que sintió curiosidad y exploró las imágenes no solo de Constantine
Guys sino de diversos ilustradores y caricaturistas europeos contemporáneos, propuso
un principio poético para ese lenguaje. Al reflexionar sobre la 'famosa poire con que
Daumier caricaturizó a Luis Felipe; 17 Baudelaire descubrió que constituía un "símbolo"
al que se había llegado mediante una "analogía complaciente": "A partir de entonces
bastaba con el símbolo. Con esa especie de argot plástico se era dueño de decir y de
hacer comprender al pueblo lo que se quisiera" (1857: 7l).18 Almirar las páginas de un
mismo semanario o periódico, personas de diferentes edades, clases sociales, residentes
en lugares distantes e incluso hablantes de lenguas diversas, comenzaron a participar de
un universo de interpretaciones y de códigos común; un fenómeno que, si no resulta
asimilable al de la cultura de masas, comenzó a modelar intercambios propios de una
cultura de mezcla.
cierto, un hallazgo decimonónico. Varios de los estudiós clásicos sobre el tema (Elliott
1960; Hodgart: 1969) parten de una concepción antropológica de la sátira, en la que esta
cumple funciones sociales y gnoseológicas básicas, en tanto canaliza "impulsos
agresivos" y su presencia supone la progresiva entrada en razón de un universo de
vínculos sociales dominado por la magia simpática (la creencia en la posibilidad de
debilitar al enemigo a través de la injuria verbal o la deformación de su imagen;
hipótesis que están presupuestas en los sutiles planteos de Gombrich). Al igual que lo
grotesco, un concepto con el que tiene múltiples vínculos (Kayser: 1964), la sátira se
expresa así en soportes y prácticas diversas, que incluyen muy especialmente los
universos de lo verbal y lo plástico-visual.
La injuria constituiría uno de los límites externos del discurso satírico, en tanto
supondría la falta o la subordinación tanto del "valor" implícito que la sátira defiende en
su embate como de la elaboración retórica al impulso agresivo. 21 Como aquella, la sátira
sería, desde algunas perspectivas, un discurso privilegiado para ver en acción la
"función poética" descripta por Roman Jakobson: "Una maldición, como todas las
formas literarias, es eficaz en cuanto está bien compuesta, con ritmo atractivo, hábil
22 En
retórica, convincente argumento y auténtico contenido" (Hodgart, 1969: 16).
términos sumamente generales, entonces, se define como "sátira" o se califica de
"satírico" a aquellos discursos que exhiben un componente de agresividad (Elliott:
1960), con una ostensible "intención" moral censoria cuyo blanco puede ser ya un
personaje o suceso determinado, ya un "tipo" u otra clase de construcción conceptual
abstracta. En todos los casos, este "blanco" es contemporáneo del enunciador del texto;
por eso, la sátira recorta el perfil de lo censurable, y -también de lo vulnerable para una
comunidad y una época determinadas. Al mismo tiempo, permite conocer los medios
que determinada comunidad (la comunidad que, imaginariamente, comparten quien
emite la sátira y el público que supone reagrupado en torno suyo) considera más
agresivos, y más eficaces para la elaboración estética de esa agresión. La prensa satírica
acuña una alianza entre palabras e imágenes que da cuenta, así, de todos estos
elementos: sus páginas trazan un recorrido cuyos límites son aspectos clave de la moral,
la emotividad y la violencia tramados por la cultura de su época.23
31
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"Paz y administración"
Don Quijote, 1888
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la I,I.ri.
algo diferente, tiene también el valor de develar una. verdad moral: denostar otras
virtudes que (como sugiere Quevedo respecto de las de la doncella) Castañeda cree
• menos valiosas de lo que el consenso de su época proclama.
La productividad de estos recursos y procedimientos concçptistas es evidente
además en muchas imágenes satíricas del siglo XIX (aun cuando estas imágenes, desde
• ya, puedan encóntrar también otros antecedentes en la historia de la cultura visual). Así
sucede, por ejemplo, con estas caricatúras de Dardo Rochá, gobernador de la provincia
de Buenos Aires entre 1881 y 1884. Rocha fue un decidido impulsor de la creación de la
capital de la Provincia de Buenos Aires, la ciudad de La Plata. Este proyecto implicaba
una -importante reasignación de recursos económicos para la Provincia, que muchos
sectores consideraron un negociado. 27
- Y •-
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'
Aun cuando podría reconocerse una tradición plástica para este tipo de imagen,
el principio constructivo•deia--caricatura de-Dardo Rocha (1838-1921) en El Mosquito
es exactamente el mismo por el que Castañeda construye sus monstruos verbales. La
yuxtaposición de elementos heterogéneos se resuelve a su vez, en el discurso verbal, en
un símbolo: Rocha tiene una bota en la cabeza porque se ha hecho de un verdadero
"botín": la ciudad de La Plata.
Un caso asimilable es el de las caricaturas de Héctor F. Varela (1832- 1891),.
político, peñodista y —haciendo salvedad del anacronismo- verdadero "animador
34
- -,
Tapa (detalle).).
"...Si Varela ha tocado, toca y tocará el bombo, la culpa no la tenemos nosotros, y por último, no es
ofensivo decirle que toca el bombo á un hombre que lo toca. (...)" ("Cumple años", El Mosquito, IV,
158, 24-5-1866, p. 1, c. 1; artículo aniversario en-que-repasa-los rasgos de sus-principales
caricaturas).
Pero lo que sin duda distinguía a Varela era su disfrute de los mecanismos de la
autopromoción, para los que mostraba una notable inventiva. Aunque el Diccionario de
la Real Academia Española recoge el término "autobombo" solo a partir de 1936,29 sin
duda ese es el concepto que funden las caricaturas: un híbrido simpático, pero algo
monstruoso, de hombre y bombo, inseparables en sus anatomías.
35
necesariamente un valor político, que la sátira, por otra parte, no deja de exponer y
reforzar. 30
Un segundo motivo por el cual los estudios de la sátira del Siglo de Oro resultan
especialmente pertinentes para pensar la prensa satírica del siglo XIX es su interés en
examinar términos como "burlesco" y "jocoserio", presentes también, como ya se
adelantó, en los subtítulos de estos periódicos. Pérez Lasheras, por ejemplo, subraya la
importancia de la voz "burlesco" en el pasaje del siglo XVI al XVII. Mientras que
"sátira" referiría cada vez más acentuadamente al ejercicio de una práctica censoria y
moral, lo "burlesco", aunque de definición aún más compleja, se constituye como
"categoría literaria" (Pérez Lasheras, 1994: 152) hacia 1580 y apunta al desarrollo de un
género literario defmido, vinculado con el predominio de los "aspectos jocosos e
intrascendentes de la realidad y la evasión en un humor que surge con fuerza inusitada"
(139). Se entiende entonces que, a diferencia de lo que ocurre con la sátira, el humor
tiene un lugar definitorio en lo burlesco. Por eso, esta categoría se vinculará, a su vez,
con la definición de la comedia, y los cambios de la estructura de los géneros literarios
en el siglo XVII (y en "la desintegración genérica de la sátira" que le sucederá; Pérez
Lasheras, 1994: 187).
Este deslinde entre lo "burlesco" y lo "satírico" se corresponde además con un
sintagma que no es solo un tópico, sino que expresa la cosmovisión barroca: "burlas y
veras". La designación de "jocoserio" -el adjetivo está registrado en el Diccionario de
Autoridades de la Real Academia Española de 1734- refiere a esa misma "estructura del
sentir", y es muy frecuente en diferentes composiciones poéticas y teatrales del Barroco
-español y del período colonial hispanoamericano así como en las caracterizaciones de
esos textos propuestas tanto por estudios contemporáneos como por la crítica
posterior. 3 ' El adjetivo "jocoserio" pervive en composiciones hispanoamericanas
neoclásicas y aún románticas, entrado el siglo XIX, como en el Diálogo jocoserio sobre
la Independencia de la América (1821), de Fernández Lizardi; "La Malambrunada o la
conjuración de las viejas contra las jóvenes, poema jocoserio en cinco cantos", de
Acuña de Figueroa (1837), o incluso en Mefistófeles. Drama jocoserio, de Esteban
Echeverría. La estructura del sentir y el entramado epistemológico y cultural que
subtienden a este concepto ha, sin duda, cambiado de manera progresiva pero
fundamental. En el momento romántico los cuadros y artículos costumbristas
vehiculizan aún la potencia moral de la sátira a través del ataque sobre ciertos "tipos"
..).32
muy, característicos (la vanidosa, el rico reciente, el erudito vacuo,. Pero la
37
considerar los rasgos "pioneros" con que estas publicaciones, ajenas a su objeto, podrían
echar luz sobre él. Por todo esto, la "prensa satírica" no constituye ni puede constituir en
ellos un objeto de estudio diferenciado. 39
Más específica, la historia de las Revistas argentinas del siglo XJX de Cavalaro
(1996) avanza al deslindar los productos del diarismo de las "revistas", sobre las que se
centra, para detenerse, cuando es pertinente, en sus rasgos ilustrados y en el uso de la
sátira. 40 Un artículo de Aurora Sánchez, por fm, tiene el mérito de definir el recorte
desde su título "la prensa satírica" (1996). No obstante, Sánchez no provee ninguna
definición para este corpus, y es evidente que la legítima (y lograda) meta de su artículo
no es la de presentar un objeto diferenciado (formal, funcional, contextualmente) sino
trazar un recorrido diacrónico que apunta algunas irrupciones de la sátira impresa. Se
trata sin duda de un muestreo interesante para asomarse a la cuestión, que parte de la
primera irrupción de la sátira en un periódico (El Argos, un diario que, al modo de la
prensa de las dos primeras décadas del siglo XIX, hace uso de la sátira, pero que
dificilmente puede adscribirse al conjunto de la "prensa satírica" definida en términos
de sus rasgos formales, funciones o voluntad de intervención) y se cierra con la
enumeración de una serie de publicaciones posteriores a Caras y Caretas (PBT, Don
Goyo ... ), así como de otras publicaciones impresas en las que se incluyen textos o
imágenes humorísticas (en un arco tan diverso que abarca, por ejemplo, a El Hogar o la
revista El Gráfico). Se impone así una mirada general que se desliza de la "sátira"
propiamente dicha a una noción más amplia de "humorismo", guiada entonces por una
intención y un efecto risueño antes que por una hipótesis sobre los procedimientos de
-- producción de -los textos; sobre- sus condiciones de posibilidad materiales y simbólicas,
o su recepción.
Entre los pocos trabajos que, por el contrario, distinguen a la prensa satírica
como un corpus con rasgos formales y funciones específicas está el de Eduardo Romano
(2004). Afin en ciertos aspectos a los trabajos semio-sociológicos mencionados, el
ensayo de Romano (2004) parte de la definición de la "prensa satírica" o los
"semanarios satíricos y burlescos" como uno de los antecedentes o precursores del
magazine de fines de siglo, y en particular, de Caras y Caretas, producto, sensor y
estímulo de la Revolución en la lectura a la que alude el título de su libro. Los
"semanarios ilustrados" serían otro de esos antecedentes. A diferencia de estos dos tipos
de publicaciones, Caras y Caretas se definiría como un texto "popular" y "moderno",
capaz de lograr un equilibrio entre "arte y mercado" (185) y que intenta sopesar
43
periódicos de los exiliados en Montevideo durante el segundo gobierno de Rosas son los
que configuran el primer modo de la prensa satírica, en ellos se combinan y cristalizan
una serie de elementos, procedimientos y prácticas que, lógicamente, reconocen
antecedentes en otros textos. Por eso, para delinear el comienzo de la prensa satírica
resulta necesario volver hacia atrás, y reconstruir los usos e irrupciones de la sátira en
los periódicos que los precedieron y fueron dando forma a modos de interpelación y a
procedimientos retóricos que se recombinaron más tarde en este objeto nuevo.
En tanto discurso agresivo y que se quiere transgresor, que denuncia o devela lo
que busca censurar, la sátira está estrechamente vinculada a la puesta en evidencia de
una legalidad formal o de normas sociales que fustiga, o quizá más a menudo, busca
sostener. Durante la época colonial fue frecuente, en el Río de la Plata así como en
diferentes zonas de los dominios hispánicos, 4 la difusión pública de manuscritos cuyo
'
objeto era
desahogar el rencor de los oprimidos o de los impotentes contra la autoridad
dominante, y la ironía mordaz de los pasquines, el verso cáustico, la copla
insolente, la prosa mal zurcida se mezclaban en hojas sueltas que se hacían
circular por la ciudad de casa en casa o se fijaban en las esquinas, antes y
después de la introducción de la imprenta. (Pillado, 1943: 151)
Estos escritos fueron lo suficientemente irritativos como para que, hacia fmes del siglo
X\TuI, una serie de disposiciones de la Corona borbónica buscaran regular los
contenidos y la circulación de este tipo de impresos en la Península y en sus colonias.
Durante la segunda mitad de ese siglo se registran los primeros procesos sudamericanos
contra la "fijación de pasquines" .42 1779 parece haber sido un año especialmente
propicio para su creación y divulgación. Por entonces, el Virrey Juan José Vértiz y
Salcedo había comenzado a implementar un incremento en el sistema de tasas
impositivas; reforma que despertó el activo descontento de los comerciantes que se
verían perjudicados. En marzo de ese año aparecieron una serie de papeles, fijados en
parajes públicos donde "se representaban con figuras grotescas al Intendente y al
contador Francisco de Cabrera, cabalgando en burros camino a la horca, con
inscripciones alusivas al mal desempeño de sus cargos, acompañadas de amenazas y
maldiciones" (Pillado, 1943: 161). Como se advierte, la protesta desplegaba
ejemplarmente las dimensiones "mágicas" de la sátira y la caricatura. Tanto, que los
escritos fueron acompañados además por el asedio a la casa del contador Cabrera por
47
parte de una serie de "embozados de mal aspecto" (ibíd.), que más tarde concretaron
una acción intimidatoria contra él.
A esta primera aparición de la caricatura satírica política de que se tiene registro
siguió otra pocos meses después, que ha sido presentada como la aparición de la
primera "hoja satírica" de Buenos Aires (Vázquez Lucio: 1985; Sánchez: 1990). Su
título era: "Noticia individual de los sujetos y las cosas que más chocan en esta ciudad
de Buenos Aires". Esta "Noticia....", manuscrita llegó en agosto de 1779, bajo sobre
cerrado, a manos de Francisco Antonio Escalada, un adinerado comerciante en cuya
casa se celebraban regularmente tertulias. El pasquín consistía en una lista de "45
clasificaciones", es decir, de una nómina que aludía, explicitando o no su nombre, a
otros tantos personajes notables de la vida porteña de entonces, a quienes se atribuía
algún rasgo más o menos agresivo o ingenioso. La lista incluía a hombres y mujeres, y
entre los primeros, a varios funcionarios estatales. Por este motivo, conocido el
manuscrito, el Virrey Vértiz, en cumplimiento de aquellas resoluciones de la corona
española, ordenó una investigación para encontrar a los autores de estos
papeles sediciosos, que se leen incautamente, sin conocer el artificio de sus
compositores y contraventores de las disposiciones prohibitivas respecto de pasquines,
sátiras, versos, manifiestos u otros papeles injuriosos a personas públicas o a cualquier
particular, (••)43 (Pillado, 1943: 170)
Cabello y Mesa, terminó sus días antes por el "Retrato político-moral del gobierno
secular y eclesiástico, antiguo y moderno de la Sierra del Perú" (como se adivinará, un
"retrato" deformante) que por la letrilla escatológica firmada por "El poeta médico de
las almorranas". Esta última era heredera evidente de las de Quevedo y remitía al tópico
de la avidez económica y a la charlatanería de los médicos. Como tal, podía en todo
caso resultar soez, pero su agresividad era fácilmente codificable en las convenciones de
una tradición literaria—. 47
Ya en el contexto republicano, la circulación de las primeras caricaturas políticas
impresas se intensifica en la tercera década del siglo. Suele referirse que la primera
imagen caricatural impresa que circuló en la prensa argentina fue la de un burro que
exclamaba "Viva la Religión!", incluida en el Suplemento del Argos (8 de marzo de
1824), como comentario a una proclama del general peruano Pedro Antonio de Olañeta,
quien se había apoderado del trono virreinal en Perú (Sánchez, Vázquez Lucio 1988:
28-29). Las declaraciones regalistas y proclericales de Olafleta volvieron a aparecer
acompañadas por la imagen del burro, en una metáfora muy simple pero visualmente
eficaz para el periódico liberal porteño.
Menos grato parece haber sido el recuerdo de las caricaturas de José de San
Martín y de O'Higgins que circularon ampliamente a uno y otro lado de los Andes
pocos años antes (entre 1818 y 1819), y que hablan, en cambio, no de la ridiculización
de una idea, sino de la importancia en la lucha política de la degradación de la imagen
de los líderes y símbolos de las luchas independentistas.
49
El general [José de] San Martín, con orejas de burro, y con los "acuerdos de la Logia" en su cartera,
abiiljá sóbre un asno ([Bernardodej O'Higgins)y arriando a una manada de ovejas-nos "pueblos
de Chile"). El asno- O'Higgiñs defeca sobre IGregorio] Tagle, Ministro de Relaciones Exteriores de
las Provincias Unidas del Río de la Plata. Tagle, a su vez entrega al Director Supremo [Juan Martín
de] Pueyrredón el oro de Chile. Pueyrredón pisotea el "Estatuto".
-
50
coyuntural y, por eso, novedoso). Al igual que sus contendientes, unitarios y liberales, el
puñado de periódicos proclericales y antirrivadavianos que se publican durante la
década de 1820 resulta un prolífico muestreo de la actualización de agudezas más o
menos logradas, pero de evidente raíz áurea. 49 Pero también los periódicos que optan
por otro tipo de inflexión y de recursos satíricos, como las hojas gauchescas que por
entonces publica Luis Pérez, 5° por ejemplo, participan por entonces de esta sociabilidad
impresa en la que la sátira "marca el tono" del intercambio político. Y es que si el grado
de agresividad que conlleva la sátira es innegable, no resulta, en cambio, intempestivo o
fuera de lugar. El uso del discurso satírico y de los recursos, tropos y procedimientos
literarios específicos propios de la sátira se revela así como un entramado común, un
código o "lengua franca" que atraviesa tradiciones culturales (la iluniinista-neoclásica
que deja filtrar la lengua del Siglo de Oro, la gauchesca, los ensayos y combinaciones
entre una y otra), al que apela cualquier individuo o cualquier grupo que busque instalar
una discusión, hacer una denuncia o negociar un espacio de visibilidad pública para sí y
para las ideas que defiende.
' •
.*JVIL pr es el e10 sensatos, y no con gauchi-politicos,
mequetrefes, votarates y virotes.
Esta gracia os pedimos Señor, por la
paciencia en que sufres á Ribadavia,
"Oración" antirrivadaviana publicada en La Verdad Sin Rodeos y por la mediacion y méritos de
el (l826) Jesucristo, que contigo vive y reina
por los siglos de los siglos. AMEN.
Una década más tarde, sin embargo, surgirán una serie de publicaciones que sus
contemporáneos nombraban —y más tarde, recordarán— como "periódicos inmundos".
Estas publicaciones se vuelven memorables a lo •largo del siglo por ser consideradas
extremadamente indecorosas, burdas o, llanamente, soeces. Pero no son ahora las
referencias escatológicas —como las de las "almorranas" del Telégrafo o la "Apología
del carajo"— las que promueven el escándalo. Lo que provoca el rechazo y la denuncia
52
1 -
hasta hace poco no se había hecho notar ciertos rasgos importantes vinculados al género
de estas estampas y su emergencia. Como muchas otras que circulan
contemporáneamente en otros países de Am. érica, Europa y Asia, las estampas
costumbristas de Bacle formaban parte de una "moda": la de los álbumes de
vestimentas, tipos y costumbres que venían publicándose en diferentes partes de
América desde el siglo XVIII, y cuya difusión se incrementó durante las primeras
décadas del siglo XIX. Las ilustraciones costumbristas de estos álbumes daban forma a
una sensibilidad romántico-nacional, que se organizaba visualmente mediante la
ratificación de imágenes de "usos y costumbres" "típicos" (como "la tapada" limeña, o
los "gauchos" sudamericanos). Pero al mismo tiempo, el análisis de sus condiciones
materiales de producción —vale decir: su carácter impreso, su reproductibilidad a gran
escala, su reutilización para ilustrar diferentes "trajes" o "tipos" nacionales— exhibe los
muy productivos mecanismos de construcción de representaciones y sensibilidades
"nacionales" (Majluf; 2006).
En el caso de Bacle, el proceso se complejiza más aún por la intensa politización
de la vida privada que tiene lugar en el Río de la Plata durante el segundo gobierno de
Rosas. En este contexto, y más allá del indudable atractivo que ofrecería a la serie, no es
casual que Bacle eligiera intercalar, entre las treinta y seis litografias de su Trages y
costumbres de lá Ciudad de Buenos Ayres (1834) una serie de seis estampas
caricaturescas: sus Extravagancias de 1834, reunidas en el quinto cuadernillo de la
60
colección. Se trata de la celebrada "serie de los peinetones".
"Peinetones en la calle". Lámina de la serie litografiada por Bacle para sus Extravagancias de
1834 (Archivo General de la Nación - Dpto. Fotográfico - Argentina)
56
Notas al Capítulo 1
El poema de Varela está fechado en 1822 (y. Juan Cruz Varela, Poesías, Buenos Aires, Imprenta de La
Tribuna, 1879). En sus primeros versos, la Oda de Varela hace referencia al poeta español Manuel José
Quintana, quien había publicado una "Oda a la invención de la imprenta", que tuvo dos versiones (1800 y
1808).
2
Particularmente, la imagen impresa vinculada con colecciones de libros populares o de prensa popular.
Sin embargo, la edición americana de 1852 de los Complete Poetical Works de Wordsworth está, si no
profusamente ilustrada, sí encabezada por un dibujo de un busto del poeta, seguida de otras dos
ilustraciones que funcionan a modo de frontispicio (y. Reed, Henry (ed.), William Wordsworth, Complete
Poetical Works, Philadelphia, Troutman & Hayes, 1852).
En un trabajo dedicado al estudio de los periódicos franceses revolucionarios publicados durante 1789,
Claude Labrosse y Pierre Rétat (1989) sugieren un criterio de clasificación para las publicaciones de que
se ocupan. Su clasificación propone integrar el análisis de tres tipos de elementos distintivos: los rasgos
de formato (editorial y gráfico), las funciones que cumplen o buscan cumplir estas publicaciones y, por
último, su estatuto como objetos a la vez "referenciales y textuales". Si bien el objeto de Labrosse y Rétat
no es el mismo que el de esta investigación, y que el corte sincrónico se opone a la diacronía de la serie
que intento analizar, se trata en ambos casos de conjuntos de publicaciones periódicas, fuertemente
determinadas por la vocación de actuación inmediata y agresiva, y por un alto grado de heterogeneidad
entre sus componentes. Considero, por eso, que su propuesta resulta productiva para asediar la definición
de la "prensa satírica".
Algunos de ellos sumamente sugerentes, como por ejemplo, para la prensa periódica en general —por
citar solo algunos ejemplos— los de Duncan (1988), Sábato y Cibotti (1990) o Alonso (1997, 2004b); para
la prensa ilustrada los reunidos por Malosetti y Gené (2009), así como también el de Szir (2007), y para la
caricatura, los de Vázquez Lucio (1988), o especialmente, con un enfoque teórico mucho más
contundente, Malosetti (2002).
También Fausta Gantús señala, aunque como excepción, la emergencia en el México de mediados del
siglo XIX de un tipo de publicación periódica satírica cuyo fm es antes "exaltar" que "escarnecer" a su
objeto (Gantús, 2009: 203-204).
6
En 1853 Benito Hortelano, editor y tipógrafo español, comenzó a publicar una revista ilustrada que
incluía en cada edición cuatro o cinco grabados producidos por clisés procedentes de Francia (Szir 2009:
13). Pero es sobre todo hacia el fmal de siglo, cuando las revistas ilustradas —entre ellas: La Ilustración
Argentina (1881-1888), El Sudamericano (1888-1891), La Ilustración Infantil (1886-1887), Revue
Illustrée du Rio de la Plata (1889-1906), ¡jjPf.l!!-jjPaffl!! Semanario Ilustrado (1891-1893), La
Ilustración Sud-Americana (1892-1906)—, se convirtieron en proyectos que, si seguían siendo ambiciosos,
encontraban renovadas y mejores condiciones técnicas para su producción (particularmente, las
vinculadas con las nuevas tecnologías de reproducción de la imagen, que favorecían la autonomía de la
imagen en tanto no permitían combinarla con texto en una misma página), así como también un apoyo
más sostenido por parte del público. Las revistas ilustradas fueron además el lugar donde ilustradores y
artistas plásticos encontraron un espacio de reunión, por una parte, y de ejercicio y experimentación, por
otra, que abrió paso a los procesos de profesionalización de sus habilidades y disciplinas (Romano: 2004;
y, esp., Malosetti Costa, 2001; Szir: 2007, 2008 y 2009; Baldasarre: 2009). Es decir que cumplieron
funciones análogas a las que poco antes habían llenado las redacciones y a las páginas de los diarios
"modernos" para escritores y periodistas (Ramos).
Los subtítulos que acabo de enumerar corresponden a las siguientes publicaciones de Buenos Aires:
Aniceto el Gallo. Gaceta jocoso-tristona y gauchi patriótica (1853), La Cencerrada. Diario cómico al
uso de los hombres serios (1855); E/Diablo. Diario satírico-burlesco (1853-1854), Periódico Semi-serio,
satírico y burlesco (1856). Todas las referencias son de la Guía histórica publicada por la Academia
Nacional del Periodismo (1998).
El hecho de que los periódicos elegidos para estos ejemplos se hayan publicado por primera vez más o
menos contemporáneamente, y en el momento en que la adjetivación de "satírico/a" emerge y se hace
frecuente en la prensa local refuerza la idea de la búsqueda de una "constante con variaciones" para su
denominación por parte de editores e impresores.
8
Las formas fijas o cristalizadas convocan a la sátira y por tanto, la costumbre de los subtítulos lo hace
también, y se vuelven a veces paródicas, a veces meramente alambicadas. En ocasiones el subtítulo
aparece así, antes que como orientación o adscripción clasiflcatoria, como prueba de que la sátira no sólo
se declara sino que se ejerce. Véase, estos dos ejemplos de subtítulos de periódicos de Buenos Aires, uno
en clave hiperbólica: El Duende. Diario sin hoja fija; satírico y cáustico-picante (1853); y otro, (i,auto?)
irónica: Don Adolfo. Semanario político de caricaturas y otros excesos (1875).
58
"La litografía, descubierta en Munich a fines de los años 1790 por Alois Senefelder, era un proceso
gráfico de reproducción, diferente a los que se conocían hasta ese momento —como la xilografia que
utilizaba planchas de madera talladas en relieve, y el grabado en cobre o huecograbado, que utilizaba
planchas metálicas trabajadas en hueco- y que consistía en una piedra caliza en la cual se dibujaba o
escribía con un lápiz litográfico, la piedra se humedecía y luego se entintaba, las marcas grasosas del lápiz
litográfico retenían la tinta que la piedra húmeda rechazaba. Seguidamente se colocaba el papel sobre la
piedra y se imprimía ejerciendo presión con la prensa sobre el papel y la piedra. Pero, como se ha
destacado, este proceso no comparte con la tipografia el sistema técnico, ya que sus planchas planas no
pueden imprimirse conjuntamente con las formas tipográficas con sus tipos en relieve" (Szir, 11)
10 A propósito de otra Revolución, la de 1830, observa Charles Baudelaire: "La révolution de 1830 causa,
comme toutes les révolutions, une fiévre caricaturale. Ce fut vraiment pour les caricaturistes une belle
époque" ("Quelques caricaturistes français' (1857), Baudelaire 1868 : 397).
11 Antes de la invención de la litografia, William Hogarth dibujó una lámina muy difundida, Characters
and caricaturas (1743, publicada en 1822), que grafica —literalmente- sus concepciones sobre la norma y
el exceso, la representación mimética y la satírico-deformante (y. su reproducción más adelante, en p. 26).
Para uno de los muchos análisis de esta lámina, particularmente pertinente para comprender las relaciones
entre historia de las imágenes y constitución de identidades subjetivas, y. Lynch (1998).
12
Así describe Erre la "mecánica" mediante la cual opera la prensa satírica, y el modo en que construye
una realidad "teatralizada": "Elle construit une réalité paralléle, «satirique », á premire vue loufoque et
incohérente, mais comprise comme la projection de la premiére : suivant le principe du miroir déformant,
elle prétend ainsi renvoyer une image capable de révéler, au-'delá des apparences immédiates, quelque
chose de la « vénté ». Cette construction, soumise á l'urgence de l'actualité, ne peut se fabriquer d'un
bloc. Elle s'astreint á passer par des étapes successives de dégradations partielles, faisant glisser par
fragments la réalité «objective» vers une réalité «satirique» théátralisée: les personnalités deviennent
des personnages, les lieux des décors, les événements des scénes. Une fois que ces composantes ont subi
séparément une projection satinque, ji devient possible d'établir des interactions entre elles pour en
arriver á recréer une dynamique ressemblant á la vie ( ... )" (Erre, 2009: 4). Estas observaciones suponen
la laicización tanto de la concepción de los sujetos involucrados como del conjunto de la vida política y
sus prácticas.
13
En rigor, los estudios del historiador, escritor y coleccionista marxista Eduard Fuchs, han sido
considerados como el primer acercamiento teórico al problema de la caricatura, ya que no se reduce a un
recuento o muestreo de su evolución histórica, sino que busca plantear su propia defmición del género, así
como una tipología de la caricatura. Entre los trabajos que Fuchs dedicó a la caricatura se encuentran: Die
Karikatur der europaischen Vólker vom Altertum bis zur Neuzeil (en colaboración con Hans Kraemer,
1902); Die Karikatur der europdischen Vólker vom Jahre 1848 bis zur Gegenwarl (1903); Das erolische
Element in der Karikatur (1904), Die Frau in der Karikatur (1905); Die Juden in der Karikatur: em
Beitrage zur Kulturgeschichte (1921). Sobre E. Fuchs, y. Benjamín (1937) y, en particular, sobre sus
estudios de la caricatura, Gardés (1995).
14 Además de los de Fuchs, y. los trabajos que han dedicado a esta cuestión: Rodolphe T6ppffer (Essai de
Physiognomonie, 1-845); Champfleury [Jules François Felix Fleury-Husson] (Histoire générale de la
caricature, Paris, 1865-1880); Thomas Wrigth (A history of caricature and grotes que in literature and
art, Londres, 1865), Grand Carteret, John (entre muchos otros: Les Mxurs et la Caricature en
Allemagne, en Autriche, en Suisse, 1885; Les Maurs et la Caricature en France, 1888; Bismarck en
caricatures, avec 140 reproductions de caricatures allemandes, autrichiennes, françaises, italiennes,
anglaises, suisses, américaines, 1890; Wagner en caricatures, 1892; Napoléon en images: estampes
anglaises (porlraits el caricatures), avec 130 reproductions d'aprés les originaux, 1895 ; L 'Histoire, la
vie, les mxurs el la curiosité par l'Image, le Pamphlet el le document (1450-1900), 5 vol., 1927).
15
Esta definición se vincula con la etimología de la palabra "caricatura": del italiano caricare, "recargar",
"exagerar". Sobre la etimología y el origen de la palabra, y. Gombnch y Kris: 1940.
16
Vaisse señala también (y relativiza) que se ha considerado que la caricatura "ayant préparé l'avénement
de l'art moderne par la subversion de l'académisme," (37). Para este autor, en cambio, lo que defmió el
lugar y el desarrollo de la caricatura como arte durante el siglo XIX es la feliz conjunción entre el
realismo literario y de la pintura, particularmente de la pintura de tema histórico (43). Las nuevas
concepciones de la subjetividad individual, por un lado, y el crecimiento el interés científico y
seudocientífico por las fisonomías y caracteres —que venía desarrollándose al menos desde el siglo
anterior- tuvieron un papel fundamental en la atención puesta en los problemas de la percepción y
representación del rostro, centrales en la caricatura.
El célebre dibujo de Honoré Daumier fue publicado (y recreado en numerosas oportunidades) por el
periódico satírico parisino La Caricature morale, religieuse, littéraire el scénique(1830-1843). Creado y
59
dirigido en sus primeros años por el periodista republicano Charles Philipon, y más tarde dirigido por
Auguste Audibert. La Caricature era esencialmente un periódico político, y combatió la monarquía de
Luis Felipe. Entre sus colaboradores estuvieron todos los grandes ilustradores de su época.
V. algunos comentarios sobre los modos en que este periódico fue conocido, asimilado y reinterpretado
en la prensa satírica argentina en los Capítulos 2 y 3 de esta tesis.
18
En el siglo XXI, habría que agregar que lapoire Luis Felipe de Daumier es casi una hipostasia de la
caricatura decimonónica; o, al menos, el ejemplo obligado de todos aquellos que nos ocupamos del
problema de la caricatura y de las relaciones entre imagen y palabra. Brillante y difundidísimo, este
ejemplo no debería obturar el hecho de que se trata de un dibujo satírico y caricaturesco "perfecto"
particularmente feliz y logrado. Pero este ejemplo no puede considerarse en modo alguno un "modelo"
general de la caricatura o el dibujo satírico en el siglo XIX. Otros "experimentos" posiblemente no tan
logrados —más o menos previsibles, más o menos eficaces-, ofrecen, en su misma "imperfección"
múltiples sugerencias para abordar estos problemas.
19
Más aun si se tiene en cuenta que el primer éxito editorial masivo local fue un magazine que basó su
popularidad tanto en sus textos como en sus imágenes fotográficas y de caricaturas (Caras y Caretas).
20
En su clasificación de los grados de alfabetización, Armando Petrucci (2003) destaca que en el universo
de los analfabetos predomina lo visual y lo oral; no obstante ello, en un mundo predominantemente
logocéntrico, muchas personas analfabetas pueden leer, de manera "visual" avisos publicitarios, carteles
simples de instrucciones, firmas. En el mismo sentido, al examinar un universo muy distante (el del
imperio romano), pero cuyas consideración resulta sugerente de todos modos, Gugliemmo Cavallo señala
la existencia de muchas personas alfabetizadas pero sin educación superior, capaces de "escribir cuenta de
la compra, la imprecación lasciva, el recibo de un pago, la invocación religiosa, el registro de un negocio,
la frase obscena, el nombre del candidato a un cargo, así como de leer los manifiestos, los carteles y los
avisos realizados con pincel, las inscripciones conmemorativas, los graffiti burlescos, las tesserae
militares" (Cavallo: 1978, 23); es decir, de reconocer yio producir textos breves, muy codificados y con
una fuerte impronta visual (sin ir más lejos, los tesserae militares podrían tener su equivalente vernáculo
aunque inesperado en las marcas del ganado).
Como se verá en los sucesivos capítulos, la imagen impresa fue muchas veces fundamental para
transmitir rápidamente y a la mayor escala posible consiguas políticas yio para fijar la imagen de ciertos
hechos y personajes.
Por lo demás, la sátira parecería constituir un tipo de discurso particularmente receptivo para los lectores
que no tenían al castellano como lengua materna. El carácter "universal" de la sátira es un presupuesto
reiterado en los estudios clásicos del género. Queda argumentado por el origen "antropológico" de la
sátira, mencionado más arriba, del que este tipo de estudios suele partir; y se ratifica en la nómina de
"temas" u objetos satirizados que suelen presentar: las mujeres, los políticos, los sabios fatuos, etc. y., a
modo de ejemplo, el índice del ensayo de Hodgart. La producción renovada y sistemática de imágenes
atractivas y fácilmente decodificables a partir de las convenciones satíricas —a menudo, al menos en
apariencia, transculturales y trans-idiomáticas, quizá por su fuerte estereotipicidad— pudo contribuir en el
mismo sentido.
21
Para Angenot, la "invectiv" y la "diatriba"constitu-yen "variantes" o "formas conexas" del panfleto,
que distingue del discurso satírico, en tanto "l'invective prétend exclure sa victime d'une commune
humanité oú 1' agression connait des seuils et des limites" (Angenot: 1982, 61). La sátira, en cambio,
tendría como objetivo antes "exponer" a su blanco que eliminarlo. A través de esta "exposición", además,
S la sátira pretende establecer una complicidad con el lector, con quien comparte, le monopole du bon sens.
Le genre satirique développe une rhétorique du mépris" donde la risa ejerce un efecto de
"reagrupamiento" que mantiene al adversario sin tocarlo —ni siquiera para agredirlo-. Por el contrario, este
se ubica (o se lo quiere ubicar) "a distancia" (36).
22
Respecto de la injuria, "Arte de injuriar" de Jorge Luis Borges subrayaría la misma destreza: ante todo,
la injuria debe ser memorable. Probablemente por cuestiones vinculadas con la evolución histórico
cultural de las formas estéticas, pero también con elecciones estéticas idiosincráticas, para Borges la sátira
y los ejercicios satíricos se ubican evidentemente fuera de la literatura que prefiere exhibir, y la ejerce en
cambio bajo las formas de la coautoría (Bustos Domecq, Suárez Lynch) o la oralidad (y. al menos, en la
versión que da tanto su profuso anecdotario, no siempre de tradición impresa, así como el Borges de Bioy
Casares). La conocida decisión de Borges de no reeditar sus tres primeros libros de ensayos
(Inquisiciones, 1925; El tamaño de mi esperanza, 1926; El idioma de los argentinos, 1928), intentando
borrar de su obra los énfasis propios de un movimiento de comienzos, vinculado además con un comienzo
en la vanguardia (Salo: 1983), incluye elfading de ciertas disputas en las que el tono satírico es explícito
(al igual que lo es, por ejemplo, en los "epitafios" de la revista Martín Fierro).
60
23
Al enfrentar esta diversidad de rasgos, los estudios sobre el problema de la sátira suelen aludir a la
etimología de "sátira" como un problema dificil de dirimir. Algunos señalan que deriva del término latino
"satura": "harto" o "saciado", o lo remiten al nombre de un tipo de comida, "lanx sature", que es en rigor
el conjunto de las primicias que se ofrecían a Ceres y Baco (y sus connotaciones, por tanto, remitirían a la
riqueza de la mezcla) (Griffin, 1994: 15; Hodgart, 1969: 133 y ss). Elliott destaca que en esta palabra se
refiere a una forma poética específica: una composición en verso que combina diferentes formas métricas,
creada por Lucilio y fijada por diferentes poetas romanos (Elliott, 1962: 1). Esta etimología se confunde
con otra, griega, que reclamaría la raíz "satyr" como vinculada a los "sátiros" del culto dionisíaco. En la
disputa entre ambas etimologías se intenta saldar, así, el origen "clásico" del género.
24
Elliott señala que la conocida sentencia de Quintiliano, que todos los ensayistas citan como prueba del
reconocimiento de una tradición romana para la sátira (satura tota nostram est), reconoce no solo a
Juvenal como antecedente de escritor satírico, sino además a Horacio, Persio y Marco Terencio Varrón.
Para Elliott algunas otras obras podrían considerarse también satíricas, como las de los griegos Menipo de
Gadara y Luciano de Samosata (Elliott, 1962: 19).
25
La prensa satírica, que goza en la facilidad del reconocimiento de sus intenciones por parte del lector,
recurre a menudo, no obstante, a formas y géneros discursivos típicamente satíricos: las letrillas y los
epigramas, por ejemplo.
26
El término aparece en un soneto satírico atribuido a Quevedo, que comienza con los siguientes versos:
"Melancólica estás, putidoncella/solapo de la paz, buen gusto trato, !raída como empeine de zapato!. . . ".
La definición de "putidoncella" es la de Alarcos (2004).
27
Tras la derrota de Buenos Aires y federalización de la ciudad bajo la presidencia de Julio A. Roca, el
gobernador Rocha se convirtió en un decidido impulsor del proyecto de la nueva capital provincial. Como
se sabe, la redistribución de jurisdicciones implicaba ante todo un nuevo modo de concentración
económica para las élites provinciales que diseñaba, al mismo tiempo, el nuevo modelo de estado
nacional. La piedra fundamental de la ciudad de La Plata fue colocada en noviembre de 1882, y las
autoridades se trasladaron allí en abril de 1884.
El Mosquito no siempre caricaturizó así a Dardo Rocha. De hecho, y durante varios meses,
estuvo bajo su direcóión "política" por contrato (y. al respecto el Capítulo 4 de esta tesis). Esta alianza y
ese contrato se disolvieorn en 1884, cuando Dardo Rocha adoptó posiciones favorables al sector pro
eclesiástico. A partir de entonces, y en los números sucesivos, el gobernador Dardo Rocha se convirtió en
"un hombre a un botín pegado". La recepción de la caricatura fue sin duda exitosa, porque el semanario
organiza una verdadera campaña sobre variaciones de esta misma imagen. Ocasionalmente El Mosquito
caricaturizó también a Nicolás Avellaneda con un botín en la cabeza. En ese caso, el motivo era más
trivial: la preocupación de Avellaneda por su corta estatura que, según se cuenta, lo llevaba a soler usar su
calzado con algún "refuerzo". Aunque menos elaborada, la metáfora del político que "sólo tiene un botín
(¡o tacos!) en la cabeza" funciona del mismo modo: grafica o pone en imagen y cristaliza una metáfora,
un "concepto".
Sobre la historia y la concepción urbanística de la ciudad de La Plata, puede consultarse, entre muchos
otros trabajos, La Plata como ciudad nueva. Historia, Forma, estructura. Documento de avance número
1: Macromorfología urbana platense. Facultad de arquitectura y urbanismo, UNLP, 1980.
28
Grandilocuente y dispendioso, Varela organizaba a diario comidas para veinte o treinta invitados en su
casa. Su popularidad era tal que empezaron a comercializarse, con el nombre de Orión, una gran cantidad
de productos: sombreros, bebidas alcohólicas, abanicos; algunos almacenes y restaurantes y hasta una
comparsa de carnaval (a la que Orión, claro, auspició) usaron su nombre de pluma. Esta popularidad no
sólo era producto de la idiosincrasia de Orión-Varela, sino de su continua actividad política, desde y más
allá de sus periódicos. Para una semblanza breve pero muy ilustrativa de la vida de Héctor Varela y su
importancia como figura pública, véase Viacava (1985).
29
"Autobombo: m. Elogio desmesurado y público que hace uno de sí mismo". La acepción se mantiene
sin variantes hasta la última edición del citado Diccionario.
30
Así explican Souto y Wasserman las reconfiguraciones que experimentó, en el momento romántico, la
"nación" en el Río de la Plata: "En las décadas de 1830 y 1840 el concepto de nación sufrió algunas
inflexiones que lo tensaron y dotaron de mayor densidad al dar cuenta de estados de cosas y de horizontes
de expectativas más amplios. En primer lugar, porque se extendió su asociación con valores, instituciones
y modos de vida locales condensados en la voz nacionalidad. En esto resultó decisiva la recepción del
principio de las nacionalidades, pero también pesó la experiencia compartida durante más de veinte años
que afectó el discurso y los términos utilizados para dar cuenta de la misma como Patria, República o
Argentina (Chiaramonte: 1997). En segundo lugar, porque la propia nación siguió siendo objeto de arduas
disputas que procuraban dotarla de contenidos sociales, culturales, políticos institucionales y territoriales"
(Souto y Wasserman, 2008: 90).
61
31
Vale recordar aquí ejemplos españoles muy célebres, como La fábula de Píramo y Tisbe, de Góngora;
La Gatoma quia de Lope de Vega, o los Sueños de Quevedo; pero también en composiciones americanas
como el "Romance jocoserio a saltos al asunto que él dirá, silo preguntasen los ojos que quisieren leerlo",
de Juan del Valle y Caviedes.
Sobre la poesía satírica y burlesca en Hispanoamérica, y. además Arellano y Lorente Medina (2009).
32
Basta repasar, para el Río de la Plata, el entusiasmo con que los jóvenes del 37, pero muy
especialmente Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez y Domingo Sarmiento practican el género
costumbrista en las páginas de diarios y periódicos (La Moda, El Nacional de Montevideo, El Zonda ). ...
Para algunas consideraciones generales sobre el costumbrismo como género en el romanticismo, así como
sobre sus inflexiones hispanas y locales, pueden consultarse Verdevoye (1969) y Marún (1983).
33
De allí, quizá, las dificultades de un escritor con un proyecto explícitamente romántico como Esteban
Echeverría, para acercarse a la escritura satírica, que ensaya varias veces y resulta siempre en textos
literarios inconclusos —el ya citado Mefistófeles, la "Historia de un matambre de toro" -, o inéditos (como
la que asoma en "El matadero"). Estos ensayos se • concretan de forma relativamente eficaz en sus
polémicas públicas (contra José Rivera Indarte y, particularmente, contra Pedro de Angelis). Sobre este
último punto desarrollé algunas ideas en un trabajo escrito en colaboración con Patricio Fontana: "Cartas
a un amigo. La polémica [de Esteban Echeverría] con Pedro de Angelis en el contexto de la recepción del
Dogma Socialista". En: Kohan, Martin y Alejandra Laera (eds.), Las brújulas del extraviado. Para una
lectura integral de Esteban Echeverría, Rosario, Beatriz Viterbo. Sobre los artículos de costumbres y la
sátira en los románticos rioplatenses, y especialmente en Echeverría, y. también el Capítulo 2 de esta
tesis.
Existe, por otra parte, una gran cantidad de estudios teóricos sobre la ironía, considerada desde
sus efectos y desde sus procedimientos constructivos (Booth: 1975); así como también con relación a
otros discursos afines o cercanos (la sátira) o a otras formas de intertextualidad (Hutcheon: 1994).
Aunque en muchos casoS se trata de acercamientos muy interesantes, por los motivos que acabo de
exponer, no siempre resultan pertinentes para la consideración del objeto que me ocupa.
" Y también en la polémica, un género central en la constitución del campo cultural sudamericano del
siglo XIX. Resulta imposible aquí detenerse en la cuestión del discurso polémico, que tiene múltiples
contactos y conexiones con la sátira. Para un estudio de estos vínculos y deslindes en términos retóricos,
y. el trabajo de Angenot (1982). Sobre las relaciones entre prensa, sátira, polémica y caricatura en la
construcción de personajes y la asignación y negociación de espacios políticos, y. también los casos de
Sarmiento y Mansilla en el Capítulo 5.
35
Como en el caso de los estudios sobre la caricatura, los bibliófilos del siglo XIX proporcionan, en
cambio, datos valiosos para la reconstrucción de este corpus, incluida la reproducción de portadas o
páginas de algunas de estas publicaciones que no me ha sido posible encontrar. V. en tal sentido los
trabajos de Ziimy (1868, 1869, 1883), Quesada (1883a, 1883b), Orzali (1893), Pillado (1912) e, incluso,
Navarro Viola (1897).
Por otra parte, y aunque no se ocupe de las publicaciones caricaturescas en particular, el capítulo que
Ricardo Rojas dedica a "Las empresas editoriales" en su Historia de la literatura argentina.., es, por
supuesto, fundacional en lo .que hace a la sistematización de las diferentes funciones cumplidas por
diarios, semanarios y revistas especializadas, así como respecto a los procesos de profesionalización de
escritores y periodistas (Rojas: 1916-1922).
36
A propósito de estos trabajos y de otros similares, señala Steimberg (1996) que son los primeros —y
para el momento en que escribe su artículo, afirma, únicos- en intentar periodizaciones que evitan el mero
corte contenidista o contextualista para interesarse por problemas "estilísticos", vale decir, vinculados con
la especificidad de su propio lenguaje. A diferencia de la "historia de los lenguajes y géneros visuales
masivos", las grandes historias de la pintura y el arte focalizarían su objeto y su interés ya en cuestiones
de historia institucional, ya haciendo referencia al campo artístico y sus debates, o al contexto "histórico,
sociopolítico y cultural" o —más esporádicamente- a rasgos formales estilísticos de cada obra (Steimberg:-
1996: 149-151).
En rigor, Masotta venía elaborando algunas de estas reflexiones en su revista LD (Literatura Dibujada).
Serie de documentación de la Historieta Mundial, cuyos tres únicos números se publicaron en 1968, tras
la Primera Bienal Internacional de la Historieta, que había organizado en el Instituto Di Tella.
38
Si bien no se ocupa de la historieta ni la caricatura sino de la imagen publicitaria impresa, los dos
volúmenes de Cuerpos de papel, de Oscar Traversa (1997, 2007), proponen un acercamiento a un
material con muchos puntos de contacto con el que nos ocupa y ofrecen un muestreo de metodologías de
análisis e interpretaciones sugerentes para acercarse al estudio formal pero a la vez histórico de la imagen
impresa. El primero de ellos, dedicado al periodo 191 8-1940, es especialmente adecuado para reconstruir
62
la historia de su objeto en el siglo XIX, y ponerla en diálogo con las representaciones de los cuerpos en el
período estudiado.
39 Existe también un cúmulo de bibliografia, generalmente de orden descriptivo, que se ocupa tanto del
fenómeno de la prensa satírica como del de la cancatura en Hispanoamérica. Estos estudios permiten
establecer la enorme difusión de este tipo de periódicos en el siglo XIX, así como el peso que tuvieron,
las más de las veces, en la dinámica política local. Se puede citar, entre otros: para España, el índice
"panorámico" de López Ruiz; para Brasil, el valiosísimo y exhaustivo trabajo de Herman Lima (1963) y
los estudios con una renovada impronta teórica de Lustosa (1998) y Ganiñs (2009); pero también, desde
la perspectiva de la historía cultural, Murilho de Carvalho (1997) ; para Chile, la temprana historia de
Donoso (1950) y los más recientes y específicos artículos de Cruz de Amenábar (1997) y Montealegre
(2003); para Paraguay, Escobar (1984) y Toral (2001) (desde una perspectiva transnacional); para
Uruguay, trabajos como el de Cerda Catalán (1965), así como las referencias que aparecen en Rocca
(2003) o Alvarez Ferrejtans (2008); para México, Aurrecoechea y Bartra (1988-1994), así como la
abundante bibliografia dedicada especialmente a la obra de José Guadalupe Posada, etc.
40
V. también algunos trabajos monográficos, compilados en la serie de Historia de las Revistas
Argentinas publicada por la Asociación de.Revistas Argentinas, como los de Boyadjian (1999) y Ogando
(2001); o los "estudios de caso" que Avila (2000) y Matallana (1999) dedican, respectivamente, a Don
Qi4jote y ál trabajo comparativo sobre Don Qu/ote, El Mosquito y la revista Humor.
Por otra parte, el índice de revistas argentinas compilado por Washington . L. Pereyra (especialmente, su
primer tomo: 1993), aunque apenas se superpone con el período que estudiamos, permite establecer muy
interesantes sugerencias sobre las proyecciones de la prensa satírica en los magazines y semanarios de
fines del siglo XIX y las primeras décadas del siguiente. Y. también una útil sistematización en el
recorrido panorámico sobre humorismo gráfico de los siglos XIX y XX en Burkart (2007).
41
Cabe aquí recordar, por supuesto, los escritos en las paredes que debió enfrentar Hernán Cortez, y que
relata Bernal Díaz del Castillo (y. cap. CLVII); así como también los "panfletos" que atacaron a Alvar
Niiñez Cabeza de Vaca. (y. Comentarios de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, Adelantado y Gobernador del
Río de la Plata (1555), esp. Cap. LXXX: "De cómo atormentaban a los que no eran de su opinión").
42
En la gobernación de Paraguay, en 1750; en Buenos Aires, en 1768, 1769 y 1776, por ejemplo. V. el
detalle de estos antecedentes en Pillado 1943: 151 y ss.
' El Virrey no hacía sino citar o parafrasear las ya mencionadas disposiciones de la Corona. Una de ellas,
entre sus primeros párrafos, sostienen: "Por las leyes del reyno está prohibido baxo de á proporcion de las
personas casos tiempo la composicion de pasquines sátiras versos manifiestos y otros papeles sediciosos é
injuriosos á personas públicas ó á qualquiera particular en contravencion á estas leyes y á la tranquilidad
en que se halla esta Corte... algunas personas ociosas y de perniciosas intenciones componen distribuyen
y expenden papeles sediciosos que incautamente se leen en y conversaciones sin conocer el artificio de
compositores y deseando apartar esta zizaña de la atajar tiempo tan malévolos" ("Ley VIII. Prohibición
de pasquines, y otros papeles sediciosos é injuriosos á personas públicas y particulares", El Consejo por
auto acordado de 14 de abril de 1766; y de D. Carlos IV por resolución a Consejo del 18 de diciembre de
1804"; Pacheco et al.: 88).
P.iTlúdo (1943) declara tomar los detalles del proceso de un expediente consultado en el Archivo General
de la Nación (" 1779. Sobre averiguar los autores de unos papeles anónimos por el Superior Gobierno.
Criminal. Legajo 15").
44 Entre los funcionarios a los que se aludía en la "Noticia.....de forma más o menos transparente estaban
Pascual Ibáñez; Sargento Mayor de la Plaza, llamado en el panfleto "Ibáñez el Majo"; Sebastián Velasco,
Oidor de la Real Audiencia, transformado en "el tieso Velazco"; José Zenzano, Escribano del Gobierno,
desde entonces "cara asustada" Zenzano; y Francisco de Cabrera, Contador de la Real Hacienda, a quien
se hacía referencia incluyendo a su esposa, Josefa Ortiz: "fachenda del Çontador del Exército y las narizes
de su mujer" (Sánchez, Vázquez Lucio 1988). Pillado (1943) da la lista completa de las "45
clasificaciones". La "Noticia..." iba firmada por "F.A.M: Triangulipicominalifis" y "Dr. Esternón"
(Pillado 1943: 164- 165; Vázquez Lucio 1988: 16).
Como se puede observar, es más aguda —al menos, por sintética y eficaz— la elección de los nombres de
los injuriados que la de los autores. No tenemos datos de que esta "Noticia.....incluyese ilustración
alguna; pero basta con los apodos citados para advertir que ya en ellos están presentes los principios de
sinécdoque hiperbólica (el aislamiento y la exageración de un único rasgo para retratar a un individuo)
que operan en la caricatura. En cuanto a la presentación gráfica del anónimo, por otra parte, Pillado
consigua que en el expediente se menciona que está escrito con una "letra disfrazada" (174), que él
interpreta como imitación de los trazos que estampa la imprenta. La idea del "disfraz" de la letra y el
intento de mimar la regularidad impersonal de los caracteres tipográficos como modo de resguardar el
anonimato son dos elementos que hablan, por un lado, de la convivencia entre cultura manuscrita y
63
cultura tipográfica, cada una de ellas presuponiendo funciones y modos de apropiación y recepción
diferentes que, en este caso, se tensan en un mismo texto. Por otro, el disfraz de la letra y la asimilación a
la tipografia, en tanto estrategias de disimulo son marcas deformantes inscriptas por el o los enunciadores
y que sugieren, a su vez, el efecto deformante que la "Noticia......busca proyectar sobre sus víctimas. Por
eso, inscriben materialmetite en el manuscrito su cariz satírico.
45 E1 proceso legal impuso a José Vicente Carrancio, quien había entregado la carta, una fuerte multa; y a
Francisco Antonio de Escalada, a su hermano Antonio José y a D. Agustín Wright la pena de tener "la
ciudad por cárcel". Según opina Pillado (1943: 175), la sentencia no se apoyaba en pruebas concluyentes.
46
Como se sabe, la "Sátira" de Lavardén fue suscitada a partir de una disputa literaria. Unos poemas de
Juan Baltasar Maciel, mentor de Lavardén, leídos en la tertulia del censor La Plata, suscitaron las criticas
de algunos de los asistentes. Uno de ellos, peruano, presentó esa crítica a través de unas décimas, que
firmó con el seudónimo de "Duque de Nájera". La "Sátira" de Lavardén, que circuló manuscrita,
responde a estas décimas, defendiendo los versos de Maciel de manera "más bien tibia; en cambio, su
ataque a los peruanos sobre la base de sus características culturales y raciales es virulento."
(Lagmanovich, 2002: 105). Tras el análisis de la composición y de evaluar que lo que pone en juego es la
rivalidad entre Buenos Aires y Lima, y las respectivas condiciones de relativa libertad o sumisión frente
al régimen virreinal, Lagmanovich concluye que el poema de Lavardén "más que al subtipo de la sátira
literaria parece pertenecer al de la sátira política o de costumbres" (108). No obstante la confusión que
supone esta clasificación no del todo clara en sus criterios, tanto el texto del poema como el análisis
propuesto evidencian que el blanco satirizado excede la mera disputa literaria, y que apunta a la
construcción de identidades regionales en pugna, al tiempo que remite a las funciones centrales de lo
literario en la constitución de lo público.
Sobre la Sátira de Lavardén, puede consultarse también: Rojas, Ricardo, "El poeta don Manuel
Labardén", Historia de la Literatura Argentina. Ensayo filosófico sobre la evolución de las ideas en el
Plata. II Los Coloniales [1918], Buenos Aires, Kraft, 1960; Caillet-Bois, Julio, "Manuel José de
Lavardén", en: Arrieta, Rafael A. (dir.), Historia de la literatura argentina,Buenos Aires; Peuser, 1958;
Carilla, Emilio, La 'Sátira' de Lavardén, Buenos Aires, 1944 y Estudios de literatura argentina (siglos
XVI-XVIII), Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, Facultad de Filosofia y Letras, 1968.
' "Hasta cuándo traidoras almorranas, ¡después de quedar sanas/y ya purificadas/volvéis a las andadas? /
¿Por qué irritáis con bárbaro perjuicio/ lapaz del orificio/que, acostumbrado a irse de vareta, ¡su posesión
nadie inquieta, ¡y en lícitos placeres/hace sus menesteres ?fNo le deis más tormentos:/Dejad que expela,
en paz, sus excrementos." Publicado en el Telégrafo... el 3 de septiembre de 1802.
Es cierto, de todos modos, que una composición que podría considerarse en la misma línea, la
"Nomenclatura y apología del carajo", de Francisco Acuña de Figueroa, no llegó a verse impresa sino
más de un siglo después, en 1922. Para entonces su edición se enmarcaba en otro circuito, el de los
folletos criollistas o lunfardos, que podían resignificar, así, la vertiente escatológica de la sátira áurea.
48
En los periódicos de Castañeda, la sátira está evidentemente vinculada al imaginario y al universo
discursivo y —específicamente- genérico españoles del siglo XVIII antes que al del XLX (Pérez Lasheras:
1994) y, en todo caso, es en este desfasaje y en este forzamiento de su uso para comprender y combatir el
momento-contemporáneo (en especial, -la crisis política de 1820) donde el discurso satírico concentra todo
su carácter moral y moralizante. La lectura de sus periódicos hace evidente el funcionamiento de los
procedimientos y géneros de la tradición satírica española que florecen en el Siglo de Oro y se prolongan,
de manera ejemplar, en la prosa del Padre isla.
Pero a diferencia del Padre Isla, Castañeda literaliza una escritura que abusa de la tácticas de guerra y de
guerrilla también en la producción de su prensa: dirige, escribe incesantemente, imprime, edita,
periódicos de vida a veces brevísima, cargados de invectivas, atacando múltiples flancos del enemigo,
simulando contradicciones, desconcertando siempre. La mención de dos de sus títulos es suficiente para
evidenciar tanto la productividad literaria y lingüística de este escritor, como la virulencia que permea la
sátira en sus periódicos. Vg.: El Despertador Teofilantrópico misticopolítico dedicado a las Matronas
argentinas y por medio de ellas a todas las personas de su sexo que pueblan hoy la faz de la tierra y la
poblarán en la sucesión de los siglos (1820-1822) y El desengañador gauchipolítico, federi -montonero,
chacuaco-oriental, choti-protector, puti-republicador de todos los hombres de bien que viven y mueren
descuidados en el siglo diez y nueve de nuestra era cristiana (1820-22). No casualmente la escritura de
Castañeda ha sido considerada como entramada con la poesía gauchesca: su capacidad para la creación de
múltiples voces, para la instauración de periódicos-personajes y el modo en que fuerza los limites de la
lengua, poniendo en tensión la relación oralidad/escritura con un sesgo evidentemente criollo y
rioplatense apuntan en este sentido (y. Ludmer 1988; Lucero 2003).
La bibliografia sobre Fray Francisco Castañeda no es demasiado numerosa y, excepción hecha de las
zonas que le dedica Ludmer, del trabajo más específico de Iglesia (2005) y, parcialmente y en otro marco
64
de interés, el de Di Stefano, ha solido ocuparse más de la excéntrica y atractiva personalidad del autor que
de la excéntrica y atractiva productividad de su escritura. V. Saldías: 1907; Otero: 1907; Capdevila: 1948;
Ingenieros: 1920; Furlong: 1994; Scenna: 1977.
49 En cuanto a los periódicos antiliberales y antiunitarios —y no sólo dedicados a atacar a Rivadavia y a
debatir el problema de la reforma religiosa— merecen mencionarse, entre otros, además: El Grito de un
Solitario y El Solitario, varón de Cascales (1827; antirrivadavianos, redactados por un sacerdote,
Bernabé Aguilar), El Clamor Cordobés, La Mujer del Clamor Cordobés, El Hijo Mayor del Clamor
Cordobés y E/Abuelo del Hjo Mayor del Clamor Cordobés (todos de 1831; Galván Moreno informa que
atacaban a José Maria Paz y a los unitarios, y hace notar el modo en que su autor, Calixto Maria
González, se inspiró para titularlos en los periódicos de Laserre (343-344), que se analizan más adelante),
El Federal Sin Prisiones (1831), La Bruja ó Ave Nocturna (1831; "que parece no tuvo otro propósito que
atacar y ridiculizar á Rivadavia", afirma Pillado 1912: XXIV) y El Narradór (1834).
° V. El Torito de los Muchachos (1830), o El Toro del Once (1831), que llevaba por pendenciero
subtítulo: Unitarios, no están seguros en casa/ cuando el toro está en la plaza. Sobre estos periódicos de
Luis Pérez, y. Schvartzman: 1996 y 1998.
A fmes del siglo XIX, Ramos Mejía aúna la serie que va de la prensa virulenta de los unitarios a la
gauchesca federal de Luis Pérez, pasando por la imprenta de Laserre (y. más abajo). Para Ramos Mejía
toda esta serie está eslabonada por "la tendencia cada vez más predominante en el país. El suburbio
guarango y los hábitos de las pulperias, entregábanle complacidos su diccionario singular para elegir los
títulos. Esta prensa tenía en don Luis Pérez, hombre de buena estirpe rosina, su Laserre nacional;
fecundidad de vocabulario y la actividad nerviosa y abundante de los virus" (2001: 333). En este
diagnóstico de Ramos Mejía, que declara a esta prensa aplebeyada sin remedio, hay que ver, desde ya, las
alarmas que le despierta la presencia y la participación política contemporánea suya; suburbana, guaranga
y, sin dudas, masiva. Pero estas alarmas no dejan de evidenciar un elemento al que conviene atender: el
advertir que los periódicos agresivos, que Ramos Mejía caracteriza como "genuina prensá criolla",
convocan desde sus efectos y desde su lenguaje a un público más heterogéneo y más aplebeyado que
cualquier otro impreso.
' Sobre La Verdad Sin Rodeos (1826-1827) informa Galván Moreno: "redactado por Félix Ramón
Baudot, español. Los primeros diez números aparecieron en Buenos Aires desde el 28 de febrero de 1826.
Los restantes debió publicarlos en Córdoba, por haber tenido su redactor que emigrar de Buenos Aires.
Era un furibundo enemigo de Rivadavia y de los unitarios. ( ... ) Editó 56 números de su periódico, el
último de los cuales salió en Córdoba el 13 de diciembre de 1827." (122). Algunos números se publicaron
en Corrientes (Academia Nacional del Periodismo, 1998: 17). Como se advierte, la intensa movilidad
fisica que imponían las luchas políticas fue acompañada por los trazados de un mapa beligerante que iban
diseñando los números impresos de los periódicos, publicados en diferentes pueblos, zonas y ciudades.
52
"Extremará la nota José Luis Bustamante, quien anunciará un periódico Los Cuentos al Sol, que
publicaría 'La vida privada de Encarnación Ezcurra de Rosas, Pilar Spano de Guido, Agustina Rosas de
Mansilla, Mercedes de Maza, y de cualquiera otra persona indecente del circulo de los apostólicos'. En
respuesta se anunciaron las Memorias secretas del señor Monteagudo, con revelaciones escandalosas de
la vida-privada -de las-señoras -unitarias" (Rosa, 1972: 194).
Véase también la siguiente evaluación de Saldías (1892: 187-188): "Una barahúnda de hojas que
acusaban el mal gusto de la época, estrujado por la noción más vulgar de la decencia pública, como eran:
El Cacique Chañil, El Loco Machucabatatas, El Toro Embretado, La Ticucha, Crítica de unos
Tenderitos, El Gaucho del Colorado, El Compadre Mateo, Los Cuentos al Sol, la cual fustigaba a
Balcarce, a su ministro de guerra y a los lomos-negros.
La mención a cualquiera de estos periódicos servirá de referencia "horrorosa" cada vez que se quiera
acusar a algún periódico de excederse en su avance sobre la vida privada de ciudadanos particulares. Esto
ocurrió particularmente luego de la caída de Rosas, con la salida de Telón Corrido (1858) (y. también
Saldías, 1892; especialmente su Capítulo IV). Sobre este último periódico, y. también el Capítulo 3 de
esta tesis. -
"He querido titularme Diablo solo por estimular la curiosidad de los lectores. Nada hostil tiene mi título
porque vos sabeis, lo mismo que yo, que de la elección de un título depende alguna vez el buen éxito de
estas especulaciones.", señala "El Diablo", convertido en personaje de un diálogo con el periódico
ministerial (oficial) "El Censor", en su primer número (11 de abril de 1828, p. 1, c. 1-2). Más adelante, en
la misma edición, se inserta la carta de quien firma como "El Consejero" (que, desde ya, es muy
posiblemente producto de la pluma del editor del periódico), quien opina: "Vuestro título ha engañado á
muchos, sobre todo, á los que son ó quieren ser alguna cosa; ellos esperaban que el Diablo Rosado, que
quiere diablo amable, bueno, casi angel, iba á arrojarles flores y á aprobarles ( ... )" (p. 2, c. 2).
14
Los cuatro diablos de Lasserre se publicaron sucesivamente durante 1828. Sus nombres completos son:
65
El Diablo Rosado. Diario mercantil, político y literario (del que salieron 7 números, desde el 11 de abril;
a partir del segundo número agregó como subtítulo Más Diablo que El Tribuno, en alusión al diario que
dirigía Manuel Dorrego), El Hjo Mayor del Diablo Rosado, tan Diablo como el Padre. Diario
mercantil... (del que se publicaron 6 números, hasta mayo de ese año); El Hijo Menor del Diablo Rosado
Tan Diablo como el Padre. Diario mercantil... (publicado entre mayo y julio, y que llegó a tirar 13
números) y El Hyo Negro del Diablo Rosado. Tan diablo como su Padre. Diario mercantil... (que tiró
tres números, el último, el 26 de julio de 1828).
Cada uno de los periódicos fue hecho cesar por el gobierno del Cnel. Dorrego, a través de juris de
imprenta, debido a los diferentes y múltiples ataques que el diario le propinaba (uno de los blancos más
notables fue la administración de escuelas por la Sociedad de Beneficencia). Lasserre fue condenado,
cada vez, a pagar costas y a no volver a editar ningún periódico durante cierta cantidad de meses. Cada
vez, Lasserre reinició sus ataques contra Dorrego y sus partidarios con un nuevo diablo. (Para una somera
referencia a estos periódicos, y. Zinny, 1869: 81 y 153 -154; Galván Moreno, 1943: 127-128).
Después de los Diablos de colores, y del fusilamiento de Dorrego, publicó un último periódico, que da
una coda inesperada a la serie. El Diablo Tuerto, encabezado por la misma imagen del diablo que adorna
el frontispicio de los cuatro anteriores. Este nuevo Diablo, tan poco rosado que ha perdido la capacidad
de ver la realidad completa y solo puede mirarla con un solo ojo, merece con justicia compartir el podio
de los "periódicos inmundos". Como si experimentase un furioso arrepentimiento, El Diablo Tuerto de
Laserre la emprende contra los unitarios y las unitarias de un modo que Cutolo ha caracterizado como
"burdo y procaz". Basta leer estos versos que inserta en su único número: "Una unitaria encontró/ con el
demonio una vez! Y ella le dijo al demonio, /Mándame te serviré/El demonio enfurecido/Pegándole un
puntapié/Le contestó con lo mismo/Mándame te serviré."
55 En 1823 se publicó en Francia un volumen Anitquités anglo-normandes, de A. C. Ducarel, del que se
tiraron algunas copias impresas en papel de diferentes colores. Las copias a color se vendían a 12fr., unos
cinco a siete francos más que el precio habitual del libro (Twyman, 2008: 51). En su estudio sobre los
"ephemera", Michael Twyman señala, además, que existen varios periódicos europeos, que imprimen sus
páginas a color (el Financial Times, de Londres, lo hace, justamente, en un color rosado), aunque esto
comenzó a suceder recién a fines del siglo XIX. De la misma época (1886) data el éxito —que Twyman
atribuye también a la impresión a color- de las "páginas amarillas" (52).
56
El "escándalo" y la medida de la virulencia fueron objeto de discusión en la sociedad y cristalizaron en
diversas iniciativas jurídicas para controlar los "abusos de imprenta". A partir de 1821 y durante todo este
periodo ambas fueron objeto de debate; discusión que se plasmó en diversos proyectos legislativos. Las
diferentes disposiciones que fueron aprobándose establecían los "abusos de imprenta" como un crimen
que recibía diferentes penas, de multas al destierro —tal como lo sufrió Castañeda a raíz de la publicación
de superiódico La Verdad Desnuda, "papel subversivo y atentatorio de las autoridades" (Galván Moreno:
146)-. En 1826, la constitución rivadaviana cambió esta tendencia consagrando la libertad de imprenta
como "derecho tan inapreciable al hombre como esencial para la conservación de la libertad civil". A la
caída de Rivadavia, en 1828, el gobierno dictó una ley que castigaba los abusos de imprenta con multas y
confinamiento. Esta diposición filie la base de la- legislación que rigió hasta la caída de- Rosas. Desde
1832 esta legislación se hizo aun más severa, haciendo recaer no solo sobre los impresores sino también
sobre los editores la responsabilidad jurídica. Ese mismo año Rosas mandó suspender temporalmente la
edición de todo periódico. Al inicio de su segundo gobierno (1835), con la concesión de la "suma del
poder público", solo se autorizará la circulación de prensa oficial o que no se considere ofensiva al
régimen. De la efervescencia y la aparición "espasmódica" de periódicos durante los primeros años de la
década de 1830 pronto se pasará a unos pocos títulos que ocuparán por largos años el espacio informativo
de la prensa de Buenos Aires: La Gaceta Mercantil (1823-1852), el Diario de la Tarde (1831-1852) o el
Diario de Avisos (1849-1852), y los diarios escritos y dirigidos por Pedro de Angelis: el Espíritu de la
Prensa del Mundo (1840), al que continuó el Archivo Americano (1843-1851), orientado a ser distribuido
fuera del país. A ellos hay que agregar el periódico en inglés The British Packet and Argentine News, que
venía publicándose desde 1826 y cesará en 1855. A ellos se suman algunas publicaciones de menor
duración, algunas de ellas importantes para la historia del periodismo y de la literatura argentinas: El
Museo Americano (1835-1836), continuado por El Recopilador (1836); La Moda (1837), Boletín Musical
(1837), El Iris (184 7-1848), Mosaico Literario (1848). Para la lista completa de los periódicos publicados
durante el gobierno de Rosas, y. Zinny (1869); quien incluye además un listado de publicaciones por año
que resulta muy elocuente de los ritmos de crecimiento y decrecimiento en la aparición de publicaciones
de prensa. Otras referencias pueden encontrarse también en Academia Nacional del Periodismo y Galván
Moreno. Para una reseña detallada sobre los periódicos de Pedro de Angelis, y. Sabor: 1995.
66
"El segundo gobierno de Rosas inauguró un momento en que la lectura visual de los cuerpos vestidos
se hacía rigurosa y debía otorgar una clara referencia sobre la adhesión o disidencia con el régimen."
(Marino: 24). Pero aun tras la caída de Rosas, estos signos conservaban su elocuencia. Incluso cuando su
sentido pudiera ser paródico o burlesco: V., por ejemplo, la única imagen en color (rojo, desde ya) que
insertó El Mosquito para los carnavales de 1884, con caricaturas de Domingo F. Sarmiento y Monseñor
Federico Aneiros, obispo de Buenos Aires, en traje punzó (y. la reproducción de esta imagen de
Sarmiento en el Capítulo 5, página 487).
58 En el diálogo ficcional que sostiene El Diablo Rosado con El Censor en su número imcial (y. nota 41),
una de las primeras preguntas de este último al "conocerlo" es: "i,Sois federal?". A lo que El Diablo
responde: "Soy patriota ( ... )".
Es cierto que el simbolismo del color rojo (y con más precisión, punzó) fue establecido como símbolo
oficial durante el segundo gobierno de Rosas. El uso del rosado debió responder, además, a cuestiones
vinculadas con las condiciones materiales de producción del periódico sobre las que no he podido
encontrar más datos. Considero que estas dos cuestiones no invalidan el efecto de la "lítote" ni su
capacidad comunicativa.
El color rosado, por otra parte, adquirirá un valor altamente significativo en la historia de la literatura
argentina del siglo XIX y las primeras décadas del XX: basta pensar en el "overo rosao" de la primera
estrofa del Fausto de Estanislao del Campo (1866) (y en el lugar que ocupará este adjetivo en la
argumentación de Leopoldo Lugones en El Payador (1913-1916)); así como en su presencia en los
primeros poemas y ensayos de Jorge Luis Borges (una presencia en la que la discusión con Lugones tiene,
también y como se sabe, una incidencia decisiva).
59 Los primeros instrumentos para ejecutar litografias llegaron a Buenos Aires en 1824. En ese entonces el
gobierno había contratado a un inglés, John Beech, para que trajera los implementos necesarios y los
pusiera en funcionamiento; pero al parecer Beech no conocía bien su manejo, y las máquinas quedaron
sin uso. Dos años más tarde, en 1826, el naturalista francés Jean-Baptiste Douville instaló un
establecimiento litográfico en el centro de la ciudad. Uno de sus primeros emprendimientos fue la
reproducción y venta de retratos de personajes locales conocidos, y el primero en "realizar litografias con
intención artística". Entre sus retratos litografiados se recuerdan los del Almirante Guillermo Brown,
Carlos Maria de Alvear, Lucio Mansilla (padre) y Antonio González Balcarce. (Munilla Lacasa, 1999:
115-117). Para una breve biografia de Bacle, y. la sección correspondiente del "Apéndice" de esta tesis.
60
Respecto de los detalles sobre las características fisicas de las imágenes incluidas, así como sobre su
diálogo con el "sistéma moderno de la moda" y la sociabilidad política rioplatense y. el muy interesante
trabajo de Marino (2009), en cuya argumentación me apoyo ampliamente.
61
Algo similar ocurre con un texto fundacional de la literatura argentina, "El matadero" de Esteban
Echeverría. "El matadero" fue publicado en 1871, pero ha sido considerado como escrito hacia fines de la
década de 1830. El texto de Echeverría, que ha sido interpretado y leído a la luz de sus tensiones entre el
costumbrismo (Jitrik: 1971) y su carácter plenamente ficcional (Piglia: 1993) está organizado, en rigor,
sobre el mismo principio constructivo: la politización de lo que se presenta, al inicio del relato, como
sátira costumbrista (primero). Cabría oponer el reparo de que el cierre alegórico de "El matadero"
entorpece parcialmente esta operación, en -tanto-determina el-sentido con el que debe ser leído el texto; en
tanto que los "peinetones" de Bacle pueden ser leídos en su dimensión política gracias al nuevo marco y
el nuevo trabajo de lectura crítica (Marino: 2009).
67
Capítulo 2
Los primeros periódicos satíricos ilustrados. El Grito Arjentino y Muera Ro sas !*
Una versión preliminar de la primera parte de este capítulo fue presentada en las Jornadas
"Resonancias románticas" (2004), y discutida luego en el marco del Proyecto de Investigación
UBACYT "Arte, tecnología, sociedad y política. La imagen impresa en la construcción de una
cultura visual en la Argentina (1824-1943)", dirigido por Laura Malosetti Costa y Marcela Gené.
Agradezco muy especialmente los comentarios que en ambas oportunidades recibí por parte de
Graciela Batticuore, Laura Malosetti Costa, Marcela Gené, Marisa Baldasarre, Sandra Szir y
Verónica Tel!.
Agradezco también a Hernán Pas su paciente y minuciosa !ectura de la versión completa del
capítulo, y su increíble generosidad intelectual tanto al facilitarme materiales de su investigación
de tesis, como en cada uno de sus inteligentes comentarios.
68
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69
[E]l lector de un periódico dispone de más libertad de espíritu que el simple oyente.
Puede reflexionar sobre lo que lee en silencio, y a pesar de su habitual pasividad
cambiar de lectura, no leer el periódico que se le brinda o leer sólo lo que a su pasión le
agrada. Pero el que tiene que recibir lo que se le mete por el oído y por los ojos, contra
• su voluntad, avivada la memoria por él coadyudante tan eficaz del miedo, no tiene otro
remedio que hospedarlo en la mente intensamente impreso (Ramos Mej ja, 2001: 373).
72
Estas reflexiones, que hacia 1907 José María Ramos Mejía dedica a los medios de
propaganda del rosismo, proponen un mecanismo sutil que explica el pasaje de la
impresión a lo impreso, en el que ocupan un lugar central las pasiones y la sensualidad
de los sentidos. En la cita, el lector de periódicos ha quedado desarticulado: solo quedan
de él ojos y oídos vulnerados, mientras el miedo toma cuerpo, personificándose en un
eficaz coadyudante [sic]. La lectura, considerada como práctica activa, se petturba por
la inquietante alusión de los pronombres objetivos ("lo que se le mete por el oído y por
los ojos"), y se revela amenazada por el funcionamiento de una memoria involuntaria
pero persistente, que desborda al individuo y lo expone a la circulación, necesariamente
social, de las palabras y las imágenes. Como corresponde a un relato que busca
organizar una memoria nacional, el ensayo de Ramos Mejía olvida para recordar: leer y
ofr; ver, leer y tener o no voluntad de memoria son, durante los años del segundo
gobierno de Rosas, opciones que organizan un entramado que no es exclusivo de la
política oficial del régimen. Este entramado puede reconocerse como eje central de las
estrategias retóricas de dos periódicos en los que unitarios, "lomo negros" y algunos
hombres de la "joven generación" entran en la guerra de papeles desde el cruce entre
letra e imagen.
Esta "guerra visual", letrada e iconográfica, tiene una historia que parte de las
revoluciones republicanas.
El dislocamiento del Imperio produjo un vacío de imágenes de poder, acentuado al
retirarse de los espacios públicos los retratos del monarca español y los emblemas del
Antiguo Régimen. Los gobiernos posrevolucionarios intentaron llenar ese, vacío
apelando a la simbología republicana, adecuada según la lección francesa para la
formación de las almas. Fue, sin embargo, el régimen rosista ( ... )- el .que logró cubrir
plenamente tal vacío de imágenes con la utilización programática de la efigie de Juan
Manuel de Rosas, que compartió el lugar de los santos en templos y festividades, y se
asoció a la iconografia republicana acorde con el discurso político enunciado
retóricamente desde la Sala de Representantes. (Amigo, 1999: 11).
La saturación del "vacío", que era marca del proceso revolucionario, fue
eficazmente resuelto por Rosas a través de una política de Estado que buscaba unificar,
mediante la inscripción y circulación de ciertas imágenes en soportes determinados,
vida privada y vida pública. El uso que el gobierno de Rosas hacía de los retratos del
Restaurador y de su esposa, Encarnación Ezcurra, y del culto de sus imágenes en
soportes de circulación privada y cotidiana —de abanicos a piezas de menaje, de tapizado
del mobiliario a paños para el interior de los sombreros— evidenciaba un manejo
aceitado y una conciencia particularmente sensible al manejo de esos resortes para la
73
producción y expresión del consenso.' 2 La profusión y el modo en que las imágenes —no
solo impresas— y el impacto visual fueron centro de la liturgia política rosista y -
particularmente durante el segundo gobierno de Rosas— de las celebraciones y fiestas
públicas muestra además la percepción de una herramienta eficaz para atraer y sostener
la adhesión de públicos políticos vastos y heterogéneos: cualquiera —o mejor, todos— los
habitantes de la ciudad y la campaña eran interpelados por el carácter patrio de las
- fiestas "mayas" y "julias". Participar de su celebración siendo parte de un ritual
partidario en sus símbolos se convertía así en un modo de asimilación e identificación
en el que experiencia comunitana y práctica política se solapan a través de un vitalismo
que coloca la adhesión política en un umbral indeciso entre la espontaneidad y la
absoluta deliberación.
Y el primer problema que se proponen y enfrentan los integrantes de la
redacción de El Grito Arjentino es justamente ese: cómo combatir esalógica política del
rosismo. Desarticular sus mecanismos y sus consecuencias implicaba, por tanto,
encontrar una estrategia que no se redujera a la insistencia en el tópico de la iconoclasia.
Sensibles al poder de las imágenes, los redactores de El Grito Arjentino eligieron, en un
primer movimiento, cambiar el foco del problema del eje de la representación, al de la
convocatoria a la producción colectiva de una iconografia. Letra e imagen se
articularían en un proyecto común, orientado por una elección de público sectorizada y
explícita:
No hablamos con los hombres que están enterados de las cosas; sinó solamente con la
Campaña, y con aquella parte de la Ciudad, que no sabe bien quien és Rosas, porque
solo vé la embustera Qaceta Mercantil. Usarémos, por lo mismo, de un estilo sencillo,
natural, y lo mas claro que podámos. (El Grito Arjentino, 1, 24-2-1839).
Ver la Gaceta o bien hablar con el estilo natural y sencillo del Grito. La
oposición entre estos dos modos de tomar contacto con sendos periódicos sitúa con
claridad a El Grito Arj entino en la disputa del sector popular del público a la prensa
oficial y/o simpatizante del régimen rosista, que —tal como ha señalado Jorge Myers-
emergió a través de "la aparición de una escritura pública dirigida principalmente a un
público de precaria formación intelectual, cuando no enteramente iletrado", fenómeno
que constituyó "uno de los rasgos más llamativos del periodismo patrocinado por los
seguidores de Rosas" (Myers 1995: 41). Ya en los primeros años de la década de 1830,
este tipo de publicaciones circulaban desde los dispositivos con los que experimentaba
Luis Pérez en sus impresos gauchescos (El Gaucho, La Gaucha, El Toro del Once,
74
las cocinas y en los corrales que son su escuela favorita, smb que circulaba también por
las carretas en que sus familias concurrían a esas fiestas agrestes, penetrando hasta en
las carpas de los oficiales de milicias, convertidas ya en foco de discusión política, pues
era unísona aun en los mas apartados extremos de la campaña la idea de profunda
repulsion hácia don Juan Manuel. (Carranza, 1919: 31)
Si se juzga por las declaraciones del periódico, los deseos de los redactores se
cumplieron con creces. En cierto momento, incluso, el entusiasmo de lectores y
colaboradores parece haber excedido los límites del proyecto. Frente a algunos
remitidos que prometen detalles jugosos sobre las intimidades del régimen, los
redactores de El Grito Arjentino puntualizarán, en un intento de poner claridad y decoro
a su apuesta por la subdivisión del público: "dijimos ( ... ) que este periódico era
exclusivamente para los pobres, para los ignorantes, para el gaucho, para el changador,
el negro y el mulato"(29, 9-6-1839). Así, los redactores ponen distancia y organizan el
coro: en la letra, ni todo ni para todos.
Grito" (n. 10, 3 1-3-1839). En el siglo XIX, cuando la difusión de textos impresos es un
problema cuantitativo, y en todo caso de ampliación y variación de los circuitos de
difusión, pero no una opción frente al "manuscrito", vale la pena detenerse en la
categoría de los "copistas" de periódicos. Más aún, porque en este caso "copiar". El
Grito Arjentino supondría intentar la reproducción exacta de palabras e imágenes. Los
copistas clandestinos introducen en el circuito del periódico una práctica anacrónica,
que se vuelve actual y heroica por el carácter político de sus condiciones de producción:
las imprentas porteñas son estatales, la reimpresión del Grito se hace imposible en ese
ámbito. En su trabajo pionero sobre la "cultura impresa", Elizabeth Eisenstein (1979,
1983) ha referido minuciosamente el modo en que la introducción de la imprenta, y de
la posibilidad de reproducir con precisión —a salvo de errores y de deseos de
intervención subjetivos de los copistas— textos e imágenes y produjo la sistematización
y estandarización de una serie de saberes y conocimientos. Basta pensar en la
posibilidad de contar con índices bibliográficos, manuales de uso o instrucción, mapas o
imágenes de personajes públicos exactas, para ser distribuidos en puntos distantes entre
sí y del libro original del que provenían, para advertir las consecuencias de este giro
estandarizador. Al introducir la práctica de la copia, una práctica ostensiblemente
anacrónica en el siglo XIX, El Grito Arjentino no sólo exhibe la multiplicidad de
medios que subsanan con eficacia las imposiciones de la "tiranía", sino que además
supone transmitir un mensaje que está, por su propio contenido y por los valores que
porta, a salvo de cualquier peligro de deformación. Pero además, la práctica de la copia
recupera entonces toda su carga personal: quien copia el impreso (anónimo) deja su
marca, su caligrafia, en el peri-ódico:-copiada. "Copiar" y "acopiar" resultan así prácticas
militantes, que prueban el compromiso en la lucha contra Rosas porque son igualmente
peligrosas.
Todas esas categorías y funciones que despliega El Grito Arjentino (coescritores,
distribuidores, dibujantes, litógrafos, impresores, copistas) se superponen además, claro
está, con su eslabón fmal: los lectores. No es casual, en este sentido, que El Grito
Arjentino insista en requerir colaboraciones verbales e icónicas de sus lectores, "o al
menos la idea" para dibujos y textos. Algunas fuentes de la época permiten identificar
nombres fundamentales para esta empresa. Además de Somellera y Tiola, otras
personas formaban parte del circuito de distribución del periódico. Entre las que
mencionan diferentes fuentes documentales están las hermanas Elías-del Sar
(Victoriana, Rafaela, María Mercedes), Gregorio Terry Campos, Francisco R.
79
Hacia el principio del segundo gobierno de Rosas, Enrique Lafuente tenía veinte
años. Había realizado estudios en Derecho y se recibió con una tesis titulada La
esclavitud se opone a la ley natural. En 1837 se recibió de Doctor en Jurisprudencia, y
dos años más tarde, en abril de 1839 (algo más de un mes después de la salida del
periódico) logró ser designado escribiente de Rosas, y comenzó a pasar muchas horas
acompañándolo en Palermo o Santos Lugares. Amigo cercano de Carlos Tejedor, y
miembro como él del Club de los Cinco (que integraban además Santiago Albarracín,
Rafael Corvalán y Jacinto Rodríguez Peña), Lafuente pasó de ser abogado y escriba a
convertirse en copista y espía: desde el archivo secreto de Rosas compila documentos y
los transcribe para los exiliados de Montevideo. Mientras copia —para cumplir con las
órdenes del gobernador y para obedecer a sus propios mandatos "patrióticos"—, Lafuente
presencia una serie de escenas íntimas que tienen por protagonista a Rosas. Esas escenas
interfieren con su propia escritura, y perturban la información que envía para que sea
publicada, porque lo obligan a puntualizar sistemáticamente el carácter verdadero de lo
que va a transmitir. Por un lado, porque parte de esas escenas íntimas se le revelan como
metáforas del régimen ("Aquí hay otras cosas que no se pueden hablar: tengo en mi
80
Nuestros artículos serán generalmente cortos, para poder así hablar en cada número, de
muchas cosas. Publicaremos dos números á la semana, en los Jueves y Domingos; y
cada uno de ellos, llevará una lámina o cuadro, yá del género sério, ó del ridículo, que
represente alguno ó algunos de los hechos del tirano, y aunque, por lo mismo, este
periódico no es de mucho costo, como nuestro deseo no es ganar, sino que circúle, dará
por la mitad de su valor. (El Grito Arjentino 1, 24-2-1839)
81
El Grito Arjentino 6 (14-3-1839). "Media noche en la calle del Restaurador". De la boca del sereno:
"Viva la Federación... mueran los uúitarios... Viva el Restaurador". Rosas, desde detrás de la
ventana: "Ojalá fueran mas otros tantos unitarios muertos".Bajo -la imagen: "Que horror! El
sereno grita que viva el restaurador y los perros estan devorando á los huerfanos que ese malvado
restaurador ha tirado a la calle".
82
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El Grito Arjentino 32 (20-6-1839), "Coraje de Juan Manuel Rosas". Rosas: "Asesinos, auxilio,
auxilio! Otros: "Miren que guapo,si es un gato." "Vaya, vaya, y qué hará cuando venga Lavalle".
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Indefinida pero cierta como la de los lectores del periódico, esas presencias se
convierten en testigos que transforman en "documentales" esas escenas, sean serias o
caricaturescas (vg., nuevamente, la del temor de Rosas). El procedimiento se exacerba
desde la letra, cuando el periódico interpela personalmente a Rosas:
¿No lo estás viendo? ¿No ves como, á pesar de tus medidas, las plazas y calles aparecen
sembradas de Gritos? Han de seguir entrando; no lo dudes; y te desafiamos á que lo
impidas: tal vez tendrías para ello que meter en la carcel á muchos de los que tú crees
tus amigos. Una vez que por cinco reales compras los secretos de los emigrados, te
desafiamos tambien á que compres el secreto de. los, diversos modos con que •se
introduce hasta tu propia casa este Grito, que va á tronar y retumbar en tu conciencia
agitada. (El Grito Arjentino20, 551839)23
la casa de Rosas: el escriba que, mediante la copia de documentos del archivo del tirano
y de la correspondencia, consigue hacer oír lo que, necesariamente, debe callar).
Y si el rumor fue no sólo una de las principales prácticas cotidianas que definían
adhesiones e identidades políticas, sino un sensor de esas adhesiones e identificaciones
que el estado rosista legitimó (Salvatore: 1998), el trabajo sobre la palabra y sobre la
imagen que ejercita El Grito Áijentino hace uso de ese mismo instrumento para socavar
la autoridad de Rosas. "En un régimen de prácticas políticas que privilegiaban la
verbalización", y en el que "el silencio servía para identificar oponentes" (ibíd.), El
Grito Aijentino saca a la luz —literalmente— las imágenes domésticas que el régimén de
Rosas silencia. Pero además, echa a correr, bajo la forma de rumores (sin fuina, sin
fuente, o insistiendo en exhibir el ocultamiento de la fuente como una voz difusa y, por
tanto, colectiva o al menos, ubicua: "se nos escribe de Buenos Aires...", "se nos
comunica de la campaña...", "continuadamente se nos manda de varias partes...")
informaciones que insisten en demostrar que la palabra de Rosas, y los discursos
estatales en general —por ejemplo, los emanados de la legislatura de Buenos Aires-
tienen dobleces y ambigüedades, o expresan —con una ironía que quienes lo profieren
buscan solapar— lo contrario de lo que denota su referente. Así sucede con la invocación
a la religión y la piedad en Rosas, con su "coraje", con sus cualidades morales. El
mayor hallazgo de los redactores de El Grito Arjentino en este sentido es un juego de
palabras al que recurren en más de una oportunidad. En su número 13 (11-4-1839), el
periódico incorpora unas coplas de pie quebrado en las que devela la clave política del
régimen rosista. Lo que Rosas, los Anchorenas y sus adláteres llaman "federación" debe
escandirse de otro modo: no es sino "-fe-de-ración":El.poemita comienza así:
Si Rosas pretende
Su mal divertir -
Convoca a los suyos
Y les habla así:
Vosotros constantes
En lafe que enseña
Que á los netos puros
Ración les espera,
Robad y bebed:
Que aquesto es honor
Entre los devotos
De fe-de-Ración.24
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o dando cuenta, de una expresividad que confia superar, a partir del mensaje que
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conceptos:
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El Grito Arjentino 9 (24-3-1839). Un paisano, revóleando el lazo: "Deme lanca que es por sobre el
lao. Tomás Anchorena: No lo piale, por Dios, amigo. Rosas: A Ja plata, Tomás Manuel, que me han
visto el juego. Otro gaucho, a caballo: Oigané! Te trajinaste, no harás más pasteles."
Bajo la imagen: "Buena basa ha sacado el amigo Rosas, con su empalmada".
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El Grito Arjentino 12 (74-1839). Rosas: "Yo me voi. Que se amuelen los Anchorenas". El mulato del
fuelle: "Vaya por las que nos has hecho" El negro: "Amolate, amolate". Los Anchorenas, sobre la
"caja": "Si con justicia, Dios mio, las pago"! "Misericordia, ahí tienen los trigos y los terrenos".
Patriota: "Basta, picaros, basta. Aqui está el pueblo". El pueblo: "A Rosas, -a-Rosas, que -se escapa".
Bandera: "Viva la Patria". Bajo la imagen: "La suerte que les aguarda"
El Grito Arjentino 16, 214-1839. Primer "patriota", sentado, a la izquierda: "No se ha de quedar
con las tierras que -nos ha quitado". Gaucho -sentado, al centro: "Pucha que habla al alma y la
punta verdad". Gaucbo sentado, a la derecha: "Alzemos de una vez el poncho". Gaucho de pie,
centro: "Abajo el tirano y cobarde Juan Manuel Rosas" Gaucho de pie, sosteniendo El Grito
Arjentino: "Compañeros, aquí está el Grito lindo y habla de las marcas". En el periódico: "Grito
Argentino./ Abajo el tirano y cobarde Juan Manuel Rosas."
Bajo la imagen: "Una Reunión de Patriotas"
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Por otro lado, vale la pena recordar que parte importante de la información que
( circulaba hacia y desde El Gritó Arjentino era provista por los conjurados de Maza.
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Repasar la lista de signos de los conjurados, que van del dibujo a la letra, invita a
pensar que los conspiradores no podían ser insensiblés al valor semiótico de aquellas
otras imágenes, igualmente pequeñas y económicas en su síntesis significativa, que son
las viñetás. Pensadas como claves de lectura, las viñetas de El Grito Arjentino son la
contracara (pública, visible) de las "claves" de la correspondencia, y proyectan hacia los
lectores la alianza ideológica que sostiene al periódico.
98
caracteriza a Rosas —por primera vez- como "flojonazo" (y ya no como "miedoso" (2,
28-2-1839) o "cobarde"(4, 7-3-1839); la persistencia de estos términos en números
sucesivos del periódico no invalida la sorpresa del nuevo tono, ostensiblemente popular,
que acompaña el ingreso de la lengua gauchesca).
En segundo lugar, con esta composición ingresa, a través de la mención de
"Chano" —es decir, Bartolomé Hidalgo—, la referencia a la gauchesca como objeto
escrito, literario. Y con ella, la alusión a un pacto preexistente: el que enlaza las voces
orales del campo y los trazos letrados de la ciudad en la gauchesca. En este sentido, el
"grito" de El Grito Arjentino reitera, en un tono crispado, el proyecto que en 1824
cristalizó La lira argentina, donde composiciones neoclásicas y gauchescas forman el
conjunto de la literatura nacional. 39 Lo que cuenta Chano y Salvador refiere a Jacinto es
la existencia de una reunión
de puntos argentinos
Y no es esto lo mejor:
Sino que los Correntinos
Los Franceses, Orientales
Todos, en fm, á una voz,
Han declarado la guerra
A Juan Manuel el ladrón
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M1 1T1Jf:D DE FILOSOFÍA Y LETRAS
101
2.2.Muera Rosas!
solía quemarse un muñeco que representaba a Judas; ahora, tanto en los barrios de la
ciudad como en los pueblos de la campaña, el lugar de Judas lo ocupaba un muñeco de
Lavalle o Rivera" (Di Meglio, 2007: 181; y. también Salvatore: 1996, passim). A fines
de noviembre de 1840 Onbe derrotó a Lavalle en Quebracho Herrado, y dio inicio a la
serie de combates que llevarían a la persecución y muerte del jefe del ejército
"libertador". Este hecho, en combinación con la pérdida de los aliados franceses y la
represión de la actividad opositora en la ciudad obligó a los proscriptos a cambiar de
estrategia. Unos cuantos meses después, en marzo de 1841, Manuela Rosas
desembalaba un paquete destinado a su padre, y encontraba que ya no era un periódico
lo que entraba subrepticiamente hasta los dormitorios del tirano y buscaba "atronar" su
"conciencia": lo que había entrado era la guerra misma, la máquina infernal. El fracaso
de la tentativa de asesinato de Rosas se convertiría en oportunidad para renovar los
fastos del régimen, y mostrar el carácter predestinado del gobernante.
Mientras el aniversario del 25 de Mayo daba oportunidad a los poetas unitarios
para discutir con los "jóvenes" de la "nueva generación" acerca de la nueva poesía que
requería la patria, y competía por las adhesiones del "pueblo", y mientras Florencio
Varela viajaba de Montevideo a la corte brasileña y regresaba a la ciudad, y Juan
Bautista Alberdi escribía la "peti-pieza cómica" El gigante Amapolas y sus formidables
enemigos o sea fastos dramáticos de una guerra memorable (1841) como parte de la
batalla simbólica contra Rosas, la guerra continuaba en todo el territorio de la
Confederación. En septiembre de 1841 la Coalición del Norte, dirigida por Lamadrid,
fue derrotada definitivamente por fuerzas adictas a Rosas. Hacía ya un año que Oribe
- había vencido a Lavalle en Quebracho Herrado, y que el derrotado marchaba en
retirada, ahora hacia Bolivia. Como se sabe, parte importante de esas fuerzas
abandonaron a su jefe para regresar a Corrientes e incorporarse al ejército de Paz. El 9
de octubre Lavalle fue ejecutado, y ese nuevo ejército se convirtió defmitivamente en la
única opción militar para los que conspiraban en Montevideo. Esa opción debía ser
T acompañada por una nueva máquina infernal: una hecha de letras, a la que no se le
humedeciera la pólvora. En ese contexto hay que leer la aparición del nuevo periódico
político ilustrado, Muera Rosas!
Muera Rosas! llegó a publicar solo trece números, que se imprimieron entre el
23 de diciembre de 1841 y el 9 de abril de 1842. En ese breve lapso, el periódico
cambió de día de salida (comenzó publicándose los jueves, pero a partir del número 7 el
día de su salida fue variando sin sistema), de formato (pasó de tener dos a tres
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1842). Como se advierte,
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habituales en un
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pero que en rigor están
parodiadas. El cambio de
tipografia es, por tanto,
signo de la presentación
de textos satíricos.
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para obtener más espacio disponible para los textos, sino por el cuidado en la titulación
de cada uno, práctica no demasiado habitual en los periódicos contemporáneos. Si El
Grito Arjentino susurraba sus consignas como parte de la eficacia de su lógica
conspirativa, Muera Rosas! se vuelve libelo ya en el énfasis con que grita sus palabras.
Si el periódico pudiera sintetizarse en un signo, sería sin duda marca prosódica: el signo
de exclamación. Mudo y enfático, como la consigna que el periódico debe distribuir
pero no puede entonar, el signo de exclamación aparece, claro, en el nombre del
periódico; pero sobre todo, con frecuencia inusitada y multiplicado en títulos y artículos
de sus páginas. Incluso en su variante de apertura, tan poco "frecuente en la imprenta del
siglo XIX.
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Sea para amenazar, para insultar, para advertir o para exhortar, para incitar a la acción o
para lanzar un anatema: no es necesario leer para entender qué invita o conmina a hacer
el periódico que se está viendo.
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109
A las armas! A las armas! argentinos, que nuevos y grandes momentos se acercan.
Se han ido las sombras que oscurecían nuestro hennoso cielo, y los albores de la
libertad lucen otra vez blancos y hermosos en los campos de la Patria.
( ... ) Hemos vuelto a ser amos: de pié todo el mundo, y á las armas, que está encima el
momento de salir a la pelea. ( ... ) Muera Rosas! 1, 23-12-1841).
(
( ... ) Habeis querido dar a la guerra el aspecto más feroz, habeis querido sangre! Pues
• bien, habrá sangre! Porque con sangre también es preciso aplacar las sombras de
nuestras víctimas.
Y vos, Mariano Maza, cuando vuelvas á escribir á ese ilustre vástago de la esclarecida
estirpe [vg., Juan Rosas, hijo del gobernador], diríase para vos también de nuestra parte
habrá violín)' habrá violón. (Muera Rosas! 1, 23-12-1841, "A los gefes rosines que han
hecho la última campaña en las provincias")
( ... ) Tal es la situación de la revolución en estos momentos. Pues bien: estemos con el
oído atento: de una hora para otra, va a sonar la campana de la victoria para anunciarnos
que una nueva y mas brillante peripecia acaba de efectuarse en el drama espléndido de
la Libertad.
Muchachas alegres y festivas, estad prontas: se acercan días arrebatadores y noches en
que vamos a perder el juicio. (Muera Rosas! 2, 30121841) . 52 -
110
Y arrebatada antes que arrebatadoraes también la escritura que avanza sobre esta zona
de Muera Rosas!, porque se consume a sí misma: si las órdenes se acatan, el lector
dejará de serlo, porque pasará a formar parte del enunciador conjunto del periódico. Si
la venganza se ejecuta, la razón de ser del periódico desaparecerá. La mención a
Mariano Maza, que se reitera en varias oportunidades en los trece números de la
colección, es índice del modo en que la preocupación económica (que en El Grito
Arjentino encarnan los Anchorenas) ha sido fuertemente desplazada —sin ser
reemplazada por completo— por la denuncia de los crímenes oficiales. Pero Muera
Rosas! predica algo más que la develación de la verdad: el núcleo de su discurso es la
legitimación de la "venganza" y, para ello, sostiene la necesidad y la legitimidad que
supone apropiarse de las tácticas y lemas del enemigo.
Todavía hay quien tema comprometerse en la lucha contra Rosas, ( ... ) Pues ya es
tiempo de que recuerden aquella antigua sentencia del mismo Rosas, porque la
revolución dice hoy lo mismo, 'El qúe no está conmigo, decía él, es mi enemigo', y la
revolución dice hoy lo mismo, el que no está conmigo, está con Rosas" (Muera Rosas!
2, 30-12-1841, "Cuatro palabras necesarias. ¡Muera Rosas!").
Al mismo 'tiempo, Muera Rosas! incluye ya en esos primeros números algunos textos
que distienden la solemnidad de la entonación de combate, sin evadir la intención
beligerante. El primero de esos consiste en estas quintillas:
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forrasen pelotas con su badana. Bien te lo dije mil veces; no nació para mandar
ejércitos. Verdad es que el pobre las tuvo que haber con uno que si no ha estudiado
teología, al menos sabe formar plan de batalla y ejecutarlo en un abrir y cerrar de ojos, y
con este, Juan Manuel, es con quien tendrás que habértelas muy pronto; porque no es de
aquellos que se duermen por las pajas. A esta fecha estará ya por la Bajada; de aqui á
poco en Santa Fe y después... ¿Y qué general piensas oponer, Juan Manuel, al vencedor
de Quiroga? Y qué ejército a los vencedores de Caaguazú?
No vaya a meterte el diablo en la cabeza el atrincherarte otra vez en los Santos Lugares,
porque entonces, lo menos que puede suceder, es que los tuyos te amarren codo con
codo, y te entreguen vivito. Conque déjate de tonteras, Juan Manuel; embárcate con la
princesa, los príncipes y los infantes, y vámonos todos á Malvinas. Allí te
reconoceremos emperador de todas las Américas, y desde allí podrás gobernarlas á tu
antojo.
Tuyo, como siempre,
El difunto Arébaló.
Si paulatinamente el texto de la carta va rçvelándola como parodia (de una carta privada
y, muy concretamente, de una carta reservada; pero también de las cartas reservadas
que se dan a la luz en un periódico oficial como La Gaceta), su sentido —y esto es
propio del género epistolar— está determinado por el descubrimiento de la firma. La
carta es fantasmal: nuevamente, no solo porque la carta, en tanto género discursivo,
convoca y conjura una ausencia (en este caso, la ausencia de alguien confiable, de un
aliado) sino porque la envía un muerto, "un difunto" (un personaje de "cuento" o de
poema popular). La elección de Arébalo como remitente parece estar en función de
verosimilizar su evaluación "ecuánime" del conflicto, así como el trato familiar que da a
-Rosas. 54 Ese trato marca el carácter satírico de la carta (que se trasunta ya en el tono
coloquial y zumbón de los primeros párrafos: "recadito", "la embarrarás"). Las
transparentes alusiones a Pascual y al "que sabe formar plan de batalla y ejecutarlo en
un abrir y cerrar de ojos" (una vez más, Echagüe y Paz) se resignifican cuando se
advierte que quien opina lo hace desde el trasmundo. El párrafo final termina de
amplificar la soma, cuando el "mandarse mudar" inicial se transforma en la imagen de
la huida imperial a las Malvinas. 55
El texto que sigue inmediatamente es también insólito para el discurso que el
periódico venía sosteniendo hasta entonces. Bajo el título de "Habrá violín", y
redoblando el énfasis con la frase de Maza como epígrafe, se anuncia una función en la
que la guerra toma la forma de una sinfonía guiñolesca: la "dificil y brillante sinfonía
Caaguazú", "ejecutada" delante de "más de cinco mil aficionados". En ella, se informa,
hay "violín obligado", "tiene un alegro que es una fuga, luego del cual hay un calderon
113
divino". Incluso, se avisa a Maza y se le pide avise a Juan Rosas, que se les ha
reservado "una sonata de puro violín, que se ha de tocar con la mayor dulzura y
suavidad"(Muera Rosas! 3). Es casi inevitable señalar la sintonía entre este breve texto
y la "amenaza" que Hilario Ascasubi pondría en juego en "La Refalosa". Aunque menos
eficaz desde el punto de vista literario, la opción de Muera Rosas! es aún más extrema.
No se trata ya de dar la voz al enemigo —la elección deslumbrante que toma Ascasubi-
sino de adoptar su lenguaje, sus prácticas y, sobre todo, su humor. El que la broma esté
organizada sobre la estructura de una alegoría mongera apenas la certidumbre (no
alegórica) de la apropiación del goce de la violencia como arma política.
El repaso detallado por algunos de los primeros textos satíricos del periódico
busca probar no sólo el papel central que tiene la sátira en su discurso (lo que lo
diferencia evidentemente de El Grito Arjentino), sino además la diversidad de
estrategias que se ensayan para introducir este tipo de textos. Alegoría, alusión
escatológica, poesía satírica, parodia de las maniobras del enemigo (en la publicación de
cartas reservadas), apropiación de voces, términos y personajes e injurias configuran un
arsenal heterogéneo orientado antes que por una poética o un programa de escritura, por
la puesta a prueba de su eficacia. En ediciones subsiguientes Muera Rosas! parodia
avisos comerciales (a partir del n. 8, 16-2-1842, con mayor o menor suerte; por ejemplo:
"Se vende. Por dos vintenes: la esperanza de la vuelta de Oribe al Estado Oriental"); 56 y
hasta sermones (13, 9-4-1842, donde "el clérigo Argerich" 57 proclama frente a
"restauradoras y restauradores, machos y hembras, gatos y perros", que "Rosas restauró
la ley de Dios, es igual a Jesu-cristo"). Reaparecen tanto las alegorías musicales (por ej.,
en la "ópera trágica" que termina siendo una "ópera nacional", "La Mas-jorca en el
Mortero"; 5, 20-1-1842) o teatrales (10, 5-3-1842); como las alusiones escatológicas (a
la "gedentina" que se hace rimar con la "cagantina", "como la que hubo en
Caganchalcuando entramos en la canchalcon la divisa argentina"; 4, 13-171842). Hay
nuevos poemas burlescos (por ejemplo, el dedicado a "Arana": "j,Pero a quién
aquieta!el ministro Arana?! ¿No ven que se afanalse agita y se inquieta! Diciendo, en
piedad :!Debotas, venid, debotos, llegad?L.."; 5, 20-1-1842)), o el titulado "Lactación
de Rosas", que afirma que la madre de Rosas no lo quería y que una perra le había dado
de mamar: "Así se crió Juan Manuel! El Demonio de la guerra! ¿Qué estraño es que sea
tan malo! Si mamó leche de Perra?", 12, 22-3-1842) y también adivinanzas o charadas
(",Por qué anda [Manuela Rosas] siempre entre las lavanderas del bajo? ! Porque no
anda muy limpia desde el susto de Caa-guazú", 11, 14-3-1842). Hay también nuevas
114
(...) Ea! canalla sin Dios, ponéos bien con el Diablo, que ha sonado la hora de vuestra
agonía. Degüello a los perversos que han oscurecido con el humo de la sangre el cielo
hermoso de la Republica Argentina! Fuego a discresión sobre esas fieras (...) ("A los
degolladores de octubre de 1841", Muera Rosas! 3, 6-1-1842)
( ... ) que los libertadores no respeten las propiedades rosinas; que no pierdan el tiempo
en convencer á nadie, que hagan lo mismo y mas que lo que han hecho los asesinos de
Rosas; porque estamos en tiempo de dar la libertad a todo trance, como hacían los
españoles para hacer cristianos a los indios ( ... )
Hagamos como ha hecho Rosas, que el objeto lo justifica todo: para dar libertad a la
República Argentina todo es bueno, todo es permitido, todo es santo. ("Represalia!!
Represalia! !", Muera Rosas! 4, 13-1-1842).
115
Podrían citarse otros ejemplos del periódico en los que Muera Rosas! se ubica
en una posición eufórica, triunfante, suficiente para considerar que "la revolución se
encuentra provisoria y paradójicamente, constreñida a usar los instrumentos del
despotismo para combatir y destruir al despotismo mismo" (Bodei, 1995: 366).60 Esta
tensión, que compromete la existencia misma del periódico, no se resuelve sin
vacilaciones:
Hemos escrito sobre las columnas de este papel: Muera Rosas, porque Rosas es
exclusiva y únicamente el alma de la cuestión actual. ( ... ) En seguida hemos escrito la
divisa oficial del Pueblo Libertador; las palabra Patria, Libertad, Constitución:!" ( ... )
Para matar a Rosas todos los medios son buenos. El modo que él tiene de conservarse,
es derramar sangre; combatámosle, derramando sangre también! Esto es doloroso, es
horrible; pero es necesario! ( ... ) Ya hemos gastado muchos años en tonteras, hemos
probado todos los recursos, y han fallado todos. Esperimentemos este, y nos irá bien sin
duda. ( ... ) Necios! Por qué no lo matais? Dios mismo lo autoriza y lo quiere así. (...)
("Porvenir", 12, 22-3-1842; subrayados míos).
periodística en la que prima una "naturaleza" "no combativa" (Rodríguez Martín, 2005:
255). Esta observación apunta, con acierto, a identificar uno de los momentos precisos
en el que la escritura pública se propone equipararse en su potencia a la lucha armada
(de allí que Rodríguez Martín mencione estos textos de Gutiérrez como "periodismo
militante"). Es cierto que argumentos similares a los que esgrime Muera Rosas!
pudieron plantearse de manera más o menos contemporánea, en la prensa o a través de
otros soportes, medios y discursos. Pero la combinatoria entre retórica extrema, sátira
desbordante e imagen impresa es la que singulariza a Muera Rosas!
Para advertir hasta qué punto debió percibirse esta perturbadora singularidad,
basta revisar la prolija y extensa crítica que le disparan "unos Man gangaes", desde una
carta que se inserta en las páginas de El Centinela Oriental. Aunque comparten la lucha
contra Rosas, los Mangangaes realizan una "autopcia" [sic] del Muera Rosas! en la que
condenan el tono de algunos de sus artículos, desconfian de la eficacia de otros y, en su
saña, condenan como "mentirilla" la parodia de una carta de Rosas. Ni la lámina con el
retrato de Paz se salva de su "análisis" (y. también más adelante, el apartado sobre los
Retratos de Muera Rosas!). Entre la seducción y la censura, los Man gangaes reparan en
la particularidad del Muera Rosas!: su sentencia final es que el periódico está tan
"hediondo" como el "Brindis" del panquimagogo de Echagüe. Aunque la "idea" que lo
guía es caracterizada no como "buena", "justa"; ni siquiera como "santa", sino como...
"cautivante". 61
Como se ha referido, la inclusión de textos satíricos (sobre todo, pertenecientes a
géneros de la sátira poética, como las letrillas y epigramas, y de parodias de textos muy
convencionalizados, como sermones -o- avisos- comerciales, utilizadas con intención
satírica) era muy habitual en los periódicos de combate de la década de 1820. Letrillas,
sátiras y epigramas forman parte habitual del repertorio de los poetas neoclásicos, como
Acuña de Figueroa o Juan Cruz Varela. Sin embargo, las generaciones subsiguientes
son extremadamente prudentes a la hora de recurrir al arsenal satírico que, por
explicable contraste, remite para los "modernos" a un tiempo anterior (y desde la lógica
• de la serie estética, nada es más anacrónico que los usos y prácticas del tiempo
inmediatamente anterior). Posiblemente por eso, y para indicar la deliberación con la
que estaban produciendo los cambios en la lengua, la cultura y el arte que anhelaban
(cambios correlativos de la transformación social que anhelaban también), los jóvenes
de la generación del 37 —Juan B. Alberdi, Domingo F. Sarmiento, ocasionalmente Juan
M. Gutiérrez; algunos años más tarde, José Mármol— ensayaron con insistencia las
117
Mayo, Luciano ofrece una imagen elocuente y halagueña de los redactores de Muera
Rosas!:
No me deje de escribir;
Y le advertiré de paso
Que allá en la Banda Oriental
Sus cartas se han publicado,
En un papel cosa linda!
Que escriben unos muchachos
Liberales, y patriótas,
Y fogosos y porfiados
Para elevar á su Pátra
Y derrocar al Tirano-
El Muera Rosas! le han puesto,
Al papel— Ahí se lo mando
Para que lo haga correr
negro), Muera Rosas! puede soñar sin pudores con una "profecía de la libertad" que sé
cumpla en la celebración del 25 de Mayo de 1842, cuando "No habrá danzas de negros
Africanos; pero criaturas inocentes elevarán sus cantos puros como el canto de los
ángeles al Dios de los Libres, y en el templo se entonarán sagrados himnos y se
quemará insienso en acción de gracias al Creador (...)" (Muera Rosas! 10, 5-3-1842).
La "galería" que componen las láminas del Muera Rosas! termina de realizar
este deslinde. Se trata de una Galería que propone un doble recorrido y que organiza
una contra-iconografia. 7° Si se la recorre en un sentido, eligiendo observar las
caricaturas de Rosas, Manuela, Eusebio, Arana y otros "satélites", se encuentran
imágenes que se oponen a la circulación oficial de los rostros.
'!
1I,1
ÍZ
'•'
[Si bien la lámina ilustra una situación antes que caricaturizarla, la pose del dibujo de
Rosas, que literaliza la expulsión en tÁn gesto fisico, define el rasgo caricaturesco de la imagen]
120
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9) Jer Je 6Lei,e 1 Y.
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Junto con el paisaje, el retrato fue el gran género pictórico del siglo XIX. 73 Las
modulaciones de este género se vinculan de manera directa con las nociones de
individuo, sujeto, sociedad y representación. Por eso, aunque existen retratos o
imágenes que han sido consideradas como tales (dibujos, esculturas, efigies, pinturas)
desde muchos siglos antes, y aunque este género tiene una larga tradición en su función
de representación de figuras emergentes y poderosas, a fines del siglo XVIII adquiere
un "desarrollo extraordinario" debido a la "necesidad de personalización" derivada del
ascenso y protagonismo de la burguesía, explica Pierre Francastel. Los cambios en el
retrato estarían así vinculados a la emergencia de "un nuevo tipo humano" (Francastel:
1995). Es porque. entonces "el retrato adquiere su plena veracidad de expresión
fisonómica" (Kris, 1955: 40) que por esos mismos años, hacia fmes del siglo X\TIll,
comienzan a publicarse en periódicos ingleses los "retratos—caricatura": hasta entonces,
las caricaturas no eran sino "garabatos insultantes", que se apoyaban en "métodos
ideográficos antes que en el poder del artista" (ibíd.).
En el proyecto de contra-iconografia que sostiene Muera Rosas!, la combinación
de retratos y retratos caricaturescos es una inflexión del contrapunto entre "burlas y
veras", a través de la mediación. y, para ser más precisos, del relevo de la imagen. Ya en
el siglo XIX, explica Kris —partiendo del célebre ejemplo de Daumier y su metamorfosis
del rey Louis-Philippe en poire—, el retrato caricaturesco no puede ser sino retruécano.
Y "no se puede producir un retruécano que no se halle en el. lenguaje. Tampoco al
caricaturista le es dado seguir absolutamente su capricho" (ibíd.: 50).. Y el retruécano
privilegiado por Muera Rosas! es la yuxtaposición discordante: esto le permite poner en
- contexto rostros (aislados en los retratos oficiales), cuerpos y escenarios (o poses que
indican acciones precisas), cuya sintaxis da a leer un relato revelador.
Entre la serie de los retratos de héroes patriotas, y la de las caricaturas, una
imagen propone un punto de fuga y muestra el poder de la imagen para desestabilizar,
como tercer elemento en juego, la relación entre "veras" y "burlas". Se trata de la
parodia del retrato de Juan Manuel de Rosas
123
,
124
Por otra parte, ¿de dónde surge la mano que sostiene las serpientes por sobre la
cabeza del retratado? Ese fragmento corporal que no responde a la lógica de la estética
realista del retrato lo ubica inmediatamente en serie con una dimensión simbólica; cuyo
valor censorio—moral se ubica en una clave de representación diferente. 74 En rigor, el
grotesco retrato de Rosas que publica el semanario parece operar esa sustitución no por
mera relación con un modelo genérico (retrato de un héroe militar), sino por
recontextualización de una serie de elementos presentes en el discurso visual rosista.
Resulta sugerente, al menos, contrastarlo no sólo con los diversos retratos de Rosas que
circulaban en la época
126
—: -
J
1 •
;:; P4ç
4
91
J
g-
3. L--- - - - - - . -
"Busto 3/4 a la izquierda, con uniforme, banda y divisa (tipo Alais). Impreso con toda nitidez en el centro de un pañuelo
de algodón colorado con guardas y flores blancas. El retrato sobre fondo circular de nubes. Dos figuras aladas coronan de
- laurelesel-retrato; •en-lo:alto la fama pasa tocando la trompeta. Debajo, en dos recuadros blancos, la inscripción siguiente:
'La federación Afirmó Rosas'. Dos pequeñas iniciales P.C. sobre el último nombre. En cada ángulo del pañuelo diversas
leyendas que solemnizan las festividades organizadas por la Plana Mayor, el Comercio, los Hacendados y la Sociedad
Restauradora con sus famosas guardias de honor.
"Busto 3/4 a la izquierdas con uniforme, banda y divisa. Tipo Alais. Impreso sobre papel rosado. El retrato sobre fondo
circular de nubes. Diámetro 0,15 1/2 3.4." [EI "Himno de los Restauradores", con letra de José Rivera Indarte y música de
Esteban Massini, fue publicado en Buenos Aires en 1835, reemplazó al "Himno nacional" durante todo el segundo
gobierno de Rosas.]
Retrato de Rosas por Cayetano Descalzi. En él luce banda y placa conmemorativa de la Expedición al Desierto (1833).
Litografía en negro de la casa Lemercier, Bernard y Cía (París).
Divisa punzó, en seda. En ella se lee: "Rosas, Federación, independencia o Muerte. Vivan los Federales, mueran los
salvajes asquerosos inmundos unitarios". -- -
Todas las imágenes y las referencias citadas están tomadas de la Iconografri de Rosas de Pradére (1907).
127
sino además con otro tipo de imágenes, como la que sigue, que perteneció a Andrés
Lamas (como se recordará, uno de los colaboradores de El Grito Áijentino según Zinny
(1883)):
Leyenda:
El exterminador de la anarquía
(...)
En el último número del semanario, la pregunta por la memoria no puede sino leerse
como una interrogación sobre el modo en que el periódico se ha venido haciendo cargo
130
científico, que el ojo ordinario no alcanza a ver sin ayuda de la razón" (Ferro, 2008: 67).
En este sentido, las láminas de El Grito Arjentino y Muera Rosas! dejan ver "espantajos
producto de la historia natural y del goce estético", que pueden llegar hasta a torturar a
Rosas, "bestia que está expiando sus asesinatos, sus engaños y la culpa por la cual la
Patria ha desandado (...) el camino recorrido hacia la formación de la Nación
Argentina" (98).
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El Grito Arjentino, 27, 2-6-1839. Bajo la imagen: "Ya lo buscan los suyos", y una serie de
referencias que aclaran los símbolos presentes en la imagen.
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El Grito Arjentino, 3, 3-3-1839. Bajo la imagen: "IRosas:] Barre, barre Eusebio al fuego toda esa.
basura. Sopla fuerte Tomás Manuel" -
En el plano detrás de la imagen: "Incendio de la Patria". Junto a la figura que asoma, para
fulminar al personaje de Rosas, entre las nubes, su nombre: "Beigrano"
La aparición de cabezas flotantes o del rayo fulminante lanzado, desde una nube, por
Beigrano son, de este modo, presencias sobrenaturales que indician un mundo en el que
la lucha política resulta gobernada por un principio irreductible a lo racional. Así, la
imaginería del bestiario se integra con elementos cuyo -simbolismo no es gótico, y
remite a la realidad más inmediata y contemporánea, reforzando el extrañamiento y, por
eso mismo, orientando la lectura de la extrapolación política de la matriz estética.
Reformuladas y recombinadas por el tiempo y la historia, son estas imágenes góticas las
•1 que poblarán buena parte de los textos literarios y periodísticos que revisen, sobre el
final del siglo XIX y de los relatos de Juana Manuela Gorriti a los recuerdos de Lucio
Y. Mnsilla, las ficciones que ha dejado el rosismo a la literatura local. 86
2.3 Últimas reescritu ras del infiernot El Apéndice al Agente Comercial del Plata
En las postrimerías del segundo gobierno de Rosas, dos españoles vinculados
con el mundo editorial y de la tipografia fundaron un periódico, el Agente Comercial
del Plata. El Diario Universal (1851-1852). Benito Hortelano, un tipógrafo y
empresario que había acumulado una amplia experiencia en España, fue el primer
134
responsable del proyecto (de setiembre de 1851 a octubre del mismo año) al que,
apenas más tarde, se sumó Manuel Toro y Pareja (del 16 junio de 1851 al 18 de
febrero de 1852), un compatriota al que Hortelano había conocido en Burdeos, y que
había tenido un papel fundamental en la decisión del viaje al Río de la Plata, que
ambos habían emprendido con otros españoles (Hortelano, 1936: 172 y ss.).
Hortelano contaba, así, con una cantidad de destrezas técnicas y comerciales, a las
que Toro y Pareja sumó sus capacidades como redactor. Recuperando el estilo de los
"espíritus" dieciochescos que De Ángelis había mantenido vigente hasta mediados de
siglo, el Agente... ofreció a lo largo de sus 208 números la "revista" oficiosa del
estrecho corpus periodístico de la capital y en ocasiones, de la prensa de las
provincias (Zinny, 1869: 24-25). Del periódico participaba también Eudoro Carrasco,
escribiente de Rosas. Más allá de este carácter ministerial e "informativo", el Agente
Comercial... ofrece un punto adicional de interés, desde que seria el "primer
periódico creado por un español en el Plata" (Fernández, 2006: 204).
Durante un brevísimo lapso, entre el 4 de septiembre y el 18 de octubre de
185 1,87 el Agente publicó cinco números de un Apéndice. Pese a su inocente
denominación, esta excrecencia del Agente recuperaba, en momentos particularmente
críticos para el gobierno de Rosas, el tono que había caracterizado a los periódicos
que hacían uso de la retórica satírica en las dos primeras décadas de vida
independiente. En sus Memorias, de hecho, Hortelano lo recuerda con otro nombre:
"En El Agente Comercial no nos quedábamos atrás en adular a Rosas y pedir el
exterminio de los salvajes unitarios. Agregamos al diario un periódico semanal,
titulado El Infierno, escrito por Toro y Pareja, que vomitó veneno contra los salvajes
unitarios e incienso en obsequio a Rosas." (Hortelano, 1936: 207-208).
Basta observar el frontispicio que adorna sus dos primeros números para
advertir el modo en que el Apéndice recurre a representaciones y estrategias
primitivas como armas de defensa contra los enemigos políticos, los participantes de
la revolución del lero. De Mayo de 1851 (el "pronunciamiento de Urquiza"),
cubiertos por y sosteniendo al demonio:
135
•
' t' 'f' .
• -
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.4péndice al Agente comercial del Plata. n. 1. 4-9-1851
Epígrafe: 'Escenas infernales."
Lqfir..
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34 wuI*
Notas al Capítulo 2
Sobre este episodio, los relatos de Somellera (1886), Quesada (1889) y Rivera Indarte (1843)
aportan diferentes informaciones. Los textos subsiguientes (de la Historia de la prensa periódica
del Uruguay. 180 7-1852, de Antonio Zrnny (1883) al Novísimo diccionario biográfico argentino
de Vicente O. Cutolo (2004)), parecen recombinar informaciones que toman de éstos. El Paseo
genealógico de Juan 1. .Quesada (2006) agrega algunos detalles muy interesantes acerca de la
publicación del periódico; pero que es necesario sopesar con prudencia (en alguna oportunidad, al
intentar confrontar las fuentes de algunas de las informaciones que cita respecto de los periódicos
que se analizarán, no hemos podido encontrar los datos citados).
2
Rivera Indarte incluye a Félix Tiola entre las víctimas del rosismo que consiguan sus Tablas de
sangre, y evoca el episodio del saqueo posterior a su muerte, pero no da datos sobre la circulación
del periódico. Por lo demás, en este folleto que Rivera Indarte publica por primera vez en pleno
gobierno de Rosas (1843), da como fecha del asesinato de Tiola el 1 de agosto, lo que sería más
verosímil si se atiende al descubrimiento de la Conspiración de los Maza a la que, como se verá, el
periódico servía. Es también más coherente con la fecha en que se interrumpió la salida del
periódico (y en la que varios de sus coautores huyeron de Buenos Aires o se escondieron en la
ciudad), a fmes de junio de 1839 (Rivera Indarte, José: 1843; (1853) 311). La información de
Somellera (que, en la primera línea de sus Recuerdos..., da por fecha de la captura de Tiola el 30
de noviembre y señala que este fue fusilado el 1 de diciembre) podría interpretarse como un
indicio del previsible proceso que supone la escritura del propio pasado cuando se funde con "el
comin olvido". Algo similar parece suceder con algunas informaciones que proporciona Juan M.
Gutiérrez sobre su participación en estos periódicos (y. más adelante, nota 6 de este capítulo).
Las informaciones que da Antonio Zinny y que no surgen del examen de la colección del periódico
parten indudablemente del relato de Somellera aunque, como se verá enseguida, confunden El
Grito Arjentino con Muera Rosas! (Zinny, 1883).
Con su inevitable carga de reconstrucción ficcional, el libro de Somellera es además la única
fuente publicada en vida de su protagonista que recupera información de primera mano sobre la
circulación de uno de los primeros periódicos políticos ilustrados del Río de la Plata. La
compilación documental de Rodríguez (1921-1922) es otra fuente ineludible para estudiar este
periódico.
Chávez destaca el desarrollo de las artes plásticas durante el gobierno de Rosas, posibilitado por
el florecimiento de los talleres litográficos (Chávez: 1973), pero sin vincular explícitamente este
desarrollo con una política simbólica estatal.
5 "Ambos periódicos pueden analizarse como una sola producción dadas ciertas similitudes en
cuanto a la configuración técnica y literaria como al sentido de existencia -de ambos." -(. . . )"Ambos
periódicos comparten autores y propósitos, surgen en circunstancias políticas específicas" ( ... ),
"de formato idéntico —dedicaban sus páginas al relato opositor sobre los sucesos ocurridos en
Buenos Aires y la campaña mientras que mediante los recursos retóricos a través de la prosa,
diálogos y poesía manifestaban claramente la intención de prédica contra el gobierno de Rosas.",
sostiene Fukelman (p. 1 y 2, respectivamente; también en Fukelman: 2006). También Ferro
(2008) señala esas continuidades.
En un estudio dedicado únicamente a la parte gráfica de estos periódicos, Gutiérrez (1999), por el
contrario, advierte diferencias sustanciales, no solo ya entre El Grito Arjentino y Muera Rosas!,
sino entre el primero y cualquier proyección ulterior: "Dificilmente pueda establecerse una
continuidad entre esta caricatura de El Grito Arjentino y las que encontramos posteriormente."
(12) No obstante advertir este rasgo particularísimo, a la hora de atribuir un motivo a esta falta de
continuidad, vuelve a reunir a ambos periódicos, aunque intente conservar la distinción respecto al
"tipo de figuración" al que apelan uno y otro: "tanto El Grito Arjentno como Muera Rosas! tenían
una difusión muy limitada, por razones obvias ( ... ) la segunda no toma en cuenta la novedad
formal de la primera." (ibíd.) Respecto de la caricatura en la que Gutiérrez basa estas afirmaciones,
y de las tradiciones estéticas a las que remite, véase su reproducción en p. 88 y, más adelante, p.
132. Sobre su posible fuente francesa, y. la sección "Imágenes" del "Apéndice" de esta tesis, p.
574.
139
6
Cfr. Galván Moreno (1943: 184-185). Como el resto de los historiadores de la prensa, Galván
Moreno toma como fuente principal los datos proporcionados por Antonio Zrnny. Praderio da
también como referencia a Zinny, y proporciona un dato interesante: la lista de colecciones
disponibles del periódico, que ubica en la Biblioteca Nacional, Museo Mitre, Biblioteca Enrique
Peña, Biblioteca de la Universidad de La Plata, Biblioteca del Colegio Nacional de Buenos Aires y
Biblioteca Nacional de Maestros. Aunque no se trate siempre de colecciones completas, este dato
muestra la eficacia del circuito de distribución clandestina, y pone de manifiesto el valor simbólico
que esas condiciones de producción y distribución agregaban a los impresos, al menos, hasta la
fecha de la publicación del estudio.
Por otra parte, cabria especular que muy probablemente, El Grito Arj entino debió contar con el
fmanciamiento de sus redactores, ayudados quizá por alguna figura o figuras políticas, ya que el
periódico no solo declara que se dará "por la mitad de lo que vale", sino que nunca publica su
precio (que la inclusión de las láminas debió elevar sin duda considerablemente). Sobre los
vínculos entre el periódico y algunas figuras centrales de la política de la época, y. enseguida, p.
79.
Algunas referencias independientes de la de Zinny permiten establecer también los nombres de
algunos redactores. En su Alberdi, su vida y sus obras (1874), que Alberdi conoció y leyó sin
desmentir públicamente, Mariano Pelliza menciona la participación del primero en el Muera
Rosas! (que fecha en 1841). Domingo F. Sarmiento, por su parte, acusa con soma, a Alberdi, de
haber tornado parte en el mismo periódico en dos de sus Ciento y una: "En Montevideo fue
redactor de El Nacional seis meses, y colaborador de la Revista del Plata, El Porvenir, El
Corsario, El Talismán, El Gigante Amapola, el Muera Rosas. ¿Todo era gratis, Alberdi?" ("Cuarta
de Ciento y una. Sigue la danza"; quizá la mención de El Gigante Amapola [sic] podría tomarse,
antes que como error evidente, como parte de la política de Sarmiento de no distinguir en su propia
bibliografia entre periódicos y libros.., hecho del que lo acusa Alberdi, a su vez, en la polémica
que mantienen). Más adelante, Sarmiento reitera la mención: "Yo no he escrito como usted en el
Muera Rosas, ni todos los escritos de pura excitación política de que se ocuparon ustedes". Aquí la
mención apunta a revertir sobre el adversario la acusación de exaltación y pasión excesiva frente al
equilibrio y racionalidad que ostentaria el propio Alberdi ("Quinta de Ciento y una. Ya escampa!
Maulas de Alberdi).
Juan María Gutiérrez, por su parte, identifica una de las composiciones del Muera Rosas! en la
edición de sus Poesías que preparó y anotó en 1869: "El maestro Ciruela (alias Rosas)" (publicada
en el último número de MR: 13, 9-4-1842). Anota Gutiérrez: "Esta composición se escribió para
un periódico que re4actaban algunos argentinos en Montevideo con el título: Muera Rosas!,
destinado a circular clandestinamente en la Campaña de Buenos Aires, invadida por el general
Lavalle. El 'Maestro Ciruela' formaba serie con otras composiciones, como por ejemplo la del
'Capitán Araña', cuyos títulos y asuntos aludían a espresiones proverbiales y a tradiciones muy
conocidas entre nosotros, a fm de hacerlas populares." (Gutiérrez 1869:333). La 'alusión a la
"invasión" de Lavalle parece ratificar, indirectamente, la participación de Gútiérrez en El Grito
Arjentino, ya que es este periódico el contemporáneo a las acciones de Lavalle (Lavalle murió el 9
de octubre de 1841 y Muera Rosas! comenzó a publicarse en diciembre de ese año). Por otra parte,
pese a las similitudes formales y de "tono" entre ambas poesías, la nota parece descartar el que
Gutiérrez haya sido autor de la otra composición que cita ("El Capitán Arafia (alias Rosas)",
Muera Rosas! 11, 14-3-1842). No hay alusión alguna a otras composiciones en verso (ni de ningún
otro tipo) que Gutiérrez hubiera publicado (y, por ejemplo, perdido u olvidado, o preferido olvidar)
en El Grito Arjentino o Muera Rosas!.
Sobre la atribución de las poesías firmadas con el seudónimo "Juan del Mayo", y. Schweistein de
Reidel (1940) y Rodríguez Martín (2005); y, más adelante, p. 117 y ss., y las notas
correspondientes.
Las menciones a estos dos periódicos se harán, de aquí en más, indicando sus iniciales (El Grito
Arjentino y Muera Rosas.') y señalando, a continuación de las citas, su número y fecha
correspondientes.
Entre todos ellos, El Corsario es quizá el que, por tono y por estética, más familiaridad presenta
con estos periódicos. Como El Grito Arjentino y Muera Rosas!, El Corsario hizo uso de la sátira
verbal, y compartió con ellos algunos de los "géneros" satíricos que se mencionan más adelante.
Según Hernán Pas, a quien agradezco esta observación, ya su título traslada el subjetivismo
140
11
Sobre los memorialistas de fm del siglo XIX, su intervención en la historia de la literatura
argentina y, específicamente, los modos en que recuperan la "época de Rosas", Y. Fontana (2010).
12
"No hubo objeto doméstico o público que no tuviera estampado un retrato, al óleo, al lapiz, a la
acuarela o al pastel, en litografía, en daguerrotipo, en viñetas de imprenta, divisas, medallas,
monedas o naipes.", detalla Ramos Mejía. Descontando su tono exacerbado, la enumeración da
cuenta de una doble apuesta de esas imágenes: hacia su internalización a través de la exhibición
doméstica —y cabria recordar aquí que la violación del espacio íntimo es uno de los ideologemas
centrales en la fundación de la literatura argentina, desde la perspectiva de Viñas (1971, 1990)— y
hacia su circulación entre ese interior privado y la vida pública —desde el intercambio económico y
también vinculado al espacio del ocio.
13
A lo que habría que sumar el hecho de que no todas las gacetas de Pérez son gauchescas. Para
un análisis minucioso de las "políticas de la lengua" en estas gacetas, y. la tesis doctoral de Hernán
Pas (Pas: 20'10; especialmente el apartado 3.5 de su tercer capítulo).
14
V. "Una crítica periodística al Salón", artículo "en mofa" firmado por "Un lechuguino" y
publicado en el Diario de la Tarde el 2 de agosto de 1837, y transcripto por Alberto Palcos en su
edición crítica al Dogma Socialista de Esteban Echeverría (La Plata, Universidad Nacional de La
Plata, 1940).
15
Como ya se mencionó, este dato surge de Rodríguez (1821, II) y además, resulta evidente si se
atiende a las fechas de inicio y cierre del periódico.
La llamada "Conspiración de Maza" fue uno de los varios movimientos insurreccionales contra
Rosas que se sucedieron entre 1838 y 1839, y que buscaban apoyar desde distintos frentes la
iniciativa militar de Juan Lavalle. El coronel Ramón Maza, al mando de una guarnición al sur de la
provincia de Buenos Aires, fue comprometido en mayo de 1839. Era una de las piezas claves del
movimiento, ya que confiaba en reunir el apoyo de varios regimientos para el desembarco de
Lavalle al sur de la Provincia de Buenos Aires. Ramón Maza era, además, hijo del presidente de la
Legislatura Provincial, Vicente Maza. En la ciudad, la conspiración contaba con el apoyo político
y estratégico del "Club de los Cinco" integrado por Carlos Tejedor, Jacinto Rodríguez Peña,
Santiago Rufmo Albarracín, Rafael Jorge Corvalán y Enrique Lafuente. Al parecer, ciertas
indiscreciones o una excesiva confianza en el apoyo que podrían lograr los llevó a contactarse con
un militar rosista, Nicolás Martínez Fontes, que simuló apoyar la conspiración y luego delató a los
conjurados. Ramón Maza fue detenido y se ofreció a su padre partir al exilio. El padre se negó, y
fue asesinado al día siguiente, el 27 de julio de 1839, en su despacho de la Legislatura.
16
El Grito Arjentino, 1, 1, 24-2-1839. El texto incita a los patricios a rebelarse contra Rosas,
porque los humilla obligándolos a expresar su adhesión al régimen usando bigotes, bajo pena de
que se los pinten, y afeitándoles la patilla si la usan al modo unitario. Resulta muy llamativa la
-apelación a los patricios en este texto. Sé les recuerda - su libertad -de acción y opinión a partir del
llamado "motín de las trenzas" (18 11) contra el Primer Triunvirato. Es decir, de un episodio en el
que estas milicias intentan efectivamente mostrar su autonomía del poder del gobierno... solo que
en ese caso, se trataba del gobierno instaurado por la Revolución de Mayo. Descartada la
posibilidad de una interpretación en otro sentido, todo llevaría a concluir que a estos extremos (los
de apoyarse argumentativamente en un episodio "contrarrevolucionario") debe llevarse la
argumentación para derrocar a Rosas. -
Sobre la cuestión de las "expresiones" externas de adhesión al federalismo y a Rosas, y. Salvatore
(1998) y más adelante, p. 106 y ss.
17
El 20 de diciembre de 1838 se había creado en Montevideo, a instancias de Frutuoso Rivera y
Carril, una "Comisión" argentina, que intentaba reunir a opositores de la primera y segunda
emigración (unitarios y "lomos negros"), "con exclusión de Alberdi y los comprometedores
jóvenes de la 'tercera generación" (Rosa, 1972: 366). La Comisión se entendería directamente con
Rivera, y recibiría órdenes y dinero de él. El cónsul francés Martigny, el gobierno de Comentes y
Rivera habían firmado un acuerdo para hacer estallar durante enero una serie de conspiraciones
simultáneas en Santa Fe y Córdoba, y esperaban el apoyo de las provincias del Norte mediante la
quita del manejo de las relaciones exteriores a Rosas que estas decretarían.
18
"Ya, ya, caen y para siempre" es el título del texto que glosa la lámina del número 31 (16-6-
1839), y con un mínimo cambio, el epígrafe de la lámina ("ya, ya, se caen y para siempre": el
142
cuasirreflejo marca el modo en que la imagen literaliza la caída de Rosas y los Anchorena que,
sostenidos en un pie sobre unas estacas, están a punto de trastabillar). "jNo lo dudéis, paisanos! Os
engaña Rosas: todas las provincias lo aborrecen;y apenas puedan y se presente la ocasión, se han
de declarar ( ... )" (El Grito Arjentino 32, 20-6-1839) y la amenaza del Sargento "ño Juan", en el
poema gauchesco del n. 33 (30-6-1839), para citar algunos ejemplos.
V. el texto del último poema citado en la sección correspondiente del "Apéndice" (p. 501).
19
El énfasis en la referencia a los Anchorena se explica además por la circulación rural del
periódico. Rosas y los hermanos Juan José y Nicolás Anchorena eran socios empresariales en sus
negocios rurales. "Rosas fue el gestor de los grandes negocios rurales de los Anchorena, de cuyas
utilidades participaba en una cuarta parte, según lo convenido, sin riesgo de pérdidas y, al mismo
tiempo, obtenía importantes préstamos por parte de estos al 1% y 1 V2 %" (Ibarguren (1930) citado
por Reguera, 2009: 18). En cuanto a Tomás Manuel, su vínculo era mucho más preeminentemente
político (fue Ministro de Gobierno del primer gobierno de Rosas, y de Relaciones Exteriores
durante el segundo) (Reguera, 2009: 24).
20
Según enumera Domínguez Arribas: "La creencia en la posibilidad de que los unitarios se
ocultaran, otro elemento presente en el discurso rosista, contradice hasta cierto punto la imagen del
enemigo unitario reconocible por su aspecto exterior." (Dominguez Arribas, 561); "El salvajismo
—visto anteriormente— y, sobre todo, la promoción de la anarquía, dos imágenes atribuidas por la
propaganda rosista a sus enemigos unitarios, se oponen frontalmente a uno de los valores centrales
(si no el principal, como propone Myers) defendidos por la retórica del régimen: el orden." (id,
562); y por último, y en alusión a la política anti clerical rivadaviana, "el unitario, además de
salvaje y anarquista, es considerado un impío, enemigo de Dios, la religión y la Iglesia." (id, 564);
"Su relación con la idea de traición, que veremos a continuación, es clara: la conspiración seria la
preparación secreta de aquélla, una amenaza constante y, sobre todo, oculta." (id., 568). A
propósito de estas cuestiones, puede consultarse también Myers (1995), Salvatore (1996, 1998) y
Herrero (2004).
21
Existe una gran cantidad de trabajos bibliográficos sobre el fenómeno de la "delegación de la
escritura". Entre ellos, resulta ineludible el de Armando Petrucci "Scrivere per gli altri", Scrittura
e Civiltá, XIII, 1989, pp. 475-487 (hay versión al español: "Escribir para otros", en:
Analfabetismo, escritura y sociedad, Barcelona, Gedisa, 1999; trad. de Juan Carlos Gentile Vitale).
22
La vida de Lafuente perpetúa esa tensión entre la verdad y lo verosímil. Melodrama,
conspiración y aventura se entrelazan en su biografia que incurre, en diversos sentidos, en la
literatura. Tras la delación de los coroneles Martínez Fontes, que puso al descubierto la
conjuración de Maza (y terminó rápidamente con El Grito Argentino), Lafuente huyó con Tejedor
a Montevideo. Se unió con él al Ejército de Lavalle y llegó a participar en la batalla de Don
Cristóbal (1840); disidencias-entre los integrantes de ese cuerpo hicieron que ambos amigos lo
abandonaran, y pasaran a Brasil. En Carmo (Pelotas) instalaron un negocio de venta de café,
cachaza y tabaco, pero no tuvieron éxito y debieron liquidarlo en 1844. Se dirigieron a Río de
Janeiro, donde tomaron contacto con otros emigrados argentinos. Entre ellos estaban Juan María
Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi y José Mármol. Con este último se embarcaron en 1845 hacia
Chile, en el célebre viaje que debió retornar a Río de Janeiro. Según Cutolo (1968-1985), durante
esa etapa "frustrada" Mármol obtuvo de Lafuente una gran cantidad de informaciones que volcaría
en su novela Amalia (1851-1855). Agrega Cutolo además que "muchos• contemporáneos decían
que [Lafuente]había- sewido de modelo al novelista" (26) para su personaje protagónico, Daniel
Bello. Más tarde Tejedor y Lafuente lograron pasar a Chile, donde intentaron diversas
ocupaciones, con suerte irregular. Lafuente logró recorrer Perú y Chile gracias a uno de esos
empleos, y llegó a escuchar los relatos entusiastas acerca de las ilimitadas riquezas del oro de
California y partió hacia allí (1848). Tras un nuevo fracaso, con mucha dificultad regresó a Chile
en 1850. Eligió un cementerio de Copiapó para suicidarse. Su amigo Tejedor sufragó los gastos de
su sepelio.
Más de un siglo más tarde, los pre-textos de Ricardo Piglia para su novela Respiración artficial
(1980) revelan que Lafuente, y su azarosa biografia cultural y política pueden funcionar también
como piedra de toque para la ficción, esta vez bajo la forma de un personaje borgiano: el traidor-
héroe, que aparece en su novela con el nombre de Enrique Ossorio. Con referencia a este punto,
que revisan varios trabajos sobre la escritura de Piglia, y. por ejemplo el trabajo de Alejandra Alí,
143
"Ricardo Piglia: la trama de la historia" (en: Cuadernos Hispanoamericanos 607, enero de 2001;
pp. 113-124. Agradezco a Claudia Hojman Conde la amable predisposición con que me ilustró
sobre este punto.
23
Otras referencias a las amenazas de los redactores de El Grito Arjentino respecto del ingreso de
los periódicos en Buenos Aires, y hasta el interior doméstico de Rosas, aparecen también en los
niimeros 16 (21-4-1839: "Una reunión de patriotas": "... se nos pide el grito [sic] de muchas partes
de la campaña de Buenos Ayres, y nos consta del modo más positivo que cuando llegan a agarrar
uno, lo leen en rueda, en los ranchos, pulperías, en las carreras", y también en la lámina que
incluye este niimero y a la que se refiere el texto); 18 (28-4-1839, "Rosas y sus parientes no están
mui conformes con que corran los papeles en que se les suele cantar puntas verdades. - Quisieran
quemarlos todos y sin duda pagarían buenos pesos ( ... ) para agarrar los tales papeles: pero cuando
por otra parte, ay que la primera operación no es fácil de registrar a derecha e izquierda, violar el
sello sagrado de la correspondencia para buscar el ratón, y el ratón encuentra siempre algún
agujero abierto y allí se mete. Lo más gracioso también es la prudencia con que trabajan: se
contentan con decir en la Gaceta que los papeles son morales, por supuesto en tono de pifia, sobre
todo aparentando desprecio. Mas entretanto, jamás dicen qué papeles son esos, ni qué cosas traen;
¿para qué tanto trabajo si nadie los lee? ¿Y no es la injusticia mayor, perseguir, imponerse de los
secretos de las cartas y, todo, todo por pescar el pobre Grito Argentino? ¿Dónde está el decreto del
tirano, ordenando que no entren a Buenos Aires los papeles de Montevideo?" ( ... )."acabar a
pufialadas (Rosas) con el pícaro que le cantara al oído —Aquí está el GRITO"); 21(9-5-1839: "El
Tirano Rosas anda con cien ojos para que vosotros, valientes soldados arjentinos, no leais jamás,
ni oigas leer, mas papeles que su inmunda Gaceta; y para que no llegue a vuestras manos el Grito,
este grito de vuestra patria, que os dice la verdad, y os muestra las desgracias que podeis evitar.");
22 (12-5-1839, "Conversación entre los Paisanos Salvador y Genaro": y. cita en p. 100); 23 (16-5-
1839: "Ahora [Rosas] que se encuentra apurado, y ve que el Grito Arjentino está revelando el odio
que tienen (sic) a la Libertad, ahora la quiere echar de patriota festejando el 25").
24
Y. el poema completo en la sección "Textos" del "Apéndice" de esta tesis, p. 497.
25
"Don Fodieris": Tomás Manuel de Anchorena. Este uno de los pocos apodos satíricos que
aparecen en las páginas de El Grito Arjentino. "Si fodieris, inuenies" ("el que busca, encuentra")
es apócope de una divisa que aparece en diversos rituales masónicos ("Ab oriente ad occidente
nascitur herbula saturnia dicta quam si ad genua fodieris inuemes"); tomada de los sofistas ([odias,
inuenis). Al parecer, Anchorenahabría usado esta frase en una nota a la Sala de Representantes en
1830.
Los redactores de El Grito Arjentino se burlan largamente de la "erudición" de Anchorena en el n.
10 del periódico (3 1-3-1839). De dos modos: en un largo diálogo entre "Don Pascual"
[Echagüe?] y "Don Lorenzo" [j,Torres?] —si los apellidos fueran los que suponemos, la burla se
redobla, porque supone la traición al interior al régimen: Pascual Echagüe era gobernador de Entre
Ríos y al mando de su ejército; Lorenzo Torres, jurista y aliado incondicional de Rosas— y en la
lámina de la última página de esa edición del periódico (sobre la lámina, y. también p. 132).
Tomás Manuel de Anchorena (1783-1847), primo de Juan Manuel de Rosas, fue secretario de
Manuel Beigrano en el Ejército del Norte; abogado y diputado al Congreso de Tucumán. Estos
antecedentes letrados y liberales ofrecían un flanco fácil para centrar la burla en la erudición de un
—ahora— rosista. A mediados de la década de 1820 fornió parte del grupo que comenzó a agruparse
en torno a la causa federal, y durante el primer gobierno de Rosas (1829-1832) fue su Ministro de
Relaciones Exteriores. Más tarde fue electo legislador e incluso gobernador de Buenos Aires
(1834), aunque declinó el cargo. Si bien durante el segundo gobierno de Rosas (1835-1852) no
ocupaba una función pública determinada, Tomás Manuel y su hermano Nicolás, eran "federales
apostólicos" y como tales, no solo "hacían culto" de la federación y de su máximo líder, sino que
mantenían vínculos estrechos con la política y la política económica de Rosas (lo que era uno de
los ejes de las denuncias de El Grito Arjentino).
26
El Diccionario de la Real Academia Española elige un ejemplo menos atractivo, pero también
vinculado con lo económico para ilustrar esta figura: "calambur: 1. m. Ret. Agrupación de las
sílabas de una o más palabras de tal manera que se altera totalmente el significado de estas; p. ej.,
plátano es/plata no es." Fernándo Lázaro Carreter distingue entre "calambur" y "juego de
palabras", señalando que el primero se produce "cuando las sílabas de una o más palabras,
agrupadas de otro modo, producen o sugieren un sentido radicalmente diverso" (lo que sería el
144
caso del ejemplo). El "juego de palabras", en cambio, consiste en "el uso de dos palabras
homófonas en un mismo enunciado con significación diversa" (como en los versos de la letrilla de
Góngora: "Cruzados hacen cruzados/escudos pintan escudos"). V. Lázaro Carreter, Fernando,
Diccionario de términos filológicos, Madrid, Gredos, 1961; 2da. ed.
27
Sobre los "tonos" en que pide ser leído El Grito Arjentino, y en relación con los "territorios
discursivos" de la oralidad y la escritura, y. también el ensayo de Gabo Ferro (2008; esp. su
capítulo III: "Instrucciones para derrocar al Tirano"). Ferro se detiene especialmente en la
construcción de una voz colectiva para el periódico, y en los modos en que se representa tanto a
los lectores como a los modos de circulación del periódico en algunos textos de El Grito Arjentino.
28
Con alguna irregularidad: los números 9 y 10 se publicaron ambos en domingo, con diferencia
de una semana (el 24 y el 31 de marzo de 1839, respectivamente; la celebración de la Pascua
católica durante esa semana pudo ser causa de la demora en la impresión del periódico). El número
25 lleva como fecha el sábado 25 de mayo (de 1839), seguramente en atención a la altísima carga
simbólica que revestía el aniversario patrio para los redactores del periódico, y a la expectativa que
cifraban en la invocación a los "valores" de la Revolución como recurso de apelación y
movilización política.
29
Philippe Hamon señala como propio del siglo XIX la atención y el cuidado por los
"frontispicios", es decir, las imágenes-umbral (image-seuil) que funcionan como acceso y frontera
del texto impreso, y que resultan además imágenes autoritarias, simbólicas y sincréticas en su
articulación. Aunque el uso de "frontispicios" data, evidentemente, de mucho tiempo antes,
Hamon advierte que este gusto y este desarrollo decimonónicos de "la tradición" de los
frontispicios alcanza también a periódicos y revistas (Hamon 2001: 249). La observación es
particularmente pertinente para el Río de la Plata, donde —sobre todo durante los dos primeros
tercios del siglo— los periódicos son verdaderos "libros" de producción americana (y basta recordar
la conciencia de este hecho que ostenta Domingo F. Sarmiento en su Recuerdos de Provincia
(1850)). Hamon distingue dos tipos principales de elementos que aparecen en los frontispicios:
"atributos legibles" y "símbolos".
El frontispicio de El Grito Arjentino está planteado a partir de una imagen alegórica. En su centro
hay una mujer que dirige un carro. Su representación combina rasgos simbólicos de "la patria", "la
república" y "la libertad" (sobre este tipo de representación, muy frecuente a partir de la
iconografia de la Revolución Francesa, pueden consultarse los ya clásicos trabajos de Maurice
Agulhon, Mariane au combat. L 'imagerie et la symbolique républicaines de 1789 á 1880, Paris,
Flammarion, 1979; y de Mona Ozouf, La Féte Révolutionnaire, Paris, Gallimard, 1976). Entre los
atributos de esta mujer están una bandera argentina, que remite a la independencia de la República
y a la tradición revolucionaria de Mayo (recuérdese, como lo hace explícitamente El Grito
Arjentino en último número (33, 30-6-1839), que Rosas había modificado los colores de la bandera
argentina para evitar el -celeste, símbolo utilizado por el partido unitario, y que había eliminado del
paño central el "sol de mayo" ) y también un cuerno de la abundancia, atributo de la diosa Fortuna
(y. un análisis pormenorizado de esta imagen, aunque con otras inflexiones, en Fukelman 2006:
17).
Habría que recordar, por otra parte, que la imagen del "carro triunfal" tenía connotaciones políticas
idiosincráticas durante el segundo gobierno de Rosas. Lynch (1984) menciona que en la "fiesta
pública" para celebrar laasunción del gobernador, el 13 de abril de 1835, Rosas fue conducido de
la Sala de Representantes al Fuerte en un carro "tirado por hombres en vez de caballos"; más tarde,
en una ceremonia organizada por el ejército, "llevaron por las calles un gran retrato de Rosas en un
carruaje adornado con banderas y trofeos militares y arrastrado por sus seguidores vestidos con
chaquetillas rojas" (Lynch 1984: 174; algunos contemporáneos, como Beruti en sus Memorias
curiosas [1812-1855] y Santiago Calzadilla, en Las beldades de mi tiempo (1891), recuerdan ese
mismo episodio). En Rosas y sus opositores, Rivera Indarte recuerda una escena similar, con un
cambio significativo: en septiembre de 1839, en ocasión de "adorarse" por primera vez el retrato
de Rosas en la Iglesia de la Merced, el carro con su retrato fue tirado por "las damas de Buenos
Ayres pertenecientes [sic] á empleados de alto rango": "Da. Cármen Alvear, Da. Pascuala
Beláustegui de Arana, Da. Guillermina Yrigoyen de Pinedo, Da. Juana Maciel de Rolon y Da.
Dolores Quiroga" (Rivera Indarte 1845: 310). La conjunción entre el uso de la imagen del carro
triunfal en las fiestas públicas rosistas, y en el frontispicio de El Grito Arjentino constituiría
entonces un buen ejemplo del concepto de "tradición" que propone Rayinond Williams, citado en
145
la Introducción de esta tesis: la tradición entendida como "una versión intencionalmente selectiva
de un pasado configurativo y de un presente preconfigurado, que resulta entonces poderosamente
operativo dentro del proceso de defmición e identificación cultural y social" (Williams, 1977:
137). Tal como lo sugiere la hipótesis de Williams, el frontispicio "opera" sobre la imagen de
tradición alegórica y revolucionaria para construir una "versión intencionalmente selectiva" que,
en este caso, discute —importa menos si deliberadamente o no— el uso oficial de esa imagerie. En
este capítulo propongo varios ejemplos de los diferentes modos en que El Grito Arjentino realiza
este tipo de "operaciones" sobre los discursos —verbales e icónicos— que erige como su propia
tradición y en discusión con usos oficiales de palabras, imágenes, conceptos y prácticas oficiales.
30
Además de las declaraciones de Somellera en sus Recuerdos, la única marca que autoriza esta
atribución en los periódicos es su firma como litógrafo, al pie del retrato del gobernador de
Corrientes, Ferré, incluido en el n. 11(14-3-1842) de Muera Rosas!. También Pradere (1914) y
Pagano (1939), por ejemplo, atribuyen las imágenes a Somellera (aunque Pagano solo se refiere a
las de Muera Rosas! como de la autoría de Somellera). Resulta imposible, no obstante, que él fuera
el autor en Buenos Aires de esa imagen (como sugiere Zinny), ya que por entonces —según declara
en sus Recuerdos (1886), se hallaba exiliado en Montevideo. Aunque muy posiblemente debió
hacer dibujos o litografias para algunos números, todo indica que no fue el único autor de las
láminas. Por otro lado, como ya se mencionó, es evidente que los redactores de El Grito Arjentino
se esforzaron por hacer visible la pluralidad de autores que sostenían los textos e imágenes
incluidas en sus páginas.
31
De hecho, esta representación estaba muy afianzada ya en sede literaria. Véase, por ejemplo, la
composición gauchesca que la crítica llamó "Biografia en verso de Juan Manuel de Rosas",
relatada por el gacetero Pancho Lugares y publicada en los números 1 a 6, 9, 14 a 19, 21 a 34, 36 y
38 a 40 de El Gaucho periódico de Luis Pérez, entre julio y diciembre de 1830 o enero de 1831
(según Ricardo Rodríguez Molas). En ella, como en otras composiciones de Pérez, Rosas habla
con los gauchos como uno más, y aparece caracterizado como el viejo, el rubio y, ante todo, como
un "amado patrón" (V. Rodríguez Molas, 1957).
Complementariamente, sobre la representación de un Rosas "oculto" y ocultador, conspirador pero
cobarde y débil en su encierro, deja su impronta también en la gauchesca contemporánea (aunque
algo posterior) a la publicación de estos periódicos. V. particularmente la segunda parte de
"Isidora, la federala y mashorquera" de Hilario Ascasubi [1843]. En este poema, el enunciador
accede, siguiendo los pasos de Isidora que ha viajado a Buenos Aires para visitar a su amiga
Manuelita Rosas, al interior de Palermo. En su recorrido puntualiza varios "trofeos" de una suerte
de museo del horror en el que Rosas guarda reliquias de sus víctimas (Zelarrayan y Berón de
Astrada, entre otros). De pronto, Rosas parece recordar el triunfo de Venancio Flores y Angel
Núnez en "la Horqueta del Rosario" (18-7-1843), y se desarticula, temblando de miedo. Al volver
en sí, hace matar a "la ovejona" Isidora, para que no haya testigos de ese momento de debilidad
• .Muera -la ovejona! / Pues, si no, sale y pregona,/ que ya tengo convulsiones,/ de ver que los
salvajones/ se lo limpian a Alderete; ( ... )" (vv. 399-401).
32
Según Amigo, esta representación iconográfica que ubica a Rosas "en los bordes de la escena
del crimen, como testigo del asesinato a ejecutar", "tiene base literaria, principalmente en
Sarmiento y Rivera Indarte". Esta representación, "acuñada" por los periódicos que analizo, será
citada con insistencia en las representaciones de Rosas en la pintura histórica del período
inmediatamente posterior a Caseros (Amigo: 1999, 39).
33
Sobre la imagen del "gabinete" del sabio Tomás Manuel, y. también más adelante, p. 132.
34
La relación entre dibujo y escritura ha sido muy estudiada. Sobre la evolución de los
pictogramas en ideogramas, y sobre sus diferencias y efectos en la "reestructuración de la
conciencia", puede consultarse elya clásico ensayo de Walter Ong (1982).
31
Para una genealogía de la caricatura y sus condiciones de reproductibilidad técnica en
Sudamérica: la base tipográfica de la Imprenta de la Caridad se formó con tipos, viñetas y otros
elementos técnicos de diversas imprentas que iban siendo vendidas parcial o totalmente, a la que
se sumaron otros acuñados especialmente en Montevideo. Una de aquellas imprentas
desarticuladas fue la que, desde Chile, trasladó consigo el militar y político chileno Carrera. Al
salir desde Montevideo para Buenos Aires, en 1819, Carrera vendió parte de su imprenta a un tal
Pérez. La Imprenta de Pérez pasó tiempo después a formar parte de la de la Caridad. Inicialmente,
146
la prensa vendida por Carreras había servido para imprimir naipes; luego proclamas y hojas
diversas. De esa imprenta (segin algunos estudiosos, de la mano del mismo Carrera) habrían
salido algunas de las primeras caricaturas políticas impresas que circularon en las repúblicas
sudamericanas: aquellas en que se ve a San Martín como un burro y como un tigre, y en las que se
atacaba también a O'Higgins. Tras ser vendida (en parte) a la Hermandad de la Caridad, otro
hermano apasionado por el dibujo y por la caricatura, Fray Francisco Castañeda, persiguió el rastro
de la imprenta de Carrera. Así lo relataba en 1825: "la imprenta famosa del general Carrera estaba
repartida en diversos parajes donde la iba dejando aquel hombre tan caminador. Yo he tenido la
prolijidad de irla recojiendo, por ver si acaso podía ponerla en ejercicio ( ... )". "Representación del
R.P. lector jubilado F. de Paula Castañeda al Gobernador de Tucumán" (1825), citado por Estrada
(D), 1912: 18. V. también Soiza Lanosa, Montealegre, Estrada (d)).
36
Los hermanos Ayllón llegaron a editar, en 1838, un orgulloso catálogo de la Imprenta: Muestras
de caracteres, de letras gerogljficas y guarniciones que existen en la Imprenta de la Caridad
(Soiza Larrosa, 1989: 482).
37
Recuérdese que el cuerno de la diosa Fortuna aparece también como uno de los atributos de la
figura de la patria/libertad/república que es centro del frontispicio alegórico del periódico (y. más
arriba, nota 30).
38
De manera todavía más evidente sucede con la viñeta que se inserta en el número 7 del
periódico
antes de un artículo que comienza con la siguiente invocación: "!Argentinos emigrados! Al fm nos
ha llegado la época de reír". El texto, de carácter satírico, es una proclama en la que Rosas pediría
a los emigrados que abandonen a Rivera. El final, con moraleja, indica cómo debe ser entendido lo
anterior: "Vamos, [Rosas y Echagüe] están locos, y con razón: por todas partes ven calaveras, ven
la guadaña de la muerte, ven el sepulcro, ven en fm, su sangrientofinis" (EGA 7). La palabra fmal
del artículo reenvía así a la imagen, y recupera y refuerza el modo en que debe ser decodificada.
Es inevitable pensar, al mismo tiempo, que el texto completo pudo haber sido inspirado por la
eficacia de esta imagen económica, porque condensa en una pequeñísima escala un mensaje que
requiere de una sola palabra pero cuyo sentido el texto vuelve unívoco.
La lira argentina, o colección de piezas poéticas dadas a luz en Buenos Aires durante la
Guerra de Independencia (1824). La obra fue impresa en París, e incluye diverso tipo de
composiciones: canciones, marchas, loas, cielitos, décimas, por ejemplo. Reúne poesías de Juan
Crisóstomo- -Lafmur, -Esteban de Luca, Juan Cruz Varela y Fray Francisco de Paula Castañeda,
entre otros autores. Una de esas poesías es el "Diálogó patriótico interesante entre Jacinto Chano,
capataz de una estancia en las islas del Tordillo, y el gaucho de la Guardia del Monte - También en
el Parnaso Oriental o Guirnalda Poética de la República Uruguaya (1835),que incluye poesías
de Francisco Acuña de Figueroa, Francisco Araucho, Petrona Rosende (de la Sierra), Florencio
Varela, entre otros. En el tomo U de esta obra se reimprime el "Diálogo patriótico.. ." de Hidalgo
(que ha perdido en esta edición el adjetivo "interesante"). Poemas gauchescos y de corte
neoclásico conviven en el volumen —igual que en la Lira—: de hecho, el Parnaso incluye varias
composiciones no- gauchescas de Hidalgo; entre otras, un "Himno Oriental" y unos "Sentimientos
de un patriota" (ambos en el tomo 1). -
40
El Grito Arjentino, 22, 12-5-1839. Toda la serie gauchesca de El Grito Arjentino presenta una
familiaridad notable con la producción de Ascasubi, desde el sistema nominal al despliegue de
géneros y recursos. Por lo demás, podría postularse una continuidad entre estos y los poemas de
Ascasubi pertenecientes al El Gaucho en Campaña, que se reproducirán en El Nacional entre
septiembre y octubre de 1839 (es decir, muy poco tiempo después del final de El Grito Arjentino).
Agradezco a Hernán Pas haberme hecho notar ambas cuestiones.
41
¿Algunos de estos paisanos son negros, como desearían los redactores de El Grito Arfen tino que
entre ellos se contaran algunos de sus lectores? El vocativo "Señó Anselmo" parece sugerirlo.
Además del ya clásico trabajo Soler Cañás (1958) y de las orientaciones que sugiere Josefina
147
e
Ludmer (1988), vale la pena revisar el estudio de William Acree (2009) que, aunque aborda un
caso excepcional, permite revisar en detalle cuestiones vinculadas con la apropiación y despliegue
de las prácticas de la lectura y la escritura entre los "negros" y entre los sectores populares en
general.
42
La primera composición gauchesca incluida es la "Conversación entre los paisanos Salvador y
Jacinto" (El Grito Arjentino 9, 24-3-1839), a la que sigue, varios niimeros después, la
"Conversación entre los paisanos Salvador y Genaro" (22, 12-5-1839). La semana siguiente se
publicó la "Conversación de ño Juan y el Pulpero" (El Grito Arjentino 24, 19-5-1839). En esta
última vuelven a mencionarse los felices tiempos de "Chano,/el dijunto que murió".
La poesía gauchesca va ganando espacio en el periódico, y organiza, en números sucesivos, una
trama discontinua que va presentando la progresiva movilización y radicalización de los
"paisanos", enunciadores y personajes. Así se suman un pulpero, un aparcero, varios paisanos, la
paisana compañera de uno de ellos, quizá algún paisano negro (y. nota 41). El efecto de esta trama
discontinua es una suerte de puesta en abismo de la circulación deseada del periódico, donde la
falta de aparición de poemas puede leerse como los tiempos muertos o soterrados del intercambio
de noticias, los esfuerzos por convencer y sacudir al paisanaje, el silencio obligado o sagazmente
conservado y, por último, la conspiración, finalmente triunfante.
En los últimos siete números del .periódico (a partir del numero 26) la poesía que publica El Grito
Arjentino es exclusivamente gauchesca. En la "Conversación entre Salvador y Ramon", (El Grito
Arjentino 26, 30-5-1839) el primero manda llamar al segundo para conspirar contra "el
Restaurador" y tener noticias de lo que sucede en la provincia (y allí desfilan las cuitas de Genaro
y de Simón, y se ventila el problema del cobro de las marcas de ganado, que venía tratándose en
las zonas "prosaicas" del periódico como argumento contra Nicolás y Tomás Manuel de
Anchorena). Entonces se produce una "segunda visita" de "ño Juan" al "Pulpero" (El Grito
Arjentino 27, 2-6-1839). Enseguida aparece el lamento de "El Sargento ño Juan,en su casa" (El
Grito Arjentino 28, 6-6-1839) donde ño Juan escribe a su "viejita" Irenia, sobre las penurias que
pasa porque sus superiores —sabemos ahora que Juan es sargento— lo consideran "unitario" siendo
e federal, y lo han mandado a la cárcel". Algunos días más tarde, en el diálogo entre "El Sargento y
su aparcero" (El Grito Arjentino 31, 16-6-1839), el primero informa al segundo sobre el estado
miserable de las tropas de Buenos Aires (el "Sargento" tiene un sobrino en la tropa, y viene de
171 conversar con "el general Rolón", Benito Mariano Rolón, militar que había adherido al
federalismo desde la Revolución de los Restauradores y había estado involucrado en la represión
de la Conspiración de Maza). El poema se cierra con el recuerdo de la opresión ominosa, pero
también de la esperanza de rebeldía entre los soldados. Advierte "el Sargento": "Sepa que cuanto
le digo; ¡Mi sobrino me contó/ No quiero que el pobre muera! Con que así amigo, chitón". En el
siguiente y último poema gauchesco, "El Sargento proclamando a los de su pago" (El Grito
Arjentino 33, 30-6-1839), el tono se define por la esperanza y el desafio. Allí "El Sargento" alienta
a sus compañeros y a la tropa a asesinar a -Rosas, y tiene éxito. El poema termina con - los versos:
"VAMOS TODOS A LAS ARMAS/Gritó entonces el montón". La "proclama" del Sargento es, de
hecho, la transposición a lenguaje gauchesco de los argumentos que el periódico ha vertido en
prosa y con diferentes modulaciones en las páginas previas del mismo número.
43
Tabapui, tabapuy o tabapié. El "vocabulario americanista" de Muñiz (1853) lo caracteriza como
una "especie de baile provincial". Se trata de un allegro con texto de seguidillas que se añadía al
final del cielito. Según recuerda Santiago Calzadilla, se trataba de un baile característicamente
federal, más atractivo que los "cielitos": "Más tarde, allá por el año 44,sebailaba también mi
cielito criollo, a pedido (en lo de Senillosa) del general don Prudencio Rozas, insigne bailarín...".
Añade algo después: "Este baile gaucho, monótono en demasía, y poco aristocrático, era rechazado
por la mayor parte de la concurrencia; pero la excelente señora, misia Pastora ( ... ), rogaba
encarecidamente a las niñas lo bailaran, para complacer al rubio general. Tanto por ésto como por
el tabapie y relaciones que se le agregaba, llegó a establecerse con gran complacencia del hermano
del Restaurador y de los Federales'." (Calzadilla, Santiago, Las beldades de mi tiempo, 1891). Si
la versión del memorialista es correcta, los tabapuys de El Grito Arjentino cumplirían una función
similar a las "media cañas" y "refalosas" en el conjunto de la gauchesca de Ascasubi: el ser bailes
de celebración y de triunfo, arrebatados con éste al enemigo rosista, con la amenaza simbólica que
esa expropiación conllevaría.
148
El Cancionero del tiempo de Rosas compilado por Jósé Luis Lanuza incluye un "Tabapuí
compuesto por una federala", cuyos primeros versos aconsejan: "Para ser Federales/es
necesario/Huir como del Diablo/del Unitario."
44 La lista que sigue incluye la totalidad de las composiciones poéticas incluidas en el periódico, y
permite verificar esa diversidad: "Décimas" (que glosan la cuarteta de Vicente F. López: "Calle
Esparta su virtud.. .") (El Grito Arjentino 3), "Los hospitales" (poema que ilustra la lámina de la
página 4; compuesto en octavillas) (El Grito Arjentino 4); "Marcha guerrera" (El Grito Arjentino
5); "Cancion. Al campo! Al campo!" y "Tabapuy patriota" (El Grito Arjentino 7); "Paso de
vencedores" (reescritura del poema de Juan Cruz Varela, y. nota 64 de este Capítulo) (El Grito
Arjentino 8); "Conversación entre los paisanos Salvador y Jacinto" (El Grito Arjentino 9); "A la
emigración argentina" (El Grito Arjentino 12); ("Quién de la;patria empañó .....): composición sin
título en octavillas y ("Si Rosas pretende.....), composición sin título en versos de arte menor (El
Grito Arjentino 13); ("De los males el mayor"), composición sin título en cuartetos y "Cielito" (El
Grito Arjentino 14); "Oración de la joven" y ("Qué pena dais al ladrón"), composición sin título en
octavillas y un noveno verso de tres -sílabas (El Grito Aijentino 15); "Tabapuy y media caña" (El
Grito Arjentino 21); "Conversación entre los paisanos Salvador y Genaro" (El Grito Arjentino 22);
"Conversación entre ño Juan y el Pulpero" (El Grito Arjentino 24); "Marcha patriótica" y un
"Himno a las ilustres hijas de la patria" (El Grito Arjentino 25); "Conversación entre Salvador y
Ramón" (El Grito Arjentino 26); "No Juan y el Pulpero" (El Grito Arjentino 27), "El Sargento ño
Juan, en su casa" (El Grito Arjentino 28); "El Sargento y su Aparcero" (El Grito Arjentino 31) y
"El Sargento proclamando a los de su pago" (El Grito Arjentino 33).
' Apoyándose en fuentes bibliográficas y citando numerosas publicaciones en su apoyo, Fermín
Chávez afirma que durante los dos gobiernos de Rosas tuvo lugar una "intensa actividad musical y
del quehacer teatral" (Chávez, 1973: 45).
En el caso de los poemas de El Grito Arjentino, la bibliografla sugiere, antes que un fenómeno
épocal, una politización de la forma poética y sobre todo del ritmo, a través de una muy deliberada
disputa con el sistema semiótico que propone el rosismo, en sintonía con la disputa por la
producción de imágenes. El gobierno de Rosas estimuló la convocatoria a festejos populares y
públicos no sólo en las fechas patrias tradicionales (las fiestas "mayas" y "julias"), sino además
por diferentes motivos vinculados directamente con hechos políticos: triunfos bélicos, el
cumpleaños del Restaurador o de su hija, la salvación —a fines de 1839— de Rosas tras el atentado
de la "máquina infernal". Con respecto a esta última celebración, por ejemplo, informa La Gaceta
Mercantil: "Las músicas de los regimientos se colocaron desde las oraciones frente a la casa de
Policía y Justicia, trayendo a una numerosa concurrencia que aumentaba progresivamente,
gustando de las brillantes sinfonías y aires militares que tocaban alternativamente. A las 8 de la
noche rompió la marcha, acompañada de una fuerte escolta en dirección a la casa del Restaurador,
donde hizo alto y tocó una serenata ( ... )" (La Gaceta Mercantil, 19 de septiembre de 1839, a
propósito de los festejos realizados en honor -a Rosas tras salvar -su vida). Los festejos públicos
incluían muy especialmente bailes y canciones. Las fiestas patrias, populares y públicas son clave
en la consolidación simbólica y material —en tanto implicaban un gran despliegue que suponía la
distribución de diverso tipo de concesiones y prebendas—. Ante o en contraste complementario con
ella El Grito Arjentino presenta y convierte en objeto de denuncia las fiestas "privadas" e
"inmorales" que celebra Rosas en su "mansión".
Sobre la importancia de las fiestas federales y sus rituales, véase especialmente Salvatore (1996).
46
Angenot señala que la sátira es un discurso lindero a la polémica, pero que a diferencia de ella,
supone agotadas las posibilidades de polémica y de argumentación. El discurso satírico no busca ni
presupone un "fondo común" respecto del adversario; por el contrario, se construye de manera
relacional opositiva, como pura exterioridad polarizada respecto de este. V. Angenot: 1982.
47
Di Meglio explica que la superposición entre imaginario religioso y partidario estaba presente ya
en el federalismo rosista de la década de 1830, cuando se produce la división entre "federales
apostólicos" y "netos": "La denominación de apostólicos fue utilizada estratégicamente por el
grupo rosista- de manera de señalar a sus enemigos como adversarios de la verdadera religión y así
impulsar la adhesión popular a sus filas" (2007: 33).
149
' Para un estudio detallado del cruce entre representaciones políticas y religiosas en el discurso
público del rosismo, y sus vínculos con el discurso republicano. Cfr. Myers (1995) y Salvatore
(1996).
49A modo de ejemplos: Salvatore cita "la preocupación de Rosas acerca de rumores de que los
unitarios estaban haciendo que muchos paisanos almidonaran su ropa con añil, de forma tal que
con el tiempo la ropa se tornara celeste", y el caso de u n pulpero francés "an -estado por pintar la
puerta de su tienda de verde" (Salvatore, 1998: 200). En su último número, los redactores de El
Grito Arjentino se indignan porque el escándalo cromático toma por objeto la bandera nacional:
"La bandera actual es casi negra, en vez de azul-celeste; y le ha puesto en las cuatro esquinas o
ángulos, unos gorros o manchones colorados. ¡Qué inmundicia!" (El Grito Arjentino 33, 30-6-
1839). En un tono completamente diverso, plenamente jocoso, el Muera Rosas! se insertará una
supuesta "Carta escrita por un comerciante de Buenos [sic] a otro de Montevideo", donde el
primero se queja de las persecuciones que sufren los labradores de Buenos Aires: "En estos días ha
sucedido que un comandante de campaña echó una caballada entera á un trigal, y la tuvo allí hasta
que se concluyó; porque había salido en él mucha flor azul, y dijo que su dueño debía ser muy
unitario, ó que si no lo era el dueño lo era el trigo. (..)" (Muera Rosas! 4, 13-1-1842).
50
El primer ejemplo de uso del color en la prensa rioplatense fue El Diablo Rosado, que el
periodista francés Juan Laserre publicó durante 1828, se imprimía en hojas rojas o rosadas. La
Cotorra, periódico satírico dirigido por Benito Hortelano y publicado en Buenos Aires entre 1879
y 1880, se jactaba de ser el primer "periódico con cromolitografias de América del Sur." Sobre
este semanario, y. el Capítulo 4 de esta tesis.
51Hacia 1820 comenzó a extenderse el uso de tipografias diversas y la creación de nuevos tipos,
sobre todo para llamar la atención hacia todo tipo de carteles o impresos de carácter efimero
(mucho antes y en menor escala que para la impresión de libros). Así lo verifica, al menos para los
producidos en Inglaterra y América del Norte, Michael Twyman (2008). Twyman afirma que la
introducción de este uso de la tipografia transformó los modos de leer, en tanto el lector debe
abandonar las estrategias de lectura que conoce para aprehender el mensaje del texto. En ese
sentido, considera que "The introduction of such display tipes led to what 1 believed to have been
one of the most significant developments in print cultura before the electronic revolution of the last
few decades." (33).Twyman señala además que desde fmes del siglo XVIII los agentes de loteria
británicos habían comenzado a introducir "decorated woodcut letters" en sus billetes de lotería
también por motivos publicitarios (31): como en el caso de El Grito Argentino, examinado más
arriba, el azar y el juego (y, desde ya, su circulación en el entorno del capitalismo) impulsaron
también los cambios en las estrategias de producción de sentido verbal e icónico, y desafiaron,
transformándolas, las capacidades de lectura y apropiación de los públicos a los que se dirigían.
52
Nótese el contraste con la apelación que propone El Grito Arj entino en uno de sus últimos
números (25, 25-5-1839), a través de un "Himno a las ilustres hijas de la Patria", cuyo-coro-reza:
"O vírgenes del Platalla dulce Patria os llama:/Que hoy sus grillos pesados desatalY de gloria su
frente se inflama!".
53
El Diccionario de la Real Academia Española registra ya en su edición de 1737 las siguientes
acepciones para "rocín": "caballo de mala traza y flaco", "se llama comúnmente al caballo de
trabajo; a distinción del que llaman de regalo", "por alusión llaman al hombre necio y pesado". En
la edición de 1832 no varía la segunda acepción, y cambian leve pero significativamente la
primera "caballo de mala traza, basto y de poca alzada", y la tercera: "el hombre tosco, grosero y
mal educado" (esta acepción se reitera sin cambios en la edición de 1837).
En cuanto a "rosinante", el mismo Diccionario lo registra también en 1737 como sinónimo de
"rocín" "muy flaco", por alusión al Quijote; y -en 1832 como "rocín, matalón". Nuevamente, el
cambio en la grafia es la condición de posibilidad del tropo. (Se podría recordar, además, que el
propio Rosas había cambiado la "z" del apellido familiar por la "s" como símbolo de
emancipación, según recuérda su sobrino Lucio V. Mansilla (1898). El cambio de la "s" por la "e"
se convierte, en ese caso, en amplificación paródica de una operación inscripta por Rosas en su
propio nombre).
" Domingo Soriano de Arébalo (1783-1834) fue un militar argentino, activo desde la época de las
invasiones inglesas. Había participado junto a Rosas de algunas de sus acciones en la frontera
150
contra los indios en los primeros afios de la década de 1820. Aunque se había acercado a algunos
jefes unitarios, estaba enemistado con Lavalle por el fusilamiento de Dorrego.
55Vale recordar aquí que, hacia 1835, Eusebio "de la Santa Federación" -uno de los -"bufones" de
la "corte" de Rosas, había recibido el título de "Gobernador de la Provincia, Majestad en la Tierra,
Conde de Martín García, Señor de las Islas Malvinas, General de las Californias, Conde de la
Quinta de Palermo de San Benito y Gran Mariscal de la América de Buenos Aires". La ironía del
párrafo final alude evidentemente a este tipo de imaginería vinculada con el régimen de Rosas.
56
Los avisos apócrifos y satírico-humorísticos aparecen ya en los periódicos de Fray Francisco
Castañeda, y en otros periódicos de la década de 1820. También los puso en juego Luis Pérez en
sus hojas gauchescas, como El Torito de los Muchachos (1830).
' Se alude aquí a Juan Antonio Argench, sacerdote -cura de la Merced- y miembro de la Cámara
de Representantes.
58
Baldomero García (1799-1870), fue Ministro de gobierno, legislador y juez durante el gobierno
de Rosas. Por su elocuencia y su capacidad diplomática desempeñó varias misiones político
militares. Entre ellas, la que lo condujo a Chile hacia 1845 y que fue invocada por Domingo F.
Sarmiento como "motivo" para la publicación de su Facundo.
59 "Rosas el inmundo, el plagiario de todos los excesos mas brutales de los caballeros de la edad
bárbara de los pueblos, tiene la costumbre de reunir en su quinta de Palermo a sus amigos los mas
viles, y á ciertas damas, deshonra de las damas argentinas, para divertirse á costa del pudór de las
unas y de la vileza de los otros.", comienza el artículo. A continuación, se relata "un dia de orgía y
desenfreno, que fue el del festejo de la desgraciada acción del Quebracho", incluyendo las
borracheras, las diversiones de Rosas con sus "locos", la complicidad de Manuela, las burlas y los
golpes propinados a las mujeres.
60
El texto de Remo Bodei se refiere al "Terror" jacobino durante 1792 y 1793. Pese a esta
importante diferencia, considero que la posición enunciativa que asumen los redactores de Muera
Rosas! en estos textos áutoriza la extrapolación -creo que productiva- de la cita. -
61
V. el texto de la carta de "Unos- mangangaes" en la sección "Textos" del "Apéndice" de esta
tesis, p. 503-505.
No tengo datos sobre quiénes podrían ser estos "Mangangaes". El mangangá -la palabra es de
origen guaraní- es un tipo de insecto, de la familia de los abejorros; por extensión, el término se
utiliza para referirse a una persona insistente y molesta (y. también Diccionario de la Real
Academia Española, donde la palabra aparece registrada a partir de la edición de 1984) . La
elección del seudónimo apunta, por tanto, de una versión montevideana del "tábano de Atenas".
El Centinela Oriental Periódico de circunstancias, salía los sábados, por la Imprenta Oriental de
Montevideo. La Biblioteca Pública de La Plata conserva los números 1 a 1-0, publicados entre el 20
noviembre de 1841 y el 22 de enero de 1842. Según Zinny, fue redactado por Manuel Acosta y
Lara, Angel Navarro y otros. "No tuvo otro objeto que combatir a Rosas" (Zinny: 1883). Manuel
Acosta y Lara es considerado "el primer novelista uruguayo". Publicó también en Montevideo el
periódico La Enciclopedia (1841), y tras la muerte de Rivera Indarte (en septiembre de 1845) se
hizo cargo de la redacción de El Nacional de Montevideo junto con Francisco Agustín Wright
(Estrada). Se trata, por tanto, de una publicación y de un núcleo de personalidades afines a Muera
Rosas!
El Centinela Oriental respondió el remitido de los mangangaes reivindicando la intención de
Muera Rosas! de atacar a Rosas, más allá de cualquier otra consideración, y reconviniendo a los
corresponsales: ) Nosotros sin defender las producciones del Muera Rosas que los
"( ...
siempre sobre "tipos sociales y no 'específicas personas", señala Martín (1983: 46-47). Antes de
entrar a analizar los artículos de La Moda (Buenos Aires), El Iniciador (Montevideo) y El
Progreso (Santiago de Chile), la autora indica, además, la presencia de este tipo de textos en las
páginas de The British Packet, el periódico inglés publicado en Buenos Aires, así como el carácter
"costumbrista" del que participarían algunos textos de Fray Francisco Castañeda (Martín, 1983:
92-109).
63
Hemos planteado algunas ideas sobre las sátiras incompletas y "reprimidas" por Esteban
Echeverría en un trabajo conjunto realizado con Patricio Fontana: "Cartas a un amigo. La polémica
[de Esteban Echeverría] con Pedro de Angelis en el contexto de la recepción del Dogma
Socialista". En: Kohan, Martin y Alejandra Laera (eds.), Las brújulas del extraviado. Para una
lectura integral de Esteban Echeverría,Rosario, Beatriz Viterbo". Sobre la sátira en los periódicos
de las primeras tres décadas del siglo, puede verse también Delfmo (1994 y 1995).
64Por eso, cuando aparece un nombre propio en El Grito Arjentino, es para referir a una tradición.
Así ocurre con la "edición" de la marcha de Juan Cruz Varela que El Grito Arjentino titula "Paso
de vencedores" (8, 21-3-1839), y que originalmente había sido incluida en el Parnaso Oriental
(1835, y. nota 37, más arriba). El periódico declara que "el patriota poeta argentino", aquel
"desgraciado poeta"—Varela había muerto en el exilio en Montevideo, en 1839— había escrito esta
"composición que cantaban los bravos cuando marchaban contra los enemigos de la nación"; y,
que, por tanto, "nunca habría desaprobado los cortes que hemos dado a sus versos" (en ocasión de
la lucha contra Rosas). La marcha de Varela había sido escrita en ocasión de la Guerra contra el
Brasil (1825-1828), de ahí la transposición de la categoría "enemigos de la nación" que intentan
los editores de El Grito Arjentino. Si esos enemigos (Rosas y sus "satélites") ocupan ahora el
territorio nacional, desde la reformulación de la poesía se vuelve a dibujar como propio el espacio
de la nación, entendida además como "patria". En la versión que presenta El Grito Arjentino
desaparecen, lógicamente, todas las referencias al conflicto y se modifican algunos versos. Al final
de la estrofa, en vez de "libertad libertad al Brasil", el imperativo se transforma en sustantivo
abstracto, paraque la orden sea absoluta, y quede a cargo del infmitivo: "libertad libertad o morir".
En la estrofa X, se lee, escrita en su cuerpo, la condena del tirano: "en la frente esculpido el
baldón" (en vez de la más difusa, pero igualmente pedagógica "a los reyes la horrible lección").
Un efecto similar se produce con las "Décimas" que glosan los famosos versos de Vicente López y
Planes: "Calle Esparta su virtud: /Sus hazañas calle Roma....., incluida en el número 3 (3-3-1839).
Caracterizado López como el "autor de la gran Canción nacional 'Oíd mortales ", las "Décimas"
se convierten en una apelación a la gran divisa "nacional" y "patriótica", revivida ahora bajo la
operación de la "glosa". Apenas un año después, el periódico El Corsario glosa esos mismos
versos; pero entonces, funcionan de manera paródica. La firma al pie es la de "El paisano
trovador", un gaucho que aprendió latín. El hallazgo de esta segunda glosa y de su interpretación
son de Hernán Pas, a quien agradezco (jnuevamente!).
65
Sobre la cuestión de los nombres propios de los gauchos en la poesía gauchesca, y su
consideración como nombres de autor, seudónimos o heterónimos, puede consultarse Schvartzman
(2003).
66
Así lo considera Rodríguez Martín: "De hecho, el publicista argentino simula encamar a "Juan
del Mayo", un gaucho enrolado en las tropas insurrectas de la Guerra del Litoral, cuya escritura es
fiel a las convenciones estilísticas del género y tiene antecedentes discursivos en el cielito "A ella"
(La Moda, 2), de 1837, y en la "Endecha del gaucho" (El Iniciador, 5), de 1838." Más allá del
equívoco respecto de la gauchesca como "simulación", es acertada la intuición de una "imitación"
por parte del autor de Juan del Mayo —sea o no Gutiérrez—, porque la visibilidad de esa imitación
es justamente lo que le impide ser "fiel a las convenciones estilísticas del género" (Rodríguez
Martín, 2005: 307-308). En el caso de la carta de "Luciano", que responde a "Juan del Mayo" —y
respecto de cuyo poema, creo que acertadamente, Rodríguez Martín especula que podría
pertenecer al mismo autor— la relación con las convenciones de la gauchesca (la invención de una
lengua literaria que "escribe como se habla", tensionando oralidad coloquial y escritura, los
consecuentes enlaces entre referentes urbanos y rurales) es incluso más leve.
67
El verso recuerda el de El Grito Arjentino, que nombraba a "Chano, el viejo cantor"
("Conversación entre los paisanos Salvador y Jacinto", El Grito Arjentino 9, 24-3-1839). Pero en
152
este caso la "vejez" de Juan remite a la veteranía (política, militante y militar) y no a una tradición
poético-gauchesca.
68
Sobre el problema del gaucho liberal, y. Ansolabehere (1998).
69
Gutiérrez explicita el valor popular que atribuye a dos de estas composiciones: "El Capitán
Arafía (alias Rosas)" y "El Maestro Ciruela (alias Rosas)". Gutiérrez reconoce como propia esta
última. V. también n. 6 de este capítulo.
70
Las Galerías de celebridades serán populares en la segunda mitad del siglo, y llegarán a Buenos
Aires como género en 1857, con la Galería de Celebridades Argentinas. El proyecto fue
impulsado por Bartolomé Mitre, a través de su diario Los Debates. Se trataba de una colección de
imágenes acompañadas pór textos biográficos. Las litografias se encargaron al grabador francés
Narcise Edmond Joseph Desmadiyl, quien había ejecutado un trabajo similar en Chile. Sobre la
Galería de Celebridades.., y sus funciones en la articulación de una nueva "cultura visual porteña"
después de Caseros, y. Amigo: 1999. Sobre este género y sus usos en la prensa satírica porteña de
la segunda mitad del siglo, y. también Capítulos 3 y 4.
71Sobre este retrato de Paz, y. también la nota crítica de "Unos Mangangaes", publicada en El
Centinela Oriental y transcripta en el "Apéndice" (sección "Textos", p. 503-505; cfr. n. 61). Los
Mangan gaes son implacables con la impericia técnica (el retrato salió insertado al revés en el
periódico), con el talento plástico (denuncian que ese "mascarón" o "muñeco" no sólo no se parece
a Paz, sino que no expresa su "enérgica fisonomía") y hasta con la modestia tópica de los
redactores de Muera Rosas!, que se disculpaban por anticipado. Aunque toda la crítica de los
Mangangaes es mordaz, el ensañamiento con la ejecución y la inclusión del retrato prueba, una
vez más, el valor simbólico que se le asigna.
72
José M. Fernández Saldaña, quien compiló una Iconografia del General Fructuoso Rivera,
introduce esta lámina con el siguiente comentario: ) El trabajo de Somellera es de un simple
"( ...
aficionado, nada más, tomado de una estampa contemporánea, como puede verse por las líneas
generales. El cabello está hecho con un trazo confuso, apareciendo espesísimo. ( ... ) Bajo la fé de
Zinny es que atribuyo la paternidad de este dibujo a Somellera. Viviendo en Montevideo, su autor
pudo dedicarse con más calma a sus aficiones y llegó a abordar la pintura al óleo" (Fernández
Saldaña, 1928: 48-49). La evaluación condescendiente de Fernández Saldaña es útil para
desacralizar una vez más y al menos en parte, la autoría "artística" de El Grito Arjentino y Muera
Rosas! atribuida reiteradamente a Somellera.
73Francastel explica, además, que el "estilo" de los retratos decimonónicos está vinculado con la
defmición de un nuevo tipo humano (Francastel y Francastel, 1995: 196). Pagano (1939), por su
parte, interpreta de manera muy particular y precisa el sentido que adquirió el género en la época
de Rosas, a partir de su apropiación por parte del gobernador: "El género lucrativo por excelencia,
fué por aquellos tiempos el retrato. A él -se dedicaron, pues, argentinos y europeos. ( ... ) Si Rosas
calificó el arte como cosas de gringos, conforme unos afirman y niegan otros, es tópico no
desprovisto de importancia, aun cuando lo tiene de mayores alcances el comprobar con cuanta
profusión utilizó él tales cosas de gringos. Merced a ellas, el dictador está en todo y en todos. Está
en los adictos y está en los adversarios: en aquellos, según su notoria belleza varonil; en éstos,
deformado por la caricatura denigrante. (...) Al dictador no le agrada mostrarse en público, pero va
a todas partes en efigie. ( ... )". Como se advierte, Pagano pone en pie de igualdad la eficacia y la
popularidad de retratos y caricaturas, y subraya inopinadamente el vínculo entre estas y el poder
mágico de las imágenes ("en efigie").
74Fukelman afirma que la corona de serpientes "remite iconográficamente a las Erinias,
divinidades infernales que vengan los crímenes cometidos" (2006: 24). Y señala también un
parentesco entre el retrato de Muera Rosas! y la imagen que aparece en el Himno de los
Restauradores (2006: 22).
' La serpiente aparece además como uno de los animales que "acompaña" a Rosas en la última de
las láminas publicadas por El Grito Arjentino (33, 30-6-1839).
76
La montaña de calaveras aparece en la primera lámina publicada por Muera Rosas! (23-12-
1839, "Buenos Ayres y su horrendo tirano Juan Manuel de Rosas"), y en la que acompaña el n. 9
(23-2-1842, "Rosas en el rompe-cabezas"). No obstante, el procedimiento que articula estas
imágenes es absolutamente diverso al del retrato. La primera trabaja sobre una narración alegórica,
153
cuyo eje es el contraste antitético que posibilita la litografla (blanco/ negro saturado) . La segunda
presenta una metáfora más simple en su estructura. Ambas presentan a Rosas a través del tipo
iconográfico gaucho (y si bien el conocido óleo pintado por Raymond Monvoisin (j,1842?)
presenta a un Rosas gaucho, las imágenes de las caricaturas evidentemente no están vinculadas
figurativamente con esta imagen).
Como se sabe, "El matadero" no fue publicado sino hasta 1871, cuando Juan María Gutiérrez,
amigo y albacea de Echeverría, lo dio a conocer en la Revista del Río de la Plata (tomo 1, n. 4).
Para una hipótesis que contempla la posibilidad de que el texto no haya sido escrito tal como lo
conocemos hasta poco antes de su publicación, y. Fontana, Patricio y CR, "De la experiencia de
vida a la autoría en cuestión. Notas sobre las 'ficciones criticas' en tomo a 'El matadero" (en
prensa).
78En una de sus muy raras expansiones sobre lo qúe ocurre en el interior de la residencia de Rosas,
los redactores comentan: "En la quinta han ocurrido varios pasajes, que después referiremos; pero
que muestran que el déspota es siempre grosero, indecente y brutal.", para enseguida resumir: "La
quinta ha sido una verdadera toldería", en la que abundaron las "diversiones indecentes e
inmundas borracheras" (El Grito Arjentino 10,31-3-1839).
Una risa demoníaca: en el Fausto criollo, de Estanislao del Campo, el diablo "soltó una risa tan
fiera"
80 Cabría
agregar, además, que la clave grotesca de estas representaciones monstruosas no es
incompatible con la recuperación de toda una serie de relatos de tradición oral-foiclórica, en tanto
ambas zonas participan de o pueden leerse en el marco de la sensibilidad romántica.
81
Fukelman subraya, acertadamente, que es la puesta en contexto del personaje de Rosas lo que
provoca el efecto caricaturesco de estas ilustraciones en las que, por lo demás, "no se encuentra un
recargamiento de ninguno de los rasgos del rostro de Rosas [sic] —lo que fundamenta el término
caricatura— sino que los excesos están marcados desde el discurso textual o de los atributos que
rodean y construyen el tipo iconográfico" (Fukelman, 2006: 27).
82
Se sabe que dos grabados de Goya fueron expuestos en Buenos Aires durante 1829, ya que
viajaron con la exposición Mauroner (Ferro: 2008). Gabo Ferro aclara que se habría tratado de dos
Caprichos, "Una vieja hilando" y "Otra puesta al tocador" (Ferro, 2008: 93). Se encarga, además,
de demostrar que aunque uno de los grabados de Muera Rosas! (el publicado en su n. 4, y. pág.
131 de este capítulo) alude a la "relación entre sueños y monstruos", que "no deja de remitir" a
Goya, sus representaciones "traen las influencias" también de los dibujos de Lavater y, sobre todo,
de algunos cuadros del pintor suizo Henri Fuseli (1741-1825). Algunas de las imágenes de Fuseli,
señala, fueron incorporadas por Lavater incorpora para su análisis en su Physiognomische
Fragmente zur Befiirderung der Menschenkenntnis und Menschenliebe (El arte de conocer a los
hombres por la fisonomía, 1775-1778) (Ferro, 2008: 93-94).
Por el contrario, las frases que acompañan las láminas de El Grito Arjentino y Muera Rosas! están
siempre lejos de la función taxonómica, del ademán de nominación y del discurso descriptivo-
explicativo del tratado de Lavater. Las leyendas relevan la imagen antes que anclar su sentido. Ya
sea porque introducen textos —en las filacterias, o mediante "llamadas al pie"— o bien porque la
formulación de los epígrafes es enigmática o siquiera paradojal hasta que los lectores completen su
sentido. Esta segunda posibilidad trae resonancias de los títulos de algunos Caprichos y de algunos
Disparates de Goya (que, por añadidura, se incluyen en la lámina como parte de la imagen, a
modo de epígrafe, como lo hacen El Grito Arjentino y Muera Rosas.'). Por ejemplo, el irónico "Las
nobles distracciones del Ilustre Restaurador" (El Grito Arj entino 5), "Patriotismo de Rosas y de
Nicolás Anchorena" (El Grito Arjentino 14), "Ya lo buscan los suyos" (El Grito Arjentino 27),
"Sigue la danza" (El Grito Arjentino 29), "Ni los perros se le escapan" (El Grito Arjentino 33).
83
Aunque Fukelman vincula el uso de filacterias con los trabajos de "ilustradores ingleses"
(Fukehnan: 2006), considero que la relación con los periódicos franceses es más directa y
evidente. Se trata, en todo caso, de un dispositivo técnico y simbólico a la vez, disponible entre
otros para introducir las voces de los personajes en la ilustración (en otras oportunidades, los
dichos de los personajes representados se mantienen fuera del cuadro, debajo de la lámina). Las
filacterias aparecen por primera vez en El Grito Arj entino en la lámina del n. 5 ("Las nobles
distracciones del Ilustre Restaurador").
154
Para un ejemplo del uso de las filacterias en La Caricature, y. por ejemplo la publicada el 3-3-
1831 y firmada por A. Decamps, "Liberté (Francoise Désirée) filie du peuple, née á Paris le 27
Juillet 1830" (disponible online:
http://www.greatcaricatures.com!articies galleriesfla_caricature/html/l 83 l_0303 liberte.html,
consultado el 1-2-20 10).
84
El "vaso de sangre", literalizado en la litografia de Muera Rosas!, pretende, al mismo tiempo,
conmover y servir a la argumentación política en la novela Amalia, de José Mármol. El capítulo se
ubica en Santos Lugares, y presenta las "Clasificaciones" del régimen de Rosas. Aunque la
voluntad didáctica malogra, en buena medida, el impacto estético, el pasaje expone con mucha
claridad los mecanismos de su correlación con el argumento político. "En ese momento tomó
Rosas el vaso de agua de manos del ordenanza. La puerta del rancho daba al Oriente, y los vidrios
estaban cubiertos por las cortinas -de coco punzó. El sol estaba levantándose entre su radiante
pabellón de grana; y sus rayos quebrándose en los vidrios de la puerta, y su luz, tomando el color
de las cortinas, venia a reflejar con él en el agua del vaso un color de sangre y de fuego. ( ... ) La
óptica y su imaginación, sin embargo, se habían combinado para representar, bajo el prisma de una
ilusión, la verdad terrible de ese momento. Sí; porque en ese momento [Rosas] bebía sangre;
sudaba sangre y respiraba sangre, concertaba en su mente, y disponía los primeros pasos para las
degollaciones que debían pronto bañar en sangre a la infeliz Buenos Aires." (Quinta Parte, Cap. 3
"Un vaso de sangre"). Conviene recordar que, aunque escrita en 1851, la novela de Mármol ubica
su acción en 1840. Para otro análisis de la misma correlación entre esta imagen y la escena de
Amalia, y. Ferro: 2008.
85
No he podido reconstruir el circuito mediante el cual estas imágenes llegaron a los artistas que
las plasmaron en El Grito Arjentino o Muera Rosas! Sin embargo, ese circuito y la existencia de
un imaginario común que las informa, y que incluye pero excede al de la imaginería que despliega
Goya en sus Caprichos, resultan evidentes al contemplar apenas algunas láminas. Basta comparar
las láminas "góticas" de los periódicos rioplatenses, por ejemplo, con el Laboratoire Infernal
dibujado por A. Williams para La Caricature (19-5-1831) o, de manera más general, las de la serie
de las Ombresportées (1830) o del Cabinet d'Histoire Naturelle (1833), ambas de J. J. Grandville,
para el mismo periódico (las colecciones correspondientes de los periódicos están disponibles
online: Gallica, Bibliothéque Numérique - BNF, http://gallica.bnf.frT ). Una prueba adicional de
esta circulación de las imágenes, así como una excelente muestra del modo en que esa circulación
y reproducción habilita la transformación de su sentido, puede encontrarse también en un dibujo
que, en principio, no se incluye en esta serie. Se trata de una lámina de Pigal, Le Plagiaire, muy
probablmente fuente del grabado de El Grito Arjentino que diseña el "gabinete" del "sabio" Tomás
Manuel Anchorena (y. también notas 5 y 33; y la reproducción de ambas imágenes en la sección
correspondiente del "Apéndice", pp. 574. -
86Un siglo más tarde, la matriz del rosismo será reinterpretada en clave exclusiva de populismo
para reinterpretar un movimiento de masas inédito: el peronismo. Algunas vertientes -de la ficción
recuperarán entonces, correlativamente, la imaginería infernal: el ejemplo perfecto es "Sábado de
gloria" (1956), el relato que Ezequiel Martínez Estrada publicará después de la caída de la nueva
"pesadilla".
87
El fmal del Apéndice está evidentemente vinculado con lo insostenible de la situación de Rosas.
El 8 de octubre de 1851 Urquiza firmó el acuerdo por el que se levantaba el "Sitio Grande" de
Montevideo, del que Oribe —aliado de Rosas- resultaba vencido. Pocos días después (el 12) el
Imperio de Brasil acordaba con representantes orientales cuestiones de límites con Uruguay. Estos
acuerdos allanarán la participación de las fuerzas brasileñas —el Imperio tenía intereses propios a
favor de que se abriera la libre navegación de los ríos- en Caseros.
88
Sobre Benito Hortelano, Y. otras referencias en el Capítulo 3. Menos hábil en el mismo sentido,
Toro y Pareja tuvo una trayectoria más breve en el medio periodístico local, y más accidentada
(J)ara el testimonio de un contemporáneo, y. Hortelano; para una reseña crítica de la figura de
Toro y Pareja, puede verse Roman 2003b).
89 Apéndice al Agente Comercial del Plata, 1, p. 3.
90
Sobre este punto, y. Salvatore (1996, 1998), Di Meglio (2007) y, como fuente casi
contemporánea, Ramos Mejía (1907).
155
Capítulo 3:
De la "república de la opinión" a los personajes de la nación (1852-1870).
tarde, las hojas variopintas de los periódicos ilustrados; y particularmente, las de los
satíricos.
T ÍÁU -
i
II
r -
-
Los salones de vistas y los gabinetes ópticos proponen al espectador local dar una
"vuelta al mundo" en pocos minutos. Pero más importante aún, le proponen la-
posibilidad de articular imágenes que le son familiares o que evocan episodios cercanos
y conocidos, para reconocerlas como parte de una serie que forman otras cuyo
conocimiento está prestigiado, justamente, por su lejanía, por su carácter exótico o
,meramente extranjero. Por su parte, la prensa satírica articula una operación que tiene -
cierta familiaridad con ésta. La existencia misma de esa prensa, cuyos modelos
europeos se mencionan reiteradamente –Punch y Le Charivari son referencias
obligadas— convierte a los lectores en partícipes de un consumo que les permite
acceder simbólicamente a una práctica cultural "cosmopolita". Como en el caso de la
prensa ilustrada que se desarrolla contemporáneamente con ella, las imágenes de la
prensa satírica presentan la "totalidad" jerarquizada y ordenada de la vida pública y/o de
161
'
.
' ,. ... t...
...
..ç... epoca para referirse a la vez, a la faccion que
ocupa el gobierno y a las circunstancias en que
ejerce el poder) El presidente Bartolome
Mitre (vestido de mujer) baila "llevado" por
Justo Jose de Urquiza Entre el publico
(esperando turno para hacer bailar a la
dama') contemplando a la pareja, el "Chacho"
Angel Vicente Peñaloza (quien se habia
levantado en los llanos de La Rioja)
Como se recordará, Hortelano había llegado a Buenos Aires en 1849. Muy poco
después se le ofreció la oportunidad de publicar un periódico oficial, El Agente
Comercial del Plata. En el Apéndice que redactaba su compatriota y socio Manuel Toro
y Pareja la única imagen que incluía, su frontispicio, tenía una función evidentemente
orientadora de la lectura y, como en los periódicos montevideanos del exilio rosista,
hacia visible rápidamente el sentido de lo que iba a leerse.
En el nuevo emprendimiento con que busca reacomodarse política y
económicamente después de Caseros, La ilustración Argentina, Hortelano dice buscar
una (renovada) oportunidad para "presentar adelantos" y "probar a los americanos que
los españoles no estaban tan atrasados como ellos consideraban" (Hortelaño, 1936:
237). Hortelano describe esos adelantos como "300 clisés y algunas colecciones de
lindas letras de encabezamiento de las fundiciones francesas", a los que suma la
experiencia de un socio y compatriota suyo, Antonio Sena, cuyas habilidades
tipográficas darían un nuevo tipo de periódico, "adornado con grabados, con magnífica
impresión, siendo la parte tipográfica lo más acabado que hasta entonces se había
impreso en el Plata y donde tardarán muchos años en llegar a aquella perfección" (ibíd).
El periódico alcanza a circular cinco meses. Se trata de un intento fallido, y
Hortelano atribuye este fracaso en. primero lugar a la endeblez de la "parte literaria",
que había encargado a redactores locales.
¡Qué solemne chasco me llevé! Salieron unos insignes calabazas todos los jóvenes de
que me valí para la redacción, además de dejar abiertas las columnas para todos los que
quisieran escribir. Me convencí en aquella ocasión de que la literatura está reñida con el
comercio, con el modo de ser de Buenos Aires, donde no son otra cosa que politicastros
y -comerciantes. Los redactores de La Ilustración fueron D. Palemón Huergo, D. Juan
Agustín García, hoy diputado y juez de primera instancia; D. José María Gutiérrez,
diputado, convencional y oficial mayor del ministerio de Hacienda; D. Angel Julio
Blanco, hoy comisario de Policía; D. Bartolomé Mitre, hoy gobernador de Buenos Aires
y Brigadier general; y los señores D. Manuel y D. Augusto Montes de Oca, hoy
diputados y doctores en Medicina. Cinco meses puse o, mejor dicho, sacrifiqué dinero
para sostenerlo, y convencido que con tales redactores no podía hacer más que perder,
los despedí, dando otra forma al diario y, copiando buenos artículos de los periódicos
españoles, di más importancia al periódico (237238) . 8
Más allá de considerar que pudo haber otros motivos para explicar el fracaso de
este periódico —particularmente, el no contar con un público acostumbrado a este tipo de
consumos culturales, tal como arriesga Szir (2009: 13)-- resulta notable el que
Hortelano lo atribuya no a la falta de experiencia en la lectura y el consumo de
163
imágenes, sino a la falta de pericia de unos cuantos personajes que, o bien tenían ya una
experiencia importante como redactores (es el caso de Mitre) o harían de la escritura
periodística buena parte de su carrera política (es el caso, ejemplarmente, de Gutiérrez).
¿Cómo imaginaba Hortelano la articulación entre esa flamante muestra de la imagerie
francesa y los artículos de los redactores locales? Deducidos los motivos personales que
podría incluir esa explicación, cabe entender que eSos textos debían ponerse al servicio
del lenguaje visual. La solución por el ensamble de "buenos artículos de los periódicos
españoles" no resuelve esta subordinación, pero en todo caso sugiere una autonomía
entre ambos tipos de discurso, sostenida o legitimada sobre todo por el origen europeo
de ambos. Tal como explica Szir (2009), es muy probable que Hortelano tuviera en
mente como modelos The llustrated London News (1842) y la revista francesa
L 'Illustration (1843). Ambas, como otras similares, habían logrado sostenerse gracias a
un público ya acostumbrado a la presencia protagónica de la imagen en impresos
periódicos —recuérdese que los periódicos de Philippon, como La Caricature, habían
irrumpido en los primeros años de la década anterior--, y entrenado en la lectura y
apropiación de imágenes impresas de muy diferente tipo (ilustraciones, caricaturas,
retratos, diagramas científicos ... ) (Szir, 2009: 13-14).
Pero si concediéramos a Hortelano la razón de que la prensa ilustrada había
fracasado por la falta de pericia literaria de sus redactores, habría que señalar también
que, de manera estrictamente contemporánea, la prensa satírica, por el contrarío,
encontraba el éxito de sus redactores que, por lo general, son el sostén de las
publicaciones de que participan. Sátira e imagen permanecen separadas durante un
tiempo: solo hacia 1855 las publicaciones satíricas comenzarán a incorporarlas, al
principio muy tímidamente.
El caso más evidente del rasgo que acabo de señalar es, quizá, el de El Padre
Castañeta, periódico Crítico-Burlezco, Literario, Político y de Costumbres. En sus
Memorias de un viejo (1889) "Víctor Gálvez" (Vicente G. Quesada) da abundantes
datos sobre esta publicación. Quesada fue uno de los fundadores y colaboradores del
periódico, y en sus Memorias consigna los nombres de quienes participaron de él. En
cuanto a su fundación, comenta:
Del núcleo de practicantes de jurisprudencia de la calle San Martin surgió el
pensamiento de fundar un periódico, porque ya había sido derrocado Rosas, todos
querían escribir para el público y usar de la libertad de decir lo que se piensa, de gritar,
de criticar, de reír; de hacer, en una palabra, lo que nadie podía hacer en la malhadada
época del dictador. ¡Un periódico! Era el ideal de todos, era un plato vedado, y que era
preciso gustar; pero para que fuese sabroso era necesario que fuera burlesco. Así nació
el propósito de dar á luz, pero anónimo, el deseado periódico. (...) Fue la expresión del
núcleo de doctores nóveles de jurisprudencia, que quiso ser el éco de la juventud que no
había podido emigrar, pero que se encontraba cón bríos y deseos para defender la
libertad civil y las garantías políticas. (Quesada, 1889: 15 367-369).
El gesto es el mismo que guía la elección del nombre del periódico. Iniciado a
menos de dos meses de Caseros, El Padre Castañeta esconde apenas la elipsis del
gobierno de Rosas con que busca retomar, si no las ideas, sí la productividad y la
estridencia –nada burlesca en sentido estricto, por otra parte-- de los periódicos de Fray
Francisco de Paula Cástañeda. Gálvez/Quesada agrega otro deslinde: El Padre... debía
oponerse a la "sal gruesa" de periódicos como La Avispa y El Torito [Colorado]. 10 Para
dar cuenta del modo en que se imagina a sí mismo y en que sus hacedores imaginan a El
Padre Castañeta basta revisar su primer número, donde incluye una "Salutación al
'Charivari', 'Punch' y 'Fr. Gerundio", a quienes se dirige, con irónica reverencia:
Hermanos en Cristo, allende los mares
Dejad que os saluden unos Reverendos,
Y en Francia, Inglatena y España procuren
Tener quien reciba sus pobres recuerdos. ( ... )
La mención de las tres grandes publicaciones satíricas europeas –las dos primeras,
famosas también por sus ilustraciones y caricaturas—cliseña muy rápidamente una
tradición prestigiosa para el nuevo periódico, en la que, efectivamente, ni La Avispa ni
El Torito parecen estar interesados en participar. 1 '
(20-8-1853, p. 1, c. 1-2)--, el redactor anuncia su cese. Aunque con dos cuestiones que
deja en suspenso: la primera, planteada en el anteúltimo número, es el pedido de
reconocimiento económico y formal de los "Guardias Nacionales" de Buenos Aires, a
quienes el periódico está dedicado, tal como se explicita en su folletín. La segunda, más
inquietante y acorde con su carácter satírico, es la amenaza pendiente de la publicación
de unos "Apuntes biográficos" de Urquiza que, lógicamente, se suponen infamantes
para el biografiado. (En esos "Apuntes..." pendientes puede advertirse, por lo demás, la
emergencia de la "biografia satírica", una variante del género biográfico, de intensísimo
desarrollo en Occidente durante el siglo XIX, y de particular importancia para la
literatura argentina del mismo período (basta pensar, claro, en Facundo de Sarmiento).
La biografía satírica, el relato "deformado" —hiperbólico, escorzado- de la vida de un
personaje público que aparece explícitamente o "en clave" es el núcleo de muchos
pequeños relatos o incluso de algunas imágenes caricaturescas de la prensa satírica de la
segunda mitad del siglo). 22
Si bien las hojas gauchescas fueron siempre muy cuidadosas en la elección de los
clichés de sus encabezados, y especialmente de la imagen que ident-ificaba al periódico
(lo que resulta claro en las hojas gauchescas de Luis Pérez), 27 en el caso de Aniceto el
Gallo el interés por lo visual parece más acentuado, y el periódico llega a incluir unas
pocas —dos-- ilustraciones en sus páginas, que orientan sus textos poéticos. (El hecho de
que esta primera época de Aniceto el Gallo se publicara por la imprenta de Benito
Hortelano podría explicar también la relativa facilidad y el interés por incorporar
ilustraciones en el periódico). Aunque se trata de dos irrupciones aisladas, sin
173
continuidad en sus páginas, la aparición de estas dos imágenes apunta sendos problemas
de articulación del discurso visual en la prensa satírica de esta época.
La primera de las imágenes es caricaturesca. Aparece intempestivamente en el
número 3, tras la firma de una composición titulada "Carta certificada y súplicas de un
cordobés de los sitiadores, al cual se le juyó la mujer y se le ha venido al pueblo". En
ella, el cordobés sitiador en cuestión, quien firma la carta como "Severo Pucheta", le
ruega a su mujer, quien se ha "pasao" a la ciudad —es decir, lo ha abandonado también
políticamente-- que le envíe "una frazada" y que le avise cuándo él mismo podrá
"colarse" también. En estos primeros números de Aniceto el Gallo, Ascasubi aprovecha
una matriz narrativa y un conjunto de motivos poéticos que conoce bien, y que le han
sido muy productivos ya en su Paulino Lucero: los que le permiten hacer del sitio (antes
el de Montevideo, ahora el de Buenos Aires) y la ciudad sitiada uná clave para invertir
la relación de fuerzas bélicas y políticas en disputa. Como antes los "rosines" de Oribe,
los sitiadores son los realmente afectados por el bloqueo a la ciudad. Son débiles, no
tienen qué comer, entre ellos priman la escasez, el desencanto, la avidez por "pasarse". 28
Y una vez más, como en el Paulino Lucero, la sátira de los principales jefes -
mencionados casi siempre con sobrenombres jocosos, y a quienes se hace hablar para
que digan lo que no podrían confesar: su terror ante la batalla, su degradación fisica, su
venalidad, su falta de convicciones-- no alcanza necesariamente a la totalidad de la
tropa. í'ambién en este sitio de Buenos Aires, en 1853, Ascasubi/Aniceto hace un
periódico de propaganda política, orientado a un doble destinatario: mientras la burla y
la sátira mantienen la cohesión del bando propio, la seducción de lo que se vislumbra
dentro del universo de los sitiados —comida, abrigo, pero también convicciones más
firmes, lealtad a los jefes, reconocimiento de estos hacia los subordinados— lo vuelve
codiciable para los soldados sitiadores, público tan aparentemente indirecto del
periódico como evidentemente privilegiado por éste.
- La "Carta certificada y súplicas..." de Severo Pucheta añade un elemento más a
los mencionados, que involucra justamente a la imagen. Se trata de la firma. Al uso de
nombres ridículos —en este caso, como otras veces, está dado esta vez por el contraste
entre las connotaciones del nombre ("Severo") frente a un apellido de resonancias
coloquiales, casi de interjección ("Pucheta")--, se suma una mediación más. A
- continuación, y como complemento del "marco" de la composición gauchesca que
anuncia el género —tan ridículo y oximorónico como el nombre: burocracia y pathos,
174
Lá Cencerrada, 1, 1,28-4-1855, p. 3. Epígrafe: "No insisten mas sobre esa polémica... y por
consecuencia responsable de la última cabeza de Ganado robado...". A la izquierda de la imagen,
un indio huyendo con ganado. Sobre su cuerpo, la leyenda: "indios aliados". A la derecha: tres
personajes véstidos de caballeros. De los sombreros de dos de ellos cuelgan letreros donde se lee:
"La Crónica", "La Tribuna". Del bolsillo del más bajo sale un papel en que se lee "El Nacional".
Un cuarto personaje alegórico y grotesco (abdomen abultado, cuernos en la frente) que no he
podido identificar.
15-5-1855, "Siguen
los
gimzsos",p.2 ° la
propósito de los "saltos"
deofioahstaaopositora
I.iiI.' ti
.i -. ,IjI. del
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0 5111 diario El
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1 PLS O S'.
18-5-1855, p. 3. LAviso satírico: "Tintorería" se ofrece a -"
cambiar el color de las sábanas" La Crónica y La Tribuna.
No se responsabiliza de que salgan todas las manchas ... ]
:' LA CENCERRADA
BL\1O COMICO fiL USO BE LOS }IOiBRtS SERiOS
n. 14, 19-6-1855 Encabezado del periódico
jocosa que permite la sección de "sueltos", argumentos que se vierten de modo "serio"
en las primeras páginas. 4 '
política militante. 44 Su capacidad de intervención en la vida pública, por eso, podía ser
menos directamente instrumental de la guerra y de las facciones o bandos en disputa (de
ahí el desplazamiento del énfasis satírico, esgrimido por los títulos de los periódicos que
acabo de analizar, a la atribución mucho más amable de lo "cómico" en este). Las
disputas en torno a la libertad de prensa mantuvieron su intensidad y tuvieron
nuevamente como protagonista a Ireneo Portela, Ministro de Gobierno de la Provincia
de Buenos Aires y activo –aunque no siempre eficaz— promotor de la intervención
41
estatal sobre los periódicos (Wasserman, 2009: 141-142).
En el marco de un estado nuevo y que se quería autónomo en la vida política, la
prensa satírica funcionará como cadena de enlace, como traductor y como interpretante
de los actores y de sus discursos que protagonizan el núcleo de esa vida política, y el
escenario más amplio de la sociedad civil. A diferencia de los "grandes diarios" que
comienzan a publicarse por esos años (de los que El Progreso (abril de 1852-agosto de
1853)), La Tribuna (que sucede al anterior desde su cierre y hasta 1884) El Nacional.
Órgano de ¡apolítica, el comercio y de la literatura de la República Argentina (1852-
1893), La Crónica (1852; 1854-1856) y La Tribuna Nacional (1852-1860) –esta última,
para la Confederación-- 46 serán modelos indiscutidos), la prensa satírica no agota su
circulación en el público político del que se nutre mediante suscripciones, y al que sirve
de tribuna y foro de discusión. Aun cuando su financiamiento corra también
mayoritariamente a través del sistema de suscripciones, una vez más, la incorporación
de la imagen es el dató que orienta decisivamente la ampliación del público lector: no
sólo por la multiplicación de la difusión de su discurso que supone su carácter visual,
sino porque la destreza en el diseño y la inclusión de imágenes llamativas e
"ingeniosas" abrirá camino a la inclusión de espacios de "avisos" que irán
complementando y, mucho más avanzado el siglo, reemplazando el financiamiento
mediante suscripción. 47 La Cencerrada fue, de hecho, la primera publicación en volver
a ofrecer, como lo había hecho la prensa del exilio rosista de que se ocupa el capítulo
anterior, una lámina con ilustraciones satíricas en cada una de sus entregas. 48
Desde una perspectiva distanciada de los principales diarios de la época y crítica
de la administración política, La Cencerrada combinó sátira política y sátira de
costumbres, que alternaron tanto en las láminas como en los textos incluidos. Cada
número incluía uno o dos artículos en primera página, o de actualidad o con alguna
innovación genérica (una "pieza teatral", la reseña de las vistas de un "gabinete óptico",
182
se dirige a "la tía Crónica [La Crónica] quien "no estaba visible". Previsiblemente, será
La Cencerrada quien se reserve la publicación de la estrambótica misiva.
Si los recursos distorsivos puestos en juego son poco sofisticados, el recorrido
por las imprentas de la "solicitud" resulta original en tanto establece un léxico que La
Cencerrada compartirá de allí en más con sus lectores; fija el tono con el que
considerará a la llamada "prensa seria" y a algunos de sus personajes más notables, y
propone al público un modo (satírico) de entender e interpretar la producción de noticias
y de acontecimientos políticos. Como en la lámina que parte en dos el texto de este
artículo, para este "diario" lo que va de lo "cómico" a "los hombres serios" es una cierta
distancia, un cierto descreimiento interpretativo. La injuria toma entonces la forma de la
paronomasia: una leve alteración del significante que, mediante la alteración de un
rasgo, sugiere un efecto revelador. Como en la caricatúra, el cambio de proporçiones, de
jerarquías o de orden desautomatiza la mirada, y fija un sentido nuevo: La Tribuna se
vuelve más polémica y arbitraria en sus opiniones al ser denominada La Trifulca;
Huergo más ampuloso y banal cuando se convierte en "Hueco", La Crónica más
pedestre bajo la imagen familiar de la tía Crónica.
Francisco Castañeda –referencia ineludible, una vez más—donde los periódicos cobran
una voz identificable, propia, que se identifica con su título como si fuera un nombre
civil. Como ya ha sido señalado, la gauchesca de Pérez y Ascasubi continúa y
profundiza este recurso, para hacer de él un procedimiento constructivo de sus "hojas".
Pero con La Cencerrada, este recurso al teatro como género y aun en su función
pragmáticó-didáctica se establece claramente para la prensa satírica. Como sucederá
cada vez más acentuadamente en lo que resta del siglo, en este periódico la invocación
al "teatro" se vincula siempre estrechamente con lo "burlesco" (y. Capítulo 1), e
incluso, más específicamente, con la farsa. La Cencerrada, por eso, no sólo acude al
imaginario teatral para forjar personajes-periódicos, sino que es el primero en explicitar
aquello que, dos décadas después, otro periódico satírico usará como título y bandera: la
).53
"farsa política" El periódico satírico se convierte en escenario de una
representación que exhibe lo que no puede verse a simple vista: "tramoyas",
"entretelones", "puestas en escena", disfraces; toda una dimensión "ficcional" entendida
como doblez o encubrimiento, que la sátira devela de forma más o menos sensoria, más
o menos jocosa.54
En este punto, cabría aclarar quizá un hecho obvio: la absoluta asimetría de
vínculos entre las publiÇaciones serias y las satíricas, que es también lo que permite la
puesta en escena del motivo de lo "teatral". Lo que es objeto de largas páginas en las
segundas, puede acaso constituir una alusión en las primeras. Este aspecto "parasitario"
de la dependencia de la prensa satírica respecto de la prensa seria no hace sino reforzar
su intención agresiva, y es correlato de lo que he llamado "motivo de lo teatral". Hacer
centro de lo lateral, y foco de/en lo pequeño, menor o trivial, por un lado, ubica a la
primera en un lugar de enunciación distanciado, imposible de confundir con las
segundas. Por otro, cuando se ocupa de hechos que no son centrales o menores sino que
están en el centro de la discusión, elige hacerlo a partir de alusiones que podrían pasar
desapercibidas, -y construye así un léxico propio –entendiendo por esto un repertorio de
imágenes, metáforas y alegorías— que no deja de mostrar el que ha sido "arrancado" y
recontextualizado de un discurso "serio". 55 Por último, hace visible y refuerza una
disparidad que da un tono de bravata a la sátira que permite a la prensa satírica
organizar un discurso propio y una posición enunciativa singular como discurso "en
contra", al modo en que sucede, privilegiadamente, en el género polémico (cfr.
Schvartzman: 2010). -
185
Por otra parte, silos textos de La Cencerrada aluden con mucha claridad a los
blancos de esas sátiras, las imágenes que incluye mantienen relaciones más diversas con
sus objetos. El espacio de las ilustraciones funciona, en rigor, como un texto más: solo
ocasionalmente las láminas aparecen glosadas o comentadas en algún artículo o
"Cencerro". Pero por lo general, las láminas, suman nuevos objetos de sátira que, se
sobreentiende, los lectores decodificarán rápidamente. Los dibujos se ocupan
preferentemente de situaciones o sucesos en clave alegórica (como el dibujo de la
invasión de Calfucurá y sus efectos que presenta en el u. 14 (19-6-1855), incluida en el
186
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189
"prensa seria", representados por sus principales redactores. El primer cuadro refiere a
Nicolás Calvo:
1 er. Cuadro
EL Clavo: Este personaje que posee sin haberlo usurpado el ilustre nombre de su
difunta magestad el Emperador de las Rusias y cuyo apellido por antonomasia se ha
cambiado, sin duda para despojarlo de la hermosa y espesa melena de león que adoma
su gefe, es uno de los matamoros de la oposición. Se le vé darse ya airés de primer
ministro, feliz de haber encontrado una oportunidad de ponerse en evidencia. Esa
oportunidad no la ha desperdiciado, y hubiera sido bien tonto en no haberlo hecho así
(esto sea dicho entre nosotros). Consultando pues nuestro Gabinete Optico el artículo
[sic] Clavo lo hallamos representado así:
Aquí corre el telón el amigo Sancho Panza.
lera. Epoca. En ella vemos al Gran Ciudadano, en momentos de formarse la legión
argentina en Montevideo, vociferando contra el Tirano.
2da. Epoca. Esta nos lo presenta huyendo precipitadamente (por no decir huyendo) de
Montevideo, sin duda para ir a sostener en alguna otra parte los esfuerzos gloriosos de
Pacheco. Pero no, en la 3era. Epoca lo vemos en Buenos Ayres apretando
amorosamente la mano del Ilustre Restaurador de las Leyes.
La 4ta. nos lo muestra emprendiendo en Francia la compra por mayor de fusiles y
municiones destinados sin duda para fusilar á sus antiguos amigos y compañeros.
En la 5ta. lo volvemos á ver Gran Ciudadano Eminente Economista, encuentra pésima
la administración de las finanzas, quien en vez de despilfarrarlas aumenta sencillamente
la existencia en caja, y pregona á este respecto las ideas de sus compatriotas son
atrasadísimas en comparación á las de los franceses, á quienes él ha prometido pagar el
pequeño déficit de... que les ha dejado, con los pequeños terrenos de las Pampas, que
les ha ofrecido en garantía. ( ... )
Yo ymi programa
Yo soy yo, amabilisimo lector, como vos sois vos y y como Sarmiento es un botarate,
Mitre un aspirante a imbécil, Velez un pillastron, Gomez el mayor sin verguenza,
Agrelo el fiscal mas caro del mundo, La Casa el primer fabricante de trampas, Terrada
el protector -de la libertad de industria, y los Varelas los deudores de cuanto tendero,
almacenero, zapatero, fondero, mercachifle y cigarrero hay en esta benemérita capital.
Verdades de á puño, lector paciente; verdades de á libra, y que debes admitirlas como
yo admito que don Valentin Alsina es el heredero universal de todas las vacantes de la
Excelentísima Cámara; el viejo Nero el primor y vendedor de caballos flacos, Elizalde
el abogado mas desgraciado de cuantos han defendido pleitos, en esta vida y el chileno
Arcos el hombre mas feliz en amorios... ( ... ) ( Telón Corrido, 1, 1, 15-11-1856).
No se trata aquí de sátira, como se ve, sino de tautología y, en todo caso, de distribuir
injurias. Habría que reconocer, sin embargo, un cierto ingenio en la operación, que la
vuelve relativamente eficaz. Esta eficacia reside en su poder caricaturesco: un solo
rasgo basta para definir un puñado de nombres propios, quizá los más conspicuos de su
época. M Esta síntesis tiene, como toda injuria memorable, también una vocación
pedagógica y absoluta (verdades de a puño, lector paciente; (...) y que debes admitirlas
192
como yo admito ... ). Lo que resta del contenido de ese único número resultó más
escandaloso, pero también menos interesante: se centra en sugerir amoríos y adulterios
que involucran a unas cuantas esposas e hijas de algunos de esos hombres célebres. Pero
lo que aparece como mero ataque personal reducido al ámbito de lo civil y de la vida
privada o familiar tiene motivos políticos apenas velados. Hacia 1856
(...) la proliferación de periódicos satíricos y artículos en las secciones de hechos
locales que procuraban desprestigiar a figuras públicas mediante injurias y
difamaciones, se enmarcan en el conflicto provocado por la progresiva división interna
de la dirigencia porteña que llevó a algunos de sus miembros a plantearse la posibilidad
de acercarse a Urquiza, hecho que ponía en crisis las bases del orden político provincial
(Wasserman, 2009: 143).
Los diarios contemporáneos, casi sin excepción, condenan rápidamente la aparición del
Telón Corrido. Ante esto, los dueños de la imprenta y hasta el padre de uno de los
principales involucrados intentan defenderse a través del diario El Orden, cuyo redactor
principal es Félix Frías. Domingo F. Sarmiento, uno de los personajes que ya por
entonces concentraba una enorme cantidad de ataques por parte de la prensa satírica -
huelga aclarar que no miicamente por parte de esta— devela algunos de los nombres
que se esconden detrás de esta hoja suelta. y aribuye la responsabilidad del diario a
varios personajes que habían estado estrechamente vinculados a la administración de
Rosas, entre ellos a Adeodato Gondra y a Lorenzo Torres. En una serie de artículos que
publica en su diario El Nacional, Sarmiento argumenta que, si la prosa del Telón
Corrido es ccindenable, solo es condenada porque su carácter extremo devela un
funcionamiento nada excepcional de la prensa diaria: "Telón Corrido es la exageración
de los deslices diarios de la prensa". Y continúa:
Por lo demás, este monstruo tiene antecedentes. No es hijo de las doctrinas de El
Nacional. Hale precedido El Hablador, La Pacotilla, La Avispa y aquí y allí extravíos
de los escritores que desde antes de Lovera [vg. El Lobera del año 20, periódico de
Castañeda] y desde el tradicional pasquín se han creído siempre en el derecho de asaltar
el hogar doméstico.
El Telón Corrido, es nombre antiguo dado por el Padre Castañeda á un libelo con que
amenazaba denigrar las familias, después 'de haberse ensañado en las del General Soler,
Passo, General Quintana y otros. Treinta años tiene, pues, de antecedentes esta infame
diatriba. (...) ("La prensa y la prensa licenciosa", El Nacional, 19-11-1856; OC, T. 24,
p. 113).
193
El "abuso" y la sátira devenían ásí piedra de toque del diarismo, de la relación entre
política y prensa. Así, Sarmiento desplaza el énfasis en la distinción entre vida pública y
vida privada para mostrar qué, en este caso, las injurias que se vierten sobre la segunda
no pueden sino ser decodificadas según la primera, y más aún: de su funcionamiento
habitual.
Más allá de esta contextualización, es el arranque del periódico, sus primeras
palabras, lo que defme el efecto buscado. Como la caricatura, la sucesión de epítetos
que el Telón Corrido deja ver refuerza el carácter teatral, de representación con que
puede entenderse y - explicarse —al menos, en apariencia-- el universo político
contemporáneo. Y también los riesgos que esto implica, tanto para quienes, como esta
hoja, propónen la política como una "farsa", cuanto para los que llegan a ser tocados y
convertidos en personaje por ella u otras similares.
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!(tf4)44 14 )t mujo; dc
Casi siete años más tarde, el 24 de mayo de 1863 se publicaría el primer número
de un nuevo periódico: El Mosquito. En esos siete años las circunstancias políticas y
sociales que habían dado 'contexto a su salida cambiaron significativamente. La
presidencia de Bartolomé Mitre, que se había iniciado algunos meses atrás (12-10-
1862), inauguraba una nueva etapa institucional tras las batallas de Cepeda (1859) y
Pavón (1861), y con ella un nuevo conjunto de problemas políticos, unificados por la
194
necesariamente segundo respecto de otros diarios, más costoso y más arriesgado, era sin
duda una empresa audaz. Los primeros siete años del periódico demostraron que el
riesgo podía sortearse mediante el despliegue de un conjunto de estrategias retóricas,
empresariales y políticas (a falta de libros contables y de relatos memorialísticos, los
sucesivos cambios de día de edición, de frecuencia en la salida del periódico dejan
entrever algunos de esos vaivenes). 66 Para abril de 1870, cuando Henry Stein se
convirtió por primera vez en su editor-gerente, El Mosquito había logrado ya ser el
primer periódico con caricaturas con una amplia cobertura nacional y regional-
rioplatense. 67 Y así, se había convertido también en un dispositivo privilegiado para
acuñar, hacer circular y nacionalizar —en el sentido de dar difusión y unificar a escala
nacional-- la imagen y, a través de ella, la identidad de personajes "principales" y
"secundarios" de la vida pública local.
Los primeros siete años de El Mosquito constituyen una primera etapa del periódico,
que puede diferenciarse claramente de la etapa nodal por la que 'suele ser recordado -
veinte años durante los cuales H. Stein fue su director--, así como de la breve "coda"
con que se cerró entre 1891 y 1893.68 Esta primera etapa está marcada por cambios de
estrategia notables en todos los niveles del periódico: desde su concreción material
(modificaciones de formato, número de páginas y en la cantidad de ilustraciones que
incluía), y su comercialización (el periódico pasa por etapas en que su circulación es
semanal, bisemanal y hasta diaria; cambian con frecuencia los puntos de suscripción),
hasta los virajes de posición política, de integrantes del elenco de sus redactores y
dibujantes y, por supuesto, el modo en que textos e imágenes expresan estas
transformaciones. Cuando Stein tome la dirección; sus características personales darán
al periódico una forma que lo identificará definitiva (y casi exclusivamente) con él; y
que hará del periódico un protagonista de la escena política, al tiempo que lo volverá
menos distanciado, menos satírico y menos agresivo.
Durante esos primeros años, en cambio, El Mosquito se ocupó especialmente de
establecerse como un "par" en el diálogo del conjunto de los diarios "serios". Para
lograrlo, además de su plasticidad empresarial frente a las vicisitudes económicas e
196
apellido Auerbach, y J. Carlos Paz. Hacia 1864 Meyer habría contactado a Choquet,
proponiéndole hacerse cargo de la redacción del periódico. Si bien éste declara que
jamás había escrito "para la prensa una sola línea en español", sopesando el hecho de
que contaría con la colaboración de Wilde, decidió asumir la tarea. 7 '
circulación privilegiado. Las páginas de El Mosquito dan a entender algo más: que las
lectoras fueron parte importante de su público, y que el periódico se preocupó porque
esta orientación se viera expuesta en sus páginas. Son testimonio de ello textos en que
se apela explícitamente a las "suscriptoras" y, más adelante, varias imágenes en las que
representa a sus lectoras. 78
•
7'
o
l
1j
.
7 Bajo La imagen: "-Que te parece! El
pícaro Mosquito que entra ya á
ocuparse de las niñas!"
La apelación a las mujeres era habitual, desde ya, en la prensa ilustrada europea; y
particularmente en la francesa (de la que, conviene señalarlo aquí una vez más, El
Mosquito toma obviamente su modelo; modelo que se evidencia también en la
representaciones de ese público femenino). 79 En el caso de El Mosquito porteño, aunque
las representacioñes de las lectoras no las muestren, en la mayoría de los casos, sino en
escenas vinculadas con la vida doméstica, familiar o social (es decir: frente al tocador,
preparándose para el baile, para salir, conversando en el salón con amigas,
compartiendo la calle con algún galán) esta apelación resulta, no obstante, novedosa, en
tanto parte de un periódico eminentemente político, que las incluye. La orientación
hacia el público que subraya su rasgo genérico-sexual resulta así interesante a la hora de
ponderar el modo en que lectores y lectoras comprendían y participaban de la vida
202
pública porteña, ya que da a entender que ambas interesaban por igual a ambos sexos (y,
en todo caso, que ambos sexos eran ilustrados –vale aquí la doble acepción del
término—por igual por el periódico).
Las hipótesis que Batticuore propone para comprender el mundo de las lectoras
hispanoamericanas del último cuarto de siglo XIX se dejan leer bajo la forma de
representaciones de la lectura y de apelaciones a las lectoras en las páginas de El
Mosquito. A medio camino entre el semanario ilustrado y el diario "serio", político, el
periódico satírico puede plantear su círculo de lectores con una amplitud mayor, y con
menos regulaciones –algo de infantil tienen esas imágenes, algo de libertad habilitan
esas palabras y esas çaricaturas que siempre insisten en que no burlarán el cerco de la
vida privada ni íntima--. En el caso de El Mosquito, a la formación de una "conciencia
cívica" y –en menor medida, desde que su sátira tiene siempre un componente
ratificatorio-- de una "opinión crítica", introduce por igual a lectores y lectoras en un
imaginario sobre la vida pública local, y les provee por igual matrices textuales y
visuales que dan forma (y a menudo, asignan un sentido determinado) a los procesos de
la vida política.
público al que iba dirigido, y también sobre su lectorado real). Al hacerlo, ha convertido
a El Mosquito en un objeto más sencillo y económico, y posiblemente más fascinante.
Al mismo tiempo, corre el riesgo de relegarlo a mero juguete o curiosidad, a una
diversión exótica a la vista de la oligarquía, o demagógica para los sectores populares. 8 '
"Pekoé" (B.B. T. Pekoe) —un seudónimo que aparece en el periódico hacia fines de la
década de 1860-- es una de las variedades más exquisitas de té inglés. En estos primeros
años, los redactores de El Mosquito quieren convertirse en personajes, y se muestran
204
como tales en sus páginas, ya desde los primeros números del periódico.
¿Qué expectativas podían tener los impulsores de El Mosquito sobre su
empresa? Su salida no había suscitado demasiadas repercusiones. El Nacional no da
noticia alguna, y en cambio sí registra la aparición de algunos otros medios. La Nación
Argentina (fundado en septiembre de 1862 por José Maria Gutiérrez) anuncia el sábado
24-5 su salida, aprovechando únicamente la ocasión para una leve embestida contra la
censura clerical: "Nosotros prevenimos al público que su Ilustrísima el Sr. Obispo
Diocesano concede permiso para que los fieles lean El Mosquito" (24-5-1863, "Crónica
local", p. 2). El Siglo (1862-1863, donde colaboraba Nicolás Calvo) que se asombra
ante la "lluvia de periódicos" (23-5-1863), se queja porque El Mosquito vuelve a
anunciar su salida. Tres días después de su primera edición, celebra que anuncie que
será moderado, y explica su necesidad en términos eminentemente morales: "Vicios
tiené la humanidad que si no pueden estinguirse con sermones, puedeñ corregirse con la
crítica graciosa del talento", asevera (El Siglo, 27-5-1863, p. 2, c. 6). De los periódicos
cuyas colecciones de la época se conservan, solo La Tribuna —el órgano de prensa más
diestro en el despliegue de réclames y publicidades-- registra sistemáticamente, durante
los dos primeros meses, la salida del semanario, comenta sus caricaturas e incluso llega
a transcribir algunos de sus sueltos. 85
Seguramente como estrategia de promoción, El Mosquito buscó mecanismos
propios para generar repercusiones. Para hacerlo, convirtió el anonimato que era norma
en los periódicos de la época en motivo de curiosidad. 86 Durante los años posteriores a
Caseros el anonimato en la prensa tiene un valor que ya no se vincula con la posibilidad
de persecución política personal (si bien la nueva legislación requiere se explicite un
"editor responsable" y en ciertos casos, como se vio por diferentes motivos para El
Padre Castañeta, La Avispa y El Torito Colorado, estampar ese nombre al frente del
periódico no está exento de consecuencias económicas ni sociales). La falta de firma no
siempre debería identificarse, en este sentido, con el anonimato. Si esto es parte del
pacto gauchesco para Aniceto el Gallo, lo es también en otro sentido para los "grandes
periódicos": no siempre el uso de un nombre de pluma supone la ocultación dél autor.
Emblemáticamente, "Orión" y "El amigo ausente" fueron sintagmas con los que Héctor
F. Varela publicó diversas colaboraciones en sus periódicos (sobre todo, en La Tribuna
Q
y El Americano, un semanario editado en París). El público sabía quién era el autor de
los textos así firmados y, en todo caso, podía entender que estos textos se organizaban
MIII
en una serie con coherencia interna a partir de esa firma. En otros casos, el sintagma de
firma pesa más en tanto orientador de la lectura que por su voluntad de ocultar el
nombre propio. Así, cuando Lucio V. Mansilla firma sus colaboraciones desde la
frontera de Río Cuarto como Álí-Bajá, pone en juego ciertas connotaciones (un
exotismo zumbón, en este caso) que, casi con más potencia que el título que los
encabeza —que suele ser un neutro "Correspondencia"-- orientan al lector acerca de
cómo interpretar lo que acaba de leer. 87 Como la prensa "seria" vehiculiza ideas y tomas
de posiciones que se quieren colectivas (ya sea ministeriales o propias de un sector,
corriente o grupo opositor), la autoría, entendida como unificación de una voz y como
legitimación de lo que se enuncia, no requiere de un nombre propio civil: basta el título
del periódico para unificar sus contenidos. 88 El nombre de pluma, en todo caso, se
reserva para casos en que la subjetividad prefiere o requiere ser subrayada: así, es
habitual que, durante este período, se consignen por ejemplo los nombres de los
traductores de los folletines publicados en un periódico, y para los textos poéticos,
ficcionales o doctrinarios.
En la prensa satírica, la firma, en cambio, es todo o casi todo: el límite entre la
injuria y la sátira, o la más moderada burla, dependen en buena medida de ese dato
orientador. Firmas como "Sancho Panza" (en La Cencerrada), "Sabañón" o "Julio
Bambocha" funcionan así como un procedimiento de lítote: la autoironía que suponen
modera, de inmediato, la dimensión agresiva del ataque que se terminó de leer.
La impostada curiosidad sobré los redactores de El Mosquito no podía sostenerse
durante demasiado tiempo. Con cierta osadía, El Mosquito resolvió la situación
poniendo rostro a esos nombres de pluma, ocupando en su número 9 la página ilustrada
con el retrato de la "redacción" en pleno.
206
londinense, hacía seis. En El Mosquito, en cambio y más allá del carácter satírico que
enseguida va a elucidarse, la ilustración tiene una función mucho más auténtica: es una
verdadera presentación, publicada a escasas semanas de la salida de su primer número.
En ella, la caricatura no reside ni en el escenario ni en la escena representada (la
organización del grupo, en todo caso, exhibe la pose para un retrato colectivo
tradicional). Pero de todas formas el grupo resulta caricaturesco en diversos aspectos o
niveles: en cuanto a los objetos representados (combina personajes de fantasía, en
primer plano, con otros representados de modo realista), como a los contrastes de
escala, e incluso por la pose de los retratados, cuya disposición resulta mucho más
"desordenada" e informal que la de los retratos pictóricos o fotográficos de la época,
donde la pose es casi hierática, y la mirada del protagonista de la imagen se concentra
en el ejecutor de la obra. 89 En este caso, en cambio, las miradas están dispersas,
errantes, como si las figuras hubiesen sido captadas en diferentes momentos y luego se
las hubiera "montado" en una misma escena. Como la del Punch, la redacción de El
Mosquito presenta una serie de personajes en la que se mezclan quienes efectivamente
hacen el periódico y quienes son su blanco, objeto o materia. El cuadro de la redacción
se completa con unas "Esplicaderas" [sic] que El Mosquito da a leer en la página
anterior a la imagen:
Esplicaderas.
Con el fin de darse un atracon de cuaresma, la redaccion, colaboracion y edición del
Mosco, reuniose en una trastienda. Y ahí teneis, lectores, el amable grupo al revolver la
hoja.
Empezad por las filas, de derecha á izquierda.
Gefes
1°. El ilustre Rabanillo RKK.
2°. Facundo Nonato, ensayando un corte contra su ilustre enemigo, quien para el golpe
como Dios y su caletre le ayudan.
Y. El lápiz del Mosquito
4°. La Indigena, soñando en berzos.
Segunda fila.
1°. Musiur Vahean, con aire descreido, pobreton y muy triste.
2°. Nicolasillo, perfilándose por ver si lo dejan en el monton.
Y. Bas-Bleu, haciendo cara fea, para que no lo tengan por collon.
4°. El Mefistofeles de D. Preciso tragando saliva para espetar una catilinaria contra el
Ministerio Nacional, por la coaccion al meeting.
5°. Granate, espiando á ver quien larga un buen dicho, para ir á repetirlo á dos varas de
208
distancia.
6°. Estanislao, orgulloso de sus conquistas y sin pensar en nada, como es su modo.
7°. Da. Dinguindaina, haciéndose lugar con la audacia de costumbre.
Tercera fila.
P. Torrente de Cadáveres, con aire de desafiar á los muertos, á los vivos, y hasta la
cuarta generación.
2°. Bolina, desfigurado despues de tres meses de catarro en el hospital.
30. Kerosene diciendo para su capote: cuánto pájaro junto! Cuánto guano!...
5°. [sic] Estrá bola, muy aflijido por la creencia de que se haya colado en la reunión Fray
Servando y acogote a todos con un dis... curso de los de no te muevas.
6°. La Tribuna diciendo á su sayo; échenme un galgo! ... Que soy zorro sin espina en la
pata!
7°. Mi editor número uno, mirándo con furia al:
8°. Linasa Cantárida, olvidando una sableada que tema preparadacontra los Cordobeses
del congreso, al ver á su frente una narigueta tan desvergonzada que se atreve á hacer
sombra á la de su propiedad.
9°. El gran Sigismundo, editor número dos, diciendo entre dientes: Dale pompá... segá
la musique!...
Todos ellos hacen lo que pueden para agradar al honorable, inteligente y muy sesudo Sr.
D. Público.
Desde la mirada actual, muy pocas de esas imágenes e incluso de aquellos comentarios
alusivos tienen un referente fácil de discernir. 90 Como se advierte, el texto no es, en este
sentido, informativo sino satírico: funciona como una verdadera clave para la propuesta
que El Mosquito va a desplegar a lo largo de su existencia. El procedimiento más
reiterado será la alusión, en sus formasy entonaciones verbales y visuales más diversas:
metáfora, sinécdoque, paráfrasis, glosa, cita; pocas veces, retrato o afirmación explícita.
La elipsis que suponen todas estas figuras y recursos deja -a cargo del lector la
decodificación de la figura y de su contexto, la interpretación definitiva de la imagen y,
en definitiva, la adscripción gozosa a lo que se desprende de su sentido. Uno de los
"Hechos locales" de La Tribuna permite advertir que esta clave era comprendida
rápidamente:
El Mosquito. Este jocoso colega salió ayer. Trae por caricatura la redacción del
Mosquito. Es un cuadro este en el que se han reunido personajes de todos los colores y
de todas las creencias políticas. No queremos darnos por aludidos, pero hay en el cuadro
un retrato que mucho se semeja á nuestro redactor. ¡Pero es tontera en esos casos darse
por parecidos! (La Tribuna, 19-7-1863, c. 1, p. 1).
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.1•: :jt
Bajo la imagen: "Señores! El primer derecho del hombre es ser El Mosquito, H, 78, 12-11-1864, p. 3.
libre de opiniones, la libre América nos da el ejemplo de libertad, - Caricatura de II; Meyer
libertando á sus esclavos de las odiosas cadenas que impiden ser
libres á los negros que Dios ha hecho libres por su libre voluntad Bajo la imagen: "-Cobarde prensa
y... los libres... la libertad.., por lo demás... ¡Vivan los porteña! Todos se ríen! Todos me
ábolicionistas del Norte! • • . hacen pifia y burla! Hasta este picaro
Señores! En todos los tiempos la libertad ha tenido sus limites! La 'Mosquito'. Quien queda ahora! El
licencia no es la libertad! Ejemplo: el Brasil. Este Estado, apesar 'Standard' y no entiendo lo que me
de sus principios liberales conocidos, conserva sus esclavos. .. Por • canta; lo único que se del idioma ingles
qué? Porque libertándolos esa libertad se tornaria en licencia. Ya es la palabra MONEY..."
no cultivarían mas la caña de azúcar y el café. Y ¿adonde irían á
parar los aficionados al café con leche? ... Por tanto griten todos
conmigo: ¡Vivan los esclavócratas Brasileros!
57
El Mosquito según El Mosquito (El Mosquito. II, 54, 28-5-1865, p. 3. Caricatura de H. Meyer).
Segunda aparición del personaje-periódico, para el segundo cumpleaños del semanario.
A la derecha de "El Mosquito", Pedro II, B. Mitre y, en segundo plano, Venancio Flores. A su izquierda,
punzado y perdiendo el equilibrio, Francisco Solano López.
La "personificación" del periódico no era, como ya se advirtió, un recurso
211
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El Mosquito, V, 283, 21-6-1868, p. 2. Caricatura de H. Stein.
•
Bajo la imagen:
"Adiós, viejo. Nó trates de detenerme porque comienzo a enternecerme ¡... en fin, c'est émbetant!
Eduardo Wilde... ah!, no! Julio Bambocha 1firma]"
Tras la puerta abierta, bajo el cartel donde se lee "Oficina del Mosquito", el personaje que
representa al periódico, llorando. A la izquierda, Luciano Choquet, con pedazos de los faldones del
traje de Wilde entre sus manos, intentando —infructuosamente- retenerlo. A la derecha, volando
con alas de "mosquito" —nótense los mosquitos que lo acompañan— pero cuya textura es la de dos
plumas, Eduardo Wilde, dirigiéndose a un edificio donde se lee "Facultad -de Medicina". Intentando
retenerlo, Cho'quet se queda con parte de los faldones del traje de Wilde entre sus manos.
ISuárez Danero (1964: 100-101) reproduce esta misma imagen, aunque sin indicar el epígrafe]
recordarse, Wilde obtuvo el título con una tesis sobre la fisiología del hipo. Por ella
recibió la medalla de oro de la Asociación Médica Bonaerense y fue publicada en
folleto. "Algunos autores hicieron del asunto tratado en su trabajo de graduación un
rasgo sobresaliente que epitomiza su ocurrente personalidad y originalidad; sin
embargo, el tema de la tesis fue propuesto por la Asociación Médica para un concurso
del año 1870 -hecho que queda constatado en la propia tesis- y también escribieron
sobre el hipo otros médicos, como Pedro Quinche." (Bruno: 2009) El equívoco, si se
quiere, no responde únicamente a la mirada de los biógrafos, sino que fue el semanario
quien ici fomentó. Tal como informa también Paula Bruno, los antiguos compañeros de
Wilde en El Mosquito "destacaron que la medalla entregada por la Asociación Médica
portaba la leyenda: "Al Doctor Wilde, (alias: Bambocha), Ex-Redactor de El Mosquito.
En recompensa por su celo en hallar el remedio al mal que había producido haciendo
reír hasta tener hipo a los lectores del periodiquín arriba citado" (El Mosquito, 18-9-
1870). El retrato de El Mosquito, cuya marca alegórica es el letrero a la izquierda del
personaje, basa su matiz caricaturesco en el mismo equívoco, propuesto en su epígrafe.
afectuoso texto firmado por Simon Pitanchard sella la despedida mediante la clausura
de su seudónimo, y hace una zumbona declaración de principios sobre aquella mixtura:
(...) [a Bambocha] nadie le puede quitar en adelante aquel título burlesco que le acaban
de dar.
Lo han hecho doctor, al pobrecito.
Doctor, bajo el seudónimo de Eduardo Wilde, nombre y apellido que adoptó so pretexto
de que es el nombre que recibió en el bautismo, y el apellido de unos esquires inglesotes
de quien es descendiente directo.
El Señor Doctor Don Eduardo Wilde, en vez del alegre y simpático Julio Bambocha!
En vez de presentar á los demás bajo el punto de vista mas satírico él mismo queda
rebajado con un título estrafalario.
Y ahora, como decía, no hay remedio.
Pues, ¡que se embrome!
Sus exámenes, naturalmente y como siempre, todos los que ha pasado para llegar del
estado de caricaturador al de caricatura, en que se encuentra hoy, han sido
brillantísimos. ( ... )
Pero Bambocha, Julio Bambocha, ese hijo querido de mi corazón, ha muerto para la
publicidad y para el Mosquito, porque nadie firmará mas nunca ese nombre en ese
periódico. ( ... )" (El Mosquito, 28-3-1870, VI, 375, p. 4 c. 2, p. 5 c.l-2).
(con que firma "Notas sobre La Plata" (1884) es el nombre del personaje protagónico de
una novela de Charles Dickens, The Lfe and Adventures of Martin Chuzzlewit (1843-
1844). 103 Cuando elige "Julio Bombocha de Lamartine", con el que firma una sátira en
verso, "La caída de un ángel" (en El Mosquito, 1867), .donde al seudónimo habitual que
usa en el periódico añade el nombre de pluma que se explica en la referencia al poema,
Wilde yuxtapone su nombre de autor al de un poeta consagrado y equipara así —desde
ya, en clave jocosa- el carácter de invención del nombre autorial: el, nombre compuesto
es, de por sí, ridículo, porque ambos son muy dispares nombres de autor.
Se ha notado que, dada su inscripción periodística, la mayor parte de la obra de
Wilde circula "sin fu-ma, con seudónimo o [que ha sido escrita] con la deliberada
intención de despistar al lector, mencionándose [Wilde, como personaje] en los
textos". 104 La observación es interesante, porque coloca en el centro del problema
autorial una suerte de tensión eñtre autor y lector, en la que la pesquisa de la autoría
sería un núcleo de interés —se deduce- del texto. A la luz de la lectura de las diferentes
opciones de firma de Wilde como serie y como problema, tal vez podría pensarse, en
cambio, que la deliberación apunta a construir un tipo de vínculo con el lector que
refuerza el carácter ficcional, y autónomo, de la obra. Quizá haya sido ese el principal
aprendizaje de su trabajo en El Mosquito: así como el semanario hace de los "diarios
serios" y de los políticos notables aútores y personajes de sus páginas, y así como Stein
logrará años más tarde convertirse tanto en su principal animador como en un recurrente
personaje, Wilde descubrió allí, en la ginuiasia de la prensa satírica, productivamente,
que la autoría no es un origen, ni objeto previo a su propiaproducción ni a ninguna otra
instancia.' 05 De allí también que algunos de sus seudónimos puedan funcionar como (o
no se diferencien de) personajes en otra zona de la propia obra (Baldomero Tapioca) y,
transitivamente, que un texto propio pueda ser firmado por un personaje propio (Julio
Bambocha) o "prestado" (Touchatout, Martín Chuzzlewit). Ese mismo aprendizaje, el
de la fu-rna como convención eficaz es, en todo caso, el que se afinna muchos años más
tarde, en 1900, cuando ál polemizar sobre el criollismo con Ernesto Quesada, Wilde le
señala que firmar una carta es "un descuido de redacción de curso universal". Cabe
anotar que Wilde acaba de firmar la carta, y que inicia así su posdata:
Nota.- He aquí un descuido de redacción de curso universal.
Si usted pone su firma en una carta, después de la fase terminal "Lo saluda atentamente
su amigo, etc.", lo único firmado, atribuido, aseverado, dicho por usted i legítimamente
atribuible austed, en vista de lo escrito, es lo espresado en esa frase. Todo lo demás de la
221
carta es anónimo, pues en ninguna parte de ella consignado que usted es el autor de
todos los conceptos que contiene (Wilde, 1983: 101).106
Sátira y conciencia moderna sobre el lenguaje resultan así marcas de una boutade que
define la autoría, y que coloca a Quesada, corresponsal de Wilde, en una situación
indecidible respecto de la carta que Wilde acaba de firmar. Porque la firma anuda la
convención y la responsabilidad y —está implícito en el planteo de Wilde— "[I]nventer
un auteur á un texte, c'est inventer une scne énonciative" (Brunn, 1994 : 222).
En su caso, por añadidura, esa "invención" es también la que hace posible un
deslinde que define las condiciones de la modernización de la autoría en la Argentina: la
separación excluyente de las funciones de literato y hombre público. Lo que podríamos
llamar "política de firmas" de Wilde es un ensayo de compatibilidad, de puesta en
paralelo de ambas funciones y de ambos discursos, que pueden ser producidos
simultánea y diferenciadamente por un mismo individuo. Mientras los diferentes
nombres de autor y seudónimos de su obra literaria remiten a la tradición literaria, al
mismo tiempo y en paralelo, el nombre "Eduardó Wilde" va cargándose de un sentido
propio y diferente en la esfera pública, como autor de textos oficiales y vinculados con
la política estatal. La "escena enunciativa" de ese nombre ya no elegía ubicarse sobre
las páginas de El Mosquito (aunque justamente por su carga oficial y estatal, Wilde, su
nombre y sus palabras sí pudieran formar parte de la "trastienda" del periódico: y. más
adelante, Capítulo 4).
sin excepción habla también, y por contraste con las colaboraciones anónimas o con
seudónimo de la parte escrita, de un doble régimen autorial y de un doble
reconocimiento en el que las imágenes, al mismo tiempo que podían constituir en
ocasiones la zona más agresiva y expuesta del periódico, resultaban más evidentemente
autorizadas –en el sentido estricto del término—y sujetas a una responsabilidad
personal.
Las "sábanas" de los "grandes diarios" expresaban a través de este formato una
instrucción de lectura (la que supone el interior doméstico o del Club, con las
comodidades del caso que permitieran desplegar sus hojas) y una concepción precisa del
diarismo, que proveía, con la capacidad para estabilizar y fijar sentidos que supone la
tecnología de la escritura, textos completos de discursos, polémicas, proclamas.
•
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La prensa satírica, por su parte, hará lo propio, con un formato siempre menor que el de
aquellas,-compartirá- esos espacios de circulación con otros, más alejados del escritorio o
la mesa de lectura y con un espacio creciente dedicado a las imágenes. Para El Mosquito
esas imágenes, al principio sólo caricaturescas y, algo más tarde, también cercanas a la
ilustración y al retrato realista, fueron el contrapunto de los grandes textos escritos: en
su tercera página, el periódico condensaría también y como aquellos, aunque bajo otra
clave, discursos, polémicas y proclamas.
Aunque la inclusión de caricaturas en un periódico no era, como se ha visto, una
novedad en sí misma para los lectores rioplatenses, desde su primer número El
Mosquito quiso hacer de ellas no un ornamento ni una facilidad, sino el atractivo central
de la publicación. Al observar las diversas acciones que el periódico emprendió para
lograrlo, se advierte que su objetivo era más ambicioso: imponer la caricatura como
género. Y para imponerse como su expositor pionero y más agudo, El Mosquito no sólo
223
promovió el consumo de las imágenes impresas, sino que organizó una suerte de
"pedagogía" de las imágenes, instruyendo a sus lectores acerca de las posibilidades y
usos de los retratos en caricatura. A diferencia de las demás publicaciones satíricas
aparecidas hasta entonces, El Mosquito cuidó que la agresividad y la eficacia de sus
caricaturas residiera en la calidad de su ejecución. Buscaba, así, lo que las publicaciones
ilustradas –como las de Hortelano—intentaban desde hacía una década atrás: acuñar
imágenes perdurables, coleccionables. Por primera vez la audacia en la elección del
blanco de la sátira y el ingenio en la resolución de la imagen prionzaban ser
acompañadas por la pericia plástica, y por el cuidado de los materiales de su ejecución.
"(M)ej ores tipos y sobre todo buenas piedras blandas y chapas de material sensible,
además de hábiles dibujantes.", asegura De Marco (2006: 262).b08 El que los dibujantes
de El Mosquito firmen casi sin excepción sus trabajos, a diferencia de lo que había
ocurrido hasta entonces con las caricaturas impresas llama la atención en este mismo
sentido. El dato cobra incluso más relevancia si se atiende a lo ya señalado para los
"nombres de pluma" de los redactores de El Mosquito. Cabe deducir que el prestigio
derivado de asumir la responsabilidad autorial de los dibujos debió pesar más, casi sin
excepción, que el temor a una represalia por parte de los blancos de las caricaturas.
Como se ha visto, una de las primeras imágenes que buscó construir El Mosquito
fue, junto con la de los grandes personajes políticos y los grandes diarios de su época, la
propia. Pero para que esas caricaturas dibujadas e impresas tuvieran un contexto de
recepción adecuado, el periódico se preocupó, desde su primer número, por generalizar
el consumo de imágenes. Retratos en caricatura de los soberanos del mundo ofrecía el
primer número en su página de "avisos", 109 mientras en la primera página, los lectores
eran anoticiados de que podían compartir el escaparate con los reyes: El Mosquito
tentaba a sus suscriptores con un "premio" consistente en una docena de tarjetas de
fotografia con su retrato, ejecutado por el Prof. Sigismundo y a la venta en la misma
oficina que los primeros. El formato carte-de-visite (tarjeta de visita), que se difundía
velozmente en esos mismos años, servía de soporte para un muy diverso espectro de
imágenes, tal como evidencian los dos avisos de este primer número. La carte de visite
multiplicaba,, reproducción técnica mediante, las posibilidades del consumo de
imágenes, transformando a través de su impacto la cultura visual de la época.
(Riobó: 1949, Cuarterolo: 2006). Pero esta tecnología estaba, al menos en los primeros
tiempos, al alcance de muy pocos: "Hacerse un retrato costaba entre 100 y 200 pesos, el
equivalente a 4000 metros de tierra" (Cuarterolo, 2006: 41). Los avances en la técnica
fotográfica y, entre ellos muy particularmente, la creación de la carte de visite
transformarían fundamentalmente esta situación. La carte de visite fue patentada por
André Adolphe Disdéri en Francia, en 1854. Suponía dos grandes transformaciones en
los modos de registro, circulación y consumo de las imágenes. El primero, su formato y
la escala de la imagen obtenida (de unos 6 x 10 cm), que podía montarse sobre una
tarjeta. El segundo, su reproductibilidad, ya que esta técnica permitía realizar cliché y
entregar varias copias de una misma imagen (abaratando, al mismo tiempo, los costos
para obtener un retrato). A principios de la década de 1860 la carte de visite se
popularizó también en ambas Américas. Ya por entonces los periódicos de Buenos
Aires registran a diario más de un aviso de establecimientos fotográficos que ofrecen
sus servicios (así, por ejemplo, en las páginas de El Nacional, La Nación Argentina, La
Tribuna, El Siglo, etc.). Entre ellos, el del Profesor Sigismundo." °
Como ha entrado una furiosa moda por las caricaturas, se avisa á la gente alegre y
espiritual, que en el Establecimiento de retratos, Florida 292, se hacen retratos en
caricatura en tarjeta á precicis módicos.
225
Asi podran hacerse regalos de broma. (El Mosquito, 1, 27, 21-11-1863, p. 1).
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perturbar los cuerpos de los personajes caricaturizados, confiando en que los lectores
reconocerán en ellos la imagen que les ha impuesto El Mosquito antes que cualquier
otra. Tras seis años de existencia, El Mosquito da por descontado que la caricatura
puede ser ya, para su público, forma de percepción privilegiada de la política y de los
discursos contemporáneos que se ocupan de y se entraman en ella."
ri
rioplatense que daba marco a su trabajo, ¿qué eran o de dónde venían esas imágenes
placenteras y reconocibles? ¿Qué poéticas organizaban, y qué apoyos o contrapuntos
discursivos las apuntalaban en la progresiva construcción de su imaginario visual?
Durante los primeros meses del periódico era habitual que las imágenes
estuvieran sostenidas por un comentario verbal, ya para anticipar su decodificación o
para corroborarla.
Así como El Mosquito hizo de la promoción de la caricatura por fuera y más allá
del periódico una estrategia central para construir sus condiciones materiales y
simbólicas de posibilidad, avanzó muy deliberadamente hacia la autonomización de la
imagen, presentando a los lectores desafios sucesivos.
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229
15.
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Bajo la imagen:
"-Papá, no cree V. que este hombre nos quite los juguetes?
-No tengáis cuidado, este es un perro que con este bozal no nos morderá.
-Sin embargo... Chitón!... cuidado muchachos.
En otros casos, texto e imagen se apoyan mutuamente. Así sucede con la lámina
y el poema vinculados con la persecución de Ángel Vicente Peñaloza, que comparten
una serie de alusiones culturales comunes. Ambas refieren, a su vez, a las palabras de
Domingo F. Sarmiento en un folleto publicado pocos meses antes, donde declara a
Ambrosio Sandes, quien encabezaba la persecución de las fuerzas de Peñaloza, "el Cid
Campeador de nuestro ejército"." 3
a Chachireproduccion
(ed lectores del Mosquito
n el siguiente grabado
(encadamatadecardo
• . (encadahojadecerrajo
_____ .: -i ______
• en cada broto [sic] de árbol
_______________
'or arte de encantamiento
) por argucias del diablo
) por obra de algún brujo
- - -.-.--- -_&
rotan cabezas de chacho
la izquierda: caricatura de H. Meyer. Sobre la imagen: "La Chachireproducción". Bajo la imagen: "El Cid
:hacheador de los Bosques Encantados".
t la derecha: "La Chachireproducción", poema contra la "fusión" de los partidarios de Urquiza y sus aliados
"blancos" uruguayos y "Chachos" en el interior) con que El Mosquito presenta el grabado, amplificando y
reforzando la cita de Sarmiento. Urquiza, el apoyo a la invasión de Venancio Flores contra el presidente uruguayo
ernardo Berro (del partido Blanco) y las insurrecciones del Noroeste argentino comandadas por Peñaloza y
E? elipe Varela ocupaban buena parte de las fuerzas que el gobierno nacional movilizaba por entonces.
Tal como sucedía con los primeros periódicos de caricaturas (y. Capítulo 2) la
alegoría —tocándose en un punto con la parábola— es la figura que se adecua mejor a
estos vínculos "didácticos" entre palabra e imagen, ya que conjura, hasta cierto punto,
231
ti
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tal -
A la derecha: "El entierro del voto popular" (detalle). Caricatura de H. Meyer. (El Mosquito 1, 41,
27-2-1863, p. 3). Sobre el coche fúnebre se lee: "urna electoral", detrás, en la pared, "Recoleta
nacional". La caricatura se refiere al triunfo de los "cocidos" (mitristas) en las elecciones
parlamentarias de la Provincia de Buenos Aires, en marzo de 1864.
El "duelo" que propone El Mosquito se refiere por el reemplazo de la separación de las columnas de
texto de la página 2 por una banda negra, a modo de tarjeta de condolencia. De este modo, las
connotaciones visuales se mantienen también con el mismo sentido alegórico y caricaturesco en la
parte escrita del periódico.
3Lammafirnda
- H.Meyer.
Sobre la imagen
Semana"
Bajo el detalle
"En Comentes. El
r -
_ general Mitre salio ayer de nuestro puerto, calculando su
marcha de.modo de llegará Corrientes en el momento en que
el triunvirato correntinó lo condena á muerte como cobarde y
traidor á la patria. Es . muy probable que su llegada sorprenda
de un modo muy agradable a los jueces De este modo podran
- ejecutar al instante su sentencia".
o —sobre todo, a partir del ingreso de Stem-- buscan asiniilarse al trazo dibujado,
haciendo de la caligrafia manuscrita una estrategia que, a la vez, subjetiviza el trazo,
rendidó ala primacía de la imagen. .. . .
1 5
Al
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Al
Arriba detalle
A la derecha:
El Mosquito; VI, 330, 16-5-1869, p. 3 (detalle).
---- "Recepcion de Fausto en el teatro Colon y de
E
/ Mefistófeles en el teatro de la politica". Caricatura de
E D. Vélez Sarsfield, firmada por..H. Stein.
.w.
\ Presidente B. Mitre en 1865, se sancionó a libro
cerrado el 25-9-1869.
233
.:
/Th
Arriba: detalle.
Iiv
- La exhibición de la letra no es; desde ya, el único modo en que ingresa el discurso
verbal en las imágenes del periódico. En sus primeros meses, con muchísima frecuencia
• la vida política porteña tiene para El Mosquito la. forma del esectáculo. Pero las
representaciones de estos espectáculos reconocen, a su vez, tradiciones que no son única
ni primordialmente visuales. Circós, corridas de toros, presentaciones, de orquestas,
• desfiles más o menos carnavalescos: motivos todos vinculados con lo teatral, con su
propia carga. de didactismo; y vinculados todos también con el tópico de la
representación dentro de la representación, combinados con los ya apuntados recursos
del "arsenal del caricaturista" (cambios y contrastes de proporciones fisiognómicas y
entre los personajes y el contexto; personificación de conceptos abstractos;
polarizaciones y antítesis en los objetos representados y en el uso del color, el valor
cromático, etc.). 14 Las dificultades que atraviesa-la presidencia de Mitre, los sucesivos
episodios de la lucha entre "crudos" y "cocidos" y la primera etapa de la Guerra del
Paraguay aparecen a menudo bajo estas formas.
234
iq'
u, w FI Mosquito, 1, 4, 7-6-1863,
p. 3. Cancatura irncialada
H '1 llenri Meyer)
La caricatura alude a la
• 1
¡
\ 1 invasión de Venancio Flores
a Montevideo, que contaba
... \ con el apoyo del partido
• 1 /
t' gobernante en Argentina (el
• N.
:...
' ': l'artido Liberal, vg., B.
-: 1itre).
•
- Sobre la imagen: "Flores
Aeroestación".
.-- .. .. •. .
. Bajo la imagen:
'-Llegará o no llegara"
- •• -.. •. .. ; .
. Quién sabe! Lo cierto es que
tal salto presagia
•• ' :T
. .
-Ojo! amigos Quinteros y
1 demás!..."
...-
• -
:-ZC Arriba: El Mosquito, II, 54, 28-5-1864. Caricatura de H.
1: Meyer Bajo lá imagen: "Viva la trensacion que nos da esta
horquesta". En la imagen: Letrero: "Oflcina de la
empresa. Calle Moreno 54"; telón: "entrada"; telón de
- fondo de la orguesta: "El MOSQUITO, ¡2°. ANO!!!
También las artes plásticas ofrecen modelos genéricos que el periódico resignifica,
aunque no ya en términos de mdiaciones (en fa distancia que supone la mediación
teatral de la "representación dentro de la representación") sino irónicamente. Sea que
esta ironía incluya el objetó representado - -
235
Conforme las ediciones se suceden, la alegoría cede lugar a las relaciones que las
imágenes proponen, explícitamente o no, al interior del periódico.
236
E
El Mosquito, 11, 81, 3-12-1864, p. 3 y II, 91, 11-2-1865, p.
3. Ambas firmadas H. Meyer.
1 •
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E.
..'_ L.
Tras la fallid.a experiencia del formato "diario", la frecuencia bisemanal del periódico lo
obligó a producir aún más ilustraciones. Fue entonces cuando las escenas costumbristas
y realistas comenzaron a ponerse a la par de las políticas.Desde abril de 1869 —H. Stein
había ingresado un año antes como dibujante del periódico- El Mosquito comenzó a
publicar dos páginas de caricaturas. La página dos estaba por lo general ocupada por
imágenes realistas-costumbristas (cada vez más similares a las de una publicación
ilustrada no satírica o burlesca) mientras la tres sostenía las caricaturas políticas. La vida
social atravesada por la moda, los paseos, la lectura de periódicos, y los bailes, en cuyos
"tipos" podrían reconocerse lectores y lectoras "comunes", a contra página de la
comparsa política. El Mosquito comenzaba a diseñar la vida en distribución
complementaria, ofreciendo imágenes para consumos más diversos y cuyo efecto
combinaba la inmediatez de la coyuntura con la amable demora de la mucho más
amable "caricatura social".
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versiones visibles de esas transformaciones. Para 1870 el relato visual que proponía el
periódico estaba evidentemente emancipado de las necesidades de la glosa o el
comentario verbal. -
En suma, con El Mosquito la prensa satírica encontraría un nuevo formato y
conquistaría nuevas funciones. Entrenados y seducidos, los lectores podrán apreciar en
las entregas regulares y sistemáticas de caricaturas el placer del reconocimiento, no
entendido como identificación (la sofisticación de los mecanismos visuales de la sátira
de El Mosquito la presupone). Lejos de la prensa militante o combativa, la intervención
del periódico en la vida política y en la formación de la opinión pública busca organizar
una narración de la política contemporánea; relato en que la prensa tiene un lugar
privilegiado como protagonista.' 16 Lugar de exposición, de transposición y de
revelación de la vida pública, la prensa satírica —y en particular, el propio periódico- un
lugar más encumbrado aún: el de la mediación, el lente distanciado pero no neutral. El
Mosquito parece ser el único que puede reflexionar sobre todo, incluso sobre sí mismo.
El ascenso de Stein a la categoría de editor-gerente y el cambio de formáto que
acompafió este cambio transformó la propuesta gráfica del periódico, y definió el nuevo
modo en que El Mosquito administraría la sátira.
239
Notas al Capítulo 3
1
Agrega Sarmiento, enfatizando el reemplazo de la épica por la "novela": "En honor de nuestros
soldados, sea dicho, no hubo matanzas después del combate, oyéronse por todas partes el grito de
hermano, que era la predicación del Boletín desde el primer día, y el lenguaje de todos los comandantes
de los cuerpos. Dentro de la casa de Caseros murieron ciento cincuenta, a causa de una recrudescencia de
fuego por puertas y ventanas que hicieron los batallones encerrados allí, después que estábamos en el
patio" (tanto el epígrafe como esta cita en Sarmiento, 1852: lii).
2
En este punto, resulta fundamental realizar una salvedad en cuanto a la percepción y a la extensión real
de esa apertura. El hecho de que "libertad de imprenta" y "libertad de opinión" sean sintagmas reiterados,
casi tópicos en los impresos de la época –y, particularmente, en las páginas de la prensa contemporánea-
no debería dar a entender que esas libertades estaban efectivamente vigentes, o al menos, que se daban de
hecho y sin conflictos. Al respecto, y sobre todo a propósito de los reiterados intentos gubernamentales, a
lo largo de la década de 1850, por intervenir sobre esas libertades, a partir de juicios, clausuras, multas,
etc.; así como de mecanismos informales pero igualmente disuasivos, como la intimidación de redactores
o la persecusión de repartidores. V. Wasserman: 2009.
Roberto Amigo homologa, en este sentido, la función que cumplen las revistas ilustradas con las que
llenan los salones de vistas ópticas, un objeto y una práctica clave de la cultura visual de la época.
Discute, en este punto, con Pilar González Bernaldo, quien da preeminencia al valor que habrían tenido
estos salones para la configuración de una identidad nacional-local (Amigo: 1999). Los primeros "salones
de vistas ópticas" se habían presentado en Sud América hacia los inicios de 1820. Recuérdese que Félix
Tiola, eslabón clave de la distribución de El Grito Arj entino, había montado varios espectáculos de este
tipo en esos años.
Sobre los "salones de vistas", "panoramas" y otras novedades "ópticas" de la época, y. también Telesca
y Dujovne (1997), y Telesca y Amigo (1997).
A modo de muestra de la oferta de este tipo de diversiones, y. los siguientes tres avisos, publicados uno
a continuación de otro en La Tribuna del 24-5-1855 (p. 3, c. 4). "Gran Panorama óptico ¡Calle de la
Federacion No. 286/ compuesto de la guerrá de Oriente y de las principales ciudades de Europa, á
saber:/
Vistas que se ponen de manifiesto el viernes 25 de Mayo.
10. - Vista de Génova tomada de las murallas.
convertiría pronto en una cuestión que llamaría la atención del Estado de Buenos Aires, porque ponía en
juego los límites tanto de la libertad de expresión y de imprenta como el estatuto de delito de la injuria.
y., sobre estas cuestiones, Wasserman: 2009 y las notas 2, 16, 33 y 45 de este Capítulo.
La Avispa tenía, según Hortelano, otro motivo de popularidad: "La subscripción solo costaba cinco pesos
mensuales, lo que hacía que hasta la última clase la leyese" (Hortelano, 1936: 215).
El Padre Castañeta buscó punzar desde su primer número a La Avispa. Así, en unos versos de
"Salutación", advertía así: "(...) Ved que mucho engañan los necios arreos: / Que quien se imagina
Palomo, es un buitre, / Que quien se cree galgo, no es más que un podenóo/ Y quien hace alarde de
cáustica ciencia! Creyéndose "Avispa" de aguijon muy fiero, ¡No es sino Chicharra que tímpanos rompe,
¡Y que en cinco pesos es caro bichuelo." (1, 28 de abril de 1852).
En cuanto a El Torito, se trata de aquel que polemizaba con La Avispa. Su nombre, evidentemente, lo
emparienta con las hojas gauchescas publicadas por Luis Pérez antes del segundo gobierno de Rosas: El
Toro del Once y El Torito de los Muchachos. La responsabilidad del periódico era anónima (se la atribuía
"Pánfilo Babilonia"). Como La Avispa, La Nueva Epoca y El Padre Castañeta, El Torito Colorado fue
suspendido por el término de diez días a partir del 12-5-1852. La acusación fiscal era la de causar
"escándalo" mediante "calumnias anónimas".
El Torito Colorado se publicó entre el 3 de mayo y el 23 de junio de 1852 (es decir, superponiéndose
apenas con El Padre Castañeta). Si este dato es correcto, la memoria de Quesada respecto de las
diferencias entre El Padre... y estos periódicos potencia el carácter moralizante del primero, que en sus
palabras parece responder a una voluntad correctiva de los "abusos" satíricos de los otros dos.
Como La Caricature (1830-1843), Le Charivari (1832-1937) fue fundado por el periodista republicano
francés Charles Philipon. Su eficacia en la violenta oposición que ejercía contra el régimen de Luis Felipe
suscjtó que el rey prohibiera las caricaturas en 1835. A partir de entonces publicó durante algunos meses
"inocentes" caricaturas sociales y de costumbres. Entre sus primeros colaboradores estuvieron todos los
grandes caricaturistas de la época; entre ellos: Nadar, Grandville, Gustave Doré, Charles Vernier,
Alexandre-Gabriel Decamps, Alfred Le Petit, Andre Gill, Paul Gavarni, Cham y Honoré Daumier.
Apenas posterior, la revista inglesa Punch (1841-1992) adoptó como subtítulo, inicialmente, el de "l7ie
London Charivarz', lo que expresa claramente la popularidad de su modelo francés. No obstante, su
humor tuvo desde el inicio una vertiente más conservadora y (quizá por eso mismo) deliberadamente
costumbrista que la de su modelo. Fue fundada por Henry Mayhew y Ebenezer Landelis. Mayhew dirigió
la revista, durante sus primeros meses, junto con Mark Lemon. Entre sus ilustradores estuvieron
Archibald Henning, John Tenniel, Richard Doyle, George du Maurier, Charles Keene y Phil May. (Para
un estudio completo y exhaustivo sobre Punch, y. Altick: 1997).
Fray Gerundio. Periódico satírico de política y costumbres (1837-1849), fue fundado, escrito y publicado
por el escritor español Modesto Lafuente. Su nombre, como es evidente, aludía a la novela del padre José
Francisco de Isla y Rojo, el "Padre Isla", Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas,
alias Zotes (1758), en la que satirizaba la retórica ampulosa de algunos curas. El periódico tuvo tres
épocas, la segunda de las cuales incluyó un "Teatro social del siglo XIX" y la tercera, una "Revista
europea". Ambos rasgos son significativos, como se verá en este capítulo, desde que incorporan motivos
y concepciones satíricas que tendrán desarrollo también en los periódicos rioplatenses.
Como se puede advertir a partir de esta somera información, los tres periódicos aludidos por El Padre
Castañeta suponen contextos, blancos satíricos y modalidades retóricas (verbales y visuales) muy
heterogéneas. Por eso, su mención en conjunto y su puesta en una misma serie o sistema muestra,
probablemente, la avidez por legitimar el gesto fundador de estos "jóvenes" en una publicaciones
extranjeras y prestigiosas. Pero además, exhibe sobre todo la voluntad de encontrar un "género" de
publicación en el que inscribir sus intenciones (y su producto impreso), por sobre las evidentes
diferencias que estos periódicos tuvieran entre sí.
12
Palemón Huergo (1817-1892), había estudiado en Estados Unidos, Europa y Brasil, y regresado a la
Argentina en 1852. De inmediato se sumó a Martín Piñero y Dalmacio Vélez Sárfield para integrar la
redacción de El Nacional, que dirigió hasta 1860.
El "Remitido" en verso de "Un patriota" y los versos de "Cascabel" eligen formas explícitamente satíricas
para criticar a Huergo; y parecen aludir además a otros personajes (quizá, por ejemplo, a Dalmacio Vélez
Sársfield, al aludir a los paseos en la corte de Rosas, a los versos en el álbum de su hija Manuelita, etc.).
242
Los textos firmados con nombre propio, en cambio, toman un tono admonitorio y que no deja lugar a
sarcasmo o ironía. Esta distribución complementaria (sátira y seudónimos por un lado; "veras" y nombre
propio, por otro) ratifica la concepción "teatral" que el periódico elige: la prensa satírica como
"escenario" que representa la vida en paralelo, deformándola (y. Erre: 2009).
13 Gálvez/Quesada explica que el periódico iba a llamarse "El Padre Castañeda", y que cambiaron el
nombre por una protesta que, tras la salida del prospecto, hicieron llegar a los redactores familiares de
"aquel fraile, escritor humorístico y fecundo" (1, 373). En el primer número la redacción explicaba que,
pese al cambio de una letra, "El Padre Castañeda que escribiera el prospecto es el mismo Padre Castañeta
que escribe ahora y escribirá siempre ( ... ) y si aún así no les gusta, me llamaré Castañuela" (ibid.).
Para el Diccionarió de la Real Academia Española, "castañeta" es sinónimo de "castañuela", y sirve
también para denominar al golpe que se realiza con el pulgar y la palma de la mano para imitar su sonido.
Este segundo sentido aparece ya en las edición de 1780 del Diccionario. Estridencia y algazara se
combinan, así, en el nombre elegido; semas al que se agrega el de la imitación —del instrumento musical
y, en este caso, la imitación reinterpretada del tono y la figura del "humorístico y fecundo" periodista-.
Sobre los periódicos de Castañeda, y. también el Capítulo 1.
14
Al morir su padre, Miguel Navarro Viola (1830-1890) tuvo como tutor a Vicente López y Planes (quien
era gobernador de Buenos Aires durante el período en que se publicó El Padre Castañeta). Muy joven, en
1844, publicó un volumen de poesías titulado: Ocios juveniles. Estudiante todavía, en 1847, fue autor de
La Polluela, un periódico en el que criticó a uno de sus profesores de derecho, por lo que fue suspendido
en sus estudios (1847). Pudo recibirse de "jurisconsulto" al año siguiente. Ese mismo año retomó su
vocación periodística, redactando el Mosaico literario (1848) junto a José Antonio Wilde.
Entre 1849 y 1851 realizó prácticas jurídicas en el estudio de Baldomero García, un funcionario clave del
régimen de Rosas (como se recordará, García tuvo, entre otras misiones, la de realizar gestiones
diplomáticas en Chile para neutralizar la prédica de Sarmiento durante los primeros años de la década de
1840).
Como Navarro Viola, Benjamin Victorica (1831-1913) obtuvo el grado de "Doctor en Jurisprudencia" en
la Universidad de Buenos Aires en 1849, y realizó prácticas jurídicas en el estudio de García, quien había
sido además su "padrino" de tesis. Trabajó como Oficial de la Asesoría del Gobierno y Auditoría del
Ministerio de Guerra y Marina. Era hijo de Bernardo Victorica, jefe de policía de Rosas durante su
segundo gobierno y, según Cutolo, había publicado poemas de circunstancias dedicados a Rosas y a
Manuelita en La Gaceta Mercantil y en folleto (1851). No obstante, había formado parte de las fuerzas
combatientes contra Rosas en la batalla de Caseros.
Se entiende, en suma, que Navarro Viola y Victoríca, como señala Gálvez/Quesada, quisieran dejar su
nombre a resguardo. Pero al pudor y a la admiración que deposita el memorialista en esta reticencia
habría que agregar, probablemente, que sus breves trayectorias biográfico-culturales eran fácilmente
vulnerables: ya fuera por sus vínculos con el pasado inmediato (sobre todo, en el caso de Victonca), ya
por las dificultades que los vínculos con el poder actual (Navarro Viola) podían acarrear tanto al gobierno
como a un periódico "crítico-burlezco".
15
Quesada agrega un dato político clave: Eusebio Ocampo "no quiso malquistarse con Urquiza", y por
eso no denunciaba ante él los procederes de la policía, "a trueque de que el redactor obtuviese no sé qué
favores del gobernador [Vicente] López" (379-380). Muerto Urquiza hacía dos décadas (1870), el dato no
podía ser sino un detalle de color. En el momento de los hechos, denuncia en todo caso una parcialidad
respecto de los ataques satíricos que el periódico, lógicamente, no podía explicitar (y que quizá no todos
sus integrantes compartían).
16
Estado de Buenos Aires procedía así de modo irregular, ya que la ley vigente exigía que se recurriera
a un tribunal para acusar a los periódicos. La clausura se daba en el contexto de una activa discusión,
agudizada hacia los primeros días de 1852, sobre los alcances y límites de la libertad de imprenta, que
implicaban además los de sus condiciones de posibilidad: ¿era legítimo que el gobierno diera a conocer
los documentos oficiales en un único periódico? ¿eran responsables los redactores y editores por los
"remitidos" sin firma? ¿cuál era el límite entre la alusión y la referencia, vale decir, entre la afirmación
general y la injuria o —término propio de la época-- las "personalidades"? Entre los involucrados se
contaban los redactores de Los Debates, El Progreso, El Nacional, La Prensa Nacional (publicación
urquicista, responsabilidad de Adeodato Gondra), El Padre Castañeta (que había tildado de "asalariados"
243
a los periodistas de El Progreso, por defender los docmmentos oficiales) y La Avispa (que se burlaba de
las posibilidades de legislar sobre los anónimos) (Wassennan, 2009: 136-138). "Las sanciones se tomaron
contra medios satíricos que podían ser populares pero que no gozaban de prestigio y protección" por parte
del Estado, explica Wasserman (2009: 137).
17
El último número de El Padre... alude a un viaje repentino que debe realizar su redactor, el cordobés
Eugenio Ocampo. Según Andrea Bocco, Ocampo se alejó de Buenos aires por "su compromiso con la
política de Urquiza" y con "la causa de la Confederación" (Bocco, 2004: 321).
Posiblemente los compromisos de Ocampo con el gobierno de Urquiza fueron determinantes para el fm
del periódico. El 27 de abril de 1852 se había producido en Córdoba una revolución, y el nuevo
gobernador provisorio, Alejo C. Guzmán, había dictado un decreto de libertad de imprenta, poniendo a
disposición de redactores y editores la Imprenta del Estado. Poco después aparecieron varios periódicos,
entre ellos El Fusionista, dirigido por Ocampo. Su objetivo era lograr la unificación nacional sobre la
base del Acuerdo de San Nicolás. El periódico fue dirigido por Ocampo. Más tarde Ocampo dirigió
también el diario más importante de la Confederación, El Nacional Argentino (1855), cargo que abandona
para desempeñarse en el Ministerio del Interior de esa unidad política. (Bocco, 2004: 321).
En cuanto a Miguel Navarro Viola, después de la renuncia al gobierno de López y Planes (diciembre de
1852) se trasladó a Montevideo por consejo de López, su tutor. Victorica estuvo entre los sitiadores de
Buenos Aires, junto a Hilario Lagos; y tendría luego una extensa carrera castrense (Cutolo, 1968-1985).
18
Sobre la prensa como discurso direccionado durante la situación de sitio, y. también Fontana y Roman:
2008.
19
Por ejemplo: "Se vende muy barato. Una partida de sables y tercerolas: y un caballo parejero (el
rabioso), pertenecientes á la acción de Cagancha. El quese interese acuda al Cuartel General de San José
de Flores, que allí hay con quien tratar" (1, 1, p. 4).
20
En la última comunicación del redactor (quien firma con sus iniciales: "M. T. P.") con sus lectores, les
anuncia que pasará a trabajar en el nuevo periódico, Los Debates. Al cerrar su texto, Toro y Pareja
asegura: "En la nueva tarea que vamos a emprender, ni abandonaremos nuestro género particular, ni
nuestra habitual franqueza, y tendremos de nuevo ocasión para repetir al público las espresiones de
nuestro más sincero agradecimiento, sin que esto perjudique á la sátira que hablará siempre con todos y
con ninguno" (1, 96, 20-8-1853).
21En esta derrota habría tenido un papel crucial la aceptación de un importante soborno por parte de las
fuerzas que bloqueaban a Buenos Aires por el río, al mando del capitán norteamericano John Halmstad
Coe (Saldías citado por Busaniche, 1965: 649-651).
22
Como se recordará, la elección de los "apuntes biográficos" como género que vehiculiza la censura
moralizante aparecía ya en El Grito Arjentino. Aquí el género se resemantiza,. en tanto plantea-el paralelo
entre la biografia infame de Rosas y el relato, pendiente, de la de Urquiza.
Sobre los "apuntes biográficos" en El Grito Arjentino, y. el Capítulo 2 de esta tesis. Con relación a las
biografias en el Facundo, puede consultarse Rodríguez Pérsico (1993). A propósito de las biografias y sus
usos y funciones en la literatura argentina del siglo XIX, y. Fontana (2010).
23
Luis Pérez, en cambio, titula sus periódicos y hojas no. con el nombre de un gaucho, sino mediante un
sintagma en el que o bien prima la connotación que confiere al redactor o a sus lectores (así en El Toro
del Once, El Torito de los Muchachos) ya una suerte de hipóstasis o antonomasia (El Gaucho, La
Gaucha).
24
v, en el primer número, el contraste entre la primera composición, "Prosa del trato entre el imprentero
y yo", y la que le sigue de inmediato, "Lamentos a Vuecelencia el Diretor Provisor", ante quien Aniceto
señala, con necesario énfasis en el dativo de interés: "me le voy a lamentar".
25
Sobre la cuestión de la "patria", los sentidos de esta palabra y su articulación en y a través de la
gauchesca, y., por supuesto, las postulaciones de Josefina Ludmer (1988).
26
"La premisa combativa del periódico es evidente, y no hace más que continuar en este sentido la línea
poética de Paulino Lucero. Pero esta agresividad animal también sigue una tradición dentro del
periodismo gaúchesco: ahí están, por ejemplo, El Torito de los Muchachos y El Toro del Once, periódicos
del gauchipolítico rosista Luis Pérez, ( ... ). Del toro al gallo (o del torito al gallito) hay en la gauchesca
244
todo un repertorio de la animalidad, deudor evidente de la cultura rural, y cuya proliferación puede
verificarse, por ejemplo, en Martín Fierro." (Ansolabehere, 2003: 46).
27
Con recursos mucho más acotados, el gauchesco Luis Pérez mostró una constante preocupación por las
imágenes –frontispicios y viñetas- de sus periódicos. Esa misma relación entre oralidad, escritura e
imagen que aparecía en El Grito Arjentino y Muera Rosas! reaparece así, en la gauchipolítica de Pérez
(por ejemplo, en El Torito de los Muchachos) y deAscasubi, como una forma de habilitar una clave de
lectura que incluya a un público que cuenta con diferentes grados de destrezas lectoras. La lectura de
marcas de ganado, tal como lo señala Julio Schvartman, es una competencia extendida que se emparienta
con la lectura de imágenes en la gauchesca (Schvartzman: 1996 y 1998).
28
V» por ejemplo, las siguientes composiciones incluidas en Aniceto el Gallo: además de la "Carta
certificada.....(3, 3-6-1853), en el mismo rnimero, el "Aviso de por San José de Flores" (sobre la
supuesta deserción de la Legión Italiana), el "Diálogo que tuvieron hacen pocos días dos lanceros de los
del valeroso comendante Otamendi, Zenón Núñez y Jacinto Roca" (6, 2-7-1853, donde cuentan las
penurias y hambre de los soldados de Urquiza) y la "Enfermedá incurable del Diretor de la docena de
flaire" (en el mismo número; en prosa, donde describe en clave escatológica el temor de Urquiza); etc.
Este uso de estrategias conocidas se refuerza mediante la inclusión de algunas composiciones ya
publicadas por Ascasubi y que se incluyen en Aniceto el Gallo (en el mímero 3, 3-6-1853; la "Salutación
del Gaucho Jacinto Cielo al 18 de julio de 1830").
Sobre el sitio como matriz del Paulino Lucero, y sobre los procedimientos y estrategias retóricas que lo
sostienen, y. Fontana y Roman (2008).
29
Durante sus siete primeros niimeros, El Torito Colorado se presentó con el siguiente frontispicio:
EL TOEITO CO1t)RABÓ
'-
E1ÇFO jJ*J,If-
U1IM() DEL l'rJULÇ) y EL PELflÇ)
La nueva imagen de El Torito responde claramente al aguijón de La Avispa. El nuevo Torito es menos
redondeado, está marcado, porta cuernos listos para embestir y no deja lugar a dudas –resonancias de El
Matadero de Esteban Echeverría- sobre su virilidad. El cliché que incluye el "remitido" publicado por
Aniceto el Gallo reitera estos mismos rasgos distintivos.
° Ascasubi usa el recurso de reemplazar la palabra por la imagen en otras oportunidades. Julio
Schvartzman, quien ha estudiado específicamente el problema que supone la relación entre oralidad,
escritura e imagen en la gauchesca y a quien agradezco este comentario, identifica aquí un "rebús": es
245
decir, el artificio por el que se va "a través de las cosas" (sin pasar por la escritura, aunque sí, desde ya,
por la codificación que supone la cultura impresa).
31
Como mostraré a continuación, con el análisis de La Cencerrada, la transformación de Aniceto el
Gallo/Aniceto el Gallo (es decir, el hibrido que es periódico y a la vez enunciador del periódico, e incluso
personaje de relatos y poemas que incluye el periódico) en personaje visualrnente representado es un muy
buen ejemplo de este proceso. Y una vez más: si la gauchesca como género venía predicando el carácter
de artificio, el carácter representativo de la autoría y la complejidad que supone el entramado de las voces
de autor y enunciador, su puesta en imagen no sólo explicita este problema, sino que reformula su planteo
(Schvartzman: 2006).
32
Aniceto el Gallo tuvo una segunda salida cinco años más tarde (cuatro ediciones del periódico, que
continuaban la numeración de la primera etapa y se publicaron fechados el 12, 19 y 27 de marzo, y el 1 de
octubre de 1859). No nos ocupamos aquí de su análisis, por considerar que no añaden nuevos elementos a
los ya apuntados.
33
"La Cencerrada. Sr. Redactor: Habiéndose informado que corren ciertas voces, de que un amigo mío
es el redactor de 'La Cencerrada me apresuro a desengañar á los que se hayan formado ese juicio,
siendo escritos por mí todos los artículos publicados en este periódico. Su atento servidor, J. Rosset" (La
Tribuna, 6-5-1855, p. 3, c. 1, "Hechos locales"). En una época en que las informaciones publicadas por
los periódicos podían llevar a lesionar el honor personal al punto de suscitar un duelo entre redactores -
como ocurriría, por esos meses, entre Palemón Huergo, redactor de El Nacional y L 'Herminier, redactor
de L 'International--, y en que la discusión sobre la libertad de imprenta comprometía seriamente al
Ministro de Gobierno de Buenos Aires, Ireneo Portela (Wasserman, 2009: 141), la asunción de la
responsabilidad autorial no sólo importa para "desengañar" a los lectores, sino como forma de
compromiso legal subjetivo.
Para otros datos sobre la publicación, y. su ficha técnica en la sección correspondiente del "Apéndice" (p.
634). No he encontrado más datos sobre J. Rosset.
34
V. algunas páginas del semanario ilustrado parisino Revue Comique Histoire philosophie litieraire et
po/jaque, así como una publicidad anunciando su salida, en la sección de "periódicos extranjeros" del
"Apéndice" de esta tesis. Entre los dibujantes colaboradores de esta publicación figuran Nadar, Bertall y
Carpezat. Su principal blanco político era, previsiblemente, Luis Napoleón.
35 En una de sus secciones, el periódico anuncia que presentará un "nuevo Gabinete Óptico": "(...) sin que
haya sido necesario señalar día para ir á visitarlo pardos y morenos (nueva aplicación del bien entendido
sistema democrático en un país esencialmente republicano) ( ... )" ("Gran Biografia de los hombres
Célebres. Por un enano", La Cencerrada, 1, 4, 12-5-1855, p. 2, c. 3). En otra oportunidad se reitera la
alusión a los "pardos y morenos". En cualquier caso, se entiende que ambas alusiones funcionan ante todo
irónicamente, y respecto de los discursos sociales y políticos de lo "republicano" y del "sistema
democrático". -
En su número 7 (20-5-1855), el periódico se burlaba de la acusación de ser prensa ministerial, pagada por
el Ministro de Gobierno de Buenos Aires, Ireneo Portela. Si bien el "diario" se burla también de él, esta
vinculación no deja de ser sugestiva, y explicaría la posibilidad de sostener económicamente una
publicación de costo relativamente elevado (por las caricaturas).
36
Al punto que periódicos que comienzan a publicarse poco después, como La Bruja-Duende (1855) con
ilustraciones de V. Mola) y su continuación, El Zurriago, incluyen también caricaturas de periódicos en
su primer número. V. reproducción del primer número de La Bruja Duende en Vázquez Lucio (1985: 1,
76); así como el comentario de Gutiérrez (1999: 13).
37
"[La prensa satírica] se obliga a atravesar etapas sucesivas de degradaciones parciales, deslizando los
fragmentos de la realidad "objetiva" hacia una realidad "satírica", teatralizada: las personalidades
públicas devienen en personajes, los lugares en decorados, los sucesos en escenas. Una vez que estos
componentes han montado separadamente una proyección satírica, se hace posible establecer
interacciones entre ellos hasta recrear una dinámica semejante a la de la vida" (La traducción es mía).
38 Las representaciones de la metarreflexión sobre los periódicos parecen haberse popularizado
rápidamente. Vazquez Lucio reproduce, sin indicación de fecha, una caricatura de El Zurriago (1855)
donde aparecen diversos personajes portando distintos periódicos (La Crónica, La Tribuna,
L 'International, El Nacional) sobrevolados y tocados por un demonio (y. Vázquez Lucio, 1985: 1, 77). La
246
fisonomía de estos personajes no (me) permite adivinar si se trata de retratos;- claramente, no tienen
atributo alegórico o simbólico alguno, salvo el de portar las hojas con los nombres de los respectivos
periódicos.
39
Como se sabe, la reutilización de una misma imagen para funciones muy diversas es norma en los
primeros tiempos de la imprenta, y hasta avanzado el siglo XIX. En este caso, provee un ejemplo mínimo
del tipo de valoración de la imagen que propone el periódico: este mismo cliché aparece en las páginas de
El Diablo (1853) se aprovecha como apoyo para la imaginería demoníaca que pone en juego el periódico
(operación dificil de sostener con la imagen por sí misma, y que se plantea a través del epígrafe del
Estudiante de Salamanca. Diablo-Mundo de Espronceda que, literalmente, sostiene la imagen):
En La Cencerrada, en cambio, se aprovecha en tanto imagen (el anclaje textual que provee el título
"ejercicios gimnásticos" focaliza la atención hacia la pose representada).
40
"La Cencerrada. El jueves se ha repartido el número 2 de este periódico, cuyo interés va decayendo
ay, por lo insípido de su contenido y por la poca gracia en sus caricaturas. Si no se compone, aconsejamos
a su editor de hacerlo morir, y el redactor el ir á escribir sus chistes al Chaco." (La Crónica, 5-5-1855, p.
3, c. 2).
41
Cfr., por ejemplo, estos tres textos de los "Hechos locales" de La Tribuna:
"Caricaturas. El sábado apareció el primer número de un papel titulado la Cencerrada', que contiene la
caricatura del Sr. Mitre, la del Sr. Huergo, la de los Redactores de la Crónica, y la nuestra.
No sabemos el efecto que producirá en el ánimo de nuestros apreciables cólegas; pero en cuanto a
nosotros, podemos asegurar á su autor (que en sí es mas caricatura que todos) que nos ha causado un
verdadero placer, y solo sentimos no- poder -distinguir á cual de -los -redactores de la Tribuna se ha
intentado caricaturar." (La Tribuna, 30-4 y 1-5-1855, p. 2, c. 6).
"La Cencerrada. Este papelillo que no parece estar bien con nadie, trae ayer una linda caricaturita de los
dueños de la Crónica, en la que se les representa con dos caras y abiertos de pierna" [La Tribuna
reproduce, a continuación, un texto de La Cencerrada titulado "Siguen los ejercicios gimnásticos", donde
el último se burla de la volubilidad gubernamental de La Crónica.] (La Tribuna, 13-5-1855, p. 2, c. 6).
"La Cencerrada. Parece que hemos caído en gracia al travieso papelito; que nuestra estampa se ve
reproducida en casi todos los númerospor el apreciabilísimo cólega. Nos felicitamos de ello porque esto
prueba á lo menos que somos hombres de gran importancia, pues en los países civilizados esos son los
que tienen el honor de verse caricaturados por los Charivaristas." (La Tribuna, 17-5-1855, p. 2, c. 6).
42
"Tuvimos la ocurrencia de fundar un periódico Charivaresco. Al momento se nos ponen en línea El
Diablo, El Zurriago, La Bruja Duende, sin contar los otros mil aspirantes cencerricos que brotan por
doquier, hasta infiltrándose, cosa inaudita! en las formalotas colunmas de los papelones más formalotes.",
señala La Cencerrada ("Nuevo Museo", 17, 6-7-1855, p. 2, c. 3-4). En 1857 salió un semanario titulado
El Charivari Porteño (Vázquez Lucio, 1985: 87), algunos de cuyos números se conservan en la sección
de "periódicos curiosos" de la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata. (Beltrán lo
registra, seguramente por error tipográfico, como "Charaví Porteño", y señala que "fue hoja humorística,
que hacía objeto de sus alfilerazos a los prohombres de la época, tales como Sarmiento y Vélez" (1943:
247
249). Galván Moreno, por su parte, la nombra como "Chiveri Porteño), un "periódico festivo" (1943:
205)).
La palabra francesa "charivari" (en inglés chivaree o shivaree) designa una ceremonia. Se trata de la
costumbre popular de molestar a los recién casados con una serenata ruidosa. Este ritual fue practicado
también en las regiones inglesas y se incorporó a las tradiciones de las colonias francesas e inglesas de
América del Norte. Según diferentes fuentes, el charivari funcionaba además como forma de coerción
social y hasta de censura: la "serenata" se brindaba a los convivientes que no se habían casado, para
forzarlos a hacerlo; o frente a los adúlteros, o aun ante las nupcias sucesivas de viudos y viudas que la
comunidad considerara "indeseables" o poco adecuadas.
En el ámbito hispano esta misma ceremonia se conoce con el nombre de "cencerrada". El Diccionario de
la Real Academia Española (2001) defme el término así: 1. F. Coloq. Ruido desapacible que se hace con
cencerros, cuernos y otras cosas para burlarse de los viudos la primera noche de sus nuevas bodas. Dar
cencerrada. ¡/2. F. Coloq. Ruido similar que se hacía cuando un forastero se casaba con una joven de un
pueblo y no pagaba lo estipulado por los mozos de dicho pueblo. /3. F. Coloq. Ruido similar que se hace
con cencerros o con otros utensilios metálicos para realizar una protesta cualquiera o como burla. La
palabra aparece, con acepción similar, ya en la edición del Diccionario de Autoridades de 1729. V. más
referencias a la etimología de la palabra y a su presencia en la literatura española en Caro Baroja: 1980.
' Después de esta fecha, Hortelano convirtió su publicación en diario, .de carácter opositor. Resulta
interesante subrayar la relativa facilidad con que las publicaciones de la época, que conforme a las
necesidades de intervención y a las condiciones materiales con que cuentan sus empresarios pueden pasar
de "diario satírico" a serio (La Lanceta y Los Debates, pese al declarado carácter satírico inicial que
atribuye Toro y Pareja a este último); de semanario ilustrado a diario (La Ilustración Argentina). Esta
labilidad que alcanza tanto a la organización empresarial como a las estrategias discursivas tiene por
esperable resultado una altísima intensidad creativa, así como una igualmente alta tasa de ensayos
fallidos.
44Sobre los sucesos mencionados puede consultarse Levene, 1947: VIII, 205 y ss.; Busaniche, 1964: 664
yss.
45
Wasserman informa que, durante 1855, se promovieron varios juicios de imprenta, aunque en algunos
casos no pudieron concretarse. Un aliado de Portela, el Diputado Miguel Estevez Seguí, presentó y
promovió un proyecto restrictivo de la libertad de imprenta, que fijaba sanciones de multa, cárcel y
destierro para los escritos "abusivos". Wasserman explica que la imprecisión de la defmición de los que
caerían bajo tal categoría hizo que la reacción general fuera de displicencia, pero que un diario, El Orden,
lo apoyó (Wasserman, 2009: 142). V. también las reacciones de La Cencerrada a propósito del que
denomina "el diario del Padre Frías" (por ej., "El Padre Frías y Cía.", La Cencerrada, 22, 21-7-1855; p. 2,
c. 1-2).
Para una información sumaria sobre estos periódicos, y. Galván Moreno (1943), Beltrán (1943), etc.
Sobre La Tribuna Nacional puede consultarse especialmente el detallado trabajo de Auza (1978).
" Hacia principios de la década de 1863 los diarios serios contaban ya con un sistema fluido de recepción
de publicidades, aunque esta modalidad no necesariamente estaba desligada de las "simpatías" políticas
de los avisadores. En la página de avisos (por lo general, la última de cada publicación) aparecen con
frecuencia ilustraciones; y el cuidado por la tipografia es evidentemente mayor. y., por ejemplo, las
últimas páginas de El Nacional, La Tribuna, La Reforma Pacífica (Buenos Aires; y desde 1862, Buenos
Aires y Montevideo; 1852-1865), etc.
48
Las láminas no están firmadas. Su ejecución difiere mucho una de otra, ya en el cuidado y detalle que
se dedica a asuntos diversos, ya en la concepción visual y en la pericia con que se ha logrado llevar a cabo
lo que se buscaba representar. Y., a modo de ejemplo, las dos que se reproducen en el "Apéndice" de esta
tesis (p. 575).
49Esta sección de "variedades", obviamente muy útil para completar el contenido del periódico, no faltó
tampoco en la prensa satírica de la segunda mitad del siglo. En algunos casos, como el de los "Picotones"
de El Mosquito, llegó a competir en popularidad con las caricaturas. El atractivo de la brevedad de su
lectura, así como el ingenio que solicitaba la resolución breve de una noticia, un chiste o hasta un
comentario difamatorio fueron sin duda elementos que contribuyeron a su éxito.
248
pedazos sus antiparras, lo que lo ha puesto tan ciego que se ha determinado a comprar la Quinta de
Palermo, con los millones que están por atascar su caja."
O bien en los "Cencerros" del número 4 (13-5-1855): "Esta mañana al tiempo de vestirnos, estábamos
pensando en el próximo número de La Cencerrada. La camisa que íbamos á ponemos estaba
completísimamente viuda de botones merced á las delicadas atenciones de nuestra planchadora, y como
no encontrásemos en nuestra pobre cabeza una sola idea para el artículo de pasado mañana, esta
circunstancia nos sugirió un pensamiento eminentemente filosófico:
Las ideas son como los botones de camisa, nos faltan muy á menudo.
(Al volver á leer este último Cencerro, nos ha parecido tan espantosamente estúpido que lo hubiéramos
borrado inmediatamente.., si hubiéramos tenido con que reemplazarlo)."
La autoironía, sin embargo, va desapareciendo conforme la publicación se afianza. Y pocos números más
tarde, aparece —sátira mediante- una explícita distancia entre La Cencerrada y los diarios serios
(representados por la La Tribuna, que repara especialmente en La Cencerrada y, por ello, se hace
acreedora a sus ataques más de una vez): "En su número del Domingo la Trifulca ha tenido á bien
reproducir uno de nuestros artículos haciéndolo preceder de una especie de introducción á manera de
prefacio, en la que dice que la Cencerrada parece no ser amiga de nadie. Aceptamos el dicho como un
elojio, porque con eso probaría al menos que no nos parecemos á ciertos entes, y que sabemos guardar la
independencia; pero la Trifulca se equivoca groseramente. Quien bien ama, bien castiga, dice el adagio,
por consiguiente es mas bien como amigos y no como enemigos de todos que repartimos á diestra y
siniestra nuestros inocentes latigazos. Nos preciamos de ser imparciales; usamos y usaremos, mientras
nos dejen, de esa preciosa libertad que tenemos la dicha de de disfrutar hasta ahora, prometiéndonos no
transijir con nadie. Sin propósito determinado, sin odios personales, nos reímos de todos y de todo. Nuevo
Diógenes queremos andar rodando estoicamente nuestro tonel de calle en calle y con tal que nadie venga
á disputárnosla, nos contentaremos de la pequeña parte de sol que Dios nos ha dado.
Los necios únicamente pueden tomar á mal nuestras chanzas inofensivas, y en esta ocasión al menos la
Tr4fulca ha probado que tenía juicio echando á la broma algunos tiros de nuestro epigrama." (La
Cencerrada, n. 5, 16-5-1855).
Si así fuera, por otra parte, esto importaría descubrir que la prensa y su práctica tenían un estatuto
profesional, autónomo de la vida política, lo que, en rigor, no ocurrirá en el Río de la Plata sino hacia
fmes del siglo.
58En su biografla de Ascasubi, Sosa de Newton reproduce este retrato (1981: 27), que difiere bastante de
la imagen más difundida del poeta. En el índice de las publicaciones de Ascasubi (319) la autora señala
que la litografla es de Kratzenstein.
0 59 Sobre la moda de estos nuevos ámbitos comenta un suelto de La Cencerrada: "Anoche -á lasalida. del
- Teatro Diorámico —que se vé de noche (parece que á mas de la epidemia de escarlatina y viruelas que
reina actualmente en Buenos Aires, se nos ha agregado la de los Dioramas, Panoramas, Polyaramas y
Gabinetes ópticos de tal modo que hasta La Cencerrada se ha visto atacada de ella). Anoche decíamos
( ... ).", "Cencerros", La Cencerrada, 11, 6-6-1855.
60
"Gran Panorama óptico /Calle de la Federacion No. 2861 compuesto de la guerra de Oriente y de las
principales ciudades de Europa, á saber: -
Vistas que se ponen de manifiesto el viernes 25 de Mayo.
10. - Vista de Génova tomada de las murallas.
Thouars'.
5°.Vista de la partida del puerto de Calais para el mar Báltico de la división francesa en los buques de la
escuadra inglesa.
6°. Vista de la defensa heróica de Silistra.
7°. Vista de la derrota de los rusos en Giurgeva.
8°. Vista del bombardeo de Odesa.
9°. Vista del consejo celebrado en Vama el 19 de Mayo.
Precio de entrada: 2$
250
Habría que hacer la salvedad de que la edición diaria de El Mosquito (del 1-4 al 2-5-1867) mantuvo una
numeración diferente de la del semanario, articulándose con él por la continuidad del título y de la
empresa. El formato, algo menor que el del semanario, era de un pliego a cuatro columnas, sin
caricaturas. Si bien el prospecto anunciaba que su propósito, "loable" aunque "algo diferente al de los
otros diarios" era "1°. Dar noticias haciendo refr", "2°. Ganar dinero"; y, más adelante, "ser útil á la parte
del público alegre, y alegre á la parte del público útil" (todas las citas en su "Prospecto"), el contenido de
la edición diaria no difería demasiado del que podría encontrarse en "diarios serios". Contaba con
secciones de "noticias", "crónicas" del extranjero, informaciones de la Bolsa, policiales, una última
página de avisos y la inclusión de un folletín de Paul de Kock, El jardín de los ciruelos, traducido por
Julio Nombela. Durante esta breve etapa en que El Mosquito combina la doble edición como diario y
semanario dominical con caricaturas, es evidente la tensión por la demanda de imágenes por parte del
público.
67
Choquet apareció como editor-gerente de El Mosquito en su número 364, en enero de 1870, y retomó
esta categoría en abril del año siguiente, para dejarla definitivamente en manos de Stein en julio de 1871.
De la revisión del semanario resulta evidente que para entonces ambos compartían tanto tareas editoriales
como la responsabilidad administrativa, legal y económica del periódico. Véanse, a este respecto, los
datos sobre suscripciones que aparecen en la ficha técnica, y compárense con los de las demás
publicaciones.
Más tarde Stein será "director-propietario" de la publicación. V. Capítulo 4.
68
Suárez Danero (1964) y Vázquez Lucio (1985: 112), señalan también la existencia de dos etapas
diferenciadas en el periódico. De Marco (2006: 262) considera que esta diferencia se hace evidente
cuando se contempla a la publicación exclusivamente "desde el punto de vista artístico".
69
"Sarmientista", El Mosquito, VI, 286, 19-7-1868, p. 1, c. 2.
lo Lamentablemente no contamos con libros administrativos, económicos ni de memorias de los
protagonistas del periódico. Apenas quedan unos cuantos legajos de papeles personales de Henri Stein,
depositados en el Archivo General de la Nación (legajos 1438 a 1441, que contienen documentos que
abarcan el período 1868-1916; y. otras referencias a estos documentos en el Capítulo 4). La evolución del
periódico y sus efectos pueden atisbarse, sin embargo, desde los datos que proporcionan sus propias
páginas y las de publicaciones contemporáneas, con las previsibles dificultades y las igualmente
previsibles parcialidades que esto supone.
71
Sobre la fundación del periódico, y. lo que informa en su número 997 del 12 de febrero de 1882 (p. 4,
c. 1-2). Aunque este artículo no está firmado, es de evidente autoría de Luciano Choquet quien, como era
notorio por entonces, era el redactor principal del periódico (e incluso inicialaba algunos artículos;
particularmente los dedicados a "teatros" y "Revista musical").
Los datos sobre Auerbach —cuyo nombre aparece al frente del periódico como el de uno de sus
"fimdadores" junto al de Meyer durante un breve período (incluso cuando Meyer ya estaba instalado en
París, en octubre de 1869)-- y J. Carlos Paz constan también en el Legajo 1438 que reúne los papeles de
H. Stein, depositado en el Archivo General de la Nación. Allí mismo se agrega que Paz murió en 1874, en
la batalla de Santa Rosa (vg., la que dio fin a la revolución de B. Mitre contra Nicolás Avellaneda). No he
logrado reunir otra información sobre estas dos personas.
Las referencias que constan en los papeles de Stein estaban redactadas, evidentemente, para formar parte
de una obra general sobre la ciudad de Buenos Aires: Bosquejo de Buenos Aires, de A. Galarce. El 24 de
enero de 1886 El Mosquito publicó un comentario sobre este libro, del que rescata y transcribe, haciendo
gala del sistema de promociones y contraprestaciones que su director maneja con suma habilidad (y.
también Capítulo 4), los mismos datos que Stein le había brindado al autor (El Mosquito, XXIII, 1203,
26-1-1886, p. 4, c. 1-2).
72
Choquet hacia 1855; Meyer, al parecer, a principios de la década de 1860 (Cutolo: 1968-1985).
• 73
Pablo Emilio Coni (Saint Málo-Francia, 1826- Buenos Aires, 1910) había llegado a Buenos Aires en
1851, con el Ejército Grande de Urquiza. Instaló una imprenta en Corrientes entre 1853 y 1859. En ella
editó diarios, promovió la impresión en folleto de obras literarias y científicas, nacionales y en traducción.
En 1854 comenzó a editar libros. Tras una temporada de regreso en Saint Málo (1859-1863) reabrió su
imprenta, esta vez en Buenos Aires. (V. Buonocore, 1944: 55 y ss.; con referencia a la importancia de la
Imprenta de Coni durante la década de 1880, y. Pastormerlo, 2006: 8 y ss.).
252
" Como era habitual desde comienzos de la década de 1850 (y. nota .10 de este Capítulo), en su primer
número El Mosquito había anunciado que abría un "buzón" para recibir contribuciones "noticiosas": "En
la oficina de este periódico habrá un buzon para recibir todas las noticias, chismes, latigazos y picotones
que quieran enviársele. Prevenimos, sin embargo, que la redacción no recibirá nada que tienda á infamar,
ó que pueda herir la decencia y la delicadeza de los lectores y de los aludidos: las personalidades ó
ataques traidores ó sin chiste, no serán aceptados." (El Mosquito, 1, 1, p. 4, c. 1, "Aviso"). La advertencia,
al parecer, habría sido considerada meramente formal, porque en los primeros tiempos el periódico debe
reiterar el sentido y el alcance con que quiere ejercer la sátira:
"(...) Hay otro que sostiene que El Mosquito es tonto, adniirándose de que haya quien lo tenga por
chistoso; porque quisiera verlo hecho un 'Telón Corrido', insultando á troche y moche, sacando á la luz
mugeres derrochadoras y alegres, maridos sufridos ó engañados, muchachas veletas y sin alma o amores
de cascabel (...)". El Mosquito, 1, 5, 20-6-1863, p. 4, c. 1. La demanda de un tono más urticante —no en
vano cierta prensa satírica elige insectos picadores para nombrarse: La Avispa, El Mosquito, Cabichuí, La
Chinche- debió ser reiterada durante los primeros meses del periódico porque pocos meses más tarde Fray
Trisagio Berruga insiste en que el periódico sólo se ocupará de cuestiones políticas y no privadas: ) ni
"( ...
por un momento pienso constituirme en órgano de difamación, y declaro: 1°. No ser censor de la vida
privada de nadie, pues que esto solo lo hace gente de mala ralea, y si así lo fueramos por la prensa, ella
que por si misma es su mejor correctivo, estaría en el deber de contestar y vendríamos á dejenerar en caos
social. 2°. Atacar solo á quien lo mereciere, pero en su vida esterior, porque la crítica es el mejor freno de
los vicios sociales, sabiéndola dirigir. También me he propuesto escribir solo para la jente decente y
arrostrar todas las sandeces de los necios que dicen 'esta muy sonso el Mosquito' y ¿ sabéis por que?
Porque no habla de si sutano tuvo amores con fulano, de si mengano debe ó no al zapatero, de si aquel
otro estaba ebrio en tal parte ó de si lo echaron o no de tal otra, ó cosas por el estilo (.....' ("Mis
soliloquios", El Mosquito, II, 24, 1-11-1864, p. 1, e. 2-3). Y luego, en p. 3 del mismo número: " ¡QUE
SENSATEZ!! He aquí lo que decía un zamarro el otro día: -Pero han visto ustedes el Mosquito? ¡Que
soncera! Sino ataca á nadie. En vano le puse en el buzon un hechito local en que hablaba de Doña N. que
no le paga la cuenta á D. Emeterio el de la tienda. Otro también le eché sobre la panza y la figura de D. N.
N. y sobre el ridículo de casamiento de fulanita y la pelea D. Evergista y su yerno D. Pancomio. —Ya no
me gusta, y no me hace gracia. —Me voy á borrar.
Ahora dígaseme si se ha visto un palurdo de la clase? ¡Qué criterio! Sin duda estos sandios
habrán creido que estamos obligados á hacerlos reir, como por desgracia se suele hacer en nuestro país
(de cuya bondad á veces se abusa criminalmente) constituyéndonos en censores de la vida privada de todo
el mundo y que no tenemos mas misión que criticar los defectos fisicos de los que hayan sido mal dotados
por la naturaleza. Ah! Cuando se hará un hospicio de estúpidos y de opas!" (El Mosquito, 1, 24, 1-1 1-
1863, p. 4, e. 1).
La insistencia por separarse de los impresos que aparecen así como "insensatos" y propios de "estúpidos
y de opas" se reitera irónicamente cuando, ante la supuesta renuncia de sus redactores, El Mosquito
sugiere que encargará la publicación a Jacobo de la Hay Mendoza, antiguo editor de Fray Supino
Claridades (1858) (El Mosquito, 1, 24, 1-11-1863, p. 1 c. 1) Sobre este personaje, y. nota 63 de este
capítulo.
75 En su panorama de las revistas del siglo XIX, Diana Cavalaro sostiene que la singularidad de El
Mosquito estriba en que se separó "de los modelos tradicionales de las revistas enciclopédicas, y a la vez,
de los más novedosos proyectos populares" lo cual "abrió el camino para los semanarios satíricos de
actualidad que aprovechan la complicidad con el lector para criticar a los políticos más cuestionados y no
desdeñan la aparición de noticias interesantes para otro público como las policiales." (Cavalaro, 1996:
90). El conjunto de estas afirmaciones resulta, al menos, dificil de sostener. Por un lado, porque no queda
claro ni se defme cuál sería, de existir, el "modeló tradicional" de las "revistas enciclopédicas" ni de los
"más novedosos proyectos populares" —o, al menos, si tales "modelos", de existir, habrían operado en el
momento de la fundación del periódico, como "antecedentes" de los que se "separa", habrían ido
modificándose a lo largo de sus treinta años de existencia, etc.--. Por otro, porque el abrir un paralelo
entre la prensa satírica del siglo XIX y, si no la "actual", la de inicios del siglo XX, implica suspender las
transformaciones en el campo de la política, en los públicos lectores y los públicos políticos, y en la
prensa misma que se produjeron en la región, a grandes rasgos, durante el último cuarto del siglo XIX.
Por último, y aunque se trate de un detalle, resta la preocupación acerca de lo que se presupone del "otro
público" (,?) que gustaría de las noticias policiales (que se popularizaron en el conjunto de la prensa, no
ya argentina sino americana, para esta época).
253
76
Habría que acotar que esta descripción responde mejor a la segunda etapa del periódico, donde la
imagen gana espacio y protagonismo. Considero que durante la etapa de Meyer y sus sucesores, como se
verá enseguida, la imagen "compite" con el texto, complementándolo a veces, sirviéndolo otras. La
creación de un código visual común entre el periódico y sus lectores es tema del periódico en ocasiones.
Y por lo demás, parece un problema lo suficientemente complejo como para darlo por sentado.
77
Existen colecciones de El Mosquito y-o de los "Almanaques de El Mosquito" al menos en los
siguientes repositorios: Archivo General de la Nación (completa); Biblioteca Nacional Argentina,
Biblioteca del Congreso de la Nación, Biblioteca del Colegio Nacional de Buenos Aires, Biblioteca del
Museo Sarmiento, Biblioteca del Museo Mitre, Biblioteca Los Talas, Biblioteca Dr. Raúl Prebisch,
Biblioteca del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, Biblioteca del Museo Histórico
Brigadier General Cornelio Saavedra, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.... Incluso
pueden verse, en ocasiones, números sueltos a la venta en librerías-anticuario, y cada tanto se publica el
anuncio del "remate" privado de algún tomo.
78Esto sin contar a las "redactoras del periódico". La presencia de voces femeninas –muchas veces,
encubriendo escritores varones—con diversas funciones en los periódicos se remonta, una vez más, a los
periódicos de las primeras décadas de vida independiente y se afianza con los periódicos de Fray
Francisco Castañeda y, más tarde, con el primer periódico femenino, La Aljaba y su estricto
contemporáneo gauchesco, La Gaucha de Luis Pérez. La Camelia (1852) retomó la voluntad de presentar
voces y escrituras femeninas en la prensa periódica después de Caseros. Las dos primeras "redactoras" de
El Mosquito son las conversadoras "Doña Tragaluz" y "Doña Tragapéndulas", que suelen irrumpir con
diálogos aparentemente triviales, en los que se entrelazan argumentos políticos.
Sobre la prensa femenina, y. también, por ejemplo, Auzá (1988), Masiello (1997) y Sosa de Newton
(1986).
La doble orientación del periódico a "lectores" y "lectoras" aparece ya en sus primeros números.
y., por ejemplo, este poema titulado "Felpa", destinado a amonestar, a los lectores y lectoras que, o
prestan el periódico, o lo leen sin pagarlo: "Nos cuentan los que han venido! de Tucumán o La Rioja! Que
para hacer el puchero!con que luego hacen la zopa! Compra el mas rico de todos ! un huesito y lo echa a
la olla./Y cuando vé que ya el -agua/ esta un poco sustanciosa! Le saca con gran cautela!Y al punto lo
proporciona/ para que luego el vecino/Haga a su vez la maniobra! De sacarle un poco el jugo! Y pasarlo á
otra persona!Quien por supuesto también! Hace con él caldo y zopa.! En tantos baños del balde! El
huecesito se moja! Que al llegar la oración! Ya no es hueso sino cola.! ¿Qué demonio de costumbre/ tan
añeja y tan roñosa! Dirá sin duda ninguna/ la curiosa suscritora/Sin acordarse de que aquí! Sin ser hijos
de la Rioja!Tienen mucho la costumbre! (Y está arraigada la moda)/De enviar á la vecindad! A pedir
como limosna.! El huesito con que se hace! El puchero para choll&- 4 ,Sabeis quienes son, amigos/esos
chosnas Sinvergoña?/-Son los lectores de ojito! Los lectores de mogolla! Que mandan de puerta en
puerta! Sin cuidarse de la hora!A incomodar al vecino!Que si es hombre de pachorra! Presta al instante El
Mosquito/ Que le vuelven hecho estopa!Arrugado como coles,/Tiznado como fregona! Y muchas veces
tan sucio! Como debe estar ahora! El escudo que tenía! Nuestro cónsul en la heróica! Ciudad de
Montevideo, !donde reina la Mashorca! No digáis que esta alusión/ tiene nada de cambrona !Mas
prometedme lectores,/Y prometedme lectoras! No prestar más El Mosquito! A la gente pechadora;!Que
nos roba la paciencia! Y la sustancia nos roba! Dejándonos tan delgados! Como el hueso de La Rioja! -Si
queréis una disculpa! Recitadles esta soba! Que os escribimos rabiando! Tan solos [sic] para los posmas."
(El Mosquito, 1, 11, 2-8-1863, p. 1, e. 2-3).
V. también, por ejemplo, el artículo titulado "Una vieja lectora" (1, 15, 28-8-63, p. 1, e. 2-3. Art. titulado
"Una vieja lectora") o, algunos meses más tarde, el titulado "Si yo fuera rey" (II, 100, 22-4-1865, p. 1, e.
2-3), en el que El Mosquito comenta la discrecionalidad en el ejercicio del poder que atribuye al
presidente paraguayo Francisco Solano López, y consulta a su público: "( ... ) ¡Oh, si yo fuera rey! / -i,Qué
254
haría Y. lectora? ¿Qué haría Y. lector? (...)" (entre los "decretos" que propone El Mosquito para su reino
imaginario, no sólo está la suscripción generalizada y el nombramiento del presidente López como
inspector de yerba en la Aduana, sino la prohibición del uso del miriñaque). Estas alusiones iniciales al
"lector" y "la lectora" se reiteran con frecuencia a lo largo de la existencia del periódico, dando a entender
tanto el interés por captar a un público de ambos sexos como, muy probablemente, la insistencia en que el
periódico es aceptable o inofensivo para el público femenino, cuya vida cultural está tan explícitamente
en discusión y tan sujeta tanto a debate como a regulaciones durante todo este período.
Los asuntos vinculados con la participación política de la mujer llamaron especialmente la atención de El
Mosquito, que los destacó aunque por lo general, rebajándolos y satizándolos. V., por ejemplo, las
imágenes que siguen:
La tercera y quinta caricaturas dan versiones de las noticias recientes sobre debates acerca de los
derechos de la mujer en Chile y sus proyecciones en Buenos Aires. Imagen central: en el letrero,
"Miriñaque Club". Bajo la imagen: "Aspecto de la sociedad Chilena después del artículo del
INDEPENDIENTE. El bello sexo goza de los privilegios políticos y otros, antes reservados al sexo
feo." De izquierda a derecha: una fumadora —al parecer, con traje militar-, una lectora de diarios,
una muchacha que toma por detrás ¿al Mosquito?, dos más juegan al billar (una fuma).
Ultima imagen de la página: dos niñas se baten a esgrima, mientras otras dos madrinas de duelo?
(6
) contemplan de costado. Bajo la imagen, se lee: "Las Señoras porteñas, discutiendo la oportunidad
de la admisión de las mujeres á la vida publica y política".
255
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79 "(... ) But it was French journal from the 1 820s onwards, particularly those directed at women and
young people, that made the most use of lithography for their plates ( ... )", puntualiza Twyman (2000;
201). V. algunas imágenes femeninas que pudieron servir de fuente a las de El Mosquito en el "Apéndice"
de esta tesis, p. 607 y ss.
80
Batticuore retoma además el trabajo de Susan Kirckpatrick, quien en un estudio para el contexto
español del mismo período, afirma que "la expansión de la prensa fomentó la lectura femenina de manera
más incisiva que los cambios en el sistema educativo" (Susan Kirckpatrick, Las románticas. Escritoras y
subjetividad en España, 1835-1850, Madrid, Cátedra, 1989; en Batticuore 1999: 70). Según señala
Batticuore, estas hipótesis pueden proyectarse en sus consecuencias para Latinoamérica.
81
Dejo explícitamente fuera de esta revisión el trabajo de Cibotti (1994), dedicado a una etapa posterior
del periódico; así como el de TelI (2009), que explora los vínculos entre fotografia y caricatura,
especialmente durante la década de 1870 (y., en los dos casos, Capítulo 4).
Por motivos muy diferentes, no cito tampoco el trabajo de Ogando (2001), que reitera textualmente y sin
citarlo (solo indicándolo entre las referencias bibliográficas) grandes tramos del de Suárez Danero;
añadiendo, sí, algunas citas del periódico (del que reseña sobre todo el período posterior al ingreso de
Stein).
82
Sobre la máscara satírica, y. Hodgart (1969). Gioconda Marún señala que la idea de "máscara" habilita
la posición enunciativa en los artículos costumbristas y cuadros de costumbres (Marún: 1983).
83 «Pitancher»: «en jargon, "pier & pitancher" c'est boire. Pitanche c'est le vm"» (Richlet: 1759
Barrére: 1889). «Pitancher»: «(argot) Boire.». Muy posiblemente los artículos con esta fuina pertenecen
a Luciano Choquet (al igual, quizá, que los de Trisagio Berruga).
84
« Bambocher », o « Bamboucher »: « Faire des bamboches, se déranger. Populaire. ». "Bamboche": s.
fi 1. Grande marionnette. Fairejouer des bamboches. /2. Fig. Une personne mal faite et depetite taille./ 3.
Populaire. Faire des bamboches, se livrer á toutes sortes d'amusements et de plaisirs.// ETYMOLOGIE
Ital. bámboccio, poupée, proprement enfant ; dérivé de bambo, enfant. (Cfr. Littré: 1872-1877).
«Bamboche»:. s. f. Marionnette plus grande qu'á l'ordinaire. 11 y a eu une troupe de comediens qui ont
fait joüer des bamboches. II Bamboche, Se dit aussi, d'Une personne de petite taille. Cette femme, cette
filie n 'es! qu 'une bamboche. cel homme es! propremen! une bamboche. II Bamboche. s. f. Sorte de canne
qui a des noeuds, & qui vient des Indes. Queile canne a'ez-vous-lá? c'esf une bamboche. (Dictionnaire de
¡ 'Académie Française: 1694).
85
V. los sueltos incluidos en la columna "Hechos locales" de La Tribuna: "Lluvia de periódicos" (2 1-5-
1863, p. 2, c. 6), "El Mosquito" (27-5-1863, p. 2, c. 3), "El Mosquito" (8-6-1863, p. 2 c. 4); "El
Mosquito" (20-6-1863, p. 2, c. 7); "El Mosquito" (28-6-1863, p. 2, c. 7), "El Mosquito" (19-7-1863, p. 1,
c. 1), "El Mosquito" (26-7-1863, p. 2, c. 2). Cabría recordar aquí que La Tribuna había tenido una actitud
257
similar al recuperar y comentar las salidas de los primeros números de La Cencerrada, unos cuantos años
antes. Ambos gestos podrían entenderse en función de las habilidades del periódico de los Varela para
apropiarse de cualquier estrategia potencialmente escandalosa y, por tanto, publicitariamente rentable. No
podría descartarse, por otra parte, la existencia de un acuerdo comercial que explicara la "simpatía" del
diario de los Varela hacia El Mosquito. La hipótesis es, desde ya, imposible de comprobar, desde que no
contamos con libros contables de las publicaciones ni con testimonio personal alguno en este sentido. Que
pudiera haber sido comprendido así en su época, por otra parte, queda insinuado por una solicitud de
"desmentido" por parte del mitrista José Camilo Paz, a la que se suma Horacio Varela (redactor de La
Tribuna): "Nuestro amigo, D. José C. Paz, nos pide la mserción de las líneas que á continuación
insertamos, por las que declara no tener parte alguna en el periódico de caricaturas El Mosquito. Como
nos encontramos en el mismo caso de nuestro amigo, aprovechamos esta oportunidad para hacer la misma
declaración con respecto á nosotros. Horacio Varela. "(La Tribuna, 4-10-1863, p. 4, c. 2"Hechos
locales").
Sobre la biografia cultural de Héctor F. Varela, y sobre el modo en que desplegó las habilidades que
comentamos en diversos emprendimientos, puede consultarse el trabajo de Héctor Viacava (1985).
86
"La Redacción. ¿Quién será el redactor de El Mosquito?
-Ya lo tengo seguro.
-Veamos, ¿quien es?
- Mirá... hace dos días que entré en cierta parte. Alli estaba el provedor de ñata á bolina, y por todo lo que
he visto en sus ademanes, en su empeño de ocultar lo que escribió, en la risita pilla que tenía al decirle
que le había descubierto, en su modo de negar afirmativo, como la novia que niega un beso, en todo he
conocido, que palitroque es al menos uno de los redactores. -
-No hombre, estás engañado- Yo creo más bien que es el polio aquel que se escapó de entre sus hombros.
-Quítate allá! Si te digo que es el proveedor, dice que él no es el redactor, pero que todo cuanto ha
hechado en el buzón del Mosquito se lo han publicado, que tiene dos ó tres articulitos sublimes que harán
descostillar de risa á la gente, y que si el fuera redactor no lo negaría... ¿Qué quiere decir eso? Confesión
departe...
-No hombre, estás en un error. Si dicen que el redactor del Mosco es aquel oriental de "Preparémonos y
vayan..." -
-Hombre, puede ser que sea otro, pero lo que es palitroque, estoy seguro que escribe.., él lo da a
entender al menos... ("Picotones", 1, 6, 28-6-1863, p. 4, c. 1)
87
Concretamente: Sarmiento era entonces presidente; su afición por las analogías orientalistas -
desplegadas en Facundo (1845) había sido objeto de burla durante muchos años, y se había convertido
incluso en uno de los núcleos productivos para sus caricaturas (y. también Capítulo 5 de esta tesis). Tras
haber promovido y sostenido la candidatura presidencial de Sarmientó desde las filas del Ejército que
peleó la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, Mansilla había visto defraudadas sus expectativas de
obtener un cargo de importancia en la administración del nuevo presidente. En cambio, había sido
destinado a la Comandancia de fronteras de Río Cuarto. Desde allí escribía sus colaboraciones para La
Tribuna de Buenos Aires, firmando con diversos seudónimos; entre ellos, el que indiqué (y., por ej., su
carta del 14-2-1869, p. 2, e. 2-3).
88
Sobre la problemática de la autoría y sus valencias, y. Bruon (1994), Heinich (2000), Premat (2006).
Aunque todos estos trabajos toman mayoritariamente como objeto textos y autores del siglo XX, sus
consideraciones son muy útiles para revisar el problema mucho más acotado de la firma, el "anonimato y
la autoría en los periódicos sudamericanos del siglo XIX.
89
Como se sabe, la pose y el eje del retrato estaban condicionados por las condiciones de producción de
imágenes pictóricas y fotográficas. En ambos casos eran necesarios tiempos largos de exposición, y se
habían diseñado incluso, para las fotograflas, elementos que permitían mantener la postura adecuada
durante la sesión. ) Un aparato llamado apoyacabezas, especie de prótesis invisible al objetivo que
"( ...
sostenía y mantenía el cuerpo en su pasar a la inmovilidad: este apoyacabezas era el pedestal de la estatua
en que yo me iba a convertir, el corsé de mi esencia imaginaria." (Barthes, 1990: 45). En la caricatura
colectiva, ficción de retrato fotográfico, ese "corsé" que condiciona la pose pone en juego la "esencia
imaginaria" de los personajes tal como quiere proyectarla el periódico. La falta de "mira" comin del
conjunto podría explicarse por facilidades técnicas y de ejecución (contar, como fuente, con un retrato a
mano de uno u otro en diferentes poses; la facilidad de identificación de ciertos perfiles frente a otros
rostros, la combinatoria entre los dibujos lineales alegóricos —el rábano, la jeringa-- y las representaciones
258
realistas de los personajes). Pero esta explicación retrocede o queda cancelada ante su efecto connotativo,
jocoso por variopinto y desordenado.
90
La caricatura combina personajes que evidentemente participaban de El Mosquito o formaban parte de
la empresa, con otros que evidentemente eran ajenos a ella. Entre los personajes que pude identificar se
cuentan los siguientes: RRK, identificado con un "rábano", alude al poeta uruguayo Juan Amadeo
Errecart (1841-1876), quien publicaría su libro de poemas Albores, en 1864, por la Imprenta de Pedro
Bouffet. Más tarde Errecart dirigió en Montevideo el periódico El Porvenir. En su primer número (24-5-
1863), El Mosquito había publicado un relato chistoso sobre un incidente entre Errecart y "un francés",
burlándose de la vestimenta del primero (en un restaurant, el "francés" había tomado los faldones de su
levita por las "hojas de un rábano" y había intentado comérselas); relato transcripto en los "Hechos
locales" de La Tribuna. La identificación ridícula de Errecart con un rábano es sin duda anterior a su
caricatura, que en todo caso la cristaliza. En un suelto que La Tribuna publica inmediatamente antes del
que anuncia la salida de ese primer número de El Mosquito, lo llama "poetita rábano". Según La Tribuna,
Errecart se había peleado con "unas monjas", y "Lo peor que ha habido en esto, es que el Mosquito ha
sido testigo del lance y enamorado de la figura del poetita, va á caricaturarlo tal como lo dejaron las
beatas." (La Tribuna, 27-5-1863, p. 2, c. 3).
"Dinguindaina" parece ser la escritora y periodista Rosa Guerra, desde que ha aparecido caricaturizada ya
en un número anterior del periódico, escribiendo un periódico llamado "Julia". Rosa Guerra, que había
animado con Petrona Rosende de Sierra, uno de los primeros periódicos rioplatenses enunciado por
mujeres: La Camelia (1852), que polemizó con El Padre Casteuieta. El nombre de "Dinguindaina"
prácticamente descarta el hecho de que Guerra sea colaboradora del periódico: así se llama la enunciataria
del romance LVI de Quevedo, "Sacúdese de un hijo pegadizo". "Dinguindaina" es un nombre peyorativo
y despiadado, y en el poema de Quevedo representa el modelo de la mujer que utiliza cínicamente la
maternidad.
beneficio de la Sra. De la Grúa", considerado un pre-texto de su obra más conocida, Fausto. Impresiones
de un gaucho en la representación de esta ópera (1866). En 1863 escribía también en El Nacional, y fue
nombrado secretario de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. El Mosquito ridiculizó
algunos de sus discursos, dando a entender que le resultaría más fácil seguir escribiendo poesía... (23-6-
1867,p.3).
91Algunos años más tarde, El Mosquito vuelve a publicar un retrato de sus principales colaboradores. La
ejecución de este retrato colectivo es evidentemente más ligero o descuidado en su trazo pero mantiene la
premisa de mostrar a los redactores como personajes (aun cuando también evidentemente, este retrato
tiene para el periódico una importancia mucho menor que aquel en que presentaba su redacción al
núblico).
/ -
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(.
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dzr Z- 24"
hi
El Mosquito, 20-6-1869, VI, 335, p. 3 Idetalle, borde inferiori.
Como se ve, el diseño es explícitamente caricaturesco y autoirónico. No se trata aquí de convertir a todo
el elenco político y cultural porteño en parte del periódico, sino de insistir en el carácter ficcional,
convencional, si se quiere, de sus autoría.
2 E1 Mosquito, 11-10-11863 y 1-11-1863, enambos casos,p. 1 c. 1.
Una vez más, algunos de los periódicos de Castañeda así como las hojas gauchescas son aquí los
antecedentes. y., por ejemplo, el frontispicio de El Lobera del Año 20, donde a la enigmática –al menos,
para quien esto escribe— referencia del título se suma la de la imagen.
' Hacia el siglo )(\TJ, como se sabe, el bufón servía de "entretenimiento" o diversión para los soberanos,
mientras que al mismo tiempo les proveían un recordatorio permanente de lo transitorio del poder,
"providing a balance fromroyal hybris" (Janik, 1998: 34). La elección de un bufón -para1a representación
de un periódico conserva estas resonancias, con toda la ambigüedad que suponen. El Mosquito hizo de
este carácter ambiguo su condición de posibilidad.
El bufón, por supuesto, tiene su propia tradición teatral y también pictórica. V. algunas representaciones
en el "Apéndice".
En el caso de Punch, como en el de El Mosquito, el personaje-periódico tenía una presencia
protagónica en las caricaturas, y estaba enfatizado por sucesivos cambios de atuendo, que funcionaban
como atractivo para la publicación: "One of the pleasures of receiving Punch week by week was the
hope that he would turn up in yet another guise" (Altick, 1997 :5 6).
V. además, en el "Apéndice", algunos frontispicios y-o primeras páginas de periódicos europeos en los
que el periódico aparece presentado por un personaje.
96
v, en el "Apéndice", la serie de los "cumpleaños" de El Mosquito. Fue el periódico quien daba el
nombre de "cumpleaños" a sus aniversarios; con inteligencia y advirtiendo la importancia de estos
momentos en que el periódico se representa a sí mismo, Suárez Danero (1964) tomó el mismo sintagma
para el libro donde compila imágenes del periódico para celebrar el centenario de su aparición.
Retomo y completo el análisis de las auto-representaciones de El Mosquito en el siguiente Capítulo.
"(...) Aquí viene la ocasión de recordar que el Mosquito fundado en mayo de 1863, por el
inolvidable Enrique Meyer y dos primos suyos fue redactado durante quince meses alternativamente por
260
escritores pertenecientes los primeros al partido cocido y los segundos al crudo, fracciones disidentes en
tiempo de aquel pueblo porteño. ( ... )" (El Mosquito, XIX, 997, 12-2-1882; p. 4, c. 1; destacados míos).
Lo que he llamado la "confesión" de El Mosquito resulta interesante, además, por el modo en que
propone el relato acerca de las relaciones entre redactores y políticos que pone los hechos rememorados
bajo dos signos: el de haber sido hechos bien sabidos, por un lado; por otro, el de haber ocurrido en un
plano que se hace necesario "recordar", vale decir, que tiene una de discontinuidad material absoluta con
el presente.
Revisemos brevemente algunos de los lazos históricos, materiales y personales, que persistían y que
explican parcialmente la reformulación del periódico. En 1882 las figuras de Bartolomé Mitre y, aunque
en menor medida, la de José María Gutiérrez, ocupan un espacio propio de peso en la política local.
Sarmiento, casi invisible para el periódico hasta su designación como candidato presidencial, es desde la
década de 1870 objeto asiduo de sus sátiras verbales y gráficas (y. también Capítulo 5). Muerto Urquiza
(1870) y vencido defmitivamente y exiliado más tarde Ricardo López Jordán, el federalismo ha
desaparecido bajo las estribaciones de los movimientos "autonomistas". La muerte de Adolfo Alsina a
fines de 1877 terminó de rearticular las lineas del campo político y, tras la derrota del autonomismo de
Buenos Aires encabezado por Carlos Tejedor (1880), abrió paso defmitivamente a la hegemonía del
j Partido Autonomista Nacional, reunido bajo la figura del presidente electo, Julio A. Roca.
98
En los "Picotones" de esa misma edición El Mosquito se explica más ampliamente: "Cambio.
Mosquito, me gusta picar en todos los cogotes humanos. Por eso fui crudo primero, me cocí más tarde y
vuelvo a encrudecerme ahora, para chupar á mi gusto en carne aristocrata, en gente alta, en futuros
emperadores, en bajos reptiles, en la adulonería y la soberbia, en caballos de carros de tiranos y en los
custodios de augustas personas; en cocidos y restauradores, en crudos verdaderos, en compadritos de
pluma á la cintura, y en florete y pistola al cinto; en ambiciosos que van tras generalatos y negocitos de
comandancias, en fm en toda esa misera humanidad que bulle al fuego del servilismo y se marea con el
incienso de la adulación.
No os asusteis, antiguos amigos mios. El Mosquito no cambia de ideas, solo cambiará de modo de picar.
Ha limpiado su zaeta y si pica ahora lo hará sin veneno. Picará suavecito, á hacer ronchita pasajera, pero
que despierte sin embargo al que se duermá sobre las pajas de los tembladerales del ridículo". (p. 4 c. 1) A
continuación, el periódico atribuye, en solfa, sus ataques a algunos políticos del "Club Libertad"
(alsinista) al haber estado bajo las manos de Rufo (Rufmo de Elizalde, Ministro de Relaciones Exteriores
de Mitre y candidato que este impulsaba a la presidencia) y Panchito (,Francisco Solano López?).
99"Las Batuecas" es el nombre de un territorio español, al sur de Salamanca. Por su ubicación geográfica
y de paisaje (se trata de un valle entre frondosos bosques) fue objeto de numerosos relatos legendarios, y
sirvió de motivo a varias obras literarias (entre ellas, la de la comedia de Lope de Vega, Las batuecas del
duque de Alba). En ellas la imagen de "Las Batuecas" se divide las que lo diseñan como territorio de lo
maravilloso (con apariciones religiosas y "pozos de los milagros")- yaquellas que lo señalan como espacio
de lo bajo y marginal (refugio de delincuentes, ladrones o fugitivos políticos). Por lo demás, el
Diccionario de la Real Academia Española da una definición algo más desencantada; y señala la locución
"estar en las Batuecas" como sinónimo de "estar en Babia" (lema y acepción incluidos desde la edición de
1925).
En El Mosquito, las alusiones a Buenos Aires como "Batuecas" comienzan el 20 de febrero de
1864, tras la elección parlmentaria que marcó el triunfo de las fuerzas de Bartolomé Mitre. La mayoría de
la legislatura provincial era por entonces opositora ("cruda"). La irrupción del "motivo" de "las Batuecas"
como interpretante o clave de la situación política local muestra, por un lado, la insistencia en la búsqueda
de claves culturales estéticas –o, al menos, no estrictamente políticas— para codificar la realidad
inmediata (lo que, como se ha afirmado de manera más general, apunta nuevamente hacia una cierta
estetización de la política). Al mismo tiempo y complementariamente, subraya la búsqueda de una serie
de referencias que delinean una competencia cultural propia para la prensa satírica. Aunque la
especificidad de esta competencia no supone necesariamente un movimiento aristocratizante o de
exclusión jerarquizante, sí implica convocar cierta dificultad, que recorta el universo de los lectores (o al
menos, genera o suscita también en ellos ese efecto o ilusión de diferenciación). Esta distinción es parte
central, también, de los mecanismos de la sátira (Hodgart: 1969).
100
Candidatura eminentemente jocosa, y proclamada únicamente por El Mosquito: una vez más, el
periódico marca la primacía de un criterio propio, específico de su carácter satírico, por sobre la
"racionalidad política". Desde la década de 1840, el empresario John Lelong había promovido la
261
inmigración francesa al Río de la Plata, publicando diversos folletos para apoyarla. El núcleo francés
(Choquet, Meyer) que estaba a cargo del periódico no podría sino apoyar tal "candidatura".
101
"Un practicante mimado", primer trabajo identificado como perteneciente a Wilde salió publicado el
29-4-1865 (IV, 101, p. 2 c. 2-3) (Buifa de Peyrot: 1967). La última colaboración firmada por "Julio
Bambocha" son sus cartas de despedida, una de ellas dirigida a "Pitanchard" (VI, 283, 21-6-1868, p. 1 , c.
1-2yp. 3, c. 3).
Suárez Danero (1964) atribuye también a Wilde los artículos firmados por "Sabañón". Esta información
aparece refrendada por una nota suelta, al parecer redactada por Stem, presente entre sus papeles que se
conservan en el Archivo General de la Nación (s/f ¿1875?, leg. 1438).
Juan de la Cruz Ferrer señala a Wilde como el "redactor principal" de El Mosquito, sin dar más
precisiones. Suárez Danero reitera este dato (1964: 7); Ogando repite textualmente la frase de Suárez
Danero (2001: 58).
112
cfr esta información en los papeles de H. Stem, legajo 1438, AGN.
103
El escenario de esta novela de Dickens es Norteamérica, sobre la que apunta la sátira, representándola
como una tierra salvaje y llena de estafadores. El relato de Wilde retrata a la nueva capital bonaerense
precisamente a través de los mismos rasgos y valoraciones. Antes que o junto con su valencia
periodística, inmediata, este relato de Wilde —casi un "apólogo- se inscribe entonces en una precisa
tradición literaria (el realismo costumbrista-satírico inglés).
Para una lista, al menos provisoria, de los seudónimos utilizados por Eduardo Wilde, y. Frugoni de
Fritzche (1982).
104
V. Frugoni de Fritzsche (1982: 122, nota al pie 120), citando el trabajo de Buifa de Peyrot (1967). No
he podido encontrar esta observación en el trabajo citado.
105
No es el único caso en que el periódico pone de relieve esta noción moderna de autoría, en que el
redactor no es otra cosa que un cuerpo de tinta y papel. En un divertido artículo publicado en marzo
del 870, El Mosquito anuncia la muerte de uno de sus redactores, F. Cabanel. Después de transcribir las
luctuosas circunstancias del deceso (se encerró en un cuarto con toda una comparsa de teatro de
variedades) y el "testamento" de su redactor, da los detalles habituales respecto de las ceremonias
fúnebres: "El cuerpo de Cabanel, que su familia había reclamado por telégrafo eléctrico, le ha sido
inmediatamente mandado .por esa misma via" ("Los muertos van ligero!", El Mosquito, VII, 3, 9-3-
1870, p. 2 c. 1-2, p. 3 c. 1). Lo flagrantemente burlón del artículo no contradice la modernidad del
imaginario que pone en juego el chiste.
106
El texto de Wilde es una carta a Quesada, fechada en Washington el 30 de diciembre de 1900, y se
publicó originalmente en Anales de la Facultad de Derecho, V, 105, Buenos Aires, 1900. Agradezco
especialmente a Patricio Fontana el haberme señalado la pertinencia de este texto para ilustrar la
continuidad y las proyecciones de la cuestión que intento plantear.
107
Para más detalles y datos sobre la participación de cada dibujante, puede consultarse, en el
"Apéndice", la "ficha técnica" de El Mosquito y la información biográfica disponible en la "Breve
referencia.. .".
108
Muchos años más tarde, los relatos de la hija de Henri Stein sobre el amoroso cuidado del artista por
sus elementos- de diseño e impresión ratifican que la preocupación por estos aspectos se mantuvo a lo
largo de toda la existencia del periódico "Empezaban éstos [vg., los "afanes" para la edición dominical
del periódico] muy temprano el día lunes, a dar fmo pulimiento a la pesada piedra que le traían de la
imprenta y litografia "La Madrileña", cada vez que se llevaba la que iba a imprimirse. Con un pulidor de
vidrio -(que aun veo a veces, olvidado en el fondo de un cajón) y con polvo humedecido de piedra pómez,
frotaba mi padre cariñosa y persistentemente la piedra. Era un ir y venir de las manos formando
diagonales, espirales o círculos, deteniéndose para sentir en las yemas de los dedos el punto de tersura.
Afilaba luego su lápiz litográfico con puntas talladas a lo ebanista (y de afuera para adentro), con facetas
iguales y con el mismo escr(ipulo con que se talla una piedra preciosa.
La disposición y el cuic2ado de sus útiles era prueba del cariño con que rodeaba su trabajo. Siendo yo niña,
le veía durante largos minutos (que me parecían horas) desleír la durísima barrita de tinta traída de la
262
China, haciéndola girar en un platillo mediado de agua con el mismo ritmo tranquilo y reposado. (...)"
(Stein de Sirio, 1943: 147).
109
"Museo de los soberanos en caricatura
en tarjetas de Fotografia.
Esta linda y original publicación de los retratos en caricatura de todos los soberanos, hecha en la Galería
Fotográfica Artística, calle de la Florida No. 292, esta en venta en las principales librerías de la capital.
Han aparecido hasta hoy: El Emperador de Francia, El Emperador de Rusia y El rey de Italia.
Precio de cada tarjeta: 10 $ m/c.
En breves días apareceran otros." (El Mosquito, 1, 1,24-5-1864, p. 4, c. 1).
110
Para un pequeñísimo muestreo: durante los primeros meses de 1863, cuando comienza a anunciarse y
a salir El Mosquito, los diarios citados incluyen varios avisos de los siguientes fotógrafos o casas de venta
de retratos, entre ellos los de Emilio Lahore, Buen Orden 96 (ofrece retratos "en fotografia y de cualquier
otra clase", "artísticos" y "al electrotipo"); "Galería de Fotografia Artística", "A. Sigismundo- Profesor",
en Florida 292. La Librería de Victoria, el establecimiento de los Sres. Corti y Francischiabelli & Cía. y el
de Fusoni Hns., así como la litografia San Martín anuncian que venden "Retratos del Sr. Presidente". -
Sobre la historia de la fotografia en Argentina y sobre los usos del retrato fotográfico en esta época es de
consulta imprescindible la tesis de doctorado de Verónica Tell (2009).
111
El valor creciente de las imágenes de El Mosquito se advierte ya en dos iniciativas que el periódico
venía poniendo en práctica con éxito. La primera, la edición del primer Almanaque de El Mosquito (para
1869), promocionado fuertemente por las caricaturas de H. Stein. La segunda, que se publicitaba
simultáneamente con esta, la oferta de "números sueltos" para completar las colecciones de los distintos
años del periódico (y., por ejemplo, el aviso incluido en El Mosquito, VI, 296, 13-9-1868, p. 4, c. 3). El
anuncio de que el periódico recibía "muchos pedidos" de números para completar "colecciones" del
periódico "desde su fundación" aparece ya en abril de 1867 (y. "Advertencia", El Mosquito, III, 203, 7-4-
1867, p. 1, c.l). Para la misma época se ofrecía la venta de "colecciones completas" del Tom Pouce, que
había salido durante 1866, ilustrado también por H. Meyer. Ambas ofertas sugieren que la caricatura
impresa se ha convertido en un objeto cultural "atesorable".
112
Además de una postulación retórica de amabilidad, el reflexivo que supone el "reconocer-se" sugiere
el doble círculo de lectores del periódico: el de la élite de aquellos que, literalmente, se ven retratados y
caricaturizados en sus páginas y el más amplio que supone el reconocimiento "a través de" las caricaturas
que, como quería Gombrich (1982), los artistas de El Mosquito descubrían en sus blancos satíricos tanto
como sus modelos.
113
V. Sarmiento, Domingo F., "Itinerario del Primer Cuerpo de Ejército a las órdenes del General W.
Paunero", Buenos Aires, Imprenta del Comercio del Plata, 1862. Reproducido en: Obras Completas, 45,
p. 140.
114
Si, a diferencia de lo que sucedía con los periódicos de la primera parte del siglo, la retórica barroca y
el arsenal conceptista están lejos de los textos de El Mosquito, estos motivos y sobre todo, la noción de
"representación dentro de la representación" no dejan de ser tributarios de esa estética. Aunque menor, la
dificultad está en el centro del placer de la decodificación de la caricatura y, como ya se ha repetido en
varias ocasiones, en sortearla exitosamente está también la posibilidad del lector de ponerse a salvo de la
sátira (y no caer como blanco de ella).
Dejo de lado aquí las imágenes de la política como "carnaval", que comienzan a ser más frecuentes en la
década de 1870 y se multiplican en la siguiente; y que responden, además, a otro tipo de vinculación con
la actividad y la movilización pública en la Buenos Aires contemporánea. (y. también TelI 2009, Cap. 2).
1
En esta etapa del periódico hay circos y tablados, pero muy pocas ferias y bestiarios. Mucho menos
habitual, en cambio, es el recurso a la animalización de los personajes caricaturizados; otra arma "clásica"
del "arsenal del caricaturista", que habían desplegado y desplegarían también periódicos rioplatenses.
Uno de los pocos ejemplos aparece en la "fábula" que transcribe e ilustra la lámina publicada en la
edición del 11 de marzo de 1865, El Mosquito, a propósito de la mediación de Mitre entre Pedro II de
Brasil y Francisco Solano López, antes del pleno ingreso de la Argentina en la Guerra:
263
41
La versión literal "recta" de la fábula tradicional de La Fontaine está en francés. La traducción al español,
a la izquierda, está firmada por "El Mosquito" que la titula "historia". Otra excepción aparecerá en una o
dos escenas de "riñas" de galgos.
La falta de preferencia por la animalización en esta etapa del periódico apoyaría, a partir de
evidencias textuales, la hipótesis de que, desde el principio, El Mosquito quiso plantearse como espacio
político y de consagración pública disponible. Mientras el circo, el teatro y el carnaval implican dotar a
los personajes caricaturizados de un "disfraz" —o, mejor, revelar o hacer visible el que ya tienen--, la
animalización sugiere un cambio de naturaleza más dificil de revertir. Hacia mediados de la década de
1880, en cambio, las caricaturas de Don Quijote harán de este uno de sus recursos más violentos y
también más eficaces (y. Capítulo 5).
116
El periódico recupera además, sistemáticamente, todas las iniciativas de la época para constituir a la
prensa y a los periodistas como sector de presión diferenciado. Por ejemplo, la formación del "Comité de
periodistas", en 1870 (El Mosquito VIII , 376, 3-4-1870, p. 3).
264
Entreacto:
Figuraciones transnacionales. La prensa satírica en la Guerra del Paraguay.
Si las tensiones entre San Martín, Las Heras y O'Higgins dieron lugar a algunas de
las primeras caricaturas argentinas de que se tiene noticia, otro conflicto a escala regional,
la Guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) contra Paraguay (1865-1870)
fue el marco para que la circulación de palabras e imágenes impresas contribuyera al
examen y redefinición de identidades nacionales. Aunque de maneras muy diversas -
diferentes por las tradiciones políticas, sociales y culturales de cada estado involucrado, y
por los diferentes momentos institucionales que atravesaba cada uno-- la Guerra funcionó
como catalizador de los procesos de identificación nacional y de constitución de la nación
para los cuatro estados que concurrían al combate (Halperín Donghi: 1980; Castro
Maga1hes Marques: 1995; Kraay y Whigam: 2004, entre otros).
Para cada una de las potencias intervinientes la Guerra fue de hecho un laboratorio
en el que se recombinaron los vínculos sociales, civiles y políticos entre los habitantes de
sus territorios, así como entre estados nacionales y locales; y entre estos y los distintos
sectores e individuos que se reconocieron o no como integrantes de cada uno de ellos. Y
fue, además, campo de experimentación en un sentido más literal: permitió poner a prueba
"armamentos, transportes y comunicaciones" novedosos. Así, dio lugar a la puesta a punto
y a la difusión de técnicas y tecnologías que modificaron las formas de aprehender el
territorio y el paisaje (la fotografia, la perspectiva aerostática), y de representar no sólo el
conflicto sino a quienes intervinieron en él, configurando fuertemente sus identidades.' Era
la primera vez que "o público desses países podía ver, por meio das fotografias, no só as
tropas nacionais, mas também o inimigo" (Toral, 2001: 93). El reportaje de guerra, la
imagen impresa y la caricatura de la guerra, los ya mencionados retratos en formato carte
de visite, los álbumes de vistas y personajes fueron sólo algunos de los géneros verbales e
icónicos que contribuyeron y se beneficiaron, en sus propios desarrollos, de esa
experimentación (Cuarterolo: 2000).2 Al igual que el otro gran conflicto estrictamente
contemporáneo, la Guerra de Secesión en América del Norte, las acciones de la Guerra de
la Triple Alianza estuvieron entre las primeras en recibir cobertura periodística (Toral,
2001: 57), y también por eso impulsó la industria litográfica —que permitía una rápida
difusión impresa de fotografias, daguerrotipos y dibujos- en Argentina, Brasil y Uruguay; y
del xilograbado en Paraguay. En todos los casos, gracias a la Guerra, la prensa ilustrada
conoció una demanda y un éxito inéditos hasta entonces. 3
Versiones de la guerra
En Argentina y en Brasil la prensa ilustrada se imprimía y circulaba lejos del
escenario bélico. Tanto O Cabriao (1866-1867), 0 Mosquito (1869-1875) y A Vida
Fluminense (1868-1875), entre los muchos periódicos brasileños de la época, tenían un alto
grado de autonomía respecto del estado imperial (Toral, 2001: 63). En cuanto a las dos
grandes publicaciones ilustradas argentinas, El Mosquito (1863-1893) se ocupaba en
primera instancia de las repercusiones del conflicto para la política nacional, mientras su
complemento ilustrado, el Correo del Domingo (1864-1 870), documentaba las acciones en
el campo de batalla y funcionaba como marco consagratorio y de reconocimiento social
para los jefes militares, voluntarios y soldados. Aunque el alcance de sus textos e imágenes
fuera amplio y extendido, ni la prensa satírica e ilustrada brasileña ni la argentina eran
manifestaciones que pudieran defmirse como "espontáneas" ni "populares" en cuanto a su
producción ni a su circulación específica. 5 En ambos casos constituyeron un espacio de
producción previos a la Guerra, que amoldaron sus destrezas y formatos a una situación
particularmente propicia para el despliegue visual y pudieron erigirse, así, en dispositivos
clave para la distribución y difusión de imágenes de la guerra (imágenes que, andando el
tiempo, se reproducirían en muchas oportunidades, y se convertirían en parte sustancial de
su iconografia).
Para El Mosquito, por ejemplo, la Guerra –sobre todo, en sus primeros años— se
configura como una suerte de vaudeville: una sucesión de equívocos entre los principales
dirigentes políticos de las naciones involucradas. Del lado de los enemigos, el periódico
postula una suerte de torpe maestrode ceremonias circense (el presidente paraguayo López)
con una esposa demasiado exótica o histriónica (Madame Elisa Lynch); del de los aliados,
presenta a un agobiado Mitre, junto a un presidente uruguayo muchas veces "desdibujado"
(Venancio Flores) y a un emperador brasileño, Pedro II, que es, ante todo –y con todo lo
que ello implica para una república que se ha reclamado como tal medio siglo atrás--
representante de la monarquía. Necesariamente fuera de la sátira, las tropas y los soldados
literalmente no figuran en las páginas del periódico. La denuncia de que se trata de una
266
capacidad para captar y desplegar gráficamente una estampa de la guerra se premia, así, con
el reconocimiento y la asunción de la autoría.
Tal vez porque su imprenta está instalada en el cuartel general de Paso Pucú -literalmente
en el frente de guerra-, Cabichui puede eligir una estrategia muy
c1iIrente para contarla. Cabichui incorpora como central el grabado
xilográfico en sus páginas, de manera que este inicio relativamente tardío
de la prensa es también y al mismo tiempo el inicio de la prensa ilustrada
- Y -por definición, dirigida a un público popular, que seducido por las
imágenes puede acceder gradualmente a las páginas del texto. A diferencia de El Centinela,
Cabichui se dirige no al "Excelentísimo", sino directamente al conjunto de sus lectores, los
soldados, subrayando que su foco estará en las imágenes: "Afecto a las ideas mudas pero
elocuentes que obra el lapiz sobre el papel, hablará mas acaso con sus gravados de
caricatura, que con sus mal surcidos artículos". Dado que su objetivo es político e
inmediato, los argumentos y las imágenes deben carecer de ambigüedades. Pero no por eso,
advierten sin duda sus dibujantes y grabadores, su propuesta visual debe privarse de ima
riqueza de matices que, en principio, la función militante supondría innecesaria. En el
Cabichuí, por el contario, letra e imagen se integran activamente (un modo de articulación
que deja en claro que la apuesta visual es más sutil, en tanto hace visible la dimensión
plástica de la escritura). Sea en las iniciales capitales, en el ingreso de la imagen en los
textos del periódico, o en el hallazgo para que la metáfora visual pueda expresar agudezas y
síntesis que se resisten a la palabra, 6
No he encontrado testimonios de la circulación de los periódicos paraguayos en
Buenos Aires; y, aunque las páginas de El Centinela y de Cabichuí recogen aquí y allá
alguna referencia a la prensa extranjera (en particular, a El Nacional Argentino, por
ejemplo) es dificil saber si las imágenes satíricas aliadas habrán llegado a ser conocidas por
los enemigos. Lo cierto es que ciertos objetos y ciertas configuraciones imaginarias libran
sus propias batallas desde la prensa periódica: el carácter indígena y "misterioso" del
territorio y del pueblo paraguayo;, la participación de las mujeres en la guerra, y
especialmente la irlandesa Elisa Lynch; el flamante globo aerostático que los aliados
incorporaron como tecnología que modificaba definitivamente la percepción táctica de la
269
't'v' .i•',
adtnas negras
— 1
En los extremos del mo1inete", los nombres de tres
encIaes de la resistencia paraguaya: Tehicuarí.
Timbó" s "Humaitá".
T...-
Bajo la imagen:
-.. ........................
Cabichuí. Frontispicio
274
l Centinela, 1, 8-8-1867.
Dibujo sin firma.
Bajo la imagen:
Cara feia al enemigo"
ri
Notas al Entreacto
La importancia que tuvieron estas imágenes para la configuración de los nacionalismos pero también para el
lugar de la relación entre estados y ciudadanos puede comprobarse también en un gesto casi inmediato al final
del conflicto: "Foi o Estado, e no o público, numa época marcada pelo inicio das coleçes particulares, o
comprador preferencial da pintura sobre a Guerra do Paraguai" (Toral, 2001: 153),
2
Las representaciones de la Guerra jugaron un papel tan paralelo al del plano bélico en el conflicto que,
incluso, podría advertirse que la contraparte de la falta de presencia militar uruguaya en la línea de fuego
aliada se dio, de hecho, en este campo. Poniendo a disposición del Estado uruguayo otros disparos, los de la
cámara fotográfica, los hermanos George y Thomas Bate se instalaron en la línea de combate a partir de 1866.
Los hermanos Bates eran irlandeses, y habían llegado al Río de la Plata en 1859. Se especializaron desde
entonces en la técnica del retrato. En 1861 se instalaron en Montevideo. Cinco años después, en 1866, tras un
viaje a Estados Unidos que les permitió avizorar la popularidad del formato carie de visite, solicitaron
permiso al gobierno uruguayo para enviar un grupo de fotógrafos al escenario del conificto. A cambio
ofrecían copias de las reproducciones obtenidas, que el gobierno podría reproducir sin solicitar su
autorización. Battle autorizó enseguida el viaje, trasladándolos gratis. La primera serie de fotografias
apareció, con gran éxito, a fines de ese mismo año. (Cuarterolo, 2000: 23).
En Argentina particularmente, esta Guerra suscitó también una gran cantidad de discursos verbales
ficcionales y no ficcionales, en un arco que va del Fausto criollo de Estanislao del Campo (1866, cuya
publicación estuvo destinada a subsidiar hospitales para las víctimas de Curupaity), a la singular novela de
Héctor Varela, Elisa Lynch (1870) o su estricta contemporánea, Una excursión a los indios ranqueles (1870),
de Lucio V. Mansilla (que en las postrimerías del conflicto militar revisa, desde una perspectiva nada
dramática ni solemne, el modo de contar la guerra y sus consecuencias).
El desarrollo de la guerra, por otra parte, coincidió en la Argentina con interrogantes candentes en el campo
de la historiografia. La articulación de una lectura del pasado nacional, con sus respectivos héroes y la
construcción del panteón nacional había tenido su impulso inicial en la década anterior, cuando Bartolomé
Mitre había publicado su colección de biografias titulada Galería de Celebridades Argentinas.
Sobre el Correo del Domingo, y. el próximo capítulo; así como también Auzá (1980) y Szir (2009).
Para esta caracterización sigo el trabajo de Toral (2001). Al definir a estas publicaciones como "no
populares", el autor se basa principalmente en dos factores: el precio de estos semanarios y sus circuitos de
difusión más explícitos —aquellos que pueden rastrearse a través de los lugares en los que, según declara cada
publicación, suscribía el periódico. No obstante, hay pruebas indirectas de que la difusión que lograron estas
imágenes excedió por mucho lo que podría considerarse un circuito "culto". Las reapropiaciones de las
caricaturas por otros periódicos —populares o no-, la retroalimentación que tales imágenes y textos mantienen
con otras manifestaciones discursivas —entre ellas, tan heterogéneas como: canciones o pregones populares,
alusiones en textos literarios o en folletos, en los discursos personales o políticos de diferentes personajes
públicos- son datos que llevarían a no confinar tan taxativamente palabras e imágenes a un circuito marcado
por una disyunción exclusiva ("o culto o popular").
6
V., por ejemplo, las láminas que se reproducen enseguida, en p. 271 y 272.
277
Capítulo 4
Argentinos y extranjeros en la batalla de la prensa satírica (18701893)*
'Una primera versión de parte de este Capítulo fue presentada y discutida durante 2004 en el grupo de
estudio "Fases y aspectos de la modernización literaria en Argentina: 1860-1920" de la Universidad
Nacional de La Plata. Agradezco - afectuosamente las observaciones y comentarios que recibí en esa
oportunidad de cada uno de sus integrantes: Sergio Pastormerlo, Verónica Delgado, Geraldine Rogers,
Fabio Espósito, Margarita Merbilháa y Federico Bibbó.
278
(cuatro en vez de dos) y le permitiría incluir nuevas secciones: "una vez al mes, un
grabado y una revista de modas, crónicas teatrales y algunos artículos de literatura
amena". El nuevo formato, además, lo haría más apto para "ser fácilmente reunido en
volúmenes y formar colección". Mencionaba al pasar, también, un dato no menor: el
surgimiento de otros periódicos "del mismo carácter y hasta algunos más baratos"
(todas las citas en "El nuevo formato del 'Mosquito", 9-1-1870, VIII, 364, p. 1 C. 12) .6
Luciano Choquet, quien firmaba el artículo, prevenía a los suscriptores que esto no
implicaba abandonar el "tono satírico y burlesco, y que si bien admitirá algunos
artículos menos jocosos en sus columnas, el periódico principiará siempre con artículos
relativos á la política de la actualidad, siguiendo después los picotones y al fin los
artículos de otro género" (ibíd.).
Cuatro meses más tarde Choquet introducía otra modificación: delegaba en
quien era ya el dibujante estrella del periódico, H. Stein, el cargo de editor-gerente.
Aunque Choquet siguió colaborando en las páginas del periódico (asiduamente, al
menos hasta 1880), los efectos de este cambio excederían lo administrativo. A lo largo
de sus siete primeros años de existencia el periódico había logrado ya hacer de la
caricatura un código comím con sus lectores, establecerla como un medio de
reconocimiento y consagración pública e instalarse como interlocutor valorado en la
disputa política del diarismo. La capacidad artística y empresarial de Stein lo hizo
descubrir que la persistencia del periódico dependía de que pudiera combinar
adecuadamente sátira y seducción. Con un detalle fundamental: el que el periódico
descubrió que los sujetos y objetos de ambas debían coincidir. En sus siguientes veinte
años de existencia, El Mosquito - hizo de -1a exposición; en sus páginas un privilegio
ambiguo, y los diversos integrantes del elenco político que - desfilaron por la vida
pública y por sus páginas a lo largo de sus últimos veinticinco años no tardaron en
comprenderlo así. Basta repasar los sucesivos cambios de frontispicio del periódico para
advertir lo que esto implicaba: el definitivo predominio de la imagen sobre la palabra; la
jerarquización de las representaciones caricaturescas; la progresiva explicitación, por
parte del periódico, de su poder en la construcción-de representaciones propagandísticas
y exitosas de una élite política que coincidía en sus páginas pero que no necesariamente
lo hacía (o incluso, podría no hacerlo) en ningún otro espacio material o simbólico.
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284
Desde que Stein tomó a su cargo la dirección del periódico la imagen cobró un
protagonismo mucho mayor al que había tenido hasta entonces. La sátira verbal siguió
teniendo una función definitoria en el El Mosquito, y ocupó la misma proporción de
espacio fisico que la imagen hasta 1880 —las consecuencias de las transformaciones que
el periódico experimentó posteriormente se explican más adelante, en este mismo
capítulo--. Alternativamente, y según las necesidades del programa expresivo que se
impuso el periódico, ilustraciones y caricaturas se publicaron en primera y última
página (valorizando su visibilidad sobre el periódico como "soporte") o bien en la
"doble página" interna (un formato que permitía mayores posibilidades de desarrollo de
escenas "plenas", cuyo referente fuera ya la parodia de textos plásticos, de cuadros
históricos, de paisajes o de retratos, ya secuencias historietísticas o composiciones de
escenas diversas que, por sintaxis, daban la "revista de la semana").
Entre abril y junio de 1871 el periódico suspendió su salida debido a la epidemia de
fiebre amarilla —esta la única interrupción que tuvo en sus treinta años de existencia, y
que se cumplió por decisión de quienes lo administraban-. Cuando volvió a publicarse,
El Mosquito cedió sus páginas ilustradas primordialmente a cuestiones internacionales
(los avances del canciller Bismark, la resistencia francesa a la invasión, las nuevas
cortes españolas y la elección de Amadeo 1; más tarde, los sucesos de la Comuna de
París), manteniendo un estricto tratamiento satírico de asuntos locales en su parte
escrita. Más allá del interés por acercar un relato visual de los principales sucesos
políticos europeos que el director-dibujante podía intuir en su público, y más allá del
interés personal que plasmó en la ejecución y difusión de láminas con un contenido
claramente "cosmopolita", una mirada al conjunto de la prensa porteña de la época
permite comprender este giro en El Mosquito.
La prensa ilustrada de la época no había tenido un crecimiento demasiado notable,
ni contaba con muchos representantes. Su antecedente más inmediato, el Correo del
286
Domingo, había dejado de publicarse en enero de 1868. Este semanario ilustrado había
sido creado por José María Cantilo a principios de 1864, dentro de una serie de
iniciativas vinculadas con la promoción de la literatura nacional y de los escritores
nóveles. La importación del formato "revista ilustrada" —que no había tenido demasiado
desarrollo en Buenos Aires, si se exceptúa, por ejemplo, la ya mencionada Ilustración
Argentina— alentaba las posibilidades de este proyecto editorial, desde que proveía un
modelo de publicación que circulaba habitualmente en Europa y también en otros
centros intelectuales americanos.' ° Como es notorio, estas "revistas" no son
"noticiosas" —término que, en la época, describía las publicaciones que proveen
informaciones vinculadas con el presente inmediato-- ni buscaban primordialmente la
intervención política (aunque algunas pudieran funcionar como núcleo de sociabilidad
cultural, complementario del específicamente partidario, para determinados grupos
políticos; o viceversa, ser la expresión "cultural" de una formación partidaria). Su
objetivo específico, en cambio, era difundir producciones escritas e imágenes
(principalmente, retratos e ilustraciones) que los complementaban. Se trataba, por tanto,
de un tipo de objeto cultural que contribuía a modernizar el campo literario,
proveyéndolo de palabras e imágenes locales y —este dato no es menor-- inéditas. El
espacio de la práctica de la literatura, por un lado, y el complementario de la tradición
literaria local, por otro, se reafirmaban en la construcción de una imagerie que se
reclamaba propia (de producción local, a cargo de artistas ilustradores que producían
imágenes especialmente para esos textos). Y para hacerlo, se plegaba, mimaba o imitaba
—el matiz dependía de la dirección editorial y del artista— imágenes e imaginarios ya
"consagrados" por su circulación en las publicaciones que les servían de modelo.
Bajo el subtítulo de "periódico literario ilustrado" y conforme su objetivo inicial, el
Correo del Domingo se ocupó ante todo de dar difusión a la producción literaria o
doctrinaria de escritores locales, aunque abundan los ya consagrados —Sarmiento, Juan
María Gutiérrez, Bernardo de Irigoyen, Félix Frías, por ejemplo— incluso en mayor
proporción que los más jóvenes —José Manuel Estrada, Juan Chassaing, Bartolomé
Mitre y Vedia, entre otros--. La parte gráfica de la primera época de Correo del
Domingo estuvo completamente a cargo de Henri Meyer, el director y dibujante
principal de El Mosquito, que trabajó para ambas publicaciones hasta su partida a París,
en junio 1867.11 La revista no se consagró a la ilustración de los textos que presentaban
los diferentes autores, sino que propuso un espeátro muy diverso de imágenes, entre las
cuales se encuentran desde los retratos de algunos de estos escritores (uno de los más
287
-,.
-
1
k .
- 1
- . . - -
Bajo la imagen:
•
: Paris: ¿Qué tiene Ud., comadre?
Buenos Ayres Isici: La fiebre amarilla
.4 complicada con un julepes general, pero
estoy mejor, ¿y Ud.?
. - Paris: Yo tuve el CROUPT, pero ya estaría
sana si no me hubiera quedado una gran
-. desorganización interna! -
tal
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291
ironía pero matizada por su enunciación impersonal ("nos aseguran que"), deviene en el
semanario sátiia nítida, en tanto apunta directamente a blancos personales a los que se
ataca a partir de procedimientos muy codificados (particularmente, la hipérbole y el
quid pro quo; reforzados por la prosodia de réplicas breves como las de una comedia).
La mención, de los "ulhanos", que en el texto original es el disparador de la referencia
irónica por sus sugerencias de grandilocuencia y exotismo, en el diálogo se convierte en
una serie, de imágenes desarticuladas y, por ende, degradadas: los ulhanos son allí,
sucesivamente,' "catorce túnicas azules cortas", "catorce pantalones de caballería",
"catorce pares de botas", "un casco igual al que lleva Guillermo" -que puede
encontrarse en iina juguetería-,... La complacencia en el disfraz —por tanto, en impostar
lo que no se puede ser- pero también la circulación de la imagen es el centro de la
censura de El Mosquito. Y eso que se censura es, al mismo tiempo, la justificación y el
motivo de existencia del periódico:' como los retratos del ilustrated London News, un
periódico ilustrado pero' no satírico, los de El Mosquito dan a conocer las notabilidades
del día. Solo que las del segundo pueden revelar los , motivos por los que la réplica.fmal
de Sarmiento es reticente. "Tanto como eso no les pareceremos": en la marca de esa
diferencia, el periódico satírico se pone en pie, de igualdad con el londinense, al mismo
tiempo que señala desde la cáricatura un fondo moralizador (el doble fondo) que el
retrato a secas jamás podría revelar.
Dos números más tarde, la tapa de El Mosquito pone en imagen esa dferancia,
con un Sarmiento que, sin Vélez, decide mimar la fisonomía de Bismark:
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Una segunda serie acerca el texto del aviso comercial al resto de las páginas ilustradas
del periódico, convirtiéndolo en una secuncia histonetística o, al menos, asimilándolo
por su sintaxis visual (una serie de escenas yuxtapuestas en torno a un centro o a un eje
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Por último, y apenas unos meses más tarde, algunos avisos comerciales —evidentemente,
los de aquellas marcas con quienes Stein ha celebrado contratos más a largo plazo--
dejan prácticamente de lado el texto verbal, reservándolo únicamente para la marca.
Stein ensaya en ellos una suerte de estilización del producto en venta, que se convierte
en protagonista de una serie de láminas estilizadas, que varían además con cierta
reguláridad, a lo largo de los sucesivos números de la publicación. Esto es
particularmente notable en los avisos de la popularísirna Hesperidina (y. más avisos en
el "Apéndice" de esta tesis): -
301
Pocos años más tarde, Stein encontró una forma aún más eficaz para resolver la relación
entre aquellos tres elementos (comercialización, dimensión estético-expresiva y sátira):
• fue el convertir a sus caricaturas en protagonistas de algunas de sus publicidades. Y así
como Sarmiento fue protagonista asiduisimo de sus cancaturas politicas, comenzo a
convertirse también en figura central de algunas de sus imágenes publicitarias: 28
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Por último, y muy enfáticamente hacia la década de 1880, Stein dio un paso más
e incorporó los avisos comerciales ilustrados plenamente en las páginas de caricaturas.
Al principio aparecían en un espacio liminar, hacia el final de la página impar y en el
ángulo inferior. Pero enseguida advirtió la conveniencia de incluir réclames o avisos en
el interior mismo de sus caricaturas. De este modo, los lectores podían acordar con que
las únicas armas para los partidarios de Mitre eran las excelentes réplicas de la "Casa
de Burgos", o tomar nota de que el-presidente Roca echaba abajo los "bolos" de la
oposición mientras degustaba una cerveza Bieckert convenientemente apoyada en una
mesa latera!: -
303
Burgos"
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•.4
Tal como lo ha señalado Alejandra Laera, estos modos de la publicidad informal están
presentes también en la literatura popular de la época (1999). Liliana Zuccotti ha
mostrado también el funcionamiento de este tipo de mecanismos publicitarios, hacia fm
de siglo, en el interior de la novela Oasis en la vida, el relato de Juana Manuela Gorriti
"auspiciado" por una compañía aseguradora (Zuccotti: 1997). El caso de los avisos
comerciales de El Mosquito es, sin duda, un ejemplo de este tipo de "publicidad no
tradicional", que informa de otro rasgo moderno de esta publicación. Pero su rasgo
distintivo no es únicamente su carácter temprano. Creo interesante subrayar, en cambio,
que los intentos de superposición o de integración entre funciones comercial, estético-
expresiva y satírica muestran también, y al mismo tiempo, los límites y las dificultades
que supone conjugar esas tres dimensiones. Estas restricciones se vinculan además con
el hecho de que los auspiciantes, tal como seguirá ocurriendo hasta el presente, ejercen
tambiéñ muchas veces sus opciones de militancia o apoyo a ciertos grupos políticos a
través de lo que mucho tiempo más tarde se denominará "pauta publicitaria".
El corpus de los avisos comerciales de El Mosquito, en suma, puede convertirse
en un lugar, donde leer uno de los hallazgos de Stein: su modo original de resolver, en
diversos niveles (material, discursivo, imaginario), problemas vinculados con la
autonomía del periódico. 30
Dormir (1875), La Farsa Política (1875), Antón Perulero (1875-1876), Antón Pijotero
(1876), Los Grandes Pigmeos (1876), El Bicho Colorado (1876), El Fraile (1876), El
Porteñito (1877), El Arlequín (1877) y Doña Mariquita (1877)31 irrumpieron en un
breve lapso y con diversa fortuna en sus respectivas campañas. Por sobre la
heterogeneidad de sus propuestas ideológicas y estéticas, los aúna la certeza de que la
prensa satírica y la caricatura política han ganado capacidad de intervención política y,
en tanto entran al campo, intentan generar un espacio propio subiendo el tono satírico y
diversificando sus estrategias verbales y visuales para volverlas más sorprendentes y
más eficaces; es decir, más agresivas. Todas ellas producen, además, un efecto -
previsible, si se quiere-- sobre el lugar de El Mosquito en el conjunto de la prensa de su
época: marcan por contraste y ex post facto su hegemonía –que estas nuevas
publicaciones vienen a quebrar— y lo interpelan, en la mayoría de los casos, como si
fuera "uno más" de los grandes diarios. Si El Mosquito "no arengaba, no 'hacía
política', no era un órgano de acción sino de contemplación" (Cibotti 1993; aunque
resulte dificil, en ocasiones, distinguir entre una y otra actitud), la aparición de esta
pequeña miríada de colegas movilizó sus recursos y replanteó el tono de esa "actividad
contemplativa", tanto hacia la esfera política como, más generalmente, hacia la red de
intercambios de opinión en la escena pública.
Analizo a continuación algunas de las publicaciones mencionadas, que considero
particularmente significativas en la construcción de ese nuevo espacio para la prensa
satírica. Cada una de ellas recurrió a estrategias retóricas propias y, en más de un caso,
abrió el espacio para el ingreso de nuevas o renovadas poéticas para la sátira visual.
4.3.1. La Presidencia.
La primera excepción al "monopolio" satírico-visual de El Mosquito fue un
periódico cuyo título denunciaba la medida de su carácter era "estacional": La
Presidencia. Este semanario satírico comenzó a publicarse a mediados o fines de 1873,
como parte de los trabajos preparativos de los partidarios de Mitre para los comicios
parlamentarios y presidenciales del año siguiente. La elección de su nombre muestra así,
además, hasta qué punto la prensa satírica y la caricatura se habían vuelto
explícitamente armas de combate necesarias para hacerse visible en la disputa electoral.
Sin rasgos que lo singularizan excepcionalmente en el ejercicio de, la sátira
verbal ni de su propuesta visual, La Presidencia suele ser citado como una prueba
adicional de la ya mencionada "independencia" de Henri Stein. Al parecer, el primero
306
( ... ) El Mosquito defendía la política de los alsinistas y en sus páginas el lápiz de Stein
logró interpretar graciosamente las figuras y los acontecimientos más salientes.
Los mitristas tenían también su semanario correspondiente, La Presidencia, pero
carecían de dibujante, porque entonces Enrique Stein era el único que cultivaba la
caricatura, ( ... ). El caso es que en La Presidencia faltaba un caricaturista que devolviera
la pelota a El Mosquito. El doctor Eduardo Costa, presidente del comité que seguía las
inspiraciones de don Bartolo, tuvo una idea feliz: hizo llamar a Stein y cuando lo tuvo
en su presencia, le dijo poco más ó menos:
-Mire usted, amigo! Usted hace El Mosquito, en defensa del partido alsinista. ¡Está
bien! Pero nosotros no podemos defendernos porque no tenemos dibujante... ¿No
podría Usted también encargarse de hacer las caricaturas en La Presidencia?
Tras breves momentos de vacilación, replicó el artista:
-Señor, yo soy extranjero, he venido á Buenos Aires á ganarme la vida.., y no tengo
inconveniente eh hacer lo que me piden. Mi labor no es de político, es de dibujante, y
como tal, estoy á sus órdenes.
Y Stein, durante dos años, hizo El Mosquito y La Presidencia, simultáneamente, si bien
no apareció en el semanario mitrista con su verdadera firma, que substituyó con las
iniciales C.M., correspondientes al pseudónimo "Carlos Monet", que usó varias veces.
Procuró cambiar su estilo y factura en los dibujos, de manera que nadie hubiera
adivinado que el dibujante de La Presidencia era el de El Mosquito. Y en el auto-
combate gráfico y político que sostenía Stein en ambos periódicos, le ocurrieron
chocantes accidentes. ( ... ) Un día, atento a lo que hablaban los redactores, percibió
claramente que se trataba de dar una paliza en forma contundente al caricaturista de La
Presidencia. Se acercó al grupo y tuvo la suerte de que se le consultase sobre la
intención expuesta.
- ¡ Me parece una barbaridad! - fue lo primero que se le ocurrió exclamar, pensando que
el pellejo de Carlos Monet era su propio pellejo.
Así estuvo, entre dos fuegos, durante algin tiempo y de ello puede dar testimonio su
amigo y compatriota, el conocido bolsista Arthur Richard, que, en más de una ocasión,
le avisó del peligro que corría, en su misteriosa ubicuidad gráfica (...) (De la Cruz
Ferrer: 1912).
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ElMosquito. XIII, 653, 11-7-1875; p. 2-3. Caricatura sin firma. Sobre la imagen: "Cran
Baile en el Club Social". Preside el "baile" un retrato de Citriel En el Centro de la
imagen, Guillermo Rawson y B. Mitre. -
309
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como los de sus ideas políticas o partidarias, como faltas inducidas por sus valores
éticos (y su muerte terminó de cristalizar, para muchos contemporáneos, estas
consideraciones en torno a su figura). El nuevo contexto, marcado por la convergencia
de los acontecimientos reseñados y, sobre todo, por la emergencia de una "estructura del
sentir" que habilitaba nuevos usos y valoraciones de la agresividad verbal, visual y
factual, provocó un reacomodamiento de fuerzas entre sectores políticos y sociales e
impulsó la emergencia de una serie de periódicos satíricos breves y mordaces, para los
que aquel éxito y aquella persistencia de El Mosquito se ofrecieron para erigirlo en un
modelo de publicación contra el que recortarse y diferenciarse, al tiempo que cada uno
proponía representaciones y estrategias verbales diferentes para ingresar en la disputa
política.
Como La Presidencia, estos nuevos periódicos no vehiculizaban, a grandes
rasgos, nuevas fuerzas políticas ni nuevos sectores de opinión: se sumaron o se
alinearon con los ya existentes. Pero a diferencia de aquella, se distinguieron por la
conformación de su plantel de redactores e ilustradores. En casi todos los casos sus
directores eran españoles y republicanos; con convicciones personales forjadas o
ejercitadas en los sucesos de la Primera República Española y sus luchas, y con
experiencia tanto en la movilización política como en la puesta al servicio de la prensa
para esa movilización Habían llegado a la Argentina –a veces, tras pasar por algtin otro
punto de América— y fundado sus periódicos casi de inmediato. Dibujaban sus propios
periódicos, o en todo caso, contratarían como caricaturistas a dibujantes argentinos o
extranjeros, pero que habían adquirido ya las destrezas y habilidades del oficio en otras
publicaciones periódicas. Redactores y dibujantes-ilustradores, por tanto, no podían
diferenciarse más de aquellos –incluido Stein-- que habían hecho sus primeras armas en
El Mosquito, y modelado sus vínculos con los actores públicos y con otros periódicos a
partir de su trabajo en él. No sorprende, por eso, en primer lugar, que casi sin excepción
eligieran como blanco a El Mosquito (alguno, como el cura Enrique Jiménez Romero,
asimilará su republicanismo español al porteño en la versión vernácula predicada por
Mitre). 38 En segundo lugar, (no sorprende tampoco) el que, al diversificar la propuesta
visual, la retórica verbal y gráfica y el tono con que ej ercieron la sátira periodística,
impusieran al que hasta entonces había sido el principal periódico satírico a revisar sus
estrategias de circulación, sus herramientas expresivas y sus vínculos partidarios.
312
4.3.2.1 El Petróleo. Órgano de las últimas capas sociales y de las primeras blusas
comunistas.
Había pasado apenas una semana del incendio del Colegio del Salvador cuando
Eloy Perillán Buxó publicó un nuevo periódico ilustrado. Su ejercicio en la prensa
anarquista española y su experiencia reciente en la prensa y la política uruguayas (había
trabajado en Montevideo hasta las violentas elecciones presidenciales de enero de 1875)
sin duda fueron clave para que Perillán Buxó advirtiera de inmediato la oportunidad de
una intervención propagandística desde la prensa, y resolver —con la ayuda, quizá, de las
relaciones que su renombre podía atraer-- en brevísimo plazo las cuestiones materiales y
prácticas complejas que suponía la edición de un periódico con caricaturas. "El
Petróleo" había sido el título de uno de aquellos periódicos que Perillán Buxó había
publicado antes de tener que huir de España, en 1874; "órgano de las últimas capas
sociales", el subtítulo de otro, Los Descamisados, de la misma época. Las "primeras
blusas comunistas" que se agregaban en la versión porteña estaban en conveniente
sintonía con los titulares de los diarios porteños que clamaban que la "Comuna de
Paris" se había trasladado a Buenos Aires.
El Petróleo porteño se presentó en ese primer número como explícitamente
alejado de las banderías facciosas, reforzando la dimensión moralizante de propuesta
satírica:
El Petróleo no es mitrista ni alsinista, iii avellanedista: es El Petróleo a secas, órgano
esclusivo del público independiente, echará chispas contra los que no anden derechos y
alabará sin rodeos á los que no caminen torcidos.
El primer número parecerá á muchos, jesuita y reaccionario; el segundo olerá tal vez á
autonomista. El tercero será acaso ministerial y al cabo de algunos meses los lectores
habran comprendido que El Petróleo es un-periódico humoristico y nada más; aunque
aborrece a muerte á los traficantes políticos y que estima á los verdaderos patriotas.
Ahora, lean ustedes sin prevención —y no sean asustadizos.
Estas son las únicas palabras que nos proponemos decir en sério... por lo que pueda
tronar. (El Petróleo, 1, 1; 5-3-1875, p.l c.1).
Para insistir, -pocaslíneas más abajo, en lo que titula su "Programa o cosa así":
( ... ) Este programa es una especie de arcoiris que iremos poco á poco estendiendo des
de la una á la otra orilla del Plata, por no deslumbrar de repente á los pacíficos
moradores de estos pueblos. Hará seguramente guiñar á los ojos, hormigueará en los
oidos, fruncirá algunas cejas, crispará algunos puños, ¿quién podrá espresar toda la
virtud de nuestro programa?
Pero hará sin duda reir á muchos de los que están ya cansados de llorar, aunque esto
parezca una de las obras de misericordia, y baste decir por último, que su fórmula
sintética conviene exactamente con el lema de una famosísimo academia de allende las
313
túrbias aguas: limpia, fija y dá esplendor. (...) ("Un programa o cosa así", 1, 1; 5-3-
1875, p.l c.1-2).
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!it EIP'tróleo, 1, Rociada 1,5-3-1875, p. 2-3. Caricatura sin firma.
ii
Bajo la imagen: "La situación en Buenos Aires". En la columna trunca: "República Argentina".
En el barril que lleva la figura masculina: "Kerosene" (al igual que en la bandera del barco en
primer plano). Filacteria de la figura masculina: "Hay por aquí algún arzobispo?". A la izquierda,
arriba: circulo alado con la caricatura del Arzobispo Aneiros, donde se lee: "Curia
metropolitana". En el barco que se pierde a la distancia: "Hijos de Loyola" (vg., jesuitas). Al fondo
de la imagen, a la derecha, sobre el montículo de tierra: "Europa". Hacia "Europa", sobre las aves
de papel: "pesos", "pesetas".
Tal como se advierte en esta primera imagen, los únicos a salvo de la crítica son,
• junto con la "República", Íos "hijos de Loyola": programa algo moderado, si se quiere,
• para un periódico que elige enumerar sus ediciones corno "rociadas" (de petróleo, vale
decir, incendiarias). El verdadero programa satírico de El Petróleo se irá perfilando con
las sucesivas entregas: rápidamente las cargas anti mitristas perderán peso, y Sarmiento,
Avellaneda y Alsma se definirán corno blancos verbales predilectos. Pero también la
inflexión visual de la sátira distinguirá al nuevo periódico, porque El Petróleo
propondrá en sus láminas una retórica que desafiará más de una década de hernonía
caricaturesca de El Mosquito.
Tras el dibujo del primer número, sin individualidades reconocibles, las cuatro
ediciones siguientes de El Petróleo incluyen escenaj alegóricas en el sentido más
explícito de esta figura: proponen situacionés bajas ó burlescas que metafoñzai —con
cierta previsibilidad- el mundo de la política: el circá, la fiesta pública de saltimbanquis,
una partida de billar, un desfile.... Aunque no están firmadas, los portrait charge que
incluyen tienen rasgos hasta cierto punto estilizados, y sus modelos muy reconocibles
son los dibujos de Stein o de Carlos Clérice (a cualquiera de los cuales podrían, sin
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En la sexta edición del periódico y con el ingreso de Michon, un dibujante francés que
había comenzado una exitosa carrera en la prensa brasileña, esta sátira visual previsible
se modificará drásticamente. Si bien la imagen no abandonará el apoyo de la alegoría, el
nuevo dibujante impondrá una propuesta visual que se defme a través de una
combinatoria monstruosa: rostros retratados con una precisión que se quiere realista,
fotográfica (el adjetivo quiere retener algo del gesto hierático que muestran), se
presentan yuxtapuestos a cuerpos cuyo diseño más liviano, y levemente descoyuntado
de sus cabezas y de sus rostros, denunciando al lector, una y otra vez, la inadecuación
de la escena. En las caricaturas de Michon la caricatura se resuelve como inadecuacióir
sintáctica: para el observador no puede sino ser evidente que los eiementos de la
composición (cabezas, cuerpos, objetos, personajes) no deberían combinarse así.
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Templada nuestra alma al calor de la farsa política, sistema del gobierno representativo que nos
rige, nacemos, por decirlo así, a la vida pública.
(...)
Siendo, pues como somos, grandes farsantes, y habiendo crisis ministerial, nadie podría mejor
que nosotros formar un gabinete que hiciera honor al Dr. Avellaneda.
Se comprende que no ha de faltar alguno que nos diga, que en el ministerio actual hay hombres
capaces de dar tantos al mas refinado farsante.
Y es muy cierto.
Pero el pueblo, que no es un pueblo asi no mas, comprende sus derechos perfectamente, por una
reforma en el ministerio; y, en esa virtud, casi tenemos la certeza de que seremos llamados por
le petitpresident.
Tampoco escapa á nuestra penetracion, que la ruin envidia ha de batir sus alas peligrosas,
llevando á los espíritus recelosos que hoy temen todo, y de todo se asustan; la nueva fatídica de
- que no somos tan farsante como los actuales miembros del ilustrísimo Gabinete Argentino.
Como ha de ser!
Lo único que aseguramos desde esta pobre hoja, que puede ser oficial andando el tiempo, es que
silos verdaderos argentinos apoyan y sostienen nuestra propaganda, pronto, muy pronto, el sol
del primer viernes de Agosto de 1876 nos hará cumplir un año en el estadío...
La Farsa Política no llegó a "hacerse oficial" (su primer número salió en agosto de
1875 y apenas duró un mes). En la caricatura de su primer número, dibujada por Carlos
Clérice (pese a alguna errata en su apellido, la redacción anuncia su nombre como uno
de los atractivos que tendrá el penódico), 46 puede leerse un intento de combinar un
lenguaje visual similar al ya probado por El Mosquito, pero con trazos y recursos que lo
asimilan a los dibujos de Michon, y volviéndolo más ofensivo y hasta, si se quiere,
pendenciero. Basta contrastar la última caricatura (la única firmada) de Clérice en El
Petróleo y la primera que firma para La Farsa Política. La primera muestra las
negociaciones del dibujante, en >un intento de asimilarse a las imágenes de la
publicación a través del clásico recurso de la caricatura macrocefálica. La segunda
recurre, por un lado, a la creación del personaje que identifica al periódico; por otro, a
una representación violenta no sólo por la interacción entre los personajes que se
representa, sino además por el dinamismo de la escena, el uso de los contrastes y el uso
de planos simultáneos y diferenciados (cfr. las figuras de Mitre y de la escuálida y
escandalizada república, así como la de Aneiros, todas en segundo plano, y las de "La
Farsa Política", Avellaneda, Alsina y Sarmiento, por otro, como síntesis de esas
"negociaciones").
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4.3.2.3 Caricatura, teatro y politica una vez más. La censura y El Sombrero de Don
Adolfo.
Durante la primera mitad de 1875, y. en parte como otra de las repercusiones de
la revolución de septiembre y del incendio del Colegio del Salvador, se produjo otro
hecho que evidenció una transformación tanto en las percepciones de los límites del
"decoro" público como en el el potencial movilizador de los productos culturales. En
abril de ese año Casimiro Prieto Valdés, un escritor y periodista español que había
llegado a Buenos Aires hacia 1869 y que era colaborador habitual de La Nación, quiso
estrenar una obra teatral de su autoría, lo que fue impedido por la Municipalidad de
Buenos Aires. La obra en cuestión se titulaba El Sombrero de Don Adolfo. Caricatura
político-dramática en .un acto y en verso. Su trama es sumamente sencilla, y de alusión
transparente. Los protagonistas son "D. Domingo",. "D. Adolfo", "D. Nicolás",
"Patricia" y "un criado". La escena transcurre en Buenos Aires, en octubre de 1874, y
está inequívocamente vinculada con los sucesos de la revólución mitrista. Don Nicolás
y Don Adolfo se disputan la mano de "Patricia' el primero Cuenta con la ayuda de Don
Domingo y termina triunfando. Aunque . "el sombrero" de don Adolfo Alsina era un
objeto conocido por los porteños (la prensa satírica, y El Mosquito en particular, hacían
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A la izquierda: El Mosquito, XIII, 704. 2-7-1876, p. 3. Caricatura sin firma. A la derecha: detalle.
La caricatura alude a la crisis económica y, al mismo tiempo, a las cada vez más frecuentes acusaciones que s
hacen a Sarmiento de vivir de los sueldos del estado. -
Bajo la imagen: "¿Cómo sacarán la República el abismo si no Le sacan el enorme peso que la sujeta al suelo?
Fuera del "abismo": el presidente Avellaneda y sus ministros. En la polea se lee: "Hacienda". El diablo Sarmient
sentado sobre una pesa en la que se lee "sueldos". En el resto de las pesas se lee igualmente: "sueldos del senado"
"gastos inútiles", "guerra", etc.
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Derecha: El Mosquito, XIV, 707, 23-7-1876, p. 2-3 (detalle). Bajo la imagen: "Pobre República! Adolfo y sw
amigos quieren cortar la cuerda que la cuelga, pero ¿cómo conseguirlo con tijeras de papel?
Caricatura alegórica. La figura fémenina, en cuyo traje se lee "República argentina", cuelga de la horca donde si
lee "Bancarrota". Alsina, Avellaneda y, probablemente, Carlos Casares (gobernador de Buenos Aires), intenta,
cortar la soga con la tijera del "Banco Provincia" (vg., mediante la emisión). Junto a la horca, un "burro" con h
"cartera" en- la que se lee "Hacienda" (el Ministro era entonces Norberto de la Riestra). En el ángulo superiol
izquierdo, Sarmiento, en figura de un murciélago / vampiro en cuyas alas se lee: "chupa/sueldos".
• expectativa dificil de mensurar. Más aún porque su "blanco" local ocupaba todavía una
posición activa y muy expectable en la política local: para la prensa argentina, Martínez
Villergasvenía a visitar a Sarmiento. 58
La convergencia entre la posibilidad de atribuirle este móvil satírico, que
potenciaba a su vez la sátira casi permanente que los periódicos locales ejercían sobre
Sarmiento y cada una de sus acciones, y del prestigio profesional de Martínez Villergas
hizo que su emprendimiento periódico satírico, Antón Perulero, fuera saludado y
recibido con la mejor predisposición por quienes competían en y por el espacio de la
sátira.
una "acusación" que niega en sus primeros números, y luego, sencillamente, omite). La
-elección de la "gramática" española y de las disputas por la lengua como estructurantes
del periódico no era, sin embargo, ni puramente táctica ni completamente azarosa.
Desde los primeros años de la década de 1870 España buscaba reanudar vínculos
políticos, económicos y también culturales con los pueblos que alguna vez habían sido
parte de su imperio La creciente llegada de migrantes españoles al Río de la Plata era
un motivo más para dirigir sus miradas y sus intervenciones sobre la región; miradas e
intervenciones que fueron recogidas y replicadas rápidamente por los americanos. 62
Pero hacer del cruce entre lengua y nación el centro de la sátira era una apuesta
novedosa para un periódico satírico porteño. Para el satírico, la legua (como el lenguaje
visual propio) es un patrimonio irrenunciable: debe poder manejarla de modo que se
vuelva transparente, y el lector debe poder atravesarla sin verla para reír del blanco
satirizado, o bien hacerla opaca, visible, para que el lector pueda percibir la extrañeza de
un uso desviado y recuperar todas sus connotaciones. La lengua del satírico debe estar,
por definición, fuera de discusión. Para su cuarto número, a fines de diciembre de 1875,
las disputas de Antón Perulero sobre estos asuntos han sumado varios contendientes:
Anamaj desde La Tribuna, Vade-Mecum en El Nacional y, poco después, a Mariano
Varela, otro integrante —nada menos que el director- de La Tribuna. 63 Aunque no se
refiere a él, Antón Perulero contó además con un periódico satírico no ilustrado pero
específicamente dedicado a parodiarlo y a atacar a su director. 64
Pero la cuestión lingüístico-gramatical cobró un inesperado interés cuando
Martínez Villergas decide terminar de definirla a través de un eje nacionalista en el que
la corona tutela sobre sus dominiós —aun sobre los que -hace más de medio siglo son
república-. Y lo hace eligiendo un contendiente poderoso, y que por definición, también,
considera zanjada la disputa por la lengua nacional: por eso dirige una carta a Juan
Maria Gutiérrez, a propósito de su rechazo del diploma que la Academia Española de la
Lengua, que lo había designado miembro dos años antes. 65 Haciendo público su
rechazo, Gutiérrez había publicado una "Carta al señor secretario de la Academia
Española" en las página del diario La Libertad (5-1-1876). Como se sabe, el
intercambio iniciado pór Martínez Villergas dio pie a una polémica entre ambos, que se
extendió durante algunas semanas en las páginas de Antón Perulero y La Libertad
(donde Gutiérrez firmó, al principio, con el seudónimo de "Un porteño"). 66 Antes que el
detalle de los argumentos intercambiados y que el análisis pormenorizado de la
polémica, que excedería los límites de esta tesis, me interesa subrayar el modo en que la
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Antón Perulero, 1, 18, 30-3-1876. p. 2-3. Caricatura firmada con las iniciales entrelazadas
"C C" (C. Clérice).
Sobre la imagen: "Quien mas mira menos ve"
Bajo la imagen: "Alsina mira á los indios, Mitre á Alsina; Avellaneda á Mitre; Romero
Jiménez á Ayellaneda; y entre tanto hay quien dice ¡Dios mio! ¡Que el diablo se lleva el
bombo!" Iref. a Héctor Varela, a la izgúierda de la imageni
- 1
3184876, p. 3.
ajo la imagen
/ 'Resumen de las mas interesantes
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scenas que se han tratado en la
arte ilustrada de está publicacion."
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aricatura firmada E. Stein.-
El Mosquito, XIV, 714, 10-9-1876. p. 2-3. Caricatura sin firma. El cuadro está rodeado por una
banda negra (señal de luto).
En la corona fúnebre se lee: "Li Academia Española". La cara del cochero es una moneda en la
que se lee "onza de oro", y en su brazo se lee: "progreso". En los burros que conducen el coche:
"Derechos de aduana", "derechos postales". Las ánimas que esperan en el cementerio: "Tribuno",
"Bicho Colorado", "Fray Gerundio".
Unos cuantos meses más tarde, El Mosquito trae nuevamente a sus páginas el
nombre del periódico y de su director. La referencia es todavía la de la polémica
lingüístico-nacionalista, pero esta vez, su signo es diverso: Anton Perulero y Martínez
Villergas no son evocados como sus enunciadores, sino que la sátira se revierte, y
aparecen como blanco de esa referencia. El Mosquito encara la evocación con una
ferocidad que recuerda poco la que había sido una despedida amable, e incluso
solidaria, que se leía tanto en el epígrafe de la caricatura de su "entierro" como en la
simpatía con que había transcripto su "testamento":
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Para El Fraile se trata, entonces, de castellanos contra gallitos. Si Antón Perulero había
hecho de la relación entre lengua y nacionalidad un baluarte para el ejercicio de la
sátira, El Fraile dará ese vínculo por supuesto, pero reorientando el ataque. No se tratará
ya de la lengua compañera del imperio con la que se puede zaherir a las "colonias"
americanas, sino de hacer del vínculo entre lengua y nacionalidad un instrumento de
exclusión hacia lo que se diseña como la verdadera "extranjería", por fuera de la lengua.
El enfrentamiento se da en el Río de la Plata, Romero Jiménez lo plantea en términos de
geopolítica material y simbólica europeas. La extrapolación del combate satírico
localísimo entre un diario orientado por los partidarios de Mitre (el de Romero Jiménez)
y otro favorable al autonomismo (el de Stein) se reformula, así, en términos
aparentemente más "universales" y que convocan ideologías y estéticas excluyentes,
que se sintetizan en y toman la forma de identidades nacionales. (La alusión al
40 galicismo de El Mosquito, que aparece aquí por primera vez, tendrá continuidad en los
ataques de otros periódicos).
El Mosquito acepta los términos de la disputa —una disputa que no había
aparecido antes en sus páginas—y responde en su siguiente número, apenas tres días
más tarde:
Aunque no hemos nacido allá en Castilla
(Cosa que no sentimos muy de veras)
Tememos pocó al pobre D. Figueras
Que no sabe pintar una perilla (1)
Los últimos versos confirman que la discusión está al borde de la injuria: el tono para
interpelar al colega no es especialmente virulento. Lo llamativo es, justamente, que se lo
ataca con la misma carga de agresión y con la misma táctica que a cualquiera de los
enemigos políticos interpelados: Alsina, Sarmiento, De la Riestra, Aneiros. 82
Para El Mosquito, en cambio, la selección léxica, el registro coloquialísimo pero
no rioplatense y sobre todo, el tono frontalmente agresivo (y no irónico, elíptico ni
sugerente) es una novedad. Y posiblemente porque no domina ese estilo ni esa poética,
sus respuestas en verso son cada vez más largas. En un intento de dar por terminada la
discusión, el 1 de octubre (nuevamente, tres días después de la última respuesta de El
Fraile), decide descartar al dibujante Figueras como centro del ataque y, sin darle
nombre —otro recurso que linda lo satírico y lo insultante—interpela directamente a
Romero Jiménez: 83
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en sus cuchillos. En la ventana, Mitre, el "chancho" Paz,
redactores de La Nación y La Prensa.
Derecha: detalle. Perro "hidrofóbico" (adjetivo con que El
-
Los tipos.
Estamos por renunciar al periodismo.
La inferioridad que nos reconocemos sobre los demás diarios, nos quita el ánimo y la voluntad.
No nos encontramos en contradicciones [sic; ¿condiciones?] para luchar con nuestros
competentes.
Ellos tienen una gran felicidad [sic; ¿facilidad?] para renovar sus tipos, y nosotros esa felicidad
nos falta.
Aun anteayer decía la "Nacion":
`*La Nacion" reaparecerá hoy con nuevos tipos, como el guerrero arroja léjos de sí la espada
mellada durante combate, para tomar otra nueva y mas bien templada.
Nuestros tipos se han gastado defendiendo los principios eternos del buen gobierno, la pureza
del sufragio, la nacionalidad argentina, la paz en medio de las disidencias políticas, la libertad,
el progreso, la moral, la justicia y la equidad.
No todos los plomos pueden decir otro tanto."
No por cierto! Ni todos los plomos, ni todos los tipos de otra clase.
Los del "Mosquito" duran desde muchísimo tiempo, y no hay como reemplazarlo
debidamente.
Uno -que- otro tipo -nuevo se introduce en nuestra colección, pero el fondo es el mismo,
inmudable, inamovible, imposible de sustituir.
¿Con quien vamos á reemplazar por ejemplo, el tipo Mitre, el tipo Alsina, el tipo Sarmiento, el
tipo Rawson, el tipo Avellaneda, etc. etc.?
Podemos buscar del Norte al Sud de la República y no encontraremos ninguna colección de
tipos que pueda con alguna ventaja ponerse en parangon con los que nos sirven desde tanto
tiempo.
Lo que nos contraria es no poder hacer como nuestros colegas y no poder presentar cada año
una nueva colección recientemente refundida de tipos.
Pero contamos con la indulgencia del público que como nosotros ha apreciado la solidez de
nuestros tipos y esperamos que se contentará con la añadidura paulatina de uno ú otro que
añadiremos á la colección, cuando encontremos alguno que nos parezca digno de figurar en tan
noble compañía.
(El Mosquito, XIV, 730, 31-12-1876, p.4 c.2)
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Esta caricatura inaugural no solo refuerza la apropiación del sintagma, sino que
evidencia además que su uso se ha vuelto más preciso y más sutil. Hay "tipos"
"perdidos" para el periódico, a los que se despide con ceremonia pesarosa pero no
exenta de retintín burlesco (Adolfo Alsina, como se recordará, había muerto en
diciembre de 1877; para El Mosquito puede ser, pocos días más tarde "la nariz mas
notable del batallón"). Y hay también, explícitamente, jerarquías y grados entre los
tipos: Sarmiento comanda indubitablemente el batallón, en primera línea se ubican (de
derecha a izquierda) el presidente Nicolás Avellaneda, Bartolomé Mitre, Bernardo de
Irigoyen, el arzobispo Aneiros ("portaestandarte"), Carlos Tejedor, un personaje que no
he podido identificar, Julio A. Roca, otro personaje no identificado y Saturnino Laspiur;
en la segunda, y más borrosos, varios personajes, entre los que se cuenta José Miguel
Arredondo, recordado frecuentemente en El Mosquito como el "asesino de Iwanoski"
(el segundo desde la derecha, retratado de frente al lector). Aunque sin la pátina marcial,
se trata del mismo tipo de jerarquías que aparecerá más tarde en el cambio de "tipos"
que figuran en los sucesivos frontispicios del periódico (y., por ejemplo, los n. 8-9 y 12-
16, más arriba), y que incluso llega a ser tematizado en sus páginas. 89 Por esos mismos
años, en agosto de 1879, el periódico anuncia la puesta en venta, en la Librería de
Mayo, de la "única completísima colección de El Mosquito desde su fundación hasta el
1 de enero de este año, en 8 volúmenes ricamente encuadernados", mostrando que esa
apropiación simbólica tiene una contraparte material que toma la forma de un objeto
coleccionable, codiciable, lujoso y —paradoja para una publicación de prensa- único. 90
La apropiación explícita- de estos "tipos" por parte .de El Mosquito anuncia que,
virtualmente, está en condiciones de disponer de ellos. Y es justamente esta
disponibilidad para diversos fmes lo que durante el período que sigue se pone en
evidencia a partir de diferentes estrategias retóricas verbales y visuales. Pueden
distinguirse al menos dos de estas estrategias, que combinan ambos aspectos del
periódico y que predominan en etapas sucesivas de su historia.
que él",9' da un respaldo casi tan explícito como este ala candidatura de Julio A. Roca.
Este apoyo se despliega particularmente en la parte visual del periódico, en la que este
"tipo" comienza a aparecer cada vez con más frecuencia y de modo menos
cariáaturesco:
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dando forma visible a los que convierte en sus principales protagonistas y configurando
los episodios que, en ese mismo gesto, define como centrales). A lo largo de 1879 y
durante los primeros meses de 1880 la "campaña" presidencial para cuya batalla el
periódico había convocado a sus "tipos" se había complejizado y anunciaba
enfrentamientos de fuerzas sociales y partidarias que excedían las discusiones entre
grupos de la fracción gobernante o el recambio electoral. Como se sabe, en junio de
1880 el enfrentamiento por la federalización de la ciudad de Buenos Aires, que tuvo
lugar entre las fuerzas de la provincia de Buenos Aires, encabezadas por Carlos Tejedor,
y las de la nación, lideradas por el presidente electo Julio A. Roca, convirtió a la ciudad
en disputa en escenario de una guerra. La violencia verbal y la movilización pública
dieron marco en esos meses a un proceso que, a mediano plazo, cambiaría
definitivamente los modos de imaginar la nación y también a sus habitantes, que
transformaban sus modos de pensarse como ciudadanos. 93 La prensa satírica fue uno de
los discursos que permeó este proceso, y también uno de los que contaba con mejores
instrumentos para dar forma a sus personajes y a sus principales episodios.
Y es justamente en esos meses que un nuevo periódico satírico comienza a
publicarse en Buenos Aires. De manera notable, La Cotorra ingresa al campo de la
prensa local presentándose como una nueva forma de plasmar y de ver la escena
pública, no desde una perspectiva facciosa o ideológica, sino específica y tecnológica.
Para disputar el campo al "decano" de los periódicos satíricos, el nuevo semanario elige
una estrategia de alto impacto visual. Su apuesta no inténta dar otra forma a sus tipos,
sino modificar completamente su percepción a través del color. Desde su título, La
Cotorra cede cualquier pretensión punzante al atractivo de la cromolitografia. Basta
repasar las primeras tapas del periódico, o incluso observar la insistencia de los rojos y
amarillos casi violentos en algunas imágenes, para advertir hasta qué punto el semanario
—que combinaba las palabras "satírico" y "anuncios" en su título-- cifraba sus
expectativas comerciales en la irrupción de la impresión a varios colores en la prensa y
su sostén sistemático. La combinación entre sátira, color y voluntad comercial se hace
evidente en esas primeras tapas, que muestran los inicios de una "Galería Chusca" de
personajes políticos locales, a los que, literalmente, enmarcan los avisos comerciales.
351
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352
Tras los primeros números, y sobre todo, después del cambio de dirección de La
Cotorra en su décima edición, la exhibición de los avisos comerciales desaparece como
gesto; y la propaganda se retrae a las formas y convenciones propias de las
publicaciones de la época. No así las caricaturas políticas del semanario. Ejecutadas por
dos artistas experimentados (Clérice, en la política y la sátira visual local; Faría,
fogueado en la prensa satírica brasileña), las caricaturas de La Cotorra constituyen una
crónica que, pesé a su declaración de ecuanimidad, no oculta sus ataques a las fuerzas
que van definiéndose en torno a Julio A. Roca —incluyendo entre estas a Sarmiento y
Avellaneda--. Como si los "tipos" gráficos pudieran independizarse relativamente de los
verbales, los textos de La Cotorra (sus páginas internas) se reparten entre sueltos y
poemas satírico-políticos y costumbristas, avisos comerciales y una zona novedosa,
vinculada a lo que más tarde los semanarios denominarán con el adjetivo de "festivo":
una zona lúdica, zumbona pero traducida en juegos y acertijos que, si conservan a veces
una referencia política, han perdido o diluido al menos su valencia satírica. 94 La prensa
porteña contemporánea, cuyos elogios La Cotorra no duda en transcribir, se refiere
reiterativamente a la "perfección" de las cromolitografias, cuya potencia pone fuera de
foco cualquier intento de ecuanimidad (así como también cualquier matiz de leve
simpatía hacia el sector tejedorista).
( ... ) Todo el mundo, o lo que es lo mismo, los lectores de La Cotorra —escriben los
redactores en marzo de 1880- saben que en París hay un edificio llamado La Morgue
donde se exhiben los cadáveres de los que mueren por accidente y á ninguno se le ha
ocurrido siquiera, que el administrador ó encargado de él pregunte antes de exhibirlo, si
el muerto era republicano, bonapartista ó comunero.
Pues bien, La Cotorra, si no es La Morgue, ni una exhibición de muertos, es una
exhibición de vivos á quienes presenta al público para que los juzgue con todas sus
faltas ó defectos y no comprendemos entonces por que se empeñan muchas gentes en
atribuir á La Cotorra ideas políticas y no al señor encargado de La Morgue. (...) (La
Cotorra, 1, 22, 7-3-1880, p.l c.1-2)
Con todo su absurdo, la analogía de La Cotorra muestra los límites y dificultades que
enfrenta un periódico al pretender evitar la adscripción imaginaria yio concreta de sus
figuraciones a las fuerzas sociales y políticas en disputa; más aun en medio de un
proceso en que esas tensiones están agudizadas por la lucha electoral o por conflictos de
alcance más amplio. Tímidamente, en las páginas de La Cotorra asoma el nombre de un
actor que no hará su irrupción plena en la prensa sino algunos años más tarde:
La prensa oficial proclama al General Roca y dice que el es el candidato del pueblo.
La prensa tejedorista proclama á Tejedor y dice que el es el candidato del pueblo.
353
La verdad y para grande escándalo, es que el pueblo no tiene candidato para la futura
presidencia.
Roca y Tejedor son ambos candidatos oficiales.
El candidato del pueblo no existe. ( ... ) La Cotorra, 1, 4, 2-11-1879, p.2 c.l).
(
4.4.1.2 Galerías.
En tanto, El Mosquito se convertía cada vez más enfáticamente en un espacio de
reconocimiento redundante, que exhibía imágenes de personalidades reconocibles, que
por el solo hecho de circular impresas en ese marcó se transformaban en expectables.
Este rasgo dominaba aun sus caricaturas, cuya potencia injuriosa resultaba al menos en
tensión, si no subordinada, a su capacidad para suscitar una notoriedad que nunca
parecía del todo negativa.
Tras la revolución de junio de 1880, el poder ejecutivo impuso el estado de sitio
en todo el territorio nacional. Tanto las habituales y precisas disposiciones respecto de
las manifestaciones políticas públicas (que incluían las manifestaciones impresas, y
apuntaban particularmente a la prensa) como, seguramente, el recuerdo del período de
"violencia revolucionaria" que se abrió en septiembre de 1874 aconsejaron seguramente
a El Mosquito desplazar el énfasis caricaturesco de sus páginas. El 1°. de julio de 1880
el semanario abrió lo que poco después daría en llamar su "Galería contemporánea",
una serie de retratos que, en un principio, el periódico publicaba en su primera página,
acompañados en la última por un brevísimo perfil biográfico. La organización de esta
"Galería", así, volvía nítida y sistematizaba aquella capacidad de El Mosquito para
producir reconocimiento (identificación, "distinción" y ponderación); capacidad que
venía ensayando y desplegando desde la década anterior. 96
Este género que ensayaba El Mosquito distaba de ser original, incluso en Buenos
Aires. Por el contrario, apelaba a un recurso muy en boga en Europa y bien probado en
el ámbito local. Pocos meses antes se había agotado la breve "Galería Chusca" de La
354
Cotorra dibujada por Clérice, a la que aludí algo más arriba. 97 La primera de estas
series se había publicado en el Río de la Plata en 1857; y, como se mencionó también,
El Mosquito mismo había ensayado una errática y discontmua "Galería" en los primeros
años de la década de 1870.98 Contra lo que podría pensarse, la implementación de la
"Galería contemporánea" no • fue percibida como una más en una serie de ensayos del
género, sino que obtuvo una repercusión notable, y se convirtió, en un verdadero
hallazgo para animar la dinámica visual y simbólica del periódico. Y según dejan
advertir los papeles del "fondo Stein", también para reanimar su faz comercial y
empresarial.
Entre principios de julio de 1880 y hasta el cierre del periódico, los retratos
hicieron su aparición de cuando en cuando en la tapa del periódico. Durante los
primeros dieciocho meses la "Galería Contemporánea" se convirtió en la "cara visible"
de El Mosquito, apenas escandida por alguna caricatura política cuyo espacio se
reservaba ahora, primordialmente, a las páginas internas del periódico. Hacia fmes de
1880 un aviso anunciaba que se encontraba ya a la venta la "primera parte" de la
Galería, lo que mostraba a las claras que Stein encaraba el catálogo de retratos como un
proyecto empresarial al menos a mediano plazo. La convivencia entre los retratos
consagratorios, publicados en tapa, y las caricaturas no siempre simpáticas que seguían
poblando las internas –y que a veces referían al mismo personaje retratado en tapa— es
elocuente del recorrido que El Mosquito había transitado en casi dos décadas. La
imposición del retrato caricaturesco y la pedagogía en sus usos y posibilidades de
interpretación y apropiación en los que había sido pionero eran sin duda logros
asentados. El prestigio obtenido por El Mosquito y por su director-dibujante para dar
una imagen y hacer visible a los que buscara consagrar como personajes visibles de la
vida pública era también un dato indudable, y Stein exploraba sus alcances mediante
una nueva estrategia para dar forma a sus "tipos". En 1887 la "Galería contemporánea"
comenzó a alternar en tapa con una más previsible "Galería de celebridades argentinas"
que, como había ocurrido con la anterior, también funcionó parcialmente como "prima"
para los suscriptores del año entrante. La alternancia entre retratos de personalidades
cuya importancia era indiscutida por su pertenecía ya "a la historia" y las
"contemporáneas" reforzó aún más el efecto consagratorio de la pertenencia a esta
última serie.99
Fig. 1: El Mosquito, XVHI, 930, 31-10-1880, tapa. Retrato sin firma. "Galería
Contemporánea. / Doctór D. Francisco B. Madero. / Vice-presidente de la República".
Bajo el retrato, reproducción de la firma ológrafa de Madero.
Fig. 2: El Mosquito, XVIII, 935, 5-12-1880, tapa. Retrato sin firma. "Galería
contemporánea. / General Don Domingo F. Sarmiento". Bajo el retrato, reproducción de
la firma ológrafa de Sarmiento. Sobre el retrato, en el frontispicio del periódico, la
caricatura de Sarmiento ocupa la letra "s" de la palabra Mosquito:
3p
D1IçLr-px op
Fig. 3: El Mosquito, XXII, 1129, 24-8-1884, tapa. Retrato firmado H. Stein. Sobre la
imagen: "Plan de estudios de colegios y seminarios conciliares - ley de enseñanza primaria
- Registro civil". Bajo la imagen: "Obsequio al Congreso Católico. Eduardo Wilde.
Ministro de Justicia, Culto é Instrucción Pública".
4
358
su afiliación a una facción. Esta situación, por lo demás, fue planteada en las páginas del
periódico: en julio de 1882, su primer artículo anunciaba, con el título de "Nueva
redacción. Avant-Propos":
Desde este número, los horizontes de nuestro semanario van á dilatarse, tomadó
El Mosquito el lugar que le corresponde, entre sus colegas de la prensa porteña.
La caricatura, honradamente manejada, ejerce una funcion social, con cierta
influencia. La caricatura, acompañada de la palabra severa pero digna, complementará
aquella, y podría llegar á ser un freno para los que sin respeto alguno para si, ni para el
público para quien escriben, pretenden introducir al par del dibujo injuriado, un lenguaje
insultante y procaz.
Las épocas cambian, La Pacotilla y El Felon Corrida [sic,tuvieron su razon de
ser en tiempos de descomposicion; pero hoy, que la sociedad se halla cimentada sobre
bases dignas, elucubraciones de tal ñaturaleza no podían subsistir.
No venimos con resentimientos preconcebidos, porque no los tenemos; pero
traemos la firme voluntad de propender con todas nuestras fuerzas, á que no se degrade
en esta culta capital el digno magisterio de la prensa." (El Mosquito, X)(, 1019, 16-7-
1882, p.2 c.1).
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de sus extremos). .
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361
El primer episodio, y el más virulénto, tuvo como disparador una caricatura que
el semanario publicó el 6 de agosto de 1882 en su página central:
Una semana más tarde el periódico denunciaba haber sido intimidado por la
autoridad municipal, presidida por Torcuato de Alvear. La Municipalidad acusaba al
periódico, que había representado, según Stein, "al señor Madero como mucamo del
camaleón [Pellégrini]", por "unos pliegues del pantalón de dicho señor Madero en la
coyuntura con el chaleco, tienen según lo decidió el Lord Mayor, un doble sentido muy
visible y muy asqueroso al mismo tiempo".' °6
Pocos días más tarde, El Mosquito fue demandado por el juez Pastor Obligado, a
instancias de Carlos Pellegrini, ante la Justicia Correccional. El proceso –como se
advierte, irregular desde sus inicios al incluir al juez como querellante nominal—fue
expuesto por las páginas del periódico.' 07 Su carácter político faccioso era evidente
para la redacción de El Mosquito, y esta convicción guió las caricaturas que le dedicó.
El que a lo largo de estos mismos meses el periódico compitiera, además, con un colega
satírico ilustrado, El Cascabel, que fustigaba al grupo rochistá que sostenía a El
Mosquito y que tenía afmidades con Torcuato de Alvear, miembró del grupo al que el
periódico de Stein denomina como "los high-lfe ", refuerza el encuadre de este
conflicto en términos de lucha facciosa intra-élite.' °8
La versión escrita de este proceso de pérdida de la "virginidad" –como lo llama
el periódico- frente a la justicia no es menos interesante. Sobre todo, cuando se detiene
362
Tuvo lugar entonces una escena muy original. El Juez Obligado, en su afan de querer
probar que la caricatura acusada es realmente obcena, se sirvió de un papel blanco en
cuyo centro se había cortado un agujero de una forma que reputamos muy obcena y que
dijo haberle sido mandado por la Municipalidad. Aplicando este papelito sobre la
caricatura de un cierto modo á fin de que apareciese por el agujero la supuesta
obcenidad, pretendia D. Pastor que ella es manifiesta! Pardiez, no tiene nada de estraño
esto. Con un papelito igual aplicado sobre su nariz, el respetable Juez tendría tambien
una obcenidad en medio de la cara! ("La acusación al 'Mosquito' (segundo artículo), El
Mosquito, 3 de septiembre de 1882; p.4 c.l).
El Mosquito, XXII, 1022, 6-8-1882, p. 2. Caricatura sin firma [II. Steinl. Detalle (y. caricatura
completa en p. 361).
Aires está sin duda en sintonía con otras cristalizaciones jurídicas que se producen a lo
largo de la década de 1880, y que se enmarcan sin dudas en el proceso de construcción
institucional de los mecanismos regulatorios propios del estado nacional en
construcción." 4 Su singularidad, en todo caso, apunta a la agudización de la alerta sobre
un tipo específico de objeto cultural que, al mismo tiempo que más eficaz, adquiría
lentamente rasgos propios de una difusión y reapropiación más amplia si bien no
propiamente "masiva". Y con ello, parecía estarse volviendo menos lúdico y menos
marginal, y quizá, más peligroso.
Una potencia contradictoria comenzaba a revelarse en la prensa satírica y en las
imágenes impresas de exhibición y distribución pública. Por un lado, su poder se
descubría en el modo fluido en que la prensa (y especialmente, la prensa satírica)
intervenía profesionalmente en los enfrentamientos facciosos de su época, como un
instrumento socialmente extendido y aceptado. Pero al mismo tiempo, por otro, esas
imágenes, aunque deliberadamente producidas y enunciadas con intenciones muy
concretas, eran al mismo tiempo susceptibles de interpretación. Algunas de esas
interpretaciones podían resultar alarmantes. 115
En cuanto al primer aspecto, el hecho de que el agredido Carlos Pellegrini
pasaría de ser objeto de caricatura y promotor de una acción legal (en 1882) a defensor
de El Mosquito en otro caso en que fue querellado por una caricatura publicada en sus
páginas (en 1884, y previa rearticulación de las alianzas intra-élite); una situación que
no solo o primordialmente informa sobre los rasgos éticos o de personalidad del político
y abogado, sino del modo de intervención profesional de El Mosquito en la vida
política, fluido y bajo patronazgos muchas veces alternativos –hecha la salvedad de que
cuando "puso su semanario al servicio de una facción, [este semanario] eligió siempre
dentro del amplio espectro oficialista" (Cibotti: 1993)—. En cuanto al segundo, si la
intención política hacía de la caricatura un tipo de imagen simplificada, redundante e
incluso, didáctica –la eficacia de su sentido satírico, como he señalado en más de una
oportunidad, residía principalmente en la posibilidad de articular grupos polarizados
entre quienes se identificaran con el objeto del ataque satírico o con sus promotores--,
una vez más, la legislación municipal de 1882 y 1883 parece advertir que la
decodificación y los usos de esas imágenes ya no resultan completamente controlables o
predecibles: En cualquier caso, la nueva legislación explicitaba la importancia que la
prensa satírica había adquirido en la dinámica del juego político y de la opinión pública;
366
0
367
l. Querido Stein:
Le mando la 'Voz de la Iglesia' donde hay un párrafo para usted que he marcado- Todos los días viene llena
de artículos y sueltos insultantes contra mí. Usted no debe ocuparse de los redactores de ese diario.- todas las
hiras [sic] deben ser para el arzobispo.- Suyo,
E.W.
1- 1
• T
\ lo largo de 1883 E! Mosquito se ocupa con frecuencia, en su página de
1 'Sueltos", de "La cuestión religiosa", fustigando a La Voz de la Iglesia y
a Unión, y defendiendo particularmente al Ministro Wilde. La de
. - •. irriba es solo una de las muchas caricaturas (en tapa y páginas
. -•-..... ntenores) de su campaña anticlencal
2. Querido Stein:
Entre los que quedan ahorcados por haber comido la manzana póngalo a Pizarro a quien le viene eso
mejor que a nadie. Mire que necesito los retratos míos. Venga a yerme de tiempo en tiempo. ("Fondo Stein",
AGN, 1440; s/d "Correspondencia y borradores").
-
-•. .. :1 Mosquito, XXII, 1124, 20-7-1884.
aricatura sin firma.
-
11 . • . , - ..
fElJ Pueblo", "[El] Demócrata".
Arriba, izquierda: imagen completa. En el gorro frigio que porta la figura femenina,
"Rep. Argentina". Arriba, derecha y abajo: detalles. Entrando por la izquierda de la
escena, caricatura del Arzobispo Aneiros representando al "Oscurantismo". Frente a la
mesa del laboratorio, el presidente Roca. En el soporte del mechero, "Paz y
administración" (lema de la campaña y la presidencia de Roca). En las pilas ya ubicadas,
se lee: "Registro civil", "Ley de educación", "Ferro carriles", "Banco nacional",
"Conquista del desierto". En las por apilar: "Matrimonio civil", "Banco hipotecario
nacional", "Ley de monedas", "Patronato", "Pacheco". En las puntas de los soportes que
las ordenan, entre otras, las caras del vicepresidente Carlos Pellegrini, el ministro de
Justicia, Culto e Instrucción Pública Eduardo Wilde.
Bajo la imagen: "En el Excelsior, que se da en Colon con tanto éxito, hay un cuadro que se
adapta admirablemente á la política Nacional. Es el descubrimiento de la chispa eléctrica,
aplaudida por la luz y maldecida por el Oscurantismo".
Toda la escena parodia Excelsior (1881), con música de Romualdo Marenco y coreografia
de Luigi Manzotti, que se representaba por entonces en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Excelsior es una suerte de tributo al progreso científico e industrial del siglo XIX,
incluyendo la luz eléctrica, el telégrafo, el motor a vapor y hasta la construcción del Canal
de Suez. Sus personajes protagónicos son tres: La luz, La Civilización y el Oscurantismo,
-que -es- finalmente derrotado. El ballet se estrenó en La Scala de Milan, y fue exitosísimo
durante muchos años (en 1913 se llegó a filmar, incluso, una versión completa de la obra).
La caricatura reunía así, una vez más, reclame y mensaje político, tanto en sentido
estrecho (propaganda oficial) como algo más amplio (en los valores que el gobierno de
Roca y un grupo afín, pero mucho más amplio que el de su círculo de gobierno,
seguramente compartía).
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Instalado en el centro del poder, Wilde debe hacer desaparecer su nombre propio
(y su nombre de "autor", tanto de leyes y disposiciones como de textos ficcionales y
críticos por los que ya es reconocido, entre sus contemporáneos, comó un escritor de
mérito) para convertirse en caricaturista a la vez clandestino y oficioso, que —en las
sucesivas notas que acabo de citar- indica blancos, sugiere ideas, dicta y hasta ensaya
ejecutar imágenes clave para articular el relato visual del régimen.
Stein no ocultaba su adhesión a la administración de Roca ni las simpatías por la
candidatura de su sucesor, Juárez Celman. 119 Que Wilde y El Mosquito seguían
manteniendo un vínculo estrechísimo tampoco era un secreto. A principios de 1886, el
periódico satírico opositor Don Quijote hacía de ese vinculo un hallazgo satírico,
cancaturizándolo con un pie desproporcionado (variante ingeniosa de la macrocefalia
como recurso caricaturesco: Don Qugote no pensaba otorgar a Wilde las posibles
connotaciones de tener un gran cráneo), en el que El Mosquito era un "juanete" (es
decir: exceso, deformidad, dolor, molestia).
- ••. e':.
__ •
__ -.
371
En rigor, ya hacia mediados de 1885 Don Qu/ote había hecho de Wilde uno de los
blancos estables de sus ataques. Aunque no lo había convertido en animal, el ministro se
había incorporado de pleno derecho a su "bestiario" político. Era a veces "el clown";
pero además y cada vez con más frecuencia, alguien que resulta incapaz de dar un paso
en firme: tal como se ha mencionado, para Don Quijote, Wilde es el hombre-pata; o más
precisamente, "la pata del molino".
Más allá de su referencia precisa --ide qué frase distraída o desafortunada de
Wilde tomó el director de Don Qu/ote la idea para la sinécdoque? ¿cuál es la metáfora
precisa que literaliza?--, esa pata monstruosa, con un molino en su dedo gordo y un
juanete que remite a la intimidad entre el ministro y El Mosquito, pone en escena y
activa en las páginas de Don Quijote una gran cantidad de connotaciones: implica, a
veces, la fatuidad de la prédica del Ministro roquista frente a las estocadas idealistas de
Sojo/Don Quijote; en otras, parece sugerir que como otros funcionarios del régimen,
todo lo que hace el ministro tiene por fm último llevar "agua para su molino". En todas,
hace del vínculo entre el ministro y el periódico de Stein una alianza camal y encamada.
--
+ ...-.
'l Mosquito, Dibujo sin firma. La vestimenta de los
1
)aseantes que "no entienden" el rebús frente a la
)on Quijote, III, 37, 1-5-1887. "El paraíso 'pata" desnuda da una pauta de las diferencias entre
)erdido" (Detalle). Lámina firmada por los lectores deseados por El Mosquito y Don Quijote.
)emócrito.
n el recuadro con "la pata del molino": "Se vende
)etalle de la cromolitografia "El paraíso aquí".
)erdido". SteinlMosquito y Wilde/Pavo/pata de
nolino (y. la escena completa en el "Apéndice", Bajo la imagen: "-jQué significará ese pié con un
iección "Imágenes"). nolinito?
Hombre, silo puedes adivinar, harás al autor de este
ebús un inmenso servicio, pues el tampoco lo sabe."
e
Pero esa intimidad, degradada y patológica si se quiere, no necesariamente
denunciaba el carácter a la vez técnico y práctico de la labor del ministro como redactor
y, particularmente, como caricaturista. La medida del peso y de la delicadeza de esta
tarea velada se advierte en cambio por la repercusión que supuso su explicitación y
difusión pública. Pocos años más tarde, en 1888, cuando se ventilaba y debatía entre las
primeras noticias del día un conflicto periodístico y judicial que implicaba la
independencia política y subjetiva de otro caricaturista, Eduardo Sojo, La Nación
publicó una carta de Stein, fechada en abril de 1885, en la que se revelaba el secreto.
Stein se iba de viaje y solicitaba a Sojo lo reemplazara, indicándole el modo: "Puede
verlo ai3Dr. Wilde el mártes ó miércoles y arreglar con él las caricaturas", decía la carta,
reimpresa ahora en la primera página de La Nación para probar tanto el carácter
"ministerial" de El Mosquito como la falta de capacidad profesional y la pobreza moral
de su director-dibujante. "La popularidad de Don Qujote incomoda a los editores
oficiales de El Mosquito ", concluía el artículo en el que se publicaba la carta. Pero
sugería aun algo más: "Hé ahí el secreto de la guerra á muerte que se le ha declarado,
sirviendo la policía de dócil instrumento para llevar á cabo la vendetta ". La última frase
implicaba la continuidad, todavía en 1888, del vinculo íntimo entre El Mosquito y el
centro del poder político, así como la absoluta arbitrariedad de la persecución de Sojo, a
quien ni siquiera se reconocía aquí como capaz de producir sátiras que irritaran a los
juaristas: el gobierno perseguía a Don Qu/ote sólo por un capricho de Stein. 12° Para ese
entonces, Sojo reactivó al personaje de "la pata del molino", para darle un sentido más:
pura sinécdoque, pura pata sin cuerpo ni cara, la imagen sirve ahora para indicar la
torpeza literaria e intelectual de Wilde —y también de El Mosquito-, escritos y dibujados
"con los pies".
tanto respecto de sus colegas periodísticos como en lo que hace a las redes de
sociabilidad que hasta entonces existían entre hombres públicos, políticos, dibujantes y
periodistas. La frase-insignia de Don Quyote, "Este periódico se compra pero no se
• vende", planteaba la singularidad desde la que Sojo presentaba su empresa, tanto
personal e ideológica como en lo que haría a esas redes política y de sociabilidad.
En efecto, desde la caída del gobierno de Rosas esa había sido la trayectoria de
la prensa satírica porteña: a diferencia de lo que podría esperarse, los periódicos de este
tipo podían atacar a un personaje (emblemáticamente, Sarmiento), una serie de acciones
• (típicamente, diferentes disposiciones locales o municipales) o aun a un grupo que
ocupara algún espacio de poder (como los que habían constituido, en diversos
momentos de las décadas de 1860 y 1870, las redes mitristas). Pero desde la caída de
Rosas y hasta entonces, ningún periódico se había ubicado en un lugar tal de
exterióridad 'que pudiese representar, en sentido estricto, un polo ajeno 'y opuesto al
poder del estado; polo desde el que podía legítimamente, por eso, criticarlo y fustigarlo
(lo que, por cierto, era posible además porque en ambos casos podía advertirse, en
diversas-'dimnsiones ; la potencia yla vdluntad de 'estabilidad de poder en el marco de
una estructura estatal). Y recíprocamente: desde la caída de Rosas, ningún periódico
había experimentado censuras, multas y suspensiones con la inteñsidad con que lo hará
Don Quijote, especialmente a lo largo de su primera década de existencia.' 29
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En su parte "artística" fue secundado por Manuel Mayo! (quien firmaba como
"Heráclito", alternando a veces Sojo y él los seudónimos "filosóficos") y, desde 1887,
por José María Cao. 130 Las páginas inicial y la cuarta y última de Don Quijote estaban
ocupadas por su parte escrita; las internas, por caricaturas. Esta última llamó la atención
del público rápidamente. Tal como explica Laura Malosetti Costa, "Demócrito era un
dibujante erudito, sus caricaturas abundan en citas, guiños y parodias de obras de arte
consagradas en el corpus de la gran tradición artística occidental y en particular de la
española ( ... )" (Malosetti Costa, 2005: 258).131
La sátira verbal que proponía el periódico de Sojo, en cambio, apelaba a un
espectro de géneros, recursos y figuras que la prensa satírica podía considerar ya como
propios, y que tornaban, de un modo u otro, a la fuente común de la tradición áurea
española: poemas de diverso tipo en los que retornan los estribillos reconocibles;
diálogos costumbristas y, ficciones de diálogo "íntimo" entre personajes públicos
abiertos ante los ojos del lector para develar el doblez y la hipocresía de políticos y
funcionarios notables; "peti-piezas" o pasos de comedia con los mismos personajes; en
la última página, sueltos reveladores de la trama política y del diarismo, epigramas y
ocurrencias diversas en prosa o en verso que exhibían el talento ingenioso de su
redacción. Si algo destacaba a estas páginas exteriores, no era la renovación de sus
recursos, sino la tenacidad en el tono violento e hiperbólico, sostenido a lo largo de
todas sus ediciones, así como la reiteración en los blancos oficiales de los ataques
(cualidades todas por las que El Mosquito, según se advierte rápidamente, se convertía
en el opuesto simétrico de Don Quijote). A través de la articulación de palabras e
imágenes, o lo que es lo mismo, del entramado de tradiciones estéticas y claves retóricas
de cada uno de estos lenguajes, Sojo logró acuñar rápidamente un léxico propio: un
conjunto de representaciones que singularizaron su periódico. Esas representaciones,
exitosas y perdurables, son alegóricas: organizan un código en la que a cada elemento
significante le corresponde, inequívocamente, un único significado y un único sentido.
Algunos elementos de este "léxico" son bien conocidos, desde que han sido citados
reiteradamente en los trabajos que se ocupan de Don Quijote: Miguel Juárez Celman es
"Celemín", un burro o ser humano con orejas de burro; su hermano Marcos, un gaucho
de aspecto violento y desgreñado; Calos Pellegrini es "Pelele" o "Pelelegringo", de
figura distinguida por la extrema delgadez y el largo de las piernas, y representado a
veces como una jirafa; Julio A. Roca, es casi siempre el "zorro", sibilino y
maquiavélico; Torcuato de Alvear es "Palmerín", representado por una palmera (en
378
Julio A. Roca según Don Miguci Juárez Celman Ramón Cárcano según
Qujjoie (1890) según Don Quijotc (1888) Don Quijole (1891)
A todos ellos se contraponen las figuras de Quijote y Sancho Panza, que desde el
interior del periódico, y como era ya una tradición consolidada, combaten, comentan o
aun aconsejan a los diferentes, personajes que el periódico pone en escena. La matriz
novelesca del nombre del periódico y las alusiones —aunque muy generales-- a la trama
cervantina emergen de cuandó en cuando, y refuerzan la imposición de un lenguaje
çomún cuyas alusiones son presumiblemente familiares a un conjunto muy extendido de
lectores y lectoras y, por tanto, fácilmente decodificables. A esta matriz se sumaban
además dos elementos característicos del lenguaje visual de Don Quyote: el prrnlero, la
presencia de figuras femeninas bellas y estilizadas, no caricaturescas sino alegóricas,
que experimentan y, a menudo, padecen, diverso tipo dé prácticas (presión, opresión,
tortura, flagelamiento ... ) por parte de los personajes del "bestiario" político. Estas
mujeres,, sin embargo, no siempre expresan sufrimientó: muchas veces su rostro está
relajado, la mirada casi ausente, la boca casi 'en una sonrisa beatífica indudablemente
379
4. •¼
'
4
- ¡
-01
Bajo la imagen: "Pues señor, dato curioso, Bajo la imagen: "El peor mal de los males es tratar con
oro á doscientos cincuenta, la república animales". En el garrote: "Remedio infalible". En el
harapienta y Celemin poderoso.' taparrabos: Pueblo". En algunos de los animales (el
avestruz es Pellegrini; el cangrejo-carnero Mansilla,
etc.): "RuinaS' "Descrédito", "torpezaS'. "emisión de
100.000.000.000", etc.
diseñado estratégicamente para alcanzar un público, más váriado y ampliado que aquel
que, en principio, presuponía por entonces el El Mosquito -consolidado y quizá algo
desgastado en sus recursos después de veintiún años de existencia, tres cuartos de los
cuales habían estado dominados por la pluma y el lápiz de Stein-.
El primero de los lemas'que Don Quijote ostentaba en su frontispicio sintetizaba
su profesión de independencia de patrocinadores políticos o comerciales: Vengan cien
mil suscriciones/ y afuera las subvenciones ". Partiendo de esta premisa y teniendo en
cuenta la campaña cada vez más estrechamente vinculada con la administración
nacional que emprendía por entonces El Mosquito, agudizada incluso por la dirección
velada del ministro Eduardo Wilde —como se recordará, uno de los personajes a quien se
satirizaba a menudo en las páginas de Don Qujote--, no resulta extraño que entre ambos
periódicos se suscitaran roces que derivarían, a mediano plazo, en enfrentamientos
abiertos. Aunque el periódico de Sojo clamaba su absoluta independencia política, y
aunque la trayectoria personal de Sojo era impecablemente anticlerical, su propia
colocación frente al estado nacional le ganaba adhesiones imprevistas por parte de
sectores opositores. Y Don Quvote no dejaba de agradecerlas, sobre todo si a un tiempo
lo ubicaban en un lugar de privilegio respecto de su rival "natural":
Nuestro apreciable colega La Cronica tiene la deferencia de ocuparse de nosotros en el
siguiente suelto:
'El Almanaque del Mosquito nos hizo su habitual visita de fin de año.
Sentimos decir que esta vez aquella alegre publicacion no es tan picante como en años
anteriores.
Tal vez las lluvias de este verano no han dejado aun desperezarse al Mosquito y aguzar
su aguijon. -
Stein no debe descuidarse ahora que tiene competidores de la fuerza del Quijote."
Agradecemos al -Látigo de -La Unión -el favorable concepto que tiene formado de
nosotros. (Don Quijote, II, 100,20-2-1886, p.4 c.3).
-r r - -,
A la izquierda:.Don Quijote, ÍV, 31, 18-3-1888, p. 3. Detalle de una lámina firmada por Demócrito.
Se trata de una de las muchas caricaturas de Marcos Juárez, gobernador de Córdoba y hermano
del presidente Juárez Celman, con que Don Quijote venía estampando la imagen de Juárez desde
1885.
-A la derecha: E/Mosquito, XXIII, 1201, 10-1-1886, p. 2. Caricatura sin firma. Cita deja caricatura
de Marcos Juárez que suele publicar Don Quijote, a la que se añaden, como puede observarse, un
"botinista" en el hombro derecho y la cabeza de una figura alegórica femenina de rasgos similares a
las que suele publicar el periódico de Sojo.
Bajo la imagen: "Según la Blague botinista que hace de Dn. Marcos Juárez una pintura cuyo fac-
simile damos aquí, este tigre se come crudo cada mañana, un rochista con el correspondiente botin.
Seguro de interesar a nuestros lectores, publicamos á la vuelta el retrato de este monstruo tan poco
delicado y recomendamos la biografia que lo acompaña;, su lectura es corno para hacer erizar el
pelo.
"Capital Federal", no paraba de echar por la boca monedas de oro. La escena no solo
ridiculizaba a los principales funcionarios del poder ejecutivo, y a muchos de los
juaristas del congreSo, sino que denunciaba, una vez más, el negociado por las obras de
salubridad en la Capital Federal. Implicaba, por tanto, no sólo una disputa política, sino
implicar a los invohcrados en la comisión de un delito que era posible porque quien lo
perpetraba estaba en ejercicio del poder estatal.
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Don Quijote, IV, 3,4-9-1887; p. 2-3. Caricatura de Demócrito.
Bajo la imagen: "Salió condenada al fin, y muy pronto estará en cueros, pues votan como carneros
todos los de Ceiemin. Los argumentos que gastan son de presion y aprension, asi por eta razón,
sino convencen, aplastan". -.---- -.
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Resulta evidente que enda reaccióndeElMosquito nopuede.reducirse.aiina ; -
alineación de fuerzas facciosas aunque este movimiento la justifique de por sí.
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______________________________________ •
Don Quijote, IV, 7, 28-9-1887, "Número extraordinario". P. 2-3, caricatura firmada por
Demócrito.
Bajo la imagen: "Don Quijote en libertad. Bendito sea el que viene en nombre de la prensa
independiente. (Nota): Esto no de la Constitución Norte-Americana, citada por el Tribunal
Supremo: es de la Biblia Santa... de la prensa independiente"
Sojo-Quijote cabalga sobre un caballo con la cara de Mansilla. Su montura es un cuero de oveja (o
carnero). En el cuarto trasero del caballo, una herradura (símbolo de la "patada" con que
Mansilla había prometido despedir al "Galleguito"). En segundo plano, a la derecha, Sancho
Panza monta un burro con la cara de Marcos Juárez. Detrás, un edificio donde se lee: "Castillo
encantado" y en su bandera, "Penitenciaría". En primer plano, a la derecha, Juárez Celman con
manto real y un farol roto en la cabeza. A la izquierda, una puerta, donde se lee: "Buenos-Aires.
Bendito sea el que viene en el nombre de la prensa independiente". Junto a la puerta, un numeroso
conjunto de personajes vestidos a la manera griega, portando cada uno una pluma gigante. En
cada pluma se lee el nombre de alguno de los diarios que defendió a Don Quijote: La Nación, Le
Coumer de La Plata. El NacionaL El Diario. El Porteño de Bahía Blanca. The StandariL etc.
El año siguiente fue tan agitado como exitoso para Don Quyote. A principios de
abril recibió una nueva amenaza de prisión y clausura. Esta vez la acusación era de
inmoralidad, a propósito de una secuencia caricaturesca a la que ya he hecho mención:
aquella publicada el 1 de abril, domingo de pascua, y que mostraba una figura alegórica
femenina de "la patria", sacra y erótica a la vez, protagonizando un via crucis político.
Esta vez la administración juarista se expresó directamente a través de la Policía. Se
sucedieron entonces denuncias sobre atropellos diversos: la policía allanaba sin orden la
casa particular de Sojo, acosaba a su abogado, confiscaba ejemplares, arrancándolos de
las vidrieras donde se exhibía y hasta sacándoselos de los bolsillos a los lectores en
387
Así, en el número de mayo en que celebra sus "bodas de plata", sus nuevos enemigos
periodísticos son invitados que aparecen grotescamente deformados y en primer plano:
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Aun cuando clamaba que sus ventas habían subido hasta los quince mil ejemplares,
parecía claro que El Mosquito se abroquelaba en sus recursos de siempre para competir
con Don Qujote. Hasta que a la "Galería Contemporánea" y a la de "Celebridades" que
ofrecía como prima, se le sumó un recurso más: la crónica ilustrada de casos policiales,
que comenzó a publicar —ocupando toda la extensión del periódico— en julio de 1888.
La irrupción del "caso" policial en el periódico satírico logró, al parecer, suscitar la
curiosidad del público. Al mismo tiempo, paradójicamente quizá, hacía de parte de las
acusaciones que había recibido una ñueva marca singular de El Mosquito, en tanto esta
389
novedad no podía sino hacer ostensibles los vínculos estrechísimos entre el periódico de
Stein y las autoridades policiales, fuentes evidentes de los retratos de imputados y
detalles (visuales y narrativos) de las causas relevadas. 144 Aunque el recurso a este
nuevo género de noticias por parte de El Mosquito duró poco, es sintomático del modo
en que la irrupción de Don Quijote y las destrezas estéticas y políticas de su director
comenzaban a dominar el pequeño campo de la prensa satírica. Entre septiembre y
octubre de 1888 El Mosquito volvía plenamente a su formato con caricaturas políticas,
para apoyar plenamente la disputa por la sanción de la ley de Matrimonio Civil, un
terreno en el que podía coincidir parcialmente con Don Quijote (aunque éste extremara
el reclamo promoviendo, en primer plano, la ley de divorcio).' 45 Para El Mosquito, Don
Quijote seguía siendo un mono con armadura. Para el periódico de Sojo, ni Stein ni su
periódico calificaban siquiera para convertirse en personajes. Apenas podían
constituirse en referencia ocasional, para fustigarlos en algún suelto.' 46
No es, sin embargo, la única presencia de Don Quijote que El Mosquito registra
en sus páginas. De manera más sutil y, si se quiere, más inquietante, algunos sujetos y
algunas configuraciones visuales que Sojo había constituido como marca propia
comienzan a irrumpir en el periódico de Stein. La alegoría viril del pueblo y la escena
del martirio del crucificado (muy frecuente en Don Quijote) se dejan ver en El Mosquito
conforme avanzan las ediciones de 1889. Así, si se renuevan las alianzas políticas y
sociales, y nuevos sectores del pueblo y del público van encontrando formas de
asociación más eficaces, al tiempo que la crisis económica, política e institucional se
cierne sobre el gobierno de Juárez Celman, sus representaciones —pesa aquí el lápiz de
Eugene Damblans-- se hacen visibles en las páginas de El Mosquito bajo las formas que
venía modelando Don Quijote.'47
390
El Mosquito,
- XXVI, 1369,
74-1889 ,p. 3.
. Caricatura
\Ç: firmada por
- Damblans.
IW
- -
\
'T
1 -
AS
Mii^
391
------ -
-
J\ 1
El Mosquito, XXVII, 1436, 20-7-1890, p. 2-3. Caricatura sin firma (posiblemente de Damblans, a juzgar
pór la caligrafia del texto).
~y,
-
1
¡as, los he probado en 1880 y dan
cijones de barriga!"
Ȓ:BLO-
Y son muchas, en verdad, las alusiones que las diversas crónicas de la época,
incluyendo entre ellas la tradición oral, hacen a los "rompe-faroles" y a los versos
repetidos por la muchedumbre: "ya se fue, ya se fue/el burrito cordobés" [vg., Juárez
Celman]. Lo que El Nacional denomina -y Don Quijote repite orgullosamente- "el
triunfo de Sojo" es en realidad el momento culminante del funcionamiento de la prensa
satírica, porque supone la apropiación popular o, al menos, percibida como tal, de dos
símbolos que habían cobrado forma y sentido en sus palabras y sus trazos. Convertidos
en "interpretante pragmático" —en el sentido peirciano- la rotura de faroles y el coro
contra el "burrito" salen de las páginas impresas para convertirse en modos de
transformar el paisaje y el paisaje social urbano, para comenzar a formar parte de él y
para, con ello y en un mismo gesto, convertirse ellos mismos en parte del mito, y
también de la historia.
1891 y 1892) habla de una voluntad acriollada y pendenciera que alterna con la
irrupción de poemas y fragmentos literarios no siempre satíricos, firmados por ejemplo
por Lasso de la Vega y, con mucha más frecuencia, por Manuel Bahamonde. Con ellos
se mezclan seudónimos más neutros o previsibles (Plinio, Tibis, Fígaro), y otros, como
Argos o Bartolito —ambos remiten, inequívocamente, a Bartolomé Mitre y Vedia— de
los que no queda claro si son usados de manera transparente en su referencia o irónica
por la que inducirían. Los nuevos nombres de las secciones también son
desconcertantes, sobre todo en relación con la monotonía de los "Sueltos" y "Picotones"
—"Ronchas", ocasionalmente y en ausencia de Stein— que hasta entonces contenían y
organizaban la parte escrita del periódico. Se sumaban ahora "Callejeando", "Cuentos
alegres", "Mesa revuelta": sintagmas todos que instalan, en tiempo de estado de sitio, la
ficción y la poesía no política en las páginas del periódico. Al mismo tiempo, lo abren
hacia la imaginación de otros ámbitos (la sociabilidad civil en la calle y en la casa, el
barrio, la anécdota exótica) que anuncian el contenido variopinto de los magazine
modernos; un tipo de publicación y de objeto de consumo cultural que la experiencia de
Caras y Caretas de Montevideo (1890) o de El Cascabel porteño de Enrique Coil
(1892) son ensayos contemporáneos.' 49
Por entonces se preparaba una nueva escena electoral, en la que, como es sabido,
Mitre y Roca interpusieron la figura de Luis Sáenz Peña para forzar la declinación del
candidato modernista, su hijo Roque. El Mosquito había hecho su elección por el padre
—y por los núcleos de poder que le eran familiares— casi desde el inicio, y sostuvo la
candidatura y, luego, los primeros años de la gestión de Sáenz Peña sin fisuras. En julio
de 1893, tras haber cumplido treinta años de existencia, el periódico dejó de publicarse
sin mediar avisos o notificaciones previas. Dos semanas antes, uno de los principales
líderes cívicos, Aristóbulo del Valle se había incorporado como Ministro de Guerra al
gobierno de Sáenz Peña, en un intento de integrar al ejecutivo nacional las fuerzas de
los radicales. Dos semanas más tarde estallaban las revoluciones radicales de San Luis,
Santa Fe y Buenos Aires. Los combates militares y las negociaciones políticas entre
diferentes sectores "nacionales" y "cívicos" ocupaban las primeras páginas de los
diarios. Por eso, probablemente, tampoco la prensa "seria" registró la desaparición de El
Mosquito, que dejaba, así, una escena en la que no parecía ser un actor necesario.
El caso de Don Quijote es bien distinto. Celebrado el éxito de la revolución
incluso con procesiones a la casa de Sojo, el periódico editó un número extraordinario
con grabados (e incluso algunos fotograbados) y textos conmemorativos de escritores,
395
396
1
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Notas al Capítulo 4
Durante el último tercio del siglo XIX se produjeron una serie de transformaciones técnicas y
tecnológicas que cambiarían defmitivamente la prensa y el lenguaje de los periódicos, y también la
práctica del periodismo. Las nuevas prensas y la posibilidad de obtener papel a menor costo, el desarrollo
de las agencias internacionales de noticias y el tendido de cables telegráficos, así como las nuevas
técnicas para la reproducción de la imagen transformaron no sólo el lenguaje de los periódicos sino la
práctica del periodismo (Weill: 1994). Las consecuencias de estos procesos modernizadores fueron
múltiples y heterogéneas. Entre ellas están tanto el cambio de la sintaxis periodística (más sintética y
económica al ritmo de las noticias que transmitían los cables), como la posibilidad de encontrar en el
periódico un espacio de autonomización para la escritura literaria (Ramos: 1989), así como la emergencia
de nuevos géneros discursivos (la "crónica"; el "reportaje" en que la entrevista del reporter cobró cada
vez más protagonismo; la novela-folletín... (Laera: 2004)).
En cuanto a la imagen, en 1890, poco después de su generalización en Europa, Caras y Caretas adoptó el
fotograbado tramado o de medio tono (halfione), que posibilita dos novedades importantes: la interacción
de palabra e imagen en una misma página y la multiplicación de cualquier tipo de imagen de manera
económica; "Con esta aplicación la cultura visual porteña experimentó entonces una suerte de proceso de
masificación, con imágenes que empezaron a invadir el espacio urbano y la vida cotidiana, migrando de
soporte en soporte". (Szir, 2009: 113).
2
La Sociedad Tipográfica Argentina fue el primer gremio del país, fundado en 1857. Sobre este punto y.
también Roman (2003b).
Tales mutaciones, claro está, forman parte también de las que experimentaron los modos de concebir la
vida pública y la vida privada que, en esas dos décadas, volvían a tomar forma en el marco de una serie de
debates y de decisiones institucionales, políticas, económicas y culturales. Aunque los hechos son muy
conocidos, la mera enumeración de algunos de esos acontecimientos permite advertir hasta qué punto
prensa y vida pública acusarían sus resonancias. La articulación de un estado nacional relativamente
estable tras la resolución de la Guerra interregional de la Triple Alianza, el cierre de las guerras
reconocidas como "civiles", el fracaso de la revolución de septiembre de 1874; las sucesivas guerras
defensivas y ofensivas por la conquista económica y política del territorio de la Patagonia; y el triunfo de
la federalización de Buenos Aires en 1880; la capacidad de ese Estado para enfrentar conflictos intraélite
y para operar en las disputas con sectores de poder específicos, como el clero, laicizando la regulación
jurídica de la vida privada (con la sanción del Código Civil, en 1871) y marcando su interés por hacer de
la salud y la educación objetos de intervención estatal (a través de las leyes de Educación Común (1884)
y Matrimonio Civil (1888), de la estatización del Registro Civil y de la administración de Cementerios);
la insistencia en una política inmigratoria que comenzaba a tener un impacto perceptible en los grandes
núcleos urbanos y resolvía, al menos momentáneamente, la demanda de fuerza de trabajo que acompañó
una exitosa articulación de una política agro exportadora; los cambios urbanos, de perfil poblacional y
también de usos y costumbres que iban modelando nuevos públicos políticos y culturales, con sus propias
demandas en ambas dimensiones; los efectos en ingreso de capitales de esta política en términos de
capacidad de endeudamiento y de inversiones, y de distribución de los beneficios de tales ingresos al
interior de determinados sectores de la élite. Arbitraria, si se quiere, y necesariamente parcial, esta sucinta
enumeración busca subrayar, a través de ciertos sucesos que se articularon simbólicamente de manera
muy notable a través de la prensa y de la prensa satírica, el complejísimo haz de transformaciones que
experimentaron las construcciones de los estados (nacional, provinciales) y de la nación durante la
segunda mitad del siglo XIX.
"Sobre la prensa argentina de estos veinte años, y., entre otros, Duncan (1980), Halperín Donghi (1985),
Roman (2003, 2010), Alonso (2004).
Sobre la revolución de 1890, interesa particularmente para este punto la interpretación de Sábato (1990).
Sobre las transformaciones del público: Prieto (1988); sobre las de la prensa: Romano (2004), Rogers
(2008), Szir (2007 y 2009).
6
Sin duda Choquet no se refería al desaparecido Tom Pouce (1866), sino a otras publicaciones satíricas
ilustradas de la época. Lamentablemente ni la historia de la prensa, ni las colecciones que se conservan en
archivos y repositorios que he podido consultar hasta el momento dan pistas sobre cuáles podrían ser
estas publicaciones. Lo que ratifica la excepcionalidad del éxito de EM—que, por otra parte, encabeza este
400
artículo con dos epígrafes que informan que Choquet advertía tal excepcionalidad: "Noblesse obligue.
Divisa antigua! Succes obligue. Divisa de El Mosquito".
Como se verá en este mismo capítulo, el conflicto más severo que enfrentó El Mosquito se dio
justamente en el momento en que su "independencia" era nula: fue durante 1882, después de que Stein
firmara un contrato para poner su periódico al servicio del grupo que impulsaba la candidatura de Dardo
Rocha. V. más adelante, en este mismo Capítulo, "4.4.2 El Mosquito bajo contrato", p. 358 y ss.
8
En sintonía con esta definición, Suárez Danero destacando en los dibujos de Stein su "refinada intención
y, sobre todo, con tan noble desinterés, que nadie jamás hubo de hacerle reproche ni de poner en tela de
juicio su hombría de bien. ( ... ) No hubo debilidad, ni ambición, ni proyecto, ni sueño, ni felonía, ni
reforma, ni vicio, ni pacto severo o convenio vituperable que él no glosara con su lápiz insinuante, festivo
y, a veces, severamente mordaz" (1964: 8). De manera análoga, y en un contexto completamente diverso,
al dar una noticia biográfica sobre Stein a propósito de su desempeño como profesor de la Escuela Naval,
el redactor del artículo correspondiente afinna: "Pese a sus caricaturas políticas, fue respetado en sus
tareas porque actuó con total independencia" (Puglisi, 2007: 46).
La República, diario fundado por Manuel Bilbao en 1867, fue el primer periódico porteño en ser
vendido por "muchachos" en las calles (Galván Moreno, 1943: 216).
10
Entre Caseros y la década de 1870 habían aparecido en Buenos Aires varías revistas culturales; vale
decir, eminentemente no noticiosas ni políticas, sino científicas y/o literarias. Pero ninguna de ellas había
vuelto a dar a su propuesta visual y, concretamente, a la inclusión de imágenes una función específica,
más allá de la ornamental. Para un panorama descriptivo de estas publicaciones puede verse Auzá (1999).
En la correspondencia entre Cantilo, fundador y director del periódico, y Juan María Gutiérrez, quien
habría tenido una importante función como interlocutor y asesor suyo, el primero muestra una insistente
preocupaciones por la ejecución material de las ilustraciones (Auzá, 1980: 151-152). Estas
preocupaciones implican tanto problemas de orden estético ("Estoy de acuerdo con Ud. respecto de la
incapacidad de Meyer para monumentos") como prácticos ("Pero no puedo hallar quien haga esa parte").
Esto último, incluso al punto de comprometer la publicación ("Meyer me tiene desesperado con su
insolvencia: su compromiso es dar dos dibujos y cuando no quiere no los da, pero cobra siempre.";
"Meyer debía darme hace días las próximas láminas de los últimos días de Pompeya, y ahí está detenida
la edición, causando los perjuicios consiguientes.") (todas las citas de la correspondencia Cantilo-
Gutiérrez, enAuzá, 1980: 151).
Por otra parte, Auzá (1980) menciona como reemplazantes de Meyer a (Elías) "Duteil", "Adam", "J.
Momio" y "Adriment". Adam estuvo a cargo de las caricaturas de El Mosquito después de la partida de
Meyer; Jules Monniot y (Ulises) Advinent, cuyos nombres se parecen notablemente a los que señala
Au.zá, sucedieron a Adam en la misma tarea. Salvo una litografia, "Paseo de Domingo", firmada por
"Schleisinger" (nombre de un litógrafo de la época, y que posiblemente, por tanto, corresponde a una
imagen que este tenía disponible), todas las ilustraciones fueron específicamente ejecutadas por estos
dibujantes para el Correo del Domingo. Este hecho muestra que el plantel de ilustradores que, por
entonces, podía distribuirse la tarea en Buenos Aires era sumamente acotado (hecho que explica tanto las
preocupaciones de Cantilo por no encontrar reemplazante para Meyer como así también el que un
aficionado como Stein fuera contratado por El Mosquito por esos años).
12
Incluso el caso de esta imagen es interesante para advertir la doble propuesta, estrictamente literaria y
político/noticiosa, del Correo del Domingo. Estanislao del Campo dio a conocer Fausto. impresiones de
un gaucho en la representación de esta óperaen el Correo del Domingo, el 30 de septiembre de 1866. La
ilustración central de ese número, a doble página, es de Meyer. En ella se muestra a dos paisanos,
presumiblemente Pollo y Laguna, los protagonistas del poema, junto a un espejo de agua. La lámina
ilustra el pasaje del poema que los contemporáneos celebraron como el de su mayor lirismo: el que se
dedica a la descripción de "la mar" (Canto HI). Como se sabe, el poema de Del Campo tuvo éxito
rápidamente, acompañando o replicando las representaciones del Fausto de Gounod que se sucedían en el
Teatro Colón. El diario porteño La Tribuna decidió apadrinar una "edición de lujo" del folleto con el
poema, que estuvo lista a principios de noviembre del mismo año. Entre otros atractivos, esta edición
contaba con una nueva lámina de Meyer, que reproduce la lámina del Correo del Domingo con un cambio
importante: las caras de los paisanos no son ya anónimas, sino que se trata de retratos de Del Campo y
Adolfo Alsina. El poema, la imagen y hasta la venta del folleto "de lujo" se convierten así, y por ese solo
gesto, en una intervención en la política facciosa. Ficción y acción política son campos que en el siglo
XIX argentino, no se deslindan sino tardíamente; ilustración, desarrollo expresivo y propaganda política
son ámbitos que se interpenetran y se potencian mutuamente.
401
13
El Plata Ilustrado, fundado por Gustavo Kordigen (editor y director) y Carlos Jansen (jefe de
redacción) se publicó entre el 15 de octubre de 1871 y el 13 de julio de 1873. En él colaboraron, entre
otros, Juan Carlos Gómez, José María Heredia, Gerturdis Gomez de Avellaneda, Eduarda Mansilla (con
el seudónimo "Alvar") Ricardo Gutiérrez y Bartolomé Mitre. La revista puso menos énfasis en lo inédito
de las colaboraciones, y reimprimió textos de Esteban Echeverría —sus Obras Completas, compiladas y
editadas por su amigo y albacea Juan María Gutiérrez, estaban publicándose por entonces-- y Bartolomé
Hidalgo, entre otros.
Hemi Stein fue su dibujante. Una vez más, como en el Correo del Domingo, un ilustrador de El Mosquito
compartía su trabajo satírico con otro "serio". Auzá (1999) asegura que "Stein fue una de las causas del
éxito que alcanzó El Plata Ilustrado" (167). La revista se publicaba por la Imprenta Germanía; por la que
también salía entonces El Mosquito.
El ejemplo que se muestra a continuación no es el único caso en el periódico que, de hecho, tematiza
también los modos en que los periódicos y periodistas locales (sobre todo, H. Varela) se alinean e
intervienen a distancia en la guerra europea. y., por ejemplo, las caricaturas correspondientes a las
ediciones del 14 de agosto de 1871; 4, 11 y 18 de septiembre del mismo año; 1 de octubre, etc.
Tomo el término "aclimatación" de la teoría de la traducción y, particularmente, del trabajo clásico de
Schleiermacher ([1813] 2000).
15
Vale aclarar, de todos modos, que la Guerra Franco-Prusiana fue un acontecimiento que alcanzó
particular repercusión internacional a partir de su cobertura por parte del periodismo escrito y gráfico.
Por otra parte, es cierto también que los sucesos de la Comuna de París vieron multiplicarse las
publicaciones periódicas satíricas, en ocasiones, retomando simbólicamente algunas aparecidas durante la
Revolución de 1789. V., entre ellas, Le Sffiet, L 'Eclipse, Les Fils du Pére Duchéne y Le Grelot.
Colecciones completas o parciales de estos periódicos pueden consultarse en el sitio web de la Biblioteca
Nacional de Francia (http://gallica.bnf.frf) yio en el de la Universidad de Heildelberg:
http://www.ub.uni-heidelberg.dé/helios/fachinfo/www/kunstldigilitlartjournals/frzzeit.html
16
Albert Humbert fue un escritor, periodista y dibujante francés (1835-1886). Además de colaborar en
L 'Eclipse, fue autor de otros periódicos satíricos; entre ellos, Le Bouffon, Le Journal Amusant, La Vie
Parisienne, Le Sfflet, Le Grelot y el hebdomadario anticlerical y antimilitarista La Lanterne de
Bouquillon (luego Lanterne de Rochefort; 1868-1926). Publicó además numerosos relatos cómicos y
satíricos, como Cadavres sur cadavres. Emotions á jet continu (1869), una parodia de la novela histórica
y de la novela-folletín de tema histórico, Les Gens de Velleguindry (Caradec, 1992).
17
Podría suponerse a este ejemplo aislado en el conjunto de las ilustraciones de El Mosquito. El hecho de
que, algunos meses más tarde, incluya en su tapa imágenes silhouette, como lo venía haciendo también
L 'Eclipse induce a pensar que Stein prestaba especial atención a este periódico. Años más tarde, en 1877
y en plena floración de periódicos satíricos que compiten con el de Stein, el semanario satírico Doña
Mariquita embestirá contra el Stein y contra Choquet, señalando particularmente respecto del dibujante,
"este Stein, chistoso por incubación, tuvo la cachasa de manosear ocho ó diez años todos los periódicos
franceses y españoles con caricaturas y como es incapaz de crear, hoy nos espeta lo que copia al pelo y...
( ... )" (Doña Mariquita, 1, 2, 1-1-1887, p.l c.3; citado también por Tell (2009); texto completo en el
"Apéndice").
E incluso mucho más tarde, en 1883, un momento completamente diverso tanto en lo que hace al contexto
político en el que interviene como a la organización interna del periódico como empresa, El Mosquito
explicitará el modo en que "copia" y reelabora imágenes de fuente extranjera (concretamente, del
periódico francés Le Grelot). La explicación de Stein funciona en esta oportunidad como argumento para
evitar una sanción por parte de la Municipalidad por publicar "imágenes indecentes" (y. "Sueltos", El
Mosquito, XXII, 1083, 7-10-1883, p.4 c. 1). En los ocho años que van de la denuncia de Doña Mariquita a
la denuncia de ignorancia (de su fuente francesa) por parte de El Mosquito el valor de la "copia" se ha
invertido: la falta de originalidad puede interpretarse ahora como respaldo ideológico y como acto de
reapropiación política y activa por parte del semanario.
El contexto en que se producen estos intercambios será objeto de análisis en este capítulo. V. las
imágenes correspondientes en el "Apéndice" de esta tesis, p. 584.
Las traducciones ("aclimatadas" o no) y también los "préstamos" en sus más diversas formas (del robo a
la cita, pasando por el plagio y por la "cesión" o compra de derechos) son, por lo demás, parte
indiscernible de la historia de la prensa periódica: basta recordar la forma de los "espíritus" y "archivos",
II
formas de la prensa que reunían noticias de primera mano o de otras publicaciones periódicas. Ambos
nombres pervivieron, en el Río de la Plata, en el periódico oficial fundado por Pedro de Angelis durante
el segundo gobierno de Rosas (Archivo Americano y Espíritu de la Prensa del Mundo, 1843-1851). Pero
más concretamente, este tipo de relaciones intertextuales estructuraron la circulación de literatura
extranjera en la prensa argentina del siglo XIX. El estudio de las formas de circulación y reapropiación de
la literatura "mundial" en la prensa argentina podría iluminar, quizá, estrategias materiales y retóricas
análogas o bien complementarias para el caso de las imágenes y de la literatura impresas.
Ocasionalmente llegó a insertar algunas notas breves e incluso algún diálogo en el que los protagonistas
eran personajes referenciales o alegóricos vinculados con la guerra europea. y., por ejemplo, "Entre
primos", una suerte de paso de comedia en el que intervienen los grandes monarcas y líderes europeos:
Victor Manuel, Pío [IX, el Papa], Bismark, Francisco José, Isabel [II, reina de España], Leopoldo [de
Hohenzollem, príncipe berlinés y candidato al trono español en 1870], Guillermo de Prusia (El Mosquito,
IX, 402, 9-10-1870); p. 2-4.
19 V., por ejemplo, el "Sermón del Padre Mosquito" (El Mosquito, VIII, 378, 17-4-1870; p. 4-6).
20
V. "Poesía mosquitera", un artículo que comenta la polémica, suscitada por la publicación del volumen
de Poesías de Estanislao del Campo (1870), que sostenían Wilde y Pedro Goyena, a propósito del estatuto
y el carácter de la "poesía" (El Mosquito, VIII, 395, 14-8-1870, p. 10-11); o "El maestro cesáreo", a
propósito de un artículo publicado por Wilde en la Revista Argentina y que, según el semanario satírico,
debiera ser de la autoría de Bambocha (El Mosquito, VIII, 404,23-10-1870; p. 2-3).
21
En sus Recuerdos de Provincia (1851) Sarmiento menciona a "Piojito" como uno de sus compañeros
de "hazañas militares" infantiles, en las que el autobiógrafo da a entender la pervivencia del motivo de la
"infancia del héroe". Esta matriz, habitualmente eficaz y con gran fuerza argumentativo-narrativa, posee
una tradición occidental prestigiosa que incluye relatos como, por ejemplo, los de los Evangelios
Apócrifos o el de Herodoto en Los nueve libros de la historia para la infancia del rçy Ciro. Sarmiento
mismo lo retomaría más de una vez, como por ejemplo en su semblanza de José de San Martín para la
Galería de Celebridades Argentinas, en uno de cuyos pasajes (que podría interpretarse como clave para el
pasaje que comento de sus Recuerdos), afirma: ) De estas impresiones de la primera infancia, al decir
"( ...
de Barros Arana, quedaron rastros entre sus condiscípulos de escuela en Buenos Aires, a quienes dividía
en bandos de guaraníes o portugueses, para hacer guerras infantiles, como aquellas reales entre cuyo
estrépito había nacido, ( ... )" (Sarmiento: 1857).
Pero como es evidente, tal motivo y tal matriz resultan fácilmente satirizable –o sin más, su uso se vuelve
paródicos— cuando el género en el que se inscribe se desliza de la escritura historiográfica o biográfica a
la autobiografia.
Si la escritura es el medio en que el pasado se une con un hilo coherente (el del relato) con la enunciación,
tanta claridad y tanta evidencia en sus proyecciones sólo puede tener como resultado un efecto de
desacomodamiento: lo que la escritura autobiográfica iba a descubrir en su propio devenir, el
-autobiógrafo estaba ostensiblemente imponiéndolo allí. Si a esto se suma el hecho de que Sarmiento
escribe Recuerdos.., burlando el pacto implícito de la senectud enunciativa del autobiógrafo; es decir, sin
la distancia suficiente de esos episodios a los que va a sopesar y dar sentido, el efecto satírico se
multiplica.
Como la del personaje de "El Mosquito" en la parte visual, la aparición de Piojito refuerza el efecto
ficcional en los demás personajes referenciales que aparecen en el periódico y que interactúan con él.
• Piojito es, además, al mismo tiempo un "par" del Sarmiento de El Mosquito, y un producto de su propia
imaginación literaria: una suerte de proyección o de sombra que arrastra el costado más vulnerable de
Recuerdos de Provincia, y no deja de sumir a su autor en él, afantasmándolo y caricaturizándolo.
Piojito vuelve a aparecer como personaje, por ejemplo, en un artículo titulado "Documentos para la
historia de estos países. Dedicado a los redactores de la Revista del Río de la Plata" (El Mosquito, IX,
464, 15-11-1871, p. 2-3). La pervivencia del motivo se puede comprobar seis años después, en "Una hora
agitada", El Mosquito, XV, 756, 1 de julio de 1877, p.l c.l-3.
Sobre la teoría de los personajes "migrantes" en el mundo ficcional y sus problematizaciones, y. Hamon
(1977) y Parsons (1980); así como una consideración general y puesta al día del problema en Montalbetti
(2003). Sobre la figura de "Sarmiento militar" en la prensa satírica, y. también el Capítulo 5.
22
El que se trate del diario de Bilbao no es un dato menor. Los dos hermanos, Manuel y Francisco Bilbao,
eran periodistas y hab {ian conocido a Sarmiento durante el exilio chileno de este. Cinco años después de
403
Caseros, en 1857, Francisco se trasladó a Buenos Aires, donde participó activamente en la prensa: creó la
Revista del Nuevo Mundo y colaboró en El Orden, El Nacional Argentino, la Revista del Paraná, entre
otros periódicos. Todos ellos, como se observará, eran afmes a las "causas de las provincias". Sarmiento y
Francisco Bilbao polemizaron por la prensa a propósito de estas cuestiones. Manuel Bilbao, en cambio,
llegó a la Argentina en 1865. Desde entonces colaboró tambien y con mucha asiduidad en varios
periódicos: La República, La Libertad, El Nacional y La Prensa, y fue editor de obras de su hermano y de
Juan B. Alberdi. Después de la muerte de Francisco, Manuel publicó unas Cartas a Sarmiento, "recogidas
por unos amigos de la verdad" (1875) en las que defendía a su hermano.
Segiin Carilla (1965), Manuel Bilbao seria el autor de uno de los folletos satíricos más violentos contra
Sarmiento, La República de los canallas. Sobre este folleto, y. también el Capítulo 5.
23
El artículo está firmado con uno de los seudónimos que se repite con asiduidad en el periódico, B.B.T.
Pekoé. V. su transcripción completa en la sección de "Textos" del "Apéndice".
24
Recurro aquí al concepto de "archivo orientalista" acuñado por Edward Said (1978).
Para otra interpretación de las representaciones de los indios en la prensa satírica argentina, levemente
distinta porque su foco es la verificación de los modos en que ésta contribuye a la "eliminación" del
amerindio, y. Fernández: 2006.
25
Empleo la categoria de acuerdo a la caracterización de Gilman (1985). Para Sander Gilman, el
estereotipo es un instrumento útil para la interacción con el mundo y, contra lo que podría suponerse, no
constituye un tipo de representación rígida sino sumamente plástica y adaptable a diversos entornos,
contextos y circunstancias. Por añadidura, Gilman apunta que una de las tres dimensiones o parámetros
más frecuentes que diseñan los estereotipos tienen que ver con la raza (los otros dos son la sexualidad y la
enfermedad). V. Gilman: 1985; esp. el Capítulo 1.
26
v, por ejemplo, la caricatura titulada "La esquila de la conciliación", El Mosquito, XV, 773, 28-10-
1877, p. 2-3.
27
La representación de los indios y, sobre todo, de su lengua (no de los idiomas o lenguas indígenas, sino
de la lengua del indio en tanto personaje con rasgos diferenciales) es un problema que las ficciones
argentinas del siglo XIX intenta salvar sin demasiado éxito —al menos si se atiende a algunos de sus textos
centrales, de La Cautiva (1835) a Martin Fierro (1872-1879) y Facundo (1845)-. La excepción más
notable es, desde ya, Una excursión a los indios ranqueles (1870), de Lucio V. Mansilla, en cuyo centro
la identidad del indio en tanto personaje es tan enigmática como la del narrador. Recién años más tarde,
los tres relatos de Estanislao Zeballos, Callvucurá y la dinastía de los Piedra (1884), Painé y la dinastía
de los Zorros (1886) y Relmú, reina de los pinares (1888) despliegan este problema en un pasaje gradual
y sucesivo del documento histórico y la voluntad de reconstrucción referencial a la ficción.
La gauchesca, en cambio, como mencioné en más de una oportunidad, despliega las representaciones del
gaucho y de su "voz"como cifra -de -las de la "patria" (Ludmer: 1988), a lo largo de todo el siglo. Su
trayecto se cruza muy a menudo, como he venido señalando, en distintos niveles y por diferentes motivos,
con el desarrollo de la prensa satírica argentina. En este recorrido resulta fundacional también, por
supuesto, las representaciones que pone en circulación Facundo, de Sarmiento. Por lo demás, que la
imagen del "gaucho", hacia 1870, está atravesada, desde ya, por otros discursos y representaciones. Entre
ellas, la del Juan Moreira matón al servicio de la política criolla, y personaje de las noticias de policía de
los diarios (la novela folletín de Eduardo Gutiérrez fue escrita y publicada por él entre 1879 y 1880), es
crucial.
28
V« otras de las imágenes "publicitarias" de Sarmiento en el "Apéndice", p. 612 y ss.
29
Sobre las "Galerias" y específicamente, la "Galería contemporánea" de El Mosquito y sus funciones
durante la década de 1880, y. también más abajo, "4.4.1.2 Galerías", p. 353 y ss.
30
En este punto resulta muy interesante considerar el planteo de la tesis de Verónica Tell (2009), quien
analiza las caricaturas de Stein vinculadas con la práctica fotográfica y los valores de la fotografia como
discurso modernizador en la Argentina decimonónica. En el punto que aquí interesa, la tesis de Teil
demuestra que, durante este periodo, las caricaturas de Stein despliegan una cantidad de recursos que,
además de producir una serie de representaciones simbólicas, le permiten mantener y operar profusas
relaciones con otros tipos de representación (la pictórica, la fotográfica) y poner en juego diversos usos de
404
explícito vocero de la iglesia) inició una campaña contra la decisión de Aneiros. El 24 de febrero venció
el plazo impuesto por el estado de sitio. El "Club Universitario", que había sido fundado pocos días antes,
promovió un mitin en el Teatro Variedades para manifestar contra los jesuitas, que tendría lugar el 28.
Entre los oradores estaría Enrique Romero Jiménez, director de El Correo Español y quien más tarde
dirigiría también el semanario satírico y literario El Fraile. La convocatoria fue muy exitosa, y la oratoria
que se desplegó, enfervorizada. Tras la reunión parte de los concurrentes se dirigieron al Palacio
Arzobispal, luego al Colegio de San Ignacio y por último al del Salvador, donde se produjeron destrozos e
incendios. La policía se abstuvo de intervenir hasta última hora. El 1 de marzo se reimpuso el estado de
sitio en la provincia.
El episodio de la quema del Colegio del Salvador es excepcional en la historia argentina, pero se enmarca
sin duda en una serie de manifestaciones anticlericales que parten de los sucesos de la Comuna de París, y
que tuvieron repercusiones americanas también diversas manifestaciones y disturbios contra la Iglesia
católica en Brasil. Esta raigambre internacional de un episodio puntual fue deliberadamente subrayada en
la prensa porteña de la época; y la prensa satírica, previsiblemente, la exacerbó, aunque sin impulsar
acciones materiales (del estilo de la "propaganda por el hecho") ni superar los límites de lo discursivo (y.,
más adelante, las consideraciones iniciales sobre el periódico El Petróleo).
Sobre la quema del Colegio del Salvador, puede consultarse Ramallo (1977) y —para una versión
exacerbadamente pro clerical, pero útil por la prolija recolección de datos y fuentes periodísticas--
Furiong (1944). Para una interpretación de estos acontecimientos en relación con las prácticas políticas de
la época y la movilización pública, y. Sábato (1998). Para un marco general de interpretación de los
problemas de la secularización y los movimientos anticlericales en América, y. Di Stefano (2008).
38
La excepción, como se verá enseguida, es no obstante significativa. Se trata de Antón Perulero (1875-
1876).
39
V., por ejemplo, el suelto de la primera página que comienza con las palabras "Bravo, Sr. Michon!",
en el n. 8 del periódico (El Petróleo, 1, 8, 22 y 23 de abril de 1875, p.l c.1). El aviso de las "caricaturas de
lujo" se publica desde el número 9 y hasta el 19.
40
Sobre los "usos y apropiaciones" de la fotografia impresa a fmes del siglo )UX en Caras y Caretas y su
concepción "aurática" ("el retorno de la singularidad", en la formulación de su autora), y. TeIl (2005).
41
Precisamente en su número del 22 y 23 de abril de 1875, a cuya caricatura hará alusión El Mosquito, El
Petróleo insistía en felicitar a su caricaturista estrella, y destacaba su trabajo:
No es posible descartar que la alusión al trabajo de los "aficionados" terminara de decidir la respuesta de
Stein.
42
No es la primera alusión en este sentido entre El Mosquito y El Petróleo. A propósito de una caricatura
sobre la posible quiebra del Banco Provincia, publicada en el n. 4 de este último (25-3-1875; es decir,
antes del ingreso de Michon), El Mosquito publica un suelto que insiste sobre los vínculos entre mitristas
y "extranjeros" (esta vez, italianos):
Con motivo de una chistosa caricatura del 'Petróleo', en la cual aparece el Banco de la Provincia en -
estado de quiebra, todos los italianos se han apresurado a retirar sus depósitos.
El desesperado presidente C. Casares, ha intentado poner fin a sus días con un tiro de... tapón de botella
de champaña, pero felizmente se apuntó mal y erró el tiro. (El Mosquito, XIII, 638, 28-3-1875; p.4 c.2).
43
No obstante, El Mosquito intenta aquí mostrar que complejiza el análisis de "la situación". El grupo que
ocupa el balcón está dividido: a la izquierda hay personajes caricaturizados; como Sarmiento —bebiendo
de un frasco de agua de colonia--, Avellaneda y Alsina; a la derecha, personajes retratados, entre quienes
406
se agrega, a la derecha de Catriel, Julio A. Roca; como se verá más abajo, este dato es significativo para
la historia del periódico.
' A partir de entonces El Petróleo aparece representado aquí y allá en las páginas de El Mosquito, casi
siempre como un perrito escuálido de cuya anatomía cuelga una lata donde se lee el nombre de su
periódico. A su vez, y hasta su último número, El Petróleo insistió en sus sueltos en burlarse de los
errores de predicción política de El Mosquito, y aun en afirmar que este era "independiente.., porque no
respeta a nadie" (El Petróleo, 1, 19, 22 y 23 de julio de 1875).
• El Mosquito, IX, 645, 16-5-
1875; p. 2. Caricatura sin firma.
Bajo la imagen: "Gran lucha
entre dos beldades". El hombre
• .. . . de pie sostiene un gorro donde
se lee Gorro de [dormir], de la
cola del perro flaco (muy
= -- probablemente su retrato es el
de Penlian y Buxo) cuelga una
lata donde se lee Petroleo
La can catura alude a una
disputa entre los dos periódicos
-
':
•.. :•' -. . - satíricos a propósito de una
obra teatral de Perillán Buxó
estrenada en Buenos Aires
' José M. Gutiérrez hace notar que El Petróleo incluyó en sus páginas secuencias narrativas gráficas que
resultarían en "avances que conducen la caricatura política hacia las primitivas formas de la historieta"; si
bien El Mosquito ya había ensayado este tipo de discurso desde principios de la década de 1870.
Gutiérrez considera, además, que las caricaturas de Michon en El Petróleo retoman, en este sentido, los
diálogos con filacterias que aparecían en El Grito Arjentino (Gutiérrez, 1999: 20).
46
"La caricatura con que hace su debut este semanario no deja nada que desear, y el intelij ente artista
señor Cleerisse ha sabido representar la verdadera situación de la República, en cuatro tipos". ("Cabos
sueltos", La Fársa Política, 1, 1, 6-8-1875, p.4 c.3).
47
Tal fue el interés de este episodio que se editó por separado todo su trámite judicial, así como algunas
repercusiones periodísticas. Los detalles del trámite judicial y del debate por la prensa exceden los límites
de este trabajo. No obstante, aprovecho para señalar que el conjunto de esos textos, tantos.judiciales como
periodísticos, resulta sumamente interesante porque pone en juego consideraciones sobre las relaciones
entre política y vida pública, sobre el concepto de representación, sobre las diferencias entre distintos
productos culturales (textos periodísticos, caricaturas impresas, obras teatrales). V. Anexo de la Memoria
Municipal de 1875 (1876).
Sobre los inicios del teatro porteño y El Sombrero de Don Adolfo puede verse también Pelletieri (2005).
48
Este argumento oblitera, deliberada y hasta socarronamente, el carácter eminentemente paródico de la
cita fuera de contexto. Casi un siglo más tarde Gerard Genette da forma teórica a esa intuición: "la
parodia -más elegante, por ser la más económica, no es, pues, otra cosa que una cita desviada de su
sentido, o simplemente de su contexto y de su nivel de dignidad" (Genette, 19: 27).
49El personaje de Don Domingo, por ejemplo, dama ser "Doctor en Michigan" y refiere a sus "viajes por
Europa" como modo de convencer a Don Nicolás de que su asesoramiento en materia amorosa es
acertado.
50
La Ordenanza Municipal que prohibió la representación incluía entre sus considerandos el siguiente:
"Que es además peligroso que los partidos se apoderen del Teatro y lo manejen como arma de combate;
estremo á que se llegaría si se consintiese hoy que, so pretesto de especulacion, se exhibiese como tipos
cómicos á algunos de los hombres públicos de la República; (...)" (Municipalidad de Buenos Aires 1876;
3).
407
Inopinadamente, el argumento del fiscal Santiago Estrada está en consonancia con las prevenciones y
reparos que esgrime José María Ramos Mejía al evaluar los sistemas de represión de la tiranía rosista y
contraponerlos con la propaganda por la prensa. "Puesta en escena" (sea o no formal el acto teatral) y
tiranía "pasional" de las masas aparecen nuevamente vinculadas; y contrapuesta a esta relación vuelve a
esgrimirse la representación estilizada de la lectura como modelo de acto individual, solitario y racional,
que enfrenta al hombre con su pura conciencia, y lo aleja de la acción sin mediaciones. Ambas
representaciones, por otra parte, se corresponden bastante ajustadamente con las que más tarde, hacia el
fmal del siglo, circulan y se proponen con relación al sufragio "encuadrado" (las votaciones a las que se
asiste colectivamente, encuadrado en una facción, se vota a viva voz, se pelea por la ocupación de la
"escena" del atrio, etc.; comicios de los que los de 1874 son citados como pernicioso "modelo") y el voto
individual y obligatorio que consagrará en 1910 la Ley Sáenz Peña.
Respecto de la oposición entre teatralidad y lectura en Ramos Mejía y a propósito de la época de Rosas, y.
lo planteado en el Capítulo 2 de esta tesis. Con referencia a los imaginarios en torno del voto y sus
materializaciones en la historia de los comicios en Argentina, y. Sábato (1998).
52
Basta el inicio de la obra para advertir su tono:
D. Domingo: Esto, amigo, marcha mal
Y va a ser de cataclismo
Si no prémias mi heroísmo
Nombrándome general.
D. Nicolás: Por conseguir esto lucho,
Pero me tachan de loco.
Sobre el personaje de Sarmiento en Antón Perulero, así como particularmente, sobre las caricaturas que
Clérice le dedicó en este periódico, y. también el Capítulo 5 de esta tesis.
por ejemplo, Antón Perulero, 1, 1, 2-12-1875; p.4. c.1
61
V. el editorial en la sección correspondiente del "Apéndice" de esta tesis (p. 540). V. también "A Juan
Palomo. Colaborador de La República", en verso; y "Al Compadrito. Redactor del El Tribuno", en prosa
(Antón Perulero, 1, 3, 16-12-1875; p.l c.l-2 y 2-3, respectivamente).
62
A fines de 1870 la Real Academia Española se instaba a recuperar y defender la lengua en las
"apartadas regiones", para evitar que recobrara y conservara su "nativa pureza y grandilocuente acento"
(Memorias de la Academia Española, citado por Alfón 2008; 405). Como parte de esta política, la
Academia había enviado diplomas de miembro correspondiente a varios argentinos, quienes lo habían
aceptado. Entre ellos se contaban Bartolomé Mitre, Luis Domínguez, Vicente Quesada, Ernesto Quesada
y Carlos Guido Spano.
Otros rioplatenses tuvieron una actitud menos receptiva. Desde Londres, Juan B. Alberdi respondió a la
publicación de esas Memorias de la Academia protestando la emancipación política y cultural americanas
(y. también Alfón 2008; 405 y ss). Tanto Alberdi como Gutiérrez se veían obligados a reiterar en parte
los argumentos que habían esgrimido en el Salón Literario, cuando la tarea que entonces era programa,
cuarenta años después, estaba indudablemente realizada.
63
Martínez Villergas asegura que los dos primeros seudónimos encubren a Adolfo Saldías ("Miscelánea",
Antón Perulero, 1, 4, 30-12-1875, p.4 c.4).
64
Este periódico se llamó Antón Pjotero y a lo largo de sus primeros 8 mimeros dedicó seis "cartas" al
Perulero. En ellas satirizó tanto el modo en que su director había llegado "precedido de una fama
universal, lleno de viento y mas hinchado que un pavo real", como sus ataques "gramaticales", en los que
ven los redactores un avasallamiento de las "multas libertades" republicanas. La colección de este
periódico se conserva en el Tesoro de la Biblioteca Nacional Argentina.
65
"Amor con amor se paga", Antón Perulero, 1, 7, 13 de enero de 1876, p.l c.3-4 y p.4 c.l.
En rigor, la elección de Gutiérrez tenía un valor adicional, que reenviaba -juna vez más!- a Sarmiento (y
por ende, al Sarmenticidio). Gutiérrez había sido el corrector de pruebas de los Viajes de Sarmiento.
Sarmiento le recriminaba el no haberlo defendido, en su momento, contra los ataques de Martínez
Villergas: "Un amigo mio ganaba cien pesos por corregir Los Viajes, en cuanto a la dicción, por ser
tenido como hablista. Si no supo o no quiso llenar su deber, debió por lo menos salir a la defensa de su
obra y aceptar una responsabilidad que era suya". (Sarmiento, Domingo F., "-La Coz" (fechado en Nueva
York, 22-3-1868), en: OC, XLIX, p. 269-270).
66
Las diez cartas de Gutiérrez se publicaron en el diario porteño La Libertad entre el 22 de enero y el 6
de febrero dé 1876. La polémica fue compilada por Ernesto Morales y editada en libro muchas décadas
más tarde (Gutiérrez: 1942). Sobre la polémica puede consultarse también Myers (2003), Rodríguez
Martín (2005) y Alfón (2008).
67
Gutiérrez, Juan M., La Historia argentina enseñada á los niños por sencillas preguntas y respuestas,
Buenos Aires, Carlos Casavalle, 1873. Martínez Villergas lo fustiga en dos artículos titulados "Que se
deje de historias", publicados sucesivamente en Antón Perulero, 1, 11, 10-2-1876, p.l c.4 y p.4 c.1; y 1,
12, 17-2-1876,p.1 c.3-4yp.4c.1.
68
Gutiérrez, Juan M., Poesía americana: colección de composiciones selectas escritas por poetas
sudamericanos de fama, tanto modernos como antiguos, Buenos Aires, Imprenta del Siglo, 1866; y
Poesías, Buenos Aires, Carlos Casavalle, 1869.
Martínez Villergas se ocupó de la primera de estas obras en "Poesías del Doctor Gutiérrez", Antón
Perulero, 1, 13, 24-2-1876, p.l c.3-4 y p.4 c.1; y de la segunda, en otros cuatro con el mismo título, que
salieron en ediciones sucesivas de Antón Perulero: 1, 14, 2-3-1876, p.l c.3-4 y p.4 c.l; 1, 15, 9-3-1876,
p.l c.4 y p.4 c.l; 1, 16, 16-3-1876, p.l c.4 y p.4 c.l; y 1, 17, 23-3-1876, p.l c.3-4 y p.4 c.1-2.
69
y., a modo de ejemplo:
409
"Habla el Dr. Gutiérrez de una voz profetica que, dirigendose a los argentinos, suelta unos cuantos
lugares comunes, y agrega luego:
¿Se le hubiera ocurrido á otro doctor, que no fuera el Sr. Gutierrez, decir cosa semejante á sus
compatriotas? No, cualquiera otro habría nombrado siquiera á los hombros, para poner de este modo á sus
paisanas á la altura de un Atlante; pero él les hizo cargar con el mundo sobre el lomo, cual si fuesen á
llevar un baul, lo que bien merece la calificacion de cargante. Provino esto, sin duda, de que el poeta
olvidó el castellano por haber aprendido el francés, cosa que no nos ha sucedido a los demás; y como los
franceses nombran épaule á lo que nosotros llamamos hombro, por hombro tomó las espaldas el Dr.
Gutiérrez de lo cual resultó para muchos millones de habitantes del globo que solo conocen la lengua
española haberse puesto atrás lo que debió ir encima, y así se convirtió en caricaturesca una
reminiscencia pagana que pudo ser magestuosa. (...)". "Poesías del Dr. Gutiérrez", 1, 17, 23-3-1876, p.l
c.3-4.
74
"Testamento de Antón Perulero", Antón Perulero, 1, 40, 31-8-1876, p. 4, c. 2 y El Mosquito, XIV, 714,
10-9-1876, p. 4, c. 2.
75
"Charla perulera", El Mosquito, XIV, 744, 8-4-1877, p. 1 e. 3. V. el texto completo en la sección
correspondiente del "Apéndice", p. 553.
76
Tras la revolución malagueña de 1868, donde se convirtió desde el púlpito en líder de la revuelta
republicana, Romero Jiménez había exigido ser llamado "cura Romero", "pues en un régimen
democrático e igualitario, debían desaparecer todas las jerarquías y dignidades, aun las de la sacristia"
(citado por Berenguer Carisomo, 1953: 67). Más tarde Romero Jiménez dejó sus votos y contrajo
matrimonio; manteniendo tanto sus convicciones igualitarias como su fervor para defenderlas por la
prensa y mediante las arengas a la movilización popular.
17
Más tarde, y sobre todo después de los sucesos del incendio del Colegio del Salvador, El Mosquito optó
por una caricatura alegórica más agresiva: retrató a Romero Jiménez como un perro rabioso (babeante)
entre los "animales defectuosos retasados por la comisión de la Exposición Rural Argentina" (El
Mosquito, XII, 641, 18-4-1875, p. 2). Conviene retener esta imagen por su reformulación tras la
discusión, que reseño enseguida, entre el periódico de Romero Jiménez y El Mosquito.
78
"Disciplinazos", El Fraile. Semanario Satírico, 1, 2, 21-9-1876, p. 2 c. 1-2.
"Piropos vienen, piropos van". El Mosquito, 24-9-1876, XIV, 716, p. 4, c. 2. La caricatura mencionada
no está entre las que se conservan en el Tesoro de la Biblioteca Nacional Argentina, repositorio que
alberga la única colección de este periódico que he encontrado en el curso de mi investigación.
80
Palabra ilegible en el original.
81
"Dimes y diretes", El Fraile, 1, 3, 28-9-1876, p. 2, c. 4. En el mismo número, El Fraile publica un
"aviso fúnebre" de El Mosquito (práctica habitual con que los periódicos satíricos saludaban o festejaban
el cierre de una publicación).
J.
R.I.P.
'El Mosquito'
Aquí yace un asesino
De la lengua castellana
Que con gracia casquivana
Salióle a 'El Fraile al camino.
-
¡Qué encuentre el reposo eterno
Aunque sea en el infierno!
82
V., por ejemplo, los siguientes versos que aluden a Sarmiento:
equivocada sino de su capacidad de percepción. Lo hacían por la misma razón que los impulsaba a llamar
'tanos' (de napolitano) a todos los italianos, o 'turcos' a los armenios: sabían dónde les dolía más",
sostiene Carlos Moya (Moya, 2004: 339).
Me detengo especialmente en este punto porque diez años más tarde Eduardo Sojo, director caricaturista
de Don Quijote, recibirá también el tratamiento de "gallego", y "galleguito" con el mismo sentido. En el
caso de Sojo, como se verá, la injuria es mucho más grave, porque provienen de un diputado nacional
(Lucio Mansilla) y se ubican justamente en el contexto de una disputa por la ciudadanía y su relación con
las nacionalidades. En el de Romero Jiménez y El Mosquito, la utilización del "gallego" como insulto
evidentemente connota no sólo una valoración negativa de la etnia, nación o comunidad, sino una
criminalización de esa etnia, nación y comunidad, a partir de la figura de la "agitación" o la perturbación
pública. Y lo que es más importante, connota además al periódico satírico de "cosa de gallegos": criminal,
perturbadora, perniciosa.
Sobre el episodio de Sojo, y. una reseña pormenorizada y su análisis más adelante, en este mismo
Capítulo.
85 "Dimes y diretes", El Fraile, 1, 5, 5-10-1876, p. 1 c. 2-3.
86
"A El Fraile", El Mosquito, XX, 718, 8-10-1876, p. 1 c. 4 y p. 4 c. 1. Su texto en el "Apéndice", p. 549.
87
Los Grandes Pigmeos llegó a editar un iinico número. No se cuenta con datos sobre su plantel de
redactores ni dibujantes (no obstante, y. Capítulo 5 para una hipótesis sobre algunos de sus
colaboradores). Su proyecto era ambicioso en dos sentidos: en cuanto a su propósito, por anunciarse como
"único periodico coloriado, político-umonstico". Efectivamente, antes que La Cotorra (1879-1880), este
semanario reintrodujo el color en la prensa como un atractivo fundamental para sus lectores. En el caso de
Los Grandes Pigmeos, su número único contó con una impresión a seis colores, "esto es —explicaban los
editores- seis diferentes impresiones". Pero además el modo en que Los Grandes Pigmeos se pensó como
publicación seriada se revelaba ambicioso: según anuncia en su programa inicial, el semanario hará el
"catálogo" de los tipos políticos locales que, "enarbolados en entidades, no pasan de grandes pigmeos",
para desmitificarlos. A cada "tipo" se le dedicaría un número del periódico. No sorprende que para iniciar
la serie los editores eligieran como objeto al más colorido, y al que denominan "non plus ultra" de los
"grandes pigmeos": Sarmiento. Un ejemplar del periódico se conserva en la Sala del Tesoro de la
Biblioteca Nacional Argentina. (y. "Cuatro palabras" y "Al público", Los Grandes Pigmeos, 1, 1, Febrero
de 1876,p. 1).
En cuanto a El Bicho Colorado. Periodico satirico político literario, se ha señalado a José Hernández
como su director (Cutolo: 1968-1985; Cavalaro: 1996; Padula Perkins: 1996). Su primer número se
publicó el 1 de febrero de 1876. Fue ilustrado, según Padula Perkins, por Carlos Clérice; según Cavalaro,
por Stein (quien apoya su aserto en la existencia de la sección "Picotones" en El Bicho Colorado; vale
decir, de una sección de sueltos cuyo nombre coincide con el título que, durante varias temporadas, usa El
Mosquito; Cavalaro, 1999: 102). El único número de este semanario se conserva también en el Tesoro de
la Biblioteca Nacional Argentina. Sobre El Bicho Colorado, y. también más arriba, n. 70.
88
Una vez más, previsiblemente, el primer "tipo" al que se dedica un poema es... Sarmiento. El poema
está firmado con el seudónimo "Brochagorda", que no vuelve a aparecer en el periódico. V. "Los tipos de
El Mosquito: semblanzas á la minuta. Domingo", El Mosquito, XIV, 731, 7-1-1877, p.l c.3-4. Su texto
puede leerse en la sección correspondiente del "Apéndice", p. 552.
89
V. también el texto publicado por El Mosquito al decidir reemplazar al fallecido Sarmiento por
Mansilla entre los "tipos" que sostienen sus letras ("A rey muerto, rey puesto. Asamblea general", El
Mosquito, XX\TI, 1344, 7-10-1888, p.4 c.2-4; su texto completo en la sección correspondiente del
"Apéndice", de esta tesis, p. 569).
90
V. El Mosquito, XVII, 865, 3-8-1879, p.l c.1. El aviso se publicó en cada entrega hasta el 30 de
noviembre de 1879.
91
V. "El candidato del 'Mosquito" (El Mosquito, X\TII, 856, 1 de junio de 1879, p.l c.l-3), transcripto en
la sección correspondiente del "Apéndice".
92
V. Legajo Enrique Stein, 1438, 1439, 1440 ("Documentación oficial y privada") y 1441 ("Tarjetas y
autógrafos"). AGN.
412
Para un minucioso relato de las tensiones y los sucesos que se desarrollan durante esos meses, que
atiende particularmente a la complejidad del papel que cumplió la prensa en ellos, y. Sábato (2008).
94
Entre estos juegos hay "logogrifos", "acertijos", etc. En los primeros números, hasta fmes de 1879, se
insertan incluso algunas secciones de cocina: las "recetas del domingo", que sugieren nuevamente la
importancia de la proporción de lectoras entre el público de los semanarios satíricos (y no solo entre los
"ilustrados").
95 No me ocupo aquí, porque ameritaría un tratamiento específico y por separado, de otra publicación
ilustrada, que hizo su centro de la representación de un sector no político, sino social, comunitario, étnico:
se trata de La Broma, un periódico ilustrado y humorístico que se preciaba de representar a "los negros".
Sobre este semanario, y. Vázquez Lucio (1985: 1, 157-159); Geler (2008) y algunos datos en el "Listado
operativo" incluido en el "Apéndice" de esta tesis.
96
Me refiero aquí no sólo a los anteriores ensayos de "Galerías" –analizados en el apartado referente a la
publicidad comercial y la propaganda política en El Mosquito durante la década de 1870; y. p. 298 y ss.-
sino además a algunos recursos mediante los cuales el semanario se propuso como "productor" y emisor
de imágenes individuales y colectivas que funcionaban como mecanismo de consagración. Un ejemplo es
el retrato colectivo de la "Comisión popular", formada a propósito de la epidemia de fiebre amarilla de
1871 (El Mosquito, IX, 436, 16-7-1871). Junto a su firma, en el ángulo inferior izquierdo de la imagen,
Stein aclara que su trabajo está tomado de una fotografia de [Bartolomé] Loudet. Sea por deliberación
(parece ser el caso del retrato de H. Varela, en el centro de la escena) o por falta de destreza, varios de los
personajes aparecen a medio camino entre el retrato realista y la caricatura. O al menos, es evidente en la
pose desviada de algunos y en la evidente exageración de rasgos de otros, que se desea mantener esta
ambivalencia en la imagen, no obstante resulta claro que su intención es encomiástica antes que
injuriante, satírica o aun irónica. En página interna, el dibujante aclara que el retrato de tapa tiene una
función complementaria con la de la fotografia: "(...) Loudet los representa en la parte séria de su misión.
Nosotros los representamos en la parte jocosa. Dado que resulta impensable que lo "jocoso" refiera
(...)".
a la epidemia en sí, cabe entender que la representación "jocosa" que El Mosquito a la vez propone y
reclama no puede sino ser un nuevo tipo de consagración, diferente y propio de las publicaciones de su
género. (V. el retrato publicado por El Mosquito, seguido del texto completo del artículo al que hice
referencia, en la sección "Imágenes" del "Apéndice", pp. 577-578).
Stein y de El Mosquito, por otra parte, mantuvieron una relación laboral importante con uno de los
fotógrafos más importantes de la época, Christiano Junior. Ambos realizaron varios trabajos en
colaboración con él, y Stein publicitó además, con mucha frecuencia, los trabajos de su colega, ya
mediante avisos publicitarios, ya mediante algunas caricaturas y sueltos en el periódico. Para un análisis
minucioso de esta colaboración, así como de la presencia de otro fotógrafo, Pozzo, en El Mosquito; de los
alcances políticos estos vínculos y del modo en que exhiben las nuevas funciones y prácticas culturales
entramadas en la fotografia, y. Teli (2009; esp. Capítulo 2).
97
V. -la primera de estas imágenes en el "Apéndice", p. 580.
98
Y recordar también los exitosos usos de las "galerías" ya señalados en el capítulo anterior. Esta vez,
nuevamente, El Mosquito se hacía cargo y manejaba simultáneamente funciones de un periódico ilustrado
y de uno satírico. La segunda época del Correo del Domingo se había cerrado en enero de 1880, y el
periódico no había publicado retratos contemporáneos; la segunda etapa de La Ilustración Argentina, una
publicación clave por el modo en que modernizó y refinó la propuesta visual de su género, comenzaría a
editarseen 1881.
99 En la "Galería de Celebridades argentinas" figuraron, por ejemplo, los retratos de Juan G. Lavalle,
Manuel Beigrano y José de San Martín. -
100
V. las siguientes notas conservadas entre los papeles del Fondo Stein, a solo título de ejemplo:
(Carta del senador José R. Baltoré, fechada el 20-10-1881. Su retrato había sido publicado cuatro días
antes en la Galería Contemporánea).
Señor don Enrique Stein. Como V. ha debido hacer gastos en la confección de mi retrato, y no me parece
fácil que los pueda reembolsar, me tomo la libertad de adjuntarle un billete de cincuenta pesos fuertes,
rogándole que lo acepte y se digne disimular la poquez de la ofrenda (...). (Fondo Enrique Stein, AGN,
1440, 104-666)
413
101 El prestigio de Stein como dibujante "a la moda", y el lugar social que llegó a ocupar se manifiestan
también, por el absurdo, en la siguiente carta que se conserva entre sus papeles:
16 de agosto de 1884. "Reservada"
Querido Stein: somos amigos viejos que nos hemos hecho agradables el uno para el otro siempre que nos
ha sido posible. Ud. puede hoy, con su precioso talento, contribuir á darle forma alegre á una broma
nueva que quiero dar.
He arreglado aquí una casilla, decorándola con tapicería y amoblándola de tal modo que la gente de mas
gusto de la high-lfe porteña dicen que él impera en alto grado dentro de sus paredes.
Asi pues sala, comedor, dormitorios, cuarto de baño etc etc están con gran chiq si por qué no lo ha de
estar también el w.c. donde toda la humanidad á [de] dejar sus residuos? De ahí pues que he redecorado
esa perfumada pieza éon su espléndido inodoro, tapizado sus paredes con estera de la India, admirable
asiento de roble, juegos de agua, etc etc. ¿Que se me ocurre ahora?
Esto: quisiera que Vd. hiciera un dibujo para ponerlo yo en gran cuadro donde estuviera simbolizado el
momento.
¡Cuántas veces es tal la gente que me asedia en esta agencia, que concluyo por decir a los íntimos: 'pero
déjenme cagar'!
En fm, l'esprit d'Stein [sic] no le exijo que firme junto que va el cuadro a ese sanitario, salvo que el
retratado fuere yo en cuyo caso seria obligatoria la firma.
Conque ... ?
Quedo -ala reciproca y sin- reserva.
Disculpe un loco á otro. Suyo afmo.,
Hocio. [Horacio] Maden" (Fondo Enrique Stein, AGN, 1440, 181-291; subrayados míos).
La cuestión de que la firma fuese necesaria, "obligatoria" en caso de que se tratase de un retrato
(y no de una escena "costumbrista") sugiere la importancia, aun en solfa, de ser retratado por Stein y de la
firma de Stein como rubrica prestigiosa del retrato.
102
Stein mismo parodió el carácter "serio" de su galería en dos oportunidades. La primera, con un retrato
de la "Galería Humorística" que se inscribía en la disputa entre laicos y liberales y a la expulsión de
Mattera, en 1884 (El Mosquito, XXII, 11). La segunda, en oportunidad de combinar un ataque político
con uno periodístico. Se trata esta vez y plenamente del único retrato de una "Galería cómica" (El
Mosquito, XXVIII, 1441, 3 1-8-1890). La tapa muestra una caricatura de Eduardo Sojo, editor y dibujante
principal del periódico Don Quijote, sobre el que me detendré enseguida. Sojo se había hecho acreedor a
esta distinción insidiosa por su participación y su apoyo activo en la Revolución del Parque (26-7-1890).
La parodia se asienta en el reconocimiento de los rasgos diferenciales de ambas series de imágenes (los
retratos, realistas, en tapa y con función consagratoria; las caricaturas, en página interna, con función
satírica y denigrantes), puestas en contacto metonímica, fisicamente en las páginas del periódico. El
hecho de que la "Galería cómica" esté compuesta por una única imagen refuerza el efecto paródico. V.
ambas imágenes en la sección correspondiente del "Apéndice" de esta tesis.
414
103
Esta afirmación, desde luego, no descarta que lo mismo ocurriese en otros periódicos, satíricos o
serios. Destaco su singularidad a los fmes de argumentar tanto contra lo ya apuntado en varias
oportunidades: las postuladas "distancia" y "equidad" de Stein a la hora de "administrar la sátira", cuanto
a su identificación ideológica plena con uno u otro sector.
104
V. la transcripción del texto completo del "Contrato" en el "Apéndice" de esta tesis ("Textos", p. 563).
Un artículo publicado años después en Caras y Caretas señala como redactores de El Mosquito además
de Eduardo Wilde, a Mauricio Mayer, Lucio V. Mansilla, Benjamin Posse, Florencio Madero y José S.
Alvarez. Algunos de estos últimos nombres corresponden muy probablemente a esta etapa de El Mosquito
(Cuello: 1 904b).
Los trabajos de Cibotti (1993) y Tell (2009) refieren también la existencia de este "contrato", señalándolo
como testimonio del carácter faccioso del periódico. Cibotti, en el primer trabajo que se dedica a
cuestionar la presupuesta "independencia" de El Mosquito, entiende la venta de El Mosquito en términos
de decisión extrema: "el ahogo financiero lo obligó [a Stein] a poner a su semanario al servicio exclusivo
de un partido político", afirma (Cibotti, 1993: 3).
105
Durante la guerra civil por la federalización de Buenos Aires Stein había satirizado reiteradamente al
batallón de "Rifleros", defensores de la ciudad de Buenos Aires y a Cornelia Pizarro, una mujer que había
cedido su local para su reunión y entrenamiento, y a la que la prensa contemporánea había bautizado "la
Juana de Arco" porteña. En julio de 1880 una comisión del batallón pidió a Stein que se explicase por las
caricaturas, y éste publicó en El Mosquito una respuesta donde "salvaba el honor" del batallón. La
respuesta fue suficiente para los afectados (citado también por Cibotti, 1993: 9).
106
"Parece que el dardo de El Mosquito hace ronchas y algunas tan irritantes que se trata de suprimir al
insecto por todos los medios posibles.
El administrador de esta hoja recibió del Presidente de la Municipalidad el Lines pasado un
comunicado amenazador motivado por una caricatura del 6 del corriente representando al señor D.
Francisco Madero de mucamo del camaleon.
Quedó sorprendido y no se pudo explicar la causa que motivaba el apercibimiento municipal.
Tuvo que ir en busca de explicaciones y un señor municipal se digno indicarle el cuerpo del
delito, que consiste en unos pliegues del pantalon del dicho señor Madero que en la coyuntura con el
chaleco, tienen segun lo decidió el Lord Mayor, un doble sentido muy visible y muy asqueroso al mismo
tiempo.
Inútil nos parece decir ó declarar que nuestro caricaturista jamás prostituye ni prostituirá de
ninguna manera el arte que ejerce. Además desafiamos á que una persona imparcial descubra una
obscenidad en la caricatura aludida. Solamente corrompidos pueden ver lo que no existe, á fuerza de
imaginacion lasciva, ó difamadores con el laudable fm de ver si pueden, con este valiente medio, suprimir
al insecto que tanto los incomoda. -
Hemos tomado en consideracion la nota que nos favoreció el perspicaz D. Torcuato le
aseguramos y desde hoy que no dejaremos escapar ninguna ocasion de darle pruebas del profundo
-agradecimiento -al cual se ha:hecho -acreedor de nuestra parte, por el tierno como merecido interés para
nuestro insecto revelado en su comunicado del 14 del corriente." (El Mosquito, 20-8-1882, p.4, c.3).
107
El relato de los pormenores del incidente, pueden leerse en los siguientes artículos de El Mosquito:
"Sueltos" (XX, 1024, 20-8-1882, p.4 c.3); "Acusación" y "La acusación al 'Mosquito" (XX, 1025,.27-8-
1882, p.4 c.l y c.2-3, respectivamente); "La acusación al 'Mosquito'(segundo artículo)" (XX, 1026, 3-9-
1882, p.4 c.l-2); y "Desenlace de la acusación al 'Mosquito" (XX, 1037, 19-11-1882, p.4 c.1-2). Las
caricaturas de los- 1025 (27-8-1882, p. 2-3), 1026 (3-9-1882, p. 2-3), 1033 (10-9-1882, p. 2-3), 1034 (17-
9-1882, p. 2) y 1035 (24-9-1882, p. 3).
108
El hecho de que un determinado grupo político considerara conveniente contar con un periódico
satírico y de caricaturas como instrumento para la disputa política y electoral es elocuente, una vez más,
de la renovada potencia de este tipo de publicaciones. Lo que refuerza también, por otra parte, la hipótesis
de que la virulencia de los conflictos en la prensa satírica porteña era inversa al grado de independencia
de opinión de este tipo de medios.
El semanario satírico El Cascabel fue dirigido por Ezequiel Ramos Mexía, quien encabezaba el grupo
agrupado en torno a la candidatura a gobernador provincial de Aristóbulo del Valle contra la de Dardo
Rocha. En su redacción habrían colaborado Lucio V. López, Paul Groussac, Roque Sáenz Peña y Carlos
Pellegrini. Este mismo grupo estuvo al frente de otros dos periódicos: La Opinión, que salió también
durante algunos meses de 1882, y posteriormente, conformó el grupo inicial —con una alineación política
ligeramente diferente- de Sud América. Para satirizarlos en conjunto,- El Mosquito los denomina como "el
415
grupito high ¡(fe", haciendo foco en los rasgos de dandy de algunos de ellos y, de modo más general,
sugiriendo su carácter frívolo y exhibicionista. Las caricaturas e ilustraciones de El Cascabel no tienen
firma. Su frontispicio toma como evidente modelo al periódico satírico Le Grelot. "Las caricaturas que
realizaba El Cascabel, sin firma, realizadas a pluma, se diferencian del resto de las de su tiempo al seguir
la concepción visual en el diseño de todo el periódico: su dibujo es refinado, sintético, lleno de espacios
blancos, carente de la sobrecarga de figuras y grisados (j)ropios de la técnica litográfica ejecutada con
lápiz) que se venía haciendo, ( ... )" (Gutiérrez, 1999: 25).
V. "Apéndice", sección "Imágenes", pp. 581 y SS.; y más datos sobre el semanario en su "Ficha técnica"
(p. 621).
' 09 Con toda la ambigüedad o indefinición que pueda conllevar la categoría de "punctum" que formula
Barthes (1980), me interesa sobre todos por los dos primeros rasgos que señala en ella porque, aunque la
concibe para la fotografia, estos rasgos resultan particularmente adecuados para el código que impone la
caricatura. El primero es su condición de posibilidad: el que la imagen que lo posee o en la que se lo
descubre esté ofrecida "a plena página", "sin necesidad de escrutarla" y se reciba "en pleno rostro" (88).
El segundo, el rasgo defmitorio y estructural: el carácter de "detalle" que parecería ser el soporte del
punctum.
110
Sobre Las Plagas de Buenos Aires, y. Galván Moreno (1943: 270). Sobre las acciones contra El Diario
y El Correo Español, puede leerse una versión gráfica (y satírica) del conflicto en las páginas de El
Mosquito, XX, 1033, 22-10-1882, p. 2-3.
111 En su edición del 25 de febrero de 1883, El Mosquito señala que el intendente Torcuato de Alvear
presentará la semana siguiente "un proyecto de reglamento sobre publicaciones inmorales e indecentes".
Tras considerar lo "elástico" de tales adjetivos y de los conceptos que suponen, El Mosquito no retrocede
ni en sus argumentos ni en la caricatura: ",Quién es D. Torcuato para ponerle límite á la libertad de la
prensa? Seria curioso ver un simple Presidente de Municipalidad tener mas poder que el Congreso
Nacional. Este D. Torcuato ¡que paño para cortar un déspota! Felizmente que no pasará jamás de ser un
payaso de opereta francesa." ("Sueltos", El Mosquito, XX, 1051, 25-2-1883, p.4 c.1).
112
Todo ese mes la cuestión religiosa había sido objeto de caricaturas que podían resultar particularmente
irritantes. El 9 de septiembre El Mosquito había publicado en su tapa un dibujo donde se veía al arzobispo
Aneiros y a otros curas montados a horcajadas de algunas damas. El epígrafe indicaba: "La batalla entre
los liberales y clericales es inminente. Estos últimos, aprovechando el celo de las damas ultra-catolicas y
sus fenomenales recogidos, acaban de formar el escuadron 'Hijos de Loyola'. - ¡Media vuelta y adelante
contra el Ministerio de Instruccion Publica, Culto y Justicia, h0000!" (El Mosquito, XXI, 1079, 9-9-1883,
p. 1). A la semana siguiente el personaje de El Mosquito, en tapa, confesaba —junto con el periódico-
"haberse dejado llevar" y ofrecía sus disculpas a las "damas". En el número siguiente (23-9-1883), en
página interna, aparecía la caricatura de un funambulesco desfile que llevaba al "Mosquito"
excomulgado. Por último, en la edición del 30-9-1883, se publicó la caricatura copiada a Le Grelot.
Ante la protesta de varios periúd.icos sobre el carácter "inmoral" de la primera de las caricaturas, y más
tarde de la que El Mosquito había publicado en este último número, en su edición del 7-10-1883 Stein
publicó en varios periódicos una carta en la que explicaba que su dibujo era una copia de uno aparecido
en el periódico satírico francés Le Grelot. La confesión de lá copia funciona aquí, de este modo, como
legitimación de la imagen y de su sentido político, desplazando las posibles connotaciones peyorativas
que podría tener, de por sí, el hecho de que fuera copiada (como se recordará, El Mosquito y su director
dibujante habían sido ya acusados de plagio y de "falta de originalidad" -y. Capítulo 3- y lo sería también
en el futuro).
V. las imágenes correspondientes estas últimas caricaturas "excesivas" de El Mosquito y al "original"
francés de la última en el "Apéndice" (p. 584). Sobre este episodio y el valor diferencial (y positivo) que
adquiere en él la copia de una imagen francesa, y. también más arriba, la nota 18.
113
El texto completo de la ordenanza municipal del 15 de octubre de 1883 es el que sigue:
Art. 1°. Queda prohibida la venta, la distribucion y la exposición en parajes públicos, de escritos,
impresos, dibujos, pinturas, emblemas ú otros objetos inmorales de cualquier naturaleza que sean.
Art. 2°. Los infractores de esta disposición sufrirán una multa de veinte (20) á trescientos (300) pesos
moneda nacional y en su defecto desde 3 hasta 8 dias de prision. En caso de reincidencia se les aplicará la
multa de quinientos (500) pesos moneda nacional ú ocho (8) dias de prision.
riiri
Art. Y. El intendente municipal solicitará de la policia se recojan los escritos ú objetos en venta, vendidos
ó en exhibicion, reputados inmorales y haciendo la clasiflcacion correspondiente resolverá sobre la
naturaleza de ellas según el art. 1 0• E impondrá la prision ó multa según el art. 2°.
Art. 4°. Quedan derogadas las disposiciones que existieran, en cuanto se opongan á la presente ordenanza.
(citado La Nación, 3-4-1888, p.l c.2-4).
Cabría aclarar que la aplicación de esta ordenanza, a su vez, resultaba problemática, en tanto entraba en
conflicto con una norma de estatus superior (la ley de 1882) y, según disponía en su último artículo,
parecía intentar (ilegítimamente, por el orden de prelación jurídica) derogarla.
Por otra parte, y como se advertirá, la amplitud de la norma llevaba a que no designara sobre quién debía
recaer la multa o la prisión (tel propietario del local donde se exhibían los objetos, o el autor de las
representaciones? ¿el caricaturista, el redactor, el administrador, el 'editor responsable' de la publicación
periódica?). La ambigüedad en este punto favorecía así el arbitrio del funcionario que dictaminara en cada
caso.
114
Sobre los diferentes modos de articulación estatal para este periodo, puede consultarse el ya clásico
trabajo de Oscar Ozlak (1982). Sobre la cuestión de las cristalizaciones institucionales en este momento
de la historia política argentina, y sobre las representaciones, que suscitan, tanto en el discurso jurídico
como en el ficcional, y. Balerdi (2003).
115
La situación de "patronazgo" tendrá un rol clave en la demarcación de esos límites. Poco después, en
1884, deshecho ya el contrato de El Mosquito y rearticulada la red de vínculos políticos nacionales, el
mismo Carlos Pellegrini representará al periódico de Stein como abogado patrocinante en una nueva
querella a propósito de una de sus caricaturas. Este hecho no solo informa sobre los rasgos éticos o de
personalidad de los involucrados, sino que llama la atención sobre el sentido de las intervenciones
verbales y gráficas de El Mosquito, y también de la censura estatal: ambas, evidentemente, eran parte
importante de las negociaciones públicas por el poder de diferentes grupos y actores. El que las
caricaturas (como la de Madero) suscitaran una acción legal habla menos del respeto por el "decoro"
público (el socorrido argumento contra Telón Corrido, y. Capítulo 3) que de la importancia y de la
eficacia política que, por su repercusión, adquirían tanto la caricatura como su puesta en debate. El
Mosquito, así, se mostraba y era reconocido como una maquinaria profesional para la producción de
imágenes públicas. Desde ya que también, al mismo tiempo y potencialmente, para su puesta en cuestión.
Este modo de intervención profesional, fluido y bajo patronazgos muchas veces alternativos —hecha la
salvedad de que cuando El Mosquito "puso su semanario al servicio de una facción, eligió siempre dentro
del amplio espectro oficialista" (Cibotti: 1993) - se vio quebrado (y discursivamente "denunciado")
únicamente con la aparición del semanario que vendría a cerrar el corpus de la prensa satírica argentina
del siglo XIX: Don Quijote.
En cuanto al juicio contra El Mosquito promovido por el senador Rafael Igarzábal, tuvo como objeto una
caricatura y un suelto en el que el periódico sugería que éste había estado involucrado en el asesinato del
senador sanjuanino Agustín Gómez. El Mosquito fue -condenado a publicat la resolución del juicio y a
cargar con las costas del proceso. En su periódico, Stein subrayó que la condena se desencadenó por "el
suelto" y no por la caricatura, y que él cargó con ella por ser el "editor responsable": "el caricaturista ha
salido pues ileso", destaca ("Sueltos", El Mosquito, XXI, 1110, p.4 c.2). La salvedad remite, así, a la
capacidad y en la "ética" profesionales del dibujante, que Stein insiste en exhibir cada vez que se presenta
oportunidad.
V. la caricatura en El Mosquito, XXI, 1105, 23-3-1884, p. 3, y otra parodiando la primera, en el número
1109, 13-4-1884, p. 2, y aun una a propósito de Igarzábal y el juez (nuevamente!) Pastor S. Obligado, en
p. 3. El suelto de referencia en su número 1-1-06, 30-3-1884, p. 4; las sucesivas noticias sobre el proceso en
los n. 1110,20-4-1884, p. 4 c. 2 y 1111,27-4-1884, p. 4 c. 1-2. Un resumen sucinto de este episodio en
Galván Moreno (1943: 271-272).
116
Al mencionar la "campaña de laicización" me refiero, desde ya, al conocido proceso de discusión de
las leyes de educación y matrimonio civil; del proyecto de divorcio; de la expropiación de los cementerios
y el registro civil a las autoridades eclesiásticas, etc., que tuvo lugar específicamente entre 1883 y 1888.
La definición laica de El Mosquito llevó a Stein y a su periódico a enfrentarse, por ejemplo, con el sector
liderado por Dardo Rocha, a quien inmediatamente antes había servido. Es a partir de este enfrentamiento
que El Mosquito coloca "la bota" como sombrero de Rocha (sobre este punto y. la referencia del Capítulo
1).
417
117
El periódico publicó, por ejemplo un suelto anunciado la salida del segundo tomo de Tiempo perdido
(XV, 793, 17-3-1878) y un artículo elogioso sobre el mismo libro de Wilde (XV, 794, 23-3-1878); e
incluyó su retrato en la "Galería contemporánea" (XIII, 924, 19-9-1880).
118
Cabría notar que no esta no es la única "colaboración" cuyos rastros puede encontrarse en los papeles
del "fondo Stein". y., por ejemplo, las siguientes tarjetas enviadas, en dos ocasiones distintas, por
Florencio Madero, director del diario Fígaro:
Querido Stein: Le dejo el retrato de Posse. La caricatura de que hablamos ayer, le parece magnflca. Voy
á buscarle el retrato que falta.
Le ruego, encarecidamente, me mande hoy mismo los retratos del Mosquito (todos los que
pueda) pues tengo de [sic] hacerlos encuadrar para el jueves, pues inauguramos el sábado". (Fondo
Enrique Stein, AGN, 1441, s/d, 746-112; cursivas mías).
Querido Stein: Esta noche, por unanimidad (ocho presentes de la comisión directiva) se le aceptó la
renuncia de Presidente de la 'Comisión de la Prensa' a Bartolito [vg., Bartolomé Mitre y Vedia]. Queda
pues afuera. Si dibuja algo haga acompañar á Figaro, para esto, de otros, pues, como le digo, fue
unánime. (fechada en 1888; Fondo Enrique Stein, AGN, 1441, 330-87).
El semanario, por lo demás, incluía en su frontispicio desde su edición deI 13 de septiembre de 1885
(XXIII, 1185) la siguiente leyenda: "No se devuelven los manuscritos é ideas y bosquejos de caricaturas
remitidos á esta redacción" (lo que sugiere, lógicamente, la creciente voluntad participación de escritores,
colaboradores y dibujantes ajenos a la redacción del periódico y, tal vez, no siempre conocidos por los
integrantes de esa redacción). Sin embargo, por su carácter imperioso, por el tipo de intervención política
y estética que implicaban, e incluso, a causa del respaldo gubernamental emanado de los cargos públicos
queWilde desempeñaba, hacen de los dictados de Wilde un elemento que se distingue por sobre cualquier
otra colaboración "espontánea" o consulta.
El trabajo pionero de Cibotti (1993) rescata la colaboración de Wilde, destacándolo como muestra de los
modos en que Stein puso su semanario "al servicio de sus amigos políticos", tanto de los que mantenían
con él una relación personal estrecha (el caso de Wilde) como de aquellos con quienes lo habría unido un
interés más pragmático o circunstancial (como Roca).
" Así lo declara, entre otras ocasiones, pocos días antes de que Miguel Juárez Celman asuma la
presidencia nacional:
EL MOSQUITO se felicita de haber estado siempre del lado del General Roca, pues tenia razón y los hechos
lo prueban claramente.
(...)
El Dr. Juárez ha llegado y tomará de manos del ilustre General Roca, las insignias presidenciales. EL
MosQuITo ha contribuido en la medida de sus débiles fuerzas á su triunfo y no desea otra recompensa
que la satisfaccion que le procurara un gobierno fuerte á la vez que progresista bajo el cual continuara la
República Argentina siendo lo que es actualmente: el país mas próspero en la actualidad del mundo
entero ("Sueltos", El Mosquito, )0XIII, 1238, 26-9-1886; p.4 c.2).
En el tomo encuadernado de El Mosquito correspondiente a la colección de 1888 que se conserva en la
Biblioteca del Archivo General de la Nación (Argentina) puede leerse la siguiente dedicatoria autógrafa:
"A su Excelencia el Señor Presidente de la República, su muy obediente y humilde servidor, H. Stein".
120
En el próximo apartado me ocupo de las transformaciones que introdujo la aparición de Don Qujjote y
sobre todo, el modo de encarar su tarea como dibujante y como militante de sus ideas republicanas de su
director, Eduardo Sojo.
La publicación de la carta tenía entonces como principal objetivo demostrar que Stein era un traidor y,
además, un traidor venal. Su sátira emanaba y era dirigida desde el centro mismo del gobierno de Roca y,
por extensión, se sugería que lo mismo seguía ocurriendo. V. la carta de Stein en "Justicia policial de
imprenta", La Nación, 20-4-1888, p. 1, c. 7.
La respuesta de Stein a esta "acusación", por otra parte, modera los términos (apunta a que la carta está
fechada tres años antes) y, con sagacidad, desplaza la participación de Wilde, "antiguo redactor de El
1
418
Mosquito", para protestar que "con veinticinco años de vida propia", no hay "tales editores oficiales". V.
"Personal", El Mosquito, XXV, 1230, 22-4-1888, p.4 c.l-2.
121
Sobre el episodio del retrato de Sojo, y. más abajo, p. 387. Sobre el mote de "Canewilde", cabe aclarar
que no se refiere a Miguel Cané, cuyo nombre ha quedado ligado al de Wilde por la historia de la
literatura. Remite, en cambio, al de "Canevalli", firma con la que se presentó, en 1887, una propuesta de
contrato para las obras de aguas corrientes y salubridad de Buenos Aires. Esta firma suscitó una gran
controversia, ya que era desconocida y, en realidad, encubría a un grupo de capitalistas que quería
financiar la obra sin dar a conocer sus nombres. Wilde defendió la propuesta y quedó sospechado de
favorecer, junto con ella, a un conjunto en el que se beneficiaban intereses gubernamentales y aun el suyo
propio.
122
Como ya se ha apuntado (y. Capítulo 3), únicamente el trabajo de Bruno (2010) recupera y privilegia
la participación de Wilde en la primera etapa de El Mosquito como espacio de formación de la escritura y
los mecanismos de intervención política a través de la palabra. -
123
Para una versión que, por el contrario, revisa la biografia cultural y política de Wilde para encontrar en
su tarea como caricaturista una clave de degradación, sugiero la lectura de "Wilde caricaturista" El
Nacional, 23-4-1888, p.l c.2. La transcripción completa de este artículo, firmado con el seudónimo
"Justas", puede leerse en la sección correspondiente del "Apéndice" de esta tesis.
124
"Estimado amigo: he sabido por nuestro común amigo Ventura Ocampo, la bondadosa disposición de
Vd. para poner su periódico al servicio de nuestros trabajos electorales en la Provincia de Buenos Aires.
Le agradezco esa deferencia que mucho me obliga y tengo el gusto de suscribirme su affmo. Y ss.". Nota
fechada el 29-10-1886, y firmada "M. Paz". Fondo Enrique Stein, AGN, 1439, 267-6.
125
V. una reproducción del grabado en el Capítulo 1.
126
Cfr. la carta perteneciente al Fondo Stein (AGN, 1440, 220-888), fechada el 13 de julio de 1885, que el
dibujante le dirige a su colega Choquet —quien evidentemente ya no participaba cotidianamente de la
redacción del periódico-, solicitándole que sea su padrino en el lance.
127
V. al respecto los datos que se consignan en su "Ficha técnica" (p. 619), así como algunos datos
complementarios de la biografia cultural de Sojo en el "Indice de nombres...", ambos en el "Apéndice"
de esta tesis.
Entre 1903 y 1905 se publicó en Buenos Aires una nueva versión del periódico, titulado Don Quijote
Moderno, a la que me refiero muy brevemente en el "Epílogo".
128
"El afamado caricaturista Demócrito, que llegó hace poco de Madrid para establecerse aquí, nos ha
favorecido con dos caricaturas (páginas 3 y 4) que publicamos gustosísimos y agradecidos.
Demócrito, á la vez que hábil dibujante, es un literato de talento que ha dejado fama en España. Su gran
habilidad unida á los dotes que le distinguen, le harán colocarse pronto á una altura merecida y
envidiable."-El Mosquito, 2-12-1883, p. 4 c. 1.
129
Para el detalle de las fechas de las sucesivas clausuras del periódico, y. su "Ficha técnica" en la
sección correspondiente del "Apéndice", p. 619.
130
Cao solía firmar como "Demócrito II". Si bien había utilizado este seudónimo ya en sus primeras
intervenciones periodísticas, en España, el mantenerlo en Don Quijote reforzaba de hecho la
identificación estética, política y aun ética entre director y dibujante. Ocasionalmente, y sobre todo
cuando Sojo había caído preso o estaba ausente, firmó las «caricaturas y algunos sueltos "Dulcinea". Esta
firma podría corresponder a la de la primera esposa de Sojo, Luisa M., quien colaboró con él en diversos
emprendimientos periodísticos. Su segunda esposa, Ascensión Blasco, fue editora también de otro de sus
periódicos: La Mujer, y figuró como propietaria de Don Quqote Moderno. Para los datos completos de
los colaboradores del periódico, y otras indicaciones formales, y. su "Ficha técnica" en la parte
correspondiente del "Apéndice", p. 619.
131
Esta erudición era orgullosamente ostentada por Demócrito, y marcaba otra diferencia con el periódico
de Stein, que ocasionalmente recurría y había recurrido a alguna alusión o parodia de obras muy
conocidas (y., por ejemplo, los usos del motivo del "Juicio de Paris" en las tapas de las ediciones del 19-
4-1874 y, casi siete años más tarde, del 11-9-1881, con referencia, respectivamente, a las elecciones
parlamentarias de 1874 y a las disputas entre roquistas y juaristas por las de gobernador de Entre Ríos; o
su parodia mitrista del "Juramento de la cancha de pelota" de David; y. "Apéndice", p. 593-594), pero no
419
A propósito de una caricatura representando á Celemin [vg., Juárez Celman] con la República, parodia de
un cuadro titulado "LEn fm... Seuls!" pintado por Tofano.
Sobre este periódico, central tanto para comprender la dinámica pública del juarismo y su manejo del
diarismo, como —y quizá, paradójicamente-- la modernización de la prensa periódica argentina durante la
década de 1880, y. Duncan (1989).
137
Entre esos ataques estaba el recordar al "ministro argentino" su lugar de nacimiento, Tupiza,
llamándolo con intención injuriosa "boliviano". Ninguno de los contemporáneos, justamente indignados
por el apelativo de "galleguito" con el que Mansilla se había referido a Sojo en su alocución en la
Cámara, retorna esa "acusación". Si bien es evidente la abismal asimetría entre los contextos que suponen
el parlamento y una publicación satírica, el intercambio de gentilicios oprobiosos puede ser un dato a
tener en cuenta en la disputa por las formas de la nación y la nacionalidad que el episodio de Mansilla y
Sojo pone en juego (y, claro está, por sus consecuencias en la disputa por los diferentes proyectos de
ciudadanía que se están debatiendo, justamente, por esos años: sobre este punto, y. Bertoni: 2001; esp.
Capítulo 4).
138 V los sueltos de la edición de El Mosquito del 11-9-1887 (XXV, 1288; p.4 c.l-2), cuando la situación
judicial de Sojo estaba en plena sustanciación.
139
"De mal en peor", La Nación, 15 de abril de 1888; p.2 c.l-2.
140
Tras el secuestro su piedra litográfica, Don Quijote publicó su doble página interna con cuadrados
vacíos, en el centro de los cuáles se indicaba qué imágenes correspondería haber impreso allí (y. Don
QuUote, V, 3, 2-9-1888, p. 2-3; la reproducción de la lámina en la sección correspondiente del
"Apéndice", p. 592). Política y estética, intervención ideológica y especificidad periodística volvían a
reunirse así en un gesto de denuncia que constituía, a la vez, un alarde de "arte eminentemente
conceptual" (Malosetti Costa, 2005: 269).
Sobre el episodio de la piedra litográfica, puede verse Vázquez Lucio (1985), Boyadjian (1999),
Matallana (1999) y, esp., Malosetti Costa (2005).
141
Fondo Stein, AGN, 1440, 331-807. La nota, de puño y letra y firmada por Capdevila, tiene membrete
del "Gefe de Policía de la Capital", es de tono informal (se trata de un "pedido", y en la despedida el
remitente "saluda afectuosamente" a Stein). Está fechada el 4-2-1888. Es interesante notar que el
Teniente Coronel Alberto Capdevila no era todavía el Jefe de la Policía; seria designado a fines de ese
mes. E/Mosquito celebró tal designación colocándolo en su "Galería Contemporánea" (XX\T, 1312, 26-
2-1888). Igualmente sugestivo es el hecho de que en la correspondencia de Stein que se conserva en ese
Fondo hay otras notas intercambiadas con Capdevila y con otros Jefes de Policía, siempre por motivos
vinculados con el periódico (ya fuera, por parte de los funcionarios, agradeciendo algún retrato o algún
suelto en los que se los mencionaba elogiosamente; ya respondiendo a algún pedido de Stein sobre
informaciones o imágenes vinculados con hechos policiales).
142
Las historias del periodismo dan pocas pistas sobre este periódico, del que no he podido consultar
ninguna colección. Su propietario o director debe haber sido M. Lemarchand, con quien Stein mantiene el
pleito que comento, y que llegó a requerirle el pago de una multa. En una de sus notas firmadas para El
Mosquito, Stein sostiene que el periódico "tuvo su época de brillo", y menciona a Georges D 'Angles,
[Alfredo] Ebelot y [Alejo] Peyret entre sus colaboradores de esos días ("Personal", El Mosquito, XXV,
1320, 22-4-1888, p. 4, c. 2-3).
143
Con el correr de los años, Stein o el recuerdo que de él quiso dejar algún caricaturista simplificó el
argumento para hacerlo aún más favorable al dibujante. En su obituario publicado en la revista Plus
Ultra, una de las pocas anécdotas que figuran reescribe el episodio como sigue:
"Una vez, Eduardo Sojo, rival de Stein en arte y en política, andaba perseguido por enemigos peligrosos;
y, con esa clara intuición que a veces da el miedo, fué a verle demandando auxilio.
'Escóndase aquí en mi casa, donde nadie pensará en buscarlo', le dijo Stein. Y en el domicilio del
dibujante rival se refugió Sojo hasta que pasara la tormenta". (Plus Ultra, IV, 33, enero de 1919, p. 9).
144
V. El Mosquito, XXVI, 1328, 17-6-1888; XXVI, 1335, 15-7-1888 (el ejemplar de este número que se
conserva en la Biblioteca del AGN lleva la rúbrica: "trigésima edición"); XXVI, 1338, 12-8-1888. En
otras ediciones, como la del 2-9-1888, se incluyeron también sueltos y dibujos concernientes a casos o
cuestiones "policiales".
145
No se trataba, sin embargo, del mero placer por extremar las circunstancias. En 1888 el diputado Juan
Balestra había presentado para su debate el que sería el primer proyecto de divorcio vincular de la
legislación argentina.
421
146
Como parte de la "campaña policial" del periódico de Stein, El Mosquito y el director de Los Sucesos
de la Semana, venían manteniendo una larga polémica a propósito de quién había sido el primero en
publicar los "verdaderos" retratos de cuatro convictos. La polémica se ventiló en varios diarios, entre
ellos el Courrier de La Plata, cuyo director, León Walls, tenía por entonces una relación fluida con Stein
(Le Courrier de La Plata, Fígaro, Sud América y El Mosquito eran además por entonces, de hecho, los
cuatro periódicos indudablemente favorables a la administración de Juárez Celman). A propósito del
cierre de esta polémica, se lee en la edición de Don Quijote del 15 de julio de 1888:
'Hemos leído el 'REEPÍLOGO, de una polémica insecticida ", publica[da por?] Los Sucesos del 8 del
corriente mes.
Seguimos anteriormente por curiosidad la polémica y felicitamos al Sr. Lacquaniti, director de Los
Sucesos por el éxito alcanzado.
El es superior á cuanto puede imaginarse.
¡Que mayor gloria para Los Sucesos sino hacer constar, sin desmentirlo nadie, que el Jefe de Policia, no
cumplió su palabra de facilitar los retratos de los asesinos de la calle Reconquista!
¡Ni que triunfo mayor que dejar al Director del 'Mosquito' reducido á la triste condicion en que há
quedado y queda todo aquel que rehusa un lance de honor!
Repítole mi sincera y entusiasta felicitacion.
Y sigamos el camino
que tomamos cada cual;
unos por el oficial,
donde se pierde hasta el tino.
Y otros por el natural." (Don Quijote, IV, 48, 15-7-1888, p.4 c.3).
El Mosquito dedica ese mismo domingo un suelto, titulado "Personal", al "Director del 'Galleguito",
acusándolo violentamente de ser Sojo quien prefirió "una colección surtida de cachetadas de un
caballero" a un "lance de honor" (El Mosquito, XXVI, 1332, 15-7-1888, p.4 c.3). Para el periódico de
Sojo el suelto es la última y aislada mención de ese año. -
147
v•, por ejemplo, otra cmcifixión (jla de Aneiros, por la aprobación de la ley de matrimonio civil!) en
la tapa de la edición del 21-4-1889 (El Mosquito, XXVII, 1371, sin firma —muy posiblemente, de
Damblans-). Otras imágenes del "pueblo" en la línea de la mencionada en El Mosquito, XXVIII, 1397,
20-10-1889, p. 3, sin firma; XXVIII, 1406, 15-12-1889, p. 2-3, sin firma; etc. O con variantes
significativas, por ejemplo, con rasgos gauchescos o criollista-moreirista: El Mosquito, XXVIII, 1461, 18-
1-1891, p. 2, sin firma. No obstante estas diferencias, que no interesa analizar en este punto, me importa
resaltar que estas imágenes siguen sosteniendo la representación del pueblo como actor social, por un
lado, y como personaje, simultáneamente y por otro, que hasta entonces no había aparecido prácticamente
en el periódico.
148
Citado también en Boydajian (1999: 109) y Malosetti (2005: 264).
149
"Callejeando" seria el título de varias secciones firmadas por Juan Piaggio para Caras y Caretas.
Algunas de estas columnas llevaron por subtítulo "tipos y costumbres", subtítulo también del libro
publicado por Piaggio poco tiempo antes (Tipos y costumbres bonaerenses, Buenos Aires, 1889). Uno de
los sueltos de El Mosquito de 1891 se publicó con las iniciales E. P., que coinciden con las de Eustaquio
Pellicer. Dos de los seudónimos que aparecen en esta etapa, "Fígaro" y "Juvenal", fueron usados, en otras
oportunidades, por Pedro B. Palacios. Uno, por Julio Lucas Jaimes ("Brocha Gorda") y otro, por José
Sixto Alvarez ("Sejismundo"; también Cuello (1904b) cita a Alvarez/"Fray Mocho" como colaborador de
El Mosquito). En cuanto a Bartolito Mitre, como se sabe, tuvo una participación central en el primer
proyecto de la Caras y Caretas porteña (Romano: 2004; Rogers: 2008).
Aunque resulta muy dificil —y tal vez no sea esencial-- confirmar la referencia precisa detrás de los
seudónimos que salpican la última página de El Mosquito, lo cierto es que su mera presencia autorizando
los títulos de cada una de esas secciones prueba que, aunque las caricaturas de Stein no varíen demasiado,
el semanario es ya, indefectiblemente, otro. Y que, aun dejando de lado los nombres propios, en esa
diferencia se dejan entrever el registro, el léxico, los géneros y hasta algunos rasgos del tipo de
interpelación al lector propio del futuro magazine.
150
Como se ha visto, más de un dirigente o militante familiarizado con el republicanismo español
encontraba en su figura indudablemente carismática y talentosa para el manejo de las movilizaciones
422
populares, esa misma impronta. Algo similar había ocurrido en la década de 1880 con algunos dirigentes
liberales italianos. (y. Cibotti y Sábato: 1990)
151
Después del cierre de El Mosquito ningún periódico satírico se planteó como contracara de Don
Qz4/ote. José M. Cao, colaborador estrechísimo de Sojo —como ya he mencionado-, llevó adelante varios
proyectos periodísticos del mismo estilo durante ese período (entre ellos El Cid Campeador y La
Bomba). También otros periodistas y dibujantes spañoles, como Eustaquio Pellicer, Manuel Mayol,
Enrique Coli y [Francisco] Fortuny emprendieron la edición de varias publicaciones, tanto en Montevideo
como en Buenos Aires. Todas ellas funcionan, sin embargo y para utilizar las categorías de Raymond
Williams, no como "residuales" de la prensa satírica decimonónica sino como claros "emergentes" del
magazine moderno. V. también el "Listado.....incluido en el "Apéndice".
15 Don Quote, VII, 29, 22-3-1891, p. 4 (la caricatura correspondiente a este episodio está en la página. 3
de esa edición). Daniel Donovan fue el jefe de Policía designado en reemplazo de Alberto Capdevila
(quien había organizado a la Policía para luchar contra los revolucionarios en los combates del Parque).
Donovan se desempeñó en ese cargo entre el 7 de agosto de 1890 y el 12 de octubre de 1892.