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Historia Militar, II

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FRAY CIPRIANO DE UTRERA

(Capuchino)

Historia Militar de
Santo Domingo
(Documentos y noticias)

TOMO II

VOLUMEN X
Historia Militar de Santo Domingo
(Documentos y noticias)
FRAY CIPRIANO DE UTRERA
(Capuchino)

Historia Militar
de Santo Domingo
(Documentos y noticias)

TOMO II

Santo Domingo, D. N., República Dominicana


2014
SOCIEDAD DOMINICANA
DE BIBLIÓFILOS

CONSEJO DIRECTIVO
Mariano Mella, Presidente
Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente
Bernardo Vega, Tesorero
Juan de la Rosa, Vicetesorero
José Felipe Chez Checo, Secretario
Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario
Juan Tomás Tavares K., Comisario de Cuentas
Antonio Morel, Suplente de Comisario de Cuentas

VOCALES
Frank Moya Pons • Juan Daniel Balcácer
Eugenio Pérez Montás • Eleanor Grimaldi Silié
María Filomena González

EX PRESIDENTES
Enrique Apolinar Henríquez †
Gustavo Tavares Espaillat † • Frank Moya Pons
Juan Tomás Tavares K. • Bernardo Vega
José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer
BANCO DE RESERVAS
DE LA REPÚBLICA DOMINICANA

Lic. Enrique A. Ramírez Paniagua


Administrador General

CONSEJO DE DIRECTORES
Lic. Simón Lizardo Mézquita
Ministro de Hacienda
PRESIDENTE EX OFICIO

Lic. Mícalo E. Bermúdez


MIEMBRO
VICEPRESIDENTE

Lic. Edita A. Castillo Martínez


SECRETARIA GENERAL

VOCALES
Sr. Luis Ml. Bonetti Mesa
Lic. Luis A. Encarnación Pimentel
Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal
Lic. Luis Mejía Oviedo
Lic. Mariano Mella

SUPLENTE DE VOCALES
Sr. Manuel Agustín Singer Verdeja
Lic. Héctor Herrera Cabral
Ing. Ramón de la Rocha Pimentel
Dr. Julio E. Báez Báez
Lic. Estela Fernández de Abreu
Lic. Ada N. Wiscovitch C.
Esta publicación sin valor comercial
es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos
del Banco de Reservas de la República Dominicana
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.

COMITÉ DE EVALUACIÓN Y SELECCIÓN


Orión Mejía
Director General de Relaciones Públicas, Coordinador

Juan Salvador Tavárez Delgado


Director de Relaciones Públicas, Miembro

Juan Freddy Armando


Gerente de Cultura, Miembro

Oscar Peña Jiménez


Gerente de Prensa, Miembro

Joaquín E. Ortiz Pimentel


Encargado Administrativo, Miembro

Historia Militar de Santo Domingo


(Documentos y noticias)
Tomo II
ISBN: 978-9945-457-48-3 (encuadernación rústica)
Primera edición: Ciudad Trujillo, D.S.D. República Dominicana, 1947
Segunda edición: BIBLIÓFILOS-BANRESERVAS, Santo Domingo, R.D. 2014

Coordinadores:
Juan Freddy Armando, por Banreservas; y
Mariano Mella, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos

Arte y diseño de la edición: Yris M. Cuevas


Corrección de pruebas: Sócrates Olivo y Lucio Casado
Impresión: Editora Búho
Santo Domingo, República Dominicana
Agosto 2014
Contenido

Palabras Liminares . . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . 11
Exordio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Capítulo I
Presidencia del licenciado don Alonso Maldonado (1553-1558). 15

Capítulo II
Presidencias de Alonso López de Cepeda en comisión; de Juan de
Echagoián, interinaria (1558-1562). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Capítulo III
Presidencia del lic. Alonso Arias de Herrera (1562-1566) . . . .. . . 87

Capítulo IV
Presidencia del lic. Alonso Arias de Herrera (1562-1566). . . . . . 113
(Continuación)

Capítulo V
Presidencias del lic. Grajeda (2ª interinaria) y del licenciado
Diego de Vera (1566-1568) . . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . 137

Capítulo VI
Presidencias del lic. Grajeda (2a interinaria) y del lic. Diego de
Vera (1566-1568) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
(Continuación)

Capítulo VII
Presidencia del doctor Antonio Mejía (1568-1570). . . . . . . . . . . . 197

9
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Capítulo VIII
Presidencias de Alonso de Grajeda (3ª interinaria) y del
licenciado Francisco de Vera (1570-1576). . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. 251

Capítulo IX
Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca
(1576-1581). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283

Capítulo X
Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca.
(1576-1581) . . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . .. . . 333
(Continuación)

Capítulo XI
Presidencia del doctor don Gregorio González de Cuenca
(1576-1581). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371
(Conclusión)

Capítulo XII
Presidencias interinarias de los Oidores Alonso de las Cabezas de
Meneses y Pedro de Arceo (1581-1582) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415

10
Palabras Liminares

La publicación de una obra de tanta significación como esta que se


reedita, pone nuevamente a disposición de la sociedad un importante
trabajo de investigación sobre la situación de nuestra isla en el
siglo XVI, el cual se encontraba inaccesible para los investigadores
dominicanos y del exterior.
De esta manera el Banco de Reservas contribuye, conjuntamente
con la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, a la difusión de un texto
de gran importancia sobre este período, ya agotado hace más de 60
años, escrito por un calificado investigador de nuestra historia, Fray
Cipriano de Utrera, para así ponerlo al alcance de investigadores,
estudiantes y público en general.
La situación política, económica, social, cultural y militar de
la colonia de Santo Domingo en ese siglo se revela de manera
objetiva en sus páginas, explicadas por una mente original y erudita,
permitiendo al lector y a las nuevas generaciones comprender
muchos aspectos sobre los hechos ocurridos en ese período.
Durante el siglo XVI Santo Domingo era considerada “la llave de
todas las indias y antesala del nuevo mundo”. Algunos historiadores
califican nuestra isla como “el epicentro del Caribe” durante la
primera mitad de dicha centuria. Es por eso que todo lo acontecido
en ese lapso reviste una importancia fundamental para comprender
nuestros orígenes. Banreservas contribuye y se identifica con las

11
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

iniciativas que procuran esclarecer nuestras raíces y conocer en


detalle el pasado que ha perfilado nuestro presente.
El libro consta de 3 volúmenes en más de mil páginas y aporta
valiosa información sobre la Española ya muy avanzado el proceso de
la conquista y colonización de América, de cuya lectura saldremos
más conscientes y edificados sobre el importante período histórico
que abarca.
Nos satisface que nuevamente la “Historia militar de Santo
Domingo” vea la luz dentro del programa de publicaciones del
Banco de Reservas, para el enriquecimiento cultural de todos y
para preservar los documentos que han marcado nuestra identidad.

Enrique A. Ramírez Paniagua


Administrador General

12
Exordio

La reedición de la obra en tres tomos Historia Militar de Santo


Domingo, de Fray Cipriano de Utrera, sacerdote Capuchino, es un
esfuerzo conjunto de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos que me
honro en presidir, la Superintendencia de Seguros, el Ministerio
de Defensa y el Banco de Reservas de la República Dominicana.
El autor nació en la ciudad de Utrera, Sevilla, España, en el
año 1886, donde se ordenó de sacerdote. Su verdadero nombre era
Manuel Higinio del Sagrado Corazón de Jesús Anjona y Cañete.
Llegó a Santo Domingo en 1910 para dirigir la Misión Dominicana.
Fue párroco en San Pedro de Macorís, Azua y Yamasá. Murió el 23
de enero de 1958 a la edad de 72 años. Fue miembro de la Academia
Dominicana de la Historia y tuvo una amplia producción literaria.
Esta es la segunda edición que se hace de esta obra. La primera fue
realizada en los años 1950.
El estudio crítico de la obra estuvo a cargo del destacado
historiador Genaro Rodríguez Morel a quien felicitamos por su
excelente trabajo.
En nombre de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, expresamos
nuestro agradecimiento a la Superintendencia de Seguros y al
Ministerio de Defensa en las personas del Dr. Euclides Gutiérrez Féliz
y del Teniente General William Muñoz Delgado respectivamente,
cuyas instituciones aportaron los fondos iniciales que permitieron

13
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

comenzar los trabajos de edición de esta obra. Y un agradecimiento


especial al Banco de Reservas de la República Dominicana en la
persona de su Administrador General, licenciado Enrique Ramírez
Paniagua, que le dio el impulso económico final para concluir la
misma.
Esperamos que los lectores encuentren en esta obra respuestas a
interrogantes importantes de nuestro pasado.

Mariano Mella
Presidente
Sociedad Dominicana de Bibliófilos

14
Capítulo I
Presidencia del licenciado don Alonso Maldonado
(1553-1558)

1.—Nueve años corrieron en la Real Audiencia de la Española


sin Presidente titular (Cerrato tuvo comisión de presidir, no siendo
sino oidor, y en adelante tocó el puesto interinario a Grajeda, oidor
más antiguo, en fuerza de la real cédula de Madrid 24 de agosto de
1530, que así lo ordenaba, y fué ley de Indias) cuando se dió oficio de
Presidente al licenciado don Alonso Maldonado, que llegó a Santo
Domingo en principio de febrero de 1553. Abogado de profesión,
no hubo nunca para él mejor causa que la del buen comer y bien
sestear con alegres compañías, durmiendo a las notas sonoras de un
laud: cometió, empero, sino descuidos enormes en su oficio como
cabeza de la Gobernación, continuos desaciertos y, como antes en la
Presidencia constituido de la Audiencia de Guatemala, fué barrido
de golpe y porrazo por su “mala sombra”. Fué, pues, su estómago
desde el comienzo de su ejercicio el precedente más nefasto y la raíz
histórica del grande abuso comercial que dio al traste con la moneda
provincial de fabricación insular y local y que por todo lo restante
del siglo contribuyó a hacerse irrefrenable el contrabando con sus
consecuencias políticas, administrativas y sociales hasta sumir la
isla entera en la mayor postración durante siglos.

v El Lic. Alonso Maldonado, Colegial que había sido del Colegio


de Cuenca en Salamanca, pasó a Nueva España con plaza de Oidor,
título de 5 de abril de 1530. Por muerte del Adelantado Pedro de

15
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Alvarado siendo Gobernador de la provincia de Guatemala (muerto


de heridas) el Virrey de México metió a Maldonado en tales cargos
por nombramiento de 12 de marzo de 1542, y este sujeto fue el primer
Presidente de la Audiencia de los Confines, título de 14 de junio de
1543, Sacóle del puesto su juez de residencia el lic. Alonso de Cerrato
en 1548, y ya no volvió a tener cargo en América hasta que el 29 de
marzo de 1552 fué expedido para él título de Presidente de la Real
Audiencia de la Española. Llegó a la Isla el 1 de febrero de 1553, y
mientras vivió, su mujer ausente, todo fue buscar y tener quien le
diese la mesa y tratase a cuerpo de Presidente. Tuvo familiaridad
y trato llano con los hacendados y mercaderes que *honraban*
sus buenas calidades de gorrón, y contra los negados a tal pleitesía
procedió con desatenciones y venganzas. Uno de aquellos renuentes,
el mercader Mendo Ramírez, antiguo colector de la renta de la sisa
y agente oficioso de los pleiteantes que buscaban en el apocamiento
de juicios para sus pleitos, en que sacaba provechos, sin importársele
un bledo si su gran espíritu de contradicción era virtud o era defecto,
hízose odioso a Maldonado que, tras diarios choques, le condenó en
destierro y embargo de bienes. Mendo pasó a la Corte, expuso agravios
y multitud de lacras en la persona de Maldonado y ganó la anulación
de la sentencia del destierro y devolución de sus bienes. De retorno
en la isla siguieron entre ambos las públicas disonancias, sin que el
Presidente pudiese ya tener con él mano dura, pues supo se le enviaba
un juez; pero se querelló amargamente al Consejo de haber oído a un
villano, en calles y plaza pública por vecinos diferentes veces acoceado
o apescozado, y no a él, con tantos años en el real servicio, siendo la
privación contra él decretada tan desdorosa y negra…

2.— Y fué ello que, atento a aprovecharse Maldonado de las


ventajas del puesto sin expendio notable de sus propios haberes,
en llegando a la Isla estableció para su avío privado el comer de
atención y cortesía cuantos días más pudiera en casa de los notables
de la ciudad, que por su mayor parte eran mercaderes y tratantes, o
amos de ingenios o de hatos de ganados y estancieros latifundistas.
A lo menos en la práctica llegó a constituir la cofradía del yantar,
ora en la ciudad, ora en las haciendas y estancias, y motivó una
muy continua forma de encarecerse los bastimentos de consumo

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

necesario, que los mercaderes fomentaron para resarcirse con creces


del daño que padecían en el contribuir gentilmente con lo mejor
de sus tiendas y bodegas para tantas comilonas opulentas en las
que, si lo señores magistrados y sus esposas, los nobles caballeros
pulperos, poetas y músicos se solazaban a lo cortesano, una cáfila
de harrieros y cocineros, y de servidumbre negra y blanca y demás
adjuntos se ahitaban como en tiempo de vacas gordas en cien
metros a la redonda, siéndolo de las vacas flacas en la redondez
de toda la isla, después que el furioso huracán de 1552 destruyó
virtualmente todos los sembrados, y cierta enfermedad (que no se
menciona) de tipo epidémico arrebató centenares de vidas sobre
la catástrofe marítima o destrucción de la armada. A que se agrega
el auge que ya había tomado el vicio del juego, mayormente el de
naipes, en que daban buen ejemplo de afición Maldonado y todos
los poderosos, salvo raras excepciones. Por todo lo cual pasándose
del premio que en las apuestas y en las posturas se pedía en habiendo
de pagar el perdidoso en moneda de oro por vellón o provincial,
a otro tal premio en vellón, para la consecución de bastimentos y
telas y demás géneros, no pagándose en plata o en oro, la baja de la
moneda del país echó por la cuesta abajo de su valor real, cuenta
aparte de haber mal nacidas y en curso gruesas cantidades falta de ley,
y acarreó forzosamente el cese de su acuñación. Uno de los funestos
frutos del derroche de bastimentos por unos pocos y del corto poder
adquisitivo de oro y plata en la clase menestral y de la ocultación de
todo oro por sus poseedores, fue la destrucción de otra armada que
vino para la guarda de las costas de esta Isla, (y ello mucho antes
que el Rey ordenase el deshacerla), por la deserción despechada de
sus dotaciones de guerra y marinería, como en su lugar se dirá.

v Santo Domingo 15 de junio de 1553.— El oidor Grajeda escribe


que en la residencia que le tomó Maldonado fué suspendido del
oficio, y se querella por haber sido en él limpio. Achaca su caso a
Francisco Dávila, «que, como es hombre rico, hizo una hermita cerca

17
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de la casa desta Abdiencia Real, que por su persona e por amigos


procuró conmigo que le diese una placeta que la dicha casa tenía por
delante para la incorporar con su capilla, lo qual no se pudo acabar
conmigo; y, visto esto, tuvo la forma con un Manuel Méndez [hijo
de Diego Méndez, el fiel compañero del Descubridor] que lo pidiera
por suyo diciendo que se le avía dado por solar antiguamente a su
padre, y que, puesta la demanda se mandó notificar al fiscal y en
vista y revista se declaró pertenecer a la Casa Real por plaza; y agora,
venido el Presidente, sin atender a las dichas sentencias, se le dió y
está cercando, diciendo que a de poner árboles para recreación del
Presidente e Oydores». Dice que Francisco Dávila es muy amigo del
Presidente y que toda la inquina que éste le ha mostrado, procede de
que cuando vino, no le sirvió a comida cuatro días para él y los suyos,
y que los dos oidores Zorita y Hurtado, conocedores “del lenguaje que
hoy se practica” le dieron la comida dichos cuatro días cada uno; que
por eso son tan amigos y han salido con bien de la residencia que el
único que ha quedado suspenso ha sido el que firma. Expresa Grajeda
que antes había tenido preso a Dávila por un desacato que hizo a un
alguacil en su casa y le sentenció por eso. Asimismo que durante su
residencia recusó algunos testigos por sospechosos “y después de la
secreta se publicó y conoció su poca fidelidad, por lo que digo, y por
comer e cenar con todos los de esta liga (los amigos de Dávila, unos
doce) y cabalgar en sus cavallos e jugar con ellos en cantidad, e dióle
por acompañado a un Francisco de Pineda, grande amigo suyo e del
licenciado Hurtado, que dizen vino huyendo de España por falsedades
que a cometido, y es casado en Castilla y a intentado de ser casar en
esta ciudad, y con el favor de dicho licenciado, a avido la escrivanía
del Cavildo, que la compró a un Alonso de Llerena, al qual asimismo
recusé, etc. Iten, que durante la pesquisa secreta, se puso públicamente
el dicho licenciado Maldonado a jugar a los dados en la Casa Real
con estos a un juego que dicen rifa, e jugaron mucha cantidad de
vidrios e otras cosas que están a cargo de un Melgarejo…» — AGI,
Santo Domingo 71.
v El alto valor de las cosas (correspondiente a la baja apreciación
de la moneda de cobre) tuvo gran palanca en la carestía real y en la
falsa. Para entonces la más reciente mención era la del oidor Grajeda,
quien en carta de 23 de enero de 1549 decía que en noviembre
inmediatamente pasado la carestía llegó a tanto que una arroba de
vino bajo llegó a valer seis y siete castellanos, y «y en cosa de harina

18
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

vino a tal extremo que apenas se hallaba para celebrar» [misa], y por
estos términos así costaba todo lo demás. – AGI, Santo Domingo 49.

3.— Primera providencia de Maldonado había sido informar a S.


M. del deplorable estado en que estaba sumida la Isla, destruida su
armada y arrasadas las arboledas y sembrados por el ciclón de julio
anterior y numerosísimas defunciones en la ciudad por la epidemia
subsiguiente a aquella gran desdicha, y de cómo había poca gente
con quien contar para cualquier ocasión de enemigos, estando en
pie la guerra con Francia y siendo ya tan constantes los insultos
de corsarios franceses en Cuba, Puerto Rico y en esta Isla, y pidió
artillería de que quiso darse a entender, enviando lista de toda la
que se había perdido en el ciclón, del temor pánico que en todos
los pueblos había del ataque de franceses, y que por tener animada
la población para la resistencia, la ocupada muy de ordinario en
hacer alardes y escaramuzas de práctica. Poco después daba aviso
de la presencia de corsarios en la Yaguana y de no haber armado
barcos que fuesen al castigo porque en el disponer su aviamiento
se experimentaba la falta de pólvora, que no alcanzaba para hacer
la defensa de la ciudad con los tiros de la Fortaleza. En esta parte
como en el envío de soldados y barcos armados, lo que tantas veces
se había pedido, vista la ineficacia de cuanto en la Isla se hacía para
el castigo de los enemigos, el auxilio se avisó de enviar completo
(salvo el dinero para su entretenimiento, una armada con todas
instrucciones convenientes para hacer la guerra).

v Santo Domingo 14 de febrero de 1553.— Capítulos de carta del


Presidente Maldonado: «La armada que S. M. mandó hacer en esta
Isla, se hizo; armaron tres naos y un pataj, metiéronse trescientos
hombres en ellas, salieron de este puerto día de Santiago y perdiéronse
con un huracán muy recio que hubo en 29 de agosto que pasó;
ahogáronse ciento y treinta hombres y entre ellos un hijo de Diego
Caballero, que iba por Capitán de una nao; por general iba don
Cristóbal, hermano del Almirante; escapóse. Fué grande desastre

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y gran daño para esta tierra; perdiéronse algunos tiros. Queda esta
Fortaleza muy desproveida de todos»; suplica, etc. porque «importa
mucho, y si franceses se señoreasen de aquélla [la Habana, donde
ha habido refriegas con ellos] no terná S. M. Indias. Aunque aquí
queremos tornar a armar de nuevo, no habrá posibilidad, porque no
hay gente, ni artillería, ni munición; y si de allá no viene acá, no
se puede proveer, y los navíos es necesario que vengan también de
allá hechos para este propósito; han de ser dos navíos como V. S.
lo entenderá mejor, y dos pataches, navíos ligeros, que sin éstos no
valen nada los grandes.
Con el huracán que he dicho, ha quedado esta Isla muy perdida,
que no dejó en ella árbol en pie, y ha estado tan en forma después de
aquel huracán, que han muerto más de quinientas personas, según
me han informado; con estos y con los ahogados hay harta falta de
gente para poder armar.
En los navíos que se armaron aquí se gastaron 16,000 pesos, sin la
artillería y munición que se perdió. También se perdieron diez y seis
naos que estaban cargando en este puerto para España, y se ahogaron
hartas personas.
La carabela que S.A. mandó venir para dar aviso de los navíos que
salían de Francia, que partió poco antes de la armada, tomaron los
franceses en la isla de la Mona”.
Avisa de que envía relación de la artillería perdida y pide a los
Señores del Consejo se provea que la Fortaleza esté bien aparejada,
pues “todos los puertos de esta Isla temen ser robados de franceses”.—
AGI, Santo Domingo 49.
v «En la armada de mar que acá se desbarató, se perdieron doce tiros
de bronce de los que se tenían en la Fortaleza de esta Ciudad, que
parece hacen mucha falta en ella; y así, para proveer a la Fortaleza
como para fortalecer dos baluartes que se quedan haciendo sobre la
entrada de este puerto, que conviene mucho que estén a recado, son
menester veinte tiros de bronce en que haya medias culebrinas y
sacrés y falcones gruesos que sirvan por tiros de campo para cuando
se ofreciere, y que estos vengan en sus carretones bien aderezados y
con sus municiones de pelotas y atacadores, como se requiere”. Y al
margen: “Póngase por memorial y véase la artillería que hay en Santo
Domingo por el memorial que envió el Alcaide».
Para los casos de guerra «hácense alardes de pie y de caballo
y tienense en esta ciudad a la contina trescientos de caballo y

20
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

setecientos hombres de pie, pero no tan armados cuanto es menester


porque se han sacado todas las más armas que había, que se llevaron
mucha parte de ellas con la gente que se envió al Presidente de
la Gasca y otras se perdieron en el armada del mar…» Carta del
Presidente Maldonado y oidor Hurtado de 15 de mayo de 1553.—
AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 15 de mayo de 1553.— El Presidente Maldonado
al Consejo de las Indias, sobre el robo hecho por franceses en navíos
por aguas de Canarias y en San Germán (en tiempo posterior al
pasado marzo) y de estos enemigos «se abajaron por la costa de esta
Isla, donde se vieron con tres naos de las de nuestra flota que iban en
conserva para Nueva España, y las acometieron, pero como hallaron
resistencia las dejaron, y sobre la Habana tomaron una carabela…. y
tomaron otros tres barcos de los que suelen andar en el trato de esta
Isla; fuéronse más abajo por esta costa hasta un puerto que se dice
Ocoa, donde está un ingenio de azúcar, quince leguas al poniente
de esta ciudad, y en el dicho puerto y otro de Azua, que está junto,
tomaron dos carabelas cargadas de cueros y azúcares, que valía más
de cinco mil pesos y saltaron en tierra en el puerto de Azua y robaron
cantidad de cueros y azúcares que hallaron en una casa de paja que
está junto a la mar, que valía más de cuatro mil pesos; y porque un
hermano del capitán del armada, que se dice don Juan y es clérigo,
había fallecido en su compañía, el día antes trataron debajo de paz
con el mayordomo del ingenio que lo enterrasen en una iglesia que
allí hay, y así se hizo. Visto esto, se avisó a la Yaguana, que es el puerto
de esta Isla donde comúnmente van a parar, para que estuviesen a
recaudo, porque a la sazón estaba cargando en aquel puerto una urca
grande para España de cueros y azúcares, para que se pusiese en cobro
y asimismo había llegado otra nao grande que venía del Nombre de
Dios. Parecióles que eran parte para se defender con llegar los navíos
junto a tierra, donde hicieron cerca de ellos a la lengua del agua un
baluarte, en el cual asentaron cierta artillería, y pasaron en la arca toda
la que tenía para no dejarlos llegar. Y estando así apercibido, llegaron
estos corsarios con once velas que habían juntado, porque andaban
divididos, y como reconocieron el baluarte y las naos, se bajaron
una legua más abajo, porque el puerto es todo playa que dura más de
tres leguas, echaron en tierra trescientos hombres (según escriben)
bien aderezados y los más arcabuceros, y vinieron en su ordenanza
hasta que por la banda de tierra tomaron el baluarte y la urca y la

21
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

otra nao, porque como la gente vió tan gruesa armada, dejándolo
todo y, aunque junto al baluarte se hallaron (según dicen) cien de a
caballo de toda suerte, por tener pocas armas y no estar tan a punto
de guerra, y con solo un pasamuro que se les tiró, mataron a ocho
franceses, y así los dejaron y se fueron más que de paso, y los corsarios
a todo andar sin se detener fueron al pueblo que está a una legua de
la mar y robaron cuanto en él había, porque los vecinos se fueron al
monte, de donde por aviso de algunos del mismo pueblo se tomaron y
prendieron los principales de ellos y después se rescataron, y tomaron
todos los azúcares y cueros que en un ingenio de azúcar hallaron y en
carretas llevaron a las naos, en lo cual se detuvieron más de veinte y
seis días, robando y cargando y entrando la tierra adentro a prender
y rescatar, que (según escriben) valió lo que en aquella villa robaron
más de cincuenta mil pesos; quemaron la iglesia y otras casas de las
principales y publicaron allí que venían a esta ciudad, y decían que
habían de ir a Santiago de Cuba…».
Dice Maldonado que al mismo tiempo, sobre la Mona, fué tomado
otro navío español, y «esta semana se ha tenido nueva que el armada
de estos corsarios que robó a la Yaguana, viene por la banda del Norte,
y que la han visto sobre Montecristi y Puerto de Plata, y que se tiene
sospecha que han de robar aquellos pueblos porque se tiene poca
defensa en ellos; avisados están días ha y puesto todo lo que tienen
y sus mujeres en cobro. Créese que viene a se poner sobre la Saona
para esperar esta flota que se queda aprestando, porque tenían nueva
que lleva de valor más de cuatrocientos mil pesos; antes que salga se
sabrá lo cierto.
Para la defensa de esta ciudad se acordó en esta Audiencia,
platicado con los oficiales de S. M., de hacer ciento y diez hombres
para que hagan de noche la guarda, y se hace como conviene; dase
a cada uno de ellos cuatro pesos cada mes de la hacienda de S. M., y
según estos corsarios tienen gran pesa y rica, no dejo de creer que no
invernarán por aquí; si así fuere, no habrá para qué tener gente aquí,
digo de estos cuatrocientos y diez hombres, y se excusará esta costa
y se despedirán estos hombres”. Agrega que el año antecedente, por
la discordia entre Oidores en el nombramiento de capitanes para la
armada que se perdió y por la tardanza en aviarla, fue causa que se
perdiese. Pide que se hagan las fortalezas de la Yaguana y Puerto de
Plata.—AGI, Sto. Domingo 71
v Santo Domingo 15 de mayo de 1553.— Carta de Maldonado:
Repite que el navío de aviso enviado, fué tomado de franceses, estando

22
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de vuelta a España, y que otra nao, su compañera, volvió a repararse


por habérsela quebrado el mástil; escapó de franceses porque no llegó
a ser vista de ellos.
“Han sido grandes los robos y tomas de navíos que estos corsarios
han hecho, y están tan poderosos, que en esta mar no se les puede
ir nave sin ser vista, y los navíos que a ella han asomado y estaban
surtos en los puertos de esta Isla y aún de las comarcanas, los han
tomado con muy buena artillería que en ellos había, en especial una
urca grande que estaba cargándose en la Yaguana… la cual villa
quemaron y robaron y cautivaron algunos vecinos de ella, porque
para ellos echaron en tierra muy en orden buena gente, arcabuceros
y piqueros, y corrieron por la tierra adentro; y son tan señores de
esta mar e islas y de las haciendas que en ellas hay que, según lo que
por ahora se entiende por relación de los vasallos de S. M., que han
sido presos y se rescatan, estos corsarios piensan permanecer, porque
dicen que esperan una armada de Francia, y aunque ésta no venga,
según el mal aparejo que aquí en esta Isla y en las comarcanas hay,
y los muchos navíos y buena gente de que ellos están proveídos, sin
dificultad se podrán sustentar si V. A. no manda que seamos proveídos
de lo necesario y de lo que aquí falta, aunque V. A. por cédula manda
que para la armada que aquí fuere necesario hacerse para la seguridad
de esta Isla y de las comarcanas, y de los navíos que a ellas fueren
y vinieren, se gaste lo que pareciere y da entera facultad para ellos,
no se pudo dar orden para salir a resistir estos corsarios antes que
engrosasen y fortaleciesen su armada, porque visitando la Fortaleza
de esta ciudad, vi la gran falta que había de pólvora porque no había
en ella más de veinte quintales a causa de haberse perdido y gastado
mucha en una armada que aquí se perdió con tormenta el año pasado
con parte de la artillería…. y aunque en esta Fortaleza quedó buena y
gruesa artillería con que se pudiera salir, no se hizo así por esta falta,
como porque, dejando esta Fortaleza sin la munición que tenía, que
era poca, esta ciudad y toda la Isla pudieran correr gran riesgo; por
manera que después que aquí resido, estoy afrentando, porque como
no conviene que en general se entienda la falta que aquí hay, porque
dañaría teniendo aviso de ello los franceses….» Suplica el remedio
de todo y que vengan navíos con bastimentos, etc.—AGI, Santo
Domingo 49.
v Santo Domingo 15 de mayo de 1553.— Maldonado, Presidente,
dice que llegó el 1 de febrero anterior, y “luego por relación de la

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

gente de esta Isla y de las comarcanas, entendí que por esta mar
había franceses corsarios que hacían daño; y porque me pareció que
era gente no muy bien apercibida y que sin gran dificultad se podría
tomar, hice hacer alarde de la gente y munición que había en esta
ciudad y Fortaleza de ella para salir a ellos”; vió la Fortaleza, sin
pólvora por haberse metido en la armada que después se perdió y “y
así fue necesario suspender el armar contra ellos hasta tener mayor
aparejo; porque dejar la Fortaleza sin la munición que tenía, que era
poca, esta ciudad e Isla pudiera correr gran riesgo”; suplica el envío
de pólvora, etc. — AGI, Santo Domingo 49.
v Santo Domingo 22 de septiembre de 1553.— El Cabildo de la
Ciudad de Consejo: Los franceses han mudado de sistema; lo de la
armada mandada hacer «hacía poco al caso para lo que se requería,
a cabsa que estos corsarios, como prácticos en estas navegaciones,
an mudado la orden de las armadas de cómo hasta aquí venían, y la
an convertido en navíos de remos, con los quales no se les irá navío
que vean; y así lo an comenzado a hazer”; proponen para la defensa
de la Isla que se siga el mismo sistema. Firman Cristóbal de Tapia,
Francisco Carmona, Diego Caballero, Alvaro Caballero, Luis de
Santa Clara, Gonzalo Fernández de Oviedo y Alonso de Peña. —
AGI, Santo Domingo 71.

4.— Las incursiones de enemigos dieron varias veces por este


tiempo en Azua y en Ocoa, la Yaguana, Puerto Plata, Montecristi:
las presas hechas fueron muchas y el incendio y los saqueos los
medios escogidos para debilitar en estos mares la potencia española
en Europa; debiéndose considerar que los enemigos en esta parte de
las Antillas constituían porción corta de la ladronera francesa en
las posesiones de España en América. Necesario se hizo, pues, para
custodiar la ciudad, el levantarse una guarnición aunque corta (100
hombres) y temporal que a la contínua estuvo sobre las armas, bien
que sin el auxilio de prevención de algún guardacostas observador,
pero con el activo de vigías de cantón en la Punta Caucedo. Señálase,
sin embargo de lo dicho, que por algunos meses se tuvo un barco,
su propietario un Lázaro Bejarano, empleado de armada al mando
del capitán Juan de Montejo, (cuñado del Presidente) que recibió

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el encargo por favoritismo y como remedio contra las discordias que


siempre se suscitaban entre los de la Audiencia y Regimiento de la
Ciudad, cuyos votos no se abrazaban por intereses personales. Porque
como Maldonado hubiese entendido que aquel desastre de 1552
se achacaba a retardada salida y ya en tiempo de huracanes y esta
tardanza a la discordia de votos fue debida, solicitó del Soberano que
ninguno tuviese voto sino sólo él en los nombramientos de capitanes,
y en cuanto a los que habría de serlo en la armada que se esperaba de
España, viniesen de allá los nombramientos, y mejor viniesen con
ella los nombrados; y habiéndose concedido que él mismo saliese
por Capitán General si tan dispuesto estaba de obrar en la guerra
personalmente, como su plan fuese de nombrar a su cuñado, dio las
gracias a S.M. por la merced y se quedó en tierra lisamente: aunque
antes de Montejo puso al tesorero Alonso de Peña, a raíz de haber
recibido la merced, avisando de que como la Audiencia quedaba sin
ministros, y era cierto, y harto el miedo de los vecinos, dejó de salir
a la guerra, ya que en caso de incidencia aciaga, no habría quien
dejase de asirse a la ocasión para imponerle horrenda culpa.

v Santo Domingo 22 de septiembre de 1553.— Maldonado al


Príncipe, pidiendo el envío de una armada; «y también escribo al
Consejo de Indias que tengo por inconveniente que, si acá se han de
nombrar capitanes, venga cometido el nombramiento a muchos».—
AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 11 de abril de 1554.— Maldonado al Consejo:
Llegaron corsarios a Ocoa y envió 20 arcabuceros para que les hicieran
emboscada si saltaban en tierra; cuando llegaron, ya se habían robado
el azúcar y los ornamentos de la iglesia y estaban de vuelta en sus
navíos. De allí pasaron a Azua, pero no bajaron porque el tiempo no
los favoreció, y la gente volvió a la ciudad sin haber hecho nada (El
suceso, quince días antes de esta carta).— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 13 de mayo de 1553.— El Cabildo de la Ciudad
(regidores Carmona, Tapia, Caballero (D), Dávila, Caballero
(A), Junco, Fernández de Oviedo, Peña; y escribano Francisco de

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Pineda): sobre el huracán que ahogó a unas 200 personas, y desde


agosto a diciembre las defunciones pasaron de 300: carestía de
mantenimientos, excesivos los precios de la harina y del vino; daños
de piratas; “y después de ciertos días (de haberse perdido la armada
en el ciclón) por tener noticia de corsarios franceses que andaban
por esta costa, quisieron tornar a armar y no hubo efecto porque no
había gente y por el mal aparejo de armas y municiones; y ha venido
en tanta rotura lo de los dichos franceses, que después acá han venido
navíos de armada y han tomado y robado muchos navíos, así de los
que han salido de esta Isla con cargazones para otras partes, como de
los que andaban al trato en esta isla, y fueron a la villa de Santa María
del Puerto de la Yaguana, que es una villa de las principales de esta
Isla, y con estar el pueblo una legua dentro en la tierra, y estar junto
a la mar un baluarte de tierra y madera, adonde tenían asentados
ciertos tiros que tenían, y en el mismo puerto estaba surta una urca y
otra nao que allí había venido con mercaderías para cargar de cueros
y azúcares, con todo esto, como estaban tan prósperos de gente y
navíos de armada, surgieron en el puerto y saltaron en tierra, y por
ser poca gente la de la villa, no los pudieron resistir y fuéles forzoso
retirarse al pueblo, y los franceses tras ellos, y les tomaron y robaron
cuanto tenían, y quemaron el pueblo y la iglesia, y entraron la tierra
adentro tras ellos, y tomaron a muchos y allí estuvieron los días que
quisieron (32) y lleváronse despojo que somos informados que valía
más de cincuenta mil pesos, y más de otros tantos que llevaron robados
de la costa y ahora vienen corriendo la costa, porque ya tenemos
aviso que están sobre Puerto de Plata, y por la poca gente y armas
y munición que hay en esta ciudad nos tememos que no intenten
de querer acometer esta ciudad, porque así lo han publicado ellos,
y no tan solamente dicen esto, pero dicen que han de ir a tomar la
Habana…»Y pide armada con gente y munición.— AGI, Santo
Domingo 73.
v Yaguana 18 de mayo de 1553.— Alonso de Morales, Diego del
Castillo, Francisco de Herrera, Juan de Montánchez y Francisco
Machado, componentes del Cabildo de la villa, al Rey: Dicen que
los franceses estuvieron en la Yaguana desde el jueves 22 de marzo
hasta el 23 de abril de este año; robaron la iglesia, y pueblo e iglesia
dejaron quemados; quemaron también un ingenio porque no les
dieron 4,500 pesos que pidieron. Los vecinos quieren irse a la tierra
adentro, porque si el pueblo se vuelve a hacer en el mismo sitio,
correrá siempre el mismo riesgo.— AGI, Santo Domingo 49.

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v Santo Domingo 13 de junio de 1553.— Maldonado avisa que por


el vecindario de la Yaguana se le ha expresado el deseo de pasarse
a otra parte por estar destruido el pueblo pero les ha ordenado lo
reedifiquen donde estaba «y que no hagan mudanza de allí, y les doy
esperanza que S. M. mandará proveer». — AGI, Santo Domingo 49.
v Santo Domingo 16 de julio de 1555.— Los oficiales reales piden
que en todos los pueblos de la Isla haya fortaleza y se les provea de
artillería, y que ha más de 14 años se mandó hacerse fortalezas en la
Yaguana y Puerto de Plata; que se les mande a Presidente y Oidores
las hagan. Y en una postdata, en que repiten los mismos asuntos:
«Después de haber escrito ésta a V. M., tuvimos nueva cómo los
franceses que tomaron la villa de Puerto de Plata, se fueron de allí
y dejaron quemado todo el pueblo, iglesias y monasterio de Santo
Domingo, sin que dejasen cosa iniesta, y lo saquearon y robaron
y perdidos que no volverán a rehacerse tan aína del daño que en
sus haciendas y casas han recibido; hicieron otras crueldades y
desvergüenzas con las imágenes, mataron cinco o seis hombres
que pudieron haber…». Dicen que estos franceses habían ido a la
Margarita y Borburata “y de allí vinieron a la villa de Puerto de Plata,
que es el más principal puerto de esta Isla después de esta ciudad, con
un puerto muy peligroso a la entrada y muchos edificios de piedra
y cinco ingenios de azúcar y, a escala vista, a mediodía, saltaron en
tierra con muchos arcabuces, y echaron mucha artillería en tierra y
entraron con muchos arcabuces en el pueblo, y se hicieron fuertes en
él, y barrearon las calles con mucha artillería, y los de la tierra están
en el monte porque no tenían armas con que se defender, y les ha ido
mucha gente de socorro de los pueblos comarcanos y de esta ciudad,
y este socorro no ha aprovechado por la mucha artillería y munición
que tienen, y el gran poder que traen y han quemado todo el pueblo
e iglesia y monasterio de Santo Domingo, y desnudado las imágenes
y tomado los ornamentos y hecho otros robos y desvergüenzas y
crueldades de muchos cristianos y hasta ahora se están hechos fuertes
en el pueblo que no ha habido poder para echarlos en él”. (Son dos
cartas, y al margen de una de ellas: 500 arcabuces, 1500 picas, 200
ballestas, 1000 lanzas).— AGI, Santo Domingo, 71.
v Santo Domingo 22 de junio de 1554.— Maldonado y Hurtado al
Príncipe: «Estos corsarios se fueron desta ysla el mes de mayo pasado
y partieron desde el puerto de Montecristi, y antes de su partida

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

quemaron tres patajes pequeños que tenían porque a cabsa de ser


navíos pequeños, no les podían volver a Francia». Piden armada, por
ser lo principal que se necesita en la Isla.— AGI. Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 16 de mayo de 1553.— Los oficiales reales,
Caballero y Peña, avisan al Consejo que con acuerdo de la Audiencia
y ellos, «pagamos cient soldados de guarnición de la hacienda de V.M.,
para que velen o guarden esta ciudad, los más dellos arcabuzeros; estos
son gente de guerra que no son vecinos». AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 3 de marzo de 1554.— Maldonado al Consejo:
“Demás de lo que arriba escribo a V.S. que se da a los cien hombres
de guerra (antes en esta carta dice que son 520 pesos), se paga cada
mes a dos alféreces y dos sargentos y dos caporales y dos atambores
de esta ciudad para que tengan cuenta y recojan la gente de ella,
ochenta pesos cada mes”. Y al margen: «Que no los tengan». AGI,
Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 16 de septiembre de 1553.— Maldonado al
Presidente del Consejo (capítulo de carta): «Los ciento y diez soldados
que aquí se hicieron para la guarda de esta ciudad… no se despidieron
hasta fin de agosto porque cumplidos los tres meses porque estaban
pagados, ocurrieron a esta Audiencia los oficiales de S.M. y la mayor
parte del pueblo para que no se despidiesen; y, visto esto y que la gente
del pueblo estaba temerosa, se proveyó que hiciesen la guarda sesenta
soldados arcabuceros y se despidieron los demás; éstos se pagan hasta
fin de agosto. Ahora está esta mar segura de franceses porque no osan
asomar a ella con los navíos por temor de los huracanes que suele
haber en ella en este tiempo, pero, pasado este mes, se esperarán».
AGI, Santo Domingo 71.
v El 30 de noviembre de 1554 se pagó “a los cient soldados que los
dichos Presidente e Oidores mandaron que anduviesen en la guarda
desta ciudad desde primero del mes de mayo del dicho año, que
comenzaron a servir, hasta fin del dicho año, que fueron despedidos”.
– AGI, Contaduría 1051.
v Santo Domingo 17 de junio de 1553.— Maldonado al Emperador;
sobre los inconvenientes que hay si se da a la Audiencia la facultad de
nombrar capitanes: pide que vengan nombrados, o que esta comisión
se dé a sólo el Presidente.— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 24 de diciembre de 1556.— Maldonado al Rey:
Da las gracias por la licencia que le ha dado para que pueda salir

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

comandando armada, «no habiendo acá capitán general”, sí parece


conveniente hacerlo así, “pues V. M. ha mandado ya proveer capitán
general, deseo mucho vello por acá…. Yo no salí en la armada que a
V. M., escribí, de que nombré por capitán general al capitán Peña; y
aunque pudiera, como esta Audiencia quedaba muy sola y los vecinos
de ella con mucho miedo, y si ésta no sucediera bien, se me pudiera
importar culpa”. Y al margen: «No se responda».— AGI, Santo
Domingo 71.
v El 4 de febrero de 1553 se pagó 32 pesos, 4 tomines y 9 granos de
oro a “Bartolomé de Cisneros y a Juan de Gambara, que los ovieron
de aver por treinta días que velaron en la Punta de Cauzedo, a seis
reales cada uno por cada día”.— AGI, Contaduría 1051.
v 26 de abril de 1555. Se paga “a los seis veladores que an velado la
Fortaleza desta ciudad desde veynte e quatro de noviembre del año
pasado de cinquenta e quatro hasta quinze de abril deste año».—
Otro pago el 19 de abril de 1556, desde 15 de abril de 1555 a fin de
febrero siguiente.— Otros pagos hasta el último, “desde dos días del
mes de jullio del año pasado de mill quinientos e cinquenta y siete
años hasta quinze de octubre del dicho año que dexaron de velar por
aver venido el armada que S.M. enbió para guarda destas costas”.—
AGI. Contaduría 1051.

5.— La atención que justamente debía ponerse en tener


prevenida la Fortaleza en tiempo que no ya aquí sino en la misma
Corte era pesadilla grave la oleada de incursiones piráticas, aunque
todavía su campo escogido de acción eran los mares y no los puertos,
(a éstos se desplazaban con sus robos para vender o cambiar con
géneros de lucrativo beneficio en sus países, insultando a los poblados
a la menor negativa que opusieran) dejó de ser atención en los días
de Maldonado por las muchas recientes mejoras defensivas que se
le habían hecho y solamente se registran gastos ordinarios en el
encabalgamiento de la artillería existente, en la compra de tiros a
capitanes de barcos dispuestos a deshacerse de ellos por viejos, y de
pólvora en toda ocasión de reconocerse cantidad supérflua en ellos
almacenada. La que por viciarse con la humedad de la tierra y gastarse
gran parte en ejercicios de tiro, motivó providencia de fabricarse

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

en la misma Fortaleza, instalándose en ella molino conforme a las


posibilidades de hacienda y arte, sobre lo que había licencia amplia
de tiempos atrás a la mira de tenerse en Santo Domingo almacén
para surtir a las demás islas y partes de Indias porque la encontrasen
más pronto y de inmediato que no esperarla de la Metrópoli. Nueva
aprobación se dió a esta industria después de estar rindiendo algún
fruto el molino.

v «En treinta de jullio del dicho año (1554) quatrocientos e veinte


e quatro pesos, quatro tomines e quatro granos que por libramiento
di e pagué y montó el dicho libramiento del armada que se hizo
contra franceses, de que fueron por capitanes principales don Juan
de Guzmán y García de Escalante…. la qual salió deste puerto por
el mes de henero próximo pasado, como por el dicho libramiento
paresce».— AGI, Contaduría 1051.
v El 3 de agosto de 1554 se dieron a Pedro Díaz, “proveedor que fue
de la armada que salió deste puerto contra franceses, de la qual fue
por general el dicho tesorero (Alonso de Peña), por tantos que se
gastaron en la dicha armada».— AGI, Contaduría 1051.
v «En Veinte de jullio del dicho año (1557) seiscientos e noventa
e ocho pesos, cinco tomines e ocho granos que por libramiento di e
pagué a las personas en él contenidas, que se gastaron en la armada
que desde puerto se despachó contra corsarios franceses por el mes
de abril del año pasado de cinquenta e seis, de la qual fue por capitan
don Juan de Montejo, y se hizo y despachó con acuerdo desta real
Abdiencia e de los oficiales de S.M.».— El 28 de julio del mismo
año se pagó a Lázaro Bejarano, vecino, 33 pesos «que se le debían
por el tiempo que su navío anduvo de armada con el capitán Juan
de Montejo».— AGI, Contaduría 1051.
v Gastos hechos en reparaciones y adobos de la Fortaleza: A Diego
de Villanueva, en 20 de febrero de 1553, se pagó cantidad de 839
pesos, 6 tomines y 1 grano de oro, por otros que adelantó y «que ha
gastado en la obra y reparos y otras cosas que se han hecho en la
Fortaleza».— AGI, Contaduría 1051.
En 1554 cobró Pedro de la Vega 23 pesos 4 tomines por un quintal
menos seis libras de pólvora, «que dió para los tiros del Baluarte». Y

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Diego Díaz 4 pesos por unas mazas para unos rayos de madera «para
las ruedas de un sacré de bronze de la Fortaleza de la cibdad». AGI,
Contaduría 1051.
v El 26 de septiembre de 1554 se dieron al alcaide G. Fernández de
Oviedo 43 pesos, 3 tomines y 4 granos de oro «por ciertas puertas y
cerraduras que hizo para la dicha Fortaleza, y se le pagaron por virtud
de una cédula de Su Alteza que está en el libramiento, como paresce».
AGI, Contaduría 1051.
El 20 de mayo de 1555 cobró Livin de Gante, carpintero, 65 pesos;
y el 30 de junio siguiente otros 13 pesos por la obra que hizo para los
tiros de la Fortaleza.— AGI, Contaduría 1051.
A Hernán Sánchez Alemán se pagó 4 pesos por una viga que dio
para dos ejes de dos tiros de la Fortaleza, en el mes de jullio del año
pasado de quinientos e cinquenta e siete.— AGI, Contaduría 1051.
El 2 de julio de 1557 danse a Francisco Díaz, piloto, 8 pesos y 4
tomines por 70 pelotas de hierro colado y 22 libras de pólvora para
la Fortaleza.— AGI, Contad. 1051.
El 20 de julio de 1557 recibió 17 pesos, 4 tomines y 9 granos de oro
al artillero Juan de Mata «para que comprase las cosas necesarias para
los tiros de la Fortaleza desta cibdad».— AGI, Contaduría 1051.
El 25 de agosto de 1557 se dieron 30 pesos a los carpinteros Leonís
de Gines a Alberto (flamencos), por las cureñas que hicieron para la
Fortaleza «para los dos» tiros que se compraron del capitán Sancho
de Villamontes».— AGI, Contaduría 1051.
«En veinte de noviembre del dicho año (1557) doze pesos que
por libramiento dí e pagué a Antón López, cantero, por la hechura
de una piedra que labró en la Fortaleza de Su Magestad».— AGI,
Contaduría 1051.
El 13 de junio de 1558 se paga a Juan Gutiérrez 12 pesos por
una viga grande «para adobar ciertas cureñas de la Fortaleza desta
cibdad».— AGI, Contaduría 1051.
El 6 de julio de 1556 recibió Pedro Gallego 6 pesos, 5 tomines
y 4 granos de oro, «piloto de la caravela del aviso de las paces, que
se le dan por su trabajo que tuvo en tomar este puerto».— AGI,
Contaduría 1051.
El 7 de julio de 1554 se dieron a Melchor de Torres 1.476 pesos y
10 tomines de oro, «por tantos que gastó en la Fortaleza desta cibdad».

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Más adelante, al mismo y por igual concepto, 238 pesos, 2 tomines y


2 granos de oro.— AGI, Contaduría 1051.
A Cornelis, flamenco, por hacer cajones para guardar las pelotas
de la Fortaleza, y a Gregorio Simón, por trabajos de carpintería, pagos
hecho en 1554.— AGI, Contaduría 1051.
En 1557 se pagaron a Alonso García Serrano 20 pesos «por un
cavallo que dio para el molino de la pólvora de la dicha Fortaleza»;
y 23 ½ pesos a Juan de Monserrate por el arreglo del molino de
la pólvora; y 6 pesos al albañil Diego Cano que ajustó el molino
arreglado.— AGI, Contaduría 1051.
El 6 de diciembre de 1558 diéronse 20 pesos al herrero Juan de
Monserrate «porque desencabalgó dos pieças de artillería de bronze
que están en la Fortaleza desta cibdad de Santo Domingo». Pagáronse
60 pesos a Juan Caballero Bazán por la piedra que se le compró para
el molino de la pólvora.— AGI, Contaduría 1051.
«En veinte e uno de jullio del dicho año (1557) diez pesos que
por libramiento dí e pagué a Antonio de Salamanca, carpintero,
porque aserró tres vigas y otras tres medias vigas por medio para el
molino de la pólvora que se haze en la Fortaleza desta cibdad.— En
el mesmo día, digo, en treinta de junio del dicho año, ciento e diez y
ocho pesos de oro, que por libramiento dí e pagué a Juan de Cabrera,
carpintero, vecino desta cibdad, que se le devían los noventa e quatro
pesos por un molino de pólvora que hizo en la Fortaleza desta cibdad
para moler pólvora con todos sus aparejos, e por dos exes que puso
en dos pieças de artillería en la dicha Fortaleza; e los veinte e quatro
pesos son por unas puertas que hizo en la dicha Fortaleza».— AGI,
Contaduría 1051.

6.—Todo lo favorable al edificio y defensa de la Fortaleza


había sido y era de la satisfacción del viejo alcaide Fernández de
Oviedo, quien no perdió jamás su espíritu de resistencia a todas las
disposiciones, aunque fuesen del Rey, si bajaba un punto tan solo
cualquiera prerrogativa de su oficio, como pudiese defenderla con
reales cédulas anteriores. Así considerada su posición personal en el
recinto de la Fortaleza, debía estar distanciado en su corazón de toda
autoridad que, a caso hecho, o procediendo rutinariamente, metiera

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

baza sin contarse con la gradación correspondiente. Así parece haber


procedido algunas veces Maldonado sabedor de lo dificultoso que
era entenderse con el Alcaide directamente, no sirviéndole después
tampoco echar mano del artillero (de directo nombramiento real)
para acudir a los reparos de la artillería y sus montajes y en otras
cosas a la Fortaleza concernientes.

v Real cédula: Fortaleza, sujeción del artillero al alcaide «El


Príncipe, Presidente e Oydores de la Abdiencia y Chancillería Real
de la ysla Española: Ya sabeys como Su Magestad mandó proveer
por artillero para alimpiar e adereçar la artillería y munición de la
Fortaleza desa cibdad a Juan de la Mata. Agora se ha visto en el
Consejo de las Indias de S. M. un testimonio de las diferencias que a
avido entre dicho artillero y Gonçalo Fernández de Oviedo, alcaide
de la dicha Fortaleza sobre quel dicho Juan de la Mata pidió en esa
Abdiencia mandásedes al dicho alcaide le entregase a él la artilleria y
munición del a para que lo toviese a su cargo, y lo contra ello alegado
por el dicho alcaide, e ansymismo lo que por vosotros fue proveido,
en que mandastes al dicho Conçalo Fernández de Oviedo que, en
cumplimiento de la Cédula de S.M. quel dicho artillero tiene, le
dexase entender en adereçar la dicha artillería y municiones, y le diese
la pólvora para la refinar; y porque, como aveys visto por el título e
merced quel dicho alcayde tiene de la dicha tenencia, está mandado
que la artillería y munición della se le entregue y esté a su cargo, y
la intención de S.M. a sido y es quel dicho Juan de Mata solamente
entienda en la limpiar e adereçar por ordenación vuestra e del dicho
alcayde, quedando siempre al cargo del dicho Gonçalo Fernández, y,
siendo esto ansi, vosotros non deviades dar lugar que sobrello oviera
litigio; por ende, yo vos mando que veays como el dicho Juan de la
Mata solamente alimpie e adereçe la dicha artillería y municiones y
la ponga en orden las vezes y segund que a vosotros y al dicho alcalde
paresciere, y quando se ofreciere necesidad la trate y use della, estando
siempre al cargo del dicho alcayde. Fecha en Valladolid a xxiii días
del mes de enero de mill e quinientos e quarenta y cinco años.— Yo
el Principe.— Refrendada de Samano, señalada del Cardenal de
Sevilla, Bernal, Velásquez, Gregorio López, Salmeron». AGI. Santo
Domingo 868 lib. 2, f. 234.

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v «En ocho de hebrero del dicho año de mill e quinientos e cinquenta


e siete anos, mill e ciento e cinquenta e seys pesos, siete tomines,
que por libramiento di e pague a Sancho de Villamonte, que se
le debían los mill e sesenta pesos e cinco tomines por dos tiros de
bronze que pesaron quarenta e seys quintales e doze libras, que del se
compraron con acuerdo desta Real Abdiencia para la Fortaleza desta
cibdad, a veynte e tres pesos el quintal; y los noventa e seys pesos dos
tomines, por tres quintales e tres arrobas y seys pesos dos tomines, por
tres quintales e tres arrobas y media de pólvora que se compró para
la dicha Fortaleza, y de cinquenta pelotas de hierro colado e de dos
atacadores de cobre e de dos limpiadores; e todo se entrego a Gonzalo
Fernández de Oviedo, Alcaide de la Fortaleza desta cibdad…… como
en el dicho libramiento parece”.— AGI, Contaduría 1051.

7.— Ya desde que el tal artillero Juan de Mata entró en la


Fortaleza con derecho de percibir su salario sin dependencia del
Alcaide, hubo éste de sentirse agriado y de multiplicar negativas con
cara “dura”; al fin porque quien tiene su casa en la misma Fortaleza,
demanda de todo subordinado que la tiene a cuarto de legua estar
al pie del yunque machacando con la mandarria en hierro frío
porque los golpes manifiesten su asistencia. La última vez que fué
a la Corte impetró reales cédulas para tenerle atado corto, y a la
primera desazón que entre sí cambiaron, el artillero quedó como para
partir piñones con escopeta. Dio la ocasión una negra del servicio
doméstico de la alcaidesa, con que artillero y alcaide se tomaron
de palabras denigrantes y se amenazaron a lo villano, y encausado
el artillero y fallada la causa, los fueros del decoro social señalaron
la pena que se le impuso, hasta quedarse el alcaide corrido y hasta
burlado. Posteriormente y por ser el nuevo Presidente un buen
“pulgón”, a quien Fernández de Oviedo echó cerrojo insinuándole
llamar a otra puerta, no había de hacerse sino demostraciones ajenas
a calidad y privilegios, de que han quedado testimonios directos en
los archivos. Muy bien sabia el Alcaide cual era el camino corto
para hacer valer el puesto que ocupaba y ya fuese por ésto, ya fuese
por continuar personalmente la impresión de sus trabajos históricos,

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pidió permiso para trasladarse a la Corte dejando en la Tenencia de


la Fortaleza a su yerno don Rodrigo de Bastidas; la licencia le llegó
con fecha 20 de mayo de 1556, y si se tiene cuenta con la dilación
del despacho por la ocasión de navios y el dilatado viaje del correo
con mas el tiempo dado a ultimar la institución de Mayorazgo (si
en hallándose su texto coincide la fecha en cualquier día dentro de
un año), ya se ve que no realizo su viaje, pues murió en su Casa y
Fortaleza el 26 de junio de 1557, y otro día, conforme a la licencia
y facultad de llevar la Alcaidía don Rodrigo de Bastidas, este tomó
la posesión según lo prevenido, que fué en persona de su padre, por
no haber alcanzado todavía edad de 22 años.

v Real cédula: la Fortaleza como cárcel.— «El Príncipe, Presidente e


Oydores de la Abdiencia Real de la ysla Española: Gonçalo Fernández
de Oviedo, alcaide de la Fortaleza desa cibdad de Santo Domingo, me
a hecho relación que la dicha cibdad tiene merced del Rey Catolico,
en que manda al alcayde de la dicha Fortaleza que quando esa dicha
Abdiencia le mandare que reciba algún preso, le tenga a buen recaudo
y no le dé syn licencia desa dicha abdiencia; e que al tiempo que dicha
cédula se dió, las casas que en la dicha cibdad avia eran de paxa e no
avia casa en que pudiese estar la dicha cárcel como agora ay, y que
muchos años después por parte desa dicha cibdad se suplico a S.M.
que, porque algunas vezes esa Abdiencia o el Presidente della con
enojo, por cabsas livianas, mandavan yr a la cárcel pública a cavalleros
e personas onrradas, mandase que a los tales se les dyese su casa por
cárcel, o la casa del Cavildo, o la dicha Fortaleza, conforme a la culpa
de la persona e al delito que oviese cometido, lo qual ansy se ha
guardado hasta que el licenciado Cerrato fue por juez de residencia e
reside en esa dicha Abdiencia como presidente, que a hordenado que
estén en la dicha Fortaleza presos personas baxas de poca calidad, en
la guarda de las quales el dicho alcayde recibe mucho trabaxo, demás
de no ser cosa que conviene estar en la dicha Fortaleza para estar
personas en ella si no fuesen personas principales y que la calidad
de los delitos requiriese estar en ella, o como la mi merced fuese: Lo
qual, visto por los del nuestro Consejo de las Indias, fué acordado
que devíamos mandar dar esta mi Cédula para vos, e yo tovelo por
bien; porque vos mando que veays lo susodicho e proveays en ello lo

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

que vieredes que mas conviene, de manera que el dicho alcayde no


tenga cabsa y razón de se nos mas quexar sobrello. Fecha en Madrid
a xxi de mayo de IUDXLVII años. — Yo el Príncipe. — Refrendada
de Samano, señalada del Marqués, Gutierrez Velásquez, Gregorio
Lopez, Salmeron y Hernand Perez. — AGI, Santo Domingo 868,
lib, 2, f. 355.
v Valladolid 16 de septiembre de 1558.— Real cédula: Los de la
Audiencia, con acuerdo de don Juan Tello de Guzmán, hagan gastar lo
necesario para que la Fortaleza tenga pólvora y municiones bastantes
para la necesidad (a pedimento de la Ciudad que decía haber tan poca,
que si los enemigos llegaran no podría servir de nada la Fortaleza).—
AGI, Santo Domingo 899.
v «Estando en los corredores que salen a la mar dentro de la dicha
Fortaleza con el hijo del doctor Navarro (dr. Aybar), echaron un bacín
de suciedad que salpicó a este confesante», declaró el artillero Juan
de Mata, sometido a la justicia por grave desacato al alcaide. El hijo
del doctor manifestó que estando mirando la nao que venía, echaron
de arriba una vacinilla de suciedad, e dijo Juan de Mata a la mujer
del alcaide: Señora, suplico a vuestra merced mande castigar a esta
moza que ha echado una vacinilla de suciedad». El mismo Mata: que,
sombrero en mano, suplico a doña Catalina mandase a las negras no
echasen por allí aquello por estar la artillería y el asistiendo al oficio,
y que ella le respondio: «que en su casa había de hacer lo que ella
quisiese». Bajó el alcaide se trabaron de palabras, y tras de vociferar
Oviedo que el artillero se fuese….noramala, y éste a Oviedo: «que
la noramala fuese para él», sacó la espada de su vaina y fue hacia el
alcaide Antonio Rodríguez y Antonio Florez, que acudieron a las
voces, cortaron la escena, poniéndose en medio.— El 8 de julio de
1550 Mata fue desterrado de la ciudad por seis meses y multado en
30 pesos para gastos en la conservación de la artillería y armas. Al
confirmársele la sentencia el 26 de agosto del mismo año, la multa
quedó en 20 pesos. Y por auto de 16 de noviembre siguiente, se mandó
que ínterim se consultaba a S. M. en lo del destierro, en razón de
su oficio se le diese aposento en la fortaleza y se le pagase su salario,
dando fianzas.— AGI, Justicia 34.
v Santo Domingo 16 de septiembre de 1553.— Capítulo de carta
de Maldonado: «De la Fortaleza de esta ciudad el alcaide Gonzalo
Fernández Oviedo, y el artillero un Pedro Luis (Juan de) Mata, y entre

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ellos ha habido y hay diferencias, y por esta causa mucha dilación


en hacer algunas cosas que conviene, así a la artillería como a la
munición que en la Fortaleza hay, porque el alcaide muestra algunas
cédulas de S. M. y pide que se le guarden, y que el artillero no toque
en cosa alguna si no fuere por su mano, y aunque se pudiera haber
hecho algún proveimiento cerca de esto que fuera provechoso…»,
expresa que, no embargante las cédulas que el alcaide tiene, pueda
la Audiencia proveer lo que convenga. — AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 12 de abril de 1554. Carta de Fernández de
Oviedo con el siguiente capítulo (entre 59) de cosas que le caían
muy desabridamente: «El segundo dia de Pascua de la Resurrección
deste presente año (cosa nunca aquí vista), el Presidente hizo un
banquete, y otros dicen que la voz fue de un mercader que se dice
Melgarejo, pariente de la muger, pero la fiesta fue en la Casa del
Abdiencia Real de V.A., y comieron quince casados y sus mugeres
de los principales desta cibdad y los oficiales de V.A. y las suyas en
un esplendido banquete, en que no faltó buen pan a los convidados,
no se hallando en la cibdad un pan por ningún precio, muriendo
de hambre. Después de comer se corrieron seis toros y obo juego de
cañas so color de la fiesta, dicen que del regocijo por la vuelta de la
muger del Presidente. Yo no veo hasta agora nuevas de España ni
seguridad de la guerra para estos regocijos, antes parece a otros que los
días pasados se hizo en que antes que viniese la muger del Presidente,
se corrieron muchos toros, porque él huelga mucho de verlos correr.
Era entonces venida la nueva de cómo los corsarios franceses avian
tomado y saqueado la villa de la Yaguana, que es al fin desta ysla,
y paresció muy fea cosa que, perdiéndose, como se perdió, aquella
villa y se destruyó y (el corsario) robó parte de la isla, se hiciesen esas
demostraciones de alegrías, habiéndolo de remediar e ir en persona,
si menester fuese, a lo remediar, y no entre toros por tan mala nueva
ni en tal sazon».— AGI, Santo Domingo 77.
Don José Amador de los Rios, con noticia de la real cédula de
licencia para que Gonzalo Fernández de Oviedo fuese a España,
resolvió que el viaje se hizo, y consiguientemente, que la defunción
del cronista y alcaide ocurrió en Valladolid, la Corte. Parece, por
muchas circunstancias, que el biógrafo escribió en este caso guiado
de información no justificada con la documentación necesaria, y es
bueno repetirse aquí que quien escriba asuntos de historia, no debe
pasar nunca, viendo documentos, del orden preceptivo, permisivo,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

prohibitivo, etc, al de la ejecución propia; muchas disposiciones,


licencias, etc, nunca por cualesquiera causas advenientes se pusieron
en práctica, y ello sin que se considere mediar grandes distancias ni
dilatado tiempo entre una orden y la dificultad para no usarse del
despacho. Dice Amador de los Ríos: «a principios de junio de 1556 se
alejaba el cronista de aquellas regiones…etc.» Y es bien llano que si la
licencia no se expidió antes de mayo de 1556, el biógrafo erró en este
cabo, y habría errado también si, omitiendo la enunciación de todo
mes y aún del año, hubiese expresado que el cronista usó de la licencia
y, al cabo, murió en Valladolid en 1557; siendo la documentación
sobre viaje y fallecimiento de procedencias inconexas, no se justifica
esta enunciación sin un apoyo más poderoso que el del viaje por
haberse visto el registro de la licencia.
Este yerro de Amador de los Ríos se prueba lo mismo por vía
directa que indirecta. Indirectamente se reconoce el error del biógrafo
porque, aunque introduce una comisión confiada por el Cabildo
de la Ciudad a Oviedo atareado en el allanar el viaje en cualquier
fecha de abril de 1556 (la real licencia fue posterior), ya estaba en la
Corte un procurador de llegada reciente, Baltasar García, ganador
para Oviedo de aquella licencia y portador que fue de la petición; y
así lo que es apoyo subsidiario en la pluma de Amador de los Ríos
carece de mérito. Y directamente se prueba el yerno por el acta de la
sucesión de la Tenencia de la Alcaidía cuando murió el alcaide. Pero
antes cumple el mencionar que, a petición de Oviedo, por real cédula
de 10 de mayo de 1555, se dio la alcaidía a su yerno don Rodrigo de
Bastidas con condición de seguir Oviedo en el puesto hasta tener el
mozo edad de 22 años, y era entonces de 18; y que, si bien Oviedo,
en su petición de licencia paran ir a España, manifestó que dejaría en
su lugar a don Rodrigo de Bastidas o a Juan Mosquera, de su entera
confianza, se presupone que éste, vivo en 1555, era ya difunto en
1557, pues para acudirse a cubrir la vacante, muerto Oviedo, no se
tuvo memoria de Mosquera.
El acta de haber sido metido el apoderado del menor don Rodrigo
en la Tenencia de Alcaide, comienza así: «En la muy noble y muy
leal ciudad de Santo Domingo de la isla Española, a veinte y siete
días del mes de junio de mil y quinientos y cincuenta y siete años,
habiendo fallecido la noche antes y pasado de esta presente vida
Gonzalo Fernández de Oviedo, alcaide por Su Majestad de la Fortaleza
de esta ciudad, el Ilustre Señor licenciado Alonso Maldonado,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Presidente de Su Majestad en esta su Real Audiencia y Chancillería


que al presente reside (solo) en ella por fin y muerte de los Oidores,
fue a la Fortaleza de esta dicha ciudad, donde halló muerto al dicho
Gonzalo Fernández de Oviedo, y tomó en sí las llaves de la dicha
Fortaleza que el dicho Gonzalo Fernández de Oviedo, estando muerto,
tenía en sus manos, e para poner en la dicha Fortaleza el recaudo que
convenga…» Donde se expresan todas circunstancias inmediatas,
visibles y tangibles de una defunción en día, lugar, sitio y trasmisión
de las llaves de la Fortaleza, que se corresponde todo con la falta de
ejecución de la licencia otorgada a Oviedo para ir a España. En esta
acta se expresa que la autoridad de la Audiencia era competente, por
fuerza de real cédula de Valladolid 10 de junio de 1523 para nombrar
interinos en las vacancias ocurrentes de alcaides de las fortalezas
de la Isla, concurriendo con el Presidente y Oidores los oficiales
reales, y los nombramientos habían de ser por mayoría de votos, y
que el Presidente convocó a los Oficiales reales y todos, conforme
al título de Bastidas, eligieron por apoderado a Fernando de Oyos,
padre de dicho Bastidas. «E luego incontinenti» fue llamado Oyos,
que aceptó y en las manos del Presidente hizo el juramento y pleito
homenaje: «Yo, Hernando de Oyos, como hijodalgo que soy… etc.»
Y a continuación: «Así dicho y razonado por el dicho Fernando de
Oyos, el dicho Ilustre Señor Presidente dijo que: tanto cuanto podía
y debía, aceptaba y acepto el dicho pleito homenaje, según que lo
había hecho y otorgado, y según y mas cumplidamente era obligado
a lo hacer por leyes y fueros de España, y le dio y entregó la dicha
Fortaleza y las llaves de ella, etc» (Publicado en la revista “Ateneo”
de Santo Domingo, julio-agosto de 1911; el documento estaba en un
expediente notarial de fines del siglo XVIII, que el autor de esta nota
inspeccionó, y tenía en su poder un Pedro Monge, español, residente
en la ciudad de Santo Domingo.)
Ultimo salario de Oviedo: «En veynte y ocho de jullio del dicho
año (1557) quarenta y tres pesos, un tomin e tres granos que, por
libramiento, di e pagué a dona Juana de Oviedo, hija y universal
heredera de Gonzalo Fernández de Oviedo, alcayde de la Fortaleza e
Coronista de S. M., por un mes e veynte e seis días quel dicho alcayde
sirvió en la dicha Fortaleza desde primero de mayo que pasó hasta
veynte e seis de junio deste año que fallesció el dicho alcayde, como
en el dicho libramiento paresces. — AGI, Contaduría 1051.
Otras inexactitudes escribió Amador de los Ríos. Una de ellas fue
recalcar que Oviedo escribió sus obras «sin salario ni remuneración

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

alguna», porque tuvo salario por cronista. Otra, y se contiene en una


nota que dice: «El 4 de mayo de 1558 solicitaba Rodrigo de Bastidas,
yerno de Oviedo, la plaza de regidor que había desempeñado éste hasta
su fallecimiento. Era entonces Bastidas alguacil mayor de la Audiencia,
en nombre de Francisco de Rojas, menor de edad, a quien el rey había
hecho merced de aquel cargo». Lo que hay como justamente cierto
es que la fecha mencionada es absolutamente mendosa, pues si este
alcayde entró en mayoridad de edad en 1558 por privilegio que la fijó
en 22 años cumplidos, no pudo ser alguacil mayor de la Audiencia en
1558 si no tenía para ello igual privilegio expreso, pues fuera caso de
estar supliendo un menor a otro menor de edad.
La mayoridad de edad legal privilegiada de Bastidas solo para ser
alcaide se puede señalar por el siguiente texto de pago: «En diez de
mayo del dicho año (1558) dozientos y un pesos, dos tomines y dos
granos que, por libramiento, di e pagué a Hernando de Oyos, alcayde
de la Fortaleza desta cibdad por el tiempo que sirvió de alcayde que
fue della hasta fin de abril que pasó deste año, como en el dicho
libramiento paresce»; AGI, Contaduría 1051. Pues si es obvio que
el «fin de abril» corresponde a un tercio del año (y se pagaba por los
tercios), «el tiempo que sirvió» puede dar la presunción de que en 10
de mayo no servía ya el oficio, aunque la expresión no lo persuade
por ser ello un caso indirecto de enunciación. Y, aunque se admita
que Bastidas, en la fecha de la nota era alcaide efectivo por haber
llegado a la edad privilegiada, no puede aceptarse que fuese asimismo
alguacil mayor de la Audiencia, porque la historia se opone a ello.
Y, teniéndose presente que en la fecha predicha que salve siquiera
el año, esto es lo que cumple a la historia.
Por real cédula de Ponferrada 13 de junio de 1554, se mandó al
Presidente y Oidores que respetasen el fuero del Almirante don Luis
Colón, quien por juro y heredad para sí y sus sucesores tenía el oficio
(doble) de Alguacil Mayor de la Audiencia y de la Ciudad de Santo
Domingo, y lo dejasen libremente usar de su facultad de nombrar
y poner carceleros, como lo hacían los alguaciles mayores de las
Audiencias de Valladolid y Granada y en las villas y lugares de España;
pues había representado «que vosotros no le consentís poner ni nombrar
carceleros, antes dizque os entremetéis a lo poner y nombrar vosotros,
y que lo mismo hace la Justicia y Regidores de esa dicha Ciudad, que
proveen y nombran carcelero y no quieren recibir al que pone y nombra
el dicho Almirante y su Teniente»; AGI, Santo Domingo 73. Por real

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

cédula de Valladolid 29 de septiembre de 1555, se mandó al Cabildo


de la Ciudad que admitiese por alguacil mayor de la misma Ciudad
a don Cristóbal Colón, conforme a la facultad que tenía para ello el
Almirante don Luis Colón; AGI, Santo Domingo 899.
El almirante don Luis Colón se fué a Santo Domingo por julio-
agosto de 1550. Puede ser que hubiese dejado ya en la posesión del
oficio de alguacil mayor de la Audiencia a Cristóbal de Padilla; éste
lo era en 1553. En 1556 se hizo nuevo arreglo entre la Corona y el
Almirante, en cuya ocasión don Luis renunció al juro que poseía de
los dos Alguacilazgos Mayores en la Española, y sin perder tiempo
la Corona por cédula real de 18 de noviembre de 1556, dió título de
alguacil mayor de la Audiencia de Santo Domingo a Juan Francisco
de Rojas; y por otra de la misma fecha, título de alguacil mayor de
la Ciudad de Santo Domingo a Luis de Angulo; en ambas cédulas
se expresa la cesión y renuncia del Almirante hecha de su derecho
de ser tal Alguacil mayor en la respectiva tenencia; AGI, Santo
Domingo 28. Puede inferirse que Rojas ni Angulo fuesen menores
de edad, no habiendo respeto a concomitancia atendible cuando la
Corona hizo por primera vez uso de la soberanía en este asunto; las
cédulas no mencionan tal circunstancia, ni fue posible, porque el Juan
Francisco de Rojas era hijo de Juan de Rojas, hombre público en la
Isla en los días del Descubridor y de su hijo don Diego, Almirante y
Gobernador.
Con esto basta para hacerse la justificación del yerro a cargo de
Amador de los Ríos, pero la cuenta histórica persiste.
Juan Francisco de Rojas, en carta de 1559, exponiendo al Rey cierta
ingerencia que deseaba tener como tal alguacil mayor en el registro
de los barcos (porque en ellos se iban clandestinamente hasta familias
enteras) decía tener ya un año de entrado en la posesión del oficio;
AGI, Santo Domingo 71. Cuando en 1571 se sintió morir, pidió al
Rey que, pues su esposa e hijo (Juan Francisco de Rojas Fuenmayor)
habrían de quedar en la miseria, se dignase recibir en sí el dicho oficio
y hacer merced del mismo al hijo, y que durante su minoría de edad,
lo ejerciese un don Iñigo López de Carrizosa, obligado a pasar al niño
cantidad de 60.000 maravedises en cada un año para que madre e
hijo se sustentasen; AGI, Santo Domingo 72. Murió el suplicante en
su oficio el 3 de enero de 1572, AGI, Santo Domingo 50; y por real
cédula de título de alguacil mayor de la Audiencia, San Lorenzo 4 de
junio de 1572, concedió S. M. lo que el (ya difunto) alguacil había
solicitado; AGI, Santo Domingo, 13. 28. 899.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Los alguaciles mayores no ganaban salario; hacían frente a sus


necesidades y gastos con las tasas arancelarias que les tocaban y con
la décima de las ejecuciones (en Santo Domingo se implantó la
décima a petición de Rojas (r.c. de Madrid 31 de agosto de 1561), y
la protesta fue tan bien fundada que se ordenó volver (Madrid 27 de
agosto de 1567) a la práctica antigua de darse al alguacil mayor 27
pesos al millar). Con tener cualquier alguacil mayor unas medianas
tragaderas, hallaba también pingües gajes por no cumplir con el deber,
sin embargo de perjuicio, como en los casos de prisiones omitidas por
andar de noche por las calles galanes y fulleros sin encendido candil
tras de cualquier aventura; y pues el oficio “dejaba”, los pretendientes
al mismo sólo hacían la mitad de sus diligencias representando méritos,
y la otra media colectando lacras contra todo competidor conocido.
Como en muchos otros diferentes lances, el padrinero se encargaba
de amasar la harina, y si el pan se cocía, comíanselo juntos padrinos
y ahijados, como en el caso del apetente señor alcaide don Rodrigo
de Bastidas. Pues bien: como era del dominio público la elección de
López de Carrizosa ya antes de conocerse si tenía aceptación real, se le
tenía aparejada buena cama de tierra y piedras, y cuando presentó el
despacho real, fue invitado a presenciar el obedecimiento de los muy
leales graves ministros vasallos a “nuestro señor natural” y en cuanto
a la ejecución, pidiese donde mejor conviniese a su derecho, porque
se le enviaba a S.M. lo que en la misma razón redundaba en bien
del real servicio. Se redujo a forma lo que antes estaba en “veremos”
(se le hicieron cosquillas a don Iñigo para lograr que se desacatase,
y así fue a la cárcel hasta quedar aposentado en su morada, puerta
separada, el oidor Ibero, recientemente llegado, y hasta entonces
sin tener casa; suelto don Iñigo y viendo tal intrusión, altercó con
el intruso magistrado, con que se le puso de nuevo a la sombra con
calabozo; el expediente que en ello se le instruyó fue la causal para
justificar la inhibición que de tal procesado se hizo) y dióse cuenta
al Rey de que, entretanto la real voluntad otra cosa mandaba, tenía
puesto de apoderado de menor agraciado a don Rodrigo de Bastidas.
Y por real cédula de San Lorenzo 14 de junio de 1572 se le avisó a
Bastidas de su aceptación, y por otra del Bosque de Segovia 13 de julio
siguiente, dirigida a la Audiencia, se aprobó una y otra providencia,
conque Bastidas estuviese al cumplimiento de a lo que era obligado
López de Carrizosa por virtud de su título; AGI, Santo Domingo 28.
868 lib. 3, f. 7v.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Ya tenemos al alcaide Bastidas por alguacil mayor de la Audiencia,


y debemos seguirlo hasta que fue regidor.
Esta su pretensión de ser regidor fue encaminada en 1567. Por
real cédula de 19 de mayo de aquel año se pidió a la Audiencia que
informase sobre lo que había en la Isla desde tiempos pasados, porque
Bastidas, alcaide, quería ser regidor y decía que todos los alcaides
anteriores fueron, y que era notorio, aunque libros nada dijesen, por
ciencia de vista y práctica habida siempre; AGI, patronato 173. Tal
suplicatorio estuvo congelado ciertos años no teniendo padrinos el
alcaide, quien los buscó por aquellos medios que hacen ahijados de
padrinos y de padrinos, ahijados, visto quien regala a quien, como
es corriente en parentescos tan cerrados. Asi ganados los Oidores,
Bastidas dio poder a Juan de Peña, procurador (4 de julio de 1574)
para que le negociara el título; hizo hacer una información por testigos
de sus excelencias personales y de lo pertinente a lo pedido por el
Consejo (4 de julio de 1574) y al pie de la información la Audiencia
puso su parecer.
Al tiempo de tomarse suficiente nota, compendiada, de este parecer,
la nota de Amador de los Ríos no estaba del anotador, y la letra
resultante del examen de los puntos contenidos en el parecer, quedó
hecha como se sigue: El licenciado Vera (Presidente) y los licenciados
Castillo e Ibero (Oidores) informan al Rey sobre la pretensión de
Rodrigo de Bastidas; dicen que hace dos años está de alguacil mayor de
la Audiencia hasta que llegue a su mayor edad don Francisco de Rojas,
provisto por S.M.— Pareese esta nota con la de Amador de los Ríos;
en ambas está la misma sustancia, pero difieren en el señalamiento
del tiempo histórico; en aquella son incoherentes los conceptos de
alguacil mayor y la pretensión de un regimiento a título de haberlo
tenido su suegro, que no lo tuvo por alguacil que hubiese sido, y no
fue; en ésta, la enunciación es simplemente un refuerzo de favor,
porque Bastidas tenía oficio público como hombre de probidad que
en el Cabildo haría siempre buen tercio a la cosa pública.
Los documentos ayudan a dar término a este curioso caso
de dilucidación histórica: El 11 de abril de 1574 dio cuenta la
Audiencia del recibo de la cédula aprobatoria de Bastidas para el
alguacilazgo mayor interinario del Tribunal; AGI, Santo Domingo
71. Ya los vínculos de tal pandillaje estaban felizmente corroborados.
Bastidas hizo en este oficio causa común con los Oidores para que el
Presidente don Francisco de Vera tuviese siempre muy calientes las

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

orejas. El tantas veces agraviado llevó sus quejas al Consejo de las


Indias, y por real cédula de 28 de enero de 1575 Oidores y alguacil
fueron amonestados y prevenidos de suspensión de oficio si no se
enmendaban; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3. Bastidas, o porque no
hizo cuenta de insinuar no tener interés de acumular en sí tres oficios,
o porque quisiese dar a entender que se apartaba de los Oidores,
retirándose del oficio de alguacil, escribió que hacía renuncia de ese
puesto (no se ha dado con la fecha de su carta, si con el alegato de
querer atender con todo celo y todo tiempo a sus obligaciones de
alcaide).
Hecha que fue la merced del regimiento, el expediente se envió al
Relator del Consejo para que aclarase, conforme a los fundamentos
de la información y resulta de anteriores iguales mercedes, a quien se
daría el título, no estando claro que los alcaides, como tales, hubiesen
sido regidores, y al cace de la consulta el Relator garabateó: «Que
se le de el título de regidor para su persona. Madrid a 4 de enero de
1575 años. El licenciado (Andrés de) Ayala» El titulo salio con fecha
de 30 de mayo de 1575; AGI, Patronato 173. No. 9.
Al mismo tiempo que llegó a Bastidas el título y la confidencia
de habérsele aceptado su renuncia de alguacil, recibió la Audiencia
también cédula favorable a don Iñigo López de Carrizosa, a quien
vientos frescos soplaron cuando hizo la propia defensa, para que
entrase alguacil mayor por el desistimiento de Bastidas; y como en la
Audiencia del propio Bastidas declaró su renuncia con anterioridad
bastante para salvar los últimos ápices devengados sin incurrir en
días sin salario, aquello pasó sin molestia para el flamante regidor,
quedando molestos los Oidores por el favor dado a don Íñigo. Este,
desde luego, hambriento de plata, nunca se dió por entendido que
el mozo Rojas estaba tan granado como en edad había crecido, y, al
cabo, don Íñigo murió, 15 de junio de 1580. Rojas reclamó ante el
Consejo no se le hiciese más daño, por tener ya la competente edad,
y por real cédula de 20 de junio de 1581 se ordenó a la Audiencia le
diese la posesión del oficio; AGI, Santo Domingo 28.
Esta sucesión de documentos demuestra como una cita documental
hecha por sesudo escritor que fía de informes de solícitos o de
descuidados terceros, solo sirve para desorientar sin tener en sí misma
consistencia en la historia. (En cabeza propia el autor de esta nota
había ya experimentado los efectos de haber pasado del orden de la
intención – mandato, licencia, etc. – al de la ejecución o efecto.)

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

8.— Como ninguno escarmienta nunca en cabeza ajena, así no


podía esperarse de negros huidizos renuncia alguna a escapar de
malos tratos o por vivir en toda libertad y allegar para su selvática
morada cuanto por asaltos nocturnos podían haber, matando
blancos. Al principio de la contada hora entre uno de sus saltos en
un paraje, presidencia de Maldonado se alzó el negro que llamaron
Juan Vaquero, tan atrevido que apenas se y otro en otro. Por haber
dineros que en nombre de S.M., se dieron en Sevilla al procurador
Alonso de Peña, echose bando con promesa de premio al español
que tomara el negro vivo o muerto: levantáronse cuadrillas, se
le persiguió y tocó la suerte, no el premio (que no se dió) a Juan
Bautista Berrio, de desahogada posición, sujeto señalado para el
año de 1548 junto con Hernando de Oyos, padre de don Rodrigo
de Bastidas, antes mencionado, alcaldes ordinarios de la ciudad de
Santo Domingo. Fué suerte que, abatido Juan Vaquero, los negros
cimarrones por bastantes años estuvieron sin yugo de capitanes
osados y malandrines, aunque nunca dejaron de apalancarse en
parajes ocultos, viviendo sin mayores riesgos.

v El abogado Lorenzo Bernáldez, ex-relator de la Audiencia, en


una información de méritos y servicios; pregunta: «Item, si saben
que puede haber nueve años, poco más o menos tiempo, que siendo
Presidente en esta Chancillería el Adelantado Alonso Maldonado,
se alzó en esta Isla un negro llamado Juan Vaquero con otros que
atrajo a si, los cuales anduvieron robando y matando mucha gente
por el camino de esta ciudad y quemando estancias y haciendas de
los vecinos de ella, tanto que traía la tierra muy alterada y medrosa,
de suerte que no se osaban caminar los caminos; digan lo que saben».
No tocó a Bernáldez coger al negrote, que estuvo campando «hasta
tanto que fue tomado y se hizo justicia de él en esta ciudad». — AGI,
Santo Domingo 11.
v Santo Domingo 12 de abril de 1554.— Capítulo de carta de
Gonzalo Fernández de Oviedo (en la que pone 59 capítulos de
censuras personales de todas cosas y de muchas personas): «Aquí
ha andado un negro alzado que llamaban Juan Vaquero, que fué

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

cuarteado el Domingo de Ramos, pues, hasta le tomar, mató cinco o


seis cristianos y otros tantos negros y fizo mucho daño a los vecinos
desta cibdad e de la ysla: tómele un Juan de Berrio, vecino desta
cibdad, natural de Coca, ombre de bien y en cristiandad: es digno
de merced. Quitó de un gran trabajo a esta ysla, pues antes se avia
pregonado por mandado del Abdiencia Real que se darían quinientos
pesos de oro a quien le prendiese e matase…. Yo truxe una cédula
de seiscientos pesos otros que S.M. y V.A. hicieron mereced a esta
ciudad para la dicha guerra contra los negros; e como llegó acá el
tesorero Peña, el contador Álvaro Cavallero y Diego Cavallero y
Francisco Dávila sin que yo ni otros regidores lo supiésemos, los
tomaron y el Peña los dió para la lavor del monasterio de monjas,
disçen que prestados, y están gastados e tapiados, porque Francisco
Dávila tiene metida en el monasterio una nuera, e el Diego Cavallero
otra que también decían que era su nuera y otra moza; el contador
Álvaro Cavallero dos hijas, y con hacienda de V. A. quieren labrar el
monasterio para sus hijas». A la princesa Juana, Gobernadora. AGI,
Santo Domingo 77.

9.— Por tenerse en este tiempo tanto temor de corsarios, que


en el orden de la seguridad se venía clamando porque el Rey
diese providencias con proporcionada ayuda de su Erario para
la edificación de fortalezas o torreones artillados en todas las
poblaciones costeñas: Azua, la Yaguana, Puerto Real, Montecristi
y Puerto Plata: El vecindario de la Yaguana tan castigado, intentó
fundar en tierra adentro. Azua hizo igual petición, y a ninguna se
le dió la facultad. Higüey, sobre que no se ha visto papel que de ello
hable, se mudó, con efecto, poco antes de la llegada de Maldonado,
y a él corresponde haber sido el primero que, constituído en Cabeza
titular de la Audiencia, peregrinarse a Higüey, positivamente al
tiempo de haberse terminado la primera ermita que públicamente
se erigió a Nuestra Señora de Altagracia: decir que hubiera ido para
el acto de la bendición no estaría fuera de la atención cronológica.
Contra este anhelo de hacerse fortalezas se tiene noticia coetánea
de la destrucción de la fortaleza de la Concepción a manos de un
regidor local, Juan Daza, cuyos desmanes se denunciaron al mismo

46
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Rey, pero de la sanción que pudo caberle no hay noticia. Frente


a frente de este engreído concejal que no llegó a tocar al Cubo o
revellín que era lo sustancial de aquello así llamado fortaleza, es de
anotarse aquí el noble impulso con que un hacendado, licenciado
Alonso Estévez, pidió a S. M. que diese orden de que en todos los
ingenios se hiciese una casa fuerte, capaz para contener las familias
del respectivo distrito y sus haciendas portátiles en las ocasiones de
irrupciones de negros alzados: el silencio de los registros cedulares
da pie a suponerse que tal petición no fué acogida. Por vías más
ciertas, las hoy ruinas de Engombe fueron el opulento ingenio del
licenciado Estévez.

v Valladolid 30 de noviembre de 1555.— Rel cédula: Los vecinos de


la Vega, en un memorial, han pedido que se quite de regidor a Juan
Daza y que no se le permita que vuelva a usar allá de tal oficio, porque
él es causa de la despoblación de la ciudad «por no aver otros regidores
más que él que le vayan a la mano y miren por el bien público»; y que
es enemigo de religiosos y personas de buena doctrina, y codicioso y
logrero,«el qual diz que a desbaratado la Fortaleza de la dicha cibdad
para hacer una casa suya y aprovechadose de mucha cantidad de
ladrillo e tablazón, el qual ansimismo procura de elegir cada año
alcaldes de su mano para que no le contradigan, y que quando alguno
dellos lo contradize, lo amenaza diziendo que le quitará la vara»; que
no hay allá quien se atreva a querellarse de agravio contra él sino
que se van de la ciudad; con otros malos hechos que se expresan en
el memorial, como el de que «tiene en su poder todos los dineros de
la Cruz que la serenísima emperatriz nuestra muy cara y muy amada
muger, que santa gloria aya mandó para que se hiziese la Casa de
la Bandera de Cristo, la qual casa diz que está hecha aposento de
animales, e se aprovecha de los dineros». Mándase a la Audiencia
que llame a las partes y las oiga, y se les haga justicia por manera que
ninguno reciba agravio.— AGI, Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 29 de febrero de 1554.— El licenciado Alonso
Estévez «Sabrá V.M. que tiene esta Isla gran necesidad para defensa
de los negros alzados enemigos que están en la tierra, como para los
enemigos que pueden venir de fuera, que los ingenios y las haciendas

47
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

poderosas y de gran renta y provecho, que fuesen de piedra la casa del


ingenio, y que fuese de piedra con su torrecilla, todo bien labrado,
fuerte, con su casa de azúcares de purgar asimismo de piedra, y que
en los dichos ingenios hubiese las armas que les pareciese a vuestros
Presidente y Oidores, para lo cual hubiese visita, porque así estaría
la tierra muy segura, y en tiempo de necesidad sería gran socorro
que V. M. mandase que de aquí adelante nadie pueda labrar ingenio
si no fuere de piedra con su torre y casa de purgar…»- AGI, Santo
Domingo 71.
v «En el dicho día (8 de abril de 1552) doscientos pesos que por
libramiento di e pague a Alonso Sánchez, mayordomo de la iglesia
de Salvaleon de Higüey, que S.M. hizo merced dellos para la obra de
la dicha iglesia, como en el dicho libramiento que está en mi poder
paresce».— AGI, Contaduría 1051.
En una información de 8 de enero de 1572, de Diego de Guzmán,
pretendiente, se dice: «Es persona de mucho valor y prudencia, muy
leído en latin y romance y a sido por su valor alcalde muchas veces
de esta ciudad (Santo Domingo), y siéndolo en tiempo del licenciado
Alonso Maldonado, Presidente que fué desta Real Abdiencia, yendo
el dicho Presidente en romería a Nuestra Señora de Alta Gracia,
que es quatro o cinco jornadas desta cibdad, estando solo a la sazón
el dicho Presidente, dejó y encargó al dicho Diego de Guzman el
gobierno y administración desta Real Abdiencia, y lo hizo y gobernó
con tanta prudencia que ninguna persona se quejó de él.»— AGI,
Santo Domingo 12.

10.— La fábrica de la cerca o muralla fue envuelta en semejantes


discrepancias, de suerte que en lugar de seguir empleándose los dineros
provenientes de la sisa echada sobre bastimentos para atender la
misma Ciudad a dicha obra, y por ella corría originalmente, dióse en
la flor de cerrar la ciudad por la márgen occidental del río, conque se
quitase a corsarios invasores diferentes empinadas cuestas para entrar
y apoderarse de ella: denuncias del desacierto llegaron a la Corte,
año de 1554, y se ordenó que si con el parecer de notables aquello
iba mal hecho por mal encaminada su traza, luego cesase la obra y
se tratase de corregirla con otra nueva cerca, aunque esperándose

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

la aprobación real, visto que fuese el dictamen dado y enviado al


Consejo. Aquello fué totalmente abandonado, porque la obra fué
encomendada a sujetos interesados; el uno de ellos, Francisco Dávila
hizo dos trazas, la de la obra en sí misma, y la traza de su provecho,
por dejar intacta toda la extensión baja de su propiedad colindante
con el río, despeñaderos que servían de vertederos. Más tarde (sólo
unos quince años más tarde), se rectificó la línea y la obra por aquella
banda oriental de la ciudad. Por la banda opuesta, la que miraba
a la sabana del Rey, fué en el mismo año el cese de su fábrica por
acuerdo municipal, efecto inmediato del desconcierto sobre el valor
de la moneda de vellón, porque obligada la clase pobre a dejar de
comprar harina, aceite, vino, y hacerse de carne por la industria
de terceros que la metían subrepticiamente adquirida de solapados
monteros de ocasión, cesando el lucro, adelgazóse la efectividad de
la sisa. Habíase llegado con aquel muro desde la orilla del mar hasta
el pie de la eminencia, justamente en cuyo extremo más de un siglo
corrido fué edificado el fuerte de la Concepción.

v Santo Domingo 27 de febrero de 1554.— Gonzalo Fernández


de Oviedo (que guarda gran rencor a Francisco Dávila) al Príncipe:
denuncia de la mala disposición de la traza que lleva el muro que se
levanta en el río dentro del agua por algunas partes. — AGI, Santo
Domingo 71.
v Santo Domingo 10 de julio de 1556. — Maldonado y el oidor
Escobar: «Por otra cédula de V. M. se nos manda enviemos relación de
lo que se hizo cuanto al capitán Peña y a Francisco Dávila, regidores
de esta Ciudad, les pareció que era bien echar un muro cerca del río
sin ser necesario, en que se ha gastado mas de dos mil pesos, habiendo
sido contradicho en el Regimiento, y cuando ya se hubiese de hacer,
fuese conforme a una provisión de V. M., lo cual no se había hecho,
y que se hacía repartimiento en los vecinos de negros o que pagasen
por cada uno dos reales. Y lo que en esto hay que hacer relación es
que en esta Ciudad se juntó la Justicia y Regimiento de esta Ciudad
y oficiales de V. M. y se platicó sobre ello y la necesidad que en
este río y puerto había de reparo para la defensa de él a causa de

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

los corsarios franceses, y por la mayor parte se acordó se hiciese el


muro, lo cual se cometió a Francisco Dávila y al tesorero Alonso de
Peña, regidores de esta Ciudad, para que entendiesen en ello y nunca
hubo contradicción por escrito ni por palabra; y lo que se gastó en
el edificio de él fué a costa de la sisa que está impuesta para la cerca
de esta ciudad por mandado de V. M., y los vecinos no pagaron cosa
alguna, excepto que en aquella sazón, de su voluntad por la brevedad,
dieron al tesorero esclavos que sirvieron tiempo de mes y medio, por
parecer que convenía darse prisa en este muro por la nueva que cada
día se tenía de franceses.
Por otra cédula de V. M. se nos manda que si el capitán Peña no
hubiere pagado a esta Ciudad los dos mil pesos de que V. M. le hizo
merced para los gastos de seguir los negros alzados, que luego se cobren
de él y de sus bienes y se entreguen a los oficiales de V. M.,.... para
que se gasten en lo susodicho…..Los tiene pagados a esta Ciudad y
de ello está hecho cargo Juan de Leguizamón, receptor de la sisa de
esta Ciudad». — AGI, Santo Domingo 49.
v Dr. Juan de Escobar: su título de oídor, el 17 de noviembre de
1554.— Se embarcó para su puesto el 31 de julio de 1555; AGI,
Contaduría 1051.—Murió en 1556.
v Item, paresce que el dicho contador Álvaro Cavallero propuso
que el Cavildo e Ayuntamiento de la dicha Cibdad, a diez días del
mes de setienbre de mill e quinientos e cinquenta y quatro años, que
la obra de la dicha cerca yba más a la larga y que no se podía acabar
en mucho tienpo, e que los negros que tenía para ella eran ciento e
quarenta o que ya dezían que no eran sino ochenta, y que en muy poco
tienpo se yrán acabando todos; que su parecer era que se vendiesen,
comunicandolo con el Presidente e Oydores desta Real Abdiencia;
y todo el Cavildo fué de parescer. Y aviendolo comunicado con la
dicha Abdiencia, se mandaron vender los dichos negros en pública
almoneda, e todo el demás mueble que avia para la obra de la dicha
cerca, y que de lo procedido se comprasen tributos con seguridad
bastante, los quales fuesen para la dicha obra. Y en esecusión dello
se vendieron, lo qual montó doze mill e quinientos e treynta y siete
pesos y seis tomines y seis granos de moneda corriente, como paresce
por la quenta que dello ay que está en un libro a fojas treze, y el postrer
remate fué a veynte y siete de agosto de mill e quinientos e cinquenta
y cinco años, que está signada de Alonso de Villasirga, escribano de
S.M. e del Cavildo».— AGI, Contaduría 1051.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

11.— Otro contrapaso se reconoce haberse establecido también en


los días de Maldonado: porque habiendo planteado dar primicias en
metálico a la gente de mar que trajese de islas noticias de la presencia
de enemigos así como pagaba premio a los marinos que llevaban aviso
de corsarios cercanos para conocimiento de ello en la isla de Cuba y
en la de Puerto Rico, también hubo premio más subido, que daban
los corsarios, a los vecinos que arteramente conseguían comunicarse
con ellos para tener aviso de barcos artillados que hubieran de ser
destinados y aprovisionados de armamento para perseguirles. Pues
no debe ser desatendible en esta parte que españoles como enemigos
avisados, tomaban determinación conforme a la potencia propia
en relación con la contraria: de que provino que en el orden de la
represión armada contra corsarios y piratas entre barcos sueltos, la
pasividad del barco perseguidor ayudase bien cumplidamente al
ladrón, asegurado de la inferioridad contraria en receso, fuese él
de tipo merchante como si fuese depradador; aquél cargando con
rapidez sobre seguro y desapareciendo de las costas, éste obrando
con toda premura por medio del hierro y del fuego, y resolviendo
el negocio mal sucedido por el robo con la cautividad de personas
notables obligadas al propio rescate, conque libraban la vida con
la libertad, o la libertad con pacto secreto compulsorio de pagar
en futura ocasión, pena de mayores daños. Franceses corsarios por
su mayor parte e ingleses solían requerir por las burgueses, algo
retardados a aquéllos, negociaban si podían (y podían por tener
agentes de su nación en simplicidad de vida ciudadana conmorantes
en la Isla), gente del comercio medio, pocos, agricultores los más, y
en fracasando se retiraban sin dañar: sirvieron por lo común de su
formación en clase de pilotos y de marineros entre ingleses, franceses
y holandeses. En cuanto a los habitantes de la Isla la contribución
al auge de la piratería fué para en la conversación de la propia
hacienda, mayormente que estos hacendados eran regidores, alcaldes
y frecuentemente capitanes de milicias locales y delegados de los
Oficiales de la Hacienda Real, sujetos que solían aparecer como los

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

mas perjudicados en las incursiones enemigas y que pedían mercedes


a S. M., por los daños padecidos en el real servicio. Sitio de honor en
la galería de los vasallos ilustres, poderosos, influyentes, bebedores
de la sangre de sus vecinos y destructores de sus riquezas o de su
pobreza, tócale a Francisco de Ceballos, en Puerto Plata, tan amigo
de piratas como de su propio caudal e indemne por aquellos, que en
todo tiempo se sentaron a su mesa.

v De la vida y manejos de Francisco de Ceballos se da más adelante


carta sin firma, del AGI, Patronato 18, ramo 9, No. 1.
v El 17 de mayo de 1554 se dieron a Alonso de Vega 26 pesos porque
trajo nueva, viniendo de piloto de Puerto Rico, de haber franceses
en esta costa. — AGI. Contaduría 1051.
El 26 de septiembre de 1554 se dieron a Bernabé Alonso, llegado
de Puerto Rico, de 22 pesos de oro por haber dado noticia de haber
franceses en la costa.— AGI. Contaduría 1051.
En junio de 1558 Alonso de Palacios, Pedro Delgado y Francisco
Sánchez, marineros cobraron 10 pesos «por el aviso que truxeron de
la isla de San Juan de los franceses que avía en aquella costa».— AGI,
Contaduría 1051.
El 5 de mayo de 1555 recibió Antonio Pinares 48 pesos por haber
traído nuevas de haber franceses en las costas.— Contaduría 1051.
A Gaspar Luis y tres marineros llegados de Puerto Rico con aviso
de haber nuevas de haber franceses en estas costas se les da 26 pesos
el 13 de marzo de 1556.— AGI, Contaduría 1051.
El 26 de enero de 1558 recibió Cristóbal Sánchez, arráez de un
barco, 25 pesos por las nuevas que dio de haber franceses en las costas
de Puerto Rico.— AGI. Contaduría 1051.
El 30 de mayo de 1559 recibió Benito Ramírez, calafate, vecino
de Santo Domingo, por haber cedido su barco para dar un aviso a
Puerto Rico.— AGI, Contaduría 1051.
En este año de 1559 reciben Juan de Córdoba y Tomás, genovéses,
cada uno 13 ½ pesos por haber empleado 17 días en ir a dar aviso
a Puerto Rico, (y volver), para que estuviesen apercibidos contra
franceses.— AGI, Contaduría 1051.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Melchor Hernández salió dos veces a reconocer si había franceses


en caletas o merodeando: dierónsele 15 pesos el 24 de mayo de
1554.—AGI, Contaduría 1051.

12.— La deseada armada, tantas veces pedida y prometida,


entró en el puerto de Santo Domingo el 9 de octubre de 1557; era
su Capitán General don Juan Tello de Guzmán, y su almirante
Juan de Ojeda. El numero de hombres que en ella servía en clase
de marineros y de gente de guerra, 572; los navíos, 5; todos debían
servir a costa de la Isla y a cargo de la Real Hacienda juntamente.
Los pocos cruceros que ésta armada hizo, siempre precediendo aviso
de la situación tomada por los enemigos, fueron del todo inútiles, sin
ventaja ninguna aunque ésta fuese precaria. Idas y venidas fueron
realmente arar en el mar, por fuerza clandestina de avisos a corsarios:
a que se juntó que en tanto la soldadesca y marinería estuvo a la
espera de cobrar sus soldadas, desde el Capitán General hasta el
último grumete lo pasaron bien en cuanto a mesa, principalmente
la oficialidad entera con quien se hubo de mostrar asiduo comensal
el Señor Presidente Maldonado, de recio temple para el yantar; pero
así que se distribuyó la primera paga y los soldados palparon de cerca
cuan vil era el valor de la moneda de vellón en que cobraron, y que,
aparte deudas personales contraídas, todo se les iba en naderías,
porque también a ellos alcanzaba (y por causa de su numero) el
pagar mucho por cualquier cosa, agio mercantilista plenamente
desarrollado en la Isla, gran cantidad de hombres se reformaron a
virtud de licencia para quedarse en la tierra si por eso se les allanaba
tal partido, y la armada fué reducida y la mitad de ella amarrada
por falta de gente: que sí los escogidos para pelear así se desistieron
por mal retribuidos, los del país excusaron de cubrir sus puestos,
no yéndoles mejor debajo disciplina y peligros que en su libertad
y sus tratos. Los oficiales de la armada no lo pasaron tan mal que
no esperasen a que el Rey ordenase pagárseles en buena moneda, y
así lo consiguieron: y por tal cautela de vivir incómodamente sin

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

haberes efectivos por tiempo, la armada duro cuanto la merced se


hizo esperar, no ya hasta el tiempo de la noticia, sino del arribo de
la plata de concesión librada buscar en las Cajas de Panamá.

v Carta de Maldonado y oidor Hurtado al Príncipe don Felipe:


«Muy alto y muy poderoso Príncipe y señor: A V. A. se ha hecho
relación por esta Real Audiencia muchas veces de lo sucedido en su
armada de mar que en este puerto de Santo Domingo se hizo para
la seguridad de la navegación de estas mares y suplicando mandase
se envíe de esos Reinos armada suficiente para este efecto, por la
grande necesidad que de ella se tiene: y, después platicando muchas
veces en este negocio como cosa tan importante visto de la manera
que los corsarios de Francia que por acá vienen, traen sus navíos y
otros aderezos de nueva invención, y en cómo los días pasados ha
parecido que conviene que el armada que se hubiere de proveer sea
suficiente no solamente para resistirles pero para ofenderles con otras
diferentes maneras que las que aquí se han proveído por la orden que
V. A. mandará por la relación muy en particular que yo, el Presidente,
hago en este pliego que lo dio el capitán Pedro Meléndez, la cual
se ha visto por personas de mar y tierra que tienen entendimiento
de cosas de esta calidad, y todos concurren que así conviene que se
provea, y lo cual suplico a V. A. mande oir al dicho capitán.
En la flota de catorce naos que se despacharon de este puerto en
fin del pasado mes de junio, ha habido algunos trabajos porque una de
las naos principales que en ella iba que era un galeón de don Alvaro
de Bazán, se perdió en este puerto con un valor de más de cincuenta
mil ducados en azúcares y cueros y otras cosas, y otra volvió a él,
anegándose de agua.
Habiéndose detenido en la Saona más de veinte días, no la
pudieron doblar forzosos, y se abajaron para hacer su navegación por
el Canal de los Lucayos, y así tocaron en la Yaguana a se aprovechar de
mantenimientos, de donde salieron; y de ahí a ocho días se volvieron
a aquel puerto dos naos de ellas que no estaban para navegar, y dan
nuevas que algunas de las otras harán lo mismo, que ha sido mucho
daño y pérdida para esta tierra, de lo cual es causa la detención que
se les hace para que vengan flotas, que, como se detienen mucho
tiempo cargados, traen los cascos de los navíos gastados y los más de
los aparejos perdidos, sin el gran daño que esta tierra recibe en no ser

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

proveídos a sus tiempos como se solía hacer, que en esta Isla es lástima
ver lo que se padece con la falta de pan y vino y otros mantenimientos
que no lo hay sino dañado, y les cuesta a precios excesivos; y así parece
convendría que V.A. mandase que de cuatro en cuatro meses, como
estuviesen despachados, hiciesen su navegación, y lo mismo de acá
para allá, pues que para su seguridad basta el armada de la costa del
Andalucía y la que ha de andar en estas mares, V. A. mande en ello
lo que fuere su real servicio, que, cierto, notable es el daño que se
recibe en el proveerse estas tierras de año a año, y lo mismo en sacar
de ella las granjerías que se llevan a esos Reinos.
Nuestro Señor la vida y muy alto y real servicio de V. A. guarde
y conserve como su Real corazón desea. De Santo Domingo a XXII
de septiembre de (M)DLIII.
Muy alto y muy poderoso Señor.
Muy humildes criados de V. A. que reales pies y manos besan».
(Firmas) Recibida en Valladolid el 1° de febrero de 1554. AGI, Santo
Domingo 71.
v Santo Domingo 29 de agosto de 1554.— Maldonado y el oidor
Hurtado (capítulo de carta): «En lo que V.M. manda que se hagan dos
zabras o carabelas de ronda que anden en esta costa para cuando venga
a esta isla el capitán Mendechaga, en la isla de San Juan de Puerto
Rico se mandó hacer uno a este propósito y enviamos provisión para
que el Gobernador de aquella isla lo enviase luego que se acabase, y el
otro lo tienen a cargo de lo hacer los oficiales de V. M.; y para cuando
llegue el armada a este puerto, se cumplirá todo como V. M., lo manda.
Y porque la venida de esa armada es la cosa que mas importa a estas
partes para la seguridad de todo, suplicamos a V. M. que con toda
brevedad de envió. Y en lo del aviso que V. M. nos envió a mandar
que se diese a los pueblos de esta isla para seguridad de ellos y que no
los ofendiesen los corsarios franceses, luego se les envió la instrucción
que V. M nos mandó enviar para que, conforme a ella, se rigiesen
y cumpliesen lo en ella contenido.— AGI, Santo Domingo 49.—
(Referencias a espepeches de órdenes del Rey y su falta documental
en estos cuerpos documentos, débese a la perdida de los registros sin
trasunto hecho (o por menos, visto) de los instrumentos registrados
en papeles de la época).
v Valladolid 30 de junio de 1557.— Real cédula a los oficiales reales
de Tierrafirme, para que den las cantidades que se pidieren para la

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

armada de las costas de Santo Domingo, firmadas como en esta orden


se expresa.— AGI, Santo Domingo 899.
v Valladolid 4 de diciembre de 1555.— Real cédula: título de Capitán
General de la Armada para la defensa y vigilancia de las costas de
la isla de Santo Domingo, para don Juan Tello de Guzmán.— AGI,
Santo Domingo 899.
Valladolid 30 de junio de 1557.— Real cédula: Instrucciones (45)
para el gobierno de la armada; a don Juan Tello de Guzmán, general
de ella.— AGI, Santo Domingo 899.
v A bordo de un navío 4 de marzo de 1555.— Don Juan Tello de
Guzmán al Consejo de las Indias: pide se ordene a los Jueces de la Casa
de la Contratación que si hallaren dos naos nuevas de 300 toneles
cada una, las tengan aderezadas, porque en llegando él muy presto,
«estos dos patajes y la carabela en ocho días darán carena»; porque es
verdad que los cinco navíos que tiene podrían servir en la guarda de
las costas, pero quiere ir con navíos nuevos «porque el rio de Santo
Domingo tiene mucha broma».— AGI, Santo Domingo 71.
v Valladolid 26 de junio de 1557.— Real cédula: título de veedor
de la armada para Francisco de Tovar.— Reales cédulas de Valladolid
30 de junio de 1557: títulos respectivos de tenedor de municiones
y de contador, para Luis de Basurto y Antonio de Salazar.— AGI,
Santo Domingo 899.
v Santo Domingo (fecha no tomada).— Los oficiales reales a la
Princesa: El 9 de octubre de 1557 entro en el puerto la armada de
don Juan Tello de Guzmán. Toda la ciudad e Isla se siente ahora
asegurada de franceses. Los hombres que en ella vinieron eran 560;
pero la armada «tendrá hoy hasta cuatrocientos, porque los que faltan
se han muerto, y otros se han huido»; paréceles a los firmantes que
bastan los 400 y que a cada uno se dan dos ducados al mes, «que es
un peso y medio en cuartos de cobre, que no tienen para zapatos,
etc».— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 4 de julio de 1558.— Los oficiales reales (Álvaro
Caballero, Alonso de Peña y Juan del Junco) al Rey: La armada de
cinco naos llegó con 572 hombres; se vendió el barco menor por
viejo y tardo. El General salió a dar una vuelta a la isla con solo tres
navíos, porque dejó el nombrado “La Francesa” para que se vendiera;
aunque no se ha podido vender porque no dan por él lo que vale. De
cuantos hombres vinieron quedan ya 220; los demás se han ido porque

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el salario que les dan y en tan mala moneda como la de esta Isla, no
les alcanza para nada. Han ordenado el General y los oficiales de la
armada que se les de por cada ducado de buena moneda dos pesos de
oro de cuartos de vellón en esta mala moneda «y hasta ahora no les
hemos pagado tal». Desde 9 de octubre de 1557 hasta fin de junio
de 1558 han pagado entre los de la armada 22.769 pesos y 6 tomines
en moneda de cuartos de la Isla. Esta armada, entienden, ha de durar
mientras dure la guerra. El General fue a San Germán, y ya es ido de
allí a la Yaguana.— AGI Santo Domingo 71.
v No han sido consultados los Libros de Armadas.— Los nombres
que se dan aquí se han sacado de las cuentas en Contaduría de la
Isla, como avances hechos a los interesados, sobre que después se
descontaba del monto que se entregaba al pagador de la armada junto
con los libramientos por él extendidos a favor de ellos.— (Los que
llevan * eran ya vecinos de Santo Domingo, que entraron en servicio
por otros, o difuntos o huidos):

Capitán general: Don Juan Tello de Guzmán.


Almirante: Juan de Ojeda

Oficiales:
Diego de Alas, capellán Juan Ruiz de Gamara, escribano
Rodrigo Peláez, contador mayor
Francisco de Tovar, veedor Pedro Martínez Clavijo, escribano
Juan de Basurto, pagador mayor
Francisco de Lipar, cirujano *Alonso de Medina, escribano
Roque Martínez, escribano de la nao Bartolomé López, alguacil del agua
francesa Juan de Segovia, alguacil real de la
Alonso de Chávez, escribano armada
Alonso Sánchez, alguacil del agua Bernardino Rojo, guardián
en la galaceta del galeón «San Rodrigo Alonso Bayón, guard.
Antonio»
Juan García, alguacil mayor.

Capitanes:
Alonso Hernández de Ayala, del Diego López, nao San Juan
pataje D i e g o d e Vi e d m a , c a p i t á n y
Martín de Goiti gentilhombre
Blas de Carrión

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Alféreces:
Diego Hernández, de la almiranta Pedro de Viedma, alférez mayor de
Juan de Oñate, del galeón la capitana

Gentileshombres:
Alonso Carrillo Hernando de Carvajal
Alonso Ortiz Juan de Aguirre
Francisco de Guzmán Juan de Murcia
García Tello, don Pedro Méndez de Sotomayor

Pajes:
Alonso Rodríguez Francisco López
Baltasar, del Almirante Gaspar de los Reyes
Benito Martín Juan Gutiérrez, del General
Blas de Cuenca Luis N…
Diego Hernández, del General Melchor N…
Domingo González Simón de Lepe
Francisco de Lepe

Sargentos: Gonzalo Gómez Malaver,


Gonzalo de Bastidas, sargento mayor Lázaro de Santana,

Caporales:
Diego Manzano Marcos Chacón
Francisco de Villegas Juan Francisco
Gaspar Ramírez

Soldados:
Alonso Hernández Alonso de Orteguilla
Alonso Díaz Vigara Hernando de Ahumada
Alonso Martin Cebada Hernando Carrillo
Hernando Rodríguez Francisco Ortiz
Jerónimo de Fuentes Francisco Ponce
Juan de Arteaga Francisco Rodríguez
Juan García de Echevarria Garci Hernández de Chaparro
Juan Gómez Garci Páez
Juan Hernández Gonzalo Sánchez de Esquivel
Juan Jimeno Juan López
Antón Criado Juan Martín
Antonio Bernal Juan Pérez

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Antonio Guerrero Juan de Quijada


Andrés Bautista Juan Rodríguez Maldonado
Andrés de la Cadeña Juan de San Juan
Andrés de Vega Juan de Santa Cruz
Bartolomé Jiménez Lucas de Domaiquia
Benito de Santamaría Mateo de Herrera
Bernardo de Escobar Martín Ramos
Cristóbal de Cuenca de Camp. Martín de Santa Cruz
Cristóbal García Melchor de Ortega
Cristóbal Guerrero Melchor de Palma
Cristóbal Rodríguez Miguel de Colagua
Cristóbal de los Santos Pedro de Casillas
Cristóbal de Villagómez Pedro Dávila
Diego Hernández Pedro Domínguez
Diego Pérez Pedro Hernández
Diego Ramos Pedro Hernández de Velazco
Diego Sánchez Pedro Sánchez
Diego Sánchez Cuadrado Rodrigo Marroquín
Diego de Sosa Rodrigo Sánchez
Francisco, maese Rodrigo de Valera
Francisco de Cárdenas Sancho de la Llana
Francisco Martín Sebastián Rodríguez
Francisco Muñoz

Varios: Pablo García, pífano


Francisco de Vergara, tambor Dimo de Venezia, trompeta
Juan Alonso, tambor Jácome Rayo, trompeta
Juan Criado, tambor Lorenzo Ramos, trompeta
Diego Delgado, pífano Bartolomé Gastardo, tromp.
Juan García, pífano

Maestres:
Rodrigo Alonso, de la capitana Baltasar de Figueroa, de la nao «San
Alonso Bernal, de la nao francesa Antonio»
Andrea, de la capitana Luis de Buitrón, de la nao almiranta
* Juan Flamenco Diego López, del patache

Contramaestres:
Esteban Rodríguez Juan Tirado
Gregorio del Castillo Julián Felipe

59
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Pilotos:
* Andrés Lucas Miguel Hernández
* Diego Gómez Bartolomé de Borges
Diego López de Zamudio * Sebastián Gallego
* Martín de Aldave Pedro Bernal, piloto mayor
* Melchor Cano Sebastián Lucas

Condestables:
Enrique de Amberes, del galeón Hernando Alvarez, de la almiranta
Diego Báez, de la capitana

Artilleros:
Bartolomé Pérez Juan de Lora
Antonio Fernández Juanes de Ibarguen
Batolomé de Garaño Lope de Alvarengo
Bartolomé de Medina Martin de Gámiz
Cristóbal Martín Miguel Hernández
Enrique de Holanda Miguel de Rodas
Francisco Hernández Pedro Rodríguez
Fulano de Güldres Roberto de Londres
Gonzalo de Bemujo Rodrigo López de Ojeda
Guillermo de Amberes Sancho de Azpe
Jácome Paulo Sancho de Muguía
Juan Chistel Simón de Arria

Marineros:
Adam Bazán Francisco Martín
Agustín, maese Francisco Pérez
Alonso Aragonés Giraldo de Rivera
Alonso de Lisboa Gregorio Alonso
Alonso de Pío Hernán Guillermo
Antonio de Cascaes Hernado, genovés
Antonio de Villafranca Jácome, genovés
Constantin de Corfú Jacques Juan Aledrón
Cornielles de Holanda Jorge de Corfú
Diego Ramírez Juan Antonio Orlando
Diego de Segura Juan Airado
Flor de Holanda Juan de Campos
Francisco Gómez Juan Fernández
Francisco González Juan García Montañés

60
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Francisco Hernández Juan García Villar


Francisco Márquez Juan González de Lugo
Juan del Puerto Pedro Airado
Juan Rodríguez Pedro de Bocal
Juan de Salazar Pedro de Escobar
Lázaro Final Pedro Gil
Manuel, genovés Pedro Muñoz
Martín Hernández Pedro Nicolao
Mateo de Campos Rafael de Fuentes
Mateo Jaques
Vicencio, griego
Michael
Juan Icardo
Miguel Hernández
Juan de Olea
Grumetes:
Bartolomé Gastardo
Cristóbal de la Feria Luis González
Felipe de Agüero Luis de Montemolín
Francisco Camacho Melchor Carrasco
Francisco de Goiti Pedro Sánchez de Nostradama
Francisco Morano Pedro de Vizcarra
Francisco Rodríguez Sebastián
Juan de Algaravio Esteban Rodríguez
Jaimes de Artier Gregorio del Castillo
Juan Francés, inglés Hernando Alvarez
Juan Ires Juan Tirado
Juan de Milo Julián Felipe
Juan de Sevilla Pedro de Ciro
Calafates:
Alonso Martin
Diego García
Bautista Amadeo
Bartolomé Sánchez
Melchor Luis
* Gabriel Ramirez Tomé Sánchez
Cristóbal Díaz
Varios:
* Antonio Xuárez, arráez
Vicente Díaz, arráez Nigo de Murueta, barbero
Alonso de Vargas, despensero Pedro Núñez, barbero
Francisco Téllez, despensero Alonso Machado, tonelero
Gonzalo Hernández, tonelero Hernán Muñoz, tonelero
Gabriel de Madrid, barbero Alonso de Aya, carpintero
Juan de Flórez, barbero Simon de Venezia, carpintero

61
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

13. — A una van las cartas del Presidente y del General don
Tello sobre la inutilidad de esfuerzos hechos para dar sobre enemigo
alguno, y en el mismo cuerpo de la armada fuertes disgustos entre
el General y contador y tesorero y veedor de ella en materia de
estimación subida de las pagas por causa de la mala moneda en tanto
se conseguía plata.

v Santo Domingo 28 de febrero de 1558.— Maldonado, al Rey: Sobre


nuevos insultos de franceses sin que lo sepa la armada; un navío de los
de la conserva se adelantó al resto de la armada por seguir su rumbo,
y en la Mona lo apresaron franceses. — AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 27 de febrero de 1558.— Maldonado al Rey: «No
somos venturosos en esta Isla contra franceses». Se supo que había
franceses en Puerto Rico, salió la armada de don Tello de Guzmán
a buscarlos; entre tanto aquéllos en un navío y un pataj pasaron a
Montecristi y Puerto Real y tomaron fácilmente tres navíos; de allí
fueron a la Yaguana, donde robaron otros dos navíos y tomaron y
quemaron otros dos. «Después de esto, en catorce del presente mes,
llegaron otros dos navíos franceses y una chalupa sobre Puerto de
Plata, que es en la banda del norte de esta isla. La chalupa entró en
Puerto de Plata y sin surgir se volvió a los navíos; de allí fueron a
Montecristi, pedían que les diesen cinco mil pesos por el rescate del
pueblo y ciertos cueros y azúcares que allí estaban de un navío que
iba cargado de España y por hacer agua, dejó la jornada». — AGI,
Santo Domingo 71.
v La Yaguana 15 de junio de 1558. — Don Tello de Guzmán al Rey:
«Estoy tan corrido y mohino que no lo podré encarecer de ver que
los franceses han hecho el daño que suelen hacer en estas partes sin
podérselo estorbar con haber trabajado cuanto ha sido posible, y no
haber pasado a Santo Domingo después que vine más de cuanto me
he proveido; en esta villa de la Yaguana he estado un mes esperando
que vinieran los franceses a desembocar por aquí, y no han venido.
Tuve nueva por un mensajero que de Puerto de Plata vino aquí, de
cuatro franceses que allí hicieron daño; no sé qué se han hecho,
porque todos tenían por muy cierto que vinieran aquí, como siempre
lo hacen», etc.
«Ya por otras escribí a V. M. que todo el tiempo que hubiere guerra

62
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

estaré por acá, pero si hay paces, dejaré mi almiranta e iré a dar cuenta
a V.M. de todo.
Esta tierra no es para armada por muchas causas, y la principal
porque la gente entiende que ninguna paga basta para vestirse de la
más ruín ropa que viene de Castilla, y hombres se han huído que se
les debía más de cien pesos de estos cuartos, y no lo tienen en nada;
en el entretanto que V.M. envíe a mandar qué se les ha de dar de
pago, se da cuatro pesos a un soldado y seis a un marinero, y a este
respecto a los demás….» (Pide velas, lonas, etc. por no haber en estas
partes; y que se le den otros oficiales (contador, veedor y pagador de la
armada) porque a los actuales «no los puedo sufrir y cada uno quiere
ser más general que yo, y si les pide algo, responden de manera que
algún día les pesase…..». — AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 27 de junio de 1558. — Maldonado y el oidor
Sánchez de Angulo, capítulo de carta: Que la mayor parte de la gente
que don Tello de Guzmán trajo en la armada, se ha ido; se sospecha
que por ser el salario corto y malo, pues se les paga en la moneda del
país y que para obviar tales dejaciones, se les dan por cada ducado de
Castilla dos pesos de cuartos; aún así no tendrán para unas calzas y un
jubón; que nadie se quiere alistar para cubrir tales huecos. Don Tello
supo que había franceses por la banda del norte, los cuales «entraron
en Puerto de Plata y le saquearon, aunque lo más de la hacienda de
aquellos vecinos estaba a recaudo»; tomaron allí un navío con cueros
y azúcares, «y en Montecristi tomaron otro; saltaron en tierra ciento
y cincuenta hombres franceses bien en orden; no sabemos cómo le
ha sucedido al General, aunque hay nueva que éste vuelve por la
banda del norte a invernar en este río, porque no es tiempo para
navegar ya en esta costa, por los huracanes, hasta pasado septiembre
y aún mediado octubre. Habrá tres días que pasaron otros tres navíos
franceses, que saquearon un ingenio en San Germán, según noticias».
— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 1º de julio de 1558. — Francisco de Tovar,
contador; Pedro de Mallén, pagador; y Luis de Basurto, veedor,
oficiales de la armada, al Rey: La armada fue al Zoco en busca de una
nao francesa, y no la halló; fueron dos naos con el General. «Hanse
deshecho los navíos por falta de gente, porque de 570 personas que
vinieron ganando sueldo, no hallamos el día de hoy ni 300, porque
los unos quedaron en Sanlúcar con la paga de los que vinieron; el
número que falta cuasi los más por pasajeros para quedar aquí, y

63
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ninguno ha sido apremiado a que haya de servir en la armada aunque


no sería obligado; se pagaron a quien los trajo la traída y pasaje y
aún el sueldo que ganaban….» (Todo el asunto de esta carta tira a
no querer pagar más; refieren disgustos por estas incidencias y piden
providencias de cómo deben proceder antes que la armada toda llegue
a deshacerse). — AGI, Santo Domingo 71.
v Valladolid 23 de octubre de 1558. — Real cédula: de aviso a don
Juan Tello de Guzmán que franceses preparan navíos para ir contra los
dominios en Indias, y saldrán en este mes de octubre; que les haga el
más daño que pueda si se avista con alguno de ellos. — AGI, Santo
Domingo 899.
v Santo Domingo 4 de abril de 1559.— Los oficiales reales de la
armada (Tovar, Basurto y Peláez) al Rey: resumen: En marzo el general
salió para el Zoco; a los doce días volvió al puerto su almirante Juan de
Ojeda, y el general dice en carta que sigue hasta la Yaguana. Rodrigo
Peláez, oficial del tesorero de la Isla, ha sido nombrado contador de
la armada, por el general, por muerte de Pedro de Mallén, contador
que fué. Repiten sus querellas, necesidades y ocurrencias en materia
de sus oficios. — AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 5 de abril de 1559.— Don Tello de Guzmán,
al Rey: sobre su mala fortuna de no tener encuentro con franceses,
y sobre la paga de sus soldados (no da noticia nueva en ninguno de
estos dos asuntos). — AGI, Santo Domingo 71.

14.— Bien mucho antes del arribo de esta armada de don Tello
de Guzmán, el Presidente Maldonado había recibido dos noticias
que no se casaban muy limpiamente: una el 1 de mayo de 1556,
oficial, de que el Rey de Francia despachaba armada para atacar
diferentes puertos de Indias, y otra el 8 del mismo mes y año de
haberse firmado una tregua con Francia por cinco años (la que se
concertó en la abadía de Vaucelles el 5 de febrero de 1556), divulgada
por particulares arribados. De ambas nuevas avisó al rey, y por vía
ejecutiva dió las órdenes que correspondían por si tales enemigos
aparecían en las costas, y al pueblo dió licencia para que, a falta de
pan y municiones de bocas baratas, tuviese toros, bailes, saraos y
banqueteos, conque así pasaba él por todos aquellos esparcimientos

64
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de su afición y estragada licenciosidad en el comer. Otras tales fiestas


tuvo oportunidad de autorizar como debía con motivo de la renuncia
que en su hijo don Felipe hizo Carlos V del trono español (16 de
enero del 1556), y comunicada a los Gobernadores de Indias por
cédula general del 17 de enero. De estas “alegrías”, como entonces
llamaban los días de hechos faustos, dió cuenta el Cabildo de la
Ciudad el 8 de mayo de 1557, fecha que retrata al vivo la tardanza
de noticias de gobierno en todas cosas, pues diciendo los regidores
haber recibido el 5 de abril de 1557 la real cédula de Bruselas de 17
de enero del año antecedente, justificó la fecha de la aclamación en
la ciudad con estas palabras: «En esta ciudad se hizo, como V.M. nos
lo envió a mandar, la solemnidad que se requería para dar muestra
de cómo recibimos a V. M. por nuestro Rey y señor y le tenemos
y obedecemos por tal, alzando pendones por V. M. en primero de
mayo, día de los Apóstoles San Felipe y Santiago, de 1557, lo cual
hicimos con gran obediencia y contentamiento y alegría, nosotros y
todos los vecinos de esta ciudad, la cual nos queda en los corazones,
y con el mismo contentamiento lo que V. M. nos manda acerca de
tener por nuestra Gobernadora y señora en ausencia de V. M. a la
Serenísima Princesa de Portugal, hermana de V. M.» Ninguna fiesta,
empero, pudo dar Maldonado al pueblo, en tiempo en que ya estaban
rotas la tregua y la nueva guerra, fundamento que había sido para ser
destinado don Tello de Guzmán a la guarda de las costas de Santo
Domingo y, ofreciéndose, de las de Puerto Rico; y porque a todos
convenía achacar la falta de utilidad de dicha armada a la velocidad
con que se movían los franceses en sus navíos, a un Presidente y
Capitán General escribieron semejantes especies, que no sirvieron
de escudo alguno, sino porque siendo los costos tan elevados y el
provecho se sumaba a los costos, agravándolos, por real cédula de 19
de diciembre de 1558, se mandó al Presidente, y aparte al Capitán
General, que licenciasen la gente y los barcos se vendiesen con la
mayor posible ventaja. Lo que no tocó hacer a Maldonado, porque
Juan de Cepeda, oidor, vino con comisión de Juez de Residencia a

65
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

presidir en lugar de Maldonado, y éste, así destituído del oficio, vió


declinar y ponerse el sol junto con su propia carrera en el amargo
día del 27 de noviembre de 1558.

E1 1º de mayo entró una carabela, su piloto Francisco Martín,


con cédula de aviso que de Francia habían salido ocho galeones y
dos zabras y gente de guerra, etc.; y a este piloto se le ordenó siguiera
viaje a otras provincias dando el mismo aviso; y aquí quedando la
Audiencia a la defensa y demás prevenciones. El 7 de junio llegó otra
carabela, su piloto Pedro Gallego, que había tocado en San Juan, y
dijo que traía comisión para entrar en Santo Domingo, «y nos dio
aviso de la paz y tregua hecha entre V.M. y el rey de Francia por
tiempo de cinco años, de lo cual nos mostró un testimonio signado
del teniente de escribano del Cabildo de la ciudad de Sevilla; y como
allí estaba apregonada la paz, demás que traía certificación de esto
de los Jueces Oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, y
visto ésto, fue sin comparación la alegría que todos recibimos, y así
en esta ciudad se pregonó y publicó la paz y se hicieron las alegrías
y fiestas que convenía a semejante nueva». Carta de Maldonado y
oidor Escobar de 10 de julio de 1556. — AGI, Santo Domingo 49.
v Santo Domingo 16 de junio de 1556. — Maldonado al Rey
(Capítulo de carta, resumen): el 1º de mayo llegó una carabela con
aviso de que el rey de Francia enviaba navíos a estas partes; hay mucho
temor en todos, y que acude a hacer todas prevenciones. Después, el
8 de mayo, vino carabela con aviso de paces por cinco años; todos
cambiaron el temor por el contento. — AGI, Santo Domingo 71.
v «En veynte e cinco de agosto del dicho año de mill e quinientos
y cinquenta e siete años, sesenta y seis pesos que, por libramiento di
e pagué a Diego del Valle, pintor que se le debían por ocho vanderas
pequeñas e una grande con un escudo de cada parte, que pintó para
las fiestas que se hizieron por la renunciacion que S. M. hizo de sus
Reynos de España en el Rey Don Felipe, nuestro señor, las quales
dichas vanderas estan, la grande en la Fortaleza desta cibdad, y las
ocho en poder del fator Juan del Junco, como en el dicho libramiento
paresce». — AGI, Contaduría 1051.
v Al trompeta Bartolomé López se dieron el 22 de septiembre de
1556 2 pesos «porque sirvió en las alegrías de las paces». — AGI,
Contaduría 1051.

66
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

A Francisco Muñoz se le paga por el aderezo de las puertas de la


Fortaleza, en julio de 1557, en la ocasión para la celebración de las
alegrías (por el advenimiento de don Felipe II al trono). — AGI,
Contaduría 1051.
v Valladolid 5 de junio de 1557. — Título de oidor, con comisión
para residenciar al Lic. Alonso Maldonado, y de presidir en la
Audiencia en lugar del mismo. — AGI, Santo Domingo 899.
v Valladolid 12 de agosto de 1557. — A López de Cepeda: licencia
de ir a su oficio, con cuatro esclavos suyos, libres de derechos. —
Valladolid 6 de diciembre de 1557: Real cédula, a López de Cepeda
(que era gobernador de Tenerife): se tiene entendido que es negligente
en ir a su oficio de Santo Domingo; que procure ser breve en su partida.
— AGI, Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 12 de enero de 1558. — Maldonado al Rey: Que
sabe se ha dado orden para que se le tome residencia, por haberse oido
las relaciones falsas dadas por Mendo Ramírez, y está preparado para
el caso, «aunque estoy siempre sentido de lo que V.M. mandó proveer
contra mí, presidiendo la Audiencia de los Confines, que se mandó
tomar [se] me residencia y quitar el cargo sin haber causa ninguna»;
dice que cada día espera llegue el licenciado Cepeda que le tomará
la residencia…. Y se explaya contra Mendo Ramírez. — AGI, Santo
Domingo 71.
v Santo Domingo 22 de junio de 1559. — Don Tello de Guzmán, al
Rey: En esta fecha ha entrado en el puerto y «me fué dada la cédula
de V.M. por la cual se me manda despedir esta armada». — AGI,
Santo Domingo 71.
v Alonso de Peña, tesorero de la Isla, hizo las datas «de lo que se ha
gastado y distribuido en la armada que S.M. enbió para guarda destas
costas en que vino por capitán general don Juan Tello de Guzmán,
que vinieron cinco naos de armada, que son la nao capitana, y la nao
almiranta donde vino el capitán Juan de Ojeda, almirante de la dicha
armada; y la nao francesa, capitán Martin de Goiti; y el galeón Santo
Antonio, capitán Blas de Carrion; la galeaceta San Juan, capitán
Domingo López, que entraron en el rio e puerto desta cibdad de
Santo Domingo en nueve dias del mes de octubre del año pasado de
mill e quinientos y cinquenta y siete años»; por haber dispuesto el
Rey que por las Cajas Reales de la Isla se les pagase y aviase.
Danse aquí varias datas, de muestra: «Item, dozientos pesos que
se gastaron con treynta y siete soldados y marineros que enfermaron

67
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y se dieron a los médicos y medizinas y aves y alquileres de camas y


en otros gastos qe con ellos hizo». — Item, ochenta y quatro pesos,
tres tomines y tres granos que costó la carne de cient reses vacunas
que an comido en carne fresca la dicha armada, la gente della, desde
el dia nueve de octubre que entró en este puerto la dicha armada
hasta veynte y cinco de noviembre del año pasado de cinquenta y
siete que salió a correr las costas; con mas otras ciento y sesenta y
cinco arrobas y media de carne fresca que gastó la dicha armada hasta
el dicho día». — El general y capitanes comieron carne de ternera
en el mismo tiempo, hasta valor de 104 pesos, 6 tomines y 3 granos
«que se gastaron en la mesa del general e de los capitanes y oficiales
de la dicha armada hasta el dicho dia veynte y cinco de noviembre, y
costó a tres tomines la arroba». (42 terneras que pesaron 272 arrobas;
precio, 104 pesos, 6 tomines y 3 granos de oro.)— Diéronse 61 pesos
y 4 tomines para repartir «a los marineros que descargaron la artillería
y municiones y estuvieron en guarda de las naos de la dicha armada,
desde que se despachó la dicha armada hasta que se vendieron». —
Final de las cuentas, resumen: La suma total del cargo que se hizo a
Peña fue de 301,546 pesos, 4 tomines y 3 granos; la data y descargo
monto 265,471 pesos, 7 tomines, 9 granos. AGI, Cont. 1051.
v Santo Domingo 28 de abril de 1560.— Los oficiales reales
Caballero, Peña y Junco, al Rey: que devuelven y envían a España
25 barras de plata, su valor 2.547.000 maravedís, del dinero
perteneciente a la armada deshecha de don Tello de Guzmán. —
AGI, Santo Domingo 71.

68
Capítulo II
Presidencias de Alonso López de Cepeda,
en comisión; de Juan de Echagoián, interinaria
(1558-1562)

15.— El gobierno de la Isla en manos de la Audiencia había


caído prácticamente por el suelo, a causa de prolongada falta de
ministros; habíase cometido primeramente el crimen de quitar la
vida a Lorenzo Solano por Cristóbal de Tapia; después se introdujo
en el Cabildo de la Catedral gravísima disensión tumultuaria entre
sus miembros, y parte de los prebendados fueron sacados de la tierra,
sin que fuese cabalmente la más culpada; el oidor licenciado Juan
de Escobar, que apenas llevaba pocos meses en el oficio, murió (al
decir de muchos, envenenado, señalado en ello Gaspar Dávila,
por casarse, y se casó en calidad de soltero, siendo casado, con su
viuda), y numerosas tropelías hechas por un truhán consumado,
Mendo Ramírez, terminaron con la deportación de éste, que se
allegó a la Corte y mostró cumplidamente no haber justicia ni
gobierno en Santo Domingo. Para remedio de lo cual; corriendo
el año de 1557, se resolvió suspender a Maldonado y enviársele un
juez de residencia, el licenciado Juan López de Cepeda, a la sazón
gobernador de Tenerife, y plantar de nuevo los oficios que estaban
vacios, presupuesto que faltaban tres, estando todavía en la Corte el
licenciado Pedro Sánchez de Angulo, nombrado oidor a fines del año
precedente de 1556. Los licenciados Vasco Gutiérrez de Céspedes
y Juan Cavallón, actual Alcaide mayor de Nicaragua, fueron los
elegidos, demás de López de Cepeda; y porque Gutiérrez de Céspedes

69
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

por cualquier razón (no hallada en letra) se desistió, en su lugar fué


puesto el licenciado Juan de Echagoían. Pasó la armada de don Tello
de Guzmán, como queda dicho, en su viaje a Santo Domingo, por
Tenerife para recoger a López de Cepeda, pero no habiendo llegado
el sucesor, tampoco pudo unirse a sus colegas Sánchez y Echagoián,
y éstos dos fueron los que con don Juan Tello de Guzmán recalaron
en Santo Domingo el 9 de octubre de 1557. Cavallón no aceptó,
y en su lugar fué puesto en agosto de 1559 el licenciado, después
doctor Alonso de Cáceres Ovando.

v Lic. Pedro Sánchez de Angulo: su título de oidor, el 9 de diciembre


de 1556; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090; licencia para
embarcarse con mujer y ocho criados, Valladolid 1 de febrero de 1557;
AGI, Santo Domingo 899; — se embarcó el 7 de julio del mismo año;
AGI, Contaduría 1051; — llegó a la Isla el 9 de octubre siguiente;
AGI, Santo Domingo 71. — Este sujeto, aunque nombrado antes
que los demás sus compañeros, no llegó a presidir interinariamente,
por haber sido preterido dos veces: una, por la comisión de presidir
dada a López de Cepeda; otra, por la comisión de residenciar al
dicho Cepeda, dada a Echagoián. — El Presidente Arias de Herrera
residenció a Sánchez de Angulo, y lo suspendió del oficio; el suspenso
no sobrevivió muchos meses, pues el propio Arias escribió al Rey
el 16 de noviembre de 1565; que suspendió al dicho oidor y todo
estaba en paz hasta la llegada del oidor Diego de Ortegón, «el cual,
aunque parece muy honrado y creo yo que lo estará adelante porque
hará el oficio como es obligado; el doctor Cáceres, su compañero, le
cogió de tal manera, que no ha hecho ni hace más de lo que el otro
quiere, y el doctor lo que quiere doña Brígida, mujer del licenciado
Angulo, por manera que tan oidor está ahora Angulo como cuando
era vivo, porque para negociar lo que algunos han menester en la
Audiencia, a ella es a quien hay de acudir y a su casa, porque por su
mano se haga todo, como se hace…» . — AGI, Santo Domingo 71.
— (Schaefer, II, 444, le llama Juan, y es yerro.).
v Lic. Juan Caballón: su título de oidor, el 5 de junio de 1557,
no aceptó. Fué posteriormente oidor de Guadalajara, y fiscal
sucesivamente de Guatemala y Nueva España.
v Lic. Vasco Gutiérrez de Céspedes: su título de oidor, el 5 de junio de
1557; se le dio la licencia para ir a su destino el 29 de junio; y aunque

70
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el 17 de julio del mismo año de 1557 certificó haber recibido el Sello


Real de Felipe II para la Audiencia de Santo Domingo, no se embarcó
ni se conoce otra mención de él. — AGI, Santo Domingo 899.
v Lic. Juan Echagoián: su título de Valladolid 29 de diciembre de
1557; en la misma fecha, licencia para llevar la mujer y ocho criados
con las suyas: asimismo la concesión de 400 ducados adelantados de
su salario para habilitar casa, el 21 de enero de 1558; AGI, Santo
Domingo 899. — Llegó con Sánchez de Angulo, con quien no guardó,
o no pudo guardar, amistad ni compañerismo.
v Alonso de Cáceres Ovando: su título de oidor de 1 de agosto de
1559, por defunción de Escobar y renuncia de Caballón; el 2 de junio
de 1560, concesión de 400 ducados adelantados de su salario para
buscar casa, y licencia para ir a su destino con ocho criados y cuatro
esclavos; pero todo quedó en nueva licencia, de 8 de junio de 1560,
para llevar un criado con su mujer e hijos; AGI, Santo Domingo 899.
— Parece que fué sujeto de malas artes.

16.— Particular encargo se había cometido a López de Cepeda (de


quien se confiaba posesión de experiencia de las cosas de la guerra
por su empleo de gobernador que era de Tenerife), de estar atento
a cualquier demostración de corsarios franceses que por entonces
se preparaban en sus puertos para inquietar los dominios de Indias,
“favorecidos de su rey”: y para ello debía tener y poner a los vecinos
de Santo Domingo y de los otros pueblos en armas, sin descansar
en la fatiga hasta conseguir que los que podían usar arcabuz, espada
o lanza, estuviesen formados en escuadras y compañías, e hiciesen
por sus turnos la guardia de la ciudad y la vigilancia de las costas.
Demasiadas providencias a sujeto en quien no se libraba cantidad
alguna de las Reales Cajas para tales menesteres. Una Real cédula de
23 de mayo de 1559, con aviso de haberse concertado las paces con
el rey de Francia, sirvió asimismo de advertencia para no dejar que
franceses, con o sin licencia de su rey, comerciasen ni rescatasen, a
los cuales por todas vías debía darse castigo, porque las paces hechas
no eran muy seguras. Y en realidad no lo fueron, pues por otra Real
cédula de 23 de marzo de 1561, se repitió la anterior, y se dió aviso de

71
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

estar navíos franceses listos para ir a ejecutar sus daños en las Indias,
y se reiteraron a la Audiencia los encargos de resistir y también de
ofender a aquellos enemigos dondequiera se presentasen.

v Toledo 23 de marzo de 1561.— Real cédula, con sobrecarta de la


de 23 de mayo de 1559, avisando que navíos de Francia se aprestan
para cometer daños en Indias, y que a los moradores de la Española se
les tenga apercibidos para la defensa y aún para ofender a los enemigos
todo lo más que pudiesen. — AGI, Santo Domingo 899.

17.— Ninguna providencia de López de Cepeda acerca de estas


prevenciones se ha reconocido en documentos; tampoco se citan
obras materiales de fortificación en sus días, que transcurrieron
según la rutina establecida por Maldonado para la fabricación de
pólvora, y la vigilancia de las costas con partidas cortas volantes;
y se ha hallado que, habiendo tenido en su poder una Real cédula
para visitar la Fortaleza de la Ciudad, nunca la ejecutó; en cuanto a
las órdenes dadas a la Audiencia, ésta sólo dió razón de lo que había
hecho después de saberse que Cepeda por providencia llana del
Consejo fue promovido a otra plaza de Oidor en Santa Fe, porque
el promovido no se había molestado en tal faena: “La otra cédula,—
escribieron los oidores Echagoián, Sánchez de Angulo y Cáceres
de Ovando el 2 de agosto de 1561—sobre que esta ciudad esté
sobre aviso y los demás pueblos marítimos de esta Isla, se cumplirá
como se nos manda y, en cumplimiento de ella, se apercibió luego,
reseña y alarde para repartir la gente en cuatro compañías, una de a
caballo y tres de soldados para que, por el orden que conviene, haya
cada noche cuerpo de guardia y centinelas, y están nombrados por
capitanes don Cristóbal Colón de la gente de a caballo, y de los de a
pie don Diego de Rivera, don Antonio Henríquez y Toribio Vadillo,
hombres principales y los que más notoriamente se entendió que
tenían noticia de las cosas de la guerra y más aparejos para servir
estos cargos. Convenía que V. M. nos mande enviar cédula para

72
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

que de la sisa que pagan los vecinos para la cerca, que no se labra
cosa alguna, se puedan tomar los dineros necesarios para banderas
y pagar atambores y comprar cajas, que, siendo defensa de la tierra,
está claro que los vecinos han de contribuir los gastos que se hicieren
en defensdella”: y suplicaron lo mismo para acudir a reparos de la
Fortaleza y artillería por cuenta de la Real Hacienda. Y en otra
carta de 17 de septiembre, por ser evidente que la Fortaleza debía
ser atendida en las presentes circunstancias, se solicitó poder gastar
de la sisa de la carne para la cerca dos o tres mil pesos, “pues todo
es cerca y fortalecimiento”. A los Oidores se les había adelantado
e1 alcaide de la Fortaleza don Rodrigo de Bastidas, pues como
viese que en la ejecución de la venta mandada hacer de los navíos
de la armada de don Juan Tello de Guzmán, los cañones quedaron
depositados en el factor para darlos a capitanes de barcos que más
dinero pusiesen al efecto de adquirir algunas piezas, elevó una
instancia para que todas se pasasen a la Fortaleza. El antecedente
causal de esta petición era la cantidad de artillería que se sacó de
ella para la armada que destrozó el ciclón y se perdió; el estado
actual, su mucha necesidad; y por Real cédula de Aranjuez 10 de
septiembre de 1561, se mandó a la Audiencia visitar la Fortaleza
y reconocer la necesidad de tiros y especificar los que quedaban
de la armada de don Tello, para proveer lo mejor.... A tono con
las necesidades de la Isla y los ahogos de la Real Hacienda, y con
enemigos día por día más atrevidos, dióse licencia a negociante en
armas, para meterlas y venderlas, al par que se dió por ley general
libertad de traer consigo cada nuevo poblador, para defenderse,
las armas que mejor manejaban. Y, de contado, por regla general,
capitanes nombrados contra franceses y demás corsarios, o contra
negros, eran los que levantaban hombres y armas “a su propia costa
y mención”, aunque a veces la empresa saliese cara (como en el caso
de Pedro Martín de Agramonte), y, por el contrario, de barato se
sirviera a S. M. (caso del licenciado Lorenzo Bernáldez), de que se
hará memoria en el capítulo siguiente.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v La carta de 2 de agosto de 1561 en AGI, Santo Domingo 71.


v Aranjuez 10 de septiembre de 1561. — Real cédula: que el
Presidente y Oidores visiten la Fortaleza, y vean si hace falta en ella
las piezas de artillería de la armada de don Juan Tello de Guzmán, y
envíen informe porque el alcaide don Rodrigo de Bastidas ha enviado
relación de las piezas prestadas a la armada que quedó destruida por
el huracán de 1552, y dice que hacen falta en la Fortaleza las piezas
de la armada de Tello de Guzmán. — AGI, Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 17 de septiembre de 1561. López de Cepeda al
Rey (capítulo): La Fortaleza tiene necesidad de reparos, y propone
se le dé facultad para gastar dos o tres mil pesos de la sisa de la carne
para la cerca de la ciudad, «pues todo es cerca y fortalecimiento».
— AGI, Santo Domingo 71.
v Toledo 10 de marzo de 1561. — Real cédula de permisión a toda
persona que vaya a Santo Domingo para vivir de asiento, para que
pueda meter las armas que necesite para su defensa personal y de su
hacienda, libres de derechos. — AGI, Santo Domingo 899.
v Madrid 27 de junio de 1563. — Real cédula de concesión a Juan
García, vecino de Sevilla, para que pueda enviar a vender en Santo
Domingo hasta cantidad de dos mil ducados en arcabuces, pólvora,
espadas, cotas, arneses, etc., conque pague los derechos establecidos
y dé fianzas llanas y abonadas. — AGI, Santo Domingo 899.
v Alcalá 31 de mayo de 1562. — Real cédula de recomendación
de Pedro Martin de Agramonte, vecino de la Yaguana, que había
servido muy bien contra negros alzados que asolaron la villa (después
contribuyó a la muerte de Lemba); López de Cepeda le había hecho
capitán de la villa contra franceses, y éstos, en una irrupción, le
prendieron y a su mujer, le robaron hacienda por más de cien mil
pesos y le mataron 50 esclavos; la Audiencia le ocupa en el real
servicio. AGI, Santo Domingo 899. — La información de méritos
de Agramonte, en AGI, Santo Domingo 11.

l8.— Por real cédula de 16 de octubre de 1560, ya López de


Cepeda nombrado oidor de Santa Fe, fué designado el oidor
Echagoián para que tomase residencia al promovido; se recibió el 11
de mayo de 1561, y ya el 8 de junio, se avisó al Consejo que López
de Cepeda estaba reducido a prisión en su propia casa; se le acusaba

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de haber usado de mucha lenidad con don Alonso Maldonado, a


quien dejó sin castigo. El procedimiento que Echagoián eligió para
mortificar cuanto pudiese al residenciado, fué el de tomarse muchos
descansos en la pesquisa, conque se hizo notorio que en ello no
hacía sino despicarse de sazones viejos. Las quejas del encausado,
que así se veía privado de ir a ocupar su nuevo destino, motivaron la
orden para ser privado Echagoián de aquella comisión (23 de agosto
de 1563), pero llegó tardíamente porque, sabedor el adversario de
aquellas quejas, se dió prisa para sustanciar la residencia, y López
pudo irse el 22 de diciembre de 1562. Por algunas fatuidades en el
hacer de Presidente sin mostrarse al público y a sus colegas como
oidor que era, recibó merecido soplo de reprensión, como causante
de discordias por puro engreimiento personal.

v Valladolid 8 de abril de 1559.— Real cédula al licenciado López


de Cepeda (documento aquí traído por la referencia de su comisión):
que por título dádole para que tomase la residencia del Presidente
Maldonado, fiscal, relator, alguacil mayor, receptores, etc. «y
proveimos que el dicho licenciado [Maldonado] desde el día que le
comenzase a tomar la dicha residencia en adelante no usase el dicho
oficio de Presidente hasta que por Nos, etc» y también se le mandaba
que durante el tiempo que Maldonado estuviese suspenso, «vos
presidiesedes en esa dicha Audiencia como Oidor más antiguo, y que
con los dichos Oidores que Nos teníamos proveidos y proveyésemos
para ella, hiciésedes audiencia y conociésedes de todas las causas y
negocios, etc.»; y ahora se ha visto en Consejo que «vos no quereis
traer vara como la traen los Oidores de esa Audiencia, ni hacer las
otras cosas que ellos como tales Oidores hacen, diciendo que por
ser Presidente no lo habéis de hacer; y porque, como véis, vos estáis
solamente proveido por Oidor más antiguo y como tal habéis de
presidir, vos mandamos que traigáis vara, y, como Oidor más antiguo,
hagáis lo que los otros Oidores de ella, sin querer hacer novedad,
presidiendo en esa Audiencia».— AGI, Santo Domingo 899.
v «Al licenciado Juan Lopez de Cepeda, Juez de Residencia por
S.M. que por su mandato reside en esta Real Audiencia, dos mill
e quinientos e dos pesos, siete tomines y quatro granos de buena

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

moneda, que se le devían por un año e tres meses menos dos días
que a servido en el dicho officio, desde dos de octubre del año pasado
de quinientos e cinquenta y ocho que se hizo a la vela en la ysla de
Tenerife para venir a servir el dicho officio, como paresce por fee de
escrivano que está en el dicho libramiento, hasta fin de diziembre
del año pasado de mill e quinientos e cinquenta y nueve años que a
servido el dicho officio, a razon de dos mill ducados cada un año, que
S.M. le manda dar de salario con el dicho officio, que montan dos mill
e quatrocientos e ochenta e seys ducados, siete y medio tomines, y los
seyscientos y veynte e cinco ducados por el tiempo que a gozado del
ayuda de costa, que por un mandamiento de la dicha Real Audiencia
se le manda dar a razon de quinientos ducados cada un año, de los
quales a gozado solamente dos años, como todo paresce por el dicho
libramiento».— AGI, Contaduría 1051.

19.— Dos expediciones salieron por este tiempo de Santo


Domingo conduciendo gente que podría hallarse en funciones de
guerra en el continente sudamericano; la primera cuando presidía
López de Cepeda; la segunda en los primeros meses de presidir
interinamente Juan de Echagoián, a quien duró la responsabilidad
del cargo desde 11 de mayo de 1561 hasta 3 de agosto de 1562.
20.— Fr. Francisco Montesinos, provincial de los frailes
dominicos, había llegado al puerto con copia de frailes de su Orden
y número de monjas para fundar monasterio, que se hizo, y fué el de
Regina Angelorum. Trajo consigo también algunas reales cédulas,
unas de comisión para entender en la fundación y establecimiento
de un pueblo en las costas de Cumaná para la conversión de indios
aruacas por el ministerio pacífico de la predicación evangélica,
y otras para que la Audiencia le prestase con toda eficacia los
auxilios necesarios de juntar cierto número de vecinos para dicha
fundación, gente de armas que solamente hiciese uso de ellas para
repeler las hostilidades que los indios caribes intentasen y, porque
no hubiese retardo alguno, que el patache que fué de la armada del
cargo del general don Juan Tello de Guzmán, se le diese con todas
prevenciones y provisiones impreteribles del caso, con que en todo

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

fortuito lance contrario al intento de aquella comisión, tuviesen


en él abrigo y refugio. Parece que el Provincial llevó consigo hasta
cuatrocientas almas en un barco que se fletó o compró, por haberse
vendido ya todos los barcos de aquella armada.
21.— Hizo el provincial un centro de aprovisionamiento en la
isla Margarita, y porque allí tuvo noticias que su empresa fenecería
en sus mismos principios si no se valía de arbitrios transitorios para
conseguir todos medios indispensables para que el nuevo pueblo
afincase con efecto, asumió por disposiciones de general cuantas
cosas fueron condicionadas por aquellos vecinos para contribuir a
toda necesidad; como fué el querer cobrar en piezas de indios el valor
de cuanto el fraile llevase. Fray Francisco comprometió su palabra
de dar indios encomendados a sus favorecedores, y por esclavos
aquéllos que en el continente, teniendo catorce años de edad y más,
se resistiesen a admitir el tutelaje de las encomiendas. Esta noticia,
sabida que fué por los de la Audiencia, y porque no se sospechase
que la publicación solemne de aquellas promesas que el religioso hizo
en la iglesia de la Margarita estuviese respaldada por los Oidores,
fué puesta en conocimiento del Rey, en tiempo que ya había sido
despachado el aviso a aquella isla, desengañando a los vecinos de
la torcida intención de tal concierto. Así quedó desacreditada la
conducta del P. Montesinos, con más cordialidad adversa de parte
de los frailes de su provincia, que por protesta de la Audiencia (que
en esto guardaba con tesón sus preeminencias), pues ya para estos
tiempos, y poco antes que dicho Provincial arribase procedente de
España, López de Cepeda, Sánchez de Angulo y Echagoián habían
escrito al Consejo que en la isla Monserrat los indios caribes dieron
muerte a todos los hombres de una nao que se perdió allí cerca, y
retenían mujeres y niños; que dichos indios hacían incursiones en
canoas y cautivaban blancos en distintas partes, y que se debían
castigar, para lo que pedían licencia de ir a tomarlos para traerlos a
la Española, porque esta Isla se hallaba bien desierta, “demás de que
poblándose, estorbarían estos pobladores mucha suma de negros que

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

por diversas partes en esta Isla andan alzados, lo cual si con brevedad
no se remedia….. etc.”

v Santo Domingo 17 de junio de 1561.— La Audiencia al Rey sobre


la maniobra del P. Montesinos, porque «publicó en la iglesia de la
Margarita ciertos capítulos para mover alguna gente, en que decía que,
por orden de V.M. hacía guerra a los naturales que iba a pacificar, si le
resistiesen la entrada, y que los prisioneros o cautivos, siendo varones
de catorce años, serían sus esclavos, que les encomendarían los indios
y les daría servicio personal y otra cosas bien fuera de la intención
de V.M.; y que, por descargo de la real conciencia, habían escrito a
los vecinos de aquella isla no tener valor ninguno la declaratoria del
dominico.— AGI, Santo Domingo 71.
v Carta de los Oidores de 10 de diciembre de 1560, sobre las tropelías
de la isla Monserrat. AGI, Santo Domingo 71.

22.— El 22 de julio de 1561 se apoderó de la isla Margarita


el furibundo y endemoniado tirano Lope de Aguirre, quien a sus
mismos secuaces mataba cada día. Llena está la historia de asesinatos
cometidos en aquella isla hasta salir de allí casi violentamente por
la fuga de soldados suyos que con indios y vecinos de la misma isla
comenzaron a dañarle. Por algunos de los fugados, o más bien pasados
a los españoles en una comisión que el tirano les había dado, el
provincial se determinó a hacer guerra para echarle de la isla; no tuvo
en ello, aunque mostró haber fuerza para empeñar el ataque, aquella
experiencia requerida con que terminar bien el lance en que se había
metido; se retiró y después de dar aviso en varios parajes de la costa
venezolana, en principios de septiembre entró en Santo Domingo y
dió nuevas del mortal infortunio de los margariteños. Hízose, pues,
una pequeña armada al mando del capitán Juan de Ojeda que había
sido almirante en la de don Juan Tello de Guzmán, y quien llevó
consigo cerca de 200 hombres y un equipo de consideración para
armar a los españoles del continente, pues se sabía ya que el tirano
se había metido en la provincia de Venezuela; sino que en este caso,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

como en otros muchos de aquellos tiempos, las distancias y demoras


para tales expediciones eran ocasión de llegarse tarde a dar con los
enemigos y sin haber obrado nada porque se allegó a dichas costas ya
roto el tirano en Barquisimeto, retornó a esta ciudad el 1 de febrero
de 1562. En cuanto a las órdenes libradas en la Corte para sofrenar
al tirano, estuvieron en su punto, pero sin efectividad, habiéndosele
debelado pronto y con felicidad.

v Madrid 7 de diciembre de 1561.— Real cédula: se ordena a la


Audiencia que haga armada contra Lope de Aguirre (sin ejecución,
por tardía, y la armada ya hecha antes de recibirse esta orden, no fue
de provecho por haber quedado debelado y muerto el tirano).— AGI,
Santo Domingo 899.
Santo Domingo 22 de mayo de 1562.— La Audiencia al Rey: «Con
la carabela de aviso, que mandó despachar sobre el acontecimiento
del rebelado Lope de Aguire, recibió esta Real Audiencia, con la carta
de V.M. las cédulas dirigidas a los Gobernadores de las provincias
comarcanas para que diesen lo necesario para la armada que se
mandaba despachar contra aquel perverso hombre…. y porque se
habrá visto por los despachos que se enviaron con la flota que salió
de este puerto por el mes de hebrero próximo pasado de este presente
año, cuando el mando de V.M. [llegó], ya estaba despachada la armada
contra él por esta Audiencia, y ansí estaba desbaratado Lope de
Aguirre y cortada la cabeza, no habría diligencia que hacer», etc.—
AGI, Santo Domingo 71.
v Madrid 7 de diciembre de 1561.— Real cédula para los oficiales
reales de Santo Domingo: que den lo necesario para la armada que
debe hacerse contra Lope de Aguirre.— AGI, Santo Domingo 899.
v Madrid 3 de septiembre de 1562.— Real cédula: para que la Real
Audiencia haga justicia en los presos que tiene, secuaces de Lope
de Aguirre; AGI, Santo Domingo 899.— «En lo que V. M. manda
sobre el castigo de los secuaces que anduvieron con el tirano Lope
de Aguirre, con la presente se envía relación de ello y se ha tenido y
tendrá gran cuenta en el castigo de los que en adelante se prendieren,
de manera que en estas partes no quede rastro de ellos»; carta de 14
de septiembre de 1563; AGI, Santo Domingo 71.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

23.— Un día de Dios la ciudad de Santo Domingo fué presa


de gran turbación y miedo: en la lejanía del horizonte se vió o se
creyó ver un barco grande que, por forma y porte, se tuvo por barco
enemigo; debió de ser, posiblemente, un navío de piratas o corsarios,
que pasó adelante sin acercarse mucho a la costa. Pero como el
miedo siempre es libre y mejor sea siempre precaver que remediar,
llegada la noche, corrió voz en grito de que Aguirre estaba en el
puerto; y se tocaron las cajas y campanas dando la señal de alarma,
y parece que todos acudieron a sus puestos. De este incidente, que
debió ser causa de varias descomodidades, carreras, sustos, y salida
a los campos en gran cantidad de mujeres y niños, no se dió cuenta
al Rey en oficios ningunos; pero se tiene averiguada la verdad por
documento indirecto. Diego de Rivera, uno de los tres capitanes de la
gente de a pie formada en sendas compañías de civiles aquel rnismo
año de 1561, trató en 1566 de hacer valer méritos personales por
conseguir del Rey se le tuviese presente en los casos de proveer la
Audiencia oficios interinarios de gobernación en las Indias conforme
al interrogatorio de una información, una de cuyas preguntas era
ésta: “Si saben que asimismo el dicho Diego de Rivera fue nombrado
por esta Real Audiencia por coronel de las ciudades de Santiago y
de La Vega de esta Isla para defensa de los puertos de Puerto Real y
Montecristi, etc”. A una de las preguntas Pedro Vázquez de Ayllón
dijo y declaró que éste fue “el primer capitán a quien la dicha Real
Audiencia dió conducta porque de antes, aunque se enviaron
capitanes, nunca supo este testigo, ni vido, que les diesen conducta
como al dicho don Diego de Rivera, y si se las dieran, este testigo
lo supiera y viera, por tratar mucho con ellos. . . el cual siempre
levantaba gente pagada por si en servicio de S. M., especialmente
una noche a deshora que dijeron que estaba dentro del puerto
Lope de Aguirre, le vido ser de los primeros que se hallaron en el
puerto con los Señores Oidores de esta Real Audiencia, y todo esto
este testigo lo sabe porque lo vido ser y pasar ansí”. E1 dato, desde
luego, se reproduce aquí al propósito de consignar el documento

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

más antiguo hallado con la mención del cargo y oficio de coronel


en Santo Domingo, justamente conductor de una columna.

v Diego de Rivera, casado con hija de hermana de fray Bartolomé


de las Casas; información de méritos y servicios.— AGI, Santo
Domingo II.

24.— Por peregrina ha de tenerse la suerte que corrió fray


Francisco Montesinos entre sus frailes. Estos habían aceptado
de muy buen grado que el Soberano les confiase la fundación de
un pueblo sin ruido de armas ni vejaciones a indios, y eligieron
religiosos que teóricamente eran partidarios de las ideas sustentadas
siempre por fray Bartolomé de las Casas, a quien se debía, desde
luego, esta comisión de tanta honra para la Orden. El bando que se
había echado en la Margarita de dar esclavos indios a los vecinos
que ayudaran en la empresa los había descorazonado, y con mucho
empeño pretendieron lo desautorizase la Real Audiencia, y así lo
consiguieron. Después de la ineficaz ingerencia para estorbar a Lope
de Aguirre sus abominables desmanes, el P. Montesinos hubo de
hacer frente al disgusto general de sus religiosos y para ello se echó
en manos de los Oidores, quienes, en consideración de que soldados
como Juan de Ojeda y sus cabos tuvieron cualesquiera razones para
vindicarse de no haber llegado a las costas de Venezuela con aquella
presteza que hubiese hecho buenos los gastos de una armada tan
inútil como expensiva (se gastaron en ella más de 5.000 pesos),
tuvieron a bien dar tanto apoyo al dominico quejoso de sus frailes
cuanto bastase para rehuir la responsabilidad que les tocaba en la
ejecución de las cédulas reales que anteriormente Montesinos les
había presentado, y dejaron que los frailes, por lo que a su fuero
atañía, obrasen y resolviesen, hasta quedar el sujeto en estado de
acudir personalmente al Rey o conformarse con su mala estrella. Ello
es que el Capítulo definitoria1 depuso a Montesinos de su cargo,
eligió nuevo Provincial, y acusó al depuesto de cosas gravemente

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

opuestas a su buen oficio y decoro de la Provincia; lo encerró en un


calabozo y no lo soltó hasta ver que con efecto se iba a España a
representar como quisiese. Del caso dieron cuenta los frailes a S. M.
a quien bastaba decírsele como a la Audiencia el nuevo Provincial
Fray Alonso Burgalés lo explicó, diciendo que “es verdad que S.
M. encomendó la demanda (de aquella fundación) al dicho fray
Francisco Montesinos por espacio de ocho años, si al Provincial
y Capitulo otra cosa no les pareciese; “e porque les ha parescido,
estando juntos en Capítulo, que no convenía que el dicho Padre
prosiguiese la tal demanda por cosas que son contra la religión y él
las ha hecho, cual el Rey nuestro señor no quiere ni es servido dello
(antes da a entender que se procure de traer los dichos indios aruacas
a la fe de nuestro Redentor por amor y paz y buenos tratamientos,
sin escándalos ni alborotos de otras gentes), lo cual el dicho fray
Francisco no ha hecho, les pareció que será servicio de Nuestro Señor
e de S. M. que no prosiguiese la dicha jornada, etc.” Conque por
mucho que se considere qué denso meollo tiene la ley entre frailes
dominicos de enjuiciar capitulariter a sus Superiores y despojarlos de
su gobierno por perversos o por insuficientes, ya contaban todos con
la reprobación general de aquel sujeto que no se allegó a la Margarita
sino sabiendo previamente que la mayor parte de los seguidores del
tirano estaban por escapársele en pudiendo, y que si hubiese hecho
un desembarco por la costa opuesta a la ciudad, hubiera conseguido,
con la captura de Aguirre, su perdición segura, habiendo tantos
que se hubiesen juntado y con ellos los mismos soldados del tirano,
ya que allí mismo donde cometió tantos crímenes hubiera pagado
su infernal deuda con la propia cabeza. Cierto que ninguno de
los Padres definidores era competente para haberlo hecho mejor
que Montesinos, pero el mismo tirano había sido el profeta que,
burlándose de Su Paternidad Muy Reverenda, cerró su carta con estas
palabras: “No vaya Vuestra Paternidad a Santo Domingo, porque lo
tenemos por cierto que le han de desposeer del trono en que está, y
para eso, Cesar o nihil”. Y en esto paró justamente Su Reverencia.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Hubiera hecho mejor demostración y salvado de la muerte a dos


dominicos que el tirano mandó a asesinar, y no hubiera sido tanto
el encono de los frailes, tan sutilmente satisfecho con aquel pretexto
de la libertad de los indios. Para tal causa otro debió haber sido el
tiempo de su deposición, esto es, antes de su interferencia con Lope
de Aguirre. Y ya se sabe que siempre ocurre igual: del árbol caído
todos hacen leña.....

v En Lope de Aguirre el Peregrino…. etc. De Casto Fulgencio


López (Caracas, 1947), se reproduce en facsímil la carta del Tirano
a Fr. Francisco Montesinos.
v El descontento de los dominicos con su Provincial depuesto, e
incidencias posteriores, mayo de 1562, en AGI, Santo Domingo 71.
El consabido fray Alonso Burgalés, nuevamente provincial, y sus
cuatro orondos definidores (los dos de ellos fr. Juan de Bustamente
y fr. Antonio Meriño, catedrático que debieron ser del Colegio
Universidad de Gorjón, sujetos sin arraigo entonces ni después),
tomaron la empresa de los aruacas con aquel fervor que goza de muy
subida ley en expresión de pluma, y dijeron al Rey: «presupuesto que ya
estamos ofrecidos a este tan arduo negocio por servir a Dios y a V.M.»
según carta de 18 de mayo de 1652, AGI, Santo Domingo 71; pero en
el hecho (nosotros advertidos que los dominicos también expresaron
que «V.M. nos debe favorecer como es justo y principalmente con
sus ministros de justicia que muchas veces nos son contrarios»),
nada parece que mejoraron los principios del p. Montesinos; pues
como el Rey ordenase el ponerse luego competente autoridad en
«un pueblo que pobló en Cumaná fray Francisco Montesinos para
el efecto que se le había encargado de la conversión de los aruacas»,
la Audiencia respondió en su carta de 14 de diciembre de 1563 que
«por información bastante que el dicho pueblo es poca cosa, por ser
una ranchería de hasta diez bohíos, casas de paja, y aún estos vecinos
que allí hay, tienen poco asientos»; y como de la misma calidad, «dos
frailes que les dejó fray Francisco Montesinos, se han ido de allí» y
se había pedido al obispo de San Juan que les pusiese clérigo. En la
cuenta de los dominicos, carta de 12 de mayo de 1562, manifestaron al
Rey que la obra de Montesinos debía proseguir, porque «según somos
informados, en el cual pueblo hay al presente tres religiosos sacerdotes

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

que entienden en la pacificación y conversión de los indios, y el uno


de ellos es ido a entender en lo mismo en la isla de la Trinidad por
haber en ella muy gran parte de aruacas, los cuales se han bajado
allí con la esperanza de nuestra conversación, y tenemos entendido
que se vendrán donde está el pueblo de españoles, o cerca de allí»;
AGI, Santo Domingo 71. Y todo paró en que, habiéndose allegado
a la humana flaqueza de los operarios las frecuentes injusticias de la
justicia, que debió ayudarles, primero uno, después los otros dos se
apartaron de la brega, y cuadros como éste muchos son en la historia
los que se ofrecen en el orden de la conversión de los indígenas del
Nuevo Mundo, como abunda igualmente la tenacidad y constancia
de los operarios en su alto ministerio todo rodeado perennemente de
espinas desgarrantes, aquí por la fiereza o por la doblez de los bárbaros,
allí por la penuria, las enfermedades y mortíferos climas, y siempre casi
por la perversidad de sujetos que, constituidos en autoridad, tenían el
nombre del Soberano en los labios y en la pluma, pero en el corazón
bien asentado el odio y el furor contra religiosos no consentidores de
agravios a los indios menos aún cuando se pretendía que el religioso
desnudo y pobre con su silencio y su pasividad no entorpeciese los
hinchimientos de la codicia de tales ministros de justicia. Y bien se
presume que el P. Montesinos debió de haber sido, más que sacerdote,
aventurero.

25.—Tanto de la Española como de otras gobernaciones de Indias


habían llegado al Consejo cartas sobre arribadas de barcos extranjeros
que ordinariamente se habían desviado de su verdadera ruta y a
título de arribada forzosa eran admitidos a puerto, verificándose
todas veces que gente de tales navíos se escondían por los montes
y con diversos recatos se quedaban en la Isla o en las partes a que
se acogían, hallándose más tarde implicados en negociaciones con
sus connacionales; los más de estos llovidos eran portugueses. Dióse
providencia para la expulsión de tales sujetos, y en real cédula de
1562, con la orden se expresaron las calidades para expulsar o dejar
tranquilos a los extranjeros residentes en la Española y demás partes:
extranjeros con diez años de residencia y bienes de asiento, casados
con mujeres naturales, sean tenidos por naturales; extranjeros sin

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

licencia, casados con mujeres naturales y diez años de vecindad,


sean tenidos por naturales; extranjeros sin licencia, mercaderes, no
casados, aunque tengan diez años de vecindad, no se tengan por
naturales; extranjero no mercader, con diez años o más de vecindad
y con bienes, aunque no sea casado sea tenido por natural. Sino
que esta orden, con texto ya hecho norma de aplicación para todos
casos semejantes, fué rutinaria y estaba en contradicción con otra
que daba calidad para hacerse pueblos en la Isla con los extranjeros
debajo de ciertas cautelas, y tales cautelas, subordinadas a otras
personalísimas, fueron de tan escasa entidad, que ni pueblos se
hicieron (con portugueses), ni a extranjeros (portugueses) se puso en
aprieto de salir sino en cuanto alguno, por cualquier motivo hecho
el blanco de particular intento, era el negro que salía de estrechuras
si su causa se definía por expulsión de la tierra.

v Bosque de Segovia 9 de julio de 1560.— Real cédula, autorizando


la fundación de pueblos con portugueses, que tengan 30 vecinos; con
que sea a cinco leguas y más de la ciudad de Santo Domingo, pero
no en puertos de la mar. Se dan las ordenanzas (17) que deben regir
en el hacerse los pueblos. Petición hecha por el procurador Baltasar
García.— AGI, Santo Domingo 899.
v Madrid 21 de de febrero de 1562.— Real cédula de discriminación
de extranjeros ya avecindados en la Isla.— AGI, Santo Domingo 899.

26.— A una carta de 4 de julio de 1558 sobre tales arribadas


forzosas, singularmente de navíos portugueses, los Oidores
manifestaron: “parécennos que son muchos los navíos que vienen
desta manera y tememos no sea hecho maliciosamente; damos
aviso dello”, se respondió con real cédula de 1563: que los navíos
extranjeros, especialmente portugueses, que pasan sin licencia a
puertos españoles, sean reprimidos con firmeza, y a los que justificaren
ser forzosa su arribada, se les despida cuanto antes sin consentirse
que ninguno ponga pie en tierra ni descarguen mercadería ninguna.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Santo Domingo 4 de julio de 1558.— Los Oidores al Rey: «De dos


años a esta parte han venido a esta ciudad algunas carabelas y navíos
del reino de Portugal con gente portuguesa y han traido algunos vinos
y otros mantenimientos en poca cantidad, los cuales, los más de ellos
han aportado a la isla de la Margarita y Borburata, y a la isla de San
Juan, los cuales prueban cómo iban al Brasil y San Tomás y otras
partes, y que, con tormenta y caso fortuito, arriban a estos puertos; y
prueban que era su derecha descarga a otras partes; y en estos puertos
donde llegan, los oficiales que V. R. M. tiene en ellos los despachan,
pagando allí vuestros derechos reales y vuestro Presidente y Oidores
de esta Real Audiencia los dan por bien entrados pagando los dichos
derechos…. Parécenos que son muchos los navíos que vienen de esta
manera, y tememos no sea hecho maliciosamente; damos aviso de ello
a V.M. para que nos mande lo que debemos hacer en ello».— AGI,
Santo Domingo 71.
v Toledo 27 de noviembre de 1560.— Real cédula a la Audiencia
para que sean tratados por todo rigor de ley cuantos extranjeros
aportan con sus navíos en los puertos de la Isla con mercaderías sin
registrar.— AGI, Santo Domingo 899.
v Aranjuez 25 de mayo de 1563.— Real cédula para la represión de
portugueses en arribadas forzosas.— AGI, Santo Domingo 899.

86
Capítulo III
Presidencia del lic. Alonso Arias de Herrera
(1562-1566)

27.— El 3 de agosto de 1562 entró el nuevo presidente Arias


de Herrera en su oficio, que mantuvo hasta el 28 de mayo de 1566.
Muy re­cientes eran, demás del grave negocio en que en­tendió la
Audiencia con motivo de las depreda­ciones y crímenes de Lope
de Aguirre en la Margarita y Tierrafirme, los insultos de corsarios
franceses en su práctica de rehuir encuentros con españoles, si no
tenían fuerzas para enfren­tarse a ellos, o para robarlos, y en los casos
de resistencia armada y subyugada, tirarlos por la borda al mar. Quizás
más que franceses dieron trabajos las múltiples interferencias que
solía plantar entre los señores de la Audiencia, una doña Brígida,
mujer del oidor Diego Sánchez de Angulo, porque, sin aparato
visible de agencia de negocios, era ella clave de muchas disposicio­
nes de gobierno y también de grandes discordias entre los ministros
y alguaciles, sin poderse exi­mir en muchos casos de tal vasallaje,
ora gus­toso, ora enojoso, a aquella mujer dominante, el Cabildo
de la Ciudad de Santo Domingo. El con­tubernio originado de esta
fémina tan “podero­sa” fué puesto en noticia del Rey por el mismo
Arias de Herrera, cabalmente el propio día que tomó posesión de
la Presidencia, de que puede inferirse que más tarde hubiese de
permanecer al margen de tan gran desorden, y por ello sen­tir los
efectos de cuantos tan amartelados se hallaban con la Brígida; si así
se portó, no le duraría mucho el aprecio de su honra propia, aunque
ganase en el de la tranquilidad de espíritu, co­mo viven sin dolor

87
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ni gozo los que en el ceder del viril empeño de mostrarse como


hombres, se amoldan mansamente a los dictados y férula de mujer-
sargento. La amistad de los oidores Cá­ceres y Ortegón con Sánchez
de Angulo era en consorcio con doña Brígida, mujer del último, y
los tiros contra el oidor Echagoián daban fe de la enemistad que
éste mantuvo contra todos los que seguían el batuteo de la “ella”.

v Lic. Alonso Arias de Herrera; su título de Presidente en Toledo 22


de enero de 1561; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090.—
El 9 de febrero, por sendos despachos se le concedió: salario de un
millón de maravedís y la ayuda de costa anual de 500 ducados; 800
ducados adelantados, en cuenta de su primer salario, para habilitarse;
franqueza de derechos en todas cosas que llevase consigo, con que
fuesen para su abastecimiento personal; licencia para llevar sus criados
y seis esclavos negros que tenía; y una orden para que los Oidores
de Santo Domingo desalojen el edificio de la Real Audiencia, si en
donde el Presidente había de alojarse, no bastaba para su acomodo
y de sus domésticos: AGI, Santo Domingo 899.
v Las comisiones dadas en diferentes ocasiones a Arias para que
metiese en el cauce de lo normal a los ministros de la Audiencia, se
conocen por los siguientes despachos:
Madrid 16 de noviembre de 1561.— Real cédula de comisión a
Arias de Herrera para que residencie al oidor Sánchez de Angulo.—
AGI, Santo Domingo 899.
De igual fecha.— Real cédula al mismo: si no resultare cargo
grave de la residencia de Sánchez de Angulo después de tomados sus
descargos, lo restituya a su oficio de oidor.— AGI, Santo Domingo
899.— (No lo repuso en el oficio).
De la misma fecha.— Real cédula, con aviso a Arias de Herrera
que se le envía la pesquisa secreta que López de Cepeda hizo de
la conducta de Sánchez de Angulo, para que se sirva de ella en la
residencia que le ha de tomar.— AGI, Santo Domingo 899.
Del mismo día.— Real cédula de comisión a Arias de Herrera
para residenciar a los oficiales reales.— AGI, Santo Domingo 899.
Madrid 2 de febrero de 1562.— Real cédula: los escribanos, ante
quien pasaron los autos de la residencia que el oidor Echagoián tomó

88
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

a López de Cepeda, envíen testimonio de todo lo que tengan en


manera que hagan fe.— AGI, Santo Domingo 899.
Madrid 8 de diciembre de 1562.— Real cédula a la Audiencia:
si al recibo de este despacho Echagoián no ha tomado sus descargos
a López de Cepeda, provean que el mismo Echagoián con el oidor
Cáceres de Ovando, como acompañado, los reciban en el término de
los primeros veinte días de recibida esta cédula, y que den la sentencia
dentro de los otros diez días siguientes; y pasados los treinta días, si no
lo han hecho, Presidente y Oidores hagan lo que debía haber hecho
Echagoián.— AGI, Santo Domingo 899.
Madrid 20 de enero de 1563.— Real cédula a Arias de Herrera,
para que en la sentencia que se dé a López de Cepeda se junte con
Echagoián y Cáceres a fin de que no haya empate de votos (a petición
de Cepeda).— AGI, Santo Domingo 899.— Despachos caducados
cuando se hicieron.
Madrid 26 de abril de 1563.— Real cédula, quitando a Echagoián
la comisión que recibió de residenciar a López de Cepeda.
Madrid 2 de mayo de 1563.— Real cédula a Arias de Herrera:
sobre incidencia de la residencia tomada a López de Cepeda.— AGI,
Santo Domingo 899.
Madrid 2 de mayo de 1563.— Real cédula a Echagoián: que dé
al licenciado López de Cepeda un traslado de la residencia que le ha
tomado.— AGI, Santo Domingo 899.
Madrid 22 de junio de 1563.— Real cédula a Arias de Herrera;
que no apremie ni ejecute a los fiadores de López de Cepeda. Y otra al
mismo, de Madrid 4 de julio de 1563, sobre lo mismo. AGI.— Santo
Domingo 899.— (Fueron despachos de expedición tardía).
Guisando 20 de abril de 1565.— Real cédula, a Arias de Herrera:
como hasta ahora no ha enviado al Consejo nada tocante a la visita
de los oficios de la Isla como se le mandó por cédula de Madrid 21
de diciembre de 1562, se le manda que envíe lo que tenga obrado en
dicha visita.— AGI, Santo Domingo 899.
v La carta de Arias, 2 de agosto de 1562, con mención de Brígida
Chacón, en AGI, Santo Domingo 71.

28.— Singulares aparecen, entre la selecta caterva de favorecidos


por doña Brígida, dos sujetos del mismo apellido y de espíritu de

89
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

hermanos (por primos eran tenidos), Alonso Bernáldez de Quirós


y Lorenzo Bernáldez de Lorca. Echagoián los motejó de judíos y
sobre ello se hizo una in­formación. El Alonso sabía irritarse a sus
tiempos y hacer demostraciones peligrosas, corno la de sa­car su
daga y tratar de arrancar contra el pre­sidente Alonso Maldonado;
el Lorenzo no se en­cendía ni cuando por pundonor, antes había de
estar a perder la vida, cumpliendo el deber, que a perder un ducado;
sino que en amasar dineros y otros bienes ambos a dos eran iguales,
aunque a Alonso, solamente, en el lenguaje pícaro se le conociese
con el mote de Ojo de Plata. Este Alonso, gracias al parentesco
que se decía tener con el oidor Sánchez de Angulo (si por ventura
con ello quería significarse protección especial de doña Brígida) fué
enviado por la Audiencia, aun­que sin el voto de Echagoián, por
juez pesquisi­dor de la remisa conducta del gobernador de Venezuela
Pablo Collado en el debelar con activi­dad al tirano Aguirre; y,
aunque a su vez, residenciado del tiempo de su mando, se le ajustó
un fallo de “buen juez”, con ojo de plata todo lo que vió por aquellas
tierras podía adquirir, en habiendo tiempo, argentíneo color; sobre
lo cual documentos nos intruyen que fué más tarde (doña Brígida
igualmente cooperante) “buen amasa­dor de ducados”.

v Lorenzo Bernáldez de Lorca fué hijo de médico maese Bernal,


quien con su mujer fué expulsado de Cazalla por judíos tornadizos;
en 1554 era ya vecino (aunque ausente en Plasencia) de Santo
Domingo; en 1586 declaraba tener 60 años de edad. Regidor de
Santo Domingo (su pretensión fué de diciembre de 1575, AGI,
Santo Domingo 28), hállase su nombre y firma entre los regidores
en los años de 1577 a 1590.— Alonso Bernáldez de Quirós, natural
de Medellín (Extremadura), estudió en Salamanca y se lincenció de
abogado en 1550. Parece que vino a Santo Domingo, debajo la sombra
del oidor Diego Sánchez de Angulo, de quien (o de su mujer) era
deudo; regidor de Santo Domingo con título de 4 de septiembre de
1560, todavía en 1591 firmaba entre regidores. Enviado segunda vez
a Venezuela para gobernar por muerte de Pérez Manzanedo, recibió
allí el desquite de su conducta anterior en el haber pronunciado

90
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

cuatro penas de muerte para el gobernador Pedro Collado, porque


residenciado por el nuevo titular Pedro Ponce de León, y hécosele
cargo de haber tratado y negociado con John Hawkins con la más
desfachatada licencia, le envió preso a la Audiencia de la Española,
debajo la obligación de presentarse en el Consejo en el término de
año y medio, dando las fianzas de 20.000 pesos (y libró auto para el
fiscal de la Audiencia). Antes de perimir el término, el fiscal Santiago
del Riego hizo la requisitoria para que diese la fianza o fuese preso,
sino que todavía un año después de pasado el término, ni el fiscal
logró puntada que hacer, ni “Ojo de Plata” exhibió la plata, ni fué a
la cárcel; antes favorecido por los satélites de doña Brígida, y hasta
con la “autorizada” recomendación de un fray Diego de Contreras,
se presentó en la Corte como Procurador de la Española….. – AGI,
Indiferente General 5090; Santo Domingo 71, 73, 74.

29.— John Hawkins, inglés, en la Española.— “La centralización


del comercio (con las pose­siones americanas) en Sevilla por medio de
la Casa de Contratación, organismo creado para la gestión inmediata
y el manejo práctico de los asuntos económicos, sobre la base del más
rígi­do monopolio, contribuyó a dar pie al comercio clandestino por
el alza de precios a que la ex­cesiva demanda de artículos de primera
necesi­dad dió lugar por la demora y escasez con que llegaban al
mercado americano. En no menor es­cala contribuyeron a este estado
de cosas las ga­belas, impuestos y extorsiones de toda índole, unas
veces legales y otras arbitrarias, a que el comercio monopolizado ha
dado lugar siempre a través de la historia. El resultado no se hizo es­
perar. Con la Organización de las flotas y armadas de guarda, España
obligó al corso a buscar.. el comercio clandestino. Lo empezaron
los fran­ceses conduciendo hierros, paños y bujería a las Antillas
y lugares circunvecinos; los siguieron los portugueses llevando
negros de Guinea, solicita­dos por los mineros y agricultores, y lo
monopolizaron más tarde los ingleses en su doble papel de negreros
y mercaderes”. (A. Romeu de Ar­mas).
30.— Durante la presidencia de Arias de He­rrera vino a tener
comienzo esta expansión mer­cantilista de los ingleses en América.

91
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Si los franceses se presentaban siempre hostiles en los dominios


españoles, en razón de la enemistad tan prolongada entre las Coronas
de España y Francia, los ingleses, al amparo de la paz y amistad con la
nación española, luego de mantener en ja­que a portugueses, franceses
y holandeses en los mares africanos, y de infligirles muchos daños,
teniendo el apoyo y escala en las Canarias reco­nocido este comercio
por ambos monarcas, a la sombra de la amistad acabaron de romper
el mo­nopolio portugués y comenzaron a debilitar el monopolio
español de su comercio en Indias, Cabalmente en los días del reinado
de Maria Tu­dor, esposa del rey don Felipe II; la actividad in­glesa,
empero, tomó cuerpo a la muerte de aquella reina, en 1558, porque
“si hasta entonces los ingleses habían respetado la integridad del
im­perio español, a partir de ahora empezaría la ca­rrera desenfrenada
de atentados y ataques, que tienen su máxima expresión y símbolo
en la figura semi-legendaria de Drake” (A. Romeu de Armas).
31.— Después de haberse ejercitado en el cor­so contra franceses
y holandeses en el Canal de la Mancha los hermanos John y William
Haw­kins, hijos del navegante William Hawkins, señor de una flota
propia, John dirigió sus activi­dades al comercio con las Canarias,
haciendo al­gunos buenos tercios a ensayos con miras a mayores
empresas contra españoles, y al calor de agentes de su nación en
aquella isla y principal­mente con la cooperación de los Ponte,
hacenda­dos azucareros de Tenerife. Ya con todas las pre­venciones
hechas y con piloto conocedor de los puertos de Santo Domingo,
se lanzó al océano con sus cuatro navíos, en que condujo una gran
ne­grada, adquirida en robos y en compras hechas en la Guinea, y sin
tropiezo ninguno aportó de­lante de Puerto de Plata, como seguro de
estar poco menos igual que si se allegara a los puer­tos de Canarias. Era
nada menos que el ejecu­tor del remedio de una necesidad extrema
entre mineros y agricultores, auxiliados por sus correspondientes en
islas, y cartas llegaron subrepti­ciamente a manos de todos cuantos
podían sacar provecho de la ocasión, bien antes que la denun­cia de
haber ingleses en las costas del Norte he­cha de oficio a la Audiencia

92
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

por el teniente de justicia, alcalde y oficial de tesorero real, Fran­


cisco de Zeballos. Este, en los términos de la de­nuncia y justamente
con acuerdo de Hawkins. manifestó que el inglés con sus navíos
había arribado con diferentes daños en sus barcos, y que habiendo
requerido un puerto para darles carena y seguir su rumbo por los
mares, le indicó el puerto de la Isabela, premeditando así que la Real
Audiencia tuviese tiempo para enviar capi­tán y soldados bastantes
que los destruyera. Hawkins, mediante este acuerdo, hizo estadía
en la Isabela y a poco se alargó con un navío a Montecristi, puerto,
para ir distribuyendo, con toda facilidad para los compradores de
negros, aquella numerosa carga.
32.— Arias de Herrera, con el propio aviso de presencia de
ingleses tuvo la norma que había de observar en el nombramiento
de capitán que sa­liese a impedir sus contrataciones. Desde los días
de Maldonado la facultad de nombrar capitanes de guerra residía
en el Presidente, y por la querella de Echagoián de haber sido
nombrado capitán quien conocidamente no debía serlo, se reconoce
que no en juntas o acuerdos formales se debatió este asunto, sino
en un ambiente de segundas in­tenciones llamándose a intervenir
oficiosamente cuantos directa o indirectamente esperaban salir
gananciosos en la calva ocasión de Hawkins. Arias de Herrera
nombró para aquella función al ba­chiller Lorenzo Bernáldez de
Lorca. Sus nexos con Alonso, y con el favorecido de doña Brígida
y su marido el oidor Sánchez de Angulo, del otro oidor Cáceres de
Ovando, y aún de regidores, hacenda­dos y necesitados de brazos
en sus estancias y ha­tos, todo inclinó el juicio del Presidente,
cohibido y determinado a pasar por títere de una mayoría, o también
aprovechado, cuando la minoría, sólo Echagoián, era sujeto sin
amigos dentro y fuera de la Audiencia.
33.— Por aquellos tiempos el bachiller Bernáldez residía en
términos de La Vega, ocupado en dar con minas de oro en las
montañas de Jarabacoa; sabedor de la ocurrencia de negros en puerto
distanciado de Santo Domingo, estaba a posta en las inmediaciones

93
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de la destruida ciudad, donde acampaba el corto vecindario que


carecía de haciendas (el terremoto famoso que destruyó la decantada
populosa Concepción de la Vega había acontecido el 2 de diciembre
del año precedente), y en esta circunstancia de esperar nuevas,
según confidencias, recibió el nombramiento en el hecho sin otro
retardo que el del término de la distancia. (Hallábase entonces
Arias de Herrera en el Cotuí, y nosotros no sabemos por otra vía
cuando recibió la Audiencia el aviso de estar el inglés en las cos­tas,
ni por qué el Presidente se hallaba en el interior). Hombres tenía
Bernáldez, peones, oficiales; se sobraban otros muchos de los a la
sazón sin te­cho, y con ellos formó un cuerpo, conforme a la orden
recibida de hacer para el efecto una leva, y se dirigió a Montecristi
por las sendas conocidas y trilladas, pasó ríos y riscos que en tiempos
de labor personal eran fatigas concomitantes para quien en ello se
buscaba la vida, pero “en el servicio del Rey nuestro señor” obstáculos
espantables salvados en aras del real servicio, con amor y celo hasta
perecer en la demanda, obligación primordial de los leales vasallos,
dignos, por tanto sacrificio a la gloria del Rey hecho, de las mercedes
muníficamente brotantes de sus piadosas manos.

v Santo Domingo 13 de febrero de 1563.— Arias de Herrera,


Echagoián y Cáceres de Ovando (capítulo): «A dos días del mes de
dizienbre del año pasado de 562, entre las ocho y nueve de la noche,
ovo en esta cibdad y en los pueblos desta ysla un gran temblor de
tierra, que cayeron muchos edificios, ansi en las iglesias y monasterios
como en las casas particulares de vecinos, y en especial en la ciudad
de la Vega cayó la yglesia catedral que era de piedra la más fuerte y
más antigua desta ysla y la torre della, e lo mesmo en la cibdad de
Santiago, y en anbos pueblos murieron en un mesmo dia hasta diez y
seis personas, y todo sucedió en un mesmo dia y ora en toda esta ysla,
con tan gran ruido que fué cosa de mucho espanto y temor, tanto que
las gentes se an salido a vivir y poner tiendas en los canpos, y oy dia
estan en ellos mucha gente y en las estanzias y heredades, porquel
temblor dura más de sesenta días continos y aun oi dia no dexa de
temblar, y por el consiguiente hizo mucho daño en otros pueblos y
en los yngenios de la tierra».— AGI, Santo Domingo 71.

94
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

34.— Hízose creer al Consejo de las Indias que para el más


efectivo logro del castigo y destruc­ción de ingleses corsarios, aquel
cuerpo de valien­tes caballeros, pensando que habían de chocar con
negros cimarrones, perseveraron durante fatigosas jornadas (y, vaya
que si a las veces avanzaron abriéndose camino por las espesuras a
fuerza de brazo y machete) con el más esforzado aliento, sino que
por difíciles pasos de ríos, necesidad de a­provisionamientos y otros
tropezones graves, las escuadras impensadamente se apartaron unas
de otras, y (en la cuenta del capitán de guerra se di­ce) grande suerte
fué que el propio capitán Ber­náldez saliese tan bien librado en el
dar con ingle­ses, pues si bien no pudo sorprenderlos, dió en al­gunos
de ellos y los rindió (a caso hecho dos ingle­ses sirvieron en el juego
de gente sorprendida y a­corralada, plan urdido para entonar lo que
después se practicó sin otro ensayo); y enterado el capitán inglés
del caso, pues por todas partes puso el mismo consabido cebo, de
haberse ejecutado todo como se había previsto, mandó a uno de
los suyos, que había vivido mucho tiempo en Cádiz (consta que
era un Juan Martínez, natural de Cádiz, que había vivido tiempo
en Inglaterra), propusiese el canje de todos los ingleses prisioneros
por ciento y cinco negros, con que precisamente se le diese licencia
para vender otros treinta y cinco que le quedaban. A que se allanó
Bernáldez por evitar que se derramase sangre, estando los ingleses
tan provistos de armas y gente, previa inspección de sus navíos para
estar cierto que solamente tenía 140 negros, que era la carga que
había traído con los otros (que antes de habérselas con dicho inglés
en virtud de su comisión de defender no hi­ciese tratos y contratos
con españoles), ya ha­bían sido echados en tierra y conducidos por
com­pradores a sus estancias y sementeras. Y como ciertamente se
hizo canje de cuatro ingleses por cuatro españoles y éstos pasaron
a los na­víos para comprobar aquella cantidad de ne­gros, y con
juramento dieron que ni uno más ha­bía sino los dichos 140, dió la
licencia a Hawkins para que vendiese los 35, pagados ¡a derechas!
los derechos del rey, y habiendo recibido los 105, “luego allí entregué

95
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

a Francisco de Zeballos, vue­stro tesorero en Puerto Plata”. Sino


que el infor­mante en esta parte no explicó qué oficio real hacía en
Montecristi el Zeballos en tal ocasión, si bien, después del trato
hecho con Hawkins, tanta probidad hubo de haber en el tesorero
Zeballos, como en Bernáldez, presupuesto que en discurso (que dió
a entender no haberlo escuchado ingle­ses) manifestó a vecinos de
Montecristi, Santiago y Puerto de Plata “que ninguno contratase
con los dichos ingleses ni les comprasen negros porque serían muy
castigados y perderían su dinero, y que no se extrañasen con la
licencia que yo les había dado, porque no valía cosa alguna, ni yo la
había podido dar, porque mi comisión era para prender o matar los
dichos ingleses….” Expresión conminatoria porque entre muchos
no quedasen treinta negros; pero Hawkins se sacó después de los
oídos, como si fuese cerumen, otros cien negros más (cuatro testigos-
inspectores y en plan de pesquisa afirmaron no haber más negros
que los declarados por el inglés) y los vecinos compraron, por ser
notorio a todos que de lo contenido en la licencia para vender treinta
negros, a Hawkins “no se le daba nada”, ni a ellos tampoco, siendo
los más compadres del negocio, por comprar los ciento y treinta.

v A. Romeo de Armas, op. cit., reproduce en Apéndice documental:


la licencia que Bernáldez dio a Hawkins para que negociase sus negros,
19 de abril de 1563 (doc. 2): la carta del Presidente sobre este acaecido
en los puertos del Norte (transcripción Impresa notoriamente
defectuosa), 20 de mayo de 1563 (doc. 3); la carta de Echagoián con
explicación contraria a la del Presidente y Bernáldez y Villoria, 4 de
noviembre de 1563 (doc. 4); carta, sin fecha, de Bernáldez, explicando
su caso y pidiendo mercedes (doc. 5).
En la parte resolutiva de la licencia dada por Bernáldez a Hawkins
se dice, que mejor no lo dijera un honrado caballero portugués: «Por
tanto, por la presente vos doy licencia para vender los dichos treinta
e cinco negros con los cargos arriba dichos en tanto quanto yo puedo
e de derecho devo e no más, con que los vendays dentro de veynte
dias, y dentro dellos vos fornescays e partays, e no lo faziendo dentro
del dicho termino, cualquiera vos pueda ofender libremente».— AGI,
Santo Domingo 71.

96
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

35.— Como siempre se haya dicho que “el mundo es de los


osados” (y ello se ve cada día, que por un caso en que salen con
la cabeza entre los pies, noventa y nueve se la dan con queso a la
autoridad que acostumbra a dormir con un pulgar dentro la boca),
en este negocio de los hacendados y los Ponte y los ingleses, por
no haber para la ur­dimbre de la justificación del deber cumplido,
(y arreciante el oidor Echagoián en sus protestas, por campar el
inglés a sus anchas largos días después) los hilos convenientes del
color para el intento necesarios, si Arias de Herrera creyó que en el
en­viar juez pesquisador de todo aquello a la banda del Norte, hacía
su deber, los de la trama signific­aron que ninguno más instruido en
las cosas de aquella tierra que el propio fiscal, licenciado Juan de
Villoria y Acevedo, quien, por ser justamente otro hacendado de
buen porte de aquellos términos, habría de sacar y poner todo el
negocio en claro. Y así lo hizo, como quien tuvo participación en el
reparto clandestino de piezas de negros. Echa­goián, por la ironía de
sus hados, lejos de parecer a todos lo que era: seco, adusto, solitario
para el a t­ rato frecuente de sus colegas con doña Brígida, fué descrito
por misántropo, caviloso y antipático como enfermo del hígado….

v El licenciado Juan de Villoria Acevedo fué hijo de aquel Juan de
Villoria que tuvo indios encomendados y formando pueblo junto a
la ciudad de la Vega, y fué el último pueblo de indios que se deshizo
a la muerte de dicho encomendero. El patrimonio del viejo Villoria
fué repartido entre sus numerosos hijos, y el licenciado quedó bien
hacendado aunque sin indios, y por ello muy falto de negros. Por
enfermedad del fiscal titular, Lic. Alonso Estévez, fué hecho fiscal
interino de la Audiencia, y lo era antes del 4 de agosto de 1562 porque
de esta fecha hay carta del oidor Cáceres de Ovando, en que decía al
Rey que quien entonces hacía de fiscal «es pariente de la mayor parte
del pueblo», y no convenía que fuera.— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 3 de noviembre de 1563.— Arias de Herrera
y Cáceres de Ovando contra Echagoián, dicen que inquieta a sus
compañeros haciendo informaciones particulares, y que en esta tierra
tan corta tal proceder tiene muchos inconvenientes; y que cuando ha

97
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de firmar cartas con los de la Audiencia, siempre pone la salvedad de


que habrá él de hacer relación aparte.— AGI, Santo Domingo 71.

36.— Tampoco estos esfuerzos nuevos basta­ban para cohonestar


el seudolegal tratamiento da­do a Hawkins, habiendo por medio la
nueva inte­ligencia de Bernáldez con el pirata para la continuación
feliz de aquellas negociaciones (“válvulas de escape” de la presión
contínua y creciente del monopolio de la Contratación de Sevilla),
y fué resuelto apoyar por todos medios el envío de Lorenzo Bernáldez
a la Corte para vindicarse y reducir al canijo de Echagoián al más
despreciable silencio. La nueva treta pasó por la mente de Arias de
Herrera debajo el cristal de la conveniencia, y se pusieron en luz
dos aspectos de la indiferencia o buena condición del Presidente
de no ser acep­tador de personas: por una querella de los regido­res
de Santo Domingo se dió a entender a Felipe II que cuando en la
sociedad no impera, por de­fecto de la autoridad, la palabra dada a
los buenos vasallos de ser premiados conforme a promesa pú­blica,
todo redundaba en perjuicio de la repúbli­ca: Arias de Herrera se
había negado a dar el pre­mio anteriormente anunciado para los que
fuesen descubridores de minas de oro, y el perjuicio ha­bía recaído
en los empresarios Bernáldez, a quie­nes Arias lo negó, pretextando
que a nadie había prometido nada. Y en otra carta, los regidores que
habían dado su voto compulsivamente para que Lorenzo Bernáldez
fuese de Procurador a la Cor­te, de que protestaban cuanto en derecho
podían contra la intromisión del Presidente, que en el voto en ello su
voto era uno. (Corrían los tiempos en que regidores y prebendados,
reunidos en número de tres o cuatro (conforme a los bandos que
formaban, escribían en voz y nombre de todos los demás, quienes no
solían entender nada de lo que en tales cabildos o en juntas hechas
en casas particulares, articulaban ser materia conocida y resuelta
por todos). Así la balanza justificaba que Beráldez era probo, y como
tal había procedido con Hawkins, y que el pueblo, probo también,
disentía del Presidente en todos casos, ya tratase mal al bachiller,

98
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ya lo amparase a despecho de la Ciudad. Sino que todos (contra


todos) escribían al Rey verdad, aquella verdad en que apoyaban
unos y otros los respectivos intentos para destruir a sus contrarios;
y es la reciprocidad que mejor apunta para destruir la sociedad y a
ellos con ella.

v Madrid 14 de marzo de 1562.— Real cédula a Presidente y Oidores:


Los regidores de Santo Domingo, contra ley, hacen cabildo fuera de
las Casas para Cabildo y tratan negocios personales o particulares,
y expiden autos o disposiciones que firman en dichos conventículos
como si fuesen resoluciones consistoriales; que se prevenga de la
pérdida del oficio a los que continúen con ese sistema y los de la
Audiencia estén a la mira de lo que los regidores hacen para aplicarles
la pena que se señala.— AGI, Santo Domingo 899.
v En real cédula de Monzón de Aragón 15 de septiembre de 1563
se expresan los puntos de la querella concejil sobre la promesa que
el Presidente Maldonado había hecho a los descubridores de metales
preciosos, diligencias de Bernáldez con la cooperación del minero
Andrés Martín, vecino de Nueva España, feliz suceso y negativa de
Arias de Herrera; se mandó a la Audiencia que informase sobre este
negocio de nuevas minas, quién fué el primero descubridor, cuál la
promesa, y qué parte sería bien conceder al descubridor.— AGI,
Santo Domingo 899.
v Barcelona 7 de febrero de 1564.— Real cédula a la Audiencia: se
ha entendido la forma menos legal que se ha tenido en el nombrar
Procurador a Corte al licenciado Bernáldez contra el parecer de la
mayoría de los del Cabildo, a quienes se ha hecho grande agravio por
la compulsión que han padecido; quiere el Rey que la isla esté siempre
favorecida por la Audiencia para que en todo logre su remedio; y se
manda a estos ministros que en este punto obren en adelante en justicia,
y avisen de lo que en ello hagan.— AGI. Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 4 de abril de 1564.— Carta de Echagoián:
Lorenzo Bernáldez va a la Corte como Procurador para excusar a los
compradores de negros, dependencia de la comisión a él dada para
impedir que Hawkins contratase en la Isla, «y se entiende que le
ayuda para su ida en especial Francisco Zeballos, tesorero de Puerto
de Plata»; AGI. Santo Domingo 71.— Del mismo, carta de 1 de julio
de 1564: Sobre no haberse hecho verdadera relación a S.M. en lo de

99
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

la elección de Procurador en Lorenzo Bernáldez, «porque la verdad


es que fué elegido por Procurador por fuerza y muchos regidores
fueron presos hasta que otorgaron poder a lo susodicho, según que
más largamente la Ciudad y yo lo hemos escrito».— AGI, Santo
Domingo 71.
v En la carta de 20 de mayo de 1563, con la relación del caso de
Hawkins, Arias de Herrera decía: «La principal causa que ha puesto y
pone a esta Isla en la necesidad que está, es que al principio que esta
Isla se pobló V.M. hizo merced a los pobladores de ella, para que más
se ennobleciese, que los ingenios de azúcar fuesen privilegiados, de
manera que en ellos ni en los negros no se pudiese hacer ejecución,
ahora que es total destrucción de la Isla, porque no hay hombre de todos
los que tienen ingenios, que se apliquen ni quieran aplicar a cosas que
convengan a la república; antes de quince años a esta parte las estancias
donde sembraban comidas para sus casas y negros, las han deshecho,
unos para meter sus negros en sus ingenios y otros para hacerlos de
nuevo, y por causa de ello vienen a valer los mantenimientos más caros
porque forzosamente han de comprar los mantenimientos de que los
pobres se habían de sustentar; lo cual cesaría y hubiera cesado si ellos
tuvieran sus estancias como solían, y por esta causa se van subiendo cada
día los mantenimientos y el azúcar que vale ya el arroba a ocho pesos
y el cuero a seis pesos, y por este respeto envía la Audiencia a suplicar
a V. M. sea servido para que en lo de los azúcares y cueros les pueda
poner la tasa que le pareciere, pues son frutos de la tierra. También
tengo entendido que es perdición de la tierra el poco gobierno que
hay en esta Ciudad; y cáusalo que, como de doce regidores que hay,
los nueve de ellos son señores de ingenio y tienen hatos de vacas, no
quieren entender en cosa que toque a la república como interesante en
el negocio, y como los alcaldes son criados por ellos mismos no hacen
más de lo que los mismos regidores les mandan, y así anda sin orden
la gobernación de la Ciudad, que ha llegado la cosa a términos que,
por ver yo andar gente menuda perdida por no haber cazabe y muerta
de hambre, y el poco cuidado que tenían de remediarlo la Justicia y
Regimiento, he salido yo en persona a buscarlo y a repartirlo por las
plazas públicas, para que ellos tuviesen vergüenza y lo hiciesen adelante,
etc.» — AGI, Santo Domingo 71.

37.— No quedó tan venturoso el Hawkins. Dos navíos enviados


a Sevilla (directamente o por in­termedio de sus amigos en Canarias)

100
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

fueron secuestrados por los oficiales de la Contratación, a lo menos


el uno de ellos porque el otro recaló en Lisboa equivocadamente y
los portugueses tuvieron un corto desquite: aún se dice que tras las
reclamaciones de la Reina Isabel en favor de su vasallo, apretaron el
torniquete en España al co­mercio clandestino, y si, como se observa
tam­bién que el propio Hawkins entró de incógnito en España para
mover palancas ocultas y sacar incólume aquella hacienda, ello fue
en los días en que ya Bernáldez estaba en España: y bien sospechoso se
hace que ambos personajes que se entendieron bien en Montecristi,
no volvieron a verse en cualquier parte de España, si uno y otro
comunicaba con los mismos enlaces clandes­tinos: y siendo constante
que no pudo faltar al bachiller Lorenzo noticia de que, por muerte de
Alonso Pérez de Manzanedo, gobernador de Ve­nezuela, la Audiencia
había nombrado segunda vez al primo Alonso Bernáldez de Quirós
por go­bernador interino, ya se advierte que el Lorenzo libró bien
su suerte por su personal esfuerzo de ir a la Corte (dejósele impune
por el utilitarismo administrativo que se derivó de la noticia, por
que habiéndose dado real cédula para la Haba­na, y ordenado el 9
de febrero de 1556 que el go­bernador Diego de Mazariegos edificase
la Fortaleza, y habiéndose tenido nueva de no haber allá para
trabajar sino negros vagabundos, mesti­zos y mulatos, constreñidos
a ello so pena de diez pesos que por fuerza pagaban mediante su
correlativo de cien azotes, y que por tanta falta se echó mano de
los indios de Guanabacoa, se le previno a Mazariegos no servirse
de ellos sino a voluntad de los mismos, y a la Audiencia de Santo
Domingo se le encargó que luego sin dilación todos los negros que
Hawkins había dejado en lu­gar de sus dos hombres y demás negros
de aquella barcada, o los que no se hubiesen vendido, los remitiese a
la Fortaleza de la Habana, donde hacían no poca falta); y, mejor que
el Lorenzo, quedó Hawkins, pues en su segunda salida para Indias,
se encaminó a las costas de Venezuela, se dió con Alonso Bernáldez
de Quirós, que lo esperaba: se hicieron las escaramuzas de ruegos y
avisos del inglés, allegado allá forzosamente por los deterio­ros de

101
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

sus naves en navegación trabajosa (acha­que habitual del que podía


por las buenas lo que, si no, había de llevar por las malas), amenazó
finalmente y, parando todo en el dictado hecho en Ca­narias, en la
Burburata y en el Rio de la Hacha se negoció cuanto para aquellas
partes había llevado Hawkins. De éste se ha dicho que se alejó del
Continente “sin rumbo ni norte fijo” (A. R de Armas) aunque el
cronista de aquella segunda expedición, John Sparke, consignó
sustancial­mente que “el pirata se dirigió desde un princi­pio a la
isla Española, a donde lo conducía el pro­yecto de adquirir pieles y
azúcares para redondear su negocio”, sino que equivocadamente tocó
en Jamaica, y de allí enfiló las velas con rumbo noroeste, etc. Y esto
tiene apoyo en el ex-oidor Echagoián, quien en carta de 27 de junio
de 1565, quejándose de las pasiones de Arias de Herrera y Cáceres
de Ovando, señaló el motivo principal de los malos informes que
tales ministros enviaron a la Corte, diciendo: que “el fundamento de
todas las quejas que contra mí se han formado, fue de haberme pesado
de haberse dato entrada a los ingleses que llegaron a Montecristi,
a quien el licenciado Bernáldez dió licencia para resgatar: que con
la prosperidad que de allí sacaron, volvió agora el mismo inglés
con cuatro navíos, y el uno de más de ochocientas toneladas, con
mucha artillería y mucha gente y con muchos negros y mercadurías,
debajo de este color que viene a vender y no a hacer daño, precisa
a que compren de él, y toma el oro, plata y cueros, y les pide carta
de pago, como lo ha hecho en Burburata y tierra de Venezuela, que,
ciertamente, no es de creer el oro que lleva así en barras como en
polvo de aquellas tierras, a donde el licenciado Bernáldez, primo del
dicho licenciado Bernáldez que fué por Procurador de esta Isla, vino
sesenta leguas a estar con el inglés, y le dio licencia para rescatar,
lo cual contradijo uno de los oficiales de V.M. de aquella tierra,
y el dicho gobernador compró esclavos; y otras cosas se dicen…”
Donde él “volvió agora el mismo inglés”, no envuelve que recaló en
la Española, sino que aquella vuelta fué a estas Indias; y se deja aquí
asentado para cabal inteligencia de que, por azar, los hacendados

102
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de la Española que esperaban un nuevo refrigerio de mercancías y


esclavos por las mismas vías que antes, se quedaron esta vez en cruz
y en cuadro. Había terminado el sainete aparentemente. Richard
Hawkins, hijo de John, declararía muchos años después que si entró
en el ejercicio de la piratería, “fué por el daño que había recibido su
padre en dos naves de españoles desde la isla de Santo Domingo a
Sevilla, que podrá haber veinte y seis o veinte y siete años, a donde
le fueron tomadas dichas mercaderías”. Al cabo también, Francis
Drake, compañero de John Hawkins en dos de sus viajes a Indias,
reanudó el sainete primero, pero ya cambiado por las galas siniestras
de la tragedia, en 1586….

v La carta de 27 de junio de 1565: AGI, Santo Domingo 71.


v Madrid 3 de octubre de 1562.— Real cédula a Presidente y Oidores:
que los esclavos tomados por perdidos, sean enviados a la Habana para
la labor de la Fortaleza que allá se hace.— AGI, Santo Domingo 899.
Monzón de Aragón 10 de diciembre de 1563.— Real cédula:
que el Presidente y Oidores envíen a la Habana los 105 negros que
Lorenzo Bernáldez sacó de ingleses, y si se han vendido algunos, los
que queden, por hacer falta peones en la labor de aquella Fortaleza.—
AGI, Santo Domingo 899.
v La justificación de inteligencias entre comerciantes de Canarias
con hacendados de Santo Domingo se reconoce del nuevo estado
de comunicación establecido en aquellos mismos años, en fuerza de
diferentes despachos, de los que se han espigado algunos. El embajador
español en Londres, carta de 21 de julio de 1567, aludiendo al primer
viaje de Hawkins, decía: «A lo que puedo entender, no son sólo los
ingleses los que hacen que estas jornadas se pongan en ejecución,
sino también algunos españoles “que están en las unas y las otras
islas”, con los cuales deben tener sus pláticas para ganar los unos y
los otros, y destas suelen resultar mayores inconvenientes; y si no
hubiese quien solicitase a estos [ingleses] y los encaminase a las islas,
no habrían comenzado estas navegaciones»; cita de A. Romeo de
Armas), a saber:
Santo Domingo 3 de marzo de 1554.— El Presidente Alonso
Maldonado al Presidente del Consejo (capítulo de carta): «De las

103
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Islas de Canarias han venido aquí dos carabelas y han dado aviso que,
aunque allí se quieren cargar algunos navíos para estas partes, no se
les consiente. Conviene que V.S. provea que en esto haya libertad
y no haya novedad, pues hasta agora no se ha visto cosa semejante;
y aunque hubiera habido alguna prohibición, convenía que agora
se permitiera que se pudiera allí cargar navíos para estas partes para
que lo que S.M. acá tiene, se pudiese conservar, porque la necesidad
que acá se pasa a causa de no venir navíos como otras veces, no lo
podría decir en ésta a V. S. ».— AGI, Santo Domingo 71.
Santo Domingo 15 de junio de 1556.— El Cabildo secular al
Rey: sobre las necesidades recibidas, «tenemos por cierto que V.M.
teniendo lástima de la congoja y estrechura en que pusiera a esta
ciudad la necesidad y obligación de pagar alcabala y almojarifazgo,
nos quiso hacer libres de esta carga, así también, teniendo compasión
de la grandísima falta y necesidad que padecemos de cuantas cosas
son necesarias para sustentar la vida, nos hará de merced que hemos
pedido, dando licencia para que a esta isla vengan navíos de todas
partes de los reinos de V.M.; esto nos es tan necesario que, no
haciéndosenos esta merced, estamos en esta isla como presos en ella
y condenados a comer por onzas, demás del daño grandísimo que
recibimos de no haber navíos que nos lleven a Castilla la cosecha y
fruto de nuestras haciendas, de lo cual se sigue que nos perdamos todos.
Tenemos también confianza en V.M. que, viendo que en esta isla no
hay quien labre la tierra sino negros, y que, no labrándose, cuantos
en ella estamos quedamos perdidos y sin haciendas, dará asimismo
licencia general para que, libremente y sin licencias particulares de
V.M. pedimos es muy necesario para el bien y conservación de esta
tierra, estas dos cosas son las principales, y tan principales que sin ellas
así se acabaría un hombre si le quitasen el mantenimiento; porque
de no venir navíos y de no venir negros, no se sigue otra cosa sino
que nos falte el sustentamiento necesario para vivir, y juntando V.M.
estas mercedes con la que nos ha hecho de la libertad de la alcabala y
almojarifazgo….», etc. (Firmada de los regidores Diego de Guzmán,
Alvaro Caballero, Juan del Junco, Gonzalo Fernández [de Oviedo],
Alonso de Peña, Juan Caballero Bazán, don Cristóbal Colón, Juan
Caballero de la Puebla, Juan de Gudiel y Hernando……).— AGI,
Santo Domingo 74.
Valladolid 16 de junio de 1556.— Real cédula de concesión de
comercio con las Indias a favor de los vecinos de Tenerife y extranjeros

104
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

con diez años de residencia en aquella isla o en las Indias, durante


cuatro años, dando fianzas y guardando la forma que se observaba
en Sevilla, «con tanto que no podáis ni puedan llevar esclavos ni
otra cosa alguna de las prohibidas», y con que los navíos «volverán
derechamente con el retorno que de ellas trajeren a la dicha ciudad de
Sevilla…. y que asimismo no llevarán en los dichos navíos a persona
alguna, de ninguna calidad que sean, para quedar en las dichas Indias,
ni más personas que aquéllos que fueren menester para el servicio
y navegación del tal navío, y que traerán testimonio cómo son los
mismos, por sus nombres, e información de los que hubieren muerto, y
que no consentiréis que otro ningún vecino ni persona así de la dicha
isla como de otras cualesquier partes, carguen ni lleven cosa alguna
desde esa dicha isla a las dichas Indias so color de esta merced», con
otras condiciones que se expresan. Este despacho se sobrecartó en
otra real cédula de prorrogación por otros cuatro años, de Madrid 4
de agosto de 1561.— AGI, Encinas, Cedulario Indiano, 3, 195.
(Otra, de 14 de julio de 1561, contra la clandestinidad de paso a las
Indias y declarando que solamente los extranjeros con diez años de
residencia y casados en España o Indias con mujeres naturales de
España o Indias son los reputados por naturales legalmente; Encinas,
III, 203.)
Valladolid 8 de agosto de 1558.— Real cédula: con motivo de que
vasallos y portugueses cargan en Sevilla so color de ir a vender en
Canarias y, dado que algo vendan, siguen viaje a las Indias y llevan
pasajeros, defraudando así los reales derechos y pasando a Indias
personas prohibidas; se ordena que ninguna persona pueda pasar a
Indias sino por los trámites directos de la Casa de la Contratación,
o del oficial de la misma casa residente en Cádiz, «y mandamos a las
nuestras justicias y oficiales de cualquier de las islas o provincias de las
dichas nuestras Indias que, si de las dichas islas de Canaria se llevaren
a aquellas partes algunas mercaderías y otras cosas que no sea de las
de la labranza y crianza de las dichas islas, las tomen por perdidas;
asimismo se manda a los gobernadores de la Gran Canaria, Tenerife y
la Palma y a los regidores y escribanos de estas islas «visiten los navíos
que de ellas salieren para las dichas nuestras Indias y si hallaren que
se cargan y llevan algunas cosas y mercaderías que no sea las de la
labranza y crianza de las dichas islas, o que las llevan personas que no
son vecinos y estantes en ella, las tomen por perdidas». Esta cédula,
después de rechazada la pretensión canaria de gozar de la licencia

105
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

antigua de dar pasaportes personales para Indias, fué confirmada en


otra de Valladolid 4 de marzo de 1559; y ambas por otra tercera del
17 de marzo.— Encinas, op, cit., 3, 198.
Valladolid 3 de octubre de 1558.— Real cédula para que Baltasar
García, procurador a Corte que retornaba a la Isla, pueda llevar
consigo cien casados y solteros de las islas Canarias, con las calidades
que se expresan.— AGI, Santo Domingo 899.
Valladolid 15 de octubre de 1558.— Real cédula a los Gobernadores
de Canarias para que favorezcan a las familias que quieran ir a Santo
Domingo con Baltasar García.— AGI, Santo Domingo 899.
Valladolid 15 de octubre de 1558.— Real cédula a la Audiencia
de la Española: A todos los que fueron a poblar la isla, den tierras
bastantes, a saber: mil fanegadas de tierra a cada uno sin perjuicio
de tercero, si son agricultores o quieren dedicarse al cultivo de la
tierra, con que lleven mujer, hijos y casa; o mil fanegadas, y de ahí
abajo «y no en las tierras que al presente tienen y poseen los vecinos
de esa Isla, para que las tenga y goce la tal persona y sus herederos
y sucesores, o aquél o aquellos que de él hubieren título, razón o
causa, para siempre jamás, sin jurisdicción alguna, y tengan facultad
de dehesar la cuarta parte de las dichas tierras para los ganados de
la labor que tuvieren para el dicho heredamiento, poniéndoles las
condiciones que vos pareciere».— AGI, Santo Domingo 899.
Toledo 2 de abril de 1560.— Real cédula: Baltasar García, habiendo
visto la cédula (arriba inmediatamente aquí enunciada), pidió que,
en lugar de mil fanegadas se diesen dos mil, tanto a los vecinos que
quisiesen dedicarse a la agricultura, como a los que nuevamente vayan
a la Isla; ordénase a la Audiencia que entienda que la concesión
queda firme en las mil fanegadas para unos como para otros, «y más,
si pareciere conforme a la calidad de las personas, y que esta cédula
se pregone» en España y Canarias y demás partes donde convenga.—
AGI, Santo Domingo, 899.
Toledo 6 de abril de 1560.— Real cédula: que Baltasar García,
habiendo sido despachado en carabela con criados y gente labradora
recolectada por él, pueda ir a Santo Domingo sin esperar ocasión de
flota.— AGI, Santo Domingo 899.
A principios de 1564 quedó expedita la nueva planta del registro
de navíos entre la Península y las islas Canarias y las Indias españolas,
al cuidado de un juez oficial para la expedición de dichos navíos, y por
real cédula de Monzón de Aragón 17 de junio del mismo año, se dio

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

aviso de todo a la Audiencia de Santo Domingo, previniéndosele que,


para quitar la frecuentación de navíos sin registro y de cualesquiera
otros barcos extranjeros que tratasen de meter en la Isla mercancías
y frutos procedentes de la Gran Canaria, Tenerife, La Palma y
Fuerteventura y que no fuesen frutos de las mismas islas, todo navío
de Canarias que no llevase los papeles del juez oficial (Francisco de
Vera) residente en La Palma, se tomase por perdido, y se indagase
quienes eran sus fiadores para sacárseles las fianzas. Orden que se
repitió en real cédula de El Pardo 19 de octubre de 1566, con aviso
de haberse creado otros dos jueces oficiales más con otras dos oficinas
(las respectivas señalaban en Gran Canaria, Tenerife y La Palma),
a quienes tocaba el cargar y despachar las naos con los frutos de las
expresadas islas y de la del Hierro y la Gomera, ya con licencia para
negociar con Indias; Encinas, Cedulario Indiano, 3, 197; 3, 223.
El Escorial 28 de octubre de 1565.— Real cédula a los oficiales
de Canarias, avisándoles de lo concertado con Diego de Hermosilla
para llevar labradores que fomenten la villa de la Sabana, y le dejen
salir con el barco y flete que él concierte en las islas.— AGI, Santo
Domingo 899.
El Pardo 19 de octubre de 1566.— Real cédula, modificando la
de 14 de mayo de 1561 en la licencia de negociar los vecinos de
Canarias y extranjeros con diez años de residencia con los moradores
de Indias, por los contínuos quebrantamientos de las ordenanzas;
comprende este despacho otras 20 ordenanzas, y la 8va y 9na dicen
así: «Item, que los dichos nuestros jueces oficiales no consientan
cargar al salir de las dichas islas para las nuestras Indias a ningún
extranjero de estos nuestros Reinos, ni a portugueses, aunque diga
y pruebe que ha diez años que anda en la carrera de las Indias, ni le
den despacho, ni consientan pasar so color de maestre ni piloto, ni
por otra manera ni razón alguna que ser pueda.— Item, si aconteciere
que el tal portugués u otro extranjero maestre o dueño de algún navío,
visto que no lo dejan pasar, o por otro respecto, vendiere o trocare
el tal navío en algunas de las dichas islas de Canaria, que no pueda
el tal portugués o extranjero ir en el dicho navío que así vendió, ni
en otro, por maestre o piloto, marinero, o en otra manera alguna, a
las dichas nuestras Indias, aunque él o el que hubiere habido el tal
navío…..», etc.— Encinas, op, 3, 202.
El Escorial 28 de mayo de 1567.— Real cédula: los oficiales de
la Gran Canaria, Tenerife y La Palma den paso a las Indias a los

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

vecinos de islas que muestren la licencia que para ellos tengan ya


de los oficiales de la Casa de la Contratación.— Encinas, op, cit. 3,
221.
Aranjuez 18 de febrero de 1574.— Real cédula: habiéndose
representado al Rey que eran muchos los que de Canarias se pasaban
a Indias para avecinarse en ellas, y era ya peligroso dejar salir a tantos
de islas, que, como en frontera de enemigos, no sólo necesitaban de
sus moradores sino de todo auxilio de fuera para poder defenderse, se
suplicó mandamiento de no dejar salir a los que tratasen de no volver
más; y «visto en el nuestro Consejo de las Indias, lo he tenido por
bien, y os mando (al juez oficial de la Gran Canaria, Pedro de Escobar)
que no dejéis ni consintáis salir a ningún vecino de esa isla para ir a
las nuestras Indias con intento de se quedar en ellas; y si algunos de
ellos llevaren licencias nuestras para ello sin que se haga mención
que son vecinos de esa isla y de esta prohibición, las obedeceréis y
suspenderéis el cumplimiento de ellas».— Encinas, op. 3, 221.
Sino que todo este buen arreglo para aliviar la miseria de la Española
cayó debajo la inspección y las uñas del monopolio sevillano, y en
Santo Domingo se correspondió sin lealtad a estas providencias. Y
esto basta para que se conozca la cooperación que piratas, canarios
e íncolas de la Española tenían en sus negocios al tiempo de aportar
en los puertos del Norte el pirata Hawkins.

38.— Semejante al deber de la Audiencia en la represión del


comercio ilícito con extranjeros, era el de los oficiales reales para
impedir la en­trada fraudulenta de negros y mercaderías; vi­gilancia
que los obligaba a subir y permanecer a bordo de los navíos antes que
otro alguno, y, cual que fuese la condición del tiempo, estar al a­gua,
al sol y al aburrimiento más pesado y enojoso, cuando alguna treta
se recelaba; solía haber su contraparte entre la gente del barco, que
en el pestañear aquellos ministros hacían de las suyas lindamente.
Tolerábase esta pensión, ya fuese en el rio, o ya en el recaladero
exterior (si los navíos por su mucho porte no podían entrar y eran
tiempos en que si la barra no daba paso a los barcos de calado
regular, tampoco era fre­cuente usar de la industria de limpiarla y
ahon­darla); pero el ir a la bahía de Ocoa, y propia­mente a la gran

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ensenada de Puerto Hermoso, y llegar después que tal o cual navío


limpio estaba de toda fiscalización aduanera (siendo corriente que
tales barcos buscaban refugio allí por huir de piratas, o capear los
malos tiempos), se les hizo insufrible recordándose, vez por vez,
que antigua­mente y a costa de Real Hacienda tenientes de oficiales
reales (sujetos encartados en manejos ocultos y tan bien escudados
de oficio) cumplían con tanta carga sin hacer el deber, pues hasta el
fiscal de la Audiencia, por aquellos tiempos con cortas atribuciones y
ningunas preeminencias, no hacia su oficio hasta recibir requisitoria
de la Audiencia o de los oficiales reales, y aún así, se movía cuando el
maná del cielo estaba recogido ya por venturosos hijos de Dios. No
era del caso que los oficiales reales pidiesen al rey la re­vocación de
una Real cédula de 7 de diciembre de 1537, por la que se mandó que
los cargos compro­bados a los tenientes de oficiales reales, cayesen y se
vindicasen en los propios oficiales, no en sus tenientes; y los de este
tiempo, dando vueltas al asunto, premeditaron que por ordenación
real, ya que en Ocoa no había quien vigilase maniobra ninguna en
los barcos nacionales, se quitase del todo y cerrase aquel puerto, por
ser notorio que más negros y más mercaderías se echaban en tie­rra
por aquella parte de una sola vez que du­rante el año por el puerto
de Santo Domingo.
39.— Apenas podrá darse, durante siglos, que expedientes
levantados sobre cualesquiera materias, aparezcan desde el principio
justificados que a primera vista se reconozcan en estado de merecer
atención cumplida; no faltan, pero son raros. En esta misma falta
se basó siempre la di­lación en el Consejo de las Indias para atender
re­clamos de oficio, y se solía acudir al manoseado recurso de pedir
más entera información, de que resultaba frecuentísimamente la
razón de no eje­cutarse lo mandado, por llegar la resolución cuan­do
los actores estaban desplazados, o eran difun­tos. Esta petición de los
oficiales reales sobre materia de ocurrencia permanente. Visto que
para determinarse el punto, faltaba el parecer de la Audiencia, se dió
orden a ésta para que en junta con los oficiales reales, se deliberase

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de suerte que en atención a las dificultades para re­montarse la


barra del Ozama durante las gran­des marejadas y ser la boca del
río tan peligrosa por nada profunda, se enviase arbitrio que no
fuese en perjuicio de las embarcaciones, conque justamente, con la
prohibición de detenerse barcos en Puerto Hermoso, no se les quitase
el be­neficio natural del abrigo. Y por carta del 1ro de noviembre de
1563, firmada por Presidente, oidores y oficiales reales, luego de
reproducir los mismos considerando a ellos referidos, respondieron:
“Y así parece que convendría que los navíos que viniesen sin flota
y sin general, que entrasen en el puerto de esta ciudad, porque los
que trajesen general, él mirará lo que conviene al ser­vicio de V. M.
y de entrar en este puerto no hay inconveniente alguno más de que
las naos que fueren mayores de trescientas y cincuenta toneladas
no podrán entrar aquí, y esto cesaría con que no se diese licencia
que venga navío mayor de las treescientas toneladas sin flota, o [que
ven­gan] urcas, aunque sean de más porte, porque estas demandan
poca agua”. El puerto de Ocoa siguió abierto y expedito para las
embarcaciones españolas; no podía ser sino así, por razón de las
flotas, en las que siempre había dificultades y tropiezos para hacer el
oficio. Pues como escri­biesen los oficiales reales (22 de abril de 1572)
que siempre enviaban a Ocoa persona de satis­facción con oficio de
estar allí mientras estaban surtas las naves, pero que los generales
de flota y capitanes de barcos no los admitían, ni consentían hacer
diligencia alguna para la ejecución de lo mandado, y que por ésto
acordaron que, turnándose, fuese uno de ellos en persona, aunque
para obviar las diferencias que ya se habían reconocido, este plan
se abandonó; por Real cédula de 21 de agosto de 1572, se mandó
que ejecutasen tan buen acuerdo, sin tratar de registrar los barcos,
atentos solamente a decomisar y a embargar cuanto saliese de los
navíos y procurando a la vez impedir la entrada de persona alguna
de la tierra. Lo que se recoge en estas líneas porque, llevando el
ministril una corta escuadra de hombres armados con que reforzar
la ejecución del real servicio, tanto servían las armas que llevaban

110
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

como si fuesen de palo. No se ha dado con incidencia grave entre


tales soldados y la gente española marinera, que por conveniencias
mutuas camaradeaban y ranchaban siempre fraternal­mente, y por
muchos ojos que los de la tierra tu­vieran para celar, los del agua
abundaban en arbitrios para dejarlos, en lances eventuales, gustosos
camaradeaban y condumiaban siempre fraternalmente­.

v Bosque de Segovia 10 de agosto de 1562.— Real cédula; que


los oficiales reales envíen relación de los inconvenientes que hay
de que navíos sueltos entren en la bahía de Ocoa, por razón de
llevar esclavos sin registrar, y porque como no hay población allí,
los fraudes se recelan cada día, y “dizque” la Audiencia no puede
remediarlo porque los maestres llevan en su instrucción que no
aporten a Santo Domingo sino a Ocoa, y como los navíos que van
a la Nueva España dejan allí mercaderías sin registro y pasajeros sin
licencia; que informen sobre todo esto y den su parecer para aplicar
el remedio más conveniente.— AGI, Santo Domingo 899.
v Madrid 5 de marzo de 1565.— Real cédula a la Audiencia: Juan
Caballero Bazán, con un ingenio de azúcar cerca de Ocoa, ve a la
contínua que navíos que llegan a Ocoa, descargan mercaderías y
pasajeros sin registro ni licencia, y ha pedido se le dé el oficio de
visitador local de las naos para impedir, etc, y llevar cuenta con todo
lo que se hace por parte de los navíos; que informa la Audiencia de
la conveniencia o de los inconvenientes de la creación de ese oficio,
y si es verdad que se hacen tales descargas en aquel puerto.— AGI,
Santo Domingo 899.
v Madrid 2 de abril de 1565.— Real cédula por la que se ordena
que debe darse al Fiscal de la Audiencia los testimonios que pidiere
en razón de su oficio, porque se tiene entendido que muchas veces
se le niegan. Dependencia: Entendiendo los Oidores que el fiscal
pedía para entender de persecución de rescates o contra paniaguados,
negaban de plano lo que pedía, y por otras vías trataban de inutilizar
su oficio, no dándole a entender nunca asunto sobre que pretendiera
introducir acción sino que en todo debía conformarse con lo que los
Oidores determinaran cuando les convenía echar la ojeriza sobre la
persona del mismo fiscal.— AGI, Santo Domingo 899.
v El Pardo 21 de agosto de 1572.— Real cédula (mencionada
arriba) con referencia a la carta de los oficiales reales de 22 de abril

111
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

del mismo año; AGI, Santo Domingo 899.— De la misma fecha:


Real cédula a la Audiencia sobre envío de una providencia acerca de
la entrada de navíos en Ocoa, y para adelante se dará la providencia
definitiva (y era respuesta a carta de la misma Audiencia, de 2 de
abril de aquel año); AGI, Santo Domingo 899.— Tal providencia no
se dio porque en Real cédula de 13 de mayo de 1577, se respondió al
Presidente doctor González de Cuenca que, sobre lo que avisaba de
que en el puerto de Ocoa entraban navíos fuera de flota y soltaban
mercaderías, y que por lo despoblado no podía averiguarse nada, que
continuase en ir sabiendo cuanto fuera ocurriendo.— AGI, Santo
Domingo 868, lib. 3, f71.

112
Capítulo IV
Presidencia del lic. Alonso Arias de Herrera
(1562-1566)
(Continuación)

40.— Como el contrabando (forma del comercio ilícito que solía


correr pareja con la transgresión de tratar y contratar con naciones
señaladas en grado de prohibición, y singularmente con naciones
enemigas) siempre fué y siempre será la réplica usual a todos sistemas
económicos-administrativos, lo mismo se trate del más liberal que
del más restricto, no es en sí sino la propia libertad natural de todo
hombre para negociar sus bienes (que aquí se entiende sin distinción
de propios, o poseídos), aunque de espaldas y en clase de infracción
de leyes establecidas por los hombres para su gobierno social y
político. Debiéndose tener un ojo sobre el contrato de lo prohibido
con sujeto prohibido, y otro ojo sobre el peligro adviniente por causa
de la transgresión de las leyes, siendo a la vez el provecho inmediato
y la sanción legal problemática, danse todos los casos de violación
de la ley, ora por la misma negociación de menor cuantía, ora por la
sorpresa con que se obra; ya por la ausencia de todo vigilante, o ya
por el soborno, como también por el miedo de resistir al incentivo de
la compulsión que a la corta o a la larga hace mayores daños que la
misma pena señalada por las leyes. En este caso se hallaban siempre
los moradores de pueblos y campos de la banda del Norte de la Isla,
región poco menos que despoblada, faltos de la asistencia de navíos
para recibir y para embarcar sus frutos, sin nada del regalo de la vida,
pobres enteramente siendo ricos por obra de solo la naturaleza, y con
trabas tan estrechas para medrar al amparo de la ley, como libres y

113
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

licenciosos para consumir con todo recato cuanto allegaban a cambio


de las mercaderías de la tierra (oro, cueros, azúcares, etc.) apetecidas
por tratantes advenedizos, que les traían brazos para trabajar sin más
fatiga que no fuera la padecida y sufrida por negros africanos. Todo
el que pone su mano en este género de arado, si gobierna con suerte
la reja, se torna empedernido: témplale en el ejercicio del propio
celador de la ley que, por la honradez del puesto que la confianza
del Rey le ha confiado, no puede dejar de ser honrado, y, con efecto,
honra recibe en recibiendo gajes, no por el oficio, sino por dejar
de ejercitarse en él honradamente. El ejemplo de los mimados por
su propia osadía y desparpajo y la necesaria dependencia que con
ellos guardan los ministriles que llevan el peso de la maniobra con
remuneración no proporcionada a la ganancia de tercero ni al peligro
propio, crían nuevos contrabandistas que, durante cualquier especie
de unión, se cubren las espaldas mutuamente, y en el de la desunión,
se destruyen a tiros.
41.— Las leyes prohibitivas y penales sobre comercio ilícito,
inefectivas las más de las veces por lo que arriba está dicho, recaían
sobre los va­sallos del Rey, no sobre los extranjeros, menos aún
si eran enemigos; como enemigos debían ser tratados todos los
extranjeros que quisiesen negociar y comerciar con españoles sin
los requisitos pro­venidos por leyes; fuera de tales leyes, ninguna
permitía al vasallo semejante trata, y si ésta se practicaba conforme
a tretas, o los vasallos hacían las suyas conforme a la condición
perentoria de la brevedad, o los extranjeros imponían su volun­
tad por la fuerza, asaltando, robando, matando, destruyendo por el
fuego lo que no podían llevar consigo. Quizás acá o allá, cuando
los ladrones del mar se presentaban en puertos de corta y precaria
formación con aire de meros mercaderes, habien­do de salirse con
las suyas, cometieron sus grandes excesos después de requerir una,
dos y tres veces a los poblanos; quizás acá o acullá, sorpresivamen­
te, se lanzaron a la ofensa por falta de cumpli­miento hecho en un
ayer para un mañana; lo cierto es que si acontecía llegar por la mar
el merca­der, nacional o extraño cuando por tierra estaba a la vista

114
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

o se acercaba un juez de comisión cono­cidamente insobornable, o


de otra manera el tiempo no daba espacio para armarse la tramoya
y que­dar con los guantes limpios, lo que era señal de alarma para
la comunidad tranquila al uso de los tiempos (el disparo de una
corta pieza de artillería cargada solamente de pólvora), fué a la vez,
en la clave clandestina entre autoridades locales y corsarios, la de
apartarse y seguir la ruta el corsario a la vista, por ser más ventajosa
a todos esta simulación que no el revolverse, unos contra otros los
amigos. Cada incidencia de esta clase, puesta en letra, abonaba
cumplidamente la información hecha al soberano; los corsarios, en
viendo cómo la población se llamaba a las armas para la defensa
del Rey nuestro Señor, huían, y el pueblo así había dado testimonio
de su lealtad inque­brantable; e suerte que con cincuenta años de
hacer frente a los enemigos en encuentros semejantes, un Visitador
hubo de notificar al Consejo de Indias que de hacerse castigo en los
contra­tantes, en solo la ciudad de Santo Domingo, a donde nunca
se dió el caso en el siglo XVI que este comercio clandestino se
verificase en haz ni en paz entre ambas partes, fuera necesario poner
en prisiones a los de la ciudad, o convertir toda la ciudad en cárcel;
hipérbole llanísima, porque halló entre los indiciados de comercio
ilícito, religiosos, abogados, alguaciles, regidores, y otros, y todos
se valían de terceros varios, si se trataba de individuos; porque en
atención a las poblaciones de la Isla, sarcásticamente la Yaguana
fué denominada población inglesa y obediente a la Corona de
aquella nación, por la generalidad y persistencia de sus moradores en
negociaciones con ingleses, habiéndose enviado por los prepotentes
de aquella villa un comisionado confidencial a Londres para encauzar
los tratos y contratos bajo de cautelas proporcionadas a la elusión
de responsabilidades judiciarias.
42.— No toca en estos apuntes enumerar la su­cesión de todos
los actos de contrabando y pira­tería que consignan los documentos
pertenecien­tes a la Audiencia de Santo Domingo, por come­tidos
en su mismo distrito; ello sería materia propia de la historia de la
piratería en general; aquí se reúnen los que se hicieron en las costas

115
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y puertos de la Española. El espíritu de temor, y aún de terror, que


entre los nuestros hubo desde el principio y a partir de 1528, estuvo
alimentado de las noticias corrientes que la Audiencia reci­bía de
los gobernadores y oficiales reales del dis­trito, y era divulgación
corriente, como que en todos los casos de envío de juez que
averiguase los hechos ocurrentes de tratos con extranjeros y eje­cutase
las penas, sobre todo las pecuniarias, en los incursos en tales tratos,
se levantaron comenta­rios de todo color, por ser muchos los que
invoca­ban el real servicio y pocos los elegidos y nombrados que no
volviesen a casa con las tripas de la bolsa privada bien sacada ya de
mal año. Tal provecho (que necesariamente tocaba a los minis­tros de
la Audiencia, y de cuyas apelaciones se es­peraban siempre ingresos
legales y gajes, y aún deseaban la multiplicación de infracciones y
de causas porque intensivamente se igualara la ocu­pación al ritmo
judicial que el distrito tuvo an­tes de ser mermado por la creación
de otras Rea­les Audiencias) corría pareja con la infelicidad del
pueblo común que, en sintiendo sobre sí el peso de los desmanes
de los ladrones de mar y en habiendo disponibles siquiera pocos
momentos para huir, tomaban mujer e hijos y se adentraban en los
montes para alimentarse en ellos como las bestias, por estar seguros
que en saliendo de la espesura, la hacienda que no pudieron llevar
con­sigo estaba robada y sus casas, ordinariamente de tablas y de hojas
de palma, arrasadas por el fue­go. La Yaguana, en tanto no aprendió
a salvar lo suyo, acrecentándolo por condescender seguida­mente a
las instancias de aquellos ladrones, qui­so dejar el asiento que tuvo;
a Azua, le pasó lo mismo, y en Puerto de Plata, castigada repetidas
veces y en 1555 puesta a fuego por sus cuatro costados, fué clamor
general de que debía mu­darse la población de sitio. Esto dicho de
pobla­ciones; en cuanto a individuos y a familias en par­ticular, el flujo
de la emigración fué subiendo de punto sin que arbitrio humano
pudiese atajarlo, y en habiendo cualquier estofa de apoyo en la
autoridad (cuando a tanto por licencia el Presidente allegaba para
con “que sustentarse”) a chorros co­rridos la gente se desplazaba en

116
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

busca de nuevas proporciones. Ejemplar modelo de arrastrar consi­


go bandas de vecinos fuélo el actual Presidente Arias, que después
repobló Panamá con centenares de sujetos que en la Española vivían
agarrotados por las funestas maniobras de los felices en materia de
contrabandos.
43.— Desde el principio también (y a lo largo de la historia
se repitió la misma diligencia) en todos los casos de dispersión de
vecinos de pueblos embargados por alguna desgracia general, siempre
se cuidó de rehacer los pueblos desola­dos, y con constancia de oficios
se pidió al Rey el envío de pobladores, especialmente agricultores,
y en los tiempos que ahora se reviven en estas pági­nas se registran
concesiones reales para la tras­portación de nuevos pobladores por
asientos de empresa, se concedieron licencias sueltas para ra­dicarse
sujetos en la Española, y a todos los que quisieran pasar a esta Isla para
vivir en ella, se les favorecía con libertades varias y con la asig­nación
de tierras para que las labrasen y benefi­ciasen o hiciesen de ellas
después cualquier de­jación en favor de tercero, exactamente por dár­
seles en propiedad. Con este mismo fin también en estos días fueron
otorgadas diversas licencias para meter esclavos en la Isla; pero como
por esta vía de concesión hízose la adquisición de piezas de negros
sobradamente onerosa, y los que no se resbalaban por mohatra entre
estanqueros y subestanqueros por “mor” del ojo fiscal tan encima
del negocio, se llevaban a otras partes, epikeya que en tales casos
el concesionario aplicaba a su granjería. Ni puede dudarse de que,
si se compraban negros vivos, también los negros muertos, cuando
acontecía coyuntura, suplantándose el uno por el otro, con que el
nuevo se llevase a oculto y saliese franco, y el sustituyente, finado,
costaba el tercio o la mitad y menos al estanquero, quien recogía su
obligación en materia de derechos.¹ Al fin, la lista de deudores al rey

1. Esta maniobra echó tan larga cola, que por real cédula de Madrid 17 de agosto
de 1700, se mandó que se cobrasen los derechos de los negros desde que se introdujeron
en el puerto, aunque muriesen dentro de los treinta días siguientes a su introducción.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

siempre fué larga, y por compulsión de orden real diferentes veces


visitadores obligaron a las pagas efectivas; originalmente la Caja
Real era depositaria de las obligaciones provenientes de derechos
reales al fiado. Por recontra, merced real se estimaba la concesión
de demoras, que en el pagar de los derechos al Rey el término fuese
de cinco años; y con ese término tampoco se cumplía.
44.— Entraba en el cuidado de no permitirse que los pueblos
se mudasen de las orillas del mar a la tierra adentro, que los vecinos
tuviesen por propia cuenta las armas necesarias para concu­rrir con
ellas en todos casos de alarma, y para ello se repetían de tiempo en
tiempo las mismas órdenes, por punto general se daba licencia para
comprarlas, se exoneraban de derechos las que pasajero registrase
para su defensa personal y de su hacienda, y empresarios en esta
suerte de ne­gocio alcanzaron franquicia de trasportación y de
venta por cierto tiempo. Las armas de fuego: es­copetas, mosquetes,
arcabuces, no se generaliza­ron sino entre gente señoril y acomodada,
con de­rivación a mayordomos y capataces que pudiesen superar al
insultante con la prontitud que debe oponerse a la sorpresa; y porque
su adquisición era prohibitiva, pues no todos podían dar en pago,
no teniendo dinero, cuatro o más veces su valor en cueros u otros
frutos (sino robándolos), motivó el uso, con ejercicio constante, de
adiestramiento de machetes y lanzas, tan efectivas en choques de
cuerpo a cuerpo, y tan inútiles cuando el adversario era inalcanzable
y hostigante a la vez con pedreros y cañones, de que se originó que
casi nunca la invasión de enemigos exteriores fuese impedida aún
haciéndoseles resistencia. La fortificación de los puertos era lo que
probablemente tendría en defensa la población; por eso se pidió al
Rey al principio para los lugares atacados de piratas, después para
todos en general, y en el mismo caso de desamparo estaban todos; y si
un intento de fortificación en la Yaguana pareció no ser de provecho
sino para el mismo enemigo, de aquello no se pasó en muchos años,
ni autoridad en dicho transcurso pudo hacer asiento con vecino
del lugar solicitante, por haber sido condición impuesta que fuese

118
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

alcaide de tal fortaleza el vecino pudiente del mismo pueblo que la


construyese a sus propias expensas. Negocio flojo desde luego, porque
pensando el rey echar la carga al vasallo, y éste pensando en que
el propio soberano fortificase con su hacienda su dominio, nada se
hizo hasta tomarse un medio bilateral de contribución para la obra,
que todo vino a parar en no servir lo hecho sino para cubrir con el
manto de la legalidad los intereses de toda buena y mala procedencia
de vasallo que puso en vasallaje de sí honras reales y provechos
innumerables; castillo, al fin, que se convirtió en espantapájaros
que a ninguno pudo espantar ni fué otra cosa, cuando los tiempos
cambiaron, que lecho de muerte de una corta guarnición que osó
hacer frente al empuje de un número superior de piratas. Tal fué la
Fortaleza de Puerto de Plata.
45.— Fortaleza de Puerto de Plata.— La orden de 11 de enero
de 1541 para hacerse esta Fortaleza, no habiendo sido bastante
para que vecino de ella tomase sobre sí la empresa de edificarla, fué
reclamo persistente del vecindario que, deserta­ndo de sus hogares
a la contínua por la presencia de piratas y habiendo ya padecido en
1555 la pérdida total de los edificios de tablas y el mayor destrozo
en los pocos que había de piedra, se ne­gó valientemente a rehacer
sus viviendas de tipo permanente, por sentirse impotente contra
ene­migos y en el mayor desamparo de la Audiencia; dábales razón
para cruzarse de manos, y vivir de la esperanza del sosiego por cortas
temporadas, el arte de capear a los extranjeros que solía tener el
sujeto más poderoso de la villa, Francisco de Ceballos, regidor y
teniente de tesorero real de la comarca, quien si con una mano
estorbaba a los demás vecinos toda diligencia de bien general (siendo
el vecindario muy corto), con la otra amansaba piratas que bajaban a
tierra, deambu­laban y banqueteaban, y más que satisfechos tornaban
a sus naos refrescados, regalados y en sus fines de vida marinera
bastantemente fornecidos y bien estimulados para volver, favente
Jove. Pero esta inteligencia y concordia no siempre se explayó por
igual y en todas circunstancias, como en el año de 1555, y a su interés

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y provecho convenía meter el hombro de grado, así que cualquiera


otro que le hiciera sobra le dejó expedido el campo, a la construcción
de un fuerte para mantener siempre alejado de aquel distrito a sujeto
que, conocedor del deber, impusiera su voluntad con la fuerza del
cañón, no ya a los extranjeros, sino a los mismos de la tierra, a él sobre
todo, para el cumplimiento de la ley. Se multiplicaron las peticiones
que el mismo Ceballos firmó a la cabeza de todos, y, conocida por
la Audiencia la real cédula de 15 de febrero de 1562, por la que se
le mandó que mantuviese apercibida la Isla y todos sus habitantes,
porque ingleses y franceses se aprestaban a hacer incursiones en
los dominios españoles; y muy más recientemente, alertada por el
gobernador de Puerto Rico de haber en estos mares 300 franceses
armados, según que comunicó al Rey el 13 de febrero de 1563, y de
haber hecho armada que salió para hostigarlos y alejarlos, cuando
entró en acuerdo con Ceballos para que tomase en sí el empeño de
tal fuerte, pues en el hacerle alcaide de él con salario, conforme a
la cédula, (y en darle dineros de la Caja Real para que sin dilación
comenzase la obra, luego que Ceballos templó sus fingidos reparos,
interpuestos para que no todo lo que se gastase hubiese de salir de
su propia hacienda), quedó transado el asunto, y se dio comienzo
a la obra poco más o menos mediando el mes de marzo del mismo
año. La noticia dada al Rey de esta providencia, como la petición
del propio Ceballos para que se le confirmase el título y puesto de
alcaide de aquella Fortaleza, no bastaron para quedar enterado el
Consejo, y se expidió a la Audiencia real cédula para que informase
de tal obra, es­tado que ya tuviese, y entidad del sujeto en cuan­to
a ser de satisfacción para dársele título confirmado. La respuesta
enviada al Consejo satisfizo en grado de información política y
administrativa. Ceballos fué nombrado alcaide en propiedad, y en
la práctica del oficio así se condujo que solo le faltó para tener un
feudo, el título de tal concedido por el Soberano, pues en lo demás,
en sus días y salvo que no fué sanguinario, opresor de sus coterráneos,
ni perseguidor de vecinos por violencia de temperamento, se portó

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

con cautelas de ministro subordinado, y en su provecho (en las


ocasiones de comercio ilícito) como un perfec­to régulo que se
adelantaba al régimen adminis­trativo del Estado por la implantación
del comer­cio libre con el mundo entero. Cuatro años vivió con el
título así confirmado; y en este tiempo hi­zo recinto al paraje de la
futura fortaleza, con­cluyó la obra de un algibe y levantó los muros
una vara; la Audiencia le dió artillería y servi­dor, lo proveyó de balas
y de pólvora, vinieron franceses, comieron a su mesa, visitaron el
recin­to, se refocilaron allí como en propia casa, y de todo lo que
con sus tratos el alcaide allegó, nada le sirvió para largos días, pues
murió corriendo el año de 1572. De sus proezas queda aún por de­
cirse, siquiera cuanto baste para exprimir el corto historial de la
utilidad de aquella fortaleza.

v Madrid 15 de febrero de 1561.— Real cédula a Arias de Herrera:


que tenga apercibida la Isla y sus vecinos porque Francia e Inglaterra
se aprestan a hacer daño en los dominios del Rey Católico.— AGI,
Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 8 de junio de 1561.— Carta de Echagoián, sobre
un encuentro con franceses, los que rehuyeron entrar en acción
cuando eran seguidos de españoles.— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 17 de junio de 1561.— Sánchez de Angulo al
Rey: repite diversos asuntos anteriormente expuestos, «porque los
despachos que salieron con la flota a 20 de marzo, fueron a poder de
los franceses, los cuales echaron al mar».— AGI, Santo Domingo 71.
v La real cédula de 11 de enero de 1541, en el tomo I, 295.
v Santo Domingo 13 de febrero de 1563.— Arias de Herrera,
Echagoián y Cáceres: Por aviso que han tenido del gobernador de
Puerto Rico de haber franceses, y sabiéndose que son número de 300
hombres armados, y haber cédula «para poder armar contra corsarios
para seguridad de las naos, enviamos armada contra ellos de dos navíos
y un pataj, y por general, como nombrado por V.M., a.d. Cristóbal
Colón, y ansí es salida la armada para el dicho efecto. Nuestro Señor
nos dé la victoria contra estos corsarios»; AGI, Santo Domingo
71.— Esta armadilla pasó a reconocer las ensenadas y rincones
costeros de la Saona. Cuando en 1567 Simón de Bolívar pretendió

121
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ser Depositario General de Venezuela, alegó entre sus servicios, el


de haber ofrecido una fragata de su propiedad para hacer cara a los
franceses e ir en persona; AGI, Santo Domingo 12.— En 1582, en
información hecha por maese Domingo Ituribalzaba, vizcaíno natural
de Munguía, en una información dijo que fue como médico en la
expedición encomendada a don Cristóbal Colón, contra franceses
en la Saona; AGI, Santo Domingo 80.
v Santo Domingo 28 de marzo de 1564.— Arias de Herrera,
Echagoián y Cáceres de Ovando, al Rey: Vieron la cédula [antigua]
por la que estaba mandado se fortificase la villa de Puerto de Plata con
parecer de los oficiales reales, por ser costa frecuentada de ingleses y
franceses y gente de otras partes; y «en cumplimiento de lo que V.M.
nos manda y con parecer de vuestros oficiales se acordó se hiciese
una fortaleza o fuerte de piedra, o si no, de tapiería en la parte y
lugar más conveniente de aquel puerto, y encargamos el edificio de
ella a Francisco de Ceballos, vecino y regidor de aquella villa, por
ser hombre principal y muy rico, y que él y sus pasados han servido
mucho tiempo a V.M., el cual entiende con mucha afición en hacer
la dicha fortaleza, y agora se le han dado tres tiros de bronce chicos
y otros de hierro que se tomaron a unos portugueses por perdidos, y
habemos mandado que se gasten dos mil pesos de moneda de vellón
[de la venta] de un navío portugués que se tomó por perdido en
aquellos puertos de la banda del Norte; y por el cuidado que tiene el
dicho Francisco de Ceballos en este edificio y por ser tal persona, le
nombramos por Alcaide de la misma Fortaleza en el entrentanto que
V.M. lo provee, el cual tiene allí sus ingenios y haciendas y aquellos
oficiales para poder hacer»; piden la confirmación del nombramiento
hecho.— AGI, Santo Domingo 71.
v Aranjuez 28 de mayo de 1564.— Real cédula a la Audiencia: que
envíe relación de la calidad de la Fortaleza de Puerto de Plata, estado
de obras, y si conviene que Francisco de Ceballos sea alcaide de ella,
y dé su parecer sobre la información que reciba, porque Ceballos
ha hecho narración del asunto y de haber sido nombrado alcaide y
solicitado de ello confirmación.— AGI, Santo Domingo 899.
v «En nueve de jullio de dicho año [1565] dos mill pesos que por
libramiento dí y pagué a Francisco de Ceballos, tesorero de la villa de
Puerto de Plata e vezino della, que los huvo de aver en cumplimiento
de una cédula de S.M. y aquerdo desta Real Abdiencia y oficiales de
S.M. para hazer la fortaleza que S.M. manda hazer en la dicha villa

122
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de Puerto de Plata, como paresce en el dicho libramiento e carta de


pago».— AGI, Contaduría 1052.
v Santo Domingo 8 de agosto de 1565.— Arias de Herrera, oidores
Grajeda, Echagoián y Cáceres, sobre lo ordenado por real cédula de
Aranjuez 28 de mayo de 1564: «Lo que en esto ha pasado y hay es
que en el año de 1541, siendo V.M. informado que a su real servicio
y a la guarda y defensa de esta Isla convenía que en el Puerto de
Plata hubiese una fortaleza, por una cédula se mandó que esta Real
Audiencia entendiese luego en hacer una fortaleza moderada en el
dicho Puerto de Plata, de piedra, si la hubiese, y, si no, de tapiería
que fuese muy buena de tal manera que se pudiese defender la
entrada del dicho puerto, y se encomendase la obra de ella a persona
que la pudiese con brevedad hacer, y que se gastase lo necesario de
cualesquier deudas rezagadas que a vuestra Real Hacienda se debiesen
desde el día que el tesorero Alonso de la Torre entró en esta Isla, así
en la obra como en comprar las municiones necesarias, como parece
por el tenor de la real cédula que [en testimonio autorizado] con la
presente se envía.
Y vista por esta Real Audiencia juntamente con los oficiales de
vtra. Real Hacienda los grandes daños e inconvenientes que a esta
Isla se seguían de no haberse hecho la dicha fortaleza y puesto en
ejecución lo mandado por V.M., y que en el año pasado de 1555
corsarios franceses entraron en el dicho Puerto de Plata y quemaron
y destruyeron las casas de la dicha villa y destruyeron las haciendas de
los vecinos de ella, y quedaron perdidos; y que después siempre estaban
con este miedo y que no osaban hacer edificios, porque comúnmente
suelen tornar a entrar y robar los puertos que una vez han entrado,
y que agora en estos años ordinariamente llegan a aquella costa y
puertos de ella muchos navíos de franceses e ingleses a robar, y otros
de portugueses a rescatar (como de ello se ha dado cuenta a V.M.),
y visto que en aquella costa hay otros dos puertos poblados, que son
Montecristi y Puerto Real, donde se cargan y descargan muchos
navíos, estando a muy gran riesgo de corsarios, y que, habiendo
fortaleza en Puerto de Plata, podrían cargar allí y llevar la carga de
los otros dos puertos a Puerto de Plata en barcos con facilidad, por
estar estos puertos no lejanos de Puerto de Plata, y podrían cargar allí
muy seguros por ser el puerto más fuerte y cerrado; y que, habiendo
seguridad en el puerto con la fortaleza, siendo necesario se podría allí
armar contra corsarios que por aquella costa anduviesen, se proveyó

123
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

por el mes de marzo del año pasado de 1563 que se hiciese la dicha
fortaleza o fuerte, que fuese bastante para defender la entrada del
puerto, y, para ello se dio provisión, inserta la real cédula; y para que
se efectuase, se encargó a Francisco de Ceballos, vecino de aquella
villa, para que lo hiciese en parte y lugar que a él y a la Justicia y
Regimiento y oficiales de V.M. que allí residen, les pareciese, y en ella
por entonces gastase dos mil pesos de la moneda de cuartos de esta
isla de vuestra Real Hacienda, atento que pareció haberse cobrado
de las deudas rezagadas que V.M. manda [se cobren] mucha más
cantidad, y se nombró por Alcaide al dicho Francisco de Ceballos en
el entretanto que V.M. otra cosa proveyese, por ser persona bastante
y haberse encargado de la hacer. Y el dicho Francisco de Ceballos,
en cumplimiento de lo que se le encargó, señaló el lugar donde la
fortaleza se hiciese, y hizo la traza y forma que había de llevar, y hizo
un modelo de ella y lo envió a esta Audiencia Real, y tenemos relación
que juntó materiales y abrió y sacó cimientos, y hizo a la lengua
del agua un fuerte de tierra-pleno donde se plantó el artillería para
defensa del puerto, y los cimientos están abiertos y se van sacando;
y hizo junto al fuerte una casa donde están las municiones seguras y
a buen recaudo, y hizo un aljibe de agua para el servicio de la dicha
fortaleza, y en ella están nueve tiros de bronce y los dos de ellos son
de hierro colado; y los otros dos de bronce son que se hubieron de un
navío de portugueses que el dicho Francisco de Ceballos tomó en un
puerto cercano a Puerto de Plata, que se aplicó todo para el fisco de
V.M., y los otros cinco son que se compraron allí de otro navío en
precio moderado, que son los nueve, y más cuatro pequeños que el
dicho Francisco de Ceballos ha comprado de su hacienda, y en este
estado está la fortaleza, la cual es muy necesaria para la defensa de
aquella costa, por lo dicho, y porque de allí se podría armar contra
cualesquier corsarios que por allí vayan, y se tiene noticia que navíos
portugueses no han osado entrar en puertos despoblados cercanos a
Puerto de Plata por saber que hay allí fuerte y aparejo para armar y
para tomallos. Y conviene al servicio de V.M. que allí haya Alcaide
perpetuo para que la fortaleza esté guardada y haya quien apellide
gente y esté a punto para el efecto que se hizo.
Francisco de Ceballos es hombre bien entendido en semejantes
cosas y de edad de sesenta años, y de fuerzas, y que ha seguido la
guerra, y es hombre hidalgo notorio y por tal es habido y tenido en
esta isla, y constó por una ejecutoria, librada en Valladolid por los
alcaides de hijosdalgo y notario de Castilla, y así en Sevilla y otras

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

partes le han sido guardadas las preeminencias de ome hijodalgo,


volviéndole la blanca de la sisa de la carne, y que su padre fué de
los primeros conquistadores y pobladores de esta Isla, y él es el
hombre más principal de toda aquella tierra y costa, y como tal ha
sido nombrado por esta Real Audiencia por capitán para la defensa
de los pueblos de aquella tierra y costa, y en esto y en salir contra
los franceses corsarios con navíos de armada y en defensa de aquella
costa, y en otras cosas que por esta Real Audiencia le han sido
encargadas, ha servido a V.M. y gastado de su hacienda, y el año
pasado salió de Puerto de Plata con un navío armado y un pataj y
tomó un navío de portugueses que venía sin registro ni licencia de
V.M., el cual con las mercaderías se aplicó todo a vuestro Real Fisco;
y es hombre de ánimo y liberal y aficionado a esto; y demás de los
dos mil pesos que se le mandaron gastar de vuestra Real Hacienda
porque se le había proveido, ciertamente sabemos que ha gastado de
su hacienda cantidad en el fuerte, y comprado municiones y cuatro
piezas de artillería, demás de las que se le han dado, y es hombre que
con la gente que tiene en su ingenio y haciendas, podría sustentar y
edificar en la dicha fortaleza lo que otra persona alguna allí no podía,
por ser el lugar de poca gente y vecinos, y que solo un oficial cantero
tenemos relación que le lleva de partido mil pesos por año, porque
allí no se halla quien quiera ir y se ha de llevar de esta ciudad con
gran costa, y que tiene un lombardero a quien da muy buen salario;
y así en lo que el dicho Francisco de Ceballos ha hecho y hace, ha
servido mucho a V.M. y ha hecho gran provecho a aquella costa, y será
servicio de V.M. hacelle la merced de Alcaide de la fortaleza, porque
vaya adelante con el salario que V.M. fuere servido» señalarle.— AGI,
Santo Domingo 71.
v Barcelona 7 de febrero de 1564.— Real cédula a la Audiencia:
que no deje salir de la Isla a pasajero alguno procedente de Nueva
España en navíos que van ahora a España con algún oro, porque
al presente se envían dos navíos que recojan el oro y la plata que
dejaron en Montecristi navíos que allí tocaron por no ser poderosos
para resistir a corsarios y piratas; y que a todos se les dé pasaje en
dichos dos navíos para que sirvan en la defensa de los caudales del
Rey y propios.— AGI, Santo Domingo 899.
v Madrid 15 de agosto de 1567.— Título real de Alcaide de la
Fortaleza de Puerto de Plata para Francisco de Ceballos.— AGI,
Santo Domingo 899.

125
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

46. — Del resto de días de la presidencia de Arias de Herrera


no se ha podido recoger dependencia ninguna en el orden de otras
defensas de la Isla, y aún hay carta que excluye hasta la esperanza
de darse con nuevas de entidad, si ya queda el Presidente tachado
de remiso por lo que toca al buen pie en que debía estar la Fortaleza
de Santo Domingo, instante su alcaide don Rodrigo de Bastidas para
tenerla a punto en caso de emergencia. Aún de franceses corsarios,
ni de armada enemiga en toda regla, conforme a los avisos recibidos
del propio Soberano, nada parece se registró después del caso de
Hawkins hasta ya ido Arias a su nuevo destino, salvo un insulto
de franceses en tierras de la Yaguana, donde cuarenta de ellos
cometieron depredaciones, y, en la persecución que se les plantó por
mar, una chispa prendió en un barrilete de pólvora en una de las dos
carabelas perseguidoras y quedaron los nuestros con muchos heridos y
cuatro muertos. Tomados en tierra dos franceses, confesaron que en la
Florida tenían un grueso de 5.000 hombres y que estaban edificando
un fuerte. Por esta vez los designios de Francia eran de establecerse
en América; las incursiones hostiles que principalmente habían
dirigido contra Cuba, tuvieron por finalidad inmediata distraer a los
españoles más cercanos con el cuidado de defenderse en sus casas
y tierras ocupadas, mientras ellos se hacían fuertes en previsión del
establecimiento de colonias con toda suerte de oficiales manuales y
familias agricultoras. El insulto hecho en tierras de la Yaguana fue de
la misma clase intencional que los ejecutados cerca de la Habana y
por las costas cubanas en el mismo año de 1565. Y al irse Arias de
Herrera, la presidencia de la Real Audiencia recayó en el licenciado
Grajeda, por comisión que se le había dado tiempo antes que López
de Cepeda hubiese padecido las largas dilatorias que Echagoián, su
juez, interpuso en la residencia que le tomaba.

v Toledo 26 de septiembre de 1560.— Real cédula dirigida al


licenciado Alonso de Grajeda, oidor en el Nuevo Reino: avisándole
que a López de Cepeda, oidor más antiguo de Santo Domingo, se

126
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

le ha trasladado a la del Nuevo Reino, y ordenándole que, como


nombrado oidor más antiguo de Santo Domingo, «presidáis en la
dicha Audiencia de la Isla Española, ansi como lo ha hecho el dicho
licenciado Cepeda y, como tal, podáis tener voz y voto, según que
lo tienen los otros Oidores más antiguos de las Audiencias Reales
de todos mis Reinos, y expedir y librar todas las apelaciones, pleitos
y causas que a la dicha nuestra Audiencia fueren, y firmar y señalar,
como oidor más antiguo, en las cartas y provisiones, etc. y se le
guarden las preeminencias que le tocan como a tal. AGI, Santo
Domingo 899.— Aranjuez 16 de octubre de 1560. Título de oidor
más antiguo de la Audiencia de la Española para Alonso de Grajeda
y que presida en ella como tal oidor más antiguo. AGI, Santo
Domingo 899.— El mismo día: Real cédula a Grajeda: que se le ha
extendido título de oidor más antiguo de la isla Española, y que espere
en el Nuevo Reino la llegada de López de Cepeda, que le tomará la
residencia y, hecha, «partáis a la dicha Isla Española».— AGI, Santo
Domingo 899.
v Santo Domingo 21 de diciembre de 1563.— Arias de Herrera
al Rey: «Al licenciado Grajeda esperamos en todo este mes….; al
presente no están sino [los oidores] Echagoian y Cáceres…..» — AGI,
Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 16 de noviembre de 1565.— Cristóbal de Tapia
Porres, Juan Caballero Bazán, Diego Jiménez de Peralta, Alonso
de Encinas, regidores (los dos últimos por ser oficiales reales), al
Rey. En la carabela de aviso «tuvimos nueva que V.M. R. manda
estar al licenciado Alonso Arias de Herrera, Presidente de esta
Audiencia, por Presidente de la Real Audiencia de Panamá; si es
así, a V.M. suplicamos mande hacer merced de la Presidencia de
esta Real Audiencia al licenciado Alonso de Grajeda, oidor de ella
más antiguo, en quien concurren grandes calidades y ha servido con
mucha fidelidad y diligencia a V.M. más ha de veinte años en esta
Real Audiencia y en la del Nuevo Reino, y los vecinos y moradores de
esta Isla recibirán merced y contentamiento de ello, porque es tenido
por muy buen juez y deseoso de esa población de la isla»: AGI, Santo
Domingo 71.— Hernando Ortiz Melgarejo al Rey en carta de Santo
Domingo 28 de septiembre de 1566; pidiendo se envíe Visitador que
traiga Oidores que hayan servido como tales en otras partes, «para
que curen la república de malos humores y miembros podridos y la

127
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ayuden a convalecer y poblar en compañía de un viejo y buen juez que


V.M. tiene, llamado Alonso de Grajeda, que por antigüedad preside
en esta Audiencia y ha más de veinte años que gobierna esta Isla, el
cual, cierto, está tan solo que, con toda la experiencia que de esta Isla
tiene, porque sus modernos compañeros no le dan ningún crédito,
corriendo a rienda suelta tras sus bártulos y pasiones en tanto grado….
Que…el dicho licenciado Alonso de Grajeda hubiera arrimado la
vara, lo cual no ha hecho por no deservir a V.M….. » AGI, Santo
Domingo 71.— Ya en pasados años el Presidente Alonso Maldonado,
en cartas de 23 de junio de 1553 y 14 de abril de 1554, había solicitado
que Grajeda, aunque mandado reponer en el oficio si contra él no
resultasen faltas graves en el juicio que le tomó de residencia, no
debía de ser repuesto, por no convenir; AGI, Santo Domingo 71.
Pero, evidentemente, todas estas cartas eran interesadas por diversos
aspectos de relación, y ninguna merece crédito de sustancia.
v San Lorenzo 12 de agosto de 1571.— Real cédula, relevando al
oidor Grajeda de la carga de visitar la tierra adentro cuando le tocase
el turno, y que se le tuviese, en fuerza de su mucha edad, libre de tal
obligación.— AGI, Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 17 de junio de 1566.— Grajeda al Rey (capítulo):
«El licenciado Alonso Arias de Herrera…. se partió de este puerto
a 28 días del mes de mayo a servir a V.M. en la Audiencia de
Panamá».— AGI, Santo Domingo 71.
v «S.C.R.M. Baltasar Cestero de Araujo dice: que al servicio de
V.M. conviene mande aviso a la ciudad de Santo Domingo sobre la
guarda de aquella ciudad, así porque el cosario Ricarte de Grinfilis, de
que en otro memorial hago relación, lleva en pintura natural sacada
aquella barra y fortalezas y todos los puertos cercanos de aquella
ciudad con algún prosupuesto de volver allí, como porque soy testigo
que en veinte y un meses que agora allí estuve, no ví que se hiciese
reseña alguna más de una sola vez ajuntar la gente de la tierra por
los capitanes de infantería.
Y que asimismo en la Fortaleza se tenga el artillería y municiones
a punto alistada, porque la mayor parte della está por el suelo, y
otras en carretones viejos y maltratados, y que en ella haya cuatro
lombarderos, porque no hay más de uno solo que gane sueldo.
Y que se tenga mejor vela de la que hay, porque a trueque de dos
reales que da el vecino cuando le cabe la guardia, se pasa la noche en

128
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

su casa, y en una sola parte fuera de la Fortaleza se hace centinela, y


sucede que en dos meses que en el Morro que está de esta parte del
Este no hay guardia ni vela alguna.
Debajo de aquella ciudad, obra de una legua, está una playa pequeña
que abre entre costa brava, que se dice Güibia [este informante da a
entender que piensa en San Jerónimo, en aquellos tiempos “Güibia la
grande”]. En la cual fácilmente se podría echar gente, y este corsario
la lleva muy en la memoria; y así a otro río que se dice Ayna, a tres
leguas de la ciudad, que entra en la mar, donde también podría echar
gente, y de todos los demás de aquí para abajo, va tan avisado como
si allí naciera, porque hasta del camino por tierra sabe los pasos, las
leguas y los ríos.
Conviene que en esta Güibia, que es, como digo, menos de legua,
se hagan trincheras y se pongan allí cuatro piezas gruesas y dos o tres
falcones debajo de una ramada de las que allá acostumbran, cubierta
de palma, y para que allí haya cinco o seis hombres que hagan de
continuo velas.
Y que asimismo haya en el Morro de continuo con otros tantos
hombres, que de esta manera estará mejor guardada aquella ciudad
y [en] este Morro, que está al Este, como digo, haya también una
campana que, cuando de la Fortaleza tocare a sus cuartos, corresponda
a esta otra; y ésto me parece.
Y, si es posible, se acreciente el Morro más de seis codos, porque
es bajo y no puede descubrir una punta que se dice Caucedo, que es
cuatro leguas de allí, detrás de la cual pueden los corsarios anochecer,
y de noche venir, prolongando la tierra y echar su gente en los puertos
que atrás digo.
Por la cual causa conviene también que en esta punta haya de
continuo vela, la cual no hay; porque viendo de allí al corsario, pueda
acusar con fuego, o corriendo a caballo, que, como digo, son cuatro
leguas, y esto es así muy necesario.
Sería de mucho efecto haber en aquella ciudad una fortaleza en
lo alto della que la señorease y pudiese batir y defender, porque la
Fortaleza que tiene no es más que para la mar.
Y asimismo digo que las armadas de V.M. no andan en las islas
Tercera más de hasta la entrada de septiembre, que es engaño
grandísimo no se dilatar hasta noviembre, porque cuando el tiempo
les sea fusco y recio, son islas, y siendo [malo] de una parte, pasándose

129
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

a la otra, están al abrigo y en calma, y, andando descargadas, no hay


ningún genero de peligro y, deteniéndose hasta este tiempo, harán
presa y serán de mucho más efecto; porque los corsarios, como están
avisados que en septiembre se recogen las armadas de V.M., con
mucha desvergüenza prolongan hasta las fortalezas de aquellas islas,
y todas las naos que se apartan de las flotas de V.M. allí, a la vista
de ojos las roban, y así las que vienen de San Tomé y del Brazil, que
son viajes largos y vienen necesitadas a reconocer la tierra, y allí,
como digo, las roban; y pues el corsario las espera en este tiempo,
siendo sus barras en el invierno más dudosas que las de España,
esperan las armadas de V.M. para hacer custodia y guardia a las naos
que digo, porque soy testigo de esto, y lo he visto agora estando en
el Cuervo, que es la última isla de las Terceras, por todo el mes de
octubre, noviembre, entrado de diciembre, más de treinta naos de
ingleses de dos en dos y de tres en tres, y la gente de cinco naos salió
en aquella isla y robaron la pobreza de los pobres labradores que
allí habitan. Por lo que V.M. debe mandar anden las armadas hasta
el tiempo que digo, que con esto se excusará el daño que hacen».
AGI, Santo Domingo 81.— Este papel, sin fecha, está entre otros
de 1566-1572. Corresponde su asunto, probablemente, al tiempo de
Arias de Herrera. Ciertas faltas de defensa aparecen ejecutadas desde
1566 en adelante.
Como en las cartas de la Audiencia al Consejo de las Indias con
noticias de corsarios se dejaba frecuentemente sin mención el nombre
de los capitanes corsarios, el tal Richard de Grinfilis arriba nombrado
no se expresa en estos papeles de la Española, o no lo hemos visto
mencionado. Quizás fué el que Max Henríquez Ureña en “El Libro
de Santiago de Cuba”, 1931, fase I, pág. 63, recogió de otras fuentes:
«En abril del siguiente año (1586), fuerzas de Gómez de Rojas, a
quien Luján (gobernador de la isla) había nombrado su lugarteniente
en la parte oriental, capturaron al corsario Richard en la costa de
Manzanillo, con nueve de sus hombres, después de haber dado muerte
a otros ocho franceses en una emboscada. Gómez de Rojas sometió
a juicio sumarísimo a los prisioneros, convictos de haber apresado la
fragata de Hernando Casanova, y todos fueron ahorcados».
v Durante la presidencia de Arias de Herrera quedó removido de su
oficio el oidor Echagoián y puesto en su lugar el licenciado Diego de
Ortegón, con título de 9 de julio de 1564; AGI, Santo Domingo 899.
De la misma fecha es la real cédula de comisión para que residenciara

130
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

a su antecesor Echagoián. El primer cobro de su salario fué «de siete


meses menos un día que a servido en el dicho oficio desde dos de junio
del año pasado de sesenta y cinco, que se hizo a la vela en Sanlucar
de Barrameda para venir al dicho oficio», AGI, Contaduría 1052. Y
la última paga fué de 16 ducados y 162 maravedís que «se le devían
y huvo de aver por cinco días que sirvió en el dicho oficio de oydor
desde primero de mayo de sesenta y nueve años hasta cinco del que
dexó la vara y se pregonó su residencia»; AGI, Contaduría 1052.
Hasta 16 Reales Cédulas se dieron a Ortegón sobre dependencias
de la residencia que había de tomar a Echagoián, y tan adusto se le
mostró al residenciado, que éste, receloso de experimentar dilaciones
al tiempo que hubiera de hacerse a la vela de regreso a España, escribió
a un su hermano, abogado Agustín Echagoián, para que impetrase
del Consejo no se le estorbase por ninguno el retorno a España y
poder llevar consigo el expediente de su residencia. Una real cédula
de Madrid 26 de abril de 1566, dirigida a Ortegón, dice, en sustancia,
que en primera ocasión que hubiese de navíos, enviase al Consejo
la residencia tomada al ex oidor Echagoián en manera que hiciese
fe, cerrada y sellada, y en el mismo barco saliese el residenciado con
el recaudo que pareciera y consignado a la Casa de la Contratación
(estilo eficaz para no embarazársele el viaje con tanto apremio serio
de gran culpable); AGI, Santo Domingo 899.— El crítico debe tomar
la fecha de 28 de abril de 1566 como término “desde”; juntar a esto
un tiempo de travesía del despacho; otro, para la ejecución de los
testimonios que el ex oidor pidiese a Ortegón y se los diera, lo que
equivalía a que llevara consigo a España cuanto le importaba tener
presente para su defensa sin que corriese contingencia siniestra al
expediente original; la primera ocasión de navíos, y el término de
un año más después de su llegada a España, para llegar así al término
“hasta”, que corresponde al tiempo en que Echagoián escribió su
interesante “Relación sobre la Isla Española”. Sobre que debe hacerse
particular hincapié en estas páginas que despiden a Echagoián en la
historia de la Isla.
Se presupone aquí el no saberse si la “Relación de la Isla Española”
escrita por el lic. Echagoián, ha merecido que en alguna parte se haya
hecho comentario de orden rectificador, habiendo corrido muchos
años con fecha de atribución al año de 1561, no obstante contener
menciones varias de sujetos muy posteriores en sus oficios a dicho año.
Entre nosotros, desde luego, se dedicó a esta Relación un capítulo en

131
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

“Dilucidaciones Históricas”, I, 128 ss., en 1927, y más tarde, 1939,


algunas notas para la reproducción de la misma Relación, que se
halla en “Relaciones Históricas”, vol. II del año de 1942. El escrito
de Echagoián se publicó por primera vez con muchísimas falencias
de transcripción, y las reproducciones que se han seguido, tienen
iguales defectos, por haber sido su fuente la mendosa hechura de la
Col. Mendoza, tan conocidamente infiel al contenido primigenio.
En 1927 se prefijó esta Relación a la medianía de 1568 y, en 1929,
se dejó sin confirmación expresa aquel año en su medio tiempo, pero
se hizo atención en la expresión de Echagoián de haberla escrito por
mandato de don Juan de Ovando, a la sazón Visitador del Consejo
de las Indias, oficio que se le dio bien mucho después de 1561. Como
esta relación fue escrita con fuertes alusiones al contrabando y trato
con extranjeros en la Española (de que constantemente se dan
documentos en el presente estudio), alusiones que el ex oidor embebe
en sus lamentos por la enemistad que le guardaron sus colegas de la
Audiencia, así apuntando a corroborar ocasionalmente su personal
defensa que ventilaba en el Consejo, necesario es imbuir al lector de
la exactitud del tiempo contra esa persistencia ilógica del año 1561,
imponiéndosele de lo que se ha adelantado hasta ahora para llegar a
esa exactitud referida del tiempo de la Relación.
La letra de la misma persuade que Echagoián sabía ya haberse
dado sucesor al obispo renunciante don Rodrigo de Bastidas Romera,
y también que el nuevo arzobispo fray Juan de Alzóloras estaba
preparado para ir a su Iglesia Metropolitana de Santo Domingo. Como
el fiat de S.S. para el nuevo obispo de Puerto Rico es de 2 de junio de
1568, y el traslado de Alzóloras a la Silla de Canarias se hizo, según
referencia antigua, en agosto del mismo año de 1568, se dedujo en
1927 que la Relación se escribió en junio o, a más tardar, en julio
de dicho año la aseveración del ex oidor, que nada sabía de aquel
traslado, no daba término congruo sino “hasta” julio. Hoy, aparte
que la noticia pública de pro vistos arrancaba de la publicación del
decreto real (solían los tales, siendo electos obispos, ir a su destino
por mandamiento real sin esperar el fiat de S.S.), sabemos que ya
en Santo Domingo se conocía el 19 de julio de 1568 el traslado de
Alzóloras a la sede de Canarias, porque en esa fecha el deán don
Pedro Duque de Ribera, en el salto que dio por la noticia, escribió
al Rey lamentándose (¡?) de tal traslado con que pasó a morder a
los apoderados que aquel señor tenía en Santo Domingo para que

132
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

les mandase devolver a la Iglesia lo usurpado, pues no hicieron


antes otra cosa que “trasquilar’ ovejas, AGI, Santo Domingo 71.
Consiguientemente, si el ex -oidor escribió cuando solamente sabía
que estaba aquel prelado en diligencia de hacer viaje a la Española,
ello no pudo ser sino hasta abril de aquel año de 1568.
Otro punto sacado de la Relación es el conocimiento que ya
tenía Echagoián de haberse nombrado juez de residencia para el
oidor Ortegón. En 1927 sabíamos que el 19 de junio de 1568 se dio
tal nombramiento y comisión al nuevo oidor Santiago de Vera, y se
hizo deducción de ser la relación posterior al dicho nombramiento.
Hoy se reconoce que por real cédula de 28 de junio de 1567 se dio esa
comisión al nuevo oidor lic. Juan de Rojas Carvajal, y se le entregó
nombramiento a favor del oidor Ortegón, trasladado de oidor a la
Audiencia de Panamá, y se le avisó y mandó que, de no resultar de
la pesquisa cargo grave contra aquél, le entregase su nombramiento
para que se fuese al nuevo destino. Pero Rojas fué descartado después
por cualquier motivo no descubierto todavía; cosa igual se hizo con
el doctor Azcueta, nombrado oidor y juez de residencia de Ortegón
en los mismos términos que anteriormente Rojas por sendas cédulas
reales de 15 de enero de 1568; sustituciones que dan persuasión de
haber Echagoián aludido, no a un motivo determinante de aquella
residencia (por querellas suyas, ni del franciscano fr. Rodrigo
Manrique), sino a un motivo concomitante por sucesos tales con
el fraile y con él, pues debía rendirla Ortegón por ley, a causa de su
traslado; con que este punto no corrobora nada sustancial para la
determinación del término “hasta” del tiempo de la Relación, sin
que se debilite el punto anterior en que se ha puesto ese término;
hacia abril de 1568.
Mucho nos presta para la determinación del término “desde” la
mención que el ex-oidor hiciera de que Alzóloras traía consigo dos
eclesiásticos letrados, a los que juntó un tercero, y eran maestrescuela,
arcediano y chantre. Por otra vía (AGI, Indiferente General 2859,
I, 142) se sabe que a Sancho de Mariñas se dio título de arcediano
de la Catedral dominicana el 1 de agosto de 1566; al doctor Unceta,
título de maestrescuela el 28 de enero de 1567; y al clérigo Diego
Rumoroso, título de chantre el 3 de agosto de 1567; éstos dos últimos
eran hechuras de Alzóloras, y tampoco vinieron a Santo Domingo;
Mariñas, de otra postura administrativa, sí vino; con él como con
Unceta no tenemos cuenta, sino con Rumoroso, en razón de ser de

133
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

los tres enunciados por Echagoián a quien cupo la última fecha. De


suerte que el término “desde” para la Relación hubo de correr desde
cualquier fecha posterior a la de 3 de agosto de 1567 hasta abril de
1568, que es un período de tiempo siete y ocho veces más amplio que
el desahogado para escribirse la mentada Relación, por manera que
en su medio tiempo era ya pasado el año de estar el ex–oidor en la
Corte prosiguiendo sus negocios, y aún se sobraban varios meses desde
que a Ortegón se mandó que en el barco conductor del expediente
original de la residencia, fuese el propio Echagoián con posesión de
todos los testimonios que hubiese pedido para su personal defensa de
los cargos en que fué penado, pues ciertamente había sido suspendido.
En el memorial al Rey con aviso de remisión de la Relación,
Echagoián decía de esta empresa: «Lo dejaba hasta la conclusión
de mis negocios; pero como el licenciado Juan [de] Ovando, de
vuestro Consejo de Inquisición y vuestro visitador en el de Indias,
me mandase… le diese relación por escrito del estado de dicha Isla
cuando a lo temporal y espiritual, púselo por obra», etc. Y, estando
ya deshecha la afirmación de León Pinelo de haberse encargado a
Ovando la visita del Consejo en 1570; la otra de Schaefer, en 1569; y
la de Jiménez de la Espada, en 1568, no hay sino que ver los trabajos
de don José de la Peña y Cámara, singularmente sus “Nuevos datos
sobre la Visita de Don Juan de Ovando al Consejo de las Indias”
(Madrid, 1935 después de octubre) para reconocerse que fue en 1567
(si ya no es que el nombramiento hubiese sido de 1566) cuando a
Ovando se dio el encargo; y constando de un expediente hallado
por don José de la Peña en el British Museum de Londres, y es un
legajo de declaraciones dadas en dicha Visita, y entre los declarantes
un Juan Agmoin Osorio y Ruy Fernández de Fuenmayor, vecinos de
Santo Domingo estantes en corte, que éstos declararon en los días 18
y 21 de enero de 1568, respectivamente; y constando, asimismo, que
las diligencias indagatorias se ejecutaron con testigos por separación
de unos territorios de otros; no hay ya sino deducir con grave apoyo
para el acierto que en estos mismos o inmediatos días se le mandó a
Echagoián que escribiese la Relación, y se le dejó excluido de prestar
declaraciones conforme al interrogatorio instruido normativamente
con todos, en fuerza de su estado civil de no haberse concluido
judicialmente el asunto de su residencia. Y justamente también,
porque hubo de tomarse el tiempo indispensable para hilvanar su
escrito, modificarlo y ponerlo en perfección y sacarlo en limpio. Marzo

134
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

o abril de 1568 parece que fue el tiempo a que pertenece la Relación,


lo que se hermana con el tiempo que aún presumía el ex –oidor que
Alzóloras seguía preparándose para hacer viaje a Santo Domingo.
La Relación de la Isla Española, de Echagoián, pertenece al
documentario de la Visita de Ovando al Consejo de las Indias (el
especializado observa sin esfuerzo alguno en el desenvolvimiento de
los asuntos, guardadas las normas que para tales informes se dieron a
los designados, para hacer relación de la comarca indiana que conocía,
con inserción de los puntos sobre que debían hacer descripción y
explicación, como cosas solamente interesantes para los fines de
aquellos encargos); uno de los primeros frutos debió de ser el envío
de un Visitador especial (antes se venían dando comisiones iguales a
nuevos oidores, que solían cumplir sus pesquisas con la lealtad que se
supone en vasallos de S.M. que mucho se miran en el elegir la vara
con que han de medir para más tarde gustar que con igual vara se les
mida); el tal Visitador, independiente de banderías y camaraderías,
fue el lic. Juan de Valdivia, nombrado el 18 de octubre de 1569, quien
terminó su oficio en fin de enero de 1572. Modernadamente se ha
insinuado que Juan López de Velasco utilizó esta relación; lo que ni
carece de probabilidad (fué a sus manos esta Relación por primera
trasmisión por ser el secretario de la Visita encargada a Ovando), ni
puede justificarse sustancia ninguna en tal insinuación, porque las
noticias sobre lo físico, y geográfico y administrativo e institucional,
etc., no eran cosa nueva de saberse, como era lo demográfico, y en
esto no se parecen nada Echagoián y el cronista-cosmógrafo, salvo en
asignar a la ciudad de Santo Domingo 500 vecinos para 1568 y para
1581. Lo que a toda luz no da sustancia a la insinuación sobredicha.
Finalmente, volviendo a la historia, el provecho positivo que
Echagoián sacó de sus diligencias defensivas (y nunca más se le dio
oficio en Indias), fue una real cédula, de 2 de diciembre de 1568, para
que los oficiales reales de la Española entregasen al apoderado del
ex–oidor todo lo que de su salario de oidor habíase dejado de pagar
a sus tiempos; AGI, Santo Domingo 899.

135
Capítulo V
Presidencias del lic. Grajeda (2ª interinaria) y del
licenciado Diego de Vera
(1566-1568)

47.— Ni una empresa siquiera de cuantas los españoles habían


acometido para establecerse en la Florida pudo tener arraigo hasta
que la espada de Pedro Menéndez de Avilés lo consiguió, no sin
sentir reveses grandes en la pelea y traiciones gravísimas en su
ejército. Ponce de León el descubridor, Pánfilo de Nárvaez, Lucas
Vázquez de Ayllón, Hernando de Soto, todos tuvieron fin desastrado
en aquella comarca de la América del Norte. Menos infeliz que
todos estos fué un don Tristán de Arellano, Gobernador de la
Florida por el Virrey de Méjico, don Luis de Velazco, pero también
fracasó en la empresa de cerca de dos años (1559-1561), por las
angustias del hambre. Obcecado el gobernador en perseverar en la
demanda y queriendo penetrar la tierra adentro de donde volvieron
las expediciones diezmadas por las necesidades (los indios por
doquiera destruían las sementeras hechas), en tanto los religiosos
expedicionarios clamaban en nombre de Dios se hiciese abandono
absoluto de la empresa, al fin, consintió que gradualmente la gente
enferma y no capaz de sostener las armas, pasase a la Habana y a
la Nueva España. Justamente mientras con toda lentitud por falta
de barcos se verificaba la evacuación, los franceses entraron en la
Florida más al septentrión que los españoles y con más suerte que
éstos se establecieron sin grave contradicción de los indios, aunque
a no mucho andar del tiempo, también el hambre se hizo sentir en
ellos, por lo que sus jefes decidieron retornar a Francia para volver

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

con nuevo refuerzo de gente y prevenciones bastantes con que


sortear los meses de espera hasta lograr las cosechas. Fué entonces
cuando los indios por deshacerse de franceses les hicieron conocer el
establecimiento de los españoles, y cómo siendo pocos, una sorpresa
daría con todos en el mar y con sus despojos mantenerse hasta la
llegada de los de su nación. El hambre les hizo abrazar el consejo
siniestro, pero los franceses no sacaron mayor ventaja de su asalto,
porque no acabaron con los españoles, y los supervivientes dieron
avisos y la represalia española que luego que se les siguió hizo retrasar
por más de medio siglo la extensión francesa en América.
48.— Muy a la contínua Felipe II venía avisando a los
gobernadores de Indias sobre los aprestos dilatados de franceses
que, con el favor de su gobierno, premeditaban hacer daños en los
dominios. No habíase calado todavía que era ya otro intento francés
que no el de robar tesoros conducidos a España, fin primordial hasta
entonces ejecutado por particulares o por compañías organizadas
para medrar por medio de la piratería; y es lo más que se expresa en
las reales cédulas de los años 1558 a 1563. Tratábase ahora de adquirir
extensión territorial en el Nuevo Mundo, iniciativa del Almirante
de Francia, Coligny, pues como en los altibajos de las luchas civiles
entre católicos y hugonotes, hubiese de atender a la conservación
de numerosas familias que habían perdido miembros en aquellas
luchas, llevó sus providencias a buscar tierras en América, pagando
de esta suerte la sangre derramada por su causa, como jefe que era del
calvinismo en Francia. Jean Ribault y Rene de Laudonniére fueron
los capitanes escogidos, marineros de larga práctica, para hacer
aquellos establecimientos, debiendo estar a la mira de no perder
tiempo ni gente en refriegas con españoles, no dejando conocer
con las cautelas del caso su presencia, sino que debían buscar y
escoger parajes a donde los españoles no hubiesen llegado todavía;
lo primero era fijar los cimientos de una colonia bien nutrida de
defensores, sin empresa guerrera alguna a ser posible con los indios,
y si en circunstancias adversas, emanadas de fuerzas ineludibles,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

se necesitaban nuevos auxilios, los pidiesen por demandarlo así la


conservación de la gente. Ribault y Laudonniére cumplieron aquello
y se vieron en la dura necesidad de recurrir por sus personas a la
consecución de ésto. Es verdad que cuando retornaron ya los indios
habían dado fin a los franceses.
49.—La grave noticia del establecimiento de franceses
colindantes con las posesiones que no estaban en estado de defensa
contra el empuje invasor que la nueva política de Francia empezaba
a desarrollar, cambió de punto la política seguida en el Consejo de
Indias, hasta entonces mezquina en el favorecer los territorios con la
largueza de sus naturales recursos al servicio directo de la seguridad
de ellos, atención sabia no teniendo España la seguridad de los
mares. Tampoco se conocía el número de franceses establecidos más
al norte de la Florida, y en el presupuesto de que aquella expansión
había de estar condicionada a expensas de los dominios españoles,
con pérdida de Cuba, y estando mal defendida la Habana, llave del
Golfo y camino más corto para intentarse la sojuzgación de Nueva
España, a toda prisa se dispuso una flota de guerra, y se dió su mando
a Pedro Menéndez de Avilés, quien vía recta y sin más demoras que
las adventicias de los tiempos, debía limpiar las costas de la Florida
y buscando a los franceses dondequiera estuviesen, destruirlos. A
los gobernadores de Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Panamá,
y al Virrey de Nueva España por otra vía se les dio la orden de
auxiliar con toda eficacia, so pena de la merced real, a Menéndez
de Avilés (nombrado Adelantado de la Florida) en todo lo que les
pidiese. Ribault y Laudonniére habían vuelto a donde dejaron a sus
hombres, y no hallaron ya ni rastro de ellos. Libres los horizontes de
enemigos, solitarias todas aquellas comarcas, ambos jefes hugonotes
dividieron sus mesnadas en dos grupos: Ribault edificó el fuerte Real
y Laudonniére el fuerte Carlos. Con no mucho retraso Menéndez de
Avilés se presentó también, y en desigual combate, por la sorpresa,
destruyó la flota francesa, cuya mayor dotación se hallaba en tierra,
y aunque resistido a pie firme así que desembarcó su tropa, acorraló

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a la chusma civil y guerrera en Fuerte Real, lo asaltó y todos sin


excepción, fueron degollados. Ribault halló la muerte por las
espaldas. También arremetió contra el fuerte Carlos, si bien muchos
de sus defensores, sin crédito de soldados, huyeron y Laudonniére
con ellos. Corría el año de 1565. Llegando el Laudonniére a Francia,
por más que quiso atraerse el favor primero de Coligny, fracasó y se
retiró a la oscuridad de la que había salido.

v Santo Domingo 27 de febrero de 1565.— Luis de Padilla al Rey:


los franceses, en número de 40, se desembarcaron en la Yaguana,
quemaron una estancia, hicieron estragos en negros; los vecinos les
siguieron en dos carabelas, y en una de éstas una chispa prendió en
un barril de pólvora y murieron cuatro y varios más quedaron fuera
de servicio; fueron tomados dos franceses y, puestos a tormento,
declararon que en la Florida había más de 1500 franceses que estaban
edificando un fuerte.— AGI, Santo Domingo 71.
v Domingue de Gourgues, hugonete, armó una expedición para
vengar la muerte de sus correligionarios y, estando Menéndez de
Avilés en la Corte, saltó en tierra, sorprendió a los españoles de un
fuerte, e hizo sarracina en ellos. De vuelta en Francia, los hugonetes
le recibieron como a héroe, pero ya a Coligny no le quedaba sino
esperar la noche de San Bartolomé, y Gourgues hubo de esconderse
para no ser entregado a la disposición del Rey de España.

50.— Por lo que toca a Santo Domingo, más que estar a la espera
de lo que pidiese el Adelantado, que habría de ser gente de a caballo,
por una real cédula se mandó a la Audiencia que, dejadas otras
providencias del cargo de la Rea1 Hacienda, llevara cien caballos y
les diese capitán de honor y celo, que los gobernase debajo el mando
del Adelantado y que sin otra dilación que la indispensable, en el
barco mejor acondicionado que más pronto se hubiese, los enviase
a la Florida. No se hallaron hombres de igual satisfacción, porque
mucha gente de denuedo, sin que hubiese poder que lo estorbase, se
iban subrepticiamente de la tierra en busca de mejores horizontes de
vida (cualquier clase de mantenimiento era ya sobradamente cara

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

por el agio de la moneda provincial, y era corriente la ocultación de


efectos para vender a corsarios que, pagando en especies, pagaban
mejor que con dinero), y también porque más de un centenar de
hombre hábiles para manejar las armas los había llevado consigo a
Panamá el último Presidente Arias de Herrera, aunque por punto
general, apenas hombre alguno no era práctico, los de campos y
haciendas en la garrocha, la lanza o el machete, los de ciudades y
villas en espadas, estoques y chafarotes de longura excesiva. Los
hombres de esta expedición a la Florida, muchos ellos acostumbrados
a vivir a salto de mata, eran de este jaez y nada sufridos, a quienes
se dió un capitán sujeto jugador con encargo de ser el pagador de
su gente; aunque hubiera sido tal capitán Diego de Rivera, uno de
los cuatro en quienes se había fiado la defensa de la Capital de la
Española, hombre de confianza de Menéndez de Avilés, a cuyas
órdenes sirvió muy pundonorosamente.... Los documentos hasta
ahora habidos orientan al investigador sobre la causa directa o
motivo de la insubordinación y rebelión de la gente dominicana a la
falta de paga: unos pidieron sus haberes con las armas en las manos,
y otros, en 1a ocasión, después, cometieron excesos y los demás se
hicieron solidarios en el desertar, clavaron la artillería que pudiera
destruirlos cuando se apoderaron de una nave y se hicieron a la vela
y por diferentes puertos de la Española se metieron nuevamente
en su tierra. Quien cayó en manos de la justicia, pues el Rey los
reclamó a todos; quien se metió en los montes para reunirse algún
día a los suyos, o para emigrar a donde no fuese reconocido; y quien,
al abrigo de amistades menos decorosas, campeó por sus respetos
dondequiera, asegurados de la sorpresa: billetes precursores de la
acción de la justicia obraban testimonios de verdad al pie de los
expedientes: No hallado.

v Madrid 30 de marzo de 1565.— Real cédula de extensión a la


Isla Española de lo ordenado por pragmática de Madrid 18 de junio
de 1564, sobre el largor de las espadas, verdugos y estoques, que se

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usaban de ocho y diez y doce palmos, y aún mayores, de que se seguían


muchos homicidios; por dicha pragmática se ordenaba que los aceros
sólo tuviesen hasta cinco cuartas de vara de cuchilla en largo, y se
señalaba pena al que en el término de quince días no cumpliese la
orden; por la primera vez se incurría en pena de 10 ducados, diez días
de cárcel y pérdida de la espada, verdugo o estoque; por la segunda,
en doblada pena y un año de destierro del lugar de la residencia y
el arma para el juez. Se sobrecartó la pragmática en esta real cédula
y se mandó pregonar de orden del soberano en toda la isla para que
llegase a conocimiento de todos.— AGI, Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 17 de junio de 1566.— Grajeda, Cáceres y
Ortegón al Rey; capítulo de carta: «En otras habemos suplicado a V.
M. fuese servido de nos mandar adelantar nuestros salarios y mandar
horden para que se nos pague en buena moneda….. En esta Isla no
la ay sino es escasa y la carestía de las cosas de la tierra y de las de
España es muy grande…. Y agora cada día estan en más excesivos
precios; suplicamos a V.M. sea servido de nos hazer esta merced y que
se pueda cobrar en el Rio de España es muy grande….y agora cada
día están en embie provision para podello hazer».— AGI, Santo
Domingo 71.
v Santo Domingo 25 de septiembre de 1566.— Santiago del Riego,
fiscal, avisa de su llegada a la Isla; ha hallado que todo en ella está
en lastimoso estado por falta de sustento humano, y que ha visto
«por vista de ojos, que, sin ser parte de la Real Audiencia, se van
los vecinos a hurto de dos en dos, y, aunque se hace la diligencia
posible, no aprovecha, porque humana diligencia no basta; de esto
es causa más principal el estanco». Y suplica que se quite.— AGI,
Santo Domingo 71.
v Ocoa 2 de septiembre de 1567.— El licenciado Alonso Muñoz
(del Consejo de Indias, en viaje a Méjico para entender de la causa
contra el segundo Marqués del Valle), dice al Rey: «Esta Isla está
muy arruinada y bien lo parece, pues una libra de pan no ha venido
para poder comprar, si lo hay; carne y cara, y una gallina vale seis
reales, y un carnero, veinte, y no se hallan, ni se ha hallado un huevo;
dicen que se llevan el fruto de la tierra los franceses y ingleses; y hoy
dicen que hay diez y siete navíos a la banda del Sueste, de franceses
y ingleses, y tratan y contratan con todos, y el alguacil mayor de
Santo Domingo y otros hombres honrados de la Isla me dijeron que
no podían hacer otra cosa, o habían de desamparar la isla; que ellos

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

mueren de hambre y es imposible sustentarse, sino que va a más andar,


perdiéndose……».— AGI, Santo Domingo 71.
v Valladolid 9 de mayo de 1565.— Real cédula a la Audiencia: que
con toda brevedad envíe a la Florida cincuenta hombres de a caballo,
nombrándoles capitán.— Madrid 23 de noviembre de 1566.— Real
cédula a la Audiencia: Los soldados de la Española que fueron a la
Florida, y se volvieron después de sus tumultos, sean enviados presos
a España.— AGI, Santo Domingo 899.
Las respuestas a la primera real cédula fueron: De 13 de noviembre
de 1567, dada por los oidores Grajeda, Cáceres y Ortegón; de 16 del
propio mes y año, por Arias de Herrera. Los oidores dijeron el mucho
trabajo habido para enviar a la Florida 200 hombres de guerra, con
más otros 200 de a caballo, si podía ser; y que Herrera «trabajó de
hacer toda la gente que ser pudo y puso harto cuidado en ello… y
para ello se hizo todo lo posible, buscándolos y enviándolos a buscar
por los pueblos y estancias de la tierra adentro y por los montes, y
compeliéndolos con penas y prisiones y pregones que se mandaron
dar con penas para que ninguno se ausentase de esta ciudad, y los
que fueron hicieron harta falta en esta ciudad. La mayor parte de la
gente que fue es diestra de a caballo y que se ha ejercitado y podrán allá
servir muy bien a pie y a caballo, porque en esta isla lo acostumbraban
mucho toda la gente……». Arias de Herrera, respondiendo, se explayó
mucho sobre no haber podido juntar los 200 hombres de su voluntad,
y que esperó un espacio, teniendo consideración a no sacar gente
que sirviera para la defensa de la ciudad; se consiguió que Gonzalo
de Peñalosa, vecino, comprara una fragata y fuese por capitán con la
gente que se juntó, y para juntarla se valió del arbitrio tan expedito
como a la letra expresaba: «No hallé otro remedio mejor que fué dar
tras los amancebados y vagabundos de la ciudad y tierra, enviando
alguaciles por todas partes a buscarlos, y así henchí la cárcel de gente;
y como vieron que la cosa iba tan de veras, unos por bien y otros por
mal, se venían a asentar con el capitán, de manera que se juntaron
doscientos y diez y ocho soldados muy escogidos y ochenta marineros
que eran buenos como ellos…..»; AGI, Santo Domingo 71.
La segunda real cédula arriba mencionada parece repetición
de otra anterior, porque con solos siete días de diferencia, al 30 de
noviembre de 1566, el fiscal Santiago del Riego decía al Rey: «De
los soldados que fueron a la Florida hay muchos en esta Isla, así de
los que pidieron licencia con las armas en las manos, como de los del

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

motín que prendieron al Maestre de Campo y clavaron el artillería:


pedí se prendiesen todos y dióseme una Provisión para los de la tierra
adentro y mandamiento para los de aquí; prendiéronse algunos y los
más se acogieron a iglesias y monasterios; pedí los sacasen pues eran
traidores conocidos, y hasta ahora no lo han proveido, y los presos
irán en este navío, aunque algunos están a la muerte, y lo mismo
será de los que se prendieren por la orden que dan vuestros Oidores,
aunque yo pedí se hiciese aquí justicia, pues aquí constará más la
culpa».— Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 10 de mayo de 1568.— Vera, presidente; Grajeda,
Cáceres, Ortegón, Santiago de Vera, oidores, repiten petición de
pólvora, salitre y arcabuces. Resolución: al margen del capítulo:
«Cédula para los oficiales de Sevilla que avisen de lo que les han
enviado, y no les habiendo enviado nada, les envíen los 200 arcabuces
y pólvora para ellos, y lo repartan como aquí dicen».— AGI, Santo
Domingo 71.
v La enunciación que arriba se ha hecho de Diego de Ribera no
corresponde a fuente directa de información, sino que de este nombre
era uno de los cuatro capitanes de la ciudad dividida en cuatro
cuarteles de circunscripción miliciana, sujeto de valor y de viril
pundonor. También pudo ser que se hubiera ido de Santo Domingo
con el Adelantado Menéndez de Avilés, cuyo teniente de gobernador
fué después a la Habana, y consta que en agosto de 1566 estaba aún
en Santo Domingo.

51.— E1 hecho constante de crearse cargos autónomos dentro de


jurisdicción cuya autoridad recibe la orden de excepción al par que
a la persona con aquellos cargos se le exime y defiende de cuanto
contradiga o se oponga a la exención, ha sido siempre motivo de
discordias, o siquiera de desunión, fundamento de la subversión de la
autoridad por ser el superior quien con su incomprensión establece
el desorden en la jerarquía social y administrativa de los organismos
dependientes de un mismo superior jerárquico. Tal aconteció
en Cuba cuando en el principio de la empresa encomendada a
Menéndez de Avilés quedó instalada en la Habana una oficina
de abastecimientos con destino a la Florida, y al frente de ella,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Pedro de Redrobán, sujeto atento al medro personal, tardo en el


cumplimiento del deber por índole propia en ambiente de oposición
del Gobernador García Osorio, de siniestro proceder en materia de
competencia de jurisdicción. Redrobán embebió su propio disgusto
el choque constante de los encontrados intereses de Menéndez de
Avilés y de García Osorio, tronó un día con culpables desaguisados
y seguido de los soldados a sus órdenes, se tiró al monte, resistiendo
con las armas a los perseguidores hasta que su propio jefe, llamado a
la Habana, le persiguió, capturó y juzgó entre tantas displicencias y
desaires del Gobernador que, al fin envió el culpable a España para
que, perdido Redrobán por su culpa, quedase perdido igualmente
Osorio por las suyas.
52.— Consecuencia del estado de hambre que por estos sucesos
se acentuó más y más en la colonia (habíase fundado por Menéndez
la de San Agustín, fuerte, en la costa del mar), fué dividir la gente
y adelantar la ocupación del territorio hasta aquellos mismos
parajes en donde los franceses habían tenido sus establecimientos.
Esto complicaba la situación general, porque a mayor extensión
de dominio mayor número de tribus, todas de arrojo increíble y
de una decisión uniforme de destruir las propias sementeras en
muchas leguas a la redonda de los españoles, y era consecuente que
apuntalase la situación al almacén de la Habana; y porque aún así
aquello no tendría seguridad por mucho tiempo, si tales necesidades
no eran mandadas remediar con providencias reales en España,
resolvió hacer viaje. Ni podía hacerlo sin dar satisfacción de lo que
de él esperaba el Rey, si primero no hacía un crucero por los mares de
islas y poner los puertos en custodia, dotándolos de gente que pudiese
hacer efectivo daño a franceses, con que se prevenía que algunos no
pasasen adelante y subiesen hasta las tierras de su adelantamiento.
Justamente envió delante de sí barcos con soldados para Cuba y
Santo Domingo, y al mando de una pequeña flota recorrió los mares
hasta Puerto Rico.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

53.— Dejó en San Juan una guarnición, y con sus barcos hizo
rumbo a la Mona, refugio y escondite de piratas (no los halló),
y como en aquella isla hubiese cantidad de yuca, dió licencia de
descanso a los capitanes para que con todo disimulo tuviesen los
barcos a la espera de enemigos y que esta licencia les durase hasta
hacerse cazabe según diese la cosecha, y él se encaminó a la Isla
Española; entró en el puerto de Santo Domingo el 23 de noviembre
de 1566, en tiempo y sazón de haberse recibido noticias de que
corsarios franceses avanzaban haciendo grandes muertes y robos,
como los ejecutados en la isla de Madera. La entrada de Menéndez
de Avilés en Santo Domingo había tenido un principio cómico que
ayudó mucho a levantar la expectación general de los vecinos. Los
vientos de tierra le habían impedido acercarse a puerto y hubo de
seguir ruta de distracción hasta que los vientos cambiasen; en el
medio tiempo divisó una nave que traía rumbo a Santo Domingo, y
creyendo ser francesa, se le puso a popa para dejarle el sólo arbitrio
de acelerar y encaminarse a la Mona, dando así carnada a los navíos
propios; la nave enfiló al puerto de Santo Domingo, buscando asilo,
pues era española y huía creyéndose perseguida de francés. Tras un
reconocimiento, uno y otro barco izó pabellón español al acercarse
a la Fortaleza, y entonces se reconoció el común engaño.
54.— La visita del Adelantado a la Fortaleza marcó un paso
más para que tuviese ser y estado más cumplidos, que no el de casa
del alcaide; pues habiendo aprobado cuanto en ella se hacía por los
cuidados de la Audiencia (presidía el oidor más antiguo, Grajeda),
sin desconocerse en Junta de Guerra y Hacienda, que todos los
presentes estaban más para extender la mano en solicitud de dineros
de las Cajas de Tierrafirme que para gastar de la desmedrada Caja
Real de la Isla, de una vez por todas y sin más consultar la voluntad
del Rey se resolvió destruir las casas de particulares de que tan
enojado estuvo toda la vida el primer alcaide Gonzalo Fernández
de Oviedo, se comprasen y demoliesen y con sus materiales se
acumulasen piedras para construir el muro con que después se cerró

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el terreno colindante con la Torre y Fortaleza, y se alargó así el paso


público hecho calle, prolongación hasta los riscos de la costa de
la más antigua y renombrada calle de Las Damas. Menéndez puso
en manos de Grajeda un memorial de cuanto debía hacerse, pero
por lo costoso no había sino de remitirse a S. M.; en el entretanto
que ello tuviera respuesta favorable, debía esperarse con tal cual
fundamento la llegada de un ingeniero en obras de fortificación,
en quien reconocía habilidad y pericia, el capitán Juan de Zorita,
de cuya comisión se habían recibido reales cédulas y sobre quién
recayese toda responsabilidad de las obras apuntadas en cuanto a su
solidez y a los gastos que las mismas demandaban.

v Bosque de Segovia 19 de octubre de 1565.— Real cédula al capitán


Zorita que pasa a la Florida; que visite la Fortaleza de Santo Domingo
y dé luz al Presidente sobre lo que en ella conviene reparar; en el
caso de que se detuvieren las naos en aquella ciudad.— De la misma
fecha; real cédula al alcaide don Rodrigo de Bastidas, que ha pedido
se repare la Fortaleza, y se le envíen armas y municiones; avisándole
de lo que se ordena a la Audiencia en esa misma razón; se ha dispuesto
el envío de lo que pide, y que sea más celoso en el dar cuenta a la
contínua del estado de la Fortaleza.— AGI, Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 30 de noviembre de 1566.— El Cabildo secular
(don Alonso Henríquez, Alonso Bazán, Alvaro Caballero, Luis de
Santa Clara, Cristóbal de Tapia Porres, Juan Caballero de Bazán,
Diego Jiménez de Peralta, escribano Diego de Medina, que refrenda),
al rey: Sobre la defensa de la Isla y que, con noticias recibidas el
15 de este mes (dada por Pedro Estupiñán de Figueroa) de haber
corsarios franceses robando en la isla Madera «con grandes crueldades
que nos puso temor y espanto por estar esta Fortaleza y ciudad muy
mal proveída y no fortificada», etc. El 23 de este mes llegó Pedro
Menéndez de Avilés, que ha dejado la armada real en la Mona y
San Germán con ochocientos hombres de guerra para la guarda de
estos mares, «y ha prometido a esta ciudad que de la gente que trae y
viene, por vía de Montecristi dejará para guarda de esta ciudad ciento
y cincuenta hombres arcabuceros y piqueros y mantenimientos hasta
el mes de marzo para ellos, y veinte quintales de pólvora y municiones
para los arcabuceros». Esto ha dado gran contentamiento a todos,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y «el dicho Adelantado ha visitado esta Fortaleza y ciudad y sabe la


gran necesidad que hay de que esté proveída de artillería y munición,
y se fortifique». Suplican el envío de armas y de dineros de Tierrafirme
para hacerse los reparos. (Se extiende en ponderaciones sobre los
tratos y contratos que ingleses, franceses y portugueses hacen en los
puertos de la banda del Norte.) AGI, Santo Domingo 71.

55.— Otra providencia del Adelantado había sido la de poner


cortas guarniciones de su gente, como va dicho, en los puertos
antillanos; lo que fué causa de júbilo en la población y vecindario,
negocio de mala espina para las autoridades y oficiales reales de la Isla.
Bien seguro de haber destruido todos los establecimientos franceses
de la Carolina y de haberlos expulsado de las aguas antillanas con
presupuesto de que por bastante tiempo la guarnición del fuerte de
San Agustín no sería sometida a prueba por los enemigos, discurrió
reducir el grueso de los combatientes hasta no quedar exhausta la
cuota o cantidad de provisiones que concertadamente y debajo orden
de disciplina desde la Habana se había de enviar, si bien la misma
atención con la gente acantonada en diversos parajes antillanos
requiriese un nuevo sistema de administración no tan gravoso que
en compensación dejase de reconocerse su conveniencia por la
exoneración de los respectivos vecindarios de la pesada carga de la
prestación personal en casos de alarma ante la presencia e insultos
de los enemigos, notoria como era en todas partes la ligereza de los
vecinos en el ocuparse en la salvación de sus mujeres e hijos y bienes,
que no para ir a ocupar un puesto de acción y al precio de la sangre
estorbar sus acometimientos. Por otra parte, siendo Menéndez de
Avilés tan recio para vivir en continuo movimiento, y habiendo ya
experimentado que en sus ausencias solía mostrarse inquietante la
insubordinación y el libertinaje de la soldadesca, previno con este
arbitrio deshacerse de hombres ociosos, contando con reunirlos
al tiempo de la necesidad y del peligro. Así, no bien hubo llegado
a Santo Domingo, anunció a los Oidores que antes de salir de la
Florida había despachado gente para el puerto de Montecristi y que

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

hiciesen camino para guarnecer la ciudad de Santo Domingo, y con


diferencia de horas se recibió noticia de su arribo, y días corridos, sin
dilación ni premura, se presentaron al mando del capitán Rodrigo
Troche. Así que estos soldados quedaron aposentados, el Adelantado
escribió al Consejo (3 de diciembre de 1566) que lo mismo en otras
partes pensaba hacer, puesto en camino de la Habana, pues dejaría
50 arcabuceros en la Yaguana, mandados por el capitán Francisco
de Godoy; y otros tantos en Puerto de Plata, con el capitán Aguirre;
parecidamente obraría en Santiago de Cuba y en el Bayamo. Cartas
hablan del gran contentamiento en el pueblo por el alivio dado a la
intranquilidad tantas veces soliviantada, pero como los oficiales de la
Real Hacienda recibieron hombres y no el dinero con que hacérseles
las pagas, si de dientes para fuera se mostraban complacidos,
cordialmente maldijeron del mal negocio y escribieron al Rey que
tales soldados no se necesitaban, y ya el vecindario sabía cumplir en
las ocasiones; pero si tal guarnición había de sostenerse mandase S.
M. que el dinero de sus pagas se les situase a sus tiempos. Aunque
mejor fuera que los soldados se quitasen y los gastos forzosos que
en ellos habrían de hacerse, se convirtiesen en cañones y pólvora
y otras armas, que todas eran menester. El ruin remedio de darse a
los soldados un socorro, porción muy corta del salario que debían
recibir, envuelve simplemente la solución precaria de quejas y
reclamos constantes que los soldados hacían antes de darse a la fuga
y deserción, con frecuencia precedida de excesos lamentables. Los
mulatos criollos ya habían dado prendas de esta insubordinación,
antes que en la Florida, en el Perú, cuando el Presidente Fuenmayor
envió socorro de hombres y armas y caballos en los tristes meses de
discordias entre Pizarro y Almagro.

v Santo Domingo 30 de noviembre de 1566.— Rodrigo de Bastidas,


alcaide, al Rey: Dice que recibió real cédula dada en Bosque de
Segovia el 19 de octubre del año antecedente, con reprensión por ser
remiso para escribir, como debe, a la contínua, sobre el estado de la

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Fortaleza, y refiere que el capitán Zorita no vino a esta ciudad e Isla a


visitar esta casa y Fortaleza, como V. M. me daba aviso, y me ha enviado
la munición y armas que V.M. manda enviar, de que tanta extrema
necesidad esta Fortaleza tiene. La ciudad está muy complacida con
la venida del Adelantado Menéndez de Avilés, y éste obra ya mucho
por poner en buen punto la Fortaleza.— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 2 de diciembre de 1566.— Grajeda, Cáceres
y Ortegón, al Rey: Dicen haber sabido «que en Francia se habían
aprestado veinte y ocho navíos y aún más para venir a estas partes
y hacer mal en ellas, y después vino otro navío con el mismo aviso,
y que…. Eran salidos en fin de setiembre; y, cierto, nos dió pena y
puso en cuidado por ser muy grande armada; y, como en otras hemos
escrito a V.M., se ha ido por otros puertos sin poderlo bien remediar
mucha gente, y especialmente en el navío en que salió el licenciado
Herrera, Presidente de esta Audiencia, para Panamá…….que llevó
doscientas y cincuenta personas, sin que quisiese se visitase, y porque
la tierra estaba muy perdida y desaparejada y la artillería toda de
suerte que no podía aprovechar; y como el licenciado tenía cuatro
años [había] cédula de V.M. para visitarla, no la había visitado esta
Real Audiencia hasta que él se fué, que se visitó y se proveyó que
toda la artillería se pusiese en ruedas y otras en ruedas y cureñas, y
que se hiciese un fuerte en la misma Fortaleza a la parte de la mar y
entrada del puerto, y se cubriese porque allí estaban algunas piezas
descubiertas y desaparejadas, lo cual todo se está haciendo con toda
diligencia; y, cierto, que será más importante y fuerte que todo lo que
estaba hecho antes en la Fortaleza. Hase apercibido y alistado la gente,
que estén a punto, y puesto guardias y centinelas con las tocantes
que parece que convienen».– Dicen que llegó Menéndez de Avilés
para tomar acuerdos con la Audiencia y hasta propuso quedarse aquí
para entender en la defensa de estas partes, pero que la Audiencia le
arguyó que su puesto era en la Florida, que era adonde los franceses
se dirigían en aquella etapa de sus muchas ambiciones, «y así, que
dejase en este puerto y en el de San Juan de Puerto Rico y en el de
la Habana la gente que le pareciese y con la demás se recogiese a
la Florida……. y así dice que quiere dejar en este puerto ciento y
cincuenta hombres», por parecerle que eran los necesarios en esta
ciudad, «porque, se ha hecho lista y reseña de cinco mil hombres,
vecinos y estantes en esta ciudad, pero como no es gente pagada ni
tan diestra, y muchos son mercaderes y oficiales mecánicos, había
necesidad de alguna gente práctica y diestra….

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

La Fortaleza se tornó a visitar con el Adelantado Pedro Menéndez


y el capitán Antonio Gómez, y las demás entradas sospechosas de
esta ciudad y puerto, y se trató con ellos de lo que era necesario para
la defensa y guarda de la ciudad». Se vió todo y se redujo a memorial
lo acordado en esta inspección.
«La fortaleza de Puerto de Plata se comenzó a hacer habrá dos
años, y se encargó a Francisco de Ceballos y se le dieron dos mil pesos,
porque V.M., por una cédula real antigua, mandó que se gastasen por
entonces dos mil pesos; y los dos mil pesos que V.M. mandó gastar
en aquel tiempo, valían catorce mil agora en esta mala moneda y
así, como se han gastado más de dos mil pesos de esta moneda está
hecho muy poco, aunque Francisco de Ceballos, por ser hombre
principal y aficionado a ello ha gastado de su hacienda más cantidad.
Hay necesidad de fortificar aquel puerto, porque es muy vecino a la
Florida, y porque, fortificándole, es puerto que podría defender la
entrada». Piden comisión para ello.
«Para estos soldados que dejó Pedro Menéndez y hacer los fuertes
y cubo en el rio, y para comprar y quitar las casas que están dentro
de la Fortaleza, y para el de Puerto de Plata también hay necesidad
de artillería, especialmente de tiros gruesos; y en las armadas que en
los años pasados se han hecho contra corsarios, se han perdido ocho
o diez piezas, y en la urca y fragata que llevó el capitán Peñalosa a la
Florida, se perdieron seis y algunas de éstas gruesas, y otras tres o cuatro
que han reventado, se han enviado los años pasados a la Casa de la
Contratación de Sevilla para que se fundiesen». Suplican envío de
tiros, y quieren saber por cuenta de qué hacienda se han de pagar los
150 soldados que dejó Pedro Menéndez .– AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 3 de diciembre de 1566.– Pedro Menéndez de
Avilés, al Rey: Hace relación de que al llegar a Santo Domingo, el
terral le impidió entrar en el puerto y se apartó ocho leguas; después
vió un navío y le siguió pensando que fuese francés; este tal acogiose al
puerto de Santo Domingo, y declaró su capitán que había perseguido
de un corsario francés. La Audiencia envió un barco de remos a
reconocer la nacionalidad del perseguidor y entonces se conoció el
error; que unos y otros se tomaron por franceses. Luego a la mañana
siguiente de haber llegado, fue a reconocer la Fortaleza por orden de la
Audiencia «y ver los mejores reparos que la ciudad podría tener para
estar en más defensa y así lo hice, y es grandísima lástima que V.M.
piense que aquí tiene una fortaleza muy fuerte que se podrá defender
de cualquiera armada a sí y a la ciudad, y muy poca fuerza bastará

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

para la ganar todo y con poco peligro de los que la acometieren,


aunque los vecinos hagan su deber; porque aunque la Fortaleza está
en muy buen lugar situada y por la parte de la mar muy fuerte, por
la parte de la ciudad que es por donde los enemigos la han de entrar
y corre más peligro, no tiene más que un lienzo almenado que con
diez palancas de hierro y otros tantos picazadones, sin artillería, darán
luego con ella en tierra, cuanto más que no está todo cercado…..».
Declara que ha dado al Presidente un memorial para el remedio, y la
Audiencia ha pedido al Regimiento su parecer, y ellos informarán.
Del capitán Juan Zorita dice «tenerle por hombre que entiende bien
las fortificaciones». Agrega que cuando siga para la Habana, «de
camino dejaré cincuenta arcabuceros en Puerto de Plata con todas
las municiones necesarias y con ellos al capitán Aguirre, a quien el
general Sancho de Arciniega» ha nombrado; «y en la Yaguana dejaré
otros cincuenta arcabuceros y por capitán de ellos a Francisco de
Godoy, que es muy buen soldado y cuerdo».
Menciona lo que en este mismo orden hará en Santiago de Cuba
y en Bayamo, con otras noticias de la que tiene hecho y hará .— AGI,
Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 5 de diciembre de 1566.— Los oficiales reales
(Alvaro Caballero, Diego Jiménez de Peralta y Pedro Bazán, contador,
tesorero, factor, respectivamente), al Rey: Sobre la llegada de Pedro
Menéndez Avilés, y que «por tierras de Montecristi nos proveyó de
ciertos soldados con un capitán que se dice Rodrigo Troche, y de su
armada dice que enviará otros cincuenta soldados y veinte quintales
de pólvora y bizcocho y vino, y que residan aquí hasta que V.M. otra
cosa mande». El vecindario está muy jubiloso, pero “lo que nos parece
que conviene al real servicio de V.M., es que lo que se ha de gastar
con estos soldados, que será mucho en cada un año, V.M. lo mande
gastar en fortificar esa Fortaleza como conviene, señalando persona
hábil que la visite y fortifique, y la mande proveer de artillería y
municiones y armas así para la Fortaleza como para la ciudad y vecinos
de ella; que, habiendo esto, hay (!) gente harta que no es menester
gente de guarnición; especialmente que no sabemos cuándo ni cómo
vendrá el enemigo y siempre conviene estar sobre aviso; y que si han
de estar resinero de ellos. Solicitan, además, se dé licencia general
para que de España vengan a poblar libremente en esta Isla los que
quieran”.— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 14 de mayo de 1567.— Grajeda, Cáceres y
Ortegón, oidores: repiten que después de la ida de Vera, visitaron la

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Fortaleza, «y se proveyó que toda la artillería se pusiese en ruedas,


y otras piezas en ruedas y cureñas, porque estaba de arte que no
había tres piezas que pudiesen servir, y que unas piezas gruesas que
estaban a la parte de la mar casi cubiertas de tierra y al sol y agua
(porque un cobertizo que tenían estaba en parte que no aprovechaba,
y caído), que éstas se pusiesen en cureñas y ruedas, y se cubriese de
suerte que la artillería quede segura y no se pudiese mojar, y se comenzó
luego a entender en ello; después se visitó otra vez con asistencia del
Adelantado. Pedro Menéndez y del capitán Antonio Gómez, y les
pareció bien lo que se había comenzado, y que se prosiguiese hasta llegar
a la esquina que lleva al rio y entrada de la barra, y así se ha hecho que
toda la artillería está aparejada y muy a punto, y se va cubriendo; y
cierto que este fuerte que se hace a la parte de la mar es más importante
que todo lo que la Fortaleza tenía hecho. En el compás de la Fortaleza
había dos casas pequeñas, con las cuales la Fortaleza no podía estar
cerrada, y por ellas y sus corrales podían muy fácilmente entrar y clavar
la artillería, y por ser tan necesarias, se compraron para la Fortaleza
de vuestra Real Hacienda, y el muro que estaba comenzado desde las
puertas de la Fortaleza, se prosiguiese hasta la mar, y esto a costa de los
maravedís y pesos de oro que hay de la sisa de esta ciudad. Todo esto
era muy necesario a vista de todos los que lo veían y como lo dice el
Adelantado Pero Menéndez en el parecer que dejó aquí y se envió a
V. M. en los navíos que partieron de este puerto el mes de diciembre
y febrero pasado, y se hace a la menor costa que es posible; y aun no
se hacen otras cosas que el Adelantado allí dice, y otros también han
dicho, por no hacer más gastos sin que V. M. lo mande. No hay pólvora
ni salitre; piden también arcabuces no pesados para la provisión de los
vecinos, y se pagarán por ellos lo que costaron.
«En estas partes y costas andan gran número de corsarios, que en
la Yaguana, que es de esta Isla, han tomado de un año a esa parte
más de diez y seis navíos y carabelas del trato de esta isla, y de los
que van cargados a España y de los que vienen de Tierrafirme, y en
estos alguna cantidad de oro y plata; y de los pueblos de la banda del
Norte cada día tenemos aviso de navíos de corsarios, y de muertes
y de daños que han hecho; y es tanto que los vecinos de esta isla no
son señores de traer a este puerto sus haciendas y frutos por la mar
desde sus ingenios y hatos.
Esta ciudad está apercibida lo mejor que se ha podido y mejor
que otras veces ha estado, aunque la gente, que otras veces estaba

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

tímida, está agora muy animada, aunque faltan arcabuces y pólvora.


La gente de a pie se ha repartido entre banderas y capitanías, que
tienen cuidado por turno para hacer cada noche centinela y cuerpo de
guardia, demás de la que aquí dejó el Adelantado Pedro Menéndez,
que hace su guarda en la Fortaleza, y la gente de a caballo está también
a punto, de manera que todos hacen cada día ejercicios de guerra».
Recuerdan que por otras tienen avisado que la fortaleza de Puerto
de Plata se está haciendo, aunque poco, por no haber dineros, y que
Ceballos puso de su hacienda en la obra.— AGI, Santo Domingo 71.

56.— Todos los capitanes señalados por el Adelantado y su


teniente general para gobernar los destacamentos enumerados
arriba, hubieron de experimentar la falta de cooperación del jefe
regional que les había tocado. Francisco de Godoy, calificado de buen
soldado y cuerdo por el propio Menéndez de Avilés, no quedó con
la gente que guardó el puerto de la Yaguana; su destino fué Santiago
de Cuba. O perdió la sensatez, cuando más falta le hacía, o era uno
como hombre pacífico, otro como león irritado. Porque habiendo
sido hecho preso, como estorbo, por García de Mendoza, teniente
de gobernador, al intento de favorecer una notable operación de
contrabando, de que se quejó el cuitado a la Audiencia, la demora
en la administración de la justicia lo encandeció tan fuertemente
que juró vengarse de aquel hombre; y si bien posteriormente
Mendoza perdió el oficio, que volvió a recuperar y a comportarse
al son con que el Gobernador García Osorio le zumbaba por cartas
coordinadas contra la jurisdicción exenta de los capitanes impuestos
por el Adelantado, y acumuló sobre Godoy perfidias, rencores y
amenazas, éste perdió los estribos tan cegadamente que, yéndose a
la puerta de la iglesia de San Francisco, domingo de Ramos, así puso
a Mendoza, que mereció ser condenado a pena de muerte; sentencia
confirmada por la Audiencia y ejecutada donde mismo había
perpetrado el crimen. De otra talla fué el capitán que el Adelantado
puso en la Habana con cargo de alcaide, Baltasar Barreda, vencedor
por la entereza de su carácter del gobernador García Osorio. Y de

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

muy diferentes quilates que Barreda hubo de ser Rodrigo Troche,


capitán de los soldados estacionados en Santo Domingo porque,
como sátiro endemoniado, una noche arrimó a las bardas de la
huerta del monasterio de monjas frontero de la Fortaleza manuales
escaleras de las obras de la ejecución del recinto que se hacía para
la Fuerza, penetró en terreno vedado, forzó puertas con cautela e
intentó violar a la religiosa con quien primero topara. Tomado por
cerco en el mismo paraje de la fechoría y convicto y confeso de su
maldad execrable, fué condenado a la horca, si bien la ejecución se
demoró por haber pedido S. M., a instancia de Menéndez de Avilés,
el expediente original del proceso.
57.— Al capitán Aguirre, jefe de los soldados acantonados
en Puerto de Plata, hubo de caberle en suerte el trato que suele
darse a cuantos (por su subordinación conocida al superior) se les
convierte en cabeza de turco, mientras a su superior no alcanza
tan mala correspondencia, y nada ampara al subordinado, siquiera
por no saber lo que le está pasando. Con atravesados ojos había
recibido Francisco de Ceballos, alcaide y cabezuela de la villa,
aquella guarnición para que resguardase el puerto de todo desmán
de enemigos, bastándose él, con toda confianza en sí mismo y sin
la cooperación de una guarnición impertinente, “tener a raya” a
cualesquiera adversarios, correspondiendo con ellos a vida, que no a
muerte. La tarea a que se dió Aguirre por mandato del Adelantado y
aquiescencia pasiva de la Real Audiencia, fué de poner a sus hombres
en la prosecución de la obra de la Fortaleza. Ceballos que conoció
que el edificio había de terminarse pronto, pero fuera de toda sazón,
montó en cólera; mas como Aguirre, de inteligencia algo ruda y de
espíritu bastantemente socarrón, se limitase, oyendo votos y fieros, a
ver y oír y a obrar, luego el encolerizado alcaide, con hijos que eran
mimados nietos del presidente interino, oidor Grajeda, expuso sus
querellas ante el complaciente suegro, y ganó provisión real para que
el capitán suspendiese las obras y se desistiese de ellas, por tenerlas
Ceballos a su cargo, como sujeto que con su propia hacienda hacía

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

gran servicio a S. M. poniendo de ella mucha parte de los costos,


demás que debíase dejarlo en la facultad y mandamiento que en ello
tenía por la Audiencia, y estaba en ello confirmado por don Felipe,
nuestro señor. Más habría de ejecutar luego el capitán Aguirre; dejar
libre los alojamientos (provisionales) de la fortaleza y buscar otro,
para sí y soldados, lejos de allí conque excusase toda otra molestia
al buen alcaide; asimismo debía llevar consigo las municiones que el
Adelantado le había entregado, bien entendido de no tocar a lo que
Ceballos justificase haber comprado, o recibido por mandamiento de
la Real Audiencia. Y es cierto que Aguirre y sus cincuenta infantes
muy a duras penas hallaron casa donde meterse; en cuanto a la
manutención, empero, recibió gracia declaratoria del conspícuo
alcaide para que aquellos soldados recorriesen los terrenos realengos
de la comarca dedicados a la caza de ganado cimarrón, conque a
ella se aplicasen con toda constancia, y vendiesen lo sobrante (que
por abundante era baratería) en beneficio del Cuerpo (porque
tantos hombres se entretuviesen dispersos y cada día fuese menos
cumplida la provisión personal y general de pólvora y plomo). Y con
todo recato, en oportunos tiempos, Ceballos sacó del almacén de la
fortaleza la pólvora y tiros de su cargo, y todo lo hizo llevar a un su
ingenio, más adentro de la altura de San Marcos.
58.— Bien entrado el año de 1567 pareció a vista de Puerto de
Plata el corsario francés Jean de Bontemps, que en un punto saqueó
los barcos que sorprendió anclados, aunque venía “derrotado” del Río
de la Hacha, en donde un puñado de españoles le opuso resistencia,
con todo y tener cuatro barcos muy pertrechados y muchos hombres,
la valerosa conducta de los vecinos, está neutralizada por el siguiente
pasaje de carta del contador real de Barquisimeto, su fecha el 21
de abril de 1568, sobre las fechorías de extranjeros en el cercano
puerto de la Borburata; “Estos corsarios vienen muy proveidos de
todas mercadurías y azeites y vinos y lo demas que en la tierra falta,
y la necesidad de los vezinos, por no tenerlo, es grande, y no bastan
penas ni castigos para que dexen de comprar secretamente lo que

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

an menester, y esto se a hecho y de verdad se haze, aunque no se


puede averiguar, porque lo hazen de noche y los unos a los otros
se encubren, y no basta diligencia para que lo dexen de hazer, y es
verdad que tenemos escrúpulo de conciencia nosotros los oficiales
de V. M. por los juramentos que les hazemos tomar pues de ellos no
podemos averiguar cosa sino que creemos que se perjuran”. Jean de
Bontemps y John Lowell, corsario inglés, robaban y rescataban por
separado pero tenían sus mutuas correspondencias y el Lowell era
justamente un asociado con el famoso John Hawkins. En realidad,
Bontemps era ya conocedor personal de aquel puerto y tenía clave
previa de cómo proceder para en caso nuevo de llegar, ni vigilancia
en tierra fuese estorbo, ni sorpresa del vecindario conturbase el
“domino” de Ceballos, quien, como esperase visitas varias, había
armado su retablo durante la interferencia de Aguirre, como
queda dicho, sin más que hacer, sino contra imprevistos raros. Y
como franceses fuesen avisados antes de acercarse a puerto, dieron
comienzo al bien estudiado sainete, sin reparar en preventivo
alguno, salvo en acercarse dando gritos amenazantes a los soldados
del fuerte (ya éstos, y Aguirre a la cabeza, habían ocupado la
pequeña eminencia y saliente en que la fortaleza se hacía); como
los intrusos fuesen recibidos a tiros, y una de las bombas de los de
tierra hiciese impacto peligroso en uno de los barcos, y parlamentos
menudeasen por quitar los franceses (de acuerdo con Ceballos)
aquellos impedimentos, se pasó al segundo cuadro de la comedia
muy gravemente aceptada por la impertérrita guarnición, que fué
quedar un barco barloventeando y haciendo amagos para tener
bien divertidos y sin dormir a los defensores, ya reducidos casi a la
impotencia en el uso de piezas mayores por falta de pólvora, y los
demás barcos alcanzaron el puerto de Puerto Real, en donde todo
fué para franceses entrar y salir tan seguros como en propia casa.
Del suceso se dió cuenta a S. M. con la satisfacción correspondiente
del buen tono con que los franceses estuvieron en Puerto de Plata,
pues, alzando la mano en cualquier otra demostración de hostilidad,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

dieron a vecinos tanto por tanto, conque los vasallos libraron lealtad
debida y pellejo propio. Más liberal que los Oidores fué el fiscal de
la Audiencia sin llegar a la declaración ingenua; y quien narró la
verdad fué Aguirre, aunque a destiempo, denunciando a los culpables
con tan difusa memoria y tan confusa explicación que su escrito no
sirvió para nada. Esta Relación de Aguirre pone en descubierto las
hazañas que en distintas ocasiones de corsarios, testigo el propio
capitán, ejecutaron en consorcio con Francisco de Ceballos vecinos
de la villa: Pedro Rengifo de Angulo y Juan Fernández de Estrada; los
que, por haber sido sucesores consecutivos de Ceballos en la alcaidía
de la fortaleza de aquella villa, manifestaban ya lo que serían desde
que hiciesen juramento y pleito homenaje de lealtad, obrando según
los severos principios de las conveniencias personales a la manera
de Ceballos, pues ambos se hicieron ricos y dejaron bien heredados
a sus hijos…

Santo Domingo 17 de junio de 1566.— Grajeda, Cáceres y Ortegón,


oidores, al Rey, capítulo: Que por otras tienen declarada la necesidad
de armas, porque la gente que se envió a Pedro Menéndez llevó las que
había de arcabuces para la Florida; piden pólvora, salitre en cantidad
igual de 100 quintales cada cosa.— AGI, Santo Domingo 71.
v La carta del contador Diego Ruíz de Vallejo, de 21 de septiembre
de 1568, en AGI, Santo Domingo 78.— Del mismo espíritu es la
carta (4 de mayo de 1567) del nuevo fiscal de la Audiencia, lic.
Santiago del Riego, cuando se supo en la Española de la presencia
de los mismos corsarios en la Margarita: «La causa principal deste
daño creo es no aber quien lo pida por parte del Rey, y vese claro
porque de todos los que rescataron en la banda del Norte está el
pleito concluso ha tres años y más lo que hay de catorze de marzo
hasta hoy, y nunca se ha pedido por ninguno de mis predecesores; y,
abiendo muerto el secretario ante quien pasaba, no abía memoria…
ni después que vino a mi noticia pareció, porque un oficial a quien
se dieron los papeles dezía que no lo hallaba; y, en fin, a poder de
petición, se halló y lo tengo visto….» Y se perfecciona la especie por
los mismos Oidores, que en larga carta (12 de mayo de 1567) sobre el
mismo asunto, dicen: «Y ahora por aviso de la Margarita y Cumaná

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

sabe vuestra Real Audiencia que (Hawkins) trae ocho navíos de


armada muy bien artillados y con mucha gente de mar y guerra….; vese
asimismo porque con el rescate que hizo Juan de Bontemps viniendo
con un pataj, volvió (a la Margarita) segunda vez con un navío muy
bueno y un pataj muy en orden, y ahora vino con el Juan Aquines
de Margarita con cuatro navíos y un su hermano con dos a la banda
del Norte y, lo que peor es, que no falta quien diga que vuelven por
orden de los que con ellos rescataron».— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 17 de junio de 1567.— Grajeda, Cáceres y
Ortegón, al Rey: «En Puerto de Plata entró un navío de franceses
corsarios muy bien artillado de muchas piezas de bronce grandes,
que venía con otros dos navíos, y aunque en la Fortaleza que allí se
va haciendo se hizo el deber y les tiraron aquellos tiros que tienen,
como son pocos y tan pequeños, aunque le dieron en el costado al
navío y mástiles, no le pudieron echar a fondo, y se apoderaron de
tres navíos que allí estaban cargados; y no quisieron hacer mal, sino
tomaron de los navíos que allí estaban, mil cueros, y dieron por cada
uno tres varas de ruan, o cinco de cañamazo, y dijeron que no querían
sino rescatar». Dicen los oidores que en la fortaleza de la villa se
gasta lo que es menester, y aunque Francisco de Ceballos ha gastado
y gasta de lo suyo en ella, «hay necesidad que se gaste cantidad de
vuestra Real Hacienda para guarda de aquellos puertos de aquella
banda……».—AGI, Santo Domingo 71.
v «Memoria de todas las cosas que an pasado en la ysla Española
de la banda del Norte desde el año de 1567 del primero de enero asta
dezinuebe de nobiembre de 68, en que el capitán Juan de Garibai i
de Aguirre, natural de la billa de Valladolid, fue desde España con
el socorro de los mil y quinientos y un infantes que se enbiaron a
las probincias de la Florida, que fue por General dellos Sancho de
Arziniéga, bezino de la billa de Portugalete, y desde la Florida por
orden de Su Majestad me mandó el Adelantado Pedro Menendez de
Avilés que me quedase en la ysla Española en la banda del Norte, en
un puerto que se dize Puerto de Plata, que será treinta bezinos pocos
menos, y que en el tiempo predicho (sigue espacio en blanco).
Está allí un bezino que se dize Francisco de Ceballos, el qual es
alcaide de la Fortaleza i es regidor del dicho Puerto de Plata, i el año
de sesenta y siete, que yo estube allí, fue alcaide ordinario de dicho
pueblo, i es onbre rico i poderoso; tiene un yngenio de açúcar muy
grande i en él i en otras aziendas que tiene, que son atos de bacas

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

i estanzias en que aze caçabi i otros bastimentos, tiene dozcientos


i cinquenta negros o más, los quales an sido abidos de franceses
luteranos, yngleses i portugueses que ban sin registro; i tiene por suegro
al licenciado Grajeda, de la Real Audiencia de Santo Domingo, i
un ijo que tiene está desposado con una ija de don Cristóbal Colón,
bezino de Santo Domingo, i el licenciado Ortegón con otra, i a esta
causa tiene toda la Audiencia de su mano i aze muchas cosas en
deservicio del Rei i de su Real Corona i de la fe.
Tiene este Ceballos la muger loca i está amancebado con una
negra que se dize Uiana Manga, que no me acuerdo del nonbre de
pila, i con otras negras suyas, en las quales tiene ijos mulatos, a la qual
muger natural la tiene encerrada y algunas vezes auií dezir que él, a
poder de acotes le abía hecho perder el juicio por estar amancebado,
i esto es público i notorio; i como es rico i poderoso, los del pueblo
no lo osan enojar ni dezir la berda de lo que saben, porque, como es
poderoso, ázeles mil molestias i les aze azer cosas contra el Rei porque
a él no descubran las suyas.
Un año antes que yo fuese a Puerto de Plata fue al puerto un
corsario frances luterano que se dize Juan de Buen Tiempo y robó
tres nabíos que estaban en el dicho puerto, de uno que se dize Pedro
de Cañizares, que está casado en Jerez de la Frontera, y otro nabío
de un Alonso Mendez que está casado en el mismo pueblo con ija
de Isabel de Billegas, i otro de Antonio Maldonado; i el Francisco
de Ceballos le dio ayuda y fabor al luterano para lo azer, i después
de aber robado los nabios, desenbarcó el Juan de Buen Tiempo en
tierra él i su gente en armas, y el Francisco de Ceballos le yebó a su
casa i le aposentó en ella i le banqueteó, i rescató asucar i cueros, i
el luterano le dio muchas preseas al Francisco de Ceballos; diole una
celada i alabardas y una ropa de lebantar, creo que de damasco.
Quedó el luterano de benir otro año adelante, i bino, i entendiendo
que abía gente de guerra en el puerto, pasóse a Puerto Real i allí cargó
de cueros, i en la Yaguana acabó de cargar, que sacó de la banda del
Norte más de treinta mil cueros, en que supe por un bezino de Puerto
Real que allí i en la Yaguana abian cargado cinco nabíos.
A este Juan de Buen Tiempo el Ceballos le dio bastimentos de
carne i casabi i conserbas; i, syendo alcaide de la Fortaleza i capitan
del pueblo, i abiendo artillería en el Morro, no le tiró al francés ni
ayudó a los nabíos que robaron, i si él les tirara, pudiera ser que no
los robaran, antes los iebó a su casa.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Por el mes de mayo del sesenta y siete, poco más o menos, allegó a
la boca del puerto un nabío francés i él pensó que era nabío de Juan
de Buen Tiempo; vió que le tirasen una pieça de artillería dándole
abiso que abia gente de guerra, que aquello tenía él por señal para
con los franceses, i ansí se fue el nabio i fué a cargar a Puerto Real,
adonde robó un nabío portugués que allí estaba, i mató al capitan del
nabío, i estubo este nabío allí surto más de quatro meses i la gente dél
saltaban en tierra i iban al pueblo de Puerto Real sin que los bezinos
se lo destorbaran aunque yban los franceses desarmados.
El mes de ebrero a seis días del dicho mes allegaron a Puerto de Plata
dos nabíos de franceses luteranos, el uno sería de más de trescientos
toneles i el otro era un pataj, i entraron con bandera de guerra i
tocando trompetas i atanbores i encima de la chazeta del nabío con
las espadas desnudas, dando bozes, diziendo que todos abíamos de
ser pasados a cuchillo, i yo luego me puse en defensa; empecé a batir
la nau grande i pataj; pasó a una nau que se dezia ‘la Pintadilla’ i la
tomó, porque los que estaban dentro, que eran los dueños della, en
una barca se fueron a tierra uyendo, i yo rebolbí azia el pataj algunas
pieças de artillería i, yo derribando el castillo de proa del pataj, se iba
a fondo i les maté la mayor parte de la gente; los luteranos, como el
pataj se iba a fondo, dejaron la nau que abian tomado i bolbieronse
a la nau grande que me estaba batiendo el fuerte; i visto esto, los
luteranos con barcas quisieron echar gente en tierra, i yo con mi
gente defendí que no lo iziesen.
En esto, como yo les daba prisa desde la Fortaleza, dio bozes el
capitán del nabío luterano, diziendo que él azía lo que yo quisiese;
en esto tornelos a batir, luego pusieron bandera de paz. Yo fui a unas
barcas que estaban en la playa, que sería un quarto de legua del Fuerte
y allélas desfondadas, i pregunté que quien las abía desfondado;
dijéronme que Pedro de Ceballos por mandato del Francisco de
Ceballos; i de manera que por los aber desfondado, no entré a acabar
de rendir el nabío; i Pedro de Ceballos i otro que se dize Juan Ortiz de
Salazar, que son onbres principales del pueblo, i Francisco de Ceballos
el teniente de factor del Rei i alcaide ordinario lo bi que con una
barca que allí llegó de los franceses, habío i les dio por abiso que no
tubiesen pena, que ellos me esconderían la pólbora i balas i las demas
municiones, i por esto no pude acabar de rendir el nabío. El Ceballos,
aunque yo le pedí la pólbora, no me la quiso dar; yo fui a la casa de
la munición i no allé pólbora ni balas ni otra municion alguna, que

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

la abía escondido, i enpezó a dar bozes que no tenía pólbora, i que,


aunque la tubiese, no la quería dar; i todo esto lo dezía de manera que
los franceses lo oían, i dezía que a los enemigos la puente de plata;
todo esto dezía para que los enemigos entendiesen que yo no tenía
municiones para que se pudiesen salir, i de allí enpezaron a batirme
los enemigos del nabío más de rezio i a querer saltar en tierra i yo les
defendí con alcabuzería, i los del pueblo dieronse a uir i el Ceballos;
solo quedaron tres bezinos, que el uno se dize Lope de Rutia, i el otro
se dize Blas Ortiz de Mendibil, i el otro Pabon [nota: el tronco de
los Pichardo dominicanos]; todos los otros dieron a uir. Un Pedro de
Locano, escribano, que ya es difunto, quedó allí. Yo pregunté al Pedro
de Locano que por qué se abian ydo uyendo los bezinos i Francisco de
Ceballos que era alcaide del fuerte; dijome que abia ydo a comer. Y
bisto los enemigos que yo no tenía municiones, i que le defendía los
pasos, acordaron de salirse a tobando (?) del puerto i a buscar otros
seis nabíos que estaban en Montecristi i Puerto Real para bolber a
destruirme a mi i a mis soldados por mar i por tierra. Los otros nabíos,
desque bieron que yo abía tratado mal a los que abian entrado en
el puerto de Puerto de Plata i que les abía muerto mucha gente, no
quisieron benir ni abenturar sus nabios; i andando informado yo de
cosas para dar noticias a S.M., me dijo un escribano de Montecristi,
el nonbre del qual no me acuerdo, que él abia estado en los nabios
franceses i que oyó decir al capitán del nabío que yo abía batido i
que yo abia muerto mucha gente, le abía echado mucha azienda a
mal i que se abía de bengar de mi i de mis soldados, i que alababa
mucho al Ceballos porque abía escondido las municiones, i que le
tenían por amigo i que abian de dar parte al Almirante de Francia
desto para que tubiese por amigo al Francisco de Ceballos, i después
me dijo un mestizo de color quebrado que se dize Álbaro, que los del
pueblo abían dado a uir para que los franceses saltasen en tierra i me
matasen a mi i a mis soldados, para que a su salbo pudiesen tratar y
contratar con los franceses.
Tanbien bino al fuerte un piloto que se dize Gaspar Jorje, en este
tienpo, que estaba en Montecristi, que medió por abiso que Francisco
de Ceballos era traidor al Rei, que se carteaba con los franceses de los
nabíos, que a él le quisieron iebar por fuerza a los nabíos franceses para
que, como piloto corsario de las probincias de la Florida, de las islas de
Cuba i Tierra firme, los iebase a mostrar los puertos para destruirlos, i
que le daban mil ducados i una galeota i un turco; i que el Francisco

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de Ceballos le salía fiador de los franceses por estas cosas de que le


pagarían esta cantidad; i el Gaspar Jorje se bino al puerto donde yo
estaba para no yr ni ser contra su Rei; no enbargante esto, un bezino de
Puerto de Plata que se dize Pedro de Renjifo, andubo enduciéndole al
Gaspar Jorje para que fuese con los franceses, i Francisco de Ceballos
le dio un capote guarnecido de oro y una espada porque fuese y le
dio caballos para que fuera con los nabíos de los franceses, i no lo
quiso azer, antes me descubrió todas estas traiciones; i el Francisco
de Ceballos dió industria a los franceses para poder tratar i contratar
con ellos i para los poder ablar; i fue que nuebe leguas de Puerto de
Plata está un puerto que se dize la Isabela, adonde tiene un ato de
bacas; i otro de obejas el Francisco de Ceballos, i allí iba i venía
desde Montecristi i Puerto Real una galeota de los franceses a tratar
i contratar con el Ceballos i con todos los demás bezinos, i porque
yo no fuese a defender aquel paso opuesto, concertó de que estubiese
una nau de los enemigos sobre el Puerto de Plata, i ansí trataron allí
i rescataron muchos negros i ropas de seda i otras muchas cosas, i
los franceses saltaban en tierra libremente i ablaban con los bezinos
i otros de la tierra adentro a trueque de cueros i açucar i tabaco, i
el Ceballos les daba los bastimentos que abían menester de carne i
caçabi i asucar i conserbas i bino.
Esto solo porque a la Isabela bino un nabío sin registro de uno
que se dezia Mecina, que abía sido criado del Ceballos, i los franceses
dieron tras él, i él fuese con el nabío a tierra, i traía muchos clérigos
i frailes portugueses sin licencia i sin registro, i el mismo Ceballos
los albergó, i el Renjifo tubo dos clérigos portugueses que iban sin
registro: entre los marineros iba uno que se dezía Francisco, natural de
la Coruña, i este Francisco i el capitán del nabío que abía sido criado
del Ceballos se fueron a la casa del Ceballos, i el Mecina iebaba i traía
los recaudos de los franceses al Ceballos i le iebaba muchas peruleras
de bino i conservas; y esto solo porque este Francisco, gallego, bisto
que se dezían grandes demostraciones en la casa del Ceballos, me fue
a dar abiso al fuerte, me dijo cómo el Ceballos enbiaban las cosas
necesarias a los franceses, i preguntándole yo quien eran los que yban
y benían por parte del Ceballos, me dijo que este Mecina i un negro
del Ceballos que se dize Manga, que es ermano de la negra que tiene
por amiga, i uno que se dize Caramancana, que por otro nonbre le
dizen Andrés Castillo, que fue de los amotinados de Lope de Aguirre,
i este es el que entraba i salía con los franceses i que trataba con los

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

franceses por parte del Ceballos, i el Ceballos lo tiene en su casa por


su criado, i este es el que a Gaspar Jorje, piloto, quería i procuró de
dar a los franceses para que les mostrase la Florida para destruirla,
como después lo izieron los franceses, que el Ceballos les dió un
Mecina, que es el que arriba tengo dicho; i fueron aquellos mismos
franceses que estubieron en Puerto de Plata [y fueron] a la Florida, i
destruyeron i iebaron el artillería de San Mateo, i estubieron sobre
la Abana, que S.M. recibió mucho daño, ansí en dar fabor que yo
no tomase el nabío, como en destruir la Florida; i después prendí
yo al Caramancana, i le enbié preso a Santo Domingo por traidor
al Rei, i le dieron por libre por no enojar al Ceballos, i porque el
Caramancana sabía todos los tratos y contratos del Ceballos i de los
demas bezinos i de toda la ysla, i este tenía algunos negros que los
franceses le abían dado por ser el que contrataba por el Ceballos i
por los otros bezinos de Puerto de Plata i de los demás pueblos de
la ysla. Y también andaba en estos tratos uno que se dize Montero,
que es portugués, criado del Ceballos. Desde sé lo más de bista i lo
otro de uidas; i a la clara dezían los franceses de aquella tierra de la
Española que era tierra buena para el Almirante de Francia i que
ellos la abían de poblar; esto me dijo un bezino de Puerto de Plata
que se dize Francisco de [Ur] Rutia i otro Blas Ortiz, que es bezino de
Santiago de la Bega, i este bezino gallego, me lo dijo; tanbien me
lo dijo un Juan Yañez, piloto de Sebilla que al presente se alló en la
Isabela; i esto es notorio en toda la tierra.
Y tanbien daba el Ceballos dinero i caballos a los marineros
que yban a cargar para la Florida, porque se fuesen proveídos i se
despoblasen; i a los soldados que yo tenía; i muchas bezes dezía a los
negros que fuesen a azer cueros para su amigo Juan Aquines i para
Juan de Buen Tiempo. Allí está un bezino que se dize Juan de Gata,
por otro nonbre Juan de Estrada, que este dio una taza de plata a
otro bezino que se dize Juan Ortiz de Salazar, siendo alcaide, para
que fuese a los franceses a tratar con ellos; i el Juan Ortiz de Salazar
rescató quatro negros para Juan de Estrada, alcaide, i otros quatro
el Juan Ortiz de Salazar [para sí]; al Juan de Estrada le penaron en
los quatro negros un juez que bino de Santo Domingo, que se dezía
Bazán, ermano de un caballero que se dezía Juan Caballero de Bazán,
bezino de Santo Domingo; el qual no penó más de a este i una viuda
que se dize Catalina de Oces, i a los otros no los penó ni al Ceballos,
porque el Ceballos como es poderoso, no le osan enojar, ni a los

164
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

que el Ceballos quiere; porque luego ieba los juezes a su casa i les da
muchos presentes de oro i plata i otras cosas; i el Bazán fue a posar
a un monasterio; no embargante esto, posó en su casa el escribano
que el Bazán traía, i él fue a comer con el Ceballos muchas bezes, i sé
que lo iebó a su yngenio i le izo muchos regalos, i aunque toman sus
dichos a los bezinos del pueblo i de la tierra, no dizen la berdá, porque
todos an contratado con los luteranos, i los que no an tratado, son
pobres i no osan decirlo porque, ido el juez, los trata mal el Ceballos
i los otros bezinos ricos, i ansi se perjuran.
Yo auí decir al mesmo Ceballos, diciéndole yo que no era serbidor
del Rei, que aquellas cosas eran traicion al Rei i que yo daría abiso a
S.M.; él respondía que no se le daba nada, que todo lo abian de remitir
a la Audiencia de Santo Domingo i que allí las espaldas tenía segura
i que dineros lo abian de azer; i quando yo prendí al Caramancana,
dijo públicamente que él lo abia de librar i andar libre, i lo tiene en
su casa; i aunque yo enbié testigos que sabían lo del Ceballos i del
Caramancana, dezía el que lo tomaba que no dijesen del Ceballos
nada; este sélo porque los memos testigos me lo dezían, que el uno
es un Francisco de Rutia, vizcaíno, que está casado en Puerto de
Plata, i el otro un Francisco, gallego, que ya es muerto, que es el que
arriba. Digo tanbien heran testigos destos Lope de Rutia, bezino de
Puerto de Plata, i Blas Ortiz de Mendibe, bezino de Santiago que
antes bibió en Puerto Plata, i otro que se dize Diego de Mendibil,
que bibe en Santo Domingo que antes bibió en Puerto de Plata, i
todos los demás bezinos si quisiesen decir la berdá. Los que an sido en
estos tratos son Francisco de Ceballos i Pedro de Ceballos, i Juan de
Estrada, i Pedro de Renjifo, i Juan Ortiz de Salazar, Alonso Méndez,
bezinos de Puerto de Plata; i los enducidores son Caramancana i el
Montero i Pantaleón i Manga, el negro. Si a estos les dan tormento
i les aprietan los cordeles, ellos dirán la berdá; i un Ortiz, que se dize
Albaro Ortiz, bezino de Puerto de Plata. Estos son los que entraron
en los nabíos de los franceses a tratar por los otros bezinos, i todos
son criados de Francisco de Ceballos.
Serán testigos un Padre de Santo Domingo que se dize frai Agustin
de Aranda, i en Sebilla un Juan Yañez i Francisco Lorenzo su ermano,
i otro que se dize Pedro Sanchez; i estos se allaron allí que tenían una
nau que se dize ‘la pintadilla’, en el puerto; esto con juramento dirán
de otros que allí se allaron; en la Contratación de Sebilla dirán estos,
porque son pilotos o maestres de nabíos, i los otros pilotos dirán destos.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

En Montecristi an estado muchos nabios de franceses i portugueses,


i todos an tratado con ellos, en especial uno que se dize [Es] Coto,
i otro Fuentes, i otro que se dize Francisco Luis, i otros que no
me acuerdo de sus nombres. Al Coto yo le e visto salir de nabíos
portugueses de tratar, i a Francisco Luis. En Bayajá, que es otro puerto,
está un don Diego de Ribera que con franceses i portugueses a tratado
por si i por muchos de Santo Domingo; agora bibe en Santiago de la
Bega, es onbre poderoso; esto es notorio en Puerto de Plata; estaban
allí muchos onbres ricos i lo más del año ai nabios portugueses o
franceses luteranos; i en especial estubo allí un nabío francés más de
seis meses i cargó de cueros, i Juan de Buen Tiempo estubo allí i en la
Yaguana cargando, i esto es público i notorio que los propios que yban
i benian a Puerto Real me lo dezian, i un Antón Gomez que hazía la
fortaleza o adereçaba la artillería de Santo Domingo, me lo dijo que lo
abía bisto, i en la ysla es publico i notorio; i en la Yaguana lo más del
tiempo ai nabios luteranos, esto es público i notorio. An ydo muchos
juezes de Santo Domingo, i coéchanlos, i con esto se vuelven ricos; i
los propios bezinos dizen que se les daba nada que bayan juezes, que
dineros lo an de azer, i ansi me lo dezian a mí muchos bezinos de la
banda del Norte, que todos los que yban a las Indias por juezes, que
eran letrados pobres i que yban a enriquecer.
En Puerto de Plata está un Juan Ortiz de Salazar que está casado
con una señora, i que está amancebado con una ermana de su mujer,
i en el pueblo se a dicho que un probisor que fue allí le abía penado
por ello. Estando en la iglesia un frai Agustin de Aranda, de la orden
de Santo Domingo, por bicario i cura, fueron los más del pueblo a sus
atos, i porque descomulgaba a los que después de se lo aber notificado,
le trataban mal de palabra; i una bez que un Juan de Gata [el mismo
de Estrada] quitó la carta de descomunión de la puerta de la iglesia,
que ni abía justicia, ni Dios querido que la ubiese; esto causalo com
tratan con luteranos franceses, ansi se les a pegado de su mala seta.
Este Juan de Estrada está casado con una señora que se dize doña
María de Angulo, y está amancebado con una negra suya, i por que
la negra no quiere tener su amistad por no azer enojo a su señora, la
a tenido en prision mucho tiempo i acotado muchas bezes.
En Montecristi está un bezino que se dize Coto, que es casado,
i que estubo amancebado con una india i con la ija de la india, de
manera que tubo cuenta con madre i ija, i un probisor que allí fue, le
perdonó por ciento i tantos pesos de mala moneda; otro portugués que

166
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

andaba a bender libros luteranos en Montecristi, le iebaron preso a la


Bega, i fue perdonado por ciento i cinquenta pesos de mala moneda.
Desenbarco en Montecristi de un nabío frances de luteranos.—
Otro nabío de luteranos llegó a Montecristi i enbió a dezir que querían
dezir misa en Montecristi el Biejo, que es cerca de la marina, que
fuesen los del pueblo a uirla; esto me dijo un bezino de Montecristi que
se dize Piçarro, i otros bezinos. Allí está un bezino que se dize Loçano,
que este es el que ba i biene a los nabíos franceses y es mal cristiano;
si este se prende dirá la verdad de muchas maldades que sabe, como
onbre que yba a tratar con los luteranos, que no solo lo trataba con
los de Montecristi, mas por todos los de la ysla, que públicamente
traían cueros a carretadas por los caminos de Santo Domingo, del
Cotuí, i de la Bega i de Santiago i de los pueblos comarcanos; i este i
el escribano de Montecristi, si les aprietan los cordeles, dirán de todos
los demás. En Puerto de Plata está uno que se dize Juan Gutierrez, el
qual está amancebado con una india más de 10 años, i la justicia se lo
consiente i no lo castiga. Allí está uno que se dize Gumiel, el que oyó
decir las palabras a Pedro de Ceballos i a Juan de Estrada, i otro que
se dize Lope de Rutia, i Alonso Mendez, bezinos de Puerto de Plata,
i otro que se dize Diego de Mendibil, bezino de Santo Domingo que
antes bibió en Puerto de Plata, i el frai Agustin de Aranda, que bibe
en Santo Domingo, dirá lo que en esto pasó, que é izo información
dellos. Este Juan Gutierrez es criado de Francisco de Ceballos.
El Francisco de Ceballos ofreció de azer Fortaleza en el Morro
del puerto i enpeçola, i por azer fortaleza, izo una casa i un pozo a
manera de arjibe, de manera que ni es útil ni probechoso para la
defensa del pueblo; el fuerte no está medio estado de alto, que ni
está en defensa, ni sirbe de nada, i a gastado en él más de seis mil
ducados de S.M. malgastados, que lo que está echo, lo a echo con el
Pantaleón dicho arriba era el maestro de la obra, i como el Adelantado
Pedro Menendez de Avilés me dejó en la guarda i defensa de aquella
tierra, i en una estruicion que me dejó, me mandó que yo i mis
soldados trabajásemos en el fuerte para que en brebe se acabase, él
no lo consintió, antes porque yo daba prisa i dezía que se iziese como
conbiniese a la defensa de la tierra i provecho del Rei, enbió a Santo
Domingo una falsa [mentirosa] carta, diziendo que yo le estorbaba
que no trabajasen ni acabasen la fortaleza, i por esta carta, sin más
información, le dieron una Probision para que yo no me entemetiese
en él, como el Adelantado lo dejó ordenado de parte de S.M.; en lo

167
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

qual, si trabajáramos, la fortaleza se acabara i Rei no gastaría tanto


como gastó; i después, porque yo no biese sus tratos i contratos,
trajo una Probision de Santo Domingo para que yo i mis soldados
saliésemos de la fortaleza i del Morro, i que la justicia nos castigase
si no salíamos, i ansí salí i me fui al pueblo. En el pueblo no me
quisieron dar casa, donde yo i mis soldados ni bandera estuviésemos
solos, porque ellos, si biniesen franceses o otros enemigos luteranos,
pudiesen tratar i azer a su boluntá, i sacó la artillería del Rei que
el Adelantado me abía dejado para la defensa de la tierra; i aunque
yo dí parte dello a la Real Audiencia de Santo Domingo, no izieron
caso dellos ni diligencia ninguna. La artillería del Rei la tiene en su
yngenio, i un Antonio Gómez bino i bió la artillería i la Fortaleza,
i alló que abía quedado más de tres quintales de pólbora do la abia
escondido, la qual, si diera, se ganara la nau que balía más de quarenta
mil ducados, porque abía robado sobre Guadianilla una nair de abiso
del Rei, i los abisos fueron al Gobernador de Puerto Rico, lo qual supe
por un vizcaíno que de la nau francesa se escapó en Montecristi, i
éste me dijo que el francés se quería rendir si no entendieran que no
abía pólbora, i lo dijo a otros que no me acuerdo de los nombres; i
supe por cosa cierta que los luteranos abían robado este nabio i otros
muchos, en especial un nabío de Rebolo, en Ocoa, i balía más de
dozcientos mil ducados, i todo lo que los franceses iban a rescatar es
de nabíos que roban por la mar i en los puertos, i luego bienen a la
banda del Norte a rescatarlo, i allí allan açucar i cueros por lo que
urtan, i si los bezinos de los puertos no lo rescatasen ni encubriesen
ellos, no andarían tan desolutos a robar; i porque el Adelantado Pedro
Menendez los reprende i guarda que los corsarios no anden por allí,
le quieren mal i le maldizen i desean le benga mucho trabajo i no
pase adelante la población de la Florida, i ellos tendrán su trato.
Los franceses andan diziendo a los negros de la tierra que si ellos
quieren ganar aquella tierra, que ellos no necesitan cautibos porque
en Francia no los puede aber; i esto selo porque muchos onbres de la
mar que se an escapado de los nabíos franceses, me lo an dicho; que
estos yban en los nabíos que robaban. En Montecristi robaron un
nabío del Adelantado que benía por bastimentos para la Florida, que
lo traía Gaspar Jorge, piloto. Otro nabío que bino a Puerto de Plata
a cargar para la Florida, que lo traía un Diego Manso, portugués, por
enduzimiento del Francisco de Ceballos, se bino a España i no fué
a la Florida, que yba cargado de muchos bastimentos; y yo supe por

168
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

cosa cierta que a los marineros deste nabío les dio caballos i fabor
para que se fuesen la tierra adentro, i a mis soldados i a mí nos dezía
que ¿qué aziamos allí?, que el Rei ni el Adelantado no se acordarían
de nosotros ni nos pagarían, que como cosa perdida nos abian dejado
allí, i que aquella Fortaleza no era del Rei, ni lo que en ella estaba, ni
la pólbora, antes bí que [a] todos los traidores de la Florida los acoje en
su casa i en su yngenio, i a los que de otras partes bienen; i a un San
Bicente, capitán de la Florida, lo acojió en su casa i a los demás que
binieron amotinados, i les tomaban las armas; i el San Bicente, con
estar mandado benir a España, no lo an cumplido, antes a él i a sus
alférez los enbiaron a la ysla de Cuba, al uno por escribano, i al otro
por alguacil con un juez que se dize Ortegón, ermano de Ortegón el
oidor de Santo Domingo; i allá izieron muchos robos en los bezinos
de la tierra; desto dirá un Ulano de Cabrera, procurador de la ysla de
Cuba, que es bezino de la ysla de Cuba; él dirá de otros bezinos que
lo saben i están en la Corte.
Bino una galeaça a Puerto de Plata amotinada, i un Pedro de
Ceballos que hera alcaide ordinario de Puerto de Plata, entró en ella,
se concertó con los pilotos o maestres, i sacaron gran parte de los que
abía i se lo usurparon, i consintieron que los soldados se fuesen la
tierra a dentro; i aunque el sargento pidió fabor, no se lo dieron para
volver a la Florida, que era de los que yban en socorro a las probincias
de la Florida. Un Pedro de Renjifo, bezino de Puerto de Plata, yo auí
dezir que enbiaba, o enbió en una barca muchos cueros a los nabíos
de los franceses, i los marineros que yban en la barca se bolbieron i
me dijeron que los cueros abían ydo a poder de los franceses.
Un Abiar fue a la Isabela, i un sargento que se dezía Urtado, fue
i tomole la barca i prendió al Abiar; i después concertóse con los
soldados del sargento, i el Abiar bínose a la casa del Ceballos i le acojió
i enbarcó para España, abiendo ydo sin registro i contra la boluntá del
Rei; i esto ázenlo por interese que los bezinos de la banda del Norte
reciben, yendo los galeones. Costeando la banda del Norte supo el
Adelantado que estaba un nabío francés; supe que unos bezinos de
Puerto Real abían benido a abisar al francés, i se quedó una barca
del francés en el puerto, i cerca deste puerto ai unos atos de bacas,
i allí dieron abiso desto a los que fueron en busca del nabío francés,
que me lo dijo un Juan de Medina, alférez del Adelantado, i otro,
Antonio de Cos, sargento mayor.
Tienen en la banda del Norte por costumbre dejarse prender
dos bezinos de cada pueblo i asta que an cargado los cueros que los

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

enemigos an menester, no los quieren dar; i esto ázenlo los bezinos


por tener ocasión de rescatar i por disfrazar el trato. En la Yaguana es
público i notorio, i en los demás pueblos lo más del año no quitarse
de allí nabíos de enemigos luteranos, i esto es público i notorio, i ai
en todos los pueblos de la ysla cantidad de negros mal abidos.
En la Florida e estado i lo que a mí me parece es que la tierra es
importante para la guardia de las otras tierras de Tierrafirme i de las
yslas, porque es el primer encuentro de todas las Indias i frontero de
las yslas de Barlovento, i todas las flotas que bienen de Tierrafirme i
del Nonbre de Dios i de las yslas, pasan por la Canal que es en bista
de la Florida; i muchos nabíos se an perdido en aquella costa antes
que se poblase, que la gente i oro i plata se a perdido por no tener
adonde se albergar, a causa de los indios muy brabos i malos; i si no
ai fuerte por S.M., aunque aya labradores, aprobecha poco, porque
ni los labradores se podrán defender de los indios ni de los franceses,
i perecerá todo ello, i el francés tornará a poblarla, i entrados los
franceses en la tierra, todos los nabíos españoles i flotas de Tierrafirme
i Nueba España corren muy gran riesgo; i a menester S.M. tener cinco
fuertes: el uno Santa Elena, i el otro San Agustín, i el otro en el río
de Ballenas, porque aquí tienen intención de poblar los franceses; i
el otro en Tocobaga, que es a la banda de la costa de la Nueva España
i tiene buen puerto; i el otro frontero de la Canal; i a menester cada
fuerte cien soldados i de allí arriba; i si a esta gente no se les a situado
paga, todos perecerán i morirán de anbre; i esto aziendo, estarán los
labradores seguros de los franceses i de los indios. Todo esto es lo que
a mí me parece en mi conciencia. Y todo lo más que atrás digo, lo
he dicho i dado por memoria, porque el tiempo que allá estuve con
la gente de guerra, bí que era más señor de aquella tierra el francés
que no el Rei de España; i este abiso lo enbié de la banda del Norte
a S.M. por la bía de la Casa de la Contratación, i me remito a un
proceso que se izo en la Abana, que esto i aquello todo es berdá.
Está en Santo Domingo un Peñalosa, criado de Álbaro Caballero,
contador del Rei, que estando un nabío de franceses en Puerto Real,
enbié a pedir licencia a la Real Audiencia de Santo Domingo para,
con un nabío que estaba en Puerto de Plata, del Adelantado, yr a
tomar aquel nabío, i no me la dieron, queriendo yo ir a mi costa, pues
la gente de guerra la tenía que abía para ir i para quedar en el fuerte,
i estaba cerca, i no me la dieron, i probeyeron a este Peñalosa que
fuese, i que fuese con él un Antonio Gomez, artillero de la Fortaleza

170
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de Santo Domingo. Este mismo Peñalosa fue asta la Abana con


cierta gente en socorro de la Florida, i no llegó a la Florida ni la
socorrió, i aunque le izieron requerimientos que volviese i no gastase
la azienda del Rei, no lo quiso azer, antes gastó en juegos i otros vicios
más de cien mil pesos del Rei».— AGI, Patronato 18, doc. 1, ramo
9.— Escrito sin firma. De otra mano y en otra época se escribió en
él «Céspedes», y el pensamiento se vuelve por ello a uno de los dos
historiadores hermanos, Céspedes y Meneses, Sebastián y Gonzalo.

171
Capítulo VI
Presidencias del lic. Grajeda (2a interinaria) y del
lic. Diego de Vera
(1566-1568)
(Continuación)

59.— Con la fundación de la Isabela y unos fuertes edificados


por orden del Primer Almirante y Descubridor, se hizo necesario
establecer en la Isla un tribunal de apelación para todas clases de
litigios, causas y procesos, en que los jueces locales, por ignorancia
o sevicia dictasen sentencias o resoluciones de que los perdidosos se
quejaban por vía de agravio, no siendo el Almirante para entender de
todo ni gastar tiempo en semejantes ocupaciones. Así se estableció un
Alcalde Mayor, y fué el primero aquel famoso tumultuario Francisco
Roldán, que muchos sinsabores causó a los hermanos Colón y tantos
desórdenes promovió en la tierra. Siguió después en el oficio Lucas
Vázquez de Ayllón, que lo retuvo hasta poco antes que hubiese sido
promovido al oficio de Juez de Apelaciones, como miembro de la
novísima Real Audiencia. Marcos de Aguilar, nombrado después
por el segundo Almirante, ocupó el puesto hasta que se cumplió en
él la orden de expulsión por una real cédula de fines de 1518 al par
que por otra se le mandaba regresar a España. Durante la suspensión
de la Real Audiencia, el Justicia Mayor licenciado Alonso Zuazo
instituyó dos alcaldes mayores: Bartolomé Ortiz, con residencia en
Azua, y Diego de Ocampo, en La Vega, con extensión territorial
proporcionada; y el licenciado Rodrigo de Figueroa, asimismo
Justicia Mayor, cuadruplicó el oficio y situó al licenciado Rodrigo
de Barrera en Azua, al bachiller Pedro Moreno en la Yaguana, y

173
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

a Luis Sotelo y Pedro Vázquez, dándoles respectivamente distrito


de Santiago a Norte y Noroeste, y de la Vega al Este. Al retorno
de don Diego Colón, y por tener la prerrogativa, llamó al oficio
a Hernando de Carvajal (y en la Concepción puso al licenciado
Carrillo) y después a Lope de Bardecí, a quien la Virreina confirmó
más tarde en nombre de su hijo don Luis, tercer Almirante; y por la
misma señora, en idéntica manera, lo tuvo Jerónimo Lebrón, que lo
era en 1537. Después de este tiempo no salen cuentas claras quizás
por el pie de inferioridad en que la Real Audiencia solía mantener
a la Virreina; porque siempre mortificada por competencias estando
en la Isla, agraviada debió estar en ausencia por la comparecencia
personal que los Oidores pedían del Alcalde Mayor para aceptar
los nombramientos hechos de alguaciles del cargo del Almirante;
a quien, por otra parte, por nuevo asiento con la Corona, se le
recortaron privilegios, juros y preeminencias. Y de ahí para abajo,
aceptar oficios de justicia de cualquier categoría que fuese, todo
habría de ser perder Alcalde Mayor y Alguacil Mayor de la Ciudad,
fuese crédito y estimación, fuesen gajes, por no querer la Audiencia
entenderse, y ya se entendía mal con todos los agraciados por el Rey,
con la clase y las personas favorecidas del Almirante.
60.— Cómo andaría la recta administración de justicia sin
ministros bastantes para ser remediados los pobres y para la represión
de la blasfemia y del juego, vicios muy extendidos entre españoles,
lo da a conocer el deán de la Catedral de la Concepción, en carta
de 2 de diciembre de 1547: “Por otra mía, dixe a V. M. que conviene
mucho a su real servicio y al bien y remedio desta ciudad e de todo
su obispado que anda por espirar.... mande poner en esta cibdad
un corregidor o alcalde mayor que oya e determine en grado de
apelación de los hordinarios, porque se escusarán muchos travajos
y aflicciones que cada dia se dan a los vezinos levándolos a la cibdad
de Santo Domingo, setenta e sesenta e cinquenta leguas de camino
por menos que qüistiones de mugeres, donde destruyen lo poco que
tienen y aun vuelven los menos a sus casas porque allá los entierran;

174
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y quando en esta cibdad solía aver alcalde mayor por maravilla salía
una cabsa aunque fuese grave, de sus manos y escusábase lo dicho,
y esta será una grande merced que V. M. hará a esta tierra, demás
de ser cosa que tanto toca a su servicio”. A lo que, desde luego, no
se pone glosa porque entre las que puso el deán, se halla ésta: “En
la verdad, se tiene por cosa brava un oydor, que a quatro años que
vino a esta ysla, aver labrado una casa que le qüesta seis mil pesos
e tener veynte esclavos negros en una estancia e otros tantos en
su casa que le sirven, y aparador de plata, que acá no ay nadie que
otro tal alcance, y que en esta Real Abdiencia contra cosa que
le toque no se alcance justicia…” El oidor en este párrafo es en
la carta Alonso de Grajeda, el mismo que, ya viejo y todavía sin
haber resuelto todos sus problemas, se pone de acuerdo (siquiera
en cuanto a firmar) con sus discordes colegas Cáceres y Ortegón
(cosa muy bien vista del fiscal que también arrimó poco después
de su leal parecer), y solicita de S. M. la creación del oficio para
que, atendiendo a la administración de justicia en la tierra adentro
siquiera en causas livianas o de poca monta en grado de apelación
de los autos de los alcaldes ordinarios, tuviese a su cargo perseguir
a los incursos en rescates y contrabandos; y daba por razón que con
el sistema en uso de enviar jueces de comisión, forzosamente el tal
juez llegaba a su destino con grandísimo atraso y cuando ya a los
testigos les habían nacido alas como para no ser habidos en parte
alguna. Lo que era verdad en un tantico; pues, y por otras cartas ya
se reconoce, siempre era nombrado juez, o sujeto que quería sacar
la tripa de mal año, o cómplice en los rescates, bien amartelado con
dos intentos: el de recibir con amor los descargos de los acusados y
el de admitir parte de los rescates hechos en especies disimuladas
o desemejantes a las rescatadas. Esta era la tierra de Dios, que creó
el sol para que todos quedaran alumbrados…, lo que el Fiscal de
S.M. con seguridad denunciaba. Y dentro la dorada probidad de
Grajeda y sus compañeros, muy bien cabía que, dirigida la aguja
al norte de la administración pronta de la justicia, los ministros

175
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

superiores fiasen de tales subalternos a quienes podrían mirar con


ojos plácidos en una hora, y con ojos compasivos en otra, según sobre
quien recayese la responsabilidad en las cuentas negras de visita o
de residencia, habiendo así, con tal alcalde mayor, un cargador de
culpas. No hay sino ver cómo en estos tiempos Grajeda disimula
en su yerno Ceballos tratos y contratos con ingleses y franceses y
aprieta a portugueses, para que la mención de portugueses entre en
la consideración de la creación (o restablecimiento) del oficio; pues
de no dársele al mismo Ceballos que tenía andado lo más del camino
por su fuerte mano con ellos y enguantada con aquéllos, otro llamado
a ser Alcalde Mayor, siquiera por los días que restasen a Ceballos o
a Grajeda copartícipe, fuera (¡y habría de serlo!) semejante a aquél
que recibe por esposa a mujer fecundada de tercero.

v La carta del deán de la Concepción [Jorge de Viguera]: «Aunque


contrarios no me faltan…… y al fin le dé la gloria», en AGI, Santo
Domingo 94.
v Santo Domingo 17 de Julio de 1566.— Grajeda, Cáceres y
Ortegón, al Rey (capítulo): Por el trato que los portugueses tienen
en los puertos de la banda del Norte se hace a la contínua necesario
mandar comparecer en la Audiencia a vecinos de Puerto de Plata,
como rescatadores o conocedores de semejantes hechos; y «por esta
occasión se han desavecindado e ido muchos vecinos; nunca podemos
averiguar ni sacar la verdad, y todo pasa en oidas, y cáusalo que
aquellos puertos están despoblados; y los que rescatan van de noche
y por despoblado que no se puede ver, y los portugueses están en el
mar sin surgir para ir luego que vayan a ellos, y así despoblamos la
tierra y no remediamos lo que V.M. manda: parece que convenía para
el remedio de esto y para que menos costas y molestias reciban los
vecinos, que en Santiago residiese un Alcalde Mayor, el cual pudiese
conocer por apelación de las justicias de aquella banda, que para
muchas cosas es necesario, porque no pueden, sobre pleitos que no
sean de mucha importancia, venir a esta Real Audiencia, y los alcaides
hacen muchas cosas sin buena orden; y que tuviese a cargo estorbar
este rescatar con extranjeros, y se le diese salario de las condenaciones
y descaminos que tomase y penas que se impusiesen por su industria;

176
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y como éste estuviese allí a mano lo podrá bien remediar; y cuando


viene de tan lejos la noticia a esta Real Audiencia y se provee persona
que vaya y llegue allá, han pasado dos o tres meses y no hay rastro por
donde comenzar y los testigos son idos». Resolución al margen: «Que
nombren el Juez que dicen, entretanto que S.M. otra cosa provee y
avisen de la [persona] nombrada y le den y señalen el salario que les
pareciere, conque no exceda de 500 ducados, los cuales se paguen
de las penas de Cámara que se sacan en toda la isla y Audiencia».—
AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 25 de septiembre de 1566.— El fiscal Santiago
de Riego, al Rey, sobre Grajeda: «Ha sido y es rectísimo juez; bien
es verdad que como en este pueblo tiene sus hijos, nietos, parientes
y amigos de ellos, y sean de los principales, no se hace la justicia
de ellos si delinquen como sería razón, y de no hacerse se siguen,
en los acuerdos, inconvenientes, que cesarían si los que sirven a
V.M. en estas partes, no tuviesen parientes ni amigos íntimos donde
gobiernan».— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 8 de julio de 1568.— El fiscal Santiago de Riego,
capítulo de carta: «Los rescates con extranjeros, como en todas
las pasadas he escrito, hácense tan sin miedo que ni bastan penas
impuestas ni comunicaciones gravísimas, porque dicen los que
rescatan que han de hacer su hacienda y, previniéndose para las penas,
conjúranse todos como todos contratan, y no hay averiguar verdad;
y aunque en delitos como éstos debía bastar cualquier probanza, en
especial en delito tan pernicioso en todas estas provincias. Pero los
jueces, usando de misericordia no viendo entera probanza de testigos,
aunque haya media probanza y otros indicios bastantes, absuelven y
dan por libres, y no he visto hasta hoy condenar a ningún delincuente
de éstos a cuestión de tormento, debiéndose, a mi parecer, hacer, pues
el delito es grave y pernicioso. Ahora también acerca de esto han
hallado una buena invención todos los rescatantes, y es que toman
un hombre, el más pobre de todos y perdido que hay en la tierra, y
éste hace que compre al corsario todo lo que tiene y de él compran
todo lo que rescató del corsario, y así guardan las palabras de la ley
y van contra la mente».— AGI, Santo Domingo 71.

61.— Aunque después de la destrucción del negro alzado Juan


Vaquero (1554) se acabó la ardua empresa de sojuzgación que se

177
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

había emprendido, hasta deshacerse por procedimiento bélico


la copiosa facción del negro Lemba, como no faltasen malos
tratamientos hechos a los negros esclavos, tampoco desapareció
el peligro de nuevos envedijos siniestros, porque negros huíanse
siempre de sus amos y con frecuencia algunos de ellos hacían cara a
sus perseguidores con suerte adversa a éstos; y si bien era aciago que
una pandilla viviera acogida a las fragosidades del Baoruco, por su
retracción habitual eran menos de temer que negros sueltos, éstos
más atentos al robo que al asesinato, pero generalmente incursos
en homicidios en casos de resistencia armada si salían a vida en sus
choques con negros guardas de las propiedades de sus amos. Bien se
admite que a veces menudeasen acá y allá semejantes ocurrencias,
y que Grajeda, Presidente interino, hubo de hacer acuerdo con
sus compañeros para poner a disposición de reclamantes contra
negros cimarrones unas cortas columnas de cuadrilleros con capitán
conductor que se encargase de rastrear y prender o matar a los
malsines; pero los errores eran frecuentes por topar con negros
mansos que, en cumplimiento de lo que traían entre manos, se
movían a caballo y lanza pronto de poner en ristre, los que, sin
tener consigo papel de identificación o de licencia de llevar arma
(siendo exceso llevarla larga), costaba pérdida de tiempo y no poco
perjuicio a sus amos por la retención del sujeto o por incidencias de
atropellos. El desenfado de los amos era general y se hacía la vista
gorda por parte de los alcaldes de negros establecidos por ordenanzas,
criaturas de los mismísimos regidores que no osaban cumplir su oficio
según ley, sino a contemplación de parte, a cuyo ejemplo los demás
dueños de negros hacían con los propios como los regidores con
los suyos; mayormente que tales alcaldes eran asalariados en otro
concepto de ocupación por aquellos señores, e interesados en los
excesos. Así obró Grajeda con sus colegas que conjuntamente en la
Corte el Consejo se llamó a la parte, cuando el Procurador General
Lorenzo Bernáldez (que no lo fuera, si regidores temerosos de ir a
la cárcel por muy desemejantes dependencias no le hubiesen dado

178
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el voto) expuso el de orden de tal porte de armas y uso del caballo


entre negros, como amenaza latente de levantamientos iguales a los
de la chusma de Lemba, destructores del pueblo de San Juan de la
Maguana; para lo que cargó la mano contra los regidores de Santo
Domingo que tales excesos fomentaban, por nombrar alcaldes de
negros a paniaguados que no cumplían el deber de celar el buen
tratamiento debido a los esclavos, origen y causa de haber de ellos
en los montes tantos foragidos; y ya era harto conocido aquí que
el propio Lorenzo Bernáldez hacía lo mismo para que sus negros
trabajasen con brevedad y activamente y a la vez pudieran defenderse
en la inesperada presencia de algún malhechor, y todos los demás
amos tarareasen esta música en bien parecido tono. Aquella petición
de quitar a los Cabildos la facultad de nombrar el respectivo alcalde
de negros (nada más que por vengarse, como instrumento de los
Oidores, de todo regidor desafecto), no cuajó completamente, porque
ganó tan sólo menos de la mitad del premio (mediante una perífrasis
de la ordenanza de negros sobre porte de armas y sobre andar a
caballo), y aún tan corta prenda importaba nada menos que real
observación disimulada contra la escasa fidelidad de la Audiencia
en el cumplimiento de las leyes. Y fué un cantar de S. M. en tono
menor, al que la Audiencia no pudo juntar acorde alguno; en el
expediente que se obrase habrían de salir idénticas irregularidades,
por idéntico motivo, que las puestas en cabeza de los regidores, a
cargo de amigos incondicionales de los Oidores, y su remedio, para
ser efectivo (sin haber perdido los Cabildos el derecho que se les
quiso quitar), produciría ineludiblemente el quedarse los Oidores
sin amigos.

v Santo Domingo 16 (otra semejante el 17) de junio de 1566.—


Los oidores Grajeda y Cáceres, al Rey: Esta Ciudad tiene cédula para
juntar por vía de sisa 800.000 maravedís para reparos de caminos y
obras públicas sobre la carne, etc. y tal cantidad es nada por ser de
la moneda que corre; y «hase ofrecido al presente en esta Isla que
hay muchos negros cimarrones alzados y aún cerca de esta ciudad,

179
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

que son causa que los [negros] que los vecinos tienen en sus casas
para el servicio de ellas y en sus haciendas, se les vayan y alcen, y se
temía no viniesen muchos daños y aún muertes, y de ellos se tomó
información; y por esta necesidad instante, a pedimento del Cabildo
de la Ciudad, se proveyó habrá tres meses, que un Diego Rodríguez
Peguero, capitán y visitador de los negros, hombre en esto bien
diestro, anduviese por los campos y montes con ocho o diez soldados
de ordinario, y si más hubiese alguna vez menester se le diesen, y
que para la paga de éstos se echase sisa en el vino que se vende en
las tabernas, y así se ha fecho»; suplican aprobación de ello y cédula
«para que de aquí adelante se pueda echar sisa y proseguir por todo el
tiempo que durare esta necesidad», como tambien para cualesquiera
otras, y que la Audiencia pueda dar la licencia al Cabildo, señalándole
cantidad a que haya de llegarse según la necesidad.— Resolución, al
margen: «Que se le dé cédula en que se apruebe lo que la Audiencia
ha hecho en lo que toca a los negros alzados y para que lo continúe
el tiempo que hubiere la misma necesidad, y den relación siempre
al Consejo de lo que hagan en esto y en lo demás, y, ofreciéndose
necesidad [nueva], avisen de ella al Consejo para que provea lo que
convengan».— AGI, Santo Domingo 71.
v Alcaldes de negros; cédula real. «El Rey, Presidente y Oidores de
la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo
de la Isla Española. El licenciado Lorenzo Bernáldez, en nombre y
como Procurador General de esa Isla, me ha hecho relación que en
esa tierra comunmente se rebelan y alzan los esclavos negros y algunos
de ellos han hecho muchas muertes, robos y daños en los caminos y
haciendas del campo, y demás de lo susodicho, se juntaron muy gran
cantidad de ellos armados, con su pífano y atambor, y acometieron la
villa de San Juan de la Maguana y la quemaron y destruyeron (nota:
está referido de lo antiguo, tiempos de Lemba), y porque se entendía
que semejantes alzamientos sucedían por los malos tratamientos que
a los dichos esclavos les hacían sus propios dueños, se había ordenado
y mandado que el Cabildo y Regimiento de esa Ciudad y [de] cada
pueblo de esa Isla eligiesen cada un año un alcalde visitador que
llaman de los negros, cada uno de los cuales, en su término y distrito,
pueda visitar los ingenios, hatos, estancias de minas y otras haciendas
del campo y tomar información de cómo son tratados los dichos
negros, ansí en lo tocante al comer y vestir como en todo lo demás
y, hallando que había algún exceso o desorden, proveyese de remedio

180
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

para adelante y no consintiese que ningún esclavo traiga armas ni


ande a caballo; y aunque este oficio se provee todavía por los Cabildos,
los puestos no hacen si osan hacer su deber en el ejercicio del dicho
oficio, antes lo contrario, porque donde más debían meter la mano
para la corrección y castigo era contra los propios que los eligen y
contra sus esclavos, y pocos negros caminan en esa Isla sin armas, a
lo menos como sean de regidores o de juez, hijos o parientes, que no
vayan a caballo y con sus lanzas y otras armas, de que han sucedido y
hacen algunos daños; y ansimismo había gran desorden por parte de
los amos y dueños de los dichos esclavos, porque hoy día no se sabe [de]
ingenio en esa Isla donde se dé de comer a los negros más de una sola
carne, y vestido poco o ninguno, a cuya causa padecían gran trabajo
y necesidad, y que convenía poner remedio en todo lo susodicho y
quitar los nombramientos de los dichos oficios a los Cabildos y que
los proveyese la Audiencia; y me suplicó lo mandase ansí proveer, o
como la mi merced fuese. Lo cual visto por los del mi Consejo de las
Indias, fué acordado que debía mandar dar esta mi Cédula para vos;
porque vos mandó que veáis lo susodicho y hagáis información y sepáis
lo que cerca de ello ha pasado y pasa, y proveáis cerca de ello lo que
viéredes que conviene, de manera que cesen semejantes cosas, y de
lo que en ello hiciéredes y proveyéredes nos daréis aviso, de manera
que los negros no traigan armas ni anden a caballo, antes proveeréis
y daréis orden cómo se guarde, cumpla y ejecute. De Madrid de 20 de
marzo de 1566 años.— Yo el Rey.— Refrendada de Eraso, señalada
del Consejo».—AGI, Santo Domingo 899.

62.— La real cédula de nombramiento de Zorita para fortificación


de la Florida fué posterior a la salida de la armada de Menéndez de
Avilés, y porque su viaje estaba subordinado a la salida de navío
de registro a la Habana, o a Santo Domingo, o a ambos puntos en
escala, el encargo de la brevedad siguió la suerte de emergencia
que corrió el navío para hacer viaje, y en el medio tiempo, 19 de
noviembre de 1565, se dieron a Zorita nuevas providencias, porque
fuese el navío en derechura a la Habana, fuese a Santo Domingo, y a
ambos puntos en escala, conforme a esta incidencia y sin ocasionar
perjuicio de demora a persona y navío, asesorase al constructor de
Santo Domingo en el hacer de reparos en la Fortaleza, y redujese

181
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

las obras del Morro de la Habana a lo necesario porque pronto se


concluyese aquella fábrica. Y a la Audiencia de Santo Domingo se
avisó del envío de ingeniero con aquellos propios términos. Pero
Zorita no tocó en Santo Domingo, ni menos Menéndez de Avilés
le tomó consigo durante su crucero por las Antillas, y si luego
dió promesa vaga de que tal ingeniero llegase (y no lo soltaría ni
después que diese remate al fuerte de San Agustín, porque otras
fortificaciones habrían de hacerse), formando en Santo Domingo
un memorial concerniente a lo mismo que Zorita hiciera, dejó a la
Audiencia a su propia discreción sin quitar un ápice a la real cédula
de 19 de noviembre de 1565.

v Fortaleza, se cerque del todo; cédula real. «El Rey. Presidente y


Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo
Domingo de la Isla Española: El licenciado Lorenzo Bernáldez, en
nombre y como Procurador General de esa Isla, me ha hecho relación
que [d] el lienzo delantero de la Fortaleza de esa ciudad falta por hacer
un pedazo que junte con la costa del mar, el cual era y es muy necesario
que se haga porque estándose así, aunque se cierre la puerta principal
de la dicha Fortaleza, pueden entrar y salir los que quieren, como
lo hacen, y podrían enemigos y otras personas enclavar la artillería
o apoderarse de la Fortaleza primero que fuesen sentidos, de que
podría seguirse muy gran daño, y que convenía y era muy necesario
remediarse con brevedad, y me suplicó lo mandase ansí proveer, o
como la mi merced fuese. Lo cual, visto por los del mi Consejo de
las Indias, fué acordado que debía mandar dar esta Cédula para vos,
e yo túvelo por bien, porque vos mando que veáis lo susodicho y,
pareciéndoos que conviene y es necesario que el dicho lienzo se haga
y acabe, y que de no hacerse se sigue algún inconveniente o daño a
la dicha Fortaleza, proveáis y deis orden como del dinero que hubiere
corrido y corriere del censo que se corrió para la obra del muro de
esa ciudad, se haga y se acabe de hacer con la más brevedad que ser
pudiere, de manera que quede segura y fuerte la dicha Fortaleza para
no recibir daño de ningunos corsarios ni de otros enemigos, y non
fagades ende al. Fecha en Madrid a diez y ocho de hebrero de mil
y quinientos y sesenta y cinco años.— Yo el Rey.— Refrendada de
Eraso, señalada del Consejo.— AGI, Santo Domingo 899.

182
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Fortaleza, ingeniero; cédula real. «El Rey. Presidente y Oidores


de la nuestra Audiencia Real de la Isla Española: A nos se a hecho
relación que la Fortaleza de esa ciudad está muy mal reparada así de
edificios que están viejos como de pocas armas y municiones, y las
que hay, mal limpias y desencabalgadas sin cureñas, y que convenía
ser visitada y proveída de lo susodicho, y me fué suplicado lo mandase
proveer, pues de no ser hacer se podrían seguir muchos inconvenientes
a causa de los corsarios franceses e ingleses que a la continua andan
por esas costas; y porque a nuestro servicio, bien y seguridad de esa Isla
conviene que esa Fortaleza se visite y provea en ella lo que conviniere,
vos mando que luego qe esta veáis, la visitéis y, habiéndola visitado y
entendido bien la necesidad que tiene de ser reparada y proveída de
lo susodicho, proveáis en ello todo lo que pareciere que conviene y
es necesario proveerse para el buen recaudo y seguridad suya y de esa
ciudad, ansí de artillería y municiones y armas y artilleros, como en el
reparo del edificio, y limpiar y aderezar los tiros y otras cosas de ella, lo
cual haréis con asistencia e intervención del capitán Zorita, a quien
habemos proveído para la jornada de la Florida, que, por ser persona
experta y práctica en semejantes cosas, le habemos encomendado que
os ayude en ello al tiempo que se detuviere, sin que por esta causa se
haya de detener un punto ni hacer falta en su viaje; y, si acaso él no
se pudiere detener ni ocupar en ellos por la brevedad de la jornada, lo
haréis vosotros como mejor os pareciere que conviene, informándoos
primero de las personas más experimentadas que en ello hubiere en
esa Isla, y estaréis advertidos que el gasto que en esto se hiciere sea
con mucha moderación y templanza, y haréis luego tomar cuenta de
lo que en ello se gastare, lo cual enviaréis con brevedad ante Nos al
nuestro Consejo de las Indias con razón de lo que en ello se hiciere; y
porque agora se os envían ciento y cincuenta arcabuces y doscientas
picas y cuarenta barriles de pólvora y ocho quintales de plomo para
pelotas y alguna cantidad de mecha, daréis orden cómo se entreguen
al Alcaide de la dicha Fortaleza, o a la persona que los suele tener a
su cargo, y que de todo ello haya buena cuenta y razón y esté siempre
con la demás artillería que hubiere limpio y encabalgado, de manera
que, cuando sea menester servir, se pueda aprovechar de ello, y si
para lo susodicho fuere menester gastar alguna cosa, por la presente
mando a los nuestros Oficiales de esa tierra, que de los maravedís
del cargo de tesorero lo den y paguen; que, tomando carta de pago
de las personas a quien lo pagaren, con ella y con esta mi cédula y
mandamiento vuestro, mando que les sean recibidos y pasados en

183
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

cuenta lo que en ellos se montare, para todo lo que dicho es os doy


poder cumplido con todas sus incidencias y dependencias, anexidades
y conexidades. Fecha en el Bosque de Segovia a 19 de noviembre de
1565 años.— Yo el Rey.— Por mandado de S.M., Francisco de Eraso.
Señalada del Consejo».— AGI, Santo Domingo 899.—Aunque en
este despacho no se menciona quien hizo la relación, dedúcese que
fué el Alcaide don Rodrigo Bastidas, porque a él se envió cédula
sobre el envío de Zorita, y armas, pólvora, etc.; fué el Alcaide quien
dió noticia de no haber llegado el tal ingeniero y de haber recibido
los mencionados avíos. Y aunque la cédula pudo haber servido para
procederse al examen del estado de la Fortaleza, se dejó archivada
por inconveniente de publicar que los costos y gastos fuesen a costa
de Real Hacienda, habiendo otra cédula que cargaba el costo de la
cerca al capítolio de la sisa, que tocaba a la Ciudad por su Cabildo y
al Cabildo por ella.
v Madrid 4 de mayo de 1567.— Real cédula a la Audiencia:
Habiéndos querellado el alcaide don Rodrigo de Bastidas de que por
parte de la Audiencia nunca se le daba testimonio de cosa alguna por
más que lo pidiera, ordénasele que de todas materias pertenecientes a
su oficio, ha de darle los testimonios que pidiere en forma que hagan
fe.— AGI, Santo Domingo 899.

63.— Tres meses después de haberse ido el Adelantado maduró


la desesperanza de aquel advenimiento, por accidente frustrado. Y
como a la contínua pasasen a la vista de la ciudad navíos lejanos
y sospechosos, y por cartas de gobernadores del distrito y oficiales
reales de ellos se denunciase la presencia y los daños de corsarios (y
eran daños para el Rey las componendas entre vasallos y enemigos
cuando los rescates consentidos excusaban robos, incendios y
pillaje), y como, por otra parte, en el hacer la diligencia de tenerse
todo a punto de defensa es un principio de justificación como
después la ofensa supere a la defensa; y, asimismo, en las actuales
circunstancias convenía delimitar definitivamente la plaza de la
Fortaleza porque diaria feria de soldados y negociantes menudos no
degenerase del sopapo mutuo a las cuchilladas y al lanzazo, lances
no muy infrecuentes, juntándose a esta ponderación las protestas

184
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

del Alcaide que prevenía temer que de cualquier riña se pasase al


motín y a la violencia y ocurriese suelta a los muchos presos que
había en la misma Fortaleza (de que tenía hecha representación al
rey, como de caso alguna vez sucedido en sus días) y nada se diga del
sátiro capitán de aquella tropa, Troche, al fin, se pensó ejecutar las
obras previstas, pues había hombre que podía hacerlas; el entonces
artillero, polvorista y constructor Antonio Gómez.

v Fortaleza, presos en la; real cédula.— «El Rey. Presidente y


Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de
Santo Domingo de la Isla Española: Juan de la Peña, en nombre de
don Rodrigo de Bastidas, alcaide de la Fortaleza de esa ciudad, me ha
hecho relación que, a causa de meterse en ella de ordinario muchos
presos, algunas veces ha estado en término de perderse y alzarse con
ella y romper la muralla, y que a nuestro Real servicio convenía
mandar que de aquí adelante no se pusiesen en la dicha Fortaleza los
dichos presos, y que cuando hubiese de entrar en ella alguno, fuese
por grave delito que hubiese cometido y no todo género de ellos como
hasta aquí se hacía, y que no hubiese artillería, pólvora ni otra ninguna
munición en parte alguna de la ciudad si no era en la misma Fortaleza,
porque de lo contrario podrían resultar muchos inconvenientes en
su guarda y seguridad; y me fué suplicado lo mandase ansí proveer, e
como la mi merced fuese; lo cual visto por los del nuestro Consejo
de las Indias, fué acordado que debía mandar dar esta mi Cédula
para vos, e yo túvelo por bien. Por ende, yo vos mando que veáis lo
susodicho y cerca de ellos proveáis lo que más convenga al servicio
de Dios Nuestro Señor y guarda y seguridad de la dicha Fortaleza, y
non fagades ende al. Fecha en Madrid a 10 de mayo de 1567.— Yo el
Rey.— Refrendada de Eraso, señalada del Consejo».— AGI, Santo
Domingo 899.
v La ejecución de las obras de este tiempo estuvo al cuidado de
Antonio Gómez, artillero y polvorista, a quien se dieron, demás de
los 80 pesos mensuales por ambos oficios, otros tantos por «veedor
y trazador de las obras de la Fortaleza desta cibdad y terrapleno»;
comenzó a ganarlos el 16 de febrero de 1567 y fué despedido de todos
sus oficios el 14 de febrero de 1568.— AGI, Contaduría 1052. Pasó
a Puerto de Plata con semejante ocupación.

185
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

64. — Hízose, pues, una junta el día 7 de abril de 1567, sin haber
respeto a la calidad atribuida por una real cédula a1 Cabildo de la
Ciudad, y se resolvió según la cédula de ordenación de obras, ganada
por Bernáldez, que había introducido en su petición que para todo
el cercar de la Fortale­za se acudiese con los dineros de la sisa de la
cerca de la ciudad, y se tuvo cuenta con asignar a Real Hacienda
todos los demás reparos y obras que se hiciesen. Y conforme a este
plan se dió principio a juntar materiales, herramientas y tra­bajadores.
Sin embargo de que el acto no da lugar a vislumbre sobre la cuestión
de competencia pa­ra entrar el Cabildo secular en semejantes juntas
(por ocultación de la cédula renovadora de tal calidad), seguramente
que los regidores trataron de rehacerse contra la zancadilla que
Bernáldez les había echado, tirándolos patas arriba en su petición
como quien había pleiteado sin parte; pero venció la letra de la
cédula sobre la inter­pretación municipal, fuese o no fuese el muro
de la Fortaleza cerca ni muralla de la ciudad, (y no lo era porque
aquel muro no cortaba paso al enemigo invasor, que podía entrar por
el lado Norte y apoderarse de ella, debiendo luchar de nuevo para
entonces romper el lienzo que la Fortaleza tuviese por delante), los
Oidores hicieron oídos de mercader, y en esta coyuntura arribó, el
20 de mayo, el nuevo Presidente titular, licenciado Diego de Vera,
quien por mejor imponerse de la disputa proveyó que los trabajos se
empezasen (los comienzos el 14 de junio) al tenor de lo acorda­do el
7 de abril, porque tiempo habría para acla­rarse el punto, conque los
regidores se pusiesen llanos a dar el dinero de la sisa correspondiente
a gastos hechos, pues de inmediato era la Real Ha­cienda quien
suplía, obligada a devolver en aquella forma el dinero que antes
había recibido en préstamo de la misma sisa.

v El Escorial 25 de febrero de 1567.— Real cédula a la Audiencia:


La Justicia y Regimiento de la Ciudad de Santo Domingo representó
que para cercar la ciudad y para todos los demás edificios y obras, había
cédulas, por las que se mandó a los oidores Vadillo y Cervantes que,

186
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

en las juntas que hiciesen para el hacer todas obras, tuviesen parecer
y oyesen al Cabildo de la Ciudad, y la mayoría de votos prevaliese, y
que en adelante nunca los Oidores en obra alguna oían al Concejo, de
que siempre se habían seguido muy graves inconvenientes; y suplicó
que, conforme a aquel ordenamiento, se mandase que nunca se hiciese
cosa sin el parecer de la Justicia y Regimiento ni su voto, («y no de
otra manera»), y lo mismo se guardase sobre el traer del agua de Jaina
a la ciudad; ordénase que así se haga, y no se vaya contra lo mandado
en esta forma de atender a dichas obras.— AGI, Santo Domingo 899.
v Licenciado Diego de Vera: su título de Presidente de la Real
Audiencia el 11 de noviembre de 1566. De la misma fecha: que
los Oidores desocupen la Audiencia para el Presidente si no hay
aposento bastante para todos; licencia para que Vera, con su mujer,
hijos y diez mujeres de servicio, vaya a su destino; de concesión de
500 ducados de ayuda de costa sobre salario; AGI, Santo Domingo
899.— Se embarcó Vera en Sanlúcar de Barrameda el 20 de marzo
de 1567; AGI, Contaduría 1052.— El 20 de mayo de 1567 «entró en
este puerto el licenciado Diego de Vera que V.M. mandó enviar a esta
Real Audiencia por Presidente» (carta del Ayuntamiento de Santo
Domingo de 25 de julio de 1567): AGI, Santo Domingo 71.— Su
última paga del tiempo corrido «desde primero de mayo de sesenta y
ocho hasta diez y siete de agosto del dicho año que dexó de presidir
para ir a Panamá», AGI, Contaduría 1052, con título de Presidente,
de 18 de febrero de 1568.— El 20 de agosto de 1568 Vera dió noticia
al Rey de que el 16 del propio mes pasó con rumbo a Ocoa la flota
que iba a Nueva España, «y con buen tiempo (hubo ciclón el 10 de
agosto) entraron en el puerto de esta ciudad dos navíos [de ella] en los
cuales vino el doctor Mejía, Presidente, y el licenciado Peralta, oidor;
fueron recibidos… El doctor Mejía me entregó el título de Presidente
de Panamá» y agregaba que no podría salir para el nuevo puesto hasta
mediarse octubre, por falta de navíos que fuesen a Panamá; AGI,
Santo Domingo 71.— El 10 de octubre comunicaba Mejía al Rey
por qué Vera no había ido a su destino «cuando pensaba», y que a su
petición, le había dado un barco pequeño, que se tomó para ello; AGI,
Santo Domingo 71.— El 30 de octubre, todavía en Santo Domingo,
decía al Rey cuán bien se portaba Mejía en su cargo y que convenía
que los Oidores actuales se llevasen separadamente a otros destinos,
por ser sujetos muy atravesados para seguir aquí juntos; AGI, Santo
Domingo 71. Pero cuando Mejía recibió comisión, (su fecha 1 de
octubre de 1568) para residenciar a Vera, ausente, el apoderado no

187
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

pudo justiciar la saca de dos cañones de la Fortaleza llevados al barco


que se dió a su poderdante, y el buen juez, culpable en ellos, absolvió
de culpa al residenciado; sentencia desautorizada más tarde por el
Consejo, de que se le dió aviso y orden al juez de obrar como debió
haber obrado a su tiempo.

65.— El estado de la Caja de sisa era en es­te tiempo muy


deplorable, no ya por la cortedad de dinero efectivo en ella, sino
porque todas las acreencias que en su favor había, estaban vicia­das
por industria, y como consecuencia de la in­estabilidad del valor
de la moneda provincial respecto del de la de oro y plata, a que se
allega­ba otra circunstancia adversa para conseguirse de deudores por
la falta de navíos que activasen el comercio. Recordárase aquí que
por real cédu­la de 14 de marzo de 1541 fué transferida la apli­cación
del dinero de la sisa impuesta sobre la carne, el vino y la harina para
la construcción de la muralla de la ciudad, y que originalmente fué
para la traída del agua de río Jaina. El 10 de septiembre de 1554,
ya abandonados los tra­bajos de la muralla, por acuerdo tomado
en jun­ta a que asistieron Audiencia, oficiales reales y diputados
del Cabildo secular, se resolvió vender esclavos, bestias, ganado,
carretas, materiales y herramientas, y con el dinero que aquello
pro­dujese comprar tributos “con seguridad bastan­te” y seguir
manteniendo la misma tregua hasta que, placiendo a Dios, hubiese
con qué terminar la circunvalación y devolver a S. M. el principal
de lo que había prestado para la misma empresa. (A dicho fondo,
desde luego, iría juntamente toda la renta que fuese corriendo de
las casas reales cedidas por S. M. por todo el tiempo que dura­sen
las obras). Periódicamente por orden del Rey los dineros de la sisa
eran verificados por la toma de cuentas que se hacía al receptor
de ella, sujeto nombrado por el Concejo. Por real cédula de 12
de marzo de 1565 se dió comisión al oidor Diego de Ortegón para
que visitase tales dineros de la cerca, y se reconoció (13 de octubre
de 1565) que la dispersión normal del dinero era creciente, pero
decreciente y a veces por meses seguidos ninguno el pago de los

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

tributos correspondientes a anualidades vencidas y se procedió a la


compul­sión del cobro de los créditos caídos. Ahora en estos días de
Vera el propio desorden militaba con­tra las Cajas de la sisa porque
aquellos regidores tributarios no pagaban, ni el receptor los inquie­
taba (por ser ellos quien los nombraba), y mu­chos otros no regidores
estaban sobre el mismo pie por haber dado cierta prima extranotarial
que los aseguraba de molestias en casos de mo­rosidad. Lo que bien
considerado por la Audien­cia y con el ánimo siempre parcial de tener
a los del Concejo a la expectativa de opresión judicial en la primera
visita que se hiciese, Vera convo­có para nueva junta (omisión hecha
de toda aten­ción sobre asistencia de diputados regidores), la cual
se tuvo el 20 de septiembre de 1567, en la que dejaron resuelta la
continuación de las obras, dándose ya comienzo a lo que habría de
hacerse por Real Hacienda según la junta de 7 de abril del mismo
año, pero cambiando la consignación de gastos y cargándolos a los
dineros de la sisa, “por ser cerca” cuanto quedaba por hacer. Inge­niosa
trata de apasionados, porque a la real cédu­la en que se apoyaron,
como ganada por Bernál­dez (asunto sobre casamata anegada), no
teniendo efecto operativo posible sino en caso de inminen­te peligro,
se le puso el rodrigón de otra cédula antigua, de 17 de febrero de
1537. Se continuaron los trabajos hasta cesar el 10 de febrero de
1568 sin la ultimación prevista, porque en el mismo año se volvió a
representar el mal estado de la Fortaleza, siquiera la realidad de ello
no fuese tan grave como en letra documental se expresaba.

v Madrid 18 de febrero de 1565.— Real cédula para la Audiencia. El


Procurador Lorenzo Bernáldez ha pedido que para rehacer una casamata
en lugar de la que estaba hecha a la lumbre del agua y que ya siempre
permanece anegada, se diese licencia con cargo en los costos a Real
Hacienda: mándase que informe sobre la utilidad que tenía antes la
anegada, qué ventaja habrá si se rehace, y en donde y con qué dineros,
que no sea de Real Hacienda. AGI, Santo Domingo 899.— El espíritu
de ésta se aprovechó para extender a la sisa todos los costos y gastos
de las obras; aún hizo Vera otro desplante; con dineros de la sisa pagó
a los soldados de Menéndez de Avilés, a despecho del Cabildo.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Madrid 13 de marzo de 1565.—Real cédula al oidor Ortegón: De


los dineros recogidos de la sisa para la conducción del agua del rio
Jaina a la ciudad de Santo Domingo, hay 20.000 pesos que están dados
a tributo, que rentan más de 2.500 pesos, y de nada de ello hasta ahora
se ha tomado cuenta; y porque conviene cobrarse los alcances que se
debieren por los depositarios y mayordomos, se le da comisión para
tomar dichas cuentas. AGI, Santo Domingo 899.— Providencia justa,
aunque propuesta al Congreso con segunda intención rencorosa, tuvo
compañera tan loable como bien sacudido se estuvo el proponente,
la cual habría de servir en manos de la Audiencia en un caso de
alternativa de ejecución contra el Cabildo; Madrid 12 de marzo
de 1565.— Real cédula a la Real Audiencia: Lorenzo Bernáldez,
Procurador General, presentó un memorial sobre el dinero que hay de
la sisa y de lo que renta, lo que hay después que cesó la obra de cerca,
porque se cambió antes el destino de su inversión; y expresó que,
porque conviene que la acequia para la conducción del agua se haga,
y caso de no concederse la continuación de la sisa para la acequia,
que el resto que hay se ponga beneficio de los enfermos pobres del
Hospital de San Nicolás; mándase que el dinero se gaste en la acequia
y no se dé lugar a alzar la mano de dicha obra, por el útil que de ella
recibe la ciudad, y luego de quedar hecha la acequia, lo sobrante se
destine y entregue al Hospital para socorro de sus pobres. AGI, Santo
Domingo 899.— Por tres diferentes vías la Audiencia y Bernáldez
querían acosar a los regidores, que lo merecían por trescientas.
v «Relación de los maravedís y pesos que se an gastado en la
fortificación y reparos en la Fortaleza desta cibdad de Santo Domingo
desde catorze de junio de mill y quinientos y sesenta y siete años hasta
diez de hebrero de mill y quinientos y sesenta y ocho años, como
paresce por un memorial de los dichos gastos que arriba inserto, lo
qual se a gastado con aquerdo y parecer de los señores que paresció que
assi convenía al servicio de S.M. y fortificación de la dicha Fortaleza;
atento que las nuevas que se tienen de los muchos corsarios franceses
y de otras naciones que andan por estos mares, especialmente por esta
ysla, y las provisiones que acerca dello se an dado y proveido por los
dichos señores Presidente e Oydores desta Real Audiencia y de nos los
Oficiales reales de S. M. desde siete del mes de abril de mill y quinientos
y sesenta y siete años hasta veynte de setiembre del dicho año, sacados
aquí sucesivamente unos en pos de otros, son los siguientes:
En la muy noble cibdad de Santo Domingo del puerto de la ysla
Española de las yndias del mar Océano, a siete días del mes de abril

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de mill e quinientos y sesenta y siete años, los señores Presidente e


Oydores y Oficiales de S.M. y de su Real Hazienda, aviendo visto
la obra que se a hecho y començado en la obra de la Fortaleza desta
cibdad, así de albañilera como de carpintería, encabalgar la artillería
de la dicha Fortaleza, y las casas que en la dicha Fortaleza se an metido
para guarda y fortificación della; y, aviendo platicado sobre lo que
conbiene que se prosiga y haga en la dicha Fortaleza para la guarda
y defensa della y buen recaudo del artillería, conforme a lo que por
S.M. está mandado y por sus reales cédulas, y a la instante necesidad
que al presente ay por la nueva y aviso que por S.M., ay, y de otras
partes enbiadas a esta Real Audiencia de los corsarios que vienen
andan por estas partes y el apercibimiento que S.M. manda se tenga
en este puerto; y, aviendo visto la dicha Fortaleza con asistencia del
Adelantado Pedro Menéndez de Avilés y de otras personas expertas
en la guerra, los dichos señores Presidente e Oydores y Oficiales de
S.M. fueron de parecer y acordaron que la obra de pilares de ladrillo
que está fecha en la dicha Fortaleza a la parte de la mar con su
parapeto para guarda y defensa del artillería, se acabe y corra hasta
la esquina y punta que llega al rio, y vuelva hasta dos o tres pilares y
se cubra de caña y teja, de suerte que la artillería quede bien cubierta
y no se pueda mojar ni recibir daño del agua ni del sol, y se cierre
assimismo para mejor guarda del artillería, dejando dos o tres puertas
para se poder sacar algunas piesas si en algun tiempo conbiniere e
fuere menester. Asimismo acordaron que el muro e cerca de la dicha
Fortaleza que está començado a la parte de la calle, almenado, se
prosiga y se corra hasta llegar a la mar, de la mesma manera que está
començado, haciéndolo más grueso de terrapleno hasta dos tapias en
alto; lo qual mandaron se haga y pague de la Real Hazienda de S.M.
la que toca al caballero o fuerte donde está la artillería a la parte de
la mar, como dicho es; lo demás que corra el muro o cerca que sale
a la calle hasta llevarlo a la mar, se haga y pague de los maravedís y
pesos de oro que ay de la sisa de la cerca desta cibdad, conforme a otra
cédula real ganada a pedimento del licenciado Bernáldez, procurador
desta ysla, dada en Madrid a ocho dias del mes de hebrero de mill
e quinientos y sesenta e comprar materiales y concertar las obras y
obreros y maestros y paga dellos y todo lo demás, encargaron a los
Oficiales de S.M. para que con la mayor brevedad que ser pueda se
acabe y se de los mandamientos necesarios para todo ello.— Diego
de Herrera, escribano de camara de S.M.» (Omitidas aquí las demás
firmas).

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

El acuerdo que sigue, de 20 de septiembre del mismo año, reproduce


a la letra el de 7 de abril, aunque enunciando completo el nombre
del procurador, Lorenzo Bernáldez, y a continuación: «y assimismo
acordaron que el parapeto que sea proseguido y prolongue hasta llegar
a la esquina de dicho caballero e la vuelta del sobre que se a de poner
la artillería, se haga y pague de los maravedís y pesos de oro de la sisa,
por ser cerca, y los dichos maravedís y pesos de oro estan diputados
para ellos. Las firmas del pie son: «El licenciado Vera.— El licenciado
Grajeda.— El doctor Cáceres.— El licenciado Diego Ortegón.—
Alvaro Cavallero.— Diego Ximenez de Peralta.— Pedro Bazán.—
Pasó ante mí, Diego de Herrera, escrivano de S.M.; los quales dichos
aquerdos y proveimientos hechos para la fortificación de la dicha
Fortaleza por los dichos señores Presidente e Oydores y Oficiales de
S.M., se hizieron con licencia de S.M. y por virtud de un capítulo
de una carta de S.M. dirigida a los Oficiales de S.M. desta ysla, dada
en Valladolid a diez e siete de hebrero de mill e quinientos y treinta
y siete años, y firmada de la Magestad Imperial del Emperador y Rey
nuestro señor, que está en el cielo, y refrendada de Francisco de Cobos,
comendador mayor de León, su secretario, como por ella paresce, su
tenor del dicho capítulo es el que sigue: “Vi lo que dezís que porque
tuvistes nueva que andavan corsarios franceses por la costa y porque
en las guerras pasadas intentaron de pasar a esas partes, y porque
podría ser que con las grandes riquezas del Perú, se acodiciasen agora
a hazer lo mismo, y como ese Puerto sea la llave de todas las Indias,
fuistes a visitar la Fortaleza y la allastes sin armas ningunas, y que,
visto quan a mal recaudo estava, con parescer del dicho Presidente
e Oydores desa Audiencia la probeistes de ocho quintales de pólvora
que comprastes de las naos que estavan en el puerto desa cibdad, y
de algunas lanças, rodelas y vallestas y picas, y hizistes adereçar el
artillería y los carretones della, y otros reparos que os paresció ser
necesarios, que en todo ello se gastaría poco más de docientos pesos,
y suplicais se os dé aprobación dello y se os dé facultad para que de lo
que aquí adelante gastaredes desta calidad, pues no se sufre dilatarse
a nos lo consultar, y me a parecido que fue bien probeido, e assi e
tenido por bien que se haya gastado los dichos docientos pesos en las
cosas susodichas; lo que desta calidad se ofreciere de aquí adelante,
mientras durare la necesidad, gastarlo eis con parescer de los dichos
nuestro Presidente e Oydores, dándome siempre aviso dello”.— Y lo
que se a gastado en la dicha Fortaleza.— AGI, Contaduría 1052.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Entre las cuentas de 1567-1568 hay una partida de pago a Antonio


Gómez, que dirige las obras, de 101 pesos y 6 tomines «que los gastó en
dalles de comer a los moros y moras que trabajan en la Fortaleza, que
les daba a tomín cada día que trabajaron desde veinte y tres de abrill
hasta veinte y seis de jullio, que ovo ciento y catorze jornadas…y los
dichos moros y moras trabajaban en deservar la Fortaleza y en acarrear
ladrillo y en limpiar el lugar donde se abian de poner las piezas del
artillería y en recoger las tablas y en lo necesario al servicio de la
Fortaleza».— Otra partida es de 1750 pesos que recibió doña Ana
Cerón por sus casas que se le tomaron para quitarlas por ser estorbo
junto a la misma Fortaleza.— AGI, Contaduría 1052.

66.— Duró Vera en la Presidencia de Santo Domingo quince


meses, prestando ordinaria atención a las obras, a lo que dejaba de
hacerse en la fortaleza de Puerto de Plata, a soldados de guarni­ción y
a la frecuencia de corsarios, hasta saber su promoción a la Presidencia
de Panamá. Por haber sembrado vientos, recogió tempestades.
Cuando se le tomó residencia de su oficio (ya ausente de la Isla),
apenas hubo testigo llamado a hacer cargos que no denunciase el
haber sacado dos piezas de artillería de la Fortaleza y dádolas al Dr.
Vasco de Puga, (oidor que había sido de Méjico, in­habilitado después
y ya repuesto en el oficio), porque su barco mal artillado pudiese
resistir a corsarios asaltantes; y que para sí mismo, en caso idéntico,
habíase llevado otras dos piezas con el tren correspondiente para
ponerlas en función en caso necesario; todo ello contra disposiciones
reales vigentes. Pero el juez, Presidente Antonio Mejía, no obstante
que en descargo de Vera, un Mateo de Herrera tardío representante
de aquél, confesó que “en cuanto al artillería que llevó a Panamá,
esto sucedió acabado ya el oficio de presidente y con licencia y
consentimiento de los Oficiales de S. M. de esta Isla y de los señores
Presidente y Oidores de esta Real Audiencia, y debajo de fiadores que
dió de volverla, la cual se volverá en habiendo navío de la ciudad de
Cartagena donde el dicho mi parte la dejó”, tuvo a bien, como parte
interesada, ocultar su parti­cipación directa en el asunto de la última
saca, y desechar otro alegato de que los dos primeros tiros fueron

193
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

dados con conocimiento legítimo de los Oidores y oficiales reales,


y tiró la verdad de los hechos por la borda, por constarle, para los
efectos de la sentencia, que tales hechos no fue­ron probados. Sino
que el Rey, atento a la prohi­bición de sacarse artillería de la Fortaleza
y que este juez metió las manos, en transgresión mani­fiesta de ella,
le mandó fuese el ejecutor de la restitución correspondiente, con
cargo ineludible de dar cuenta de haberlo ejecutado.

v Santo Domingo 18 de junio de 1567.— Diego de Vera, Presidente,


al Rey: «La Fortaleza de esta ciudad está muy bien aparejada y reparada
con la nueva obra que se le ha hecho. V. A. tendrá entendido cómo
el Adelantado Pedro Menéndez dejó aquí y en Puerto de Plata ciertos
soldados; los unos ni los otros tienen que comer; no hay orden de
V.A. de lo que se deba hacer; en el entretanto que V.A. provee de lo
que es servido, para entretenimiento se les ha mandado dar algunos
pesos de esta moneda de la sisa… La Fortaleza de Puerto de Plata, se
ha escrito a V.A. el estado de ella y como está sin acabar; entiendo
que es cosa importante se acabe para recaudo de ella, porque tiene
ciertas piezas de artillería».— AGI, Santo Domingo 71.
v El Escorial 25 de febrero de 1567.— Real cédula a la Audiencia:
el Regimiento de Santo Domingo había representado que algunas
veces se habían sacado piezas de artillería de la Fortaleza sin licencia
real y la ciudad se ve por ello frecuentemente en apuro, pensando en
casos de corsarios por el mar, o en insultos de negros alzados que se
acerquen a la ciudad, y ha pedido que se prohiba semejante licencia
de disponer de la artillería; ordénase que de ninguna manera se saque
tiro alguno de la Fortaleza sin licencia previa de Su Majestad.— AGI,
Santo Domingo 899.
v Valdemoro 23 de octubre de 1572.— Real cédula al Presidente
de la Audiencia: que por otro despacho se le mandó «que con
asistencia de mis Oficiciales Reales visitásedes la dicha Fortaleza y
supiésedes y averiguásedes toda la artillería que en ella había con las
demás cosas y pertrechos de guerra, poniéndolo todo por inventario
y, faltando alguna cosa dello, averiguásedes a cuyo cargo está y los
hiciésedes volver a la dicha Fortaleza, y de todo lo demás que tuviese,
al mi Alcayde della, o a la persona que en mi nombre la tuviese,
obligándole a que diese cuenta de ello, y para lo de aquí adelante en

194
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

cada un año (con la asistencia de los dichos Oficiales) visitásedes la


dicha Fortaleza y la artillería y todo lo demás que en ella huviese.
Después de este preámbulo, que es un recordatorio de la noticia que
Mejía debía tener de todo lo mandado tan recientemente, la cédula
expresa lo que se acordó en Consejo como resulta de la condenación
que de don Diego de Vera se acababa de hacer por el mismo Consejo,
visto lo anómalo de la absolución que este Presidente, como juez
de residencia, pronunció en favor de dicho Vera; porque como
justamente había sacado en claro qe Vera se llevó dos tiros de bronce
de 12 y 13 quintales, y asimismo dió otros dos tiros al Dr. Puga con
todos sus aparejos con peso total de 25 arrobas y 5 libras, y todo era
de la Fortaleza; se le avisa que Vera fué condenado a devolver en el
término de tres meses de ser notificado lo que así llevó, y en defecto,
otros “tales y tan buenos” como los que sacaron de la Fortaleza; demás
de haber sido condenado el Dr. Puga a devolver cuanto llevó consigo.
Y se manda al Presidente que haga sacar testimonio de todo que obrase
en cumplimiento de la orden que se le da de ejecutar las predichas
devoluciones, y lo envíe al Consejo.— AGI, Santo Domingo 868,
lib. 3, f. 2v.
v Las fechas de 25 de febrero (cédula que prohibía el sacarse
artillería de la Fortaleza) y 20 de mayo (llegada de Diego de Vera a
Santo Domingo) ambas de 1567, exoneran al estudioso de atribuir
la denuncia del Concejo contra Vera, porque la cédula fué respuesta
a la denuncia. Como Vera salió para su destino el 20 de marzo,
demos que fué en primera ocasión de navíos, cabalmente primera
ocasión para la conducción de los despachos reales. Con frecuencia,
habiendo tiempo, tales despachos, respectivamente, se distribuían en
España entre los mismos interesados, en habiendo coincidencia. No
hay certeza, sí presunción de haber sido portador Diego de Vera de
todos despachos a su Audiencia tocantes, por haberse embarcado el
20 de marzo, y, por igual, que se enteró de la prohibición en su viaje,
porque hasta 19 de febrero de 1587 no se mandó que los despachos
reales dirigidos a las Audiencias, deberían abrirse invariablemente con
asistencia de Presidentes, Oidores y Fiscales. La conducta de Vera con
Puga presupone una infracción verosímilmente sin nota conocida por
el arbitrio de ocultación de la orden; y el obrar el Presidente Mejía
en igual forma con Vera, presupone asimismo que la ocultación se
mantuvo, y que el nuevo Presidente obró sin conocer la prohibición
por estar ya otras sin curso (forma velada de no darse a la obediencia).

195
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Así queda averiguado que tuvo razón cierta el Presidente Gregorio


González de Cuenca, cuando en capítulo de carta de 18 de febrero
de 1578, expresó al Rey: «Yo he trabajado en recoger y recopilar
todas las cédulas que a esta Audiencia se han enviado después que
se fundó, las que se han podido hallar, y he hecho asentar en un libro
muchas que estaban por asentar, haciendo repertorio por abecedario;
y como de ellas ha resultado lo de la buena y mala moneda, y poner
en libertad los indios, y que la Audiencia provea muchas cosas y
oficios que en ella se han de proveer por cédulas de V.M. y las proveía
el Cabildo de la Ciudad, y por descuido y negligencia de los que en
esta Audiencia han gobernado; y por no haber visto las cédulas y
provisiones que para todo hay, reciben pesadumbre los del Cabildo
y vecinos, pareciéndoles que, como han pasado los demás, pudiera
pasar yo sin descubrir las cédulas, ni ejecutar lo de la moneda y de
los indios y lo del Colegio de Gorjón y otras cosas semejantes, y de
esto se quejan de mí. Yo entiendo que vine a hacer justicia y no a
guardar respeto, y creo que, fuera de esto, no irán otras quejas de mí».
AGI, Santo Domingo 51.— Como en la residencia tomada a Diego
de Vera, puede parecer que ya fuese pública la real cédula de 25 de
febrero de 1567, sobre no extraerse artillería de la Fortaleza, ello
menos es cierto ahora que el conocimiento de cédula real vigente de
18 de julio de 1537 (A. G. I., Santo Domingo 868 lib. I, f. 191) sobre
el mismo asunto; y siempre ha sucedido que lo que se denuncia por
muchos por ser punible sin ser sujetos hábiles para estar instruidos de
leyes establecidas, con verla uno (sugerido por tercero) para lanzar
el cargo, ello se difunde bien y produce el efecto que se quiere. La
cédula de 1537 hablaba con los oficiales reales; los de este tiempo
tenían sus enojos con Vera, y….¡duro y a la cabeza……!

196
Capítulo VII
Presidencia del doctor Antonio Mejía
(1568-1570)

67. — El 14 de agosto de 1568 se hizo la tras­misión del oficio


y puesto de la Presidencia: Diego de Vera, electo presidente de la
Audiencia de Panamá, cesó y entró en su lugar el Dr. Antonio
Mejía, quien murió en el oficio el 15 de septiermbre de 1570. Sus
dos años de ministerio en la isla fueron enteramente anodinos por
lo que atañe a la defensa efectiva, salvo en los primeros meses que,
según sus cartas, aplicó su cuidado a lograr licencia para continuar
los trabajos de reparaciones en la Fortaleza de Santo Domingo y para
que fuera de utilidad la que se estaba edificando en Puerto Plata. En
cuanto a la represión de corsarios y en el hacer castigos en ellos por
sus grandes desmanes cometidos contra españoles en mar y tierra,
por su misma inhabilidad para en pue­blo pequeño tan gigantesco
en chismes y tan preocu­pado de vicios, no dejó la buena memoria
que, sin merecer, habría querido.

v Dr. Antonio Mejía, oidor de la Audiencia de Méjico; su título


de Presidente de Santo Domingo, 18 de marzo de 1568:— de igual
fecha sendas cédulas de ir a su destino, de recibir el anticipo de 1000
ducados, y de tener desembarazada para sí las habitaciones privadas
de la Real Casa de la Audiencia; AGI, Santo Domingo 899.— Pagos
primero y último: «Al Ilustre Señor el doctor Antonio Mexía,
Presidente por S.M. en esta Real Audiencia, mill e quinientos y
quarenta y ocho ducados y dozientos e treynta y dos maravedís que le
son devidos e los a de aver por el salario de seis meses menos quatro

197
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

dias, que comenzó a servir desde cinco de jullio de sesenta y ocho


años, que se hizo a la bela del puerto de Sanlucar de Barrameda en
el navío nombrado Nuestra Señora de la Bitoria, maestre Gregorio
López, como paresce por una fee de Pedro Bélez, escrivano de dicho
navío, que, a razón de un quento y ciento e ochenta y siete mill e
quinientos mrs. En cada un año de salario y de ayuda de costa que
tiene con el dicho oficio que S. M. le manda pagar por su Real
Provisión, montan los mill e quinientos y quarenta y ocho ducados e
treynta y dos maravedís»; en 28 de febrero de 1569, y se le descontó
el anticipo recibido. «En treynta de diziembre [1572] ciento e treynta
ducados de buena moneda, por libramiento de los oficiales de S.M.,
dí y pagué a doña Beatriz Corbara, muger del Presidente Antonio
Mexía, y por ella a Francisco de Barahona, que los ubo de aver por
razón del salario del dicho Presidente Antonio Mexía, por quinze dias
que sirvió de Presidente desde primero de setiembre del año pasado
de setenta, hasta quinze del dicho mes que falleció desta presente
vida, como paresce del testimonio dello».— AGI, Contaduría 1052.
v Santo Domingo 10 de octubre de 1568.— Antonio Mejía,
Presidente, al Rey: «Pocos días antes que yo llegase, había nueva de
unos navíos de un inglés y de muchos robos que ha hecho en diversas
partes de esta jurisdicción y comercio de ella, cosa de gran lástima, y
ellos demasiadamente insolentes porque no tienen resistencia alguna,
antes entiendo que hallan acogimiento, y bueno, en muchas partes
que rescatan de ellos y tratan y contratan con ellos; y aunque esta
Real Audiencia ha enviado sobre ello algunos jueces de comisión,
no hallo que se haya hecho en ellos castigo alguno más de cobrarse
los salarios; aunque este negocio a que fue el licenciado Ortegón era
sobre esto, y entiendo que tras algunos dineros para vuestra Real
Hacienda, aunque pocos, porque no ha dado cuenta aún de ellos».
Dice que en la isla Mona los luteranos destruyeron un pueblo de
indios; que se han vuelto todos a juntar y hecho pueblo en medio de
aquella isla.
«Las armas que se enviaron para esta ciudad, se entregaron al
Alcaide de ella….; entiendo que es cosa perdida poner armas en esta
Fortaleza porque, fuera de los tiros de bronce, todos los que son de
hierro se dañan al tercero día, y aunque pusiésemos un armero sólo
para beneficiallas, no bastaría, y ansi, todas las armas que se han
entregado al Alcaide de ella hasta aquí de arcabuces y picas y otras,
están perdidas del todo sin esperanza de remedio alguno, aunque lo

198
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

quisiésemos poner. Habemos comunicado entre nosotros, si sería bien


repartirlas entre los vecinos, o haciéndose tomar como en depósito,
o repartiéndosela que las paguen a como salen aquí puestas; no sé en
qué nos resolveremos….
Y demás de esto, la Fortaleza está desamparada y abierta por
muchas partes, y desde el cimiento hasta la Torre del Homenaje; y
como está sobre la mar, están socavados los cimientos muy adentro
y muy peligrosos y especialmente donde están los tiros mayores que,
por agora, no tienen otro lugar tan cómodo de poder estar; convernía
que V.M. mandase dar orden como se reparase con tiempo, lo cual
no se podrá hacer sino a costa de mucho dinero, que todo vale aquí
carísimo. Agora se hace delante de la dicha Fortaleza, todo abierto,
para poner los tiros de ella que me ha parecido muy bueno y muy a
propósito, siquiera en tanto que V.M. manda reparar la Fortaleza….»
El Adelantado Pedro Menéndez dejó aquí un capitán con ciertos
soldados que se dice Rodrigo Troche. Está preso y condenado a muerte
en vista, porque se dice haber entrado en un monasterio de monjas, y
creo que la semana que viene se determinará en revista. Otro Godoy,
que también es capitán en Santiago de Cuba por el mismo Adelantado
en revista, después que estoy aquí, a hacer cuartos, y a un soldado que
iba con él a azotes y galeras, porque dió de palos con un cuerno al
Teniente de Gobernador, estando hincado de rodillas en la Iglesia el
Domingo de Ramos…..». — AGI, Santo Domingo 71.
v «Item, mill y setecientos y cinquenta pesos, por libramiento desta
Real Audiencia, se pagaron a doña Ana Cerón, que se le devían y
los ovo de aver por las casas que se le tomaron para la Fortaleza desta
cibdad por la necesidad que dellas avía para el servicio de la dicha
Fortaleza e artillería, e guarda del puerto desta cibdad, con acuerdo
de los señores Presidente e Oydores y oficiales de S.M., para que de
presente se pudiesen comodar el capitan Rodrigo Troche con sus
soldados que enbió a esta cibdad el Adelantado Pedro Menendez
de Avilés». Hay otra partida por 3.700 pesos por otras casas que se
tomaron, al capitán Rodrigo de Peñalosa para el propio destino de
los mismos soldados. — AGI, Contaduría 1052.
v «En este día quatro de jullio del dicho año [1569] ocho mill y
dozientos y diez pesos que di y pagué a Francisco de Cevallos, por
provisión desta Real Audiencia y libramiento de los oficiales de S.M.,
que pagan a cumplimiento de diez mill y dozientos y diez pesos, quel
dicho Francisco de Cevallos gastó en la obra de la Fortaleza de Puerto

199
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de Plata hasta hoy, y los dos mill pesos restantes los tiene recebidos y
están pasados en quenta del año de sesenta y cinco, como parece por
la carta de pago». — El registro de los 2.000 pesos dice: «En nueve
de jullio de dicho año [1565], dos mill pesos que por libramiento dí
y pagué a Francisco de Cevallos, tesorero de la villa de Puerto de
Plata e vezino della, que los ovo de aver en cumplimiento de una
Cédula de S.M. y aquerdo desta Real Audiencia y Oficiales de S.M.
para hazer la fortaleza que S.M. manda hazer en la dicha villa de
Puerto de Plata, como paresce en el dicho libramiento e carta de
pago». — En el propio día 4 de julio de 1569 se dieron a Aguirre
para el sustento de sus hombres en Puerto de Plata, Cevallos 1000
pesos por otros que entregó al capitán. A concentrados, y al propio
Aguirre otros 800 pesos «para mantener los soldados que estavan en
Puerto de Plata». — AGI, Contaduría 1052.
v «Este día [4 de julio de 1569], noventa y tres pesos, por libramiento
de los oficiales de S.M., dí e pagué a los marineros que por mandado
de los Señores Presidente y Oydores y de los oficiales de S.M. fueron
a la Saona para saver si havia franceses, para que saliese flota para
España». — AGI, Contaduría 1052.
v Extranjeros y tratantes con ellos o con ellos tomados en noviembre
de 1569, condenados a galeras y embarcados en ocasión de barcos por
enero de 1570; tres, en la nao de Juan Aguión Osorio, capitan; tres,
en la de Martín de Santa Ana; dos, en la de Pedro Camiña; dos, en la
de Pedro de Fuentes; tres en la de Vicente Freyle. Algunos nombres:
Oliver Chevalier, Juan Antonio, Juan Peson, Felipe Galván, Melchor
Pérez. — AGI, Contaduría 1052.

68. — Por estos tiempos y después de diez y siete años de estar la


Iglesia dominicana sin pastor, llegó fray Andrés de Carvajal, francis­
cano, a quien tocó satisfacer los derechos curia­les de la expedición
de sus bulas para el Obispa­do de Puerto Rico, del que parece que
no tomó la posesión canónica por haber sido trasladado por el rey a
la Silla de Santo Domingo, y la tasa correspondiente por la nueva
mitra. Sujeto competente y de aceptación, fuélo sin duda alguna, y la
actividad que desde el principio desplegó para restituir su grey a vida
cristiana, levantándola de nivel moral tan menguado, lo demostró,
siquiera en cuanto a las luces que ha de tener todo pastor para

200
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

conocer debidamente a sus ovejas. Pero fué eclesiástico y religioso


que pasó muchos días entre el bullicio de la Corte y en la atención a
multitud de negocios seculares, rindiendo en los más de los asuntos el
tributo de sus avisos y aceptando gajes de mucha estimación y general
aprecio de sus aconsejados, y tan arbitrario como suelen ser los que,
mudando de consejo para vencer tretas opuestas en los intentos de
dominación, juntan a la prudencia la fuerza moral o la física, conque
no es la virtud quien vence, sino la in­fluencia de poderes extraños a
rectitud, sin que por ello escrupulicen de hacer mal tercio a la justicia
que defienden; de que se les sigue el subir o el bajar lo mismo por
senderos rectos, llanos y limpios que ir por vericuetos empinados, o
bien por pedregales. Fr. Andrés de Carvajal, ante el ruín cuadro tan
desmoralizado de la grey a él confia­da, puesta la mira en enderezar
lo muy torcido en breves días y de una vez en pueblo sin modera­
dor que a la contínua así hubiese procedido que al nuevo prelado
no le tocase sino perfeccionar la obra de sus antecesores, conoció
la enferme­dad y graves dolencias de sus ovejas, pero no acertó a
curarlas con tino y pausa, ni con la suavidad y paciencia requeridas
para adelantar la salud en el enfermo, y menos aún en enfermo que
no quiere sanar si el médico no disimula o no consiente que se le
quiten las causas del mal de que está postrado.
69.— Prelado que esperaba ser por la Au­diencia atendido,
como tratado por la propia Ma­jestad de “Reverendo en Cristo
Padre, del nues­tro Consejo”, a poco más de dos o tres colaciones
que con los magistrados oficiosamente tuvo, co­noció de plano que
se le tornaron esquivos y que en el arrimar el hombro para darle
auxilio en la reformación de las costumbres, antes le preve­nían
referirles de oficio lo que trataba de practi­car y esperase a que, con
deliberación, se consi­derase que fuera lo mejor, que no a proceder
por sí impulsivamente, por el riesgo de exponerse a talantes rehechos
que habrían de precipitarle a olvidar que in patientia vestra possidebitis
ani­mas vestras. Y resuelto a obrar por sí mismo (y para en los atajos
que se ofrecieran, acudir al Rey) decidió meter en pretina al clero

201
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y dió prin­cipio a la empresa con un decreto por el cual indicaba la


pesquisa que emprendería contra los clérigos que habían tenido el
Provisorato del Ar­zobispado, enuncio en general que todos indivi­
dualizaron en el arcediano Sancho de las Mariñas, provisor que
fué y que había dado demasia­da agua que beber al Visitador de los
francisca­nos Fr. Rodrigo Manrique en cierta dependencia del P.
Custodio del convento con Ortegón, oidor, y con el suegro de éste,
don Cristóbal Colón, ha­biendo corrido cantidad grande de pesos que
el religioso había repartido, y tocado al mismo provisor porción de
ellos porque, a la mira de lo que el Visitador intentase, por medios
legales arbitrariamente asumidos, estorbase la sanción de sus grandes
prevaricaciones. Y como, al par que el prelado, la Audiencia había
recibido orden de S. M. por su real cédula del Escorial 29 de junio
de 1568, para que llamase al Provisor y en estra­dos le diese buen
jabón conforme a culpa, al punto Sancho de las Mariñas hizo recurso
a la Au­diencia, recusando a tal juez por no competente en fuerza
de no haber publicado sus bulas, ni te­ner más autoridad que la que
como provisor el había ejercido. Era su ardid inutilizar al prelado
aún para cuando tuviese sus bulas, si incidiera en el caso de iterar
su acción; demás que, para entonces, estaría enredado en muchas
otras cau­sas, vista su tendencia de meter la cabeza por rendijas en
las que apenas entraba el dedo.

v Cuando en 1520 fué repuesta la Real Audiencia en el ejercicio de


su ministerio (con Presidente, los tres anteriores Jueces de Apelación
con otro más, como Oidores, y un Fiscal, que en aquellos principios
no fué de plantilla audiencial), se conservó el oficio y cargo de
Gobernador de la isla en persona del Virrey don Diego Colón; pero
éste llamado a España, asumió la gobernación de la Audiencia, al
parecer sin nueva comisión explícita, sino con la antigua, bastante
anterior a la primera llamada que recibió el Virrey. En cambio, se
juntó en una sola persona las jurisdicciones real y eclesiástica, y fué
el Obispo existente en el tiempo. Así fueron Fr. Luis de Figueroa
(que murió con los títulos, sin posesión), don Sebastián Ramírez y
don Alonso de Fuenmayor. De éste hubo muchas quejas en negocios

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de fuero mixto y en pleitos por apelación contra la fuerza hecha por


jueces eclesiásticos, casos ciertos unas veces y otras por obstrucción
alegados, de que llegó a colegirse que siempre vencía y en adelante
vencería el fuero eclesiástico al fuero real por la inclinación del
Obispo a su estado personal en lo eclesiástico más que a la defensa
del cargo real de que estaba investido. Y como al propio Fuenmayor,
por relaciones, se le envió juez de residencia (Cerrato) con facultad
de declarar el cese del Presidente y de los Oidores que fuesen
culpables gravemente en el oficio, y Fuenmayor castigado en el cese
y en multa de muy gran consideración, y de esta resulta tomase pie
el Cabildo de la Ciudad para pedir al Emperador que nunca más se
confiase a una sola persona eclesiástica los dos gladios, como decían,
y recibieron palabra de satisfacción conforme a lo representado
(había ya real mandato de Talavera 28 de enero de 1541; que los
obispos Presidentes de Audiencias no conociesen de pleitos llevados
al Tribunal si los dichos obispos o delegados suyos hubiesen sido los
jueces en lo eclesiástico, por ser voluntad real que en aquellos casos
sólo conociesen los Oidores; pero en la práctica, como hasta entonces
la orden contenía los excesos de Fuenmayor, único obispo Presidente,
por no estar en igual circunstancia los Presidentes de Nueva España
y Panamá, y este prelado abría por su cuenta los reales despachos,
y si le sajaban el alma o si le molestaban, hacía mangas y capirotes
de tales despachos), desde entonces y hasta hoy (en las referencias
que hayan lugar se puede decir en clase de axioma: que Arzobispo
de Santo Domingo nunca jamás fué Presidente de la Audiencia de
la Española.
Volvió Fuenmayor a la isla en 1549 (se había ido en 1544),
y murió con sola dignidad de Arzobispo en 1554, teniendo la
Audiencia Presidente en su puesto; y porque no olvidase el monarca
su promesa, recordáronsela los regidores; y como otras circunstancias
varias frustraron la venida de los prelados designados: don Diego
de Covarrubias, fray Juan de Salcedo, el doctor Solórzano y fray
Juan de Alzóloras, durante buen espacio de años la Audiencia no
se embarazó con incidentes y casos de competencia, los vecinos
estuvieron libres de invocar contra jueces eclesiásticos la fuerza que
ninguno las hacía (especialmente cuanto a satisfacción del diezmo,
materia de continuadas disensiones jurídicas que se obviaban aunque
en ello cundiera la mala fe persistentemente) y la Iglesia padeció
enormes quiebras materiales y morales, porque grey sin pastor víctima

203
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

es siempre de toda clase de lobos y otras fieras, por racionales y


espirituales que parezcan según encubren sus intentos.
Aunque sea verdad que, si se juntan los rabadanes, alguna oveja se
comen, no hace tal quien está presto a dar la vida por cualquiera de sus
ovejas, y es llano que, aún el que se alimenta en ellas, puede tenerles
tanto amor que consienta que otro lobo se las devore. Así Fr. Andrés
de Carvajal, primero venido después de tanta acefalía de hecho
como padeció la Iglesia de Santo Domingo, cuando quiso interponer
representaciones y pedimentos para contar con el auxilio real en
orden a los propios intereses y de la Iglesia y recibió disuasiones,
moratorias de la Audiencia y después pasase a anunciar su recurso al
Rey, padeció vilipendios de aquellos mismos que poco antes habían
arruinado la carrera del licenciado Echagoián por su impertérrita
conducta de informar unipersonalmente al Soberano, disonando
con lo acordado por el colegio y sin que ello... importase reducción
a condición servil, había firme de doblegarse a una mayoría que no le
tocaba acatar, y aunque ello importase su reducción a condición servil,
debía de admitirlo y no rehacerse invocando jerárquicos derechos, so
pena de ominosa indignación; como fué, siendo ya obispo consagrado,
maltraído a título despreciativo de simple administrador del clero, por
no tener exhibidas las bulas de su promoción. El rompimiento (en
flagrante transgresión de reales cédulas de 11 de marzo de 1543 y 17 de
julio de 1555), y en tiempo y sazón que eran amonestados el Virrey y
Oidores de Lima por la irrespetuosidad con que trataron a los prelados
de las Iglesias reunidos en Concilio [II Limense, 2 de marzo de 1567
a 21 de enero de 1568, AGI,— Patronato 189, r. 24], cédula de 18
de mayo de 1569; Ced. Indiano, I, 165) se hizo, ni más ni menos, por
intereses creados, como nosotros hacemos, aborreciendo al que se nos
atraviesa en busca de los suyos, aún conociendo que nada irracional
envuelve lo bien o mal adquirido por tercero en alivio propio, si por el
mismo hecho la ley general tiene cabal cumplimiento; porque no es el
imperio de la ley en su punto lo que duele, sino el frustrado provecho
que por eso a nuestro privado interés se sigue al par que el público y
general se consigue.
Los antecedentes legales correspondientes al bien espiritual de
los negros esclavos, tan íntimamente enlazados con la percepción
de los diezmos, para con ellos acudir a la sustentación de clérigos
dispensadores de la doctrina entre aquellas desvalidas almas, y
también con la vigilancia del cumplimiento, de que fue parte principal
la Visita de la Isla por ministro de la Audiencia, eran éstos:

204
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

«El Rey. Presidente y oydores de la nuestra Audiencia Real que


reside en la ciudad de Santo Domingo de la isla Española de las
nuestras Indias: Sabed que a nos es hecha relación como en essa
ciudad ay muchos esclavos indios y negros, y no están dotrinados en
las cosas de nuestra santa fe católica como devieran, y que convenía
que mandássemos dar orden cómo se juntassen alguna hora en el día
en la yglesia Catedral e monasterios de essa ciudad, quando pareciere
mas conveniente, para que allí fuessen dotrinados. Por ende yo vos
mando que luego proveais cómo todas las personas que tienen los
tales esclavos residentes en essa ciudad, los embien a cierta hora a
la yglesia o monasterio que os pareciere mas aparejado para ello,
para que allí les sea enseñada la doctrina christiana, y encargueis
de nuestra parte al deán y cabildo de essa ciudad y al prior y frayles
del monasterio donde os pareciere que deven concurrir los dichos
esclavos que tengan personas puestas para que les enseñen la dicha
doctrina, y entendereis en esto con diligencia, como cosa que importa
al servicio de Dios y bien de las ánimas de los esclavos de essa ciudad,
y avisarnos heis de lo que en ellos proveyéredes. Fecha en la ciudad
de Toledo a veinte y cinco de otubre de mil y quinientos y trenta
y ocho años.— Yo el Rey.— Por mandado de su Magestad, Juan de
Samano. Señalada del Consejo».— Cedulario Indiano, IV, 392.
«El Príncipe, Licenciado Cerrato, juez de residencia de la isla
Española: Yo soy informado que en essa isla los españoles que tienen
negros en ella, los hazen trabajar ansi los domingos e fiestas de guardar
como los otros dias que son de trabajo, sin hazer ninguna diferencia
de un día a otro; lo qual, demás de ser contra conciencia, es cosa de
mal exemplo, y a que no se deve dar lugar. Por ende yo vos mando
que proveais como los domingos y fiestas de guardar no trabajen los
dichos negros, antes deis orden que oygan todos missa y guarden las
fiestas como los otros cristianos son obligados a guardarlas, y de lo
que en ello passa y de la orden que dieredes nos dareis aviso. Fecha
en la villa de Valladolid a veinte y un días del mes de setiembre de
mil y quinientos y quarenta y quatro años.— Yo el Príncipe.— Por
mandado de su Alteza, Pedro de los Covos. Señalada del Consejo».—
Cedulario Indiano, IV, 392.
El arzobispo, pues, escribió al Rey sin expresión de amargor alguno.
Quien suele bien expresarse con moderación, dejando para la acción
contra menos valido la dureza porfiada por salir con las suyas, con
gran facilidad se remira y contiene, escribiendo, si quien le espera es
el más fuerte. Esta es una de sus cartas:

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Santo Domingo 28 de agosto de 1569.— Pide remedio para la


Isla, trayéndose a ella indios del Brasil y negros para las haciendas y
hatos y para sacar oro; y labradores y navíos mercantes; «porque de
esta manera se aumentaría la Isla y a gente de ella y se enriquecería
y se sacaría mucho oro, y no se despoblaría como agora se despuebla,
que apenas hay en ella mil vecinos. Después de lo susodicho, que a
V.M. escrito tengo, he querido dar a V.M. cuenta de estas cosas para
descargo de su real conciencia y mía. Una de las mayores cargas,
espiritual y temporal que en este Arzobispado y aún en ningún otro
puede haber, es el estar a mi cargo el enseñamiento de más de doce
mil negros esclavos, que en los campos, ingenios y hatos y estancias
de esta Isla hay esparcidos, y el cuidado de que sepan la doctrina
cristiana, y se confiesen y [se les] administren los sacramentos, y que
sus amos les hagan tratamiento como cristianos, y lo uno y lo otro
es harto difícil de cumplir; y por lo que hasta agora hay confirmado,
muy pocos [son] de ellos que sepan las oraciones de la Iglesia y que
se confiesen, y sean enseñados, como deben [estar]; lo cual, cierto me
da gran cuidado y desconsuelo si no lo pudiese remediar, y cumplir
con lo que debo, lo cual no podré si de V.M. no soy particularmente
para ello muy favorecido, mandando que Presidente y Oidores de
esta Real Audiencia me ayuden a ello. Y para que más enteramente
a V.M. conste, haré larga relación:
En esta Isla, demás de esta ciudad, hay ocho o nueve pueblos
de muy poca población, que, quitados dos, los demás no llegan a
veinte vecinos, y hay muchos ingenios de azúcar y hatos de vacas y
estancias, los cuales tienen mucha más gente cada un ingenio que uno
de estos pueblos porque tienen cada uno cien negros, y mayordomos
y mandadores y otros oficios, blancos; y otros ingenios hay que
tienen mucho más de doscientos, y éstos viven bárbaramente en lo
temporal como en lo espiritual, porque los menos de ellos saben las
oraciones de la Iglesia, ni aún la ley en que viven; y éstos, como no
son visitados de los prelados, porque no los ha habido, ni la Audiencia,
no tienen orden y son de sus amos muy maltratados que ni les dan
de comer ni de vestir, que andan en carnes vivas, y con los soles y
aguaceros grandes que aquí hay y tempestades, se mueren muchos
sin sacramentos; y no les dan sino carne a secas; ni les dan pan, ni el
cazabe que en lugar de esto comen acá; de que se sigue que los negros
compelidos de hambre, se van al monte y hurtan lo que en el campo
hallan, y hacen otros delitos, compelidos de los malos tratamientos

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y [ningún] mantenimiento de sus amos, y hay otros muchos males


que evitar. Yo, aunque sea a costa de mi salud y de más cantidad [de
la] que el Arzobispado renta, deseo visitar y poner algún remedio y
orden en tanto mal.
Para lo poder hacer, es menester que esta Real Audiencia haga
lo mismo y con el mismo intento, y para esto conviene que V.M.
mande que un Oidor de esta Real Audiencia, por turno, visite cada
uno toda la tierra, a lo menos cada uno cuatro meses, y que luego otro
prosiga la dicha visita adelante de los hatos e ingenios y estancias sin
quedarse alguno, porque es grande lástima que tanta gente esté sin
ser visitados y sin justicia, siendo gente que la pueden pedir; y así,
haciéndose la una visita y la otra, se remediría.
En esta Real Audiencia hay cédula y sobrecédula muy antigua de
V.M., según soy informado, para que un Oidor visite cada año, y esta
cédula no dice sino que visite los pueblos de la tierra adentro, y no
dice todos los ingenios y hatos, y eso no se efectúa ni cumple porque
la salida de la tierra adentro es malsana y los Oidores la temen, y
porque es muy costosa; el que visitare, gastaría en la visita el salario
de dos años; y así hay necesidad que V.M. mande se haga esta visita
por un Oidor, por turno o rueda, cuatro meses, y luego otro la prosiga,
y que se mande visite los ingenios y hatos y estancias», llevando
competente viático. (Al margen se anotó haberse visto la cédula y
ordenado que el Visitador se informe de todo, y cuanta gente había
en los ingenios, etc., conforme a lo que el arzobispo va proponiendo).
El prelado manifiesta que hay mucha falta de pan y de vino, y
otras muchas cosas faltan por tierra en la que no se ha puesto el
debido cuidado y todo ha de venir de España, «y la causa de esto son
los regidores de esta ciudad, porque como ellos son los que tienen
ingenios de azúcar y ganado, no entienden ni tratan de otra cosa,
y lo estorban, y son ellos las personas para quien había de haber
regimiento y justicia para ponerlos en razón; y así, siendo ellos jueces
y gobernando en propia causa e interés, todo lo demás decrece por
lo aplicar a sus haciendas y granjerías, y esto ha venido a tanto
que esta ciudad padece grande hambre de carne de vaca, con no
haber otro mantenimiento que comer y, faltando esto para chicos y
grandes, llevándose de esta Isla cada año más de noventa mil cueros
y otros años más de ciento y quince mil, lo cual todo y otros muchos
inconvenientes han venido de que los regidores son perpetuos y
miran por sólo su provecho, y asimismo son todos sus más deudos,

207
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y ansí lo que quiere uno y le toca, quieren todos, y ansí es todo para
ellos y sus deudos; y conviene, cierto, remediarlo, y esto cesaría si los
regimientos fuesen añales, porque asi cada uno procuraría hacer a
su tiempo el deber y darían con nuevas personas, nuevas trazas, para
que esta república creciece y cabría a todos parte; y esto ha mucho
tiempo que se tiene por entendido que sería gran remedio, y es plática
muy antigua y tratada por todos los de esta ciudad e Isla, y para el
aumento de ella convendría hacerse ansí; pero como los que lo han
de pedir son ellos, nunca se hace….» — AGI, Santo Domingo 71.
La siguiente toca materia semejante, por ser en la ciudad en
donde blancos ni negros libres ni esclavos asistían a la misa en que
se predicaba la palabra de Dios:
Carta de 18 de noviembre de 1569. — Por el comercio con
extranjeros casi no hay costumbre de ir los domingos a misa mayor,
y cuesta mucho persuadir a los vecinos a ser buenos cristianos; esto
predica ordinariamente, pero es en vano; sienten mucho las censuras
eclesiásticas y cuando se ponen, la Audiencia llama al notario y al
fiscal y al provisor y les reprende duramente; quitan la vara al fiscal
eclesiástico y le amenazan con destierro, «y a mí díceme que no
puedo prender a ningún excomulgado ni a ningún amancebado, ni
por causa ninguna eclesiástica, sin pedirles a ellos, digo a los Oidores,
primero licencia; y de esta manera viven los seglares y aún algunos de
los clérigos tan desvergonzadamente que me llora el corazón gotas de
sangre, porque si los quiero prender, apelan a la Audiencia y siempre
quedan sin castigos».— AGI, Santo Domingo 71.
El prelado, como ya se ve, estableció relación cerrada entre la
efectiva ejecución de poner clérigos en los ingenios para la instrucción
de los negros y la visita de un juez de la Audiencia (cual rodillo
que aplana y asienta y afirma el camino), como estaba mandado,
pues no sino con la acción civil y real la acción eclesiástica podía
cumplirse. Si para aquella acción se alegaba por los Oidores un salario
congruente, el prelado así lo recordó, aunque el texto no basta para
ser reconocimiento de lo que es justo, ni para acusar indirectamente
que ningún salario bastaba en teórica, si los magistrados lo querían
grueso, seguro, a tiempo y en oro o buena plata.
La inferencia mutua de los salarios de los Oidores y la carga de
visitar el distrito de la Audiencia se puede conocer cumplidamente
por la sucesiseón de documentos del siglo XVI de los que, a
continuación, algunos se enuncian:

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Por real cédula de Burgos 6 de octubre de 1511 se asignó a cada


uno de los tres Jueces de Apelación (personal completo de la 1ª
plantilla de la Real Audiencia), el salario anual de 150,000 maravedís;
Cedulario Cubano (de Chacón y Calvo), I, doc. XC.— No tenían
cortapisas en punto a esclavos y granjerías.
Por real cédula de Valladolid 6 de marzo de 1523, se mandó que a cada
oidor, demás del salario que tenía, se le diesen 150.000 maravedís; AGI,
Contaduría 1050. Y como ordenado que estaba desde 1530 dar cuenta
anual de cuantos señores tiraban sueldo a costa de Real Hacienda, un
tal estado de cuando Zuazo, Infante y Vadillo comían migas juntos y se
desmigajaban recíprocamente en la Audiencia y fuera de ella, se dice
que a cada uno de ellos se libraban al año 300.000 maravedís por su
salario; AGI, Patronato 173, nº 1, ramo 3.
Por cédula de Medina del Campo 19 de diciembre de 1531, se
mandó que a Presidente y Oidores se les pagase una mitad del salario
en oro y la otra en reales y cuartos; en 1540 los oficiales reales no
tocaron el oro y pagaron como bien quisieron; al reclamo de los
señores acudió el Consejo y por cédula de 13 de mayo de 1542,
se ordenó a los oficiales que no hiciesen novedad y cumpliesen lo
dispuesto: AGI, Santo Domingo 868, lib. 2.
Hasta por cédula de Talavera 11 de enero de 1541, se dijo al
Presidente y Oidores que Alvaro Caballero, Procurador de la Isla,
había representado que la población y vecindario de la isla toda
era tenue «en manera que en toda ella dizque no ay mill vezinos,
de los quales residen los seiscientos en esa dicha cibdad, y que los
quatrocientos biven en diez pueblos que ay la tierra adentro se an ydo y
van disminuyendo, los quales combiene mucho mantener con mucha
población por causa de las grangerías de la tierra y del coger del oro en
las minas; demás del mucho peligro que se ternya no abiendo aquellas
poblaciones con alguna sustancia, a cabsa de la mucha cantidad de
negros que ay en esa dicha ysla», y se les mandó que eligiesen un
Oidor que visitase la mitad de dichos pueblos cercanos a la ciudad en
un año, y la otra mitad en el siguiente, para ver en qué estado estaban
dichos pueblos y diese relación de lo que advirtiesen al Consejo. En
cuanto al salario aumentable por las fatigas del trabajo, viesen qué
ayuda de costa era buena, y se le diese; AGI, Santo Domingo 868,
lib. 2, f. 17.
El 14 de julio de 1543 se dió real cédula en Valladolid para visitarse
la provincia de Venezuela, en favor de… (en blanco para que el Juez

209
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de residencia López de Cerrato llenase el espacio con el nombre


del Oidor que le pareciera convenir); y en los registros se advierte
que otras semejantes se habían expedido para hacerse lo propio en
Cubagua, la Margarita, Golfo de Paria, etc. Y por otra de 18 de julio
del mismo año se dispuso que el Oidor que escogiese Cerrato para
residenciar en aquellas partes del distrito, demás del salario de Oidor,
llevase 1000 maravedís en cada un día que en ello estuviese ocupado,
no debiendo durar la visita territorial sino hasta el término de sesenta
días. AGI, Santo Domingo 868, lib. 2, f. 189v.
Por cédula (para la Audiencia de Panamá) de Valladolid 9 de
julio de 1546, se prohibió que el Oidor al que tocase salir a visitar
provincia del distrito, hiciese la obligación por pariente ni deudo
suyo; allá hicieron tanta y tan buena cuenta de ello como de las
copias de Calaíos, por otra de 1º de julio de 1571 se volvió a repetir
la prohibición: Cedulario Indiano, II, 139.— En Santo Domingo se
practicó lo propio alguna vez, como en los dos casos de comisiones a
Venezuela en favor del lic. Alonso Bernáldez, y a la tierra adentro de
la Isla en favor del licenciado Lorenzo Bernáldez, deudos de Sánchez
Angulo, oidor.
Los procuradores Gonzalo Fernández de Oviedo y Alonso de
Peña representaron que en la visita de los términos de la Isla solía
ir un Oidor con un regidor de la Ciudad de Santo Domingo; a este
regidor no se le daba salario por ello, sino sólo el ordinario de regidor
de 2.000 maravedís; pero que, por haber de dejar casa y familia, y
la hacienda y todos sus personales negocios, sin beneficios y con
gastos extraordinarios, recibían mucha pérdida; y solicitaron para
el tal regidor un salario competente. (Estos ganaron en este tiempo
sendos títulos de regidor). Y por cédula de Madrid 22 de marzo de
1547 se mandó al Presidente señalase el salario y que fuese a cargo
del pueblo o pueblos a donde el Oidor obrase con el regidor, sin poder
éste excederse de permanecer en pueblo alguno sobre el tiempo de
la visita; AGI, Santo Domingo 868, lib. 2, f. 330v.
Por cédula de Monzón 22 de julio de 1547 se avisó a la Casa de
la Contratación que prestase al oidor Alonso de Zorita, que pasaba
a Santo Domingo, 400 ducados en cuenta de ir «con salario de mill
ducados al año»; AGI, Santo Domingo 868, lib. 2, f. 368 v.— Y por
otra de Valladolid 3 de diciembre de 1548, se avisó al oidor Grajeda,
que presidía en la Audiencia, del salario que habría de llevar Zorita, y
que en la fecha se escribía a los oficiales reales se mandaba dar aquel

210
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

salario a Zorita «y a vos otros tantos maravedís de salario como a él


mandamos llevar con el dicho oficio» AGI, Justicia 75.
En carta de 18 de mayo de 1549 los oidores Grajeda, Zorita y
Hurtado, hicieron relación al Rey de haber recibido una cédula, por la
que se les mandaba que cada Oidor visitase los pueblos y los ingenios
una vez al año, por tanda y turno, y el que fuese visitador, ese año
tuviese 300 ducados más, «los quales se quiten cada cien ducados de
salario de todos tres oidores y que no se nos libre más de a razón de
novecientos ducados»; y gimoteaban por este desfalco, que achacaban
a origen de informaciones siniestras, suplicando la asignación llana
de los mil a cada oidor, sin otro respeto, porque visitando y sin visitar
ya les hacía sobrada falta; AGI, Santo Domingo 49.
El 30 de diciembre de 1549, por cédula de Valladolid, se repitió a
Presidente y Oidores una orden anterior (29 de abril de mismo año)
sobre no tener ninguno de ellos indios, ni estancias ni granjerías
ningunas, y esto volvió a reiterarse por cédula de Aranjuez 28 de
mayo de 1464, diciéndose ser lo mismo mandado a los de la Audiencia
de Méjico por cédula de Valladolid 2 de mayo de 1550, respecto de
indios, estancias, granjerías, etc.— AGI, Santo Domingo 899.
Por real cédula de Valladolid 28 de febrero de 1550, y conforme a
instrucciones del año anterior al Virrey de Nueva España, se mandó
que el Oidor que saliese a la visita, la ejecutase también en las minas e
ingenios; AGI, Santo Domingo 899.— (V. Cedulario Indiano I, 345).
«El Rey. Presidente y Oidores de la nuestra Audiencia Real de
la Isla Española. Vi la letra de dos de abril de este año; y en lo que se
os envió a mandar cerca de la visita que se ha de hacer en esa Isla,
decís que cumpliréis lo que os enviamos a mandar sobre ello; y hemos
entendido lo que apuntáis y la relación que hacéis de que esa Isla
se divide en cuatro provincias, que la una es de esa ciudad de Santo
Domingo con sus comarcas, y la otra es la de la ciudad de la Vega con
sus partidos, en la cual convendría proveerse un Corregidor y se podría
hacer sin darle salario, nombrando un vecino el más principal de aquel
partido, cual a esa Audiencia mejor pareciese; y que la otra es la villa
de Azua y San Juan de la Maguana, y la otra es Santa María del Puerto
y la Sabana; y que esa Isla es de tanto grandor como estos Reinos de
Castilla; y que, dejada esa ciudad, todos los otros pueblos que hay
en ella no tienen sino hasta trescientos o poco más; y que, demás de
ser tan grande y con tan poca población, está salvaje y los mas de
los caminos cerrados, que con trabajo se caminan los unos pueblos

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

con los otros; y que por estas razones, platicando en el negocio, ha


parecido que para visitar toda la tierra sería menester todo el año sin
se detener muchos días en ninguna población, y así los regidores de
esa ciudad y oficiales nuestros son de voto que bastaría que el Oidor
que la empiece por su tanda, visitase en su año la una provincia de
las cuatro, y que así fuesen por su orden visitadas en cuatro años; y
suplicáis que, entendido esto, mandemos proveer lo que convenga,
que aquello cumpliréis habiendo en la Audiencia número de Oidores,
porque al presente no residís en ella más de dos, y que si cualquiera
de vosotros hiciésedes ausencia, sería gran inconveniente para el
despacho de los negocios. Vosotros habéis hecho bien en nos dar
tan particularmente cuenta de todo esto; pero acá se tiene entendido
que a nuestro servicio y bien de esa Isla conviene que se visite esa
isla por la orden que se os está mandado, y así cumpliréis lo que se os
está escrito después que haya tres Oidores en esa Audiencia, o dos
Oidores y un Presidente y, habiendo este número, comience a hacerse
la visita por el Oidor más nuevo; y en lo del Corregidor que apuntáis
que convenía proveerse en la provincia que decís de la ciudad de la
Vega con su partido, hecha que sea la primera visitación de esa Isla por
uno de los Oidores de esa Audiencia conforme a lo que por nos está
mandado, nos tornareis a advertir de esto y de la que pareciere, para
que mandemos proveer lo que vieréremos más convenir». (Capítulo
de cédula, fecha no vista, cuyo registro corresponde a libro perdido;
texto salvado por haberse asumido en un expediente judicial, y está
en AGI, Justicia 75).
En real cédula de Madrid 12 de octubre de 1561 se refiere que los
oficiales de Santo Domingo padecían extorsiones de los señores de la
Audiencia, todos descompuestos con la moneda que recibían de su
salario, no habiendo oro ni plata en Cajas, y que, por pagárseles en
la moneda provincial, se les entregaba la nómina «con más de diez
maravedís por real, que son once quartos por un real, y que agora el
Presidente y Oydores que al presente son, han dado mandamientos
contra vosotros, por los quales os han mandado que les pagueis de
nuestra hazienda a razón de ciento y setenta maravedís por ciento, que
es por cien ducados doscientos y setenta ducados, en lo qual es nuestra
hazienda muy defraudada, porque vendría a dezir por año al presidente
mil ducados más de lo que tiene de salario; y porque comoquiera que
nuestra voluntad es que los dichos Presidente y Oydores sean pagados
sus salarios en buena moneda, aviéndola en essa tierra, no se entiende
que, no la aviendo, han de ser pagados de manera que nuestra

212
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

hazienda sea tan damnificada; y ansí os mando que, sin embargo de


qualesquier mandamientos que el dicho nuestro Presidente y Oydores
ayan dado contra vosotros cerca de lo susodicho, no les paguéis su
salario si no fuere en la moneda que en esa isla corriere, como se ha
pagado al Presidente y Oydores passados, sin hazer en ello novedad
alguna; y si contra el tenor y forma dello les oviéredes pagado alguna
cosa más de lo que ovieren de aver, lo cobrareis dello y de sus bienes;
y por la presente mandamos que lo buelvan y restituyan para que os
hagais cargo dello vos el nuestro tesorero, e no fagades ende al por
alguna manera; AGI, Santo Domingo 50; Cedulario Indiano, III, 332.
A título de curiosidad histórica es de decirse aquí que la carta que
dió pie a esta real cédula, y en que se enuncian idénticos pormenores
sobre el estilo de cobrarse los de la Audiencia, tiene fecha de 25 de
septiembre de 1551, tiempos del contador Alvaro Caballero (en su
oficio de 1561) y del tesorero Francisco Dávila, en la ocasion de haber
recibido la cédula que señaló salario de 1200 ducados al oidor visitador
a expensas de los que no salían, que quedaban con 900 ducados
anuales; AGI, Santo Domingo 49 .— Sánchez Angulo, Grajeda y
Cáceres de Ovando, oidores, respondiendo al asunto (aunque a ellos
no dirigido) como de cosa extraña, manifestaron al Rey que ellos no
se habían excedido (9 de febrero de 1562), porque los Procuradores
de la Ciudad ganaron en el Consejo cédula real de merced de 300
ducados más de salario; AGI, Santo Domingo 71. Tal cédula hubo de
ser la de Toledo, 22 de septiembre de 1560, por la que se concedió a
los Oidores 300 ducados más de salario de manera que tuviesen cada
año 450.000 mrs., aumento justificado por andar todo increiblemente
caro en Santo Domingo; AGI, Santo Domingo 899. — O como el
oidor Echagoian, que solía escribir por cuenta propia a despecho de
sus compañeros, que en carta de 6 de septiembre de 1562, y poniendo
un punto fuerte sobre cierta información de carestía general, dijo
a don Felipe II que con los 450.000 maravedís que mandaba darle
con el oficio, que no alcanzaban a 400 ducados de Castilla, «no es
posible poder sustentarme»; AGI, Santo Domingo 71.— Y no faltaron
arbitrios para intentar poner a flote la última merced, de Toledo,
y fueron informaciones levantadas que persuadiesen no tener los
ministros de la Audiencia con que medianamente pasar si los demás
empleados del Tribunal y oficiales reales vivían tan alcanzados de
recursos. (V. La Moneda Provincial de la Isla Española, del autor,
pp. 64-66), y la propuesta de que el Rey vendiera las casas de su
pertenencia y con el valor mandar hacer una grande para los Oidores,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

conforme al espíritu de antigua cédula por la que se dispuso que los


de la Audiencia viviesen en ella, si fuese amplia y con capacidad para
todos (carta de 17 de junio de 1566; AGI, Santo Domingo 71); sino
que no se les oyó, con todo y mandarse en 1573 a los oficiales reales
las vendiesen; que no vendieron.
Por otro arbitrio para tener salario en buena moneda (y no la
había en la Isla), Presidente y Oidores pidieron su situación en las
Cajas del Rio de la Hacha, 2ª carta de 17 de junio de 1566; AGI,
Santo Domingo 71.— La respuesta real se demoró mucho tiempo,
como para arguir a Fr. Andrés de Carvajal que esperase en su intento
como ellos lampaban por conseguir el suyo, al fin, al conato le salió
de través un real despacho de Baeza 1º de junio de 1570, con muy
breve expresion: de que sobre la situación suplicada «por ahora no
hay disposición» ; AGI, Santo Domingo 899.— Nuevo ruego de la
Audiencia, en su carta de 10 de febrero de 1578 para que sus salarios
se situasen en el Nuevo Reino, o en Tierrafirme, AGI, Santo Domingo
51, parece que se dejó sin respuesta.
Mientras el arzobispo Carvajal debatía con los señores de
la Audiencia el auxilio de ley para poner clérigo que asistiesen
espiritualmente a los esclavos de los ingenios y estancias en tierra
que por muchos años no tuve pastor que cuidase de la grey cristiana y
la acrecentase, metiendo en ella las almas de tanto paria, en el Perú,
con pastores varios, que nunca dejaron de clamar, se daba el mismo
descuido; y porque para el cumplimiento de la deuda contraída por
la Corona en fuerza del apostólico privilegio del Patronato universal
de las Iglesias de Indias estaban interesados por su propio oficio los
prelados, al arzobispo de la Ciudad de los Reyes, fray Jerónimo de
Loaisa, se le encareció, por real cédula de 18 de octubre de 1569,
vigilar sobre el cumplimiento de tan importante incumbencia: «A
nos se ha hecho relación que en la dotrina y christiandad de los negros
y esclavos que ay en essas provincias no se tiene el cuidado y vigilancia
conveniente a su salvación, y ay cantidad dellos de servicio de muchos
años que están con sus amos que no saben la doctrina cristiana, y los
más dellos están por bautizar; y para remedio dello sería conveniente
se mandase que ninguno pudiese vender su esclavo y negro, aviendose
servido dél algun tiempo, ni que nadie le comprasse, si no estuviesse
bautizado y supiese la doctrina, en pena de perdimiento del dicho
negro o esclavo, aplicado a algún hospital, monasterio o yglesia,
suplicándome lo mandasse assí proveer y ordenar, y que lo mismo avía

214
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

parecido en la congregación que por los prelados de essa provincia


del Perú se tuvo en essa ciudad de los Reyes. E visto por los del
nuestro Consejo de las Indias, fue acordado que devía de mandar
dar esta mi cédula para vos, e yo tuvelo por bien. Por ende yo vos
ruego y encargo que tengais particular cuydado en lo que toca a la
conversion y doctrina de los negros y esclavos que huviere en esse
vuestro obispado, para que vivan christianamente, y que se tenga en
ello la misma orden que por nos está dada y la que se tiene en essa
tierra en la conversión y doctrina de los indios» Cedulario Indiano,
IV, 392.— Y por otra de 3 de diciembre del mismo año, se encargó
lo propio al Arzobispo y Obispos de Nueva España, respecto de los
mulatos «ocupados en la labor de las minas y en las guardas de las
haziendas de estancias de ganados y otras cosas fuera de poblados»
los cuales «no son dotrinados ni industriados en las cosas de nuestra
santa fe católica, como sería justo lo fuessen, y padecen detrimento sus
ánimas y conciencias en quanto a su salvación, de que Dios Nuestro
Señor ha sido y es muy deservido», etc. — Ibid.
Por real cédula de Córdoba 29 de marzo de 1570, y a petición
del arzobispo, se mandó al Visitador General Valdivia que, llegado
que fuese a Santo Domingo, informase si convenía que oidor saliese
a visitar los negros de las estancias e ingenios (despacho de rutina,
porque esto estaba ya mandado para Santo Domingo desde 1550);
AGI, Santo Domingo 899. — Y por otra al arzobispo, respondiéndose
a sus cartas, en 12 de abril, se le avisó de haberse mandado al visitador
general que entendiese en lo de la asistencia espiritual de los negros
de los ingenios y estancias; y a la Audiencia, asimismo, que le diese
todo el auxilio que pidiera a ella; AGI, Santo Domingo 899.
Por cédula de Madrid 21 de junio de 1570 (se enlaza con lo
pedido por el arzobispo Fr. Andrés, aunque no se expresa), se mandó
a Presidente y Oidores que un oidor visitase cada año los pueblos e
ingenios y estancias que pareciese visitar, y el cuidado se cumpliese
por turno, y que se tuviese por salario ordinario de cada Oidor no
saliente a visita el de 900 ducados al año pero el que asi saliese
en su año de salida, tuviese 1200 ducados, de manera que los 900
ducados eran del salario ordinario y los 300 por Visitador (y esto
fue repetición de lo dispuesto veintinueve años atrás); AGI, Sto.
Domingo 71. Cuando esta cédula había de ponerse en ejecución (si
acaso los oidores abatieron sus pretensiones), coincidió la llegada
del Visitador real licenciado Juan de Valdivia, y no debía intentarse

215
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

salir a visita de la tierra, facultad y orden en suspenso en tanto durase


el ejercicio de la superior Visita. Los oidores, uno tras otro, fueron
declarados cesantes por sus culpas y, rehecha que fue la Audiencia
con nuevos ministros, éstos se hallaron en la alternativa de darse por
no reclamantes de aumento y resignarse y malpasar el tiempo que
invirtiesen en la visitación, o escribir suplicaciones que surtiesen
mejor efecto para quien saliese a la visita; por lógica bien ceñida
a la repugnancia de obedecer sin esperar de antemano el alivio (lo
que les haría frustránea la postrera diligencia), echaron al archivo
la cédula, y en carta de 9 de julio de 1573 pidieron (Francisco de
Vera, presidente; Castillo e Ibero, oidores) mil ducados por el oficio
de visitador, por ser todas cosas muy caras, y en tierra adentro nada
haber de sustento que fuese cosa de España, y antes de salir había de
juntarlo en la ciudad y en recuas llevarlo por delante, si no querían
verse ante la mesa como campesinos solamente vestidos de limpio;
AGI, Santo Domingo 71. — Como esta petición hubo de pasar por
la recia criba del Consejo de Hacienda que solía marcarles el paso a
los del Consejo de las Indias y dejar a buenas noches las solicitudes
procedentes de Indias, por real cédula de Madrid 20 de octubre de
1573 fue negada la merced pedida, advirtiéndose a la Audiencia que
cuando se aumentó el salario del oidor visitador ya se había tenido
presente el trabajo y las costas de visitador, que aquello se guardase «y
no lo haciendo, se procederá como convenga». AGI, Santo Domingo
868 lib. 3, f. 28v.
Era llegado el tiempo de ir quitándose a las Audiencias que
gobernaban provincias toda ingerencia en materias ajenas a la
administración de distribuenda justicia aún en esto, su intervención
de oficio terminaría en poniendo en las reales provisiones las firmas;
y consejeros los Oidores del Presidente, ya Gobernador con título
personal, debían deliberar y votar sobre todas materias que el
Presidente les encomendara aún en Acuerdos extraordinarios por
él promovidos; pero después de deliberación, votación y resolución,
sobre lo que hubiera de ejecutarse o correspondiese a procedimiento
potestativo, no les tocaría intervención por ser todo ello ministerio
total del Presidente Gobernador, y cuya oficina y despacho sería a
la vez el tribunal gubernativo. La obediencia impuesta a los Oidores
a todas órdenes del Presidente Gobernador (quien debía observar
con ellos el respeto debido a magistrados), selló la dependencia
de tan levantiscos ministros fuera de lo audiencial, como a Cabeza
unificada de la gobernación. Quizás fué el primer paso de este sistema

216
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

la misma mala usanza de las competencias en materias sustantivas,


maldecida, por lo que atañe a Santo Domingo, por el vecindario
entero ya desde los días de los tres Jueces de Apelación de la primera
época de la Audiencia. Así se halla que por real cédula del Escorial
4 de julio de 1570, a duda consultada por la Audiencia de Méjico
sobre asuntos que en las apelaciones contra el Virrey parecían tocar
a la administración de justicia al par que a la administración de
gobierno, se le mandó que, en ocurriendo tales accidentes, si el
Virrey continuaba en sus disposiciones en lo que «mandare ejecutar,
no siendo la materia de calidad en que notoriamente se hubiese de
seguir de ello movimiento y desasosiego en la tierra», que lo así
mandado por el Virrey se cumpliese y guardase «sin impedimento
ni otra demostración»; lo que también se mandó guardar en Santo
Domingo, por proposición consultada algún tiempo después; AGI,
Santo Domingo 51. Porque en la obediencia estriba la paz y sosiego
de la república, todo ello es cumplidero si al propio tiempo se evita
para en adelante la dispersión del mando, que se torna retardatario
por pasiones entre iguales. Cuanto al cumplimiento de la visita, y cuya
inobservancia fué hasta entonces más notoria en todas las provincias
que el acatamiento activo y efectivo, fue a Méjico dirigida la orden
constructora (aunque sin definir la sanción, para que la autoridad
superior subiese o bajase, en atención a mérito diverso, el diapasón
necesario para el castigo, de suerte que al tono de la inobediencia se le
proporcionase un tenor congruente punitivo). Los Oidores de Méjico
habían informado que desde tiempo atrás no salían a visitar provincia
del distrito, sabiendo bien lo mandado, y que así «lo han dexado de
hazer por ciertas causas que para ello significan y por ser poca la ayuda
de costa; y porque entendemos —dice el Rey al Virrey en cédula de
29 de marzo de 1574— que se han seguido dello inconvenientes en
deservicio de Dios y nuestro y daño de los naturales de la tierra, y
no es justo dar lugar para que suceda lo mismo en lo de adelante, se
torna a mandar que salgan a la dicha visita con la ayuda de costa que
se ha acostumbrado a dar, con apercibimiento que se procederá a lo
que convenga, y que vayan con poco acompañamiento…, os encargo
y mando que compelays y apremieys a ello a los dichos Oydores por
el mejor modo y orden que os pareciere convenir, sin dar lugar a que
aya más remisión en ellos». — Cedulario Indiano, II 141.
Algunos meses después de esto se hizo nombramiento de nuevo
Presidente de Santo Domingo en persona de don Gregorio González

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de Cuenca, a quien se dio copia de la cédula de 1569 (véase tomo I,


p. 34, en primer término), y de la de 21 de junio de 1570, que urgía
la visita de la Isla. Pues como se pasasen unos meses y entendiese no
deber retardar la orden de que oidor saliese, la dirigió al oidor Esteban
de Quero, como más moderno, quien, aferrado a consideraciones bien
atendibles, se coscó en oposición, y por nuevo auto, quedó enterado
de no percibir su ordinario salario desde la fecha hasta que dejase de
resistir. Quero hizo recurso al Rey contra aquella pena, pues no era
negado a obedecer, sino que la destemplanza del tiempo (y era de
lluvias torrenciales y de ciclones), podría desbaratar inopinadamente
los fines y frutos esperados de la visita; y, aunque en su carta al Rey, de
6 de agosto de 1577, AGI, Santo Domingo 51, no expuso por menor
su pensamiento, era visto que la ropa y los alimentos y otros enseres
de conducción para tan larga jornada movida y la miseria seguida a
los vecinos embestidos por meteoros destructores que ocurriesen, todo
acabaría junto con la efectividad de la visita. Sino que, cabalmente
y en la misma fecha de la carta, cuando declinaba el día cruzó la
barra del puerto un barco que trajo entre pasajeros al novel oidor
Lic. Pedro de Arceo, y automáticamente el oidor Quero se vió libre
de aquella compulsión; pero no rompió su carta, por ganar tiempo y
en habiendo de seguirse el turno, ya constase la resolución real que
fijara la mejor estación del año para salir y adelantar la diligencia
mientras fuese estación conocidamente bonancible.
Las niguas de aquel aburrido negocio saltaron, pues, al oidor Arceo.
Este resistió por recién llegado y fatigado del viaje y no estar hecho
al temperamento húmedo y tórrido de la isla. González de Cuenca
no dio el brazo a torcer y por auto conminativo le previno de quedar
sin salario todo el tiempo que le corriese, si el 1º de septiembre
próximo venidero no salía a la visita. Y el humor de Arceo se tornó
en revuelto, y por muchos días fue evidente la imposibilidad en que
le tuvo el “dedo malo”.
A Quero, desde luego, no se le pudo cocer cumplidamente el
pan. Despabilóle el ánimo el Presidente en 15 de diciembre de 1577.
Como hombre cauto, y por ser el tiempo por él mismo apetecido,
salió Quero sin chistar el 10 de enero de 1578; AGI, Santo Domingo
79. Entonces ocurrió lo no sabido por experiencia (hasta se ignoraba
que por real cédula de 11 de febrero de 1578 se había vedado a los
oficiales del oidor visitador que llevasen salario alguno, sino sólo

218
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

los derechos de oficio; Ced. Indiano, II, 139); comenzaron a llegar


al Presidente las quejas ocasionadas de las exacciones obradas
para llevar alguacil y escribano de la visita un peso y medio de oro
por cada día de permanencia en los pueblos o en sus términos. El
Presidente no pudo remediar aquel siniestro porque la exacción
predicha se había concedido a los dos oficiales del Alcalde Mayor de
la tierra adentro para cuando saliese de oficio real a los vecindarios
y campos, y consultó a S.M. en carta de 15 de febrero de 1578,
pidiendo aclaración o providencia, AGI, Santo Domingo 51, y a
Quero envió mandamiento estrecho de abreviar días para acudir a
verificar una comisión en el norte de la Isla. El oidor retornó a Santo
Domingo para reponer su despensa y vestuario, no sin proferir de su
vocabulario las voces más descompuestas, vulgares y groseras porque,
en punto a paga del salario de Visitador, los oficiales reales querían
saber si el rey mandaba sacar en favor de perjudicados los dineros
que, por razón de la consulta hecha por el Presidente, se declarasen
ilegítimamente llevados. Esta visita, así mutilada, duró hasta mediar
abril del mismo año de 1578; con todo, inteligencia previa hubo
de haber con el Presidente para continuar el oidor la visita la vía
de Cibao y Norte, pues solamente dejó de visitar Puerto de Plata,
como parece de certificación dada el 11 de noviembre de 1578 por
su escribano de visita, Hernando de Esquivel, quien enuncia en ella
haber visitado el oidor Quero «el pueblo de Boyá, de indios», las villas
del Seibo, Higüey, Cotuí, la Vega, Santiago, Montecristi y Puerto
Real, Certificación que envió al Consejo en prueba de que, habiendo
sido el primero oidor que después de más de treinta años que no se
salía a visita, la había efectuado, se hallaba en el trance de reclamar
su salario de Visitador, pues los oficiales reales, por sus pasiones, se
lo negaban con especiosos pretextos; AGI, Santo Domingo 50, 51;
queja atendida por despacho real de Madrid 25 de marzo de 1579,
para que se le pagasen los 300 ducados correspondientes al oficio,
como estaba mandado; AGI, Santo Domingo 899. Sino que cuando
esta cédula llegó, ya se tenía obedecida otra, malhadada, de que dió
cuenta el Presidente don Gregorio González de Cuenca en capítulo de
carta de 12 de noviembre de 1578, y decía al Rey que anteriormente
Presidente y Oidores habían pedido acrecentamiento de salarios por
la carestía de todo en la Isla y que «en lugar de esta merced vino una
cédula de V.M. para que el oro se razonase a 556 maravedís, con lo
que a mí se me quita de salario 700 ducados en cada un año, y a los
Oidores a 3.000 reales; vea V.M. cuán bien nos podemos sustentar»;

219
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

AGI, Santo Domingo 51. Y como bien se presumió, Quero por


demandar su salario en oro y los oficiales negarse a tasarlo como en
lo pasado se estimaba en maravedís, vociferó el ilustre señor, aquéllos
optaron ponerse tapones en los oídos en vez de romperle la cabeza
con un tranco, y de resultas de este incidente, como de otros muchos
y sufridos así por Visitador General adveniente, Rodrigo de Ribero,
éste lo suspendió y, para que, escarmentado supiera refrenarse como
caballero, lo mandó llevar a la cárcel a lucir su mala lengua entre los
negros que estaban en prisiones. — AGI, Santo Domingo 71.
Treinta y siete años cabales habían transcurrido desde el 11 de
enero de 1541 que se mandó visitar la Isla cada año por Oidores, en
turno, hasta que el oidor Quero salió el 10 de enero de 1578. En la
petición original de la visita se había invocado el peligroso estado
de la Isla por la gran cantidad de negros alzados; sucesivamente
fue empeñada la persecución sangrienta del cabezuela Lemba, de
Dieguillo de Ocampo, de Juan Vaquero; a la contínua, o porque
los ocultos en el Baoruco bajasen y cometiesen robos por hallar y
llevar consigo para el sustento cuanto podían haber, o porque nuevos
fugitivos merodeasen por entre hatos y estancias al par que iban a
ponerse en cobro, y de nuevo volviesen a turbar la tranquilidad
pública que hizo necesaria la custodia rupestre mediante cuadrillas
volantes, lo cierto es que cuando Queno, de retorno en la ciudad
antes de ir la banda del Norte, se manifestó al rey en oposición a
toda otra cualquiera introducción de negros en la Isla por haber
comprobado por vista de ojos la abundancia de ellos en campos y
pueblos con escasos blancos: «He visto la tierra . — escribió desde
Santo Domingo el 12 de mayo de 1578; AGI, Santo Domingo 51; y
los muchos negros y los pocos españoles que hay; aviso a V.M. que de
ninguna manera se traigan más negros, porque hay tantos que cada
día tememos no se alcen con la tierra; y para volver a [l laborero de]
las minas hay demasiados si de los ingenios quitasen y se reformasen
las demasías; hay casas que de servicio y acompañamiento tienen
treinta esclavos y ningún español»; AGI, Santo Domingo 51. — Por
este tiempo, como más adelante hablarán documentos, era grande
la sospecha de que tantos negros hicieran una grave jugada en la
Isla, y aunque justamente hasta entonces y mucho después no se
quebró el aislamiento de los negros en sus propias rancherías junto
a las haciendas e ingenios de sus amos, por la vigilia de capataces
negros, bienhallados en sus empleos como terribles en la represión

220
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de esclavos, las cosas de los alzados no fueron demasiado frecuentes,


a lo menos en grandes partidas bien formadas, por falta de alzado o
cimarrón de crueldad, valor e inteligencia, a que desde el principio
se acudió no hubiera, manteniéndoseles ajenos a toda instrucción
incluso la cristiana, por no ver aparecer entre ellos algún adalid o
capitán que pusiese la Isla en peligro.
No fue falta de congruo salario lo que retrajo del cumplimiento
de la visita, sino que a los provechos ilegítimos de multar a vecinos a
troche y moche, de aceptar dádivas y hacer composiciones soslayadas
para que Justicia quedase con los ojos vendados, apenas se parecía
aquella merced que S.M. les hiciera tan bastante como por acá se
negociaba en habiendo sazón de salir de la Isla con comisiones de
justicia; y al interés particular convenía no hacer ausencia ninguna
de la ciudad si, por no haber siempre hasta cuatro oidores ni,
habiéndolos, estar con vigor o en salud para preferir en las ocurrencias,
y salir y gobernar y llevar gajes hasta quedarse la gente sangrando
por la boca con ira y rabia y dolor, por caso raro habría de verse juez
de comisión que tornarse con las manos limpias (vacías) si siempre
volvían con ella apretando la boca del bolsón; pues las quejas fueron
tantas y de todas partes que, al fin se mandó por real cédula de Lisboa
8 de septiembre de 1582, que en adelante no enviase la Audiencia a
parte ninguna jueces de comisión que eran Oidores, para que el buen
despacho de los negocios no se detuviese, reservada la providencia
para ocurrencias muy notables; AGI, Santo Domingo 998.
Este asunto ciérrase ya con un testimonio coetáneo de la
conducta del Presidente Mejía con el arzobispo, y que lo pinta en
perfecta conformidad con lo que Oidores querían sin confesar que
con malas artes lograban para sí más que con dispensaciones reales;
y está en carta del fiscal Santiago de Riego, de 8 de julio de 1568,
con la que puede hacerse cotejo otra del propio Mejía, de 10 de
octubre del mismo año y se inserta en la página 195; dice el fiscal
que un licenciado Montemayor, sobrino del Presidente, fue con una
comisión a la tierra adentro con cinco ducados de salario de buena
moneda cada día, y con un alguacil, criado del Presidente, con ocho
pesos, y un escribano con cinco pesos diarios, «y, habiendo tenido
más cuidado de lo que convenía a su hacienda, que no a hacer lo
que se le había encomendado, yo pedí contra lo que él había hecho
lo que convenía al servicio de V.M.; por lo cual se había indignado
tanto el Presidente que por ello y por otro delincuente que también

221
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

favorecía, de cuyos delitos dí a V.M. cuenta, me mandó prender y


echar unos grillos al día que sueltan todos los presos, y quedaba en la
cárcel pública….»; AGI, Santo Domingo 71.— Y de las operaciones
de los oidores, de quienes Mejía “aprendió a vivir”, en carta anterior,
12 de mayo de 1567, decía el fiscal sus quejas contra los poderosos,
porque como tuviesen el favor indirecto de los oidores, acostumbrados
a dejar sin resolución los pleitos y causas que de oficio interponía
en la Audiencia, a ningún inculpado se le daba nada, si eran de
los allegados a dichos ministros. — A Alonso Bernáldez aludía en
esta carta, como en la de 1568 a Antonio Luis de Cabrera, sujeto
de campanillas áureas, quien, aún habiendo sido aprobada la acción
fiscal por la aprobación que en cédula real de Madrid 1 de julio de
1571 se dió al visitador Valdivia de la prisión que impuso a dicho
Cabrera por hacer rescatado con franceses, AGI, Santo Domingo
899, todavía fue escogido para gobernador de la Margarita por la
Audiencia, y aún esta Audiencia, en nombre del rey, hizo asiento
con él, 15 de junio de 1571, AGI, Santo Domingo 69, para hacerle
Capitán general de la Costafirme (con cuyo cargo tuvo mano suelta
para volver a contratar con enemigos) en los propios días que su juez
Valdivia seguía en la Isla su comisión de la Visita.
Licenciado Diego de Santiago de Riego; su título de fiscal, Madrid
2 de abril de 1566, y licencia para ir a su destino, 9 de abril siguiente;
AGI, Santo Domingo 899; — se embarcó en flota el 28 de junio de
1566 y llegó a Santo Domingo el 15 de agosto siguiente; AGI, Santo
Domingo 71; — fue suspendido del oficio por el visitador Valdivia el
24 de septiembre de 1571; AGI, Santo Domingo 24. 71. — Por real
cédula de Madrid 21 de abril de 1574, esta pena fue declarada sin
valor ni efecto judicial; AGI, Santo Domingo 899; y sucesivamente
el sujeto fue Oidor de Guadalajara (1574-1578), Fiscal de Méjico
(1578-1581), Alcalde del Crimen en Méjico (1581-1589), y Oidor
de aquella misma Audiencia (1589), donde murió.
v Otra de las cartas del prelado que dieron enojo al Presidente, por
herido en el amor propio de haber informado a la zaga del arzobispo,
fue la siguiente:
Santo Domingo 8 de mayo de 1569. — El arzobispo Andrés de
Carvajal al Rey: repite noticias sobre el feliz viaje que trajo desde
España a la Española (a donde llegó el 4 de mayo a las dos de la tarde)
y que «un día antes de llegar a este Puerto, los tres navíos que venían,
fueron corridos de franceses durante diez horas». «Todos los viejos

222
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de esta tierra dicen [me] que esta tierra en los tiempos pasados era la
más próspera y rica que había en todas las Indias, y a causa de haberle
quitado V.M. algunas mercedes que le había hecho, está agora tan
perdida, que todos dicen que en breve tiempo todo se arruinará a falta
del comercio que solía tener de mercaderías; y así lo veo, porque la
mitad de la ciudad no se habita porque no hay quien la habite, y lo
mismo es en los lugares de la Isla, que solían tener quinientos vecinos,
no tienen veinte, o treinta; la causa de esto dicen que es por que V.M.
ha mandado que no venga mercadores extranjeros, digo de Portugal
a esta Isla, los cuales la solían proveer de muchas cosas necesarias, y
había gran comercio y contratación y vivían las gentes. Y a mí me
parece que para el remedio de esta Isla, lo que V.M. debería mandar
[es] viniesen a ella de todas partes, como van a Sevilla, pagando los
derechos a V.M.». Otra causa de tanta pobreza, agrega, es la falta de
negros, y pide también labradores, «porque, cierto, sería otra Sicilia
en pan». — AGI, Santo Domingo 71.
A esta carta se dió respuesta favorable, pero quedó demorada su
expedición, por haberse pedido informes a la Casa de la Contratación
y al Presidente Mejía, sobre si la prohibición impuesta por real cédula
de 20 de marzo de 1565 de sacar de Santo Domingo para otras partes
mercancías importadas de España, ofrecía o no inconvenientes a
los vecinos. Mejía, con el antecedente de que ya antes se habían
representado tales inconvenientes, se conformó con aquel informe,
«porque sabiendo los mercaderes que de aquí no pueden salir con
mercaderías, no traen aún las que son menester, y así las que vienen,
se venden a excesivos precios y de esta isla se proveen las de Cuba
y Jamaica y Puerto Rico y la Margarita y Burburata y costa de
Tierrafirme a donde no llega navío de España, y así como no pueden
sacar mercaderías, se dejan de traer muchas cosas que se solían
contratar; y con esto y padecer todos los que se habían de proveer aquí,
suplicamos», etc.; carta de 5 de mayo de 1569, AGI, Santo Domingo
71. Como la resolución definitiva (está al margen de la carta) fué:
«Que se envíen las provisiones sobre esto dadas», y el real despacho
ahija a Fr. Andrés la solicitud de la restauración de la libertad de
comercio entre Santo Domingo y otras partes de Indias respecto de
las mercaderías importadas de España, y se mandó que en la Española
no se guardase lo dispuesto por la cédula del 20 de marzo de 1565, y
que ninguna autoridad pusiese a esta libertad impedimento alguno;
Cedulario Indiano IV, 93; el Presidente Mejía prefirió no publicar la

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

merced por no hablar con él ni con la Audiencia aquella cédula…..


(Sino que observada en la práctica por vía de favor extensivo a
cuantos comerciantes abonasen un “por cuanto vos….” se les echó
encima el Consulado de Sevilla, y por real cédula de San Lorenzo
10 de junio de 1589, se prohibió para Santo Domingo y otras partes
que las mercancías registradas para un destino o puerto, no pudiesen
ser de nuevo registradas para otro; Cedulario Indiano I, 432.)

70.— Otro cuidado del arzobispo fué atender, desde que llegó, a
la percepción íntegra de los diezmos que le cabían por su dignidad
prelacial y otras obvenciones, lo mismo justas que injustas, que se
cobraban en la Contaduría arzobispal. La distribución, dependiente
de cierta forma de procedimiento, ni era tan rápida que no se
esperase a agotar diligencias contra morosos, ni pa­recía llano estarse
a satisfacción de librarse conforme a petición de parte, si la otra por
diferen­tes arbitrios menos legales tenía porciones com­prometidas
en favor de rematistas, por su traba­jo de recaudación, prevista la
merma del interés y beneficio sobre las cantidades desembolsadas al
tiempo de recibir la patente de recaudadores; lo que, constituyendo
una expectativa sobre incierto negocio, aquél perdía en la dernanda
que más mirase a su conciencia que al dinero. La cosa se concentró
en punto de ética administrativa y perdió Fr. Andrés, porque por
real cédula circu­lar de El Pardo 29 de enero de 1569 se ordenó que a
ningún prelado de Indias se le acudiese con los diezmos hasta después
de haber cornen­zado a residir en su propia Iglesia; disposición que
embebía, salvo marcedes expresamente con­cedidas, el descuento
proporcional, dentro del año del arribo del prelado, del tiempo que
no ha­bía residido. Pero antes que llegase esta real cédula, y en curso
litigioso el asunto, llovieron sobre clérigos y legos ligados al mismo
censuras sobre censuras eclesiásticas y, tocando aquellas fulminaciones
a cuantos se manifestaban sus par­ciales, unos por amancebados, otros
por sospe­chosos en la fe o por cualquier otra tacha notoria, fué en la
Audiencia en donde hallaron el re­fugio y escudo, porque saliendo
ésta (eran a una el Presidente Mejía y el oidor decano Grajeda) en

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

defensa de legos, frustraron aquellos alboro­tos seudojudiciales y,


devolviendo la piedra los tambien injustos magistrados, trataron de
mero administrador de la Iglesia al arzobispo y con despreciativos
desaires a los ministros del tribunal eclesiástico, que hubieron de
sufrir la afrenta que más a flor de labios de tales ministros asoma­ba.
De que tomando pie Fr. Andrés para asunto de sermón, la doctrina
moral, generalizada en sus palabras de aflicción, convertían oyentes en
alu­siones de rencor y los maldicientes columbraron ya un desenlace
escandaloso: desayuno, almuerzo, comida y cena, murmuración
grande en pueblo tan pequeño.

Santo Domingo 10 de junio de 1569. — El arzobispo fray Andrés


de Carvajal al Rey; quejas contra el fiscal: Dice de él que a unos prende
y a otros no, «y ansí está la tierra llena de ladrones y homicidas que
se pasean por las calles, y de sembradores de libelos difamatorios y
de otros pecados graves, porque si [a] los unos prenden, los otros los
sueltan luego para hacer pasar a los que los prendieron de arte que
parece más behetría que república concertada; he mediado entre ellos
[los Oidores], y hállolos tan obstinados que no hay medio alguno».
Manifiesta que ha estado esta su Iglesia diez y siete años sin pastor, y
«hanse metido los beneficiados de ella en la hacienda del arzobispo
de tal manera que le quitan la mitad de lo que conocidamente es
suyo, que es el beneficio curado y la cuarta de los manuales y de
los capellanes, pero principalmente de lo que hago caudal es del
beneficio curado, porque con esto tuviera de comer y sin ello no lo
tengo, porque el arzobispado aquí está arrendado por tres años en
1600 pesos, moneda de la tierra, y lo de la Vega serán hasta 1500 o
2000, que, convertidos todos los pesos pasa,que son 10,000 tantos, en
moneda de Castilla como acá son mil y cien ducados». El beneficio
que le quitan los beneficiados «lo tienen también arrendado por
4.300 pesos»; suplica, etc.; AGI, Santo Domingo 71. — Real cédula
de Madrid 24 de agosto de 1569, a Presidente y Oidores: se tiene
entendido, y de que hay muchas quejas, que cuando unos oidores
van a visitar la cárcel sueltan presos que otros ministros y Presidente
metieron, no pudiéndolo hacer sino por acordardo así todos juntos;
se les manda que sin este acuerdo y por mayoría de votos, no vuelva
a soltarse a preso ninguno; AGI, Santo Domingo 899.

225
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Santo Domingo 23 de marzo de 1570. — El fiscal Santiago de


Riego se defiende por haberse dicho que es remiso en el impedir que
el arzobispo prenda a legos, haciéndoles cargo o caso de inquisición,
por herejes, siendo católicos; por sortílegos y hechiceros a los que no
son tales. — AGI, Santo Domingo 71.

71.— En la cuenta que cada hombre da de sí en orden a la


satisfacción de las deudas que tiene contraídas; se reconoce cuanto
tiene de racional, o cuánto le falta, cualesquiera que sean sus otras
miserias o virtudes que le ocupen lo mismo si satisface que si deja
de hacerlo; porque, pagando, mantiene la paz con el acreedor y
consigo mismo y, dejando de pagar, su paz personal se convierte en
desvergüenza en frente del de­recho conculcado, por el perjuicio que
el acreedor recibe. Fr. Andrés no se diferenciaba, sino en cuanto al
monto, de cualquier zascandil deudor de un par de alpargatas. Quería
pagar la tasa usual de sus bulas, los dineros recibidos en préstamo
para venir a su Iglesia, acompañado de tres sobrinos categóricos (que
echaron raigambre en esta soñada isla de Jauja) y con un familión
frai­lesco que se sentaba a su mesa y le asistía debajo el mismo techo,
y sustentarlos y regalarlos, etc.. etc.; pero supeditado a las resultas
de un expe­diente ejecutivo que sanease su congrua proveniente de
diezmos y de obvenciones trabadas con dependencias de terceros
convertidos en tigres, echó por un derrotero que, en su esencia, era
el camino que debía andar en el cumplimiento de su oficio pastoral;
sino que en el modo, paso que daba se traducía en coz, y obstáculo
que se le ponía, le clavaba como aguijón. Hasta doce mil hacía subir
el número de negros esclavos en la Isla, por su mayor parte destituidos
de instrucción y doctrina, que vivían como animales y mo­rían sin
auxilio espiritual ninguno, por el aban­dono habitual en que estaban.
Debíase tan deplorable hecho a que los pocos eclesiásticos de la
tierra libres de ocupaciones conformes a su estado, vivían negados a
trabajar entre negros por­que los amos de ingenios, hatos y haciendas,
si suscribían estar a obligación de mantener al respectivo clérigo,
tan mala gana mostraban en ello que, al cabo y por punto general,

226
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el cura o capellán que pasaba a servir en tales haciendas, era ya un


negro más, privilegiado de no trabajar en beneficio de aquellos amos.
Debía volver los ojos el prelado a las órdenes religiosas. Los merceda­
rios eran tan cortos que sobraban dedos en una mano si se contaban;
los dominicos, en mayor nú­mero, entre enfermos y maulas que se
curaban en casas particulares y convalecían en los cam­pos, oficiales
que a duras penas mantenían el orden de comunidad en el convento,
y fugitivos o andariegos que no paraban acá hasta día conocido,
tampoco podían contribuir; conque encaminada la decisión a los
franciscanos, nutrida comunidad de sujetos por barcada que había
traido Fr. Rodrigo Manrique la segunda vez que por orden del Rey
entró en la Isla para hacer efectivo su oficio de Visitador, halló el
prelado contradic­ción que le sacó de seso y puso al descubierto tener
en su cerebro una cámara vacía, la misma que se le llenaba con
el humo de una junsdicción ejercida con frecuentes arrebatos de
cólera, hasta querer acometer con los puños a un Capitán Gene­ral,
y después, como antes presa de neurastenia progresiva, ir y, puesto
de hinojos, pedirle perdón cristianamente humillado, pero, por su
dignidad episcopal tan mal guardada, envilecido.
72.— Por real cédula de Madrid 18 de junio de 1568, se mandó a
la Audiencia que, pues volvía a la Isla el Comisario General Visitador
Fr. Rodrigo Manrique para cumplir lo que ya antes le tenía mandado
el Comisario General de las In­dias Fr. Juan de San Miguel, y de nuevo
con­firmado en su comisión por el sucesor fr. Fran­cisco Guzmán,
ninguno se entrometiese ni es­torbase su oficio antes le diesen el
auxilio que p­ idiese; y era cédula que había ganado el inte­resado con
exposición de sus muchos trabajos, corroborada por cartas varias y
entre ellas una del oidor Alonso de Grajeda, de 15 de noviem­bre
de 1567, inspirada (debajo los términos de la más sana literatura en
obsequio del servicio de Dios y del Rey por la enemistad grande que
mantenía con algunos de sus colegas. Cédula real y patente daban
testimonio de la respetabilidad del P. Manrique in officio officiando y
cualquiera oposición y óbice que un tercero interpusiera sin legítima

227
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

anuencia del Comisario General, por audacia se contara, y si el


tal estuviera cons­tituido en dignidad, por aventura debía tener salir
ileso en aquel empeño. Pues abundaban fran­ciscanos, éstos debían
cubrir las capellanias de los ingenios, cuya población superaba
general­mente a la mayor parte de los pueblos y villas de la Isla; luego
debían ir a su destino, y como ninguno se movía con alegatos de
dependencias de la Visita canónica del convento, y entendiese Fr.
Andrés que el Visitador era el opuesto por decirse de unos en otros
a la oreja que si el Rey no venía en ello, allá se las averiguara con
sus clérigos, el arzobispo tentó ser inquisidor y ten­tó asimismo dar
con la herejía a cargo del Visi­tador (traza abrazada anteriormente
por el “muy magnífico y muy reverendo señor el licenciado Sancho
de Mariñas arcediano de la santa iglesia catedral... y vicario general
en lo espiritual y temporal”) y, barajando lo que era y lo que no era
al cuento de enviar franciscanos a los ingenios, redujo a prisión
al P. Manrique que no hizo resistencia, y con el término que sine
die se señaló para tomarle sus dichos como a hereje, sa­lió de la
ciudad y durante dos meses y más se ocupó en la Santa Pastoral
Visita, exhortando a todos a ser mansos y humildes, castos y bien
hablados, bien casados e instruidos en la doctrina (pensamientos
que exponía como buen predicador), dejándose en las entretelas
del corazón el ser y sustancia de otros pensamientos que ni eran
de justicia para médico en lo espiritual, ni lo eran de caridad para
entradas del buen pastor que ama a sus ovejas. Finalmente, el 1 de
di­ciembre de 1569 escribió el arzobispo al Rey ha­ber terminado la
Visita de todo el Arzobispado; el 1 de enero de 1570 el P. Manrique
escribió en papel diminuto que llevaba tres meses preso y enfermo,
y el arzobispo seguía negado a soltarlo para curarse, no obstante que
hubo de firmar carta escrita por el mismo prelado con la promesa
de sacarlo de la prisión y de hacerle mer­cedes, y que habiendo por
ello perdido de su jus­ticia, ni aún así lograba la libertad, ni este
pa­pel podía escribir sino clandestinamente; y el 2 de febrero del
mismo año, sin haber sido oído en juicio, ni estar presente en el

228
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

tribunal inqui­sitorial de invención del propio prelado, Fr. An­drés de


Carvajal pronunció sentencia contra el Visitador, a quien condenó
en privación de todo oficio en la Orden por seis años y en destierro
a España. Esta dementación del Arzobispo tuvo epílogo escandaloso,
porque el seudocondenado apeló a la Audiencia y Fray Andrés no le
otorgó la apelación; la Audiencia le requirió que otor­gase y volvió
a negarse; conque, hecha la tercera requisitoria, so las penas de
embargo de tempo­ralidades y deportación a España, e incurso en
rebeldía, el 1º de abril de 1570, y en vista de bron­cas contestaciones
que sacaron de sus casillas al ínclito Mejía y al impoluto Grajeda, se
pronunció sentencia conforme a la reconvención predicha, y entre
cien hombres armados de arcabuces, lan­zas, espadas y chafarotes fué
conducido el arzo­bispo al muelle, metido en una canoa y trasbor­
dado a un barco, con sólo la compañía invisible correspondiente a
los afectos conturbados de su alma, fuesen de resignación cristiana,
fuesen de furor velados por el respeto de sí mismo. Suerte suya que los
señores de la Audiencia, tan divididos cordialmente, se enredaron en
cuestión sobre la legalidad de tan innoble e irreverente campanada,
anularon el fallo, y Fr. Andrés, apestando ya a “barco viejo”, pudo
retornar a su morada....

v Santo Domingo 12 de mayo de 1570.— Fray Rodrigo Manrique


al Rey: Después de recordar que de Santo Domingo pasó a la Corte
para informar de las cosas de la persecución y agravios que le hicieron
los oidores Cáceres y Ortegón y el fiscal que entonces era, Santiago
de Riego, dice se dio comisión a Santiago de Vera de castigar a los
tres y a Sancho de las Mariñas, provisor que ya no lo era; y tienen
entendido que este juez halló que, por miedo al Presidente, nadie osó
acudir para decir ni acusar; refiere la nueva persecución que padece,
porque los oidores Cáceres y Peralta se han valido del Arzobispo
para su venganza; el prelado tiénele preso hace siete meses y en este
tiempo se le ha mudado de cárcel ocho veces. (Esta carta en relación
con la inmediata aquí transcrita, da luz bastante para entender cómo
los ministros de justicia, de oficio, eran facinerosos consumados).—
AGI, Santo Domingo 71.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Santo Domingo 31 de marzo de 1570.— El fiscal al Rey: El Presidente


ha tenido muchos desabrimientos con el Arzobispo por un sermón que
pronunció, en el que no nombró persona, pero se entendió contra el
Presidente y Oidores.— AGI, Santo Domingo 71.
v La prenda de la correspondencia usual que entre sí tenían
Presidente y Arzobispo se halla en AGI, Santo Domingo 50. Apenas
el Presidente Dr. Mejía hubo leído la real cédula de 29 de junio de
1568, sobre los procedimientos del provisor contra el Visitador Fr.
Rodrigo Manrique y sus religiosos, y que el propio Presidente llamase
a su presencia al provisor, «y le digáis de nuestra parte que de aquí
adelante no se entremeta a proveer sobre cosas semejantes contra
ningún Comisario, ni prelado, ni religioso de ningún orden, no en
aquellas cosas y sobre aquellos casos que, según derecho, pudiere y
debiere conocer, y que sea apercibido de que se procederá contra
él si no obedece», cuando al punto maquinó que, pues en propio
concepto de que arzobispo sin bulas no es arzobispo, y en este
supuesto podía seguir tratándolo como a simple administrador de
asuntos eclesiásticos (absurdo arbitrio con que encubría su irracional
desprecio a este prelado), si la cédula le daba facultad para calentarle
las orejas al “provisor”, ése era actual pintiparado provisor, en quien
se reconocía la desastrada y perniciosa conducta de estar, por lo
presente, dando hiel y vinagre a Fr. Manrique y frailes de su hábito.
Citóle, pues, por escrito a una junta o coloquio, enviando la misiva
con recato legal de Francisco de Espinosa, Secretario de Cámara de
la Real Audiencia; el cual, captada la venia congruente del caso,
leyó ante Fr. Andrés de Carvajal un auto que con él, «obispo de San
Juan de Puerto Rico y electo arzobispo desta ciudad» hablaba, para
que, «como a persona que al presente usa el oficio de provisor y juez
eclesiástico», se le avisaba de la hora en que había de presentarse
ante el Presidente. Para que no pusiese reparo y entendiese de qué se
trataba, Espinosa, a requerimiento del requerido, puso en sus manos la
real cédula dirigida al Dr. Mejía y, como un obispo hecho y derecho
puede plantarse según luz e ingenio como según ley y cortesanía, así
que besó la real carta y se la puso por montera ceremonialmente,
dijo que la obedecía, pero en cuanto a la ejecución, el secretario
había tocado a la puerta que no era porque la cédula no hablaba con
él ni con el provisor actual [lo era un clérigo apellidado Carrasco],
sino con el anterior provisor [Sancho de las Mariñas]. Frustrada
la intentona (fin de marzo de 1570), el Presidente creyó haber
desatado el nudo, intimando por segunda vez (aunque con grandísima

230
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

estolidez) al “arzobispo-provisor”, previniéndole de la responsabilidad


subsiguiente si no se avenía a parecer en su oficina; y por quedar en
agraz, por auto de tercera intimación, apercibióle que, «so pena de las
temporalidades y de ser habido por ajeno y extraño de estos Reynos»,
haga la presentación que le manda el Rey; y para más obligarle, juntó
al auto el texto de otra real cédula, de Madrid 19 de junio de 1568,
en la que S.M. reprendía a los de la Audiencia y les compelía a no
entrometerse en dependencia alguna del P. Manrique; treta tan vacía
de sentido para ser leída por quién descubría ser tal papel instrumento
de pasión desatinada; por lo que objetó con sobradísima razón que
la tal cédula era de reprensión a la Audiencia: «y en cuanto a esta
cédula postrera que no habla con S.S. Illma, sino con los señores
Presidente y Oidores, y que no entren en el monasterio de las monjas
de Santa Clara, como Su Señoría entró sin tener licencia alguna, por
lo cual está excomulgado e no está absuelto, e a oido misa; y esto es
de derecho quanto aquí responde, e que esto da por respuesta»; y lo
firmó. Sin embargo de lo cual el prelado no quiso entender que, por
el mismo hecho de aquella reprensión a la Audiencia por los motivos
en ella declarados, no podía otra autoridad alguna interferir en la
comisión del P. Manrique, so idéntica displicencia real; y como el Dr.
Mejía, probando con hecho de corrección personal que el P. Manrique
debía ser restituido en la indemnidad que S.M. mandaba y negado Fr.
Andrés a ello, el abuso inaudito de embarcársele con tanto estrépito,
no le había de catalogar entre apóstoles y mártires de la paz, sino entre
los obcecados y testarudos irrefrenables o incorregibles. Cierto que
el oidor Cáceres de Ovando, citado para presenciar la reprensión, se
excusó por enfermo de dolencia pretextal “por si acaso” (sabiendo
que el sujeto admonendo no entraba en la cuenta de Mejía ni en la
propia) y que el oidor Peralta, desplacido de haber sido designado
para presenciar la parodia, ni se dio por citado ni apareció por estrados
cuando el negocio se fijaba; y, puestos ambos a mortificar a sus rivales,
por escrito de recusación de lo hecho por defectos varios, consiguieron
que Mejía y Grajeda se desataran en imprecaciones, y al prelado se le
descargara de la ignominiosa deportación que se le había impuesto.
v Santo Domingo 1º de abril de 1569.— El Arzobispo al Rey:
Cuenta el caso con el P. Manrique, y que en este día el Presidente
Mejía y el fiscal Riego le han notificado y pronunciado pena de las
temporalidades y de destierro perpetuo, «sin me oir ni admitir mis
apelaciones». Entre sus querellas hay una que dice: «No me llama
el Presidente en sus escritos obispo ni arzobispo, sino provisor del

231
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Cabildo, porque no me han venido las bulas y el palio; no me deja


prender a los amancebados ni castigallos, ni a los excomulgados,
ni a los herejes, y, si los prendo, me los saca diciendo que no tengo
autoridad contra ellos». E informa sobre el embarque violento que de
él han hecho. (También es verdad que el prelado tampoco admitía
apelaciones, como obró contra el P. Manrique, en causa de venganza
personal y con descrédito tan notorio de su dignidad; especie que
no llevó a su carta, porque ello era acción ajena (de quien quisiera
denunciarla).— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 1º de abril de 1570.— Deán Duque de Rivera
y canónigos, estando ya embarcado el arzobispo, al Rey; que el
franciscano Visitador P. Manrique fue sentenciado por el Arzobispo.
Aquél apeló y éste no le otorgó la apelación. El Manrique apeló
entonces ante la Audiencia, la que mandó al prelado que otorgase
y, como volvió a negar por decir que esta causa estaba remitida a
la Inquisición, y la Audiencia tercera vez ha mandado que haya de
otorgar, y se ha negado iteradamente, ha dado la orden de que se le
tome y sea embarcado y en estos momentos el Arzobispo está metido
en la nao.— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 6 de mayo de 1570.— El Arzobispo al Rey, sobre
el hecho de su conducción al barco entre cien hombres armados, y
nulidad de la pena declarada por los oidores Cáceres y Peralta.— AGI,
Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 16 de mayo de 1570.—El fiscal escribe al Rey
que Presidente y Grajeda embarcaron con ignominia al arzobispo;
hace relación del caso y cómo los demás Oidores anularon el auto
que aquellos dieron, y consiguieron que volviese a la ciudad.— AGI,
Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 31 de enero de 1571.— El Arzobispo al Rey:
Recibió la cédula para que priores y guardianes le den religiosos para
los curatos de los pueblos, ingenios, estancias…. Dice que S. M. por
una su cédula le pone en el honor que se le debe como prelado, y por
otra cláusula le reprende por no haber considerado a la Audiencia,
que representa su Real Persona; con descortesía mucha y con corta
vista para no juntar las gracias con los sacudimientos, dice que Mejía
y Grajeda, presidente y oidor, no eran Audiencia, por no haber citado
a los demás Oidores para condenarle a destierro.— AGI, Santo
Domingo 71.

232
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Santo Domingo 15 de febrero de 1571.— Grajeda, que preside por


ser decano, defiende su proceder en el embarco del arzobispo, porque
este dijo contra el Presidente muchas malas e injuriosas palabras,
pues llegó «hasta decir que el Presidente, que es ya difunto, era un
bellaco, borracho e hijo de un carbonero, y que le había de ver dar
doscientos azotes por las calles de esta ciudad, y otras palabras muy
injuriosas, insolentes, contra los que de esta Audiencia le parecían
contrarios»; y por eso y porque tuviese más respeto, etc.— AGI,
Santo Domingo 71.
v Juicio sobre el arzobispo Fr. Andrés de Carvajal, por el licenciado
Juan de Valdivia, Visitador General de la Audiencia, en carta al
Consejo, Santo Domingo 7 de enero de 1572: «El Arzobispo tiene
muy buen púlpito cuando predica sin cólera, porque con ella se
desautoriza a sí y a esta Audiencia; yo soy testigo de algunos sermones
que, a no hallarme yo en esta ciudad, pudieran causar pasiones. Verdad
es que de aquella embarcación y prisión que le hicieron, ha quedado
muy desabrido con los licenciados Grajeda y Riego [fiscal]; yo tengo
por cierto que, en dejando sus plazas, predicará como doctor y no
como prisionero. Avísolo a V.M., porque me dicen que el licenciado
Grajeda hizo cierta información sobre estos sermones y que la ha
enviado. Si V.M. fuese servido, podía mandarle escribir que en los
sermones y sus pláticas trate bien a los Oidores, dándoles la autoridad
que sus oficios requieren, para que el pueblo los estime y les tenga
el buen respeto que es razón»; AGI, Santo Domingo 79.— Y en la
ocasión de salir por sus tres franciscanos Fr. Francisco Patiño, Fr.
Diego de Mondragrón y Fr. Melchor de Escamilla, denunciados por
mala conducta pública, y que, con fundamento en cualquier libertad
que, en poco o en mucho, escandalizaría a los que ven la pajuela
en el ojo ajeno pero no la viga que tienen en el propio, en carta de
26 de junio de 1573, el arzobispo Fr. Andrés expresó el juicio que
tenía hecho de su grey; «para que le conste a V.M. que la gente de
esta tierra son verdaderos insulanos y que entre las faltas que tienen
una es levantarse testimonios unos contra otros y comprobarlos con
testigos falsos, de los cuales se hallarán con abundancia»; AGI, Santo
Domingo 73.— Sino que, ni siendo verdad en esta parte (pues en
otros tiempos se repite la especie casi con las mismas palabras por
prelados y autoridades varias, podía dejar de ser mala conducta de
pastor proceder por caprichos, con ira y cólera, faltando a la caridad y
a la justicia hasta quedar palio, mitra, pectoral y báculo sin calificado
sujeto….

233
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

73.— Nosotros todos hemos visto el riel que fué de carril de


locomotora arrebatado por el aire que del escampado vino a hundirse
profundamen­te buena parte de él en medio de la ciudad y lo demás a
retorcerse como un alambre, y cada día se ve que la piuma o la pelusa
cambian repen­tinamente de sitio. Tan ruin es el riel como la pluma
respecto del viento que los impulsa. Y no puede dudarse sino que
Presidente y Prelado fueron víctimas del huracán de disolución moral
que de tiempo atrás minaba la república indiana de la Española, y
que con recibir tedio de oficio­sos hasta reconocer que aquí se vivía
de calum­nias mutuas, se plegaron a aquéllas que hacían desolladuras
en el amor propio, servidor de la propia estimación si se amalgama
la autoridad con la rivalidad. Porque un oidor, Diego de Or­tegón,
se casa con Marcelina, hija de don Cristóbal Colón de Toledo y
allega 25.000 pesos y los gasta en esta celebración, marcando con
ello un ciclo de banquetes opulentos, así emulando y com­pitiendo
y aún superando con grande fausto a los más lucidos, cantados y
trovados desde los tiempos de Alonso Maldonado; y por querer
pagar, se afana por persuadir a sus colegas que es el único en quien
concurren las calidades para pasar a San­ta Marta, al Cabo de la Vela
y otras partes y juz­gar a los malos vasallos tratantes con corsarios y
ventilar sus causas y con ellas las propias deudas; otro oidor, Gaspar
de Peralta, contrae matrimonio con Leonor, niña de ocho años y
medio, dando palabra formal de dejar con su tio y tutor; y, bodas
hechas, la arranca de su hogar en Santiago y consigue con medios de
terror que la inocente víctima acalle sus desaforados gritos, cuando
ex­traída de la casa tutelar y conducida a la Capital, subiendo la cuesta
de Anibaje y más acá, el amante esposo, ante escribano, anonada
toda protes­ta, jurando y perjurando desear habérselas con quien le
discuta su derecho; y otro oidor, Cáceres de Ovando, habría de ser
suspendido (y los cua­tro oidores lo fueron) por su genio, disolvente
de toda armonía social; y, sobre todo, el integérrimo Grajeda, fiel
administrador de justicia a través de granjerias honestamente
arropadas, eran los cua­tro vientos que soplaban en giro desigual sobre

234
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

aquellas dos veletas que tan recíprocamente se estorbaban, como


está dicho. De parte de los re­gidores de la ciudad, persistentemente
tachados de oligarcas, no podía esperarse sino larga escala de
ordenanzas municipales valederas para defen­der sus intereses porque,
perpetuos representan­tes del pueblo, representaban la supervivencia
de la codicia primera derivada ya hacia el mercanti­lismo atornillante
de la comunidad republicana como lenitivo paradoxal de la práctica
del dogal impuesto por la Universidad de Mercaderes de Sevilla y
constituyendo aquí la universidad de la clase noble, que con toda
nobleza (aunque formados en bandos y alineadas las familias y
demás deudos en diferentes filas), acrecentaban la isla de mulatos,
generosamente daban la libertad a los hijos de sus negras mancebas,
y opíparamen­te yantaban en las abundantes fiestas de guar­dar con
el concurso de no pocos poetas, cantan­tes y músicos, mientras que,
por la imitación trabajosa, a cuantos no heredara Fortuna el juego
y la blasfemia y el concubinato y el robo así los amontonó a todos,
la gente de bien como la gente cruda, merecerían un juicio que nos
libra de hi­perbolizar en estas líneas: Si S. M. hubiese de condenar
a destierro a los que viven del contrabando, dejaría desierta la Isla.
Lo que, documen­talmente, se halla en carta del Juez de rescates,
li­cenciado Hernado Varela, año de 1596, y se enun­cia así: «Todos
los vecinos desta isla, hechas cinco partes, las quatro y media han
rescatado y han traido navíos arribados, y si con estos se ejecutan
las ordenanzas de las Indias, esta isla quedará des­poblada».

v Santo Domingo 14 de mayo de 1567.— Grajeda al Rey: Que,


después de partido Arias de Herrera, sus compañeros le han hecho
muchas insolencias, por no convenir con las discordias de antes que
ahora se renuevan. El fiscal Santiago de Riego cuando llegó se fue
a vivir con el oidor Ortegón y allí se estuvo muchos días hasta que
buscó casa. El doctor Cáceres dió al fiscal un negro y una negra para
que le sirviesen. Así quedaron unidos los tres con amistad tan grande
y con tan cerrada conversación, «que de las visitas que han hecho
y hacen de día y de noche a mujeres sospechosas, han causado gran

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

escándalo en el pueblo y de esta causa el fiscal les ha estado tan sujeto


a su querer, que parece que no vino sino a vengar sus rencores y a
satisfacer sus aficiones, y así se han acudido y acuden los unos a los
otros como suelen hacer los bandoleros a los de su banda; y de aquí
vino que el doctor Cáceres ha tenido y tiene mucha mano en casa de
don Cristóbal Colón, hijo del Almirante de estas Indias, por medio de
su tercera mujer del dicho don Cristóbal, casó al licenciado Ortegón
con una hija suya que no había doce años cumplidos, sobre que ha
habido muchos juicios en este pueblo, y dicen, y por cosa cierta, que
en las fiestas que se hicieron en este casamiento, quedó el licenciado
Ortegón con deuda de más de veinte mil pesos». Y tratando en la
misma carta del envío que de Oidor la Audiencia trataba, para la
investigación de la contratación que los españoles habían hecho con
John Hackins y otros corsarios en Venezuela, dice que «estando esto
así, me dijo el licenciado Ortegón que este era negocio con el cual
pudiera salir de necesidad y pagar sus deudas, si yo fuese de parecer
que él fuese por pesquisidor con salario competente; yo le respondí
que no había de suplir su necesidad con cargo de mi conciencia y
perjuicio de mi honra», etc.— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 4 de junio de 1569.— Los regidores al Rey:
Desde que vino de oidor el licenciado Peralta, ha mostrado no tener
experiencia ninguna, sin edad para ese oficio: «y es que en esta Isla
y en un pueblo que se dice Santiago, estaba una muchacha de hasta
ocho años, rica, huérfana de padre y madre, y trató de casarse con
ella; y no osando hacer otra cosa el tutor y deudo que en su poder
la tenía, vinieron en ello con cargo que la muchacha había de estar
en poder de dicho tutor hasta tanto que tuviese edad de poderse
casar y, quedando esto tratado y acordado así, el dicho lincenciado
Peralta, con título que iba a visitar la Isla, fue de esta ciudad al dicho
lugar de Santiago donde la muchacha estaba; por fuerza y contra la
voluntad de dicho tutor y deudo, le sacó la muchacha arrastrando y
violentamente». Hízole el tutor requerimientos y protestaciones ante
la justicia, «y sin reparar en esto ni en otra cosa, se la tomó y trajo
consigo a esta ciudad y cohabita con ella y la tiene en su casa, siendo,
como dicho es, de edad de ocho años, y con esto se ha apoderado en
ella y en la herencia». Manifiestan que todos esperan acá qué castigo
es el que se dará por este hecho, y firman Cristóbal de Tapia Porres,
Baltasar García, Gil González Dávila, Juan Caballero Bazán, Diego de
Acevedo, y escribano del Cabildo Diego de Medina.— AGI, Santo
Domingo 71.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Licenciado Gaspar de Peralta; su título de oidor, Gala pagar 15


de enero de 1568; licencia de ir a su destino, El Pardo 29 de enero
de 1568; AGI, Santo Domingo 899; — se embarca en Sevilla con el
Presidente Mejía el 5 de julio siguiente; AGI, Contaduría 1052; —
toma la posesión el 17 de agosto del mismo año; AGI, Santo Domingo
79;— para ser sancionado por su matrimonio con Leonor López de
Mena, párvula de ocho años, poco más, y por otras demasías con los
bienes de la niña-esposa, por real cédula de El Escorial, 5 de octubre
de 1569, se mandó al Presidente Mejía le instruyera causa y la enviase
al Consejo en estado de sentencia; AGI, Santo Domingo 899; pero
como en el propio mes, días después, fue nombrado Visitador de la
Isla el licenciado Juan de Valdivia, éste asumió la causa (que está en
AGI, Justicia 32) y lo declaró suspenso del cargo y oficio el 13 de
enero de 1571; AGI, Contaduría 1052.— Del escandaloso desmán
y exceso de este oidor se tomó ocasión para prohibir (real cédula
de Madrid 10 de febrero de 1575, y pasó a ser ley de Indias), que
virrey, presidente, oidor, alcalde del crimen ni fiscal de Audiencias
Reales pudiera casarse en su distrito sin licencia previa; ordenación
gravada más tarde con la privación ipso facto del oficio si se casaba,
lo que tendría, desde luego, el mismo efecto por el sólo hecho de
intentarlo.— Como la práctica fue menos dura que la ley en este
caso (y así en otros), Peralta no lo pasó muy mal porque fue después
provisto fiscal de Quito (1573-1578), oidor de Santa Fe (1581-1591),
y oidor de las Charcas (1591).
v El oidor Alonso Cáceres de Ovando fue suspendido por Valdivia
el 2 de octubre de 1571 con privación de su salario, a partir de 1º de
mayo anterior, AGI, Contaduría 1052; y como temiese que el juez le
embarcaría para España, y tuviese valedor en el Consejo (don Juan
de Ovando), ganó real cédula de San Lorenzo 7 de agosto de 1572
para que Valdivia le dejase ir a donde quisiese, AGI, Santo Domingo
899; posteriormente, otra para que se le pagase el salario que le había
corrido hasta la fecha de la suspensión, y cobró en ausencia, por
tener ya comisión real para residenciar a las autoridades de Cuba y
al Adelantado Pedro Menéndez de Avilés; en 1578 fue nombrado
oidor de la Audiencia de Panamá y allí murió en 1580.

74.— Con esto se incide indefectiblemente en el estado de la


clerecía tanto secular cuanto regular. El arcediano Sancho de las

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Mariñas, pro­visor del Arzobispado un año después de haber venido,


abre y cierra con la llave de su anhelada prosperidad el libro de los
cánones de la inquisición, y a cuenta de lo percibido echa a los
infiernos, sin esperar a que se muera y que Dios lo sentencie, al P.
Manrique; un deán, como el muy ilustre señor don Pedro Duque
de Rivera, co­mienza durante la acefalía de la Iglesa la fábri­ca de
material durable del Hospital de San An­drés a cargo de los diezmos
al hospital pertene­cientes; los libros manifiestan, luego de recibirse
real mandato de residenciar la Caja de la Fábri­ca de la Catedral,
que los gastos alcanzan y lle­gan a 34.000 ducados, pero los peritos
avalúan la obra y apenas la aprecian en 10.000; y, aun­que canónigos
dicen que en la cuenta se ha me­ter la casa nueva de la barragana con
la que di­cho deán está públicamente infamado, por no ser hospital
la tal casa ni tener el Cabildo escri­tura ninguna, la averiguación
no se hace. Fran­cisco de Liendo, canónigo por la mañana y galán
por la noche, recita versos de todos los colores del espectro y, a
veces, el combinado de amarillo y azul. Los frailes franciscanos y
sus tradicionales amigos los dominicos, con parecida suerte como
contagiados del propio mal general, arrincona­ban a los veteranos
como a estorbos insufribles, se conducían generalmente que ni olían
ni apes­taban, pero en las congregaciones eleccionarias armaban tan
recias y ruidosas baraúndas aciclo­nadas entre religiosos peninsulares
y criollos que, si todos hubiesen sido contemporáneos cuando las
provincias americanas propugnaban su indepen­dencia política, el
mismo tercio habrían hecho co­mo capellanes castrenses que como
milicianos de trabuco o porra al servicio de sus respectivas bandas.­
75.— Nada de lo que antecede corresponde aparentemente a la
historia militar de Santo Domingo; ello es justamente lo que importa
cono­cerse de antemano y como precedente de aquel ignominioso
suceso que en los mismos días del Presidente Mejía se ofreció y fué
hito que Juan de Castellanos redujo a octava real para guiar a sus
lectores hasta el desastre de 1586. “De guerra la ciudad muy olvidada,
cuantos en ella son, mal advertidos, —como si para ser asegurada

238
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

—de casos en el mundo subcedidos— tuviesen una cédula firmada


-de Dios para no ser jamás rompidos; —como quiera que en tie­rras
como éstas— siempre deven estar deffensas prestas”. Hallábase en
el puerto una flotilla al mando de Pedro Menéndez Márquez (la
segunda vez que había venido para comprar bastimentos de carne
y cazabe para las guarniciones de la Florida) y había traido orden
de su tío el Ade­lantado, y en ello estaba, de recoger la gente que
tenía repartidas entre puertos de islas, para con ellos cubrir las bajas
ocurridas en las tierras del Adelantamiento (tierra de promisión
desde allí hacia el Norte para los franceses hugonotes, de quienes
se recelaba hiciesen nuevos esfuerzos para expulsar a los españoles
de la Florida; y el mismo don Felipe II mandó, desde luego, que el
Adelantado estuviese apercibido, previniendo así la res­puesta que el
almirante Coligny daría con hechos a la ayuda de dineros y de una
división de los ejér­citos de Flandes para que luchasen al lado del
Du­que de Guisa y partido católico de los franceses, en lucha civil y
religiosa); empero, así como fué notorio que se cruzó con los piratas
y no quiso distraerse y aventurarse peleando con ellos, tampoco fué
sincero en manifestarse en junta de gue­rra con la Audiencia, pues
alegó que antes de­bían proveerle para combatir con todos elemen­
tos de guerra; y como hubiese en ello dilación molesta, sin tener
la Fortaleza cantidad de mu­niciones para dar y quedar en estado
de defen­sa, al fin, en declinación de su propio honor por amor de
la empresa del pariente, propuso que entre unos veinte navíos que
habían en el puer­to, se hiciese armada con los auxilios más pron­
tos que se juntasen; de que no llegó a hacerse acuerdo favorable.
Al propio tiempo los ladrones, que habían subido por el rio Zoco
y ejecutado los desmanes de su profesión, se rehicieron de carne
y de todos víveres, tomaron rumbo confor­me a los avisos que de
la misma república muni­cipal y comercial graciosamente se les
daban y salieron de nuevo al mar para echarse sobre nue­vos navíos
sorpresivamente. Aquella sucesión de pérdidas motivó el hacerse
otras diversas juntas; y aunque dos oidores fueron encargados para

239
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

obrar pronto en ello, aún antes de veinticuatro horas deshicieron


los acuerdos tomados, porque Menén­dez Márquez (que debía mirar
que Española y Florida todo era dominio de S. M., tenía horn­bres
de guerra y se le daban las posibles municiones), obrara su deber. En
la relación que el Presidente envió al Rey en su Consejo de Indias,
decía más: el capitán pirata soltó a uno de los prisioneros españoles
que tenía, con carta para la Audiencia llena de desacatos y con cierta
enu­meración de los robos que había perpetrado; y que, en cuanto a
robos, no se desfiguraban los Menén­dez, tío y sobrino, pues llevaban
los dineros de S. M. en Santo Domingo entre salarios, provisiones y
reparaciones de navíos, sin prestar la menor atención al real serviclo.
Y porque del celo con que aquí se servía no hubiese duda nin­guna,
por otra carta del mismo Mejía, meses adelante, dióse aviso al Rey de
estar la defensa de la ciudad tan allanada y corriente, que ya, con los
avisos llegados de Canarias, eco de las prevenciones mandadas hacer
por enero de 1569, de haber en los mares nuevas partidas de corsarios
y piratas, a las prevenciones hechas y se seguían haciendo (de que los
oficiales reales dieron cuen­ta, al par que Bastidas, disconforme por las
estre­checes con que se le atendía por Audiencia y ofi­ciales, solicitó
pólvora, municiones, armas, artille­ros y una guarnición permanente
que cubriese la falta que ya hacían los soldados reconducidos a la
Florida), fué oportuno, si bien mal aprovechada la coyuntura, que
el 26 de marzo hubiese entrado en el puerto de Santo Domingo
la fuerte armada de Pedro Menéndez (tio y sobrino) y que con los
mil hombres que habían pasado muestra, casi todos con arcabuz en
las manos, antes recibiría daño el enemigo que no el hacerlo. Con
presupuesto, si no faltaba pólvora, que repetidamente se pe­día. Sino
que ninguno reformó su vida (se especu­laba desembozadamente con
las licencias para salir de la Isla, premio que no todos podían suplir,
y por ello las salidas clandestinas eran muy frecuen­tes y numerosas),
ni se reconciliaron las cabezas para con el buen ejemplo propio sacar
la autoridad de la ruin abyección en que diferencias particula­res la
tenían puesta, ni se vedaron las diversiones excesivas en ciudad

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

donde hasta el más infeliz del pueblo rivalizaba en el lujo del aseo
y del bien vestir (efloración lujuriosa de todo lo bien y todo lo mal
adquirido, independientemente de la restriccion o de la libertad de
comercio), y era lo usual en la Isla, como lo era en otras muchas
partes desde los días del descubrimiento; de que dió cuenta el prelado,
más llevado de las normas concernientes a la división de clases,
que de su aversión a tratar con gente pobre que había de contraer
infinidad de obligaciones por no manejarse civil y socialmente con
gentes que por su raza estaban libres del perpetuo martirio de la
exudación pestilente que de la suya era propia, y siendo a la vez para
el blanco tormento horripilante contraer el mismo complejo, aunque
transitorio, permaneciéndose unos momentos de bajo la influencia
del trabajador y en el ambien­te natural de sus trajines. Aviso, en
verdad, no frí­volo, pero supérfluo. A ninguno se le ocurrirá ja­más
no juntar con abundancia porque hay ladro­nes; o dejar de labrar la
tierra junto a los ríos ni lejos de él, porque si se sale de madre o la
tormenta implacable adviene, todo se destruye y arrasa; ni hacerse
casa en que vivir ni amueblarla porque el terremoto o el huracán
despiadado se la abata; ni vestirse y lucir a la luz del sol, por­que sea
pobre; sino que, siendo un mal social que predomine la inmoderación
donde la codicia cre­ce y aquélla se extienda y arraigue más y más si a
ésta le porfía la envidia,y por esa inmoderación general, los pueblos
así olvidados de la ley de Dios los que, como si las buscaran, se atraen
toda clase de desdichas, miserias y calamidades, y pa­ra ellos, sin ley
divina, no hay más ley que valga como vale la ley de la espada o
la ley del fuego, que brinda a los que la practican cuanto pueden
acarrear, y lo que no, dejan en ruinas o reducido a pavesas. A lo que
por sus pasos contados, por no haber oidos para la predicación ni
predicadores que hablasen a los oidos, caminaba la alegre y confiada
ciudad de Santo Domingo, y tan ajenos sus habitantes de haberse
ya transformado el corsario calculador que comerciaba en el pirata
cruel que depredaba.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Al alcaide don Rodrigo de Bastidas se dieron sus saguarda»; y


desde enero siguiente eran ya «cinco hombres, Jiménez de Peralta y
Bazán, a S.M.: —«Por otras habe que guardan la Fortaleza».— AGI,
Contaduría 1052.
v Santo Domingo [sin fecha] 1569.— Los oficiales reales Jiménez
de Peralta y Bazán, a S.M.; «Por otras habemos dado quenta a V.M.
cómo el Adelantado Pedro Menendez, quando truxo los soldados
para guarda desta ciudad, vesitó la Fortaleza con el Presidente e
Oydores y nosotros, y con acuerdo y parecer de dicho Adelantado,
se haze un baluarte grande o fuerte adonde está el artillería y fuerza
de toda esta ciudad, e es muy bien gastado todo lo que en él se gasta:
a V.M. suplicamos mande que fortifiquemos todo lo que falta en la
dicha Fortaleza, pues y piden pólvora en cantidad y azufre y salitre
para hacerla.— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 20 de enero de 1569.— Pedro Menéndez Márquez
al Rey: dice que recogió de Puerto de Plata «los soldados que allí
estaban de guarnición por orden de V.M…. Yo me fui luego con tres
galeones al puerto de Guaba que está a cinco leguas de la Yaguana,
donde suelen acudir navíos de corsarios y, como llegué, tuve noticia
que un día antes había llegado allí un navío francés y que le habían
dado bastimento y aviso de cómo andábamos en la costa, y por esta
razón el francés se había ido. Yo salí luego en su seguimiento y a
cabo de tres días le encontré en la mar y le tomé, en el cual había
veinte y cuatro franceses y traían un negro por piloto; venían pobres
y desbaratados porque había ocho meses que los había robado un
inglés que dicen Jhoan Aquines, y todo este tiempo los trujo consigo
hasta fin de julio, que el inglés desembocó la Canal de la Bahama.
Los repartí luego por los galeones como mejor me pareció hasta tener
otra orden del Adelantado. Dícenme que el inglés iba muy rico de
oro y plata que había robado y rescatado con seis naos de armada, y
cuatro más que había tomado» .— AGI, Santo Domingo 71.
v Madrid 25 de enero de 1569.— Real cédula a la Audiencia
(recibida después de haber fallecido el Presidente Mejía): que los
vecinos estén apercibidos contra corsarios franceses y tengan las
armas a punto de servir en guerra (dase asimismo la facultad a la
Audiencia para que entretanto llega Alcalde Mayor, tirular, de la
tierra adentro, nombre un interino que vigile no se hagan rescates
en su partido); AGI, Santo Domingo 899.— Por las instrucciones
dadas para el alcalde mayor de la tierra adentro, de 1 de octubre de

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

1569, y por el aviso contenido en la cédula precedente sobre impedir


los rescates, la antigua obligación de visitar la tierra adentro no fue
relajada en manera alguna, por no ser del cargo del alcalde mayor
la visita de pueblos, ingenios y estancias; y por lo que toca a ambos
cabos, implantada de visita, se predió pronto que el tal alcalde mayor
fuese eliminado enteramente, pues, como el Presidente González de
Cuenca se viese aturdido con las rudezas del primero alcalde mayor
nombrado por la Cámara, si el oidor qe visitase mayor nombrado por
la Cámara, si el oidor que visitase la tierra habría de hacer lo mismo
que aquél; petición de 1581; AGI, Santo Domingo 51.
v Santo Domingo 23 de mayo de 1569.— El alcalde Bastidas al
Rey, sobre la Fortaleza, su estado, y que S.M. mande enviar lo que
tiene pedido, «excepto que el año pasado se me enviaron ciento
e cinquenta arcabuces, los quales el Presidente e Oydores desta
Real Audiencia, porque no se perdiesen, o por no podellos en esta
Fortaleza sustentar, los repartieron por vezinos desta ciudad para que
los tuviesen en guarda». Hay necesidad de 500 qq. de pólvora y que
se envíen artilleros, «porque no tiene más de dos, siendo necesario,
por lo menos, seis, porque tienen que gobernar hasta sesenta piezas
gruesas….y de gente de guarnición para guardar, andando los
enemigos quatro o cinco leguas deste puerto, como an andado estos
dias dos navíos, el uno francés y el otro inglés, robando quantos barcos
andaban en el trato deste puerto; los quales, después de aber robado
lo que an querido, se an ido. Esta Fortaleza se provee muy mal de
lo que pide en defensa y guarda, diciendo no tener comisión de V.
M. para ello, y lo mismo hazen oficiales».— AGI, Santo Domingo
71. (Otra carta anterior sobre las mismas necesidades, se presupone
sirvió para la expedición de la cédula de 19 de noviembre de 1565,
en la que mandaba hacer la dotación de artilleros); se repite ahora la
misma petición por el Alcaide por no haber conocido aquella cédula
más que por no haberse ejecutado lo dipuesto sobre artilleros.
Si el propio Alcaide de la Fortaleza fue simplemente un figurón que
ganaba sueldo por no hacer cosa de provecho en Fortaleza que, donde
está, jamás sirvió para defensa de la ciudad, ya se colige que el haber
artilleros y el no haberlos, era lo mismo. Con todo, estos hombres,
un siglo entero fueron los únicos que, en el ángulo artillado junto
al que se hirgue la Torre del Homenaje y con una tenue escuadrilla
de vigilantes y vigías, dieron ser y vida castrense a la pomposa e
inútil Fortaleza, siquiera porque las cajas de guerra y los cañonazos

243
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de alarma en las ocasiones, o el tiro anunciado de barcos mercantes


que arribaban, ponían en movimiento al vecindario para hacerse
alardes, o para resucitar las esperanzas muertas en la renovación de
vituallas y mercaderías de España. No eran soldados, propiamente, los
artilleros, sino gente perita por práctica para dar pelotazo de hierro
y fuego en el blanco; con más frecuencia si, por caso, se les enviaba
a la mar en busca de corsarios y contrabandistas; y pues vivieron de
ordinario en un como recinto militar junto a la Torre, se juntan aquí
los recogidos de registros y otros papeles, con más aquellos a quienes
se confió la artillería de los fuertes construidos para ir adelantando
la fortificación de la ciudad durante el siglo XVI; y no parece que
fueron muchos más que los colectados (después que dejó el alcaide
de cobrar por los artilleros), porque la misma cortedad del salario
aburría del oficio a los asentados, y a todo otro capaz de hacer asiento.
Otras noticias correspondientes a artilleros se acompañan y siguen
cronológicamente, con fuentes de información que, salvo indicación
particular, se hallan en AGI, Contaduría 1050 a 1055, según los
tiempos:
*1520. El alcaide de la Fortaleza estuvo desde los principios obligado
a tener consigo un artillero. — Al alcaide Francisco de Tapia se le
dieron 7.200 maravedís «del salario de un artillero que es obligado a
tener en la Fortaleza, de la paga del tercio postrero de dicho año, a
razon de veynte e un mill y seiscientos maravedis por año».— (En
el tomo I se refieren los cubileteos del alcaide Fernández de Oviedo
para él administrar tales salarios sin ser artillero).
*1528. Maestro Hernández: fue también polvorista.
*1538. Real cédula de Valladolid 23 de enero, a la Audiencia: que
despida a los cinco artilleros que había tomado por la guerra con
Francia, por no ser ya necesario; el limpiador de las armas, también;
y cuando sea menester limpiarlas, paguen a sujeto que lo haga, y
despidan.— AGI, Santo Domingo 868, lib. 1, f. 139v.
*Juan de Mata, de nombramiento real; tuvo a su cargo la guarda del
almacén y limpieza de armas y artillería; de su enemistad e incidencias
con el alcaide-cronista, en este tomo, p. 26 ss. (V. también tomo I,
p. 35.3).
*1541. Simón, Tomás (alemán) y maese Pedro.— AGI, Santo
Domingo 10.
*1557. Se paga este año a dos “artilleros nuevos”.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

*1564. Andrea, de los artilleros de la armada de don Juan Tello de


Guzmán. De Andrea y de otros, en general, el año se da como dato
hallado, y no como tiempo entero del oficio.
*1564. Juan García Montañez, de la misma armada; servía en 1565
y todavía en 1574.
*1566. Maese Jácome Fernández, marinero que fue en la armada
mencionada; despedido el 15 de febrero de 1567. Posteriomente,
1583, servía en la fortaleza de Puerto de Plata, con compañero maestre
Cristóbal Pérez.
*1570. Maese Antonio, que terminó su contrata de artillero el 19 de
abril de 1570, y recibía 15 pesos de cuartos al mes.
*1571. En los principios del año había un solo artillero; corsarios
obligaron a que la Audiencia admitiese dos más, y el Rey envió
personal de España, como ya se anota, por la petición de Bastidas en
1569, que reclamó no haberse cumplido en esto anteriores órdenes.
*1571. Felipe de Amberes, nombrado por el Rey artillero de la
Fortaleza; su salario le «comenzó a correr en quatro de agosto de
mill y quinientos y setenta y un año, que con él se hizo asiento en el
puerto de Sanlúcar de Barrameda por mandado de S.M. y su servicio
activo debía durar un año, que comenzó el 6 de noviembre de 1571.
Era también polvorista.
*1571. Diego Hernández, alférez que fue en la armada de Tello de
Guzmán; cesó este año, y volvió al servicio el 1o de noviembre de
1572.
*1571. Juan Flamenco (flamenco); antiguo mercader de materiales
navales, pirotécnico asimismo y hábil para jugar con fuego, tuvo
alquilada su casa y dos bodegas a la armada de don Juan Tello de
Guzmán “estando en carena”. Fue a España, y ganó dos reales cédulas:
una, en agosto 6, 1571, para que, aún habiendo en Santo Domingo
otro artillero, se le pagase conforme a su asiento; otra de 13 de julio
anterior para que la Casa de la Contratación enviase con el artillero
que buscase 50 qq de pólvora de cañón, y 12 qq de pólvora de arcabuz,
y 30 qq de salitre; procurando, por la necesidad de la Isla, el dársele
cabida en la flota que aprestaba ya su salida.— AGI, Santo Domingo
899. (El flamenco no trató directamente con el Consejo, sino la Casa
por él.)
*1572. Antonio Gómez, polvorista, mencionado este año capitán de
artilleros; su salario mensual 80 pesos de mala moneda; constructor
que hizo obra larga en la Fortaleza.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

*1574. Juan Leganés, por el Rey nombrado, cédula de Aranjuez 12 de


mayo, artillero de la Fortaleza por defunción de Antonio Gómez.—
AGI, Santo Domingo 899.
*1574. Juan de Victoria, griego, que sirvió en Puerto de Plata desde
el 5 de septiembre de 1578; AGI, Santo Domingo 22.
*1574. Juan de Victoria, griego «artillero del fuerte de San Lorenzo
desta ciudad»; corrían sus salarios todavía mediado el año de 1590.
*1574. Juan Domínguez de Salazar, también polvorista; había llegado
en la armada de don Juan Tello, y estaba sirviendo el oficio en 1584.
*1574. Juan Vázquez.
*1578. Juan García Villar, hasta 1584; temporero, o por tiempos
interpolados, hasta 1590; había llegado en la armada de don Tello.
*1582. Maese Cristóbal Pérez, lombardero, quien seguía en 1583.
Volvió a Puerto de Plata en 1591, con compañero Julio Bautista.
*1587. Pablo Mateos, «artillero del fuerte de San Felipe» desde el
14 de enero; cobraba por el oficio en 1594.
*1589. Andrés Domínguez, «artillero del fuerte de Ntra. Señora del
Rosario».
*1593. Miguel Domínguez. Se pagó a la viuda Maria de Astorga desde
1º de septiembre «hasta seis de febrero de noventa y quatro, que se
ahogó en la playa de Ocoa, yendo por artillero en una de las canoas
de armada que salieron desde puerto [de Santo Domingo] contra la
lancha del inglés, capitán Antolino».
*1593. Gaspar Vicencio, griego, de la armada de don Tello; su servicio
en Puerto de Plata; despedido por viejo e ineficiente el 5 de julio de
1594.
*1595. Se techan de nuevo y se colocan puertas grandes y marcos y
puertas de ventanas a los dos aposentos de los artilleros «que están
junto a la entrada del Castillo [o Torre del Homenaje]».
*1596. Francisco García, «artillero del fuerte de Ntra. Señora del
Rosario»; en el oficio en fin de junio de 1597.
*Juan de Niculao; temporero, entró artillero de la Fortaleza el 20
de octubre de 1596; desde el 20 de julio de 1598 cobró hasta 20 de
octubre siguiente como «artillero de la Torrecilla de la otra banda»; de
la Fortaleza, en 1599; salió, y fue admitido otra vez el 5 de diciembre
de este año «por la nueva de la armada inglesa que estaba sobre las
islas de Canaria el dicho año».

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

*1597. Juan Gutiérrez, «artillero del fuerte de San Diego», nombrado


por don Diego Osorio el 14 de noviembre con 50 ducados al año,
«como ganan los demás artilleros».
*1598. Luis de Cárdenas, artillero «en la Fortaleza desta ciudad en
el fuerte Santiago della». Este sujeto cobraba a razón de 250 ducados
por año.
*1598. Melchor Francisco, nombrado por don Diego Osorio; sirvió
«así en la Torrecilla como en la Fortaleza», tal vez fue el maestre
Francisco, despedido el 30 de abril de 1601.
*1599. Hércules Verenciano, de la Fortaleza, por nombramiento de
7 de septiembre.
*1599. Antonio de la Maza, artillero del fuerte de Ntra. Señora del
Rosario, lo era en fines de este año.
v Reparos en la Fortaleza: son tasados los trabajos hechos por Lope
de Amaro (tasadores los albañiles Juan Prieto y Pedro Moreno), y se
le dan 177 pesos el 4 de julio de 1569.— AGI, Contaduría 1052.
v Santo Domingo 31 de mayo de 1569.— Carta (capítulo) del
Presidente Mejía y oidores Grajeda, Peralta y Vera; en la flota en que
vinieron el Lic. Santiago de Vera y el arzobispo [Fr. Andrés], llegada
el 4 de mayo antecedente, se recibió la cédula sobre estar apercibidos
contra franceses e ingleses; y piden hasta 150 qq. de pólvora de cañón,
más 50 qq. de salitre para la Fortaleza, y alguna pólvora de arcabuz
«para que los oficiales de V.M. de esta Isla la vendan a los vecinos
de ella, porque la haya, y esta ciudad esté del todo bien apercibida»;
AGI, Santo Domingo 71.— La respuesta real por cédula de Madrid
19 de septiembre de 1569 dejó bien recortada la merced: que a la
Casa de la Contratación se ha ordenado envíe 100 qq. de pólvora de
cañón, 30 qq. de salitre y 12 de pólvora de arcabuz, todo consignado
al alcaide de la Fortaleza. Y pues dieron cuenta de haberse comenzado
la fortaleza de Puerto de Plata y pidieron el dinero de las cuentas no
cobradas del tiempo del tesorero Alonso de la Torre, y que ya se habían
gastado 10.200 pesos, y que para acabarla son menester otros 20.000;
se aprueba que de dicho dinero se acabe, y avisen de lo gastado; AGI,
Santo Domingo 899.— (Todavía se recortó más la merced en 1571,
cuando se ordenó que aquellos efectos se entregasen al artillero Juan,
flamenco, que se enviaba a la Isla; AGI, Santo Domingo 899).
v Licenciado [Juan] Santiago de Vera; su título de 19 de junio de
1568; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090; — se embarcó

247
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el 19 de marzo de 1569; AGI, Contratación 1052; suspendido por


el visitador Valdivia el 3 de octubre de 1572; AGI, Contratación
1052. Fue sucesivamente Oidor de Guadalajara (1572-1578), Alcalde
del Crimen en Méjico (1578-1583), Presidente de la Audiencia de
Manila (1583-1589), Oidor de Méjico (1589-1593), y Presidente de
la Audiencia de Guadalajara (1593), donde murió.
v Santo Domingo 6 de junio de 1569.— Los oficiales reales al Rey,
sobre los infortunios de la Isla a causa de la enemistad del Presidente
Mejía con muchos vecinos «por su terrible e insufrible condición, y
para prueba de que él es causa de todo, sólo bastará entender lo que a
todos es notorio, que ni cupo en Nueva España con Virrey y Oidores
y pueblo, ni en Guatemala, ni en España donde ha gobernado…. »
Dicen que la Audiencia mandó se hiciera armada y para ello hizo junta
con los oficiales reales; y como éstos manifestaron no convenía gastar
en balde 18 o 20.000 pesos porque con avisar a Menéndez de Avilés
se lograba castigar a corsarios, el Presidente mandó que todos tres
oficiales se saliesen de la junta; después de lo cual, les dio orden para
hacer los gastos de dicha armada; no quisieron dar dineros ninguno,
porque en prepararla se iban los corsarios como tantas veces habían
hecho; y pedía providencia. Carta firmada de Álvaro Caballero, Diego
Jiménez de Peralta y Pedro Bazán. — AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 30 de marzo de 1570.— El Presidente Mejía al
Rey, capítulo de carta: «De Tenerife y La Palma hemos tenido aviso de
corsarios, estamos prevenidos, y así el día de Pascua de Resurrección
asomó en la boca de este puerto Pedro Menendez con nueve navíos;
juntámonos en una hora un mil hombres de pelea en la Fortaleza y en
la mar y en tierra, y creo que aunque vengan cien naos, antes recibirán
daño que lo hicieren». Pide 40 qq. de pólvora por la necesidad grande
que hay de ella algún plomo». Y en nota, al margen: «Se escribió».—
AGI, Santo Domingo 71.— En esto de los alardes (reseñas, revistas),
a Mejía en aquella sazón se amonestaba por real cédula de Sevilla 7
de mayo de 1570, pues como no acostumbrase ese Presidente oir con
calma y recibir con juicio avisos sobre tal obligación, diciendo que en
lo que a él tocaba hacer, se lo sabía de memoria y tal, se le mandaba
el hacer los alardes en la Isla para mejor acudir a su defensa, y que en
esta razón se enviaban arcabuces, artillería y municiones; ejercicio
que «había cesado por impedirlo vos el Presidente, diciendo que os
pertenecía el hacer las reseñas y alardes, de que estamos maravillados,
viendo lo que conviene que esta orden y buena costumbre se guardase

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

para que los vecinos se ejercitasen en las armas».— AGI, Santo


Domingo 899.
v Santo Domingo 31 de marzo de 1570. — Presidente y Oidores
piden pólvora y plomo; al margen de la carta se escribió: «Cédula
para que los oficiales de Sevilla, juntamente con la pólvora que les
envían, envíen también algún plomo». Y en nota, al margen: «Se
escribió». AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 27 de mayo de 1570.— El Presidente Mejía al Rey,
capítulos de carta: «Un inglés ha tomado ahora aquí un navío y ciertos
cueros cargados; pocas veces saltan en la punta de la Isla; tenemos
nuevas de muchos de ellos por estas comarcas».— «Yo tengo en lista
toda la gente que hay en esta ciudad para tomar armas, y son cuasi mil
personas y la mayor parte arcabuceros; no tienen pólvora ni se halla
a comprar…..», (la pide) «y hago alarde las veces que me parece. El
día de Pascua de Flores amanecieron sobre esta ciudad nueve navíos
y sospechamos eran corsarios; se hizo una hermosa junta de gente de
guerra; era Pedro Menéndez que iba a Tierrafirme. Cuasi nunca faltan
corsarios en la Saona».— AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 14 de abril de 1571.— El arzobispo al Rey: «En
esta ciudad de Santo Domingo hay grande exceso, demasiadamente,
en el vestir de las mujeres y de los hombres, tanto, que el paño es ya
supérfluo por fino que sea, y ninguna mujer ni hombre hacen ropa, que
no sea los hombres de raja o de seda por bajos que sean, aunque sean
oficiales, y las mujeres de seda sola con guarniciones de oro y de plata,
aunque sean mujeres de bodegoneros y de otros oficiales, de manera
que los oficiales de todo lo que ganan, gastan poco en sus haciendas
y todo lo que les resta echan encima a sus mujeres y de sí, y así están
todos pobres y adeudados»; AGI, Santo Domingo 71. Esta carta carecía
de mérito, por ser mera denuncia soslayada de no cumplirse en la Isla
una real cédula de Madrid 3 de febrero de 1569, en la que se insertó
la pragmática vigente en España sobre trajes y vestidos, para que se
observase en la Española; AGI, Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 1º de septiembre de 1571.— El arzobispo al Rey:
dice que, por muerte del doctor Mejía, la tierra está sosegada; abona la
conducta de los licenciados Cáceres de Ovando y Santiago de Riego
[sus parciales y valedores en las travesuras pasadas], y espera que vistos
los autos de la residencia de ellos [hechos por Valdivia, desafecto],
S.M. mandará descargarlos; AGI, Santo Domingo 71.— Fr. Andrés
de Carvajal, mientras vivió, siguió siendo presa del complejo en que

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

se envolvió sin tener y sin conseguir por vías rectas y llanas caudal
para dar fomento a un exagerado nepotismo, y por ello hubo de
estar siempre a la greña con otros dos Presidentes y también con su
Cabildo Catedral y con los religiosos franciscanos, y así entreveró
sus diligencias espirituales con las temporales sin aquel acierto que
por bastantes documentos se reconoce. He aquí mención de varias
reales cédulas: Escorial 18 de noviembre de 1568 al arzobispo Fr.
Andrés; que vaya a su Iglesia sin esperar las bulas por la falta tan
larga de pastor, y, en llegando, «sepáis cómo y de qué manera están en
vuestra diócesis las cosas espirituales, y qué iglesias y monasterios hay
hechos y qué diezmos ha habido, y cómo se han gastado y distribuido,
y si no estuvieren hechas las iglesias y monasterios que convienen,
proveáis que luego se hagan y edifiquen en los lugares y partes que a
vos y a nuestra Real Audiencia de la dicha ciudad pareciere, y pornéis
los clérigos y religiosos que convinieren para la administración de
los santos sacramentos, entretanto que Nos, como patrono de las
dichas iglesias y de las otras de las Indias, mandamos proveer en los
beneficios de ellas las personas que los sirvan». De la propia fecha
las siguientes: una, licencia para que el arzobispo Fr. Andrés pueda
embarcarse; otra, para que lleve 18 criados; otra, para que conduzca
sus tres esclavos negros; otra, de concesión de 400 ducados en
Sevilla de los frutos de la vacante anterior; otra, para que lleve seis
labradores y de ellos tres sean casados y vayan con sus mujeres e hijos;
otra, finalmente, de 23 de noviembre, para llevar en su compañía
seis frailes de su Orden; AGI, Santo Domingo 899.— Entre los 18
criados estaban tres sobrinos carnales de apellido Cáceres Carvajal,
y a éstos habría de dar heredamientos de casas y tierras, y en las
tierras meter aquellos labradores, paisanos y quizás de la parentela, y
entretanto había de correr con la carga de sustentarlos hasta tenerlos
heredados, y a los seis frailes más regalados que en conventos (tres
trajo y los tres se le quitaron por disposición real); así toda la guerra
de este pastor con unos y con otros, Presidente, oidores, regidores,
canónigos y frailes, guardaba relación con los tropiezos de no hallar
“cum quibus quomodolibet” tan pronto como fáciles fueron intentos
y pensamientos. Como arreciasen las quejas (de que están recogidas
numerosas cartas), se despachó real cédula de Madrid 28 de diciembre
de 1574, amonestándosele que gobernase bien su Iglesia, pues se tenía
entendido que, después de haber recibido la admonición anterior,
hacía todo lo contrario, y que S. M. se tendría por muy deservido si
no ponía remedio en ello; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 44.

250
Capítulo VIII
Presidencias de Alonso de Grajeda (3ª interinaria)
y del licenciado Francisco de Vera (1570-1576)

76.— A la muerte del Dr. Antonio Mejía, como era de ley,


sucedió, en tanto el Rey enviase Presidente titular, el viejo oidor
decano Grajeda. Grande fué el fermento de las contiendas entre
el difunto Presidente y el arzobispo Fr. Andrés de Carvajal para
que aquello cesara, cuando estaban tan vivas las disensiones de los
Oidores entre sí y de éstos con el fiscal de la Audiencia, aunque
muy en breve habrían de pagarlas todas juntas, pues por comisión
particular, el nombrado juez Visitador, licenciado Juan de Valdivia,
debía hacer pesquisa contra los culpados en la deportación intentada
del arzobispo y aplicarles la pena correspondiente a tanto desafuero.
El principal culpable era difunto, y porque en todo obró con
asesoramiento de Grajeda, que a la vez obraba como comparte por
espíritu de desafección ejecutiva, sobre este recayó, finalmente, la
única sen­tencia posible y hubo de ser la de suspensión del oficio de
Oidor, meses después de haber cesado en la Presidencia interinaria
por la llegada del nue­vo propietario.
77.— Como se desatase en Francia, de parte de los hugonotes
una campaña contra las tropas españolas que por orden del rey don
Felipe de­bía facilitar al Duque de Guisa el Duque de Al­ba, capitán
general de la guerra que se hacían los Países Bajos y España, sobre la
real cédula de 15 de septiembre de 1569, enviada a Santo Domingo
para estar todos prevenidos contra incursiones francesas, se envió

251
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

otra de 26 de mayo de 1570 con órdenes estrechas, pues había guerra


con Francia, para tener las fortificaciones de la ciudad de Santo
Domingo a punto de batalla, lo mismo para la defensa que para la
ofensa posi­ble. Por la misma causa, más adelante todo lo favorable
para la conclusión de la fortaleza de Puerto Plata, fué atendido en
conformidad con las noticias del estado de su construcción, a fin de
terminarse y quedar artillada.
78.— Grajeda, Presidente, y sus compañeros Cáceres y Vera
(Juan Santiago de) escribieron a S. M. haber recibido la real cédula
con los avisos de estar apercibidos por haber guerra con Francia, y
que en esta atención ya tenían las pre­venciones necesarias, porque
“habemos hecho alistar muy particularmente toda la gente, y ver y
examinar las armas y aparejos y municiones que tienen, y habemos
puesto velas y centinelas cinco leguas de aquí, en una punta que
llaman Caucedo, que es importante tener allí tres hom­bres para que
den aviso con fuego y, viniendo por la posta por tierra antes que
navíos puedan llegar, para estar junta la gente cuando llegaren, y en
la Fortaleza se han requerido piezas y pólvora y otras municiones y
cosas necesarias, y señalado artilleros para tiempo de necesidad, y
se ha visitado y mandado hacer, en la playa que llaman de Güibia
(la nombrada «Güibia la grande», paraje costero en donde mucho
más tarde se hizo el fuerte de San Jerónimo, del que recibió nombre
la costa por aquella parte), que es me­dia legua de esta ciudad, un
parapeto y cestones para poder por allí defender saltar en tierra; y
porque en el desembarcadero del río de esta ciu­dad, a la puerta de
las Atarazanas estaba la puerta por hacer, aunque estaba formada y
sa­cada de cimientos más de un estado, y desde allí estaba por hacer
la cerca un buen lienzo de ella, el más importante de todo lo que
está hecho ni se puede hacer, para poder defender el saltar del río
en tierra en el muelle que está a la legua del del agua, vista tanta
necesidad y que para siem­pre era menester, hemos acordado de la
hacer, así la puerta como el muro y lienzo de él, y que se haga y gaste
de los pesos que hay de la sisa, la cual se impuso con licencia de V.
M. para ha­cer la cerca, y V. M. también dió para la hacer mucha

252
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

cantidad en negros, y casas que el Fisco Real tenía en esta ciudad. Y


porque después se hizo relación a V. M. que la cerca no era necesaria
y que se gastase en traer el agua a la ciu­dad del río de Haina, V.M.
lo proveyó ansí; y es ansí que el agua es imposible traerse con más
de quinientos mil pesos de esta moneda; y pues esta cantidad y sisa
se impuso para cerca, y para cerca hizo V. M. merced de los negros
y casas, nos pareció que era justo y necesario que de ello se sacase y
fortaleciese esta ciudad de una vez para que la gente no se desanime
y huya, no te­niendo defensa de donde puedan seguramente ofender.
Suplicamos a V. M., pues tan necesaria obra es y tan provechosa
para siempre, lo mande aprobar y dar por bien gastado, y que V. M.
mande que lo que restare de la dicha sisa y negros, que está echado
a tributo, V. M. mande que esta Real Audiencia lo mande cobrar
y gastar en cosas necesarias a la guerra, como son las que dicho
tenemos, y otras obras y edificios, pa­ra velas (vigías) y otros gastos
que necesaria­mente se han de hacer, o no estar apercibidos; y no
hay de qué se gaste, ni haga, y que no se gastará de vuestra Real
Hacienda. En la Fortaleza hay mucha artillería y no más de un arti­
llero y, por la necesidad presente, hasta dar de ello cuenta a V. M.
se proveyó por esta Real Audiencia y Oficiales de V. M. de la Real
Ha­cienda, que se tomasen otros, a lo menos por cuatro o cinco meses,
entretanto que V. M sea servido de lo aprobar y haberlo por bien,
pues es tan necesario, y que V. M. lo mande salariar para adelante,
para que haya dos artilleros a la continua y para la necesidad que
habemos hallado más diestros, y que los otros dos estén asalaria­dos
en la Fortaleza para conocer las piezas y tenellas en orden y limpieza,
y asolear la pólvora y lo demás necesario, que cierto es que para el
buen recaudo de la Fortaleza es menester pólvora y salitre y otros
pertrechos que el Alcaide pide y suplica a V.M. en una carta que
en este pliego va”, etc.

v La carta de la Audiencia de 29 de agosto de 1571; AGI, Santo


Domingo 71.— En otra carta de 10 de enero de 1572, firmada

253
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de Grajeda, Vera y Castillo, Oidores, se repitió el capítulo arriba


tomado de la precedente, pero se cambió la enunciación del aviso
Real; pues quedaban enterados de que el Conde Ludovico [Luis de
Nassau, hermano de Guillermo de Orange, “el Taciturno”] había
salido de la Rochela con una armada y el designio de poblar en
Indias; AGI, Santo Domingo 50. El aviso que dio el rey a las Indias
se apoyaba en el aviso de don Gueran Despees, embajador español
en Londres, 24 de julio de 1571, de haber entendido que en breve
saldría de la Rochela el Conde Ludovico con cinco navíos ingleses
para atravesarse con la flota española, si volvía de las Indias, para
apoderarse de ella y del oro y plata que condujera; AGI, Patronato
265, ramo 15.— Después de uno y otro aviso, don Juan de Acuña
escribió al Rey desde Fuenterabía, que el Conde Ludovico, ya en la
Rochela, por disgustos con ingleses, determinó no seguir en aquella
empresa marítima; AGI, Patronato 265, ramo 17. Y así la Historia
halla a Ludovico invadiendo Flandes por el Sur, haciéndose después
fuerte en Mons y capitulando posteriormente por faltarle enlace con el
Taciturno, agobiado por las resultas de la matanza de San Bartolomé,
y, finalmente, en otra campaña, que fue su última, pereció en el curso
de la batalla de Mook el 14 de abril de 1574.
v «Unos cestones y otras fuerzas» hechas en Guibia; «la fortificación
de Guibia que él hizo hacer, como en la ribera, con pipas de arena»,
fueron del cargo del licenciado Lorenzo Bernáldez de Lorca, por
encargo que le dio la Audiencia.— AGI, Santo Domingo 29.
v Juan Ruíz de Ochoa hizo información de méritos en 1574, y consta
por ella que en 1568 fue nombrado capitán de una estacada cubierta
hecha en la punta de Caucedo, y que con negros libres de la ciudad
había abierto un camino desde Caucedo hasta la ciudad de Santo
Domingo para la mayor facilidad de los avisos, y que hasta entonces
la costa así abierta, había estado montuosa, cerrada y fragosa. Este
sujeto alegaba, y era notorio, que sus servicios en Caucedo fueron de
vigilancia contra Lope de Aguirre y Juan Hackins.— AGI, Santo
Domingo 79.

79.— Por su parte, los Oficiales Reales, adelantándose a los


Oidores, escribieron al Rey el 15 de febrero de 1571, que habían
recibido las dos Reales cédulas de 15 de septiembre de 1569 y 26 de
mayo de 1570, en la que con avisos de guerra, se les pidió relación

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

acerca del baluarte que se había comenzado durante la presidencia


de Diego de Vera: “Y en cuanto a lo que V. M. dice en respuesta de
la obra del baluarte que se hace en la Fortaleza de esta ciudad, que
escribi­mos nos lo mandase V. M. por no tener para ello comisión, que
está bien, y nos manda que con brevedad se acabe por la orden que
conviene en ello, se da toda prisa y será acabada la dicha obra dentro
de dos meses; y porque para la di­cha Fortaleza hay mucha y extrema
necesidad de pólvora”; la piden y que se envíe con brevedad; y como
para el cuidado de la artillería “y para las otras cosas necesarias no se
puede estar sin artillero, acá le tomamos con el salario que se puede
haber y el mejor que hallamos, aunque no los hay como es menester.
. .”, para lo que pedían comisión extensiva a las demás co­sas que en
la Fortaleza son necesarias, “y no sea lo que V. M. manda en sólo
la obra del baluarte, porque hay algunas piezas que son menester
en­cabalgar, y hacer guarnición de nuevo, y otras que están viejas y
podridas, que la humedad de la tierra gasta; y como el hierro pudre
la made­ra, y hay otros reparos y cosas que son menester, suplicaban”,
etc. Y más de antemano el alcaide de la Fortaleza, en carta de 1º
de febrero del mis­mo año, dando aviso de haber el lic. Valdivia
visi­tado la Fortaleza, solicitó se le enviasen hasta 400 quintales de
pólvora de cañón, 1000 balas de hierro colado (300 de 8 libras y 11
onzas, 200 de 3 libras y 2 onzas, y 500 de libra y media), y asimismo
“media docena de artilleros o más y alguna gente de guarnición,
porque no hay más de un artillero y hay para gobernar sesenta pie­
zas de artillería entre chicas y grandes, y la humedad de la tierra es
grande que cada ocho días es menester poner al sol la pólvora para
benefi­cialla”. Y que “al presente se labra en esta For­taleza y va al
cabo una casamata donde se ha de recoger toda el artillería y poner
en orden, y de allí alcanzará legua y media a la mar en guar­da de
este puerto”, y “es cosa necesaria, porque antes estaba la artillería
derramada y tenía gran­de costa de cureñas y ruedas”. Carta en que,
si bien pretendía el alcaide cien quintales de pólvora menos que en
otra del año anterior, señalaba mayor necesidad de artilleros, si de
los dos que había en 1569, quedaba en el oficio sólo uno.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Las dos cartas: AGI, Santo Domingo 71.


v Aranjuez 24 de abril de 1572.— Real cédula, dando aviso de haberse
confirmado que corsarios de Francia y de Inglaterra están haciendo
grandes aprestos; ordénase a la Audiencia tenga apercibidas la ciudad
e Isla; con este motivo dase orden a la Casa de la Contratación
para que en la primera ocasión, que actual se apresta para Santo
Domingo, envíe la artillería, pólvora y municiones que ya antes está
ordenado enviar, para que la Fortaleza esté a punto de hacer su oficio
de defensa.— AGI, Santo Domingo 899.
v Madrid 17 de julio de 1572.— Real cédula a los oficiales de la
Casa de la Contratación: orden de que en cada un año envíen a la
ciudad de Santo Domingo pólvora de cañón y de arcabuz por valor de
50 ducados, y que tengan cuidado que ese dinero se envíe de Santo
Domingo cada año para la compra, según la indicación que envíen
de clase y destino (a petición del procurador lic. Bernáldez) .— AGI,
Santo Domingo 80.
v Santo Domingo 10 de julio de 1572.— Los Oidores al Rey: que
se hacen las prevenciones necesarias para estar alerta, según las
sospechas de que avisa S. M. de que enemigos vengan por estas
partes.— AGI, Santo Domingo 50.
v El Pardo 21 de agosto de 1572.— Real cédula a la Audiencia,
sobre haberse recibido la relación enviada con noticia del encuentro
entre un navío español (rendido) y robo de su carga, y otro francés
en la banda del Norte de la Isla.— AGI, Santo Domingo 899.

80.— De la misma carta citada de los Oido­res salta la reproducción


de las nunca acabadas competencias entre el Cabildo de la Ciudad
y la Audiencia sobre el destino que debía darse a las cantidades
procedentes de la sisa, pues ambos Cuerpos querían disponer de ellas;
y esta vez los Oidores solicitaron la concesión definitiva para fines
de defensa en cualesquiera obras que en el tiempo fuesen menester,
atentos a que durante la pesquisa que el Visitador Valdivia (ya en
su ofi­cio desde 23 de noviembre de 1570, que llegó a la Isla), los
deudores de intereses y réditos des­compusieron la administración
pasiva y activa de otros bienes por purgarse de los vicios en este
ramo, y porque nunca más se dispersaran aquellos fondos a título

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de gananciables, se emplea­ran en obras con utilidad “para siempre”.


Si no que como tales dineros debían quedar a la dis­posición de S.
M., y, por su resolución, la masa total debía pasar al presupuesto de
obras de for­tificación (la Audiencia administrante), o a las cuentas
del Municipio para ventajas civiles de la población, se impuso al
vecindario una exac­ción obligatoria de que se quejaran los regidores;
lo que vino a ser nueva carga para los pudien­tes, sin que la gente
municipal estuviese segura del destino final de la sisa. Al fin, el
propio Ca­bildo eligió un medio, desconcertante, desde luego, por
haber pedido al Rey se le entregasen aquellos fondos y, debajo
administración conce­jil, invertirlos en mercaderías de España y po­
nerlas a disposición del público a precios mode­rados, por atravesarse
tiempos en que apenas ha­bía hacendado que pudiera montar su mesa
con el más modesto regalo. Asunto sin resolución cono­cida; lo que
pudo interesar a desfavorecidos de fortuna, si regidores escribieron
sin malicia.

v Madrid 21 de junio de 1572.— Real cédula a Presidente y Oidores,


sobre la sisa que se saca de los vecinos para llevar a la ciudad el agua
de Jaina; informen desde cuándo se cobra, cuánto se ha cobrado, a
cargo de quién está, en qué se ha distribuido, relación de lo que queda;
para resolver sobre ello porque el Regimiento ha pedido se le dé para
comprar a mercaderes a los precios más bajos para el proveimiento
de los vecinos.— AGI, Santo Domingo 899.
v Alonso de Encinas, Procurador con instrucciones a él dadas por
el Cabildo de Santo Domingo el 23 de marzo de 1573, representó
en el Consejo de Indias (asunto cuarto) que desde la fundación de
la ciudad, todo lo que se había gastado en reparos y fuerzas había
sido de la Caja Real, y para cercar la ciudad, el rey autorizó sisas e
hizo merced para la obra a expensas de su Real Hacienda; y «ahora
han tratado los Oidores de que se haga cierto reparo en Güibia, que
es fuera de la ciudad, y para solo tratar diésemos orden de dónde se
había de pagar, llamaron al Cabildo, porque dicen que no se ha de
gastar de la Real Hacienda. Estamos espantados de una novedad
como ésta nunca vista en esta ciudad y, vista su determinación, se
trató en este Cabildo que se repartiesen [por exacción] tres o cuatro

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

mil pesos para lo susodicho, lo cual se hizo con mucho sentimiento,


y teniendo por cierto que V. M. lo mandará remediar como Rey
cristianísimo que es, mayormente estando, como estamos, en tantos
aprietos y trabajos y en frontera de enemigos, ha de suplicar a S. M.
—dice la instrucción en esta parte— «sea servido de mandar que no
se permita repartimiento ni cosa semejante a los vecinos». Y que,
como la Audiencia llevaba el dinero de la sisa para reparar la Fortaleza
y hacer fortificación y cerca y puerta, sin atención a consultar con
los regidores (en forma de Ciudad) como estaba mandado, pidió
(asunto tercero de las instrucciones), «se le mandase que en cosas
de guerra contra corsarios, consultase con el Cabildo, como antes se
hacía, pues a todos los vecinos «les va la vida y las haciendas»; AGI,
Santo Domingo 73.— Petición no atendida, porque ya tomaba forma
la política de quitar a las Audiencias, que los tenían, los gobiernos
político y militar en las cabeceras del respectivo distrito.

81.— Durante la interinidad de Grajeda había recibido la


Audiencia la orden de informar si podrían navegar galeras por
aquellos parajes a donde solían acudir los corsarios para hacer sus
negociaciones, para atajar su retirada o infligir­les el castigo con
dichas embarcaciones generalmente no subordinadas a la fuerza de
los vientos. La Audiencia dió un informe favorable, pero Grajeda se
reservó ampliar su parecer, aun­que lo hizo con un simplismo nada
congruente con su edad ni sus muchos años empleados en ser­vicio
del Rey, pues en su ánimo estaba no per­turbar a su yerno en la
pacífica posesión de ser señor absoluto del trato con extranjeros en
la banda del Norte. En una su carta de 15 de fe­brero de 1571 expuso:
“En lo que V. M. envió a mandar que nos informásemos si estas
mares se podrían navegar con galeras, yo hice juntar al­gunos pilotos
y gentes de la mar, y a todos les pareció que fácilmente se podría
navegar con galeras y dieron su parecer, que con ésta envía a V. M.,
aunque a mi me parece que en ello habría la dificultad que escribe la
Audiencia, aunque no dejaría yo de ser de parecer, como otras veces
he dicho a algunos de vuestro Consejo, que, si se hiciesen cuatro
fustas, cada una de diez y ocho remos por banda, y estas estuvieren

258
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

varadas en una casamata (que para ello se hiciese en el puer­to de


esta ciudad) en el tiempo que los corsarios no navegan estas mares,
y que éstas se armasen (cuando fuese necesario) de negros que V. M.
mandase enviar para ello con sobresalientes y capitanes fieles, y que
los negros, en el tiempo que no navegasen, hiciesen comida para
ellos y para el tiempo que fuese necesario navegar, me parece que
sería remedio bastante y no tan costoso…” Ni tan costoso para la
Real Hacienda, ni tan peligroso para la hacienda de sus nietos, por
reducirse todo a esperar la noticia de presencia de corsarios desde
la Yaguana hasta Puerto de Plata, y por tierra darse aviso secreto
a Francisco de Ceballos que despidiese a los corsarios con alguna
demostración atronadora (que era costumbre esquivar con avisos
previos para que se retirasen hasta madurarse la breva; a lo que se
juntaba la renuencia de los oficiales reales para gastar en armadas
porque en el tiempo de alistarla, los corsarios negociaban o robaban,
y se iban…hasta volver pronto).

v AGI, Santo Domingo 71.

82. —El envío de galeras no se ejecutó todavía en algunos años


y cuando se pusieron, no obstante que abundaron consejos sanos y
sabios (que nada aprovecharon) para desconfiar del plan; pero es bien
cierto que por otra vía, y la más natural, el principal contratante y
su gran favo­recedor, “el hombre justo”, dejaron expedito el fin de los
propios provechos, y también los provechos al cerrar los ojos y los
puños para siempre….Francisco de Vera, el nuevo Presidente, llegó a
la Isla el 10 de noviembre de 1572, y el interino Grajeda volvió a su
clase llana de Oidor; tocóle el turno de rendir cuentas ante Valdivia
y, como había recaído en él la culpabilidad que realmente tuvo en
los desacatos hechos al arzobispo, fué suspendido del cargo. Allá
en sus soledades, sin trabajos y sin honra, meditaba cuando recibió
la triste nueva de haber pasado su yerno Ceballos a muy diferente
estado, y porque ya esta nueva soledad se le aposentó en el pecho,

259
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

tam­bién él, presa de dolor intenso, se abatió y por sus pasos contados
se despidió, ya despedido del mundo, de la vida.

v Francisco de Vera, notario del reino de Toledo; su título de Presidente


de la Audiencia de Santo Domingo, en Aranjuez 30 de abril de 1572;
la licencia para ir a su destino, en Madrid 18 de mayo siguiente; AGI,
Santo Domingo 899. — Se embarcó, conforme a esta cuenta de pago:
«Al muy ilustre señor licenciado Francisco de Vera, Presidente por
S.M. en esta Real Audiencia, cuatrocientos e diez mill e ciento y
sesenta maravedis de buena moneda de Castilla, que son por razón de
su salario e ayuda de costa, desde dos de septiembre del año pasado de
mill e quinientos y setenta y dos años que se hizo a la vela en el puerto
de Sanlucar de Barrameda en Castilla para venir a esta ciudad hasta
fin de abril pasado deste año de setenta y tres»; AGI, Santo Domingo
71; Contratación 5090; — su última paga por «quatro meses menos
honze días de su salario, que comenzaron a correr a primero día del
mes de henero pasado deste año de setenta y seis y se cumplieron a
diez y nueve días del mes de abril pasado deste presente año que dexó
de servir el dicho oficio»; AGI, Contaduría 1052. — Pasó después de
Oidor a la Audiencia de las Charcas (Bolivia).

83. — Por este tiempo era oidor Gaspar del Castillo; un Castillo
para toda diversión: el paseo, la pesca, el baile y los devaneos, y
aún tenía la mar de gracia como valiente degollador de toros y no
sobre la arena, sino en el agua; faena tan vistosa llena de incidentes
que toda la ciudad, ajena al temple indispensable para los días de
prueba, se juntaba en las riberas del Ozama para gozar de espectáculo
tan “bonito”….. Debía tener Castillo quien se le opusiera, y entre
muchos uno era el arzobispo Fr. Andrés, que fracasó en su empeño
de desterrar, no obstante bulas y cédulas, la afición que durara
entre españoles hasta el presente y durará mientras haya España y
toros dentro y fuera de ella. Mejor suerte tuvo el agrio prelado para
acabar con el bárbaro juego de las naranjas vola­doras, porque se
quiso llevar la corriente del gusto popular por sendas de expresión
no ser los naran­jazos materia de deshonor o de irrespeto si el jue­go
era tradicional y bien grande el público placer en jubilosos días de

260
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

apuntar a la teja del clérigo y al morrillo del Presidente como blanco


de expansión, por Real cédula fue improbado el jueguecito, y parece
que se quitó tan de raíz que nunca más (conocidamente) se trató de
ello en el Consejo de las Indias.

v Licenciado Gaspar del Castillo: Por promoción a Oidor de la


Audiencia de Guatemala hecha en el licenciado Corral, nombrado
para Santo Domingo un año antes, el lic. Castillo fué puesto en su
lugar; títulos de uno y otro en Escorial 5 de noviembre de 1570,
licencia para que Castillo fuese a su destino, dada en Segovia el 15,
mes y año dichos; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090;
— por Real cédula de Madrid 21 de junio de 1570, ordenóse que un
Oidor saliese cada año a visitar la Isla y que el Presidente celase el
cumplimiento por turno de Oidores, comenzando por el más moderno,
conforme a lo ya mandado; Antonio Mejía, presidente, no dio paso
en ello por enemigo al prelado, promotor de la iterada orden Real;
tampoco, durante su interinidad en la presidencia, Grajeda cumplió
(ni sus compañeros le habían de obedecer, pues tantas sopas de ajos
le hacían comer), ni estaba interesado en tocar grandes cencerros,
pues a cencerros tapados y cuando se temía que la cédula ganada por
Fr. Andrés, en sí produjera raspas, solicitó por viejo y agotado en el
Real servicio exención declaratoria en su favor (y lo consiguió, Real
cédula de San Lorenzo 12 de agosto de 1571, AGI, Santo Domingo
899); pero Francisco de Vera ordenó la visita, y como Castillo, a
quien tocaba por menos antiguo, pusiese razón de corta salud y que
se le esperara hasta cantar que había sanado, el presidente le formó
autos y condenó en perdimiento del salario; y habiendo hecho recurso
al Consejo, allí tuvo abrigo porque el fiscal reconoció no haber
habido proterva, sino excusa, mediando aclaración favorable del lic.
Valdivia, y por cédula de Madrid 15 de noviembre de 1574 se mandó
a los oficiales reales le hicieran bueno todo su salario por haber sido
revocados los autos de Vera; AGI, Santo Domingo 899; — Castillo,
de vuelta en España, estaba en Sevilla el 1 de noviembre de 1577,
y en Madrid el 13 de diciembre; hasta 1580 no logró una plaza, que
se le dio para en la Audiencia de Panamá; continuó pretendiendo
mejor conveniencia, logró título de Oidor en Santa Fe por febrero
de 1582, y puesto en Sanlúcar de Barrameda a la espera de ocasión,
Dios le destinó a descansar en el sagrado de aquella villa.

261
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Santo Domingo 23 de marzo de 1573.— El dominico Fr. Diego


de Santa María al Rey: Que no hace quince días se partió de esta
Isla para Tierrafirme el visitador Valdivia; «dejó suspendidos del
oficio de esta Audiencia a todos los Oidores y Oficiales de ella,
excepto el licenciado Castillo, de lo cual dejó a todo este pueblo
tan escandalizado como espantado», y todos dicen que Valdivia es
hombre no bien intencionado; AGI, Santo Domingo 71.— El tiro de
esta carta no era contra el visitador; éralo contra el oidor, al tenor de
esta otra carta de 7 de junio de 1574, del mismo P. Predicador: «Los
oidores están malquistos por la altivez y soberbia que todos ven en
ellos, especialmente en el licenciado Castillo, porque apenas habla,
ni descubre la cabeza, ni en su posada da asiento, y con ambos no
se puede negociar sino de las tres horas hasta las cuatro de la tarde,
porque otro tiempo alguno no dan lugar, y aún esto ni los días de
Acuerdo, y las fiestas casi todas no se puede haber ninguno de ellos
porque, o se andan a holgar a estancias, o se andan por el río en
barcos con ramadas, con músicas y cantares, y tirando naranjas de
unos barcos a otros, delante la ciudad, y por veces han metido toros
atados por el río y allí los corren, de suerte que, los que salen a ver,
salen a ver las mujeres de la ciudad, de que han dado y dan bien
que decir como hombres que, por una parte, muestran demasiada
gravedad y, por otra, mucha liviandad, especialmente el Castillo, que
es el autor de estas fiestas, y ha hecho los gastos, convites y saraos
muchas veces. Es lástima que hayan dado y den ocasión a que se diga
que dos mujercillas mandan el Audiencia y pleitos, sin que lo pueda
el Presidente estorbar y castigar».— AGI, Santo Domingo 71.
La denuncia de haber más fiestas permitidas por la Audiencia
sobre las mandadas guardar por la Iglesia era muy reciente, y por
cortar el abuso fué expedida Real cédula de Córdoba 20 de abril de
1570, por la que se mandó a Presidente y Oidores que se atuviesen
a sólo guardar las fiestas eclesiásticas, «porque vosotros guardáis más
fiestas de las que la Santa Madre Iglesia manda guadar y de las que
esa ciudad guarda por costumbre», porque las demás «es perjuicio y
daño de los negocios»; AGI, Santo Domingo 899; pero, sobre el abuso,
ocasiones varias concurrían al fomento de días alegres y de ocio, que,
en la práctica, teniendo señalamiento por una y dos octavas, lo que
se quitó en cuanto al número se compensó con la duración. Así hubo
de ocurrir cuando llegó la nueva de la victoria de Lepanto sobre el
Turco y con ella la otra del nacimiento del príncipe don Fernando

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

(4 de diciembre de 1571, muerto en 1578), con cuyo doblado júbilo


entre Oidores y vasallos “juerguistas” hubo deliberación de multiplicar
los regocijos por entidades divisas que tomaban sus propios días para
toda suerte de expansión: Audiencia, Cabildo secular y eclesiástico,
comunidades de varones, gremio, etc., de que dieron cuenta los
Oidores Santiago de Vera y Gaspar Castillo en carta de 12 de mayo
de 1572, diciendo a don Felipe II, que los faustos avisos se habían
recibido el día 2 del mismo mes, «y en cumplimiento de lo que V.
M. manda, luego se dio aviso a esta Ciudad y a los demás lugares de
esta Isla; hanse comenzado a hacer regocijos y se continuarán por
algunos días»; AGI, Santo Domingo 50.— Y la carta del dominico,
supra, ya se ve que es posterior a estos divertimientos.

84.— El 20 de junio de 1571 se expidió en Ma­drid una Real


cédula para la Audiencia, en que se le decía que un Gabriel Guerra
había pretendido la concesión para beneficiar la sal en la ba­hía de
Manzanillo, por decir que en aquella parte abundaban los esteros para
plantar una flo­reciente industria salinera; y que había manifes­tado
que el poseedor más fuerte de esteros era un Matías Montesinos;
la Audiencia debía enviar al Consejo un circunstanciado informe
del valor de aquellos esteros; quién los tenía, si se podía hacer sal
en ellos, en qué cantidad, cuál sería el aprovechamiento resultante
de posible beneficio, y si convenía, o no, que se diera la concesión
a Guerra; junto con la información obrada sobre el asunto, la
Audiencia debía dar su propio pare­cer. 0 porque llegó la cédula y
no se hizo información ninguna, o porque hubo quienes abrie­sen
los ojos y tan perjudicial les pareciese el lle­varse la buena pro un
cualquier advenedizo, fuese el Guerra, o fuese apoderado del Rey
que en esta materia a todos, por tener tal poder, hiciese gue­rra, no
habiendo sido hallada la respuesta de la Audiencia, parece que la
voluntad Real no formó determinación ninguna, si pocos meses
después, el mismo Rey cambió el timón de sus averigua­ciones y
por Real cédula de 19 de enero de 1573 y confiando la diligencia a
Presidente y Oidores, les mandó que hiciesen en ello lo que mejor
al Real servicio convenía.

263
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

85.— Resulta de la letra de esta carta Real, que el Ayuntamiento


de Santo Domingo había hecho relación “de los daños que de diez
y nueve años a esta parte se experimentan en la Isla, proceden de
que, por la banda del Norte y la Yaguana”, franceses, ingleses y otros
extranjeros, sacaban del ganado vacuno más de cien mil cue­ros cada
año “sin se poder estorbar, aunque vosotros lo habéis procurado”;
y que, para remedio de estos males, el Cabildo proponía “que toda
la sal que en esa Isla se saca y allá viene desde Puerto de Plata y
la Yaguana y Santiago y La Vega, que son los pueblos que están y
confinan en la banda del Norte, a donde dizque suelen ocurrir los
dichos extranjeros, se metiese y pu­siese en una casa de depósito que
en cada uno de los dichos pueblos haya, la cual tuviese tres llaves,
que la una de ellas estuviese en poder de un alcalde, y la otra en el de
un regidor, y la otra en el escribano del Cabildo, y ninguna per­sona
pudiese tener en su casa ni hacienda más sal de la que la tal justicia
le diere, so pena de la vida y perdimiento de bienes; y que toda la
sal que a cada persona se le diere, fuese solo aquella que para salar
los cueros que en tiempo de seca se suelen hacer del ganado que
se muere; y que de la sal que se sacare en las partes di­chas y a ellas
viniese, y de la cuantía que de ello se diese a las dichas personas para
el dicho efec­to, y en qué tiempo, quedase por razón escrito en un libro
que tuviesen los dichos alcalde, regidor y escribano, y cada persona,
conforme a la sal que recibiese, diese razón en lo que hubiese gastado
y los cueros que hubiesen hecho, y dón­de los tienen, y a quien lo
hubiesen vendido, y la venta no pudiesen hacer sino a naturales
de estos Reinos; y de haberlo hecho así fuesen obli­gados a tomar y
tener razón conforme a las ordenanzas que para la conservación de
la cría del ganado están hechas por esa Audiencia, fuese obligado
de hacer de cuatro en cuatro meses vi­sita en cada uno de los dichos
pueblos y tomar en ellos cuenta y razón por el dicho libro de la sal
que se hubiese dado y hubiese puesto en de­pósito, y de los cueros
que hubiesen hecho con­forme a la sal que se les hubiese dado; lo
cual, para lo tocante a la cría del ganado vacuno, podíamos mandar

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

guardar por tres años, y para lo demás para siempre; porque habiendo
esta cuenta con la sal no podrían rescatar los vecinos, porque no
teniendo sal no podrían hacer cueros”; y, en consecuencia, siendo
el negocio propuesto tan enrevesado para tratarse sin antecedentes
que lo hicieran viable por voluntad soberana, a la Audiencia tocaba
ver si aquello convenía, y en tal caso lo pusiera en obra, vigilara la
guarda y el cumplimiento, y diese cuenta previa para determinarse
todo con mejor acierto.

v La cédula: AGI, Santo Domingo 899.

86.— Esto era fundamentalmente un negocio que tres compadres


en cada pueblo habían de tener para que los vecinos de la Isla no
pudiesen tratar y contratar los cueros con extranjeros, faltándoles
la materia prima para conservarlos hasta entregarlos a comprador
cualquiera; pero carecía de todo fundamento para quitar el
contrabando universal, si universalmente todos los que tuviesen
ganado y quisiesen negociar los cueros, habiendo de tratar con
españoles, ya eran tales el alcalde y regidor y escribano de cada
pueblo: los mismos que, por caminos y modos bien co­nocidos,
seguirían fomentando el trato ilícito con extranjeros. Y bien se ve
que por este arbitrio, aún si se estableciera por todo rigor de sistema
tal monopolio oficial, la concurrencia de extranje­ros, aunque no
fuesen corsarios, quedaba ase­gurada por utilidad en cabeza de unos
pocos. El arbitrio no cuajó, y los señores del Regimiento de la Ciudad
de Santo Domingo ni siquiera vieron cursarse los preliminares que
fuesen de acep­tación ni de rechazo, porque la Audiencia archi­vó la
Real cédula, en tiempo y sazón que regido­res y Oidores se saludaban
a linternazos.
87.— Otra disposición real, y se contiene en cédula de 19 de
enero de 1573, fué despoblar todos los campos de la banda del
Norte de la Isla, quitando cuanto bohío, casas y lugarejos, si los
había alejados de los puertos habitados, debién­dose llevar a aquellos

265
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

habitantes y sus ganados a parajes del interior de la tierra, en donde


no tuviesen trato con extranjeros, y conque se les diesen tierras en
sitios cómodos y saludables, “quedando solamente las poblaciones
que hubie­re en los puertos y fuere menester para su segu­ridad”. De
quién partió la propuesta de este ar­bitrio, ni qué se hizo para dar
cumplimiento a la orden o para significar los inconvenientes de
su ejecución, hase podido descubrir todavía. Una circunstancia
expresa en esta orden sobre confe­rir la Audiencia este negocio
con el Adelantado Pedro Menéndez de Avilés (a quien se había
exonerado de la gobernación de Cuba para que continuase en su
oficio de Capitán General de Flota), pudiera servir de conjetura
sobre haberse dejado sin ejecución la orden predicha hasta que el
Adelantado recalase nuevamente con sus naos en algún puerto de
la Española; sino que más calidad que la de simple conjetura tenía
aquella práctica inveterada de no darse obediencia ri­tual a las Reales
cédulas sin primero estudiar qué ingerencia podría interponer el
fiscal de la Audiencia que echase a perder a Presidente y Oidores la
seguridad de no entender ni conocer de mandatos, sino en cuanto
el mismo fiscal no fuera parte para pedir de oficio, y ya un fiscal tras
otro, en desquite de la inferioridad a que era sometido por aquellos
magistrados, solía es­cribir al Consejo todas irregularidades, y por
estos tiempos las diferencias entre el fiscal y se­ñores de la Audiencia
eran tan contínuas, que bien pudo salir de él la denuncia de extravíos
de cartas y despachos Reales, y de saberse por divulgación al oído de
mandatos Reales que en la Audiencia se negaba haberse recibido,
y otras especies congruentes a la violación de cartas, sobre lo que
había tocado al oidor Grajeda dar una explicación que no explicaba
nada sino un grande desconcierto en lo administrativo del gobierno.
Al fin, y por lo que se deja expreso arri­ba, esta despoblación rural
quedó sin efecto, y cuando más tarde se hizo copiar con todas las
demás que se habían archivado a lo largo de años, el secretario de la
Audiencia Baltasar López de Castro actuante en ello por orden del
Presidente Gregorio González de Cuenca, sirvió de apoyo al mismo

266
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

sujeto para levantarse de la postración personal en que había caído,


y con aquella su funesta propuesta de arbitrio de la despoblación de
los pueblos de la banda del Nor­te, puesta la ambiciosa mira en la
propia exaltación temporal y diciéndose inventor del arbitrio, sumió
a su patria en una postración de siglos....

v Despoblación de la banda del Norte; Real cédula no ejecutada. —


«El Rey. Presidente y Oydores de la nuestra Audiencia Real que reside
en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: Por quanto se
tiene entendido que muchos franceses y yngleses y portugueses y otros
extranjeros de estos nuestros reynos, y corsarios tratan y contratan
en los pueblos de esa ysla que estan a la banda del Norte con los
vecinos de ellos, contra mis leyes y ordenanzas y en daño de mi Real
Hazienda y gran peligro de esa ysla, y que para ellos los vecinos de ella
los acogen y reciben; y aunque algunas veces de esa Audiencia, se an
enviado y an ydo Jueces a conocer de ello y castigar a los culpados y
lo an hecho, vueltos los tales Jueces los dichos extranjeros y corsarios
tornan a tratar y contratar en los dichos pueblos, y los vecinos de
ellos a recibirlos y acogerlos como de antes, en lo qual es necesario
dar remedio: Y porque a parecido que el mas conveniente, que es que
todos los pueblos que al presente ay poblados en esa ysla en la costa
de la parte del Norte y cerca de ella se retraigan y metan la tierra
adentro en sitios y parajes sanos y cómodos que tengan las qualidades
que convienen para su sustentación y perpetuidad de aguas, montes y
tierras para labor y pastos y otras cosas necesarias, quedando solamente
las poblaciones que hubiere en los puertos y fuere menester para su
seguridad, vos mandamos que, como esta recibais, con toda brevedad
trateis y confirais con el Adelantado Pedro Menendez de Avilés y con
personas diputadas por los dichos vecinos de ellos de los mas antiguos
en la tierra y que mejor lo puedan entender, y para ello hareis llamar
a los sitios mas sanos y cómodos y convenientes, donde los dichos
pueblos se podrán trasladar la tierra adentro desviados de la costa, de
manera que cese el dicho inconveniente, y los vecinos de ellos puedan
permanecer y tener sus haciendas y granjerías de labranza y crianza
y otras convenientes a su sustentación; y de todo lo que sobre ellos
tratares y confidierdes nos dareis aviso y muy particular relación, con
vuestro parecer, por despachos duplicados en los navíos que de esa
tierra para estos reynos salieren, para que, visto, mandemos proveer

267
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

en ello como convenga. Fecha en Madrid a diez y nueve de henero


de mill y quinientos y setenta y tres años.— Yo el Rey.— Refrendada
de Martín de Gastelu, señalada del Presidente Juan de Ovando y de
los del Consejo».— AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 3v.
v El Pardo 12 de noviembre de 1572.— Real cédula a la Audiencia:
que debe dar al fiscal la nómina de mercaderes y mercaderías, sobre
que ha sido acusado de trato ilícito el fiscal para que pueda defenderse;
lo que no ha debido negarle, por ser manifiesta injusticia.— En otra,
del mismo día, que la Audiencia reciba del fiscal los descargos que
diere.— AGI, Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 13 de enero de 1572.— Grajeda al Rey: «V. M.
mandó por su Real cédula o carta que esta Audiencia informase de
la razón porqué desaparecían algunos pliegos de cartas, y lo que yo
siento es que los oficiales de V.M. tienen guardas en el río que van a
los navíos luego que llegan, y se apoderan de las cartas, y las reparten
ellos, o los Oficiales, contra la costumbre que antes se tenía que iba el
Alguacil Mayor en llegando el navío y traía las cartas al Presidente, y
allí se repartían y daban a quien van dirigidas; y como estos guardas
son personas de poca calidad y tratan de cumplir con muchos, antes
se ha de presumir contra éstos que contra otros».— AGI, Santo
Domingo 50.
v Santo Domingo 2 de junio de 1574.— El fiscal al Rey: como
en la Audiencia no se puede pedir ni hacer nada sin contar primero
con la voluntad del Presidente Francisco de Vera, al principio dejó
de pedir, en virtud del oficio, lo tocante a los derechos reales en las
materias que ocurrían; pero visto que el mal sigue, ha comenzado a
pedir como fiscal sin primero entender si agrada, o no, al Presidente,
y ya se lo tiene enemistado. Otras cartas de 6 de julio y 6 de octubre
del mismo año, del propio fiscal, sobre asuntos que le tocan de oficio
y enojos que por ello se toma, y causa, el ilustre Vera; AGI, Santo
Domingo 71.— Era fiscal de la Audiencia el licenciado Miguel de
Pinedo, en cuyo título de San Lorenzo 26 de mayo de 1572 se le
denomina «Procurador Fiscal y Promotor de la Audiencia de Santo
Domingo» porque se entendiese que el fiscal era del cuerpo de la
Audiencia de entonces en adelante; AGI, Santo Domingo 899.

88. — Fortaleza de Puerto Plata. —Bien en­trado el año de 1572,


Francisco de Ceballos, al­caide de la fortaleza de Puerto Plata,

268
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

murió en tiempo de tanta prevención de defensa, como por Reales


cédulas y avisos de navegantes se tenían en Santo Domingo a la
contínua de activi­dad de corsarios, que a la premura con que de­bía
acudirse para poner nuevo alcaide se juntó la pretensión de vecino
de aquella villa, Pedro Rengifo de Angulo, que se le diese el oficio,
y fué nombrado por tal con encargo de apremio pa­ra, sin tardanza,
continuar la obra de la fortaleza, y sacase del poder testamentario del
difunto los dineros pertenecientes a la fábrica y los gastase en ella. La
tarea hubo de recibir aquel ritmo que suele darse a tal saneamiento
de bienes distri­buibles entre herederos, y en aquel caso la acción
fué del fiscal de S. M. por el logro del res­cate de la Real Hacienda,
sobre que se dió providencia extraordinaria en favor de las obras, y se
adelantó para ello nueva cantidad de pesos en cuenta de restitución
al Rey por parte de los he­rederos; cantidad que, por representación
hecha en el Consejo de las Indias, se acordó quedase a beneficio de
la misma fortaleza. Así que, siguién­dose en el Consejo la misma
pauta de atenderse a la defensa de los dominios, si por una Real
cédula, luego que Rengifo de Angulo comunicó su nombramiento
de alcaide y expuso necesidades para estar en defensa, se mandó a la
Audiencia que informase del estado de aquella fortaleza y que, para
este efecto, nombrase persona sufi­ciente que la visitase y con toda
particularidad diese razón de su estado y si era cosa que jus­tamente
podría defender la tierra contra ene­migos. Por otras se ordenó a
la Casa de la Contratación el envío de artillería, arcabuces, balas
y municiones, conforme a lo pedido por el nuevo alcaide, y a los
Oficiales Reales de la Española se dió licencia u orden para asistir
con dineros de la Real Hacienda, y para dar salida a la canti­dad de
pesos que por disposición del Presidente se habían librado a Rengifo
con destino a la obra, y al Presidente mismo que señalase sala­rio al
artillero que en ella se había puesto; pro­videncias que siguieron a
la recepción del in­forme que éste había enviado en ejecución de la
primera cédula.

269
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Santo Domingo 20 de julio de 1572.— Por muerte de Francisco


de Ceballos, se da nombramiento de capitán de la villa de Puerto de
Plata, para vigilar las costas y castigar los rescates, a Pedro Rengifo de
Angulo, vecino de la misma villa; AGI, Santo Domingo 79.— Santo
Domingo 23 de julio de 1572. Los Oidores Santiago de Vera y Gaspar
Castillo (ya suspenso Grajeda), dan nombramiento de alcaide de la
fortaleza de Puerto de Plata (que al presente sólo tiene un estado de
altura fuera de los cimientos) a Pedro Rengifo de Angulo, capitán,
por fin y muerte de Francisco de Ceballos; AGI, Santo Domingo
13. 79.— San Lorenzo 13 de enero de 1576. Título de Alcaide de la
fortaleza de Puerto de Plata, por fin y muerte de Francisco de Ceballos,
para Pedro Rengifo de Angulo; AGI, Santo Domingo 899.
v Puerto de Plata 20 de julio de 1573.— Pedro Rengifo de Angulo al
Rey: Que S.M. mandó se hiciera una fortaleza en esta villa de Puerto
de Plata y dió nombramiento de alcaide a Francisco de Ceballos
y que podría gastar en la obra de ella 22.000 pesos, moneda de la
tierra; recibió el dinero y después de haber abierto los cimientos y
levantado las paredes hasta un estado, poco más o menos, «murió
y falleció desta presente vida»; que el Presidente y Oidores le han
nombrado alcaide, y ya trata de cobrar de los herederos el dinero
que resta y es de la obra «y en juntar oficiales y materiales para que la
dicha fortaleza se haga con brevedad. Tiene la dicha fortaleza nueve
piezas de artillería, las siete de bronze y las dos de hierro colado; las
dos de bronze son de a veinte y dos quintales, y otra de diez y seis, y
otra de doze, y dos de a cinco. Las dos de hierro colado tienen a trece
quintales. Ha menester la dicha fortaleza una culebrina y otra media
culebrina y dos pedreros y algunos falcones de a dos y tres quintales,
y algunos arcabuces y pólvora y balas y otras municiones».— AGI,
Santo Domingo 71.
v Fortaleza de Puerto de Plata. — «El Rey. Licenciado Francisco
de Vera, nuestro Presidente de la nuestra Audiencia Real de ciudad
de Santo Domingo de la Isla Española: A nos se ha hecho relación
que, habiendo nos mandado que se hiciese y edificase en el Puerto de
Plata de esa Isla una fortaleza para la seguridad y defensa de ella de
los corsarios, y proveído por alcaide de ella a Francisco de Ceballos,
se le dieron para el edificio veinte y dos mil pesos de la moneda de
esa Isla; y, después de haberse abierto los cimientos y levantado las
paredes un estado, falleció, y en su lugar nombrasteis en el dicho oficio
a Pedro Rengifo de Angulo en el entretanto que por nos otra cosa se

270
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

proveyese; y que son necesarias de proveer algunas piezas de artillería


para defensa del dicho puerto; y porque quiero ser informado de lo
que en ello pasa, y el estado que está la obra de la dicha Fortaleza y
lo que hay edificado en ella, y qué cantidad se ha gastado, y si lo que
se ha mandado librar para ello se ha dejado de gastar algo y en qué
cantidad, y en cuyo poder está, y si se prosigue la obra o no, y de lo
que es necesario para su guarda y defensa, os mando que nos enviéis
relación de ella al nuestro Consejo de las Indias con vuestro parecer,
y enviéis una persona de confianza que visite la dicha fortaleza y
entienda el estado de ella, con orden que haga proveer lo necesario
y que cobre lo que se debiere. Fecha en Madrid a diez de noviembre
de mil y quinientos y setenta y tres años.— Yo el Rey.— Refrentada
de Antonio de Eraso, señalada de los del Consejo».— AGI, Santo
Domingo 868 lib. 3 f. 29v.
v Fortaleza de Puerto de Plata; Real cédula sobre envío de
informes. — Nuestro Presidente de la nuestra Audiencia Real que
reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española. Por carta
de Pedro Rengifo de Angulo, de veynte de jullio deste año. Que por
orden desa Audiencia dize está en la fortaleza de Puerto de Plata
desa ysla por alcayde della, havemos entendido que para la guarda
de aquella fortaleza y defensa de aquel puerto y poder ofender a los
enemigos, demás del artillería que allí ay, tiene necesidad de una
culebrina y otra media culebrina, dos pedreros y algunos falcones de
a dos y tres quintales, y arcabuces, pólvora, balas y otras municiones,
y que huviese orden para que fuese proveida de lo necesario para
los gastos que allí se ofrecieren; y porque queremos que en ella
aya recaudo suficiente para que esté en defensa y en la orden que
conviene, os mandamos que luego que esta recibáis, enviéis a ella una
persona inteligente que la vea y visite y entienda lo que en ella ay y el
estado en que está, si es de manera que puede resistir y ofender y qué
será menester para ello, y lo que se a proveido para sustento y edificio
della, y lo que se a gastado y cómo, y luego nos enviéis relación de
todo y de lo demás que pareciere devemos ser informado, juntamente
con vuestro parecer, para que podamos proveer lo que convenga, y
entretanto que esto se haze, a costa de nuestra real hacienda la haréis
proveer de lo que huviere menester que no se pueda excusar, para
que no sea causa de suceder algun inconveniente; que por la presente
mandamos a nuestros Oficiales de nuestra Hacienda desa ysla que los
maravedís que para lo susodicho fueren necesarios y vos libráredes en

271
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ellos para este efecto, los paguen luego de cualquier hacienda nuestra
que huvieren y que con vuestras libranzas y cartas de pago de los que
los recibieren, les sea recibido y pasado en quenta lo que así dieren y
paguen. Fecha en el Pardo a XVII de diciembre de mill y quinientos y
setenta y tres años.— Yo el Rey.— Refrendada de Antonio de Eraso,
señalada del Consejo».— AGI, Santo Domingo 868, libro 3, f. 32.
v Francisco Luis Carvallo, portugués avecindado en Montecristi,
hombre rico, fué nombrado inspector de la fortaleza de Puerto de
Plata, conforme la real cédula, arriba inserta; hizo la visita y escribió
a la Audiencia, año de 1574, una relación, de la que se han tomado
los puntos siguientes: «Y luego entró en la casa de los maestros y
municiones, que es una casa baja de teja y madera y tapia y tablas con
una sala en medio blanqueada y siete aposentos con dos corredorcillos,
a cada lado el suyo, como portales; había en una cámara….etc.— Una
bandera de Santiago en medio, grande, nueva, de seda de colores y
dos cajas de tambores y dos trompetas» (del inventario). «Visitó la
obra de la dicha fortaleza, la que es un torreón redondo que tiene
ochenta pies en través, el qual está al presente enramado, todo él
de dos tapias y en alto sobre la tierra, todo de piedra y argamasa y
ladrillo, que es el altura donde se an de mover las tres bóvedas que
se an de hazer sobre que se a de asentar el artillería, y todo esto a de
subir de mas de dos tapias, que tiene otras cinco tapias de piedra y
argamasa en alto y las bovedas de ladrillo. Este cubo a de llevar un
pretil de tres quartas de alto, donde a de jugar a barba el artillería, y
se a de hazer encima un aposento conveniente para pólvora y pelotas,
y quedan abajo tres salas para donde esté recogida la gente y lo demás
que huviere y fuere necesario.— Tiene este torreón o cubo, por la
parte de hacia la mar, un cavallero…y sobre él echado un suelo de
argamasa y un pretil de ello que tiene por la parte de adentro de altura
una vara, y de la parte de fuera dos varas, y de anchura tendrá dos
varas y media, con una alberquita de argamasa donde se recoge agua.
Este cavallero solamente está a la parte de la mar; tiene de largura
cien pies y de ancho treinta pies».— AGI, Santo Domingo 79.
v Artillería para la fortaleza de Puerto de Plata. — «El Rey.
Nuestros Oficiales que residís en la ciudad de Sevilla en la Casa de
la Contratación de las Indias: Porque somos informados que, para
que en la fortaleza de la villa de Puerto de Plata que es en la Isla
Española, haya la defensa necesaria, conviene enviar a ella tres piezas
de artillería; la una de cincuenta quintales, otra de hasta cuarenta y
la otra de treinta y cinco, y cincuenta arcabuces; yo vos mando que

272
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

en los primeros navíos que a aquella Isla fueren, enviéis la dicha


artillería y arcabuces, con la pólvora, balas y munición que para lo
uno y lo otro pareciere ser necesario, dirigido a los nuestros Oficiales
de la dicha Isla Española para que lo envíen a la dicha fortaleza y lo
hagan entregar al alcaide de ella con testimonio signado de escribano.
De lo que constare y de haberlo entregado al maestre de la nao en
que se enviare, mandamos que vos sea recibido y pasado en cuenta
lo que en ello se montare, sin otro recaudo alguno. Fecha en San
Lorenzo el Real a veinte y ocho de noviembre de mil y quinientos y
setenta y cuatro años.—Yo el Rey.—Por mandado de S. M. Antonio
de Eraso. Refrendado de los del Consejo».—AGI, Santo Domingo
868, lib. 3, f. 42.
v Dinero para la fortaleza de Puerto de Plata. —«El Rey. Nuestros
Oficiales de nuestra Hacienda de la Isla Española: En el nuestro
Consejo de las Indias se ha visto cierta relación y parecer que por
nuestro mandado Nos envió el nuestro Presidente de esa Audiencia,
del estado en que estaba la fortaleza de la villa de Puerto de Plata de
esa Isla, y por ella ha parecido cómo para que se acabe de poner en
defensa y poder ofender, siendo necesario, convenía proveer algunas
cosas y entre ellas cinco mil pesos de esa Isla para cerrar el fuerte
principal, y mil quinientos ducados, y que para en cuenta de esto, el
dicho Presidente libró en vosotros a Pedro Rengifo de Angulo, alcaide
de la dicha fortaleza, cuatro mil pesos; y porque deseamos que se ponga
en defensa y como conviene para seguridad de la dicha villa y puerto,
yo vos mando que, luego que ésta recibáis, demás de los dichos cuatro
mil pesos, déis al dicho Pedro Rengifo, de cualesquier maravedís que
hubiere en vuestro poder, los otros mil pesos más a cumplimiento de
los cinco mil pesos que son necesarios para la obra del dicho fuerte,
y los otros mil y quinientos ducados par la dicha barbacana, cerca y
cava, que, con su carta de pago y esta mi cédula, mandamos que vos
sean recibidos y pasados en cuenta los dichos cinco mil pesos y mil
y quinientos ducados, demás de los otros pesos que, como dicho es,
libró en vosotros el dicho Presidente para la dicha obra. Fecha en San
Lorenzo el Real a veinte y ocho de noviembre de mil y quinientos y
setenta y cuatro años.—Yo el Rey.—Por mandado de S.M., Antonio
de Eraso, señalada de los del Consejo».— AGI, Santo Domingo 868,
lib. 3, f. 43.
v Artillero de la fortaleza de Puerto de Plata. — «El Rey. Nuestro
Presidente de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de

273
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Santo Domingo de la Isla Española. La relación y parecer que Nos


enviastes del estado en que estaba la obra de la fortaleza de la villa
de Puerto de Plata de esa Isla y de las cosas que ha menester, se vió
en el nuestro Consejo de las Indias, y habemos dado orden para que
se ponga en defensa. Los Oficiales de Sevilla enviarán tres piezas de
artillería, una de cincuenta quintales, otra de cuarenta y la otra de
hasta treinta y cinco quintales, y cincuenta arcabuces, con la pólvora,
balas y municiones necesarias, y que los Oficiales de esa Isla paguen
mil pesos y y mil y quinientos ducados, demás de los cuatro mil pesos
que vos librastes en ellos, para que con ellos se acabe la obra de la
dicha fortaleza; y porque queremos ser informados del salario que se
puede dar al artillero y lombardero que reside en la dicha fortaleza,
vos mandamos que luego Nos enviéis relación de ello, y entretanto
que la enviáis, le señaléis y proveáis que se le pague el que pareciere
ser competente. Fecha en San Lorenzo el Real a veinte y ocho de
noviembre de mil y quinientos y setenta y cuatro años.—Yo el
Rey.—Por mandado de S.M., Antonio de Eraso, señalada de los del
Consejo».—AGI, Santo Domingo 868 lib. 3, f. 43v.
v Cuentas de Puerto de Plata.—«Ha de haver el dicho Pedro
Rengifo de Angulo, que ha gastado y pagado en servicio de la
hazienda de S.M. y beneficio della y se le pasan y resciben en quenta
duzientos y quarenta y dos pesos y diez granos que paresce pagó a
Francisco de Cevallos, curador ad liten de Lázaro de Cevallos, de
resto de trescientos y noventa y un pesos seis tomines y diez granos
que valieron dos piecas de artilleria de bronze que se remataron en
publica almoneda por bienes de Francisco de Cevallos, y el dicho
Pedro Rengifo de Angulo las tomó para la dicha fortaleza desta villa
con provisión que para ello tuvo de los señores Presidente y Oydores
de la Audiencia Real».—AGI, Contaduría 1052.
v «Este día [29 de julio de 1575] mill pesos de quartos, por
libramiento de nos los oficiales reales de S.M., dí y pagué al bachiller
Francisco Tostado de la Peña en nombre del capitan Pedro Rengifo
de Angulo, alcayde de la fortaleza de Puerto de Plata, que se le dan
por virtud de una cédula real de S.M. en que manda se le den los
dichos mill pesos, a conplimiento de cinco mill pesos para acabar
el fuerte principal de la dicha fortaleza, como parece por el dicho
libramiento».—AGI, Contaduría 1052.
v «Este día treynta y uno de agosto del dicho año [1575], mill y
quinientos ducados de Castilla, por libramiento de nos los oficiales de

274
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

S.M., dí y pagué al bachiller Francisco Tostado de la Peña en nombre


del capitan Pedro Rengifo de Angulo, alcaide de la fortaleza de la villa
de Puerto de Plata, que se le dan por virtud de una cédula de S.M.
en que manda se le den los dichos mill y quinientos ducados para la
barbacana y cerca y cava de la dicha fortaleza, como parece por la real
cédula que queda en la Contaduría».— AGI, Contaduría 1052.

89.— Como la presencia de corsarios en las costas de Santo


Domingo no puede reseñarse por el número de embarcaciones
o de capitanes que se acogían a puertos solitarios en espera de
contratantes que eran los mismos que les avisaban de persecución
intentada, forzoso es restringir su enumeración a aquellos casos
en que el interés de las partes dejaba a la posteridad noticia de sus
arrojos e insultos. Viene ahora el caso del oidor doctor Francisco
Mejía; quien, habiendo cumplido con una comisión que hubo de
ejecutar en Cartagena de Indias antes de venir a su Audiencia de
Santo Domingo, estando ya de viaje y después de un tiempo de
mares gruesas y por ello desviado de su rumbo el navío, y en éste
puestos en defensa contra las intimaciones de barco francés, peleó
con denuedo y en el choque murió y su cuerpo fué arrojado al mar
por el enemigo. Refirió este encuentro el capitán Adriano de Padilla,
a quien la Real Audiencia de Santo Domingo había confiado la
gobernación interina de Cumaná o Nueva Andalucía por muerte
del gobernador Diego Fernández de Serpa, y que, de retorno a
Santo Domingo, se embarcó en navío procedente de España y que
arribó primero a Santa Marta, conforme a despachos y cargazón;
documento que merece inserción completa, entre otros varios que
tocan a la materia, por ser raros los papeles hallados que enuncian
circunstancias de guazábaras tales entre piratas asaltantes y españoles
asaltados; al fin, dicho capitán Padilla manejaba la pluma mejor que
la espada, y aún aspiró más a ser escritor que soldado. He aquí su
petición a la Audiencia de Santo Domingo:
90.— “Muy Poderoso Señor: El capitán Adriano de Padilla
parezco ante Vuestra Alteza y digo que en el mes de noviembre

275
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

pasado, viniendo en compañía del Doctor Francisco Mejía, vuestro


Oidor difunto, desde el Río de la hacha que es en Tierra firme, para
esta Corte, en una fra­gata de Baltasar Coello, con otros muchos
pasa­jeros que dentro venían y, prosiguiendo el di­cho viaje, habiendo
llegado donde dicen la Sa­bana, que es en esta Isla Española, en
días del dicho mes de noviembre del año pasado (1575), salió de la
dicha Sabana una goleta francesa con veinte remos por banda y con
cuarenta escopeteros con otras muchas armas y municiones y con su
bandera de campo y a tambor y pífano, según que suelen andar los
dichos corsarios a robar y saltear; la cual dicha goleta había des­pedido
de su bordo y compañía una nao france­sa llamada La Unicornia,
de que era capitán Fia­cre Bernian, y piloto mayor Juan García de
Mo­guer, español, vecino de Moguer; los cuales dos navíos, debajo
del mando del dicho capitán, habían salido al corso desde Conques,
que es en la baja Bretaña del reino de Francia, para venir a estas
partes de las Indias. Y es así que habiendo salido la dicha fragata o
goleta francesa del di­cho puerto en son de guerra y puesta en armas
y con la bandera en que iban las armas reales del rey de Francia,
nos abordó, diciéndonos que amainásemos por el rey de Francia con
otras mu­chas amenazas; lo cual visto por los que dentro íbamos, nos
fué forzoso poner en arma y defensa y peleamos con el dicho francés
dos horas y mas; en la cual pelea nos mataron al Doctor Fran­cisco
Mejía, vuestro Oidor, de muchas heridas, y a don Alonso de Castilla
y a otros seis hombres españoles muy cruelmente y [sus cuerpos] los
echaron a la mar y a la demás gente hirieron y maltrataron después
de rendida la dicha fragata, y la saquearon y robaron todo cuanto
dentro ha­bía, que fué en cantidad de treinta mil pesos de oro y plata
y esmeraldas y otras preseas ricas y de mucho valor; todo lo cual,
habiéndolo robado y saqueado, lo pasaron y ondearon en la dicha
nao Unicornia por el dicho capitán y piloto español. Y es así que a
mí particularmente me llevaron y robaron los dichos franceses cua­tro
mil pesos de oro en plata, oro y perlas, esme­raldas y otras preseas ricas,
como todo ello más largamente consta y parece por estos testimo­nios

276
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de que hago presentación ante V.A., y por estas confesiones que les
fueron tomadas a los franceses de la dicha nao que fueron presos en
el puerto de la Yaguana; y porque podría ser que los dichos piratas
y corsarios franceses, o el dicho Juan García de Moguer, español, su
pi­loto, pudiesen ser habidos y presos en algunos puertos y lugares de
estos reinos y señoríos, o en los del Serenísimo Rey de Portugal, o en
otras partes, con sus haciendas y navíos, como tratan­tes que suelen
ser, y para ello tengo necesidad de vuestra cédula y provisión real
para que se les embarguen y secuestren cualesquier bienes suyos, y
ellos sean presos y a buen recaudo traí­dos a esta cárcel real para que
sean castigados conforme al delito que cometieron, y yo pueda cobrar
los dichos cuatro mil pesos de oro que así me robaron y llevaron,
porque, si es necesario, yo me querello ante V.A. de todos ellos como
piratas corsarios. Porque pido a V.A. sea servido de mandar que se
me dé vuestra provisión real, inserta esta querella e información y
testimonios que presento, para que, dondequiera que pudieren ser
habidos, sean presos y traídos a esta cárcel real con todos sus bienes
y haciendas para el dicho efecto, y si más me conviene pedir, lo pi
do, y pido justicia. - Adriano de Padilla”.
91.— En otro papel (uno de los testimonios que Padilla presentó
en la Audiencia, y era otra declaración anterior hecha en Santiago
de Cuba) después de enarrar el asalto, la lucha y rendición del navío
al pirata, el querellante dice: “Y con todo ello nos llevaron a una
nao de alto bor­do, francesa, de su compañía que estaba en el Cabo
de Tiburón, la cual nao y la dicha goleta luego determinaron de
irse al pueblo de la Ya­guana, de la Isla Española, a robar los navíos
que allí habían, y habiendo llegado al dicho puer­to en veinte de
noviembre, pasando la dicha nao francesa, en que nos llevaron
presos, cautivos y robados, se halló este día de improviso en me­
dio de la armada real de S. M. de los galeones y fragatas que andan
de armada en estas partes, a los cuales bombardeó el dicho navío
francés con sus piezas de artillería, y pudiéndola abor­dar y tomar la
dicha armada por la haber alcanzado con los patajes y una fragata, lo

277
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

dejaron de hacer y la dejaron ir de entre las manos, sin le tirar pieza


de artillería, sin le seguir y le dar alcance. La dicha nao francesa se
vino pacíficamente la vuelta de Cuba y, llegada a Cabo de Cruz, me
echó en ella en tierra a mi y a diez y ocho hombres, y entre ellos a
Baltasar Coello, señor de la dicha fragata en que fuimos robados,
a donde nos echaron desnudos y descalzos y mal­tratados; de todo
lo cual me conviene hacer in­formación para dar noticia a S.M.; y
asimismo conviene hacer información de cómo los dichos franceses
de la dicha nao publicaban en secreto de cómo salía de Francia un
hijo de Juan Ribao con armada de cinco galeones, y en ellos dos
mil y quinientos hombres de guerra para venir a robar y saquear el
puerto de Nombre de Dios, y de allí pasar a Panamá y apoderarse
de la Mar del Sur, y que asimismo salía y había salido de In­glaterra
una armada de catorce navíos de Juan Acles (Hawkins), en la cual
venía por general un sobrino suyo con mucha gente y armas, la
cual armada venía a robar y saquear los puertos y lugares marítimos
de estas Indias, y a esperar el armada de Tierra firme y la robar y
saquear; lo cual todo publicaban los dichos franceses y el almirante
y el capitán Boquin que con ellos venia y otros franceses de la dicha
armada y na­vío, los cuales eran luteranos de Brest, que es en el reino
de Francia en la Bretaña…”

v Jerónimo de Torres, escribano de la Yaguana, en una «Relación


de las cosas de la Española» escrita en 1577, recordaba el hecho
frecuente de que barcos españoles en el ejercicio de sofrenar a
corsarios y piratas, solían proceder con ellos como si tal obligación
no les tocase: «Y como digo aliende [los extranjeros] se pasan en
Margarita y Venezuela a la causa susodicha y a que los puertos no son
seguros, que son en costa brava; de esta Tierrafirme a Puerto Rico, digo
a la isla, que al puerto principal no van porque es fuerte, mas vanse a
unos puertos que están a la banda del Sur de dicha isla, do hay gente
de servicio de unos pocos hatos de vacas, que allí hay indios puestos,
y mestizos, y tales que con algun vino y anjeo y cosillas que les dan,
les dan aviso de la mar y de la tierra de lo que hay menos, y aunque
de los vecinos no se puede creer den tales avisos, sino de negros y

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

indios a trueque de estas cosas algunos vecinos de alli les dan lo que
tienen de cueros y azúcar a trueque de esclavos, paño,vino y lienzos,
y estos con brevedad, corren a San German y Guadianilla, y con la
misma hacen sus contratraciones….», etc. Dice Torres que, ya los
corsarios en las costas de la Española, «en este puerto de Yaquimo ya
saben si hay armada en la Yaguana, o no, porque ya se lo avisan los
negros a trueque de cosillas y vino….», etc. «Las armadas de V.A. de
ordinario acuden más a la Yaguana que a otro puerto de estas islas,
a causa que tiene más comida que en otro puerto, y vase a proveer
y a ver si puede tomar algún francés y, aunque la aya, algunas veces,
según son de atrevidos, como fué a Nicolas de Cardona, y otra vez
a Pedro Menéndez Márquez, y otra vez a Alvaro Florez, y este año
pasado a Cristóbal de Eraso, que a todos estos generales les ha venido
la ocasión de franceses a la mano, estando ellos en el puerto surtos,
y se les a descabullido la ocasión de entre las manos, o por poca
ardura o por mucha fuerza del francés, y aun el mismo Adelantado
se vió con el inglés a vista de la Yaguana y se le fue: el porqué, yo
lo diré si fuere necesario…..» Y en otro pasaje dice Torres: «Todas
estas armadas que de orden de V. A. allá van, caso que hazen sus
diligencias, jamás an hecho, con que siempre an tenido ocasión y
ocasiones en la mano y se les an escabullido, dizen que por mejores
navíos de vela y otros achaques… y también que a abido falta en los
vecinos: y de todo esto daré, si fuere necesario, razón de mí y de lo
que digo….» AGI, Patronato 259, ramo 67.— El texto íntegro de
este documento fue cedido graciosamente por el autor para el vol. II
de “Relaciones Históricas de Santo Domingo” y corre inserto en las
págs. 128 a 144.
v El expediente sobre la muerte del Oidor Mejía: AGI, Justicia
1003.— Padilla lo inició en Santiago de Cuba ante el alcalde
ordinario Alonso de Mondocar el 1 de diciembre de 1575; lo siguió
en la Yaguana el 20 del mismo mes y año ante el alcalde ordinario
Diego Fernández de Ocampo para tomarle la declaración a seis
de los franceses prisioneros (Juan Ilconte, Amon Forniel, Oliver
Simon, Barthelemy, Juan Lebujon y Francisco Trozau) tomados por
este tiempo (después de 1585, Leonardo de Vía, hijo de antiguos
pobladores de la Yaguana, capitán que era contra negros alzados, en
una enumeración de méritos alegaba que en 1575, estando en el hato
de Hatibonito, del capitán Diego Fernández de Ocampo, prendió a
seis franceses que habían entrado a robar y hacer daño; AGI, Santo
Domingo 80); después ante la Audiencia, que le dio provisión Real

279
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

para seguir su querella, el 6 de febrero de 1576; y, finalmente, la


siguió también por su persona en el Consejo de Indias, que le dio
Real provisión de 2 de septiembre de 1578, que le sirviese contra
aquellos corsarios si los tomaba autoridad española. Este capitán
Adriano de Padilla era canario, padre de Hernando de Padilla que
casó con Marcelina, hija de don Cristóbal Colón de Toledo y bisnieta
del primer Almirante Descubridor; padre también de Fr. Adriano de
Padilla, que fué Prior Provincial de los dominicos de la Provincia
de Santa Cruz de las Indias. Dicho capitán Padilla fué el mismo a
quien por Real cédula de El Pardo 2 de febrero de 1579 se concedió
por diez años el privilegio de vender él solamente en todas las Indias
españolas «un libro de historia intitulado La Perla Occidental, obra
de mucha curiosidad y que en hacerla habéis pasado mucho trabajo».
(“Disposiciones Complementarias de las Leyes de Indias”, Madrid,
1930, vol. III, p. 49, documento 625). El cual no se retiró de la Corte
sin sacar para si los oficios de factor y veedor de la isla Margarita, y
firmó una escritura de obligación el 9 de marzo de 1579, de servir a
S.M. con 600 ducados por la merced del título de regidor de la ciudad
de Santo Domingo para su hijo don Hernando; y como no hubiese
pagado ni chiripa, por Real cédula de Madrid 13 de febrero de 1584
se dio comisión al Presidente de Santo Domingo de la Contratación;
AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 118. Posteriormente compró el
oficio de regidor por 300 ducados para su nieto don Cristóbal Colón,
hijo de Marcelina, pero habría de tenerlo él (ya don Hernando
era difunto) hasta que el nieto tuviese edad competente; título
provisional de Santo Domingo 13 de junio de 1592, confirmado por
el Rey en 1593; AGI, Santo Domingo 29.

92.— El Presidente Francisco de Vera en­tregó su puesto al


sucesor don Gregorio González de Cuenca el 19 de abril de 1576, y
con él cesaron los Oidores que quedaban: Ibero, Casti­llo y Salazar,
y el fiscal; la Audiencia toda se renovó en la propia fecha. Vera se
fué con oficio de Oidor a la Audiencia de las Charcas, en don­de no
tuvo aquella preeminencia que en Santo Domingo para poner las
manos sobre los hom­bros de los Oidores y sentarlos en sus bancos
cuando se tardaban en hacerlo, ni meter en las filas con los del
pueblo, en los casos ocurrentes a los oficiales reales y a los regidores,
que fue­ron los cargos más duros que en su residencia descontentos

280
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Oidores le hicieron (aunque los tales solían despicarse con groserías


arteramente eje­cutadas debajo del lema indecente del cinismo, que
pone en los labios el burdo pretexto, del “fué sin querer”). Este
Presidente ni fué mejor que su sucesor, ni peor que muchos de sus
antecesores y en cuanto a la observancia y ejecución de los mandatos
Reales y en la vigilancia de la admi­nistración de justicia tan dormido
como solían y suelen ser los que, por llevar la contraria, se hacen
parciales contra parciales. Fué muy más comedido con el arzobispo
Fr. Andrés de Carvajal, aunque a veces, ambos a dos mutuamente
se enseñaron los dientes, excluso escándalo grave.

v Santo Domingo 15 de abril de 1574.— Francisco de Vera,


Presidente, al Rey (capítulo de carta): «Y como esta ciudad es
puerto de mar y frontera tan importante, se ha tenido de costumbre
estar alistada la gente de tierra y mar, conforme a lo que V.M., por
muchas cédulas, tiene mandado, y a que había nombrado días ha tres
capitanes de infantería, los cuales han servido sus oficios sin salarios
ni aprovechamiento alguno, por preeminencia del oficio y por ser
cosa tan necesaria, han tratado los esclavos que les acompañan de
traer armas; y agora los Oidores han hecho pregonar un auto para
que ninguna persona tenga criados negros con armas aunque sean
capitanes, [los cuales] han pedido que no se entienda con ellos, pues
no pueden sin armas hacer sus oficios, mayormente habiendo cada día
rebatos, y que de noche ponen guarda en la ciudad y centinelas que
no pueden salir a hacerlo, ni visitar la guardia y centinelas, ni hacer
otras cosas que se ofrecen sin criados con armas; y, por habérseles
denegado, han dejado los oficios y no se hallan personas que lo quieran
ser por esta causa; y aunque el Presidente les ha dicho [a Oidores]
que ésto toca a él como Capitán General, no aprovecha nada para
dejárselas traer. V. M. mande proveer lo que fuere servido».— AGI,
Santo Domingo 71.
v Madrid 2 de mayo de 1574.— Real cédula a Presidente y Oidores:
avisando que han salido corsarios con rumbo a Indias para robar y
hacer guerra, y otros se preparan para los mismos fines; que tengan
apercibida la defensa de los puertos del distrito y que con toda
brevedad envíen despachos a las otras plazas con los despachos Reales
que se le encomiendan para la Audiencia de Panamá y para Diego
Flórez de Valdés que sirve el cargo de capitán general de la armada

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que anda en guarda de la carrera y costas de las Indias; y que de todo


lo que fuere ocurriendo, envíen al Consejo aviso.— AGI, Santo
Domingo 868, lib. 3, f. 35v.
v Oidor Dr. Francisco Mejía; su título de Madrid 26 de abril de
1574; — Real cédula de San Lorenzo 3 de junio de 1574: a los oficiales
de Santo Domingo, para que paguen al Dr. Mejía, Oidor, su salario
por todo el tiempo de su detención en la provincia de Cartagena,
a donde va para residenciar al gobernador [Francisco Bahamonde
de Lugo] y oficiales reales, y gobernar allí interin llega titular: AGI,
Santo Domingo 899. (Mejía había sido provisto para Santo Domingo
por promoción del lic. Hernando de Robles a Alcalde del Crimen
de Méjico, y su título de Oidor, dado en El Pardo el 13 de diciembre
de 1573; AGI, Santo Domingo 899).
v Licenciado Eugenio Salazar de Alarcón: título de Oidor de Santo
Domingo, por muerte de Alonso de Grajeda, El Pardo 13 de diciembre
de 1573; AGI, Santo Domingo 899;— se embarcó en Tenerife para
pasar a Santo Domingo lunes 19 de julio de 1574, dice un documento;
y en la primera paga de su salario: «Al Ilustre señor licenciado Eugenio
de Salazar» se le dió por lo que «le toca de aver por un mes y doze
dias de salario desde diez y nueve de jullio que se hizo a la vela de
la Isla de Tenerife hasta fin de agosto deste año en que estamos de
setenta y quatro, como paresce por la fee que dello dió Francisco Luis,
escribano de la nao de que vino por maestre Juan Velez, que, a razón
de mill e duzientos ducados de salario e ayuda de costa…. recibió en
buena moneda»; AGI, Contaduría 1052; —por Real cédula de San
Lorenzo el Real 16 de junio de 1576, dirigida a don Gregorio González
de Cuenca, se le mandó que tomase la residencia a Salazar y si nada
notable hallaba por defecto en el ejercicio de su plaza, le entregase
el título de Fiscal de la Audiencia de Guatemala (de 16 de junio de
1576), y si hallase algo grave, retuviese dicho título en su poder y
en primera ocasión enviase al Consejo testimonio de los cargos para
entonces darse otra providencia; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3,
f. 51v; — fué calificado de buen ministro, aunque multado en cierta
corta suma, de que protestó; cesó en Santo Domingo el 4 de agosto
de 1576; AGI, Santo Domingo 24. Dondequiera que Salazar estaba,
había compostura en su presencia; fué entre Presidente y Oidores
verdadero sedante de asperezas, con sólo estar presente. Fiscal en
Guatemala hasta 1581; después fiscal en Méjico (1581-1589);
Oidor en Méjico (1589); ocupado más tarde en comisiones varias, y
últimamente se le dió plaza de Consejero de Indias en 1600.

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Capítulo IX
Presidencia del doctor don Gregorio González de
Cuenca (1576-1581)

93.— Cuando el Presidente don Gregorio González de Cuenca


entró en el ejercicio de su cargo, estaba pendiente de remedio el
desbarajustado valor de la moneda provincial de cobre, de acuñación
insular, que cada día se menospre­ciaba más hasta faltar moneda
de plata y de oro que llegaba de fuera y se daba por un valor de
moneda de cobre de hasta catorce y aún de diez y seis pesos un
peso de oro fino, de que provino escasearse asimismo esta moneda
provincial. Ha­bíanse enviado de España tres años antes nuevos
punzones y nuevos cuños para que se labrase bue­na moneda de cobre
y se recogiese la mala; pero siendo costumbre de los Señores de la
Audiencia archivar cuantas disposiciones Reales dañaban directa o
indirectamente a sus provechos persona­les, y González de Cuenca, de
notoria integri­dad y celo, aunque suelto de lengua si le toca­ban teclas
de disonancia con su autoridad, acometiese la empresa de mejorar
la moneda donde los pareceres y arbitrios de banderías embarazaban
su ejecución y, procediendo conforme a lo mandado, se atrayese la
inquina de los mercaderes de dinero y de todo lo demás comerciable,
si bien quedaba satisfecho del deber cumplido, tenía por añadidura
serias desazones entre las que descollaban las infligidas cobarde y
miserablemente por quienes con toda cautela se vengaban, sin ser
conocidos ni castigados por fuero de ley ni por fuero personal de
agraviado. Así hubo de presidir este varón cinco años hasta bajar al
sepulcro sin amigos en lo social y sin dinero alguno en lo doméstico.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Doctor Gregorio González de Cuenca: su título de Presidente de la


Audiencia, Madrid 13 de septiembre de 1575; AGI, Santo Domingo
899.— Primera paga de su salario: «Al muy Ilustre señor doctor
Gregorio González de Cuenca, Presidente desta Real Audiencia,
ciento y noventa y siete mill y novecientos y diez y siete mrs. de
buena moneda de Castilla, que se le deven por razon de dos meses de
su salario, que comenzaron a correr a primero día del mes de março
pasado deste año de setenta y seis, que Su Señoría se hizo a la vela
desde la barra de Sanlucar de Barrameda, como paresce por una fee de
Sebastián García de Ayala, escribano de S.M., y se cumplieron en fin
de abril deste presente año»; AGI, Contaduría 1052.— Llegó a la Isla
con dos oidores y el fiscal el 18 de abril; AGI, Santo Domingo 50.—
Su título de Capitán General, Aranjuez 8 de mayo de 1577, y que lo
fuera en tanto fuese Presidente de la Audiencia, y que los Oidores
le tuviesen por tal y prestasen asentimiento a sus disposiciones
tocantes al real servicio y seguridad de la Isla, y le dejasen obrar sin
contradecirle en cosa; AGI, Santo Domingo 899.— Ultima paga:
Por libramiento de 6 de julio de 1581 fueron satisfechos 338.033
mrs. de buena moneda que «dí e pagué a los herederos del señor
doctor Gregorio González de Cuenca, Presidente que fué desta Real
Audiencia, difunto, que se le devían de su salario de tres meses y treze
días que sirvió el dicho oficio, que comenzaron a correr a primero de
henero pasado deste dicho año [1581] y se cumplieron a treze de abril
de dicho año, que fué quando el dicho señor Presidente fallesció».—
AGI, Contaduría 1052.
v Lic. Esteban de Quero Lobado (en lugar de Ibero que se fue en
enero de 1577; AGI, Santo Domingo 50), su tit. de Oidor, el Pardo
17 de octubre de 1575; AGI, S. Domingo 899.— Embarque y llegada,
con el Presidente.— Suspendido del oficio por el Visitador Rodrigo
de Ribero y metido en la cárcel por descosido de lengua, hubo de
considerarse su caso por vía de suavidad, y el Visitador le propuso ir
en comisión a la Habana, y no aceptó por recelarse si no retornaría;
aceptó después ir como juez especial contra rescatadores de la Yaguana
y banda del Norte de la isla, ya poco de haber llegado a la Yaguana,
«le mataron de ponzoñas», como Pedro, hermano suyo, escribió al
Rey cuando ya desesperaba de darse con el delincuente, carta de
Santo Domingo 1º de noviembre de 1583: AGI, Santo Domingo
73. La muerte en noviembre de 1582, AGI, Santo Domingo 96.
v Licenciado Alonso de las Cabezas de Meneses (en lugar del doctor
don Alonso de Cáceres Ovando), su título de Oidor dado en El

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Pardo 17 de octubre de 1575; AGI, Santo Domingo 899. Llegó con


el Presidente.— Trasladado a Quito con título de oidor, de 26 de
julio de 1585, y se le privó del oficio en juicio de residencia en 1598
(Schaeffer).
v Doctor Martín de Aliaga, su título de Oidor (en lugar del doctor
Francisco Mejía, difunto), Los Molinillos 9 de abril de 1576; AGI,
Santo Domingo 899.— Primera paga en el segundo tercio de 1577
«por razón de dos meses y dos días de su salario, que comenzaron a
correr a diez y nueve de junio pasado deste año de mill y quinientos
y setenta y siete años, que se hizo a la vela de la barra de Sanlucar
de Barrameda, como paresce por una fee de Gaspar de los Reyes,
escrivano del navío nombrado “San Francisco”, maestre Juan
Bernardo» ; AGI, Contaduría 1053.— Ultima paga hasta 20 de
noviembre de 1578, como «oydor que fué desta Real Audiencia, por
dos meses y veinte dias que sirvió la plaza en el postrero tercio del año
de setenta y ocho; AGI, Contaduría 1058.— Pasó a Guatemala con
título de Oidor de 24 de abril de 1578, y allí murió. Había llegado
a Santo Domingo el 6 de agosto de 1577 con el Oidor Arceo; AGI,
Santo Domingo 50.
v En igual fecha que para los licenciados Quero y Cabezas, se
despachó título de oidor Juan de Barrios, pero no aceptó con razones
que le dejaron hábil para mejor destino, y en su lugar se dio el puesto,
San Lorenzo 3 de julio de 1576, al licenciado Pedro de Arceo, en lugar
del dimiso Castillo; AGI, Santo Domingo 899.— Su primera paga
del segundo tercio de 1577, por «dos meses y onze días de su salario,
que comenzaron a correr desde veynte días del mes de junio pasado
deste año de mill y quinientos y setenta y siete años que Su Merced se
hizo a la vela desde la barra de Sanlucar de Barrameda, como paresce
por una fee de Rodrigo Guillén, escrivano del navío nombrado “La
María”, maestre Juan Agustin»; AGI, Contaduría 1052.— Pasó a la
Isla Margarita para tomar residencia al exgobernador Miguel Maza
Lizana y sus oficiales, y ganó salario de 3 pesos diarios, por ello, desde
29 de octubre de 1580 hasta 28 de agosto de 1581; AGI, Contaduría
1053; y fué dos veces Presidente interino de la Audiencia.— Su última
paga «fasta siete de agosto deste año de noventa, que murió» AGI,
Contaduría 1058.
v Doctor Diego de Villanueva Zapata; su título de fiscal y licencia de
ir a su destino, El Pardo 31 de octubre de 1574; AGI, Santo Domingo
899.— llegó con el Presidente G. de Cuenca; — cesó antes de llegar

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el sucesor Juan de Larieta, y pasó a Panamá con oficio de fiscal, y allí


en 1593 hecho oidor de la Audiencia.
Fué el doctor Villanueva Zapata el primer fiscal de la Audiencia
que entró en estrados sin ser visto de frente por Presidente y Oidores,
pues entró con ellos. Por esta trivial circunstancia cesaron las
antiguas y repetidas puerilidades de los muy ilustres Jueces respecto
a la entidad del oficio con lo que por obediencia debida al Soberano
les tocaba cumplir, si tan obcecados hiciéronse todos que nunca
vieron claro lo mandado por el Rey repetidamente sino en grado de
conminación o de voluntad absoluta. Como en Santo Domingo, así
en otras Audiencias.
Por la creación de la Audiencia, ni por posterior reorganización
de ella se había dado al fiscal de aquel tribunal en Indias lugar
preeminente, o siquiera definido entre los oficiales del mismo, ni
tampoco tuvo cuenta el Consejo de las Indias con declaración
alguna acerca del oficio, en cuyo ejercicio el titular se considerase
con el mismo mérito externo y legal de que gozaban los fiscales de
las Chancillerías de la Metrópoli.
Como siempre fue prerrogativa legal del fiscal mentir
desaforadamente en materia de inculpación a cargo de terceros,
quedando por verdad catecúmena en estrados que hay elefantes del
tamaño de un mosquito y mosquitos con talla de elefante grande, y
durante proceso o causa tal verdad, aquella verdad no debía tener
otra altura, largor ni anchura que la pretendida, ora por jueces, ora
por la parte que se andaba a codazos con el fiscal, y cuantos podían
(según conveniencias) prefijar la talla, contra el fiscal vivieron en
consorcio, y ya desde el principio se le vigiló que no tuviese otra
acción que la de defender la hacienda e intereses del Rey, con que
no pudiese corromper considerandos ningunos de la jurispericia
tropical de los señores jueces en su atención a personas interesantes
para hacer la vida de relación menos atormentada en razón del «por
cuanto vos…»De que vino a imponerse una gran relajación que, por
emanar de los mismos jueces, fue bonísima costumbre muy superior
a toda ley escrita: el fiscal no debía tener iniciativa alguna, ni previo
conocimiento alguno de fraude, robo, concusión, contrabando ni
robo para pedir nada en nombre de S.M. ni de la santa justicia, sino
con el aviso y la orden y la citación de los señores jueces……
También desde el principio los fiscales procedían de dos cepas
distintas: el fiscal “por S.M.” tenía título dado por el Rey; el fiscal

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

por sustitución o interino recibía nombramiento o título otorgado


por la Audiencia. Aquél no era separable del oficio sino por el Rey, o
por visitador o por juez de residencia, según su demérito; éste cesaba
por revocación de su nombramiento o por renuncia personal que le
era potestativa. El fiscal por S.M. solía superar muchos embates de
los jueces por esperar ascensos; el interino, en cambio, si se avenía a
resollar con el soplador de los jueces, no teniendo cartel para otras
ventajas superiores, templaba el acero de su dialéctica a través de
cristales aprobados por los de la Audiencia para dar con el verdadero
ocasional sentido de las palabras contenidas en la armería de las
leyes. Debiose a los fiscales por S. M. la paulatina dignificación del
cargo y puesto, mediante reales cédulas que fueron acoquinando la
maliciosa conducta de los jueces y sentaron al fiscal en el Tribunal y
le dieron lugar para firmar en los acuerdos y en las reales provisiones
cuando quedaban ventilados los intereses del Rey, pero ello se logró
tras persistentes transgresiones a lo mandado. Los fiscales interinos,
si, por una parte, no percibían el mismo salario que tenía el titular,
gozaban siempre, por otra, de más tiempo para jugar naipes, pescar
tiburones o hacer chistes, si por ventura era tiempo echado a perros
el dedicable a estudiar pleitos pendientes, ya que tan corto salario, no
correspondiendo al ejercicio por defecto de titulación, menos había
de esclavizarles la voluntad para el estudio. Pertenecieron al grupo
interinario abogados, semiabogados, dizque abogados y aún meros
residentes en la ciudad, y solamente se conocen dos sujetos de buena
leche, letrados y gente de seso y peso: Alonso Estévez, que llegó a
ser fiscal titular, y Francisco Tostado de la Peña, que pudo serlo con
estimación y aplauso.
Los fiscales de la Audiencia anteriores a Villanueva Zapata fueron,
cronológicamente, los siguientes:
Sancho Velásquez, en el oficio de 1511 a 1514, que pasó a Puerto
Rico con comisión de juez repartidor de indios, gobernó y dio con su
pellejo en la cárcel de la Inquisición y en ella murió el 17 de mayo de
1520. Parece que fue fiscal titular, pues no tuvo sucesor, sino sustituto.
Bachiller Juan Carrillo, primera vez, llamado a España en 1520.
Pedro Vázquez de Mella. El 6 de julio de 1520 escribió Rodrigo
de Figueroa al Emperador: «Hago saber a V. M. que, por ausencia del
licenciado Carrillo, que V.M. manda ir a Castilla, yo puse por fiscal de
esta Audiencia al licenciado Pedro Vázquez de Mella, que acá estaba,
el cual sirve el oficio muy bien, porque es muy buena persona y muy

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

fiel al servicio de V.M. Ahora es muerto el licenciado Velásquez, cuyo


era el dicho oficio. Suplico a V.M., porque el dicho Pedro Vázquez es
tal persona cual pertenece para el oficio, que no lo remueva, antes de
nuevo le haga merced de él y se lo mande servir, porque es persona
que sabe mucho en estas partes»; AGI, Patronato 174, no 19.— Debió
de durar poco en el puesto, aunque siguió viviendo en la ciudad.
Licenciado Francisco de Prado: su título de Pamplona 28 de
diciembre de 1523; AGI, Contratación 5090, dase también la fecha
de 23 de octubre de 1524.
Bachiller Pedro Moreno, interino, en el oficio en 1525.
La abundancia de litigios entre vecinos por alquileres de indios
encomendados, mudanza que éstos hacían de amos, y añagazas entre
españoles en materia de piezas de negros y reencomiendas privadas
de indios, no habiendo fiscal titular (y aún habiendo), dio ocasión a
dividir el trabajo para adelantar en las resoluciones de causas y se creó
un profiscal con nombre de “letrado del rey”, «como abogado en todos
los pleitos e negocios tocantes a la hazienda de V.M.» (en la pluma del
Secretario de la Audiencia, Diego Caballero); como tal letrado el lic.
Cristóbal Lebrón cobró desde el segundo tercio de 1520 hasta fin de
enero de 1525; le sucedió en esta abogacía el lic. Juan Carrillo desde
1 de mayo de 1525 hasta principios de julio de 1527, y parece que
por más días, por no ser competente cómputo el de cobro de salario
por tercios del año, y es lo que se ha anotado; y a Carrillo sucedió el
licenciado Pedro de León, que aparece cobrando el tercio postrero de
1527, y cesó en fin de junio de 1528. Lebrón tuvo por el oficio salario
de 50 pesos al año; los otros dos, de sólo 25 pesos.
Licenciado Hernando García de Montalván. El contador interino
Diego Caballero al Emperador en carta de 27 de octubre de 1528:
«asimismo enbió a mandar a V.M. que treinta y cinco pesos de oro que
se dava a un letrado porque entendía en los pleitos y negocios tocantes
a la hazienda de V.M., que no se diesen y que el fiscal lo sirviese pues
lleva salario; es poco el salario que se le da por tanto trabajo….. » Y
del fiscal, «que es el licenciado Montalvan» dice: «y nunca yo estaría
satisfecho de poner pleito mío en sus manos»; AGI, Patronato 174,
nº 40. El sujeto, con real cédula dada en Toledo el 22 de octubre de
1525, anduvo pisando los talones de Fr. Pedro Mejía, franciscano,
repartidor de indios, para tenerlos conforme a la cédula, y se quejó
en 1530 de no haberlos recibido porque el fraile los dio a Hernando
de San Miguel, «que no era casado, ni tenía muger ni hijos» : AGI,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Fuenleal, Zuazo, Infante y Vadillo dieron aviso de haber muerto el


licenciado Montalbán que hacía el oficio de fiscal, y por no haber
de quien echar mano, pidieron persona que lo hiciese; AGI, Santo
Domingo 49.
Licenciado Antonio López de Haro; su título de 20 de marzo de
1532 (E. Schaefer). Los Oidores, en carta de 27 de abril de 1534
dieron aviso de que el fiscal Haro falleció, como habían escrito en
otra; y que en su lugar habían metido al licenciado Francisco Ruíz,
que había llegado a la isla en la compañía del Obispo de Santa Marta
[Alfonso de Tobes]; y pidieron para el mismo el oficio; AGI, Santo
Domingo 49.
Licenciado Francisco Ruíz, ut supra.
Licenciado Francisco de Orantes; su título de 6 de agosto de 1534;
murió en el oficio.
Bachiller Juan Carrillo, interino hasta la llegada de Frías.
Licenciado Juan de Frías; su título de 27 de marzo de 1536 por
muerte de Orantes. «En beynte y dos de noviembre (1536) dí e pagué
al bachiller Juan Carrillo, por libramiento del Presidente e Oydores
fecho a nueve de setiembre de quinientos e treynta y seis años, diez
y nueve mill e cuatrocientos mrs. que ovo de aver de su salario de
fiscal hasta tres de setiembre que se recibió por fiscal el licenciado
Frías, a razón de cincuenta mill; que llevaba cada un año con el
dicho oficio; AGI, Contaduría 1051. Fué despachado con comisión a
Venezuela para enderezar los asuntos de Jerónimo de Ortal, en 1537;
y logro tardío de venganza fué el intento de asesinato de su persona
cuando tomaba el fresco en la puerta de su casa una tarde de 1540;
Juan de Castañeda, prior comisionado en el propio asunto, cargó con
la responsabilidad de aquella maldad de tanta hazaña; AGI, Santo
Domingo 49. Todavía cobraba desde el año de 1540 hasta el 24 de
noviembre de 1544, paga de 4 meses y 23 días en el oficio; AGI,
Contaduría 1051. Antes del retorno de Frías.
Doctor Juan Blázquez, sustituto, ausente Frías; hay una paga de su
salario del 1 de enero al 8 de mayo de 1537; AGI, Contaduría 1051.
Licenciado Francisco de Escobar; sustituto, ausente Frías; cobró
los tercios primero y segundo de 1539, y del tercero lo caído «de
dos meses y veynte y tres días que sirvió el oficio de fiscal»; AGI,
Contaduría 1051.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Alonso Domínguez, sustituto de Frías, que cobró tres meses y siete


días del oficio en 26 de enero de 1540, retornó Frías al puesto, y cobró
en el principio de sus pagas por un tercio corrido el 21 de octubre de
1540; AGI, Contaduría 1050.
Bachiller Juan Carrillo, en sustitución de Frías, mal herido, hasta
1542 y en adelante cobró solamente como abogado de pobres; AGI,
Contaduría 1051.
Licenciado Fernando de Escobar, interino; ejercía en julio de 1546;
AGI, Justicia 33.
Licenciado Alonso Estévez, interino ya en 1546; pasó a Cuba para
residenciar a Juan de Juanes (hay un intersticio en la determinación
de quien ocupó después el puesto). Por real cédula de Valladolid 7
de octubre de 1559 se mandó a la Audiencia que informase sobre la
persona de Estévez, que había representado llevar ya ocho años de
fiscal interino de la Audiencia con todo celo e integridad y pidió el
título de propiedad, y por real título de Toledo 20 de junio de 1560
se le dio la propiedad del oficio; AGI, Santo Domingo 899.
Licenciado (no mencionado el nombre) Cabrera, interino por
enfermedad de Estévez; ejercía en abril/mayo de 1561; AGI, Santo
Domingo 71; Justicia 35. Este sujeto acababa de volver de Cubagua y
Margarita, a donde fue por juez de residencia; AGI, Santo Domingo
71. Doña Aldonza Manrique, gobernadora de la isla Margarita, que
buscaba marido para su hija Marcela, le había hecho su teniente, pero
le despidió por sus mañas y también por haber conocido la prestancia
y gallardía del capitán don Juan de Villandrando (de la fracasada
expedición de Jaime Rasquín, que iba al Rio de la Plata, y se dispersó
en Santo Domingo en 1559); Cabrera soltó su lindo oficio de fiscal
para ser fiscalizado por mal entretenido en negocio de distracción de
negros en la Margarita, y don Juan de Villandrando acabó la vida,
en plena luna de miel, cosido a puñaladas por los esbirros del gran
diablo Lope de Aguirre, el famoso tirano que había hecho irrupción
en aquella isla.
Licenciado Juan de Villoria, sustituto, por Estévez; ejercía ya en
4 de agosto de 1562 y lo era todavía el 10 de febrero de 1563; AGI,
Santo Domingo 71.
Licenciado Diego de Santiago de Riego; su título de Madrid 2
de abril de 1566, por enfermedad de Estévez (tullido); AGI, Santo
Domingo 899; Contratación 5090. Se embarcó en Sanlúcar de
Barrameda el 28 de julio de 1566 y llegó a su destino el 15 de agosto

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

siguiente; AGI, Santo Domingo 71. El Visitador Juan de Valdivia


le declaró suspenso. AGI, Santo Domingo 71, y por real cédula de
Madrid 21 de abril de 1571 fué revocada aquella sentencia; AGI,
Santo Domingo 899. No ejerció más en Santo Domingo, y en el
oficio que en otro destino se le dió, fué asimismo suspendido.
Bachiller Francisco Tostado de la Peña, interino, con nombramiento
de la Audiencia de 25 de septiembre de 1571, por suspensión de Riego;
AGI, Santo Domingo 24.50. Introduce la Audiencia como cofiscal al
bachiller Ramírez de Sosa; ambos fiscales, en vista de no entenderse
los oficiales reales con sus nóminas para paga alguna, acudieron al
Rey pidiendo remuneración, conforme a lo practicado hasta entonces.
Por real cédula de El Pardo 12 de noviembre de 1572, se mandó a
la Audiencia que informase sobre el caso y que se había dado a los
fiscales interinos, y por otra de El Pardo 20 de septiembre de 1573 se
ordenó a los oficiales reales que pagasen a Tostado de la Peña todo el
tiempo que sirvió desde la suspensión de Riego hasta que fue provisto
el sucesor titular; AGI, Santo Domingo 899. Cesó Tostado el 4 de
agosto de 1573 por la llegada del titular; AGI, Contaduría 1052.
Licenciado (nunca se expresa el nombre) Céspedes de Cárdenas;
su título, en lugar de Estévez, enfermo habitual, de Monzón 23 de
septiembre de 1563; licencia para ir a su destino con mujer e hijos, y
orden expresa de haber de asistir con los oficiales reales a las visitas
de los navíos; AGI, Santo Domingo 899; Contratación 5090. Recibió
primer salario «por ocho meses y diez y siete días que sirvió desde
treze de abril de sesenta y quatro, que se hizo a la vela en Sanlúcar
para venir a servir el dicho oficio hasta en fin de diziembre del dicho
año, a razon de trezientos mill maravedís por año»; AGI, Contaduría
1052. Pasó a ser fiscal de la Audiencia de Méjico con título de 2 de
abril de 1566 (Shaefer).
Licenciado Miguel de Pinedo; su título de San Lorenzo 26 de mayo
de 1572, AGI, Santo Domingo 899. Su primer salario «desde veinte
y seis de junio del año de 1573 que se hizo a la vela en la ciudad de
Sevilla»; AGI, Santo Domingo 71: Contaduría 1052. Había llegado
a la Isla con mujer e hijos el 11 de agosto del mismo año; AGI, Santo
Domingo 71. Cesó con todos los demás ministros el 19 de abril de
1576, y más tarde se le hizo fiscal de la Audiencia de Guadalajara
con título de 1578.
Doctor Diego de Villanueva Zapata, ut supra. Le siguieron en los
días de González de Cuenca:

291
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Licenciado Gaspar de Torres, interino (primo de Villanueva


Zapata), criollo de la Isla que había estudiado leyes en la Universidad
de Méjico; quien hizo el juramento de oficio el 27 de octubre de 1578;
AGI, Santo Domingo 51.
v Licenciado Juan de Larieta; su título dado en Carranque el 13 de
mayo de 1578; AGI, Santo Domingo 899. Su primer cobro de salario
fué «de cinco meses y veynte y cinco días que sirvió de fiscal, que
corrieron desde honze de marzo pasado deste presente año, que fue
quando se hizo a la vela desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda
para esta dicha ciudad, como consta por un testimonio que dello
presentó, que pasó ante Alfonso de Castierra, escrivano, que está
en poder del contador Juan Bautista de Berrio, y se cumplieron en
fin de agosto deste año [de 1579]. El último cobro «hasta siete de
henero deste presente año (1583) que fué suspendido por auto del
licenciado Rodrigo de Ribero, Visitador desta Real Audiencia»; AGI,
Contaduría 1053. En 1585 se registró una partida de satisfacción de
276.061 mrs., que se dieron a «María Gutiérrez de Castaño, viuda,
muger que fué de Domingo Larieta, vecina de Valladolid en Castilla,
como heredera del licenciado Larieta, su hijo, fiscal que fué desta
Real Audiencia, que es difunto, al qual se le devían por su salario
de fiscal desta Real Audiencia, de siete meses y honze días que
estuvo suspendido por mandado del licenciado Rodrigo de Ribero,
Visitador»; AGI, Contaduría 1063. Cantidad que llegaba al 18 de
agosto de 1583, en que falleció Larieta.

94.—De los tres primeros cuidados de este Presidente, es a saber:


el remedio de la moneda, visita de la tierra adentro que cada año
había hacerse por un oidor para juzgar los casos de contrabando o
comercio ilícito que de otra manera no se hubiese apoderado la
Audiencia, y la fundación de nueva villa en la banda del Norte de
la isla en el sitio que por el nombre de un río fué nombrada Bayajá,
este último cuidado es el que se trae por extenso en el presente
estudio, como negocio que de suyo habría sido el estable­cimiento
de un poderoso mural que contuviese y aun inutilizase al enemigo
que, por apoderarse de la tierra, primero quisiese tomar o arruinar
aquel estorbo. Sino que se puso en manos de quien carecía de
medios y de pujanza de ánimo y de talento que aparentaba tener, y

292
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

lo trabajosamente comenzado, habiendo recibido adelanta­miento en


fuerza de nueva convención con ter­cero, se conservó agonizando y,
al fin, paró en nada cuando de un plumazo y por creer en la eficacia
del arbitrio conservador de un Baltasar López de Castro, se firmó la
despoblación de los pueblos de la banda del Norte, treinta años no
cumplidos de haber sido fundada la villa.
95.—Fundación de la villa de Bayajá. -Morador fué en
Santiago de los Caballeros un Alonso de Encinas y pretendiente
allí a un regimiento perpetuo, que no logró, pasó poco después
con el apetecido puesto a la ciudad de Santo Domingo y siendo
notoriamente tenido por hombre de pro y báculo potencial de
pordioseros políticos (por ser hermano de Diego de Encinas, oficial
de la Cámara de Justicia del Consejo de las Indias, el mismo a quien,
siendo ya el más antiguo, hubo de dársele la comisión de hacer
una recopilación de las Leyes de Indias), como el Visitador Juan
de Valdivia declarase suspenso del oficio al tesorero real de la isla
Diego Jiménez de Peralta, fué metido en su lugar y en su ejercicio
estaba confiado de recibir el título de propiedad, solicitado por la
vía privada del escudo frater­no, cuando el suspenso, que no se había
conforma­do con la pena sin reclamar apelación, vociferó ha­cer
viaje hasta donde se atendiera bien que no era condigna pena de
los cargos contra él hechos, si en la suspensión había interferido un
propósito de mejorar el estado de colega en el Concejo de la Ciudad,
el propio Alonso de Encinas. Este, a quien no tocaba desvanecer que
la suspensión de aquel era correspondiente a cargos bien justificados,
pero si que Valdivia no ejecutó ningún designio que trajese en su
pecho de haber condescendido a insinuación o cohecho del oficial
de la Cámara de Indias, nada perezoso entabló también viaje para
presentarse en Corte, y el broquel que el Cabildo de la Ciudad le
prestó de enviarlo como Procurador suyo, fué el mismo con que todos
regidores espe­raron parecer gananciosos, siendo puntal tan recio
en el Consejo de las Indias hermano suyo, para lo­grar pretensiones
siempre despreciadas por los de la Audiencia. Y Encinas, tan aliviado

293
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y honrado salió de Santo Domingo bien presto, por ganarle días a


su émulo, o en su persona, o por remisión de cartas.
96.—La documentación existente y vista da resuelta con mucha
prioridad la pretensión de Encinas sobre la de Jiménez de Peralta, y
con mucho más bulto de papeles una de las diligen­cias de Encinas
no especificada en las instruc­ciones que llevó consigo ni en las que
más tarde se le enviaron, en general bien atendidas. No pudo aclarar
Encinas su situación porque Jiménez de Peralta primero había de
ser oído hasta su­cumbir o triunfar, y así hubo de echarse por un
trillo nuevo que fuese de interés para el Consejo de las Indias y un
bien notorio de la Isla. Eligióse por negocio de importancia (y que
requería un trabajo de leva por comisión especial), el remediar el
exceso de despoblación que había y necesidad de labradores, cuya
falta era tan generalmente sen­tida, no ya a raíz de la destrucción
de las semen­teras en ocurriendo huracanes, sino mucho tiempo
después, como asimismo de oficiales mecánicos al propósito de
restaurar molinos y calderas en los trapiches e ingenios, asolados
durante las mismas adversidades comunes, y hubo de estimarse
muy necesario este refuerzo para más facilitar el fin de aquella real
cédula de 19 de enero de 1573, de que ya se hizo mención (expedida
sin expresión de sujeto suplicante, y parece que fué Encinas el in­
ductor de aquella, nada atendida, orden), por la que se mandaba a la
Audiencia poner en ejecución el apartamiento de lugares solitarios
de moradores de la tierra que no frecuentaban pueblo al­guno, que
vivían como “chivos sin ley”, y que a su placer se comunicaban
con corsarios y mantenían con ellos tratos y contratos, preveía
la concentración de muchos en sitios alejados de aquellos parajes
de difícil vigilancia, en el caso de no recogerse a los pueblos de
la costa, en que se consideraba haber defensa contra insultos de
enemigos. Si, pues, se daba fomento a un nuevo pueblo en lugar a
propósito para defender la tierra, abríase el camino para facilitar la
des­ocupación de lo despoblado, y no dejarían de darse providencias
en favor de aquéllos que así obrasen conforme a la real voluntad,

294
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

visto el parecer que a su tiempo manifestase la Audien­cia cuando


llegase a hacer juntas con el Adelantado Pedro Menéndez de Avilés
para dicho efecto. Fuertemente agarrado a esta tabla sal­vadora
Alonso de Encinas con el asesoramiento de su hermano y lo demás
que éste hiciese mediar, dióse la licencia conveniente para que el
“interesado” en aquella fundación buscase hasta cien hombres, que
la mitad fuesen casados y la otra mitad solteros, los 90 labradores y
el resto de oficios mecánicos, principalmente caldereros. Cuando
en este arduo negocio estaba el Encinas, un tercero entremetió en
el asunto de la fundación la especie de que el pueblo se edificase
con los vecindarios unidos de Puerto Real y Monte­cristi (sobre que
había memoriales y peticiones), y con Fortaleza, y sus moradores
tuviesen armas, y pudiesen gozar del quinto de las presas que tocó en
lid a corsarios de todas naciones y a mercade­res portugueses que tan
intensamente tenían intro­ducido en Indias el comercio clandestino,
y que la fundación fuese de un semillero de corso español, (que, de
haber llegado a tener estado de tal, se habría convertido en una gran
ciudad con las espaldas guardadas y todo el mar y costas de islas tan
limpias de ladrones que nunca hubieran podido extranjeros hacer
aquella gran ladrone­ra de la Tortuga cuando en 1630, poco más o
menos, los filibusteros hicieron en ella su nidal del que irradiaron
sus actividades a la tierra grande de la Española, para ir haciendo
cada día menor el dominio del monarca español en ella).
97.— Este nuevo aspecto de la fundación del pueblo fué mandado
conferir secretamente con Encinas por si era hombre de bríos y
de acción que se empeñara en ello con el Consejo; y como no
quisiera perder en lo mismo que tal vez podría ganar más, asintió
y, desde luego, las reales cédulas que iban dando forma al asunto
fueron escritas con discriminación de intento; las que tocaban a los
movimientos de Encinas se le dieron para usar de ellas y embarcarse
con los que debía llevar consigo, y las que contenían merce­des
y oficios para el fundador y pobladores fue­ron encaminadas a la
Audiencia, a quien se dió facultad para calificar la idoneidad del

295
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

sujeto, con encargo de ir despachándolas a tiempo y sa­zón que


justamente fuese un hecho cumplido lo que a Encinas correspondía
hacer en el efecto de la población. Hubo de darse a este sujeto la
orden de embarcarse y mandar a la Casa de la Con­tratación ser breve
en su despacho, pero la impe­dimenta de hombres no era liviano
negocio te­nerse lista sino con exceso de fatiga, a que se le juntó la
pena de haber de restituirse a Santo Do­mingo sin el acariciado título
de tesorero real, blanco constante de su amor propio.

v Real cédula: «El Rey, Francisco Duarte, nuestro factor de la Casa


de la Contratación de la ciudad de Sevilla: En el nuestro Consejo de
las Indias se ha visto un Memorial que Pedro Gutiérrez de Padilla ha
dado, cuyo traslado se os envía firmado de Juan de Ledesma, nuestro
Secretario de Gobernación del dicho nuestro Consejo, sobre la
población y fuerte que dice conviene se haga en el puerto de Bayajá
a la banda del norte de la Isla Española; y porque Nos ha parecido
será bien que se trate lo contenido en el dicho Memorial con Alonso
de Encinas, para que si fuere conveniente se haga la dicha población
con los labradores que lleva a su cargo a la dicha Isla Española, y le
mandaremos enviar provisiones y recaudos necesarios para ello y para
repartir las sabanas que están en la comarca de dicho puerto que no
estuviesen dadas a otras personas para que las puedan repartir entre
los pobladores, y que a él se le haría merced de la alcaldía de la dicha
fortaleza y del oficio de la alcaldía ordinaria de dicha población; os
mando que tratéis con el dicho Alonso de Encinas secretamente e
informándoos debajo del mismo secreto de algunas personas que
os pareciere que tengan práctica en este caso, y enviaréis relación
al dicho nuestro Consejo de lo que cerca de esto platicáredes con
el dicho Alonso de Encinas para que, en su vista, se provea lo
que convenga. Fecha en Madrid a veinte y tres de marzo de mil y
quinientos y setenta y cuatro años.— Yo el Rey.— Por mandado de
S.M., Antonio de Eraso, señalada de los del Consejo» AGI, Santo
Domingo 868, lib. 3, f. 45v.
v Don Antonio Henríquez Pimentel (hijo del que fué tesorero real
de Puerto Rico don Juan de Castellanos y de doña Ana Pimentel),
residente y vecino de Santo Domingo, estando en Corte en demanda
de ambiciosas pretensiones, tales como el privilegio de no ser
molestado en Santo Domingo y Puerto Rico para buscar entierros

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

guacas y tesoros de indios, que se le diese el hábito de Caballero de la


Orden de San Juan (y consiguió), y ser capitán general de las galeras,
con amplias pruebas de ser un trotamares cabal (y no consiguió, si
bien, puestas galeras más tarde, metió en una a su hijo Antonio
Henríquez de Castellanos), fue uno de los señalados para exponer o
dar su parecer en lo tocante a Bayajá, y se explayó de esta manera:
«El mandar V.S. I. que los dos lugares de Montecristi y Puerto Real se
junten y se haga de ellos un pueblo en el puerto de Bayajá, lo tengo
por negocio que conviene al servicio de S.M. y que los de la tierra
ganan en ello, porque los puertos donde agora están formados, son
puertos abiertos y que no tienen defensa, y así a esta causa no van a
aquella banda del norte navíos, como solían ir, de islas y de otras partes
con licencia de S.M., que les llevaban y proveían según lo que hemos
visto, cada día ha de ser menos, y temo que ha de venir tiempo que
no haya más vecinos ni otros pobladores en la ciudad de la Vega de
los canónigos que allí quisieren estar, que serán pocos; y si no fuere
algún clérigo, no habrá otro que quiera allí residir, por ir en tanta
perdición como aquello va, y podráse pasar el nombre de Ciudad al
nuevo pueblo que, como hechura de V.S.I., tenga toda autoridad» ;
AGI, Patronato 172, n. 20. El licenciado Ovando, a quien se dirigió
la carta con este sólo asunto, hizo por sus hechos, oyendo a Diego de
Encinas, mala sombra a su propia habilidad y buen discernimiento; lo
que se dice aquí para contraponer a la indicación que de mano mal
conducida y muy posteriormente, de ser carta escrita en 1521, pues
el verdadero año fue el de 1575.

98.— Era Presidente del Consejo de las In­dias don Juan de


Ovando, quien había propuesto a los Consejeros (si no convencidos,
a lo menos convenidos) de que la provisión de cargos en las Indias
fuese por sola mano del Presidente. A es­te privilegio en el orden
de procedimiento no po­día acompañarle siempre una exquisita
prudencia si, habiendo alguno apoderado de la voluntad de Ovando,
se introducía suavemente en sus de­terminaciones, no dándole
tiempo para sopesar el pro, y el contra de juntar en un solo candidato
comisiones u oficios que mutuamente se excluían por su propia
naturaleza. Cuando Encinas, recal­citrante para volver con las manos
vacías, se de­jaba llevar de las demoras de terceros, Ovando murió

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

(8 de septiembre de 1575) y, fuese por es­ta circunstancia, o porque


ya habíase dado curso efectivo, aunque lento, a la justicia solicitada
por Jiménez de Peralta, ello es que el interino en la Presidencia del
Consejo, licenciado Miguel Ruiz de Otalora, debió de ver el negocio
de la fundación del pueblo como simple tanteo, y todo lo decretado
hasta entonces como meras pro­videncias adelantadas y prevenidas
para cuando el sitio para la fundación y el sujeto de la fun­dación
se reconociesen ser los que debían ser. Por lo tocante a Jiménez de
Peralta, el medio más ex­pedito para conocer de su justicia, fué tomar
por considerandos preventivos cuanto era de cargo y de descargo, a
virtud de la sentencia de Valdivia y defensa que el suspenso hizo de si,
y dar comi­sión a González de Cuenca para que se ocupase en la toma
de cuentas del extesorero, con que Enci­nas vino a quedar expedito
para usar del oficio que le dió la Audiencia por todo el tiempo que
durase la comisión conferida al Presidente Cuenca, sin inquietarse ni
ser inquietado en respecto del otro grave negocio que virtualmente
había dejado de ser obligación propia, si ya el Consejo reputaba su
idoneidad conforme a juicio y parecer de las autoridades de la Isla. Y
se embarcó con menos de la mitad de pobladores que hasta entonces
se le juntaron, todos atentos a marcar­se, en llegando, nuevo rumbo de
vida, si la vida buena prometida quedaba en promesa. La otra mitad
de la gente, por convenio de Encinas prometedor del oro y del moro,
quedó a la diligencia de nuevo pretendiente de logros en Indias.

v Reales cédulas: Fundación de Bayajá a cargo de Encinas: AGI,


Santo Domingo 899.
Madrid 18 de febrero de 1574.— A la Casa de la Contratación
de Sevilla: que deje llevar a Alonso de Encinas, regidor y procurador
de la Española, 100 hombres; los 90 labradores y los 10 oficiales de
labrar cobre y hacer calderas y herramientas; los 50 solteros, y los
casados lleven sus mujeres e hijos, haciendo antes información en
sus tierras.
Mismo día.— A la Casa, en orden al dinero que ha de dar a Encinas
para que atienda a los cien hombres, según los vaya juntando.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Madrid 5 de noviembre de 1574.— Licencia a Alonso de Encinas


para que concierte los cien hombres que ha de llevar a la Española,
y sobre los dineros que se le han concedido para el pasaje de ellos.
Villaseca 27 de abril de 1575.— Licencia para que pasen a Santo
Domingo los cien labradores que lleva Alonso de Encinas.
Madrid 5 de junio de 1575.— Título de alguacil mayor del pueblo
que se funde en Bayajá para Pedro Gutiérrez de Padilla, con voz y voto
de regidor en el mismo pueblo. (este sujeto había dado el arbitrio de
que el nuevo pueblo fuese como cuartel general de vecinos-soldados
contra corsarios, y primero promotor de la unión de las villa de Puerto
Real y Montecristi en Bayajá, en nombre de vecinos de aquellos dos
pueblos; no perseveró en esta categoría de alguacil mayor por ser
aventurero en la elección de puestos y oficios, y parece fué el Pedro
Gutiérrez que poco más tarde recibió título de escribano público de
Santo Domingo.)
Madrid 20 de julio de 1575.— A los oficiales reales de Santo
Domingo: que no cobren derecho ninguno de las cosas que se lleven
de España a la Isla para el nuevo pueblo de Bayajá; merced por cinco
años.
Misma fecha.— A la casa de la Contratación: que dé a Alonso
de Encinas 400 ducados para que compre herramientas de edificar y
cultivar en la fundación del pueblo de Bayajá.
Madrid 22 de julio de 1575.— A la Real Audiencia: que haciendo
Alonso de Encinas la población de Bayajá, le entregue el título de
alcalde mayor de ella, de alcalde de su fortaleza, y demás títulos de
mercedes; todavía no se ha tomado entera resolución sobre dicha
fundación, y se le ordena que estudie si debe hacerse, vea si en el
sitio hay comodidad y si Encinas es conocido como persona a quien
se le pueda confiar la fundación, y en tal caso vaya entregándole los
despachos a tiempo que ya pueda usar de ellos conforme al estado de
la fundación.
Madrid 25 de febrero de 1575.— Que Alonso de Encinas, como
alcalde mayor de Bayajá, pueda proceder por sí contra los que dentro
de su distrito contrataren o rescataren con extranjeros.
Misma fecha.— Merced de las penas de Cámara que se hicieren
en el distrito de la fundación de Bayajá para beneficio y fomento del
mismo pueblo: valedera por diez años.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Misma fecha.— A Presidente y Oidores de la Audiencia de Santo


Domingo: den a los pobladores de Bayajá los negros cimarrones que
se tomaren para que empiecen a edificar el pueblo.
Misma fecha.— A los oficiales reales de Santo Domingo: den a
los pobladores que van a fundar Bayajá diez vacas y un toro a cada
uno: estos animales se conceden solamente a los que hicieren sus
casas en el mismo pueblo.
Misma fecha.— A la Casa de la Contratación: que despache con
toda brevedad a Alonso de Encinas.
Misma fecha.— Que la Audiencia de Santo Domingo envíe
relación si conviene la fundación del pueblo de Bayajá según se ha
tratado con Alonso de Encinas, el cual pidió por merced a favor del
pueblo las monterías de Guaba por 30 años, para que estas montañas
y lo que encierran sean del provecho de cuantos quieran poblar en
Bayajá.
Misma fecha.— Merced a los pobladores de Bayajá del quinto de
lo que tomaren de corsarios y de portugueses; valedera por diez años.
v El Pardo 20 de noviembre de 1575.— Título de Tesorero real
para Alonso de Encinas, entretanto se toman las cuentas a Diego
Jiménez de Peralta por el Presidente González de Cuenca.— AGI,
Santo Domingo 899.
v El 3 de marzo de 1576 se dan a Diego de Luna maestro de la urca
en que llegaron 46 labradores y oficiales, conducidos por Alonso de
Encinas, 30 ducados de oro por cada uno de ellos, en razón de pasaje
y mantenimientos.— AGI, Contaduría 1052.

99.— Bien antes de tomar llaves y Caja, tan solícito fué en cerrar
el pico a la gente que consigo trajo, que, al darles socorro para el
sustento, los fué desatando de su tutela con avisos de buscar cada
cual el acomodo según aficiones y disposiciones, conque estuviesen
a punto, siendo llamados, para seguir camino y poblar en Bayajá (a
lo cual se denominó repartimiento entre vecinos, y fué dispersarlos);
arbitrio placentero pues los más que se decían labradores, ni eran
ni parecían serlo, y aquella nube se desvaneció para Encinas, quien
escribió a su hermano que, no estando la Tesorería en estado
satisfactorio según la abundancia de papeles y de asientos sin hacer y

300
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

siendo tan recia esta obligación, menester era que, entretan­to se daba
con sujeto suficiente que entendiese el negocio, fuese comisionado
un Oidor por vir­tud de Real mandato, en quien sin estorbo de
ob­jeciones, negaciones y demás demoras hijas del miedo general
a corsarios y piratas, residiese la potestad necesaria para verificar
la formación del pueblo. Por otra parte, sirvióse Encinas de la cir­
cunstancia de haber dejado en España, haciendo sus preparativos
de embarcar, nuevo Presidente, nuevos Oidores y Fiscal, para bien
esperar y ate­nerse a las últimas resoluciones emanadas del Consejo
de las Indias tocantes a dicha fundación, y aún dilató el tomar la
posesión del oficio por si en su postura frente a Jiménez de Peralta se
cam­biaba la suerte de ambos, pues tan precaria había salido la suya
para su duración en el oficio. No hubo accidente en ello y Encinas
retuvo el oficio hasta quitárselo la muerte.

v Alonso de Encinas.— Real cédula de Valladolid, 12 de enero de


1557, a Presidente de Oidores de Santo Domingo: que informen sobre
la calidad en que se halla la ciudad de Santiago de los Caballeros,
si hay en ella regidores perpetuos y cómo son elegidos éstos; porque
se quiere atender a Alonso de Encinas, vecino de la misma, que
ha pedido un regimiento perpetuo; AGI, Santo Domingo 899.—
Diego de Encinas, estante en Corte, oficial del secretario [Ochoa
de] Luyando, del Consejo de las Indias, presenta una información
hecha en Santo Domingo en 1561 sobre Alonso de Encinas, hermano
suyo, natural de Pamplona, con ocho años de residencia en la Isla y
con el mérito de haber ido contra corsarios franceses que quemaron
y robaron Puerto Plata en 1555; y pide, pues los oidores Cepeda
(presidente) y Sánchez de Angulo aprobaron la información y que
le tenían por caballero principal y de calidad, se le de el regimiento
vaco que el difunto licenciado Lebrón de Quiñones tuvo en la ciudad
de Santo Domingo; AGI Santo Domingo 29.— Se le da el título de
regidor a Encinas, Bosque de Aranjuez 25 de mayo de 1563; AGI
Indiferente General 2859, lib. 1 fol. 140b.— Habiendo suspendido el
Visitador Juan de Valdivia al tesorero real Diego Jiménez de Peralta
en 1572 (con título de Monzón de Aragón 14 de octubre de 1563 y
posesión tomada el 29 de mayo de 1564; AGI, Contaduría 1052), fué

301
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

nombrado Encinas por la Audiencia en su lugar, pero en el mismo


año pasó a la Corte por procurador de la Isla por instrucciones varias
y sin las del Concejo, y se le enviaron con fecha de 23 de marzo de
1573; AGI, Santo Domingo 73.— Mientras estuvo en la Corte no
le causó inquietud el suspenso Jiménez de Peralta en 1572. Valdivia
había elegido en medio antidefensivo, porque levantó la suspensión
temporalmente para que otro juez (menos murmurado) revisase las
cuentas, y conforme a las resultas, ejecutase la suspensión impuesta,
o la procedente y, habiendo tocado la ejecución al fiscal Miguel de
Pinedo mandó primero reconocerlas por un perito (Simón de Bolívar,
que a tanto de letras y guarismos las halló buenas; AGI, Contaduría
1052), pero Pinedo estrechó bien al inculpado y lo metió en la cárcel,
pues su honestidad había consistido en... «lo otro, porque el reducir
el alcance de mala moneda a buena razón el peso como oy vale, ni la
Audiencia tiene comisión, ni los dichos jueces [Presidente y Oidores
en la toma anual de cuentas] lo pudieron hazer; pues está claro que al
tiempo que recivió cada peso valía más que quatro reales, y reducillo
a uno, haviendo traido fuera de la Caxa siempre la moneda e traido e
aprovechándose de ella, es grande agravio»; AGI, Contaduría 1052.
La suspensión se hizo efectiva y el condenado apeló. Aquello se halló
confuso, se dió comisión al nuevo Presidente para tomar las mentadas
cuentas, y a Alonso de Encinas, en cuyo miramiento se acudió a
tal arbitrio, se le despachó título de tesorero por el tiempo que se
revisaban las cuentas y hasta la aprobación de lo resultante, cédula
de El Pardo 20 de noviembre de 1575, AGI Santo Domingo 899. El
agraciado entró en Santo Domingo el 9 de enero de 1576, esperó la
llegada de Cuenca (18 de abril siguiente) y, publicada la comisión
contra Jiménez de Peralta, tomó Encinas la posesión del cargo el 25
de abril; AGI, Contaduría 1052.– En cuanto a la presteza del juez en
esta causa, se considera una razón que se conoce por esta incidencia:
Por real cédula de Aranjuez 15 de mayo de 1577 se mandó decir a
Cuenca: «En el nuestro Consejo de las Indias se ha entendido que
tenéis particular amistad con Alonso de Encinas y otras personas de
esa Isla, y que en algunos días que los Oidores se han juntado a comer
con vos,, le habéis sentado a vuestra mesa y paseado en un coche
públicamente por esa ciudad con el susodicho; y porque esa parece
demasiada familiaridad, estaréis advertido de mirallo y reformallo
de manera que se excusen los inconvenientes que dello se pueden
seguir»; AGI Santo Domingo 868, lib 3, f. 17.— Murió Encinas
el 18 de agosto de 1579, AGI Santo Domingo 74, y la audiencia

302
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

hizo tesorero interino a don Pedro de Quero, hermano del oidor


licenciado Esteban de Quero. Fue desaprobado tal nombramiento
por ser voluntad del Rey que el tesorero no tuviera pariente entre los
ministros de la Audiencia cédula de Aranjuez 9 de marzo de 1580,
AGI Santo Domingo 868, lib. 3, f. 95, y dióse título de tal tesorero
por “suspensión de Jiménez de Peralta, Talaveruela 20 de mayo de
1580, AGI Santo Domingo 899, a Melchor Ochoa de Villanueva.—
Cesó Quero el 22 de septiembre de 1580 y entró interino Cristóbal
de Tapia Porres, quien fue desplazado por Ochoa el 20 de noviembre
siguiente, AGI Contaduría 1052.— La causa de Jiménez de Peralta
terminó y por real cédula de Lisboa 6 de agosto de 1581 se mandó
a Presidente y Oidores que dejasen entrar de nuevo al predicho
sujeto por haberse cumplido el tiempo de cinco años de suspensión
que la impuso Valdivia; AGI, Santo Domingo, 899, pero Ochoa
siguió tesorero hasta fin de 1584, que entró nuevo titular, Fernando
de Laguna, y lo fue hasta su muerte en 1593, Jiménez, o porque no
aceptó aquel epílogo de su causa, o porque estuviese enfermo, o porque
Ochoa valía, y hacía con gusto y acierto, demás del oficio, tareas de
sobrestante administrador de obras de fortificación y era acepto, no
usó o no pudo usar de aquella última cédula. En 1586 era ya difunto.
Si juntamos al cargo, supra, hecho por Pinedo al tesorero titular
Jiménez de Peralta, la denuncia del gobernador Ovalle contra el que
fué tesorero titular Ochoa de Villanueva (carta de 31 de enero de 1587;
AGI, Santo Domingo 43) de que vendía el peso de oro, con valor
de 16 reales, en 32 reales, se hallará que el titular entre uno y otro,
Encinas, reconoció muy ciertamente dónde estaban sus provechos,
no precisamente fundando por su persona el pueblo de Bayajá.

100.— Es constante (y suele ser insuperable) en la vida de


relación entre contratantes, como entre superior y súbditos, como
entre amigos, etc., que cuando urge el cumplimiento de un deber
cualquiera, éste se ejecute o cumpla según la letra que a la cosa toca, y
no según el espíritu que, como presupuesto intencional, debe informar
la cosa. Aquello se hace sin animación de tal espíritu, y se recibe y
admite, y se está a la expectativa de contingencias cualesquiera, y
cuando viene a verse que es un cuerpo sin alma, no hay ya dónde
poner los ojos para dar vida a lo que debe tenerla, y todo pasa como

303
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

negocio que salió atravesado, o como esfuerzo fatalmente fallido;


y aunque en muchos entuertos las responsabilidades civiles suelen
perdurar después de la muerte del enjuiciado, en otros miles, cuando
los casos semejantes coinciden o se acumulan, acontece por suerte
ciega, impensada y por ninguno premeditada, lo que a pensamiento
hecho y providencia simple sucede a cien mozos llamados a filas, y
de los que han de tomarse veinte; que las bolas numeradas del uno
al veinte hacen soldados a cada uno de esos veinte sorteados, y los
ochenta restantes siguen su vida libres de pensión o de servicio. Era
propio espíritu de aquella providencia de fundarse pueblo en el sitio
de Bayajá hacer una población dotada de defensa contra enemigos,
llamando para ello a los mismos que se suponía, y así confesaban ellos
estaban necesitados de defensa, y se colegía también que por falta de
dicha defensa eran menos animosos para servir al Rey defendiendo
la tierra y lo propio; de que se originaban cobardías en unos, libertad
en otros, y en todos una sumisión involuntaria a la contratación
con extraños, so pena de su indignación y consiguientes males. Esto
en parte era cierto, pero no todo ni en toda coyuntura, porque el
reclamo de defensa, la suplicación al Rey, se hacía cuando extranjeros
perjudicaban por carecer de antecedentes de amistad y conciertos
con los de la tierra, y lo que menos importaba era recibir defensa del
Rey, siendo visto el seguro y a liberal alcance y la ofensa eliminada…
Un código de honor entre vecinos resolvía todo por vía del hecho,
negociándose por mano de leventes, gente dispuesta a salir de la
tierra con algun ungüento, y, venido juez, los testigos requeridos
por ley para declarar, así probaban inocencias, que ningún vecino
pudo ser deservidor de S.M., y que éste inculpado había servido
con una carreta y dos esclavos al Rey en tal ocasión, y ese otro por
haber dado para los peones del Rey media arroba de cazabe, y aquel
otro por haber contenido con su espada a una docena de franceses
en función de armas (pero en clase real de sainete), eran dignos de
que el Rey nuestro Señor les hiciera grandes honrosas mercedes…
por finos y leales vasallos…

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Jerónimo de Torres en su relación, ya citada, donde va enunciando


los puertos en que debía ponerse justicia cierta que evitase y castigase
el comercio con extranjeros, escribió: “Do es menester más recaudo
es en los pueblos de Puerto de Plata y Montecristi y Puerto Real y
la Yaguana; porque; aunque Puerto de Plata tiene puerto guardado
con fuerza, es para que no entren dentro, pero a seis y ocho leguas y
diez y veinte de allí, a sus propios hatos en la costa a su salvo hazen
sus contratos y la Fortaleza sirve de personaje. Y este Puerto de
Plata y Montecristi y Puerto Real puede gobernar uno. Están estos
tres pueblos a sesenta leguas, y setenta, y ochenta leguas de Santo
Domingo, y Puerto Real y Montecristi son malos puertos que no
se pueden guardar, y puede V. A., como ellos propios an pedido,
mandar pasarse en uno a poblar el Puerto de Bayajá, que tienen a
seis y ocho leguas de ambos pueblos, porque ellos lo piden y que sea
a su costa. A.V.A., aunque les diese alguna ayuda, le será mejor y
será más servicio y se hará un muy gentil pueblo, porque el Puerto
de Bayajá es el mejor, como arriba digo, que ay en todas las Indias y
aun en España. La boca es muy angosta, que un ombre con la mano
pasará de un cabo a otro una piedra; es muy fondable que qualquier
nao por grande que sea entrará en tierra dos leguas, y adentro es
muy ancho mar muerto y muy hondo para surgir, limpio y apacible
desembarcadero…
Tiene a un cabo unas isletas dentro del puerto provechosas para
dar carena a las naos y puédese poner a poca costa guarda a la entrada,
lindo sitio para hazer el pueblo, y junto aquí estos dos pueblos un
juez los puede gobernar y será población junta de más de doscientos
vecinos, sin oficiales y mestizos y mulatos que, aunque éstos en indias
hazen pueblo, allá no llaman vecino sino al que tiene hacienda en el
campo, ingenio, o estancia, o vacas; y puede este gobernador gobernar
a Puerto de Plata, que es veinte leguas de Bayajá, y las haciendas allá
están juntas las unas de las otras, y este gobernador hazer como arriba
tengo dicho y especificado. –Relación de 1576.
v En este mismo Memorial decía Torres, sin meterse en señalar
personas: “el estilo que todos estos vecinos destos pueblos tienen para
hacer estas contrataciones es gracioso; Ora sea do ay oro no más y
perlas, ora sea do ay cueros y açucar y cañafístola y guayacán, que
todo es uno y pasa de una manera. Por su persona ninguno lo hace,
mayormente los poderosos y ricos, sino a la noche y mañana salen a
vistas del pueblo para que no digan ni se pueda dezir que faltan del

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

pueblo a las coyunturas, pero ay en el pueblo personas solteras de


confianza y hazen que les vendan la cantidad de cueros que cada uno
quiere tratar, y dale cédula para que en sus hatos se los den y pongan
a la lengua del agua y, puestos, este tal que sirve de corredor compra
del portugués o francés lo que le es mandado y luego lo entrega, y este
tal corredor debe de hazer por cada que se le encomienda y lo haze sin
falta, y al cabo de la feria él queda aprovechado y los por quien hizo,
contentos; y procuran a trueque de algo que dello no resulte pleito,
y no los puede haber porque con la contratación es cuando no queda
rastro dello. Y si viene juez, que viene después de la tormenta como
San Telmo, no halla rastros, ni aún aquellos que de corredores sirven,
porque se an ausentado y no parecen, o an puesto mar en medio, y para
otra cosa, si es pasado el juez, o vuelve éste o no falta otro, y algunos
de éstos dejan la capa al otro, que no osan esperar porque van bien
aprovechados, y como la tierra es larga y la gente muy poca, puédense
esconder y no averiguarse nada. Todos estos pueblos se gobiernan por
alcaldes ordinarios y vecinos, excepto las gobernaciones do los ay, que
V. A. lo sabe, do están estos gobernadores estórbase conocidamente
esto, aunque a vuelta de cabeza hazen como todo, poco menos; que,
do no los ay, estos alcaldes, por la razón que arriba digo y por la orden
que digo, hazen contratación tan bien como los demás y todos son
compadres y se guardan la cara en esto. Y es cosa donosa que los ve
en esto del callar las contrataciones son como hermanos”.

101.— González de Cuenca, con aquellas Reales cédulas de


entrega señalada para Alonso de Encinas según los adelantos del
nuevo pueblo, y Encinas sin voluntad ni arbitrio para cumplir de
suerte que su hermano Diego (que le encaminó a tales belenes
a título provisional mientras daba con oficio más sosegado para
aliviarse la vida), no padeciera revés ninguno, pronto llegaron a
entenderse como conocedores del medio ambiente, y si lo mejor
habría sido que el pueblo se hiciera con hombre integérrimo ayudado
de otros que fuesen íntegros, no habiendo uno de entera satisfacción,
habría de echarse mano de quien fuera de bastante aceptación, y
era sujeto conocido; y a la manera de marido y mujer que quieren
hijos honrados, sanos, sabios, fuertes, etc., lo primero que deben
hacer es tener hijos y, teniéndolos, cuidarlos y levantarlos para

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

llegar a ser de esas conveniencias (obraje largo en el tiempo), así lo


primero habría de ser hacerse el pueblo; y como los padres nunca
consideran si son potentes para tener hijos de buena constitución
desde que nacen, Presidente y tesorero convinieron en hacer el
pueblo con la cooperación o medio que ni se podía desatender,
ni mejorar, ni reconocer de mejor condición que la estimada por
el común consenso; pues bien sabido es siempre y en todas partes
que una pieza social como una pieza mecánica hacen su función
perfectamente cuando se logra que estén puestas en el oficio o en
el sitio que deben estar por ley de materia. Pero un diablo se parece
mucho a otro diablo y son diablos bien diferentes, y cuando se
acierta en una persona, aquello se reputa por un descubrimiento. Y el
descubrimiento de lo ya descubierto, como en esta ocasión, se redujo
a conseguir una voluntad provisional en defecto de la voluntad de
Encinas, confesante no ser apto para aquella empresa.
102.— Ya era conocido como promotor de la unión de Montecristi
y Puerto Real en el sitio de Bayajá un antiguo vecino de Montecristi,
siempre mencionado como hombre rico, de influencia y de calidad,
propicio a cooperar en cuanto las autoridades le insinuaban; empero,
tan remirado por ser portugués, que nada firmaba sin la escudería
de otras muchas firmas que velaban sus iniciativas y le presentaban
como cooperador en obras o intentos, siendo en realidad el alma
de tal movimiento. Su campo de operaciones fué la ensenada de
Bayajá, se hizo rico, podia dar muchas veces tres, y otras tantas se
tomaba treinta con que seguir indefinidamente dando tres; enjugaba
lágrimas y allanaba apuros, vivía honrado, nunca delatado y tan
dilatada fué su influencia en la región y fuera de ella que sus hijos
hicieron ventajosos matrimonios, y él siguió siendo bueno y estimado
generalmente hasta que, por salirse del cartabón de su vieja conducta,
mostró quien era. Corría el tiempo de su buena estrella. Llamado a
Santo Domingo este hidalgo portugués, de nombre Francisco Luis
Carvallo, luego se ofreció lindamente a ejecutar con amor el servicio
pedido, sin compromisos ningunos, pues era portugués y en empresas

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

con visos interesados podía ser sospechoso ante el rey, sobre todo
si en ello se colaba algún oculto enemigo, que todos los buenos
tienen sin saber. Manifestó que de ambos pueblos había partidarios
para aquella unión, pero que no todos tenían parecer igual, había
quienes se mudarían a expensas propias, y quienes necesitarían de
socorro para mudarse y edificar, y como todos también soñaban con
adquisición de solares y de más tierras laborables y para el ganado,
en esto tocaba al Rey proveer, porque todo lo demás era ya de su
propia cuenta. Y con tan gratas promesas, se volvió a su casa.
103.— En este medio tiempo que el Francisco Luis fomentaba la
unión de voluntades de aquellos dos vecindarios, fué despachada,
por diligencia de Diego de Encinas, una Real cédula por la que se
mandaba al Presidente el cometer a un Oidor la ejecución de la
fundación de Bayajá, y se le mostraba desplacer porque reconociendo
en el tesorero real mucha recarga de trabajo, no debió esperar ocasión
tardía para hacer, como por otra se le tenía mandado, que la obra
tuviese algún comienzo; y como llegase a manos de González de
Cuenca este despacho y hasta entonces Francisco Luis no había
dado razón de su encomienda, fué llamado. Compareció en forma
de parlamento. Justamente la unión podía considerarse hecha, sino
que ellos con vecinos habían interpuesto tres reparos: había de
dárseles la demora necesaria para recoger sus frutos y tener juntos
sus ganados hasta recibir tierras competentes para ellos inmediatas
al pueblo nuevo; debía darse al sitio previa defensa de artillería
y enviarse defensores competentes de España para robustecer la
fuerza armada que los vecinos opondrían a enemigos, y esto sin
dilación porque se esperaba mayor frecuencia si eran espantados
de las costas de Tierrafirme en donde estaba reforzada la armada de
guarda (justamente la de Pedro Menéndez de Avilés), y serían más
de temer si veían que cada vecino era un soldado; y que las mercedes
de pobladores se concedieran a los juntados de la Isla como estaban
concedidas a los que llegaron y llegarían de España.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v “El Rey. –Doctor Cuenca, Presidente de la nuestra Audiencia


Real que reside en la ciudad de Santo Domingo de la isla Española:
nos somos informado que hasta ahora no se ha hecho la fundación del
puerto de Bayajá y que por nuestro servicio y por el bien de esa Isla
convenía se hiciese con toda brevedad, y que por no poderse hacer
con la que es necesario, estando a cargo de Alonso de Encinas, nuestro
Tesorero de esa isla, se podría facilitar con ordenar que un Oidor de
esa nuestra Audiencia fuese en persona a entender en ello; y porque,
como sabéis, habiéndose entendido ser importante esta población, se
ha procurado con toda diligencia se hiciese, os mandamos que luego
que recibáis esta nuestra Cédula, os informéis, de personas que lo
entiendan, de la orden que se podía dar para que la dicha población
se haga con la brevedad que conviene y, entendido, proveeréis lo
que os pareciere convenir y dareis aviso de lo que en ello se hiciere.
Fecha en Aranjuez a trece de mayo de mil y quinientos y setenta y
siete años. –Yo el Rey.– Por mandado de S. M., Antonio de Eraso,
señalada de los del Consejo”. AGI, Santo Domingo 868, lib. 3. f. 65.
v Santo Domingo 1 de octubre de 1577. –El fiscal Villanueva
Zapata al Rey, capítulo: “Después que vino la cédula sobre el
negocio de Bayajá, pedí al Presidente que fuese un Oidor a hacer
esa población; hase acordado cometer a Francisco Luis, que vive en
Montecristi; dicen que es hombre honrado y rico para poderlo hacer
con comodidad de los nuevos vecinos; creo se ha acertado; estaré con
cuidado para pedir lo que convenga, si por esta vía hubiese alguna
dificultad, y esta Real Audiencia lo escribe a V. M.”. – AGI, Santo
Domingo 50.

104.— El Presidente, y con él la Audiencia, a vista de la cual


cédula, ganaron por la mano a aquellos vecinos, conociendo que en
la dilación estaba el peligro. Se sacó artillería, aunque poca, de la
Fortaleza y se hicieron las erogaciones necesarias para enviar con los
tiros sus municiones y herramientas y otros aperos para desbrozar el
sitio de la fundación y poner en condiciones la defensa (lo que fué
providencia insuficiente para mostrar comienzo, que se reparó en
ser necesaria la autoridad de un tercero, pues en la elección del sitio
hubo discordia), y en cuanto a la congregación de los españoles que
trajo Encinas, apenas se juntaron unos pocos; los más animosos se

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

fueron por puertos a correr ventura, y los otros se acomodaron a su


placer, y acá y allá, hechos unos maulas. Y no quedando otro recurso
más expedito que el de esta festinación ejecutiva, el Presidente
dió la orden al Oidor Esteban de Quero para que fuese a hacer la
fundación de Bayajá.

v 17 de octubre de 1577. –El capitán Francisco Luis recibe 750.000


mrs. de buena moneda “para comprar herramientas y pertrechos y
otras cosas necesarias para hazer la población de Bayajá”. –AGI,
Contaduría 1052.
v Santo Domingo 18 de febrero de 1578. –El Presidente y los Oidores
Cabezas, Aliaga y Arceo al Rey; capítulo de carta, exponiendo que
el Presidente mostró la cédula que manda se haga la fundación de
Bayajá, y que la Audiencia vió todos los instrumentos (capitulaciones
y provisiones) dados a Alonso de Encinas para la fundación, y dicha
comisión la han traspasado al capitán Francisco Luis, vecino de
Montecristi, honrado, conocedor del asunto, pudiente, con condición
de que pida la confirmación; se le dieron doce esclavos y cuatro piezas
de bronce medianas, de la fortaleza de Santo Domingo que por ser
pequeñas no servían en ella, y él, de su hacienda, compró otras cuatro
piezas de bronce mayores; ya entiende en la fundación, y no hubiera
podido comenzar si los vecinos no ven esas piezas para su defensa.
Al Oidor Quero se ha dado la comisión de ir a trazar el pueblo y
repartir tierras y solares y señalar términos para la jurisdicción del
pueblo. Francisco Luis es portugués, pero de muchos años casado en
esta tierra y con hijos también casados aquí, “y fuera de él en toda
la isla no hay persona a quien se pudiera cometer, ni se atreviera a
gastar lo que él gastará, que nos hizo no tener por impedimento ser
de nación portugués”. –AGI, Santo Domingo 51.
v Santo Domingo 10 de julio de 1576. –Carta del factor García
Fernández de Torrequemada (llegado a la Isla con el Presidente
Cuenca), capítulo de carta alusivo a los labradores conducidos por
Alonso de Encinas: “También ha mandado V. M. pasar acá a costa
de la Hacienda Real labradores que cultivasen la tierra, que debió
mandarse entendiendo que los españoles que se enviasen atenderían
a la labranza y beneficio de la tierra, arando y cavando. Entienda V.
M. ser error grande creer eso de ningún español, porque es notorio
que aún en su mismo natural entienden de mala gana en ello,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

porque, demás de ser naturalmente haragán y no amigo de semejantes


trabajos, anhela siempre con esperanzas de subir más de aquello en
que nació, y no se puede sospechar de ninguna gente que tenga esta
condición y propiedad, que pasará dos mil leguas de mar para venir a
arar y cavar, sino que es una color que toman todos de pasar al Perú,
y ansí no entiendo puede ser granjería ni beneficio de la tierra, que
llegara a colmo. Cuando en este caso se quisiese usar algún remedio,
entiendo convendría enviar una docena de labradores, en cuyo
poder se repartiesen cien esclavos que, como sus administradores, les
enseñaran el arte de la labranza, de manera que los españoles solamente
mandasen, proveyesen y diesen industria a los negros para lo necesario
en ello; que nunca manda el español de mala gana y siempre huye del
trabajo que le mandan”. –AGI, Santo Domingo 74.

105. —Antes de esto, en la brega de sacar a Oidor para que hiciese


la visita de la Isla conforme a lo repetidas veces mandado, González
de Cuenca había sostenido contra Quero el fuero de su autoridad
porque obedeciese, y para más someterle, hízole esta propuesta de
ejecutar la fundación aunque sin asignarle por entonces salario
congruente, y consintió que comenzase la visita por la parte del
este, pero que, así que, en recibiendo la orden de variar el rumbo,
aquello hiciese, so pena de sanción, que entonces se le mandase. El
Oidor salió de Santo Domingo el 10 de enero de 1578, y, como se
entendiese que los tiros de artillería estaban ya en paraje competente,
Quero fué llamado a Santo Domingo, se le asignó buen salario como
tal ejecutor de la fundación, y luego se partió en seguimiento de la
visita, haciendo estancias breves en las villas, hasta recalar en el
sitio de Bayajá. No se han visto los papeles de su comisión y de sus
autos, pero lo poco que de ello se conoce confirma que el propio
Francisco Luis había convencido solamente a medias a los vecinos
de Montecristi y Puerto Real que, en corto número, acudieron al
lugar en obedecimiento de los autos hechos, y que eran muchos a
quienes no había interesado aquella mudanza sin otras garantías
que los ofrecimientos de la audiencia. El hidalgo, desde luego, había
ayudado hasta entonces conforme a lo que los presentes oyeron leer,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y, zanjadas las encontradas opiniones por juez tan bien despachado de


instrucción y desenfado propio, sin otros incidentes, salvo ausencia
de citados, se hizo el ceremonial solemne de la fundación.

v Santo Domingo 6 de septiembre de 1577. –El fiscal Villanueva


Zapata al Rey, capítulo: “Luego que salga a la visita el licenciado
Quero, llevará a cargo la población de Bayajá; creo se ha de hacer
una cosa importante, porque demás de serlo el sitio y puerto, toda la
tierra espera esta buena ocasión; los recaudos de la capitulación de
Alonso de Encinas sobre los labradores que debía traer, no me han
entregado aunque los he pedido”. –AGI, Santo Domingo 50.

106.— Quero, tardíamente, se determinó a escribir al Rey


sobre la comisión que se le dió; avisó de haber asistido todo junio
y julio pasado (de 1578) en la fundación, “haciendo abrir caminos
y desmontar el sitio que pareció mejor, y todo era montaña brava”;
los vecinos de Montecristi y Puerto Real le habían ayudado mucho
y casi todos de su voluntad se pasaron a la nueva población, “a la
cual, por ser de traslación de pueblos, Montecristi y Puerto Real, y
porque el primero día que en ella se celebró fue el día de San Juan,
le puse por nombre la ciudad de San Juan de Bayajá; suplico a V. M.
tenga por bien de lo aprobar”; que luego desde el principio comenzó
a premiar a los que iban a avecindarse allí, “y así hay catorce o
quince casas hechas y a medio hacer más de otras veinte”. El sitio
de la tierra de Bayajá “es el mejor de toda la isla, porque toda ella
[la isla] se prolonga de Levante a Poniente y tiene de largo desde
el Cabo del Engaño, que es al Levante, hasta el Cabo de Tiburón,
ciento y cincuenta leguas; el ancho, que es del Norte al Mediodía,
por la parte más ancha no pasa de cincuenta leguas. Este puerto (de
Santo Domingo, desde donde escribía) está a la parte del mediodía
en diez y ocho grados y medio de altura de la equinocial hacia el
Norte, y así éste y todos los que están en la costa del Mediodía
son más enferm[iz]os que los que caen hacia el Norte, por ser los
vientos calientes y llover más, hace más calor y hay más huracanes

312
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

y enfermedades. El puerto de Bayajá está en veinte y un grados, dos


grados y medio de altura más que Santo Domingo, por lo cual los
vientos son más frescos y la tierra más sana y de menos aguaceros.
El puerto, según prácticos de mar, el mejor que hay descubierto;
envíolo pintado a V. M. al natural, porque yo propio, para hacerlo,
le dí muchas vueltas. Tiene la entrada y boca del puerto ciento
y cincuenta pasos y tan hondo que, queriéndolo fondar con una
cuerda de cien brazas, no halle forma; no se puede en la canal surgir
hasta llegar a las ensenadas donde se surge en 18 brazas, y en 12 y
en 14, y en cualquiera ensenada pueden llegar con las proas a tierra
y con un cabo amarrar las naos a los árboles; es capaz de infinitas
naos y muy seguro de todos vientos, cual por la pintura parece.
Antes que de allí viniese, dejé un caballero de piedra seca y tierra
de un estado en alto, y hoy le tienen acrecentado y con artillería
con que se han ya defendido de dos franceses que hicieron muestra
de querer entrar en el puerto; con la merced que V. M. les hace de
los derechos de los navíos arribados que allí llegaren y con los doce
negros que se les mandaron dar, se acabará a poca costa por haber
tanta piedra en el mismo sitio y mucha disposición para hacer cal.
La costa de la mar de una y otra parte es brava y en dos leguas del
puerto no hay surgidero, ni con barcas pueden saltar en tierra sino
perdiendo las barcas y echando la gente al agua los pechos, porque
salen a la mar unos candeleros de peñas, donde antes de llegar a
tierra se han de perder. Ví toda la costa en una barquilla, donde
pensé anegarme, para mejor elegir dónde estaría el lugar, porque los
vecinos de Montecristi y Puerto Real estaban diferentes y cada cual
quería que fuese a su parte. Es tierra fertilísima para ganado y muy
rica de oro, y en el tiempo que había indios se solía sacar mucho en
el mismo río de Bayajá, dos leguas la tierra adentro. Nombróse por
el audiencia a Franciso Luis, vecino de Montecristi, por alcaide y
alcalde mayor de aquel pueblo; es hombre que, demás que por su
persona lo merece, a ninguno se pudiera dar que saliera con ello,
porque es el más rico que por allí hay, y para hacer un pueblo nuevo

313
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

es necesario que haya quien dé de comer a los que de nuevo van.


Merece que V. M. le confirme la merced que se le hizo, porque sin
su ayuda no se acabará tan bien”.

v Carta de 26 de abril de 1579. –AGI, Santo Domingo 51.


v 1578, sin fecha. – Partida de pago al Oidor Quero “por sesenta
días que se ocupó en ir a la población de Bayajá, a razón de quatro
pesos por día” de buena moneda. –AGI, Contaduría 1052.

107.— Esta recomendación formal de la persona del hidalgo


portugués no corría pareja con la que los demás de la audiencia
habían enviado al Rey el 10 de febrero de 1578, que más parecía una
justificación corporaticia de la necesidad en que estuvo de valerse
de él, no obstante que era portugués, por razón de haber visto en
el sujeto más calidad que en cualquier otro vasallo de S. M. en el
correr de los días predominó el salvar este inconveniente, si ya no
es que el mismo Francisco Luis manifestó a la audiencia que había
de sobreseer en el empeño de juntar a sus convecinos disidentes, y
que por volverse a sus propios negocios debía buscarse otro en quien
no se reconociese parcialidad o partidismo, con que tuviese cuantas
facultades fuesen del caso para servir a S. M. en virtud de asiento,
como se había hecho con Alonso de Encinas, pues era justo que las
maduras y las duras fuesen a parar al mismo que, teniendo derecho a
aquellas, en los mismos despachos Reales contemplase el pañizuelo
con que secarse el sudor y los mocos, y que harto había hecho él
que puso en la obra sus ducados y solo había cosechado empachos.
¡Y bien que ésto se entendió a la luz de lo acontecido en Bayajá a
ciencia y paciencia del Oidor Quero! Porque, convencidos los de
Montecristi que Francisco Luis se había replegado a la voluntad
del Oidor, que fué quien eligió el sitio del pueblo en la costa de la
ensenada del lado del partido de Puerto Real, y que fué inútil insistir
que se hiciese del lado de Montecristi, los de esta villa que eran más
allegadizos amigos de Francisco Luis, se conformaron; y los demás,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

unos tras otros se tornaron a sus hogares y nunca más volvieron a


frecuentar Bayajá por muchos autos que el Oidor dictase. Al cabo,
ya dimidiado el mes de julio, Quero ordenó a los alcaldes ordinarios
de una y otra villa apremiasen a los respectivos vecinos para dejar sus
pueblos y acudir a Bayajá y estar presentes para el término señalado
de la repartición de solares y sitios donde hicieran sus casas, y en el
propio día facultó a los mismos alcaldes para que hicesen saber a los
remisos que se les enviaría persona con tiempo y salario señalado a
costa de los propios remisos para juntarse en Bayajá y hacer sus casas.
(Todavía en 1586 y sirviendo de guía los autos de Quero, se trataba
de compeler a los de Montecristi que, disociados de Francisco Luis,
vivían alejados de Bayajá, en número de 33 vecinos). Y como los
de la audiencia no dejaban pasar día que, antes de ponerse el sol, no
se enseñasen los dientes y mostrasen tener lenguas tan sucias como
cualquier malandrín criado en bodegones, y que el más ruín de todos
escribiese con pesada tinta negra sobre la conducta de Francisco Luis,
que muy retebién lo merecía, concluyeron todos por procurar vasallo
de S. M. que a cuenta de gracias, oficios y privilegios, se echase
encima nuevo atado de Reales cédulas que en persona había de ir a
buscar a los pies del trono de la majestad de don Felipe el Prudente.

v Francisco Luis Carvallo.— Ejecutorias: Del número de los tratantes


y contratantes con franceses y portugueses en la relación del capitán
Aguirre (p. 164) ya en 1568 es sujeto muy acomodado en Montecristi;
– por ser tal y de conocimientos, se le ordenó inspeccionar el estado
de las obras de la fortaleza de Puerto de Plata en 15 (p. 000); —en
1577 se le hace primer figurón del nuevo pueblo de Bayajá, y allí
queda a residir; —encartado entre los procesados por el juez Simón
de Meneses, y juzgado en 1594, AGI Santo Domingo 51; – implicado
en la incursion de 80 franceses que llegaron a un hato no costero, al
intento de apoderarse de la persona del juez contra rescates el Oidor
Sanz Morquecho, quien escapó en paños menores en la oscuridad
y así salvo la vida; noche del 17 a 18 de julio de 1598, AGI, Santo
Domingo 81. 82; –acogido al perdón ofrecido por don Diego Osorio y
firmante contrato de espantar con las armas a los corsarios, 5 de agosto

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de 1599, se oye a sí propio, y a su ejemplo los demás compromisarios


vuelven a las andadas; don Antonio Osorio lo cita como a cabeza de
25 asentados con su difunto hermano Diego para enmendarse con
pruebas de vasallo leal, auto de 15 de noviembre de 1603, AGI, Santo
Domingo 98; – vuelve a dejar incumplida su fe, y se envía capitán
punidor con título de 30 de agosto de 1603, AGI, Santo Domingo
98; – hállase entre los regidores alcaldes ordinarios y procuradores
de Montecristi y Bayajá en la cárcel de la audiencia, “por no haber
guardado y cumplido la carta orden que S. Sría. les envío en razón
de venir a reconocer los nuevos sitios en que se han de asentar estas
ciudades y otros lugares y toma posesión de ellos, como S. M. lo
manda” (29 de diciembre de 1604), AGI, Escribanía de Cámara
11B; número 1 de los vecinos de la nueva ciudad de Bayaguana en
el censo mandado hacer por Osorio en 1606.

108.— El Nuevo atlante (y siempre se le veía con semblante de


tal) fué don Rodrigo de Bastidas, alcaide de la Fortaleza de Santo
Domingo, que ya frisaba en los 40 años de su edad. El y su mujer
doña Juana de Oviedo y Valdés juntaron en el matrimonio los
frutos de sendos mayorazgos, en cabeza de uno y otra fundados: el
de Bastidas, por el Obispo del mismo nombre, tío, y doña Isabel
Rodríguez Romera, madre del Obispo; el de Oviedo, por el alcaide
y cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, padre de doña Juana.
Por años corridos el deseo de tener siquiera dos hijos varones
para el cumplimiento de las respectivas cláusulas mayorazgas (los
instrumentos se hicieron con recíproca relación), quedáronse
en deseos. Últimamente tuvieron un solo varón. Con un cuadro
numeroso de hijas y con disposiciones instrumentales de no poder ser
gravados con cargas ningunas los bienes de uno y otro vínculo, sujeto
el alcaide desde fines de 1569 a demandas judiciales por las deudas
que dejó pendientes con el Rey el Obispo fundador, y desvalorizada
la moneda provincial por poderosos agentes del Comercio sevillano,
demás de los estragos de tormentas, deudas personales y otras
quiebras, si Bastidas se mantuvo libre de pleitos con particulares,
se halló en estrecheces sumas y cruzado de brazos mirando cómo

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las cosas de los dos mayorazgos se perdían o menoscababan; y si


todos le tenían por de mano corta para gastar (guardosos decían que
eran marido y mujer), no le faltó pensamiento luego para fabricar
mejorías, y con sueños que cuajaron en el propósito de mudar el
estado de aquellos bienes, si hacían dinero con las casas que se daban
en alquiler y no daban apreciable renta, para con tal dinero comprar
hatos o levantar un ingenio de azúcar, de más provecho que casas
chatas, preventivo de lo por venir incierto de tanta chancleta, así
entablados los mayorazgos con providencia heroica. Pidió Bastidas
la licencia real de pasar a la corte al intento de hacer las diligencias
legales, ya que a tanto adverso se le juntaba el alivio de no haber
de presente, ni hubo, copia de herederos mayorazgos, fundamento
de muchos y graves inconvenientes. Diósele la licencia por dos
años con condición por demás expeditiva; sino que por vivir tan
alcanzado, había de arbitrar con que hacer camino, y mientras tanto,
quieto. Estaba la ciudad de Santo Domingo hecha hervidero de
murmuraciones y pasiones por la ejecución mandada de la reforma
de la moneda, y en la Audiencia borbollaba la algarabía de “Onu”,
en la que molotoveaba siempre el fiscal Villanueva Zapata, primo
hermano de los Torres, hacendados, y compinche de cuanto pillo
y ladrón, cambista y fullero honrado sostenía el descenso del valor
de la moneda de la tierra, y que, solo por variarse de “dromo”, su
valor nominal readquiría el antiguo valor del cuño, en equivalencia
al nominal-real del oro al cambio. Y como para obviar debates en
los Acuerdos y pasquines y libelos en las plazas y hasta enredos en
las casas se resolviese enviar Procurador a la Corte, Bastidas fué
invitado por el ala del orden, y porque demás de tener así gastos
cubiertos, se le hizo General de la flota para que usase cubiertos
no gastados, en un punto los del ala maleante dieron en hundir al
agraciado con virulencia hasta lograr que Bastidas, viéndose puesto
en las “cuatro esquinas” de las Cuatro Calles, aflojara los poderes
recibidos para que a regusto de sus émulos, fuese de Procurador de la
isla el moro Muza. Y en cuanto a sus asuntos personales, ayudáronle

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el Presidente y ministros para hacerse una información conforme


aquello, y se había mandado a la audiencia en respuesta a reclamo,
hecho después de la frustrada comisión sobre lo de la moneda formó
Bastidas el memorial concomitante, expresivo de su pretensión, y
cuando aguardaba ocasión de navíos para su remisión al Consejo,
Cuenca y Encinas determinaron poner en sus manos el otro negocio
de la desafortunada y problemática fundación.

v Madrid 8 de abril de 1576. Real cédula de licencia para que don


Rodrigo de Bastidas pase a España, por dos años, dejando por su
teniente de alcaide de la fortaleza de Santo Domingo a sujeto de la
satisfacción de la Audiencia; AGI, Santo Domingo 899. – Segovia
15 de junio de 1578. Real cédula: don Rodrigo de Bastidas quiere
poder disponer de las casas de su mayorazgo para con el dinero que así
junte hacer un ingenio; mándase a Presidente y Oidores que envíen
relación de los bienes del mayorazgo, cantidad de casas que quiere
vender, causas, utilidad e inconvenientes que haya para venderlas,
y cláusulas del mayorazgo que toquen a este punto para determinar
lo que se haya de decir; AGI, Santo Domingo 899. – Madrid 13
de julio de 1578. Real cédula: Bastidas ha representado que se le
está obligando a dar reses del mayorazgo para el abasto y pesa; ve la
disminución en lo que se le toma contra su voluntad, y ha solicitado
no tener esa pensión por seis años; orden, que la Audiencia provea
que Bastidas no reciba agravio. (La queja carecía de nota de agravio
singular, si los frailes dominicos se amargaron de la misma extorsión,
y se quedaban sin ganado, corto como era y que procedía de limosnas
de devotos; y se mandó a la Audiencia no compelerlos a vender
sus reses, por cédula de Madrid 22 de abril de 1577; AGI, Santo
Domingo 899. Estos reclamos se entienden bien, presupuesto el
general y extensivo esquilmo clandestino de las toradas para entregar
a extranjeros cantidades fuertes de cueros, por este capítulo de carta
del Presidente, de 13 abril de 1578: “El novillo que se capa, en cinco
años no tiene cuero para cargar y, no capándose en dos años y medio,
se hace el cuero, y como no se come ni pesa la carne del toro, es
forzoso matar las vacas, y como el cuero de toro, por ser mayor, les
vale cuatro y seis reales más que el de la vaca, todos se dan a hacer
toros. Sería remedio muy grande que viniese cédula de V. Majestad
para que no se pudiese cargar ni vender cuero de toro, con graves

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penas, y con ésto caparían los novillos y comerciarían, y no matarían


las vacas. Yo acá sobre todas estas cosas proveo lo que conviene,
pero se ejecutará mejor viniendo cédula de V. M. sobre ellos”; AGI,
Santo Domingo 51). –Información sobre el estado del mayorazgo, a
pedimento y diligencia personal de Bastidas, de 13 de noviembre de
1577, recibida en el Consejo y no tomada en consideración sino a
través de la pedida a la Audiencia por cédula de 15 de junio de 1578;
AGI, Patronato 173, No. 1. ramo 20.
v Santo Domingo 20 de junio de 1577. – De carta del Presidente,
en lo que toca a la relación entre reforma de la moneda, el fiscal y
Bastidas. “Acabada de tomar la residencia, visita y cuentas en que el
Presidente estaba ocupado, trató la audiencia de ejecutar y cumplir
las cédulas tocantes a esto de la moneda, y se mandó recoger toda
la moneda de cuartos, y que no valiese ni corriese hasta que se
ensayase y se le diese la ley y valor que se le hallase, y con muchas
diligencias que se hicieron, solamente se hallaron y pudieron juntar
ciento y cincuenta y seis mil pesos, de los cuales, con asistencia de
un Oidor y del Cabildo de la Ciudad, se hicieron cinco ensayos y
el último con seis ensayadores que aquí se hallaron los cuales, en
todos los ensayos que hicieron, declararon que cada cuarto tenía de
ley y valor dos maravedís, más que menos y, como está dicho, corría
antes por el tercio de una blanca; y por la Audiencia toda se mandó
pregonar los dichos cuartos corriesen y valiesen por dos maravedís
conforme a los ensayos, y a este respecto subía el crecimiento del
valor de la moneda más de cien mil ducados, y asimismo se mandó
que no se contratase más por peso de cuartos sino por pesos de oro
fino, o reales, o maravedís de Castilla, por desterrar del todo la mala
moneda de pesos de cuartos, y así comenzó a correr y a contratarse
con ellos a razón de los dichos dos maravedís. Luego se comenzó a
entender que, valiendo los cuartos por su ley, los que debían tributos
que los pagaban a treinta y nueve maravedís por cada peso, habían
de pagar a razón de cuatrocientos y cincuenta maravedís, como se
obligaron al tiempo de sus contratos, y los que más perjuicio en ésto
reciben son los hijos de Melchor de Torres, vecinos de esta ciudad,
primos del fiscal de esta Audiencia, que tienen sobre sus haciendas
más de ciento y ochenta mil pesos a tributo y de la misma manera casi
todos los regidores del Cabildo; y el Fiscal, que, como se ha escrito por
esta Audiencia, hace mucho por éstos sus parientes, salió luego con
diversas peticiones a contradecir el cumplimiento de las cédulas de V.
M., diciendo y alegando que, de cumplirse, se destruiría la tierra y los

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vecinos y moradores de la isla, y esto tan apasionadamente y con tan


poco respeto y miramiento…..”, etc. Y el Presidente suplica el remedio
luego que se vean los testimonios que se envían en esta razón. A lo
que agrega ser ya la carestía tan grave que los que acostumbran comer
pan, han comido cazabe, “y a causa de un huracán los conucos, que son
las sementeras de cazabe, no han dado la mitad de lo que solían con
la mucha seca que también ha habido, ha faltado también el maíz, y
ha un año que hay en este río mil hombres de la mar que han gastado
mucha parte de los bastimentos, y como los navíos han sido tantos y
no hay carga para todos y querían todos cargar, ha faltado el cazabe y
maíz y subido el precio de los azúcares y cueros; todo esto atribuyen los
interesados a la mudanza de la moneda, siendo de ello la causa dicha”.
De Bastidas dice que tiene licencia para estar dos años en España, la
Ciudad le nombra por su Procurador y la Audiencia por General de
la flota; y que como él ha estado siempre en favor del cumplimiento
de la cédula para la buena moneda, al fin, siendo hombre que tiene
las manos limpias en materia de censos y tributos, y es regidor, todos
creen que va a tratar que la cédula sea confirmada en su ejecución,
y el fiscal contradijo su elección y todos están contra él, recordando
que ya en tiempo del Presidente Francisco de Vera había votado por
la ejecución de la cédula. – AGI, Santo Domingo 50.
v Santo Domingo 2 de julio de 1577. – El fiscal Villanueva Zapata al
Rey, capítulo de carta, explicando que don Rodrigo de Bastidas había
sido nombrado Procurador de la Isla, y tenía contra sí la malquerencia
de todos los interesados (el que suscribe es de ellos) porque entendían
que iba a tratar el asunto de la moneda; al fin se desistió y renunció
la comisión el 27 de junio antecedente. – AGI, Santo Domingo 50.
v Santo Domingo 2 de julio de 1577. – Los oficiales reales al Rey,
ayudando a la facción que entorpece la salida de Bastidas; dicen que
la fortaleza está para caerse y es preciso hacerla de nuevo; Bastidas,
alcaide, va a España, se dice con licencia, en tiempo que su presencia
es necesaria por razón de estas obras; no les parece bien ese viaje. –
AGI, Santo Domingo 74.

109.— Estos dos íntimos amigos (chismeados ante el Rey y por


él amonestados seriamente), si no lograron hallar pujante varón que
pusiese en forma y estado a Bayajá, tan pomposamente intitulada
ciudad, sino en persona de un ricote, cuando convinieron en que

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el hidalgo portugués debía ser eliminado, mal pudieron tener por


hábil en segunda vuelta al que no descubrieron a la primera; ni
podría, a mil vueltas de arbitrios, cogitaciones y esperanzas con
horizontes de luz, aprovechar al caso ningún pobrete. Sino que
halagado Bastidas del reconocimiento expreso de ser varón justo
en asuntos de conciencia cuando no había acabado de discurrir si
era de cuerdo deshacer la original institución de su mayorazgo, por
causa de la precaria situación temporal, para convertir sus bienes en
otros que, en el mismo campo de miseria general, ni siquiera en los
nuevos principios podrían considerarse hacienda cierta, al fin, fué
resbalando la voluntad hasta abrazar, sin cordura alguna, el consejo
de consejero que, después de hacer poco honor a su palabra, comenzó
negando ciertas obligaciones personales a virtud de contrato para
acabar afirmando la inconsistencia de aquel contrato. Sabía Bastidas
que antes habíase buscado un hombre para una empresa, y que ahora
se destinaba la empresa para un hombre. Sus recelos, con el cebo de
mejorar mayorazgo y casa, cedieron presto.
110.— Porque entreveradas las conveniencias que el Rey daba
a los capitanes pobladores, y el mucho útil que un capitán poblador
puede derivar para sí propio, teniendo facultad de distribuir solares
y tierras para el ganado y de labor, y justificándose a sí mismo
por el hecho de estar obligado a residir, con más los oficios de
alcaide mayor y de alcaide, y teniendo la hacienda mayorazga con
profundas quiebras, no debía sino aceptar las obligaciones de Encinas
(mejorándose con nuevas peticiones en lo que ayudase a reponer
en firmeza aquellos bienes, y aumentarlos por solo arbitrio de tapar
huecos con los frutos del mismo mayorazgo, o con obligaciones ajenas
a tales bienes y derivar los provechos); el propio Encinas estaría a la
mira de que en el Consejo fuese muy favorablemente despachado, y
en lo concerniente a las cosas del mayorazgo, ni en la isla convenía
ya seguir el curso de la orden dada para informar de oficio, ni en
el Consejo se echaría en olvido dejar las anteriores diligencias en
el olvido. Si estas ideas no eran cábalas, lo fueran por la dificultad

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de Bastidas para dar con el dinero con que enfrentarse a gastos, y


hubo de recurrirse al consuelo arbitrio de enviársele a la corte por
Procurador de la ciudad (lo que, por un tiempo predefinido, tenía
aparejada competente cantidad de ducados como salario fijo y para
gastos de viaje y sustento), pero de nuevo falló la tentativa de así
pasar a la Corte, porque el nuevo fiscal de la Real Audiencia, Juan
de Larieta, se opuso, dando favor a los que sabían que aquel viaje más
ordenado estaba a pretensiones personales que a necesidades de la
isla, y Bastidas hubo de tantear negociaciones domésticas al intento
de juntar plata sonante, y mucha lima hubo de dar para adelgazar
aquel nudo y sacarla de poder (!justo!) de galán enamorado de hija
Isabel, quien también fijó condiciones para entregarla; al cabo,
mediando aquellos terceros (que el uno era llamado a dar curso a la
cédula de licencia, y el otro tenía las llaves de la hacienda real para
acudir con puntualidad a la paga de salarios), todo lo convenido entre
partes se cifró en el matrimonio del galán, Clemente de Guzmán
Grajeda (hijo del regidor y colega de Bastidas, Diego de Guzmán, y
nieto del que fué oidor decano Alonso de Grajeda), con doña Isabel
de Bastidas Oviedo, y en la entrega de la tenencia de Alcaide de
la fortaleza, sin cláusula escrita diferente de la impuesta para usar
Bastidas de la licencia de ir a España, pero condicionada entre partes
aquella entrega; que habría de durar la tenencia por todo el tiempo
que el propietario estuviese divertido en la empresa de su empeño,
que fué como no devolver el buen Clemente el oficio efectivo al
propietario hasta haberse rehecho de lo prestado y su mujer quedar
dotada con efecto. El hecho histórico que debe enunciarse aquí es
que Bastidas no volvió al ejercicio personal de la alcaldía por todo
el resto de su vida, aunque cuando él se estaba en Santo Domingo,
su categoría y trato oficial fué de Alcaide por Su Majestad hasta su
muerte, acaecida en 1593.

v Después de haber quedado Bastidas a sus propios arbitrios para


ir a España escudado en la licencia de 1576, e ido, el Concejo de

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la Ciudad quiso enviar procurador a la Corte, y por no convenir en


que el procurador lo fuera a contemplación de la Audiencia, se le
dió lugar a un incidente, pues la Audiencia requirió a los regidores
manifestasen qué querían pedir a S. M. para saber si los asuntos
correspondían a Procurador en Corte (auto de 29 de febrero de 1579).
Los del Cabildo, después de repugnar el alegato del fiscal, sobre que
el alto Tribunal hizo pie para pedir al Concejo, y de manifestar que
todos los pueblos estaban fundidos, en cuanto a nombramientos
de Procurador ante el Rey, por ser Santo Domingo la única ciudad
existente en la Isla, explicaron que «los demás pueblos que ser solían
y ya casi del todo se han acabado, porque el Seibo e Higüey, Cotuí,
Azua, San Juan de la Maguana y la Vega y Santiago han quedado en
el nombre solo, porque vecinos no los hay, sino en los más dos o tres y
esos vaqueros y mayordomos de haciendas de particulares; Montecristi
y Puerto Real se van poblando, ya pasados a Bayajá, y todos deben
ser quince vecinos y los más de ellos arrieros y otros oficios bajísimos
y las personas no para ver, por manera que aunque en el tiempo de
la data de la dicha cédula (referido de una de Barcelona de 14 de
diciembre de 1519, alegada por el fiscal para oponerse y contradecir)
pudo considerarse alguna deferencia de enviar procurador general o
particular de evitar procurador general o particular por la grosedad de
la tierra y frecuencia o abundancia de sus habitantes, hoy, cuando ya
todo el ser de esta Isla está recogido en esta pequeña ciudad, lo mismo
es envialle de esta ciudad que de la Isla; porque aunque la Yaguana
sea razonable pueble, vive con Francia, y pues terná necesidad de
repararse con procuradores y esta es también causa urgentísima para
enviar procurador que negocie el remedio de tantos males como allí
se hacen y cansan...» Los regidores, en carta de 22 de abril del propio
año, pidieron al Rey la revocación expresa de la cédula mencionada
de 1519, reprodujeron en ella la respuesta que dieron a la Audiencia,
y declararon que todo el incidente se reducía a que la Audiencia quiso
que fuera por procurador el propio fiscal, y ellos estaban seguros que el
tal nada pediría en el Concejo como fuese contra los mismos señores
de la Audiencia poco menos de nada si tocaba al interés de la Ciudad,
a que eran muy contrarios Presidente y Oidores, no quisieron darle el
voto de que provino la contradicción.— AGI, Santo Domingo 73.

111.— Ya en la Corte, Diego de Encinas, que le esperaba, le allanó


el camino con brevedad elongada por la multiplicidad de negocios y

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

turnos de prioridad en los expedientes, de arte que cuando Bastidas


fué a firmar su compromiso el 3 de abril de 1579, ya hacía cuatro días
que el asiento estaba hecho en el Registro del Consejo. Después de lo
cual se Ie extendieron las reales cédulas conforme a los capítulos del
compromiso, en lo tocante a S. M. Católica. Lo oneroso para Bastidas
fue “poca cosa”: debía conducir 50 labradores y gente pobladora
(aquella porción que quedó rezagada antes) y hacer y conservar un
terraplén de madera fuerte para emplazamiento de la artillería, hasta
tener levantada una pequeña fortaleza, su valor calculado en 2000
ducados de oro, demás de perfeccionar la reunión de Puerto Real
y Montecristi en Bayajá; plazo de dos años, por todo, y después el
goce de los privilegios consignados en el asiento. Por días hubo de
ser pesadilla que, dependiendo el buen exito del compromiso de la
resolución real de la reforma de la moneda conforme al expediente
que González de Cuenca hubo de enviar con su parecer personal
estimulador de la reforma, y este expediente no poder quedar tan
llano en dos años como podría quedar en cuatro, alegó el beneficiario
asentista que dos años no bastarían para tener acabada la Fortaleza
y, desde luego, se le dió de término otro más tiempo que primero.

v Capitulaciones con don Rodrigo de Bastidas, por él firmadas en


el Registro del Consejo, Madrid 3 de abril de 1579, ya asentadas en
Madrid 31 de marzo anterior; AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 90:
Contienen tres cláusulas a cargo de Bastidas: — 1ª Poblar el
pueblo de Bayajá «y reducirá a él y a su población los dos pueblos
de Montecristi y Puerto Real» en buen sitio. — 2ª. Escogería sitio
en él para hacer una fortaleza para defensa y ofensa de corsarios,
«y en el entretanto que la fortaleza se labrare, haréis un cubo y
terrapleno de madera fuerte». — 3ª. Se obligaba a conducir de
España 50 pobladores solteros y los casados con sus mujeres e hijos,
mecánicos necesarios, hasta Bayajá, cada uno de ellos obligados a
pagar 100,000 maravedís si no cumplían residir allí ocho años. Estas
tres obligaciones debían estar ejecutadas, transcurridos dos años a
partir de la fecha de la capitulación.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Por la costa y trabajo S. M. se obligó: —1º, a darle título de Alcalde


mayor del pueblo y puerto de Bayajá y sus términos y jurisdicción
por tiempo de ocho años que habrían de correr desde el día de la
capitulación, con facultad para proceder judicialmente contra los
rescatadores sin necesidad de tener que recurrir a la Real Audiencia
de Santo Domingo. — 2º, a darle la merced de la tercia parte de las
condenaciones que hiciese. — 3º, a darle la Alcaidía de la fortaleza
que hiciese de por vida y la de un heredero y sucesor (que a su tiempo
señalase) con salario de 60,000 maravedís al año, y al heredero los
frutos y rentas que tocasen al Rey en el término y jurisdicción de la
alcaldía mayor. — 4º, a los 50 pobladores se les repartiría en las naos
capitana y almiranta de la flota de Santo Domingo o Nueva España
«sin pagar fletes sus personas ni matalotaje y ropas ordinarias de su
vestido, de que se os mandará dar cédula mía». — 5º, y durante la
ausencia de la fortaleza de Santo Domingo, el oficio pasase a su hijo
mayor con el mismo salario y por todos los días de su vida luego que
tuviese edad para poder servir el oficio, y entretanto podía nombrar
persona que hiciese las veces del hijo, con que tal apoderado tuviese
las calidades y partes necesarias y fuese a contento de la Audiencia.—
De todo lo cual se despacharían cédulas a la Audiencia y al alcalde
mayor de la tierra adentro a fin de que le diesen todo favor, etc. para
poder cumplir lo suyo.
v Reales cédulas; fundación de Bayajá a cargo de don Rodrigo de
Bastidas: AGI, Santo Domingo 899.
Madrid 13 de octubrede 1578. — Al presidente: si Domingo de
Huerta y otros 50 labradores que van a poblar Bayajá, pueblan, se
les guarden las mercedes que se ha mandado guardase a los tales; los
cuales son los mismos que debieron ir con Alonso de Encinas. (Viaje
que hubo de ser demorado nuevamente.)
Misma fecha: la Audiencia y el alcalde mayor de la tierra adentro
den favor a don Rodrigo de Bastidas en las cosas de su jurisdicción.
San Lorenzo 14 de febrero de 1579: que a cada uno de los 50
pobladores (vide supra) que lleva don Rodrigo de Bastidas para la
población de Bayajá puedan conducir libres de todos derechos dos
espadas, dos dagas y un arcabuz.
Misma fecha. — Que don Rodrigo de Bastidas pueda llevar, libres
de derechos, dos cuerpos de armas, dos escopetas, cuatro rodelas
aceradas, dos montantes, dos ballestas, cuatro espadas, cuatro dagas,
cuatro lanzas y dos adargas.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

San Lorenzo 14 de abril de 1579. — Si don Rodrigo de Bastidas


edifica la fortaleza de Bayajá a su costa, sea alcaide de ella de por vida
y la de un heredero, con 60.000 maravedís de salario en cada un año.
Misma fecha. — Título de Alcalde mayor de Bayajá por ocho años
a favor de don Rodrigo de Bastidas, y el tiempo se cuente desde el día
de la capitulación; lleva el título de las franquezas correspondientes
al oficio.
Misma fecha. — A la Casa de la Contración: deje pasar a don
Rodrigo de Bastidas con los 50 pobladores y soldados que lleva para
la población de Bayajá, y sean acomodados en la flota; pero ante todo
den fianza de que han de residir en la Isla conforme al capítulo del
asiento que se hizo con él.
Aranjuez 13 de mayo de 1579. — Real cédula: por las capitulaciones
hechas con don Rodrigo de Bastidas el 31 de marzo pasado, este se
obligaba a cumplir lo que es de su parte en el término de dos años;
como el tiempo es corto, se le dan dos años más para ello.
Misma fecha. — A la audiencia de Santo Domingo: don Rodrigo
de Bastidas pueda repartir tierra de labranza y solares en el distrito
de su concesión, como consta de un capítulo de su asiento.
Madrid 27 de julio de 1579. — Al Presidente y Oidores de Santo
Domingo: que no impidan a don Rodrigo de Bastidas refundir en la
fundación de Bayajá los dos pueblos de Puerto Real y Montecristi,
conforme a un artículo del asiento hecho con él.
Madrid 27 de julio de 1579. — A Francisco Duarte, de la Casa
de Contratación: que entregue a don Rodrigo de Bastidas dos piezas
de artillería (eran dos falcones de bronce) que antes estaban en la
fortaleza de Santo Domingo y se sacaron de allí por orden de la
Audiencia contra corsarios, y fueron llevados a Sevilla.
Madrid 15 de febrero de 1580. — A la Casa de la Contratación:
don Rodrigo de Bastidas juntó muchos vecinos y de ellos 50 labradores
para llevar a Santo Domingo; por falta de ocasión hubo de derramarlos
por dondequiera; ha vuelto a juntarlos para embarcarlos en un navío
que tiene ajustado, y ha pedido que pueda incorporase con la galeaza
y fragatas de la armada de las Indias; orden: si no hay inconveniente,
le dejen ir en conserva.

112. — El retorno de Bastidas no parece que debió ser muy


trabajado (aunque sí bien recelado) por el acompañamiento de

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

inmigrantes a su cargo, pues quien no pudo poner la fianza de ley de


permanecer en la Isla ocho años, y fue carga que recayó sobre ellos
mismos, tomó las de villadiego antes que sufrir el desaire de quedarse
en tierra; en cambio Bastidas vió visiones al poner pie en la ciudad
de Santo Domingo: allí supo que Encinas estaba ya comiendo tierra
y que el Presidente González de Cuenca, decayendo en su salud con
frecuentes indisposiciones, contaba ya los pasos para merecer, a la
sombra de la piadosa muerte, el descanso eterno. Murió, al fin, y con
él se acabaron las posibilidades de que Bastidas obrase aquello poco
a que se había obIigado. La moneda, sobre que habíanse acumulado
tan opuestos juicios, hubo de pasar por investigaciones respecto
de su reforma hasta lIegar el año 1583; vasallos intrusos corrieron
voz de que los reunidos en Bayajá podían volverse a sus primeros
asientos; Bastidas culpó a la Audiencia o a su Presidente de haber
dado aquella orden; los de Bayajá culparon a Bastidas de indolente,
y los que nada ganaban con el trato de extranjeros, reconocían que
la falta de fortaleza envalentonaba a los pudientes a mantener el
trato, y la gente infeliz que apenas alcanzaba a recoger las migajas
del festín contínuo del contrabando, eran los condenados por el
teniente de un alcaide mayor de Bastidas (que descorazonado, dejó
de residir en el pueblo), se quejó, a su vez, de Ilevar el peso de una
justicia sin equidad. Tanto montó que el Rey quisiese inquirir sobre
la queja del capitán poblador, como sobre la falta de cumplimiento
de este; al fin, se hizo entender a S. M. que Bastidas no tenía con
qué cumpIir, y estaba enfermo, y lo de Bayajá solamente podría
remediarse tomando el Rey a su cuenta edificar la fortaleza; y como
esto era el lado débil de S. M., la honrada nueva ciudad de Bayajá se
quedó en ser de aldea habitada de logreros vasallos que se amparaban
del trato con portugueses y franceses. En la destrucción, en los
días de Osorio, no se contó con ningún antecedente de excepción
para librarla de tan inútil cuanto desastrada providencia. (Y con
esto queda hecha mención casi específica de la poca entidad que
desde sus principios tuvo este pueblo. Sus vecinos y moradores, en

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

cambio, formaron el núcleo de descontentos más peligroso cuando


la despoblación de la banda del Norte se hacía, pues se apalancaron
armados en el monte, en aquellos días su protesta fue denunciada
con la conocida expresión de la Rebelión de Guaba; de lo que se
tratará a su tiempo.)

v Lisboa 27 de mayo de 1582. — Real cédula al Presidente y


Oidores: «Haviendo don Rodrigo de Vastidas reducido a poblacion
de Vayahá los vezinos de Montechristi y Puerto Real en conformidad
de lo que con él mandamos capitular y despachos que para ello se
le dieron y abía presentado en esa Audiencia, distes provisión para
que los vezinos de Montechristi se bolbiesen a su poblacion y que lo
hizieron ansi, desamparando la de Vayahá, a cuya causa el dicho don
Rodrigo se avía venido a esa ciudad sin esperanzas de cumplir lo que
era obligado; porque siendo tan ymportante la dicha poblacion para
escusar los rescates que suelen hazer tan de ordinario los cossarios
en aquella vanda y para otros efectos que se consideraron quando
se ordenó, queremos saver la causa que aveis tenido para ympedirlo
con dicha provisión»; ordénaseles que con la razón que den de esto,
envien el parecer personal de cada uno para proveer en consecuencia.
— AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 111.
v Sebastian Páez, vecino de Bayajá (1582), escribe al Rey que
aquellos vecinos son pobres, el alcaide don Rodrigo de Bastidas no
ha cumplido lo capitulado, no vive allí, ni hace nada sino gravar al
vecindario con cargas y penas. Y dice «que los vecinos de Puerto
Real y Montecristi, viendo los muchos trabajos que pasaban, así con
el comercio de franceses por la mar y jueces por la tierra, y como
los navíos de Espana no osaban de venir por esta parte por causa de
los dichos franceses, y como la necesidad fuese ocasión de algunos
comercios con algunos franceses, y la justicia les llevaba las haciendas
y viéndose con tantos trabajos, procuraron el remedio que fue dar
noticia a Vuestra Real Majestad les diese licencia para se pasar a
este puerto por ser el mejor que hay en estas Indias, y con el favor de
V. M. se tuviese una fortaleza inexpugnable, y con esto se evitaría
el comercio de los franceses y vendrían los naturales, y V. M. hizo
la merced y nos pasamos con muchos trabajos porque toda la más
gente es muy pobre y el asiento de la ciudad ser muy trabajoso, y, en
efecto, la población estaba en aumento cuando vino don Rodigo de

328
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Bastidas…», etc. Pide en atención a los motivos de aquel traslado,


se ponga remedio, haciéndose lo que pide, y que Bastidas cumpla.
—AGI, Santo Domingo 80.
v Santo Domingo 4 de febrero de 1584. — El Gobernador Ovalle
al Rey, capítulo de carta: «Por no haber sido V. M. bien informado, se
mandó hacer una fortaleza en Bayajá y que se despoblasen los pueblos
de Montecristi y Puerto Real; debió ser bien castigado quien hizo esta
información a V. M., pues fué causa que se despoblasen dos pueblos,
los mejores que había en esta Isla, porque se poblase uno muy ruin,
y sólo representaré tres inconvenientes que hay de la población de
este lugar: porque hallará V. M. que, para enterrar un hombre, es
menester siete días para hacer la sepultura, y no hay en él agua dulce
y se trae de dos o tres leguas, y la cabalgadura que entra en el dicho
puerto, porque no muera de hambre es menester volverla atrás dos
leguas, porque dentro de este término no hay pasto para los ganados
y cabalgaduras». —AGI, Santo Domingo 43.
v Santo Domingo 29 de febrero de 1588.—Lope de Vega Portocarrero
al Rey, cap. de carta: «Don Rodrigo de Bastidas ha ocho años asentó
hacer una fortaleza en Bayajá; no ha cumplido, y no lo cumplirá
porque está muy enfermo y muy pobre, y cuando pudiera gastar los
dos mil ducados a que se obligó, no bastaría, porque es necesario
mucho más para hacer la fortaleza»; y pide licencia para gastar seis
mil ducados en ello, porque el puerto es de los mejores de las Indias,
etc. — AGI, Santo Domingo 51.
v Madrid 30 de marzo de 1588. — Real cédula a la Audiencia: don
Rodrigo de Bastidas, «mi alcayde de la Fortaleza de esa ciudad, no
ha cumplido lo que era obligado conforme a lo que con él se asentó
y capituló cerca de la población del pueblo de Bayahá, de la vanda
del norte de esa Isla, y que de ello han resultado inconvenientes e
impedimentos del comercio, por razon de no haver allí la Fuerza y
defensa que se requiere, y mi voluntad es que, pues se cumplió con
él lo que de mi parte se le ofreció, él haga de la suya aquello a que
está obligado». Ordénase a la Audiencia que, vista la copia de la
capitulación (que sele enviaba firnada de Juan de Ledesma), haga que
Bastidas cumpla, apremiándole si es necesario, y de haberlo hecho
de cuenta. — AGI Santo Domingo 868, lib. 3, f. 136.
v Santo Domingo 18 de enero de 1589. Don Lope de Vega
Portocarrero, Gobernador y Capitán General, da título de capitán
para que vigile, etc. toda la costa de la banda del Norte que corre

329
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

desde Puerto de Plata a la Yaguana; insértanse en el instrumento


diversas advertenclas de lo que debe celar y obrar para mantener
a los rescatadores sujetos al freno de su viglancia, etc.; AGI, Santo
Domingo 81. — El agraciado con este nombramiento fué Juan López
de Sequera, a quien se halla alcalde ordinario de Bayajá en 1586
con compañero Sebastian Páez (el querelloso arriba citado), AGI,
Patronato 173, ramo 17, nº 1; y fué tan solícito en mantener el orden
y la legalidad en aquellas costas, que su nombre está en la lista de
los sometidos a sanción judicial (juez Simón de Meneses), en 1594;
AGI, Santo Domingo 51.
(Los documentos que siguen y con que se cierra el capítulo, fijan y
señalan los causantes principales de la desvalorización de la moneda
provincial en los principios.)
v Sobre la baja de la moneda, y los que la causaban, escribió Toribio
de Vadillo en una relación presentada al Consejo de las Indias el 22 de
noviembre de 1563: «Y agora, como tiene dicho [el firmante, alcalde
de Santo Domingo] se han confederado para ellos solos esquilmar
y destruir la dicha Isla y vecindad della, dando trazas y órdenes y
maneras para poner en ejecución lo que prtenden, y son tan poderosos
que han fecho que un real de a quatro valga dos pesos y medio; y un
peso de oro fino, ocho pesos e más y han fecho ansimismo que hoy
valga lo que vale que es dos tercios menos de lo que solía valer, e lo
mesmo pueden hazer y hazen de todas las demás mercaderías y frutos
de la tierra, que por esta causa está la tierra tan perdida y con tantas
necesidades». Vadillo va derecho a la enunciación de los monopolios
y otros arbitrios puestos en práctica por Juan de Aguilar y Juan de
Espinosa, agentes en Santo Domingo de un consorcio de mercaderes
de Sevilla. — AGI, Justicia 37.
v Contra la usura (que no se refrenó entre particulares): De carta
del oidor Echagoian de 24 de mayo de 1562: «Otrosi, en esta tierra
ha habido una novedad de que un Alonso Hernández Melgarejo, de
quien escribí a V. M. tenía compañía con unos Reyneles extranjeros,
ha hecho contra la voluntad de la Justicia y Regimiento de esta
Ciudad un Banco de cuartos, porque aquí no hay otra moneda; cierto,
cosa excusada y dañosa por los inconvenientes que acá se entienden,
que, con la venida del dicho Presidente [Arias de Herrera] cesarán;
sólo lo digo para que, si V. M. se hiciere relación de ello en favor
del Banco, haya yo prevenido con esta relación». — AGI, Santo
Domingo 71.

330
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Contra el estanco de mercaderías. — Al margen de carta del


fiscal Riego, de 22 de julio de 1567, se anotó que estaba ya tomada
resolución que manda quitar el estanco de las mercaderías que se
sacan de la Isla. — Santo Domingo 71.

331
Capítulo X
Presidencia del doctor don Gregorio González
de Cuenca. (1576-1581)
(Continuación)

113.— En los días de González de Cuenca se agitó mucho el


asunto de la ineficacia de la armada de la guarda de lndias al cargo
del Adelantado Pedro Menéndez de Avilés. En 1567 se le puso al
frente de doce galeones, y se Ie envió a la Florida para que efectuara
la destrucción de los estabIecimientos franceses, y mandara hacer
hasta ocho fragatas, cuya artillería, municiones y pertrechos también
se le dieron de antemano. Fué capitán de muchos éxitos, y para
que mejor tuviese limpios los mares se le hizo Gobernador de la
Habana; esta disposición no fué muy acertada, y después se le dejó
solamente la gobernación de la armada. Para dotar de defensa todos
los puertos del Caribe más amenazados de enemigos, la armada fue
prácticamente dispersada, y porque, distribución hecha, fué cuenta
negra (en ocasiones de aviso para ayudarse unos navios con otros
en inminencias de enemigos) el favor de los vientos por el Rey de
España, ni tampoco lo querían los vasallos del Rey con servicio
en el mar, por aventajárseles de ordinario los enemigos gracias a
los avisos de los vasallos del Rey en tierra; y grande debilidad de
fuerzas se producía con enviar fragatas que diesen avisos a galeones
para juntarse, de suerte que no ya por estar separados los navíos
compañeros, pero ni unidos solían acometer empresa, si no era
que desde tierra se les avisaba contra corsarios que, por presentarse
sin bastante fuerza, las debían a caso jurado de venganza por

333
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

insubsistencia de fe prestada. De que vino a ser cosa de milagro que


la gente de Pedro Menéndez de Avilés, galeón y fragata que solían
correr las costas occidentales de la Isla, e invernar y refrescarse en
puertos ventajosos para obviar sorpresas, no se estuviesen quedos en
las ocasiones, ya por la fuerza de los contrarios, ya por haber sabido
a destiempo la presencia de ellos, lo que se correspondía justamente
con la conveniencia de no exponer el pellejo cuantos estaban en el
caso de llenarlo con las viandas y otros menesteres que habían de
conseguir de los de tierra con prueba cierta de haber hecho de la
vista gorda en las circunstancias previstas entre unos y otros. Así se
comportaron Diego Flórez de Valdés, cabo de la fragata, y Cristóbal
de Eraso, del galeón, denunciados al Consejo en aquella forma que
mas parecía apuntar a la inutilidad de la guarda, que a la cobardía o
cooperación con enemigos, cosa tan reconocidamente acaecente,
que bien se tenía cuenta con ella cuando se hacían pesquisas. Y como
en las costas de la Española, así en las demás de estas Indias en la
región del Caribe, si se tiene cuenta con que más de la mitad, de la
armada confiada a Menéndez de Avilés hacia la vuelta a España en
los tiempos señalados.
114.— La idea de ahorrar cientos de millares de pesos dió ocasion
a ponerse en práctica un remedio, por si el enfermo sanaba en la
vuelta al deber; muchos descuidos no eran achacables a la disciplina
jerárquica en la armada, sino a subordinados tan sin vigilancia por el
capitán general de la armada, y en 1572 se ordenó tomar la residencia
a Pedro Menéndez de Avilés y a sus capitanes y demás gente con
cargo responsabIe; porque era o sería indicio seguro de la ineficacia
de la armada la calidad de las faltas y su extensión, o si todo ello
nacía del supuesto de no haberse puesto galeras para la defensa de
los dominios, según que la práctica mejor aconsejaba, visto el buen
éxito que desde muchos años atrás conseguían los corsarios, que
se ayudaban de remos para huir, sin desmentirles el servicio de las
velas, en tanto los galeones se servían de sólo velas, y muchos, faltos
de carena dejaban de ser buenos veleros. Fue designado Visitador

334
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de dicha armada el Consejero de Indias licenciado Lope García de


Castro, a la sazón en el Perú con el mismo encargo; (24 de diciembre
de 1572). Pero en atención a que el ministerio no podría cumplirse
con la brevedad que se requería fué nombrado en su lugar el ex-oidor
de Santo Domingo Alonso Cáceres de Ovando, depuesto por el
Visitador Juan de Valdivia y unos meses en trance de ser deportado a
España bajo de partida de registro; pero como hubiese dado razón de
sí y hallase atenuante en los cargos que le fueron hechos, se mandó a
Valdivia no deportarlo, sino dejarlo libre en la Isla, y ya se quedase o
ya se fuese, ello era indiferente al rey (agosto de 1572). De que vino
a ser elegido en lugar de aquel licenciado Castro, y a recibir también
título de Juez de residencia de las autoridades de la Habana. Más
tarde se ordenó a los oficiales de Santo Domingo pagar al apoderado
de Ovando ciento y veinte días que se ocupó en el oficio (de que
llegó a tener mención perpetua en los anales habaneros por haber
formado para el Ayuntamiento de aquella Ciudad las ordenanzas,
que se conocen con su nombre).
115.—A fines de 1574 ya tenía el Consejo los autos de la
residencia de Menéndez Valdés y sus capitanes y bien se pensó en
la sustitución de galeones por galeras, pues a todas partes a donde
correspondía pedir información, tanto de la gente de mar como de
tierra, se enviaron las cédulas que de esto hablaban, y por lo que toca
a la Española y sus puertos se conservan los informes del Presidente
y Audiencia, de los Concejos de Santo Domingo (que escribió no
convenir, aunque sin declarar que temía la penosa y constante
exacción que se le impondría, por ser beneficiada la Isla con aquella
guarda) y de la Yaguana (que la aceptó, porque lo mismo se le daba
haberla o no) y varios memoriales (el más notable por lo explicativo
de su letra, de Jerónimo de Torres, escrito estando él en la Corte).
González de Cuenca no alcanzó vida para ver establecidas galeras
en la guarda de nuestras costas, pero vivió bastante para reiterar
la petición de galeras y recibir orden de asegurar la subsistencia de
los hombres de ella y conseguir que el Concejo de Santo Domingo

335
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

se allanase (muy a regañadientes, por sostenerse en que todos los


gastos de guerra viva contra enemigos exteriores debían correr por
real hacienda), a proveerlas de los necesarios bastimentos por el
tiempo de su servicio sobre las costas de la Isla.

v Santo Domingo 2 de julio de 1577. — González de Cuenca al


Rey: «Por otra cédula manda V. M. se haga información si converná
que en estas partes haya galeras en lugar de galeones que hasta aquí
han cuidado de la guarda de estas costas, con otras cosas que V. M.
manda cerca desto. La información y pareceres de muchas personas
que pueden tener inteligencia de esto, y a esta Audiencia y a todos
parece ser muy necesario haber galeras porque sin ellas los corsarios
serán señores de todas estas islas, y cada día roban a los vasallos de V.
M. y los frutos de la tierra los llevan a reinos extranjeros, perdiendo
V. M. sus reales derechos, y por experiencia hemos visto este año el
poco fruto que los galeones hacen, pues vinieron de la Yaguana, donde
había cinco o seis galeones de Francia cargados de frutos de esta tierra
y se les fueron sin hacer presa alguna; y, habiendo galeras, impedirles
han la entrada de los puertos, y harán otros muchos buenos efectos que
los galeones no pueden hacer, y podríase pagar las galeras de donde
se pagan los galeones, porque esta tierra está tan pobre que no hay en
ella de qué se paguen». (capitulo). —AGl, Santo Domingo 50.
v 1577, sin fecha.—El Cabildo secular da su parecer sobre galeras.
Dice que no conviene se pongan, y acaba: «Por todo lo cual,
suplicamos a V. M. muy humildemente no mande que haya la dicha
armada y cuando esto no hubiese lugar y todavía mandare que se
traiga sea servido que el General que se hubiere de nombrar para ella,
sea vecino de esta ciudad, porque en ella hay muy beneméritos para
servir a V. M . en el dicho cargo, entre los cuales es uno Jerónimo
Bautista Maine, en quien concurren...... », etc. (Sujeto de quien no
se ha dado con otra mención documental). Firman: Juan Caballero
de la Puebla, Ruy Fernández de Fuenmayor, Juan Bautista de Berrio,
Cristobal de Tapia Porres, Pedro Bazan, Juan Dávila y Pedro Solier
de Villardiga. — AGI, Santo Domingo 73.
v Cabildo abierto en la Yaguana sobre galeras y contradicciones.
— Otro día, habiendo sido notificados por Pedro de Rada, escribano
mayor de la armada, Baltasar de Monasterios, alcalde ordinario,
Jerónimo de Torres, Francisco Zuazo, Baltasar de Escoda y Juan del

336
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Palacio, regidores, y capitán Diego Fernández de Ocampo, Diego


López Bullón, Cristobal Henández Hermoso, Alonso de Morales, Juan
Fernández, ancianos del lugar y gente principal, y estando juntos en
cabildo abierto ....
«Primeramente los dichos Señores Justicia e Regimiento y demás
vezinos, todos de una conformidad, dixeron que su parecer e voto es
que, para evitar el daño que los dichos estrangeros en estas Islas hazen
robos, daños e fuerzas, y para que oviese comercio con los naturales
como quando venían navíos de españoles a tratar y contratar, así
de Europa como de Tierra firme, para que los vezinos e naturales no
padeciesen las necesidades que padecen de mantenimientos e ropa, lo
qual es causa que por las grandes necesidades que tienen, algunos an de
quebrantar lo que S. M. manda, que para todo ello sería remedio muy
util y provechoso S. M. proveyese galeras, con algunas fragatas en estas
Islas a evitar los daños que los dichos franceses hazen, porque todas
estas Islas e mares dellas son muy abtas y acomodadas para que en ellas
naveguen, residan y esten galeras, por ser mares mansas y aver en
todas ellas muchos puertos y muy buenos rios, estero y caletas donde
pueden estar y surgir; y les parece que será mucho efecto el propósito
dicho, porque con los galeones que han residido algun tiempo por
estas Islas, no dexan de venir franceses, y que para proveimiento y
mantenimiento de las dichas galeras ay cazabi y maiz, que es pan
desta tierra, y arroz y frijoles, patatas y platanos, e auyamas e otras
frutas, legumbres de la tierra, carne y puerco y vaca y manteca de
puerco en abundancia, con lo qual se podrá sustentar la gente de las
dichas galeras y será cosa muy provechosa y servicio de Dios y de Su
Magestad y bien destas Islas que viniesen dos navíos, o más, cargados
a este puerto con mantenimientos e ropa, e los podrían [estos vecinos]
muy bien despachar e llevar en paga dello cueros, azucar, cañafístola,
sebo, y podría S. M. dar licencia a navíos de menos porte para que
pudiesen venir con la flota o sin ella a proveer estas islas y pueblos,
porque padecen gran necesidad, e hacelles merced, que aunque no
tuviese artillero ni piloto examinado, pudiese venir para este puerto, y
deste puerto podrían sacar y llevar ocho mill cueros y dos mill arrobas
de azucar y mill quintales de cañafístola, todo el palo de guayacan que
quisieren; y las dichas galeras que asi se proveyeren, podrían correr y
guardar esta Isla y de Cuba y Jamaica, por ser muy cercanas las unas
de las otras, que desta Isla a la de Cuba ay honze leguas del Cabo de
San Nicolás a la Punta de Maisí de la dicha isla de Cuba, y del Cabo

337
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

del Tiburón a la isla de Jamaica ay treinta leguas, y en medio ay una


isla que se dize Anavaca, y de la dicha isla de Cuba a la de Jamaica ay
otras treinta leguas, y esto dixeron ....» AGI, Patronato 269, nº 1.
Jerónimo de Torres, arriba enumerado, estando en Corte, donde
se procuró una escribanía en la Yaguana, expuso en su interesante
Relación ya citada: «Don Cristobal de Eraso, con una cédula de V.
A. de octubre pasado o noviembre de setenta y seis, en todos estos
Concejos, pidió que le diesen razón cómo se podrían evitar estos
rescates con enemigos. Yo me hallé como regidor en el Concejo de
la Yaguana, y, aunque, las razones que dieron, que V. A. ya las abrá
visto, fueron muy buenas, como dezir que galeras serían de mas efecto
que galeones, y sería mas guardada la costa, mas prestas para todo
que galeones, y que a V. A. sería menos costa y que en todo aquello
ay muy buenos puertos para ellas y muy buena mar y segura con sus
invernadas por los huracanes, y que ay para ellas mucha comida,
después de haber dado todas sus razones, antes que se firmasen a
los del Concejo les propuse yo esta razón: que S. M. pusiese en la
tierra justicia de fuero que siempre residiese con residencia cada tres
años, y que esta sería, con las demás, eficacísima razón; y vistas las
razones que arriba he dado, fueme respondido que no querían pedir
tal, que no querían ser como las ranas que pidieron rey, y fueme
rechazado; y como no me lo admitieron, no lo quise dezir a Don
Cristobal, con intención de decillo a V. A., pues abía de venir a lo
de la escribanía. — Digo que en esto de galeones o galeras puede
hazer V. A. su voluntad, como mejor esté informado, y quede que
serán de mas efecto galeras, cosa clara para los que saben y an visto
la mar y puertos de Indias........ pero digo para acabar de dezir lo
que pretendo que, ora envie V. A. galeras o galeones, es imposible
dexar de ir a Indias franceses y portugueses, porque la mar es muy
larga y mucha la contratación que de allá pretenden y estan muy
engolosinados en ella, y caso que allá aya armada, no puede estar en
todas las Indias, aunque estén muy repartidas, y repartida en muchos
pocos no conviene, porque el francés va muy armado para ofender
y defender, ora sea ladrón, ora sea merchante, y lo que le anima a
mas ir es ver la gana que los pobladores y de la tierra los reciben y
guardan y recatan y avisan, como e dicho, y esto por la poca justicia
de la tierra, que si la oviese, sería la cosa mas eficaz que S. .M. puede
prevenir; y digo y afirmo que, ora oviese armada, o no, por la mar,
como oviese justicia que al tiempo del francés despoblase los hatos y

338
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

no dejase en ellos negros ni mulatos ni personas del servicio de ellos,


y que sus amos ellos estuviesen en el pueblo, yo certifico que oviese
enmienda notable». — AGI, Patronato 259, ramo 67.
v Galeras: fragmento de un Memorial dado por Diego Sánchez de
Sotomayor para enviar a S. M., leido en el Concejo de Santo Domingo
el 24 de abril de 1578 (el texto visto en copia mecanográfica, con
referencia a antigua fuente: AGI, 2-5-1/14.
«Con nueve galeras que V. M. tenga en las partes que de yuso se
dirá, que sólo tendrán de costa en cada un año cincuenta y cuatro mil
ducados y a lo más cincuenta y seis, que es ciento y cuatro mil ducados
menos de lo que se gasta por año en los galeones de Pedro Menéndez,
estas Indias estarán seguras de corsarios y los inconvenientes de
ellos, quitado lo cual es cosa llana de remediar con las dichas galeras
y lo demás que conviene haya, que adelante se dirá, y, quitados los
dichos inconvenientes y pasaje de corsarios y extranjeros, y con
la dicha armada, los vecinos y navegantes de estas islas vivirían
seguros todo a costa de lo dicho y mucho menos, como asimismo
adelante se dirá, salvo la chusma, munición y artillería y los demás
pertrechos necesarios hasta las poner a la vela; y para que mejor se
entienda mi relación, primero pongo los riesgos e inconvenientes
que hay que remediar, respecto que con mucha facilidad podrían
recrecerse en estas Indias notables daños, y la orden que se podría
tener en remediarlos, y los corsarios tienen y tendrán en las entradas
y salidas en ellas, para que después de entendido con facilidad se
entienda el mucho efecto que harán las dichas galeras, y lo que más
se gastare fuera de lo dicho en la dicha armada de Pedro Menéndez
es superfluo y no se ha de hacer más efecto con ello gastando que
sin ello, salvo que convendrá que la dicha armada de alto bordo de
Pedro Menéndez, V. M. quite las dos partes o mitad de ella, y la otra
quede para acompañar las flotas, y con ella y las dichas galeras estas
Indias estarán seguras de corsarios.
En el puerto de Santo Domingo, que es en la Isla Española, ha
de haber una galera, la cual conviene que esté en el dicho puerto y
su costa y sobre él y costa corra por la orden que pareciere al que la
gobernare, por donde guardará este dicho puerto, costa y paraje, y
desde aquí podrá acudir a la parte que conviniere en esta dicha Isla,
así de la banda del Sur como de la del Norte de ella, lo cual hará con
mucha facilidad, según la nueva que tuviere de corsarios; y asimismo
se podrá poner sobre la Saona, donde reparará algunos días y hará

339
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

harto provecho en acompañar las flotas hasta las dejar doblada la


dicha Saona y, conviniendo, se juntará con facilidad esta dicha galera
con la de Puerto Rico y todas con las de Cumaná y Cartagena.
En Puerto de Plata, que es en la dicha Isla en la banda del Norte de
ella, ha de haber otra galera, la cual correrá toda la Banda del Norte
de ella y, siendo necesario, podrá por la Canal vieja correr hasta la
Habana y, conviniendo que esta galera baje toda la Isla, lo hará con
mucha facilidad y presteza, demás de que con la dicha facilidad se
juntarán, conviniendo, con la galera de Puerto Rico y las demás de
esta Isla. Esta galera, demás que traerá su costa limpia de corsarios, no
dará lugar a navíos portugueses que rescaten y carguen para Portugal;
que en esto conviene que haya en ello mucho recato y más cuidado
por muchas razones bastantísimas que, siendo necesario, diré.
En la Yaguana ha de haber una galera, la cual correrá toda su
costa por barlovento hasta Puerto de Plata y por sotavento hasta el
Caimito y Cabo del Tiburón y Punta de Maisí, que es en la isla de
Cuba; lo cual puede correr con mucha facilidad y brevedad y, siendo
necesario esta dicha galera bojar toda la Española, lo hará con mucha
brevedad y facilidad, demás que podrá correr toda la banda del Sur de
la isla de Cuba hasta el Cabo de Corrientes y de San Antón y venir
sobre la Habana y por la Canal vieja volverse a la dicha Yaguana y su
puerto; siendo necesario, atravesará Jamaica a lo más largo, habiendo
tiempo y sin él, en dos o tres o cuatro días; por toda la dicha costa
hallará muchos puertos, aguadas y surgideros, y así a menudo y muy
principales».
Del propio Memorial, tocante a la chusma de las galeras: «Para
cada una de estas galeras es necesario sesenta hombres de mar y tierra
que bastan, respecto de que en dichas galeras no han de abordar al
corsario porque todo el efecto lo ha de hacer la artillería; que a cada
uno des estos hombres se Ie den tres ducados cada mes, que vale por
año a treinta y seis ducados por hombre, que serán menester por
año para todos sesenta hombres al dicho respecto dos mil y ciento
y sesenta ducados; y cuando a los dichos tres ducados no se hallase
gente, con alargar la paga por el mes a cuatro ducados, sobrará gente;
y esto que se alargaría es lo que va a decir de cincuenta y cuatro mil
ducados a cincuenta y seis mil ducados que tendrán de gasto las dichas
galeras». El arbitrista computa para cada galera de 170 a 180 forzados;
presupone que por falta de hombres blancos, se hayan de meter
negros bozales, gente más fuerte, «y si para que esta dicha chusma y
tripulación esté en número bastante, será y es necesario que V. M.

340
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

haga merced a las dichas galeras de los negros que en estas partes se
tomaren por perdidos, viniendo mal despachados. Item, habiendo
en estas Indias delincuentes, se echarán a galeras según sus culpas y
méritos. Item, habiendo delincuentes en estas dichas Indias que sus
culpas se puedan conmutar en penas pecuniarias, así sea con que la
tal pena se conmute en algún negro o negros, según las culpas, para
las dichas galeras, o en pago de algún tiempo o tiempos de soldado o
soldados. Item, que los corsarios que se tomaren en estas Indias sean
forzados en las dichas galeras».
(Diego Sánchez de Sotomayor fue marino o navegante, conocedor
de cuanto escribió, y se le halla presente en Santo Domingo casi
todo el año de 1577 y primer semestre de 1578; dieron pareceres
favorables al Memorial los pilotos examinados Antonio Barbudo,
Alonso Rivilla y Cristobal Sánchez, y Pedro López, maestre y piloto,
ninguno de ellos residente, sino estantes en Santo Domingo.)
v Juan de Valladares, piloto examinado de los mares de las Indias,
expuso, para la defensa de ellas, que los corsarios «en la Isla de
Santo Domingo harán mucho daño en ella por tener muchos
puertos alrededor, y en todos ellos hay poca resistencia, y toman
los mantenimientos que quieren porque en toda la isla hay mucha
comida. Y asimismo hacen daño a los navíos que salen de San Juan
de Puerto Rico para Santo Domingo...
«Y sabido por V. M. lo arriba dicho, para guardar dichas Indias
proveyó y mandó que en Bilbao hiciesen doce navíos a doscientos
y cincuenta toneles cada uno, y se armasen para que anduviesen de
armada en las dichas Indias a estorbar los dichos daños, los cuales
se hicieron y armaron y por capitán general de ellos [fué] Pedro
Menéndez de Avilés, Adelantado de la Florida y Capitán General
del Mar Océano por V. M. Los cuales navíos son mancos, porque si
no hay tiempo próspero para donde quieren ir, no pueden efectuar sus
designios ni hacer efecto ninguno en la guarda de las dichas Indias
y, ademas de esto, si los dichos doce navíos están en el puerto de la
dicha ciudad de Santo Domingo y quieren salir para rodear y guardar
la dicha Isla, costeándola toda hasta el Cabo de Tiburón y a la Yaguana
y ir al Cabo de San Nicolás y a Puerto Real y a Montecristi y a Puerto
de Plata y al Cabo del Engaño y a la isla de la Saona y tornar a la
ciudad de Santo Domingo, de donde salió el armada, tardará en este
camino mas de cuatro meses, porque los vientos son contrarios todo
lo más del año y, andando con esta armada toda la Isla, mal puede
guardar las otras islas y la tierrafirme.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

«Y si V. M. manda traer una galera en la isla de Santo Domingo,


que no salga de ella, y cada mes dé una vuelta alrededor de la dicha
isla, no pasará corsario en toda ella que no sea tocado y aventado;
ansina estará segura la dicha lsla de los dichos corsarios.
«Otra galera que ande sobre el Cabo de la Cruz, que es en la isla
de Cuba, hasta el puerto de Santiago y del puerto de Santiago de
Cuba hasta la Punta de Maisí, de la Punta de Maisí hasta el Cabo
de San Nicolás, y del Cabo de San Nicolás hasta la Yaguana, y de
la Yaguana, hasta el Cabo de Tiburón, y del Cabo de Tiburón hasta
Jamaica, terná V. M. guardadas las Indias. (EI piloto señala otra galera
con una galeota para la costafirme, y continúa):
«Los mantenimientos de las tres galeras con la galeota se gastarán
muy poco de cosas de España, porque carne y cazabe y arroz y haba
y garbanzo lo hay de su cosecha en la Isla de Santo Domingo y en la
isla de Cuba y en San Juan de Puerto Rico hay carne y arroz, y con
doscientos negros repartidos en toda la Isla de Santo Domingo y
Tierrafirme se cogerá mucha cantidad de bastimentos para las dichas
galeras y para adonde hay falta de ello, y se ahorran dineros». — Col.
Muñoz.
v «Memoria de los puertos que hay alrededor de la Isla de Santo
Domingo». (Escribió Valladares; Col. Muñoz).
«Primeramente, el puerto de Santo Domingo; es muy buen puerto,
tiene cerca de cuatro brazas de agua a la entrada y a la boca; pueden
estar en éI muchas naos.
Del puerto de la ciudad de Santo Domingo a Puerto Hermoso hay
diez y seis leguas; es buen puerto; pueden estar navíos hartos en él.
De Puerto Hermoso a Ocoa hay tres leguas; es buen punto, pueden
estar en él hartos navíos; es puerto donde hacen escala las naos que van
a Nueva España y a Honduras, y allí van los corsarios a tomar agua.
De Ocoa a Azua hay cinco leguas; hay un puerto que se dice Puerto
Escondido, y por otro nombre Puerto de Mosquitos; hay tres brazas
de agua.
De Puerto Escondido a Barahona hay tres leguas; es buen puerto
para reparar en él.
De Barahona a Yáquimo hay veinte leguas; es buen puerto; hay
dos brazas y media de agua a la entrada; pueden estar navíos hartos
en él.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

De Yáquimo a Yabaquí hay diez y ocho leguas; pueden surgir


en él.
De Yabaquí a la Sabana hay tres leguas; tiene una isla frontero de
la Sabana muy buena; hay buenos surgideros en ella.
En la Sabana hay buenos surgideros; anda poblada de cristianos;
hay mucha monteria en ella de carne de puerco.
De la Sabana al Cabo de Tiburón hay diez leguas; en el mismo
Cabo de Tiburón hay surgideros de la banda del Sur de él [do] pueden
surgir navíos.
Del Cabo de Tiburón, al Norte como tres leguas, hay un surgidero
que se dice Puerto Inglés; es buen puerto; hacia la Caleta, del Norte
Sur seis leguas, está un rio que se dice Doña María; pueden surgir
en éI.
De Doña María al Caimito hay catorce leguas; pueden reparar y
surgir, fuera de la isla es limpio.
De Caimito a Guaba hay catorce leguas; es muy buen puerto.
De Guaba a la Yaguana hay tres leguas; es grande ensenada, pueden
surgir muchas naos.
De la Yaguana al Zahay o Puerto de Sardinas hay doce leguas.
Del Puerto de Sardinas al Cabo de San Nicolás hay quince leguas;
es grande puerto y bahía, pueden estar en él muchas naos.
Del Cabo de San Nicolás para ir al Puerto de Plata córrese la costa
Este Oeste.
Del Cabo de San Nicolás a Puerto Real hay veinte leguas; hay en
el camino dos puertos para navíos que piden dos brazas y media de
agua.
Puerto Real es, buen puerto; pueden surgir en él navíos.
Del Puerto Real a Montecristi hay doce leguas; es buen puerto,
pueden surgir naos en él.
De Montecristi a Puerto de Plata hay veinte leguas; es buen puerto
y en este camino hay buenos surgideros.
De Puerto de Plata a Cabo Francés hay doce leguas; tiene el Cabo
Francés buen surgidero.
Del Cabo Francés aI Golfo de Samaná hay doce leguas; es gran
puerto; hay grandes surgideros en él.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

De Samaná al Cabo del Engaño hay quince leguas.


Del Cabo del Engaño al puerto de Higüey el viejo hay seis leguas
y dos brazas y media a la entrada; pueden surgir navíos dentro de él.
De Higüey el viejo a la Saona hay cinco leguas; en esta isla pueden
surgir muchas naos al Oeste de ella.
De la Saona a la isla de Santa Catalina hay cinco leguas; pueden
surgir navíos a la banda del Oeste de ella.
De Santa Catalina al este hay un rio bueno que se dice Dahavon;
pueden entrar naos de doscientos toneles.
De Dahavon al Zoco hay otro rio; a la boca de él pueden surgir
en él.
Abajo del Zoco tres leguas hay, otro rio que se dice Macorís; hay
de él a Santo Domingo catorce leguas».

116. — Desde muy antiguo estaba vigente en los dominios, por


real cédula (dirigida a don Diego Colón, de Sevilla 21 de julio de
1511), la prohibición de llevar a Indias de España, y viceversa,
mercancías de y consignadas a versando en la materia fulleros
sobrecargados de deudas, que para no ser ejecutados en tales bienes,
cambiaban las marcas y los nombres para simular intereses ajenos,
siendo propios. Idéntico fraude hacían las personas de sí mismas
para poder salir subrepticiamente de la Isla y para entrar en ella,
sin aparecerse en registro alguno, de que llegó a resultar en muchos
casos que un Juan Rodríguez, era en persona un Alonso Vázquez,
así conocido a lo largo de los años, tan tramposo con este nombre
como lo había sido en España con cualquiera otro. Ayudaba a la
clandestinidad de entradas y salidas en la Isla la abundancia de
puertos solitarios, adonde no llegaba la vigilancia de los que por
ley debían visitar los navíos sin consentir entrar pasajero hasta ser
revisadas las marcas de bultos, fardos, barriles etc., ni saltar en tierra
sin primero verificarse la identificacíon de las personas viajeras por
las listas de pasajeros. Entre todos los puertos que más ventaja daban
para escapar de deudores, o de la justicia, era el del rio Chavón, pues
había brevedad grande para la travesía hasta Puerto Rico, o de Puerto

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Rico a Santo Domingo sin los peligros de echarse los vientos desde
punta Espada y caer en manos de corsarios, que lo menos que hacían
con estos aventureros,si dejaban de defenderse, era soltarlos con
aquel caudal inherente al que se Ie pone del todo en todo corito en
cualquiera playa. Esta brevedad en la travesía fue tan conocidamente
ventajosa que con presentarse ante un teniente de oficial puesto allí
para dar pase a viajeros en regla, veinte oportunidades tenían para
salir presto desde Chavón contra una de Santo Domingo en el mismo
espacio de tiempo. Pero era allí, por esta circunstancia de haber
teniente, donde se destruía todo papel de licencia dada con firma
del Presidente sin que fuese del Presidente, importando poco que el
nombre del pasajero fuese verdadero o falso; que no había reclamo
que pudiera tener curso contra sujeto alguno, si el tal, cuyo nombre
se significaba, ni por semejas parecía a flor de labio, ni en hoja de
registro. Otras transmigraciones, y eran contínuas, se deslizaban con
más suavidad y llaneza: solíase salir a la mar por cualquier rincón
costero, y viajero y barquichuelo se recibían abordo, jam numerata
pecunia, y en la orilla opuesta se repetía la operación, y llévete
Dios con ventura...... Las repetidas reales cédulas que ordenaban
la vigilancia para impedir semejantes transmigraciones, ya fuese
moderando las autoridades las licencias, o ya obligando a cada cual
a estar a las condiciones debajo de las cuales podían vivir en donde
primero pidieron y fueron licenciados, solo sirven para aquilatar los
avances de la legislación, según la mente del Consejo o del Soberano;
la falta de tal vigilancia y, tantas veces la transgresión de lo mandado,
actuando ministros desaprensivos, y la fuga o emigración clandestina
de particulares, sirven para demostrarse el ningún respeto que, sin
temor ni empacho alguno cordialmente se tiene a todo mandato
prohibitivo o a toda ley coercitiva, si hay por medio un par de pesetas
que cubran la firma del Rey con la vera efigies del Rey. Todos los
tránsfugas estaban más o menos asegurados; los que sabían nadar,
por virtud de su pericia; los que no, dando prima, porque el maestre
del barco esperaba hasta verlos en tierra, o ponía a su disposición

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

marinero ganador de otra prima en segundo grado. Y ya tenemos


en planta otro presupuesto de la gran calamidad de 1586: aquel
primero, el ansia de diversiones, en que todo fué molicie; éste, la
despoblación de la ciudad y de la Isla, en cuenta larga de pobladores
desarraigados o nunca bien arraigados......

v DON CARLOS, etc. — Por quanto somos informados que, porque


algunos vecinos y pobladores de las nuestras Indias, yslas y tierra
firme del mar Oceano; que biven y moran en algunas provincias e
yslas dellas se van a otras partes sin licencia nuestra y de los nuestros
governadores por se aprovechar de los aprovechamientos y frutos
dellas, de que las tales provincias e yslas donde tienen sus asientos
reciben notorio daño y es causa de se despoblar, y queriendo poner
remedio en ello. Visto y platicado en el nuestro Consejo de las Indias,
fue acordado que devía mandar dar esta nuestra carta en la dicha
razon, y Nos tuvímoslo por bien; por la qual prohibimos y mandamos
que ningunas ni algunas personas de ningun estado o condicion que
sean, que estuvieren o residieren en una provincia o ysla, no puedan
salir ni salgan della para yr a otra parte alguna sin licencia de nuestro
governador de la tal provincia e ysla donde residieren, so pena que por
el mismo hecho aya perdido y pierda el oficio e oficios y qualesquier
indios que tuvieren, ansi por encomienda como por repartimiento o
en otra qualquier manera, y queden para siempre inhábiles para los
poder más tener en ellas, sin especial licencia nuestra, y mandamos
a los nuestros Presidentes y Oydores de las nuestras Audiencias que
residen en las ciudades de Tenustitlán Mexico de la Nueva España
y Santo Domingo de la Isla Española, y a todos los Governadores,
Corregidores, Alcaldes y otros juezes y justicias de las dichas nuestras
Indias, yslas y tierra firme del mar Océano, que guarden y cumplan,
y hagan guardar y cumplir y executar lo contenido en esta nuestra
carta en las personas de los que contra el tenor y forma della fueren
y pasaren; y porque venga a noticia de todos, mandamos que sea
pregonada públicamente en las plaças mercados dessas ciudades, villas
y lugares por pregonero y ante escrivano público, y los unos ni los
otros no fagades ni fagan ende al, so pena de la nuestra merced y de
diez mil maravedís para nuestra cámara. Dada en la ciudad de Toledo
a veyntiun dias del mes de mayo de mil y quinientos y treynta y quatro
años. — Yo el Rey. — Yo, Francisco de los Cobos, Comendador mayor

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de León, secretario de sus Cesareas y Católicas Magestades, la fize


escrevir por su mandado, firmada de los del Consejo». — Cedulario
Indiano (Encinas), I, 411.
v Los nombres falsos que no pocos llevaron en Santo Domingo y
otras partes, estaban escudados por la posesión adquirida en España
de licencias otorgadas a quienes, por desistirse de venir a estas partes,
o por haberlas conseguido como mercancía negociable, las vendían
con razonable provecho. Por real cédula de Valladolid 29 de abril de
1549 (véase Ced. Indiano, de Encinas. I, 404), se prohibió la venta
de dichas licencias, y se dieron otras para la aplicación de sanciones
en los casos que se descubrieran; lo que nunca bastó, si podían
entrar a la parte en la expedición de negocios sujetos que, a caso de
rutina, intervenían en el curso de ver papeles, como informaciones
de identificación de pretendientes a Indias, etc.
v La real cédula, La Serreta 9 de octubre de 1553, para que en los
puertos de Indias se llevase libro de asiento de pasajeros arribados,
dada originalmente para Nueva España, en Cedulario Indiano
(Encinas), I, 408.
v «EI Rey. — Presidente y Oydores de la nuestra Audiencia Real que
reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: Bien sabeys
como por cédulas y provisiones nuestras está ordenado y mandado,
diversas veces, que no deys licencia a ninguna persona para passar a
las provincias del Perú, ni deys lugar a que passen, por los daños que
de lo contrario se han seguido. E agora somos informados que desde
essa Isla se despachan cada un año mas de doscientas personas para la
provincia de Tierra firme y, llegados allí con dineros, y por otras vías
ilícitas la mayor parte dellos passan a las dichas provincias del Perú. Y
porque es bien quitar toda ocasion para que se guarde lo que por Nos
está mandado, y los fraudes y encubiertas que para contravenir a esto
se siguen, vos mando que agora y de aqui adelante por ninguna causa
ni razon no deys licencia alguna para passar a las dichas provincias
del Perú, ni a la Tierra firme a ninguna persona de qualquier calidad o
condicion que sea; y esteys vigilantes y con cuidado para que con las
dichas vuestras licencias, ni sin ellas, no passen ningunas a las dichas
provincias, y con que se visiten los navios que de essa Isla salieren
para la dicha provincia de la Tierra firme: porque ansí conviene a
nuestro servicio y bien de las dichas provincias. Fecha en Madrid a
quatro de octubre de mil y quinientos y sesenta y nueve años. — Yo

347
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el Rey. — Por mandado de Su Magestad, Antonio de Eraso. Señalada


del Consejo». — Cedulario Indiano (Encinas), I, 408; AGI, Santo
Domingo 899.
v «EI Rey. — Presidente y Oydores de la nuestra Audiencia Real
de la Isla Española, y a otras qualesquier nuestras justicias della e a
cada uno y qualquier de vos a quien esta mi cédula fuere mostrada.
Sabed que Nos, deseando, como deseamos, que essa Isla se pueble,
damos licencias a algunas personas para que vayan a ella con cargo
que ayan de residir en essa dicha ysla unos ocho años y otros, seis;
y a vosotros os tenemos ordenado que a los que ansi fueren, no los
dexeis passar dessa ysla para otra parte alguna de las Indias; y somos
ynformado que, sin embargo dello, algunas personas de las que ansí
van a esa dicha ysla, se passan de una parte a otra y a otras partes de
las Indias, de que redundan muchos inconvenientes: y porque de aquí
adelante no conviene que esto se haga, vos mando que proveays, y
deys orden de no dexar passar dessa dicha ysla a otra parte alguna de
las nuestras Indias a ninguna persona de las que ansí huvieren passado
a ellas sin expressa licencia nuestra para ello, y para ello hareys dar
todos los pregones y hazer todas las diligencias necessarias, de suerte
que en ninguna manera ni por ninguna via salgan dessa dicha ysla
los que huvieren ydo a ella, y si alguno saliere le hareys castigar, y
procedereys contra él conforme a las penas que les oviéredes puesto,
dando vuestras requisitorias para las justicias de las partes donde
huvieren passado, para que os los embien presos y a buen recaudo,
para que se execute en ellos las dichas penas. Fecha en Madrid a
nueve de diciembre de mil y quinientos y sesenta y ocho años. — Yo
el Rey. — Por mandado de Su Magestad, Antonio de Eraso. Señalada
del Consejo». — Cedulario Indiano.—AGI, Santo Domingo 899.
v Madrid 19 de septiembre de 1569. — Real cédula a la Audiencia:
que envíe relación por qué ha salido de la Isla tanta cantidad de
esclavos; cuántos han salido, quién es el culpado; qué necesidad hay
de sacar negros; por dónde se sacan, a dónde se llevan, para qué, por
qué. AGI, Santo Domingo 899.
El Escorial 13 de julio de1571. — Real cédula: Sólo el Presidente
dé licencia a las personas que hubieren de salir de la Isla, porque
esta es la orden que se dio por cédula de 28 de noviembre de 1564;
se declara en el texto que, habiendo Presidente en la Audiencia, él
precisamente es quien debe dar la licencia; no habiéndolo, la dé la
Audiencia. — AGI, Santo Domingo 899.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v San Lorenzo el Real 6 de abril de 1574. — Real cédula a la


Audiencia: muchas personas, a quienes se dió licencia para pasar a
Santo Domingo, San Juan y otras partes, no han cumplido con lo
que se obligaron, sino que se van y se han ido a otras partes de las
Indias; y se ha mandado a los oficiales de la Casa de la Contratación
que envíen a la misma Audiencia lista de las personas que han pasado
para quedarse en Santo Domingo. Se dice a Presidente y Oidores que
deben informarse si tales personas están en Santo Domingo, o si se
han ido a otras partes; que todas hayan de cumplir la obligación que
tienen de quedarse en Santo Domingo, y de cada una que supieren
que está en otras partes, luego envíen las requisitorias y provisiones
del caso para que las demás Audiencias donde estuvieren, y demás
Justicias reales, las obliguen a ir al destino que a cada uno se otorgó
cuando pidieron la Iicencia para pasar, siendo así que ellos mismos
hicieron elección de la provincia y paraje a donde querían ir. — AGI,
Santo Domingo 868, lib. 3, f. 35. — (No se ha dado con expediente
alguno, ejecutado el espíritu ni letra de esta cédula.)
v Santo Domingo 17 de junio de 1576. — González de Cuenca al
Rey: «Por estar esta Isla tan despoblada, con facilidad se ha de dar
licencia a los que quisieren venir a poblar en ella, la cual, aunque
[ya está] proveido con tan santo celo, a esta Isla ha sido de poco
provecho y de mucho daño de las demás partes de las Indias, porque
todos los que aquí vienen, ninguno queda en la tierra y todos se van
luego al Perú y Nueva España sin que pueda haber remedio, a lo
menos enteramente, para excusallo, porque esta Isla tiene muchos
puertos donde cada día surgen navíos en que se van, y lo mismo es
en los que salen de este puerto, que los maestres de los navíos su
principal trato ha sido sacar gente sin licencia, de noche, saliéndose
la gente en barcas a la mar, para que allá los tomen los navíos, y en
el castigo de ello ha habido mucha remisión. Hase comenzado a
castigar esto con rigor, pero el castigo aprovechará para los de este
puerto pero no para los demás que están despoblados, que en ellos
los toman los maestres; y aunque V. M. envía gente a esta tierra con
título de labradores para que pueblen y cultiven, es de ningún fruto
porque ninguno queda en ella, y de los que vinieron el año pasado
han quedado dos en esta ciudad que andan a mendigar y a pedir por
Dios, y por no haber tenido que dar a los maestres, han quedado en
las tierras y hacen las diligencias que pueden para salir de ella y como
esta ciudad e Isla está tan llena de esclavos, sírvense los vecinos de
ellos, que son más baratos que no españoles, y así los que vienen,

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

padecen pobreza y procuran salir de ella con dejar la tierra». — AGI,


Santo Domingo 50.
v San Lorenzo el Real 18 de junio de 1577. — Real cédula: se ha
tenido noticia que muchas personas salen de la Isla y pasan a España
sin licencia del Presidente y Oidores; ordénase a éstos que no den lugar
a que se continúe esa costumbre, «so pena de la nuestra merced», y
que pregonen esta orden en todos los pueblos de la Isla y sea notorio
a todos; y que para dar licencia, «preceda instancia, como se hace
en las demás partes de las Indias».— AGI, Santo Domingo 868, lib.
3, f. 78.
La inestabilidad de españoles recién llegados y otros residentes no
tenían por pábulo clandestinidad facilitada para salir, antes tambien
licencia, mediando un «por cuanto vos……», que en estos lances
no era para maestres, y de los traídos por Encinas, como incentivo
para desistirse de entender en la fundación de Bayajá, con licencia
siguieron rumbo previsto (y el fiscal Villanueva Zapata nunca pudo ver
papeles de Encinas en esta razón de los que trajo, porque no pidiese
en la Audiencia ni pudiese reclamar justicia por el Rey). De aquella
fuente de ingresos privados otros querían gozar, y el oidor Quero,
concupiscente, escribió a S. M. el 12 de mayo de 1578: «Esta Isla se
va consumiendo, y los Presidentes que a ella vienen, como no tienen
otras mercedes que poder hacer sino dar licencias para salir de ella,
abren la mano, y si vienen cien hombres de España, salen de la Isla
doscientos, unos con licencia y otros sin ella, y así se va despoblando
y, aunque hay cédulas que lo prohiben, como una voluntad se granjea
presto, no se guardan como deberían. Podríase remediar con que al
Presidente se le prohibiese el dar solo licencias sin la Audiencia,
y a la Audiencia se le mandase no las diese sino a aquellos que
mostrasen particular licencia de V. M. para pasar adelante». AGI,
Santo Domingo 51. — De estas cartas se originó mandarse que los
hombres que Bastidas condujese para la población de Bayajá, antes
de embarcarse diesen pesada fianza; razón para no embarcarse sino
los que tenían ahorros para fines de medro en el salir de España sin
indigencia.
v «El Rey. — Nuestros Visorreyes, Presidentes y Oydores de las
nuestras yslas y tierra firme del mar Océano, y Governadores dellas,
y qualesquier otros juezes y justicias a quien tocare lo contenido en
esta nuestra cédula, a cada uno en su jurisdiccion. Sabed que Nos
avemos dado y de ordinario damos licencia a algunas personas para

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

poder passar a essas partes, unos con fianças de residir un tiempo


limitado, y usar sus oficios, si los tienen, en una provincia; y a otros
obligándose a lo mismo en algunas quantías de maravedís; y somos
ynformados que, yendo contra lo que ansi están obligados a cumplir,
después de llegados a essas partes, se van adonde quieren de que
avemos sido y somos deservidos; y porque conviene .que esto se
remedie, os mandamos a todos y a cada uno de vos, segun dicho es,
que tengays de aquí adelante particular cuydado de saber y entender
las personas que llegaren a cada una de essas provincias y, en lIegando,
les pidays las licencias con que uvieren passado, y en ellas veays para
qué parte son y lo que por ellas están obligados a cumplir, y hagays
que lo cumplan, executando en ellos la pena que les estuviere puesta,
y si se fueren de la provincia para donde se les oviere dado licencia y
tuvieren obligacion de residir, a otra, los compelays a que vayan a la
parte para donde fuere dada la dicha licencia y estuvieren obligados
a residir. Fecha en Madrid a seis de octubre de mil y quinientos y
setenta y ocho años. Yo el Rey. — Por mandado de Su Magestad,
Antonio de Eraso, Señalada del Consejo». — Cedulario Indiano
(Encinas), I, 410.
v Se ha recordado nuevamente la ominosa tendencia de desviarse
el pueblo, especial la clase alta, a los placeres y diversiones de tipo
enervante contra la virtud y fortaleza del espíritu de morigeración
(que hace fuertes y grandes a los pueblos en la hora crítica de la
adversidad colectiva) por causa de su misma continuación. El
siguiente capítulo de carta (de 30 de junio de 1577) del Presidente al
Rey, aunque apunta no más que a dar color al desenfreno de un oidor
y del fiscal de la Audiencia, abarca un horizonte mas extenso en el
que se mueve con semejante tara la sociedad o comunidad de la Isla,
principalmente los moradores de la ciudad de Santo Domingo; apenas
puede soslayarse en la mente de González de Cuenca una conspiración
general contra su persona, que no habría tenido realización sino en
la aceptación implícita de consentimiento hostil, sin reparo alguno
del bajo nivel a que descendían, estando juntos y en forma ciudadana
los regidores de la ciudad y hasta muchas señoras que más estimaban
el buen parecer de su clase, que el honor de sus personas.
Dice el Presidente que el fiscal (Villanueva Zapata) «ha procurado
con gran diligencia contínua de traer a su opinión y a sus inclinaciones
y vicios, de que es notablemente apasionado, al licenciado Esteban
de Quero, Oidor de esta Audiencia, hombre muy mozo, y dió en

351
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

traerle consigo de noche por las calles de toda la ciudad en hábito


muy indecente, con capas cortas y espadas y zaragüelles de lienzo
hasta el suelo, en el cual hábito les han topado las gentes que andan
de noche, con tanto exceso, que se ha murmurado generalmente por
el pueblo; de la cual compañía y buenos pasos, resultó amancebarse
el dicho licenciado Quero con una mujer cantonera de Sevilla que
vino aquí sin licencia, que ha causado en este pueblo grandes pecados
y ha descasado a muchos casados, y, por ello, por el Presidente Vera
y el licenciado [Eugenio de] Salazar estaba votado que se echase
de la tierra. Ha sido este amancebamiento con tanta publicidad
y desorden, que el día de Carnestolendas de este año anduvieron
públicamente por las calles, a vista de todo el pueblo, desde el
mediodía hasta la noche los dos, oidor y fiscal, a caballo, derribadas
las capas y con sombreros, arremetiendo a las ventanas donde había
mujeres, tirándose de naranjazos con ellas, y se fueron a la ventana
donde estaba esta mujer cantonera, y ella desde su ventana con una
rodela en el brazo, y ellos desde abajo, en presencia de mucha gente,
se estuvieron tirando de naranjazos; y en estos pasos y buen ejemplo
al licenciado Quero le quebraron la vara y se la hicieron tres pedazos,
y a esta sazón pasó por donde ellos estaban el licenciado (Alonso)
de las Cabezas, oidor de esta Real Audiencia, y con mucho donaire
el licenciado Quero le mostró la vara quebrada y le dijo en medio
de la calle y delante de mucha gente: Señor, hágame vuestra merced
justicia, que me han quebrado estas señoras la vara. Y desde a pocos
días convidé una noche a la Audiencia a que viesen en mi casa una
comedia que se representaba, y con la Audiencia vino el Cabildo
de la Ciudad y otra mucha gente y, estándose representando, por
mi estudio metieron esta mujer y la sentaron a la puerta de la Sala
donde todos la veían, sin saberlo yo, y, acabada la comedia, vinieron
los criados del licenciado Quero y la llevaron en su mula a vista de
todos»; AGI, Santo Domingo 50. — El fiscal no trató de defenderse,
sino de quitar al Presidente cualquier estimación de revolverse con
razón contra la costumbre antigua de aquellos juegos carnavalescos,
y dió petición en la Audiencia para que vecinos veteranos en
semejantes holgorios probaran que, justamente, a mayor cantidad
de naranjazos al Presidente y Oidores durante el Carnaval, mayores
y más singulares prendas de amor y de respeto se prestaba por el
pueblo a aquellos señores en el resto del año (información cerrada
el 5 de mayo de 1578; AGI, Patronato 173, ramo 21). —Pero vista
la carta del uno y la información promovida por el otro, el Consejo

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

resolvió: «inbyese cédula para que no se haga de aquí en adelante»;


de que emanó la real cédula de Madrid 10 de marzode 1579 (ya antes
enunciada en este estudio), y cuya letra decía, a la Audiencia: «Nos
somos informado que en esa ciudad se ha tenido antigua costumbre
de que en los días de carnestolendas de cada año el Presidente e
Oydores e Fiscal y Alguazil mayor de esa Audiencia, salían por las
calles y tiraban naranjas y a ellos se las tiraban, y otras cosas de olores,
desde las ventanas; y que el pueblo se regocijava, y que vosotros aveis
hecho lo mesmo, por entender que dello no resultava ni podía resultar
inconveniente». Ha parecido al Consejo «que de aquí adelante no
se haga, por ser ello desautoridad de lo que representais y ocasión
de que os tengan menor respeto del que es necesario: os mando que
de aqui en adelante no salgais en los dichos días, ni otros algunos, a
cosa semejantes porque, aunque sea ocasión de regocijo y fiesta, no
es cosa decente que personas de letras y a cuyo cargo está el gobierno
y administración de justicia anden tan común y familiarmente entre
los del pueblo, de quien han de ser respetados y temidos»; AGI, Santo
Domingo 868, lib. 3, f. 85.

117.— Los enemigos de la hacienda del Rey y sus vasallos estaban


en el mar; los amigos de vasallos contra los intereses del Rey, en
tierra. Ya en estos mismos tiempos de González de Cuenca se había
solicitado por los oficiales reales hacerse cárcel para los marineros, y
hasta habían sido enjuiciados los guardas del río que, teniendo ojos,
no veían los fraudes de maestres y marineros, dando por disculpa
que por denunciarlos y estorbarlos “ganan enemigos sin provecho”.
Algún remedio temporalmente aplicado estorbaba muchas
libertades, pero donde no lo podía haber sino con la pelea o en la
fuga, era en el mar, pues corsarios, a la vista, con tenacidad aterradora
perseguían el vino y el azúcar, porque con aquél amontonaban y
acoplaban amigos (mientras en Santo Domingo faltaba el vino para
las misas), y con esta, en llegando a parajes apartados de tráfico,
“protegían decidida y eficazmente a la infancia” en clase que todos
conocemos; los padres dan hasta su misma vida porque no la pierdan
sus párvulos y lactantes. Contra estos robos obró González de Cuenca
con mucha más libertad de acción y de mando que sus antecesores

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

en la Presidencia, constituido como fue en Capitán General con


adecuado título, y no se estuvo perezoso en el allanar voluntades
para informar al Rey en favor del envío de galeras, pues consiguió
que la Ciudad cargase con la obligación de surtirlas de bastimentos
bastantes; en cambio, las desazones que le dieron hasta los propios
ministros de la Audiencia y que pueden enumerarse, fueron muchas,
porque obrando como Gobernador (conforme a reflexiones que se
le hicieron al tiempo de su nombramiento para que se cautelase de
los muchos inconvenientes de poner en consejo negocios que por sí
solos demandaban unanimidad, y no la había por emulación, envidia
y demás pasiones de ministros), donde pensó cubrirse de méritos y
loor, no halló sino contumelias, vilipendios y breve término de la
vida a fuerza de disgustos.

v Santo Domingo 2 de julio de 1576. — Los oficiales reales al Rey


(capítulos): EI uno: Los guardas del río dejan de denunciar los fraudes
y excesos de los maestres y dueños de navíos y toman por disculpa
que «ganan enemigos sin provecho». EI otro: piden que haya cárcel
particular para marineros, porque por razón del oficio que hacen, se
sacan y después se les reduce a la cárcel nuevamente; si no se sacan
para estos menesteres, gritan los maestres; si se les saca muchas
veces se escapan; y que la cárcel se tenga en la misma Casa de la
Contratación para que de esta suerte el encarcelamiento se haga
sin que puedan tener ocasión para la fuga por la inmediación. (Sin
resolución). —AGI, Santo Domingo 74.
Los guardas del rio (celadores) eran tres con salario anual, cada uno,
de 58 ducados; AGI, Santo Domingo 71. Por asegurar los depósitos
de todas las mercaderías llegadas sin registro y el despacho de las
mismas, se pusieron otros tres guardas más, y se pidió la confirmación
al Rey, quien primero quiso tener informes más completos y los pidió
por cédula de Arroyo del Puerco 8 de marzo de 1583. — AGI, Santo
Domingo 899.
v Santo Domingo 17 de junio de 1576. — González de Cuenca
al Rey (capítulo de carta): Hay tanta frecuencia de corsarios que,
para que se reconozca la necesidad de galeras, la Audiencia envía
testimonios, «y por ellos entenderá V. M. cuan cercados estamos

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de ellos, y así cada semana entran aquí barcos robados de ellos, por
manera que los señores de ingenios y ganados no son señores de sus
azúcares y cueros porque, trayéndolos a este puerto, se los toman los
corsarios, a cuya causa está esta ciudad e Isla paupérrima; si no se pone
remedio que los galeones anden por esta costa, o se ponen galeras
que corran de ordinaria ésta, todo está a riesgo de perderse». — AGI,
Santo Domingo 50.
v Santo Domingo 18 de julio de 1576. — EI fiscal Villanueva Zapata
al Rey sobre lo dificil que es reparar el trato con los franceses en la
banda del Norte, pues los vecinos de aquellos puertos son los mas
encubiertos en dicho trato. «Este daño parece que tiene uno de dos
medios: o quitar los lugares y vecindad de los puertos, trayéndolos
la tierra adentro, pues es cierto que no tienen defensa y las veces
que quisieren los cosarios los robarán y destruirán, o mandar V. M.
proveer galeras que guarden estas costas y no consientan llegar navíos
enemigos que deben ser los de este año casi veinte. Estos se llevan gran
parte de los frutos de la tierra, o por robo o por contratación».—AGI,
Santo Domingo 50.
v Santo Domingo 2 de julio de 1577. — El fiscal ViIlanueva Zapata
al Rey, capítulo de carta, manifestando que don Antonio Henríquez
es hombre muy entendido en las cosas de guerra y no mal marino, y
que cabrá bien en él tener el mando de las galeras, caso que se pongan
para guarda de las costas de la Isla. (Esta recomendación de gran amigo
contiene también el intento de dar quehacer al Presdente, porque el
don Antonio es acérrimo enemigo de González de Cuenca.)—AGI,
Santo Domingo 50.
v Lisboa 6 de julio de 1582. Real cédula: los mercaderes de Santo
Domingo se han quejado de que el Presidente González de Cuenca
les habrá impuesto la obligación de dar cada año 200 ducados al
general de las galeras para sus gastos, y estiman que es imposición
ilegal y piden se les quite; Presidente y Oidores envíen la relación
de este caso. — AGI, Santo Domingo 899.

118.— Se recordará aquí que en tiempo del Presidente Alonso


Maldonado demoró demasiadamente la salida de regular armada
contra corsarios, y por la demora, pero ya en la mar, un ciclón la
deshizo con pérdida de barcos, centenares de hombres y demás que
era propio de la empresa, todo porque los señores ministros habían

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menester un mes y quince días para nombrar general y capitanes; a


representación de Maldonado, que alegó que él en persona podía ser
general con mando en la mar, se le dió la facultad de hacer aquellos
nombramientos, y en adelante no hubo Oidor que osase meter su
cucharón ni para el nombramiento de otros empleados inferiores
en función de guerra, porque la ley de la materia daba a capitán
nombrado la facultad de escoger y presentar, a quien competía
aprobar, la lista de los hombres de su confianza. En la práctica
aquella facultad al Presidente dada en este negocio embebía su
intervención personal en cosas de guerra como Capitán General.
Título de tal no tuvieron, y González de Cuenca lo pidió para sí
con razones congruentes, que fueron atendidas. El paso dado por el
Consejo de las Indias era justamente parte del plan de enajenar de
la Audiencia todo poder y mando en asuntos civiles y de guerra,
y establecer en la Isla el Gobierno personal en vez del pentavirato
semianárquico vigente desde 1523, por tanto que estorbaba para
aclarar la estabilidad de la autoridad del Presidente en muchas cosas
a él confiadas como a ministro ejecutor de las resoluciones tomadas
por los de la Audiencia con voto resolutivo, cuando ya bastaba que
aquellos colegas interviniesen en materias de guerra o de gobierno
con pura calidad consultiva. Los mismos que vociferaban contra
el precavido Presidente, llamándole “mala bestia”, fueron quienes
con toda humildad y rendimiento suplicaron la retención del
antiguo fuero, diciéndose remediadores “providenciales” de muchos
entuertos del Presidente que se guiaba de consejeros inexpertos;
pero en el Consejo se atendió a que en la Audiencia de Santo
Domingo todos eran y se consideraban como “togados” y los que no,
como “caballeros de capa y espada” y nada se arreglaba con votos y
juicios de legos en cosas de la guerra; atendióseles de suerte que el
nombrado consultor de oficio (alcalde mayor y capitán Bernardino
de Ovando) se atrajo la odiosidad despechada del Presidente al par
que de todos los togados.

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v Aranjuez 13 de mayo de 1577.—Real cédula al doctor Cuenca, de


aviso de diferentes asuntos, capítulo: «A la necesidad que dezís ay
de que haga el officio de Capitán General desa Isla la persona que
tuviere el govierno della para la amparar y defender de los cossarios, y
que por aver exercido este officio vuestros antecesores lo aveis hecho
vos así, aunque sin título nuestro, y suplicais se os avise de lo que en
esto aveis de hazer; vistas las causas que referís, por la satisfaccion
que se tiene de vuestra persona y prudencia, avemos y tenemos por
bien de os embiar el titulo de nuestro Capitán General della, que
va con esta. Usareis dél en las ocasiones que se ofrecieren».– AGI,
Santo Domingo 868, lib. 3, f. 71.
v Santo Domingo 16 de agosto de 1578.— Quero y Menenes, oidores;
Villanueva, fiscal, al Rey (capítulo de carta): «Luego que llegó a
esta ciudad [el Presidente González de Cuenca, de quien ya están
tratando] se nombró Gobernador y Capitán General; de lo último
V.M. le ha dado título, y de lo primero él lo toma cuando quiere hace
sus autos y pregones a su gusto y modo de tal Gobernador, y cuando
le parece, en la gobernación nos mete a todos y le habemos de seguir,
o no siguiéndose ponernos a riesgo de que nos afrente y agravie con
palabras, como cada día hace. Con este título de Gobernador no sale
a las audiencias sino cuando por fines particulares le da gusto; y en
la gobernación, creyendo a ruines consejeros, que de sus daños y de
lo que padecemos son causa, por la facilidad con que los oye y cree
(y es alusión contra Encinas, tesorero), particularmente se hacen y
han hecho cosas que la experiencia no las ha mostrado útiles a la
república, muchas de las cuales habemos procurado entretener porque
del todo esta Isla no se pierda».– AGI, Santo Domingo 51.
v Uno de los negocios más interesantes de buen gobierno de González
de Cuenca fué la reducción de todos los esclavos indios que había
en la Isla al pueblo de indios de Boyá, fundado hacía cosa de unos
diez años con indios viejos y sin hijos recogidos por los montes,
residuo de aquéllos que por los mismos años, poco antes, habían
sido descubiertos, morando en pueblecillos o aldeas en parajes hasta
entonces no transitados por españoles. La mano aviesa de los Oidores,
al intento de atajar al Presidente en sus pujos de Gobernador sin
título de tal, se descubre a través de las palabras del Presidente, en
uno de los varios capítulos de preñada carta de 15 de febrero de 1578.
Decía al Rey que, por cédula de 2 de agosto de 1530, se declaró no
poderse hacer esclavos a los indios caribes, ni aún a los indios que
entre ellos eran sus esclavos, ni en razón tampoco de guerra justa;

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que, sin haberse revocado aquella cédula, el 22 de junio de 1558 se


dió cédula en contrario para que a los indios caribes se pudiese hacer
guerra y tener esclavos a los tomados con las armas, reservando las
mujeres y también los niños de catorce años para abajo; que de esta
cédula se dió sobrecarta el 17 de junio de 1563; y que en virtud de esta
cédula la Audiencia dió provisiones para hacerles guerra en Cumaná,
Maracapana, etc.; que, a vuelta de estas guerras a los caribes, se hizo
esclavos “a indios de paz en cantidad, y los truxeron a vender a esta
ciudad, donde sirven por esclavos, sin darles los amos doctrina, ni
saber qué cosa es iglesia, ni confesión, ni cosas de cristianos”; que de
esto se hizo relación a S.M. y vino cédula de 26 de agosto de 1574,
ordenando hacer salir de aquella tierra a los capitanes, y que dejasen
a los indios en paz y en la libertad que habían tenido, “y en virtud
de estas cédulas y visto el mal tratamiento y poco enseñamiento de
estos indios, he pretendido hacer de ellos un pueblo, seis leguas de
esta ciudad, donde han quedado hasta doce indios de los antiguos,
donde he puesto un frayle que los doctrine, que, demás de hacerlos
cristianos y sacarlos todos de cautiverio, se haría un pueblo de cien
indios que bastaría abastecer esta ciudad; hacen terrible contradicción
los que tienen estos indios, diciendo que la última cédula de V.M.
que manda queden en su libertad los indios, se ha de entender en
los que quedaron en sus provincias pero no en los que se trajeron
acá y se vendieron por esclavos. Procuraré ponerlos en libertad
como V.M. lo manda, y entiendo que será necesario que V.M. envíe
declaración sobre ello en favor de estos indios, que los tratan como
a enemigos y los traen en carnes y los hacen servir con excesivos
trabajos”.– AGI, Santo Domingo 51.– En otro capítulo de la misma
carta el Presidente confiesa su categoría de Gobernador, que no es
con título alguno de expresa concesión, aunque sí lo tiene ya de
Capitán General: “Como los regidores de esta ciudad son señores de
los ingenios, hatos y estancias y de todos los bastimentos con que
se sustenta la república, dejan de proveer muchas cosas que al bien
público convienen, como interesados en que no se provean, y se dejan
de guardar cédulas de V.M. y ordenanzas tocantes al bien público.
He proveido algunos proveimientos como Gobernador, mandando
guarden cosas que convienen y son necesarias y, como les toca en
intereses, sienten pesadumbre, a lo que he entendido, de que hay
quien lo provea. Advierto de ello a V.M. para que se entienda el fin
con que lo proveo y el que los mueve a recibir pesadumbre de ello,
y yo tendría por bien que ellos enviasen los proveimientos que he
hecho, y creo que no lo harán”.– AGI, Santo Domingo 51.

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Estrecha relación con la carta de arriba guarda otra del dominico


fray Gaspar de Cuenca, quien desde Santo Domingo, el 8 de mayo de
1578, decía al Rey, que, después de haber estado en el Perú algunos
años, se pasó a la Española, donde ya residía bastante tiempo había;
que indios naturales de la Isla apenas quedaban, pero había muchos
traidos y vendidos, procedentes de la Nueva Andalucía, que estaban
esclavizados con pretexto de la muerte que dieron al conquistador
Serpa; que estos miserables iban muriendo en medio de trabajos,
y que cuantas veces había intentado que se sacasen de españoles,
había tenido pleito particular, y que todos en la isla le tenían en
gran desestima por la defensa que a la continua estaba haciendo de
tales infelices; y pedía al Rey que dispusiera que no fuese posible
interpretación ninguna de la cédula de libertad de los indios, y que
se ordenase a la Audiencia (pues en esta materia era sumamente
perezosa) que, sin remisión, como fueran indios de cualquier manera
habidos ni en cualquiera tiempo, se sacase de poder de españoles y se
pusiesen en pueblo aparte para su conservación y alivio, pues él estaba
presto a doctrinarlos y conservarlos, etc.– AGI, Santo Domingo 96.

119.— Así hecho Capitán General y avisado también de nuevos


designios de cruceros de piratas y corsarios, González de Cuenca
entendió con doblado vigor en reparar cuanto era para defensa de
la Isla y a que se había entregado desde el principio por la frecuencia
de franceses en las costas, siquiera por lo que atañía a resguardar
la ciudad de Santo Domingo; alardes de gente, nombramientos de
capitanes, fabricación de pólvora, encabalgamentos de la artillería,
reparaciones en la Fortaleza y otros muchos cuidados, aunque
nunca se acababa de poner en perfección cosa alguna, ni menos
cesaba la murmuración de parte de los Oidores, ya cohibidos pero
no atemorizados para dejar de echar zancadillas al Presidente y
reconquistar la antigua posesión del mando colectivo, que tantos
gajes producía, siquiera para lograr lo que la gallina hace con que
llena el buche. Pero en lo que hubo de gloriarse el Presidente fué en
la prevención de navíos; así armó en 1578 una regular fragata con
buena artillería y con sesenta hombres entre marineros y de guerra
apenas se vió pasar por delante del puerto un navío de corsarios, y

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que por haber llegado este aviso a cuanto barco pasaba, ninguno
acometió por la banda del sur, pero todos enfilaron a la Yaguana,
en donde hallaban los refrescos (y los resecos, esto es, cueros, que
buscaban), sin haber poder que lo estorbara. La armadilla hizo salida
a Ocoa en seguimiento de franceses, y fué por capitán o cabo de ella
Ambrosio Borgonovo, italiano, buen marino, sujeto que desde años
atrás solía ser nombrado “almirante” de armadillas contra corsarios,
y que más tarde (1582) dió tan buena prueba de su valor y lealtad en
choque contra valeroso y obstinado enemigo, que hizo información
de sus méritos y servicios para conseguir carta de naturalización
española. Y en carta de los señores del Cabildo de Santo Domingo,
de 18 de octubre de 1579, se expresa que para entonces el Presidente,
con acuerdo de los Oidores, tenía a punto una armada de tres navíos
de alto bordo y tres fragatas buenas, en la que estaba señalado por
general don Antonio de Cuenca y Contreras, hijo del Presidente
(a que juntaron su protesta contra la sisa que para ello se mandó
echar, a cargo de vecinos y mercaderes). Ninguna acción inmediata
se refiere de esta armadilla, salvo un crucero de 1580 para desbaratar
al francés Jean Jacques, llamado también Juan Aquete, si era si no
era un Juan Haque, que en papeles disyuntos se supone que fué
inglés, en el intento de distinguirlo de John Hawkins, en pausa no
pirática por estos tiempos.

v Santo Domingo 2 de julio de 1577.— La Audiencia al Rey (capítulo


de carta): “La casamata de la Fortaleza de esta ciudad, donde está
el artillería, se fundó sobre unas peñas donde bate la mar, y con el
peso de la artillería y los golpes de la mar, se va hundiendo y han
quebrado ya todas las peñas. Hemos mandado ver a todos los oficiales
de esta ciudad de albañilería y carpintería que se han hallado y todos
dicen que conviene remediarlo luego, y que, retrayendo la casamata
más adentro en la tierrafirme, será segura, y que aprovechará toda la
madera, ladrillo y teja que agora tiene. La visita que sobre ello se hizo,
lleva don Rodrigo de Bastidas, alcaide de la Fortaleza, y está tan a
riesgo de caerse y hundirse que, con acuerdo de los oficiales de V.M.,

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ha parecido se remedie luego, y se van juntando los materiales”.– AGI,


Santo Domingo 50.
v De la misma carta, supra: – “En la punta de Caucedo, que está
cinco leguas de este puerto, solía haber una guarda y atalaya con tres
hombres para dar aviso de los navíos que vienen sobre este puerto
para estar apercibidos. Por falta de dinero con que pagar, se deja de
poner, y la costa de estas guardas podrá llegar a doscientos ducados
por año. Agora se ha mandado pagar a costa de la sisa hasta que V.M.
otra cosa provea. Es importantísimo, porque, a venir corsarios, no
teniendo aviso la Ciudad ni la Fortaleza, podrían entrar de noche en
esta ciudad con lanchas y saquealla sin ninguna resistencia. V.M. sea
servido de mandar hacer merced a la Ciudad de que se pueda pagar
esto, o mandar que se pague de la Hacienda de V.M.” – AGI, Santo
Domingo 50.
v Santo Domingo 25 de julio de 1577.– González de Cuenca al
Rey: Luego de recibirse la cédula sobre prevenciones contra armadas
enemigas, se hizo alarde, se juntaron más de 150 de a caballo y más
de 500 arcabuceros y piqueros; “hay un capitán de los de a caballo
y tres de los de a pie, de la gente principal y granada del pueblo que
sirven y gastan sus haciendas sin premio”.– AGI Santo Domingo 50.
v Santo Domingo 20 de abril de 1578.— El Presidente González
de Cuenca al Rey (capítulo): “Este año han pasado por este puerto
mucho número de navíos de corsarios, aunque en este puerto he
puesto tanto recaudo que no han temido barco ninguno, porque al
primer navío que vimos, armé una fragata con sesenta hombres, y
bien artillada, y tuve presto y aderezado un navío de cuatrocientas
toneladas, de lo cual todos los que han pasado han tenido aviso y ansi
no han osado llegar a los puertos de esta ciudad, pero en la Yaguana y
en sus puertos se han juntado más de ocho galeones y están cargando
muy a su salvo, y con tanta seguridad que tengo cartas del capitán
de V.M. que está puesto allí, que llega tanto el atrevimiento de los
corsarios que entran la tierra adentro y matan el ganado y lo descoran,
como lo hacen los señores de ello...”— AGI, Santo Domingo 51.
v Santo Domingo 3 de mayo de 1578.— El Ayuntamiento de Santo
Domingo al Rey, capítulo de carta. Que el Presidente González de
Cuenca ha tomado muy a pecho lo tocante a la defensa de la tierra,
“nombrando capitanes de pie y de a caballo, y haciendo que haya
centinelas”, y lo demás.– AGI, Santo Domingo 73.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v “El Rey.– Presidente e Oidores de la nuestra Audiencia Real que


reside en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española: don Rodrigo
de Bastidas, alcayde de la Fortaleza desa ciudad, Nos a fecho relacion
que la dicha Fortaleza tiene mucha falta de artilleros, vastimentos,
artillería, armas y pólvora, balas e municiones para poder estar en
la defensa que conviene, y que convernía fuese probeida dello en
la cantidad que vereis en un memorial que presento en el nuestro
Consejo de las Indias, cuyo traslado se os enviará con esta, firmado de
Juan de Ledesma, escrivano de Cámara de Governación en el dicho
nuestro Consejo; y porque queremos ser ynformado de la necesidad
que dello ay en la dicha Fortaleza, o lo que será menester proveer, os
mandamos que veáis el dicho memorial y luego Nos envieis relación
particular dello con vuestro parecer para que, visto, se provea lo que
convenga. Fecha en El Pardo a quatro de agosto de myl e quinientos
y setenta y ocho años.– Yo el Rey.– Por mandado de S.M., Antonio
de Eraso” (Se cumplió esta orden el 15 de febrero de 1583.) – AGI,
Patronato Real 173, nº 1, ramo 22. Santo Domingo 899.
v Santo Domingo 18 de octubre de 1579.– El Ayuntamiento de
Santo Domingo (capítulo de carta) al Rey, sobre los daños que ha
hecho en San Germán el corsario francés Jean Jacques, y toma de
navíos pequeños que habían salido de Santo Domingo, y “contra estos
franceses, visto el daño que hacen, ha acordado vuestro Presidente
y Oidores de esta Real Audiencia de armar, y tienen a punto una
armada de tres navíos de alto bordo y tres fragatas buenas en que irán
trescientos y cincuenta hombres, y bien pertrechados de artillería
y municiones; va por general de ellas don Antonio de Cuenca y
Contreras, hijo del Presidente de esta Real Audiencia, y con él van
vecinos y hijos de vecinos de esta ciudad, de gente principal, y los
demás”. Después de pedirse una galera y una fragata para guardar el
paso de Puerto Rico a Santo Domingo, repite la antigua querella
de no ser llamado a deliberar con los de la Audiencia en materias
tocantes a la defensa de la Isla, pero libre de exacción alguna: “V.M.
ha sido siempre servido de mandar que cuando en esta ciudad se
hubiere de armar contra franceses corsarios, sea a costa de vuestra
real hacienda, y así se ha hecho siempre; y agora Vuestro Presidente
y Oidores pretenden que esta armada se haga a costa de los vecinos y
tratantes de esta ciudad, repartiéndolo por avería o sisa, lo cual es en
grave daño y perjuicio de esta Isla por estar los vecinos y mercaderes

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

perdidos por la mudanza de la moneda y tan cargados de otras sisas


y averías echadas para pagar los procuradores que habemos enviado
ante V.M. por no tener propios, y suplicamos”, etc.– AGI, Santo
Domingo 73.
v Aranjuez 22 de mayo de 1579. –Real cédula, respondiendo a
carta del Presidente de 29 de septiembre próximo anterior, en que
manifestaba el clamor de los vecinos de la Isla, porque, habiéndose
puesto flota para vigilar las costas de Tierrafirme, los corsarios (se
alega) se desplazarán hacia las costas de la Española y otras islas y
harán daños con mucha más frecuencia; ordénase a la Audiencia
que informe de la necesidad de poner galeras y en qué partes deberán
estar y cuantas convendría que fuesen, y si podrían los vecinos ayudar
con alguna cantidad, respecto de las conveniencias y utilidades de
haber galeras que los defiendan; hecha esta información, han de
conferir sobre si se ofrecerán algunos arbitrios de que sacar y aplicar
a la conservación y sustentación de la flota.– AGI, Santo Domingo
868, lib. 3, f. 93.
v Madrid 29 de julio de 1581.– Real cédula a la Audiencia: habiéndose
entendido que en Francia se arman navíos para robar en las Indias,
“se ordenó al Marqués de Santa Cruz, capitán general de las galeras
de España”, “que despachase a esa Isla una carabela con aviso de ello
porque se entendiese y hiciesen los apercibimientos necesarios”; la
carabela salió y su capitán Juan de Alderete se encaminó a la Isla y
por no haber ido con registro de la Casa de la Contratación, como
es costumbre, le embargó la carabela “y lo que en ella llevó; después
se le alzó el embargo por haberle fiado Juan Caballero Bazán”. Se le
manda no proceder contra Alderete, se le desembargue todo y quede
sin costa, pues fué en servicio real.– AGI, Santo Domingo 868, lib.
3, f. 103 v.
v Fr. Gregorio Alonso de Escobedo, franciscano misionero que
fué de la Florida, en su poema “La Florida”, da razón de uno de los
muchos episodios de negociaciones clandestinas con extranjeros en la
Yaguana. Dice que, en viaje a la Habana, para allí esperar la expedición
de misioneros a que pertenecía para prepararle alojamiento y navío
de ir todos a su destino, fué el barco en que viajaba capturado por un
corsario inglés en el Cabo Tiburón, “sábado, un mes de agosto, por la
tarde, | a veinte y dos, que tengo dello cuenta” [1589]; fué echado
en tierra con algunos españoles, se recogió a la Yaguana y

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Estaba yo una tarde deseando


hallar embarcación para la Habana;
por la playa del mar me fuí paseando,
que habrá tres millas della a la Yaguana,
y ví una carabela sulcos dando,
con trinquete mayor y la mesana;
que a mí me pareció no de enemigos;
todas las de su talle son de amigos.

Era, cual dejo dicho, carabela,
y se manifestó ser portuguesa.
Gran rato estuve puesto en centinela
por ver mi adivinanza si era aviesa.
Salió su gente en tierra, que revela
ser levantisca, y no nave inglesa.
Fué gusto ver su gente, talla y traje,
con quien traté a la larga mi viaje.

El que llevaban era a Cabo Verde
con extremado vino y mercancía.
No diré ni es razón que se me acuerde
las que en su nave vide en aquel día;
es frágil la memoria y se le pierde
lo que vió, si el varón en sí confía;
y así por brevedad quiero ser mudo
en no contarlo todo por menudo.

Dijeron que su nave fué impelida
por un contrario viento tan opuesto
que pensaron perder todos la vida,
por no poder dar fin a lo propuesto;
venir su carabela tan perdida,
o de poderlo ser al primer resto.
Fué por querer venir al Occidente
a servir con regalo a nuestra gente.

En la Yaguana fueron admitidos
cincuenta valerosos lusitanos,
del vulgo regalados y tenidos
como si fueran propios castellanos;

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

allí dejaron vinos escogidos,


mostrando la largueza de sus manos;
y al fin de algunos días navegaron
adonde sus deseos los llevaron.

Embarcóse con ellos mucha gente
que aguardaba ocasión, al punto y hora,
para hacer su viaje al Occidente,
adonde el oro y plata se atesora;
a todos dió licencia el presidente
del Rey Filipo, que en la villa mora,
para poder salir sin pesadumbre
cuando Apolo les diese clara lumbre.

Más de doscientos hombres se embarcaron,
castellanos y gente lusitana,
con cuatro que obediencia profesaron
de mi Francisca Orden y Guzmana.
La nave con cien negros ocuparon,
con sus cabellos cual merina lana,
cuyos amos de Angola los trujeron
y en Occidente todos los vendieron.

Embarcaron gran suma de carneros,
maíz, terneras, mucho azúcar fino
que lo llevaron muchos arrieros,
pagándoles el porte del camino;
y le ocuparon muchos pasajeros,
cuyo curso se andaba de contino,
hasta que se llegó la hora y punto
que le dejamos con la playa junto.

A la licencia con que los de la tierra comerciaban con extranjeros


no belicosos (portugueses), se juntaba la tolerancia de las galeras
españolas con ellos. El franciscano presenció un combate con ingleses,
según estas estrofas:

Cerca de un cabo, Nicolao llamado,


de la Española isla, sobre tarde,
un galeón de ingleses artillado

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

mostraba en su valor no ser cobarde.


Mil balas de cadena ha derramado
en dos galeras con quien hizo alarde,
mostrando de su ánimo la alteza
y de su brava gente la fiereza.

Estuve la batalla contemplando
alegre, porque ví nuestros bajeles
entre aquellas dos islas batallando,
quedando vencedores nuestros fieles.
Al mar los muertos fueron arrojando
no tan sólo cristianos, mas infieles;
y nosotros llegamos a la nave
con viento en popa, fresco y muy suave.

Vide nuestra nación, como es costumbre,
ocupada en el lícito despojo,
y a la mísera inglesa en servidumbre,
llorando con siniestro y diestro ojo:
de muertos hubo grande muchedumbre.
Causóles el morir terrible enojo
y gusto a los de España, que gozaron
de las riquezas que al inglés quitaron.

Al capitán inglés y compañeros
de las preciosas ropas despojaron,
y como a ladrones más rateros
con capotes infames adornaron;
y luego con cuchillos carniceros
de los rubios bigotes les privaron,
poniéndoles de pies en la cadena,
castigo que a corsarios dan por pena.

(“Revista de Indias”, número 2, Madrid, 1940.)

v 1576.– Es aviada la Fortaleza con la compra de espumaderas,


dos asneros, un cedazo, todo de cobre, “y en hazer un bohío” donde
la pólvora se refine, “y tres cedazos y dos espuertas, cinco tinas, un
cubo, dos sogas de esparto y un caballo para moler la polvora, y una

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

vara y cinco sesmas de anjeo para collera al caballo”; todo por 265
pesos de cuartos.– AGI, Contaduría 1052.
v “En veinte y siete de henero de mill e quinientos y setenta y siete,
a Antonio Jorge, señor y maestre de su nao, siete mill y quinientos
mrs. de buena moneda por el aforo de cinquenta mosquetes y aparejos
dellos, que se entregaron por mandado de la Audiencia a don Miguel
de Lizana”, [gobernador de la isla Margarita].– AGI, Contaduría 1052.
v Diversas partidas de maravedís se entregan al factor García
Fernández de Torrequemada para gastar en obras que se hacen y se
han de hacer en la Fortaleza de Santo Domingo: el 14 de noviembre
de 1577 se le dan 112.500 mrs. de buena moneda; el 1 de marzo
de 1578, 750.000 maravedises buenos; posteriormente, este año,
1.125.000 más sobre 2.000 ducados que antes se le dieron.– AGI,
Contaduría 1052.
v En 1577 los servidores de la Fortaleza, a las órdenes de su alcaide
Bastidas eran cinco, conforme a la paga del último tercio del año
anterior; “y cinco hombres esclavos que tiene de servicio en la dicha
Fortaleza”.– AGI, Contaduría 1052.
v 14 de noviembre de 1577.– Al factor García Fernández de
Torrequema se dan 112.500 mrs. “para reparos y gastos que se an de
hazer a la Fortaleza desta ciudad”.– AGI, Contaduría 1052.
v Se le paga a Alonso de Cuéllar, carpintero y albañil, por el trabajo
de asolar y aderezar la garita de la Fortaleza y aderezar una puerta de
la Torre donde está la polvora”.– AGI, Contaduría 1052.
v El 10 de diciembre de 1580 se hizo concierto con Diego García
para poner la artillería en buen estado, por orden del factor Lope
de Bardeci, en conformidad con el asiento que anteriormente tenía
hecho con el factor García Fernández de Torrequemada; AGI,
Contaduría 1052.– Se reconocen sucesivamente diferentes obras de
García, no obstante el remate que se hizo en febrero de 1581, que
sería anulado, y del que se hace mención literal seguidamente:
v “E despues de lo susodicho en treze dias del dicho mes de hebrero
del dicho año de mill y quinientos y ochenta y uno años, estando en
la Fortaleza de esta dicha ciudad el ilustre señor García Fernandez
de Torrequemada, y por presencia de mi el escrivano yuso escrito,
y por voz de Pedro Vazquez, pregonero, anduvo en pregón la dicha
obra de la Fortaleza, conforme a la dicha memoria, ques la siguiente:
adereçar la esquina que está junto a las monjas de Santa Clara de
manera que ninguna persona pueda entrar por ella;

367
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

adereçar otro portillo dentro de la Fortaleza que baja al agua, de


manera que nadie pueda subir ni bajar por él; esto es de albañilería;
adereçar las puertas principales de la dicha Fortaleza, por debajo
dellas no pueda entrar ninguna persona, y reforzar las puertas para
que por agora puedan servir;
hazer las ruedas y el exe de la pieça grande que tiene por armas
una corona y un per...;
iten, las ruedas y el exe de otra pieça grande que tiene por armas
un pelicano y una encomienda;
iten, las ruedas y el exe y la cureña de otra pieça grande que tiene
por armas un salvaje;
las ruedas y el exe de otra pieça grande que tiene por armas un
águila;
las ruedas y exe de la culebrina grande;
las ruedas y el exe y cureña de la media culebrina encanpanada;
el exe de un sacré reforzado, sin armas;
un exe a una pieça que tiene por armas un escudo;
una cureña y ruedas y el exe de una pieça que es media culebrina
que tiene por armas un inocente;
un exe de media culebrina que tiene por armas un águila con dos
escudos;
un exe de un medio sacré con las armas reales;
un exe de un sacré reforzado que tiene un escudo en blanco;
tres caxas y exes para tres falconetes grandes”.
Y, andando el pregón, puso la obra de carpintería Alonso de Cuéllar,
vecino de la ciudad, y también la carpintería.– AGI, Contaduría
1052.
v 1578.– Cobra Diego Méndez de Rivera 648 pesos de moneda
corriente por 6000 ladrillos que dió para la Fortaleza de Santo
Domingo.– AGI, Contaduría 1052.
v Gastos de armada, 1578.– “Iten, mill y duzientos y setenta y
seis pesos de moneda corriente, por libramiento de nos los Jueces
oficiales, dí y pagué a diversas personas por tantos que se gastaron
en el cazabe y vino y carne y pescado y aseyte y sebo, clabos, tablas
y otras cosas que se tomaron para la armada que se hizo para yr a
Ocoa en seguimiento de unos corsarios franceses, de que fué por

368
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

capitán Anbrosio Borgonovo, los quales se gastaron. Oydores y nos


los Jueces Oficiales, como por el dicho libramiento y carta de pago
paresce”.– AGI, Contadoría 1052.
v Capitán Juan Ambrosio de Borgonovo.– De una información
de 10 de agosto de 1582: Salió muchas veces contra corsarios, de
mandato de la Audiencia, “por general y almirante de las armadas que
se han hecho”. En 1573 tuvo a su mando la flota que salió del puerto
de Santo Domingo para España. En octubre de 1581, en que fué por
capitán el valeroso Juan López Melgarejo (de que se hará mención
a su tiempo, asistió Borgonovo, y en acción y choque con enemigo,
quedó gravemente herido; al fin del mismo año, en otra armada
de cuatro navíos contra corsarios, el general de ella fué el capitán
Bernardino de Ovando, y Borgonovo el almirante. Volvió Ovando a
hacer otra salida, y Borgonovo fué su general. Como era extranjero y
quería quedarse a vivir en Santo Domingo, con naturaleza de español,
pidió se hiciese esta información.– AGI, Santo Domingo 14.

369
Capítulo XI
Presidencia del doctor don Gregorio González
de Cuenca (1576-1581)
(Conclusión)

120.— Las murallas de la ciudad (lienzo del Oeste) recibieron


principio con fecha inicial, en lo tocante a la bendición y colocación
de la primera piedra, el 5 de agosto de 1543, en las postrimerías de
la presidencia de Alonso de Fuenmayor, y cese de construcción
indefinidamente, en septiembre de 1554. Cualesquiera otros paros
que mediaron entre dichos años, más tuvieron o tendrían por motivo
la penuria temporal de fondos correspondientes a la sisa sacada del
vecindario, y ya fué causa mayor el desequilibrio económico de la
Isla (y que poco menos que súbitamente acaeció a partir del año de
1554), el fundamento para darse de mano a dicha obra, pues todos los
aparejos de carretas y bueyes y materiales útiles y esclavos se pusieron
en almoneda pública, y el dinero habido de todo ello se metió en
Caja, a cargo de Tenedor de la sisa para ponerlo a producir con el
remanente y lo que se siguiese tomando a los vecinos hasta haber con
qué devolver al Rey las casas que había cedido a la Ciudad (para que
sus rentas engrosasen los fondos de aquella fábrica) y continuar con
decisión y sin descanso, que fué como no pensarse más en ello por
muchos años. Así vino a parar en impotencia pública la terminación
de obra que se había emprendido con la misma exacción prevista
para traerse el agua y abastecer a la ciudad con la del río Jaina. El
hecho de que ambos intentos se malograsen en razón de la cortedad
del vecindario, había llegado en la ocasión de suspenderse cuando se

371
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

hacía para el segundo a un estado de imposibilidad absoluta, porque


la raíz del mal no estaba en la Isla precisamente, sino en España.
Habíase impuesto nueva exacción sobre el oro que a la metrópoli
llegase de las Indias con destino a particulares (hacienda comercial
o hacienda particular) y, al punto, como los mercaderes habrían
de traspasar aquella carga a sus clientes, el oro subió de valor (lo
estimativo sobre lo intrínseco), y si antes, en la Isla, por no correr
en ella sino su propia moneda provincial, de cobre, de cuartos, se
hallaba el oro en poder de quienes lo vendían por cuartos con un
premio relativamente corto y se lograba pagar mercancías en oro,
ya no podía conseguirse sino con cantidad de cuartos que superase
al monto de la sisa impuesta para el rey y al monto del premio que
indefectiblemente había de exhibirse y darse por su consecución, y
al premio correspondiente al corredor que buscaba el oro. Y todos
se convirtieron en corredores o negociantes del oro por todos los
medios asequibles, ya directamente en el trueque de los metales,
ya indirectamente por la subida de precios en cualquier mercancía
procedente de España hasta invadir el propio mercado interior de
frutos del propio país, por ser la vía más expedita para cumplir con
oro, según la mente de S.M., haciéndose que las lechugas y los
rábanos, el plátano, el casabe, el arroz, la yuca y demás granos y
legumbres, como la carne y sus derivados, se valiesen y se cobrasen
en cobre en cantidad todavía muy superior a la equivalencia impuesta
para el pago en oro. De que provino agudizarse el desequilibrio
cuando el comercio de Sevilla implantó, por medio de agentes suyos
y a expensas del vecindario, el monopolio de los embarques, debajo
de cauciones que ningún comerciante de Sevilla saliese perdidoso
y los armadores de navíos (y en su tanto los maestres de ellos)
tuviesen asegurado su negocio, observando normas de conducta en
aquella conformidad impuesta por los dichos agentes. A los cuales
(sin que conste todavía sino una correlación de concomitancia
en el tiempo) se les juntó en clase de sanguijuela especial, sujeto
que puso banco en la ciudad de Santo Domingo, y comenzó sus

372
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

operaciones con finalidad sustancial de acaparar todo el oro que


desde tiempo atrás corría como signo comercial y el de aluvión
recogido por los que vivían de ese arbitrio triste y miserablemente,
pues ya no había brazos para beneficiar minas. Y desde luego, apenas
trabajadores y proveedores de materiales para la obra de la muralla
se mancomunaron para conseguir mayores salarios y hacer pagas
de efectos en igual proporción que a ellos se les reclamaba por
mercaderes y jornaleros, no hubo sino parar todo obraje por tiempo
indefinido, como va dicho, y, faltando el oro con que dar al Rey sus
derechos en tal especie, los oficiales reales como el tenedor de los
dineros de la sisa abrieron sendas columnas de sus libros por data y
cargo en moneda buena y en moneda mala. En adelante todas las
contrataciones se hicieron con base en una u otra moneda, sin que
fuese posible romperse el cerco de la devaluación de la de cobre,
hasta darse, tumbo tras tumbo, en el arbitrio de instituir un cuero
de res o un cajón de azúcar en clase de moneda y la fundición de
la moneda de cobre en láminas para remendar ollas y calderas, etc.

v Véase cap. I, pp. 10-12, párrafo 10.


v Madrid 11 de octubre de 1562.– Real cédula a Presidente y Oidores:
Alonso Hernández Melgarejo ha presentado un memorial; quiere
poner en la ciudad de Santo Domingo un banco y dar las fianzas que
se le señalen, para que los vecinos de ella y de fuera de ella puedan
dar letras y pagar “porque por no lo haber y ser la moneda de esa Isla
cuartos, se pasa gran trabajo, que por no se poner a contar, no los
quieren recibir, y después cuando los han menester no los pueden
hallar, y con haber el dicho banco, se excusaría todo esto porque lo
ternían en él cierto, y las mercaderías que a esa tierra se llevasen,
valdrían más baratas porque se las librarían en el dicho banco y se
pagarían luego, y se teme que algunas personas se lo contradirán,
no embargante que dé las dichas fianzas a vuestro contento y de
los mercaderes de esa ciudad”, y pidio cédula para ello en que se
contuviese lo ordenado por leyes para los trueques y cambios, etc.;
quiere el Rey saber qué necesidad hay o puede haber para que se
ponga banco, y con información sobre la persona de Hernández
Melgarejo, envíen relación particular del sujeto, si es abonado, etc.,

373
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

con el parecer general y particular de toda la Audiencia sobre el


asunto.– AGI, Santo Domingo 899.

121.– Las puertas de la ciudad en las murallas del Oeste.– El ex-oidor


Juan de Echagoian, en su Relación de la Isla Española, escrita en
Madrid en 1568, dice: “En esta dicha ciudad se comenzó a hacer
una cerca muy fuerte y alta, y están acabadas tres portadas muy
principales; y como al principio que se comenzó la dicha cerca,
estaba muy poblada la dicha isla, y se esperaba que la dicha ciudad
iría cada día en crecimiento, hicieron la dicha muralla tan larga, que
ahora hay arboleda mucha y estancias dentro de la dicha muralla;
y esto no es inconveniente para que se deje de proseguir y se acabe
de cercar la dicha ciudad, gastando alguna parte de dicho dinero
de la sisa”. El ex-oidor escribió de lo por él visto hasta el día que
salió de la isla (algo más de un año antes) que las obras de la cerca
estaban suspendidas; nosotros, aún conociendo que esta fábrica dejó
de proseguirse más que mediado el año de 1554, no podemos saber
con puntualidad si las tres puertas muy principales que en aquella
parte occidental de la población estaban hechas ya en 1567, tenían
ser igual al en que quedaron al tiempo de la suspensión de la obra.
Porque como el poco oro que entraba en las Reales Cajas era para
enviar al Rey, y los señores de la Audiencia a las buenas o a las malas
aquel oro metían en sus casas que, tras compulsiones y asperezas,
lograban de los oficiales reales en cuenta de salarios vencidos, y la
moneda de cobre se acumulaba por mercaderes para acudir con ella,
mano a mano, a los trueques adventicios de oro entre las arenas de
los ríos buscados, al fin, ni oro ni cobre se hallaba y llegó a hacerse
centro de concupiscencia general los fondos formados con la sisa
de la carne y la renta proveniente de aquellos dineros impuestos
en censos al quitar; unos querían que se volviese a los trabajos de
la traída del agua de Jaina, otros que se continuasen las obras de
la muralla; los de la Audiencia informaban al Soberano para que
estos dineros se empleasen, ora en la traída del agua, ora en obras

374
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de fortificación, y hasta el mismo Ayuntamiento perdió el tino en


1561, cuando pidio que, pues la muralla había quedado en razonable
estado, lo que restaba del dinero sin gastar, se le transfiriese para
la institución de un mercado de tenderos o empleados del mismo
Municipio, a fin de aliviar, contra mercaderes autónomos, la fácil
consecución de bastimentos en beneficio de los pobres. Pues como
sobre ello habría de mandar el Rey que se hiciese información, no
saldría cierto que la muralla de la parte de tierra estaba en tan buen
estado, si no se hubiera previamente dado una última mano a aquella
parte que por ventura quedó inconclusa al tiempo del cese de la obra
en 1554. Comoquiera, lo que escribió Echagoián en 1568 era lo que
tenía conocido desde 1560.

v J. G. García en “Compendio de la Historia de Santo Domingo”,


I (1893), 162, dice: “…pues cuando se hicieron las murallas no
se construyeron sino tres [portadas]: las de las Atarazanas y San
Diego, frente al río Ozama; y la de la Sabana, del lado de tierra”.– E.
Rodríguez Demorizi, en “Relaciones Históricas de Santo Domingo”,
en nota a la Relación de la Isla Española, de Echagoian, I, 134, dice
que las tres portadas principales son “la Puerta de San Diego, junto
a la Casa del Almirante; la Puerta Grande o de la Misericordia; y la
Puerta del Conde, que todavía subsisten”.– Erwin Walter Palm, en
“La Puerta de San Diego en Santo Domingo”, 1943, pp. 3-4, copia
del texto de Echagoian y comenta: “En esta dicha ciudad se comenzó
a hacer una cerca muy fuerte y alta; y están acabadas tres puertas
principales”, “lo que deja sin aclarar cuáles eran estas tres puertas, y
cuál el trozo de muro empezado a construir. Lo que aquí importa es
que jamás se ha dudado de identificar la Puerta de San Diego con una
de las tres aludidas” (y es texto hecho que el autor fácilmente, como
otras veces, tachará, según los avisos históricos se impongan sobre
especies mal conocidas y aceptadas en tiempo de pocos documentos).
Sin embargo de estos discordes asentimientos, inútiles para dar
estado de certeza a inferencia, cuando una bien elemental observación
ya basta para desecharse por infundada cualquier identificación
pretensa con Puertas de Atarazanas ni de San Diego, la Relación
escrita por Echagoian no da pie a confusión o a desorientación
ninguna; y esto se conoce con sólo seguir la lectura con movimiento

375
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de inteligencia, porque si cada día nosotros pasamos corporal


imaginaria o intelectivamente del lado Este al lado Oeste de la ciudad,
en Echagoian se observa este movimiento de narración (y contra
todos tres textos citados) el texto es llano y cumplido, porque después
de referir de la Fortaleza cuanto conoce de sus defectos y necesidades,
juntando seguidamente lo que se le ofrece sobre el peligro que la
ciudad puede tener por de fuera de ella, sigue su narrativa acerca del
muelle y su estado y su remedio; y vuelta ya la espalda a Fortaleza y
río y muelle, se enfrenta a la parte opuesta de la ciudad, dice de su
muralla y puertas en ella, huertas y arboleda entre la ciudad y aquella
cerca, que no hay sino ver cualquier plano antiguo para reconocer
las tres consabidas puertas. Y, desde luego, por comentos se reciben
aquí las tres enunciadas citas; no por justa apreciación del texto
echagoiano.
v La resolución del Cabildo secular para el cese de las obras, de 10
de septiembre de 1554, en la pág. 42.
v Madrid 31 de agosto de 1561.– Real cédula: La Ciudad de Santo
Domingo ha pedido que los dineros de la sisa que se echó para traer
el agua de Jaina y se destinaron para la cerca, se han ido gastando en
ella, y como la cerca está en buenos términos, ha solicitado que las
obras se vuelvan a dedicar para traerse el agua a la ciudad, pues ésta
sólo tiene una fuente al otro lado del río, para su abasto, y es mala
y poca; mándase a la Audiencia informe si es conveniente traerse
el agua de Jaina, o si hay inconvenientes; si conviene, dé la orden y
que todo se emplee en traerla, y para en adelante se eche sisa sobre el
arrelde de carne y en ello se gaste, sin divertir el dinero a otra cosa,
y de la que se haga, dé cuenta.– AGI, Santo Domingo 899.

122.– Si la muralla se edificó tan apartada de los límites de la


ciudad en atención a la extensión y crecimiento que se esperaba
llegaría a alcanzar, las tres puertas que se edificaron en ella no debían
ni podían tener otra finalidad que la de estar hechas para cuando
la ciudad se extendiese por el lado de las mismas. En el hecho, y
esto se tenga por afirmación inconclusa, nunca estuvieron abiertas
para el tránsito corriente y usual, ni siquiera en circunstancias
extraordinarias, las tres puertas de dicho lienzo. Desde el principio
dos puertas fueron cerradas a cal y piedra. La puerta más meridional,

376
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

que fué nombrada Puerta Grande, estuvo cerrada hasta los días
de Chávez Osorio cuando abrió un camino cerca del mar para la
comunicación con el fuerte de San Jerónimo, y tuvo desde los mismos
tiempos de la construcción uno, cuando menos, de los dos portillos
o postigos, que aún subsisten cegados, y fué de uso circunstancial
para pasarse a la sabana, nombrada del Rey, sin otro destino ni
aprovechamiento que el militar o el municipal, paraje o campo al
que eran conducidos los infames a ser cremados después de estar
suspendidos hasta morir en horca. La segunda puerta estuvo cerrada
hasta 1655. La tercera, situada a sesenta pies de distancia del límite
Norte de la muralla, estuvo abierta desde el principio hasta 1655,
que se abrió la del centro por orden del Conde de Peñalba, quien
dispuso que las otras dos fuesen cerradas, y se cerraron; de que se
dará razón a su debido tiempo.
123.– Esta única puerta abierta, que por ser de tráfico común,
permaneció larguísimos años sin calidad para cerrarse, careció
siempre de todo aparato de previsión para ocasiones de guerra, y fué
construida, poco más o menos, atravesada al camino real que iba
de la ciudad de Santo Domingo al interior de la Isla, monte arriba
cruzaba el paraje nombrado la Esperilla, seguía por Monte Grande, y
se bifurcaba, yéndose por un ramal al ingenio del licenciado Estévez
(Emgombe) y Jaina arriba, y el otro ramal doblaba al Noreste, rumbo
al Cibao. Parece que esta puerta, porque hubiese en su mismo
contorno pasaje libre durante las obras, se hizo antes que cualquiera
otra porción del muro, y el nombre con que primitivamente se le
conoció más que para discriminar una de las puertas respecto de las
otras dos y que a la sazón estarían a medio hacer, fué por el recuerdo
de uno de los espectáculos públicos a que en aquellos tiempos el
vecindario hubo de asistir con regocijada emoción: el recibimiento
hecho a la gente que, después de dar recias guazábaras a los negros
alzados, acaudillados por el valiente y feroz criminal Lemba,
destruyeron a éste y en prenda de su victoria trajeron consigo su
cabeza, que arbolaron en una pica al tiempo de entrar por aquella

377
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

puerta y que, paseaba por varias calles, se dejó expuesta por mucho
tiempo en lugar competente en la “puerta que sale a la barca”. Lo
que corresponde a los días en que el oidor Alonso de Grajeda tenía
en interim la presidencia de la Audiencia, esto es, entre los años
1547 y 1551. Al camino que trajeron los bravos lidiadores, el mismo
camino real mencionado, todavía un siglo más tarde se le nombraba
Camino de Lemba, y la Puerta de Lemba conservó su nombre hasta
que definitivamente fué cerrada por el Conde de Peñalba.

v De no haber habido al principio sino una sola puerta abierta en


el lienzo de la muralla del lado de tierra, se reconoce por estos
testimonios:
El Cabildo de la Ciudad en carta de 26 de febrero de 1586, con
relación de los destrozos que en ella hizo Drake: “…y con el artillería
de las naos que estaban surtas en aquel paraje, desembarazaron por
de dentro y por de fuera la entrada de la ciudad, la cual fué forzoso
dejar libre a los enemigos y darles lugar para que entrasen en la
ciudad…”.– AGI, Santo Domingo 73.
En capítulo de carta de la Jagua 12 de enero de 1586 el fiscal Aliaga,
sobre la invasión de Drake: “Visto que era temeridad embestirlos, se
retiraron (los nuestros) a una de las puertas de la dicha ciudad que
se llama Lemba, y allí les hicieron alguna resistencia con tres piezas
de artillería que en ella tenían plantadas, pero como la dicha puerta
no tiene más que hasta cincuenta pies en largo de muralla y lo demás
de arboleda, luego se entró (el enemigo), y toda la gente de la dicha
ciudad se retiró al campo y monte”.– AGI, Santo Domingo 51.
Ovalle, Presidente y Gobernador y Capitán General, y Oidores
Arceo, Fernández de Mercado y Villafañe, en carta al Rey de 24
de febrero de 1586, asunto del Drake: Al mismo tiempo que los
nuestros se retraían ante el empuje de los enemigos… “los navíos
pusieron proas a la campaña contra nosotros y la barrían de manera
que no dejaban árbol en pie, y así nos retiramos en buen orden a la
puerta de la ciudad, a do les habíamos plantado tres piezas, las cuales
disparamos y con ellas se les mataron dos o tres hombres, y entre ellos
un alférez…”.– AGI, Santo Domingo 43.

378
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

124.— La Puerta de San Diego. No es ocioso repetir aquí haber


sido la edificación de murallas y puertas de la ciudad hasta fines
del siglo XVI de la incumbencia de la misma Ciudad, esto es, de
su vecindario representado por los regidores todos en cuerpo de
Cabildo. La administración de los dineros de la sisa corrió por cuenta
del propio Cabildo, quien tuvo su receptor, tenedor o depositario de
aquellos dineros con libro aparte de data y cargo. No habiendo ya
libro alguno de la sisa y del consumo del dinero, nada es lo que se
sabe sobre obras con referencias externas al manejo, pues no bastan
las noticias que emanan de los expedientes de pesquisas, visitas y
residencias de dichos dineros, porque los fines de tales actos no
concernían a las obras, sino a la recta administración de los dineros
para las obras, y se asumía por cantidades totales de cargo y data,
y descubierto o alcance, si lo había, y por qué, etc. De aquí que en
punto a obraje, pagos individuales, sujetos de las obras y demás
noticias que las pormenoricen, no las hay; por lo mismo, ninguna
mención se ha hallado a fecha fija, tal como la apertura de puertas
al tránsito público, y bastara que en cualquiera de las puertas de la
ciudad se hubiese grabado siquiera el año de su propia conclusión
para cumplimiento sustancial de respectiva historia; lo que debe
rehacerse por documentos indirectos, y ahora se elabora en gracia
a que puerta tan bien conservada y tan noble como la Puerta de San
Diego, justamente bien merece atención prolija por ser reliquia
insigne del pasado, y señalado ornamento en el presente.
125.– Cuando en una información favorable al oidor Alonso de
Grajeda, testigo que respondía a pregunta de interrogatorio sobre el
buen éxito del magistrado que, presidiendo en la Audiencia, logró
la debelación del alzado negro Sebastián de Lemba, declaró que
“por mandado de dicho licenciado Grajeda y de los otros oidores
fué puesta la dicha cabeza (de Lemba) a la puerta desta cibdad, que
es la que sale a la barca”. Este tal no expresó, diciendo puerta, sino
entrada a la ciudad por la parte del río y paraje donde un mercenario
del Cabildo cobraba los derechos de uso de la barca a cuantos salían

379
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de la ciudad por aquella banda o retornaban a ella; que también tal


pensión, tributo o impuesto, se llamaba “puerta”, y fué sitio en que
hubo picota, justamente por ser “entrada” de la ciudad. Por aquella
parte del río no se había hecho obra a par que por el lado de tierra;
solamente se había trabajado en el hacer de la cerca algo más de mes
y medio antes de darse la orden de cese en la construcción de las
murallas. El Alcaide Fernández de Oviedo había denunciado la mala
orden que se tenía en aquellos trabajos cuando vió que los cimientos
estaban corridos por medio y a lo largo de un tramo ribereño, con
que se restó capacidad espacial al muelle, a la vez que por alguna
parte la obra había de hacerse enderezando la orilla de las aguas. Fué
empresa interesada de los regidores comisionados Francisco Dávila
y Alonso de Peña, escudados en su fuerte amistad con el Presidente
Maldonado. Prevenido éste de enviar un informe sobre el dicho caso,
en carta de 10 de julio de 1556 dió respuesta mal tallada, pues calló
sobre el entuerto y declaró que durante el mes y medio que hubo
de obra, no se conoció contradicción alguna. Pero habiéndose dado
noticia al Procurador Baltasar García, estando en Corte de regreso
de Alemania y Flandes con la anuencia imperial para ser atendido
acerca de diferentes peticiones, reclamó que Maldonado era huidizo
de la verdad, porque el daño que se infería a la ciudad con aquella
traza era de perder el muelle para el útil de carga y descarga de los
navíos, lo que ya se tocaba, y que se había acudido a otro medio de
conducción de las mercaderías a las Atarazanas, bateles y lanchas
chatas, de que abominaban todos en la ciudad; y que a fin de saberse
la verdad, se mandase la orden de hacerse junta con vecinos antiguos,
tanto por lo del muelle cuanto por lo de la muralla, pues todos
habrían de decir como él decía. Una y otra cédula fué despachada
en 22 y 30 de Marzo de 1557; su cumplimiento, empero, se reservó
para cuando volviera a tratarse de la continuación de aquellas
fábricas. Todos los materiales restantes habían sido echados del
lado exterior de dicho muro del río y el muelle, así embarazado con
muchos estorbos, quedó expedito para no servir ni acercar navíos

380
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

a él, al mismo tiempo que en parte se fué hundiendo; de que daba


Echagoián noticia en su Relación de 1568.

v La carta del Presidente Alonso Maldonado, de 10 de julio de


1556, en la pág. 41.
v Valladolid 22 de marzo de 1557.– Real cédula a Presidente y
Oidores: Baltasar García, procurador de la Ciudad de Santo Domingo,
ha representado que el puerto de la ciudad es tan bueno que sólo
por esta razón se fundó la ciudad donde está y un navío, por grande
que sea, puede echar y echa una plancha en el muelle que hizo el
licenciado Cerrato, y por eso no hay necesidad de bateles; y ha pedido
que se ordenase hacer una junta que trate de esto, pues todos habrán
de decir lo mismo, y que por ello se quiten los bateles. Se ordena
que la junta se tenga, se platique sobre ello, y la Audiencia envíe lo
platicado, con su parecer, para resolver.– AGI, Santo Domingo 899.
v De la relación escrita por Echagoian (impreso muy desvaído):
“En este río y surgidero de las naos está un muelle tan bueno que, con
una plancha, reciben carga de las naos, según están cerca de tierra.
Hay necesidad de reparar este mucho porque, como está caído un
pedazo de él, las aguas han llevado tanta arena que haciendo playa
de tal manera que por aquella parte, que es la principal, no pueden
estar naos, ni barco, y así los negros entran un buen pedazo del río y
lavan ropa”.
v Valladolid 30 de noviembre de 1557.– Real cédula a Presidente
y Oidores: Baltasar García, procurador de la Ciudad de Santo
Domingo había expuesto “que la cerca que la dicha ciudad se le
hace, va errada en ir por medio de la playa, como va, porque será
menester gran suma de gente para la defensa de ella, demás que la
ribera […s...] en perjuicio, porque estorba la carga y descarga de los
navíos, y que esta cerca se ha hecho por donde va contra la opinión
de los más vecinos de la ciudad”; y había expresado que convenía
mandar “que vos los dichos Presidente y Oidores vos juntásedes con
quince o veinte vecinos de la dicha ciudad, de los más antiguos, y
tomásedes parecer de ellos por donde se debía echar dicha cerca y
que, si pareciese convenir echarse por otra parte de la que agora va,
se derrocase lo fecho y se echase por donde pareciese”. Quiere saber
la Princesa (Gobernadora del Reino) lo que hay en esto; que se haga
una junta, se tomen pareceres y la Audiencia los envíe, juntando el
suyo, para proveer.– AGI, Santo Domingo 899.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

126.– En el párrafo 65 queda dicho cómo la Audiencia, vencida


la resistencia de los regidores, acabó de cerrar la Fortaleza con
dineros de la sisa para la cerca, “porque todo era cerca” en aquel
caso. Posteriormente (como se desenvuelve en el párrafo 78), los de
la Audiencia, en atención a los avisos de enemigos que recibieron
en real cédula, escribieron sobre los aprestos y prevenciones que
hacían y harían, carta de 29 de agosto de 1571; que por acudir a lo
más necesario (lo que habría de durar para siempre), continuarían
el muro del río que impidiese que los enemigos saltasen en tierra, en
el cual hasta entonces “a la puerta de las Atarazanas estaba la puerta
por hacer, aunque estaba formada y sacada de cimientos más de un
estado, y desde allí estaba por hacer la cerca un buen lienzo de ella,
el más importante de todo lo que está hecho ni se puede hacer (con
estas palabras parece que se significa lo que había quedado hecho en
1554 por el lado del río); pero se ofrecía el inconveniente de que por
real cédula de 23 de noviembre de 1568 se había ordenado gastar
todos los dineros de la sisa para traer el agua de Jaina (al arzobispo
Fr. Andrés de Carvajal se había dado en la misma fecha comisión
expresa de vigilar que el dinero se gastase solamente en la traída
del agua y no en otra cosa alguna; y se presupone que el Presidente
Antonio Mejía, su enemigo, le avisó, en sabiendo de tal comisión,
que se guardase su poder para cuando el Ayuntamiento entendiese en
la obra), cuando ni medio millón de pesos alcanzaría para terminarla;
no seguir la dicha cerca con la esperanza de “lo mande aprobar y
dar por bien gastado”, no habiendo en las Reales Cajas dinero para
tantas atenciones de guerra. Y aunque aquella orden fué repetida al
Visitador en real cédula de 1º de julio de 1571, por la demora que
hizo en salir para su destino como por estar emprendida la labor de
aquella muralla, constando por las palabras de su comisión acerca
de la traída del agua “pareciendo ser cosa que se pueda hacer y
efectuar”, es cosa segura que no hubo tropiezos esta vez y que los
del Cabildo se avinieron a correr el mismo albur (y se colige que la
Audiencia se atemperó a acatar por la vía del hecho la real cédula

382
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de El Escorial 25 de febrero de 1567; véase p. 184), persuadidos


y avispados, de que el dinero de la sisa que en la cerca se gastase,
escapaba así a tantas maquinaciones (que ellos bien conocían) de
ser empleados en diferentes obras a contemplación de la Audiencia.
Valdivia visitador, desde luego, no solamente entendió que la traída
del agua sería obra de romanos, sino que el dinero que había, bien
superaba al presupuesto de la cerca del río; y, sin más ni más, declaró
sin vigencia la continuación de la percepción de aquella sisa.

v Aranjuez 23 de noviembre de 1551). Real cédula al arzobispo Fr.


Andrés de Carvajal: dándosele comisión para que tenga a su cuidado
la traída del agua de Jaina a la ciudad de Santo Domingo.– AGI,
Santo Domingo 899.
v Carestía de las cosas de la vida (al propio tiempo que los
poderosos en hacienda se emulaban recíprocamente en banqueteos
y otras licencias), hambres, deudas, mala y poca moneda, estanco
y monopolios es lo que da de sí una abrumadora cantidad de cartas
y expedientes de estos años, que nos inducen a apreciar la labor de
la muralla y puertas del río con progresión retardataria. Hase dado
noticia de prioridad en la cobranza de las deudas al Rey, porque la
documentación, así lo previene. Cuatro reales cédulas, de Madrid
18 de octubre de 1559, contienen respectivamente las siguientes
comisiones dadas al licenciado Valdivia, Visitador de la Española:
para que tomas, las cuentas a los oficiales reales; para que informase
de las cosas de gobernación, real hacienda, iglesias, administración
tocante al arzobispo, etc.; para visitar “el Estudio y Universidad de
la Ciudad de Santo Domingo”, si se hacía lo que debía hacer y sobre
sus rentas, cómo se gastaban, etc.; para visitar a los tenedores de
bienes de difuntos. Por otra de Madrid, 3 de noviembre del mismo
año, se le dió comisión para visitar la Fortaleza, Relatores, Alguacil
mayor y Receptores de penas; para informar sobre la moneda y
estado eclesiástico y cosas de la Ciudad y de sus propios; AGI, Santo
Domingo 899. Por otra de Madrid 1º de julio de 1571, se le dijo que
en la ciudad de Santo Domingo de mucho atrás estaba impuesta una
sisa “para efeto de traer el agua de hayna y, aviendose cobrado para
ello más de ocho mill ducados de buena moneda, no se avian gastado
ni destribuido en la dicha obra, ni se a puesto mano en ella, y un
particular, que es depositario del dinero, se aprovecha dél”; se le da

383
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

comisión para que a la persona o personas que tengan el dinero, les


tome las cuentas, y averigüe lo que hay en ello, lo que se ha gastado
y lo no cobrado lo cobre y saque todo de poder de quien lo tiene “y
lo pornéis en poder de persona llana y abonada para que lo tenga de
manifisto y e gaste e destribuya en la dicha abra, procurando y dando
orden que dicha agua se trayga a esa ciudad por la orden y traza que
estuviere dada, pareciendo ser cosa que se pueda hazer y efetuar”;
y que quite todas sisas que estén echadas sin licencia. AGI, Santo
Domingo 899; Contaduría 1052.

127.— El 22 de agosto de 1572 el Lic. Valdivia abrió la visita


de las cuentas de la sisa, y de los libros pasó a su expediente que el
tenedor de los dineros, Alonso de Encinas, recibió a Pedro Vázquez
de AyIlón, su antecesor en el oficio, por buena cuenta 13,186 pesos,
2 tomines y 6 granos “que por mandado desta Real Audiencia se
han gastado de la dicha sisa en las puertas y cerca y muralla que se a
hecho y va haziendo sobre el muelle desta cibdad”. De suerte que el
paso de la expresión de la carta de 27 de agosto de 1571; “puerta de
las Atarazanas” a “puertas de esta ciudad” en los papeles de la visita,
se tiene ya la enunciación explícita de un hecho que no se menciona
con enunciación directa, por no ser pertinente, y que corresponde
a la ejecución de lo mandado en 1557 para la rectificación de la
traza que fué denunciada o contradicha por Fernández de Oviedo
primero y por Baltasar García algo después; porque rectificada la línea
del muro como hasta el presente subsiste, vino a tener su extremo
meridional en el desemboque del arroyo que bajaba de la huerta
del Convento de San Francisco al río, en cuyo paraje se edificó la
puerta que se nombró de San Diego y con tal motivo la calle real
que iba del Convento de San Francisco al río, y que hasta entonces
habría recibido algunas obras de canalización de las aguas que por allí
corrían en las ocasiones de lluvia, quedaría expedita por la reforma
del alcantarillado para habilitar el paso del servicio público.

v Valdivia dió a los oficiales reales aquellos pitazos de aviso para


estar a cuentas al tiempo que les señalara, y los oficiales reales sin otra

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

contemplación, apretaron el torniquete a deudores; de éstos, unos


pagaron en un todo y otros en parte; con éstos últimos y los menos
pudientes eran en 1572 hasta 111 deudores al Rey, en cantidad global
de 136.515 pesos, 2 tomines y 4 granos (enunciación en oro, y que,
pagado en mala moneda o de cobre, excedía en diez veces el cifraje
equivalente), y 99 los deudores de buena moneda, débito total de
3.064 ducados y 39 maravedís (39 maravedís del peso oro se daban y
recibían por el peso de cuartos entre los años de 1570 y 1577). Para
detener la recia compulsión que todos estaban padeciendo, el 18 de
julio de 1572, parecieron ante Valdivia Juan Caballero de la Puebla,
alcalde, y Baltasar García, regidor, respaldando las firmas de siete
regidores con este escrito:
«Ilustre Señor. El Cabildo y Regimiento desta Cibdad dize: que
ya a Vuestra Señoría le es notorio quan necesitada está esta Cibdad,
con cuántos trabajos y aflicciones viven los vezinos della, demás
de otras cosas, por no aver aqui, como no ay, aprovechamientos
de propios ni otras cosas que en otras partes de Indias, antes viven
todos con el trabajo de sus manos y ser la hazienda que aqui ay de tan
poco provecho, y aver tanto tiempo que no entra navío de negros,
que es uno de los trabajos principales entre otros; y, por mayor
acrecentamiento dellos, nos an venido nuevas, como V.S. sabe, de
la gruesa armada de corsarios que se puede esperar que viene a esta
Isla, que allende del riesgo que puede aver, es cabsa de seguirse a
los dichos vezinos nuevas costas de armas y cavallos y otras cosas;
y entre todos nuestros trabajos tenemos otro muy grande, que al
presente se ofrece; y es que el tesorero Diego Ximenez de Peralta
muy rigurosamente, juntamente con los demás oficiales reales, an
dado un mandamiento para echar en la carcel a los vezinos desta
cibdad que deven debdas a S.M.; lo qual, aunque todos fuesen a la
carcel, sería ynposible cobrarse por el rigor que los dichos oficiales
lo llevan, porque en esta Isla toda no ay tanta moneda que bastase
pagar las dichas debdas, y si la moneda que ay se recogiese toda en la
dicha Real Caxa, sería grande ynconveniente y perjuizio de las rentas
reales y cesaría el comercio y trato de que las rentas reales y esta Isla
(que tanto conviene al servicio de S.M. sustentalla) viniesen a total
destruyción; y así en los tiempos pasados, que no estaba tan apremiada
como al presente lo está con diversos trabajos, nos a hecho S.M.
muchas mercedes, demás de otras, mandado dar esperas en la cobranza
de las debdas y rentas reales, teniendo atención a la conservación
y aumento desta Isla lo qual sería al contrario si esta cobranza fuese

385
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

adelante con tanto rigor y en tan breve tiempo como los dichos
oficiales lo quieren cobrar, antes sería acabar de una vez; y pues V.S.
vino a esta Isla, como todos tenemos entendido, para remedialla,– A.
V. S. pedimos y suplicamos, atento lo susodicho, mande a los dichos
oficiales que, asegurando las debdas, hagan la cobranza de alguna
manera que sean los vezinos sobrellevados; y pues en tiempo que esta
Isla no estava en tanta necesidad, S.M. les hizo merced como a V.S.
le consta, se cobrasen sus rentas reales y debdas en cueros y azúcares
y frutos de la tierra, V.S., en cumplimiento de la dicha real cédula,
mande que, queriendo hazer las dichas pagas en los dichos frutos, los
dichos oficiales lo reciban, dando tiempo competente en que puedan
pagar, porque de esta manera Su Mgd. será servido y V.S. hará bien y
merced a esta Isla”.– AGI, Contaduría 1052.
Diego Jiménez de Peralta, tesorero, que comenzó a hacer presión
a los deudores el 4 de julio, en virtud de un auto del visitador (de 2
de julio), dirigió a Valdivia el 29 del mismo mes este memorial:
“Diego Ximenez de Peralta, tesorero en esta Isla por S.M., digo:
que por V.S. me fué mandado meter en la arca de las tres llaves de
S.M. todas las debdas que son devidas en esta dicha Isla por todo este
mes de jullio, en lo qual yo e hecho todas las diligencias posibles,
repartiendo mandamientos por todos los alguaciles; y, aunque se a
cobrado alguna parte, sería ynposible cobrarse todo, como por V.S.
me es mandado, por muchas razones.
Lo primero, porque en toda la Isla ay muy poca buena ni mala
moneda, que de mala no abrá cinquenta o sesenta mill pesos, y la buena
que a abido toda se a recogido y está en la caxa de bienes de difuntos
de debdas que se devian y se an cobrado en este año; lo qual a puesto
en grande necesidad y aprieto a los vezinos, como a V.S. es notorio.
Lo otro, porque las debdas que a S.M. se deven, son en cantidad
de más de ciento y cinquenta mill pesos y los debdores son muchos,
como paresce por el memorial dellas; y, aunque los dichos debdores
tuvieran moneda con que pagar, no se podría cobrar en tan breve
tiempo, pues con cada uno se a de hazer un juicio, y si agora en la
necesidad que están se huviesen de cobrar, no podría ser de otra
manera si no es vendiéndo[se]les sus bienes, y, haziéndose esto, queda
el mismo ynconveniente, porque sería hazer debdas de nuevo, porque
los que los compraran, no lo abían de poder pagar, por ser la falta de
la moneda general, y sería necesario darles a los compradores tiempo
en que pudiesen pagar.

386
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Lo otro, porque de cobrarse las dichas debdas en cueros y açucares


resultaría un ynconveniente notable, porque necesariamente se
abía de cargar para Castilla, conforme a la cédula que para ello ay,
y sería quedar vacía la caxa real y sin moneda con que se pudiesen
suplir las necesidades que cada día se ofrecen, así de armadas contra
corsarios como reparos de Fortaleza y pago de salarios y otras cosas,
demás del menoscabo y merma que ay en los dichos cueros y açucar
desde que se compra hasta que se embarca, que es mucha cantidad
y muy hordinaria; y, aunque otra cosa no huviese sino esta, será
muy bastante, porque cada día se van cobrando las dichas debdas
y metiendo en la caxa real y dellas supliendo los dichos gastos y
necesidades, y en esto S.M. es muy más servido que de cobrarse en
los dichos frutos y enbiallos a España, porque allá sería muy poco y
dello S.M. tiene poca necesidad, y para esta Isla es el todo, pues es
todo el caudal de la caxa real; pues lo que a S.M. se deve, se gasta y
emplea en cosas de su real servicio, como está dicho, y por no aver
de otra parte de donde se pueda aver y por ser las rentas que S.M. así
tiene tan pocas y en tan poca cantidad.
Lo otro, porque en la cédula que V.S. tiene para que lo que se allare
fuera de la caxa real lo mande meter dentro, aquello se entiende de
los alcances líquidos y no debdas, como dicho es, y los dichos alcances
ya están dentro, como a V.S. le consta; ya que se huvieran tambien
de entender por las dichas debdas, abia de ser dando tiempo y lugar
competente para poder se cobrar, por que aviendo de ser con tanta
brebedad, sería ynposible, por las dichas razones.
Lo otro, porque al tiempo que yo enpecé el dicho oficio de thesorero,
no se me hizo cargo sino de debdas en cantidad de dozientos y doze
mill pesos, y en este tiempo e cobrado todo lo que a caydo en él y
mucha cantidad de debdas viejas, sirviendo en ello a S.M. con mucho
cuidado, no molestando ni fatigando a los vezinos; antes e pagado y
conplido todos los gastos y cosas tocantes al servicio de S.M., en lo
qual entiendo que S.M. a sido servido.
Lo otro, allende de lo arriba dicho, aunque me está hecho cargo
de las debdas de la dicha memoria, mucha parte della, aunque están
por de S.M., son de particulares, y antes se puede dezir que están
en deposito que no determinados por bienes de S.M., los quales
vienen demandando, y a algunos se les a vuelto, y los otros están en
litispendencia.
Y para más justificacion y que S.M. sea certificado del zelo que a
su servicio e tenido, y con el que e servido y sirvo este dicho oficio, y

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

que todas las razones que e dicho no son por dilatar la paga y cobranza
de las dichas debdas, sino porque realmente pasa así, me ofrezco,
reduciendo la dicha cantidad a buena moneda de cuartos en plata de
ley y el oro a treze pesos de quartos cada peso de oro fino de veynte y
dos quilates y medio, como al presente vale, de lo cobrar y lo meter
en la dicha real caxa en el dicho oro y plata y moneda de quartos,
dándome para ello término conpetente en el qual pueda cobrar en
la manera que tengo dicha, pues con esto se cumple, y es ofrecerme
a todo lo que puedo, por aver, como dicho es mala moneda.
Pido y suplico a V.S. así lo mande probeer como lo tengo pedido,
y en esto será S.M. servido. (AGI, Contaduría 1052). Diego Ximenez
de Peralta.
(Valdivia tardó en responder hasta el 21 de septiembre de 1571,
que dió un auto, accediendo a la petición del tesorero para que
cobrase en la forma que mejor le pareciese segura, pero que todo el
riesgo que ocurriese, fuese a cuenta del mismo cobro y a cargo del
propio tesorero; en otro cabo de notas y noticias en este volumen,
se da cuenta de haber sido Jiménez de Peralta bien fiscalizado por el
fiscal Miguel de Pinedo.
v Los tenedores o receptores de la sisa, mayordomos peculiares de
este impuesto, fueron:
1.– No conocido el que fué hasta 1549.– Menciónase a Melchor
Endrino, al año de 1546, como “bolsero” de la sisa y de las obras.
2.– Alonso de Mansilla, desde 4 de agosto de 1533 hasta 16 de agosto
de 1549, que falleció.
3.– Juan de Leguizamón desde 4 de agosto de 1553; el regidor Luis
Gómez le tomó las cuentas, por encargo del Cabildo, hasta
finalizarse el mismo año Leguizamón seguía en este puesto en 1556.
4.– Diego de Medina, y fué hasta 1560.
5.– Luis Gómez, a quien tomó las cuentas el regidor Alvaro Caballero,
desde 10 de julio de 1560 (fenecidos el 8 de octubre de 1562);
Gómez cesó el 8 de abril de este año de 1562.
6.– Antonio de Villoria, que rindió cuentas, por orden de la Audiencia,
al oidor Cáceres y, por orden del Rey al oidor Ortegón, después;
la real cédula del caso, dada en Madrid 2 de marzo de 1565.
7.– Pedro Vázquez de Ayllón, nombrado por el Cabildo en oposición
a exceso de Ortegón, que puso por receptor a Hernando de

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Sepúlveda. Finiquitó el Ortegón las cuentas el 7 de agosto de


1566. Otra residencia que por encargo de la Audiencia se tomó
a este receptor por el oidor Santiago de Vera, se acabó el 4 de
abril de 1570.
8.— Alvaro Maldonado tenía el oficio en 1572 cuando el Visitador
Valdivia tomó las cuentas y declaró haber caducado ya la vigencia
de la sisa. El receptor continuó cobrando los atrasos, según
deudas registradas por aforos, a cargo de mercaderes, taberneros
y tablajeros (hasta aquí AGI, Contaduría 1052), y desde el 17
de febrero de 1583 volvióse a tomar las cuentas por el Visitador
Rodrigo de Ribero “de la sisa que hay en esta ciudad represada
de muchos días ha para los gastos de la cerca o murallas de esta
ciudad”; como se lee en una certificación del escribano Luis
Jerónimo de Alcocer, en AGI, Santo Domingo 73.

128.— Como queda dicho, no se ha hallado fecha determinada


para esta puerta en estado de terminación. Pero porque los números
en las cuentas no significan especies de las cantidades (moneda
acuñada, barras, obligaciones, escrituras, etc.), sino la seguridad de
ellas, parte en Caja, parte en créditos ciertos, la suma de 13.186 pesos,
que se colige fué el presupuesto de las obras para 1571, debiéronse
ir cobrando a pura fuerza de tirones en el grado competente o
conforme al monto de las imposiciones, para hacer de muchos pocos
aquel mucho, y fué tarea de tiempo (el cobro forzoso impuesto en
aquellos días, y de que se hicieron reclamos graves por los oficiales
reales, comenzó por las deudas al rey) y, consiguientemente, de
tardanza en las obras y de paros más o menos frecuentes, por lo que
la construcción de la Puerta de San Diego que comenzaría hacia
1572 durante la presidencia de Francisco de Vera, no terminó hasta
1576, presidiendo don Gregorio González de Cuenca. En cuanto al
nombre de la nueva puerta, si hasta entonces las dos cerradas del
lado de tierra no lo tenían, y la tercera se nombró de Lemba por la
circunstancia atrás mencionada, y a la del río, primera, se le dió
enunciación de las Atarazanas, parece lógico que al asumirse nombre
de San Diego para la novísima del río, se atendió a una coyuntura

389
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de regocijos públicos; la terminación de la puerta y su inauguración


coincidente con la licencia de meterse la ciudad en fiesta por el
nacimiento del infante Don Diego, nacido en 1575, tercero hijo de
Felipe II y su cuarta esposa doña Ana de Austria.

v Así como los señores de la Audiencia, en su carta de 29 de agosto


de 1571, pidieron al Rey que lo que sobrase de los dineros de la sisa
después de hecha la cerca del río, pasase a las Cajas Reales para
atenciones de guerra y obras de defensa (véase p. 250), los señores
del Cabildo pidieron los mismos dineros para obras públicas, según
la instrucción octava, documento de 23 de marzo de 1573, enviado
a Alonso de Encinas, procurador, estando en Corte, para que así lo
consiguiera por no tener propios la Ciudad; AGI, Santo Domingo
73.– Después de construida la Puerta de San Diego, como sobrasen
muchos dineros, otra carta (de que a continuación se sacan dos
miembros) pone en evidencia la miseria en que se vivía en la ciudad
de Santo Domingo (donde tan frecuentes eran los banqueteos ilustres)
y el nuevo arbitrio para que lo sobrante se aplicase al alivio público.
Santo Domingo 14 de junio de 1578.– Los señores de la Audiencia
al Rey: “Llega a tanto la hambre y falta de bastimentos que se pasan
doce y quince días sin haber una libra de carne ni una torta de cazabi,
conque la gente padece y dan clamores al cielo, viéndose perecer y
enfermar por comer yerbas y legumbres del campo, sin poder hacer
otra cosa, y así, por caminos y vías que no se pueden estorbar, se
van de la tierra; mucha causa de esto es ser los regidores señores de
ingenios y estancias y ser perpetuos, y los que venden los bastimentos
que atienden más a sus particulares intereses y granjerías que al
bien público; y como los ingenios son de caballos y en ellos tienen
tanta muchedumbre de esclavos, ellos atraviesan el cazabi y maíz,
y los ganados se han de pesar en las carnicerías, sin querer, como
son obligados, sembrar en sus ingenios lo que han menester para el
sustento de ellos, ni guardar lo que cerca de esto les está mandado,
y las demás cosas de bastimentos, como ellos mismos las venden, ni
guardan tasa ni cosa alguna que se ordene, y lo venden a excesivos
precios”, y Presidente ni Audiencia ni nadie puede estorbar esta
conducta de los regidores.
«Vista la gran falta de bastimentos, especial el de la carne que, por
las razones dichas, hay tan a menudo, y porque cuando vienen los

390
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

ríos no pueden pasar el ganado, a pedimento de la Ciudad, hemos


permitido que, con el dinero que aquí está represado de la sisa que
se puso para traer el río de Haina, se preste a la Ciudad veinte y seis
mil y seiscientos pesos de cuartos para comprar un hato de vacas que
está cerca de esta ciudad para de allí suplir las necesidades y faltas
de carne en los tiempos que por los ríos el ganado no puede venir, y
dar con este hato para estas faltas, hay quien se obliga a abastecer las
carnicerías de manera que la gente no perezca”. Piden aprobación de
esta providencia.— AGI, Santo Domingo 51.
v Tomar 22 de mayo de 1581.— Real cédula a la Audiencia: la Ciudad
de Santo Domingo ha pedido una merced para limpiar la boca del río,
arreglar calles, abrir caminos, traer el agua de Jaina, hacer puentes,
etc.; informe la Audiencia qué propios tiene la Ciudad, necesidad
de esas obras, qué merced se le podrá hacer, de dónde que no sea de
Real Hacienda; AGI, Santo Domingo 899.— Según este dato, para
el tiempo de tal cédula la Ciudad no tendría ya dinero, de la sisa; por
otros datos posteriores se sabe que había.

129.– En adelante no habrá noticia que se ponga en contradicción


con lo que precede aquí, aunque no suene el nombre de San Diego
a veces. El propio González de Cuenca, en carta de 15 de febrero de
1578, decía al Rey: “Por otras cédulas de V.M. está mandado se repare
una casamata que había en la Fortaleza de esta ciudad a la lengua
del agua, que era de mucha importancia para las lanchas y barcos
que pueden entrar en este puerto sin poderles ofender la artillería de
esta Fortaleza; y porque esta casamata está muy anegada de la mar, y
fuera del agua sería muy costoso hacerla y sustentarla (obsérvese el
cambio de parecer respecto de lo avisado por carta de 2 de julio de
1577; pág. 361), me ha parecido bajar al rio, a la puerta de la ciudad,
cuatro piezas de bronce y ponerlas en cuatro troneras que están en
la cerca de la ciudad junto al suelo, que señorean todo el rio hasta
la boca del puerto, que harán el mismo efecto que la casamata, y
de este parecer soy informado fué el Adelantado Pedro Menéndez
cuando por mandado de V.M. visitó esta Fortaleza y puerto”;
providencia reformada no mucho después y que fué la construcción

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de un fuerte, como se reconoce al justo en carta de 25 de noviembre


de 1583 del Gobernador Cristóbal de Ovalle, dando cuenta de las
prevenciones de guerra, que en junta fueron acordadas y hacer
resistencia a franceses conforme avisos recibidos, una de ellas, a la
letra, dice así: “Item, que se hiciese un terrapleno junto a la puerta
de la mar muy proveído de artillería para tirar a las lanchas y barcos
en que quisiesen entrar los franceses y este fuerte se está ya haciendo,
y será de mucho provecho”. Y fué el fuerte nombrado de San Diego,
cuyos principios así constan para 1583. Posterior a la invasión del
Drake, y con nuevas noticias de ingleses, según real cédula de 5 de
septiembre de 1586, al fiscal de la Audiencia, que hizo peticiones
varias tocantes a prevenciones de defensa, respondió Ovalle con
uno de sus autos de 23 de noviembre del mismo año: “Que se haga
otra trinchera de medio estado, ribera del rio de esta ciudad desde
el baluarte que está en la puerta de la mar hasta donde se da carena”.

v Si para explicar la construcción de la Puerta de San Diego que


quedase terminada en 1576, habiéndose proseguido las obras de la
muralla de la parte del rio con la rectificación ordenada por real
cédula de 1557, hase visto que tanto retardo se correspondía con la
inefectividad de los cobros conseguidos de los dineros dados a censo
al quitar, presupuesta la prioridad del cobro de las deudas al Rey (y los
documentos, pp. 386 ss; muestran las dificultades, según los gritos),
no menos se puede presumir que en adelante aquello se cobró tarde y
mal respecto de la sisa de la cerca, porque ha de entenderse que hubo
preferencia para la edificación de la Puerta de San Diego, siquiera
por ser parte más cercana a la mar que el resto de la cerca, pues léase
en carta de 20 de mayo de 1595 del Gobernador don Lope de Vega
Portocarrero al Rey: “La cerca de la ciudad de la parte del rio se da
gran prisa en ella; en todo este mes se acabará…”.– AGI, Santo
Domingo 51.– Pero no parece que ya estas últimas obras se hicieron
con dineros de las tantas veces enunciada sisa del agua y cerca.
Por nuevas súplicas del Cabildo y a pedimento del procurador
Alonso Bernáldez, se despachó al Presidente una real cédula de San
Lorenzo 31 de marzo de 1584, por la que se le mandó que los dineros
de la sisa para traer el agua y que estaban dados a tributo, si había

392
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

dificultad en traerse el agua, se entregasen a la Ciudad para propios y


se gastasen en obras públicas; AGI, Santo Domingo 900 H 5.– Ya para
este tiempo se había logrado meter dineros en poder del receptor de
la sisa. Desde 17 de febrero de 1583 se comenzó a tomar las cuentas
por el Visitador Rodrigo de Ribero “de la sisa que hay en esta ciudad
represada muchos días ha para los gastos de la cerca y murallas de esta
ciudad”; AGI, Santo Domingo 73.– Pero no hemos dado con noticia
sobre cumplimiento de la cédula de 1584, ni puede presumirse que
los trabajos de 1595 se pagaron con dicho dinero.

130.– Fortaleza de Puerto de Plata.– De la misma calidad que


había sido Francisco de Ceballos, así su sucesor en la Alcaidía de la
fortaleza de Puerto Plata, capitán Pedro Rengifo de Angulo, quien,
muy semejante a hombres doctos que en función de jueces de un
tribunal apenas puede presumirse dejen de aplicar condigna pena
a culpable alguno, y que, en haciendo oficio de abogado, saben
sacar a sus pupilos limpios de polvo y paja por graves que sean las
acusaciones de contrarios y fiscales, observó conducta de servidor del
Rey sin desmayar hasta ver concluida la fábrica que había comenzado
Ceballos y tuvo ingenio y consiguió que extranjeros se abrigasen en
rincones costeros alejados de la vigilancia, que no solía excederse de
la discreción, conque todos vivían, y con ellos los alcaldes y alcaides,
fuera de la ley común y dentro de la ley de las propias conveniencias.
El mismo Rengifo de Angulo, no siendo único caballero de industria
en la región, sacaba gran partido de su oficio, pues no sufrió revés la
fortaleza, agenció su utilidad por medio de terceros, y, desde luego, en
los casos en que hizo frente a advenedizos, ya fuese porque en plan
de novatos ejecutasen desmanes sin el escudo de mayor fuerza, o ya
porque en tratos particulares con los de fuera, al interés de quien lo
pagaba, convenía que mercaderes tuviesen en tierra quien destruyera
a mercaderes autónomos. De esta suerte Rengifo de Angulo llegó a
ganar crédito de buen soldado como lo reconoció la Real Audiencia,
y al propio tiempo mejoró en muchos tantos su hacienda a costa de
los mismos corsarios. Podríase estimar, según una inscripción que
puso sobre la puerta de la fortaleza, que ésta llegó a terminarse a

393
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

lo largo del año de 1577; sin embargo, hay indicios de no haberse


contentado con lo hecho hasta entonces y que prosiguió la fábrica
con añadidas obras, de que se resistieron los oficiales reales por razón
de las nuevas erogaciones a costa de la real hacienda. Demás que,
aunque se considere muy retardada una resolución real por la que
se ordenó al gobernador de Santiago de Cuba que enviase cierto
número de esclavos a Puerto Plata donde fuesen ocupados en la
construcción de la fortaleza, de lo que pasóse aviso a Santo Domingo
en 1580, y también, si esta orden fué cumplida, hubo de ejecutarse
más tarde todavía, hasta 1584 el alcaide Rengifo no dió cuenta a
S.M. de haber dado fin a la obra.
131.— Aquella voluntad del Rey y su Consejo de poner en
defensa el Norte de la Isla, y de que emanaron órdenes para que
la obra se terminase y la fortaleza tuviera su mayor defensa con
cañones y pólvora y balas, sirvió al Alcaide para hacer continuas
diligencias que encaminó lo mismo a la Audiencia que al Consejo de
las Indias, mayormente por lo que decía de tener exceso de trabajo
en la custodia que se le había encomendado, pues para descansar y
acudir a su hacienda personal debía dotar de salario convenido con
quienes tomaban con él concierto de vigilar noche y día, de que vino
a pretender mayor salario del que pudiese extraer aquellos jornales,
que no del bolsillo propio, y aún llegó a solicitar la asistencia de
hasta 8 ó 10 hombres, aumentado además el número de lombarderos
que, desde un principio, fué tasadamente uno solo. Y conforme
a la costumbre curial, de todo lo que el alcaide advertía sin la
justificación necesaria, se hacía cédula interlocutoria y se enviaba a
la Audiencia que, por requerir testimonios para dar respuestas, solía
llegarse a términos que nada se hacía por ser ya fuera de tiempo, si
acaso los expedientes tenían ser cumplido. Ello es que a poco de
haber terminado la obra de la fortaleza, Rengifo de Angulo movióse
a renunciar el puesto y esperar noticia de tener sucesor, en cuyo
medio tiempo, oficio y vida dejó, año de 1585. De este sujeto algo
resta por referir en función con extranjeros.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v Santo Domingo 11 de febrero de 1578.– Los oficiales reales al


Rey: Para un pueblo de veinte o veinticinco vecinos, como es el
Puerto de Plata, no está bien que haya una fortaleza, sino un fuerte,
porque fortaleza será de más daño que provecho si no tiene quien
la defienda, y en ella se han gastado ya más de 50.000 pesos. AGI,
Santo Domingo 74.
v “En veinte y dos días del mes de henero del dicho año [1577]
quinze mill e setecientos y cinquenta y seis mrs. de buena moneda
por libramiento de nos los oficiales reales de S.M., di e pagué a don
Juan de Guzman, que se dan los siete mill y novecientos y cinquenta
y seis mrs. por cient pelotas de hierro de todas suertes que dió para la
fortaleza de Puerto de Plata, que pesaron duzientas y treynta y quatro
libras a treynta y quatro mrs. cada libra; y los siete mill y ochocientos
mrs. restantes por un quintal de pólvora de cañon que dió para la
dicha fortaleza de Puerto de Plata en quinze de octubre del año pasado
de setenta y seis”.– AGI, Contaduría 1052.
v Santo Domingo 15 de febrero de 1578.– G. de Cuenca al Rey,
capítulo de carta: En Puerto de Plata han reventado la pieza mayor
de artillería y otra; hay gran necesidad de que se envíen piezas de 50,
40 y 35 con su pólvora, etc., ordenadas enviar por real cédula de 28
de noviembre de 1574, porque han venido por aquí tres galeones de
franceses y han hecho promesas de que vendrán otros, y conviene
tener lista la artillería, y “no es razón quitar artillería a la Fortaleza
de esta ciudad para proveer a la de Puerto de Plata”.– AGI, Santo
Domingo 51.
v El 10 de marzo de 1578 dióse a Francisco del Águila 582 escudos
de moneda corriente “por una campana que dió a Pedro Rengifo de
Angulo, alcayde de la fortaleza de la villa de Puerto de Plata, para la
dicha fortaleza, que pesó diez y siete libras”.– AGI, Contaduría 1052.
v En 12 de marzo de 1578 se dan a Rengifo de Angulo 9.600 pesos
“para reparos y cosas convenientes para la dicha Fortaleza” de Puerto
Plata.– AGI, Contaduría 1052.
v Badajoz 19 de agosto de 1580. .– Cinco reales cédulas de esta
fecha, todas a la Audiencia: 1ª Pedro Rengifo de Angulo, alcaide de
la fortaleza de Puerto de Plata, ha pedido ocho o diez hombres con
salario para el servicio de aquella fortaleza; que informe sobre esto.
2ª Avisando del envío de 50 arcabuces, 50 mosquetes y 50 arrobas
de pólvora, salitre, azufre, plomo, etc., a petición de Rengifo de
Angulo, alcaide, etc. 3ª Que informe la Audiencia acerca del salario

395
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

que Rengifo de Angulo ha pedido para dos lombarderos que asisten


en la fortaleza de Puerto de Plata. 4ª Avisando que se ha ordenado
al Gobernador de [Santiago de] Cuba el envío de esclavos para que
trabajen en la fortaleza de Puerto de Plata. 5ª Al Presidente y Oidores:
que informe sobre los aprovechamientos que tiene el oficio de alcaide
de la fortaleza de Puerto de Plata, y qué salario se le podrá dar a Pedro
Rengifo de Angulo, alcaide, que lo ha solicitado, diciendo que el
pueblo “no es más de 20 o 25 vecinos, por lo qual se tiene más trabajo
en la guarda” de aquella fortaleza.– AGI, Santo Domingo 899.
v Puerto de Plata 8 de agosto de 1584.– Pedro Rengifo de Angulo avisa
al Rey de haber acabado la obra de la fortaleza; expone necesidades
para efecto de estar en defensa.– AGI, Santo Domingo 80.
v Santo Domingo 25 de enero de 1585.– Cristóbal de Ovalle,
Gobernador y Capitán General, al Rey: Pedro Rengifo de Angulo,
alcaide de la fortaleza de Puerto Plata, ha servido mucho en “acabar el
edificio de la dicha fortaleza, como está acabado y muy bien”; quiere
dejar ese oficio. Y lo recomienda, como gran merecedor de la gracia
real.– AGI, Santo Domingo 51.
v Muere Pedro Rengifo de Angulo, alcaide de la fortaleza de Puerto
Plata el 24 de octubre de 1585.– AGI, Santo Domingo 51.

132.— Negros cimarrones.— La misma inquietud que en las


poblaciones iba tomando cuerpo por la falta de moneda, y el
comercio se secaba y el trajín de los caminos se adelgazaba, hubo
de influir mucho en los negros que, sin dar mucho que hacer a las
autoridades, por años continuos se mantuvieron aislados con el
fruto de rapiñas que tenían almacenadas; sino que acabándose los
bastimentos y no teniendo presa sobre que caer, desolados casi los
caminos, como bajasen de las lomas resueltos a proveerse de carnes y
de telas, al fin volvieron a crear las antiguas zozobras y, por lo mismo,
a ser perseguidos por partidas de cuadrilleros, sistema restablecido
hacia 1560. Con todo, no había dinero para el entretenimiento
de esta gente y el arbitrio seguido para conseguirlo previa licencia
real que se concedió facultativa, fué el de la sisa sobre la carne y
el vino; como la cantidad prevista luego se gastaba y nuevamente
había de establecerse la exacción, más fueron las cartas enviadas

396
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

al Consejo sobre los daños que hacían los negros cimarrones y se


sospechaba que habrían de hacer, que no relaciones de daños y
excesos por ellos cometidos; mayormente que el núcleo principal
de estos alzados se mantenía libre de persecución en lo abrupto del
arcano del Bahoruco, y emprender contra ellos una campaña en regla
fuera lo mismo que repetirse los azares de antaño cuando las piedras,
barrancos, cuevas, falta de agua y de caminos, desorientación total
de las madrigueras y dilatada extensión de aquella fortaleza natural
hizo de indios desnudos y faltos de disciplina bélica, maleantes
insojuzgables que ganaron encuentros sin romper una lanza. Escasos
son los datos recogidos sobre negros tomados por alzados, y de
ellos los conducidos a Bayajá para ayudar a la construcción de una
fortaleza que nunca tuvo ser ni forma de tal. Sin embargo que se
dieron órdenes para destruir esos focos de cimarrones, (y algunos
había bien cerca de Santo Domingo), la resistencia de los vecinos
a aceptar aquellas sisas que nunca parecieron estar bien empleadas
(para las que había licencia real de imposición), malogró cualesquiera
esfuerzos que se hicieron, si no es que los soldados puestos a recorrer
la tierra, considerándose en corto número para caer sobre partidas de
alzados sin cabezuela notorio o, a lo menos, con la fama que tuvieron
el Sebastián Lemba o Juan Vaquero, el mayor adelantamiento fué
acorralar negros recién huidos o cimarrones disperdigados por los
campos que se buscaban el sustento, no sin causar o producir uno
solo de ellos densa nube de terror en la comarca en que aparecía
y aún en la Isla entera. Y si bien por real cédula estaba dispuesto
que los que se aventurasen a perseguir y atrapar negros alzados,
recibiesen ganancia en los mismos negros que tomasen, aparte que
se entreveía en esta disposición estar el Rey más al riesgo personal
de voluntarios con remuneración radicable en solo su propia suerte,
y los voluntarios, por sujetos a gastos, no inclinados a exponer sus
bienes en pro de aquella causa y verse después envueltos en litigios
(conocido el alcance de las ordenanzas vigentes; v. la ordenanza 5ª,
tomo I, pág. 203), no eran los más de ellos poderosos para impedir

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

con sus personales arbitrios que cualquiera mala res cimarrona les
echase a perder el “ganado” entero, si hasta los mismos negros mansos
acariciaban las esperanzas de su libertad, de que vendría a correr, ya
desde aquellos tiempos, el viejo dicho de que “algún día ahorcarían a
los blancos”. Ello es que el galardón propuesto por el Soberano estaba
en general descrédito desde que el Presidente Alonso Maldonado
faltó a la palabra dada con Juan Bautista de Berrio, aprensor de Juan
Vaquero (v. la carta de Fernández de Oviedo, p. 37). Y, desde luego,
no se ha hallado episodio histórico acerca de cimarrones adjudicados
a sus aprensores en conformidad con la real cédula enunciada. En el
mismo Almirante don Cristóbal Colón tuvo cabida esta infidencia
de autoridad con Rodrigo de Triana, que por no haber recibido el
premio de su celebérrimo grito de ¡tierra!, ¡tierra!, y fué el grito del
descubrimiento del Nuevo Mundo, renegó de patria y fe, se pasó al
Africa y se hizo mahometano.

v Santo Domingo 10 de diciembre de 1560.– Cepeda, presidente;


oidores Sánchez de Angulo y Echagoian, dicen: “Tiénese aquí noticia
de negros alzados, para cuyo remedio se criaron dos capitanes por esta
Real Audiencia que anden siempre en diversas partes; para estos gastos
se toman quinientos pesos de la sisa que se puso para la cerca, la cual
[cerca] ya ha cesado. A V.M. se suplica lo tenga por bien, porque en
remediar esto consiste la conservación de esta Isla, pues se han visto
grandes daños por no se proveer con tiempo estas cosas semejantes,
y suceder gastos inmensos. A esto podrían ayudar los negros horros
que en esta ciudad hay, son muchos, y los que causan la mayor parte
de los alzamientos y robos que hacen por ser sus receptadores”. AGI,
Santo Domingo 71.– Véase la carta de Grajeda y Cáceres, de 16
de junio de 1566; p. 195.– De carta del Presidente Antonio Mejia,
de 10 de octubre de 1568: “Porque indios no los hay, y los negros
valen muy caros y no todos tienen posibilidad para comprallos, y de
ordinario se huyen muchos de ellos y andan alzados por los montes
en cuadrillas, salteando, y es grande la costa y riesgo que se hace en
prendellos”. Y de otra, de 6 de junio de 1569: “Los negros hay pocos
y muy caros; muérense con facilidad, y con la misma se huyen”; AGI,
Santo Domingo 71.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

v El oidor Ortegón, residenciando al receptor de la sisa, Pedro


Vázquez de Ayllón, en 1566, dió por buena la data de 4668 pesos,
6 tomines y 2 granos de oro, que por mandado de la Audiencia se
prestaron a Diego Rodríguez Peguero “para ir en seguimiento de
ciertos negros alzados y fugitivos”.– AGI, Contaduría 1053.
v El Escorial 13 de julio de 1571.– Real cédula a la Audiencia: Se
ha entendido que muchos negros huidos han formado un pueblo
como a doce leguas de la ciudad de Santo Domingo, que se podría
conquistar dándose a los que se aventuraren a ello una ganancia en
los mismos negros; como es bien se quite este estorbo y se remedie,
vea lo susodicho y provea lo que más convenga al efecto.– AGI,
Santo Domingo 899.
v De las instrucciones dadas al Procurador de la Isla en 1573: “Lo
primero, informar a S.M. cómo en esta Isla ha habido y hay de
ordinario negros alzados, y conviene que de ordinario haya gente
que ande tras ellos; y como esta ciudad es tan pobre de propios,
no tiene posible para ello, y parece que el mejor medio con menos
pesadumbre que se podrá tener para socorrer esta necesidad será que
de cada pipa de vino y harina que entrare en esta Isla, se cobre cuatro
reales de plata para gastar en lo susodicho, teniendo la cuenta y razon
en ello que convenga; hase de suplicar a S.M. dar licencia para lo
susodicho”.– AGI, Santo Domingo 78.
v Santo Domingo 15 de abril de 1578.– G. de Cuenca al Rey, capítulo
de carta: “En esta Isla hay gran cantidad de negros horros y cautivos
de españoles, que son más ladinos y atrevidos que los demás, y se ha
tenido relación que hacen juntas y hablan palabras preñadas y de
mal sentido, y así, a pedimento de la Ciudad, se ha echado sisa en
los mantenimientos para hacer guerra a los alzados y tener guarda
y guarnición en virtud de un capítulo de carta de V.M. para esta
Audiencia en 17 de junio de 1524 años, y por otro capítulo de carta
dada en 13 de septiembre de 1533; y porque estas cartas son muy
antiguas, será V.M. servido de enviarnos a mandar si hemos de usar
de estas cartas, porque conviene que siempre haya guarda y gente
de guerra apercibida y que anden por la tierra y que se haga guerra
a los negros del Bauruco que ha muchos años que están juntos allí
y recogen todos los negros huidos y podríase engrosar tanto la junta
que nos pusiese en trabajo”.– AGI, Santo Domingo 51.
v Santo Domingo 12 de mayo de 1578.– La Audiencia al Rey
(capítulo de carta): “En esta ciudad e Isla se han entendido algunos

399
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

atrevimientos de negros, así de los que hay en esta ciudad como de


los que hay en los ingenios de la Isla, y algunas libertades de que
han usado de palabras libres que les han oído a manera de quererse
alzar, y para evitarlo, se ha proveído que haya capitán y soldados que
anden de ordinario por la Isla para la seguridad de ella; y para paga de
ellos se permitió que se echase sisa en la carne hasta en cantidad de
doscientos mil maravedis, en virtud de cédulas que para este efecto
lo permiten, habiéndolo pedido el Cabildo de esta Ciudad, y por el
Presidente de esta Audiencia, como Capitan General se nombraron
capitan y soldados, los que pareció que más convenían…”.– AGI,
Santo Domingo 51.
v Santo Domingo 15 de mayo de 1578.– El oidor Quero al Rey
(capítulo): Que al principio del año salió a visitar la tierra adentro;
visitó Higüey “de hasta veinte vecinos”, y el Ceibo “con solos ocho
y éstos pobrísimos”. Dice que no deben admitirse más negros en la
Isla, porque “he visto la tierra y los muchos negros y pocos españoles
que hay; aviso a V.M. que de ninguna manera se traigan más negros
porque hay tantos que cada día tememos no se alcen con la tierra, y
para volver a [la labor de] las minas, hay demasiados; si de los ingenios
se quintasen y se reformasen las demasías. Hay casas que de servicio
y acompañamiento tienen treinta esclavos y ningún español”.– AGI,
Santo Domingo 51.
v Santo Domingo 20 de mayo de 1578.– El doctor Aliaga, oidor,
al Rey: “También doy aviso a V.M. que en esta Isla está un pueblo de
negros alzados que se dice el Bauruco, a donde hay más de trescientos
vecinos, y los negros y cautivos que se huyen, se van allí; y porque no
vayan en crecimiento y se junten con ellos los negros de los ingenios y
otros del servicio, que harán grande daño en la Isla, conviene que este
pueblo se conquiste y se haga justicia de las cabezas y caudillos. V.M.
lo mande proveer y remediar con tiempo”.– AGI, Santo Domingo 51.

133.— Alcalde mayor.— Aquella petición que los oidores habían


elevado al Rey en su carta del 17 de junio de 1566, exponiendo
razones contra la libertad excesiva que los portugueses tenían en
frecuentar las costas del Norte favorecidos de los naturales y cuyos
tratos eran nocturnos, de suerte que cuando la Audiencia lo sabía,
era inútil que enviase jueces de comisión, porque cuando ello tenía
efecto ya unos y otros contratantes estaban seguros de peligro, y

400
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

quienes llevaban la carga era la gente pacífica de aquellos contornos,


sobre quienes recaía la pensión de juntar el dinero correspondiente
a los salarios que juez, alguacil y escribano habían devengado en el
tiempo de la misma comisión; y como esto redundaba solamente en
beneficio de sujetos que conseguían los respectivos nombramientos
a contemplación de la amistad y de otros motivos particulares, no
sin haberse expuesto los mismos oidores a diferencias entre sí (pues
cada cual quería que su patrocinado lograse la ganga, que bien
sabían y no expresaban a S.M. pues ganaban por el nombramiento
y movimiento poca cosa y un buen porqué cuando convenía que los
inculpados pasasen por desconocidos en virtud de la grasa dorada
que Juez y comparsa así acaparaban); y como la frecuencia de tales
nombramientos renovaba el enojo entre compadres, parecióles que
el nombramiento de un alcalde mayor fuese en sujeto que, viviendo
cerca de los parajes infestados de clandestinos negociantes, a buen
tiempo concurriese con su autoridad y cortase el paso a los culpados
antes que de ellos se desvaneciese el rastro; queríanlo como tal juez
conque tuviese también a su cargo andar el distrito que se le asignase
y estorbar todos rescates, y para que los vecinos apelasen ante él de las
cosas mal hechas o agravios que recibían de los alcaldes ordinarios,
ministros que no poseían otra mejor calidad en el administrar justicia
que el voto y votos con que fueron elegidos por sus convecinos al
principio de cada año.
134.— Esta petición no tuvo inmediata resolución, y por otra
carta de 10 de mayo de 1568 volvieron a pedir alcalde mayor, y es
en la que al margen se escribió esta memoria: “Que nombren el
Juez que dicen entretanto que S.M. otra cosa provee y avisen de la
[persona] nombrada, y le den y señalen el salario que les pareciere,
con que no exceda de quinientos ducados, los cuales se paguen
de las penas de Cámara que se sacan en toda la Isla y Audiencia”.
Quizás esta segunda carta no había llegado al Consejo de las Indias,
cuando los oidores, sentidos y resentidos del Presidente Diego de
Vera por el favoritismo que desplegó con los de su casa contra otras

401
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

insinuaciones (hijas de intereses creados entre los mismos oidores


y vecinos notables de la ciudad), volvieron a escribir, o fomentaron
la discordia entre el Presidente y el fiscal, quien en carta de 8 de
junio de 1568 expuso que el licenciado [Diego de] Montemayor,
sobrino del Presidente, fué a la tierra adentro con cinco escudos
de salario de buena moneda cada día, y con un alguacil, criado
del Presidente con ocho pesos, y un escribano con cinco pesos
diarios, “y, habiendo tenido más cuidado de lo que convenía a su
hacienda, que no a hacer lo que le había sido encomendado, yo
pedí, contra lo que él había hecho, lo que convenía al servicio
de V.M., por lo cual se había indignado tanto el Presidente que,
por ello y por otro delincuente que también favorecía, de cuyos
delitos di a V.M. cuenta, me mandó prender y echar unos grillos el
día que sueltan todos los presos, y quedaba en la cárcel pública”.
Aquella resolución parece ajustada más a esta novedad de lance
que a la necesidad reiteradamente expuesta, como va dicho, de
la creación del Alcalde mayor; sino que todavía, sin conocerse lo
resuelto, el doctor Antonio Mejía, sucesor de don Diego de Vera,
hubo de escribir al Consejo, demandando paridad en su oficio con
los presidentes de las Chancillerías de Valladolid y Granada, y se le
dió real cédula de Córdoba 20 de abril de 1570, por la que se mandó
a los oidores considerarse perpetuamente inhibidos en la elección
del sujeto después que la Audiencia determinase envío de juez de
comisión a la tierra adentro, por ser facultad que sólo tocaba al
Presidente. Quedó establecido el principio, no la sumisión de los
oidores porque, atentos a juntar dineros a la sombra de comisiones
de justicia, cuando se les cerrara una puerta querían tener abierta
otra; poniendo al Presidente en conflicto de no nombrar sino a quien
ellos quisieran por escabroso acuerdo fuera del Acuerdo, a veces
reduciendo el número de candidatos a sola persona de un oidor; y
como la concupiscencia alienta a los individuos viles y ronceadores, y
a los resueltos hace procaces en siendo profícua cualquiera acción que
así ofrezca, luego al punto se vió que, quien pudo, se atuvo al fuero

402
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de obedecer sin ejecutar, bajo de la conocida ficción del derecho de


no estar el Rey bien enterado de asunto gubernativo dudoso sino a
la tercera vez de mandar lo mismo, y aún no bastar sino cuando el
Rey amenazaba con “so la pena de la nuestra merced…”

v Las dos cartas citadas de 10 de mayo y 8 de junio de 1568, en AGI,


Santo Domingo 71.
v “El Rey. Nuestros Oydores de la nuestra Audiencia Real que reside
en la ciudad de Santo Domingo de la ysla Española: Por parte del
Doctor Mexía, nuestro Presidente de essa Audiencia, [se] me ha hecho
relacion que por costumbre de las nuestras Audiencias Reales y por
derecho expresso de las leyes de nuestros reynos estava dispuesto que,
quando por el Audiencia se votava que fuesse algun executor o otra
persona con dias y salario, la tal persona la avia de señalar y nombrar
el Presidente y no los Oydores, aunque fuessen alcaldes de corte, y
que por las ordenanças de essa Audiencia se mandava guardar en ella
lo que en las de Valladolid y Granada, destos Reynos, y en el título
que le aviamos mandado dar del dicho cargo de Presidente, aviamos
proveydo que le fuessen guardadas todas las demás preeminencias
que a los demás Presidentes de las nuestras Audiencias; y que, sin
embargo de lo susodicho, vosotros no le dexavades gozar de la dicha
preeminencia, suplicándome proveyessemos que no le pusiessedes en
ello ningun impedimento, ni os entremetiessedes en el nombramiento
de las tales personas que huvieren de yr a las dichas comissiones, sino
que lo dexassedes a él hazer libremente, o como la mi merced fuesse.
Y visto por los del mi Consejo de las Indias, fue acordado que devía
mandar dar esta mi cédula, y yo tuvelo por bien; por ende, yo vos
mando que de aqui adelante todas las vezes que por essa Audiencia
se acordare y votare que vaya executor o otra persona a alguna
comission, no os entremetays vosotros en el nombramiento de la tal
persona, sino que le dezeys nombrar y señalar al dicho Doctor Mexía,
y a los Presidentes que después dél fueren en essa Audiencia, sin que
le pongays impedimento alguno. Fecha en Cordova a veynte de abril
de mil y quinientos y setenta años. Yo el Rey. Por mandado de Su
Magestad, Francisco de Eraso. Señalada del Consejo”.– Cedulario
Indiano, II, 119.
v Santo Domingo 28 de enero de 1577.– González de Cuenca al Rey
(capítulo): “En este navío de aviso vino una cédula por la cual V.M.

403
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

manda se tomen los despachos a d. Miguel Maza de Lizana [Lizama


o Lezama], gobernador de la Margarita [el segundo marido de doña
Marcela Villalobos Manrique, p. 290] y se provea persona en su lugar
y él se envíe dirigido a los oficiales de la Contratación de Sevilla.
Cuando esta cédula llegó el don Miguel estaba preso en la cárcel de
esta Audiencia por mandado de ella, por algunos desacatos que iba
diciendo en su navío en que se había embarcado para la Margarita
y otras cosas que no convenían al oficio de Gobernador. Luego se le
tomaron los despachos e irá en la flota como V.M. lo manda, aunque
su pobreza es mucha”; AGI, Santo Domingo 50.– Santo Domingo 30
de junio de 1577.– El mismo al Rey: Repite el asunto de la sustitución
de Maza con otro en la gobernación de la Margarita, y sigue: “Pidióme
el licenciado Quero enviase por gobernador a un hermano suyo [Pedro
de Quero Lobado], mozo de veinte años y sin experiencia de negocios;
y porque yo y el licenciado de las Cabezas respondimos que por
cédula de V.M. está prohibido que ningún hermano de Oidor puede
ser Juez en su distrito y que aquella tierra era infestada de corsarios
y que, por no tener gobernador, la habían quemado franceses el año
pasado, ha tomado tanta punta conmigo, que públicamente dice
mal de mi a todos y ha tenido conmigo muchos descomedimientos
y desacatos que los han visto y oído muchas personas, y está toda
la ciudad admirada de mi sufrimiento; y porque no tengo orden de
V.M. para lo que en tales casos deba hacer, no los he remediado, y
[he] pasado con decirles que V.M. me mandó que a oidor o fiscal que
se desmandase o se desordenase, lo enviase a V.M., y todo esto no
basta…”; AGI, Santo Domingo 50.– Santo Domingo 15 de febrero
de 1580.– Del mismo al Rey: “Por otra cédula dores puestos por
V.M. el Audiencia no les pueda tomar residencia ni quitarles los
oficios, y que si hubiese causa para ello, se envíen a V.M. para que,
vistas en vuestro Consejo, se provea lo que convenga; y, conforme
a esta cédula general, trujo cédula en su favor don Miguel Maza de
Lizana, gobernador de la Margarita, y la presentó en la Audiencia,
pretendiendo el licenciado Quero y el licenciado Arceo ir uno de
ellos a la Margarita por gobernador y a tomar residencia al dicho don
Miguel Maza por capítulos que contra él se habían dado por ciertos
vecinos de la Margarita; y, habiendo ellos tomado las informaciones
como convenía a su pretensión, aunque de ellas no resultaban culpas
graves para le quitar el oficio mas de cosas oidas de liviandades de
mujeres; y estando visitando la Isla [Española, de oficio] el licenciado
de las Cabezas, los dos oidores proveyeron auto, sin mí, en que

404
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

mandaron que vaya a la Margarita un oidor de esta Audiencia a


proceder contra el dicho don Miguel Maza; y aunque yo les advertí
que por cédula de V.M. dada en el Bosque de Segovia el 17 de agosto
del año de [15]65, está mandado que ningún oidor pueda salir de esta
isla para ninguna parte, aunque sea con licencia del Presidente, so
pena de perdimiento del oficio, en revista los dos confirmaron su auto,
y, en este estado, vino aquí el mismo don Miguel Maza a defenderse
de lo que se le oponía; y como, con su venida, se cerraba la puerta a
ir oidor, a la hora que llegó, que era a las nueve de la noche, por mar
lo echaron en un calabozo con grillos, y así le tienen. Y en caso que
se pudiera proveer juez, el mandamiento era mío por ley y cédula de
V.M. particular para los Presidentes de las Audiencias dada a 20 de
abril de [15]70 años, de la cual no hicieron caso, y el no poder salir
oidor de esta Isla se confirmó bien por otra provisión de V.M., dada
en Madrid a 8 de septiembre de [1]567 años, por la cual, habiendo
proveido V.M. (en esta Audiencia) que fuese el licenciado Ortegón al
Rio de la Hacha, mandó por provisión que no fuese y, si hubiese ido,
se volviese luego. Sobre esto hay mucha necesidad que V.M. mande
proveer con brevedad porque en todos los casos que hubiere necesidad
de Juez de comisión se ha de procurar que se pida que sea oidor o fiscal,
y sobre quién lo ha de nombrar y cuál ha de ir [siempre] es muy cierta
diferencia en el Audiencia porque acusa; hasta el Relator pretende
que le provean en comisiones; la tierra es paupérrima y el salario de
los oidores es grande, y como ellos pretenden ir, las informaciones
se harán por ellos mismos como convenga a su pretensión; y pues el
Presidente aquí no tiene preeminencia alguna sino es nombrar jueces
de comisión, sería desautorizarle y quitársela por este camino, especial
[mente] que tengo relación que algunos de ellos dicen que, aunque
el nombramiento sea mío, los han de hacer y proveer ellos”. “En el
entretanto que la armada real (y era la por él dispuesta) estaba en
Puerto Rico, los dos Oidores Quero y Arceo me enviaron a pedir con
el fiscal de esta Audiencia que enviase uno de ellos a la Margarita,
ofreciendo de servirme y de hacer grandes cosas para darme contento,
y lo mismo me mandó a decir el licenciado Quero con Simón de
Bolívar, secretario de esta Audiencia, enviando con él a decir que
vendría a hincarse de rodillas ante mí y me besaría los pies porque le
nombrase para la Margarita, lo cual yo no puedo hacer por ser contra
cédula de V.M., y porque había de quedar el Audiencia con sólo un
Oidor. Sintiéronlo tanto que, al llegar el armada a este puerto, por
vengarse de mí, mandaron, estando recusados, que mi hijo (que fué

405
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

por general) tuviese mi casa por cárcel, y prendieron en la cárcel


pública, con prisiones, a Juan Ponce de León, alcaide de la fortaleza
de Puerto Rico que iba por consejero mayor de la armada, y los dos
Oidores, a puerta cerrada en sus casas, tomaron informaciones a su
gusto, por las cuales [se reconoce] no hubo testigo, ni lo podía haber,
que pusiese pecado venial. De mi hijo antes pusieron a su favor”;
AGI, Santo Domingo 51.– (Ninguno de estos tres documentos ha
sido inspeccionado directamente por el autor.)

135.— Luego que fué recibida la real cédula ordenadora del


establecimiento de la Alcaldía mayor, fué suerte dar con varón
inteligente, públicamente honesto e insobornable, hombre rico
con ingenio de azúcar, hatos, estancias y bienes muebles y sujeto
casado con nieta de aquel Consejero de Indias, el licenciado Juan
Salmerón, que sucedió en el alto puesto del Consejo a aquel otro
gran caballero de industria Dr. Beltrán, depuesto por sus trucos y
avaricia; sino que este tal, Rodrigo Hernández de Rivera, habiendo
pasado un año sin haber recibido por vía legal la parte que le tocaba
en los descaminos que había sentenciado, esperó un año más y,
como tampoco se le diese satisfacción, que subía ya a 4.000 ducados
poco más o menos, se desistió del oficio, pues no tenía necesidad
de cooperar con la Audiencia en la observancia de las leyes, si el
trabajo era para él y los gajes del cargo para otros; cedió el puesto
con tanta moderación como quien era, pues no perdió amistad
con los de arriba, habiendo sido tan humano con los de abajo. Al
dársele sucesor, levantóse en la Audiencia la antigua competencia
entre el Presidente Francisco de Vera y los Oidores, y parece que
el nombramiento dejó de hacerse por entonces hasta conseguirse
declaración Real a recurso que la Audiencia hizo en carta de 11 de
abril de 1574. Ya en la presidencia González de Cuenca, otra vez
incidieron los togados en sus competiciones y, aunque por carta de
17 de junio de 1576 reclamó el Presidente pertenecerle hacer el
nombramiento, cedió transitoriamente, sin perjuicio de su alegado
derecho, pues el 20 de octubre del mismo año fué nombrado alcalde

406
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

mayor el licenciado Alonso Bernáldez. De muy diferente palo el


Bernáldez que aquel Hernández de Rivera, los de la Audiencia, tras
de perder los estribos en la abierta carrera de las disonancias con
que Bernáldez cantaba el himno a la justicia, dieron con un arbitrio
que se expresaba con unas palabras y podía enunciarse con otras no
muy semejantes; pues ya los Oidores, por su turno, salían a visitar la
tierra adentro conforme a Reales cédulas y habrían de hacer lo que
el alcalde mayor hacía, el oficio era innecesario y su salario quedase
para otras atenciones del Real servicio. Con la misma persistencia
que disputaban a los Presidentes la facultad de los nombramientos,
continuaron pretendiendo la supresión de la Alcaldía mayor; pero
ya este oficio era de privilegio concedido al Consejo de las Indias, y
ni se dió al Presidente la declaración solicitada por todos, ni se dejó
sin confirmar, contra los Oidores, ser prerrogativa del Presidente
nombrar los jueces de comisión. Bien pronto contra los Presidentes
se declararía (y repetiría vez por vez en alivio de los alcaldes mayores)
que el Presidente no debía ni podía enviar juez de comisión contra
Alcalde Mayor porque, siendo titular (o criatura del Consejo de las
Indias), aquella facultad no le incumbía por razón ninguna.

v Rodrigo Hernández de Rivera, natural de Santo Domingo, hijo


legítimo de Gómez Hernández y de Catalina Jiménez, pobladores
antiguos de la Isla (Gómez entre los vecinos de la Capital en 1520);
tenía casa principal, ingenio de azúcar, hatos y labranzas, y era
mercader muy activo; casó con doña Ana Salmerón, hija de Juan
Salmerón, que lo fué del licenciado homónimo, alcalde del crimen en
Panamá y después Consejero de Indias; hizo información de nobleza
en mayo de 1574, por hacer valer su derecho a los gajes del oficio
de Alcalde Mayor, que lo fué por dos años. En 1575 la Audiencia
le creó regidor de la Ciudad de Santo Domingo, y pidió al Rey la
confirmación; por no haberse concedido, volvió la Audiencia a darle
el mismo encargo en 1583, por que el Visitador Rodrigo de Ribero
suspendió a seis regidores. A la muerte del contador real Bernabé de
Ortegón, la Audiencia le dió el oficio en octubre de 1585, y lo tuvo
hasta la llegada de nuevo titular, que se embarcó en Sanlúcar de

407
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Barrameda el 13 de julio de 1586; AGI, Patronato Real 50, nº 10;


Santo Domingo 13. 50. 73; Contaduría 1055.– Hijo de Rodrigo fué
un Gómez Hernández de Rivera, en quien renunció el regimiento
que poseía su medio hermano Luis Guerra de Alvarado, mediante
haber dado 4.000 ducados; recibió título provisional de regidor de
Santo Domingo, de 7 de septiembre de 1623, que el Rey confirmó el
24 de febrero de 1627; AGI, Santo Domingo 32. 900 H 10.
v Santo Domingo 11 de abril de 1574.– Francisco de Vera, Presidente,
y Castillo e Ibero, Oidores, al Rey; capítulo de carta: “V.M. tiene
mandado que salga y ande por la Isla un letrado con título de Alcalde
Mayor, y que use el oficio siempre y de la manera que lo hacen los
alcaldes mayores de los Adelantamientos de Castilla; la provisión que
V.M. ha dado para lo susodicho habla con el Presidente y Oidores;
pretende el Presidente que a él sólo pertenece el nombramiento”.–
AGI, Santo Domingo 71.
v Santo Domingo 19 de enero de 1578.– El fiscal Villanueva Zapata
al Rey, capítulo de carta: Que el Oidor Quero “ha salido a la visita
de la tierra; ella está tan pobre y visitada de Jueces, que no sé si fuera
mejor que no hubiera salido; al alcalde mayor se ha mandado venir
y está suspendido de su salario porque, no siendo necesario, no está
bien hacer gasto a V.M.” AGI, Santo Domingo 51.
v Al bachiller Agustín Bernáldez se le pagó “por quince meses y diez
días que sirvió con el oficio de Alcalde Mayor de la tierra adentro, a
razón de quinientos ducados por año.– AGI, Contaduría 1053.
v La carta de 17 de junio de 1576 del Presidente González de
Cuenca, sobre nombramientos de alcalde mayor, es la citada en
las pp. 350 y 355.
v Badajoz 19 de agosto de 1580.– Real cédula a los Oidores; se les
mandó por otra dada en Córdoba el 20 de abril de 1570 que no se
metiesen en nombrar jueces de comisión, por tocar ello a sólo el
Presidente; se les ordena, a petición de González de Cuenca, cumplan
los Oidores actuales y todos en adelante como se les había mandado.
AGI, Santo Domingo 899. (Atención puesta a carta de Cuenca de
15 de febrero del mismo año; pág 406).

136.– Justamente estas incidencias ocasionaron, desde luego,


mayor atención de parte del Consejo, para hacer nombramiento
de titular, y recayó la gracia en un Antonio Jover, que habría de

408
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

permanecer en el cargo durante cinco años, pero en el que no había


de entrar sino después de haber cumplido lo que era de su parte
en cierto asiento o contrato hecho de llevar a Puerto Rico cien
labradores a su propia costa. Tal contrato se le convirtió a Jover en
un cerro que llevaba en la cabeza, y porque no acababa de aclarar
el estado de su compromiso, se le recogieron todos sus papeles y
quedó despedido. En su lugar fué nombrado el capitán Bernardino
de Ovando, sujeto que, como militar, tuvo crédito de buenas prendas
de mucho valor, y a este tal no se le impuso gravamen alguno por la
consecución del oficio, antes con toda brevedad se le dió licencia
de irse a su plaza, bien entendido que por otra letra a par de su
nombramiento, el Presidente debía llamarlo junto a sí en todos los
casos concernientes a materias de guerra, por tener pericia bastante
y condiciones para obrar como buen soldado debajo las órdenes del
mismo Presidente, quien ya constituido Capitán General, recibiría
con el capitán el alivio de inteligencia y brazo que, en las ocasiones
que ocurriesen, buena cuenta diera de sí y también de los enemigos.
No sirvió ni para maldita la cosa.

v Santo Domingo 15 de agosto de 1577. Los Oidores Aliaga y Arceo


al Rey (capítulo de carta): que se debe quitar el oficio de Alcalde
Mayor de la tierra adentro, para excusar el salario de 600 ducados,
pues con la visita del Oidor, se hace lo mismo que hace el Alcalde
Mayor.–
v Las instrucciones reales sobre atribuciones y ejercicio del oficio
de alcalde mayor, de 1º de octubre de 1569.– AGI, Escribanía de
Cámara 32.
v Madrid 13 de abril de 1578.– Título real de Alcalde Mayor para
Antonio Jover, por cinco años, en virtud del asiento hecho con
él de llevar a Puerto Rico cien labradores a su costa, y entre en el
oficio en sabiéndose que ha cumplido lo que le toca.– AGI, Santo
Domingo 899.
v Madrid 2 de noviembre de 1578. Título de Alcalde Mayor de
la tierra adentro, en Santo Domingo, para el capitán Bernardino
de Ovando, por cinco años; copia de su título en AGI, Escribanía

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de Cámara 32.– Madrid 10 de noviembre de 1578. Real cédula a


Presidente y Oidores de la Audiencia de Santo Domingo; disponiendo
que en todas las cosas de guerra que se ofrecieren en la Isla, las
comuniquen con Bernardino de Ovando, capitán, según consta de
su título que se le dió, porque desde 1570 sirvió como capitán y como
almirante, y en muchas ocasiones había servido muy bien; AGI, Santo
Domingo 899.– Hállasele cobrando su salario de 500 ducados al año
en 1586; cumplía año de llegada y oficio el 27 de mayo.
v El Alcalde Mayor de la tierra adentro (Santiago) se proveía a
proposición del Consejo de las Indias; los demás empleos por la vía
reservada (es nota de Secretaría).– AGI, Santo Domingo 320.

137.— Aparentemente Ovando llegó a Santo Domingo en mayo


de 1580, y hállasele cobrando sueldo (atrasado) en 1587; alguna
demora hizo el Consejo en darle sucesor. Presidente ni Oidores
hallaron en Ovando la ductilidad que es propia de la cera y del
barro, ni se le vio jamás con disposición de mediar en favor del
uno ni de los otros, pues no se consideraba criatura de ninguno, y
porque en el administrar justicia cartas de recomendación eran para
él papel mojado, ya antes de un año no pudiendo los magistrados
sacudirse de sí a Ovando, como antes lo habían hecho con Bernáldez,
recomenzaron las querellas que representaban los de la Audiencia al
Rey sobre ser este Alcalde Mayor un hombre terrible e insoportable
(no consta exceso específico declarado por los quejosos ministros,
y quejoso fué justamente el fiscal de S.M.), y que debía ser puesto
en donde su bota pisara en firme, mayormente en las galeras, si con
la orden que ya se practicaba de que un Oidor saliese a visitar cada
año la tierra adentro, era sobrancero aquel oficio al par que, quitado,
S.M. podía disponer de su sueldo de 500 ducados para atención de
otras muchas necesidades tocantes al Real servicio. Una resolución
del Consejo de las Indias conforme al rutinario y extemporáneo
arbitrio de no ceñirse a las innovaciones emanadas del mismo
Supremo Tribunal, parece que fué la chispa que prendió fuego entre
los señores de la Audiencia y el Alcalde Mayor. A representación

410
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de los Oficiales Reales hecha en 1576 contra las libertades usuales


practicadas por los vecinos de la Yaguana, con extranjeros, a que se
juntaron otras cartas dirigidas en la misma coyuntura de tiempo al
Consejo, éste determinó que la Audiencia enviase Juez de comisión
a la Yaguana y procediese contra delincuentes en rescates; no
procedía la determinación sino en cuanto se hubiese cometido dicho
envío al Presidente, conforme a Real cédula de 1570. Bien que no
hayamos recogido texto de cartas sobre la inoportunidad de conferir
a la Audiencia tal envío y no al Presidente, no embargante que en
aquel caso se hubiera observado por la Audiencia el cumplimiento
de enviarse juez nombrado justamente por solo el Presidente, pero el
nombramiento de Alcalde Mayor fué posterior a aquella orden del
Consejo y en personal jurisdicción se contenía lo mismo, de propio
oficio, en tanto que la de Juez de Comisión a favor de tercero debió
haberse tenido ya por caduca, reformándose en la práctica lo que
estaba recientemente ordenado, y pudo hacerse con un simple auto.
No se hizo así, pues como llegase a la Isla el nuevo Alcalde Mayor,
Ovando, poco después de haber enviado la Audiencia a la Yaguana
juez en persona de un tal licenciado Cuevas, Ovando, impuesto
de aquella concurrencia, se encaminó a la Yaguana, quiso obligar
a Cuevas a deshacerse de su comisión por pertenecerle de oficio la
causa; más resistió aquél los Oidores, ampararon la competencia a
favor de su cliente y lo sostuvo a fuerza de autoridad, pero el pleito
se zanjó ante un Visitador General, quien declaró el derecho del
querellante y castigó a los Oidores con multa de pesos por haberse
atravesado al Alcalde Mayor, sabiendo la obligación y el deber
de dicho ministro por la letra de su título dentro del cuadro de
las instrucciones vigentes dadas para los Alcaldes Mayores en
1569. Quizás este revés de los Oidores podría explicar (si no es
que Ovando habría estado en partes alejadas de donde repentina
calamidad imponía no hacerse mérito de su persona) aquella notable
preterición que se observa en los papeles referentes de la invasión
del inglés Drake, pues no se le ve como disponente ni concurrente

411
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

a acto ninguno o diligencias hechas en Santiago de los Caballeros


para comunicar a la Habana el peligro en que podría verse, invadida
la Española y avasallada la ciudad de Santo Domingo (aunque para
entonces ya estaba nombrado sucesor suyo en el oficio, no había
llegado a la Isla).

v Santo Domingo 2 de julio de 1576. Los oficiales reales al Rey


(capítulo): Dicen que dos navíos de Canarias, con vinos, han sido
robados de franceses en tiempos y parajes diferentes; se hizo alarde
en la ciudad para prevención contra tres navíos de franceses que
son dueños de la mar y también de la tierra, porque los vecinos de
la Yaguana los reciben. Piden castigo para estos españoles, y que sea
ejemplar. Y que conviene que vaya un oficial a la Yaguana para el
remedio de los rescates, pues ellos, por no tener esta facultad, dejan
de hacerlo, y así no pueden remediar nada. (Al margen: “cédula
a la Audiencia para que envíe juez contra rescates”.) AGI, Santo
Domingo 74.– Santo Domingo (18 de julio de 1576). La Audiencia al
Rey: “Esta costa está muy llena de corsarios, de los cuales los vasallos
de V.M. reciben graves daños por los muchos robos que hacen y
son señores de los puertos y compelen a los vecinos a rescatar con
ellos las cosas que roban en esta costa, que a la presente está muy
infestada de los dichos corsarios, como V.M. entenderá por las cartas
que a esta Audiencia han escrito el alcalde de Puerto de Plata y el
capitán de la Yaguana, y por una información que de la Yaguana se
nos ha enviado, que van con ésta. Gran necesidad tiene esta Isla y las
demás sujetas a esta Audiencia que V.M. mande remediar los daños
que estos corsarios hacen cada día, mandando que los galeones de la
armada de V.M. anden por esta costa, o se pongan dos galeras, para
el remedio de ello; que nosotros, aunque hagamos lo posible, es poco
lo que podemos remediar por la mar”; AGI, Santo Domingo 50.
v Santo Domingo 28 de febrero de 1581.– González de Cuenca
al Rey (capítulo): Proponiendo que se suprima el oficio de Alcalde
Mayor de la tierra adentro y se excuse su salario, porque con la visita
de un Oidor, no hace falta ese oficio, y explica: “El proveimiento de
Alcalde Mayor nos pareció acá que se pudiese excusar y su salario,
pues tiene V.M. mandado que los Oidores, por su turno, visiten la
Isla, y así lo escribió esta Audiencia a V.M. Dióse la instrucción
para que anduviese por la Isla y no estuviese de asiento en ningún

412
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

lugar”. Y sigue diciendo Ovando que “después que fué se ha estado


y está en la Yaguana, y es cierto que, estando él allí, están cargando
de cueros dos o tres navíos de franceses, y que han echado en los
puertos de aquel pueblo más de cuatrocientos negros, que todos los
han comprado a trueque de cueros, y muchos de ellos (dicen) que los
traen a esta ciudad, y harta cantidad de ellos, se dice, se traen para
algunos jueces que acá están; y si los jueces de V.M. y de quien han
de tomar ejemplo, compran negros de franceses, no son tan dignos
de culpa los particulares. Mucho habría que escribir sobre ésto, pero
mi oficio no es de fiscal, y como juez no lo puedo castigar, porque soy
solo”.– AGI, Santo Domingo 51.
v La Audiencia cortó las reclamaciones del Alcalde Mayor Ovando
por decreto de 6 de septiembre de 1580, ordenando que el alcalde, si
quería ejercer su oficio en la Yaguana, entendiese en ello sin más que
darse a la obra, pero en cuanto a asuntos contra rescates, se abstuviese
mientras el licenciado Cuevas estuviese practicando la comisión
que se le dió.– Ovando continuó en sus pretensiones de oficio ante
el Visitador Ribero, que sentenció en su favor.– AGI, Escribanía de
Cámara 32.
v Santo Domingo 7 de mayo de 1581 y 17 de mayo de 1582.– Dos
cartas del fiscal Larieta al Rey, contra la existencia del oficio de
Alcalde Mayor; en la segunda, que el Alcalde Mayor Ovando sea
ocupado en las galeras.– AGI, Santo Domingo 51.
v Santo Domingo 23 de febrero de 1586.– Ovalle, al Rey: el Alcalde
Mayor Ovando es hombre terrible con quien se tiene mucho trabajo.–
AGI, Santo Domingo 43.
v Murió González de Cuenca el 13 de abril de 1581. Muy maltratado
en vida, tuvo contra sí a oidores, fiscales, regidores, mercaderes y
canónigos. El mayor escollo en que dió, fué hacer cumplir las Reales
cédulas sobre estabilización racional de la moneda de la tierra, que
era de cobre. No logró su empeño porque los aliados por el agio, la
usura y el monopolio con mil tretas lo estorbaron. A esta luz deben
leerse las cartas que contra él fueron al Consejo de las Indias. El
Dr. Américo Lugo, que recogió conceptos en pro y en contra de
González de Cuenca, a vista de cartas, escribió que si se comparan
los elogios hechos por frailes y las críticas de prebendados, “se verá
cómo desconcierta y mueve a cautela en nuestra historia colonial este
frecuente batirse personas de una misma profesión ni ideología en la
afirmación de los puntos de vista”. Juicio, desde luego, bien inexacto,

413
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

porque frailes ni prebendados tuvieron la misma profesión ni la misma


ideología. Aquéllos profesaban la pobreza por su estado religioso en
virtud de voto; éstos no profesaron la pobreza por estado, ni aún por
honra del consejo evangélico; en cuanto a ideología, ya difiere la del
pobre por amor de Dios (porque así lo dice) y ama su propio bienestar
corporal y temporal (porque ya se lo procura). Pero así como entran en
la red peces rollizos y peces ruines, también ingresan en el eclesiástico
estado virtuosos varones, honor del hábito de San Pedro, y en el
estado religioso, sabandijas asquerosas que embabean el hábito del
santo fundador del respectivo instituto. Pues González de Cuenca no
fué acusado de avariento ni de usurero, antes murió sin otro caudal que
el de su salario, en esto está su mejor encomio, lo mismo se consideren
puntos de vista en su alabanza, como puntos de vista en la crítica de
sus actos. Bien pudo ser destemplado, deslenguado, insultante, con
más el aprecio excesivo de su persona en aquellos puestos… Corriente
es que quien haya de bregar con verduleras y fulleros, use modos y
palabras a tono con lo que oye y en acre repulsa de desvergüenzas
que se le hacen. La autoridad que está encerrada en círculo estrecho
de mando (que es la abreviada extensión de leyes no perfectas, o
no codificadas), es bien claro se rebose por mera compensación,
practicando lo mismo que castiga.– Hijo de este Presidente fué don
Diego González de Contreras, de quien Ernesto Schaefer recogió
estas noticias: Fiscal del Supremo Consejo de las Indias, con título
de 23 de enero de 1619; Consejero del mismo Tribunal desde 25 de
febrero de 1624; y finalmente, Consejero del Consejo de Castilla.

414
Capítulo XII
Presidencias interinarias de los Oidores Alonso de
las Cabezas de Meneses y Pedro de Arceo
(1581-1582)

138.— Cuando llegó a la Isla el Presidente González de Cuenca


con los Oidores Esteban de Quero y Alonso de las Cabezas de
Meneses, quedó renovado el personal de la Audiencia. Aquel
llegar juntos no fué por especial disposición Real, sino que, como
dichos dos Oidores (y un tercero, el doctor Juan del Barrio), fueron
nombrados en la misma fecha, porque no hubiese duda sobre la
antigüedad entre los tres, se determinó que, pasando juntos dos
de ellos, fuese más antiguo el primero nombrado en esta cédula
de discriminación, Quero; y en el mismo orden, no siendo Quero,
fuese desde luego quien primero llegase, aunque fuese el tercero o en
tercer lugar enunciado el primero en llegar. Hubo, pues, eficacia en
el embarcarse los dos Oidores, por ganar paso al tercero, Barrio, que
nunca llegó. Quero y Cabezas fueron, notoriamente, muy desafectos
al Presidente. Al tiempo de morir éste, aquellos dos Oidores tenían
la misma antigüedad que cuando llegaron, y fueron compañeros
suyos, por llegados con posterioridad de nombramiento, Pedro de
Arceo y Martín de Aliaga, al que tocó alejarse de la isla con nueva
promoción, por habérsele apartado de Santo Domingo al tiempo que
se dió licencia para que dos hijos suyos se casasen en esta ciudad.

v El Pardo 21 de abril de 1575.– Real cédula, con declaración de


antigüedad de los Oidores Quero, Cabezas de Meneses y Juan del
Barrio (éste no aceptó) nombrados “todos tres en un mismo día,

415
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

como parece por sus títulos”. Para quitar dudas se había resuelto “que,
yendo los susodichos juntos en una flota a servir sus cargos, sea el más
antiguo de ellos en la dicha Audiencia el dicho licenciado Esteban
de Quero, y luego el dicho licenciado de las Cabezas de Meneses, y
después el dicho doctor Juan del Barrio; y que si fueren los dos los
primeros, o después de haber ido el uno, fueron juntos, que por la
orden susodicha prefieran el uno al otro, y si fueren cada uno de por
sí en diferentes flotas, vayan prefiriendo el uno al otro como fueren
llegando a esa dicha Isla, aunque sea segundo o tercero el que llegare
primero, y por esta orden se entiendan todos”.– AGI, Santo Domingo
868, lib. 3.
Licenciado Pedro de Arceo, Oidor.– Hijo del lic. Arceo, Oidor que
fué 40 años de la Audiencia de Valladolid; AGI, Santo Domingo 83.–
Su título de Los Molinillos y licencia de ir a su destino, 3 de julio de
1576; AGI, Santo Domingo 899.– Primera paga por “dos meses y onze
días de su salario, que comenzaron a correr desde veynte días del mes
junio pasado deste año de mill e quinientos y setenta y siete años que
Su Merced se hizo a la vela desde la barra de Sanlucar de Barrameda,
como paresce de una fué de Rodrigo Guillén, escrivano del navío
nombrado “La María”, maestre Juan Agustín”; AGI, Contaduría
1052.– Pasó a la Margarita en comisión pesquisidora y cobró por
ello tres pesos de oro por día durante diez meses “que comenzaron a
correr a veynte y nueve de octubre del año pasado de ochenta años
y se cumplieron a veynte y ocho de agosto del año de quinientos y
ochenta y uno, que le fueron librados por el licenciado Rodrigo de
Ribero, Visitador en esta Isla, por el tiempo que se ocupó en tomar
residencia a don Miguel Maza Lizana y sus oficiales, governador que
fué de la dicha Isla” Margarita; AGI, Contaduría 1053.– Su última
paga “fasta siete de agosto del año de noventa, que murió”; AGI,
Contaduría 1058. Fué Oidor en lugar del licenciado Gaspar del
Castillo.
v Dr. Martin de Aliaga, Oidor. Su título de Los Molinillos 9 de
julio de 1576, y licencia de ir a su destino, del mismo día; AGI, Santo
Domingo 899.– Llegó a la Isla la noche del 6 de agosto de 1577; AGI,
Santo Domingo 79.– Su primera paga: “por razón de dos meses y dos
días de su salario, que comenzaron a correr a diez y nueve de junio
pasado deste año de mill e quinientos y setenta y siete años, que se
hizo a la vela de la barra de Sanlucar de Barrameda, como paresce por
una fee de Gaspar de los Reyes, escrivano del navío nombrado “San

416
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Francisco”, maestre Juan Bernardo”; AGI, Contaduría 1052.– Fué


sujeto de pro, porque se le dió antigüedad sobre el Oidor Pedro de
Arceo, nombrado seis días antes.– Pidió licencia para poder casarse
dos hijos en Santo Domingo, y se le atendió, sin dispensación de la
ley vigente, porque por despacho de 23 de septiembre de 1578, se le
otorgó lo que quería con tal que aceptase pasar de Oidor a Guatemala;
el nuevo título era de 24 de abril de 1578. Su última paga en Santo
Domingo, como “oydor que fué desta Real Audiencia, por dos meses y
veynte días que sirvió la plaza en el postrero tercio del año de setenta
y ocho”, que fué haber cesado el 20 de noviembre; AGI, Contaduría
1053.– Había estado en la Audiencia de Santo Domingo por muerte
del Oidor Francisco de Vera.
v El Pardo 27 de septiembre de 1576.– Real cédula; prefiera el
Oidor Aliaga al Oidor Arceo en antigüedad en la Audiencia; con
esta orden se soltaba duda interpuesta.– AGI, Santo Domingo 899.

139.— Las graves disidencias entre los tres magistrados, como


tenían tanta repercusión en todas materias que atañían a provisiones
sobre el buen gobierno en todo el distrito de la Audiencia, dieron pie
a enviarse un visitador, don Rodrigo de Ribero, que salió de España
mediando el año de 1580; sino que, en llegando, enfermó gravemente
y durante meses no pudo atender a ninguna de sus comisiones. Al
cabo, mejoró. Y cuando pensaba entregarse a sus encargos, González
de Cuenca enfermó, hizo lecho largo y murió. Ocurrió su defunción
cuando el visitador, habiendo tomado por su cuenta la visitación
del oidor más antiguo, Quero, le suspendió del oficio de Oidor;
conque no pudo tomar posesión de la presidencia interinaria, y de
ella se hizo cargo el oidor Cabezas de Meneses. Quero, siguiendo con
Ribero sus pronunciamientos chillones y poco caballerescos, hubo
de parar en la cárcel y, como entre fieros y razonamientos escritos
con cordura pretendiese persuadir que tenía pulpa dulce debajo de
amarga cáscara, solicitó se le diese la oportunidad de demostrarlo
con los hechos. No por ésto, sino por quitarse de encima a hombre
tan revulsivo y procaz, Ribero quiso instituir en él una delegación
residenciante en la isla de Cuba, pero el recluso la rechazó por

417
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

entender que más y más se le alejaba, aunque mérito hiciera de buen


ministro, de la presidencia. Aceptó de buena voluntad, por contraria
razón, una comisión contra rescates en la Yaguana y banda del Norte
y se partió; y en la Yaguana, donde aquellos rescatadores vivían a
sus anchas, recusando a cuanto juez de comisión se les enviaba que
quisiera dar puntada excedente sobre la letra de su comisión, se la
midieron con el milimétrico compás de la significación de cada
un vocablo, y como empezase a entender en pesquisas en talla y
porte de Visitador por el Rey en caso de comisión extraordinaria
y reforzase sus autos a fuer de íntegro juez con interjeciones que
hacían honor a cierta educación no delicada (por ello andaba en
proverbio), se granjeó (de parte de un nunca descubierto) el regalo
que, juntamente con el dulzor que bien le placía al gusto a la luz
de la acariciada esperanza de la restitución a su oficio y presidencia
interinaria, sorbió, pues tragó el tósigo letal que le llevó a la fosa.

v Licenciado Rodrigo de Ribero, Visitador de la Isla.– Medellín 1


de mayo de 1580 (no hallada la fecha del título), licencia para ir a
su destino; licencia para que los esclavos que anden con él lleven
armas; aviso a la Audiencia de pagar al escribano de la visita (Alonso
Ruíz) mil maravedís por día (tres cédulas); AGI, Santo Domingo
899.– Talaveruela 20 de mayo de 1580; se le asigna el salario anual
desde que se embarque hasta que se desembarque en España, 3.500
ducados de 375 mrs. el ducado; AGI, Santo Domingo 899.– Se
embarca el 10 de junio de 1580, y cesa (el día que sale de Santo
Domingo), AGI, Contaduría 1053.– Por Real cédula de Madrid 26
de abril de 1583 se le ordenó abstenerse de estar inquiriendo cosas
ni negocios que no eran de su oficio; AGI, Santo Domingo 900; esta
cédula produjo el buen efecto de hacerle desistir de su interminable
comisión, para seguir cobrando salario, teniendo asegurado el de 92
días de navegación, que también se llevó.
v Juan Pérez [de Urraca] es nombrado Alguacil de la Visita de
Rodrigo de Ribero el 9 de enero de 1581; AGI, Contaduría 1053.–
Para este tiempo ha de señalarse haberse recuperado el visitador y
dado principio a su oficio.

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v Santo Domingo 1o de noviembre de 1583.– Pedro de Quero al Rey:


dice sobre hermano el difunto Oidor Esteban de Quero que, primero,
el Visitador le puso en la cárcel; después, por aplacar las quejas del
preso y por no poder hallar testigos contra él porque ninguno de los
llamados podía cumplir a su intento (es hermano el que escribe),
trató que fuese en una comisión a la Habana, pero el preso prefirió
comisión para la Yaguana y banda del Norte; fué a la Yaguana en
1582, y dentro de quince días “le mataron con ponzoña”. Ha pedido
justicia contra los culpados y no se la dan; suplica, etc.– AGI, Santo
Domingo 73.
v Madrid 27 de noviembre de 1576.– Real cédula a Presidente
y Oidores: ordenando que cuando envíen jueces de comisión a la
Yaguana, les den comisión para que entiendan en tomar razón y
cuenta de sus procedimientos a lo que tratan y contratan con ingleses
y franceses, y hagan la justicia que se ofrezca conforme a derecho;
pues se tiene entendido que allá no los admiten a estas pesquisas
por decir que en sus comisiones no se exprese tal calidad para esos
actos.– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3.
v Santo Domingo 6 de mayo de 1581.– Los oidores Cabezas y Arceo,
al Rey: que hace un mes falleció el Presidente Cuenca. El Visitador
suspendió al oidor Quero, que en el día está en la cárcel entre muchos
negros; el Oidor Martín de Aliaga está promovido, y los dos firmantes
quedan solos en la Audiencia.– AGI, Santo Domingo 51.

140.— A los gritos irisados de rojo, verde y azul de Quero en


su posada celular, juntóse a su tiempo lo que el Oidor-Presidente
Cabezas de Meneses profirió en su casa-cárcel; porque, residenciado
después de Quero y declarado suspenso por el visitador, se puso en
término que el enviársele a la cárcel de la Fortaleza fué “porque no
se pudo excusar”; se le extrajo de su residencia y se le dió encierro
“honroso”, si era si no era privativo de los cargos que había tenido. Por
cuya razón pasó la presidencia interinaria al Oidor Pedro de Arceo.
El cual, como fuese también a ocupar el asiento que en el tribunal
tienen los culpados aunque no tengan gran culpa, el visitador se la
halló sino que por dar con arbitrio decoroso para apreciar si el Oidor
que quedaba por juzgar acaso pusiera en contingencia un dictamen

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conforme a la necesidad de no borrar del ministerio público a todos


magistrados de la Audiencia, suspendió el auto condenatorio por el
que privaría a Arceo del oficio de Oidor con más el de Presidente,
y justamente halló al cuarto Oidor, Alonso de la Torre, merecedor
de la suspensión, que pronunció, y porque a lo menos la sanción
moral prevaleciese sobre la efectiva, en el propio día mandó Ribero
que no usase más Arceo de sus oficios hasta que por S.M. otra cosa
se proveyese, y por otro su auto decretorio suspendió el auto de
suspensión de cargos. Así conseguía el visitador eludir la acefalía
de la Audiencia y gobierno de la Isla. Prudente recurso, y Arceo
quedó en sus oficios hasta el 25 de julio de 1583, que llegó el titular
licenciado Cristóbal de Ovalle.

v Santo Domingo 4 de mayo de 1581. El Oidor Cabezas de Meneses


dice en capítulo de carta al Rey, que “por muerte del doctor Cuenca,
vuestro Presidente, quedé yo con sus veces en servir a V.M.” y pedía
acrecentamiento de salarlo.– AGI, Santo Domingo 51.
v Pólvora; en 1581 se dice que se ha entregado cantidad de ella,
“y está en poder del licenciado De las Cabezas de Meneses que, por
Oidor más antiguo, preside en esta Audiencia, para la repartir entre
los vecinos desta dicha ciudad, que della tuvieren necesidad para la
dicha defensa”.– AGI, Contaduría 1052.
v Santo Domingo 27 de febrero de 1583.– Cabezas de Meneses,
Oidor suspendido, al Rey: Que el Visitador lo tuvo preso en su casa
mes y medio, y de allí le trasladó a la cárcel pública con un alguacil, de
día, y con la admiración de todos de “que aquello se usase con quien
dos meses antes presidía en una Audiencia Real y salía como Capitán
General con todos los de esta tierra que le seguían; y si la Audiencia
ha de prender un hombre principal, envía un alcalde ordinario, o el
Alguacil Mayor lo haga, porque se requiere así en estos países, y se
les da la Fuerza, o Casas del Cabildo, y se tiene muchos miramientos
a no afrentallos antes del castigo”.– AGI, Santo Domingo 43.
v Ribero, visitador, expresa que hubo de poner en la cárcel al
Oidor Cabezas de Meneses “porque no se pudo excusar”; AGI, Santo
Domingo 51.– Uno de los antecedentes de este caracterizado ministro,
enemigo acérrimo de González de Cuenca, fué haber ordenado a Juan
de Carmona, criado (comensal) suyo que tirara un redomazo a don

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Antonio de Cuenca, hijo del Presidente, como lo hizo; AGI, Santo


Domingo 73.
v Licenciado Alonso de la Torre, Oidor.– Era fiscal de la Audiencia
de Santa Fe con título de 9 de julio de 1564, cuando se le nombró
Oidor de la de Santo Domingo, su título de Móstoles 14 de mayo de
1578; AGI, Santo Domingo 899.– Por esperar al juez de residencia,
se dilató mucho su ida a la Española, y en su Audiencia fué recibido
el 13 de agosto de 1582; AGI, Contaduría 1053.– Ribero, Visitador,
le suspendió el 11 de mayo de 1583; pasó a España, se defendió y
ganó cédula para que se le pagase todo el tiempo que estuvo fuera del
oficio; AGI, Contaduría 1053.– Por otra cédula, de San Lorenzo 19
de mayo de 1584, se le dió licencia para que fuese a ocupar su puesto
de Oidor, y por otra también, de 2 de junio siguiente, se le concedió
que, después de haber vuelto a su puesto y recibido en él, saliese a
buscar su mujer e hijos y los condujese consigo a Santo Domingo;
AGI, Santo Domingo 900 H 5.– Pasó a la Margarita sin saber que
estaba trasladado a Panamá, Oidor con título de 11 de septiembre
de 1584; AGI, Santo Domingo 899.– Entendió en la Margarita en
algunas comisiones de visita, y perduró en Panamá hasta 1600 que
fué jubilado (Schaefer).
v Santo Domingo 11 de febrero de 1583.– Ribero, Visitador, en
auto de este día, dice “que por cuanto en la visita que ha hecho y va
haciendo del Presidente y Oidores de la Audiencia parece culpado
el licenciado Pedro de Arceo, Oidor más antiguo, que al presente,
por muerte del Presidente, como Oidor más antiguo de la dicha Real
Audiencia hace el oficio de Presidente; y conviene al servicio de Dios
y de S.M. sea suspendido del dicho oficio y de las demás cosas ajenas
al dicho oficio de Oidor más antiguo y de otro cualquier oficio o cargo
de S.M. hasta que por S.M. y Señores de su Real Consejo de las Indias,
vista esta dicha visita, sea mandado y proveido otra cosa”, dijo “que
suspendía y suspendió al dicho lic. Pedro de Arceo del oficio de Oidor
y de las demás cosas ajenas y pertenecientes y de otro cualquier oficio
de justicia, y le mandaba y mandó que agora y de aquí adelante no use
de los dichos oficios”.– Y el propio día se le notificó el auto, y luego
inmediatamente otro, por el que se le dejaba en sus empleos de Oidor
y Presidente interino.– AGI, Santo Domingo 51.

141.— Corsarios.— González de Cuenca había sido buen ministro


empeñado en tener preparada la defensa de la Isla por lo que tanto

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se temía de los corsarios que, al fin, llegaron a acercarse al puerto de


Santo Domingo y tomar los navíos que pudieran a vista de todo el
vecindario, y, según parece, habrían conseguido apoderarse de una
nao gruesa que cargaba, estando anclada en el antepuerto, si los
vientos no se les hubiesen hecho contrarios. Al mismo tiempo se
dieron dos casos que forzosamente reconocieron los de aquel tiempo
por singulares. Corrían ya los días del Oidor-Presidente Cabezas. El
capitán Juan Melgarejo en la banda del Sur (si solo con su barco y
gente o en ocasión de armadilla y con otros barcos, no aparece bien
calificado), y el capitán Pedro Rengifo de Angulo, en Puerto Plata,
dieron la tónica para animar a la población a seguir su ejemplo,
abandonados como estaban ya en su mayoría a buscar el regalo de
la mesa y de la casa propia, que no a socorrer las Reales Cajas con
las virutas mezquinas de los derechos aduaneros, cuando tan corto y
triste era ya el comercio con la metrópoli. No se apartará mucho de
la verdad quien fije las hazañas de los dos capitanes en la esperanza
de logro por aquella vía, única que en casos determinados podría
caberles. Así Melgarejo salió en un navío equipado a su costa a
estorbar a franceses en sus robos de azúcar en la bahía de Ocoa; su
suerte paró en tomar un navío español apresado, con tripulación ya
imposibilitada para defenderse, y sólo cuatro franceses, destacados
en él en calidad de retén y a la espera de recibir órdenes de su jefe,
cayeron prisioneros y en un punto degollados; otra presa no pudo
hacer sino recuperar con el navío la mercancía que en el puerto
de Ocoa había cargado. Rengifo de Angulo hizo una emboscada
a franceses enfrascados en hacer carnes y les dió muerte en formal
refriega; y porque supo que eran varios los navíos que estaban a la
espera de las lanchas despachadas para hacer aquel avituallamiento,
fué dichoso en su arbitrio de adelantarse a toda demanda contraria,
pues enviándoles a decir que debían largarse si no querían correr
la suerte de los intrusos en tierra, logró que los capitanes famosos
Richard (qué más tarde sería descabezado en Santiago de Cuba)
y Lorenzo, hijo del gobernador del Havre, y otros que, como los

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dos referidos, eran campantes por sus respetos entre Puerto Rico
y Cuba, no ya estuvieron desacordes en lo que habrían de hacer
(dice Rengifo, por lo que gritaban los tripulantes), antes dieron
por respuesta que dentro de meses volverían dispuestos a darle
satisfacción perfecta. Rengifo, entre alegre y cautelado, dió aviso a la
Audiencia de su gesta, y al Rey igualmente para estar preparado con
toda munición, por si la amenaza salía cierta; al fin, mucha amistad
había tenido con corsarios, buena hacienda había amontonado en
servicio de S. Sacra M. la “panza”, y el recelo era fuerte; si por caso se
le escuchaba antes que volvieran franceses, manifestó a la autoridad
que estaba interesado ya en dejar la alcaidía de la Fortaleza; habíala
concluido y el Rey que pusiera soldados y capitán en ella con otros
bríos y también con otras confianzas. Murió, como se ha dicho ya,
antes que retornasen corsarios belicosos, y que alcaide nuevo diese
el Rey a la Fortaleza de Puerto Plata.

v Santo Domingo 10 de noviembre de 1581.— Baltasar López,


secretario de la Audiencia, al alcaide de la fortaleza de Puerto de Plata,
Rengifo de Angulo: “Esta Audiencia vió vuestras cartas y relación de
lo que en servicio de S.M. hicisteis en la emboscada contra franceses
y muerte de ellos (lo que ya se sabía por relación de varias personas
en la Audiencia) y se mandó poner por memoria” para enviar al Rey.
“Encargamos os mucho tengáis el mismo cuidado contra los dichos
franceses, pues andan tan atrevidos... A lo que decís se debe hacer
de los dos franceses vivos, es justo que por vuestra mano se haga el
castigo que merecen; podeis libremente hacerlo, tomándoles primero
sus dichos y confesiones de lo que han hecho y qué navíos traen, con
quien han rescatado, y qué cosa, qué pretensiones traen y qué han de
hacer, y lo demás que os pareciere; y si fuere necesario, conforme a
lo que se coligiere, de dalle tormento. Y en cuanto a la licencia que
pedís para venir a esta Corte, parece hay inconveniente que hagais
ausencia de ahí por agora hasta ver en qué paran tanta multitud de
franceses como se dice hay en esa costa, por la grande falta que haréis”;
(dos rúbricas, y sigue): “Escribirnos heis en particular de todos los
que se hallaron en la emboscada y muerte de franceses, y lo que cada
uno hizo, para que se tenga cuenta en esta Real Audiencia”.– AGI,
Santo Domingo 22.

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v Santo Domingo 15 de noviembre de 1581.– El Cabildo secular


(regidores Lope de Bardeci, Rodrigo de los Olivos, Juan Dávila, Juan
López Melgarejo, don Hernando de Padilla, y escribano del Cabildo,
Diego de Medina), al Rey: sobre lo ordinario que es haber en las costas
de la Isla ocho y doce naos de franceses, porque como la Costafirme
está guardada se vienen por acá, donde no se les puede resistir, de
suerte que con una lancha se atreven a todo, poniéndose a la vista del
puerto, y toman navíos que van y vienen; “y agora últimamente, a 25
de septiembre pasado, se vió aquí, a vista del puerto, una vela que se
entendió luego ser lancha de franceses, y por remediar ciertos barcos
que estaban en la parte baja de esta Isla cargados de frutos de ella, y
por castigar el atrevimiento de ponerse aquí a la vista, acordó esta
Real Audiencia saliese un naviete de armada, con cuarenta hombres
de pelea, y a esta jornada se ofreció para ir en ella por general de esta
gente el capitán Juan Melgarejo [distinto del firmante], a quien V.M
hizo merced por sus servicios de Alguacil Mayor de esta Ciudad, y
en el espacio de seis horas se aprestó con su navío y salió en busca
de los enemigos, y el día siguiente, a las tres de la tarde, en la bahía
de Ocoa, se vió con ellos que habían hecho presa en dos navíos que
a este puerto venían cargados de azúcares, peleó con ellos y mató
algunos, y como las lanchas que traen son tan ligeras y de remos,
no pudo excusar que no se le fuesen; quitóles la presa que habían
tomado y trajo a esta ciudad las cabezas de ellos. Fué recibido de
toda la gente del pueblo con mucha alegría por tenernos tan afligidos
estos enemigos... y también porque ha muchos días no ha sucedido
cosa semejante. Con ésto parece quedarán algo amedrentados, a lo
menos para no venirse aquí a la vista del puerto”. Piden para él la
gobernación de Puerto Rico, vaca por muerte del gobernador Juan
de Céspedes.– AGI, Santo Domingo 73.
v Gastos de armada, 1581.– “Iten, se me an de recibir y pasar en
quenta a mi el dicho thesorero ciento y setenta mill y quinientos y
quarenta y quatro maravedis de buena moneda que monta quatrocientos
y cinquenta ducados de a honze reales de plata cada un ducado, que,
por libramiento de los oficiales reales fecho en veynte y nueve dias
del mes de henero deste año de ochenta y dos, pagué de los maravedis
de buena moneda que se sacaron de la Caxa real en veynte y tres de
diziembre del año pasado de ochenta y uno, de los soldados y gente
mar y tierra que fueron en la armada que por esta Real Audiencia se
hizo contra el corsario francés en el dicho año pasado de ochenta y

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uno, que se montaron en las nóminas de la dicha gente que fué en


la dicha armada, que fué el socorro de dos ducados a cada uno de los
dichos soldados y marineros, y a los grumetes a cada uno un ducado,
que se les mandó dar por los dichos Señores Presidente y Oydores de
la dicha Real Audiencia y por los dichos Oficiales Reales, por acuerdo
y auto que por todos se hizo sobre la dicha armada en diez y nueve del
dicho mes de diziembre del dicho año de ochenta y uno”. A todos se
les pagó, estando presente “el Oydor de las Cabeças de Meneses, que,
por Oydor más antiguo, preside en esta Real Audiencia y [en presencia]
de nos los dichos oficiales reales”.– AGI, Contaduría 1052.
v Puerto de Plata 18 de diciembre de 1583.– Don Diego Osorio a…
sobre las andanzas de los forzados en las galeras, y que, por causa de
ellos se perdió “una buena ocasión de un navío francés llamado [d]
el capitán Lorenzo, que es uno de los que tienen fama, el cual vino
con un huracán casi al través en Montecristi, donde halló amigos y
valedores que le socorriesen, y, no siendo posible salir de la costa por
faltarle árboles, se los dieron y ciento y cincuenta negros que traía, los
trató y convirtió en cueros; y para que Vmd. no se escandalice y tenga
en buena opinión a los de esta banda del Norte, diré un milagro que
hicieron a imitación del que Nuestro Señor hizo en aquellas bodas,
y fué que convirtieron agua en vino; el navío perecía de sed, y de
puros caritativos, les daban por vino. Y lo que aquí se me ofrece que
advertir a Vmd. es que al servicio de S.M. conviene mucho que la
persona que hubiere de traer a cargo estas galeras, tenga autoridad
para poder conocer y castigar los delitos tocantes a rescates y tratos
y contratos con franceses, por muchas razones: La primera, porque
aunque sea verdad, como lo es, que la Audiencia tenga señores
Ministros celosos de su servicio y de mucha rectitud y cuidado de que
se estorben y sean castigados los tales delincuentes, no puede tener
efecto [ese cuidado] respecto de estar lejos de Santo Domingo y ser
la tierra larga y despoblada y aparejada para no poder ser habidos;
pues decir que se puede cometer a las justicias de los lugares de la
marina, que son Santiago, Puerto de Plata y Bayajá y la Yaguana, es
cosa de risa, porque, sin hacer excepción de persona, ninguno tendrá
la ocasión que no goce de ella, pues los alcaldes mayores, cuando en
esto cumplen el deber, háceles S.M. merced de la tercia parte de los
rescates, y por gozar de este provecho, disimulan y déjanlos rescatar,
y luego entra el averiguación y información; y por ser materia en
perjuicio de partes, no me alargaré a decir lo que siento y pasa. Dejado

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

esto aparte, está muy puesto en razón que el delito que se comete
contra las galeras, conozca de él el que las trajere”, etc.– AGI, Santo
Domingo 72. (Referencia a esta carta en la pág. 454.)
v Puerto de Plata 13 de marzo de 1582.– Pedro Rengifo de Angulo
al Rey: “Han acudido a la costa de la banda del Norte en el mes de
julio y de agosto y septiembre y octubre muchos navíos de franceses
corsarios y, lo que jamás habían hecho, hicieron este año: que a diez
leguas de este puerto que se dice la Isabela, vino con dos lanchas
el capitán Richarte (Richard, p. 129), natural de Abra de Gracia
(el Havre de Grace), bien aderezadas y cargadas de mercadurías, a
contratar. Tuve aviso de ello y procuré hacelles una armada con una
lancha y una fragata que estaba aquí; y tuvieron aviso los franceses
y se fueron luego. En el mes de octubre vinieron a otro puerto doce
leguas de éste, otras dos lanchas, en el puerto de Saonés, que eran
del capitán Giraldo (Girald) y del capitán Calamote, cargadas de
mercadurías, con treinta y seis hombres, sus arcabuces bien aderezados
y picas y espadas, y los falcones de bronce; la una de mil y quinientos
cueros, traía por la proa dos piezas de bronce de a ocho quintales, y
cuatro falcones por los lados; la otra, mucho más pequeña, y tenía
dos falcones por proa. Tuve aviso de espía que tenía en la costa y con
cuatro arcabuceros y cuatro de a caballo, se les hizo una emboscada, y
de diez y seis hombres que saltaron en tierra a tomar agua, se mataron
nueve y prendieron dos, los demás se escaparon y se metieron a este
puerto de Montecristi, donde estaban las naos de los dos capitanes
Giraldo y Calamote, vecinos de Abra de Gracia. Había llegado
otro navío en que venía por capitán Pirandel, hombre que se dice
el capitán Lorenzo, hijo del gobernador de Abra de Gracia, bien
aderezado y con cien hombres; enviéles una carta a que se fuesen
de aquel puerto y costa, y que viesen lo que les había hecho en el
puerto de Saones; que allá iría a hacelles todo el daño que pudiese.
Quisieron todos tres navíos venir a este puerto y los capitanes no se
concertaron más de enviarme amenazas y que en el mes de junio o
de julio vendrían derechos de Francia sobre este puerto a vengar la
muerte de los franceses que les había muerto, y a ver cómo les defendía
el entrar en este puerto y el contratar en la costa. De todo esto di
aviso a vuestro Presidente y Oidores de la Audiencia Real de V.M.
de la ciudad de Santo Domingo, como verá V.M. por un traslado de
carta autorizado”, etc.– AGI, Santo Domingo 80. (Cf. el documento
inserto en primer término, supra.)

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

142.– Era el pulso del alcaide de la Fortaleza de la ciudad de Santo


Domingo tan anormal como el del alcaide de la fortaleza de Puerto
de Plata, por estar los almacenes de una y otra tan vacíos de balas y
pólvora y mecha y arcabuces y picas y lanzas que, lo que se afirmaba
bastantes años después, pudo haberse afirmado con la misma verdad
veinte años antes; con bien poquita fuerza que hiciesen enemigos
para tomar la ciudad y fortaleza, les bastaba. Diose este llorado caso
a sólo tres jornadas, vulgo años que precedieron al de la invasión
del Drake. Había Rodrigo de Bastidas, cuando estuvo en la Corte,
presentado un memorial de cuanto se necesitaba en la fortaleza para
poder defender la ciudad y el puerto. Como escrito formado en días
que no eran los de su ejercicio alcaidesco, faltóle la justificación
de rigor para ser atendido como pedía en materia de gravámenes
impuestos a la hacienda real, y se escribió a la Audiencia que
informara, a vista de la copia que del mismo memorial se le enviaba.
Este negocio no se cursó como parte de la agenda de Bastidas, sino
que se arrimó a otros despachos para la Audiencia, y hubo de dormir
cuanto la rutina o la poca diligencia oficinesca acreditaba, tanto que
hasta 1583 no se recibió en Santo Domingo, pudiéndose conjeturar
que en el Consejo despertaron cuando les llegó carta de 1582 con
semejante petición y también sin la justificación debida, escrita por
Clemente de Guzmán Grajeda, apoderado legal de Bastidas en la
tenencia de la alcaidía por el tiempo que dicho Bastidas, su suegro,
se ocupaba en los asuntos de su concierto tocante a la población
y fortaleza de Bayajá, de que se hizo mención anteriormente. Para
la ejecución de lo mandado por el Rey en cédula de 1578, el oidor
Arceo, acompañado de su colega Alonso de la Torre, y eran los
dos que componían Audiencia, visitó la fortaleza, y del acta que
levantaron, solamente vino a quedar con valor enunciativo la
cantidad de la artillería (sin balas y municiones bastantes) para
nuestra cuenta de apreciar el robo que de ella hizo aquel caballero
ladrón, capitán temido Francis Drake. Nada pedido había llegado.

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v Santo Domingo 25 de mayo de 1582.– Clemente de Guzmán


Grajeda, alcaide (apoderado de Bastidas) de la Fortaleza de Santo
Domingo, al Rey: Después de expresar que tiene la alcaidía en lugar
de su suegro mientras está ocupado en el negocio de la fundación de
Bayajá, dice: “Que en toda esta Isla, que es bien grande y despoblada,
habrá seis o siete pueblos pajizos, con sola esta ciudad de quinientas
casas y más casi, muchas de ellas caídas y despobladas, donde entre
señores y criados, en pueblos y haciendas de blancos, mestizos y
mulatos, apenas repartidas, habrá dos mil hombres, y muchos de ellos
sin armas, con mucho descuido que más no se puede pensar, y no tan
solamente se puede temer de los corsarios franceses, sino de negros que
se alzan y los hay [alzados], adonde han hecho algunas veces muchos
daños, y hacen. Hoy hay en la Isla más de veinticinco mil negros,
y si éstos se alzaran con los otros, sería grande daño y pérdida para
toda esta Isla”. Agrega que los franceses abundan por todas partes,
“y ha sido tanta la libertad y osadía que no se ha visto jamás en esta
ciudad, como venir sobre el puerto y ciudad a tiro de cañón siete velas
a querer llevar una nao que, por su grandeza, cargaba fuera en áncoras
y, por ser el tiempo contrario, no la llevaron”.– Pide que la Fortaleza
esté provista para toda contingencia y que el alcaide tenga sus fueros
antiguos de voz y voto en el Cabildo.– Y en memorial que juntó a la
carta están las siguientes peticiones: 1ª Cédula para que Presidente
ni oidor pueda visitar la Fortaleza para efecto de sacar artillería,
balas ni municiones sin acuerdo y voluntad del alcaide. 2ª Cédula
para que no entre ni salga barco sin dar aviso al alcaide; y barco que
pretenda entrar o salir sin este requisito, pueda ser ofendido con la
artillería de la Fortaleza, y se penen para gastos en ella.– 3ª Cédula
para que se ponga vela y guarda en la Fortaleza cuando el alcaide la
pida; dos artilleros que entiendan la cosa y sepan hacer pólvora y
refinarla.– 4ª Cédula para que se ponga portero en la Fortaleza, que
no lo tiene, para que nadie entre sin licencia del alcaide.– 5ª Que
se envíen cuatro culebrinas ordinarias, las dos de 90 quintales que
tiren 20 libras; 800 balas para dichas dos piezas, que las 400 sean de
cadena, otras 200 de punta de diamante, y el resto redondas; y las otras
dos culebrinas sean de 60 quintales con otras tantas balas.– Expresa
otras cantidades de balas según las piezas existentes, pólvora de cañón
que no hay en la ciudad ni en la Fortaleza, pólvora de arcabuz, hasta
50 quintales de salitre, 200 arcabuces con sus aderezos, “que no los
hay”, 200 picas con sus hierros, 50 quintales de plomo, “porque de
todo esto ninguna cosa hay ni se provee muchos ha, lo cual venga

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con la mayor brevedad que fuere posible por la necesidad que de ello
hay”.– AGI, Santo Domingo 51.
v Fortaleza de Santo Domingo.– Real cédula. “Presidente y
Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de
Santo Domingo de la Isla Española. Don Rodrigo de Bastidas, alcaide
de la Fortaleza de esa ciudad, Nos ha fecho relación que la dicha
Fortaleza tiene mucha falta de artilleros, bastimentos, artillería,
armas y pólvora, balas y municiones para poder estar en la defensa
que conviene, y que convendría fuese proveída de ello en la cantidad
que veréis en un memorial que presentó en el nuestro Consejo de
las Indias, cuyo traslado se os enviará con ésta firmado de Juan de
Ledesma, escribano de Cámara de Gobernación en el dicho nuestro
Consejo; y porque querernos ser informado de la necesidad que de
ello hay en la dicha Fortaleza, o lo que será menester proveer, os
mandamos que veáis el dicho memorial y luego Nos enviéis relación
particular de ello con vuestro parecer para que, se provea lo que
convenga. Fecha en El Pardo a cuatro de agosto de mil y quinientos
y setenta y ocho años.– Yo el Rey.– Por mandado de S.M., Antonio
de Eraso.
En virtud de la cual dicha cédula y visto un memorial que
juntamente con ella se vió, que de suso va incorporada, los dichos
señores Presidente y Oidores de esta Real Audiencia fueron
personalmente a la Fortaleza de S.M. que está en esta ciudad y,
habiendo visto la artillería y pólvora y municiones que en ella se
hallaron, acordaron y fueron de parecer que se enviase a suplicar a
S.M. fuese servido de mandar con toda brevedad enviar para la dicha
Fortaleza las cosas que le faltan de que tiene precisa necesidad, y sin
las cuales esta ciudad y el puerto de ella no se podrían defender como
conviene, que son las cosas siguientes:
Primeramente, hay necesidad que S.M. mande enviar dos artilleros
que sepan tirar la dicha artillería, demás de uno que está en dicha
Fortaleza; porque, aunque hay dos, el uno no ve por habérsele acortado
la vista y así no puede apuntar la artillería.
Item, tiene necesidad por lo menos de tres piezas de alcanzar, que
tengan a cien quintales cada una; porque las piezas de alcanzar que
en la dicha Fortaleza había, que hacían al caso, se perdieron en la mar
en una armada que se hizo días ha (¡en 1552!) que fué por General
don Cristóbal Colón; las cuales vengan con cada doscientas balas,
la mitad de barra y cadena y la mitad lisas.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Item, tiene necesidad de trescientos quintales de pólvora de arcabuz


que sea granuja, de que tiene extrema necesidad porque la que hay
en la dicha Fortaleza es muy poca y muy antigua y está muy floja,
y falta salitre para refinar, y la humedad de la tierra es tanta que se
consume.
Item, tiene necesidad la dicha Fortaleza de cien mosquetes con
su pólvora y plomo y mecha.
Item, tiene necesidad de doscientas picas para que de ordinario
estén en la Fortaleza de respeto.
Item, para las piezas de artillería que la dicha Fortaleza tiene, son
menester las balas:
Para una culebrina que está en la dicha Fortaleza, que es de sesenta
quintales, ha menester doscientas balas de hierro: las cincuenta de
cadena y barra, y las ciento y cincuenta, rasas; ha de tener cada bala
diez y seis libras.
Item, para un cañón que tiene por armas un Salvaje, que tiene de
metal cincuenta y seis quintales y veintidos libras, que tira de bala a
ocho libras, ha menester ciento y cincuenta balas: las cincuenta de
barra y cadena, y las ciento, rasas, del mismo peso. 
 Item, para
otro cañón que tiene por armas un Pelícano y una Encomienda, que
tiene de metal cincuenta y cuatro quintales y veintidos libras y tiro
de bala veinticinco libras, ha menester doscientas balas; las cincuenta
de cadena y barra, y las ciento y cincuenta, rasas, del dicho peso.
Item, para otro cañón que tiene por armas una Aguila con dos
cabezas y pesa cuarenta y nueve quintales y dos arrobas, y tira de bala
veintiseis libras, ha menester ciento y cincuenta balas: las cincuenta
de cadena y barra, y las cien, lisas, del mismo peso.
Item, para otro cañón que tiene por armas una Corona imperial,
que pesa cuarenta y ocho quintales y siete libras, y tira de bala treinta
libras, ha menester ciento y cincuenta balas: las cincuenta, de cadena
y barra, y las demás, rasas, del mismo peso.
Item, para una media culebrina que tiene por armas una Aguila en
un Escudo y dos Escudos en blanco, pesa ocho quintales, dos arrobas,
nueve libras, que tira de bala siete libras, ha menester doscientas balas:
las cincuenta de cadena y barra, y las demás, lisas, del dicho peso.
Item, para otra pieza que es casi media culebrina, que no tiene
armas, pesa treinta y dos quintales y tira de bala ocho libras, ha
menester esta pieza, por ser también para alcanzar, otras doscientas

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

balas: las cincuenta de cadena y barra, y las demás, lisas, del dicho
peso.
Item, para un sacré que tiene por armas un Escudo en blanco, que
pesa veintiún quintales y doce libras, que tira seis libras de bala, ha
menester a ciento y cincuenta balas: las cincuenta de cadena y barra,
y las demás, rasas, del dicho peso.
Item, para otro sacré que tiene por armas un Escudo en blanco,
pesa veinte quintales y tira seis libras de bala, ha menester ciento y
cincuenta balas: las cincuenta de cadena y barra, y las ciento, rasas.
Item, para otro sacré sin armas, que tiene de peso diez y seis
quintales y tira de bala cuatro libras y media, ha menester esta pieza
cien balas rasas.
Item, un medio sacré ochavado, sin armas; tiene doce quintales,
tira de bala tres libras; ha menester esta pieza cien balas rasas del
dicho peso.
Otro medio sacré ochavado, sin armas, que tiene doce quintales y
tira de bala tres libras; ha menester esta pieza otras cien balas rasas.
Item, once medios sacrés redondos, tienen por armas un Niño
desnudo; llámanse los Inocentes; pesa cada uno once quintales poco
más; tiran a tres libras de bala; ha menester cada pieza de éstas cien
balas rasas del dicho peso.
Item, otros cuatro medios sacrés que tienen por armas las Reales;
pesa cada uno doce quintales poco más o menos, tira de bala tres
libras en cada una de estas piezas; han menester [sendas] cien balas
rasas.
Item, ocho piezas de cámara que llaman falcones, con dos cámaras
cada una, que una sirve a todas, tienen por armas las Reales; tienen a
once quintales escasos; cada uno tira de bala a dos libras; ha menester
cada pieza de éstas cien balas.
Item, veinte versos que tienen por armas las Reales; pesa dos
quintales cada uno; tiran de bala doce onzas; son todos de cámara
de cada dos, que una sirve a todas; ha menester cada verso de éstos
cincuenta balas rasas.
Item, cuatro versos con cuatro cámaras de hierro cada uno; pesa
cada uno a tres quintales, tiran de bala una libra; ha menester cada
una de estas piezas cincuenta balas rasas.
Item, otros dos versillos, que pesa cada uno cinco quintales, tiran

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de bala una libra escasa; ha menester cada pieza de éstas cincuenta


balas rasas.
Item más, hay gran necesidad de treinta quintales de salitre.
De todas las dichas cosas contenidas en esta memoria hay gran
necesidad en la Fortaleza, en tal manera, que si S.M. no manda
proveer con la brevedad que requiere el negocio, corre mucho riesgo,
y así se suplica ser preciso de mandar proveer.
Fecha en Santo Domingo a quince de febrero de mil y quinientos
y ochenta y tres años.
El licenciado Arceo. El licenciado Alonso de la Torre.
Ante mí, Simón de Bolívar, escribano de cámara de S.M.– AGI, Patronato
173, nº 1, ramo 22.

143.— Por estos mismos tiempos la isla de Puerto Rico, más


castigada de corsarios por su corta defensión y escasos vecinos (que
solían resistir a enemigos con las armas en las manos), recibió el
beneficio de tener guarnición que defendiese San Juan y, por reales
cédulas dadas en Lisboa el 13 de abril de 1582, se ordenó a los
oficiales reales de Santo Domingo que cada un año y a partir de la
fecha de esta orden, enviasen a los oficiales reales de Puerto Rico (y
a éstos que hicieran las diligencias para lograr el envío) la cantidad
de 2.686.275 maravedises de cualquier hacienda real disponible que
tuvieran en sus reales cajas para el salario y mantenimiento de 50
soldados que se habían señalado a la fortaleza o Morro de San Juan
(era alcaide de ella Diego Menéndez Valdés); erogación impuesta
a las reales cajas de la Española con tan singular ignorancia de su
estado que, por sólo esta razón, la moneda provincial o de la isla,
saliendo de ella con una estimación de cuño correspondiente a
valor fijo (y fué el que al principio tuvo), se recibió en Puerto Rico
sin las quiebras estimadas de su circulación en Santo Domingo o,
a lo menos, hubo allá de considerarse mantener su valor en mayor
estimación, y en el correr de los años, con tal igual cantidad de
pesos de cuartos, cualquiera era allí tres veces y más rico que entre

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

nosotros; lo que no hubo de implicarse mucho con la remisión legal


de esta moneda, sino con la metida subrepticiamente; al fin, por
obviar los inconvenientes que se asomaban en la economía insular
como porque las cajas de Santo Domingo no podían sufrir aquella
carga del “situado” de Puerto Rico, fué traspasada después a las cajas
reales de Méjico.

v Las reales cédulas de la creación del Situado de Puerto Rico


consignado en las Cajas de Santo Domingo, en el Cedulario Indiano
(Encinas), IV, 20-21.

144.— Bien que la disposición de sostener allá la referida


guarnición importaba nada menos no haberse pensado poner
guarnición en Santo Domingo, otra providencia pareció que
cumplía a la seguridad de la Isla, con efectos satisfactorios, si los
propios habitantes correspondiesen en el dar el subsidio previsto
para equiparar el estado de la defensa de los puertos de ella al que
tenían, o se creía tener, otros puertos del mar de las Antillas. Fué el
envío de una galera y otro navío proporcionado a la volubilidad con
que la galera se entraba en rincones sin perder nunca franquía por
falta de viento ni por escolleras, como se tuviese noticia comparada
entre su cala y cata: oficio de pilotos o de prácticos.
145.— Galeras.— El estudio para la implantación de galeras en
las aguas del Caribe para quitar de ellas la presencia de corsarios,
piratas y navíos extranjeros dedicados al comercio clandestino en
todas posesiones españolas había sido largo, aunque conocida su
utilidad sobre necesidad, por los medios que se meditaron menos
expensivos, en clase de auxilios prestados a la Corona, a cargo de los
vasallos beneficiados con la defensa que habrían de tener con el útil
de dichas galeras. Los pedidos de informes y su recibo en el Consejo
hubieron de retardarse, y aún recibidos con mucha demora, no fueron
uniformes, mayormente porque apenas hubo provincia ultramarina
que en la aceptación del nuevo sistema de defensa quisiera tomar

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

sobre sí la carga de su sostenimiento, considerado perpetuo. De Santo


Domingo, bien que mal, se enviaron protestaciones de contribuir
con los frutos de la tierra pues era abundante en carne y víveres,
pero se vió que ello era simple contribución “de fácil” si en la isla
todo abundaba, y se hacía indispensable (pues ya las reales cajas
estaban gravadas con un situado de más de dos y medio millones
de maravedís) que si de la abundancia de frutos debía proceder
un desahogo de distribución particular del poder adquisitivo por
el abaratamiento de provisiones naturales, un sobreprecio de
determinadas especies metidas en la Isla, en grado de sisa obligada
(y tenía nombre de “avería”), era bien que aceptasen en Santo
Domingo y es lo que hubo de determinarse, consistente en dar las
provisiones porque abundaban, y también en aceptar y cumplir la
efectividad de la avería para cubrir el salario firme de toda la gente
que fuese en las galeras a las costas de la Isla destinadas. Este plan
de galeras, estudiado en forma global, fué de aplicación partitiva,
pues se pusieron galeras en conformidad con las propuestas y asientos
que en cada provincia se presentaran e hicieran, y antes en unas
provincias que en otras.
146.— En 1578 fueron puestas dos galeras para la guarda de las
costas a ambos lados de Cartagena de Indias, nominados “costas de
Tierrafirme”, al mando de don Pedro Vich Manrique, subordinado
al capitán general de la armada don Cristóbal de Eraso. Las
instrucciones para el buen gobierno de las mismas tienen fecha de
Aranjuez 5 de mayo de 1583, esto es, en tiempo que asimismo estaban
ya destinadas otras dos galeras (o una, y otro navío manejable al
remo), a Santo Domingo, con idénticas instrucciones. Para este año
(1582) no solamente se habían estudiado pareceres concernientes
al envío de estas naves a Santo Domingo, sino tenido presente cuán
eficaces eran ya las dos galeras de Tierrafirme, que el temor de los
vecinos de la Isla de aumentárseles los peligros por el desalojo que los
corsarios harían de aquellas costas, habíase ampliamente confirmado
sobre cartas anteriores enviadas de Cuba y de otras partes, con

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

una que el visitador Ribero dirigió al Rey a poco tiempo de haber


arribado al puerto de Santo Domingo (y dió pie a grave admonición
del Rey a la Audiencia), y, constando ya que el Presidente González
de Cuenca hizo no poco en el unir voluntades para arrancar del
Cabildo de la Ciudad, como cabeza del pueblo, su aquiescencia en
el acudir al sostenimiento de la gente, y aún la misma Ciudad, por
su Procurador general Alonso Bernáldez lo representó en prenda
del socorro que a la Isla se daba con aquellas galeras, se dispuso la
ejecución de dicho arbitrio, asegurado ya su sostenimiento y aceptado
por una Real cédula; y, aunque hubo retardo de meses en el dar salida
a las mismas, y siendo portador de la noticia Hernando de Laguna, a
quien se dió, demás del oficio de Tesorero Real de la Isla, el cargo de
pagador y tenedor de los bastimentos que la Isla se obligaba a dar a
propias expensas, se envió otra Real cédula, y otra al Visitador Ribero
con el encargo de que, por todos medios de persuasión, moviese a la
Ciudad de Santo Domingo a consentir en el gravamen (como S.M.
encarecidamente recomendaba en adición a la acogida dispensación
de bastimentar las galeras), de un sobreprecio de aquellos efectos
de comercio que entraban y salían de la ciudad, hasta en cantidad
bastante para pagar sus salarios a los de las galeras, y ello mediante
un acuerdo municipal en el que se determinase el monto prudencial
de la gabela precisa para tales fines.

v La Habana 11 de abril de 1578.– Francisco Carreño, Gobernador,


al Rey: “Hoy he tenido mensajero de la villa del Bayamo y Santiago
de Cuba, [con aviso] que en el puerto de la Yaguana están juntos
ocho navíos de corsarios, cargando de cueros, vendiendo sus lencerías
y comprando cueros y azúcar como si estuviesen en el puerto de
Sanlúcar de Barrameda, y allí traen tres lanchas por la mar en la costa
de aquella Isla de ésta, robando cuantos barcos y navíos por allí pasan.
La galeaza que traían de remos se les perdió en la isla de la Beata, en
la costa de la Isla Española a la banda del Sur. Son navíos que traen
50 hombres, unos con otros. Yo estoy apercibido por si se atreviesen
a venir a este puerto que, aunque la fortaleza está sin artillería (pues
no tiene más de siete piezas), bien nos defenderemos de tan poca

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

gente. Estos corsarios vienen cada año a rescatar a aquel puerto de


la Yaguana, donde está allí un Diego de Campos, portugués, y otros
vecinos portugueses que tratan y contratan con ellos, y aunque V.M.
me mandó enviar, cuando vine de España, una información contra
éstos que allá se hizo, este pueblo de la Yaguana es en la Isla Española
y yo allá no tengo jurisdicción, ni puedo hacer nada en ello; cada año
la Audiencia de Santo Domingo envía allí juez para castigar a los
culpados en los rescates, y el juez reparte sus salarios entre todos y,
hecho esto, se vuelve rico a su caza, y tienen tanto aprovechamiento
aquellos vecinos de los rescates que, aunque les lleven muchas penas,
no lo sienten, y si no se castigan corporalmente o los destierran de la
Isla y de los puertos de mar de ella, jamás cesarán de venir corsarios
a aquella Isla, y están en parte que jamás los galeones ni navíos de
armada les hacen daño, porque los vecinos avisan a los franceses, que
se meten en puntos escondidos cuando van navíos de armada de V.M.;
y si las galeras guardasen la costa, no vendría allí ningún corsario que
no se tomase; y llévanse cada año más de 50.000 cueros de aquella
isla a Francia, y piérdense los derechos y la reputación, que es más; y
de estos corsarios hay aquí nueva que tomaron dos navíos de negros,
que el uno venía para Honduras y el otro para Tierrafirme, y mataron
toda la gente, y los negros los han traído a vender a la Yaguana, y
venden el negro en cuarenta cueros y la lencería muy barata; y si en
aquellos vecinos no se hace riguroso castigo, no se evitarán estos
daños”.– AGI, Santo Domingo 99.
v La Habana 1 de noviembre de 1581.– Gabriel de Luján, Gobernador,
al Rey: “Aquí llegó un capitán de la Florida que venía de Puerto de
Plata por ganado, y me dice quedaban allí cargando seis navíos de
franceses de cueros y azúcar, rescatándolos por negros y lencería; es
cosa de gran desorden lo que pasa allí y en la Yaguana, y, habiendo
galeras, como tengo escrito a V.M., cesarían estos atrevimientos”.–
AGI, Santo Domingo 99.
v Galeras: Real cédula.– “El Rey.– Consejos, Justicias y Regidores,
cavalleros, escuderos y demás vecinos de la Ciudad de Santo Domingo
de la Isla Española y de los demás pueblos y lugares de ella: demás de
los muchos daños y rovos [de] que se tiene noticia an hecho y hazen
los corsarios en esa ysla por aver muchos puertos en la costa della,
donde demás de ser admitidos de los vecinos, esperan ocasion para
salir a hazer rovos, havemos entendido por carta que últimamente
Nos a escripto el licenciado Rivero que está visitando la nuestra

436
Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Real Audiencia que reside en esa ysla, algunos rovos de ymportancia


que de poco tiempo a esta parte se an hecho a vista desa ciudad sin
poderlo estorvar, deseavades que oviese galeras que de ordinario
anduviesen recorriendo la costa y limpiándola de los dichos cossarios
con particular asistencia sin salir de entre esas yslas, y para que con
menos costa se pudiese hazer, daríades los mantenimientos necesarios
para el sustento de toda la gente que anduviese en las dichas galeras;
y, haviéndose platicado sobre ello por los del nuestro Consejo Real
de las Indias, y por os hazer merced y relevar de los daños que recibis
de los dichos corsarios, y también porque sean castigados, y con no
tener ningun amparo en esas partes se excusen de yr a ellas, havemos
tenido por bien condescender a vuestra suplicacion y de os enviar
una galera y una fragata tripuladas y con la gente, armas y artillería
necesarias que se tiene por vastante, para que asistan en esas costas
para los dichos efectos, aceptando vuestro ofrecimiento en lo que
toca a los vastimentos para su sustento de la parte que en ellos a de
aver; y así, para que lo tengais por cierto, os mando dar este aviso, y
tambien para que entendais el deseo que, como está dicho, tenemos
de os hazer merced. De Lisboa a diez y ocho de noviembre de mill y
quinientos y ochenta y un años.– Yo el Rey.– Por mandado de S.M.,
Antonio de Eraso, y librada por los del Consejo”.– AGI, Santo
Domingo 868, lib. III, f. 107.
v Santo Domingo 25 de diciembre de 1581.– Rodrigo de Ribero,
Visitador, al Rey: “Aquí siempre estamos cercados de franceses
que toman todos los barcos y navíos que vienen a este puerto con
mantenimientos y frutos de la tierra de cueros y azúcar que traen
por mar de los ingenios y haciendas, porque lo más que va a España,
viene a este puerto por mar de las haciendas. Por el mes de octubre
salió un navío armado de este puerto, que despachó la Audiencia
contra una lancha francesa que había robado dos barcos de azúcar
ocho leguas de esta ciudad, y dió con la lancha y le quitó la presa y le
mató cuatro hombres al francés, y se le huyó la lancha con la muerte
de los cuatro (que estaban en uno de los barcos que habían robado).
El francés hirió otros cuatro, y el uno murió, de los de acá. Y luego
de ahí a veinte días, otra lancha, el uno de estos barcos que se quedó
cargando, que no había acabado de tomar la carga del azúcar cuando
le tomó el francés, le tomó cuando venía al puerto de esta ciudad
con cincuenta cajas de azúcar, que era navichuelo grande, y tomó su
barco robado y se fué a Francia, porque, dicen, la lancha era de unos
cinco navíos que este otoño [habían pasado]. Ha venido, después de

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

esto, otro navío francés, que el capitán se llama Lorenzo que será de
porte de ciento y cinquenta toneladas, que este mes de agosto en
Cabo Verde robó una nao de uno de Sevilla, que iba por negros, y
le quitó más de cuatro mil ducados en dinero y muchas sedas y otras
cosas y doce piezas de artillería de bronce y hierro colado, con que
aderezó su nao. Este, junto a la Saona, tomó una canoa que iba de
esta ciudad a la Margarita, en que iba el Provincial de los dominicos,
y algunos negros y otras mercadurías; y asimismo tomó otro barco
con veinte cajas de azúcar, que venía de un ingenio de esta ciudad; y
pasó a vista de esta ciudad, y envió a pedir rescate de Ocoa a quince
leguas de esta ciudad, adonde surgió y aguardó a que viniesen aquí
al rescate y volviesen y, al fin, rescató algunas mercadurías aunque
pocas y de allí se volvió a la Saona y tomó otros dos barcos de cueros
y un navío de doscientas toneladas que venía aquí a cargar; ha ocho
días le corrió la lancha con otros dos barcos de los que ha tomado,
que los tres hechos lanchas, y a los maestres y pilotos de los barcos
los trae consigo para gobernarlos, y vinieron cañoneando este navío
hasta tres leguas de esta ciudad. Vistas estas cosas, ha acordado la
Audiencia de tomar un navío, una urca y una saetía y otro barco de
los que aquí hay para ir a España, para ir a tomar este francés, porque
aunque el daño es grande, es mayor su desvergüenza y atrevimiento,
que ningún francés se sabe que tan solo haya llegado a lo que éste
y con tan poco temor. Hase juntado ahora con él otro navichuelo
pequeño que tendrá como veinte hombres y él como ochenta, los
sesenta de todos (dicen) son buenos soldados. Saldrá de aquí esta
armada de cuatro cascos bien aprestada y llevará como ciento y
cincuenta hombres de guerra de los mejores que hubiere; espero en
la misericordia de Dios que ha de tener buen suceso”. Copiado por
el dr. Américo Lugo, en Patronato, del AGI.
Reprensión a la Audiencia.– “El Rey. Presidente y Oydores de la
nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de Santo Domingo
de la Isla Española: Nos somos ynformados que, aunque a sido hasta
agora costumbre y poco castigado el rescatar los vecinos de esa Isla
de la vanda del Norte con los corsarios franceses y ingleses, agora
a llegado esto a tanta rotura que ya casi se a acabado el ganado por
averse cargado treze navíos de franceses con mas de quarenta mill
qüeros de muy poco tiempo a esta parte, y porque esse descuydo y los
daños que dél se siguen y pueden seguir assí de allar los corsarios este
amparo que tan perjudicial podría ser para la seguridad de las nuestras
Indias, como por el peligro que se puede temer de la yntrodución de la

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

mala seta y opinion que en essa parte no pueda dexar de ynputárselos,


pues esto es lo principal de vuestro cargo, assi por ser administracion
de justicia y castigo de tan graves delitos, como por ser el estorbar esto
a lo que mas debiérades acudir por la confianza que de Vos hazemos,
y si no se remediase con el exemplar castigo, sería animar a los
vezinos y estrangeros a que perseverasen en tan dañosa costumbre, os
mandamos que tengais particular cuydado de castigar estos rescates
hechos y que se hizieren, con apercibimiento que os hazemos que,
si remision o descuydo se entendiere, mandaremos proveer lo que
convenga a nuestro servicio y buena administracion de mi justicia.
Fecha en Lisboa a veynte y seis de mayo de mill e quinientos y ochenta
y dos años. Yo el Rey.– Refrendada de Antonio de Eraso y señalada
de los del Consejo”.– AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 109 v.
v La instrucción Real para el general (Cabo) de las galeras, Ruy
Díaz de Mendoza, de Lisboa 11 de junio de 1582, AGI, Patronato
269, nº 2, ramo 5; no copiada, por hallarse conocida otra tal enviada
al Cabo de las galeras de la Costa de Tierrafirme, de Aranjuez 5 de
mayo de 1583, en “Cedulario Indianos (Encinas), IV, 41.
v Personal de las galeras y salarios: Capellán y patrón, 10 ducados
de 375 mrs. el ducado, al mes.– Cómitre, 8.– Sotacómitre, consejeres
(dos), artilleros (tres), maestredaja, remolar, botero, alguacil, calafate,
barbero y caporal, 6 cada uno.– A cada soldado, 3.– Aldaquín,
remolarete, boterín y calafatín, cada uno 1½.– A cada marinero,
3. No se expresan en el papel los respectivos sueldos del General,
capitanes, tesorero, veedor, contador, alguaciles y escribanos.– AGI,
Patronato 269, nº 5.
v Lisboa 11 de junio de 1582.– Real cédula: que, habiendo ofrecido
la ciudad de Santo Domingo los bastimentos para las galeras, los
Oficiales Reales estén prevenidos en llegando ellas, a fin que el
sustento de su gente corra y esté a cargo de los vecinos y moradores
de la Isla.– AGI, Santo Domingo 51.
v Lisboa 23 de junio de 1582.– Real cédula: que el Tesorero
Real Hernando de Laguna sirva el oficio de pagador y tenedor de
bastimentos de las galeras que han de ir mi defender las costas de
Santo Domingo.– AGI, Santo Domingo 899.
v Lisboa 16 de septiembre de 1582.– Real cédula a Presidente y
Oidores de Santo Domingo: que den orden para que nunca falten
los bastimentos a las galeras que han de ir a la Isla.– AGI, Santo
Domingo 899.

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

147.— El 19 de julio de 1582 llegó al puerto de Santo Domingo


la galera capitaneada por el general Ruy Díaz de Mendoza; días
más tarde el navío mandado por Diego Osorio; en esta diferencia
de tiempo estaba presagiada la poca mano que podrían darse
mutuamente estas naves, por la muy desigual velocidad de sus
movimientos. Hasta el 3 de septiembre del mismo año no se trató
sobre el arbitrio Real de que por parte de la Isla se acudiese a la
satisfacción de los salarios para la gente pagada. Hízose cabildo
abierto o junta general, a la que asistió Ribero oficiosamente, al
parecer como quien era de calidad para convencer, no para mandar,
hacerse servicio grande al Rey, consintiendo en la avería que había
pedido; y porque la renuencia en tales casos queda manifiesta más
con el silencio y aceptación que con la resulta de largo debate,
luego se vió que, en la formación del presupuesto o tanteo de lo que
habían de producir las mercaderías de cuanto de la Isla o de fuera de
ella se trajese a la ciudad, la cantidad de 200,000 pesos de moneda
de cuartos, equivalente a unos 12,000 ducados, no sería gravamen
recio con el alivio de diferentes mercedes que el Rey concediese
a la Ciudad y vecinos de la Isla, por los beneficios directos de la
rebaja o exoneración de derechos en algunos renglones por tiempo
poco menos que ilimitado, libertad de navegación fuera de flotas sin
obligación de hacerse escala forzosa en Sevilla, contar la Ciudad para
el efecto de los salarios a sus expensas con lo que las galeras apresasen,
y que fuesen obligados en Cuba y Puerto Rico a contribuir asimismo
en orden a los salarios pues el beneficio de las galeras también se
les alcanzaba (conque por todos se juntase para cubrirse datas con
cargos), y si algo quedase hubiera de ser para propios de la ciudad de
Santo Domingo; con otras libertades más, como la exclusiva de la
siembra de jengibre en favor de la Española, en donde tuvo principio.
Y como tantas cautelas no podían llegar a estar en fuerza alguna, sino
cuando S.M. se sirviese aprobar y consentir por su parte en estos o
en aquellos puntos, el Regimiento escribió al Rey y envió de nuevo a
la Corte al licenciado Alonso Bernáldez, quien fracasó lisamente en

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

su comisión; si se pidió la contribución de los salarios, lo que debió


haberse hecho sin otra demora, que se hiciera, pues S.M. entendía
no deberse llevar la exacción a términos de regulación Real, pues
ello podía conseguirse por regulación municipal; y sólo mandó se
estableciera en manera que ninguno padeciese agravio.

v Santo Domingo 3 de septiembre de 1582.– En Cabildo abierto de


este día “para tratar y conferir y tomar asiento sobre la orden que se
ha de tener en dar los bastimentos necesarios a Ruy Díaz de Mendoza,
general de las dos galeras que S.M. ha hecho merced de enviar a esta
Isla, que al presente están en el puerto de esta ciudad para defensa y
amparo de ella contra enemigos piratas corsarios franceses e ingleses,
que de ordinario roban a los navegantes y personas que a ella vienen”,
leyóse la Real cédula dada en Lisboa el 3 de junio del mismo año y
el Visitador Ribero dijo: “que bien sabían y les eran notorios los
muchos y grandes daños, robos y pérdidas de haciendas, molestias y
vejaciones que de muchos años a esta parte había recibido y recibía
esta Isla en el contínuo cerco de corsarios franceses e ingleses que de
ordinario le tenían puesto en tanto extremo, que ninguna persona
de esta ciudad de Santo Domingo, ni de los demás pueblos y tierra
comarcana a ella, no podían traer los frutos y haciendas de sus
granjerías (que por la mar habían de venir a este puerto) porque todo
casi se lo tomaban y robaban los dichos corsarios; y asimismo era
notorio el riesgo y peligro que los navíos que venían de España a esta
ciudad, han traído hasta agora, que por la misma orden eran robados,
y también los barcos y navíos que de esta ciudad salían a las islas de
Puerto Rico y la Habana y Tierrafirme y otras partes, los peligros que
han tenido y robos que se les hecho por los dichos corsarios, y a los
que han venido de las dichas islas y partes a esta ciudad e Isla, y las
necesidades que esta ciudad e Isla han padecido de todas las cosas
necesarias por el dicho cerco, por navegarse con tanto riesgo por ser
el cerco tan contínuo de los dichos corsarios que aún sal y pescado
no se ha podido salir a buscar a los puertos de esta Isla e Islas
circunvecinas, y se ha pasado mucha necesidad de ello; y que llegó
a tanto la desenvoltura y atrevimiento de los dichos corsarios que
del puerto de esta ciudad pretendieron sacar naos robadas poniéndolo
por obra, como fué la nao del corso que estaba cargada en la barra
del puerto de esta ciudad con muchas riquezas de frutos de esta tierra
para ir a España y la llevaran de hecho si la acometieran media hora

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

antes que la acometieron; y que, a mediodía, a tres leguas de este


puerto en el derecho de él, a su vista los dichos corsarios con sus
navíos y lanchas se ponían mar a través, despreciando y teniendo en
poco a esta ciudad; y, en resolución, que ninguna hacienda, navío ni
barco que haya salido por el puerto de esta ciudad, ni se esperase
venir a él, no ha tenido seguro ninguno, sino los peligros y daños
conocidos, de suso referidos, y robos ordinarios que son notorios; y
que, cuando las flotas del puerto de esta ciudad han salido para los
reinos de España, con ir en conserva y en flota, han ido con tanto
riesgo como se sabe. Y demás de los daños dichos y referidos, aunque
son de tanta consideración como la calidad de ellos lo manifiesta, los
dichos corsarios han traido otros [daños) mayores a esta Isla, que es
el haber quitado casi de todo punto la contratación de esclavos que
de los ríos de Guinea, Cabo Verde y otras partes acudían a esta ciudad
e Isla, por ir los dichos corsarios a las dichas partes y robar los navíos
y armazones de esclavos que se habían de traer para esta Isla, y traerlos
y venderlos a los vecinos de la banda del Norte y la Yaguana y otras
partes; y por esta causa haberse dejado y dejarse de labrar los campos
y beneficiarse las haciendas y granjerías que tienen, porque solo
esclavos son los que trabajan, y con su falta, por la dicha causa y
precios subidos que han tenido y tienen los pocos que hay, el daño
que de ello ha venido; y asimismo los dichos corsarios franceses han
sido causa de los dichos robos por darles acogida los dichos vecinos
de la Yaguana y banda del Norte y haber rescatado con ellos sus robos,
y para la paga de los dichos rescates han muerto y descorado todo el
ganado vacuno de esta Isla en tanto exceso, que ya esta ciudad y los
pueblos, estancias, hatos e ingenios de esta Isla padecen y han
padecido mucha hambre por no se hallar ya ganado vacuno con que
se sustentar, que se entiende por cierto que si otros cuatro años fuera
adelante este mal y exceso, como hasta aquí, todo el ganado vacuno
se acabara de descorar para los dichos rescates, y que iba esto ya en
tanta corrupción y atrevimiento, que los cueros casi de los hatos,
lugares y estancias comarcanos a esta ciudad, se llevaban a la banda
del Norte para los dichos rescates, y en esta ciudad, donde solían
embarcarse en cada un año para los reinos de España ochenta y cien
mil cueros, ya no se embarcan [más] de veinte a veinticuatro mil
arriba, y que, valiendo siempre en esta ciudad un cuero la tercia parte
más que valía en la banda del Norte y la tierra adentro, agora en la
dicha banda del Norte vale un cuero doblado que vale en esta ciudad,
por valer en ella a diez pesos cada uno, y en la banda del Norte a

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

veinte y a más. Y aunque los daños de suso referidos son de la calidad


y condición que de ellos mismos se colige, hay otros mayores que se
podían seguir de no se atajar la comunicación de los dichos corsarios
en la banda del Norte, que es que, como son luteranos y corsarios,
de su comunicación y trato... se había de esperar que sus corrompidas
costumbres habían de dañar y más estragar las no buenas que los
dichos vecinos de la banda del Norte tienen, sembrando en ellas su
mala secta (que quiera Dios no lo hayan hecho); y que estaba ya el
nombre de “francés” tan temido y tenía tan acobardadas las personas
que navegaban que, en oyendo el nombre de “francés”, aunque fuesen
[los temerosos] superiores en poder, se rendían luego sin resistencia
alguna. Y esta Ciudad envió a pedir a S.M. se les hiciese merced de
enviar a esta Isla dichas dos galeras; y S.M., condoliéndose de esta
ciudad e Isla, por le hacer merced, fué servido de la enviar las dichas
dos galeras, que han estado en el puerto de esta ciudad aprestadas
con la gente de guerra y de mar, y son idas a correr la costa; y envió
la cédula que se les ha leído, por cual, como ven, pide a esta ciudad
e Isla que, demás de los mantenimientos, ayudasen y sirviesen con
alguna cantidad de maravedís para la paga del sueldo de la gente de
guerra y mar; que es justo se muestren agradecidos y manifiesten el
agradecimiento de tan gran merced, y deben cumplir la voluntad de
S.M. y hacer el dicho socorro y paga de maravedís y sueldo de galeras,
mirando al valor y ánimos tan generosos y calidad de hombres tan
principales, como fueron sus pasados, pobladores de esta ciudad e
Isla, para cuyo testimonio basta ver los edificios tan suntuosos y
grandes como son los templos y casas y otras cosas públicas de esta
ciudad. Y así el dicho Visitador les pide con el encarecimiento posible,
lo hagan y den y pongan y tomen asiento en ello y en la orden que
se ha de tener en dar el mantenimiento necesario al sustento de las
dichas galeras.– Se acordó por todos que se echase una avería en
todas las dichas cosas que entrasen y saliesen por el dicho puerto de
esta ciudad, y en la carne y vino y menudencias de ella, y así se fué
echando (arbitrio desarrollado en la propia junta) la dicha avería por
la forma y manera siguiente”: (Síguense las computaciones más
probables, fijándose la avería por unidades específicas: la carne, por
arrelde; el jengibre, por quintal; los cueros, por pieza; la sal, por fanega;
el vino, por pipa, etc. Y otras varias mercaderías, en tanto o cuanto
por ciento se hace resumen): “Monta la avería de la entrada y salida,
conforme a las partidas arriba dichas, doscientos mil pesos, y esta
avería, conforme al dicho tanteo, siendo ciertas las entradas y salidas

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

de las mercaderías y cosas contenidas en el dicho tanteo y que en él


están puestas, por ser cosas que dependen de futuros acontecimientos,
no se puede tener certidumbre en ellas; monta doscientos mil pesos
de esta moneda que al presente corre de a treinta y nueve cuartos
cada un peso, con las cuales se servirá a S.M. para el mantenimiento
de comida y bebida en las galeras, y para el servicio que S.M. pide se
le haga, demás del dicho mantenimiento, para ayuda de la paga de
los sueldos de la gente de las dichas galeras; y si acaso la dicha avería
por la orden arriba dicha montare más de los dichos doscientos mil
pesos, lo que más así montare, ha de quedar para propios y obras
públicas de esta ciudad, las cuales se solían y suplir, echándose por
avería, y agora es imposible por ser esta avería tan grande y tan
general”.– Estos “doscientos mil pesos de la moneda de cuartos
corriente de esta isla vienen a ser reducidas a buena moda de Castilla
al pie de doce mil y cuatrocientos ducados pocos más o menos”, y
como era el presupuesto de cada año en beneficio de las galeras carga
ciertamente excesiva, la Ciudad pidió compensaciones, a saber:
aduana de negros localizada en la propia ciudad, siembra y exportación
únicamente en la isla, navíos de Galicia, Asturias, Vizcaya y de islas
que llegasen sueltos a Santo Domingo sin aguardar flota, prórroga de
la rebaja de derechos aduaneros por 50 años, los bastimentos tomados
en barcos corsarios rendidos se considerasen parte de lo que la ciudad
habría de dar por este compromiso, y que el aceite y vinagre y vino
para las galeras y que por fuerza habríanse de comprar en España
estuviesen exonerados de todos derechos. Como materia o asiento
debía ser solicitada del Rey en expediente propio, esta parte del asunto
se transfirió al procurador en Corte, y bien poco se logró, cuanto
menos la pretensión de que otras islas viniesen en ayuda de la
Española, pues no era claro que derivarían provecho cierto de la
función de las galeras en aquellas sus costas.– AGI, Patronato. (Se
han tenido a la vista apuntaciones del Dr. A. Lugo.)
v Santo Domingo 18 de febrero de 1583.– El Cabildo secular de
Santo Domingo (regidores Gil González Dávila, Juan del Junco
Agüero, Bartolomé Ortega, Melchor Ochoa de Villanueva, Baltasar
de Figueroa, Alonso Bernáldez, Juan López Melgarejo, y escribano
Diego de Medina). Se recibió la real cédula de Lisboa de concesión
de dos galeras y que la ciudad las sustente de mantenimientos, y que
vea si les puede pagar sus sueldos. Hubo cabildo abierto de vecinos
y el visitador Ribero quiso estar presente; no pueden los vecinos

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

con esta carga, pero quieren servir; se propuso sisa sobre el vino y la
carne y sobre lo que entrase y saliese por el puerto. Se hizo un tanto
para asentarlo en los libros; se asentó, se firmó por todos, y todo “en
sustancia es que se sirva a V.M. con la dicha contía (10.000 duc.,
buena moneda) en cada un año de los que anduvieren en esta costa
las dichas galeras, asegurándola”; proponen que si hubiere sobras de
esta sisa, sean para obras públicas; si no hubiere o si no alcanzase en
cada año la sisa, los vecinos no estén obligados a suplir cosa alguna
en ello.– AGI, Santo Domingo 73.
San Lorenzo 13 de abril de 1583.– Real cédula al Presidente
y Audiencia. El licenciado Alonso Bernáldez, procurador de
la Española ante el Consejo, había manifestado que, según las
instrucciones que trajo y se vieron en el Consejo, “fuésemos servido
de mandar poner galeras en esa costa para defensa de esa Isla y las
otras de barlovento”, representando para ello los daños que, a la
contínua, hacen en ellas los corsarios, “y ofreció que, haciéndoles esta
merced, proveerán de los bastimentos y mantenimientos necesarios
para la gente que anduviese en las dichas galeras, repartiendo por
averías en las mercaderías que entrasen y saliesen en las dichas islas
lo que para esto montare”; se vió esta petición y se aprobó; “y agora
Nos ha suplicado el licenciado Bernáldez, en el dicho nombre [de la
Isla] que le mandásemos dar el recado necesario para la cobranza de
la dicha avería porque a la gente de las dichas galeras no les faltase
el dicho mantenimiento”; y se les avisa que vean qué será menester
para mantener a aquella gente, y cómo se podrá cobrar ello sin que
se haga agravio a persona alguna, ni se les saque o cobre más de lo
justo; y que envíen relación de ello con el parecer de ellos mismos.–
AGI, Santo Domingo 868, lib. 3, f. 114.

148.— Todo el tiempo perdido en perfeccionar este negocio


porque la Ciudad ganase juntamente con el Rey, forzosamente hubo
de causar hondo disgusto en la oficialidad y clases de las galeras;
aunque no faltaron los mantenimientos de la tierra, la tierra no
tenía entre sus frutos regalos de mesa, y entretanto que la exacción,
avería o sisa no llegase a montar lo suficiente para acudírseles con los
salarios, cada cual hubo de procurarse el regalo y otras comodidades
de vida y del aseo personal, pero todo a poder de deudas, que tanto

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

aprietan y empujan hacia torcidos caminos. Porque es cierto que


aún sin las privaciones que se infieren de lo dicho por la penuria
general de moneda y su retardación para ser allegada, ya en 1582 se
expedían cédulas contra la práctica de las armadas de ser los navíos
receptáculos de mercancías sin registro sobre que barajaban sus
intereses personales cuantos tenían mando en ellos, y no eran ni
podían ser especies de entidad lucrativa en el papelorio de revistas
o alardes, partes del día, estado económico de la armada, cartas
ni informes, etc., con ser de tan alto provecho que ninguno en la
carrera de las Indias se quedaba pobre, y cuando esta práctica se
verificara también en las galeras con efectos tomados a corsarios,
escribano había en cada barco para registrar las presas conforme al
bienestar de los que habían de ordenar el registro y hacerlo. Ni más
ni menos que por no percibir lo que estaba mandado, el disgusto
fué creciendo, y los menos esperanzados, que sólo por conseguir la
libertad ya habrían de hacer de las suyas, manifestaron su disgusto
en la propia cabeza del disgustado Ruy Díaz, general de las galeras.
149.— Las cuales, no bien llegaron, salieron en demanda del
conocido corsario francés Lorenzo Pirandel, hijo (decían) del
gobernador del Havre. Fracasó esta empresa porque los vecinos, en
enlace desde el Sur hasta el Norte, prestaron a corsarios oportunidad
para esquivar el peligro. Las galeras no servían donde los pobladores
no las querían. Tampoco en los de ellas había motivos ningunos para
pasarlo bien sin encuentros de enemigos. Los salarios no estaban
corrientes; no lo estarían en mucho tiempo porque los dineros
juntos dependían de previa recaudación todavía no implantada
por no saberse resolución a consulta y súplicas hechas. En fin de
mayo de 1583 salió la armadilla a nuevo crucero. Ruy Díaz escribió
al Rey en la ocasión que una saetía, a la que las galeras custodiaron
hasta la punta de Doña María, iba a España; todos en las galeras
estaban hasta entonces a media ración, era pasado más de un año
y no se habían cobrado las soldadas de un mes; cualquier alivio
posible, tomando presas de corsarios, se desvanecía pronto por la

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

comunicación que los de la tierra tenían con los del mar, y pensar
que las costas quedasen limpias, tocando el castigo de los de tierra a
las diligencias de la Audiencia Real, era ilusión o sueño. Parece por
esta carta que ya Ruy Díaz estaba tocado del mal de afrenta, pues por
real cédula reciente se había declarado que la gente de las galeras
que cometiesen delitos en tierra, debían ser entregados a las justicias
dependientes de la Audiencia; y así tanto los de tierra como los del
mar habrían de quedar impunes, y las galeras con falta de personal.

v Lisboa 22 de septiembre de 1582.– Real cédula: todos los individuos


de las galeras que, andando fuera de ellas, cometieren delitos, caen
debajo la jurisdicción de la Audiencia, y los Cabos de las galeras los
entregarán a las justicias de ella.– AGI, Santo Domingo 51.

150.— Asesinato de Ruy Díaz, general de la galeras.— En principio


de junio siguiente las dos galeras recalaron en la Yaguana, donde
permanecieron veinte días para proveerse de cazabe que debía de
hacerse por no haber en dicha villa cantidad bastante; el malestar
siniestro se extendió entre la chusma de forzados; esto es, los
condenados al remo, y la conspiración fué tomando cuerpo. Este
contratiempo fué comunicado a la Audiencia y que pasarían las
galeras a Bayajá y Puerto Plata con sólo las subsistencias de días para
que las provisiones recogidas no se consumiesen sin arribar a mejores
sitios de aprovisionamiento. Todas cosas en todas partes escaseaban;
pues la Yaguana era paraje en que con mayor facilidad se les vendrían
a la mano corsarios, no saliesen, que en la propia ciudad de Santo
Domingo la misma escasez era por manera grande; fué respuesta de
Arceo, Presidente. Los lazos de la disciplina estaban rotos ya cuando
el general Ruy Díaz ordenó seguir rodeando la isla. A la altura de la
Isabela, bajó a tierra a verse con rescatador que quería merecer con
un buen servicio a las galeras, tendiendo una emboscada a navío de
corsarios; al mismo tiempo, siendo ya de noche, las galeras se pusieron
en movimiento cuando estaban sobre peligrosas escolleras; la galera

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

“Santiago”, comandada por Osorio, trató de seguir a la Capitana,


encalló, y porque no recibió auxilio hasta la mañana siguiente, se
perdió del todo. La Capitana siguió camino de Puerto de Plata con
la gente de la perdida galera, y una fracción importante de aquella
tripulación de soldados, marinos y galeotes, debajo las órdenes de
Osorio, tomó el camino de Santo Domingo: ni en Puerto de Plata
habían podido conseguir las provisiones para la galera que quedaba.
Justamente había llegado a la altura de Cabo Engaño la Capitana;
echáronse anclas, distribuyóse a la chusma el rancho que fué tardío
y poco y malo y, a la medianoche (era el 19 de julio), habiéndose
omitido la revista de los forzados encadenados a sus bancos, y estando
ya varios de ellos sueltos, reventó la conjuración; el general fué
muerto y cuantos peleando se opusieron al alzamiento, otros dejaron
heridos y la galera pasó a poder de los forzados que retrocedieron a
Puerto de Plata donde robar y hacer otros daños, designio estorbado
por el capitán y alcaide Rengifo de Angulo, que acudió a su puesto y
puso la villa en alarma. No así en Bayajá se tuvo la misma orden, por
ausencia del alcaide don Rodrigo de Bastidas y la poca unión de sus
cortos vecinos, que fueron pillados, y el llamado “fuerte” desarmado,
por carecer de defensores. De allí pasaron los foragidos a la Yaguana
y a Guanahibes, hasta tener ocasión de juntarse (pensaban) con
franceses y ganar la seguridad de su alboroto.

v Santo Domingo 31 de octubre de 1583.– El Capitán General de la


Isla, Cristóbal de Ovalle, al Rey: la galera “Santiago” dió de través en
la mar; se pone mucha culpa al general Ruy Díaz de Mendoza. A éste
mataron los galeotes de su galera, cuando estaba durmiendo. Elogia
mucho a Diego Osorio por haber conseguido la galera con los forzados
que no quisieron huirse. Dice que se han hecho tres estancias: una
en el Zoco, otra en la Yaguana, y la otra en Bayajá, para dar cazabe
y maíz a las galeras.– AGI, Santo Domingo 51.
v La Habana 10 de diciembre de 1583.– Gabriel de Luján,
Gobernador, al Rey: “Las dos galeras que V.M. tenía en la costa de
Santo Domingo, se perdió una con temporal en la costa y, recogiendo

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

el General la gente, se alzó la [otra) galera y mataron al General y


otras gentes, y los que fueron los autores (dicen) son españoles; y
empezaron a robar y a hacer daño. Como lo supo la Real Audiencia,
despachó a esta isla a darnos aviso porque estuviéramos alerta, y así
avisé a toda la isla y proveí de pólvora y plomo y cuerda para que
estuviesen en orden si viniesen... y ahora habrá cuatro días llegó aquí
gente que venía de la Española y trujo cartas y aviso cómo la galera
la había cobrado don Diego Osorio...”.– AGI, Santo Domingo 99.

151.— Dos informaciones se hicieron sobre estos sucesos: una


en Puerto de Plata el 24 de julio (el 25 arribaba a Santo Domingo el
nuevo Presidente titular al par que Gobernador y Capitán General
don Cristóbal de Ovalle), y otra en Santo Domingo, a pedimento
de don Diego Osorio, el 1º de febrero de 1584. De una y otra
información parece que Osorio se enteró de la rebelión estando
en Santiago de los Caballeros, vía a Santo Domingo con la gente
que no cupo en la galera Capitana; y que, como pidiese al Cabildo
y vecinos la ayuda necesaria para atajar daños y prevenir peligros,
pues mucho se recelaba de los alzados, hubo de enviar mensajeros
a la Audiencia pidiendo las órdenes que le alegaron ser precisas
para moverse en la ocasión (¡tanta era la falta de cooperación para
la restauración del sosiego entre los habituados a comerciar con
extranjeros contra todo rigor de leyes y ya a todos aquello pareció
hecho en consorcio de franceses forzados con franceses corsarios!);
y, recibidas que fueron, caminó en diferentes rumbos: a Guaba, a
Guanahibes, a la Yaguana, donde pudo armar un barquichuelo, y
con la gente que llevó y la que ganó por la mano, trató de acometer
la empresa de recobrar la galera; tarea en que, cambiando arbitrios,
maduraron dos a la vez: el de sembrar la confusión entre alzados,
pues no conocían entre sí quién estaba por la rebelión ni quién
por el Rey (había Osorio prometido libertad a los forzados que
concurriesen a la captura del navío), y el de con los más esforzados
que no tuvieron parte directa en las muertes hechas al tiempo del
alzamiento, efectuar un ataque en forma; y que, ya todo preparado

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

para ejecutarse este último arbitrio, Osorio recibió nueva de ser en


mayoría dentro de las galeras los que estaban prestos a la sumisión,
y que los más feroces, por sus desatinados actos, habían perecido a
manos de compañeros. Avanzó Osorio, y supo que los no atraidos a
quietud y paz se juntaron, robaron un barco y huyeron mar afuera, y
así se recuperó la galera sin contratiempo mayor. Pero Osorio tardó
en presentarse en Santo Domingo con ella (harto maltratada y
desartillada) hasta fines de enero del mismo año de 1584. A su paso
por Puerto de Plata escribió a un ministro del Consejo como antes
Ruy Díaz al Rey: La Audiencia era un gran árbol lleno de lindas
hojas que no daba fruto a tiempo ni a destiempo.

v Puerto de Plata 24 de julio de 1583.– Información por testigos


sobre la muerte de Ruy Díaz de Mendoza, tomada por el capitán y
alcaide Pedro Rengifo de Angulo. Dícese que el precedente día 22
había pasado a la vista de Puerto de Plata una galera que pareció
ser la Capitana de la guarda de las costas (la que había tenido por
compañera otra, la “Santiago”, que pocos días antes se perdió en el
puerto de Saonés, término de la villa) con su general Ruy Díaz, que
había salido de Puerto de Plata para Santo Domingo el 12 del propio
mes, “y ayer, martes en la tarde, le vino nueva (a Rengifo) de su hato
de la Isabela... con un negro suyo con una carta de Diego Gómez
Purcell, forzado de la dicha galera Capitana [con noticia de] cómo
los forzados della se avían alzado y matado al dicho general y a otras
personas, y que a él y a un sobrino suyo y al capellán y otros, que
venían heridos, los habían echado en tierra, y habían hecho mucho
daño en el dicho hato, y que iban con propósito de saquear a Bayajá
y llevar el artillería y pasarse a Francia”. Para investigar los hechos,
Rengifo ordena se haga información, y, como está ausente en Santo
Domingo el escribano Tomás de Cozar y ello es público y notorio,
ordena asimismo que el alguacil mayor vaya con gente al hato y otras
partes donde haya forzados, los tome y traiga consigo a la villa.
El 26 de julio retornó el alguacil mayor Juan González de vuelta del
hato y de otro hato de Cristóbal Rodríguez, regidor, trayendo consigo
a Diego Gómez Purcell, y a [un) Carmona su sobrino y al patrón
de la galera, y al alguacil de ella, y a Zárate sobrino del contador;
a Ampudia, caporal; al maestro Bautista, carpintero, y a Jusepe de

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

Mesina; a don Gabriel Enano y a Pedro de Mendoza, escribano real; al


alguacil del agua, a Constantino Roso y Vicente Hernández, Vicente
del Hierro y Francisco, griego; a Garavito, a Mete, esclavo; al cocinero
Mendoza; a Salvador Escobar, paje del general, a Vizcaíno, a Godinos
y a otros.
Valgan las declaraciones de uno por la de todos los demás testigos,
Pedro de Mendoza, escribano, dijo: “que estando en la noche, que
sería la prima rendida, que se contaron veinte de este mes de julio,
estando el dicho Ruy Díaz de Mendoza, general, durmiendo, y el
testigo y Palacios, piloto; y Juan de Ampudia, caporal; y Escobar,
paje de dicho general; y una mujer que se llama Velázquez; y Andrés
de Heredia, alguacil real; y Salvador Gómez; que nos habíamos
echado junto al dicho Ruy Díaz de Mendoza, donde todos estábamos
durmiendo, este testigo oyó ruido y muchas voces dentro de la popa
de la dicha galera; a lo cual este testigo recordó y vido a un hombre
alto de cuerpo, dando voces y golpes con los pies; y, entendiendo
este testigo que era alguna lancha de franceses que había llegado
abordo y se habían entrado en la dicha galera por haberse dormido
las guardas que estaban puestas de primanoche, este testigo se fué
donde estaba Alicante, remero, que estaba en la …tra de la dicha
galera, y le pidió una espada para volver a donde estaba el general
a le defender. El dicho Alicante dijo a este testigo que no le pidiese
ni tomase, porque le matarían a este testigo, y le importunó que se
la diese, y no se la quiso dar a este testigo; y dende a poco vido este
t. en la crujía de la dicha galera a Alonso de Reina, dando voces,
con una espada desenvainada, diciendo: ¡Libertad! ¡Bellacos,
levantaos!; dando cuchilladas y estocadas a los forzados para que se
levantasen; y así, dende a poco, se levantaron los dichos forzados y
se pusieron en crujía en favor de dicho Alonso de Reina. Y después
de esto, este testigo oyó decir al dicho Alicante que habían herido
al dicho general Ruy Díaz de Mendoza. Estando por suya la dicha
galera, el dicho Alonso de Reina confesó a este testigo que él había
dado ciertas cuchilladas al dicho Ruy Díaz de Mendoza, general… Y
que después, estando ya herido [el que declara], recordó y tomó una
espada de las que tenía en popa y se había defendido y había herido
al dicho Juan Ruiz, el cual dicho Juan Ruiz confesó a este testigo que
él había muerto a Salvador Gómez y dado una estocada al capellán
de la galera, y que había herido a Heredia, alguacil real, y a la dicha
Velázquez, y a Escobar. Juntamente con los dichos Alonso de Reina
y Juan Ruiz, forzado, se alzaron con la dicha galera, por forzado que

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

fue, el cual dió una estocada por los riñones al dicho Ruy Díaz de
Mendoza, de que vino a morir de las heridas que tenía, y Romero y
Aparicio, forzados; los cuales dichos forzados se alzaron con la dicha
galera, porque después se pareció y vido [el testigo] cómo andaban por
la galera y como señores de ella, diciendo que el dicho Pedro, forzado,
había herido al patrón Catanio y al maestredaja Bautista, y al cómitre,
y a Fraga, soldado; y que habían muerto a maeso Pedro, lombardero;
y a Juan Freile, soldado. Y demás de esto les oyó este testigo que a
Juan Gallego, soldado que estaba puesto por guarda, le habían herido,
el cual quedaba muriéndose, y de que se entiende que estará muerto
según estaba el dicho Juan Gallego, que le habían echado en tierra y
que no escaparía; y este testigo, estando en la dicha galera, oyó decir
por público y notorio que los dichos forzados lo tenían determinado
de hacer desde que estuvieron en el puerto de la Yaguana, el dicho
alzamiento. Y asimismo este testigo oyó decir a Juan de la Fuente,
francés, que él había sido causa del dicho alzamiento de esta dicha
galera y les había favorecido con espadas a los que este testigo tiene
dicho, para que se alzasen con la dicha galera y gozasen todos de su
libertad, y que él había sido parte para alzarse la dicha galera”.– “Y
preguntado (Mendoza) que diga y declare, so cargo del juramento que
tiene hecho, si sabe quién les dió favor y ayuda a los dichos forzados
que ha declarado y fueron los alzados para hacer el dicho motín, y con
qué persona lo trataron y comunicaron…, declara que Lucero, forzado,
facilitó seis hachas para que los forzados se desherrasen, porque Lucero
andaba suelto, sirviendo a Ruy, y otros cuatro o cinco hacía días que
andaban sueltos”.– Preguntóse al testigo si había costumbre de cercar
a los forzados una o dos veces cada día para ver sus cadenas y otras
veces a la noche los que tenían cargo de ello. Respondió: sí había
costumbre, pero el día del motín no se les visitó, y el que tenía cargo
de ello era el alguacil Constantino, y un mozo de éste los herraba
por mandado del alguacil.– (Todas las declaraciones de los testigos
son muy amplias.) – AGI, Patronato 269, nº 2.
De la información promovida por Osorio se hizo la siguiente
relación: “Las dichas galeras salieron del río de Santo Domingo para
dar vuelta a la dicha Isla y acompañar a las últimas naves de la flotas
que del río partieron para ir a España en 29 de mayo de 83 y, dejando
a las dichas naves cuatro leguas del puerto de Doña María, pasaron
a la villa de la Yaguana y llegaron a ella en seis de junio siguiente, y
estuvieron en ella hasta XXV del dicho mes, aguardando a que se
labrasen doscientas cargas de cazabe; y en este tiempo tuvo Ruy Díaz

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

dos cartas del licenciado Arceo, oidor del Audiencia Real de la dicha
ciudad, que a la sazón presidía, y en ellas le pedía que no saliese de
la Yaguana en tres o cuatro meses, porque en Santo Domingo había
gran falta de cazabe y, de fuerza, la gente había de pasar gran hambre.
Sin embargo de esto, se hizo a la vela la vuelta de Santo Domingo,
y fué principio de la pérdida de dichas galeras… Prosiguiendo el dicho
viaje, llegó a Montecristi en dos de julio… Entre el dicho Montecristi
y la Isabela está una ensenada a manera de medialuna, que se llama
la Saonesa, en la cual hay cantidad de bajíos, particularmente dos,
que se llama Recife, de largo de tres leguas, y en medio de ellos se
hace un canal de más de diez estados de fondo y en parte de catorce
y quince, y ninguna vez que las galeras dieron vuelta a la dicha Isla,
entraron por este canal, y este último viaje Ruy Díaz se metió por
entre los dichos recifes, y el dicho día cuatro de julio dió fondo a tres
leguas de Montecristi.– El siguiente día dió fondo a la salida del canal,
y la galera “Santiago”, por ser más pesada, iba una gran legua atrás,
y don Diego Osorio, capitán de ella, hizo dar fondo, con designio de
dar de comer a la chusma.– El dicho día y tarde Ruy Díaz salió en
tierra tres leguas de la Isabela a verse con un Francisco Tostado,
hombre fugitivo por [ser] uno de los mayores rescatadores de toda
aquella comarca, a informarse de él si había algún navío en la costa,
y a comunicarle cierto trato que el dicho Tostado ofrecía de tener
con los franceses, como persona de quien ellos daban mucho, para
que las galeras por este medio tomasen un navío cargado de negros;
y, estando dicho Ruy Díaz en este concierto, el cómitre de su galera
Capitana, una hora antes que anocheciese, se levó de aquel puerto,
y la galera Santiago hizo lo mismo por seguir a su Capitana, la cual
navegó sin encender el farol con hacer la noche muy oscura, y a este
tiempo había dos lumbres en tierra hechas por el dicho Tostado, y el
dicho don Diego Osorio mandó demarcar la tierra; y navegando la
dicha galera Santiago hora y media, dió en una seca que está en medio
de dicho canal, y sin topar en ella se salvó la dicha galera hasta el
fogón, y desde el fogón hasta la popa se asentó en medio de unas
piedras fijas agudas; y, con haberse hecho la diligencia, no se pudo
mover a ninguna banda, y a hallarse la Capitana junto a ella, con
facilidad se hubiera sacado.– Luego que encalló la dicha galera, se
tiraron cuatro piezas de artillería para que la Capitana le socorriese;
sólo Ruy Díaz las oyó desde tierra y envió una barquilla que traía
consigo. Y sabida esta nueva por Ruy Diaz, tornó a enviar la barquilla
a decirle al capitán que si hasta otro día, de mañana, se sustentase,

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iría a tomar la gente [y esto dejó] hasta el otro día, dos horas después
del sol salido, que la dicha Capitana llegó a dar fondo, y en pasar la
gente de ella a la dicha Capitana se tardó una hora, y luego se levó
la Capitana para la Isabela, y a poco rato se acabó de hundir la galera
Santiago. Ruy Díaz pasó a Puerto de Plata con su Capitana, llevando
en ella toda la gente de cabo y remo de entrambas galeras, y escogió
para la dicha galera doscientos y veinte remeros y alguna gente de
cabo de la de Santiago, y la demás hizo desembarcar, para que por
tierra se llevase a Santo Domingo, y para llevar esta gente señaló al
capitán don Diego Osorio, al contador y al patrón, alguacil,
sotacómitre y cinco o seis soldados, y salió (en su Capitana) para ir
a Santo Domingo, en ocho de julio, con muy pocos bastimentos.– En
veinte [del dicho mes] llegó el dicho Ruy Díaz al Cabo del Engaño
con mucho trabajo de la chusma y gran falta de agua y provisión; y
en este tiempo se valió de dos caballos que la gente de cabo mataron
en tierra; y a las once de la noche, tres o cuatro forzados del banco
del cómitre, y otros cuatro o cinco que andaban sueltos, de diferentes
bancos, se pusieron en crujía, teniendo por cabeza a un Alonso de
Reina natural de Antequera, y con unas espadas que hubieron por
medio de un francés, mozo de la cámara de en medio, forzado viejo
y ladino en la lengua española, comenzaron a herir a la gente de cabo,
apellidando ¡libertad, libertad! A este tiempo estaba Ruy Díaz echado
en la bancaza de popa y con una espada desnuda corrió la crujía hasta
encontrar con el dicho Alonso de Reina, el cual le dió dos estocadas:
la una en los riñones y la otra sobre la tetilla izquierda y otra en una
mano; y cayó luego en la crujía cerca del lugar del esquife y vivió
toda aquella noche y otro día hasta las nueve; y mataron a un negro
forzado que le servía, y a un soldado y a un artillero; e hirieron al
capellán [y al] patrón, al maestredaja y al alguacil Real y a otros ocho
o nueve; y echáronse a la mar el sotacómitre, [el] remolar y el dicho
maestredaja y otros tres, y salieron a tierra sin que se ahogase ninguno,
y con esto quedó rendida la dicha galera. Dicen que hasta que expiró
Ruy Díaz, le decían muchas palabras ignominiosas porque estaban
mal con él y de industria no consintieron que le acabasen de matar,
por hacerle penas…– Toda aquella noche del levantamiento
estuvieron sin moverse de aquel puesto, y otro día xxi de julio, por
la mañana, dieron vuelta por la banda del Norte junto al Cabo de
Cabrón; echaron a la mar al dicho Ruy Diaz encueros, y este mismo
día eligieron por capitán general a Pedro de Vargas, hijo de Bartolomé
de Leyba, forzado natural de Castro del Río, por tener entre ellos

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

opinión de hombre de buen entendimiento; particularmente


aprobaron por bueno lo hecho los franceses, que serían veinticuatro
o veinticinco, y éstos servían de marineros…– Otro día XXII de julio,
navegaron la vuelta de Puerto de Plata, y traían ordenado de entrar
en él, saquear el castillo y tomar la munición. El capitán Pedro
Rengifo de Angulo, pareciéndole que la galera venía alzada, acudió
al castillo; los de la galera no osaron entrar en aquel puerto y pasaron
de largo a la Isabela y en ella saltaron a tierra sesenta hombres
arcabuceros y piqueros y en una hacienda del dicho capitán Rengifo,
mataron cuatro o cinco vacas, y echaron fuera de galera a la gente
de cabo que quedó en ella sana y herida, y algunos forzados enfermos;
forzaron a que quedasen en galera los pilotos y de su voluntad
quedaron en ella el cómitre de la galera y el remolar de la galera
Santiago, que es francés…– Aunque don Diego Osorio quiso volver
luego en demanda de la dicha galera alzada, [pero], por la poca calor
que halló en el dicho [pueblo de] Santiago, no lo hizo hasta que del
Audiencia le enviaron provisiones para que le diesen la gente que él
pidiese, y con esta orden volvió de siete leguas de Santo Domingo la
vuelta de Bayajá, donde se entendió alcanzaría la dicha galera, debajo
de la esperanza que se tenía que si el dicho don Diego llegase a donde
se pudiese haber con personas de aquella galera, daría alguna traza
para que se tornase a cobrar, porque mucha parte de la chusma estaba
inclinada a no seguir esta rebelión… La gente que venía por tierra,
llegó a Santo Domingo en postrero de julio.– Caminando el dicho
don Diego Osorio para la dicha ciudad de Bayajá, tuvo nueva entre
la Vega y Santiago que la galera llegó a la dicha ciudad [de Bayajá],
y como no sabían los vecinos de ella el levantamiento, entendieron
que Ruy Díaz iba en ella, y los de la galera enviaron a tierra el esquife
con tapete y almohadas para que en él se embarcasen un Juez de
rescates y otras personas, fingiendo que el dicho Ruy Díaz estaba
malo, y creyendo el dicho Juez que aquello sería verdad, entró en
galera acompañado de su escribano y otros dos vecinos, y luego los
echaron en cadena; por otra parte saquearon la casa de dicho juez
veinticuatro forzados, porque sabían tenía cuatro o cinco mil ducados
en oro; fueron al castillo y echaron la artillería de la muralla abajo,
y también saquearon la plata de la iglesia, aunque luego la volvieron
por orden de Vargas…– Al fin, después de muchos conciertos
frustrados, Osorio logró apoderarse de la galera, después de haberse
pasado casi todos los forzados a los navíos en Gonaibes.– Pedro
Martín, que dicen fué quien acabó de matar a Ruy Díaz, mató a

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Alonso de Reina. Al fin llegó un navío de Santo Domingo en último


de agosto; la galera se puso en orden, y llegó a esta ciudad Osorio con
ella en xxviii de enero de 1584”.– Copia hecha por el Dr. Lugo; el
lector queda prevenido que la copia del doctor contiene muchas
veces la presunción de haberse suprimido pasajes sin riesgo de quedar
desnaturalizado el sentido; al cabo del documento, escrito por el
escribano Bartolomé de Emasavel, se observa cierta literación distinta
de la del documento.– Por otros papeles, ausente ya de la isla don
Diego Osorio, se dice que los forzados que huyeron, tomaron dos
navíos españoles y en ellos se fueron, habiendo desembarcado antes
a unos 60 compañeros que les eran de estorbo; la galera había quedado
para quien quisiera tomarla sin dar escopetazo.

152.– Por Real cédula de 21 de diciembre de 1573 se mandó


a la Audiencia que no diese licencia para salir a navegar a navío
alguno, de vuelta a España, sino en conserva de flota, pues tantos,
yendo sueltos, iban a descargar oculta y escondidamente al reino de
Portugal y a distintos puertos españoles y aún a puertos extranjeros;
por otra Real cédula de 24 de enero de 1575 (en la que se halla
sobrecartada la anterior), se dispuso que cuando en el puerto de
Santo Domingo se juntasen seis o más navíos, o tal número se
cumpliese con navíos surtos y ya preparados para navegar a España,
y se juntasen en Santo Domingo, se les diese la licencia para que
navegasen sin aguardar a flota, obligándose de ir con el registro
derechos a la Casa de la Contratación de Sevilla y cuando esta
reunión de navíos se lograse, dos de ellos recibiesen calidad de naos
Capitana y Almiranta; y “mandamos a los nuestros gobernadores
de las dichas islas de San Juan y Cuba que también hagan pregonar
y guardar y cumplir en ellas la dicha cédula de suso incorporada,
como en ella se contiene, que tengan cuidado de saber y entender
cuándo se aprestan navíos en esa dicha isla Española para venir a
estos dichos reinos, y den orden cómo se junten con ellos a tiempo
en el puerto de esa ciudad los navíos que en las dichas islas hubiere
para que, no pudiendo venir con las dichas flotas, vengan con los
que salieren de esa dicha isla”. No fué tan llana práctica la resultante

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de esta licencia, pues uno a uno, y a veces varios de una acometida


cayeron en poder de piratas, por ser sus dotaciones exiguas, navegar
sin munición, y los más enteramente ajenos al ejercicio de la guerra.
Por otra Real cédula, de 23 de julio de 1581, se avisó al Presidente
González de Cuenca: “Ya sabéis los muchos daños y pérdidas que
se han seguido de no tener los navíos que de esa isla vienen a estos
reinos, la orden y recaudo conveniente para su seguridad”; que para
acudir al bien de los vasallos y excusar “que los corsarios no se ceben
en esta ganancia que tienen por tan cierta y segura”, y teniéndose
entendido “que no pueden venir en forma de flota a estos reinos
(los navíos que salen de Santo Domingo) por no poder sufragar las
mercaderías y otros frutos que de esa isla se traen la mucha costa
que han de hacer los sueldos de naos Capitana y Almiranta y los
oficiales necesarios”, se había hallado por remedio más expedito
con que excusar tantas pérdidas y daños, que dichos navíos fuesen
cada año al puerto de la Habana para esperar a las flotas de la Nueva
España y navegasen en conserva de ellas; “y porque nuestra voluntad
es que esto se haga así, os mandamos que de aquí adelante ordenéis
que los navíos que hubieren de venir a estos reinos, estén cargados
y puestos a punto para que cada año irremisiblemente salgan de ahí
hasta los diez de marzo, y seguir su viaje hasta el dicho puerto de
la Habana donde esperarán la dicha flota de la Nueva España, en
cuya conserva y debajo de gobierno y orden del que fuere nuestro
General de ella, vernán su viaje; y para que esto se pueda hacer
mejor, y con más seguridad y sin temor de los corsarios, si alguno
hubiere en aquel paraje, proveeréis que venga siempre con los dichos
navíos una nao de armada muy bien bastecida y artillada y con la
gente necesaria, y por general un marinero, el más práctico que se
pudiere hallar, y la costa que en esto se hubiere de hacer, que será
poca, se repartirá por avería justamente, sin que falte ni sobre, en las
mercaderías que se trajeren en los dichos navíos, y en la provisión
de la persona que hubiere de venir por general de ellos, advertiréis
a procurar que sea cual conviene, sin admitir para ello negociación

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

alguna, porque el daño que se siguiere de hacer lo contrario, se os


imputará y será a vuestro cargo, y en todo lo demás guardaréis y
cumpliréis precisamente lo contenido en esta nuestra cédula, etc.”
Esta cédula, recibida después de los días de González de Cuenca,
no remediaba nada si la nao de armada, su artillado y bastimentos
habrían de pesar sobre las mercaderías, si los navíos eran pocos y sus
cargamentos voluminosos y de no subido precio. Hase visto cómo
las galeras de Ruy Díaz, en un crucero, condujeron una saetía pero
no más que hasta el cabo de Doña María (en que se tiene alguna
ventaja de no importante gaje en favor de las galeras o de sus jefes,
en tiempo de penuria y de sueldos no satisfechos); por otra parte,
ni en España se tuvo presente que hubiese galeón vigilante en las
costas de la Española (ni haberse quitado galeón de guarda por razón
de las galeras puestas, por haber predominado la conservación de los
mismos y las galeras haber sido puestas debajo el mando del General
de ellos, Cristóbal de Eraso). Y como al tratarse este negocio en la
isla, era conocido que los de la Yaguana, a lo largo de 1582, fueron
al Zahay, tomaron una lancha francesa que allí había aportado y
mataron a trece o catorce hombres y algunos meses después armaron
dos barcos y salieron en persecución de franceses, les tomaron la
lancha y asimismo dieron muerte a unos y prendieron a otros de sus
tripulantes, con mejor fortuna de vida que suerte gananciosa (sin que
en estas acciones galeón ninguno interviniese) a ninguno pareció
sufrir tan penosa carga de armar nao para defender tal cual navío
en su ida a la Habana, si ya se les sacaba hasta el último maravedí
para pagar los sueldos de los oficiales todos de las galeras sobre la
obligación contraida antes de sustentar tan a título gracioso a la
gente de ellas. Pues había galeras tan sin expensas algunas a cargo
de S.M., se dió comisión al procurador Alonso Bernáldez que este
punto de estar las galeras en la obligación de conducir los navíos a
la Habana lo tratase y asentase con el Consejo y el Rey. Así lo pidió
Bernáldez. Y tanto por no negar como por no asentir en negocio
tan impensado, lo mejor fué aplicar el eterno arbitrio de no estarse

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Fray Cipriano de Utrera | HISTORIA MILITAR DE SANTO DOMINGO

bien enterado; y por cédula se ordenó al Presidente que diese razón


de lo que Bernáldez había pedido. En realidad, la relación pedida no
tuvo lugar porque las galeras, como está dicho, se habían perdido.

v Las Reales cédulas de 21 de diciembre de 1573 y 23 de julio de


1581, en Cedulario Indiano (Encinas), pp. 94 y 90, respectivamente,
del libro IV.
v Madrid 19 de julio de 1583.– Real cédula al Presidente Ovalle:
que envíe relación sobre lo que ha pedido el procurador Bernáldez,
a saber: que como para juntarse los navíos en la Habana, a esperar la
flota de Nueva España e ir todos en conserva de ella, precisa que dichos
navíos se encaminen con mucho riesgo de corsarios a la Habana, ha
pedido que esa travesía se les asegure contra corsarios, mediante la
vigilancia y seguimiento que les hagan las galeras de la guarda de las
costas de Santo Domingo.– AGI, Santo Domingo 900 H 5.

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Este libro
Historia Militar de Santo Domingo
(Documentos y noticias)
de Fray Cipriano de Utrera
terminó de imprimirse en el mes de agosto de 2014
en los talleres de Editora Búho,
Santo Domingo, Ciudad Primada de América.
República Dominicana.
SOCIEDAD DOMINICANA
DE BIBLIÓFILOS

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