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Documentos MIR (1965-1974)

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1

Movimiento de Izquierda Revolucionaria

LECCIONES DE HISTORIA
Documentos del MIR
1965-1974

2
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Libro 229

3
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Colección
SOCIALISMO y LIBERTAD
Libro 1 LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Víctor Serge - Karl Liebknecht - Rosa Luxemburgo
Libro 2 DIALÉCTICA DE LO CONCRETO
Karel Kosik
Libro 3 LAS IZQUIERDAS EN EL PROCESO POLÍTICO ARGENTINO
Silvio Frondizi
Libro 4 INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Antonio Gramsci
Libro 5 MAO Tse-tung
José Aricó
Libro 6 VENCEREMOS
Ernesto Guevara
Libro 7 DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO - DIALÉCTICA DE LO IDEAL
Edwald Ilienkov
Libro 8 LA DIALÉCTICA COMO ARMA, MÉTODO, CONCEPCIÓN y ARTE
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 9 GUEVARISMO: UN MARXISMO BOLIVARIANO
Néstor Kohan
Libro 10 AMÉRICA NUESTRA. AMÉRICA MADRE
Julio Antonio Mella
Libro 11 FLN. Dos meses con los patriotas de Vietnam del sur
Madeleine Riffaud
Libro 12 MARX y ENGELS. Nueve conferencias en la Academia Socialista
David Riazánov
Libro 13 ANARQUISMO y COMUNISMO
Evgueni Preobrazhenski
Libro 14 REFORMA o REVOLUCIÓN - LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA
Rosa Luxemburgo
Libro 15 ÉTICA y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 16 EDUCACIÓN y LUCHA DE CLASES
Aníbal Ponce
Libro 17 LA MONTAÑA ES ALGO MÁS QUE UNA INMENSA ESTEPA VERDE
Omar Cabezas
Libro 18 LA REVOLUCIÓN EN FRANCIA. Breve historia del movimiento obrero en Francia
1789-1848. Selección de textos de Alberto J. Plá
Libro 19 MARX y ENGELS
Karl Marx y Friedrich Engels. Selección de textos
Libro 20 CLASES y PUEBLOS. Sobre el sujeto revolucionario
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 21 LA FILOSOFÍA BURGUESA POSTCLÁSICA
Rubén Zardoya
Libro 22 DIALÉCTICA Y CONCIENCIA DE CLASE
György Lukács
Libro 23 EL MATERIALISMO HISTÓRICO ALEMÁN
Franz Mehring
Libro 24 DIALÉCTICA PARA LA INDEPENDENCIA
Ruy Mauro Marini
4
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Libro 25 MUJERES EN REVOLUCIÓN


Clara Zetkin
Libro 26 EL SOCIALISMO COMO EJERCICIO DE LA LIBERTAD
Agustín Cueva - Daniel Bensaïd. Selección de textos
Libro 27 LA DIALÉCTICA COMO FORMA DE PENSAMIENTO - DE ÍDOLOS E IDEALES
Edwald Ilienkov. Selección de textos
Libro 28 FETICHISMO y ALIENACIÓN - ENSAYOS SOBRE LA TEORÍA MARXISTA EL VALOR
Isaak Illich Rubin
Libro 29 DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN. El hombre y la Democracia
György Lukács
Libro 30 PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO
Paulo Freire
Libro 31 HISTORIA, TRADICIÓN Y CONSCIENCIA DE CLASE
Edward P. Thompson. Selección de textos
Libro 32 LENIN, LA REVOLUCIÓN Y AMÉRICA LATINA
Rodney Arismendi
Libro 33 MEMORIAS DE UN BOLCHEVIQUE
Osip Piatninsky
Libro 34 VLADIMIR ILICH Y LA EDUCACIÓN
Nadeshda Krupskaya
Libro 35 LA SOLIDARIDAD DE LOS OPRIMIDOS
Julius Fucik - Bertolt Brecht - Walter Benjamin. Selección de textos
Libro 36 UN GRANO DE MAÍZ
Tomás Borge y Fidel Castro
Libro 37 FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
Adolfo Sánchez Vázquez
Libro 38 ECONOMÍA DE LA SOCIEDAD COLONIAL
Sergio Bagú
Libro 39 CAPITALISMO Y SUBDESARROLLO EN AMÉRICA LATINA
André Gunder Frank
Libro 40 MÉXICO INSURGENTE
John Reed
Libro 41 DIEZ DÍAS QUE CONMOVIERON AL MUNDO
John Reed
Libro 42 EL MATERIALISMO HISTÓRICO
Georgi Plekhanov
Libro 43 MI GUERRA DE ESPAÑA
Mika Etchebéherè
Libro 44 NACIONES Y NACIONALISMOS
Eric Hobsbawm
Libro 45 MARX DESCONOCIDO
Nicolás Gonzáles Varela - Karl Korsch
Libro 46 MARX Y LA MODERNIDAD
Enrique Dussel
Libro 47 LÓGICA DIALÉCTICA
Edwald Ilienkov
Libro 48 LOS INTELECTUALES Y LA ORGANIZACIÓN DE LA CULTURA
Antonio Gramsci
Libro 49 KARL MARX. LEÓN TROTSKY, Y EL GUEVARISMO ARGENTINO
Trotsky - Mariátegui - Masetti - Santucho y otros. Selección de Textos
Libro 50 LA REALIDAD ARGENTINA - El Sistema Capitalista
Silvio Frondizi
5
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Libro 51 LA REALIDAD ARGENTINA - La Revolución Socialista


Silvio Frondizi
Libro 52 POPULISMO Y DEPENDENCIA - De Yrigoyen a Perón
Milcíades Peña
Libro 53 MARXISMO Y POLÍTICA
Carlos Nélson Coutinho
Libro 54 VISIÓN DE LOS VENCIDOS
Miguel León-Portilla
Libro 55 LOS ORÍGENES DE LA RELIGIÓN
Lucien Henry
Libro 56 MARX Y LA POLÍTICA
Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 57 LA UNIÓN OBRERA
Flora Tristán
Libro 58 CAPITALISMO, MONOPOLIOS Y DEPENDENCIA
Ismael Viñas
Libro 59 LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO
Julio Godio
Libro 60 HISTORIA SOCIAL DE NUESTRA AMÉRICA
Luis Vitale
Libro 61 LA INTERNACIONAL. Breve Historia de la Organización Obrera en Argentina
Selección de Textos
Libro 62 IMPERIALISMO Y LUCHA ARMADA
Marighella, Marulanda y la Escuela de las Américas
Libro 63 LA VIDA DE MIGUEL ENRÍQUEZ
Pedro Naranjo Sandoval
Libro 64 CLASISMO Y POPULISMO
Michael Löwy - Agustín Tosco y otros. Selección de textos
Libro 65 DIALÉCTICA DE LA LIBERTAD
Herbert Marcuse
Libro 66 EPISTEMOLOGÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Theodor W. Adorno
Libro 67 EL AÑO 1 DE LA REVOLUCIÓN RUSA
Víctor Serge
Libro 68 SOCIALISMO PARA ARMAR
Löwy -Thompson - Anderson - Meiksins Wood y otros. Selección de Textos
Libro 69 ¿QUÉ ES LA CONCIENCIA DE CLASE?
Wilhelm Reich
Libro 70 HISTORIA DEL SIGLO XX - Primera Parte
Eric Hobsbawm
Libro 71 HISTORIA DEL SIGLO XX - Segunda Parte
Eric Hobsbawm
Libro 72 HISTORIA DEL SIGLO XX - Tercera Parte
Eric Hobsbawm
Libro 73 SOCIOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA
Ágnes Heller
Libro 74 LA SOCIEDAD FEUDAL - Tomo I
Marc Bloch
Libro 75 LA SOCIEDAD FEUDAL - Tomo 2
Marc Bloch
Libro 76 KARL MARX. ENSAYO DE BIOGRAFÍA INTELECTUAL
Maximilien Rubel
6
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Libro 77 EL DERECHO A LA PEREZA


Paul Lafargue
Libro 78 ¿PARA QUÉ SIRVE EL CAPITAL?
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 79 DIALÉCTICA DE LA RESISTENCIA
Pablo González Casanova
Libro 80 HO CHI MINH
Selección de textos
Libro 81 RAZÓN Y REVOLUCIÓN
Herbert Marcuse
Libro 82 CULTURA Y POLÍTICA - Ensayos para una cultura de la resistencia
Santana - Pérez Lara - Acanda - Hard Dávalos - Alvarez Somoza y otros
Libro 83 LÓGICA Y DIALÉCTICA
Henri Lefebvre
Libro 84 LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA
Eduardo Galeano
Libro 85 HUGO CHÁVEZ
José Vicente Rangél
Libro 86 LAS GUERRAS CIVILES ARGENTINAS
Juan Álvarez
Libro 87 PEDAGOGÍA DIALÉCTICA
Betty Ciro - César Julio Hernández - León Vallejo Osorio
Libro 88 COLONIALISMO Y LIBERACIÓN
Truong Chinh - Patrice Lumumba
Libro 89 LOS CONDENADOS DE LA TIERRA
Frantz Fanon
Libro 90 HOMENAJE A CATALUÑA
George Orwell
Libro 91 DISCURSOS Y PROCLAMAS
Simón Bolívar
Libro 92 VIOLENCIA Y PODER - Selección de textos
Vargas Lozano - Echeverría - Burawoy - Monsiváis - Védrine - Kaplan y otros
Libro 93 CRÍTICA DE LA RAZÓN DIALÉCTICA
Jean Paul Sartre
Libro 94 LA IDEA ANARQUISTA
Bakunin - Kropotkin - Barret - Malatesta - Fabbri - Gilimón - Goldman
Libro 95 VERDAD Y LIBERTAD
Martínez Heredia - Sánchez Vázquez - Luporini - Hobsbawn - Rozitchner - Del Barco
Libro 96 INTRODUCCIÓN GENERAL A LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
Karl Marx y Friedrich Engels
Libro 97 EL AMIGO DEL PUEBLO
Los amigos de Durruti
Libro 98 MARXISMO Y FILOSOFÍA
Karl Korsch
Libro 99 LA RELIGIÓN
Leszek Kolakowski
Libro 100 AUTOGESTIÓN, ESTADO Y REVOLUCIÓN
Noir et Rouge
Libro 101 COOPERATIVISMO, CONSEJISMO Y AUTOGESTIÓN
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 102 ROSA LUXEMBURGO Y EL ESPONTANEÍSMO REVOLUCIONARIO
Selección de textos
7
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Libro 103 LA INSURRECCIÓN ARMADA


A. Neuberg
Libro 104 ANTES DE MAYO
Milcíades Peña
Libro 105 MARX LIBERTARIO
Maximilien Rubel
Libro 106 DE LA POESÍA A LA REVOLUCIÓN
Manuel Rojas
Libro 107 ESTRUCTURA SOCIAL DE LA COLONIA
Sergio Bagú
Libro 108 COMPENDIO DE HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Albert Soboul
Libro 109 DANTON, MARAT Y ROBESPIERRE. Historia de la Revolución Francesa
Albert Soboul
Libro 110 LOS JACOBINOS NEGROS. Toussaint L’Ouverture y la revolución de Haití
Cyril Lionel Robert James
Libro 111 MARCUSE Y EL 68
Selección de textos
Libro 112 DIALÉCTICA DE LA CONCIENCIA – Realidad y Enajenación
José Revueltas
Libro 113 ¿QUÉ ES LA LIBERTAD? – Selección de textos
Gajo Petrović – Milán Kangrga
Libro 114 GUERRA DEL PUEBLO – EJÉRCITO DEL PUEBLO
Vo Nguyen Giap
Libro115 TIEMPO, REALIDAD SOCIAL Y CONOCIMIENTO
Sergio Bagú
Libro 116 MUJER, ECONOMÍA Y SOCIEDAD
Alexandra Kollontay
Libro 117 LOS JERARCAS SINDICALES
Jorge Correa
Libro 118 TOUSSAINT LOUVERTURE. La Revolución Francesa y el Problema Colonial
Aimé Césaire
Libro 119 LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA EN INGLATERRA
Federico Engels
Libro 120 POR LA SEGUNDA Y DEFINITIVA INDEPENDENCIA
Estrella Roja – Ejército Revolucionario del Pueblo
Libro 121 LA LUCHA DE CLASES EN LA ANTIGUA ROMA
Espartaquistas
Libro 122 LA GUERRA EN ESPAÑA
Manuel Azaña
Libro 123 LA IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA
Charles Wright Mills
Libro 124 LA GRAN TRANSFORMACIÓN. Critica del Liberalismo Económico
Karl Polanyi
Libro 125 KAFKA. El Método Poético
Ernst Fischer
Libro 126 PERIODISMO Y LUCHA DE CLASES
Camilo Taufic
Libro 127 MUJERES, RAZA Y CLASE
Angela Davis
Libro 128 CONTRA LOS TECNÓCRATAS
Henri Lefebvre
8
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Libro 129 ROUSSEAU Y MARX


Galvano della Volpe
Libro 130 LAS GUERRAS CAMPESINAS - REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN
ALEMANIA
Federico Engels
Libro 131 EL COLONIALISMO EUROPEO
Carlos Marx - Federico Engels
Libro 132 ESPAÑA. Las Revoluciones del Siglo XIX
Carlos Marx - Federico Engels
Libro 133 LAS IDEAS REVOLUCIONARIOS DE KARL MARX
Alex Callinicos
Libro 134 KARL MARX
Karl Korsch
Libro 135 LA CLASE OBRERA EN LA ERA DE LAS MULTINACIONALES
Peters Mertens
Libro 136 EL ÚLTIMO COMBATE DE LENIN
Moshe Lewin
Libro 137 TEORÍAS DE LA AUTOGESTIÓN
Roberto Massari
Libro 138 ROSA LUXEMBURG
Tony Cliff
Libro 139 LOS ROJOS DE ULTRAMAR
Jordi Soler
Libro 140 INTRODUCCIÓN A LA ECONOMÍA POLÍTICA
Rosa Luxemburg
Libro 141 HISTORIA Y DIALÉCTICA
Leo Kofler
Libro 142 BLANQUI Y LOS CONSEJISTAS
Blanqui - Luxemburg - Gorter - Pannekoek - Pfemfert - Rühle - Wolffheim y Otros
Libro 143 EL MARXISMO - El MATERIALISMO DIALÉCTICO
Henri Lefebvre
Libro 144 EL MARXISMO
Ernest Mandel
Libro 145 LA COMMUNE DE PARÍS Y LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA
Federica Montseny
Libro 146 LENIN, SOBRE SUS PROPIOS PIES
Rudi Dutschke
Libro 147 BOLCHEVIQUE
Larissa Reisner
Libro 148 TIEMPOS SALVAJES
Pier Paolo Pasolini
Libro 149 DIOS TE SALVE BURGUESÍA
Paul Lafargue - Herman Gorter – Franz Mehring
Libro 150 EL FIN DE LA ESPERANZA
Juan Hermanos
Libro 151 MARXISMO Y ANTROPOLOGÍA
György Markus
Libro 152 MARXISMO Y FEMINISMO
Herbert Marcuse
Libro 153 LA TRAGEDIA DEL PROLETARIADO ALEMÁN
Juan Rústico

9
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Libro 154 LA PESTE PARDA


Daniel Guerin
Libro 155 CIENCIA, POLÍTICA Y CIENTIFICISMO – LA IDEOLOGÍA DE LA NEUTRALIDAD
IDEOLÓGICA
Oscar Varsavsky - Adolfo Sánchez Vázquez
Libro156 PRAXIS. Estrategia de supervivencia
Ilienkov – Kosik - Adorno – Horkheimer - Sartre - Sacristán y Otros
Libro 157 KARL MARX. Historia de su vida
Franz Mehring
Libro 158 ¡NO PASARÁN!
Upton Sinclair
Libro 159 LO QUE TODO REVOLUCIONARIO DEBE SABER SOBRE LA REPRESIÓN
Víctor Serge
Libro 160 ¿SEXO CONTRA SEXO O CLASE CONTRA CLASE?
Evelyn Reed
Libro 161 EL CAMARADA
Takiji Kobayashi
Libro 162 LA GUERRA POPULAR PROLONGADA
Máo Zé dōng
Libro 163 LA REVOLUCIÓN RUSA
Christopher Hill
Libro 164 LA DIALÉCTICA DEL PROCESO HISTÓRICO
George Novack
Libro 165 EJÉRCITO POPULAR – GUERRA DE TODO EL PUEBLO
Vo Nguyen Giap
Libro 166 EL MATERIALISMO DIALÉCTICO
August Thalheimer
Libro 167 ¿QUÉ ES EL MARXISMO?
Emile Burns
Libro 168 ESTADO AUTORITARIO
Max Horkheimer
Libro 169 SOBRE EL COLONIALISMO
Aimé Césaire
Libro 170 CRÍTICA DE LA DEMOCRACIA CAPITALISTA
Stanley Moore
Libro 171 SINDICALISMO CAMPESINO EN BOLIVIA
Qhana - CSUTCB - COB
Libro 172 LOS ORÍGENES DE LA CIVILIZACIÓN
Vere Gordon Childe
Libro 173 CRISIS Y TEORÍA DE LA CRISIS
Paul Mattick
Libro 174 TOMAS MÜNZER. Teólogo de la Revolución
Ernst Bloch
Libro 175 MANIFIESTO DE LOS PLEBEYOS
Gracco Babeuf
Libro 176 EL PUEBLO
Anselmo Lorenzo
Libro 177 LA DOCTRINA SOCIALISTA Y LOS CONSEJOS OBREROS
Enrique Del Valle Iberlucea
Libro 178 VIEJA Y NUEVA DEMOCRACIA
Moses I. Finley

10
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Libro 179 LA REVOLUCIÓN FRANCESA


George Rudé
Libro 180 ACTIVIDAD, CONCIENCIA Y PERSONALIDAD
Aleksei Leontiev
Libro 181 ENSAYOS FILOSÓFICOS
Alejandro Lipschütz
Libro 182 LA IZQUIERDA COMUNISTA ITALIANA (1917 -1927)
Selección de textos
Libro 183 EL ORIGEN DE LAS IDEAS ABSTRACTAS
Paul Lafargue
Libro 184 DIALÉCTICA DE LA PRAXIS. El Humanismo Marxista
Mihailo Marković
Libro 185 LAS MASAS Y EL PODER
Pietro Ingrao
Libro 186 REIVINDICACIÓN DE LOS DERECHOS DE LA MUJER
Mary Wollstonecraft
Libro 187 CUBA 1991
Fidel Castro
Libro 188 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
Mario De Micheli
Libro 189 CHE. Una Biografía
Héctor Oesterheld – Alberto Breccia - Enrique Breccia
Libro 190 CRÍTICA DEL PROGRAMA DE GOTHA
Karl Marx
Libro 191 FENOMENOLOGÍA Y MATERIALISMO DIALÉCTICO
Trần Đức Thảo
Libro 192 EN TORNO AL DESARROLLO INTELECTUAL DEL JOVEN MARX (1840-1844)
Georg Lukács
Libro 193 LA FUNCIÓN DE LAS IDEOLOGÍAS – CRÍTICA DE LA RAZÓN INSTRUMENTAL
Max Horkheimer
Libro 194 UTOPÍA
Tomás Moro
Libro 195 ASÍ SE TEMPLÓ EL ACERO
Nikolai Ostrovski
Libro 196 DIALÉCTICA Y PRAXIS REVOLUCIONARIA
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 197 JUSTICIEROS Y COMUNISTAS (1843-1852)
Karl Marx, Friedrich Engels y Otros
Libro 198 FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD
Rubén Zardoya Loureda - Marcello Musto - Seongjin Jeong - Andrzej Walicki
Bolívar Echeverría - Daniel Bensaïd -Jorge Veraza Urtuzuástegui
Libro 199 EL MOVIMIENTO ANARQUISTA EN ARGENTINA. Desde sus comienzos hasta 1910
Diego Abad de Santillán
Libro 200 BUJALANCE. LA REVOLUCIÓN CAMPESINA
Juan del Pueblo
Libro 201 MATERIALISMO DIALÉCTICO Y PSICOANÁLISIS
Wilhelm Reich
Libro 202 OLIVER CROMWELL Y LA REVOLUCIÓN INGLESA
Christopher Hill
Libro 203 AUTOBIOGRAFÍA DE UNA MUJER EMANCIPADA
Alexandra Kollontay

11
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Libro 204 TRAS LAS HUELLAS DEL MATERIALISMO HISTÓRICO


Perry Anderson
Libro 205 CONTRA EL POSTMODERNISMO – UN MANIFIESTO ANTICAPITALISTA
Alex Callinicos
Libro 206 EL MATERIALISMO DIALÉCTICO SEGÚN HENRI LEFEBVRE
Eugenio Werden
Libro 207 LOS COMUNISTAS Y LA PAZ
Jean-Paul Sartre
Libro 208 CÓMO NOS VENDEN LA MOTO
Noan Chomsky - Ignacio Ramonet
Libro 209 EL COMITÉ REGIONAL CLANDESTINO EN ACCIÓN
Alexei Fiodorov
Libro 210 LA MUJER Y EL SOCIALISMO
August Bebel
Libro 211 DEJAR DE PENSAR
Carlos Fernández Liria y Santiago Alba Rico
Libro 212 LA EXPRESIÓN TEÓRICA DEL MOVIMIENTO PRÁCTICO
Walter Benjamin – Rudi Dutschke – Jean-Paul Sartre – Bolívar Echeverría
Libro 213 ANTE EL DOLOR DE LOS DEMÁS
Susan Sontag
Libro 214 LIBRO DE LECTURA PARA USO DE LAS ESCUELAS NOCTURNAS PARA
TRABAJADORES – 1er Grado
Comisión Editora Popular
Libro 215 EL DISCURSO CRÍTICO DE MARX
Bolívar Echeverría
Libro 216 APUNTES SOBRE MARXISMO
Iñaki Gil de San Vicente
Libro 217 PARA UN MARXISMO LIBERTARIO
Daniel Guerin
Libro 218 LA IDEOLOGÍA ALEMANA
Karl Marx y Friedrich Engels
Libro 219 BABEUF
Ilya Ehrenburg
Libro 220 MIGUEL MÁRMOL – LOS SUCESOS DE 1932 EN EL SALVADOR
Roque Dalton
Libro 221 SIMÓN BOLÍVAR CONDUCTOR POLÍTICO Y MILITAR DE LA GUERRA ANTI
COLONIAL
Alberto Pinzón Sánchez
Libro 222 MARXISMO Y LITERATURA
Raymond Williams
Libro 223 SANDINO, GENERAL DE HOMBRES LIBRES
Gregorio Selser
Libro 224 CRÍTICA DIALÉCTICA. Ensayos, Notas y Conferencias (1958-1968)
Karel Kosik
Libro 225 LA POLÍTICA REVOLUCIONARIA. Ensayos, Notas y Conferencias
Ruy Mauro Marini

12
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Libro 226 LOS QUE LUCHAN Y LOS QUE LLORAN. El Fidel Castro que yo ví
Jorge Ricardo Masetti
Libro 227 DE CADENAS Y DE HOMBRES
Robert Linhart
Libro 228 ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ
César Vallejo
Libro 229 LECCIONES DE HISTORIA. Documentos del MIR - 1965-1974
Miguel y Edgardo Enríquez - Bautista Van Schowen - Ruy Mauro Marini y Otros

https://elsudamericano.wordpress.com

La red mundial de los hijos de la revolución social

13
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

LECCIONES DE HISTORIA
Documentos del MIR 1965-1974
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

¡INSURRECCIÓN SOCIALISTA!
Vanguardia Revolucionaria Marxista
Miguel Enríquez, Edgardo Enríquez, Bautista Van Schowen y Otros.
Chile. 1965

EL REFORMISMO Y EL MIR.
Declaración de la Comisión Política del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
Santiago de Chile. 11 de julio de 1972

ANTECEDENTES PARA EL ESTUDIO DEL MOVIMIENTO


DE MASAS EN EL PERÍODO
Ruy Mauro Marini [Luis Cerda]

EL MIR RESPONDE AL PARTIDO COMUNISTA


Febrero 1973

ENTREVISTA CON MIGUEL ENRÍQUEZ


Junio de 1974

14
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

SOBRE LA TÁCTICA Y ESTRATEGIA DEL MIR


Ruy Mauro Marini [Luis Cerda]
Abril de 1974

EL MIR Y LAS TAREAS DE LA REVOLUCIÓN CHILENA


Ruy Mauro Marini [Luis Cerdá]

TAREAS DE LOS REVOLUCIONARIOS ANTE


LA CONTRARREVOLUCIÓN CONTINENTAL
Ruy Mauro Marini
Enero de 1976

LA PEQUEÑA BURGUESÍA
Y EL PROBLEMA DEL PODER
Ruy Mauro Marini

CONVERSACIÓN CON LUIS CERDA


[Ruy Mauro Marini]

15
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

¡INSURRECCIÓN SOCIALISTA!
Vanguardia Revolucionaria Marxista
Miguel Enríquez, Edgardo Enríquez, Bautista Van Schowen y Otros.
Chile. 19651

* El XX Congreso del P. S.: un paso atrás. –Atropello al ideario


Socialista y a la Democracia Interna.

* En defensa de la revolución chilena, del marxismo y de la


conquista del poder por la razón y la fuerza.

* Adelante con la candidatura presidencial de Salvador allende.

* Contra el revisionismo y su “vía pacífica”. –A impedir que Chile


“Siga al Brasil”. –Abajo el imperialismo yanqui, la oligarquía
capitalista, el latifundio y el poder burgués.

* Por la unidad de los revolucionarios llamamos a ingresar en la


VANGUARDIA REVOLUCIONARIA MARXISTA

***

NOSOTROS, militantes de la Juventud y del Partido Socialista


–obreros, empleados y estudiantes universitarios– exponemos
en este documento las razones que nos llevaron a militar largos
años en esta tienda política y los motivos que nos mueven hoy a
romper públicamente con ella.

Proclamamos con absoluta buena fe y sin temores claudicantes


ante el terrorismo ideológico que se está lanzando contra
nosotros, que nuestra posición de marxistas-leninistas confesos
es más firme que nunca.

1
Insurrección Socialista en PDF
16
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Fue por convicción doctrinaria y pasión revolucionaria que en el


P. S. buscamos una conducción política de clase, resuelta a
enarbolar los objetivos nacional liberadores y democráticos de
nuestra revolución; a dirigir la lucha por la conquista del Poder
por los trabajadores, instaurando un Estado de obreros y
campesinos, única garantía para asegurar las bases de una
República Socialista en Chile.

Comprendimos que estos fines eran posibles solamente a través


de una conducta política intransigente y recia a las transacciones
vergonzantes o al colaboracionismo de clases. Sabíamos que el
proceso ascendente de la revolución no admite concesiones
ideológicas ni claudicaciones oportunistas que son las que
conducen a la traición de los intereses fundamentales de los
trabajadores.

No ignorábamos que el Partido navegaba entre dos aguas. Por


una parte, la fraseología pseudo revolucionaria dirigida a acallar
las inquietudes de las bases del Partido y por otro lado el
oportunismo colaboracionista, la fraseología parlamentaria y
electorera de sus dirigentes. Pero confiábamos en que su
definición marxista-leninista (integrada por Ampuero cuando
aún no era Senador), constituía garantía para un cambio de
rumbos. Pensábamos que la composición de clase y el origen
histórico del Partido, junto con su democracia interna, eran
tierra abonada para dicho cambio.

La opinión de las bases, manifestadas sin reticencias en todo el


territorio nacional, nos alentó a luchar en el interior del Partido
para conservar lo justo y rechazar lo erróneo, en un vasto y
urgente proceso de rectificación.

17
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

UN MOMENTO DECISIVO

Nuestra lucha culminó en Febrero de 1964, el realizarse el XX


Congreso del Partido en Concepción, Es decir, cuando un torneo
nacional definitorio sancionó una política y un programa válido
para los próximos meses, durante les cuales se verificará la
elección presidencial.

La verdad es que se acerca, a pasos agigantados, algo mucho


más profundo que un cambio de un Presidente por otro. O de un
Gobierno plutocrático reaccionario por otro de “izquierda
socializante”.

Se avecina un confrontamiento decisivo entre las clases en


pugna y una crisis revolucionaria de extraordinaria magnitud. La
campaña presidencial y la postulación del compañero Allende,
han venido a echar fuego a esta hoguera, al unir el proceso
electoral con la guerra civil de clases que madura.

Ha llegado el instante en que el país debe superar su parálisis


económica y su profunda crisis estructural. El desarrollo de las
fuerzas productivas, que las masas trabajadoras empujan para
elevar su nivel de vida y aumentar los índices de la producción,
busca romper con creciente fuerza las brutales trabas que las
asfixian y que están constituidas, por el Imperialismo norte-
americano, por el latifundio, por la estructura capitalista mono-
pólica, por el Estado burgués con su régimen presidencialista y
por la impotencia política de la burguesía como clase.

El Partido Socialista lo ha proclamado en ocasiones al plantear


en épocas no muy lejanas, que la única fuente de cambio es la
conquista del poder por los trabajadores para la instauración del
Estado de obreros y campesinos, único camino que puede llevar
a la victoria la revolución socialista.

18
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Lógico era esperar que el XX Congreso del Partido, en presencia


del ascenso de las luchas populares, de la innegable radicalización
de las masas, visible en el apoyo masivo y combativo a la
candidatura de Allende, levantará un claro y rotundo programa
de lucha, rectificara su orientación política y precediera a
reemplazar a los dirigentes oportunistas que siguen a Raúl
Ampuero, a fin de responder a las masas y a las propias bases
partidarias.

Esperábamos que ante la brutal realidad de los hechos, el


Congreso del Socialismo chileno diera la voz de alarma y
advirtiera al pueblo de que la defensa de la postulación
presidencial del pueblo y de la autodefensa de las masas mismas
en sus luchas, era una tarea impostergable en presencia de la
inevitable acción del imperialismo y de la burguesía chilena para
mantener con uñas y dientes su poder y sus privilegios de clase.
Era preciso advertirlas de cómo arrojarán por la borda su
castrada democracia y se burlarán de la “vía pacífica”, si
consideran que ha llegado la hora no sólo de “atajar” al
compañero Allende, sino de aplastar a las masas populares bajo
la pantalla de la “lucha contra el comunismo”.

Una advertencia de tal naturaleza imponía el deber


revolucionario de preparar y organizar –desde ese mismo
instante– la defensa activa que obliga a reemplazar “el arma de
la crítica, por la crítica de las armas”.

Vimos frustrados nuestros propósitos y esperanzas en el XX


Congreso. El aparato del C.C., dueño de la mayoría de las
delegaciones, aplastando fraudulentamente en Santiago y
Concepción la democracia interna, impuso su control opor-
tunista y burocrático sobre el Partido y liquidó toda posibilidad
de rectificación desde el interior.

19
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

El XX Congreso ratificó un programa y una orientación propicia a


un pacto con la burguesía radical, aplaudió la trayectoria
revisionista del Comité Central y evitó planear la autodefensa
popular, creando la organización armada de las masas para
enfrentar la contrarrevolución gorila con algo más que
declaraciones, de votos de protesta o de discursos parlamen-
tarios. El mismo trágico error que ha costado a los trabajadores
del Brasil una sangrienta represión sin respuesta, al verse
desarmados frente a las hordas gorilas y fascistas dirigidas por
Lacerda, y los generales reaccionarios. “Y la historia se repite”.

EL REVISIONISMO: VERDADERO CULPABLE

No nos engañamos. El XX Congreso ha liquidado política y


orgánicamente, no solamente al “ala izquierda”, sino la
posibilidad de una rectificación del Partido en su conjunto.

La “izquierda” ha sido colocada contra la pared y ha debido


pagar muy caro su falla de claridad política, de audacia
revolucionaría y su incapacidad de vertebración orgánica. El foco
de resistencia de Santiago, nucleado en torno del Comité
Regional Centro, dirigido por el diputado Almeyda, ha
retrocedido presa del desbande y la desmoralización.

Ha ocurrido que en un momento decisivo para la revolución


chilena, para la candidatura presidencial del pueblo, el
REVISIONISMO CONTEMPORÁNEO ha comprometido a los
dirigentes del P. Comunista y ahora a los del P. Socialista, en un
programa común que asegura el mantenimiento de la
“democracia capitalista”, con su Constitución y sus leyes de clase
y deja intacta la estructura del Estado burgués.

20
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

El Gobierno de los trabajadores ha sido reemplazado por un


“Gobierno no socialista” y que corresponde, sociológicamente, a
una simple forma, política de izquierda socializante, grata a la
burguesía “laica, masónica y socialista”, como rezan los votos
radicales con extraña, y secreta unanimidad.

El poder de los trabajadores y la revolución socialista, han


quedado abandonados en el rincón de los sueños utópicos y
“ultra izquierdistas”. En cambio, ofrece un gobierno izquierdi-
zante, que puede confundirse con los goces del paraíso que
promete en dólares baratos la Democracia Cristiana.

La “vía pacífica” se ha mostrado como la pantalla revisionista


para encubrir la colaboración de clases, el sometimiento a las
instituciones democrático burguesas y la seguridad de un
gobierno no socialista, sumiendo de este modo al movimiento
popular en un cretinismo electoral.

¿Qué de extraño tiene que, en los momentos en que las clases


medias se vuelcan hacia la candidatura popular, y se produce un
espectacular vuelco popular hacia la izquierda a raíz del triunfo
de Naranjo en Curicó, los dirigentes radicales de “izquierda”
hayan tratado de aprovechar y negociar esta marea, mediante
exigencias al FRAP, convencidos que es la mejor manera de
echar un nudo corredizo en el cuello de la revolución y de la
enérgica disposición de las masas de no detenerse a medio
camino?

Mientras la burguesía radical, atea, masónica y hasta “socialista”


trata de introducirse como caballo de Troya en la candidatura
presidencial del pueblo para “aburguesarla” y detener su
violencia de clase, el imperialismo yanqui anuncia sin vergüenza
que “Chile seguirá al Brasil”.

21
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

En este clima de aburguesamiento, la Democracia Cristiana,


mascarón de proa del imperialismo yanqui ha encontrado rica
fuente para el soborno y la compra de conciencias con las treinta
monedas de Judas. Waldo Grez y Baudilio Casanova, transfor-
mados en aventureros de clase, han saltado la valla para irse al
otro extremo, que termina en las oficinas del Departamento de
Estado.

Consideramos que ha llegado el momento de optar por el


silencio cómplice en el interior del Partido Socialista o de romper
públicamente con él para servir los intereses de las masas
trabajadoras, de la candidatura presidencial del pueblo, de la
revolución chilena que levanta su cabeza en todo el país, del
socialismo marxista que nos comprometimos a defender al
ingresar al Partido.

SOMOS LEALES AL PUEBLO

Decimos a los trabajadores de todo Chile y a nuestros


compañeros de base del Partido Socialista que seguimos fieles a
la bandera marxista-leninista desplegada por nosotros en el
interior del Partido y en las luchas callejeras y huelguistas.

Nuestras esperanzas y propósitos al ingresar al Partido,


traicionados por sus actuales dirigentes, forman patrimonio
irrenunciable para nuestra conducta de hoy y de mañana.

Al romper públicamente con el Partido Socialista, nos sumamos


a una vasta marea que lucha por restaurar la pureza
revolucionaria del marxismo frente a la traición abierta del
REVISIONISMO, adueñado de las directivas del PARTIDO
Socialista y del Partido Comunista.

22
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Alzamos la misma bandera que en el campo internacional


levanta el Partido Comunista de China.

Creemos que urge reagrupar a todos los militantes socialistas y


comunistas que buscan en Chile, bajo el común denominador del
marxismo-leninismo y de una abierta lucha contra el
revisionismo oportunista, la organización de una Vanguardia
Revolucionaria Proletaria dispuesta a dirigir la Revolución
chilena.

Consideramos un deber apoyar la candidatura de Salvador


Allende, como verdaderos revolucionarios, sin concesiones
ideológicas ni claudicaciones oportunistas.

Nuestros puntos de vista formulados en sus grandes líneas de


este documento, encuentran identidad sustancial con el
programa, la línea estratégica insurreccional y la limpia conducta
política de la VANGUARDIA REVOLUCIONARIA MARXISTA. Su
concepción orgánica, fundamentada en el concepto leninista del
centralismo democrático, nos hace tener la seguridad de que es
posible la existencia de un partido obrero revolucionario y
democrático, capaz de mantener una férrea disciplina en la
acción y de encender la llama viva de la disciplina amplia,
fraterna y revolucionaria –sin sectarismos ni dogmatismos– para
encontrar el camino de la revolución y de la lucha por el mundo
socialista.

23
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Enteramente responsables de nuestros destinos como


revolucionarios fieles a la bandera, que hemos defendido en el
Partido Socialista en nombre de 140 militantes nos hacemos un
deber, LLAMAR A NUESTROS CAMARADAS Y AMIGOS, a los
trabajadores que han alentado dentro y fuera del Partido
Socialista nuestra conducta política, a INCORPORARSE A LA
VANGUARDIA REVOLUCIONARIA MARXISTA, que se ha transfor-
mado en el núcleo aglutinante del futuro y gran partido
marxista-leninista de masas que conducirá a los trabajadores a la
revolución, al poder político y al socialismo para levantar otra
estrella solitaria que diga ¡presente! a la gran bandera estrellada
que ondea orgullosamente en manos de Fidel Castro en Cuba.

¡VIVA LA UNIDAD DE LOS REVOLUCIONARIOS!

¡VIVA LA VANGUARDIA REVOLUCIONARIA MARXISTA!

¡VIVA LA REVOLUCIÓN CHILENA!

***

24
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

PARA CONSTANCIA FIRMAMOS:


RIGOBERTO ZAMORA –Ex miembro del C. Regional Stgo. de la J. S.
ÁLVARO RODAS –Ex Jefe de la Bgda. Universitaria Socialista.
GUSTAVO MOLINA –Ex. Vocal de la FECH.
SERGIO SEPÚLVEDA –Ex. miembro de C. R. Stgo. de la J. S.
MANUEL MORAGA –Ex. Secretario Seccional de 1ª Comuna (Stgo).
ENRIQUE VILCHES –Ex Secretario Seccional 9ª Comuna (Stgo).
HERNÁN SANDOVAL –Delegado de Medicina a la FECH.
HERNÁN DURAN –Ex. Secretario Secc. Las Condes.
GERMÁN CALDERÓN –Ex. Jefe de núcleo “Población Yarur”
ANDRÉS PASCAL ALLENDE –Ex. Secretario Organización Providencia.
SERGIO PARRAU –Ex. Secr. Org. Brgda. Universitaria Socialista (Bus).
TEOBALDO LEÓN SALAZAR –Ex. Secr. Secc. 1ª Comuna (Stgo).
EDGARDO ENRÍQUEZ –Ex. Secr. Acción Externa de la BUS.
MARIANO MORENO –Ex. Miembro C.R. J.C. Concepción.
EDGARDO CONDEZA –Pdte. Centro de Estudiantes de Medicina U. de Concepción.
HUGO DÍAZ –Miembro del Ejecutivo de la FECH. de Concepción.
BAUTISTA, VAN SCHOWEN –Director de la revista “REVOLUCIÓN” ex de la J. S. Concepción.
MIGUEL ENRÍQUEZ. –Ex. Secr. Regional de Concepción
RAFAEL RETAMALES –Miembro del Ejecutivo C. E. de Educación Concepción.
MARCELO FERRADA –Director del Instituto Chileno-Cubano de Cultura (Concepción).
JORGE GUTIÉRREZ –Ex. Jefe Bgda. Universitaria de Concepción.
OMAR CERDA –Ex. Jefe del núcleo Socialista Esc. Medicina Concepción.
JOSE ARRIAGADA. –Secr. Gral. de C. E. Estudiantes de Medicina Concepción.

25
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

EL REFORMISMO Y EL MIR
DECLARACIÓN DE LA COMISIÓN POLÍTICA DEL
MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA (MIR)

Santiago 11 de julio de 19722

A TODO EL PUEBLO:

1. Dos hechos de gran importancia han ocurrido durante las


últimas semanas: el llamado cónclave UP y las conversaciones
DC-UP. Ambos hechos están íntimamente vinculados; se comple-
mentan recíprocamente.

Concretadas las principales consecuencias a que, necesaria-


mente, debían conducir las acciones de los que conjuguen la
realidad con sus propias ilusiones, los trabajadores están en
óptimas condiciones para sacar las conclusiones debidas.

Ha llegado el momento de que los dirigentes reformistas del PC y


de algunos sectores de la UP, le den las correspondientes
explicaciones al pueblo. Aquellos que hicieron todo lo posible
por delegar en los sirvientes políticos de los patrones y del
imperialismo, la determinación respecto de cuánto deben hoy
avanzar los trabajadores, le deben una explicación a los
trabajadores.

Los que con su gestión han fortalecido la institucionalidad de los


patrones, delegando la decisión fundamental del momento en el
Parlamento que constituye el principal freno del avance, deben
dar las explicaciones de esto y de su fracaso.

2
Revista “Punto Final”. Año VI. Nº 162. Martes, 18 de julio de 1972
26
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Soñaron estos reformistas con obtener de los patrones, de su


parlamento, el consentimiento para que los trabajadores
continuaran avanzando sobre las fábricas y los bancos de los
propios patrones.

En aras de esa ilusión, los “maduros” dirigentes reformistas del


PC y de sectores de la UP desmovilizaron, una vez más, a las
masas, manteniéndolas desinformadas del contenido real de las
negociaciones y sumidas en la pasividad.

En su grave confusión respecto de la naturaleza de clase del


Parlamento, de la DC y del PIR desarmaron ideológicamente una
vez más a los trabajadores, presentando publicitariamente a la
DC, al PIR y al Parlamento como demócratas partidarios del
cambio.

Los vendedores de ilusiones, los que sueñan con el entendi-


miento con los dueños de las fábricas y de los fundos han
cosechado, una vez más, sólo reveses: ha sido desaforado el
Intendente de Santiago, acusado constitucionalmente el
segundo ministro del Interior y han sido rechazados los vetos...
Se han cubierto de oprobio los reformistas, corriendo por los
pasillos del Congreso en busca de inexistentes partidarios de los
cambios, mientras en la sala de sesiones de la Cámara los
diputados de la DC, del PN, de la DR y del PIR desaforaban a
Joignant y acusaban constitucionalmente a Del Canto, mientras
en el Senado los parlamentarios de esos mismos partidos
rechazaban alegremente, entre risas y pantomimas vergonzosas
cada uno de los vetos del Presidente de la República a la
Reforma Constitucional fraguada por Fuentealba y por Hamilton.

27
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

2.– ¿Pueden sorprender estos resultados a los trabajadores?


Nosotros pensamos que no.

La UP no llegó a estas conversaciones –por haber renunciado a


ello–, en la cima de un incontenible avance de las masas, a la
cabeza de un movimiento trabajador fuerte, organizado, unido
nacionalmente y con un gran desarrollo de su conciencia política.
Este renunciamiento ha sido su más grave error, más aún si se
considera que todavía subsisten intactas las condiciones para
lograrlo.

No llegó la UP a imponer sus condiciones a un adversario a la


defensiva, debilitado y desmoralizado, que sólo tuviera como
alternativa aceptar las condiciones que el proletariado, a la
vanguardia de las fuerzas de todo el pueblo, le imponía o, bien, a
resignarse a ser derrotado sin contemplaciones.

Por el contrario. Producto de una conducción que se ha


caracterizado por su renuencia a golpear al conjunto de la gran
burguesía, limitándose a herir ciertos intereses, que se ha
caracterizado por su persistencia en tratar de proteger a
inmensos sectores de los dueños de las fábricas y de los fundos,
la UP y el Gobierno se han puesto en contradicción con
importantes sectores de las masas y han provocado la dispersión
del movimiento obrero y campesino.

Por otra parte, la insistencia en permanecer en el camino único


del acuerdo parlamentario con la DC, ha llevado a la
desmoralización de las masas, a la pérdida de la visión y la
confianza de éstas en sus propias y enormes fuerzas.

28
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Esta misma estrategia de avance, a través de acuerdos


parlamentarios, le ha impedido a la conducción reformista
desenmascarar ante los ojos del pueblo a los irreconciliables
enemigos de éste: la DC y el PIR, y no sólo el PN, la
institucionalidad de los patrones, el Parlamento y la legalidad
que les sirven.

Frutos de estos errores han sido todos los anteriores reveses, en


el terreno electoral y político. Frutos de estas concepciones
profundamente equivocadas son los actuales fracasos.

En estos errores, los dueños de fábricas y fundos, y el


imperialismo que les apoya, han encontrado el terreno abonado
que les ha permitido, como cuestión más importante, conservar
intacto su dominio sobre la Justicia, el aparato estatal-
burocrático y el Parlamento, a pesar de haber sido golpeados,
principalmente en el terreno económico.

Desde allí, han ido acumulando importante fuerza de masas, con


la que hoy son capaces de amenazar seriamente la estabilidad
del Gobierno y, aun, la continuidad del proceso.

Este es el marco político general, el estado de la correlación de


fuerzas entre la UP y la Derecha, que condicionaría el inicio, el
desarrollo y las conclusiones del entendimiento UP-DC.

3.– Por lo demás y como lo saben los trabajadores, no fue la


clase dominante la que buscara anhelante estas conversaciones.

Fue necesario para que se produjeran, que la dirección del PC y


algunos otros dirigentes de la UP buscaran imponer dentro de
esta última un viraje hacia la derecha, un golpe de timón en la
conducción económica y política que permitiera, a los
“negociadores” de la DC poder venir a cumplir dignamente su
papel de amarre y de freno.

29
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Volodia Teitelboim y luego Orlando Millas, fueron los encargados


de crear el marco adecuado. El primero, en el terreno político,
creó la ficción, profundamente mentirosa, de dos extremos
buscando la guerra civil y el baño de sangre y, por otra parte, un
amplio frente de centro y de izquierda, partidario del manteni-
miento de la democracia y de los cambios sociales y económicos.
Había entonces, según esta descripción burda y falsa de la
realidad política, condiciones más que suficientes para un
entendimiento entre la DC y la UP.

El antagonismo real, que atraviesa este país de arriba a abajo, es


el que existe entre el conjunto del proletariado y todo el pueblo,
que lucha por conquistar sus reivindicaciones de décadas, y la
resistencia implacable de una minoría explotadora, que se
resiste por todos los medios a su alcance a abandonar sus
mezquinos privilegios. Esta, que es la verdadera y única línea
demarcatoria fue mañosamente ocultada.

Orlando Millas se encargó de la parte material, concreta,


ofreciendo en su artículo del 5 de junio garantías a la burguesía
agraria e industrial, no solo de permanencia sino, además, de
progreso económico, de enriquecimiento, para que acumulara
sus ganancias en paz y tranquilidad. El combate al "mirismo"
fuera y en el interior de la Unidad Popular, la lucha por impedir
que continuaran produciéndose “transgresiones al programa de
la Unidad Popular” era el complemento, en lo político, de las
garantías económicas ofrecidas.

El empuje de los sectores de las masas abandonados progresiva-


mente por las concesiones anteriores, cuyo aprovechamiento
para fortalecer las propias fuerzas es imprescindible, es así
deslegitimado y recibe el tratamiento de “ultra”, “termocéfalo”,
acompañante de la derecha.

30
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Millas además establecía que la reforma agraria debía finalizar


ahora mismo y, pasadas algunas empresas al área social y
devueltas a sus “legítimos dueños”, las que habían sido
requisadas o intervenidas indebidamente, el grueso de la
burguesía agraria y la inmensa mayoría de la gran burguesía
industrial podrían dedicarse a cumplir sin sobresaltos, su rol
histórico de explotadores de la clase obrera.

Ambos planteamientos pavimentaron el camino del inicio de las


conversaciones, a pesar que dentro de la propia UP no estaba
resuelta, y aun no lo está, la controversia entre esta línea
reformista y otra que, apoyándose en las corrientes revolu-
cionarias de dentro y fuera de la UP, busca desatar la energía de
las masas para profundizar y empujar hacia adelante el proceso.

La favorable acogida que este modelo de concesión y freno


encontrará inicialmente en el ala reformista burguesa de la DC,
zanjó transitoriamente la controversia dentro de la UP en favor
de los reformistas. Estos encontraron en el sector burgués
reformista de la DC la fuerza de que habían carecido hasta ese
momento, para lograr imponer temporalmente la conciliación y
el freno al conjunto de la UP.

La debilidad permanente e insuperable del ala reformista


burguesa de la DC impidió, igual que en innumerables ocasiones
anteriores, que el entendimiento UP-DC se concretizara. El
sector mayoritario de la DC hizo valer, una vez más y con la
oportunidad de siempre, los intereses de la gran burguesía y del
imperialismo que representa y sirve, provocando el fracaso del
entendimiento UP-DC.

Los grandes derrotados de esta jornada son el reformismo


pequeñoburgués de la UP (Teitelboim, Millas, etc.) y el ala
reformista burguesa de la DC (Fuentealba, Leighton, etc.).

31
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Su éxito habría significado, en todo caso, peores retrocesos pues


se habría impuesto el freno a la reforma agraria, las garantías e
impunidad a la mayoría de los dueños de las industrias, la
concreción de una política de salarios y precios contraria al
interés de las grandes masas, a la vez que se habrían hecho
irresistibles las tentaciones de renunciar a la estatización
completa de los Bancos, de la Papelera y un número no conocido
aún de grandes monopolios, al mismo tiempo que se habría
impuesto el financiamiento, con el dinero de los trabajadores, a
la prensa y radio desde los que se les calumnia y ataca
diariamente. En suma: el cogobierno desde el Parlamento de los
patrones nacionales y extranjeros.

Se habría legitimado, además, una forma y estilo de conducción


que se funda en las negociaciones a espaldas de las masas, en el
combate a sus movilizaciones, en la represión política y
puntualmente física a los sectores de las masas que no se
resignan al inmovilismo y la pasividad.

Se habría legitimado una política de CONCESIONES a la burguesía


y al imperialismo, de FRENO al avance de los trabajadores sobre
las fábricas y fundos y sobre la institucionalidad de los patrones,
de REPRESIÓN al movimiento de masas y a los revolucionarios;
política que se habría disfrazado de avance, de consolidación, de
revolución.

Sin embargo, pese a este fracaso, el capítulo de la conciliación, el


freno y la represión no se ha cerrado definitivamente. Aún los
Millas y los Fuentealba, cada uno desde su propia posición,
insisten y reiteran que el entendimiento UP-DC no ha fracasado.

32
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Detrás de la insistencia de Fuentealba está el intento del amarre


definitivo, del debilitamiento máximo del gobierno de la Unidad
Popular. El intento de perseverar en la táctica doble que la DC ha
empleado con pleno éxito hasta hoy; mientras unos amarran, los
otros golpean, acumulando fuerzas la Derecha en su conjunto.

Detrás de la insistencia de Millas, está el propósito de conseguir


a cualquier precio, aunque sea claudicando, el triunfo de la
política que se disfraza de avance, de consolidación y de
revolución.

4.– Por todo lo anterior, el MIR reitera que la alternativa


reformismo o revolución en el seno de la izquierda persiste
como la disyuntiva fundamental del periodo.

El combate en el seno de la izquierda por aislar y derrotar el


reformismo encuentra, en este momento, su mejor terreno, su
mejor oportunidad y su mayor urgencia.

Los enormes sectores de la UP –cuadros medios, militantes y


dirigentes–, que rechazaron el entendimiento con la DC, que se
marginaron de las conversaciones y que descartan hoy todo
intento de proseguirlas, junto a los que han denunciado
permanentemente el entendimiento con los sirvientes DC de los
patrones nacionales y extranjeros, encontrarán en esta lucha las
mejores condiciones sociales y políticas para alcanzar sus
objetivos.

Es que no sólo las corrientes revolucionarias, de dentro y fuera


de la UP, han combatido en esta jornada los intentos del
reformismo de los dirigentes del PC y de algunos dirigentes de la
UP.

33
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Los trabajadores de Santiago y Concepción, los mineros, los


campesinos y los obreros del campo y la ciudad continuaron sus
luchas y movilizaciones en defensa de su salario, de la salud,
contra la burocracia y la justicia de los patrones.

En el transcurso de estos combates, formas superiores de


organización de masas y nuevas alianzas políticas que cuentan
con el apoyo mayoritario de los trabajadores, han aparecido.
Elementos componentes primarios de los Consejos Comunales
de Trabajadores, como fórmula alternativa al Parlamento, a la
Justicia y a todas las restantes instituciones de los patrones
comienzan a aparecer.

Sin duda, las vanguardias de la clase obrera rural y urbana, de los


pobladores, de los campesinos y de los estudiantes han hecho
caso omiso de la política de la conciliación, del freno y la
represión que, a espaldas del conjunto del pueblo, algunos
pretenden imponer.

5.– Las enseñanzas que de todo esto debemos recoger son


claras. Sólo la fortaleza de un movimiento de masas vertebrado
orgánicamente, que golpee nacionalmente a los grandes
patrones del campo y la ciudad, que sea conducido por un
programa revolucionario, puede garantizar el curso del proceso
hacia el socialismo.

Sólo una nueva alianza política que una a todos los revolucio-
narios, de dentro y fuera de la UP, puede formular un programa
que, por reflejar nítida y precisamente los intereses de los
pobres del campo y la ciudad y los de la pequeña burguesía
propietaria y asalariada, sea capaz de proporcionar la fuerza
suficiente para continuar el avance en el terreno económico y
comenzar a golpear la institucionalidad de los patrones, principal
freno del momento actual.

34
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Una nueva institucionalidad debe comenzar a crearse, simul-


táneamente. Las masas deben comenzar a dotarse, ellas mismas,
de formas orgánicas propias que les posibiliten el ejercicio
directo y creciente del poder político, en todos sus aspectos.
Ellas son los Consejos Comunales de Trabajadores, en la ciudad y
el campo.

Si la energía de las masas, movilizada tras sus intereses


inmediatos, debe encauzarse y adquirir la perspectiva de
transformación revolucionaria de la sociedad, al mismo tiempo,
en el combate contra el actual orden de los patrones, las masas
deben poder resolver, ahora mismo, sus problemas de salario,
salud, justicia y defensa general de sus intereses.

La única alternativa posible y concreta capaz de realizar esa


síntesis son los Consejos Comunales de Trabajadores.

Toda expresión de lucha de las masas contra el Parlamento, la


Justicia de los patrones o la burocracia, debe darse unida a la
perspectiva de crear y fortalecer éstos, sus propios órganos de
poder.

Toda lucha de masas de carácter reivindicativo debe vincularse a


la creación y fortalecimiento de éstos, sus propios órganos de
poder económico.

6. – El programa revolucionario que se levante debe contener, a


lo menos, los siguientes puntos:

– Expropiación de todas las empresas de la gran burguesía


industrial, comercial y financiera. Inmediato traspaso al área
social de todas las empresas con un capital igual o mayor de 14
millones de escudos. Defensa irrestricta de las industrias
requisadas, intervenidas o pasadas al área social.

35
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

– Expropiación sin indemnización, al más corto plazo, del capital


norteamericano en la industria, las finanzas y el comercio.
– Expropiación sin indemnización da la tierra, sin reserva y a
puertas cerradas de todos los fundos da la gran burguesía
agraria.
– Establecimiento del control obrero en la gran industria privada,
en la mediana y pequeña industria y en los fundos de la mediana
y pequeña burguesía agraria.
– Dirección y control obrero en las empresas estatales, servicios
públicos y en el conjunto de la economía.
– Apoyo de todo tipo, bajo condiciones de control obrero, a la
pequeña y mediana burguesía del campo y la ciudad, y del
comercio.
– Creación de los Consejos Comunales de Trabajadores en el
campo y en la ciudad.
– Disolución del Parlamento y creación, en su lugar, de una
Asamblea del Pueblo.
– Reajuste automático de los sueldos y salarios, semestralmente
o cada vez que el costo de la vida sube más de un 5%, a través de
un bono compensatorio. Pago inmediato del reajuste hasta hoy
acumulado.
– Adopción de las medidas que permitan eliminar de inmediato
la cesantía y la desocupación disfrazada en el campo y la ciudad.

7.– El rechazo de los vetos a la Reforma Constitucional de


Fuentealba y Hamilton y el ataque iniciado en contra de los más
altos funcionarios del Gobierno UP son indicativos de la escalada
con que la gran burguesía inicia y prepara sus futuras agresiones
al movimiento de masas y al Gobierno.

36
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Sus sirvientes políticos, la DC, el PN, el PIR y la DR persisten en la


utilización de su estrategia combinada que busca la devolución
de las fábricas y fundos a los antiguos explotadores y del cobre y
otras riquezas básicas al imperialismo norteamericano, la
represión brutal del movimiento de masas, la aniquilación de sus
organizaciones gremiales y políticas y el derrocamiento del
Gobierno.

La defensa de la estabilidad del Gobierno constituye una tarea


fundamental en la medida en que su mantenimiento posibilita el
más amplio desarrollo de las luchas de las masas, su organi-
zación y su conciencia política.

Al mismo tiempo, en función de asegurar la victoria definitiva de


los trabajadores, la lucha por aislar y derrotar al reformismo no
puede sufrir, bajo ningún concepto ni condiciones, menoscabos
que signifiquen la menor confusión entre las masas respecto de
los objetivos de la revolución, del carácter de las alianzas de
clase y de los métodos de lucha que permiten lograrlos.

COMISIÓN POLÍTICA
MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA

37
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

ANTECEDENTES PARA EL ESTUDIO DEL


MOVIMIENTO DE MASAS EN EL PERÍODO
Ruy Mauro Marini [Luis Cerda] 3

ÍNDICE

I. El movimiento de masas en el periodo 1967-70

El movimiento huelguístico
Evolución de la sindicalización

II. El movimiento de masas en el periodo 1971-72

El movimiento huelguístico
Huelgas por sector productivo

3
El reformismo y la contrarrevolución. Estudios sobre Chile, Ediciones Era, México, 1976. Anexo al
informe de la Comisión Política al Comité Central del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR). Santiago de Chile, 10 de agosto de 1972. Versión original en PDF.
38
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

La victoria electoral de la UP inició un periodo de crisis abierta de


poder en el conjunto de la sociedad chilena. Si el último periodo
del gobierno Frei ya expresaba el agotamiento de las alternativas
de las clases dominantes, es con el 4 de septiembre de 1970 que
esa crisis encuentra su expresión política institucional. La victoria
de la UP fue, a la vez, el producto de un formidable proceso de
movilización y radicalización del movimiento de masas, y una
señal verde, un incentivo, para la profundización y el ensancha-
miento de la movilización de las masas.

Dos años después, las posibilidades, sea de profundizar el


proceso abierto y comandado por la UP, sea de remontarlo bajo
una dirección alternativa, no se agotan en la discusión sobre las
líneas políticas de las direcciones de cada una de las tendencias
en que se divide la izquierda chilena. Hay un límite absoluto,
tanto a los intentos de recuperación del proceso abierto en 1970
para la institucionalidad vigente, como a la profundización del
proceso de reformas instaurado por la UP: se trata de la
capacidad de movilización y organización del movimiento de
masas, base y palanca de cualquier proceso revolucionario.

El movimiento de masas chileno refleja siempre, bajo una forma


que no se puede cuantificar, pero que no por ello deja de ser
real, las alternativas que enfrenta la UP como dirección política y
como gobierno. Las soluciones se reflejan en la disposición de
lucha y en la combatividad de los trabajadores, sea incenti-
vándolas, sea desgastándolas. Por supuesto, esto no se refleja
mecánicamente, de la noche a la mañana, ni tampoco se refleja
de manera uniforme en el conjunto del movimiento de masas.
Los trabajadores tienen una energía y decisión de lucha que va
más allá de las vacilaciones y debilidades en la dirección política
del proceso.

39
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Sin embargo, esa decisión y disposición de lucha no son


inagotables. Si las masas pierden la confianza en el proceso
político en que participan, si pierden la capacidad de comprender
la evolución de ese proceso, si “los de arriba” logran no aparecer
claramente como sus enemigos, si los sectores intermedios
logran oscurecer los antagonismos de clase, en fin, si la masa
pierde la confianza en sus líderes y no ve alternativa a ellos,
entonces las masas pueden sentirse desgastadas y disminuyen
su disposición de lucha. La capacidad de lucha y la energía para
llevarla adelante siguen existiendo; pero puede que en un
momento dado los trabajadores no estén dispuestos a dar la
pelea en las condiciones y en la dirección que le proponen.
Sobrevienen, entonces, condiciones para fórmulas de conciliación
de clases o de contrarrevolución abierta, producto del desgaste
que el reformismo trae al movimiento de masas.

El movimiento de masas tiene sus leyes, su dinámica propia, y es


un factor que determina las posibilidades y la forma de
intervención de la vanguardia. Así fue en 1905, en Rusia, y éste
es el telón de fondo en que se mueve Lenin para determinar las
tareas del periodo, arrancando de un análisis concreto de una
situación concreta.4 Así fue también en todo el proceso de
febrero a octubre de 1917, como se ve en la Historia de la
Revolución Rusa, de Trotsky, informando los momentos de
retroceso táctico y de ofensiva de los bolcheviques. Así pasa en
todos los momentos históricos en que se concentran y se
condensan las contradicciones de clase, en que se inicia una
situación prerrevolucionaria.

4
Véase especialmente Lenin, “Sobre las estadísticas de huelgas en Rusia.” Obras completas, vol.
XVI.
40
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Se trata aquí de colaborar a la comprensión de la evolución,


estado y tendencias del movimiento de masas balo el gobierno
UP. Se busca entregar una cierta cantidad de materiales y
algunas proposiciones de interpretación sobre la dinámica del
movimiento de masas y las leyes que lo han regido en los últimos
años. Se trata de una primera aproximación al estudio del
proletariado chileno en condiciones de gobierno UP. De ahí la
imposibilidad de inferir solamente de este artículo otros
aspectos del mismo tema, como, por ejemplo, las otras formas
de lucha y de organización del movimiento de masas en los
últimos dos años, las tendencias de evolución para el próximo
periodo. Sin embargo, empezamos por el análisis de las
movilizaciones huelguistas y del proceso de sindicalización
porque consideramos que son las formas clásicas de expresión
del movimiento de masas, y las que nos permitirán comprender
mejor el alcance de los cambios en las formas de lucha y de
organización que desarrolla el proceso político que vive Chile.

Cuadro 1

Además de esa limitación e insuficiencia de esta primera


aproximación al estudio del proletariado actual, hay otra, sobre
la cual es indispensable advertir. Vale la pena referirse a que, si
son las clases sociales los grandes agentes del proceso histórico,
sin lugar a dudas ellas realizan sus tareas históricas mediadas por
41
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

sus instrumentos políticos y orgánicos: su partido de vanguardia,


los consejos de trabajadores, el Estado proletario. En otras
palabras, el nivel de análisis en que se desarrolla este trabajo
representa un momento necesario, pero insuficiente por sí
mismo, para determinar las tareas de la vanguardia en el
periodo. Estas son condicionadas por el movimiento social del
proletariado, pero se determinan a partir del conjunto de la
correlación de fuerzas entre las clases, en la perspectiva de las
tareas de poder del proletariado. A la vanguardia cabe sintetizar
las condiciones en que se encuentra la dominación económica,
política, ideológica y militar de la burguesía sobre el proletariado.
El nivel de análisis propuesto en este trabajo, si busca huir de la
problemática académica sobre el “sindicalismo”, por otra parte
no pretende, de ningún modo, sustituir el lugar de puesto de
comando que debe siempre estar en la política. Se pretende
simplemente darle mayor concreción.

I. El movimiento de masas en el periodo 1967-70


El movimiento huelguístico

Para que se determine la evolución del movimiento huelguístico


de los trabajadores chilenos en 1967-70, es necesario remontarse
a principios de la década, a fin de comprender la significación del
nuevo periodo que se abre en 1967. Para esto, empezamos por
la presentación de la evolución de las huelgas, número de
trabajadores y promedio de trabajadores por huelga desde 1960,
cuadro 1.

La primera consideración por hacer es que hay una dinámica


lineal de aumento de las huelgas desde el comienzo de los años
sesenta. En efecto, ya en el comienzo del gobierno Frei el
número de huelgas se había más que duplicado en relación al
año sesenta, y el número de trabajadores movilizados por ellas
había aumentado en más de un cincuenta por ciento.
42
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Sin embargo, el mayor grado de organización del movimiento


sindical y la multiplicación misma del proletariado por el
desarrollo industrial son insuficientes para explicar que ya a
partir de 1966 el número de conflictos se hubiera multiplicado
por cuatro, y que a finales de la década el número de conflictos
huelguísticos y de trabajadores en huelga se haya multiplicado
por siete.

Hay que añadir, desde luego, que es en el periodo de 1967-70


que hace crisis abierta el reformismo DC. Si los proyectos
reformistas de ésta ya habían tenido el efecto de impulsar a
ciertos sectores del movimiento de masas a organizarse –como
el campesinado–, es en su momento de crisis manifiesta que el
movimiento de masas expresa los avances que fue desarrollando
desde el comienzo del gobierno Frei.

Desde el punto de vista de las manifestaciones huelguísticas, hay


que decir que 1966 ya marca el comienzo de un nuevo periodo,
que a su vez refleja la crisis económica del país, y la profundiza
en la medida de la incapacidad de respuesta por parte del
reformismo DC. Es así que el número de huelgas salta a 1.075,
manteniéndose en este nivel hasta 1968. El año de 1969 es
especial, en la medida que la política de la CUT de luchar por
preservar las condiciones para las elecciones del año siguiente
determina un amortiguamiento de los conflictos en los sectores
donde la directiva CUT impone más directamente su línea. Sobre
todo después del “tacnazo”, la CUT entra definitivamente en una
política de subordinar las movilizaciones de masa al interés por
“mantener los marcos legales vigentes”, con vistas a las
elecciones de 1970. Esto afecta indudablemente al movimiento
de masas, que en este momento inmaduro todavía en sus
experiencias, no transgrede radicalmente esta línea.

43
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Asimismo, la línea política de la CUT se hacía sentir también en el


hecho de que, a pesar del alza neta del movimiento de masas,
no son los sectores de “punta”, los ejes industriales, los que
participan más activamente en esas movilizaciones. En otras
palabras, los sectores tradicionalmente organizados en la CUT no
son los más activos.

Cuadro 2

Hay, en primer lugar, la intervención de las huelgas campesinas,


que se hacen sentir de forma aguda por primera vez en el país
hace pocos años. De las 39 huelgas de 1964, se pasa a 142 en
1965, y luego a 586 en 1966, 655 en 1967 y 447 en 1968.

Una comparación de dos sectores que pasan a intervenir de


forma importante en el periodo, como lo son por una parte el
campesinado y los obreros de la construcción y, por otra, los
trabajadores de la minería y de la industria manufacturera, nos
da una idea sobre qué sectores intervienen fundamentalmente
entonces.

Esto significa que, en un año en que la política de contención de


la CUT se hizo sentir sobre las movilizaciones de masas que
estaban en ascenso, es posible ver cómo reaccionan distintos
sectores de los trabajadores desde el punto de vista de su,
respuesta a la agudización de los conflictos sociales y a los
planteamientos de la CUT. Mientras que en la minería y en la

44
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

industria manufacturera hay una disminución vertical del


número de días-hombre perdidos (disminución del 57.8 % en la
primera y de 50.7 %, en la segunda), no pasa lo mismo ni con el
movimiento campesino, ni con la construcción. Evidenciando
estar dentro de sectores donde la hegemonía de la CUT sobre el
proletariado se hacía sentir con menor peso, y donde los
conflictos producidos por la agudización de la crisis económica
del país actuaban con mayor fuerza, en la agricultura los días-
hombre perdidos suben en un 48.4 % y en la construcción en un
19%.

Esto se explica evidentemente por el carácter que tuvo el


repunte de movilizaciones durante el periodo 1967-70. Estas se
hicieron empezando por la periferia del movimiento obrero
organizado, dirigiéndose hacia su centro. Vale decir, fueron las
movilizaciones de los pobladores, de los campesinos, del
movimiento estudiantil y de ciertos sectores del movimiento
obrero organizado, las que pusieron en marcha el amplio
proceso de movilizaciones del periodo, como respuesta a la
política clasista de la DC en el gobierno. El eje de las
movilizaciones del periodo se trasladó de la ciudad al campo,
donde se desarrollaron los conflictos más importantes de esta
etapa. Si esto no llega a reflejarse en las estadísticas con la
importancia cualitativa que tuvo, es tanto por lo variado de las
formas de lucha de los campesinos, cuanto por el porcentaje
relativamente bajo de la fuerza de trabajo en el campo
(alrededor de 1/4 del total).

La sindicalización campesina –que se analizará más adelante–


nos indica igualmente la rapidez de la organización e inter-
vención del movimiento campesino. Si en 1967 el 8 % de los
campesinos estaban sindicalizados, este total sube rápidamente
al 28 % en 1968. En este periodo se multiplica por 10 el número
de sindicalizados en el campo, pasando de 11 mil a 114 mil.

45
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Cuadro 3

Sin embargo, no es solamente en la cantidad de huelgas que el


periodo marca un ascenso del movimiento de masas. Ello se
revela también en las formas de manifestación huelguística, sea
con los campesinos en tomas de fundos, corridas de cerco,
etcétera, sea con el alza general del número de huelgas ilegales.

Así, si en el periodo 60-62 las huelgas legales eran el 27 % del


total de las huelgas, ese porcentaje se redujo en el periodo 67-
69 a menos del 23 %. Hubo paralelamente un neto aumento de
las manifestaciones de los trabajadores más allá de las trabas
legales, buscando formas directas de resolución de sus
conflictos, donde las tomas de fábrica pasaron ya a tener un
papel importante. El número de conflictos huelguísticos se eleva
casi cuatro veces y el número de trabajadores que participan en
ellas en más de tres veces. Lo que vale decir que cuatro de cada
cinco trabajadores que participaron en huelgas lo hicieron en
huelgas ilegales.

Dentro del periodo 67-70, este último año se destaca claramente


como el año en que las movilizaciones de masa llegaron a un
auge no sobrepasado hasta hoy día. En efecto, el número de
trabajadores que participan en huelgas se multiplica dos veces y
media, sobrepasando en su total al número de sindicalizados a
fines de 1970, que era de 551 mil.
46
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Esta alza incluye la huelga general de julio de 1970 que,


conforme a la CUT, habría sido seguida por el 80 % de los
trabajadores sindicalizados. Asimismo, habría que agregar más
de 200 mil otros trabajadores hasta llegar al total de huelguistas
de 647 mil.

Cuadro 4

El desborde de masas en 1970 se revela también en el hecho de


que los huelguistas ilegales suman el 89.2 % del total de los
trabajadores en huelga. Este auge tiene mucho que ver con el
aumento del número promedio de trabajadores por huelga, que
pasa a 355, como reflejo de la entrada decidida de grandes
empresas en las movilizaciones, al lado de grandes sectores
estatales, cuyo promedio de trabajadores por huelga es de
502.83.

Evolución de la sindicalización

Otro factor de la evolución del movimiento de masas durante el


periodo de crisis del reformismo DC es el proceso de
sindicalización. La evolución de ese proceso durante esos años
fue así: en 1966 había un total de 2.870 sindicatos que
agrupaban a 350.516 trabajadores; en 1970 el número de
trabajadores había subido a 551.086 y el número de sindicatos a
4.519.

47
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Cuadro 5

Como reflejo de un proceso desigual de movilización según el


sector del movimiento de masas, por tipos de sindicatos, la
evolución del proceso de sindicalización también tuvo un
desarrollo desigual. Los sindicatos agrícolas vieron aumentar su
número de 201 a 510, y el número de socios de 10.647 a 114
112. Los sindicatos industriales subieron de 990 a 1.440 su
número, y de 179.506 a 197 651 sus afiliados. Los sindicatos
profesionales, a su vez, incrementaron de 1.679 a 2.569 su
número y de 161.363 a 239.090 sus afiliados.

Cuadro 6

En 1966 estaban sindicalizados el 12.8 % de la fuerza de trabajo.


En 1970 esa tasa subió al 19.4 %, por tanto, un alza de 200.570
nuevos trabajadores sindicalizados, lo que equivale a un alza de
57.2 %. Esta expansión de la sindicalización se refleja desigual-
mente, por tipo de sindicato de la forma siguiente: los sindicatos
agrícolas acrecientan 103.465 trabajadores a ese contingente, lo
que corresponde al 51.8 % de ese total. Esta cifra demuestra un
crecimiento del 971.8 % en el total de sindicalizados de 1966 a
1970. Los sindicatos industriales agregan solamente 18.145 de
48
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

los 200.570 nuevos sindicatos, es decir, un crecimiento de un


10.1 % contribuyendo con solamente el 9.2 % del nuevo contin-
gente de sindicalizados. De su parte, los sindicatos profesionales
participan con 77.727 en el contingente de nuevos sindicalizados,
que corresponde al 39 % de ese total. El crecimiento de los
trabajadores organizados en sindicatos profesionales, subió en
un 48.1 %, tasa alta, pero todavía más baja que el crecimiento
global, que fue de 57.2 %.

Cuadro 7

De los sectores más activos en las movilizaciones del periodo, los


datos presentados reflejan de forma evidente la presencia del
campesinado. Este se constituye, sin duda, en el factor
determinante en el alza de la sindicalización. Sin embargo, otros
sectores que marcan el periodo con sus movilizaciones no
encuentran expresión en estos datos, como es el caso de
aquellos que se movilizaron en el campo sin buscar valerse de la
sindicalización legal, al igual que sectores del proletariado de la
rama de construcción, cuya inestabilidad objetiva presiona en
contra de una alza de la sindicalización correspondiente al grado
de su movilización

49
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Cuadro 8

Este es el cuadro de la movilización de masas y del proceso de


sindicalización al finalizar el periodo de Frei y comenzar el
gobierno de la Unidad Popular. Nos concentramos en el periodo
1967-70 por traer consigo la explicación de la crisis del
reformismo freísta y los motivos del triunfo electoral de la
Unidad Popular en septiembre de 1970. Asimismo, ese periodo
tiene que ser el punto de referencia para un análisis de la
evolución del movimiento de masas durante el gobierno de la
UP.

Cuadro 9

50
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

II. El movimiento de masas en el periodo 1971-72

El movimiento huelguístico

Los años 1971 y 1972 (datos sobre los 6 primeros meses de este
año) nos demuestran inicialmente una continuidad en el alza del
número de conflictos, con un ritmo de crecimiento todavía más
rápido que el del periodo 1967-70. Es así que el número de
huelgas sube de 1.819 en 1970 a 2 709 en 1971 y alcanza 1.763
tan sólo en el primer semestre de 1972 (con una proyección de 3
526 para todo el año). Son alzas de un 48.8 % en 1971 y de un
30.1 % en la proyección para 1972.

El movimiento de masas indudablemente tomó como suya la


victoria del 4 de septiembre, y se valió intensamente de las
nuevas condiciones de lucha para resolver en su favor los
conflictos sociales que le afectaban. El alza del número de
conflictos representa una generalización de los conflictos
sociales en el conjunto del proletariado y de las capas sociales
asalariadas.

Cuadro 10

Por otro lado, el año 1971 significó la incorporación masiva de


sectores de la pequeña y mediana industria, pequeño y mediano
comercio y de sectores de empleados fiscales, al movimiento
huelguístico, sectores éstos que normalmente tienen correla-
ciones de fuerzas demasiado desfavorables en sus locales de
trabajo para poder apelar a la huelga para la resolución de sus
51
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

peticiones. Esto se expresa en la neta disminución del número


de trabajadores en huelga, a menos de la mitad (de 647 mil en
1970 a 292 mil en 1971), mientras que el número de conflictos
subió significativamente. Si el número de conflictos sube en un
48.9%, el número total de trabajadores en huelga baja en un
54.8%. La disminución del tamaño de las empresas en huelga es,
en consecuencia, vertical, bajando de 355 a 108 el promedio de
trabajadores por huelga.

Cuadro 11

Hay que aclarar, sin embargo, que esta baja en el promedio de


trabajadores por huelga refleja también huelgas en sectores de
grandes empresas, como por ejemplo la gran minería del cobre,
y no solamente la intensificación de las huelgas en pequeñas y
medianas empresas. Asimismo, el peso de las huelgas en
sectores de la gran minería del cobre no es todavía significativo
como lo será en 1972, cuando el peso general de las huelgas en
la gran minería crece enormemente. Por lo tanto, se puede decir
que globalmente 1971 fue bastante afectado en el número total
de huelgas y trabajadores que participan en ellas, por la
presencia de las pequeñas y medianas empresas.

A fin de establecer una primera periodización del gobierno UP


desde el punto de vista del movimiento de masas, dividimos el
periodo analizado en tres subperiodos: el primer semestre de
1971, el segundo semestre de 1971 y el primer semestre de
1972. La división, además de facilitar la comprensión de la

52
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

evolución de los datos, corresponde asimismo a periodos


distintos en la historia del gobierno UP.

En efecto, los primeros seis meses de 1971 incluyen el periodo


en que se concentra el mayor número de medidas de
importancia tomadas por el gobierno, a nivel de la agricultura,
de las minas, de los sectores bancarios, industrial y sindical.
Corresponde este primer periodo igualmente a una fase en que
la correlación de fuerzas a nivel político era indiscutiblemente
favorable a la izquierda, que se encontraba efectivamente a la
ofensiva.

El segundo periodo corresponde ya a una fase de transición,


cuando el crecimiento de la base social del gobierno empieza a
desacelerar, a demostrar sus límites. Las fuerzas de la oposición
comienzan a recobrar sus fuerzas y a establecer su nueva unidad
interna, para retomar la iniciativa política. Este periodo va desde
las elecciones de Valparaíso en julio de 1971 hasta la marcha de
las mujeres en diciembre de 1971.

El primer periodo de 1972 ya corresponde más bien a un periodo


en que el deterioro de la correlación de fuerzas políticas y
sociales, en detrimento del gobierno, se revela más abierta-
mente. La oposición asume decisivamente la iniciativa en la
escena política.

Cuadro 12

53
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

En un periodo de correlación de fuerzas tan inestable entre las


clases, de hecho habría sido mucho más rico un análisis mes a
mes e, incluso, a veces, semana a semana. A pesar de que Chile
no se encuentra en una situación revolucionaria –conforme al
criterio leninista– está claro que las exigencias que viven las
clases –y particularmente el movimiento de masas– son extre-
madamente concentradas. Periodos como el actual representan
de hecho, bajo una forma concentrada, años y años de
aprendizaje para las clases en lucha, y revelan en forma
descarnada la dinámica de cada clase social, sobre todo en un
país periférico al sistema capitalista, donde el cruce de distintas
relaciones productivas provoca una gama de diferenciaciones en
la estructura de clases y dentro de las mismas clases. Para
captar, pues, las formas de existencia de las clases hay que
valerse en gran medida de la posición de clase y de las prácticas
de clase de cada sector en la escena política. Somos conscientes,
por lo tanto, de que la periodización que utilizamos, aunque no
contenga nada de arbitrario –de hecho toma a la lucha de clases
en su nivel más concreto y sintético, el nivel político–, es
insuficiente para explicar los mecanismos de movilización de los
distintos sectores que componen el movimiento de masas en
Chile hoy día. El análisis se constituye, pues, en un primer paso
hacia la comprensión de esa dinámica.

La primera característica de la evolución de las huelgas a través


del periodo analizado es un aumento sostenido en el número de
conflictos, consolidando la tendencia de esos conflictos a
generalizarse entre todos los trabajadores. Se registra un alza del
14.1 % en el número de huelgas en el segundo semestre de 1971
en relación al primer semestre, y un alza del 22 % en el primer
semestre de 1972 en relación al segundo semestre de 1971.

54
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Esta primera característica viene acompañada del aumento del


número de trabajadores en huelgas que, del primer semestre de
1971 al primer semestre de 1972, crece más del doble. En 1971
hay una tendencia más marcada al aumento del número de
huelgas, que crece más que el número de trabajadores (14.1 %
por 11.8 %), conforme lo demuestra el cuadro con los
porcentajes. En 1972 se invierte la tendencia, con un claro
ingreso de las grandes empresas en el movimiento huelguístico,
que hace que el número de trabajadores suba un 29.2 %, contra
un 22 % del número de huelgas.

Cuadro 13

Como expresión de las nuevas condiciones de lucha que se


presentan a los trabajadores bajo el gobierno de la UP, hay una
tendencia general a la baja en los días de duración de las
huelgas. A pesar del aumento en un 22 % en el número de
huelgas y en un 29.2 % en el número de trabajadores en huelga,
los días de duración de esas huelgas baja en un 26.5 % del
segundo semestre de 1971 al primer semestre de 1972. Así, el
promedio de días de una huelga, que en el primer semestre de
1971 era de 8 días, bajó a 6 días en el segundo semestre de 1971
y a 3.7 días en el primer semestre de 1972, revelando una
capacidad de lucha y de organización mucho más alta de los
trabajadores, lo que los lleva a decidir en su favor más
rápidamente los conflictos.

55
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Como criterio comparativo reproducimos en seguida la duración


promedio de días de trabajo perdidos en 1961 y 1967, esto es,
durante dos gobiernos anteriores distintos, los de Alessandri y
de Frei, ver cuadro 13.

En cuanto a los días-hombre perdidos en las huelgas, hay un alza


del primero al segundo semestre de 1971 y una baja relativa, en
el primer semestre de 1972. Sin embargo, la proyección para
1972, basada en el primer semestre del año, muestra un leve
aumento en relación a 1971. Recordemos que el estancamiento
y la leve alza global en los días-hombre perdidos se deben más
bien al contingente de trabajadores en huelga que a la extensión
de las huelgas. Estas tenderán cada vez más a ser huelgas más
amplias en la cantidad de trabajadores y –también por eso– a
resolverse en un plazo más corto.

Cuadro 14

Este cuadro se complementa con el número promedio de


trabajadores por huelga, el cual, como ya se ha hecho notar, no
corresponde necesariamente al tamaño de la empresa, sino al
número de trabajadores en huelga, que puede corresponder a
una sección de una gran empresa. Aquí, después de una baja
vertical de 1970 a 1971, de 355 a 108, hay una leve tendencia al
alza, pero bastante lejana del índice de 1970 y hasta de los años
de la década pasada. El primer semestre de 1971 tiene un
promedio de 109.11 y el segundo de 106.9, reflejando directa-
mente la incorporación amplia de sectores de pequeña y
mediana empresa, así como de sectores de empleados fiscales.

56
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

El primer semestre de 1972 eleva ese promedio a 113.7


trabajadores por huelga, como resultado de la intervención de
grandes empresas.

En continuidad al proceso de radicalización del movimiento de


masas empezado ya en 1967, ahora, en el gobierno de la UP, se
prolonga la tendencia a la disminución de importancia de las
huelgas legales, en favor de las huelgas ilegales. El número 14 es
el cuadro de las huelgas legales e ilegales para los tres periodos
analizados.

Para efectos de comparación se puede pensar que en el


promedio anual de huelgas 1967-69, la distribución porcentual
era la siguiente: huelgas legales 22.6 %, huelgas ilegales 77.4%.
Vale decir, el alza del movimiento de masas llevó a la reducción,
hasta un insignificante porcentaje de un 3.4 %, las huelgas
legales, lo que refleja la caducidad de la legislación laboral del
país.

Cuadro 15

Como se puede ver por el cuadro 15, el fenómeno de liberarse


de las trabas legales de la legislación del trabajo fue genera-
lizado, pues ocurría en todos los sectores productivos.

57
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Hay variaciones cada vez menores entre los distintos sectores en


cuanto al porcentaje de huelgas ilegales. En el primer semestre
de 1972 la variación se da entre el 88.3 % de huelgas ilegales en
el comercio y el 100 % de la electricidad, haciendo que el
resultado global de un 96.6 % de huelgas ilegales refleje no
solamente el conjunto de huelgas, sino también cada uno de los
sectores productivos.

Cuadro 16-I

Otra característica que hay que resaltar es la que tiene que ver
con la evolución del número de empleados y de obreros que
participan de las huelgas. En el comienzo del gobierno popular
no era tan marcada la desproporción entre las dos categorías de
trabajadores, en lo que a participación en huelgas se refiere.
Ambos contribuían prácticamente con la mitad del contingente
total. La evolución de la incorporación de los obreros alcanzó un
ritmo bastante más desarrollado. Los datos globales y su
evolución se pueden ver en los cuadros.

Cuadro 16-II

58
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Del contingente total de trabajadores que participaron en


huelgas en el primer semestre de 1972, los obreros contri-
buyeron con un 61.9 %, vale decir, con 124.073 trabajadores.
Desde el primer semestre de 1971 hasta el final del primer
semestre de 1972, el número de obreros que se incorporaron a
las huelgas aumentó en un 61 %, mientras que el total lo hizo en
un 45 %, y los empleados sólo en un 25 %.

Cuadro 17

La fuerza y organización de los obreros hace que las huelgas se


decidan más rápidamente. Así, el número de días-hombre
perdidos por empleados y obreros no corresponde precisamente
al número de trabajadores en huelga. Hay una dinámica de
disminución relativa –y absoluta, del segundo semestre de 1971
al primer semestre de 1972– del número de días-hombre
perdidos por las huelgas obreras, mientras que hay un neto
aumento del número y del porcentaje de días-hombre perdidos
en las huelgas de los empleados:

Los obreros siguen teniendo un porcentaje más alto en días-


hombre perdidos, en relación a los empleados, en el número de
trabajadores en huelga. En días-hombre perdidos, el porcentaje
de obreros disminuye, así como también disminuye en números
absolutos del segundo semestre de 1971 al primero de 1972, en
términos absolutos. Hay que recordar que hay una tendencia a la
disminución neta del número de días de duración de las huelgas,
que baja de 10.147 a 6.679, entre 1971 y el primer semestre de
1972, a pesar del alza del número de huelgas y de huelguistas.

59
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Cuadro 18

En el primer semestre de 1971, en un clima de ofensiva política


del nuevo gobierno, hubo una incorporación neta de los
empleados al movimiento huelguístico. Estos reflejaban los
sectores más retrasados del movimiento sindical que, cuando se
consolida una ofensiva general, tienden a lanzarse rápida y
violentamente por sus reivindicaciones. Comparado con su
inferioridad clara en relación a los obreros en el total de la fuerza
de trabajo, al llegar al 44.2 % de los huelguistas, los empleados
demuestran una gran alza en sus luchas. Las huelgas, en ese
entonces, tenían una duración mucho más larga que después,
revelando que su resolución tiene vinculación directa con la
fuerza que la clase obrera tiene en sus luchas. Cuanto más crece
la intervención de los obreros, más tienden a disminuir los días
de duración de las huelgas.

En los dos semestres posteriores, la proporción entre obreros y


empleados se estabilizó alrededor de 62 % y 3 %, respectiva-
mente, con un incremento global de un 45 %. A esta evolución
correspondió una disminución sensible de los días de duración
de las huelgas.

Esta baja en el promedio de días de duración de las huelgas no


encuentra así una vinculación directa con la evolución en la
incorporación de los empleados, que bajan –en términos
absolutos y relativos– del primer al segundo semestre de 1971,
subiendo posteriormente su monto global. Como ya mencio-
namos, la explicación del fenómeno se encuentra en el
reforzamiento del ejército de huelguistas, con la incorporación

60
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

creciente de la clase obrera y, más particularmente, de sectores


claves de ella, ubicados en las grandes empresas del Área de
Propiedad Social y en la gran minería del cobre. Esta tendencia
refleja una correlación de fuerzas crecientemente favorable a los
trabajadores, en la medida en que la gran mayoría de las huelgas
tiende a llegar a soluciones favorables a los trabajadores, y en un
espacio de tiempo cada vez menor.

Huelgas por sector productivo


El análisis de las huelgas por sector productivo nos proporciona
datos sobre los sectores sociales más conflictivos en los periodos
analizados, la dinámica de evolución de cada uno, la importancia
relativa de cada sector y, finalmente, los sectores que se lanzan a
la vanguardia del movimiento de masas.

Los datos analizados, siempre tomando como fuente las


Memorias del Ministerio del Trabajo, están clasificados conforme
al criterio tradicional que los agrupa según los sectores de la
estructura productiva. Este criterio no permite algunas especi-
ficaciones importantes, como lo son las subdivisiones del rubro
industrias manufactureras, que permitirían comprender el
comportamiento de cada uno de sus sectores: textil, metalúrgico,
químico, alimenticio, etcétera.

Sin embargo, hay diferenciaciones fundamentales que se


evidencian por la presentación de los datos desglosados por
sectores productivos, como en los cuadros 19, 20, 21-I, 21-II y
21-III referentes a número de huelgas, número de trabajadores
en huelga y número promedio de trabajadores por huelga, en
cada sector.

61
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Cuadro 19

Cuadro 20

Cuadro 21-I

62
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Cuadro 21-II

Cuadro 21-III

Una primera lectura de los datos presentados, que corresponden


a recomposiciones de los datos de las Memorias del Ministerio
del Trabajo, permite sacar algunas conclusiones iniciales. La
primera es que los sectores que más implementaron sus huelgas
en el periodo analizado fueron la minería, la construcción y los
servicios.

63
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

El sector minero, tradicionalmente caracterizado como el sector


de vanguardia del movimiento obrero organizado, a nivel de las
huelgas, no tiene una actitud que corresponda al papel que le es
atribuido. La alteración tan rápida en su contingente de
huelguistas corresponde más bien a sectores intermedios o de
retaguardia, sectores que alcanzan rápidamente su movilización
en un periodo de auge, pero no son los que inauguran ese
periodo, ni los que mantienen su nivel de movilización más allá
de él. Así los trabajadores mineros, que viven una gran
transformación con la nacionalización de la gran minería del
cobre y de otros minerales fundamentales, en el primer
semestre de 1971 presentan una movilización relativamente
baja en términos de huelgas. Hay 5.337 huelguistas en ese
periodo, subiendo al triple –15 207– en el segundo semestre de
ese año. En este periodo, ingresan en el movimiento huelguístico
los trabajadores de la gran minería del cobre, que serán los
principales responsables por esta alza. Esto se expresa en la
rápida elevación del número de trabajadores-huelga del primero
al segundo semestre: de 82.10 a 253.45. En el primer semestre
de 1972 sigue desarrollándose la misma tendencia: el número de
trabajadores en huelga sube a 24.052, expresando un alza de un
369 % en un año. En el primer semestre de 1972 hay 20 % más
trabajadores mineros en huelga que en todo el año de 1971. Una
proyección de la tendencia para todo el año de 1972 mostraría
que un 50 % de los trabajadores mineros habrían participado en
movimientos huelguísticos durante el año de 1972. 0 sea, uno de
cada dos trabajadores que componen la fuerza de trabajo
minera habría participado de huelgas durante 1972.

Este primer semestre de 1972 presenta, al lado del alza enorme


del número de trabajadores en huelga, una baja en el promedio
de trabajadores-huelga. Este promedio baja de 253.45 a 170.42,
lo que resulta del aumento del número de huelgas en sectores
de la gran minería.
64
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

La construcción tiene un comportamiento típico de un sector


explosivo socialmente, pero sin la constancia de los sectores de
vanguardia del movimiento obrero. El número de huelguistas
sube de forma impresionante: de 8.189 a 15.072, del primero al
segundo semestre de 1971, y a 27.805 en el primer semestre de
1972. El crecimiento, durante el periodo analizado, es de 239 %.
Ese crecimiento es acompañado de un desplazamiento hacia
empresas mayores: el promedio de trabajadores-huelga pasa de
83.56 a 157.28. El contingente total de huelguistas, proyectado
para todo el año de 1972, llegaría a casi el tercio de la fuerza de
trabajo del sector, vale decir, uno de cada tres trabajadores de la
construcción habría participado en huelgas durante 1972.

El sector de servicios pasa a ser el que contribuye con la mayor


cantidad de trabajadores al contingente de huelguistas durante
el primer semestre de 1972. Su crecimiento es de casi 200 %
desde el primer semestre de 1971 hasta la mitad de 1972.

Sin embargo, ese total representa todavía poco, comparado con


los 777.700 trabajadores que componían la fuerza de trabajo de
servicios en 1970. Asimismo, es difícil una ubicación más precisa
de los sectores internos responsables de esta alza considerable
del número de huelguistas, por no disponer de un desglose
interno al sector. Se puede suponer que los servicios guberna-
mentales y el servicio médico y sanitario estarán entre los
principales responsables del alza de las huelgas del sector. Otra
característica a anotar es que hay un crecimiento mayor del
número de trabajadores en huelga que del número de huelgas
(197 % en el primero, contra 99 % en el segundo).

Sin entrar aquí en un análisis que logre clasificar los sectores de


vanguardia del movimiento de masas en este periodo de la vida
política chilena, hay que decir, sin embargo, que los trabajadores
de la industria manufacturera demuestran una estabilidad
característica de los sectores de dirección de las movilizaciones
65
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

de masa. Su crecimiento es constante –10 % de un semestre a


otro, 18% del primer semestre de 1971 al primer semestre de
1972–, lo que no solamente demuestra su firmeza y disposición
constante de lucha; si el alza porcentual no es tan grande, es
justamente porque ya en el primer semestre de 1971 presentaba
un buen grado de movilización. Por otra parte, el promedio de
trabajadores-huelga también prácticamente se mantiene:
126.40, 129.23 y 122.42.

En lo que se refiere al campesinado, los datos sobre huelgas no


reflejan su nivel real de movilización y conflictos. El número
absoluto de huelgas baja, ocurriendo lo mismo con el número de
huelguistas. Sin embargo, hay que destacar que, sobre todo
después de la constitución del área reformada de la agricultura,
las formas de lucha de los campesinos cambian, haciendo que
las huelgas sean apenas una de las formas de manifestación de
los conflictos rurales, y no la más importante ni la más
constante.

El análisis del conjunto de las huelgas y de los huelguistas


demuestra que hubo una tendencia hacia la generalización de
los conflictos. Así, si en el primer semestre de 1971 dos sectores
solamente sumaban el 60.3 % de los conflictos –agricultura con
42 % e industria manufacturera con 18.3 %– y si cuatro sectores
sumaban el 85.2 % del total de trabajadores en huelga –además
de los citados, transporte con 9.6 %, y servicios con 13 %–, la
composición porcentual cambia para el primer semestre de
1972. La agricultura sigue en primer lugar en los números de
conflictos, pero con el 29.2 % del total. Los conflictos se dan
mucho más repartidos entre los otros sectores. Pasa lo mismo
con la proporción en el número de trabajadores, donde también
ocurre una división más equitativa, que refleja igualmente una
generalización de los conflictos sociales.

66
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Hay otro mecanismo de comparación que ayuda a comprender


el alcance del movimiento huelguístico durante el gobierno UP.
Se trata, por una parte, de la comparación entre la población
ocupada y los trabajadores participantes en huelgas; y, por otra
parte, de la comparación de los trabajadores sindicalizados con
el contingente de huelguistas, ver cuadro 22.

Cuadro 22

La desproporción que reflejan esos datos se tiene que


comprender a través de la mediación de los datos sobre sindica-
lización, que no se analizan aquí. Sin embargo, adelantamos los
datos comparativos de los trabajadores sindicalizados en
diciembre de 1971 y el total de trabajadores en huelga en cada
periodo:

Cuadro 23

Este cuadro sirve de referencia para la comprensión de la


relativa estrechez de los marcos sindicales vigentes, frente al
movimiento huelguístico desarrollado durante los dos años
considerados.
67
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

EL MIR RESPONDE AL PARTIDO COMUNISTA


Febrero 19735

EL PODER POPULAR AUTÓNOMO, INDEPENDIENTE


Y ALTERNATIVO AL ESTADO BURGUÉS NO ES UNA
FANTASMAGORÍA, SINO UNA REALIDAD Y NECESIDAD

El Secretario General del PC, Luis Corvalán, afirma en su carta a


Carlos Altamirano:

“Pero ocurre que quien está, como ya se ha dicho, bajo el


fuego graneado del imperialismo y la oligarquía de los
Jarpa y de los Frei, y a quien éstos quieren derrocar, no es
el fantasmagórico Poder Popular Independiente del
Gobierno de que habla el MIR y que solo existe en la
cabeza calenturienta de sus dirigentes, sino al Gobierno
del Presidente Allende.”

Pensamos que la argumentación es falaz y pasamos a


demostrarlo.

Lo que la gran burguesía y el imperialismo quieren es impedir


que la clase obrera y las masas populares avancen con
independencia de clase hacia la toma del poder político. Es en
ese contexto que las clases reaccionarias y sus partidos se han
planteado impedir que el Gobierno actual actúe como un
verdadero Gobierno de los Trabajadores, abriendo paso,
impulsando y apoyando la movilización y la lucha independiente
de las masas. Por eso la burguesía impuso en octubre la salida
del Gabinete UP-Generales, precisamente para colocar bajo
custodia de una institución que es un “agente del Estado
burgués”, en este caso “agente restaurador”, al gobierno. Por

5
Revista “Punto Final”, n° 178, 27 de febrero de 1973, Santiago de Chile.
68
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

eso también el imperialismo y la burguesía buscan la derrota del


gobierno bajo la forma de derrocamiento y claudicación. Y es por
eso precisamente que la movilización creciente de las masas y su
organización en órganos de poder, independientes y autónomos
del Estado Burgués, es la única alternativa real para que la clase
obrera y las masas populares puedan enfrentar con posibilidades
de éxito a las fuerzas de la reacción burguesa. La burguesía ha
comprendido perfectamente esto y por eso lucha por subordinar
toda forma de organización independiente de las masas, de
poder de las masas, al Estado burgués.

En esto encuentran el concurso del reformismo, el apoyo de la


dirección del PC, que se opone a impulsar el desarrollo de
formas de poder popular autónomas y contradictorias con el
Estado burgués chileno.

Y entiéndase bien, estamos hablando de un poder obrero y


popular, que se organiza desde abajo en forma autónoma e
independiente, en contradicción y lucha con el Estado burgués y
sus instituciones de dominación social y política. Se trata de un
poder autónomo y alternativo al Estado burgués e independiente
del gobierno actual. Esto no significa que ese poder tenga que
ser necesariamente contradictorio con el gobierno. Eso depende
exclusivamente del gobierno, de su capacidad para realizar y
absorber o no, los intereses inmediatos y generales de los
distintos sectores de la clase obrera, las masas y el pueblo. Más
aun, se trata de que efectivamente el gobierno ayude a
desarrollar ese poder popular que es el único factor de fuerza
que le puede dar una estabilidad clasista, proletaria y popular.
Que el gobierno apoye las luchas del pueblo, sea una palanca
efectiva de sus movilizaciones, lucha y organización indepen-
diente, depende del carácter de clase y la fuerza de clase en que
se afirme.

69
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

En verdad, el fondo de la polémica sobre el poder popular


alternativo no está en las relaciones de éste con el gobierno, sino
en la concepción de la dirección del PC sobre el actual período y
las tareas del proletariado en la presente etapa de la lucha de
clases.

Lo que ocurre es que la dirección del PC es contraria al desarrollo


de un poder obrero y popular alternativo y autónomo, porque
no se plantea para este período la toma del poder político por el
proletariado, la sustitución revolucionaria del actual Estado,
sino, como dice el senador Corvalán:

“somos partidarios de llevar adelante el proceso


revolucionario en los marcos del actual estado de derecho,
sin perjuicio de irlo mejorando paulatinamente y somos
firmes partidarios de la participación de la clase obrera en
la gestión del Gobierno, pero somos absolutamente
contrarios a los planteamientos del MIR acerca de la
creación de un poder popular como alternativa al Gobierno
Popular, pues eso a nuestro juicio significa debilitar al
Gobierno, cuando de lo que se trata es de fortalecerlo”.

Es decir, la dirección del PC se plantea un largo período de luchas


por reformas dentro del capitalismo, dentro del Estado de
derecho burgués, a través de la acción parlamentaria, para llegar
gradualmente al socialismo, tesis de la transición pacífica y
electoral parlamentaria al socialismo. Esto es la esencia del
reformismo de ayer, el de los Bernstein, Plejánov y Kautsky y del
neorreformismo contemporáneo del PC chileno y de otros PC
que siguen la misma política reformista de la dirección del PC
chileno.

70
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Es necesario señalar claramente que la dirección del PC se


plantea una reforma del capitalismo y una democratización del
actual Estado burgués, pero que no se plantea ni la toma del
poder político, ni el socialismo en el actual período y en la actual
etapa. Y no porque no haya condiciones.

Marx y Lenin estudiaron los períodos en que era posible que el


proletariado se planteara el cuestionamiento real del poder del
Estado. Éstos son los períodos de crisis de la sociedad, de crisis
de la dominación burguesa y ascenso del movimiento de masas,
período que hoy vivimos en Chile en su fase prerrevolucionaria.

La dirección del PC no debe ocultar sus ideas y propósitos. No


debe seguir mistificando y deformando la realidad y la lucha
ideológica afirmando que el poder popular que desarrollan las
masas es necesaria e inevitablemente alternativo y contra-
dictorio al gobierno actual. Es alternativo al Estado burgués, a
ese Estado al que la dirección del PC no quiere combatir en sus
raíces y al que no quiere que el Gobierno actual combata (por
eso aceptaron la incorporación de los militares), Estado que solo
se propone modernizar, democratizar, hacer más popular, sin
que pierda su carácter burgués. Solo será contradictorio con el
Gobierno si éste se opone a la lucha independiente del
proletariado y el pueblo.

El Poder Popular alternativo y autónomo es parte de una


estrategia proletaria alternativa a la estrategia del reformismo,
que acepta mantener subordinadas a las masas a la democracia
burguesa.

El Poder Popular alternativo y autónomo no es una fantas-


magoría, ni existe solo en la “cabeza calenturienta” de algunos
dirigentes. Ha surgido, se está desarrollando y se fortalecerá en
el seno de las masas, aunque algunos dirigentes del PC quieran
impedirlo o darle un carácter distinto. Y ello porque es el
71
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

producto de una agudización de la lucha de clases, de un


proceso progresivo y creciente de mayor autonomía ideológica,
política, programática y organizativa de las masas.

Tan real es el Poder Popular Independiente que es una de las


principales preocupaciones de la dirección del PC y que las
masas que todavía reconocen conducción en el PC, y aun las
bases de su propio partido, se les escapan y desarrollan una
política contraria a la política oficial de la dirección del PC. La
dirección del PC fue hasta el paro de octubre contraria a los
Comandos y Consejos Comunales de trabajadores. Octubre les
mostró que no podían ir contra la corriente de la lucha de clases.
Entonces decidieron aceptar formalmente los Comandos y
Consejos, pero anulándoles todo su contenido proletario al
intentar convertirlos en instrumentos de lucha corporativa y de
democratización del Estado nacional-burgués. Los Comandos y
Consejos, el desarrollo del Poder Popular alternativo y
autónomo, constituyen órganos fundamentales para abrir paso a
la Revolución Proletaria […]

LA VERDADERA POSICIÓN DEL MIR FRENTE AL GOBIERNO

El senador Corvalán señala en la carta ya mencionada que:

“el MIR descalifica por completo al Gobierno actual”.


Mientras ustedes [se refiere al PS] y nosotros [el PC]
consideramos que trabaja por los cambios y quiere abrir
paso al socialismo, el MIR sostiene que se propone la
reafirmación del orden burgués.”

No es ése exactamente el pensamiento del MIR. Nosotros


pensamos que hasta la constitución del Gabinete UP-generales,
el Gobierno fue un gobierno predominantemente reformista de
izquierda, que amplió las libertades democráticas en Chile y puso

72
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

en práctica un limitado proyecto de reformas en beneficio de la


clase obrera, y en ese sentido lo valoramos. Lo cual no significa
que hayamos estado absolutamente de acuerdo con su práctica,
ni con subordinar la lucha independiente del proletariado a la
capacidad de acción del gobierno y a los límites políticos del
Gobierno como objetivo último de la acción obrera. Muy por el
contrario, valoramos la existencia de un gobierno de izquierda,
en la medida en que sea realmente un instrumento y una
palanca importante en la lucha de la clase obrera y las masas.
Por eso criticamos la política reformista que con sus vacilaciones
y falta de confianza en las masas, posteriormente llevó a buscar
la solución a la crisis de octubre en la incorporación de algunos
representantes del cuerpo de oficiales de las FF.AA. al Gabinete,
iniciándose con ello un proceso gradual de reafirmación del
orden burgués en el interior del Gobierno y aparato estatal.

LA ESENCIA DE LA POLÍTICA DE LA DIRECCIÓN DEL PC CHILENO:


LA ALIANZA DE LAS FUERZAS POPULARES CON LA “BURGUESÍA
NACIONAL”

La esencia de la política de la dirección del PC para el actual


período fue definida por José Cademártori, miembro de la
Comisión Política del PC, en un artículo aparecido en los n.° 11 y
12 de la Revista de la Universidad Técnica.

Cademártori señala que la dirección del PC considera que


estamos en la primera etapa del proceso chileno de transición al
socialismo y que la clave del éxito en esta primera etapa reside
en lograr conseguir el concurso y el apoyo de la burguesía
nacional (que para el PC está constituida por todos los sectores
que estén fuera de las 49 o bien de las 91 empresas definidas
para integrar el APS) al camino chileno de transición al socialismo.

73
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Es decir, la dirección del PC plantea hoy día, frente al fracaso de


su estrategia por la crisis de la economía y crisis por tanto de su
modelo de acumulación de fuerzas que se basa en los éxitos
económicos, una nueva alianza de clases. Una alianza de clases
en que a la burguesía ya no solo se le garantizan sus intereses en
forma subordinada, a través del programa, sino que se redefine
la alianza social, la alianza de clases que sustenta el actual
programa de la UP, dando un papel importante, un rol mayor a
la burguesía nacional. Se entiende que esto debe traducirse en
una incorporación orgánica de la burguesía a las alianzas bajo
alguna forma y, por tanto, su incorporación también en los
niveles de dirección del gobierno. Esta alianza plantea, según
Cademártori, una redefinición de las relaciones entre la
burguesía nacional y el proletariado que, de relaciones de lucha
y oposición entre explotados y explotadores, se deben
transformar en “relaciones de cooperación entre capital y
trabajo asalariado”. Se trata de convencer, según la dirección del
PC, a la burguesía chilena que apoye la lucha del proletariado en
el tránsito chileno al socialismo. Nosotros pensamos que lo que
la dirección del PC busca en los hechos es más bien convencer al
proletariado que colabore a la plena restauración del dominio
burgués.

Así se hacen perfectamente comprensibles las afirmaciones


recientes del secretario general del PC cuando señala:

“Somos partidarios de llevar adelante el proceso


revolucionario en los marcos del actual estado de
derecho sin perjuicio de irlo mejorando paulatinamente”.

74
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Es decir, la dirección del PC renuncia a impulsar la lucha anti-


capitalista y socialista del proletariado. En el actual período no se
plantea como objetivo la conquista del poder político por el
proletariado, sino la reforma del capitalismo, de los mono-
polios, el latifundio y la penetración imperialista en algunos
sectores de la economía, aceptándolo en otros y la democra-
tización del Estado nacional burgués, a través de mejoras
paulatinas que se irían introduciendo al edificio capitalista y
explotador de la sociedad chilena.

Las razones que la dirección del PC da para impulsar esta política


están en el conocido y falaz argumento de la concepción de la
correlación de fuerzas internas (fundamentalmente electorales
para la dirección del PC) para plantearse objetivos socialistas y
no existiría tampoco la correlación de fuerzas internacionales
para plantearse objetivos socialistas en un país que está en el
traspatio colonial del imperialismo yanqui.

Pero lo contradictorio y paradójico es que la dirección del PC no


plantea una política para quebrar esa correlación de fuerzas en
el plano interno, salvo la de ganar la “batalla de la producción” y,
a partir de la solución de los problemas económicos, ganarse a
las masas y modificar la correlación de fuerzas. Este esquema ha
fracasado. Pero se sigue insistiendo en él. Como la dirección del
PC ha visto que no puede ganar la batalla de la producción en
una economía capitalista sin el concurso de la burguesía, ha
decidido llamar en su auxilio a la “burguesía nacional”.

Pero la paradoja llega al extremo cuando se nos dice que no


obstante que no hay fuerza para plantearse objetivos socialistas,
es decir, el objetivo de la conquista del poder político en el
período, se nos dice que se inició ya la primera fase de la
transición al socialismo. Ésta se habría iniciado el 4 de septiembre
de 1970, antes de que el proletariado y sus aliados hayan
conquistado el poder político salvo, dice el PC, una parte del
75
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

poder. Ahora se trataría de convencer a la burguesía nacional


para que ayudara al proletariado a conquistar todo el poder.

El problema en verdad es otro. En Chile nunca ha habido ni se ha


iniciado transición alguna del capitalismo al socialismo. Lo que
ha ocurrido desde el 4 de septiembre del 70 a esta parte es una
transición hacia un capitalismo de Estado, bajo la dirección de un
gobierno reformista de izquierda. Lo que el PC plantea hoy día es
revivir, bajo otra forma, su vieja tesis de la liberación nacional,
de la burguesía nacional “progresista” y de la revolución por
etapas. No otra cosa significa el frente amplio que Cademártori y
la dirección del PC llaman a constituir entre el proletariado y la
burguesía llamada “nacional y progresista”. Todas las políticas
económicas del PC han estado orientadas a ganarse la confianza
de la “burguesía nacional”. (Por eso la política de reajuste, por
eso el proyecto sobre el ASP, etcétera.)

Secretariado Nacional del MIR


Santiago, 10 de febrero de 1973

76
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

ENTREVISTA CON MIGUEL ENRÍQUEZ


Junio de 19746

– ¿Cuál es la reacción del MIR frente a las acusaciones


–principalmente del Partido Comunista– en cuanto a su
responsabilidad en la caída de la Unidad Popular? Esta
acusación fue también utilizada por la prensa burguesa
“democrática” en Europa.

– En realidad, estas acusaciones vienen fundamentalmente de


dos sectores: el reformismo de izquierda y los burgueses.
Nosotros sabemos que algunas personalidades de otros tantos
partidos comunistas europeos se han dedicado a expandir la
afirmación de que la caída del gobierno de la UP se debió a la
“impaciencia”, al “ultraizquierdismo” y a la “precipitación” del
MIR. De esta manera tratan de salvar históricamente al
reformismo y a su política, del fracaso en Chile, con el fin de
ensayar lo mismo en otros países. Las acusaciones tienen como
fundamento las frustraciones de la Unidad Popular, al no haber
podido lograr una alianza con el Partido Demócrata Cristiano
chileno. Nosotros vamos a responder lo más brevemente posible
dada la magnitud del tema.

El gobierno de la Unidad Popular era un gobierno pequeño-


burgués de izquierda, cuyo eje se formó en la alianza del
reformismo obrero con el reformismo pequeñoburgués.

La política que desarrolló en el curso de sus tres años fue


reformista y se caracterizó por su sumisión al orden burgués y
por su tentativa de concretar un proyecto de colaboración de
clases.

6
Entrevista con el semanario francés “Rouge”. Publicada en castellano, en el “ Correo de la
Resistencia”. Boletín del MIR en la resistencia, n.° 1, junio de 1974, pp. 29-38.
77
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

El reformismo no apreció el carácter que asumió el período de


su gobierno, lo que hizo imposible que desarrollara con éxito su
proyecto de colaboración de clases. El sistema de dominación
capitalista entró en crisis.

El movimiento de masas cuyas movilizaciones y actividad iban


aumentando después de 1967, había entrado en ebullición con
la llegada de la UP al gobierno. En el curso de estos tres años
había multiplicado sus movilizaciones, desarrollando sus niveles
de organización y de conciencia, mucho más allá de todo lo que
antes se había visto en Chile.

En ese mismo momento, y en parte como consecuencia de ello,


la crisis interburguesa continuó profundizándose. Fue eso lo que
confundió al reformismo que, percibiendo que la lucha inter-
burguesa se hacía cada vez más aguda, pretendió sellar una
alianza con una de las fracciones en lucha. No comprendió que,
si bien la lucha interburguesa aumentaba, las fracciones
burguesas se daban cuenta, desde el comienzo, que el aumento
del movimiento de masas, por su carácter, iba mucho más lejos
que las tímidas reformas que la UP se proponía y que
amenazaban el sistema de dominación capitalista vigente.

El conjunto de la clase dominante asumió desde el principio la


defensa de dicho sistema y la lucha dirigida a derrocar el
gobierno de la Unidad Popular. El aumento y la polarización de la
lucha de clases cerró históricamente toda posibilidad de éxito
para su proyecto de colaboración de clases.

Siempre detrás de este ilusorio proyecto de colaboración de


clases, la UP, bajo la ilusión de haber conquistado el poder,
impulsó una política económica que funcionó fundamentalmente
sobre el consumo y no sobre la propiedad de los medios de
producción.

78
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

La redistribución drástica del ingreso hizo aumentar el consumo,


a partir del cual aumentó la producción sobre la base de la
utilización de la capacidad instalada, la que se agotó a mediados
del 72.

La Unidad Popular también trabajó sobre los medios de


producción pero de una manera limitada: nacionalizó la gran
minería del cobre y la banca y se propuso integrar al área social
solamente 91 grandes empresas industriales –que eran en
realidad entre 500 y 800–, olvidando explícitamente todas las
grandes empresas de construcción y de distribución. En el
campo, a lo largo de 1971, se limitó a la expropiación de un poco
más de 1.000 fundos, que aumentaron más tarde a 1.300, pero
solo fueron fundos que tenían una superficie superior a 80
hectáreas de riego básico, y sobre las cuales los latifundistas
tenían un derecho a reserva de 40 hectáreas, que podían ser
escogidas entre las mejores tierras. Por otra parte, esto les
permitió olvidar explícitamente las grandes empresas agrícolas,
cuya extensión era entre 40 y 80 hectáreas, que producían en
1973 cerca del 50% de toda la producción agrícola de Chile. De
4.500 que había en 1970, subieron a 9.000 en 1973.

Sobre el plano político, su proyecto de colaboración de clases se


expresó no solo en su subordinación a la institucionalidad
burguesa sino también a la legalidad en los momentos en que la
clase dominante controlaba poderosas instituciones del aparato
del Estado: el parlamento, el poder judicial, la contraloría, la
mayoría de los cuerpos de oficiales de las Fuerzas Armadas,
etcétera, a partir de las cuales, en los hechos, gobernó a Chile.
Todas estas concesiones y vacilaciones no fueron gratuitas ni
indiferentes al movimiento de masas, única fuente posible de
fuerza real del gobierno.

79
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Todas estas concesiones –olvidar las grandes empresas, prometer


a los norteamericanos el pago de la deuda externa, legitimar a la
alta oficialidad de las Fuerzas Armadas, etcétera– fortificaron a
la clase dominante, que apoyada por el bloqueo del crédito
norteamericano logró mantener en sus manos –gracias a estas
concesiones– enormes cantidades de poder y de riqueza, que no
dudó en descargar con furor empresarial sobre el gobierno, la
clase obrera y el pueblo; saboteando la producción a partir de
las empresas que ella conservaba en sus manos, acaparando,
especulando, creando el mercado negro y favoreciendo la
inflación, acentuando la presión militar, etcétera.

Además, todas estas concesiones fueron hechas hiriendo y


golpeando los intereses de los sectores populares. Mientras,
dejaba intactas las grandes empresas industriales, agrícolas, de
construcción, de distribución, etcétera, cerraba el paso a la lucha
de los trabajadores; no apoyando las movilizaciones directas de
la clase obrera, combatiéndolas e incluso haciendo acciones
represivas contra ella; atacando todo trabajo político en el seno
de las Fuerzas Armadas. A la vez que esto fragmentó a la
izquierda, dividió y confundió a los trabajadores que veían al
gobierno como un instrumento para sus luchas.

En el terreno político, el reformismo favoreció a la vía


parlamentaria y los ensayos frustrados de alianza con el Partido
Demócrata Cristiano. Además cada vez que esta alianza se
frustraba, el reformismo no se apoyaba en las masas, sino que se
refugiaba en el aparato del Estado constituyendo gabinetes
cívico-militares, aumentando así, al interior del Estado, el peso
de la institucionalidad y, en particular, de la alta oficialidad
reaccionaria de las Fuerzas Armadas.

80
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Pero empecinado en sus vacilaciones, el reformismo debió ceder


frente a las presiones del movimiento de masas. Su amplia base
de apoyo popular, el carácter masivo y decidido de las
movilizaciones directas del pueblo, obligaron al gobierno a poner
bajo su control más de 300 grandes empresas, derribaron la
fortaleza de la burguesía agraria con las tomas de fundos de 40 a
60 hectáreas, y motivaron la ocupación de numerosas empresas
de construcción, de viñas y de algunas firmas distribuidoras.
Pero estas concesiones del reformismo a los trabajadores, que
primero fueron combatidas y luego reprimidas (expulsión de
campesinos de los fundos, desalojos de obreros de las fábricas,
etcétera), fueron limitadas y desordenadas. De esta manera, el
gobierno primero cedió frente a la presión del movimiento de
masas, para luego negarle su apoyo y abandonarlo, lo que
fragmentó, dispersó y confundió a las masas.

A pesar de todo, la legitimación del gobierno de estas conquistas


del movimiento de masas despertó la cólera de la clase
dominante. Fue así como el gobierno se sometió al orden
burgués; y buscando sellar una alianza con una fracción
burguesa, hizo todo tipo de concesiones a la institucionalidad y a
la clase dominante, e hirió de esta manera los intereses de la
clase obrera y el pueblo, creando en él la confusión.

La clase dominante jamás perdió de vista el carácter


revolucionario y anticapitalista que asumió el movimiento de
masas. Arremetió contra el gobierno desde el principio a pesar
de las promesas y limitaciones que el proyecto reformista les
ofrecía.

De esta manera, el gobierno de la Unidad Popular no tuvo la


fuerza que le habría dado una alianza con una fracción burguesa,
reforzó a la clase dominante y debilitó y dispersó su verdadera
fuente de poder: el movimiento de masas.

81
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Estos problemas se vieron multiplicados después de la tentativa


fracasada del golpe de Estado del 29 de junio, y la amenaza
subsecuente del nuevo golpe. El gobierno no tomó medidas
contra los verdaderos conspiradores, no cambió a los oficiales
superiores, solo detuvo a quienes estaban directamente
implicados.

El movimiento de masas, dirigido por la clase obrera, desarrolló


altos niveles de organización y conciencia. Ocupó cientos de
fábricas, se organizó en cordones industriales (semejantes a los
consejos obreros) y en comandos comunales, que reagrupaban a
obreros, campesinos, pobladores y estudiantes; logrando,
incluso, desarrollar masivamente formas materiales y orgánicas
de autodefensa.

La clase dominante utilizó una doble táctica: por una parte,


reforzó su ofensiva a través del paro de los camioneros, de
atentados, de acusaciones a los ministros en el parlamento, del
bloqueo de la contraloría y de las declaraciones de los
presidentes del Senado y la cámara de Diputados; y por la otra,
permitió que una minoría del PDC –bien intencionada, pero sin
fuerza– abriera un diálogo con el gobierno, exigiéndole primero
concesiones, luego un consenso, más tarde la capitulación y
finalmente la renuncia.

Bajo la ilusión de este diálogo, el gobierno comenzó su


capitulación, comprometiendo así su suerte en el curso de la
semana: constituyó el gabinete del diálogo, enseguida un
gabinete cívico-militar. Golpeó al movimiento obrero, devol-
viendo a los patrones decenas de industrias que habían sido
tomadas recientemente por los trabajadores. Combatió el poder
popular (los cordones y los comandos), dio curso a acciones
represivas, aquí y allá, desalojando a los obreros de las industrias
ocupadas, deteniendo en las calles a los obreros de algunos
cordones y poblaciones. Combatió furiosamente a la izquierda
82
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

revolucionaria, acusándola de subversiva y permitió decenas de


allanamientos militares en fábricas y fundos en búsqueda de
armas.

En algunos de estos allanamientos se torturó salvajemente a


obreros y campesinos, como fue el caso de Nehuentúe, en la
provincia de Cautín, y en la Industria Sumar en Santiago. Se
tomaron medidas legales contra los marineros de La Escuadra
que preparaban medidas de autodefensa en caso de un golpe
militar, con lo que el gobierno apoyó las torturas brutales que
los oficiales de la Marina ejercieron sobre los marineros,
permitiendo, a su vez, la persecución legal del procurador de la
Marina contra los secretarios generales del PS, del MIR y del
MAPU.

Con estas acciones, el gobierno reforzó la ofensiva de la clase


dominante y de la alta oficialidad reaccionaria; frustró,
confundió y desarticuló la tropa antigolpista de las Fuerzas
Armadas y dividió a la izquierda, abriendo el camino al golpe de
Estado.

Aquí está la responsabilidad de la política reformista. Y éste es


un hecho que muchos han tratado de esconder o de oscurecer.
Muchos de estos cuadros y militantes reformistas, afrontaron
más tarde heroicamente a la dictadura; otros se asilaron y el
resto hoy está en Chile, haciendo frente a la represión gorila.

Durante los tres últimos años, nosotros hemos alertado a los


trabajadores y a la izquierda de la catástrofe hacia la cual la
política reformista los arrastraba; y hemos hecho, frente a las
masas y como partido, todo lo que nosotros podíamos hacer
para evitarla.

83
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Las masas no fueron “ultraizquierdistas” cuando multiplicaron


sus movilizaciones en defensa de sus intereses. Continuaron su
marcha –después de llevar a la UP al gobierno– por el único
camino que la historia les ofrecía. No fueron las masas las que
impidieron la alianza entre la Unidad Popular y la Democracia
Cristiana, sino la lucha de clases en un país subdesarrollado y
dependiente como Chile.

La clase obrera y el pueblo solo pueden constituirse en fuerza


social –como lo fueron al llevar a la UP al gobierno– en la medida
en que como clase realicen sus intereses. Y esto, objetivamente,
en Chile capitalista, no puede ni podrá obtenerse sino atacando
los intereses de clase dominante, una de cuyas fracciones –con
el PDC como representante político– lo comprendió también.

La clase dominante asumió desde el comienzo la defensa del


sistema capitalista, la lucha contra los avances de los
trabajadores y la destrucción de lo que ellos habían creado: el
gobierno de la Unidad Popular.

Las masas no se equivocaron avanzando, como la historia no se


equivoca. Ni el PDC –partido burgués– fue alejado por la
extrema izquierda. Lo que arrastró a Chile hacia la catástrofe
gorila que vivimos hoy día, fue la política reformista, que
sistemáticamente golpeó, frustró y finalmente destruyó la fuerza
social que la había llevado al gobierno y su fuente fundamental
de fuerza, la clase obrera y el pueblo.

Nosotros no hemos sido “impacientes” ni “ultraizquierdistas”.


Nosotros dirigimos, en la medida de nuestras fuerzas, la marcha
histórica de los trabajadores contra la clase dominante y el
sistema capitalista, en las fábricas, en los fundos, en los liceos y
universidades, y en los cuarteles. Pero no fuimos capaces de
arrebatarle al reformismo la conducción del movimiento de
masas. Ésa fue nuestra debilidad y nuestra falla, ninguna otra.
84
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Hoy día nos quedamos en Chile para reorganizar el movimiento


de masas, buscando la unidad de toda la izquierda y de todos los
sectores dispuestos a combatir la dictadura gorila, preparando
una larga guerra revolucionaria, a través de la cual la dictadura
gorila será derrotada, para luego conquistar el poder para los
trabajadores e instaurar un gobierno de obreros y campesinos.

–¿Estas acusaciones significan la voluntad, el deseo de aislar al


MIR del resto de la izquierda?

– No es ésta la polémica central hoy en Chile. Nuestro objetivo


es obtener la unidad de toda la izquierda. Pero lo que ha
ocurrido en Chile es una lección para todos los pueblos del
mundo. Raras veces el desastre provocado por la política
reformista ha sido tan evidente. Los ataques que algunos
personajes y partidos europeos nos lanzan, nos obligan a
responder y hacer que la verdad se imponga por encima de la
desfiguración de los hechos.

– ¿Cuál es la posición del MIR en cuanto al acercamiento, a


nivel de direcciones, con el PS, el PC, el MAPU, la IC, etcétera…?

– Creo que ya lo hemos explicado. Fundamentalmente, el


sentido de estas acusaciones es ocultar la responsabilidad
histórica del reformismo, borrar su derrota en Chile y tratar de
nuevo de aplicar su política en otras partes. Nosotros
respondemos aclarando la realidad de los hechos, ya que
tergiversando lo que ha ocurrido, impiden a los pueblos del
mundo la posibilidad de extraer las lecciones que la experiencia
chilena ofrece, para evitar los errores cometidos en Chile.

85
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

No es el socialismo ni la política revolucionaria lo que ha


fracasado en Chile, sino una débil e ilusoria tentativa reformista.

Es necesario que el reformismo asuma su responsabilidad


histórica y no busque más disculpas entro los revolucionarios. Al
mismo tiempo, la experiencia y condiciones exigen hoy en Chile
la unidad de todas las fuerzas de izquierda y de todos los
sectores dispuestos a luchar contra la dictadura, en el seno de
un frente político de la resistencia.

Estamos en contacto con todas las fuerzas de izquierda y otras


en Chile. El paso que hemos dado al lanzar al exterior un llamado
conjunto de toda la izquierda es un avance importante en la
unidad de todas las fuerzas de la izquierda y ha sido bastante útil
aquí en Chile.

–¿Cuál es la posición del MIR frente a la alianza táctica con


todos los demócratas (alianza denominada “frente amplio”), en
tanto que significa un peligro inminente de una restauración
del sistema burgués?

– Nosotros impulsamos la unidad de todas las fuerzas


dispuestas, en la práctica, a luchar contra la dictadura, en el seno
de un frente político de la resistencia, como ya hemos
mencionado. En este frente, nosotros creemos que deben entrar
todas las organizaciones de izquierda de la ex-UP, nosotros, y
también una parte del PDC, la “progresista” o “pequeño-
burguesa democrática” que antes y después del golpe, se
pronunció abiertamente contra él.

La base fundamental de la lucha contra la dictadura será la clase


obrera y el pueblo. Como consecuencia de su experiencia
reciente, una experiencia trágica de dictadura burguesa, según la
forma de democracia representativa, es muy difícil creer que los
trabajadores la acepten otra vez.
86
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

El otro sector del PDC, llamado “democrático” por algunos, fue


dirigido por Frei, y apoyó sin condiciones las agresiones de la
clase dominante contra los trabajadores y el gobierno, incitó y
preparó las condiciones del golpe militar. Hay que recordar las
declaraciones de Frei exigiendo los allanamientos para buscar
armas, la declaración del congreso sobre la ilegitimidad del
gobierno, etcétera.

Reconoció y aplaudió el golpe militar, inmediatamente después y


también posteriormente. Asimismo participa en la dictadura
gorila, aportando técnicos, un ministro y algunos subsecretarios
de Estado. A pesar de que a través de la prensa y algunos grupos
de presión reclama tímidamente la moderación de la Junta en su
política represiva y económica. Lo hace cuidadosamente a fin de
acumular fuerza en su lucha contra la fracción burguesa
hegemónica, para participar en la mayor medida posible de la
riqueza y el poder que el Estado controla en Chile, como es la
renta del cobre, las exenciones fiscales, créditos del Estado,
etcétera…

Trata, como los anteriores movimientos populistas, de colocar


detrás de él al grueso de la población golpeada por la política de
la Junta, buscando sumar también el apoyo popular del
reformismo, para caerle encima cuando haya tomado el poder.

Con ese sector ni la clase obrera, ni el pueblo, ni los


revolucionarios pueden hacer una alianza que decapite su
programa y sus métodos de lucha, pero sí pueden aprovechar las
grietas abiertas por la lucha interburguesa intensificada.

– En caso de que haya un vacío de nivel directivo en el PC y el


PS, ¿cómo analiza el MIR el acercamiento revolucionario a las
bases y cómo piensa asumir la dirección del movimiento
revolucionario?

87
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

– La conducción de la lucha contra la dictadura gorila no se gana


por decreto o por declaraciones. Ella será conquistada en la
lucha misma. La lucha contra la dictadura gorila no es,
fundamentalmente, una lucha de partidos políticos contra la
dictadura, es la lucha de la clase obrera y de todo el pueblo
contra un sector del cuerpo de oficiales de las Fuerzas Armadas.
Es por esto, que a fin de organizar a todos los sectores del
pueblo dispuestos a combatir la dictadura, sean o no militantes
de partido, impulsamos en la base –y con cierto éxito– la
constitución de un movimiento de resistencia popular contra la
dictadura gorila, mediante la formación de comités en cada
fábrica, fundo, población, liceo, universidad, repartición pública,
etcétera.

– ¿Cómo concilia tácticamente el acercamiento con los sectores


democráticos y el desarrollo de la lucha armada en el Sur?
¿Cuál es el grado de organización del movimiento armado en
este momento? ¿En qué plazo piensa que se puede desarrollar
paralelamente la reorganización de los sindicatos y de los
frentes de masas?

– Solo serán parte de la resistencia, evidentemente, los sectores


dispuestos a impulsar o apoyar en la práctica la lucha en todos
los terrenos contra la dictadura. En consecuencia, los problemas
de conciliación de tácticas no deberían ser fundamentales. La
reorganización del movimiento de masas se desarrolla
progresivamente desde hace algunos meses. Lo que dirigirá la
lucha armada en Chile será fundamentalmente aquello que evite
el aislamiento de las vanguardias de las masas, aquello que
incorpore progresivamente a la clase obrera y al pueblo a formas
de lucha armada. A partir del movimiento de resistencia popular,
surgirá el Ejército Revolucionario del Pueblo, única fuerza capaz
de enfrentar al ejército gorila y derrocar la dictadura.

88
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

–¿El fracaso del proceso chileno podría ser, a su juicio, el fin de


los partidos tradicionales?

–El fracaso en Chile de un proyecto reformista debería tener


como consecuencia, al menos en nuestro país, el fin del
predominio de las ilusiones reformistas en el seno de la clase
obrera y el pueblo. Pero el reformismo, como proyecto político,
no desaparece como consecuencia de una derrota. Será la
experiencia adquirida por los trabajadores y los militantes de
izquierda –y la que venga de la lucha misma– orientada por una
táctica y una estrategia revolucionarias, la que deberá desterrar
al reformismo de la conducción de las masas.

–¿Un nuevo sistema de comunicaciones, podría poner fin al


aislamiento de la izquierda chilena y permitiría crear un frente
común contra el imperialismo?

– Pienso que desde el punto de vista de su aislamiento del resto


del mundo, es la dictadura gorila la que está más aislada. La
clase obrera, el pueblo y la izquierda chilena han recibido y
reciben un apoyo enorme de los países socialistas, de Cuba
revolucionaria y de los sectores revolucionarios y progresistas
del mundo.

Los revolucionarios del Cono Sur de América Latina han


constituido una Junta coordinadora entre el ERP de Argentina, el
MLN-Tupamaros de Uruguay, el ELN de Bolivia y el MIR de Chile,
que no solamente quiebra todo aislamiento posible, sino que
significa un enorme progreso para la lucha revolucionaria. En
todo caso, cualquier iniciativa que contribuya a unir y a reforzar
la lucha contra el imperialismo y por la revolución, será siempre
considerada como positiva por nosotros.

89
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

SOBRE LA TÁCTICA Y ESTRATEGIA DEL MIR


Ruy Mauro Marini [Luis Cerda]7
Abril de 1974

1. El ascenso de la Unidad Popular al gobierno, en 1970, se dio


en el marco de una crisis del sistema de dominación en Chile,
provocada fundamentalmente por la movilización y la
radicalización del movimiento de masas, que se observaba desde
1967, y por la agudización de la lucha interburguesa.

Dos estrategias se perfilaron para hacer frente a esta situación.


La primera pretendió, sobre la base de la movilización del
movimiento de masas y aprovechando las contradicciones
interburguesas, sellar una alianza con una fracción de la
burguesía, para poner fin a la crisis del sistema de dominación
mediante reformas económico-sociales y la democratización del
Estado burgués; esa fue la estrategia del reformismo obrero y
pequeñoburgués, que hegemonizaba la Unidad Popular.

La segunda se propuso desarrollar y profundizar la movilización


de masas, con el fin de agravar la lucha interburguesa y permitir
a la clase obrera concertar alianzas con sectores del pueblo
(campesinado, capas pobres de la ciudad, pequeña burguesía
empobrecida), para constituir un poder alternativo, al Estado
burgués, que llevara a la crisis del sistema de dominación a su
límite extremo y permitiera abrir paso a la formación de un
nuevo Estado, revolucionario y popular. Esta fue la estrategia del
MIR, que logró polarizar algunos sectores de la UP.

7
Luis Cerda, representante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile en Europa”.
Frankfurt, abril de 1974. Correo de la Resistencia n. 1, junio de 1974, pp. 46-52 [PDF].
90
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

2. Llevando a la práctica sus concepciones estratégicas,


reformistas y revolucionarios –aunque haciendo frente común
cuando se trataba de frenar las embestidas de la reacción– se
enfrentaron permanentemente en todos los terrenos.

Respecto al imperialismo, los revolucionarios exigieron la


expropiación sin indemnización de las propiedades extranjeras,
incluso en la minería del cobre, y la suspensión del pago de la
deuda externa.

Los reformistas se batieron por la renegociación de la deuda


externa y, al nacionalizar el cobre, aunque buscaron recursos
legales para no pagar la indemnización, recurrieron al Congreso
Nacional, permitiendo que los partidos burgueses se asociaran a
esa conquista del movimiento popular.

Respecto a la burguesía, los revolucionarios plantearon la


expropiación de todas las grandes empresas productoras y
distribuidoras, así como una nueva Reforma Agraria que
entregara a los campesinos los fundos en manos de la burguesía
agraria (con más de 40 hectáreas de riego básico).

Los reformistas limitaron a 91 el número de empresas que


debían ser expropiadas y dejaron en manos de la burguesía
incluso las grandes distribuidoras de alimentos y otros bienes
esenciales. Por otra parte, se limitaron a aplicar la ley de
Reforma Agraria legada por el gobierno, democratacristiano de
Eduardo Frei, la cual hería tan sólo a la fracción latifundista,
aunque abriéndole la posibilidad de convertirse en una
verdadera burguesía agraria (derecho a reserva de 80 hectáreas
de riego básico).

91
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Respecto al movimiento de masas, los revolucionarios


impulsaron las movilizaciones campesinas y de las capas más
atrasadas del proletariado y del semiproletariado, con el
propósito de integrarlas al bloque de clases dirigido por la clase
obrera. No retrocedieron ante la tarea de encauzar y organizar
las formas de lucha espontáneas que el pueblo ponía en
práctica, tales como las ocupaciones de tierras en el campo, las
tomas de terrenos en las ciudades, la toma de fábricas.

Los reformistas, en cambio, se jugaron siempre contra la


movilización independiente de las masas y contra sus formas de
lucha. Y no vacilaron incluso, en situaciones puntuales, en
recurrir a la represión policial.

Respecto a las medidas que se debían adoptar ante la ofensiva


económica de la burguesía, que tomaba la forma de la no
reinversión de utilidades, del acaparamiento de mercancías y la
especulación, los revolucionarios exigieron medidas para
expropiar las ganancias no reinvertidas (además de la expro-
piación de las grandes empresas) y para aplicar el control de
masas sobre la distribución y el control obrero sobre la
producción.

Los reformistas se negaron a adoptar esas medidas y prefirieron,


en lo fundamental, mantenerse en el aparato burocrático y
policial del Estado burgués para combatir el acaparamiento y la
especulación.

Respecto a las Fuerzas Armadas, los revolucionarios exigieron el


derecho al voto y otras medidas democráticas para los
suboficiales y soldados, así como su incorporación a los
organismos populares que tenían por objetivo controlar la
distribución de bienes, con el propósito de facilitar su inserción
en la vida política y abrir la institución militar a los embates de la
lucha de clases.
92
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Los reformistas prefirieron buscar alianzas en el cuerpo de


generales, dejando en sus manos el control de la institución
militar y proclamando la neutralidad de ésta respecto a las
luchas políticas y sociales.

Respecto, en fin, a la política de poder, los revolucionarios


impulsaron la organización de la clase obrera en los cordones
industriales, así como la creación de los comandos comunales,
como órganos de lucha y gérmenes embrionarios de poder, en el
seno de los cuales la clase obrera podía concretar su alianza con
otros sectores del pueblo y darles conducción.

Los reformistas, por el contrario, se opusieron a esos órganos de


poder popular y se mantuvieron amarrados en la legalidad
burguesa, en las maniobras parlamentarias y en el respeto a las
instituciones del Estado controladas por la burguesía, soñando
con la posibilidad de aumentar su propio peso en el Estado a
través de las elecciones presidenciales de 1976.

3. Fue sobre la base de las concesiones otorgadas por los


reformistas, fieles a su estrategia, y de las vacilaciones de los
sectores de la Unidad Popular que, aunque sensibilizados por la
estrategia del MIR, no se atrevieron a cerrar filas con éste para
enfrentar al enemigo de clase; y fue sobre la base de estas
concesiones y vacilaciones que la reacción nacional y extranjera
pudo retomar la ofensiva, reunir en torno suyo una base social,
cambiar en su favor la correlación de fuerzas en el seno de la
institución militar y desatar la contrarrevolución el 11 de
septiembre de 1973.
Como lo declaró el secretario general del MIR, Miguel Enríquez,
lo que fracasó en Chile no fue el socialismo ni la revolución
proletaria, sino el reformismo, que arrastró en su caída al
centrismo de izquierda, es decir, a aquel sector incapaz de hacer
opciones claras en los momentos críticos de la lucha de clases.
93
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

El precio de esa derrota lo paga hoy toda la izquierda y las masas


trabajadoras de la ciudad y del campo.

4. Su política represiva ha representado para la clase obrera y el


pueblo miles de muertos y detenidos, la supresión de las
libertades más elementales y un régimen de terror. Se ha
aumentado la jornada de trabajo, al mismo tiempo que se
rebajaban los salarios reales, con el propósito de abrir paso a la
superexplotación desenfrenada de los trabajadores.

Los precios han sido multiplicados por diez, por veinte y hasta
por treinta, excluyendo a las amplias masas del mercado de
bienes esenciales, restableciendo los privilegios de las capas
altas y conformando una estructura de consumo destinada a
apuntalar un desarrollo industrial vuelto hacia los grupos de
altos ingresos y hacia la exportación.

Las fábricas y los fundos han sido devueltos a los antiguos


patrones, se han abierto las puertas de la economía al capital
imperialista y se ha puesto en práctica una política externa de
subordinación al subimperialismo brasileño y al imperialismo
norteamericano.

5. Todo ello ha abierto un profundo abismo entre el gran capital


y su brazo armado, por un lado, y la clase obrera y el pueblo, por
el otro. Aún más: se han generado conflictos en la base social
misma de la dictadura militar, en la medida en que la política
descarnada del gran capital hiere también intereses de las capas
pequeñoburguesas y de la mediana burguesía que apoyaron el
golpe. Se observa ya un proceso de desintegración de esa base
social, que tiende a aislar ante los ojos de todo el pueblo a los
enemigos principales de la clase obrera: el gran capital nacional
y extranjero y sus gendarmes.

94
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Se abre así la posibilidad de ampliar las alianzas de clase del


proletariado, de atraer hacia su campo a la mayoría del pueblo y
de contar con su apoyo en la lucha contra la dictadura militar.

6. Para que esta tarea pueda ser cumplida con éxito es necesario
evitar las formulaciones engañosas y las ilusiones que el
reformismo está siempre listo a alimentar.

Para los reformistas, el problema se presenta de una manera


sencilla: la junta militar pierde base social –dicen– con lo que ella
se debilita y el movimiento popular se refuerza… Pero, si bien es
cierto que la dictadura pierde base social, no necesariamente
significa que ella se debilite y que la clase obrera y el pueblo se
refuercen.

7. ¿Por qué no es cierto que la clase obrera y el pueblo se


refuerzan a medida que se disgrega la base social de la
dictadura?

En primer lugar, porque la tendencia normal de esos sectores no


es la de unirse inmediatamente a la clase obrera, sino más bien
de buscar sus propias soluciones, que juegan de preferencia en
favor de eventuales movimientos de oposición burguesa y
pequeñoburguesa.

En segundo lugar, porque, para que el proletariado pueda traer a


su campo esos sectores y ponerlos bajo su conducción, es
necesario que se encuentre organizado y que se constituya en
una auténtica alternativa política a la dictadura del gran capital.

95
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

8. Algunos elementos de la izquierda tienden a aceptar el


desarrollo de una eventual oposición burguesa, como un mal
menor respecto a la situación actual, ya que permitiría, a su
juicio, una cierta redemocratización favorable a la lucha del
proletariado.

El MIR no incurre en ese error. El golpe militar ha tenido, como


objetivo explícito, desarticular el movimiento de masas y liquidar
a sus vanguardias, como lo demuestra la salvaje represión que se
ejerce contra el MIR, así como sobre las demás organizaciones
de izquierda.

Sin embargo, la capacidad misma del MIR para resistir a la


represión, por un lado, así como en menor grado otras fuerzas
(dada su menor preparación para circunstancias de este tipo); y
la presencia amenazadora de un movimiento de masas que,
golpeado y malherido, conserva fresca la memoria de sus
conquistas y sus luchas y que da muestras ya de su disposición
de resistencia a la dictadura, por el otro, cierran al gran capital la
posibilidad de una redemocratización, aunque sea parcial.

La condición para ésta, sería la liquidación de la vanguardia y la


pasividad del movimiento de masas.

9. La tarea principal que los revolucionarios se dan en este


momento es precisamente la de reorganizar el movimiento de
masas, y en particular la clase obrera, sobre la base de la defensa
de su nivel de vida y de la lucha por las libertades democráticas,
con el propósito de constituir un amplio frente social,
encabezado por la clase obrera y destinado a desarrollar la más
inflexible resistencia contra la dictadura.

En estos términos, los revolucionarios llamamos a todos los


sectores dispuestos a sumarse a la lucha de la clase obrera, a
unirse al frente.
96
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

En estos términos, los revolucionarios no descartamos el trabajo


de masas en ningún tipo de organización en que las masas estén
presentes.

En estos términos, destacamos la importancia de organizaciones


de masas como las juntas de vecinos y otras, pero particular-
mente la importancia de los sindicatos.

10. Las luchas del pasado, y particularmente las que se han


librado recientemente en Chile a principios de este año, nos han
enseñado, sin embargo, que las organizaciones de masas
tradicionales son muy vulnerables ante la represión.

Cuando una huelga en una empresa, por ejemplo, cuesta a la


clase obrera y a los revolucionarios 140 trabajadores despedidos...
es necesario tener la flexibilidad suficiente para saber recurrir a
otras formas de lucha, que, por ser menos espectaculares, no
por ello dejan de abrir cauce a la disposición de combate de los
trabajadores. Más que esto: cuando las formas tradicionales de
lucha tienen un margen demasiado estrecho para ser desarro-
lladas, es necesario pensar en la preparación de formas de lucha
de otro tipo, que tienden a desembocar necesariamente a la
lucha armada, entendida ésta como forma general de la lucha de
clases.

Entonces, es indispensable preparar orgánicamente a la clase


obrera y al pueblo para ser capaces de llevar con éxito su lucha
en esas condiciones.

Esa preparación significa para nosotros, hoy día, la creación por


la base de los Comités de Resistencia clandestinos, columna
vertebral del movimiento de resistencia armada que se
desplegará mañana en todo Chile, y que desembocará en el
Ejército Revolucionario del Pueblo.

97
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

11. No alimentar ilusiones sobre las posibilidades de democra-


tización en Chile (sin rechazar la posibilidad de fluctuaciones
limitadas y precarias en los niveles de represión allí existentes)
nos conduce, pues, necesariamente a enfocar nuestro trabajo
desde el punto de vista de la resistencia armada en el país.

Pero hay otras razones para que adoptemos esta perspectiva


estratégica. Esas razones se derivan del análisis que hacemos del
carácter del actual Estado militar chileno y sus relaciones con la
contrarrevolución latinoamericana y mundial.

12. Hemos dicho que la pérdida de base social no debilita


necesariamente a la dictadura. Esto es así, precisamente porque
ésta no representa un verdadero régimen fascista, sino más bien
un régimen militar con rasgos fascistoides.

No fue la base social de la contrarrevolución la que permitió a


ésta la victoria del 11 de septiembre: fueron las Fuerzas
Armadas. No es sobre esa base social que se basa el poder del
gran capital, sino en sus relaciones con el capital imperialista y su
integración en la estrategia militar imperialista para América
Latina.

Respecto a sus relaciones con el capital imperialista, es


innegable que la Junta ha hecho progresos: lo demuestran
suficientemente los préstamos recibidos de las organizaciones
financieras internacionales y gobiernos, así como la
renegociación de la deuda externa obtenida en la reunión del
Club de París. Ese apoyo internacional se expresa hoy en el
impulso a la creación de condiciones favorables en Chile para las
inversiones de las compañías multinacionales, condiciones que
van desde la represión salarial hasta las obras de infraestructura.

98
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Sólo la lucha de la clase obrera chilena y el apoyo solidario de las


fuerzas revolucionarias y progresistas del exterior pueden
impedir que tengan éxito los propósitos del gran capital nacional
y extranjero. Pero, justamente por esto, el gran capital necesita
reprimir con fuerza cada vez más grande los esfuerzos de la clase
obrera y los revolucionarios para desarrollar un amplio movi-
miento de resistencia; y tiene que buscar para esto el apoyo
militar que le pueden brindar el imperialismo yanqui y el
subimperialismo brasileño.

La presencia actuante de la CIA en Chile, a través incluso del


embajador norteamericano; la acción de los agentes brasileños
que se encargan, entre otras cosas, de crear la agencia de
inteligencia de la Junta, DINA, Departamento de Inteligencia
Nacional, así como la central de torturas de Tejas Verdes, está
demostrando el interés solícito de la reacción imperialista y
latinoamericana hacia la dictadura militar chilena.

Ello presagia también grados crecientes de intervención externa,


a medida que crezca y fortalezca el movimiento de resistencia
obrera y popular.

13. En esta lucha, la clase obrera y el pueblo no pueden estar


solos. Ellos necesitan de la solidaridad activa de las fuerzas
revolucionarias y progresistas que actúan en los países
capitalistas, así como el apoyo del campo socialista, en particular
de Cuba revolucionaria.

Pero necesitan por sobre todo estrechar sus lazos de relación


común con el proletariado y las capas populares de América
Latina, principalmente en el Cono Sur.

99
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Asumiendo su papel de vanguardia revolucionaria, el MIR ha


constituido con organizaciones hermanas del Cono Sur una Junta
de Coordinación Revolucionaria, que culmina un trabajo solidario
de varios años y abre nuevas perspectivas de lucha unitaria.

Hombro a hombro marchan juntos con el MIR el Ejército


Revolucionario del Pueblo (ERP) de Argentina, el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) de Bolivia y el Movimiento de
Liberación Nacional (MLN Tupamaros) de Uruguay.

Otras fuerzas revolucionarias de América Latina se sumarán


mañana a la JCR, haciendo sonar en todo el continente el grito
de guerra de Che: ¡Uno, dos, tres, muchos Vietnams!

14. Las experiencias de los combatientes de la década del 60, las


enseñanzas sacadas de los fracasos del reformismo en Brasil, en
Chile y otros países, lo ha hecho más fuerte y más maduro.

Es avanzando en el camino que nos hemos trazado que


estaremos contribuyendo al movimiento revolucionario en
Europa y en los demás continentes. Es avanzando por ese
camino como podremos pesar mañana en la correlación de
fuerzas, de manera mucho más ponderable que hoy, y que
podremos reclamar legítimamente la solidaridad activa de las
fuerzas revolucionarias y progresistas de todo el mundo.

Estamos seguros que esa solidaridad no nos faltará y


agradecemos a aquellas fuerzas que ya nos la han dado y la
están dando desde ahora.

El MIR desea éxito a la Conferencia Europea de Frankfurt y


expresa su satisfacción por la contribución que, a través de las
luchas pasadas y presentes, pueda aportar a los trabajos de la
misma.

100
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Nuestros saludos a los organizadores y participantes, nuestros


votos para que la Conferencia sea un paso más en la definición
de la estrategia y la táctica de lucha de la clase obrera europea
por su liberación.

PATRIA O MUERTE
¡VENCEREMOS!

101
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

EL MIR Y LAS TAREAS DE LA


REVOLUCIÓN CHILENA
Ruy Mauro Marini [Luis Cerdá]8

Una inmensa ola de solidaridad se ha desarrollado en todo el


mundo para con el pueblo de Chile, ante la brutal agresión de
que fue objeto el 11 de septiembre pasado por parte de los
militares golpistas, que actuaron en defensa de los intereses de
la gran burguesía criolla y del imperialismo. Es mucho lo que
deben las masas trabajadoras chilenas y sus partidos a esa
solidaridad internacional. Pero es necesario, para que ésta sea
cada vez más activa y combatiente, evaluar correctamente los
acontecimientos que se han desarrollado en Chile después del
golpe y las perspectivas que allí se han abierto para una
contraofensiva revolucionaria y popular.

Los errores del reformismo

La dificultad mayor para esto reside, seguramente, en la manera


equivocada como los reformistas y centristas de izquierda
consideran las posibilidades de acción contra la Junta militar.
Como no podría dejar de ser, influyen allí sus viejos errores
economicistas y conciliadores.

Conscientes del repudio que provoca en capas cada vez más


amplias de la población la política represiva puesta en práctica
por los gorilas, así como su política económica, que golpea al
conjunto de los trabajadores y a amplios sectores de la mediana
y de la pequeña burguesía, esos sectores tienden a confiar en
que la marcha de las contradicciones que engendran esas
políticas derribará por sí sola a la Junta.

8
“Correo de la Resistencia”, órgano del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile en el
exterior, n.” 1, junio de 1974, (Editorial). Versión original [PDF].
102
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Se retoma, en cierta medida, la táctica de la “pera madura”,


puesta en práctica por la oposición burguesa a la Unidad
Popular, que consistía en confiar que los problemas económicos
que el gobierno de Allende tendría que enfrentar le facilitaría su
ofensiva reaccionaria.

Sin embargo, la política de la reacción chilena no era de simple


expectativa. Ella consistía también en acelerar la maduración de
la “pera”, a través del boicot a la producción, la especulación y el
mercado negro de bienes esenciales, las acciones de masas
lanzadas en torno a temas como el desabastecimiento de
productos, la Escuela Nacional Unificada, el desarrollo de los
órganos de poder popular. No era una política pasiva, sino que
interfería permanentemente sobre los hechos de la vida diaria
que la misma reacción contribuía a crear.

Organizar y luchar
La situación se presenta hoy en términos similares para el
movimiento popular. Es un error creer que, en sí misma, la
política de la Junta militar no es viable y conduce necesaria-
mente al fracaso. Y es un error que tiene consecuencias políticas,
una vez que conduce a la pasividad, a la espera, al mismo tiempo
que pone demasiado énfasis en las divergencias internas en el
seno de la burguesía y entre ésta y la pequeña burguesía.

La política de la Junta puede ser viable, si cuenta con dos


condiciones básicas para aplicarse: el apoyo externo (económico
y militar) y la pasividad del movimiento de masas, en particular la
clase obrera. La recesión actual no es un simple resultado de
errores de la Junta: es una etapa indispensable, que puede durar
dos o tres años, para concentrar el capital en empresas de
mayor productividad, aumentar el ejército de reserva y con ello
bajar los salarios y, finalmente reestructurar el consumo en favor
de las capas de altos ingresos y del mercado externo.
103
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

La primera exigencia, por tanto, que se presenta hoy en Chile


para frustrar los intentos de la Junta de crear una economía al
gusto del gran capital nacional y extranjero es organizar un
movimiento amplio de resistencia, con base en la clase obrera y
sus aliados. Las vigas maestras de ese proceso de reorganización
están dadas por la política misma de la Junta: la defensa del nivel
de vida de las masas, que incluye la lucha contra la rebaja
salarial, los despidos y el aumento de horas impagas de trabajo,
en lo fundamental, y la lucha por las libertades democráticas
básicas, principalmente la de asociación y de expresión. Para
ello, la izquierda no puede limitarse a garantizar la supervivencia
de sus aparatos centrales: tiene que desarrollar y conducir al
movimiento de masas, esforzándose por hacer funcionar o
poner de nuevo en pie a los organismos tradicionales como los
sindicatos, las juntas de vecinos, y otros, pero, sobre todo,
creando una estructura clandestina de masas, cuyo eje son los
Comités de Resistencia, la cual esté en condiciones de resistir a la
intensificación de la represión policíaco-militar.

La solidaridad internacional

La creación de ese movimiento amplio de resistencia representa


hoy día la tarea ineludible del conjunto de las fuerzas de
izquierda y de los sectores progresistas que se oponen a la Junta.
Por la unidad de la izquierda, a través de un frente político, y el
desarrollo por la base de la resistencia popular, se ha jugado el
MIR con todas sus fuerzas. No nos hacemos ilusiones: sabemos
que el camino de la unidad es angosto y lleno de obstáculos;
sabemos también que la reorganización del movimiento de
masas por la base nos tomará tiempo, hasta que este movi-
miento se encuentre en condiciones de derribar a la dictadura
gorila, en el terreno que ésta ha elegido para imponerse y
reforzarse: el de la violencia armada.

104
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

En el curso de ese proceso, es grande el papel que cabe jugar a


la solidaridad internacional. En primer lugar, la solidaridad
orgánica con las organizaciones revolucionarias de América
Latina, de las cuales las más destacadas han dado ya pasos
significativos en el sentido de aunar sus fuerzas y librar su lucha
en el marco que ha trazado la misma reacción interna de sus
países y la reacción internacional: es decir, el marco de la
revolución continental. Es así como el ERP de Argentina, el ELN
de Bolivia, el MIR de Chile y el MLN-Tupamaros de Uruguay han
constituido una Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR),
resultado de años de trabajo y experiencia conjuntos. El apoyo
resuelto que han prestado al MIR y a la JCR las organizaciones
revolucionarias de otros países latinoamericanos, así como
de Europa y Estados Unidos, abre amplias perspectivas para
el desarrollo de una solidaridad internacional militante y
combatiente.

De la mayor importancia es también la solidaridad prestada por


el campo socialista, particularmente Cuba revolucionaria. Allí
donde la izquierda ha conquistado ya el poder reside, en última
instancia, la reserva de apoyo estratégico definitivo para la lucha
revolucionaria en América Latina. Junto a ella deberán estar las
fuerzas progresistas de todo el mundo, que no pueden ver con
indiferencia la imposición a los pueblos latinoamericanos de
regímenes basados en la superexplotación de los trabajadores y
en el terror político, que hacen recordar los peores tiempos del
fascismo europeo.

105
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Por qué el MIR

La resistencia a la dictadura gorila chilena es una tarea de todo el


pueblo y de todas las fuerzas de izquierda y progresistas del país.
El hecho de que el MIR haya asumido allí un papel destacado,
impulsándola a todos los niveles, se debe, en una amplia
medida, a las condiciones más favorables que tuvo para pasar el
periodo de legalidad burguesa al de la contrarrevolución actual-
mente en curso. Esto no ha sido accidental. Es el resultado de
una política revolucionaria que no alimentó ilusiones sobre el
proceso reformista iniciado por la Unidad Popular en 1970; de la
experiencia de la organización, adquirida durante el gobierno
represivo de Frei, respecto a la lucha clandestina; de las medidas
de seguridad, tomadas muchas semanas antes del golpe,
cuando, simultáneamente a la intensificación de su trabajo de
masas y de propaganda, los aparatos centrales del MIR pasaron
a la clandestinidad.

Pero hay un elemento que destacar en la explicación de la mayor


capacidad que ha tenido el MIR para resistir y enfrentar a la
dictadura gorila: la calidad de sus militantes. Junto a medidas
orgánicas, como la compartimentación principalmente, esto es
lo que explica que la estructura partidaria haya resistido a las
bajas que inevitablemente se sufren en una guerra abierta de
clases, como la que se libra en Chile.

Ninguna detención ha provocado la caída en cadena de


militantes, el desmembramiento de una red o la destrucción de
algún sector partidario. ¿Por qué? Porque los militantes del MIR
no hablan, aun sometidos a las torturas más crueles. Ejemplar en
este sentido ha sido la conducta de Bautista Van Schowen; sin su
silencio, el Partido habría sido profundamente golpeado.
Innumerables ejemplos podrían ser añadidos al de Van Schowen.

106
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

El MIR como vanguardia

Un partido vale lo que valen sus militantes y el militante del MIR


se destaca sobre todo por su conciencia revolucionaria. Es ésta la
que explica el comportamiento heroico de esos camaradas, que
saben que luchan por algo más importante que su propia vida: la
revolución proletaria, y el hecho de que lo hacen en el seno de
un partido que responde a los intereses de los obreros y el
pueblo de Chile. Cuando son sometidos a las torturas salvajes y
al fusilamiento, para ellos está primero la convicción de que la
defensa de los compañeros y de su partido vale más que su
propia vida.

A nuestros camaradas, que arriesgan a diario su vida y que la


entregan sin reservas cuando las circunstancias lo exigen, el
homenaje de quienes, desde el exterior, siguen cada paso de su
lucha y ven en el MIR una vanguardia revolucionaria capaz de
abrir el camino a la victoria de las masas explotadas de América
Latina sobre la reacción cavernaria desatada por la reacción
nacional e imperialista en nuestros países.

107
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

TAREAS DE LOS REVOLUCIONARIOS ANTE


LA CONTRARREVOLUCIÓN CONTINENTAL
Ruy Mauro Marini9
Enero de 1976

La garra de hierro extendida por el imperialismo norteamericano


sobre el Cono Sur latinoamericano se ha cerrado. Argentina es ya
una dictadura militar, integrada a la internacional contrarre-
volucionaria burguesa e imperialista que constituyen Brasil,
Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay.

El actual período contrarrevolucionario se abrió, para América


Latina, con el golpe militar brasileño de 1964 y se aceleró a partir
de la caída del régimen de Torres en Bolivia, en 1971. Los
acontecimientos de Argentina representan, en ese marco, una
nueva etapa. En el origen de ésta, destaca como factor deter-
minante la toma de conciencia del imperialismo norteamericano
respecto a la importancia de América Latina, como coto de caza
a defender a cualquier precio ante el avance de la revolución en
África y Asia.

En efecto, existe una relación estrecha entre el reciente viaje de


Kissinger a América Latina, el trato privilegiado que otorgó al
subimperialismo brasileño y la decisión de los militares de cortar
el nudo gordiano del poder en Argentina. Ante la mejora de las
condiciones de servidumbre que obtuvo Brasil, la burguesía y el
ejército argentino manifiestan el deseo de crear la situación
interna favorable a la obtención de un trato similar.

9
Correo de la Resistencia, órgano del Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile en el
exterior, n.° 11, marzo-abril de 1976, (Editorial). pdf
108
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Tendencias de la nueva etapa

La primera tendencia que presenta esta nueva fase del período


contrarrevolucionario es el acrecentamiento en el continente de
la influencia del bloque militar gorila. Este empieza ya a pesar
sobre la situación peruana, llevándola a desplazarse hacia la
derecha; hace lo mismo respecto a Costa Rica. Se proyecta como
sombra amenazadora sobre Colombia y Ecuador, que parecen
ser, a corto plazo, los países que ofrecen condiciones más
propicias para integrarse plenamente al bloque. Refuerza los
regímenes militares caudillistas de Centroamérica y el Caribe, y
desestabiliza la democracia burguesa venezolana, favoreciendo
allí el fortalecimiento de las fuerzas ultrarreaccionarias. Pone
ante el alza de mira a los regímenes más progresistas de Guyana,
Jamaica, Panamá y México, y presiona hacia el restablecimiento
del cerco a la Revolución cubana.

Se pretende así completar la reestructuración de América Latina


bajo la forma política que corresponde al carácter actual de las
relaciones de las burguesías criollas con el imperialismo norte-
americano. En otras palabras, se trata de ahogar en todos los
países las reivindicaciones más sentidas de las masas y
someterlas al imperio de la superexplotación y el terror,
reemplazando las limitadas formas democráticas que aún
subsisten por el Estado militar. En la actual etapa, el objetivo
inmediato es consolidar el bloque gorila, someter a Perú,
provocar el paso definitivo de Colombia y Ecuador hacia el
campo de las dictaduras, para así enfrentar el problema de los
países que, como Venezuela y México, tienen más condiciones
de resistir a ese proyecto.

Se manifiesta ya allí el carácter ofensivo de la estrategia


burguesa e imperialista en América Latina. Pero esto se acusa
cuando considerarnos la segunda tendencia principal que marca
esta fase del período contrarrevolucionario.
109
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

En esta perspectiva, ya no es América Latina sino África la que


constituye el centro de interés. El avance del movimiento
revolucionario de los pueblos africanos ha puesto en crisis el
esquema estratégico del imperialismo en el Atlántico y echado
por tierra las pretensiones del subimperialismo brasileño de
convertirse en la influencia determinante en la evolución de los
destinos de África negra. En consecuencia, Estados Unidos y
Brasil se dan la mano para armar, en el lado occidental del
Atlántico sur, un esquema militar apuntado agresivamente hacia
las nuevas naciones africanas; en él, se incluyen Argentina y
Uruguay, manteniéndose siempre la opción de apoyarse en el
régimen racista de Sudáfrica para completar el movimiento de
tenazas contra la revolución africana.

Continentalidad de la revolución
La izquierda revolucionaria latinoamericana ha intuido, desde la
década pasada, la extraordinaria importancia de América Latina
para los destinos de la revolución mundial. Nadie como el Che lo
supo expresar con más lucidez. Pero, hoy, no se trata ya de un
planteamiento visionario, capaz de percibir las tendencias más
profundas de la realidad, antes que estas surgieran claramente a
la superficie. Tampoco de concluir triunfalmente que teníamos
razón. Ahora, nuestra tarea consiste en evaluar correctamente
los hechos que se están configurando bajo nuestros ojos y
asumir las responsabilidades históricas que de allí se derivan.

No partimos de cero. Las enseñanzas del Che han empezado ya a


plasmarse en formas políticas y orgánicas concretas, aquellas
que proporciona la Junta de Coordinación Revolucionaria del
Cono Sur. Nacida bajo el impulso del análisis político que, en
plena crisis revolucionaria en Chile, –bajo la lúcida conducción
de Miguel Enríquez– el MIR hizo de las posibilidades y perspectivas
del proceso chileno y latinoamericano, la JCR viene de cumplir
110
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

dos años de existencia. Ella es la expresión de las fuerzas


revolucionarias del área en que se hace sentir con más fuerza la
presión de la contrarrevolución continental, del área en que las
condiciones de lucha son más difíciles. Combatientes del PRT-
ERP, del MLN-Tupamaros, del PRT-ELN boliviano, del MIR han
amasado con su sangre los cimientos de esa forma orgánica que
el desarrollo mismo de la lucha para enfrentar la contrarre-
volución continental está exigiendo. Los sacrificios de nuestros
militantes por seguir avanzando en ese camino no han
terminado, como lo revela el arresto reciente en Buenos Aires de
uno de los dirigentes máximos del MIR, el camarada Edgardo
Enríquez, y seguramente tendrán que continuar todavía por
mucho tiempo.

No nos llamamos a engaño. La lucha en América Latina será


larga, será difícil. El ciclo de los movimientos predominante-
mente nacionales se está concluyendo y se ha abierto ya el
período en el cual, así como las expresiones de la contrarre-
volución se hacen cada vez más interdependientes entre sí y
respecto al imperialismo, la lucha de la clase obrera y de las
amplias masas populares asumirá un carácter crecientemente
continental.

Coordinar nuestras fuerzas

Se hace necesario hacer algunas precisiones sobre el desarrollo


de esa lucha. Uno de sus aspectos más sobresalientes es la
hegemonía creciente que, en los hechos, va asumiendo en ella la
clase obrera. Esto, que tuvo su primera expresión notable en el
cordobazo y en la manera como sectores obreros de vanguardia
participaron en los auges de masas de 1967-69 en Brasil,
Uruguay, Bolivia, ganó fuerza con el curso del proceso boliviano
de 1969-71 y culminó con el proceso chileno de 1970-73. En este
momento, los países en que la clase obrera es más poderosa y
111
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

madura, relativamente, en América Latina, se encuentran bajo


feroces dictaduras militares. No se trata de una coincidencia: lo
que surge con claridad del desarrollo mismo del proceso es que
la responsabilidad fundamental en el combate a la contrarre-
volución continental está en las manos de la clase obrera.

Otro aspecto relevante a tener presente es el carácter desigual


que ostenta la contrarrevolución. Al interior mismo del primer
círculo, el que conforman las dictaduras gorilas, el grado de
afianzamiento del régimen político no es el mismo en Brasil, en
Chile, en Bolivia. El fenómeno se acentúa cuando volvemos los
ojos hacia los países que se encuentran todavía fuera del primer
círculo. No se trata de un hecho casual, sino de la forma en que
incide en el plano político el carácter específico que asume en
cada país la lucha de clases. Esto quiere decir que, si es cierto
que hay una estrategia común para todos los revolucionarios
latinoamericanos, no es menos cierto que las características
tácticas, los programas inmediatos, las formas de lucha varían de
país a país, configurando un mosaico que no se presta a
imitaciones mecánicas. Todo lo contrario, es la capacidad
creadora de las vanguardias revolucionarias nacionales lo que
asegura una correcta conducción de las luchas de clase a escala
continental.

Finalmente, hay que considerar uno de los problemas más


graves a que se enfrenta hoy el movimiento revolucionario
latinoamericano: su relativo aislamiento en el contexto inter-
nacional, que nace del carácter mismo de coto exclusivo de caza
que confiere al continente el imperialismo norteamericano. Uno
de los factores que corrige esta situación, compensándola, es
precisamente la coordinación entre las fuerzas revolucionarias.
Pero esto no basta; es necesario contar con una verdadera
retaguardia. Ahora bien, así como la retaguardia de la revolución
africana es proporcionada hoy día, en primer lugar, por América

112
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Latina, a través de la política internacionalista de Cuba, así como


por el apoyo que le presta la Unión Soviética, hay justas razones
para creer que, en el futuro, será la África revolucionaria la que
podrá proporcionar, de manera más inmediata, el apoyo
material que necesitamos, respaldada por el campo socialista;
esto es lo que explica, en última instancia, la política antiafricana
del imperialismo y la reacción latinoamericana. Más allá de esa
primera instancia, las fuerzas revolucionarias de los países
capitalistas, particularmente Estados Unidos, tendrán que ser
tomadas en cuenta como parte constitutiva de nuestra
retaguardia.

Lo primero, pues, en este momento, es avanzar en la


coordinación del movimiento revolucionario latinoamericano,
reforzando a la JCR, abriendo relaciones con nuevas fuerzas, en
el grado que sea posible. Es así como estaremos construyendo la
base necesaria para convocar, mañana, desde América Latina, el
interés y los esfuerzos del movimiento revolucionario mundial.
Será así como podremos convertir a nuestro continente en el
campo de la batalla final contra el imperialismo.

113
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

LA PEQUEÑA BURGUESÍA
Y EL PROBLEMA DEL PODER
Ruy Mauro Marini10

La revolución proletaria y la construcción del socialismo


Estado y sistema de dominación
Las alianzas de clases
El sistema de dominación en Chile
La “vía chilena” al socialismo
Alianzas y compromisos
La pequeña burguesía en el proceso chileno
El carácter del gobierno y del periodo

La situación que produjo en Chile la formación de un gobierno


de izquierda, a través de la vía electoral, ha llevado a que se
plantee la posibilidad de transformar revolucionariamente la
sociedad chilena mediante la utilización del aparato estatal
existente, y de promover la sustitución gradual de ese aparato a
medida que avanza el proceso mismo de transformación social.
Esto es lo que se ha designado como “vía chilena al socialismo”.

Conviene hacer aquí una precisión: en el seno de la izquierda,


nadie ha puesto en duda la necesidad de cambiar el actual orden
jurídico y político, observándose un razonable consenso en que
ello corresponde a lo que se llama, en la teoría revolucionaria,
“toma del poder”, es decir, el reemplazo de la burguesía por el
proletariado como clase dominante y la sustitución del Estado
10
El reformismo y la contrarrevolución. Estudios sobre Chile, Serie Popular, Ediciones Era, México,
1976. Publicado originalmente en Pasado y Presente, año IV, número 1, (nueva serie), Buenos
Aires, abril-junio de 1973. Su primera versión se presentó en enero de 1973, en un simposio
organizado por el Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN) de la Universidad Católica
de Chile.
114
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

burgués por el Estado proletario. No es éste, por tanto, el punto


de discusión. La especificidad de la “vía chilena” (término que
engloba una amplia gama de posiciones)11 estaría en que la toma
del poder no precede, sino que sigue a la transformación de la
sociedad; en otras palabras, es la modificación de la
infraestructura social lo que, alterando la correlación de fuerzas,
impone y hace posible la modificación de la superestructura. La
toma del poder se realizaría así gradualmente y, en cierto
sentido, pacíficamente, hasta el punto de conformar un nuevo
Estado, correspondiente a la estructura socialista que se habría
ido creando.

La discusión sobre si existe o no una vía chilena al socialismo


sería irrelevante, si no implicara dos supuestos: primero, el de
que Chile ha definido ya su camino de transición al socialismo;
segundo, el de que el carácter peculiar que asume hoy la lucha
de clases en Chile tiene el status de un modelo radicalmente
distinto, y en cierta medida alternativo, al que se ha presentado
en otros países que lograron instaurar la dictadura del
proletariado. En efecto, a la pregunta de si existe una vía chilena
al socialismo, la respuesta sólo puede ser afirmativa: existen
tantas vías al socialismo cuantos sean los pueblos que
emprendan, bajo la dirección del proletariado, la tarea de
destruir la sociedad explotadora burguesa. Se puede, en este
sentido, hablar de una vía rusa, una vía vietnamita, una vía
china, una vía cubana, una vía propia a los países de Europa
oriental. Pero ninguna de ellas es en sí un modelo, todas se rigen
por las leyes generales de la revolución proletaria, tal como la
ciencia marxista las ha definido.
11
Esas posiciones tienen sus expresiones extremas en los planteamientos de lo que podríamos
considerar como una corriente allendista en la izquierda, por un lado, y en los que han levantado
dirigentes del partido comunista (en el cual, sin embargo, no tiene curso oficial la expresión “vía
chilena”), por el otro; véase, por ejemplo, Allende, S., Primer Mensaje al Congreso Nacional, 21
de mayo de 1971, varias ediciones; Garcés, J. E.; Revolución, Congreso y Constitución. El caso
Tohá. Ed. Quimantú, Santiago, 1972, parte I, cap. IV, y Millas, O., “La clase obrera en las
condiciones del gobierno popular”, diario El Siglo, Santiago, 5 de junio de 1972.
115
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

La revolución proletaria y la construcción del socialismo

Veamos brevemente cómo se presenta, en la teoría marxista


revolucionaria, el problema de la relación entre la toma del
poder político y la transformación del modo de producción.

Cuando se trata de la revolución burguesa, se da la posibilidad,


aunque sea teórica, del cambio político gradual y pacífico, ya sea
por el hecho de que el capitalismo como modo de producción es
la condición previa de existencia de la burguesía y precede a la
sociedad política burguesa, ya sea porque las dos clases que
pugnan entre sí por el poder se basan igualmente en la
explotación de otras, lo que abre márgenes de acuerdo entre
ambas. La situación del proletariado, cuya condición de
existencia no es el socialismo sino el mismo capitalismo y que
tiene como objetivo de clase la supresión de la explotación,
plantea en un plano totalmente distinto el problema del
enfrentamiento político y de la posibilidad de proceder al
cambio social mediante adaptaciones o reformas en el modo de
producción.12

Es conocido el texto de Marx en el que afirma que

“entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista


media el periodo de transformación revolucionaria de
la primera en la segunda. A este periodo corresponde
también un periodo político de transición, cuyo Estado
no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del
proletariado.”13

12
Este tema, abordado por Rosa Luxemburgo y Lukács, es objeto de comentario en mi artículo
“Reforma y revolución: una crítica a Lelio Basso”, en Sociedad y Desarrollo, n. 2, Santiago de
Chile, abril-junio de 1972.
13
“Crítica al programa de Gotha”, en Marx y Engels, Obras escogidas. Ed. Progreso, Moscú, 1966,
t. II, p. 25, subrayado por Marx.
116
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Si el término “corresponde” dejara alguna duda, el juicio que


emite el mismo Marx sobre los intentos de implantar en Europa,
en el siglo pasado, el sistema cooperativo es suficientemente
perentorio como para despejarla:

“...la experiencia del periodo comprendido entre 1848 y


1864 –escribió– ha probado hasta la evidencia que, por
excelente que fuese en principio, por útil que se mostrase en
la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a
los esfuerzos particulares y accidentales de los obreros, no
podrá detener jamás el crecimiento en progresión
geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni
aliviar siquiera un poco la carga de esas miserias [...] Para
emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe
alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser
fomentada por medios nacionales. –Y concluye– La
conquista del poder político ha venido a ser, por lo tanto, el
gran deber de la clase obrera.”14

Fue siguiendo esa línea de pensamiento como Lenin desarrolló la


teoría revolucionaria, estableciendo con precisión la relación
entre la toma del poder y la transformación social, o sea, entre la
revolución proletaria y la transición al socialismo. Esto, que
motivó una de sus obras más célebres, El Estado y la Revolución,
es sintetizado por él de forma casi programática en un texto
posterior, de 1919:

“La burguesía ha utilizado el poder estatal como instrumento


de la clase capitalista contra el proletariado, contra todos los
trabajadores. Así sucedió siempre en las repúblicas
burguesas más democráticas. Sólo los traidores al marxismo
han “olvidado” esto.

14
“Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores”, op. cit., t. I, p. 369.
117
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

El proletariado debe derrocar a la burguesía (concentrando


para ello 'brigadas de choque” políticas y militares, que sean
bastante fuertes); debe arrebatarle el poder estatal para
hacer que este instrumento funcione de acuerdo con sus
objetivos de clase.
¿Y cuáles son los objetivos de clase del proletariado?
Aplastar la resistencia de la burguesía.
“Neutralizar” a los campesinos, y hasta donde sea posible
atraerlos; por lo menos a la mayoría de sus elementos
trabajadores, no explotadores.
Organizar la gran producción maquinizada en las fábricas
expropiadas a la burguesía y los medios de producción en
general.
Construir el socialismo sobre las ruinas del capitalismo.” 15

La práctica revolucionaria del siglo XX ha confirmado hasta ahora


la teoría, aunque con toda la riqueza de matices con que la vida
aplica sus propias leyes. Es oportuno, en este sentido, señalar las
diferencias entre la revolución rusa y china, desde el punto de
vista que nos preocupa, ya que parecen representar casos
extremos en la relación entre la toma del poder y la transfor-
mación social.

Es así como, en Rusia, la revolución asume el carácter de una


insurrección armada, que golpea el nervio central del poder, el
corazón mismo del Estado, e impone la dictadura del proletariado
a todo el país.16 En el texto de 1919 citado, probablemente su
15
“Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado”, Obras completas.
Ed. Cartago, Buenos Aires, t. XXX, p. 259.
16
Aunque no se plantee de inmediato extender el socialismo a todo el país. Esto, que aparece
claramente en las tareas propuestas al campesino ruso en la primera fase de la revolución, fue
explicitado por Lenin en varios textos, en los que señala que la revolución proletaria, socialista,
iniciada en los grandes centros urbanos en octubre de 1917, sólo llegó al campo un año después.
Cf., por ejemplo, Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Obras escogidas, Ed.
Progreso, Moscú, 1961, t. III, particularmente el capítulo intitulado “Servilismo ante la burguesía
con el pretexto de ‘análisis económico’ “.
118
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

mejor trabajo en materia de estrategia político-militar, Lenin


analiza el fenómeno y extrae de allí las leyes generales del
proceso insurreccional. La transformación social aparece, en esa
perspectiva, como algo claramente posterior a la toma del
poder.

La revolución china se lleva a cabo de otra manera. Lo último


que cae son las grandes ciudades, donde tiene su asiento el
poder central. Durante más de dos décadas, el ejército popular
combate en el interior del país, elevando poco a poco su poderío
y el nivel de enfrentamiento, mientras extiende paulatinamente
el alcance del poder rojo, que se va creando en las regiones
liberadas. En éstas se emprende el cambio de las estructuras
productivas, destacándose las medidas de reforma agraria.
Pareciera ser, a primera vista, que la toma del poder, la
conquista del aparato estatal, constituye la culminación de un
proceso en el que se había iniciado ya la transformación social.

En realidad, ello no es así. El carácter semifeudal de la sociedad y


la autonomía política relativa de las regiones no permiten hablar,
en el caso chino, de un Estado, en el mismo sentido que damos a
la palabra al referirnos a Rusia. Junto con otras condiciones, la
no integración económica y política de la sociedad china sirve
incluso a Mao Tse-tung para formular la estrategia de la guerra
civil revolucionaria (distinta a la insurrección, como forma de un
proceso de toma de poder). 17 Elemento central en ella era la
creación, bajo el impulso del ejército revolucionario, del poder
popular en las zonas liberadas, al cual incumbía poner en
práctica las medidas de transformación social. La caída del
Estado central al final del proceso sólo se entiende, por tanto, si
consideramos que ese Estado se constituía de núcleos de poder
no integrados, que se podían tomar por separado.

17
Véase, por ejemplo, “¿Por qué puede existir el Poder Rojo en China?”, en Mao Tse-tung,
Selecciones de escritos militares. Ed. en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1967.
119
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Teoría y práctica van, pues, de la mano cuando se trata de


establecer una determinada jerarquía entre los dos polos de la
relación considerada: toma del poder-transformación social. El
desplazamiento radical y –como subraya Lenin– violento de la
burguesía por el proletariado en el poder político, como
condición para llevar a cabo la transformación social, aparece así
como un rasgo peculiar de la revolución socialista, que la
diferencia netamente de la revolución burguesa. Es más: el único
caso de revolución socialista en América Latina, el de Cuba, se
inscribe en la misma línea, aunque presente especificidades
respecto a Rusia y China.

Estado y sistema de dominación

Es necesario, sin embargo, ir más allá de la relación que se


puede establecer en general entre la toma del poder y la
transformación del modo de producción y preguntarse cómo
influye prácticamente la conquista del poder político en la lucha
de clase del proletariado.

Entendido como capacidad coercitiva, el poder político en la


sociedad capitalista lo ejerce la burguesía a través del Estado,
con el fin de someter a su explotación de clase a los demás
grupos sociales. Es por esta razón que la teoría marxista
identifica al Estado con el aparato burocrático-represivo
representado por el gobierno, la burocracia, los tribunales, las
prisiones, la policía, las fuerzas armadas. Esa expresión material
del poder burgués se completa con el derecho, el cuerpo de
normas cuya infracción activa automáticamente al aparato
estatal para forzar su cumplimiento e imponer sanciones.

120
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Esta concepción del Estado –el Estado como esfera de la


coerción, para decirlo con Lenin–18 se diluye cuando se le borran
los límites, hasta hacerlo coincidir con el sistema de dominación
sobre el cual reposa. Es lo que han hecho recientemente
Althusser y, en cierta medida, Poulantzas, cuando, recurriendo a
algunas proposiciones de Gramsci, desarrollan el tema de los
aparatos ideológicos del Estado: escuela, sindicato, partidos,
iglesias, medios masivos de comunicación, familia. 19 Por esto nos
parece útil distinguir entre el sistema de dominación, que
incluye el conjunto de elementos en los que una clase basa su
poder, y la expresión institucional de ese poder, el Estado,
tomado como cúspide del sistema de dominación. El carácter
más o menos autoritario que asume la dominación de clase
reside precisamente en el grado de absorción por el Estado de
las funciones sociales; o, para usar la expresión de Marx, en el
grado en que los intereses comunes que se contraponen a la
sociedad como intereses superiores generales se incorporan
directamente al aparato del Estados. 20 En el límite, encontramos
formas de Estado, como el Estado fascista, que coinciden
realmente con el sistema de dominación; no obstante,
normalmente se dan situaciones más complejas, en las que la
vinculación al Estado de las instituciones que expresan esos
intereses generales asume diferentes formas. Basta tener
presente la posición de la escuela vis-à-vis del Estado en Francia
y en Estados Unidos, por ejemplo, o la de los sindicatos en Brasil
o México y en Chile o Argentina.21

Es precisamente porque el Estado no es lo mismo que el sistema


de dominación que la conquista del aparato estatal burgués no
soluciona de golpe el problema del poder proletario. Fue lo que

18
“Insistiendo sobre los sindicatos, el momento actual y los errores de Trotsky y Bujarin”, en
Obras escogidas, t. III, p. 580.
19
Véase Althusser, L., “Idéologie et appareils idéologiques d’Etat”, La Pensée, París, junio de
1970, y Poulantzas, N., Fascismo y dictadura, Ed. Siglo XXI, México, 1971, cap. VII.
20
“El dieciocho brumario de Luis Bonaparte” en Marx y Engels, op. cit., t. 1, pp. 312-13.
121
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

se vio con claridad en la experiencia de la revolución cultural


china. Anteriormente, Lenin había insistido en la idea de que la
posesión del aparato del Estado por el proletariado le servía a
éste esencialmente para desarrollar en mejores condiciones su
lucha de clases, afirmando:

“...al conquistar el poder estatal, el proletariado no


suspende su lucha de clases, sino que la prosigue en otra
forma y por otros medios. La dictadura del proletariado
es la lucha de clases de los proletarios con la ayuda de un
instrumento como el poder estatal.” 22

Los textos de su último periodo están centrados en torno a la


preocupación de profundizar y ampliar el poder proletario,
mediante la incorporación directa de las masas trabajadoras a la
gestión estatal.

Las alianzas de clases

La importancia que asume para el proletariado la posesión del


aparato del Estado reside básicamente en la posibilidad que éste
le da de cambiar la correlación social de fuerzas, antes favorable
a la burguesía, y volcarla en su favor. En otras palabras, de
agrupar en tomo a sí a las clases explotadas por el capital,
condición sine qua non para la construcción del socialismo.

Ello se debe a que, en las estructuras sociales complejas que se


han desarrollado con base al modo de producción capitalista,
cualquier sistema de dominación se funda siempre en una
alianza de clases.

21
Señalemos de paso que Lenin considera que sólo después de la toma del poder por el
proletariado los sindicatos empiezan a convertirse en parte del aparato estatal. “Discurso en el II
Congreso de los Sindicatos de Rusia”, Obras completas, t. XXVIII, pp. 420-27.
22
“Las elecciones...” op. cit., p. 81.
122
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

El fenómeno es ya visible en los albores de la revolución


burguesa y fue justamente el carácter de la alianza de clases en
que se apoyó la burguesía lo que le dio su especificidad al
régimen burgués nacional. Es así como, en Inglaterra, el
compromiso de 1689, que marca la culminación de la revolución
burguesa, reúne en un solo bloque a la burguesía y la nobleza
terrateniente, quedando en manos de ésta la gestión del aparato
estatal en beneficio de la primera; conflictos como los que se
produjeron en torno a la ley de cereales, a principios del siglo
XIX, corresponden a fricciones en el seno del bloque dominante,
que incidieron en las relaciones entre la burguesía y el
proletariado.23 En Francia, el grado de agudización de las
contradicciones entre la burguesía y la clase terrateniente obliga
a la primera a apoyarse en la pequeña burguesía, que llega
incluso a dominar el aparato del Estado en el periodo jacobino; 24
la recomposición de la alianza entre la burguesía y los terra-
tenientes cambiará posteriormente esa situación, afectando la
forma del Estado, pero la fuerza de la pequeña burguesía
impedirá la estabilización política y abrirá paso a la irrupción del
proletariado revolucionario. Sólo la derrota de éste, en 1871,
permitirá a la burguesía construir un sistema de dominación
estable. En Alemania, el desarrollo del proletariado impedirá a la
burguesía llevar a cabo su revolución política, y el compromiso
que se establece entre ella y la nobleza feudal, en 1848, se hará
en términos mucho más favorables a esta última que en
Inglaterra.25

23
Cf. Marx, El capital. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, t. I, cap. VIII.
24
Véase Poulantzas, N., Clases sociales y poder político en el Estado capitalista. Ed. Siglo XXI,
México, 1969, parte II, cap. 4.
25
Ibid. Engels había observado ya: “Parece ser una ley del desarrollo histórico el que la burguesía no
pueda detentar en ningún país de Europa el poder político –al menos durante largo tiempo– de la
misma manera exclusiva con que pudo hacerlo la aristocracia feudal durante la Edad Media.” “Del
123
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Las revoluciones proletarias del siglo XX han mostrado que la


situación que enfrenta el proletariado, respecto a la necesidad
de contraer alianzas de clases para llevar a cabo su política, no es
distinta. Lo específico en ellas está –por las diferencias ya
señaladas entre las revoluciones burguesas y proletarias– en su
imposibilidad de aliarse a la clase dominante y en el gran
desarrollo de las clases o fracciones de clase que, sometidas al
imperio del capital, constituyen sus aliados potenciales. Ello
contribuye a explicar las dificultades y deformaciones que
aquejan a los regímenes socialistas, del mismo modo como son
las alianzas de clases lo que impidieron al capitalismo realizar en
la forma más racional su modo de producción. 26 Pero, en la
óptica del tema que nos ocupa, esto plantea al proletariado la
necesidad ineludible de forjar los instrumentos capaces de
asegurar la atracción y la organización solidaria de esos grupos
sociales.

Junto al partido y las organizaciones amplias de masas, el Estado


es por excelencia el instrumento que sirve al proletariado para la
consecución de este propósito. La gran enseñanza de Lenin está
en que no es intentando obtener el apoyo de la mayoría del
pueblo como el proletariado puede tomar el poder, como
sustentaban los oportunistas de su época al establecer su
estrategia de la vía electoral, sino que es tomando el poder

socialismo utópico al socialismo científico”, en Marx y Engels, op. cit., t. II, p. 107.
26
Es así como la propiedad privada de la tierra, aunque impida el desarrollo de una agricultura
capitalista racional, constituye la contrapartida necesaria de la alianza entre la burguesía y la
clase terrateniente. Conviene sin embargo tener presente que esa alianza se inscribe en el marco
de posibilidades abierto por el carácter contradictorio del modo capitalista de producción. Como
lo indica Marx: “El conflicto entre el precio de la tierra como elemento del precio de costo para el
productor y no como elemento del precio de producción para el producto [...] no es sino una de
las formas en que se manifiesta siempre la contradicción entre la propiedad privada sobre el
suelo y la existencia de una agricultura racional con una explotación normal de la tierra al servicio
de la sociedad. Por otra parte, la propiedad privada sobre el suelo, y, por tanto, la expropiación
de la tierra de manos del productor directo –es decir, la propiedad privada de unos, que implica
la no propiedad de otros sobre la tierra– constituye la base del régimen capitalista de
producción.” El Capital, t. III, cap. XLVII, pp. 751-52. Sobre las implicaciones políticas de esta
cuestión, véase mi discusión con Michel Gutelman en Transición al socialismo y experiencia
chilena, CESO-CEREN, Prensa Latinoamericana, Santiago, 1972.
124
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

como el proletariado puede ganar para sí el apoyo de esa


mayoría. Porque sólo el ejercicio del poder permite al
proletariado demostrar prácticamente a las clases aliadas y a las
capas vacilantes del pueblo su disposición y su capacidad para
liberarlas de la opresión burguesa y la explotación capitalista,
encaminándolas hacia la edificación de un modo superior de
convivencia: el socialismo.

La transición al socialismo supone, por tanto, la dictadura del


proletariado. Esta se entiende como la situación en la cual,
detentando el poder político, el proletariado puede desarrollar
en mejores condiciones su lucha de clase. En primer lugar,
contra la burguesía, con el objeto de arrancar de sus manos las
fuentes de riqueza que ella controla y ponerlas al servicio de
todo el pueblo; en esta perspectiva, la dictadura del proletariado
implica echar mano de la expropiación y de la violencia para
quebrar la resistencia burguesa, apareciendo claramente como
un poder coercitivo, que se ejerce sin limitación de ninguna
especie. Las tesis que abogan por la lenta transformación del
derecho, una vez consumada la toma del poder, ignoran de
buena o mala fe la dureza del enfrentamiento que el
proletariado debe librar, lo que exige no sólo romper la legalidad
burguesa para poner de pie una legislación acorde con la
construcción de la nueva economía, sino también recurrir a las
leyes de excepción, aun desde el punto de vista de la dictadura
del proletariado. Estas leyes de excepción, de las que la privación
de derechos electorales que se impuso en Rusia a la burguesía
constituye un buen ejemplo, 27 se orientan a romper el espinazo
27
“La cuestión respecto a la privación de los derechos electorales a la burguesía no la
interpretamos de ningún modo desde un punto de vista absoluto, porque en el terreno teórico es
perfectamente admisible que la dictadura del proletariado irá aplastando a la burguesía a cada
paso, sin privarla, no obstante, de los derechos electorales. Desde el punto de vista teórico esto
se concibe plenamente, y de ahí que tampoco proponemos nuestra constitución como un
modelo para los demás países. Decimos únicamente que el que concibe la transición al socialismo
sin el aplastamiento de la burguesía no es socialista.” Lenin, “Informe sobre el programa del
Partido. Pronunciado el 19 de marzo”, VIII Congreso del PC (b) de Rusia, 18-23 de marzo de 1919,
en Obras escogidas, t. III, p. 191.
125
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

de la reacción burguesa y se definen por tanto en función del


grado de resistencia que esta clase opone a la dictadura del
proletariado. Es perfectamente admisible que se deroguen
después, pero su aprobación en el momento oportuno corres-
ponde a una necesidad imperiosa para que el proletariado
pueda seguir avanzando en la aplicación de su política.

Pero la lucha de clase del proletariado, en el marco de su


dictadura política, no se agota en la lucha contra la burguesía: en
un segundo plano, y adquiriendo importancia creciente a
medida que se debilita la reacción burguesa, se plantea también
la lucha contra sus propias clases aliadas, con el propósito de
guiarlas por el camino del socialismo. A diferencia de la situación
anteriormente descrita, el método principal que utiliza el
proletariado en este sentido no es la violencia, sino la persuasión
y la educación política. Esto lleva a que la agitación y propaganda
revolucionarias, después de la toma del poder, mantengan su
posición destacada entre los instrumentos de lucha utilizados
por el proletariado, y exige la permanencia del partido proletario
durante todo el tiempo de la transición, o sea, de la supresión de
las clases. Aquí también aparece con nitidez la necesidad de
proceder a una rápida transformación del derecho, ya que sólo
entonces éste revela toda su potencialidad revolucionaria: de
mero elemento de organización de la sociedad en un momento
dado de su desarrollo, la ley se convierte en un instrumento de
avanzada, que se adelanta a la situación existente y fija metas a
ser alcanzadas. El derecho cumple así un papel no sólo
ordenador, sino también educativo.28
28
“[...] Si confiáramos en que la redacción de un centenar de decretos iba a cambiar la vida del
campo, seríamos unos idiotas rematados. Mas si renunciáramos a señalar en los decretos el
camino a seguir, seríamos unos traidores al socialismo. Estos decretos que en la práctica no han
podido ser aplicados en el acto y en toda su integridad, han desempeñado un importante papel
desde el punto de vista de la propaganda [...] Nuestros decretos son llamamientos, pero no al
viejo estilo; ‘Obreros, levantaos, derrocad a la burguesía’. No son exhortaciones a las masas, son
llamamientos a acciones prácticas. Los decretos son instrucciones que invitan a una acción
práctica de masas.” “Informe sobre el trabajo en el campo. Pronunciado el 23 de marzo”, VIII
Congreso..., op. cit., p. 212, subrayado por Lenin. “Nuestros decretos acerca de las explotaciones
126
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Puesta la cuestión en estos términos, se entiende por qué la


toma del poder constituye el objetivo central de la lucha
revolucionaria del proletariado y aparece como la condición
primera para que éste pueda enfrentar con éxito las tareas de
transformación de la sociedad, es decir, de la transición al
socialismo. La capacidad para generar su propia legalidad y
aplicarla mediante la coerción y, en grado cada vez más
significativo, la persuasión (lo que distingue a la dictadura del
proletariado de la dictadura burguesa, que se basa esencial-
mente en la primera), aparece como una necesidad ineludible de
la lucha de clase proletaria.

El sistema de dominación en Chile

Ello nos permite centrar ahora nuestra atención sobre cómo está
planteado el problema del poder en Chile.

Tal como se presentaba en septiembre de 1970, el sistema de


dominación chileno era el resultado de la recomposición de
alianzas de clases acaecida en la década de 1930. A grandes
líneas, se asiste en aquel entonces a la culminación de un largo
proceso de cuestionamiento de la dominación oligárquica, que
ejercían la clase terrateniente y la burguesía comercial y
financiera, estrechamente asociadas al imperialismo. Esa
dominación se rompe en los años 30 para reestructurarse de
nuevo en torno a la vieja oligarquía y las clases medias
burguesas; se trataba de una solución de compromiso que no
era específicamente chilena, sino que correspondía a las nuevas
formas de dominación que, con la sola excepción de Argentina,
emergían entonces en los países latinoamericanos de mayor
desarrollo capitalista relativo.

campesinas son justos en el fondo. No tenemos motivos para retractarnos de ninguno de ellos ni
para lamentarnos. Mas si los decretos son justos, lo injusto es imponérselos por la fuerza a los
campesinos.” Ibid, p. 214, subrayado por Lenin.
127
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Lo peculiar del caso chileno se debe a la situación de la pequeña


burguesía en el nuevo esquema de alianza de clases y su
posición vis-à-vis del Estado. No tanto porque la pequeña
burguesía obtuviera allí ventajas y privilegios, ya que esto se dio
también en otros países latinoamericanos, como México y aun
Brasil: en todos ellos la pequeña burguesía, proporcionando las
tropas de choque de las clases medias, desempeñó un papel
relevante en la lucha política y entró a participar directamente
en la gestión del aparato estatal, valiéndose de ello para cuidar
sus intereses económicos. Ello fue sobre todo cierto para sus
capas no propietarias, que mejoraron considerablemente sus
oportunidades de empleo y sus condiciones de remuneración,
gracias a la ampliación de los servicios públicos, así como
también al impulso industrializante recibido por la economía que
hizo expandirse las ramas privadas de los servicios. En el México
de Cárdenas o en el Brasil tenentista, del mismo modo que en el
Chile del Frente Popular, se desarrolla entonces una amplia capa
burocrática de extracción pequeñoburguesa.

Chile se distingue, de los demás países, sin embargo, por el


carácter que asume esa capa burocrática y la relación que
establece con el conjunto de la clase de la cual provenía. Es así
como, a diferencia de México, en donde esa capa utiliza su
posición en el Estado para ascender a las filas de la burguesía,
dando origen a lo que se ha llamado burguesía burocrática, o de
Brasil, en donde, además de su subordinación efectiva a la
burguesía,29 sufre una degradación progresiva, pasando a
vegetar en los puestos subalternos del aparato estatal, la
29
Uno de los mecanismos mediante los cuales la pequeña burguesía sella en Brasil su alianza con la
burguesía es la legislación que establece que los cargos públicos se llenan con base en el mérito, es
decir, por concurso público. Como única clase letrada en la sociedad brasileña, la pequeña
burguesía aseguraba así que esos cargos quedaban reservados para ella. Sin embargo, la norma sólo
se aplicaba a los cargos inferiores, quedando excluidos los puestos de dirección y los cargos de
confianza, que son los mejor remunerados. Para acceder a ellos, el pequeño burgués no podía
accionar los resortes legales, sino que debía hacer méritos ante la burguesía; para mantenerlos, era
forzado a convertir el desempeño de la función en una defensa permanente de los intereses
burgueses.
128
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

pequeña burguesía burocrática en Chile logra mantener la


posición conquistada, sin que esto acarree para ella el
desprendimiento de su clase y su incorporación a la burguesía.
Por el contrario, mantiene con ésta una relación de clase a clase,
que se formaliza mediante algunos instrumentos básicos: la
democracia parlamentaria, en el marco de la cual el conjunto de
la pequeña burguesía podía hacer sentir su peso e imponer a la
burguesía, necesitada de sus votos, el respeto a la alianza
contraída; la expansión y el monopolio de los cargos públicos, y
la garantía de movilidad vertical al conjunto de la clase,
mediante la ampliación del sistema educativo. 30 En relación a
éste, el último bastión bajo el control oligárquico, las
universidades, fue finalmente conquistado a fines de la década
del sesenta, en el marco de la contraofensiva desatada por la
pequeña burguesía después de su repliegue en el periodo
gubernamental de Jorge Alessandri.

La pequeña burguesía chilena llega así a conformar una


verdadera capa política dirigente, que, respondiendo a los
intereses de su clase, convierte a ésta en su conjunto en una
clase de apoyo activa31 al sistema de dominación vigente. No
sorprende así su adhesión decidida a las instituciones y valores
que ella misma ha ayudado a forjar y que le han resultado por lo
general beneficiosos. El profesionalismo de las fuerzas armadas
chilenas y su respaldo a la institucionalidad no son sino una
30
James Petras, en Política y fuerzas sociales en el desarrollo chileno, Amorrortu, Buenos Aires,
1971, aporta elementos útiles para analizar la situación de clase de la pequeña burguesía en
Chile; véanse particularmente los capítulos 2 y 8, basados en encuestas efectuadas por Dale
Johnson y Eduardo Hamuy, respectivamente. Como término de comparación, se puede tomar a
Rangel Contla, J. C., La pequeña burguesía en la sociedad mexicana, 1895 a 1960. Universidad
Nacional, México, Instituto de Investigaciones Sociales, 1972.
31
Entendemos por clase de apoyo activa aquella que, sin participar directamente del bloque
dominante, desempeña un papel activo en la alianza de clases en que se basa el sistema de
dominación, sea en el sentido de contribuir ideológica y políticamente al afianzamiento de éste,
sea en el de retirar de él beneficios para sí misma. La pequeña burguesía chilena asume esa
posición en el sistema de dominación conducida por sus capas dirigentes, las cuales llegan a
asumir en este sistema el papel de fracción de clase reinante durante el periodo del Frente
Popular. Sobre el concepto de clase reinante, véase Poulantzas, Clases sociales... op. cit., parte III,
cap. 4, en especial p. 325.
129
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

manifestación de esa actitud de clase de la pequeña burguesía,


una vez que el aparato armado del Estado quedó también
virtualmente en sus manos.32

La “vía chilena” al socialismo

La estrategia de la Unidad Popular sólo se explica en este


contexto. Clase activa de apoyo al sistema de dominación,
vinculada a la institucionalidad por sus intereses y su ideología,
la pequeña burguesía chilena no constituía en la década de 1960
una fuerza social movilizable en torno a una política insurrec-
cional. Se diferenciaba en ello de la mayoría de las capas medias
latinoamericanas que, ocupando una posición francamente
subordinada en el sistema de dominación, no experimentaba
lealtad particular a éste, y que, enfrentadas a un grave deterioro
de su situación económica, se polarizaban rápidamente alrededor
de las corrientes políticas más radicalizadas. Es así como, en la
mayoría de esos países (aunque de manera inconsecuente, como
se da particularmente en Venezuela, Brasil y Bolivia), la pequeña
burguesía evolucionó, desde la crítica ácida al despilfarro, la
incapacidad y la corrupción de las clases dominantes, a una
política cada vez más hostil a éstas, que acaba por conducir a sus
grupos de vanguardia a plantearse abierta-mente el camino
insurreccional.

Acogida a los privilegios que lograra crear para sí, la pequeña


burguesía chilena se comporta de otra manera. Aun cuando se
ve amenazada, como ocurrió después de las elecciones de 1958,
resiste a la presión ejercida sobre ella por las fracciones más

32
Una encuesta realizada en Chile por Roy Allen Hansen, en 1967, para la Rand Corporation y
otras instituciones norteamericanas, mostró, entre otras cosas, que el 51% de los padres de 37
generales retirados entre 1952 y 1964 eran profesionales y gerentes y que los 5 mejores amigos
de los militares entrevistados eran, en la proporción de un 86% profesionales y gerentes. Cit. por
Cayuela, J., y Camilo Taufic, “Claves para la presencia militar”, Chile Hoy, Santiago, n. 25, 1-7 de
diciembre de 1972. Una versión inútilmente complicada de la tesis de la identidad entre las
fuerzas armadas y la pequeña burguesía en Chile puede encontrarse también en Joxe, A., Las
fuerzas armadas en el sistema político de Chile. Ed. Universitaria, Santiago, 1970.
130
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

reaccionarias de la coalición dominante sin salirse del sistema


vigente y, bien al contrario, tratando de utilizarlo para reforzar
su capacidad de respuesta –lo que se concretó en el ascenso al
gobierno de la Democracia Cristiana, en 1964.

Esto, sumado al crecimiento de la votación de izquierda,


mostraba que la pequeña burguesía había aprendido la lección
del Frente Popular, ella misma producto de experiencias
anteriores: valerse de la manipulación del movimiento de masas
en el marco institucional para estrechar sus vínculos con la
burguesía y fortalecer su posición política.

Sin embargo, aunque las maniobras de los sectores más


reaccionarios de las clases dominantes amenazaran realmente a
la pequeña burguesía, la amenaza mayor que se cernía sobre ella
provenía de la misma burguesía. Comprometida con un proceso
de acumulación capitalista dependiente, no podía escapar a la
dinámica propia de ese proceso. La monopolización creciente de
los medios de producción, el impulso a la producción de bienes
suntuarios y la declinación relativa de la producción de bienes
esenciales de consumo, que caracterizan a la acumulación
dependiente, generaban presiones cada vez más fuertes por
parte de la burguesía para readecuar la estructura del mercado;
un elemento fundamental de esa readecuación está dado por la
distribución regresiva del ingreso, lograda a través de la erosión
de los sueldos y salarios. 33 Era por tanto inevitable que el
gobierno democristiano abandonara de manera cada vez más
ostensible su plataforma progresista, que contemplaba la
elevación de los niveles de consumo popular mediante reformas
estructurales y una política redistributiva, en favor de la política
antipopular propiciada por el gran capital nacional y extranjero.
Además de herir duramente los intereses de las masas

Para la fundamentación teórica de este punto, véase mi Dialéctica de la dependencia. Ed. Era,
33

México, 1973.
131
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

trabajadoras y agudizar las contradicciones interburguesas, el


cambio de orientación de la política económica del gobierno de
Frei resquebrajó gravemente la alianza entre la burguesía y la
pequeña burguesía.

Se entiende así que esta clase iniciara un proceso de autono-


mización política frente a la burguesía, que se refleja en su
comportamiento contradictorio a partir de 1967. Pasando por el
intento de conformar una alternativa propia (que cristalizará en
1970 en la candidatura de Radomiro Tomic), ese comportamiento
presenta dos variantes extremas: por un lado, el desplazamiento
hacia la derecha de algunos sectores, que van a buscar en la
fracción más reaccionaria del bloque dominante una defensa
contra la gran burguesía y acaban por quedar allí codo a codo
con ésta, formando la base electoral de la candidatura de Jorge
Alessandri; por otro lado, el fenómeno izquierdizante, que se
expresa ya en la tentación de aliarse a las masas trabajadoras,
para reafirmarse en el plano institucional, ya en la de romper sus
lazos con la institucionalidad, lo que incidió en la clase de
manera muy reducida pero se exacerbó a nivel de sus sectores
de vanguardia, particularmente los estudiantes.

En esta perspectiva, la formación de la Unidad Popular


corresponde a un reflejo del descontento de la pequeña
burguesía, así como a una estrategia calculada para aprovechar
la confusión reinante entre sus filas. Unida al ascenso del
movimiento de masas y a los conflictos que oponían entre sí a
las capas burguesas, la situación de la pequeña burguesía creaba
condiciones propicias para hacer estallar la crisis latente en el
sistema de dominación vigente. Fue lo que efectivamente pasó
cuando, para sorpresa de las clases dominantes y de su propia
clase de apoyo, la izquierda logró introducir, en septiembre de
1970, una cuña en el aparato del Estado, desarticulando el
elemento básico en la estructura del sistema dominante.

132
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Es, por tanto, en las condiciones de la lucha de clases previa a


septiembre de 1970 que debemos buscar la explicación para el
fenómeno de la Unidad Popular. El deseo de la coalición
electoral de izquierda de atraer o neutralizar a sectores de la
pequeña burguesía obligaba a tomar en consideración la
situación real de ésta: salvo una fracción muy minoritaria, el
grueso de la clase procuraba encontrar una salida dentro del
marco institucional. Este llevó a la coalición de izquierda a
establecer claramente su compromiso con el sistema político
vigente, y más concretamente con las instituciones del Estado
burgués, con el fin de no enajenarse el eventual apoyo de los
sectores pequeñoburgueses que buscaban una salida de
izquierda.
Pero la marcha de la acumulación capitalista dependiente no
había golpeado tan sólo a la pequeña burguesía, sino también, y
con más fuerza aún, al proletariado industrial y amplias capas
populares no proletarias,34 poniendo a la coalición de izquierda
en la necesidad de extremar sus posiciones programáticas. 35 Es
entonces que se dará explícitamente como objetivo la
construcción del socialismo.

Es así como la necesidad de forjar una determinada alianza de


clases se expresa programáticamente en lo que vendrá a
llamarse después “vía chilena al socialismo”: la conquista gradual
y pacífica del poder político, sin ruptura brusca del orden
burgués, acompañada de la liquidación de las bases de la
dominación imperialista, latifundista y monopólica, a través de
medidas planteadas en la perspectiva de la construcción del
socialismo.
34
Entre 1960 y 1969, la participación de los salarios en el ingreso nacional bajó del 22.7% al 20.7%
mientras que la de los trabajadores por cuenta propia descendió del 21.8% al 14.3%. La
pauperización de esta última categoría es aún más significativa si consideramos que su
participación en la ocupación total se elevó del 20.4% al 22.1% en el mismo periodo. ODEPLAN,
Antecedentes sobre el desarrollo chileno, Santiago, 1971.
35
Esa radicalización se hace sentir sobre todo en el Partido Socialista y responde en grado
significativo de la consolidación y el desarrollo del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
133
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Alianzas y compromisos
Las dificultades implícitas en esa estrategia, han estado siempre
referidas a problemas que atañen al carácter mismo de la alianza
de clases que se quiere conformar; particularmente respecto a la
relación a establecer con las capas medias de la burguesía, cuyos
intereses han sido recogidos en el programa (por ejemplo, a
través del concepto de área privada de la economía). Este fue el
sentido de la discusión que precedió a la formación de la
coalición electoral, cuando, tomando como punto de referencia
al FRAP y reflejando la radicalización que había experimentado
desde 1964, el Partido Socialista contrapuso la idea del Frente de
Trabajadores, que implicaba en la práctica la exclusión del
Partido Radical y de los sectores sociales que éste simboliza.
Posteriormente a 1970, las divergencias surgidas en el seno de la
izquierda, que enfrentaron primero al partido comunista y el
MIR para entrar a polarizar después a importantes corrientes en
el seno mismo de la Unidad Popular, han girado fundamental-
mente en torno a esa cuestión.

La primera manifestación explícita de esas divergencias se dio


poco después de las elecciones municipales de 1971, cuando se
elevaron desde las filas del MIR críticas a los criterios burocráticos
y eficientistas puestos en práctica por el gobierno, así como a la
subestimación implícita de la movilización de los trabajadores. 36
Iniciada en estos términos, y enfocándose inicialmente a la
disyuntiva capitalismo de Estado-socialismo, esa crítica derivaría
rápidamente hacia la raíz del problema planteado: el carácter de
las alianzas de clases perseguidas respectivamente por el partido
comunista y el MIR.37 La cuestión volvió a presentarse con más
fuerza en la polémica entablada entre estas dos organizaciones,
36
Véase Díaz, G., “Socialismo o capitalismo de Estado”. Punto Final, n. 131, Santiago, 25 de mayo
de 1971.
37
Véase Arredondo, J., “Los grandes ausentes: obreros no organizados”, Punto Final, n. 134, 6 de
julio de 1971.
134
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

a principios de 1972, a propósito de la reforma agraria. Sin


abandonar la línea que sostuviera anteriormente, en el sentido
de que la UP excluía de la alianza de clases al proletariado no
organizado y a las capas más pobres del semiproletariado, el MIR
desarrolla más ampliamente la contrapartida de este
razonamiento: dicha exclusión correspondía a la alianza que la
Unidad Popular establecía con la burguesía rural, y la llevaba a
enmarcar su política en la ley democristiana de reforma agraria,
limitando pues las expropiaciones de tierras a los fundos con
más de 80 hectáreas de riego básico.38 Un planteamiento similar
se hizo respecto a la burguesía urbana. Secundariamente, esto
ha suscitado discusiones relacionadas con el concepto de gran
empresa y atinentes a qué sectores de la burguesía no se
contemplarían en la política de estatizaciones. Pero el
argumento central del MIR ha sido que la Unidad Popular no ha
proporcionado objetivos inmediatos de lucha a la mayoría del
proletariado industrial, sino tan sólo al sector más organizado de
la clase obrera, a la cual le abrió la perspectiva del área de
propiedad social.39

En lo fundamental, esas divergencias se deben a la imprecisión


de las formulaciones de la Unidad Popular respecto al carácter
de las relaciones a ser establecidas por el proletariado con las
fuerzas sociales que se pretende agrupar en torno a él, en
particular las capas medias. Ejemplo de esa imprecisión es el uso
indiscriminado del término “alianza”, tomado muchas veces
como sinónimo de compromiso. Esto no tiene una importancia

38
Véase La política del MIR en el campo. Declaración del Secretariado Nacional. Ed. “El Rebelde”,
Santiago, s/f.
39
La polémica en torno al llamado “proyecto Millas” –en realidad, una definición de la política
gubernamental hacia el área estatal–, a principios de 1973, puso al descubierto que la mayor parte
de las empresas intervenidas o requisadas por el gobierno en sus dos primeros años de existencia
correspondían más bien a empresas medianas y pequeñas, para las cuales no se preveía el paso al
área estatal. Esto demuestra que los trabajadores que se movilizaban en la lucha diaria contra la
burguesía no tenían consignas que defender sino la de la estatización, que la UP había sin embargo
reservado para ciertos sectores obreros de la gran industria. La situación habría sido distinta si tales
consignas –como, por ejemplo, la del control obrero de la producción– hubieran existido.
135
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

meramente semántica: lo que transluce, en esa confusión


conceptual, es la dificultad que experimenta la Unidad Popular,
en virtud de su heterogeneidad, para definir una clara jerarquía
entre los sectores sociales aliados y los sectores por neutralizar,
así como entre los intereses generales que el proletariado está
en condiciones de asumir y aquellos que se limita a respetar en
virtud de la correlación de fuerzas existente.

Es útil, en este sentido, recurrir a las enseñanzas de Lenin,


particularmente las que se refieren a las relaciones entre el
proletariado y el campesinado en el curso de la revolución de
1917. En ellas se observa claramente que la alianza obrero-
campesina, en su sentido amplio, expresaba de hecho una
verdadera alianza con las capas pobres del campesinado (que
Lenin caracterizaba como un semiproletariado) y un compromiso
con las capas altas. Tan era así que, en el marco de ese
compromiso, los bolcheviques no se ataban las manos en la
tarea de preparar y desarrollar la lucha entre ambas fracciones
campesinas, dedicándose desde un principio a dividirlas y a
organizar al campesinado pobre en forma independiente. Por lo
demás, la posición leninista frente a la pequeña burguesía
campesina no implicó nunca el supuesto de que era necesario
ganarla antes de la toma del poder, sino más bien que bastaba
con neutralizarla; más aún, la conquista del aparato del Estado
constituía una condición sine qua non para realizar en los hechos
la alianza de clases, y no al revés. En otros términos, la toma del
poder es una tarea que atañe esencialmente al proletariado,
mientras que la atracción de las capas medias constituye un
problema de la revolución victoriosa. 40
40
Cf. “Las elecciones...” o “La revolución proletaria...”, ya citadas. Entre los muchos pasajes en
que Lenin se refiere al problema se podría destacar el siguiente: –”Sólo el proletariado puede
derribar a la burguesía. Sólo el proletariado puede arrastrar tras de sí a las masas contra la
burguesía. Sin embargo, de aquí no se deduce en modo alguno –creerlo constituiría el más grave
error– que en la obra posterior de la edificación del comunismo, una vez derribada ya la
burguesía y cuando el poder político se encuentre ya en manos del proletariado , podamos
prescindir asimismo en adelante de los elementos medios, intermedios”. Informe sobre el trabajo
136
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

La pequeña burguesía en el proceso chileno

Las condiciones en que se lleva a cabo el proceso chileno –y que


no han permitido excluir a las elecciones parlamentarias
burguesas como una de las formas que asume la lucha por el
poder confieren sin duda una mayor complejidad a la cuestión
de las alianzas y compromisos. Pero ello no dispensa la
necesidad de definiciones rigurosas. Menos aún permite poner a
todas las clases y fracciones de clases que el proletariado debe
ganar o neutralizar en un pie de igualdad. En la práctica, sin
embargo, es como se presentan los intereses de las capas
medias burguesas en el programa de la Unidad Popular.

Conviene empero señalar que ello no ha dado lugar a que


cristalice en la UP un ala propiamente burguesa. La defensa de
dichos intereses en el interior de la coalición política ha quedado
en manos de las corrientes pequeñoburguesas de corte social-
demócrata y del partido comunista, que se diferencia netamente
de ellas. Esto se debe en parte, al hecho de que las capas medias
burguesas no han reaccionado favorablemente al proyecto de
alianza que propugna la UP, por lo menos hasta ahora, pero
también, y quizás principalmente, a la capacidad ya señalada que
posee en Chile la pequeña burguesía para responder por la
defensa ideológica y política de los intereses burgueses. Este
último aspecto ha quedado meridianamente claro con la
incorporación de las fuerzas armadas al gobierno, después de la
crisis de octubre de 1972.

La especificidad de la pequeña burguesía chilena, es decir, su


capacidad como agente del consenso entre las clases, sobre el
cual reposan las instituciones vigentes, se ha acentuado en el
curso del periodo. Clase activa de apoyo en el sistema de
en el campo, op. cit., p. 205, sub. RMM. En cuanto al carácter de esa no prescindencia, Lenin lo
aclara más adelante, definiéndolo fundamentalmente como de “neutralización”; cf. p. 207. Véase
también “Discurso en defensa de la táctica de la Internacional Comunista, 1º de julio”, III
Congreso de la IC, Obras escogidas, t. III, pp. 671-79.
137
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

dominación que entró en crisis en 1970, sigue apareciendo con


la misma calidad en el proyecto propugnado por la Unidad
Popular para remplazar ese sistema. En ambos casos, se la
privilegia como aliado fundamental, lo que tiene como resultado
acentuar la autonomización relativa que empezó a vivir durante
la última década.

Si se observa la evolución de la pequeña burguesía, se observa,


en efecto, que ha sido llevada a asumir cada vez más su papel de
garante de la convivencia institucional entre las clases.
Inicialmente, en el periodo que siguió inmediatamente al 4 de
septiembre, la pequeña burguesía aparece relativamente
neutralizada, lo que favorece la formación del gobierno de la
Unidad Popular; después realiza un movimiento de desplaza-
miento hacia el campo de la izquierda, el cual tiene su
culminación en las elecciones municipales de 1971; pero, desde
mediados de ese año, corrige su posición y asume una actitud de
creciente independencia. El surgimiento del fascismo –la forma
por excelencia de la autonomización de la pequeña burguesía–
fue una expresión parcial de ese fenómeno. Pero lo ha sido
también la neutralidad mantenida durante un largo periodo por
las fuerzas armadas y su intento de arbitrar los conflictos de
clase desde el seno mismo del gobierno, lo que empieza a darse
en ocasión del llamado “caso Tohá”, en enero de 1972.

Una cosa, sin embargo, es la motivación subjetiva que carac-


teriza el comportamiento político de una clase, y otra bien
diferente las condiciones objetivas en que ella debe ejercerlo.
Fue lo que quedó patente en el curso mismo de la crisis de
octubre: entonces, el espejismo de la importancia primordial de
la pequeña burguesía en la lucha de clases, así como la ilusión de
autonomía que ella alimentaba, se deshicieron bruscamente
para dar paso a la realidad. Y la realidad es que la lucha de clases
se libra en última instancia, y allí se decide, en torno al

138
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

proletariado y la burguesía, en torno al trabajo y el capital. El


carácter de apéndice de la reacción burguesa que el fascismo
empezara a revelar desde agosto de 1972, se hizo patente en
octubre, llevando a que la pequeña burguesía, celosa de su
autonomía, desplazara hacia las fuerzas armadas sus ansias de
liderazgo. Consumado el gabinete cívico-militar, los hechos
posteriores pasarían a presentar una dinámica similar, con los
militares esforzándose por mantenerse como una fuerza
autónoma en el seno del gobierno e inclinándose cada vez más a
asumir en la práctica la defensa de los intereses burgueses.

Es por tanto bajo el prisma de la contradicción fundamental que


plantea la lucha de clases, y que pone frente a frente a la
burguesía y el proletariado, que habrá que entender en qué
términos está planteado hoy en Chile el problema del poder.

El carácter del gobierno y del periodo

La situación particular por la que atraviesa el Estado chileno ha


generado confusión en cuanto a su carácter, así como respecto a
la relación que con él mantiene el gobierno. Aunque sean pocos
los que cuestionen abiertamente el carácter burgués del Estado,
se observa la tendencia a considerar al gobierno como un cuerpo
independiente de él y, en la práctica, como un Estado contra-
puesto.

Ello aparece, por ejemplo, cuando se habla de una dualidad de


poder en el seno del Estado.41 Se ignora así que el pretendido
poder dual –el gobierno– extrae su legitimidad de la organización
estatal vigente, como lo demuestra su generación por la vía
electoral y su encuadramiento en el marco institucional creado
en Chile por las clases dominantes. Se ignora también que el
poder político de una clase no se expresa en la acción que lleva a
41
Cf. Ramos, S., Chile: ¿una economía de transición? CESO-PLA, Santiago s/f., cap. I-C.
139
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

cabo en su nombre un cuerpo de funcionarios, sino en la


capacidad de coerción ejercida materialmente por la clase media
misma en el plano de la lucha de clases, coadyuvada, esto sí, por
las instituciones del Estado. Se ignora, en fin, que el carácter de
esas instituciones cambia necesariamente cuando, en vez de
expresar la voluntad de una minoría, expresan la de la mayoría
del pueblo, caso en el cual corresponden a la proyección a nivel
del aparato estatal de las organizaciones populares de base.

La característica esencial del gobierno de la Unidad Popular


consiste precisamente en su incapacidad para romper con una
determinada fuente de legitimidad –la que le otorgó la
democracia representativa burguesa, a través del proceso
electoral– para basar su legitimidad en la organización masiva
del pueblo. La desmovilización y la disolución progresiva de los
Comités de Unidad Popular, creados durante la campaña
electoral y a los que se pretendió hacer aparecer como órganos
embrionarios de poder popular; la forma burocrática y
verticalista como la UP se enfrentó a los consejos comunales
campesinos, a la participación obrera en la gestión de las
empresas estatales, a las Juntas de Abastecimiento y Precios,
todo ello ha configurado una política destinada a someter a las
organizaciones del pueblo al aparato del Estado, en lugar de
enfrentarlas a éste como un poder alternativo en gestación. Con
ello, el gobierno se afincó cada vez más en el Estado burgués, en
vez de hacerlo en la movilización revolucionaria del pueblo. Es
por esta razón que los órganos que se presentan hoy como
embriones de poder dual, como los consejos comunales
urbanos, los cordones industriales de Santiago y los consejos
campesinos “formados por la base”, se han constituido al
margen del gobierno, aunque no en contra de él, y sus
posibilidades de desarrollo están en razón directa de su grado de
autonomía.

140
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Por razones similares, no se puede tampoco caracterizar al


gobierno de la UP como una dictadura legal del pueblo. 42 No se
trata tan sólo de que ello involucra un equívoco teórico, similar
al que llevó a Jruschov a aplicar al Estado soviético el concepto
de “Estado de todo el pueblo”, sino también que el gobierno de
la UP sólo es popular en el sentido de que se identifica con las
aspiraciones del pueblo. Sin embargo, esa identificación no
impide que siga siendo un cuerpo de funcionarios que actúa en
representación del pueblo, y que no sea la expresión directa del
pueblo organizado ejerciendo funciones de gobierno.

Es evidente, sin embargo, que esas tesis no aparecen por acaso.


Reflejan una posibilidad real que se abrió para la clase obrera
chilena y sus aliados, en septiembre de 1970, de constituir en el
país lo que se podría llamar “gobierno obrero proletario”, para
emplear un término marxista clásico. Conviene aclarar que,
acogida por la Tercera Internacional, la expresión “gobierno
obrero” no tiene ninguna connotación maximalista, diferen-
ciándose claramente de la dictadura del proletariado, y que no
representa tampoco un concepto unívoco desde el punto de
vista de clase. Es así como la Internacional Comunista no sólo
reconocía la existencia de gobiernos obreros que correspondían
a formas camufladas de coalición entre la burguesía y dirigentes
obreros contrarrevolucionarios, sino que contemplaba otras
formas que, sin constituirse todavía en un elemento de
transición hacia la dictadura del proletariado, podrían crear
condiciones para ésta, en la medida en que avanzaran hacia la
conformación de un gobierno obrero proletario. Este no podría
ser otra cosa que un gobierno nacido “de la lucha de las propias
masas y apoyado sobre órganos aptos para el combate, creados
por las más vastas capas de las masas obreras oprimidas”. 43
42
La expresión es de Luis Corvalán, secretario general del PC. Cf. Labarca, E., Corvalán 27 horas.
Ed. Quimantú, Santiago 1972.
43
Véase la resolución sobre la táctica del IV Congreso de la Internacional, Los cuatro primeros
congresos de la Internacional Comunista, Cuadernos de Pasado y Presente, Córdoba, 1973, t. ll,
141
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

El hecho de que la UP no haya constituido un gobierno de esta


naturaleza no significa empero que no se hayan dado las
condiciones en Chile para marchar en esa dirección. El drama de
la Unidad Popular y de la izquierda en general ha resultado en
una amplia medida de la percepción de esa posibilidad y de los
obstáculos establecidos para su realización por la correlación de
fuerzas a nivel de la sociedad, así como por el peso específico de
la pequeña burguesía en el seno de la coalición gobernante. Pero
esa contradicción no se supera mediante el recurso a tesis como
la del poder dual en el seno del Estado o de la dictadura legal del
pueblo, que contribuyen más bien a enmascararla.

Como quiera que sea, la forma limitada en que la UP hizo


cristalizar el objetivo del gobierno obrero ha permitido entrever
el papel que éste debe tener en tanto que órgano de clase del
proletariado revolucionario en Chile. Las funciones que le
corresponden consisten en dificultar a la burguesía el recurso al
aparato de Estado para restañar las heridas abiertas en su
sistema de dominación; hacer jugar contra las clases dominantes
los instrumentos legales y materiales de que dispone, ejerciendo
contra ellas un cierto grado de coerción que encuentra su límite
en la supervivencia misma del aparato estatal burgués;
promover una política encaminada a reforzar la capacidad
orgánica del proletariado, así como a agrupar en torno a él a las
demás clases capaces de conformar una alianza social revolu-
cionaria; y favorecer por todos los medios la imposición del
control de masas sobre la producción y la distribución de la
riqueza.

pp. 186-89.
142
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

El simple enunciado de esas funciones nos está mostrando que


ese gobierno depara ya tareas que corresponden históricamente
a los Estados proletarios. Evitemos empero el absurdo lógico: la
existencia de esas funciones no quiere decir que se cuenta ya
con un Estado de esa naturaleza, del mismo modo que el hecho
de que al principio de todo proceso de transición al socialismo se
haya verificado la desorganización del mercado y el surgimiento
del acaparamiento, la especulación y el boicot no quiere decir
que el que estos fenómenos se estén produciendo hoy en Chile
demuestre la existencia de un proceso de transición. Las tareas
de corte revolucionario que depara el gobierno obrero sólo
pueden entenderse en la medida en que éste se define en tanto
que elemento de transición hacia la dictadura del proletariado;
es decir, si caracterizamos correctamente al periodo en que ellas
se dan como un periodo de lucha por el poder.

Señalemos que el periodo que atraviesa Chile se caracteriza por


la crisis del sistema burgués de dominación y se expresa en una
exacerbación de la lucha de clases, a lo cual contribuye la
desarticulación relativa del aparato de Estado. Ello corresponde
en amplia medida a una situación prerrevolucionaria. 44 La
posibilidad de contar con una rama del Estado burgués para
expropiar y reprimir a la burguesía, afirmar los órganos de poder
popular e intensificar su acción aglutinadora sobre las clases
potencialmente aliadas agudiza esa situación. Pero es a la luz de
44
La conceptualización de la situación prerrevolucionaria fue hecha por Lenin en varios de sus
textos; su formulación más acabada se encuentra en “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’
en el comunismo”, Obras escogidas, t. III, p. 427. Allí, tras señalar como rasgo fundamental de
dicha situación a la crisis general de la sociedad, Lenin distinguía en ésta tres elementos: la
decisión revolucionaria de la vanguardia obrera, la crisis política de las clases dominantes y la
irrupción de las masas más atrasadas en la escena política. En algunos textos anteriores, había
mencionado también, como dato importante, las vacilaciones de las clases intermedias, que
aparecen, en la formulación mencionada, asimiladas de hecho al segundo elemento. Aplicamos
aquí el término “situación prerrevolucionaria” a aquel momento del proceso revolucionario en
que esos elementos hacen su aparición o se encuentran en desarrollo, y el de “situación
revolucionaria” al momento en que dichos elementos presentan un grado correlativo de madurez
que permite arremeter contra el poder estatal burgués. El paso de un momento al otro es
analizado por Lenin en “El marxismo y la insurrección”, Obras escogidas, t. II, y tiene su
tratamiento más sistemático en “Las elecciones...” op. cit.
143
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

esas tareas que el desempeño del gobierno de la UP debe ser


evaluado. En otros términos, el parámetro para evaluar la acción
del actual gobierno no es la construcción del socialismo, sino
más bien la conquista del poder político. Es la revolución, no la
transición, el eslabón por el cual hay que asir hoy la cadena del
desarrollo político, para poder pasar al eslabón siguiente. 45

El hecho de que la lucha de clases plantee hoy como centrales


tareas revolucionarias, no quiere decir empero que las
cuestiones de la transición sean indiferentes al proletariado
chileno; quiere decir tan sólo que es resolviendo las tareas
centrales del periodo como se podrá encarar lo que aparece hoy
como una posibilidad y llevarlo al terreno de las tareas prácticas.
Por lo demás, no existe una muralla china entre los momentos
de un proceso. Los órganos de combate que el proletariado crea
en su lucha contra la burguesía son potencialmente sus órganos
de poder; esta fue la gran enseñanza de los soviets. Las medidas
que el proletariado adopta para hacer frente a la reacción
burguesa son aquellas que le permiten operar la transformación
de la sociedad: esta es la gran enseñanza que el proletariado
chileno sacó de las jornadas de octubre.

La política es la expresión concentrada de la economía, señalaba


Lenin. En Chile, la política se centra cada vez más en torno a la
economía; esto es así porque la burguesía misma eligió este
frente de batalla y se muestra dispuesta a desmantelar su propia
economía, para reconstruir sobre ella un sistema económico aún
más represivo, explotador y divorciado de las necesidades de las
grandes masas. Con ello, la burguesía hizo pasar a primer plano
45
“Es necesario saber encontrar en cada momento el eslabón particular al cual hay que aferrarse
con todas las fuerzas para sujetar toda la cadena y preparar sólidamente el paso al eslabón
siguiente.” Lenin, “Las tareas inmediatas del poder soviético”, Obras escogidas, t. II, p. 719.
Bujarin señala al respecto, en su polémica con Trotski de 1924: [...] “la principal cualidad del
método leninista [...] la real expresión de la dialéctica marxista leninista reside en la capacidad
para percibir las condiciones peculiares, el pasaje de una situación a otra, y para encontrar ese
eslabón importante de la cadena al cual hay que asirse para dominarla en su conjunto”. Bujarin,
N. L., “Acerca de la teoría de la revolución permanente”, en El gran debat
144
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

el problema del control de masas sobre la producción y la


distribución. Es evidente que es ese control el que permitirá
avanzar mañana hacia la dirección de esas actividades por las
masas, lo que es rasgo fundamental del régimen económico
socialista.

Perderse hoy en día en disquisiciones sobre “la vía chilena” al


socialismo es pretender remplazar con la utopía una realidad
viva. Y la realidad viva de la lucha de clases en Chile está
centrada, como ha ocurrido siempre que la lucha de clases
configuró una situación prerrevolucionaria, en torno al nudo
gordiano de la toma del poder.

145
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

CONVERSACIÓN CON LUIS CERDA


[Ruy Mauro Marini]

Representante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria


(MIR) en Europa46

– ¿Cuál es la situación del pueblo y la Resistencia seis meses


después del golpe de Estado?

– Luis Cerda: Se tienen que distinguir aquí diferentes aspectos


del problema. En primer lugar, es necesario reconocer la
evolución de la situación en general, y en particular las
relaciones de las diversas clases con la Junta Militar. La política
económica de la Junta, su política represiva, la manera brutal
como asegura los intereses y privilegios de sectores de clase y
empresas nacionales y extranjeras asociados al gran capital.
Todo esto nos lleva a no subestimar los cambios en la situación
política general, que tienden a reducir la base social que
apoyaba a la Junta en un inicio, en el momento del golpe de
Estado. Hoy en día hay sectores de la pequeña burguesía, e
incluso fracciones burguesas, que están absolutamente
descontentos con la Junta Militar. Por otra parte, la situación de
los trabajadores del campo y la ciudad se ha deteriorado
gravemente. Todo esto lleva a un clima de descontento general.
Teniendo en cuenta estas circunstancias, debemos desarrollar el
trabajo político.

Obviamente, la situación que hemos descrito despierta en


algunos ciertas ilusiones. Desde el momento en el que estos
sectores pequeñoburgueses y de la burguesía empiezan a
expresar su descontento, hay quienes creen que la Junta Militar
46
Entrevista realizada por el periódico “Liberátion”, París, marzo de 1974. Tomada de MIR Chile:
Chile-Dokumentation 1, Munich, 1974; base de datos Materialien zur Analyse von Opposition
(MAO), Jürgen Schröder, Berlín, 10 de septiembre de 2013 [PDF]. Traducción del alemán, Sergio
Pliego.
146
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

se debilita y el campo revolucionario se fortalece. Nosotros


somos mucho más escépticos al respecto. Estos hechos son muy
importantes, pero en el desarrollo de la política las cosas nunca
suceden de forma automática. Aunque esto trae un cierto
debilitamiento de la Junta Militar, no significa en modo alguno
una garantía para el fortalecimiento de las fuerzas revolu-
cionarias. Si no existe una política que se enfrente de una
manera muy clara y precisa a la Junta, estos conflictos y
contradicciones no implican en sí mismos un fortalecimiento del
campo revolucionario. Esto también puede favorecer a ciertas
posiciones de centro, a pesar de que –en mi opinión– no tienen
futuro en la dinámica del proceso chileno. Éste es el primer
aspecto que hay que considerar.

En segundo lugar, somos de la opinión de que el innegable


debilitamiento de la Junta tendrá sólo un impacto muy limitado
en las posibilidades futuras en el interior del país. Desde el
momento en el que la Junta muestra abiertamente lo que es, es
decir, la expresión de los intereses del gran capital nacional y
extranjero, es obvio que no puede encontrar ningún sustento,
ningún apoyo popular real, y está decidida a mantenerse
fundamentalmente con el uso de la violencia. Desde este punto
de vista, para fortalecer su posición la Junta llevó a cabo purgas
en las filas de las Fuerzas Armadas –todos los periódicos
informan de ello– y logró la total subordinación de éstas con el
apoyo de Brasil y Estados Unidos. Mientras la lucha no se
extienda en este terreno, no hay manera de que en Chile se
desarrollen hoy contradicciones para generar un cambio
revolucionario.

No sólo es necesario hacer un análisis general de lo que sucede


en el proceso político; también hay que preguntarse qué está
pasando en el interior de las fuerzas políticas y ver cuál es la
situación y desarrollo de la Resistencia contra la dictadura. En mi

147
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

opinión, es en este campo donde se expresan los indicios más


importantes de las dificultades que la Junta enfrenta para
aplastar a las fuerzas chilenas de la izquierda. Como ejemplo
podemos tomar al MIR, cuyo aparato militar y organización
política están prácticamente intactos. El MIR sólo ha perdido a
tres miembros de su Comité Central (de los cuales sólo uno ha
desertado de la lucha y se asiló). En cuanto a su liderazgo más
alto, la Comisión Política, sólo tenemos que lamentar la
detención de Bautista van Schowen. También es un hecho que la
Junta no ha podido destruir al MIR, a pesar de que ha hecho
todo lo posible para lograrlo, a pesar de que lo considera desde
el principio como su principal enemigo. De la lista inicial de las
diez personas más buscadas, publicada por la Junta, cinco eran
del MIR. De estos cinco militantes del MIR, entre los cuales
también estaba Bautista van Schowen, cuatro se han dado el lujo
de continuar su trabajo político en Chile: Miguel Enríquez,
Andrés Pascal, Víctor Toro y Alejandro Villalobos. Ésta es una
señal de que las condiciones para la Resistencia chilena son muy
favorables. Cuando se examina la situación desde diciembre
pasado, es decir; desde el comienzo de este año, se aprecia que
la Junta no ha visto grandes avances en la represión de las
organizaciones de izquierda. Esto demuestra la absoluta
capacidad de resistir de los revolucionarios chilenos y la
izquierda chilena.

– Información muy reciente proveniente de Argentina da


cuenta de la creación de una Junta de Coordinación Revolucio-
naria, integrada por diversas organizaciones revolucionarias de
los países del Cono Sur (el MIR chileno, el ELN de Bolivia, el ERP
de Argentina y el MLN-Tupamaros de Uruguay). ¿Cuáles fueron
las razones para la creación de este frente revolucionario?
¿Cuál es la verdadera importancia de esta coordinación para la
lucha actual contra los gorilas?
148
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

– Luis Cerda: Esta coordinación es el resultado de un trabajo


constante durante los últimos años y del análisis que hacemos
de América Latina: por una parte, desde 1962-1963 el
imperialismo norteamericano ha llevado a cabo una política
sistemática de fortalecimiento del poder cívico-militar en
América Latina; por otra parte, se constata la expansión
económica actual del imperialismo en América Latina, lo que se
expresa en una interdependencia de intereses entre las
burguesías nacionales y el imperialismo norteamericano. El
ejemplo más claro y visible es el de Brasil, que tras el golpe
militar de 1964 ha desarrollado un sistema subimperialista. El
subimperialismo brasileño refleja, por un lado, la integración de
los intereses de la burguesía brasileña con los del gran capital
monopólico internacional; y por otro lado, los intereses de Brasil
como una gran potencia que tiende a ejercer más y más
influencia en los países de América Latina para ganar cada vez
más poder sobre ellos con el fin de someterlos a su dominio. En
Brasil se observa una manifestación especial del dominio
imperialista en América Latina. Todo esto hace que las
condiciones para el desarrollo de la lucha de clases en América
Latina se desarrollen y tengan cada vez más un carácter
internacional. La visión del carácter internacional de la
revolución latinoamericana que tenía el Che se ha confirmado
plenamente. Los golpes de Estado en Chile, en Bolivia, en
Uruguay, lo que está sucediendo hoy en día en Argentina: todo
esto demuestra que tenemos que luchar contra fuerzas
organizadas a nivel internacional y no sólo contra las fuerzas
nacionales de cada país. Esta idea surgió entre nosotros al inicio
del gobierno de la Unidad Popular: teníamos que considerar el
desarrollo de la situación internacional y prepararnos para el
futuro. Nosotros nunca nos hicimos ilusiones sobre ser capaces
de mantenernos completamente aislados en América Latina,
como una isla con un gobierno del pueblo. Sabíamos que la

149
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

victoria no se podría lograr si las fuerzas populares en otros


países no se desarrollaban y que sería imposible mantener el
régimen chileno en su forma original. Después de 1971, tras el
derrocamiento del gobierno de Torres en Bolivia, después de los
acontecimientos en Uruguay, consciente y deliberadamente
buscamos un acercamiento con otros partidos con los que
compartimos afinidades en lo ideológico y en nuestra formación
como organizaciones de izquierda revolucionaria. Nuestro
objetivo ha sido y es el crear las condiciones para una verdadera
acción internacional. Todavía estamos lejos del momento en que
la guerra revolucionaria en América Latina adopte el carácter
internacional que el Che quería darle, pero creemos que hay que
trabajar para ello. La mejor manera de avanzar en esta dirección
es llevar adelante la revolución en nuestros países. Ya tenemos
un primer núcleo, que a pesar de la difícil situación actual,
atraerá a las fuerzas revolucionarias de otros países. Éste es el
caso de Brasil, de Perú, de Paraguay. Hay que esperar a que en
estos países las organizaciones revolucionarias puedan consoli-
darse con el fin de unirse con ellos.
La coordinación, que ya existe, tiene un doble propósito. Por un
lado, corresponde a las condiciones objetivas en América Latina.
Es decir, una internacionalización cada vez más pronunciada de
la lucha revolucionaria; por otra parte, permite el surgimiento de
una izquierda revolucionaria en América Latina. No tenemos
ninguna prisa, trabajamos en ello de acuerdo con la situación
concreta en la que nos encontramos; reagrupamos nuevamente
nuestras fuerzas, impulsamos la cooperación a todos los niveles,
desde la discusión política hasta la implementación de acciones
comunes. Así lo hemos hecho en el pasado y así vamos a seguir
haciéndolo para propiciar el avance conjunto con las otras
fuerzas revolucionarias en el futuro. El objetivo es la creación de
un movimiento revolucionario con capacidad de hacer frente al
capital nacional y extranjero en América Latina. Ésta es la única
150
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

manera de brindar autonomía a la Revolución Latinoamericana y


así evitar las fluctuaciones en la política internacional. Nosotros
los latinoamericanos necesitamos nuestra propia línea revolucio-
naria, y sólo en la medida en que seamos capaces de poner en
práctica esta línea estaremos en condiciones de ofrecerla a otras
fuerzas revolucionarias en el mundo y darles la opción de apoyar
la lucha revolucionaria en América Latina.

– ¿Cuáles son los principales obstáculos que hoy se oponen a la


creación de un frente coordinado de la Resistencia, sobre todo
si se tienen en cuenta las condiciones políticas, económicas y
estructurales particulares en Chile?

– Luis Cerda: Somos de la opinión de que el problema principal


consiste en establecer una estrecha vinculación de una línea
revolucionaria sobre la base del trabajo clandestino y la
preparación de la lucha armada con un amplio y efectivo trabajo
de masas. Partiendo de este punto de vista se pueden revisar las
dificultades del quehacer revolucionario hoy en día en Chile.
Repito: el principal problema que se presenta es tener claro
cómo desarrollar una línea revolucionaria, una línea de lucha
armada que al mismo tiempo se acerque y se vincule con el
movimiento de masas. Esa es la gran pregunta que se hacen casi
todas las fuerzas de la izquierda latinoamericana; por así decirlo,
“es un hueso duro de roer”. ¿Por qué?
Por un lado, debido a que los partidos tradicionales de izquierda,
de tendencia reformista, privilegian y llevan adelante formas
tradicionales de lucha, ya que aunque hablan de la estrategia de
la insurrección armada, en realidad la han abandonado. Esto ha
quedado muy claro en Chile.

151
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

A pesar de que inicialmente había una disposición social absolu-


tamente favorable a la preparación de la lucha armada en Chile,
la mayoría de los partidos de izquierda cayeron en la ilusión de
que era posible mantener la lucha de masas por tiempo ilimitado
en medio del marco institucional. No se prepararon para
enfrentar un mayor nivel de conflicto.
Por otro lado, tenemos el ejemplo de las fuerzas revolucionarias
de América Latina, que asumieron firmemente la tarea de
impulsar la lucha armada, pero se alejaron de las masas y
cayeron en el militarismo de izquierda. Pienso, en particular, en
los movimientos revolucionarios que han sufrido enormes
pérdidas, como los de Brasil y Venezuela. Incluso los Tupamaros
han tenido que hacer una autocrítica de su línea después de
1972.
Para nosotros es de vital importancia mantenernos vinculados
con el movimiento de masas para alcanzar el liderazgo y la
hegemonía dentro de él, y lograr nuestro objetivo de conducirlo
en forma masiva y total hacia la etapa de la lucha armada. Para
nosotros todas las formas de lucha deben ser aplicadas. Esto no
lo consideramos simplemente como una posibilidad, es factible
siempre en función del análisis de la situación concreta de cada
momento. Sobre todo, es importante tener muy claro qué
formas de lucha prevalecerán y finalmente serán determinantes.
Para nosotros es claro que la forma principal de lucha en
América Latina es el conflicto armado. Pero la lucha armada no
es para nosotros una forma de lucha entre muchas otras, no es
un molde que puede tomar o no el movimiento de masas. La
lucha armada es la forma general que asumirá el movimiento de
masas en una determinada fase de su desarrollo y del desarrollo
de las contradicciones entre él y las clases dominantes, tanto en
el interior como en el exterior del país.

152
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

En cada situación concreta, tenemos que encontrar las formas


de lucha a través de las cuales podemos desarrollar una
Resistencia de las masas en Chile, a partir de la creación y
fortalecimiento de una fuerza militar propia que pueda
contrarrestar y destruir el poder armado de la burguesía y el
imperialismo.

– En la declaración del Secretariado Nacional del Movimiento


de Izquierda Revolucionaria (MIR) de enero de 1974, se
establece la necesidad de crear un “amplio bloque social”, que
“bajo el liderazgo de la clase obrera y con el conjunto de las
clases explotadas y oprimidas por la dictadura gorila,
especialmente amplios sectores de la pequeña burguesía,
convoque a la lucha para derrocar a la dictadura”. ¿Este amplio
bloque social del que se habla en ese documento pretende
incluir también a sectores de base del Partido Demócrata
Cristiano, que al parecer se han dividido frente a las políticas
represivas de la Junta?

– Luis Cerda: La Democracia Cristiana es un partido que ha


atraído a una parte muy significativa del pueblo. Hoy en día,
consideramos que no la democracia cristiana como tal, pero sí
sectores dentro de ese partido, deben unirse a la Resistencia. Sin
embargo, para evitar cualquier confusión entre nuestra posición
y la posición de la democracia cristiana, que nosotros criticamos,
tenemos que destacar: definitivamente no queremos una
apertura hacia el centro. Ante la radicalización de las
contradicciones y la lucha de clases en el Chile de hoy, tal línea
centrista nos parece absolutamente injustificada. Nosotros
consideramos que los distintos sectores de la sociedad chilena,
en particular sectores de la pequeña burguesía, expresan agudas
contradicciones con la Junta. Necesitamos unir estas fuerzas.

153
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Para nosotros, en este momento el movimiento de masas es más


importante. El movimiento de masas todavía no se ha
recuperado totalmente luego de la derrota que sufrió con el
golpe de Estado y la dictadura. La clase obrera todavía no ha
encontrado las mejores formas de lucha, las mejores formas de
hacer frente a la dictadura militar y luchar por sus propios
intereses. En este momento la tarea principal para nosotros es la
organización de la clase obrera y los sectores sociales que son
nuestros aliados naturales. Por supuesto, tratamos de dejar en
claro a la pequeña burguesía, e incluso a sectores de la
burguesía media, que la Junta militar no representa sus
intereses. Sin una política consecuente, sin tener primero un
movimiento de Resistencia efectiva de los trabajadores, nosotros
no nos hacemos ilusiones sobre las perspectivas de atraer a la
lucha a estos sectores.

– El período actual es, pues, el período de reorganización de la


clase obrera, que fue gravemente dañada por la represión. ¿Es
ahora, por lo tanto, el momento de la reestructuración de la
clase obrera como clase política?

– Luis Cerda: Eso es correcto. Lo más importante en este


momento es la reorganización de la clase obrera y el estable-
cimiento de alianzas con los demás sectores del pueblo, con sus
aliados naturales. La fase actual es también la fase de
preparación del Partido y las organizaciones de masas
clandestinas; y posteriormente, en una segunda etapa,
encontrarnos en una situación en la que podamos conducir
lucha a terrenos más convenientes para nosotros. La dictadura
intenta de manera bastante torpe provocarnos para que demos
una batalla para la que todavía no estamos preparados. No
estamos preparados aún para ir a una batalla en el terreno
donde la Junta tiene la intención de llevarnos.

154
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Queremos elegir, y nosotros vamos a determinar el momento y


el terreno. Para ello, no sólo es necesario iniciar la lucha armada
contra la dictadura, sino ser capaces de darle continuidad.
Debemos impulsar un movimiento de masas que esté dispuesto
a mantener y llevar adelante acciones de este tipo. Por otro
lado, es necesario que en el contexto internacional se genere
simpatía y solidaridad con nuestra lucha. Llevamos adelante
nuestra política actual apoyándonos en dos líneas de acción. En
primer lugar, la reorganización del Partido y el movimiento de
masas, sobre todo del movimiento obrero, en las nuevas
condiciones de la lucha de clases. En segundo lugar, la
preparación de las condiciones internacionales favorables para
entrar en una lucha abierta contra la dictadura.

Quiero enfatizar que desarrollamos estas dos líneas de acción


desde septiembre de 1973 utilizando todas las formas de lucha.
El hecho de mantener una estructura clandestina en las
condiciones actuales y desarrollarla aún más, ya significa una
forma de lucha contra la dictadura. Pero, por supuesto, no
queremos detenernos, queremos seguir adelante con la lucha
que hemos iniciado y ser capaces de tomar nuevamente la
ofensiva en su momento. Y para la preparación nos tomaremos
todo el tiempo que consideramos necesario.

– Aunque es muy difícil obtener una imagen precisa de la


Resistencia, parece evidente que dentro de ella, dentro de la
izquierda, hay desacuerdos acerca de las formas que la lucha
de Resistencia debe adoptar. Así por ejemplo, el diario francés
L'Humanité publicó en su edición del 8 de enero de 1974 una
declaración de Luis Corvalán, secretario general del Partido
Comunista de Chile, en la que pone el acento en la restauración
de las libertades democrático-burguesas, ya que han existido
antes, durante los gobiernos de Frei y de Allende; en esa

155
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

declaración el Partido Comunista de Chile también reanuda su


crítica a la “ultra-izquierda”. ¿Qué posición adopta el MIR ante
estas declaraciones del Partido Comunista de Chile? ¿Considera
el MIR que la estrategia de Resistencia que impulsa el Partido
Comunista corresponde a las necesidades actuales de la
Resistencia?

– Luis Cerda: En estos momentos las contradicciones dentro de


la izquierda no son muy fuertes, no son muy visibles. Pero somos
conscientes del hecho de que las posiciones se definirán más
claramente con el tiempo. La declaración del Partido Comunista
publicada en enero es un paso atrás en comparación con su
primera declaración de octubre, en la que muestra una
perspectiva mucho más avanzada. Por otro lado, el Partido
Comunista ha firmado –después de la publicación en enero de
ese texto– una declaración conjunta, publicada en París el 12 de
febrero, en la que se exponen tesis de más largo alcance que las
que contiene su declaración anterior. Consideramos que en
estos momentos el Partido Comunista trata de encontrar la
posición más correcta para enfrentar las nuevas condiciones en
Chile, que se encuentra en la búsqueda de una nueva línea, y
que esto se expresa en sus avances y en sus retrocesos.

En cuanto a nuestra posición, el MIR es de la opinión de que el


principal objetivo de la Resistencia no puede consistir en la
restauración de las libertades democrático burguesas simple-
mente porque ya han existido antes. También creemos que en el
momento actual, en el que el equilibrio de poder no es tan
favorable para las fuerzas populares, la restauración de las
libertades democráticas, incluso en relación con las formas pre-
existentes de la democracia burguesa, sería un paso hacia atrás,
ya que implicaría regresar a la situación previa al golpe. El
movimiento popular está desorganizado y muchos de sus
cuadros fueron asesinados. En esas condiciones, el movimiento

156
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

de masas, la clase obrera, no pueden considerar ni establecer


una alianza con la burguesía para restaurar la democracia
burguesa: la correlación de fuerzas no es favorable para el
surgimiento de condiciones que pudieran permitir a las fuerzas
populares reconquistar las posiciones alcanzadas en 1970. Eso
sería un claro retroceso.

Por supuesto, somos de la opinión de que hay que luchar por las
libertades democráticas, que se tienen que impulsar estas
demandas que interesan a amplios sectores de la población y a
la propia clase obrera. En la actualidad, ni siquiera tenemos la
oportunidad de –al menos– conseguir esas libertades. Pero no
creemos que estas libertades puedan ser conquistadas por las
fuerzas sociales, si no es bajo la conducción de la clase obrera. Y
si la clase obrera lucha por la democracia, ésta no será una
democracia burguesa. La clase obrera no apoyará ninguna
dominación política que no sea la suya. La democracia es, para
nosotros, la democracia socialista. Por ello, en el curso de la
lucha las demandas de libertad sindical, de libertad de expresión,
etcétera, deben ser impulsadas por el partido junto a la clase
obrera y amplios sectores del pueblo, pero al mismo tiempo hay
que hacer hincapié en la sociedad chilena, y en particular frente
a la burguesía y el imperialismo, que es la clase obrera la única
que tiene las condiciones para conducir este proceso. La victoria
de esta línea de acción ciertamente no tomaría las formas de la
democracia burguesa.

– ¿Eres de la opinión de que todos los partidos que formaron la


UP entendieron adecuadamente las lecciones aprendidas de la
derrota de la vía reformista? ¿Cuál es la evaluación del MIR
sobre las últimas declaraciones del Secretariado Unificado de la
Resistencia en Roma?

157
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

– Luis Cerda: Como ya lo he señalado con anterioridad, las


contradicciones dentro de los partidos de izquierda no se han
desarrollado plenamente. La mayoría de las organizaciones que
estuvieron representadas en la UP, como el Partido Comunista,
están obligadas a tomarse el tiempo necesario para replantearse
su análisis de la situación y buscar nuevas formas de construir el
socialismo en Chile, si quieren ser fieles a esta idea anunciada
durante el gobierno de Allende. Está claro que, en este sentido,
los otros partidos tienen que hacer un esfuerzo mucho mayor
que el MIR. Tuvimos que adaptar nuestra táctica a las nuevas
condiciones que la realidad impuso en Chile, pero nuestra línea
política fundamental no ha cambiado. Nuestro concepto de la
lucha en Chile y en América Latina más bien ha sido confirmado
por los acontecimientos. El desafío de hoy consiste en imple-
mentar esta línea política mediante hechos concretos.

La mayoría de los otros partidos de izquierda habían tomado una


línea política equivocada, que fue refutada por la historia. Sin
embargo, somos de la opinión de que hay fuerzas en estos
partidos que son capaces de confluir en un enfoque común. Hoy
en día mantenemos relaciones de amistad con todos los partidos
de la izquierda chilena, y tratamos de encontrar las mejores
condiciones posibles para promover la lucha política e ideológica
con el fin de desarrollar una base común más sólida que antes.
¿Es posible alcanzar el consenso? Todos los partidos, incluyendo
al MIR, se encuentran hoy en una posición bastante difícil, que
fue creada por el golpe militar. Por tanto, estamos obligados a
organizarnos utilizando gradualmente formas de trabajo
conjunto entre nosotros. Todo nuestro esfuerzo en este
momento tiene como objetivo lograr que este trabajo conjunto
se exprese en acciones concretas.

158
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Hoy toda la izquierda se enfrenta a tareas que necesitan ser


retomadas de inmediato, y en estos esfuerzos la cooperación es
posible y necesaria. Por esta razón trabajamos junto con los
otros partidos, e incluso hemos firmado una declaración
conjunta, a pesar de que frente a nuestras posiciones implica un
paso atrás, si bien es cierto que no es contraria a nuestros
principios fundamentales. Lo hemos hecho con el objetivo de
llevar a cabo una serie de tareas concretas, sin dejar de lado que,
en relación con un acuerdo sobre cuestiones estratégicas,
todavía queda un largo camino por recorrer. Para avanzar en
nuestras posiciones, por un lado hemos expuesto nuestros
argumentos en la discusión; pero sobre todo, en la medida en
que traemos a la mesa situaciones concretas llevamos a estos
partidos a que tengan entonces que tomar posiciones al
respecto. En nuestra opinión, esto es mejor que impulsar
unilateralmente la discusión ideológica.

Me gustaría abordar con más detalle este punto: la lucha


ideológica es importante y siempre la hemos privilegiado, pero
no es la única tarea a desarrollar en nuestras relaciones con las
demás organizaciones de la izquierda. Para nosotros es la
práctica política, la práctica del movimiento de masas, la que en
última instancia determina las relaciones y correlaciones entre
las distintas organizaciones de la izquierda. En este sentido,
desarrollamos una práctica del movimiento de masas con una
intención específica que no queremos ocultar ante nadie, ante
ningún partido político. Esto no nos impide firmar una
declaración conjunta como la del 12 de febrero. De todos es
conocida nuestra posición política en cuanto a nuestros
objetivos estratégicos, nuestras tácticas actuales y la forma en
que hay que desarrollar la solidaridad internacional, que no se
expresan exactamente en la Declaración de 12 de febrero,
aunque no vemos ninguna contradicción en ello.

159
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

– ¿Podrías darnos alguna información acerca de la unidad


desde la base que se lleva a cabo en el momento?

– Luis Cerda: Nosotros impulsamos el debate ideológico y


político con las otras organizaciones en el ámbito de la
coordinación de la izquierda chilena sólo si es absolutamente
necesario. Las cuestiones ideológicas se abordan sólo sobre la
base de problemas muy concretos que la Resistencia debe
cumplir. Independientemente de ello, impulsamos nuestras
relaciones bilaterales con los partidos, tanto en el interior como
en el exterior de Chile, para abordar discusiones de carácter
fundamental. Para algunos de estos partidos, esto implica hacer
una crítica y autocrítica de sus acciones ante el golpe de Estado,
y de sus posiciones actuales como organizaciones políticas.
Dentro de la coordinación sólo estamos tratando de resolver los
problemas prácticos que enfrenta la oposición tanto en el
interior del país como el exterior. Inmediatamente después del
golpe, se señaló la necesidad de crear una instancia de
coordinación en el propio Chile, pero ésta ha sido una tarea que
no ha podido ser resuelta hasta hoy. Por ello, en la actualidad
mantenemos más las relaciones bilaterales con los otros
partidos. En este contexto de represión y clandestinidad, las
circunstancias específicas en las que tenemos que actuar todos
los días son una gran palanca para la unidad. Pero no sólo hay
problemas técnicos con esta coordinación; también hay
problemas políticos. Durante las discusiones con las fuerzas
políticas sobre la situación previa y la actual, vemos que la
coordinación dentro de Chile puede concretarse.

160
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

– ¿Cómo evalúa el MIR, la posición de China y la Unión


Soviética en relación con la Junta?

– Luis Cerda: Ésta no es una pregunta difícil. La reacción de la


Unión Soviética y los demás países del bloque del Este ha sido
muy positiva. La ruptura de las relaciones diplomáticas y econó-
micas –entre otras medidas– lo demuestra. Por el contrario, no
estamos satisfechos en absoluto con el comportamiento de la
República Popular China. Teníamos la esperanza de que China
también actuaría como la Unión Soviética.

– ¿No tiene la Unión Soviética una cierta responsabilidad en la


difusión de la teoría de la vía pacífica al socialismo?

– Luis Cerda: En cuanto a China –con excepción de algunos


cambios en su política exterior que se han vuelto muy claros en
los últimos años– este país se vio poco afectado por los
acontecimientos en Chile. China ha adoptado frente a América
Latina una actitud de gran potencia, la cual no es compatible con
el internacionalismo proletario. Por otra parte, esta posición a
menudo es adoptada por la Unión Soviética en otros países en
los que China, a su vez, se comporta de manera diferente. ¿Qué
ha determinado que la política de la Unión Soviética contra la
Junta nos parezca tan positiva? El hecho de que los
acontecimientos en Chile hayan afectado los intereses de la
Unión Soviética y los partidos comunistas, en particular los
europeos (en Francia e Italia), obligó a la Unión Soviética a tomar
una posición muy clara que parece ser una especie de
advertencia a los capitales nacionales y al gran capital
internacional, que podrían emprender experimentos similares en
otros países.

161
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

No se puede soñar con una política ideal. Podemos alcanzar una


solidaridad efectiva de los países socialistas con los movimientos
revolucionarios en América Latina sólo si los confrontamos con
situaciones concretas en las que se vean obligados a tomar una
posición. La Unión Soviética también puede tener sus propios
puntos de vista acerca de la vía pacífica, sobre la manera de
hacer la revolución en tal o cual país, puede mostrar una
preferencia por la vía parlamentaria, etcétera. Cuando la Unión
Soviética se enfrente con procesos concretos, se verá obligada a
apoyar a aquellas posiciones más avanzadas en comparación con
las que ella misma ha prohijado. Tengo la impresión de que los
partidos revolucionarios y los partidos de izquierda en general
no tienen que preocuparse demasiado acerca de lo que la Unión
Soviética o tal o cual país socialista piensen sobre la situación en
otros países. No importa tanto saber si la Unión Soviética y el
campo socialista apoyarán a un cierto movimiento revolucionario
o no. En nuestra opinión, el problema se debe abordar de otro
modo: es la creación de un verdadero movimiento revolucionario
la que puede llevar a los países socialistas a adoptar una postura
que corresponda a nuestras ideas.

Durante los últimos años China ha iniciado un cierto retroceso


hacia América Latina. Al parecer, en la actualidad no tiene
ningún interés en jugar sus cartas en esta parte del mundo. Ésta
es una expresión de la política de gran potencia –similar desde
hace unos años a la política exterior soviética– que ha prevalecido
en la política exterior china. Nosotros lamentamos mucho la
posición china, porque nos quedan claras las razones que han
llevado a China a desarrollarla. La razón principal de esto es que
los chinos no consideran que sus intereses han sido afectados
por la Junta, pero sí por el gobierno de la Unidad Popular. Hay
que recordar que la República Popular de China, ofreció su
solidaridad al gobierno de Allende, y que debido a sus propios
intereses nacionales e internacionales, éste la ignoró. La Unión
162
DOCUMENTOS DEL MIR 1965-1974

Soviética, sin embargo, jugó un papel, no sólo a través del


Partido Comunista de Chile, también como parte de la política
que lleva a cabo en el mundo mediante la propagación de la
coexistencia pacífica. Además, aquí se manifiestan intereses muy
fuertes, como los del Partido Comunista Francés y el Partido
Comunista Italiano, que han obligado a la Unión Soviética a
tomar una posición mucho más fuerte contra la dictadura en
Chile.

A medida que la situación internacional obliga a los países


socialistas a adoptar una postura diferente a la que dictan sus
propios intereses, el internacionalismo proletario, que hoy está
casi en el olvido, podrá desarrollarse. Llegará el momento, ya
que China está interesada en lo que sucede en América Latina al
igual que los demás países socialistas. Ésta es la situación en la
que desarrollamos nuestro accionar. Tenemos que crear las
condiciones para que los movimientos de izquierda, tanto en el
capitalismo como en el socialismo simpaticen con nuestra
posición, incluso si no coincide con la que ellos nos han
manifestado previamente. El mismo problema se plantea con
respecto a las relaciones con la izquierda chilena. Debemos
discutir nuestros puntos de vista, pero en última instancia, la
actitud que tomarán estas fuerzas dependerá de los problemas
concretos que enfrentamos en la práctica.

– En los meses posteriores al golpe de Estado, un número


considerable de comités de apoyo a Chile surgieron en Europa,
especialmente en Francia, Italia y Alemania. ¿Cuál es la forma
más urgente y necesaria de apoyo, que estos comités deben
realizar en la situación actual para apoyar a la Resistencia?

163
Movimiento de Izquierda Revolucionaria

– Luis Cerda: En primer lugar, debo decir que para el pueblo


chileno la solidaridad internacional ha jugado un papel muy
importante, particularmente en relación con el aislamiento
diplomático de la Junta Militar.

Además, a nombre del MIR quiero dar las gracias por las
acciones de solidaridad que los comités de apoyo y las
organizaciones políticas han desplegado hacia nosotros. Este
apoyo y la solidaridad internacional nos han permitido tener
éxito en la primera fase de nuestra política; es decir, sobrevivir y
asegurar la existencia física del partido para poder pasar a la
etapa siguiente: la de un conflicto abierto.

Esta solidaridad con nuestra organización ha sido muy impor-


tante, principalmente porque el MIR ha logrado mantener a
todos sus cuadros y militantes en el interior de Chile, y por ello
sus militantes –salvo muy pocas excepciones– no han sido
asignados a tareas en el exterior. Nosotros somos la organización
más débil en el exterior, con la más reducida infraestructura,
porque la estructura de nuestra organización ha permanecido
dentro del país. Sin la solidaridad internacional, sin su apoyo
material y moral esto habría sido imposible.

Pero tengo la impresión –sin menospreciar el papel de los


movimientos de solidaridad y de las organizaciones– de que esto
ha sido provocado por el choque del golpe de Estado en Chile. El
movimiento de solidaridad pudo manifestarse en los primeros
días a través de reacciones humanitarias y espontáneas. El reto
de hoy es mantener una movilización a largo plazo.

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