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Celtas, Iberos y Euskaros

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CELTAS, IBEROS

Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

Creo que en esta extensa costa científica el punto más apropósito


para tomar tierra es el exámen de los nombres ibéricos conservados
por los escritores clásicos y su comparación subsiguiente con las for-
mas que ahora conocemos de primera mano. Como el círculo de los
estudios ibéricos trazado en el programa es muy ancho, se impone la
división del trabajo. Yo me propongo repetir la tentativa de Hum-
boldt, principalmente, sino con toda la extensión de que es capaz el
asunto en la actualidad, por lo menos ampliando la labor del egregio
alemán. Y aunque la miro á modo de proemio de otras, se me figura
que ella sola ha de bastar para declararnos si existe algún género de
relación entre el baskuenze y el ibero. No me propongo demostrar
ninguna tésis preconcebida, sino precisamente explorar los grados de
certidumbre ó probabilidad de la expresada. El resultado, positivo ó
negativo, me es indiferente. No pertenezco al número de Euskaldunes
que miran como timbre de gloria, ser reliquia etnográfica y lingüística
Año XXIII.—Tomo XLVI 20 Enero 1902.—Núm. 773
34 EUSKAL-ERRIA

de los Iberos, por definición declarados primitivos y universales habi-


tadores de España.
Los escritores del país á piés juntillas creyeron que el ibero y el
baskuenze eran una misma cosa. Servíanse, especialmente, para esta-
blecer la equipolencia de los nombres toponímicos transmitidos por
los clásicos con mayor ó menor fidelidad. Mas ni ellos, ni el mismo
Humboldt trabajaron nunca sobre los monumentos genuinamente ibé-
ricos. Si de la primitiva España solo hubiéramos conocido los nom-
bres que los griegos y los romanos transmitieron, la opinión sustenta-
da por Humboldt y sus precursores y continuadores, habría adquirido
probablemente la autoridad de cosa juzgada, aunque los detalles de ella
quedasen sujetos á revisión y subsiguiente enmienda.
Mas la aportación de los monumentos ibéricos ha cambiado la po-
sición del problema, por ser notorio, á primera vista, que el lenguaje
de ellos difiere extraordinariamente del baskuenze. Hasta el punto de
que quien estuviese saturado de las antiguas ideas habría de encerrarse
en el siguiente dilema: ó el desciframiento de los caracteres ibéricos
es falaz, ó los caracteres ibéricos corresponden á la manifestación es-
crita de una lengua alienígena, de una lengua de cultura, oficial, ins-
trumento de comunicación inter-regional y extra-nacional, como el
castellano y el francés dentro del territorio euskaldun.
Hoy, nadie que esté al tanto del asunto, se arriesgaría á mantener
la tesis del P. Larramendi: que el baskuenze es la lengua primitiva
y universal de España,1 aunque compitiese en agudeza y vivacidad
de ingenio con aquel insigne baskongado, cuyas exageraciones son im-
putables, directamente, al estúpido menosprecio que los sabios españo-
les profesaban al baskuenze. La tesis, convenientemente atenuada, po-
dría reproducirse bajo la fórmula de Pott: «Me parece indudable que,
en lo esencial, quedará establecida la comunidad de familia entre la
antigua lengua ibérica, ó sea el antepasado, y la lengua baska actual,
ó sea la nieta....»2
Puesto que el baskuenze ha de ser término de comparación, el mé-
todo exige que comencemos analizando con amplitud la lengua bas-

(1) Tal es la proposición fudamental de la 2.ª parte del Prólogo al


Diccionario Trilingüe.
(2) Uber Vaskische Familiennamen: Detmold 1875. Versión castellana
por E. de Ugarte: «Sobre los apellidos vascongados», Bilbao, 1887, véase
pág. 2.
REVISTA BASCONGADA 35

kongada desde el doble punto de vista de la fonología ó sea de la ma-


teria, y de los elementos gramaticales que constituyen el organismo
del idioma, ó sea de la forma.1 Después, y como caso particular de la
formación de los nombres, estudiaremos la toponimia baskongada y
penetraremos en la toponimia ibérica.
Los sonidos que más comunmente emplea el baskuenze son: las
constantes sibilantes, nasales, guturales duras y las palatales. Así mis-
mo usa mucho de los sonidos intermedios ó mixtos de palatales y gu-
turales. La vocales son frecuentísimas, y entre ellas la a se lleva la
palma.
Las vocales baskongadas son seis: a, e, i, o, u, ü (francesa), que
también suenan nasalizadas, á veces. Posee el baskuenze dos vocales
mixtas, matiz intermedio de a y e, de u y ü.
Las vocales forman los siguientes diptongos: ai, au; ei, eu; oi,
ui; ia, ie, io, iu. Los diptongos que comienzan por i se disuelven
cuando les precede consonante: bi-ar «mañana», zi-ur, «perspicaz,
cuidadoso; prudente». La i entre dos vocales suele consonificarse: de
goi «ato», goyen; de odei «nube», odeya. Lo mismo digo de la u de
los diptongos au, eu; de gau «noche», gaba «la noche», gaberdi
«media noche»; eben «lo había» en vez de euen. A veces los dipton-
gos se reducen á vocal simple: de daut «yo lo he», dot. Más frecuen-
te es su ensordecimiento; au degenera en eu, ai en ei, eu en ei, etc.
Las vocales primitivas, según la lingüística general, son a, i, u.
La gradación de las cinco comunes constituye dos series: a, e, i; a, o,
u. En muchos idiomas (varios africanos y malayos, por ejemplo), las
consonantes buscan el apoyo de una vocal para ser pronunciadas. Este
es el origen de las vocales llamadas de ligadura, que son las que se in-
troducen entre dos sonidos incompatibles ó de dificil pronunciación
inmediata. Arrancan de un estado más primitivo de la lengua.
La sufijación y la composición provocan en baskuenze fenómenos
de incompatibilidad. Dan solución á ellos la a y la e. Ejemplos: bat-

(1) Aquí me veo precisado á repetir gran parte de lo que dije en mi Me-
moria acerca de lengua baskongada, escrita para La Traditión basque,
y publicada primeramente en la EUSKAL-ERRIA, año 1897. Ambos trabajos
no son, sin embargo, absolutamente iguales, porque no lo es, tampoco, el
objeto que en cada uno de ellos me he propuesto. Mi actual análisis de las
flexiones del verbo, por ejemplo, es mucho más detallado, y atendiendo á
la riqueza de su contenido dialectal, supera al de mi misma Gramática de
los cuatro dialectos literarios.
36 EUSKAL-ERRIA

e-k y no batk, amarr-e-k y no amark, zeñ-e-k y no zeñk, formas


activas de bat «uno», amar «diez» y zeñ «cuál». Berun-e-z «de plo-
mo», y no berunz; Paris-e-tik «de París» y no Paristik; gañ-e-
rontz «hácia lo alto» y no gañrontz; nabill-a-la, nabill-e-la «que
yo ando» y no nabillllala; dek-a-la «que tú lo has» y no dekla;
dod-a-la «que tú lo has» y no dotla; dotorr-a-la, datorre-e-la «que
él viene», y no datorla, dakus-e-la, dakus-a-la «que él lo ve» y no
dakusla; yat-a-la «que él me es» y no yatla; naiz-e-la, niz-e-la
«que yo soy» y no nizla. Dichas a y e, á veces, ceden su puesto á
otras por efecto de la permutación a que están sujetas las vocales.
El principio general es que la consonante final del nombre y fle-
xión verbal no puede ser colindante de la primera del sufijo, y mucho
menos constituir sílaba. El agrupamiento de k con n, t, r, l es, sin-
gularmente, repulsivo á la generalidad. Omito detalles y excepciones
dialectales.
Las vocales euskaras están sujetas á la ley de la armonía de las vo-
cales según se demostró en el capítulo preceden te.
Comparando el léxico de los diferentes dialectos y variedades, se
observa que la movilidad de las vocales es extraordinaria.
He aquí las oscilaciones vocálicas que he logrado anotar, por el or-
den de frecuencia.1 A=e, o, i, u, ü. E=i, a, o. I=e, u, ü, o. O=e,
u, a. U=ü, i, e, o. Pondré algunos ejemplos, nada más, pues la ma-
teria es vastísima, y da pábulo á un trabajo fácil de llenar después de
abierto el encasillado.

Primera serie

A=e: mAkar, bEkar «legaña»; Auri (a. n. sep.), Euri «lluvia»;


jAi, JEi «fiesta»; bizkAr, bizkEr (a. n. sep.) «espalda»; EkAi, ekEi

(1) La frecuencia se ha de entender no con relación al conjunto de las


vocales, sino dentro de cada una de las series. Su valor es sumamente re-
lativo, pues no lo fundo en estadística, sino más bien en la impresión que
me produce mi largo comercio con la lengua.
Anteriormente expuse las razones que militan en pró del término «os-
cilación». En mi Memoria acerca de la lengua baskongada recapitulé las
enseñanzas de mi Gramática sobre permutación de vocales. Creo que las
modificaciones actuales constituyen alguna pequeña mejora. Durante mu-
cho tiempo será difícil salir del período provisional en euskarología.
De los casos en que la ü, propia del dialecto suletino, ocupa sencilla-
mente el lugar de la u común, no pongo ejemplos.
REVISTA BASCONGADA 37

«materia, asunto»; chArri, chErri, «cerdo»; nintzAn, nintzEn «yo


era»; zAre, zEra «tú eras».
A=o: emAn, emOn, «dar»; izekA (bn.), izekO (id.) «tía»; igAn,
igOn «subir»; asmA, asmO «resolución, proyecto»; dezAket, dezOket
(A. n. m.), «yo lo puedo»; zAn, zOn (Zegama) «él era».
A=i: sAts (bn.) sIts «polilla»; azkAzal, azkIzal (Fuenterrabía)
«uña»; dAdazu (aezcoano) dIdazu, «tú me lo has».
A=u: ordekA, ordokU (Zía) «llanura»; ingurAtu, ingurUtu «ro-
dear»: zAzu (a. n. sep.), zUzo (Beiza-Labayén) «tú hélo».

Segunda serie

E=i: sermoE, sermoI «sermón»; lEge, lAgi «ley»; Espillu, Ispi-


llu «espejo»; gEneizko, gInizkok «nosotros le habríamos los».
E=a: amaginarrEba (Lizarraga), amaginarrAba «suegra»; atzE-
man, hatzAman, «coger, agarrar»; Ernegu Arnegu «blasfemia, maldi-
ción»; deutsEe, jeutsAne «ellos le han lo».
E=o: nEre, nOre (salancenco) «mío»; ordEka, ordOki «llanura».
E=u; ifErnu (salaz), ibUrni (ronkalés) «infierno».

Tercera serie

I=e: orrI (bn.), orrE (id.) «enebro»; IchI (a. n. sep.) EchE «casa»;
sarI (bn.) sarE «recompensa»; dItu, zEtik; «él los ha».
I=u: (y ü): serbItzari, serbUtzari (ronk.) «servidor»; IrIn,
UrUn «harina»; zubI, zubU «puente»; dItu dütü
I=o: mordI, mordO «racimo»; edIki, edOki «abrir»; dIk (Zegama)
dO (id.) «él lo ha».
ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
CELTAS, IBEROS
Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

Cuarta serie

O=e: leusO (canto de Lelo), lezE «caverna»; illOba, illEba (ul-


zamés) «sobrino»; dakO, dakEt (n. occ.) «él le ha lo».
O=u: Ougi, Ungi (bn.) «bien»; biaramOn, biaramUn «el dÍa si-
guiente»; gizOn, gizUn (bn.) «hombre».
O=a: zulO, zOla «agujero»; ahOsapai, ahAsapai «paladar»; zaiz-
kO (salaz.) zazkA (ronk.) «él le es».

Quinta serie

U (y ü)=i: zeru, zeri «cielo»; uri, iri «población, ciudad»; gor-


pUtz, gorpItz (bn.) «cuerpo»; izu, izi, «espanto»; gUtuk (ronk.), gI-
tuk (salaz.) «nosotros somos»; naU, naI «él me ha»; dUe (bn.), dIe
(id.) «ellos lo han».
Año XXIII.—Tomo XLVI 30 Enero 1902.—Núm. 776
66 EUSKAL-ERRIA

U (ü)=e: Umezurtz, Emazurtz (a. n. mer.) «huérfano»; Ukan,


Ekun (ronk.) «tener».
U (ü)=o: nagUsi, nagOsi «señor, caballero; amo»; sUkil, sOkil
«tronco para el fuego»; Untz, hOntz «yedra»; nUke, nOke (ronk.) «yo
lo habría»; zazU (a. n. sep.) zuzO (Beinza-Lab.) «tú he lo».
Los diptongos pueden resolverse en vocales simples. Presentaré al-
gunos ejemplos referentes á flexiones verbales, tomándolos de Le ver-
be basque del P. Bonaparte.
A=i: nai, nIk «él me ha».
Au=a=o: nAU, nAik «él me ha»; nAU, nachOk «él me ha».
Ei=i: dEIt dItak «él me lo ha».
Eu=i: dEU, dIk (Azpeitia) «él lo ha».
Eu=o: EUan, jOan «él lo había».
La tendencia general de las lenguas al menor esfuerzo de pronun-
ciación se deja sentir, con desigual viveza, según los dialectos, en el
baskuenze. La reducción del tamaño por el frotamiento ó uso, produ-
ce lo que se llama elisión de vocales, la cual puede ser de origen inter-
no ó externo. Elisión interna es la que verifica espontáneamente el
mismo vocablo, y externa la provocada por la composición y por la
aglutinación de elementos gramaticales. Cuando la composición respe-
ta la integridad de los componentes, merece el nombre de yuxtaposi-
ción.
La elisión espontánea de las vocales se ajusta, al parecer, al si-
guiente orden de frecuencia: i, e, a, u, ü, o.
Elisión de i: orroI, orro «mugido»; oIdu, oju «grito»; Ikusi, ku-
si (baztanés) «ver»; Izok, zok «tú he le lo»; dItu, tu (ronk.) «él los
ha».
Elisión de e: abErats, abrats (bn.) «rico»: Etorri, torri (bazta-
nés) «venir»; izotzE, izotz «hielo»; Ezazu, zazu «tú he lo».
Elisión de a: basAurde, basurde «jabalí»; chortA (bn.) chort «go-
ta»; Aurtiki, urtiki «arrojar»; Aiz, iz «tú eres»; zAite, zite «tú se»;
banintzA (salaz.) banintz «si yo fuera».
Elisión de u, ü; Uur, ur «agua»; hamUarrain, amarrain (bn.)
«trucha»; belaUn, belhañ «rodilla»; gendUke, ginkek «nosotros lo
habríamos».
Elisión de o: chito, chit «mucho, muy»; Olua (Fuent.), loa «la
sien; orOitu oritu (bn.) «acordarse»; begiOe, begie, «que ellos le ha-
yan lo».
REVISTA BASCONGADA 67

En el el indefinido verbal es muy frecuente la aféresis. Es digna,


igualmente, de mención la de la e en las flexiones verbales construi-
das con ezan; zan (a. n. m.) «que él lo haya», en vez de dezan; za-
dan (id.) «que él me lo haya», en vez de dezadan.
El baskuenze, por punto general, exceptuando al dialecto bizkaino
más especialmente, no admite la aliteración y rechaza, dentro de cier-
tos límites, el hiato. La aliteración interna proviene de la caida de una
consonante primitiva: suur «nariz», de suDur; baachuri «ajo», de
baRatzuri. La aliteración propiamente bizkaina es la producida por la
aglutinación del artículo á un tema que termina en a: ola «ferrería»,
olaA «la ferrería».
Pero el bizkaino, en la composición, responde, ordinariamente, á
la tendencia general de la lengua, en cuya virtud, cuando se tocan dos
vocales idénticas pertenecientes á vocablos distintos: ó se suprime una
de ellas, ó se evita el contacto introduciendo entre ambas una conso-
nante eufónica, ó se permuta por otra.1 La composición, en toponi-
mia singularmente, prefiere el primero de dichos procedimientos.
Las consonantes que se interpolan para suavizar el choque de las
vocales, se llaman letras eufónicas. Tales son:
1.ª La r: de alaba «hija», alabaRa «la hija»; de aita «padre»,
aitaRik: de andre «señora»: andreRik; de ogi «pan» ogiRik; de ollo
«gallina», olloRik; de esku «mano», eskuRik; de eche «casa», eche-
Rat, echeRa «á casa». Esta r eufónica, de mucho uso en la aglutina-
ción de sufijos, es obligatoria en el lenguaje literario. El vulgar proce-
de según las aficiones dialectales, pues siendo la r consonante que, aun
favorecida por el carácter de orgánica, es, amenudo, sacrificada, bien
se comprende que no goza de predominio absoluto en el terreno de la
eufonía. De semea «el hijo», semeaRen «del hijo»; semeaRi «al hijo»,
semeaRekin «con el hijo», etc. Figura siempre en las formas singula-
res y falta en las plurales del lenguaje literario cuando se aglutina el
sufijo posesivo en: arriaRen «de la piedra», arrien «de las piedras».
A este sufijo en se le suelen aglutinar otros que expresan nuevas rela-
ciones, y entonces su papel queda reducido á marcar el número: gi-
zon-aRen-gatik «por el hombre», gizon-en-gatik «por los hombres»,
etc. También desempeña papel en las flexiones verbales: daRot «él me
lo ha», en vez de daut.

(1) Véase la nota puesta al elicera del glosario compostelano.


68 EUSKAL-ERRIA

2.ª La y, la j (bizkaina). Se introducen entre el terna terminado


por i y un sufijo que comienza por vocal: de mendi «monte», men-
diYa «el monte», mendiYetan «en los montes». La afición á este so-
nido es tan grande en ciertas variedades, que aun dentro del vocablo
lo introducen: biJar, biYar «mañana», en ver de biar; biJotz, biYotz
«corazón», en vez de biotz. Y aun detrás de i que no es orgánica, sino
producto de la armonía de las vocales, suele sonar también: de maite
«querido», maitEa maitIa, maitiYa «el querido». Los grupos vocá-
licos de las flexiones pueden estar eufonizados por j ó y: leJeukek «él
lo habría», daramaYo «él le lleva lo».
El bajo-nabarro dilata el grupo ua proviniente de la aglutinación
del articulo á un tema terminado en u, por medio de la y eufónica:
de su «fuego» suYa «el fuego». La misma exigencia manifiestan las
flexiones suletinas terminadas en a (que suele cambiarse en e), ke, ie,
io al revestirse de la forma interrogativa; de gira «nosotros somos»,
dezake «él lo puede», badie «ellos lo han», dizakio «él le puede lo»,
gireYa? dezakeYa? badieYa? Y lo mismo las flexiones bizkainas cuan-
do la elisión de k establece medianería entre la a de ligadura y la i
del núcleo: de daik «tú lo puedes», daijala «que tú lo puedes».
3.ª La b. Ocupa lugar entre la o, u final del tema y el artículo a
ó la vocal inicial del sufijo: de beso «brazo», besoBa «el brazo»; de
ordu «hora», orduBan «entónces», Algunas localidades bizkainas pre-
fieren la m: besoMa «el brazo».
4.ª La l. Aparece con nombres compuestos de ari que indica
ocupación ó estado habitual, como la terminación castellana or: de
chistu «silbido», chistuLari; de aitzur «azada», achurLari; de iges
«huida» igesLari.
5.ª La t, d. Suena detrás de vocal, delante de ar «varón, ma-
cho», que es el sufijo étnico ó destinado á formar nombres de natura-
leza ó vecindad. ¿Será tar la forma íntegra de ar y mera transforma-
ción de kar primitivo? Esta suposición se compagina mejor con el he-
cho de que cuando el primer componente termina en consonante no
se suele eliminar la dental, que por otra parte puede desaparecer cuan-
do se encuentra entre la vocal del tema y la del sufijo, es decir, cuan-
do le tocaría desempeñar su papel eufónico: de Oyarzun se forman
OyarzunDar y Ogarzuar «oyarzunés» y no Oyarzunar. Aunque la
práctica no dejará de proporcionarnos algunos ejemplos de ar con
nombres terminados en consonantes, su número es infinitamente me-
REVISTA BASCONGADA 69

nor que el suministrado por los temas terminados en vocal. En el len-


guaje literario es de rigor tar cuando le precede consonante. De suer-
te que, atendido al conjunto de esta sufijación se ve que son mucho
más frecuentes las formas con tar que no con ar y esta frecuencia pa-
rece indicio de que la t pertenece al sufijo.
Muchos compuestos la ostentan, siendo así que los vocablos sepa-
rados carecen de ella actualmente: begiTarte «rostro», de begi «ojo»
y arte «espacio»; egotaldi «pausa, detención», de egon «estar» y al-
di «vez, vegada».
En fomiaciones análogas, la t podrá ser, también, residuo de la
copulativa eta (ta, da): y nos las habremos con nombres formados
por simple coordinación, como los dvandas de la gramática inda. La t
suele desempeñar cierto oficio de ligazón entre dos palabras, cuando
la pronunciación rápida hace de ellas una: mendiyenTartian «entre
los montes».
El francés nos presenta ejemplos semejantes al de la t presunta eu-
fónica. Si en virtud de la derivación chocan dos vocales, el hiato se re-
llena ordinariamente con una t, es decir, con una letra que, de ordi-
nario, se elide entre vocales: de abri «abrigo», abriTer; de café, ca-
feTier, etc.
La t de los vocablos euskaros compuestos, amenudo es represen-
tante de una k primitiva. Tal es el caso que ocurre en el ejemplo arri-
ba citado de begitarte Con efecto, arte en composición, á veces sue-
na karte.
ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuara)
CELTAS, IBEROS
Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

Las vocales no sólo influyen sobre las vocales precedentes ó subsi-


guientes, sino también sobre las consonantes inmediatas. Citaré algu-
nos casos. La vocal i transforma á las dentales en sus palatales co-
rrespondientes, desapareciendo ella amenudo: de aita «padre», ata; de
ditut «yo los he», ditut. Este sonido «mojado» fácilmente se convier-
te en chuintante (ch). La oscilación l-r responde mucho á la presen-
cia de las o, n precedentes, las cuales ejercen virtud metamorfoseadora
sobre la r del vocablo románico ó latino que el baskuenze adopta. La
i de la sílaba gi suele desaparecer cuando le sigue vocal, pero obligan-
do á la gutural suave á convertirse en dental fuerte: de begi «ojo» y
azal «corteza, costra», beTazal «párpado»; de begi é ile, ule «pelo»,
beTille, beTule «pestaña»; de ogi «pan» y ondo «extremo, cabo, res-
to», oTondo «mendrugo». Caso curioso de la influencia de la k primi-
tiva, suavizada en g.
Epentéticos son aquellos sonidos que ni forman parte del tema ó
Año XXIII.—Tomo XLVI 10 Febrero 1902.—Núm. 777
98 EUSKAL-ERRIA

sufijo, ni satisfacen á las exigencias eufónicas de la lengua; por ejem-


plo: la e de la flexión verbal dadiEn (variedad labortana) «que él sea»,
variante del común dedin. Son verdaderas redundancias ó excrecen-
cias, sonido; realmente parasitarios, ó que muchas veces se nos anto-
jan tales porque ignoramos la evolución histórica del vocablo.
El sufijo locativo material, v. g. (ya sea n ó an su verdadera for-
ma), cuando se une á un tema terminado en consonante suele ir pre-
cedido de e epeténtica; ganEan «encima», de gan; goizEan «en la
mañana», de goiz; itzalEan «en la sombra», de itzal, en vez de ga-
nan, goizan, itzalan, formas completamente eufónicas, de suyo.
¿Quién se atreverá á sostener que todos los casos de esta especie son
fenómenos epentéticos? izal y goiz ¿no habrán sido, acaso, itzale y
goize, equiparandose, desde este punto de vista, al actual otz «frío»,
cuya forma más íntegra otze nos revelan la toponimia y los textos
antiguos? Ese e ¿no sera, acaso, fenómeno de supervivencia, indicador
de a antiquísima repugnancia, posteriormente atenuada, á la termina-
ción consonántica?
Las vocales á que cabe atribuir funciones epeténticas dentro de los
nombres, ó en la sufijación, son la e y la i. La e queda reducida al
locativo material. La i se inserta delante de n, l ó ll en las palabras
latinas y románicas: aIngeru, aInguru, de «angelus»; botoin, de «bo-
tón»; seIndi «santo», maIllu, de «malleus». Amenudo es puramente
ortográfica: expresa el sonido ñ. La variedad roncalesa la introduce
delante de ua: ordIua «la hora», en vez de ordua; lekIua «el lugar»,
en vez de lekua.
Donde más patentes son los fenómenos de epéntesis es en la con-
jugación.
Mirando á la totalidad de la lengua euskara, la lista de sus conso-
nantes es como sigue:
Mudas: k, g, t, d, p, b. Hay dos t, una dental, y otra denti-pala-
tal blanda ó mojada; dos p, explosiva y continua; dos g, gutural y pa-
latal; dos d, dental y dent-lengual; tres b, explosiva, continua y sorda.
Aspiradas: j, h, f.1
Semi-aspiradas: j.

(1) En mi Gramática incluí á la f entre las vibrantes, atendiendo á la


emisión del soplo ó aliento fonador. Pero como también es aspirada de
carácter labial, tiene cabida en el lugar del texto.
REVISTA BASCONGADA 99

Vibrantes: l, ll, m, n, ñ, r. La r es doble: fuerte y suave.


Frotativas.—A: chuintantes: 1.º sibilantes: ch, s, ts que se pro-
nuncian con intervención del paladar. La ch suena suave, á la france-
sa, y fuerte, á la castellana. Z, tz y j que se pronuncian con interven-
ción de los dientes. Esta j es modificación de la d, es sonido dental,
blando y sibilante. 2.º sordas: j, s y z. La j es blanda ó mojada. S y
z poseen tres matices distintos, más ó menos estridentes ó suaves.
B: semi-vocales: y, que es triple, nasal palatal-suave, y palatal-
fuerte.
A estos sonidos, que son simples, se han de añadir los aspirados
de f, k, l, n, ñ, p, r y t: fh, kh, lh, etc.
Los sonidos que forman parte de los vocablos tomados á otras len-
guas, son capaces de suministrar claros indicios respecto á la época en
que se efectuó el préstamo y á la pronunciación de dichos sonidos
en la lengua originaria, según observó agudamente el P. Bonaparte.1
Tal sucede con los guturales k y g. Si errege, por ejemplo, que viene
de regem y pake de pacem se pronuncian así, y no erreje y paze, ni
como los pronuncian los franceses, portugueses, italianos, ingleses y
alemanes, es porque los latinos los pronunciaban con la gutural suave
(g=gue) y con la fuerte (k=ca), es decir, con sonidos que también
existían en euskara, y porque la importación de ambos vocablos es an-
terior á la alteración de los sonidos latinos y guturales: fecha que los
latinistas marcan.
La m de origen latino pronunciada suavemente sobre una vocal,
puede reforzarse con b en baskuenze: gambara, de «cámara». El gru-
po formado de r precedida de sibilante, líquida ó nasal, cuando pasa
de una lengua extranjera al baskuenze, suele dilatarse por medio de la
dental suave: «Israel», «honra», «Enrique», se pronuncian Isdrael,
ondra, Endrike. La rr alienígena, á veces se desdobla en otra líqui-
da: de «guerra», gerla.
Puede haber apagamiento de las guturales y dentales románicas
cuando pasan al baskuenze: de «caldera», galdari, de «torre», dorre,
de «témpora», denbora, etc, Y trasformación de la denti-labial en las
labiales: de «fabam», baba, de «ficum», piku, etc., y permutación
de b en m: maiño de «baño» y al contrario, labiña de «lamia».
Varias lenguas carecen de f; el sánskrito, finés, lithuaniés, tamul,

(1) Remarques sur..... Mr. Vinson, pág. 25.


100 EUSKAL-ERRIA

dialecto de los Tziganos, etc. Casi ningún vocablo baskongado co-


mienza con dicho sonido, de ninguno es terminal y en lo interior de
la palabra es muy poco frecuente; además, junto á la forma con f te-
nemos otra sin ella: farre «risa» y barre; ifiñi «poner» é ipiñi; afa-
ri «cena» y apari, etc. Por tanto es muy plausible, á primera vista,
la opinión común de que f no es sonido baskongado. Pero es el caso
que los Euskaldunas, al pronunciar palabras alienígenas lo introducen
indebidamente: fuerta en vez de puerta, froga en vez de proba, y
para que la incoherencia sea mayor lo eliminan de donde está, dicien-
do puerte en vez de fuerte, pama en vez de fama; y con tales per-
mutaciones dan motivo á chistosísimos quid-pro-quos; á la paja le
dicen faja, y á la faja paja, etc. Dirigiéndole preguntas sobre estos
casos, hace años, al alcalde de Gatika, me contestaba con mucho rego-
cijo: geuk beti aldrebes («nosotros siempre al revés»). La f no apare-
ce nunca en vocablos tomados directamente del latín en época remota:
besta de «festa», bago de «fagus», etc.
El P. Bonaparte piensa que la f no ha existido siempre en bas-
kuenze, pero rechaza el aserto de que su introducción sea reciente.
Unamuno opina que antiguamente existió en baskuenze una explosiva
sordo-labial aspirada que se ha perdido, por influencia románica, ya
en la p, en la f, ya en la ph de los dialectos de Francia.1
La repugnancia á la f, patentizada por su escasa difusión y la fre-
cuencia de sus permutaciones, parece cosa fuera de duda. Cualquiera
diría que unas gentes que no conocían ese sonido llegaron á mezclarse
con una minoría poseedora de él, y que el nuevo elemento mestizo no
llegó nunca á manejarlo con destreza. La f, en labios baskongados,
anda á tientas y tropezando.
La p y b románicas, amenudo se transforman en m: de «Pente-
costes», Mendekoste; de «vendaval», mendabala, etc.
Las palabras euskaras no comienzan por r. Las tomadas á otros
idiomas reciben a ó e prostéticas; erregla «regla», arrosa «rosa».
Por asimiliación á la vocal subsiguiente i ó u, aquellas dos vocales pue-
den cambiarse en i ó u. Azkue en su Gramática Euskara2 cita los
nombres propios Irrita «Rita», Urrupiño «Rufino», Esta próstesis
es antigua, por más que Dechepare prescinde de ella. El glosario coin-

(1) El elemento alienígena en el idioma vasco.


(2) Pág. 22.
REVISTA BASCONGADA 101

postelano la presenta en la palabra erreguia. Dicha repugnancia á r


inicial se extiende, al parecer, á la l, ll; por lo menos, muchos baskon-
gados, cuando hablan castellano dicen: elluvia, elleva, Eluis. Tam-
bién aparece i (ó e) delante de p: de «poner», i-piñi. Registrando con
cuidado el vocabulario se observará su presencia delante de m y b.
Ni tampoco tz, ts son iniciales. Alguna palabra como esesio, de
«sessionem» ó «sesión» denota, acaso, una primitiva repugnancia, do-
minada hoy, á s inicial. Apunté, anteriormente, la sospecha de que
la e alargaba ciertas palabras que comienzan por las guturales k y g. No
me atrevo á apoyarme en los vocablos ekai (lab.) ekhey (bn.) sinó-
nimo de kai, gai, gei, «materia, asunto; apto, capaz», y ekaur
(a. n. s.) sinónimo de gaur «hoy». Dada la frecuente elisión de e ini-
cial, cabe que dichas formas sean las íntegras. Mas el aezkoano eken-
du «quitar», si su sinónimo común kendu proviene, como parece, del
castellano qui-t-ar, mediante la permutación de t en n: quit=kit=
ket=ken, mas la terminación verbizadora tu, du, constituiría una
interesante sugestión.
Pocas palabras indiscutiblemente euskaras ostentan p inicial. Se
puede afirmar que en toponimia no existe.
La aspirada h es sonido propio de los dialectos franceses, cuyos re-
presentantes españoles carecen de ella, excepto en Zugarramurdi y Al-
kerdi (Urdach). El dialecto más abundantemente surtido de h es el
suletino; el más pobre el labortano.
La h es residuo último de la gutural fuerte k, antes de su desapa-
rición completa y después de haber degenerado en g. Ciertas series de
vocablos demuestran rigorosamente este ensordecimiento. Por tanto la
h denota la anterior presencia de la gutural. Mas cuando nos referi-
mos á palabras escritas que no están comprobadas por la audición,
cabe que nos induzca á error, porque la ortografía basko-francesa ha
abusado mucho de ese signo. Determinar los casos en que la h es,
realmente orgánica, y no meramente ortográfica, es un trabajo de pro-
lija comparación no llevado á cabo todavía. Yo conservo la h en todos
los ejemplos toponimicos de origen basco-frances y en todas los vo-
cablos baskos ultra-pirenáicos cuando no me consta que sobra. Asimis-
mo representa, al parecer, papel meramente eufónico en ciertos cho-
ques de vocales por contracción. H inicial, muy abundante en la or-
tografía ultra-pirenáica, aun cuando realmente suene, no denota siem-
pre que antes hubo allí gutural, fuerte ó suave; simplemente transcri-
102 EUSKAL-ERRIA

be cierta suave aspiración ó pronunciación enfática de las vocales, ob-


servable en bastantes localidades.
Entre los sonidos más abundantes del baskuenze, y en primer tér-
mino, incluyo á los sibilantes. La pura s es calificada por los lingüis-
tas de elemento primario del lenguaje. Es un ruido natural, propia-
mente un silbido que ciertos animales conocen. Sus afinidades y enla-
ces son varios; por la z confina con la d, pura ó aspirada, y es claro
que permuta, sin cesar, con la t: por la ch palatal se engarza con las
guturales. Suministra materia á un curioso é intrincado capítulo de
fonética general. La gama de las sibilantes euskaras, incluyendo las
particularidades dialectales, es rica.
Descúbrese unidad primitiva, ó por lo menos cierta indecisión,
entre las guturales (k, g), las dentales (t, d,) y las labiales (p, b); cau-
sa del empleo de sonidos poco francos, á modo de titubeo fónico que
padecen algunos idiomas.
A juicio de muchos lingüistas, el último grupo de consonantes que
se constituyó, es el de las explosivas ó mudas.
Los vocablos euskaros pueden terminar en cualquiera de las seis
vocales y en las consonantes siguientes: n, ñ, r, l; t, d; s, ts, z, tz,
ch. La k es elemento terminal ó único de ciertos exponentes gramati-
cales: el agente singular k, el plural ek; el articulo plural ak; el sufi-
jo negativo ik.
La distribución de los sonidos dentro de cada vocablo, por lo que
mira á las consonantes, da ocasión á varias observaciones.
Ningún sonido se repite ó reitera; no existen palabras baskonga-
das con dos t, dos p, dos m, etc. Por eso se dice emakumeakin «con
las mujeres» y no emakumeakkin. Las consonantes de la misma cla-
se, pero de timbre distinto, no son colindantes. El contacto de gk,
kg, td, dt, pb, bp, sz, zs, etc., es intolerable.

ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
CELTAS, IBEROS
Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

Parece haber existido repugnancia á la agrupación de Consonantes;


por lo menos, el baskuenze disolvía esos grupos en las palabras aliení-
genas: kurutze de «crucem», giristino de «cristiano», etc. No obs-
tante lo dicho, el baskuenze actual y el conocido históricamente, po-
see los grupos kr, gr: pr, br; rtz, rts, st. El salacenco y el ronkalés
avanzaron, por este camino, más que ningún otro, llegando hasta la
agrupación de tr, dr, zr, shr, tsr, chr, nr, tan inusitada en los de-
más dialectos: véanse las flexiones dra, zrei, nroke, etc. Yo pienso
que la aversión al agrupamiento de consonantes ha ido atenuándose
poco á poco por el roce con otros idiomas, y también por la infiltra-
ción de elementos étnicos que hablaban idiomas marcadamente septen-
trionales.
Las principales alteraciones de sonidos á que da lugar la combina-
ción ó aproximación de vocablos, ó sea, los cambios de origen exter-
no, son:
Año XXIII.—Tomo XLVI 20 Febrero 1902.—Núm. 778
130 EUSKAL-ERRIA

1.º Las explosivas fuertes k y t no se siguen. Se elide una de ellas


cuando no se introduce una vocal de ligadura: bat «uno» + kide «pa-
recido, semejante; coetáneo»= bakide «común, general».
2.º La consonante fuerte final puesta en contacto con una suave
se elide, pero endureciendo á ésta: echerakazin «vamos á casa», en
vez de echerat gazin; neupetekot «yo lo llenaré», en vez de neuk
beteko dot.
3.º La z que se roza con otra se fusiona endureciéndola cuando
se aglutinan las dos palabras: etzabaldu, ez zabaldu «no ensanches»;
etzuen, ez zuen «no lo tenía».
4.º La z de la negación ez endurece á la b, d, g y z de la flexión
verbal, siempre que la aglutinación produce formas negativas: de gütü
«él nos ha», ezkütü «él no nos ha», etc.
5.º La z endurece á la d y g subsiguientes cuando hay aglutina-
ción de palabras; goiztabil «temprano anda», en vez de goiz dabil;
janezkero «después de comer», en vez de janez gero.
6.º La z, s, ts, transforman en t á la tz inmediata: de azi «criar»,
aztea «el criar».
7.º La labial del adverbio afirmativo bai «sí», goza de idénticas
propiedades que la negación ez respecto á la d, g y z, de las flexiones
verbales: de dire «ellos son», baitire «sí, ellos son», etc.
8.º La n puede debilitar, según los dialectos, á las explosivas
fuertes t y k inmediatas: de jan «comer», jango, en vez de janko;
de emen «aquí», emendik, en vez de ementik. La misma influencia
corresponde á la l respecto de k: de il «morir», ilgo, aunque más co-
mún es ilko.
Examinemos ahora las permutaciones internas.
El baskuenze propende á apagar ó atenuar los sonidos, substitu-
yendo, dentro de cada género de consonantes, las fuertes por las sua-
ves (ó sea, según otra nomenclatura, las sordas por las sonoras y as-
piradas), hasta llegar, en ocasiones, á su completa eliminación: kau
(salacenco), gau (aezkoano), hau (labortano), au (giyuzkoano) «éste».
La k suele reaparecer en las palabras compuestas, sobre todo cuan-
do el segundo componente retuvo la h; emakume «mujer», de eman
«dar» y hume, ume «criatura, niño»; azkazal «uña», de atz «dedo»
y hazal, azal «corteza». Abajo veremos otros casos.
Las permutaciones, ó hablando con mayor cautela, oscilaciones de
consonantes, se verifican dentro de cada clase ó grupo, y de grupo á
REVISTA BASCONGADA 131

grupo, dando origen á las siguientes series, dispuestas según el orden


de prioridad de sonidos que estimo más exacto, aunque no intangible,
ni mucho menos.1
A. Oscilaciones dentro de cada clase ó grupo.
I. Oscilaciones dentro de la clase de las mudas.
a) b=d: aBar, aDar «rama».
b) p=b: ePaki, eBaki, «cortar, segar».
c) p=k, k=p: chiPi (b. n.), chiKi «pequeño»; parroPia de «pa-
rroquia.
d) b=k: izeBa, izeKa «tía».
e) b=g, g-b: Burasoek (a. n. m.) Gurasoak «los padres; los
ascendientes»; uGentu, uBientu de «ungüento».
f) t=d: TanTai (b. n.), DanDai (id.) «árbol joven».
g) t=p: zoTin, zoPin «hipo»; seTa, sePa «obstinación», de «sec-
ta».
h) t=b: sorTa, sorBa «haz».
i) t=k, k=t: oñazTar, oñazKar «rayo, relámpago»; pataKo de
«patata».2
j) t=g: marranTa, marranGa «ronco, resfriado».
k) d=g: inDar, inGar (salacenco) «fuerza».
l) k=g: kar, gar «llama»; iKan (b. n.) iGan «subir».
Resulta, además de los fenómenos generales de ensordecimiento
dentro de cada género de sonidos, que permutan las labiales con las
guturales y vice-versa; las dentales con las guturales y al contrario; y
las dentales con las labiales.
II. Oscilaciones dentro de la clase de las aspiradas.

(1) Creo que las series del texto mejoran la materia correspondiente
del capítulo III de mi Gramática, donde por primera vez se expuso el
conjunto del dinamismo fonético del baskuenze. Desde el año 1884 acá he
aumentado el caudal de mis conocimientos.
(2) En mi Gramática, entre los ejemplos de la permutación k=t cité
el vocablo alto-nabarro meridional erazKi y el común egazTi «ave». He-
gatz, egatz, significa «pluma», de ego «ala», y atz «dedo». ¿Las terminacio-
nes ki, ti de dichos vocablos son unas mismas, modificadas eufónicamen-
te, ó son dos, entre sí independientes? Ti significa «abundancia, multi-
tud»; ki es el sufijo unitivo «con».
En ambos casos la etimología resultante es plausible: egazTi=erazKi
«plumas abundantes», ó egazTI «plumas abundantes» y erazKI «con plu-
mas (plumífero).
132 EUSKAL-ERRIA

H=f: ohe, ofe (Gaskue) «cama».


III. Oscilaciones dentro de la clase de las vibrantes.
a) l=r, r=l: soLo, soRo «heredad, tierra de labranza», proba-
blemente del latino solum; zuR, zuL «madera». En muchos compues-
tos la r cede el puesto á la l; zamaLdun «caballero», de zamaRi «bes-
tia de carga; caballería» y du-n «que tiene»; euskaLdun «baskonga-
do», de euskara «lengua baskongada»; gaLburu «cabeza de trigo»,
de gaRi «trigo, y buru «cabeza»; abeLgorri «ganado vacuno, ganado
mayor», de abere «animal; ganado» y gorri «rojo», etc. Esta cons-
tancia indica, al parecer, que la l precedió á la r. Los vocablos com-
puestos, amenudo, suelen conservar mejor que los simples las formas
arcdicas.
La r no la conocen los Chinos, ni los Hurones, Mejicanos y Otho-
níes; falta en el cafre, en varios idiomas polinesios, supliéndola la l.
Otros confunden á la r y la l, confusión de que no se purgaron las
lenguas clásicas. El latín, por ejemplo, posee una misma terminación
bajo las dos formas: aRis y aLis. El cambio de l en r es fenómeno
común á muchas lenguas. También existen ejemplos del opuesto: aL-
bero (italiano), de aRbor.
b) l=n, n=l: heLtzaur, iNchaur «nuez»; oNentzarua Irún),
oLentzarua (id.) «Noche-Buena».
c) n, ñ=r: belauN, belauR, (a. n. m.) «rodilla»; eguRaldi «buen
tiempo», de egun «día», aldi «vegada; espacio de tiempo»; muÑo,
moeñe (forma gip. anticuada) muRu «colina».
d) n=ñ: laNo, laÑo «vapor, niebla»,
e) l=ll: iLa, iLLa «mes».
f) m=n: chiMaurri, chiNaurri, «hormiga»; baberruMa, babe-
rruNa (Lezo) «alubia».
ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
REVISTA BASCONGADA 169

CELTAS, IBEROS Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

IV. Oscilaciones dentro de la clase de las frotativas.


a) z=tz: ariz (a. n. s.), ariTZ «roble».
b) z, tz-ch: araTZ, araCHe (b. n.) «ternero»; zuri, CHuri
«blanco».
c) z=y: bazinteZe, bazinteYe «si vosotros fuerais».
d) s=z: egiaskoa (a. n. m.), egiaZkoa «verdadero; verídico»;
emasteki (a. n. ni.), emazteki «mujer casada»; iserrak (Ochandiano),
iZarrak «las estrellas».
e) ts=ch (fuerte): oTSo, oCHo (a. n. sep.) «lobo».
f) ts=tz: haroTS, aroTZ, «carpintero, herrero».
Considerado el conjunto de la lengua, la movilidad de las sibilan-
tes merece el calificativo de absoluta. Dentro de cada variedad y dia-
lecto reinan preferencias que limitan el campo de la permutación. Omi-
to detalles. La oscilacibn entre la palatal fuerte ch (á la castellana) y
la suave (á la francesa), cuando son mediales, no existe, ó es muy rara.
Por el contrario, es frecuente la oscilación de la inicial. La pronuncia-
ción de la ch de chardiña en San Sebastián, de la de chardina en San
Juan de Luz difiere como la de «charro» y «chat» (gato).
B.—Oscilaciones de grupo á grupo.
I. De las mudas á las aspiradas.
a) k=h: kabi, habi «nido».
b) g=h: igel, ihel «rana».
c) g=f: gan, sinónimo labortano del gipuzkoano joan, van (aez-
koano) «ir».
d) b=f: kaBi, kaFi «nido».
170 EUSKAL-ERRIA

e) j=k: Josi de «coser» ó de «cosere» (ant. «consuere»).


f’) p=h: ziPo (a. n. sep.), ziHo «sebo».
g) p=f: aPaldu, aFaldu «cenar».
II. De las mudas á las frotativas.
a) b=y: aYek, aBek (a. n. mer.) «aquellos».
b) d=y: eDer, aYer «hermoso».
c) d=z tz: Dikek, Zikek: «él lo habrá».
d) t=y: nitzaiTa (aezk.), nintzanYa (ronk.) «yo te era».
e) k=y: gintezkeKan, gintezkeYan «nosotros podíamos»; na-
chaKok, natzaYok «yo lo soy».
f) g=y: PanGeru, panYeru, de «caldero».
III. De las mudas á las vibrantes.
a) b=m: Molts, de «bolsa»; Mentura (b. n.), de «ventura».
b) k (c)=s: Salda, de «caldo».
c) d=r: inguRa, inguDa «yunque», del latín «incudem».
IV. De las vibrantes á las mudas.
a) l, ll=d: eLur, eDur «nieve»; iLLargi, iDargi (Burguete) «lu-
na».
b) l=g: zoli (a. n, s.) zoGi «discreto, prudente».
c) l=p: Lesuin, Pesuin «dique».
d) m=b: laBina, del latín «lamia»; Milgor, Bilgor (b. n.) «se-
bo».
e) m=p: atzMar, atzaPar «garra, zarpa».
f) m=t: Motel, Tolez «tartamudo».
g) m=g: leMami, leGami «levadura».
h) n=d: arNo, arDo «vino».
i) n=t: gazNa, gazTa «queso».
j) n=g: aNitz (a. n. s.), aGitz «mucho».
k) r=g: iRatze (b. n.), iGatze (Anoz) «helecho».
l) r=d: enhaRa, enaDa «golondrina».
V. De las vibrantes á las aspiradas.
a) l=h: beLarri, beHarri «oreja».
b) m=f: Muin, Fuin «médula».
c) n=h: oHore de «honore».
VI. De las vibrantes á las frotativas.
a) n=j: Nabarri, Jabarri «jaspe».
b) n=y: zeiNu (b. n.), zeYu (Mezkiriz) «campaña».
c) r=y: enhaRa, elaYa «golondrina».
REVISTA BASCONGADA 171

VII. De las frotativas á las mudas.


a) ch=g: CHede, Gede «objeto, término».1
b) ch=t: guCHi, guTi «poco».
c) tz, z=d: arZulo, arDulo (Villan. de Arakil) «caverna», ba-
nintZon, baninDun «si yo fuera».
d) z=k: beZala, beKala (a. n. sep.) «como».
e) ZirZil, chirGil (b. n.) «sucio, desaseado».
f) Zaldo (Torrano) Talde «rebaño, tropel».
VIII. De las frotativas á las aspiradas.
a) ch=f: CHindar, Findar y PHindar «chispa».
b) s=j: Saski, Jaski (Irún) «cesta»; Solhas. Jolas «conversa-
ción; recreo, entretenimiento», de «solaz».
c) z=j: beZala, beJala, (Loyola) «como».
IX. De las frotativas á las vibrantes.
a) s=n: marraSga (b. n.), marraNga (id.) «estruendo, estré-
pito».
b) s=r: aSnase; aRnase «aliento, respiración».
c) tz=r: ziTZatekian, ziRatekian «ellos hubieran sido».
d) y=r: goYek (aezk.), koRiek (ronk.) «éstos».
X. De las aspiradas á las mudas.
a) j=d: Jostatu, Dostatu (b. n.) «divertirse».
b) j=k: Kavier, de «Javier»;2 Kosé de «José».
c) f=p, b: pesta, besta, de «fiesta»; Pellipe de «Felipe»; Pam-
parroi, de «fanfarrón».
Las consonantes, al igual de las vocales, están sujetas á la elisión
ó caida. Pasaremos revista á estos fenómenos estudiándolos por grupos.
1. Elisión de mudas.
De b: Buztarri, uztarri «yugo»; iBili, iili «andar»; limBuri, li-
muri «resbaladizo, lúbrico», illoBi, illoi «fáretro».

(1) Esta permutación no he conseguido comprobarla en la práctica. La


que resulta de los libros, acaso proviene de la ortografía, por expresar el
sonido de la ch suave con la g chuintante francesa que figura en gite, gen-
darme, etc.
(2) Téngase presente que la primera sílaba de Javier es contracción de
echea, que se escribió también con x; y cuando ésta fué sustituida por la j,
se introdujo el sonido gutural anejo á esta. El antiguo relox se escribe
hoy reloj. La ch de eche en algunos apellidos, por ejemplo Eseberri, se ha
expresado por medio de la s.
172 EUSKAL-ERRIA

De d: Dezakan, ezakan «tú lo hayas»; goDartari, goartari (ba-


jo nabarro) «guardador, custodio»; burDin, burni «hierro».
De t: raT, ra «á» (sufijo de movimiento); dantzaTu, dantzanu,
«bailar».
De k: baendiK, baendi «si tú fueras»; Kokotz, okotz «barba»; oKe,
oe (Urd.) «cama».
De g: Gastigar, astigar «tilo»; beGirale, beirale «protector, cus-
todio»; oGi, oi (Baig.) «pan».
De p: Pikondo, ikondo, «breva».
II. Elisión de aspiradas.
De h: Hunkitu (b. n.), ukitu (gip.) «tocar»; zaHagi, zagi «odre»;
zaHi (b. n.), zai «salvado».
III. Elisión de vibrantes:
De Listu (a. n. mer.), istu «saliva»; arrauLtz, arrautz «huevo».
La elisión de l terminal, si existe, es muy rara. Algunos nombres
compuestos; por ejemplo: gabilondo parece indicar que la perdieron
sus simples. Pero siempre asaltará la duda de si la l es eufónica. De
vocablo al que pueda atribuirsele caída de la l terminal, no recuerdo
en este momento otro que ope «torta», sinónimo de opil, ophil «pa-
necillo, torta».
De n: Nekaitz (b. n.), ekaitz «tempestad»; urruNtsi, iresti «tra-
gar»; amorraiN (b. n.), amorrai «trucha».
De r: aRno, ano (b. n.), «vino»; kauR (ronk.), kau (salac.) «és-
te»; lambRo, lambo «niebla»; ikarRatu, ikaatu (burundés) «temblar».
IV. Elisión de frotativas.
De s; iStu, itu (Ituren), «saliva».
De z: Zekidan, ekidan «él me fuese»; baliteZ, balite «si ellos fue-
ran».
Las consonantes que con más frecuencia se eliden son: n terminal,
k, g, r y d, sobre todo entre vocales.

ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
204 EUSKAL-ERRIA

CELTAS, IBEROS Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

La k cuando forma parte del nombre verbal, suele persistir en las


flexiones: de jakin, «saber», dakit «yo lo sé», zedikan «él me lo sa-
bía», etc., etc.; de ekarri «traer», nakar «él me trae», bekarkio
«trae lo á él», etc., etc. Cuando entra en la flexión á titulo alocutivo,
expresando el «tú» del tratamiento masculino, no sólo está sujeta á
permutaciones (t, y, por ejemplo), sino á elisiones frecuentes. A ve-
ces su desaparición no acarrea la de la vocal de ligadura que, por su
causa, se introdujo.
Las flexiones bizkainas terminadas en k la eliden al recibir el sufi-
jo conjuntivo la; de dok «tú lo has», duala «que tú lo has». Las su-
letinas la permutan por la y.
El adverbio de negación ez, al constituir las formas negativas, deja
caer z delante de las vocales, y de la h, n, l iniciales de la flexión
verbal, introduciéndose una h eufónica entre la e adverbial y la vocal
subsiguiente. La h eufónica es propia del dialecto suletino, donde úni-
camente son constantes ú obligatorios todos los fenómenos fonéticos
apuntados, pues los demás dialectos no proceden con uniformidad.
El indefinido verbal pierde la consonante terminal cuando reviste
la forma sustantivada definida; de egin «hacer», egitea «el hacer».
Lo propio acontece con el nombre verbal en locativo: de egin, egiten
«en hacer».
La n se elimina delante de la r y de la l puestas en contacto me-
diante la sufijación. De non «donde», nora «á donde»; de zuen «él
lo tenía», zuela «que él lo tenía». La n de la flexión se conserva cuan-
do es índice del tratamiento femenino.
REVISTA BASCONGADA 205

Todas las influencias fonéticas hasta ahora enumeradas, aun obran-


do aisladamente, alteran bastante la fisonomía de los vocablos. Con-
sidérese lo que sucederá cuando se combinan varias de ellas. La ma-
teria es vastísima, pero todos sus casos pueden resolverse á la luz de
los hechos expuestos. Compárense, por ejemplo, las formas enhara,
enada, elaya «golondrina», y observaremos: elisión de la aspirada,
substitución de la vibrante por la muda y de ésta por la semi-vocal
frotativa. En lemami, legami «levadura», tenemos paso de la v del
latino «levamen» á m y de ésta á g, así como en ukaBil, ukuMil «pu-
ño» hay cambios de vocal y de consonante. De esta suerte podrían
aducirse ejemplos más y más complejos.
Dichas transformaciones fónicas por acumulación ó convergencia
se producen, á veces, de golpe, y sucesivamente, á veces. En este caso
á la historia del vocablo corresponde reconstituir el trayecto recorrido.
La convergencia sucesiva facilita las permutaciones que serían imposi-
bles de manera directa. A estas permutaciones las llamaremos secun-
darias ó mediatas.
Con la elisión de sonidos se enlaza íntimamente la contracción, la
cual viene á ser una elisión de sílabas. Influye poderosamente sobre el
lenguaje vulgar: cortando vocablos y fundiendo frases. Así, por ejem-
plo, en vez de ariñago «más ligero», se oye decir ariño, y en vez de
ogirikgabe, oibe etc. Las más curiosas é importantes son las que afec-
tan á la conjugación. Después hablaré de ellas.
Conocemos ya los elementos fónicos de las palabras baskongadas.
Ahora estudiaremos un aspecto muy interesante de su forma.
Comparando entre sí las diversas palabras del léxico euskaro (como
las de cualquiera otro idioma), pronto echamos de ver que forman
ciertos grupos, por efecto de que mayor ó menor número de ellas, com-
parten la terminación. Las terminaciones ó sufijos formativos son, por
tanto, aquellos elementos que, siendo comunes á varios vocablos, ca-
recen de significación constante y han de reputarse exteriores á los te-
mas ó núcleos donde reside la virtud significativa.
En tal concepto se diferencian netamente de los sufijos derivati-
vos, es decir, de los elementos que, siendo capaces de comunicar nota
significativa constante, sirven para formar vocablos derivados.
Ciertos elementos participan de ambos caractéres; unas veces son
simples terminaciones formativas, y otras, sufijos que imprimen sig-
nificación especial.
206 EUSKAL-ERRIA

Los sufijos derivativos, y aun las terminaciones formativas comen-


zaron, sin duda, por ser vocablos componentes, cuyo empleo asiduo
los convirtió en puras desinencias.
La expresión de las relaciones gramaticales corre á cargo de un ri-
quísimo sistema de sufijos. Dado lo que sucede con gabe y baita, se
supone, fundadamente, que los sufijos de relación comenzaron por ser
nombres aislados, exceptuando los que denotan origen pronominal.
Mas hoy, de hecho, los sufijos en (posesivo), i (recipiente), n (locati-
vo), etc., etc., pueden equipararse á las desinencias ae, i, is, us, ei,
am, em, um, etc., etc., de las declinaciones latinas. No hay, por tan-
to, inconveniente en calificar de casoales á ciertos sufijos euskaros. De
lo expuesto se deduce que determinadas palabras se vacían de su sen-
tido concreto y adoptan otro abstracto ó general que las vuelve es-
traordinariamente aptas para desempeñar funciones gramaticales.1
Las terminaciones formativas constituyen dos grandes grupos,
atendiendo á su letra inicial, ó única, que puede ser vocal ó consonan-
te. Las estudiaremos separadam ente, presentando, en primer término,
la forma, al parecer, más primitiva, y en segundo las más análogas á
dicha forma, hipotéticamente tipo, sin que esto huela á tentativa de
trazar el árbol genealógico de ellas, pues no es materia propia de los
presentes Estudios. Aun el aislar la verdadera terminación es negocio
sumamente delicado y difícil. A título de ensayo lo acometo, sin
ocultárseme que merecerá muchas correcciones y enmiendas.
Los vocablos euskaros no terminan en los sonidos mudos k, g, p,
b; ni en los aspirados j, h, f; ni en la vibrante m; ni en la semi-vocal
y. Por tanto, cuando alguno de ellos venía á situarse al final de la pa-
labra, necesariamente había de acudir una vocal á sostenerlo, so pena
de desaparición. Este punto de vista, que estimo exacto, me ha servi-
do de clave para determinar cuándo los vocablos acaban en vocal, y
cuándo la vocal constituye sílaba terminal.
Sirvannos de ejemplo la palabra alaba «hija», horma «pared»,
alarguncha «viuda», euli «mosca». Cuál es la terminación formativa
de ellas? Las vocales a é i, ó las sílabas ba, ma, cha y li? Aplique-
mos el principio ó regla arriba enunciado. Las palabras baskongadas

(1) Esta distinción entre palabras llenas y vacías la han establecido los
gramáticos chinos y Max Müller, si no recuerdo mal, es el primer lingüis-
ta europeo que ha sacado partido de ella.
REVISTA BASCONGADA 207

no terminan en b, m; luego la terminación de alaba y horma es a.


Las palabras baskongadas terminan en ch y l: luego cha y li son los
sufijos terminativos. Es decir, que en las citadas palabras la segregación
de la desinencia terminal se verificará del siguiente modo, cuando nos
propongamos aislar al núcleo ó tenia: alab-a, horm-a: alargun-cha,
eu-li.
Sin embargo, la regla de que la vocal terminal es la verdadera ter-
minación formativa cuando le precede una consonante que es de las
que no pueden servir de terminación á la palabra, me parece más fir-
me que no la regia de que constituyen sílaba dicha vocal y la conso-
nante precedente, cuando ésta es de las capaces de ser terminales. En
el mismo ejemplo de euli cabe que la l sea parte integrante del tema
significatico: eul-i.
Por lo menos, la prudencia aconseja no aplicar dicha segunda regla
á las palabras que constan de dos sílabas: 1.º, cuando segregada la su-
puesta terminación, el resto se reduce á una vocal única; por ejemplo,
en uda «verano», es inverosimil que el valor significativo resida en u,
y que da sea mera terminación, á menos que uda fuere contracción
de otra forma más amplia, lo cual ignoramos hoy; 2.º, cuando segre-
gada la vocal terminativa, resulte que la inicial y las consonantes ad-
yacentes constituyen un grupo silábico adaptado á las exigencias foné-
ticas de la lengua: por ejemplo: bits-a «espuma» y no bi-tsa.
La vocal terminativa precedida de otra, si no forma diptongo, ha
de reputarse terminación formativa: besabe-a «arado de cinco dientes»
y no besa-bea.
Sentados estos preliminares, y con todo género de salvedades, tra-
cemos el cuadro de las terminaciones euskaras.

ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
REVISTA BASCONGADA 273

CELTAS, IBEROS Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

A. Terminaciones formativas que consisten en vocal, ó principian


por vocal.1
Terminación a: kof-a, alh-a, gij-a, ag-a, am-a, irak-a, aldap-a,
ainharb-a; anai-a (anaya), azi-a, garo-a, gernu-a; ban-a, ar-a
arr-a, aztz-a.
Hay una terminación ka, de origen adverbial; figura en abar-ka
«abarca», de abar «rama»; en zin-ka «relincho», de la onomatopeya
ziiiinn. No siempre se la distingue fácilmente de la formativa ka, y
se ha de cuidar de no equipararla á la terminación a precedida de k.
Tal sucedería, por ejemplo, si iraka «azaña», la descompusiésemos
en ira-ka.
Terminación e: ab-e, op-e, ag-e, oh-e; anai-e (anaye); ald-e, at-
e, atz-e, ech-e, bel-e, ar-e, err-e.
Terminación i: ab-i, be-i, bih-i, tok-i, id-i, az-i, as-i, chor-i,
gorr-i, gehel-i.
Terminación o: zok-o, eg-o, ap-o, ab-o, ah-o; aba-o, oroldi-o,
eslai-o (eslayo); an-o, ar-o, orr-o, oll-o, bas-o, ats-o, atz-o, chich-o.
Terminación u: ak-u, sag-u, aip-u, chah-u, dam-u; thei-u (the-
yu); ayer-u, err-u, ad-u, mus-u, antz-u.2

(1) Si consignase todos los ejemplos por mí reunidos para extraer las
terminaciones, publicaría un copioso diccionario. Me limito á los que dan
luz acerca de los principales casos que ocurren. Por ventura algunos de
ellos estarán mal escogidos. Esto dependerá del vicioso análisis etimoló-
gico del ejemplo, pero no significará nada contra la existencia de la ter-
minación. Aunque bitsa, por ejemplo, sea bi-tsa, no por eso dejaría de
existir el sufijo terminativo a.
(2) Creo inútil advertir que á esta terminación común u, corresponde
otra suletina en ü. No hay para qué dar ejemplos cuya única diferencia
estriba en el sonido de la u.
274 EUSKAL-ERRIA

Terminación al, ail: arg-al, herb-al, erb-ail, gid-ail, itz-al.


Terminación el: osp-el, gib-el.
Terminación il: bip-il, ching-il, ist-il.
Terminación ol, oil: od-ol, aj-ol; herd-oil, kars-soil.
Terminación ul: ezt-ul, us-ul.
Ail en el dialecto suletino desempeña funciones de sufijo deriva-
tivo, notando la poca intensidad ó fuera del componente primero.
De churi «blanco», churail «blanquizco»; de gorri «encarnado», go-
rrail «rojizo», etc.
Terminación ain, an, añ: heb-ain, ord-ain, bik-ain; oih-an,
last-an, bak-an, otz-an; err-añ.
Terminación en: ezt-en, og-en, azk-en, auh-en, her-en, urr-en,
zez-en; ai-en (ayen).
Terminación in: ad-in, ag-in, zik-in, erp-in: se-in, habu-in;
poch-in, araitz-in.
Terminación oin: hig-oin, khod-oin, korok-oin, oh-oin, chilin-
dr-oin, noharr-oin.
Terminación un: alarg-un, bak-un, ber-un, osas-un, beaz-un,
bela-un.
La n final, sobre todo precedida de i, o, se elide amenudo. De ésta
elisión provienen las terminaciones ai, i, oi de vocablos como los si-
guientes: arr-ai, sinónimo de arr-ain «pescado», ipu-i sinónimo de
ipu-in «cuento, historia»; it-oi «gota», saga-rr-oi, «erizo», erd-oi
«moho».
Supongo que la terminación n, ñ que se observa en le-n, mu-ñ,
etc, etc., es residuo de las anteriores.
Terminación ar: ab-ar, ad-ar, alk-ar, astig-ar, aztap-ar, bel-
ar, cham-ar, biz-ar, biltz-ar.
'Terminación er: ezk-er, alp-er, ed-er, bazt-er, auh-er, alf-er.
Terminación ir: atzik-ir, isk-ir, pinp-ir.
A estos sufijos refiero el residuo r de: au-r «niño», oa-r «aten-
ción» ga-r «llama», go-r «sordo», etc., etc.
Comparando ciertas formas dobles de vocablos se puede suponer,
con algún fundamento, que la estructura primitiva de la terminación
fué arre ó arri.
Terminación arri: elb-arri, eg-arri, bel-arri, ats-arri.
Terminación orri: lab-orri, jat-orri.
Terminación urri: azk-urri, chind-urri.
REVISTA BASCONGADA 275

Terminación ei: od-ei, ezt-ei, iz-ei.


'Terminación endu: ab-endu, adim-entu.
Es de origen latino: «entus» cru-entus.
Terminación ere: and-ere.
Terminación eru: gaitz-eru.
Terminación ira : est-ira.
Terminación ire: intz-ire.
Terminación iri: muth-iri.
Terminación iru: gaitz-iru.
Terminación ia: asa-ia. En sand-ia, garab-ia, all-ia, chinchur-
ia, ihialbal-ia, etc, es muy posible que la terminación sea a: sandi-
a, garabi-a, etc.
Terminación ona: alch-ona.
Algunas de estas terminaciones son semejantes á otras que forman
parte del caudal aryano, singularmente latino. Sin ánimo de plantear,
y mucho menos, de resolver el pleito entre el préstamo y la coinci-
dencia, mas como dato que conviene tener á la vista en los trabajos
comparativos, enumeraré las principales semjanzas, refiriéndome siem-
pre á la lista anterior.
Sufijo aille (francés): chategner-aie «castañal», brouss-aille «ma-
leza». Del latín alia. Aunque ahora no tengo á mano ningún ejem-
plo, poderosas razones de analogía podrían autorizarnos á pensar que
la forma primitiva del euskaro ail fué kail.
Sufijo al (castellano-francés), el (francés): loi-al, mort-al, mort-
el, anim-al, natur-el. Del latín alis. Baskuenze al, el.
Sufijo il (cast. francés): subt-il, gent-il. Del lat. ilis. Bask. il.
Sufijo ia (cast.), ie (francés): envid-ia, env-ie. Del latín. Bas-
kuenze, ia.
B. Terminaciones formativas que consisten en consonante, ó co-
mienzan por consonante.
Terminación ka: chin-ka, ars-ka, as-ka; ostrella-ka, biri-ka,
oilla-ka, panto-ka. El sufijo ka, precedido de una sibilante, en mu-
chos casos podrá ser el sufijo compuesto zko que indica la materia ó
composición de una cosa, aunque alterado fonéticamente y simple
variante de zka. Tal pudiera ser el caso en los vocablos abara-ska,
arko-ska y otros.
Terminación ke: ahal-ke, arras-ke. Se combina con la termina-
ción ta: iz-ke-ta.
276 EUSKAL-ERRIA

Terminación ki: ahul-ki; bernatza-ki, chi-ki, beko-ki, eranzu-


ki. Parece ser el sufijo unitivo ki «con». Se transparenta mucho en
abaraki, «aprisco para el ganado», de abar «rama». Como el sufijo
ki en funciones de unitivo ó sociativo suele combinarse con el locati-
vo n (ki-n), ésta combinación ha contribuido á que obscureciéndose
el valor primitivo de ki, haya pasado más fácilmente á la categoría de
terminación. Encontraremos, así mismo, á ki, y su variante gi, entre
los sufijos derivativos.
Terminación ko: mal-ko, karil-ko, kol-ko; apu-ko, zimi-ko, amu-
ko, amiama-ko.
Terminación ku: ahu-ku, perrechi-ku.
Terminación ga: ahogan-ga.
Terminación ge: ahal-ge, landel-ge.
Terminación gi: abar-gi, erna-gi, abe-gi, heure-gi, arpe-gi.
Terminación go: mar-go, potin-go.
Terminación gu: mal-gu.
Terminación kera, era: ibil-kera; au-kera; ched-era, ezt-era,
zabal-era, arr-era, kaus-era; azi-era, nasi-era. Cabe muy bien
que ere, eru, ira que figuran en la sección A, sean degradaciones de
kera.
Terminación kari, ari: ikas-kari; esk-ari, mad-ari, at-ari,
af-ari, ern-ari, yos-ari, iz-ari, chich-ari. Además de terminación,
kari, ari, es sufijo derivativo.
Terminación eri: ay-eri, iñot-eri.
Terminación ai: ard-ai, ib-ai, uzt-ai, erp-ai, ni-ai, am-ai,
ern-ai, jorr-ai, iz-ai.
La doble forma ern-ari y ern-ai «preñada», demuestra que ai, á
veces, es contracción de ari, así como big-ai y big-ain «ternera», in-
dican que ain se contrae en ai.
De ai el tránsito á ei es sumamente llano; por tanto, la termina-
ción ei incluida en la sección A, acaso tendrá mejor cabida en la B.

ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
316 EUSKAL-ERRIA

CELTAS, IBEROS Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

Terminación kor, or: chich-kor, babaziz-kor, mos-kor; ad-or,


ag-or, amp-or, chilb-or, al-or, doll-or; be-or. Kor es, además, sufi-
jo derivativo.
Terminación gor: bil-gor; zig-or.
Terminación orra: at-orra, abazt-orra.
Terminación ur: ad-ur, ap-ur, lab-ur, lap-ur, ah-ur, zim-ur,
aitz-ur, ez-ur; icha-ur, ausna-ur, zima-ur.
No me cabe duda de que la forma primitiva de orra sería korra,
y que de ésta se derivaron kor y gor. Es más; estimo que todas las
terminaciones formativas que comienzan por vocal, estuvieron prece-
didas por una gutural ó la aspirada h.
Federico Diez opina que la lengua ibérica trasmitió al castellano la
teminación arra, orra, orro: cig-arra, mazm-orra, cach-orro.
Teminación kin: egos-kin, muz-kin; inha-kin, erre-kin.
Derivada, sin duda, del verbal egin «hacer»; bajo la forma gin la
encontramos entre los sufijos de composición.
Terminación pa, ba: barram-ba, ainhar-ba, es-pa, az-pa; go-
ra-ba, urru-pa, behaztu-pa.
Terminación pe, be: khor-be; seta-be, nerha-be.
Terminación pi, bi: gar-bi, iz pi: marhu-bi, zuru-bi.
Terminación po, bo: al-bo, or-po, as-po; zarra-po.
Terminación pu, bu: tra-bu; karka-bu, ai-pu.
La mayor parte de los vocablos que ostentan be, pe, si se analizan,
resultan compuestos con pe, be «bajo». Por ejemplo: er-pe «garra»,
de eri, erhi «dedo». Aun el mismo ejemplo de nerhabe (y norabe)
REVISTA BASCONGADA 317

«jovencito; niño» arriba incluido, plausiblemente pudiera incluirse


entre los compuestos de pe «bajo». Variante suya es neha-be «criado».
Lo difícil de determinar aquí no es el valor significativo de be, sino
el de nerha, nera. ¿Significará «potestad, poder, jurisdicción»? Niños
y criados viven bajo una relación de dependencia.
Terminación bro: lam-bro.
Terminación pla: tim-pla.
Terminación ta, da: pan-ta, cherren-da, lanchur-da, ziris-ta,
az-ta, chich-ta; aba-ta, abado-ta. Es de creer que la forma íntegra
sería eta; así lo hacen sospechar: adar-eta, arr-eta, barbar-ita, kop-
eta, etc.
Terminación te, de: aral-de, otor-de, emaz-te, beste; erantzuki
de, apo-te, iñu-de.
Terminación ti, di: gel-di, ahar-di, goros-ti, egaz-ti.
Terminación to, do: zerrol-do, kakamar-to, man-do, las-to;
imi-to, gorro-to.
Terminación tu, du: khun-du or-du.
Terminación t, d: arrun-t, chor-t, menas-t; ba-t, baki-d, arre-t,
po- t.
Terminación tra: alzo-tra, sabel-tra. Indudablemente, contrac-
ción de la derivativa suletina tura, dura.
Terminación tura, dura; kura, ura: pizt-ura, gald-ura, erra-
dura, churi-dura; erra-kura, churi-kura, sar-kura; ich-ura.
Terminación uri: jakind-uri, tip-uri, moh-uri, churim-uri.
Terminación uru: muk-uru, gaitz-uru.
Terminación ho: lan-ho, zil-ho.
Terminación hu: zal-hu.
Terminación la: apa-la, eske-la, chanchi-lla, arko-la.
Terminación le: oga-le.
Terminación li: gehe-li.
Terminación lo: kar-lo: kata-lo, oki-lo.
Terminación lu: pache-lu.
Terminación l: cha-l, biribi-l, oki-l.
Terminación ma: or-ma, koko-ma, loku-ma.
Terminación me: ingu-me.
Terminación mi: as-mi.
Terminación na, ña: aztar-na, aloz-na; ezpa-ña, gerre-na, ha-
si-na, azu-na.
318 EUSKAL-ERRIA

Terminación ne: er-ne, ez-ne.


Terminación ni: aur-ni.
Terminación no: albur-no, muti-no.
Terminación ro: tripazoi-ro.
Terminación rra: ama-rra, le-rra.
Terminación cha: alhargun-cha; apa-cha, urri-cha.
Terminación chi: un-chi.
Terminación chia: achitama-chia, po-chia. Muy poco frecuente.
Cabe que la terminación sea a sola.
Terminación cho: po-cho, to-cho.
Terminación chu: aba-chu.
Terminación ch: urchin-ch; bela-ch, oro-ch.
Respecto á la terminación cha, cho, etc., no se ha de olvidar su
íntima conexión, ó identidad, acaso, con el sufijo diminutivo cho,
chu. Fuera de este caso, aquella ha de ser mirada como mera variante
de las terminaciones formadas con las sibilantes s, ts, z, tz.
Terminación tsa: aba-tsa, ada-tsa.
Terminación tsi: ahan-tsi, abera-tsi, eskueraku-tsi.
Terminación tso: mol-tso.
Terminación ts: aun-ts; abera-ts, ame-ts, gardo-ts, bisu-ts.
Terminación sa: ikusga-sa, ante-sa, mirigo-sa.
Terminación se: arna-se, babe-se, mihi-se.
Terminación si: adau-si, billu-si, nagu-si.
Terminación so: gala-so, tire-so, lau-so.
Terminación s: arra-s, billo-s.
Terminación tza: agin-tza, amil-tza, autsiabar-tza; apobela-tza,
amai-tza, bethi-tza, miro-tza, oroi-tza.
Terminación tze: ohan-tze, ul-tze; orra-tze, bizi-tze, adindu-tze.
Terminación tzi: ihe-tzi, urgai-tzi.
Terminación tzo: zin-tzo.
Terminación tzu: zan-tzu.
Terminación tz: aran-tz, arraul-tz, ar-tz; eskara-tz, ake-tz
ari-tz, mo-tz, erroi-tz, pu-tz.
Tza y sus congéneres es sufijo derivativo que denota abundancia y
pluralidad. Disfruta, asimismo, de cierto sabor aumentativo.
En autsiabartza «refriega, pelea», por más que tza sea verdadera
terminación, el análisis etimológico le asigna papel abundancial: autsi
«romper», abar «rama», tra «varias, muchas». El significado actual
RE VISTA BASCONGADA 319

es metafórico: autsiabartza hubo de significar antes «estruendo, es-


trépito, ruido».
Terminación za: ardan-za; babazu-za, erre-za.
Terminación ze: aran-ze, undar-ze; oña-ze, lei-ze.
Terminación zi: zuhur-zi; oinha-zi, neke-zi.
Terminación zu: an-zu.
Terminación z: or-z; iga-z, erra-z, ei-z.
Terminación compuesta: zka: inche-zka, zi-zka.
Terminación zki: bi-zki.
El sufijo zko se usa como derivativo. Su inmediato parentesco con
zka, zki es evidente, según se transparenta en bizki «gemelo, melli-
zo», aunque ordinariamente el significado suele estar obscurecido: por
esta razón incluyo á zka, zki entre las terminaciones.
Los sufijos latinos análogos ó semejantes por su forma á las termi-
naciones euskaras transcriptas son:
Ario, ero, er, el (castellano), aire, ier (francés): contr-ario, pri-
m-ero, mercad-er, lebr-el; contr-aire, prem-ier, levr-ier. Baskuen-
ze kari, ari. En cuanto sufijo derivativo suele formar nombres que
indican el estado habitual del sujeto, lo cual sucede, también, con las
formas masculinas de dichos sujetos neo-latinos, derivados del latino
arius.
Comp. carbon-ero, charbon-ier de una parte, con pleg-aria, rib-
era, pri-ere, riv-iere de la otra. En viejo alto-alemán existe ari. Or
(cast.) eur (fr.): clam-or, hon-or; clam-eur, honn-eur. Bask. or
(kor).
Cum (afijo latino). Su sentido es el de acompañamiento, asocia-
ción, solidaridad, etc., ora se una al verbo: com-parece, con-dolore,
etc., ora al nombre, com-patronus. com-pastor, etc. Bask. kin, ki:
zuek-(k)in «con vosotros» equivale al vobis-cum latino.
T-ura (suf. latino), ura (cast.) ure (fr.): pie-t ura, pin-t-ura,
pic-t-ura, diabl-ura, chevel-ure, verd-ure. Bask. tura, kura; la
última forma es suletina.
Aza, aka, azo, acho (cast.): espin-azo, lin-azo, cov-acha, pue-
bl-acho. Estos sufijos, derivados del latino aceus suelen tener sentido
aumentativo ó peorativo. Bask. za, zo, cha, cho.
Llo (cast. antiguo): goberna-llo. Este sufijo proviene del latino
aculus, sincopado en clus, de donde se ramifican las diversas formas
neo-latinas. Bask. lo, llo.
320 EUSKAL-ERRIA

Uria (ital.), sufijo muy poco usado, y diferente del compuesto


castellano ur (or) é ia: mal-uria. Bask. uri.
Do (cast.), to (ital.). Del latino tus: gana-do. Bask. to.
Los nombres verbales euskaros no poseen la opulencia de termina-
ciones que acabamos de asignar á los comunes. He aquí las que, á mi
juicio, son más frecuentes:
Terminación a: estek-a, galk-a, hig-a, haut-a, zeh-a, zamp-a.
Terminación i: iduk-i, izek-i, hig-i, jag-i, irud-i, ipiñ-i, ibill-i,
eser-i, ekarr-i, etorri-i, ikus-i, eraunts-i, ikuz-i, iritz-i, erech-i.
Es una de las terminaciones más frecuentes: De seguir la pauta es-
tablecida para los nombres comunes, habríamos de suponer que exis-
tían las terminaciones ñi, li, lli, ri, rri, si, tsi, zi, tzi, chi. Pero si
observamos el comportamiento de los nombres verbales que se conju-
gan por sí mismos, es decir, sin auxiliar, no se nos ocultará que tra-
tan á la i como á elemento puramente material, sacrificándolo sin re-
paro en la mayor parte de los casos. De este hecho he deducido, pien-
so que racionalmente, que la i es terminación en los nombres verba-
les que requieren auxiliar, ó son inconjugables per se.
Iduk-i «tener», produce daukat «yo lo tengo»; izek-i «arder»,
dizekat; ibill-i «andar», nabill «yo ando»; etorri «venir», nator;
ekarr-i «traer», dakart; ikus-i «ver», dakust; eraunts-i «estar ma-
nando», darauntsat; iritz-i «llamar», deritzat; erech-i «id.», de-
richat.
Algunos verbales, como irud-i «parecer», egok-i «pertenecer»,
arrastran á la flexión el elemento terminativo: dirud-i-t, nirud-i-en;
dagok-i-t, zegok-i-dan.

ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
REVISTA BASCONGADA 435

CELTAS, IBEROS Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

La i amenudo desaparece del nombre verbal; junto á irauli, por


ejemplo tenemos la forma iraul, y junto á igorri, igor.
Terminación ki: ego-ki «pertenecer», jarrai-ki «seguir», jai-ki
«levantar».
Ciertos verbales terminan en in: jak-in «saber», irak-in «her-
vir», eg-in «hacer». ¿Hemos de suponer que éstos retuvieron la forma
más íntegra de la terminación, ó simplemente que la terminación es
n? Los conjugables sacrifican la n: egi-zu «haz lo», d-agi-dan «que
yo lo haga», z-egi-zun «que él te lo hiciere»; d-aki «él lo sabe»,
z-eki-oten «ellos le sabían lo»; d-iraki «él arde», n-iraki-en «yo ar-
día». Es indicio grave á favor del supuesto de que la n, en estos casos,
es, realmente, terminal. Esta hipótesis se compone perfectamente con
el hecho frecuente de su elisión.
Terminación n: etza-n, ego-n joa-n, entzu-n, irau-n, jario-n.
El euskara dispone de numerosos sufijos derivativos para formar
vocablos de significación determinada:
Sufijo kari, tari, l-ari, ari. Forma nombres de agente: arrain-
kari «pescador», dantz-ari «bailarín», eiz-tari «cazador», joka-l-ari
«jugador».
Sufijo aich, ach, ats, l-ats. Indica «aproximación, tendencia»;
chur-aich «color que tira á blanco», gorr-ach «id. á encarnado»,
hori-l-ats «id. á amarillo».
Sufijo di, ti. Forma nombres de agente: gezur-ti «mentiroso»,
beldur-ti «cobarde, miedoso».
436 EUSKAL-ERRIA

Sufijo egi. Expresa la idea adverbial del exceso ó sobra: ederr-egi


«demasiado hermoso», beldur-ti-egi «demasiado miedoso».
Sufijo gaillu, kaillu. «Aptitud, disposición, capacidad»; eder-
gaillu «lo que sirve para hermosear (adorno)»; on-kaillu «lo que sir-
ve para bonificar (abono, en agricultura)».
Sufijo garri. Comunica dos significaciones; una, activa y más fre-
cuente, de «inclinado á; propio para»; otra, pasiva, «digno de, sus-
ceptible de»; irri-garri «risible, ridículo»; kalte-garri «perjudicial».
Sufijo gi. Indica el «lugar» ó «sitio», con la nota de apropósito ó
conveniencia; igaran-gi «vado (sitio apropósito para pasar)»; jar-gi
«asiento (sitio apropósito para sentarse)». Indudablemente es contrac-
ción de tegi «lugar, sitio».
Sufijo kal, ka. La segunda forma vale para la derivación adverbial;
de oju «grito», oju-ka «á gritos, gritando»; de arri «piedra», arri-
ka «á pedradas». Kal denota sentido de «reparto, distribución y tan-
da»; hiri-kal «por la ciudad», haur-kal «á proporción de los niños».
Ka sufijado á un nombre puede indicar la idea de que se busca, ó
se desea traer ó tomar la cosa significada: ur-ka neskatoa da «la cria-
da va á traer (ó en busca de) agua»; yoan dire, bata urzo-ka, berzia
arrain-ka, «se han ido, el uno á cazar palomas (en busca de), el otro
á coger peces (en busca de)». También expresa proporción; de ehun
«cien», ehun-ka «á cientos».
Sufijo ki, gi. Idea de «fragmento, pedazo»: ezur-ki «fragmento de
hueso»; idi-ki «carne de buey, ración de buey»; oyal-ki «pedazo de
tela». Es además sufijo de derivación adverbial: de eder «hermoso»,
eder-ki «hermosamente».
Sufijo kizun. Sirve para convertir en sustantivos á los adjetivos
verbales: etor-kizun «porvenir», de etorri «veniro»; egin-kizun «ac-
ción», de egin «hacer».
Sufijo ko, go. Es aumentativo. De mutil «muchacho», muti-ko
«muchachón». Indica, además, «pertenencia, procedencia, adherencia»:
alde-ko «próximo, ladero», de alde «costado, lado»; ahutsetako
«bofetón», de ahuts «mejilla, carrillo»; eder-go «hermosura», de eder.
Son nombres genitivales.
Sufijo go. Sirve para la comparación de superioridad. De zuri
«blanco», zuri-a-go «más blanco».
Sufijo koi, goi. Indica «afecto, tendencia, afición, inclinación». Ibil-
koi «andariego», de ibilli «andar»; bere-koi «egoista», de bere «su-
REVISTA BASCONGADA 437

yo»; aragi-koi «carnal», de aragi «carne». Amenudo pierde la gutu-


ral; sagarr-oi «herizo» (aficionado á las manzanas)»; nigarr-oi «llo-
rón», de nigar «lágrima».
Sufijo kor. Indica «aptitud, tendencia, inclinación; estado». Se
une á los nombres verbales: il-kor «mortal», de ill «morir»; iragan-
kor «transitorio», de iragan «pasar»; erra-kor «inflamable», de erre
«quemar»; siñes-kor «crédulo», de siñetsi «creer».
Sufijo kunde, kunte. Indica «impulsión ó tendencia». Se aglutina
á los nombres verbales para formar sustantivos comunes: naki-kunte
«deseo», de nahi «querer», ohi-kunde «costumbre», de ohi «acos-
tumbrar».
Sufijo le. Indica la idea de agente. Se une á los nombres verbales
para formar sustantivos; eda-le «bebedor», de edan «beber»; ja-le
«glotón, comedor», de jan «comer».
Sufijo ño, ñi. Es de significación diminutiva. De ama «madre»,
ama-ño «madrecita» y también «nodriza»; de maite «querido», mai-
te-ñi «querido pequeñito»; de chipi «pequeño», chipi-ñi «muy pe-
queño».
Sufijo pen. Forma sustantivos, sacándolos de los verbales: eros-
pen «compra», de erosi «comprar»; oroi-pen «recuerdo».
Sufijo ro. Unido al sufijo adverbial ki ejerce funciones adverbiales;
eder-ki-ro «hermosamente»; eriotz-ki-ro «mortalmente», de eriotz
«muerte». Es contracción de oro «todo».
Sufijo tarzun, tasun. Indica la inherencia de la cualidad pertene-
ciente al sujeto:1 andi-tasun «grandeza, magnificencia», de andi
«grande»; garbi-tarzun «pureza, limpieza», de garbi «limpio».
Sufijo te. Indica abundancia: elur-te «nevada», de elur «nieve»;
izoz-te «helada», de izotz «hielo». Unido á los nombres verbales, forma
sustantivos: iza-te, «ser, existencia», de izan «ser»; emai-te «dón,
dádiva», de eman «dar»; eror-te «caida», de erori «caer».
Sufijo teli. Indica la idea de «hacinamiento». No creo que el dia-
lecto suletino, cuyo es, lo use nunca aisladamente. Por eso lo he in-
cluido en la derivación. Es indudable que nos las habemos con un ver-
dadero substantivo que significó «montón, pila». Egur-teli, «mon-
tón de madera», arri-teli «montón de piedra».
Sufijo tiar, liar. Se compone, sin duda, del sufijo de agente le y
(1) Acerca de las acepciones de tasun y keria comparadas, véase mi
Gramática, pág. 157. Aquí me limito á la acepción general.
438 EUSKAL-ERRIA

del componente ar. Forma adjetivos que denotan afecto á una cosa
ya determinada: goiz-tiar «madrugador», de goiz «mañana»; besta-
liar «aficionado á la fiesta».
Sufijo to, do. Forma adverbios; eder-to «hermosamente»; ondo
«bueno, bien», de on «bueno». El sufijo to sirve para formar aumen-
tativos: giza-to «hombrón» de gizon.
Sufijo tu, du. Unido á los nombres, pronombres y adverbios, los
transforma en nombres verbales susceptibles de combinarse con auxi-
liares, y por tanto, de conjugarse con toda la amplitud de los verbales
comunes: aur-tu «aniñar», de aur «niño»; moskor-tu «emborrachar»,
de moskor «borrachera»; hurrun-tu «alejar», de hurrun «lejos»; ne-
re-tu «apropiar», de nere «mío»; bezala-tu «asemejar, comparar», de
bezala «como». En el dialecto bajo-nabarro el sufijo tu se combina
con el instrumental z y con un sufijo ta para indicar la acción del
nombre que lo recibe y se convierte en verbo, sobre otro objeto dife-
rente; de urre «oro», urretz-ta-tu «dorar»; de lohi «lodo», lohi-z-
ta-tu «enlodar». ¿Será, acaso, tu residuo de otra forma más llena ta-
tu, etatu?
Sufijo tza. Saca sustantivos de otros sustantivos: sagar-tze «man-
zano», de sagar «manzana»; aran-tze «ciruelo», de aran «ciruela».
No hay que confundir este sufijo con el que es mera variante dialectal
de tza: egur-tze (aezkoano), sinónimo de egur-tza «pila de madera».
Sufijo tsu. Forma adjetivos abundanciales: bizar-tsu «barbudo»,
de bizar «barba»; elhe-tsu «hablador», de elhe «palabra».
Sufijo tzar. Desidencia de los aumentativos; zaldi «caballo», zal-
di-tzar «caballazo».
Sufijo z-ko. Indica la composición ó materia de una cosa en senti-
do propio ó figurado: de urre «oro», urrez-ko, «aureo»; de aragi
«carne», pekatu aragi-z-ko «pecado carnal»; de lur «tierra», lurr-ez-
ko «terreno, terrenal».
Sufijo z-ki. Desempeña funciones adverbiales, uniéndose al nom-
bre; de egia «verdad», egia-z-ki «verdaderamente»; de erdi «mitad»,
erdi-z-ki «á medias; partidamente».
Sufijo cho, chu. Desinencia diminutiva: de ama, ama-cho «ma-
drecita»; de aita, aita-chu «padrecito».
Sufijo che. Indica el «exceso». Se aglutina á los adjetivos y adver-
bios; de handi, handi-che «demasiado grande»; de chipi, chipi-che
«demasiado pequeño».
REVISTA BASCONGADA 439

Sufijo ch-ka. Su significación es peorativa: de yaun, yaun-ch-ka


«señorete».
Sufijo ch-ki-la. Más peorativo que el anterior: yaun-ch-ki-la «se-
ñoritacho».
Sufijo ch-ko. Denota «poquedad, escasez» en lo significado. De
gazte «joven», gazte-ch-ko: orano gazte-ch-ko hiz «eres demasiado
joven todavía».
Sufijo ter, tzer. Sufijo particular del sustantivo verbal. En el dia-
lecto bajo-nabarro indica la idea de una acción que fué inminente:
haster-niz oihuz «casi principié á gritar; estuve á punto de gritar».
Los escritores gipuzkoanos lo emplean con tendencia intensiva.
Nunca lo he oido en la conversación vulgar. Ter en el dialecto suleti-
no forma sustantivos agentes: salha-ter «denunciador», de salha
«denunciar». Probablemente es la forma llena del común te.
Sufijo tra. Marca el máximum de receptividad de un continente ó
receptáculo cualquiera. El concepto de la frase untzi-tra bat arto se
traducirá, aproximadamente, diciendo, «un barco lleno de maíz hasta
donde cabe» (untzi= barco). El dialecto suletino eliminó la vibrante,
conservada por el bajo-nabarro, reduciendo el sufijo á ta. Además del
sentido de plenitud máxima, como en sakol-ta «bolsa enteramente
llena», posee el de simple cantidad. De esku «manu», esku-ta «puña-
do»; de makill «palo», makilla-ta «paliza». Este sufijo suele combi-
narse con el derivativo adverbial, y forma sustantivos que indican ac-
ción pasiva ó experimentada; de arri «piedra», arri-ka-da «pedrada».
Sufijo us. Forma sustantivos que poseen lo que el tema significa.
De handi «grande», handi-us «altivo, orgulloso»; de mendeki «ven-
ganza», mendeki-us «vengativo». Acaso es residuo de uste «opinión,
creencia, convicción, propósito».
ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
476 EUSKAL-ERRIA

CELTAS, IBEROS Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

Sufijo z-ko-t. Indica «menosprecio, desdén». De handi, handi-z-


ko-t «grandezuelo».
Sufijo ku-n-tsa. Indica «profesión, estado». De lege «ley» lege-
ku-n-tsa «abogacía».1
Los lectores no habán dejado de notar que varios de los sufijos
arriba enumerados son compuestos. Así lo indican los guiones.
Entre los sufijos derivativos euskaros y algunos latinos no deja de
mediar semejanza.
Sufijo diminutivo zo, cho (cast.); del latín aceus: oceus: homa-
zo, morda-za, pobla-cho. Esta es la opinión de los romanistas clási-
cos; pero no me parece imposible que haya pasado del baskuenze, don-
de existe cho, al castellano.
Sufijo diminutivo ino (cast): palom-ino. Bask. no.
Sufijo diminutivo ato (cast.), atto (ital). lob-ato: lepr-atto. Bas-
kuenze to.
Sufijo diminutivo ico (cast. portugués): menud-ico, perr-ico. Bas-
kuenze ko. En latín no existe ningún sufijo ìcus ó îcus con esta sig-
nificación. Dicho sufijo ico (ic) se extiende, al parecer, por los domi-
nios del valaco. Por desconocido en las regiones del noroeste y cono-
cido en las del sudoeste y extremo este, no es verosímil el origen cél-

(1) Además de mi Gramática he tenido á la vista para redactar esta


sección, los Etud. gram. de Chaho, págs. 18-27; el Vocabulaire de Mr. Sa-
laberry, págs. 183-201 y la Gramática Euskara de mi querido amigo Az-
kue, págs. 54-64. Lo mismo advierto respecto á la composición.
REVISTA BASCONGADA 477

tico, á que de otra suerte podría convidar la existencia de un sufijo


kymrico ie diminutivo, actualmente femenino El sufijo viejo-alto-ale-
mán ihh y viejo-sajón ik tampoco satisface, porque fuera de los nom-
bres propios, apenas tuvieron uso.1
Sufijo diminutivo ezno (cast,): lob-ezno. Las demás lenguas romá-
nicas carecen de él. Diez lo explica por una contracción de inus, pre-
cedido de c diminutiva. Lobezno latinizado sería lupi-c-inus.2 Es muy
posible. Con todo, llama la atención su fisonomía francamente eus-
kara.
Sufijo iscus (lat.), isco, esco (cast.) Forman adjetiva que indi-
can manera, semejanza, origen: aren-isco, barbar-esco. Bask. z-ko.
El sufijo ego, iego de los idiomas del sudoeste: andar-iego, borr-
ego, parecido al latino icus, carece, todavía, de filiación científica.
Diez, observando que Gall-ego ha recorrido las formas Gall-aecus,
Gall-aicus supone que aec se deriva de alguna antigua lengua del
país que no será la céltica, pues el sufijo céltico ig le inspira poca con-
fianza.3
Si el sufijo euskaro z-ko estuviese constituido por una vocal ini-
cial, podría presentarse su candidatura, porque nada es más llano sino
que perdiese, primiero, la sibilante, y después, debilitase la gutural:
eko, ego. Pero no cabe duda ninguna de que la c inicial de z-ko es de
ligadura en los casos que suena ezko. Por esta causa también ha de se-
guir atribuyéndose al latín at-icus el origen del castellano azgo, adgo
(portugués adego) que figura en alguacil-azgo, cardenal-azgo, etc.
Sufijo aris (lat.): famili-aris, popul-aris. En castellano degeneró
en ar: famili-ar, popul-ar. Bask. ari. El sufijo arius (advers-arius)
produjo el moderno ario, ero: advers-ario, caball-ero.
La formación de nombres por el procedimiento de la composición
no se ajusta á un encasillado tan rígido como el de la derivación. La
fantasía individual goza de mayores fueros. No obstante, las preferen-
cias coincidieron en diversos puntos, creando formas que ostentan el
sello de la colectividad. A los componentes más usuales les denomi-
naremos sufijos componentes.
Helos aquí:

(1) Diez: Gram. des lang. rom. tomo 2.º, págs. 284, 285.
(2) Id. pág. 312.
(3) Oram. des lang. rom. tomo II, pág. 283.
478 EUSKAL-ERRIA

Alde: «costado, región próxima, inmediación». De goiz «maña-


na» goiz-alde «alborada»; de eche «casa», ech-alde «propiedad rús-
tica».
Aldi: «tanda, sucesión, vez, espacio de tiempo, ocasión». De itz
«palabra», itz-aldi «discurso»; de ur «agua», ur-aldi »aguacero»; de
jan «comer», jan-aldi «turno, reparto de comida».
Ar «varón, macho», Es muy racional buscar en este componen-
te el origen del sufijo étnico. Su forma más constante es tar, dar, y
si t fuese letra eufónica su presencia no se justificaría en Irun-dar
«Irunés», ni su ausencia en Alsasu-ar «Alsasuano». Si tar es la for-
ma llena de ar «varón», ó si t-ar es forma eufonizada de dicho roca-
blo, éste sufijo estará bien incluido en la composición. Caso contrario
hay que llevarlo á la derivación.
Antro, antz «apariencia, parecido, aspecto». De urre «oro», urre-
antzo, urre-antza «semejante á oro»; de gizon «hombre», gizon-
antz «aspecto humano».
Be, pe, «bajo, inferior». De leor «seco», leor-pe, «cabaña» (como
quien dice, «bajo techado»); de estali «cubrir», estal-pe «cubridor,
cubierta».
Bide «camino», y en sentido metafórico «medio, recurso, proce-
dimiento». De ikasi «aprender», ikas-bide «enseñanza, doctrina»;
de agertu «manifestar, aparecer», ager-bide «descripción». Con el
significado directo y concreto de «camino», lo encontraremos en la
composición toponímica.
Dun «que lo tiene». Flexión relativa de la tercera persona singu-
lar del indicativo transitivo. De aur «niño», aur-du-n «preñada»; de
diru «dinero», diru-du-n «adinerado, rico».
Egille, egile; «hacedor», compuesto de egin «hacer», y el sufijo
derivativo le. De lapiko «puchero», lapiko-gille «alfarero».
Ekin, egin «hacer»; de zur «madera», zur-giñ «leñador»; de zi-
llar «plata», zillar-gin «platero».
Ekai, kai, gai, gei «asunto, materia; apto, capaz». De ezkon-
du «casar», ezkon-jai «soltero»; de sinistu «creer», siniskai «testi-
monio».
Giro, «sazón, estación, tiempo propio». De mahats «uva», ma-
hats-giro «época de la vendimia»; de ogi «trigo», ogi-giro, o-giro
«estación de la siega».
Kaitz, gaitz «mal, enfermedad»; «difícil, dificultoso». De sinistu
REVISTA BASCONGADA 479

«creer», sinis-gaitz «increible»; de amets «sueño», ameskaitz «pe-


sadilla».
Keri, heri, eri, «enfermedad». Se usa para formar nombres que
indican cualidad mala, ó entrañan concepto desfavorable. De asto «as-
no», asta-keri «borricada, majadería, estupidez, necedad»; de ollo
«gallina», ollo-keri «cobardía»; de labain, «resbalón», labain-keri
«liviandad».
Kune, gune, une «espacio, momento, coyuntura». De ateri «es-
campar», ater-une «el rato que está escampado»; de uts «vacío», uts-
une «falta, defecto»; de bihur «volver», biur-gune «vuelta; regre-
sión, reincidencia». Bajo su forma antigua de kune, gune, su sentido
es puramente material. De ardi «oveja», por ejemplo, se ha formado
el nombre arti-z-kune con que se designa el lugar donde las ordeñan.
Men, «capacidad; poder, jurisdicción». De esku «mano», esku-
men «puñado»; de aho «boca», aho-men «bocado».
Oste, ozte, «cantidad, muchedumbre, colección». De diru «dine-
ro», diru-oste «caudal»; de ardi «oveja», ardi-ozte «rebaño».
Tegi, degi, «lugar, sitio». De ari «carnero», ar-tegi «redil,
aprisco»; de arrain «pescado», arrain-degi «pescadería».
Toki. Idéntica significación. De cherri «cerdo», cherri-toki «po-
cilga». Se contrae, produciendo oki, toi y doi.
Uts, ots, «vacío, desnudo; puro». De oñ «pie», oñ-uts «descal-
zo»; de buru «cabeza», bur-uts «sin sombrero, descubierto».
Zain, zai, «guarda, custodio». De ari «carnero», ar-tzain, ar-
tzai «pastor»; de idi «buey», i-tzai «boyatero». Variante de este
nombre es el roncalés sanz.
Zale, tzaille, «aficionado; dado ó entregado á...» De neke «tra-
bajo», neke-zale «labrador»; de aldu «vender», sol-tzaille «ven-
dedor».
Zaro, aro. Idéntica significación que giro. De gazte «joven»,
gaz-taro «edad juvenil»; de zuhur «prudente, zuhur-zaro «vejez,
ancianidad; edad madura».
ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
490 EUSKAL-ERRIA

CELTAS, IBEROS Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

El baskuenze se vale de determinados nombres verbales, bajo su


forma de adjetivos, para formar nuevos vocablos, ó modificar el sen-
tido de los nombres verbales corrientes.
Arazo, arazi; erazo, erazi, «forzar, obligar». Forma el factitivo
de los verbos. De jan «comer», jan-erazo, «hacer comer»: jan det,
«lo he comido», jan-erazo det, «lo he hecho comer». Disfruta de
virtud verbizadora, al igual del sufijo derivativo tu, du. De bero «ca
lor, caliente», bero-erazi «hacer calentar», Con este verbal modifica-
tivo guarda íntima relación era, que se prefija. De ikusi «ver», era-
kutsi «enseñar, mostrar», («hacer ver», literalmente); de ibilli «an-
dar», era-billi «menear, mover», («hacer andar» lit.)
Egin «hacer. De ats, «aliento, respiración», ats-egin, «júbilo,
alegría, placer». Y también «respirar». Combinando egin con cual-
quiera nombre, lo vuelve conjugable. De itz, «palabra», itz-egin,
«hablar»; de iges «huida», iges-egin «huir». Se me figura que este es
un procedimiento muy primitivo y que aporta nueva prueba á la hi-
pótesis de que la conjugación primeramente usada por los Baskos, fué
la transitiva. O en otros términos, que los primitivos Baskos concibie-
ron la acción verbal como una acción transitiva. Hoy, sin embargo,
se combina egin con las flexiones intransitivas, pero es violentando la
índole esencialmente transitiva de dicho verbal. Se oye decir iges egin
da «se ha escapado», en vez de iges egin du; egin naiz aberatsa
«me he hecho rico», en vez de aberatsa egin det nere burua «rica
la he hecho á mi cabeza (á mi mismo»).
Etsi, «juzgar, apreciar, estimar». De eder «hermoso, eder etsi,
REVISTA BASCONGADA 491

«hallar hermoso; gustar de....; admirar á...»; de bai «sí», bai-t-etsi,


«aprobar»; de sin «juramento., sin-etsi «creer».
Kartu, hartu, artu, «tomar». De lo, «sueño», lo-kartu, «dor-
mirse»; de su «fuego», su-kartu «encender».
Analogías ó semejanzas euskaro-románicas puede señalarse alguna
que otra.
Sufijo ero (castellano). Es derivativo, y expresa la posibilidad: ca-
sad-ero, venid-ero. Baskuenze aro, que en alguna variedad degenera
en ero.
Sufijo anza, ancia, encia (cast.), del latín antia, entia: esper-
anza, const-ancia, vergü-enza, dol-encia. Bask. antzo, anz.
Dar nombre á los lugares y pueblos es aplicar á casos concretos
los principios que reinan sobre la formación de vocablos. El exámen
de la toponimia euskara nos pondrá de manifiesto los mismos procedi-
mientos de derivación y composición que acabamos de estudiar. La
importancia é interés que para el problema ibérico entraña esa mate-
ria, exigen sea estudiada aparte y especialmente, después de concluida
la descripción del organismo gramatical.
Las relaciones gramaticales que otros idiomas expresan por medio
de casos y preposiciones, el baskuenze las encomienda á sufijos que se
aglutinan al tema nominal. Este suele permanecer incólume, recayen-
do sobre ellos las alteraciones de carácter fonético.
Los sufijos carecen de la nota del número, excepto eta, que es co-
lectivo. La diferencia entre el singular y el plural se marcaba primiti-
vamente con todo rigor, (excepto en los casos que corrían á cargo de
eta), por medio del artículo singular a y plural ak, á quienes se aglu-
tinaba el sufijo. Inobservada hoy ésta regla—salvo excepciones locales,
—la diferencia de número estriba en meros accidentes fonéticos: gi-
zon-a-r-en «del hombre», gizon-en «de los hombres», (gizon-ak-en)
construcción primitiva, la retiene Irún, por ejemplo).
Enumeremos los sufijos y su significado.
K. Agente singular. Obligatorio para todo sujeto de la conjuga-
ción transitiva: gizon-a-k daki «el hombre lo sabe».
Ek. Agente plural: gizon-ek dakite «los hombres lo saben». Pri-
mitivamente se habría unido á la forma pluralizada del articulo: Gi-
zon-ak-ek; pero no queda vestigio de este modo de sufijar.
I. Receptivo: (funciones dativales): arri-a-r-i «á la piedra»; arri-
ai, arri-ri «á las piedras» (en vez de arri-ak-ai).
492 EUSKAL-ERRIA

En. Posesivo: (funciones genitivales): begi-a-r-en «del ojo», be-


gi-en, «de los ojos» (prim. begi-ak-en).
Kin, ki. Unitivo sociativo: lagun-a-r-e-kin (lagun-a-r-en-kin)
«con el compañero»; lagun-a-kin (lagun-ak-kin) «con los compañe-
ros», handi-e-ki (andi-ak-en-ki) «con los grandes».
Tzat, zat; tza-ko. Destinativo: gizon-a-r-en-tzat «para el hom-
bre»; gizon-en-tzat (gizon-ak-en-tzat) «para los hombres».
N. Locativo material, extendido viciosamente á los seres anima-
dos: mendi-a-n «en el monte», mendi-eta-n «en los montes».
Gan. Locativo personal: gizon-a-gan, gizon-a-r-en-gan «en el
hombre»; gizon-a-kan, gizon-a-gan (gizon-ak-gan), gizon-en-gan,
(gizon-ak-en-gan) «en los hombres».
Baitha, beitha, baita. Sufijo al cual se une el locativo n, con-
virtiéndose en locativo exclusivamente personal: gizon-a-r-en-baitha-n
«en el hombre», gizon-en-baihan «en los hombres».
Rat, ra, lat, la. Directivo, alativo: oihan-e-rat «al bosque»;
eche-a-lat «á la casa», eche-ra «á casa; oihan-eta-rat «á los bosques»,
ech-eta-ra «á las casas».
Exceptuando al dialecto suletino, á su congénere el ronkalés y al
sub-dialecto salacenco, los demás no usan el directivo en singular defi-
nido. El suletino dice zeli-a-lat «al cielo», begi-a-lat «al ojo», eche-
a-lat «á la casa», mientras que los otros dialectos, prescindiendo del
articulo, con las formas zeru-ra, begi-ra, eche-ra expresan la doble
idea «al cielo» y «á cielo», «al ojo» y «á ojo», «á la casa» y «á casa».
El salacenco se vale del sufijo l, en la forma articulada definida: leku-
a-la «al lugar», y el ronkalés de la forma r: usi-a-ra «al bosque»,
(usi-ra «á bosque»), arri-a-ra «á la piedra» (arri-ra «á piedra»).
Los dialectos de Francia suelen componer el directivo indefinido con
el sufijo eta contraido: begi-ta-ra «á ojo», ogi-ta-ra «á pan», mendi-
ta-rat «á montaña», zelu-ta-rat «á cielo». La diferencia entre estas
formas y las plurales definidas begi-eta-ra «á los ojos», ogi-eta-ra «á
los panes», mendi-eta-rat «á las montañas», zeli-ta-rat «á los cie-
los», queda reducida á una mera deformación fonética. Y aun ésta
desaparece cuando el tema nominal termina en consonante, por efec-
to de la vocal de ligadura que requiere: lurr-e-ta-r-a «á tierra», lurr-
eta-r-a «á las tierras»; lan-e-ta-r-at «al trabajo», lan-eta-r-at «á los
trabajos»,
Con esta cuestión de las formas definidas é indefinidas se enlaza
REVISTA BASCONGADA 493

íntimamente la de la forma misma del sufijo. Ordinariamente se opi-


na que el directivo es rat, ra, y así lo admití yo en mi Gramática,
siguiendo la opinión común. Pero es posible que miradas las cosas des-
de cierto punto de vista, parezca incuestionable que r=l es letra eufó-
nica. Con los temás nominales terminados en vocal no ocurre dudar
á primera vista: baso-ra «al monte», putzu-ra «al pozo», leku-ra
«al lugar», etc., etc Pero los terminados en consonante, cuyos direc-
tivos son oihan-e-rat «al bosque», izarr-e-ra «á la estrella», etc., etc.
plantean el problema. Si el sufijo fuese rat, ra, la e de los ejemplos
citados sería de ligadura, introducida con el objeto de suavizar el con-
tacto nr, poco gato al baskuenze; mas si fuese at, a, habría que bus-
car otra explicación justificativa de la presencia de ella. ¿Supondremos
que la e es transformación del artículo a, y que estas formas están
construidas á la manera roncalesa, siendo oihan-e-rat alteración de un
primitivo oihan-a-rat? Esta solución es débil: 1.º, porque no se halla
justificada la constante permutación de a en e; 2.º, porque no se des-
cubre la razón de que los vocablos terminados en vocal no revistan,
asimismo, la forma definida con idéntica universalidad que los termi-
nados en consonante: á oihan-a-rat=oihan-e-rat, debía corresponder
siempre mendi-a-rat=mendi-e-rat. Esta contracción del sufijo con
el definido ya he dicho que estaba localizada; y debo añadir que nun-
ca se registra ú observa que la a de dicho definido se trueque en e.
Otra explicación consiste en suponer que el sufijo at, a, al igual
de otros, se aglutina á la forma genitival en, no en cuanto de hecho,
es forma plural, sino considerada como contracción de la forma aren
singular. Pero ¿dónde radica la causa de que ésta aglutinación á en se
limite á los vocablos terminados en consonante? Imposible contestar.
Además, en este caso, hay que dar razón de la presencia de la r,
que no puede ser letra eufónica, puesto que oihan-en-rat, izarr-en-at
se ajustan á la más exigente eufonía euskara. No queda otro arbitrio
sino considerar á la r como permutación de la n; y esta permutación
se deberá, sin duda, al deseo de diferenciar las formas del directivo,
ordinariamente disminuido de su dental, de las formas genitivales ar-
ticuladas, puesto que oiah-en-a «al bosque» é izarr-en-a «á la estre-
lla», resultaban idénticas á oihan-en-a «el de los bosques», é izarr-
en-a «el de las estrellas».
A mi juicio son mejores, aunque no decisivas, las razones que mi-
litan en pró de la forma rat=lat=ra=la. Su aglutinación al sufijo
494 EUSKAL-ERRIA

en con los temas terminados en consonante, produce la caída de la n,


por repugnancia al contacto nr que se establece.
Gan-at, gan-a. Directivo personal: gizon-a-r-en-gan-a gizon-
a-gan-a «á el hombre»; gizon-en-gan-a, gizon-a-kan-a (gizon-ak-
gan-a) «á los hombres».
No, ño. Limitativo de dirección: mendi-ra-ño «hasta el mon-
te»; mendi-eta-ra-ño «hasta los montes», eche-a-la-ño «hasta la ca-
sa». El sufijo triple eta-ra-ño se ha contraido en algunos dialectos bas-
ko-franceses, produciendo la forma drano, pero desvaneciéndose, al
par, su significado plural. Así es que se dice eche-a-la-drano «hasta
la casa», y lurr-eta-ra-drano «hastas la tierras».
Combinando el sufijo no, ño, con el sustantivo arte «espacio»,
produce el limitativo de la acción verbal: ikusi-arte-ra-ño «hasta
ver». Arteraño se contrae en arteño, artiño, arteo, artio. También
se emplea arte con el sufijo locativo, y solo: ikusi artean, ikusi ar-
te. Se combina con la flexión intransitiva da «es» para locuciones de
tiempo: aurten-da-ño, «hasta este año». La variabilidad fonética obra
sobre la vocal: aurten de-ño, aurten-di-ño, y sobre la consonante:
aurten-gi-ño. La regla general es, que el limitativo no se combine
con el directivo. No obstante, así como se aglutina directamente á la
flexión da, puede unirse á las demás flexiones verbales: dakite-ño
«hasta que lo saben», dabilltza-ño, «hasta que andan».
Runtz, rontz. Tendencia directiva: eche-rontz «hácia casa», ech-
eta-runtz «hácia las casas», aita-gan-ontz «hácia el padre», arreba-
r-en-gan-ontz «hácia la hermana».
Gatik, gaiti. Causalidad: aurr-a-gatik, aurr-a-r-en-gatik «por
el niño»; aurr-a-katik, aurr-en-gatik «por los niños». En suletino
es adversativa cuando se une a la forma definida del nombre: haurr-
a-gatik «á pesar del niño».
Ik. Sufijo que vale para la interrogación y la negación, y ade-
más para expresar cantidades indeterminadas, y el sujeto ó el objeto de
una proposición hipotética ó condicional, y construir la forma super-
lativa.
Gabe, bage, baga, bago, bako. Privación, carencia. arri-r-ik-
gabe «sin piedra», arri-a-gabe, arri-a-r-en-gabe «sin la piedra»,
arri-a-kabe, arri-en-gabe «sin las piedras».
Z. Modal é instrumental: bai, egia-z «sí, de veras, (con ver-
dad)»; kate-a-z lotu-a «atado con cadena»; auts-a-z zinkindu-a
REVISTA BASCONGADA 495

«manchado de polvo». Forma locuciones adverbiales de movimiento:


mendi-z mendi «de monte en monte».
Ko, go. Extracción, derivación, origen, indigenato: gure eche-ko
gizon-a «el hombre de nuestra casa», gure ech-eta-ko gizon-ak «los
hombres de nuestras casas»; lurr-e-ko «terrenal». Provisto del artícu-
lo, y convertido en verdadero nombre derivado, toma cuantos sufijos
convengan: Alsasu-ko-a «el Alsasuano», Alsasu-ko-a-r-en-tzat «pa-
ra el Alsasuano», etc.
Tik, dik, ti, di. Procedencia material; punto de arranque de la
acción: zeru-tik «desde (el) cielo», zeru-eta-tik «desde los cielos».
Gan-dik, gan-ik. De significación idéntica á la del anterior,
aplicable unicamente á los seres racionales y espirituales: aingeru-a-
gan-dik «de el ánjgel», senarr-en-gan-dik «de los maridos».
Los ejemplos de esta sección por sí sólos declaran que los sufijos se
unen directamente al tema nominal, ó á la forma definida del mismo,
ó á otros sufijos, ora de una manera facultativa, ora obligatoria. Las
reglas se han de buscar en la gramática.
Las combinaciones de sufijos son numerosas, y á veces, porque no
satisfacen á una verdadera necesidad de la expresión, constituyen ori-
ginales modismos. Sirvan de ejemplo bildots-gabe-ta-n-ik-an «sin
corderos», eman-gabe-ta-n-ik-an «sin dar». Estas construcciones hi-
pertróficas son, en su género, tan curiosas como las francesas y caste-
llanas roi-t-el-et, moc-et-on-azo, etc.
Los sufijos, respecto al número son, de suyo, indeterminados, y la
expresión de ese accidente se obtiene mediante una triple combinación:
1.ª, uniendo el sufijo al artículo singular a, ó al plural ak: 2.ª unién-
dolo al sufijo abundancial ó colectivo eta; 3.ª, uniéndolo al posesivo,
el cual, en virtud de degradaciones fonéticas ha venido á expresar el
plural mediante su forma pura en, y el singular mediante la forma eu-
fonizada aren. No se olvide que primitivamente, y aun hoy esporádi-
camente, el posesivo se aglutinó al artículo plural, resultando la forma
ak-en «de ellos», tan lógica y clara como la singular a-r-en «de él».
Junto á la forma plural común ak, existe otra intensiva ó ponde-
rativa ok: gizon-ok joango gera, como quien dice «nosotros los hom-
bres mismos iremos». Su origen pronominal. así como el del artículo
ordinario, es evidente.
El baskuenze carece de género gramatical; pero muchos nombres
marcan el natural.
496 EUSKAL-ERRIA

Su sistema de pronombres es rico. Los enumeraremos por clases.


1.ª Personales. neu, ni «yo»; geu, gu, gü «nosotros»; hi, i, eu,
«tú» (familiar); zeu, zu, zü «tú» (cortés); zuek, ziek «vosotros». La
forma plural que verdaderamente corresponde á eu, hi, i, es la espo-
rádica i-r-ek, desenterrada por el P. Zabala. Esta supervivencia quita
bastante fuerza á la hipótesis de que zu haya sido el primitivo plural
de i, fundada, principalmente, sobre la correspondencia de forma en-
tre zu y gu. Antes bien, irek denota, al parecer, que zu fué siempre
singular, y por tanto cortés ó respetuoso. La característisa masculina
de la conjugación familiar es k; y ese exponente confirma la indica-
ción suministrada por hi, de que la forma primitiva de dicho pronom-
bre fué ki, ó mejor dicho, heu. En cambió, el exponente femenino n
de la conjugación, no puede, hoy por hoy, referirse á ningun tema
pronominal conocido.
2.ª Posesivos. Se derivan de los personales mediante el sufijo de
posesión en, desprovisto de la n final en las forma singulares: neure,
nere, nüre «mío»; geure, gure, güre, «nuestro»; hire, ire, eure;
zeure, zure, züre, zere «tuyo»; zuen, zien «vuestro». Ene «mío»,
es forma singular. Bere «suyo», beren «suyos», se derivan del inten-
sivo bera «él mismo».
3.ª Demostrativos: hau, au «este»; kaukiek, hauk, oneek, oyek,
oek «estos»; hori, ori «ese»; hoikiek, horiek, oriek, horik, hoik
«esos»; hura, ura, a «aquel»; hekiek, hek, ayek, aek «aquellos».
Los demostrativos de tercer grado, desempeñan funciones de pro-
nombres personales de tercera persona.
Desde el punto de vista filogenético, las formas más importantes
son las retenidas por algunas variedades iliterarias; kaur (ronk.), kau
(sal.), gau (aezk.) «este». Axular emplea la forma haur, intermedia
entre la ronkalesa y las basko-francesas modernas; kuek (ronc. sal.)
gebek (aezk.) «estos»; kori (ronk. sal.), gori (aezk.) «ese»; koriek
(ronk.), koyek (sal.), goyek (aezk.) «esos»; kura (ronk. sal.), gura
(aezk.) «aquel»; kurak (ronk. sal.), gurak (aezk.) «aquellos».
Una particularidad notable de los demostrativos, es que poseen
formas activas, es decir, que no resultan de la simple aglutinación del
sufijo k al tema, como en el bizkaino auk, de au «este» y ak de a
«aquel». La mayor parte de los sufijos de relación se unen á dichas for-
nias activas. Esta circunstancia (de mucho interés práctico) sólo puede
atribuirse á costumbre inveterada y, á mi juicio, indica que los temas
REVISTA BASCONGADA 497

de las formas activas son más antiguas que las otras, cuando difieren
de éstas.
Las formas activas son: hunek, onek «este»; hauyek, hauek «es-
tos»: horrek, orrek «ese»; hoyek «esos»; arek, ark «aquel»; heyek,
ekik «aquellos». El pronombre cuya existencia revelan estas formas es
kun, on que entra, contraído, en ciertas flexiones verbales y que ha
producido la forma bizkaina plural oneek «estos», además de la gipuz-
koana oyek, oek, algo desfiguradas por la caída de la nasal. Compa-
rando las formas activas con las puras, se observará que algún pronom-
bre ha pasado de un grado á otro, ó sea á designación de distinta per-
sona. Harek y ark autorizan á pensar que la forma primitiva de hura,
ura, fué ara (y por tanto kara).
Los dialectos gipuzkoano y bizkaino carecen de formas activas plu-
rales. Una sola desempeña ambos papeles.
La combinación de pronombres personales y demostrativos ha da-
do origen á formas intensivas ó ponderativas, cuya significación es pu-
ramente personal, como sucede con las castellanas nos-otros, vos-otros,
compuestos de un índice personal y otro indefinido.
Ner-oni, ni-hor-ni, ni-ho-ni, ni-haur, ne-r-au «yo mismo»; gi-
haur, gu-hor-oni, gu-horo, ge-r-oni, ge-r-ok «nosotros mismos»;
hi-hor-oni, hi-haur, he-r-oni, e-r-ori. zu-hor-oni, zi-haur, ze-r-oni,
ze-r-ori «tú mismo»; zu-horo, zi-aur-ek, ze-r-ok «vosotros mismos»;
bera, ber-bera «él mismo»; ber-ak, ber-ok, eu-r-ok «ellos mismos».
Bera y berak son pronombres intensivos simples.
No todos los demostrativos que forman parte de los intensivos dis-
frutan de vida independiente. En neroni y sus congéneres se nos mues-
tra el tema de donde se sacó la forma activa hunek, onek «este», que
los gramáticos á la antigua suelen atribuir al pasivo, ó mejor dicho,
inerte hau, au, último residuo de kaur. La forma plural bizkaina
oneek es la único regular (salvo la asimilación de i á e) que poseen los
dialectos litera rios.
El horo del basco-francés gu-horo y sus congéneres, no cabe duda
que es el adjetivo adverbial de cantidad horo, oro «todo».
El bizcaino y gipuzkoano poseen dos demostrativos intensivos:
ber au, ber-on ek «este mismo», y ber-ori, ber-orr ek «ese mismo».
Y también formas re-demostrativas, ó doblemente demostrativas, que
se logran sufijando la partícula che al tema pronominal: de au, au che
«este mismo».
498 EUSKAL-ERRIA

4.ª Relativos: nor «quien», nor-tzuk «quienes»; zein, zoin, zeñ,


zün «cual», zen-tzuk «cuáles»; zer «qué», zer-tzuk «qué (cosas)».
Las formas plurales pertenecen al bizkaino.
5.ª Indefinidos: bat; este numeral, cuando le rige un nombre
provisto del sufijo de posesión, adquiere el significado de «alguno»
bat-zuek, bat-zu, bat-zü, eli-bat «algunos»; bakoitz, bakoch «cada
cuál»; bat-bedera, «cada uno» (un chaq'un, en francés); beste, ber-
tze «otro»; nihor, nehor, nihur, ihur, iñor, inor «ninguno»; nor-
bait, nur-bait «alguno»; zer-bait «algo»; zen-bat, zun-bat, zün-bat
«cuánto»; zen-bait, zün-bait «cuantos»; nor-bera, nor-bere «cada
uno»; ez-er, (ez-zer) «nada»; edo-zeiñ, edo-zün «cualquiera»; edo-
zen-tzuk «cualesquiera».
Los adverbios baskongados, por su forma, se dividen en simples y
compuestos. Los primeros interesan, propiamente, al léxico de la len-
gua, y no hay por qué hablar de ellos. Los segundos se forman por
derivación, y ya conocemos su mecanismo.
La conjugación baskongada, atendiendo á su forma externa, pre-
senta una profunda diferencia que llama la atención de cualquiera. Es
simple ó sencilla, y compuesta ó perifrásica. De la primera sólo dis-
frutan contados nombres verbales, á quienes cuadra, por tanto, el ca-
lificativo de conjugables. La conjugación sencilla es deficientísima. Por
lo comun se reduce al presente y pasado del indicativo, y á lo sumo
se extiende también al imperativo. Egin «hacer», por excepción, con-
juga el presente y pasado de subjuntivo, pero carece de las flexiones
de indicativo. Aisladamente se encuentran flexiones de otros tiempos
y modos. Ciertos verbales únicamente retienen formas esporádicas de
los tiempos ordinarianiente conjugados sin perífrasis, y aun los verba-
les más favorecidos, en dichos tiempos suelen padecer de huecos ó va-
cíos. Esta conjugación, ó es una ruina, ó fué sofocada por el floreci-
miento de la perifrásica.

ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
REVISTA BASCONGADA 517

CELTAS, IBEROS Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

La conjugación perifrásica se obtiene combinando los nombres ver-


bales con los auxiliares. El nombre verbal suministra el significado es-
pecial ó propio que requiere la expresión del pensamiento. Los auxi-
liares puntualizan las relaciones gramaticales que es capaz de desenvol-
ver el verbo baskongado. Son como el motor de la pura significación
encerrada en el nombre verbal, poco menos que inerte. Unos son tran-
sitivos, y otros intransitivos.
Los nombres verbales revisten diecisiete formas, pero cinco de
ellas son las que, principalmente, entran en la conjugación perifrásica
según después veremos.
La conjugación es transitiva é intransitiva. A este diferente con-
cepto de la acción verbal se liga el sistema de la organización de las
flexiones, las cuales se ajustan á dos tipos ó patrones, atendiendo á la
posición del índice del sujeto. En la intransitiva, se prefija siempre:
na-iz «yo soy», ge-nbiltzan «nosotros andábamos». En la transitiva,
se sufija y se prefija, según los tiempos y las categorías de flexiones:
de-t «yo lo he», n-a-zu «me has tú», n-uen «yo lo había», zindu-
gu-n «te habíamos nosotros». El imperativo es tiempo de organiza-
ción mixta: eza-zu «helo tú», b-eza «él haya lo». Contrayéndonos á
la conjugación transitiva, la fórmula general de su organización es esta:
el presente de indicativo (con sus congéneres y similares) sufija sin
escepción; el pasado de indicativo (con sus similares y derivados) pro-
pende á la prefijación, aunque categorías completas de flexiones se ajus-
tan al tipo anterior.
Mirando al conjunto de la conjugación, las flexiones con el sujeto-
prefijo dominan.
518 EUSKAL-ERRIA

A las flexiones que prefijan el sujeto, las denominaremos del pri-


mer tipo; á las que lo sufijan, del segundo, siguiendo la clasificación
del príncipe Bonaparte. El primer tipo comprende todas las flexiones
intransitivas, y entre las transitivas, las de régimen directo de tercera
persona que pertenecen al pasado del indicativo y sus derivados. El
segundo tipo comprende todas las demás flexiones, ó sea: 1.º las de
régimen directo de tercera persona que pertenecen al presente de indi-
cativo y sus derivados: 2.º todas las de régimen directo de primera y
segunda persona.
Las flexiones verbales euskaras—que otros gramáticos denominan
«terminaciones», «artículos», «desinencias», etc.—se componen, en
primer término, de un núcleo donde radica la significación ó idea ver-
bal, al cual se adhieren otros elementos formales y materiales, que
pueden distribuirse en tres grupos:
1.º Elementos capitales: (núcleo significativo ó tema verbal, su-
jeto, régimen directo é indirecto).
2.º Elementos segundarios (tratamientos, tiempos y modos).
3.º Elementos accidentales (eufonías, pleonasmos, redundancias,
epén tesis).
De cada uno de ellos hablaremos por separado, según su orden.
La existencia del núcleo ó radical significativo es incuestionable :
1.º, en todas las flexiones de la conjugación simple: 2.º, en las que
forman parte de la intransitiva perifrásica, aunque amenudo se nos
presentan tan desfiguradas que su reducción á un nombre verbal es
sumamente incierta: y 3.º, en las transitivas de los tiempos que no son
derivados ó tributarios del pasado de indicativo, ó constituyen el pre-
sente de este modo.
Las dudas, las controversias, la oposición de criterios surgen ape-
nas se trata de analizar las flexiones á quienes el príncipe Bonaparte
denominaba «terminativos puros», ó sea, cuando el análisis versa so-
bre dichas flexiones transitivas del indicativo presente y pasado, cuya
base, á juicio, del insigne baskófilo, no era otra que el demostrativo
de primer grado «este», bajo su forma gau, aur, au, y las de sus va-
riadas y subsiguientes transformaciones.
La verdad es que los núcleos e, o, u, ü, eu, etc., etc., por sí solos
nada significan, al revés del etzan «estar acostado» de la flexión z-e-
tzan «él estaba acostado», ni son palmariamente referibles á un nom-
bre verbal determinado, como eza de d-eza-ke «él lo puede», sacado
REVISTA BASCONGADA 519

de izan haber», ó el abil de d-abil «él anda», derivado de ibilli «an-


dar». Ninguna tentativa, incluso la de mi Gramática1 para explicar
dichos núcleos satisface completamente, ni rasga el velo de las dudas,
ni merece otro dictado que el de hipótesis, más ó menos probable.
Con todo ello, la analogía indica que estas flexiones transitivas del
indicativo auxiliar no han de estar exentas de la ley general. Y si por
ejemplo akar, y ekar son los núcleos significativos de d-akar «él lo
trae» y z-ekarr-en «él lo traía», no sé por qué se ha de negar ese tí-
tulo al e y al ue de d-e-t «lo he yo» y de n-ue-n «yo lo había», con
tanta más razón cuanto que el paralelismo que puede establecerse en-
tre el indicativo de los verbales conjugables y el del auxiliar transiti-
vo de la conjugación perifrásica es completo. Por tanto, estimo yo
preferible la opinión de que la base de las aludidas flexiones es un nú-
cleo verbal significativo, á la del príncipe Bonaparte, patrocinador del
demostrativo, aun concediendo, de buen grado, que es empresa ex-
traordinariamente árdua la de fijar hoy cuál es el verbal empleado, y
que la hipótesis desechada es digna de serio exámen. El desgaste y
frotamiento de tan usadísimas flexiones no han podido menos de ser
intensísimos, y á su influjo nada de extraño es que haya quedado in-
observada la ley de la conservación de la k orgánica del nombre ver-
bal conjugable.2
Mr. Vinson deriva las aludidas flexiones de ukan, ukhan, ukhen
«tener». Zabala y Van Eys de eduki «id.» El príncipe Bonaparte, al
rechazar que u provenga de ukan, ó que dut sea forma sincopada de
dukat, alegó que los nombres verbales con k, como ikusi «ver», ja-
kin «saber», etc., no suelen sacrificarla en sus flexiones: d-akus-t «lo
veo yo», d-aki-t «lo sé yo», etc. A esta, que es objeción de mucha
fuerza, se puede contestar, con mucha menos, apelando á la hipótesis
del desgaste, y con igual se contestaría, si, escudriñando el baskuenze

(1) Véase el cap, XXVII: Observaciones críticas y teóricas acerca del


origen del verbo baskongado, págs. 786 y siguientes.
(2) El desgaste es una fuerza general que obra sobre todas las flexio-
nes, desfigurándolas amenudo. Prácticamente, las más degradadas suelen
ser las segundas y terceras. La tercera de singular resulta idéntica á la
tercera de plural, y lo mismo las dos segundas. El lenguaje literario pro-
cura mantener la integridad de los elementos. Por ejemplo: dizute, en el
lenguaje vulgar significa «ellos te lo han», «él os lo ha» y «ellos os lo
han», pero el literario con esta última acepción se vale de dizutee, contrac-
ción de dizutete.
520 EUSKAL-ERRIA

vulgar, observaremos que la ley de la conservación de la k sólo rige


en el lenguaje literario. Mas sobre este punto especial ningún dato
poseo actualmente.
La determinación del núcleo verbal influye directamente sobre la
forma que se asigne á los índices del sujeto y régimen. El punto du-
doso suele versar acerca de la vocal que se interpone entre la parte
que indudablemente es núcleo y la que indudablemente es índice pro-
nominal. ¿A quién se ha de adjudicar, por ejemplo, la a de n-a-ite-
ke «yo puedo»? ¿Al sujeto n «yo», ó al núcleo ite?
Aunque los elementos que entran en las flexiones para marcar las
diversas relaciones gramaticales á ellas encomendadas son muy nume-
rosos, no lo son tanto, ni se presentan tan diferenciados siempre por
su forma, cuanto se requeriría al fin de que en todos cacos concretos
solo cupiese un único análisis indubitable, ó por lo menos probabilí-
lisimo. Por tanto, admito sin ninguna dificultad, que varios de mis
análisis son susceptibles de diversa y mejor interpretación.
El núcleo significativo no recibe idéntico trato en los tiempos del
presente, que en los del pasado. Amenudo varía la coloración de la
vocal con movimiento alternativo ú oscilativo.1 Cuando el verbal lleva
a inicial en su nombre, el presente la retiene. De jakin «saber»,
d-aki «él lo sabe», pero z-e-ki-en, eki-an «él lo sabía»; de ekarri
«traer», d-akar «él lo trae» y z-ekarr-en «él lo traía»; de egin «ha-
cer, d-agi-en, d-agi-an, «él lo haga (que él lo hace. lit.»), y z-egi-en,
egi-an, «él lo hiciese (que él lo hacía, lit.)»; de egon «estar», d-ago
«él está», z-ego-en, ego-an «él estaba». El dialecto suletino demues-
tra marcada preferencia por la a en ambos tiempos, sea cualquiera la
inicial. De iduki «tener, haber», d-aduka «él lo tiene». z-aduka-n
«él lo tenía»; de erabil «hacer mover, menear», d-arabila «él lo
menea», z-arabil-an «él lo meneaba»; de egon «estar», d-ago «él
está», z-agon «él estaba». Con ibili «andar» observa la regla ordina-

(1) En las notas que puse al texto del profesor Giacomino acerca de
las relaciones entre el baskuenze y el antiguo egipcio, vertí varias de las
ideas que ahora tienen cabida en el análisis de las flexiones verbales; en-
tre ellas, y rompiendo la marcha, se cuenta la coloración de la vocal del
núcleo en el presente y el pasado. He estado tentado á referirme á las no-
tas, cuando hubiese de enunciar de nuevo su doctrina. Pero la lógica y la
claridad del discurso, y hasta la misma comodidad de los lectores, me
han aconsejado preferir la repetición de conceptos, no sin pedir perdón
por ella.
REVISTA BASCONGADA 521

ria: d-abila «él anda», z-ebil-an «él andaba». Eraman «llevar», pre-
fiere la a, pero en alguna flexión se sirve de la e: zen-eraman «tú lo
llevabas», zen-aram-en «vosotros lo llevais». El bizkaino erechi «pa-
recer, llamarse», transporta la e al presente: d-ericha «lo parece»,
erich-o-n «lo parecía». En gipuzkoano dicho nombre verbal comienza
por i, iritzi; pero sus flexiones de ambos tiempos imitan á las bizkai-
nas: d-eritza, z-eritza-n: prueba de que la forma correcta es eritzi
y no iritzi.
Casi todos los nombres verbales que comienzan por i la constitu-
yen en base del núcleo para ambos tiempos: de izeki «arder», d-izeka
«él arde», z-izeka-n «él ardía»; de iraun «durar», d-irau «él dura»,
z-irau-en, irau-an «él duraba». Irudi presenta la particularidad,
por lo menos en gipuzkoano, de que las flexiones de régimen directo
de primera persona, tanto del presente como del pasado, emplean el
núcleo alterado con a: n-arudi «él me parece». n-arudi-en «él me
parecía», á la vez que dice d-irudi «él parece» y z-irudi-en «él pare-
cía». Joan «ir», conserva inalterables las vocales del núcleo, y el pa-
sado retiene la aspirada ó la palatal que le sustituye en otros dialectos,
sonidos que las flexiones del presente sacrifican, ó mantienen, según
los dialectos: d-oa y di-joa, «él va», d-oa-z «ellos van», g-oa-z y gi-
joa-z «nosotros vamos», n-oa, ni-joa «yo voy», zi-joan, yoan «él
iba», nin-joan «yo iba», zi-joa-zten «ellos iban». El suletino elimina
la consonante inicial, escepto en algunas flexiones del imperativo:
d-oa-ke «él les va», g-oa-tza «nosotros vamos», zind-oa-n «tú ibas»,
nind-oa-kon «yo le iba», bi-hoa «él vaya», bi-hoa-ki-gu «él vaya
nos».
En el imperativo, es regla general que el núcleo de las terceras per-
sonas de ambos números se construyan con la e de los pasados ordi-
narios. También sobre las flexiones de segunda obra, con mayor ó
menor eficacia, ésta tendencia; pero los casos de excepción son muchos.

ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
CELTAS, IBEROS
Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

Lo dicho se refiere á la conjugación sencilla y tratamiento indeter-


minado, tomando como materia de estudio los dialectos literarios. La
irregularidad de los auxiliares de la conjugación perifrásica es mucho
mayor. Los transitivos, manifiesta y decididamente propenden, á no
diferenciar la forma de los núcleos por la noción del tiempo. Los in-
transitivos son más dúctiles: adi y atzaki, por ejemplo, lo demuestran.
El tema verbal del tiempo pasado suele nasalizarse en las primeras
y segundas personas, pero nunca en las terceras, sin excepción. La na-
salización no es obligatoria ó absoluta. Depende de la idiosincrasia del
dialecto. Junto á las formas nintzen «yo era», gintazkeen, «nosotros
podíamos», intzan «tú eras», se oyen nitza, gitazkeen, itza, etcéte-
ra., etc. En muchos casos, la nasalización es la única nota que, de
hecho, diferencia á la segunda de la tercera persona singular: zenezan
«tú lo hubieses», zezan «él lo hubiese», zenkidan «tú me fueses»,
zekidan «él me fuese».
Año XXIII.—Tomo XLVI 30 Junio 1902.—Núm. 791
546 EUSKAL-ERRIA

Otra de las alteraciones que suele experimentar el núcleo, es su


dilatación ó desarticulación por efecto de la infijación de un índice gra-
gramatical que, á modo de cuña, le penetra. Sirvan de ejemplo los
núcleos auka y euka, dentro de los cuales se ingiere el pluralizador
objetivo ó del régimen directo z: d-auka «él lo tiene» d-au-z-ka «él
los tiene», z-euka-n «él lo tenía», z-eu-z-ka-n «él los tenía. El dia-
lecto bizkaino, en las flexiones correspondientes, relega la z al final:
d-auka-z, euka-z-an.
Amenudo el núcleo aparece provisto de un cremento ki que no for-
ma parte del nombre verbal puro. Así, por ejemplo, ekarri «traer»,
que hace d-akar «él lo trae» y z-ekarr-en «él lo traía», forma d-akar-
ki-o «él le tráe-lo» y z-ekar-ki-o n «él le traía-lo», así como de egon
«estar», provienen n-ago «yo estoy» y n-ago-ki-zu «yo te estoy»,
n-engo-en «yo estaba», n-engo-ki-zu-n «yo te estaba», etc., etc. Si
hubiese de señalar todos los casos en que esa sílaba aparece como cre-
mento del núcleo, cansaría la atención del lector con innumerables de-
talles que, desde nuestro punto de vista, carecen de importancia. En
términos generales diré que demuestra mayor preferencia por la con-
jugación intransitiva que por la transitiva, y dentro de aquella por la
conjugación simple que no por la perifrásica. Varios dialectos y varie-
dades están completamente limpios de ella en los auxiliares transitivos.
Las categorías de flexiones que la poseen son las de régimen indirecto
entre las intransitivas y las de doble régimen entre las transitivas.
Quiere decir que no la usan ni las flexiones transitivas de régimen di-
recto de primera y segunda persona, ni las intransitivas á las que, por
carecer de régimen, califico yo de directas ó puras.
Respecto al origen de ki, las opiniones no concuerdan. Mr. Riba-
ry la considera como signo del modo subjuntivo intransitivo,1 afirma-
ción que el Príncipe Bonaparte aplaude.2 Ki, á juicio del Príncipe, es
la base de un nombre verbizado.3 «Es preciso reconocer—añade—que
el baskuenze posee radicales excepcionales que dedica al subjuntivo.
Estos radicales son izan transitivo, egin, adi y ki, tal como se en-
cuentra en egoki «pertenecido».4 En otros pasajes es más explícito:

(1) Essai sur la langue basque, pág. 74.


(2) Remarques sur..... Mr. Vinson, pág. 45.
(3) Id., pág. 39.
(4) Id., pág. 41.
REVISTA BASCONGADA 547

«Estamos, así mismo, persuadidos, de que el nombre verbal egon ó ego-


ki entra á título de radical en los terminativos del subjuntivo intran-
sitivo como zekion etc.»1 Fuera del subjuntivo, la sílaba ki era para él
un signo del régimen indirecto de tercera persona, análogo al bizkai-
no tso, tsa: así en d-ator-kio «él le viene».2 Mr. Vinson amplía este
concepto, convirtiendo á ki en índice datival,3 y llegando á suponer
que equivale á la proposición «a», al analizar la flexión datorkio en
los siguientes términos: d «él», ator «venir», ki «á», o «él».
Pero la sílaba ki la emplean otras flexiones, además de las de régi-
men de tercera persona; su empleo tampoco se limita exclusivamente
á las del subjuntivo, y no es aceptable equipararla á una preposición de
dativo, violentando la índole del baskuenze. Por tanto, se ha de bus-
car otra explicación más ámplia. Salvo los casos en que ki pudiera ser
vestigio de núcleo aki, eki, no veo otra solución, cuando se nos mues-
tra inmediato á un núcleo conocido, sino considerarlo como forman-
do parte integrante de dicho núcleo, aunque el nombre verbal de don-
de se extrae el núcleo, por ventura no lleve ki ordinariamente. Quie-
re esto decir, que la flexión, como otros muchos compuestos, habría
conservado mejor la forma íntegra del verbal. Oportunamente enume-
ré á ki entre las terminaciones de los verbales.
Ahora surge una cuestión interesante. ¿Podemos establecer como
regla general que las formas con ki son siempre primitivas? Hay casos
en que ki reune todos los caractéres de una partícula ó sufijo derivati-
vo. Compárese, por ejemplo, egon «estar» y egoki «pertenecer», cuya
flexión gipuzkoana zegokion promiscuamente significa «él le estaba»
y «él le pertenecía». Lejos de parecer que egoki «pertenecer» se con-
trajo en ego (el cual se adornaría con la terminación común n) y cam-
bió su significado por el de «estar», tiene mayores visos de verosimili-
tud suponer que egon «estar», se unió al sufijo unitivo ki «con», per-
diendo la n, según acontece frecuentemente. Egoki «estar-con», es eti-
mología muy aceptable de «pertenecer». La elisión de n delante de k
por repugnancia marcada, aunque no universal de la lengua, al grupo
nk es mucho más verosímil, que no la aglutinación subsiguiente de n
al elemento verbal despojado de ki. Por esta razón estimo que los nú-

(1) Le Verbe basque, dixieme tableau supplementaire.


(2) Remarques etc., pág. 35.
(3) Essai sur la langue basque, nota 73 (pág. 109) y nota 106 (pág. 114).
548 EUSKAL-ERRIA

cleos intransitivos perifrásicos atzaki, itzaki, etc., no nos autorizan


á suponer que la forma primitiva de izan «ser», fué izaki, sino que
itzaki es forma derivada de izan.
En resumen, ki es: 1.º, terminación verbal, cuando le precede una
vocal ó una consonante que no es repulsiva á la k; 2.º, sufijo deriva-
tivo, en los demás casos.1
Cuando en el núcleo, que se está conjugando, de un nombre ver-
bal terminado en ki, se conserva la k, la terminación verdadera es
i: por eso digo que eduki «tener», acaba en i, puesto que se conjuga
d-aki-t «lo sé», d-aki-zu, «lo sabes», etc., etc.
Los núcleos significativos de la conjugación transitiva perifrásica
son:
au, ab: n-AU «él me ha»; z-AU «él te ha»; g-AU «él nos ha»;
d-AU-t «él me lo ha», d-AB-e «ellos lo han»; n-AB-e «ellos me han»;
d-AU «él lo ha».
ai: n-AI «él me han; d-aI-ket «yo lo podré»; d-AI-dazu «tú me lo
puedes»; z-ai-zan (a. n. mer.) «él te haya»; n-AI-k (a n. mer.) él me
ha»; d-AY-et (aezk) «yo les he lo»; d-AI-kuguzu (ronk.) «él nos lo
ha»; naj-AI-k «él me puede».
u: n-A-zu «tú me has»; d-A-kot (b. n. or.) «yo le he lo»; d-A-bei
(ronk.) «ellos le han lo»; d-A-u (ronk.) «él le ha lo».
na: d-AA-t (Saint-Pe) «él me lo ha». Este núcleo es absolutamente
anormal. Yo no recuerdo otro caso sino el que acabo de dar, tomado
al Príncipe Bonaparte. Y aun daat pudiera muy bien ser simple metá-
tesis de data, que resultaría análogo al alto-nabarro meridional dida,
cuyo núcleo es i y la a final letra de refuerzo para sostener el sonido
mudo d «á mí» ó «me». El bajo nabarro oriental posee flexiones como
daazu «tú me lo has» y dazkiatzu «tú me los has», donde un exá-
men superficial pudiera inclinarse á señalar la presencia del núcleo aa,
dilatado en el segundo ejemplo por el pluralizador objetivo zki. Pero
es indudable que falta el indice datival t ó d «á mí»; daazu proviene
de d-a-da-zu, análoga á la flexión gipuzkoana d-i-da-zu, y dazkiatzu
de d-a-zki-da-tzu, equivalente á d-i-zhi-da-zu.

(1) Respecto al origen de ki (sufijo derivativo ahora) me parece oportu-


no mencionar la opinión del Príncipe Bonaparte. «En otras circunstancias
ki tiene el sentido de kin «con», de suerte que se podría admitir que el
primero significa «compañía y el segundo «en compañía». (Remarques
etc., pág. 43).
REVISTA BASCONGADA 549

eu, eb: g-EB-en «nosotros lo habemos»; EB-an «él lo había»;


naj-EU-n-kek «yo lo habría»; EU-n-kek «tú lo habías»; n-EU-n-ke «yo
lo hubiese»; d-EU (Azp.) «él lo ha».
ei: d-EI-t «él me lo ha»; d-EI-kogü «nosotros le habremos»; z-EI-
tan «él me lo había»; z-EY-uen «ellos le habían lo»; n-EI-ke «yo lo
podía».
e: d-E-t «yo lo he»; zen-E-zien «vosotros les habíais lo»; d-E-i (ron-
kalés) «ellos lo han»; n-E-i (ronk.) «ellos me han»; d-E-ñat «yo te lo
he»; d-E-re (Olza) «él me lo ha»; d-E-et (b. n. or.) «yo les he lo».
i: d-I-t «él me lo ha»; n-I-zun «yo te lo había»; n-I-oke «yo le
habría lo»; d-I-zugu «nosotros te lo habemos»: z-I-o (a. n. mer.) «él
le había lo»; d-I-at (a. n. mer.) «yo lo he»; d-I-k (a. n mer.) «él lo
ha»; z-I (b. n. or.) «él lo ha»; z-I-kek «él lo habrá».
ii: z-ii-n (b. n. or.) «él lo había». Este núcleo es muy escaso.
ia: d-IA-zkiatzu (b. n. or.) «él me los ha»; n-IA-kozun (id.) «yo
le había lo»; d-IA-k (ronk.) «yo lo he»; d-IA-kok (sal.) «él le ha lo».
La caida de la d datival (régimen indirecto) produce en bajo nabarro
oriental algunas flexiones, cuyo núcleo parece ia, pero que realmente
es i: diazu «él me lo ha», hablando respetuosamente, en vez de d-i-
da-zu; ziazun (resp.) «él me lo había», en vez de z-i-da-zu-n.
ie: z-IE-n (b. n. or.) «él lo había»; d-IE-z (ronk.) «yo los he»; d-
IE-gu (ronk.) «nosotros lo habemos».
io: n-IO-n (ronk.) «yo lo había»; gin-IO-kek (sal.) «nosotros lo
habíamos.
iu: z-IU-ztet (b. n. mer.) «yo os he».
o: d-O-t «yo lo he»; y-O-n (ronk.) «tú lo habías»; n-O-ke (ronk.)
«yo lo habría»; dr-O-ke (ronk.) «él lo puede»; nr-O-ke (ronk.) «él
me puede»; gin-O-zkezu (sal.) «tú nos puedes»; zr-O-zked (ronk.) «yo
te puedo».
oo: d-OO-t (Sara) «él me lo ha». Muy poco frecuente.
u, ü: d-U-te «ellos lo han»; d-U-t d-Ü-t «yo lo he»; d-U-kezu «tú
lo habrás»; d-Ü-ke «él lo habrá».
ua: j-UA-gu, «nosotros lo habemos».
ue: z-UE (a. n. mn.) «él lo había»; n-UE-n «yo lo había». Metátesis
de eu.
ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
CELTAS, IBEROS
Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

En algunas flexiones de la conjugación sexuada,—que otros llaman


familiar—suena un elemento achi, ache, (con su nasalización inchio,
inchen), el cual elemento no se debe reputar núcleo. La flexión gipuz-
koana masculina nachiok «él me ha», por ejemplo, corresponde á la
bizkaina najok, y como el análisis correcto de ésta es na (á mí)—j
(letra eufónica)—o (núcleo) y k (índice masculino), resulta que el nú-
cleo de aquella es io: na-ch-io-k. Análoga descomposición correspon-
de á nin-IO-kan «él me había», nin-chend-U-kek «él me habría», ga-
chet-I-k «él nos ha», etc., etc. O lo que es igual, ninguna de estas
flexiones enriquece la lista de los núcleos.
Euts, eus, eunts: d-EUTS-a «él le ha lo», d-EUS-t «él me ha lo»;
g-EUNTS-an «nosotros le habíamos lo».
Este núcleo es especial del dialecto bizkaino, y está sacado de eutsi
«tener».
Los núcleos de la precedente enumeración desempeñan su papel en
Año XXIII.—Tomo XLVII 10 Julio 1902.—Núm. 792
2 EUSKAL-ERRIA

el presente y pasado de indicativo, en los tiempos derivados de éste y


en algunos similares de aquel.
ezan, eza, eze, iza, itza, azan, aza, zan: d-EZA-dan «yo lo ha-
ya», n-AZAN «él me haya», za-it-ZAN, «que él te sea», EZA-zu «helo
tú»; z-IZA-guten «ellos nos lo hubiesen»; di-EZA-dan «él me lo haya»;
bi-EZA-t «él háyame lo»; n-AZA-zu «héme tú»; z-EZA-ten, «ellos hubie-
sen lo»; n-ezan «él me haya»; IZA-dazü «hémelo tú»; n-ITZA-ke «él
me puede»; EZE-ezu «héles lo tú» (b. n. or.); b-EZE-i (ronk.) «ellos
hayan lo»; d-AZA-guzun «tú nos lo hayas» (aezk.); z-EZA-zun (aezk.)
«él te hubiese lo»; d-I-O-ZA-kadan (flexión labortana correspondiente
á la gipuzkoana d-iza-yo-kadan) «yo le haya lo».
Estos núcleos, y sus alteraciones y contracciones que luego vere-
mos, sirven para el subjuntivo é imperativo, exceptuando al bizkaino
que se deriva de otros. Estos tiempos del subjuntivo son, etimológica-
mente hablando, tiempos de indicativo, provistos del sufijo n «que».
D-EZA-dan, por tanto, significa «que yo lo he» atendiendo á sus ele-
mentos componentes, mas por atribución se usa para expresar la idea
de «yo lo haya».
Hay muchas flexiones con iza que pueden analizarse de dos ma-
neras: ó bien atribuyendo la i al índice pronominal y dejando reduci-
do el núcleo á za, ó bien suponiendo que eza, por asimilación se tro-
có en iza y produjo la caída de dicho índice: dizadazun «tú me lo
hayas», di-ZA-da-zun, d(i)-IZA-dazun.
El endurecimiento expontáneo de la sibilante nucleal es un hecho
indubitado, aunque menos frecuente de lo que parece á primera vista.1
Lo común es que dependa de la incorporación del pluralizador it, re-
ducido á t cuando lo recibe el núcleo iza: d-I-t-ZA-zu «helos tú»; b-I-
t-ZA «él háyalos». A dicho pluralizador (que indica el régimen directo
pluralde tercera persona), se le suele atribuir carácter redundante, su-
poniéndose su presencia en flexiones como gaitza «él háyanos», ga-I-
t-ZA. Yo me inclino á proclamar el endurecimiento simple del tema
verbal: ga-ITZA. Esta opinión recibiría extraordinaria fuerza desde el
instante en que se admitiera la existencia de un núcleo itu, pues, ya

(1) Ejemplos: n-ENTZAN «él me hubiese»; n-ITZA-ke «él me puede». En


éstas y otras flexiones análogas es absolutamente imposible aplicar it, t,
á una pluralización redundante del régimen n «á mí», como cabe hacerlo
cuando el índice datival es de primera persona plural, y de segunda sin-
gular y plural.
REVISTA BASCONGADA 3

it no sería considerado como elemento redundante de muchas flexio-


nes donde suena, por ejemplo, gaitu «él nos ha», donde el Príncipe
Bonaparte señala la incorporación de it. Y es claro, si admitimos que
it es pluralización redundante del régimen directo ga ó g «á noso-
tros», la analogía nos invitará á reconocerle la misma representación
en gaitza, cualesquiera que sea nuestro análisis de esta flexión, ora
supongamos la contracción del núcleo ga-it-ZA, (ga-it-IZA) ora la del
pluralizador ga-I-(i)t-ZA. Y lo mismo respecto á zaitzaket «yo te pue-
do» y otras muchas flexiones. De la cuestión de itu trataremos des-
pués.
za, az, ex, iz, z: za-zu «hélo tú»; bi-AZ-o «él le haya lo»; n-EZ-
en «ellos me hayan»; b-ZE-e «ellos lo hayan»; l-EZ-en «ellos lo hubie-
sen»; za-n (a. n. mer.) «él le haya lo»; z-oten (a. n. mer.) «yo le
haya lo»; z-ok (a. n. mer.) «héle tú lo»; n-AZ-tazu (aezk.), n-AZ-azu
(id.) «héme tú»; d-IZ-on «él le haya lo».
Estos núcleos son contracciones y residuos de ezan, azan, etc.
Aunque la forma prolongada con ki no aparece nunca, hay ciertos
núcleos donde es difícil no denunciar la presencia de dicha sílaba, pero
reducida á i, y aun transformada en u: b-IZAI-tza «él te haya»; b-IZAI-
tzate «él os haya»; b-EZAI-tza «él te haya»; n-EZAU-kezu (b. n. or.)
«yo te habría lo»; d-EZAU-zuan (b. n. or.) «yo te haya lo»; z-ITZAI-dan
(ronk.) ó z-I-t-ZAI-dan, ó z-it-ZAI-dan? «yo te haya»; d-AZAI-guzun
(ronk.) «tú nos lo hayas».
Los ejemplos sacados del imperativo no son concluyentes por sí
solos respecto á la presencia del núcleo izai, ezai, puesto que bizaitza,
por ejemplo, puede analizarse bi-ZA-it-za.
Ahora vamos á ver cómo varios de los núcleos arriba enumerados
revisten forma nasalizada:
intzai, intzan, inzan, intza, intz, entzan, entza, enza, entz:
n-INZA-zun «tú me hubieses»: g-INZAN «él nos hubiese»; n-INTZA-ke
«él me podía»; z-INTZAI-kegu «nosotros te podíamos»; g-INTZA-kete,
«ellos nos podían»; n-INTZAN, n-ENTZAN «él me hubiese»; n-ENTZ-en
«ellos me hubiesen»; z-INTZ-edan «yo os hubiese»; n-ENTZA-kezü «tú
me podías»; n-ENZA-zun (sal.) «tú me hubieses».
El salacenco usa el núcleo intza en el pasado de indicativo: n-IN-
TZA-zun «tú me habías»; g-INTZAN «él nos había». Es una particulari-
de este curioso subdialecto.
agi, egi, engi: provinientes del verbal egin «hacer», que es el
4 EUSKAL-ERRIA

auxiliar del imperativo y del subjuntivo bizkainos: d-AGI-zun «él te


haga lo»; d-AGI-gun «nosotros lo hagamos»; EGI-zu «hazlo tú»; l-EGI-
zan «él los hiciese»; n-ENGI-jan «yo lo hiciese»; g-ENGI-on «noso-
tros le hiciésemos lo».
Las siguientes flexiones gipuzkoanas de imperativo con régimen di-
recto de primera persona plural, emplean el mismo auxiliar: b-EGI-gu
«él haga nos lo», b-EGI-zkigu «él haga nos los»; b-EGI-gute, «ellos
hagan nos lo», b-EGI-zkigute «ellos hagan nos los».
Agi y engi, con sus formas prolongadas agi-ki y engi-ki también
suelen figurar en flexiones de la llamada conjugación familiar: nai-
ENGI-nan, z-AGI-kezak, d-AGI-KI-joan, ENGI-KI-jonan, etc., etc.
eroan, eroa, eroi, ero, aroa, aro. El verbal eroan, factitivo ó
causativo de joan «ir», significa, de hecho, «llevar», y etimológica-
mente «hacer ir». El bizkaino acude á él para formar su modo con-
suetudinario: n-EROAN «él me solía»; z-EROA-dan «tú me solías lo»,
n-EROI-an «yo lo solía»; n-ERO-en «ellos me solían»; d-AROA-gu «no-
sotros lo solemos»; g-ARO-ez «ellos nos suelen».
Varias flexiones sexuadas ó familiares están construidas con un nu-
cleo iki, y su nasalización inki: d-IKI-oyat «yo le habré lo»; z-IKI-ñan
«él te había lo», g-INKI-kan «nosotros te habíamos lo» etc.
Acaso este núcleo es una derivación de ekin «practicar, acometer,
empezar», predecesor morfológico, no obstante su actual significación,
de egin.
Estos son, si no todos, porque es fácil se me haya pasado alguno,
la casi totalidad de los núcleos ó raíces verbales, cuya presencia descu-
bre ciertamente el análisis. El lector habrá notado la brevedad de mu-
chos, así como la exhuberancia de elementos agrupados á su alrededor.
Esta misma exhuberancia determinó, sin duda, la elección de los te-
mas, para que las flexiones no resultasen demasiadamente largas.
Junto á las flexiones analizadas para extraer los núcleos consigna-
dos en las anteriores listas, existen otras muchas que no rinden resul-
tados tan claros. Examinemos las flexiones ronkalesas nuntzun «tú
me habías»; nuntzein «vosotros me habíais»; guntzun «tú nos ha-
bías»; guntzein «vosotros nos habíais»; separemos de ellas los elemen-
tos incuestionablemente pronominales g, zu, ze-i y veremos que que-
da un elemento unt. Comparemos dichas flexiones á sus sinónimas
aezkoanas ninduzu, ninduzie, ginduzu, ginduzie, y notaremos que
estas contienen un elemento ind notoriamente asimilable al unt ron-
REVISTA BASCONGADA 5

kalés. Pero las aezkoanas llevan, además, una u. ¿Es éste el núcleo ver-
bal (que faltaría en las ronkalesas, por elisión), siendo ind (ó nd, si
estimásemos que la primera vocal pertenecía al régimen directo ni, gi),
meras letras eufonicas y epentéticas, ó por el contrario, habremos de
atribuir u á ind, y en este caso admitir que indu unt(u) es el verda-
dero núcleo?
Indu, sin ninguna violencia puede ser calificado de nasalización de
itu y supuesto el ordinario proteismo de los núcleos verbales, tene-
mos una larga serie de formas, perfectamente ajustadas á la idiosincra-
cia fonética del euskara: itu, iti, utu, ütü, üti, tu, te; indu, intu,
indi, inti, inde, inte, inda, indo, ino, endu, untu, üntü, ündu,
ünti, ündi, undi, según lo demuestran las siguientes flexiones: ga-
ITU-zu, «tú nos has», g-ITI-n (ronk.) «él nos ha», g-UTU-k (ronk.)
«tú nos has», z-ütü-k «yo te he», g-ÜTI-e, «ellos nos han»; z-TU-t
(sal.) «yo te he», z-TE-i (ronk.) «ellos te han»; g-INDU-en «él nos ha-
bía»; n-INTU-an «él te había», g-INTI-zun (ronk.) «él nos había»;
n-INDI-kezü «él me habría», g-INTE-in (ronk.) «ellos nos habían»,
g-INDE-zkizun (. n. m.) «tú nos hubieses, z-INDA-gun (a. n. m.) «tú
nos hubieses lo», n-INDO-ke (ronk.) «él me habría», g-INO-zkezu (sa-
lacenco) «tú nos puedes», g-ENDU-ke «nosotros lo habríamos», z-UNTU-
dan (ronk.) «yo te había», z-ÜNTÜ-gün «nosotros te habíamos, n-
ÜNDÜ-zun «tú me habías», z-ÜNTI-en «ellos te habían», n-ÜNDI-a,
n-UNDI-a (ronk.) «tú me habías.
Si la sencillez de la explicación fuese prenda segura de su exactitud,
nos deberíamos apresurar á admitir la realidad del núcleo itu, puesto
que facilita considerablemente el análisis de gran número de flexiones,
las cuales, analizadas de otra manera, resultan de formación singular,
aunque nos damos cuenta de todos sus elementos.
Prescindamos de las formas nasalizadas. La existencia de estas cae de
su peso, si se acepta la de iti y sus variantes. Iti forma parte de flexio-
nes transitivas con régimen directo de segunda persona singular y plu-
ral, y de primera plural. Las flexiones con régimen directo plural de
tercera persona quedan excluidas de la duda referente á la existencia del
núcleo itu, puesto que es evidente que semejantes flexiones se sirven
de un sufijo it que es índice de la mencionada relación. Compárese
zuen «él lo había» y z-IT-uen «él los había», zuten «ellos lo habían»,
z-IT-uzten «ellos los habían».
He aquí ejemplos de esta clase de flexiones, exclusivamente: za-
6 EUSKAL-ERRIA

itu, za-itu-z, z-ütü, z-atu (a. n. sep.), z-itu (b. n.), «él te ha»; za-
itu-zte, za-itu-ez, z-üti-e, z-atu-zte (a. n. sep.), z-iu-zte (b. n.)
«ellos te han»; ga-itu, ga-itu-z, g-ütü, g-atu (a. n. sep.) ga-itu,
ga-itu-z, g-ütü, g-atu (a. n. sep.), g-itu (b. n.) «él nos ha»; za-itu-
zte, za-itu-ez, z-üti-e, z-ai-zte (a. n. sep.) z-iu-zte (b. n.) «él os ha»;
za-itu-eez, z-IU-ztete «ellos nos han».1
Como se ve, en las flexiones de la categoría «á mí», nunca fun-
ciona el núcleo hipotético itu. Esta ausencia sería, á mi juicio, decisi-
va, si las del pasado no encerrasen un elemento que, por su aspecto,
parece la nasalización de aquel: ninduzun «tú me habías», nündian,
«él me había», etc., etc. Digo decisiva refiriéndome á la explicación
del Príncipe Bonaparte, el cual, por lo mismo que no abrigó la sospe-
cha de que pudiere existir un núcleo itu, hubo de buscar la explica-
ción recorriendo otros caminos.
Oigámosle. Después de asentar que zu fué primitivamente plural,
pero que se ha producido el hecho, consumado hace siglos, de que es
singular, porque únicamente se usa refiriéndose á una sola persona, aña-
de: «Creemos, no obstante, que ha de ser muy útil estudiar ese pro-
nombre en sus terminativos verbales, como si nunca hubiese dejado
de ser plural. Al compararlo á los terminativos del pronombre gu, no
dejará de notarse que, hasta el pleonasmo y la redundancia observadas
amenudo en los últimos, se reproducen en las mismas circunstancias y
de un modo exactamente típico en los primeros. Por tanto, la forma
pone de bulto el orígen plural de estos. Escogeremos para ejemplo de
pleonasmo los terminativos bizkainos gaituz, zaituz «él nos ha, él te
ha». La z indicador del régimen plural no debería, desde el punto de

(1) Los ejemplos de la relación «á vosotros» con sujeto plural, perte-


necen á los dialectos bizkaino y bajo-nabarro (oriental y occidental), pues
en los demás dialectos son idénticas á las flexiones con sujeto singular,
de igual suerte que éstas, según se observa en el texto, son iguales á las
de la relación «á tí» con sujeto plural, exceptuando las alto-nabarras que
contraen el núcleo atu y lo transforman en ai. El gipuzkoano literario
suele escribir za-itu-ztee «ellos os han» al modo bizkaino, pero la segun-
da e no se pronuncia.
Los ejemplos del texto se refieren á los ocho dialectos (omitiendo las
formas idénticas); por consiguiente comprenden á la totalidad de la len-
gua; he omitido las formas alto-nabarras meridionales que sólo difieren
de las septentrionales por la substitución de s á z: zaiste en vez de zaizte,
etc. He prescindido de las variantes sub-dialectales porque éstas no modi-
fican la solución general que se busca.
REVISTA BASCONGADA 7

vista de la lógica, añadirse á gaitu que contiene ya otro régimen di-


recto plural representado por la g inicial. Sin embargo, si esta z consti-
tuye un pleonasmo, es al mismo tiempo confirmación de pluralidad.
Pues bien, esta confirmación no ha podido efectuare en zaituz, si no es
cuando dicho terminativo significaba «él os ha» y no «él te ha», co-
mo actualmente. Los pronombres ni é hi «yo, tú», singulares en cuanto
al sentido y forma, nunca podrían presentar terminativos que encerra-
sen una z, pleonasmo pronominal. No se dice en bizkaino nauz y auz
«él me ha, él te ha», sino nau y au, pero amenudo se oye zaituz en
vez de zaitu. Decimos zaitu y no zau y gau,1 porque la sílaba it que
forma parte de gaitu y zaitu, de ningún modo constituye un segundo
pleonasmo; sirve solamente para pluralizar el demostrativo au,2 que
por su unión íntima á las consonantes iniciales g y z da lugar al régi-
men directo indivisible gau y zau, con el sentido de «nosotros mis-
mos, tú mismo», morfológicamente, «vosotros mismos».3
El pleonasmo de z por sí solo no constituye prueba, á mi juicio,
de que zu fué plural; más adelante encontraremos pleonasmos de índi-
ces singulares. Pero dejando esta cuestión aparte, la teoría del Príncipe
no me llena por completo. Comprendo que it pueda ser reputado por
redundancia de g y z «á nosotros, á tí, á vosotros»; g-it, z-it, vienen
á equivaler á «nosotros-los, vosotros-los», ó mejor dicho, á «nosotros-
varios, vosotros-varios», pero no descubro la razón de que se le asigne
el papel de pluralizador del demostrativo au. Se me objetará por los
defensores de la teoría del Príncipe, que au se incorpora á los prono-
minales g y z, constituyendo con ellos verdaderos pronombres inten-
sivos, análogos á los suletinos gihaur «nosotros mismos», zihaur «tú
mismo»; por tanto, bien puede it pluralizar pleonásticamente á gau y
zau, como en la otra hipótesis se supone que pluraliza á g y z.
Pero la teoría del Príncipe de que gau y zau (existentes en la va-
riedad oñatiense), recibieron á it, dilatándose en GA-it-U, ZA-it-U, exige

(1) Astarloa afirma que Oñate y otros pocos pueblos poseen las flexio-
nes zau, gau. Discurs. filosóf. sobre la leng. primitiva, pág. 710.
(2) Recordemos la teoría verbal del Príncipe, según la cual, la base de
de los «terminativos puros» (presente y pasado de indicativo), es el de-
mostrativo au «éste».
(3) Le Verbe basque, pág. XVI.—Pocas páginas antes dice el Príncipe:
«En el presente nau «él me ha», el compuesto «yo mismo» y no el simple
«yo» existe como régimen directo; puesto que dicha sílaba no es otra cosa
sino el pronombre niau ó nihau en su integridad. Id. pág. XIII.
8 EUSKAL- ERRIA

la previa admisión de que au es el demostrativo, lo cual no se compa-


gina con nuestra afirmación capitalísima y fundamental, referente á la
presencia real de un elemento verbizante en toda flexión. Además re-
pugna que flexiones como las bizkainas gaituz, zaituz solo se compon-
gan de elementos pluralizadores, baldíamente conglomerados: gau
«nosotros mismo» + it «varios» + z «varios»; zau «vosotros mismos»
(cuando zu era plural) + it «varios» + z «varios». ¡Extraña forma-
ción! el régimen directo «á nosotros, á vosotros» repetido hasta la sa-
ciedad; la idea verbal («haber»), omitida.
Astarloa reconoció la existencia de un elemento itu en las flexio-
nes á que venimos refiriéndonos; pero supuso que era un pluralizador.
«Sepan—decía—que la radical itu pluraliza á la persona paciente....
il zaitu no signifia lo que quieren dar á entender, esto es, «aquel ha
muerto á usted», sino «aquel ha muerto á ustedes.1 La conclusión era
que debían seguir los oñatienses diciendo il zau.
A Mr. Van Eys le preocupó el orígen de it; pero respecto á su sig-
nificación en las flexiones que venimos examinando, lo calificó de «sig-
no de pluralidad suplementaria».2 Ribary estimó que el radical de zai-
tu era ai y que la sílaba tu era inexplicable, porque no marcaba el
plural como en g-ai-tu, y z-ai-tu-zte,3 inexplicabilidad que Vinson
rechazó arguyendo con el significado primitivamente plural de zai-
tu.4 Yo combiné ambas explicaciones pero haciendo del pluralizador
tu una simple variante del ordinario ti.5
ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)

(1) Loc. cit.


(2) Gram. comp. pág. 139.
(3) Essat etc., pág. 35.
(4) Id. pág. 109.
(5) Gramática etc., pág. 373.
CELTAS, IBEROS
Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

Suponiendo que itu sea núcleo significativo, ¿es núcleo especial ó


nuevo? En la conjugación intransitiva figuran ciertas flexiones con nu-
cleos adi, edi, cuyas transformaciones ite, iti, etc., se acercan, por su
forma, á itu, y lo mismo las nasalizaciones de unos y otros. Dichos
núcleos intransitivos se han atribuido al verbal edin, de significado
desconocido, el cual expliqué yo por el derivado aditu «entender,
oir», de adin, adi «inteligencia». La cualidad de la inteligencia (pen-
samiento), y el sentido del oido (sensibilidad), pudieron ser considera-
dos como las notas del «ser», justificando la intervención de adi en la
conjugación intransitiva.1 Confieso de buen grado, que sobre la expli-
cación se puede echar el calificativo de sutil.
Mr. Van Eys, trayendo á colación cierto ejemplo de Zabala, afirma
que edin significa «poder».2 Sea de esto lo que quiera, la verdad es

(1) Gramática, etc., pág. 636.


(2) Gram. compr., pág. 219.—El ejemplo de Zabala es: Guztia daian
Año XXIII.—Tomo XLVII 20 Julio 1902.—Núm. 793
34 EUSKAL- ERRIA

que la presencia de adi, edi, etc., solo se registra en la conjugación


intransitiva. Y supuesto la correspondencia que se observa entre las
formas de edi y las de itu, llama la atención la circunstancia de que
entre estas últimas falten las formas francas é indubitables adi y edi,
aminorando la fuerza inductiva que crea la analogía entre las compa-
rables de una y otra cepa.
El exámen de los núcleos intransitivos llevará, luego, á nuestro
ánimo, el convencimiento de que formas nucleales muy próximas á
itu son meras deformaciones del verbal izan. De todas las hipótesis,
esta sería la más adecuada á los hechos: za-itu, ga-itu, por ejemplo,
provendrían de za-itzu, ga-itzu; é itzu, sería una de las muchas for-
mas que puede tomar izan, el cual, intransitivamente conjugado,
nos suministra intzu é intzo. Por otra parte, las flexiones del pasado
n-indu-en «él me había», z-intu-en «él te había», g-indu-en «él nos
había», admiten la misma explicación: n-intzu-en, g-intzu-en, etcé-
tera, etc. ¿Por qué estas flexiones de régimen directo de primera y se-
gunda persona singular y plural, ó sea estas flexiones que llevan itu,
intu, etc., han perdido con tan absoluta uniformidad el sonido sibi-
lante tz? Este es el punto obscuro. Otra hipótesis cabe: derivar dicho
núcleo de edu-ki «tener».
Tampoco las explicaciones que apelan al pluralizador it ó tu son
absolutamente diáfanas en todos casos.1 Por tanto, y haciendo pruden-

Jaungoikoa «el Señor que puede todo». Daian, según el tratadista holan-
dés, es la tercera persona del singular del presente indicativo dai, en vez
de dadi «él puede», más el relativo n «que».
Es la única prueba que se nos alega á favor de edin, verbal indepen-
diente. El ejemplo es bastante obscuro ó incorrecto. ¿Está conjugado in-
transitivamente el verbo? Así parece acreditarlo el sujeto Jaungoikoa,
sin sufijo de agente, mas el sentido es transitivo: «Dios que lo puede to-
do». Y el mismo Zabala, al parecer, estima que la flexión cs activa; pues
después de citar entre estas á dai, dait, marca la composición del vocablo
de la siguiente manera: «Guztia dai-an Jaungoikoa», y traduce la frase
transitivamente «el Dios que todo lo puede..'
A mi juicio daian no es derivación de edin, sino contracción de una
de las flexiones potenciales ordinarias; daite (intransitiva), daike (transi-
tiva).
(1) Dos flexiones bajo-nabarras, zinitiin (zin-it-iin) «él te había», sinó-
nima de zinduen, zinduzan, züntian; y ginitiin (gin-it-iin) «él nos había»,
sinónima de ginduen, ginduzan, gûntian, etc., á primera vista robuste-

(*) El verbo irregular bascongado, pág. 31, núm. 39.


REVISTA BASCONGADA 35

tes salvedades, me atrevo é someter al estudio de los baskólogos este


nuevo producto del análisis verbal: el núcleo itu, indu, etc., etc.
Admítase ó no, el cuadro general de nuestro análisis no sufrirá al-
teraciones de importancia. Repelido de la flexión donde quepa señalar
supresencia, los elementos de ella quedarán asimilados á otros ya co-
nocidos.
La conjugación intransitiva posee su colección de núcleos significa-
tivos, derivados algunos de verbales por nosotros aislados en la tran-
tiva. Tal sucede con izan, cuyo doble sentido de «haber» y «ser» le
comunica especial aptitud para desempeñar su doble papel.
Varios núcleos intransitivos son bizkainos. Pueden considerarse
como contracciones; á ello nos autoriza el proceso de contracción que
nos es dado presenciar respecto algunos. No obstante, de hecho, es
difícil puntualizar, á veces, cuál es el núcleo integro.
He aquí los núcleos intransitivos:
atzaki, atzai, atza, acha: z-ATZAKI-t «tú se me»; d-ATZAKI-zun
«él te sea», d-ATZAKI-dan «él me sea», g-ATZAKI-zkioten «nosotros
les seamos»; z-ATZAI-t «tú me eres»; z-ATZAY-o «tú le eres»; z-ATZA-t
«tú me eres; g-ATZA-zkio «nosotros le somos»; g-ACHA-taz «tú me
eres»; n-ACHA-tzu «yo te soy».
ezai: n-EZAI-zu «yo te soy»; n-EZAY-o (a. n. mer.) «yo le soy»;
itzai, izai, ichai, ich, itzau, itau, itza, iza, itz: z-ITZAI-t «tú me
eres»; l-ITZAI-ket «él me sería»; n-ITZAY-e «yo les soy»; l-IZAY-oke»
(sal,) «él le sería»; ba-IZA-da (sal.) «si tú me eras»; n-IZAI-kezu (sal.)
«yo te podría»; n-ICHY-ok (aezk.) «yo le soy»; g-ICHAI-zkieta (aezk.)
«nosotros les éramos»; z-ICHAI-guta (aezk) «él nos era»; n-ICHA-yok
(aezk.) «yo le soy»; n-ITZAU-zu (b. n. or.) «él te puede»; d-ITAU-kin
(b. n. or.) «él nos puede»; n-ITZA (a. n. mer.) «yo era»; z-ITZA-kekan
«él habría sido»; n-IZA-te «yo seré»; bal-ITZ «si él fuera». El núcleo
itzau es, sin duda, alteración de itzaku, derivado de atzaku=atzaki.
itzei, itze: l-ITZEI-kek «él me sería»; z-ITZEI-kezün «él te había
sido»; l-ITZEI-ko «él lo sería»; n-ITZE-e (b. n. or.) «yo les soy».

cen la hipótesis de it, haciéndonos, por decirlo así, palpar su presencia.


Puede contestarse que dichas flexiones se constituyeron con un nú-
cleo del presente, iti, sin repugnancia ninguna, porque la nasalización
propia del pasado se había ya producido en el elemento pronominal. En
cuanto á in final es el índice del pasado an, transformado por la asimila-
ción á i, sonido muy del gusto del bajo-nabarro. El análisis, por tanto, es:
zin-iti-in, gin-iti-in.
36 EUSKAL-ERRIA

itzi, izi, iziai, iziau, itzia, izia: l-ITZI-kok «él le sería»; z-IZI-
okan (sal.) «él le era»; g-IZAI-zkokan (sal.) «nosotros le éramos»; z-
IZIAI-dakan (sal.); z-IZIAI-kukan (sal.) «él nos era»; z-IZIAU-kiuzun
(b. n. or.) «él nos era»; g-ITZIA-zkotzu (b. n. or.) «nosotros le so-
mos»; z-IZIA-zun (b. n. or.) «él me era». Las formas iziai, iziau, sal-
vo el caso, poco probable, de deformación por virtud de i epentética,
revelan que la terminación (ó segundo núcleo?) ki es aki, con a or-
gánica: iziaki, iziaku=atza(a)ki.
intzaki, intzai, incha, intzau, intza, intz: z-INTZAKI-dan «tú
me fueses»; z-INTZAKI-ñan «yo te era»; n-INTZAKI-kek «yo te sería»;
z-INTZAI-dan «tú me eras»; h-INTZAI-taken «tú me habrías sido»; n-
INTZAI-izan «yo te era»; z-INCHA-tazan «tú me eras»; g-INCHA-tzuzan
«nosotros te éramos»; n-INZAU-zun (b. n. or.) «yo te era»; g-INTZAU-
zketzun (b. n. or.) «nosotros te seríamos»; n-INTZA-ke, n-INTZA-teke
«yo sería»; ban-INTZ «si yo fuera».
intzei, intze: z-INTZEI-tan «tú me eras»; n-INTZEI-kee (b. n. or.)
«yo les podría»; n-INTZEI-zün «yo te era»; ban-INTZEI-zü «si yo te
era»;. n-INTZE (aezk.) «yo era»; n-INTZE-en (b. n. or.) «yo les era».
intzan, intzen, intzo, intzu, intzia, intzi, untzi. n-INTZAN, n-IN
TZEN, n-INTZO-an, n-INTZU-an, «yo era»; g-INTZIA-zkozan (b. n. or.)
«nosotros le éramos»; n-INTZU-ezun (b. n. or.), «yo les era»; g-INTZAU-
kok «nosotros le seríamos»; g-UNZI-ua, (ronk.) «nosotros éramos».
aki, eki, iki: z-AKI-daz, z-AKI-tzat «tú séme»; d-AKI-dan «él me
sea»; d-AKI-kijo «él le podrá»; g-AKI-zkiotekan «nosotros les seamos»;
z-EKI-dan (a. n. mer.) «él me fuese»; z-EKI-zu (a. n. mer.) «él te
era»; b-EKI-t «él séame»; j-EKI-donan «él me fuese»; l-EKI-jon «él le
podría» (falta el índice potencial; la final del núcleo asume sus funcio-
nes); l-IKI-zü «él te podría» (id.); be-IKI-da (a. n. mer.) «él sea me»;
n-AKI-oke (aezk.) «yo le puedo».
Aki es el residuo del núcleo atzaki, itzaki. Así autorizan á pen-
sarlo las flexiones z-ATZAKI-t «tú seme», d-ATZAKI-dan «él me sea»,
g-ATZAKI-zkioten «nosotros les seamos», comparadas á sus sinónimas
que arriba se consignaron. Los que prefieren considerar á aki, eki co-
mó segundo núleo, que á modo de cremento se une á izan, podrán
decir que este es el componente primitivo de las flexiones á que nos
referimos y de cuantas están cortadas por el mismo patrón.
Ai, ei. Este núcleo es, amenudo contracción de aki, eki: g-AI-
zki-zun «nosotros te seamos» (comp. con n-AKI-zun «yo te sea», y
REVISTA BASCONGADA 37

esta flexión labortana con su sinónima gipuzkoana, n-ATZAKI-zun);


g-AI-zki-tzute «nosotros te podemos» (comp. con n-AKI-zuke «yo te
puedo», y esta con n-ATZAKI-zuke); n-AI-kezu (ronk.), n-EI-kezu (sa-
lacenco) «yo te puedo» (comp. con su sinónima aezkoana n-AKI-kezu);
g-AI-zkioke (aezk.) «nosotros le podemos» (comp con n-AKI-oke «yo
le puedo).
inzaki, enki, inki: z-INTAKI-dan, z-ENKI-dan, «tú me fueses»;
z-ENKI-daz, z-ENKI-kedaz «tú me podrías», ne-INKI-kiak «yo te po-
dría» (falta el índice potencial).
adi, edi: h-ADI «sé tú»; n-ADI-n «yo sea»; nind-ADI-en «yo fue-
se»; d-EDI-n «él sea»; z-EDI-kan «él fuese».
A pesar de la sugestión de la forma, nadie prohijará la especie de
que nindadien está formada por el núcleo indu, inde seguido de adi.
La conglomeración de elementos pronominales y eufónicos reviste la
falsa apariencia de un núcleo en este caso.
Ai, ei. A veces estas formas nucleales son residuos de adi, edi:
tenemos ban-ADI-k y ban-AI-k «si yo soy»; ba-ADI-n y ba-AI-n «si tú
eres»; bad-EI-k «si él es»; n-ADI-en (sal.), n-AI-n (aezk.), n-EI-n
«yo sea», etc., etc.
ite, iti. Transformaciones de adi, edi: d-ITE-zkan «ellos sean»;
ga-ITI-nan «nosotros seamos»; g-ITE-n (sal.), g-ITI-an (ronk.) «noso-
tros seamos»; zind-ITE-n (aezk.) «tú fueses»; gind-ITE-n (aezk.) «no-
sotros fuésemos»; z-ITE-n (b. n. or.) «tú seas».
Reduzco la presencia del núcleo ite, iti á los tiempos del subjunti-
vo, porque nos consta que es auxiliar de este modo el verbal adi, edi.
'También lo es del imperativo.
Las flexiones que llevan ite, iti, ita, ate, pero expresando las no-
tas de futurición, potencialidad, condicionalidad y conjetura no deben
explicarse por semejantes núcleos.
inde, inte, inti, endi, indu: g-INDE-zekan, g-INDE-zan, g-INTI-
nan «nosotros fuésemos»; n-ENDI-n «yo fuese»; g-INTE-n (sal.) «noso-
tros fuésemos.; z-INTE-n (b. n. or.) «tú fueses»; g-INDA-zen (a. n. me-
ridional) «nosotros fuésemos».
La flexión potencial suletina nintakeizün «yo te podría», compa-
rada á sus sinónimas gipuzkoana nintzakizukean y labortana nintza-
kizuken nos revela que en ocasiones inta es intza, equivalencia que,
así mismo nos suministran zintakedan, zintzakidakean, zintzaizki-
daken «tú me podías» y otras varias. Y como en este mismo tiempo,
38 EUSKAL- ERRIA

modo y categoría «á mí», zitakedan, «el me podía», corresponde á


la flexión gipuzkoana zitzakidakean, se establece, además, la identi-
dad entre ita é itza. De donde puede rectamente inducirse que el nú-
cleo ita, ite, etc., y sus formas nasalizadas, en los tiempos del poten-
cial, son alteración de itza.1 Y creo no hay peligro en extender la ex-
plicación á ciertas flexiones del condicional: por ejemplo: la suletina
zatekian «él habría sido», asimilable á la gipuzkoana zitzakean.
ara, are, era, ira, ir, ra: z-ARA, z-ARE, z-ERA, z-IRA «tú eres»;
d-IR-e «ellos son»; z-IR-ian «ellos eran»; z-RA (sal.) «tú eres»; g-ERA,
g-RA (sal.) «nosotros somos»;d-IRA, d-RA (ronk.) «ellos son»; bal-
IRA «si ellos fueran». Este núcleo es muy poco usado y su origen obs-
curo. El Príncipe Bonaparte lo explica por una transformación de itza;
gitra (ronk.) «nosotros somos», habría sido al principio gitza; dira-
de «ellos son», ditzate. En ciertas flexiones la transformación parece
patente: de bal-itz «si él fuera», bal-ira «si ellos fueran», sinónima
de bal-ITZA-te. Pero es raro que esta degeneración de la sibilante tz
en la vibrante r sólo la muestren contadas flexiones. Yo en mi Gra-
mática2 apelé al verbal iraun «durar», del cual el Príncipe se había
servido para explicar las muy curiosas flexiones transitivas potenciales
del antiguo labortano d-IRO «él lo puede», z-IRO-en «él lo podría»
etc., etc.3
iz, z, ez: na-IZ, na-Z, n-IZ «so soy»; zi-EZ-te «vosotros sois».
Ciertas flexiones del pasado parecen construidas al modo bizkaino, con
sólo el núcleo, más ó ménos alterado: zan, zen, ze (aezk.), ZU-kan
(masc.), ZU-an (id.), ZI-a (id.), ZO-nan (fem.). ZU-nan (id.), ZÜ-ña
(id.), zü-zün (resp.) «él era», ZA-u (ronk.) «él le era».
ai, ei. Conocemos los diversos núcleos que, por contracción, lle-
gan á producir dichas formas. Pero además de los casos frecuentísimos

(1) Voy á citar varios ejemplos, encerrando entre paréntesis las for-
mas hipotéticas ó teóricas junto á las reales: ga-ITE-zke (ga-ITZE-z-ke)
«nosotros podemos»; na-INTE-kek (na-INTZE-kek) «yo podría»; l-ITE-ke
(l-ITZE-ke), le-ITE (le-ITZE) «él podría»; z-INTA-kedan (z-INTZA-kedan) «tú
me podías»; z-ITA-kedan (z-ITZA-kedan) «él me podía.; la-ITE-ke (ronk.)
(la-ITZE-ke) «él podría.; na-ITE-kezu (ronk.) (na-ITZE-kezu) «yo te podría»;
z-INDAI-zke (a. n. mer.) (z-INTZAI-zke «tú lo podrías»; n-INDAI-teken (bajo
nabarro oriental) (n-INTZAI-teken) «yo podría»; n-INDA-kioke (b. n. or.) (n-
INTZA-kioke) «yo le podría»; n-INTAI-kezu (b. n. or.) (n-INTZAI-kezu) «yo te
podría.; n-INDU-kena (aezk.) (n-INTZU-kena) «yo podía».
(2) Pág. 631.
(3) Remarques sur plus ass. de Mr. Abel Hovelaque... pág. 11 y 12.
REVISTA BASCONGADA 39

de contracción, ¿existe el núcleo ai, ei, con caracter independiente?


Creo que no. La dificultad práctica estriba, amenudo, en señalar cuál
es la forma integra que corresponde á la contraida, ó sea, de dónde
proviene la contracción. Mas esto pertenece al análisis de las flexiones
individualmente consideradas; á nuestro objeto basta dejar probada la
existencia de una forma nucleal ni, ci. Si no se admite que el núcleo
ite, ita, etc. del potencial es alteración de itza, se habrá de señalar la
presencia de ai, ei en las flexiones de ese modo: n-AI-te, n-AI-teke
«yo puedo»; g-AI-tezke «nosotros podemos»; l-EI-te «él podría»; n-EI-
ntian «yo podía»; nind-AI-teken (b. n. or.) «yo podría», etc.
Dejando aparte el potencial, ahora nos toca señalar otras contrac-
ciones con ai, ei: z-AI-ket «él me será»; z-AI-ku (sal.) «él nos es»;
d-AI-kegu (ronk.) «él nos puede»; z-EI-zün «él te era»; n-EI-nge (sal)
«yo sería»; z-EY-e «él les era».
a, e. Estas formas son la última degradación de los núcleos: d-a
«él es»: ziñ-A-n «tú eras»; d-A-te «él será»; zin-E (aezk.) «tú eras».
A mi juicio provienen de izan.
au. Excepcionalmente figura en alguna flexión bajo-nabarra, y no
dudo de que es residuo de itau (itzau): z-AU-zie «él os es» (compa-
rada con n-ITZAU-zu «yo te soy»).
yoa, oa, yoi, oi. Con el verbal yoan «ir», construye el bizkaino
su modo consuetudinario: yoa-t «él me va», YOA-ko «él le va»; z-
OA-z «tú vas»; g-OA-tzuez «nosotros os vamos»; YOI-an «él iba»;
niñ-OI-an «yo iba».
El segundo elemento capital de la flexión, es el sujeto pronominal
cuyos índices enumeramos tomando en cuenta los dos tipos orgánicos
de las flexiones.
El sujeto puede ser singular y plural. El verbo bizkaino en la ter-
cera persona singular del pasado se satisface con exponer el tema y el
índice del tiempo: ekarr-en «lo traía», ego-an «él estabas. El sujeto
plural lo expresa con un índice pluralizador. Uno de los índices elegi-
dos para dicho oficio es te, el cual suele estar propenso á la caída de la
dental, y produce, á veces, formas hiatadas: ekarr-e-en «ellos lo
traían». Mas como la e se conserva siempre, resulta, de hecho, que
varias flexiones plurales sólo se diferencian de las singulares en el co-
lor de la vocal. Compárense euka-n «lo tenía», y euk-e-n «ellos lo
tenían», ekus-an «lo veía» y ekus-e-n «ellos lo veían».
No siempre es llana la determinación del índice del sujeto; ofrece
40 EUSKAL- ERRIA

puntos obscuros, también, la de su forma. Su elemento primero es,


sin excepción, una consonante; pero suelen surgir dudas respecto á si
se le ha de atribuir la vocal subsiguiente. El Príncipe Bonaparte opina
que la vocal inmediata á n no pertenece al pronombre ni «yo». Es
opinión demasiado radical.
La posición del sujeto varía: unas veces es prefijo y otras sufijo.
De ella dimana, según dijimos, la división de las flexiones en dos
tipos. Con arreglo á estos daremos los índices del sujeto.

A.—Primer tipo.
(Sujeto-pospositivo)

1.º Sujeto de primera persona singular, t, d: dio-T «yo le he lo»,


zaitu-T «yo te he», deza-D-an «yo lo haya», daike-D-az «yo los po-
dre», darama-T «yo lo llevo», dagi-D-an «yo lo haga», zindu-D-an
«yo te había», zuntu-D-ein (ronk.) «yo os había».
2.º Sujeto de primera plural, gu, gü, u, o: dagizkizu-GU-n «no-
sotros te los hagamos», duke-GU «nosotros lo habremos»; ditu-GU
«nosotros los habemos»; detza-GÜ-n «nosotros los hayamos; zütü-GÜ
«nosotros te habemos»; dakie-GÜ «nosotros les sabemos lo»; za-kus-
GU «nosotros te vemos», dako-U, dako-O «nosotros le habemos lo»;
zintza-U-n (b. n. or.) «nosotros te hubiésemos»; zuntu-GÜ-n «noso-
tros te habíamos»; dakie-GU-n (ronk.) «nosotros te habríamos habido».
3.º Sujeto de segunda persona singular k (masculino), n, ñ (fe-
menino): du-K «tú lo has», düke-K «tú lo habrás», eza-K «hélo tú»,
du-N «tú lo has», düke-N «tú lo habrás», nindu-K-an «tú me ha-
bias, nai-Ñ «tú me has», nintza-K-an «tú me hubieses».
Zu, tzu, zü, tzü: de-ZU «tú lo has», düke-ZÜ «tú lo habrás», da-
kar-ZU «tú lo traes», eramayo-ZU «tú llévalo lo», nenkus-ZU-n «tú
me veías», genduzka-ZU-n «tú nos tenías», nentzake-ZÜ «tú me po-
drías», gin-TZU-n (b. n. or.) «tú nos habías», dauzkida-TZU-ke «tú
me los habrás», itzo-TZÜ «tú hele los».
4.º Sujeto de segunda plural zu-te, u-te, tzu-e, zu-e, zi-e, tzi-e,
si-a, z-i, zi-i, zü-i, ze-i.
Haya sido, ó no, zu pronombre plural en otros tiempos, desde
hace siglos es singular, y con este significado se emplea practicamente,
sin excepción. No me parece conveniente que los paradigmas de las
obras didácticas (después de dilucidado el punto históricamente á gus-
to del autor), se compongan á usanza del siguiente:
REVISTA BASCONGADA 41

daukat yo lo tengo.
daukak, daukan tú lo tienes.
dauka él lo tiene.
daukagu nosotros lo tenemos.
daukazu vosotros lo teneis.
dauke ellos lo tienen.
Este paradigma adolece de impropiedad y de inexactitud. Impro-
piedad, porque incluye dentro de la conjugación indeterminada dos
flexiones sexuadas (dauka-K, dauka-N). Inexactitud, porque atribuye
al zu de daukazu valor plural, siendo así que el suyo es singular.
Dudo mucho se encuentren en los rincones del baskuenze vulgar flexio-
nes esporádicas donde zu signifique «vosotros». El baskuenze literario
absolutamente las ignora y no hay ejemplo de que ningún baskonga-
do al dirigir la palabra á varias personas las haya designado con el pro-
nombre zu.
Siendo, de hecho, zu singular, desde que lo fué surgió la necesi-
dad de crear formas plurales, y se logró combinando á z con ciertos ín-
dices que se usaban para exponer el sujeto plural de tercera persona.
Las combinaciones á que aludo, arriba quedan expresadas; veamos
ahora los ejemplos que las acreditan: dida-ZU-TE «vosotros» me lo
habeis», gaitza-ZU-TE «vosotros habednos», dakus-UTE «vosotros lo
veis», diotza-TZU-e «vosotros le habeis lo», dauta-ZU-E, deita-ZEI
«vosotros me lo habeis», dizkü-TZI-E «vosotros nos los habeis», du-
SIA, du-ZÜ-I du-ZI-I du-Z-I «vosotros lo habeis», nindu-ZU-TE-n «vo-
sotros me habíais», du-ZU-E «vosotros lo habeis», dauzkida-TZU-E
«vosotros me los habeis», gintu-TZU-E-n «vosotros nos habíais», gün-
tu-ZI-E-n «vosotros nos habíais», etza-TZI-E «vosotros habed los», tza-
ZE-I-n (ronk.) «vosotros lo hayais», droke-ZE-i (ronk.) «vosotros lo
podeis», nunt-ZE-I-n (ronk.) «vosotros me habeis».

ARTURO CAMPIÓN.
(Se continuará)
CELTAS, IBEROS
Y EUSKAROS

(CONTINUACIÓN)

En las flexiones del segundo tipo suele observarse la desarticula-


ción del sujeto por medio del núcleo ó del régimen indirecto, inter-
puestos entre el pronombre y su pluralizador. Las del prime; prefie-
ren el contacto inmediato: ditzake-TZIE «vosotros les podeis los», da-
rabila-ZIE «vosotros lo meneais», nerama-ZUTE-n «vosotros me lle-
vabais», etc. Algunas variedades, singularmente del bizkaino, amorti-
guan el choque de las vocales con una consonante eufónica; nindu-ZU-
b-E-n «vosotros me habíais», deusta-ZU-b-E «vosotros me lo habeis».
5.º Sujeto de tercera singular. El índice de éste no forma parte
de ninguna flexión, ajustándose estas al tipo general de las bizkainas,
las cuales ni aun con el carácter de prefijo le dan cabida; d-akar «lo
trae», g-erama «nos lleva», z-enkarr-en «te traía», d-a-da (aezk.)
«me lo ha».
6.º Sujeto de tercera persona plural, e, ee, i, de, te, ye, ei: d-
akarr-E «ellos lo traen», d-ab-EE, d-u-E (b. n. sep). d-e-I «ellos lo
Año XXIII.—Tomo XLVII 30 Julio 1902.—Núm. 794
66 EUSKAL-ERRIA

han», d-etza-I-n «ellos lo hayan», d-ey-I-e «ellos les han lo» d-arabil-
de «ellos lo menean», d-u-TE- «ellos lo han», d-üke-YE «ellos lo ha-
brán», D-oke-YE (sal.), dr-oke-I (ronk.) «ellos lo pueden», ninde-I-n
(ronk.) «ellos me habían», nindoki-E-I-n «ellos me habrían habido»,
nuke-TE (aezk.) «ellos me pueden», gindoki-E-I-n «ellos nos habrían
habido», darama-TE «ellos lo llevan», genkar-TE-n, ellos nos traían,
ekutso-E-n «llos le veían lo».
B.—Segundo tipo.
(Sujeto-prepositivo)

I.º Sujeto de primera singular, ni, na, n: NA-iz «yo soy», N-in-
tzan «yo era», NI-ago-n «yo estoy», N-aramatzan «yo los llevaba»,
N-eukan «yo lo tenía» N-uen «yo lo había», N-eiko «yo le habría
lo», N-ezan «yo lo hubiese», N-izate «yo seré», N-akizün «yo te sea»,
N-einte «yo podría», N-ezake «yo lo podía», N-abíla «yo ando», NI-
ndoan «yo iba».
2.º Sujeto de primera plural ge, gi, ga, g, kü, ke, ki: GE-nduen
«nosotros lo habíamos», GI-ñituen «nosotros los habíamos», GI-ñio-
tsun «nosotros te lo decíamos), G-enkuson «nosotros le veíamos lo»,
ai-KÜ-nü «ojalá nosotros lo hubiésemos», ai-KE-neizü «ojalá noso-
tras te lo hubiésemos», ai-KI-nitzo «ojalá nosotros le hubiésemos lo»,
G-eraman «nosotros lo llevábamos», G-indauzu (aezk.), G-inauzun
(sal.) «nosotros te lo habíamos», GE-negien «nosotros lo hiciésemos»,
G-era «nosotros somos», G-indaizteke (b. n. or.) «nosotros sería-
mos», GA-izko «nosotros le somos», GI-njoazen «nosotros íbamos»,
GE-neinkizü «nosotros te podíamos», ai-KI-na «ojalá nosotros fuése-
mos», GA-izteke (ronk.), GE-izke (sal.) «nosotros podemos», G-abiltz
«nosotros andamos».
3.º Sujeto de segunda persona singular, h, y (familiares): H-uen
«tú lo habías», H-uke «tú lo habrías», H-ezan «tú lo hubieses», H-eza-
ke «tú lo podrías», H-arabilan «tú lo meneabas», H-akikian «tú lo
habrías sabido», H-oa, «tú vas», H-ebilan «tú andabas», H-ago «tú
estate», H-aiz «tú eres», H-intzen «tú eras», H-intakiket «tú me
podrías», a-H-intzeit «ojalá me fueses», H-atzayo «tú le eres», H-in-
tzayoke «tú le serías».
Esta h es el residuo del pronombre hi «tú» del tratamiento fami-
liar ó tuteo. Como los dialectos de España perdieron la aspiración,
claro es que no la retuvieron sus flexiones. El dialecto suletino pro-
REVISTABASCONGADA 67

pende á la supresión de h en muchas flexiones cuyas correspondencias


labortanas, por ejemplo, llevan h: ian «tú lo habías», üke «tú lo ha-
brías», iz «tú eres», intzan «tú eras», etc, etc. Bastantes flexiones
de los dialectos de España y Francia, sinónimas de otras francesas con
h comienzan por i, pudiendo suponerse que esta es residuo de hi. La
cuestión carece de importancia práctica porque dicha i ha venido á re-
fundirse, de hecho, con la del núcleo.
Pero ha de tomarse en cuenta la posible supervivencia de la i para
explicar ciertas flexiones que comienzan por una consonificación suya:
Y-aikeda (ronk.), Y-eikeda (aezk ) «tú me puedes», Y aikegu (ronk.)
Y-eikegu (aezk.) «tú nos puedes», Y-iz (aezk.), Y-az (ronk.) «tú eres»,
Y-intzen (ronk.) «tú eras», Y-ue (aezk:), Y-on (ronk.) «tú lo habías»,
Y-ezan (ronk.) «tú lo hubieses», Y-okian (ronk.) «tú lo podías»,
Y-ezon (aezk.), Y ezaun (ronk.) «tú le hubieses lo», Y-ade (aezk,),
Y-aitan (ronk.) «tú me lo habías», Y-ezoke (aezk.) «tú le pudieses lo».
A las flexiones ultra-pirinaicas con sujeto familiar de segunda, pero
asexuadas, corresponden otras cis-pirinaicas con indicación del sexo de
la persona á quien se habla: junto al h-uen labortano «tú lo haces»,
tenemos las gipuzkoanas ukan (maskulina) y unan (femenina). Los
indices alocutivos sexuales jamás se prefijan. En unas y otras suena la
nota de la familiaridad; pero en las de Francia esta mira al sujeto que
habla y en las de España al interlocutor con quien se conversa. Ad-
viértase que, fuera de este caso del sujeto familiar de segunda persona,
los dialectos de Francia y España, según su estado de conservación
respectiva, pueden compartir el disfrute de flexiones sexuadas. Así por
ejemplo, hablando á una mujer dicen di-Ñ-at el gipuzkoano y el su-
letino, di-N-at el labortano y jo-N-at el bizkaino, «yo lo he»; y ha-
blando á un hombre, el gipuzkoano, el labortano y el suletino dicen
like-K y el bizkaino lajeuke-K «él habría lo».
Las flexiones de doble régimen de los dialectos ultra-pirináicos es-
presan, á veces, el sujeto familiar de segunda y la característica sexual.
Por ejemplo: mientras el bizkaino dice, en alocución femenina, eusta-
N-an y el gipuzkoano en masculina ida-K-an «tú me lo habías», ca-
llando el «tú», el labortano despliega la totalidad de índices: H-auta-
N-an, H-auta-K-an.
Ze, zi, tze, tzi, za, zu, z, tz (indefinidos): ZE-nduen «tú lo ha-
bías», ZI-ñidan «tú me lo habías», z-eustan «tú me habías lo», ai-
TZE-neit «ojalá tú me hayas lo», ai-TZI-neye «ojalá tú le hayas lo»,
68 EUSKAL-ERRIA

ZE-nekarskien «tú los traías», ZI-ñion «tú lo decías», ZU-nion (ronk.)


«tú lo habías»; z-era «tú eras», z-intzakion «tú le fueses», ZA-itezen
«tú seas», ZA-ite «tú sé», ZI-njoazen «tú ibas», ZI-ndoakigün «tú nos
ibas», ai-TZ-intzeyo «ojalá tú le fueras», z-abiltzko «tú ándale»,
z-itzazkaun (ronk.) «tú le eras», z-iten (b. n. or.) «tú seas». En las
flexiones del primer tipo es muy frecuente la presencia de zu en su
forma corriente. Las del segundo casi siempre la alteran.
4.° Sujeto de segunda plural. Requiere la combinación del pro-
nombre con un pluralizador: zü-ye, tzü-e, zü-e, ze-te, z-te, ze-ye,
ze-e, zi-te, zi-ye, tzi-de, tzi-ye, zi-i; za-ze, za-z, za-te, zi-de, z-ze,
tz-e, z-e, z-ye, z-z, ze-zki, z-zki, z-zka, z-ei, z-i, zi-ei, z-ez: zü-
nuke-YE «vosotros lo hubierais», ai-TZÜ-ni-E «ojalá vosotros lo ha-
yais», zü-ni-E-n «vosotros lo habíais», ZE-ndu-TE-n «vosotros lo ha-
biais», z-enkusa-TE-n «vosotros lo veíais», ZE-neita-YE-n «vosotros me
lo habíais», ZE-neyu-E-n «vosotros le habíais lo», ZI-ñitza-TE-n «vo-
sotros los hayais», ai-TZE-nez-E «ojalá vosotros lo hubierais», ZI-ni
zakio-YE «vosotros le podíais lo», ai-TZI-neita-DE «ojalá vosotros me
lo hayais», ai-TZI-neikü-YE «ojalá vosotros nos lo hayais», ZI-neze-I-n
«vosotros lo hubierais», ZI-naite-I-n (ronk.), «vosotros me lo habíais»,
ZI-nabe-I-n (ronk.) «tú le habías lo», ZE-neramayo-TE-n «vosotros
le llevabais lo», Z-enkus-E-n «vosotros lo venis», z-eñyio-E-n «voso-
le hicieseis lo«, z-enkid-E-n «vosotros me lo sabíais»; ZA-ite-ZE «sed
vosotros», ZA-ite-Z-ke «vosotros podeis», ZA-iz-TE-n «vosotros seais»,
ZI-noa-ZE-n «vosotros ibais», z-aude-TE «vosotros estais», ato-z-TE
«venid vosotros», ba-z-enki-DE-t «si vosotros me pudieseis», z-acha-
ko-ZE «vosotros le sois», z-akijo-ZE-n «vosotros le seais», ai-TZ-intze-
yu-E «ojalá vosotros le fuerais», z-intzayu-E «vosotros le sois», z-ite
YE «sed vosotros, z-irate-YE «vosotros seréis», z-atz-ZKI-t «vosotros
me sois», ZE-nerrai-ZKI-dan «vosotros me seguiaís», z-inte-z-ke «vo-
sotros podíais», z-atzayo-ZKA «vosotros le seais», z-aita-z-EI-d (ronka-
lés) «vosotros me sois», z-re-I (ronk.) «vosotros sois», z-intze-I-n
«vosotros erais», zi-naizteki-EI-n (ronk.) «vosotros podíais», z-engo-
ZE-n «vosotros estabais», z-ayoku-EZ «vosotros nos estais», z-enyoku-
EZ-an «vosotros nos estabais».
El pluralizador zki lo usan los dialectos gipuzkoano y labortano, y
escepcionalmente el suletino en varias flexiones de la conjugacion sim-
ple: z-oa-ZKI-gu «tú nos vas», z-oa-ZKI-gi-E «vosotros nos vais», z-oa-
ZKI-t «tú me vas», z-oa-ZKI-TE-t «vosotros me vais», BI-hoa-ZKI-gu

«ellos vayan nos», z-oa-ZKI-zu-n «ellos te iban».


REVISTA BASCONGADA 69

Zki jamás forma parte de las flexiones intransitivas absolutas, pero


según sean las preferencias del dialecto, podremos encontrarlo en to-
das las de régimen indirecto de cualquier tiempo y modo. Las labor-
tanas de las categorías «á él», «á ellos» de ciertos tiempos, no le dan
cabida. Y aunque en ellas suena en grupo zk que, á primera vista, pu-
diera reputarse reducción de zki, el análisis demuestra que la sibilante
es el pluralizador, y la gutural fragmento del datival ko «á él»: z-atzai-
z-ko-ke-TE «vosotros le seréis», z-intzai-z-ko-ke-TE «vosotros le se-
riais», etc., etc.
La conjugación transitiva hace muchísimo uso de zki.
Entiendo que dicho pluralizador no es compuesto, como lo es z-te,
por ejemplo. Determinar cuándo los índices son simples es asunto di-
fícil, á veces. Yo aplico el siguiente principio general. Son compues-
tos los índices cuyos elementos desempeñan funciones pluralizadoras
patentes, estando aislados. No es este el caso de ki. A las aplicaciones
concretas de mi principio general podrán oponer otros tratadistas la
unidad primitiva del sujeto y su subsiguiente degradación, diciendo,
por ejemplo, que z es residuo de zte. No obstante, me parece más ra-
cional mi principio, supuesta la tendencia conglomeradora del euskara.
Conozco muchas flexiones donde el problema estriba en determi-
nar á qué elemento pertenece ki: si al núcleo verbal ó al pluralizador.
Por ejemplo: tenemos z-agoki-t «tú me estás» y z-ago-zKI-t «vosotros
me estais», z-enbilki-dan «tú me andabas», y z-enbil-ZKI-dan «vo-
sotros me andabais», etc. Los núcleos son agoki y enbilki, sin géne-
ro de duda, en las flexiones con sujeto singular «tú». Pero ¿siguen
siéndolo con el sujeto plural «vosotros»? La analogía así lo indica, con
tanto mas motivo cuanto que existen flexiones cuyo núcleo está des-
articulado por un pluralizador: d-AU-z-KA-t «yo los tengo», (d-AUKA-t
«yo lo tengo»), n-EU-z-KA-n «yo los tenía», (n-euka-n «yo lo te-
nía»), l-E-z-KI-gün «ellos nos fuesen», (l-EKI-gü-n «él nos fuese»,
etc. Sin embargo, también se puede sostener que los núcleos agoki y
enbilki se redujeron á ago y enbil y que z-ki es zki, índice plural.
5.º Sujeto de tercera singular be, bi, b, le, li, la, l, za, ze, zi,
z, da, de, di, d: B-eukayo, B-ezau (ronk.) «él le haya lo», B-erama
«él lo lleve», BI-ezat «él me haya lo», B-eneza «él haya me», B-ez
(a. n. mer.) «él lo haya», B-ekarz «él los traiga», LE-izu, LI-ezazuke,
L-izazuke «él te podría lo», L-ezan «él lo hubiese», L-ezake, L-ei «él
lo podría». LA-jeijan «él lo pudiese» ai-L-ü «ojalá él lo hubiese», LA-
70 EUSKAL-ERRIA

jeuskedanan, «él me lo habría habido», L-uke «él lo habría», ba-L-


aut «si él me lo había», ba-LI-ezat «si él me lo podía», L-akike «él
lo sabría», z-ekien «él lo sabía, z-uen «él lo había», z-ukean, z-uken
«él lo habría habido», z-ezan «él lo hubiese», z-eitan «él me lo había»,
ZI-ezadan, «él me hubiese lo», z-autzun «él te había lo», ZI-ezazun
«él te hubiese lo», z-iok, s-akok (aezk.) «él le ha lo», z-iguk, ZI-au-
kuk «él nos ha lo», z-iotek, s-ayek (aezk.) «él les ha lo», s-adak
(aezk.) «él me ha lo», s-auzkiguk (aezk.) «él nos ha los», z-akarkion,
«él le traia lo», z-egigun «él nos hiciese lo», z-akitzan «él los sabía»;
DA-ikeda (ronk.) «él me puede», DE-ikeda (aezk.) «id.», DI-agokizu
«él te está», D-abil «él anda», D-ago «él está»; BE-agokat «él estéme»,
BI-joakie «él les vaya», B-edi «él sea», ZA-ikiokian (ronk.) «él le hu-
biese sido, ZE iken (sal.) «él podía», ZI-joakion «él le iba», z-egoki-
zun «él te estaba», LA-iteke (ronk.) «él podría», LE-ite,1 L-iteke «él
podía», L-etzake «él sería».
6.º Sujeto de tercera plural, te, e, ee, ye, de, i, zki, zk, z, t, tz,
ze, zt, tze, it: BE-gaitza-TE «ellos nos hayan», BI-ezazu-TE «ellos te
hayan lo», B-erabil-TE «ellos lo meneen», B-etz-E «ellos los hayan»,
ZE-ita-YE-n «ellos me habían lo», z-ekuso-TE-n «ellos le veían lo»,
z-aki-E-n «ellos lo sabían» L-ezake-YE «ellos lo podían», L-izakegi-E
«ellos nos podían lo», ai-L-eita-DE «ojalá ellos lo hubieran», z-irudi-
E-n «ellos se parecían», el-du-I (Lakunza) «ellos han llegado», za-I-t
(b. n. occ.) «ellos me son», DA-itz-E-n (a. n. mer.) «ellos sean», DI-au-
ZKI-tzü «ellos te están», DI-joa-z «ellos van», D-ira-DE «ellos son», DI-
aude-T-zü «ellos están», D-aki-T-zün «ellos te sean», D-it-E-n (b. n. or.)
«ellos sean», D-abil-TZ «ellos andan», D-oa-Z «ellos van», D-ago-ZKI-t
«ellos me están», BE-ite-z (a. n. mer.) «ellos sean», BI-joa-z «ellos va-
yan», B-eu-DE «ellos estén», B-ekijo-ZE «ellos le sean», B-eto-z «ellos
vengan», B-ebil-TZ «ellos anden», B-eki-T-zie «ellos os sean», B-ebil-
ZKI-o «ellos le anden» z-ira-DE-n «ellos eran», z-etza-TE-n «ellos ya-
cían acostados», z-ei-T-zün «ellos te eran», z-ebil-z-an «ellos andaban»,
z-ai-TZ o «ellos le son», z-ebil-ZKI-zun «ellos te andaban», z-ai-zk-o
(sal.) «ellos le son» (también puede ser z-ai-z-ko, pero me fundo en
z-ay-o «él le es»), ego-z-an «ellos estaban, D-aki-ZT-adan, «ellos me
sean» (ó D-aki-z-tadan con datival pleonástico), ebil-TZE-n «ellos an-
daban», LE-ite-ke-z «ellos podían», L-eki-T-zün «ellos te fuesen», L-ite-

(1) Recuérdese la posibilidad del análisis l-AI-te-ke, l-EI-te, etc.


REVISTA B A SC O N G A D A 71

z-ke «ellos podían», L-eki-TZ-en «ellos les fuesen», L-itza-zki-dake


«ellos me podían», L-IT-ikidak «ellos me podrían», L-e-z-kigün «ellos
nos fuesen», L-ei-z-kit «ellos me podían», z-ita-z-keizün «ellos te pu-
dieron».
Con el sujeto de tercera persona plural se borran las fronteras que
dividen á los dos tipos de organización flexional, puesto que el índice
que lo representa no es prepositivo, á excepción de it que, ejerciendo
funciones de pluralizador del régimen directo suena en la cabeza de la
flexión sin ser nunca inicial, y cuando excepcionalmente pluraliza al
sujeto, conserva la querencia al sitio.
Bastantes flexiones intransitivas de tercera persona y del indicativo,
auxiliares de la conjugación perifrásica, pueden, amenudo, explicar sus
formas sin que intervenga un índice z. Sirvan de ejemplo las flexiones
arriba enumeradas zait «ellos me son», zeitzün «ellos te eran», zaitzo
«ellos te son», cuyos núcleos acaso son za, zei, zai, respectivamente.
YO me guié por el principio de la analogía que suministra la ordinaria
presencia de z en las flexiones de tercera persona, tanto sencillas como
perifrásicas.
Mr. Inchauspe, en su magnífica exposición del verbo suletino afir-
ma que ir es caracterisza de la tercera persona plural. De da «él es»,
d-ir-a «ellos son»; de zen «él era», z-ir-en «ellos eran». Cuando se
compara l-izate «él fuera», á l-ira-te «ellos fueran», parece como que
se robustece la explicación de Mr. Inchauspe.1 Pero ir (que según la
flexión bizkaina zirian «ellos eran» habrá de ser iri) figura también,
más ó menos alterado en zera, zare, etc., Y si se supone que hay
una redundancia del zu primitivamente plural, la posición del núcleo
verbal, representado por a, e dentro de las exigencias de la hipótesis,
resulta completamente insólita. Recuerdo, por tanto, la explicación de
mi Gramática de que iri, ir, proviene de iraun «durar».
Anteriormente hablé del endurecimiento del núcleo, distinguien-
do el que llamé expontáneo del producido por influencia de un plura-
lizador. Este es el más frecuente, y hasta tal punto se asocian las ideas
de endurecimiento y pluralidad, que cuando un núcleo posee dos for-
mas, suave la una y dura la otra, suele a veces preferirse ésta para el

(1) Cualquiera que sea la hipótesis adoptada, lirate resulta flexión in-
completa; si ira es pluralizador de l, falta el núcleo; si ira es el núcleo,
falta el pluralizador, puesto que te es exponente del modo.
72 EUSKAL-ERRIA

plural: d-adin «él sea», d-itian «ellos sean», l-edin, «él fuese», l-itian
«ellos fuesen». Ambas flexiones plurales carecen de pluralizador pro-
nominal, pero la forma dura del tema es á modo de palpitación de la
pluralidad. Por cierto que la forma lógica del presente de subjuntivo
la posee el labortano: ¡pero la usa para el singular! Dadien es sinó-
nima de dadin y dedin de otros dialectos. Y como dadien es singu-
lar hoy, el labortano se sirvió del ditezen gipuzkoano para decir «ellos
sean».
El tercer elemento capital de la flexión es el régimen, que es di-
recto é indirecto, sencillo y doble, estando representado por un pro-
nombre de primera, segunda y tercera persona. Las flexiones de doble
régimen sólo se dan en la conjugación transitiva. Aunque el pronom-
bre que forma parte del doble régimen es un verdadero dativo, no
entra jamás provisto del sufijo casoal i «a», que llena las funciones de
ese caso. Entra revestido de su forma absoluta, como los que marcan
el régimen directo. Esto último es necesario, puesto que el baskuenze
no posee ningún sufijo correspondiente al acusativo de las lenguas cli-
sicas, y lo mismo dice nik jaten det ogia «yo como el pan», que
ogia gogorra dago «el pan está duro». Por comodidad y brevedad del
lenguaje y salvando la impropiedad del calificativo, puede llamarse ín-
dice ó exponente datival al signo del régimen, sea directo, sea indi-
recto
Las flexiones intransitivas sin régimen, se llaman absolutas: nago
«yo estoy», zan «él era».

A.—Régimen directo

1.º De primera persona singular: nau, nai «él me ha»; naza-


zun, nezazün «tú me hayas»; nenkusten «ellos me veían»; nindara-
men «ellos me llevaban».
2.º De primera persona plural: gaitu, gaituz, gütü «él nos ha»;
gaitzazun, gitzatzün «tú nos hayas»; genkusezan «ellos nos veían»;
gintaramen «ellos nos llevaban».
3.º De segunda singular: zaitu, zaituz, zutu «él te ha»; zaitza-
dan, zitzadan «yo te haya»; zenkusdan «yo te veía»; zarabiltze
«ellos te meneaban».
4.º De segunda plural: zaituzte, zaitubez, zütie «él os ha»; zai-
REVISTA BASCONGADA 73

tzatedan, zaitzaztedan, zitzedan «yo os haya»; zintaduken «él os te-


nía»; zagizdeguzan «nosotros os hagamos».
5.º De tercera singular: du, dau, dú «él lo ha»; dezaket, dait
«yo lo puedo»; genduke, geunke, ginuke, günüke «nosotros lo ha-
bríamos»; zenkien «vosotros lo sabíais».
6.º De tercera plural: ditu, dituz, dutu «él los ha»; ditzaket,
daidaz, detzaket «yo los puedo»; giñituke, geunkez, guntuke «no-
sotros los habríamos»; zenkiezan «vosotros los sabíais».

ARTURO CAMPIÓN
(Se continuará)

VIAJE Y LLEGADA

I
—¿Dónde va el hombre? Errante peregrino,
cuanto más se adelanta, más se aleja
del bien que su traidora luz refeja
en las ásperas cumbres del camino.
Cada paso que da, ciego y sin tino,
le arranca una esperanza y una queja
y en pos de sí desvanecidos deja
sueños de amor y halagos del destino
Pero á pesar del desengaño cierto,
no detiene su planta fatigada
y sigue y sigue y nunca llega al puerto.
¡Ah! solamente al fin de la jornada,
desde el sepulcro ante sus piés abierto
ve que la vida es humo, y sombra, y nada.
II
Desde el sepulcro ante sus piés abierto
contempla el alma inquieta y dolorida,
en silencioso polvo convertida
la ya ignorada humanidad que ha muerto
El polvo aquel, inanimado y yerto,
tuvo los arrebates de la vida,
amó y creyó, perdiéndose enseguida
como una caravana en el desierto.
Para alcanzar la eternidad, emplea
la humana aspiración en su locura
el barro, el bronce, el mármol y la idea.
El libro vive, el monumento dura....
¿Menos feliz la mente que los crea
se perderá en la triste sepultura?

GASPAR NÚNEZ DE ARCE.

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