Este documento discute la modificación de la conducta cognitiva y los diferentes métodos de reestructuración cognitiva como la terapia racional emotiva y la terapia cognitiva. También describe técnicas como el entrenamiento en auto-instrucciones, la conciencia plena, la aceptación y la interpretación conductual de las técnicas cognitivas conductuales.
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Este documento discute la modificación de la conducta cognitiva y los diferentes métodos de reestructuración cognitiva como la terapia racional emotiva y la terapia cognitiva. También describe técnicas como el entrenamiento en auto-instrucciones, la conciencia plena, la aceptación y la interpretación conductual de las técnicas cognitivas conductuales.
Este documento discute la modificación de la conducta cognitiva y los diferentes métodos de reestructuración cognitiva como la terapia racional emotiva y la terapia cognitiva. También describe técnicas como el entrenamiento en auto-instrucciones, la conciencia plena, la aceptación y la interpretación conductual de las técnicas cognitivas conductuales.
Este documento discute la modificación de la conducta cognitiva y los diferentes métodos de reestructuración cognitiva como la terapia racional emotiva y la terapia cognitiva. También describe técnicas como el entrenamiento en auto-instrucciones, la conciencia plena, la aceptación y la interpretación conductual de las técnicas cognitivas conductuales.
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Nombre: Estefany Valentina García Mesa
Nombre: 2018-3200606 Cap.27
Modificación de conducta cognitiva
término cognición signifi ca creencia, pensamiento, expectativa, actitud o
percepción. De acuerdo con este signi- fi cado, los terapeutas cognitivos establecen que su acercamiento se basa en ayudar a los clientes a superar sus difi cultades deshaciéndose de pensamientos o creencias improductivas o lesivas y ayudándoles a adoptar otras más constructivas. Muchos modifi cadores de conducta han apuntado la existencia de varias similitudes entre los objetivos y los procedimientos de los terapeutas cognitivos y los suyos. Por su parte, los terapeutas cognitivos, han adoptado muchos métodos de la modifi cación de conducta. De esta apreciación mutua ha surgido la modifi cación de conducta cognitiva (Meichenbaum, 1986) o terapia de conducta cognitiva (Ingram y Scout, 1990). Aunque los terapeutas orientados cognitiva o conductualmente no están de acuerdo en muchos temas, lo cierto es que han aprendido mutuamente (véase, p.ej., Dougher, 1997; Hawkins y Forsyth, 1997; Wilson, Hayes y Gifford, 1997). Además, ambas posturas están fi rmemente comprometidas con la propuesta de que el criterio para juzgar la efi cacia de cualquier intervención es la mejora verifi cable obtenida en la conducta de los clientes. Stephen Hayes (2004b) se refi ere a las técnicas tempra- nas de modifi cación como la primera ola de terapia de conducta, y a la modifi cación de conducta cognitiva como la segunda ola. Hayes también describe la denominada tercera oleada de terapia de conducta; es decir, los acercamientos terapéuticos que incorporan conceptos de «conciencia plena», «aceptación» y «valores» en la tradición cognitiva conductual.
MÉTODOS DE REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA
Un supuesto teórico fundamental de algunos enfoques de terapia cognitiva es que los individuos interpretan y reaccionan ante los acontecimientos en términos de su significación percibida; esto es, nuestras creencias, expectativas y actitudes afectan a nuestra conducta. El segundo supuesto teórico de estos enfoques es que las distorsio- nes cognitivas pueden causar desórdenes emocionales. De estos supuestos se sigue que el objetivo básico de la terapia es fundamentalmente cambiar las cogniciones de los clientes. Dicho en otras palabras, algunos terapeutas cognitivos creen que los pensamientos molestos son la causa de los problemas emocionales y conductuales, y el foco primario de su intervención consiste en cambiar este pensamiento defectuoso. Las estrategias para lograrlo se denominan reestructuración cognitiva. Terapia de conducta racional-emocional ¿Se reconoce habiendo dicho en alguna ocasión, «siempre lo estropeo todo», «soy muy torpe», o «nunca hago nada bien»? Algunos psicólogos cognitivos consideran que estas afirmaciones son irracionales, ya que, en último término no siempre nos equivocamos, no siempre somos torpes y hacemos bien al menos algunas cosas. Opi- nan que estos pensamientos irracionales generan ansiedad, tristeza, enfado u otros sentimientos molestos. Su enfoque terapéutico se centra en ayudar a las personas a identificar estos pensamientos o creencias irracionales y sustituirlos por enunciados más racionales. terapia comportamental racional-emotiva (TCRE). Lo hizo porque, a pesar de ser un terapeuta cognitivo, con frecuencia asigna tareas conductuales in vivo para hacer en casa. Por ejemplo, podría pedir a Jim que anotara la realización de actividades complejas, como trabajar en el ordenador, o cambiar el aceite al coche, para probarse a sí mismo que no es un desastre completo. Las tareas para hacer en casa suelen estar diseñadas para ayudar a los clientes a desafiar las creencias irracio- nales y afrontar las emociones perturbadoras. Los lectores interesados en una guía práctica de la terapia racional emotiva pueden consultar Dryden, 1999. Evaluación de la terapia comportamental racional emotiva. El enfoque de Ellis resulta tan satisfactorio porque, ¿los terapeutas disputan enérgicamente las creencias irracionales de los clientes (un componente «cognitivo»)? ¿O se debe a las tareas para hacer en casa (componentes conductuales)? Después de todo, los debe- res asignados parecen animar a los clientes a enfrentarse con situaciones cotidianas que les generan ansiedad, lo cual colabora a su extinción (véase Capítulo 28). De acuerdo con Beck (1976), las personas con trastornos emocionales padecen un exceso de pensamientos aberrantes, falaces o disfuncionales, lo cual genera, o exa- cerba, sus problemas. Entre los tipos de pensamientos disfuncionales se encuentran los siguientes: 1. Pensamiento dicotómico, que se produce en términos absolutos; por ejemplo, asumir que se falla si se obtiene una calificación inferior a sobresaliente. 2. Inferencia arbitraria, que consiste en extraer conclusiones sobre la base de evidencias inadecuadas; por ejemplo, interpretar mal el ceño fruncido de otra persona como gesto que expresa desaprobación. 3. Sobregeneralización, que es llegar a una conclusión general sobre la base de muy pocos episodios que aporten evidencia; por ejemplo, asumir que un único fallo significa que no puede hacer bien nada. 4. Magnificación, es decir, exagerar el significado o la importancia de un acontecimiento concreto; por ejemplo, creer que es terrible o catastrófico no obtener algo que se desea mucho. Comparación de los enfoque de Ellis y Beck. Hay algunas similitudes obvias entre el enfoque de Beck y la terapia conductual racional emotiva de Ellis. Ambos abordajes suponen que la dificultad de los clientes radica en algún tipo de patrón de pensamiento inadecuado, como la tendencia a exagerar o catastrofizar acontecimietos desagradables. Evaluación de la terapia cognitiva de Beck. A pesar de que Beck y sus cola- boradores han aplicado su enfoque a una gran variedad de trastornos, consideran que es especialmente efectivo para las personas con depresión (Beck y cols., 1985). La terapia cognitiva ha demostrado ser al menos tan efectiva como la medicación en epi- sodios agudos de depresión (Antonuccio, Danton y Denelsky, 1995), aunque menos efectiva que la medicación para la depresión crónica (Thase y cols., 1994). Entrenamiento en auto-instrucciones Meichenbaum y Goodman (1971) desarrollaron originalmente un entrenamiento en auto-instrucciones para ayudar a los niños a controlar sus comportamientos impul- sivos que suele incluir los siguientes cinco pasos: 1. Demostración de autoinstrucciones por parte del modelo adulto. Por ejemplo, una perso- na adulta podría decir «Mi trabajo es escribir un diez. Primero dibujaré líneas rectas como ésta y luego dibujaré un círculo al lado» (Mientras escribe un diez). «Lo he hecho muy bien». 2. La niña realiza la tarea mientras el modelo adulto la verbaliza en voz alta. Por ejemplo, el adulto le daría el lápiz y repetiría las instrucciones previas (y el elogio poste- rior) mientras la niña dibuja un diez. 3. La niña realiza la tarea y la verbaliza en voz alta. Por ejemplo, la niña comenzaría por la conducta del adulto en el paso 1. 4. Desvanecimiento de las auto-instrucciones manifiestas. En uno o dos ensayos, se animaría a la niña a repetir la tarea mientras se repite a sí misma las auto-instrucciones y el elogio con un volumen de voz progresivamente más bajo. 5. Realización de la tarea con auto-instrucciones encubiertas. Finalmente, se animaría a la niña para que realice la tarea mientras se dice las instrucciones y el auto-elogio a sí misma de forma que el profesor no le oiga.
CONCIENCIA PLENA Y ACEPTACIÓN
La práctica de la plena conciencia es un concepto antiguo, del que se dice está en «el corazón de las enseñanzas de Buda» (Nhat Hahn, 1998, p. 59). La plena conciencia implica ser consciente de, darse cuenta, observar y describir las conductas mani- fiestas y encubiertas, tal como ocurren, sin juzgarlas, así como (en algunos casos) la observación de los antecedentes y las consecuencias de esas conductas. Implica prestar mucha atención a lo que se ve, se huele, se saborea y a las sensaciones táctiles de la experiencia mientras ocurre. Supongamos que queda a mediodía con un amigo en la puerta de un restaurante. Terapia de Aceptación y Compromiso La Terapia de Aceptación y Compromiso desarrollada por Hayes y sus colabora- dores (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999) se lleva a cabo en tres fases. En primer lugar, mediante el uso de metáforas, paradojas, historias y otras técnicas verbales por parte del terapeuta, los clientes aprenden que los intentos pasados de controlar los pensa- mientos y las emociones molestas no sólo no han tenido éxito, sino que además sirvie- ron para aumentar la frecuencia de tales obsesiones y emociones. Si le dijéramos, por ejemplo, que no piense en un elefante rosa, ¿qué es probable que haga usted? Pensar en un elefante rosa. En segundo lugar, mediante el entrenamiento en la plena con- ciencia y los ejercicios de aceptación, los clientes aprenden a experimentar y abrazar pensamientos y emociones sin juzgarlos, incluyendo los más desagradables. INTERPRETACIÓN CONDUCTUAL DE LAS TÉCNICAS COGNITIVAS CONDUCTUALES Como indicamos en el Capítulo 14, dos categorías importantes de conductas son la operante y la respondiente. Como se discutió en el Capítulo 15, gran parte de lo que consideramos «pensamientos» y «sentimientos» en la vida cotidiana, se puede des- cribir en términos de estas dos categorías conductuales fundamentales.