Realidad Ingenua
Realidad Ingenua
Realidad Ingenua
Hace pocos años que el mundo de la ciencia se ha abierto al gran campo de la sensorialidad. Este
nuevo campo constituye una disciplina transversal, no exclusiva de la ciencia, dedicada al estudio
y valoración de las funciones, normales y alteradas de los sentidos.
La primera consideración parte del hecho que todas las personas viven la vida desde su realidad
personal. Llamaremos a esta realidad la realidad ingenua. Existe otra realidad, la realidad
absoluta, responsable de generar infinidad de sucesos que pueden ser captados en forma de
multitud de estímulos. Esta realidad es inalcanzable para el hombre y para cualquier ser vivo de
nuestro planeta. Sólo una parte reducidísima de dicha realidad, sólo una ínfima parte de ella, llega
a nosotros. Y sólo una más ínfima parte de todo lo que llega a nuestros sentidos se convertirá en
estímulo captado, del cual un minúsculo fragmento se convertirá en emoción que será procesada
en forma de sentimiento.
La explicación a toda esa reducción del número de estímulos a los que podríamos tener acceso se
halla en los sentidos, entendidos a la vez como órganos sensores y como prolongaciones del
sistema nervioso central que se exteriorizan. Los sentidos son los encargados de captar los
estímulos. Pero no todos los estímulos, sólo los que están preparados para detectar. Los sentido
se convierten así en los filtros de la realidad, apareciendo esa segunda realidad que hemos
llamado ingenua.
Hablamos de realidad ingenua cuando creemos que aquello que vemos, oímos, tocamos, olemos o
gustamos, es la realidad absoluta. Pero sólo se trata de una interpretación sensorial de una parte
de la realidad. Los seres vivos estamos compuestos por conjunto de filtros que, a la vez que nos
separan de la realidad, nos unen a ella, como un puente que une dos márgenes y es al mismo
tiempo la más evidente división.
Primer nivel
Nuestro cerebro está constituido por cien mil billones de neuronas, cuya principal misión es
rechazar el 99 % de los estímulos de la información que recibimos. Sólo el 1 % de toda la
información que nos llega, que nos rodea en forma de estímulos, es almacenada, apareciendo así
el primer nivel de filtro de la realidad o de reducción de la realidad. Sólo el 1 % de la información
que nos llega es aceptada por nuestro cerebro.
Segundo nivel
Los únicos estímulos que puede captar el hombre son aquellos que activan sus sentidos. Y sólo
hay dos tipos de estímulos. En primer lugar, los derivados de ondas, ya sean electromagnéticas
(luz, color...) procesadas por el sentido de la vista, de presión (sonido, estímulos táctiles....)
procesadas por los sentidos del oído y del tacto, o térmicas (calor, frío) procesadas por la piel. Y
en segundo, las sustancias químicas, procesadas por los sentidos del olfato y del gusto
Fuera de estas vías de percepción cualquier otro tipo d'estimulo deja de existir; los sucesos
generados por la realidad que den a lugar a estímulos distintos a los indicados, a efectos de su
percepción, dejan de ser captados: son inexistentes. Por lo tanto, los sentidos son el segundo filtro
de la realidad, el segundo nivel de reducción de la realidad: sólo serán captados los estímulos para
los que los sentidos estén preparados (el olfato para los olores, el oído para los sonidos, la vista
para la luz, el tacto para las sensaciones táctiles...).
Tercer nivel
El tercer nivel de reducción de la realidad se halla en la franja de operatividad que cada sentido
tiene asignado para su función. La vista ve la luz y los colores, pero sólo algunos colores, no
todos. No puede ver los infrarrojos ni los ultravioletas. Ni tampoco todas las intensidades. El oído
capta los sonidos, pero no todos: no puede escuchar los ultrasonidos ni los infrasonidos. El olfato
capta los olores, pero no todos...
Cuarto nivel
El cuarto filtro de la realidad, o de reducción de la misma, recae en la capacidad que tienen los
sentidos de percibir sólo las variaciones de estímulos, para los cuales están preparados. Un
estímulo constante es codificado como nulo, inexistente. Si un sonido permanece constante en
intensidad y frecuencia deja de ser captado como tal: el oído lo ignora. Si una luz tiene la misma
intensidad y frecuencia la vista la ignora. Y lo mismo con el tacto.
Quinto nivel
Un nuevo filtro de la realidad que nos envuelve lo constituye la información que los sentidos
envían al cerebro, donde se procesa en forma de emociones (juego amplio de estímulos y
respuestas). Cada persona funciona de forma diferente a la hora de captar y procesar los
estímulos que son convertidos en emociones.
Sexto nivel
En un sexto nivel, la realidad queda filtrada al pasar las emociones a sentimientos. El cerebro
selecciona la entrada de la información que le llega, almacenándola parcialmente. Esto quiere
decir que no toda emoción da lugar a sentimientos. Por ejemplo, el lenguaje hablado es una
magnifica facultad que utilizamos para transmitir nuestros pensamientos de un cerebro a otro: es
el medio de comunicación principal para conectar conceptos con palabras, permitiéndonos
compartir pensamientos, sentimientos, conceptualizaciones de las emociones, y transmitir
conocimientos, costumbres y valores. Se acepta que las personas nos comunicamos con el
exterior por medio de la palabra.
No obstante, esta idea es incorrecta, ya que la comunicación por medio del lenguaje verbal sólo
aporta un 7 % de la información total. El 93 % restante es no verbal. En esa averbalidad se
incluyen el tono de voz (un 38 % de participación) y aspectos visuales como movimientos
oculares, expresiones faciales, movimientos corporales o posturas (con un 55 % de participación).
Complementan la comunicación el resto de sentidos: gusto, olfato y tacto. En otras palabras, las
emociones que quedan registradas en forma de sentimientos nacen de las diversas fuentes de
estímulos que se han mencionado, por lo que el lenguaje deja de ser el principal medio de
comunicación, y por tanto sucumbe como principal vía productora de emociones.
Séptimo nivel
Este nivel de filtrado de la realidad se ejerce en función de los canales de percepción que
predominan en el individuo. Cada personas tiene un sistema inconsciente de referencias que hace
que sean captados de forma principal estímulos visuales, auditivos, o cinestésico-táctiles (de las
sensaciones y el tacto). Esto hace que cada persona capte con mayor facilidad la información que
le llega por vía de su canal predominante: hay quien capta antes los estímulos visuales, o los
auditivos, o las sensaciones internas...
Podemos ilustrar el filtrado que se ejerce este nivel mediante una situación hipotética:
supongamos que tres personas van al museo del Prado a «contemplar» la Maja desnuda de Goya.
Si, tras su contemplación, se pregunta a cada una de ellas cómo definiría la experiencia, podría
suceder que una de ellas dijera: «es como un brochazo de colores», otra explicara que «es como
un vals de vida» y la tercera respondiera: «me da una sensación de suavidad y calor». Cada una
de ellas habría visto la misma pintura, pero se habría dejado subyugar por el canal más sensible
de su persona. En la primera predominaría el canal visual, en la segunda el auditivo y en la tercera
el cinestésico. De todos modos, hay que destacar que en la vida real no existe esa pureza de
percepción, sino una combinación de todos ellos, con el predominio de uno sobre los demás.
Octavo nivel
Otro filtro de la realidad radica en la actitud de la persona ante los estímulos, la cual se construye
desde sus capacidades perceptivas a partir de las experiencias que ha vivido. Dichas experiencias
son generadoras de unos filtros internos que llamaremos metaprogramas, responsables de las
creencias en las que se fundamentará la construcción de sus criterios. Estos criterios, a su vez,
conformarán los valores del individuo, aquéllos que cada persona dispone a modo de balizas para
marcar su camino, autoestimulándose a prestar más atención a las características del camino que
ha emprendido y de todo aquello que le mantiene en él.
Noveno nivel
Toda la información que queda retenida después de haber pasado por los filtros anteriores es
dirigida hacia un nuevo nivel de filtrado. La información que llega al cerebro se almacena en dos
áreas distintas: la consciente, que sólo recoge un 10 % de datos, y la inconsciente, que recoge el
90 % restante. Hay que recordar que, habitualmente, las personas trabajamos con el área
consciente, es decir, únicamente con el 10 % de la información recibida.
Décimo nivel
A todo lo anterior cabe añadir que el cerebro humano funciona sólo con un 10 % de sus
posibilidades, lo cual configura un décimo nivel de filtrado de la realidad.
Undécimo nivel
Este último nivel de filtrado de la realidad actúa a partir de tres grupos de factores: el de los
factores filogenéticos, que condicionan la evolución y adaptación de nuestra especie; el grupo de
los factores ontogénicos, que condicionan la sensorialidad desde la gestación y embarazo, por
medio de la carga genética de los progenitores y las incidencias del embarazo. Desde las primeras
semanas de gestación empiezan ya a activarse los sentidos del feto (éste ve, oye, huele, toca y
gusta), captando estímulos exteriores del entorno en el que se encuentra inmersa la madre, y los
estímulos vivenciales que ésta experimenta (emociones, sentimientos) por medio de variaciones
en el estado fisiológico materno. El tercer grupo, los factores sociogénicos, que aparecen de forma
masiva tras el nacimiento, en la etapa de niño a anciano, son aquéllos en los que inciden el sexo,
la edad, historial clínico, hábitos, mundo laboral, cultura y clima, entre otros.
Todo lo aquí expuesto convierte la realidad en una realidad ingenua, siempre que olvidamos los
procesos de filtrado que nuestros sentidos generan y padecen.