¿CÓMO EVALUAR CUANDO SE APRENDE EN CASA?

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DISTRITO
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¿CÓMO OBSERVAR Y CUIDAR LO SOCIOEMOCIONAL CUANDO SE APRENDE EN

CASA?

En la actualidad, ante la necesidad de que niños, niñas y adolescentes permanezcan en sus

hogares la mayor parte del tiempo debido a que realizan su proceso de aprendizaje en
casa, es importante que usted como padre, madre o cuidador observe el comportamiento
de ellos y esté atento a señales que puedan indicar alteración socioemocional generada
por la situación de confinamiento.

Las limitaciones en las actividades que normalmente venían desarrollando niños, niñas y
jóvenes antes de presentarse la emergencia sanitaria por causa del COVID-19, representan
sin duda un desafío para el bienestar psicológico, no solo de ellos sino también de todos
los miembros del hogar. El presente documento tiene la intención de aportar algunos
elementos para comprender los desafíos que genera esta situación a nivel socioemocional.

El Ministerio de Salud y Protección Social, prácticamente desde el inicio del confinamiento,

advirtió sobre la posibilidad de afectación emocional en los ciudadanos ante la situación
de emergencia sanitaria, con reacciones que incluyen temor a enfermarse o morir,
desesperanza, aburrimiento y soledad, entre otras. En efecto, estas reacciones han venido
evidenciándose no solo en niños, niñas y adolescentes, sino también en jóvenes y adultos,
y es muy importante estar atentos a estas reacciones porque, en algunos casos, pueden
llevar a una alteración importante de la salud mental.

La dimensión socioemocional abarca habilidades muy diversas. La Organización para la

Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el estudio que adelanta actualmente
en diferentes ciudades del mundo (incluidas Bogotá y Manizales), ha definido dentro de
estas habilidades la tolerancia, la empatía, la motivación al logro, el control emocional, la
sociabilidad, el autocontrol (referido a la habilidad de controlarse para culminar
exitosamente actividades académicas), la asertividad, la solución de problemas y la
resiliencia.

En este estudio, la OCDE define la tolerancia como la habilidad para mantenerse abierto a
diferentes puntos de vista, valorar la diversidad y apreciar a personas provenientes de
otras regiones, países o culturas; y el control emocional como la habilidad para poner en
marcha estrategias para regular las propias reacciones emocionales ante frustraciones o
circunstancias difíciles, lo cual resulta valioso en el propio desarrollo personal a la par que

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permite cultivar otras habilidades como la sociabilidad. Sin embargo, no se trata de negar
o evitar las emociones negativas, pues en determinados momentos es inevitable sentir
dolor o afectación emocional. Lo importante es desarrollar la habilidad de aceptación, la
cual implica ser consciente de que algunas situaciones no pueden ser modificadas, y que
preocuparse excesivamente por su solución no conlleva a algo productivo.

Las habilidades socioemocionales pueden facilitar el manejo apropiado de las tensiones

derivadas del confinamiento. La forma como un niño, niña o adolescente se conduce ante
esas tensiones varía de acuerdo con la manera en la que enfrenta la alteración de su rutina
diaria y las relaciones familiares, así como de sus condiciones de salud, las condiciones
socioeconómicas de su familia, las características del lugar de vivienda y el número de
personas con las que convive, entre muchas otras. Todos estos factores desempeñan un
papel protagónico. Por ejemplo, si el niño, niña o adolescente se encuentra en una familia
cuyas relaciones son afectuosas y cálidas, tiene mayores ventajas para afrontar
exitosamente las tensiones de un aislamiento, que si se encuentra en medio de una familia
con frecuentes episodios de crisis en su convivencia o de comunicación agresiva.

Las familias o cuidadores saben cómo era el comportamiento de los niños, niñas y
adolescentes antes de la contingencia generada por el COVID-19, y les es posible
determinar si este comportamiento ha cambiado actualmente o si, por el contrario, se ha
mantenido igual. Cualquier cambio identificado puede ser tomado como un signo de
alerta, así que es necesario indagar y establecer el motivo de este cambio. Cabe anotar
que, a diferencia de los adultos, los niños, niñas y adolescentes pueden manifestar la
depresión de formas que no necesariamente involucran el llanto, el silencio, el aislamiento
y la falta de motivación, sino, por ejemplo, un incremento en la actividad e irritabilidad.

Algunas preguntas para orientar la observación de lo socioemocional

A continuación, usted como madre, padre o cuidador encontrará algunas preguntas que
podría formularse respecto al comportamiento de su hijo o hija en casa, y que pueden
ayudarle en la identificación de algún cambio comportamental significativo:

§ ¿Qué expresiones o temores manifiesta el niño, niña o adolescente que no

manifestaba antes del confinamiento?

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§ ¿Qué niveles de enojo y agresividad muestra actualmente el niño, niña o adolescente

ante las situaciones familiares o escolares, que no presentaba antes del surgimiento
de la pandemia?
§ ¿Cómo está su ánimo?: ¿se ve triste, irritable, o quiere estar en constante actividad?
¿qué cambios observa en estos niveles de actividad? (¿son mayores o menores a los
observados antes del confinamiento?)
§ ¿Qué dolores en el cuerpo expresa?: ¿se queja en exceso de dolores de cabeza, de
estómago, y otras molestias que no tienen explicación física?
§ ¿Qué nivel de interés muestra en el colegio y en los deberes escolares? ¿Qué cambios
significativos se pueden identificar respecto a las actividades académicas?
§ ¿Cómo han cambiado los hábitos de sueño o los hábitos alimenticios?
§ ¿Qué cambios ha habido en el comportamiento del niño, niña o adolescente durante
los momentos de socialización, por ejemplo, ha disminuido el tiempo que dedica a
jugar, a conversar con hermanos, compañeros o amigos, o mientras lo hace
manifiesta sentimientos de tristeza o frustración?

Las respuestas a los anteriores interrogantes pueden revelar una alerta y, en tal caso,
exigirán una observación más detallada para identificar cómo los estudiantes están siendo
afectados por la actual situación generada por el COVID-19 y cómo esto afecta su proceso
de aprendizaje. Usted, usando su criterio, puede determinar el nivel de impacto en la vida
de su hijo o hija, y decidir si es necesario buscar ayuda externa (con el orientador del
colegio o algún profesional de la salud, como un psicólogo o un médico). En caso de que
no considere necesaria esa intervención, puede plantear la realización de algunas
actividades e incorporar algunas rutinas que le permitan al niño, niña o adolescente
afrontar la situación con el apoyo de la familia.

Es importante destacar que los niños, niñas y adolescentes necesitan estructura en su

ambiente, es decir, necesitan percibir que su día se desarrolla con una programación
establecida, con una hora fija para levantarse, bañarse, tomar sus alimentos, desarrollar
sus actividades académicas, jugar, etc. Esto facilita la perseverancia en el cumplimiento de
sus deberes y desarrolla su autonomía.

Si realizan sus actividades diarias de forma desordenada, es decir, sin una programación y
permanecen, por ejemplo, todo el día en pijama, es más fácil que sientan el impacto de los
cambios generados por la contingencia actual y que se les dificulte más asumir esos

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cambios. Es importante tener en cuenta que los horarios y rutinas, así como el que haya
flexibilidad en ellos, dependen en cierta medida de la edad de su hijo o hija, y de sus
características personales.

Las emociones de madres, padres y cuidadores

Tenga en cuenta que, así como se les concede particular importancia a las habilidades
socioemocionales de los niños, niñas y adolescentes, se les debe dar importancia a las
habilidades socioemocionales de madres, padres y cuidadores. Los adultos son los
referentes de los niños, niñas y adolescentes, así que, si las madres, padres o cuidadores
frecuentemente manifiestan temores, se irritan, se deprimen ante la situación y, por
ejemplo, otorgan credibilidad a noticias falsas, los hijos e hijas fácilmente van a imitar este
comportamiento y se mostrarán también tristes, irritables o tensos.

Por ese motivo, también es necesario que usted como adulto reflexione sobre sus propias
reacciones, determine cuáles de ellas afectan negativamente la relación con los demás
miembros de la familia y trate de no repetirlas. Esto puede ser más fácil si escucha las
recomendaciones de expertos en el tema. Puede aprovechar las conferencias, notas cortas
y otras orientaciones de los expertos (docentes, psicólogos, médicos, etc.) a través de
recursos como los canales de atención gratuita, como el que brinda la Universidad
Nacional de Colombia a través del Servicio de Atención Psicológica, en la siguiente
ubicación: http://www.humanas.unal.edu.co/2017/extension/servicio-de-atencion-
psicologica/nuevas-modalidades-de-atencion. También puede comunicarse con la línea
106 de la Secretaría Distrital de Salud para buscar ayuda cuando se enfrenta a situaciones
de difícil manejo con usted mismo o con su hijo o hija, o cuando percibe señales de alerta
que requieren orientación inmediata.

Vuelva a las preguntas que se plantearon en la página anterior como guía para observar lo
socioemocional en su hijo o hija y formúleselas a usted mismo; varias de ellas le pueden
servir de guía para evaluar en usted el impacto que la actual situación puede haber tenido
en su estado de ánimo o en la forma como afronta las diferentes circunstancias que se
presentan. Al igual que los niños, niñas y adolescentes, usted también experimenta
emociones y si ha identificado cambios importantes en sus hábitos de alimentación, sueño
o en la forma como se comunica y afronta las dificultades, también puede buscar ayuda.
El Ministerio de Salud y Protección Social, a través de su página web, recomienda pedir

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apoyo emocional si se requiere, ya sea a la EPS, a la Secretaría de Salud de la ciudad, o a

líderes sociales o espirituales.

Importancia del juego y la socialización

El juego y la socialización constituyen un medio natural para que los niños, las niñas y los
adolescentes expresen inquietudes y sentimientos. Gracias a la espontaneidad y
expresividad que facilita el juego, es posible asomarse por este medio al mundo emocional
con el fin de intentar comprender qué sienten ellos. Por esto, es necesario garantizar
tiempos diarios definidos para jugar y socializar.

Habitualmente no se requieren elementos sofisticados para que los niños, niñas y

adolescentes puedan desplegar su creatividad y espíritu lúdico, pues ellos pueden
convertir cualquier cosa simple en elaborados artefactos haciendo uso de su imaginación
o de diferentes elementos que están presentes en su cotidianidad. Si ellos dedican la
mayor parte del tiempo a la realización de deberes académicos o domésticos y no tienen
tiempo suficiente para el juego y la socialización, se pierde un importante medio que
puede atenuar las situaciones que les generan tensión en medio de la contingencia.

Es algo así como cuando el adulto tiene una preocupación y consigue alivio al hablar con
otra persona. En el caso de niños, niñas y adolescentes, a quienes no siempre les es fácil
expresar clara y sistemáticamente lo que sienten, jugar y socializar con otros (amigos,
familia, compañeros del colegio) puede constituirse en ese medio. El juego le facilita al
niño, niña o adolescente la toma de conciencia de cómo se siente respecto a determinada
situación, especialmente cuando otra persona que observa o participa en el juego le ayuda
por medio de comentarios a tomar conciencia de ello.

El psicólogo Daniel Goleman destaca el valor de ser consciente de los propios sentimientos,
lo cual considera un aspecto fundamental para poder favorecer otras emociones que
permitan un mayor bienestar. Por tal motivo, conviene observar, incentivar y acompañar
estos espacios.

En el caso de los niños y niñas entre los 3 y los 10 años, una herramienta que algunos
terapeutas infantiles utilizan es la narración de historias. Pedirle al niño o niña que cuente
una historia puede permitir asomarse a sus temores y preocupaciones, conocer qué
asuntos le inquietan y, en consecuencia, poder tranquilizarlo u orientarlo. Si el niño o niña

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no muestra disposición para estructurar o contar una historia de su propia inventiva, la

familia o cuidador puede hacerlo, inventando y narrando alguna, que deje una enseñanza
y le permita vislumbrar estrategias para afrontar su situación.

Para ello, previamente familias o cuidadores deben estructurar la historia que van a narrar,
con base en la situación que han detectado en el niño o niña. La historia debe permitirle
al niño o niña observar cómo el protagonista se enfrenta a una circunstancia similar a la
suya y logra resolverla satisfactoriamente. A continuación, se presenta un ejemplo de una
historia elaborada para facilitarle a un niño la comprensión de que la situación actual no
será permanente:

Había una vez un pequeño oso llamado Uzzi. Lo que más le gustaba a Uzzi era
jugar en el pasto con otros osos, pero sucedió que empezó una de las temporadas
más frías de la historia, y Uzzi se vio obligado a encerrarse con su familia en una
cueva mientras pasaba el peor invierno que se hubiera visto en aquel lugar. Al
comienzo estaba asustado, pensó que ese invierno duraría para siempre, pero se
tranquilizó cuando vio que sus padres estaban calmados y hasta contentos de
poder compartir en casa. A veces alguno de ellos se preocupaba por el duro
invierno, pero todos sabían que en algún momento iba a pasar y que todos
podrían salir de nuevo. Una noche, luego de comer, se quedaron profundamente
dormidos y, sin que se dieran cuenta, llegó la época de verano. Fue, de hecho, el
canto de los pájaros el que los hizo despertar. Uzzi pudo volver a salir a jugar con
sus amigos, a quienes no veía desde mucho tiempo atrás. Sus amigos osos habían
crecido y él también. Se rieron por eso y vieron que, a pesar de las circunstancias,
era divertido haber dejado de verse por varios meses.

El anterior es solo un ejemplo. Las familias o cuidadores pueden crear historias que se
adapten muy bien a la edad de sus hijos o hijas, y a sus preferencias.

En el caso de los niños y niñas que se acercan a la etapa de la pubertad, que se encuentran
en ella o que ya son adolescentes, se destaca el papel de los juegos que impliquen manejo
de reglas o normas. Algunos de estos juegos exigen la ideación de estrategias (ajedrez,
monopolio, etc.), y allí, más que la expresión espontánea de emociones, es posible
visibilizar la forma como ellos actúan cuando se enfrentan a las situaciones de
competencia, y permiten observar cómo toleran una frustración (al ir perdiendo el juego,

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por ejemplo), su habilidad para desligarse emocionalmente de la situación (es decir, no

“engancharse” emocionalmente y darse cuenta de que es solo un juego) y cómo se
comportan ante las normas que se establecen. Esto es tan importante que incluso muchos
terapeutas de niños y adolescentes utilizan este tipo de juegos para observar al menor y
obtener pistas sobre cómo ir trabajando con él.

Todas las expresiones que se pueden observar en el juego arrojan información valiosa
sobre las habilidades socioemocionales del niño, niña o adolescente y, para el propósito
que interesa en este momento, permiten determinar si hay cambios importantes en dichos
comportamientos antes de la situación de confinamiento y durante esta, lo cual da luces
sobre el impacto del aislamiento preventivo en el menor y de la necesidad de implementar
medidas de apoyo para ayudarle a superar estos inconvenientes.

De igual manera, con niños, niñas y adolescentes conviene promover en casa la práctica
de actividades artísticas tales como: escuchar música, aprender o afianzar la interpretación
de algún instrumento musical, practicar danza, dibujar y hacer ejercicios físicos, entre
otras, y aprovechar estas actividades para observar su comportamiento e identificar
cambios o signos de alarma. Tenga en cuenta que las tecnologías ofrecen muchas
posibilidades para aprender o practicar de manera sencilla y amena estas y otras
actividades recreativas, artísticas y deportivas, a través de tutoriales y videos.

Es importante aclarar que en todas las edades es fundamental garantizar la realización de

actividad física, ya sea por medio del baile o de juegos que impliquen desplazamientos al
interior de la vivienda. Resultan de utilidad algunas ofertas de IDARTES, como la línea
Converge del Programa Crea, que es para la formación y creación artística de personas
mayores de 6 años (disponible en http://crea.gov.co/talleres/) o el programa Nidos para
menores de 6 años (disponible en https://nidos.gov.co/).

La Unesco ha publicado algunas actividades que puede realizar con su hijo o hija y con los
demás miembros de la familia, para facilitar la convivencia y el manejo de las tensiones.
Esas actividades puede encontrarlas en el siguiente sitio web:

https://es.unesco.org/news/actividades-familia-educacion-salud-y-bienestar-tiempos-
covid-19.

Por otra parte, dada la importancia de la figura de grupo y de las relaciones sociales en

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estudiantes en la pubertad o en la adolescencia, conviene facilitarles el uso de la tecnología

para mantener comunicación con sus amigos con cierta privacidad.

Autocontrol ante las actividades académicas

Al inicio de esta cartilla se mencionaron algunas habilidades socioemocionales y se indicó

que una de ellas era el autocontrol, el cual se refiere a la habilidad de niños, niñas y
adolescentes para evitar distracciones y enfocar la atención sobre la tarea actual con el fin
de culminarla exitosamente. Usted como padre, madre o cuidador puede asumir que su
hijo o hija debe tener la suficiente “fuerza de voluntad” para sentarse a hacer sus deberes
y terminarlos apropiadamente. Sin embargo, el autocontrol no es solo fuerza de voluntad,
también implica llevar a cabo modificaciones en el sitio donde se estudia para facilitar la
concentración. Así, usted también puede ayudar a su hijo o hija a tener ese autocontrol si
le facilita un lugar dentro del hogar que sea apropiado para estudiar.

Es un hecho que el nivel de concentración que se alcanza en una actividad académica

depende de factores ambientales. Si el niño, niña o adolescente está en un ambiente
ruidoso o donde hay demasiados estímulos visuales que puedan capturar su atención, es
menos probable que pueda culminar con éxito sus actividades académicas.

Es importante tener en cuenta, para el caso de adolescentes, que algunos han logrado
identificar sus estilos de aprender y logran concentrarse y realizar actividades académicas,
por ejemplo, mientras escuchan música. En estos casos, es importante analizar el
desempeño del estudiante y llegar a acuerdos que no generen conflictos en casa y que
garanticen un adecuado funcionamiento escolar y familiar.

Por lo anterior, no espere que el niño, niña o adolescente por sí mismo se concentre y
mantenga la atención mientras estudia; facilítele esa actividad ubicándolo o sugiriéndole
que se ubique (según su edad), en un lugar de la casa en el que no tenga estímulos del
ambiente que lo puedan distraer (un radio o un televisor encendidos, celulares, alguien
cerca con una conversación que distrae, un hermano que al lado está jugando, etc., la lista
puede ser interminable).

De igual manera, en la medida de lo posible, el lugar en que estudia debe ser exclusivo
para esa actividad, es decir, debe habituarse a que en ese lugar solamente estudiará y no
llevará a cabo actividades diferentes. A esto le llaman, algunos psicólogos, “fortalecimiento

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de la sugerencia”, y funciona dado que el niño, niña o joven se habitúa a estudiar en ese
lugar y se facilita su concentración porque el mismo sitio le “sugiere” estudiar. Sin
embargo, si ello no es posible y debe estudiar por ejemplo en el comedor, prepare ese
lugar para la jornada de estudio, alejando de allí cualquier cosa que lo pueda distraer.

El autocontrol para la actividad de estudio también se favorece con la definición de

horarios, los cuales es preferible que se cumplan cuidadosamente para promover la
consolidación de los hábitos de estudio en su hijo o hija. Es recomendable que se
propongan periodos de estudio que no sean largos, seguidos de descansos, para luego
volver a la actividad académica.

Cuando se definen horarios también se deben tener en cuenta las actividades de

esparcimiento y, preferiblemente, se deben incluir espacios de integración familiar.

Noticieros y redes sociales

Al ver la televisión, si se trata de noticieros o documentales que brindan información sobre

el COVID-19, es deseable que usted esté con su hijo o hija para explicarle o despejarle
dudas que pudieran surgir o para conversar y exponer puntos de vista, según la edad. Si
una de las actividades de esparcimiento del niño, niña o adolescente va a ser navegar por
redes sociales o por diferentes sitios web, es necesario que usted le indique que algunas
de las noticias que aparecen en esos medios no son ciertas. Con ello fomentará un sentido
crítico ante la información que se encuentra en Internet, y evitará que el niño, niña o
adolescente se preocupe por noticias falsas.

Como complemento, se debe recordar que la situación actual es transitoria, que solo
implica unos meses de medidas especiales, pero que luego se volverá a la normalidad,
pues el niño, niña o adolescente fácilmente tiende a caer en desesperanza al asumir que
se trata de una situación permanente.

Las tensiones que puede generar la evaluación en casa

Tal vez usted ha podido ver a su hijo preocupado ante alguna evaluación o trabajo que
debe presentar a un profesor, ya sea por medio de una guía en físico o actividad virtual. El
hecho de sentir que va a ser evaluado y que de allí se obtendrá una valoración, suele
generar tensión en la mayoría de los estudiantes. Es aquí donde una de las habilidades de

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las que se habló al comienzo de la guía resulta de gran importancia: la resistencia al estrés,
la cual es definida como la capacidad para controlar la ansiedad y resolver problemas
calmadamente, es decir, la capacidad para manejarse en forma relajada ante situaciones
que pueden generar tensión.

Usted conoce la manera como su hijo o hija reacciona cuando están bajo presión por los
trabajos académicos. Tal vez se comporta de manera organizada, estableciendo
prioridades para llevar a cabo todas las tareas satisfactoriamente, o quizás empieza a
perder el control, llora, interrumpe la actividad, o se torna irritable. De esas diferentes
formas la primera es, desde luego, la más apropiada, y la consigue el estudiante cuando,
pese a la presión por tener que entregar una serie de trabajos en un tiempo determinado,
logra mantener la calma y organizarse.

Usted puede ayudar a su hijo o hija orientándolo para que establezca prioridades en su
trabajo. Esto no necesariamente quiere decir que identifique trabajos más importantes
que otros, sino que establezca cuál puede abordar primero y qué necesita para
desarrollarlo. Empezar con las actividades más difíciles y demandantes y dejar para el final
las actividades más sencillas suele ser un procedimiento efectivo para modular el estrés,
pues las últimas actividades actuarán como una forma para relajarse frente a la tensión
surgida ante actividades difíciles.

De igual manera, es necesario que le enseñe a su hijo o hija a organizarse cuando debe
llevar a cabo una actividad compleja. Así, si se trata de una actividad que tiene varios pasos
y para la cual necesita diferentes implementos, ayúdelo a identificar cuáles son esos
implementos que necesita para que disponga de ellos antes de iniciar y no esté después
interrumpiendo la actividad para ir a buscar algo que le hizo falta.

De igual manera, oriéntelo para identificar cuáles son los pasos o las fases de esa actividad,
cómo puede empezar y después de ello qué seguiría. El hecho de identificar una
organización que puede ser seguida en el desarrollo de la actividad le hará percibir a su
hijo o hija que se trata de una tarea abordable y que no es un imposible que supera sus
capacidades.

Conviene que las tensiones que se van acumulando a medida que avanza en la actividad
puedan ser manejadas mediante la inclusión de breves periodos de descanso, que le
permitan al estudiante relajarse un poco y cambiar su foco de atención por 15 o 20

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minutos, para luego retomar. La falta de estas pausas puede hacer que la tensión que se
va acumulando llegue a un punto en el que sea difícil de manejar por parte del niño, niña
o adolescente.

Estrategias de solución de problemas

Por otra parte, es importante que niños, niñas y adolescentes se acostumbren a generar
alternativas de solución ante las dificultades que surjan en las actividades. Para lograr que
esto se haga de forma natural durante las actividades académicas, el niño, la niña o el
adolescente deben haberse acostumbrado a ello con la orientación que usted les brinde.
Cualquier situación que se presente en casa o en la familia puede ser aprovechada para
eso. Suponga que alguno de los miembros de la familia se ha quedado sin trabajo. Esta
situación puede ser el punto de partida para hacer una reunión familiar en la que los
diferentes integrantes de la familia puedan generar alternativas de solución, de modo que
el niño, la niña o el adolescente puedan ver que en lugar de buscar culpables ante tan difícil
situación o en vez de sucumbir ante las emociones que surgen ante ello, lo que se hace es
buscar alternativas por medio de lo que los expertos llaman “lluvia de ideas”.

En esta técnica todos los miembros de la familia pueden lanzar ideas, sin importar lo
disparatadas que puedan parecer. Esas ideas se van escribiendo y, después en la misma
reunión, se van analizando los aspectos positivos y negativos de cada alternativa, hasta
llegar a algunas posibles soluciones o rutas por seguir. El niño, niña o adolescente que
participa en este tipo de estrategias podrá aplicarlas fácilmente cuando se enfrente a algún
problema en la realización de sus actividades escolares. Ante ello, no sucumbirá por la
reacción emocional, sino que buscará soluciones por medio de generar en un comienzo
diferentes ideas para analizar su conveniencia.

Cómo enseñar ejercicios de relajación a los niños, niñas y adolescentes

Si ha podido determinar que su hija o hija tiene dificultad para manejar las tensiones que
le provocan las evaluaciones cuando se Aprende en Casa, esta sección puede serle de
utilidad.

Tal vez todos hemos visto en televisión a personas haciendo ejercicios de relajación en los
que se sientan cómodamente, cierran los ojos y relajan su cuerpo, o tal vez lo hemos hecho
en alguna actividad en la que hemos participado. Esta estrategia puede ser muy útil para

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realizarla con niños, niñas y adolescentes.

El ya mencionado psicólogo Lawrence Shapiro, en su libro “La inteligencia emocional de

los niños”, aconseja que se le pida al niño, niña o adolescente sentarse cómodamente,
cerrar los ojos e ir haciendo un recorrido mental por su cuerpo, de modo que vaya
relajando cada una de sus partes en forma ordenada, mientras respira lenta y
profundamente. Puede empezar, por ejemplo, por los pies, e ir subiendo. Después de ello,
se le pide imaginar que se encuentra en un lugar muy agradable, puede ser su parque
favorito, o el lugar donde estuvo en el último paseo que hizo en familia. Con la práctica, el
niño, la niña o el adolescente podrá evocar fácilmente las sensaciones de relajación y
generar la calma cuando perciben que se están tensionando por alguna actividad
académica o por otro incidente que ha perturbado su ánimo.

Tanto la relajación como la imaginación de un lugar o situación agradable le permiten al

niño, niña o adolescente alejar de su mente los pensamientos de preocupación o enfado
que pueden estar produciendo a raíz de las tensiones generadas por el confinamiento y
por el cambio en la modalidad de realización de las actividades académicas. El psicólogo
Daniel Goleman ha enfatizado en diferentes publicaciones el valor de esta distracción
consciente para apartarse de la influencia de las secuencias de pensamientos que pueden
mantener la perturbación en el estado de ánimo. Por ese motivo, la preparación que usted
pueda facilitarle a su hijo o hija en torno a la relajación y a la imaginación constituirá una
herramienta que el niño, niña o adolescente podrá aplicar posteriormente por cuenta
propia cuando encuentre la necesidad de inducir en sí mismo emociones que promuevan
su bienestar.

Referencias

Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

OCDE (s.f.). Habilidades sociales y emocionales: Bienestar, conectividad y éxito. París:

autor.

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Shapiro, L. (2001). La inteligencia emocional de los niños. Madrid: Suma de letras.

Sabemos que el contenido de esta cartilla brinda algunos aportes para enriquecer
la multiplicidad de ideas y métodos que ustedes pueden crear; esperamos que sea
de ayuda.

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