Estética PDF
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Buenos Aires durante los años 1997-2004. Tuvo así su comienzo en apuntes de
una introducción a la Estética que facilitara el estudio alos alumnos, más fiable
que las habituales fotocopias. Conociendo, por otra parte, el interés de artistas,
investigadores y allegados al arte que asistían a mis clases, pensé también que
una publicación de ese tipo podría traer ventajas para un público más vasto,
de todos los tiempos referidas al arte, tal como se presenta en esta oportuni-
dad de brindar una visión abarcativa de las principales ideas estéticas desarro-
teje una trama abierta y exige no ser asumido pasivamente. Es, en primera ins-
nos temas del pasado resurgen en la actualidad mientras que otros quedan li-
rales específicas.
ner problemas principales, como los referidos a la autonomía del arte o a su jus-
instrumentos teóricos que abran caminos para una mejor lectura de las obras.
De este modo, se da cabida a una Estética de “alto vuelo” y a una Estética “des-
de abajo”, confrontada con las obras. Esta doble perspectiva hizo que, al pensar
poner al lector en contacto directo con éstas, porlo cual se han reproducido pá-
insistir en que es la lectura directa de los grandes filósofos la que da las mejores
sustituible.
de una discusión más general, agudizada por los profundos cambios que se in-
troducen en el siglo XX, principalmente por los que llevan a su estado concep-
tual. Las respuestas que sigan a las preguntas que el arte plantea no podrán ser
tiempo que abrigo la esperanza de que ese recorrido sea gratificante, sobre todo
en la medida en que, incorporando nuevas ideas, cada uno pueda lograr una
lectura más profunda de las obras de arte. La misma advertencia podría ser he-
cha hoy al lector, junto a la misma esperanza de gratificación, con lo cual el es-
:%
á
INTRODUCCIÓN 19
ciela Sarti, Graciela de los Reyes, Inés Buchar, Mercedes Casanegra, Vilko Gal,
Cristina Ares, Cecilia Fiel, Betina Bandieri y Oscar de Gyldenfeld— por la con-
fianza que pude depositar en ellos y por el fructífero intercambio de ideas que
este trabajo no hubiera podido concretarse tal como se presenta hoy. También
agradezco a los numerosos alumnos que asistieron a mis clases teóricas y que
capacidad polémica.
a hacer más amena la lectura de los textos, aportando imágenes de sus obras.
pas de carrección y edición de este libro. El estímulo que recibí de ellas hizo
creyeron en proyectos anteriores míos, los que de alguna manera dieron piea
éste.
E. O,
Abril de 2005.
CAPÍTULO I
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA
teorías del arte? ¿Cuál es su objeto? ¿Qué es “experiencia estética”? ¿Qué papel
una oportunidad, creemos estar ante posturas irreconciliables, pero sólo lo son
1. El término Estética
como arte”, Heidegger dice que la “Estética” es el “saber acerca del comporta-
La etimología nos informa que “estético” procede del griego aistétikos (de
humana. En este sentido, y recordando el título del libro de José Jiménez, Imá-
sí: se Ve.
momentos, eclipsada en los últimos tiempos por el impacto del cambio ope-
22 ESTÉTICA
ser el principal cauce de una experiencia que, ante todo, echa raíces en el con-
cepto.
sobre la misma brindada por la prensa o la historia del arte. Más aún, aquellos
los Girasoles de Van Gogh, investidas de ese “admirable temblor del tiempo”
del gue habló Gaétan Picon.* En estos casos, ninguna información, por más
exhaustiva que ella sea, o ninguna ilustración, por más exacta que fuere, po-
dría suplantar a la percepción directa del original. Nada reemplaza nuestro es-
obra de arte.
denburg, una cavidad del tamaño de una tumba públicamente excavada y ense-
guida rellenada en el Central Park de Nueva York, detrás del Metropolitan Mu-
Andy Warhol. Para llenar los “blancos” de significado de estas obras, el aspecto
sión “filosofía del arte” podría resultar más adecuada. Pero, como advirtiera
Hegel, el término Estética sigue siendo aceptado —lo haremos nosotros tam-
drían haber sustituido al nombre Estética, por ejemplo “callístico” (de kalos =
belleza), pero “también éste se muestra insuficiente pues la ciencia que propo-
nemos considera, no lo bello en general, sino puramente lo bello del arte”.* He-
gel se conforma entonces con el término Estética dado que, “se ha incorporado
de tal modo al lenguaje común que, corno nombre, puede conservarse. No obs-
tante, la expresión apropiada para nuestra ciencia es filosofía del arte” y, más
nombre Estética. Fue también, lo que no es casual, uno de los primeros en no-
po, que le hicieron pensar en el “carácter de pasado del arte” o en “rmuerte del
tencia de obras de arte que apelaban más al pensamiento que a las sensaciones,
E
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 23
obras que requerían de una “consideración pensante” nos acercan, sin duda, a
Existen obras de arte desde épocas remotas, sin embargo, la Estética corno
rigor una Estética. Esas reflexiones derivaban del tronco de un sisterna filosófi-
de las Ideas y mundo sensible). Diferente del mundo de las Ideas —verdadero,
ese ente sensible que llamamos “arte” o de esa cualidad que designamos como
belleza”.
UN PRODUCTO DE LA ILUSTRACIÓN
es una disciplina poco más que bicentenaria. Surge como disciplina “en el pe-
Diderot. Pero, sin olvidar aportes de filósofos como Addison, Hume o Burke,
será Kant quien fije de modo concluyente ese estatuto, al separar a la nueva dis-
gorías nuevas sino por el modo en que se articulan las ideas en torno del hom-
bre corno centro, como lugar de decisión. A partir de entonces, yo mismo y mis
The Guardian. Sumado todo esto a las muestras en salones y museos y al deba-
Se ha dicho de Sócrates que bajó la filosofía del cielo para que habitara entre los
rías y de las bibliotecas, de los colegios y facultades para que resida en las reu-
la del siglo XVIII de individuo genial. Coincide ese nacimiento con una nueva
manera de ver el arte, separado de las artes útiles o artesanas, que comienza a
notarse en el Renacimiento y se concreta en la Ilustración. Es evidente enton-
un día para el otro por obra de Baumgarten sino que recorre un largo camino
que se inicia en el 1400, cuando el concepto de arte adoptó el tono que para no-
va o religiosa. En la Edad Media lo que llamamos “arte” no era sentido como algo
conformaban una suerte de Biblia pauperum, de biblia para los pobres, para
aquellos que no tenían acceso a las Sagradas Escrituras porque no sabían latín.
Pero llegó un momento en el que el arte no quiso ser más que arte. A partir
mente (por la cantidad de horas de trabajo puestos en ellos) y pasan a ser valo-
rados cualitativamente, por llevar la firma de quien los hizo. Así, comenzará a
el caso de Filippino Lippi (1457-1505) que logró una gran fortuna por sus fres-
cos para la iglesia de Minerva en Roma, mientras que su padre, Filippo Lippi
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 25
por lo tanto, de un nuevo tipo de artista interesado en todo tipo de saber. El pa-
(1445) de Piero della Francesca. El paisaje del fondo no es ninguna zona cercana
al río Jordán, sino que el artista elige reemplazarlo por el pueblo del norte de
Consecuencia del cauce cada vez más individual del arte será la necesidad
la comunidad, sino para el cliente individual. Ahora son los príncipes, prela-
a la Iglesia o al Estado.
Ahora bien, ¿qué relación guarda el nacimiento de la Estética con los idea-
principales ideales de esa época dinámica de la historia, guiada por la razón que
“no sería exagerado aventurar que el pensamiento ilustrado culmina con la Es-
ticus, el hombre estético feliz. Esta infiltración utópica seguirá viva en toda la
Boileau, Bossuet y los “modernos” por los hermanos Claude y Charles Perrault,
más que al arte clásico, al modelo clásico que necesariamente debía ser imitado
y “admirado”.
que ella sea admirable. Veo a los antiguos, sin doblar las rodillas; / Son grandes,
vió a parámetros del arte griego y romano —para dejar atrás la exuberancia y vo-
del Club de los Jacobinos. En su obra El juramento de los Horacios (1784)* toma
aesos soldados romanos como modelo de fidelidad a la patria; de este modo ha-
Tlustración
ra lo cual se sirve de las dos guías que reconoce el hombre ilustrado: la razón y la
dosamente entre cosas percibidas y cosas conocidas, y bien claro aparece que
cosas sensibles sino que también honraban con este nombre a las cosas sepa-
Tadas de los sentidos, como por ejemplo las imágenes. Por tanto, las cosas co-
nocidas lo son por una facultad superior como objeto de la lógica, en tanto
que las cosas percibidas lo han de ser por una facultad inferior como su objeto
sensitiva, “ciencia del conocimiento sensitivo”. Mientras que las cosas conoci-
das lo son por una facultad superior, las cosas sensitivas lo son por una facultad
inferior (sensible).
elaboradas por Leibniz en sus Nuevos ensayos (1701-1704). Separa allí el filóso-
Distinta es la idea que manifiesta las notas del objeto por las que éste se consti-
do conocer su naturaleza íntima. Las ideas confusas son las que diferencian al
objeto por medio de denominaciones extrínsecas. Una idea puede ser clara y no
son claros pero no distintos, sino confusos, pues si bien permiten reconocer
una cosa entre otras, no podemos decir en qué consisten sus diferencias o pro-
piedades. Por ello, los artistas y el público perciben adecuadamente qué obras
están bien o mal ejecutadas pero no saben por qué. Recordemos que Descartes
de una obra, lo que no supone que esté dado ningún concepto (cuestión pro-
fundamente desarrollada luego por Kant). En el caso de la belleza, lo individual
es juzgado “inmanentemente”.
28 ESTÉTICA
Ca, que para muchos no pasaba del dominio de lo sensible cambiante y subjeti-
¿Qué tiene la individualidad del arte para reivindicar que ella también es
de la Estética. Allí radica el gran logro de Kant, quien fue más allá del racionalis-
prestando especial atención a las “cabezas de serie”, es decir, a los autores cuyo
go por otros.
sentido más amplio, que incluye la estética implícita en las obras de arte, en-
la disciplina. Sin duda, en oriente existió no sólo una estética implícita sino
histórica.
ca. Consideramos que en el período de gestación, que comienza con los filóso-
hablar de ideas estéticas; son éstas, como vimos, parte de un sistema filosófico,
toria de la Estética Il. La Estética Antigua, distingue tres períodos: arcaico, clásico
les. Está representado por Pitágoras, Heráclito, Demócrito, Sócrates, los sofistas
Las dos figuras claves para la Estética en la Edad Media, que va de 476 (caída
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APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 29
tratado dedicado al problema de lo bello: Tota Pulchra (Toda bella, 1457). Sus
Entre los humanistas del siglo XV tienen relevancia para la estética: Leone
principal filósofo neoplatónico del Renacimiento. Entre las obras que más in-
de cuyos ejes es la equiparación del artista con Dios, una sólida base para el de-
plásticas. Entre los más influyentes figura Las vidas de los más excelentes ar-
sistemas un lugar importante para los temas estéticos. Descartes habló de ellos
sólo accidentalmente. Pero aun así sus ideas han ejercido influencia, como la de
que lo bello posee gran relación con la vista o la de que una percepción es pla-
centera cuando existe una cierta proporción entre el objeto percibido y el senti-
do percipiente.
fuerte inspiración cartesiana, esta obra muestra sobre todo su famosa fórmula
“nada es bello sino lo verdadero”.
Entre los filósofos alemanes del siglo XVII que poseen interés para la Esté-
relacionada con el concepto de forma (en alguna ocasión, Platón llamó “móna-
mentales para la Estética, entre ellos, John Locke (1632-1704). Si bien sólo en-
tribuye a transformar lo sublime, hasta entonces una idea retórica, en una idea
vid Hume (1711-1776) acerca del gusto —expuestas en “Sobre la norma del gus-
cas sobre la poesía y la pintura (1719), del abate Jean-Baptiste Du Bos (1670-
1742); Las bellas artes reducidas a un solo principio (1746), de Charles Batteux
(1713-1780). En Italia, el teórico más importante del siglo XVII fue Giambattis-
En lengua alemana los nombres clave del siglo XVHI son Alexander Got-
(1759-1805), autor de las célebres Cartas sobre la educación estética del hombre
Nietzsche (1844-1900).
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 31
Dentro del romanticismo se destacan Johann Wolfgang Goethe (1749-
Hacia fines del siglo XIX sobresale, en los Estados Unidos, George Santaya-
del siglo XX, en Francia, Victor Basch (1863-1944), Henri Focillon (1881-1943),
Hans Robert Jauss, Hans-Georg Gadamer, Paul Ricoeur, Roland Barthes, Jac-
ques Derrida, Gilles Deleuze, Félix Guattari, Michael Foucault, George Didi-
niola, Arthur Danto, George Dickie, Hal Foster, Peter McCormik, José Jiménez,
Rafael Argullol, Eugenio Trías, Simón Marchán Fiz, José Luis Molinuevo, Felipe
mos dejar de mencionar los aportes de Luis Juan Guerrero, Emilio Estiú y Ma-
rio Presas.
LA ESTÉTICA Y OTRAS DISCIPLINAS VINCULADAS
artista y del espectador; hay otras disciplinas afines que también lo hacen y con
teorética, las teorías del arte provienen de otras disciplinas como el psicoanáli-
rios, que son los que se imponen hoy en gran parte de las investigaciones.
rencia de ésta y de las teorías del arte, por ser esencialmente valorativa. El críti-
tura” aparece ya a finales del siglo IV a.C., la expansión del término se produce en-
32 ESTÉTICA
tre los siglos XVII-XVII legando a comprender tanto la crítica literaria cono la
cumpliendo con una función tanto informativa como formativa. Así la encontra-
con sus crónicas de los Salones parisinos. Con él la tarea del amateur, del degusta-
presente.”
laire se afirma la idea de una crítica de arte como teoría de la actualidad, lo que
ca [...] no fría y algebraica que, con el pretexto de explicar todo, no tiene ni odio
ca, agregaba, “debe ser parcial, apasionada, política, es decir hecha desde un
punto de vista exclusivo, pero que abra la mayor cantidad de horizontes”.” Para
pectivas, sería preciso, como sugiere Lucas Fragasso, que ella logre “despejar
rativa— atiende al proceso productivo, a la obra por hacer. “Poética” no es, en este
artísticos y ramas del arte— atinente al programa que el artista pone en obra, de-
clase del Curso de Poética en el College de France (1937),% aclaraba que él entendía
el término como propio del hacer artístico, del pojen, de “la acción que hace”.
idea clara de qué es la belleza o qué es arte, pero su acción requiere de la exis-
Pareyson, sostiene que debe entenderse el término poética “no como un siste-
que a la vez que hace inventa el modo de hacer, es el que en la teoría de Parey-
suales que poéticas literarias, aun cuando pintores y escultores nos han dejado
dor deberá analizar las estructuras de la obra, de modo que, por el modo en que
reemplazado por nuevas ideas o productos, como ocurre en el campo del cono-
serva del mismo modo que la industria, que añade una sustancia para conse-
guir que la cosa dure... lo que se conserva, la cosa o la obra de arte, es un bloque
obra de arte en la que actúa la “forma formante”. Al final del proceso, ésta pasará a ser “forma for-
mada”.
34 ESTÉTICA
ción de la tela, el trazo de pelo del pincel son evidentemente parte de la sensa-
La materia puede envejecer pero la obra como percepto sigue siempre jo-
ven. Como observa Vattimo, la obra de arte es el único tipo de artefacto que re-
teria, a pesar de que ella constituye la condición del hecho. Lo que se conserva es
percepciones del objeto, así como también “arrancar” el afecto de las afecciones.
El hombre ausente pero todo entero —podríamos agregar, para retornar otro
ejemplo de los filósofos franceses— en los girasoles de Vincent van Gogh (1853-
1890). Los girasoles han sido cortados de la planta y parecen vivos como si estu-
vieran aún en ella. Pero van camino hacia la muerte. Los tallos se curvan y lu-
muerte que pueden experimentar los humanos. El mayor enigma de los farno-
Cézanne, “el hombre ausente, pero por completo en los girasoles de Van Gogh”.
Algo semejante podríamos decir de una obra abstracta como el Acromo de lves
te de Van Gogh se fusiona con nuestro propio horizonte del presente. Esto es lo
que hace que la obra se conserve a lo largo del tiempo, porque vendrán otros es-
pectadores que seguirán fusionando sus horizontes con los de Van Gogh. Par-
ticipar de ese minuto que captó Cézanne, Van Gogh o Klein es volverse ese mi-
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA
1. Vincent van Gogh. Girasoles, óleo sobre tela, 92,1 x 73, 1888.
Los artistas, aquellos que conservan ese minuto que está pasando en el mun-
do, tienen algo en común con los filósofos: una salud endeble provocada por las
“enfermedades de vivencia”. Ellos han visto en la vida algo demasiado grande pa-
con el sello de la muerte. Pero este algo también es la fuente o el soplo que los ha-
ce vivir a través de las enfermedades de vivencia (lo que Nietzsche llama salud).
“Algún día tal vez se sabrá que no había arte sino sólo medicina...” (QE, 174).
ción particular (de alegría, de pena, de miedo). Es más que eso. Es sentir que la
obra nos apela profundamente. Es sentirnos afectados por ella. Y cuando algo
nos afecta, nos detenemos, cortamos el ajetreo cotidiano para ver algo que has-
mites sujeto-objeto. No sólo las artes plásticas, claro está, procuran este tipo de
del concepto”; en este sentido, el arte conceptual sería una tentativa de acercar
el arte a la filosofía. Pero es preciso notar que este acercamiento no supone sus-
tual trabaja con sensaciones, “para que todo adquiera un valor de sensación re-
cibles, como sucede en la célebre Una y tres sillas (1965), de Joseph Kosuth.*
tura. Hace falta una teoría estética, conocimientos de historia del arte y de filo-
a resolver: lo que estamos viendo, ¿es o no es obra de arte? De este modo, el re-
* Véase la figura 5.
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 37
entender por qué un simple secador de botellas o una simple caja de jabón son
también obras de arte. Fue Hans Robert Jauss uno de los primeros en insistir en
muestran que la experiencia estética resulta, cada vez más, una experiencia in-
vestigativa y, cada vez menos, una experiencia contemplativa, como la que de-
sus obras artísticas, decía Goethe, “el placer de la primera impresión es incom-
poco la obra entera, el goce alcanza su plenitud”. Por eso aconsejaba, ante todo,
sión. Ésta es la razón por la cual concluye: “Ahora más que gozar, estudio”,
4- El ojo crítico
occhio critico (ojo crítico). En Occhio critico (OC),* él describe distintas reac-
ciones frente a las obras de arte, pero no incluye la reacción frente a la obra con-
tendencia. Hoy el ojo crítico requeriría de mayor formación teórica para la ma-
yor exigencia de ese tipo de obras. Por otra parte, las apreciaciones de Ballo es-
tán, por lo general, demasiado sujetas a lo estilístico y formal, cuando bien sa-
bemos que estos aspectos no son los únicos que merecen atención.
en “ojos” y así distingue entre un ojo crítico, un ojo común, un ojo snob y un
ojo absolutista. El ojo común es el que se guía por la costumbre, por lo que ve
co, del que dice no entender de pintura, poesía o música pero, apenas entra en
un valle y, aunque sepa que existen otros lugares, restringe todo el mundo a ese
lugar; olvida o ignora que fuera de él “se hablan lenguas diversas” (OC, p. 38).
Los comentarios del ojo común, de acuerdo al registro que Ballo llevó a cabo en
museos, serían de este tenor: “Mi hijo lo hace mejor”, “Se parece a una postal”,
“Parece de carne”, “El arte es divino”, “La naturaleza es la única maestra del ar-
sal”, “Modigliani, el pintor de los cuellos largos”, “Van Gogh, el pintor de la lo-
cura”, “Digámoslo claro: Hitler estuvo muy equivocado, pero hizo muy bien
¿En qué grupo social se encuentra el ojo común? Según Ballo, en la pe-
Benedetto Croce, quien sostuvo que la obra de Cézanne era una aberración.
italiana.
Otro ojo adverso es el que Ballo llama orecchiante (de orecchia = oreja). Es
el que habla “de oído” (como el que aprende música sin conocer las reglas). Se
da, y que pronto juzgará con el máximo desprecio cuando pase de moda (OC,
p.84).
cine “raro”. Es como un actor que recita sin mucho convencimiento. No lee ni
estudia en serio porque no siente verdadero amor por el arte ni tiene base cul-
tural, aunque cree ser un iniciado y pertenecer a una élite. Si le hacernos alguna
es todo “maquillaje cultural” (OC, p. 84). Por lo general, ese ojo snob proviene
suficiencia del que carece, por lo general, el ojo común) se formó, dice Ballo,
“en una infancia carenciada, entre cosas banales, con una aspiración continua y
Describe luego Ballo al ojo absolutista. No se trata esta vez de un tipo psi-
cológico con complejos sino de un observador polémico que niega todo lo que
ojo que apunta en una sola dirección, por lo cual resulta imposible dialogar con
él. Puede encontrarse entre los artistas, para quienes opinar de arte resulta casi
criticos.
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 39
El ojo que mejor puede apreciar el arte es el ojo crítico. Semejante al ojo clí-
nico del médico, es capaz de detectar en la obra síntomas de su tiempo. Descu-
bre que la imitación del modelo es sólo “uno de tantos puntos de vista” (OC,
p- 116) y observa que si bien la universalidad del arte es absoluta, las raíces son
para quien quiera formarse; por eso, además de conocimiento, hacen falta in-
ción del ángulo de visión para encontrar el más adecuado. “La verdadera crítica
5. Apreciación estética
sentido positivo o neutro; puede significar “juzgar algo como bueno” o “juzgar
igual que en italiano, lo cual excluye su uso neutro, que recae en la palabra
como negativa.
Ahora bien, ¿quiénes son los que están mejor capacitados para apreciar una
obra de arte? ¿Cuáles son las condiciones de una correcta apreciación? Este
la empatía.
Tras siglos de especulación sobre la belleza, otros temas interesarán a los fi-
lósofos del siglo XVIII, como el de la valoración estética y el del gusto. Se pres-
sujeto llegue a discernir valores estéticos. Son estas cuestiones las que con ma-
yor determinación marcan la diferencia del siglo XVII con los anteriores.
Además de Kant, los pensadores que mejor trataron esos temas son los em-
bello, sostiene, hace falta un sentido especial, paralelo al sentido moral, que
puede desarrollarse con el estudio y el ejercicio. Este sentido hay que adscribir-
versal del juicio estético subjetivo que este sentido produce, hacen sentir la im-
tado por un Ensayo sobre el genio (1774), aclara que si bien las operaciones que
(1750), se refiere a la sorpresa y al “no sé que” (je ne sais quoí). Algunas veces,
afirma, “hay en las personas o en las cosas un encanto invisible, una gracia na-
Apreciar la belleza trae, en consecuencia, una “cierta perplejidad del alma”. Por
su parte, retomando algunos temas del Tratado de las pasiones del alma (11, 70),
can las obras de arte como “una súbita ocupación del alma, por la cual es lleva-
da a una atenta consideración de los objetos, que se ven como “raros y extraor-
efecto. Burke define lo sublime como aquel estado del alma “en el que todos
pleasing horror (deleitoso horror). Por eso Burke elige, para nombrar la satis-
presenta la más brillante exposición en torno al problema del gusto. Si bien al-
tico”, aquél capaz de percibir los mínimos detalles de un conjunto. De sus ve-
redictos se deduce una norma del gusto con la cual “pueden ser reconciliados
Cuando los órganos de los sentidos son tan sutiles que no permiten que se les
escape nada y al mismo tiempo son tan exactos que perciben cada uno de los
Quijote en el que se cuenta una anécdota referida a dos parientes de Sancho, re-
que se suponía excelente. Uno de ellos apuntó que éste hubiera sido óptimo de
no haber tenido un ligero sabor a hierro; el otro, agregó que le merecía cierta re-
42 ESTÉTICA
serva por tener un cierto sabor a cordobán. Ambos fueron ridiculizados por lo
que suponía un falso juicio. Sin embargo, una vez vaciada la cuba, se halló en su
fondo una vieja llave y, atada a ella, una correa de cuero de cabra. Era lo que da-
ba al vino ese sabor particular, anormal, que los parientes de Sancho, “delicados
kie— de que sólo uno de los parientes de Sancho descubre el sabor del hierro y
do “hecho” y “valor”.*
ca más o menos elaborada. Son ideas, según Hegel, sacadas de una vieja psico-
logía que olvida la intimidad de la obra, sus sentidos profundos." Hoy se podría
midad pueden ser percibidas por aquel cuyo pensamiento no es capaz de apre-
hender todas estas partes y compararlas entre sí, con el fin de percibir la
un cierto fino propósito para el que está pensado y ha de ser así considerada
más o menos perfecta según su grado de adecuación para alcanzar este fin.**
debe no sólo percibir cada una de las partes de un todo; debe además aprehen-
der la relación entre esas partes, captar la consistencia del conjunto, como tarn-
“fino propósito”.
pregunta Hume si deriva de un don. Si bien acepta que existen diferencias im-
entre sus empleados. Cuando regresó quiso saber qué había hecho cada uno
con el dinero. Uno respondió que lo había multiplicado; otro que lo gastó y
otro dijo sencillamente, “yo no hice nada, no me animé a tocarlo”. Con el don
E
dai?
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 43
pasaría algo parecido: están los que no lo tocan, los que lo gastan sin cuidado y
narlo es importante tener contacto con obras de arte y compararlas entre sí.
belleza está sin duda totalmente descalificado para opinar con respecto a cual-
El trato con las obras, la comparación de distintas obras entre sí, hacen que
un hombre así formado pueda no sólo percibir la obra de arte sino apreciarla.
lectivo. Al igual que Shaftesbury y Hutcheson, Hume cree en una tendencia del
hombre hacia el buen gusto, el cual puede mejorarse por la práctica de un arte
particular y, como vimos, por el frecuente trato con objetos bellos y por la com.-
de prejuicios.
Poniendo en conexión al esteta con el moralista, observa Hume que así co-
Hay gente que está sujeta a una cierta delicadeza de pasión, que las hace extre-
madamente sensibles a todos los accidentes de la vida, y que les produce un vi-
también sufre más que cualquier otro ante lo malo. Puesto que los grandes pla-
ceres “son mucho menos frecuentes que los grandes pesares”, será necesario
dida en que nos cura de los excesos de la pasión permitiendo una vida más li-
Durante siglos nuestra tradición cultural ligó la experiencia del arte a la re-
parece ser la que rige en el caso de muchas de las manifestaciones del arte con-
traducida por poesía, pero para los griegos, su sentido se extendía y abarcaba cualquier actividad
productiva o fabricadora de algo. Es decir que valía tanto para la producción de una tragedia por un
no están rodeadas de “aura”; bajan del pedestal y se sitúan a la misma altura del
cen los museos: los cuadros más valiosos no están al alcance de la mano. Corde-
les, dispositivos sofisticados y carteles que dicen “no tocar” son barreras entre
cinto religioso.
supone no ir más allá del objeto mismo, sino dejarlo subsistir libremente al
contritos y temerosos”.*
ción. Es ése el modelo que, a fines del siglo XVIII, asocia la experiencia religio-
sa con una dimensión interior, íntima, y la experiencia estética con un placer
contemplativo.
va) definición.
¿Obra de arte u objeto extraartístico? No son pocas las obras del siglo XX
* Ready-made (ya hecho) es un término acuñado por Marcel Duchamp. Designa al objeto que
preexiste a la obra (es decir, que no tiene estatuto artístico) y que, por decisión del artista y de la
“institución arte” pasa a ser obra de arte. Se distinguen tres tipos de ready-made: el propiamente
dicho, que no sufre ninguna modificación, el corregido o “ayudado” (aided ready-made) y el imi-
tado (imitated ready-made). Ejemplo del primero es el Secador de botellas de Duchamp, del se-
gundo, la Rueda de bicicleta del mismo artista y del tercero, la Brillo Box de Warhol.
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 45
son obras de arte? Más que “obras”, lo que se le enfrenta hoy al espectador son
objetos “pretendientes” a la titularidad de obras de arte.
la descripción de “el objeto más ambiguo del mundo” que —según Valéry en
relato que el filósofo hace a Fedro recuerda que siendo adolescente, mientras
paseaba por la orilla del mar, encuentra un objeto extraño que le hace detener la
“El agua saltó y te sentiste aliviado”, deduce Fedro. Pero no fue así. Sócrates
zÓ a crecer dentro de él. Lo cierto es que Sócrates adolescente no podía vivir del
lado de la “feliz incertidumbre” (Lacan), propia del sujeto maduro. Exigía ver-
dades, certezas. Sin embargo, al final del relato, siempre desde la visión de Va-
léry, confiesa que, de tener que elegir otra vida, se convertiría en artista, con lo
por eso, cuando se encuentran con objetos ambiguos los arrojan, sino al mar, al
que los objetos ambiguos requieren de una particular poiesis del espectador,
convertido en coautor de la obra. Dice Jauss, “el propio status estético se con-
“Son los espectadores los que hacen la obra de arte”, decia Marcel Du-
champ. Pero ese “hacer” no implica arbitrariedad interpretativa. “Mes vers ont
le sens qu'on leur préte” (mis versos tienen el sentido que se les quiera dar), de-
del arte, no supone supresión del goce. Es lo que Jauss explica en su Pequeña
1972, dos años después de la Teoría estética de Adorno, esta pequeña obra es
una defensa apasionada del goce estético frente a las estéticas ascéticas e inte-
atrás el placer y se eleva al ámbito de la reflexión. “La crítica más aguda a toda
Decía Goethe: “Ahora, más que gozar, estudio”.* Con Jauss reconocería-
bajar? No, ¡yo disfruto!” Mi apología parte a propósito de esta oposición. Por
6. Arte y conocimiento
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 47
Dos siglos tendrán que pasar, sin embargo, para que la filosofía confirme
do entre significado emotivo y referencial. Éste sería propio del lenguaje cientí-
mientras que aquél afectaría a los sentimientos del receptor siendo ajeno a la
verdad.
que la experiencia estética ayuda a descubrir las propiedades de las cosas. “Tan-
mentaciones sobre el poder del arte— el problema de la verdad, tema que será
todo para ésta y nada para aquélla? Intentando remarcar que las afinidades son
más profundas de lo que frecuentemente se supone, afirma que las leyes cien-
tíficas más notables son raramente del todo “verdaderas”. Son válidas sólo para
gación científica por carecer de fines prácticos, no es menos cierto que aquélla
Goodman acentúa el hecho de que, a pesar de que existen diferencias entre arte
y ciencia, las afinidades entre ambas son mucho más profundas de lo que fre-
cuentemente se supone.
ningún concepto pueda serle adecuado y ningún lenguaje puede hacerla com-
prensible, Kant reconoce que la idea estética “da ocasión a mucho que pensar”,*
tos”,% es decir, que ella es una especie de caja de resonancia en la que los concep-
Por su parte Henri Bergson, en Las dos fuentes de la moral y la religión, ob-
serva que hay emociones que proceden deideas y son naturalmente pobres,
pero otras crean ideas; son éstas el motor mismo de la reflexión. La ernoción
creadora hace que nuestro lenguaje verdaderamente “hable”. Todos saben que
el girasol es otro después que lo pintó Van Gogh, lo mismo que la experiencia
mía del campo de la estética, corresponderá sin lugar a dudas a Heidegger pro-
bar la importancia del arte como lugar de la verdad. En “El origen de la obra de
arte” observa que la obra de arte presenta un mundo. Nos permite conocer en
en el Partenón.
cualidades semejantes a las del mundo a que pertenecen. Por ello son esencial-
del Quattrocento y el del siglo actual — que comparar las imágenes que los ar-
tistas produjeron en cada momento. Qué mejor que “La Gioconda” de Magrit-
te, por citar sólo un ejemplo entre miles, para ver el escepticismo contemporá-
relativismo (dado por el pequeño tamaño del cascabel descentrado que substi-
tuye al personaje central de La Gioconda). Qué mejor que este ejemplo para ver
por sobre lo trascendente: una imagen irrepetible de la que fuera autor el gran
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 49
¿Serían tan claras las imágenes que poseemos del Medioevo o del Renacimiento,
obras? ¿Acaso los murales, los retablos, las catedrales góticas diseñadas de acuer-
jerárquico del mundo en el Medioevo? Del mismo modo, ¿la representación del
bre ocupaba un lugar central? Pasando a nuestro tiempo, ¿una pintura gestual de
concepto universal único de las cosas semejantes (Metafísica, pp. 981 a 5-7).
Podríamos definir al arte como apariencia lúcida. En tanto apariencia, es
presencia, manifestación. En tanto lácida, dice de manera vívida algo que hasta
ese momento no había logrado mayor coherencia o nitidez. Al ser (nueva) figu-
cambio, el discurso del psicótico, diferente del discurso del poeta, “no nos in-
Hay poesía cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al
Las auténticas obras de arte hacen que nos reconozcamos. Son re-conoci-
la indiferencia y de la rutina.
conceptos o etiquetas:
forma cúbica, blanquecina, alta y horadada por reflejos de cristal es para ellos,
pan..., pues el concepto no cambia. Perciben, más bien, según un léxico, que
según su retina...
50 ESTÉTICA
obra de arte nos enseña que no hemos visto lo que actualmente, gracias a ella,
[...] hoy los rasgos más relevantes de la existencia, o para decirlo en términos
que sucede en el arte sino, más en general, qué sucede con el ser en la existencia
de la tardomodernidad.”
Otro, es precisamente la verdad propia del arte, por lo cual éste se convierte en
telecto), y toda forma de raigambre metafísica. La obra de arte, más allá de leyes
generales, se comporta como un ser único, tan singular como puede serlo una
ble que algo único pueda ser portador de una verdad universal. La explicación
É
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA s1
Fragmentos seleccionados
en ¿Qué es la filosofía?
trad. Thomas Kauf, Barcelona, Anagrama, 1993 (v, or. 1991), pp. 164-201
ma (1976), Kafka. Por una literatura menor (1974) y Mil Mesetas (1980).
cias principales entre la actividad del filósofo, del científico y del artista. El pri-
no de referencia y con observadores parciales, mientras que el arte opera por per-
la ciencia y el arte. Las tres actividades “rivales” entran en consonancia por cuan-
El joven sonreirá en el lienzo mientras éste dure. La sangre late debajo de la piel de
este rostro de mujer, y el viento mueve una rama, un grupo de hombres se prepara
para partir. En una novela o en una película, el joven dejará de sonreír, pero volverá
a hacerlo siempre que nos traslademos a tal página o a tal momento. El arte con-
(quid juris?), aunque de hecho no dure más que sus soportes y sus materiales (quid
factis?), piedra, lienzo, color químico, ete. La joven conserva la pose que tenía hace
cinco mil años, un ademán que ya no depende de lo que hizo, El aire conserva el
movimiento, el soplo y la luz que tenía aquel día del año pasada, y ya no depende
de quien lo inhalaba aquella mañana. El arte no conserva del mismo modo que la
industria, que añade una sustancia para conseguir que la cosa dure. La cosa se ha
demás personajes eventuales, que son a su vez ellos mismos cosas-artistas, perso-
najes de pintura que respiran esta atmósfera de pintura. Del mismo modo que tam-
bién es independiente del espectador o del oyente actuales, que no hacen más
que sentirla a posteriori, si poseen la fuerza para ello. ¿Y el creador entonces? La co-
la fuerza de aquellos que pasan por ellos. Las sensaciones, perceptos y afectos son
seres que valen por sí mismos y exceden cualquier vivencia (pp. 164-165).
52 ESTÉTICA
por un parecido producido por sus propios medios, y la sonrisa en el lienzo está
hecha únicamente con colores, trazos, sombras y luz. Pues sí la similitud puede
mánica y la elevado de la piedra gótica. El material es tan diverso en cada caso (el
soporte del lienzo, el agente del pincel o de la brocha, el color en el tubo) que re-
sulta difícil decir dónde empieza y dónde acaba la sensación de hecho; la prepara-
ción del lienzo, la huella del pelo del pincel forman evidentemente parte de la sen-
sación, y otras muchas cosas más acá. Cómo ¡ba a poder conservarse la sensación
sin un material capaz de durar, y, por muy corto que sea el tiempo, este tiempo es
considerado como una duración; veremos cómo el plano del material sube irresisti-
formar parte de él o ser indiscernible. Se dice en este sentido que el pintor es pin-
tor, y sólo un pintor, “con el color aprehendido como tal como cuando se lo extrae
del tubo, con la huella de todos y cada uno de los pelos del pincel”, con ese azul
que no es un azul de agua sino "un azul de pintura líquida”. Y sin embargo la sensa-
ción no es lo mismo que el material, por lo menos por derecho. Lo que por dere-
material dure, la sensación goza de una eternidad durante esos mismos instantes
(pp. 167-168).
trad. Jaime Siles y Ela M. Fernández-Palacios, Madrid, Taurus, 1986 (v. or. 1977)
refiere al efecto producido por las obras de arte y el modo en que el receptor la
recibe.
templativa. Éste es, por lo demás —claro y sin adornos— de la provocativa máxi-
ma hermenéutica tan injustamente discutida: mes vers ont les sense qu'on leur préte.
Ya antes, en Eupalinos ou l'Architecte (1923), Valéry había descripto este cambio acae-
cido en la historia de la poiesis: en un moderno "Dialogue des Morts” hace que Só-
crates argumente por qué, en el caso de que hubiera otra vida, preferiría en ella el
mo la ontología tradicional del objeto estético, acuñada por Platón, va siendo paso
a paso desmontada. Tomo su explicación del objet ambigu objeto ambiguo] porque
puede servir para aclararnos la actividad poiética que ante el desarrollo —paradig-
dudoso” es. en el diálogo de Valéry, una cosa que el mar deja en la orilla: une chose
blanche, et de la plus pure blancheur, polie et dure, douce, légére Juna cosa blanca y de la
más pura blancura, pulida y dura, suave, livianaj. El hallazgo provoca, en el joven
Sócrates, una serie de pensamientos, que no terminan: “se trata de un objeto que,
devuelve el objet ambigu al mar, con lo que se hace filósofo" (pp. 108-9).
tener que preguntarse y decidir si dicho objeto puede tener derecho a ser todavía o
también, arte.
El dadaísmo —que es el movimiento que, por vez primera, presenta, como obra de
vidad estética del artista al acto, casi momentáneamente polético, de elegir una
ambigu una vez que, y en la medida en que, para sentir la provocación de la anti-
obra de arte, evoque el canon del arte anterior —esto es, el de la apariencia be-
lla— y. también y además, en la medida en que busque por su cuenta lo que con-
ESTÉTICA
champ decía que no había tenido nunca la oportunidad de devenir beau, joli, agréable
á regarder, ou laid [devenir bello, hermoso, agradable para mirar o feo). Con lo cual
—tal y como Valéry indicó en Eupalinos-- la relación entre postura teórica y estéti-
ción del ready-made, y que sólo puede disfrutarla en la atracción provocativa que en
El
peración del límite existente entre objeto artístico y objeto del entarno (cosa que
menberg resume el debate sobre el Pop Art: "Ahora bien —dice-— las manifestacio-
nes del Pop Art no han demostrado que todo sea ya arte sino que, en determinado
punto de la réplica contra el canon del arte, todo puede convertirse en arte, debido
trad. jem Cabanes, Barcelona, Seix Barral, 1976 (v. or. 1968)
En el último capítulo del libro, que leva por título “Arte y entendimiento”,
intenta mostrar que las diferencias entre el arte y la ciencia no son tan profun-
das como generalmente se piensa. Combate la vieja separación entre arte e in-
“mundo posible”.
APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA
S5
[...) la experiencia estética, más que estática, es dinámica, Esto implica la elaboración
temas simbólicos y caracteres dentro de estos sistemas y lo que estos caracteres de-
las obras en términos del mundo. Buena parte de nuestra experiencia y nuestras capa-
cidades pueden fructificar, así como pueden transformarse a resultas del encuentro.
Ahora bién, ¿qué distingue esta actividad estética de otras conductas inteligentes
ta que al momento se nos ocurre es que la estética no se orienta hacia un fin prác-
la actitud estética carece de fines prácticos, no puede decirse que la afinalidad sea
una respuesta suficiente. La actitud estética es inquisitiva en contraste con las ac-
tética. Suponer que la ciencia está motivada en última instancia por unos fines
diato; pero ahí las confusiones y problemas se prodigan sin cesar. Está claro que
No está nada claro que un cuadro o un pocma proporcionen más placer del que
[...] Nada de lo que vengo diciendo pretende ser una obliteración de la distinción
entre arte y ciencia. Las declaraciones de unidad indisoluble —de las ciencias, las
centrar la atención en las diferencias. Lo que quiero remachar es que, aquí, las afi-
nidades son más profundas de lo que frecuentemente se supone. Y otras son las
¿Pero hasta qué punto pueden separarse estos fines?, ¿es el saber, o la satisfacción
son una misma cosa hasta el punto que intentar hacer lo uno sin lo otro exigiría se-
Tanto la dinámica como la duración del valor estético son consecuencia natural de
su carácter cognoscitivo.
FUENTES
Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. Qué es la filosofía (trad. Thomas Kauf), Barcelo-
Goodman, Nelson. Los lenguajes del arte (trad. Jem Cabanes), Barcelona, Seix Ba-
rral, 1976.
Jauss, Hans R. Experiencia estética y hermenéutica literaria (trad. Jaime Siles y Ela
OBRAS DE REFERENCIA
1993.
tedra, 1997.
Bozal, Valeriano (ed). Historia de las ideas estéticas y de las teorías contemporáneas
Dickie, George. El siglo del gusto. La Odisea del gusto en el siglo XVII, Madrid, Vi-
sor, 2003.
Crítica, 1998.
2002.
1986.
Ravera, Rosa María. Cuestiones de Estética, Buenos Aires, Correo de Arte, 1979.
1987.
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Imágenes del hombre. Fundamentos de estética, de José Jiménez, texto que ubica
al lector en los principales problemas que plantea la disciplina. Para una visión pa-
tados.
Para quien quiera profundizar las ideas estéticas desde el siglo XVII] a la actua-
Edad se recomienda Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contem-
poráneas 1 y II, de Valeriano Bozal (ed.). Dos prácticos textos de consulta termino-
Notas
M, Heidegger. “La voluntad de poder como arte”, Nietzsche I (trad. Juan Luis
1986.
3 G.Genette. La obra de arte l, Barcelona, Lumen, 1997.
tancia del pasaje del objeto al acto (de exponer) y del acto a la idea. Cf. La obra
7 Ibid
8 Ibid,p.14-
do formal con Aristóteles”, sin dejar de señalar que existieron con anterioridad
estudios sobre las normas que han regulado la conducta humana y que ya entre
por las cuales los hombres tienen que comportarse de determinada forma (Dic-
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APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 59
Ibid., p.16.
Horacios estaba casado con la hermana de un enemigo; además, una de sus her-
manas estaba comprometida con uno de los enemigos. El dilema moral se re-
virtud cívica, conocidas por las gentes, sacudirán los espíritus y sembrarán las
Ch. Baudelaire. “Le peintre de la vie moderne”, en Écrits sur l'art, París, Librai-
que la belleza está compuesta por dos elementos. Uno, eterno, y otro relativo,
circunstancial, que es como “el envase cautivante del divino postre”. Este se-
gundo elemento está compuesto por “la época, la moda, la moral, la pasión”.
Cf. p. 371.
Ch. Baudelaire. “Á quoi bon la critique>”, en Écrits sur ]' art, Op. cit., p.74.
Ibid., p.7S.
p. 63.
P. Valéry. “Primera lección del curso de poética”, Teoría poética y estética, Ma-
drid, Visor, 1990, pp. 105-129. La lección inaugural del curso fue el día 10 de di-
ciembre de 1937.
224.
te de la escena italiana del arte de los '50 y '60. Curador, crítico de arte y pocta,
sintió admiración por Lucio Fontana, de la que da testimonio uno de sus li-
bros: Lucio Fontana, idee per un ritratto (1970). Entre sus ensayos figuran: Pit-
tori italiani: dal Futurismo ad oggi (1956), Preistoria del faturismo (1960), La
linea delV'arte italiana, dal simbolismo alle opere moltíplicate (1964); Boccioni
(1964).
G. Ballo. Occhio Critico. 1] nuovo sistema per vedere Parte, Milano, Longanesi,
Para un estudio más desarrollado del tema, véase E. Oliveras, “La apreciación
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so
sI
ESTÉTICA
Aclara E. Burke que la perfección no es causa de belleza. “Las mujeres son muy
Con precisión empirista, señala Burke que hay animales que siendo muy pe-
mar “no podría jamás llenar el ánimo de alguna idea tan grandiosa como el
por Burke fuente de sublimidad pues “...en una completa oscuridad es imposi-
ble saber si estamos seguros, ignoramos los objetos que nos rodean”.
Según J. L. Villacañas, “Burke señala con extrema agudeza que la afición por
contemplar desde lejos la desgracia de los otros es la más precisa de cuantas te-
jen la vida cotidiana de los burgueses, de los que viven en el espacio seguro y
estable de la ciudad [...] ningún espectáculo anhelamos con tanto ardor, como
D. Hume. “Sobre la norma del gusto”, en La norma del gusto y otros ensayos,
Ibid.,p.34.
1bid.,, p. 38.
Ibid., p.11.
Véase H. G. Gadamer. Verdad y Método I, Salamanca, Sígueme, 1977, PP- 370 55.
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APROXIMACIÓN A LA ESTÉTICA 61
N. Goodman. Los lenguajes del arte, Barcelona, Seix Barral, 1976, p. 249.
N. Goodman. Modos de hacer mundos, Madrid, Visor, 1990 (v. or. 1978).
CAPÍTULO II
un lugar de privilegio, opacando muchas veces el interés por el arte. Pero desde
tida: el interés por la belleza resulta eclipsado por la reflexión sobre el arte, con-
secuencia de los rotundos cambios que, desde los comienzos del siglo XX, se
multiplican en todas partes. Podríamos concluir que sobre esta cuestión, que
supone un permanente reajuste categorial, gira hoy la Estética casi con exclusi-
vidad.
1. El concepto de arte
En el siglo XIX nadie podía imaginar que una rueda de bicicleta montada
sobre un banco de cocina sería una obra de arte. La pregunta correctamente for-
mulada sería entonces no tanto ¿qué es arte? sino ¿cuándo hay arte?, ¿cuándo
algo que, hasta el gesto instaurativo de Marcel Duchamp, era ubicado dentro
del campo de lo no artístico pasa a ser obra de arte? En otras palabras: ¿cuándo
que utilizan soportes variados: sonidos, palabras, imágenes visuales. Lo que di-
suma en el siglo XX la preeminencia del concepto, lo que hará que, desde en-
64 ESTÉTICA
tonces, los objetos artísticos ni siquiera tengan ese “parecido de familia” del
cualquier teoría del arte resulta una “imposibilidad lógica” pues no existen
definir una palabra como “cuchillo” es porque los cuchillos cortan, es decir que
tienen una cualidad o función específica común. Ahora bien: ¿cuál es la cuali-
dad o función común de los objetos que hoy se engloban en la palabra “arte”?
arte tenía una definición, pero ésta se ha ido perdiendo principalmente por la
Breviario de Estética:
que no es necia completamente, que el arte es aquello que todos saben lo que
es. Y verdaderamente, si no se supiera de algún modo lo que es el arte, no po-
dríamos tampoco formular esta pregunta, porque toda pregunta implica siern-
pre una noticia sobre la cosa preguntada, designada en la pregunta y, por ende,
calificada y conocida.*
ha dejado de ser “aquello que todos saben lo que es”. De allí que el filósofo ale-
mán sostenga, al comenzar su Teoría Estética (1970), que lo único evidente del
¿Por qué las latas Merde d'Artista (1961), del artista conceptual Piero Man-
zoni, que se vendían al peso según la cotización diaria del dólar, o la instalación
con doce caballos vivos que Jannis Kounellis presentó en 1969 en la Galería
L'Attico de Roma son obras de arte? La respuesta no es sencilla, más aún si pen-
samos que cada época, como dice José Jiménez en Teoría del arte, ha entendido
be
le
¿
Comencemos por observar que, aunque es habitual creer que “sabemos” lo que
toria de nuestra cultura, y sobre todo su intencionalidad y sus límites, son algo
Jiménez hace referencia a uno de los casos más controversiales de los últi-
mos tiempos: el de los cadáveres plastinados* del médico Gunther von Ha-
gens. Los cuerpos que él presenta son cuerpos humanos reales, cadáveres trata-
dos con una técnica especial de conservación. ¿Estamos realmente ante obras
que su autor se presenta como artista vistiéndose a lo Joseph Beuys con su clá-
No resulta muy aventurado pensar que el doctor Von Hagens esté explotando
una presentación pública de su figura que se aproxime a la de un “artista”, para
entre el público masivo la idea de que “no hay límites”, o de que hoy puede ser
puede ser arte? Si es verdad que todo es arte, nada es arte, podríamos decir
mente los que bordean la ética (aceptada). Hasta hace poco, la muerte era el lu-
dad de los medios masivos y del marketing* ¿Mostrar la muerte no sería violar
ese bastión de lo privado? ¿Podría o debería esto ser aceptado? La respuesta si-
gue abierta.
Recordemos que hace casi treinta años, Hans G. Gadamer sostuvo que el
arte ha dejado de ser para nosotros un “lenguaje de formas comunes para con-
justificación.
sustitución de líquidos del cuerpo por polímeros sintéticos, lo que permite mostrar órganos, múscu-
los y tejidos al desnudo. Los cuerpos adquieren rigidez y son exhibidos en distintas posiciones
co, la necesidad perenne del arte. (Sus ideas sobre este tema serán detalladas en
del arte”. Gadamer pasa revista a las distintas circunstancias que llevaron a los
los objetos que este término abarca parecen no tener nada en común. ¿0 existe
goría de la producción individual. La firma del que ejecuta, la que daba cuenta
buye más valor a la firma que a la obras sobre la que ésta figura, es una institu-
ción cuestionable, sino que hace vacilar el mismo principio del arte en la socie-
En el complejo panorama del arte del siglo XX —desde las primeras mani-
festaciones. El arte no es sólo sensación sino también “cosa mental”. “Si dipin-
ge col cervello” (se pinta con el cerebro),”* sostuvo Leonardo, uno de los artistas
ca. 95) sostuvo que “los cultos están familiarizados con la teoría del arte, los
profanos con el placer que el arte proporciona” (Institutio Oratoria, 1, 17, 4).
tual” o “teórico”. Entre el acto de disfrute y el trabajo del que teoriza no hay
tigador que disfruta y reflexiona sobre el arte”.” Escrita en 1972, dos años después
literaria, un texto clave para la teoría de la recepción, sostendrá Jauss que el es-
vas. En su Historia de seis ideas. Arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, ex-
El rasgo distintivo del arte es que produce belleza. Encontramos esta idea
68 ESTÉTICA
pintor que haga converger todas las partes de su obra “hacía una belleza única”.
Es este canon el que, aceptado al menos hasta el siglo XIX, está en la base de la
XIX Karl Rosenkranz incluye también a lo feo en el terreno del arte. Si lo feo
tancia de Bosch, Brueghel, Goya, Géricault, Picasso y, dentro del arte argenti-
definición sustentada por Platón y Aristóteles. Dos mil años más tarde, Leo-
nardo dirá en su Trattato della Pittura (frg. 411): “La pintura más digna de ala-
banza es aquella que está lo más posible de acuerdo con lo que representa”.
Cuando en 1747 Charles Batteux escribe Les beaux arts réduits á un seul princi-
en los viejos tiempos, no es hoy más que “una reliquia histórica”. Esta apre-
con ella. ¿Acaso la aparición del hiperrealismo, en la segunda mitad de los años
60, no está mostrando que la imitación es mucho más que una “reliquia histó-
Como los pintores hiperrealistas, los tres artistas “del siglo XXI” que inte-
tográfica. Así, visto a una cierta distancia, el Retrato de David Bowie parece ser
una fotografía. Todo resulta como si, cuando ingresamos en la sala de la galería,
ver no era, en realidad, de pintura sino de fotografía. Pero unos segundos des-
purpurina sobre madera— en lo que creíamos era la superficie plana del papel
dolos hablar a viva voz. No es casual que el retrato de David Bowie haya sido
España hayan sido realizados con pedazos de vidrio pintados, que dan la ilu-
Nicémaco, afirma que: “nada debe exigirse a las obras de arte excepto que tengan
En su Vie des formes (1943), Henri Focillon sostendrá que “la obra de arte sólo
existe corno forma”.* En el capítulo IV, dedicado a las ideas estéticas de Kant, re-
3. Grupo Mondongo. Retrato de David Bowie, purpurina sobre madera, 150 x 150, 2003.
fue defendida por artistas como, entre otros, Kandinsky. El problema sería que
El rasgo distintivo del arte es que produce la experiencia estética. Sila defi-
vidad teorética (como es requerida por gran parte del arte actual).
El rasgo distintivo del arte es que produce un choque. Esta definición tam-
bién tiene en cuenta al espectador, concretamente al efecto que las obras con-
Desde este punto de vista el aporte de Shakespeare es mayor que el de una taza
hermosa. Miguel Ángel sostuvo que la obra “inicia un vuelo hacia el cielo” y An-
dré Malraux que el arte constituye “el mundo de la verdad sustraído del tiempo”.
consciente”.* Distinguimos así entre una obra de arte creada por el hombre y un
lo hace Kantal hablar del don innato del genio). Pero no debemos perder de vista
que no siempre lo que el mundo del arte considera obra de arte es el producto a
una intención artística consciente, Luis Juan Guerrero se refiere al crucifijo cata-
logado como obra artística, que pasa a ser patrimonio de un museo de arte o de
una colección sin que su autor haya tenido la más mínima conciencia de haber
rrero afirma que cuando contemplamos algo como obra de arte, la desligamos de
todas las vinculaciones que pudieron darle origen. Dejamos que ella se exhiba
celli: que con sólo arrojar espontáneamente una esponja húmeda contra la pared,
podemos conseguir un bello diseño. Pero esa mancha de colores no sería una obra
amargo (1920) presenta una serie de pasos para la inclusión del azar en la construe-
John Cage, obra en la que se incluyen los ruidos aleatorios de la sala de conciertos.
gún las culturas y los tiempos históricos. El término téchne, de uso generaliza-
vasto que nuestra palabra “arte”, con la que generalmente es traducido. No hay
le
pr e e
LOS CONCEPTOS PRINCIPALES 71
y de Aristóteles. Ellos son, sin lugar a dudas, los dos primeros y más sobresa-
les ejerce influencia en la filosofía posterior por sus ideas relativas al arte, Pla-
[...] desde Platón hasta Bergson nos encontramos con el hecho de que a mayor
arte.”
ra) subjetividad.
Puede resultar extraño el hecho de que si bien los griegos vivían rodeados
existía en Grecia una palabra especial para designar al “arte”. El escultor era un
como alguien especial, diferente de los demás. Y si bien en el siglo Vl a.C. apa-
recen las primeras firmas de artistas, las obras así destacadas no alcanzarán
nunca la cúspide sacralizante del Renacimiento, tal corno las describe, a través
de fabulosas anécdotas, Giorgio Vasari en Las vidas de los más excelentes arqui-
El término téchne, que cubría una amplia gama de oficios y de técnicas, de-
signaba una habilidad productiva, una destreza tanto mental como manual. De
términos que servirían, mejor que “arte”, para traducir la palabra téchne.
debía recurrir a las téchnai para mejorar sus condiciones de vida, El escultor, el
Observa Gadamer que nunca debemos subestimar lo que las palabras pue-
sociedad. :
latino del griego téchne y, al igual que éste, posee un amplísimo significado.
plo, del “arte” (ars) del ebanista o del cazador y hasta del arte de seducir.
Traducir téchne o ars por “arte” implica una violenta reducción del sentido
El CONCEPTO DE MÍMESIS
mímesis.
mete dentro de él, o más bien, según la concepción griega, el papel se mete
dentro de él, que lo representa con sus palabras y gestos. Pero aún hay más. El
espíritus con fines religiosos. Lo que acontecía a los participantes de esa repre-
sentación era que el dios en persona se introducía en ellos, los poseía y actuaba
a través de ellos.**
que aquello que podría indicar la palabra imitación. “Significaba imitación, pe-
mismo sucedía con la mímica y las danzas rituales de los sacerdotes en el culto
dionisíaco; el Dios se introducía en ellos. Sería más exacto, entonces, decir que
mímesis experimenta un giro laico y se extiende a las distintas formas del arte,
Más allá del cómo se imita, el mayor problema que plantea el concepto de
te Klee sostenía que el arte “no reproduce lo visible, sino que hace visible”.
apariencia externa. Más importante es “lo que se sabe” que “lo que se ve”. El
hobby horse (un simple palo de escoba) es uno de los juguetes más universales
riencia externa sino por lo que sabemos del animal: que puede ser cabalgado.
Más que una forma exterior, lo que el hobby horse está imitando, entonces, es
una función (la de cabalgar), para lo cual basta una imagen mínima de alusión
al caballo real.
Los que producían las téchnai mimetikaí (artes de imitación) eran los mi-
metés (imitadores). Estos productores de eidola (imágenes) estaban alejados de
la verdad y de lo real; ellos no hacían cosas útiles (utensilios, muebles, etc.) si-
no, como observa Platón en el Sofista (255 b-c), meras ilusiones, fantasmas o
irreal sino también que eso irreal debe dar ilusión de realidad.”
hoy llamamos “virtualidad” del arte, su ser ficcional; examina el ser del arte en
ne José Jiménez, en el capítulo “La invención del arte” de su Teoría del arte, la
engaño (598 c), al igual que los hechiceros.* La pintura, en definitiva, es lo con-
trario de la verdad, es una falsificación. Lo que vale para el arte visual alcanza
también a la literatura. Homero imita la virtud del héroe pero no sabe produ-
cirla en la polis y, además, imita a veces lo más vil del ser humano, por lo cual
74 ESTÉTICA
lógica en definitiva,
como el nuestro, cada vez más virtual, teñido de la misma ambigúedad caracte-
rística de las imágenes. Esta cuestión es el leit motiv de obras de artistas con-
temporáneos como Peter Halley, Torn Friedman, Augusto Zanella, Jaime Davi-
En The Way (El camino) de Porter, lo “real” aparece como un estado tran-
sitorio de las cosas. Podemos leer la imagen (virtual) del hombre dentro del
de otro modelo (real): el ser humano. Y éste, a su vez, podría ser imitación (vir-
en la línea del camino. ¿Acaso la del bastidor más pequeño, pegado sobre otro
de mayor tamaño (que le sirve de fondo), sería menos real que aquella que se
prolonga en éste?
ción como reflejo en el espejo. Nos dice que tomando un espejo y haciéndolo
girar hacia todos lados, enseguida se verá el sol, lo que hay en el cielo, la tierra,
las plantas, los animales (596 d-e). Las imágenes que produce el artista, como
las imágenes del espejo, explica Massimo Cacciari (1944), son simples “fenó-
menos”.
pasaje decisivo donde es cuestión de nuestra visión misma del mundo. Lo que
mente producido fuera del Leteo,* fuera del escondite y del olvido. El Fenóme-
que no está efectivamente presente, lo que no tiene la consistencia real del “que
entonces, tomando en cuenta esa falencia, Cacciari saca esta importante con-
do en un fragmento del libro VI de República (s09 d-511 e), cuyo esquema pre-
sentamos.
Entes | Facultades de conocimiento
y metafísicas (nóesis)
Mundo Epistéme
inteligible (ciencia)
Ideas Entendimiento
matemáticas (diánoia)
Mundo y mr r Dóxa
(eikasía)
desde la zona de la nada hasta la del ser en toda su plenitud, desde la ignorancia
del conocer. Las secciones son desiguales para simbolizar el mayor grado de
El esquema se encuentra coronado por la Idea del Bien, a la que Platón lla-
ma “Idea de las Ideas”. Mientras las Ideas son únicas (una sola idea de belleza,
a través del ejemplo de las tres camas. Nos dice que existe en el mundo empíri-
una “divinidad creadora natural”, del divino artífice del mundo de las Ideas,
También en el Tímeo (28 a —31 a) Platón se refiere a un artífice que hace el mun-
do teniendo los ojos fijos en el modelo eterno. El primer grado de realidad (por
encima del cual no hay ningún otro) está constituido por las Ideas creadas por el
tista y que corresponde al tercer grado de realidad. Con Plotino (h. 203-269/70)
la distancia entre el arte y la verdad se acorta al considerar éste que lo bello ar-
El artesano y el artista son imitadores. Pero Platón reserva ese nombre para
del conceptualismo semiótico: Una y tres sillas (1965). En este caso, la Idea
ción de diccionario). La obra permite apreciar, por un lado, el objeto silla real
bien nos aparta del objeto real nos permite seguir viendo su imagen. Tenemos
nales, sólo podrán ser decodificados por aquellos que compartan los códigos
menor al de la fotografía.
Más allá de la analogía entre la obra de Kosuth y las ideas platónicas se im-
pone una notable diferencia. La obra de arte no nos aparta de la verdad sino
ta. Gracias a la obra podemos ver lo que buscaba el filósofo: la diferencia entre
* Idea (cidos) proviene del verbo eido = ver. Literalmente sería lo visto, el aspecto, la figura, la
5. Joseph Kosuth. One and Three Chairs (Una y tres sillas), instalación, 1965.
los entes. Por eso, podríamos concluir, la obra es lúcida, nos saca de la oscuri-
(libro VID, el de la alegoría de la caverna. Las imágenes del arte no serían más
del hombre prisionero de las apariencias de las que sólo el conocimiento, es de-
mundo de las Ideas, del cual podemos tener conocimiento (epistéme). En ese
mundo de las Ideas la forma más alta —el Bien— está simbolizada por el sol.
Como Kosuth, también los suizos Peter Fischli (1952) y David Weiss (194.6)
remiten con sus obras a una situación similar a la descripta por Platón. Se trata
pileta de lavar, un trapo, una esponja, una taza, una espátula, una afeitadora,
una mesa, una radio, un taladro, pinceles, tarros de pintura, clavos, tablones y
otros elementos como los requeridos para el montaje de exposiciones. Son to-
6. Peter Fischli y David Weiss. Raum unter der Treppe (Habitación bajo la escalera), poliuretano
pintado, 1993.
que el visitante del Museo no perciba que se trata de una obra, ya que sus notas
pa el espacio que recorremos, como una escultura. Pero una “pista” detiene al
espectador atento: se trata de un cartel ubicado al lado de una puerta, que indi-
do donde todo se vuelve intercambiable, donde todo tiene “el mismo peso”, lo
En su célebre Paideia,* dice Werner Jaeger que la concepción del poeta co-
mo educador del pueblo griego “fue familiar desde el origen y mantuvo cons-
con una función pedagógica. Debe contribuir a la paideja, a la formación del in-
dividuo. Por eso deberá exigirse a los artistas que se sujeten a las reglas del Esta-
do. “No se puede alterar las reglas de la música sin alterar las leyes fundamen-
No debemos olvidar que las críticas que Platón hace al arte se encuentran
ese diálogo fue escrito. Tiempo de decadencia en el que se había llegado al ex-
ma” al hombre hasta alcanzar el desarrollo de todas sus posibilidades. Atiende tanto al cuerpo, a
través de la gimnasia, como al espíritu a través de la música (entendida corno actividad relacionada
con las Musas: cultura general, literatura y música, tal como la entendemos hoy). Platón definió a
81
82 ESTÉTICA
respetar la belleza basada en las leyes eternas (matemáticas) que rigen el uni-
nía, es el hecho de considerar que las formas del arte más geométricas serían
menos condenables.
Platón condenará a los pintores que engañan, tal como lo hacen los sofistas.
a.C. y principios del siglo IV a.C. Se jugó entonces con la perspectiva, con el
gañosos. Es conocido el caso de Zeuxis, quien pintaba racimos de uvas tan pa-
belleza del Doríforo (atleta portador de lanza) de Policleto, por la exacta pro-
cracia. En Sofista, cuestionará a los artistas que dan a sus obras no las propor-
ciones bellas sino las que parecen serlo. Schuhl relaciona esta crítica con los
Policleto,* quien sostenía que “la belleza viene de a poco, a través de muchos
números”.
En su Canon, Policleto enseñaba las medidas del cuerpo humano y definía
la belleza por la exacta proporción de todas las partes entre sí. Determinó cuán-
en el cuerpo entero y cuántas veces, en una columna perfecta, el fuste debía ser
más grande que el capitel. Asimismo estableció una relación o cociente entre el
cítara y la siringa, para los pastores (República, 'l, 399 d). Pero en el Estado
ideal de Platón quedarán fuera aquellos instrumentos que exciten las pasiones,
causa de que el ritmo y la armonía son “lo que más penetra en el interior del al-
regla y orden, los hombres pudieron ordenar sus propios pensamientos erra-
bundos.
El arte no debía estar dirigido al placer, como pensaban los sofistas, sino al
distinguido entre dos tipos de téchnai: las que servían para las necesidades de
del oido como sentidos nobles. Apartado de los sofistas, Platón defenderá una
posición funcionalista, basada en la adaptación a los fines que el arte debe al-
[...] buscar los artesanos capacitados, por sus dotes naturales, para seguir las
una región sana, extraerán provecho de todo, allí donde el flujo de las obras be-
llas excita sus ojos o sus oídos como una brisa fresca que trae salud desde luga-
res salubres, y desde la tierna infancia los conduce insensiblemente hacia la afi-
ser virtuosos; de allí la censura de Platón, quien también niega valor purifica-
tan las pasiones malignas. Para que los jóvenes se hagán como lo que escuchan,
deberán los poetas mostrar virtudes tales como la templanza o el coraje y evitar
poético. En efecto, las críticas a la poesía en República contrastan con las des-
cripciones del Jon y del Fedro, donde se la ve como noble arrebato (manía), ins-
pirado por las Musas. ¿Es que Platón, como algunos pretenden, no se ponía de
que “existe poesía y poesía”.* Por un lado, existe una poesía “inspirada”, donde
los dioses hablan a los hombres; por otro, una mimética, artesanal, que presen-
prendimiento de la obra respecto del autor: “Sale una obra a la luz”.** En tanto
epistéme, es una virtud dianoética (Et. Nic., 1140 a), un hábito productivo
la inspiración proveniente de los dioses; el arte, para él, es una actividad especí-
es decir de la repetición de los mismos actos para ejecutarlos cada vez de mane-
ra más perfecta. Gracias al arte se pueden hacer las cosas bien, con maestría,
guna. El arte no es una degradación del mundo ideal, simplemente porque ese
mundo no existe; las esencias no están en otro mundo sino aquí, en el nuestro.
historia sino también en la idea de que aquello que el arte imita es no sólo el
siste en que el arte imita —refleja como el espejo— los productos de la naturale-
naturaleza.
a, Met. 1170 a, 1132 b). Producida la obra, ésta se emancipa del autor. La emanci-
Poética. De esta manera, se supera la miopía naturalista porque “no es tarea del
poeta referir lo que realmente sucede sino lo que podría suceder y los aconteci-
bien la metáfora equivale a ver con la mente las semejanzas” (1459 a).
Otra característica del arte, según Aristóteles, es que está ligado al placer.
del niño, gracias a las cuales —diferente de los animales— inicia el proceso del
la que “da más placer” es, para Aristóteles, la tragedia. A su estudio está dedica-
a la que contrasta con la comedia y compara con la epopeya. Puede resultar ex-
traña esta clasificación, ya que hoy entendemos por poesía, la lírica, mientras
elevada y perfecta” (Poética, 1449 b). Más adelante aclara que los elementos de la
Los elementos cuarto y quinto tienen que ver con los medios: el lenguaje (lexis) y
en síntesis, una obra de arte total por incluir texto, música, danza, acción.
está condensado que lo que se dispersa en tiempos largos. Mucho tiempo des-
pués, esta idea artistotélica será defendida por el escritor norteamericano Edgar
clusión: la poesía “es algo más filosófico y serio que la historia; una refiere a lo
que corresponde decir o hacera cierta clase de hombre, de modo probable o ne-
tífico) que tiene por objeto el ser necesario. Lo probable de la ficción artística, a
de ser algo que no podrá ser nunca totalmente probado. Pero es importante ob-
el capítulo IX, es que lo posible debe resultar verosímil (1451 b). Volverá a este
tulo XXIV, donde señala que “lo imposible verosímil se ha de preferir a lo po-
que lo que se imite sea real, sino que pueda ser entendido como tal. Para ello es
ocurre.
satisface por igual a las artes de la pintura, escultura y poesía” (Retórica 1371
b). Asignándole al arte una función catártica, Aristóteles no podría llegar a ex-
cluir a los artistas de la ciudad ideal, como sí lo hizo su maestro Platón; tam-
poco distingue, como éste, entre una poesía superior (inspirada) y otra infe-
rior (mimética).
tad catártica del arte. También en los misterios Órficos se buscaba un efecto pu-
ron la idea de que es la música, por la gran influencia que ejerce sobre el alma, lo
rifica el cuerpo, la música hace otro tanto con el alma. Aristóteles reconocerá
pondiente de la psique.*
ma. Se concibe ésta como equilibrio y justa proporción de los afectos. Purifica-
tador la purificación de estas pasiones (1449 b). La tragedia debe caminar entre
dos extremos: uno superior y otro inferior. El temor o el miedo (phobos) nos
Entonces podemos sentir que si él sufrió un destino trágico, ¿por qué no ha-
bríamos de sufrirlo nosotros? Por un lado, vemos con terror que las potencias
vulnerabilidad. Por otro lado, nos identificamos —por empatía— con el que su-
Ahora bien, ¿cómo se logra el placer de la tragedia? Freud aclara que ese
tancia real que existe entre él y la obra, le permitiría, luego de la sensación dis-
Kant volverá a plantear la cuestión del “placer negativo”, al que se llega a través
de un displacer.
de la catarsis trágica. ¿Debemos concluir, sin más, que estas pasiones son la
tación estoica, según la cual cualquier pasión es enemiga del bien. Por el con-
a mediados del siglo XVI (seguida en el siglo siguiente por Godeai, Dacier y
suerte de sedante del alma y observa que la tragedia produce placer al reducir el
dolor causado por la compasión y el temor excesivos. Lessing, por su parte, in-
terpreta que la purificación no atañe a todas las pasiones sino a las dos que
to de virtud ética de los griegos, deduce que la catarsis equivale al logro de una
Ya en el siglo XX, autores como el jesuita juan Plazaola (1919) ven en la ca-
placer. La catarsis se enlaza así con la virtud dianoética, el fin más alto de la vi-
da humana.
No es casual que Freud elija el término catarsis para diseñar el primer mo-
ción moralista. Dirá que la tragedia no “purga” sino, por el contrario, tonifica;
gico que consiste, como aseveran sus textos póstumos, en el “amor por las co-
soluta adscripción a la belleza. “Si hay algo por lo que vale la pena vivir, es por
te unida a lo bueno.
El Hipias Mayor se presenta como un intento por llegar a una definición del
otro: poner en ridículo al sofista Hipias. Éste sólo puede moverse en el plano de
la dóxa (opinión), sin ningún fundamento sólido que le permita acceder al ver-
llas entre sí, no se llega a ninguna definición sino a un callejón sin salida. “Las
cosas bellas son difíciles”, es la conclusión del Hipias. De este modo, no se su-
cirniento seguro.
teoría de las Ideas. Su concepto de belleza metafísica supone que un ser es bello
sisu forma perceptible participa de la Idea arquetípica. Las cosas son bellas en la
Entre todas las Ideas, la de Belleza tiene, para Platón, una importancia fun-
damental, ya que puede ser vista. Es “la más manifiesta y la más amable de to-
das” (Fedro, 250 d). Podemos sentir los efectos de la justicia, pero no podemos
como un personaje femenino que tiene los ojos vendados, una balanza y una
espada, porque tiene que ser ciega (no estar ni a favor ni en contra de nadie),
mundo, puede recordar la Idea de Belleza que vio en la otra vida.” En el Fedro y
inteligible y de ésta a la Belleza en sí. La belleza sensible es sólo una pálida ima-
gen, una sombra (de acuerdo al mito de la caverna), pero a partir de ella es posi-
deia, la educación del cuerpo y del espíritu para al bien de la polis. Una persona
buena es también una persona bella. “Lo más bello es lo más justo”, decía el
oráculo de Delfos.
LA BELLEZA MATEMÁTICA
pio divino que gobierna la totalidad del universo. Por eso, lo más significativo
tez y, de este modo, a una escala musical. Es precisamente a partir del descubri-
que Pitágoras elaboró una explicación matemática del universo como kosimos,*
ocupó un lugar principal. Llamado “el oscuro” (porque hablaba con metáforas
de los opuestos y armonía de los contrarios. Decía: “de los contrarios bellísima
logo de la madurez, dirá que “la medida y la proporción son la belleza y la vir-
tud” (64 e). Conecta así con la aceptada idea griega del justo medio y de la
* La expresión “ho kosmos ho kalós” se traduce como “el cosmos es bello” o “el cosmos es ar-
monioso”.
90
ESTÉTICA
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los puntos cardinales, los vientos principales, las fases de la luna, las estacio-
nes, Y cuatro será también el número del hombre, puesto que la longitud de
Pues si un hombre estuviera colocado boca arriba con las manos y los pies ex-
circunferencia, la línea tocaría los dedos de ambas manos y pies. Del mismo
porciones del cuerpo humano de acuerdo a figuras sencillas. Con las piernas y
drado.
tiene allí que “los placeres puros son provocados por las líneas rectas y las lí-
neas circulares y por las superficies o sólidos que de ellas provienen” (Filebo,
línea circular, una esfera, y todas estas formas son siempre, no relativamen-
te, bellas.
Artistas de todos los tiempos serán sensibles a una idea de belleza de raíz
culturalizándolo”.
artista en mínimos recursos, como pueden serlo las formas geométricas sim-
lumínicos.
“b00z “004 X G2 'o0yR1Bojo; ¡eded esqos ¡Eubip t1go yeurgeu uoluf) “oJanDy oopoy “OL
ici oia ia
ESTÉTICA
9. Enio lommi. Formas continuas, acero inoxidable, 24,5 x 25,7 x 29, 1972.
92
94 ESTÉTICA
manera injusta, una etapa de gran interés para el pensamiento, que fue, sin em-
que el pensamiento era opuesto a la fe y que la Edad Media había sido dominada
contrario, esta facultad hacía a los hombres a “imagen y semejanza” de Dios. San
guiente fórmula: “comprende para creer y cree para comprender”, prueba cabal
pensamiento.
que muestra que las visiones medievales del arte y de la belleza no dejan de te-
En la Edad Media perduró la convicción antigua de que el arte (ars) era una
:
E
tao
RITA TIA RT
del hacer, no del actuar, que pertenece a la moralidad. El arte no es expresión si-
ja fuera lo que hoy entendernos por “arte”. Aspira al bonum operis, lo que su-
pone no sólo hacer sino saber hacer. Ars est recta ratio facribilium (el arte es el
Porque el arte “es el principio del hacer y de la reflexión sobre las cosas por
hacer” (Summa Fratis Alexandri, UL, 12, 21) habrá gran afinidad entre el arte y la
ciencia. En efecto, la diferencia entre ars y scientía fue sutil. Cuesta hoy enten-
der, dada la estrechez de nuestro concepto de arte, que él pudiera abarcar un
campo tan extenso. Para San Agustín el arte musical es una actividad racional
te en su tratado De Música.
mo, que pone al conocer y al contemplar como el supremo bien frente al traba-
dioevo se usara la expresión “artes liberales” o artes del hombre libre (las que
se valen sólo de la palabra), diferentes de las artes manuales del hombre servil,
Eran siete las “artes liberales”. Tenían en común usar principalmente la pa-
mos que dentro de las “artes liberales” figura sólo una de nuestras artes: la mú-
menos aún, de lo que hoy se conoce como “arte autónomo”. Como en la Anti-
gúedad, el arte debía cumplir con una función pedagógica, ligado esta vez a la
El arte era una forma principal de hacer llegar al pueblo el dogma cristiano,
como lo muestran los frescos y vitrales que decoraban las iglesias. La biblia
Pauperum o biblia de los pobres, es decir de los que no podían leer latín y así
tomar contacto con el mensaje cristiano, fue, según Gadamer, como narración
figurativa, uno de los “leítmotivs decisivos para la justificación del arte en Oe-
cidente”.”
96 ESTÉTICA
Nuestra conciencia cultural, concluye Gadamer, vive ahora “de los frutos
guaje de formas comunes para contenidos comunes. Pretensión que el arte mo-
derno, y más aún el arte de vanguardia, frustra cada vez más, resultando ina-
aquellas que defendían su desinterés, tal el caso de Escoto Erígena (s. 1X) que
separó el goce estético del concupiscente, por ser aquél desinteresado. Asimis-
refiere al poder cognoscitivo, pues se llama bello a aquello que agrada a la vista”
oído son los más “cognoscitivos”. Más adelante, en el párrafo citado, insiste en
que lo que place a la vista (visa placent) —lo que es armónico—es, de algún mo-
efecto esclarecedor. Por eso “el conocimiento se realiza por asimilación y la se-
de la interpretación, dado que el mensaje divino estaba lejos de ser unívoco: era
una suerte de huella dejada por una inteligencia perfecta para ser leída por la in-
dad divina dificilmente encontraba expresión en este mundo. Los medios que
menos de imitatio. Pero no se llegó, sin embargo, a hablar de creatío. Los me-
na, la creatio era ex nihilo. Y el único que merecía el apelativo de creador era
la Iglesia, a la auctoritas (del latín auctor = autor). No es de extrañar que los au-
que más que el autor, quien hablaba en un texto era la tradición. Diferentes de
novaron bajo la forma de una aparente reiteración del pasado. Parecían atenerse
que ser el individuo quien expresara la idea; antes bien, era la idea la que habla-
ba en el individuo. De esta manera, aunque por vías muy diferentes, los rmedie-
activa al trabajar con formas del mundo exterior tanto como con formas que
surgen de la propia mente del artista (Tratado de la pintura, fre. 68). En conse-
relación del producto (lo que marca una diferencia capital con la acción de la
naturaleza), como también el carácter voluntario y reflexivo del arte. Más ade-
lante, en el siglo XIII, Tomás de Aquino sostuvo: “ars imitatur naturam in ope-
Imperio Romano ya cristiano. Si bien sus ideas son clave en la estética medie-
val, al menos hasta el siglo XII, algunos consideran su sistema como corona-
improbable que haya tenido acceso a fuentes pitagóricas y habría que evaluar
hasta qué punto se encuentran éstas falseadas en textos de segunda mano que
pensamiento, los conceptos de belleza y bondad se unen. “Todas las cosas son
tanto mejores cuanto más moderadas, hermosas y ordenadas son, y tanto me-
(De natura boni, 3). Lo bello es amable: ¿Qué otra cosa podemos amar sino lo
bello?
estéticos, sus ideas sobre el arte y la belleza están diseminadas en varias de sus
que consiste en partir del análisis de lo exterior para pasar a las implicaciones
en el interior del hombre y de allí encontrar lo superior. Esta obra fue concebi-
nomía y filosofía, cada una marcando una etapa por la que el alma asciende ha-
cia lo eterno. Pero la gran empresa, ante otros requerimientos, no pudo ser
completada.
No obstante su título, De Musica hará referencia a otras formas del arte, di-
época clásica, a la poesía, por implicar ésta duraciones. También citará el ejem-
plo de la danza.
introduce un tema que nos prepara para las ideas del libro VI. Señala allí la exis-
tencia de riemos muy rápidos que no pueden ser contados por el ser humano,
po extendidos más allá de la capacidad de nuestro sentido” (1, XJIL, 28) ponen
de manifiesto que debe haber una fuente para esa armonía fuera del hombre. Es
decir, que debe haber una instancia superior, cuestión ésta que será explicitada
en el libro VI.
El libro U se detiene en los pies métricos, es decir, en los acentos de los ver-
más interesante del libro Y es una suerte de ejercicio que realizan los interlocu-
“Dios fuente y lugar de los números eternos” es el título del libro VI. De-
bemos señalar que el término “número” tiene en San Agustín una serie de im-
que orienta el análisis: ligar y derivar los campos del conocimiento de los prin-
ción. Junto con el fundamento trascendente del placer estético, Agustín pre-
através del ejemplo de Poe y Valéry— adquiere entonces una importancia capi-
cálculo o control.
a|
É
¿
del mundo. Aceptó la distinción entre una belleza sensible y otra inteligible;
pero la belleza sensible no sólo fue, corno para Platón y Plotino, el signo del re-
cuerdo de la Idea de belleza, ya que todo en el universo era imago Dei. En el gi-
todas las cosas, la degustación estética consistía en poder ver en la cosa concre-
mata, 5). Causa del orden cósmico, Dios extendía su propia perfección a todo lo
creado. Lo bello sería entonces splendor Dei o, según la definición del Pseudo
ble; en la Edad Media, en Dios y en los vestigios múltiples que había dejado en
su creación. A estas ideas, San Agustín añadió otras: acercó la teoría del arte a la
teoría de lo bello, señalando que el arte debía descubrir en la realidad los vesti-
por su dependencia fundacional, el arte era una huella de lo divino. Esta tesis
belleza de este mundo dependía y era garantizada por la armonía que tenía su
fuente en Dios.
Es más, para los medievales la belleza era uno de los atributos de Dios, uno
de los trascendentales. Así como Dios era la suprema bondad, el supremo ser y
la suprema verdad, también era la suprema belleza. Esto tiñe de relatividad to-
A la pregunta: ¿Las cosas nos gustan porque son bellas o son bellas porque
nos gustan?, San Agustín responde: “gustan porque son bellas” (De vera reli-
gione, XXXII, 59). Aclara que la razón de tal belleza está en la armonía que, co-
con las ideas de Platón, Plotino consideró que para percibir lo bello el hombre
ella misma sea bella” (Enéadas, 1.6.9). Más adelante, Hugo de San Victor dirá
que el goce estético proviene de que el ánimo reconoce en la materia la armonía
de su propia estructura.
—y así como los estoicos, y Cicerón tras ellos, tradujeron el kalón griego por
100 ESTÉTICA
teste (1175-1253) que si todas las cosas tienden hacia lo bueno y hacia la belleza,
entonces el bien y lo bello son lo mismo. Pero esto no supone negación mora-
se halla: hay muchas cosas hermosas y agradables... El oro y las piedras precio-
sas con sus destellos, la belleza de la carne en todas sus formas, los tapices y las
ye
del cuerpo? (Quid est corporis pulchritudo?). San Agustín responde que es la
armonía de las partes acompañada de cierta suavidad de color (De civitate Dej,
XIl, 19).
tecto romano Vitruvio, como también su concepto de simetría, que tendrá re-
simetría se debe que San Martín, en la catedral de Parma, divida su capa no con
uno sino con dos mendigos y también que algunas águilas tengan dos cabezas o
algunas sirenas dos colas. Defendiendo la simetría, San Agustín dirá que un
triángulo equilátero es más bello que otro escaleno y que bellísimos son el cua-
drado y el círculo.
tas el “color claro y nítido”. El vitral, que ocupó vastos espacios de la catedral
gótica, fue la técnica que mejor explotó la vivacidad del color simple traspasa-
do por la luz.
cativo en la Edad Media fue porque designaba tanto el fenómeno físico de la luz
merce
E
En este sentido, reconocía Tomás de Aquino que la claridad del cuerpo prove-
nía de la claridad del alma. Al analizar la imagen de Cristo, dirá que ésta posee
desarrolló una estética cualitativa de la luz. Si, en el primer caso, la figura clave es
Pitágoras, en el segundo, resulta ser Plotino. Durante toda la Edad Media se trata-
resolver la diferencia, Grosseteste —que había dicho que la luz es bella en sí— la
La escolástica del siglo XII concebirá una variante estética de cuatro elementos:
ría del arte y de lo bello, derivados de las profundas transformaciones del arte.
Pero los cambios en la estética moderna no implican una ruptura abrupta con
las teorías anteriores. En parte, habían sido anunciados un siglo antes por Pe-
ticas, Boccaccio tenía un concepto más claro —y más moderno— de arte (ars).
rasgo esencial del arte. Otro aspecto -—moderno— de sus definiciones era el ca-
que afirmaba que las bellas artes eran “mecánicas” (sólo la poesía y la música
toritas.
pales tesis de la estética moderna desconocida por los medievales. Ellas son:
+ Elarteno es sólo fruto de reglas, sino —sobre todo— del talento, la imagi-
lable.
+ Cada una de las artes respectivas posee sus valores propios, y no hay por
esencial del arte, según sostenían los críticos del helenismo tardío, y que la ins-
ciones e inventos ni —dentro del campo del arte— en sus pinturas, dibujos y
tale”, apuntó. No es ella diferente de la filosofía; por contrario, “es filosofía” di-
cuenta mucho más adelante artistas como Joseph Kosuth, neo-retóricos corno
Gérard Genette, y filósofos como Arthur Danto, cuyo pensamiento será anali-
re, divisa del pintor que sería adoptada en el siglo XX por Valéry como modelo
de su propia escritura.
dio de una crítica incesante, la que debería ser ejercida no sólo por el autor sino
también por quienes lo rodean, ya que resulta más fácil detectar las faltas aje-
E
nas que las propias. Así lo expresa Leonardo: “Es sabido que los errores se co-
Aunque la idea del artista divino ya estaba en Platón, formulada por Ficino
adquiere un sentido diferente. La “magia” del arte, que había sido disminuida
para el humanista italiano. Al comparar al artista con Dios, él exalta al ser hu-
vo divino.
tes y de la cultura clásica sino ante todo, como destaca Burckhardt, una empresa
arte como producto espiritual y las actividades “no creativas”, como podrían
serlo el trabajo manual o artesanal (que tan ligado al arte estuvo en períodos
anteriores). Asimismo, los aspectos espirituales y creativos del arte serán des-
ella sería “más noble”, menos engañosa y ofrecería mayor información sobre el
mundo.
Una de las tesis más polémicas de Leonardo es la que hace de la pintura una
pintura, la escultura es, para Leonardo, un “arte mecánico” que cuesta sudor y
fatiga corporales. La fatiga corporal del escultor pasa a ser, en el pintor, fatiga
tos como “afecta más rápidamente que la poesía” o “es superior a la música
porque perdura mientras que ésta expira inmediatamente después de ser eje-
104 ESTÉTICA
apreciaciones de Tatarkiewicz:
al ensalzar y defender su arte, reuniese tantas grandes ideas con tantas falsas
Leonardo.*
Sin embargo, como bien agrega el esteta polaco, las “tretas” de Leonardo no
sólo sobre la personalidad del autor, sino sobre la época y su peculiar manera de,
percibir el arte.
Las palabras téchne y ars, según vimos, hacían referencia a lo que hoy cono-
que tenían que ver con el trabajo manual. Por eso, en un determinado momen-
ficidad: las bellas artes, diferentes tanto de las artes manuales o mecánicas co-
aunque hay antecedentes previos. La fusión de lo que hoy se conoce como “ar-
tes plásticas” (pintura y escultura) con la arquitectura bajo una sola noción
poesía bajo el nombre de belle arti o beaux arts. Charles Perrault titula una obra
texto que Charles Batteux escribe en 1747: Les beaux arts réduits á un seul prin-
cipe. El principio al que se reducen las bellas artes es, como vimos más arriba, el
Puede parecer extraño que la poesía estuviera incluida en las “bellas artes”. Este
acercamiento fue expresado por Horacio (65-8 a.C.) en estos términos: “ut pic-
105
11. Sandro Botticelli. El nacimiento de Venus, temple sobre lienzo, 172,5 Xx 278,5, ca. 1484. Galería
de los Uffizi, Florencia.
106 ESTÉTICA
arte del siglo XVII Claude Frangois Menestrier afirmó que todas las artes nobles...
5. El concepto de lo feo
“la musa moderna verá las cosas con una mirada más alta y más extensa. Ella
sentirá que no todo en la creación es humanamente bello, que allí existe lo feo
al lado de lo bello, lo deforme junto a lo gracioso, lo grotesco al revés de lo su- -
feo se enlaza con la sensación de temor, lo que genera repulsión. ¿Pero qué:
terio que, para una mayoría, funda lo feo? ¿Existe hoy para lo feo un consenso
tan generalizado como el del célebre go-60-90 que fija las proporciones ideales |
bello. Es un lugar común decir que lo que no tiene proporción o armonía es feo.
definición de lo feo por lo negativo (por lo que no es bello) fue tratada en el Me-
dioevo por filósofos como Tomás de Aquino. Como vimos, integritas, propor-
tio y claritas son los rasgos esenciales de la belleza. La integridad o perfección
supone que todo lo inacabado, aquello a lo que le falta uno de sus miembros, lo
3]
nía. Además, es sólo parcial: las cosas pueden tener más o menos orden, más o
Así, no existe una fealdad de carácter absoluto, y la que existe es necesaria por-
que desempeña para la belleza el mismo papel que la sombra desempeña para la
luz. Las huellas (vestígia) de la belleza se encuentran entonces en todas las co-
sas, incluidas aquellas que tenemos por feas. “La naturaleza nunca carece de al-
gún bien” (Natura nunquam sine aliquo bono), dice Agustín (Contra epistolam
Manichael, 34).
Entre los filósofos del siglo XVIII que más se interesaron por la idea de lo
llo. El filósofo británico realiza una detallada descripción de los objetos bellos.
Son lisos, no angulosos, delicados, de colores suaves (verdes claros, azules cla-
objetos bellos, el grande corresponde a los feos. Observa, en este sentido, que
cuantos más”. “Una gran cosa bella es una expresión que se aplica raramente;
pero, la de una gran cosa fea, es muy común”. No es de extrañar que lo subli-
me (ligado al gran tamaño) sea considerado por Burke como próximo a lo feo.
afirma, aunque aclara que la fealdad por sí misma no es una idea sublime.
(1853), considera —al igual que otros hegelianos, como Weise, Ruge o Vis-
cher-— que lo feo tiene su horizonte en lo bello. Lo feo, para Rosenkranz, es una
mentos del Espíritu. Siendo el arte, y no lo bello, lo que goza de un valor abso-
lación con lo cómico, lo feo, de acuerdo a Rosenkranz, pierde lo que podría re-
una exageración que debe desorganizar orgánicamente a la forma para que pue-
da así surgir una nueva unidad. En la caricatura, afirma, “la exageración que
desfigura la forma debe operar como un factor dinámico que conmociona la to-
talidad de la misma”.”
non movere risum (Cicerón, De Oratoria 2). Lo risible es, para Aristóteles,
que pone en evidencia la máscara cómica, fea y contorsionada, pero sin tor-
mento. Dice Aristóteles: “La comedia es, como hemos dicho, imitación de la
gente más vulgar, pero no ciertamente de cualquier defecto, sino sólo de lo risi-
LA FEALDAD EN EL ARTE
En su Retórica (1371 b), Aristóteles decía que algunos seres que en la natu-
En general, parece que dos causas, ambas naturales, generan la poesía: la capa-
de gozar todos con las imitaciones. Prueba de ello es lo que sucede con las
obras: las imágenes de cosas que en si mismas son desagradables de ver, como
las figuras de fieras horrendas y de cadáveres, nos causan placer cuando las ve-
cosas que en la naturaleza serían feas o displacientes. Las furias, las enfermeda-
des, las devastaciones de la guerra y las cosas de esa índole pueden ser descri-
naturaleza sin echar por tierra toda complacencia estética y, con ello, la belleza
que el arte escultórico —dado que sus productos pueden confundirse con los de
Chapman (1966), Dinos Chapman (1962), Kiki Smith (1954) y Paul MacCarthy.
(1945). Los hermanos Chapman han tomado a un grabado de la serie Los de-
E
sus esculturas más conocidas (Grandes hazañas contra los muertos, 1994). «kk
109
12. Eugéne Géricault. La balsa de la Medusa, óleo sabre tela, 491 x 716, 1819. Museo del Louvre,
París.
110 ESTÉTICA
devorando a sus hijos (1821) son ejemplos más que elocuentes de esa profunda
desconfianza.
radas favorecidas por el sentido de la belleza, como la griega, lo feo se hizo pre-
costas africanas. Su capitán era un noble que había obtenido el cargo por in-
iglesias.
Pasando a la estética del siglo XX, nos encontramos con las particulares
gatividad y de la resistencia. “El arte tiene que convertir en uno de sus temas lo
han hecho ver que “cuantas más torturas se administraban en los sótanos, más
burguesa.
mentos de ese buen corazón que todavía late ante la miseria y nos asegura que
13. Antonio Berni. El mundo prometido a Juanito Laguna, collage sobre madera, 300 x 400, 1982
(detallo).
Pp gu
Se suele murmurar que [Berni] tiene mal gusto. Pero el buen gusto poco tiene
que hacer con un arte poderoso. Se lo puede y quizá se lo debe exigir a un artis-
sión de las carencias de los que el sistema olvida; de allí su necesidad de poner :
las villas de emergencia, los objetos de desecho, la chatarra metálica que luego,
Aunque el gusto por las cosas bellas no disminuye, con el correr del tiem-
La Gran Teoría de la belleza había sido elaborada tomando como modelo al arte
clásico; pero los maestros del barroco pensaban que su arte se adecuaba des-
pués de todo a la teoría y no buscaron otra. Por el siglo XVII, las cosas eran
rromántica al adjetivo “sublime”. El adjetivo “bello” quedó sólo para las obras
clásicas,”
cada artista. En este sentido, la actitud del artista romántico es modélica, al re-
su célebre escrito “El pintor de la vida moderna” (1863) sostuvo: “El placer
sente”.* Así, él daba cuenta del sentimiento moderno volcado hacia lo nuevo,
belleza.
Por otra parte, se observa hoy, cada vez más, la dificultad de separar los tér-
minos bello-feo. Lo feo resulta así una fuerza enigmática, oscura y paradójica,
que recuerda aquella frase de A. Polin: “Rien n'est beau que le laid” (Nada es
novela Crash (1973) de J. B. Ballard y el film del mismo nombre de David Cro-
hoy en su relación con su tradicional opuesto: lo feo. Entre los ensayos de ma-
carece de fuerza y de vitalidad para poder ser bello” y que la belleza “es siempre
mite” de lo bello. En tanto que “condición”, no hay efecto estético sin que lo si-
niestro esté, de algún modo, presente; en tanto que “límite”, lo siniestro debe
permanecer oculto, pues su revelación produciría ipso facto la ruptura del efec-
ESTÉTICA
bir luz lateralmente y mantener siempre un lado oscuro, oculto. Poco a poco el
diríamos que lo bello “no es más que el comienzo de lo terrible, que todavía
apenas soportamos”.
Fragmentos seleccionados
Platón. República
ble como sus ideas filosóficas. Sus obras adoptan en su mayoría la forma del
diálogo, del que hacen uso Sócrates y sus antagonistas. Son éstos los que suelen
Platón será, una vez más, Sócrates. El tema general es la organización de una
ciudad ideal que estará gobernada por filósofos, pues son ellos quienes cono-
cen la verdad y el bien. Se detallan en el diálogo las medidas a adoptar, con par-
El mundo en el espejo
Los interlocutores son Sócrates y Glaucón, siendo aquél quien comienza diciendo:
—Tomenos ahora la multiplicidad que prefieras. Por ejemplo, si te parece bien, hay
—Pero Ideas de estos muebles hay dos: una de la cama y otra de la mesa.
SÍ,
Idea cuando hace las camas o las mesas de las cuales nos servimos, y todas las de-
116
ESTÉTICA
más cosas de la misma manera? Pues, ningún artesano podría fabricar la Idea en sí.
—Al que produce todas aquellas cosas que hace cada uno de los trabajadores ma-
nuales.
—Espera, y pronto dirás más que eso. Pues este mismo artesano es capaz, no sólo
de hacer todos los muebles, sino también de producir todas las plantas, todos los
—¿Dudas de lo que digo? Dime: ¿te parece que no existe un artesano de esa índo-
le, o bien que se puede llegar a ser creador de estas cosas de un cierto modo, y de
otro modo no? ¿No te percatas de que tú también eres capaz de hacer todas estas
—No es difícil, sino que es hecho por artesanos rápidamente y en todas partes; in-
clusive con el máximo de rapidez, si quieres tomar un espejo y hacerlo girar hacia
todos lados: pronto harás el sol y lo que hay en el cielo, pronto la tierra, pronto a ti
mismo y a todos los animales, plantas y artefactos, y todas las cosas de que acabo
de hablar.
—Pienso que dirás que lo que hace no es real, aunque de algún modo el pintor ha-
—<Y el fabricante de camas? Pues hace un momento decías que no hace la Idea
—aquello por lo cual decimos que la cama es cama— sino una cama particular.
——Por lo tanto, si no fabrica lo que realmente es, no fabrica lo real sino algo que es
semejante a lo real mas no es real. De modo que, si alguien dijera que la obra del
—¿Quieres ahora que, en base a estos ejemplos, investiguemos qué cosa es la imi-
tación? * :
—3i te parece,
—<No son tres las camas que se nos aparecen, de una de las cuales decimos que
—Sesa.
-—Entonces el pintor, el carpintero, Dios, estos tres presiden tres tipos de camas.
-—Tres, efectivamente. .
—En lo que toca a Dios, ya sea porque no quiso, ya sea porque alguna necesidad
pendió sobre él para que no hiciera más que una única cama en la naturaleza, el
caso es que hizo sólo una, la Cama que es en sí misma. Dos o más camas de tal ín-
¡E
—SÍ,
do a partir de la naturaleza?
Aristóteles. Poética
— Buenos Aires, Emecé, 1963, trad. y notas Eilhard Schlesinger, nota preli-
sentido.de-“haeer artísticamente”. .
La Poética es el texto más importante sobre un tema artístico que nos legó
cretos que una forma de obra [la tragedia] plantea. Durante un milenio pasó
118 ESTÉTICA
inadvertida y sólo a fines del siglo XIV fue rescatada del olvido por el Renaci-
Ese estudio perdido da pie a Umberto Eco para urdir la intriga de El nombre
de la rosa.
Necesariamente, pues, los elementos de toda tragedia son seis, y de acuerdo a Có-
mo son ellos resulta una tragedia de tal o cual especie. Ellos son: el argumento, los
Los individuos son lo que son por su carácter, pero son felices o lo contrario por
sus acciones. No actúan, por tanto, para representar caracteres sino que éstos son
presentados a través de las acciones. De tal modo, los hechos y el argumento
y casi alma de la tragedia es, por tanto, el argumento. En segundo lugar, vienen los
najes] hablando como políticos; los actuales como retóricos. El carácter es lo que
explica la norma de conducta y qué clase de cosas elige o rechaza [un personaje]
ideal.
El cuarto Jelemento] del discurso es el lenguaje. Afirmo, pues, según antes he di-
cho, que el lengueje es la facultad de expresarse por medio de palabras, la cual tie-
para conmover los espíritus, pero es extraño al arte y de ningún modo intrínseco a
Compasión y temor
Puesto que la tragedia no es sólo representación de una acción perfecta sino tam-
pues en tal caso causarán más asombro que si se produjeran automática o casual-
mente —ya que, aun entre los casuales, resultan más asombrosos los que parecen
surgidos con un fin, como cuando la estatua de Mitis en Argos mató al causante de
parecen suceder por azar—, estos argumentos resultan necesariamente más bellos
(p. 12.
tal modo organizado que, aun prescindiendo de la vista, quien escucha los hechos
acontecidos se estremezca y sienta lástima por lo que pasa, igual que se dolería
quien escuchase el mito de Edipo. Conseguir tal efecto a través de la vista es me-
to que el poeta debe producir, por medio de la imitación, el placer que surge de la
tos mismos. Examinemos, pues, cuáles hechos resultan terribles y cuáles lamenta-
bles. Es preciso que tales acciones se realicen entre amigos, entre enemigos o en-
tre quienes no son ni una ni otra cosa. En lo que hacen o intentan los enemigos
entre sí nada hay digno de compasión, como no sea la desdicha en sí misma. Tam-
poco lo hay cuando se trata de quienes no son amigos ni enemigos. Pero cuando
- hijo a su padre, una madre 2 su hijo o un hijo a su madre, o intenta hacerlo o hacer
SEXto.
120 ESTÉTICA
De Musica está compuesto por seis libros. Los cinco primeros tratan de
armonía: Dios. El título del capítulo sexto es ilustrativo: Dios Fuente y Lugar
de Números Eternos
El tratado refiere a toda producción que posea una estructura armónica ba-
sada en reglas numéricas. No puede asombrar que buena parte de los ejemplos
dad clásica, ella fue considerada parte de la música al implicar duraciones. Tan-
producía una suerte de tonada, un cántico del lenguaje que era percibido como
música. Podríamos decir, en consecuencia, que este tratado tiene por tema la
usan los que hacen versos, ¿piensas que éstos tienen algunos ritmos o números
M.: Cualesquiera sean estos ritmos, ¿te parece que pasan de largo con los versos o
permanecen?
M.: ¿Entonces hay que admitir que algunos ritmos que pasan de largo son produci-
M.: Pues bien, ¿piensas que este arte es acaso otra cosa que cierta disposición del
M.: ¿Y crees que esta disposición está también en aquel que es ignorante de este
arte?
lo haya conocido,
M.: ¿Y qué si alguno lo hace recordar interrogándolo? ¿Piensas que aquellos ritmos
M.: Por consiguiente, ¿de dónde hay que creer que se le comunica al alma lo que es
M.: ¿Qué finalmente? ¿Acaso no es evidente que aquel que al ser preguntado se
podría ser dirigido hacia la contemplación de aquella verdad sin ningún auxilio ex-
discusión iniciada, que por la providencia de Dios, que creó y gobierna todas las
cosas, ocurre que también el alma pecadora y calamitosa es regida por ritmos y
produce ritmos, hasta la más baja corrupción de la carne; y estos ritmos ciertamen-
te pueden ser cada vez menos bellos, pero no pueden carecer totalmente de belle-
za. Y Dios, soberanamente bueno, y soberanamente justo, no mira con malos ojos
a ninguna belleza, ya ésta se produzca con una condena del alma, ya con un retro-
Y el ritmo no sólo comienza a partir del uno, sino también es bello por la igualdad y
sa que ninguna naturaleza hay que no ansfe la unidad, para ser lo que es, y que no
orden propio en los lugares o en los tiempos, o su bienestar corporal con cierto
equilibrio, debe confesar que todas las cosas cuantas existen y en cuanto son, han
sido hechas y realizadas por un principio único a través de una belleza igual a él y
semejante a la riqueza de su bondad, mediante la cual se unen entre sí lo Único y lo
uno que procede de lo único por una muy querida, por así decirlo, caridad.
Por esto aquel verso recordado por nosotros: Deus creator omnium [Dios creador del
universo] no sólo es muy agradable a los oídos por su sonido armonioso, sino mu-
cho más para el alma por la pureza y verdad de la afirmación. A no ser que te mue-
va la necedad, para hablar más suavemente, de aquellos que niegan que puede ha-
cerse algo de la nada, cuando se dice que el omnipotente Dios ha hecho esto (pp.
212-213).
[...]
M: ¿Y qué decir de la elevada bóveda del cielo, por lo cual está limitada la totalidad
de los cuerpos visibles y que posee la hermosura suprema en este aspecto y la ex-
celencia más saludable del lugar? Todas estas cosas ciertamente que nosotros enu-
meramos con la ayuda del sentido carnal, y las que en ellas están, no pueden ad-
122 ESTÉTICA
quirir ni conservar los ritmos locales que parecen estar en una situación estable, si
los precede y regula un movimiento vital, que obedece al Señor de todas las cosas
y que tiene dispuestos no intervalos temporales de sus ritmos, pero sí tiempos que
turaleza la misma ley de Dios sin la cual no cae una hoja del árbol y para la cual
nuestros cabellos están contados, la trasmiten hasta las jurisdicciones terrenas e in-
muerte, ocurrida en 1519. La primera versión completa data de 1817 (de 1651 es
1882. Se trata de una obra que revela el interés de Leonardo por la enseñanza,
nombre. Sólo en parte se consideran allí cuestiones estéticas; sobre todo hay
preceptos responden a gustos personales y no a una teoría más general del arte
y de lo bello.
Estúdiese primero la ciencia, y luego la práctica que se deduce de ella. El Pintor de-
be estudiar con regla, sin dejar cosa alguna que no encomiende a la memoria, vien-
do qué diferencia hay entre los miembros de un animal, y sus articulaciones O co-
El Pintor debe ser universal y amante de la soledad, debe considerar lo que mira, y
raciocinar consigo mismo, eligiendo las partes más excelentes de todas las cosas
que ve; haciendo como el espejo que se transmuta en tantos colores como se le
ponen delante; y de esta manera parecerá una segunda naturaleza (p. 27).
Nunca debe imitar un Pintor la manera de otro, porque entonces se llamará nieto
de la naturaleza, no hijo; pues siendo la naturaleza tan abundante y varia, más pro-
pio será acudir a ella directamente, que no a los Maestros que por ella aprendieron
(p. 32).
LOS CONCETTOS PRINCIPALES
importancia de la proporción
123
o Téngase cuidado en que haya en todes las partes proporción con su todo, como
todos sus miembros: esto es, que ha de tener los brazos cortos y recios, las manos
anchas y gruesas, y los dedos cortos, y abultadas las articulaciones; y así de los de-
tenga, para tener cuidado de no cometer el mismo error en las figuras que com-
ponga por sí: porque suele ser vicio común en algunos gustar de hacer las cosas a
Los niños tienen todas la coyunturas muy sutiles, y el espacio que hay entre una y
otra carnoso: esto consiste en que el cutis que cubre la coyuntura está solo, sin li-
gamento alguno de los que cubren y ligan a un mismo tiempo el hueso, y la pingúe-
do o gordura se halla entre una y otra articulación, inclusa en medio del hueso y
del cutis: pero como el hueso es mucho más grueso en la articulación que en lo
había entre la piel y el hueso, y por consiguiente aquélla se une más a éste, y que-
dan más delgados los miembros. Pero en las articulaciones, como hay más que el
cartílago y los nervios, no pueden desecarse ni menos disminuirse. Por lo cual los
niños tienen las coyunturas sutiles y los miembros gruesos, como se ve en las artí-
to, que tiene las articulaciones gruesas en las piernas y brazos, y donde los niños
Es sabido que los errores se conocen mucho mejor en las obras ajenas que en las
nuestras; por lo que el Pintor debe procurar primeramente saber bien la Perspecti-
cuanto a la forma de los edificios, copiando siempre del natural todo aquello en
que tenga alguna duda: y luego, teniendo en su estudio un espejo plano, mirará
Otra mano, y pocrá juzgar con mejor acuerdo sus errores. Es muy conveniente le-
Bibliografía
FUENTES
Aristóteles. Poética (trad., introd. y notas Ángel J. Capelletti), Caracas, Monte Ávi-
la, 1998.
Da Vinci, Leonardo. Tratado de la pintura (trad. Diego Rejón de Silva), Buenos Ai-
Platón. Hippias Mayor (trad. e introd. Julio Calonge), Madrid, Gredos, 1994.
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za, 1998.
San Agustín. De Musica (trad. y estudio preliminar Cecilia Ames), Córdoba, Al-
ción, 2000.
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Argullol, Rafael. “La belleza y sus formas”, en Tres miradas sobre el arte, Madrid, -
Cacciari, Massimo. “El espejo de Platón”, en El dios que baila, Buenos Aires, Pai- =
dós, 2000.
Mondolfo, Rodolfo. Arte, Religión y filosofía de los Griegos, Buenos Aires, Colum-
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Schuhl, Pierre Maxime. Platón y el arte de su tiempo, Buenos Aires, Paidós, 1968.
Trías, Eugenio. Lo bello y lo siniestro, Barcelona, Ariel, 2001 (v. or. 1982).
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Principios de Filosofía de Adolfo P. Carpio es un excelente punto de partida pa-
cultura latina, que van del siglo Vl al XV de nuestra era. Para un análisis más deta-
llado de los textos medievales se podrán consultar los textos de Edgar de Bruyne y
alas fuentes originales, traducidas también al español. Del mismo autor recomen-
damos Historia de seis ideas, referidas a arte, belleza, forma, creatividad, mímesis y
experiencia estética.
Gadamer. Recomendamos esta obra por ser un auténtico “texto”, en el sentido eti-
ESTÉTICA
Notas
23
Entre los ensayos de mayor interés de los últimos tiempos referidos a la belleza
2000, PP. 31-38), donde se analiza, a través de ejemplos concretos del arte he-
cho por mujeres, las formas en que lo privado se funde en lo público. De este
modo, se ve cómo lo privado no es lo que se opone a lo público sino aquello que
lo constituye. :
Ibid., p.6s.
te, a diferencia de la pintura que éljerarquiza, ubicándola entre las artes libera-
les. Hubo que esperara generaciones posteriores para que se extendiera la mis-
Ibid.
Ibid., p. 57.
El grupo Mondongo está integrado por Juliana Laffitte (1974), Manuel Mendan-
Ibid., p. 69.
Ibid., p. 67.
ción y acogimiento de la obra de arte, Losada, Buenos Aires, 1956, pp. 54-55-
dara su poesía./ Recorten el artículo./ Recorten después con cuidado cada pala-
bra que forma ese artículo y pongan todas las palabras en un cartucho. / Agiten
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les comprenderá” (T. Tzara. “Manifiesto sobre el amor débil y el amor amargo”,
en M. de Micheli, Las vanguardias artísticas del siglo XX, Córdoba, Ed. Univer-
2000, P. 31.
poder de las palabras. Sostuvo que con las palabras se puede expresar todo,
algo existiera no podría ser conocido”. “Sialgo pudiera ser conocido, no podría
bresalta de terror, se entristece, compadece; vive los problemas de los otros co-
mo si fuesen suyos.
nos pintores; pero ¿qué es un hombre que sabe pintar al lado de un artista? El
pintor copia una realidad que, poco más o menos, estaba ahí sin necesidad de
porta si ahí tengo el sol sobre una playa admirablemente real y además para ira
verlo tomo el tren y protejo de esta manera la industria ferroviaria?” (La deshu-
manización del arte, Madrid, Revista de Occidente, 1964, p. 98, v. or. 1925).
mundo de las Ideas. Al venir a este mundo atraviesa un río, el Leteo o río del
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ESTÉTICA
Ibid., p. 63.
Dice Platón al final del libro VI de República: “Toma ahora una línea dividida
en dos partes desiguales; divide nuevamente cada sección según la misma pro-
Cf. J. Kosuth. Art After Philosophy and After. Collected Writings 1966-1990,
Ibid., p. 36.
Ibid., 401€.
Ibid, 401c.
1972).
Aires, Alfa Argentina, 1972, pp. 47-49). En una posición similar, Jean Paul Sartre :
dirá que el teatro debe ponernos a la distancia justa para que podamos vernos.
Orbis, 1988.
1973, P- 20.
la belleza. Eros fue engendrado el mismo día en que nació Afrodita (diosa del
tenta procrear en la belleza. Primero busca cuerpos bellos, luego pasa de esa be-
lleza corporal a la belleza moral (la del alma bella aunque esté en un cuerpo ina-
duda. Lo cierto es que los datos sobre las doctrinas de Pitágoras o de los pitagó-
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1987).
D. H. Pouillon. “La beauté, proprieté trascendentale chez les Scolastiques”
1946.
Cf. R. Barthes. “La muerte del autor”, en El susurro del lenguaje, Barcelona,
Ibid., p. 150.
Ibid.
Ibid.
Ibid., p.376.
Ibid.
Ibid.
nología, 1995, p. 32. Para un análisis detallado de los significados de Juanito La-
Ch. Baudelaire. Écrits sur ]' art, París, Librairie Générale Francaise, 1992, DP. 370.
CAPÍTULO 111
y Carl Gustav Jung. El polo racionalista será expuesto a través de idcas de Edgar
Allan Poe y Paul Valéry. Por último, la posición intermedia será estudiada a tra-
Surgen en Grecia dos tipos de teorías sobre la producción artística, que se-
ción. Esta teoría —defendida por el filósofo renacentista italiano Marsilio Fici-
obra en una zona de asombro y reserva. “El artista crea la obra al seguir a suins-
tinto. Él mismo se sorprende de ella, y otros con él”, decía Emile Nolde.
sía. Si bien, como vimos, el concepto griego de téchne era mucho más vasto
guardaba más afinidad con la adivinación y las iniciaciones rituales que con la
pintura o la escultura.
bo, cantado durante las fiestas primaverales en honor a Dionisos —y que con el
tiempo daría origen a la tragedia ática— era un himno coral con música y acción
mímica. Esquilo, por su parte, daría en sus obras más lugara las partes cantadas
fueron los poetas mismos quienes intentaron responder a esta pregunta. Ho-
mero (s. VIT a.C.?), en la Mlíada (XI, 410 ss.), considera que todo arte proviene
de los dioses. En la Odisea afirma: “La Musa entonces movió al aedo [poeta épi-
co] a cantar los hechos gloriosos de los hombres” (VIIL 73). Hesíodo (s. VI.
a.C.), otro poeta épico, reconocía: “las Musas me enseñaron a cantar un nia- 9
ravillo himno” (Los trabajos y los días, 662). Por su parte, el poeta lírico Pínda- -.
ro (s. II a.C.) sostuvo: “Esto es posible a los dioses/ enseñarlo a los poetas;/ .-
pero para los mortales es imposible descubrirlo” (Odas triunfales VI, 51).
Arquíloco (s. V a.C.) encontraría una explicación distinta. Decía que podía
cantar los ditirambos “Fulminado” en sus entrañas por el vino. Siglos después He-:
gel, al cuestionar la idea de inspiración que viene de lo alto, sostiene asimismo que:
El genio puede entrar en ese estado bien por su propia voluntad, bien bajo una
porte divino.* Horacio recuerda que, según Demócrito, “no hay poetas cuelr- +
Pues a menudo he oído (según dicen que ha escrito Demócrito y Platón) que
no puede existir ningún buen poeta sin entusiasmo y sin un cierto soplo de lo-
* La palabra griega enthousiasmos (de theos= dios) hace referencia a una presencia divina.
TEORÍAS SOBRE LA CREATIVIDAD 133
ser”. El “ser” son los átomos, que existen en número infinito. El movimiento
simple nada). Los átomos constituyen las cosas físicas y también lo inmaterial.
El alma, por ejemplo, está compuesta por átomos de fuego, es decir, por átomos
con esa parte de la respiración que consiste en inspirar (tomar aire). Al inspirar-
el alimento divino, para que la Musas entre en el cuerpo y dicte al inspirado sus
mensajes.
Habrá que esperar al helenismo para que poesía y artes plásticas sean consi-
ta denominará “genio”.
cómo la actividad del rapsoda* y la del poeta derivan de una fuerza sobrehuma-
na. Sócrates, al dialogar con lon, deja constancia del concepto que tiene de él:
ensalzas a Homero porque estás poseído por un dios, pero no porque seas un
[...] el que sin la locura de las Musas llegue a las puertas de la poesía, persuadi-
do de que llegará a ser un poeta eminente por medio de la técnica, será imper-
Algunos años más tarde, Aristóteles verá el arte como un producto especí-
divina”. Consecuente con esta base humana del arte, él dará importancia al co-
: La palabra rapsoda (rhapsódos), del griego rhaptein = coser, y Ódé = canto, significa etimoló-
Ecamente cosedor de cantos”. En Grecia, los rapsodas iban de pueblo en pueblo cantando trozos
€ poemas épicos, particularmente homéricos, “armándolos” en una secuencia particular para que
el Dúbk as : 4 ;
1 público pudiera interpretarlos mejor. Podríamos decir entonces que no eran sólo recitadores si-
miento hace falta experiencia. El arte deriva de la experiencia; es decir que exj-
ra ejecutarlos de manera cada vez más perfecta (Met. 981 a, Et. Nic. 1106 b).
La fuerza divina que inspira a los poetas es comparada, en el /on, con la pie.
dra heracleia o piedra imán, que no sólo atrae a los anillos de hierro contiguos
sino que, además, les comunica a éstos la virtud de atraer otros anillos próxj.
mos. De este modo, la cadena de transmisión del poder divino se extiende, in-
LA INSPIRACIÓN EN JON
El rapsoda lon reconoce, ante Sócrates, que cuando recita a Homero las ..
ideas lo asaltan en tropel, pero que cuando debe recitar a otros poetas puede
llegar a quedarse dormido. En el caso de que el poeta sea Homero, puede expli-
car partes oscuras de sus obras como nadie puede hacerlo. Concluye Platón (a
través de Sócrates) que si lon habla de Homero como lo hace, no es por una :
simple téchine. De lo contrario, conociendo las reglas, estaría en condiciones de
transmitir eficazmente la obra de cualquier otro autor. Lo que sucede es que lon : *
entra en una suerte de trance entusiástico (fon, 533 e) cuando se pone en con-
cia para así comprobar que el efecto de su recitado sea el esperado. Observa en-
lon explica que si se supone que los espectadores deben llorar, y en cambio
ríen, será él finalmente quien llore por perder el dinero que pensaba cobrar
Y el que sin la locura de las Musas llegue a las puertas de la poesía, persuadido
de que llegará a ser un poeta eminente por medio de la técnica, será imperfecto
245 4).
nado contexto.
La sublime locura del poeta lo convierte en “una cosa leve, alada y sagrada”
(Jan, 534 b). Su locura es sana, algo así como la amabilis insanía de la que habla-
ba Horacio en su Ars poetica. Lacan volverá al tema al referirse al mundo del ar-
tista, diferenciándolo del mundo del psicótico que, como “pajarera de fenóme-
tista, P pa
nos,
-- Hay poesía cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al
e ' rard de Nerval. La poesía es creación de un sujeto que asume un nuevo orden
Schreber.
cosas le llegan de tan lejos que el mundo entero es presa de un “delirio de signi-
tuito, logra coherencia y sentido pleno en la obra del artista, porque en ella se
Lacan, con una de las actividades más extraordinarias del hombre. Pero en Pla-
tón, la cuestión no es tan sencilla, porque, si por un lado, la actividad del poeta
está enaltecida en su relación con lo divino, por otro, encontramos que le co-
nónimo de ignorancia.
que no tenía ideas firmes sobre la poesía y las relaciones que mantenía con el
arte. Pero ésta es una impresión errónea que se produce por descuidar una con-
136 ESTÉTICA
sideración que es fundamental: existe poesía y poesía. Existe una poesía inspi-.
No todos los poetas son “locos inspirados”. Hay quienes, más cerca de log
esclavos que de los hombres libres, escriben versos sin trascender la mera imiz
tación del modelo; hacen uso de una técnica y la despliegan con rutina “artesa-.
nal”, como la de los oficios manuales. Pero hay otros que ejercitan la poesía
“maníaca”, ocupando por ello el lugar más alto en la jerarquía de las ocupa-
ciones. Así, en la escala jerárquica del Fedro, el poeta aparece dos veces nom-
brado: una, en el sexto lugar, y otra, en el primer lugar, junto con los filósofos.*
Se refiere Platón a “un varón que habrá de ser amigo del saber, de la belleza o de
las Musas” y, por otra parte, al poeta, “uno de ésos a quienes les da por la imita- .
ción” (Fedro, 248 d). En este caso aparece colindando con los artesanos y los
agricultores, quienes ocupan el séptimo lugar. En los últimos niveles están el |.”
Al igual que Freud, con quien colabora entre 1907 y 1912, Carl Gustav Jung
las diferencias principales entre ambos está en el hecho de que el psicólogo y psi-
ciones del instinto sexual sino el equivalente de la energía psíquica en general. .::
consciente colectivo”.”
* Arquetipo es cada uno de los residuos primarios de la memoria, comunes a todos los indivi-
Lo que siempre dice el contenido arquetípico es, en primer lugar, parábola ver-
bal. Si habla del Sol, identifica con él al león, al rey, al tesoro de oro custodiado
por el dragón y a la fuerza vital o “salud” del hombre... Nunca debe hacerse
uno la ilusión de que un arquetipo puede finalmente ser explicado y, por consi-
guiente, liquidado."
relaciones más profundas de los hombres con Dios y el cosmos y de los hom-
bres entre sí. Entre los ejemplos dados por Jung se encuentra el arquetipo de la
tenebroso del que no nos podemos separar. Integra una parte del individuo,
sombra (hechizo que debe deshacerse con una serie de ceremonias). La sombra
resulta ser, por otra parte, un motivo artístico frecuente. Un caso notable es el
que aporta la pintura Pubertad (1894), de Edward Munch, y entre los ejemplos
Fausto. :
sueños, en las fantasías y en un tipo particular de obras artísticas: las que res-
ponden a una creatividad “visionaria”.
En “Psicología y Poesía” (PP), un texto de 1930," nos dice Jung que existen
bito de la experiencia humana” (PP, p. 82), tiene que ver con lo conocido, con
las experiencias comunes de dolor, amor, odio, miedo, a través de las cuales el
ser humano puede entender a los demás. El material de esta vivencia “carece de
Pp. 82). La segunda tiene que ver con el mundo de lo desconocido, con lo que va
más allá del límite de lo que normalmente frecuentamos. “Aquí los términos se
explica por la importancia de la marcha del Espíritu Absoluto hacia su total au!
Entre los ejemplos de creación psicológica dentro de las artes plásticas, po-
tino Mariano Sapia nos pone en contacto con una situación conocida: la cir-
multitud y al movimiento de los vehículos que circulan por sus arterias. Para
ello ha elegido una de las principales avenidas de la ciudad de Buenos Aires. Pe:
ro aunque podemos tener en ésta y en otras obras de Sapia una lectura de lo que
nos es conocido o familiar (jóvenes que juegan al fútbol, un baile popular, car-
ma El cuervo. Edgar Allan Poe nos pone en contacto con la experiencia del do=
lor por la muerte de un ser querido, aunque el diálogo del joven enamorado con
el cuervo nos dirige hacia la esfera de lo visionario. Jung pone como ejemplos
dia. Podríamos agregar —como ejemplos de las últimas décadas— a las teleno-
velas que, con una medianía notable, también nos hablan del drama humano
“conocido”
que nos muestra, de alguna manera ya lo habíamos vivido antes, sólo que no lo
habíamos visto con claridad. Así tomamos conciencia de que la obra de arte es,
que, por estar demasiado cerca, no siempre podemos ver. Asimismo, Aristóte-
les hablaba del placer que da el ver representado algo que pasó, placer que au-
Jung hará referencia a una ley fundamental filogenética (la de nuestra historia
tivo, que tiene los rasgos característicos de la serie de antepasados, como los
139
15. Mariano Sapia. Avenida, óleo sobre tela, 120 x 200, 1994,
140 ESTÉTICA
creación artística que la vivencia del primer plano. Esta última nunca desgarra
(PP, p. 83).
ción de las facultades mentales. Los surrealistas advertían que no había que te--:
ser el miedo a la locura el que nos obligue a poner a media asta la bandera de la
imaginación”. :
gar que Clark Kent pertenece al tipo psicológico y Superman, al visionario. Como
Divina Comedia del Dante, el Anillo de los Nibelungos de Wagner, los poemas *
obras surrealistas de Dalí, Miró, Magritte, Ernst o Matta. En el arte argentino, in-
cluiríamos a Xul Solar, Raquel Forner,” Antonio Berni o Mildred Burton. Abun+-
da en las obras de estos artistas el recurso a la metáfora que, con su salto paradig-
donde vemos la imagen de una parte del ojo (iris) que ha sido allí reemplazada : :
por un cielo azul con nubes de misteriosa belleza.* El paisaje exterior, inmenso,
“se ve distinto”. Para decirlo con Jung, “no contiene reproducciones de los ob-
Podríamos interpretarla en términos similares a los que usó Jung para describir
la obra de Picasso. Decía que ella “se vuelve fatalmente hacia lo Oscuro, no es
de lo Feo y lo Maligno”.
a|
PANA
16. Fermín Eguía. Egosaurio, óleo y iémpera sobre tela, 80 x 100, 2003.
luta, sino la psique inconsciente que afecta a la conciencia “desde atrás y desde
dentro tanto como lo hace el mundo exterior desde delante y desde afuera”. La
complejidad de esa psique, tal como aparece en los productos del arte, lleva a
Jung a considerar que de ninguna manera podría ser explicada por la psicología
freudiana. Según ella, la obra de arte se analiza como la neurosis * “que remite a
las representaciones personales del poeta (PP, p. 93). Pero, según Jung, en la
contrario, tendríamos que pensar que cuando Goethe escribió la primera parte
Lo que explica la “gran poesía”, que es aquella que surge del alma de la hu-
ancestral. Más allá de la psicología personal y del narcisismo, nos pone en con-
tacto con el “hombre colectivo”. Uno de los mayores aportes de Jung está, pre-
artista, sino también y fundamentalmente signo del espíritu de toda una co-
consciente colectivo que el creador da a luz. Así éste toca honduras que ningún .
bienestar o del dolor del individuo, sino de la vida del pueblo. Por eso, la gran
obra de arte es objetiva e impersonal y nos toca en lo más hondo. Por eso, lo
personal del creador es una mera traba o ventaja, pero nunca esencial para su
de 1932 el Neue Ziircher Zeitung publicó sus reflexiones sobre la polémica mues-
tas, Su influencia resultó notoria entre los surrealistas, como también entre los
Jung y que sus listas de lecturas le fueron dadas por allegados que también se
recuerda que ar, la raíz de la palabra “arte” en sánscrito, significa juntar, acomo-
dar. Lo que Poe quiere conocer, como sostiene el excelente traductor de ese en-
sayo, Julio Cortázar, es el recorrido ordenado del artista, el mismo que buscará
quieren conocer lo que está “en bambalinas” (ambos usan la misma expresión),
Poe no cree que la capacidad de hacer arte descienda del topos uranos, co-
mo pensaba Platón, ni que mane del poder de fuerzas ocultas del inconsciente,
como pensaba Jung. El arte es, para Poe, un producto consciente fundado en
Que la obra es, ante todo, programación queda demostrado a través del de-
talle, paso por paso, que hace Poe de su modus operandi en El cuervo, uno de
inteligencia fue enunciada por un romántico, Poe, hacia 1846”.* Si bien Poe se
que belleza y muerte se unen. Poe sabe trabajar como ninguno sobre “la volup-
tuosidad del dolor” (FC, p. 234), sobre el deseo humano de torturarse a sí mis-
producción poética. También arremete contra los que pretenden crear de ma-
espontaneidad del inspirado genial, aquel que puede escribir con el volar de la
Los autores, apunta Poe, por lo general se empeñan en negar lo que ocurre
“en bambalinas” (EC, p. 224); ocultan los “cambios de decorado”, la larga cade-
secuencia, la idea de “originalidad” no es, para él, una cuestión de impulso sino
ninguna manera es destruir o demoler; por el contrario, es develar en la obra “un acrescentamien-
to genealógico”. El término “acrescentamiento” indica que la tarea nunca estará completa pues
17. Luis Frangella. St, tinta sobre papel, 20 x 15, 1990. Foto: Andrés Fayó.
de búsqueda laboriosa; “exige menos invención que negación” (FC, p. 231). Por
del siglo XX, quienes planifican sus obras según una “poética de la negación” y
les que caen sobre el papel son parte de la obra. Lo mismo sucede con las líneas
TEORÍAS SOBRE LA CREATIVIDAD 145
que bordean la figura (y que los autores, por lo general, se encargan de borrar) y
con todo tipo de modificación más o menos azarosa que pudiera afectar al so-
porte, como las ondulaciones del papel producidas por la humedad de la tinta o
ción”, habría nacido de una cuidadosa programación. Sin embargo, se da allí una
obra se desenvolvió paso a paso hasta quedar completa, con la precisión y el ri-
o, como sugiere Borges, fingió razonar?” Según Eliot, el ensayo no fue tomado
demasiado en serio en Inglaterra o en los EE.UU. pues más que indicar allí cómo
había escrito su obra estaría hablando de cómo pensaba que lo había hecho:
bir un poema que se adecuara a la vez al gusto popular y al crítico; es decir, que
por una forma breve, que pudiera ser leída de una sola vez, para no perder el
efecto de unidad de expresión, puesto que si la lectura se hace en dos o más ve-
gando a la conclusión que debía ser el de la belleza. Aclara que ésta no es una
mera cualidad de las cosas sino un efecto. Ella produce una intensa elevación
del alma y esto se logra más fácilmente en el poema que en cualquier otra parte.
A continuación buscó el tono del mismo y decidió que sería la tristeza. “Cual-
poéticos a utilizar, Advirtió que ninguno había sido usado tan universalmente
petición. Le pareció conveniente elegir no una frase sino una palabra: sería ésta
nevermore (nunca más), por la fuerte sonoridad de la “o” que, unida a la “r”,
prolongaba aún más su sonido. Advirtamos aquí que si bien podemos traducir
se encontraría la palabra nevermore, Pero, ¿quién diría esa palabra? Para la re-
petición mecánica del estribillo, mejor que un ser hurano, resultaría un ani-
mal. Poe pensó primero en un loro, pero éste fue inmediatamente reemplaza.
do por un cuervo, también capaz de hablar, pero más de acuerdo con el tono
De todos los temas melancólicos, ¿cuál es el que tiene más consenso uni-
versal?, pregunta Poe. La respuesta era obvia: la muerte. Este terna melancólico
tico del mundo; e igualmente está fuera de toda duda que los labios más ade-
cuados para expresar ese tema son los del amante que ha perdido a su amada”
(FC, p. 229). .
amada Lénore con la del cuervo que repite —como prolongando la sonoridad
de los personajes haciendo que el ave respondiera a las preguntas del enamora-
do. Pero el sentido de la misma palabra pronunciada por el cuervo variaría se-
Poe estableció cuál sería la última pregunta, para la cual el nevermore al-
lo que se cierne sobre nosotros, por ese Dios que ambos adoramos, / Diamial-
bienaventurada que los ángeles llaman Lénore, / Si podrá abrazar a una precios
sa y radiante doncella que los ángeles llaman Lénore.” / Dijo el cuervo: “Nunca
mo, metro, longitud y disposición general. La intensidad del efecto debía ser
ción del enamorado, santificada por los recuerdos de aquélla que la habia fre-
menta con el contraste de los ruidos de una noche tempestuosa y del aletear del
abstrae del libro que está leyendo para soñar con su amada, imagina que quien
llama es el espíritu de la joven. Primero entonces abre la puerta, sin ver a nadie
allí, y luego abre de par en par la ventana. Una vez en la habitación el cuervo se
plumaje contrasta con la blancura del mármol, quedando entendido que la in-
corporación del busto fue sugerida únicamente por el pájaro, para sumar otro
rriente subterránea de sentido”, por lo que agrega dos estrofas finales más. De
Y el cuervo, sin aletear, sigue posado, sigue posado / Sobre el pálido busto de
que el “nunca más” que repite el cuervo pasa a ser la expresión directa del ena-
negó a publicar hasta 1917, contando con buen material para hacerlo. Finalmen-
te, estimulado por André Gide y Gaston Gallimard decide entregar el poema
trabajo con fecha de entrega inamovible. De esta manera estaba obligado a dejar
de trabajar sobre él. Así ocurrió con “Eupalinos o el arquitecto” (1923), un texto
de Leonardo da Vinci”, encargado por Mme. Juliette Adam a finales de 1894 pa-
ginales, en las que muchas veces cuestionaba su pensamiento anterior. Así rati-
fica, como lo hiciera antes Duchamp con su Gran Vidrio, el carácter “definitiva-
cribe en algunas de sus obras: “en proceso”. Los works in progress de artistas
como Bianchedi instalan la pregunta: ¿cuándo termina una obra? Peter Gree-
naway contestará diciendo que sus filmes, en realidad, no terminan nunca, que
que “la obra de arte es tanto el resultado del proceso como el proceso mismo en
estado de reposo”.
como indica el título, sino también Richard Serra y, en términos más genera-
les, toda la pintura modernista. Bianchedi incluye escritos en los que aparece la
maquinaria con la que su obra se construye: “quiero ser Mondrian”, “la pintura
es un calco”, “la pintura es un molde”, “la obra de arte es una obra del pensar,
tista, lo que Roland Barthes llama “la muerte del autor”.** ¿En qué consiste, en
Barthes, estará en saber mezclar las escrituras, sin que ninguna de ellas sea defi-
dirige a Mallarmé declara que tiene “en alta estima las teorías de Poe”.* Así, en
rente del escritor americano, no toma como referencia una de sus obras sino
que recurre a otro artista —Leonardo— para deducir, a partir de él, un paradig-
ma de creación.
En “De Poe a Valéry”, T. S..Eliot nos dice que el escritor francés es la culmi-
nación del sentido autorreferencial del poema que se encuentra en Poe y que
consciente de sí mismo, que tiene como meta lo que se ha llamado poésie pure
(poesía pura). Esto supone que el poeta debe observarse a sí mismo en el acto
* La expresión de Duchamp fue aplicada a La novia, desnudada hasta por sus solteros, tam-
bién conocida como Gran Vidrio. Comenzada en 1915 y terminada en 1923, fue declarada “definiti-
vamente inacabada” en 1926 luego de las roturas producidas durante un traslado en Brooklyn. En
lugar de reparar el daño producido, Duchamp decide que la obra quedara con las nuevas modifica-
ciones que el azar había incorporado. “Me gustan estas rajaduras porque no se parecen al vidrio ro-
to. Tienen una forma, una arquitectura simétrica. Más aún, veo en ellas una intención curiosa de la
que no soy responsable, una intención ya hecha en cierto modo que respeto y amo” (Marcel Du-
18. Remo Bianchedi. Bañistas de Seuraten mar de Malevich, técnica mixta (óleo, acuarela, témpera,
lápiz y bar-
EL OSTINATO RIGORE
muestra que en el camino recorrido por el pintor italiano hay algo fundamen-
creatividad racional que, como veremos más adelante, deja margen a la impro-
visación y al azar.
histórico “real” sino un modelo construido por él a partir de las sugerencias da-
Pensamos que él ha pensado, y podemos hallar entre sus obras ese pensamien-
mada por la sacralización de lo artístico que lleva a cabo la sociedad burguesa del
XIX. Al burgués le importa descubrir en la obra su aura, como si ésta fuera casi
nas”. Pero lo cierto es que no hay lógica del milagro porque el “inspirado” estaba
dispuesto desde hacía tiempo. “Estaba maduro” (IMLV, p. 22). Lo que distingue
al artista del hombre común es, según Valéry, una cuestión de visión y no de ge- -
nio, El artista “ve” donde otros no ven. Ve todo como si fuera la primera vez, en
una “objetividad ilimitada” (Rilke), mientras que “la mayoría de la gente ve con *.
el intelecto mucho más a menudo que con los ojos” (IMLV, p. 27). Por lo general
tales como “puerta”, “ventana”, “mesa”, “libro”. Y así perdemos “de vista” la in-
mensa gama de sensaciones cambiantes que procuran los objetos, puesto que, a :
El artista estará siempre atento a los más sutiles cambios del mundo sensi-
memoria, sin libros, sin museos. Y también Monet decía haber querido nacer
tremo cuidadosa con la que el arquitecto de Megara realizaba todas sus cons- '
gunas artes tienen más necesidad que otras. La música, que puede manifestarse
vida y de reflexión.
efectos de una obra nunca son una simple consecuencia de las condiciones de
rránea de sentido que necesariamente toda obra debía tener, Poe aludía a una
Encuentro un poco por todas partes, en los espíritus, atención, tanteos, ines-
muy apresuradas. En todos los hogares del espíritu hay fuego y cenizas, pru-
que define como una relación aritmética entre “lo que está inexpresado pero
para la obra no implica, por ejemplo, aislarla de los efectos del azar. Es más, co-
433” (1952), de John Cage. Consiste ésta en cuatro minutos y treinta y tres se-
piano, sugiriendo los tres movimientos de las piezas para piano. Lo particular
de este trabajo consiste en incorporar como obra los sonidos aleatorios de la sala
ros trabajos se cuenta La filosofia dell 'esistenza e Carlo Jaspers (1940), Studi
interpretazione (1971).
puesta en trabajos póstumos como Ontologia della libertá (1995) y Essere liber-
tá ambiguitá (1998).
Borges, quien se inclina allí “por la tesis platónica de la Musa y no por la de Poe”.*
Pero en La rosa profunda reconoce que, como escritor, puede ver (ser consciente)
Veo el fin y veo el principio, no lo que se halla entre los dos. Esto gradualmente
me es revelado cuando los astros o el azar son propicios. Más de una vez tengo
bien acepta una cierta cuota de conciencia del artista, El artista no sabe “del to-
do”, es decir que algo sabe. Cuando él crea, y también el espectador cuando se
ce”,** que nunca se concreta, que es siempre diferida, dilatada. Siempre habrá
una instancia más a recorrer, aplazada hacia el futuro. En ese suspenso jugará el
arte su mejor partida. Por ese suspenso la obra seduce y nos detiene. Promete
una completud que nunca se da, aunque por momentos tengamos la ilusión de
ción. Su tesis original se basa en la idea de forma formante, que mientras va ha-
ción de una obra se define allí como la actividad ejercida por la forma formante
antes de existir como forma formada. Fellini solía decir que él dirigía sus pelí-
culas en las dos primeras semanas de filmación y que luego era dirigido por
ellas.
La forma es activa aún antes de existir. Dicho de otro modo: el hacer inven-
ma “es” y “no es”. “No es” porque, como forma formada, sólo tendrá existen-
cia al final del proceso. Pero “es” porque, como forma formante, actúa desde el
una clara visión, porque la forma existirá solamente cuando el proceso esté aca-
TEORÍAS SOBRE LA CREATIVIDAD 153
bado” (TF, p. 58). Sólo podríamos hablar de un presagio de forma o de una es-
pera intensa de forma, de una vaga sombra que orienta, vacilante, el proceso de
producción; pero esto no supone que los “tanteos” del artista sean ciegos. En
[...] el artista procede tanteando, sin saber a dónde llegará, pero sus tanteos no
son ciegos, sino que están dirigidos por la misma forma que ha de surgir allí, a
por la obra antes incluso de existir, en las correcciones y en los cambios que el
lor del trabajo organizativo o constructivo del artista, quien, lejos de esperar
decanta.
razón de este doble concurso Pareyson cita textos de Valéry. Sostiene que es di-
fícil hallar una declaración más rica que ésta: “en la obra de arte se combinan la
que la obra de arte es realizada y estructurada y, al explicar este punto, fue más
acertado que Poe, tan sutil teorizador de la composición. Pero el tema del desa-
confirman algunas de sus declaraciones, como cuando habla de los golpes del
(CE, p. 111).
sayo” de donde debe surgir la obra de arte. Para Croce, la intuición, la imagen,
chispa imprevista, sin origen, sin maduración, sin proceso (CE, p. 113).
tintos pasos de un proceso hacia la forma final, esto obedece a una teleología
factum, una vez que ésta se ha terminado. Sólo entonces el autor comprende
que ha seguido el único camino en que se podía llegar a hacerla (corno la semilla
que recorre el camino hacia el fruto maduro). Por lo tanto, al hablar de las dis-
tintas fases del proceso operativo, el autor pasa a ser espectador de éste. Al ana-
Fragmentos seleccionados
Platón. lon
ayudar a dar a luz las ideas. Con esto Sócrates lleva metafóricamente al plano
rrollado su teoría de las Ideas. Comienza con el recibimiento que hace Sócrates
sin ironía, Sócrates describe la rica vestimenta de lon, que muestra la jerarquía
del personaje.
5332-5330
Aglaofón, que sea capaz de mostrar lo bueno y lo malo que pintó, y que, por el
contrario, sea incapaz cuando se trata de otros pintores, y que si alguien le enseña
las obras de estos otros, está como adormilado y perplejo y no tiene nada que de-
cir, pero si tiene que manifestar su opinión sobre Polignoto o sobre cualquier otro
TEORÍAS SOBRE LA CREATIVIDAD
que a ti te parezca, entonces se despierta, pone en ello sus cinco sentidos y no ce-
sa de decir cosas?
creto, sea capaz de explicar lo que hizo bien, y en las obras de otros escultores es-
l..)
de que, sobre Homero, hablo mejor y con más facilidad que nadie, y todos los de-
más afirman que yo hablo bien, cosa que no me ocurre si se trata de otros poetas
(pp. 254-256).
155
S.: [...] Porque no es una técnica lo que hay en ti al hablar bien sobre Homero; tal
como yo decía hace un momento, una fuerza divina es la que te mueve, parecida a
la que hay en la piedra que Eurípides llamó magnética y la mayoría, heráclea. Por
cierto que esta piedra no sólo atrae a los anillos de hierro, sino que mete en ellos
una fuerza tal, que pueden hacer lo mismo que la piedra, o sea, atraer otros anillos,
de modo que a veces se forma una gran cadena de anillos de hierro que penden
unos de otros. A todos ellos les viene la fuerza que los sustenta de aquella piedra.
Así, también, la Musa misma crea inspirados, y por medio de cllos empiezan a en-
cadenarse otros en este entusiasmo. De ahí que todos los poetas épicos, los bue-
nos, no es en virtud de una técnica por lo que dicen todos esos bellos poemas, si-
no porque están endiosados y posesos. |...] Porque es una cosa leve, alada y
536 a - 536d
5.: ¿No sabes que tal espectador es el último de esos anillos, a los que yo me refe-
ría, que por medio de la piedra Heráclea toman la fuerza unos de Otros, y que tú,
rapsoda y acdo, eres cl anillo intermedio y que el mismo poeta es el primero? La di-
vinidad, por medio de todos estos arrastra el alma de los hombres a donde quiere,
enganchándolos en esta fuerza a unos con otros. Y lo mismo que pasaba con esa
subordinados suspendidos, uno al lado del otro, de los anillos que penden de la
Musa, y cada poeta depende de su Musa respectiva. Nosotros expresamos esto, di-
ciendo que está poseído, o lo que es lo mismo, que está dominado. De estos pri-
meros anillos que son los poetas, penden a su vez otros que participan en este en-
tusiasmo, unos por Orfeo, otros por Museo, la mayoría, sin embargo, están
poseídos, están dominados por Homero. Tú perteneces a estos, oh lon, que están
poseídos por Homero, por eso cuando alguien canta a algún otro poeta, te duer-
156 ESTÉTICA
mes y no tienes nada que decir, pero si se deja oír un canto de tu poeta, te despier-
por una técnica o ciencia por lo que tú dices sobre Homero las cosas que dices si-
no por un don divino, una especie de posesión, y lo mismo que aquellos que, pre-
sos en el tumulto de los Coribantes, no tienen el oído presto sino para aquel canto
535c-536e
S.: Por consiguiente, oh lon, ¿diremos que está en su razón ese hombre que, ador-
en las fiestas solemnes, sin que sea por habérsele estropeado algo de lo que lleva
encima, o experimenta temor entre más de veinte mil personas que se hallan amis-
[.: No, por Zeus! En absoluto, oh Sócrates, si te voy a hablar con franqueza.
S.: Tú sabes, sin embargo, que a la mayoría de los espectadores les provocáis to-
das esas cosas.
L: Y mucho que lo sé, pues los veo siempre desde mi tribuna, llorando, con mirada
sombría, atónitos ante lo que se está diciendo. Pero conviene que les preste ex-
traordinaria atención, ya que, si los hago llorar, seré yo quien ría al recibir el dinero,
mientras que, si hago que se rían, me tocará ilorar a mí al perderlo (pp. 259-260).
fueron publicados entre 1922 y 1941. “Psicología y Poesía”, incluido en ese vo-
allí por primera vez. Luego del Preámbulo y de la Introducción, el texto se di-
vide en dos partes; la primera, tiene por tema a la obra de arte y la segunda, al
poeta.
TEORÍAS SOBRE LA CREATIVIDAD
157
El modo psicológico tiene por materia un contenido que se mueve dentro de los
márgenes de la consciencia humana, por ejemplo, una experiencia vital, una con-
moción, la vivencia de una pasión, destino humano en suma, que resultan familia-
res, O al menos intuíbles, para la consciencia general. El alma del creador Acoge es-
configura de modo que su expresión haga penetrar con una fuerza enormemente
mente y quizá personalmente sentido, y por ello rehuido y pasado por alto, con lo
que le acercaría a una mayor claridad y una humanidad más amplia. El material ori-
ginario de esta configuración procede de la esfera del hombre, de sus dolores y ale-
grías eternamente repetidos; es el contenido de la consciencia humana, explicado
¿O por qué Margarita llega a asesinar a su hijo? Es destino humano, revivido en mi-
llones de ocasiones hasta la atroz monotonía de los tribunales y del código penal.
Nada queda oscuro, pues todo se explica convincentemente por sí mismo (p. 82).
El abismo que separa la primera parte del Fausto de la segunda, separa también el
modo psicológico de creación del modo visionario. Aquí los términos se trastocan: la
valores humanos y las bellas formas en un amasijo aterrador que surge del caos
Inconsciente colectivo
[...] Lo que aparece en la visión es una imagen de lo incansciente colectivo, es decir, de
anatómica, muestra los rasgos de los estadios previos. Y esto es válido, también.
tenidos anímicos que presentan rasgos del estado anímico primitivo... (pp. 89-90).
158 ESTÉTICA
El poeta
Si desde la escuela freudiana se defiende la opinión de que todo artista posee una
personalidad limitada a lo infantil auto-erótico, tal juicio puede ser válido para el
artista como persona, pero no lo es para el poeta. Pues éste no es ni auto- ni hete-
roerótico, ni siquiera erótico, sino en gran medida objetivo, impersonal, incluso in-
Todo ser creativo es una dualidad y una síntesis de rasgos paradójicos. Por una par-
te es personal-humano, por otra constituye un proceso impersonal y creativo. |...] Pues el arte
to. Lo que en él tiene la voluntad última no es él, el hombre personal, sino la obra
de arte. Como persona puede tener caprichos, deseos y fines propios, pero como
carga a menudo pesa tanto que exige el sacrificio de la felicidad humana y de todo
lo que en el hombre común hace que la vida merezca ser vivida (pp. 93-94).
A pesar de que dentro de la obra de Poe son notables sus cuentos de horror
(Eureka, 1848) y sus teorías sobre la composición artística (The Philosophy of.
El texto que hemos elegido describe, paso a paso, cómo compuso el poema
El cuervo (1845). ;
que componen bajo una especie de espléndido frenesí, una intuición extática, y se
ideas que no llegan a manifestarse, a las fantasías plenamente maduras que hay
granajes, a la maquinaria para los cambios de decorado, las escalas y las trampas,
las plumas de gallo, el bermelión y los lunares postizos que, en el noventa y nueve
por ciento de los casos, constituyen la utilería del histrión literario (p. 224).
TEORÍAS SOBRE LA CREATIVIDAD
159
obras: y puesto que el interés del análisis o la reconstrucción que he señalado co-
operandi por el cual llevé a cabo uno de mis poemas. He elegido El cuervo por ser el
composición puede asignarse a un azar o una intuición, sino que la obra se desen-
volvió paso a paso hasta quedar completa, con la precisión y el rigor lógico de un
un poema de tono melancólico y de unos cien versos de extensión. Ahora bien, sin
perder jamás de vista mi finalidad, o sea lo supremo, la perfección en todos los puntos,
me pregunté: “de todos los temas melancólicos, ¿cuál lo es más por consenso univer-
sal?”. La respuesta obvia era: la muerte “¿y cuándo —me pregunté— este tema, el
detalle la respuesta era igualmente obvia: "Cuando está más estrechamente aliado a
la Belleza; la muerte, pues, de una hermosa mujer es incuestionable el tema más poé-
tico del mundo; e igualmente está fuera de toda duda que los labios más adecuados
para expresar ese tema son los del amante que ha perdido a su amada”.
Tenía que combinar la idea del enamorado que deplora la muerte de su amante, y
incidentes, siempre queda una cierta dureza, una desnudez que repugna al ojo de
un artista. Hay dos cosas que se requieren invariablemente: primero, una cierta
corriente subterránea de sentido, por más indefinida que sea. Esta última es la que
imparte en especial a una obra artística mucha de esa riqueza (para usar un término
coloquial muy expresivo) que tendemos demasiado a confundir con el ¿deal. El exce-
Teniendo en cuenta todo esto, agregué las dos estrofas finales del poema, a fin de
que su fuerza sugestiva se comunicara a todo el relato que las antecede. La co-
ca más!”,
Se observará que las palabras "de mi corazón” encierran la primera expresión me-
tafórica del poema. Las mismas, junto con la respuesta "nunca más”, preparan el
trad. Encarna Castejón y Rafael Conte, Madrid, Visor, 1987, pp. 13-61
(1929).
gen de lo redactado treinta y cinco años antes. De esta manera, realizamos hoy
una lectura “collagística” donde se aprecian los cambios en el pensamiento del :
autor,
dioses abstractos, el genio, la inspiración y otros mil, de dónde vienen esos acci-
dentes. Una vez más, uno piensa que se ha creado algo, pues adora el misterio y lo
maravilloso tanto como ignora sus bambalinas. Se habla de la lógica del milagro,
pero el inspirado estaba dispuesto desde hacía un año, Estaba maduro. Siempre
había pensado, quizá sin la menor duda, y donde los demás aún no veían nada,
había mirado, combinado, y no hacía otra cosa que leer en su espíritu. El secreto,
una vez la más alta inteligencia, está y no puede estar sino en las relaciones que
encontraron —y que se vieron obligados a encontrar— entre cosas cuya ley de conti-
nuidad se nos escapa. Cierto que, en el momento definitivo, no tenían más que llevar
a cabo actos definidos. El asunto capital, el que el mundo observa, era sólo algo
Este punto de vista vuelve perceptible la unidad de método que nos ocupa. En es-
te medio, es nativa y elemental. Es su vida misma y su definición. Y cuando pensa-
dores tan poderosos como aquel en el que estoy pensando a lo largo de estas E
zz objetos, conoce tan vagamente los placeres y padeceres de ver que han inventado
neas retiran de esta propiedad sus recursos implícitos, tienen derecho a escribir en
un momento más claro y consciente: Facile cosa e farsi universale! ¡Es fácil volverse
Pero esta claridad final sólo se revela luego de largas rutinas, de indispensables
su génesis. Al contrario, puede decirse que una obra tiene por secreto objetivo ha-
cer imaginar una génesis de sí misma tan poco verdadera como sea posible (p. 19).
Las ciencias y las artes difieren, sobre todo, en que las primeras deben apuntar a
La mayoría de la gente ve con el intelecto mucho más a menudo que con los ojos.
na, alta y horadada por reflejos de cristal es para ellos, inmediatamente, una casa:
Perciben, más bien, según un léxico que, según su retina, se aproxima tan mal a los
las bellas perspectivas. lgnoran el resto pero se regalan con un concepto que hierve de
palabras. (Una regla general de esta debilidad, que existe en todos los dominios dei
obra de arte siempre es más o menos didáctica.) Una obra de arte debería enseñat-
hos siempre que no habíamos visto lo que estamos viendo [...] Es decir: ver más de
tas que si les supongo un pensamiento, no lo habrá más amplio. Y quiero que ten-
bien podrían llamarse análisis. Veo que todo le orienta: está siempre pensando en
el universo y en el rigor.* Está hecho para no olvidar nada de aquello que entra en
lizar el proceso, forma formada. De este modo, la forma es activa aún antes de
tica de arte. .
clara visión porque la forma existirá solamente con el proceso concluido y logrado;
pero ni siquiera esa anticipación es una vaga sombra ni una pálida larva que no se-
continuamente juzga, depura, toma sin saber de dónde realmente proviene el criterio
de sus valoraciones, pero sabiendo con certeza que si él quiere tener éxito debe ope-
rar según aprehensiones así orientadas; y sólo ante la obra terminada, volviendo la
mirada hacia atrás, entenderá que estas operaciones estaban como dirigidas por la
ta por lo tanto como ley de una ejecución en curso: no ley enunciable en términos de
precepto, sino norma interna del operar que tiende al logro final; no ley Única para
Si ésta es la naturaleza del proceso artístico, hará falta decir que la forma, además
so de ésta. La forma está activa aún antes de existir; impelente y propulsiva antes
gue eficaz y satisfactoria; toda en movimiento antes que apoyada en sí misma, reco-
ces está y no está: no está, porque como formada existirá sólo en el proceso con-
cluido y está porque como formante ya actúa en el proceso iniciado (pp. 58-59).
163
Poética programática y poética operativa
por sí para realizar ese arte que ella se limita a sugerir, desear o favorecer: ella no
encamina. Como los principios de una estética no tienen nada para prescribir al ar-
tista, así las afirmaciones de una poética no tienen tanta eficacia para producir
Poesía; pero el artista no puede hacer arte sin una poética, si bien puede muy bien
El hecho es que una determinada poética tiene sí un carácter Operativo, pero éste
lla “poética” interna que es su misma íntima legislación; lo cual basta para explicar
por qué las poéticas establecidas en programas que "preceden" al arte son solá-
mente estériles, mientras más fecundas aparecen las que “siguen” al arte ya realiza-
do, en relación al cual no hacen otra cosa que proponer la implícita y pregnante
l...] desde el punto de vista estético todas las poéticas deben ser consideradas co-
Otras, para las cuales el arte debe “transfigurar” la realidad, o idealizarla, según un
una visión emotiva y pasional; otras que invitan a los artistas a “deformar” la realj-
arte la invención de una realidad inédita y nueva, imaginada en contraste con aque-
lla atestiguada por la experiencia, sin reenvío polémico a ella; otras que esperando
saria una poética que en su concreto ejercicio anime activamente y sostenga la for-
mación de la obra, pero no es esencial una poética más que otra. El arte consiste
sólo en el formar para formar, sea que de hecho represente o cree, interprete o in-
el cálculo o actúe por instinto. Lo esencial es que el arte esté y que ninguna de es-
tas poéticas se absolutice de una manera tal que pretenda contener ella sola la
esencia del arte monopolizando su ejercicio y erigiéndose así como falsa estética
(p. 276).
Bibliografía :
FUENTES
Jung, Karl Gustav. “Psicología y Poesía”, “Sobre las relaciones de la psicología analí-*'
tica con la obra de arte poética”, “Picasso”, “Ulises. Un monólogo”, en Sobre el; <:
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Zanichelli, 1960.
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1999-
OBRAS DE REFERENCIA
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1977. . o
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Eliot, T. S. “De Poe a Valéry”, en Criticar al crítico y otros escritos, Madrid, Alianza,
1967.
ra Económica, 1976.
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Lacan, Jacques. Escritos. El estadio del espejo, Madrid, Siglo XXI, 1971.
Lyotard, Jean E. Dispositivos pulsionales, Madrid, Fundamentos, 1981.
cana, 1976.
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
ra del lon. Otros diálogos, corno el Fedro, la presenta dentro del marco más general
El texto de Baudelaire sobre Poe resulta un buen punto partida para abordar el
pensamiento del escritor americano. En cuanto a Valéry, para una visión más com-
pleta de sus ideas se recomienda —además de sus escritos sobre Leonardo— la lec-
tura de los incluidos en Teoría poética y estética. Tampoco se debería perder el pla-
cer de leer “Eupalinos o el arquitecto”, donde la figura del arquitecto sirve, como
Notas
ción, para lo cual el comprador de la placa debía pagar al artista por la ejecución,
166
ESTÉTICA
Lugar donde se va a buscar la inspiración divina. Dícese así por alusión al mon.-
Clío (de la historia), Euterpe (de la música), Talía (de la comedia), Melpómene |:
(de la tragedia), Terpsícore (de la danza), Erato (de la poesía lírica), Polimnia (de
épica). Observemos que no hay musas para la pintura ni para la escultura, artes:
En “La concepción platónico -aristotélica del arte: técnica e inspiración”, " obser
va Emilio Estiú: “...hubo que esperar hasta el helenismo, cuando los teóricos
mo plano a la poesía y a las artes plásticas, pues ambas brotaban de una misma ** *
fantasía creadora, relacionada por los estoicos con la inmanencia divina” (Re- ..
Sostenía que mientras otros artistas representaban a los hombres como son, él '/-
Ibid., p. 115.
C.G.Jung. “Picasso”,
Ibid., p. 33.
Entre las múltiples imágenes del áníma se encuentra la dulce doncella, la diosa,
una vaca, una gata o una cueva mientras que el ánimus puede presentarse Co-.
none, 1980.
El trabajo sobre Picasso fue editado en €. G. Jung. Realidad del alma, Buenos
1943.
D. Ashton. The New York School: A Cultural Reckonin, Nueva York, Viking
T. S. Eliot. “De Poe a Valéry”, en Criticar al crítico, Madrid, Alianza, 1967, p.40.
R. Barthes. “La muerte del autor”, en El susurro del lenguaje, Barcelona, Pai-
dós, 1994. Recuerda Barthes que el autores un personaje moderno, que surge
(p.66).
Cf. T.S. Eliot. “De Poe a Valéry”, op. cit, p. 45. Recordemos que la dimensión
teórica y filosófica del pensamiento de Valéry se hace sentir no sólo en sus es-
eritos sino también en sus clases del curso de Poética en el College de France,
de París.
1bid., PP.47-4.9-
id.
KANT Y LA FUNDAMENTACIÓN DE LA
ESTÉTICA AUTÓNOMA
Fuera del anuncio y del estallido de la Revolución Francesa, pocas cosas pare-
cen haber sacudido la serenidad del ermitaño de Kónigsberg (se dice que ella lo
texto dice así: “La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapa-
cidad”.* Esta incapacidad, que hace que él viva como en minoría de edad, con-
* Trascendental es todo conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos como de nuestro
modo de conocerlos, en cuanto este modo de conocerlos debe ser posible a priori.
170 ESTÉTICA
“Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu propia razón!: he aquí el lema
diado con Wolff, quien recibe influencia de Leibniz, y éste, a su vez, de Des-
cartes.
var que los autores idealistas (Platón, Kant, Hegel, entre otros) sostienen doc-
“idealismo alemán” de los siglos XVIII y XIX (Kant, Fichte, Schelling, Hegel,
de la especulación filosófica. :
miento no está determinado por los objetos externos sino por el sujeto.* En la
lieve, en cuanto que el predicado del juicio de gusto refiere no al objeto sino al...
objeto, la cosa misma (cosa = res en latín; de allí, “realismo”). El sujeto —racio-
nal o empírico— podría ser comparado con un espejo en que el objeto se refleja.
lámparaS podemos decir que para el idealismo, el sujeto es más bien una “lám-
para” que ilumina el objeto. No es un simple reflejo de éste, sino aquello que lo
hace aparecer.
porque “despierta” la facultad de conocer. Por eso, dice Kant, que “pensamien-
tos sin contenido son vacios”. Pero también afirma que “intuiciones sin con-
edición) se inicia con la tesis de que “todo nuestro conocimiento comienza con
la experiencia”. El segundo párrafo expresa que “no por ello todo él procede de la
bien para conocer siempre tiene que haber algo que nos venga al encuentro (las
sensaciones o impresiones), esto no basta para que haya conocimiento. Ése fue,
según Kant, el gran error de los empiristas: creer que con meras impresiones
sobre la mente como “tabula rasa”, y nada más que con ellas, se puede dar el co-
experiencia. Es decir que hacen falta las intuiciones puras (espacio y tiempo) y
LA TERCERA CRÍTICA
tad, ser y deber ser, naturaleza y moral. La Crítica de la facultad de juzgar o “ter-
cios teleológicos (véase infra). Es decir que la obra no está dedicada exclusiva-
va sin la otra, La libertad de juzgar no sirve para nada si no tiene por finalidad la
de evaluar las obras de arte —o cualquier otra cosa humana— permanece fun- |
moralidad misma.
Son muchos los que observan que las teorías expuestas en la CFJ pueden
que de las especulaciones de Kant resultase una teoría compleja y además pa-
a todo el mundo. Esta dificultad fue, al menos en parte, la responsable de que '
el interés inicial por la tercera Crítica decayera durante largo tiempo. Á poco
las discusiones en torno del clasicismo y del romanticismo. Pero luego fue
quedando relegada en relación al conjunto de los textos kantianos y el movi-
refiriendo, sin ir más lejos, a las lecturas llevadas a cabo por H. Arendt o F. Lyo=. *:
tard, quienes acertaron a encontrar en ella ciertas claves con las que afrontar in-
tintas perspectivas. Una y otra vez se vuelve a ella, para tratar de cerrar los
o “sintéticos”. Juicios analíticos son aquellos en los que el predicado está conte-
Al ser a priori, los juicios analíticos son necesarios y universales (la necesi-
la experiencia.
sarios y universales. “La línea recta es la más corta entre dos puntos”, es un ca-
so de juicio sintético a priori. Es sintético, para Kant, porque el ser “más corta”
cir el juzgar algo como bello— es analítico o sintético, Cuando digo “la rosa es
cio sintético. Pero, diferente de los juicios que aportan conocimiento, el juicio
estético no dice nada acerca del objeto. Es un juicio subjetivo: habla del senti-
miento (de placer o de displacer) del sujeto. Dice Kant en la primera parte de la
ca” (CFJE), que el color verde de los prados pertenece a la sensación objetiva,
Ahora bien, ¿el juicio estético es a priori? Uno de los subtítulos del tercer
braya Kant que el juicio de gusto es a priori al “atribuir esa complacencia como
cular se subsume bajo lo universal (sea éste principio, concepto o regla), el jui-
cio reflexionante es aquel que, dado lo particular, busca para sí lo universal. El
conformidad a fin. Se trata de encontrar una ley general que ordene la variedad
Sila multiplicidad y la desigualdad de las leyes empíricas fuese tan grande que,
aun cuando la concibiésemos sometida a la ley causal, no era sino “un conglo-
merado tosco y caótico”. Ahora bien, la facultad del juicio opone a ese concep-
Ahora bien, ¿cuál es el fin final de la naturaleza? Sólo puede serlo aquello que
tración, Kant cierra su sistema filosófico con la idea de un ser libre y racional, ca-
paz de ejercer su buena voluntad, que es lo único que resulta siempre bueno. Así,
facultad de juzgar tiene por título “Del enlace del sentimiento de placer con el
que la coincidencia de las percepciones con las leyes y los conceptos generales
2. La Analítica de lo bello
una nueva aclaración terminológica, pues el término “estética” tiene doble sig-
de gusto.
“Analítica de lo sublime”.
gún la cantidad— establece que lo bello es lo que place universalmente sin con-
negativos o infinitos. Los afirmativos dicen que una cosa “es esto”. Se trata de
El primer momento se inicia con una aclaración básica que hace a la esencia
del juicio de gusto. Kant nos dice que ese juicio es “estético”. Esta fórmula pue-
[...] cuando me gusta o disgusta un objeto, es evidente que ese gusto o disgusto
Luego de aclarar que “el juicio de gusto es estético”, Kant pasa a considerar.
por los filósofos. Ya había sido considerado por los empiristas Shaftesbury 6”
Hutcheson, y antes por San Agustín (s. IV), Escoto Erígena (s. IX) y Santo To:
más (s. XII. Pero si bien ese concepto cuenta con una larga tradición, previa al;
que fue él quien pensó de manera más radical y sistemática el viejo tema del de- *
sinterés. Si con anterioridad al siglo XVIII había sido un rasgo más de lo estéti-
co, es en ese momento cuando se convierte en rasgo principal que funda, defi
Aclara Kant que si bien el juicio de gusto no debe estar “determinado por.
ningún interés”, no quiere esto decir que “no determina ningún interés”. En.
una nota a pie de página explica que ese juicio puede ser muy interesante, es
decir, no fundarse en interés alguno, pero suscitar un interés (CFJE, p. 123). De”.
esta manera, en la sociedad, se vuelve interesante tener gusto; aporta un bene*,
moso de las Canarias, para retomar su ejemplo, despierta el deseo. “No es sólo
una mera aprobación la que le dedico, sino que por este medio es producidá
bién para los animales desprovistos de razón; la belleza sólo para los hombres”
so de lo bello, es universal.
gundo tipo de deseo corresponde a lo bueno, que está mediado por la referencia
racional a fines y sometido al más alto interés: el bien moral. Quebrando la tra-
ámbitos definitivamente.
si, por ejemplo, ante la vista de un palacio lo considero reprochando “en buen
estilo rousseauniano, la vanidad de los grandes, que emplean el sudor del pue-
irrealidad.
Este modo “liberal” de trato con la realidad —diferente de las necesidades
prácticas de la vida, del reino de los deseos que “gasta” y consume sus objetos—
rés, corresponde a lo que Eliseo Vivas llama “atención intransitiva” (véase in-
fra). Por su parte, Luis Juan Guerrero utiliza la expresión “insularidad imagina-
Guerrero toma como ejemplo el caso del crucifijo que se convierte en obra
creado, de suerte que, prescindiendo de esa fe, lega a imponernos sus valores
intrínsecos como imagen. De la misma manera, a comienzos del siglo XX, mu-
chas obras que —como las máscaras africanas— formaban parte del patrimonio
gusto, que ciertas apreciaciones, como la del crítico de arte, pueden estar liga-
das a la necesidad de comunicar sin que por esto se perviertan. Tampoco sería
Kant.”
178 ESTÉTICA
XX. Tal el caso de las obras de arte efímeras; no sólo “desaparecen”, en el acto
contemplativo, las manzanas reales que Cézanne pintó; lo que desaparece, lite-
La idea kantiana del desinterés del juicio de gusto abre las puertas a su vali-
puramente formal.*
cias por comidas o por sabores dulces o amargos, Vale aquí el principio: “a .
estético porque cuando digo que algo es bello, quiero decir que es bello (y no
sólo para mí). Hablo entonces de la belleza como si fuera una propiedad de
co” que separa el placer meramente subjetivo de aquél que pretende una
aprobación universal. Zo
mos que algo es bello creemos tener a nuestro favor un voto general. o
ción sensible, pueda ser pensado como contenido de lo universal. Aquí no hay
lidad de lo sensible un “caso” más de una ley. En el juicio de gusto, cada objeto
>” 20
aos ; ss :
es una puesta de sol única que escenifica para nosotros “el drama del cielo”.
Por esa irreductibilidad de lo que juzgamos bello, Kant concluye que bello es
bueno “que es lo que place, por medio de la razón, por el mero concepto”. Kant
distingue entre lo bueno para algo --- mediatamente, o sea lo útil— y lo bueno en
que es bueno tengo que saber primero qué clase de cosa es el objeto, es decir que
Kant da los siguientes ejemplos: flores, dibujos libres, Tasgos que se entrelazan
Ahora bien, ¿cómo comunicar a los demás lo que es “sin concepto”? Es evi-
reflexiva. Con ella no conocemos nada del objeto; lo que se produce es una es-
de lo bello es impensable. Pero sí es posible, como hace Kant, una crítica del jui-
cio, es decir una investigación de las formas a priori que hacen posible su uni-
de la universal comunicabilidad del juicio estético, que resulta ser “el estado
de la imaginación.
Cuando Kant dice que las facultades se hallan en libre juego, entiende la li-
Puede crear, a partir del material dado, formas siempre nuevas. Tal “fuego” de
La solución de este problema, dice, “es la clave de la crítica del gusto y por eso
Es, pues, la universal aptitud de comunicación del estado del ánimo en la re-
presentación dada, la que, como condición subjetiva del juicio de gusto, debe
(CHJE, p. 123).
180 ESTÉTICA
des
considerado hasta entonces: el del objeto estético. De ese momento, el más ex:,
tenso de los cuatro, se desprende que si bien el juicio de gusto depende del su.
jeto, existen ciertos rasgos del objeto que no deben ser pasados por alto.
teoría formalista kantiana es fatal para la comprensión del arte. En los casos en
que existiera un fin distinto al de la mera forma, como ocurre en el arte figurati,
vo, se caería en un nivel menor, semejante al de la belleza condicionada por
conceptos.”
formidad a fin formal”. No está sujeta a conceptos; por eso procura un juicio de: *:
gusto puro. Qué cosa deba ser la flor nadie lo sabe. Schiller dirá luego que es
explica sin concepto”.* En el siglo XX, Henri Focillon, en su ensayo Vie des:
formes (1943), señalará que la obra “no existe más que como forma”, En su.
que son tomados como ejemplos indubitables de belleza, son simples presen:
que ha de atenerse.*
Como ejemplos de belleza libre (pulchritudo vaga) del arte, Kant cita los,
dibujos á la grecque, las follajerías de los marcos o de los papeles de tapizar que,
mente original que es el genio— no actúa la natura naturata (la que manipula la;
ciencia físico -rnatemática). Lo que está en juego es la natura naturans, ese “eter-
inmanente.
belleza del hombre y la del caballo, que suponen un concepto de fin que de-
termina lo que ellos deben ser. También se agrega el arte “decorativo”. Al res-
pecto, es Hegel quien nos informa que algunos ven en las obras de arte un
“genio benévolo” que jovialmente adorna todos los entornos, externos e in-
de la realidad.”
del fin externo (utilidad) y otro interno (perfección), que somete a la cosa
quitándole libertad.
En lo que respecta a la obra de arte, señala con justeza Sobrevilla que Kant ha
descubierto que no debe dejar traslucir “las ideas e intenciones con las que ha si-
estética, concentrada en la forma del objeto, debe ir más allá del dato genealógi-
co, técnico o teórico, porque si bien es cierto que en la producción del artista se
La forma tiene, para él, más valor que el color. Éste apelaría demasiado a
nuestros sentidos; de allí que se explique por el atractivo, por lo que debe ser
llamado sólo “agradable”. Se dice del color que encanta o deleita. Su funda-
la sensación. Si bien puede hacer más vívido al objeto, no lo hace más bello ni
"¿más digno de ser mirado. El gusto sigue todavía siendo “bárbaro” donde se
su aprobación.
es preciso no caer en ningún tipo de efusión de fuerza vital, tal como la emo-
Advierte Gadamer que el valor asignado por Kant a la forma está condicio-
" Asimismo, esa valorización deriva del hecho de que la forma supone una
construcción mental activa. Hoy no diríamos que los colores son meros en-
cantos pues sabemos de la importancia fundamental que tienen en la compo-
"gusto de Kant sino el entender por qué destaca, cómo lo hace, a la forma. La
explicación estaría en el hecho de que para verla hay que dibujarla, construirla,
: y así definirla.
toievski la describe (la dibuja) de un modo tal que vemos perfectamente cómo
es, cómo empieza, cómo luego se vuelve oscura y se tuerce a la izquierda. La es-
kantiana coincide con la “depuración del gusto” de mediados del siglo XVIHL+
Apartándose de las formas sugeridas, los contornos poco nítidos, y los efectos
está dado además por el motivo, la firma, escrita en latín, y la fecha escrita en
* Esta obra carece de fecha exacta, habiendo sido atribuida a Fragonard en 1869, año en que
que en otro momento sí lo hizo. Todo habla de un tiempo que hace del rostro
solución del contorno del rostro la marcación de los labios con lápiz labial ro-
atractivo o adorno, como podría considerar Kant, sino parte esencial del ergon
(obra).
contribuye al atractivo del objeto bello. También lo hacen los ornamentos (pa-
del objeto. Pero lo importante en esos ornamentos (marcos de los cuadros, ves-
siendo su forma.
22. Juan Lecuona. Una Victoria de blanco, técnica mixta sobre tela (papel, carboncillo y pintura
acrílica),
21. Dominique ingres. La bañista de Valpingon, óleo sobre lienzo, 146 x 97, 1808.
23. Eduardo Médici. Restos, rastros, rostros, totografía intervenida, 45 x 34, 1999.
Considera Derrida que los filósofos han estado siempre contra el parergon.
No sólo Kant sino, mucho antes de él, Aristóteles cuando, al buscar los princi-.
firma, el título de la obra, el texto que la sostiene y que, por lo general, perma-.,
nece oculto. Lo que le importa al filósofo francés es ver cómo esos elementos :
pasan a ocupar un lugar central. Al caso que él analiza del italiano Valerio Ada-
Si bien cada uno de los bastidores que componen la obra tiene una medida
definida no ocurre lo mismo con la obra completa, ya que a ésta se incorpora un
muro que, en este caso, también es parte de la obra. Lo mismo sucede en otros
trabajos del artista en los que el marco extiende el límite (artístico) de la obra.
fuera de la obra. Idéntica revalorización del marco puede ser apreciada en obras
to a priori para el juicio de gusto: “el estado del ánimo en el libre juego de la
Salvo que se mantenga una postura escéptica, rechazada por Kant, nada
construidas de modo idéntico puede esperarse que algo que actuó estéticamen-
Señala Hannah Arendt que es al analizar el juicio de gusto cuando Kant des-
El “sentido común” no es una facultad más sino el efecto del libre juego de *
nuestras facultades cognoscitivas (CFJE, p. 129). La posibilidad de “cultivar”
primeros párrafos de la “Analítica de lo bello” dice Kant que para discernir si al--
Arendt que sien la Crítica de la razón pura la imaginación estuvo al servicio del .
jo la dependencia de la imaginación.”
va por sí misma. De la imaginación productiva estética dice Kant que “es muy
poderosa en la creación, por así decirlo, de otra naturaleza a partir del material
ductiva de crear “otra naturaleza a partir del material que la naturaleza real le
ARTE Y GENIO
arte. Precisamente, “arte” es, para Kant, “arte del genio”. La relación es tratada
de lo sublime”.
De las facultades que constituyen el genio, la más importante es la imagi-
nación productiva estética, Por tener el genio una subjetividad descentrada y li-
del deseo y del concepto. La libertad de la imaginación es, para Kant, la puerta
Kant:
ocasión a mucho pensar, sin que pueda serle adecuado, empero, ningún
(CHJE, p. 222).
Las obras de arte son “abiertas” (Eco); aceptan un número ilimitado de in-
“resuenan” en nosotros. En las creaciones del genio, dice Gadamer, “se pulsan
[...] una bella expresión que procede del lenguaje musical del siglo XVIN y que
dio, cuyo particular efecto consiste en que la nota sigue resonando mucho des-
pués de que se haya soltado la cuerda.*
la regla al arte” (CFJE, p. 178), crea según reglas no concebidas todavía. De allí
que sus obras no puedan explicarse por las del pasado. Contienen en sí mismas
su propio criterio de valor. Podríamos decir que lo propio del genio es crear
La actividad del genio responde, según Kant, a un don innato similar al que
Dado que el talento, como facultad productiva innata del artista, pertenece él
del genio:
tablecido una relación entre facultad espiritual y naturaleza, como si ésta pose-
que jamás es adquirida y que una incesante invención renueva al dar la impre-
aún cuando en efecto el practicante mismo forma parte del equilibrio que mo
para acentuar el hecho de que el artista actúa por dones innatos y su hacer no
Freud, como para Kant, “se trata aquí de una facultad autónoma que se afina
pero no se aprende”.?
Al hablar “del arte en general”, Kant señala que “debería denominarse arte
para ulteriores meditaciones” (CFJE, p. 214). Son “artes agradables”, para Kant,
las que sirven para deleitar a los comensales en torno de una mesa, el relato en-
“estéticos”? Entre otras cosas, cuando menos las siguientes: que estos fenóme-
nos no se confunden con los morales ni tampoco con los meramente agrada-
con las que ha sido producida (o sea que no debe ser de tesis); que obedece en
de la imaginación creadora; que da mucho que pensar (o sea que admite un nú-
mero casi ilimitado de interpretaciones); que las grandes obras de arte son ab-
explican por las obras del pasado y deberian influir no suscitando la imitación,
tivas.*
3. Analítica de lo sublime
la obra fue traducida al francés por Boileau y, en 1725, al inglés, siendo su im-
pensamiento del siglo XVIII, está testimoniada por trabajos de autores como
cuestión retórica, como “estilo”, Burke hará de él una categoría estética general.
Tarmente empírica”.
ke, al igual que la Críticade la razón pura era una réplica similar al Ensayo de: ....
Locke."
CFJE), Kant cuenta no sólo con los estudios de Burke, sino también con el mo-
jeto sino sobre un sentimiento del sujeto. Lo sublime del cielo estrellado no es:
el cielo en sí, sino el modo en que un sujeto lo percibe. También él podría igno-
Una diferencia fundamental entre lo bello y lo sublime está dada por la pre-
sencia o ausencia de forma. Lo bello atañe a la forma del objeto, que consiste en
Una gran altura es sublime, igual que una gran profundidad. La desmesura
leuze: :
extremidad de su poder.* ss
que provoca un sentimiento de placer. Schiller observará que mientras lo bello ”..
es juego, lo sublime es Ernst, seriedad.
quietud, una mezcla de placer y de displacer, Kant hace referencia al placer ne-
significa, como observa Lyotard, “que hay dos clases de sublime, uno matemá-
tico y otro dinámico” sino que lo sublime (de la naturaleza) es, en un caso, exa-
cos. Esa estimación lógica será matemática; pero aquella que se ejercita “en la
mera intuición (según la medición a ojo) es estética” (CFJE, p. 164). Esta esti-
finito.
p. 164). Nada mejor que el arte para emocionarnos con la idea de magnitu-
25. Kaspar Friedrich. Monje en la orilla del mar, óleo sobre lienzo, 110 x 171, ca. 1808-1810.
fera evanescente abierta al infinito para dar expresión a una elevada melan:
colía. :
ción del espacio según un orden serial, quedan desbordadas en el efecto de in-
mensidad de la obra. a
Como ocurre con las ideas de la razón, ninguna imagen será completamente
transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, suce-
que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectácu-
los que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el *
espacio cósmico estaba ahi, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del” ::
espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos
los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muche; ¿;. *
treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, taba-
co, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno
seca en una vereda, donde antes hubo un árbol... vi el engranaje del amor y la
tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vís-
ceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto
secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún
exceden, el hombre las observa con respeto, admiración y también temor, por-
que esas fuerzas podrían aniquilarlo. Los ejemplos que da Kant son los siguien-
ta catarata de un rio.
observa Valeriano Bozal, la similud termina aquí pues el terror burkeano, al ser
mientras que el terror kantiano, siendo asimismo fuente de peligro, “no con. :
zón, que nos “proporciona” la idea de lo sublime, con la cual llegamos a “domi-
lo es simplemente porque despierta temor sino porque permite que nos mida-
mos con ella, porque invoca nuestra fuerza moral para * “mirar aquello de lo cual :
Son muchos los autores que se han referido a lo sublime desde distintas
“dé
serva que, porque en lo sublime la razón habla del poder del ser humano, pasa» *
nientes y al contenido.
Bello Sublime
lo finito lo infinito
displacer
imaginación imaginación
que parecía inhibida ante el poder de la naturaleza pasa a ser “una experiencia
nuestra fuerza (espiritual). Esto explica que Kant llame a lo sublime “senti-
me. De acuerdo a su posición ilustrada, Kant dirá que “...al hombre rústico le
seer un espíritu cultivado para apreciar lo bello no aparece en Kant tan claro co-
Kant responde que “lo sublime del arte está, por cierto, limitado siempre a las
de San Pedro, en Roma. Es evidente que estas obras son medibles. ¿Por qué en-
Friedrich Schiller (1759-1805), quien sostuvo que es bella la forma “que no exi-
presentación (libro (l, caps. 34, 37, 38). Se trata de una teoría bastante simple,
llama “tacto” no es una mera dotación natural. Incluye la formación tanto es-
dice que, aunque el “tacto” suponga formación, “se conduce con la inmediatez
concepto de gusto.
pensar a partir de la frecuentación de las tesis de fondo kantianas. Así, Theodor **:
ción, tal como señala Inés Buchar, implica el reconocimiento del carácter histó- **
rico del arte y tiene por finalidad el análisis crítico del arte del siglo XX.% Por su'':*
parte, Emilio Garroni reconoce que el lugar de Kant en sus investigaciones “no
puede ser sino central”,* ubicación que se refleja en sus ideas sobre el sentido y
ganos de los sentidos son “transparentes”, es decir, que las percepciones no lla- *:*
man la atención sobre ninguna parte de nuestro cuerpo sino sobre el objeto que
Luis Juan Guerrero afirma, como ya vimos, que contemplar una obra de arte es
que nuestra atención está detenida en el objeto, sin que vaya hacia ninguna
otra cosa.” Polemizando con lo señalado por Vivas, George Dickie considerará
“El mito de la actitud estética””” dice que un crítico que va a un concierto para
hacer una reseña (por lo tanto, de un modo transitivo e interesado) no por eso
puede estar ligada a diversas funciones como, por ejemplo, la de criticar y co-
municar.
Santayana,” entre otros, no considera que el deseo de poseer una obra sea nece-
tanciales cambios producidos en el siglo XX, como los de las obras “no auráti-
cas” (Benjamin), entre las que se cuentan los ready-mades de Duchamp y los
. vuelve. En las últimas décadas, los simposios y seminarios que le han sido de-
dicados, como los auspiciados por el Instituto de Filosofía del Consejo Supe-
y del estímulo del pensamiento kantiano sobre temas que siguen abiertos a
bre de Kant es porque muchas de sus ideas han sido ya definitivamente incor-
poradas como constituyentes del hecho estético de base. Debería ser ésta
Fragmentos seleccionados
Aunque el título más conocido en español es Crítica del juicio, sobre la base de
mo la ética— con el que fue a veces confundida. Asimismo, esta obra de Kant
200 ESTÉTICA
ha servido de fermento para el desarrollo de las ideas estéticas de los siglos si:
del juicio de lo agradable (como el gusto de una comida, por ejemplo)—, la dife-.'.
de kantiano. :
del entendimiento al objeto, con fines de conocimiento, sino por medio de la ima-
consiguiente, tampoco lógico, sino estético; se entiende por éste aquel cuyo fun-
damento de determinación no puede ser de otro modo sino subjetivo. Toda relación de +
las representaciones, aun de las sensaciones, puede, empero, ser objetiva (y en- :;
designado en el objeto, sino en la cual el sujeto se siente a sí mismo tal como es “5,
Agradable es lo que place a los sentidos en la sensación |...] mi juicio sobre un objeto con 2,
cencia no supone el mero juicio sobre aquél, sino la relación de su existencia con
mi estado en la medida en que éste es afectado por un tal objeto. De ahí que no
se diga sólo de lo agradable que place, sino que deleita, No es sólo una mera apro-
bación la que le dedico, sino que por ese medio es producida una inclinación...
(pp. 123-124).
Con respecto a lo agradable, cada cual consiente en que su juicio, que él funda en
un sentimiento privado y por el cual dice de un objeto que le place, se restringe
Con lo bello ocurre de manera completamente distinta. Sería [...j ridículo si alguien
que se imaginase de buen gusto creyera justificarse diciendo: este objeto |...] es
bello para mí, Pues no debe llamarlo bello si le place meramente a él. Muchas cosas
pueden tener para él atractivo y agrado, de ese nadie se cuida; pero cuando él de-
ga sólo para sí, sino para todos, y habla enseguida de la belleza como si fuese una
propiedad de las cosas. Dice, por tanto: la cosa es bella [...] (p. 129).
201
Lo
sublime matemático
Llamamos sublime a lo que es absolutamente grande. Pero ser grande y ser una magni-
tud son dos conceptos enteramente diferentes (magnitudo y quantitas). Asimismo, de-
cir sin más (simpliciter) que algo es grande es completamente distinto a decir que es
grande absolutamente (absolute non comparative magnum). Lo último es aquello que es gran-
Lo
sublime dinámico
pio cada cual con su gusto (de los sentidos).
Cuando la naturaleza ha de ser juzgada por nosotros como sublime ¡en sentido]
dinámico, tiene que ser representado como inspiradora de temor (si bien, a la in-
versa, no todo objeto que despierta temor es hallado sublime en nuestro juicio
estético) [...].
acumulan en el cielo y se aproximan con rayos y estruendos; los volcanes con toda
su violencia devastadora; los huracanes con la desolación que dejan tras de sí; el
océano sin límites, enfurecido; la alta catarata de un río poderoso y otras cosas pa-
recidas, hacen de nuestra potencia para resistirlos, comparada con su poderfo, una
pequeñez insignificante. Mas su vista se hace tanto más atrayente cuanto más te-
mible es, con tal que nos hallemos seguros; y de buen grado llamamos sublimes a
esos objetos, porque elevan la fortaleza del alma por sobre su término medio habi-
tamente distinta, que nos da valor para poder medirnos con la aparente omnipo-
Bibliografía
FUENTES
sublime y de lo bello (trad. Menene Gras Balaguer), Madrid, Tecnos, 1997 (v.o or;
1757).
OBRAS DE REFERENCIA
1982. a
Bozal, Valeriano, “Immanuel Kant”, en Valeriano Bozal (ed.), Historia de las ideas
Cassirer, Ernst. Kant, vida y doctrina, México, Fondo de Cultura Económica, 1993.
De Duve, Thierry. Kant after Duchamp, Massachusetts, MIT Press, 1998.
crítica de Kant, Madrid, Cátedra, 1997, pp. 83-117 (v. or. 1963).
García Morente, Manuel. “Introducción a la Crítica del Juicio”, en E. Kant, Crítica '*'
Guyer, Paul. Kantand the Experience of Freedom; Essays on Aesthetics and Mora:
López Molina, Antonio. Razón pura y juicio reflexionante en Kant, Madrid, Uni-..
Martínez Marzoa, Felipe. Desconocida raíz común, Madrid, Visor, 1987; Releera
Kant, Barcelona, Anthropos, 1992.
ma, Amaru, 1986, pp. 1-109; Filosofía, política y estética en la Crítica del Juicio
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Es bien sabido que tan imprescindible para la Estética son los escritos de Kant
como dificultosa su lectura. Es por esto que recomendamos comenzar con Princi-
pios de Filosofía de Adolfo P. Carpio, quien expone con gran claridad los términos
más importantes de la filosofía kantiana, permitiendo afinar el léxico y hacer así
más fácil la lectura posterior de las fuentes. Sugerimos, en particular, las últimas
de la Crítica del juicio. También puede resultar provechosa, en una primera etapa de
Cassirer,
cumbre del criticismo. Simposio sobre la Crítica del Juicio de Kant de Roberto Ro-
Notas
ser resumido en estas palabras: “Obra sólo según una máxima tal que puedas
20
21
En una carta dirigida a Karl L. Reinhold, del 28 de diciembre de 1787, Kant habla
Monte Ávila, 1991; Crítica del Juicio (trad. Manuel García Morente), Madrid. :
Espasa-Calpe, 1945 (v. or. 1914); Crítica del discernimiento (trad. Roberto Ro-
expresión “experiencia estética” aplicada a Kant debe hacerse con precaución; 003.
ya que no sólo resulta equivoca sino errónea. “En efecto, se sabe que en sentido:
estricto la “experiencia” tiene en Kant una validez universal pues consiste en la;
2000, p.7). y
P. Guyer. Kant and the Experience of Freedom; Essays on Aesthetics and Mora
lity, Cambridge University Press, 1996. 3
C£. R. Rodríguez Aramayo y G. Vilar (eds.), “La “Cenicienta” de las tres Críti-
cas”, en En la cumbre del criticismo. Simposio sobre la Crítica del Juicio de,
Sobre el conjunto del problema del juicio teleológico, véase la primera versión:
ros 1, 1, IV y V. .
PP- 348-9. ds
P. Guyer. Kant and the Claims of Taste, Cambridge (Mass), Harvard University
“momento” del juicio del momento” del placer, El placer “está en el juicio y el
24
jardinería, en tanto que son bellas artes, el diseño es lo esencial; en él, el funda-
Observa S. Corner que “lo que Kant dice sobre el arte y su relación con la natu-
raleza está teñido, en cierta medida, de su propio gusto. Sus poetas favoritos
fueron Milton, Pope y el poeta didáctico alemán Haller. No siente mucha sim-
que modere su estilo según la manera de hacer de Pope y Montaigne. Kant tuvo
W, Biemel. Die Bedeutung von Kants Begrúindung der Aesthetik fúr die Philo-
sophie der Kunst, Colonia, Kólner Universitáts Verlag, 1959, pp. 65-66 (C£ E.
Kant. CHJE, pp. 204 y ss.). Podríamos preguntar con Walter Biemel, ¿para qué
necesitamos del “sentido común” para apreciar lo bello si contamos con los
todo conocimiento. Como lo señaláramos más arriba, para conocer hacen falta
Art News,
sible, sea subsumido en la unidad del concepto. Hannah Arendt estima que el
cubrimiento hecho por Kant en la Crítica de la razón pura” (H. Arendt. “Imagi-
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ESTÉTICA
artística, al compararse al artista con Dios por su poder creativo (así sucede con
Dión Crisóstomo). :
H. G. Gadamer. Verdad y método, ap. cit., pp.75 y ss. (cap. “La subjetivización
1963, p.69.
J.F. Lyotard. Legons sur l'Analytique du sublime, París, Galilée, 1991, pp. 38-9.
Ibid, p. 115.
(eds.), En la cumbre del criticisimo. Simposio sobre la Crítica del Juicio de Kant,
teriosos. Baudelaire ve allí lo “cómico absoluto” corno respuesta del lector que
Écrits sur I' art, París, Librairie Générale Frangaise, 1992, p. 207).
p.269.
F. Schiller. Kallias. Carta sobre la educación estética del hombre, Madrid, Anth-
cuestión del tacto en Freud y Kant, extendiendo ese concepto al trabajo cientí-
fico cuando actúa más allá de reglas o modelos. Destaca la existencia de un “tac-
to lógico” que hace del juicio un término medio o unidad sintética entre la teo-
Cf. H.G. Gadamer. Verdad y método Il, Salamanca, Sígueme, 1993, p.46.
Ibid.
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Ibid.,p.124.
p.7.
época, algunos filósofos resultan cada vez más actuales, es decir, que el hori-
zonte conceptual que abrieron sigue vigente, coincide con nuestro propio hori-
mitad del siglo XX, tanto como en la profética idea del “carácter de pasado del
arte” o, como suele traducirse, de la “muerte del arte”, que anuncia el senti-
miento de las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX. Arthur Danto
1. El sistema hegeliano
mo, corriente filosófica que considera al ser como “ser dado en la conciencia” o,
LA RELACIÓN KANT-HEGEL
tal entre ambos está en que Hegel circunscribe el campo de la Estética a lo bello
producido por el hombre, al “arte bello”, mientras que para Kant ese campo,
acontece en el arte.
importante entre Kant y Hegel es que éste defiende una estética contenidista y *
Al igual que los escritos de Kant, los de Hegel resultan de dificil lectura si
RELACIONES DIALÉCTICAS
%
Hablar de filosofía hegeliana supone hacer referencia al término dialéctica y A
Para designar los tres momentos constitutivos de la relación dialéctica elige los
(algo parecido a lo que sucede con las palabras de una frase). Algo “es”, se pone
como real en cuanto se opone a aquello que no es. A eso que se ponelo llamare-
cia de los dos primeros momentos y se los reúne en una unidad superior, Hegel
filosofía.
marcha del mundo. Como la semilla que se hace árbol, Dios tiene que hacerse
mismo.
era la del Bien, para Hegel la Idea Absoluta es Dios. Por esta centralidad de Dios
tencia.
» La Idea fuera de sí. Dios está “en acto”, manifestado en la naturaleza, pe-
+ La Idea para sí. Dios es Espíritu que retorna a sí; toma conciencia de sí; se
moria).
único conceptual sin más, pues tiene como su base el concepto absoluto y, más
Sila obra de arte presenta la verdad de manera sensible no lo hace como la reli
són que “añade la devoción de lo interno que se relaciona con el objeto absolu-
1838. La tarea de recopilación de las Lecciones estuvo a cargo de uno de sus discíz
pulos, Heinrich Gustav Hotho, quien sumó a sus propios apuntes los de otros
compañeros, agregando notas del mismo Hegel. Por desgracia, los escritos he-
gelianos impresos en vida del autor tienen muy poco material cotejable con las
tro. Esa edición, que consta de tres volúmenes, es la que, en traducción al espa-
Observemos que lo bello natural es excluido puesto que todo lo que proce- :
tual; no es una mera ilusión o copia de lo real. Si bien es apariencia, esa apa-"
, en favor de “Alosofía.
sideración científico -filosófica* del arte. Estas posiciones estaban basadas en la:
Presenta Hegel tres determinaciones para el arte, que no dejan de tener vi-
gencia en la actualidad.
La obra de arte:
rior? Recuerda irónicamente los racimos de uvas pintados por Zeuxis que se
parecían tanto a los reales que los pájaros se engañaban y venían a picotearlas.
Otro caso es el de Praxeas, que pintó unas cortinas que engañaron al mismo
pintor. Y existen retratos, agrega Hegel, que “son parecidos [a lo real] hasta la
náusea” (LE, p. 35). Son todos ejemplos carentes de espiritualidad, simples arti-
jante a como sucede con el sonido del sentimiento humano, de una vitalidad
peculiar.
conciencia, Hegel deducirá la universal necesidad del arte. Las cosas naturales
son sólo “inmediatas y de una vez”, pero el hombre, en cuanto espíritu, se du-
plica pues “es para sí, se intuye, se representa, piensa” (LE, p. 27) y sólo por este
en los primeros impulsos del niño que lanza piedras al río y admira los círculos
que en el agua se dibujan. Esos círculos son su “obra”; disfruta de ellos como
reflejo de sí.
podrá hacer del propio cuerpo un “objeto”, para él y para los demás. Se refiere
en los labios o en las orejas, el tatuaje, el suplicio que se inflige a los pies de las
214 ESTÉTICA
mujeres chinas— y que vuelven algo claro: que el hombre no quiere permane=:
leza ya que se ofrece como “vínculo activo entre el alma y la naturaleza, y sólo
alma”.'” Hegel está de acuerdo en que el objetivo del arte es despertar la con-
ciencia de algo superior, para lo cual será de suma importancia el contenido que
Una cuestión polémica en el análisis de la finalidad del arte fue para Hegel,
y sigue siendo para nosotros, su relación con la moral. Considera que cualquier
fin extraño degrada al arte; le arrebata su libertad. El arte debe guiarse por el
sentido de lo bello, que tiene en sí su propio fin. Pero el arte no debe, sin em-
bargo, herir el sentido moral. Por otra parte, el arte ha sabido ser “el primer
barie en general. En los pueblos que dan sus primeros pasos en la vida civiliza-,
da, esa lenificación de las costumbres está legitimada como el objetivo del arte.
Hegel que es absurdo creer que a Homero se le ocurrieron sus poemas durante el,
sueño, que es “una necedad creer que el auténtico artista no tiene conciencia de lo
ber hecho y vivido” (LE, p. 206). Por eso si bien “hierve” el genio en la juven=
tud, corno fue el caso de Goethe y de Schiller, sólo la madurez y la vejez pue-i
De esta manera Hegel ataca las ideas sobre el genio que circulaban en su
puede entrar en él según su capricho y recuerda los buenos servicios de una bo-:
tella de vino de Champagna. También destaca que el genio, para ser fecundo,
* Lenificación (del latín lenís= suave, y facere = hacer) significa suavizar, ablandar.
requiere de “talento” o aptitud particular para algo. Algunos tienen talento pa-
ra tocar el violín, otros para el canto, pero un mero talento sólo puede llevar al
de estudio que otras. La música tiene menos necesidad, por eso el talento musical
poco agitado” (LE, p. 25). No sería rara entonces la combinación de un gran vir-
de meditación. Estima Hegel que las tempranas obras de Goethe y de Schiller son
una historia del arte dividida en tres momentos. El punto central es el “conteni-
romántico.
Notemos que sólo el segundo momento —el del arte clásico— coincide con
parte del léxico del arte, tienen en Hegel un significado que difiere del corriente-
mente aceptado. “Simbólico” es el arte de Oriente y “romántico” el arte —occi-
dental— del cristianismo. Estos términos, por otra parte, no deben ser confun-
también Gadamer, entre otros. Podernos decir, en términos generales, que toda
Las diferencias entre las tres formas de arte señaladas por Hegel se explican
te clásico; el arte simbólico está aún en la búsqueda del ideal y el arte romántico*
da. Los dioses tienen imagen (antropomórfica) y se prestan por ello a la repre...
EL ARTE SIMBÓLICO
bra por encima de su ser-ahí exterior. De allí que Hegel sostenga: “Este estar-
El Dios de los judíos, porsu propia grandeza, no. puede ser representado en
términos humanos ni, por tanto, artísticos. Por eso, como sintetiza Wellek, “el
del arte simbólico propiamente dicho, por lo cual el pueblo de Egipto resulta
Los parsi buscaban lo Absoluto en la naturaleza, motivo por el cual ésta pa-
HEGEL Y EL SISTEMA DE LAS ARTES 217
La luz era vista como Dios y la oscuridad como el Mal. Lo exterior y lo interior,
coincidían “en este primer panteísmo artístico de Oriente” (LE, p. 58). Algo si-
reconoce que fueron recintos para las tumbas de los reyes o de los animales sa-
rior visible que no se identifica sino que remite a algo trascendente: la vida más
allá de la muerte. De acuerdo a Heródoto habrían sido los egipcios los primeros
EL ARTE CLÁSICO
Avanzando por sobre el arte egipcio, el clásico es la más acabada represen-
Los dioses griegos han sido concebidos a imagen y semejanza del hombre;
una imagen precisa: Homero los describe hasta en sus mínimos detalles, tanto
diosa guerrera —que alcanzaba una altura de doce metros y estaba revestida con
láminas de oro y marfil — sostenía en su mano derecha una Victoria alada. Pode-
mos concluir que, en este caso, la obra no sólo “se establece”. También, como
en una colección se expone, se dice que se establece; pero ese “establecer” es, se-
de Brahma. Éste es un principio impersonal, alma del mundo, origen y fundamento de todas las
ESTÉTICA
27. Fidias. Atenea Partenos. Copia romana en mármol, ca. 447-432 a.C.
sentido de que en la obra, “lo sagrado se abre como sagrado” y el Dios es llamado
dor; no son éstas propiedades detrás de las cuales está el Dios, sino que en la dig-
Más allá de las diferencias sociales, todos en la Grecia clásica podían reco-
nocer la misma presencia divina en la obra de Fidias porque en ella lo sagrado
EL ARTE ROMÁNTICO
período de la vida artística que comienza en la Edad Media, con el arte cristia-
nido.
28. Piero della Francesca. El Bautismo de Cristo, temple sobre madera,167 x 116, ca. 1445.
29. Andrea Mantegna. Cristo muerto, iemple sobre lienzo, 68 x 81, ca. 1500.
%,
más real que cualquier dios griego en cuanto encarnado —Dios mismo se ha
otro tanto con Dios-Padre ni con el Espíritu Santo. De allí que su representa“
guemos que la pintura —arte esencialmente romántico para Hegel tiene por
30. William Blake. The Ancient of Days (Los antepasados de los días),
música. :
ra la Idea). Esta situación del artista independiente será analizada por Rafae] *
Argullol en El taller del pintor (1855), de Gustave Courbet; allí el artista se re-
grupo de amigos (a la derecha). Argullol cita una carta de Courbet donde afirma.
Tal como lo plantea Hegel, el gran problema del arte romántico será su in
banal. Los temas sagrados serán reemplazados por otros prosaicos, como “el
amor y el vino, los bodegones y las quermeses”. Sin embargo, Hegel no deja de
El desarrollo del arte romántico leva al después del arte, momento dede->
De este modo, el después del arte consiste en el hecho de que el espíritu alberga
gunda, la pintura, la música y la poesía. Las disciplinas artísticas, al igual que las
raria y poética, con autores como Dante, Cervantes, Shakespeare o Gocthe. Po-
dios, corresponde al momento culminante del arte clásico, mientras que la pin-
La pintura está en la frontera de las artes que se sirven del sonido. La repre-
Encontramos poesía en todas las épocas, pero le son propicios los periodos
civilizados. Considera Hegel que la poesía es la forma más espiritual de arte, si-
Paul de Man (1919-1983) ve en las LE, principalmente, una teoría del símbo-
lo. La teoría estética y la historia del arte hegelianas serían pues “dos partes
manifestación sensible de la Idea podría ser traducida entonces por esta otra: lo
bello es simbólico.
Siendo el simbolo un tipo de signo, diferencia Hegel la función semiótica
so. Uno de los subtítulos de la sección dedicada al arte sublime tiene por título
fuerza. Pero agrega que también puede serlo el toro o el cuerno, aunque conlle-
ven una multiplicidad de significados simbólicos. “De aquí se sigue, pues, que
que provoca la apertura del arte; su significado nunca “cierra” del todo. “Tode
Podríamos agregar, con Charles S. Peirce, que es propio del símbolo, ye eh:
por el arte simbólico y el romántico) está en el hecho de que uno de los térmi:
no simbolizado, que no cuenta con imagen propia y que precisamente por ello
gen. Es el caso de la bandera (con imagen propia) como símbolo de la patria (sin”-
mente menor.'”
Este párrafo, tan citado en las discusiones acerca del destino del arte, con:
tiene una formulación “muy usada”, de acuerdo a Gadamer. La frase “no brilla
vo del arte. Otros, menos apocalípticos, vieron en ella una premonición de los
profundos cambios que transformaron el arte del siglo XX, en particular los
Pero, ¿qué quiso decir Hegel en realidad? ¿Creía acaso que su tiempo asistía
a los funerales del arte, como pretendió Benedetto Croce?" ¿Fue Hegel el “se-
pulturero” de la historia y del arte? ¿O fue, antes bien, “el ave de tormenta de
te. Podríamos decir que a través de él se renueva la vieja disputa de fines del si-
* glo XVII conocida como Querelle des Anciens et des Modernes, Recordando a
Hegel que los hombres de su tiempo ya no doblan sus rodillas ante el arte. Su-
cede que éste ha dejado de cumplir con su más alto destino, cuando se situaba
Debemos señalar que lo que Hegel siente como “algo del pasado” es una
el lugar importante que tuvo en otros momentos, que su espacio fue llenado
cuentan por uno”. La expresión de Schiller, que Hegel cita, resume la situación
guesa, tal como la pinta Hegel en la Estética, coincide en muchos aspectos con
las descripciones del “das Man” en Sein und Zeit de Heidegger y con las refle-
“función”.
bre Estética (de aisthesis = sensación) por otro más adecuado que incluya, pre-
Hegel habla del “carácter de pasado del arte”, es decir de un cierto tipo de
arte que fue, que él no vivió. Verá a su tiempo como artísticamente decadente.
estilo dominado por la línea por otro, más dinámico, dominado por el color. Se
Lo que Hegel destaca corno más significativo del arte de la primera mitad
da vez más consciente de sí, que supera los imperativos de un contenido intef.
del mundo, alguien ocupa su lugar: el hombre. Desaparecido Dios del arte, al:
guien ocupa su lugar: el artista. Esta “muerte de Dios”, que Hegel verá con nos- EN
vidad del artista está por encima de la materia. Ya no se encuentra ésta sorneti-
medieval. i
el del espíritu libre. Según Hegel, en los inicios del arre en Oriente no encon-
sico representó a los dioses con formas humanas, pero iba más allá de los inte-
sobre la razón. Existir es sentir, decía Rousseau. Por la expresión del sentimiento,
que hace de lo representado un eco de las impresiones del alma, la pintura ro-
cia infeliz, la soledad del hombre. Es en la comedia donde estalla la “dura pala-
tividad crítica, que pugna por mantenerse en pie y lo logra. Enfrentado a la des-
divinización del mundo, el artista no tiene otra salida que hacer valer su inge-
nio y astucia. Es la salida a través del humor, que Hegel reconoce en las obras de
del humor”, en el poder de asociar las cosas más alejadas de una manera bizarra
Dino Formaggio señala que el ingenio del artista resalta también en la iro-
un televisor.
para el hombre debería tener valor y dignidad. Tomado abstractamente, este re-
31. Luis Felipe Noé, Nuestro Señor de cada día, técnica mixta sobre madera, 250 x 200 x 11,5, 1964.
227
228 ESTÉTICA
curso raya con el principio de lo cómico. Pero lo cómico “debe limitarse a que *..
todo lo que se anule sea algo en sí mismo nulo, una apariencia falsa y contrádic-
toria, una quimera, por ej., una manía, un capricho particular...” (LE, p. 51). En”.
Dice Formaggio: a
La risa del cómico se convertía en el signo de este triunfo histórico del hombre ...
convierte en dueña de sí. El arte sujeto a la Idea se apaga cuando se enciende es-
ta luz. E
¿Qué otros aspectos delatan “el pasado del arte”? Hegel refiere a la prefe- '
criados se encuentran con los grandes personajes y se describen las cosas más *
vulgares, entre las que se cuentan “los recipientes nocturnos y las pulgas”.
Según Hegel, otro rasgo de la situación crepuscular del arte es el refugio ar-.:
visto con buenos ojos por Hegel por el hecho de que ellos alteran la linealidad
El carácter de pasado del arte no supone, según Hegel, ningún fin histórico
más amplio en que pudo alguna vez ser imaginada. Aún viviendo su propia
muerte (como “pasado del arte”), el arte continúa vivo. Y a pesar de la posición
* Los nazarenos recuperan la técnica del fresco y encuentran motivación en artistas como Pe-
rugino. Un fresco de Overbeck tiene por titulo José vendido por sus hermanos (1816-1817).
crítica de Hegel, esa continuidad sería vista hasta con regocijo por él, según la
Hegel presenta, pues, una doble y curiosa faz, corno otro Jano: una de sus caras
mira hacia atrás, hacia el pasado, suspirando por la serenidad griega y por el ar-
te ideal, por esa fusión completa de forma y contenido que vemos en la escul-
tura griega, en Homero y en Sófocles; y la otra cara, vuelta hacia el futuro, mira
La actitud de Hegel frente al fin del arte se presenta dual porque, por un la-
do, mira al pasado; por otro, al futuro. Desde la perspectiva del ideal helénico,
el arte de su tiempo le parece inferior, pero comprende la situación histófica en
- “mera desgracia contingente que le sobreviniera al arte desde fuera por la mise-
. ria del tiempo, el sentido prosaico, la falta de interés, etcétera” (LE, p. 443). Por
ción de la Idea, ¿de qué nos habla entonces? Mario A. Presas se refiere a la di-
apariencia muestra en sí —no detrás de sí—. Según ello, la misión del arte no
no que antes bien sigue vigente en todo momento como posibilidad de sensibi-
lizar al hombre para que pueda acatar la máxima de Goethe, comprendiendo así
que “todo lo fáctico es ya teoría” [...] No se busque nada tras los fenómenos:
drían ser apreciadas sin una teoría explicativa. Ciertamente, en su estado con-
ceptual,* el arte se ha ido acercando, cada vez más, al pensamiento. De allí que,
vista con la perspectiva del tiempo, la observación de Hegel sobre el nivel refle-
En nuestros días, en casi todos los pueblos (incluidos los alemanes) se ha apo-
de los artistas ha hecho tabula rasa, no sólo con los contenidos, sino también
meras décadas del siglo XX con la incorporación de todo tipo de recursos, par-
230 ESTÉTICA
ticularmente el del collage. Más que notar la muerte del arte, lo que estaría
[...] la muerte del arte, consecutiva en el fondo para Hegel a la muerte de Dios y
auténtico que no tiene otra cosa que decir que él mismo. Incluso puede ser que
obra es muy antigua— sería entonces un astro nuevo en nuestro universo; tan
sólo hoy en día nuestra mirada, al fin liberada, es capaz de rendir a las obras del
Ya no nos arrodillamos ante las obras de arte, pero quizá sea por eso que es-,
mía, la resurrección de un arte auténtico que, como afirma, Dufrenne, “no tie-
cambios producidos a lo largo de la historia del arte, éste no podrá morir, siendo
cir que el arte es y seguirá siendo un momento esencial de la esencia, porque Cro-
(LE, p. 33). Advierte Paul de Man que en un sistema dialéctico como el de Hegel
“lo que parece ser inferior y esclavizado puede muy bien convertirse en señor ".*
Debemos tener en cuenta que, al hablar de “pasado del arte”, Hegel no usa
que es, al mismo tiempo, un renacer. Siun tipo de arte muere, otro más “libera-
ros intereses” (LE, p. 13). Deberá ser superado por la religión y por la filosofía;
esta última ocupa el lugar más elevado por permitir una captación conceptual
Entonces, la función del arte no podrá ser reemplazada por la religión o la fi-
nunca de vista que, en el sistema hegeliano, el espíritu como tiempo, como “ex-
[...] sigue teniendo, en su fondo actual, los momentos que parece tener detrás
en el concepto de sí mismo.
Precisamente, el mayor privilegio de los seres vivos consiste en tener que reco-
Interpreta Paul de Man que al declarar “el arte es para nosotros una cosa del
hace ocupar a la poesía el lugar más elevado del arte es ser lo más semejante al
espiritual y, por consiguiente, dejar de ser arte. La débil frontera entre literatura
Ya en las primeras páginas de las Lecciones leíamos que frente al rigor del pen-
samiento, en las figuras del arte buscamos sosiego y vigorosa realidad efectiva
arte es juego (Schiller), pero es uno de los juegos más “serios” del hombre por-
que es el lugar privilegiado donde la verdad se devela (Heidegger). Por ello, He-
gel concluye sus Lecciones diciendo que “en el arte no tenemos que ver con
ningún juguete meramente agradable o útil, sino con la liberación del espíritu
del contenido y de las formas de la finitud” (LE, p. 883). Y agrega que el arte:
[...] constituye el aspecto más bello y la mejor recompensa del arduo trabajo en lo
ello consistir nuestro examen en una mera crítica de las obras de arte (LE, p. 883).
las obras de arte sino la verificación del concepto fundamental del arte a través
5- Críticas a Hegel
obra humana, también en el arte. Habrá entonces temas aceptables —los que
modo hoy aceptaríamos estas restricciones. ¿Cómo podríamos decir que un té-
los fustes y de las columnas esbeltas que suben de modo que la mirada no pue:
ves líneas de la bóveda en que convergen los arcos, como también se tranquili- -
za el hombre inquieto en el mundo que sólo encuentra quietud en Dios. A todo
cer referencia al estribillo nevermore, elegido por Poe para su poema El cuervó,'
labra, como es estudiada por San Agustín, entre otros, también es música. Y
dida por Hegel en las primeras páginas de las Lecciones. Allí aclaraba que:
[...] encontramos dos cosas: en primer lugar, un contenido, un fin, un signifi-
“seducción idealista” que no hace justicia al hecho de que la obra nos habla co-
La expectativa de que el contenido de sentido que nos habla desde la obra pue-
peligroso.*
Esa “seducción idealista” se desvanece ante nuestra experiencia real del ar-
te. La obra de arte no es mera portadora de contenido, como si éste hubiera po-
Fragmentos seleccionados
trad. Alfredo Brotóns Muñoz, Madrid, Akal, 1989 (v. or. 1842)
Las Lecciones pertenecen a las obras de Hegel que más profundamente han
sión que él ponía en sus clases. Allí, frente a los alumnos, se gestaron y desarro-
aquí donde Hegel discute la pertinencia del nombre Estética y donde presenta
lo bello artístico o el Ideal. La segunda trata del desarrollo histórico del Ideal en
Ya pasaron los hermosos días del arte griego, así como la época dorada de la baja
Edad Media. La cultura reflexiva de nuestra vida actual nos crea la necesidad, tanto
ción y sean el principal agente rector. Pero, tanto para los intereses del arte como
para la producción artística, nosotros en general exigimos más bien una vitalidad
en la que lo universal no se dé como ley y máxima, sino que funcione como idénti-
eso, dadas sus circunstancias generales, no son los tiempos que corren propicios
en todos estos respectos, algo del pasado. Con ello ha perdido para nosotros tam-
representación. Lo que ahora suscitan en nosotros las obras de arte es, además del
goce inmediato, también nuestro juicio, pues lo que sometemos a nuestra conside-
lá adecuación o inadecuación entre ambos respectos. La ciencia del arte es por eso
en nuestro tiempo todavía más necesaria que para aquellas épocas en que el arte,
ya para sí como arte, procuraba satisfacción plena. El arte nos invita a la conside-
ración pensante, y no por cierto con el fin de provocar arte de nuevo, sino de co-
saber:
tanto más un mero buscar la figurativización que una capacidad de verdadera repre-
to siendo sólo la lucha y el afán por ella, Esta forma puede denominarse en general
terminidad, y por ello cl acuerdo entre significado y figura debe por otra parte re-
sultar siempre deficiente y él mismo sólo abstracto. Como solución a esta doble
clásica ha alcanzado la cima a la que puede llegar la sensibilización del arte, y si al-
gún defecto tiene, éste no es sino el arte mismo y el carácter limitado de la esfera
artística |...| el arte romántico es la trascendencia del arte más allá de sí mismo,
pero dentro de su propio ámbito y en la forma del arte mismo (pp. 57-60).
Bibliografía
FUENTES
OBRAS DE REFERENCIA
Argullol, Rafael. “El arte después de la “muerte del arte” ”, en Sabiduría de la ilu-
1949-
Burger, Peter: “Nota final sobre Hegel”, en Teoría de la vanguardia, Barcelona, Pe-
nínsula, 1987.
Cacciari, Massimo. “De Hegel a Duchamp”, en El dios que baila, Buenos Aires, Pai-
Eco, Umberto. “Dos hipótesis sobre la muerte del arte”, en La definición del arte,
Gadamer, Hans G. “¿El fin del arte? Desde la teoría de Hegel sobre el carácter pasa-
. La muerte del arte, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1973.
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
filosofía hegeliana. Recomendamos en particular la lectura del capítulo XIV: “La fi-
losofía del arte”. Para un acercamiento a las ideas estéticas hegelianas, aconsejamos
Para el análisis de la polémica acerca del “carácter de pasado del arte” en Hegel y
236 ESTÉTICA
del arte” y la Estética de Dino Formaggio y “Dos hipótesis sobre la muerte del arte”, :.-.,
de Umberto Eco, El artículo de Mario A. Presas: “La muerte del arte y la experiencia; :*
Para quien desee profundizar la cuestión del “arte simbólico” proponemos la':*
“Metáfora, símbolo y alegoría”, donde se analizan las diferencias entre estos tres re-' '
Notas
A. Danto. Después del fin del arte, Barcelona, Paidós, 1999, pp. 34-35:
3 G.W.F. Hegel. Lecciones sobre la estética, Madrid, Akal, 1989, pp. 44-7. 2
1, citado por A. Carpio, Principios de filosofía, op. cit., p. 335). Agreguemos qué,
1973, P- 135.
P.10.
res, Aguilar, 1980, p. 29. Agrega luego el filósofo que aquello que da belleza a la:
obra de arte no es la forma “sino algo que está más allá de la forma: la esencia, lo
universal...” (p. 39). El autor se refiere a las artes figurativas, las que —al des-
pertar el alma-— coinciden con las restantes artes, especialmente con la poesía.
F. Schelling. La relación de las artes figurativas con la naturaleza, op. cit., p. 28.
La tendencia simbolista en arte surge en la segunda mitad del siglo XIX, como
la fantasía, sin que sea necesaria la presencia física de las cosas. El romanticis-
surge a fines del siglo XVIII. Se suele usar el término para aludir al predominio
del pathos sobre el ethos clásico que informa distintas épocas históricas.
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la naturaleza íntima de los contenidos como los fenómenos exteriores que uti-
entre ambos.
F. Pessoa. La hora del diablo, Buenos Aire, Emecé, 2000, Pp. 30.
Ibid., p.115.
kei0), al que se ha prestado escasa atención. Cf. La “muerte del arte” y la Estéti-
ca, Op. cit., PP. 101-104.
Señala Pierre Lavedan que a mediados del siglo XVIII aparecen dos tendencias
Cf. G. Genette. “El estado conceptual”, en La obra del arte [, Barcelona, Lumen,
1996.
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ESTÉTICA
Ibid.
CAPÍTULO VI
y el mundo”.
una iluminación metafísica sobre el sentido del ser [...] No hay * autonomía”
del arte en relación con la filosofía, así como no hay “autonomía” de la filosofía
Como más tarde Adorno, Nietzsche tiene una experiencia directa del arte;
compone música, principalmente entre 1860 y 1862, cuando contaba con menos
importancia de ver la ciencia con la óptica del artista, y el arte, con la de la vida.
31) 1865-1877. Este período, que comienza con su traslado a Leipzig para es-
tudiar filología clásica, se caracteriza por su crítica de la cultura y por su devo-
240 ESTÉTICA e
segunda lleva por título “Sobre la utilidad y el perjuicio de los estudios históri-
ra griega, hasta los intentos por establecer una nueva tabla de valores que reem:
elemento dionisíaco entendido como una afirmación de la vida, como una vo:
luntad de vivir. En 1883 aparece la primera parte de Así habló Zaratustra, obra
que será publicada completa, con sus cuatro partes, en 1892. A este último pe-
ríodo pertenecen Más allá del bien y del mal (1886), La genealogía de la moral
(1887), Crepúsculo de los ídolos (1889), Nietzsche contra Wagner (1889), Ecce
horao (1889), el proyecto inacabado de La voluntad de poder y, asimismo, el .*:
cleo del mundo que encuentra expresión en la música como lenguaje universal:
El “querer vivir”, que expresa esa voluntad, no es una noción psicológica o moS
ral sino una categoría ontológica. Es esencia de las cosas, por lo que su impor-
con el “pesimismo”, habida cuenta de los sufrimientos que acechan al ser hu-
sofo del vitalismo, defensor acérrimo de la fuerza de la vida. Por lo tanto, si hay
nos consolaremos, nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo que el mundo po-
seía de más sagrado y más poderoso ha perdido su sangre bajo nuestro cuchillo.
¿Quién borrará de nosotros esta sangre? ¿Con qué agua podremos purificar-
nos? ¿Qué expiaciones, qué juegos nos veremos forzados a inventar? ¿La gran-
deza de este acto no es demasiado grande para nosotros? ¿No estamos forzados
el mundo acto más grandioso, y las generaciones futuras pertenecerán, por vir-
tud de esta acción, a una historia más elevada de lo que fue hasta el presente to-
da la historia.
nes que siguieron a esa muerte pertenecen, según Nietzsche, a una historia
“más elevada”.
tando la rueda del eterno retorno, ese “superhombre” asume el instante como
si fuera eterno y además desea que así sea. Siente la vida (esta vida) con gran in-
tensidad pues ya no cuentan para él las recompensas del mundo futuro que las
rrante que le dio el nazismo. No se trata del poder sobre los otros sino del poder
sobre sí mismo, poder que está en la base de la creatividad. Figuras visibles del
una moral de esclavos, creada por quienes, favoreciendo sus propios intereses,
valores tradicionales.
Otra diferencia con Hegel es que mientras éste cree en un desarrollo lineal
chos” sino sólo interpretaciones. No hay Verdad (con mayúsculas) sino “más- ,,
caras” que una y otra vez se interponen entre el sujeto y el objeto. Al extraerlas,
ciencia, que él denuncia como invención de los filósofos; esta profundidad se- *
ría búsqueda pura e interior de la verdad. Nietzsche muestra cómo ella implica
ser ésta nada más que “un pliegue de la superficie”, para decirlo con Foucault.
Así como no hay Verdad, tampoco habrá moral universal. El más alto bien será
“Debo encontrar una verdad que sea verdad para mí, una idea por la que pueda
vivir o morir”.
2. El nacimiento de la tragedia
En. 1869, con veinticuatro años, el alumno brillante Nietzsche obriene, con
Universidad de Basilea. Era inusual que alguien sin ningún libro publicado y
sin tesis doctoral que lo avalara como catedrático, pudiera acceder a esa impor-
Nietzsche parecía alcanzar todo lo que se podía esperar de una carrera universi-
acto de nepotismo, decide escribir una tesis, que tuvo su origen en dos confe-
rencias dictadas en 1870: una sobre el drama musical griego y la otra sobre Só-
música (NT). Frente a ella, la reacción de Ritschl fue el silencio. En su diario es-
cribió, “ingeniosa borrachera”. El efecto del libro fue tan penoso para el joven
cia era una audacia notable, que centrara su estudio sobre la tragedia en el espí-
ritu de la música resultaba más que sospechoso, y que además eligiera como
subtítulo “Helenismo y pesimismo” era toda una provocación. Pero por sobre
“Tenemos que desmontar piedra a piedra, por así decirlo, aquel primoroso
edificio de la cultura apolínea, hasta ver los fundamentos sobre los que asien-
ta” (NT, p. 51), tal es el programa de Nietzsche. Su objetivo es la crítica del para-
de esta crítica es tan grande que Nietzsche no habría ido nunca más allá de lo
que revelan las páginas del NT. Así lo afirma Sánchez Pascual en la Introduc-
Nietzsche cree encontrar ese espíritu en Wagner y toma como referencia ma-
descubre en la tragedia griega pero que también se encuentran en las más di-
uno al lado del otro, casi siempre en abierta discordia entre sí y excitándose
alianza del espíritu apolíneo con el dionisíaco, del equilibrio entre la mesura y
la desmesura. De este modo echa por tierra el concepto, legitimado por la tradi-
que, según la sabiduría popular, encarna Sileno (figura mitológica, mitad divi-
no y mitad mortal) cuando dice: “Lo mejor es totalmente inalcanzable para ti:
244 ESTÉTICA
no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti morir ZE
mismo socrático y el placer del conocimiento que intenta abrazar, en círculos: >
cada vez más amplios, el mundo de las apariencias? ¿Dónde queda la imagen de
191), concluye. Para compensar el sufrimiento, el pueblo griego tuvo que creár
de una aureola superior?” (NT pp. 51-53).4 La pregunta no deja de tener actualiz
dad: ¿Acaso hoy la ficción, en sus diversas formas, no estaría ayudando tam:
diante las cuales el hombre griego se “salva” del sentido trágico de la existencia:
un pueblo e inseparables una del otro. Ambos provienen de una esfera artística
despedazado. Que sus vidas sean sufrientes se explica entonces por el mito del
Sileno es analizada por Nietzsche con detenimiento. Consideró que el pueblo '
“¡Cuánto tuvo que sufrir este pueblo para poder llegar a ser tan bello!” (NT, p- :
trerno. Uno, hijo de Zeus y de Leto, dios de la ley y de las artes; el otro, hijo de +. **
otra cosa es el ser humano sino la encarnación de una disonancia? Pero esa dí .
indómito placer de existir. En efecto, si bien la tragedia juega “con la espina del
rosa, tan poderosa como los sátiros del coro que viven inextinguiblemente.
cia. Como la vida, fluye y nos invade haciéndonos sentir uno con ella y con los
demás. También la tragedia, que nace del espíritu de la música (del coro), hace
que los abismos que separan a un hombre de otro dejen paso a un sentimiento
de unidad que retrotrae todas las cosas al corazón de las vivencias primordiales.
so del tiempo, como observa Nietzsche, la excesiva importancia del lógos con-
Homero.
En su forma más antigua, la tragedia griega tuvo por tema los sufrimientos
siguió siendo, de alguna manera, el héroe principal. Edipo o Prometeo “son tan
solo máscaras de aquel héroe originario” (NT, p. 96). ¿Por qué sufren como lo
medio, todo exceso debía ser penado. ¿Exceso de qué?, podemos preguntar. De
sabiduría en Edipo, de amor en Prometeo (al robar el fuego a los dioses para
dórico. Sus imágenes proceden del “sueño” porque, según Lucrecio, fue allí
donde aparecieron por primera vez las espléndidas imágenes de los dioses. El
más allá de ellas, sacando las máscaras que ocultan al referente último: Dioni-
sos, símbolo del fluir vital que pasa a través y más allá de todos nosotros. Pero
el artista más valorado por Nietzsche es aquel que combina los impulsos apolí-
Bien por el influjo de la bebida narcótica, de la que los hombres y pueblos origi.,
¡ Separación Unión
o “Sueño : Embriaguez a
Mesura OS “Desmesura E
Belleza Disonancia
Placer - Sufrimiento
Inteligible Irracional
Escultura Música
ha convertido en una obra de arte” (NT, p. 45). Es lo que, en los años sesenta;
dose con colores alegres, transformando su vida en “arte”, los hippies intenta,
entre las manifestaciones de la segunda mitad del siglo XX que mejor ejempli-
fican esa unión se cuentan las instalaciones. El espectador no está ya “del otro.
lado de la escena” sino que pasa a ser parte de ésta, cumpliéndose así con una
vo. Por ser el cuerpo del espectador parte constitutiva de la obra, en un trabajo
atravesar estrechos pasillos —tratando de no tocar las bateas llenas de agua de,
las que salían puntas afiladas— para Hegar al centro de las mismas. Allí la artista
había colocado un “señuelo”, un texto que sólo podía leer quien se animara a
internarse en la obra,* :
por debajo de afilados elernentos metálicos que simulaban espadas, para ver su
* El texto de Ares decía: “Todo tiene sentido. Hasta que me levanto al día siguiente. Anoche,
en sueños, maté a dos personas. El problema era dónde poner la sangre. Eso es mucho más cohe-
rente que la mayoría de las cosas que debo hacer durante el día, Por ejemplo, decirte que te amo”.
que aquel que no lo hacía quedaba con una información parcial de ésta. Vista
darse la situación ergonal del espectador, el ser éste parte del fenómeno vién-
La MUERTE DE LA TRAGEDIA
dia, debemos tener presente cómo nace. En el capítulo séptimo de NT'se expli-
danza y comenta lo que va sucediendo, bajo la sanción del mito y del culto.
NIETZSCHE Y LA VITALIDAD DEL ARTE 249
do. Nietzsche no está de acuerdo con una interpretación “política”, que acaso
provenga de la Poética de Aristóteles (1456 a 27), donde se dice que el coro re-
“que a más de un político le parece sublime” (NT, p.73), nos aparta de los oríge-
sería un “muro viviente tendido por la tragedia a su alrededor para aislarse níti-
damente del mundo real y preservar su suelo ideal y su libertad poética” (NT,
obra. Así, como señala Nietzsche, la introducción del coro “es el paso decisivo
des correría paralela con el valor que en sus obras tiene el naturalismo.
avanzada, como otros géneros sino que muere “suicidándose”, de manera trá-
gica, podríamos decir en el sentido más común de la palabra. La agonía de la
nisos y “héroe del drama apolíneo”. Es sabido que Sócrates se abstenía de con-
leyenda, era ayudado por el filósofo a escribirlas. De este modo, “Sócrates trae
habría sido la fábula esópica, por la racionalidad de sus argumentos. Por otra
parte, se dice que Platón, para convertirse en alumno de Sócrates, tuvo que
teórico. De acuerdo a este “socratismo estético”, todo debía ser explicado, ar-
gumentado, racionalmente reasegurado. Todo tenía que ser inteligible para ser
bello. Los prólogos de Eurípides, que solían ser dichos por una divinidad que
lo-sofoclea empleaba los recursos más ingeniosos para poner en manos del es-
* Figura divina que por medio de un mecanismo era sacada a la escena al final de las obras pa-
ra provocar el desenlace.
250 ESTÉTICA
que, como Descartes, no fue capaz de demostrar la realidad del mundo empíri-
En las tragedias de Eurípides, como por ejemplo Medea, se llega a una re-
del arte” (NT, p. 111). El personaje de Eurípides se caracteriza por ser “de cora-,
zón agitado, de cabellos erizados; traza el plan como pensador socrático, lo eje-
cuta como actor apasionado” (NT, p. 111). Ya no asume con nobleza su destino
trágico; sin aura de nobleza, despliega una serie de explicaciones retóricas para
defender su posición. :
nero que le sigue es la comedia ática nueva. No es casual que sus cultores vene-
raran a Eurípides. Filemón decía que él hubiera podido dejarse matar con tal de ..
3. La voluntad de poderío
Tan importante como El nacimiento de la tragedia resulta para la Estética
poder (VP), según las traducciones” A diferencia de aquel temprano texto se”*
recta con la muerte de Dios y con su concepción del mundo como un texto al
Todos los temas principales de Nietzsche se dan cita en esa obra póstuma: la
que ejerce la voluntad de poder. La obra se orienta hacia una “filosofía de la vida”,
hacia una nueva condición de felicidad del hombre, para lo cual resulta impres-
y cristiana y alcanzar nuevos valores que inauguren una nueva civilización. Para
nombrar al protagonista de esos cambios, Nietzsche se vale del término —ya uti-
Nietzsche nos aparta del significado habitual de “apetencia”, de algo que se di-
rige a una meta, como podría ser la felicidad o el placer. Dice Heidegger:
fuera algo que pudiera ponerse de antemano fuera de la voluntad. Puesto que la
rencia a la esencia del ente, de allí que “voluntad de poder” sea siempre volun-
tad esencial. “Poder” no se refiere a algo que se añada a la voluntad sino que es
concepción nietzscheana del ser: que la voluntad quiera sólo querer significa
que ella es puro querer sin algo “querido”; la voluntad está sola, no tiene nin-
gún término al cual tender más allá de sí misma.”
que no es la de los débiles y fracasados sino la de los que luchan por no perma-
Lo cierto es que los seres fuertes que Nietzsche concibe son en realidad los
del mundo; son los que no tienen miedo de las desgracias porque están seguros
de su poder, los que aceptan las cosas problemáticas y terribles tal como son.
En “La voluntad de poderío como arte” (libro tercero de VP), Nietzsche de-
clara la superioridad del arte al compararlo con la moral y la filosofía. Dice ex-
plícitamente:
En el artista se refleja la vida del modo más transparente; por este motivo
Vida es la forma del ser que nos es más conocida. La más íntima esencia del ser *
aclaración del ser del ente, la meditación sobre el arte tiene dentro de ella una
Los artistas conforman “lo más alto en la especie humana”, son lo contrario
sos” que aspiran a erigir una nueva tabla de valores; sienten el sentido de los:
nen conciencia del eterno retorno y así pueden reducir el valor del hombre sin *
convertirlo en pequeño ni débil.
minos sinónimos.
nifiesta en el arte, abierto en todos los sentidos. No tiene éste ninguna preten:*
samente por esto, no es aceptable, para Nietzsche, que sea catarsis, cualquiera *
con el auxilio de la razón. Esto sólo sería posible si el arte se moviera hacia una
solución final. Nada mejor que él para ver la realidad del mundo como juego de
ro” no es, pues, más que una fábula, una ilusión positivista. Cada interpreta:
ción tiene y abre perspectivas, es una interpretación entre otras, y nada más:
En Más allá del bien y del mal dice Nietzsche: “suponiendo que también esto
sea nada más que interpretación [...] bien, tanto mejor” (af. 24). Pero este pers=
debilidad y el resentimiento.
creadora del arte —que está detrás de la idea de “poder”— hará que Nietzsche
conceda a los artistas “mayores derechos que a todos los filósofos que hayan
do en el artista, crea.
lista, idealista, platónico, cristiano, que defiende el sentido de este mundo fren-
El arte tendrá, para Nietzsche, más valor que la verdad pues la verdad es
Por nuestra parte necesitamos de la mentira para conseguir la victoria sobre es-
ta realidad, sobre esta “verdad”, o sea, para vivir... El hecho de que la mentira
rrible y enigmático de la existencia, igual “lo vive y lo desea vivir” (VP, p. 462).
Es “el más alto punto de comunicabilidad entre las criaturas” (VP, p. 438).
frutada. En el primer caso, se ubicaría la literatura del Sturm und Drang que él
co crea su obra sólo por descontento y, por lo tanto, por espíritu de resentis
Pp. 456) y llega a las últimas consecuencias de las cosas. La profundidad del ar-
tista trágico “consiste, en suma, en que su instinto estético otea las consecuen»:
cias más lejanas, que no se encierra por miopía en las cosas más próximas...”
(VP, p. 461).
lejanías enormes.
habían objetado.
>
en nuestra expresión— porque la obra de arte nos hace comprender algo “me-'
la excitación sexual.
Primavera, danza y música; todo esto es la realidad de los sexos, y aquella * inf
Hugo y de Richard Wagner. Del primero, destaca su gran charlatanería; del se-
das que emborrachan para provocar grandes emociones, Wagner hace creer al
4. La influencia nietzscheana
tuvo repercusión en las artes plásticas del siglo XX. Las dos primeras manifes-
el surrealismo.
Declara Giulio Carlo Argan que la cultura alemana de las dos primeras dé-
cadas del siglo XX están dominadas por Nietzsche,'* y reconoce, en particular,
lógica que “se enrosca sobre sí misma y acaba por morderse la cola” (NT, p.
LA PINTURA METAFÍSICA
física, al develar allí del non-senso della vita, por sobre el ordenamiento estric-
Nietzsche fueron los primeros en enseñar el hondo significado del “no senti-
do” de la vida, y en enseñar cómo ese sin sentido podía transformarse en arte.'*
las sombras del fin de la tarde otoñal las que mejor reflejan la atrnósfera “meta-
tarde de otoño, cuando el tiempo está claro y las sombras son más largas queen .
y en algunas otras del Mediterráneo, tales como Niza; pero la ciudad italiana :
La atmósfera de la tarde otoñal, con las sombras que se alargan porque el sol.
comienza a estar más bajo, es leit motiv de la pintura metafísica. En esas som-
que ningún pastor toca la flauta”, “la hora sin sombra” (Borges), un momento
sejaba no poner las estatuas sobre pedestales demasiado altos, sino colocarlos
sobre zócalos bajos para que el hombre de mármol pudiera hallarse en el mis-
mo nivel de los paseantes y pareciera así “caminar con ellos”. Sobre zócalos ba-
jos serán representadas las estatuas en las pinturas metafísicas del artista italia
no, así las sombras de esas estatuas tendrán un protagonismo mayor. Á través
un sólo fruto: la sombra. Y esta sombra constituye, según De Chirico, “la vida”
ACTUALIDAD DE NIETZSCHE
A primera vista, la forma poética o aforística de sus textos, tanto como sus
metafísica.
Fue Heidegger quien, en sus dos volúmenes sobre Nietzsche, marcó un hi-
el problema más antiguo de la filosofía —el del ser— aunque con él la metafísica
llega a su fin. Nietzsche se presenta así como el primer nihilista verdadero. “La
Cacciari; en los Estados Unidos, a Danto; en los países de habla hispana, a Trías,
nea prolonga la idea nietzscheana del arte como lugar privilegiado del pensa-
En síntesis, si Hegel sintió en su época la muerte del arte (o, más exacta-
mente, el carácter de pasado del arte), Nietzsche verá en el arte “eso por lo que
rios que dirijan las conductas, imperativos que superen el círculo de los inte-
reses individuales. Cada uno debe encontrar la verdad “para uno”. Pero el in-
tente” —que se hace sentir cuando se requiere de ella— compatible con la pri-
cula, de una manera u otra, con el pensamiento de Nietzsche. Las citas a sus
ras estables del ser. Para decirlo brevemente: Nietzsche es el precursor indiscu-
tido del “fin de las ideologías”, quien pone en nuestras manos los elernentos
un autor más, sino que representa un alto nivel de conciencia sobre el porvenir *.:
periféricos. A
Fragmentos seleccionados
o Grecia y el pesimismo
mino de soledad intelectual que recorrería durante toda su vida. La obra con-.
che: “Ciencia, arte y filosofía crecen ahora tan juntos dentro de mí, que enito-
tragedia, obra en la que se cruzan temas tan diferentes como el arte, el sentido
límites, “la lógica se enrosca sobre sí misma y acaba por moderse la cola” (NT,
p-130). a
general,
Mucho es lo que habremos ganado para la ciencia estética cuando hayamos llega-
modo similar a como la generación depende de la dualidad de los sexos, entre los
cuales la lucha es constante y la reconciliación se efectúa sólo periódicamente. *
Esos nombres se los tomamos en préstamo a los griegos, los cuales hacen percep-
tibles a! hombre inteligente las prolundas doctrinas secretas de su visión cel arte,
no, ciertamente, con conceptos, sino con las figuras incisivamente claras del mun-
do de sus dioses. Con sus dos divinidades artísticas, Apolo y Dioniso, se enlaza
cuanto a orígen y metas, entre el arte del escultor, arte apolíneo, y el arte no escul-
tórico de la música, que es el arte de Dioniso: esos dos instintos tan diferentes
marchan uno al lado de otro, casi siempre en abierta discordia entre sí y excitándo-
se mutuamente a dar a luz frutos nuevos y cada vez más vigorosos, para perpetuar
puente la común palabra “arte”: hasta que, finalmente, por un milagroso acto me-
La magia de lo dionisíaco
p—
Bajo la magia de lo dionisíaco no sólo se renueva la alianza entre los seres huma-
rra sus dones, y pacíficamente se acercan los animales rapaces de las rocas y del
una pintura y no se quede nadie rezagado con la imaginación cuando los millones
Ahora el esclavo es hombre libre, ahora quedan rotas todas las rígidas, hostiles
uno se siente no sólo reunido, reconciliado, fundido con su prójimo, sino uno con
él, cual si el velo de Maya estuviese desgarrado y ahora sólo ondease de un lado
para otro, en jirones, ante lo misterioso Uno primordial. Cantando y bailando ma-
dido a andar y a hablar y está en camino de echar a volar por los aires bailando.
Por sus gestos habla la transformación mágica. Al igual que ahora los animales ha-
blan y la tierra da leche y miel, también en él resuena algo sobrenatural: se siente
dios, él mismo camina ahora tan estático y erguido como en sueños se veía cami-
[....] Para poder vivir tuvieron los griegos que crear, por una necesidad hondísima, es- “+.
tos dioses: esto hemos de imaginarlo sin duda como un proceso en el que aquel ins-
originario orden divino titánico del horror, el orden divino de la alegría: a la manera. ;
como las rosas brotan de un arbusto espinoso. Aquel pueblo tan excitable en sus
el sufrimiento, ¿de qué otro modo habría podido soportar la existencia, si en sus dio-
ses ésta no se le hubiera mostrado circundada de una aureola superior? (p. 33).
trad. Aníbal Froute, prólogo Dolores Castrillo Mirat, Madrid, EDAF, 1994 (v. or, 191
facio en el que Nietzsche declara: “Lo que cuento es la historia de los dos próxi-
mos siglos. Describo lo que sucederá, lo que no podrá suceder de otra manera:
la llegada del nihilismo. Esta historia ya puede contarse ahora, porque la nece-
Los artistas
so, en los artistas la fecundidad cesa al mismo tiempo la fuerza generativa... Los at- ,
tistas no suelen ver ninguna cosa como es sino más plena, más simple, más fuerte;
para esto tienen que disfrutar de una especie de juventud y de primavera, de una es-
pecie de embriaguez habitual en la vida (p. 431).
Todas las artes también tienen un efecto tónico, aumentan la fuerza, aumentan el
placer (el sentimiento de fuerza), excitan todos los más sutiles recuerdos de la em-
briaguez; hay una memoria particular que desciende en tales estados de ánimo; en-
con qué comunicarse, al mismo tiempo, con la extrema susceptibilidad para los es-
misibilidad entre criaturas vivas; es la fuente del lenguaje. Aquí las lenguas tienen
su solar nativo; tanto las lenguas de los sonidos como las de los gestos y las de las
sido sutilizadas por facultades más plenas. Pero aún hoy se oye con los músculos,
Ll
tragedia distingue a las épocas y a los caracteres fuertes: su “non plus ultra” es
acaso La divina comedia. Son los espíritus heroicos los que se afirman a sí mismos en
como placer.
Admitiendo, por el contrario, que los débiles pretendan el goce de un arte que no
fue creado para ellos, ¿qué harán para adaptar a su gusto la tragedia? Introdu-
lo terrible, excitando los nervios, puede adquiñr valor como estimulante en los dé-
hasta cierto punto una contradicción? Claro que lo es. Schopenhauer se equivoca
cuando pone ciertas obras de arte al servicio del pesimismo. La tragedia, precisa-
Bibliografía
FUENTES
1981. :
OBRAS DE REFERENCIA
Cacciari, Massimo. Desde Nietzsche: tiempo, arte, política, Buenos Aires, Biblos, ..
1994.
Grimal, Pierre. Diccionario de mitología griega y romana, Buenos Aires, Paidós, 1981, ':
88tr, ; .
Destino, 2000.
Jimenez, Marc. Jimenez, Mark. “Nietzsche et le rniroir grec”, en Qu'est-ce que lesthé-
Paidós, 1989.
% ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
gura un detalle de los estudios críticos sobre la obra del filósofo. Asimismo, en Re-
de Nietzsche.
Nietzsche de Heidegger (“La voluntad de poder como arte”), como también Arte y
no, recomendamos el texto ensayístico “El dios que baila”, de Massino Cacciari, in-
cluido en el libro del mismo nombre. Ese capítulo —con el título “Ensayo sobre la
che: tiempo, arte, política, con una muy cuidada traducción de Mónica Cragnolini y
Ana Paternostro.
de la tragedia, que cuenta con una excelente traducción de Andrés Sánchez Pascual.
Notas
3 M. Foucault. Nietzsche, Freud, Marx, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1995, p. 39-
Dice Walter Otto: “¿Por qué se desprecia tanto el mundo divino de los anti-
guos griegos, el cual, es cierto, se estudia con tesón científico como objeto de
interés arqueológico, pero sin pensar que más allá de ello podría tener un senti-
do y un valor que, como todo lo grande del pasado, también a nosotros podría
demás, sobre todo de la griega y romana, que hasta entonces reinaban en Euro-
pa, sólo pueden ser erróneas o execrables” (Teofanía, Buenos Aires, Eudeba,
zaba con la belleza de las figuras de los dioses griegos y con la riqueza inagota-
ble de sus mitos. Pero ellos eran vistos como “seres hermosos del país de las fá-
bulas” (Schiller). Así, no podían “resistir la crítica del intelecto” (p. 10).
un
264
ESTÉTICA
calse, números 168-169, 1966-1967. Este artículo, ampliado, fue incorporado en” :
Frankfurt (1936-1940) y trabajos no publicados que se extienden hasta 1946., ¿ist >] se
Ibid., p. 51.
Ibid., p. 51.
G. de Chirico, Sull'arte metafisica, Roma, 1919, cit. por Walter Hess, Doc .
CaríruLo VII
HEIDEGGER Y LA VERDAD DEL ARTE
Para esto nada mejor que recurrir a la teoría estética de Martín Heidegger
Heidegger, uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, ha consagra-
bajo más notorio en este campo es “El origen de la obra de arte”, que reúne una
vez en 1950 como parte de Holzwege (Caminos del bosque) Recordemos que
en 1936 se publica, en versión francesa, otro trabajo clave para la Estética: el en-
Benjamin.
Además de “El origen de la obra de arte”, resulta de gran interés para la Es-
nich en 1959), “El poema” (texto revisado de una conferencia de 1868) y “Hol-
Holzwege.
266 ESTÉTICA
mundo, al modo de ser del mismo como Dascin* (existente) o, como él dice
(Ereignis, del griego ereignen = acontecer, ocurrir). El arte, dirá Heidegger, “tie-
ne su lugar en el Ereignis”3 z
mo está el fundamento.
tión ontológica, el problema del ser (tanto como el problema del lenguaje).
tica del ser- ;para- la-muerte, de la temporalidad como finitud radical. El “ser” Y
do. La amenaza está en todo y en ninguna parte. Por eso la angustia nos en-
no podrá ser sino angustía ante la muerte, tiene un costado positivo: nos abre
aseín significa, literalmente en alemán “ser-ahí”; como verbo equivale a “estar”, “existir”
ción capital.
Sostiene Vattimo que la tesis de que el ser, en la época del fin de la metafísi-
ca, se apropia del hombre entregándose a él, resume toda la trayectoria de Hei-
tante, agrega Vattimo, destacar el hecho “de que no sólo el hombre no es nunca
sin el ser sino también que el ser no es nunca sin el hombre”. El ser se relaciona
cuencias para el arte. Existe un doble modo de ser del Dasein: óntico y ontoló-
existente olvidado de la totalidad, cortado del Ser (das Sein); pero también exis-
Ella es, según leemos en Sobre el humanisino, la “casa del ser”. No es de extra-
del ser”, los poetas son sus guardianes, custodios o “vigilantes”, Debemos no-
tar que los poetas que Heidegger elige tienen una importante dimensión filo-
La palabra —el habla— es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los
sus otros escritos. De este modo, él se ubica en la línea abierta por filósofos co-
en sus neologismos que combinan palabras haciendo muchas veces muy difici
lMarmé o Valéry, no sólo hace poesía, sino que también reflexiona sobre la poe:
Este primer lema está extraído de una carta del poeta a su madre. La poesía
del sueño y nada de la seriedad de las actividades prácticas. En tanto juego, es+
capa a las decisiones que en cada momento son debidas y no persigue nada efi-:
Debemos tener presente que mostrar el ser de las cosas no es dar un testi-
monio de lo que ya fue. La poesía edifica un mundo, crea un mundo; es, para,
decirlo con Nelson Goodman, una manera “de hacer mundos”. Pero esta alta: :
posibilidad del hombre —la de crear un mundo inteligible— está siempre ame”:
nazada por la decepción, la ilusión, el error, la vulgaridad. Así, las palabras pue-
den llegar a expresar la poesía más elevada como también la frase más banal. No”
hará falta mucho esfuerzo para encontrar en nuestros medios masivos, globali-
brado / desde que somos una conversación / y podemos oir unos de otros.
La idea de una estructura dialoguística del habla adquirirá cada vez mayor *
relieve en los escritos de Heidegger; lo vemos sobre todo en los'ensayos del vo;
lumen El camino hacia el lenguaje, escritos entre los años 1950 y 1959. Esa idea,
nos resulta seguramente familiar. La hemos tratado en autores como Kanto. ;
parte, verá en el arte el grado más alto de comunicabilidad entre los seres hu-
manos. Y más tarde Gadamer insistirá en la idea de arte como “fiesta”, es decir
como algo compartido por todos. En la misma línea de pensamiento, José Jimé-
nez afirmará que la dimensión más profunda del arte es el aprendizaje de la so-
Primero, Hólderlin dijo que la poesía era inocente; luego, peligrosa, y más
y utilidad.
dirá en otro lugar de su obra: “Difícilmente abandona el lugar lo que mora cer-
ca del origen”. !
obra de arte”— es esencia, el serde las cosas (lo que hace que las cosas sean).
Al igual que en Ser y tiempo, en “El origen de la obra de arte” (O0A), Hei-
1938). “Hacia las cosas mismas”: con esta célebre divisa de Husserl, se define a
que se muestra a sí mismo”, lo manifiesto, eso “que aparece”. Esto supone po-
remos allí, frente a nosotros. Lo que se nos enfrenta no es el arte sino la obra de
arte. Por eso la obra, y no el artista o el arte, será el punto de partida —fenome-
* Del latín ob-jectum (ob = delante y jectum = arrojado), objeto significa erimológicamente
da que tiene que pasar el plumero al cuadro, Pero, diferente de la “mera cosa”,
junta, se aproxima, una cosa con otra (gracias a la acción del espectador). :
mer relaciona este carácter fragmentario de la obra de arte con el mito relatado
en el Banquete de Platón. Aristófanes cuenta allí que los hombres eran origi-
nalmente seres esféricos, pero habiéndose comportado mal, los dioses los cor:
taron en dos. Ahora cada una de esas mitades, que había formado parte de un
Esta parábola bien puede ser transferida a la experiencia del arte. También
la obra de arte remite a algo que está más allá del nivel de su cosidad. Es un
fragmento de un todo ideal que debe encontrar la otra parte que se correspon-
da con él.
ger, el primer paso hacia la definición del ser de la obra de arte. Ya señalamos
que él está interesado en la cuestión ontológica, en lo que una cosa es, es decir,
y tal como es. Qué es algo y cómo es, es lo que llamamos su esencia. El origen
El ensayo, que bien podría haberse llamado “La esencia de la obra de arte”,
se encuentra dividido en tres partes: “La cosa y la obra”, “La obra y la verdad” y
del útil o instrumento (Zeug). En la primera parte del ensayo que analizamos,
to. Lo examina y dice: “es duro, pesado, extenso, macizo, informe, áspero, tiene
un color y es parte mate y parte brillante” (OOA, p. 15). Ésas son las propiedades
del granito. Hay una palabra que quizá llame la atención del lector: “informe”.
¿Por qué dice Heidegger que el bloque de granito es informe? En realidad, sabe-
rmos que alguna forma tiene. “Informe” quiere decir, en ese caso, que no ha sido
formado por el hombre, que es una forma natural. Todas aquellas cualidades
enumeradas son las “propiedades” (lo propio) del bloque de granito. Pero la cosa
ger por el núcleo de la cosa, lo que los griegos llamaron to hypokeimenon, aque-
llo que subyace, lo que luego en latín se llamaría substantia, diferente de los acci-
dens. Así surge la primera definición de cosa: “substancia con sus accidentes”.
Lo que vemos son los accidentes, no lo que está abajo. La sustancia se define
por las propiedades; por ejemplo, no habrá un bloque de granito blando, y si camn-
satisfecho con la definición que dice “la cosa es la sustancia con sus accidentes”; la
critica porque dice que, con ella, estamos haciendo un acto de violencia a la cosa;
es un “atropello” (OOA, p. 17) que no deja “campo libre a la cosa con el fin de que
tura —racional— de la frase “la cosa es la substancia con sus accidentes” nos apar-
ta del método fenormenológico, que intenta llegar a la cosa sin imponerle nada.
sentidos” (OOA, p. 17). En efecto, la cosa llega a través de los sentidos que nos
ca. Alguien puede cerrarla o abrirla, y en ese caso escucharíamos un ruido (sen-
sación auditiva), pero también podemos verla, porque tiene forma, tal vez re-
decir que hay una multiplicidad de sensaciones que tienen que ver con una co-
sa. Pero nuevamente esa definición no deja conforme a Heidegger porque tien-
la naturaleza y a las cosas del uso. Asimismo, esa definición constituye el es-
quema conceptual por antonomasia para toda la estética y la teoría del arte.
tensión del término, existe un campo en el que él tenga mayor fuerza de deter-
minación y encuentra que ese campo es el del útil, un tipo de cosa cuya forma
cosa como “materia conformada” será aceptada por él en cuanto ayuda a expli-
To, dura para el hacha, firme pero flexible para los zapatos. “Además, esta
do del uso al que se vayan a destinar el cántaro, el hacha o los zapatos” (OOA,
p. 19). Diferente de la espontaneidad del bloque de granito, la forma del útil de-
de arte el haber sido creado por el hombre; sin embargo, no goza de la autono-
jos de resolverse en una función en el mundo, atrae la atención sobre sí. Dice
Vattimo: :
[-..] la obra de arte está caracterizada por Heidegger por el hecho de ser “irre-
nerse como digna de atención en cuanto tal. Que la obra de arte no se resuelve;
do por la experiencia que continuamente tenemos del deleite que nos produ-
Para ahondar en el ser del útil, para llegar a su esencia, Heidegger toma el
través del análisis minucioso que hace de un par de zapatos pintados por el ar-
tista holandés, llega a la conclusión de que el ser-útil del útil reside en su servi-
nuestro mundo, sentirnos más cómodos, más confortables en él. El útil nos fa-
cilita tareas de todos los días; nos presta un servicio; es servicial siempre y
cuando funcione bien. Mientras funciona como debe, sólo nos servimos de él,
calcen, cuanto más cómodamente nos permiten caminar, menos atención reci-
servir como corresponde que lo hagan, es decir, cuando dejen de ser lo que son:
útiles.
“gastada vulgaridad del utensilio” (OOA, p. 24), el artista exhibe una pava, una
hace dignos de ser mirados, tan dignos como cualquiera de las esculturas que
HEIDEGGER Y LA VERDAD DEL ARTE 273
34. Enio tommi. La lechera vs. el espacio, aluminio común, 37 x 37 x 26, 1997.
había realizado antes con materiales “nobles”. lommi opera sobre la materia
(aluminio común) de esos útiles casi como un cirujano. Con gran cuidado y
precisión, produce cortes perfectos para que podamos observar las formas de
los objetos banales del derecho y del revés, en sus concavidades y convexida-
des, para que podamos apreciar el juego de reflejos y sombras que las proyectan
en el espacio.
marse en obra al ser descontextualizado y mirado. Por el bien del arte, ese obje-
to exhibirá diferentes contenidos; hablará, por ejemplo, del ser humano inmer-
Así, liberado del uso, el objeto cotidiano más banal transformado en escultura,
pasa a cumplir con la función esencial —alegórica— de toda obra de arte: habla
de otra cosa.
vés de un útil sino a través de un cuadro. “Ha sido la obra de arte la que nos ha
hecho saber lo que es de verdad un zapato” (OOA, p. 25). Podemos concluir en-
lugar distinto del que ocupamos normalmente” (OOA, p. 25), dice Heidegger.
del ser de ese ente intramundano, cumplió así con lo que los griegos llamaron
dad; es decir, que vuelve patente el ser del ente, lo que el ente es (siendo).
turas de Van Gogh con el tema de los zapatos. En una de ellas, están dados
por Heidegger, como veremos según algunas interpretaciones, los dos zapatos
serían del mismo pie. Según Meyer Schapiro (1904-1996), la pintura de Van
Heidegger habría hecho de los zapatos de Van Gogh lo que algunos autores,
taciones de los zapatos vemos pasar la vida de un ser humano: la campesina que
trabaja y regresa cansada al hogar, el temor por no tener seguro el pan, la alegría
“ein” (ein Paar Bauernschuhe) tanto puede referir a un zapato de hombre como
de mujer. Pero Jacques Derrida no se conforma con que sean de una campesina
ra, pregunta “¿a quién restituir los zapatos?” y responde, recordando a Meyer
Schapiro, que los zapatos podrían ser del propio Van Gogh, un hombre de aldea
y de ciudad (2 man of town and city). No sería la primera vez, además, que el
pintor representa sus propias pertenencias (pipa, sombrero, guantes, silla, dor-
mitorio). : ;
retrato, los zapatos “nos miran”.* Además, según Derrida, no serían un par si-
no que pertenecerían al mismo pie (izquierdo). Esto los convierte en algo su-
decimos que los zapatos son del mismo pie, hay algo “extraño, inquietante,
35. Vincent van Gogh. Un par de zapatos, óleo sobre tela, 37,5 x 45, 1886.
marginales, parergonales, bordes que él subirá a bordo para que ellos muestren,
vuelta de éste, lo que podernos y no podemos ver. Esos agujeros refieren, según
Derrida, a la esencia del arte (tema que, como vimos, preocupa a Heidegger al
trabajar sobre los zapatos). Parodiando el ser del arte, son el lugar donde juegan
LA OBRA Y LA VERDAD
La obra de Van Gogh mostró cuál es la esencia del útil. Pero no sólo es
Permitió ver también cuál es la esencia de la obra de arte. Ella es apertura del ser
labra que usaban los griegos, AA dea significa el desocultamiento del enté
(OOA, p. 36). ¿
Destaquemos que la verdad del arte es una verdad original porque sólo allí ed
ente se abre en su ser, sólo allí la verdad acontece y lo hace “por primera vez”, no
es original porque es un mundo que ella misma abre y funda. De allí que no se *.
pueda decir que la obra sea verdadera porque expresa o atestigua un mundo *
que “en la obra no se trata de la reproducción del ente singular que se encuentra
parte de “El origen de la obra de arte” —con el subtítulo “La obra y la verdad”-—
dos conceptos fundamentales: “mundo” (Weli) y “tierra” (Erde). Corno ade- :';
obras, separadas del espacio en el que nacieron, “ya no son lo que fueron”
determinada: las corrientes culturales, sociales y políticas por las que atraviesa
la gloria del pueblo griego. Nos acerca a la esencia de ese pueblo. Aclara Heideg-
ger que “la esencia del mundo sólo se deja insinuar” (OOA, p. 31). De allí que
bles, conocidas o desconocidas [...] Un mundo hace mundo y tiene más ser
PP- 31-32).
los útiles. No está dado de una vez y para siempre. “Un mundo hace mundo” se
va haciendo con cada lectura del espectador. De este modo, la obra inaugura
significados; de allí su intraducibilidad. Si la obra inaugura significados, es por-
Refiriéndose al Partenón, dice Heidegger: “La obra templo, ahí alzada, abre
ciones.
cia la furia de éstas. Agrega Heidegger que todo lo que rodea al templo —el ár-
La obra de arte ilumina (permite ver) todo lo que existe. Pero si, por un la-
mente, su misterio y ocultación. Por eso dice Heidegger: “Aquello hacia donde
la obra se retira y eso que hace emerger en esa retirada es lo que llamamos tie-
rra” (OOA, p. 33). Tenemos que entender que la obra de arte como “tierra” no
sólo oculta; también muestra que oculta. Hay algo que sabemos está en ella
—su enigma— pero que no podemos entender. En tanto “tierra”, la obra es una
lengua griega, precisamente cuando se tuvo conciencia del problema del ser. Si
bien a veces se traduce physis por “naturaleza”, es más que eso; significa el ser
del que nacen, como de una madre común, todos los entes. Physis es aquello
perpetuo en virtud del cual existe la posibilidad de que el ente sea. Si bien po-
en el concepto kantiano de finalidad “sin fin”. ¿Quién sabe qué debe ser o llegar
a ser una flor? ¿Cuál es su fin? No lo tiene: es “sin fin”. No hay ningún concep-
Heidegger quiere significar que hay una lucha entre lo que se muestra y lo que
en esa lucha mundo -tierra la verdad acontece. Los dos términos no se destru-
yen, puesto que se necesitan. La “tierra” necesita del “mundo”, si es que quiere
La tierra es más bien el hic etnunc de la obra a la cual se refieren siempre nuevas
dos” posibles.'*
La VERDAD Y EL ARTE
obra? ¿El artista? ¿El arte? La respuesta es: “El origen de la obra de arte y del ar-
dos primeras, referidas a los rasgos definitorios de la obra de arte. Se dice que:
arte del puro “oficio”. “La palabra téchne —dice— nombra más bien un modo
sentido actual, ni ningún tipo de realización práctica. Y ese saber —del arte— se
encuentra, como vimos, ligado al des-ocultamiento del ser, por lo cual, en nin-
gún caso, la actividad del artista podrá ser identificada con la del artesano.
Dasein. Así la obra de arte, creación del Daseín, permite “instalar” la verdad en
manera, que es sólo allí cuando “el espacio abierto en medio de lo ente logra
ocupa “un lugar privilegiado dentro del conjunto de las artes” y todo arte “es,
de algo nuevo a través del lenguaje. Así, el lenguaje es la sede del evento del ser.
resolver por parte de los alemanes. Sucede que, a los ojos de Heidegger, él es el
adalid del alma germánica y de sus aspiraciones, sobre todo cuando celebra el re-
derlin) debe ser entonces interpretada también, según Marc Jimenez, como “re-
torno al país natal”,'* como si el pueblo alemán tuviera que cumplir con su más
alto destino histórico: volver a la fuente de la raza germana. Todo lo cual conecta
cida expresión de Hegel del arte como “un pasado”. Señala que desde que He-
gel habló en Berlín, en el invierno de 1828-1829, del “carácter de pasado del ar-
arte sigue siendo todavía un modo esencial y necesario en que acontece la ver-
bre las palabras de Hegel, éste vendrá “a partir de la verdad de lo ente y sobre ella.
Hasta que eso ocurra, las palabras de Hegel seguirán siendo válidas” (OOA, p. 58).
Como Hegel, Heidegger cree que lo “sagrado” se ha retirado del arte, que
Pero, diferente de Hegel, Heidegger no cree en la superación del arte por la reli-
gión o por la filosofía, porque el arte, como vimos, tiene la altísima función de
“fundar” la verdad.
rado no sólo del arte sino de la vida del ser humano en general, en un mundo
cada vez más dominado por la Técnica. En una conferencia pronunciada por
técnica (y de las máquinas), pero que, al mismo tiempo, debemos ser capaces
ee 37
Podemos decir “sí” al inevitable uso de los objetos técnicos y podemos a la vez
decirles “no” en la medida en que rehusamos que nos requieran de modo tan
5 en
Ala actitud que dice “sí” y “no” al mundo técnico, Heidegger la llama con
refugio sino estar abiertos al sentido más profundo de las cosas. Y es por esto
que no es el nuestro, existió lo sagrado. “¿Para qué los poetas en tiempos me-
de lo sagrado.
to” (Nietzsche). Ésta es nuestra angustia. Pero el hombre no dejará de vivir poé-
Fragmentos seleccionados
Heidegger, Martin. "El origen de la obra de arte” (1935/36),
“Der Ursprung des Kunstwerkes” fue una conferencia dada en Friburgo en “05
cluye esas tres conferencias. Fue inicialmente publicado en alemán en 1950, co-
Mientras las conferencias sobre “El origen de la obra de arte” tuvieron que
esperar catorce años para ser publicadas en alemán, otra conferencia de Hei-
publicada en 1937.
texto publicado se divide en tres partes: “La cosa y la obra”, “La obra y la ver-
281
siste en algo más que en ese carácter de cosa. Ese algo más que está en ella es lo
que hace que sea arte. Es verdad que la obra de arte es una cosa acabada, pero di-
ce algo más que la mera cosa: «ko Gryopebes. La obra nos da a conocer pública-
mente otro asunto, es algo distintivo: es alegoría. Además de ser una cosa acaba-
da, la obra de arte tiene un carácter añadido. Tener un carácter añadido —llevar
La alegoría y el símbolo nos proporcionan el marco dentro del que se mueve desde
[...) las botas campesinas las lleva la labradora cuando trabaja en el campo y sólo
en ese momento son precisamente lo que son. Lo son tanto más cuanto menos
piensa la labradora en sus botas durante su trabajo, cuando ni siquiera las mira ni
las siente. La labradora se sostiene sobre sus botas y anda con ellas. Así es como
dichas botas sirven realmente para algo. Es en este proceso de utilización del
(p. 23).
(En la oscura boca del gastado interior del zapato está grabada la fatiga de los
del campo mientras sopla un viento helado. En el cuero está estampada la hume-
dad y el barro del suelo. Bajo las suelas se despliega toda la soledad del camino del
barbecho del campo invernal, A través de este utensilio pasa todo el callado temor
por tener seguro el pan, toda la silenciosa alegría por haber vuelto a vencer la mi-
Mundo- Tierra
Pero ¿acaso la obra sigue siendo obra cuando se encuentra fuera de toda relación?
f...] vamos a plantear esa misma cuestión de la verdad teniendo en cuenta la obra,
pero para familiarizarnos con lo que encierra la cuestión será necesario volver a ha-
con toda intención una obra que no se inscribe dentro del arte figurativo.
del dios y dentro de su oculto asilo deja que ésta se proyecte por todo el recinto
del recinto como tal recinto sagrado. Pero el templo y su recinto no se pierden flo-
tan para el ser humano la figura de su destino. La reinante amplitud de estas rela-
ciones abiertas es el mundo de este pueblo histórico; sólo a partir de ella y en ella
l...] La obra templo, ahí alzada, abre un mundo y al mismo tiempo lo vuelve a si-
tuar sobre la tierra, que sólo a partir de ese momento aparece como suelo natal!
(p. 30).
[-..] Aquello hacia donde la obra se retira y eso que hace emerger en esa retirada,
Bibliografía
FUENTES
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Cultura Económica,.1995. :
OBRAS DE REFERENCIA
Bosch, R. “La estética de Heidegger”, Revista de Filosofía, Madrid, 1954 (pp. 271
289). :
Martínez Marzoa, Felipe. “El sentido y lo no pensado” (“Apuntes para el tema “Hei-
de Occidente, 1967.
Paidós, 1989.
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
De Waelhens, los textos de Vattimo indicados entre las obras de referencia y la “In-
de Hólderlin.
Joseph Sadzik. También sugerimos el capítulo “La Estética” del (citado) libro de De
Notas
Alianza, 2000.
20
21
ESTÉTICA
cuarta —que los escolásticos llamaron “causa ejemplar”"— es el modelo que sir-.
de las etapas más dolorosas de su historia, Enio lom:mi deja atrás el esteticismo
de su obra anterior, por la que había sido justamente reconocido. Desde 1977
cotidianos de los que diariamente nos servimos. Para más información sobre la
obra del artista, Cf. Jorge López Anaya. Enio lommi, Buenos Aires, Gaglianone,
2000, y Elena Oliveras. “Enio lommi. Un escultor de seis décadas”, Colombia, *;*'
335 (traducida al español como La verdad en pintura, Buenos Aires, Paidós, '-,
2002). Este ensayo retoma el artículo “Martin Heidegger et les souliers de Var +" *
Gogh”, incluido en el N?*3 de la revista Mácula, AMí se incluía también el artícu- *.*
Ibid., p. 302.
crítica. Los signos del arte, Buenos Aires, Eudeba, pp. 243-247. NE
trad. al español).
Pfullingenn).
LA ESCUELA DE FRANKFURT
Y LA INDUSTRIA CULTURAL
crítica”, acuñado por Max Horkheimer (1895-1973), era el que mejor los definía.
1. Marco ideológico
rrollo que conduce a una sociedad sin explotación, considerando que las con-
encuentra ligado al Instituto, pero más bien corno outsider. En 1933 se produce
Marcuse, uno de los primeros en trasladarse a los Estados Unidos (en 1934), de-
sarrollará allí, en la misma patria del capitalismo, una crítica corrosiva de éste.
1944 durante el exilio de ambos en los Estados Unidos, fue publicada en 1947:
Ese texto trajo una “novedad” al introducir un término de amplísimo uso ulte:
nalidad de la razón, el hecho de que ésta, lejos de haber logrado liberar al hom-
bre, lo ha sumergido en una nueva barbarie. Han quedado atrás los ideales del
por los dictadores hacia los hombres. Quieren conocerlos, aproximarse a ellos;
pero sólo para manejarlos mejor. En consecuencia, los logros de la razón están
lejos de ser tales y las sociedades están lejos de avanzar hacia el progreso. Lo
ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que lo tiene pas”
las alas. Y éste deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro
una catástrofe Única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arros
enredado en sus alas. Ese huracán, concluye Benjamin, “es lo que llamamos
progreso”.
LA ESCUELA DE FRANKFURT Y LA INDUSTRIA CULTURAL 287
lidad técnica” es un texto canónico, uno de los más citados, sobre todo en rela-
ción a la pérdida del aura de las obras de arte. Este trabajo, terminado en 1935,
mento haya sido redactado otro texto clave de la Estética del siglo XX: “El ori-
Los escritos de Benjamin, al igual que los de Adorno, dan cuenta de los sen-
culturales del siglo XX. Sin embargo, hay algo que está fuera de duda: forma-
desde allí, reunirse con sus amigos frankfurtianos en Estados Unidos. Ator-
ría huir.
dice que en marzo de 1933, alos cuarenta y un años, tuvo que abandonar Ale-
* Aura es, de alguna manera, la “aureola” casi religiosa que rodea a las obras de arte. “Pos-au-
rático” es todo arte que, como el rcady-made, carece de ese halo sacralizante.
288 ESTÉTICA
nia pasó a Francia donde hizo crítica literaria en revistas y en radio, que tuvo;
que firmar con seudónimos y aclara que debió abandonar París por ser dema-
siado cara. Entre las pertenencias que debía cargar de un lugar a otro se contas *.:
amigo Brecht) y también, habría que agregar, una pequeña obra de arte, el *
Angelus Novus (1920) de Paul Klee. La acuarela —también conocida como “El
abandonara Europa. Pero las búsquedas que él estaba encarando a fines de los *
años 30, con la ayuda financiera del Instituto de Investigación Social, requería .
versión del ensayo sobre Baudelaire, escrito en 1938, causó decepción en Ador;
Benjamin escribe el Origen del drama barroco alemán (1925);* el trabajo —pus
sus textos, Las afinidades electivas de Goethe (1922), “La obra de arte en la épo-
obra de los pasajes, que quedaría inconclusa y sería entregada por su autor a
George Bataille antes de huir desde París hacia la frontera española, en 194.0.
un emblema del “progreso” en las nuevas ciudades del siglo XIX, como París;
mismas a las que hacía referencia Baudelaire en su poesía. La obra de los pasajes
dará así cabida a las vivencias del filósofo dentro de la ciudad moderna. Las des-
rios que homologan, por otra parte, un modo particular de percepción y de ex-
periencia urbanas.
rar que ellas no se presentan nunca bajo la forma de un “tratado” o discurso ce-
laciones”, con secciones que intentan conectarse unas con otras en torno de un
tema central. Más que una “línea” argumental continua encontraremos enton-
REPRODUCTIBILIDAD Y AURA
de arte en general.
reproducción” (OAERT, p. 18). Los alumnos hacen copias de obras de los maes-
tros como ejercicio artístico y también están los que copian para vender. Pero si
bien toda obra de arte puede ser reproducida, en el cine y en la fotografía la re-
nal” o una cinta cinematográfica “primera”; pero es evidente que tanto la foto-
grafía como el film no han sido pensados para existir en un ejemplar. No ten-
legitimada.
tura, “ambos unifásicos”, ellos deben pasar por una segunda fase de materiali-
zación. Algo semejante ocurre con el grabado. El aguafuertista hace una placa
de la que se imprimirán varias copias sobre papel y estas copias serán luego los
290 ESTÉTICA
go, de que la relación del grabado con medios como el cine o la fotografía:se
complejiza —y debería ser replanteada— al surgir formas de arte que tienen co-.
Si bien, como dijimos, toda obra puede ser reproducida, lo que no puede
día y hora— en que fue producida. Podemos copiar una pintura, o mejor, la
cidad de una obra, tampoco su aura. “Del aura no hay copia”, precisa Benjamin
(OAERT, p. 36). :
(OAERT, p. 24). Por más perfecta que una reproducción pueda resultar, siem-
pre le faltará algo: ese “admirable temblor del tiempo”, del que hablaba Gaétan
tada, en los más leves resquicios que han ido modificando el soporte.” El aura
ción de formas de arte como el dadaísmo, manifestación que quiebra las cate-
llegar a ser “falsa” si alguien intentara hacerla pasar por verdadera— su propio
“¿quí y ahora”. Esto permitiría que la copia conserve alguna, aunque leve, auto-
Benjamin que percibir la lejanía de una obra original, recibir su aura, es “dotarla
palabras de Proust sobre la creencia de que “en los objetos queda algo de las mi-
Si bien el aura procede de la magia y del rito, Benjamin considera que la re-
sigue siendo cultual, aunque no se rinda culto a lo sagrado sino al original, lu-
rán las ocasiones de exhibición. No debemos olvidar que, al ser parte de un rito
Partenón, sólo era accesible a los sacerdotes. Y otro tanto ocurría con las imáge-
nes de vírgenes que permanecían cubiertas parte del año y con esculturas de
santo suelo.
obra de arte tiene un aspecto positivo y otro negativo. Permite al arte mostrarse
pero también podría sufrir el control de los políticos. Tomemos el caso del ci-
ne, que permite conocer la reacción masiva del público que invade las salas. A
de cada uno, cuya suma constituye la reacción masiva del público, nunca estu-
vieron, como en el cine, tan condicionadas por su inminente masificación. “Y
Lejanía Cercanía
Singularidad Reperibilidad
Autenticidad Copia :
Perduración Fugacidad
Tradición Transitoriedad —
Fundamentada en el ritual
Fundamentada en la política
* Secularizar: de seculum = siglo. Se habla del clero secular (fuera de la clausura), del que vive
El culto a la obra emigra en las nuevas manifestaciones del arte, como el ciz
ne, y pasa a estar del lado de las “estrellas”, del divo o diva. *
(OAERT, p. 39).
está dañada en su base dado el valor de mercancía de todo lo que circula dentro
del sisterna capitalista. Lo dicho para el cine es aplicable a la política: así como:
se construye la imagen del actor, también se construye la del político (no.es di-:
ficil suponer que Benjamin haya estado pensando en Hitler y en la propaganda "
fascista). Como el actor, el político actúa para las cámaras, se maquilla, adopta
poses convincentes para captar mayor audiencia. De esta nueva relación con
pectadores mientras dura la función. Actúa bajo la guía del cameraman, poro,
que su actuación, como observa Benjamin, está sometida a toda una serie ds
testópticos.
tro, donde se mantiene viva la presencia del actor, un “aquí” y un “ahora” del
dello, quien dice que el actor de cine “se siente como en el exilio” (OAERT;
rtría en el cine.
La FOTOGRAFÍA
Al igual que el cine, la fotografía tiene por rasgo característico su “valor ex-.|
la línea al valor cultual” (OAERT, p. 31), pero éste no cede sin resistencia. Algo,
del culto queda en ella: su última trinchera es el rostro humano. En efecto, en
fotografías vibra por última vez el aura en la expresión fugaz de un rostro hu-
su verdadera artisticidad, cuestión que, por otra parte, no deja de tener actuali-
dad técnica”, llama la atención sobre una exigencia de los nuevos medios; su
rían lo que éstas tienen y aquéllos no. Es preciso ver en qué medida y a través
de qué recursos los nuevos medios han modificado por entero el concepto de
ra explicar lás nuevas formas del arte. Éste es el error que cometen muchos in-
las pinturas de Fra Angelico” (OAERT, p. 33). No se tiene en cuenta que las
han modificado la misma noción de arte, cómo han ampliado su campo tradi-
tura. Matisse sostenía que el pintor ya no tenía que preocuparse por detalles
insignificantes, “pues para eso está la fotografía, que lo hace mucho mejor y
dos del Museo, o cuando cuelga la reproducción de una obra maestra en una
tarniento de la singularidad.
En Teoría del arte José Jiménez explica por qué La Gioconda se convirtió en
blico se ubica en un suceso histórico concreto: el robo de la obra del Museo del
Louvre en agosto de 1911 (finalmente fue restituida en 1914). El ladrón fue un;
oportuno para hacerlo, mantuvo la pieza oculta, cerca de tres años, debajo de |.
convirtiéndose en noticia, y así, con el paso del tiempo, en popular. No sólo los
diarios y las revistas dieron cuenta del hecho. Las artistas de variedades más re-
sas— tarjetas postales con la célebre imagen. Así, como observa Jiménez, “se le
mos, escrito en ruso: “eclipse parcial” (de la gloria de esa imagen, podernos su-
resulta ser, sin duda, L. A 0.0.Q. (Ella tiene calor en el trasero) de Duchamp. A
la imagen “misteriosa”, el artista le agregará barba y bigotes, aportando un cu-
geliana sobre el “carácter de pasado del arte”. Benjamin cita un pasaje de las
Lecciones de Estética donde Hegel dice: “Estamos por encima de rendir un cul-
to divino a las obras de arte, de poder adorarlas” (OAERT, pp. 28-29, n. 10). Ya
no doblamos nuestras rodillas ante ellas. Su valor ritual o cultual, toda la tradi-
ción del arte aurático, han desaparecido. El “producto” artístico cercano, con-
Ahora, el público que se aproxima al arte se siente experto, tanto como el pú-
blico del deporte que conoce con precisión los detalles técnicos del juego que
con una actitud progresista; opina como sí fuera un crítico. Y así lo hace tam-
bién cuando se siente “autor” y escribe para la sección Cartas de lectores de diaz
EL SHOCK
(OAERT, p. 51), afirma: “Ya no puedo pensar lo que quiero. Las imágenes mo-
lanzados al ojo del espectador. Apenas se ha formado una imagen, ésta se susti-
tuye por otra a la cual el ojo-mente debe readaptarse. El mismo efecto de shock
tante tener presente la vivencia del hombre de la ciudad, que las obras dadá y el
nuevo espectador. :
Moverse a través del tránsito significa para el individuo una serie de shocks y de
contracciones iguales a los golpes de una batería. Baudelaire habla del hombre
dotado de conciencia [...]. Llegó el día en que el £lm correspondió a una nueva
dad del siglo XIX somete al hombre a una cantidad de nuevos estímulos
transportada por la multitud, cruza su mirada con la del poeta. Ella, “con velo
de viuda, velada”, es llevada por la muchedumbre, por una masa informe y rui-
también anticipaba, en 1929, que la experiencia del shock viene a reemplazar dla
—Amigo mío, usted conoce mi terror por los caballos y los coches. Hace pocb,
mientras atravesaba la calle a toda prisa, saltando en el fango, a través de ese :*"'
caos de movimiento donde la muerte llega al galope desde todas partes al mis-
menos desagradable perder mis insignias que hacerme romper los huesos. Y
La comicidad del relato nos habla de una visión no melancólica, que resalta
“Y pienso con alegría que algún mal poeta la recogerá y se la pondrá en la cabe*
Que la “aureola” o el valor cultual de las obras es vista por Baudelaire como
Agreguemos que las escenas que describe Baudelaire tienen como marco el
nonchalance, el que cruza el Sena en balsa (por lugares en los que más tarde se
París, ca-
con una correa por las galerías, lo que era considerado de buen tono en el siglo
Benjamin.*
Diferente del contemplador-flaneur, quien pasea por la ciudad moderna
recuerda
Cuanto mayor es la parte del shock en las impresiones aisladas, cuanto más
los [...].2
salir de su casa, por lo cual una de las principales funciones del arte sería, como
nal— quedan totalmente desplazadas, por ejemplo, en las obras dadá y de los
latas de sopas Campbell's, en Mona Lisa doble (1963), en Cuatro Mona Lisas
(1963) o en Treinta es mejor que una (1963), donde se reproduce otras tantas
masivo sino el lenguaje masivo; de allí que Warhol resalte las imperfecciones
que no coinciden con los bordes de las figuras. Un rasgo principal del lenguaje
Y 2005 Andy Warho! Foundation for the Visual Arts / Artists Rights Society (ARS), Nueva York.
la obra dadá es clarificada cuando Benjamin dice que ésta intenta “producir los
Haciendo referencia al shock dadaísta, afirma Benjamin que de ser una apa:
Los poemas dadaístas son “ensaladas de palabras” que contienen giros obsce-
nos y todo tipo de residuo verbal. Lo mismo ocurre con los objetos dadaístas
(una taza forrada con piel, al igual que el plato sobre el que se asienta y la cucha-
zá que, mientras Dadá pone en juego la noción misma de arte (al incorporar ob-
confianza en todo entendimiento: entre las clases, entre los pueblos, entre éste y
aquél.
LA ATENCIÓN “INATENTA”
perso “puede acostumbrarse”, dice (OAERT, p. 54); puede llegar a hacer sus ta-
reas dentro de esa “normalidad” de la dispersión. El modelo de la recepción
dispersa es el que aporta el cine, por su efecto de choque. “El público es un exa-
tica del lluminismo. Leemos allí que “los productos de la industria cultural pue-
mente ésta deja de ser reflexiva, si se trata sólo de una vivencia empobrecida de
las masas sometidas a una relación maquínica. O bien si, luego de pasado el efec-
De más está decir que nos inclinamos por esta segunda alternativa, cuanto más
de comunicación.
acaecido, sino que la encarna en la vida del relator, para proporcionar a quienes
paces de narrar como es debido? ¿Acaso dicen hoy los moribundos palabras
vez más a textos del poeta para explicar que la pobreza de la experiencia, en el
marco de un mundo cada vez más tecnificado, se manifiesta en ojos “que han
> yoga,
¿CRÍTICO O PARTIDARIO?
dictador o Tiempos modernos, ¿no tendrían acaso esa virtud? Benjamin res-
ponde afirmativamente. :
ca”, se hace referencia al análisis que hace Marx de la producción capitalista, se-
ble) están atrasadas más de medio siglo con relación a los cambios en las condi:
ciones de producción. Aclara también Benjamin que los conceptos que él in:
troduce en la teoría del arte “se distinguen de los usuales en que resultan pot
completo inútiles para los fines del fascismo. Por el contrario, son utilizables
desintegración del aura. Pero ésta es más bien la posición de Adorno, encuadra-
tipo de nostalgia. Por el contrario, creía en nuevas formas de arte que no diferen-
tecnológica, ya que el cese del valor cultual y aurático de la obra de arte es en-
tendido explícitamente como una chance positiva de liberación para el arte (li-
físicas).** .
Por otra parte, no debemos perder de vista que “La obra de arte en la época de
señalando que “es preciso contar con que novedades tan grandes transformen to-
da la técnica de las artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizás
hasta a modificar de una manera maravillosa la noción misma del arte” (la cursiva
¿cómo podríamos pensar en una actitud negativa hacia las nuevas formas de arte?
resulta negativo o nostálgico. Las críticas al cine son muy duras cuando se refie-
muestran jóvenes rubios con las camisas de la SS agitando banderas con svásti-
un epílogo que hace del texto un artículo de batalla, polémico. Concluye Benja-
munismo le contesta “con la politización del arte”. Advierte con enorme preo-
con lo que anticipa ideas que Guy Debord, en su célebre escrito La sociedad del
1969) fue, entre los integrantes de la Escuela de Frankfurt, quien más se dedicó
nueva música del siglo XX, es un filósofo que efectivamente sabe de arte, Él
mismo se encarga de señalar que la Estética debería ser ante todo “una teoría
del arte” que baje a las obras y elimine toda verborrea teñida de idealismo. —*
mente por su Filosofía de la nueva música (1949). Además escribió ensayos so-
su tía materna, también música, influyeron, sin duda, en sus inclinaciones múz
sicales. Él mismo compuso y hasta proyectó una ópera que luego abandonaría
dos años después a Benjamin, mientras éste intentaba completar su tesis de ha-
Universidad de Frankfurt con una tesis sobre Husserl. Al año siguiente se tras-
lada a Viena donde estudia composición musical con Alban Berg, discípulo de
preparó una tesis sobre Kant y Freud; ésta. no fue aceptada para su habilitación
por Max Horkheimer, pero enseguida se vio obligado a emigrar a Inglaterra pa-
abandonó los Estados Unidos y regresó a Alemania junto con Horkheimer para
profesor del Instituto de Filosofía dirigido por Habermas. Fue acusado de trai-
nos con un policía que impartiría a los alumnos la orden de desalojar la Univer-
sidad. Se habló del “asesinato del padre”. Es que él no creía que el movimiento
estudiantil fuera una fuerza de transformación social sino, más bien, la expre-
see una estructura que niega al pensamiento su tarea más genuina: la tarea crí-
tica. En esta circunstancia, la filosofía se hace cada vez más necesaria para disi-
cosificación imperante.
cultura y la sociedad (1955) y Dialéctica negativa (1966), donde el autor intenta de-
Adorno publicada en 1970, Teoría estética, que será analizada en este capítulo.
EL DEBATE BENJAMIN-AÁDORNO
La defensa que hace Benjamin del cine y de la fotografía en “La obra de arte
que no deseara comentar a fondo con usted”. Es que el mismo Adorno se en-
cionaria. Considera que J'art pour l'art también está necesitado de redención,
más aún considerando el frente erigido en su contra, desde Brecht hasta los
movimientos estudiantiles.
tecnológica” no es justificada por Adorno pues tanto en una como en otra po-
el cine pudiera haber algo estéticamente digno de ser puesto de relieve. Y ésta
fue durante mucho tiempo la mirada de los críticos, hasta que finalmente, en .
los años 60, los filmes “de autor”, con las innovaciones de la nouvelle vague y:
los trabajos de autores como Edgar Morin,* llevaron a una revisión decisiva de,
saparecer; “no sólo mediante la reproductibilidad técnica, dicho sea de paso, sis.
darse tanto en el cine corno en la gran obra de arte, es decir que ambos pueden,
yo
La risa del visitante del cine es —ya hablé de esto con Max Horkheimer, y segu- -
ro que se lo ha dicho— todo lo contrario que buena y revolucionaria, sino que
cipatoria, como pensaba Benjamin; puede estar impregnada, según Adorno, de;
En
paradójica del arte moderno. Así, su Teoría estética" (TE) comienza preguntan”
do por el derecho a la existencia del arte al considerar que “nada referente al ar-
te es evidente” (TE, p. 9). Sin rodeos, en esta frase inicial, Adorno se sitúa en el
rán una empresa similar de legitimación. Entre ellos, Gadamer, que lo hará, co-
pacto del holocausto, su decepción ante manifestaciones del arte que, como el
sistema sino que, por el contrario, resultaron incorporados en él. Adorno sienté
Cosificadas o fetichizadas, las obras de arte pasan a ser un bien de consumo más.
EL CONTENIDO DE VERDAD
Para Adorno, las formas más auténticas no residen en la mímesis, tal como
miseria:
mentos de ese buen corazón que todavía late ante la miseria y nos asegura que
del realismo socialista, al que califica de “pueril”. Y llega a decir que mejor se-
“vulgar”.
Lukács tiene en común con los dictadores culturales el gesto drástico que con-
siste en seguir operando desde lo alto mediante fórmulas —tales como el realis-
del filósofo húngaro, quien reprocha al arte moderno la sobrevaloración del es-
Las obras de arte tienen su eficacia práctica en una modificación de la concien- '
cia apenas concretable y no en que se pongan a arengar. Por lo demás, los efec-
charlatanería”. En este sentido una figura clave para Adorno será Samuel Bec='
kett. El error de Brecht fue creer que la lucha de clases podía constituirse en te-
ma central de sus obras; no vio que la verdad propia del arte nunca aparece allí :
donde se la espera. En cambio, lo decisivo de las obras de arte está en que, a par-
tir de su estructura formal, ellas dicen algo respecto del contenido. Así, son la
te— de quien no evita, sino asume, las aporías del arte, sus tensiones internas.
No sólo se aleja Adorno del realismo socialista sino también del esteticis-
mo de l'art pour Part, que responde a una filosofía idealista según la cual la acti-:,
vidad del artista se separa de las demás; de este modo se reafirma la división del
la obra a su “otro”. :
te. Nada mejor que su teatro del absurdo para expresar la verdad histórica de un
El arte sólo puede reconciliarse con su propia existencia volviendo hacia afue-
anodino. En cualquier obra todavía posible, la crítica social tiene que elevarse
CTE, p. 326).
Ma. De allí su interés por un artista como Picasso, quien, al pintar Guernica
(1937), más allá del realismo vulgar, logró expresar, quizá como ningún otro, las
“heridas sociales”.
Por su expresión las obras de arte aparecen como heridas sociales, la expresión
zonas socialmente críticas de las obras de arte son aquellas que causan dolor,
tímulo para dar comienzo a su pintura, es evidente que ésta no reproduce —si-
sin separarlo de su aspecto social. De allí que, más allá de la marca individual, el
que todo adquiere en ella “un aire de semejanza”. Así, el cine y la radio son “in-
pre igual. Las cifras que se conocen de las ganancias obtenidas, quitan toda du-
igual”. Y aun cuando parezcan novedosos, las diferencias entre ellos y los pro-
de autos de producción anterior, que los conocedores discuten, sólo sirven para
contenidos de los medios masivos. Todo hace al consumo de los productos con
Este negocio seguirá adelante mientras sea rentable y la perfección que ha al-
bien de consumo más, una cosa más entre las cosas. Después de haberse libera:
crática y consumista todo puede venderse, ¿por qué no el arte? En este sentido'
observa Adorno que el kitsch se convierte en una tentación para los artistas a]
>
tividad” del arte consiste, en suma, en ser protesta radical contra todo poder.
Frente al “¿para qué sirve esto?”, las obras de arte permanecen estratégical
mente “mudas”. Pero sabemos que, desde su silencio estratégico, ellas hablan.
(Heidegger). Tomemos el caso del artista argentino Enio lommi, quien realiza".
mundo “administrado” (Die verwaltere Welt) donde todo tiene “su razón de
Podríamos decir que las piezas de lommi —uno de cuyos ejemplos presen:
do que “el arte es también más que la praxis, porque al separarse de ella.
paradoja del arte moderno “es conseguir algo rechazándolo” (TE, pp. 180-181),
tal como él encuentra que sucede en el comienzo de la Recherche de Proustal
prescindir del artilugio de “la linterna mágica del narrador omnisciente” "CTE,
(TE, p-71). Ejemplos de negatividad en el arte serán, en cambio, las obras efíime-
ras (land art, instalaciones in situ, performances, arte de acción, etc.). Recorda-
globo terráqueo, partes de un piano, una rueda de una bicicleta) termina auto-
destruyéndose.
no llegaría a ser presa del consumismo. Sin embargo, los hechos demuestran
que aun el arte efímero cae en sus redes. Si la obra no se vende, porque ha desa-
LA PROMESA DE FELICIDAD
tal como la emplea Adorno, se relaciona con la esperanza en una sociedad libe-
que se asocia a una toma de conciencia individual y que crece al paso de la de-
de esperanza.**
tan profundo de dolor. El arte, si por algo se mantiene vivo, es justamente por
da” (TE, p. 181). A través del arte, la vida aspira a ser redimida; así las imáge-
nes del arte son las vías que permiten rescatar los fragmentos de la vida muti-
de abrir el camino para una vida más plena sigue en pie. En este punto se si-
túa, precisamente, el intento de Adorno de salvar el ser del arte corno apa-
riencia o ilusión.
Si el arte es “más que la praxis” (TE, p. 315) es porque existe en aquello que
tivas, sin garantizar que esto se vaya a cumplir. ¿Cuál es, en definitiva, la real
La eficacia de las obras de arte es esa advertencia que hacen en virtud de su mis-
Nada de lo social en arte es inmediato ni aun cuando lo pretenda. Brecht, aun es-
social a la que se dirigían sus obras para poder hacer de su actitud una expresión :
artística. Necesitó sutilezas jesuíticas para que lo que escribía se camuflase como'*
la autonomía del arte, una categoría básica de su estética. Recuerda que la obra
tanas” (TE, p. 237); es cosa y centro de fuerza. “Las obras de arte se hallan mu-
minos:
Las obras de arte, en cuanto mornentos de un contexto más amplio, el del espí-
ritu de una época, entrelazado con la historia y la sociedad, van más allá de su
carácter monádico, sin que por ello tengan ventanas (TE, p. 237).
Brest (1905-1989)* tuvo un real interés por la inserción del arte en la vida; cre-
de cuadros, estatuas y estampas; hay que impulsarlo a que se ocupe del cuerpo,
del ambiente natural que lo rodea, de la relación con los demás hombres, de las
rumbo”, Romero Brest nos hace pensar en la idea de estetización de la vida que
lei
los hippies defendieron y llevaron a cabo en los años '60. Estetización que en-
Brest (que había sido director del Centro de Artes Visuales de ese instituto)
apuntaba otro anhelo suyo: “Si me dan un canal de televisión, les regalo la calle
tes Visuales del Instituto Di Tella, ubicado en la calle Florida, en pleno corazón
utopía marcusiana de hacer del arte una forma de la vida cotidiana, un camino
para lograr una sociedad libre que responsablemente responda por la vida y la
proteja pues:
[-..] ¿qué ofrecen los artistas visuales? Ofrecen cuadros a granel, formas escul-
tóricas que son fragmentos de estatua, estampas en mayor escala ahora, obje-
tos y aparatos cinéticos... en los que ensayan viejas modalidades del arte visual
de las ideas del filósofo alemán. La expresa en estos términos: “tanto me inte-
resa su pensamiento que podría formular mi tesis con sus afirmaciones” (PAL,
mente con una de sus principales ideas: el arte fortífica la vida y le da sentido
(PAL, p. 23).
tos campos, según Romero Brest, no deben estar separados sino que deben
política.
Señala el crítico que la tarea del artista “es minarla situación dada más que
cambiarla por completo” (PAL, p. 34). Pero, ¿cómo empezar el cambio? No des-
grandes creadores; hay que mirar en la base, alos niños y adolescentes, los
alummos, los padres, los maestros, los profesores, los empleados... para que el
considera necesario hacer una distinción: una cosa es ser internacional y otra
universal, En su opinión, el arte latinoamericano —si bien tiene obras de tal va-
(PAL, p-74).
cordar, en este sentido, la importante muestra itinerante El final del eclipse. Ar-
del curador fue señalar que el arte de Latinoamérica —eclipsado durante mucho
prólogo, trad. y notas de Jesús Aguirre, Madrid, Taurus, 1989 (v. or. 1936), pp. 17-57
1936 quedó suprimido el prólogo, y los cortes que tuvo sólo en parte estarían
redimidos en las actuales ediciones. Adorno se refiere a las tachaduras que hizo
Horkheimer, justificíndolas.
tural.
El concepto de autenticidad
Incluso en la reproducción mejor acabada falta algo: el aquí y el ahora de la obra
cia singular, y en ninguna otra cosa, se realizó la historia a la que ha estado some-
tida en el curso de su perduración. También cuentan las alteraciones que haya pa-
decido en su estructura física a lo largo del tiempo, así como sus eventuales
cambios de propietario. No podemos seguir el rastro de las primeras más que por
los segundos es tema de una tradición cuya búsqueda ha de partir del lugar de ori-
gen de la obra.
20-21).
314 ESTÉTICA
El concepto de aura
Conviene ilustrar el concepto de aura, que más arriba hemos propuesto para temas
como la manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que pueda estar),
rizonte o una rama que arroja su sombra sobre el que reposa, eso es aspirar el au-
una cala en los condicionamientos sociales del actual desmoronamiento del aura.
ciente de las masas en la vida de hoy. A saber: acercar espacial y humanamente las
cosas es una aspiración de las mases actuales tan apasionada como su tendencia a
“4
z
E
dadaísmo
[...] el dadaísmo intentaba, con los medios de la pintura (o de la literatura respecti- .-;
vamente), producir los efectos que el público busca hoy en el cine. Toda provoca-
para por encima de su propia meta. Así lo hace el dadaísmo en la medida en que
sacrifica valores del mercado, tan propios del cine, en favor de intenciones más im-
portantes de las que, tal y como aquí las describimos, no es desde luego conscien- '
te. Los dadaístas dieron menos importancia a la utilidad mercantil de sus obras de
su material. Sus poemas son "ensaladas de palabras” que contienen giros obsce-
nos y todo detritus verbal imaginable. E igual pasa con sus cuadros, sobre los que
esta manera es una destrucción sin miramientos del aura de sus creaciones. Con
Puesto que las concepciones de recepción para la poesía lírica se han vuelto más
pobres, puede deducirse que la poesía lírica conserva sólo en forma excepcional el
contacto con los lectores. Y ello podría deberse a que la experiencia de los lectores
separan, a su turno, de la narración, que es una de las formas más antiguas de co-
Cuanto mayor es la parte del shock en las impresiones aisladas, cuanto más debe la
conciencia mantenerse alerta para la defensa respecto a los estímulos, cuanto ma-
yor es el éxito con que se desempeña, y, por consiguiente, cuanto menos los estí-
mulos penetran en la experiencia, tanto más corresponden al concepto de “expe-
riencia vivida”. La función peculiar de defensa respecto a los shocks pucde definirse
na el fracaso de la defensa contra los shocks. Este elemento ha sido fijado por
trad. H. A. Murena, Buenos Aires, Sur, 1971 (v, or. 1944), pp, 146-200
dustria cultural.
El aire de semejanza
rios constituyen un sistema. Cada sector más armonizado en sí y todos entre ellos,
serie Chrysler y la serie General Motors son sustancialmente ilusorias es cosa que
saben incluso los niños que se enloquecen por ellas, Los precios y las desventajas
discutidos por los conocedores sirven sólo para mantener una apariencia de com-
tienen ya más necesidad de hacerse pasar por arte. La verdad de que no son más
que negocios les sirve de ideología, que debería legitimar los rechazos que practi-
rentas de sus directores generales quitan toda duda respecto de la necesidad so-
El paso del teléfono a la radio ha separado claramente a las partes. El teléfono, liberal,
dejaba aún al oyente la parte de sujeto. La radio, democrática, vuelve a todos por igual
escuchas, para remitirlos autoritariamente a los programas por completo iguales de las
HN
trico de los “aficionados”, que por añadidura están aun organizados desde arriba, Pero
espectáculo que acaba de dejar, debido a que éste quiere precisamente reproducir
rio de la producción. Cuanto más completa e integral sea la duplicación de los ob-
jetos empíricos por parte de las técnicas cinematográficas, tanto más fácil resulta
hacer creer que el mundo exterior es la simple prolongación del que se presenta en
consiste en que la vida no pueda distinguirse más de los films. El film, superando en
dores dimensión alguna en la que puedan moverse por su propia cuenta sin perder
el hilo, con lo que adiestra a sus propias víctimas para identificarlo inmediatamen-
mos psicológicos. Los productos mismos, a partir del más típico, el film sonoro,
tos. están hecho de forma tal que su percepción adecuada exige rapidez de intui-
vidad mental del espectador, si éste no quiere perder los hechos que le pasan
Esta obra cierra un ciclo de grandes filosofías del arte inaugurado por Kant y
libro que responda a un desarrollo lineal. Presenta temas tan diversos como la
ESTÉTICA
toda auténtica obra de arte es una revolución en sí misma. Mientras que la socie-
dad penetra en el arte gracias a la identidad de sus fuerzas y de sus relaciones, pa-
ra desaparecer dentro de él; éste, por su parte, aunque sea el más avanzado de la
aporta, como quiere un cliché algo progresista, la bendición de la justicia por me-
dio de una confirmación posterior, sino que por lo general la recepción social sirve
Las obras suelen ejercer una función crítica respecto de la época en que aparecie-
ron, mientras que después se neutralizan, entre otras cosas, a causa del cambio de
tica. Si, por el contrario, las obras de arte quedan sepultadas en el panteón de los
bienes culturales, el daño es para ellas y para la verdad que contienen. En un mun-
—
contenido de verdad
cada una de ellas. Al tender el enigma hacia la solución, está orientando hacia el
contenido de verdad. Pero ésta sólo puede lograrse mediante la reflexión filosófica.
Esto y no otra cosa es lo que justifica la estética. Aunque ninguna obra de arte se
disuelve en sus notas racionalizadoras, en lo que de ella se juzga, toda ella está
vuelta, por esa carencia propia del carácter enigmático, hacia una razón que la in-
verdad no es menor por ello. El hecho de que grandes artistas, Goethe, en los
cuentos, y Beckett, no hayan querido hacer nada por medio de significados, hace
luntad del autor, y precisamente gracias a su propia autoconciencia. Las obras, es-
Bibliografía
FUENTES
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Pp. 39-89.
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IVEI, 1992.
Económica, 2003.
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
Para comenzar el estudio de la Escuela de Frankfurt se recomienda la lectura
de las fuentes, sugerimos comenzar por el capítulo “La industria cultural”, incluido
amigo Gerhard Scholern, incluidos en las obras de referencia. También tienen valor
Notas
Ibid., p.182.
desmontó la acuarela del marco y la puso en una de las dos valijas que dejó a
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ESTÉTICA
min, es analizada por Lucas Fragasso en “Crítica y melancolia” (en Sobre Wal-
Benjamin nos dice que los pasajes “son un centro del comercio en mercancías *
los forasteros un punto de atracción. Una guía ilustrada de París dice: “Esos pa-*...
sajes, una nueva invención del lujo industrial, son pasos, techados de vidrio y
unido para semejantes especulaciones. A ambos lados de esos pasos, que reci
ben su luz de arriba, discurren las tiendas más elegantes, de tal modo que un
pasaje es una ciudad, incluso un mundo en pequeño”. Los pasajes son el esce<
nario de las primeras iluminaciones de gas” (“París, capital del siglo XIX”,
N. Goodman. Los lenguajes del arte, Barcelona, Seix Barral, 1976, PP. 123-125
1999, p. 09. E
P. Valéry. “Le bilan de lVintelligence”, en Variété 111, París, Gallimard, 1946, p- 253:
Ibid.
W. Benjamin. “París, capital del siglo XXP”, en Huminaciones ll, op. cit.
Ibid., p.21.
j. Jiménez. Teoría del arte, op. cit., p. 249. En un trabajo anterior discutíanios la
importancia de la recepción del net arten el hogar como nueva forma de comu-
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nicabilidad. Cf. “La imagen de síntesis del net art”, conferencia pronunciada en
Ibid.,p.14.
rompía con la imitación —el cubismo-— como al dadaísmo, pues ambos provo-
arte, Madrid, Revista de Occidente, 1964 (v. or. 1925). La posición de Benjamin,
blemática del arte contemporáneo, Buenos Aires, Nueva Visión, 1961 (v. or.
1948). Luego de distinguir entre “arte del público” y “arte de artistas”, dice
Worringer: “¿Es preciso declarar que mi posición innata está en el bando del
or. 1971).
la sensación de que no es algo entre nosotros, sino que más bien mi misión es
aguas exóticas” (T. W. Adorno. Sobre Walter Benjamin, op. cit., p.145).
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ESTÉTICA
Cf. E. Morin. El cine o el hombre imaginario, Barcelona, Seix Barral, 1961. Del ' * :
mismo autor también resultan significativos: £'esprit du temps (París, Grasset, +."
Ibid., p.142.
Ibid., p.46. e
M. Jimenez, Theodor Adorno. Arte, ideología y teoría del arte, Buenos Aires,
Artes Visuales del Instituto Di Tella (1963-1970). Fue también presidente de la.
Latinoamérica.
sis, 1974.
“La diversión se acabó en todo el mundo”. Entrevista a Romero Brest por Cat" *
mensional” es, para Marcuse, el hombre del capitalismo, que cierra toda posi-*
CAPÍTULO [X
estética antigua (/Í concetto di fare in Aristotele, 1961) y sobre el significado fi-
de sus teorías en la noción del ser como acontecer. Asimismo, y llevado por su
hacía referencia a un rasgo del ser. Sucede que el pensamiento no es hoy más dé-
el rasgo constitutivo esencial del modo en que el ser se da en estos tiempos cre-
to) son todos conceptos relacionados. Si el ser, como vimos al tratar el pensa-
nas, sino, al contrario, como darse, como acontecimiento, con todas las impli-
caciones que esto comporta —ante todo, un debilitamiento de base, porque co-
dical.*
El lugar del arte se diluye hoy en los lugares del arte. No hay ya un lugar
ño industrial.
ción heterotópica y hace que él se conecte cada vez más con lo “real”. De este
* Utopía, del griego ou= no, y topos= lugar, significa etimológicamente: lugar que no existe.
Hace referencia a un proyecto, por lo general irrealizable, conducente a una situación más feliz.
** Hoterotopía, del griego heteros = otro; topos= lugar, hace referencia, en el presente con-
texto, a la diversidad de lugares en los que el arte o el fenómeno estético pueden manifestarse. *
*** La partícula ab, como señalamos en el capítulo dedicado a Heidegger, indica separación,
alejamiento, distancia. ma
general de la existencia”.
ción del concepto de arte, lo que provoca, como advierte Vattimo, un notorio
malestar e inquietud:
mundo del arte, parece estar ligada justamente a este fenómeno de estetiza-
ción. Habiendo perdido sus límites —que las confinaban en el mundo de las
puras imágenes, sin relación alguna con lo “real”— el arte y la experiencia esté-
A mediados de la década del 80, la idea de “muerte del arte” —sobre la que
se reflexionó en distintos momentos de la historia del arte del siglo XX, parti-
más allá de los grandes temas de la metafísica: ser, Dios, libertad. Para algu-
nos, Nietzsche estaría todavía dentro del linde de la metafísica al teorizar el ser
una fábula” (título de uno de los capítulos); esta disolución de los archai
de ésta.
ser ya no puede ser pensado como Grund (fundamento) o como arché (princi-
sión social del trabajo. Postulan que esa separación se extinguiría con la revolución o transforma-
pio). En este sentido, la muerte del arte es una de las expresiones “que designan;
de sí. Vattimo considera que hoy, por una generalización de la esfera de los me.
dios de comunicación, todo lo que existe llega a ser conocido. Se trata, claro es:
tá, de una realización pervertida (sic) del triunfo del Espíritu Absoluto hegelia-- :
no pues ser y autoconciencia coinciden no gracias a la filosofía, como quería *
Hegel, sino gracias a lo que difunden los medios de comunicación y que no pas:
Espíritu Absoluto hegeliano; sería, antes bien, una caricatura de éste. “Carica- .
tura” por la forma superficial y efímera, por lo tanto pervertida, con la que
tiempos, con el auge de Internet. Más allá de las publicaciones diarias de noti- >
cias por radio y televisión, Internet permite —con su amplia red de nodos, :
co; ya no hay distancias: todos los que ingresen a la red están igualmente cerdá
de la información.
Debemos adelantar que la posición de Vattimo no es negativa con respecto
palabras, es preciso que “el pensamiento se abra hasta para admitir el sentido,
apocalípticos dirán que efectivamente asistimos a una muerte del arte* mien?
tras que otros, revisando los términos de una inevitable transformación, vel
con beneplácito la aparición de nuevas técnicas y formas del arte que permiten
beneficiarios del creciente aumento del tiempo de ocio— permite que las
el Partenón. Pero el contacto del turista cultural con las obras de arte está lejos
agobiado ante la cantidad de piezas que debería ver en las interminables salas
sus relatos de viaje por ciudades que condensan siglos de historia: malestar ge-
Florencia y el turista cultural de hoy son víctimas, podríamos decir, de una *so-
frente a un nuevo fenómeno: el placer raro, solitario, único, del individuo que
en la conciencia colectiva.
bemos dar a ese consumo!”, reflexiona Jean Cassou (1897-1986), quien asocia la
que concitó tanto interés? Cassou, ex director de ese museo, se inclinó por la
segunda alternativa.
rarias en las que sólo se retiene el argumento, a los digests, a las adaptaciones de
quienes realizan tales manipulaciones “no sean pasibles a las mismas penas
nos sitúa un conocido texto de los años sesenta: Apocalípticos e integrados ante
diante el rechazo, por encima de la banalidad media”.* Tal tipo de juicio de valor
VANGUARDIAS Y NEOVANGUARDIAS
plo— de integrar sus obras en la praxis social. Sería éste el fin del arte como
hecho específico, separado por las filosofías idealistas del resto de la experien.
cia humana. :
del arte se han articulado, en los últimos tiempos, importantes eventos inter-
posibilidad de reunir poética y política. La utopía resulta, en este caso, tanto un.
de los artistas concretado en el presente. No son pocos los artistas que replan--
tean hoy sus poéticas como lugares de experiencia teórica y práctica; ven en
sus obras modelos de conocimiento y de crítica social. De este modo, con estra:
hoy, en lo que respecta a la relación entre arte y vida cotidiana, se puede descri-
bir, me parece, como paso de la utopía a la heterotopía. Los años sesenta (y sin-
duda el '68 sobre todo, año en cuya contestación culmina ese movimiento, vi-
cia, que niega, más o menos explícitamente, el arte como momento “especiali-
los días: “business as always”, como decía Marcuse. Esos artistas eligen no se-
(UVand art). Este arte “del lugar común de la gente”, como lo califica María Elena
4
de
hechos” al referir a:
[...] un tipo de arte que irrumpe, que no es del todo reconocido, que es funda-
“arte de la calle”, “de los rincones”, “de los garajes”, “de los ríos o pequeños
parques”: un arte para ser hecho incluso debajo de la tierra del parque urbano,
Uno de los ejemplos más espectaculares de land arto arte térreo, cercano a
fueron los “soportes” naturales de esta obra presentada en 1977. Para resaltar el
de acero inoxidable. Su función era atraer los rayos que se generan durante las
tormentas eléctricas que abundan en determinadas épocas del año.
Francis Alys (1959), quien contó con las colaboraciones de Rafael Ortega y
Cuauhtémoc Medina. La acción tuvo lugar el 21 de abril de 2002. Ese día se pro-
de siglo producirán una explosión del arte más allá de sus fronteras, tomando al
tran, entre otras, las “interferencias urbanas” de Graciela Sacco, las acciones del
grupo Escombros y del G.A.C. (Grupo de Arte Callejero). Una acción de amplí-
la participación de las Madres de Plaza de Mayo y tuvo por objetivo pedir por
ciudad latinoamericana se encuentra Lava tu bandera, una acción del grupo pe-
de ese ritual de purificación llevando banderas a la plaza para lavarlas con jabón
madera Jlaminad:
ESTÉTICA
Ricardo Blanco. La $
»,
metal, 80 x
50 x 50, 1999.
do, los artistas extienden la frontera de los espacios tradicionales del arte; por
referirse ala obra de Santiago Calatrava (195), señala Ángel Kalenberg que la ar-
otra cosa, el ser alegoría (Heidegger). Lo que arquitectos como Calatrava cons-
(1924)- Sobre un cuerpo femenino desnudo, tomado de espaldas, Man Ray di-
buja dos letras «f”. De este modo, se acentúa el parecido del cuerpo femenino
con la forma de un violín. A la metáfora del violin” —“el cuerpo femenino €s,
sión “violín de Ingres”. Como pasatiempo, Ingres tocaba el violín; de allí que ese
taciones y connotaciones, la silla de Blanco, con 5 sugerente título, teje una arm-
plia red de significados. Así, este reconocido diseñador de sillas sale del dominio
dela pura función del útil para pasar al hermenéutico del arte; muestra que el di-
seño, con toda razón, merece ser valorado como objeto de una experiencia esté-
tica. Por más importante que resulte su función práctica, al servir para sentars€,
no es menos cierto Qué puede también dar mucho que pensar (Kant).
EL ARTE-ARTE
Por último, resta preguntar: ¿qué queda del arte-arte* en tiempos de esteti-
cesidad de mantener el arte-arte como lugar donde afloran “las raíces cormparti-
das”. Es éste su modo franco de reconocer que no se debe dejar todo el poder en
* Arte-arte hace hincapié en lo que las obras artisticas tíenen de más auténtico: trabajar en el
plano de las raíces compartidas, delo queno puede ser agotado por la estetización generalizada.
334
ESTÉTICA
das que nos unen, que traen el consenso. Esto es una idea que me parece im-
no existe. Pero esto lo corregí en mis teorías recientes, porque me parecía de-
esencia del arte tradicional. Era una idea bastante buena si pensamos que tam-
bién Walter Benjamin estuvo fascinado por este pensamiento. Pero estimo que
alguna articulación del arte-arte tiene que ser conservada, sobre todo para no
Frente a la banalización de todo lo que existe por obra de los medios masi-
porque remite a raíces compartidas, por lo cual los artistas siguen cumpliendo
La estrategia del artista de hoy es trabajar los tres aspectos que hacen a la
muerte del arte y que, según Vattimo, entran en compleja relación en los “aún
con el reconocimiento de que el elemento de la perdurable vida del arte (en los
productos que se diferencian aún, a pesar de todo, en el interior del marco ins-
tinúa y los artistas, desde sus obras, la exhiben. Es el caso de Marcelo Pombo
arte por obra de los medios masivos de comunicación, los artistas responderán
gentina.
el filósofo:
Sino me equivoco, el kitsch existe desde que existe la necesidad de algo común
bio fluido, y poco frecuente entre los filósofos, con la crítica de arte. Danto es
bia, como crítico de arte ocupó, en 1984, en la revista The Nation, el lugar que -
Debemos recordar asimismo que Danto es uno de los exponentes más des=
Si bien las ideas estéticas de Danto suelen ser ubicadas, al igual que las de
Dickie, dentro de las teorías sociológicas del arte,” por la importancia otorgada
del "80, retoman el tema de la “muerte del arte”, el cual en los años '6o nutrió la
fronteras tradicionales. En Después del fin del arte (DFA)" aclara Danto que la
sustancial de Hegel como soporte de su propia visión sobre el arte y cita una
* Satisfacciones inmediatas.
LA ESTÉTICA DE FIN DE SIGLO 337
conocida frase de las Lecciones sobre la Estética: “El arte nos invita a la conside-
ración pensante, pero no con el fin de producir arte, sino para conocer científi-
En los años 80, corno vimos, el tema de la muerte del arte vuelve a “estar en
el aire”; desde distintos lugares se reflexiona sobre el “fin” del arte, en sincronía
propio a la década.
En 1984 se publica “The End of Art” (“El fin del arte”) de Danto como par-
te del libro The Death of Art (La muerte del arte); asimismo, el historiador del
arte Hans Belting publica, en 1983, Das Ende der Kunstgeschichte? (¿El fin de
que, poco después, Vattimo publica el ensayo “Muerte o crepúsculo del arte”
En el primer capítulo de Después del fin del arte, Danto recuerda que Bel-
ting había destacado la existencia de una historia de la imagen “antes de la era
del arte” —una “etapa de pre-arte”—, que estaría seguida por la “era del arte”.
del 1400 d.C., en ellas el concepto de arte no jugó ningún rol; no existían clasi-
nía. Producir específicamente “arte” o “ser artista” quedaba fuera del programa
operativo del autor. Por otra parte, las imágenes producidas antes de la “era del
arte” solían estar ligadas al milagro; eran veneradas pero no admiradas como
más tarde, en el Quattrocento, sí lo serian las obras del genio. Se creía que para
La “era del arte” estuvo dominada por “grandes narrativas”, relatos abarca-
tivos que intentaban legitimar un estilo o una determinada tendencia por sobre
fue Giorgio Vasari. En su Vidas de los más grandes arquitectos, pintores, escul-
tores italianos (1550), delineó la historia del arte como historia de la mímesis.
La pintura resultó ser la heroína y sus adalides mayores, Leonardo, Miguel Án-
gel y Rafael. Los mayores elogios del arquitecto y teórico italiano recayeron en
el parecido, algo que, más tarde, autores como Gombrich” desaprobarían ro-
tundamente.
Danto cita la descripción que hace Vasari de la Mona Lisa pintada por Leo-
nardo.
La nariz, con sus bellas y delicadas ventanas rosadas, puede creerse fácilmente
que esté viva [...] las mejillas encarnadas parecen no estar pintadas, sino ser
que le faltaba a sus personajes era que “respiraran”; que su “pulso latiera”, po-
el que se intentó describir y organizar la historia del arte. Su defensor fue el crí-
del gusto” —siendo su gusto el reflejo de la época en la que creció como crítico
P Pp
tista conceptual Joseph Kosuth dirá, en los años 60, que la tarea principal para
conocimiento, Manet hizo otro tanto con la pintura, llamando la atención so-
bre las condiciones que la hacen posible, por ejemplo, la superficie plana del
soporte.
net sino en Van Gogh y Gauguin. Serían ellos “los primeros pintores moder-
nistas” (DFA, p. 30). Sus obras marcarían un nuevo nivel de conciencia, devela-
mímesis, es decir al respeto, punto por punto, de los aspectos visuales del obje .
que aquello que resulta central en la evolución del arte no es lo representado si-
principal.
7,
Louis (1912-1962).
maestro del arte concreto argentino que —de haberlo conocido-— Greenberg se-
teniendo viva su combativa posición ideológica de los años *40, Lozza conside-
no con las ficciones de las cosas. De este modo aspira a llegar “hasta el contexto
donde el hombre vive, piensa y actúa”.* En sus pinturas, lo que vemos es lo que
que explica que cada elemento plástico encuentre su lugar ideal en la pared:
punto de inflexión altamente positivo —el pop art—, para Greenberg significa la
decadencia del arte. También otra manifestación de los '6o, el op art, es relegado
Recuerda Danto que, en 1992, dos años antes de su muerte, seguía sosteniendo
que nada realmente importante había sucedido en los últimos treinta años, que
nunca la historia del arte se había “movido tan lentamente” (DFA, p. 119).
raux llegó a sostener, como antes Mondrian, que “el verdadero arte como la
Malraux llegó a decir en los años *50 que, con ella, el arte había conquistado su
plena libertad y que “ya no volvería atrás” (esta aseveración quedó invalidada,
como sabemos, en los '60, lo que muestra la nulidad de las prospectivas en ma-
teria de arte). Greenberg consideraba que hacer arte abstracto era un imperativo
Hoy las grandes narrativas de la historia del arte, como las de Vasari o
Greenberg, han llegado a su fin. “Ningún arte está ya históricamente mandata-
do contra ningún otro arte. Ningún arte es más verdadero que otro, ni más falso
Hablar, como lo hace Danto, de un fin de la historia del arte —de la poshis-
toria del arte— y no de un fin del arte, significa que un modo exclusivo, para“
minada por normativas artísticas llegó a su fin. De este modo, si la era del arte
ción. Ésta se produce después de la primera mitad del siglo XX; concretamen-
te, en 1964, cuando Warhol expone sus Brillo Boxes en la Stable Gallery, en la
ta de 1963:
¿Cómo podría alguien decir que algún estilo es mejor que otro? Uno debería ser
terpreta, que el arte ha muerto o que se encuentre debilitado; lo que han muer-
to son los grandes relatos hegemónicos que nutrieron la historia del arte. Por
LA ESTÉTICA DE FIN DESIGLO 341
es lo que hace a su efervescente vitalidad. El arte hoy está más activo que nun-
ca. Por eso, para un filósofo interesado en el arte corno es Danto, ésta es “una
época maravillosa para estar vivo”. No hay ningún signo de agotamiento in-
terno, sino más bien todo lo contrario. Sucede que el arte contemporáneo ha
época maravillosa para estar vivo. He sido beneficiado por las extraordinarias
ideas de Cindy Sherman, Sherrie Levine, Mike Bidlo, Russell Connor, Komar
y Melamid, Mark Tansey, Fischli y Weiss, Mel Bochner y muchos otros (DEA,
p.16).
40. Andy Warhol, Brito Box (Caja Brillo), serigrafía sobre madera, 34 x 41 x 30, 1964
O 2005 Andy Warhol Foundation for the Visual Arts / Artists Rights Society (ARS), Nueva York.
342 ESTÉTICA
en arte, todo es posible, No podemos decir que un estilo se imponga por sobre
por el hecho de que el arte del pasado está disponible para el uso que los artistas
LA TRANSFIGURACIÓN DE LO BANAL
El primer capítulo de La transfiguración del lugar común (TLC) leva por ti-
“mera cosa”, útil y obra de arte, tal como fue expuesta en “El origen de la obra
de arte”.
una simple caja de jabón, con casi ninguna probabilidad de ser candidata al goce
estético, llegue a ser obra de arte? No lograremos responder a esa pregunta sin
es arte?” pasa a ser “¿cuándo hay arte?” (Goodman),” cuándo algo que en el sis-
tema de los objetos ocupaba un lugar dentro de lo “no artístico” pasa a ser con-
“obra” y sus banales homólogos de una serie industrial no? ¿No tienen acaso”,
alo que vista y oído se refiere. Con este concepto se abre el segundo capítulo de
La transfiguración del lugar común, que lleva por título “Contenido y causali-
dad”. Danto recuerda allí —y rinde homenaje— a Jorge Luis Borges (1899-1986),
quien, en “Pierre Menard, autor del Quijote”, tuvo “la gloria” (sic) de haber cap-
ello, “la contribución de Borges a la ontología del arte es enorme” (TLC, p. 69).
mente idéntico a otro del Quijote.*"¿Cuál es el motivo por el cual ese oscuro
do más fácil pero menos interesante, según Borges); tampoco pretende actuali-
mam ea
LA ESTÉTICA DE FIN DE SIGLO 343
el siglo XIX. “Como todo hombre de buen gusto, Menard abominaba de estos
carnavales inútiles, sólo aptos para ocasionar el plebeyo placer del anacronismo
o (lo que es peor) para embelesarnos con la idea primaria de que todas las épo-
cas son iguales o de que son distintas.”* Tampoco el propósito de Menard era
“copiar”, separándose así la copia del original. Su idea era escribir un Quijote
igual, que coincidiera palabra por palabra, línea por línea, con la célebre obra.
ble”. Ninguna palabra ha sido quitada o agregada en él, ningún signo de punta-
ción ha sido alterado; sin embargo, según observa Borges, el texto de Menard es
“casi infinitamente más rico. Más ambiguo, dirán sus detractores; pero la ambi-
de descubrir qué diferencia existe entre dos textos iguales (uno, escrito en el si-
glo XVII, y el otro en el siglo XX). Dentro de ellos, una expresión quizá llame
XVII podría haber sido un elogio retórico de la historia, Pero Menard, contern-
mente “madre” de la verdad. “La verdad histórica, para él, no es lo que sucedió;
poral, la afirmación de Menard, aun cuando sea verbalmente idéntica a la del no-
velista español, dice algo distinto; se tiñe de ironía, resignifica el texto apropiado
su homólogo, a pesar de que todas las palabras que contiene la versión de Me-
su país”, Menard, por el contrario (¡por el contrario!) elige para su realidad “la
ellos pertenece a épocas diferentes: no habría sido factible para Cervantes refe-
rirse a España como a “la tierra de Carmen”, siendo Carmen una personalidad
literaria del siglo diecinueve, desde luego, familiar para Menard (TLC, p. 68).
Dalila (Delia) Puzzovio (1942), cuando cambian su contexto originario (el del
bos de acrílico dentro de un gran exhibidor de acero (300 x 300 Xx 30 crn), con
dían en un negocio de la zona. La obra, que podía así ser vista como un work
in progress, obtuvo una mención especial del jurado integrado por Alan Solo-
344 ESTÉTICA
mon, Edward de Wilde y Jorge Romero Brest (el Premio Internacional recayó
en Robert Morris).
mayor aún que la de las Brillo Boxes. Los zapatos expuestos en el “mundo del
arte” y los exhibidos en una zapatería eran, en este caso, idénticos; habían sido .
hechos con el mismo material (cuero). Eran tan idénticos como el Quijote de
fue pegada una serigrafía que reproducía el packaging original. La razón de tal
reproducción era que, para los artistas del pop art, resultaba de tanta importan-
cía un objeto de consumo masivo como cualquier otro. De este modo las barre-
Cualquier objeto de consumo, seriado y banal, podía ser motivo tan digno de
Obras como las Brillo Boxes o los zapatos de Puzzovio vuelven urgente el
tema del reconocimiento del ser (esencia) de la obra de arte. ¿En esta urgencia,
De una teoría de Leibniz se deduce que si dos objetos tienen las mismas pro-
piedades son idénticos [...]. De aquí ha de inferirse que si todas las obras en
cuestión tienen las mismas propiedades han de ser idénticas (TLC, pp. 67-68). .
Contradiciendo a Leibniz, Borges mostrará que aunque dos objetos tengan
propiedades: las que el ojo puede identificar. De este modo, el Menard de Bor-
No lo son porque toda obra es sobre algo y ese “algo” varía de obra en obra, de-
biendo ser actualizado, en todo momento, por el receptor. Danto observa que: .
leer su obra, de que estaba dirigida a una realidad que ya incluía la obra de Cer-
vantes como una característica histórica de la misma, así que en la última obra
ferencia, la condición alegórica —el decir otro—, de la obra que ya había sido
Supongamos que un artista encuentra unos zapatos viejos, los salpica con un
poco de pintura y los titula Los zapatos de Van Gogh. Cualquiera que conozca la
pintura de Van Gogh sabrá a dónde apunta ese artista. Podemos evocar el ensa-
41. Dalita Puzzovio. Dalila doble plataforma (detalle), cuero tido, 300 x 300 x 30, 1967.
Entre los ejemplos que presenta Danto se cuentan los Múltiples de Joseph
los soldados estadounidenses llevaban chocolates, los vendían, y con una pe-
queña ración hasta podían conseguir una chica. “El chocolate se convirtió en
Museo Whitney una gran pieza de chocolate de casi 300 kilos, La artista había
como los que se regalan para el día de San Valentín (día de los enamorados). El
interés del chocolate residía, en ese caso, en incluir una enzima que los huma-
nos secretan en el acto sexual. Además, masticar un alimento para luego escu-
el acto común del consumo material del chocolate. El alimento, podríamos de-
cir desde una perspectiva semiótica, había pasado a ser “signo”, lugar de signi-
brir sus “signos”, situación que se agrava en el caso de los productos más inte-
del arte, de conocimiento de la historia del arte y del “mundo del arte”. Ya no,
cuenta la capacidad del ojo de juzgar lo bueno y lo malo, como quería Green-
se vuelve más reflexivo. El ojo no puede explicar por qué unas simples cajas de
jabón son obras de arte. Concluye Danto en su crítica a Greenberg que cuando
éste juzga obras de tipo conceptual, lo hace con “una torpeza que casi deja sin
En suma, una obra de arte se diferencia de los demás objetos (banales) cuan-
do, a pesar de tener las mismas cualidades fisicas, resulta transfigurada. Y esto
Cuando visitas una exposición tienes que ir preparado a pensar como filósofo y:
como artista. Lo que no puedes esperar es entrar, ver y salir, Hay que pensar.
Pensar sobre cuál es la declaración que hace allí el artista, qué hace y qué signifi-
ca su obra. Tienes que leer, tienes que pensar y mirar. Tienes que trabajar para
hacer la lectura artística, para que poco a poco la obra revele sus secretos.* :
Hacer la “lectura artística” es, para Danto, encontrar en ella una forma de
ver el mundo. La transformación del lugar común se cierra con la siguiente re+
Brillo con sorprendentes atributos metafóricos. Hace lo que las obras siempre
Frente a la pregunta ¿puede cualquier objeto —el más banal, el menos “ori-
puede serlo, pero esto no quiere decir que cualquiera deba serlo: lo será si pue:
dos” (Goodman).
La pregunta filosófica sobre el arte ha salido del mismo arte, según Danto.
blema de que cualquier cosa podía ser una obra de arte, se pudo pensar en tér:
“The Philosopher as Andy Warhol” (El filósofo como Andy Warho]).” Conver-
pues se decía que él eraincapaz de proferir una sola frase coherente frente a una'
LA ESTÉTICA DE FIN DE SIGLO 347
del arte— se puede llegar a la conciencia de la verdadera naturaleza del arte. Es-
to ocurre, según Danto, con las Brillo Boxes de Warhol; son ellas las que mar-
Danto no deja de valorar el aporte radical del artista francés en la primera déca-
Pero no es menos cierto que Duchamp tuvo que esperar hasta los años sesenta
mundo del arte sino mucho tiempo después de producida. Resulta significati-
tura o la escultura.
sistema del que Warhol resultó una de sus principales estrellas. Tampoco sus-
que el pasado fuera algo de lo cual hubiera que desprenderse, por el contrario,
jos pop).
tre Duchamp y Warhol, al comparar el famoso urinario Fuente (1917) y las cajas
reales sino sus imágenes masivas, Warhol, al igual que Duchamp, aporta signi-
ficados: señala, por ejemplo, el hecho de que las apariencias son nuestra reali-
dad. “Si quiere conocer todo sobre Andy Warhol -—dijo el artista en una entre-
Danto hace referencia al importante rol del museo, habida cuenta.de los
este espacio institucional resulta “un campo disponible para una reordenación
348 ESTÉTICA
constante” (DFA, p. 28). Su alta misión queda resumida en esta frase del filóso-
fo: “En cierto sentido el museo es causa, efecto y encarnación de las actitudes y
del fin del arte, recuerda Danto que la idea del “gran museo” está ligada a la sed de
copa dorada (1904) de Henry James, Adam Verver, un opulento coleccionista que
acumula obras de la más alta calidad. Retirado de los negocios, y en señal de agra-
decimiento hacia todos los que, con su trabajo, lo habían ayudado a convertirse en
Aunque sólo el ala oeste fue erigida, ésta transmite un sentido totalizador a tra-
vés del templo clásico inserto en su fachada, con ocho columnas colosales.
y la reina de Saba, concluye Danto que esto ayuda a entender el sentido de las
exhibiciones de arte en general. Aclara que su efecto es impredecible, contin-
manera en diferentes ocasiones. De allí que volvamos una y otra vez a las gran+
des obras: “no porque veamos algo nuevo en ellas cada vez, simo porque espe-
ramos que ellas nos ayuden a ver algo nuevo en nosotros” (DEA, p. 188).
Se supone que, en los museos, las obras nos afectan como afectó Veronese a
Y el hecho de que no podamos convivir con ciertas obras (Danto recuerda el ca-
las fotografías colgadas en una muestra), aumenta aún más el sentido de los
ble la convivencia con ellas; también hace imposible el acercamiento del espec-
tador dentro del mismo museo. En consecuencia, será tarea principal de éste
cual los museos pasarían a ser no sólo espacios para la visión sino también, y
Es impensable que el museo presente obras con las cuales el público llegue
siempre a sentirse identificado. Repara Danto en el hecho de que éste tiene ne-
cesidad de “un arte propio”, fuera del marco del museo. Entre los ejemplos de
de pasar de un arte “para ellos” a un arte “de ellos”. Su curadora, Mary Jane Ja-
cob, intentó ir más allá de los conocidos proyectos de “arte público”, como po-
(1939) ubicado en una plaza de Nueva York y que debió ser sacado del lugar por
expreso pedido de los que circulaban por la zona. Culture in Action apuntaba a
La pregunta capital que plantea un “arte del público” es: ¿cómo puede el arte
Culture in Action intentó dar cabida a esa pluralidad aceptando proyectos que,
abiertos, como los del centro de la ciudad de Chicago. Con la idea de hacer un
La crítica político -social fue eje de muchas de las acciones de Culture in Ac-
lo hacían los serenos, según relatos del abuelo del artista. Los encargados de
concretar esta especie de “ritual” fueron los más jóvenes del barrio; de este
“Descanse en paz”, una instalación con once videos que mostraban imágenes
ser desarrollada a comienzos de 1993, con una serie de pasos que involucraron,
derado no sólo receptor sino parte de la obra, como protagonista del consumo.
demos suponer que algunos habrían encarnado mejor que otros al “delicado de
- marginalidad en el circuito del arte. Considerando que esta vez sí había ingre».
sado en él: “We Got Itf” (Nosotros lo alcanzamos!) podría haber sido su (qui-
do, cumplir con la intención de las vanguardias utópicas de unir arte y vida, ce-
golosina quedaran registrados sus nombres junto a los de los doce trabajadores
afiches de promoción.
Si bien la nueva golosina no tuvo demasiado éxito (el público siguió pref- :
arte? Danto responderá, como vimos, que si es arte debe ser sobre algo, debe es-
tar referido a algo. Entonces, la experiencia de We Got It!, como la de Janine An-
toni (quien también utilizó chocolate en su obra), debería ser capaz de generar
Mlinois, Chicago, es autor, entre otros, de Artand the Aesthetics (1974), The
Art Circle: a Theory of Art (1984), Evaluating Art (1988), The Century of Taste
presta especial atención al marco sociológico del arte. En ambos resalta la im.-
Especialista en la teoría estética del siglo XVIII, Dickie estudió el placer de-
que todas las obras tienen en común sino el hecho de que ellas funcionan como
tales dentro del “mundo del arte”, del que forman parte artistas, público, críti-
serán el artista y el público. Búrger, por su parte, aclara que el concepto de “ins-
titución arte” refiere “tanto al aparato de producción y distribución del arte co-
mo a las ideas que sobre el arte dominan en una época dada y que determina
esencialmente la recepción de las obras”* (la cursiva es nuestra). Las Brillo Bo-
xes de Warhol no hubieran podido ser arte en una época anterior: lo son por-
te no tendrá ningún valor. Imaginemos este caso: tengo sobre mi mesa de tra-
llo, de volumen sugerente, capaz de reflejar la luz del día o la de una lámpara de
objetos próximos y todo el espacio circundante. Podría afirmar que ese cenice-
ro es, para mí (y sólo para mí) una obra de arte. Tan posible es esta afirmación
sí podría lograr con una obra reconocida. ¿Por qué ese cenicero no es una “obra
mundo, a sentir más comodidad en él? ¿Qué hace que algunos objetos posean
te— ese objeto fue simplemente un accesorio de cocina que servía para secar bo-
tellas, de uso tan común como el que tiene hoy un secador de platos o de cubier-
tos. Era parte del mundo doméstico, no del “mundo del arte”. En el momento
bles; se guardaban, previo lavado y secado, para ser reutilizados más adelante.
y servía para cincuenta botellas. Desde Estados Unidos envía una carta a sie
“ya terminado” que yo le atribuyo a estos objetos. Los firmo y les pongo uná' - ;..
pala para la nieve en la que he escrito ln advance ofthe broken arm (en previ= *
tico, impresionista o cubista —no tiene nada que ver. Otro ready-made se llama
“Urgencia a favor de dos veces”... Todo este rollo tiene una razón: vete a buscar
de la base le escribirás la leyenda que te pongo al final, con pequeñas letras pin,
cripción y, años más tarde, Duchamp no se acordaba qué había escrito. Tam-
bién se ignora si Suzanne Duchamp cumplió efectivamente con el pedido de su
hermano.
cierto sería mayúsculo al enterarse que lo mismo por lo que ella había pagado'
vender un cuadro cuya base inicial era de ochenta y tres modestos dólares. El
cuadro era el mismo que más tarde se vendió en más de medio millón. ¿Qué
Gogh.
que el otro no poseía: había saltado el escalón del útil y había pasado a ser tam-
trico poseedor del Secador de Duchamp que decidiera mantener la función uti-
atención sobre sí y comienza a hablarnos de otra cosa. Pasa a ser una cosa men-
del dadaísmo. Debemos notar que los dadaístas no sólo cuestionan al arte ante-
rior sino a la “institución arte”, que determina qué es obra de arte y qué no lo
crítica las tendencias artísticas precedentes, sino la institución arte tal y como
Guiado por ideas de Mandelbaum y Danto, Dickie elabora una teoría insti-
completa con Art and the Aesthetic (1974). En 1984, respondiendo a algunas
críticas, produce una segunda versión, publicada en The Art Circle." A ambas
hace referencia en el capítulo “La teoría institucional del arte”, incluido en In-
en estos términos:
Una obra de arte, en sentido clasificatorio, es (1) un artefacto (2) una serie de as-
pectos que le han sido conferidos por su status de candidata para la apreciación
que entiende: “un objeto hecho por el hombre, específicamente con vistas a su'
mas, las performances, las danzas. Lo importante, más allá del objeto físico, es
que se trata de algo realizado por el hombre. El primer problema que se le plantea
a Dickie es, ¿en qué medida el ready-madees un artefacto hecho por un artista? *
Algunos niegan que tales cosas sean arte, porque, afirman, no son artefactos
hechos por artistas. Puede demostrarse, creo, que son artefactos de los artistas
(LA, p. 4). :
por qué un ready-made es realmente un objeto del mundo del arte. De este:
ainia
PS
A or o
objeto puede ser lograda de varias maneras, según haya sido trabajado ma-
Mott es, en cambio, un objeto simple producido por]. L. Mott. Adquirido por
Nueva York se transfigura en Fuente, pasa a ser un artefacto del mundo del
serie habría dos autores: el que diseñó el objeto que fue luego fabricado y el
que creó una idea para ese objeto. Lo que el ready-made pone de manifiesto
esencial.
del líder del surrealismo, algo pomposa, no habría sido suscripta por dadaístas
como Duchamp, quien decía a propósito del ready-made: “es una obra que no
es una obra de arte”, “es una obra que no es una”, “es simplemente una distrac-
dos, como podrían serlo los directores de museos y galerías, los críticos, los cu-
título de caballero por parte del rey, la declaración de marido y mujer hecha por
de alguien como presidente del Rotary Club. Son todos casos en los que una
de arte es un objeto del que alguien ha dicho: “Bautizo a este objeto como una
a ser arte, como concebía la primera versión, sea un asunto simple. En el mo-
tructura de la iglesia. Que algo sea arte tiene como trasfondo la complejidad bi-
obra de arte. De este modo, cuando las máscaras negras pasan del Musée de
l'Hornme al Museo de Arte Moderno de París, se les está dando un nuevo sta-
tus artístico, por encima del antropológico hasta entonces reconocido. Pero
status”, en el caso del arte, resulta “excesivamente vaga”. Observa que no suce-
de lo mismo cuando se trata de conferir status legal. En este caso, los linea-
de una ley. No hay ninguna legalidad codificada semejante en el caso del arte.
De allí que Dickie concluya que la institución arte es informal. Notemos que
fue Monroe C. Bearsdley quien hizo que Dickie reparara en el error de usar el
ro que ser algo obra de arte no implica un status que se confirió sino, más bien,
a un público dentro o sobre el trasfondo del mundo del arte” (ZA, p. 9). Así, la:
Langer sostenía que el arte “es la creación de formas simbólicas del sentimiento
jemplos que la niegan; además pierde de vista el hecho de que el artista crea para
obra, por ejemplo, al considerar que ella no es digna (aún) de ser mostrada.
El hecho de que los artistas retengan algunas de sus obras, porque las juzgan
indignas de presentación, muestra que las obras son cosas de una clase para ser
el caso de que rechace mostrar su obra, existiría, según Dickie, una “doble in-
realmente.
drá ser considerado público de arte. Luego, en un contacto más profundo con la
Entre las competencias imprescindibles para entender gran parte del arte
trabajada por Leibniz, Danto y Borges, a las que nos hemos ya referido. Tam-
del olor del humo del tabaco cuando se mezcla con el aliento del que lo exhala.
bra “artista”, está implícita en los términos “creado” y “para ser presentado”.
Una obra de arte es un artefacto de una clase creado para ser presentado ante un
Luego de esta definición, Dickie se detiene en cada uno de los cuatro térmi-
El mundo del arte es la totalidad de todos los sisternas del mundo del arte.
Un sisterna del mundo del arte es un marco para la presentación de una obra de
arte por un artista ante un público del mundo del arte (1A, p. 13).
LA ELECCIÓN PERSONAL
Frente a los sistemas del mundo del arte, la elección personal carece de
parte de una poética de sesgo feminista que ella viene desarrollando desde hace
tiempo, coloca en display una serie de objetos que el ama de casa podría elegir
K'ang-hi del siglo XVII (Museo de Arte Decorativo de París), una salsera de Li-
han sido pintadas respetando la posición frontal con las que se las fotografía
Tecipientes menos jerarquizados de uso cotidiano —una taza, una tetera, una
pava, una jarra para vino— que nos apartan del canon establecido, colocando
una pregunta de base: ¿qué hace que algunos objetos sean vistos como “artísti-
do, pero hay algo que no puede negarse: más allá de la “institución arte” está y
co, sino también lo cercano; es el caso del ama de casa implícita en la serie de
experiencia humana del mundo”.* Otros de sus textos más destacados son: El
calidad de lo creado, sino porque responde —mejor que ningún otro medio—a
continuación.
EL JUEGO
Gadamer presenta en primer lugar su idea de arte como juego. Siendo éste
afirmaciones. La poesía sería también “el más peligroso de los bienes” porque,
de que éste resulta ser un automovimiento que no tiende a una meta final sino
ter fundamental de lo viviente en general. Resume Gadamer: “Lo que está vivo
Además del movimiento, otro de los rasgos esenciales del juego es la repe-
artista que vuelve una y otra vez a su obra, y también en el caso del espectador
que vuelve una y otra vez a ver la misma pieza que atrajo su atención, que vuel-
ve a escuchar una y otra vez la canción que lo cautivó. Repetir el juego no es al-
(1948), una serie de fotografías en las que se repite la imagen de dos manos fe-
meninas que juegan con hilos, dibujando figuras etéreas a medida que ellos se
tocan, se alejan o se enredan. La obra recuerda una vieja costumbre, casi ritual,
del juego, el ingenio del sujeto para entretenerse con lo mínimo y su capacidad
tas veces pica la pelota en el suelo antes de escapársele. Pero la racionalidad del
juego humano resulta ser una “racionalidad libre de fines” (AB, p. 68), afirma-
con. Basta con mirar alguna vez al público de un partido de tenis por televisión.
“Es una pura contorsión de cuellos” (AB, p. 69). Existe participatio, participa-
ción interior en el juego, por la cual el espectador pasa a ser parte de éste. Ob-
servó Gadamer que “uno de los impulsos fundamentales del arte moderno es
blico y la obra” (AB, p. 70). Ese impulso encuentra uno de sus mejores ejem-
plos en la instalación, un arte que hemos definido como “de la presencia” " (del
tenido realmente la experiencia del arte, el mundo se habrá vuelto más leve y
EL SÍMBOLO
bolizar, de entrar en contacto con “un fragmento de Ser que promete completar
simbólica del arte es, en síntesis, una experiencia de integridad: nos hacemos
atraso...
Todo es símbolo y
un anfitrión y su invitado, quien recibía de aquél una tessera hospitalis. Era és-
ta una tablilla que había sido partida en dos para que cada uno conservara una
mitad, de modo que si, luego de mucho tiempo, algún descendiente del invita-
do llegaba a la casa del anfitrión, éste o alguno de sus familiares estarían en con-
362 ESTÉTICA
el Banquete de Platón, podría ser interpretado como la unión de dos partes que
el espectador.
senta a través de ella de manera más aprensible, mientras que el símbolo sería
tivo, para ser elevado al rango de “signo misterioso”, propio de las auténticas
previo y de toda autoridad interpretativa limitante. Eso otro que la obra de arte
nos dice en tanto símbolo, también puede decirlo en tanto alegoría. En ambos
LA FIESTA
La metáfora de la fiesta sirve a Gadamer para hacer más vívido el poder co-
municativo del arte. Si el ser humano necesita jugar (por lo cual la obra de arte
cual la obra se justifica como símbolo), no es menos cierto que tiene también
necesidad de estar comunicado con los demás. De allí otra de las justificaciones
fiesta es para todos. De allí que decimos que “alguien se excluye” si no partici-
forma más completa” (AB, p. 99). Algo semejante ocurre con el arte. Recorde-
mos ya que Nietzsche había acentuado el hecho de que el arte es el más alto
Mientras el trabajo separa y divide, la fiesta une. Y, en el caso del arte, la po-
soledad. Estamos solos frente a una obra, pero igualmente estamos comunica-
LA ESTÉTICA DE FIN DE SIGLO 363
dos con todos los que, sentimos, podrían participar de nuestro mismo disfrute
estético. .
ción. Las fiestas se repiten; retornamos a las fiestas (periódicas). La fiesta es re-
petición y celebración. Hay fiesta cuando se celebra algo, cuando se festeja algo,
aunque más no sea el hecho del encuentro con otros. Hólderlin había observa-
través de sus obras, conversa. En este sentido, Dickie había notado que cuando
Diferente del tiempo del trabajo o del tiempo “para algo”, es decir “del tiempo
cree no tener” (AB, p. 103), el tiempo del arte no necesita ser llenado porque es-
ajetreo. Las dos son formas vacías; en una, sentimos la vaciedad del no tener
tiempo del arte, éste se vuelve estético. Son tiempos que no se pueden compu-
nuestra participación de él. Dice Gadamer: “Lo que hay que encontrar es el
co; y eso sólo puede ocurrir en el oído interior” (AB, p. 108). No sólo las artes
temporales, como la música, tienen tiempo propio; también lo tienen las artes
rrolla un discurso.
igual: “se oye lo que ya se sabe” (AB, p. 122). “Tengo para mí —agrega— que
aquí está el origen del kitsch, del no arte” (AB, p.122). La otra forma imperfecta
“Va a la ópera porque canta la Callas, no porque se represente esa Ópera en con-
creto” (AB, p. 122). Gadamer afirma que esto no proporciona ninguna expe-
riencia del arte, que debe contar con la discreción de los actores; éstos no deben
lo bello Gadamer hacía referencia a Duchamp. La supuesta muerte del arte que
cia del arte a través de los conceptos de “juego”, “símbolo” y “fiesta”. Al finali-
de modo inmediato” que el arte de otros tiempos. Como toda obra de arte, es
crecemos más allá de nosotros mismos. “Que en el momento vacilante haya al-
go que permanezca. Eso es el arte de hoy, de ayer y de siempre” (AB, pp. 123-
Fragmentos seleccionados
trad. Alberto L. Bixio, Barcelona, Gedisa, 1996 (v. or. 1985), pp. 49-59
Coma muchos otros conceptos hegelianos, también el de la muerte del arte resul-
avanzada, aunque no en el sentido exacto que tenía en Hegel, sino más bien, como
como una realización pervertida del triunfo del espíritu absoluto? La utopía del re-
cación de masas no es el espíritu absoluto hegeliano; tal vez sea una caricatura de
éste, pero de todas maneras no es una perversión de ese espíritu en un sentido ex-
clusivamente degenerativo, puesto que más bien contiene, como a menudo ocurre
examinar y que probablemente delineen lo que está por venir (p. 49).
[...] la muerte del arte es algo que nos atañe y que no podemos dejar de tener en
Cuenta. Ante todo, como profecía y utopía de una sociedad en la que el arte ya no
de este anuncio de la muerte del arte fue Herbert Marcuse, por lo menos el Marcu-
de las artes, comenzando desde las vanguardias históricas de principios del siglo
ra, el museo, el libro; de esta manera se realiza una serie de operaciones —como
el land art, el body art, el teatro de calle, la acción teatral como "trabajo de bario"—
concreta actual. Ya no se tiende a que el arte quede suprimido en una futura socie-
El silencio
A la muerte del arte por obra de los medios de comunicación de masas, los artistas a
ría de la muerte, por cuanto se manifiesta como una especie de suicidio de protesta:
por el puro y simple silencio. Como se sabe, es éste el sentido ejemplar que Adorno
caracteres que habían sido canonizados en la tradición, ante todo el placer de lo be-
llo. Aun en el caso de la estética negativa adorniana, así como en el caso de la uto-
trad. Elena Neerman, Barcelona, Paidós, 1999 (vw. or. 1997), pp. 25-41
Danto es uno de los filósofos que más fortuna crítica ha tenido en el campo
de la teoría del arte y uno de sus libros de mayor repercusión ha sido, sin duda,
Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia. Publi-
cado en inglés en 1997, fue traducido al español sólo dos años después (La
transfiguración del lugar común, en cambio, tuvo que esperar veintiún años).
Entre los temas principales de Después del fin del arte se cuentan el museo
Casi al mismo tiempo. pero ignorando cada cual el pensamiento del otro, el histo-
riador alemán de arte Hans Belting y yo publicamos textos acerca del fin del arte.
Cada uno había arribado a la vívida sensación de que un cambio histórico impor-
tante había tenido lugar en las condiciones de producción de las artes visuales aun
cuando, aparentemente, los complejos institucionales del mundo del arte —gale-
historia de las imágenes piadosas en el Occidente cristiano, desde los tiempos ro-
lo de La imagen antes de la era del arte. Eso no significaba que esas imágenes no fue-
LA ESTÉTICA DE FIN DE SIGLO
ran arte en un sentido amplio, sino que su ser arte no figuraba en su producción,
cia general, por lo que esas imágenes —de hecho Íconos— jugaron un papel bas-
tante diferente en la vida de las personas del que las obras de arte vinieron a jugar
cuando el concepto de arte al fin emergió y algo así como consideraciones estéti-
cas comenzaron a gobernar nuestra relación con ellas. Ni siquiera eran considera-
das en el sentido elemental de haber sido producidas por artistas (seres humanos
que marcan superficies), sino que eran observadas como si su origen fuera milagro-
que haber producido una profunda discontinuidad en las prácticas artísticas, entre
el antes y el después del comienzo de la era del arte, dado que el concepto de ar-
cimiento el concepto de artista se volvió central hasta el punto de que Giorgio Va-
sari escribió un gran libro sobre la vida de los artistas. Antes tendría que haber sido
nos profunda que ésta, entre el arte producido en la era del arte y el arte producido
tras esa era. La era del arte no comenzó abruptamente en 1400, ni tampoco finali-
zó de golpe hacia la mitad de los años ochenta, cuando aparecieron los textos, el
ahora, diez años después. Pero ahora que Belting ha llegado a la idea de un arte
anterior al comienzo del arte, deberíamos pensar en el arte después del fin del arte,
como si estuviésemos emergiendo desde la era del arte a otra cosa, cuya exacta
367
Modernismo y autorreflexión
tercio del siglo XIX, en el mismo sentido que manierismo es el nombre de un perío-
do estilístico que comienza en el primer tercio del siglo XVI: el manierismo sigue a la
pintura renacentista y es sucedido por el barroco, éste a su vez por el rococó, que
ron tanto a partir de una reacción contra sus antecesores como en respuesta a todo
representación mimética se hubiera vuelto menos importante que otro tipo de refle-
nes que el posmodernismo intentaba cubrir, pero otra vez nos encontraríamos con
adapte a él. Pero eso es lo que caracteriza a las artes visuales desde el fin del mo-
dernismo, como un período que es definido por una suerte de unidad estilística, O
al menos un tipo de unidad estilística que puede ser elevada a criterio y usada co-
cuencia la posibilidad de una dirección narrativa, Por ello es que prefiero llamarlo
trad. Ángel y Aurora Mollá Román, Barcelona, Paidós, 2002. (v. or. 1981), pp. 6591
bre el arte.
En el primer capítulo del libro —“Obras de arte y meras cosas”—, Danto
afirma que mientras las obras de arte tienen un sentido que exige interpreta-
ción, las cosas no lo tienen. Frente a una obra hacemos siempre la pregunta
del campo del arte, es decir, de objetos que han sido transfigurados por el cam-
bio de contexto.
“¿qué es obra de arte?” y encuentra que ella pide ser interpretada, siendo la in-
La copia y la cita
cd
cuadrados rojos con que empezamos la discusión. Pero creo que la posibilidad fue
reconocida por primera vez, en relación con las obras literarias, por Borges, que tie-
Quijote”. En ella describe dos fragmentos de obras, una de las cuales es parte del
Don Quijote de Cervantes y la otra, igual a ésta en todos los aspectos gráficos —co-
Menard no descubrió que lo que él había escrito era lo que Cervantes había escrito
palabra por palabra. Su objetivo era recrear una obra que ya le era muy conocida.
Así que lo que produjo fue una obra propia: no era una copia, por lo tanto, ya que
cualquier tonto podría copiar la obra de Cervantes y el resultado sería justo ése,
una copia que sólo tendría el valor literario del original. Sólo requeriría las destre-
duplicación, como una fotocopiadora, y sin necesidad del menor don literario;
mientras que el acto de Menard sería un logro literario que se puede tildar de
L...] Tampoco es la de Menard una cita del original. Hay que señalar la diferencia
entre una copia y una cita: una copia, como vimos, simplemente reemplaza al origi-
nal y hereda su estructura y su relación con el mundo. Varias personas que reciban
posición con respecto a la información que aquélla transmite. Pero si una de ellas,
en una carta propia, citara la carta, lo que escribiría no sería la copia, ya que deno-
ma diferente y, por lo tanto, un significado diferente. Es una verdad general que las
citas no poseen las propiedades de aquello que citan: muestran algo que tiene esas
| Pomiecades pero no las tienen ellas mismas (p. 70).
puesto que esa literatura ya había sido demolida hacía mucho tiempo por Cervan-
tes; y aunque quizá Menard estaba haciendo una velada alusión a Salambó como
obra de ficción histórica, tal intención no le hubiera sido posible a Cervantes que,
fin— adolece de alguna afectación. No así el del precursor, que maneja con desen-
(isul) Quijote, hubiera tenido que inventar un personaje más del que la fantasía de
dades e intenciones literarias: estos hechos no son externos; sirven para caracteri-
ca, Es decir, las obras están en parte constituidas por su ubicación en la historia de
la literatura, así como por su relación con sus autores, pero esta evidencia es a me-
nudo relativizada por los críticos, que nos instan a prestar atención a la obra en sí,
den aislar dichos factores de la obra, ya que penetran, por así decirlo, en la esencia
versión “mejorada” que aparece en su libro de 1984, El círculo del arte. A esta
ríal existente: por la unión de dos piezas de material, por el corte de algún material,
por la afiliación de algún material y cosas por el estilo. Esto se hace, usualmente,
para que el material alterado pueda ser usado para hacer algo. Cuando los materia-
les están así alterados, uno tiene casos que claramente se ajustan a la definición
con vistas a un uso posterior”. Otros casos son menos claros. Supongamos que al-
guien levanta un pedazo de madera de deriva y sin alterarla, de ninguna manera,
al servicio en el acto. En estos casos, parece haber un sentido por el cual algo es
hecho. Sin embargo, ¿qué es lo que se ha hecho si la madera de deriva está inalte-
rada? En los claros casos en los que el material es alterado, se produce un objeto
complejo: el material original es, para los presentes propósitos, un simple objeto, y
su ser alterado produce un objeto complejo (el material alterado). En los dos casos
menos claros mencionados, también fueron hechos objetos complejos (la madera
no de los dos últimos casos, es sólo la madera de deriva el artefacto sino la made-
Un pedazo de madera de deriva puede ser usado de un modo similar dentro del
contexto del mundo del arte, es decir, recogido y exhibido de la misma manera
en que se exhibe una pintura o una escultura. Tal pieza de madera de deriva ha-
oría sido usada como un medio artístico y de ese modo se volvería parte de un
objeto complejo sería un artefacto de un sistema del mundo del arte. La Fuente de
Duchamp puede ser entendida en ¿a misma nea urinario (el objeto simple)
LA ESTÉTICA DE FIN DE SIGLO
371
está siendo usado como un medio artístico para hacer Fuente (el objeto comple-
jo), que es un artefacto dentro del mundo del arte: el artefacto de Duchamp (pp
8-9).
il
¿Qué es un público del mundo del arte? No es precisamente una suma de perso-
nas. Los miembros de un público del mundo del arte saben cómo cumplir un rol
rido al público de una obra de teatro es comprender que alguien está representado
un papel.
Los roles del artista y del público constituyen el marco mínimo para la creación del
arte y los dos roles en relación pueden ser llamados "el grupo de presentación”. El
rol del artista tiene dos aspectos centrales: uno general, característico de todo ar-
la habilidad para usar una gran variedad de técnicas artísticas que le permiten crear
una clase particular de arte, Asimismo, el papel del público tiene dos conceptos
que lo que se le presenta es arte y, otro, las habilidades y sensibilidades que le per-
En casi toda sociedad actual que tiene una institución del hacer artístico, además
de Jos papeles del artista y del público, existirá un número suplementario de pape-
les del mundo del arte tales como el de crítico, maestro de arte, director, curador,
conductor y muchos más. Sin embargo, el grupo de presentación, es decir, los roles
del artista y del público en relación constituyen "el marco esencial del hacer artísti-
trad. Antonio Gómez Ramos, Barcelona, Paigós, 1996 (v. or. 1977)
El tema del libro es la actualidad o justificación del arte, tanto o más que la
momentos de la historia, comenzado por aquellos en los que la obra estaba ple-
namente justificada, por ejemplo cuando era tomada como biblia pauperurn.
Luego presenta ideas estéticas de diferentes autores, entre los que se destacan
Platón, Aristóteles, Baumgarten y Kant. Critica la tesis de Hegel sobre el carác-
ter de pasado del arte antes de exponer sus propias ideas, en la segunda parte
del libro. Para Gadamer el arte lejos de ser “del pasado”, está totalmente vivo y
La definición de símbolo
07]
En el Banquete de Platón, se relata una historia bellísima que, según creo, da una in-
dicación todavía más profunda de la clase de significatividad que el arte tiene para
nosotros. Aristófanes narra una historia, todavía hoy fascinante, sobre la esencia
del amor. Cuenta que los hombres eran originalmente seres esféricos; pero habién-
dose comportado mal, los dioses los cortaron en dos. Ahora, cada una de estas
dos mitades, que habían formado parte de un ser vivo completo, va buscando su
complemento. Este es el olpfBoAov Tob áv9 prov, que cada hombre es, en cierto
esperanza de que haya algo que sea el fragmento complementario que nos reinte-
pen
tiempo lleno
|
L...] Los casos extremos del aburrimiento y el trajín enfocan el tiempo del mismo
modo: como algo “empleado”, “llenado” con nada o con alguna cosa. El tiempo se
experimenta entonces como algo que se tiene que “pasar” o que ha pasado. El
tiempo no se experimenta como tiempo. Por otro lado, existe otra experiencia del
tiempo del todo diferente, y que me parece ser profundamente afín tanto a la fies-
ta como al arte. Frente al tiempo vacío, que debe ser “llenado”, yo lo llamaría tiem-
po lleno, o también, tiempo propio. Todo el mundo sabe que, cuando hay fiesta,
ese momento, ese rato, están llenos de ella. Ello no sucede porque alguien tuviera
que llenar un tiempo vacío, sino a la inversa: al llenar el tiempo de la fiesta, el tiem-
celebración de la fiesta. Esto es lo que puede llamarse tiempo propio, y lo que to-
dos conocemos por nuestra propia experiencia vital. Formas fundamentales del
tiempo propio son la infancia, la juventud, la madurez, la vejez y la muerte (p. 104).
Así pues, toda obra de arte posee una suerte de tiempo propio que nos impone,
por así decirlo. Esto no sólo es válido para las artes transitorias como la música, la
L...] Quisiera resumir las consecuencias afectivas de esta breve reflexión: en la ex-
do. Cuanto más nos sumerjamos en ella, demorándonos, tanto más elocuente, rica
Bibliografía
FUENTES
Danto, Arthur. Después del fin del arte, Barcelona, Paidós, 1997.
An Analytic Approach (trad. Graciela de los Reyes), Nueva York, Oxford Uni-
- “¿El fin del arte? Desde la teoría de Hegel sobre el carácter de pasado del
dós, 1992.
. Creer que se cree (trad, Ángel y Aurora Mollá Román), Buenos Aires,
Paidós, 1996.
OBRAS DE REFERENCIA
1995.
Argan, Giulio Carlo. El arte moderno. Del Huminismo a los movimientos contem-
Argullol, Rafael. “El artista contemporáneo”, en Tres miradas sobre el arte, Madrid,
Bell, Daniel. Industria cultural y sociedad de masas, Caracas, Monte Ávila, 1969.
374 ESTÉTICA
Belting, Hans. The End of the History of Art, Chicago, University of Chicago Press,
1987.
Bozal, Valeriano (ed.). Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas Con-
Duve, Thierry de. Kant after Duchamp, Cambridge, Mass., MIT Press, 1996.
García Leal, José. “De las vanguardias a la teoría institucional del arte”, en La mo-
Genette, Gérard. La obra de arte l, Barcelona, Lumen, 1997; La obra de arte [I, Barce-
Guasch, Ana María. El arte del siglo XX en sus exposiciones 1945-1995, Barcelona,
Serbal, 1997.
Hobsbaum, Eric. A la zaga. Decadencia y fracaso de las vanguardias del siglo XX,
1992.
López Anaya, Jorge. Ritos de fin de siglo. Arte argentino y vanguardia internacio-
1999-
López Gil, Marta. Zonas filosóficas. Un libro de fragmentos, Buenos Aires, Biblos,
2000.
sa, 1996.
Marchán Fiz, Simón. Del arte objetual al arte de conceptos, Epílogo sobre la sensi-
Moles, Abraham. “Peut-il encore y avoir des oevres d'áre?”, revista Bit Internacio-
ba, 1998.
Oliveras, Elena. La levedad del límite, Buenos Aires, Fundación Pettorutl, 2000.
Thomas, Karin. Hasta hoy. Estilos de las artes plásticas en el siglo XX, Barcelona
Serbal, 1988. :
ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
grafía específica relacionada resulte también muy variada, tanto en los aspectos
tes textos: La estética del siglo XX de Mario Perniola, La obra de arte Il y Ide Gérard
Genette (especialmente el capítulo “El estado conceptual”), Ritos del fin de siglo
de Jorge López Anaya, Obsesiones filosóficas del fin de siglo de Marta López Gil y
Teoría del arte de José Jiménez. Asimismo, aconsejamos la lectura de dos textos ca-
nónicos de la segunda mitad del siglo XX: Del arte objetual al arte de conceptos de
Notas
sa María Ravera (ed.), Estética y crítica, Buenos Aires, Eudeba, 1998, p. 102.
5 Cf£f.E. Oliveras. La muerte del arte, Buenos Aires, Centro Editor de América La-
tina, 1973.
dirigido”.
A. Moles. “Peut-il encore y avoir des oeuvres d'art?”, revista Bit International,
N? 1, Zagreb, 1968.
sance,1968,p.14,
22 Ibid, p.t.
12 [bid.,p.13.
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
3l
33
ESTÉTICA
174-177.
de 1994.
sobre la tabla de Víctor Grippo” (en revista Conceptos, Buenos Aires, Universi-
dad Museo Social Argentino, vol. 78, N* 2, 2003), y M. Pacheco, “Víctor Grippo:
H. G. Gadamer. “¿El fin del arte? Desde la teoría de Hegel sobre el carácter de
las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas, t. 11, Madrid, Visor,
1996, p. 90.
A.C. Danto. Después del fin del arte, Barcelona, Paidós, 1999.
Cf. B. Lang (ed.). The Death of Art, Nueva York, Haven Publ., 1984.
H. Belting. Das Ende der Kunstgeschichte?, Munich, Deutscher Kunstverlag,
texto (Das Ende der Kunstgeschichte: Eine Revision nach zehn Jahre, Munich,
Verlag C.H. Beck, 1995). El escrito de 1983 fue traducido al inglés en 1987 (The
Greenberg: The Collected Essays and Criticism, vol. 4: Modernism with a Ven-
R. Lozza. Teoría estructural del color, Buenos Aires, edición del autor, 2004, P-
66.
Cf. N. Goodman. “Cuándo hay arte”, Maneras de hacer mundos, Madrid, Vi-
J.L. Borges. “Pierre Menard, autor del Quijote”, en Ficciones, Buenos Aires,
Emecé, p. 39.
Ibid., p. 44.
Ibid., p- 45.
35
36
37
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39
40
41
42
+4
44
45
46
47
48
49
so
54
LA ESTÉTICA DE FIN DESIGLO 377
J. Fernández Vega. “Una libertad sin esperanza” (entrevista con Arthur C. Dan-
Ibid.
A. Danto. “El arte ahora es más intelectual que sensual”, Madrid, El País, Su-
Ibid, P.74.
El tema del museo en la ficción literaria ha sido estudiado por María Cristina
de Teoría e Historia de las Artes, Buenos Aires, CATA, 2003, pp. 553-564.
M.J. Jacob, Michael Brenson y Eva M. Olson. Culture in Action, Seattle, Was-
253-56; Artand the Aesthetic, Uthaca, Nueva York, Cornell University Press,
1974.
ford, University Press, 1997, cap. VIII: “The Institutional Theory of Art”, pp.
tras, 2002,
Cf. Elena Oliveras. La levedad del límite, Buenos Aires, Fundación Pettoruti,
2000, pp.48-49.
fiesto un mismo interés por el ser del arte, por encontrar respuestas a la serie
cierra y que, por lo mismo, “da ocasión a mucho pensar” (Kant). Así, en nues-
tro recorrido por el campo de la Estética nos hemos encontrado con las más va-
riadas posiciones, con los más diversos puntos de vista desde los cuales se ha
tamente racionales. El arte, como vimos, sienta la verdad y la razón del senti-
se hace difícil seguir hablando de “enigma”. Pero el arte lo es en tanto zona se-
que decir, y al hacerlo marcan más aún su zona de pertenencia. ¿Será acaso que
dad del arte para mostrar esto y mucho más con la mayor lucidez? ¿Será por es-
to que el arte está cada vez más vivo? Su poder de seguir levantando polémica
es uno de los signos más elocuentes de su vitalidad, aunque para algunos sea
prosaico nivel, el arte parece tener cada vez más cosas que decir. Y Ja Estética
380 ESTÉTICA
contemporánea, cada vez más interrogantes sobre los que reflexionar, suman-
disciplina. ¿Acaso la Estética se esté convirtiendo otra vez, como lo fue en sus
sión del arte, sino también porque nos da la ilusión de que algún valor, algún
se ha dicho la última palabra, que cada uno de nosotros puede avanzar, aun
con pequeños pasos, para encontrar su “verdad”. Que el arte sigue siendo una
cuestión.
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
CAPÍTULO I
1,
CAPÍTULO II
2.
10.
11.
12.
13.
14.
60,2 de altura, 1913. O ADAGP, PalÍs, 2008 cocmcnconnnonianerinncnn moomerncn cancer arcano
can 66
. Porter, Liliana. The way (El camino), óleo y carboncillo sobre tela con
. Kosuth, Joseph. One and Three Chairs (Una y tres sillas), instalación,
. Fischli, Peter y Weiss, David. Raum unter der Treppe (Habitación bajo
la escalera), poliuretano pintado, 1993. Museo de Arte Moderno,
. Tornmmi, Enio. Formas continuas, acero inoxidable, 24,5 X 25,7 X 29, 1972.
TERA, IO ri cami 93
172,5X 278,5, ca. 1484. Galería de los Uffizi, FloredCia cococicinnnninnnninnionnnccinos 105
Géricault, Eugéne. La balsa de la Medusa, óleo sobre tela, 491 x716, 1819.
Museo del Louvre, ParÍS coccocenonoonennninarnnrnannnr oro crrrrarorna rosana nana raros 109
CaríTULO III
15. Sapia, Mariano. Avenida, óleo sobre tela, 120 X 200,199 4 oooocoocincancnncnncaracannna 139
16. Eguía, Fermín. Egosaurio, óleo y témpera sobre tela, 80 Xx 100, 2003 ..mcimoos 141
17. Frangella, Luis. S/t, tinta sobre papel, 20 x15, 1980. Foto: Andrés Fayó .... 144
CAPÍTULO IV
330 Xx 4.25, 1784. Museo del Louvre, PalÁS comino reee 183
21. Ingres, Dominique. La bañista de Valpingon, óleo sobre lienzo, 146 x 97,
22. Lecuona, Juan. Una Victoria de blanco, técnica mixta sobre tela (papel,
carboncillo y pintura acrílica), 105 X 133, 2004 coccooinmoneneninenonemen caen carin marnan
185
23. Médici, Eduardo. Restos, rastros, rostros, fotografía intervenida, 45X 34,
24. Kestelman, Leonardo. 5/£, acrílico sobre tela, 205 x 119; acrílico sobre
25. Friedrich, Kaspar. Monje en la orilla del mar, óleo sobre lienzo, 110 Xx 171,
CAPÍTULO V
27. Fidias. Atenea Partenos, copia romana en mármol, ca. 447-432 3.C.
29. Mantenga, Andrea. Cristo muerto, temple sobre lienzo, 68 x 81, ca. 1500.
30. Blake, William. The Ancientof Days (Los antepasados de los días),
aguafuerte, tinta, acuarela y OTO, 23,4 X 16,8, 1824 .0ocococioncnonaconiononronaranonirnararna
221
31. Naé, Luis Felipe. Nuestro Señor de cada día, técnica mixta sobre madera,
250 Xx 200 x 11,5, 1964. Colección particular. Foto: Oscar BalducCininancic... 227
CAPÍTULO VI
CarfruLo VI
35. Van Gogh, Vincent. Un par de zapatos, óleo sobre tela, 37,5 x 45, 1886.
CapíTuLO VHI
36. Warhol, Andy. Double Mona Lisa (Mona Lisa doble), serigrafía, tinta y
acrílico sobre tela, 72,4. X 94,3, 1963. O 2005 Andy Warhol Foundation
for the Visual Arts / Artists Rights Society (ARS), Nueva York coccacanarnoareneos 298
CapfTULO IX
38. Compagnucci, Andrés, Recuerdo de Mar del Plata, óleo sobre tela,
170 x 140,1996. Foto: Gustavo LOWIY comcocnioniennnnnncinrncnne enano canaria nne caca 334
39. Lozza, Raúl. Pintura N?142, óleo sobre madera, 83,3 X 100,3, 19438 cummmnaraonas 339
40. Warhol, Andy. Brillo Box (Caja Brillo), serigrafía sobre madera,
34X41X30, 1964. 0 2005 Andy Warhol Foundation for the Visual Arts /
ready-made, hierro galvanizado, 59 X 37, 1914. 0 ADAGP, París, 2005 ....... 353
345
Obras aportadas por los artistas: Agiero, Rodolfo; Ares, Marta, Bianchedi, Remo; Blanco, Ricardo;
Correas, No-
ra; Grupo Mondongo; Herrero, Alicia; Kestelman, Leonardo; Kosuth, Joseph; Lecuona, Juan; Matilde,
Ma-
Obras Archivo de la autora: Duchamp, Marcel; Lozza, Raúl; Warhol, Andy; Berni, Antonio.
Obras Archivo Planeta: Van Gogh, Vincent; Policleto; Leonardo da Vinci; Botticelli, Sandro; Géricault,
Eugéne;
David, Jacques-Louis; Ingres, Dominique; Fragonard, Jean-Honoré; Fricdrich, Kaspar; Fidias;
Francesca, Pie-
y 46,364,366.
103.
B
Balla, Giacomo: 187.
n. 46.
Ángel.
262.
238.
368-369.
224,236.
182, 183.
211, 257,269.
364, 370-371.
Esquilo: 132.
Fidias: 217-219.
n.28.
n.57,65-66,71,95-96,12s, 177-178,
198, 375-
346.
269.
250.
Heródoto: 2.17.
217, 229,245.
184, 333-
273,284 n.12,308.
279,321.
140-143,152,156,165,166 N.14-
K
Kafka, Franz: 288, 289.
30,206 n.59,209,210,240,265,268,
ÍNDICE DE NOMBRES
Komar, Vitaly: 341.
326, 337.
389
n.39-
n.53.
372,379-
Plauto: 226.
232.
Policleto: 81-82.
Praxeas: 213.
236, 283.
Protágoras: 28.
Quintiliano: 67.
226.
314.
344-
ÍNDICE DE NOMBRES
N.S.
325.
241,369.
391
Terensio: 226.
283.
268,296, 301.
367.
367.
wW
Xx
ÍNDICE TEMÁTICO
348.
de.
Apolíneo: 36, 240, 243-249, 255, 258-
259.
Arquetipo: 136-137.
276-277, 333»
Arte-arte: 333-336.
120,133, 215-216,233,240,243-
342, 360,368.
contemporáneo: 43,63,229,293,301,
368.
347-
efímero: 178, 308-309,342.
96,161,305.
364.
del.
Artes.
67,76,85,88,95-96,101,102,122,
259,338.
330,365, 366.
278,337.
205 N.23.
82,83,96,97,100-101,106,112,
113, 123.
Concepto formalista de: 63,180,185,
245-246.
99-100.
100,106-107,121,140,176,179,192.
316, 317.
Choque: Véase shock.
n.s-
226,250.
Fiesta.
estética.
369.
164.
y n.6, 214-215.
379-
355
agradable.
Desinterés: 176-178,191,198,199,200,
231.
170-171,174, 191-192.
299.
361-362.
223,233, 346.
y Ética: 65,83,169,172,196,199,
366.
372.
Conternplación: 36-37, 39, 43-40, 93,
297, 298,307.
96,98,138,145,180,191,24b,
342, 363.
315,347.
245,253, 317.
Auctoritas: 24-25,96,103.
291, 300,307.
306.
316.
279,310.
84-86,96-97,104,108,116-117, 119,
157-158.
Industria cultural: 285, 302, 303, 307-
Inframince: 357.
350, 360.
371.
Internet: 328.
368.
362,364.
K
Kitsch: 37,308,335, 336,363, 366.
latinoamericano.
335,365, 366.
Mímesis: 72-73.73-74,83,84-86,102,
339-340.
108, 118,140-141,163,164,166
365, 367.
Monstruoso: 14.0.
n.11, 367.
o
Objeto: 34,40, 41, 53,108,180,183,
138, 141,148,150,158,159,161,163, -
303-304, 358.
N.46,344,369-
342.
398 ESTÉTICA
349.
359-
156-157, 285.
Quadriviurn: 95.
194,196,255,286, 299.
Ready-made: 44,54,64,66,67,78,
199,224, 273,287, 298,342, 347, 3527
Real:74,77,116,177,250,306, 326,328,
330, 365.
Ss
293,318, 367.
346,350, 362.
364, 379-
274.
321,347.
331.
306,317,365.
278.
302, 359-
370-371.
259,261.
Triviuna: 95.
350,364-365, 366.
350,365,366.
Video:106, 349-350.
W