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Que Es La Modernidad

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QUE ES LA MODERNIDAD

La Modernidad es una categoría que hace referencia a los procesos sociales e históricos
que tienen sus orígenes en Europa al norte a partir de la emergencia ocasionada desde
el Renacimiento. El movimiento propone que cada ciudadano tenga sus metas según su
propia voluntad. Esta se alcanza de una manera lógica y racional, es decir,
sistemáticamente dándole sentido a la vida. Por cuestiones de manejo político y de poder,
se trata de imponer la lógica y la razón, negándose a la práctica de los valores
tradicionales o impuestos por la autoridad.
La Modernidad es un periodo que principalmente antepone la razón sobre la religión. Se
crean instituciones estatales que buscan que el control social esté limitado por
una constitución y a la vez se garantizan y protegen las libertades y derechos de todos
como ciudadanos. Surgen nuevas clases sociales que permiten la prosperidad de ciertos
grupos poblacionales y causan la marginalidad de otros. Se industrializa la producción
para aumentar la productividad y su economía. Se caracteriza por ser una etapa de
actualización y cambio permanente. Para comprender los axiomas de la Modernidad, se
la debe enunciar la característica principal del Renacimiento, ya que este período es un
puente de enlace entre las dos épocas. El Renacimiento marca al ser humano como un
individuo simbólico, es decir, su propia base de creencias y que proviene la palabra
derivada del significado cognitivo textual mayor o bien dicho comprensión del mundo está
basada en la religión. En cambio, en la Modernidad se abandona la creencia de que todo
puede ser explicado mediante la religión, y se procede a elaborar explicaciones científicas
de los fenómenos.
El significado de Modernidad básicamente reside en un nuevo comportamiento (un ethos)
del hombre frente la reproducción de su vida. Este nuevo ethos reside en la confianza que
tiene el ser humano para apropiarse de la naturaleza por medios productivos científico-
tecnológicos; es decir, los medios productivos dejaran de aparecer como dados y
sagrados, ahora serán reconocidos como producidos por los hombres mismos.
Analizada la contraposición entre Renacimiento y Modernidad se puede dar paso a definir
y explicar esta etapa. La Modernidad es entendida como un proceso de cambios que
buscan homogeneizar a la sociedad. Da paso a la creación de individualidades y permite
que los hechos y objetos se hagan de conocimiento y apropiación universal. Se la
considera como un proceso que necesita una actualización permanente.
La Modernidad es similar al concepto kantiano de Ilustración (la «mayoría de edad»
del individuo, que ejerce su razón de forma autónoma: el Sapere aude), y antes que este
al antropocentrismo humanista del Renacimiento (por ejemplo la Oratio de hominis
dignitate de Pico della Mirandola). Fue muy significativo, para entender la diferente
concepción de lo nuevo entre la Edad Media y la Edad Moderna, y el debate de los
antiguos y los modernos.
La modernidad es un cambio ontológico del modo de regulación de la reproducción
social basado en una transformación del sentido temporal de la legitimidad. En la
modernidad el porvenir reemplaza al pasado y racionaliza el juicio de la acción asociada a
los hombres. La modernidad es la posibilidad política reflexiva de cambiar las reglas del
juego de la vida social. La modernidad es también el conjunto de las condiciones
históricas materiales que permiten pensar la emancipación conjunta de las tradiciones, las
doctrinas o las ideologías heredadas, y no problematizadas por una cultura tradicional.
También se ha introducido el término transmodernidad para el mundo caracterizado por
la globalización.
COMO SURGE Y PORQUE
La Modernidad surge en el siglo XV después de que se provocaran cambios
emblemáticos a nivel mundial como: la Conquista de América por los europeos, el
desarrollo de la imprenta, la Reforma Protestante, el Renacimiento y la Revolución
Científica. En términos sociales e históricos, no se llega a la Modernidad con el final de la
Edad Media en el siglo XV, sino tras la transformación de la sociedad preindustrial, rural,
tradicional, en la sociedad industrial y urbana moderna que se produce con la Revolución
industrial y el triunfo del capitalismo.
La superación de la sociedad industrial por la sociedad postindustrial se ha dado en
llamar posmodernidad. La crisis de la modernidad comenzó hacia el final de la Primera
Guerra Mundial cambiando la mentalidad y las conciencias así como otros profundos
cambios sociales que derivaron en cambios políticos.
La Modernidad promueve transformaciones en la organización de las naciones.
Se secularizaron los estados para dar paso al poder republicano, la racionalidad
administrativa y la industrialización. Además, con la aparición de los Estados nación se
deben reorganizar los territorios y se procede a la creación de la urbe, para conseguir un
desarrollo industrial capitalista y un progreso económico y tecnológico.
Debido a la creación de la urbe el poder republicano debe establecer una constitución que
encierra el conjunto de leyes que controlan la sociedad. Para que se facilite este control
se crean tres poderes estatales que ejerzan las leyes en la ciudadanía: el poder ejecutivo,
el poder legislativo y el poder judicial. Cada uno de estos posee una función específica: el
primero se encarga de dictar las leyes que conforman la constitución, el segundo de
aprobar dichas leyes, y el tercero de administrar la justicia en la sociedad mediante la
aplicación de la constitución.5
La racionalidad administrativa permite que nazca una nueva clase social: la burguesía;
misma que trabaja en las diferentes entidades públicas y colabora con el Estado para
ejercer y hacer cumplir la constitución, es decir, las leyes que demuestran el poder del
estado mediante el orden y el control.
La industrialización es el proceso que busca expandir la economía de un lugar específico
mediante el desarrollo industrial. Comenzó con el modelo T de Henry Ford, el cual
operativiza la producción de bienes comerciales (transformar la materia prima en
productos terminados), permitiendo un ahorro de tiempo y un incremento en las
ganancias. La industrialización, representó un cambio tecnológico y económico
significativo para el Estado; en cambio, para la población una oportunidad utópica de
bienestar y prosperidad; puesto que su remuneración económica y sus condiciones
laborales no eran ecuánimes. Este sector de la población conformó al proletariado: clase
social encargada de la producción masiva de bienes comerciales en las fábricas.
La Modernidad en el plano educativo viene a ser lo que Gustav Wyneken llamaría "un
fenómeno típico de una época de transición: una época de disolución y nueva formación",
en la que las exigencias de la industrialización y las ideas renacentistas convierten a la
educación en una oportunidad para acceder a una mejor calidad de vida. Esta visión trae
consigo la ruptura de esquemas tradicionales de transmisión del conocimiento dando
lugar a lo que posteriormente llamarían "sociedad de la información".

COMO AFECTA EL MUNDO


Cada vez es más complicado pensar el mundo en que vivimos. El fin de siglo presenta
nuevos desafíos para las ciencias sociales. Uno de los más importantes es pensar
nuestras realidades concretas latinoamericanas que si bien transcurren hacia la
modernidad, lo hacen desde contextos y experiencias con anclajes tradicionales. Si a ello
se le introduce el ingrediente de la globalización, nuestras formas de atender y explicar la
realidad se vuelven más complejas. Pensar las distintas y contrastantes realidades
actuales bajo el crisol de la globalización, no sólo supone ver los efectos que el proceso
de interconexión global tiene en las formas de organización social: de la economía, de la
política, de la cultura, como si fuera un añadido más que se impone desde el exterior
hacia las realidades locales, sobre todo el desafío está en que lo global es una
transformación de la distancia, una sobrevaloración del tiempo por encima del espacio,
una reconfiguración de los procesos de estructuración de la vida y la cultura
contemporánea. En las palabras de Giddens (1984), se requiere abandonar el estudio de
las estructuras y poner atención en los procesos para dar cuenta de la interrelación entre
los contextos locales y los referentes globales de las identidades contemporáneas.
Por un lado, la modernidad implicaba una lógica de organización social basada en un
modelo de pensamiento racional cuyos efectos eran diferenciar y especializar los distintos
campos del saber y la separación progresiva de las funciones y los modos de actividad de
una sociedad, que en las sociedades tradicionales se mantenían unidos y articulados a
una misma autoridad. Por otro lado, la razón comunicacional, (concepto introducido por
Manuel Martín Barbero) le ha dado vuelta a la modernidad, ya que su lógica de
producción del saber se basa en la fragmentación y en la segmentación (Martín Barbero
1999). El avance tecnológico en la comunicación y la información difunde y expande los
valores universalizantes vinculados con la racionalidad moderna que atraviesan los
particularismos culturales. Pero la tecnología no sólo pone en circulación formas
culturales sino que trastoca la esencia misma del saber: irrumpe en su producción lineal,
especializada, acumulativa y basada en la escritura, en contraste el saber mediado por las
tecnologías comunicacionales distribuye los saberes mediante imágenes
descontextualizadas de los campos especializados de su producción, lo cual afecta en la
fragmentación, la vulgarización y la dispersión del saber.
Distintas discusiones se han dado sobre el impacto que la cultura que proviene de la
globalización tiene sobre la modernidad, lo que sí es un acuerdo es que es el rasgo
esencial de la cultura contemporánea. Los pensadores postmodernos plantean que es un
efecto exacerbado de las contradicciones propias de la modernización; otros plantean que
la cultura globalizada —entendida como una cultura de masas— se impone como una
fuerza homogenizadora que tiende a borrar las culturas locales y los particularismos
identitarios: debilitándolas, restándoles autonomía y autodirección (Mc Luhan); en esta
misma tendencia se habla también de que la globalización interconecta a las identidades,
aunque para otros autores esta conexión produce exclusiones de identidades que de
manera defensiva refuerzan sus fronteras en torno a principios comunales (Castells
1999); por último hay también quienes plantean que esta cultura "no anula las
reivindicaciones y la defensa de los intereses particulares sino que los hace más
negociables" (Lipovetsky 1990).
Las diferentes formas de imaginar los efectos de la cultura contemporánea sobre los
procesos de organización y dirección de las sociedades no son ajenas a los procesos
socio-culturales en que se analizan. Desde ahí la realidad presenta muchos contrastes y
nos plantean imaginar distintos escenarios: ¿La cultura global facilitará la difusión de la
modernidad, privilegiando los procesos de democratización y ciudadanización de las
sociedades contemporáneas?, o por el contrario, ¿favorecerá al regreso y fortalecimiento
de las formas tradicionales y autoritarias que empiezan a revigorizarse mediante el
reavivamiento de fundamentalismos e integrismos? Tal vez sea necesario imaginar una
tercer vía en donde la interacción entre lo tradicional, lo moderno y lo global produzca
nuevos efectos de sentido y nuevas maneras de cohesionar y organizar a las sociedades
contemporáneas. ¿Será posible que la diversidad cultural persista en un mundo
interconectado tendiente a la homogeneización?, ¿la tendencia homogeneizante de la
cultura global proporcionará una distribución más igualitaria en las competencias para
ingresar a la esfera pública, o excluirá a aquellas sociedades y grupos cuyo destino único
será el consumo y no la producción cultural?
Hoy día, quienes se plantean el estudio de la modernidad y la ciudadanía no pueden
escapar a este nuevo contexto de producción de la cultura compleja, que hace necesario
cuestionar los fundamentos mismos de la modernidad a través del crisol de realidades
concretas, pero interconectadas por la intensificación de intercambios y flujos culturales.
Para emprender esta discusión el CIESAS-Occidente, el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Occidente (ITESO) y la Embajada de los Estados Unidos, conjuntaron
esfuerzos para organizar un encuentro donde especialistas estudiosos de la cultura
expusieran sus diferentes puntos de vista, a veces complementarios pero también
contrapuestos, sobre este tema tan controvertido. Aprovechando la visita en Occidente de
dos prestigiados investigadores de la Universidad de Stanford, Renato Rosaldo y Mary
Louise Pratt, se les invitó a exponer, al doctor Rosaldo sobre su concepto "ciudadanía
cultural" que tanto impacto ha tenido en las investigaciones sobre cultura y diferencia; y a
la doctora Pratt sobre las discusiones contemporáneas sobre modernidad. Dos miradas,
una construida desde la antropología y otra desde la lingüística, que se enriquecen y
complementan. Al doctor Néstor García Canclini, del Departamento de Antropología de la
UAM-Iztapalapa, el especialista más destacado sobre el problema de las "hibridaciones" y
los consumos culturales en México, se le pidió hablar sobre el impacto de la globalización
en los estudios culturales.1 Al doctor Guillermo de la Peña, del CIESAS-Occidente, quien
a lo largo de su trayectoria ha hecho una travesía por la diversidad cultural pasando del
estudio de las sociedades rurales, a las urbanas, para anclar en últimas fechas en las
problemáticas étnicas, se le invitó a discutir sobre los nuevos "comunitarismos" modernos.
Cada vez es más complicado pensar el mundo en que vivimos. El fin de siglo presenta
nuevos desafíos para las ciencias sociales. Uno de los más importantes es pensar
nuestras realidades concretas latinoamericanas que si bien transcurren hacia la
modernidad, lo hacen desde contextos y experiencias con anclajes tradicionales. Si a
ello se le introduce el ingrediente de la globalización, nuestras formas de atender y
explicar la realidad se vuelven más complejas. Pensar las distintas y contrastantes
realidades actuales bajo el crisol de la globalización, no sólo supone ver los efectos que
el proceso de interconexión global tiene en las formas de organización social: de la
economía, de la política, de la cultura, como si fuera un añadido más que se impone
desde el exterior hacia las realidades locales, sobre todo el desafío está en que lo
global es una transformación de la distancia, una sobrevaloración del tiempo por
encima del espacio, una reconfiguración de los procesos de estructuración de la vida y
la cultura contemporánea. En las palabras de Giddens (1984), se requiere abandonar
el estudio de las estructuras y poner atención en los procesos para dar cuenta de la
interrelación entre los contextos locales y los referentes globales de las identidades
contemporáneas.
Por un lado, la modernidad implicaba una lógica de organización social basada en un
modelo de pensamiento racional cuyos efectos eran diferenciar y especializar los
distintos campos del saber y la separación progresiva de las funciones y los modos de
actividad de una sociedad, que en las sociedades tradicionales se mantenían unidos y
articulados a una misma autoridad. Por otro lado, la razón comunicacional, (concepto
introducido por Manuel Martín Barbero) le ha dado vuelta a la modernidad, ya que su
lógica de producción del saber se basa en la fragmentación y en la segmentación
(Martín Barbero 1999). El avance tecnológico en la comunicación y la información
difunde y expande los valores universalizantes vinculados con la racionalidad moderna
que atraviesan los particularismos culturales. Pero la tecnología no sólo pone en
circulación formas culturales sino que trastoca la esencia misma del saber: irrumpe en
su producción lineal, especializada, acumulativa y basada en la escritura, en contraste
el saber mediado por las tecnologías comunicacionales distribuye los saberes mediante
imágenes descontextualizadas de los campos especializados de su producción, lo cual
afecta en la fragmentación, la vulgarización y la dispersión del saber.
Foto 1
Distintas discusiones se han dado sobre el impacto que la cultura que proviene de la
globalización tiene sobre la modernidad, lo que sí es un acuerdo es que es el rasgo
esencial de la cultura contemporánea. Los pensadores postmodernos plantean que es
un efecto exacerbado de las contradicciones propias de la modernización; otros
plantean que la cultura globalizada —entendida como una cultura de masas— se
impone como una fuerza homogenizadora que tiende a borrar las culturas locales y los
particularismos identitarios: debilitándolas, restándoles autonomía y autodirección (Mc
Luhan); en esta misma tendencia se habla también de que la globalización
interconecta a las identidades, aunque para otros autores esta conexión produce
exclusiones de identidades que de manera defensiva refuerzan sus fronteras en torno a
principios comunales (Castells 1999); por último hay también quienes plantean que
esta cultura "no anula las reivindicaciones y la defensa de los intereses particulares
sino que los hace más negociables" (Lipovetsky 1990).
Las diferentes formas de imaginar los efectos de la cultura contemporánea sobre los
procesos de organización y dirección de las sociedades no son ajenas a los procesos
socio-culturales en que se analizan. Desde ahí la realidad presenta muchos contrastes
y nos plantean imaginar distintos escenarios: ¿La cultura global facilitará la difusión de
la modernidad, privilegiando los procesos de democratización y ciudadanización de las
sociedades contemporáneas?, o por el contrario, ¿favorecerá al regreso y
fortalecimiento de las formas tradicionales y autoritarias que empiezan a revigorizarse
mediante el reavivamiento de fundamentalismos e integrismos? Tal vez sea necesario
imaginar una tercer vía en donde la interacción entre lo tradicional, lo moderno y lo
global produzca nuevos efectos de sentido y nuevas maneras de cohesionar y
organizar a las sociedades contemporáneas. ¿Será posible que la diversidad cultural
persista en un mundo interconectado tendiente a la homogeneización?, ¿la tendencia
homogeneizante de la cultura global proporcionará una distribución más igualitaria en
las competencias para ingresar a la esfera pública, o excluirá a aquellas sociedades y
grupos cuyo destino único será el consumo y no la producción cultural?
Hoy día, quienes se plantean el estudio de la modernidad y la ciudadanía no pueden
escapar a este nuevo contexto de producción de la cultura compleja, que hace necesario
cuestionar los fundamentos mismos de la modernidad a través del crisol de realidades
concretas, pero interconectadas por la intensificación de intercambios y flujos culturales.
Para emprender esta discusión el CIESAS-Occidente, el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Occidente (ITESO) y la Embajada de los Estados Unidos, conjuntaron
esfuerzos para organizar un encuentro donde especialistas estudiosos de la cultura
expusieran sus diferentes puntos de vista, a veces complementarios pero también
contrapuestos, sobre este tema tan controvertido. Aprovechando la visita en Occidente de
dos prestigiados investigadores de la Universidad de Stanford, Renato Rosaldo y Mary
Louise Pratt, se les invitó a exponer, al doctor Rosaldo sobre su concepto "ciudadanía
cultural" que tanto impacto ha tenido en las investigaciones sobre cultura y diferencia; y a
la doctora Pratt sobre las discusiones contemporáneas sobre modernidad. Dos miradas,
una construida desde la antropología y otra desde la lingüística, que se enriquecen y
complementan. Al doctor Néstor García Canclini, del Departamento de Antropología de la
UAM-Iztapalapa, el especialista más destacado sobre el problema de las "hibridaciones" y
los consumos culturales en México, se le pidió hablar sobre el impacto de la globalización
en los estudios culturales.1 Al doctor Guillermo de la Peña, del CIESAS-Occidente, quien
a lo largo de su trayectoria ha hecho una travesía por la diversidad cultural pasando del
estudio de las sociedades rurales, a las urbanas, para anclar en últimas fechas en las
problemáticas étnicas, se le invitó a discutir sobre los nuevos "comunitarismos" modernos.

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