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DARIO ACHURY VALENZUELA

ANALISIS CRITICO DE LOS


AFECTOS ESPIRITUALES
DE SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCION DE CASTILLO

TEXTO RESTABLECIDO, INTRODUCCION


Y COMENTARIOS DEL AUTOR

3X2186
£353
MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL
BIBLIOTECA DE CULTURA COLOMBIANA
Darío Achury V alenzuela

ANALISIS DE LOS CRITICO


AFECTOS ESPIRITUALES
de Sor Francisca Josefa de laJOoncepción de Castillo
rVarkCi s*c ¿¡u "^^¿-Cól. de. C&£ filio
y

TeArío restablecido, introducción y comentarios del autor

Biblioteca de Cultura Colombiana


INTRODUCCION
Al estudiar los Afectos Espirituales de Sor Francisca
Josefa de la Concepción, no debe perderse de vista que
estos guardan una estrecha relación con el libro de Su
Vida. Ateniéndonos al propio testimonio de Sor Francis-
ca, expresado en distintos pasajes de sus obras, ella
comenzó a escribir los Afectos Espirituales a poco de
haber ingresado en el convento, posiblemente en el año
de 1694. Con posterioridad, y por orden también de
uno de sus confesores, se dio a la tarea de escribir su
relato autobiográfico en el cual insertó, total o parcial-
mente, algunos de sus Afectos, advirtiendo explícita-
mente o dando a entender veladamente que lo insertado
lo había tomado de algo que venía escribiendo. Sor
Francisca, al hacer tales traslados o reproducciones,
introduce a veces algunas variantes o correcciones del
texto original, lo que demuestra su preocupación por
pulir, abreviar o enmendar sus escritos.
En otro lugar queda dicho cómo el libro de Su Vida,
por su forma y contenido, es un testimonio de su vida
física, al paso que, por las mismas razones, los Afectos
Espirituales son un testimonio de su vida espiritual;
pero estas dos formas de testimonio no se dan por se-
8 INTRODUCCIÓN

parado, sino que en una y otra obra es perceptible su


íntima correspondencia e inter -relación. Y tanto es así,
que el sentido de los Afectos no se explicaría sin el co-
nocimiento de los sucesos, experiencias y episodios que
se refieren en el libro de Su Vida. Estos son, en cierto
modo, el soporte y como la estructura material de su
biografía espiritual, referida en los Afectos. En gran
parte los escribió en su adolescencia y juventud, lo cual
explica la evolución de su estilo: inseguro y hasta arti-
ficioso en los comienzos; más personal, más sobrio y
mejor logrado en los que constituyen la segunda parte,
redactados, según datos fehacientes, a partir del año de
1724, o sea cuando la autora contaba cuarenta y tres
años de edad. Por haber comenzado Sor Francisca a
escribir. Su Vida en el período en que se inicia la ma-
durez, las razones antes expuestas explican la diferen-
cia de estilo entre una y otra obra. En efecto, las influen-
cias de la literatura barroca, perceptibles en su obra de
juventud, se esfuman un tanto para dar paso al estilo
personal de la autora, formado por la madurez de su
juicio literario, por la experiencia de los años, por lec-
turas seleccionadas ya con un claro y eminente sentido
de responsabilidad intelectual. No significa esto que Sor
Francisca no recaiga de vez en cuando, al escribir, en
los vicios literarios de su juventud: abuso de los sími-
les, hipérbaton culterano, elipsis conceptistas, excesos
e impropiedad en la adjetivación, exuberancia de retó-
ricos exornos, incongruencias de orden sintáxico, falta
de continuidad en el pensamiento y cierto nerviosismo
expresivo que constantemente la induce al reino de la
confusión.
El relato de Su Vida, al contrario, nos revela una nue-
va modalidad de su estilo: el lenguaje es más llano, más
ponderado el empleo de la metáfora, más discreto y
apropiado el uso del adjetivo, más congruente el sen-
tido de las frases, cláusulasy períodos, y muy diluidos
los resabios culteranos y conceptuosos.
Estas consideraciones previas son necesarias para ex-
plicar por qué al analizar los Afectos Espirituales, ello
se hace en función del relato autobiográfico de la auto-
ra, empresa que implica una eminente responsabilidad
INTRODUCCIÓN 9

y sumo cuidado para evitar, tratándose de una obra de


carácter místico o simplemente ascético, invadir cam-
pos vedados al crítico literario, reservados únicamente
a los especializados en teología mística y ciencias afi-
nes. Lo que en el caso de la obra de Sor Francisca se
propone el crítico es el análisis exhaustivo desde el pun-
to de vista meramente literario, con el fin de estable-
cer valores de acuerdo con una escala de mensura pu-
ramente humana, quedando para los teólogos el defi-
nir, por ejemplo, si cuanto refiere la autora en mate-
ria de hablas, locuciones, arrobamientos, vuelos del
espíritu, éxtasis, etc., tiene una explicación en los do-
minios de la teología mística, delicada materia que
ignoramos totalmente. La
plenaria confesión de nues-
tra ignorancia al respecto, no nos exime del deber
de explicar el por qué de nuestra faena de simple aca-
rreo de materiales extraídos de las obras maestras de
la literatura mística española, que accidentalmente pu-
dieran servir al teólogo para sus fines esenciales, pero
que a nosotros sólo nos sirven como argumento de auto-
ridad sencillamente, ya sea para comprobar la autenti-
cidad de una influencia literaria, ya para establecer un
paralelo o una coincidencia, o una similitud de estilos,
o para situar la mera obra literaria en una escuela, co-
rriente o tendencia filial de la historia general de la li-
teratura española.
Cierto es que en el caso de la obra de Sor Francisca,
de lo que se trata es de saber si ella pertenece, dentro
del cuadro de clasificación de la historia de la litera-
tura, a la mística o a la ascética, y que a tal clasifica-
ción no se puede llegar aislando el contenido de la for-
ma, sino considerándolos a ambos como integrantes de
un todo. O sea, que cualquier presión que ejerzamos
sobre la epidermis necesariamente obrará sobre la vis-
cera, estremeciéndola hasta en sus más recónditos te-
jidos celulares. Será preciso, entonces, manipular con
experta destreza los más finos y sensibles instrumentos
de disección para no interesar la menor fibra de la en-
traña mística. ¿Significará esto que el crítico debe dejar
pasar inadvertidas esas palpitaciones que como men-
sajes invitatorios nos envía lo místico desde su entra-
,

10 INTRODUCCIÓN

noble viscera cordial para que nos inclinemos sobre ella


en claro ademán de auscultación? En modo alguno, por-
que ese fondo, aunque místico en su esencia, irradia
cierta energía que, al trascender el ámbito de lo divino,
se desprende de su carga metafísica para actuar en un
ámbito más próximo a éste, nuestro, en que se agitan,
padecen y periclitan las criaturas terrenales; y, preci-
samente, tales irradiaciones son las que el crítico debe
captar, para transformarlas en potencia analítica, en
ondas luminosas que le alumbren en su humilde faena
de minero empeñado en robarle a la entraña mineral
de la obra literaria el mínimo destello fulgurante con-
centrado en la gema de su gracia formal.
Previa esta disquisición de engreído acento precep-
tista, que hemos creído necesaria para justificar nues-

tro intento de trazar una serie de coordenadas entre el


libro de Su Vida — como testimonio del cuerpo — y los
Afectos Espirituales — como testimonio del alma —
procederemos a elaborar una serie de notas críticas de
cada uno de los capítulos en que se dividen los Afec-
tos de la V enerable Madre del Castillo, tratando en ca-
da caso de establecer su respectiva cronología. Pero
antes queremos dejar establecido, con respecto a la cro-
nología de estos Afectos, que nuestra escritora poco o
nada se cuidó de ella. Lo único que arroja cierta luz
sobre el particular es la nota que aparece al margen
del Afecto 108?, el último de la primera parte, y que
dice: "Hasta aquí el año de 16, ahora es el 24" O sea,
.

que la anotación fue puesta en el año de 1724 y que los


Afectos que integran el primer volumen fueron escritos
en el lapso comprendido entre 1694 y 1716. A pesar de
esta anotación marginal, en dicho volumen se hallan
incluidos Afectos escritos con posterioridad al citado
año de 1716, como podría comprobarlo quien tenga la
paciencia de establecer una relación cronológica, que,
en todo caso, no podrá ser sino aproximada, entre los
capítulos en que se divide el libro de Su Vida, y cada
uno de los Afectos; relación de la cual resultará que en
ocasiones la anotación cronológica que Sor Francisca
puso al margen de algunos de sus Afectos no corres-
ponde exactamente a las muy escasas también que se
INTRODUCCIÓN 11

dan en el texto de Su Vida, donde se refieren los mis-


mos hechos que en aquéllos, fechas que generalmente
son posteriores a las indicadas marginalmente en los
Afectos. Prima la cronología de la Vida sobre la de los
últimos, porque en su relato autobiográfico da Sor
Francisca, fechas que no dejan lugar a duda, mientras
que las que se dan en los Afectos, salvo observación en
contrario, pueden indicar, o bien el año en que fue
escrito el Afecto o el año en que fue revisado por la
propia autora o por su confesor, o también en el año
en que acaecieron los hechos a que el Afecto se refiere.
La precisión de la cronología de los Afectos, que a
muchos ha de parecer superfina, es necesaria para ir
fijando los procesos de evolución del estilo de la autora
a través de los años: estilo inmaduro, necesariamente,
en la adolescencia, barroco luégo, y un tanto clásico,
ya en la madurez y comienzos de la senectud.
No se sabe a ciencia cierta si Sor Francisca volvía
sobre lo escrito para pulirlo y aliñarlo. Sólo se sabe,
por las breves misivas que ella algunas veces transcri-
bía o agregaba originalmente a sus Afectos, que solía
someter a la revisión de su confesor de turno, y muy
principalmente P. Francisco de Herrera, cuanto iba
al
escribiendo. En
cuanto al retoque que diera a algunos
de sus escritos, personalmente, nos ha quedado cons-
tancia fehaciente de ello en los textos que ulteriormente
reproduce en Su Vida, tomándolos de los Afectos, en
los cuales introduce a veces algunas modificaciones de
forma: sustitución de un adjetivo por otro, supresión
de palabras para dar mayor énfasis a una expresión,
cambio de un giro por otro más apropiado o más sin-
tético, etc., etc.

Darío Achury Valen zuela


AFECTOS ESPIRITUALES DE
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCION
42 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

larga parece la noche al que más desea que se pase. Su-


fre pues los tormentos, arrójate al padecer, ten por
lecho las penas, tierra y podre eres; culpas cometiste
por lo cual mereciste el infierno; aunque el Señor te
mate, espera en Él; pero esta esperanza sea reposada
en tu seno, y reposa con ella.
Muchos bienes, y grandes, he perdido, por no sufrir
y padecer; el padecer es limitado, y perdida la ocasión
que Dios me da, justamente me negará las otras, y
mayor gracia para llevarlas. En el cielo no se podrá pa-
decer; ni en esta vida quieras, alma mía, gozar; atien-
de, mira, no trueques las manos; advierte a la eterna
penitencia que hacen casi infinitos por un corto gozar;
trocaron las manos, cayeron a la siniestra, y allí estarán
para siempre.

3: COMENTARIO
Hace la autora una breve consideración en torno del
verso de Job Post tenebras spero lucem 1
: sea, que al . O
alma que padece esperando en el Señor, la más profun-
da noche le parece luz de alborada; que tales padeci-
mientos son fugaces y pasan pero, en cambio, la ocasión
;

de sufrirlos, si el alma no la aprovecha, no sólo no


retornará, sino que le será negada la gracia de que oca-
siones semejantes se le vuelvan a presentar.
No hay indicación alguna ni alusión que permitan
establecer la cronología de este Afecto; pero, por ra-
zones que detalladamente se expondrán al tratar del
Afecto 5?, se puede remitir su redacción al año de 1696.

AFECTO 4<?

AFECTOS A JESUS SACRAMENTADO, DEDUCIDOS


DE VARIOS SALMOS DE DAVID
Oh Señor mío Sacramentado, cuando el alma te halla,
¿qué puede desear, sino es tenerte y no dejarte? No
te busque en lo estrecho de la tierra, no en las plazas

1
Job., 17, 12.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 43

del cielo, no en los espíritus veladores de la ciudad san-


ta, pues sólo es de Ti participada su hermosura. ¿Qué
busca en el cielo el alma que tiene je de que estás en
el Sacramento? Pida todo lo que quisiere, que en Ti lo
recebirá; busque todo lo que quisiere, que en Ti lo ha-
llará; llame, pues eres casa de la sabiduría, puerta para
entrar al Padre; llave que sólo abres lo que otro nin-
guno 1 ¡Cuán amables son tus moradas*, Señor de las
.

virtudes! Mi alma las codicia, pero aun en sus atrios


descaece ; Tú le darás la mano, y con tu voluntad la lle-
varás, y la recibirás con gloria.
Conocí ser nuestro Señor la escala que teniendo su
principio en los resplandores del pecho de su Padre, el
espíritu de su amor y comunicación hizo bajar a la tie-
rra y humanarse. Bajó cubriendo su gloria con la na-
turaleza humana, no con las pasiones brutales de ella,
sí como ángel del gran consejo, para que los hombres
dormidos en la sombra de la muerte recibieran la salud,
teniendo hombre que los enseñara a subir como ángeles.
¡Oh casa de la sabiduría, cuán hermosos son tus
pasos! ¡Oh humanidad santísima! ¡Oh verdad eterna,
camino, y vida, cuán suave es tu voz a los oídos de tu
Padre!, cuán hermoso tu rostro, aunque entre som-
bras! Arca de refugio en quien están todas las cosas
con un modo dulce, nuevo, y escondido; casa de tu
Padre en quien hay muchas mansiones 3 ; no desprecias
al pobrecito, no confundes ni te confundes con el igno-
rante. En Ti hallan guarida las aves del cielo, los ani-
males de la tierra; no das una mesma morada a las
águilas reales, y a las avecicas pequeñas, ni deja de
hallar en Ti la tórtola su nido, el pájaro su casa. El
león fuerte y el cordero simple hallan en Ti morada
igual, aunque distinta. El ciervo ligero, el jumento pa-
ciente, hallan en Ti lugar sin confundirse. La paloma
serena, el erizo afligido; al uno eres reposo, al otro eres
refugio; a éste le das descanso en el refugio, al otro
das defensa en el descanso. Padre nuestro, en Ti todos

1
Apoc, 3, 7.
2
Ps., 83.
3
Juan, 14, 2.
44 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

se alegran. Laetabuntur in cubilibus suis 1 Pero, ¡oh


.

Dios, cuantos fueron los perdidos, no entraron en Ti,


no te buscaron, por esto hallaron tribulación y dolor;
no buscaron la vida, y los halló la muerte, la tribula-
ción y angustia! Tengan, pues, los que te hallaron exal-
tationes Dei in gutture eorum, como sustento para ellos
cerca de la boca para llamar a los otros, no en la boca
sola y sin tiempo, ni sólo en el corazón con avaricia o
pereza; en la garganta, como quien dice lo que come
y come lo que dice. Inclina mi corazón a tus testimo-
nios, no a la avaricia sólo de saber, ni de mostrar que
sé. En esto he tenido muchos conocimientos, que no
apunto, por parecerme no son para mi; en especial en
lo que dije de aquellos árboles dorados, me parecía ser
los sermones, cuando no se atrae el espíritu, abriéndose
para eso sólo los labios, se sube con trabajo, y su fin
es el aire.
Alma, en el mar de este mundo, en el diluvio de la
vida humana, sólo hallarás seguridad en esta arca, sólo
podrás pasar en esta nave que trajo el pan del cielo.
Si vas con tu Dios, no temas; si llevas a tu amor, no
te entristezcas. El dominará el mar. Si durmiere, dale
voces 2 , que sosiegue la tempestad. Su corazón vela
cuando Él duerme 3 Tu Jesús es guarda de Israel. Si
.

caminares en medio de la tribulación, Él te vivificará.


Sobre la ira de tus enemigos extenderá su mano, su
diestra te hará salva. No temas la horrible fiereza del
dragón de este mar, que Él lo formó ad illudendum ei.
¡Oh, mi Jesús querido, pónme junto a Ti, y la mano
de cualquiera pelee contra mí!

4: COMENTARIO
Este Afecto es una continuación del Afecto 2°, y al
igual que éste versa su tema sobre la presencia de Cristo
en el Sacramento de la Eucaristía. Los nombres con que

1
Ps., 149, 5.
2
Lucae, 8, 23-24.
8
Cant., 5, 2.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 45

Sor Francisca evoca aquí a Jesús son los mismos que


emplea, tomándolos del salterio, de los Contares y del
Apocalipsis, en el Afecto 2? "casa de la sabiduría",
:

"puerta" para llegar al Padre, "llave de David" (Ap.,


3, 7) "morada", cuyos atrios "codicia y vehemente-
;

mente desea el alma" (Ps., 83, 1-2) "escala" que des-


;

ciende del Padre a la tierra en virtud comunicativa del


Espíritu Santo; "vía, verdad y vida" (Jo., 14-6) "ar-
;

ca de refugio" y "casa del Padre con muchas moradas"


(Ibid., 14, 2). También, como en el mencionado Afec-
to 2^, la autora enlaza o eslabona, en la recapitulación
final delAfecto 4?, el tópico de Cristo como "sabiduría
eternal" con el de Cristo como "arca de salvación" para
el alma acosada por las tribulaciones, afanes y peligros
del mundo.
Yaen el Afecto 2? había hablado de quienes son
llamados bienaventurados porque temen a Dios, siguien-
do en esto las palabras del Salmista, brevemente para-
fraseadas. En el Afecto 4° vuelve, incidentalmente, so-
bre el mismo tema para decir con el mismo Salmista
que tales bienaventurados se gozan en la gloria de Yah-
veh y en sus lechos gritan de alborozo (Ps.. 149, 5), y
modulan en su garganta alabanzas del Padre (Ps.,
149, 6).
Pide luego Francisca alSeñor que, como a David,
incline su corazón a sus mandatos y testimonios, pero
nunca a (Ps. 118, 36) "avaricia del saber",
la avaricia :

agrega para fines que en ese momento singular-


ella
mente le interesan y preocupan, no tanto por ella cuan-
to por otras personas. Francisca es más explícita aún
al respecto, aclarando que sobre el particular "ha tenido
muchos conocimientos", pero que ella no los escribe
por parecerle que no atañen a su persona sino a "algo"
de que ya en otro lugar había hablado. Ese "algo" son
los sermones de un predicador culterano de su época,
cuya exasperante frondosidad verbal enrevesaba tanto
el sentido de sus prédicas, que el auditorio monjil que-
daba pasmado ante tamaña elocuencia, pero sin haber en-
tendido una sola de sus exornadas razones. Por su viciosa
frondosidad, compara Francisca tales sermones con "ár-
boles dorados" que crecen trabajosamente y "cuyo fin es
,

46 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

el aire". Metáfora esta del aire que la autora emplea para


significar la hueca y vana palabrería, llena, como las
cañas, de aire y nada más.
El final de este Afecto es un "reenlace" con el tópico
inicial del mismo y del Afecto 2?, o sea, con el tópico
de Cristo eucarístico como "arca de salvación" en me-
dio del diluvio de penas y aflicciones en que el alma se
anega. Sólo que aquí la imagen del arca se trueca luégo
en imagen de una nave que trae el pan del cielo la :

misma nave que en el lago estuvo a punto de zozobrar


mientras que Cristo, que iba en ella con sus discípulos,
dormía, y cuando éstos le despertaron diciéndole que se
iban a pique, habló imperiosamente al viento y al agua
para calmarlos, a tiempo que reprochaba a los discípulos
su falta de fe (Le, 8, 22 y ss.). Ampliando el sentido
de esta imagen, Francisca explica ese dormir del Maes-
tro con las palabras del Cantar de los Cantares: "yo
dormía, pero mi corazón velaba" (5, 2).

Cronología. —La
autora no hace en este Afecto alu-
sión a un hecho concreto —
excepto el relacionado con
los sermones del cultilatino predicador de marras —
que dé pie para establecer su cronología.

AFECTO 5?

EXTRAORDINARIOS TRANSPORTES AMOROSOS


Estando afligida, porque me faltó el consuelo de ver
a mi confesor cuando lo esperaba, entendí esto. Alma:
cur fies? et quare non comedís? 1 ¿por qué está afligi-
;

do tu corazón? Nunquid non ego melior tibi sum quam


decem filii? ¡Oh gloria mía, Padre mío y Señor mío,
amor, descanso, centro y vida de mi alma, hermoso
Nazareno, lumbre de mis ojos (no sé qué iba diciendo),
mira, gloria mía, ya no quiero cielo, ¿qué hay para mí
en él? Tú eres mi alma y mi vida. No quiero corazón
ya, no quiero ojos, ciérralos, Rey eterno, que fuéra de

1
I. Reg., 1, 8.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 47

Ti cuanto miro es vanidad; mejor eres que todos los


hijos de los hombres, escogido entre millares; hermosa
1
tu presencia, gracioso sobre todos ; tu habla infunde
gracia, tu mirar vida, y todo te me das. ¿Qué te daré,
Señor mío? Por ventura, ¿podré criar un cielo em-
píreo para Ti? ¿Me pondré en una cruz por darte
vida? ¿Podré acrecentar tu hermosura o hacer a mi
alma hermosa a tus ojos? No, Señor, ni un cabello de
mi cabeza podré hacer crecer, ni llamarte Jesús, ni res-
pirar. ¿Pues, qué haré? ¿Estás mi Dios enfermo, para
que te cure? ¿Tienes hambre o sed, estás desnudo, te
falta alguna cosa, de qué careces? ¿Estás triste, para
qué me quieres, para qué me
buscas? ¡Oh prodigio de
amor! ¿Qué te faltará si me
pierdo? ¿Qué te impor-
tará si no te gano? ¿Qué viste en el alma, querido Se-
ñor mió: no es villana y traidora, no es engañosa y vil,
no quiso ella perderse? ¿Por qué la buscas, para qué
la llamas? ¡Oh prodigio de amor! Asómbrese el cielo,
estremézcase la tierra, y todas las criaturas le den vo-
ces al alma. "Conócete, que gran tesoro tienes en vaso
de barro; capaz eres de que Dios te ame para poner
en ti hermosura que codicie el Rey eterno 2 ; pero, ¡oh,
con cuántos riesgos en ti misma!

5: COMENTARIO
El motivo de este Afecto es la aflicción que siente
Francisca a causa de no haber podido ver a su confesor
cierto día en que lo esperaba. A
este mismo hecho se
refiere la autora en el libro de Su Vida (XIII, 116), si
bien con mayor precisión " un día, como hubiera
: . . .

venido mi confesor, y se fuera sin consolarme, yo quedé


con pena y tristeza por esto, y luégo entendí estas pa-
labras: Cur fies? et quare non comedís? et quam ob
rem adfligitur cor tuum? Nunquid non ego melior tibi
sum quam decem filii? (I. Reg., 1, 8). La cita de este

1
Ps., 44, 3.
2
Ps., 44, 12.
48 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

mismo texto en el Afecto 5? (p. 46), nos ha servido


para correlacionar lo que en uno y otro lugar se dice
a propósito de lo mismo, y para fijar de paso la cro-
nología de este Afecto. Francisca relata, en efecto, en
el precitado capítulo XIII de Su Vida, sucesos acaecidos
aproximadamente entre 1694 y 1696, entre otros uno
muy importante de tenerse en cuenta para cuando se
intente precisar el año en que Sor Francisca comenzó
a escribir sus Afectos Espirituales ; y ello fue que en
cierta ocasión en que ella se obstinaba en no seguir es-
cribiendo "los Sentimientos que Nuestro Señor daba a
mi alma y los Afectos que contenían aquellos papeles",
le pareció ver que en el corazón de Cristo se escribían,
con su propia sangre, tales afectos y sentimientos, y que
esto ocurrió "luego que profesé". En el año de 1693
tiene lugar la toma de hábitos de Sor Francisca (Su
Vida, X. 95), después de dos años de noviciado. En
1694, a los veintitrés años de edad, hace profesión de
monja (ibid. XI, 100-101). A poco de haber profesado,
escoge al P. Francisco de Herrera como confesor
suyo, quien ordenóle "muchas veces que escribiera y
le mostrara los Sentimientos que Nuestro Señor me
daba; fue grande mi pena y vergüenza en eso, mas al
fin lo hice" (Ib. XI, 102). Más adelante dice: "así pasé
casi dos años" (103). Luego fue entre los años de 1694
y 1696 cuando ella comenzó a escribir sus Afectos Es-
pirituales. Queda comprobada así la correspondencia
cronológica entre el Afecto 5 9 de la primera parte y
el capítulo XIII de Su Vida y, por consiguiente, fijada,
por aproximación, la época en que Francisca inició la
escritura de sus Sentimientos Espirituales.
Ignoramos con qué fundamento el señor Antonio Ma-
ría de Castillo y Alarcón afirma, en su prólogo a la
primera edición de los Sentimientos Espirituales (Bo-
gotá, 1843), que "sus primeras producciones, conteni-
das en este libro, marcan la fecha del año 1690, cuando
sólo tenía la autora diecinueve años, y aunque hacía
uno que vivía en el convento, aún no había vestido el
hábito religioso, y ya le ordenó su director que escri-
biese, porque ya en tan tierna edad tenía ilustraciones
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 49

y suficiencia para ello, como lo patentizan bien dichas


primeras producciones" K
Insistimos, basándonos en las propias palabras de
Sor Francisca, ya citadas, en que fue su confesor el
P. Francisco de Herrera quien le ordenó poner por
escrito los sentimientos y afectos de su alma, poco des-
pués del año de 1694, año en que profesó de monja.
No fue fácil para Sor Francisca empeñarse en esta
empresa, y ella misma dice que cerca de dos años estuvo
luchando consigo misma antes de decidirse a obede-
cer el mandato del R. P. de Herrera. Luego fue al cabo
de esos dos años, es decir, en el año de 1696, cuando se
dedicó de lleno a escribir sus Afectos Espirituales, y a
la edad de veinticinco años. Recuérdese, además, que
el P. de Herrera fue confesor de Sor Francisca poco
después de haber ella profesado, luego no es posible
que nuestra monja clarisa se entregara a la tarea de
escribir sus Afectos antes de habérselo ordenado su
confesor, según ella misma lo dice.
Queda aclarado, de paso, el lapso durante el cual
ella escribió la primera parte de sus Afectos Espiritua-
les, o sea el comprendido entre los años de 1696 y 1716 2 ,

salvo los reparos cronológicos que en su debida opor-


tunidad se irán haciendo en el curso de estas notas crí-
ticas y explicativas.
Dilucidado el aspecto cronológico de este Afecto 5°
— de suma importancia, como se ha visto —
volvamos
,

a su motivo capital. Habíamos quedado en que Sor


Francisca está cierto día muy afligida porque su con-
fesor, el P. de Herrera, se había ido del convento sin
verla ni consolarla. Fue entonces cuando dice ella haber
"entendido" las palabras de Elzana, hijo de Yeroham,
a la inconsolable Ana, su estéril esposa "¿ Por qué
:

lloras, y por qué no comes, y por qué se llena de pesa-


dumbre tu corazón ? ¿ No valgo yo para ti más que diez

1
Apéndice del I volumen de los Afectos: "El Editor", pá-
gina 345, ed. de 1956, Bogotá.
2
Esta última fecha la da la nota marginal puesta por la
autora al final de esa primera parte. "Hasta aquí el año de
16, ahora es el de 24", Afectos Espirituales, I, 341, n. (a), ed.
Bogotá, 1956.

Análisis —3
50 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

hijos?" (I. Rg., 1, 8). Expresando el efecto que le pro-


dujeron estas palabras de suprema consolación, dice
Sor Francisca en el capítulo XIII de Su vida, que "fue-
ron estas palabras tan sentidas en mi alma, que me
hicieron casi salir de mí con la alegría y amor que habían
infundido en ella" (p. 116). En efecto, la autora, a pro-
pósito de tales palabras, se deshace en exclamaciones
y efusiones de una tan conmovedora ternura, de un tan
entrañable sentimiento amoroso, que apenas comienza
a expresarlas, se conturba y se detiene para decir "no
:

sé lo que iba diciendo". Tan profunda es la emoción


que la embarga, que las palabras le faltan y la memoria
se le obnubila. Luego se recobra y continúa escribiendo
una de las páginas más hermosas de la literatura mís-
tica, una genuina página antológica, como el lector mis-
mo podrá comprobarlo al leerla.

AFECTO 6?

IMAGEN ALEGORICA DE LA MORTIFICACION,


Y AFECTOS AL SACRAMENTO
Esto conocí con la semejanza de una persona que
con hábito de religión caminaba por el mar sobre una
cruz hecha de dos espadas. Entonces pensé iría sólo en
la obediencia segura; y ahora conozco significarse en
las espadas las dos pasiones y principio de todas, que
creo llaman irascible o concupiscible, hechas cruz para
la mortificación, navega el alma en la cruz, que abra-
zándolas fueran muerte y perdición. ¡Oh Jesús mío!
¿Quién podrá librar en tantos riesgos? Tú solo, que re-
posas en la cruz como en navecica pequeña; no hay ries-
go donde Tú estás, gloria del cielo; pequeña es la fe
del que duda podrás librar de la tempestad, dar bo-
nanza y llevar al puerto.
Si el alma camina en fe, la hará semejante a Ti,
la que harás que te imite; sobre la firme piedra edifi-
caste tu casa, la Iglesia; sobre la firme fe que te con-
fiesa Cristo, Hijo de Dios vivo, Dios y hombre. Esta
es la casa en que el alma se resiste, fuerte en la fe, a
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 51

sus enemigos 1 ; esta es la torre con muchos escudos y


segura defensa *.
¿Qué me pueden decir todas las criaturas ? ¿Que re-
velación hay para el alma, tan tierna y regalada, como
creer, mi Dios, que Tú estás en el Sacramento? ¿Qué
cosa más cierta y dulce que creer que entras en mi
pecho, que te haces una cosa con el que te recibe? En
sabiendo esto, callen todos mis deseos, y sólo desee
disponerme para recibirte. Si el alma desde lo alto del
inundo viere todas las riquezas, segura las despreciará
cuando diga: a mi Dios y Señor adoraré, a Él sólo ser-
viré s ; a mi Dios que se da en sustento para que viva
el hombre con la palabra que procede de Dios.
Sin ninguna consideración, sólo con ver a Nuestro
Señor Sacramentado, se halla el alma tan llena de gozo,
de satisfacción y consuelo, como los polluelos debajo
de las alas de su madre; o más propio, como los gusa-
nos a quienes después del agua y frío baña piadoso el
Sol.
Todo mi consuelo es haber ofrecido una vida sola que
tengo, alma y cuerpo, por esclava de Nuestro Señor
Sacramentado ; este fue mi intento el día que profesé.
Mi consuelo en la clausura es decirle: no las cadenas de
fierro, Señor mío, sí las de Cristo. En la obediencia
pienso que es su voz la que oigo, y con esto se alienta
mi tibieza y flojedad. Algunas veces esta consideración
trae estos afectos: deseo de obedecer, no sólo a los su-
periores e iguales, sino a los inferiores; y si pudiera,
hasta a las criaturas irracionales, no sólo en lo que
mandan, sino en lo que se juzga que quieren; y esto da
deseo de hacerlo lo mejor que se pueda, y se hace con
gusto, con facilidad y suavidad.
Me parece, según lo que debo a mi Señor y el co-
nocimiento que da, si fuera un serafín con la hermosura
y pureza de todos juntos, y hubiera de estar hasta el
fin del mundo clavada en una cruz por su amor, y por
darle gusto, no haría nada. Mire ¿qué hará quien en

1
I. Petri, 5, 9.
a
Ps., 60, 4.
3
Matt., 4, 10.
52 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

el todo es tan despreciable, y ve que no hace nada, ni


puede, ni tiene, ni es? Apenas he experimentado de-
seo, consuelo, conocimiento o luz, que no proceda de
Nuestro Señor Sacramentado, o refiriéndose a Su Ma-
jestad, o teniendo allí su principio, o rezando en su
presencia el oficio divino, o comulgando, o viéndolo
descubierto.

6: COMENTARIO
Inicia este Afecto Sor Francisca diciendo habérsele
representado en cierta ocasión la imagen de una perso-
na vestida con hábito religioso navegando en el mar
sobre una cruz formada por dos espadas, una de las
cuales simbolizaba la ira y la otra la concupiscencia. La
cruz así formada era imagen de la mortificación a la
vez que de una nave, a la cual debe asirse el alma para
su salvación. Si nos atenemos a esta explicación del
símil, la persona que navega sobre esa cruz, cuyos tra-
vesanos son las espadas de lo irascible y concupiscible,
debió ser la misma Sor Francisca pero si tenemos en ;

cuenta el significado de la explicación que en el texto


intercala "entonces pensé sólo iría en la obediencia se-
:

gura", tal persona debió ser su confesor, por lo que en


seguida se dirá. En el capítulo XIII de Su vida cita- —
do a propósito del Afecto anterior encontramos una—
explicación del sentido de los Afectos 5? y 6?, a través
del texto del Libro Primero de los Reyes (1, 8). O sea,
que con tales palabras de la Biblia "no entendí yo que
dejara de buscar el asilo y la enseñanza en el confesor".
Esto es, que por muy afligida que Francisca hubiera
quedado al ver que su confesor se ausentaba del convento
sin haberla consolado 1 , no por eso debía desanimarse
sino, antes bien, debía obedecerle en todo, atenerse a
sus mandatos y buscar en él refugio cuando lo hubiere
menester. Ahora bien, enlazando esta cita textual de
Sor Francisca y su congrua explicación con el sentido
de la frase "entonces (al ver a la persona en hábito de

1
Afecto 59 , p. 46 de esta edición, y Su Vida, XIII, 116.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 53

religión navegando sobre la cruz de espadas) pensé iría


sólo con la obediencia segura", deducimos que el na-
vegante columbrado por Francisca en su visión, que
ella llama de "conocimiento", era su propio confesor, y
aún más concretamente, el P. Francisco de Herrera.

El significado del símil de la cruz formada por las


espadas de las pasiones, como nave guiada por el con-
fesor, es no sólo obvio sino que, por lo reiteradamente
usado en la literatura mística, es un tópico el guía es-
:

piritual que gobierna la nave de las pasiones humanas


para conducir sin peligros al alma confiada a su guarda
a través del proceloso piélago de su vida. Sor Francisca
prefigura, además, en la cruz, la cruz de la mortificación,
de la obediencia y del renunciamiento, a la cual debe
asirse ella como el náufrago a la tabla de salvación.
Cruz del renunciamiento total del alma al mundo y sus
locos placeres, cuando ella se consagra definitivamente
al servicio de Dios, mediante los votos hechos al abrazar
el estado religioso. En cuanto a Sor Francisca, "mi
consuelo en la clausura es decirle no las cadenas de
:

fierro, Señor mío, sí las de Cristo" K Líneas antes


nos recuerda la autora la promesa que hiciera a Cristo
Señor, el día en que profesó, de ser su esclava y de
obedecer "hasta a las criaturas irracionales".
Termina Francisca este capítulo con un acto de ano-
nadamiento total, y confesando que todo cuanto ha
conocido y deseado le ha venido siempre de Jesús en la
Eucaristía.

Cronología. —
Del contexto de este Afecto se deduce
que él fue escrito algún tiempo después de haber pro-
fesado, en 1696, aproximadamente.

1
Afecto 69 , p. 51 de esta edición.
54 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

AFECTO 7<?

ELOGIOS DE LA FE, ESPERANZA Y CARIDAD


Representábase a los ojos de mi alma la fe como un
campo de incomprehensible grandeza y hermosura, de
cuyas flores, frutos, pastos, aguas purísimas, aires sua-
ves que dan vida, me parecía ser participados los sen-
timientos, luz y afectos que digo. Conocía estar Nues-
tro Señor allí como pastor apacentando a las almas,
ya en el valle de la humildad, ya en lo alto de la con-
templación, ya a la sombra del que deseaban, ya al sol
del mediodía, ya llamándolas con su dulce silbo, ya
ocultándose a su vista, ya mostrándose afable y amo-
roso. Después de las tinieblas esperan la luz; mas en
la luz no dejan de aguardar la sombra, porque sólo en
el cielo será perpetua la luz. Conocí estar tan cercado
este campo, que el demonio lo que podía era dar vuel-
tas buscando a quien tragar 1 asechando, llamando, y
,

levantando polvaredas para hacer presa en la ovejita


que dejando a su dueño saliere de su casa. Conocí que
cada alma es juntamente oveja y pastor de sus afectos;
que dejando de velar sobre ellos, saldrían de Dios, y
llevarían al alma a la boca del león. Acordóme de lo
que dijo Nuestro Señor: si me amas, apacienta mis
ovejas. Es verdad que conocí ser grande el trabajo que
dan al alma, cuando se alborotan, las pasiones; mas
como está a cuidado de otra guarda superior, fiada de
Él, y velando, se resiste fuerte en la fe, que al mayor
aprieto su majestad acude, y está con ella en la tri-
bulación; que ha estado como escondido, gustando de
ver trabajar por su amor y fe, al alma, su querida.
Cuánta lástima es ver, Señor Jesús, que alguno va ya
a vencer, y faltando poco para la victoria, se deje ser
vencido, y se entregue. Mayor trabajo halla, que el
que le parece que excusa; por ventura, Señor, faltaba
poco para que Tú acudieras a su socorro, y le dieras el
descanso en tu pecho, como a ovejuela tuya, herida y
fatigada.
1
Petri, 5, 8.
f
?

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 55

¿Qué hacen mis cuando no lloran


ojos, Señor,
Grandes son las lástimasno vemos. ¡Ay de mí,
que
miserable! Justo eres en tus disposiciones, y misericor-
dioso en tus justicias; todavía si te oyere, aunque el
lobo la trague, la sacarás de su boca. ¡Oh apacible Je-
sús, hijo de David, Nazareno fuerte en tus pensamien-
tos, Sansón en las peleas! Conocí que como los pasto-
res con particular cuidado y amor cuidan, miran y guar-
dan al corderito sin madre; así al desamparado y po-
brecito, que no busca ni tiene amparos de la tierra. Es-
cogí ser despreciado en la casa de mi Dios, porque
¿a quién miran sus ojos, sino al pobrecito y huérfano
Ahora (sin dilatarlo para luégo), me levantaré 1 (dice el
Señor). Oh, si el alma entendiera esta palabra: dice el
Señor. Sin levantarte, Señor, lo dijiste, y fueron hechos
los cielos, y fueron criadas todas las cosas; y ahora te
levantas por las miserias del pobre, ¿tanto te mueven
sus gemidos ? ¿Tan de cera es tu corazón a sus voces?
¿Tan suave y blando a sus quejas, que puede ser he-
rido, y queda traspasado con un cabello f Con más amor
que su madre lo regalas, ¡que tienen que ver cariños
de Dios!
Estas almas cobran, y tienen más fuerte, más tierno
y regalado amor a Nuestro Señor, como quien no tuvo
otra madre; comió el pan de su boca, recibió el calor
de su pecho; envidien los serafines esta dicha; no sé
qué digo, que ellos allá te tienen, y por eso son y viven;
envidíenla los poderosos del mundo, que escogen por
parte 2 el cáliz de Babilonia, cuyos espíritus, como las
olas del mar, son lazo y tormento. Envidíenla las almas
que todavía peregrinan en la vida mortal, con santa
emulación, deseando y pretendiendo cada una ser la
más despreciada, para ser la más favorecida. Olvide y
aborrezca la naturaleza su madre, la casa de su padre,
con el pueblo de sus pasiones y quereres, etc., para que
pueda decir: uno solo es mi Padre que está en el cielo,
sea hecha extraña a sus hermanos 3 peregrina a los
,

hijos de su madre, para tenerte por compañero y her-

1
Ps., 11, 6.
3
Apoc, 17, 4.
3
Ps., 68, 9.
56 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

mano, hijo de Dios vivo; hágala el amor que se despose


con tu imitación, hijo de la Virgen, sin padre en lo te-
rreno, en cuanto hombre, sin madre en cuanto Dios.
Envidie yo, miserable, la dicha del alma que así te bus-
ca, cuando, conociendo tu camino, me voy por el de
la culpa y miseria, escogiendo por mi parte la tierra,
como hija de ella, viviendo contenta en el lodo como
animal inmundo.

Conozco que si todo el mundo estuviera sembrado de


espinas, y en noche oscura hubiera el alma de rodearlo
todo, por llegar a tus pies, fuera corto trabajo, com-
parado con el premio. Miserable de mí, que me parece
que escribo mi juicio en esto, pues lo conozco, y vivo
en mis pasiones. Cuando vengas a juzgar no me con-
denes, no hagas conmigo juicio, si usa en él de miseri-
cordia; no desampares a mi alma, porque como triste
Babilonia no quiso sonar 1 ; quema, abrasa, castiga en
esta vida, mi Dios; cuando me arrojares a un muladar,
y se acabare para mí todo, dáme que conozca que es tu
dedo el que me toca, y te bendiga porque lo haces con
misericordia.

En Nuestro Señor Sacramentado registro y veo que


no tengo ninguna virtud, ni el ejercicio de ellas. De
la fe, que o no la tengo, o soy más insensible que las
piedras, y peor que los demonios, que ellos tiemblan
delante de la incomprensible majestad de Dios; y ellos,
aunque forzados, lo obedecen, y todas las criaturas re-
conocen a su Criador 2 Yo me acuerdo que con alguna
.

luz que dio Nuestro Señor de su presencia en el Sacra-


mento, faltaron los sentidos, cayendo desmayada la per-
sona que la recibió. Pues, ¿cómo yo no lloro mi poca
fe? Verdaderamente, alma mía, ¿no es este el hijo de
David cuanto apacible y amable, terrible y poderoso en
las batallas? No es este el hijo de David, de quo cane-
bant in choro dicentes Saúl percussit mille, et David
:

1
Jerem., 51, 6
2
Jacob., 2, 19.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCION 57

decem millia? 1
. ¿No es de quien los salmos cuentan
tantas maravillas? Oh, Señor, haga yo en tu presencia
memoria de tus maravillas; alumbra mis ojos para que
no duerman en la oscuridad y sombra de muerte; tiem-
ble en la presencia que hace temblar las columnas del
cielo. Si tuviera fe, tuviera firme en Ti mi esperanza,
conociendo en mi visita mi salud, y las cosas que son
para mí paz. O si yo te preguntara y entendiera: Quis
es tu qui venisti ad me curare vulnera mea? ¡Oh, cómo
en nada dudara; oh, cómo te bendijera y diera gracias,
Padre de mi señor Jesucristo, que no ya por tu Apóstol,
sí por tu mesmo hijo, igual a Ti, Dios mío, te dignaras
curar mi enfermedades! ¡Oh alma mía, ten fe y sana-
rás! Tu fe te hizo salva, hecha está tu salud y tu re-
medio. Aprende de la hormiga: antes que vengan las
lluvias, busca el grano con que te sustentes; ¿por qué
agravas tu corazón? Busca a tu Dios, dilata tus labios
pidiéndole misericordias, pues ya tiene prometido que
los llenará. ¡Oh, si lo oyeras: 2 non erit in te deus re-
cens, ñeque adorabis deum alienum Mira que los ídolos !

en quien confías son sin oídos para oírte, sin manos


para favorecerte, sin pies para levantarse en tu favor,
sin voz para llamarte; y así eres tú cuando confías en
ellos, sin ojos, sin oídos, sin pies, sin manos, tenién-
dolas como estatua cuando vuelves a ver lo que debieras
dejar. ¡Oh Dios, que te levantas del solio de tu gloria
para bajar a la tierra, por las miserias del necesitado,
y los gemidos del pobre, te traes tu gloria contigo!
¡Oh alma mía!, si preguntaras a los ángeles 5 quis est ,

hic et laudabimus eum? ¡Oh, cómo lo alabaras en su


compañía, fecit enim mirabilia in vita sua!

Hagamos memoria en su presencia de las maravillas


que hizo en su vida, como sol alumbrando con su luz,
dando vida a todas las cosas, guiando nuestros pasos
por el camino de la paz a lo sumo del cielo, llevando
con la virtud de su amor todas las cosas tras sí, mos-

1
I. Reg., 18, 7.
2
Ps., 80, 10.
3
Eccli., 31, 9.
58 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

trando caminos de pureza y de vida a los que, como


brutos, seguían los contrarios. ¡Oh Dios!, quien te ve
en el pesebre entre brutos, en la cruz entre ladrones, ya
negado, ya escupido, injuriado, azotado como esclavo,
reputado por ignominia y desprecio: tamquam vas per-
ditum ¿qué dirá? Fecit enim mirabilia in vita sua 2 .

Aquí también haces memoria aun más maravillosa, mil


veces eres misericordioso queriendo volver al mundo
a sufrir estos agravios, tanto más crueles cuanto caen
sobre mayores beneficios. Oh, si me dieras un corazón
de fuego, que, aunque fuera ardiendo en dolores, te sir-
viera de custodia; pero, o si lo arrojaras al infierno, pues
él fraguó tus ofensas, y te recibió con injurias. Callas
ahora como cordero tus agravios, recibiendo en tu casa,
y permitiendo que te reciban los que hacen maldad. ¡Oh,
cómo el día de tu ira darás voces para vomitarlos, como
mujer que está de parto! 2 Menos mal será, y a dicha
.

tendré que me escondas en. el infierno k de penas, aun-


que sean de infierno, porque tendrás tiempo en que pase
el furor de tu ira, te acuerdes de mí, me llames; y esta
voz vivificadora hará que yo te responda y te llame:
Maestro de mi vida, consuelo de mi llanto.
Aeste modo registro en este espejo de pureza, las
virtudes que no tengo, especialmente me falta amor,
que si amara y creyera, etc., ninguna dejó lo que ama
por buscar otra cosa; allí son todas sus delicias donde
está el tesoro de su corazón.

7: COMENTARIO

Locus amoenus. La fe se le representa a Sor Fran-
ciscacomo un inmenso campo de grande hermosura,
oreado por suaves aires y por donde discurre un arroyo
de aguas diáfanas y en donde crecen árboles frutales y

1
Ps., 30, 13
2
Eccli., 31, 9.
3
Isai., 42, 14.
1
Job., 24, 13.
:

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 59

lozanean las flores. He aquí los elementos esenciales


que, según Ernst Robert Curtius, constituyen el tópico
llamado locus amoenus, al cual "no se le ha reconocido
hasta ahora categoría de tema retórico-poético indepen-
diente", si bien "constituye, desde los tiempos del Im-
perio romano hasta el siglo xvi, el motivo central de
todas las descripciones de la naturaleza" L .

Descripciones como esta del locus amoenus, se em-


pleaban como fondo escénico en la poesía bucólica, en
Virgilio y Teócrito, especialmente; pero luégo, al des-
prenderse de su contexto, se convierten en temas de
pinturas retóricas. En su obra Literatura europea y
Edad Media latina, Curtius cita unos versos de Petro-
nio como el primer ejemplo de descripción del locus
amoenus y un poema de Tiberiano, poeta de la época
cristiana, como la más hermosa descripción del "paraje
ameno". Precisamente, en el último verso de este poema

Aves amnis aura lucus jlos et umbra . . .

se da en forma esquemática el tema del locus amoenus:


aves, río, brisa, bosque, flores, sombra. La descripción
que Sor Francisca hace del campo de la fe contiene
cinco de los seis elementos naturales enunciados por
Tiberiano en su poema y por Libanio en sus recomen-
daciones sobre el modo como debe estructurarse el
tópico locus amoenus. En otro lugar, al tratar del estilo
de Sor Francisca, se trata más a espacio de este tópico,
incorporado por los lexicógrafos y preceptistas medie-
vales entre los requisitos poéticos.


Pastor y oveja. Luégo dice Sor Francisca que los
sentimientos que en este Afecto 7? expone le fueron
inspirados por los elementos naturales que estructuran
su descripción del paraje ameno de la fe. Jesús apare-
ce entre ellos como pastor que apacienta el rebaño de
sus almas. El campo de la fe se muestra cercado y el
demonio rondando en torno de él para buscar a quién

1
E. R. Curtius: Literatura europea y Edad Media latina,
I, 280. (Ed. F. de C. E., México, 1955)*.
60 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

devorar, según el texto de San Pedro. (I. Pt., 5, 8). Sor


Francisca llega al conocimiento de que, según las pala-
bras de Cristo \ el alma es al mismo tiempo pastor y
oveja.

Alma asediada. —El alma, acorazada en la fe, no debe


temer los asaltos y embates de las pasiones, y cuanto
es más recio el asedio, más se alegra el Señor, al ver,
desde su escondite, cómo ella se deshace de sus enemi-
gos, y más se contrista en cuanto ve que alguna de sus
almas se entrega vencida, cuando ya estaba a punto de
alcanzar la victoria.


Pastor fuerte. Ahora Jesús es el pastor nazareno,
fuerte en la pelea, que acude a los gemidos y llamamien-
tos de su oveja cuando el lobo se apresta a devorarla.
Porque Cristo es el amparo del huérfano y desvalido.
Cuando se le llama en medio de la angustia, se yergue
y acude presuroso a proteger a quien le invoca. Como
en el Salmo (11, 6), cuando los malvados rondan al
justo para oprimirlo, el Señor se levanta airado al oír
sus gemidos y va en su auxilio para darle la salud que
él tánto desea! Cuánto pueden lo que Sor Francisca
llama "cariños de Dios".

Alma desamparada. —
El desamparado es el predilecto
del Señor, cuya felicidad deben envidiar, no sólo los se-
rafines, sino los poderosos de la tierra, los que siguen
tras de la mujer apocalíptica que en sus manos lleva
la copa rebosante de abominaciones y en su frente el
nombre de Babilonia: Magna mater fornicationum et
abominationum terrae (Ap., 17, 4-5 ). Y para asemejarse
en algo al justo que escogió como mejor parte el ser
despreciado, debe el alma desnudarse de sus pasiones,
ser extraña para sus hermanos y ajena para los hijos
de su madre, como dice el salmista (Ps., 68, 9). Sólo
así, desasiéndose de todo y renunciando a todo, podrá
imitar a Cristo, que conoció y supo del desamparo total
como ninguna otra criatura del cielo y de la tierra. Y

Jo., 21, 15-18.


SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 61

más que nadie, debe envidiar al alma huérfana de toda


protección y por lo mismo predilecta del Pastor, aquel
que, conociendo el camino de la salud, se desvía de él
para seguir el de la culpa y perdición.

Noche oscura. —
Cuando Francisca conoce que si el
mundo fuera un campo de abrojos y en medio de la
noche lóbrega rondara el alma para llegar a los pies de
Cristo, tánto empeño y empresa tan ardua serían nada
comparados con el premio que la espera, le parece que
al escribir lo que en este conocimiento se le ha dado,
está escribiendo su propio juicio y sentencia. Implora
entonces al Señor para que, cuando viniere a juzgarla,
use con ella de su misericordia y no le desampare, aun-
que al intentar curarla no sane, como la Babilonia del
profeta (Jr., 51, 9).


Arrobamiento. Cuando dice que ha comprobado ante
Jesús Eucarístico que carece de toda virtud fe, espe- :

ranza y caridad, recuerda un incidente de su vida es-


piritual, referido, al modo de Santa Teresa, en tercera
persona. En cierta ocasión en que el Señor le dio alguna
luz sobre su presencia en el Santísimo Sacramento, fue
tal y tan intenso ese conocimiento, que perdió el sen-
tido y cayó desmayada. A
pesar de este favor divino,
su alma ha flaqueado en la fe.

Pastor fuerte. —Cristo ya no es el pastor que apacien-


ta sus ovejas en un prado de égloga maravillosa. Es
ahora el Hijo de David, invencible en las batallas y de
quien los Salmos narran tantos prodigios, y para com-
probarlo, de aquéllos toma Sor Francisca infinidad de
textos pertinentes que va enhebrando ella con pasmosa
habilidad,demostrando de paso el minucioso conoci-
miento que tiene del famoso libro didáctico.

Los ídolos. —PeroFrancisca se duele ante el Señor


de que no sólo que en ella no hay espe-
fe le falta, sino
ranza. Tén fe
¡ —
le dice a su alma —
y sanarás El Se- !

ñor, piadoso, viene a curar sus heridas, pero ella, como


Babilonia, no quiere sanar. Tampoco ha sido previsora
::

62 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

como las hormigas que aprovisionan lo necesario y lo


mejor para cuando lleguen las lluvias. Los ídolos a quie-
nes su alma acude, son impotentes y ella no lo es me-
;

nos por confiar en ellos (Ps., 30, 7) ídolos de las pa-


:

siones y dioses ajenos a quienes el Señor prohibe ado-


rar (Ps., 80, 10).

Alma desamparada. —
Ahora torna Sor Francisca a
uno de temas iniciales de este Afecto: al del alma
los
que vive en desamparo, presa en su desvalimiento y
gemidora en su miseria y por quien el Señor dice
"Ahora habré de levantarme para darle la salud que
implora" (Ps., 11, 6). El Señor al desamparado lo pro-
tege y pone a seguro del linaje de los hombres de li-
sonjero labio y doble corazón, que unos a otros se dicen
falsedades, mientras que las palabras de Yahveh son
puras y sin escoria, como la plata por el crisol siete
veces refinada.


Hacedor de maravillas. Vuelve ahora a encarecer las
maravillas del Señor, tomando pie en el versículo del
Eclesiástico, que dice, a propósito del rico que fue ha-
llado íntegro y que en pos del oro no se extravió
"¿Quién es para que le alabemos? Porque ha hecho
entre su pueblo cosas de maravilla" (Ecli., 31, 9). Y
este
tan gran hacedor de portentos es el Señor, lumbre que
da vida, guía de descarriados, roca y fortaleza y peña
de refugio, como dice el salmista. Quien haga memoria
de todos sus pasos de Dios humanado, desde el pesebre
hasta el Calvario, no podrá menos de admirar sus ma-
ravillas. El que se irguió después de haberle el mundo
olvidado como a muerto y que llegó a ser como vaso
roto, es el mismo a quien todos rinden hoy tributo por
las maravillas que ha obrado.


Cordero y guerrero. Sor Francisca reitera luégo el
tema de Cristo como cordero, cordero que marcha si-
lencioso al sacrificio y que en su espléndida generosidad
se da como alimento aun a aquellos que tienen el alma
mancillada. Pero cordero que un día, al decir de David,
se erguirá como un héroe, como el guerrero que arderá
en su ardor combativo, que dará gritos y alaridos y se
:

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 63

mostrará fuerte ante sus enemigos. Ya sus labios no


callarán y no podrá contenerse y como una parturienta
gritará, resoplará y jadeará a la vez (Is., 42, 13-14).
Pero pasado su furor, llamará al alma que ha descen-
dido al seol de sus penas y tribulaciones para confor-
tarla y consolarla; y ésta, conmovida, le llamará "Maes-
tro de mi vida y consuelo de mi llanto".

Cristo como espejo de amor. —


Sor Francisca termina
este Afecto diciendo que se ha mirado y contemplado
ante Cristo como ante un espejo de límpido cristal, y
al hacerlo ha comprobado que, a más de la fe, le falta
la caridad. Que si el amor abrasara su alma, no andaría
buscando en otra parte lo que en su Esposo se encuen-
tra tan sobreabundantemente. Y termina con las pala-
bras de San Mateo "donde está tu tesoro allí está tu
:

corazón" (6, 21).


Estructura temática. Agrupando los temas conteni-
dos en este Afecto y especificando el acento o tono pre-
dominante en cada uno de ellos, pastoral o bucólico,
épico, elegiaco, etc., tendremos el siguiente cuadro

Temas. Tono predominante.


1. Locus amoenus (el campo de la fe) . . Bucólico
2. Pastor y oveja Bucólico
3. Asedio del alma Epico
4. Pastor fuerte Epico
5. Alma desamparada Elegiaco
6. Noche oscura Dramático
7. Arrobamiento Lírico
8. Pastor fuerte Epico
9. Rebelión de los ídolos Dramático
10. Alma desamparada Elegiaco
11. Obrador de maravillas Epico
12. Cordero y guerrero Epico
13. Espejo de amor Lírico
:

64 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Al analizar este cuadro temático-tonal se observa, en


primer lugar, la distribución armónica de los tonos y
su alternabilidad rítmica. Predomina sobre los demás
el tono épico, empleado cinco veces, distribuyéndose los
demás en grupos de dos: el bucólico (sucesivo), el ele-
giaco, el dramático y lírico (alternos). El Ajecto 7° se
inicia, pues, con el tono bucólico persistente en dos te-
mas y promedia y termina con el tono lírico, precedido
éste por el épico, insistente en dos temas.
Conviene recordar aquí que Sor Francisca aprendió
a tocar el órgano durante sus primeros años de clausu-
ra y que, después de un largo período de tiempo, reanu-
dó el remoto aprendizaje al cumplir los treinta y cinco
años, según se deduce de varios pasajes de su autobio-
grafía. Muchas de las metáforas musicales que emplea
en sus Afectos obedecen indudablemente a sus conoci-
mientos del arte musical. No sería, por consiguiente,
sutilizar demasiado para descubrir en la infraestructura
de algunos de sus Afectos un estrato melódico que re-
obra naturalmente sobre el estrato estructural literario,
comunicándole su ritmo y armonía singulares. Si tra-
ducimos los tonos o acentos literarios de este Afecto 7°
en los respectivos registros de órgano, tendremos el
siguiente cuadro de correspondencias

1 y 2Bucólicos
: Predominio de oboes, flau-
o Pastorales. tas y arpa.
3,4,8, 11 y 12: Epicos. Predominio de los cobres, tu-
bas, trompetas y trombones.
5 y 10: Elegiacos. Predominio de las cuerdas:
violas y cellos.
6 y 9 : Dramáticos. Combinación de cuerdas y
cobres : cellos, contrabajos,
trompetas y trombones.
7 y 13 : Líricos. Predominio de violines.

Al igual que en el campo literario, obséryese en el


dominio musical la continuidad y alternabilidad melódica
que vienen a formar un todo equilibrado, matizado y
polifónico.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 65

Cronología. —
Finalmente, desde el punto de vista
cronológico, el tiempo en que hubiera sido escrito este
Afecto podría adscribirse al mismo año en que fueron
escritos los Afectos anteriores, o sea a 1696, teniendo
en cuenta la continuidad temática que en todos ellos se
observa.

AFECTO 8?

NECESIDAD DE TRABAJAR EN TIEMPO, PARA


GOZAR EN LA ETERNIDAD. MUERTE AMOROSA
Y RESURRECCION ESPIRITUAL.
Para siempre caerán en la tierra tenebrosa, donde
habita sempiterno horror, los que no cayeron en tierra
a ser muertos como granos, cuyos frutos de penitencia
fueran fructuosos ; harán eterna penitencia y sin fruto,
y permanecerán solos, desamparados de tu favor, arro-
jados de tu presencia como el llagado que duerme en
el sepulcro, de quien no hay memoria. Tu disciplina me
corrija en esta vida para que no caiga sobre mí el golpe
de ta ira; corríjame, enseñándome el fin amargo de la
culpa breve y de la mala vida, para quien será amarga
la muerte. La muerte, como la de tus santos, será pre-
ciosa en tu presencia 1 , en cuya eterna memoria serán
los justos, y los servicios que te hicieron, llevando con-
tigo la carga ligera y yugo suave de tu amor y ley, ca-
minando en tu seguimiento los caminos que les pusiste.
A donde mandaste a tus ángeles * que los guardarán en
todo, que los llevarán en palmas, y Tú les fuiste des-
canso en el trabajo, consuelo en el llanto, compañero
en las penas, refrigerio en el estío, recreación en las
tristezas, maestro y luz de sus caminos, allanando los
que eran ásperos, Tú los llevaste; y enviándoles tu luz 3
y tu verdad, los trajiste a tu santo monte y a tu tuber-
náculo, donde, descaeciendo el día de esta vida, te que-
darás con ellos, y partiéndoles el pan de la cena a que

1
Ps., 115, 15.
2
Ps., 90, 11.
3
Ps., 42, 3.
66 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

los convidas, conocerán al que, peregrino con disfraces,


les hablaba en el camino de esta vida 1 .

[Una consideración se me acuerda: proponíanseme los


días pasados una casa, cuya hechura o planta no servía
por ser mucha su grandeza. A la puerta estaba una per-
sona llamando a los que pasaban, y tenia un poco de
pan dorado. En llegando los pasajeros, les mostraba un
campo o huerta que estaba a un lado de aquella plaza
<(
o atrio, y les decía él: Amigos, ¿quién quiere traba-
jar? Veis allí el campo, que luégo entraréis en esta ca-
sa, adonde hallaréis tanto descanso y premio, que por
mucho que yo os diga ahora, y vosotros podéis pensar,
no será ni sombra de lo que habéis de hallar; pero el
que quisiere comer primero, ha de ir después a traba-
jar". Apenas había dicho esto, cuando de tropel, todos
con desatinada prisa se arrojaron al dorado pan que
allí tenían presente, y por tomarlo cada uno más aprisa,
unos a otros se herían y maltrataban ; unos alcanzaban
una parte poca, y esa se volvía cenizas, o mostraba que
lo era, y sólo tenía aquello dorado por encima; otros
quedaban heridos y llorando, el que llegaba a comer
algo de él 2 ], quedaba con una hambre insaciable, y
trabajaba por quitar a los otros el que del suelo habían
recogido, que ya era tierra y ceniza todo. Todos llora-
ban y gemían con amargura y confusión, los unos, por-
que se lo quitaban, habiendo ellos trabajado en bus-
carlo; los otros, porque empezaban ya a gustar su amar-
gor; unos, porque no lo hallaban; otros, porque no se
hartaban, todos gemían con dolor. Cuando ellos pasaban
en esto, venían ya los pocos que habían ido a trabajar,
alegres corrían a la corona de la justicia que les espe-
raba; [cuando a los otros se llegó el tiempo de empezar
su trabajo, no sé qué hicieron s \. Pensaban unos ir, des-
pués de comer, a trabajar; pero les acordó con amarga
memoria la muerte, que ya se cerró el plazo, y se acabó
el tiempo. Inclina, Señor, mi corazón a tus verdades, vi-
vifícame en tus caminos, corrigiéndome tu disciplina, y

1
Luc, 24, 35.
3
2 ? ed.
y Los pasajes que aquí van entre [ 1 faltan en la 1

(Bogotá, 1843).
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 67

enseñándome el fin, para que corra con dilatados pasos,


y no enfermen las plantas de mis pies, echando raíces en
la tierra mis deseos, con desordenada avaricia de lo que
no eres Tú, porque no se conozca por sus frutos, que
fueron plantados en la tierra estéril, no cerca de las co-
rrientes de las aguas 1 sino como impíos, así como el
,

polvo que es esparcido del viento sobre la tierra, como


higuera loca quedarán sin fruto, y contra sus hojas, que
rapará el viento, mostrarás tu potencia, y perseguirás
la paja seca para que, como maldita de Ti, no halle en
la tierra lugar: el aire la esparza, el agua se le niegue,
en tu ira la conturbes, y el fuego la trague; todas las
cosas peleen contra su insenbilidad, y Tú borres su nom-
bre en eterno, y en los siglos de los siglos. ¡Ra, pues,
alma mía!, prepárate a los azotes, y sólo te juzgue digna
de ellos; mira que tu vestidura manchada no está para
las bodas, no es digna del convite; llora, gime como
tórtola, porque tenías nido y lo dejaste; hiere tu corazón
con dolor como el pelícano de la soledad 2 ; huye a llorar
sola lo que perdiste riyendo; esté siempre tu dolor en
tu presencia, pues como el pájaro volviste a los lazos,
y tu culpa está siempre contra ti! ¿Y fuera de tu refu-
gio a dónde irás? De las criaturas en cualesquiera parte
te puedes esconder, pero de Dios ¿a dónde? Subirás al
cielo, bajarás al abismo s entrarás en ti misma, saldrás
,

fuera de ti; pero en ti lo hallarás. El seguirá, te llevará,


y te esperará, te tendrá entre sus manos, entenderá tus
caminos, escudriñará tus pensamientos, sus ojos verán
las más mínimas culpas, y como en libro impreso todo
estará en su memoria. Sufre, pues, y espera los golpes
con que te lava, y, aunque temblando de temor, andes
vagueando por toda la tierra, temiendo en cada criatura
la pena de tu pecado, no digas que no puede lavarte, ni
busques otro lugar donde esconderte, sino gime como
la tórtola; y tu dolor, siempre en tu presencia, suspire
por los agujeros de la piedra, refugio de los erizos. Le-
vanta tus ojos al que habita en el cielo, con la atención

1
Ps., 1, 3.
2
Ps., 100, 7.
3
Ps., 138, 8.
68 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

y humildad que la esclava mira a las manos de su seño-


ra 1 con la confusión y temor que el esclavo espera ser
,

desatado de las prisiones en que estaba preso, esperando


el castigo; con el deseo y esperanza que el perrillo está
a la mesa de su señor, esperando de su mano el mante-
nimiento que le da en tiempo oportuno, porque, abriendo
su mano, lo llena de bendiciones ; con el amor, ternura
y esperanza que el hijo, que saliendo de la casa de su
padre, gastó su hacienda, empobreció y vuelve a ella
desnudo, pobre, hambriento y flaco; y llegando en la
oscuridad de la noche lluviosa y triste, acompaña con
lágrimas la lluvia, y con lastimosa voz los golpes que
da llamando; no pide, no, entrar, no ser vuelto al cariño
y amor de su padre, no mandar los criados, ni poseer la
hacienda: un pedazo de pan pide como pobre. Llama
una vez y no le responden, hiere su corazón con dolor,
calla y vuelve a llamar, y en tanto piensa: este es mi
padre, esta era mi casa, revienta el corazón por los ojos
(aun al escrebirlo) ; vuelve a llamar: Padre mío, dice
en el silencio, ¿de Ti es desamparado el pobre, siendo
Tú ayudador del huérfano? 2 ¡Oh, alma mía, ya oyes
.

las cuerdas del salterio y de la cítara que suena arriba


en casa de tu padre! Canten tus lágrimas desde la puer-
ta, al son del salterio: Padre, ¿por qué me desamparas-

te?, ayudador del huérfano. Mira mi humildad y mi tra-


bajo, y perdona la universidad de mis delitos. Ai i alma
te desea en la noche; pero, ¡oh dulcísimo Jesús, hijo pri-
mogénito de mi Padre, hermano mío querido!, salterio
que te levantas en la mañana de mi redención, ¡mz que
haga consonancia la voz triste con que canto mi locura,
a la música que das a tu Padre, y a mi Padre, cuando co-
mo cuerda que se aprieta con las clavijas de los clavos,
suena agradable y dulce. Decid vos sólo, Señor, que
vuestro Padre os atiende: Padre mío, ¿por qué me
desamparaste?; porque yo no me atrevo a llamar Padre
al vuestro, ni ignoro la causa de mi desamparo, antes
dudo cuál será mayor, siendo todas tales; porque injus-
tas cosas obré, iniquidades hice, de que son testigos el

1
Ps., 122, 2.
8
Ps., 10, 14.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 69

cielo y Delante de uno y otro dais la satisfac-


la tierra.
ción, y queréis que digamos: mi Padre y vuestro Padre,
mi Dios y vuestro Dios. ¡Oh salterio y maestro mío,
proseguiré yo sola, lejos está mi salud de la palabra de
mis delitos Vos también lo cantáis, salterio mío, por-
!

que no se oirá mi voz, si no la acompañáis con la vues-


tra. No alcanzaré yo la bendición de vuestro Padre, si
no tomáis vos por mí la imagen del pecador. ¡Oh her-
mano Jesús mío!, ¿qué diré, cuando vos habláis, mi
amado ? Tan dulce es a mi garganta vuestra voz, que
ya no quiero, hacecico de mirra, más cielo que teneros
conmigo. Suban los amigos de vuestro padre, beban y
embriagúense sus queridos, que a mí me basta con te-
neros conmigo; vayan al collado del incienso que yo
quiero coger de esta mirra escogida, y haciendo un ha-
cecico, meterlo en mi corazón, abrigarlo en mi pecho 1 .

¿Qué importa mi desnudez, si trocáis ropas conmi-


go ? ¿Qué importa el frío de la noche, si esta mirra es
fuego que me abrasa el corazón, y me da calor de vida,
y me preserva de muerte? ¿Qué importan las tinieblas
de la noche, cuando vos sois gloria mía, mi luz en mis
tinieblas ? Esta noche es mi iluminación en mis deli-
cias, cuando estoy con descanso a la sombra del que
deseaba, gustando sus palabras como frutas suaves a
mi paladar, no me aflige ya el hambre, no el cansancio.
El aliento falta para proseguir, porque en ti, salud mía,
descaece mi alma; y sobre todo otro gusto o deseo es-
pero en tus palabras; descaecen mis ojos en tus pala-
bras, porque no miraran las aves nocturnas al sol,
y
descaecen cuando quieren otro consuelo o luz que estar
a la sombra del árbol de vida de tu cruz. No sé, mi
amor, qué te diga: si tu Padre ahora me llamara, ¿qué
me hiciera? Porque ahora pienso que no hay otro cielo
para mí, que no deseo más gloria, que no hay más que
querer. ¡Oh salterio y cítara mía, dichosa el alma que
a tu música se duerme! ¿Qué hace mi corazón, Señor
mío, que no se deshace? ¿Qué vida tengo cuando no la
pierdo? ¿Para qué quiero mi vida cuando hallé al que

1
Cant., 1, 12.
70 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

amaba? 1 ; pues, si perdiéndola lo tengo, no lo dejaré


por mi alma, no lo soltaré por mi vida, no lo trocaré
por mi corazón. Desampáreme éste, si en su lugar he
de tener a mi querido; ya no quiero corazón: si viviere
sin amarte, perderé la vida; si muriere por su amor,
hallaré al que ama mi alma. Este sentimiento (o no sé
yo qué) tuve habiendo comulgado, y luégo el mismo
me hizo escribir esta letra, como ahora diré:

Fénix, el alma se abrasa


del Sacramento al ardor,
para que muriendo así,
reviva a tan dulce sol.

Cante la gloria si muere,


pues en tan dulce dolor
descansa en paz, en quien es
centro ya del corazón.

Publique su muerte al mundo


el silencio de su voz,
para que viva en olvido
la memoria que murió.

Cerró los ojos el alma


a los rayos de este sol,
y ya vive a mejor luz
después que desfalleció.

Hacen clamor los sentidos,


sentidos de su dolor,
porque ellos pierden la vida
que ella muriendo ganó.

En este sentimiento conozco lo que dice: todo el


hombre, o todo hombre es ignorancia ; y la mucha que
en él tiene el alma, pues ya olvida que es camino en el
que está, y ya quisiera decir: "Señor, bueno es que
nos estemos aquí" 2 y no advierte que ha de aprender
,

1
Cant., 3, 4.
1
Math., 17. 4.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 71

la música que le enseña el amor


divino, sino que se
queda oyendo, al modo que
que aprenden se embe-
los
lesan en oír tocar, y pierden la atención a aprender, no
miran adonde pone las manos el maestro, porque no
quieren el trabajo de aprender, sino el gusto de oír.
Dice que no quiere el cielo cuando está gustando; y llora-
ba, y llamaba cuando estaba padeciendo; pierde las con-
sonancias de la música, y disuena del salterio; pues a
él oye decir, que está desamparado, clavado, atormen-
tado, herido, padeciendo ; y ella responde con buscar su
descanso propio; pero tu disciplina, que consoló el alma
de su desamparo, ahora la enseña y corrige en el fin que
debe tener en su consuelo. ¡Oh amor divino!, ¿adonde
te hallaré a Ti sin nú? Vivir sin Ti no quisiera, tener-
te conmigo no puedo. Huye, pues, amado mío; huye a
los montes, pero llévame; huye de mí, pero llévate el
alma, arrastra el corazón, llévate mis afectos. Viva el
alma donde ama, sólo quede en mí padecimiento, viva
sólo en Ti amando.
Los mismos afectos que hicieron dormir al alma, son
ya temores que la despiertan, porque los ligeros pasos
del amor divino, y el poco aliento de ella para seguir-
lo, la hacen descaecer; porque, al paso que lo ve correr

ligero, ella se halla pesada para seguirlo. V a descaecien-


do el día que la iluminaba en sus tinieblas, y van ca-
yendo sobre el alma sombras, con que conoce y halla luz
de su ignorancia y miseria; tiembla al ver que se aleja
el sol que la alumbra, y con profundos gemidos del co-
razón repite: " ¿qué será de mí, si me desamparas?"
Descaecieron mis ojos en tus palabras 1 justo eres, y
,

recto tu juicio; y pues así me arrojas de Ti, no debieran


mis ojos de guardar tu ley; salgan de ellos avenidas de
lágrimas, salga por los ojos el corazón deshecho, porque
no guardó tu ley, que con justicia mandaste guardar tus
testimonios, y con grande cuidado observar los ápices
de tus verdades. Temblar y temer me hace mi celo, que
hecha yo de mí misma contraria (porque me pusiste
contraria a Ti) *, han olvidado tu ley mis pasiones,

1
Ps., 118, 82.
3
Job., 7, 20.
72 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

aje dos y sentidos; mira que soy pequeña y despreciada,


y casi cosumida en la tierra; pero no dejo de mi deseo
y memoria tus mandatos, aunque las sogas y lazos de
mis pasiones me cercan, y mis enemigos me han dicho,
y dicen sin callar, inicuas fábulas; pero no esto, Señor,
1
sino tu ley .

Según vuélveme a dar vida, mírame,


tu misericordia,
y ten misericordia de mi. ¿Cuándo me consolarás f, que
soy hecha como el animalito pequeño en la lluvia.
Tus justificaciones no he olvidado, ¿cuándo es el día
que has de hacer juicio de mis perseguidores? Muchos
son los que me persiguen y atribulan. Porque braman
mis pasiones, y mis sentidos y afectos meditan vani-
dades 2 aparta mis ojos de ella para que no la vea;
,

vuelve a vivificarme en tus caminos, pues está lejos la


salud de los que no buscan tus justificaciones. Multipli-
cado se han las enfermedades de mis pasiones, y des-
pués se aceleran congregándose en uno; y como reyes
y príncipes que ya reinan en la tierra de mi naturaleza,
se ponen y me ponen adversa a Ti, Señor, y a los cami-
nos del que ungiste, poniendo en su nombre mi salud.
Sea mi ayuda en tu nombre, Tú que hiciste el cielo y la
tierra 3 y quebremos sus lazos y arrojemos su yugo.
,

Til, que habitas en el cielo, haz irrisión de ellos, ha-


ciendo que sean comprenhendidos sus pies en el lazo
que con cautela ponían a los míos; quiebra, Señor, el
lazo, y seré libre.
Parece que eUalma se levanta a la media noche de la
tribulación a confesar al Señor, y se levanta con el co-
nocimiento de que sobre todos los juicios que ella, y
todas las criaturas posibles pueden hacer, son las jus-
tificaciones divinas, y que para conocer (lo que en su ca-
pacidad cabe) estas justificaciones, y andar este camino,
es bueno para ella que el Señor la humillara; conoce
que no conoce los incomprensibles juicios del Señor y
sus investigables caminos, y se contenta con su humi-
llación, porque conoce que esta luz luce en lasjinieblas,

1
Ps., 118, 83.
3
Ps., 2.
8
Ps., 123, 8.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCION 73

y ellas no la comprehenden; pero esta noche es buena


para ella, y es su iluminación y sus delicias. Gózate en
tener parte con los que temen al Señor, porque quiere
volver a el principio de esta sabiduría que no tiene jin
y halla su jin en este principio ; y asi como en el círculo,
no halla principio ni fin en el que es jin y principio;
pero no ha de parar en esto el que busca el jin, porque
empezar a parar en este principio, es empezar a perder
el jin.

Chiquito y despreciado es en el camino de Dios, el


que quiere ser grande, y se seca el corazón 1 del que
se olvida de comer su pan como chiquito, esperando
como párvulo las migajas que caen de la mesa, y el pan
que le parte otra mano. Como el niño, ha de pedir su
pan de cada día.
Ciego e ignorante es el propio saber, porque resiste
a los grandes en su estimación 2 la sabiduría, que presta
,

su gracia a los humildes y a los despreciados mira, po-


niendo en ellos sus ojos, dándoles entendimiento, e ins-
truyéndolos en este camino que han de caminar, pone
con atención y jija en ellos su vista, porque mira la hu-
mildad el que miró la de María Santísima. Pues ¡oh,
Señor mío y mi Dios!, esta es tu disciplina, que con-
suela y enseña cuando corrige; no tiene jin ni principio
tu sabiduría, y enseñas su fin en el principio. En medio
de las tinieblas de la noche se levanta el alma y te con-
(<
fiesa cantando en el salterio y la cítara: que escondiste
a los sapientes y prudentes, lo que enseñaste a los pár-
vulos" 3 Fijaste sobre ellos tus ojos, no serán hechos
.

como los mulos y caballos, como los que confiaron en


sus carros ''; y son hechos semejantes a sus dioses los
que los hacen, y todos los que confían en ellos serán
hechos sus semejantes: tendrán oídos 5 y no oirán tus
,

palabras; tendrán pies, y no andarán por tus caminos,


porque no obran con sus manos sino iniquidades. No

1
Ps., 101, 5.
'
J
Jacob., 4, 6.
3
Matt., 11, 25,
4
Judith., 9, 6.
5
Ps., 113, 5.

Análisis —4
74 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

tendrán manos inocentes. Ellos esperan en sus carros,


en sus caballos, en sus dioses, y en sus príncipes, que
yo sólo quisiera esperar en el nombre del Señor, que
es admirable en toda la tierra, en la grandeza del mar,
en la firmeza de la tierra, en la sutileza del aire, en la
actividad del juego, en los árboles, plantas y flores, en
los animales, aves y peces; pero más se levanta y en-
salza su grandeza sobre los cielos en la boca de los ni-
ños, y de los que están al pecho, perfecciona sus pala-
bras.
Veo de tu grandeza, obra de tus
los cielos propios
dedos; luna y las estrellas, a quienes diste casa en
la
el firmamento 1 ; pero más me admira que engrandezcas
2
al hombre, y que al Jiijo del hombre lo visites .

8: COMENTARIO

El grano muerto. Se inicia este Afecto con el des-
arrollo del tema "el grano muerto", o sea la simiente
que el sembrador arrojó en el surco para que germinara
y fructificara, pero que se malogró, o porque cayó en
la vera del camino y vinieron los pájaros y se lo co-
mieron, o porque cayó en un pedregal, o porque cayó
entre espinos (Cf. Mt., 13, 3-9; Mr., 4, 1-9 y Le, 8,
4-8). Como se sabe, esta parábola del sembrador es una
de las ocho llamadas parábolas del reino de Dios, ex-
puestas cierto día por Jesús, desde una barca, ante un
numeroso concurso de gente que le oía desde la ribera.
Jesús mismo, ante el reclamo de sus discípulos porque
se expresaba en lenguaje parabólico ante un auditorio
de ruda y bronca mentalidad, se encarga de explicar el
significado de la parábola del sembrador en los térmi-

1
Ps., 8, 4.
2
Al
llegar a este punto, hay en el ms. Gómez Restrepo una
nota de Sor Francisca que dice "Para su confcsor.-Y\ m. Hasta
:

aquí había escrito cuando V. P. vino, y entre los motivos que


he tenido para no enviar, no han sido los menores la mucha ver-
güenza y amargura de mi corazón por amor de Dios me perdone
;

la molestia que le doy, y me avise la última resolución de


lo que haré".
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 75

nos recogidos por los evangelistas (Mt., 13, 18-23;


Mr., 4, 13-20, y Le, 8, 11-15) "Quienquiera que oye
:

la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno


y arrebata lo que fue sembrado en su corazón este es
:

el que fue sembrado a la vera del camino. Y el que fue

sembrado en los pedregales, este es el que oye la palabra


y luégo la recibe con gozo mas no tiene raigambre en
;

sí, sino que es efímero, y venida la aflicción o la per-

secución a causa de la palabra, luégo se escandaliza.


Y el que fue sembrado entre espinos, este es el que
oye la palabra; pero el afán de este siglo y el engaño
de las riquezas, ahogan la palabra, y hácese infructuoso.
Mas el que fue sembrado en tierra buena, este es el que
oye y entiende la palabra, el cual ciertamente fructifica
y produce cual ciento, otro sesenta y cual treinta por
uno". Sor Francisca se refiere a las tres primeras por-
ciones de semilla que no germinan, o se agostan o que-
dan ahogadas por la maleza, por lo cual las almas que
en ellas quedan representadas han de descender al seol
tenebroso, después de haber sido arrojadas de la pre-
sencia del Señor.
Por eso pide Francisca al Señor que en su debido
tiempo la corrija con la vara de su disciplina y rigor,
enseñándole "el fin amargo de la culpa breve y de la
mala vida, para quien será amarga la muerte" (p. 65).
Pide para ella la muerte de los elegidos que es preciosa
ante Yahveh, según la expresión del salmista (Ps., 115,
15).

Por qué señas reconoce el justo al Señor. — El jus-


to debe poner toda su confianza en el Señor, quien "ha
dado orden a sus ángeles para que en todos sus pasos
velen por él, ángeles que en sus palmas habrán de sus-
tentarle para que nunca en piedra tropiece su pie"
(Ps., 90, 11-12). Y el mismo justo le implora al Señor
que le "envíe al alma su luz y su verdad para que ellas
le guíen, y llegará entonces a sus moradas y su mon-
taña santa" (Ps., 42, 3), donde, al declinar el día de la
vida, se quedará el Señor con él, y cuyos ojos hasta en-
tonces inhibidos, ]e reconocerán en el modo de partir
el pan (Le, 24, 35 ).
.

76 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Una
parábola trunca. —
Influida acaso por el estilo de
las parábolas del reino de Dios, en cuya lectura y con-
sideración andaría embebida por entonces, Francisca
escribe, a su modo, una parábola, que podría denomi-
narse "la parábola del pan dorado", imitación un tanto
desabrida de la parábola cristiana de los obreros lla-
mados a trabajar en la viña (Mt, 20, 1-16) pero para ;

ser una parábola en la verdadera acepción de la pala-


bra, le falta la conclusión moral. De la vida humana,
tomó en efecto el argumento, que es el de una historia
fingida, pero sin deducir de ella un precepto moral claro
y de forma sentenciosa.

Las sendas y testimonios del Señor. Aquí la inci- —


dencia de un anacoluto desvía el pensamiento de la
autora hacia la expresión de afectos distintos de los que
venía considerando, afectos que ella encubre con ex-
presiones aisladas tomadas del Salmo 118. Allí pide, en
efecto, que su corazón sea inclinado a los testimonios
del Señor (Ps., 118, 36), que éste la vivifique y avive
en sus caminos (Ps., 118, 37), que la adoctrine y ense-
ñe en la ciencia y el buen juicio (Ps., 118, 66), que con
su palabra divina ordene sus pasos a fin de que nin-
guna iniquidad se enseñoree de ella (118, 133) que ;

sus deseos no arraiguen en tierra estéril cual árbol plan-


tado lejos de las aguas corrientes; que no sea ella cual
los impíos, que son como paja que el viento disipa.

Símil del árbol. —


Sor Francisca emplea aquí, en for-
ma negativa —
y por cierto nada ortodoxa en cuanto
a la debida observancia de los cánones sintácticos
mismo símil del árbol 1 a que recurre David en el Salmo
el — ,

primero par? personificar al varón justo que se aparta


de las sendas del impío, figurados éstos, a su turno, en
la paja que el huracán arrebata (Ps., 1, 1-4).

El Señor, único refugio del alma. Aquí se abre un —


nuevo camino en el recorrido que sigue Sor Francisca.
Ahora anima ella a su alma para que se disponga a re-
1
Este símil se repite al final del Afecto lü'-' (p. H)7 de esta
edición )
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 77

cibir el azote del Señor airado a la par que la reconviene


porque su veste nupcial está manchada. La incita luego
a que gima como la paloma que deja el nido, a que,
-

como el pelícano del desierto, se desgarre el pecho


(Ps., 101, 7), y a que, huyendo, llore lo que perdió
riendo, porque, como el pájaro, ha vuelto a caer en las
redes de la culpa (Ps., 123, 7). Para preguntar a su
alma a dónde irá, una vez escapada de su refugio, se
vale Sor Francisca de las palabras del Salmo 138, que
trata de cómo Dios, presente en todas partes, lo ve todo.
Dícele después a su alma que debe aprestarse a sufrirlo
todo y que aunque vaya como perdida, no se desanime
y busque en tocia ocasión al Señor, su único refugio,
como lo es la cueva de piedra para el azorado erizo que
se extravía. Este símil del erizo en su cueva es una va-
riante del versículo 14 del capítulo 2? del Cantar de los
Cantares: "Paloma mía, que estás en los agujeros de la
peña, en lo escondido de los escarpados parajes". Cla-
ma luégo a su alma para que levante sus ojos al que
habita en los cielos, cual lo hacen los ojos de los siervos
al posar sus miradas en las manos de sus dueños, y sin-
gularmente los de la esclava en las de la señora a quien
sirve, hasta que ella se compadezca de sus duelos (Cf.
Ps., 122, 2).


El alma, hija pródiga. El alma debe confiar —
con-
tinúa Sor Francisca —en el Señor con la esperanza de
recoger las migajas del pan que caen de su mesa y
con la fe del hijo pródigo, quien, después de haber
disipado su hacienda en locos y vanos placeres, regresa
al hogar paterno a pedir, no lo que antes se le diera en
abundancia, sino un mendrugo de pan tan sólo. Por
este regreso hay fiesta en la casa del cielo, donde se
tañen la cítara y la zampoña y se hacen danzas, porque
el alma pródiga estaba muerta y revivió, estaba perdida

y fue hallada (Le, 15, 11-32). A continuación pone Sor


Francisca en labios del alma, como hija pródiga, pala-
bras que no constan en el relato evangélico citado, sino
que ella toma del Salmo 2?, v. 2 "Dios mío, Dios mío,
:

¿por qué me desamparaste?", y que fueron las mismas


que luégo pronunciaría Cristo en la cruz (Cf., Mt., 27,
46).
78 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Cristo como salterio. —


Con palabras también del
salmista, llama Sor
Francisca a Jesús "ayudador del
huérfano" (Ps., 10, 14), y llevada de su predilección por
la música, elabora un símil en que se compara a Cristo
crucificado con un salterio, cuyas clavijas son los cla-
vos que sus manos y pies traspasaron, y cuya música
asciende hasta el Padre, haciendo una suave y serena
concordancia con la voz triste del alma que canta sus
locuras y desvarios.
Insistiendo en la exclamación mesiánica "¿Por qué
me desamparaste?", Sor Francisca prosigue el desarro-
llo del símil de Cristo como salterio (Cf., Ps., 46, 9),
que el alma pulsa al verse abandonada de todas las
criaturas desamparo y abandono ocasionados por sus
:

muchas culpas y pecados. Atribulada por ello, el alma


no se atreve a llamar Padre al Padre de Cristo, si éste
no acompaña con su voz la voz de quien suplica, y si Él
mismo no asume, a su vez, la imagen y semejanza del
pecador.
El símil musical se despliega ahora en un clima de
epitalamio, mediante el encadenamiento de breves fra-
ses tomadas de distintos pasajes del Cantar de los Can-
tares. Cristo es ahora el Esposo que intercede ante el
Padre por el alma que en Él confía. La voz del inter-
cesor es como la del salterio o cítara a cuyo dulce són
el alma se va quedando dormida. Esta, transida de ine-
fables delicias, quiere hacer del amado un manojito de
mirra para estrecharlo y guardarlo en lo más íntimo
de ella, para que su calor, trascendiendo, la abrase y pre-
serve de la muerte. Encendida así el alma con aquella
brasa del amor vivo "que descansa entre sus pechos"
(Cn., 1, 12), ¿qué le importan el frío y la desnudez y las
tinieblas? Y a la sombra del deseado, saboreando sus
palabras — música a los sentidos —
tan dulces como el
,

fruto a su paladar (Cn., 2, 3), y más que la miel a su


boca (Ps., 118, 103), ¿qué le importan al alma, el
hambre o la sed o la fatiga?

El alma desfallece. —
Al llegar a este pasaje del Afec-
to 8?, dice Sor Francisca que se siente descaecer y que
el aliento le falta para proseguir (p. 69). Sin embargo.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 79

sobrepónese a su desaliento para decir que su única


esperanza es la palabra del Señor (Ps., 118, 81) que ;

su única luz, la que irradia el sacro leño su única glo- ;

ria, la de Cristo; y su única vida, amarlo sin medida.


Y esto, porque la vida sin su amor, no es vida.

Vivir muriendo. —Aclara luego Sor Francisca que


"este sentimiento (o yo no sé qué) tuve habiendo co-
mulgado", y que luégo, bajo el mismo influjo afectuo-
so, escribió la letra que allí a continuación transcribe
(p. 70). Dicha letra consta de cinco estrofas de cuatro
versos, de rima asonante algunos de ellos. Cada estrofa
es una variante del tópico del "vivir muriendo" de San-
ta Teresa de Jesús. Los dos versos finales del poema
son una recapitulación del tópico general:

Hacen el amor los sentidos,


sentidos de su dolor,
porque ellos pierden la vida
que ella muriendo ganó 1 .

Temor —
a la cruz. Todo hombre es ignorancia y con
él su alma, pues con frecuencia ésta ignora el camino
que transita, y como Pedro, en la tarde del Tabor, se
siente inclinada a exclamar: "Señor, agradable cosa
es estarnos aquí" (Mt., 17, 4). Es decir, que el alma,
llevada por un impulso subconsciente, teme la cruz lo —
mismo que Pedro —
y pide permanecer en el monte de
la transfiguración, olvidando que allí Moisés y Elias
trataron con Jesús del tránsito que éste iba a realizar
en Jerusalén (Le, 9, 31), e ignorando o fingiendo igno-
rar que la luz del Tabor irradia hacia el calvario.


Otro símil musical. Para dar a entender con mayor
claridad los sentimientos que en ese momento embargan
su alma, Sor Francisca apela, una vez más, a un símil
musical, que es, otrosí, como un recuerdo de su expe-
riencia juvenil en el aprendizaje del órgano. "Y no ad-
vierte (el alma) que ha de aprender la música que le

1
Su vida, LIV, 349, n. 1.
80 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

enseña el amor
divino, sino que se queda oyendo, al
modo que que aprenden se embelesan en oír tocar
los
y pierden la atención a aprender, no miran a donde pone
las manos el maestro, porque no quieren el trabajo de
aprender, sino el gusto de oír" (p. 71).


El temor a la cruz, nuevamente. Así, el alma por
andar en su deleite, dice que no quiere el cielo, porque
el quererlo presupone trabajos, penalidades y afliccio-
nes. Pero cuando le llega el momento de padecer, gime
y se deshace en llanto. Es así como también apenas co-
mienza ella a deleitarse en la música del salterio, que
es Cristo, en cuanto que esa música le significa que el
Señor está enclavado en la cruz, herido, atormentado y
padeciendo, entonces esa alma "pierde las consonancias
de la música y disuena del salterio". Pues cuanto el
alma desea, en realidad, es sólo su propio gusto y con-
veniencia. De ahí que sea necesario que el Señor acuda
a corregirla con el rigor de su disciplina, enseñándole
cuán amargo y eterno es el fin de la vida breve que se
pasó en deleites y goces livianos. Con lo cual Sor Fran-
cisca retorna a uno de los temas iniciales de este Afec-
to 8?, o sea, el de la enseñanza mediante el rigor, el de
la corrección en orden a la salvación eterna (p. 65).


En el reino de la contradicción. Cierra luego el ex-
tenso período en que ha venido declarando estas con-
sideraciones, mociones y reflexiones de su alma —su-
mida en un mar de contradicciones — con algunas excla-
maciones de sentido no menos contradictorio. Se duele,
en efecto, Sor Francisca de no poder vivir sin Cristo
y de no poder retenerlo consigo. Pídele que huya a los
montes, llevándosela, y al mismo tiempo le insta, su-
plicante, que la abandone pero que se lleve su corazón,
sus afectos y su alma, dejándola sola con sus angustias
y tribulaciones.

Tinieblas sobre el alma.— Escudriña su alma ahora


Sor Francisca y comprueba cómo los sentimientos qué
horas antes la adormecieron, sumiéndola en un tranqui-
lo sueño sosegado, son los mismos que luégo, con gran
:

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 81

sobresalto, la despiertan. Ve, en efecto, cuán festinados


son los pasos del Señor y cuán a la zaga va de él, re-
tardada y harto fatigada. Comienza entonces a descae-
cer, a tiempo que el sol declina y se va apagando la
luz que alumbra sus tinieblas. Sobre el alma van ca-
yendo, densas y pesadas, las sombras de la noche, y
ella siéntese desfallecer a medida que, inclinada sobre
sí misma, va adquiriendo conciencia de su propia mi-
seria e ignorancia. Contúrbala y espántala la luz mori-
bunda del día declinante, y experimenta, como nunca,
la angustia de su total desamparo.


Eslabonamiento. Para describir tan hondo senti-
miento de su propio abandono, entrégase Sor Francis-
ca a una hábil faena literaria de eslabonamiento, que
consiste en encadenar versículos completos o fragmen-
tados de los Salmos, singularmente algunos del Sal-
mo 188, que tratan de la práctica de la ley divina, de tal
manera que forman frases y aun períodos de sentido
cerrado. Veamos, a guisa de ejemplo, cómo Francisca
realiza esta paciente manipulación de artesanía literaria.
Con este fin transcribimos a continuación la página 71,
en su parte final, y la 72 casi en su totalidad, del pre-
sente volumen de los Afectos Espirituales. Encerrare-
mos entre paréntesis las citas pertinentes del texto bí-
blico, de que ella se sirve en cada caso para construir
sus cláusulas, cuidando de poner en cursiva dicho texto
para distinguirlo de las palabras o breves frases que
Sor Francisca acuña de propia minerva para coordinar
y dar, hasta cierto punto, un sentido unitario a las citas
bíblicas así concatenadas

"Descaecieron mis ojos en tus palabras (Ps., 118,


82), justo eres y recto tu juicio (118, 137), y pues si me
arrojas de ti (50, 13), no debieran mis ojos de guardar
tu ley. Salgan de ellos avenidas de lágrimas, salga por
los ojos el corazón deshecho, porque no guardó tu ley
(118, 136), que con justicia mandaste guardar tus tes-
timonios (118, 4) y con grande cuidado observar los
ápices de tus verdades (118, 160). Temblar y temer me
hace mi celo (54, 6), que hecha yo de mí misma con-
82 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

traria (porque me pusiste contraria a Ti) (Jb., 7, 20),


han olvidado tu ley mis pasiones, afectos y sentidos.
Mira que soy pequeña y despreciada, y casi consumida
en la tierra, pero no dejo de mi deseo y memoria tus
mandatos (118, 141), aunque las sogas y lazos de mis
pasiones me cercan (141, 4) y mis enemigos me han
dicho, y dicen sin callar, inicuas fábulas; pero esto no,
Señor, sino tu ley (118, 85). Según tu misericordia,
vuélveme a dar vida (118, 88). Mírame, y ten miseri-
cordia de mí (Ps., 24, 16; 85, 16, y 118, 132). ¿Cuándo
me consolarás? (118, 82), que soy hecha como el ani-
malito pequeño en la lluvia (118, 83) K Tus justifica-
ciones no he olvidado (118, 83), ¿cuándo es el día que
has de hacer juicio de mis perseguidores? (118, 84).
Muchos son los que me persiguen y atribulan (Ps.,
118, 157). Porque braman mis pasiones, y mis sentidos
y afectos meditan vanidades (2, 1), aparta mis ojos para
que no las vea. Vuelve a vivificarme (118, 156) en tus
caminos, pues está lejos la salud de los que no buscan
tus justificaciones (188, 155). Multiplicado se han las
enfermedades de mis pasiones (Ps., 24, 17) 2 y des- ,

pués se aceleran congregándose en uno, y como reyes


y príncipes que ya reinan en la tierra de mi naturaleza,
se ponen y me ponen adversa a Ti, Señor, 51 a los ca-
minos del que ungiste (2, 2), poniendo en su monte
mi salud (Ps., 2, 6) 3 Sea mi ayuda en tu nombre, Tú
.

que hiciste el cielo y la tierra (123, 8) y quebremos los


lasos y arrojemos su yugo (2, 3). Tú, que habitas en
el cielo, haz irrisión de ellos, haciendo que sean com-
prehendidos sus pies en el laso que con cautela ponían
a los míos (8, 16). Quiebra el laso, Señor, y seré libre"
(123, 7).

1
El original de la Vulgata: quia factus sum sicut uter in
patina, tradúcelo Sor Francisca así: "que soy hecha como el
animalito pequeño en la lluvia", mientras que Bover y Cantera
lo traducen : "pues, aunque hecho pellejo puesto ,al humo", y
Cipriano de Valera "porque estoy como odre al humo".
:

2
El original de la Vulgata dice: Tribulationcs coráis mei
tnultftlicatap sunt. Sor Francisca traduce arbitrariamente.
3
Traducción acomodaticia del versículo Ego autrm consii-
tutus sum rcx ab eo super Sion montan sanctum chis: "pero
yo tengo puesto a mi rey sobre Sión en su santo monte".
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 83


Análisis. Tenemos aquí, pues, 28 citas de los Sal-
mos, eslabonadas por conjunciones copulativas, adversa-
tivas, condicionales y causales (y, aunque sí, pues, etc.).
En algunos casos el texto bíblico se ve ampliado por
palabras o expresiones sinónimas que pretenden refor-
zar el significado del original "lazos y sogas", "des-
:

preciada y casi consumida en la tierra" , "persiguen y atri-


bulan' , "me han dicho, y dicen sin callar" , etc. En otros,
el enlace entre dos o más textos se realiza mediante
una breve "frase-eslabón", que tiende a imitar el es-
tilo bíblico
: "No debieran mis ojos guardar tu ley", es,
por ejemplo, una frase acuñada por la autora que le
sirve de eslabón para unir a ella el texto del versículo
136 del Salmo 118, que Sor Francisca traduce un tan-
to libremente "Salgan de ellos avenidas de lágrimas",
:

agregando luego, de su propia cosecha también, y a


modo de amplificación "salga por los ojos el corazón
:

deshecho". Otra frase explicativa de parejo estilo es la


que pospone a un texto de Job (7, 20) "han olvidado
:

tu ley mis pasiones, afectos y sentidos".


En resumen descontados unos cuantos adverbios,
:

conjunciones y breves frases incidentales, no más de


veinte (20) en total, lo demás en este pasaje transcrito
del Afecto 8?, con textos eslabonados de algunos Salmos,
principalmente del 118, citado dieciséis (16) veces.
Cabe observar aquí, de paso, que al doctor Miguel de
Tovar, anotador bíblico del texto de la primera parte
de los Afectos, se le escapó glosar 23 de las 28 citas que
este solo pasaje contiene.
Este minucioso escudriño de una sola página de los
Afectos, tomada al azar, demuestra paladinamente el
prodigioso conocimiento que de la Biblia, y muy sin-
gularmente de los Salmos, tenía Sor Francisca. Para
elaborar este pasaje, de un versículo a otro y de un
salmo a otro, salta con pasmosas solercia mental, for-
mando con ellos un caudaloso período que, pese a su
aparente incoherencia, tiene, como ya se observó, un
profundo y pleno sentido unitario. Y esto que aquí se
anota es valedero para casi todas las páginas de su ex-
tensa obra literaria.
84 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES


Complacencia en la propia humillación. Levántase
ahora el alma a la medianoche para alabar al Señor y
sus justos juicios (Ps., 118, 62) y entiende que ellos
se ciernen por sobre todo juicio humano, y que para
conocer tales dictámenes bien le ha venido que Él la
humillara (Ps., 118, 71). Luégo, con frase antitética,
muy propia del estilo de Santa Teresa, dice que su alma
conoce que no conoce los inescrutables testimonios del
Señor y sus caminos, complaciéndose en su propia hu-
millación.


El temor de Dios, principio de la sabiduría. Dásele
a entender, además, que la vida de la gracia santificante
es luz de la fe divina que brilla en las tinieblas, y que
éstas la desecharon (Jo., 1, 6). Ordena a su alma que
debe participar con júbilo en el temor de Dios, princi-
pio de la sabiduría (Ps., 110, 10), que no tiene fin.
A propósito de tal principio y fin, se enzarza nuestra
monja en un galimatías que no poco le hubiera envidia-
do aquel don Feliciano de Silva, de quien tan donosa
burla hace don Miguel de Cervantes en uno de los ca-
pítulos de la historia de su famoso hidalgo "Gózate en
:

tener parte con los que temen al Señor, porque quie-


re volver al principio de esta sabiduría, que no tiene
fin y halla su fin en este principio y así como el círculo
;

no halla principio ni fin en el que es fin y principio,


pero ha de parar en esto el que busca el fin, porque em-
pezar a parar en este princicio es empezar a perder el
fin" p. 73).

Quien a grandeza y señorío aspira en las sendas del


Señor, pequeño será y despreciado y se le requema el
;

corazón y cual hierba aridece aquel a quien ya hasta


comer su pan se le ha olvidado (Ps., 101, 5), esperan-
do, en cambio, recoger las migajas que de la mesa de
los poderosos caen. Mayor es la gracia con que Dios
ama y favorece que el enojado celo con que castiga, por
lo cual ha dicho: "Dios a los soberbios se opone, mas
a los humildes otorga su gracia" (Je, 4, 6). Dios, que
puso sus ojos en la humildad de María, al humilde mira
para enseñarle o adoctrinarle en las sendas que debe se-
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 85

guir. El rigor del Señor cuando corrige, enseña y con-


suela, es grande, e infinita su sabiduría.

"Levantante, Salterio" y final. —


Despierta el alma de
su sueño al par que la cítara y el arpa, y con la aurora se
levanta (Ps., 56, 9) para cantar los júbilos del corazón
de Cristo, "porque encubriste esas cosas a los sabios
y prudentes y las revelaste a los niños" (Mt., 11, 25).
Fíjense en estas nuestras miradas para que no seamos
cual los asirios, que se ufanaron del caballo y del jinete
y del brazo de sus guerreros ( Jdt, 9, 6) y para que tam-
,

poco seamos como los hacedores de ídolos, que a éstos


se asemejan, ni como cualquiera que en los mismos
confía (Ps., 113-b, 8) ídolos que boca tienen y no ha-
;

blan, ojos tienen y no ven, tienen oídos y no oyen, tie-


nen manos y no palpan, y pies tienen y no andan (Ps.,
113-b, 6-7). Aquí Sor Francisca amplía el texto bíblico,
diciendo "Tendrán pies y no andarán por tus caminos,
:

porque no obran con sus manos sino iniquidades. No


tendrán manos inocentes" (pp. 73-74). Y
volviendo so-
bre el texto del libro de Judith, arriba citado, comenta
la autora "Que esperen en sus carros, en sus dioses,
:

en sus príncipes, que yo sólo quisiera esperar en el


nombre del Señor. ." Aquí, para terminar, enlaza con
.

el Salmo 8 9 ligeramente parafraseado, en el cual David


,

ensalza la majestad de Dios y dignidad del hombre.

Recapitulación. —
Distintos son los sentimientos ex-
presados en este Afecto 8?, que, por la diversidad de
temas que en su curso se van suscitando, nos da la
sensación de incoherencia, incoherencia que es sólo apa-
rente. Recapitulando los distintos temas que lo integran,
el sentido e intención de este Afecto pueden compen-
diarse así la gracia ha caído en el alma de Sor Fran-
:

cisca como el grano de la parábola que cayó en el pe-


dregal. Por eso, cuando el Señor llega hasta ella, para
comunicarle sus favores, no lo reconoce, así como no
reconocieron los discípulos a Jesús en el camino de
Emaús. La gracia presupone en quien a ella aspira, vo-
luntad de sacrificio, ya que no se da a quienes sólo
anhelan los deleites pasajeros y los bienes fallecederos
de este mundo. El pan dorado de la parábola de Sor
86 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Francisca reserva sus saludables beneficios nutritivos


únicamente a quienes lo ganaron trabajando, ya que en
manos de los holgazanes se convierte en amarga ceniza.
Pero, ¿cómo el alma puede recobrar la gracia que cual
grano muerto ha caído en su erial?: transitando por
los caminos del Señor y obedeciendo su ley. De lo con-
trario, el hombre será como el árbol plantado lejos de
las corrientes aguas. El Señor y su ley son el único
refugio del alma que, cual el hijo pródigo, disipó las
riquezas y beneficios de Él liberalmente recibidos, en
vanos y caducos placeres, para luégo regresar, arre-
pentida y humillada, al Padre generoso que hace fiesta
para celebrar su retorno.
Cristo, cuando habla al alma, lo hace en un idioma
de inefables melodías, cuyo acento y modulaciones de-
ben ser escuchados, no por el deleite y embeleso que
comunican, sino por lo que ellos esencialmente signi-
fican. Si tales armonías envuelven y penetran en el alma
dispuesta a desentrañar su íntimo sentido melódico, en-
tonces ésta experimentará el deseo de morir porque no
muere, y su vida será entonces un perpetuo y deleitoso
morir. Comprenderá entonces también por qué la vida
no se le dio para ser vivida entre regalos y deleites, así
provengan éstos del continuo ejercicio de las virtudes
como soberanos beneficios de la gracia, sino para ser
vivida entre penas y tribulaciones, a la sombra de la cruz.
Por eso el alma debe buscar su camino en los testimo-
nios del Señor, es decir, en su ley que dignifica y salva,
que enseña corrigiendo y adoctrina con rigor. Condi-
ción esencial para transitar por esas sendas, es man-
tener vivas la fe y la esperanza en el Padre de las mi-
sericordias, cuyo hijo, el Verbo, es luz que alumbra
en las tinieblas.
Precepto divino es el temor de Dios, principio de la
sabiduría, y sin ese temor el alma se extraviará, y sin
rumbo caminará entre las sombras del pecado, y no
volverá al buen camino sino cuando se humille e implore
al Señor que la instruya en sus preceptos, que le des-
cubra íntimo sentido de sus testimonios y justifica-
el
ciones. Sólo entonces podrá clamar al Señor, que es
cítara y salterio, la despierte en la aurora de la gracia
:

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 87

para deleitarse, entendiéndolos, en sus suaves y sosega-


dos sones que ascienden a los cielos merecidos.

Glosas a unas notas. —


El primer editor copista de —
las obras de Sor Francisca Josefa de la Concepción, se-
ñor Antonio María de Castillo y Alarcón publicó al—,

final del Ajecto 89 (p. 74, n. 2), en forma de nota, un


papel dirigido por ella a uno de sus confesores, cuyo
texto literal es el siguiente "Padre mío : hasta aquí
:

había escrito cuando V. P. vino, y entre los motivos


que he tenido para no enviar, no han sido los menores
la mucha vergüenza de mi corazón. Por amor de Dios
me perdone la molestia que le doy, y me avise la última
resolución de lo que haré" 1 .

Páginas más adelante, después del Ajecto 9? de la


primera parte, el mismo copista insertó una página bajo
2
el título de "Trozo aislado, Despego del mundo" y con ,

ella, a guisa de nota, una carta, sin firma, dirigida a la


Madre de Castillo por uno de sus confesores carta que, :

como dice el susodicho copista, "aclara diversos pun-


tos". En realidad, los puntos aclarados en dicha misiva
son, no sólo los que propiamente constituyen su tema
o asunto principal, y que su texto expresamente decla-
ra, sino también otros que, aunque accidentales, sirven
para precisar ciertos datos que juzgamos de utilidad
crítica. Con el objeto de que el lector se forme un cri-
terio exacto sobre el particular, reproducimos a conti-
nuación esta segunda carta:

Jesús. —
S. F. de la C. He visto el papel, y cada día
me alegro más de la determinación que tomé, pero dirá
que esto es a costa de sus temores y vergüenza. No im-
porta. Ofrezco a N. S. este holocausto, pues así lo pro-
mete en su papel, amando, padeciendo y obedeciendo.
"En este traslado que envío ahora, tengo dos dudas
la una es que en la tercera hoja, a la mitad, en un ren-
glón a que corresponde en el margen una cruz, dice
estas palabras porque empezaba ya a amanecer; y sa-
:

ber, si esto es advertir el tiempo en que tuvo el senti-

1
Cf. Su vida, XXXII, 226.
2
Véase p. 94, n. 2 de la presente edición.
88 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

miento y dijo las palabras del Salmo Levántate salte-


:

rio y cítara; o si acaso tiene otro sentido. La otra es


que en los últimos renglones del Sentimiento dice que
N. S. con su divinidad ampara y con su humanidad per-
dona; y esto último es menester explicarlo más, por-
que aunque es verdad que la humanidad de Cristo N. S.
fue la que con su Pasión y muerte nos mereció el per-
dón; pero, propiamente, quien perdona es Dios, y de
aquí es que el Evangelio se refiera a la admiración de
aquellos que se escandalizan de oír a Jesús decir di- :

mittuntur tibi peccata 1 porque, como ellos decían: qui


,

potest nisi Deus, peccata dimittere? 2 y se escandaliza-


ban porque, como ciegos, no conocían que Cristo era
Dios. También pueden tener otro sentido, entendiendo
por humanidad, la misericordia.
"Envío el librito que prometí, de los Sentimientos,
del V. P. Puente, no porque pretenda que se ajuste, en
el escrebir, al estilo y orden del Padre, sino para que
tenga el gusto de leerlos.

"Dios le asista en su divina luz y gracia.


"Su siervo". (No hay firma).

Las frases y palabras que hemos destacado en bas-


tardilla sirven para aclarar los siguientes puntos:

l 9 Que quien debió suscribir esta carta fue el R. P.

Francisco de Herrera, ya que la determinación a que


él se refiere, y de la cual se alegra cada día más, fue
la de haberle ordenado a su hija espiritual que pusiera
por escrito sus afectos y sentimientos espirituales. Tes-
timonios de esta orden se dan en Vida, X, 96; XI, 102;
XXIX, 211-212, y XXXVIII, 258-59. Véase también
Afectos Espirituales, Afecto 104 -\ p. 329 del vol. I.
(

2? Que esta carta, por las alusiones y referencias que


contiene, es contestación al papel escrito por Sor Fran-
cisca, y que aparece reproducido, en forma de nota, al
pie del Afecto 8?, p. 74. En dicho papel no se menciona

1
Mt. 9, 5 y Mr. 2, 5.
3
Mr. 2,7 y Le. 5,21.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCION 89

elnombre de la persona a quien fue dirigido, y que es,


según la dicho anteriormente, el mismo P. Francisco
de Herrera.
3? Que el Afecto a que éste se refiere en su carta y
que en él ha suscitado las dudas que allí mismo expo-
ne, parece ser el 8?, si bien las frases que transcribe

no se texto en la forma literal en que él las


dan en el
traslada, sino un tanto modificadas, lo que hace pen-
sar que Sor Francisca varió el original en vista de las
observaciones que en la carta aludida le hiciera su con-
fesor. En efecto, la frase más parecida a la citada por
el P. de Herrera es esta "En medio de las tinieblas
:

de la noche se levanta el alma y te confiere cantando en


el salterio y la cítara" K Teniendo en cuenta los pa-
ternales reparos de su confesor, Sor Francisca debió
suprimir, además, la parte final del susodicho Afecto 8?,
por no hallarse, en la versión definitiva, la frase citada
por el P. Herrera "Nuestro Señor con su divinidad
:

ampara y con su humanidad perdona".


49 Que Sor Francisca acostumbraba someter sus pa-
peles, a medida que
los iba escribiendo, al juicio y re-
visión de sus confesores, quienes le sugerían posible-
mente, como en el caso presente, les hiciese algunas mo-
dificaciones o supresiones, en lo cual convendría segu-
ramente la autora (Cf. Afecto 89?, vol. I, 291, ed.
1956), y
5 9 Que con la frase final de su recado escrito, "y me
avise la última resolución de lo que haré", parece que
Sor Francisca pide a su confesor la aconseje sobre si
debe proseguir su obra o no, y le diga, ante todo, si en
su concepto lo que ha escrito le ha sido o no inspirado
por Dios. Estas dudas y estos escrúpulos le han de
asaltar en todo el discurso de su vida, y a veces con
insistencia tanta, que tentaciones siente de quemar sus
escritos (Cf. Vida, 11, 113; XXXII, 226; XLII, 279
y 283, y XLIX, 317. Afectos Espirituales, "Trozo ais-

1
Cf. Afecto 95 Q volumen I, p. 304
, "El, como mi salterio
:

y mi cítara, se levantó en la mañana de mi vida, y con dul-


císimas voces me llamó a la soledad..."
90 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

lado", p. 94, nota 2; vol I, Afecto 66?, 228; 89?, 291, y


99?, 317, ed. 1956).
El P. de Herrera contesta a su hija espiritual al res-
pecto, animándola a que obedezca y prosiga, ofrecién-
dolo todo en holocausto a Nuestro Señor. Sor Fran-
cisca acata las órdenes de su superior,como lo demues-
tra el comienzo del Afecto 10? (p. 104). "En el nombre
de Dios y la Virgen María, prosigo con mi obediencia
ciega, porque no quiero atender a otra cosa que a ha-
cer la voluntad de Dios en obedecer".

AFECTO 99

DESEOS DE PADECER POR CRISTO, Y AMAR A LOS


PERSEGUIDORES PARA IMITARLE. HAZTE AMIGA
DE LAS EXTRAÑAS, Y EXTRAÑA DE LAS AMIGAS.
Por las palabras de tus labios guardaré caminos du-
ros, porque no vino al mundo tu palabra a poner paz
en la tierra, sino espada de separación entre lo que es-
taba unido 1 Espada de dos filos salía de su boca cuan-
.

do apartaba la naturaleza del espíritu*. ¡Oh, Señor,


cómo pruebas y miras el corazón, examinando pregun-
tas para que te responda y vea que conoces sus cami-
nos!, más amas al alma cuando la pruebas; ningún hom-
bre cuerdo barrió la casa ajena, ni limpió la vestidura
que arrojó al muladar, ni podó la viña que no era suya.
Pruébame, pues, Señor, y mira mi corazón 3 ; pregún-
tame y yo te responderé, no a uno, a mil cargos que me
hagas, sino sólo que no desprecies la obra de tus manos;
no quiebres con ira el vaso que de barro formaste. Bien
veo que el veneno mortal de la culpa lo inficionó, de
modo que ha menester lo visites en la noche, sanando
con las sombras de la tribulación las huellas de la cul-
pa; con fuego lo examinas para que no se halle en él
maldad.

1
Luc, 12, 49.
a
Apoc, 1, 26.
8
Ps., 25, 2.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 91

El alma que sigue al amado ceñida de su fortaleza,


con en pos de su querido la cruz, con el
la cual lleva
amor que le da esfuerzo, se la hace tan ligera, que le
parece no camina; y así le pide ir a lo excelso del pa-
decer: subamos al monte de la mirra 1 ; el amor le da
alas, y él se apacienta entre los lirios de estos afectos
cercados de espinas. Pero va cayendo el día e inclinán-
dose las sombras; el temor la cerca y le pide: mane no-
biscum, Domine, quoniam advesperascit 2 pero ya ha-
;

bía pasado cuando conoció quién era el que le daba


aliento en el camino, que como a niño le daba partido
el pan que podía comer. Cuando Nuestro Señor pa-
rece que niega al alma los deseos, es cuando se los con-
cede; por donde quisiera conocer que no sé nada, nada
puedo, nada acierto, sino es cuando me dejo en las ma-
nos de Dios, como ciega e inhábil. Conocido he muchas
veces cómo en este modo de tribulación, que parece es
lo sumo del padecer, quiere Nuestro Señor que el alma
lo imite, y así corra y vuele en llegando al monte en
que su amado subió a lo sumo de las penas, y fue ane-
gado en tribulaciones; luégo se halla sin las vestiduras,
esto es, sin aquella fortaleza con que caminaba, y se re-
nuevan las llagas de sus dolores, etc. Vos, Señor, dijis-
teis: 'sobre las llagas de mis dolores añadieron, etc. 3 .

Luégo empieza a y yelo que traspasa el


sentir el frío
espíritu, teme las penas que han de venir, y ya le es-
panta y hace temblar aun los amagos de la cruz que an-
tes pedía; y luégo, a golpes de tribulaciones interiores
y exteriores, queda clavada su memoria para no acor-
darse de cosa que la alivie, ni aliente ; antes como quien
pende de un clavo que la traspasa, cuanto a ella ocurre
es dolor. Igual, y aún mayor pena halla en su enten-
dimiento, cuyos discursos, pendrándola, la dejan inmó-
vil para toda operación de donde le pueda venir luz, ali-
vio, etc. La voluntad y los afectos quedan clavados con
una tibieza que casi llega a imposibilidad de moverse.
Allí es la grita del pueblo y los baldones: "tú que que-

1
Cant., 4. 6.
2
Luc, 24, 29.
:!

Ps., 68, 27.


92 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

rías edificar el templo de Dios, ubi est timor tuus, for-


titudo tua, patientia tua et perfectio viarum tuarum?,
etc.
1
A otros alentaste para que no descaecieran, pero
.

tú ya descaeciste, por tanto bája de la cruz, deja ya esta


vida, etc." 2 Hállase levantada de la tierra con dolor,
.

cuando mira lo que dejó de ella, y se le hace intolerable


el haberlo dejado, y le parece que sin ello vivirá mu-
riendo; clama al cielo por quien se apartó de la tierra,
y se halla desamparada, y olvidada de Dios.
Se abren los sepulcros, y se revuelven las confeccio-
nes; tiembla la tierra, y amenaza el infierno a tragarla.
Dolores inferni circumdederunt me, praeocupaverunt
me mortis 3
laquei se abrasa en tribulaciones, pide
;

consuelo tal vez a las criaturas, y le dan amarguras por


refrigerio; sus pensamientos la cercan, porque tiene
clavada la memoria y el entendimiento para desechar-
los, y no puede resistirlos.
Ellos la aprietan por todas partes, circumdederunt me
sicut apes, et exarserunt sicut ignis in spinis 4 Siente
.

el dolor de apartarse de lo que es conforme a su natu-


raleza, que el niño a quien apartan con violencia de los
pechos de su madre. Si el alma que así es hecha como
el pájaro solitario en el techo, callare y sufriere, aten-
derá a la consonancia de su cítara y salterio, cuya sua-
ve e íntima armonía será medicina de sus llagas, aliento
en sus penas, vida en su muerte. Oirá que aún el nom-
bre de madre excusa cuando canta más alto y dulce pa-
ra expirar, con más alta voz se entrega a su Padre, de
quien se queja desamparado. ¡Oh suave Jesús, bien pu-
diera esta música vuestra suspender los sentidos, robar
las atenciones, traer tras sí los peñascos!
Oí (sin proseguir lo que iba diciendo), entendí lo que
diré, y me parece hace a un intento: estaba pensando
cómo se portará quien vive en comunidad con las otras
personas que en algún tiempo la injuriaron, para agra-
dar más a Nuestro Señor, y conocí: como el lirio entre

1
Job., 4, 6.
-
Marci., 15, 30.
;

Ps., 17, 6.
1

Ps., 117, 12.


SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CO^ CEPCIÓN T
93

las espinas no les es noeivo a ellas, y ellas lo traspasan


y hieren, beneficia tal vez abrigándolas, etc., y
él las
recibe sin huir las injurias ; está para con ellas blando
y suave; ellas para con él, ásperas, etc. Así el alma se
poseerá en paciencia, y será mi amiga, si hiciere lo que
íC
te di por la mayor caridad. Mi alma puse en las ma-
nos del Padre, cuando le pedí por los que me daban
muerte, porque yo fui aquel hombre que dio la sustan-
cia de su casa por la caridad, y entonces levantando más
la llama el fuego que ardía en mi pecho, alcé más la
voz para entregar y enviar mi espíritu al Padre, como
cambiándolo por el perdón de mis enemigos" " ¿Cómo .

dirá que me ama, quien no me correspoyide, y en lo que


puede me imita? Sin semejanza no habrá amor' Por .

tener a Jesús por amigo, bien se puede poner el alma.


Fineza es no buscar de las criaturas, sino las espinas;
pero así es toda para su amado, y Él todo para ella 1 ;
así se conserva lirio entre espinas, no entre halagos.
Después entendí la particular merced y amor de Je-
sús para con el alma que así lo hiciere. Como el que
coge lirios de entre las espinas, y con ellas quedan las-
timados sus dedos, así recibe por suyas las penas de los
que lo aman; y el alma, que tal dicha tiene, logra la
vestidura de púrpura, y queda adornada y vestida con
la sangre del que se llamó gusano por su amor. Así,
aunque por la naturaleza es débil, queda hecha fuerte,
y podrá apretar el trabajo y la amargura con sus de-
seos, porque el Señor corroboró su brazo, y la hizo ase-
mejarse a Él, cuando la vestidura que le dio blanquea-
da con su sangre, con ella la duplicó, dándole la cari-
dad, que la adorne.
Ahora entiendo un afecto que se siente, en que si se
hallaran dos personas a quien yo hubiera de hacer un
beneficio a la una, se lo hiciera de mejor gana a la que
me había injuriado; como el que da a ganancia su cau-
dal, allí se inclina a darlo adonde ve que más logra,
suponiendo que no hubiera otra razón por donde lo
contrario fuera más agrado de Dios. El hacer bien a
quien no me ha hecho mal, puede llevar otros motivos;

1
Cant., 2, 16.
94 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

pero el hacerlo a quien yo no quisiera, es sólo porque


quiere Dios, y esto hace el alma con seguridad y ale-
gría. Un consejo sonó siempre en los oídos de mi alma,
no sé cuyo sería: "hazte amiga de las extrañas, y extra-
ña de las amigas '.
Extraño fui hecho a mis hermanos,
l
y peregrino .

TROZO AISLADO 2
; DESPEGO DEL MUNDO.
¿No echa de ver que es lástima gastar el tiempo en
pensamientos inútiles? ¿Que se puede en él amar a
Dios? ¿Cuánto piensa que ha de vivir? Cristo dijo:
Módico, et iterum módico. San Juan: jam ultima hora
est. San Pablo: praeterit enim figura hujus mundi; qui
habent, tamquam non habentes sint et qui f lent, tam- :

quam non flentes et qui gaudent, tamquam non gau-


;

3
dentes, etc. .

No pusieron aquí para consuelos, sino para amar


la

y padecer; y ¿por qué ha de temer la muerte?, pues an-


tes la ha de desear, porque mientras más viviere, más ha
de aumentar sus miserias y culpas; todavía vive en la
tierra: si consurrexistis cum Christo quae sursum sunt :

quaerite, ubi Christus est, non quae super terram, etc. 4 .

Ubi est Deus tuus, quis est dilectus tuus, quo dilectus
declinavit.Santa Teresa: que lo que hacen o tienen los
bienaventurados viendo la esencia divina, hemos nos-
otros en el Sacramento. San Pablo: nostra conversatio
5
in coelis est.

1
Ps., 68, 9.
2
del copista, señor A. M. de Castillo y Alarcón "Pa-
Nota :

rece producción ajena, copiada por la V. M. La foja 61 del ori-


ginal contiene un trozo de materias místicas en 15 renglones, que
no traslado aquí por ser de otra letra, y estar truncado. También
contiene la siguiente carta, que copio, porque aclara diversos
puntos" De su confesor. "Jesús.-S. F. de la C. He visto el pa-
:

pel, y cada día me alegro más de la determinación que tomé:


pero dirá que esto es a costa de sus temores y vergüenza. No
importa, ofrezca a N. S. este holocausto, pues así lo promete
en su papel, amando, padeciendo y obedeciendo. En este tras-
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 95

¿A dónde halla a su Dios? Procure no perder la paz


y recogimiento interior en las ocupaciones de obedien-
cia y exteriores; este es beneficio especial que hace Dios
Nuestro Señor, Él sea bendito infinitamente. Amén.
No es malo que se venza y hable por Dios.
¿De qué se aflige? ¿De que es mala?, si no lo puede
remediar, humíllese ; si puede enmendarse, no se aflija.
Las mortificaciones exteriores tanto son buenas, cuan-
to el motivo que las precede o acompaña; bastaba el
querer estar afligidos con dolores, etc., porque lo estuvo
Cristo Nuestro Señor, y el quitar con esto los bríos a la
carne.

9: COMENTARIO
Inicia este Afecto Sor Francisca diciendo al Señor
que por obediencia a sus rigurosos preceptos está dis-
puesta a transitar por los ásperos caminos de su ley,
conformándose en un todo a sus palabras "¿ Pensáis :

que he venido a la tierra a dar paz ? No, os digo mas ;

lado, que envío ahora, tengo dos dudas la una es que en la


:

tercera hoja, a la mitad, en un renglón a que corresponde en


el margen una cruz, dice estas palabras porque empezaba ya a
:

amanecer; y deseo saber, si esto es advertir el tiempo en que


tuvo el sentimiento, y dijo las palabras del Salmo: Levántate
P salterio y Cithara; o si acaso tiene otro sentido. La otra es,
que en los últimos renglones del Sentimiento dice que N. S.
con su Divinidad ampara, y con su Humanidad perdona; y esto
último es menester explicarlo más, porque aunque es verdad
que la humanidad de Jesucristo N. S. fue la que con su pasión
y muerte nos mereció el perdón, pero propiamente quien per-
dona es Dios, y de aquí es que en el Evangelio se refiere la
admiración de aquellos que se escandalizaron de oír a Jesús de-
cir: 'remittuntur tibi pecata', porque como ellos decían: 'Qui
potest nisi Deus peccata dimitiere', y se escandalizaban, porque
como ciegos no conocían que Cristo era Dios. También pueden
tener otro sentido, entendiendo por humanidad, la misericordia.
Envío el librito, que prometí, de los Sentimientos del V. P.
Puente: no porque pretenda que se ajuste en el escrebir al
estilo y orden del Padre, sino para que tenga el gusto de leerlos.
Dios le asista con su divina luz y gracia.-Su siervo".
3
I. ad Corinth., 7, 30.
4
Ad Colos., 3, 1.
5
Ad Philipp, 3, 20.
;

96 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

disensión" (Le, 12, 15). Amplía luego el sentido de


este texto aludiendo a la exhortación de San Pablo a
los hebreos ''Porque la palabra de Dios es viva y efi-
:

caz, y más penetrante que toda espada de dos filos y ;

que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las


coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y
las intenciones del corazón" (Heb., 4, 12).

"

Labios corno espadas". Parece casi seguro que Sor
Francisca tuvo en cuenta para la elaboración de este
pasaje los abundantes textos bíblicos en que se da, bajo
distintas formas expresivas, el que bien pudiera lla-
marse tópico de "labios como espadas". Citamos a con-
tinuación algunos de estos textos:

Ecce loquentur in ore suo, et gladius in labiis eorum;


quoniam qüis audivitf (Ps., 58, 8) "He aquí que pro-
:

ferirán con su boca; cuchillos están en sus labios, por-


que dicen ¿ Quién oye ?"
:

hominum, dentes eorum anua ct


Filii sagittae, et
lingua eorum gladius acatus (Ps., 56, 5) "Hijos de
:

hombres, sus dientes son lanzas y saetas y su lengua cu-


chillo agudo".

Quia exacuerunt ut gladium lingnas suas; intenderunt


arcum rem amaram (Ps., 63, 4) "Que amolaron su
:

lengua como cuchillo y armaron por su saeta palabra


amarga".
Est qui promittit et quasi gladio pungitur conscicntiae,
lingua autem sapientium sanitas est (Pro., 12, 18) :

"Hay quienes hablan como dando estocadas de espada


mas la lengua de los sabios es medicina".
Tota die iniustitiam cogitavit lingua tua, sicut nova-
dolum (Ps., 51, 4) "Agravios maqui-
rula acuta jecisti :

na tu lengua: como navaja amolada hace engaño".


Sagitta vulnevans lingua eorum, dolum locuta est, iu
ore suo pacem cum amico loquitur ct oceulte potril ct
insidias (Jr., 9, 8)"Saeta afilada es la lengua de ellos;
:

engaño habla; con su boca habla paz con su amigo, y


dentro de sí pone sus asechanzas".
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 97

" . . . Et de ore eius gladins utraque parte acutus exi-


bat" (Ap., 1, 16) ".:
y de su boca salía una espada
. .

aguda de dos filos ..."

"Et de ore eius procedit gladins ex utraque parte


acutus, ut in ipso percutiat gentes"' (Ap. 19, 15) "Y :

de su boca sale una espada aguda para herir con ella


las gentes".

Et ceteri occisi sunt in gladio sedentis super


. . .

equum, qui procedit de ore ipsius, et omnes aves satu-


ratae sunt carnibus eorum (Ap., 19, 21) "Y otros fue- :

ron muertos con la espada que salía de la boca del que


estaba sentado sobre el caballo, y todas las aves fueron
hartas de las carnes de ellos".
Et angelo Pergami ecclesiae scribe: Haec dicit qui
habet rhomphaeam atraque parte acutam (Ap., 2, 12) :

"Y escribe el ángel de la iglesia de Pérgamo el que :

tiene la espada aguda de dos filos, dice estas cosas".

Similiter paenitentiam age; si quo minus, veniam tibi


cito etpugnabo cum Mis in gladio oris mei ( Ap., 2, 16) :

"Arrepiéntete, porque de otra manera vendré a ti pres-


to, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca".

Et galeam salutis adsumite et gladium spiritus, quod


est verbum Dei (Eph., 6, 17) "Y tomad el yelmo de :

salud, y la espada del Espíritu que es la palabra de ;

Dios".
Acolite arbitrari quia pacem venerim mittere in te-
rram: non veni pacem mittere, sed gladium. Veni enim
separare hominem adversas patrem suum et filiam
adversas matrem suam (Mt, 10, 34-35) "No penséis :

que he venido para poner paz en la tierra no he ve- :

nido para poner paz sino espada. Porque he venido para


hacer disensión del hombre contra su padre, y de la hija
contra su madre. ." .

La prueba de fuego del amor. El Señor da mues- —


tras de su amor
al alma cuanto más la prueba, cuanto
más inquiere de ella para comprobar si en realidad
conoce los caminos de su ley. Cordura humana es pre-
ocuparse uno por atender al propio perfeccionamiento

Análisis —5
98 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

en orden a la salvación de su alma antes que procurar


el de los demás. Con el salmista pide Francisca al Se-
ñor que la pruebe y sondee, que escudriñe su corazón
(Ps., 25, 2), que la interrogue en todo cuanto qui-
siere, ya que ella se halla dispuesta a responder a cuan-
tos cargos le haga, con tal que no la desmenuce como
a vaso de alfarero (Ps., 2, 9).


Tema del lirio entre espinas. Sigue el alma al amado
llevando su cruz con las fuerzas que le da el amor, pa-
reciéndole entonces breve el camino y el peso ligero.
Pídele luégo a su Señor, así confortada, que la con-
duzca a la cima de los padecimietnos, y con la esposa
de El Cantar de los Cantares le suplica que asciendan
ambos al monte de la mirra y al collado del incienso
(Cn., 4, 6), donde él apacienta entre lirios (Ib., 2, 16;
6, 3), cercado de espinas (Ib., 2, 2).


La tarde de Emaús. Sor Francisca señala el tránsito
de este paisaje idílico, todo claridad y sosiego, a otro
de tonos crepusculares, evocando el pasaje evangélico
de San Lucas donde se refiere la aparición de Jesús a
dos de sus discípulos en el camino de Emaús, después
de la resurrección. Declina el día y las sombras comien-
zan a descender del alto cielo. Cleofás y su amigo ins-
tan al Señor a que se quede con ellos, que aún no le
habían reconocido, pues ha comenzado a anochecer.
Acepta Cristo la invitación, y "puesto a la mesa con
ellos, tomando el pan, lo bendijo, y después de partirlo
se lo daba. Entonces a ellos se les abrieron los ojos y
le reconocieron" (Le, 24, 29, 31). Otro tanto le acon-
tece al alma que, después de haber conferido largamen-
te y a espacio con el Señor en el camino de las tribu-
laciones, ignora aún quién le ha acompañado, hasta que
Él, a la hora del crepúsculo vespertino, fracciona el pan
para compartirlo con ella, y ésta, deslumhraba, reconó-
cele entonces.

Flaquea al imitar a Cristo en su pasión. —La expe-


riencia ha enseñado a nuestra autora que "cuando
le
Nuestro Señor parece que niega al alma los deseos, es
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 99

cuando se los concede", y por ello es que, ignorante de


todo e impotente para hacer algo, se confía totalmente
en Cristo. Cree Francisca que este tormento del alma
que no sabe cuándo ni cómo el Señor le ha de otorgar
lo que tan íntimamente desea ella, es la mayor tribu-
lación que puede padecer, entendiendo con esto que es
voluntad divina que el alma imite a Jesús en los dolo-
res de su Pasión y muerte y que con él ascienda al
Calvario y con él se crucifique en la cruz de la mor-
tificación; pero cuando ya aquélla se halla dispuesta a
imitarlo, siente que le faltan las fuerzas, que quienes
la afligen, al ver que el Señor la ha herido, la persiguen

y revulsan sus heridas, tal como lo previo el salmista:


quoniam quetn tu percussisti persecuti sunt et super
dolorem vulncrum tneorum addiderunt (Ps., 68, 27).
Ve entonces también cómo se le va helando el espíritu
y comienza a temblar ante la sola inminencia de las pe-
nas por venir. Ya no desea sino que rehusa la cruz que
antes tan intensamente deseara.

El dolor paraliza las potencias del alma, —Las tribu-


laciones son golpes que clavan su memoria, imposibi-
litándola para recordar aquello que pudiere servirle de
consuelo y alivio en medio de las congojas en que se
debate. El entendimiento se ve paralizado, de modo que
ni puede discurrir libremente ni vislumbrar el menor
destello que ilumine su noche tenebrosa. La voluntad
se ve cercada de imposibles y de insuperables obstácu-
los que la reducen a la inacción.
Los sentimientos, sin poder antever un hito hacia don-
de disparar su carga afectiva, se enfrían y congelan. Es
entonces cuando el alma inmovilizada así en sus po-
tencias, escucha el mismo reproche que hiciera Elifaz
a Job consumido en su estercolero Tú que consolas-
:

te y reconfortaste a los demás en sus tribulaciones, aho-


ra, cuando te ves sometido a prueba, cuando los gol-
pes caen sobre ti, te apesadumbras y conturbas. ¿A
dónde está ahora este temor tuyo que era tu confianza,
y a dónde tu esperanza que era la perfección de tus ca-
minos? Ubi est timor tuus, fortitudo tua, patientia tua
et perfectio viarum tuarumf (Jb., 4, 6).
100 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Sor Francisca vuelve luego sus ojos al calvario para


aplicar a sualma las palabras de los que ultrajaron la
agonía de Cristo, gritándole "¡ Ea El que destruye el
: !

santuario y le reedifica en tres días, sálvate a ti mis-


mo bajando de la cruz" (Mr., 15, 30). Se reprocha a
sí mismasu desesperado asimiento a las cosas terre-
nales, que
la hace llorar por anticipado cuanto aquí
deja; y querellándose al cielo por ello, vese olvidada y
abandonada del Señor. Siéntese así el alma en vilo, sus-
pensa entre el amor a Dios y el afecto a las criaturas,
que en agonal forcejeo se la disputan.
Clama entonces el alma al Señor con las mismas pa-
labras con que David cantó el día en que Yahveh lo
libró de las asechanzas de sus enemigos y del furor de
Saúl "Dolores del seol me rodearon, previniéronme la-
:

zos de muerte" (Ps., 17, 6). Naufraga en el piélago de


sus tribulaciones, pide socorro a las criaturas, quienes,
lejos de acudir en su auxilio, la atosigan con acíbar de
denuestos. Pensamientos vanos la acosan y ella no pue-
de rechazarlos, porque su entendimiento y su memoria
están clavados "Cercáronme como abejas ardían a
: ;

modo de fuego de zarza" (Ps., 117, 12). Sufre al apar-


tarse de lo que ama como "el niño a quien apartan con
violencia de los pechos de su madre".

Silencios de alma. —
Cuando el alma calla, escucha
dentro de serena e íntima concordancia de la mú-
sí la

sica que desciende del Calvario, consolándola en sus


penas, remediando sus males y "vivificándola en su
muerte". Cuando, a punto de expirar, el canto de Cris-
to asciende con un inefable acento de humana ternura,
ni siquiera nombra a su madre, sino que totalmente
se entrega al Padre, preguntándole por qué lo ha des-
amparado. Sosegada música del Señor enclavado, que
suspende los sentidos, embriaga al alma y hasta a las
duras peñas conmueve y arrebata.

Súbita transición. —
Sor Francisca corta aquí intem-
pestivamente su discurso para referir lo que oyó y sin-
t'ó entonces, por considerarlo muy oportuno. Dice que
cuando estaba pensando en cómo debería obrar una
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 101

religiosa con quienes en alguna ocasión la agraviaron,


se le dio a entender con las palabras del Cantar de los
Cantares, que imitando al lirio entre las espinas, el cual
da sombra a quien lo hiere y traspasa, es suave con
quien le es áspero y que, impasible, soporta las inju-
rias. No de otra manera obró el Señor cuando, entre-
gándose al Padre, imploró por quienes le dieron muer-
te afrentosa de cruz, "dio la sustancia de su casa por
la caridad" (Cn., 8, 7) y entregó su espíritu a cambio
del perdón de sus enemigos. Quien no imite al Señor
no le ama. "Sin semejanza no habrá amor". Luego,
con el buido acento de un moralista francés, concluye:
"Fineza es no buscar de las criaturas sino las espinas".
Si bien el apotegma tiene más de Baltasar Gracián que
de La Bruyére, de Pascal o de La Rochefoucauld.

Lirio entre espinas. — Prosigue luego devanando, es-


carmenando hasta la sutileza, el símil epitalámico del
lirio entre espinas. Delmismo modo que a quien por
coger hieren las espinas, al Señor lo lastiman
el lirio lo

y le llegan al alma las penas de quienes le aman. Retor-


ciendo luego el símil hasta desviarlo de su cauce y
fluencia natural, concluye Sor Francisca que el alma
de tal manera agraciada, merece se le vista con túnica
de púrpura, quedando así engalanada y "vestida con la
sangre del que se llamó gusano por su amor". Es así
como el alma débil tórnase fuerte y puede conciliar .lo
penoso y arduo con sus deseos, y el Señor, al dar vigor
a sus brazos y al vestirla con la cándida veste que su
sangre ha empurpurado, y al exornarla con la caridad,
la hace semejante a Él. Como un leitmotiv entre líneas,
resurge, sentencioso, el "sin semejanza no hay amor".
Este prolijo cuanto intrincado símil la conduce al
entendimiento de un afecto espiritual con que fue fa-
vorecida. O sea: que puesta en el dilema de hacer el
bien a dos personas, de preferencia se lo haría a aque-
lla que la hubiese injuriado, porque, como el que da a
interés su dinero, se decide por quien mayores réditos
le ofrece, a no ser que hubiere razón suficiente para
proceder de diversa manera. Nunca como ahora resue-
na en los oídos de Francisca el consejo que alguien le
102 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

diera: "Hazte amiga de las extrañas, y extraña de las


amigas", consejo que ella, con ese admirable poder de
asociación de ideas que la distingue, concatena con las
palabras del salmista: "Soy para mis hermanos como
extraño, y extraño para los hijos de mi madre".
(Ps., 68, 9).

Cronología. — No hay en este Afecto indicio alguno


que dé pie para fijar su cronología.

DESPEGO DEL MUNDO


(Trozo aislado).

Al intercalar este pasaje, entre los Afectos 9?


y 10?,
el copista, señor de Castillo y Alarcón, anotaque le
parece ser aquél "producción ajena, copiada por la
V. M.", agregando inmediatamente que "la foja 16 del
original contiene un trozo de materias en 15 renglones,
que no traslado aquí por ser de otra letra, y estar trun-
cado" (Afectos, p. 94, n. 2).
Esta nota del asiduo copista de los manuscritos ori-
ginales de la obra de Sor Francisca, viene a reafirmar
nuestra suposición de que página —
en prosa o en ver-
so —que a ella le gustara, la copiaba de su puño y le-
tra, tal como aconteció con aquellas letrillas y ende-
chas de Sor Juana Inés de la Cruz, que Sor Francisca
trasladó y dejó entre sus papeles sin mencionar el nom-
bre de la autora, lo cual ocasionó que por muchos años
se le atribuyera la "maternidad" de unos poemas que
ciertamente no había escrito originalmente, sino tras-
ladado \
Sólo falta averiguar si este intitulado "trozo aislado"
es copia de alguna página de obra mística, o si es tras-
lado de un pasaje de alguna carta o pliego de instruc-
ciones espirituales escrito por uno de sus confesores.
En todo caso, tales consejos o preceptos de vida espi-

Más datos sobre este pleito literario en "Estudio Liminar".


1

(Vida, 49-54, ed. 1956).


;:

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 103

ritual fueron escritos para una mujer —


religiosa o se-
glara
la
— como ,

pusieron aquí
se ve claramente en su redacción: "No
para consuelos sino para amar y pa-
decer. .¿De qué se aflige?, ¿de que es mala?
Los temas que en este "trozo aislado" se enuncian
apenas, son

19 No emplear el tiempo que pudiera dedicarse a


pensar en Dios, en imaginar cosas vanas o de poco
momento. Cítase al respecto un texto de la primera
epístola de San Pablo a los Corintios (7, 29-31), don-
de se trata de las excelencias de la virginidad sobre el
matrimonio
29 La vida no le fue dada al hombre para que la vi-
viera alegre y despreocupadamente, sino para amar al
Señor y padecer por Él.
39 Que no se debe temer a la muerte sino buscar la
vida nueva preconizada por Cristo, y así como Él qui-
so permanecer oculto a las miradas de los hombres,
después de haber resucitado, del mismo modo nuestra
vida debe quedar con Cristo en Dios para que cuando
el Hijo se manifestare, también se habrá de manifes-

tar gloriosamente nuestra vida. A


propósito se cita el
capítulo 39, versículo 19 de la epístola a los Colosen-
ses,en donde se da a entender que nuestra ciudadanía
es el cielo,donde esperamos al Señor Jesucristo, quien
transformará nuestro cuerpo vil en la forma de su cuer-
po glorioso, según su poder de subyugar y someter a sí
todas las cosas ;

49 Que nodebe perder la paz interior y el íntimo


se
recogimiento por más ocupados que nos encontremos
en cumplir los preceptos de la obediencia;
59 Que no debemos
afligirnos si no hemos logrado la
total enmienda de nuestra vida pecadora, sino humi-
llarnos, y

69 Que la mortificación externa es buena, según la


causa que la ocasionare.
Moviéndonos ya en el terreno de las suposiciones,
creemos que copia es de un papel de uno de sus
tal
confesores, principalmente si se relaciona el último apar-
104 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

te de este "trozo aislado", que trata de las mortifica-


ciones exteriores, con la introducción del Afecto 13?
(p. 118), en donde Sor Francisca menciona cierta licen-
cia que le concediera su confesor para llevar consigo
cilicios. Ahora bien, falta precisar cuál era la persona
a quien ella da el título de Vuestra Reverencia (V. R.)
en el curso de sus Afectos. Tal persona no pudo ser
sino quien le ordenó pusiera por escrito sus sentimien-
tos espirituales, o sea el P. Francisco de Herrera, como
consta en varios pasajes de Su Vida y de los mismos
Afectos Espirituales. Para corroborar esta suposición
bastaría hacer un cotejo del estilo de este "Trozo ais-
lado" con el de las cartas del mencionado religioso que
se publican como apéndice de la Vida de Sor Francis-
ca (Ibidem, 391 y 393).
Al analizar la carta (sin firma) que el copista in-
cluye inmediatamente después de hacer estas notas acla-
ratorias, quedaron expuestas las razones que nos han
asistido para atribuir taldocumento epistolar al mismo
P. Francisco de Herrera, razones que en el presente
caso vienen a ratificar nuestras suposiciones, máxime
si se tiene en cuenta que el llamado Trozo aislado con

las correspondientes notas aclaratorias del copista y


con la transcripción de dicha carta, vienen a formar
un solo bloque que reclama una misma hermenéutica
o exégesis, llevando ésta a una idéntica conclusión, a
saber que el autor del Trozo aislado, intercalado entre
:

los Afectos 9? y 10? , y el de la carta transcrita en for-


ma de nota aclaratoria por el copista, son una misma
persona, o sea el R. P. Francisco de Herrera.

AFECTO 109

RESIGNACION HUMILDE Y CONFIADA. NORTE SE-


GURO EN LAS TEMPESTADES. EL ETERNO PADRE
QUIERE HACER A LAS ALMAS CONFORMES A LA
IMAGEN Y SEMEJANZA DE SU HIJO.
En el nombre de Dios y de la Virgen María prosigo
con mi obediencia ciega, porque no quiero atender a
otra cosa que a hacer la voluntad de Dios en obedecer.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 105

Habiendo padecido horrorosos tormentos ocasionados


del enemigo, que me faltó poco para salir dando voces
por la casa, a la mañana, en la oración, quejándome con
Nuestro Señor, le decía: ¿Cómo, vida de mi alma y
Señor mío, consentiste que con tanto rigor de tenta-
ciones y espantos fuera mi alma hollada y pisada de sus
enemigos ? Al instante se presentó a los ojos del alma
mi Señor Jesucristo, cuando caído en el suelo, desnudo
y llagado, fue pisado de los pecadores, y entendí: Las
tinieblas me hollaron, y yo me quejé a mi Padre, pi-
diendo en mi persona misericordia para todos los que
por mi amor, y por conformarse con la imagen de su
hijo, fueron hollados y cruelmente tratados del poder
de las tinieblas. El Eterno Padre quiere hacer a las al-
mas Conformes a la imagen de su hijo, que es el primo-
génito de sus hermanos 1 Mira, pues, cuáles y cuántas
.

cosas convenga sufrir, y cuáles y cuántas sufrieron los


santos e hijos de Dios, coherederos con su hijo, el
cual dio poder a las tinieblas sobre su cuerpo inocen-
te y santo. Mas es poder de una hora corta y breve cual
es el espacio de la vida mortal; y no por eso compre-
henden las tinieblas a los hijos de la luz, antes los pu-
rifican y son como instrumentos de su exaltación y
corona; y esta noche, cercada de temores, convierte
Dios en su iluminación y delicias, porque, pasando por
este fuego y agua, los lleva al refrigerio. El Señor es
el que libra al alma en su protección, de las juntas de
los malignos y de la multitud de los obradores de mal-
dad que, afilando sus lenguas como cuchillos, tienden
sus arcos en cosas amargas, queriendo asaetear en lo
oscuro el corazón limpio que sólo desea a su Dios. Mas
mira cómo enfilan contra ellos sus lenguas, y sus pla-
gas son como saetas de párvulos tiradas al aire sin vi-
gor ni fuerza; contra ellos enfilan sus lenguas, porque
queriendo arrojar al alma en tempestad de confusión
y en espíritu de pusilanimidad, zahiriéndola y turbán-
dola con las mismas culpas, a que ellos la incitaron, ahí
triunfa, resplandece y vence el brazo misericordioso

1
Ad Román., 8, 29.
106 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

que hace potencia para derribar al soberbio y levantar


al pobre,humilde y bajo.
En la media noche se oyó el clamor de que venía el
esposo 1 Muchas veces la turbación, temor, dolor y
.

oscuridad son anuncios de que vendrá el esposo a te-


ner sus delicias, y celebrar sus desposorios con las que
le salieren a recebir, porque estaban prevenidas velan-
do, sin dejar que el horror de la noche les cerrara los
ojos, ni rindiera las fuerzas, ni que el olvido del amor
de su esposo apagara su luz, ni extinguiera la espe-
ranza con que vive y se alienta el amor. Así, pues, no
sabes si a la primera o segunda vigilia de la noche ha
de venir, espérale siempre con la luz del amor y la es-
peranza, porque viniendo viene, y no tarda.
En el desierto de la tribulación, sabe Dios ministrar
sustento al verdadero israelita que camina esforzado a
la tierra prometida, sin dejarse vencer de los gigantes
que le anuncian que han de tragar los hombres, ni sa-
crificar a ídolos y dioses vanos, porque tarden las no-
ticias de su Dios y su ley; y no quiere danzar y jugar
con el pueblo vano, sí, espera en paciencia su venida.
Entonces estará la ley santa escrita como en piedra, y
resplandecerá su rostro para el buen ejemplo; siendo
esta luz ante los hombres, para que santifiquen en
nombre de Dios y glorifiquen a su Padre celestial ~.
Mira, todas las cosas tienen su tiempo. Si todo fuera
primavera, no se cuajaran las flores en frutos; si no
llegara el rigor del invierno, no se lograra la labor de
los campos; si no apurara el fuego en el crisol, no sa-
liera el oro limpio y acendrado. A los días suceden las
noches, y después de las tinieblas se espera la luz; el sol
cada día nace y muere ; y los árboles y plantas ya están
floridos, y aparecen áridos, ya echan sus hojas, y ya
dan sus frutos; y aun los mismos frutos con la variedad
de los tiempos se sazonan. ¿No ves que las artes no las
entiende sino es el que las practica y las aprende, no
el que sólo las oye relatar? ¿No sabes que es un abismo
el corazón humano, que sólo Dios entiende sus cami-

1
Matth., 25, 6.
2
Matth., 5, 16.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 107

nos, pues deja al sabio artífice que lo fabricó que lo


enderece y gobierne? El sabe el tiempo en que lo ha
de sembrar, en que lo ha de podar, en que lo ha de edi-
ficar y en que lo ha de perfeccionar; pues si totalmente
ignoras esta ciencia ¿como ciega quieres gobernar estos
pasos; no ves que cayeras, y lo echabas a la hoya?
La ciencia provechosa, segura y clara, es amar el go-
bierno de Dios, Padre de luces, que siendo Padre para
el amor y providencia, es luz su ciencia, su gobierno y
caminos. Antes haz como el ciego, que puesta en el
camino, sólo clames, más y más 1 Jesús, luz que ilu-
.

minas; Jesús, hijo de David, manso y piadoso, ten mi-


sericordia de mi, que puesta en el camino no sé guiar
mis pasos, ni puedo mover mis pies. Tú sólo eres el
que puedes ponerlos en un lugar espacioso, y que se
muevan como con alas, dilatándose mis pasos en tu se-
guimiento, como el que corre y como el que vuela. No
quiero quedarme echando raíces en la tierra, porque
ya tu luz me ha mostrado que los hombres son como
árboles caidizos, débiles e inconstantes, y que sólo dan
2
fruto los que están plantados cerca de tus corrientes ,
fuente de vida, de luz y de firmeza.

10: COMENTARIO
Presa de una de las muchas crisis de desaliento que
le sobrevinieron en el tiempo en que escribía su obra,
Francisca, haciendo un esfuerzo sobrehumano, se so-
brepone a su desánimo y toma la resolución de prose-
guir escribiendo sus Afectos Espirituales, más que todo
por "hacer la voluntad de Dios en obedecer" (p. 104).
Refiere Sor Francisca al comienzo de este Afecto 10?,
cómo, atormentada por las muchas tentaciones y lazos
que le tendía el maligno, estuvo, cierto día, a punto
de salir dando voces por los patios y claustros del con-
vento, pero que al querellarse en su oración matinal, al

1
Marc, 10, 48.
2
Ps., 1, 3.
108 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Señor, por haber permitido que su alma fuera hollada


por rigurosas tentaciones e inenarrables angustias, éste
se le mostró, ante los ojos de su alma, derribado en
tierra, desnudo y llagado, tal como sus verdugos lo ha-
bían dejado en el día que precedió a su muerte en la
cruz. Entonces parecióle a Sor Francisca oír que Cris-
to le decía: "He aquí cómo me han pisoteado, vejado
y befado mis verdugos; pero yo clamé al Padre im-
plorando para ellos misericordia y ofreciéndome como
víctima propiciatoria, pidiéndole se apiadase de todos
cuantos por mi amor me imitaran y fueran hollados
y maltratados con sevicia por los poderes infernales".
Sor Francisca, al oír estas palabras, entiende que ellas
significan el cumplimiento de los planes divinos con
respecto a las criaturas, tal como lo expresa San Pa-
blo en su Epístola a los Romanos, es decir que Dios
:

coordina y dispone su acción en bien de quienes le


aman y han sido elegidos conforme a sus inescruta-
bles designios. "Porque a los que de antemano conoció,
también los predestinó a ser conformes con la imagen
de su Hijo, en orden a que fuese el primogénito entre
muchos hermanos" (Ibídem, 8, 28-30).
Termina el Señor su habla divina proponiéndole a
Francisca como ejemplo todo cuanto por su amor su-
frieron y padecieron los hijos de Dios, quien dio al de-
monio un poder limitado para conturbarlos y atormen-
tarlos con la tentación y cuya acción sólo se extiende
a la hora breve que dura la vida mortal. Con todo, no
alcanzan las tinieblas a dominar ni a oscurecer a los
hijos de la luz. Al contrario, los purifican, exaltan y
glorifican, porque en medio de esta noche cercada de
temores, Dios es para ellos su luz y su alegría. El fue-
go acendra y el agua limpia, y uno y otra, por voluntad
de Dios, conviértense en elementos y medios de sal-
vación.


Lengua como cuchillo. Vuelve Sor Francisca al tó-
pico de "labios como espadas" cuando, para decir que
es el Señor quien defiende al justo de las acometidas
de sus enemigos, parafrasea el versículo 4° del Salmo
63, donde se les describe como a hombres "que amo-
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 109

laron su lengua como cuchillo y armaron por su saeta


palabra amarga". ( Quia exacuerunt ut gladium Un-
guas suas; intenderunt arcum rem amaram) (Cf., Afec-
to 9?).


Parábola de las vírgenes. Otra paráfrasis hace a
continuación Sor Francisca: la de la parábola de las
diez vírgenes, según el texto de San Mateo (25, 1-13).
Inspirándose en el capítulo 32 del Exodo, que trata
de pacto del pueblo de Israel con Jehová
la violación del
y de la adoración del becerro de oro, establece Sor
Francisca un breve símil entre la peregrinación de los
israelitas por el desierto y la del alma por el yermo de
las tribulaciones, concluyendo con las palabras de San
Mateo, según las cuales, los justos son la luz del mundo :

"Que alumbre así vuestra luz delante de los hombres,


de suerte que vean vuestras obras buenas y den gloria
a vuestro Padre, que están en los cielos". (Sic luceat
lux vestra coram hominibus, ut videant opera vestra
bona et glorijicent Patrem vestrum qui in coclis est).
(Mat, 5, 16).


Todo tiene su tiempo. Dice con El Eclesiastés que
toda cosa tiene su tiempo y sazón. Luego comenta que
el verdadero artesano es el que practica su oficio y no
se limita a la teoría. En cuanto a los secretos del co-
razón humano, sólo Dios los conoce y sólo Él puede
gobernarlo y dirigirlo, porque sabe el tiempo de la
siembra, de la poda y la cosecha, mientras que el alma
— ignorante de tal arte y toda ciencia —
es incapaz de
gobernarse, y si lo intentara, ciega como es, caería en
el abismo.
La única ciencia clara, eficiente y provechosa es amar
a Dios y su gobierno providencial. Su ciencia es luz
que ilumina el camino del hombre para que éste no se
extravíe de la senda que a su Dios conduce, y es tam-
bién impulso y acicate para que el hombre corra y vuele
hacia el Eterno y no se detenga ni arraigue en la tierra
árida de las pasiones como el árbol infructuoso que se
marchita lejos de las corrientes de las aguas que dan
vigor, vida e inmarcesible lozanía.
110 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Cronología. —
No hay datos que permitan colegir el
año exacto en que fue escrito este Afecto.

AFECTO 11^

DESTEMPLANZA DEL ALMA FUERA DEL SENO


DE SU DIOS.
Sintiendo en mi alma una fuerza dulce y poderosa
al amor de su Dios, sin que otra cosa alguna me llenara,
ni pudiera emplearme ni aun en actos de otras virtudes,
pensaba preguntar esto, y si seria Dios el que movía
así el alma, y entendí: Cuando tenía muchos días Da-
vid 1 , no le calentaban los vestidos, hasta que se buscó
de los fines, o hasta los fines de Israel, la virgen más
hermosa que le calentara en su seno. Pues mira, este
oficio hace la caridad con el alma, después que ha re-
cibido muchos días de los que hace el Señor y goza-
do se y exultado en ellos, y tejido de varios actos de
virtudes la vestidura con que se cubra su desnudez, vie-
ne a tiempo que sólo la fuerte y hermosa caridad, cuyo
precio es de los últimos fines, le da la vestidura doblada
para que no tema el rigor de las nieves, y sólo en su
seno duerme y descansa; porque esta castísima esposa
lleva en su seno, y abriga en su calor hasta la mayor
edad al alma. Y mira que la caridad y amor se necesitan
desde el principio hasta el fin; ella es la que da leche
al pequeñuelo, y la que da calor al cano, y como hermosa
vid 2 ha de abundar por todos los lados del edificio, pa-
ra que su hijos, esto es, sus obras y afectos, estén al
circuito de su mesa, como los renuevos de la oliva, abun-
dantes en el óleo de la misericordia.

1
III. Reg., I, 2.
8
Ps., 127, 3.
— ;;

348 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Hállase con esto, mi alma fiada en Nuestro Señor,


quieta y segura, con deseos de anegarse más y más en
su Dios, y no hallarse a sí misma.

40: COMENTARIO

Tema y desarrollo. Sor Francisca, leyendo el capí-
tuloIV del Eclesiástico, ha topado con una sentencia
que luego ha quedado resonando en su mente y en su
alma. Sor Francisca ha recordado, y recuerda todavía,
tal sentencia, y suscita ella en su alma inefables senti-
mientos de consuelo, paz y gozo, a pesar de no entender
cabalmente su sentido o significado. Se trata del ver-
sículo Nec coneris contra ictum fluvii (Ecli., 4, 32),
(y no te opongas al curso del torrente), que muy libre-
mente, y con cierto sutil toque de humor, pudiera tra-
ducirse por el refrán "no nades contra la corriente"
:

pero que Francisca, más Ubérrimamente aún, vierte en


un "Oh alma mía, no resistas la fuerza de mi amor".
El proloquio del Eclesiástico acude a la memoria de
Francisca principalmente cuando se entrega a la ora-
ción, y parécele entonces que tales palabras alguien se
las dice al oído con imponderable amor, y ella imagina
que ese alguien es el pastor que con suave silbo se anun-
cia en la espesura. Oírla e inundarse su alma en las
avenidas de un rumoroso mar de indecibles delicias,
todo es uno. Débil junco, su alma intenta — necia
oponerse al curso del torrente de la gracia, o sea, nadar
contra la corriente; pero los embates del amor divino,
las rumorosas avenidas de la gracia y sus dones, la
doblegan y sumergen en su irresistible caudal. Inmer-
sa el alma en tan profundo gozo, siente el "vivo sin
vivir en mí" de Teresa de Jesús. Y en este morir por-
que no muere, se le declaran deslumbradoramente los
atributos de la omnipotencia, sabiduría y amor de Dios
y en contraste con ellos, la flaqueza, ignorancia y des-
amor de las criaturas, que neciamente resisten a los
raudales de la gracia. En cambio, quien no se opone
al impetuoso tormento del amor divino, al sumergirse
en él, siéntese arrebatado a inmerecidos cielos donde
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 349

ya nada acierta a querer, desear ni anhelar sino a Dios.


Desvélanse ante sus ojos, también, los anchurosos mun-
dos de la vida espiritual donde todo es paz, sosiego y
serenidad inexpresables.
Otro día Francisca eleva su oración al Señor. Dícele
humildemente cuánta es su miseria y flaqueza, mués-
trale su alma afeada por la culpa y el pecado. El Señor,
conmovido, le repite nec coneris contra ictum fluvii,
:

a tiempo que le muestra y representa "unas avenidas


de aguas purísimas que lavarían mi alma, la purifica-
rían y harían capaz de su Dios, o de llegarse a Él".
Parécele entonces que el amado la reconviene con ter-
nura, animándola a no contrariar el ímpetu del mar de
su infinito amor, cuyas aguas poseen la virtud de la-
var, limpiar y purificar a cuantos en ellas se aneguen,
alentándola a no permitir penetre la duda en su corazón,
a que no la "retraiga el temor de sus manchas y cul-
pas" ni la intimide el temor o conocimiento de su pro-
pia miseria.
El efecto inmediato de cuanto a Francisca se le dijo
en esta habla o locución, fue —
según declaración pro-

pia el de una deleitable sensación de paz acompañada
de un profundo sentimiento de confianza en Dios y
de un incontrastable deseo de sumergirse y anegarse
en el insondable mar del amor divino. Después de todo,
Francisca desea perderse a sí misma de vista, aniqui-
larse, para encontrar sólo al divino esposo, al amado
entre los amados, que ha de venir para llevarla a la
cámara del vino y cubrirla con la bandera de su amor
(Cn., 2, 4) para únicamente salir al encuentro del de-
;

seado, que "aquí viene ya saltando sobre los montes,


brincando sobre los collados. ." (Cn., 2, 8).
.

Cronología. —Parece conveniente establecer una rela-


ción entre el texto de este afecto y aquel pasaje del ca-
pítulo XXXIII (pág. 227) del libro de Su Vida, donde
Sor Francisca refiere que uno de sus confesores le acon-
sejó no resistiera a los consuelos con que el Señor que-
ría regalarla y que, a pesar de esto, no dejaba de andar
temerosa por el entendimiento que algunas veces se le
diera, al acercarse a comulgar, de las palabras nec co-
350 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

neris contra ictum fluvii, que era como si le dijeran:


''Oh, alma mía, déjate embriagar de la avenida pode-
rosa de mis gracias, consolaciones y misericordias Noli :

resistere contra faciem potentis" (Ecli., 4, 32).


Por la similitud de las circunstancias que rodean este
episodio de la vida espiritual de la Madre del Castillo,
descritas en uno y otro libro con términos parecidos,
puede conjeturarse que el hecho a que ambos escritos
se refieren, es el mismo. De aquí cabe deducir, enton-
ces, que el tiempo en que tal hecho aconteció fue el
comprendido entre los años de 1712 y 1714, lapso en
que tienen lugar los sucesos referidos en el precitado
capítulo XXXIII de la autobiografía de la autora.
En este Afecto, como en los inmediatamente anterio-
res, muéstrase parca la Hermana Francisca en la cita
de textos bíblicos. Sólo uno aduce en todo el discurso
de este capítulo el versículo 32 del capítulo IV del
:

Eclesiástico, cuya exégesis intenta, limitándolo a la ex-


posición y demostración de un caso personal suyo.
El símil del mar con las avenidas del amor divino
pertenece a la tradición de los escritores místicos, no
sólo españoles sino también franceses, y aun árabes.
En efecto, metáforas similares se dan en las obras del
Padre Osuna, de Santa Teresa y San Juan de la Cruz,
entre los primeros en los escritos de San Francisco de
;

Sales, entre los segundos, y en Algazel, entre los últi-


mos. Para una más cabal y autorizada información al
respecto, puede consultarse con evidente provecho el
erudito ensayo de Helmud Haltfez, intitulado "El esti-
lo nacional en los símiles de los místicos españoles y
franceses" \ recogido luégo en el volumen que, bajo el
título de Estudios literarios sobre mística española, tra-
dujo y publicó la Editorial Gredos de Madrid (1955).

1
Nueva Revista de Filología Hispánica, año 1, N9 1, julio-
septiembre de 1947, págs. 43-77.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 351

AFECTO 41?

ASIDA EL ALMA DE SU DIOS, EN LA TRIBULACION


NUNCA TEME NAUFRAGIO.
Estando con una tribulación interior, que yo misma
no entendía, ni podía explicar, ni me entendía, parecién-
dome que ya acababa, me volvieron en mí estas pala-
bras que leí acaso 1 Bonus Dominus et confortans in
:

die tribulationis et sciens sperantes in se. . . Quid cogita-


tis contra Dominum ? Consummationem ipse faciet non ;

consurget dúplex tribulatio. Aquel Señor poderoso de


quien se dice: increpans mare et exsiccans illud et omnia
ilumina ad desertum deducens, es el que se apiada y
conforta el alma en el día de la tribulación. Aquel Señor
grande y poderoso, que es juntamente, Dominus patiens
et magnus fortitudine, viene tal vez en la tempestad de
la tribulación. Dominus in tempestate et turbine viae
ejus, et nebulae pulvis pedum ejus. ¡Oh grandezas de
Dios! Visita al alma, Señor, y visítala como quieres;
que como te ame, que como te tema, que como espere
en Ti: bonus Dominus et confortans in die tribulatio-
nis, aquel mismo Señor, que es tan terrible a sus con-
tr arios, Deus aemulator et ulciscens Dominus, et habens
furorem ; ulciscens Dominus in hostes suos et irascens
ipse inimicis suis. Este mismo Señor grande y pode-
roso, se pone en defensa del alma, y el que increpando
al soberbio, y hinchado como el mar, lo hace secar y
abatir, es el que guía y deduce las aguas al que está
desierto, solo, seco, y árido.
Oh Señor, ¿en qué fía el que no fía sólo en Ti? Pues
las virtudes, si no son sólo fundadas en esperar en tu
gran bondad, enferman y descaecen, como las flores
del Líbano y Carmelo; y los más altos montes commoti
sunt ab eo, et colles desolati sunt. No hay nada que
pueda subsistir en su presencia, si no es aquello que con-
serva y mantiene tu misericordia y gracia; ¿pues en
qué fiarán los habitadores del orbe, amadores de la

1
Nahum., 1, 7, et seq.
352 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

tierra?; pues ella se estremece a tu presencia, ¿cuál


grandeza estará en pie ante la cara de su indigna-
ción?; ¿quién resistirá a la ira de su furor? Su indig-
nación se derramará como juego, que disolverá y des-
hará las piedras más fuertes. Y después de esto escu-
che el alma que lo ama y que lo busca esperando en
Él: bonus Dominus, et confortans in die tribulationis, etc.
Todo este poder, toda esta grandeza, toda esa majes-
tad es en su favor, no tema, pues, las tempestades de
las tribulaciones, pues el Señor hace camino en ellas;
no la obscuridad y niebla, que es el polvo que huellan
sus pies. No la atemorice el mar hinchado de los espí-
ritus soberbios, que el Señor, reprehendiéndolos, los
hará secar. No la sequedad y soledad del desierto, que
el Señor llevará y guiará a Él las fuentes de las aguas.
No la demasiada tribulación, que el Señor la pesará y
contendrá, para que no se levante doblada. No a los hi-
jos de los hombres, ni a todos los habitadores del orbe,
que la mayor potencia se deshace a la presencia de su
ayudador. No las dificultades de los montes y piedras,
que el Señor los moverá y disolverá. Sólo tema perder
la amistad y gracia de su Señor, porque entonces no
fíe en los montes del Líbano y Carmelo, que sus flores
enfermarán y enflaquecerán. No en el alto mar de nin-
guna prosperidad, que increpándolo el Señor lo hará
huir. No en las avenidas de suavidades y consolaciones,
que el Señor las echará al desierto, y esconderá a sus
ojos. No en la fortaleza de las piedras, que el Señor las
deshará con fuego. No en los que habitan los orbes de
la tierra, que la indignación del Señor los hará temblar.
No en los altos collados, pues el Señor los desolará.
¡Oh temor, oh temblor! Señor Dios mío, que eres
bueno y confortas en el día de la tribulación. Día de
tribulación y angustia es el tiempo de mi vida, confór-
tame en este temeroso día para que no te pierda. ¡Dios
de la majestad, no te apartes de mí, no me dejes con-
migo, no me dejes sin Ti! ¡Oh fuente, oh centro del
bien! ¡Oh todo el bien! ¡Oh único y sólo bien!, sé toda
mi esperanza, que así vivo entre mi miseria, y entre mi
no ser, más contenta cuanto más conozco mi pobreza
y no ser. Sea todo mi ser y mi riqueza sólo esperar en Ti.
:

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 353

Así que, Señor mío, grande y terrible, paciente y


amoroso, no te desagrada la tempestad, pues en ella ca-
minas; no la obscuridad y niebla, pues allí están tus
huellas; no te enamora la hermosura y capacidad del
mar, pues lo reprehendes y haces secar ; no te pagas
de las corrientes de las aguas, pues las echas al desier-
to; no de la alteza de los montes, pues los conmueves ;
no de los collados, pues los desuelas; no de la hermo-
sura de las flores, pues las dejas enflaquecer y marchi-
tarse; no de la tierra, pues la haces estremecer ; ni de
sus poderosos poseedores, pues les muestras tu indig-
nación; ni de la fortaleza de las piedras, pues las des-
haces. ¿Pues qué, Señor, te agrada, qué te inclina? El
que espera en Ti, el corazón humilde, que no confía en
sí mismo; el que todo su ser resigna y deja en tus
poderosas y amorosas manos, en tu sapientísima provi-
dencia; el amarte y temerte K

1
El manuscrito original trae, en este punto, la siguiente
nota de la V. M. del Castillo para su confesor
"Padre de mi alma, y todo mi amparo en esta vida No sé :

cómo le diga en el tormento que está mi cuerpo y mi alma,


y con que he escrito eso. Paréceme que estoy gastando el tiempo
en escribir disparates, y locuras, y deshonras, etc. Y toda la
noche, como que me dispertaba diciendo: '¿Ya él se va a cuidar
de la Guaviva?, y tú quedarás aquí, muriendo y reventando;
¿para qué ha sido esta nueva inventiva de escrebir tus locuras
y sueños, por sólo darle gusto? Lo más seguro era huir y
buscar por otro camino tu remedio, pues ves el sentimiento
que tienes en estas cosas; y así, aquí no buscas a Dios. Mejor
es huir, etc.' Luégo de contado, entró una persona a contarme
los presentes que le traían, los olanes en que venía envuelto
el cacao, los encargos que V. P. hacía, etc. Y con esto, sin
saber yo dónde meterme o huir de mí misma, según la confe-
sión, tristeza y horror de que se llena mi corazón, parecién-
dome que no tenía otro remedio y que todos mis tormentos y
lo que ahora paso, me ha venido de esto, y estoy perdida, sin
hallar camino ni remedio. Y con esto me aprieta tánto el mal
del cuerpo, que estoy como para expirar. Esto es darle cuenta
de lo que me pasa, para que vea si será bueno quemar estos
papeles; pues, mientras más me esfuerzo a tomar sus consejos,
es más la guerra".
Es muy posible que el destinatario de esta carta sea el R. P.
Juan Romero. (N. del E.).
:

354 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

41: COMENTARIO

Proemio. Pasa Sor Francisca por una tribulación
que ella no acierta a entender ni menos aún a explicarse.
Cuando le parece que ya va a pasar, recuerda las pa-
labras — leídas un día al acaso —
con que Nahum, el
elcosí, inicia su profecía en que pondera el poder de
Dios, consuela y reanima a Judá y vaticina la suerte que
le espera a Nínive, la opresora. Conviene subrayar aquí
algunas de las calidades estilísticas de la profecía de
Nahum, antes de entrar en materia. Este es uno de los
libros más representativos de la literatura hebraica por
la originalidad de su estilo, por la impresionante auda-
cia de su colorido verbal. Insólito es el empleo que el
profeta elcosí hace de las formas del verbo. Variados
y dinámicos son su metro y ritmo. Tan tensa es la vi-
bración de su estilo, que aun a través de la traducción
en lengua castellana se percibe ella claramente.
Sor Francisca recuerda, al parecer, esta página por
su estilo impresionista, y porque descubre cierta simi-
litud entre éste y el suyo, y más que todo porque el
tema del preámbulo profético viene muy a propósito
con las congojas y penalidades que a la sazón la con-
turban y atormentan.

Primera parte. —Ante todo, quiere la Hermana Fran-


cisca destacar entre los atributos de la divinidad, los
de su bondad y omnipotencia bondad para acoger a
:

quien en Él confíe y poder infinito para aniquilar a sus


adversarios. De ahí que inicie su recordación con el
versículo 7° del Capítulo I de la profecía de Nahum,
haciéndolo seguir, en su orden, de los versículos 9, 4,
3, 7 (nuevamente), 2, 4 (repetición), 5 y 6. Las citas,
a diferencia de lo que suele acostumbrar, las hace en
latín, intercalando entre una y otra breves frases expli-
cativas del texto latino o sucintas paráfrasis del mismo.
Para una mayor comprensión del espíritu y la letra
de este Afecto, se da en seguida el texto de Nahum, en
¡a forma ordenada en que lo trae la Yulgata y en sn

versión castellana
:

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 355

v. 2.
— "Dios celoso de su honra y vengador
es Yah-
veh.Vengador es Yahveh, e iracundo, vengador es
Yahveh de sus adversarios y se enfurece contra sus
enemigos.
v. 3.
— "Yahveh
es paciente y grande en poder, mas
dejar no deja a nadie impune (y no tendrá al culpado
por inocente) :

"Yahveh en el huracán y la tempestad tiene su ruta,


y son las nubes el polvo de sus pies.
v. 4.
— "Amenaza al mar y lo deja enjuto y todos los
ríos seca:

"Languidecen el Basán y el Carmelo, y las flores del


Líbano se marchitan.
v. 5.
— "Los montes tiemblan ante Él, y los collados
se estremecen

"Clama la tierra en su presencia, y el orbe y cuantos


en él habitan.
v. 6.
— "Ante su ira, ¿quién puede mantenerse?
";Y quién resistirá ante el furor de su enojo?
"Su ira se derrama como fuego, y por Él son que-
brantadas las rocas.

v. 7.
— "Bueno Yahveh, y un refugio en día
es es el
de la tribulación, conoce a quienes en Él confían.
v. 8.
— "Mas cony inundación impetuosa causará exter-
minio en sus adversarios, tinieblas perseguirán a los
que contra Él se rebelan.
v. 9.
— "¿Qué tramáis
contra Yahveh? Él va a pro-
ducir completo estrago, no se levantará dos veces la
tribulación" (Expl. porque una sola basta para ani-
:

quilarlo).


Segunda parte. Empleando el texto original unas
veces, apelando otras a sus acostumbradas paráfrasis
sucintas, o traduciendo, las más, y a su modo un tanto
libre, el mismo texto, Sor Francisca expone en la se-
gunda parte de este Afecto su pensamiento fundamen-
tal : no debe temer el alma que confía en Dios porque
éste la ampara y defiende de sus adversarios. Cita a
356 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

propósito casi todos los mismos versículos de k pri-


mera parte, pero siguiendo este orden 3, 4, 9, 5, 4, 6, 5.
:

Impetración. — Entre
la segunda y la tercera parte de
este Afecto, interpolaSor Francisca una especie de ora-
ción o jaculatoria en la que pide al Señor la sostenga
y conforte en el día de su tribulación, tomando como
Dase el versículo 7.

Tercera parte. Destaca en esta última parte la auto-


ra el poder de Dios sobre los hombres que se rebelan
contra Él y sobre los elementos confabulados para po-
ner a prueba su divina omnipotencia. Con este fin em-
plea, en su orden, más que la letra, el espíritu de los
siguientes versículos 3, 4, 5, 4 y 6.
:

Conclusión. —
Al Señor sólo agrada la criatura que
con el corazón humilde espera de Él, confiando todo en
su omnipotencia, sabiduría, amor y santo temor.

Desarrollo. —
El proceso de este Afecto se desarrolla,
pues, en tres planos paralelos que convergen todos a
una misma conclusión. Prima en todo el capítulo la for-
ma exclamativa sobre la simplemente discursiva o ex-
positiva. Por este aspecto se asimila mucho a la forma
empleada por Santa Teresa de Jesús en el libro de sus
F.xclamaciones del amor divino.

Nota final. —
La causa de la tribulación a que la autora
alude comienzo de este Afecto, la explica Sor Fran-
al
cisca en la carta que ella dirige a su padre espiritual y
que se reproduce, en forma de nota, al final del mismo
sljccto (pág. 353 ), cau^a que parece no haber sido
otra que los celos con una compañera de claustro por
haber recibido ésta del entonces confesor de Sor Fran-
cisca, algunos obsequios, tales como chocolate y olanes.
Llega a tanto su tribulación y mortificación por estos
agasajos, que pregunta, en el colmo del desánimo, a su
confesor, si no sería bueno que ella quemara sus es-
critos.
Ahora bien, la nota 1
que aparece al final del Afec-
to 33?, del t. li, p. 93 (y que debiera ir más bien al
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 357

final de este Afecto 41°, por lo que en ella se dice), acla-


ra dos cosas.

1* Quién era
el confesor de Sor Francisca en ese
entonces : P. Juan Manuel Romero, que es quien
el
suscribe la carta reproducida en dicha nota;

2* Que el Afecto a. 41?


que esa carta se refiere es el
de la 13 parte y no el 33? de la 2^ parte.
cuan- En efecto,
do el padre Juan Romero dice que "este es uno de los
papeles que más me han consolado" y que "cuando más
atribulada se hallare lo ha de leer", se refiere claramen-
te al Afecto 41°, donde expresamente se dice que el
alma atribulada no debe temer naufragar cuando se
halla aferrada a Dios.
Otro punto es aclarado por esta carta la fecha posible :

en que hubiera sido escrito el Afecto 41°, o sea entre


los años 1712 a 1715, cuando el Padre Romero era con-
fesor de Sor Francisca. Si nos atenemos a la cronología
del Afecto siguiente, se puede precisar aún más la fecha,
que sería la del año de 1714, como luégo se verá.

AFECTO 42?

SEPULTADA EN LOS HIELOS DE LA OBEDIENCIA


ACTUAL, EL SOL DE JUSTICIA LA ILUMINA PARA
QUE ESCRIBA LOS GOCES Y PENAS DE LA VIDA
ESPIRITUAL.

Trayendo muy presente la santísima humanidad de


Nuestro Señor, y considerando cómo estos días le han
mandado comulgar tan continuamente, sentía unos de-
seos de servirlo y amarlo, que casi le consumían las
fuerzas exteriores, y hacían desfallecer, como que se
estaba su alma ardiendo; y le parecía que aquella san-
tísima humanidad se transformaba en un sol lucidísimo,
claro y ardiente, y se entraba en lo más íntimo del
alma. Entendía que de allí adelante gustaría mucho me-
nos de las criaturas; o se hallaría más lejos de tener
gusto en cosa de esta vida.
358 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Pensando en su muerte, entendió: "tu muerte será


Mí, porque mi infinita caridad 1
tránsito para pasar a
cubrirá la multitud de tus culpas'.
Pensando, en la oración, cómo se llegaría a Nuestro
Señor, entendió: "dejad a los pequeñuelos venir a mí" *.
Entendiendo, que como el niño llega con seguridad, con
gusto, con prisa a su padre, y se arroja a sus brazos,
extendiendo los suyos para estrecharse y unirse cuanto
puede con el que le dio el ser; así debía el alma hacerlo
con su Dios; y como el niño no gasta mucho tiempo en
hacer consideraciones, mas lo muere el amor, etc.
Estando con muchas tribulaciones interiores, sólo ha-
llaba gusto y consuelo grande en pensar que Dios la
humillaba; y sentía en esto grande complacencia en que
la humillara y mortificara, y si juera su gusto, la des-
hiciera. ¡Oh, Señor, que pones tu subida sobre las
nubes; que subes sobre el ocaso! Triunfa y vence, y sé
glorificado en mi humillación y abatimiento. ¡Ea, Se-
ñor, entra en el lodo, y písalo, acaba de aniquilar juí
vanísima presunción 3 ; increpa a las fieras del cañave-
ral, y ahuyenta a las pasiones, que como fieras braman-
do se congregan a hacer ruido entre las cañas vanas,
y vacías; quema mis entrañas, y mi corazón, para que
lo críes nuevo, y hagas recto mi espíritu, renovándolo

y limpiándolo, porque toda carne corrompe su carrera;


echa de él aquel gusano que roe, y come el corazón de
la yedra *, para que no caiga seca y marchita, sin ser
apta para mí, ni para otros, no sea echada en el fuego
como inútil!
Después de grandes trabajos exteriores, oyó en lo in-
terior de su alma: ámame por mi bondad, teniendo gran-
de luz en la bondad de Dios 5 .

Estayido cercada de grandes congojas interiores y ex-


teriores, y sin ningún consuelo en lo humano, me postré

1
I. Petri, 4, 8.
2
Marci., 10, 14.
8
Ps., 67, 31.
*
Jonae., 4, 7.
6
Al margen dice: "Esto fue la noche que murió la Chana.
Año del 14".
;

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCION 359

a los piess de una imagen de mi padre san Francisco


Javier, y no sé cómo se representó a mi alma que el
santo la consolaba, y alentaba, diciéndole las palabras
de la doctrina cristiana: el hombre fue criado para amar
y servir a Dios en la vida mortal y verle y gozarle en
la eterna. Ar o hay lengua criada que pueda explicar lo
que entendí o sentí, de la grandeza del fin para que fui-
mos criados; de la brevedad de la vida y trabajos tem-
porales; de la grandeza de la gloria que por ellos se
alcanza; de la hermosura y amabilidad del Sumo Bien
a que aspiramos; de la flaqueza y vileza de todo lo que
no es Dios, y de la poca consistencia de las criaturas;
del inmenso poder del Señor a quien servimos, para tor-
narnos en bien todas las cosas; manifestándose todo esto
a los ojos del alma, no por discursos, sí por un modo
de vista, como quien la extiende por amenos y dilatados
campos.
Estando muy atribulada interior y exteriormente, y
oyendo a algunas personas decir que me dejaba llevar
de melancolía, entendí (como yo me afligía de esto,
pensando si iban perdidos todos mis trabajos) : que die-
ra gracias a Nuestro Señor porque me había llevado
siempre por el camino de la soledad y silencio y retiro
de criaturas (que es lo que ellas llaman melancolía)
que con esto me había librado de muchas culpas; que la
santa Iglesia, pidiendo por los difuntos, dice les per-
done aquellas culpas que en la humana conversación
cometieron ; que el trato de las criaturas, si no es por
caridad, obediencia, o necesidad, es un semillero de
culpas e imperfecciones, y es donde se fomentan las pa-
siones. Porque si yo no tengo amor desordenado a unas
cosas, no tendré envidia de que las posean otras; si
para siempre jamás no deseo el trato humano, para
siempre jamás no querré ser estimada; si no amo la
vida presente, no temeré la muerte; si amo la vida eter-
na, aborreceré lo temporal.
Entendí también; el tiempo es corto, los negocios que
se tratan gravísimos, cuales la eterna salvación, y el
tener a Dios omnipotente por amigo; el ganarlo, o per-
derlo para siempre; el tiempo de negociar las riquezas
y reino eterno, es temporal, corto y limitado; ¿pues,
360 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

cómo éste se ha de perder con las criaturas, que por


último las hemos de dejar? Entendí: que si mi retiro
o silencio, sólo naciera de melancolía, como temía yo,
y otras han dicho, fuera imposible en tantos años haber
perseverado en mi corazón los deseos de servir a Dios,
y de agradarlo, que cada día crecen.
Entendí: que debía llegar a su centro, y a su Dios
el alma, desnuda y despojada de toda propia estima-
ción, y que ésta es sólo como las hojarascas, o telas
de viento, que la estafan y le quitan la verdad del
espíritu, y la privan de la luz que participa de la ver-
dad eterna. Muchas veces se levanta en sí misma como
una grande estatua 1 con la cabeza de oro por la altivez
,

de sus pensamientos, juzgando sus brazos como de pla-


ta, poderosos para obrar con fortaleza; y lo restante de
bronce y hierro en su duración; mas Tú, poder divino,
eterno y fuerte, con un pequeño toque das en sus pies
de barro, y cayendo postrada, allí levantas con tu poder
un monte. Esta es la verdadera confianza, la que es-
triba en su propia aniquilación, y en tu brazo fuerte.
Esta es la verdadera humildad, la que no descaece por
la vileza propia, antes allí levanta en tu bondad sus
vuelos, porque Tú
resucitas de la tierra al pobre, y
levantas del estiércol al necesitado: así, que los hijos
de los hombres, sólo debajo de la sombra de tus alas
pueden esperar.
Este día entendí lo que dice el santo rey 2 : que me-
ditaba en las obras de las manos del Señor, haciéndose
presente a la vista del alma la grandeza de los mares,
fuentes y ríos; la hermosura de los prados, aves y flo-
res; la variedad de todas las criaturas visibles, hallando
allí noticias de su criador, y deseando el alma ir a Él, co-
mo a su centro y descanso. Conocí también la grandeza,
hermosura y poder del santo ángel de mi guarda, su
continua asistencia, y ardiente deseo y solicitud, porque
el alma ame, adore y alabe al Sumo Bien, y sé dé prisa
a caminar a la patria, venciendo los estorbos y tropiezos
del camino de la vida mortal. Conocí estar acá deste-

1
Dan., 2, 32-35.
8
Ps., 142, 5.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 361

rrada entre bultos de tierra, que a cada paso se van


deshaciendo y volviendo a su polvo. Sólo lo que hay
apreciable son las almas. Se me representó todo el ca-
mino de mi vida, desde la niñez, y las personas que ya
se deshicieron, con quienes comencé a correr mi ca-
rrera, esperando yo deshacerme a cada paso de ella.
¿Y esto no asusta? ¿Y no entra en cuidado, y se pierde
el tiempo, y se aprecian las criaturas?
¡Oh alma mía, loca y insensata! Esta es más infeliz
locura; pues advierte que siempre que te hallas inquie-
ta y turbada, si buscas la raíz, pende de no tener bien
limpios los ojos de estas cosas humanas, y los afectos
varios que de ellas nacen ¿qué otra cosa es correr tras
la vanidad? Es posible que hasta que con violencia te
dejen las criaturas, las dejarás, y entonces no porque
quieres. ¡Ay dolor! ¡Ay amor, caminad al centro! ¡Ay
esperanza!, tantos tiempos casi insensiblemente estri-
bando en pies de barro; ¿por qué no en la firmeza de
Dios vivo? ¡Ay temor como el de los niños, que tiem-
blan de espantajos, y tocan las serpientes; ¿por qué no
temes al que puede echar en el infierno el ánima, y te
asombran palabras que se las lleva el viento, y las com-
puso él mismo? ¿Qué firmeza pueden tener en sus pa-
receres las criaturas, que todas son mudanzas? Y cuan-
do siempre te alaben y te estimen, ¿qué te quitan de
males, qué te dan de verdaderos bienes?
¿Quién, pues, Dios mío, nos mostrará los bienes ver-
daderos? Esta es una luz tuya, que procede de tu ama-
ble presencia; este es un mirar con misericordia tus
claros ojos al alma, y darle luz para que vea los hom-
bres como árboles que caminan a su no ser 1 y siem-
,

pre son mudables, plantados en esta tierra y sombra


de muerte; mas tu luz apacible les dirige los pies por
la vía de la paz, que no puede dar el mundo. En esta
paz, que es en Ti mismo, duermen y descansan 2 como
en seguro puerto, libres del mar de sus fatigas, habi-
tando en la compañía y ayuda del Altísimo 3 y mo- ,

1
Marci., 8, 24.
2
Ps., 4, 9.
3
Ps., 90.

Análisis —16
362 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

rondo en la protección del Dios del cielo, y en el cielo,


como en casa de su Padre que está en Él. Allí es donde
no llega el mal de culpa, ni de pena; y a este taber-
náculo no se acerca el azote, porque está lejos de él
toda pena y dolor. Allí cogen en gozos que exceden
todo sentido, lo que en el camino sembraron de lágri-
mas y dolor 1 .

Conocí también los tropiezos de mi vida pasada, o


del camino de esta vida; estas culpas fueron la lepra que
manchó el alma; éstas las que la despojaron de inmen-
sas riquezas que poseía en Dios; éstas las que le echa-
ron en el rostro el fierro afrentoso de Satanás; éstas
las que la ataron de pies y manos, para no andar el ca-
mino para Dios, ni obrar obras de luz. Estas, las escri-
turas 2 con que quedó obligada a pagar duras penas
para siempre sin fin, si no lo remediara la misericordia
del mismo Señor a quien ofendió; éstas las que la pu-
sieron fea y asquerosa a los ojos de Dios y de sus án-
geles; éstas, con las que injurió a Dios, suma bondad,
suma sabiduría, suma omnipotencia y santidad, suma
limpieza, hermosura y amabilidad. Con estas culpas 3 ,

abofeteó y escupió a Jesús, hijo de María Santísima,


y causó los dolores y penas de esta amabilísima Madre;
con éstas se hizo enemiga de Dios, etc.
¿Y por qué tántos males, y por qué tántas pérdidas,
por qué tan grandes daños? Desaparecieron las cosas
viles que ocasionaron la culpa, y quedó el alma cargada
de tan pesados hierros, de tan afrentoso cautiverio, de
tan horribles daños. Esto dígalo el silencio, pues no
cabe en los términos humanos. O dígalo un continuo
y amargo llanto, pues no puede decirlo una vida que
durara siglos, gastada en amarga penitencia, y en acer-
bo dolor.

1
Ps., 125, 5.
Ad Coloss., 2, 14.
3
Ad Hebrae., 6, 6.
:

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCION 363

42: COMENTARIO
Por su redacción, este Afecto parece una especie de
diario en elque Sor Francisca iba registrando, a me-
dida que los experimentaba, los sentimientos y afectos
que en su alma suscitaban algunos incidentes de su vida
mística, tales como hablas, sensaciones, súbitas ilumi-
naciones, representaciones o visiones intelectuales, etc.
Este registro comprende once estados de alma que
ella se esfuerza por comunicar en términos asequibles
a la razón humana, mediante símbolos o metáforas o
por medio de palabras tomadas de diversos pasajes de
la Escritura. Numerándolos, reseñaremos sucintamente
tales estados de alma, conservando el orden en que la
autora los fue registrando

1° Inicia este Afecto Sor Francisca hablando en ter-


cera persona, al modo de Santa Teresa, para decir cuán
profundamente transida de Dios se ve en los tiempos
en que su confesor le permite frecuentar a diario el sa-
cramento de la Eucaristía, el cual suscita en su alma tan
férvidos deseos de amar y servir al Señor, que en ver-
dad se siente desfallecer. Parécele entonces que la hu-
manidad de Cristo se transforma en un claro sol ra-
diante que la penetra en lo más íntimo del alma. Este
a modo de visión imaginaria tiene como efecto inme-
diato el experimentar su alma un total desasimiento de
las criaturas y un absoluto despego de los bienes te-
rrenales, con lo cual parece darnos a entender que ha
pasado ya la tormenta de celos e inquietudes que en
su espíritu suscitó el haberse enterado de los presentes
con que su confesor había colmado a una de las reli-
giosas del convento, compañera de Sor Francisca. Po-
siblemente consideraría a espacio, por venirle muy a
propósito, el aviso de San Juan de la Cruz "Traiga
:

interior desasimiento a todas las cosas, y no ponga el


gusto en alguna temporalidad, y recogerá su alma a los
bienes que no sabe" l .

1
San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias, ed. Séneca,
México, 1942, página 1054.
364 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

2 9 Dice Sor Francisca que estando meditando en la


muerte se le dio a entender que la suya sería un trán-
sito hacia Dios, porque su infinita caridad "cubrirá mul-
titud de pecados". Esto, que dice San Pedro (4, 8) de
los cristianos, lo hace aparecer Sor Francisca como di-
cho por Cristo mismo- refiriéndose a su eterna caridad.
3° Sor Francisca está en oración, pregúntase el modo
cómo llegar a Cristo y se le contesta con las palabras
del Evangelio "Dejad los niños venir y no se lo es-
:

torbéis, porque de los tales es el reino de Dios" (Me,


10, 14; Mt., 18, 3; Le, 18, 16). El alma debe hacer
con Dios como el párvulo con su padre, esto es, arro-
jarse en sus brazos y unirse estrechamente con él, mo-
vido más por el amor que por cualquier otro género de
consideraciones.
4° Pasa la Hermana Francisca por intensas y peno-
sísimas tribulaciones espirituales y experimenta un tan
indecible consuelo al verse y sentirse humillada por el
Señor, que gustosa aceptaría su propio aniquilamiento,
si tal fuere la voluntad divina. Tanto goza en verse

abatida, que se deshace en exclamaciones, valiéndose


para ello de distintos pasajes de la Escritura: Bendice
su alma al Señor "que establece sus aposentos entre las
aguas" (Ps., 103, 3) al Señor "que sube sobre los
;

cielos" (Pas., 67, 5). Triunfante y victorioso, sea Dios


glorificado en la humillación del alma abatida. Pídele
Francisca a¡ Cristo que "reprima a la fiera del cañave-

ral, al- tropel de los toros con los becerros de sus pue-
blos" (Ps., 67, 31), figurando en el desmandado rebaño
de toros y fieras, el tumulto de las pasiones que cercan,
bramando y rugiendo, al alma indefensa. Pídele tam-
bién que consuma su corazón en el fuego del amor di-
vino para recrearlo luégo, y que dé rectitud a su e s-
píritu, renovándolo y purificándolo en la llama de la
tribulación, porque "toda carne es hierba, y toda su
gloria como flor del campo" (Is., 40, 6; Eccli., 14, 18;
I Pt., 1, 24). A propósito de tánta vanidad y fugacidad

de los bienes terrenales, recuerda Francisca al gusano


que, por permisión divina, hirió, al llegar el día, la cala-
bacera, a cuya sombra se había acogido con grande gozo
el profeta Jonás, hijo de Amittai (Jon., 4. 7).
.

SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 365

5? Ha pasado Francisca por muchos trabajos y pe-


nalidades del cuerpo. Una voz interior la consuela, di-
ciéndole "Amame por mi bondad".
: A
través de este
mandato entiende con suma clarividencia este atribu-
to de la divinidad. En nota marginal, precisa la autora
que los trabajos pasados por ella tuvieron lugar en el
año de 1714, en "la noche que murió la Chana", per-
sona ésta aún no identificada, posiblemente alguna de
sus compañeras de claustro.

ó 9 Los trabajos por que ahora pasa la Hermana Fran-


cisca son tanto del espíritu como del cuerpo, y no ha-
llando para ellos consuelo humano, se hinca de hinojos
ante una imagen de San Francisco Javier. No acierta
entonces a decirnos en qué forma se le representó a su
alma este santo varón para confortarla y animarla, "di-
ciéndole las palabras de la doctrina cristiana el hombre
:

fue creado para amar y servir a Dios en la vida mortal


y verle y gozarle en la eterna' (p. 359). A
través de
estas palabras se le reveló a la madre del Castillo la
grandeza del fin para que el hombre fue creado la eter-;

nidad de la gloria por nuestros largos sufrimientos ga-


nada; la hermosura y amor infinitos de Dios, supremo
bien al cual tendemos y aspiramos la debilidad y vileza
;

de las criaturas, y, finalmente, el inconmensurable po-


der de Dios por cuya virtud todas las cosas se nos true-
can en bienes. Concluye este pasaje la autora diciendo
que todo esto le fue manifestado "a los ojos del alma,
no por discursos, sino por un modo de vista" (p. 359).
Podría estimarse esta habla como una de las que San-
ta Teresa considera como "no expresa en voces for-
madas", o más bien, como una visión imaginaria cual
lo da a entender la expresión "manifestándose todo esto
a los ojos del alma por un modo de vista, corno quien
la extiende por amenos y dilatados campos"

7? También en esta ocasión acongojan a la Hermana


Francisca preocupaciones y escrúpulos de orden físico
y espiritual. Religiosas, compañeras suyas, personas del
siglo, y acaso sus confesores, dícenle que se deja llevar
de melancolía. Sor Francisca duélese de ello y por inú-
tiles tiene sus esfuerzos encaminados al adelantamiento
366 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

en la vida del espíritu. Pero pronto entiende qué es lo


que los demás llaman melancolía el retraerse del mun-
:

do y refugiarse en la soledad. Entendido esto así, da


ella gracias al Señor por haberle favorecido con este
género de melancolía, que hasta el momento la ha pues-
to a cubierto de los riesgos y culpas que provienen de
los tratos con el mundo, a saber faltar a la caridad para
:

con el prójimo, tenerse en mucha estima, envidiar en los


demás cuanto a ella se le ha negado, apegarse a los bie-
nes de esta vida caduca, toda sombra y nada, y, final-
mente, exponerse al riesgo de perder la vida eterna.
Xo es ciertamente esta la única vez que Francisca
Josefa alude a su mal de melancolía. En distintos pa-
sajes de Su Vida habla de él, tan intenso, que le que-
branta su cuerpo y alma, y casi le quita el vivir l .

Y
a propósito de melancolía, dice Santa Teresa que
es gran tormento para el alma que se ve favorecida con
gracias extraordinarias de lo alto dar con confesores
poco experimentados e inseguros que todo lo revocan
a duda, particularmente cuando notan en esa alma algu-
nas imperfecciones que juzgan ellos incompatibles con
tales mercedes sobrenaturales, sólo propias de natura-
lezas angélicas, y atribuíbles, en su sentir, a tentaciones
del demonio o a accesos de melancolía. Con todo, Santa
Teresa no deja de reconocer cierta razón a los temores
de dichos confesores, puesto que, a su modo de ver, es
la melancolía una dolencia casi universal que causa
innumerables estragos en las almas, valiéndose de ella
el demonio para traer al mundo males sin cuento. Mas
el reconocimiento de todo esto no obsta para que la ilus-
tre doctora considere al mismo tiempo que constituye
inmensa tribulación para el alma devota que, consciente
y temerosa de tales ardides del demonio, acude a su con-
fesor en busca de consejo y remedio y encuentra en él
un juez implacable quien, al reprocharla y condenarla,
aumenta sus temores y tormentos y así, cuando es ob-
;

jeto de gracias extraordinarias, al comparar estos be-


neficios sobrenaturales con las ruindades e imperíec-

0p. cit. XXIII,


1
165; XXXIII. 233, y XLVt, 301, cd.
Bogotá, 1956.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 367

ciones de que ella naturalmente adolece, termina por


convenir en que aquéllos son engaños del demonio, máxi-
me cuando en ello la confirma su inexperto como se-
vero confesor \
Por reseñar en este Afecto nuestra autora varios ca-
sos en que, según ella, se vio favorecida con gracias es-
peciales del Señor, con el fin de hacerle conocer su di-
vina voluntad, tales como hablas o locuciones, deliquios
y suspensiones, diputamos por conveniente el recordar
aquí lo que la misma Santa Teresa escribe sobre el par-
ticular, aludiendo de manera expresa a aquellos casos
en que lo que se tiene por merced singular de Dios pue-
de, en realidad, ser ocasionado por la imaginación o por
la melancolía en personas de complexión débil o dema-
siado sensibles. En efecto, Santa Teresa nos dice en sus
Moradas que una de las mayores mercedes con que Dios
regala a sus almas predilectas, si bien peligrosa por los
engaños que puede ocasionar, es aquel comunicarse Él
con ellas por medio de "unas hablas", de las cuales
"unas parece vienen de fuera, otras de lo muy interior
del alma, otras de lo superior della 2 otras en lo este-
,

rior, que se oyen con los oídos, porque parece es voz


formada". Luego advierte la ilustre doctora que "al-
gunas veces, y muchas, puede ser antojo, en especial
en personas de flaca imaginación u melancólicas, digo
de melancolía notable; de estas dos maneras de perso-
nas no hay que hacer caso, a mi parecer, aunque digan
que ven y oyen y entienden, ni inquietarlas con decir que
es demonio, sino oírlas como a personas enfermas. . .

Porque si le dicen que es melancolía nunca acabará, que


jurará que lo ve y lo oye; porque le parece ansí" 3 .

8° Otro día se le dio a entender, no dice cómo, la bre-


vedad del tiempo y la suma trascendencia de los nego-
cios que en tan breve tiempo nos precisa ventilar, entre
ellos elgravísimo de nuestra salvación eterna. Tiempo
tan precioso como fugaz no puede malgastarse en vanos
tratos con las criaturas. Por último se le da a entender,

1
Moradas, "Moradas Sextas", cap. I, 122-123, ed. Clás. Cast.
2
Cf. Afecto 34 9 , p. 292, en Afectos Espirituales, ed. 1962.
3
"Moradas Sextas", cap. III, 134-135, ed. Clás. Cast. cit.
368 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

para consuelo suyo, que su vida de retiro y soledad no


proviene de melancolía, tal cual ella lo pensaba y los
demás también porque, si hubiera sido así, le habría
;

sido del todo imposible perseverar por tantos y tan pe-


nosos años en su progresivo empeño de servir y agra-
dar a Dios.

9? Otro día dásele a entender que el alma, para en-


caminarse a Dios y llegar hasta Él, debe despojarse de
la propia estimación, que es como "las hojarascas o te-
las de viento que la estafan y le quitan la verdad del
espíritu, y la privan de la luz que participa de la verdad
eterna". Describe luego el alma envalentonada en su
amor propio como la estatua colosal que en sueños vio
Xabucodonosor una cegadora luz irradiaba de ella y
:

terrible era su apariencia, de purísimo oro la cabeza, de


plata los brazos y el torso, de bronce las caderas y el
vientre, de hierro los muslos, y los pies parte de hierro
y parte de arcilla. Mientras el rey, asombrado, contem-
plaba la estatua, sin participación humana visible, des-
préndese una piedra del monte, hiriendo los pies del
coloso y reduciéndolo a pedazos. Nada queda de la es-
tatua, el viento dispersa sus fragmentos y conviértese la
piedra que la aterró en una inmensa montaña que llena
toda la tierra (Dan., 2, 32-35). En la colosal testa de
oro, figura Sor Francisca los altivos pensamientos del
alma ensoberbecida en su propia estima en los brazos
;

de plata, su fortaleza para obrar el mal, y su duración


en el tiempo la simboliza en el abdomen y piernas de
hierro y acero. Pero el poder del Señor —
fuerte y eter-
no— "con un pequeño toque da en sus pies de barro,
y cayendo postrada, allí levanta un monte". Confiar
verdaderamente en Dios es anonadarse uno a sí mismo
y entregarse al brazo omnipotente del Señor y descansar
en él. Ser en verdad humilde es hallar en la propia vi-
leza medios para levantarse hasta Dios y unirse, en
un íntimo acto de amor, con Él, cuyo poder y bondad
"levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del
estiércol" (Ps., 112, 7 y I Reg.. 2, 8) y al que en Él
;

confía, "en la sombra de sus alas le amparará" (Ps.,


56,2).
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 369

10? Sor Francisca pasa por un estado de alma que bien


puede compararse con el del Rey David cuando en el
Salmo 142° —séptimo penitencial— ora al Señor como
penitente puesto en grande angustia. Como él, clama a
Dios pidiéndole escuche su oración y acoja su deman-
da por sus divinas fidelidad y justicia, aunque tenga con-
ciencia de ser grande pecadora. Acósanla sus enemigos
y la tristeza la consume pero su confianza se alimenta

;

en el recuerdo de los días de antaño desde su infan-



cia : y "medita en las proezas del Señor y considera
las obras de sus manos" (Ps., 142, 5). Obras de sus
manos son la fuente que susurra y el mar que ruge, los
prados "bien sencidos" del Arcripreste y la infinita
variedad de las criaturas que pueblan los aires, los mares
y la tierra.
Conoce también Francisca su condición de exilada en
este mundo, de desterrada "entre bultos de tierra que
a cada paso se van deshaciendo y volviendo a su polvo"
(Cf., Gn., 3, 19; Ps., 103, 29 y Ecles., 12, 7). "Acuér-
a cada paso se van deshaciendo y volviendo a su polvo"
me has de tornar" (Job., 10, 9). Deshechos en polvo
yacen hoy quienes compartieron con Francisca su in-
fancia, y ella misma espera deshacerse a cada paso de su
vida, de esta vida que ahora evoca y recuerda desde los
claros días de su niñez.
La causa de nuestra locura y de nuestros males sin
cuento reside en no tener el corazón desasido de los afec-
tos y de los bienes terrenales, en ser todos nosotros va-
nidad de vanidades. Desalados, corremos en pos de las
criaturas y no las dejamos sino cuando ellas con violen-
cia nos rechazan y repudian. Insensatos, estribamos en
los pies de barro de nuestra propia estima y no en el
poder de Dios. Nuestro temor es como el de los niños,
"que tiemblan de espantajos y tocan las serpientes". No
tememos al que puede arrojar al infierno nuestra alma,
sino que nos embelesamos en las palabras hechas de
viento y que el mismo viento dispersa y echa a volar.
Siendo mudables las criaturas, ¿qué consistencia pue-
den tener sus opiniones ? Y
cuando nos alaban, ¿ cuántos
males nos quitan, cuántos bienes nos regalan?
370 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Sólo el Señor mostrarnos puede el verdadero bien,


alumbrándonos con la luz que de su divina presencia
emana con la luz con que sus claros ojos misericordio-
;

samente miran al alma; con la luz que al ciego de


Bethsaida devolvió para que viese a "los hombres que
andan como árboles" (Me, 8, 24) con la luz que alum-
;

bra a quienes habitan en tinieblas y en sombra de muer-


te, y que encamina "nuestros pies por camino de paz"
(Le, 1, 79). Y "en paz me acostaré y asimismo dor-
miré, porque sólo tú, Señor, me harás estar confiado"
(Ps., 4, 9). El alma en paz queda dormida, "habitando
al abrigo del Altísimo y morando, bajo la sombra del
Omnipotente" (Ps., 90, 1), en su morada exenta de
todo mal y azote (Ps., 90, 10) porque quien la habita,
;

lejos está de toda pena y dolor; morada, finalmente,


a donde se acogen "los que sembraron con lágrimas pa-
ra segar con alborozo y regocijo" (Ps., 125, 5).

II 9 En este undécimo tranco o descanso del prolijo


Afecto 42?, nos habla Sor Francisca del conocimiento
retrospectivo que se le dio de su vida pasada, afeada,
según ella, por sus muchas culpas y faltas, a las cuales
atribuye no haber podido adelantar convenientemente en
su vida espiritual culpas y faltas como la de su ciega
:

servidumbre a las criaturas en detrimento del amor de


Dios (Rm., 1, 25), y como aquellas que le indujeron
a agraviar al Señor —
bondad, sabiduría, omnipotencia
y santidad infinitas — Con culpas
. tales, dice Francisca,
"crucificó de nuevo al Hijo de Dios, exponiéndolo a vi-
tuperio" (Hb., 6, 6), y llenando de pena y aflicción el
corazón de María.
Concluye la autora este nuevo capítulo de su vida
mística, diciendo que han desaparecido las causas que
ocasionaron tales culpas, quedando el alma agobiada
por afrentosa pesadumbre, cual labio mortal a decirlo
no acierta. "Esto dígalo el silencio, pues no cabe en los
términos humanos" (pág. 362).

Cronología. — Por anotación marginal puesta por la


la
autora, de su puño y de este Afecto,
letra, al principio
se deduce obviamente el año en que fuera escrito, o por
lo menos, el año en que tuvieron lugar los incidentes de
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 371

su vida mística, que ella tan puntualmente ha enume-


rado en el discurso de este capítulo 42*?: ''Esto fue la
noche que murió la Chana. Año del 14". En cuanto a
Chana, se sabe que este diminutivo corresponde al
nombre de Juana y en ocasiones al de Feliciana de aquí
;

el refrán americano 'Tanto monta Chana, que Juana".


:

Si nos atenemos a la forma despectiva o por lo menos


demasiado familiar de "la Chana", cabe suponer que
la persona así denominada hubiera sido, no una reli-
giosa, sino alguna de las criadas que, según la usanza
de entonces, solían seguir y servir a sus amas y dueñas
en el claustro.

AFECTO 43<?

DESNUDA EL ALMA DE AFECCIONES PROPIAS, EN


EL RETRETE DE LA CONTRADICCION, ES ADOR-
NADA DE LAS RIQUEZAS DESTINADAS A LOS QUE
TEMEN A DIOS.
Padre de mi alma: habiendo llegado hasta aquí, que
iba diciendo las cosas que conocí, se ofreció la ocasión
de mortificación que le escribí ayer, y hallándome con
ella turbada y confusa, con la guerra que se levantó en
mi corazón, por mi poca mortificación, y asimiento a
las criaturas, y a mí misma, estuve todo el día en mu-
cha escuridad y congoja, pensando: si mi oración fuera
verdadera, o las luces que en ella recibo fueran de Dios,
o me guiara buen espíritu, no me hallara con tanta tur-
bación en esta ocasión, etc.
Así pasé el día en esta guerra, clamando a la Santísi-
ma Virgen, y procurando convencerme a mí misma, y
que no saliera a lo exterior mi poca paciencia. A la noche
empecé a sentir en mi alma como si la dijeran: "mien-
tras más desnuda llegares, más te vestirán; cuanto más
pobre, más te enriquecerán; cuanto más hambrienta, más
te hartarán; cuanto más vacía, más te llenarán", etc.
A la hora de levantarme a la oración, que serían las
dos de la mañana, me hallaba tan rendida de dolores
en el cuerpo, espanto y horrores en el alma, que me
372 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

parecía imposible estar para nada; mas como no podía


dormir, y haciéndome fuerza, entré a donde Nuestro
Señor Sacramentado ; y luégo me pareció que la be-
nignidad de Dios quería dar a mí, pobre y desnuda, sus
dones, y que se hallaba el alma con tres vestiduras, tan
hermosas y agraciadas, que la primera parecía de una
blancura peregrina, sobre todo pensamiento. La segunda
de color encendido, y la tercera de color verde ; acordán-
doseme que esto mismo entendí luego que entré en la
religión.
<(
Ahora, pues, entendí como si dijera: puede mi po-
der inmenso, inclinado a enriquecer al pobre, cubrir tu
desnudez con la inocencia de mi hijo; y esta vestidura
será de mayor fortaleza para el alma, cuanto más lim-
pia y libre estuviere de los afectos humanos, y bienes de
la tierra; y ésta la encenderá en el amor divino, y el
amor en esperanza de los bienes eternos y divinos;
y esta esperanza acrecentará más la fortaleza para
padecer las contradicciones, que de todas partes siente
el alma, hasta que salga de su destierro y peregrina-
ción", etc.
Parecía también que se le daba una guirnalda de piedras
preciosas, de color verde, muy resplandecientes, hechas
a modo de flores, y entendía: "al alma que venciere,
se le dará la corona de justicia de eternos laureles por
penas temporales". Parecíale también ponérsele en el
pecho, al lado del hombro derecho, una cruz hermosí-
sima de piedras preciosas y resplandecientes del color
de sangre; y que en sus dedos tenía anillos de varios
calores, y de tánto precio y valor, que se reconocía ser
más de lo que cabe en lo humano. Bien veo yo que si
esto fue de Dios, sería para levantar mi corazón caído,
pobre y triste, a la consideración de las riquezas que
Dios tiene preparadas para los que le temen. No por-
que mi alma sea digna, o esté dispuesta para riquezas
tales; pues las manos y los ojos, que conocía tener )na-
yor hermosura, si significan las obras buenas, o la pu-
reza de intención, en ninguna cosa reconozco en mí,
mas continuas faltas de toda virtud. También me pa-
reció entender: "el alma es para mí, arca donde encierro
mis dones, y aunque tenga el oro de la caridad, yo la
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCION 373

mando cubrir, en el tiempo de esta peregrinación, de


cilicio,de oscuridad, desprecios y congojas", etc. Sen-
tía que el alma no se saciaba con aquellas riquezas y le
decía a su santo ángel (a quien simpre recurre): "¡Oh
santo ángel mío, yo sólo deseara estar asida y abrazada
con mi Señor Jesucristo !" Pareciéndole ser, así, y que le
vía en la cabeza una guirnalda de grande hermosura, al
modo de diamantes, y que le decía: "mira, mi corona es
eterna, porque consiste en mi divinidad, en su ser sim-
plísimo y permanente" '.

Parecíale, también, que el santo ángel de su guarda


ledecía: "mira, yo también estoy de fiesta, y de gala,
porque se acerca el tiempo de llegarte al Señor". Y de-
seando saber si sería muriendo, o por la santa cruz, no
lo entendió.
Acordándose de la hermana que murió, le parece la
consolaba el Señor del desconsuelo que por ella ha te-
nido, como si le dijera: "yo la coroné de rosas, porque
la previne con santos y fervorosos deseos, antes de traer-
la a Mí; la purifiqué con grandes trabajos y adversida-
des, y desembaracé su corazón, que ya sólo Yo lo lle-
naba", etc.
Lo que el alma siente en estas cosas, la paz y luz con
que queda, cuán viles le parecen las cosas de la tierra,
cuánta hambre le queda de la limpieza y santidad, que
es toda justicia, no hay cómo decirlo. Como también
el amor que se le entraña a su Señor y el deseo de
padecer por agradarlo. Y es cierto, que representán-
dose aquellas galas y ornato al alma, sólo se alegraba
de ellas por estar así agradable a los ojos de su Señor
con los mismos bienes que Él le ponía.
Fuera de esto, padre mío, he conocido cuán lejos
estoy de las verdaderas virtudes; y que todavía estoy
muy asida a mí misma; y así, pues Nuestro Señor me
ha hecho escribir esto (contra toda la vergüenza natu-
ral que me causa) con tanta prisa que no he podido de-
tenerme, ni dejarlo de hacer (como otras muchas cosas
en que me vence el temor) para que V. P. lo vea, sirva
esto de algo para conmigo, no me permita mis faltas,
examínelas, ríñame y reprehéndame ; descúbrame los
374 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

caminos torcidos de mi corazón, y de mi intención, para


que se enderecen.

43: COMENTARIO

Preámbulo aclaratorio. Este Afecto está escrito en
forma de epístola dirigida a quien llama ella " Padre de
mi alma", persona esta que bien podría identificarse con
el P. Francisco de Herrera, el primero en animarla a
que pusiese por escrito los sucesos y accidentes de su
vida espiritual. Dícele Sor Francisca a su confesor en
este Afecto epistolar que luégo de haber escrito las
mociones de su alma, sentimientos y deliquios puntual-
mente referidos en el Afecto anterior, le sobrevino aque-
lla mortificación ocasionada por la noticia que le diera
la misma persona agasajada por su confesor con al-
gunos presentes, entre ellos unos "olanes, en que ve-
nía envuelto el cacao", y honrada al propio tiempo con
la comisión de algunos encargos que singularmente le in-
teresaban a su Paternidad. Al tratar del Afecto 41? nos
referimos al contenido de esta misiva, reproducida en
nota de pie de texto. El Afecto 42? parece redactado con
base en los sentimientos de pesadumbre y desasosiego
espiritual que en el alma de la autora suscitara el hecho
puntualizado en dicha misiva, dirigida a uno de sus con-
fesores. Sin embargo, dice ahora Sor Francisca que
el asunto del Afecto 42? es anterior a la mencionada
epístola, cuando todo en él parece indicar lo contrario.
Este punto dudoso queda aclarado si se explica dicho
Afecto como una reacción inmediata, a pesar de las apa-
riencias en contrario, de la escritora ante la infortunada
nueva recibida, pero trasladada al dominio de lo pura-
mente espiritual, al paso que el Afecto 43? es una reac-
ción mediata, operada en el campo de los sentimientos
personales de la autora y expresada en la forma episto-
lar, directa y explícita, que, en cierto modo, ah sustituir
el lenguaje del alma por el muy humano de la honrilla
herida, tiende a traducir en términos concretos las mo-
ciones del ánimo, veladas y atenuadas por el idioma mís-
tico que es propio de los Afectos Espirituales, mociones
que en sí constituyen el tema esencial del Afecto 42?.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 375


Dudas e incertidumbres. Veamos cuál fue esa reac-
ción mediata, a pesar de lo que afirma Sor Francisca,
o sea, que la carta fue escrita la víspera del día en que
escribió este Afecto 43 Q : una gran tempestad se levanta
en su alma al enterarse de que su confesor agasajaba con
paternales presentes a otra monja, cuando ella, por ser
hija espiritual predilecta de Su Reverencia, se creía
acreedora de un trato preferencial. Esta perturbación,
harto sensible, viene a confirmarla en su temor de no
estar aún desasida por entero de su apego a las cria-
turas y de no estar exenta todavía de los defectos pro-
venientes de la propia estimación. Todo aquel día lo pasó
Sor Francisca en angustias, sobresaltos y dudas. Llega,
en efecto, hasta dudar de que las gracias y mercedes
especiales que ha recibido durante la oración, proven-
gan de Dios. Como aprovechada discípula de Santa Te-
resa, sabe de sobra Sor Francisca que algunos de esos
favores, tales como hablas o deliquios, pueden prove-
nir de Dios, del demonio o de la propia imaginación.
Vinieren de quien vinieren, dice la doctora del Carmelo,
no hay ningún mal en darles o no crédito, si es que
tales demostraciones se tienen como simple dádiva o
como reconvención por faltas propias, y aun cuando ellas
provinieren de Dios, no por eso ha de tenerse en más
quien las escuchare, ya que el Señor habló, y no poco,
a los fariseos, porque lo que importa es el modo como
se saque provecho de tales dones de la gracia divina.


La lección de Santa Teresa. Supone Sor Francisca
que las mercedes especiales recibidas en la oración, no
proceden de Dios, por cuanto que su alma queda des-
pués de recibirlas sumida en un gran desconsuelo e in-
certidumbre. No ignora tampoco la Hermana Francisca
Josefa las enseñanzas de Santa Teresa sobre el particu-
lar, según las cuales, los indicios o señales que puede
tener el alma para saber que las hablas o visiones pro-
vienen de Dios, manifiéstanse de modo diverso en pri-
:

mer lugar, como un gran sosiego, luz, consuelo y cer-


tidumbre en que el alma queda; en segundo lugar, co-
mo una gran quietud y devoto recogimiento, y en ter-
cer lugar, como algo que no se puede olvidar en mucho
376 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

tiempo, quedando como


esculpido en la memoria de mo-
do y aunque lo prometido por el Señor
casi indeleble;
al alma tarde en cumplirse, y aunque en el entretanto el
demonio mueva todas sus potencias para hacerle creer
a la misma que todo aquello son ficciones de la imagi-
nación, no por eso el alma perderá la fe, sino que cree-
rá, cada vez con mayor certidumbre, que algún día
— acaso no muy lejano —
el Señor cumplirá sus pro-
mesas, y, llegado ese día, grande será su alegría. Ahora
bien, si tales hablas o demostraciones singulares provi-
nieren de la imaginación, ninguno de tales indicios o se-
ñales queda en el alma ni gusto interior, ni paz, ni cer-
:

tidumbre. Sólo que puede acontecer a algunas personas


de flaca complexión o imaginación que por estar muy
absortas en la oración de quietud, nada sientan de cuan-
to fuera de ellas acontece y sus sentidos se adormezcan
tanto como si realmente durmiesen. Es entonces cuando
les parece que alguien les habla en sueños e incluso ven
gentes y objetos, atribuyendo a Dios tales locuciones o
visiones. Se necesita mucha experiencia de las hablas de
Dios —dice Santa Teresa —
para no dejarse engañar
por las que de la imaginación provienen.
Para saber si las hablas provienen del demonio, con-
viene proceder con sumo cuidado, sobre todo si ellas
vienen acompañadas de las señales antes anotadas, que
pudieran inducir a la certidumbre de que quien ha ha-
blado es el Señor. En este caso —
continúa Santa Tere-
sa— lo más prudente es acudir al confesor, comunicarle
sus dudas, atenerse en un todo a lo que aconsejare y
procurar no seguir el propio parecer, por ser ello cosa
harto peligrosa.
Sería tarea demasiado prolija la de ir aduciendo aquí
los numerosos pasajes en que Santa Teresa nos habla
de su experiencia personal mística a través de las siete
moradas de su castillo interior. Nos limitamos a los
que se refieren a las hablas o locuciones, por ser muy
frecuentes los pasos y sucesos de la vida de Sor Fran-
cisca en que ella creyó percibir tales hablas o haber sido
regalada con visiones intelectuales tales como las que
menciona la reformadora del Carmelo.
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 377

Doctores tiene la Iglesia. . . —


En el caso de Sor Fran-
cisca, no es ciertamente a nosotros a quien corresponde
decidir si las hablas que ella escuchaba, o creía escu-
char, provenían en realidad de Dios, o del demonio, o de
su imaginación. Nuestra tarea es menos compleja y no
de tan eminente responsabilidad aducir textualmente
:

las propias palabras en que Francisca nos transmite sus


sensaciones, visiones, sueños, raptos y estados de alma,
con el fin de que quienes para ello tienen autoridad,
vean si tales transportes corresponden, o no, a los enun-
ciados y diferenciados por Santa Teresa de Jesús, no
sólo en las citas que aquí se traen, sino en todas sus
obras, singularmente en Las Moradas, en el libro de
Su Vida y en el El camino de perfección.
Previa esta digresión, relacionemos lo enunciado en
ellascon las palabras con que Sor Francisca termina el
primer parágrafo del Afecto 43?: "Si mi oración fuera
verdadera, o las luces que en ella recibo fueran de Dios,
o me guiara buen espíritu, no me hallara con tanta tur-
bación en esta ocasión, etc.".


Retorna la paz. Todo aquel día lo pasó en ascuas
Sor Francisca. Muévenle guerra, desasosiegos, contra-
dicciones y angustias. Con la noche le vuelven lentamen-
te la tranquilidad, la paz y la serenidad, como si alguien
musitara a su oído "mientras más desnuda llegares,
:

más te vestirán cuanto más hambrienta, más te harta-


;

rán. .": sutil y elegante modo de eludir su tamizado


.

desdén por los olanes y el prosaico chocolate con que


su confesor regalara a una compañera de Sor Francisca,
humildes presentes que habrían de provocar en el alma
de ésta una tan tremenda tempestad de congojas, celos
e impaciencias.

Las tres túnicas. —


Al toque de oración, levántase Sor
Francisca. Apenas son las dos de la mañana y sus do-
lores y temores crudelísimamente se recrudecen, acude
a la capilla, y a los pies del Señor se arroja con su
mortal carga de angustias. No demora el Señor en con-
solarla, pareciéndole entonces que Él la vestía con tres
túnicas de colores simbólicos blanca, que significa la
:
378 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

pureza de pensamientos y de obras; roja, para encare-


cer el encendido amor a Dios, y verde, color de la es-
peranza en la misericordia divina. Vestida con la triple
túnica de la inocencia, el amor y la esperanza, podrá
el alma desasirse del amor de las criaturas y del apego
a los bienes terrenales podrá hacer frente a los recios
;

embates del enemigo y sobrellevar la contradicción de


las criaturas hasta el día en que concluyan su destierro

y peregrinación en este mundo de lágrimas.


Joyas y piedras preciosas. Pero no sólo vestiduras
le regala el Señor sino también aderezos de joyas pre-
ciosas una guirnalda de esmeraldas, símbolo de "la co-
:

rona de justicia de eternos laureles por penas tempo-


rales" con que ceñirá al alma que venciere en la dura
batalla con las pasiones. Una cruz de encendidos rubíes,
y piedras versicolores engastadas en valiosos anillos.
¿Cómo entiende Sor Francisca la gratuita concesión de
estos favores singulares, simbolizados en la triple túnica
y en los aderezos de piedras preciosas ? Ante todo, duda
aún si aquéllos provienen de Dios o no, pero si fuesen
de Dios, cree que Él se los concedió "para levantar mi
corazón caído, pobre y triste, a la consideración de las
riquezas que Dios tiene preparadas para los que le te-
men" (p. 372).


Un ángel le habla. En llegando aquí, la Hermana
Francisca titubea y la frase ya no le sale ni límpida ni
fluida: balbucea, y la sintaxis le juega más de una mala
pasada. Recóbrase luégo un tanto y sigue por la ancha
ruta de los símiles obvios, que de tan obvios y sólidos
se han convertido en tópicos de la literatura mística.
Es así como nos muestra la caridad de Dios como pedre-
ría preciosa resguardada en el fondo de un a iva recu-
bierta, como las del Cid, con la arena de las tribulacio-
nes, padecimientos y sacrificios. Llevada por esta eufo-
ria metafórica, dialoga Francisca con su ángel de la
guarda, y luégo le parece ver al Señor con una guirnal-
da de fastuosa pedrería también, y que Él le enseña
para revelarle su esencia divina y eterna, su "ser sim-
plísimo y permanente". Por su parte, el ángel la hace
partícipe de su gozo, diciéndole que está (le tiesta "por-
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 379

que se acerca el tiempo de llegarte al Señor". Sor Fran-


cisca se queda sin entender el sentido de la expresión
angélica: si va a morir pronto o si su muerte será el
vivir muriendo de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz.


Sucesos de su vida. Al oír hablar de muerte, su
recuerdo, remontando el manadero del tiempo, la lleva
a revivir aquel sueño y aquella escena que tan porme-
norizadamente nos relata en el capítulo de Su XXIV
Vida (pp. 172-173), escena y sueño en que se le mos-
tró el cuerpo muerto de una monja que había sido aba-
desa del convento de Santa Clara, ceñidas de rosa las
sienes, una mano sobre el pecho y laxa y caída la otra.
Dos meses después de haber tenido Francisca esta vi-
sión, murió la madre abadesa.
Cabe también conjeturar al respecto que la frase
,,
"acordándose de la hermana que murió pudiera tomar-,

se en su sentido literal, dando a la palabra hermana su


doble acepción de hermana carnal y hermana en re-
ligión. En este caso, entonces resultaría ser ella la es-
posa del gobernador Enciso Cárdenas que, al enviudar,
profesó en el mismo convento de Santa Clara, donde
murió al cabo de penosa enfermedad, asistida por Sor
Francisca, quien, a su muerte, quedó muy desconsolada.
Nuestra autora refiere la muerte de su hermana muy
detalladamente en el capítulo XXXVII de Su Vida
(pp. 249-255) donde precisa el género de tribulaciones
,

que le sobrevino con tal motivo.


En este Afecto 43° refiere la autora que para conso-
larla el Señor le dijocoroné de rosas porque
: "jo la
antes de traerla a mí, la previne con santos y fervorosos
deseos, la purifiqué con grandes trabajos y adversidades,
y desembaracé su corazón, que ya sólo yo lo llenaba,
(pág. 373). Con semejante premonición, debió enten-
der, ahora sí, la Hermana Francisca que su fin estaba
próximo.


Desquite a lo divino. Es curioso observar en todo
cuanto queda escrito, cómo la simple anécdota de los
olanes y del teobroma, conviértese en la pluma de Sor
Francisca en una "categoría" trascendental que rezuma

380 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ÉSPIRITUALES

por todos los resquicios Y con


de su endiablada prosa.
los celos acontece otro tanto, unos celos que como los
de Proust, fluyen por todas las venas y arterias del
sistema circulatorio de su prosa sanguínea, con cre-
ciente ritmo hipertenso. Celos que la inducen a tomar
de su confesor un desquite a "lo divino", como de per-
sona que dice "Si su paternidad agasajó a Sor incóg-
:

nita con vaporosos olanes, y, envueltas en ellos, sabrosas


almendras aromadas de cacao, el Señor, para que vea,
me ha regalado tres túnicas —
blanca, roja y verde
y diademas, y anillos, y ajorcas de rutilante pedrería
fastuosa. De sus olanes dará presta cuenta la polilla,
y de su cacao, más presto aún el sonoro molinillo de
raíces en cambio, mis anillos, mis diademas y mis tú-
;

nicas durarán lo que durará la vida eterna. Amén".


He aquí cómo de llorona la musa de Sor Francisca del
Castillo se muda
en jocunda, a fuerza de constreñirla
tanto. Al fin no deja de agradarnos, después
y al cabo,
de tan sostenida tensión, ver andar con desparpajo a
nuestra hermana clarisa, calzando el bajo coturno del
buen humor.


Retorna el sosiego. Pero este risueño intermedio dura
tan sólo un momento. Sor Francisca vuelve presto a lo
suyo, a su modo de decir connatural y exclusivo. no Y
duda de los efectos que en su alma dejan estos tratos
íntimos con Dios efectos de sosiego, de paz, de inefable
:

serenidad, precisamente algunas de las características


que Santa Teresa señala en sus Moradas para distinguir
si las hablas o locuciones que escucharon quienes se en-

tregan a la oración de quietud, provienen de Dios.


Termina este Afecto-epístola con una sincera confe-
sión de humildad, agregando que esto lo ha escrito con
prisa, con la velocidad del escribano que menciona el
salmista, contrariando su pudor natural y temor. Por
último le ruega a su confesor sea inflexible con ella y
con sus faltas, que le riña y la reprenda, y que sin
reato alguno le descubra los torcidos caminos de su co-
razón para que pueda ella enderezarlos.

Cronología. —
Valen para este Afecto, en cuanto a su
cronología, los datos aducidos al tratar de precisar la
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 381

de los dos afectos inmediatos anteriores, o sea, que el


Afecto 43° fue redactado, como aquéllos, en el año
de 1714.

AFECTO 44«?

LAS RIQUEZAS QUE HALLA EL ALMA EN LA CON-


SIDERACION DE LAS GRANDEZAS DE DIOS, SON
PROPORCIONADAS A LO QUE SE PROFUNDIZA EN
LA PROPIA VILEZA.
He entendido, oh Dios y Señor mío, lo que debí a su
Divina Majestad desde los primeros pasos de mi niñez
en muchas cosas particulares ; y lloro con dolor, que
me parte el corazón, los bienes que perdí por mis cul-
pas: "Y'o té crié para mí solo; y así, sólo en las almas
que de veras- me aman puse amor para contigo, y éste
ha nacido del mío. Y tu descontento y amargura en
todo lo criado, no ha nacido tanto de los trabajos, como
de no hallar cosa que te llene ni alivie fuera de mí;
antes, los dolores, enfermedades y contradicciones, han
sido como alivio a la ansia de tu corazón por arder en
mi fuego, y ser toda mía. Yo hice contigo como un
amante esposo en tanto que llega el ver a su esposa, y
tenerla consigo, le envía dones y prendas de su amor,
y más aquellas con que ha de parecerse en el traje a
su querido, son las que ella más precia. Siempre hablé a
tus oídos, por mis siervos, doctrina verdadera; y ya te
."
dije: 'yo te he dado mis siervos para tu consuelo'
Muchas veces he entendido: que no me queje de no
saber qué hacer; pues para llorar mis culpas, es corto
espacio el del tiempo. Acuérdaseme aquello que dice:
dimitte ergo me, ut plangam paululum dolorem meum \
Parecíame que mi santo ángel me enseñaba dos minas
en que podía ahondar, y cavar siempre ; una de mi pro-
pia vileza, etc., y otra de la grandeza y majestad de
Dios: y que le mostraba al alma, campos extensísimos,
donde podría explayarse y sacar inmensas riquezas.

1
Job., 10, 20.
382 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Para el trato necesario con las criaturas fui enseñada


muchas veces: que pusiera la vista, o la consideración
en las almas; y cómo habita Dios en ellas, y la hermo-
sura y majestad de las que están en gracia. Y en cuan-
to a los cuerpos, cómo se han de volver en tierra, y
apartarse unos de otros; y las almas cómo van viadoras
a dar cuenta en el rectísimo tribunal de Dios; y lo que
allí se aprecia, que sólo son virtudes. Otras veces podía
atender a los ángeles que las guardan, y a lo que son
estos santos espíritus, y a lo que son para con ellas,
cómo las guardan, etc.

44: COMENTARIO
19 Recuerda Sor Francisca cuánto no debe a su Señor
desde los días de su infancia, y para ponderar tantos
beneficios recibidos, pone en labios de Cristo un breve
discurso a su criatura dirigido, en el que él se los re-
cuerda, recuenta y representa, y concluye diciéndole
que siempre ha sido cuidado suyo el transmitirle su
voluntad por intermedio de los siervos o confesores que
le ha dado para su guía y consuelo.

2? Dice la Venerable Madre que muchas veces se le


ha dado a entender —
sin decir cómo —
que no se duela
de no saber qué hacer, pues breve es el tiempo de la
vida para llorar sus culpas. Recuerda entonces Fran-
cisca las palabras de Job: "Déjame sola para que me
conforte un poco" (Job., 10, 20).

3° Parécele a nuestra escritora que en alguna ocasión


el ángel de su guarda "le enseñaba dos minas en que
podía ahondar y cavar siempre", figurando en la una
la grandeza de Dios y en la otra, la vileza de su cria-
tura. Al mismo tiempo aquel ángel le mostraba un di-
latado campo por donde pudiera ella divagar a sus an-
chas y extraer de él riquezas sin cuento.
4" Por último, se le enseña un precepto de cortesía
espiritual, según el cual debemos considerar el alma co-
mo morada de Dios, y que sólo de esta gracia proviene
384 ANÁLISIS CRÍTICO - AFECTOS ESPIRITUALES

Que duda el corazón,


Si es el corazón mismo.

Tan eficaz persuade,


Que cual fuego encendido
Derrite como cera
Los montes y los riscos.

Tan fuerte y tan sonoro


Es su aliento divino,
Que resucita muertos,
Y despierta dormidos.

Tan dulce y tan suave


1

Se percibe al oído,
Que alegra de los huesos
Aún lo más escondido.

* * *

Al monte de la mirra
He de hacer mi camino,
Con tan ligeros pasos,
Que iguale al c engatillo.

Mas, ¡ay! Dios, que mi amado


Al huerto ha descendido,
Y coma árbol de mirra
Suda el licor más primo.

Debálsamo es mi amado 1
,

Apretado racimo
De las viñas de Engadi,
El amor le ha cogido.

En el manuscrito original hay,- según el copista, una nota


1

al margen, que dice: "Este día .33 de A., experimenté lo que


dice: [/<vi7] salutem de inimüüf tiostris (Le., 1, 71), y no dijo:
de amigos".
SOR FRANCISCA JOSEFA DE LA CONCEPCIÓN 385

De su cabeza el pelo,
Aunque oro fino,
ella es
Difusamente baja
De penas a un abismo.

El rigor de la noche
Le da el color sombrío,
Y gotas de su hielo
Le llenan de rocío.

¿Quién pudo hacer, ¡ay! cielo,


Temer a mi querido?
One huye el aliento y queda
En un mortal deliquio.

Rojas las azucenas


De sus labios marchitos.
Mirra amarga destilan
En su color marchitos.

Huye, aquilo, ven, austro,


Sopla en el huerto mío,
Las eras de las flores
Den su olor escogido.

Sopla más favorable,


Amado ventecillo,
Den su olor las aromas,
Las rosas y los lirios.

May
¡ay! que si sus luces
De fuego y llamas hizo,
Hará dejar su aliento
El corazón herido.

45: COMENTARIO
Este Afecto es el único que Sor Francisca escribió
en verso. Se trata de un romancillo en cuartetas en que
predomina el heptasílabo de rima asonante y consta
de 16 estrofas. Tiene como título el de "Deliquios del

Análisis — 17

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