El Arte
El Arte
El Arte
El Homo Sapiens tuvo un papel relevante en la historia del arte, ya que cumplió
una función mágica y religiosa, que fue cambiando con el correr del tiempo. De
todas formas, la definición de arte varía de acuerdo a la época y a la cultura. En la
antigüedad, y hasta el Renacimiento, el arte significaba destreza, como dice el
escritor francés Paul Valéry, “La palabra arte primeramente significó manera de
hacer”, a fines del siglo XV, comienza a distinguirse entre la artesanía y las bellas
artes. El artesano es aquel que se dedica a producir obras múltiples, mientras que
el artista es creador de obras únicas, Precisamente es en el Renacimiento Italiano
donde encontramos una de las etapas más importantes de la Historia del Arte
tanto por los magníficos artistas que en ella trabajaron como por las sorprendentes
obras que los mismos acometieron y que hoy son alabadas en todo el mundo.
Según José Fernández Vega, “La sociedad es hablada por el arte que no habla de
ella de manera directa, sino a través de los misterios de la forma”. En un mundo
cuya forma política es la de la democracia liberal, forma sin representación, el arte
emancipado no puede llevar al espectador a la acción política, para producir una
toma de conciencia. Para eso, el arte debería transmitir un mensaje unívoco,
dejando de ser la producción postmoderna, donde todo vale. Lo que sí puede, a
través de sus formas estéticas, es modificar lo visible, cambiando los modos de
expresión y de percepción. Así movilizaría capacidades, que operan desde la idea
de “disenso” frente a todas las formas de consenso. Ésta parece ser, la modesta y
excelente propuesta de Pablo Caressa: Furor ciudadano, en la que toma lo
antagónico y las relaciones disueltas de la sociedad. ambiar el curso represivo de
la política, y en algunos casos, del “sistema” en general. Se desarrolló así un
proceso de progresiva politización social en el que una ética del compromiso
social y político emergía como imperativa para intelectuales, artistas y actores
sociales en general.
Como dice en su libro Diego Levis, “Arte y computadoras”, “La imagen (...) cumple
un papel importante como medio para reproducir simbólicamente la realidad, una
realidad en la que siempre se han entremezclado lo real materia y lo imaginario”,
en cuanto que cada artista decidirá qué reflejar y qué no y de qué modo lo hará,
compartiendo con nosotros esa porción de su mundo. Esta decisión puede ser
consciente o inconsciente, buscada o hallada por casualidad. Una obra puede
surgir de la memoria del artista, de su imaginación o de su visión de la realidad y
por más que intente ser objetivo, nunca llegará a serlo, ya que la naturaleza de la
obra implica la interferencia de la persona. Ningún mensaje es inocente. Esta
acción del artista sobre la obra es la que hace que algunos como Claude Debussy
digan que “el arte es la más bella de las mentiras”, o como dice la frase de Pablo
Picasso: “El arte es una mentira que nos acerca a la verdad”. Estas “mentiras” de
las que hablan ponen en evidencia la claridad con la que los artistas manipulan la
realidad y su visión de ella, de manera consciente, llevando una carga ideológica,
intereses, intenciones y puntos de vista. Quien no sea consciente de esto está en
riesgo de perder el contacto con la realidad compartida y perecer ante una
enfermedad psíquica. El arte no existiría de no ser por la mente humana, pero el
arte es el canal por donde los artistas comparten sus sentimientos, se abren para
mostrarnos su mundo interno.
Ese intelecto que nos lleva a querer compartir, trascender con nuestro arte es con
el que muchos artistas incluso luchan. Esa sensibilidad que muestran los artistas
es también un obstáculo que deben superar al momento de afrontar el resto de la
vida. Van Gogh incluso decía que el único momento en que se sentía vivo era
cuando pintaba, y que arriesgaba su vida por su trabajo y que ya había perdido la
mitad de su razón. Henry Ward Beecher: “Todo artista moja su pincel en su propio
alma, y pinta su propia naturaleza en sus pinturas”. Las restricciones de la
sociedad son las que muchas veces los artistas deben transgredir, sobre todo hoy
en día, para que su obra sea relevante. Es por eso que los niños, que no son
conscientes de esta presión por “transmitir”, ni de lo que la sociedad espera de
ellos al hacer arte, son más libres al momento de pintar, o actuar o cantar o cantar
o cualquier otra actividad relacionada con el arte. “Todo niño es un artista. El
problema es cómo mantenerse siendo niño una vez que se ha crecido”, dijo una
vez Picasso. Contó el artista Howard Ikemoto: “Cuando mi hija tenía siete años,
me preguntó un día que hacía en el trabajo. Del arte mucho se puede hablar y uno
se puede extender hacia todos los aspectos de la vida, ya que nos impregna en
todo momento y lugar. Nos alcanza en todos lados, sobretodo hoy que tenemos
una oferta artística (sobre todo para nuestros ojos y oídos) que nos invade
queramos o no. Uno de los puntos que me acerca en particular al arte es la
conexión, los puentes que crea entre nosotros. En este mundo de hoy, más
individualista que nunca, el arte nos conecta, nos acerca. Y es mi intención
dedicarle las últimas líneas de este ensayo a realizar una declaración sobre ese
aspecto del arte.