Semejanzas y Diferencias Entre El Derecho Procesal Penal Peruano y Comparado
Semejanzas y Diferencias Entre El Derecho Procesal Penal Peruano y Comparado
Semejanzas y Diferencias Entre El Derecho Procesal Penal Peruano y Comparado
ESTUDIANTE
ARISTA FLORES RONALD NICOLAS
DOCENTE:
DELGADO FERNÁNDEZ ROSA
ASIGNATURA
DERECHO PROCESAL PENAL
CICLO ACADÉMICO
VII
INTRODUCCIÓN
Los Estados históricamente han transitado por diversos sistemas de enjuiciamiento
penal, que por sus características esenciales se han clasificado básicamente en dos
modelos: el sistema acusatorio y el sistema inquisitivo.
Respecto del segundo, debe significarse su adopción por estados de condiciones
antidemocráticas, dictatoriales y despóticas, que utilizaron el sistema penal como
herramienta para la perpetuación del poder, matizado esencialmente por la
circunstancia de ser el ente encargado de investigar las conductas delictivas, el mismo
que ejercía las funciones de acusación, de juzgamiento, de imposición de la pena y su
ejecución; aquí existía la escrituralidad, el secreto, la permanencia de la prueba y entre
éstas la de confesión lograda mediante la tortura, en los famosos juicios de Dios, eran
sus las notas diferenciadoras.
Por el contrario, desde las antiguas Grecia y Roma, en donde tuvo sus orígenes, el
sistema acusatorio se aprecia en estados democráticos, y de su condición esencial es
el hecho de que la acusación es función perfectamente diferenciada de la de
juzgamiento, y que la defensa tiene reales posibilidades de hacer efectivas sus
aspiraciones de lograr la paz social en justicia.
Es así pues, se debe empezar analizando el tema desde la perspectiva de la persona
humana, portador de una serie de bienes jurídicos reconocidos por la Constitución
Política y los organismos internacionales, y el rol fundamental del estado para
implementar entre sus políticas judiciales, un sistema oportuno e idóneo para la
resolución eficiente de los conflictos intersubjetivos; como ya se dijo en líneas
precedentes, la evolución de nuestro sistema se debe al modelo de estado en que nos
enmarcamos (democracia), y todo estado democrático se rige por su Norma
fundamental en pro de lograr el bien común, la paz y la armonía social.
Es importante reconocer que en nuestro país imperaron sistemas de corte inquisitorial,
que fueron cediendo espacio, precisamente por el constante reconocimiento de
derechos fundamentales establecidos en la Carta fundamental, que debían reflejarse
en el proceso penal, hasta concluir, especialmente por vía jurisprudencial, en la
constitucionalización del proceso penal o proceso acusatorio garantista.
En el marco de las sociedades políticamente organizadas bajo la forma de un Estado
de Derecho, la comisión de un hecho delictivo desencadena una reacción por parte del
poder público, a la que, de forma sintética, se puede denominar «persecución penal»,
se entiendo como el conjunto de actuaciones que desarrollarán los poderes públicos,
en cuanto tienen conocimiento de la comisión de una conducta punible, que permitirán,
en último término, operar la consecuencia jurídica prevista sobre quien resulte ser
responsable, de conformidad con las circunstancias concurrentes en el caso concreto.
Sin duda alguna el tema que nos ocupa es muy amplio, contiene un espiral de
posibilidades de estudio, sin embargo, nos centraremos en los principios y sistemas
que han adoptado los países como Colombia y Chile y encontrar caracteres
diferenciadores y semejantes para tener una visión más amplia.
Partimos el presente tema de investigación, definiendo a la persona humana dentro
del marco constitucional, según el artículo 1 de la Constitución prescribe, “la defensa
de la persona humana y el respeto de su dignidad son fin supremo de la Sociedad y
del Estado”; este cuerpo normativo ubica a la persona en el estrato mal alto del
derecho nacional, al respecto, decimos que la persona es portador y gozador del
derecho desde su concepción por el hecho de su condición de ser humano y es
Estado tiene la obligación de brindar las garantía mínimas para vivir dentro de un
marco social de bienestar.
Uno de las grandes preocupaciones de todo estado es tener un sistema jurídico
eficiente para resolver conflictos intersubjetivos de intereses demandados del
quehacer cotidiano, para ampliar nuestro concepto y visión del mundo jurídico sobre el
tema , un estudio realizado el 2001 por el Banco Mundial y las universidades de
Harvard y Yale; la tradición legal en que se basan los sistemas judiciales es un factor
determinante de la eficiencia judicial, incluso más que otros factores tradicionalmente
considerados relevantes como el nivel de ingresos de un país y su grado de desarrollo.
Este informe concluyó que:
1.- La mayor eficiencia y capacidad de los tribunales para impartir justicia está
más relacionada con las características de los procedimientos que con el nivel
de desarrollo de los países.
2.- La mayor dureza en la regulación de la resolución de conflictos implica una
mayor duración (más allá de lo esperado) de los procedimientos judiciales, y
mayores inspecciones de las medidas de eficacia judicial y de acceso a la
justicia. La mayor eficiencia judicial, asimismo, está asociada con una mayor
simplificación de los procesos. Cuando se reduce la complejidad de los
procesos judiciales, disminuyen también los costos y la tardanza.
La corriente jurídica que nos ocupa en esta investigación, se sustenta en que la justicia
penal en el Perú se volvió insostenible, pues la mayoría de delitos del Código Penal se
tramitaban judicialmente bajo el inefable proceso sumario que en su momento fue la
excepción, en la realidad de los despachos judiciales se volvió la regla, produciéndose
excesiva sobrecarga procesal, carencia de infraestructura y recursos humanos,
deficiencias en capacitación y calidad de los operadores de justicia, altos índices de
corrupción, reclamos sociales, entre otros hechos hicieron necesario un cambio. Por
ende, nuestro país asume, con el Código Procesal Penal promulgado el 28 de julio de
2004, un sistema acusatorio contradictorio o garantista”, por cuanto establece una
serie de garantías aplicables al proceso penal.
Como se mencionó en líneas precedentes, la preocupación del estado es brindar
herramientas que permitan crear en la ciudadanía confianza y sobre todo seguridad
jurídica, es por ello que la relación entre el garantismo y la eficacia que debe haber en
todo proceso, especialmente en lo penal, donde lo que está en juego es la libertad de
la persona y una serie de derechos fundamentales reconocidos internacionalmente, es
necesario que se entienda la relación de estos dos conceptos no como contradictorios
o excluyentes sino como necesarios y concurrentes en la configuración de un debido
proceso.
Para explicar el garantismo procesal, Neyra (2012) sostiene que es una posición
filosófica, antagónica al totalitarismo, pues su correcta interpretación (hermética) se
debe realizar en base a la Constitución; por su parte Ferrajoli (2018) designa no
simplemente un “estado legal” o regulado por la “ley”, sino un modelo de estado nacido
con las modernas Constituciones y caracterizado por:
a) la plena vigencia del principio de legalidad y sometimiento del poder
público a normas generales,
b) respeto de los derechos fundamentales de los ciudadanos, cuya afectación
los posibilita activar la tutela judicial.
Es en este sentido el sistema acusatorio, recoge un posición garantista del proceso
penal poniendo de manifiesto el compromiso del Estado como propiciador de un
sistema de garantías, así tenemos una serie de principios que respalda al modelo de
proceso adoptado, los cuales son; entre otros, el Juez será un sujeto imparcial y
sometido solo a la ley gozando de independencia, lo cual no ocurría en el sistema
inquisitivo pues este participaba directamente en los actos de investigación, inclinando
su decisión por una de las partes, garantiza que todo incriminado tenga el derecho a
la defensa técnica, es allí donde se pone de manifiesto la tutela efectiva en vía de
contradicción, para replicar los hechos que se le imputan como verdaderos; asimismo
el acusado debe conocer quién es su acusador y cuáles son los cargos que se le
imputan (principio de imputación necesaria); el proceso no es secreto sino debe ser
eminentemente público para que así la sociedad pueda ejercer un control indirecto
sobre la administración de justicia, si bien es cierto, existen excepciones a la regla, por
ejemplos en los informes de la pericia realizada a una menor de edad que fue ultrajada
sexualmente, existe un cierto secretismo, para el público, pero no para las partes,
prima la oralidad por sobre la escritura, toda resolución que emita un órgano
jurisdiccional deba estar debidamente motivada, y sobre todo ser el resultado de un
análisis lógico y crítico sobre las pruebas que han demostrado los hechos
manifestados por las partes de manera fehaciente.
En resumen, lo significativo del sistema procesal es verificar si la institución jurídica
por la cual se está apostando, es la más idónea para garantizar la solución de los
conflictos sociales en un tiempo razonable y sin vulnerar las garantías constitucionales
de los justiciables.
En este sistema jurídico, parafraseando a Contreras (2007); el Juez ya no es el centro
del proceso, sino las partes, como sucedía en el sistema inquisitivo que implicaba que
las funciones de acusación y enjuiciamiento se encuentran reunidas en la persona del
juez, frente al cual el individuo está en posición de inferioridad, por lo tanto, se exige
que el Ministerio Público sea el director de las investigaciones, por la sencilla razón
que investigar y acusar son las dos caras de la misma moneda, se investiga para
saber si se acusa, y se acusa sobre la base de lo que se ha investigado; el Juez sólo
controla, por un lado, el respeto de las garantías procesales y la observancia de los
derechos constitucionales, por otro lado, formula adecuados y fundados juicios de
valoración y decisión de las pretensiones que ante él se han presentado, expuesto,
debatido y concluido.
Como se viene mencionando el proceso penal debe ser la síntesis de las garantías
fundamentales de la persona, éste además, debe tender a un equilibrio entre la
libertad de la persona como derecho fundamental y la seguridad ciudadana como
deber primordial del Estado, así lo prescribe el art. 44 de la Constitución cuando
establece que son deberes del Estado garantizar la vigencia de los derechos
humanos, proteger a la población de las amenazas contra su integridad y promover el
bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y
equilibrado de la Nación.
Entre las características del nuevo modelo procesal penal encontramos:
La afirmación de las garantías del ciudadano, tanto del imputado como de la
víctima. Peña, (2009), sostiene, en este sentido, se consolida y fortalece la
calidad de sujeto de derecho del imputado, al regularse las limitaciones de los
órganos de persecución penal para la búsqueda de la verdad formal, pues el
proceso penal no puede buscar a cualquier precio la verdad, y regresar a épocas
remotas, donde la sola sospecha de la comisión de un delito apuntaba a una
persona, esta era sometida a torturas muy graves para declararse culpable aun
siendo inocente, por el contrario, el procedimiento en un orden democrático de
derecho debe estar dispuesto a la realización de sacrificios; es preferible
absolver a unos cuantos culpables que condenar a muchos inocentes.
No puede existir juicio sin acusación, debiendo ser formulada ésta por persona
ajena al órgano jurisdiccional sentenciador, de manera que, si ni el fiscal ni
ninguna de las otras partes posibles formulan acusación contra el imputado, el
proceso debe ser sobreseído necesariamente, y una causal para que el proceso
sea sobreseído es por insuficiencia probatoria; debemos hacer un paréntesis,
para explicar esta característica, así decimos que cuando se tiene la noticia
criminal, el Ministerio Público con el auxilio de la Policía Nacional, realiza los
actos de investigación necesarios, para constatar si los hechos son o no
delictivos, aquí nos trasladamos a la primera etapa del proceso, que comprende
dos instancias; por un lado, la investigación preliminar, donde se realizan todas
las diligencias correspondientes para determinar si el hecho omisivo o comisivo
es delictivo, y por otro lado, la investigación preparatoria, propiamente dicha,
donde se materializa el trabajo del Fiscal a cargo de la investigación, quien debe
determinar si formaliza o no la investigación con la acusación sobreviniente.
No puede condenarse por hechos distintos de los acusados ni a persona distinta
de la acusada; al respecto, el fiscal encargado de la investigación, tiene la
obligación de probar oportunamente para que su teoría del caso este
íntimamente relacionada con el hecho delictivo, asimismo la imposición de una
pena por el delito cometido tiene el carácter de ser personalísimo.
No pueden atribuirse al juzgador poderes de dirección material del proceso que
cuestionen su imparcialidad, así pues, el juez debe resolver en base a las
pruebas aportadas y verificando la teoría del caso, tanto del Ministerio Público
como del abogado de la defensa técnica, pero existe excepciones a la regla, por
ello en la literatura o doctrina, algunos juristas manifiestan, que si bien es cierto,
nuestro sistema es acusatorio, pero tiene rasgos adversativos, todas ves que, el
Código Procesal Penal, le da al juez la facultad de solicitar la prueba de oficio
(art. 155.3 NCPP), como el interrogatorio que el magistrado puede realizar al
acusado, testigos o peritos durante el juicio oral (art. 375.4 NCPP), siempre y
cuando exista una duda razonable y que le dificulte motivar debidamente su
sentencia.
Se caracteriza por el debate o discusión sobre la prueba practicada por las
partes, en igualdad de armas, mediante los llamados alegatos finales o de
clausura (art. 386º a 391º NCPP), como se ha dicho este modelo permite, tener
tutela jurisdiccional efectiva en vía de acción y contradicción, y el Estado a través
de sus órganos jurisdiccionales (Poder Judicial) tiene el deber de garantizar y
velar por el debido proceso.
Por su parte, la reforma de la justicia criminal en Latinoamérica data de hace
aproximadamente dos décadas. Conforme señalan los tratadistas Duce, Fuentes y
Riego, (2009,) «las razones que motivaron este proceso de reforma son de distinta
índole, encontrándose dentro de ellas, y de manera muy general, los abusos a los
derechos fundamentales en el contexto del proceso penal inquisitivo y la poca
eficiencia de este en la persecución penal. Este proceso de reforma alcanzó a la
mayoría de los países del continente y se ha orientado en general en la misma
dirección: reemplazar los diversos tipos de sistemas inquisitivos vigentes por modelos
procesales de carácter acusatorio.» (p. 20).
Así, por ejemplo, mediante Acto Legislativo 03 de 2002 al nuevo sistema procesal
penal colombiano, se aleja del Sistema Inquisitivo y da pase al sistema Acusatorio,
separando las funciones de acusación y juzgamiento, la oralidad, la publicidad, la
realización de la prueba en juicio y la imparcialidad del juez, como las condiciones más
connotantes del nuevo sistema. Para entender la estructura del sistema penal
acusatorio, es necesario considerar las características básicas:
Afirma Roxin (2004), la Fiscalía no puede ser equiparada, de manera alguna, a
un juez; pero tampoco es una autoridad administrativa. Así pues, dado que se le
confía la administración de justicia penal, su actividad, al igual que la del juez, no
puede estar orientada a las exigencias de la administración, sino que se
encuentra vinculada a los valores jurídicos, esto es, a criterios de verdad y
justicia.
El fiscal no es técnicamente una “parte procesal”. De allí que no sólo debe reunir
material de cargo contra el imputado, sino que es su obligación “investigar las
circunstancias que sirvan de descargo”
La Fiscalía, en principio, está obligada a acusar ante la ocurrencia de hechos
punibles, en virtud del principio de legalidad. En consecuencia, es el principio de
legalidad y no criterios de conveniencia, el que debe determinar cuándo ha de
iniciarse el proceso penal, es allí donde se evidencia que, habiendo obtenido las
pruebas suficientes y pertinentes, se formaliza la investigación y se apertura el
proceso.
Existe una clara distinción de las funciones de acusación y juzgamiento en
órganos distintos. Así, el sistema se estructura sobre una contienda entre dos
partes, acusador y acusado, resuelta por un funcionario judicial independiente e
imparcial.
la “igualdad de armas”, encaminado a asegurar que acusador y acusado gocen
de los mismos medios de ataque y de defensa para hacer valer sus alegaciones
y medios de prueba, es decir, “que disponga de las mismas posibilidades y
cargas de alegación, prueba e impugnación”
El juicio está regido por los principios de oralidad, publicidad y celeridad.
Se concluye que existen semejanzas sustanciales con el sistema procesal penal
peruano, en cuanto a los principios que se observan en el debido proceso, asimismo el
modelo de sistema con rasco o corte acusatorio también se acuñó a su legislación.
En cuanto a su estructura, El proceso penal acusatorio tiene dos etapas claramente
definidas: una es la investigación, de la que además forma parte la fase de indagación;
la otra es la de juicio.
Corresponde anticipar que la fase de indagación comienza con la noticia criminal y
termina con la formulación de la imputación, con la que se da lugar a la investigación
propiamente tal, la que concluye a su vez con la presentación del escrito de acusación,
que da inicio a la etapa de juicio, misma que termina con la ejecutoria de la sentencia
que pone fin al proceso.
Por último, en el proceso penal acusatorio Chileno, existen rasgos definitorios de lo
acusatorio en torno a la separación de las funciones de acusar y juzgar, la exigencia
de acusación previa al juicio, y la división del proceso en dos fases que se atribuyen a
órganos jurisdiccionales distintos a la etapas preliminares de control de la instrucción y
preparación del juicio, es decir, amplía la “terciedad” o “ajenidad” del juez o el principio
acusatorio para su pronunciamiento sobre el hecho punible y la pretensión procesal a
todo asunto o incidente relevante en que se enfrenten intereses contrarios por la
Fiscalía y el imputado y su defensa.
Para permitir que la estructura acusatoria se comparta sustancialmente en la etapa de
instrucción, es que fue indispensable crear el Ministerio Público, a fin de dejar al juez
de garantía como imparcial supervisor de la legalidad de sus actuaciones y
requerimientos, y correlativamente, despojar al órgano jurisdiccional del “autocontrol”
propio de la etapa sumarial del anterior procedimiento penal, en el cual éste
“controlaba y autorizaba” su propia actividad investigativa que pudiera afectar los
derechos individuales del imputado o terceros.
Antes de la exposición de los principios inspiradores del régimen procedimental
ordinario para el enjuiciamiento penal, haremos una breve reseña de la estructura que
se proyecta para el proceso penal, de tal manera, de entender cómo se desenvolverá
en la práctica el proceso, ya que en ese marco se pondrán en juego los principios a
que nos ocupan su estudio.
Gandulfo (1999) señala, el proceso se desarrolla en única instancia. La primera etapa,
la de instrucción, está a cargo de los fiscales del Ministerio Público que investigan y
preparan el material del proceso. Además, se contempla, en esta etapa, la
participación de un juez de control parcial de la actividad fiscal. Si el fiscal formula la
acusación, dará lugar a una audiencia -llamada intermedia- ante el mismo juez de
control, destinado fundamentalmente a preparar el proceso de fase jurisdiccional.
El “Juicio” o plenario se lleva a cabo ante un tribunal colegiado -de tres miembros- al
cual se le formula la pretensión procesal, presentándose la acusación fiscal y las
defensas. En la etapa intermedia, el sobreseimiento temporal está fuertemente
restringido por dejar al imputado en una situación de incertidumbre, además de
distorsionar el propio sistema. Se aplica sólo a situaciones de posibilidades razonables
de continuar con la investigación, procediendo a propuesta del fiscal. La audiencia
llamada intermedia es el último momento para la suspensión condicional.
Conforme se aprecia, la estructura o etapas del sistema procesal penal de Perú y
Chile son iguales, sin embargo, existe ciertas diferencias en cuanto a la función y
oportunidad de los actuados; entre sus principios destacamos, entre otros;
Principio de la titularidad fiscal en la promoción de la persecución penal; En la
etapa de preparación del proceso oral, la de instrucción, una de las partes, el
fiscal del Ministerio Público, con el auxilio de la policía y otros órganos, debe
investigar el acaecimiento de un hecho en principio típico y de la participación en
él, asimismo, recolectar los medios para examinar el carácter delictual de éstos.
Principio de la discrecionalidad pública; ya que el Ministerio Público es el
representante del interés público, y el órgano encargado de determinar la política
criminal del Estado, en conjunto con el legislador. Ahora bien, esto último es lo
que determina su potestad discrecional, es decir, su participación como órgano
director de la política penal, puesto que se deja a éste la ponderación de forma
previa y general de las diversas situaciones que puedan presentarse, para que
los fiscales actúen tomando en consideración las prioridades autoimpuestas de
la persecución penal.
Principio de inocencia del imputado; busca la protección de la personalidad
jurídica del individuo, en tanto titular de bienes jurídicos indispensables para su
pleno desarrollo, como la vida, la libertad, el honor, entre otras.
Estos principios contemplados dentro del marco constitucional de garantías, emergen
del sistema acusatorio, y al compararlo con nuestros sistemas, existe marcados
rasgos de afinidad, pues en la actualidad casi todos los modelos del sistema de
justicia, se basan en la herencia jurídica del Derecho Romano-Germánico, que exalta
a la persona y lo coloca en los mas alto de la cúspide del Derecho.
CONCLUSIONES
¿Es nuestro sistema procesal penal, un sistema puro, es decir, con rasgo netamente
acusatorio garantista, o todavía no ha superado completamente el corte inquisitivo, en
todo caso, estamos enmarcados dentro de un sistema Mixto?
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS