Dolores Secretos de María Santísima
Dolores Secretos de María Santísima
Dolores Secretos de María Santísima
Nuestra Señora reveló en las Apariciones de Jacareí algunos de Sus Dolores Secretos, o sea, aquellos
que no están contenidos en las Sagradas Escrituras pero que realmente sucedieron. Estaremos por lo
tanto, exponiendo estas Meditaciones para que podamos meditarlos y amar más a Nuestra Madre
Santísima que es Dignísima de ser amada y alabada por todas las Generaciones.
Nuestra Madre dijo al vidente Marcos, que hasta el final de su vida le irá revelando Sus Dolores
Secretos para dar a conocer al mundo, sin embargo nunca dijo la cantidad de Dolores que ha sufrido.
Día 05/08/2001
Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo
“Amados hijos, yo vengo hoy para alabar y bendecir a Aquella que es el Suspiro de los Santos, que es la
Delicia de los Ángeles y que fue el Encanto de la Trinidad. Oh hijos Míos, Mi Sagrado Corazón en el
exceso de Mi Divina Misericordia, creó la mayor obra. Obra Prima de Su Poder, Mi Amable Madre. Sí,
María, Mi Madre Santísima es Obra Magna, máxima de Mi Poder.
Bienaventurados aquellos que aman a Mi Madre Santísima, porque ellos serán amados por DIOS.
Bienaventurados los que consuelan a Mi Madre Santísima porque serán consolados por Mí.
Bienaventurados los que sirven a Mi Madre Santísima porque Yo, el Buen Pastor, todo les concederé de
Mi Corazón.
Bienaventurados los que cercan de amor a Mi Madre Santísima porque serán cercados por los Ángeles
en la Gloria del Cielo.
Bienaventurados los que veneran los Dolores de Mi Madre Santísima porque serán consolados por Mí y
por Ella en sus Dolores.
Bienaventurados los que contemplan y enjugan las Lágrimas Benditas de Mi Madre Santísima, porque
Nosotros hemos de enjugarles sus lágrimas.
Bienaventurados los que aman, honran y defienden a Mi Madre Santísima porque por Ella serán
amados, honrados, estimados y defendidos en la hora de la muerte de sus enemigos infernales y en la
hora del juicio delante de Mi Justicia.
Bienaventurados los que sirven a Mi Madre como esclavos humildes e hijos llenos de amor, porque
habrán de reinar, exultar y alegrarse con Ella en el Cielo.
Bienaventurados los que tornan conocida a Mi Madre por toda la tierra, porque ellos se tornarán
conocidos por Ella delante de todos los Ángeles de Mi Padre.
Bienaventurados los que testimonian los pedidos y los Mensajes de Mi Madre en la tierra, porque
entonces, todos sus deseos serán satisfechos en el Cielo.
Bienaventurados los que conquistan y dan la tierra a Mi Madre, porque Ella les conquistará y les dará el
Cielo.
Bienaventurados los que consumen sus fuerzas y sus vidas por Mi Madre, porque ellos habrán de
descansar para siempre en Sus Brazos en el Cielo.
Favorezco con mil favores al día a aquellos que aman a Mi Madre, pero ¡Ay! de los que desprecian a Mi
Madre, serán como leña quemando en el fuego ardiente.
¡Ay! de aquellos que rechazan a Mi Madre porque ellos por Dios también son rechazados.
¡Ay! de aquellos que difaman a Mi Madre, porque delante de Mis Ángeles serán también difamados, o
sea, tenidos como malditos.
¡Ay! de aquellos que pisan en Mi Madre, porque ellos debajo de los pies de los demonios también serán
pisados en el infierno.
¡Ay! de aquellos que persiguen, que atacan y martirizan a Mi Madre, porque en el fuego del infierno
serán martirizados y atormentados noche y día.
¡Ay! de aquellos que se rebelan y se ponen contra Mi Madre, porque cuando Mi justa cólera se levante
contra ellos, no habrá la única Abogada, la única Intercesora que podría haber: Mi Madre en favor de
ellos.
¡Ay! de aquellos que odiaren a Mi Madre, porque de Mí también serán detestados.
Yo Soy generoso e incansable en dar y conceder a aquellos que aman a Mi Madre, pero Soy rígido, justo
y terrible contra aquellos que odian a Mi Madre, que entristecen a Mi Madre y que no dan oídos a la voz
de Sus súplicas.
Hijos Míos, Ella es el tesoro de los tesoros, la riqueza de las riquezas, la maravilla de las maravillas, el
bien de los bienes, la dádiva de las dádivas y la gracia de las gracias. Recíbanla en sus corazones,
ámenla, hagan lo que Ella les dice en Sus Mensajes y tendrán un tesoro en el Cielo, un tesoro escondido
en Mi Sagrado Corazón y en el Inmaculado Corazón de Ella. Hoy, en el día en que Mi Madre nació para
ustedes como una señal de salvación, como aurora de la redención, como señal triunfante de Mi Amor
sobre el mal, Yo a todos ustedes bendigo. ”
Después de este Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo, meditemos ahora algunos de los Dolores Secretos
de Nuestra Madre Santísima reveladas en Sus Santísimas Apariciones en Jacareí:
“Mi hijo, escribe, después de la presentación de Jesús en el Templo, San José y Yo quedamos en
Jerusalén todavía algunos días para hacer un novena de oraciones y visitas al Templo. Estábamos
hospedados en la casa de una buena mujer que mucho nos ayudaba con lo que podía.
Los días de aquella novena corrían serenos y tranquilos, sin embargo, Lucifer sabiendo de lo que
pasaba en el templo durante la presentación, y todo lo que Simeón y Ana dijeron con respecto de Mi
Divino Hijo y de Mí, procuró nuevamente por todos los medios descubrir si él era realmente el Hijo de
DIOS y cuales los misterios que lo envolvían. Por causa de eso él se sirvió de un niño que había estado
en el Templo y había oído todo lo cuanto Simeón y la profetiza Ana había dicho al respecto de Mi
Divino Hijo y de Mí.
Este niño se llamaba Gestas. Satanás insufló en el alma de él un odio mortal contra Mi Hijo y contra
Mí porque era malo de mala voluntad y malas costumbres. Desde pequeño practicaba la maldad para
con los otros y no sentía el mínimo remordimiento o contrición del Corazón. Movido entonces por el
demonio, fue al Templo y nos encontró en el momento que allá llegábamos y nos dijo que sabía que
Nosotros éramos los Padres del niño que Herodes ya procuraba furioso por haber sido engañado por
los Magos y que sólo Mi Divino Hijo podría ser el futuro Rey que amenazaba el trono de Herodes
después de todo que oyó al respecto de la boca de Simeón y Ana. Y entonces, mirándonos fijamente,
dijo que contaría a su padre que era un hombre muy allegado al Rey y muy respetado en la ciudad y
que por su vez, relataría todo a Herodes desde las palabras de Simeón y Ana como por donde
andábamos.
El Corazón de Mi Divino Hijo que todo veía y sabía, latió violentamente de dolor, sobre todo por saber
que aquel niño desde pequeño, ya era ministro de la maldad, sería uno de aquellos ladrones que serían
crucificados con él y que al contrario de Dinas no lo confesaría por su DIOS y Señor y que moriría
blasfemando contra él, se condenaría y tornaría inútil para sí los méritos de la pasión y muerte de Mi
Divino Hijo. ¡Qué decir entonces de Mi Doloroso Corazón de Madre y del Amantísimo Corazón de San
José. En aquel momento, una agudísima espada de Dolor traspasó Nuestros Corazones por ver a
Nuestro Divino Tesoro tan odiado, perseguido y rechazado desde tan pequeño y habiendo llegado hace
tan poco tiempo a este mundo.
Fue como si fuésemos sumergidos en un mar amarguísimo de Dolor y Angustia. Jamás ningún alma
podrá describir y ni incluso sondear la inmensidad de este Dolor y Angustia. Fue entonces, que Gestas
se dirigió a su padre y le refirió todo lo que había visto y oído. Y entonces, fue a relatar al Rey y a sus
subordinados todo lo que sabían. Eso era ya al caer la noche. Después de haber tomado algún alimento
rezamos al Altísimo y nos adormecimos. Yo veía perfectamente con la Gracia que Me daba el Señor y
por medio de visión mística todo lo que se pasaba en el Corazón de San José.
Su tristeza era tan grande, tan intensa y profunda que sería letal para él si la Gracia de Dios no lo
sustentase. Eso todo se debía al hecho de que el amor que San José poseía por el Divino Niño y por Mí
era tan grande, capaz de sobrepujar incluso a los más elevados Serafines y Querubines. Rogué al Señor
por él entonces, para que lo confortara y guiase en el cumplimiento de Su Divina Voluntad y Sus
Designios de Misericordia. Fue entonces, que durante la noche, el altísimo envió Su Ángel a San José
en sueños y le dijo para huir para Egipto con el Niño Jesús y Yo, para salvarlo de las Manos de
Herodes. José entonces se levantó y me refirió todo lo que el Ángel le dijo, aunque Yo ya sabía por la
Luz del Señor. Fue entonces, que salimos antes del rayar del Sol, huyendo para Egipto mientras
Herodes mandaba matar todos los niños de dos años para abajo en Belén en el día siguiente. Di por lo
tanto Mi hijo, al mundo, que venere este gran Dolor desconocido del Corazón de Jesús, de Mi Corazón
y del Amantísimo Corazón de San José y recibirá todo lo que nos pidiere por medio este Dolor
desconocido del mundo. Sobre todo que se pida la conversión de los pecadores y que a ejemplo de
Gestas todavía hoy persiguen y odian a Mi Divino Hijo, especialmente en las Apariciones, para que se
arrepientan o que por lo menos su maldad no consiga arrastrar otras almas por el mismo camino de la
perdición que es el de perseguir Nuestros Mensajes y Apariciones”
“Un día, cuando Mi Hijo Jesús tenía cinco años, lo miré jugando enfrente a Nuestra Casa en Nazareth.
Escribe, Mi hijo, la ‘alegría’ que Yo sentía cuando veía a Mi Hijo jugar.
De repente, al lanzar Mi Mirada para Él, lo vi todo desfigurado, Coronado de Espinas, lleno de Sangre,
Llagas y escupitajos. Me puse de rodillas llorando, sin saber y ni entender lo que pasaba. Entonces,
viéndolo en tan gran sufrimiento, le pregunté:
-Mi Jesús, ¿Por qué estás así tan desfigurado? ¿Tan lleno de Sangre, heridas y escupitajos?
Y Él Me respondió:
-Por causa del Amor, Mi Madre. Por causa del Amor que tengo por todos los hombres y por todos los
pecadores, de todas las épocas, del mundo entero.
Entonces le pregunté:
-Mi Jesús, ¿Cuál es la Llaga que más Te causa dolor?
Él Me respondió:
-Es la Llaga del Corazón, porque esta Llaga fue abierta por causa de la ingratitud de los hombres, la
ingratitud de aquellos a quien tanto Amor demostré, Me causa un ‘Dolor’ terrible, insoportable, y
nadie será capaz de traducirlos en palabras.
Enseguida, miré para Mi Hijo Jesús, y Él volvió a lo normal, súbitamente…
Desaté entonces llorando, con un ‘Dolor tan grande’ que ninguna mente ni humana, ni angélica, jamás
podrá sondear.
Mi Hijo, viéndome así extenuada, se dirigió a Mí, Me acarició el rostro, enjugó Mis Lágrimas, Me besó
y Me dijo:
-Mi Madre, no Me alegro en verte llorar, pero quería que entendieras lo cuánto Yo tendré que sufrir,
y lo cuánto Tú deberás aún llorar, pero… ¡Coraje! Únete Conmigo, que Nuestro Amor salvará a la
humanidad, y quédate sabiendo, que todas aquellas almas que se compadecen de ‘este Dolor que
sentiste’ al verme así, ensangrentado y llagado, que les concederé todo lo cuanto por ello Me
pidieren.
Mi hijo, habla al mundo entero de este ‘Mi Gran Dolor’. Di a los pecadores que sus pecados serán
perdonados, en la medida que ellos se profundizaren en este ‘Mi Gran Dolor’. Di especialmente a los
pecadores más obstinados, que contemplen este ‘Mi Dolor’, por lo menos por un instante, y Yo les
obtendré la conversión de sus almas.”
“Un día, cuando Mi hijito Jesús todavía era un niño, estaba jugando, corriendo atrás de algunos pajaritos
y cogiendo flores. Súbitamente, aparecieron algunos niños, hijos de los fariseos y sacerdotes. Ellos
observaron con desprecio para Mi Divino Hijo y porque eran malos, viéndolo con florecillas en las
manos, lo empujaron arrojándolo al suelo y pisaron en las flores hasta aplastarlas todas. Mi Divino Hijo
lleno de amor y paciencia les preguntó: ¿Por qué hacen eso? Ellos, que serían los futuros verdugos y
crucificadores de Mi Divino Hijo le respondieron: -‘¿Qué te importa? Cállate o te haremos peor’. Jesús
les replicó: ‘Quien trata así a una simples y pobre flor es bien capaz de tratar del mismo modo a
sus semejantes, pues quien ama y es justo en las pequeñas cosas lo será en las grandes también’.
Ellos le replicaron: -‘¿Quién piensas que eres para enseñarnos la justicia? Nosotros somos los hijos
de los doctores de la ley’. Jesús les dijo: ‘En verdad les digo, son y serán tan ciegos como sus
padres’.
Ellos entonces tomaron piedras para tirarle, pero conseguí llegar a tiempo e impedir aquella maldad.
Ellos, dejando las piedras en el suelo se fueron diciendo: -‘Un día habrás de morir. Un día habrás de
ser crucificado por causa de tu boca insolente’ Aquellas palabras penetraron tan profundamente en Mi
Corazón como una lanza hiriéndolo y partiéndolo en pedazos. En todos los momentos de Mi vida
resonaban aquellas palabras como una canción fúnebre a mis oídos haciendo con que Mi Corazón
sangrase de dolor. Diga Mi hijo Marcos a todos que honren este Mi Dolor Secreto y Yo les concederé
por ello el Amor y la Misericordia de Mi Corazón Doloroso y del Corazón de Mi Hijo Jesús. Prometo
que concederé Mis Gracias de Paz, Misericordia y Amor a las almas que veneraren, honran y propagaren
este Mi Gran Dolor Materno. Ve Marcos y anuncia eso a Mis hijos del mundo entero”
¡POR SIEMPRE SEAS BENDITA MADRE DE DIOS!
6º Dolor Secreto de Nuestra Señora, 17/07/2001
“Escribe Mi hijo: cuando Mi Castísimo Esposo San José reconoció Mi embarazo miraculoso aún sin
entender y sin ser aclarado por las luces de lo alto, que el Ángel del Señor vendría a comunicarle, se
llenó Su Amantísimo Corazón de dudas atroces. Por un lado, Él sabía que Yo, purísima, rectísima y
castísima, jamás podría haber hecho pecado alguno, pero, por otro lado, no conseguía Él, entender cómo
Me encontraba embarazada, habiendo hecho Yo y Él ‘voto de castidad’ al Señor. Entonces, Su
Bondadosísimo y Justísimo Corazón se sumergió en un ‘océano de angustias y aflicciones sin fin’, y
para no disgustarme, decidió dejarme en secreto.
¡Cuánta aflicción sintió Mi Inmaculado Corazón al ver la aflicción de San José, no es posible traducir en
palabras! Conociendo por revelación divina lo que se pasaba con Él y lo que decidiera hacer, supliqué
con fervorosas oraciones y sacrificios al Señor que viniese en nuestro socorro y que se dignase revelar a
San José, si así fuese de Su Santísima Voluntad, Sus altísimos y sublimes designios de amor y
misericordia.
Fue entonces que descendió del Cielo, el Ángel del Señor, que con las luces del Altísimo le reveló todo
cuanto se sucedía conmigo y también cual sería la misión que le tocaría, haciendo las veces del Padre
Eterno en la tierra, cuidando y protegiendo al Verbo de Dios.
El Corazón de San José reposó entonces en la paz del Señor. Mi Corazón dolorido de angustia, reposó
por un breve momento, para prepararse para dolores aún más agudas.
Este dolor Mío no es reverenciado y ni venerado por los hombres, que, sumergidos en el mar de sus
apegos y placeres mundanos, no se acuerdan y ni meditan en ello.
Di a todos, Marcos, que Yo estaré atenta a la voz de Mis hijos, que lo contemplaren seguidamente y
atenderé a sus pedidos, cuando Me invocaren por medio de ello. Que el mundo conozca, venere y
esparza el conocimiento de este Mi gran dolor, para que entonces se convierta y tenga la Paz Divina, que
les vendrá por Mi intermedio.”
“Yo deseo hoy dar a conocer al mundo más uno de Mis dolores secretos. Que ello sea conocido,
venerado y propagado, para que el mundo entero se convierta y tenga paz.
Mi Inmaculado Corazón acerbísimamente por la ocasión de la muerte de Mi Esposo San José. Él que
nos había protegido, amado y sustentado con todo el amor de Su Amantísimo Corazón, partía para la
eternidad, y nos dejaba en la tierra para continuar y concluir la gran obra de la redención humana. Él,
que con su coraje y amor siempre vigilante, fue nuestro bálsamo en los momentos de mayor tribulación
y dolor.
Mi Corazón sumergió entonces en un ‘océano de dolores infinitos’, que sólo el Padre Eterno y Mi
Divino Hijo podían comprender. El dolor, como una ‘espada cortante’ dilaceró Mi Corazón y lo hizo
sangrar.
Murió Mi Santo Esposo en los brazos de Jesús, dejando de Él y Mi Corazón repleto de dolor y añoranza.
Mi hijo, por el dolor que sentí en aquella hora, haz con que ésta gran aflicción que se sentí sea conocida
del mundo entero. Este dolor Mío no es amado ni conocido de los hombres, haz, pues, con que todos lo
conozcan y lo veneren, para que Yo pueda, entonces socorrerlos con los méritos que con ello adquirí.”
8º Dolor Secreto de Nuestra Señora, 26/07/2001 - Fiesta de San Joaquín y Santa Ana
“Mis hijos, hoy ustedes conmemoran la fiesta de Mis Santos Padres, San Joaquín y Santa Ana.
¡Oh, cómo Ellos Me eran estimados al Corazón! ¡Cómo Yo los amaba y quería mucho! Durante toda Mi
vida, Yo los amé con un amor puro, sincero y filial. Jamás dejé de cumplir lo que sabiamente Me
ordenaban hacer, y mientras pude, todo hice para servirlos y ayudarlos.
¡Cómo eran maravillosas aquellas tardes en que Mi Madre Santa Ana, Me tomaba en Sus brazos, Me
colocaba en Su regazo materno, y Me enseñaba las Sagradas Escrituras y como ser virtuosa para agradar
al Señor. Su voz cariñosa y tierna penetraba Mi Corazón y lo hacía arder de amor por el Señor, cuando
de Él Me hablaba y enseñaba. Así también acontecía con Mi Santo Padre Joaquín.
Si tan grande fue Mi Amor por Ellos, menor no fue Mi dolor al contemplarlos morir. Mi Corazón se
partió de dolor por la ocasión de la muerte de Mis Santos Padres, cuando Me vi huérfana y afligida, sin
aquellos que tanto amaba y que tanto Me amaban.
Verdaderamente lloré lágrimas de sangre por su muerte, pues además del amor natural de hija que tenía
por Ellos, también tenía el amor sobrenatural, que nos unió y sumergió siempre en tantos misterios y
designios divinos.
Sin embargo, a pesar de haber sido estremecido Mi Corazón, los entregué al Altísimo, haciendo un
elevadísimo acto de amor, confianza y sumisión al Señor, que Me obtuvo de Él la gran gracia de ver a
Mis Padres siendo acogidos en el seno de los Patriarcas, salvos y apenas esperando la redención ser
completada.
Este Mi gran dolor no es conocido ni venerado por el mundo. Di, Mi hijo Marcos, que Yo concederé a
las almas que veneraren y amaren este Mi dolor tan acerbo. Mi Inmaculado y Doloroso Corazón se
dilatará en grandes gracias de amor para aquellos que contemplaren este Mi gran dolor, con verdadera
piedad y devoción.
Que este Mi gran dolor sea conocido en el mundo, para que él se convierta y tenga paz duradera. Di que
todo concederé a las almas que contemplaren estos Mis dolores secretos diariamente, y rezaren un
avemaría después de cada uno de ellos.
A todos hoy bendigo.”
9º Dolor Secreto de Nuestra Señora, 20/08/2001
“Mi hijo, escribe: cuando Yo estaba en el templo de Jerusalén, siendo aún pequeñita, avisada por el
Altísimo Señor del Cielo y de la tierra de que Mi Amado Padre terrestre, San Joaquín, habría de partir
dentro de poco para tomar la herencia de los Justos y a guardar junto de los Santos Padres, la venida del
Mesías a la tierra para rescatar a las almas.
En aquel momento, aunque haya sentido una grande paz y alegría por saber que Mi Santo y Amado
Padre Joaquín habría de recibir la salvación, Mi Corazón Inmaculado sintió un duro golpe de dolor. Pues
Yo amaba a Mi Santo Padre Joaquín con verdadero amor de hija. Me causaba también inmensa aflicción
saber que Mi Madre, Santa Ana, habría de quedar solita en el mundo, aún aguardando su hora de ir al
encuentro del Padre Eterno, y el pensamiento de su dolor y tristeza hacía aumentar enormemente Mi
angustia. Sin embargo, Me consoló el Altísimo, diciéndome que Él mismo concedería a Mi Santo Padre
Joaquín Su Divina Gracia en la hora de la muerte, y que daría a Mi Madre Ana las fuerzas necesarias
para soportar el dolor de la partida de Mi Padre.
Cuanto a Mí, dijo que Me concedería la gracia de ver, por visión mística, la muerte de Mi Padre y de
poder enviar en su auxilio a Mis Santos Ángeles de la Guarda, bien como todos los Ángeles del Cielo
que quisiese, para asistirle y conducir su alma dichosa hasta el Limbo, donde habría de esperar la
venidad del Mesías, y recibir su premio eterno.
Me puse, entonces, en intensa y profunda oración pidiendo al Señor que fortaleciese a Mi Padre en sus
últimos momentos y que le diese la gracia de vencer los últimos ataques del demonio y expirar en paz.
Me oyó el Señor y, llegada la hora suprema de la vida de Mi Padre, descendieron los Santos Ángeles del
Cielo con coronas de flores de diversos colores y perfumes y acercándose de la cama en que Mi Padre
agonizaba, comenzaron a entonar muchos y variados cánticos de alabanza al Señor, por todas las gracias
que había concedido a Mi Padre, y por todos los beneficios que había concedido a él y por medio de él, a
toda la humanidad. Oyó Mi Santo Padre los cánticos de los Ángeles, sin embargo, sin poder verlos. Fue
ahí, entonces, que Mi Madre Ana se dignó revelarle el secreto que guardaba desde que Me concibió, o
sea, de que Yo, su hija María, era la Inmaculada Concepción, sin mancha y ni culpa alguna, que debía
traer al mundo el Salvador, el Mesías esperado, el propio Hijo de Dios, y por lo tanto, la Segunda
Persona de la Santísima Trinidad, que habría de rescatar todo el género humano y reparar el pecado de
nuestros primeros padres, Adán y Eva.
Se llenó entonces de indecible júbilo el Corazón de Mi Padre Joaquín, que junto con los Santos Ángeles,
entonó muchos y altísimos cánticos de alabanza y agradecimiento al Señor por este favor de un valor
inestimable.
Pedí entonces al Señor que Me concediese enviar a Mis Ángeles de la Guarda hasta donde él estaba para
confortarlo y para decirle lo cuanto Yo le era grata por todo lo que había hecho por Mí y lo cuanto lo
amaba como su verdadera hija, y que Yo habría de recordarme de él con amor en todos los días de Mi
vida.
Obtuve del Señor esta gracia, y entonces, envié a Mis Santos Ángeles de la Guarda, que
apresuradamente, se dirigían para junto de Mi Padre, transmitiéndole todas Mis palabras y cercándolo
con la luz beatísima, sin embargo, sólo Mi Madre Ana pudiese verlos. Muchos resonantes de Ángeles
comenzaron a descender del Cielo en aquel momento, para formar el luminoso cortejo que debería
conducir el alma bienaventurada de Mi Padre para la morada de los Justos. Entonces, viendo lo que se
pasaba, Satanás y los otros demonios del infierno comenzaron a discurrir entre sí sobre lo que acontecía,
y si toda aquella alteración jubilosa en el Paraíso no sería alguna cosa nueva que se aproximaba o
incluso si no era la venida del Mesías al mundo, se aproximaron, entonces, con furor de Mi Padre
agonizante para asustarlo a fin de que pudiesen tal vez descubrir el motivo de las cosas que se pasaban,
pero, los Santos Ángeles no permitieron que los demonios se aproximasen del alma de Mi Padre, y a
pesar de sus desconfianzas, nada pudieron aprehender de los misterios que se pasaban en aquellos
momentos, pues el Señor no permitió que ellos conociesen Sus tan grandes designios.
Entonces, Mi Santo Padre, después de darme su última bendición y pedir a los Santos Ángeles que Me
trajesen, después, expiró suavemente, y su alma fue conducida por un gran cortejo de Ángeles hasta el
Limbo, donde esperaría la venida del Salvador y la redención de todos. Así que allá llegó, anunció a los
Santos Padres y Profetas que allá estaban, que su hija era la Virgen profetizada, que habría de traer al
mundo el Redentor y que estaba próxima la salvación, lo que causó gran alegría entre ellos.
Di, pues, Mi hijo, al mundo entero, aunque totalmente conformada con la Voluntad Divina a Mi respecto
y acerca de la muerte de Mi Padre, no dejé de sufrir por la partida de Mi Padre, pues el amor natural de
hija que le tenía, bien como el amor sobrenatural que nos unía en tan grandes misterios, hacían con que
Mi Corazón, aunque feliz por la salvación de Mi Padre, también sangrase de dolor por estar de él
físicamente separada y huérfana.
Ofrecí, entonces, Mi dolor, en la hora de la muerte de Mi Padre, como sacrificio al Señor, por todos los
hombres, de todos los tiempos, para que en el momento de su agonía y muerte pudiesen tener una buena
y santa muerte, como la de Mi Padre, y que así pudiesen alcanzar la eterna felicidad. El Señor Me
respondió que concedería esta gracia a todos aquellos que cumpliesen Sus Mandamientos con amor, y
que tuviesen verdadera fe en Su Divino Hijo Jesucristo, y verdadera devoción y amor por Mí, y que
estaba en Mi poder concederles estas gracias como bien Me complaciese disponer.
Habla por lo tanto, al mundo entero, Mi hijo Marcos, que Yo concederé estas gracias a todos aquellos
que, llenos de amor y sincera devoción se recordaren todos los días de este Mi gran dolor desconocido
del mundo, y que les infundiré una gran fortaleza en el dolor y una gran paciencia en sus sufrimientos, y
ellos conseguirán vencer todo y llegarán seguramente al Cielo.
A los que veneraren este Mi gran dolor materno, prometo también asistirles con todas Mis Gracias en la
hora de su muerte, que será serena y feliz.
Ve, Mi hijo, y transmite todo eso a Mis hijos, cumpliendo así tu misión de dar estos Mis tesoros que le
revelo al mundo para que entonces Mis hijitos lleguen seguramente a la salvación y a la gloria eterna. A
todos bendigo en este momento.”
María Santísima sufre al ver cuando sujetan una piedra en los pies de Su Divino
Hijo
“Hijo Mío, voy a revelarte uno más de Mis Dolores desconocidos por los hombres.
Cuando llegamos al Calvario los soldados crucificaron a los ladrones y a Mi Divino Hijo.
Los malvados entonces, pensaron atar una piedra en Mi Hijo para dificultar todavía más Su agonía en la
Cruz.
Ellos hicieron esta gran crueldad a Mi Hijo. Conociendo esto por la Luz Divina resolví intervenir para
aliviar por lo menos este tormento a Mi Divino Hijo. Oré entonces al Eterno Padre y ÉL Me oyó.
Los soldados dejaron la piedra atada a Mi Hijo Jesús solo un poco, y luego Longinos, uno de ellos, la
sacó.
El Dolor que yo sentí fue tan grande que sería posible llenar con él todos los mares de la Tierra.
Bienaventurada el alma que de ella se acuerde pues Yo la acompañaré en el Viaje hacia la Eternidad.”
Una de esas gracias fue la revelación y el deseo de Dios que sea instaurado en el mundo la devoción
al Amantísimo Corazón de San José, que también tanto sufrió en este mundo para ayudar en la
Obra de la Redención del mundo. Por eso Él debe ser cada vez más conocido y amado por todos.
Pues una de las causas del porqué María Santísima y Nuestro Señor Jesucristo no son conocidos por
dos tercios de la humanidad, es por la causa de que desconocen al Amantísimo Corazón de San
José.
El Glorioso San José, esposo castísimo de la Santísima Virgen y Padre Adoptivo de Jesús, estuvo
unido a Ellos no sólo en la pobreza, en el sufrimiento y en el amor aquí en la Tierra, sino que está
enteramente unido a Ellos en la Gloria del Paraíso también. Nunca hubo ni habrá más otro hombre
Justo y Santo como Aquél que tuvo el honor de ser Padre Adoptivo del Dios hecho hombre, y Esposo
de la Inmaculada Concepción, Nuestra Madre, la Santísima Virgen María.
En Jacareí, San José ha hecho brotar una fuente milagrosa suya en el Santuario actual de las
Apariciones, ha revelado también un maravilloso don de Su Amantísimo Corazón, Su Santa
Medalla que nos reserva abundantes gracias y 20 grandes promesas hechas por Él mismo y también
la gran revelación de Su Santa Hora de Oración que debe ser hecha todos los Domingos a las 21:00
hs, rezando la Coronilla de Sus Siete Dolores o del Ave San José.
También es Voluntad del Cielo que se celebre en el mes de Junio la Fiesta del Amantísimo Corazón de
San José, el Domingo siguiente a las Fiestas del Sagrado Corazón de Jesús (Viernes) y del
Inmaculado Corazón de María (Sábado).
Además debemos practicar la Comunión reparadora de los 9 Primeros Domingos del Mes en honor a
San José tal como los 9 Primeros Viernes del Mes (en Honor al Sagrado Corazón de Jesús) y los 5
Primeros Sábados* (en Honor al Inmaculado Corazón de María).
*Obs: Este pedido original e inicial de los 5 Primeros Sábados fue solicitado por Jesús y María a la
vidente de Fátima, Sor Lucía. Sin embargo fue solicitada la devoción de los 9 Primeros Sábados del
Mes por pedido expreso de Nuestro Señor Jesucristo a la vidente Natalia de Hungría.
San José nos dijo reiteradas veces en Sus Mensajes en Jacareí, que Él sufre cuando ve que los
Mensajes de Jesús y María son despreciados y ridiculizados por la humanidad entera. También nos ha
prometido en uno de Sus Mensajes, que estará presente en persona en el día de la muerte de la
persona que honrase sus Dolores fielmente, todos los días y la librará de los asaltos del
demonio. (Los Dolores contenidos en su Santa Hora y los Dolores Secretos revelados)
Meditemos pues en sus dolores secretos y sequemos Sus Benditas y Castísimas Lágrimas con
nuestro amor y correspondencia a Aquél que ha tenido el honor de ser el Padre Adoptivo de Nuestro
Redentor y Salvador Jesús.
Marcos: Amado Papá San José ¿Qué deseas Señor hoy de mí, de todos nosotros esta noche?
San José: “Marcos, Mi hijo, escucha y transmite todo lo que ahora voy a decirte: hijos amados,
escuchen lo que tengo a decirles, por medio de la boca de este Mi siervo.
Mi Amantísimo Corazón quiere atraerles, para el Corazón de Mi Amadísima y Castísima Esposa, María
Santísima.
Mi Amantísimo Corazón tal como procuró una gruta para Ella en Belén, procura hoy corazones que la
acojan y que la reciban con amor. Los corazones que Yo procuro para Ella no son aquellos que la
reciben apenas por un tiempo y después la expulsan, pero, los corazones que la reciben para siempre.
Son estos corazones que Yo deseo dar a aquella que es la Madre del Amor, la Madre de la Paz, que es la
Madre de Dios.
Mi Amantísimo Corazón tanto sufrió aquella noche, en Belén, cuando al golpear las puertas de las casas,
no encontré abrigo, para Mi Amada Esposa y para Mi Dios, que nacería, este es un dolor secreto de Mi
Amantísimo Corazón. Yo no sufría por Mí, sufría por verla cansada del viaje, por verla exhausta por el
calor del sol, del polvo, de la sed, y del propio viaje en el lomo de un jumentito (asno/burro) el día
entero, a punto de dar a luz al Hijo de Dios.
Mi sufrimiento era por ver a Mi Dios, Rey del Cielo y de la tierra, nacer en un establo sucio, oscuro y
frío, cuando Él debería nacer en el más digno de todos los lugares, por ser Dios.
Mientras los hombres comían y bebían, y se recogían a sus camas calientes, Mi Divina Esposa se acogía
a un montón de heno húmedo, para dar a luz. Allí nació, Mi Señor y Dios.
Viéndolo pobre, viéndolo tiritar de frío, viéndolo pequeñito, desvalido de todos, tuve Mi Amantísimo
Corazón traspasado por aguda flecha, y así también lo tuvo Mi Divina Esposa, María ¡Cuánto sufrimos
en aquella noche, ninguna mente, ni humana y ni angélica, jamás podrá comprender!
Sin embargo, la gran alegría de tener a Dios nacido con Nosotros, nos llenase el alma, un pujante dolor
por el desprecio de los hombres nos martirizada el Corazón.
Di, Marcos, di, Mi hijo, a todas las almas, que si veneraren este Mi dolor secreto, que si se recordaren de
ello todos los días y Me honraren rezando un Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre y la jaculatoria
de Mi Amantísimo Corazón, todo concederé a estas almas, desde que lo que pidan no se oponga a la
Voluntad de Dios. Aquellos que se recordaren de este Mi dolor secreto serán amados por Mí y tendrán
Mi protección, todos los días de sus vidas, adonde quieran que estén…”
Honremos y desagraviemos este dolor rezando: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Gloria y una de
las jaculatorias:
Marcos: “Nuestro Señor, María Santísima y San José vinieron de rojo suave y estaban tristes. Tenían
dos Ángeles, uno de cada lado. Después de las salutaciones iniciales, San José me dictó el Mensaje al
mundo:”
“¡Mi Amantísimo Corazón está triste por ver los Mensajes de Jesús y María tan despreciados y
desobedecidos!
El Padre Eterno va a mandar dos castigos para el Brasil, otro para Alemania y otro para Italia…
América Latina también será castigada por sus pecados… España va a derramar lágrimas en cuanto
Francia gemirá…
Si el Padre Eterno no encuentra amor verdadero en los corazones por los Mensajes, los castigos
vendrán…
Sólo el Amor Verdadero puede Salvar el mundo ahora… Amen los Mensajes, y Dios salvará la
humanidad. Dios no quiere castigarlos, pero, no puede hacer nada delante de la desobediencia y rebeldía
de ustedes a los Mensajes de Él y de Su Madre Santísima.
Recen siempre a Mi Corazón para que nuevos Apóstoles de los Mensajes sean suscitados por el mundo
entero.
Continúen con todas las Oraciones (obs.: Rosario Meditado, la Hora de la Paz, la Hora de San José, la
Trecena, la Setena y otras oraciones) que Nosotros les dimos aquí en las Apariciones.
A todos Bendecimos, de Lourdes, Marpingen y Jacareí, en Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.”
Honremos y desagraviemos este dolor rezando: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Gloria y una de
las jaculatorias:
“Mi Corazón es la Fuente de Paz para este mundo sin paz. Para el alma que desea agradar perfectamente
al Altísimo ofrezco el medio eficaz y el único asegurado: ‘La Verdadera Consagración y Devoción a Mi
Amantísimo Corazón’.
Para hacerla es necesario tres cosas:
Si el alma hiciera esto, podré llevarla a la Glorificación Perfecta del Señor y a la Verdadera Vida en
Dios.
Yo estoy pronto para tomar a todos los que quisieren darse a Mí para elevarlos a las mayores alturas de
la vida interior en Dios.”
Marcos: “Hoy vi a San José, vestido de túnica blanca y manto azulado. Él me dijo:”
“Marcos, Mi hijo predilecto, oye atentamente lo que Yo tengo para decirte y escribe:
La Verdadera Devoción a Mí es el remedio y la cura para todas las dolencias y males espirituales de
estos tiempos.
Si alguien desea librarse de vicios y defectos personales, que recurra a Mi Corazón y encontrará toda la
fuerza que necesita para cambiar. Cuando digo “recurrir”, digo “vivir la Verdadera Devoción” a Mi
Corazón ya explicada en estas Apariciones de Jacareí.
Si esto fuese hecho, la transformación será fácil y podrá ser alcanzada por todos los que la quisieran.
La Verdadera Devoción a Mí es la gran fuerza espiritual para las almas que quieren salvarse en estos
tiempos de apostasía, de pérdida de la Verdadera Fe y desprecio de todo lo que es sobrenatural, y de
amor al mal y al pecado.
Con esta Devoción, las almas conseguirán amar y desear el bien y las virtudes, y huir del mal y del
pecado, deplorándolos.
Con ella, las almas detestarán todo lo que ofende y lastima al Señor y a Su Madre y ¡Amarán todo lo que
Les agrada! ¡Esta es Mi Hora! ¡Estos son Mis tiempos!
Mi acción extraordinaria va ahora ser manifestada a todos. Yo vine a suscitar y a formar grandes almas,
que en la Santidad y el Amor, consuelen los Corazones del Señor y de Su Madre y sean la alegría del
Espíritu Santo.
Marcos, escriba todo esto para tu propio beneficio y el de todos Mis Hijos, y anúncialo a todas las almas.
Elegido, ¡la Paz!