Gobierno Bien Pero Comunico Mal
Gobierno Bien Pero Comunico Mal
Gobierno Bien Pero Comunico Mal
ISSN: 1315-2378
cedai@clad.org
Centro Latinoamericano de
Administración para el Desarrollo
Venezuela
Riorda, Mario
"Gobierno bien pero comunico mal": análisis de las Rutinas de la Comunicación Gubernamental
Revista del CLAD Reforma y Democracia, núm. 40, febrero, 2008, pp. 25-52
Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo
Caracas, Venezuela
Mario Riorda
Mario Riorda
Decano de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba.
Magíster en Política y Gestión Pública UES21 en
colaboración con Georgetown University. Licenciado en
Ciencia Política, Universidad Católica de Córdoba.
Candidato a Doctor en Comunicación Social,
Universidad Austral.
Fue asesor en más de 80 procesos electorales.
Actualmente es consultor independiente para gobiernos
y partidos, y además es consultor por el Instituto
Universitario de Investigación Ortega y Gasset
(España) para Latinoamérica.
Dicta asignaturas, seminarios de postgrado y cursos de
capacitación sobre temas de comunicación política,
electoral y gubernamental en siete países.
Entre sus últimas publicaciones se destacan: "La
construcción del consenso: Gestión de la Comunicación
Gubernamental", La Crujía Ediciones; y "Desarrollo,
municipalismo y regionalización: un triángulo
virtuoso", Editorial de la Universidad Católica de
Córdoba.
Es miembro del Consejo de Administración del Centro
de Implementación de Políticas Públicas para la
Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) y de la Comisión de
la Sociedad Argentina de Análisis Político.
La comunica-
ción política "Gobierno bien pero comunico mal":
tiene un
objetivo:
análisis de las Rutinas de la
generar Comunicación Gubernamental
consenso.
Si la comu-
nicación
política no
actúa bien, Cuando se dice que se gobierna bien pero se comunica mal, se
no hay dice una mentira. La comunicación política tiene un objetivo:
consenso
y si no hay generar consenso. Si la comunicación política no actúa bien, no
consenso, hay consenso y si no hay consenso, no hay buena gestión. El
no hay buena
gestión. consenso es la búsqueda de acuerdos políticamente operantes
centrados en la idea de que, si bien puede haber (y de hecho
probablemente siempre existan) grupos en los márgenes del
consenso, o bien fuera de éste, las políticas de un gobierno deben
ser aceptadas socialmente por la mayor cantidad de personas.
Éste también es un modo de entender la legitimidad como ele-
mento clave para dotar de estabilidad a un gobierno. Por ello, el
cambio social discontinuo, que crea fuertes desequilibrios entre
las expectativas y las posibilidades, hace del consenso y por ende
de la estabilidad política, un bien escaso (Lipsitz, 1977: 53-54).
Pero estando claro que la generación de consenso para un
gobierno no es una empresa sencilla (Riorda, 2006; Elizalde, 2006;
Fernández Pedemonte, 2006), no está muy claro con qué instru-
mental argumental cuenta un gobernante para estimular estra-
tégicamente la comunicación gubernamental, en especial, la co-
municación que haga posible el acompañar y mejorar la eficacia
de la gestión del Estado, es decir, el poder proyectar, desarrollar
y hacer de modo eficaz y sistemática cierta cantidad de políticas
públicas en las mejores condiciones posibles (Elizalde, 2006: 146).
Gráfico N° 1
Visión sistémica de las Rutinas de la Comunicación Gubernamental (RCG)
Los valores las premisas es dejada fuera y aparece un tipo comunicacional, como
son genera-
dores de el informativo, que no parece ser un argumento que esté detrás de
consenso la misma comunicación (Rose, 2000: 13).
y actúan
preferente- Por lo dicho es que la visión del devenir político de un gobierno
mente sobre
aspectos
no debe estar tan guiada por las news, como por las views es decir,
emocionales no sólo la actualidad de los hechos debe hacerse presente, sino
y colaboran
de manera
además, la narrativa del mito de gobierno. Cuando eso se logra,
notable para el ciudadano puede integrar las noticias temáticas del día a día
la construc-
ción o funda- con su narrativa vital. Por otro lado, respecto al sentido, el gober-
mentación nante logra integrar las acciones del día a día con el ciclo largo
de la visión
o mito de que constituye su rumbo (Del Río …[et al], 2004: 325).
gobierno. Por supuesto que el ejercicio de la comunicación gubernamen-
Indefectible-
mente, son el tal tiene luego diversas variantes para ser llevada a cabo, basadas
corazón de en los pilares de "sorpresa, acción y éxito" (Gronbeck, 1992: 137-
los mensajes
persuasivos. 156), como lógicas que deben primar para comunicar los temas
informativos o pedagógicos que hagan el día a día.
Egocéntricos, no inclusivos
Los mensajes egocéntricos son los cargados de abuso de centra-
lidad gubernamental, no inclusivos para la ciudadanía, útiles sólo
para los gestores, deformados en la contextualización, con un
exacerbado egocentrismo que los motiva. Se encuentran fuera
del Perímetro de Ciudadanía puesto que en el intento de construir
consenso, lo hacen a costa de generar una ciudadanía explícita-
mente pasiva. Hay ejemplos como el de la Municipalidad de La
Mendieta, cuyo eslogan de gestión era "Jesús Lorenzo Guerra, el
Intendente que quiere la gente", o el análisis que se realizaba de
un eslogan al momento en que el Gobernador de la provincia de
la Rioja -en ese entonces- se aprestaba a cumplir 10 años en el
gobierno: "10 años de Gobernación Mazza, lo mejor está por venir".
Un caso curioso que rozó el ridículo, siendo un verdadero ejem-
plo de descontextualización, fue cuando se creó un logo de la
Nominales
Los mensajes de tipo nominal son aquellos que confunden, se
superponen y se apropian del mensaje de gestión, haciéndolo
coincidir con su propio mensaje personal y/o nominal. También
se encuentran fuera del Perímetro de Ciudadanía. Van desde la
muletilla clásica de los gobernantes de ponerle su propio nombre
a las gestiones: caso Formosa "Gestión Gildo Insfrán", caso Río
Grande "Gestión Martín", caso Salta "Intendencia ISAlta"; hasta
excesos de afirmación de autoridad, especialmente pensada para
servir en situaciones en las que se formulan cuestionamientos,
no sólo al gobierno, sino a una persona o grupo de personas que
forman parte del gobierno. Asimismo, estas comunicaciones se
utilizan en situaciones de crisis. Llevan implícitas una enorme
carga de personalismo, asociada a una necesidad de transmitir
sensaciones de decisionismo marcado o amplificado. Richard
Nixon usaba el pronombre "yo" más de diez veces en cada discurso
(Hahn, 2003: 77).
Retrospectivos
Los mensajes puramente retrospectivos tienen una función de
presente o con vida útil acotada. No se recomiendan porque dan
cuenta que el mito de gobierno está ausente en su componente
de futuro. "Córdoba cada vez mejor" pasó a "Córdoba está mejor",
y en cada ocasión no dejaba de anunciar una diferenciación con
el pasado que nada decía del rumbo del gobierno por venir.
Son mensajes facilistas y simples que logran consenso inicial
rápido, especialmente si se sucede a una mala gestión. No obstan-
te ello, en el caso de tener un proyecto general del gobierno claro,
sí es recomendable una lógica retrospectiva inicial cuando el pro-
yecto de gobierno encuentra fuertes limitaciones por la herencia
de la gestión anterior, pero a sabiendas de que sólo será durante
una primera etapa.
Reflexiones finales
Por todo lo dicho, pueden manifestarse una serie de recomenda-
ciones para los gobiernos.
La posibilidad de combinar la implementación de "acciones
comunicativas del gobierno como entidad" con las "acciones de
comunicación de las políticas" es un hecho muy importante.
El primer anillo o círculo (ver Gráfico N° 1) más cercano al
centro es el que concentra los grandes argumentos que un go-
bierno tiene, el que necesita instalarlos -desde la lógica de la
persuasión-, social y políticamente. Esto en la medida que sirvan
de sostén para un proyecto general de gobierno que se cimiente
Notas
(1) Para ampliar lo referido a cuestiones de acceso a la información como
componente de las Políticas de Transparencia en los gobiernos, véase: Pope (2000);
FMI (2001); Hodess (2004); Manin (1998); y Riorda (2004).
Bibliografía